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Hikaru no podía más con el cuerpo de aquel tipo. Ella era fuerte en el tema de las espadas, en la velocidad y su buena capacidad para moverse con agilidad, pero aquello le costaba mucho. Ya había gastado algunas fuerzas en el combate y no estaba para hacer más esfuerzos. Cuando parecía que iba a caerse de nuevo, el agente apareció ofreciéndole su ayuda. Ella entonces mostró una mirada dulce y amable. Al menos, alguien la había ayudado. Cuando él se hizo cargo del cuerpo de aquella persona, la rubia le colocó la mano derecha en el hombro y le miró de forma ilusionada. Sus ojos estaban muy abiertos y su sonrisa era amplia. Se notaba muy feliz por haberse quitado el cuerpo de encima.
- ¡Arigatou, Dretch-kun!
Asintió a sus palabras de que tal vez necesitaba puntos, pero no pensaba hacérselos. Su barco ya no estaba tan lejos. La sangre continuaba saliendo de la mejilla de la joven, la cual no le daba mucha importancia. Sacó de su mochila un trozo de tela y lo pegó a su cara con algo de cinta. Tal vez de esa forma cortaba el sangrado temporalmente. Se dio cuenta de que el director había estado grabando todo. Lo primero de todo es que ella no había dado permiso de que la tomasen de plano. No por su cara, que sabía que eso podría editarse, pero habían visto sus técnicas secretas. Sus movimientos eran cosa de ella y ni por dinero pensaba aceptarlo. Grabar a las autoridades podía considerarse incluso un delito.
Escuchó las palabras de Alphonse ¿Interrogar? Si él no iba ni a pisar el barco. Tal vez trataba de jugar a los detectives, pero encima exigía si quedaba mucho… Si no estaba haciendo nada. Ella había luchado sola con aquel hombre sin ayuda, el agente llevaba el pesado cuerpo, el cámara estaba en un estado pésimo y ¿él? Solo caminaba. Ella entonces se acercó al director y de un rápido tirón tomó aquella cinta negra que solían tener las cámaras de rodaje. No recordaba su nombre, carrete tal vez, no le interesaba. La arrugó con fuerza y la metió en su bolsillo. El hombre empezó a quejarse y a gritar, pero ella lo silenció.
- No he dado mi permiso para que me graben, ni a mí, ni a mis técnicas. Dretch tampoco creo que le interese y el criminal tiene sus derechos. Cuando esto termine usted graba su película con sus actores, pero no se aproveche del trabajo de otros, y menos de la marina, por favor.
Dijo algo más seria mientras continuaba caminando. Metió la mano en el bolsillo para que nadie cogiese la cinta y la otra la dejó en el mango de su espada de fuego. Si aquel hombre se desangraba mucho le cauterizaría la herida sin problema alguno. Finalmente pudo ver el muelle y el enorme barco. Mostró una sonrisa calmada y después se quedó mirando al agente que iba con el cuerpo cargado.
- Bueno, el director ya está a salvo. Interrogaremos a ese hombre dentro de mi despacho junto a unos cuantos espías que tengo asignados. Después yo misma me ocuparé de decidir. Mientras tanto, el director y Alphonse quedaran en el muelle, protegidos por una patrulla. El barco no se moverá, así que tranquilos. – Dijo de forma calmada mientras los miraba.
- ¡Arigatou, Dretch-kun!
Asintió a sus palabras de que tal vez necesitaba puntos, pero no pensaba hacérselos. Su barco ya no estaba tan lejos. La sangre continuaba saliendo de la mejilla de la joven, la cual no le daba mucha importancia. Sacó de su mochila un trozo de tela y lo pegó a su cara con algo de cinta. Tal vez de esa forma cortaba el sangrado temporalmente. Se dio cuenta de que el director había estado grabando todo. Lo primero de todo es que ella no había dado permiso de que la tomasen de plano. No por su cara, que sabía que eso podría editarse, pero habían visto sus técnicas secretas. Sus movimientos eran cosa de ella y ni por dinero pensaba aceptarlo. Grabar a las autoridades podía considerarse incluso un delito.
