Teravan Zallen
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Su pregunta habría llegado a buen lugar de no ser totalmente acallada por un evento de lo más sorprendente. Un ángel acababa de surgir del cielo, ensordeciendo sus oídos con una voz amenazadora, aunque increíblemente serena. No sabría decir si de verdad estaba escuchando algo o si tan solo resonaba en su cabeza. El carácter onírico de toda la escena se acentuaba a cada segundo que se mantenía su contemplación. Lo que sí estaba claro era que no era algo conveniente, al menos no para ellos.
Si tan solo se hubiese limitado a la visión, Teravan habría pensado que se estaba volviendo loco. Sin embargo, lo que sucedió a continuación fue del todo real. Una infinidad de plumas se dirigían a toda velocidad hacia el suelo. Esa ven logró actuar rápido, por fortuna, apartando una roca de tamaño considerable contra la pared de la iglesia y escondiéndose en el hueco. El poder de su fruta resutaba especialmente útil en situaciones de tensión. Sin embargo, su escondite no era perfecto y una pluma consiguió colarse, rasgándole superficialmente el omóplato derecho. Un traje a la basura y un escozor verdaderamente molesto, fantástico.
Yarmin tampoco parecía estar especialmente animado por lo sucedido. La situación estaba por encima de ambos, y era algo frustrante. Decidió no echar más sal al asunto y se dedicó simplemente a seguirle. Tal vez más adelante todo cobre el sentido que había estado buscando desde hacía demasiado tiempo. El grupo que se habían encontrado no daba demasiadas esperanzas, pero al menos compartían algo, su total desesperación hacia el comportamiento de Augustus. Tal vez ese extraño ser fuese la excusa perfecta para la unión de unos personajes tan variopintos. En todo caso, no tenía elección; si quería salir vivo de ese lugar, no podría hacerlo solo.
Aunque tal vez ese fuese el menor de sus problemas.
Si tan solo se hubiese limitado a la visión, Teravan habría pensado que se estaba volviendo loco. Sin embargo, lo que sucedió a continuación fue del todo real. Una infinidad de plumas se dirigían a toda velocidad hacia el suelo. Esa ven logró actuar rápido, por fortuna, apartando una roca de tamaño considerable contra la pared de la iglesia y escondiéndose en el hueco. El poder de su fruta resutaba especialmente útil en situaciones de tensión. Sin embargo, su escondite no era perfecto y una pluma consiguió colarse, rasgándole superficialmente el omóplato derecho. Un traje a la basura y un escozor verdaderamente molesto, fantástico.
Yarmin tampoco parecía estar especialmente animado por lo sucedido. La situación estaba por encima de ambos, y era algo frustrante. Decidió no echar más sal al asunto y se dedicó simplemente a seguirle. Tal vez más adelante todo cobre el sentido que había estado buscando desde hacía demasiado tiempo. El grupo que se habían encontrado no daba demasiadas esperanzas, pero al menos compartían algo, su total desesperación hacia el comportamiento de Augustus. Tal vez ese extraño ser fuese la excusa perfecta para la unión de unos personajes tan variopintos. En todo caso, no tenía elección; si quería salir vivo de ese lugar, no podría hacerlo solo.
Aunque tal vez ese fuese el menor de sus problemas.
- Resumen Zal [L12]:
- Seguir a Yarmin
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, no se moderarán posts más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento. Cada central tiene al lado un círculo que determina su pertenencia.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Poned, por favor, vuestras coordenadas de destino en los Spoilers (no es obligatorio).
- Las acciones cerradas sólo cuando se os indique que podéis realizarlas, por favor.
- Cada Maná corresponde al gasto de una unidad energética, que todos compartís. El signo de girar implica que gastáis todo vuestro asalto en utilizar esa habilidad.
- Niveles y habilidades logradas durante este descanso podéis utilizarlas (no así los objetos).
- Moderación General:
- Las plumas llegan al suelo, atravesando a su paso carne y hueso, clavándose en las calzadas y las avenidas. Mientras tanto, la mujer observa lo que sucede en la batalla y comienza a descender lentamente del cielo, mientras la tormenta de plumas va amainando poco a poco. Las aves ya no sueltan sus mortales cálamos, y lentamente se van retirando, no se sabe dónde.
-Invasores, mentecatos, débiles criaturas, estúpidos niños traviesos.
Su voz resuena cada vez más hondo en todos vosotros, al tiempo que sentís su creciente enfado. Sus alas baten cada vez más despacio mientras se acerca al Palacio Real, con la vista fija en un punto. Sin embargo, en lugar de seguir descendiendo, se queda de pie sobre los tejados del enorme edificio y simplemente observa.
Grum llega hasta la plaza al mismo tiempo que Balarad, y cruzan una mirada asesina, justo antes de darse cuenta de la presencia de Yoai, y ambos, muy lentamente, giran su cabeza hacia la pequeña, que de nuevo sonríe con inocencia mientras los mira.
-Oh, Hola chicos-pyon. Me alegro de que vengáis a ver cómo estoy- se lleva el dedo índice a la mejilla, que se hunde mientras ella mira al cielo-. Me alegra deciros que hoy volveré a ser reina.
-¡Tú!- grita Grum, mientras desenvaina su espada motosierra-. ¡Tú traicionaste a todos! Debes morir, y luego haremos Síderos grande de nuevo. Comienza a avanzar, pero la hoja blanca de Balarad lo detiene posándose en su cuello.
-No eres tú quien debe juzgarla, Pretor. Son los Dioses quienes deben elegir su destino- mira hacia arriba, y sus ojos se clavan en los tejados-. ¡Y tampoco ninguna loca con alas!
-No fuiste tú la que luchó para que ese demonio abandonara la capital. ¡Vuélvete a tu retiro espiritual! Santísima Balarad, Pretora de Balt… Niñata malcriada.
Aparta el filo de la mujer con su arma, y se separan la distancia justa. Las miradas clavadas entre ellos mientras Yoai sonríe amigablemente y trata de abrir la puerta sin decir nada, pero de nuevo las palabras de la misteriosa mujer los detienen.
-Niña insolente- dice, en un tono quedo-. Siempre fuiste la vergüenza de mi credo. Tantos años guardando esta tierra, y sin embargo tú lo has conseguido, Balarad- de un salto cae en el medio de la plaza, con los ojos fijos en la pretora-. Sois todos ratas insignificantes, herejes en una cruzada lejos de todo lo bueno. Me habéis obligado a hacer lo que no quería hacer, pero Síderos arderá para ver nacer una nueva civilización sobre ella, un crisol de paz donde los herederos de esta tierra vivan con el orgullo de nuestros ancestros, y no con el temor que habéis sembrado en sus corazones.
-Ya, claro. Como los genocidios funcionan tan bien…- reprocha Yoai mientras sigue buscando una forma de acceder, sin prestar demasiada atención a cómo los tres clavan su mirada en ella, con expresión de incredulidad. Tras eso, la mujer de cabello violáceo alza su arma.
-Deus Vult.
- Kodama y Zanner:
- -Yo me porto bien, nyon- dice, con una cara angustiada-. En cuanto encuentre mi trono, jopé.
Sigue buscando una forma de entrar en el castillo, y de pronto aparece más gente en escena. Una mujer rubia, un tipo en armadura con un brazo robótico, y la que antes estaba en los cielo ha bajado… Aquí se cuece algo.
- Ichizake:
- Yoai no está ahí, pero puedes observar cómo poco a poco todo el mundo (o casi todo) empieza a irse, quedando dos mujeres de muy buen ver empapadas en caramelo, al tiempo que la cúpula se va deshaciendo. No obstante, hay ruidos por todas partes en la ciudad y Yoai podría estar en cualquier lado. ¡Oye! ¿Qué son esas estatuas que se ven a lo lejos?
- Milena:
- Todos los soldados a tu alrededor se convierten en un guiñapo. Así no es divertido jugar, que lo sepas. Sin embargo, hay un tipo que se mantiene de pie, y lentamente desenfunda un hacha de guerra, para luego bramar, y corre a por ti, arma en ristre.
- Elya y Vinnie:
- Por razones del destino acabáis muy cerca el uno del otro, y un tipo elegante, de armadura blanca hasta la cabeza y un espadón tan brillante como ensangrentado. Os hace una reverencia y os invita a cargar contra él.
- Galia:
- Te duermes. Te despiertas en el suelo, con un coscorrón. Hay una especie de ladrillo a tu lado. Ya no estás hipnotizada. ¡Haz algo, Pardiez!
- Kaito:
- Llegas detrás de Balarad a la plaza central, frente a un castillo donde ves gente que parece bastante poderosa. Un tipo en armadura casi de ciencia ficción con una espada motosierra, y la mujer hermosa bajando. Para más datos, consulta la general.
- P11. Haru:
- Esquivas la batalla por los pelos, y cuando llegas puedes verlo todo. Desde tu posición observas a esa mujer descendiendo hacia algún lugar, varias efigies luchando cerca de ti y la guerra se traslada, cada vez más, hacia el interior de la ciudad. ¿Qué haces?
- Syxel, Amaiar y Noah:
- Waiting server response…
- Raghersir:
- Llegas a la plaza central, donde os empezáis a reunir una buena cantidad de gente. Entre esa gente se encuentra la mujer del pelo violeta y varias personas de aspecto imponente. Mira la general.
- Alex y Eichi:
Tras el momento repollo, Alex se pone a curar heridas. Mientras las curas, notas una perturbación en tu fuerza angelical o lo que sea, y la imagen de los serafines incendiando Sodoma pasa por tu cabeza. Puede que suceda de nuevo si no lo impides.
Eichi, tu mantra nota una presencia que despunta entre las demás. Si miras, es un caballero de Balt que se va a enfrentar en solitario a dos personas. ¿Vas a ayudarlo?
- Ai Nanasaki:
- Hay gente fuerte por ahí. Un caballero vestido completamente de negro, mirando la batalla. Parece el general de Meln, tal vez podrías ir a por él. O dirigirte hacia el aparentemente peligroso ángel que desciende sobre la isla. O ayudar a la chica, o no sé. Tú elige como prefieras.
- Base de Zilda:
- El fuego por parte de los miembros de Zilda parece haberse detenido tras ver de lo que era capaz Krauser. Tal vez una prueba de que ellos son la facción que emplea el intelecto para ganar. Aunque se mantienen en su posición, como si no se fiaran de la palabra del revolucionario. Además, los rebeldes que os acompañan parecen mostrar cada vez más su sed de sangre. Una explosión retumba no muy lejos de ahí.
Adam, alcanzas la sala de control de la base, sin embargo, todos los dispositivos parecen no funcionar, aunque por la posibilidad de que solo estén apagados, pruebas a encenderlos y… Explotan, causando chispas y fuego.
- Neo, Osu, Yoko:
- El ataque de Osuka, si bien parecía estar funcionando, parecía no haber tenido en cuenta el escudo que protegía al armatoste, el cual, tras su intento de atacar a Yoko, volvió a formarse, evitando así ser capturado. Y creando un agujero bajo el suelo, en el que, aparentemente ha quedado atrapado. Sin embargo, tras un par de minutos, el suelo bajo vuestros pies tiembla y comienza a convertirse en un “remolino” en arena, atrapándoos los pies. Un hueco se forma a en el centro, a medida que el “remolino” se expande. En este, se encuentra la maquina, con sus taladros girando a máxima potencia.
- M11 Drake, Castor Troy y Azula:
- Habláis con el pobre y desorientado Drake. De repente, este mira de manera extraña a Azula.
…
¡Ey, es otra deliciosa y gigantesca manzana, Drake! ¿No te apetece?
- K14 Venom y Liv:
- El hombre muere en el acto con tu ataque. Su hacha cae el suelo, sus ojos todavía congelados en una mueca de odio. En ese momento, algo roza tus cabezas y antes de que te des cuenta estás cubierto de pequeños cortes. Apenas te rozan la piel, pero pican. A tus pies, el suelo está lleno de brillantes plumas metálicas.
- L13 Corinna :
- Cielo, te han dejado sola… oh, vaya, caen cosas del cielo. ¿Son plumas? Una te roza el brazo, auch. Araña. El corte te pica, pero apenas es un rasguño.
- L13. Maki:
- Llegas arriba del edificio más alto, a tus pies solo hay escombros. En el bosque, a lo lejos, distingues a Sonrisas y al resto. ¿Eso es una iglesia? Tu hada no parece escucharte. Está ahí, igual de lejana que antes por mucho que has subido. No parece oír tus ruegos, tan solo os vigila desde su magnificencia.
- L12 Yarmin, Arribor, Tsang, Teravan, Zack, Sarah:
- Arribor sale volando, pero la mujer no parece hacerle caso. Quizás le falte sex appeal. De repente, oís una tenebrosa risita y el esqueleto se pone poco a poco en pie. Hace como si se sacudiera el polvo de las rótulas y os mira. Tras unos segundos, atrapa una de las plumas metálicas al vuelo y hace una pomposa reverencia.
-Bienvenidos, viajero, a esta tierra de tesoros y promesas.
PD: Tsang, comienza a picarte la cabeza. Hm…
PD2: Yarmin, una de las plumas cae arañándote cariñosamente el dorso de la mano. No es un gatito. Pero tu mano sangra igual que uno. Ay.
- K13 Midou :
- Cuando comienzas a correr con el soru, el hombre sonríe. Agarra el martillo con ambas manos, y cuando te detienes para hablar lo estrella velozmente contra el suelo. Una onda de choque te hace saltar un par de metros por los aires. Para cuando aterrizas, algo polvoriento, el hombre se está riendo con todas las de la ley.
-Lo siento, chico. Quizás te falte, no sé… ¿Contundencia?
- K14 Worgulv, Kotaro:
- Seguís a Grum y al poco rato llegáis a una plaza… bastante poblada. Hay una niña preciosa, de pelo negro y ojos vivos. Una mujer rubia de ojos naranjas. Un hombre… ¿Árbol? Un pelirrojo y… bueno, gente en general.
- J12 Zero:
- La mujer encaja los golpes, termina a varios metros de distancia. Su estómago está negro incluso por encima de la ropa. Ni siquiera intenta levantarse, tan solo se echa a reír. De repente, levanta la mano temblando y sin mirarte o dejar de reír, lanza una especie de rayo verde en tu dirección. A tu izquierda, puedes oír al gusano mascullar:
-Blah blah blah, esa puta y sus rayitos… déjalo, no vale la pena. Mejor ven a matar conmigo, humano.
- O11. Crimson Wolves:
- El hombre os mira largo y tendido. Al final, baja su arma y asiente lentamente, sin dejar de cubrir a su hermano menor.
-No hay necesidad de derramar más sangre. Sin embargo, mis ideales me impiden indicaros el camino correcto. Estáis cerca, eso es todo lo que os diré. Y ya es mucho teniendo en cuenta lo que habéis hecho.
Os mira suspicaz una vez más, pero al final se gira y rodeando a su hermano con un brazo, se alejan entre los árboles.
-Vámonos. En casa podremos hacer algo con esas heridas.
- Afueras de la Catedral:
- De un momento a otro ocurren muchas cosas, a cada cuál mas incoherente.
Vilya, te lanzas al taque pero la estatua, más ágil de lo que parece, te esquiva. En mitad del aire sientes un golpe seco en mitad del cuerpo que te desestabiliza y te lanza una cantidad curiosa de metros hacia atrás. Quizás no se te haya roto ningún hueso pero las escamas te vana doler una semana. Por otro lado, Rocket, consigues encontrar zonas por las que entrar, pero no tiene pinta, en un principio, de que vaya a hacer mucho. Estar mucho tiempo ahí dentro puede llegar a ser peligroso. Mientras tanto, ignorando tu existencia por el momento, alza la vista al cielo, como buscando algo.
El combo de Zuko parece ser más efectivo de lo que en un principio parecía y la armadura tropieza, quedándose arrodillada ante ti. Se mantiene con el escudo y el puño de la mano contraria. Podría ser el momento de derribarla por completo, aunque eso depende de lo que quieras hacer. No parece que vaya a tardar mucho más en levantarse. Por cierto, antes de que caiga al suelo, el intento de Dranser falla estrepitósamente y, como si golpeara a un bicho con el anular y dando impulso con el pulgar, te da un golpe que te manda unos cinco metros hacia atrás. Sientes el cuerpo entumecido; recibir más de esos golpes puede ser peligroso.
