El agente acorralado. [Moderado nivel 2 AEG93]

Cuando el hombre me dijo que me diría todo lo que sabía si le soltaba, no tuve ningún problema en hacerlo. Al fin y al cabo, con mi veneno en su interior estaría sintiendo una inestabilidad y un mareo que le impedirían huir. Según él en el Castillo había un médico muy reputado que se volvió un egomaníaco y comenzó a experimentar con pacientes. No sabía hasta qué punto sería cierto o si simplemente los superiores de aquel hombre habrían tergiversado los hechos hasta hacer creer a sus hombres que el médico era malvado. No se por qué dudaba tanto de la veracidad de aquello. Tal vez mi propia condición de médico me hacía pensar que ningún compañero de profesión podía llegar a tal nivel de deshumanización.

La presencia que sentía cerca lo iba estando cada vez más, hasta que, de repente, la puerta se abrió. Se trataba, nada más y nada menos, que del hermano borracho del tabernero. Uno de los hijos del Gran Médico. Parecía ciego de rabia, y tal vez también de alcohol. La forma en que miraba a mi prisionero mientras le exigía que retirase lo que acababa de decir habría podido acojonar a cualquiera. Como era de esperar, hombre se quedó mudo. Aproveché para dirigirme a Tom, todavía en mi Forma Completa para evitar que me reconociese como el tipo del Gobierno de la taberna.

- Hola, buen hombre. No te preocupes por lo que este mierdecilla pueda decir. Le he atrapado porque quería averiguar qué había ocurrido con el famoso Gran Doctor de esta isla y, si te digo la verdad, lo que acaba de decir me parece una gran patraña. No cuadra con la fama que siempre ha tenido ese hombre. ¿Tú sabes algo?

Acto seguido, volví a agarrar a mi prisionero como había hecho antes y, a no ser que Tom me lo impidiese, le diría:

Y tú, desgraciado, nos vas a contar toda la verdad. Y si lo que nos estás diciendo es solo algo que has oído por ahí, nos vas a decir quién va por ahí diciendo eso, y quién es tu jefe. Y si no lo haces, morirás. Te recuerdo que necesitas que te inyecte el antídoto para sobrevivir.

De nuevo había tenido que recurrir a la mentira de que mi veneno lo mataría a no ser que le diese el antídoto, pero merecía la pena y, además, estaba seguro de que aquel hombre creería que así era, lo que facilitaría mucho su "colaboración".

Las palabras de Tom me intrigaron mucho, sobre todo la parte de que buscaba a alguien. Parecía con ganas de hablar de lo de su padre, de hacer algo para intentar solucionarlo. ¿Sería a mí a quien buscaba? No estaba seguro, pero si algo sabía era que quien no arriesga no gana, así que decidí probar suerte. Rápidamente creé un vínculo telepático hacia él y le dije:

- ¡Espera, Tom! Creo que es a mí a quien buscas. Yo soy el tipo que estaba antes en la taberna de Mástin. Puedo ayudarte a salvar a tu padre, pero como os dije antes para ello necesito que me cuentes toda la verdad sobre lo ocurrido aquí.

Acto seguido, si el hermano del tabernero se detenía al "escuchar" lo que le había dicho mentalmente, en cuanto mi prisionero terminase de hablar le golpearía con fuerza en un lateral de la cabeza para dejarlo inconsciente. Lo dejaría caer al suelo, y recuperaría mi forma humana normal para, ahora en voz alta, hablar de nuevo a Tom:

- Ahora podemos hablar. No podía arriesgarme a que ese tipo nos escuchara decir nada. Son varias las razones por las que quiero ayudaros. En primer lugar, me envía el Gobierno Mundial a averiguar qué es lo que ha pasado y solucionarlo. Y, en segundo lugar, soy médico, y siempre he oído maravillas sobre tu padre, tiene fama de ser uno de los mejores Doctores del mundo. No me creo nada de lo que ha dicho ese hombre.

Una vez dicho esto, esperaría su contestación.

Si no se detenía, dejaría también inconsciente a mi prisionero, y seguiría a Tom a distancia y con cuidado, manteniendo el Haki de Observación activo y utilizando también mi aspecto normal.

Pasara lo que pasara, al menos había obtenido un nombre: el señor o, probablemente, capitán Henry, el supuesto causante de todo este lío.

