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Akuma no mi
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Una pequeña carcajada salió de la boca del moreno con sombrero. La pelirroja había malinterpretado sus palabras de una forma exageradamente incoherente. Él dijo tras la guerra y ella parecía habérselo tomado como algo momentáneo. Si hablaba así debía de tener un poder increíble, era obvio que él no era fuerte por el momento, pero con alguien de su nivel seguro que no tenía tanta seguridad en sus amenazas. Fijó el poder su akuma no mi en la pelirroja para ver cuáles eran sus miedos, así tendría una carta con la que jugar en el futuro. Decidió pasar de ella cuando su líder salió corriendo al interior del palacio. Él contempló al tipo del hacha correr también y eso le hizo soltar un suspiro.
En ese momento el puto árbol hizo algo extraño que empezó a reventar parte del sitio. Él simplemente decidió alejarse de la zona para no tener que tragarse problemas. Empezó a caminar hacia el interior del palacio con ambas manos en los bolsillos y silbando. En cuanto llegó pudo ver a su líder, al tío vikingo y a unos cuantos hombres con espadas luchando. Él simplemente se quedó mirando un poco la situación y no pudo evitar soltar una leve risa.
- Qué terrible es la guerra a veces. Ahora ¿Por qué estáis luchando? Zal parece haber caído. Veo una enorme idiotez que haya un combate ahora.
También usó el poder de su fruta para mirar los miedos de Grum. Sería divertido saber a qué le temía la persona que le iba a pagar. Se mantuvo mirando todo el tiempo cerca del vikingo y con uno de sus ninjatos en la mano derecha, mostrando una sonrisa siniestra en todo momento mientras observaba al resto.
En ese momento el puto árbol hizo algo extraño que empezó a reventar parte del sitio. Él simplemente decidió alejarse de la zona para no tener que tragarse problemas. Empezó a caminar hacia el interior del palacio con ambas manos en los bolsillos y silbando. En cuanto llegó pudo ver a su líder, al tío vikingo y a unos cuantos hombres con espadas luchando. Él simplemente se quedó mirando un poco la situación y no pudo evitar soltar una leve risa.
- Qué terrible es la guerra a veces. Ahora ¿Por qué estáis luchando? Zal parece haber caído. Veo una enorme idiotez que haya un combate ahora.
También usó el poder de su fruta para mirar los miedos de Grum. Sería divertido saber a qué le temía la persona que le iba a pagar. Se mantuvo mirando todo el tiempo cerca del vikingo y con uno de sus ninjatos en la mano derecha, mostrando una sonrisa siniestra en todo momento mientras observaba al resto.
- Interior Palacio AKI LEE:
- Mirar los miedos de Aki (poder de fruta (?) ) Entrar tras Worgulv y quedarse cerca observando la pelea y hablando. Mirar también los miedos de Grum (Necesito info)
Anon K. Noah
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Akuma no mi
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Cada vez entendía menos y tenía más ganas de irme de aquel lugar. Era aburrido, asqueroso y al parecer deshabitado. Encogiéndome de hombros, sacudí la cabeza sin poder creerme que de verdad hubiéramos acabado en un sitio así.
- Abre camino, Capitán. - Me encontré diciéndole a Syxel después de que dijera que nos íbamos de allí. - Y tu... ¿te has golpeado la cabeza o algo? - Le pregunté a Amaiar, que había empezado a delirar y decir noseque mierdas de un sueño.
No le dí más importancia, de todas formas nos estaba siguiendo y no parecía peligroso, así que lo dejé a su bola y me centré en seguir a Syxel adonde fuera que nos estuviera llevando en su afán por encontrar algo interesante de verdad. Con él abriendo camino y Amaiar cerrándolo, el grupo se encaminó de nuevo hacia lo desconocido... ¿No es emocionante?
- Abre camino, Capitán. - Me encontré diciéndole a Syxel después de que dijera que nos íbamos de allí. - Y tu... ¿te has golpeado la cabeza o algo? - Le pregunté a Amaiar, que había empezado a delirar y decir noseque mierdas de un sueño.
No le dí más importancia, de todas formas nos estaba siguiendo y no parecía peligroso, así que lo dejé a su bola y me centré en seguir a Syxel adonde fuera que nos estuviera llevando en su afán por encontrar algo interesante de verdad. Con él abriendo camino y Amaiar cerrándolo, el grupo se encaminó de nuevo hacia lo desconocido... ¿No es emocionante?
- Resumen los tres caballeros de la gilipocalipsis:
- Seguir a Syxel.
Gareth Silverwing
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Las últimas armaduras caían abatidas y destrozadas, parece ser que no somos los únicos que han tenido algo de diversión... aunque creo que la mía ha sido la baja confirmada más espectacular. Ego a parte la escena se ha vuelto un poco estúpida, bueno, lo normal siendo la brigada. El hombre de la armadura que me atendió antes se ha ido a atender a alguien tirado en el suelo. Es bastante alto (me cae mal) y su cara me suena de algo. Oh, si es el afamado Yonkou Dexter Black, entonces ese debe de ser Slade, no es muy famoso pero coincide con la descripción. Tengo unas capturas muy jugosas quizás debería... No importa acaba de caer por ese agujero.
Vale, supongo que esto no me lo esperaba, el agujero se hizo cada vez más grande tragándose toda la plaza y mientras, la brigada corriendo en la dirección que nos dijo Al. Espera, no puedo correr tan rápido, no ahora, todavía no me he recuperado del todo y ¿En qué va montado Jack? Este tío tiene una mano para los animales raros. Sigo corriendo pero el vacío está cada vez más cerca, en un descuido me tropiezo, ya está, no podré escapar de esta. No creo que muera de la caída, creo que ya he visto que mi cuerpo puede resistir un impacto a velocidad terminal, aun así dolerá. ¿Qué es esta sensación cálida y húmeda en la cintura?
-¡Skarl! - Grito de alegría a ver a la bestia.
Me había cogido con la lengua por la cintura para ponerme en su lomo mientras seguía corriendo. Ya está, se había ganado el título de mi subordinado más útil... algo que deja mucho que desear. Skarl corría a gran velocidad, saltando grietas y atravesando escombros, huyendo del abismo creciente mientras lo animaba a seguir. Un último sprint y atravesamos una nube de polvo para situarnos al lado del resto de la brigada. Le indiqué a la bestia que aminorara el paso ahora que estábamos seguros para ir con el resto.
- Chicos os presento a Skarl, el nuevo recluta de la brigada. Saluda Skarl.
La verdad es que no sé que opinarían de él, sin duda mi tamaño contrastaba con la mole que estaba montando, aunque seguro que les caía bien.
Vale, supongo que esto no me lo esperaba, el agujero se hizo cada vez más grande tragándose toda la plaza y mientras, la brigada corriendo en la dirección que nos dijo Al. Espera, no puedo correr tan rápido, no ahora, todavía no me he recuperado del todo y ¿En qué va montado Jack? Este tío tiene una mano para los animales raros. Sigo corriendo pero el vacío está cada vez más cerca, en un descuido me tropiezo, ya está, no podré escapar de esta. No creo que muera de la caída, creo que ya he visto que mi cuerpo puede resistir un impacto a velocidad terminal, aun así dolerá. ¿Qué es esta sensación cálida y húmeda en la cintura?
-¡Skarl! - Grito de alegría a ver a la bestia.
Me había cogido con la lengua por la cintura para ponerme en su lomo mientras seguía corriendo. Ya está, se había ganado el título de mi subordinado más útil... algo que deja mucho que desear. Skarl corría a gran velocidad, saltando grietas y atravesando escombros, huyendo del abismo creciente mientras lo animaba a seguir. Un último sprint y atravesamos una nube de polvo para situarnos al lado del resto de la brigada. Le indiqué a la bestia que aminorara el paso ahora que estábamos seguros para ir con el resto.
- Chicos os presento a Skarl, el nuevo recluta de la brigada. Saluda Skarl.
La verdad es que no sé que opinarían de él, sin duda mi tamaño contrastaba con la mole que estaba montando, aunque seguro que les caía bien.
- exterior del agujero del exterior de la catedral:
- Correr junto con la brigada y presentarles a Skarl
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El lobo blanco recuperó bien la respiración en cuanto pasaron unos instantes. Las dos personas habían salido corriendo y él simplemente se había librado de aquellos síntomas. Debía de estar agradecido con tener el poder de mejorar el organismo echando fuera de él toxinas y venenos aunque le cansase. Ahora no sabía bien lo que hacer. Su mirada estaba fija en el cielo y ciertamente estaba un poco aburrido. Sus técnicas se habían repuesto después del combate con el pájaro y se veía con fuerzas para luchar. La cosa era que… Ya no había nada con lo que pelear y su sentido de la orientación no era bueno. No sabía a donde ir y aunque el tío le dijo que el Norte estaba lleno de batallas, no sabía qué pensar.
- Creo que me he perdido de nuevo…
Dijo el chico lobo al mismo tiempo que se rascaba la cabeza unos leves momentos. Entonces fue cuando metió ambas manos en los bolsillos y empezó a caminar rumbo al Norte para ver si era cierto. Aquello no era nada divertido, pues quería continuar combatiendo con alguien fuerte que le hiciera sentir lo mismo que el pájaro le provocó. También pensó en buscar al vampiro, pero se había esfumado en mitad del combate. Tenía huevos la cosa, pero no podía hacer nada por el momento.
- ¡Me aburro! – Gritó quejándose mientras caminaba.
- Creo que me he perdido de nuevo…
Dijo el chico lobo al mismo tiempo que se rascaba la cabeza unos leves momentos. Entonces fue cuando metió ambas manos en los bolsillos y empezó a caminar rumbo al Norte para ver si era cierto. Aquello no era nada divertido, pues quería continuar combatiendo con alguien fuerte que le hiciera sentir lo mismo que el pájaro le provocó. También pensó en buscar al vampiro, pero se había esfumado en mitad del combate. Tenía huevos la cosa, pero no podía hacer nada por el momento.
- ¡Me aburro! – Gritó quejándose mientras caminaba.
- Zal:
- Aburrirse y caminar al Norte.
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Los reflejos del cadejo negro le permitieron apartarse a tiempo de aquel derrumbamiento, saltando entre las rocas a toda velocidad y con una mirada seria. Bastante tenía ya con que no le hubiesen contestado. Soltó un suspiro empezando a pensar en cosas suyas, pero que empezaban a cobrar sentido en su cabeza. Los Blue eran una banda curiosa y parecía que el más cuerdo era el tipo de antes (Deathstroke). Había incluso un mapache que hablaba. No se había tomado pastilla alguna, por lo que aquel flipe era real. Soltó un suspiro mirando la capilla que se había formado bajo ellos y estuvo a punto de seguir al resto. Entonces se dio cuenta de que Madara estaba también dirigiéndose hacia allí. Si iba también, iba a tener que lanzarse por él a muerte. Se había contenido ya demasiado.
- Grrr… – No pudo evitar gruñir un poco.
Al ver que el resto se tiraban hacia la zona simplemente se cruzó de brazos. No pintaba nada con ellos y él ya había terminado de ayudar. Los seguiría, pero iría en último lugar y pensando en sus cosas. Saltó tras ellos con agilidad y aterrizó en el suelo usando el haki armadura en sus piernas y brazos. Lo desactivó tras levantar algo de polvo con el impacto. La chica (Hinori) Parecía querer quedarse la última, pero ese honor lo tuvo él. Se mantuvo alejado y caminó con los ojos entrecerrados.
- Es la última vez que le hago caso a Drake. Vaya día llevo… A saber dónde está él.
Dijo recordando que el último momento en el que lo vio fue cuando cruzaba la ciudad a toda velocidad en aquel robot que se murió. Era una pena, pues le había caído muy bien. Soltó un suspiro y siguió avanzando despacio.
- Grrr… – No pudo evitar gruñir un poco.
Al ver que el resto se tiraban hacia la zona simplemente se cruzó de brazos. No pintaba nada con ellos y él ya había terminado de ayudar. Los seguiría, pero iría en último lugar y pensando en sus cosas. Saltó tras ellos con agilidad y aterrizó en el suelo usando el haki armadura en sus piernas y brazos. Lo desactivó tras levantar algo de polvo con el impacto. La chica (Hinori) Parecía querer quedarse la última, pero ese honor lo tuvo él. Se mantuvo alejado y caminó con los ojos entrecerrados.
- Es la última vez que le hago caso a Drake. Vaya día llevo… A saber dónde está él.
Dijo recordando que el último momento en el que lo vio fue cuando cruzaba la ciudad a toda velocidad en aquel robot que se murió. Era una pena, pues le había caído muy bien. Soltó un suspiro y siguió avanzando despacio.
- Exterior Catedral:
- Ir con los Blue, el último.
Aki D. Arlia
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Todo pasó muy rápido. De repente, el pretor la abrazó y oyó una explosión en el instante en que su corazón se saltaba un latido. Pero terminó tan repentinamente como había empezado. Él se apartó, le dedicó un par de frases indecorosas y le guiñó el ojo antes de dirigirse hacia el palacio, dejándola colorada y bastante turbada.
Se notaba caliente y no pudo evitar girarse para verle marchar. La joven pelirroja se colocó el pelo detrás de la oreja como una colegiala nerviosa y se mordió el labio mientras parpadeaba. Dio un par de pasos en su dirección, pero entonces oyó como alguien se dirigía a ella.
El árbol le había hablado de nuevo. La pretora todavía estaba oculta... la pretora desnuda, si no recordaba mal. ¿Por qué haría nadie eso? Ah, con lo divertida que era la gente desnuda. Frunció el ceño y ladeó un poco la cabeza al escuchar su última frase. ¿Que fuera buena?
-Pero... no puedes quedártela para ti. - Protestó. Sin embargo, pronto sus pensamientos volvieron hacia Grum. Es cierto, se había ido al palacio.
Sin pensárselo más, alzó el vuelo y se dirigió hacia allí. Le costó varios segundos entender lo que estaba ocurriendo en la sala, pero cuando lo hizo un escalofrío la recorrió entera. ¿Estaban atacando a Grum? P-pero si lo atacaban ella no podría... y él la había invitado. Frunció el ceño. Le estaba costando mucho pensar con claridad. Se relamió y volvió a morderse el labio, intentando centrarse, pero fue más bien contraproducente. Harta, bajó su deseo de manera casi inconsciente, para que no le molestase, y volvió a examinar la situación.