Madara, tu velocidad y fuerza hacen que tu primer ataque funcione a la perfección, haciendo un corte notable en la pierna, aunque parece que no va a impedirle caminar. Sin embargo, y esto te pilla por sorpresa, al ascender ves una sonrisa en su rostro y, igual o incluso más rápida que tú, interpone su baston en tu trayectoria. Apenas lo rozas vuelves a tu forma humana y, perdiendo la mayor parte de tu impulso, eres incapaz de dar un golpe igual de potente que el anterior. El cetro vuelve a iluminarse, mas esta vez parece que está cargando un ataque. Puede que lo mejor sea retroceder para esquivar bien el golpe; o quizá una ofensiva logre interrumpir su ataque.
Kai, tu golpe da de lleno y resquebraja casi por completo el estómago de la armadura pero, pillándote desprevenido, te da con el borde del espejo lanzándote contra el suelo. Por suerte parece que tu ataque ha sido bastante efectivo, porque no ha dolido tanto como parecía. Eso sí, tienes un pequeño problema... creciendo... en tus pantalones... y creo que estás empezando a sentir cosas que no deberías por Al... Y Madara... Vamos, que estás to' cachondo y tienes unas ganas interesantes de tirarte a todo lo que tiene pulso. Un 90% de la sangre la tienes en la zona baja, así que va a ser difícil que te concentres en otra cosa.
La embestida de Taiga funciona, aunque en el último segundo la armadura a por la que te abalanzaste levanta su espada, igual de negra que el resto de su cuerpo, haciéndote un corte en el pecho; no muy profundo, pero aún así escuece. No parece que los ataques hagan mucho, pero al menos parece que al armadura está inmovilizada. Por el momento.
Aki, no parece que tu táctica sea muy efectiva -exceptuando a Kai, en ese caso es muy efectivo-, aunque sí que parece escucharse un extraño "klonk" en la parte de la entrepierna de la armadura del grupo de Al. Armadura que, de un tajo, pierde una pieza larga metálica cortada por Xemnas. No parecía que tuviera mucha utilidad, pero eh, ahí estaba. La finta de tu muñeco de nieve funciona y el cuco de rayo golpea a la armadura, que se tambalea ligeramente. Sin embargo tanto el corte como los ataques de Misa son bloqueados por los dos brazos que, antes, estaban rodeando su torso.
Mientras tanto Arthur hace acto de presencia.[/url] Clavas a Zinogre en varios sitios pero no parece surtir mucho efecto. Al caer golpeas el violín el cual, desafiando tanto las leyes de la física como a ti mismo, rebota en el suelo y te da una hostia bien dada en mitad de la cara, cayendo casi hasta con demasiada suavidad en las manos de Al.
- Gente cerca de Gera:
- Se os cae caramelo derretido encima. No está muy caliente, pero cuando enfríe igual os cagáis para quitároslo de encima. Por no hablar de moverse, que debe ser muy engorroso.
- Ushio:
- Ves a escasos cien metros una pelirroja acabar con un contingente sin dificultades, aplastándolos contra el suelo. Ah, y antes de que te des cuenta Deathstroke te intenta meter un gancho en la barbilla.
- Interior de la catedral:
- Dexter lanza la ofensiva, se introduce en la zona de la armadura conectando sus golpes de forma calculada. Rubí choca contra su espada, y la fuerza hace que el suelo se hunda unos centímetros. En ese momento aprovechas para gritar lo más cerca que puedes del pecho. El eco resuena por toda la catedral durante unos segundos, pero no obtienes respuesta.
La armadura se dispone a atacarte con la espada, pero de pronto la ilusión de Hinori la interrumpe durante un segundo. De alguna forma sabe que eso es una ilusión, trata de encarar a la auténtica, pero es demasiado tarde. Su golpe conecta en el pecho, y nota cómo el metal sigue reverberando con el rugido de Dexter. Junto con los disparos de Deathstroke parece que se desequilibra, con el pecho agrietado, pero mantiene la compostura.
Ahora "mira" a Hinori desde un vacío insondable debajo de una raída capucha. Antes de que os deis cuenta se ha deslizado a una velocidad imposible arrastrando la espada, rompiendo el pavimento y lanzando un tajo ascendente que manda volando a Hinori contra una pared (Dexter el tajo también te puede dar, Hinori no te ha cortado porque las losas de piedra estaban entre la hoja y tú.)
Se desplaza a esa velocidad de antes hacia Hinori, levanta su espada para dar un golpe de gracia, pero esta justo se detiene a un metro escaso de darle. La chica se encuentra justo debajo de una figura tallada en la columna, una escena de un caballero parecido al que os enfrentáis tratando de rescatar desesperadamente a una mujer de un abismo mientras los demonios lo retenía.
La armadura se lleva el brazo deforme a la cabeza, se agita, grita, parece que sufre mientras un miasma oscuro emerge de sus grietas y las juntas de su coraza. La zona del pecho se resquebraja más mientras continúa gritando hasta que por fin se hace pedazos. Cae de rodillas, todavía apoyado en su espada, del agujero sale una pequeña cascada de esa extraña sustancia que rezuma de su cuerpo. Junto con ella cae una figura, es Beros, no está muerto, su presencia ahora es muy débil, está inconsciente... no, está como en un estado de ensoñación, hecho un ovillo, temblando y murmurando cosas sin sentido.
La armadura, ahora hueca se levanta. Un aura oscura la envuelve mientras levanta su espada para luego colocar su hoja en frente de su cara. Un grito abisal emerge de su interior, notáis algo raro a vuestro alrededor. Todas las manchas de esa sustancia viscosa reaccionan, lanzándose rápidamente al encuentro de su espada. La roca se rompe a su encuentro dejando paredes y columnas llenas de agujeros, ahora parece que son bastante duras.
Una enorme hoja oscura se ha formado en su espada, llegando esta casi hasta el techo. La hoja desciende en dirección a Dexter, rompiendo arcos, bóvedas y en general toda estructura que se encuentre, tratando de sembrar la destrucción allá donde caiga.
Worgulv
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Una poderosa voz interrumpió la guerra por unos instantes, en medio de aquel sin parar de estruendos, gritos de muerte, una voz femenina se sobrepuso a todo, todo el mundo se quedó sobrecogido, él mismo incluido, que o quien era la portadora de esas palabras, sin lugar a dudas tenía un gran poder. El hombre no pudo no reparar en la expresión de fastidio que reflejaba Grum, parecía reconocer aquella voz, y por lo que expresaba, no era para nada un aliado.
La mujer que interrumpió la guerra tacho a todos los pretores, pretendientes al trono de ese reino, de usurpadores, de traidores, de indignos de aquel puesto que ostentaban, parecía que la anterior autoridad de ese reino estaba hablando, sea lo que fuere desato una serie de bestias metalizadas por doquier, no parecía dispuesta a dejar que ninguno de los pretendientes se alzase con la victoria.
Al acabar su discurso, el hombre percibió algo en el aire, su instinto le advirtió de peligro, mientras el ruido de la guerra se alzaba de nuevo, los gritos de batalla y la fuerza de fuego de los cañones de Sarka inundaban sus oídos, el hombre saco el martillo con el brazo derecho, y golpeo en el momento justo en el que su instinto le advirtió. Golpeando enfrente de él, unos proyectiles se desviaron de su trayectoria, al clavarse cerca del hombre, ya fuera en el carro de combate o en el suelo, Worgulv pudo reconocer su forma, eran plumas.
Después de esa lluvia de proyectiles, que parecía haber sido un ataque en general, Grum bajo del carro de combate raudo y acompañado de un escuadrón de soldados, `` No me dejaras atrás, Grum, no renunciare a la batalla´´ grito el hombre mientras salto del carro de combate en pos del pretor, parecía que el hombre del sombrero también había decidido lo mismo.
La mujer que interrumpió la guerra tacho a todos los pretores, pretendientes al trono de ese reino, de usurpadores, de traidores, de indignos de aquel puesto que ostentaban, parecía que la anterior autoridad de ese reino estaba hablando, sea lo que fuere desato una serie de bestias metalizadas por doquier, no parecía dispuesta a dejar que ninguno de los pretendientes se alzase con la victoria.
Al acabar su discurso, el hombre percibió algo en el aire, su instinto le advirtió de peligro, mientras el ruido de la guerra se alzaba de nuevo, los gritos de batalla y la fuerza de fuego de los cañones de Sarka inundaban sus oídos, el hombre saco el martillo con el brazo derecho, y golpeo en el momento justo en el que su instinto le advirtió. Golpeando enfrente de él, unos proyectiles se desviaron de su trayectoria, al clavarse cerca del hombre, ya fuera en el carro de combate o en el suelo, Worgulv pudo reconocer su forma, eran plumas.
Después de esa lluvia de proyectiles, que parecía haber sido un ataque en general, Grum bajo del carro de combate raudo y acompañado de un escuadrón de soldados, `` No me dejaras atrás, Grum, no renunciare a la batalla´´ grito el hombre mientras salto del carro de combate en pos del pretor, parecía que el hombre del sombrero también había decidido lo mismo.
- Sarka:
- -Oir la voz femenina
-instinto=mantra lvl 1
-Bloquear lluvia de plumas usando el campo magnético del martillo
-Correr detrás de Grum- Hab martillo:
- table de campo magnético :
- AL GLOPEAR con una mano :
- Repele el material metálico de pequeño tamaño y algunos objetos de mediano tamaño (ejemplos: Balas, espadas cortas, respectivamente) invirtiendo la polaridad y su dirección, o simplemente proyectándolo un par de metros atrás. El alcance de dicho efecto viene a ser del origen del golpe a 2 metros de su trayectoria. A distancia las balas se verán desviadas, el grado de desviación dependerá del calibre con el que se dispara. A cuerpo a cuerpo los rechazará siempre que sean de hasta 10 niveles superiores. Los efectos de este campo se ven reducidos si el ataque va con haki en 10 niveles por cada grado si llegan a pasar el campo los ataques se verán ralentizados.
- con dos manos :
- Repele el material metálico mediano y algunos objetos de gran tamaño (ejemplos: Espadas bastardas, escudos de pared respectivamente) invirtiendo la polaridad y su dirección, o simplemente proyectándolo un par de metros atrás. El alcance de dicho efecto viene a ser del origen del golpe a 4 metros de su trayectoria. A cuerpo a cuerpo los rechazará siempre que sean de hasta 20 niveles superiores. La desviación de ataques balísticos es igual a la de una mano. Los efectos de este campo se ven reducidos si el ataque va con haki en 10 niveles por cada grado si llegan a pasar el campo los ataques se verán ralentizados.
- AL GOLPEAR SOBRE UNA SUPERFICIE O SUELO:
- ---Golpeando con el mango: Los materiales magnéticos de la tierra o el material donde se golpee, son atraídos teniendo como centro el mango del arma, formando una pared a su alrededor de 1,5M de alto
---Golpeando con la cabeza del martillo: Los materiales magnéticos de la tierra o el material donde se golpee, son repelidos formando púas en un círculo, con la cabeza del martillo como centro, las cuales se proyectan 1,5M de largo, en una dirección diagonal respecto a la zona donde se golpeo
Ban Midou IV
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Ban salió despedido por los aires aterrizando en el suelo lleno de polvo. Cerró los ojos con fuerza al notar un molesto zumbido en sus oídos y algunas plumas de metal clavarse cerca de su posición. El mafioso escuchó las palabras de aquel tipo y lo siguiente que hizo fue negar un poco con la cabeza. No podía creerse la mala suerte que estaba teniendo, pues no había podido atacar ni una sola vez a su presa. Había sido repelido todo el rato hacia atrás. Aquello estaba mosqueándole seriamente y su siguiente plan sería el definitivo. Apretó el puño con rabia y golpeó el suelo con él, fundiéndolo al convertir su extremidad en magma. Se mordió la lengua despacio y lentamente se fue colocando en pie. Parecía bastante mosqueado, pero supo relajarse a tiempo y cambió su expresión a una más tranquila.
- Te voy a demostrar lo que es contundencia, amigo.
Dijo entonces en un tono calmado para acto seguido, cerrar los ojos despacio. Guardó todas sus armas en sus respectivas fundas y una vez hizo aquello decidió guardar silencio. Su haki armadura recubría sus brazos totalmente y su mantra estaba fijo en su adversario. Había pasado de su forma engreída a la seria, donde se tomaba las cosas con calma y no se dejaba toser por nadie. Lentamente fue llevando ambas manos a Hudoku. Entonces se quedó inmóvil y sin decir ni una sola palabra. Su aura continuaba activada y eso hizo que un intenso color morado saliera de su cuerpo.
Fue entonces cuando dio un paso hacia delante, para después moverse a la derecha y finalmente salir despedido hacia su rival. Trató de colocarse frente a él antes de que volviese a usar el martillo. El soru podía no servir en distancias largas, pero si era un simple movimiento recto tal vez no reaccionaba a tiempo. Fue entonces cuando Ban lanzó a toda velocidad un único tajo buscando partir a su oponente en dos. Un destello de energía púrpura (escénico) surgió de su espada cuando realizó el corte. Se quedó callado y con una expresión seria en su rostro, mirando al frente y con su espada extendida. Había sido un Iai rápido y esperaba que con eso hubiese terminado. El filo de su arma entonces empezó a gotear un poco. Se trataba de lava. Esperaba que hubiese vencido a su rival de una vez por todas.
- …
- Te voy a demostrar lo que es contundencia, amigo.
Dijo entonces en un tono calmado para acto seguido, cerrar los ojos despacio. Guardó todas sus armas en sus respectivas fundas y una vez hizo aquello decidió guardar silencio. Su haki armadura recubría sus brazos totalmente y su mantra estaba fijo en su adversario. Había pasado de su forma engreída a la seria, donde se tomaba las cosas con calma y no se dejaba toser por nadie. Lentamente fue llevando ambas manos a Hudoku. Entonces se quedó inmóvil y sin decir ni una sola palabra. Su aura continuaba activada y eso hizo que un intenso color morado saliera de su cuerpo.
Fue entonces cuando dio un paso hacia delante, para después moverse a la derecha y finalmente salir despedido hacia su rival. Trató de colocarse frente a él antes de que volviese a usar el martillo. El soru podía no servir en distancias largas, pero si era un simple movimiento recto tal vez no reaccionaba a tiempo. Fue entonces cuando Ban lanzó a toda velocidad un único tajo buscando partir a su oponente en dos. Un destello de energía púrpura (escénico) surgió de su espada cuando realizó el corte. Se quedó callado y con una expresión seria en su rostro, mirando al frente y con su espada extendida. Había sido un Iai rápido y esperaba que con eso hubiese terminado. El filo de su arma entonces empezó a gotear un poco. Se trataba de lava. Esperaba que hubiese vencido a su rival de una vez por todas.
- …
- Sarka:
- Datos bélicos
Fuerza actual de Ban durante el ataque: x20 de fuerza.
Lava usada en la espada de kairouseki puro.
Ryukuro: Ban imbuye sus brazos y armas en un aura morada que aumenta la fuerza de corte y la propia del usuario en un 100% dándole así mejor capacidad destructiva. Puede mantenerlo dos post y necesita tres de descanso para volver a usarlo.
Ryukai: Ban una vez cada dos post, puede usar esta habilidad. Durante un solo corte, el cual debe de ser desenvainando su arma, su fuerza aumenta un 200%. Puede hacerlo con cualquier espada. Durante dicho corte, libera una terrible aura morada que le rodea con fuerza.
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Krauser soltó un pequeño suspiro al ver que el fuego cedía y la batalla terminaba en el interior de la base de Zilda. Al final había logrado la victoria para su equipo. Ocultó su enorme espadón en la funda negra que portaba a su espalda y después de unos momentos se relajó. Todo estaba hecho y ahora solo debían informar al dragón. No pensaba patearse de nuevo toda la isla y lo siguiente que hizo fue escuchar el sonido de su comunicador. Recordó que ya no disponían de telepatía al haberse ido Deathstroke. Tomó aquel aparato y lo cogió con calma. Entonces escuchó la voz del sargento Osuka y no pudo evitar mostrar una sonrisa. Lo había logrado, aunque él ya confiaba en su soldado. Entonces fue cuando le habló con toda la calma del mundo.
- Continua hacia el Sur, estoy dentro de la base de Zilda. Todo ha terminado.
Mencionó seguro de sí mismo para después colgar. Se dio cuenta de que los pequeños rebeldes estaban demasiado agresivos. Podía ver a los tipos de aquella base haber cesado el fuego, pero no veía confianza en sus rostros y los pequeños monstruos parecían estar furiosos. Aquello provocó que el oficial mirase a Silver y a Edward con calma y le guiñase un ojo a cada uno. El ex almirante caminó hacia los hombres de Zilda con calma, sin llevar ninguna arma y mostrando de esa forma que no iba a hacer nada malo. Fue entonces cuando de un salto se subió a una mesa algo más alta que las demás.
