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Parece que el tiempo se ha distendido en su soledad. He tardado diecisiete minutos, eso no es rápido… El trabajo mantiene la mente ocupada en asuntos fuera del tiempo, supongo. Es bueno que piense.
Me pongo mi casaca antes de salir, hace frío fuera, siempre hace bastante frío fuera. Las multitudes hormiguean por las calles de Dark-Dome y nosotros somos un par de hormigas más. Llamo algo la atención con mis ropas color escarlata entre la multitud gris y negra, pero eso está bien, me normaliza ante ojos externos. Un turista, una persona que no se esconde, escondida realmente bajo esta ironía.
Habla, pero no sé quién podría estar escuchando. No sería la primera vez que tenemos gente cerca queriendo tomar nuestras carteras. Este Kenmei sigue siendo socialmente inepto, no sabe nada de las leyes de la calle, ni de las de la infiltración. Le reprenderé después.
- Bueno, eso depende de cómo se te haya acercado esa mujer. Si te gusta, y crees que podría llegar a buen puerto… Pero luego está el tema de que no la conoces de nada, podría tener esposo. Yo no me la jugaría.- comento, con tranquilidad y sinceridad de un papel bueno, pero improvisado.
El ritmo de los pasos varía de la tranquilidad de la multitud; se acercan furtivamente mientras nos acercamos a la callejuela de nuestro hotel. El problema de parecer una persona demasiado normal, demasiado débil…, es que cualquiera cree que puede venir a molestarte.
Necesito echarme, no quiero perder el tiempo con matones del tres al cuarto.
Me pongo mi casaca antes de salir, hace frío fuera, siempre hace bastante frío fuera. Las multitudes hormiguean por las calles de Dark-Dome y nosotros somos un par de hormigas más. Llamo algo la atención con mis ropas color escarlata entre la multitud gris y negra, pero eso está bien, me normaliza ante ojos externos. Un turista, una persona que no se esconde, escondida realmente bajo esta ironía.
Habla, pero no sé quién podría estar escuchando. No sería la primera vez que tenemos gente cerca queriendo tomar nuestras carteras. Este Kenmei sigue siendo socialmente inepto, no sabe nada de las leyes de la calle, ni de las de la infiltración. Le reprenderé después.
- Bueno, eso depende de cómo se te haya acercado esa mujer. Si te gusta, y crees que podría llegar a buen puerto… Pero luego está el tema de que no la conoces de nada, podría tener esposo. Yo no me la jugaría.- comento, con tranquilidad y sinceridad de un papel bueno, pero improvisado.
El ritmo de los pasos varía de la tranquilidad de la multitud; se acercan furtivamente mientras nos acercamos a la callejuela de nuestro hotel. El problema de parecer una persona demasiado normal, demasiado débil…, es que cualquiera cree que puede venir a molestarte.
Necesito echarme, no quiero perder el tiempo con matones del tres al cuarto.
- OFF:
OFF: Te dejo a ti el desarrollo de la escena. Que mucho intríngulis fuera de nosotros estoy haciendo yo, colabora. xD
Kenmei Shiba
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Supongo que era raro que, en una ciudad como esta, no tuviéramos ningún encuentro con criminales. Quizás parecíamos personas normales... quizás si hubiera llevado mi máscara, esta les hubiera intimidado o quizás hubiera hecho que nos atacaran antes, quién sabe. De cualquier forma, la calle donde estaba el hotel era el escenario perfecto para atracar a un par de transeúntes.
Tres mujeres se acercaron a nosotros, vistiendo ropas oscuras y ceñidas, con algunas roturas e incluso un par de pequeñas manchas de sangre, probablemente de ellas mismas. Era muy posible que se inyectaran las típicas sustancias conocidas como drogas, quizás incluso se encontraban bajo sus efectos en ese preciso momento.
-Tíos, sin tonterías, darnos todo lo que lleváis encima.
No sé qué pensaría Adam y, aunque tenía curiosidad por saber qué haría, decidí tomar la iniciativa. Era una pena que no tuviera mis espadas, pero teniendo en cuenta que decidí no matarlas, tampoco importaba demasiado. La cosa era ¿cómo librarse de ellas sin luchar? Qué suerte la mía, no tengo forma alguna de atacar sin matar, como no sea que decida usar directamente mi cuerpo, lo cual no parecía una buena opción. Pensé de inmediato en mis bolsillos, ¿sería posible que tuviese algo? Entonces recordé la daga que Peste me dio. Era una daga, antigua y poco afilada, pero eso no importaba, pues no pensaba usarla realmente.
-¡JAJAJAJAJA! –Empecé a reír a carcajadas intentando sonar lo más desquiciado posible. Saqué la daga de uno de los bolsillos interiores del haori. –¡No me digáis… que pretendéis… ATRACARNOS! –Dije apuntando con la daga a la que había hablado, presumiblemente la líder, mientras me ponía la otra mano en la cara, mirándola por entre los dedos. –No me hagáis reír. –Añadí con un tono mucho más grave y luego continué con “normalidad” -Decidme… ¿Cuál quiere morir primera?... Quizás… ¡tú! –Señalé a la que aparentaba ser más joven. La tercera se acercó para atacarme y, entonces, lancé mi mano izquierda para golpearle en el abdomen. La cara de sus dos compañeras al ver mi mano a dos metros del brazo fue… irrepetible, debo decir. Creo que era una mezcla de sorpresa y asco. -¡¿Quién te crees que eres?! –Grité apuntándole con la daga mientras, asustada, se recuperaba del golpe. -¡Bah! No me hagáis perder el tiempo. ¡Fuera de aquí! ¡Largaos!
Supongo que mi actuación resultó convincente, pues, tras mirarse entre ellas, decidieron que lo mejor era irse, aunque desde luego no estaban muy contentas… Lo mejor sería que no nos las volviéramos a encontrar, o al menos no en estas circunstancias. Adam es un CP, entrenado y, supuestamente, mi escolta, así que en cualquier caso… debería protegerme ¿no?
-Adam… Si no hubiera hecho eso y nos hubieran atacado… ¿hubieras combatido? –Pregunté al solemne acompañante que ni siquiera había gesticulado durante la escena.
Tres mujeres se acercaron a nosotros, vistiendo ropas oscuras y ceñidas, con algunas roturas e incluso un par de pequeñas manchas de sangre, probablemente de ellas mismas. Era muy posible que se inyectaran las típicas sustancias conocidas como drogas, quizás incluso se encontraban bajo sus efectos en ese preciso momento.
-Tíos, sin tonterías, darnos todo lo que lleváis encima.
No sé qué pensaría Adam y, aunque tenía curiosidad por saber qué haría, decidí tomar la iniciativa. Era una pena que no tuviera mis espadas, pero teniendo en cuenta que decidí no matarlas, tampoco importaba demasiado. La cosa era ¿cómo librarse de ellas sin luchar? Qué suerte la mía, no tengo forma alguna de atacar sin matar, como no sea que decida usar directamente mi cuerpo, lo cual no parecía una buena opción. Pensé de inmediato en mis bolsillos, ¿sería posible que tuviese algo? Entonces recordé la daga que Peste me dio. Era una daga, antigua y poco afilada, pero eso no importaba, pues no pensaba usarla realmente.
-¡JAJAJAJAJA! –Empecé a reír a carcajadas intentando sonar lo más desquiciado posible. Saqué la daga de uno de los bolsillos interiores del haori. –¡No me digáis… que pretendéis… ATRACARNOS! –Dije apuntando con la daga a la que había hablado, presumiblemente la líder, mientras me ponía la otra mano en la cara, mirándola por entre los dedos. –No me hagáis reír. –Añadí con un tono mucho más grave y luego continué con “normalidad” -Decidme… ¿Cuál quiere morir primera?... Quizás… ¡tú! –Señalé a la que aparentaba ser más joven. La tercera se acercó para atacarme y, entonces, lancé mi mano izquierda para golpearle en el abdomen. La cara de sus dos compañeras al ver mi mano a dos metros del brazo fue… irrepetible, debo decir. Creo que era una mezcla de sorpresa y asco. -¡¿Quién te crees que eres?! –Grité apuntándole con la daga mientras, asustada, se recuperaba del golpe. -¡Bah! No me hagáis perder el tiempo. ¡Fuera de aquí! ¡Largaos!