Escuchó las palabras de Alphonse ¿Interrogar? Si él no iba ni a pisar el barco. Tal vez trataba de jugar a los detectives, pero encima exigía si quedaba mucho… Si no estaba haciendo nada. Ella había luchado sola con aquel hombre sin ayuda, el agente llevaba el pesado cuerpo, el cámara estaba en un estado pésimo y ¿él? Solo caminaba. Ella entonces se acercó al director y de un rápido tirón tomó aquella cinta negra que solían tener las cámaras de rodaje. No recordaba su nombre, carrete tal vez, no le interesaba. La arrugó con fuerza y la metió en su bolsillo. El hombre empezó a quejarse y a gritar, pero ella lo silenció.
- No he dado mi permiso para que me graben, ni a mí, ni a mis técnicas. Dretch tampoco creo que le interese y el criminal tiene sus derechos. Cuando esto termine usted graba su película con sus actores, pero no se aproveche del trabajo de otros, y menos de la marina, por favor.
Dijo algo más seria mientras continuaba caminando. Metió la mano en el bolsillo para que nadie cogiese la cinta y la otra la dejó en el mango de su espada de fuego. Si aquel hombre se desangraba mucho le cauterizaría la herida sin problema alguno. Finalmente pudo ver el muelle y el enorme barco. Mostró una sonrisa calmada y después se quedó mirando al agente que iba con el cuerpo cargado.
- Bueno, el director ya está a salvo. Interrogaremos a ese hombre dentro de mi despacho junto a unos cuantos espías que tengo asignados. Después yo misma me ocuparé de decidir. Mientras tanto, el director y Alphonse quedaran en el muelle, protegidos por una patrulla. El barco no se moverá, así que tranquilos. – Dijo de forma calmada mientras los miraba.
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¡La sangre! ¿Cómo no había pensado en la sangre? No había podido renunciar a provecharse de un cliché tan evidente, sin embargo, ya podía decirle adiós a su gabardina de la suerte. Tendría que descoser una infinidad de costuras para sustituir las piezas manchadas, solo de pensarlo ya le daba una tremenda pereza.
Dio un respingo y continúo caminando en silencio junto Hikaru.
El cineasta, que a parecer había terminado de acosar a Alphonse, ahora centraba su atención en el agente. Poco a poco, a medida que el director le iba llenando a cabeza de pájaros, comenzaba a sentir como el sujeto con el que cargaba comenzaba a pesar cada vez más. De repente se vio obligado a hacer una pausa para tratar de ajustarse a aquel tipo sobre el hombro, ya que sentía como se escurría de él y comenzaba a sospechar que en cualquier momento se le caería de cabeza al suelo.
westWood, en su embriaguez, cometió el error de no ocultar su cámara. Hikaru no dudo en confiscar el carrete de la cámara en un descuido del director y guardarse lo en uno de sus bolsillos. Al fin y al cabo, eran pruebas, bajo ninguna circunstancia eran propiedad del cineasta.
- Totalmente de acuerdo, si quieres recrear la escena usa tus propios actores, nosotros no hemos firmado nada que yo recuerde – dijo apoyando el argumento de la rubia.
Probablemente si el film habría pasado por los trámites correspondientes, aquella escena habría sido censurada y borrada del largometraje por gobierno igualmente. Tampoco podía reprocharle a la chica que protegiera su privacidad.
Respiró profundamente una vez más, permitiendo que el olor a salitre entrara por sus fosas nasales. Había a quien ese olor le calmaba, para el agente lo único que le provocaba era incomodidad. El mar nunca traía nada bueno.
Con la mirada puesta en el horizonte pudo distinguir el puerto, no parecía un lugar demasiado concurrido. Apenas una docena de pequeños barcos y botes permanecían amarrados en el rustico muelle, en comparación, el barco militar parecía una monstruosidad que destacaba sobre el resto. El sonido que hacían las olas al fundirse con la tierra le decía, de alguna manera, que su lugar estaba tierra adentro y que allí no pintaba. Aunque tentador, continúo avanzando hasta el navío de la Marina.
Era evidente que el pobre Alphonse se quedaría fuera del interrogatorio, le sabia mal por él ya que había estado con ellos desde el principio. Tan solo esperaba que no cometiera ninguna estupidez, si de alguna forma lograba eludir a la patrulla y lograba colarse en el navío para espiar… No podía protegerlo de el mismo.
Aguardó junto a la pasarela hasta a que la sargento diera las ordenes pertinentes. Era un invitado, por lo que no entraría como pedro por su casa en el barco. Aquello generaría preguntas a las cuales no tenía ningunas ganas de responder.
Dio un respingo y continúo caminando en silencio junto Hikaru.
