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– ¿Irás a dar una vuelta, Kaori? – Le preguntó la anciana dueña de la hostal donde se alojaba.
– Sí. Volveré pronto, anciana – le respondió mientras se arreglaba las dos coletas. – Hay luna llena y la fuente de noche debe ser preciosa, ¿no? – se terminó de acomodar la ropa y sonrió con tranquilidad. – Me voy.
– Cuídate. – Escuchó antes de salir por la puerta.
Había llegado hace unos días atrás. Era la isla más cercana a Ennies Lobby y, por si fuera poco, la isla más grande del Grand Line. También era conocida por el famoso Umi Ressha, en el que tuvo la oportunidad de viajar y, claro, también por sus carpinteros. Tenía unos pocos días libres antes de ir a una misión, pero no le importaba mucho. Estaba confiada en que todo iba a funcionar bien. Además, aún tenía que reunirse una vez más con Hikaru y decirle que habían aceptado que ella fuera parte de su tripulación. Era uno de los pocos caprichos que le cumplían, pero estaba realmente feliz de poder lograr algo como eso. Aquella chica rubia le había demostrado que existían las buenas personas, solo había que buscarlas. Recordó su encuentro con Madara y de lo bien que lo había pasado. Suspiró de felicidad y empezó a caminar por las calles de la isla.
– Llegaría más rápido volando, pero quiero disfrutar del paseo – se dijo mientras pensaba sus opciones. Por suerte, el hostal no estaba tan lejos de una hermosa vista de la fuente que vio apenas llegó a la isla. – Me recuerda a esa noche en que conocí a Hikaru.
Eran pocas las personas que paseaban a esa hora y las que lo hacían, estaban en parejas. Era un momento agradable y no negaba que quizá, en un futuro, ella estaría haciendo lo mismo con alguien. La luna llena estaba en lo alto y el cielo estaba estrellado como nunca había visto. Si seguía ese camino no iba a tardar en llegar a lo que era, para ella, la mejor vista de la isla que había encontrado.
– Sí. Volveré pronto, anciana – le respondió mientras se arreglaba las dos coletas. – Hay luna llena y la fuente de noche debe ser preciosa, ¿no? – se terminó de acomodar la ropa y sonrió con tranquilidad. – Me voy.
– Cuídate. – Escuchó antes de salir por la puerta.
Había llegado hace unos días atrás. Era la isla más cercana a Ennies Lobby y, por si fuera poco, la isla más grande del Grand Line. También era conocida por el famoso Umi Ressha, en el que tuvo la oportunidad de viajar y, claro, también por sus carpinteros. Tenía unos pocos días libres antes de ir a una misión, pero no le importaba mucho. Estaba confiada en que todo iba a funcionar bien. Además, aún tenía que reunirse una vez más con Hikaru y decirle que habían aceptado que ella fuera parte de su tripulación. Era uno de los pocos caprichos que le cumplían, pero estaba realmente feliz de poder lograr algo como eso. Aquella chica rubia le había demostrado que existían las buenas personas, solo había que buscarlas. Recordó su encuentro con Madara y de lo bien que lo había pasado. Suspiró de felicidad y empezó a caminar por las calles de la isla.
– Llegaría más rápido volando, pero quiero disfrutar del paseo – se dijo mientras pensaba sus opciones. Por suerte, el hostal no estaba tan lejos de una hermosa vista de la fuente que vio apenas llegó a la isla. – Me recuerda a esa noche en que conocí a Hikaru.
Eran pocas las personas que paseaban a esa hora y las que lo hacían, estaban en parejas. Era un momento agradable y no negaba que quizá, en un futuro, ella estaría haciendo lo mismo con alguien. La luna llena estaba en lo alto y el cielo estaba estrellado como nunca había visto. Si seguía ese camino no iba a tardar en llegar a lo que era, para ella, la mejor vista de la isla que había encontrado.
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El chico se hallaba sobre la enorme fuente de Water Seven. Estaba sentado en el borde del vacío con los ojos cerrados, sin la camiseta y disfrutando de un entrenamiento para combatir el frío. Su musculatura era sorprendente y en su espalda parecía haber una mochila negra. Tan solo vestía con unos pantalones negros y unas sandalias. En su oreja había un pendiente en forma de bolita verde. No pasaron más de diez minutos hasta que el joven abrió los ojos. Estaba empapado debido a las gotas que chocaban en su cuerpo. Sin pensárselo se lanzó por la pendiente, usando las manos para agarrarse a algunos salientes y finalmente bajar hacia abajo. Aterrizó colocando el puño derecho en el suelo y la rodilla también. Se relamió despacio y después de unos momentos soltó una leve carcajada. Entonces miró a la luna unos segundos y sintió una increíble paz interior.
- Creo que ahora soy un uno por ciento más resistente al frío. Es el momento de buscar algo divertido que poder hacer antes de irme.
Dijo abriendo la mochila y sacando un kimono negro, aunque estaba bastante arrugado. Lástima que no conociese a ninguna mujer que lo planchase. Entonces vio a una joven que parecía estar paseando. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y no tardó mucho en empezar a trotar tras ella. Hacía poco había conocido a la peliblanca que trabajaba para el gobierno, pero por suerte todo había ido bien. Se colocó frente a la chica y entonces soltó un suspiro al mismo tiempo que le pedía que parase mostrándole una señal con la mano. Era una forma un poco ridícula, pero a lo mejor servía y todo. Se relamió despacio mostrando un par de dientes afilados y después de unos segundos le habló en un tono calmado.
- Disculpe, señorita ¿Usted sabe planchar? Mi kimono ha quedado fatal al meterlo en mi mochila y yo no tengo ni idea. Me haría un enorme favor, sinceramente.
Lo mejor es que era en serio. Zero no es que fuese machista, pero su madre siempre le preparaba la ropa y desde que había desaparecido, no tenía a nadie, por lo que decidió usarla a ella por ser mujer también. No tenía ni idea de que los hombres podían también. De todas formas ya estaba dicho y solo faltaba ver lo que ocurría. Mostró una expresión siniestra y después de unos momentos se mantuvo callado esperando respuesta, sintiendo un poco de frío en su torso desnudo.
- Creo que ahora soy un uno por ciento más resistente al frío. Es el momento de buscar algo divertido que poder hacer antes de irme.
Dijo abriendo la mochila y sacando un kimono negro, aunque estaba bastante arrugado. Lástima que no conociese a ninguna mujer que lo planchase. Entonces vio a una joven que parecía estar paseando. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y no tardó mucho en empezar a trotar tras ella. Hacía poco había conocido a la peliblanca que trabajaba para el gobierno, pero por suerte todo había ido bien. Se colocó frente a la chica y entonces soltó un suspiro al mismo tiempo que le pedía que parase mostrándole una señal con la mano. Era una forma un poco ridícula, pero a lo mejor servía y todo. Se relamió despacio mostrando un par de dientes afilados y después de unos segundos le habló en un tono calmado.
- Disculpe, señorita ¿Usted sabe planchar? Mi kimono ha quedado fatal al meterlo en mi mochila y yo no tengo ni idea. Me haría un enorme favor, sinceramente.
Lo mejor es que era en serio. Zero no es que fuese machista, pero su madre siempre le preparaba la ropa y desde que había desaparecido, no tenía a nadie, por lo que decidió usarla a ella por ser mujer también. No tenía ni idea de que los hombres podían también. De todas formas ya estaba dicho y solo faltaba ver lo que ocurría. Mostró una expresión siniestra y después de unos momentos se mantuvo callado esperando respuesta, sintiendo un poco de frío en su torso desnudo.