Supongo que mi actuación resultó convincente, pues, tras mirarse entre ellas, decidieron que lo mejor era irse, aunque desde luego no estaban muy contentas… Lo mejor sería que no nos las volviéramos a encontrar, o al menos no en estas circunstancias. Adam es un CP, entrenado y, supuestamente, mi escolta, así que en cualquier caso… debería protegerme ¿no?
-Adam… Si no hubiera hecho eso y nos hubieran atacado… ¿hubieras combatido? –Pregunté al solemne acompañante que ni siquiera había gesticulado durante la escena.
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El harapiento trío de mujeres cuya belleza ha quedado aplastada por el abuso de los narcóticos nos amenaza con sus largos y delgados brazos sin más hueco para marcas de agujas.
Kenmei actúa, probablemente empujado por el estrés que acumuló con mis palabras, sin darme tiempo a poner en práctica una estrategia no hostil. ¿Qué se le va a hacer? A ver como afronta todo esto...
Al menos no tiene su espada, ya le dije que dejarla en el hostal sería mejor idea para no llamar tanto la atención; y esa daga no parece servir mucho más que para untar mantequilla… aunque todo objeto tiene potencial bélico.
La prosodia del científico le cataloga como un individuo peligroso, desquiciado, que vuelve a sus manías de varianza de tono y timbre. ¿Cuánto de ese teatro es verdad, Kenmei? Puede que conmigo esté más relajado, que mientras esté en mi compañía esta le sea terapéutica… ¿Pero qué pasará después?
Las chicas se marchan, mezcla de la sorpresa y el asco de una prótesis con una extraña propiedad y una buena "actuación". Nueva función de implante catalogada.
Parpadeo, mirando a mi protegido que lanza una pregunta bastante importante.
- No sin antes buscar una solución no violenta. Ahora, sin duda, llamaremos la atención gracias al numerito. Podrías haber prescindido del arrojarles la mano- mi tono es ausente, sin huella. Imprimo ahora un poco de severidad en mi tono-. Cuando suba me echaré un rato y te explicaré el plan de acción, tanto para nosotros como para el proyecto científico. Buenas “noches”, Kenmei.- subo, no sin confirmar que me sigue.
Catalogo y analizo, con mi propio y acostumbrado ritual, antes de dormirme.
¿De dónde ha sacado la daga? ¿Y la muestra de sangre de gyojin?
Kenmei actúa, probablemente empujado por el estrés que acumuló con mis palabras, sin darme tiempo a poner en práctica una estrategia no hostil. ¿Qué se le va a hacer? A ver como afronta todo esto...
Al menos no tiene su espada, ya le dije que dejarla en el hostal sería mejor idea para no llamar tanto la atención; y esa daga no parece servir mucho más que para untar mantequilla… aunque todo objeto tiene potencial bélico.
La prosodia del científico le cataloga como un individuo peligroso, desquiciado, que vuelve a sus manías de varianza de tono y timbre. ¿Cuánto de ese teatro es verdad, Kenmei? Puede que conmigo esté más relajado, que mientras esté en mi compañía esta le sea terapéutica… ¿Pero qué pasará después?
Las chicas se marchan, mezcla de la sorpresa y el asco de una prótesis con una extraña propiedad y una buena "actuación". Nueva función de implante catalogada.
Parpadeo, mirando a mi protegido que lanza una pregunta bastante importante.
- No sin antes buscar una solución no violenta. Ahora, sin duda, llamaremos la atención gracias al numerito. Podrías haber prescindido del arrojarles la mano- mi tono es ausente, sin huella. Imprimo ahora un poco de severidad en mi tono-. Cuando suba me echaré un rato y te explicaré el plan de acción, tanto para nosotros como para el proyecto científico. Buenas “noches”, Kenmei.- subo, no sin confirmar que me sigue.
Catalogo y analizo, con mi propio y acostumbrado ritual, antes de dormirme.
¿De dónde ha sacado la daga? ¿Y la muestra de sangre de gyojin?
Kenmei Shiba
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Bueno, su respuesta se podría calificar como "esperable", entraba dentro de lo lógico, al fin y al cabo, si algo había demostrado Adam con creces, es su habilidad comunicativa. Realmente no creía que el "numerito" fuera a llamar la atención, al igual que me pareció de lo más oportuno exhibir mi "brazo modificado", pero no lo saqué a relucir para no empezar a discutir de nuevo, de todas formas, ambos pretendíamos descansar un rato, por lo que no sería lógico comenzar otro "enfrentamiento". Respondí ignorando toda esa parte.
-Sí, claro, yo haré lo mismo. Jeje, que descanses. -Añadí, sonriendo por el "chiste". Una vez en la habitación, me quité el haori, con la daga en uno de sus bolsillos, y lo coloqué en una silla, me fui al cuarto de baño y cambié la venda de mi brazo.
Luego de utilizar el baño para su uso habitual, me acosté, dejándome caer sobre la cama como un roble recién cortado. Realmente estaba agotado, aunque era mucho más un cansancio mental que físico. Y, aunque lo intenté con fuerza, tardé un buen rato en dejar de darle vueltas al "análisis" que Adam había realizado. ¿A qué conclusión habría llegado? ¿Cómo podría ayudarme a avanzar en mi ambicioso proyecto? Mañana sería otro día... u otra noche, según se vea. Finalmente, conseguí conciliar el sueño.
Al día siguiente, me desperté bastante temprano, aunque no fue de manera intencionada. Me quedé ensimismado, absorto en mis pensamientos, mientras miraba al techo. Había soñado que tenía que presentar los frutos de mis investigaciones ante una especie de tribunal y ellos se mofaban de mí, negando que tuviera algún mérito lo que había hecho, calificándolo como una absurda pérdida de tiempo y recursos. El "tribunal" me declaraba entonces "inútil", por lo que me condenaba a muerte. Qué absurdo. Sin embargo, daba qué pensar.. . Realmente le temo al fracaso y a la opinión de los demás...
-"Bueno, ya va siendo hora de que hable con Adam... ¿Estará despierto?" -Me pregunté. -Adam, ¿estás despierto? -Pregunté con un tono suave, por si seguía dormido, para no despertarlo. Si no lo estaba, esperaría hasta que se levantara para preguntarle, si respondía, lo haría al instante.
-Entonces... ¿Qué has pensado?
-Sí, claro, yo haré lo mismo. Jeje, que descanses. -Añadí, sonriendo por el "chiste". Una vez en la habitación, me quité el haori, con la daga en uno de sus bolsillos, y lo coloqué en una silla, me fui al cuarto de baño y cambié la venda de mi brazo.
Luego de utilizar el baño para su uso habitual, me acosté, dejándome caer sobre la cama como un roble recién cortado. Realmente estaba agotado, aunque era mucho más un cansancio mental que físico. Y, aunque lo intenté con fuerza, tardé un buen rato en dejar de darle vueltas al "análisis" que Adam había realizado. ¿A qué conclusión habría llegado? ¿Cómo podría ayudarme a avanzar en mi ambicioso proyecto? Mañana sería otro día... u otra noche, según se vea. Finalmente, conseguí conciliar el sueño.
Al día siguiente, me desperté bastante temprano, aunque no fue de manera intencionada. Me quedé ensimismado, absorto en mis pensamientos, mientras miraba al techo. Había soñado que tenía que presentar los frutos de mis investigaciones ante una especie de tribunal y ellos se mofaban de mí, negando que tuviera algún mérito lo que había hecho, calificándolo como una absurda pérdida de tiempo y recursos. El "tribunal" me declaraba entonces "inútil", por lo que me condenaba a muerte. Qué absurdo. Sin embargo, daba qué pensar.. . Realmente le temo al fracaso y a la opinión de los demás...
-"Bueno, ya va siendo hora de que hable con Adam... ¿Estará despierto?" -Me pregunté. -Adam, ¿estás despierto? -Pregunté con un tono suave, por si seguía dormido, para no despertarlo. Si no lo estaba, esperaría hasta que se levantara para preguntarle, si respondía, lo haría al instante.