Me sentí bastante aliviado cuando vi que Tom se detenía y me miraba al escuchar en su mente lo que le dije, y más aún al ver un destello de esperanza reflejado en sus ojos tras mis siguientes palabras, dichas ya de forma normal. Sin embargo, su siguiente acción me sorprendió. Con un enorme desprecio en su mirada y en las palabras que le dedicó, se sacó un cuchillo de la manga y apuñaló a mi prisionero en el cuello. No sabía qué pensar al respecto. Personalmente no me importaba demasiado que alguien que lo merecía muriese, y probablemente aquel hombre lo mereciera, pero nunca he sido muy partidario de matar gratuitamente.

No tuve tiempo de pensar nada más, puesto que rápidamente Tom se puso en marcha y me dijo que le siguiera. Le hice caso y, dejando al muerto tirado en el suelo de su habitación, me fui detrás del hermano del posadero, manteniendo mi Haki de Observación activo por si acaso. Por el camino, usaría de nuevo el vínculo telepático para decirle a Tom:

- Si lo prefieres podemos comunicarnos mentalmente, así no corremos el riesgo de que nadie nos escuche. Además, de esta forma puedes usar además de palabras, imágenes de recuerdos para explicarme lo ocurrido, y así podría entenderlo mejor. No te preocupes, sé comunicarme con la mente pero no puedo leer la de los demás, solo podré ver lo que tú decidas compartir conmigo.

Una vez llegásemos a nuestro destino, esperaría a que Tom me contara todo lo que quisiera, prestando atención a cada mínimo detalle de sus gestos para intentar darme cuenta en caso de que me mintiese.

En caso de que hubiera algún contratiempo en el camino, como tengo mi Haki de Observación activo, probablemente podría avisar a Tom mediante el vínculo telepático. Lo que haría después depende del tipo de contratiempo.

Seguí a Tom de nuevo hasta la taberna de su hermano. Cuando llegamos, me indicó que le esperase en la puerta y entró. A esas horas, el frío era más que incómodo, pero no tuve que aguardar demasiado. Apenas 5 minutos después, el hombre salió del local ataviado con una armadura de samurai, una espada y varias armas más. Su mirada, junto con este atuendo, hacía presagiar problemas.

Me dijo que le siguiera y, sin mediar palabra, echó a correr con determinación en dirección al bosque. Lo primero que pensé era que aquel hombre estaba loco, pero no podía perder la única pista que tenía para cumplir con mi misión, así que le hice caso y me apresuré a seguirle. Por suerte, al correr el frío se hacía menos evidente.

Una vez logré ponerme a su altura, comenzó a contarme lo ocurrido. Su padre era un respetado médico, pero unos piratas habían ido poco a poco volviendo a la gente de la isla en su contra, hasta que se vieron capaces de encerrarlo. Tom parecía sumido en una locura vengativa que podría llevarle a actuar de forma imprudente. Estaba decidido a ayudarle, ya que era lo que tenía que hacer para cumplir con mi cometido, pero debía tranquilizarle para que no acabásemos cayendo ambos en ninguna trampa.

- De acuerdo, Tom. Te ayudaré, como te había dicho. Sin embargo, no podemos adentrarnos en el Castillo a lo loco, necesitamos un plan. No se qué tal se te da el sigilo, pero por la armadura pesada que llevas sospecho que no es tu estilo. Yo sé pasar bastante desapercibido en la oscuridad, así que una vez entremos puedo ir por delante asegurándome de que no nos encontremos con guardias o trampas. Podemos estar permanentemente comunicados por mi vínculo telepático mientras no nos separemos más de 20 metros, y yo puedo tomar la apariencia del desgraciado al que mataste en la posada. Al ser uno de ellos, si por casualidad me descubren podríamos fingir que te he capturado para pillarles por sorpresa. ¿Tú que opinas?

Una vez expuesto mi plan, escucharía lo que Tom tuviese que decir al respecto y, fuese lo que fuese, le seguiría hasta el Castillo. Una vez allí, si aceptaba mi plan yo iría delante, avanzando por donde él me fuera indicando mediante el vínculo. Tendría en todo momento el Haki de Observación activo para prevenir posibles encuentros con guardias o trampas, valiéndome además de mi habilidad para esconderme en las sombras.