- ¿No es mucho mejor así? Estoy seguro de que más de uno le importa una mierda morir mientras pueda llevarse por delante al resto. Pero decidme una cosa ¿Qué culpa tienen esas familias? ¿Qué gracia le hará a una madre recibir una carta diciendo que su hijo ha fallecido y nunca más podrá abrazarlo? Sois gilipollas. – Dijo con el ceño fruncido entonces. Impactó el puño derecho en aquella mesa haciendo un agujero considerable entonces. – Me llamo Krauser K. Redfield, ex almirante de la marina. Actual oficial del ejército revolucionario. Fui expulsado de mi hogar por mi aspecto.
Krauser se arrancó los vendajes, mostrando unos dientes afilados. No era ningún Gyojin ni nada parecido, pero todo tenía na explicación lógica a todo aquello. De todas formas, no quería recordar el motivo de semejante problema.
- Fui expulsado de la marina por el asesinato de otros dos almirantes, o eso dije en su momento para salvar a mi mejor amigo. En realidad fue por caerme de culo y pulsar un botón, pero eso es otra historia. Pero oye, yo ahora continuo cumpliendo mi deber desde el bando contrario. No he matado a un marine en toda mi vida y no pienso hacerlo ¿Qué culpa tienen ellos de ser mandados? Eso es lo que opino de vosotros. Ya está bien, señores. Sois cinco jodidos ejércitos y creo que podéis llegar a un acuerdo ¿No estáis hartos de ver tumbas y sangre? ¡Os aseguro de que los cinco bandos piensan lo mismo! Pero claro, vuestros líderes no tienen ni puta idea de esto.
El demonio de la niebla se colocó en pie, caminando hacia uno de aquellos pequeños encapuchados y tratando de acariciarle la cabeza. Entonces miró a otro de los hombres de Zilda e intentaría darle un pequeño toque en el hombro.
- Os diré algo, señores. Es muy duro que los hombres con los que viviste durante años y a los que defendiste como hermanos… – No llegó a terminar la frase y simplemente rio de forma irónica. – Sacrifiqué mi vida hace tiempo, eligiendo ser odiado y maldecido por todos mis hermanos. Mi vida y mi alma fueron quemadas hace tiempo y ahora solo vivo para ayudar a gente como vosotros o el ejército revolucionario. Os lo pido, venid conmigo hacia la capital y arreglemos esto por las buenas ¡Tragaos el puto orgullo! – Terminó de decir con el ceño fruncido. Una vez dijo aquello, le pasó el brazo por encima del hombro a Edward y después miró fijamente a los ojos a Silver.
Por un momento olvidó que había un marine allí mismo y no tuvo el valor de mirarlo a los ojos, desvió la mirada y simplemente esperó una respuesta. Krauser llevaba viviendo muchos años con el alma rota, echando de menos a su familia y mirando cada día escudos de la marina con anhelo. Sin embargo, no estaba solo por el momento. Karl, Edward, Osuka, Dexter… Tenía a sus demonios con él.
- ¿Vendréis todos juntos conmigo o preferís mataros aquí?
- Continua hacia el Sur, estoy dentro de la base de Zilda. Todo ha terminado.
Mencionó seguro de sí mismo para después colgar. Se dio cuenta de que los pequeños rebeldes estaban demasiado agresivos. Podía ver a los tipos de aquella base haber cesado el fuego, pero no veía confianza en sus rostros y los pequeños monstruos parecían estar furiosos. Aquello provocó que el oficial mirase a Silver y a Edward con calma y le guiñase un ojo a cada uno. El ex almirante caminó hacia los hombres de Zilda con calma, sin llevar ninguna arma y mostrando de esa forma que no iba a hacer nada malo. Fue entonces cuando de un salto se subió a una mesa algo más alta que las demás.
- ¿No es mucho mejor así? Estoy seguro de que más de uno le importa una mierda morir mientras pueda llevarse por delante al resto. Pero decidme una cosa ¿Qué culpa tienen esas familias? ¿Qué gracia le hará a una madre recibir una carta diciendo que su hijo ha fallecido y nunca más podrá abrazarlo? Sois gilipollas. – Dijo con el ceño fruncido entonces. Impactó el puño derecho en aquella mesa haciendo un agujero considerable entonces. – Me llamo Krauser K. Redfield, ex almirante de la marina. Actual oficial del ejército revolucionario. Fui expulsado de mi hogar por mi aspecto.
Krauser se arrancó los vendajes, mostrando unos dientes afilados. No era ningún Gyojin ni nada parecido, pero todo tenía na explicación lógica a todo aquello. De todas formas, no quería recordar el motivo de semejante problema.
- Fui expulsado de la marina por el asesinato de otros dos almirantes, o eso dije en su momento para salvar a mi mejor amigo. En realidad fue por caerme de culo y pulsar un botón, pero eso es otra historia. Pero oye, yo ahora continuo cumpliendo mi deber desde el bando contrario. No he matado a un marine en toda mi vida y no pienso hacerlo ¿Qué culpa tienen ellos de ser mandados? Eso es lo que opino de vosotros. Ya está bien, señores. Sois cinco jodidos ejércitos y creo que podéis llegar a un acuerdo ¿No estáis hartos de ver tumbas y sangre? ¡Os aseguro de que los cinco bandos piensan lo mismo! Pero claro, vuestros líderes no tienen ni puta idea de esto.
El demonio de la niebla se colocó en pie, caminando hacia uno de aquellos pequeños encapuchados y tratando de acariciarle la cabeza. Entonces miró a otro de los hombres de Zilda e intentaría darle un pequeño toque en el hombro.
- Os diré algo, señores. Es muy duro que los hombres con los que viviste durante años y a los que defendiste como hermanos… – No llegó a terminar la frase y simplemente rio de forma irónica. – Sacrifiqué mi vida hace tiempo, eligiendo ser odiado y maldecido por todos mis hermanos. Mi vida y mi alma fueron quemadas hace tiempo y ahora solo vivo para ayudar a gente como vosotros o el ejército revolucionario. Os lo pido, venid conmigo hacia la capital y arreglemos esto por las buenas ¡Tragaos el puto orgullo! – Terminó de decir con el ceño fruncido. Una vez dijo aquello, le pasó el brazo por encima del hombro a Edward y después miró fijamente a los ojos a Silver.
Por un momento olvidó que había un marine allí mismo y no tuvo el valor de mirarlo a los ojos, desvió la mirada y simplemente esperó una respuesta. Krauser llevaba viviendo muchos años con el alma rota, echando de menos a su familia y mirando cada día escudos de la marina con anhelo. Sin embargo, no estaba solo por el momento. Karl, Edward, Osuka, Dexter… Tenía a sus demonios con él.
- ¿Vendréis todos juntos conmigo o preferís mataros aquí?
- Base Zilda:
- Tratar de unir a todos.
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Zero respiraba de forma agitada tras aquel ataque, el cual parecía haber lanzado a su oponente por los aires, cosa que le hizo sonreír. Al parecer, no había hecho muy daño a aquella persona y eso le hizo asentir con la cabeza. Iba a tenerlo difícil y aquello le gustaba. No podría soportar tener un combate fácil después de todo. No iba a poder ir con Ivan por el momento. Esa enorme mujer empezó a reírse y eso hizo que el moreno se picase un poco. Alzó los puños con fuerza y entonces esperó a ver lo que ocurría en ese momento. La guerra a su alrededor tan solo alimentaba las ganas de continuar combatiendo. Pasó la lengua por la comisura de sus labios y después soltó un suspiro.
Una especie de rayo verdoso salió disparado hacia su posición. El chico se movió lo más rápido posible hacia un lado, pero su enorme tamaño y poca agilidad hizo que no fuese suficiente. Aquel ataque y su poca agilidad hicieron que dicho destello impactase en su hombro izquierdo. El luchador cayó de espaldas al suelo, sintiendo un dolor inmenso en la zona afectada. Estaba un poco quemado y sangraba muy levemente. Había sido algo duro para él, pues nunca había experimentado el poder de la temperatura en su carne. Además notó esa extremidad entumecida un poco. Se levantó muy lentamente y escuchó las palabras de su precioso gusano. Negó con la cabeza y después frunció el ceño.
- Nunca doy la espalda en una batalla, mi querido amigo. Tengo un orgullo muy grande y no pienso dejar este combate aunque me cuesta la vida.
Dijo con la mano derecha sobre la herida del hombro izquierdo. Lo siguiente que hizo fue escupir a un lado y extender la mano hacia un lado, formando una especie de destello morado en ella. Su técnica de súper guerrero estaba a punto de estallar y tenía que darse prisa para poder realizar aquel ataque con el máximo de sus habilidades. Una pequeña esfera morada se formó en la palma de su mano, la cual estaba hecha de viento cortante en su interior. El chico entonces se lanzó a por su oponente y gritó con furia. Sin previo aviso, trató de impactarla en el pecho de su rival. Si lo lograba, un estallido surgiría de la esfera, del cual surgiría viento cortante tratando de atravesar a aquella persona. Había usado su haki armadura.
Una vez lo hizo, sus cabellos volvieron al color negro de siempre. Dejó de ser un guepardo de cuatro metros y volvió a ser un humano normal, quedando ahora muy pequeño al lado de su oponente. Se miró las manos impresionado al ver que su musculatura había desaparecido también y ahora estaba en su forma normal. Al menos le había dado tiempo a realizar su ataque. El chico alzó los puños de nuevo y miró a la enorme mujer.
- Creo que ahora estoy un poco en desventaja, pero espero que haya bastado…
Dijo con un tono serio.
Una especie de rayo verdoso salió disparado hacia su posición. El chico se movió lo más rápido posible hacia un lado, pero su enorme tamaño y poca agilidad hizo que no fuese suficiente. Aquel ataque y su poca agilidad hicieron que dicho destello impactase en su hombro izquierdo. El luchador cayó de espaldas al suelo, sintiendo un dolor inmenso en la zona afectada. Estaba un poco quemado y sangraba muy levemente. Había sido algo duro para él, pues nunca había experimentado el poder de la temperatura en su carne. Además notó esa extremidad entumecida un poco. Se levantó muy lentamente y escuchó las palabras de su precioso gusano. Negó con la cabeza y después frunció el ceño.
- Nunca doy la espalda en una batalla, mi querido amigo. Tengo un orgullo muy grande y no pienso dejar este combate aunque me cuesta la vida.
Dijo con la mano derecha sobre la herida del hombro izquierdo. Lo siguiente que hizo fue escupir a un lado y extender la mano hacia un lado, formando una especie de destello morado en ella. Su técnica de súper guerrero estaba a punto de estallar y tenía que darse prisa para poder realizar aquel ataque con el máximo de sus habilidades. Una pequeña esfera morada se formó en la palma de su mano, la cual estaba hecha de viento cortante en su interior. El chico entonces se lanzó a por su oponente y gritó con furia. Sin previo aviso, trató de impactarla en el pecho de su rival. Si lo lograba, un estallido surgiría de la esfera, del cual surgiría viento cortante tratando de atravesar a aquella persona. Había usado su haki armadura.
Una vez lo hizo, sus cabellos volvieron al color negro de siempre. Dejó de ser un guepardo de cuatro metros y volvió a ser un humano normal, quedando ahora muy pequeño al lado de su oponente. Se miró las manos impresionado al ver que su musculatura había desaparecido también y ahora estaba en su forma normal. Al menos le había dado tiempo a realizar su ataque. El chico alzó los puños de nuevo y miró a la enorme mujer.
- Creo que ahora estoy un poco en desventaja, pero espero que haya bastado…
Dijo con un tono serio.
- Sarka:
- Luchar
Usado todo lo anterior más esto:
Murakaze : Zero es capaz de canalizar una esfera purpura en su mano derecha o izquierda. Por dentro está hecha de viento cortante. Al golpear a un oponente con ella, un estallido a quemarropa surge de la esfera. Dicho estallido avanza en línea recta tratando de hacer un agujero en la zona impactada, y así atravesar a su oponente. La bola tiene doce centímetros de alto, y su diámetro abarca la palma de la mano. No puede lanzarse, solo impactarla contra algo. Puede imbuirla en haki armadura para causar más daño.
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El dragón negro sintió una leve debilidad en mitad de su ataque, aunque llevando una armadura y guantes, no supo cómo diablos le había dado aquello. Mucho menos volando por la espalda, pero bueno. Las cosas eran así. Al menos pudo dar un golpe interesante en la pierna de su oponente y ahora solo tenía que terminar el trabajo. El mercenario sonrió de forma siniestra y se alejó volando en cuanto se notó mejor. No necesitaba ser un genio para saber de qué material estaba hecho aquella cosa que tenía la enorme armadura. Escupió a un lado y tras aquello ladeó la cabeza. Tronó los huesos de su cuello y tras unos momentos soltó una pequeña carcajada al mismo tiempo que miraba a su rival.
- Parece que estás un poco calentita con tanta agresividad. Deja que termine de una vez con semejante odio y te ponga a cuatro… Digo, a descansar en paz.
Mencionó el moreno al mismo tiempo que volvía a su forma híbrida mostrando unos dientes afilados y rugiendo con fuerza. El sonido podría ser molesto para todos los que estuviesen cerca, pues se dejó la garganta en ello. Igualmente continuaba con su haki perfecto activado y solo debía finalizar. Pudo ver a su oponente cargar aquella cosa y lo siguiente que hizo fue salir despedido hacia ella mientras sonreía. Entonces desvió de repente su trayectoria hacia abajo, lanzando un potente corte de nuevo hacia la pierna ya herida y tratando de cortarla de una vez. Le diese o no, subiría de nuevo por la espalda volando y trataría de impactar un golpe con su guadaña en la cabeza, generando una explosión que la dañase bien. Igualmente e independientemente de su ataque, volaría hasta los cielos a toda velocidad.
- ¡Uea!
- Parece que estás un poco calentita con tanta agresividad. Deja que termine de una vez con semejante odio y te ponga a cuatro… Digo, a descansar en paz.
Mencionó el moreno al mismo tiempo que volvía a su forma híbrida mostrando unos dientes afilados y rugiendo con fuerza. El sonido podría ser molesto para todos los que estuviesen cerca, pues se dejó la garganta en ello. Igualmente continuaba con su haki perfecto activado y solo debía finalizar. Pudo ver a su oponente cargar aquella cosa y lo siguiente que hizo fue salir despedido hacia ella mientras sonreía. Entonces desvió de repente su trayectoria hacia abajo, lanzando un potente corte de nuevo hacia la pierna ya herida y tratando de cortarla de una vez. Le diese o no, subiría de nuevo por la espalda volando y trataría de impactar un golpe con su guadaña en la cabeza, generando una explosión que la dañase bien. Igualmente e independientemente de su ataque, volaría hasta los cielos a toda velocidad.
- ¡Uea!
- Exterior Catedral:
- Atacar con rabia y satisfacción a la estatua.
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Taiga soltó un aullido de dolor cuando notó aquel corte en su pecho hacerle una herida. Sintió la necesidad de rugir con fuerza, pero pudo contenerse. Al menos funcionó la técnica de que no le atacasen los demás diciendo que era un aliado. Así ni Alice ni Kasai deberían preocuparse mucho por lo que pasase. No sería la primera vez que tenían que salvarle el culo mientras combatían, al menos el cazador. Entonces soltó un enorme suspiro al ver que la herida no era para tanto y después de eso se dio cuenta de que tenía aquella cosa inmovilizada ante sus zarpas. El lobo hizo más fuerza y entonces empezó a hablar.
- Alice, Kasai, necesitamos algo de calibre que pueda vencer a esta preciosidad. No sé cuánto tiempo podré mantenerla así. – Dijo en un tono serio.
Su cola se movía de un lado a otro y después de unos momentos soltó de nuevo un enorme rugido mirando a su presa. Tenía la situación controlada totalmente y por el momento tenía muchas técnicas de fuerza para emplear si se le resistía. El enorme lobo resultaba ser impresionante y cualquiera podría temer a semejante monstruo. Fue entonces cuando elevó una de sus patas traseras colocándola en el estómago de la armadura. De ese modo haría más fuerza y trataría de que no moviese la espada. Sus ojos se clavaron en la cabeza de aquella cosa y gruñó despacio.
- ¿Puedes hablar? Si es así tal vez esto pueda terminar bien y si no, dame alguna señal.
- Alice, Kasai, necesitamos algo de calibre que pueda vencer a esta preciosidad. No sé cuánto tiempo podré mantenerla así. – Dijo en un tono serio.
Su cola se movía de un lado a otro y después de unos momentos soltó de nuevo un enorme rugido mirando a su presa. Tenía la situación controlada totalmente y por el momento tenía muchas técnicas de fuerza para emplear si se le resistía. El enorme lobo resultaba ser impresionante y cualquiera podría temer a semejante monstruo. Fue entonces cuando elevó una de sus patas traseras colocándola en el estómago de la armadura. De ese modo haría más fuerza y trataría de que no moviese la espada. Sus ojos se clavaron en la cabeza de aquella cosa y gruñó despacio.