El cineasta, que a parecer había terminado de acosar a Alphonse, ahora centraba su atención en el agente. Poco a poco, a medida que el director le iba llenando a cabeza de pájaros, comenzaba a sentir como el sujeto con el que cargaba comenzaba a pesar cada vez más. De repente se vio obligado a hacer una pausa para tratar de ajustarse a aquel tipo sobre el hombro, ya que sentía como se escurría de él y comenzaba a sospechar que en cualquier momento se le caería de cabeza al suelo.
westWood, en su embriaguez, cometió el error de no ocultar su cámara. Hikaru no dudo en confiscar el carrete de la cámara en un descuido del director y guardarse lo en uno de sus bolsillos. Al fin y al cabo, eran pruebas, bajo ninguna circunstancia eran propiedad del cineasta.
- Totalmente de acuerdo, si quieres recrear la escena usa tus propios actores, nosotros no hemos firmado nada que yo recuerde – dijo apoyando el argumento de la rubia.
Probablemente si el film habría pasado por los trámites correspondientes, aquella escena habría sido censurada y borrada del largometraje por gobierno igualmente. Tampoco podía reprocharle a la chica que protegiera su privacidad.
Respiró profundamente una vez más, permitiendo que el olor a salitre entrara por sus fosas nasales. Había a quien ese olor le calmaba, para el agente lo único que le provocaba era incomodidad. El mar nunca traía nada bueno.
Con la mirada puesta en el horizonte pudo distinguir el puerto, no parecía un lugar demasiado concurrido. Apenas una docena de pequeños barcos y botes permanecían amarrados en el rustico muelle, en comparación, el barco militar parecía una monstruosidad que destacaba sobre el resto. El sonido que hacían las olas al fundirse con la tierra le decía, de alguna manera, que su lugar estaba tierra adentro y que allí no pintaba. Aunque tentador, continúo avanzando hasta el navío de la Marina.
Era evidente que el pobre Alphonse se quedaría fuera del interrogatorio, le sabia mal por él ya que había estado con ellos desde el principio. Tan solo esperaba que no cometiera ninguna estupidez, si de alguna forma lograba eludir a la patrulla y lograba colarse en el navío para espiar… No podía protegerlo de el mismo.
Aguardó junto a la pasarela hasta a que la sargento diera las ordenes pertinentes. Era un invitado, por lo que no entraría como pedro por su casa en el barco. Aquello generaría preguntas a las cuales no tenía ningunas ganas de responder.
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Le habían roto su juguete, le habían prohibido su ilusión y le habían mandado de vuelta hacia a mí. El señor WestWood farfullaba lo que parecían ser una retahíla de insultos de borracho, pero por suerte y, a causa de su excesivo uso de la petaca para ahogar su rabia, la lengua no le funcionaba correctamente. Si hubierainsultado a alguno de aquellos agentes de la ley en voz alta… encima de que estaban intentando salvarle la vida, mínimo le caerían un par de semanas en el calabozo.
Por fin, llegamos a uno de los puertos de la peculiar isla; el camino se me había hecho eterno con el aliento del director abofeteándome la cara a cada sincera declaración de lo que era un actor y el amor que debía ponerle uno a sus obras de arte. Sentía algo de pena por él, no mucha, pero la suficiente como para no terminar de comprender por qué alguien quería matarlo. ¿Qué ganaría alguien con la muerte de WestWood? El mundo, por supuesto, perdería sus obras pero ganaría la ausencia de un talentoso alcohólico.
-¿Tiene familia, señor WestWood?- le pregunté.
-Pues tengo seis hijos. ¿No te he enseñado fotos?
Viendo cómo señalaba las fotos que guardaba en su cartera con cariño, y cómo intentaba encasquetarme a la treintañera horrenda que era su hija mayor, comprendí que la hipótesis que empezaba a considerar quedaba descartada del todo.
Si no era ningún tema de herencias familiares, ¿qué era? No era desconocido que Westwood había perdido mucho dinero para rodar su western. Todo ese dinero podía haber sido ahorrado grabando en ubicaciones más apropiadas del South Blue, pero claro, entonces no hubiera sido un western… Eso decía el director. ¿Tendría interés alguno de sus prestamistas en matarle? No… entonces la película no se emitiría y el dinero del éxito no llenaría los bolsillos de nadie. ¿Y si pudiera terminarse sin su dirección, y a título póstumo? La última película de WestWood… eso daría dinero, mucho dinero. ¿Pero quién desea matar a una gallina de huevos de oro cuando puede seguir exprimiéndola hasta la menopausia? Incluso si perdía su talento seguiría llenando salas con tan sólo su nombre.