-Entonces... ¿Qué has pensado?
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¿Por qué se reiría Kenmei? Ya se lo preguntaré mañana… ¿Debería avisar a la chica para que me despierte en tres horas y media como de costumbre? Mañana tendremos que cambiar de hotel… necesitaré estar descansado. Tomo el riesgo, me duermo.
Y triunfo sobre el peligro inherente a mis peculiaridades oníricas.
- Adam, ¿estás despierto?- me susurra Kenmei, con la ironía que tiene esa propia pregunta que acaba de despertarme suavemente.
Me desperezo para incorporarme.
- Sí, estoy despierto.- comienzo mis estiramientos con la pregunta sobre el protocolo. Qué diferencia con respecto a estos días es el estar, por fin, descansado. Cuán sencillo es para mi mente llevar la máscara ahora.
Comienzo a exponerle, punto por punto, los fallos, o mejoras posibles, según como se lo tomara, de su procedimiento:
En primer lugar ha aislado un compuesto de características orgánicas del que no sabemos su aceptación, y por si fuera poco ha empezado por las concentraciones más altas en vez de ver la tolerancia desde dosis mínimas que fueran en pendiente ascendente, a determinar por él, al fin y al cabo yo no sé qué porcentaje sería relevante para ver diferencias. En segundo lugar, ha pasado de la caracterización del compuesto una vez lo ha sintetizado, sin saber si existe otro compuesto que pueda ser, no creo que esa muestra esté compuesta de una sola cosa. En tercero no puede saber, a menos que sepa de quien es la sangre, si se trata de un gyojin específico cuya diferencia biológica lo aleje demasiado de la rata, haciendo la viabilidad del experimento inútil. Seguí nombrando puntos, aunque algunos pudo contradecirme con una explicación.
- Eso es lo que veo yo- concluí, o más bien casi-. Aunque si lo aplicaras en crema o algo así, el hacer una crema hidratante podría darte dinero. LA gente parece obsesionada con la apariencia, aunque he de decir que es un punto muy importante tanto social como biológicamente. Aprovecha que estás en una empresa de cosméticos, podrías ir a preguntar a los, pocos, científicos que quedan, antes de que se vaya completamente a la quiebra. Seguro que habrá alguien que sepa más…- será mejor que no diga eso- específicamente que tú en ese tipo de campos. Podrías sonsacar algo de interés y uso para el resto de tus investigaciones… así funciona el conocimiento.
Quién sabe, si eso permite a la empresa revivir a lo mejor puedo mejorar mi economía lo suficiente como para compensar el gasto hasta ahora sin resultados más allá de una “amistad”. Podría comprar más acciones antes de que su precio subiera, justo antes de entregar la patente de esa crema...
Tengo hambre.
- ¿No tienes hambre?- le digo, como una sugerencia egoísta para ir a desayunar-. Hay que aprovechar que es el último desayuno que haremos en este hotel. – Ah, no se lo he dicho entre tanto protocolo científico-. Ya sabes, por lo de ayer, antes de que nos veamos todo rodeado de yonkis que quieran despiezar a alguien que tiene prótesis raras y, por lo tanto, dinero.-¿Debería explicarle el término?-. Un yonki es un drogadicto cuya vida parece haberse condenado por su trastorno, notándose que es un drogadicto de manera bastante obvia para una persona… común. Yo lo aprendí el otro día…- seguramente ya lo sepa. No debo dejarle tiempo a que crea que he pensado que era un idiota, aunque no ha sido así-. Venga, vamos a desayunar.
Ah, sí.
- ¿Por qué te “reíste” ayer tras mi “Buenas noches”?- pregunto, con cierta curiosidad.
Y triunfo sobre el peligro inherente a mis peculiaridades oníricas.
- Adam, ¿estás despierto?- me susurra Kenmei, con la ironía que tiene esa propia pregunta que acaba de despertarme suavemente.
Me desperezo para incorporarme.
- Sí, estoy despierto.- comienzo mis estiramientos con la pregunta sobre el protocolo. Qué diferencia con respecto a estos días es el estar, por fin, descansado. Cuán sencillo es para mi mente llevar la máscara ahora.
Comienzo a exponerle, punto por punto, los fallos, o mejoras posibles, según como se lo tomara, de su procedimiento:
En primer lugar ha aislado un compuesto de características orgánicas del que no sabemos su aceptación, y por si fuera poco ha empezado por las concentraciones más altas en vez de ver la tolerancia desde dosis mínimas que fueran en pendiente ascendente, a determinar por él, al fin y al cabo yo no sé qué porcentaje sería relevante para ver diferencias. En segundo lugar, ha pasado de la caracterización del compuesto una vez lo ha sintetizado, sin saber si existe otro compuesto que pueda ser, no creo que esa muestra esté compuesta de una sola cosa. En tercero no puede saber, a menos que sepa de quien es la sangre, si se trata de un gyojin específico cuya diferencia biológica lo aleje demasiado de la rata, haciendo la viabilidad del experimento inútil. Seguí nombrando puntos, aunque algunos pudo contradecirme con una explicación.
- Eso es lo que veo yo- concluí, o más bien casi-. Aunque si lo aplicaras en crema o algo así, el hacer una crema hidratante podría darte dinero. LA gente parece obsesionada con la apariencia, aunque he de decir que es un punto muy importante tanto social como biológicamente. Aprovecha que estás en una empresa de cosméticos, podrías ir a preguntar a los, pocos, científicos que quedan, antes de que se vaya completamente a la quiebra. Seguro que habrá alguien que sepa más…- será mejor que no diga eso- específicamente que tú en ese tipo de campos. Podrías sonsacar algo de interés y uso para el resto de tus investigaciones… así funciona el conocimiento.
Quién sabe, si eso permite a la empresa revivir a lo mejor puedo mejorar mi economía lo suficiente como para compensar el gasto hasta ahora sin resultados más allá de una “amistad”. Podría comprar más acciones antes de que su precio subiera, justo antes de entregar la patente de esa crema...
Tengo hambre.
- ¿No tienes hambre?- le digo, como una sugerencia egoísta para ir a desayunar-. Hay que aprovechar que es el último desayuno que haremos en este hotel. – Ah, no se lo he dicho entre tanto protocolo científico-. Ya sabes, por lo de ayer, antes de que nos veamos todo rodeado de yonkis que quieran despiezar a alguien que tiene prótesis raras y, por lo tanto, dinero.-¿Debería explicarle el término?-. Un yonki es un drogadicto cuya vida parece haberse condenado por su trastorno, notándose que es un drogadicto de manera bastante obvia para una persona… común. Yo lo aprendí el otro día…- seguramente ya lo sepa. No debo dejarle tiempo a que crea que he pensado que era un idiota, aunque no ha sido así-. Venga, vamos a desayunar.
Ah, sí.
- ¿Por qué te “reíste” ayer tras mi “Buenas noches”?- pregunto, con cierta curiosidad.
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Desde luego, tengo que reconocer que al aplicación para cosméticos no entraba en mis planes, pero sería una buena manera de ganar un pellizco. -¡Vaya! Pues es una buena idea -Exclamé, expresando mi aceptación hacia la idea.
-¿Hum? Ah, sí, desayunemos, claro. -Respondí. A continuación gesticulé expresando duda... ¿Último desayuno? Juraría que no habíamos hablado nada de ello.
Continuó, explicando por qué deberíamos abandonar el hotel a causa de aquellas tres mujeres y sus posibles refuerzos, a parte de definir el término "yonki". Asentí mientras seguimos avanzando para tomar el desayuno. Al cabo de medio minuto, decidí preguntarle respecto al traslado de hotel. -¿Realmente lo ves necesario?... Bueno, tampoco es que me importe demasiado... ¿Deberíamos alertar a las autoridades? -Aunque teniéndolo a él como escolta, no veo la necesidad, pero es posible que, si no quiere luchar, y para evitarse dificultades, prefiera que sean las autoridades locales las que se encarguen del asunto.