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Kaori estaba sumida en sus pensamientos. Sus pasos eran ligeros y sentía que caminaba sobre nubes. Sus dos manos estaban en la espalda, en mitad del camino había decidido quitarse las coletas y ahora su pelo estaba largo y se mecía con el viento. Hacía un poco de frío, pero nada que no pudiera soportar. Water Seven era una isla con un clima primaveral y era como su isla… En cierto modo. Las diferencias eran claras, la suya no tenía una fuente así de grande ni tampoco era tan bonita como lo era esta isla. Tampoco veía un castillo o un sistema político tan antiguo como tener un rey y esas cosas aburridas. No pudo evitar sonreír y soltar una ligera sonrisa ante lo que pensaba.
Escuchó como alguien corría tras de ella, pero lo ignoró. Quizá era alguien haciendo un poco de ejercicio nocturno. Para su sorpresa… No era así, se había equivocado. Aquel tipo se había colocado delante de ella y le hizo una seña para que se detuviese. No pudo evitar sorprenderse al verlo más detenidamente. Era Zero, los informes del Cipher Pol indicaban que era hijo de Drake Lars Lee, un poderoso criminal y con una recompensa bastante elevada por su cabeza. ¿Qué carajos hacía él ahí? De no ser porque ambas manos estaban detrás suya, él hubiera notado que una de ellas estaba temblando. Escuchó las palabras del cazador de recompensas y no pudo evitar soltar una risa. No por lo que dijo, sino porque ella tampoco sabía planchar. De hecho, era una princesa y apenas lograba cocinarse algo sin tener que explotar nada.
– Lo siento – le dijo mientras se controlaba. – Creo que te equivocaste de persona. Yo tampoco sé planchar, lo siento. – Se disculpó tomando un poco de aire. Lo miró a sus ojos unos momentos, ¿sería buena idea entablar conversación con él? El Cipher Pol ni dios se fiaba de él y lo tenían constantemente vigilado. No había dado evidencias de que fuera un mal tipo, pero era hijo de Drake y eso no lo podía evitar.
– Etto… Eres Zero, ¿no? – le preguntó, aunque no le dio tiempo para responder. – Zero Lars Lee. Hijo de Drake Lars Lee, ¿correcto? – su tono era bastante tranquilo y sereno. – Oh, perdón. Soy Kaori Nanami, miembro del Cipher Pol. No quise incomodarte, es solo que no es común ver a alguien como tú todos los días. – Finalizó agachando su cabeza y mostrando, de esa forma, que no tenía intención alguna de luchar contra él.
Escuchó como alguien corría tras de ella, pero lo ignoró. Quizá era alguien haciendo un poco de ejercicio nocturno. Para su sorpresa… No era así, se había equivocado. Aquel tipo se había colocado delante de ella y le hizo una seña para que se detuviese. No pudo evitar sorprenderse al verlo más detenidamente. Era Zero, los informes del Cipher Pol indicaban que era hijo de Drake Lars Lee, un poderoso criminal y con una recompensa bastante elevada por su cabeza. ¿Qué carajos hacía él ahí? De no ser porque ambas manos estaban detrás suya, él hubiera notado que una de ellas estaba temblando. Escuchó las palabras del cazador de recompensas y no pudo evitar soltar una risa. No por lo que dijo, sino porque ella tampoco sabía planchar. De hecho, era una princesa y apenas lograba cocinarse algo sin tener que explotar nada.
– Lo siento – le dijo mientras se controlaba. – Creo que te equivocaste de persona. Yo tampoco sé planchar, lo siento. – Se disculpó tomando un poco de aire. Lo miró a sus ojos unos momentos, ¿sería buena idea entablar conversación con él? El Cipher Pol ni dios se fiaba de él y lo tenían constantemente vigilado. No había dado evidencias de que fuera un mal tipo, pero era hijo de Drake y eso no lo podía evitar.
– Etto… Eres Zero, ¿no? – le preguntó, aunque no le dio tiempo para responder. – Zero Lars Lee. Hijo de Drake Lars Lee, ¿correcto? – su tono era bastante tranquilo y sereno. – Oh, perdón. Soy Kaori Nanami, miembro del Cipher Pol. No quise incomodarte, es solo que no es común ver a alguien como tú todos los días. – Finalizó agachando su cabeza y mostrando, de esa forma, que no tenía intención alguna de luchar contra él.
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El moreno soltó un suspiro al ver la mala suerte que tenía, pues aquella chica tampoco sabía planchar y eso significaba que su precioso kimono se iba a quedar arrugado. Sin pensárselo se lo volvió a colocar despacio debido al frío y ocultando su cuerpo. Entonces se quedó mirándola fijamente. Era raro que no supiese, pero tampoco iba a juzgar a nadie por no saber usar un objeto. Se rascó la cabeza despacio notando una pequeña brisa de aire. Olvidó haberle preguntado a la agente de cabellos blancos y eso le hizo maldecir su memoria. Tampoco es que tuviese que preguntarle a todo el mundo, pero era una de sus formas de solucionar los problemas domésticos como planchar. Se colocó la mano derecha en la frente y después negó con la cabeza.
No tardó en alzar una ceja cuando ella se presentó como una agente del gobierno. De nuevo estaban vigilándolo, aquellos cabrones se aburrían por lo que veía. Soltó un pequeño suspiro y negó ante sus palabras. No se llamaba así, pues si tuviera los dos apellidos de su padre serían hermanos en lugar de padre e hijo. Tanto servicio de inteligencia del gobierno y no sabían algo básico. Se relamió despacio y acto seguido se cruzó de brazos. Iba a tener que medir de nuevo sus palabras si no quería tener problemas con la autoridad. Irse de nuevo al cuartel no estaba en sus planes y por ello le contestó con un tono calmado que no mostraba ira ni nada parecido.
- Si me llamase así, sería hermano de Drake y no su hijo ¿No crees? Mi nombre es Zero Lars, simplemente eso.
No pensaba desvelar nunca su otro apellido, pues eso podría poner en peligro a su madre. Nadie sabía que la cazadora Minathy, actualmente desaparecida, era la mujer de La Bestia. El luchador cruzó los puños unos momentos y entonces se dio cuenta de que ya iban dos agentes femeninas en un día. Algo no iba bien, pero tampoco le importaba. El chico entonces caminó un poco hacia ella y se quedó mirándola a los ojos con calma.
- Estoy aquí por trabajo ¿Tú lo mismo? Supongo que debes de estar vigilándome.
Justo entonces olió a otra persona, la cual le miraba desde lo alto de un tejado con una capucha. Frunció entonces el ceño. Efectivamente, los putos agentes del gobierno le seguían a todas partes buscando poder joderle de alguna forma.
No tardó en alzar una ceja cuando ella se presentó como una agente del gobierno. De nuevo estaban vigilándolo, aquellos cabrones se aburrían por lo que veía. Soltó un pequeño suspiro y negó ante sus palabras. No se llamaba así, pues si tuviera los dos apellidos de su padre serían hermanos en lugar de padre e hijo. Tanto servicio de inteligencia del gobierno y no sabían algo básico. Se relamió despacio y acto seguido se cruzó de brazos. Iba a tener que medir de nuevo sus palabras si no quería tener problemas con la autoridad. Irse de nuevo al cuartel no estaba en sus planes y por ello le contestó con un tono calmado que no mostraba ira ni nada parecido.
- Si me llamase así, sería hermano de Drake y no su hijo ¿No crees? Mi nombre es Zero Lars, simplemente eso.