¿La niña había muerto? ¿Quién demonios la había matado? Bueno, Grum no iba a salir muy bien parado de esta y... espera un momento. ¿A santo de qué le había apetecido montárselo en el trono con él? Había utilizado alguna clase de truco, no había duda. Se acercó al combate, tratando de no estorbar a los luchadores. Wait, ¿Ese era Raghersir? Le faltaba un brazo, pero ¿Cuánto tiempo había estado pensando en locuras? El odio de la pelirroja por el pretor creció por momentos. Al oír a Bleyd tratando de poner orden y evitar que lo mataran gritó de malhumor:
- Todavía queda Ballarad en pie si es que necesitamos un pretor, ¡Matadlo!
Para rematar, formó con sus dos manos una de sus Bolas de la Ira más potentes y la lanzó directa hacia Grum, sin importarle las consecuencias. Nadie, nadie jugaba con ella. No sin su estricto permiso. Se iba a enterar.
Se notaba caliente y no pudo evitar girarse para verle marchar. La joven pelirroja se colocó el pelo detrás de la oreja como una colegiala nerviosa y se mordió el labio mientras parpadeaba. Dio un par de pasos en su dirección, pero entonces oyó como alguien se dirigía a ella.
El árbol le había hablado de nuevo. La pretora todavía estaba oculta... la pretora desnuda, si no recordaba mal. ¿Por qué haría nadie eso? Ah, con lo divertida que era la gente desnuda. Frunció el ceño y ladeó un poco la cabeza al escuchar su última frase. ¿Que fuera buena?
-Pero... no puedes quedártela para ti. - Protestó. Sin embargo, pronto sus pensamientos volvieron hacia Grum. Es cierto, se había ido al palacio.
Sin pensárselo más, alzó el vuelo y se dirigió hacia allí. Le costó varios segundos entender lo que estaba ocurriendo en la sala, pero cuando lo hizo un escalofrío la recorrió entera. ¿Estaban atacando a Grum? P-pero si lo atacaban ella no podría... y él la había invitado. Frunció el ceño. Le estaba costando mucho pensar con claridad. Se relamió y volvió a morderse el labio, intentando centrarse, pero fue más bien contraproducente. Harta, bajó su deseo de manera casi inconsciente, para que no le molestase, y volvió a examinar la situación.
¿La niña había muerto? ¿Quién demonios la había matado? Bueno, Grum no iba a salir muy bien parado de esta y... espera un momento. ¿A santo de qué le había apetecido montárselo en el trono con él? Había utilizado alguna clase de truco, no había duda. Se acercó al combate, tratando de no estorbar a los luchadores. Wait, ¿Ese era Raghersir? Le faltaba un brazo, pero ¿Cuánto tiempo había estado pensando en locuras? El odio de la pelirroja por el pretor creció por momentos. Al oír a Bleyd tratando de poner orden y evitar que lo mataran gritó de malhumor:
- Todavía queda Ballarad en pie si es que necesitamos un pretor, ¡Matadlo!
Para rematar, formó con sus dos manos una de sus Bolas de la Ira más potentes y la lanzó directa hacia Grum, sin importarle las consecuencias. Nadie, nadie jugaba con ella. No sin su estricto permiso. Se iba a enterar.
- Interior Palacio:
- Corretear de aquí para allá como una adolescente encharcá y darse cuenta de lo que ocurre, más o menos. Cabrearse y tirarle una hermosa y enorme Bola de Ira a Grum al grito de MATADLO. >:c
Elya Edelweiss
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Los ojos de Elya se entrecerraron al ver manar la sangre. Ya quedaba poco. Se apartó, bajando de su tornado y jadeando un poco. El hombre abrió los brazos y les miró, como invitándolos a continuar. Antes de que pudiera hacer nada, el extraño hombre que combatía a su lado fue con todo a por él. Las balas volaron por el aire sin piedad, tratando de terminar el trabajo. Y entonces, por si no fuera suficiente, de alguna manera extraña una especie de bola de fuego verde culminó el ataque.
La peliblanca se volvió hacia el extraño, confusa. ¿Cómo había hecho eso? ¿Magia? ¿O alguna técnica extraña? Con sus pensamientos bullendo a toda velocidad, enarboló su arma y saltó en el aire tratando de clavársela al caballero en la herida, para ensancharla y terminar con su sufrimiento.
Si salía bien y el hombre caía, se volvería hacia el desconocido y tras una breve inclinación de respeto, se llevaría la mano al pecho y le diría con fervor:
- Gracias por tu ayuda en la batalla. Si no es una molestia, ¿podrías aguardar un segundo y explicarme cómo has hecho ese último ataque? El fuego. Hacía muchos años que no veía nada similar.
Le miraría a los ojos, esperando ilusionada su respuesta. Sin embargo, no soltaría su lanza. No olvidaba ni por un momento que todavía estaban en mitad de una guerra.
La peliblanca se volvió hacia el extraño, confusa. ¿Cómo había hecho eso? ¿Magia? ¿O alguna técnica extraña? Con sus pensamientos bullendo a toda velocidad, enarboló su arma y saltó en el aire tratando de clavársela al caballero en la herida, para ensancharla y terminar con su sufrimiento.
Si salía bien y el hombre caía, se volvería hacia el desconocido y tras una breve inclinación de respeto, se llevaría la mano al pecho y le diría con fervor:
- Gracias por tu ayuda en la batalla. Si no es una molestia, ¿podrías aguardar un segundo y explicarme cómo has hecho ese último ataque? El fuego. Hacía muchos años que no veía nada similar.
Le miraría a los ojos, esperando ilusionada su respuesta. Sin embargo, no soltaría su lanza. No olvidaba ni por un momento que todavía estaban en mitad de una guerra.
- Zilda?:
- Tratar de rematar al caballero y hablarle a Vinnie
Tsang Yue
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La situación se vuelve cada vez más surrealista alrededor del joven agente, algunos de los que estaban allí acabaron por separarse, algunos por su propia voluntad, otros arrastrados por la situación y otros siguiendo a sus aliados. Pero lo más raro que pudo ver el joven Tsang es como su guadaña se atasca en el tórax del esqueleto, al parecer es más resistente de lo que el joven moreno había valorado. Pero aún más raro es que el esqueleto toma el mango de la guadaña y tras acercar al joven le cambia los sombreros mientras le dice que así está mejor, y le llama guapetón. -“Que cosa más rara…”- Piensa el joven mientras tira de la guadaña para traerla de vuelta del cuerpo del esqueleto.
Si logra hacerlo emprenderá camino hacia el interior del edificio en el que acabaron todos los que estaban en aquella situación. -“¿Dónde está Corinna?”- Se pregunta mientras avanza hacia el interior del edificio. La posibilidad de encontrar un tesoro le parece más que interesante para el joven como para no aprovechar esa oportunidad. Además, la situación con el esqueleto le parece demasiado rara como para seguir allí.
Si el tirar de la guadaña no sirve el joven Yue trataría de golpearlo con la otra guadaña para tratar de deshacerlo en pedacitos para poder sacarla y marcharse hacia el interior del edificio buscando premios y cosas que le ayuden a hacerse más fuerte y así ayuden a que logre sus objetivos de liberar el gobierno de la podredumbre que lo corrompe hasta el corazón de la organización. Aquello no puede ser, una organización que vela por la justicia no puede ir matando a todo aquél que quiere solo porque no piensen como ellos o porque les molesta a su forma de ver la justicia, eso no es justicia.
Si logra hacerlo emprenderá camino hacia el interior del edificio en el que acabaron todos los que estaban en aquella situación. -“¿Dónde está Corinna?”- Se pregunta mientras avanza hacia el interior del edificio. La posibilidad de encontrar un tesoro le parece más que interesante para el joven como para no aprovechar esa oportunidad. Además, la situación con el esqueleto le parece demasiado rara como para seguir allí.
Si el tirar de la guadaña no sirve el joven Yue trataría de golpearlo con la otra guadaña para tratar de deshacerlo en pedacitos para poder sacarla y marcharse hacia el interior del edificio buscando premios y cosas que le ayuden a hacerse más fuerte y así ayuden a que logre sus objetivos de liberar el gobierno de la podredumbre que lo corrompe hasta el corazón de la organización. Aquello no puede ser, una organización que vela por la justicia no puede ir matando a todo aquél que quiere solo porque no piensen como ellos o porque les molesta a su forma de ver la justicia, eso no es justicia.
- ¿Zal?:
- Tratar de sacar la guadaña y de lograrlo ir al interior del edificio
Yarmin Prince
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Interesante. Por esta zona se están lanzando encantamientos, aunque no sé de dónde vienen. Sin embargo, la situación actual es mucho más curiosa de lo que me atrevería a admitir públicamente. La chica pelirroja, Aki, que conocí en Arabasta, parece estar bastante sofocada y va detrás de ese gigantesco tipo con armadura. Si mi memoria no falla, ese mismo ardor es lo que sentí yo cerca de ella aquella vez. Sumado a la chica del suelo, que por cierto es preciosa, me hacen pensar que aquí ha pasado algo grande. Tan grande como el árbol que lucha contra un ángel, ¿He entrado sin darme cuenta en una poesía? Parece macabra y terrible, pero aunque me encantaría ser el protagonista de una de ésas, sé cómo acaban, y no es bueno para mí.
¡Ey, árbol del carajo! No me escondas a esa mujer. La necesito yo. Ojalá tuviera el valor para decírselo, pero en lugar de eso me decanté por acercarme despacio, intentando visualizarla. Podía sentir su presencia, fuerte hasta niveles inauditos. Sin embargo, estaba concentrada en el suelo... Bueno, ahora supongo que revolcándose contra las hojas del árbol o masturbándose con ellas. En cualquier caso, no me importaba.
-¡Señor árbol!- dije en voz alta, para que me oyese-. ¡Soy el agente del Cipher Pol Yarmin Prince. Si me lo permite, yo custodiaré a esa mujer hasta que el combate termine, por favor!
Estaba usando mis poderes al máximo. Por un lado, lo estaba pidiendo por favor, lo cual siempre incrementaba mis posibilidades de éxito. Por otro lado, si tenía suerte y eso lo haría por su propio pie, la sugestión estaría dando sus frutos y la mujer ahora sería mía. Si la protegía con tanto ahínco... No, si el ángel la intentaba matar con tanto ahínco, debía de ser importante. Lo cual significaba que podía echar mano de algo muy interesante. O podía matarla. Tiraré una moneda, pero más tarde. Al fin y al cabo, hasta tenerla en mis manos no puedo hacerle daño.
Si funcionaba, una vez que la mujer estuviese a mi lado la examinaría a fondo. Notaba encantamiento en ella, estaba anulada. ¿Debería preocuparme? Seguramente mucho, si era hostil... No quiero ni imaginármelo. No obstante, tendría que alejarla.
-Bella dama, acompañadme, por favor- usaría mis poderes... No la ponía en peligro, sólo la acercaba a mí.
Me alejaría un poco con ella.
-Bella dama, seguid a lo vuestro- le diría. Ningún peligro, pero entonces, en una décima de segundo, estaría apuntando hacia ella y ya habría disparado. Era un peligro que no quería tener de frente, y el bruto de la armadura parecía tener más posibilidades, por no hablar del ángel. Subirse al carro ganador es mi especialidad.
¡Ey, árbol del carajo! No me escondas a esa mujer. La necesito yo. Ojalá tuviera el valor para decírselo, pero en lugar de eso me decanté por acercarme despacio, intentando visualizarla. Podía sentir su presencia, fuerte hasta niveles inauditos. Sin embargo, estaba concentrada en el suelo... Bueno, ahora supongo que revolcándose contra las hojas del árbol o masturbándose con ellas. En cualquier caso, no me importaba.
-¡Señor árbol!- dije en voz alta, para que me oyese-. ¡Soy el agente del Cipher Pol Yarmin Prince. Si me lo permite, yo custodiaré a esa mujer hasta que el combate termine, por favor!
Estaba usando mis poderes al máximo. Por un lado, lo estaba pidiendo por favor, lo cual siempre incrementaba mis posibilidades de éxito. Por otro lado, si tenía suerte y eso lo haría por su propio pie, la sugestión estaría dando sus frutos y la mujer ahora sería mía. Si la protegía con tanto ahínco... No, si el ángel la intentaba matar con tanto ahínco, debía de ser importante. Lo cual significaba que podía echar mano de algo muy interesante. O podía matarla. Tiraré una moneda, pero más tarde. Al fin y al cabo, hasta tenerla en mis manos no puedo hacerle daño.
Si funcionaba, una vez que la mujer estuviese a mi lado la examinaría a fondo. Notaba encantamiento en ella, estaba anulada. ¿Debería preocuparme? Seguramente mucho, si era hostil... No quiero ni imaginármelo. No obstante, tendría que alejarla.
-Bella dama, acompañadme, por favor- usaría mis poderes... No la ponía en peligro, sólo la acercaba a mí.
Me alejaría un poco con ella.
-Bella dama, seguid a lo vuestro- le diría. Ningún peligro, pero entonces, en una décima de segundo, estaría apuntando hacia ella y ya habría disparado. Era un peligro que no quería tener de frente, y el bruto de la armadura parecía tener más posibilidades, por no hablar del ángel. Subirse al carro ganador es mi especialidad.
- Yarmin (centro ciudad, palacio):
- Ver la escenita, ignorar a Gera, intentar asesinar a Balarad.
Tobías Thorn
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Me alegró comprobar que mi nakama había decidido aceptar mi ofrecimiento. Sabía que su carácter impulsivo iba a hacer la gran mayoría del trabajo y no tuve ni que convencerle con ningún tipo de excusa, sino que a mi parecer se emocionó demasiado. El muy cenutrio se acercó a Bizvan con unas intenciones no del todo muy claras. ¿Acababa de intentar besarlo y ponerse a dar volteretas? Cualquiera diría que acababa de perder su miembro.