Finalmente, respondí a su última pregunta, la cual debo reconocer que fue bastante inesperada, pues a mis ojos no era más que un detalle sin importancia. -Ahm... Bueno, ya sabes, simplemente me reí porque dijiste "buenas noches", lo cual se suele usar para desear un agradable descanso durante las horas nocturnas, pero en esta isla no tiene mucho sentido, o al menos, no el mismo, puesto que siempre es de noche... Solo eso, me hizo gracia que me dijeras eso, teniendo en cuenta el lugar donde nos encontramos. -Dicho así, en voz alta, me pareció que sonaba hasta un poco estúpido, pero sí que tenía sentido... Al menos en mi mente.
Decidí que, ya que estábamos haciendo preguntas y acababa de responder yo, me tocaba preguntar. -Bueno, Adam... Me gustaría que me explicaras una cosa, ¿por qué fumas? Quiero decir, el otro día, en el kiosco, compraste tabaco, pero nunca he entendido qué sentido tiene mantener un vicio perjudicial para la salud que, por si fuera poco, no resulta barato. -Quizás parecía una pregunta extraña y... bueno, puede que lo fuese, pero realmente era algo que me intrigaba. En esta isla en la que me crié y crecí, las prácticas perjudiciales para uno mismo son realmente comunes, como Adam ha podido comprender con las que nos atacaron ayer, por lo que estoy acostumbrado a ver personas que habitualmente dañan su propio organismo.
-¿Hum? Ah, sí, desayunemos, claro. -Respondí. A continuación gesticulé expresando duda... ¿Último desayuno? Juraría que no habíamos hablado nada de ello.
Continuó, explicando por qué deberíamos abandonar el hotel a causa de aquellas tres mujeres y sus posibles refuerzos, a parte de definir el término "yonki". Asentí mientras seguimos avanzando para tomar el desayuno. Al cabo de medio minuto, decidí preguntarle respecto al traslado de hotel. -¿Realmente lo ves necesario?... Bueno, tampoco es que me importe demasiado... ¿Deberíamos alertar a las autoridades? -Aunque teniéndolo a él como escolta, no veo la necesidad, pero es posible que, si no quiere luchar, y para evitarse dificultades, prefiera que sean las autoridades locales las que se encarguen del asunto.
Finalmente, respondí a su última pregunta, la cual debo reconocer que fue bastante inesperada, pues a mis ojos no era más que un detalle sin importancia. -Ahm... Bueno, ya sabes, simplemente me reí porque dijiste "buenas noches", lo cual se suele usar para desear un agradable descanso durante las horas nocturnas, pero en esta isla no tiene mucho sentido, o al menos, no el mismo, puesto que siempre es de noche... Solo eso, me hizo gracia que me dijeras eso, teniendo en cuenta el lugar donde nos encontramos. -Dicho así, en voz alta, me pareció que sonaba hasta un poco estúpido, pero sí que tenía sentido... Al menos en mi mente.
Decidí que, ya que estábamos haciendo preguntas y acababa de responder yo, me tocaba preguntar. -Bueno, Adam... Me gustaría que me explicaras una cosa, ¿por qué fumas? Quiero decir, el otro día, en el kiosco, compraste tabaco, pero nunca he entendido qué sentido tiene mantener un vicio perjudicial para la salud que, por si fuera poco, no resulta barato. -Quizás parecía una pregunta extraña y... bueno, puede que lo fuese, pero realmente era algo que me intrigaba. En esta isla en la que me crié y crecí, las prácticas perjudiciales para uno mismo son realmente comunes, como Adam ha podido comprender con las que nos atacaron ayer, por lo que estoy acostumbrado a ver personas que habitualmente dañan su propio organismo.
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El hecho de que acepte de tan buena gana mis proposiciones pone en patente que su tratamiento por medio de un pacífico acondicionamiento está funcionando. Aún le queda mucho para diezmar su parte egocéntrica, pero es un buen paso en el camino a un comportamiento social más sano.
- No creo que las autoridades hagan mucho por aquí. La situación parece repetirse aquí y allá en esta ciudad dominada por el crimen. ¿No lees los periódicos?- claro que no, no parecen interesarle. Escucho su explicación a mi pregunta, aunque parece ser una de esas cosas, como todo humor, que necesita de una visión emocional propia. Entiendo el concepto irónico, pero es que decirle “Dulces sueños” me pareció demasiado personal. Cambiaré mi expresión para la próxima vez… Cambio de output.
Me pregunta intrigado una cosa de la que no tiene pruebas empíricas, claro que es obvio relacionar que fumo si compro tabaco… Trago el desayuno antes de contestar.
- No fumo, podría interpretar algo con un cigarro y podría fumármelo; pero no fumo como hábito. El tabaco, así como cualquier recurso social, es una buena manera de acercar gente a ti, introducirte en círculos sociales, preguntar direcciones, hacer que la gente sea más proclive a contestarte cuando le ofreces un cigarrillo suelto… etcétera, etcétera- hago una pausa para introducir una sonrisa-. Gracias por preocuparte por mi salud, Kenmei, se agradece. – termino de desayunar.
Abandono la mesa para entablar una pequeña conversación con la joven, tras contarle la situación de ayer parece incomodarle, aunque comprenda, el hecho de que nos vayamos de esa parte de la ciudad. Continúo con mis excusas, respaldadas, pero me hace una oferta que no puedo rechazar, o más bien que debería.
- Podría bajarles un poco la cuota de las comidas…- hace unos cálculos que me enseña- Y si quiere le puedo dejar los libros de mi biblioteca, he visto que ha ido comprando unos cuantos en estos días.
Ella ha estado atenta a nosotros, lo suficiente para ver que llevo libros sin saber de su temática, nos recordará si alguien viene a preguntar. No es el hecho de que me dé facilidades para quedarnos aquí… es el que podrán saber de nosotros por ella demasiado fácilmente. ¿Será suficiente una buena amistad y el pago correspondiente para que mantenga la boca cerrada? No, tendré que buscar un apoyo adicional.
- Está bien. La verdad es que agradezco este pequeño, pero hogareño hostal. Valoro la intimidad por encima de todo, como todo buen actor- necesita algo que le impida vender la información- en la búsqueda de un futuro éxito. Está bien, nos quedaremos.- le sonrío y ella me corresponde.
He elogiado un hostal que podría tener muchas mejoras… pero la concepción de hogar varía según quien lo diga, ¿no? No he mentido.
Nos ponemos en marcha tras un buen desayuno y el detalle de la señorita Linn en empacarnos unos bocadillos y una novela autóctona de misterio; lo que me ahorra el parar en el kiosco de camino al laboratorio para comprar un libro más. El “día” es largo, sobre todo cuando le recuerdas a alguien que trabaja que el cuaderno que le has comprado de camino al laboratorio no es sólo para mirar, sino para que haga bien su método científico. La novela es entretenida y útil; revela ciertos detalles del modus operandi de los policías locales, las prosodias de los drogadictos, los clichés de la burocracia local… Aprendo sobre su sociedad indirectamente.
El pago de ese día se vuelve a cumplimentar en acciones, y le añado de regalo un cigarro de los buenos. El señor Biuty muestras claros signos de estrés, aunque para otros sería mucho más obvio el ojo morado. Está soltero, la mujer que le ha propinado ese golpe no mantiene, ni de lejos, una relación amorosa con él. Esos matones iban en serio.
¿Debería involucrarme en sus problemas? No, no hasta que me pida ayuda... y no sé si entonces lo haré.
- No creo que las autoridades hagan mucho por aquí. La situación parece repetirse aquí y allá en esta ciudad dominada por el crimen. ¿No lees los periódicos?- claro que no, no parecen interesarle. Escucho su explicación a mi pregunta, aunque parece ser una de esas cosas, como todo humor, que necesita de una visión emocional propia. Entiendo el concepto irónico, pero es que decirle “Dulces sueños” me pareció demasiado personal. Cambiaré mi expresión para la próxima vez… Cambio de output.
Me pregunta intrigado una cosa de la que no tiene pruebas empíricas, claro que es obvio relacionar que fumo si compro tabaco… Trago el desayuno antes de contestar.