No pensaba desvelar nunca su otro apellido, pues eso podría poner en peligro a su madre. Nadie sabía que la cazadora Minathy, actualmente desaparecida, era la mujer de La Bestia. El luchador cruzó los puños unos momentos y entonces se dio cuenta de que ya iban dos agentes femeninas en un día. Algo no iba bien, pero tampoco le importaba. El chico entonces caminó un poco hacia ella y se quedó mirándola a los ojos con calma.
- Estoy aquí por trabajo ¿Tú lo mismo? Supongo que debes de estar vigilándome.
Justo entonces olió a otra persona, la cual le miraba desde lo alto de un tejado con una capucha. Frunció entonces el ceño. Efectivamente, los putos agentes del gobierno le seguían a todas partes buscando poder joderle de alguna forma.
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Suspiró con cierto asombro. Se había equivocado en un apellido, cosas de no tener buena memoria con las cosas que no le interesaban mucho. No es que las relaciones de otras personas o sus hijos le fueran de interés. Escuchó sus palabras y se sorprendió. Era normal que lo vigilaran, el Gobierno Mundial no dudaría en matarlo si veían que Zero era una amenaza real. ”Quizá no me crea que no lo estoy vigilando” – se dijo con una sonrisa. Era cierto, no lo vigilaba, pero era bastante probable que él no le creyera. Lo vio acercarse y ella retrocedió un paso. Negó con la cabeza con calma.
– No. De hecho, estoy tomándome un día libre – le dijo. – No tengo órdenes de vigilarte. – Aclaró.
Vio en la misma dirección que Zero y logró ver al tipo en la fuente. ¿Desde hace cuánto lo estarían vigilando? Entendía la razón, pero seguía siendo un poco… Injusto. No era vida tener a alguien a tus espaldas todo el día y todos los días que durara tu vida. ¿No se cansarían? Estaba claro que el Gobierno Mundial no lo haría. Quizá, en un futuro, lo terminarían matando igual y, de esa forma, acabar con el linaje de Drake. Ella era de los que pensaba que un hijo no debía pagar por los pecados del padre, era injusto condenarlo solo por tener la sangre de un criminal famoso.
– ¿Te puedo ayudar con tu trabajo o ya terminaste? – le preguntó con una suave sonrisa. Era mejor que ir a caminar y ver algo que, la verdad, ni siquiera la atraía lo suficiente. – No tengo mucho que hacer. Claro, si tú quieres. Entenderé que no quieras aceptar mi ayuda – tomó una ligera pausa y lo miró a los ojos. – Soy de las que piensa que un hijo no tiene porque cargar con los pecados de un padre. – Le dijo manteniendo su sonrisa. Quizá no le creía, pero lo entendería. Después de todo, le acababa de decir que era un Cipher Pol. ¿Qué le diría? ¿Cómo se comportaría? Tenía curiosidad en conocerlo.
– No. De hecho, estoy tomándome un día libre – le dijo. – No tengo órdenes de vigilarte. – Aclaró.
Vio en la misma dirección que Zero y logró ver al tipo en la fuente. ¿Desde hace cuánto lo estarían vigilando? Entendía la razón, pero seguía siendo un poco… Injusto. No era vida tener a alguien a tus espaldas todo el día y todos los días que durara tu vida. ¿No se cansarían? Estaba claro que el Gobierno Mundial no lo haría. Quizá, en un futuro, lo terminarían matando igual y, de esa forma, acabar con el linaje de Drake. Ella era de los que pensaba que un hijo no debía pagar por los pecados del padre, era injusto condenarlo solo por tener la sangre de un criminal famoso.
– ¿Te puedo ayudar con tu trabajo o ya terminaste? – le preguntó con una suave sonrisa. Era mejor que ir a caminar y ver algo que, la verdad, ni siquiera la atraía lo suficiente. – No tengo mucho que hacer. Claro, si tú quieres. Entenderé que no quieras aceptar mi ayuda – tomó una ligera pausa y lo miró a los ojos. – Soy de las que piensa que un hijo no tiene porque cargar con los pecados de un padre. – Le dijo manteniendo su sonrisa. Quizá no le creía, pero lo entendería. Después de todo, le acababa de decir que era un Cipher Pol. ¿Qué le diría? ¿Cómo se comportaría? Tenía curiosidad en conocerlo.
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- Estoy orgulloso de él. Pienso igual que él y algún día demostraré que está en lo cierto, pero no te preocupes. Yo no voy a cometer delitos, pues mi madre me enseñó bien a saber lo que era tener cabeza. Mi opinión es que el gobierno está podrido, pero no haré nada que os moleste.
Dijo frunciendo el ceño, pues pese a las peleas que tenía con su padre, él era su primer fan. Zero era increíblemente parecido a Drake, sobre todo en su cuerpo y forma de sonreír. Sin embargo, sus cabellos eran los de su madre, en el color, no en la forma. Entonces se quedó mirando a la morena con una expresión siniestra. Le gustaba que no tuviesen pruebas contra él y de esa forma pudiese decir lo que le diese la gana. Ya lo había mostrado hablando con Alice, pasaba de las autoridades totalmente. Él no cometía crímenes y por eso mismo iba de sobrado con la ley.
- He terminado el trabajo hace poco y ahora voy hacia Banaro. Pero me quedaré una media hora más. Podríamos hablar si lo deseas, si no me estás vigilando, creo que podrías mantener una charla ¿verdad? Eso significa que lo que digamos podría quedar entre nosotros.
Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de Zero. Se notaba que era muy inteligente y le gustaba poner a la gente en situaciones complicadas. Había dicho delante de una agente que estaba de acuerdo con los ideales del lobo blanco y aun así no tenían nada en su contra. El cazador entonces se cruzó de brazos, mirando a los ojos de la chica fijamente
- Sé de sobra que algún día deberé enfrentaros a muerte. No tomes esto como una amenaza, pues seréis vosotros los que me declaréis la guerra por mi mera existencia. – Dijo entonces sin disimulo alguno.
Zero mantuvo sus sentidos alerta en el tipo que parecía estar observándole. Su olor ya estaba captado y ahora solo el viento podría ayudar al extraño a librarse del joven. Una lástima que el potente haki de observación del guepardo también estuviese en marcha. Era curioso que un luchador como él tuviese un mejor dominio del mantra que de la armadura, pero el destino era así a veces. El gobierno entero sabía todo sobre Zero, su fruta, el mismo estilo de lucha que Drake y encima el logotipo del lobo blanco en su kimono. Le tenían muchísimas ganas, pero sencillamente, no podían por método legal.
- ¿Por dónde desea pasear? – Dijo entonces ofreciéndole el brazo de forma cortes, pero manteniendo su sonrisa siniestra. Era el momento de comprobar ciertas cosas.
Dijo frunciendo el ceño, pues pese a las peleas que tenía con su padre, él era su primer fan. Zero era increíblemente parecido a Drake, sobre todo en su cuerpo y forma de sonreír. Sin embargo, sus cabellos eran los de su madre, en el color, no en la forma. Entonces se quedó mirando a la morena con una expresión siniestra. Le gustaba que no tuviesen pruebas contra él y de esa forma pudiese decir lo que le diese la gana. Ya lo había mostrado hablando con Alice, pasaba de las autoridades totalmente. Él no cometía crímenes y por eso mismo iba de sobrado con la ley.