Entretanto la marine nos agenciaba la unidad que había prometido, mi cabeza seguía dándole vueltas al asunto mientras una pregunta más importante arremetía contra mi cráneo como un enorme ariete. ¿Por qué demonios sabía el nombre de aquel intento de asesino?
Dudaba de la veracidad de las palabras de la rubia. ¿A salvo? ¿Seguro? Estaríamos más a salvo si hubiéramos subido al barco, pero no.
Por fin, llegamos a uno de los puertos de la peculiar isla; el camino se me había hecho eterno con el aliento del director abofeteándome la cara a cada sincera declaración de lo que era un actor y el amor que debía ponerle uno a sus obras de arte. Sentía algo de pena por él, no mucha, pero la suficiente como para no terminar de comprender por qué alguien quería matarlo. ¿Qué ganaría alguien con la muerte de WestWood? El mundo, por supuesto, perdería sus obras pero ganaría la ausencia de un talentoso alcohólico.
-¿Tiene familia, señor WestWood?- le pregunté.
-Pues tengo seis hijos. ¿No te he enseñado fotos?
Viendo cómo señalaba las fotos que guardaba en su cartera con cariño, y cómo intentaba encasquetarme a la treintañera horrenda que era su hija mayor, comprendí que la hipótesis que empezaba a considerar quedaba descartada del todo.
Si no era ningún tema de herencias familiares, ¿qué era? No era desconocido que Westwood había perdido mucho dinero para rodar su western. Todo ese dinero podía haber sido ahorrado grabando en ubicaciones más apropiadas del South Blue, pero claro, entonces no hubiera sido un western… Eso decía el director. ¿Tendría interés alguno de sus prestamistas en matarle? No… entonces la película no se emitiría y el dinero del éxito no llenaría los bolsillos de nadie. ¿Y si pudiera terminarse sin su dirección, y a título póstumo? La última película de WestWood… eso daría dinero, mucho dinero. ¿Pero quién desea matar a una gallina de huevos de oro cuando puede seguir exprimiéndola hasta la menopausia? Incluso si perdía su talento seguiría llenando salas con tan sólo su nombre.
Entretanto la marine nos agenciaba la unidad que había prometido, mi cabeza seguía dándole vueltas al asunto mientras una pregunta más importante arremetía contra mi cráneo como un enorme ariete. ¿Por qué demonios sabía el nombre de aquel intento de asesino?
Dudaba de la veracidad de las palabras de la rubia. ¿A salvo? ¿Seguro? Estaríamos más a salvo si hubiéramos subido al barco, pero no.
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Finalmente pasó lo que tenía que pasar. El puerto ya estaba lleno de algunos marines cuando la chica de cabellos rubios llegó junto al resto. Había uno de ellos en especial que portaba en su mano derecha una especie de mandoble rojo de espinas. Sus cabellos eran oscuros y ambos ojos rojizos. Parecía tener unos veinte años. Era uno de los cabos asignados a ella y su fama de mala bestia le precedía. De todas formas, era buena persona con ella, quizás un poco serio. Justo entonces la joven chasqueó los dedos y dio una señal. Aquel moreno junto a otros dos hombres pidieron amablemente al agente que les cediese el cuerpo. Cuando lo hiciese lo llevarían al interior del barco. Justo entonces una de las reclutas, una hermosa joven de cabellos rosados y ojos azules se acercó a la superior.
- Hikaru-san, han llamado desde el cuartel. Tenemos que llevarnos enseguida al director para darle un trato más protector y hablar con él, le pagaran todos los gastos. – Mencionó alegremente.
La rubia entonces miró al director y le indicó que subiese al barco. Era hora de poner rumbo al cuartel de una vez y terminar con todo aquello. La rubia sabía que las cosas entre las normas y el gobierno debían respetarse y por ello pensó que era el momento de la despedida. Con una simple mirada la chica de cabellos rosas supo lo que tenía que hacer y fue de inmediato a poner el barco en marcha. Hikaru subió al navío y entonces se quedó mirando a Alphonse con una mirada dulce como solía tener todo el tiempo.
- Gracias por tu colaboración en todo, un grupo de mis chicos te escoltaran hasta que hayas llegado a salvo hasta el centro de la isla. Lamento no poder llevarte, pero… Me está prohibido llevar a ciudadanos a un cuartel oficial de la marina.
