Keith S. Branwen
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Keith gruñó por lo bajo al escuchar el cuchicheo innecesario fuera de su habitación. De todos los cuartos que habían, ¿enserio debían hablar justo cerca del suyo? Luego de su ascensión a Sargento, el joven había tenido pocas oportunidades para descansar bien. Sus nuevas responsabilidades le impedían aprovecharse de esa tan anhelada cama. Era por eso mismo que el peligris usaba cualquier oportunidad que tuviera para dormir un poco. Por lo general, durante los viajes donde el no comandaba o cosas similares. En todo caso, ¿no era esto lo que quería? Sus planes iban marchando a la perfección, por lo que no podía quejarse... tanto. Aún le faltaba una recomendación para subir a Oficial, pero ya la tendría más adelante. De momento se concentraría en cazar a criminales para poder obtener medallas, coleccionándolas por no decirlo de otro modo. Iba contra reloj, su padre en cualquier momento haría alguna clase de movimiento en su contra luego de que el dragón haya ascendido a Sargento en tan poco tiempo.
– No creo que vaya a poder dormir más – Keith suspiró y se levantó de la cama.
Tras una ducha rápida, el joven se encontraba sentado en su cama mientras oía el viento de afuera. Aquello era normal; se dirigían a una isla invernal, después de todo. Mientras más se acercaran, más extremas se volverían las condiciones. Y en cuanto al porque se dirigían hasta allí... Bueno, una misión a fin de cuentas. Dos criminales se escondían dentro de la isla Blanc Leumont, y el trabajo de todos los marines a bordo era la de cazarlos y llevarlos a la justicia. Un plus era que aquella isla se encontraba, en su mayoría, deshabitada. Eso quería decir que podían ir con todo sin tener que preocuparse de la vida de civiles o inocentes... Tan solo la de reclutas sin experiencia. Ellos irían con el marine de más alto cargo del barco, así que no se preocupaba. Si bien prefería trabajar solo, era un hecho que le iban a poner en un grupo, o a lo más una pareja. Si era lo último, entonces era más que seguro que tendría que hacer equipo con otro Sargento o similar.
– Con tal que no sea como ese hijo de puta – murmuró siniestramente mientras recordaba a cierto Marine... Marine que ahora se encontraba en poder de la revolución, así que le daba igual.
Keith suspiró pesadamente y se marchó de la habitación. Según su estimación, solo quedaban pocos minutos para llegar a la isla. Aún no tenía experiencia suficiente para navegar en un mar tan peligroso como lo era el paraíso, por lo que era normal que no le confiaran el timón a él. Aunque viéndolo de otro modo... tendría más tiempo para dormir en ese caso. El joven llegó a cubierta y se estremeció al ver como el viento golpeaba con fuerza su cuerpo. Por como vestían los demás marines que se encontraban a bordo, debía de hacer un frío que calaba los huesos. El peligris se encogió de hombros y se acercó a una de las barandas del barco; el era inmune al frío, así que eso no le afectaba. Una media sonrisa se formó en su rostro al ver como la isla aparecía en el horizonte, eso solo quería decir que pronto comenzaría la cacería.
– No creo que vaya a poder dormir más – Keith suspiró y se levantó de la cama.
Tras una ducha rápida, el joven se encontraba sentado en su cama mientras oía el viento de afuera. Aquello era normal; se dirigían a una isla invernal, después de todo. Mientras más se acercaran, más extremas se volverían las condiciones. Y en cuanto al porque se dirigían hasta allí... Bueno, una misión a fin de cuentas. Dos criminales se escondían dentro de la isla Blanc Leumont, y el trabajo de todos los marines a bordo era la de cazarlos y llevarlos a la justicia. Un plus era que aquella isla se encontraba, en su mayoría, deshabitada. Eso quería decir que podían ir con todo sin tener que preocuparse de la vida de civiles o inocentes... Tan solo la de reclutas sin experiencia. Ellos irían con el marine de más alto cargo del barco, así que no se preocupaba. Si bien prefería trabajar solo, era un hecho que le iban a poner en un grupo, o a lo más una pareja. Si era lo último, entonces era más que seguro que tendría que hacer equipo con otro Sargento o similar.
– Con tal que no sea como ese hijo de puta – murmuró siniestramente mientras recordaba a cierto Marine... Marine que ahora se encontraba en poder de la revolución, así que le daba igual.
Keith suspiró pesadamente y se marchó de la habitación. Según su estimación, solo quedaban pocos minutos para llegar a la isla. Aún no tenía experiencia suficiente para navegar en un mar tan peligroso como lo era el paraíso, por lo que era normal que no le confiaran el timón a él. Aunque viéndolo de otro modo... tendría más tiempo para dormir en ese caso. El joven llegó a cubierta y se estremeció al ver como el viento golpeaba con fuerza su cuerpo. Por como vestían los demás marines que se encontraban a bordo, debía de hacer un frío que calaba los huesos. El peligris se encogió de hombros y se acercó a una de las barandas del barco; el era inmune al frío, así que eso no le afectaba. Una media sonrisa se formó en su rostro al ver como la isla aparecía en el horizonte, eso solo quería decir que pronto comenzaría la cacería.
Hayden Ashworth
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- Escucha, se que te cuesta, pero tienes que hacerme caso. Eres demasiado grande ya, además de fuerte y peligroso como para ir jugando con las mascotas de otras personas. Mascotas que, además, son animales normales. Me parece muy bien que te haya caído bien el perrete del Capitán en el cuartel, pero recuerda siempre esto. Eres muy bruto y podrías matarlo. ¿Me has entendido?