Cosas usadas:

La respuesta de Tom estuvo lejos de ser tranquilizadora. El hombre parecía no atender a razones, daba la sensación de estar consumido por el deseo de venganza hasta el punto de no importarle si eso significaba su muerte. Pero bueno, tenía que llegar hasta el Castillo, así que no me quedaba otra que ir con él.

Tras un rato corriendo, llegamos a lo que parecía una especie de telesilla. Tenía sentido que hubiera una forma más sencilla de llegar al Castillo a parte de escalando la montaña. Y, por supuesto, era lógico que dicho camino estuviese vigilado. Sin embargo, esto no frenó a Tom que, con toda la serenidad del mundo, se acercó a los dos vigilantes y acabó con sus vidas en un instante usando su katana. Parecía ser un hábil asesino, seguramente me vendría bien su ayuda a la hora de enfrentar a los piratas.

Entonces el samurai se metió en la cabina del telesilla y me instó a hacer lo mismo. En ese momento se oyó un ruido, alguien se acercaba. Nervioso, Tom bajó la voz y me volvió a insistir para que subiera. Rápidamente, monté en aquella cabina sin pensarlo un solo momento más, ya que seguramente de haberlo hecho no me habría dado tiempo. Mientras aquel cacharro se ponía en marcha, le diría a Tom que si lo que él planeaba era avanzar por el Castillo matando a quien encontrase, como me había dado a entender, yo iría varios metros por detrás suyo, oculto en las sombras y con la apariencia del hombre que había matado en la taberna. Así, si nos descubrían, me haría pasar por un pirata más y me resultaría sencillo pasar desapercibido. También recalcaría que mantendría el vínculo telepático activo todo el tiempo, de forma que podría usarlo para comunicarme cualquier cosa en cualquier momento siempre y cuando no nos separasen más de 20 metros.

Una vez el telesilla llegase arriba, saldría de él con el aspecto mencionado y el Haki Observación activo, para evitar posibles sorpresas que hubiera allí aguardándonos.

Mientras subíamos, Tom pareció entrar en razón, y me entregó su espada para dar la sensación de ir desarmado. Sin embargo, en cuanto llegamos arriba nos topamos con el primer problema. Había pensado en la posibilidad de que hubiese algún guardia vigilando la parte superior del teleférico, y por eso me había transformado en uno de ellos, pero no esperaba que fuesen tres los encargados de aquella tarea.

Nada más ver a Tom, los tres desenvainaron las espadas, y uno de ellos se me acercó, echándome la bronca por subir a un prisionero al Castillo. Rápidamente, le contesté:

- Este cabrón no es un prisionero corriente, y estoy seguro de que al capitán le interesará conocerle. Asumiré las consecuencias de despertarle en caso de que no sea así, no os preocupéis. Por cierto, ¿dónde está durmiendo exactamente?

Con estas palabras, esperaba que se relajaran y bajasen la guardia. Esperaría a que contestaran y, me dijesen lo que quería saber (la localización del capitán) o no, o si no me contestaban porque no se tragaban mi interpretación, me transformaría rápidamente en mi Forma Completa, tomando la apariencia de un tigre humanoide de dos metros y medio. Sin dejarles tiempo de reaccionar, lanzaría a Tom su espada y usaría el Soru para acercarme a toda velocidad a los tres guardias y, uno por uno, atacar sus cuellos con mis zarpas, buscando matarlos al instante.

Confiaba en que esto fuese suficiente para acabar con los tres sin hacer mucho ruido pero, en caso de que alguno sobreviviese, volvería a atacarle usando la misma táctica: Soru y zarpazo a la garganta. Esperaba también que Tom rematara a alguno de ellos si era necesario.

Si los tres morían y nadie nos descubría, me volvería a transformar en el tal Mark, y le pediría a mi acompañante de nuevo su espada antes de entrar en el Castillo.

Mi intento por averiguar dónde se encontraba el capitán me salió por la culata y, aunque conseguimos abatir casi al momento a los tres guardias, no pudimos evitar que gritaran cuando se lanzaron a por nosotros. A lo lejos se veía ahora una luz aproximándose, y seguramente con ella vendrían varios hombres. Además, el telesilla había comenzado a descender de nuevo, por lo que no teníamos escapatoria, aunque ese era el menos de mis problemas. No entraba en mis planes huir ahora que había conseguido llegar al Castillo. La retirada no es algo que haya contemplado nunca, y aquella no iba a ser la primera vez.