Dicho aquello se quedó mirando al agente con una mirada amable. Lo del director habían sido órdenes directas y no podía hacer nada, pero las normas estaban para cumplirlas. Fue entonces cuando la chica de cabellos rubios observó de nuevo a Dretch.
- Ya que perteneces al gobierno mundial, tienes derecho de sobra a viajar con marines ¿Vienes con nosotros? En el cuartel te ofrecerán un vehículo y una patrulla. – Una vez le dijo aquello esperó a ver si subía.
Aceptase o no, el barco comenzó a ponerse en marcha, si iba a entrar era su momento de hacerlo. Se mantuvo a la espera sentada sobre la borda mientras mostraba una sonrisa amable en todo momento. El día había estado bastante bien y estaba deseando llevarse su felicitación por haber derrotado a aquel criminal. Entonces los superiores se ocuparían del director, del asesino y ellos sabrían lo que hacer. Su trabajo como sargento había terminado en aquella isla y solo faltaba volver a casa.
- Hikaru-san, han llamado desde el cuartel. Tenemos que llevarnos enseguida al director para darle un trato más protector y hablar con él, le pagaran todos los gastos. – Mencionó alegremente.
La rubia entonces miró al director y le indicó que subiese al barco. Era hora de poner rumbo al cuartel de una vez y terminar con todo aquello. La rubia sabía que las cosas entre las normas y el gobierno debían respetarse y por ello pensó que era el momento de la despedida. Con una simple mirada la chica de cabellos rosas supo lo que tenía que hacer y fue de inmediato a poner el barco en marcha. Hikaru subió al navío y entonces se quedó mirando a Alphonse con una mirada dulce como solía tener todo el tiempo.
- Gracias por tu colaboración en todo, un grupo de mis chicos te escoltaran hasta que hayas llegado a salvo hasta el centro de la isla. Lamento no poder llevarte, pero… Me está prohibido llevar a ciudadanos a un cuartel oficial de la marina.
Dicho aquello se quedó mirando al agente con una mirada amable. Lo del director habían sido órdenes directas y no podía hacer nada, pero las normas estaban para cumplirlas. Fue entonces cuando la chica de cabellos rubios observó de nuevo a Dretch.
- Ya que perteneces al gobierno mundial, tienes derecho de sobra a viajar con marines ¿Vienes con nosotros? En el cuartel te ofrecerán un vehículo y una patrulla. – Una vez le dijo aquello esperó a ver si subía.
Aceptase o no, el barco comenzó a ponerse en marcha, si iba a entrar era su momento de hacerlo. Se mantuvo a la espera sentada sobre la borda mientras mostraba una sonrisa amable en todo momento. El día había estado bastante bien y estaba deseando llevarse su felicitación por haber derrotado a aquel criminal. Entonces los superiores se ocuparían del director, del asesino y ellos sabrían lo que hacer. Su trabajo como sargento había terminado en aquella isla y solo faltaba volver a casa.
- Spoiler:
- Por mi parte lo termino ya aquí. Si Dretch se sube daré por hecho que él también, si decide quedarse con Alphon, ya pasa a ser cosa vuestra xp.
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Durante un instante, Dretch permaneció solo junto a la pasarela del barco de la marina, mientras Hikaru daba órdenes a sus compañeros y WestWood y Alphonse miraban algunas fotos. Observaba aquella camaradería como un raro privilegio del que rara vez había podido disfrutar, y aunque se sentía ajeno a la escena, de algún modo su corazón también se sintió reconfortado por aquella amistad de la que todos eran participes. Por primera vez en mucho tiempo él no era el malo y estaba rodeado de gente amable.
El agente observaba la pasarela y el navío de guerra como solo sabía hacerlo: con rostro distante y mirada inexpresiva, dejando claro de forma inconsciente que él estaba muy por encima de su fobia a los navíos. Hikaru aguardaba a que tomara una decisión.
Se dio media vuelta y avanzo hacia el lugar donde se encontraban los dos civiles. El funcionario no pudo evitar inclinarse como disculpa, aun no sabía cómo tratar con estrellas, pero eso no le desalentó para continuar con su propósito.
- No era mi intención provocar tanto alboroto, lamento haber arruinado el largometraje. Aceptad mis disculpas. A partir de aquí nuestros caminos se separan, pero como fan… Cuento con vosotros para que halléis la forma de terminar la película – añadió con una sonrisa sincera.