- He terminado el trabajo hace poco y ahora voy hacia Banaro. Pero me quedaré una media hora más. Podríamos hablar si lo deseas, si no me estás vigilando, creo que podrías mantener una charla ¿verdad? Eso significa que lo que digamos podría quedar entre nosotros.
Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de Zero. Se notaba que era muy inteligente y le gustaba poner a la gente en situaciones complicadas. Había dicho delante de una agente que estaba de acuerdo con los ideales del lobo blanco y aun así no tenían nada en su contra. El cazador entonces se cruzó de brazos, mirando a los ojos de la chica fijamente
- Sé de sobra que algún día deberé enfrentaros a muerte. No tomes esto como una amenaza, pues seréis vosotros los que me declaréis la guerra por mi mera existencia. – Dijo entonces sin disimulo alguno.
Zero mantuvo sus sentidos alerta en el tipo que parecía estar observándole. Su olor ya estaba captado y ahora solo el viento podría ayudar al extraño a librarse del joven. Una lástima que el potente haki de observación del guepardo también estuviese en marcha. Era curioso que un luchador como él tuviese un mejor dominio del mantra que de la armadura, pero el destino era así a veces. El gobierno entero sabía todo sobre Zero, su fruta, el mismo estilo de lucha que Drake y encima el logotipo del lobo blanco en su kimono. Le tenían muchísimas ganas, pero sencillamente, no podían por método legal.
- ¿Por dónde desea pasear? – Dijo entonces ofreciéndole el brazo de forma cortes, pero manteniendo su sonrisa siniestra. Era el momento de comprobar ciertas cosas.
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Entrecerró sus ojos un momento y luego suspiró. Sus palabras eran interesantes y desvelaba un poco de él. Básicamente, odiaba al Gobierno. No aparentaba tener alguna razón especial, solo lo hacía. Era listo, después de todo, se había fiado en sus palabras y ahora todo lo que él dijera quedaría entre ellos. Tampoco es que ella fuera de las que fuera diciendo los secretos de otras personas o que fuera a hacer algo. Zero era, a fin de cuentas, un cazador de recompensas. Si se mantenía dentro de los márgenes de la ley, no había ningún problema y el Gobierno no podía hacer nada más que observar lo que él hacía. Sonrió con calma y se quedó callada mientras lo escuchaba hablar.
– Claro – le dijo manteniendo su sonrisa. – Todos saben que el Gobierno está podrido. Incluso los mismos agentes del Cipher Pol lo saben – aceptó la invitación de Zero y puso su mano en su brazo. – Hay un sitio donde la fuente se ve de forma hermosa. – Le dijo mientras empezaba a caminar.
Kaori soltó un suspiro y pensó en sus palabras unos momentos. Al menos él podía sentirse orgulloso de su padre, ella, por otro lado, lo odiaba. ¿Debía volver a su isla y hacerle pagar sus pecados? Muchas veces lo pensó, pero no era su verdadero objetivo. Su venganza era dirigida al Tenryubitto de esa noche. Negó con la cabeza, no era momento de pensar en eso todavía. Sabía que esos tipos eran intocables, pero debía aprender lo suficiente y planear un movimiento tan perfecto que nunca dudaran de ella. De esa forma, evitaría a los Almirantes y también que su vida cambiara drásticamente.
– ¿Qué ganaría el Gobierno declarándote una guerra? – le preguntó con calma. – Han tenido la oportunidad de acabar contigo desde mucho tiempo. ¿Por qué darte la posibilidad de hacerte más fuerte y que te conviertas en un verdadero peligro que ellos no puedan controlar? – su tono era bastante calmado y eran las únicas dudas que le asaltaban su cabeza. – No tiene sentido arriesgarse de esa manera. – Finalizó. Si era cierto que podían conversar de forma tranquila, entonces no habría problemas… Esperaba.
– Claro – le dijo manteniendo su sonrisa. – Todos saben que el Gobierno está podrido. Incluso los mismos agentes del Cipher Pol lo saben – aceptó la invitación de Zero y puso su mano en su brazo. – Hay un sitio donde la fuente se ve de forma hermosa. – Le dijo mientras empezaba a caminar.
Kaori soltó un suspiro y pensó en sus palabras unos momentos. Al menos él podía sentirse orgulloso de su padre, ella, por otro lado, lo odiaba. ¿Debía volver a su isla y hacerle pagar sus pecados? Muchas veces lo pensó, pero no era su verdadero objetivo. Su venganza era dirigida al Tenryubitto de esa noche. Negó con la cabeza, no era momento de pensar en eso todavía. Sabía que esos tipos eran intocables, pero debía aprender lo suficiente y planear un movimiento tan perfecto que nunca dudaran de ella. De esa forma, evitaría a los Almirantes y también que su vida cambiara drásticamente.
– ¿Qué ganaría el Gobierno declarándote una guerra? – le preguntó con calma. – Han tenido la oportunidad de acabar contigo desde mucho tiempo. ¿Por qué darte la posibilidad de hacerte más fuerte y que te conviertas en un verdadero peligro que ellos no puedan controlar? – su tono era bastante calmado y eran las únicas dudas que le asaltaban su cabeza. – No tiene sentido arriesgarse de esa manera. – Finalizó. Si era cierto que podían conversar de forma tranquila, entonces no habría problemas… Esperaba.
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- La respuesta es muy sencilla. Conocen mi existencia desde hace un par de meses y ya saben de lo que soy capaz. Por otra parte, tal vez esperan eso mismo, que me haga mucho más fuerte para mostrar que soy una verdadera amenaza al mundo.
Dijo caminando con la chica hacia la zona que ella indicó. El primer paso fue el contacto y ella no le hizo ascos, eso le daba a entender dos opciones. O estaba metida muy bien en su papel, o simplemente decía la verdad con sinceridad. No podía fiarse por el momento y por ello decidió continuar hablando de forma que no estuviese desvelando sus intenciones. Se atrevía a caminar por islas como aquella sin miedo alguno, era lo que tenía ser un cazador solitario tras haber matado a su líder por accidente. El luchador continuó a su lado con la vista fija al frente y con aquella sonrisa siniestra que no cambiaba en ningún momento.
Dos sombras cruzaron de repente a una velocidad que Zero no pudo ver, pero sí oler. El chico ladeó la mirada un poco hacia un callejón y a continuación fingió no haberse dado cuenta de nada. De modo que ahora había dos tipos tras él. Aquel olor a tela de alta calidad y a gomina… Esos cabrones no iban a parar. El chico entonces cerró los ojos despacio relajándose al máximo, pues podía controlar sus nervios a la perfección. Por suerte, había desarrollado la sangre fría de su madre y no era tan impulsivo como Drake, tan solo en los combates.
- No tengo arroz para ofrecerte, pero sí dinero para invitarte a cenar si lo deseas. Una cosa es que odie a la organización y otra odiar algunas piezas que no tienen culpa ¿Qué te parece mi propuesta?
Dijo en un tono calmado tratando de buscar un lugar bien grande e iluminado como un restaurante nocturno. En ese caso esos imbéciles deberían desvelar sus rostros ante él y estarían perdidos en cuanto los cogiese en la soledad de la noche o en cualquier isla no poblada. Se relamió despacio y después esperó respuesta.
Dijo caminando con la chica hacia la zona que ella indicó. El primer paso fue el contacto y ella no le hizo ascos, eso le daba a entender dos opciones. O estaba metida muy bien en su papel, o simplemente decía la verdad con sinceridad. No podía fiarse por el momento y por ello decidió continuar hablando de forma que no estuviese desvelando sus intenciones. Se atrevía a caminar por islas como aquella sin miedo alguno, era lo que tenía ser un cazador solitario tras haber matado a su líder por accidente. El luchador continuó a su lado con la vista fija al frente y con aquella sonrisa siniestra que no cambiaba en ningún momento.