Volví a forma humana, de nuevo con el aspecto del tal Mark. Dicho individuo no parecía gozar de un buen estatus, ni de mucho respeto entre sus compañeros, a juzgar por cómo me habían hablado los guardias, pero era preferible eso a ser considerado un enemigo.

Tom, aunque visiblemente contrariado, me tendió de nuevo su espada, al parecer dispuesto a seguir con el plan. Por mi parte, le pedí al samurai que se arrodillara como si yo acabase de desarmarle, para que pareciera que la había derrotado y quien acudiese a nuestro encuentro se calmara y no nos atacara desde el primer momento. Así mismo, mantuve el Haki de Observación activo y centrado en la luz que se aproximaba, esperando averiguar lo antes posible cuántos enemigos se acercaban, y si alguno era peligroso. En cuanto averiguase algo, se lo transmitiría mentalmente a mi disgustado compañero, y permanecería a su lado, con su espada desenvainada apuntándole, de modo que nuestros enemigos creyesen que iba a ejecutarle. Esperaba que guardaran sus armas y se acercasen a contemplar cómo acababa con el samurai o, al menos, que no nos atacaran y quisieran saber qué había ocurrido.

Duda:

Sorprendentemente, parecía que nuestra suerte había cambiado de forma radical. Los dos hombres que acudieron a comprobar lo ocurrido se creyeron mi historia a pies juntillas, y decidieron guiarnos al interior del Castillo. Atravesamos la entrada, custodiada por dos hombres. Una vez dentro, pude comprobar para mi asombro que lo que parecía una banda pirata al completo se encontraba allí. Habían tomado el control del enorme edificio y lo habían ocupado. Quizá su intención fuese dejar los mares y gobernar sobre aquel reino. En aquel momento lo veía como la opción más probable.

Tom, seguramente tan sorprendido como yo porque el plan estuviese saliendo a pedir de boca, no se inmutó ni siquiera cuando escupieron a su casco, cumpliendo a rajatabla su papel de prisionero. Finalmente, bajamos hasta una planta cuya apariencia era diferente a la del resto del Castillo, y en la que al parecer habían improvisado unos calabozos. Mientras avanzábamos por ellos, pude sentir una presencia en una de las habitaciones reconvertidas en celdas.

Al llegar al cubículo contiguo al que estaba ocupado, los piratas se fueron, diciéndome que me correspondía el derecho a "divertirme" con el samurai, al ser yo quien lo había capturado. Menuda panda de sádicos cabrones. Por suerte, nos habían dejado solos, ya que volví a transformarme de repente en mí mismo a los pocos segundos de que nuestros enemigos abandonasen la estancia. Parecía que había exprimido hasta el máximo mi capacidad polimórfica. Sin darle más vueltas, aproveché para decir en voz baja a Tom:

- Bueno, la primera parte del plan ha funcionado. He notado en la celda de al lado una presencia, es muy posible que sea tu padre. No hagas ruido, los piratas podrían volver. Voy a intentar comunicarme con él mediante mi telepatía, ¿de acuerdo?

Dicho y hecho, crearía un vínculo telepático con el prisionero de al lado, ya que dado que las celdas eran pequeñas seguramente estuviese dentro de mi rango de comunicación. Mediante él, le diría:

- Hola. No se asuste, quiero que sepa que soy un amigo. ¿Es usted el Gran Doctor? Use este vínculo para responderme sin que nadie nos oiga, por favor.

Esperaría unos segundos a que contestara y, lo hiciera o no, proseguiría:

- Estoy en la celda de al lado. No se preocupe, no estoy encerrado. Me he colado en el Castillo junto a su hijo Tom, hemos venido a rescatarle y a acabar con los piratas. Si quiere puedo intentar liberarle ahora mismo. Si no, podemos esperar a que entre su hijo y yo hayamos terminado con sus captores.

Tras esto, escucharía todo lo que el preso tuviera que decir y, si no ponía ninguna objeción, usaría el Hasshoken para golpear el candado y las cadenas de la puerta de su celda, tratando de abrirla. Esperaba que, si por casualidad el golpe se oía fuera de los calabozos, quien lo escuchase pensara que simplemente estaba golpeando a Tom.