El pequeño dragón negro bostezó. Estaba fingiendo dormir, pasando por completo de todo lo que le estaba diciendo Zuko. El Sargento se llevó la mano a la cara y suspiró.
- Anda, vete por ahí a volar un rato.
El dragón, de golpe, se levantó de su cama y empezó a volar, moviendo su sinuoso y serpenteante cuerpo por la habitación, rodeando a Zuko varias veces hasta salir por la ventana. El chico salió del camarote por la puerta mientras se ponía la chaqueta blanca con el símbolo de la Marina en el hombro. Se colocó bien la gorra y salió a cubierta mientras se encendía un cigarrillo con su propio fuego, creado en su pulgar. En cubierta se encontró con el capitán, el cual lo miraba con algo de desprecio.
- ¿Ya se ha ido tu serpiente?
- Dragón. Y si. Se ha marchado. En fin... ¿Qué toca hacer?
- Antes de nada esperar al otro sargento que te acompañará. No debería tardar en salir.
El pequeño dragón negro bostezó. Estaba fingiendo dormir, pasando por completo de todo lo que le estaba diciendo Zuko. El Sargento se llevó la mano a la cara y suspiró.
- Anda, vete por ahí a volar un rato.
El dragón, de golpe, se levantó de su cama y empezó a volar, moviendo su sinuoso y serpenteante cuerpo por la habitación, rodeando a Zuko varias veces hasta salir por la ventana. El chico salió del camarote por la puerta mientras se ponía la chaqueta blanca con el símbolo de la Marina en el hombro. Se colocó bien la gorra y salió a cubierta mientras se encendía un cigarrillo con su propio fuego, creado en su pulgar. En cubierta se encontró con el capitán, el cual lo miraba con algo de desprecio.
- ¿Ya se ha ido tu serpiente?
- Dragón. Y si. Se ha marchado. En fin... ¿Qué toca hacer?
- Antes de nada esperar al otro sargento que te acompañará. No debería tardar en salir.
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Mientras seguía viendo al horizonte, el joven pudo escuchar desde su posición lo que dijo el encargado de la misión. Keith frunció levemente el ceño y suspiró. Ne necesitaba preguntarlo, lo había captado de inmediato. El era el otro sargento, y el otro sería su compañero en lo que duraba esta misión. Bueno, no había otra. Pese a que prefería ir en solitario, sabía de sobra cuales eran sus limitaciones. Vendría bien tener una mano amistosa... para variar. Solo había hecho equipo con Venom, y él... no era la mejor de las compañías. Era gracioso eso, en cierto sentido. Pertenecía la flota de Hikaru, y aún seguía sin hacer una misión de conjunto o en equipo con ella. Algún día tendría que llegar, o eso esperaba.
El dragón se encogió de hombros y se acercó hasta donde estaban esos dos. Se colocó al lado de su compañero mientras esperaba instrucciones y, por el rabillo del ojo, examinó un poco al otro sargento. Era alto, de eso no había duda. Una de las personas más altas que había conocido, incluso superaba a Venom en estatura. Su cabello era negro, y lo que llamó más su atención, fue una cicatriz que cubría todo el sector izquierdo de su cara. Una pequeña mueca, casi imperceptible, se formó en su rostro. Sea como sea que haya obtenido eso, debió de ser doloroso.
– Bueno, ahora que están aquí, intentaré resumir todo a la brevedad. Básicamente, dos maleantes, de treinta millones cada uno, se encuentran escondidos en algún lugar de esta isla. Sus delitos son extorsión, asesinato de marines y civiles, acosos sexuales, entre otras cosas. Es por eso mismo que deben ser apresados cuanto antes. ¿Ahora, alguna pregunta? –
Keith negó con la cabeza y colocó sus manos en los bolsillos. Había entendido todo, así que no necesitaba más explicación. El joven suspiró y se dio la vuelta para quedar justo en frente de su compañero. Supuso que ya era hora de las presentaciones y empezar con todo esto.
– Mi nombre es Keith Branwen, un placer – le dijo mientras le tendía la mano. Faltaba su otro apellido, pero... Mientras menos lo relacionaran con ese bastardo, mejor sería su vida.
El dragón se encogió de hombros y se acercó hasta donde estaban esos dos. Se colocó al lado de su compañero mientras esperaba instrucciones y, por el rabillo del ojo, examinó un poco al otro sargento. Era alto, de eso no había duda. Una de las personas más altas que había conocido, incluso superaba a Venom en estatura. Su cabello era negro, y lo que llamó más su atención, fue una cicatriz que cubría todo el sector izquierdo de su cara. Una pequeña mueca, casi imperceptible, se formó en su rostro. Sea como sea que haya obtenido eso, debió de ser doloroso.
– Bueno, ahora que están aquí, intentaré resumir todo a la brevedad. Básicamente, dos maleantes, de treinta millones cada uno, se encuentran escondidos en algún lugar de esta isla. Sus delitos son extorsión, asesinato de marines y civiles, acosos sexuales, entre otras cosas. Es por eso mismo que deben ser apresados cuanto antes. ¿Ahora, alguna pregunta? –
Keith negó con la cabeza y colocó sus manos en los bolsillos. Había entendido todo, así que no necesitaba más explicación. El joven suspiró y se dio la vuelta para quedar justo en frente de su compañero. Supuso que ya era hora de las presentaciones y empezar con todo esto.
– Mi nombre es Keith Branwen, un placer – le dijo mientras le tendía la mano. Faltaba su otro apellido, pero... Mientras menos lo relacionaran con ese bastardo, mejor sería su vida.
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