Dos sombras cruzaron de repente a una velocidad que Zero no pudo ver, pero sí oler. El chico ladeó la mirada un poco hacia un callejón y a continuación fingió no haberse dado cuenta de nada. De modo que ahora había dos tipos tras él. Aquel olor a tela de alta calidad y a gomina… Esos cabrones no iban a parar. El chico entonces cerró los ojos despacio relajándose al máximo, pues podía controlar sus nervios a la perfección. Por suerte, había desarrollado la sangre fría de su madre y no era tan impulsivo como Drake, tan solo en los combates.
- No tengo arroz para ofrecerte, pero sí dinero para invitarte a cenar si lo deseas. Una cosa es que odie a la organización y otra odiar algunas piezas que no tienen culpa ¿Qué te parece mi propuesta?
Dijo en un tono calmado tratando de buscar un lugar bien grande e iluminado como un restaurante nocturno. En ese caso esos imbéciles deberían desvelar sus rostros ante él y estarían perdidos en cuanto los cogiese en la soledad de la noche o en cualquier isla no poblada. Se relamió despacio y después esperó respuesta.
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Su respuesta solo abría las puertas a más preguntas, pero decidió que lo mejor era callar y no tocar más ese tema. Después de todo, si hacía más era posible que él empezara a dudar de sus palabras y todo lo que había conseguido se fuera a la… Basura. No era ninguna fachada, ni siquiera estaba intentado sonsacar información, pero tampoco quería que él se sintiera incomodo ante su presencia. Suspiró con calma y trató de no pensar en aquello, no le interesaba lo suficiente como para causarle un problema. Guardó silencio durante un rato y fue entonces cuando dos olores nuevos llegaron. No le era difícil distinguirlos y mucho menos ese olor a gomina y a trajes recién sacados de una lavadora. ”¿Acaso nunca se cansan?” – pensó.
– Claro, gracias por la invitación, Zero. – Le respondió con una sonrisa calmada y un tono alegre.
Siguieron caminando un buen rato, hasta llegar a una zona donde podrían comer. Era mucho mejor panorama que ver la fuente desde aquel lugar que ella había descubierto hace un par de días. Había varios restaurants cercanos y a cada cual era más lujoso, pero el olor que salía de ellos era exquisito. Era comida de buena calidad. Aquel olor le recordaba a la comida que comía en su palacio, pero era infinitamente mejor la que estaba en esta isla. Observó un restaurant, era de un tamaño promedio y no se veía tan lujoso como los otros. Apuntó con su dedo índice aquel lugar.
– ¿Qué te parece ese? – le preguntó con calma. Él era el que iba a pagar, así que él debería ser el que eligiera ese tipo de cosas. – Supongo que es un buen lugar. No hay mucha gente. – Dijo con tranquilidad mientras cerraba sus ojos y sonreía.
Si su respuesta era afirmativa, solo caminaría con él y se sentaría donde él eligiera. Sino, solo seguiría caminando con él, aferrada a su brazo, hasta encontrar el mejor lugar para comer. Aunque… ¿Habría uno bueno? Él estaba en constante vigilancia y eso podía arruinar cualquier comida o intento de relajación. Su vida era bastante dura y aunque la de ella no se quedaba atrás, no debía afrontar ese tipo de cosas.
– Claro, gracias por la invitación, Zero. – Le respondió con una sonrisa calmada y un tono alegre.
Siguieron caminando un buen rato, hasta llegar a una zona donde podrían comer. Era mucho mejor panorama que ver la fuente desde aquel lugar que ella había descubierto hace un par de días. Había varios restaurants cercanos y a cada cual era más lujoso, pero el olor que salía de ellos era exquisito. Era comida de buena calidad. Aquel olor le recordaba a la comida que comía en su palacio, pero era infinitamente mejor la que estaba en esta isla. Observó un restaurant, era de un tamaño promedio y no se veía tan lujoso como los otros. Apuntó con su dedo índice aquel lugar.
– ¿Qué te parece ese? – le preguntó con calma. Él era el que iba a pagar, así que él debería ser el que eligiera ese tipo de cosas. – Supongo que es un buen lugar. No hay mucha gente. – Dijo con tranquilidad mientras cerraba sus ojos y sonreía.
Si su respuesta era afirmativa, solo caminaría con él y se sentaría donde él eligiera. Sino, solo seguiría caminando con él, aferrada a su brazo, hasta encontrar el mejor lugar para comer. Aunque… ¿Habría uno bueno? Él estaba en constante vigilancia y eso podía arruinar cualquier comida o intento de relajación. Su vida era bastante dura y aunque la de ella no se quedaba atrás, no debía afrontar ese tipo de cosas.
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El luchador no tardó nada en escuchar las palabras de la chica y observar el restaurante que decía. Una pequeña sonrisa siniestra se formó en su rostro y entonces fue cuando asintió con la cabeza. Aquellos tipos no tendrían el valor de mostrarse allí dentro y sus olores ya estaban captados por el felino. Entró en aquel sitio con la chica del brazo y lo primero que hizo fue mirar al camarero del local mientras le indicaba que deseaba una mesa para dos personas. El hombre ofreció la zona íntima junto a la ventana o una en mitad de todo y esa fue la opción del moreno. Allí estaría bastante cómodo y podría ver todo a su alrededor con toda seguridad. Entonces empezó a caminar despacio.
- Este parece un buen sitio.
Indicó sentándose y mostrando una expresión calmada. La gente le miraba por estar en un sitio así vestido con un kimono de combate, pero ese era el encanto de Zero. Podía pasear en pijama por el mundo sin problema si hacía falta. Mostró una mirada siniestra hacia la carta de comida y la tomó despacio. No pudo evitar notar el olor de antes. Al ladear la cabeza observó a un hombre sentarse en la mesa de al lado. Sus ojos violetas, su cabello blanco y aquel traje negro… Pobre infeliz. Su rostro quedó marcado en la memoria de Zero y este tan solo mostró una sonrisa enfermiza. Fin del juego. Lo siguiente que hizo fue iluminar sus ojos en un tono verde y acto seguido levantó la mano llamando a la persona que les atendía.
- Yo quiero el arroz más delicioso que posean y con carne. De beber puede ponerme una botella de agua de dos litros. – Mencionó calmado.
Por un momento había olvidado que tenía delante de sus ojos a aquella chica del gobierno y de nuevo cambió su mirada a ella. Estaba claro que cuando estaba en sus cosas no le importaba nada ni nadie. Esperó a que ella eligiese y permaneció en silencio con aquella inquietante mirada. El hijo del lobo podía ser vigilado a todas horas, pero su mente era impenetrable. Podían saber sus movimientos, pero no sus pensamientos. Una pequeña carcajada salió de su boca al mismo tiempo que miraba de reojo al puto espía de su lado.
- Bonito pelo, Kaori. – Dijo para romper el hielo.
- Este parece un buen sitio.
Indicó sentándose y mostrando una expresión calmada. La gente le miraba por estar en un sitio así vestido con un kimono de combate, pero ese era el encanto de Zero. Podía pasear en pijama por el mundo sin problema si hacía falta. Mostró una mirada siniestra hacia la carta de comida y la tomó despacio. No pudo evitar notar el olor de antes. Al ladear la cabeza observó a un hombre sentarse en la mesa de al lado. Sus ojos violetas, su cabello blanco y aquel traje negro… Pobre infeliz. Su rostro quedó marcado en la memoria de Zero y este tan solo mostró una sonrisa enfermiza. Fin del juego. Lo siguiente que hizo fue iluminar sus ojos en un tono verde y acto seguido levantó la mano llamando a la persona que les atendía.