- ¿Puedes hablar? Si es así tal vez esto pueda terminar bien y si no, dame alguna señal.
- Exterior Catedral:
- Mantener armadura inmovilizada, hablar con kasai y Alice, tratar de hablar con armadura.
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El cazador tuvo que agarrarse a la cabeza de su amigo para no caerse debido al movimiento, igualmente podía volar también. Asintió a las palabras de Alice y después de unos momentos soltó un pequeño suspiro. No podía creerse que la situación tuviese desarrollándose de aquella forma, pero al menos ya sabía quiénes eran los enemigos. Después de aquello continuaría con la búsqueda de los malditos pretores de una vez por todas. Cargó bien sus armas con balas antitanque y después de unos momentos pudo ver lo que Taiga hacía con el cuerpo de la armadura, hablarle como si estuviese viva o algo así. Bueno, lo estaba, pero dudaba que pudiese hablar.
- Bueno, no creo que te escuche, de modo que voy a empezar con lo bueno.
Dijo apuntando con sus pistolas hacia donde debía estar el rostro y después de unos momentos empezó a disparar. Sus balas no solo eran antitanques, también estaban imbuidas en haki armadura y energía explosiva. De ese modo podría reventar todo lo que se pusiese por delante. Una sonrisa se mostró entonces en su cara y después de unos instantes se fijó a su alrededor para ver cómo iba la situación.
- Me parece que esto acaba de empezar ahora mismo…
Dijo al mismo tiempo que escuchaba aquella voz de la mujer que salió de los cielos lanzando plumas a todas direcciones. Igualmente se había cubierto bien con el lobo y después de unos momentos continuó disparando.
- Bueno, no creo que te escuche, de modo que voy a empezar con lo bueno.
Dijo apuntando con sus pistolas hacia donde debía estar el rostro y después de unos momentos empezó a disparar. Sus balas no solo eran antitanques, también estaban imbuidas en haki armadura y energía explosiva. De ese modo podría reventar todo lo que se pusiese por delante. Una sonrisa se mostró entonces en su cara y después de unos instantes se fijó a su alrededor para ver cómo iba la situación.
- Me parece que esto acaba de empezar ahora mismo…
Dijo al mismo tiempo que escuchaba aquella voz de la mujer que salió de los cielos lanzando plumas a todas direcciones. Igualmente se había cubierto bien con el lobo y después de unos momentos continuó disparando.
- Exterior Estatuas:
- Disparar a la "cara" de la armadura inmovilizada con balas antitanque, con haki y energia explosiva.
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De repente, algo atrajo poderosamente su atención. Su rabia, motor de sus acciones y de su poder en aquel momento, comenzó a ser sustituida por... calor. Un intenso calor y un deseo desesperante. ¿Qué le estaba pasando? La sensación cuando su miembro erecto chocó contra la armadura no fue nada agradable... necesitaba liberarlo cuanto antes. Pero, ¿qué había motivado aquel calentón repentino? Se paró y comenzó a mirar a su alrededor, extrañado, para clavar su mirada sobre Al. Tocando su violín en mitad de la batalla, con su pelo rubio al viento... joder, era demasiado sexy. ¿Cómo nunca se había fijado antes en el polvazo que tenía? Cuando lo increpó en lugar de sentir ganas de hacerle tragar sus palabras, sintió ganas de hacerle tragar otra cosa muy diferente. Distraído como estaba comiéndose a su líder de flota con la mirada, no percibió el ataque hasta que el espejo se estampó contra él, mandándolo hacia el suelo. Aturdido, Kai se levantó tambaleándose y miró a la armadura con furia.
- Ya te vale cacho chatarra, ¿eh? Atacando a alguien mientras mira a su hombre.
Furioso, apretó el puño mientras su brazo derecho se volvía de color rojo oscuro. Entonces saltó hacia su enemigo acercándose lo máximo posible para evitar que bloquearse efectivamente con el espejo y dio un puñetazo en dirección a la armadura, generando una enorme onda de energía con forma de dragón del color del bronce directa hacia el punto de antes. Sin pararse a ver el resultado de su ataque, comenzó a correr a través del campo de batalla, esquivando las plumas clavadas en el suelo y a los combatientes, directo hacia Al... bueno, hacia su espalda. No quería que le viera llegar. Se acercó a él y se situó muy cerca del marine, casi tocándolo, para entonces susurrarle al oído:
- Vicealmirante Naion... - entonces se dio cuenta de que no había pensado nada que decir - Con esta armadura es como si no llevara nada. ¡Mira! ¡Iron Kai, música! Y repliégate.
La armadura comenzó a retirarse hasta convertirse en una mochila metal, de la que asomaron dos altavoces y empezó a sonar una canción bastante... peculiar. Al mismo tiempo, con una sonrisa diabólica, Kai trató de aprisionar a Al entre sus fuertes brazos, pegándose a él todo lo que pudo. Entonces con su mano derecha comenzaría a acariciar su pecho y le pellizcaría un pezón, mientras trataba de darle un suave mordisco en la oreja. Para el joven marine, que se había olvidado totalmente del lugar donde estaban o de a quién le hacía eso, no había nada de raro en aquella situación. Hizo que su entrepierna prendiera para quemar los pantalones del marine (¿para qué perder el tiempo quitándoselos?) mientras una maquiavélica idea tomaba forma en su mente. ¿Si empleaba su haki en el proceso, entraría mejor? No tenía lubricante a mano ni nada similar.
- Aquí viene Kai... - le susurró con una sonrisa diabólica.
- Ya te vale cacho chatarra, ¿eh? Atacando a alguien mientras mira a su hombre.
Furioso, apretó el puño mientras su brazo derecho se volvía de color rojo oscuro. Entonces saltó hacia su enemigo acercándose lo máximo posible para evitar que bloquearse efectivamente con el espejo y dio un puñetazo en dirección a la armadura, generando una enorme onda de energía con forma de dragón del color del bronce directa hacia el punto de antes. Sin pararse a ver el resultado de su ataque, comenzó a correr a través del campo de batalla, esquivando las plumas clavadas en el suelo y a los combatientes, directo hacia Al... bueno, hacia su espalda. No quería que le viera llegar. Se acercó a él y se situó muy cerca del marine, casi tocándolo, para entonces susurrarle al oído:
- Vicealmirante Naion... - entonces se dio cuenta de que no había pensado nada que decir - Con esta armadura es como si no llevara nada. ¡Mira! ¡Iron Kai, música! Y repliégate.
La armadura comenzó a retirarse hasta convertirse en una mochila metal, de la que asomaron dos altavoces y empezó a sonar una canción bastante... peculiar. Al mismo tiempo, con una sonrisa diabólica, Kai trató de aprisionar a Al entre sus fuertes brazos, pegándose a él todo lo que pudo. Entonces con su mano derecha comenzaría a acariciar su pecho y le pellizcaría un pezón, mientras trataba de darle un suave mordisco en la oreja. Para el joven marine, que se había olvidado totalmente del lugar donde estaban o de a quién le hacía eso, no había nada de raro en aquella situación. Hizo que su entrepierna prendiera para quemar los pantalones del marine (¿para qué perder el tiempo quitándoselos?) mientras una maquiavélica idea tomaba forma en su mente. ¿Si empleaba su haki en el proceso, entraría mejor? No tenía lubricante a mano ni nada similar.
- Aquí viene Kai... - le susurró con una sonrisa diabólica.
- Templarios de los gatitos y los calentones inapropiados:
- - Tratar de tumbar a la armadura.
- Hacerle cosas indecentes a Al.
- datos bélicos:
- Puño repulsivo del dragón broncíneo: El puñetazo y las ondas que envía se ven imbuidas con más fuerza de lo normal, con lo que empujarán al objetivo que impacten a bastante distancia, siempre acorde a la fuerza del mismo.
- Modo Berserker: Sólo se puede activar en un momento de gran ira. Kai pierde el control y comienza a atacar de manera agresiva ignorando su propia seguridad. Su fuerza pasa a duplicarse en este estado, y no se le puede incapacitar por dolor dado que apenas lo siente. Además sus músculos se fortalecen tanto que forman una defensa natural, protegiendo huesos y órganos. Esta defensa no elimina daños, tan sólo los reduce y vuelca sobre los músculos, protegiendo el resto del cuerpo. Las únicas maneras de que salga de este estado es que él mismo se logre controlar, o que se quede inconsciente.
- Flaming Mode: En este modo Kai utiliza su canalización de energía para aumentar sus capacidades físicas. Aumenta 1,5 veces su velocidad y fuerza durante dos posts, tras lo cuál debe esperar dos posts para reutilizarla. Recibe su nombre del aura que sale de su cuerpo, similar a una llama y de una gama variada de colores entre el amarillo y el rojo.
- Primer Camino del Sokudan, Decisión: Nivel 70 – Dura cinco posts. Aumenta la fuerza por 2,5. (2/5 rondas)
- Fuerza: x9 (con x6 de activos: x54 sobre la base de un luchador del Buey nivel 70)
- Resistencia: x8
- Velocidad: x7 (x1,5 de activos: x10,5 sobre la base de un luchador del Mono nivel 50)
- Agilidad: x6
Haki de armadura perfecto: tercera ronda.
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El avance es rápido y sigiloso entre la multitud paralizada. Pronto llegamos a la sala de comunicaciones repleta de pantallas apagadas y teclados monocromáticos.
Fuera, parece que hay alguna especie de discurso que no llego a escuchar del todo. La prosodia del tono parece simplista y directa.
- ¿Cómo se enciende esto?- pregunto a mis soldados para que comiencen con sus movimientos. No debe quedar mucho antes de que los “Caminantes”, nombre provisional para aquellas máquinas, terminen con el ejército de Zal y tengamos que enfrentarnos al problema del conflicto de lealtades. Si siguen fieles a la Zilda de Beros nos coserán a tiros, y ya ha habido demasiadas explosiones como para que fiarme de la integridad estructural de la extraña base horadada en piedra.
- Tenemos que alert…- soy interrumpido por la explosión y las chispas que me obligan a cubrirme y salir por la puerta seguido por el humo y mis soldados. Llamamos la atención ante el público y su orador, seguro.
Levanto mis manos en una lenta señal de pacifismo.
- Disculpe señor… señor. – Parece fuerte, muy fuerte y no muy humano. Debería haber escuchado el discurso, seguramente se habría presentado- .Creo que primero deberíamos alertar a las máquinas de Zilda tripuladas para que decidieran, ya sabe, no matarnos a tiros. Sería sencillo hacerlo de tener comunicaciones pero han sufrido una…; explotado, han explotado. Podría acercarme con alguno de mis- no digas soldados- amigos mientras evacua a…- haría un leve ademán si no prefiriera estar quieto para no mostrar signos de violencia- todos. – a dónde quiera que vayan, aunque lo mejor sería volver a la isla propia de Zilda.
Fuera, parece que hay alguna especie de discurso que no llego a escuchar del todo. La prosodia del tono parece simplista y directa.
- ¿Cómo se enciende esto?- pregunto a mis soldados para que comiencen con sus movimientos. No debe quedar mucho antes de que los “Caminantes”, nombre provisional para aquellas máquinas, terminen con el ejército de Zal y tengamos que enfrentarnos al problema del conflicto de lealtades. Si siguen fieles a la Zilda de Beros nos coserán a tiros, y ya ha habido demasiadas explosiones como para que fiarme de la integridad estructural de la extraña base horadada en piedra.
- Tenemos que alert…- soy interrumpido por la explosión y las chispas que me obligan a cubrirme y salir por la puerta seguido por el humo y mis soldados. Llamamos la atención ante el público y su orador, seguro.
Levanto mis manos en una lenta señal de pacifismo.
- Disculpe señor… señor. – Parece fuerte, muy fuerte y no muy humano. Debería haber escuchado el discurso, seguramente se habría presentado- .Creo que primero deberíamos alertar a las máquinas de Zilda tripuladas para que decidieran, ya sabe, no matarnos a tiros. Sería sencillo hacerlo de tener comunicaciones pero han sufrido una…; explotado, han explotado. Podría acercarme con alguno de mis- no digas soldados- amigos mientras evacua a…- haría un leve ademán si no prefiriera estar quieto para no mostrar signos de violencia- todos. – a dónde quiera que vayan, aunque lo mejor sería volver a la isla propia de Zilda.
- Adam llamando la atención en la base de Zilda:
- Entrar en la sala, ordenar que enciendan las cosas Explosión y chispas salimos de la habitación rodeados por humo y llamando, obviamente , la atención . Miro a Krauser levantando ambas manos (tipo, no llevo armas) y digo que hay que avisar a los “Walker” , ofreciéndome a ir, para que así cuando vuelvan no empiecen a dispararnos y tal. Decir que lo haría mientras evacúa (sin saber dónde, pero con la palabra evacuar pensando que es a la isla de Zilda)
Off: No me dio tiempo a poner el segundo post en la anterior moderación cuando corrigieron y metieron lo de Krauser (que al principio no estaba) xD. Que ni me hubiera movido ante un tío que lanza shurikenes nucelares.
Hayden Ashworth
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La enorme estatua pareció sucumbir ante el ataque y caer de rodillas frente al dragón. Sin embargo, aún parecía a punto de levantarse. No le quedaba otra. Empezó a correr hasta colocarse justo debajo de la estatua, haciendo que su pelo volviese al negro de antes. Dejó escapar un largo suspiro acompañado de llamas. Y, poco a poco, su cuerpo empezó a cambiar. Las escamas del color del estaño empezaron a recubrir su cuerpo mientras aumentaba de tamaño. Los cuernos de su frente se alargaban y su nariz empezaba a convertirse en un morro. Mientras crecía, aprovechaba para empujar la estatua hacia arriba con su fuerte espalda de dragón, con el propósito de hacerla volcar del todo. Entonces, de conseguir tumbarla, el gigantesco dragón de quince metros posaría su pata en el torso de la estatua, abriría la boca y dejaría escapar un potente torrente de fuego a su cabeza.
Con aquello había llamado la atención, sin duda. Pero no le quedaba otra. Además, obviamente no era el único dragón del lugar, además de que ya había un gigantesco lobo del mismo tamaño que él. El dragón apretaría con fuerza las garras en la piedra que formaba el torso de la estatua, buscando debilitarla lo máximo posible. El número de estatuas era alto, sin embargo parecía que los aliados que combatían con ellas era mayor. Aquello sorprendió al dragón. La mayoría de aquellas personas que estaban luchando contra las estatuas ni siquiera se conocían. Probablemente eran de facciones enemigas. Personas luchando juntas solo porque Dexter las llamó. Si, como decía Hinori, aquel dragón era el hombre más fuerte del mundo. Tenía el mayor poder que se podía imaginar. El poder de conseguir aliados allá donde vaya.
Con aquello había llamado la atención, sin duda. Pero no le quedaba otra. Además, obviamente no era el único dragón del lugar, además de que ya había un gigantesco lobo del mismo tamaño que él. El dragón apretaría con fuerza las garras en la piedra que formaba el torso de la estatua, buscando debilitarla lo máximo posible. El número de estatuas era alto, sin embargo parecía que los aliados que combatían con ellas era mayor. Aquello sorprendió al dragón. La mayoría de aquellas personas que estaban luchando contra las estatuas ni siquiera se conocían. Probablemente eran de facciones enemigas. Personas luchando juntas solo porque Dexter las llamó. Si, como decía Hinori, aquel dragón era el hombre más fuerte del mundo. Tenía el mayor poder que se podía imaginar. El poder de conseguir aliados allá donde vaya.
- Contra las estatuas LEED TODOS LOS QUE LUCHAIS:
- Pasar a completa, un dragón de oropel de quince metros, para terminar de tumbar la estatua, para después escupir fuego continuado a la cabeza de esta.
Rocket Raccoon
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"Nope. No se puede entrar."
El mapache salió de nuevo de la junta. Era imposible entrar en aquella cosa, por lo que muy probablemente no estaba tripulado. A menos que haya una especie de entrada especializada escondida en algún sitio. Se sujetó al hombro de la armadura mientras esta se movía y lo que vio al salir... Increíble. Un enorme perro de quince metros y, al otro lado, un dragón. ¡¡Esto estaba lleno de dragones!! Cada momento que pasaba, el mapache veía a su capitán como a alguien menos único. Se llevó la mano al cinturón de granadas. Le quedaba una. El mapache se colocó la APHADD a la espalda y, con saltos, garras y empujes de viento, empezó a subir hasta llegar a lo alto de la cabeza del autómata. Entonces, con cuidado, se descolgaría por esta hasta colocarse justo frente al ojo.