- No fumo, podría interpretar algo con un cigarro y podría fumármelo; pero no fumo como hábito. El tabaco, así como cualquier recurso social, es una buena manera de acercar gente a ti, introducirte en círculos sociales, preguntar direcciones, hacer que la gente sea más proclive a contestarte cuando le ofreces un cigarrillo suelto… etcétera, etcétera- hago una pausa para introducir una sonrisa-. Gracias por preocuparte por mi salud, Kenmei, se agradece. – termino de desayunar.
Abandono la mesa para entablar una pequeña conversación con la joven, tras contarle la situación de ayer parece incomodarle, aunque comprenda, el hecho de que nos vayamos de esa parte de la ciudad. Continúo con mis excusas, respaldadas, pero me hace una oferta que no puedo rechazar, o más bien que debería.
- Podría bajarles un poco la cuota de las comidas…- hace unos cálculos que me enseña- Y si quiere le puedo dejar los libros de mi biblioteca, he visto que ha ido comprando unos cuantos en estos días.
Ella ha estado atenta a nosotros, lo suficiente para ver que llevo libros sin saber de su temática, nos recordará si alguien viene a preguntar. No es el hecho de que me dé facilidades para quedarnos aquí… es el que podrán saber de nosotros por ella demasiado fácilmente. ¿Será suficiente una buena amistad y el pago correspondiente para que mantenga la boca cerrada? No, tendré que buscar un apoyo adicional.
- Está bien. La verdad es que agradezco este pequeño, pero hogareño hostal. Valoro la intimidad por encima de todo, como todo buen actor- necesita algo que le impida vender la información- en la búsqueda de un futuro éxito. Está bien, nos quedaremos.- le sonrío y ella me corresponde.
He elogiado un hostal que podría tener muchas mejoras… pero la concepción de hogar varía según quien lo diga, ¿no? No he mentido.
Nos ponemos en marcha tras un buen desayuno y el detalle de la señorita Linn en empacarnos unos bocadillos y una novela autóctona de misterio; lo que me ahorra el parar en el kiosco de camino al laboratorio para comprar un libro más. El “día” es largo, sobre todo cuando le recuerdas a alguien que trabaja que el cuaderno que le has comprado de camino al laboratorio no es sólo para mirar, sino para que haga bien su método científico. La novela es entretenida y útil; revela ciertos detalles del modus operandi de los policías locales, las prosodias de los drogadictos, los clichés de la burocracia local… Aprendo sobre su sociedad indirectamente.
El pago de ese día se vuelve a cumplimentar en acciones, y le añado de regalo un cigarro de los buenos. El señor Biuty muestras claros signos de estrés, aunque para otros sería mucho más obvio el ojo morado. Está soltero, la mujer que le ha propinado ese golpe no mantiene, ni de lejos, una relación amorosa con él. Esos matones iban en serio.
¿Debería involucrarme en sus problemas? No, no hasta que me pida ayuda... y no sé si entonces lo haré.
Kenmei Shiba
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Supongo que, hasta cierto punto, podría considerarse que Adam tenía razón, me estaba preocupando por su salud... ¿Se podría decir que somos "amigos"? Realmente... no lo sé, no estoy seguro de saber qué se supone que es un amigo, pero es posible que, sin saberlo, lo esté considerando como tal.
Al final, parece ser que nos seguiremos alojando en el mismo establecimiento... Como ya dije, es algo que me trae sin cuidado, pero ahora no podía evitar pensar qué pasaría con aquellas mujeres.
Cuando nos hemos encontrado con gente dentro del edificio del señor Biuty, acerca del cuál Adam me ha estado hablando un poco, Adam siempre me ha presentado como "su amigo el científico" o cosas por el estilo, pero desconozco hasta qué punto eso lo hace de igual forma que compra tabaco para no fumárselo... Dicho así, en voz alta, suena muy estúpido.
Los días se sucedieron sin ningún percance, pudimos sacar más dinero del previsto con la ingeniosa idea del cosmético hidratante, que aunque no era suficiente agua para ninguno de mis propósitos, sí valía como un tratamiento para evitar la sequedad de la piel, retrasando la evaporación de la misma y haciendo que llegue a todas las capas. Sin embargo, los experimentos avanzaban lentamente y, aunque había un progreso, no pude evitar sentir que no llegaría a nada. Después de algunos días, decidí comentárselo a Adam.
-Adam, creo que no vamos a poder seguir con el desarrollo de nuestra investigación. -Lo incluí por todas las aportaciones que había hecho, incluso me estaba esforzando en usar aquel cuaderno.-Probablemente, la mejor manera de continuar con los experimentos sea con un equipo adecuado... Hablo tanto de equipo instrumental como personal cualificado. Debería contactar con mis superiores y, si me dan luz verde, proceder. Al menos hemos recorrido gran parte del camino, además, he aprendido bastante, tanto de la metodología como de los conceptos en sí, ahora me veo más capacitado, por lo menos en las áreas en las que he estado inmerso. ¿Cómo lo ves? Agradezco mucho tu ayuda, no estoy intentando deshacerme de ti, es solo que no veo viable obtener el resultado final aquí. En unas instalaciones gubernamentales de seguro será más sencillo.
Adam es un tío inteligente, me parecía obvio que lo entendería, pero aún así le pregunté su opinión, no sé bien por qué. Quizás podría terminar la investigación en Underwater Terminal, ya que conocía bien las instalaciones, era una buena opción, pero quizás me enviaran a algún otro lugar y, supongo, que tampoco habría ningún problema, todo sería decidido en una llamada, así que ya veríamos.
Al final, parece ser que nos seguiremos alojando en el mismo establecimiento... Como ya dije, es algo que me trae sin cuidado, pero ahora no podía evitar pensar qué pasaría con aquellas mujeres.
Cuando nos hemos encontrado con gente dentro del edificio del señor Biuty, acerca del cuál Adam me ha estado hablando un poco, Adam siempre me ha presentado como "su amigo el científico" o cosas por el estilo, pero desconozco hasta qué punto eso lo hace de igual forma que compra tabaco para no fumárselo... Dicho así, en voz alta, suena muy estúpido.
Los días se sucedieron sin ningún percance, pudimos sacar más dinero del previsto con la ingeniosa idea del cosmético hidratante, que aunque no era suficiente agua para ninguno de mis propósitos, sí valía como un tratamiento para evitar la sequedad de la piel, retrasando la evaporación de la misma y haciendo que llegue a todas las capas. Sin embargo, los experimentos avanzaban lentamente y, aunque había un progreso, no pude evitar sentir que no llegaría a nada. Después de algunos días, decidí comentárselo a Adam.
-Adam, creo que no vamos a poder seguir con el desarrollo de nuestra investigación. -Lo incluí por todas las aportaciones que había hecho, incluso me estaba esforzando en usar aquel cuaderno.-Probablemente, la mejor manera de continuar con los experimentos sea con un equipo adecuado... Hablo tanto de equipo instrumental como personal cualificado. Debería contactar con mis superiores y, si me dan luz verde, proceder. Al menos hemos recorrido gran parte del camino, además, he aprendido bastante, tanto de la metodología como de los conceptos en sí, ahora me veo más capacitado, por lo menos en las áreas en las que he estado inmerso. ¿Cómo lo ves? Agradezco mucho tu ayuda, no estoy intentando deshacerme de ti, es solo que no veo viable obtener el resultado final aquí. En unas instalaciones gubernamentales de seguro será más sencillo.
Adam es un tío inteligente, me parecía obvio que lo entendería, pero aún así le pregunté su opinión, no sé bien por qué. Quizás podría terminar la investigación en Underwater Terminal, ya que conocía bien las instalaciones, era una buena opción, pero quizás me enviaran a algún otro lugar y, supongo, que tampoco habría ningún problema, todo sería decidido en una llamada, así que ya veríamos.
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Los días pasaban entre reuniones con los científicos y la sociabilización forzada para hacernos un hueco en la compañía. Poco a poco se formaba la confianza, y eso me permitió que tomaran el compuesto para las pruebas iniciales.
Fueron todo un éxito; la estabilidad del compuesto y su penetrancia en las capas de piel sin ningún efecto tóxico a corto y medio plazo había supuesto un enorme paso en el desarrollo de la crema. Había ciertos problemas de alergia, pero se presentaban exclusivamente en aquellas personas con una alergia al pescado; una etiqueta de precaución y sin problemas.