- Yo quiero el arroz más delicioso que posean y con carne. De beber puede ponerme una botella de agua de dos litros. – Mencionó calmado.
Por un momento había olvidado que tenía delante de sus ojos a aquella chica del gobierno y de nuevo cambió su mirada a ella. Estaba claro que cuando estaba en sus cosas no le importaba nada ni nadie. Esperó a que ella eligiese y permaneció en silencio con aquella inquietante mirada. El hijo del lobo podía ser vigilado a todas horas, pero su mente era impenetrable. Podían saber sus movimientos, pero no sus pensamientos. Una pequeña carcajada salió de su boca al mismo tiempo que miraba de reojo al puto espía de su lado.
- Bonito pelo, Kaori. – Dijo para romper el hielo.
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Entró con Zero al lugar y no tardó en darse cuenta que, como había visto desde fuera, no estaba tan lleno. El camarero, con una sonrisa habitual en su trabajo, les ofreció dos mesas; una en la zona íntima en una esquina y la otra, justo en el centro. No tuvo que esforzarse mucho para saber que su acompañante elegiría la segunda. La primera no le dejaría ver todo con mucha facilidad y sobre todo con el flujo de gente que estaba llegando. Suspiró con calma y se enfrente del cazador, mirándolo a los ojos con calma. ”Esta muy alerta de todos los movimientos. No se le escapa nadie.” – por un momento, pensó en lo difícil que sería vivir de esa manera. ¿Por qué un hijo debería cargar con los pecados de un padre? No era culpa suya que un criminal tan fuerte como Drake fuera su padre. Uno no elige a la familia, lamentablemente. Dejó de pensar en ello al escuchar la orden de su compañero.
– Yo quiero… – miró la carta. – Un pedazo de carne con verduras y una botella de agua – dijo con dulzura y tranquilidad. – Es todo. – Finalizó con una sonrisa.
Observó al camarero anotar la orden y luego se fue, no sin antes retirar la carta. Kaori miró a Zero y notó como es que se quedaba mirando a un lado en especial. No tuvo que ser demasiado lista, el muy idiota de aquel espía, había entrado en el restaurant y estaba sentado a pocos metros de ellos. ¿Acaso no conocen las habilidades de Zero? Habría que ser idiotas para entrar a un lugar cerrado con un usuario zoan como él, después de todo, bien sabido es que la mayoría de aquellas frutas aumentan todos tus sentidos. ”Menudo imbécil está hecho” – de momento, solo detectaba a uno. Nuevamente, las palabras del cazador la sacaron de sus pensamientos. No pudo evitar reír de forma nerviosa y ponerse un poco roja.
– G-gracias – le respondió mirando a un lado. Suspiró y con ello se recompuso. – Por cierto, Zero, si quieres puedes preguntarme lo que quieras. Yo hice lo mismo y no veo justo que solo yo pregunte cosas – le dijo con una sonrisa. – Responderé con sinceridad, aunque supongo que creerme o no dependerá de ti. – Finalizó con calma.
– Yo quiero… – miró la carta. – Un pedazo de carne con verduras y una botella de agua – dijo con dulzura y tranquilidad. – Es todo. – Finalizó con una sonrisa.
Observó al camarero anotar la orden y luego se fue, no sin antes retirar la carta. Kaori miró a Zero y notó como es que se quedaba mirando a un lado en especial. No tuvo que ser demasiado lista, el muy idiota de aquel espía, había entrado en el restaurant y estaba sentado a pocos metros de ellos. ¿Acaso no conocen las habilidades de Zero? Habría que ser idiotas para entrar a un lugar cerrado con un usuario zoan como él, después de todo, bien sabido es que la mayoría de aquellas frutas aumentan todos tus sentidos. ”Menudo imbécil está hecho” – de momento, solo detectaba a uno. Nuevamente, las palabras del cazador la sacaron de sus pensamientos. No pudo evitar reír de forma nerviosa y ponerse un poco roja.
– G-gracias – le respondió mirando a un lado. Suspiró y con ello se recompuso. – Por cierto, Zero, si quieres puedes preguntarme lo que quieras. Yo hice lo mismo y no veo justo que solo yo pregunte cosas – le dijo con una sonrisa. – Responderé con sinceridad, aunque supongo que creerme o no dependerá de ti. – Finalizó con calma.
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De modo que carne y verdura, una combinación realmente normal que solían hacer la mayoría de las personas, pero él prefería claramente el arroz. Sonrió de forma siniestra y volvió a clavar sus oscuros ojos en los de la joven. Ladeó la cabeza ante sus palabras y después se quedó algo pensativo. Era como si su mente estuviese en blanco, pues en verdad estaba centrado en aquel sucio inútil de su lado. Deseaba lanzarse sobre él y golpearle una y otra vez. Su alma de cazador gritaba combates una y otra vez, lo estaba deseando demasiado. Se rascó un momento la frente y acto seguido soltó un enorme suspiro al mismo tiempo que miraba ahora a la joven.
- No puedo preguntarte nade, pues no tengo interés. Sé de sobra como son estas cosas. No creo que nos volvamos a ver después de esto, Kaori. Al menos eso pienso, dime que para qué necesitan saber cosas del otro un cazador y una agente del gobierno. Se nota que eres amable, pero piénsalo ¿Qué saldrá de esto?
Dijo de forma sincera mientras sonreía de forma siniestra y observaba al camarero traer el arroz hacia ellos. También depositó el plato de carne y verdura. El guepardo empezó a comer despacio mientras analizaba el aura de aquel payaso y su olor. Ya lo tenía captado y ahora no iba a librarse de él de ninguna manera. Fue entonces cuando volvió a observar a la chica que tenía delante de sus ojos.
- No me malinterpretes, no pretendo ser borde. Conocernos más no tiene sentido alguno, digamos que no de esta manera. Cierto es que deseaba comer con alguien, pero después de esto no hay más. Al menos eso pienso, a no ser que… Dime ¿Qué te parece mi sinceridad? ¿Duele? Odio las mentiras.
Terminó de decir al mismo tiempo que sonreía de nuevo. Zero era un tipo demasiado directo y lo único que pretendía era largarse de aquel sitio y nada más sobre aquella chica, salvo por algo que deseaba ver. Era lo siguiente que iba a decir y por ello abrió la boca despacio y dejó escapar aquellas palabras.
- ¿Una amistad tal vez? ¿Posibles rivales? Analizando nuestra forma de ser ¿Cómo piensas o deseas que podríamos terminar nosotros dos? Un cazador vigilado las veinticuatro horas y una agente del gobierno mundial. – Terminó dándole un sorbo enorme a su botella de agua.
- No puedo preguntarte nade, pues no tengo interés. Sé de sobra como son estas cosas. No creo que nos volvamos a ver después de esto, Kaori. Al menos eso pienso, dime que para qué necesitan saber cosas del otro un cazador y una agente del gobierno. Se nota que eres amable, pero piénsalo ¿Qué saldrá de esto?
Dijo de forma sincera mientras sonreía de forma siniestra y observaba al camarero traer el arroz hacia ellos. También depositó el plato de carne y verdura. El guepardo empezó a comer despacio mientras analizaba el aura de aquel payaso y su olor. Ya lo tenía captado y ahora no iba a librarse de él de ninguna manera. Fue entonces cuando volvió a observar a la chica que tenía delante de sus ojos.