- ¿Hola? ¿Alguien ahí? -dio un par de toques a este con la garra-. ¿Es este tu sistema de visión? Vamos, no puede haber otro, a menos que lo tengas en el culo.
El mapache entonces arrancó la anilla de la granada, se mantuvo quieto unos segundos y saltó hacia atrás, siendo empujado por el viento. Lanzó la granada. Si había contado bien, la granada debería explotar nada más alcanzar la cara de la estatua. Por si fuera poco, el mapache abrió de nuevo sus Ratwings, manteniendose en el aire con el empuje de viento que el mismo había creado. Entonces estiró el brazo izquierdo hacia el autómata. El metal del brazo cyborg empezó a moverse hasta formar un cañón, que descargó un potente láser hacia la estatua, que serviría como insulto y vapuleo tras la explosión. Si, aquel regalo de Dexter era lo mejor que habría podido recibir.
El mapache salió de nuevo de la junta. Era imposible entrar en aquella cosa, por lo que muy probablemente no estaba tripulado. A menos que haya una especie de entrada especializada escondida en algún sitio. Se sujetó al hombro de la armadura mientras esta se movía y lo que vio al salir... Increíble. Un enorme perro de quince metros y, al otro lado, un dragón. ¡¡Esto estaba lleno de dragones!! Cada momento que pasaba, el mapache veía a su capitán como a alguien menos único. Se llevó la mano al cinturón de granadas. Le quedaba una. El mapache se colocó la APHADD a la espalda y, con saltos, garras y empujes de viento, empezó a subir hasta llegar a lo alto de la cabeza del autómata. Entonces, con cuidado, se descolgaría por esta hasta colocarse justo frente al ojo.
- ¿Hola? ¿Alguien ahí? -dio un par de toques a este con la garra-. ¿Es este tu sistema de visión? Vamos, no puede haber otro, a menos que lo tengas en el culo.
El mapache entonces arrancó la anilla de la granada, se mantuvo quieto unos segundos y saltó hacia atrás, siendo empujado por el viento. Lanzó la granada. Si había contado bien, la granada debería explotar nada más alcanzar la cara de la estatua. Por si fuera poco, el mapache abrió de nuevo sus Ratwings, manteniendose en el aire con el empuje de viento que el mismo había creado. Entonces estiró el brazo izquierdo hacia el autómata. El metal del brazo cyborg empezó a moverse hasta formar un cañón, que descargó un potente láser hacia la estatua, que serviría como insulto y vapuleo tras la explosión. Si, aquel regalo de Dexter era lo mejor que habría podido recibir.
- Lucha contra las estatuas:
- Burlarme un poco de la estatua gritandole al ojo, saltar, tirarle una granada y dispararle un rasho lazer
Mist D. Spanner
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Yoai parecía demasiado tranquila, hablando de su trono. Todo a su alrededor empezaba a volverse más caótico y Spanner cada vez sentía más que allí él y Zane sobraban por completo. Un cyborg, una mujer que hasta hace un momento estaba volando... En efecto, el pelimorado y el pelirrojo sobran. Cuanto más tiempo estuviesen allí, más en peligro estarían. Sin embargo, Spanner tenía más que claro que por mucho que le insistiera no iba a convencer al pelirrojo de marchar de allí. El pirata quería liarla lo máximo posible, y aquella parecía la oportunidad perfecta. Pero... ¿Enfrentarse a los pretores? Había que estar loco. Y eso era precisamente lo que era su capitán.
El chico se llevó la mano a la espada, en guardia. Entonces le susurró a su capitán:
- Lo que tú decidas, capitán... Pero ten cuidado, por favor.
Empezaba a ponerse nervioso. Sin dejar de sujetar la espada, su dedo golpeó tres veces seguidas el mango. Necesitaba tranquilizarse, sino... Aquello iba a salir mal.
El chico se llevó la mano a la espada, en guardia. Entonces le susurró a su capitán:
- Lo que tú decidas, capitán... Pero ten cuidado, por favor.
Empezaba a ponerse nervioso. Sin dejar de sujetar la espada, su dedo golpeó tres veces seguidas el mango. Necesitaba tranquilizarse, sino... Aquello iba a salir mal.
- Meln:
- No hacer nada, basicamente(?) Dejar a Zane que elija que hacer como capitán que es
Vinnie Estacado
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Una chica peliblanca había cometido el error de acercarse a él y combatir a su alrededor. ¿Es que acaso su armadura no infundía miedo en nadie? Increíble. Bueno, mejor. En casos extremos, aquella incauta podría servir como combustible para el bastón. Además de como alimento para el mafioso, por supuesto. Como si de tentáculos se tratasen, su armadura se abrió, mostrando su boca por fin.
- Escucha -dijo, hablándole al soldado-. Respóndeme a algo, valiente caballero. ¿Vale la pena? Es decir... Has venido a luchar a esta guerra... ¿Por qué? No puede ser por tus propias motivaciones. Después de todo... No eres más que un peón de una gran partida de ajedrez, siendo controlado por un ambicioso jugador. ¿Por qué no haces como yo? -estiró el bastón hacia la izquierda, donde había un soldado de Meln. Este se elevó en el aire y empezó a flotar hasta donde estaba Vinnie, retorciéndose-. Aliados... enemigos... Todos son lo mismo en esta guerra sin sentido. Yo he roto mis hilos, soldado. Haz tú lo mismo.
Con una sacudida del bastón, lanzó al soldado de Meln directo hacia aquel hombre que se acercaba a él para desafiarlo. Entonces, sacando de su espalda aquellas dos hambrientas serpientes, se lanzaría contra él con las garras en adelante, directas a la yugular.
- Su cara se ve tal que así:
- Escucha -dijo, hablándole al soldado-. Respóndeme a algo, valiente caballero. ¿Vale la pena? Es decir... Has venido a luchar a esta guerra... ¿Por qué? No puede ser por tus propias motivaciones. Después de todo... No eres más que un peón de una gran partida de ajedrez, siendo controlado por un ambicioso jugador. ¿Por qué no haces como yo? -estiró el bastón hacia la izquierda, donde había un soldado de Meln. Este se elevó en el aire y empezó a flotar hasta donde estaba Vinnie, retorciéndose-. Aliados... enemigos... Todos son lo mismo en esta guerra sin sentido. Yo he roto mis hilos, soldado. Haz tú lo mismo.
Con una sacudida del bastón, lanzó al soldado de Meln directo hacia aquel hombre que se acercaba a él para desafiarlo. Entonces, sacando de su espalda aquellas dos hambrientas serpientes, se lanzaría contra él con las garras en adelante, directas a la yugular.
- Meln:
- Fijarme en Elya y tenerla como comida de emergencia (lo siento, Elya. Psicología(?)), dar un discursito al soldado y lanzarle a un señor de meln para después atacarle con mis garras.
Roland von Klauswitz
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El marine no se fijó en los dos extraños humanos hasta que no los tuvo, casi literalmente, delante de sus narices. Uno de ellos, un pelirrojo bastante entusiasmado, acompañado por otro chico -¿o era una chica?- con un rostro aparentemente idéntico a los del resto de los seres humanos. Maldita sea, tenía que aprender a distinguir los estúpidos rostros rosados de esa extraña especie. En cualquier caso, el pelirrojo se ofreció como su aliado para detener la guerra. Ciertamente, con tantos marines por allí no creía que fuese necesaria la colaboración de nadie más, pero nunca venía mal contar con más aliados.
Kodama se presentó a los dos desconocidos sin dejar de observar atentamente a la pequeña pretora. Parecía haberse metido de lleno en su papel de cría, o quizás es que era así de infantil. No parecía consciente de la situación de... bueno, de nada. Ni de la guerra ni de ella misma. Claro que ni él mismo tenía claro del todo lo que estaba ocurriendo allí.
La cercanía de la mujer alada fue lo que le hizo dejar de prestar atención a Yoai durante unos segundos. Ahora hablaba más alto y se podía notar la ira en bullendo tras sus palabras. Se aproximó hasta quedar en lo alto del gigantesco edificio en el que Yoai continuaba intentando entrar. La chica había dicho algo de un trono, ¿quizás estaba ahí dentro? Bueno, eso daba igual en realidad, ya que en ese preciso momento acababan de llegar allí dos figuras de lo más singulares.
La pretora de Balt, la mujer alada, y otro hombre enorme, ensangrentado y armado con una peculiar arma al que se habían referido como pretor. Todos estaban allí reunidos por... bueno, ¿y eso a quién le importaba? A Kodama no, desde luego. Él solo sabía que tenía frente a sí a tres de los responsables de sumir en el caos el país entero, y además a una extraña mujer que parecía tener también una posición de autoridad. Pero ella no era asunto suyo por el momento. Y Balarad; si estaba allí solo podía significar que había escapado de la custodia de Kai y los demás. Por lo tanto había huido de la justicia y sería necesario volver a meterla en el redil.
-Lamento de veras interrumpiros, jóvenes -El Roble se giró hacia los dos pretores recién llegados, intentando no perder de vista a Yoai-. No tengo interés alguno en el resultado de vuestras disputas. Por lo que a mi respecta, todos los pretores sois sospechosos de multitud de crímenes, y como tales, mi deber es asegurarme de ponerles fin.
El cuerpo del marine comenzó a cambiar mientras hablaba. No confiaba en que esa gente se rindiera sin pelear, por lo que era el momento de usar armamento pesado. Todo su cuerpo, incluso sus hojas, quedó cubierto por una corteza lisa y dura como el acero. Al mismo tiempo, seis ramas surgieron de su espalda, cada una imitando a una espada, cuyo poder no tenían que envidiar en absoluto.
-Pretores de Síderos, soy el capitán de la Marina, Kodama. Ahora os enfrentaréis a mí -dijo. Y acto seguido, se abalanzó a toda velocidad contra Balarad y el otro pretor, el cual parecía muchísimo más peligroso, al menos por su aspecto. Les cortaría con sus, ahora, ocho espadas, los desarmaría y se ocuparía de poner fin a la guerra.
- Anteriormente conocido como Balt:
- Cambiar de forma - Atacar a Balarad y Grum
- Forma usada:
- Takai Mori no Heishi. Cortex: En esta forma, Kodama mantiene su altura humana aunque su corteza recubre su cuerpo totalmente excepto los ojos. Sin embargo esta corteza se vuelve mucho más densa y resistente, siendo tan dura como el acero. Sus brazos se convierten en afiladas ramas con la capacidad de cortar incluso el acero. Además su velocidad se incrementa notablemente, alcanzando los 5 metros por segundo.
Maki
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Maki ascendió con esfuerzo por la fachada del edificio más alto que había podido encontrar. Usaba todos los asideros que podía para agarrarse y continuar subiendo, desde grietas hasta ventanas. El sudor perlaba su rostro y bajaba por su frente como un río salado. Estuvo a punto de resbalarse y caer al vacío en multitud de ocasiones, en las que veía su vida pasar frente a sus ojos a velocidad de vértigo. Tras un rato aparentemente interminable de sufrimiento y esfuerzo sobrehumano, logró por fin alcanzar la cima de su montaña de hormigón.
Se sentó en el techo con el corazón desbocado, jadeando como nunca. Luego vio que la puerta a la azotea estaba abierta y que las escaleras estaban intactas. Quizás debía haberlo comprobado y haber subido por ahí antes de ponerse a escalar.
Lo importante era que por fin estaba cerca del Hada. Ahora solo quedaba poder comunicarse con ella. Maki gritó y agitó los brazos en el aire para llamar su atención, tratando de que... en realidad no sabía muy bien lo que pensaba conseguir pero había un hada ahí arriba así que, ¿cómo no iba a hablar con ella? Seguro que tenía algún consejo divino que darle o podía convertirle en un super héroe o concederle lo que él quisiera o, o... Las posibilidades eran infinitas.
Aun así el Hada no le hizo ni caso. Es más, se alejó en otra dirección sin mirarle siquiera. Pero antes de alejarse, oyó de nuevo su voz, como si le hablara directamente en la cabeza. El Hada estaba insultando a alguien, pero ¿a quién? A él desde luego que no, eso no tenía ningún sentido y... "Espera, ¿quienes son esos?". Ahí abajo, junto a lo que parecía una iglesia, estaban Sonrisas y su mayordomo, el hombre del tabaco y la giganta gruñona. Y además el tuerto también estaba por ahí, flotando en una... cosa roja. ¿Acaso el Hada les hablaba a ellos?
Y de repente lo entendió.
-Muy bien, Hada. Si esa gente te causa problemas yo te ayudaré. Me libraré de ellos por ti, Hada -dijo Maki con entusiasmo. No sabía si era porque necesitaba fervientemente un cigarrillo o porque quería con toda su alma ayudar al Hada a librarse de sus enemigos, pero estaba realmente furioso. De todas formas, si todo era un juego no haría daño real a Sonrisas y el resto.
Así que con un grito de guerra nada propio de él, pegó un salto enorme hacia donde estaba el grupo de la iglesia que el Hada tanto odiaba. Su cuerpo casi gelatinoso era tan ligero que no le fue difícil llegar hasta allí de un salto y caer con estrépito golpeando con los puños juntos. El Hada había sacado a la luz el lado violento de Maki, y ahora no tenía ni idea de cómo volver a contenerlo.
- Team Maki:
- Interpretar las palabras del Hada como le sale de las agallas - Darse cuenta de que el Hada quiere que elimine a todos en la isla - Saltar como un loco furioso con los puños por delante hacia donde están Arribor, Yarmin y cia
Gusi
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Unas extrañas plumas negras empezaron a descender del cielo. A primera vista no le di importancia, pero según avanzaba mi mirada se desvió a las extrañas reacciones de los objetos al mantener contacto con esta, los cuales parecían deshacer todo lo que tocaban como si fuera mantequilla. Esquivé todas las plumas con facilidad, perdiendo de vista a mi grupo por unos segundos, pero dado los acontecimientos, lo que menos me apetecía era perder otro miembro (del cuerpo) más.
Cuando las plumas terminaron de descender, el tipo grandullón parecía alejarse del grupo y poner fin al extraño enfrentamiento, o así lo deduje yo a simple vista. No pude evitar fijarme, en que ninguno de mis compañeros se había fijado en mi presencia, por lo que actué tal y como hacía normalmente. Me manché la mano de sangre (sangre que salía de mi...bueno, de lo que fue mi... masculinidad, hombría, salchicha, pajarito, mini-amigo, palanca de cambio, ....) y me lo repartí por la cara. Después coloque aquel arma (penetrator) en mi espalda y me puse a toser de forma exagerada mientras me acercaba a mis nakamas y ponía en marcha mi actuación.
Cuando observé que estaban a punto de voltearse, me puse a actuar de forma más exagerada, gimiendo de dolor y andando demacradamente, mientras dejaba una enorme baba caer de mi boca. -Ayuda, ayuda...-dije con la voz ronca y a punto de desplomarme.- Me han...me han...- dije en un desgarró de garganta, dejando que mi cuerpo cayera, parando el impactó contra el este a escasos centímetros del suelo (debido a eso de levitar) Cerré los ojos y deje que mis nakamas se acercaran asustados y preocupados. Una vez esperé unos segundos de emoción y tensión, liberé unos molestos gases que rondaban por mi estomago, provocando un enorme cuesco (tan maloliente como os lo imagináis).
-¡Sorpresa!- grité después de la flatulencia y me puse de pie, riéndome como un idiota y esperando una paliza merecida por parte de la banda. Estaba seguro que eso serviría para relajar la tensión del lugar y que todos se relajarán por unos segundos. Rápidamente me puse serio y miré con firmeza a Kimura.- Tenemos que hablar. La situación es demasiada peligrosa para la banda.- hice una señal para alejarnos y empecé a explicarle todo lo sucedido desde mi llegada a la isla. Todos esos marines, esos pretores, sus poderes, la batalla, las chicas con las que había tenido sexo, lo que había comido, ….pero lo más importante, la pérdida de un miembro importante de la banda, Jacinto (mi pene). Haciendo que al contar lo último una lágrima recorriera mi rostro, dándome cuenta de lo realmente triste que me sentía al pensar que nunca volvería a mi amiguito, el cual me había regalado muchos momentos de alegría en mi vida.
Cuando las plumas terminaron de descender, el tipo grandullón parecía alejarse del grupo y poner fin al extraño enfrentamiento, o así lo deduje yo a simple vista. No pude evitar fijarme, en que ninguno de mis compañeros se había fijado en mi presencia, por lo que actué tal y como hacía normalmente. Me manché la mano de sangre (sangre que salía de mi...bueno, de lo que fue mi... masculinidad, hombría, salchicha, pajarito, mini-amigo, palanca de cambio, ....) y me lo repartí por la cara. Después coloque aquel arma (penetrator) en mi espalda y me puse a toser de forma exagerada mientras me acercaba a mis nakamas y ponía en marcha mi actuación.