Me quedé observando a mis nakamas. Esperando a como reaccionaría el pelinegro ante aquel acto, aunque el peliblanco parecía querer más. No solo de él, sino de todos al parecer. Fue uno tras otro intentando darles amor a todos hasta que llegó el momento que más temí desde que lo vi hacer aquel "extraño ritual". Parecía que ahora quería besarme a mí también o eso supuse cuando lo vi adoptar la postura del corredor, mirándome fijamente con un extraño brillo en los ojos. Temía que a mi nakama le hubiese dado el mismo "ataque" que yo mismo había sufrido no hacía tanto tiempo y me dio miedo a averiguar si estaba dispuesto a darme todo su cariño. Sin pensarlo un segundo, me acerqué rápidamente al borde del enorme agujero que se había abierto en el suelo y por el cual no dejaba de lanzarse gente o caerse.
La sensación de caída no tardó en atenazar mi estómago mientras el viento empujaba mi melena azabache hacia atrás. La situación aún era más extraña, si se podía, que todas las anteriores, pero por primera vez desde que había pisado esta isla una sonrisa cruzaba mi rostro. El simple hecho de haberme reunido con el descerebrado del peliblanco me había reconfortado. Solo él tenía esa cualidad innata que conseguía que todos los CW estuviésemos en armonía. Podría ser causa de muchos factores, pero el frío suelo de roca cortó el hilo de todos mis pensamientos. Quedé esparcido momentáneamente por todos lados en una masa parduzca con un olor dulzón, que no tardé en recomponer formando mi cuerpo de nuevo mientras esperaba a que terminasen de bajar quien me siguiese. A Gusi ya podía escucharlo gritando alguna de sus tonterías mientras caía y no tardaría en reunirse conmigo. ¿Qué misterios guardará este agujero que ha llamado la atención de tantos?
Me quedé observando a mis nakamas. Esperando a como reaccionaría el pelinegro ante aquel acto, aunque el peliblanco parecía querer más. No solo de él, sino de todos al parecer. Fue uno tras otro intentando darles amor a todos hasta que llegó el momento que más temí desde que lo vi hacer aquel "extraño ritual". Parecía que ahora quería besarme a mí también o eso supuse cuando lo vi adoptar la postura del corredor, mirándome fijamente con un extraño brillo en los ojos. Temía que a mi nakama le hubiese dado el mismo "ataque" que yo mismo había sufrido no hacía tanto tiempo y me dio miedo a averiguar si estaba dispuesto a darme todo su cariño. Sin pensarlo un segundo, me acerqué rápidamente al borde del enorme agujero que se había abierto en el suelo y por el cual no dejaba de lanzarse gente o caerse.
La sensación de caída no tardó en atenazar mi estómago mientras el viento empujaba mi melena azabache hacia atrás. La situación aún era más extraña, si se podía, que todas las anteriores, pero por primera vez desde que había pisado esta isla una sonrisa cruzaba mi rostro. El simple hecho de haberme reunido con el descerebrado del peliblanco me había reconfortado. Solo él tenía esa cualidad innata que conseguía que todos los CW estuviésemos en armonía. Podría ser causa de muchos factores, pero el frío suelo de roca cortó el hilo de todos mis pensamientos. Quedé esparcido momentáneamente por todos lados en una masa parduzca con un olor dulzón, que no tardé en recomponer formando mi cuerpo de nuevo mientras esperaba a que terminasen de bajar quien me siguiese. A Gusi ya podía escucharlo gritando alguna de sus tonterías mientras caía y no tardaría en reunirse conmigo. ¿Qué misterios guardará este agujero que ha llamado la atención de tantos?
- Resumen:
- En el primer post sugerí a mis nakamas seguirme y curiosear, Gusi ha aceptado y bajamos por el agujero.
Normas del Capítulo:
- Se podrá postear cuantas veces se desee, dejando tres mensajes entre envío y envío. Sin embargo, sólo se tendrá en cuenta el último de estos.
- Cada post debe ir acompañado de un Spoiler titulado como la facción a la que pertenecéis. En él debéis resumir el transcurso de vuestras acciones (incluyendo posts anteriores). Si un post no tiene resumen, no será tenido en cuenta a la hora de moderar.
- Se moderará cada 48-72 horas. Sin embargo, no se moderarán posts más allá de las 48.
- Se obtiene lo merecido según el riesgo y la calidad de las acciones.
- No se tendrá en cuenta la longitud de los posts a la hora de determinar la experiencia.
- Cada post debe tener un mínimo de 300 palabras.
- Si un post tiene más de quince faltas de ortografía por párrafo, no se tendrá en cuenta.
- A pesar de que ya no exista, el barco de Sons of Anarchy podría ser destruido de nuevo.
- Existe la ley del plot, pero no funciona si no sigues la personalidad de tu personaje. No va a haber avisos.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Tres saltos consecutivos de turno implican la retirada del capítulo o la muerte del personaje, según si la situación era de riesgo o no.
- Mucha gente ha pedido despertar Haki del Rey. Sólo uno lo despertará. Trabajáoslo.
- El metarrol se paga con hierro.
- En general, si os portáis bien, se os recompensa. Si no... Bueno, no queréis saberlo. En serio, no queréis.
- En futuras moderaciones podrían añadirse normas según se vea necesidad.
- El mapa de la Isla será el siguiente:
- Mapa de la Isla:
- El espacio que se puede recorrer por moderación es el de un "Cuadradito". Si utilizáis Power Ups activamente podéis ir más deprisa, pero podríais cansaros.
- Mapa en malla:
- Balt está en blanco, Meln en Negro, Zilda en azul, Zal en verde y Sarka en rojo. En el centro de la Isla está la ciudad Imperial (el gran cuadrado blanco), y en amarillo las 35 centrales de Abastecimiento. Cada central tiene al lado un círculo que determina su pertenencia.
- Si nos hemos olvidado de algo, avisad por favor.
- Poned, por favor, vuestras coordenadas de destino en los Spoilers (no es obligatorio).
- Las acciones cerradas sólo cuando se os indique que podéis realizarlas, por favor.
- Cada Maná corresponde al gasto de una unidad energética, que todos compartís. El signo de girar implica que gastáis todo vuestro asalto en utilizar esa habilidad.
- Niveles y habilidades logradas durante este descanso podéis utilizarlas (no así los objetos).
- Moderación General:
- En el centro de la isla una columna de hojas se alza. Desde todos los lugares se ve el gran pilar verde ascender en una marea de color esmeralda, para que finalmente un enorme puño caiga sobre el centro de la plaza, haciendo que por todas las calles a su alrededor la vorágine, ahora negra. Afiladas como cuchillas chocan por los edificios, rallan las puertas, y la fuerza con la que avanzan provoca que nazcan muescas en los edificios. Algunos se derrumban de la potencia con la que han sido rechazadas, y en el centro de la plaza, la mujer del cabello morado simplemente observa.
-Mi nombre es Linvana, Guardiana de Síderos, hija de Tariel y Sygarda- dice, en su mismo tono neutro, oscilando entre la indiferencia y la ira. Su voz retumba en cada esquina de Síderos-. Mis pies caminan por esta tierra desde mucho antes que la semilla de la que brotaste viera la luz del Sol, y fui veinte años prisionera de la mujer a la que proteges. Su destino no pertenece a nadie sino al fuego eterno, y nadie más la juzgará. El fuego purgará los pecados de su vida hereje.
Las nubes negras se vuelven rojas, y el cielo adopta un cariz violento, como si se hubiera derramado sangre por todas partes. La luz del día empieza a desaparecer, y el sol se oculta poco a poco entre las lejanas montañas de Sarka… La atmósfera se crispa, y el silencio llega a todas partes de repente. Los soldados dejan por unos segundos de luchar, tensos ante la llegada del juicio, y las facciones derrotadas no tardan en desbandarse sin un rumbo fijo, sólo huyendo del final que saben les espera. Poco a poco, muy sutilmente, el ruido vuelve. Pisadas salvajes, desorganizadas, en contraste al vibrar de las cuerdas y al silbido de las flechas mientras alzan el vuelo. El paso al compás de los dos últimos ejércitos avanzando hacia el centro retumba por toda la ciudad, y los cuernos de Sarka son eclipsados por las trompetas de Balt mientras cada uno va al encuentro del otro en la última batalla. Yoai ha muerto, Ruk ha caído, y Beros ya no puede hilar el destino de Síderos. Finalmente, la voz de Linvana vuelve a sonar en los oídos de todos:
-Habéis luchado con valor- dice, solemne-. Síderos sabe apreciar vuestra valentía. Sin embargo, habéis sufrido numerosas bajas. Si seguís ofreciendo resistencia, moriréis todos, uno a uno. Pero yo no quiero que eso ocurra; cada gota de sangre derramada es una pérdida y un derroche. El Fuego Eterno es compasivo, por eso las aves se han retirado- hace una pausa, y el silencio vuelve. Atenaza vuestro corazón por un instante, por un lado deseáis que siga, pero por el otro teméis cada palabra que vaya a decir a continuación-. Os doy diez minutos. Recoged a vuestros muertos, atended a vuestros heridos… Y ahora me dirijo a vosotros, Pretores de Síderos. Habéis permitido que vuestros ejércitos se masacren en lugar de llegar a un acuerdo- su voz sigue penetrando, intensa, en lo más hondo de vuestra mente-. Pues bien, sigo en esta plaza, y si en el tiempo que os doy no hay un Rey en Encuentro, si no habéis dejado de lado vuestras estúpidas riñas, las aves retomarán el vuelo. Y el Fuego Eterno lloverá, y os encontraré. Y castigaré a todo hombre, mujer o niño que se ponga en mi camino. No me obliguéis a hacerlo.
Balarad se levanta del suelo, algo aturdida, y mira por todas partes. Sus armas no están, y su armadura tampoco, pero igualmente sale de su zona segura y se pone ante el ángel, junto a Kodama. Por un momento lo mira con desprecio, pero relaja el rostro y termina sonriendo.
-Gracias, de veras- susurra-. Luchemos juntos. ¡Linvana! ¡Has sido corrompida por Yoai, torturada hasta la locura por gentes que sólo ansiaban el poder! ¡En nombre del Fuego Eterno, como suma sacerdotisa y lideresa de Balt, te destituyo como guardiana- hace una pausa, chasqueando los labios. Parece molesta-. Has fallado a tu pueblo; termina tu guardia o lo haré yo. ¡Por Síderos!
El grito de la mujer resuena en la ciudad, extrañamente potente, y una columna de llamas cae sobre su brazo, formando una espada de fuego sin hacer daño alguno a la Pretora, y según el arma se enciende, la guerra se reaviva. Salvas de flechas y andanadas de cañones, cuernos y trompetas, aviones y extraños caballos alados enfrentándose… El Apocalipsis ha llegado a la Isla, sólo quedan diez minutos para detenerlo.
- Afueras del Palacio:
- Kodama:
- Tu ataque surte un efecto interesante. Cuando vuelves a ver y las hojas terminan recorriendo la ciudad, la mujer está llena de cortes. Algunos parecen graves, pero rápidamente se cierran hasta dejar de sangrar, y los moratones provocados por la explosión de los Ojos de Viento desaparecen poco a poco. Suspira por un momento, mientras mantiene con ambos brazos su arma, conteniendo a una tercera persona, hasta que con bastante esfuerzo consigue finalmente repelerla.
Mira la Moderación general…
-Eres valiente, Roble. Pero no puedo consentir esto. Si no depones las armas, tendré que acabar contigo.
- Alexandra:
- Bloquea tu ataque completamente, aunque con suma dificultad. Su hoja tiembla por un momento, pero termina rechazándote y te echa hacia atrás. Ha preferido que el ataque de Kodama la golpee por completo, pero sigue manteniendo la compostura. Por un instante te mira. Por cierto, te notas… Humana. Bueno, más o menos. Es como si sólo tu fruta te diera poder ahora.
-¿nos conocemos?- suena en tu mente-. La última vez que alguien como tú atacó a alguien como yo… Pregúntale a Luzbel.
Tras eso, moderación general.
- Kaito:
- Te alejas. Tu técnica parece funcionar, haciendo cortes en su cuerpo. Sin embargo, no sabes cuáles has provocado tú y cuáles Kodama. ¿Vuelves para pelear contra la mujer?
- Gera y Yarmin:
- Aunque parece que Yarmin en un principio te ignora, permanece a tu lado. Por lo que parece, es agente del Cipher Pol, pero el Marine no le ha hecho caso, y seguís ahí. Atentos a la general.
- Ichizake:
- -Lo es- resuena en tu mente.
Ves lo que ella desea en su mente, ansía encontrar a alguien digno… Y morir. Es el paso siguiente; tal vez debas darle a alguien digno de serlo.
Mira la moderación general.
- Venom:
- Mira la general.
- Interior del Palacio:
- Las hojas resuenan con furia cuando Zane impacta contra la motosierra de Grum. El pretor, con relativa facilidad, lo empuja hacia atrás, pero las ondas lo cogen de improviso. Por suerte, la aparición de Worgulv bloquea la mayoría, y utilizando su haki de armadura bloquea las demás. Con un brillo rojo, las ondas rebotan en su cuerpo y van contra el techo, haciendo enormes rajas en él. Entonces, cuando Grum se prepara para contraatacar, una explosión retumba en vuestros oídos y una luz blanca os aturde por un instante.
Cuando todo eso termina, Grum se mantiene sonriente mientras pasa su mirada entre unos y otros. Parece estar en perfectas condiciones, a pesar de que veis en su pecho dos enormes marcas de perforaciones. Parecen muy recientes, sobre todo las costuras, que parecen a punto de desprenderse.
-Estúpidos- dice, por un momento-. ¿De verdad queréis matarme? Habéis escuchado a la Guardiana, destruirá todo si los Pretores no nos ponemos de acuerdo. Y no voy a llegar a acuerdo con la fanática que permitió que Linvana se convirtiese en lo que es hoy- poco a poco su rostro se ensombrece, y es la primera vez que lo escucháis serio-. Sólo hay dos formas de llegar a reinar en Síderos. La primera es que los líderes nos pongamos de acuerdo; la otra es, si ambos morimos, derrotar a esa loca. ¿De verdad queréis tener que enfrentarla? Apartaos de mi camino.
Sentís un miedo terrible, y comienza a avanzar. Aun con un solo brazo impone, y su paso regio sólo es eclipsado por el peso de sus botas, que dejan marca en cada paso de la alfombra. Tras unos pasos, se da la vuelta.