Dentro de poco la “Mer Crême” de Byuty S.A. se lanzaría al mercado, aunque dadas la mala prensa de la empresa, el éxito no estaba asegurado. Al menos siempre quedaba vender la patente, actualmente en prestación a la empresa, si quebraba.
Biuty nos dejó usar el laboratorio gratis, instándonos, o instándome para que presionara a “mi amigo el científico” para que le diera más productos milagrosos. Estaba desesperado por quitarse a esas mujeres de encima, y la futura promesa, siquiera cumplida, del dinero, le daba el empujón para seguir un día más.
Día tras día, y fracaso tras fracaso, Kenmei no logra progresar en su investigación sobre la sangre de gyojin. Caracteriza los compuestos, pero carece del personal y los utensilios para reproducirlos, o eso dice.
Se desespera, aunque no de la manera que hubiera hecho antes de conocerme, y me pide, sin siquiera hacerlo, el marcharnos.
- Está bien- acepto con toda la tranquilidad del mundo-. Además llevas mucho tiempo trabajando. – leo su cuaderno, no sin antes cambiar mis guantes por unos de laboratorio; él, como muchos otros científicos, tiene la manía de coger sus utensilios con los guantes aún puestos. ¿No se dan cuenta que así podrían estar impregnando las cosas de esos… productos? La mayoría tiene demasiadas etiquetas de peligros, teratogeneceidad y carcinogeneceidad como para estar del todo tranquilo.
Memorizo, repasando la letra, por suerte no demasiado mala, de Kenmei.
- Deberías guardar esto bien, no veo ninguna alusión… de importante represión para nuestras personas, pero quien sabe- quizás un científico pueda desentrañar rápidamente de donde ha salido esa muestra, quien es Kenmei o qué es lo que trataba hacer.
Tiro los guantes y me lavo las manos antes de colocarme los míos. Lo bueno que tienen los laboratorios es que para cada peligro hay un protocolo, para cada veneno hay una precaución, y con suerte un “remedio”.
- Iré a despedirme del señor Biuty. Antes de que todo… esto…- señalo alrededor con un ademán de manos- acabe… - el tono tranquilo y amistoso de mi voz se reemplaza con la nada- quiero que me digas de dónde sacaste la muestra.- vuelvo a actuar-. Ahora vengo, no tardo.
Marcho por la puerta, volviendo a recorrer el edificio en búsqueda del presidente de la compañía. Cuando subo al ascensor, se detiene en una planta previa, de donde embarcan las tres matonas.
- Buenas tardes- saludo, pero no me contestan más que en gruñidos. - ¿Ustedes son de la empresa prestamista del señor Biuty, verdad?
Me miran por encima del hombro, como una mosca entrometida. Sólo una se digna a responder.
- Encima de guapo, listo- según los cánones estándar es atractiva, aunque tanta pintura de colores vibrantes y fluorescentes me hace difícil asignar su rostro a un patrón claro.-. Hazme el favor de no meterte, no me gustaría estropear a algo tan lindo como tú…- me clava su dedo en mi esternón, y baja hasta mis abdominales. Me veo obligado a dar un paso atrás antes de que siga bajando.
Hace un mohín cuando sus compañeras gruñen al abrirse la puerta. Se quedaría acosándome si no tuviera trabajo.
Doy una pequeña carrera para ponerme a su altura.
- Yo sólo digo que sería mejor que esperarais una semana más. Tengo la sensación de que van a sacar un nuevo producto… quizás pueda devolveros el dinero entonces, con algún tipo de interés.- derriban una puerta, pero tras ella no está quien buscan-. Vamos, seguro que sois personas bastante razonables…
La acosadora me encara, poniéndome contra la pared en un rápido avance. Estampa la mano al lado de mi hombro, intentando acercarse a mí a pesar de la diferencia de altura.
- ¿Por qué un muchacho tan guapito como tú se mete en tantos problemas por un idiota como Biuty?
No me había metido en... problemas, ¿verdad? Que sólo he insistido hoy... Será, simplemente, lenguaje intmidatorio.
- Los… tíos se protegen entre ellos. Además, me da la sensación de que cuando tenga el dinero os lo dará con algún tipo de cuota más para no buscarse problema más en la vida… Es un tipo que aprende de sus errores- las puertas van cayendo bajo los puños de las otras dos- ya veis que cada vez es más difícil encontrarle…
Me mira fijamente y continúa acercándose hasta que su pecho se presiona sobre mí.
- ¿Por favor?- dije, imitando su anterior mohín.
Sonríe y se gira hacia sus compañeras.
- Vamos chicas, ya vendremos la semana que viene.
Más gruñidos son su única respuesta, pero acaban obedeciendo.
La puerta tras de mí me empuja, me quito de su trayectoria.
- Gra…gracias, Adam.
Fueron todo un éxito; la estabilidad del compuesto y su penetrancia en las capas de piel sin ningún efecto tóxico a corto y medio plazo había supuesto un enorme paso en el desarrollo de la crema. Había ciertos problemas de alergia, pero se presentaban exclusivamente en aquellas personas con una alergia al pescado; una etiqueta de precaución y sin problemas.
Dentro de poco la “Mer Crême” de Byuty S.A. se lanzaría al mercado, aunque dadas la mala prensa de la empresa, el éxito no estaba asegurado. Al menos siempre quedaba vender la patente, actualmente en prestación a la empresa, si quebraba.
Biuty nos dejó usar el laboratorio gratis, instándonos, o instándome para que presionara a “mi amigo el científico” para que le diera más productos milagrosos. Estaba desesperado por quitarse a esas mujeres de encima, y la futura promesa, siquiera cumplida, del dinero, le daba el empujón para seguir un día más.
Día tras día, y fracaso tras fracaso, Kenmei no logra progresar en su investigación sobre la sangre de gyojin. Caracteriza los compuestos, pero carece del personal y los utensilios para reproducirlos, o eso dice.
Se desespera, aunque no de la manera que hubiera hecho antes de conocerme, y me pide, sin siquiera hacerlo, el marcharnos.
- Está bien- acepto con toda la tranquilidad del mundo-. Además llevas mucho tiempo trabajando. – leo su cuaderno, no sin antes cambiar mis guantes por unos de laboratorio; él, como muchos otros científicos, tiene la manía de coger sus utensilios con los guantes aún puestos. ¿No se dan cuenta que así podrían estar impregnando las cosas de esos… productos? La mayoría tiene demasiadas etiquetas de peligros, teratogeneceidad y carcinogeneceidad como para estar del todo tranquilo.
Memorizo, repasando la letra, por suerte no demasiado mala, de Kenmei.
- Deberías guardar esto bien, no veo ninguna alusión… de importante represión para nuestras personas, pero quien sabe- quizás un científico pueda desentrañar rápidamente de donde ha salido esa muestra, quien es Kenmei o qué es lo que trataba hacer.
Tiro los guantes y me lavo las manos antes de colocarme los míos. Lo bueno que tienen los laboratorios es que para cada peligro hay un protocolo, para cada veneno hay una precaución, y con suerte un “remedio”.
- Iré a despedirme del señor Biuty. Antes de que todo… esto…- señalo alrededor con un ademán de manos- acabe… - el tono tranquilo y amistoso de mi voz se reemplaza con la nada- quiero que me digas de dónde sacaste la muestra.- vuelvo a actuar-. Ahora vengo, no tardo.
Marcho por la puerta, volviendo a recorrer el edificio en búsqueda del presidente de la compañía. Cuando subo al ascensor, se detiene en una planta previa, de donde embarcan las tres matonas.
- Buenas tardes- saludo, pero no me contestan más que en gruñidos. - ¿Ustedes son de la empresa prestamista del señor Biuty, verdad?
Me miran por encima del hombro, como una mosca entrometida. Sólo una se digna a responder.
- Encima de guapo, listo- según los cánones estándar es atractiva, aunque tanta pintura de colores vibrantes y fluorescentes me hace difícil asignar su rostro a un patrón claro.-. Hazme el favor de no meterte, no me gustaría estropear a algo tan lindo como tú…- me clava su dedo en mi esternón, y baja hasta mis abdominales. Me veo obligado a dar un paso atrás antes de que siga bajando.