Cuando observé que estaban a punto de voltearse, me puse a actuar de forma más exagerada, gimiendo de dolor y andando demacradamente, mientras dejaba una enorme baba caer de mi boca. -Ayuda, ayuda...-dije con la voz ronca y a punto de desplomarme.- Me han...me han...- dije en un desgarró de garganta, dejando que mi cuerpo cayera, parando el impactó contra el este a escasos centímetros del suelo (debido a eso de levitar) Cerré los ojos y deje que mis nakamas se acercaran asustados y preocupados. Una vez esperé unos segundos de emoción y tensión, liberé unos molestos gases que rondaban por mi estomago, provocando un enorme cuesco (tan maloliente como os lo imagináis).
-¡Sorpresa!- grité después de la flatulencia y me puse de pie, riéndome como un idiota y esperando una paliza merecida por parte de la banda. Estaba seguro que eso serviría para relajar la tensión del lugar y que todos se relajarán por unos segundos. Rápidamente me puse serio y miré con firmeza a Kimura.- Tenemos que hablar. La situación es demasiada peligrosa para la banda.- hice una señal para alejarnos y empecé a explicarle todo lo sucedido desde mi llegada a la isla. Todos esos marines, esos pretores, sus poderes, la batalla, las chicas con las que había tenido sexo, lo que había comido, ….pero lo más importante, la pérdida de un miembro importante de la banda, Jacinto (mi pene). Haciendo que al contar lo último una lágrima recorriera mi rostro, dándome cuenta de lo realmente triste que me sentía al pensar que nunca volvería a mi amiguito, el cual me había regalado muchos momentos de alegría en mi vida.
- Meln ¡¡¡¡Crimson Wolves!!!:
Esquivar las plumas, provocar una actuación ante mis nakamas, informar a mi Capitán
Yoshi
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Observé desde la altura el espectáculo que se estaba desarrollando a mis pies y que la verdad era bastante lamentable. Mis compañeros reducían al enemigo cuando casi por revelación divina, todo se paró y el Vicealmirante que nos acompañaba, el rubio cara carámbano, paró en seco de hacer aquello y tras dar una charla de moralidad y ética al que le faltó las lecciones de lo bonito que es compartir y amar se marchó, acompañado de otro tío en quien ni siquiera había reparado hasta aquel momento.
Yo simplemente bajé el arma mientras contemplaba como tanto el hombre al que habíamos retenido como los dos hombres que nos habían acompañado en aquella desastrosa aventura se marchaban, no disparé a ninguno, a decir verdad me quede un rato pensando en las palabras del vicealmirante que martilleaban mi cabeza. Yo nunca había usado la tortura ni ningún método como aquel pero... era verdad que había contemplado a Tobías, a Bizvan y a Kimura hacerlo y no había hecho nada pero... ¿Era aquello tan malo? Solo pagaban con una mínima parte de su sufrimiento todo aquel que habían causado, aunque claro en aquella ocasión estábamos hablando de un civil indefenso, tal vez tenía razón y nos habíamos pasado de la ralla.
Estaba distraída con estos pensamientos y no vi llegar de nuevo al civil que Al había dejado escapar, cuando reparé en su presencia atraída por las voces profundas que se escuchaban en el suelo, a mis pies. Aquel hombre había vuelto y esta vez no venía solo, a su lado caminaba un hombre con actitud de pocos amigos y muy dopado, era casi más musculoso que Ciaran aunque claro, nadie se podía comparar a esa mujer. Comprobé las caras de mis compañeros para saber cuales eran sus intenciones y en seguida vi en Kimura una actitud que no me gusto nada, pensaba atacarle. Después de todo, incluso con la reprimenda que nos habían echado seguía obcecado en su venganza personal y luego era yo la cabezota.
Todos parecían dispuestos a atacar, incluso me fijé que Bizvan y Ciaran habían vuelto (Tal vez habían ido a tener una aventura exprés al bosque, tendría que informarme más adelante) y estaban ya en posición de ataque. Yo sin embargo seguía con el arco reposando en mis rodillas, sin atacar ni apuntar a nadie no muy convencida con lo que estaba haciendo.
De pronto una voz interrumpió sus pensamientos, el cielo pareció estallar en mil pedazos de colores que hicieron iluminar todo el horizonte y tras escuchar una voz autoritaria que ordenaba que todo se paralizara (No se muy bien cuanto abarcaba ese todo pero supongo que también nos incluía a nosotros) y la mujer más hermosa que había visto nunca apareció ante nuestros ojos envuelta en una cegadora luz dorada.
El cielo volvió a explotar y un montón de hojas afiladas rasgaron todo el lugar, rápidamente cogí mi arco y tras transformarme descendí lo más rápido que pude hasta el suelo, si me alcanzaba alguno de esos artefactos iba a tener muchos problemas. Ya a pocos centímetros del suelo una de los objetos voladores no identificados impactó en mi brazo/ala haciendo que tuviese que improvisar un aterrizaje forzoso. Me escondí en el soportal del edificio para no resultar más herida de lo que estaba y deshice mi transformación.
Una vez el cielo volvió a la normalidad decidí salir de mi escondrijo no sin antes comprobar mi herida del brazo, no parecía muy profunda pero podía impedirme manejar bien mi arco en una pelea de verdad. Me acerqué a mis compañeros justo a tiempo para escuchar uno de los famosos discursos de Kimura y debo decir, que este si le escuche y cuando le finalizó me dieron ganas de echarme a sus brazos, pero me controlé aunque no se muy bien como, aquel chico al fin y al cabo nunca me decepcionaba.
Los ánimos se calmaron, nuestro capitán llamó a la calma y tras contarnos su plan suicida nos invitó amablemente a dejarle que se matara tranquilo, cosa a lo que ni que decir tiene que me opuse en rotundo. -Yo voy. Si es lo que crees correcto iré, mi arco está a tu disposición.- "Aunque no se como coño voy a usarlo con el brazo jodido" Eso no lo dije pero lo pensé mientras intentaba tapar mi herida para no preocupar al muchacho.
Dicho esto y con la nueva convicción de ayudar a mis compañeros pasase lo que pasase observé como aceptando los términos del capitán los civiles se retiraban, en un posible acto de arrepentimiento me acerqué a ellos y saqué unas semillas de mi bolsa las cuales hice crecer hasta convertirlas en una especie de hierbajos de tamaño mediano. -Por favor acepta esto.- Les tendí a los dos hermanos con la cabeza agachada. -Son plantas medicinales, aplícalas en sus heridas, ayudaran a que tu hermano sané más rápido.- Y tras dárselas a quien supuse que era el hermano mayor me retiré de nuevo con mis camaradas.
Y entonces apareció de entre los muertos, no no era un zombie aunque lo disimulaba muy bien. Gusi se convirtió como siempre en el foco de atención quedando en el suelo semiinconsciente y cubierto de sangre. Corriendo me acerqué preocupada a su posición ¿Que había hecho? ¿Por que se encontraba en ese estado tan lamentable? con el corazón en un puño recé por que no le hubiese pasado nada a mi compañero cuando... casi lo mato.
Una broma. Una maldita broma. Había sido todo una maldita broma. ¿Estaba éticamente bien pegar a un moribundo? Creo que no pero le arreé una patada de todos modos. -¡Maldita sea Gusi! ¿Donde estabas?- Estaba apunto de echarme a llorar por toda la maldita tensión de aquel día, por la preocupación por mi nakama y por que me dolía el maldito brazo pero la historia del peliblanco reclamó toda mi atención y le escuché sin perderme ni una palabra toda la nueva información que nos proporcionaba.
Cuando terminó no dije nada, simplemente me quedé en silencio sin decir nada esperando la reacción de mis compañeros, fuera la que fuese la seguiría sin importar nada más. Vale eso no es todo, debo admitir que se me escapó alguna mirada a donde antes estaba el "pequeño amiguito" de mi vicecapitán, pero juro que no era con malas intenciones, bueno, no muy malas.
Yo simplemente bajé el arma mientras contemplaba como tanto el hombre al que habíamos retenido como los dos hombres que nos habían acompañado en aquella desastrosa aventura se marchaban, no disparé a ninguno, a decir verdad me quede un rato pensando en las palabras del vicealmirante que martilleaban mi cabeza. Yo nunca había usado la tortura ni ningún método como aquel pero... era verdad que había contemplado a Tobías, a Bizvan y a Kimura hacerlo y no había hecho nada pero... ¿Era aquello tan malo? Solo pagaban con una mínima parte de su sufrimiento todo aquel que habían causado, aunque claro en aquella ocasión estábamos hablando de un civil indefenso, tal vez tenía razón y nos habíamos pasado de la ralla.
Estaba distraída con estos pensamientos y no vi llegar de nuevo al civil que Al había dejado escapar, cuando reparé en su presencia atraída por las voces profundas que se escuchaban en el suelo, a mis pies. Aquel hombre había vuelto y esta vez no venía solo, a su lado caminaba un hombre con actitud de pocos amigos y muy dopado, era casi más musculoso que Ciaran aunque claro, nadie se podía comparar a esa mujer. Comprobé las caras de mis compañeros para saber cuales eran sus intenciones y en seguida vi en Kimura una actitud que no me gusto nada, pensaba atacarle. Después de todo, incluso con la reprimenda que nos habían echado seguía obcecado en su venganza personal y luego era yo la cabezota.
Todos parecían dispuestos a atacar, incluso me fijé que Bizvan y Ciaran habían vuelto (Tal vez habían ido a tener una aventura exprés al bosque, tendría que informarme más adelante) y estaban ya en posición de ataque. Yo sin embargo seguía con el arco reposando en mis rodillas, sin atacar ni apuntar a nadie no muy convencida con lo que estaba haciendo.
De pronto una voz interrumpió sus pensamientos, el cielo pareció estallar en mil pedazos de colores que hicieron iluminar todo el horizonte y tras escuchar una voz autoritaria que ordenaba que todo se paralizara (No se muy bien cuanto abarcaba ese todo pero supongo que también nos incluía a nosotros) y la mujer más hermosa que había visto nunca apareció ante nuestros ojos envuelta en una cegadora luz dorada.
El cielo volvió a explotar y un montón de hojas afiladas rasgaron todo el lugar, rápidamente cogí mi arco y tras transformarme descendí lo más rápido que pude hasta el suelo, si me alcanzaba alguno de esos artefactos iba a tener muchos problemas. Ya a pocos centímetros del suelo una de los objetos voladores no identificados impactó en mi brazo/ala haciendo que tuviese que improvisar un aterrizaje forzoso. Me escondí en el soportal del edificio para no resultar más herida de lo que estaba y deshice mi transformación.
Una vez el cielo volvió a la normalidad decidí salir de mi escondrijo no sin antes comprobar mi herida del brazo, no parecía muy profunda pero podía impedirme manejar bien mi arco en una pelea de verdad. Me acerqué a mis compañeros justo a tiempo para escuchar uno de los famosos discursos de Kimura y debo decir, que este si le escuche y cuando le finalizó me dieron ganas de echarme a sus brazos, pero me controlé aunque no se muy bien como, aquel chico al fin y al cabo nunca me decepcionaba.
Los ánimos se calmaron, nuestro capitán llamó a la calma y tras contarnos su plan suicida nos invitó amablemente a dejarle que se matara tranquilo, cosa a lo que ni que decir tiene que me opuse en rotundo. -Yo voy. Si es lo que crees correcto iré, mi arco está a tu disposición.- "Aunque no se como coño voy a usarlo con el brazo jodido" Eso no lo dije pero lo pensé mientras intentaba tapar mi herida para no preocupar al muchacho.
Dicho esto y con la nueva convicción de ayudar a mis compañeros pasase lo que pasase observé como aceptando los términos del capitán los civiles se retiraban, en un posible acto de arrepentimiento me acerqué a ellos y saqué unas semillas de mi bolsa las cuales hice crecer hasta convertirlas en una especie de hierbajos de tamaño mediano. -Por favor acepta esto.- Les tendí a los dos hermanos con la cabeza agachada. -Son plantas medicinales, aplícalas en sus heridas, ayudaran a que tu hermano sané más rápido.- Y tras dárselas a quien supuse que era el hermano mayor me retiré de nuevo con mis camaradas.
Y entonces apareció de entre los muertos, no no era un zombie aunque lo disimulaba muy bien. Gusi se convirtió como siempre en el foco de atención quedando en el suelo semiinconsciente y cubierto de sangre. Corriendo me acerqué preocupada a su posición ¿Que había hecho? ¿Por que se encontraba en ese estado tan lamentable? con el corazón en un puño recé por que no le hubiese pasado nada a mi compañero cuando... casi lo mato.
Una broma. Una maldita broma. Había sido todo una maldita broma. ¿Estaba éticamente bien pegar a un moribundo? Creo que no pero le arreé una patada de todos modos. -¡Maldita sea Gusi! ¿Donde estabas?- Estaba apunto de echarme a llorar por toda la maldita tensión de aquel día, por la preocupación por mi nakama y por que me dolía el maldito brazo pero la historia del peliblanco reclamó toda mi atención y le escuché sin perderme ni una palabra toda la nueva información que nos proporcionaba.
Cuando terminó no dije nada, simplemente me quedé en silencio sin decir nada esperando la reacción de mis compañeros, fuera la que fuese la seguiría sin importar nada más. Vale eso no es todo, debo admitir que se me escapó alguna mirada a donde antes estaba el "pequeño amiguito" de mi vicecapitán, pero juro que no era con malas intenciones, bueno, no muy malas.
- Resumen "Balt:
Divagar, aguantar la riña de Al y reflexionar sobre ella, seguir divagando, contemplar a los nuevos civiles que han llegado y divagar un poquito más.
Observar todo el lío con la mujer del cielo, ponerme a cubierto de sus plumas metálicas y resultar herida en el brazo por una de ellas.
Reunirme con mis compañeros, convencerme de seguir hasta la muerte a Kimura, dar plantas medicinales a los civiles antes de irse, contemplar la resurrección de Gusi, patearle y escuchar su historia y como no, para terminar, divagar.
Sasaki
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¿Pero qué cojones era todo lo que estaba pasando? Rudolph había llegado a una especie de plaza enorme llena de gente y armaduras, las cuales abultaban bastante más que las personas que había debido a su colosal tamaño. Eran similares a las que había dejado atrás en cuanto a tamaño, físico y color, pero a aparte de eso había un motón de gente haciendo explosiones, me pareció ver un dragón entre los participantes de la contienda, otro que se hacía humano, una pelirroja muy mona, con la que no me importaría pasar un buen rato, hasta un mapache que jugaba al escondite con una armadura, y para no desentonar en aquella preciosa imagen, un rubio tocando el violín, sobre el que cayó un enano pelirrojo que lo pateó aunque le salió el tiro por la culata.
Si parecía que había encontrado a mi brigada, y no parecían estar aburridos en absoluto, quizás no les hacía falta y por un momento llegué a pensar en dejar que se siguiesen divirtiendo ellos solos, pero, por qué no dejar que Jack se divirtiese un rato.
-Jack, cuando lleguemos junto al capitán, podrás gastar toda la munición que quieras, a ser posible contra los que no son de la brigada o marines – le dije a Jack mientras me acercaba – si lo haces, serás recompensado con un kilo de plátanos.
Dicha esta locura, ya que lo más posible era que el mono cabrón hijo de su mona madre no me hiciese caso porque no lo hacía la mayoría de las veces pero si era de ayuda, pues eso que nos llevábamos. Cuando me fijé después de acercarme un poco pude ver como Kai estaba de nuevo desnudo, con una mochila en la espalda, que supuse que sería su armadura al igual que hizo antes, y de la cual salía música.
-A veces me avergüenzo de tener a ese señor de compañero, en serio, un vice-almirante, desnudo, en mitad de una batalla, que imagen está dando de la marina, madre mía – dije mirando hacia un edifico situado a mi derecha - además está empalmado, ¿pero qué cojones tiene en la cabeza?, ¿a caso no puede dejar el folleteo para más adelante? – añadí un poco enfadado.
Terminé de acercarme a la bizarra escena y espectáculo que estaba haciendo mi compañero calentorro, sin pensarlo demasiado metí la mano dentro de mí y saqué un par de lubinas y las cogí a modo de dagas y avancé a toda velocidad hacia la armadura que estaba enfrente de mis nakamas, intenté subirme a ella e imbuyendo las lubinas en haki de armadura comencé a intentar apuñalarla por allí por donde iba pasando. Para cuando llegase a la cabeza clavársela en la separación del casco con la pechera para intentar decapitarla, luego bajaría y me colocaría junto a los demás.