-Y sacad a la puta cría loca de mi Palacio.
Ragh, por cierto, Bleyd te cura. Vuelves a sentir el brazo. Tardarás un tiempo en recuperar su uso pleno, pero te lo han salvado. Le debes una.
- Capilla bajo las ruinas:
- Los que acabáis de llegar veis a la comitiva avanzar hacia lo que semeja una pequeña capilla. Por su tamaño diríais que no cabe mucho más que un pequeño altar y algo de decoración, aunque quién sabe.
Los que vais un poco más adelantados llegáis a las puertas de ésta, donde Dexter y Madara abren y se adentran. Por cierto, Dexter. Te ha salido chichón. Deberías hacer caso a tu médico. O tendrás más chichones.
En fin, dentro de la capilla os encontráis toda clase de riquezas. Hay soles de oro, tallas de plata y estatuas de bronce. Hay un par de pequeñas lámparas de aceite tiradas por ahí, y hasta una alfombra bastante vieja. Hay rubíes tirados por el suelo, y en el fondo la efigie de un tigre descuartizando un mono. Parece que los dos rubíes del suelo encajan en las cuencas del tigre. Pero sin embargo, lo que más llama la atención está en pequeño sagrario, mucho más modesto que lo demás. Levitando sutilmente sobre un libro, un orbe transparente de color azul oculta en su interior una pluma. No parece tener nada especial, aunque los que veis el orbe os sentís por un momento llenos de determinación.
- Exterior de la catedral:
- Bueno, el día está muy bonito. ¿vais a bajar, detener al ángel exterminador o algo? Lo digo porque ahora no hay mucho más que ver. Si queréis colaros por algún edificio aledaño o lo que sea, pero vamos, yo cuidaría mi culo.
- Kotaro:
- Grum no tiene miedos. Los de Aki, háblalo con ella.
- Galia y sus follamigos:
- Llegáis, entre el espectáculo de hojas, hasta la plaza ante un enorme palacio.
- Ai Nanasaki:
- Mientras estás yéndote, tu haki detecta a Krauser. Y tus oídos también. Sabes que sólo él sería tan idiota de poner música en una guerra. ¿Vas junto a él o te largas?
Press A: Continue.
Press B: Exit.
- Haru:
- Pulsas el botón rojo. Un papel cae sobre tu cabeza: NO PULSAR. AUTODESTRUCCIÓN INMEDIATA. Por suerte ése es el del botón rojo de más arriba, el que está en un sitio no tan accesible para no pulsarlo sin querer. El que has pulsado parece que… Un momento, ¿Eso qué es? Suena como si empezasen a formarse carriles de desplazamiento hacia la ciudad, fuera de aquí. ¿Qué demonios?
Nota: Cuando la pruebes te comento qué es el arma.
- Los Tres Mosqueteros:
- Cuando os decidís a explorar (los muertos y el tipo siguen hablando), parece que un sonido comienza a acercarse, y termina reventando parte del muro a vuestra izquierda. Parece una especie de raíl que no habíais visto y, que de hecho, no estaba. No sabéis adónde lleva, pero parece que el sacerdote va corriendo hacia vosotros y se sube a la calzada, acelerando repentinamente cuando es lanzado por… Espera, ¿Es un túnel de viento gigante? Qué guay. A vuestra espalda los fantasmas cuchichean.
-Y no podían haber pulsado el acceso a la capital hace un rato.
-La ama ha muerto por culpa de los retrasos.
-Esto antes de Ruk no pasaba…
Podéis preguntar, buscar cosas guays o lo que queráis. Pero pasear en un túnel de viento… Mola demasiado, y lo sabéis.
- Castor Troy y Azula:
- Tras caminar, llegáis a una enorme plaza con un palacio al fondo. Se está montando una buena, ¿Eso es un ángel plateado? ¿Por qué hay una pretora casi desnuda?
- Drake:
- Caminando caminando, llegas a los hermosos restos de lo que antes parecía ser una catedral. ¿Eso es un agujero en el suelo?
- Arribor, Tsang, Teravan, Zack, Sarah, Maki :
- Arribor, abres la bolsa y el contenido es… cuanto menos inusual. Reluce como el oro, de hecho tras un atento examen decides que sí, es oro. Pero… ¿Qué son? Al principio no lo crees, pero no hay otra explicación. Son órganos; distingues un hígado, un corazón y un favorecedor par de pulmones, todos a tamaño real y pesados como… bueno, como el oro.
La pieza de Zack te da en la nuca, estás muerto. Vale, no. Pero sí que te da en la cabeza y te va a salir un buen chichón.
- Midou :
- La pelea no parece llegar a buen término, ni a malo. Tras dejarlo en tablas, Meneror desaparece sin decirte nada y su enemigo se va por donde ha venido. Antes de que puedas comentar nada, escuchas el eco de un discurso con terribles consecuencias. Quizás deberías ir hacia la ciudad.
- Zero:
- El gusano va mirando al suelo, taciturno. Gruñe si retiras la mano de su cabeza, pero poco más. Al pasar los segundos, suspira y te dice brevemente:
-Una vieja compañera de batallas. La última vez luchó a mi lado, pero ambos sabíamos lo que el destino nos deparaba.
Se calla al ver toda la escena. ¿Esa no es la pretora de Balt? Vaya, qué situación más comprometida. Y esa especie de ángel parece enfurecido. Al verlo y escucharlo, el gusano susurra:
-Ah… ya ha llegado. Te toca ser valiente y decidir tu papel, humano.
- Adam:
- Escucháis un ruido tremendo. Por precaución, tanto tú como los soldados os apartáis de la pared en el momento en el que una explosión la hace trizas. La onda expansiva os echa un poco para atrás, pero estáis de una pieza. Por el hueco que ha dejado entra una especie de camioneta enorme y metálica, con pintadas verdes y rosas por toda su parte trasera. De ella emergen tres personas que os apuntan con sus armas, gigantescos rifles y pistolas también pintados de verde y rosa. Os piden amablemente que os subáis a la camioneta y ves como los soldados se suben sin dudar ni un minuto, aunque parecen contrariados. Si te acercas, verás cómo entre las cosas que ha tirado la camioneta hay algo que reluce – tu chisma de lotería -.
Si te subes, el vehículo sale de la base y tras un impresionante acelerón frena a pocos metros de una plaza con un palacio.
Si no te subes, fin del capítulo.
- Eichi y Milena:
- La guerra continúa a vuestro alrededor. Poco a poco, Milena, consigues tranquilizarte y habituarte a los cadáveres. Eichi aparece a tu lado, como salido de la nada. Vas a contestarle, pero una voz, un eco, os interrumpe. Parece que el fin está cerca y aquellos que lo decidirán lejos de vosotros, en la ciudad. ¿Deberíais ir?
- Krauser y company:
- El todoterreno se dirige velozmente hacia la ciudad. A medio camino en un incómodo silencio, una mano inocente que nadie ve se adelanta y le da a un todavía más inocente botón. Poco a poco, el sonido se alza entre vosotros, conquistando vuestros corazones y llenándoos de valor. Al fondo, veis aparecer el palacio y toda la conmoción en él.
- Crimson Wolves:
- Bizvan y Gusi:
- Shipeados
Bizvan, Gusi te ha pillado por sorpresa. ¿Te estás sonrojando? Nunca te habían besado así pero espera, ¡Estás volando! Wow, ¿Tanto te ha gustado que levitas de la ilusión? Pero ahora puedes bajar por el bujero sin problemas. Igual que todos. Gusi ya está abajo, go for it.OsTe está esperando
- Elya la malota y Vinnie el buenazo:
- El caballero después de recibir tanto ataques suelta un quejido de dolor y acto seguido grita con furia mientras clava una rodilla en el suelo. No puede aguantar más todo lo que ha recibido y se queda tirado en el suelo mientras su vida se está apagando. Parece que ahora tenéis un tiempo precioso para hablar, pero algo extraño sucede.
Una ardilla baja desde un árbol y no tarda en acercarse al cadáver del enemigo. Sin pensárselo mucho le pisa un poco la cara varias veces y tras gruñirle se vuelve a su árbol. La naturaleza animal es hermosa y lo sabéis.
- Ushio:
- Cuando te lanzas a por él notas algo raro; se detiene por un Segundo. No como si hubiera frenado, si no más bien como si algo le impidiera avanzar. No hay pánico ni emoción alguna en su mirada cuando le atraviesas con tu arma. Para tu sorpresa no es carne lo que cortas, si no metal. Saltan algunas chispas y el robot cae al suelo. Lo has derrotado, no cabe duda. ¿Gracias a tu habilidad o a un cortocircuito enviado por el destino? Quizás nunca lo sepas.
- Dafne:
- Lo siento señora. Nadie vuelve a la base si no es con los pies por delante hasta el fin de la contienda.
Tras eso comienzan a avanzar, dejándote atrás. Puedes seguirlos o intentar irte por tu propio pie. Balt estaba al norte, ¿No?
Elya Edelweiss
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por fin, el caballero sucumbió a nuestros ataques y cayó al suelo, agonizante. Me acerqué y de un certero movimiento, le rebané el pescuezo. Así no sufriría más de lo debido. Al fin y al cabo él, como nosotros, también luchaba por sus propias convicciones. Me giré y me dirigí al desconocido que me había ayudado, deseosa de saber de dónde había venido su ataque. De entender si había sido magia de verdad, alguna complicada técnica o algo que yo pudiera replicar. Poseer la capacidad del fuego en mis manos parecía una habilidad de lo más útil, no quería desaprovechar la oportunidad.
Mi aspecto dejaba un poco que desear. Estaba sudorosa y agitada tras el combate. Al terminar la calma que siempre me invadía durante la tormenta se había esfumado, dejando las desastrosas e impresentables consecuencias. Las mejillas sonrosadas, la melena alborotada y un jadeo involuntario. Aún así, me las arreglé para ser educada y no parecer demasiado, demasiado ansiosa. Mientras aguardaba su respuesta, algo me llamó la atención. Al girarme vi que una ardilla había bajado de un árbol cercano. Era pequeñita y delicada. Sin duda debía ser muy valiente para haber sobrevivido a todos los conflictos de Encuentro.
Y vaya que si era valiente. El animal se acercó al muerto y le pateó la cabeza con algo que solo podía calificarse como rabia. Fui a espantarla, pero pronto se fue por donde había venido. Suspiré, confusa. ¿A qué había venido eso? ¿Acaso el hombre había talado un árbol o cometido una mezquindad por el estilo? Volví a girarme, pero entonces un eco llegó hasta nosotros.
Volví a caer a tierra, arrodillada lanza en mano, al escuchar la voz. Era la misma que antes y sus palabras, de nuevo, no auguraban nada bueno. Cuando terminó su discurso me invadía la desazón. Me levanté, sintiéndome impotente. A mi alrededor todo era un mar de cadáveres, ni siquiera podía distinguir los de un bando de los del otro. A estas alturas tampoco importaba mucho, pero a nadie le gustaría ser enterrado con un enemigo sin haber hecho las paces. Tampoco había mucha gente en la escena y los pocos que habían parecían o marchar rumbo a las murallas o desentenderse del panorama. Tragué saliva, rabiosa. Una hora no era tiempo suficiente para honrar, que ya ni siquiera adecentar o enterrar, a todos los cadáveres. Ni siquiera a la mitad. Terminaría llena de sangre y agotada para nada. Menee la cabeza, tratando de no pensarlo. Volví a enfrentar al desconocido y le dije con voz suave:
-Como ya te dije, has luchado bien. Mi nombre es Elya Edelweiss, estoy al servicio de la marina. - Hice una pausa pequeña, organizando mis pensamientos.- Creo que me dirigiré hacia la ciudad, quizás allí me necesiten. Eres libre de acompañarme si así lo deseas, aquí... no parece quedar mucho que hacer.
Mi aspecto dejaba un poco que desear. Estaba sudorosa y agitada tras el combate. Al terminar la calma que siempre me invadía durante la tormenta se había esfumado, dejando las desastrosas e impresentables consecuencias. Las mejillas sonrosadas, la melena alborotada y un jadeo involuntario. Aún así, me las arreglé para ser educada y no parecer demasiado, demasiado ansiosa. Mientras aguardaba su respuesta, algo me llamó la atención. Al girarme vi que una ardilla había bajado de un árbol cercano. Era pequeñita y delicada. Sin duda debía ser muy valiente para haber sobrevivido a todos los conflictos de Encuentro.
Y vaya que si era valiente. El animal se acercó al muerto y le pateó la cabeza con algo que solo podía calificarse como rabia. Fui a espantarla, pero pronto se fue por donde había venido. Suspiré, confusa. ¿A qué había venido eso? ¿Acaso el hombre había talado un árbol o cometido una mezquindad por el estilo? Volví a girarme, pero entonces un eco llegó hasta nosotros.
Volví a caer a tierra, arrodillada lanza en mano, al escuchar la voz. Era la misma que antes y sus palabras, de nuevo, no auguraban nada bueno. Cuando terminó su discurso me invadía la desazón. Me levanté, sintiéndome impotente. A mi alrededor todo era un mar de cadáveres, ni siquiera podía distinguir los de un bando de los del otro. A estas alturas tampoco importaba mucho, pero a nadie le gustaría ser enterrado con un enemigo sin haber hecho las paces. Tampoco había mucha gente en la escena y los pocos que habían parecían o marchar rumbo a las murallas o desentenderse del panorama. Tragué saliva, rabiosa. Una hora no era tiempo suficiente para honrar, que ya ni siquiera adecentar o enterrar, a todos los cadáveres. Ni siquiera a la mitad. Terminaría llena de sangre y agotada para nada. Menee la cabeza, tratando de no pensarlo. Volví a enfrentar al desconocido y le dije con voz suave:
-Como ya te dije, has luchado bien. Mi nombre es Elya Edelweiss, estoy al servicio de la marina. - Hice una pausa pequeña, organizando mis pensamientos.- Creo que me dirigiré hacia la ciudad, quizás allí me necesiten. Eres libre de acompañarme si así lo deseas, aquí... no parece quedar mucho que hacer.