Hace un mohín cuando sus compañeras gruñen al abrirse la puerta. Se quedaría acosándome si no tuviera trabajo.
Doy una pequeña carrera para ponerme a su altura.
- Yo sólo digo que sería mejor que esperarais una semana más. Tengo la sensación de que van a sacar un nuevo producto… quizás pueda devolveros el dinero entonces, con algún tipo de interés.- derriban una puerta, pero tras ella no está quien buscan-. Vamos, seguro que sois personas bastante razonables…
La acosadora me encara, poniéndome contra la pared en un rápido avance. Estampa la mano al lado de mi hombro, intentando acercarse a mí a pesar de la diferencia de altura.
- ¿Por qué un muchacho tan guapito como tú se mete en tantos problemas por un idiota como Biuty?
No me había metido en... problemas, ¿verdad? Que sólo he insistido hoy... Será, simplemente, lenguaje intmidatorio.
- Los… tíos se protegen entre ellos. Además, me da la sensación de que cuando tenga el dinero os lo dará con algún tipo de cuota más para no buscarse problema más en la vida… Es un tipo que aprende de sus errores- las puertas van cayendo bajo los puños de las otras dos- ya veis que cada vez es más difícil encontrarle…
Me mira fijamente y continúa acercándose hasta que su pecho se presiona sobre mí.
- ¿Por favor?- dije, imitando su anterior mohín.
Sonríe y se gira hacia sus compañeras.
- Vamos chicas, ya vendremos la semana que viene.
Más gruñidos son su única respuesta, pero acaban obedeciendo.
La puerta tras de mí me empuja, me quito de su trayectoria.
- Gra…gracias, Adam.
Kenmei Shiba
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Adam aceptó de buena gana que este sería el último día en la isla, por lo que procedí a llamar por Den Den Mushi para explicar la situación.
-Buenas, aquí Kenmei Shiba. Posición: Dark Dome City, en el paraíso.
-...Perfecto. ¿Que es lo que quiere?
-Solicito transporte para mí y mi escolta, Adam... -Mierda, no sé su apellido.-...Adam, del CP, que me fue asignado a mi llegada. ¿Cuándo podremos disponer de él? ¿Tenéis algo por aquí cerca?
-Sí, tenemos un par de barcos por la zona... ¿Para hoy?
-Sí, cuanto antes mejor.
-¿Qué destino?
-De momento... Underwater Terminal, a bordo haré una llamada y quizás cambie.
-Como comprenderá no puedo variar el rumbo de una flota por usted... Tendrá un pequeño buque de patrulla, con unos siete hombres a bordo. Llegarán en cinco horas.Eso es todo.
Colgó sin esperar respuesta. Bueno, algo rudo para mi gusto, pero disponemos de un transporte no muy llamativo, supongo que está bien.
Al rato llegó Adam y tuve que explicarle lo que me había preguntado, aunque obvié a Peste por completo, para ahorrarnos problemas a ambos, sobre todo a mí.
-Qué extraño que no me lo hayas preguntado antes. -Llevábamos bastante ya en la isla, si le interesaba, podía haberlo dicho nada más le enseñé la muestra ¿no?.-Pues resulta que estuve en la Isla Gyojin y me dirigí a los guardias de un... museo, o algo por el estilo, y les pedí con amabilidad una muestra de sangre para propósitos científicos. Les dije que me interesaba mucho el Karate Gyojin e incluso me hicieron una especie de demostración. Tras conseguir la sangre, y de casualidad una exclusiva especie de zarza venenosa, abandoné la isla... y aquí me tienes. Por cierto, tenemos un transporte. En cinco horas en el puerto. Sin problemas, supongo, ¿no?
Fuimos entonces al hotel para recoger las cosas y comer. Yo decidí acostarme un rato para hacer tiempo hasta la llegada del barco, creo que pasó una hora y media aproximadamente. Para cuando partimos en dirección al puerto, ya preparados y con nuestro equipaje, debía quedar unos cuarenta minutos para que se terminara el plazo de cinco horas, aunque nada nos aseguraba su puntualidad. En el camino, tuvimos que pasar por una parte abandonada del puerto, con enormes cajas de las que se usan en los cargueros y un par de almacenes en ruinas. El viento se estaba levantando y empezamos a escuchar unos pasos que nos indicaban que no estábamos solos. Para cuando me quise dar cuenta, estábamos rodeados por varias figuras desconocidas... en compañía de aquellas tres mujeres a las que nos enfrentamos en el callejón del hotel. Debían ser unas 8 o 9 mujeres. Lógicamente, puesto que planeábamos abandonar la isla, no habíamos dejado nada en el hotel, por lo que tenía mis espadas conmigo, pero la líder del equipo yonki no tenía ganas de aguantar otra de mis actuaciones. Sacó un pistola y me apuntó.
-Esta vez no. Ni una palabra. Ni un paso. -Me dijo cuando intenté abrir la boca. Supongo que me apuntaba a mí porque no tenía ni idea de que Adam era el verdadero peligro, él era el entrenado para matar, yo todo lo que sé lo sé por afición.
-Buenas, aquí Kenmei Shiba. Posición: Dark Dome City, en el paraíso.
-...Perfecto. ¿Que es lo que quiere?
-Solicito transporte para mí y mi escolta, Adam... -Mierda, no sé su apellido.-...Adam, del CP, que me fue asignado a mi llegada. ¿Cuándo podremos disponer de él? ¿Tenéis algo por aquí cerca?
-Sí, tenemos un par de barcos por la zona... ¿Para hoy?
-Sí, cuanto antes mejor.
-¿Qué destino?
-De momento... Underwater Terminal, a bordo haré una llamada y quizás cambie.
-Como comprenderá no puedo variar el rumbo de una flota por usted... Tendrá un pequeño buque de patrulla, con unos siete hombres a bordo. Llegarán en cinco horas.Eso es todo.
Colgó sin esperar respuesta. Bueno, algo rudo para mi gusto, pero disponemos de un transporte no muy llamativo, supongo que está bien.
Al rato llegó Adam y tuve que explicarle lo que me había preguntado, aunque obvié a Peste por completo, para ahorrarnos problemas a ambos, sobre todo a mí.
-Qué extraño que no me lo hayas preguntado antes. -Llevábamos bastante ya en la isla, si le interesaba, podía haberlo dicho nada más le enseñé la muestra ¿no?.-Pues resulta que estuve en la Isla Gyojin y me dirigí a los guardias de un... museo, o algo por el estilo, y les pedí con amabilidad una muestra de sangre para propósitos científicos. Les dije que me interesaba mucho el Karate Gyojin e incluso me hicieron una especie de demostración. Tras conseguir la sangre, y de casualidad una exclusiva especie de zarza venenosa, abandoné la isla... y aquí me tienes. Por cierto, tenemos un transporte. En cinco horas en el puerto. Sin problemas, supongo, ¿no?
Fuimos entonces al hotel para recoger las cosas y comer. Yo decidí acostarme un rato para hacer tiempo hasta la llegada del barco, creo que pasó una hora y media aproximadamente. Para cuando partimos en dirección al puerto, ya preparados y con nuestro equipaje, debía quedar unos cuarenta minutos para que se terminara el plazo de cinco horas, aunque nada nos aseguraba su puntualidad. En el camino, tuvimos que pasar por una parte abandonada del puerto, con enormes cajas de las que se usan en los cargueros y un par de almacenes en ruinas. El viento se estaba levantando y empezamos a escuchar unos pasos que nos indicaban que no estábamos solos. Para cuando me quise dar cuenta, estábamos rodeados por varias figuras desconocidas... en compañía de aquellas tres mujeres a las que nos enfrentamos en el callejón del hotel. Debían ser unas 8 o 9 mujeres. Lógicamente, puesto que planeábamos abandonar la isla, no habíamos dejado nada en el hotel, por lo que tenía mis espadas conmigo, pero la líder del equipo yonki no tenía ganas de aguantar otra de mis actuaciones. Sacó un pistola y me apuntó.
-Esta vez no. Ni una palabra. Ni un paso. -Me dijo cuando intenté abrir la boca. Supongo que me apuntaba a mí porque no tenía ni idea de que Adam era el verdadero peligro, él era el entrenado para matar, yo todo lo que sé lo sé por afición.