El barco soltó sus amarras y muy lentamente comenzó a alejarse del puerto. A la carrera, Dretch recorrió la distancia que lo separaba que lo separaba de la embarcación y subió por la pasarela. Si viajaba en aquel barco no sería un gorrón, se ganaría su puesto con trabajo duro… Era lo mínimo que podía hacer para corresponder a la bondad de aquella marine.
El agente observaba la pasarela y el navío de guerra como solo sabía hacerlo: con rostro distante y mirada inexpresiva, dejando claro de forma inconsciente que él estaba muy por encima de su fobia a los navíos. Hikaru aguardaba a que tomara una decisión.
Se dio media vuelta y avanzo hacia el lugar donde se encontraban los dos civiles. El funcionario no pudo evitar inclinarse como disculpa, aun no sabía cómo tratar con estrellas, pero eso no le desalentó para continuar con su propósito.
- No era mi intención provocar tanto alboroto, lamento haber arruinado el largometraje. Aceptad mis disculpas. A partir de aquí nuestros caminos se separan, pero como fan… Cuento con vosotros para que halléis la forma de terminar la película – añadió con una sonrisa sincera.
El barco soltó sus amarras y muy lentamente comenzó a alejarse del puerto. A la carrera, Dretch recorrió la distancia que lo separaba que lo separaba de la embarcación y subió por la pasarela. Si viajaba en aquel barco no sería un gorrón, se ganaría su puesto con trabajo duro… Era lo mínimo que podía hacer para corresponder a la bondad de aquella marine.
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La patrulla tenía que irse y secuestraba al director bajo el lema de la justicia y su bienestar; para mí tan sólo eran un puñado de idiotas que no querían preocuparse de la raíz del problema, del verdadero interés del asesino, sino que tan sólo querían una medalla más en su solapa y un sobre de dinero.
Su proposición de escolta al centro de la isla sólo era un dulce e inútil placebo para su desconsiderada y estúpida actitud. La odiaba, me repugnaba y aun así mi cuerpo se veía inclinado a dejarse llevar por sus encantos… desde el primer momento, aunque no haya querido reconocerlo. Y eso sólo me hacía odiarla más a ella y a mí mismo. No iba a ocultarme esa verdad, pero sí la escondería al resto del mundo.
-Aceptaré su escolta, sargento.
Por otra parte, el agente Dretch me había caído en gracia, y su esperanza en el éxito cinematográfico no quedaría sin respuesta. Le despedí con una sincera sonrisa, respondiendo a la suya.
-Espero que volvamos a encontrarnos algún día, agente Dretch- le dije, deseándolo así.
Despedí al director con una firme mano en el hombro, una sonrisa y una promesa.
-No se preocupe, señor Westwood, yo me encargaré de que la película se entregue a tiempo. Tan sólo queda una última escena y ya sabemos cómo iba a desarrollarse… un poco de edición y todo estará bien.
Dubitativo, y reacio a abandonar incluso bajo las órdenes de La Marina, le repetí mis últimas palabras.
-Todo estará bien…
La vuelta con la patrulla transcurrió en silencio, aquellas personas al servicio de Hikaru no merecían mi odio, pero no iban a tener mi aprobación más allá de un seco respeto por su institución. No hubo sonrisas de despedida al dejarme en el pueblo, tan sólo una leve inclinación y un “Gracias por todo” sin sentimiento alguno. Estaba cansado, y aún tendría que hacer mucho en lo que restaba de día.
La editora principal no tuvo problema alguno en hacerse cargo de la dirección del resto del film, a expensas, claro está, de añadirse como Co-directora del mismo. La larga noche de conjunta edición, ajuste de sonidos y maquetación terminó a las siete y media de la mañana, poco después de que el astro rey saliera por el horizonte y me cegara al abrir la puerta. Me detuve unos instantes allí, satisfecho por el final de una larga y pesada jornada con una pregunta aún en mente…
-Señorita Wachowski…- dije, aguantando la puerta y dirigiendo la mirada a la muchacha de cabellos violáceos que apagaba los monitores uno tras otro-, ¿sabe usted quién es el Actor Secundario Bob?
La muchacha pensó unos instantes, apagando la última pantalla que iluminaba su rostro.
-Creo que Westwood le rechazó en un papel principal, me suena de haberle visto como figurante en alguna de las primeras películas del director… ¿Por qué lo pregunta?