- Zilda:
- Flipar con la ardilla, desvariar, lamentarme por no enterrar cadáveres y preguntarle a Vinnie si me quiere acompañar a la ciudad
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No parecía que hubiera nada interesante en la puerta o sus alrededores después de todo, por lo que dejé paso a los mayores para que pudieran abrirla sin problemas... Y lo que había dentro me sorprendió hasta a mí.
Tesoros. Oro y joyas por todas partes. Una auténtica aglomeración de riquezas que sin duda harían que Madara se pusiera tan cachondo como para amasturbarse allí mismo. No era desconocido su amor por el dinero, al fin y al cabo...
Y un sagrario. Modesto, algo pequeño, destacaba en el panorama precisamente por su sutileza, y tal vez por el extraño orbe azul que flotaba en él. La esfera transparente parecía contener algo como una pluma, un dato curioso que me apunté por si era importante más tarde. Por otra parte... Aunque el orbe me hacía sentir un impulso de voluntad y determinación inusual, lo que realmente me atraía de todo eso era lo más simple de todo: Un libro.
¿Un libro? El orbe flotaba sobre un libro, y eso me pareció extraño. ¿Qué hacía un libro en medio de tantos tesoros llamativos? Sin duda debía de tratarse de un libro importante, ya fuera por su contenido o su significado para Síderos. "El conocimiento es poder..." Pensé, siendo mi curiosidad científica más fuerte que nunca. Debía leer ese libro a toda costa.
Así que me adelanté, mientras el resto estuviera distraído admirando el resto de la sala. Pensaba llegar el primero hasta el sagrario, y apoderarme del tomo sin importar quién pretendiese detenerme. ¿Por qué actuaba de aquella forma? Tal vez el orbe estaba causando estragos en mi psicología, normalmente no soy tan decidido... Pero en aquel momento no importaba, lo que importaba era poner mis huesudas manos en aquella información. ¿De qué trataría? ¿Serían secretos escondidos de Síderos? ¿De sus pretores? ¿Tal vez una recopilación de la historia del Archipiélago desde su nacimiento como civilización? Fuera lo que fuera estaba convencido de que sería un tomo prohibido o especial, de lo contrario no lo tendrían allí abajo, sino en las bibliotecas generales.
Así pues, y si nadie me lo intentaba impedir, si me había conseguido adelantar al resto y si el libro no estaba inmovilizado de alguna forma, lo tomaría para mí y ojearía abriéndolo por alguna página aleatoria, cerca del final (no esperaba que fuera una novela, así que no me preocupaba destripar alguna especie de trama sorpresa). Aunque antes me apartaría un par de metros a un lado para que nadie me molestara si pretendía tomar el orbe por alguna razón.
- Creo que ya sé lo que me quedaré como "recompensa"... - Murmuré sonriente de forma casual. ¿Y qué si no había llegado a hacer nada realmente útil? Eso no era culpa mía, es que apenas había tenido ocasión de demostrar mi valía. Lo que importa es la intención, ¿no? Y mi intención era de ayudar, así que merezco tanto reconocimiento como el resto... - Por cierto Flubber, a veces dices cosas un poco preocupantes mientras duermes. ¿Qué clase de sueño estás teniendo? - Mencioné al oír de nuevo aquella voz en mi cabeza.
En respuesta, Flubber flotó hasta ponerse delante de mi rostro e hizo una serie de ruiditos burbujeantes de confusión. Orbitó alrededor de mi cabeza un par de veces rápidas y se posó sobre mi hombro de nuevo, volviendo a gorgojar brevemente.
- ¿Cómo que no has sido tú y que llevas todo el rato despierto? - Respondí de nuevo en voz alta. Esta vez me tocaba a mí estar confuso. - Pero si llevo oyéndote desde que llegamos a la Capital... Oh. - Caí en la cuenta de algo. - Entonces a lo mejor son altavoces. ¿Pero entonces quién carajos está hablando? Es más, tomando esa perspectiva, el mensaje transmitido es aún más preocupante... ¿Diez minutos? Si nos lo tomamos en serio, no es mucho tiempo... - Si alguien me estaba mirando en ese momento, vería a un esqueleto hablar con una masa metálica como quien habla solo. Seguidamente me giré hacia el Dragón con mi sonrisa algo enturbiada por la preocupación, mientras le decía: - Dexter, ¿tú también oyes esa voz extraña que habla de destruir Síderos en diez minutos? - En caso de que me lo confirmara, continuaría: - ¿No crees que deberíamos hacer algo al respecto?
Si el Zafiro se despreocupaba, pues lo mismo solo eran paranoias mías y también debía ignorarla. Pero tenía una corazonada (chiste no intencionado), algo me decía que realmente estábamos a punto de presenciar algo glorioso a la vez que terrible.
Tesoros. Oro y joyas por todas partes. Una auténtica aglomeración de riquezas que sin duda harían que Madara se pusiera tan cachondo como para amasturbarse allí mismo. No era desconocido su amor por el dinero, al fin y al cabo...
Y un sagrario. Modesto, algo pequeño, destacaba en el panorama precisamente por su sutileza, y tal vez por el extraño orbe azul que flotaba en él. La esfera transparente parecía contener algo como una pluma, un dato curioso que me apunté por si era importante más tarde. Por otra parte... Aunque el orbe me hacía sentir un impulso de voluntad y determinación inusual, lo que realmente me atraía de todo eso era lo más simple de todo: Un libro.
¿Un libro? El orbe flotaba sobre un libro, y eso me pareció extraño. ¿Qué hacía un libro en medio de tantos tesoros llamativos? Sin duda debía de tratarse de un libro importante, ya fuera por su contenido o su significado para Síderos. "El conocimiento es poder..." Pensé, siendo mi curiosidad científica más fuerte que nunca. Debía leer ese libro a toda costa.
Así que me adelanté, mientras el resto estuviera distraído admirando el resto de la sala. Pensaba llegar el primero hasta el sagrario, y apoderarme del tomo sin importar quién pretendiese detenerme. ¿Por qué actuaba de aquella forma? Tal vez el orbe estaba causando estragos en mi psicología, normalmente no soy tan decidido... Pero en aquel momento no importaba, lo que importaba era poner mis huesudas manos en aquella información. ¿De qué trataría? ¿Serían secretos escondidos de Síderos? ¿De sus pretores? ¿Tal vez una recopilación de la historia del Archipiélago desde su nacimiento como civilización? Fuera lo que fuera estaba convencido de que sería un tomo prohibido o especial, de lo contrario no lo tendrían allí abajo, sino en las bibliotecas generales.
Así pues, y si nadie me lo intentaba impedir, si me había conseguido adelantar al resto y si el libro no estaba inmovilizado de alguna forma, lo tomaría para mí y ojearía abriéndolo por alguna página aleatoria, cerca del final (no esperaba que fuera una novela, así que no me preocupaba destripar alguna especie de trama sorpresa). Aunque antes me apartaría un par de metros a un lado para que nadie me molestara si pretendía tomar el orbe por alguna razón.
- Creo que ya sé lo que me quedaré como "recompensa"... - Murmuré sonriente de forma casual. ¿Y qué si no había llegado a hacer nada realmente útil? Eso no era culpa mía, es que apenas había tenido ocasión de demostrar mi valía. Lo que importa es la intención, ¿no? Y mi intención era de ayudar, así que merezco tanto reconocimiento como el resto... - Por cierto Flubber, a veces dices cosas un poco preocupantes mientras duermes. ¿Qué clase de sueño estás teniendo? - Mencioné al oír de nuevo aquella voz en mi cabeza.
En respuesta, Flubber flotó hasta ponerse delante de mi rostro e hizo una serie de ruiditos burbujeantes de confusión. Orbitó alrededor de mi cabeza un par de veces rápidas y se posó sobre mi hombro de nuevo, volviendo a gorgojar brevemente.
- ¿Cómo que no has sido tú y que llevas todo el rato despierto? - Respondí de nuevo en voz alta. Esta vez me tocaba a mí estar confuso. - Pero si llevo oyéndote desde que llegamos a la Capital... Oh. - Caí en la cuenta de algo. - Entonces a lo mejor son altavoces. ¿Pero entonces quién carajos está hablando? Es más, tomando esa perspectiva, el mensaje transmitido es aún más preocupante... ¿Diez minutos? Si nos lo tomamos en serio, no es mucho tiempo... - Si alguien me estaba mirando en ese momento, vería a un esqueleto hablar con una masa metálica como quien habla solo. Seguidamente me giré hacia el Dragón con mi sonrisa algo enturbiada por la preocupación, mientras le decía: - Dexter, ¿tú también oyes esa voz extraña que habla de destruir Síderos en diez minutos? - En caso de que me lo confirmara, continuaría: - ¿No crees que deberíamos hacer algo al respecto?
Si el Zafiro se despreocupaba, pues lo mismo solo eran paranoias mías y también debía ignorarla. Pero tenía una corazonada (chiste no intencionado), algo me decía que realmente estábamos a punto de presenciar algo glorioso a la vez que terrible.
- Resumen Dentro de la capilla (Dexter lee):
- Intentar adelantarme y apoderarme del libro sobre el que flota el orbe, ojear rápidamente una página aleatoria para ver de qué va su contenido más o menos, empezar a hacer caso a la voz en mi cabeza como algo serio y plantearle a Dexter mis preocupaciones.
Anon K. Noah
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Caminando estábamos cuando de repente... ¡PUM! Y se convirtió en Chocapic. Y una pared a nuestra izquierda reventó como si la hubieran volado desde fuera. De hecho, tendría sentido considerando el ruido que hubo poco antes, y que posiblemente hubiera sido una buena advertencia si le hubiera prestado un poco más de atención.
El hueco en la pared reveló algo parecido a un raíl, y escuché pasos a mi espalda que se acercaban corriendo, esta vez sí... Así que no puedo decir que "era demasiado tarde", no tengo forma de excusar mi torpeza en ese momento.
El que se acercaba corriendo era el sacerdote de antes. Y me cago en mi vida y mi fortuna, que siempre se las ingenian para joderme de las formas más inusuales. Pues tan mala suerte tuve al girarme que lo que asomaba de mi espadón a mi espalda se enganchó con los ropajes del sacerdote, haciéndome perder el equilibrio y tropezando con una baldosa mal puesta que había en el suelo.
- HIJOPUTAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaa... - Se perdió mi voz en el túnel de viento en cuando caí en su interior, saliendo disparado hacia dios sabe donde.
El hueco en la pared reveló algo parecido a un raíl, y escuché pasos a mi espalda que se acercaban corriendo, esta vez sí... Así que no puedo decir que "era demasiado tarde", no tengo forma de excusar mi torpeza en ese momento.
El que se acercaba corriendo era el sacerdote de antes. Y me cago en mi vida y mi fortuna, que siempre se las ingenian para joderme de las formas más inusuales. Pues tan mala suerte tuve al girarme que lo que asomaba de mi espadón a mi espalda se enganchó con los ropajes del sacerdote, haciéndome perder el equilibrio y tropezando con una baldosa mal puesta que había en el suelo.
- HIJOPUTAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaa... - Se perdió mi voz en el túnel de viento en cuando caí en su interior, saliendo disparado hacia dios sabe donde.
- Resumen el Mosquetero torpe:
- Me tropiezo por culpa del sacerdote y entro por accidente en el túnel de viento.
Amaiar Silverfang
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Cuando la pared explotó en pedazos, yo ya ni me inmutaba. Estaba preparado mentalmente para no dejarme sorprender por las extrañezas del sueño, seguro de que si mantenía la calma el sueño también se mantendría estable ocurriera lo que ocurriese.
Al ser revelado el raíl, el sacerdote de antes entró corriendo en él, e inmediatamente después lo siguió el gyojin soltando improperios y maldiciones. Detrás nuestro los fantasmas se habían acercado, y mencionaban incoherencias que para mí no tenían sentido alguno, pero que despaché como algo que tendría sentido para el sueño.
Por otra parte, el que yo pensaba que era mi subconsciente, Syxel, parecía dudar sobre si lanzarse al túnel de viento o no. Tenía sentido, en una situación real yo también dudaría en este caso, así que era demasiado obvio que la personificación de mi subconsciente también lo haría. Puede que necesitara un "empujoncito" de motivación, y no pensaba perderme la oportunidad de experimentar la sensación de volar, mucho menos si aquel sueño era la única ocasión que tendría para ello.
- Oh, parece divertido. - Comenté en voz alta de forma disimulada mientras me acercaba por la espalda al peligris. - Vamos, hombre, ¡que nos quedamos atrás! - Le dije jocosamente a Syxel mientras lo empujaba también a su interior, antes de saltar yo mismo con un grito de: - ¡GERONIMOOOOOOOOooooooo...!
Al ser revelado el raíl, el sacerdote de antes entró corriendo en él, e inmediatamente después lo siguió el gyojin soltando improperios y maldiciones. Detrás nuestro los fantasmas se habían acercado, y mencionaban incoherencias que para mí no tenían sentido alguno, pero que despaché como algo que tendría sentido para el sueño.
Por otra parte, el que yo pensaba que era mi subconsciente, Syxel, parecía dudar sobre si lanzarse al túnel de viento o no. Tenía sentido, en una situación real yo también dudaría en este caso, así que era demasiado obvio que la personificación de mi subconsciente también lo haría. Puede que necesitara un "empujoncito" de motivación, y no pensaba perderme la oportunidad de experimentar la sensación de volar, mucho menos si aquel sueño era la única ocasión que tendría para ello.
- Oh, parece divertido. - Comenté en voz alta de forma disimulada mientras me acercaba por la espalda al peligris. - Vamos, hombre, ¡que nos quedamos atrás! - Le dije jocosamente a Syxel mientras lo empujaba también a su interior, antes de saltar yo mismo con un grito de: - ¡GERONIMOOOOOOOOooooooo...!
- Resumen Mosquetero flipado:
- Empujar a Syxel al túnel y saltar yo detrás también.
Krieg
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Los muchachos contestan a mis preguntas con la correspondiente banalidad, no parecen muy animados que se diga. Es un comportamiento apropiado, al fin y al cabo acaban de ser “abandonados”. No hay tiempo en decir mi nombre. Caigo en la cuenta de que están procediendo a vestirse, algo que imito rebuscando mis pertenencias entre el bulto de ropa que nos obligaron a quitarnos.