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A la vuelta y tras un generoso almuerzo, en el que me explica los orígenes de la muestra, Kenmei se echa una siesta. Me ha comunicado que el transporte llegará en cinco horas, tiempo suficiente para hacer la maleta.
Me doy cuenta, al intentar empacar los tomos, que no van a caber. Siquiera cuando reparto mis numerosas armas por mis bolsillos hay hueco suficiente. Tras una pequeña conversación con la muchacha mientras el científico duerme, ella acepta de buena gana los tomos. Si supiera que son “aburridos” tochos llenos de números y términos económicos, seguro que ni los cogería. Serán de esos libros que se quedan en la estantería hasta que uno necesita usarlos una o dos veces al año.
Kenmei sigue durmiendo. La razón que me dio para excusar su posesión de la sangre gyojin no me parece… del todo verídica. ¿No hay acaso un cierto odio racial? No estarían tan dispuestos a que analizara su sangre con la promesa de desentrañar un secreto tan importante como es el kárate gyojin. Quizás no tenga nada que ver con la sangre, o quizás… no se la dieron voluntariamente.
El durmiente había mencionado un museo, o una especie de, y tiene una daga de pinta antigua. ¿Le darían un objeto de exposición? ¿Sería u nsouvenir muy logrado? Me acerco a sus pertenencias mientras dormita para hacer una foto a la daga. Investigaré profundamente sobre esta incongruencia para determinar la verdad absoluta. ¿Me habrá mentido Kenmei?
Si lo ha hecho, tendré que replantarme su posición en mi rango de amistades; se convertirá en un objeto de uso, más de uso y con menos preocupación de mantener vivo que un amigo, claro.
Se despierta y nos vamos. Tenemos que cruzar por una parte del puerto en desuso, o mejor dicho en desuso hoy. Todavía no se han preocupado de arreglar los daños en los edificios de aquella zona de almacenaje, claro que las zonas residenciales y el anexo principal del puerto son más importantes.
Nos llevan siguiendo desde hace un buen rato, hasta que han podido determinar nuestra dirección y se nos han adelantado. Juegan con la ventaja táctica de conocer su propia ciudad.
Cuando nos rodean y se lanza la amenaza, dejo mi maleta en el suelo.
- ¿No hay ninguna manera de que podamos arreglar esto pacíficamente?- comento en voz alzada, al fin y al cabo no quiero más problemas.
La “jefa” me mira, cree que el “ciborg” es el peligroso aquí, y hace un ademán de desprecio mientas sus labios se mueven en una mueca precedida de un bufido nasal.
- No, pues claro que no.
Supongo que es culpa de Kenmei por su estrafalaria, aunque efectiva, interpretación del otro día. En fin… no me hace gracia matar a enfermos mentales, pero no tengo tiempo para tratarlos ahora mismo, y ya me han dejado claro que no hay otra opción.
- Kenmei, ¿te importa sentarte en el suelo?- le digo, intentando que suene como una orden. Se agacha, con la contracción facial que revela que está extrañado por mi petición.
La líder manda a sus esbirros, pero estos no llegan a tocarme mientras paso entre sus cargas con la soltura de una hoja seca que se mece en las corrientes de aire. Cuando elimino mi ocultación sabe que es demasiado tarde y falla al cambiar su objetivo, la bala acaba en el suelo.
Tras un par de minutos, el genocidio ha acabado con la interceptación de los tres yonkis que querían huir escondidos entre los contenedores metálicos.
- Perdona por la espera- limpio mi kogatana con un pañuelo-. Tengo que buscarme un arma a distancia pronto, me está empezando a cansar ir detrás de la gente. – si les hubiera dejado marcharse nos hubieran reconocido, seguro. Debían morir.
No dice nada, parece demasiado impactado de que alguien como yo haya hecho algo así, pero también parece excitado por la idea.
Nos marchamos sin mediar más palabra. Informo a mi llegada de las bajas del puerto para que avisen para su "limpieza", me aseguran que no es necesario dadas las "costumbres" de la ciudad. Difiero, pero me ignoran, quizás he leído demasiadas novelas de misterio.
La misión ha terminado, mi informe burocrático y la investigación alrededor de aquella daga... comienzan.
Me doy cuenta, al intentar empacar los tomos, que no van a caber. Siquiera cuando reparto mis numerosas armas por mis bolsillos hay hueco suficiente. Tras una pequeña conversación con la muchacha mientras el científico duerme, ella acepta de buena gana los tomos. Si supiera que son “aburridos” tochos llenos de números y términos económicos, seguro que ni los cogería. Serán de esos libros que se quedan en la estantería hasta que uno necesita usarlos una o dos veces al año.
Kenmei sigue durmiendo. La razón que me dio para excusar su posesión de la sangre gyojin no me parece… del todo verídica. ¿No hay acaso un cierto odio racial? No estarían tan dispuestos a que analizara su sangre con la promesa de desentrañar un secreto tan importante como es el kárate gyojin. Quizás no tenga nada que ver con la sangre, o quizás… no se la dieron voluntariamente.
El durmiente había mencionado un museo, o una especie de, y tiene una daga de pinta antigua. ¿Le darían un objeto de exposición? ¿Sería u nsouvenir muy logrado? Me acerco a sus pertenencias mientras dormita para hacer una foto a la daga. Investigaré profundamente sobre esta incongruencia para determinar la verdad absoluta. ¿Me habrá mentido Kenmei?
Si lo ha hecho, tendré que replantarme su posición en mi rango de amistades; se convertirá en un objeto de uso, más de uso y con menos preocupación de mantener vivo que un amigo, claro.
Se despierta y nos vamos. Tenemos que cruzar por una parte del puerto en desuso, o mejor dicho en desuso hoy. Todavía no se han preocupado de arreglar los daños en los edificios de aquella zona de almacenaje, claro que las zonas residenciales y el anexo principal del puerto son más importantes.
Nos llevan siguiendo desde hace un buen rato, hasta que han podido determinar nuestra dirección y se nos han adelantado. Juegan con la ventaja táctica de conocer su propia ciudad.
Cuando nos rodean y se lanza la amenaza, dejo mi maleta en el suelo.
- ¿No hay ninguna manera de que podamos arreglar esto pacíficamente?- comento en voz alzada, al fin y al cabo no quiero más problemas.
La “jefa” me mira, cree que el “ciborg” es el peligroso aquí, y hace un ademán de desprecio mientas sus labios se mueven en una mueca precedida de un bufido nasal.
- No, pues claro que no.
Supongo que es culpa de Kenmei por su estrafalaria, aunque efectiva, interpretación del otro día. En fin… no me hace gracia matar a enfermos mentales, pero no tengo tiempo para tratarlos ahora mismo, y ya me han dejado claro que no hay otra opción.
- Kenmei, ¿te importa sentarte en el suelo?- le digo, intentando que suene como una orden. Se agacha, con la contracción facial que revela que está extrañado por mi petición.
La líder manda a sus esbirros, pero estos no llegan a tocarme mientras paso entre sus cargas con la soltura de una hoja seca que se mece en las corrientes de aire. Cuando elimino mi ocultación sabe que es demasiado tarde y falla al cambiar su objetivo, la bala acaba en el suelo.
Tras un par de minutos, el genocidio ha acabado con la interceptación de los tres yonkis que querían huir escondidos entre los contenedores metálicos.
- Perdona por la espera- limpio mi kogatana con un pañuelo-. Tengo que buscarme un arma a distancia pronto, me está empezando a cansar ir detrás de la gente. – si les hubiera dejado marcharse nos hubieran reconocido, seguro. Debían morir.
No dice nada, parece demasiado impactado de que alguien como yo haya hecho algo así, pero también parece excitado por la idea.
Nos marchamos sin mediar más palabra. Informo a mi llegada de las bajas del puerto para que avisen para su "limpieza", me aseguran que no es necesario dadas las "costumbres" de la ciudad. Difiero, pero me ignoran, quizás he leído demasiadas novelas de misterio.
La misión ha terminado, mi informe burocrático y la investigación alrededor de aquella daga... comienzan.
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