- No me malinterpretes, no pretendo ser borde. Conocernos más no tiene sentido alguno, digamos que no de esta manera. Cierto es que deseaba comer con alguien, pero después de esto no hay más. Al menos eso pienso, a no ser que… Dime ¿Qué te parece mi sinceridad? ¿Duele? Odio las mentiras.
Terminó de decir al mismo tiempo que sonreía de nuevo. Zero era un tipo demasiado directo y lo único que pretendía era largarse de aquel sitio y nada más sobre aquella chica, salvo por algo que deseaba ver. Era lo siguiente que iba a decir y por ello abrió la boca despacio y dejó escapar aquellas palabras.
- ¿Una amistad tal vez? ¿Posibles rivales? Analizando nuestra forma de ser ¿Cómo piensas o deseas que podríamos terminar nosotros dos? Un cazador vigilado las veinticuatro horas y una agente del gobierno mundial. – Terminó dándole un sorbo enorme a su botella de agua.
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Kaori se sentía cómoda. El lugar y el ambiente la hacían sentir bastante tranquila. ¿Por qué? Por el simple hecho de que no estaba en una misión del Gobierno y que podía hacer lo que quisiera. Se quedó callada, esperando la respuesta del cazador. La verdad, estaba interesada en saber qué cosas le podría llegar a preguntar. Se arregló el cabello y se lo colocó detrás de una oreja mientras ambos esperaban por el camarero para que le trajera la comida. ”Vaya…” – suspiró de forma tranquila al escuchar las primeras palabras de Zero. En cierto modo, tenía sentido. ¿Para qué saber de ella si bien no podían encontrarse otra vez? Estuvo a poco de contestarle, pero la comida llegó y se veía deliciosa.
Dio un trago suave a su vaso de agua, estaba bastante sedienta y quería un poco. Se mantuvo en silencio, sin apartarle la vista al cazador. Él siguió hablando y sus palabras eran directas. Era un chico bastante honesto y decía las cosas sin tapujos. ”La verdad por delante, ¿no? Zero es así. Interesante” – pensó mientras empezaba a comer. Como esperaba, la comida estaba deliciosa y sabía que en muy pocos lugares la superarían. La relación precio-calidad era bastante buena. Algo delicioso a un precio bastante accesible por el común de la gente. De hecho, mirando un poco más el lugar, se dio cuenta que había de todo tipo de personas. Desde gente no tan adinerada a gente que si tenía recursos y bueno… Espías que no estaban haciendo bien su trabajo, pero eso era harina de otro costal y no iba a opinar respecto a ello.
Escuchó las últimas palabras de su… Compañero y no pudo evitar quedar pensativa un rato. ¿Qué podría resultar de alguna relación de ellos? Por su parte, quería ayudarlo a llevar una vida un poco menos vigilada, su lado “moral”, en cambio, le decía que debía cortar por lo sano y no seguir conversando con él. Tomó un poco de su vaso de agua mientras terminaba de tragar el pedazo que se había llevado a la boca.
– No te preocupes, yo también odio las mentiras y me gusta la gente que no esconde nada. No me molesta para nada – le dijo con calma. Se limpió la boca con una servilleta. – Yo también seré honesta. Lo que haga o no el Gobierno Mundial, no me importa mucho – sus ojos no se separaban de los suyos en ningún momento. – Solo estoy en esta organización por un mal juego del destino, una vez que cumpla mis objetivos no dudaré en dejarlo – quería aclararlo todo para lo siguiente. No estaba eludiendo su pregunta… Solo quería que entendiera un poco más la situación. – ¿Por qué no podemos ser amigos? Así podríamos terminar. Como amigos, que se rían juntos, conversen de cosas triviales o que se ayuden mutuamente – volvió a tomar agua y, de paso, relleno su vaso. – Eso es lo que pienso, Zero.
Dio un trago suave a su vaso de agua, estaba bastante sedienta y quería un poco. Se mantuvo en silencio, sin apartarle la vista al cazador. Él siguió hablando y sus palabras eran directas. Era un chico bastante honesto y decía las cosas sin tapujos. ”La verdad por delante, ¿no? Zero es así. Interesante” – pensó mientras empezaba a comer. Como esperaba, la comida estaba deliciosa y sabía que en muy pocos lugares la superarían. La relación precio-calidad era bastante buena. Algo delicioso a un precio bastante accesible por el común de la gente. De hecho, mirando un poco más el lugar, se dio cuenta que había de todo tipo de personas. Desde gente no tan adinerada a gente que si tenía recursos y bueno… Espías que no estaban haciendo bien su trabajo, pero eso era harina de otro costal y no iba a opinar respecto a ello.
Escuchó las últimas palabras de su… Compañero y no pudo evitar quedar pensativa un rato. ¿Qué podría resultar de alguna relación de ellos? Por su parte, quería ayudarlo a llevar una vida un poco menos vigilada, su lado “moral”, en cambio, le decía que debía cortar por lo sano y no seguir conversando con él. Tomó un poco de su vaso de agua mientras terminaba de tragar el pedazo que se había llevado a la boca.
– No te preocupes, yo también odio las mentiras y me gusta la gente que no esconde nada. No me molesta para nada – le dijo con calma. Se limpió la boca con una servilleta. – Yo también seré honesta. Lo que haga o no el Gobierno Mundial, no me importa mucho – sus ojos no se separaban de los suyos en ningún momento. – Solo estoy en esta organización por un mal juego del destino, una vez que cumpla mis objetivos no dudaré en dejarlo – quería aclararlo todo para lo siguiente. No estaba eludiendo su pregunta… Solo quería que entendiera un poco más la situación. – ¿Por qué no podemos ser amigos? Así podríamos terminar. Como amigos, que se rían juntos, conversen de cosas triviales o que se ayuden mutuamente – volvió a tomar agua y, de paso, relleno su vaso. – Eso es lo que pienso, Zero.
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La mirada de Zero cambió a un tono algo más serio al escucharla hablar. No quitaba sus ojos de los de ella en ningún momento, de hecho, estaba algo sorprendido. Eso de dejar el gobierno era desertar y precisamente tenían al lado a un puto espía. No estaba seguro si la chica estaba jugando para tomarse la confianza adecuada con él o simplemente se estaba condenando por unas palabras mal elegidas. Ladeó la cabeza rompiendo el contacto con ella y observando al espía de forma fija. Aquel tipo le mantuvo la mirada con calma a través de sus gafas de Sol. El guepardo entonces le dedicó una sonrisa siniestra y le saludó con la mano de forma divertida. El tipo por su parte frunció el ceño al ver que le habían pillado, pero decidió pasar del chico y miró a otro lado mientras se colocaba en pie.
- ¿No quieres comer algo, agente-san?
Preguntó el guepardo mientras sonreía de lado y se relamía despacio. A continuación abrió la boca de forma un poco exagerada y se metió una enorme cucharada de arroz en la boca, empezando a masticarlo después mientras un leve brillo morado surgía de su cuerpo. Aquel agente metió la mano en el bolsillo en señal de advertencia, pero Zero estaba pasándoselo muy bien con aquello. Clavó sus oscuros ojos de nuevo en él y simplemente anuló su poder para después continuar comiendo. Aquel hombre finalmente se largó de la zona con un buen cabreo. El luchador no tenía culpa de que el gobierno tuviese pardillos así en las dotes del espionaje. El moreno entonces volvió a mirar a la joven de forma calmada mientras comía su delicioso arroz y simplemente la observaba callado. Había escuchado sus palabras y acto seguido no pudo evitar soltar una carcajada.