Mi sombrero sigue teniendo el agujero del proyectil de aquel viejo, mis ropas están bastante ajadas y sucias. Debería hacer una renovación de vestuario. Anotar, prioridad baja.
Una vez vestido me preguntan, como contraparte social de la conversación. ¿Debería contestarles antes de seguir hablando?
¿Qué es ese ruido?
- Shh. – le ordeno al soldado que me ha preguntado, y por su rostro no parece tomárselo demasiado bien.
El sonido se hace más fuerte y ahora pueden oírlo, me arrojo al lado contrario a su procedencia antes de que los demás me repitan.
La pared se rompe con una explosión y un metálico vehículo aparece entre los escombros. Garabateado de naranja y verde en su parte trasera, no tarda en abrirse para exponer a sus tripulantes. Tres enormes soldados armados con cañones desproporcionados igualmente decorados con los motivos de los colores en contraste.
- Por favor, ¿podrían subir a la camioneta?
Resulta bastante irónico que lo pregunten con tanta parsimonia cuando su actitud es claramente hostil. Mis soldados saben que es mejor acatar las órdenes del que te tiene en la mira. Me encojo de hombros, no hay más que hacer dada la retórica inherente a su pregunta.
Avanzo a la “camioneta” cuando un peculiar brillo destella entre los escombros. ¿Un cuchillo? Doy tres pasos rápidos para cogerlo con cuidado y soplarlo mientras me adentro al interior del vehículo. Nunca es malo tener armas de sobra… bueno, es malo si te imposibilita al movimiento, a la ejecución de acciones bélicas, si tintinean y con ello descubren tu posición…
Una vez dentro de la “camioneta”, los soldados se agarran a unos cacharros metálicos que sobresalen de sus paredes. Son muy parecidos a las máquinas de levantamiento de pesas, pero sin estas, claramente. Les imito dada su seriedad y rapidez. Y menos mal, porque el tirón brusco que pega la aceleración del vehículo me podría fácilmente haber matado si impacto con algo.
Mis piernas tiemblan y mi corazón está acelerado durante los pocos segundos de sufrimiento. El parón me sacude como a un recién nacido.
Los chicos se bajan, y yo voy tras ellos tras recoger mi apelmazado sombrero, si es que aún puede llamarse así, pegado a la puerta. Ahora parece un bombín. Me lo coloco mientras recupero el sentido de inercia mientras observo a mi alrededor.
¿Qué hacemos en una plaza? ¿Es esta la ciudad del centro de la isla? Ella habla de nuevo, y yo escucho.
Sí, esta es la ciudad de la isla. Vamos de un puerto, teniendo la capacidad de salir de la isla, al centro con una buena promesa de muerte. ¿Quiénes son toda esa gente en la distancia? ¿Ese peinado verde es atípico? El suelo está cubierto de hojas… No… ¡¿Podría ser?! ¿Será un hombre-árbol o un árbol hombre? Ya tuve una problemática así con la gaviota, y perdí un buen sujeto de estudio. Ella ha mencionado que salió de una semilla… eso concreta las cosas. ¿Qué pasará si se le toca con kairoseki? ¿Moriría? ¿Esa tipa tiene alas? ¿Qué hace esa mujer desnuda? ¿De dónde se ha sacado una espada? Miro al cielo buscando una respuesta, ya está oscureciéndose. Mejor, trabajo mejor en la oscuridad.
Miles de pasos retumban en cada esquina de la ciudad.
Seguimos en guerra.
- Soldados, esta vez os pido el liderato que se me otorgó sin vuestro visto bueno. Es probable que encontréis un hueco en el nuevo Sílderos si luchamos bien este día. Es probable que Zilda se reúna con nosotros y podáis reencontraros con vuestras familias. Es probable que seamos héroes, los héroes que deberíamos haber sido ante los ojos de la gente que se niega a ver el valor de nuestras acciones; ante los ojos de la gente que hemos salvado de ser derribadas por el ejército de Zal. Los que estén conmigo me seguirán hasta las ruinas en búsqueda de un buen ángulo de disparo para intentar matar a aquel ángel, el que está luchando contra el ser verde- ¿persona fotosintética?- y la tipa con la espada en llamas. –concreto, al haber dos personas con alas.
Me giro hacia el trío que iba inicialmente en la camioneta.
- Vosotros nos habéis traído aquí por alguna razón. Quiero que comuniquen su propósito... Pueden referirse a mí como Agente Alfa.
¿Es realmente necesario todo esto? ¿Cómo se educa a la gente que no quiere escuchar? ¿Se amenaza, como con los niños, a quitarle cosas que quieren? Está cansada, cansada de todo esto. Tan cansada como lo estoy yo. Tantos años… ¿cómo ha podido sobrevivir tantos años? Ya he planteado la pregunta, pero no sé la respuesta.
La prioridad del preciado metal aumenta por momentos. Tenemos diez minutos.
- ¿Alguno tiene un den-den? ¿O alguna manera de contactar con esa gente? Hay que decirles que deben tocarla con kairoseki. Si se anula el poder de su fruta se volverá humana, y ningún humano vive tanto como ella lo ha hecho.- nadie debería vivir tanto.- Esto es válido, siempre y cuando, ella sea una usuaria; y si su forma humana sufre una degradación temporal normal mientras está en otra forma…- que interesante materia de estudio-.Es sólo una teoría, pero ¿hay alguien que tenga una mejor idea?
Si tan sólo uno de ellos fuera un marine… si uno de ellos tuviera un den-den adaptado para responder a un número de emergencia de una señal local.
Mi sombrero sigue teniendo el agujero del proyectil de aquel viejo, mis ropas están bastante ajadas y sucias. Debería hacer una renovación de vestuario. Anotar, prioridad baja.
Una vez vestido me preguntan, como contraparte social de la conversación. ¿Debería contestarles antes de seguir hablando?
¿Qué es ese ruido?
- Shh. – le ordeno al soldado que me ha preguntado, y por su rostro no parece tomárselo demasiado bien.
El sonido se hace más fuerte y ahora pueden oírlo, me arrojo al lado contrario a su procedencia antes de que los demás me repitan.
La pared se rompe con una explosión y un metálico vehículo aparece entre los escombros. Garabateado de naranja y verde en su parte trasera, no tarda en abrirse para exponer a sus tripulantes. Tres enormes soldados armados con cañones desproporcionados igualmente decorados con los motivos de los colores en contraste.
- Por favor, ¿podrían subir a la camioneta?
Resulta bastante irónico que lo pregunten con tanta parsimonia cuando su actitud es claramente hostil. Mis soldados saben que es mejor acatar las órdenes del que te tiene en la mira. Me encojo de hombros, no hay más que hacer dada la retórica inherente a su pregunta.
Avanzo a la “camioneta” cuando un peculiar brillo destella entre los escombros. ¿Un cuchillo? Doy tres pasos rápidos para cogerlo con cuidado y soplarlo mientras me adentro al interior del vehículo. Nunca es malo tener armas de sobra… bueno, es malo si te imposibilita al movimiento, a la ejecución de acciones bélicas, si tintinean y con ello descubren tu posición…
Una vez dentro de la “camioneta”, los soldados se agarran a unos cacharros metálicos que sobresalen de sus paredes. Son muy parecidos a las máquinas de levantamiento de pesas, pero sin estas, claramente. Les imito dada su seriedad y rapidez. Y menos mal, porque el tirón brusco que pega la aceleración del vehículo me podría fácilmente haber matado si impacto con algo.
Mis piernas tiemblan y mi corazón está acelerado durante los pocos segundos de sufrimiento. El parón me sacude como a un recién nacido.
Los chicos se bajan, y yo voy tras ellos tras recoger mi apelmazado sombrero, si es que aún puede llamarse así, pegado a la puerta. Ahora parece un bombín. Me lo coloco mientras recupero el sentido de inercia mientras observo a mi alrededor.
¿Qué hacemos en una plaza? ¿Es esta la ciudad del centro de la isla? Ella habla de nuevo, y yo escucho.
Sí, esta es la ciudad de la isla. Vamos de un puerto, teniendo la capacidad de salir de la isla, al centro con una buena promesa de muerte. ¿Quiénes son toda esa gente en la distancia? ¿Ese peinado verde es atípico? El suelo está cubierto de hojas… No… ¡¿Podría ser?! ¿Será un hombre-árbol o un árbol hombre? Ya tuve una problemática así con la gaviota, y perdí un buen sujeto de estudio. Ella ha mencionado que salió de una semilla… eso concreta las cosas. ¿Qué pasará si se le toca con kairoseki? ¿Moriría? ¿Esa tipa tiene alas? ¿Qué hace esa mujer desnuda? ¿De dónde se ha sacado una espada? Miro al cielo buscando una respuesta, ya está oscureciéndose. Mejor, trabajo mejor en la oscuridad.
Miles de pasos retumban en cada esquina de la ciudad.
Seguimos en guerra.
- Soldados, esta vez os pido el liderato que se me otorgó sin vuestro visto bueno. Es probable que encontréis un hueco en el nuevo Sílderos si luchamos bien este día. Es probable que Zilda se reúna con nosotros y podáis reencontraros con vuestras familias. Es probable que seamos héroes, los héroes que deberíamos haber sido ante los ojos de la gente que se niega a ver el valor de nuestras acciones; ante los ojos de la gente que hemos salvado de ser derribadas por el ejército de Zal. Los que estén conmigo me seguirán hasta las ruinas en búsqueda de un buen ángulo de disparo para intentar matar a aquel ángel, el que está luchando contra el ser verde- ¿persona fotosintética?- y la tipa con la espada en llamas. –concreto, al haber dos personas con alas.
Me giro hacia el trío que iba inicialmente en la camioneta.
- Vosotros nos habéis traído aquí por alguna razón. Quiero que comuniquen su propósito... Pueden referirse a mí como Agente Alfa.
¿Es realmente necesario todo esto? ¿Cómo se educa a la gente que no quiere escuchar? ¿Se amenaza, como con los niños, a quitarle cosas que quieren? Está cansada, cansada de todo esto. Tan cansada como lo estoy yo. Tantos años… ¿cómo ha podido sobrevivir tantos años? Ya he planteado la pregunta, pero no sé la respuesta.
La prioridad del preciado metal aumenta por momentos. Tenemos diez minutos.
- ¿Alguno tiene un den-den? ¿O alguna manera de contactar con esa gente? Hay que decirles que deben tocarla con kairoseki. Si se anula el poder de su fruta se volverá humana, y ningún humano vive tanto como ella lo ha hecho.- nadie debería vivir tanto.- Esto es válido, siempre y cuando, ella sea una usuaria; y si su forma humana sufre una degradación temporal normal mientras está en otra forma…- que interesante materia de estudio-.Es sólo una teoría, pero ¿hay alguien que tenga una mejor idea?
Si tan sólo uno de ellos fuera un marine… si uno de ellos tuviera un den-den adaptado para responder a un número de emergencia de una señal local.
- Agente Alfa Afueras de la plaza del castillo:
- Hablar con mis soldados. Darme cuenta un poco antes del ruido por profesión (Escuchar mejor por espía).Ir con la furgoneta tras coger mi arma de lotería. Marearme con el trayecto. Bajar con mi sombrero todo aplastado por la inercia (ahora parece un bombín). Ver lo que pasa e ir pensando cosas. Apuntar mentalmen que tengo que ver quien esese hombre-arbol/árbol hombre . Pedir la lealtad a mis soldados para volver a ser su líder. Preguntar al trio calavera (los de la furgo, aunque aún faltará el que la conduce) que cual es su propósito diciendo que pueden llamarme Agente alfa.
Simpatizar con el cansancio de ese ángel.
Teorizar teorizadamente (Dios Adam piensa una bar-baridad).Pedir una manera para contactar con los de la plaza (que alguien llame por mí si hay den-den que y no puedo tocarlos por el miedo que le produzco a los animales). Comunicar teoría de que hay que agredirla con kairo para que pierda su poder y se muera por todos los años de vieja pelleja que tiene.
Roland von Klauswitz
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Kodama jadeó aún en lo alto de su nube de hojas. De haber tenido glándulas sudoríparas habría sudado tras el esfuerzo de mover tal colosal cantidad de hojas al mismo tiempo, muchas de ellas imbuidas en Haki. Pero el cansancio sin duda valdría la pena; era imposible que su ataque no hubiese sido efectivo. Y con un poco de suerte, eso que no tenía nunca, habría podido poner punto final a la lucha. Oh, ¿alguien dijo suerte?
El hombre-árbol no pudo sino quedarse boquiabierto al ver como, en contra de toda la lógica que imperaba en su cabeza de madera, la mujer ángel continuaba de pie en el mismo lugar donde había recibido su ataque sin inmutarse. Y encima sus malditas heridas se estaban curando solas. "¿Cómo se supone que podré ganarle a éso?", pensó sin demasiadas esperanzas. No se le ocurría nada con lo que enfrentar a ese ser, fuese lo que fuese. Se preparó para contrarrestar un ataque, consciente de que si esa mujer usaba fuego como había hecho antes, iba a tener problemas. En lugar de eso, comenzó a hablar.
Escuchó las palabras de Linvana con gran atención. No tanto los detalles sobre su vida o sobre el fuego sagrado -detalles estos a los que intentó no conceder demasiada importancia-, sino sus palabras sobre cuáles eran sus planes. Mientras el cielo se teñía de color sangre y los últimos rescoldos de los moribundos ejércitos de Síderos se agrupaban para combatir una última vez, la Guardiana de Síderos proclamó su amenaza. "Diez minutos", fue lo que más le interesó. Diez minutos de tregua, lo cual era sin duda una ventaja. ¿Qué haría después?
Con toda la calma del mundo, el árbol descendió al suelo. Adoptó su forma humana, esta vez la de verdad, y recogió tranquilamente los Ojos del Viento dispersos por ahí. Cuando Balarad se le acercó dispuesta a luchar junto a él, no pudo evitar preguntarse cuántas veces tendría que lidiar con cada pretor. Era todo demasiado confuso, demasiado extraño. Así que hizo lo único que podía hacer en es situación: dormir. Sin mediar palabra con nadie, hundió las raíces en tierra y se transformó en un alto roble, bajo cuya corteza ocultaba sus ropas y armas, así como sus pensamientos.