-Kai, deja de hacer esas guarrerias y vete a cascártela, flameártela o pelártela detrás de aquella esquina, y cuando lo hayas hecho te relajas y vuelves, pero deja de dar ese espectáculo – le ordené a Kai señalando una esquina de por donde había venido hacía un momento.
Si parecía que había encontrado a mi brigada, y no parecían estar aburridos en absoluto, quizás no les hacía falta y por un momento llegué a pensar en dejar que se siguiesen divirtiendo ellos solos, pero, por qué no dejar que Jack se divirtiese un rato.
-Jack, cuando lleguemos junto al capitán, podrás gastar toda la munición que quieras, a ser posible contra los que no son de la brigada o marines – le dije a Jack mientras me acercaba – si lo haces, serás recompensado con un kilo de plátanos.
Dicha esta locura, ya que lo más posible era que el mono cabrón hijo de su mona madre no me hiciese caso porque no lo hacía la mayoría de las veces pero si era de ayuda, pues eso que nos llevábamos. Cuando me fijé después de acercarme un poco pude ver como Kai estaba de nuevo desnudo, con una mochila en la espalda, que supuse que sería su armadura al igual que hizo antes, y de la cual salía música.
-A veces me avergüenzo de tener a ese señor de compañero, en serio, un vice-almirante, desnudo, en mitad de una batalla, que imagen está dando de la marina, madre mía – dije mirando hacia un edifico situado a mi derecha - además está empalmado, ¿pero qué cojones tiene en la cabeza?, ¿a caso no puede dejar el folleteo para más adelante? – añadí un poco enfadado.
Terminé de acercarme a la bizarra escena y espectáculo que estaba haciendo mi compañero calentorro, sin pensarlo demasiado metí la mano dentro de mí y saqué un par de lubinas y las cogí a modo de dagas y avancé a toda velocidad hacia la armadura que estaba enfrente de mis nakamas, intenté subirme a ella e imbuyendo las lubinas en haki de armadura comencé a intentar apuñalarla por allí por donde iba pasando. Para cuando llegase a la cabeza clavársela en la separación del casco con la pechera para intentar decapitarla, luego bajaría y me colocaría junto a los demás.
-Kai, deja de hacer esas guarrerias y vete a cascártela, flameártela o pelártela detrás de aquella esquina, y cuando lo hayas hecho te relajas y vuelves, pero deja de dar ese espectáculo – le ordené a Kai señalando una esquina de por donde había venido hacía un momento.
- resumen exterior de la catedral:
- legar y ver la situación, darle permiso a Jack para que dispare a lo que quiera por un kilo de plátanos, hablar con el lector, intentar subirme a una armadura clavándole lubinas imbuidas en haki (desarrollado) para subir por esta hasta la cabeza e intentar decapitarla con estas, luego bajar y ordenar a Kai irse a pelársela a otra parte.
Dexter Black
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El bosque se había desvanecido. Los ecos de su voz aún reverberaban en la penumbra cuando, aún vibrante, la armadura lo encaró. Estaba dispuesta a darle otro golpe, aquello estaba claro, pero hubo una cosa con la que no contó. Deathstroke era, a decir verdad, bastante mejor ilusionista que él, y hasta que fue demasiado tarde el dragón no vio desaparecer la imagen de Hinori, para ver a su compañera impactar el pecho de la armadura, segundos antes de que Slade disparase contra él, agrietándola. ¿Tan fácil era? Ahora sólo tenía que dejar entrar algo de electricidad por esa pequeña rendija y Beros sería apenas un nefasto capítulo en la historia de Síderos. Sonrió levemente mientras una expresión de suficiencia amenazaba con ocupar su mirada, pero tardó muy poco en ser sustituida por una de completa angustia. El yelmo clavó su mirada en Hinori, y haciendo gala de una velocidad pasmosa lanzó un tajo contra ella a ras del suelo, levantando la roca a sus pies, haciéndolo perder el equilibrio y caer de espaldas con un ruido sordo.
Contempló desde el suelo con desesperación cómo Hinori volaba contra uno de los ábsides, sin poder hacer nada mientras la armadura se acercaba con su pesado caminar hacia ella, levantando el arma con ambas manos, punta descendente, listo para la ejecución. Sin embargo, hubo algo que pareció detenerlo. Con ojos inyectados en sangre, el dragón contempló la escena en que un caballero bastante similar al que se enfrentaban rescataba a una mujer de los demonios que intentaban llevársela, y cómo la gigantesca efigie se llevó el brazo deforme a la cabeza, gritando y agitándose como si los demonios se lo llevaran. ¿Estaba sufriendo una crisis? ¿Podía una estatua sufrir una crisis? ¿Era realmente una estatua? Se concentró por un momento en su haki de observación y pudo comprobar cómo había una presencia, muy atenuada, en la armadura. Mientras tanto, la de Beros se debilitaba y el torso del ente se resquebrajaba hasta parir a aquella masa informe, negra y oleosa, entre el que, por la mínima voz que emitía, el Pretor de Zilda debía encontrarse.
Los ojos de Dexter brillaron con furia mientras la estatua se levantaba. Dos relámpagos cruzaron sus irises al tiempo que una nube de tormenta comenzó a nacer en el exterior. No podía ver el núcleo negro como la noche desde el interior de la catedral, pero podía sentirlo. Palpitaba como un corazón marchito, suavemente, mientras el del dragón bramía y amenazaba con huir del pecho. Él había prometido protegerlos a todos; ser su escudo, el lugar donde apoyarse. Se levantó tan veloz como la máquina, y con un sonoro relámpago las nubes de tormenta se extendieron por toda la ciudad, girando en torno a las cúpula. Algún trueno rugía de cuando en vez, recorriendo como capilares las terminaciones del cúmulo que se formaba, y un viento huracanado comenzó a soplar por toda la ciudad. Entraba por las vidrieras rotas como el aliento de un dragón y penetraba por los tubos del órgano, provocando un ruido cacofónico y estridente que era, al mismo tiempo, casi solemne.
-Slade- pensó. Podría haberlo dicho, pero el ruido era excesivo y su segundo al mando podía comunicarse con él a través de telepatía. No era descabellado pensar que el vínculo estuviera activo en ese momento, y en cualquier caso estaba lo suficientemente enfadado como para ser incapaz de decir palabra-. Llévatela de aquí, y ayuda a los de fuera- un sinfín de imágenes bombardearon su mente, todas de él terminando de una vez por todas con la armadura de las formas más descabelladas posibles. La golpeaba hasta que aquella masa negra fuera tan sólo un alquitrán barato, la cortaba con saña hasta que podía hacer latas con su metal, o simplemente una explosión de luz que terminaba con todo. Nada más allá de eso, sólo Beros muerto a sus pies y un Síderos libre-. No se te ocurra entrar hasta que te lo ordene.
Sus propios pensamientos eran duros, fríos, y al mismo tiempo ardientes en cólera desbocada. Deseaba destruir, matar, aniquilar. ¿Cómo se había atrevido a poner las zarpas sobre Hinori? No tenía ningún derecho sobre ella, no podía hacer nada contra la muchacha, si lo hubiera hecho... Si lo hubiera hecho él no habría sido capaz de reaccionar, y eso era lo que más lo enfurecía. Rugió con todas sus fuerzas a la criatura, que reclamaba aquella mierda negra para sí arrancándola de paredes, murales y suelos, y trató de aplastar con el pie la cabeza de Beros. ¿Se arrepintió? No en ese momento, al menos. ¡Se había atrevido a tocarla! ¡Le había hecho daño! Su cara iba enrojeciéndose con furia, y el ambiente en el interior de la catedral era casi infernal. A su alrededor, un suave torbellino de aire se incendió, y las altas velocidades del viento por el presbiterio hacían volar los restos de losas, bancos rotos y cristales que habían ido quedando por ahí.
Dio un paso atrás mientras la armadura alzaba su arma, y se envolvió de un aura dorada. Lo encaró lo mejor que pudo a pesar de estar siendo triplicado en altura, y sobre el fulgor dorado un brillo naranja se dejó mostrar, mientras su brazo adamantino se volvía negro, y de él la cabeza de un dragón surgía, moviéndose con el viento, tocando cada pequeño objeto y las casi destrozadas columnas, rozando el suelo y dejando su marca por todas partes, hasta que se detuvo justo detrás de Dexter, como contemplando la escena. El guerrero con el arma alzada, corrupta y casi rozando la parte más alta de la bóveda, que no tardó en caer como una guillotina sobre él. Pero no importaba, ya estaba preparado para aquello. O tal vez no, pero lo intentaría hasta las últimas consecuencias.
Se envolvió completamente por una armadura negra, de brillo violáceo. Su Haki cubrió cada centímetro de su cuerpo, cada palmo, cada micra, hasta que su palidez inicial se convirtió en una estatua de ónice, al mismo tiempo que una serie de gemas amarillas comenzó a envolverlo. Era la primera vez que utilizaba aquella técnica, y esperaba que funcionase, aunque fuera de un entorno controlado no tenía claro si sería capaz de defenderlo. En cualquier caso contaba con su férrea voluntad, el cuerpo de ópalo cubriéndolo y el Zafiro Negro a su espalda, que se lanzó de cabeza a por la espada con una única intención, detenerla. Una vez impactara, de cada rincón tocado por ese ser sería atravesado por estacas de amatista, tan veloces que romperían la velocidad del sonido al nacer. Sería un espectáculo precioso, una pena que no pudiera verlo.
Sería muy difícil describir lo que surgió de aquella nube negra, pero podrían hacerse preguntas. ¿Cuánto mide el radio de un relámpago? ¿Qué separaba un violento haz de luz de una columna mortal? No tenía una respuesta científica para eso, pero todos los rayos que pudo los concentró en el mismo punto: La cúpula de la catedral. Ésta, cortada ya por la hoja corrupta de la estatua, terminó por desintegrarse, y una brillantísima luz azul lo envolvió todo. El suelo tembló, pero mantuvo el equilibrio a duras penas. ¿Cinco segundos? ¿Tal vez diez? Si había sido capaz de mantenerlo y sus energías no flaqueaban retendría el trueno hasta que la armadura se derritiese, aunque fuera llevándose la catedral por delante.
Contempló desde el suelo con desesperación cómo Hinori volaba contra uno de los ábsides, sin poder hacer nada mientras la armadura se acercaba con su pesado caminar hacia ella, levantando el arma con ambas manos, punta descendente, listo para la ejecución. Sin embargo, hubo algo que pareció detenerlo. Con ojos inyectados en sangre, el dragón contempló la escena en que un caballero bastante similar al que se enfrentaban rescataba a una mujer de los demonios que intentaban llevársela, y cómo la gigantesca efigie se llevó el brazo deforme a la cabeza, gritando y agitándose como si los demonios se lo llevaran. ¿Estaba sufriendo una crisis? ¿Podía una estatua sufrir una crisis? ¿Era realmente una estatua? Se concentró por un momento en su haki de observación y pudo comprobar cómo había una presencia, muy atenuada, en la armadura. Mientras tanto, la de Beros se debilitaba y el torso del ente se resquebrajaba hasta parir a aquella masa informe, negra y oleosa, entre el que, por la mínima voz que emitía, el Pretor de Zilda debía encontrarse.
Los ojos de Dexter brillaron con furia mientras la estatua se levantaba. Dos relámpagos cruzaron sus irises al tiempo que una nube de tormenta comenzó a nacer en el exterior. No podía ver el núcleo negro como la noche desde el interior de la catedral, pero podía sentirlo. Palpitaba como un corazón marchito, suavemente, mientras el del dragón bramía y amenazaba con huir del pecho. Él había prometido protegerlos a todos; ser su escudo, el lugar donde apoyarse. Se levantó tan veloz como la máquina, y con un sonoro relámpago las nubes de tormenta se extendieron por toda la ciudad, girando en torno a las cúpula. Algún trueno rugía de cuando en vez, recorriendo como capilares las terminaciones del cúmulo que se formaba, y un viento huracanado comenzó a soplar por toda la ciudad. Entraba por las vidrieras rotas como el aliento de un dragón y penetraba por los tubos del órgano, provocando un ruido cacofónico y estridente que era, al mismo tiempo, casi solemne.
-Slade- pensó. Podría haberlo dicho, pero el ruido era excesivo y su segundo al mando podía comunicarse con él a través de telepatía. No era descabellado pensar que el vínculo estuviera activo en ese momento, y en cualquier caso estaba lo suficientemente enfadado como para ser incapaz de decir palabra-. Llévatela de aquí, y ayuda a los de fuera- un sinfín de imágenes bombardearon su mente, todas de él terminando de una vez por todas con la armadura de las formas más descabelladas posibles. La golpeaba hasta que aquella masa negra fuera tan sólo un alquitrán barato, la cortaba con saña hasta que podía hacer latas con su metal, o simplemente una explosión de luz que terminaba con todo. Nada más allá de eso, sólo Beros muerto a sus pies y un Síderos libre-. No se te ocurra entrar hasta que te lo ordene.
Sus propios pensamientos eran duros, fríos, y al mismo tiempo ardientes en cólera desbocada. Deseaba destruir, matar, aniquilar. ¿Cómo se había atrevido a poner las zarpas sobre Hinori? No tenía ningún derecho sobre ella, no podía hacer nada contra la muchacha, si lo hubiera hecho... Si lo hubiera hecho él no habría sido capaz de reaccionar, y eso era lo que más lo enfurecía. Rugió con todas sus fuerzas a la criatura, que reclamaba aquella mierda negra para sí arrancándola de paredes, murales y suelos, y trató de aplastar con el pie la cabeza de Beros. ¿Se arrepintió? No en ese momento, al menos. ¡Se había atrevido a tocarla! ¡Le había hecho daño! Su cara iba enrojeciéndose con furia, y el ambiente en el interior de la catedral era casi infernal. A su alrededor, un suave torbellino de aire se incendió, y las altas velocidades del viento por el presbiterio hacían volar los restos de losas, bancos rotos y cristales que habían ido quedando por ahí.
Dio un paso atrás mientras la armadura alzaba su arma, y se envolvió de un aura dorada. Lo encaró lo mejor que pudo a pesar de estar siendo triplicado en altura, y sobre el fulgor dorado un brillo naranja se dejó mostrar, mientras su brazo adamantino se volvía negro, y de él la cabeza de un dragón surgía, moviéndose con el viento, tocando cada pequeño objeto y las casi destrozadas columnas, rozando el suelo y dejando su marca por todas partes, hasta que se detuvo justo detrás de Dexter, como contemplando la escena. El guerrero con el arma alzada, corrupta y casi rozando la parte más alta de la bóveda, que no tardó en caer como una guillotina sobre él. Pero no importaba, ya estaba preparado para aquello. O tal vez no, pero lo intentaría hasta las últimas consecuencias.
Se envolvió completamente por una armadura negra, de brillo violáceo. Su Haki cubrió cada centímetro de su cuerpo, cada palmo, cada micra, hasta que su palidez inicial se convirtió en una estatua de ónice, al mismo tiempo que una serie de gemas amarillas comenzó a envolverlo. Era la primera vez que utilizaba aquella técnica, y esperaba que funcionase, aunque fuera de un entorno controlado no tenía claro si sería capaz de defenderlo. En cualquier caso contaba con su férrea voluntad, el cuerpo de ópalo cubriéndolo y el Zafiro Negro a su espalda, que se lanzó de cabeza a por la espada con una única intención, detenerla. Una vez impactara, de cada rincón tocado por ese ser sería atravesado por estacas de amatista, tan veloces que romperían la velocidad del sonido al nacer. Sería un espectáculo precioso, una pena que no pudiera verlo.
Sería muy difícil describir lo que surgió de aquella nube negra, pero podrían hacerse preguntas. ¿Cuánto mide el radio de un relámpago? ¿Qué separaba un violento haz de luz de una columna mortal? No tenía una respuesta científica para eso, pero todos los rayos que pudo los concentró en el mismo punto: La cúpula de la catedral. Ésta, cortada ya por la hoja corrupta de la estatua, terminó por desintegrarse, y una brillantísima luz azul lo envolvió todo. El suelo tembló, pero mantuvo el equilibrio a duras penas. ¿Cinco segundos? ¿Tal vez diez? Si había sido capaz de mantenerlo y sus energías no flaqueaban retendría el trueno hasta que la armadura se derritiese, aunque fuera llevándose la catedral por delante.