- Reírse juntos me parece algo maravilloso. Ayudarse y conversar de vez en cuando, me parece un buen negocio. Para ello hay que tener contacto y no un solo día, por lo que te daré una dirección… – Dijo finalmente.
Se mantuvo callado unos segundos para después tomar un trozo de pan crujiente de los que ponían para adornar la mesa. Abrió su boca despacio dejando ver unos dientes afilados con los que mordió aquel objeto con facilidad. Tras masticarlo un rato y tragárselo como era adecuado, cerró los ojos unos segundos y finalmente los abrió a los pocos instantes. Estiró su dedo hacia ella y trató de dejarlo en la nariz de ella, para acto seguido responderle con un tono algo siniestro.
- Hallstat.
La isla del tirano Derian, de las pesadillas de los Markov y protegida por Drake a escondidas del gobierno. Aquel sitio era peligroso para muchísima gente, pero él vivía allí junto a Ivan. De aquella forma se aseguraría si ella estaba dispuesta a todo aquello. También era cierto que el Norte quedaba lejos de allí, pero siempre podía quedarse varios días. El luchador clavó sus ojos en los de ella y a continuación pasó el dedo en lugar de la nariz hacia los labios de la chica, intentando acariciarlos despacio para después retirar la mano.
- Me agradas, espero que el sitio no te parezca molesto. Ahora lo he decidido, no me apetece romper el contacto contigo, chica de hermoso cabello.
- ¿No quieres comer algo, agente-san?
Preguntó el guepardo mientras sonreía de lado y se relamía despacio. A continuación abrió la boca de forma un poco exagerada y se metió una enorme cucharada de arroz en la boca, empezando a masticarlo después mientras un leve brillo morado surgía de su cuerpo. Aquel agente metió la mano en el bolsillo en señal de advertencia, pero Zero estaba pasándoselo muy bien con aquello. Clavó sus oscuros ojos de nuevo en él y simplemente anuló su poder para después continuar comiendo. Aquel hombre finalmente se largó de la zona con un buen cabreo. El luchador no tenía culpa de que el gobierno tuviese pardillos así en las dotes del espionaje. El moreno entonces volvió a mirar a la joven de forma calmada mientras comía su delicioso arroz y simplemente la observaba callado. Había escuchado sus palabras y acto seguido no pudo evitar soltar una carcajada.
- Reírse juntos me parece algo maravilloso. Ayudarse y conversar de vez en cuando, me parece un buen negocio. Para ello hay que tener contacto y no un solo día, por lo que te daré una dirección… – Dijo finalmente.
Se mantuvo callado unos segundos para después tomar un trozo de pan crujiente de los que ponían para adornar la mesa. Abrió su boca despacio dejando ver unos dientes afilados con los que mordió aquel objeto con facilidad. Tras masticarlo un rato y tragárselo como era adecuado, cerró los ojos unos segundos y finalmente los abrió a los pocos instantes. Estiró su dedo hacia ella y trató de dejarlo en la nariz de ella, para acto seguido responderle con un tono algo siniestro.
- Hallstat.
La isla del tirano Derian, de las pesadillas de los Markov y protegida por Drake a escondidas del gobierno. Aquel sitio era peligroso para muchísima gente, pero él vivía allí junto a Ivan. De aquella forma se aseguraría si ella estaba dispuesta a todo aquello. También era cierto que el Norte quedaba lejos de allí, pero siempre podía quedarse varios días. El luchador clavó sus ojos en los de ella y a continuación pasó el dedo en lugar de la nariz hacia los labios de la chica, intentando acariciarlos despacio para después retirar la mano.
- Me agradas, espero que el sitio no te parezca molesto. Ahora lo he decidido, no me apetece romper el contacto contigo, chica de hermoso cabello.
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Siguió comiendo mientras esperaba alguna respuesta. En cierto modo, fue un poco arriesgado el hecho de decir aquellas palabras teniendo un espía justo en la mesa de al lado. No le importaba mucho, después de todo, él tenía otras cosas de que preocuparse, por ejemplo, su vida. Estaba segura que él y su compañero tenían los días contados. Eso y que… ¿Qué podían hacerle? No mucho, estaba segura que su padre y el Gobierno Mundial tenían estrechos lazos y que ella saliera, así como si nada, no beneficiaría a ninguna de las dos partes. No tenía pruebas para probarlo, pero tampoco es que le interesara, después de todo, a ella le daba ventaja de ser inmune y poder moverse con total libertad. Iba a ser necesario si quería lograr matar a un Tenryubito y que nadie sospechara de ella.
Su plato ya estaba por acabarse, igual que la botella de agua. Suspiró con calma. Se estaba sintiendo satisfecha por todo lo que estaba pasando y estaba siendo bastante productivo. Escuchó como es que Zero invitaba a comer al espía e incluso vio un pequeño brillo morado salir de su cuerpo. Rio por lo bajo y luego su “compañero” se fue del restaurant con un notorio enfado. ”Es un idiota de los que no hay” – pensó quitándole importancia. Tomó de su vaso de agua y lo vació de un trago, terminó la botella de agua rellenándolo y luego siguió mirando a Zero.
Escuchó sus palabras y una sonrisa se mostró en su rostro. No pudo evitar alegrarse de lo que le había dicho. Se quedó callada mientras se terminaba su comida. Sintió el dedo de Zero en su nariz y no pudo evitar sobresaltarse un poco, eso no se lo esperaba. Mantuvo su mirada en él y luego escuchó la dirección. Un pequeño escalofrío recorrió su espalda. Hallstat, la isla donde reinaban los Markov y donde murió Derian. Suspiró con calma y le quitó importancia. No le temía a nada y mucho menos a esa isla. Sintió la caricia en sus labios y luego escuchó ese halago sobre su cabello. No pudo evitar sonrojarse un poco.
– Claro, iré a visitarte de vez en cuando – le dijo con confianza y calma. – Yo tampoco quiero perder el contacto contigo, Zero.
Su plato ya estaba por acabarse, igual que la botella de agua. Suspiró con calma. Se estaba sintiendo satisfecha por todo lo que estaba pasando y estaba siendo bastante productivo. Escuchó como es que Zero invitaba a comer al espía e incluso vio un pequeño brillo morado salir de su cuerpo. Rio por lo bajo y luego su “compañero” se fue del restaurant con un notorio enfado. ”Es un idiota de los que no hay” – pensó quitándole importancia. Tomó de su vaso de agua y lo vació de un trago, terminó la botella de agua rellenándolo y luego siguió mirando a Zero.
Escuchó sus palabras y una sonrisa se mostró en su rostro. No pudo evitar alegrarse de lo que le había dicho. Se quedó callada mientras se terminaba su comida. Sintió el dedo de Zero en su nariz y no pudo evitar sobresaltarse un poco, eso no se lo esperaba. Mantuvo su mirada en él y luego escuchó la dirección. Un pequeño escalofrío recorrió su espalda. Hallstat, la isla donde reinaban los Markov y donde murió Derian. Suspiró con calma y le quitó importancia. No le temía a nada y mucho menos a esa isla. Sintió la caricia en sus labios y luego escuchó ese halago sobre su cabello. No pudo evitar sonrojarse un poco.
– Claro, iré a visitarte de vez en cuando – le dijo con confianza y calma. – Yo tampoco quiero perder el contacto contigo, Zero.
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