"Veamos... Esa mujer nos matará a todos después de diez minutos a no ser que pase algo que ni siquiera he entendido.¿Cómo va a haber un rey? ¿Tiene que ser alguno de los pretores o puede ser cualquiera? No, después de todo esto no puede ganar ninguno de ellos. ¿Cómo me ocupo de ella entonces? ¿Y qué hago con Balarad? Oh, una mariposa. Mira cómo vuela, que grácil y... No, no, céntrate. Piensa racionalmente. No puede ser inmortal, así que debe de tener algún tipo de habilidad rara. O eso o es una diosa de verdad, y si resulta ser eso estamos apañados...".
Kodama divagó ajeno al resto del mundo, intentando dar sentido a lo que ocurría y decidir qué hacer. Solo podía sacar una conclusión: si esos diez minutos se agotaban, estaban todos muertos. Por ese motivo tomó su decisión, sin estar del todo seguro de si era la correcta.
Repentinamente y sin cambiar de forma, hizo que dos de sus gruesas ramas salieran disparadas desde su cuerpo en dirección a la Guardiana. Un ataque sorpresa, era lo que le quedaba por probar. En realidad, cada una estaba formada por tres más pequeñas, las cuales estaban enrolladas alrededor de algo muy especial. Justo a un centímetro de su objetivo, ambos grupos de ramas se abrirían y dejarían al descubierto sus dos espadas, cuyo kairoseki era la última esperanza que tenía de decantar el combate a su favor.
- Afueras del palacio:
- Convertirse en roble para pensar un rato - Ataque sorpresa: desde su cuerpo libera dos grupos de ramas; éstos se abrirán tan solo a uno o dos centímetros de la Guardiana, de forma que el verdadero ataque sea con sus espadas de kairoseki, cada una oculta en un grupo de ramas.
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Al tiempo que pulsaba el botón, la voz de aquella mujer volvió a resonar en mi cabeza, y me dejó inmóvil durante unos segundos, al tiempo que la escuchaba con atención.
Quizá era una loca, o quizá estaba en lo cierto, pero lo importante era que se trataba de una mujer lo suficientemente poderosa como para hacerse oír en cabezas ajenas sin esfuerzo alguno. Lo cual era extraño, e interesante.
Me entraron unas ganas súbitas de diseccionar su cerebro en búsqueda de la manera de hacer aquella videoconferencia telepática una realidad, pero sacudí la cabeza negativamente para espantas mis deseos científicos.
No era momento de pensar en esas cosas.
Una hoja cayó sobre mi rostro entonces, tapándome la vista, y la cogí con ambas manos para ver de qué se trataba. El mensaje plasmado en el papel rezaba "NO PULSAR. AUTODESTRUCCIÓN INMEDIATA." pero, sin embargo, nada se había autodestruido durante el tiempo que había pasado escuchando a la señora. O quizá todo había explotado y estaba muerta y no me había dado cuenta.
No. Eso no tenía sentido.
Miré hacia arriba, el lugar desde donde había caído el papel, y pude ver otro botón, menos accesible y semioculto entre la maraña de cables.
Si aquel era el botón de autodestrucción... ¿qué hacía el que había pulsado yo?
Noté entonces una extraña vibración en el suelo, y activé el haki de observación casi involuntariamente para discernir que las vibraciones se dirigían al exterior del edificio, y parecían proceder de... ¿unos raíles?
Parpadeé y miré a Klaus.
-¿Notas eso? -le pregunté. El robot se acercó volando hasta quedar frente a mí y asintió con su peluda cabecita- ¿Qué crees que es?
- No lo sé. ¿Salimos a comprobarlo? -sugirió, con una sonrisa pícara, que no tardé en corresponder. Empezaba a caerme bien aquel bichejo.
- Buena idea -convine.
Seguidamente, ambos echamos a correr hacia la puerta y la abrimos de par en par para mirar al exterior. Aunque es más acertado decir que Klaus echó a volar hacia la puerta. ¿Ese animalillo sabía caminar acaso? ¿No se cansaba de volar? No lo había visto usar sus patas todavía.
Quizá era una loca, o quizá estaba en lo cierto, pero lo importante era que se trataba de una mujer lo suficientemente poderosa como para hacerse oír en cabezas ajenas sin esfuerzo alguno. Lo cual era extraño, e interesante.
Me entraron unas ganas súbitas de diseccionar su cerebro en búsqueda de la manera de hacer aquella videoconferencia telepática una realidad, pero sacudí la cabeza negativamente para espantas mis deseos científicos.
No era momento de pensar en esas cosas.
Una hoja cayó sobre mi rostro entonces, tapándome la vista, y la cogí con ambas manos para ver de qué se trataba. El mensaje plasmado en el papel rezaba "NO PULSAR. AUTODESTRUCCIÓN INMEDIATA." pero, sin embargo, nada se había autodestruido durante el tiempo que había pasado escuchando a la señora. O quizá todo había explotado y estaba muerta y no me había dado cuenta.
No. Eso no tenía sentido.
Miré hacia arriba, el lugar desde donde había caído el papel, y pude ver otro botón, menos accesible y semioculto entre la maraña de cables.
Si aquel era el botón de autodestrucción... ¿qué hacía el que había pulsado yo?
Noté entonces una extraña vibración en el suelo, y activé el haki de observación casi involuntariamente para discernir que las vibraciones se dirigían al exterior del edificio, y parecían proceder de... ¿unos raíles?
Parpadeé y miré a Klaus.
-¿Notas eso? -le pregunté. El robot se acercó volando hasta quedar frente a mí y asintió con su peluda cabecita- ¿Qué crees que es?
- No lo sé. ¿Salimos a comprobarlo? -sugirió, con una sonrisa pícara, que no tardé en corresponder. Empezaba a caerme bien aquel bichejo.
- Buena idea -convine.
Seguidamente, ambos echamos a correr hacia la puerta y la abrimos de par en par para mirar al exterior. Aunque es más acertado decir que Klaus echó a volar hacia la puerta. ¿Ese animalillo sabía caminar acaso? ¿No se cansaba de volar? No lo había visto usar sus patas todavía.
- Resumen Meln:
Escuchar a la señora telépata, leer el papel, extrañarme de que nada haya explotado, darme cuenta de que no era ese botón, notar las vibraciones y dirigirme a la puerta a ver qué pasa.
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-Esto... que... ¿por qué puñetas... -Arribor era incapaz de expresarse. Tras abrir la bolsa y ver el brillo del oro, el pirata estuvo a punto de ponerse a celebrarlo allí mismo. Pero cuando miró de cerca las extrañas piezas que componían el que sin duda era el peor tesoro de la historia, se arrepintió de haberlo tocado siquiera-. Toma, Zach, para ti-. Una pequeña venganza por haberle tirado esa cosa a la cabeza.
Con un movimiento mecánico y apresurado le tendió la bolsa al tejón, extendiendo el brazo todo lo posible para apartar esa cosa de su cara. “Nota mental: nunca abrir una bolsa en una iglesia”.
Esa asquerosidad le había puesto de un humor de perros. Tanto que incluso se decidió a salir fuera de la iglesia sin cuestionarse siquiera de quién serían esos órganos dorados ni cómo habían llegado allí. Ni tan siquiera se preocupó porque Maki pudiera estar por allí esperándole para convertirle en blanco de sus demencias.
Pero en cuanto se asomó por la puerta, un torrente de... ¿hojas? Pasó justo por delante de sus narices con la velocidad de un huracán. “¿Cuándo ha pasado esto?”. Por suerte no tardó en parar y pudo salir del edificio. Pero fuera todo era diferente. El cielo se estaba volviendo tan siniestro como las pesadillas de Derian Markov, y desde luego era evidente que estaban pasando muchas cosas por ahí. ¿Y qué hacía él en una iglesia morroñosa recogiendo pedazos humanos bañados en oro? Lo único bueno era que no había ni rastro del estúpido pez. Entonces se acordó del esqueleto. ¿Y si los órganos eran suyos? Ya se había olvidado de ese bicho raro hasta que había pensado en Maki. En fin, al cuerno el esqueleto. Si lo veía le diría que habían encontrado una bolsa con trozos suyos y a ver qué le decía; con suerte se la llevaría bien lejos.
Y además, la voz volvía a hablar. ¿Era otra vez esa loca de las alas? ¿De qué diablos estaba hablando? Claramente le gustaba mucho el drama. No dejaba de hablar de fuego y otras cosas raras y encima tuvo la osadía de amenazar a todo el mundo a la vez.
-¿Esa voz acaba de amenazarnos? -preguntó Arribor en voz alta para que le oyesen sus compañeros-. Así que es ella la que mandaba a esos pajarracos tan molestos. Sería problemático si llegasen más-. Luego se giró hacia sus nakamas con una sonrisa emocionada en el rostro-. ¿Vamos a echar un vistazo a esa loca?
Pensaba ponerse en marcha sin dejarles contestar siquiera, como solía hacer siempre, pero Franklin eligió ese momento para aparecer. Salió de su chaqueta, donde tanto tiempo llevaba durmiendo, y comenzó a gruñirle y darle tortazos con las aletas. Arribor le agarró de la cabeza y tiró hacia atrás para apartárselo de encima y que no le sacase un ojo con sus colmillos.
-Relájate de una vez. Voy a ir a ver qué hace esa tía, me da igual si no te gusta -le dijo a la morsa. Pero el animal no se lo tomó bien y, asustado como estaba por la perspectiva de acercarse a ese ángel pirado, tiró de la pierna del pirata hacia el interior de la iglesia para retenerlo allí-. ¡Suéltame, maldita sea! Si no quieres ir, quédate con el esqueleto parlante o date una vuelta por esta ciudad tan rara.
Pero Franklin se negaba a soltarlo y se agarró a su espalda con las aletas y la cola, arañándole la cara con los colmillos. Ese bicho era muy molesto, pero Arribor no iba a dejar que se saliese con la suya. Así que empezó a correr como un loco en dirección a la voz de la mujer, totalmente en línea recta, atravesando los edificios a su paso como si fuesen puertas de papel y con su bizarra mascota a colgando.
- Sarka, por poner algo:
- Asquearse por los órganos de oro - Salir fuera - Si ve al esqueleto, preguntarle si esos órganos son suyos o algo y esperar su respuesta - Desvaríos con la morsa - Echar a correr hacia la plaza del palacio sin molestarse en esquivar los edificios que se vaya cruzando
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- Voy a ser sincero... Cuando me dijeron que tenía que ayudar en una guerra... no me esperaba que acabaría en un sitio como este -dijo el dragón mirando a su alrededor, tal vez intentando romper la tensión que había en el ambiente debido a que era un desconocido acoplado a la banda del Yonkou.
Fue cuando llegaron a la capilla que una pequeña luz cegó a Zuko unos minutos. ¿Luz natural? No. Brillante oro. Un enorme tesoro escondido bajo tierra. Se acercó un poco a uno de los rubíes que había tirados por el suelo y estiró el brazo para cogerlo, pero se detuvo en el último segundo. Todo aquello le recordaba demasiado a una historia que su tío le contó durante sus viajes, cuando estaban en Arabasta.¿Cómo se llamaba...? Ah, sí. Aladino de Arabasta. En la historia, Apú, la mascota de Aladino, tocaba uno de los tesoros que había en unas ruinas y, de golpe, todo empezaba a derrumbarse. No quería arriesgarse, por lo que apartó la mano del rubí enseguida. Pero entonces vio algo que le recordó mucho más a Aladino de Arabasta. ¡¡Lámparas de aceite!!
Según su tío, Aladino encontraba una lámpara sucia, llena de polvo. Entonces, al flotarla, de su interior emergió un poderoso genio que cumpliría todos sus deseos. Sin dudarlo lo más mínimo, cogió todas las lámparas de aceite que había por el suelo y, cargándolas en brazos, se acercó a Dexter.
- ¿Qué esperas encontrar en un sitio así? -dijo mientras frotaba una de las lámparas, casi con demasiado esfuerzo-. Aún no sé por qué hemos bajado.
Tiró la lámpara al suelo al ver que no reaccionaba y empezó a frotar otra. ¿Quién sabe? Quizá había suerte.
Fue cuando llegaron a la capilla que una pequeña luz cegó a Zuko unos minutos. ¿Luz natural? No. Brillante oro. Un enorme tesoro escondido bajo tierra. Se acercó un poco a uno de los rubíes que había tirados por el suelo y estiró el brazo para cogerlo, pero se detuvo en el último segundo. Todo aquello le recordaba demasiado a una historia que su tío le contó durante sus viajes, cuando estaban en Arabasta.¿Cómo se llamaba...? Ah, sí. Aladino de Arabasta. En la historia, Apú, la mascota de Aladino, tocaba uno de los tesoros que había en unas ruinas y, de golpe, todo empezaba a derrumbarse. No quería arriesgarse, por lo que apartó la mano del rubí enseguida. Pero entonces vio algo que le recordó mucho más a Aladino de Arabasta. ¡¡Lámparas de aceite!!
Según su tío, Aladino encontraba una lámpara sucia, llena de polvo. Entonces, al flotarla, de su interior emergió un poderoso genio que cumpliría todos sus deseos. Sin dudarlo lo más mínimo, cogió todas las lámparas de aceite que había por el suelo y, cargándolas en brazos, se acercó a Dexter.
- ¿Qué esperas encontrar en un sitio así? -dijo mientras frotaba una de las lámparas, casi con demasiado esfuerzo-. Aún no sé por qué hemos bajado.
Tiró la lámpara al suelo al ver que no reaccionaba y empezó a frotar otra. ¿Quién sabe? Quizá había suerte.
- Capilla con Dexter y cía:
- Preguntarle a Dexter que espera encontrar y frotar la lámpara por si acaso(?)
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- ¡Dexter! ¿Quién es este parguela? -preguntó a su capitán refiriéndose al tipo que se había presentado como Zuko.
El mapache iba subido al hombro de Hinori, avanzando por el lugar. ¿Quién sabía los oscuros secretos que desentreñaría este lugar? Tal vez monstruos. Tal vez una bifurcación de caminos. Tal vez comida. Tal vez...
- ¡ORO!