- Resumen Interior de la catedral. Leer TODOS:
- Ordenar a Deathstroke que se lleve a Hinori, intentar aplastarle la cabeza a Beros. Tras eso, atacar/defenderme:
- Dexter ruge de nuevo. Tras esto, aplasta la cabeza de Beros (trata de).
- Da un paso atrás. Activa su Awesome Aura y el Turbo. Tras esto, utiliza la Explosión final: Zafiro Negro para preparar una defensa.
- Activa su Haki de Armadura perfecto, y su cuerpo de ópalo.
- Cuando la armadura ataca, Dexter lanza el dragón contra la espada y un gigantesco rayo contra la armadura, seguramente llevándose la catedral por delante.
NOTA: Se recomienda, a efectos de una interpretación más realista, leer mi último párrafo.
- Dexter ruge de nuevo. Tras esto, aplasta la cabeza de Beros (trata de).
Osuka Sumisu
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Colgó el Den Den Mushi, bastante orgulloso de haber cumplido con su Oficial y controlar la situación a pesar de todo. Aunque esa alegría no le duró mucho cuando escuchó algo detrás suyo, que era aquel cachivache del infierno. Una pequeña lágrima le recorría la mejilla, le estaba entrando una depresión por aquel autómata.
- Por favor… Déjame de una puta vez… Tengamos la fiesta en paz… -. Tras esto el robot desaparecido en el suelo, dejando un boquete en el suelo. Tras eso, Osu, juntó sus manos, clamando al cielo.- Gracias al Todopoderoso, juro que si me libras de esto, me meto a monje.
Su respiración se detuvo un momento, noto lo que pasaba bajo sus pies gracias a su akuma. El robot estaba haciendo algo, y no precisamente pequeño.
Se giró hacia Yoko y su tímido acompañante que no le dijo su nombre para advertirles.
- ¡Los dos, fuera! ¡Esto se va convertir en una trampa mortal!
Notaba como poco a poco la piedra que había bajo suyo estaba desapareciendo, o en su lugar, transformándose. Llevaba bastante controlando su material como para saber que un robot de ese tamaño podría transformarla en arena o algo similar, pero tardaría un par de minutos, los suficientes para huir de la zona de peligro. Activo de nuevo su Kikansha modo, aumentando su velocidad al correr y empezó a salir pitando de la zona, directo a la base zildiana donde se encontraba el resto de su equipo.
Cogió de nuevo el DDM y llamó a Krauser otra vez.
- ¡Aquí Plateado! ¡Actualizo situación, el autómata sigue entero! ¡Me dirijo a vuestra posición, pero necesito apoyo!- mientras seguía corriendo, se le ocurrió una manera de que pudiera detener al robot si le seguía. - ¡Si hay algún alto cargo de… los que tenían los robots de combates… Creo que eran Salta.. o Sakra, o algo por él estilo…! ¡Que te diga si las máquinas tienen desactivación por voz de un modelo grandote con muchos, muchos taladros!
- Por favor… Déjame de una puta vez… Tengamos la fiesta en paz… -. Tras esto el robot desaparecido en el suelo, dejando un boquete en el suelo. Tras eso, Osu, juntó sus manos, clamando al cielo.- Gracias al Todopoderoso, juro que si me libras de esto, me meto a monje.
Su respiración se detuvo un momento, noto lo que pasaba bajo sus pies gracias a su akuma. El robot estaba haciendo algo, y no precisamente pequeño.
Se giró hacia Yoko y su tímido acompañante que no le dijo su nombre para advertirles.
- ¡Los dos, fuera! ¡Esto se va convertir en una trampa mortal!
Notaba como poco a poco la piedra que había bajo suyo estaba desapareciendo, o en su lugar, transformándose. Llevaba bastante controlando su material como para saber que un robot de ese tamaño podría transformarla en arena o algo similar, pero tardaría un par de minutos, los suficientes para huir de la zona de peligro. Activo de nuevo su Kikansha modo, aumentando su velocidad al correr y empezó a salir pitando de la zona, directo a la base zildiana donde se encontraba el resto de su equipo.
Cogió de nuevo el DDM y llamó a Krauser otra vez.
- ¡Aquí Plateado! ¡Actualizo situación, el autómata sigue entero! ¡Me dirijo a vuestra posición, pero necesito apoyo!- mientras seguía corriendo, se le ocurrió una manera de que pudiera detener al robot si le seguía. - ¡Si hay algún alto cargo de… los que tenían los robots de combates… Creo que eran Salta.. o Sakra, o algo por él estilo…! ¡Que te diga si las máquinas tienen desactivación por voz de un modelo grandote con muchos, muchos taladros!
- Con Yoko y Neo[Krau lee pls uwu]:
Darse cuenta de la estrategia del robot gracias a su akuma.
Advertir a Yoko y Neo.
Usar el Kikansha modo[aumenta velocidad y reflejos] y aprovechar esos “minutos” para salir de la zona corriendo antes de que se haga arena a tiempo.
Reunirse con el resto de Quimera
Pedir a Krauser que busque a alguien (posiblemente de Sakra) que sepa si el robot de desactiva por voz.
Yoko Littner
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No pedía tanto. Él era un simple robot contra tres personas, pero al parecer era el triple de fuerte que ellos. Yoko empezaba a cansarse ya de la situación, sobre todo de haber llegado tarde a la reunión anterior. De ser así, estarían probablemente bien, sin la muerte acechándoles. La pelirroja miró a Neo, el cual no se presentó, supuso que tenía cierta timidez ante los extraños, aunque era raro.
Mientras caminaban, la tierra empezó a temblar. Yoko se dio la vuelta y se fijó en el robot, de nuevo. En el centro todo empezaba a hundirse, como si se tratase de un remolino en la tierra. La pelirroja miró a los pies de todos y estos empezaban a estar atrapados. Por suerte, Osu había reaccionado antes que ella, advirtiéndoles de que escapasen. Al ver que él podía huir por si mismo, la pelirroja no dudó en transformarse en el bello ángel de antes.
-¡Neo! - Vociferó tratando de captar su atención.
De no ser por ella acabaría engullido por la tierra y, de paso, por los taladros del robot. Yoko se alzó del suelo desplegando sus relucientes alas y lanzándose a por el pequeño. Lo cogió con fuerza por los hombros y tiró de él. No tenían tiempo de dejarlo montar en su espalda, debían huir o el robot les alcanzaría. Agarró fuertemente a Neo, ya que a cada rato sentía que se resbalaba de sus manos y una caída desde aquella altura era cuanto menos, peligrosa.
La pelirroja pronto llegó a la posición de Osu, dejando a Neo en el suelo para que corriera, ella también se posó y corrió junto a ellos. El rubio trataba de hablar con su jefe. Mientras, el ángel no dejaba de mirar de vez en cuando hacia atrás.
-¡Buena idea! ¡Un código es lo que necesitamos! - Exclamó jadeando.
Mientras caminaban, la tierra empezó a temblar. Yoko se dio la vuelta y se fijó en el robot, de nuevo. En el centro todo empezaba a hundirse, como si se tratase de un remolino en la tierra. La pelirroja miró a los pies de todos y estos empezaban a estar atrapados. Por suerte, Osu había reaccionado antes que ella, advirtiéndoles de que escapasen. Al ver que él podía huir por si mismo, la pelirroja no dudó en transformarse en el bello ángel de antes.
-¡Neo! - Vociferó tratando de captar su atención.
De no ser por ella acabaría engullido por la tierra y, de paso, por los taladros del robot. Yoko se alzó del suelo desplegando sus relucientes alas y lanzándose a por el pequeño. Lo cogió con fuerza por los hombros y tiró de él. No tenían tiempo de dejarlo montar en su espalda, debían huir o el robot les alcanzaría. Agarró fuertemente a Neo, ya que a cada rato sentía que se resbalaba de sus manos y una caída desde aquella altura era cuanto menos, peligrosa.
La pelirroja pronto llegó a la posición de Osu, dejando a Neo en el suelo para que corriera, ella también se posó y corrió junto a ellos. El rubio trataba de hablar con su jefe. Mientras, el ángel no dejaba de mirar de vez en cuando hacia atrás.
-¡Buena idea! ¡Un código es lo que necesitamos! - Exclamó jadeando.
- Balt:
- -Escapar con Neo del robot y seguir a Osu.
-Pedir un código para deshacerse del robot.
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Continué avanzando sin descanso, esquivando ataques aquí y allá que no iban dirigidos hacia mí siquiera y abriéndome paso hacia la ciudad.
Me detuve cerca de la costa para ver a una mujer descendiendo hacia algún lugar de la Ciudad Imperial. Sin duda, la propietaria de la voz que, ahora, parecía estar bastante enfadada.
Eché un rápido vistazo a mi alrededor para analizar la situación. La guerra no había terminado todavía, los contendientes batallaban incesantes provocando heridas a sus oponentes, y las tropas seguían empujando sin descanso, avanzando hacia el interior de la ciudad.
El ruido resultaba atronador para mis sensibles oídos, y el olor abrumaba mis sentidos, pero meneé la cabeza con fuerza para despejarme. Necesitaba concentrarme.
Un poco más allá, unas efigies estaban batallando y, si no me daba prisa, acabaría metida de lleno en su contienda.
Klaus parecía estar deseando acercarse a la mujer de voz resonante, y me observaba con apremio. Emití un suspiro y retomé mi carrera, no sin antes activar de nuevo el anpo. Me sería útil para confundirme entre la masa de cuerpos peleando frenéticamente y quizá me ayudaría a escabullirme con mayor facilidad.
Una vez el anpo y en shinkyoku estuvieron activados, avancé sin demora hacia Ciudad Imperial, procurando esquivar a todo aquel con el que me encontraba.
Si todos estaban yendo en esa dirección, es porque había algo importante allí dentro. Y no me iba a quedar sin averiguar qué era. Además, tenía intención de dirigirme hacia la Ciudad desde que había pisado la isla. Lo que no esperaba era tener tanto espectador. Quizá era más complicado escabullirse dentro de lo que esperaba en un principio. Pero, en fin, tenía que intentarlo.
Todavía no había averiguado nada relevante, así que iba siendo hora de utilizar mis habilidades al máximo para mi propio beneficio. Suerte para mí, eso era lo que se me daba mejor.
Y, con un poquito de agilidad y aprovechándome de mis habilidades, podía adentrarme en la ciudad sin que nadie advirtiese mi presencia.
O eso esperaba.
Me detuve cerca de la costa para ver a una mujer descendiendo hacia algún lugar de la Ciudad Imperial. Sin duda, la propietaria de la voz que, ahora, parecía estar bastante enfadada.
Eché un rápido vistazo a mi alrededor para analizar la situación. La guerra no había terminado todavía, los contendientes batallaban incesantes provocando heridas a sus oponentes, y las tropas seguían empujando sin descanso, avanzando hacia el interior de la ciudad.
El ruido resultaba atronador para mis sensibles oídos, y el olor abrumaba mis sentidos, pero meneé la cabeza con fuerza para despejarme. Necesitaba concentrarme.
Un poco más allá, unas efigies estaban batallando y, si no me daba prisa, acabaría metida de lleno en su contienda.
Klaus parecía estar deseando acercarse a la mujer de voz resonante, y me observaba con apremio. Emití un suspiro y retomé mi carrera, no sin antes activar de nuevo el anpo. Me sería útil para confundirme entre la masa de cuerpos peleando frenéticamente y quizá me ayudaría a escabullirme con mayor facilidad.
Una vez el anpo y en shinkyoku estuvieron activados, avancé sin demora hacia Ciudad Imperial, procurando esquivar a todo aquel con el que me encontraba.
Si todos estaban yendo en esa dirección, es porque había algo importante allí dentro. Y no me iba a quedar sin averiguar qué era. Además, tenía intención de dirigirme hacia la Ciudad desde que había pisado la isla. Lo que no esperaba era tener tanto espectador. Quizá era más complicado escabullirse dentro de lo que esperaba en un principio. Pero, en fin, tenía que intentarlo.
Todavía no había averiguado nada relevante, así que iba siendo hora de utilizar mis habilidades al máximo para mi propio beneficio. Suerte para mí, eso era lo que se me daba mejor.
Y, con un poquito de agilidad y aprovechándome de mis habilidades, podía adentrarme en la ciudad sin que nadie advirtiese mi presencia.
O eso esperaba.
- Resumen Meln:
Nivel 23:
Anpo (暗歩= Paso sombrío):
Habilidad que le permite a Haru caminar sin emitir sonido alguno. (Parte pasiva del ámbito).
Shikyoku ((肢曲= Eco rítmico):
El eco rítmico es una técnica basada en el Anpo. En movimiento, Haruka es capaz de crear imágenes residuales de sí misma a través del uso de un ritmo concreto de pasos. Es decir, es capaz de hacer aparecer una especie de “ecos” o “fantasmas” de sí misma, lo que dificulta saber cuál es la original, o dónde está.
Detenerme a mirar, analizar lo que sucede, decidir seguir mi camino, activar en shinkyoku y continuar la carrera hacia Ciudad Imperial.
Alexandra Silvercat
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Tras ayudar a los heridos que encontré, suspiré aliviada. Parecía que no todos habían recibido heridas mortales tras el impacto de las plumas, algunas de las cuales podía ver aún sobresaliendo un poco tras ser clavadas en el suelo por aquí y por allá. La mayoría de aquellos agonizantes individuos no tenían fuerzas restantes, y uno se desplomó inconsciente entre mis brazos mientras lo curaba... Pero seguían vivos al fin y al cabo, y era lo que importaba.
Entonces me levanté, dispuesta a buscar a más gente, cuando un escalofrío recorrió mi espalda. Noté una sensación extraña en el pecho, como si el corazón me palpitara con fuerza sin razón aparente, y sentí algo parecido al nerviosismo proveniente de un rincón de mi cabeza: Azrael me había transmitido no palabras, sino sus emociones, y estaba preocupado por algo. Cerré los ojos, concentrándome en aquella sensación, y una imagen atravesó mi mente... Una imagen que nunca antes había visto, de la que nunca fui testigo, y sin embargo la podía recordar de forma vívida. Y no me gustó nada, porque comprendí lo que estaba viendo.
- Eichi, tenemos problemas. - Le dije al pelirrojo mientras fruncía el ceño. - Llámalo una "corazonada", pero no suelen fallarme. Y esta vez es algo gordo. - Le miré fijamente, y en cuanto me devolviera la mirada diría: - Creo que Síderos va a ser purgada. Por completo. No quedarán ni cenizas. - Sentencié, puede que exagerando un poco para darle énfasis a la urgencia de la situación. - Y quiero pensar que aún no es tarde para impedirlo, pero probablemente requiera que vaya a encontrarme cara a cara con aquella mujer alada del cielo de antes. - Suspiré. - Sé que te estoy pidiendo demasiado hoy, pero... ¿Me acompañarás una vez más? - Le pedí, estirando una mano y sonriendo, al mismo tiempo que sobre mí se acumulaba energía luminosa. Enseguida se asentó formando una armadura, y mi pelo volvió a ser rubio al completarse la transformación en forma Híbrida.
Entonces me levanté, dispuesta a buscar a más gente, cuando un escalofrío recorrió mi espalda. Noté una sensación extraña en el pecho, como si el corazón me palpitara con fuerza sin razón aparente, y sentí algo parecido al nerviosismo proveniente de un rincón de mi cabeza: Azrael me había transmitido no palabras, sino sus emociones, y estaba preocupado por algo. Cerré los ojos, concentrándome en aquella sensación, y una imagen atravesó mi mente... Una imagen que nunca antes había visto, de la que nunca fui testigo, y sin embargo la podía recordar de forma vívida. Y no me gustó nada, porque comprendí lo que estaba viendo.
- Eichi, tenemos problemas. - Le dije al pelirrojo mientras fruncía el ceño. - Llámalo una "corazonada", pero no suelen fallarme. Y esta vez es algo gordo. - Le miré fijamente, y en cuanto me devolviera la mirada diría: - Creo que Síderos va a ser purgada. Por completo. No quedarán ni cenizas. - Sentencié, puede que exagerando un poco para darle énfasis a la urgencia de la situación. - Y quiero pensar que aún no es tarde para impedirlo, pero probablemente requiera que vaya a encontrarme cara a cara con aquella mujer alada del cielo de antes. - Suspiré. - Sé que te estoy pidiendo demasiado hoy, pero... ¿Me acompañarás una vez más? - Le pedí, estirando una mano y sonriendo, al mismo tiempo que sobre mí se acumulaba energía luminosa. Enseguida se asentó formando una armadura, y mi pelo volvió a ser rubio al completarse la transformación en forma Híbrida.
- Resumen Balt... más o menos:
- Reaccionar ante la visión, pedirle ayuda a Eichi y transformarme en híbrida de nuevo.
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