-No, es que ese era el tipo que quería matar a Westwood- no recordaba si le dije su nombre cuando le expliqué la situación al poco de llegar-, seguro que debí haberlo visto en alguna película…
-Eso debe ser.
-Sí, eso debe ser- repetí-. Buenas “noches”, señorita Wachowski.
Me fui a mi camerino para dormir largo y tendido sabiendo que jamás había visto una película de Westwood antes, y mucho menos que me hubiese quedado a buscar ese nombre en los créditos. Quizás el mundo cinematográfico era más duro de lo que creía, y una chica a la que no se le reconocía el buen trabajo que realizaba debía tomar ciertas… medidas para llegar a hacerse un hueco en aquel cruel y despiadado mundo. Medidas que le exigían ser igualmente cruel y despiadada.
Bien está lo que bien acaba, ¿no?
Su proposición de escolta al centro de la isla sólo era un dulce e inútil placebo para su desconsiderada y estúpida actitud. La odiaba, me repugnaba y aun así mi cuerpo se veía inclinado a dejarse llevar por sus encantos… desde el primer momento, aunque no haya querido reconocerlo. Y eso sólo me hacía odiarla más a ella y a mí mismo. No iba a ocultarme esa verdad, pero sí la escondería al resto del mundo.
-Aceptaré su escolta, sargento.
Por otra parte, el agente Dretch me había caído en gracia, y su esperanza en el éxito cinematográfico no quedaría sin respuesta. Le despedí con una sincera sonrisa, respondiendo a la suya.
-Espero que volvamos a encontrarnos algún día, agente Dretch- le dije, deseándolo así.
Despedí al director con una firme mano en el hombro, una sonrisa y una promesa.
-No se preocupe, señor Westwood, yo me encargaré de que la película se entregue a tiempo. Tan sólo queda una última escena y ya sabemos cómo iba a desarrollarse… un poco de edición y todo estará bien.
Dubitativo, y reacio a abandonar incluso bajo las órdenes de La Marina, le repetí mis últimas palabras.
-Todo estará bien…
La vuelta con la patrulla transcurrió en silencio, aquellas personas al servicio de Hikaru no merecían mi odio, pero no iban a tener mi aprobación más allá de un seco respeto por su institución. No hubo sonrisas de despedida al dejarme en el pueblo, tan sólo una leve inclinación y un “Gracias por todo” sin sentimiento alguno. Estaba cansado, y aún tendría que hacer mucho en lo que restaba de día.
La editora principal no tuvo problema alguno en hacerse cargo de la dirección del resto del film, a expensas, claro está, de añadirse como Co-directora del mismo. La larga noche de conjunta edición, ajuste de sonidos y maquetación terminó a las siete y media de la mañana, poco después de que el astro rey saliera por el horizonte y me cegara al abrir la puerta. Me detuve unos instantes allí, satisfecho por el final de una larga y pesada jornada con una pregunta aún en mente…
-Señorita Wachowski…- dije, aguantando la puerta y dirigiendo la mirada a la muchacha de cabellos violáceos que apagaba los monitores uno tras otro-, ¿sabe usted quién es el Actor Secundario Bob?
La muchacha pensó unos instantes, apagando la última pantalla que iluminaba su rostro.
-Creo que Westwood le rechazó en un papel principal, me suena de haberle visto como figurante en alguna de las primeras películas del director… ¿Por qué lo pregunta?
-No, es que ese era el tipo que quería matar a Westwood- no recordaba si le dije su nombre cuando le expliqué la situación al poco de llegar-, seguro que debí haberlo visto en alguna película…
-Eso debe ser.
-Sí, eso debe ser- repetí-. Buenas “noches”, señorita Wachowski.
Me fui a mi camerino para dormir largo y tendido sabiendo que jamás había visto una película de Westwood antes, y mucho menos que me hubiese quedado a buscar ese nombre en los créditos. Quizás el mundo cinematográfico era más duro de lo que creía, y una chica a la que no se le reconocía el buen trabajo que realizaba debía tomar ciertas… medidas para llegar a hacerse un hueco en aquel cruel y despiadado mundo. Medidas que le exigían ser igualmente cruel y despiadada.
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- Conociendo a fondo a la peli-verde (?) [privado Nel]
- Encuentro de Niñas Scouts [Privado-Pasado: Katharina | Hikaru Surfer]
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