El mapache saltó del hombro de Hinori y se acercó a todo lo que vio, corriendo por la sala, sin llegar a tocar el tesoro que allí había, mientras se reía con un sonoro "jojojo" que, muy problablemente, llamaría la atención de los presentes. El mapache, cuyos ojos habían obtenido la forma del :berris2: errie, se relamió despacio y acercó las manos poco a poco al tesoro, moviendo los dedos de forma avariciosa. En el caso de que alguien de la banda quisiese detenerlo, simplemente frunciría el ceño y volvería al centro sin tocar nada. En el caso de que nadie le dijera nada... Bueno, cogería todo lo que pudiese y, en el caso de encontrar bolsillos en el mono que llevaba, llenarlos lo máximo posible.
El mapache iba subido al hombro de Hinori, avanzando por el lugar. ¿Quién sabía los oscuros secretos que desentreñaría este lugar? Tal vez monstruos. Tal vez una bifurcación de caminos. Tal vez comida. Tal vez...
- ¡ORO!
El mapache saltó del hombro de Hinori y se acercó a todo lo que vio, corriendo por la sala, sin llegar a tocar el tesoro que allí había, mientras se reía con un sonoro "jojojo" que, muy problablemente, llamaría la atención de los presentes. El mapache, cuyos ojos habían obtenido la forma del :berris2: errie, se relamió despacio y acercó las manos poco a poco al tesoro, moviendo los dedos de forma avariciosa. En el caso de que alguien de la banda quisiese detenerlo, simplemente frunciría el ceño y volvería al centro sin tocar nada. En el caso de que nadie le dijera nada... Bueno, cogería todo lo que pudiese y, en el caso de encontrar bolsillos en el mono que llevaba, llenarlos lo máximo posible.
- Capilla con Dexter y cía:
- Llegar a la capilla y... ilusionarme con el oro(?)
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– Terminó… – susurró mientras se levantaba. La explosión lo había mandado lejos y destrozado su camisa. Sus dos brazos estaban estirados y sus espadas descansaban en sus manos. Había sentido el impacto de metal contra metal y él salió victorioso. Se levantó y agarró sus espadas y las guardó en sus fundas. – Parece que me preocupé por nada.
Había notado que él no se pudo mover, pero no le dio importancia. Era una batalla y no iba a preocuparse por esas cosas. Desactivó sus técnicas. Había escuchado todo el discurso y miró a la ciudad preocupado. ¿Estarían todos bien? Sabía que con Dexter no habría problemas. ¿Hinori? Era lo suficientemente fuerte como para defenderse sola. ¿Deathstroke? Lo mismo que la chica. Quizá solo se estaba preocupando de más y solo era él el único idiota rezagado. En la ciudad se estaba librando la batalla final y todo indicaba que en diez minutos ocurriría el verdadero fin.
– Supongo que si la derrotamos en ese tiempo límite nada pasara – se quitó los restos de su camisa que quedaban y quedó con el torso desnudo. – Debo darme prisa.
No le interesaba ese viejo apestoso, había huido tal rata cobarde en la primera de cambio y ni siquiera se preocupó por él. ¿Acaso hizo bien en llevárselo? Claramente, no. Empezó a correr, rumbo a la ciudad y donde, seguramente, se reencontraría con todos. ¿Qué les diría? “Oye, encontré a mi novia, pero la dejé tirada por estar con ustedes. ¡Larga vida a la piratería!” Estaba casi seguro que muchos le reprocharían, pero no le importaba… Mucho. No podía hacer nada. ”No debo pensar en ello. Ya tomé la decisión” – movió la cabeza de lado, tratando de no darle más vueltas de lo necesario al asunto. Su mantra, como siempre, estaba activado. ¿Cuánto se demoraría en llegar? Esperaba que, al menos, pudiera ver el gran final con sus propios ojos.
Había notado que él no se pudo mover, pero no le dio importancia. Era una batalla y no iba a preocuparse por esas cosas. Desactivó sus técnicas. Había escuchado todo el discurso y miró a la ciudad preocupado. ¿Estarían todos bien? Sabía que con Dexter no habría problemas. ¿Hinori? Era lo suficientemente fuerte como para defenderse sola. ¿Deathstroke? Lo mismo que la chica. Quizá solo se estaba preocupando de más y solo era él el único idiota rezagado. En la ciudad se estaba librando la batalla final y todo indicaba que en diez minutos ocurriría el verdadero fin.
– Supongo que si la derrotamos en ese tiempo límite nada pasara – se quitó los restos de su camisa que quedaban y quedó con el torso desnudo. – Debo darme prisa.
No le interesaba ese viejo apestoso, había huido tal rata cobarde en la primera de cambio y ni siquiera se preocupó por él. ¿Acaso hizo bien en llevárselo? Claramente, no. Empezó a correr, rumbo a la ciudad y donde, seguramente, se reencontraría con todos. ¿Qué les diría? “Oye, encontré a mi novia, pero la dejé tirada por estar con ustedes. ¡Larga vida a la piratería!” Estaba casi seguro que muchos le reprocharían, pero no le importaba… Mucho. No podía hacer nada. ”No debo pensar en ello. Ya tomé la decisión” – movió la cabeza de lado, tratando de no darle más vueltas de lo necesario al asunto. Su mantra, como siempre, estaba activado. ¿Cuánto se demoraría en llegar? Esperaba que, al menos, pudiera ver el gran final con sus propios ojos.
- Zilda:
- Dirigirse a la ciudad.
Ai Nanasaki
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Se acomodó un poco más en Selin y se quedó callada. No escuchaba nada, ni siquiera le prestaba atención a la voz de aquel ángel. La muerte de aquel sujeto la había marcado y aún tenía la sensación en sus manos. La sensación de cómo es que con sus espadas lo decapitaba. Se trataba de mentir diciéndose que eso era lo correcto, pero no le encontraba la lógica. ¿Cómo iba a ser lo correcto matar a alguien? Negó con la cabeza un par de veces, tratando de no pensar en ello.
– Cuando más necesito a alguien, no tengo a nadie… – dijo al aire, aguantándose las lágrimas. ¿Por qué era tan injusto todo? Sabía que era su culpa, de no haberse ido con Al nada estaría pasando. Quizá nunca habría matado a esa persona… – No puedo regresar al pasado. Quizá ni siquiera pueda regresar en un futuro – acarició a Selin y sonrió con tristeza. – Vamos, Selin. Nos espera un largo viaje.
Ese caballo alado era un buen… ¿Amigo? Lo consideraba una mascota suya, pero de alguna forma, la escuchaba. No la desobedecía, ni siquiera cuando eso iba en contra de las órdenes de Balt. ¿Por qué? Claramente, entendía el lenguaje humano, pero si era un animal entrenado para la guerra, no debería escucharla de esa forma. Lo volvió a acariciar y se quedó mirando el cielo, ahora rojo. Todo iba a acabar en diez minutos. ¿Debería quedarse a ver el final? No. Ya no aguantaba este sitio y si se quedaba, solo le daría más ganas de vomitar.
– Quizá incluso hice algo que molestara a Ban – susurró. – Solo lastimo a todos. Contigo será diferente, Selin. Te protegeré siempre, ¿vale? No dejaré que nada te pase.
Golpeó dos veces el cuello de Selin, de forma suave y este se detuvo. Sus oídos habían escuchado… ¿Música? ”No puede ser…” – su haki confirmó sus sospechas. Era Krauser. Solo él era tan idiota como para poner música en un lugar como este. ¿Debería ir con él? No, claro que no. No quería lastimarlo más de la cuenta. Se quedó en el mismo lugar… Mirando en la misma dirección de donde sentía su poderosa presencia, al menos, estaba vivo.
– Vamos, Selin – dijo, cortando el suave silencio. – Adiós, Krauser. Nunca debí volver a tu lado, lo siento… – un par de lágrimas recorrieron su mejilla mientras Selin volvía a emprender su viaje. – Gracias por todo, hermanito.
– Cuando más necesito a alguien, no tengo a nadie… – dijo al aire, aguantándose las lágrimas. ¿Por qué era tan injusto todo? Sabía que era su culpa, de no haberse ido con Al nada estaría pasando. Quizá nunca habría matado a esa persona… – No puedo regresar al pasado. Quizá ni siquiera pueda regresar en un futuro – acarició a Selin y sonrió con tristeza. – Vamos, Selin. Nos espera un largo viaje.
Ese caballo alado era un buen… ¿Amigo? Lo consideraba una mascota suya, pero de alguna forma, la escuchaba. No la desobedecía, ni siquiera cuando eso iba en contra de las órdenes de Balt. ¿Por qué? Claramente, entendía el lenguaje humano, pero si era un animal entrenado para la guerra, no debería escucharla de esa forma. Lo volvió a acariciar y se quedó mirando el cielo, ahora rojo. Todo iba a acabar en diez minutos. ¿Debería quedarse a ver el final? No. Ya no aguantaba este sitio y si se quedaba, solo le daría más ganas de vomitar.
– Quizá incluso hice algo que molestara a Ban – susurró. – Solo lastimo a todos. Contigo será diferente, Selin. Te protegeré siempre, ¿vale? No dejaré que nada te pase.
Golpeó dos veces el cuello de Selin, de forma suave y este se detuvo. Sus oídos habían escuchado… ¿Música? ”No puede ser…” – su haki confirmó sus sospechas. Era Krauser. Solo él era tan idiota como para poner música en un lugar como este. ¿Debería ir con él? No, claro que no. No quería lastimarlo más de la cuenta. Se quedó en el mismo lugar… Mirando en la misma dirección de donde sentía su poderosa presencia, al menos, estaba vivo.
– Vamos, Selin – dijo, cortando el suave silencio. – Adiós, Krauser. Nunca debí volver a tu lado, lo siento… – un par de lágrimas recorrieron su mejilla mientras Selin volvía a emprender su viaje. – Gracias por todo, hermanito.
- Balt:
- Despedirse de Krauser y largarse.
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Así pues Biz y yo seguimos a nuestro vice capitán Gusi en dirección a buscar supervivientes por la zona, nos había escogido a mí y a Biz porque ambos teníamos conocimientos médicos al parecer. *-Me pregunto en que rama de la medicina se especializa mi compañero… de todas formas, resulta muy útil que los dos seamos médicos, así podremos prestar auxilio a los posibles heridos que encontremos por la zona.
Pasados unos cuantos minutos, no pudimos encontrar rastro de ninguna persona malherida por la zona, lo cual me proporcionaba entre una sensación de alegría y cierta preocupación, ya que el lugar estaba bastante silencioso para ser el escenario de una guerra. Aunque podrían encontrarse escondidos en alguna parte esperando a que la sangre deje de vertirse por todas partes y poder salir al exterior con la seguridad de que la guerra hubiese acabado.
Gusi encontró unos pantalones como los que suele llevar siempre. Pensando en eso, volví a pensar sobre que había perdido su aparato sexual en la guerra y no pude evitar sentirme triste por él, bien es sabido que los hombres suelen mostrar un nivel bastante elevado en cuanto a su aparato reproductor masculino. Me puse un poco roja al imaginarme el miembro viril de mi vice capitán y me puse roja como un tomate ante tal pensamiento. - ¿En qué demonios estoy pensando? ¿Acaso esta guerra me arrebatando el raciocinio? – dije mientras me llevaba las manos a la cabeza y alborotando mi cabello.
Proseguimos nuestras andanzas hasta alcanzar lo que sería la catedral de la ciudad… No pude evitar quedarme con la boca abierta ante el espectáculo que estábamos presenciando, un gran número de armaduras yacían en el suelo, inmóviles, y había signos de violencia por todas partes. El resto de nuestros compañeros consiguieron llegar hasta donde nos encontrábamos. Nos acercamos a lo que parecía ser un gran agujero que había en mitad de la plaza y Gusi empezó a dar besos a todos. Cuando llegó mi turno no pude evitar ponerme un poco nerviosa y empecé a hacer una serie de flexiones para disimular el rojo color que había adoptado mi cara. Después de hacer eso, Gusi se lanzó al vació a la vez que gritaba “ tonto el último”. Como vi que algunos se estaban lanzando, me levanté y me lancé a aquel extraño agujero, rezando para que la caída no fuese muy dolorosa ni mortal.
Pasados unos cuantos minutos, no pudimos encontrar rastro de ninguna persona malherida por la zona, lo cual me proporcionaba entre una sensación de alegría y cierta preocupación, ya que el lugar estaba bastante silencioso para ser el escenario de una guerra. Aunque podrían encontrarse escondidos en alguna parte esperando a que la sangre deje de vertirse por todas partes y poder salir al exterior con la seguridad de que la guerra hubiese acabado.
Gusi encontró unos pantalones como los que suele llevar siempre. Pensando en eso, volví a pensar sobre que había perdido su aparato sexual en la guerra y no pude evitar sentirme triste por él, bien es sabido que los hombres suelen mostrar un nivel bastante elevado en cuanto a su aparato reproductor masculino. Me puse un poco roja al imaginarme el miembro viril de mi vice capitán y me puse roja como un tomate ante tal pensamiento. - ¿En qué demonios estoy pensando? ¿Acaso esta guerra me arrebatando el raciocinio? – dije mientras me llevaba las manos a la cabeza y alborotando mi cabello.
Proseguimos nuestras andanzas hasta alcanzar lo que sería la catedral de la ciudad… No pude evitar quedarme con la boca abierta ante el espectáculo que estábamos presenciando, un gran número de armaduras yacían en el suelo, inmóviles, y había signos de violencia por todas partes. El resto de nuestros compañeros consiguieron llegar hasta donde nos encontrábamos. Nos acercamos a lo que parecía ser un gran agujero que había en mitad de la plaza y Gusi empezó a dar besos a todos. Cuando llegó mi turno no pude evitar ponerme un poco nerviosa y empecé a hacer una serie de flexiones para disimular el rojo color que había adoptado mi cara. Después de hacer eso, Gusi se lanzó al vació a la vez que gritaba “ tonto el último”. Como vi que algunos se estaban lanzando, me levanté y me lancé a aquel extraño agujero, rezando para que la caída no fuese muy dolorosa ni mortal.
- Balt - Crimson Wolves:
- Fallar en la búsqueda de supervivientes, sentir vergüenza por pensar en como era el pene de Gusi, quedarme sorprendida por los restos de la gran batalla de la zona, ponerme nerviosa por el repentino beso de Gusi y lanzarme al agujero siguiendo a mis nakamas
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