Cosas usadas:

Pude sentir la sorpresa del preso cuando nombré a Tom, pero no dijo nada. No sabía si lo que ocurría era que no quería comunicarse conmigo, o por el contrario no sabía cómo hacerlo, así que abrí la puerta de su celda con mi onda de choque. El reencuentro entre padre e hijo fue realmente emotivo, aunque el anciano no parecía en absoluto contento por nuestra presencia allí. En todo caso, parecía más bien triste y contrariado. Comenzó a regañar a Tom, como si éste fuese un niño, por haber acudido en su rescate.

En ese momento, se oyó un estruendo, y varios gritos de distintas voces, provenientes de la planta superior. No tenía ni idea de qué podía significar aquello pero, dado el grosor de los muros de piedra que componían el Castillo, tenía que haberse tratado de un ruido verdaderamente ensordecedor. El anciano, entre lágrimas, continuó diciendo que no deberíamos haber ido a por él, y me suplicó que sacara de allí a Tom, lo llevara junto a su hermano, y abandonara con ellos el país.

Desde arriba, se seguían oyendo gritos. Poco a poco, se fueron haciendo más inteligibles, hasta que oímos con bastante claridad como alguien llamaba desde allí al samurai, que en cuanto escuchó aquella voz se puso de nuevo su casco, prometió a su padre que sus hijos le salvarían y se fue corriendo de allí. A estas alturas, estaba casi seguro de que quien había organizado todo aquel jaleo no era otro que Mástin, el tabernero.

El anciano volvió a rogarme que salvase a sus vástagos. A decir verdad, el estado en que aquel hombre se encontraba era realmente deplorable. Un médico de su fama y prestigio, maltratado hasta aquel punto. Sentía bastante rabia hacia aquella banda de piratas en aquellos momentos. Así que, con voz firme y calmada, dije al pobre hombre:

- No se preocupe, le prometo que conseguiré salvar a sus hijos.

Tras esto, salí corriendo yo también en dirección al piso superior, siguiendo los ruidos y la estela de Tom. Mantuve en todo momento mi Haki de Observación activo y, en cuanto llegase al lugar de donde provenía aquel estruendo, entraría en acción. Mi cuerpo crecería hasta llegar a los 2 metros de altura, me brotarían dos afilados colmillos en la boca, y la forma de mis manos cambiaría, quedando las palmas mirando hacia fuera, además de tener unas poderosas garras.

Cosas Usadas:

En cuanto llegué arriba pude ver lo acontecido. Mástin, el hermano de Tom, había aparecido armado con unas cadenas que le cubrían todo el cuerpo, había derribado el portón y estaba causando estragos entre los piratas. Ahora además el samurai se le había unido, y entre ambos estaban diezmando las fuerzas enemigas, mientras el primero recriminaba al segundo su irresponsabilidad, y éste le respondía que no podía abandonar a su padre.

En ese momento, un hombre con un ridículo pijama rosa hizo su aparición. Se presentó como el capitán Henry Morgue, y dijo que iba a matar a los dos hermanos, por haberle despertado, y por ser hijos del hombre que casi le había abierto la cabeza. Por la brecha que recorría su rostro, parecía que el anciano era mucho más poderoso de lo que aparentaba. Hablando del rey de Arabasta (ya que Roma no existe en el mundo de OP), parecía estar subiendo hacia aquí por las escaleras.

Mástin se abalanzó contra el pirata, lanzando golpes que, por los destrozos que causaban, parecían increíblemente fuertes. Sin embargo, no logró ni siquiera rozarle. Aquel hombre era inhumanamente veloz, y parecía esquivar ataque tras ataque sin apenas esfuerzo. Entonces, se movió casi imperceptiblemente, y el tabernero cayó al suelo. No sabía qué había ocurrido, pero desde luego ese tipo era un auténtico monstruo.

Tom cargó entonces también contra él, y comenzó el baile de espadas entre ambos. Parecía que el pirata tenía ventaja. Desde luego, era seguro que contra mí también la tendría. Al menos en esta forma, no lograría igualar aquella sobrehumana velocidad. Sin embargo, había una pequeña posibilidad de que en mi forma completa fuese rival para él. Rápidamente, mi cuerpo creció medio metro más, se cubrió de pelo y adquirió rasgos de tigre. Al ver que Mástin intentaba levantarse, le ayudé a hacerlo, al tiempo que le decía que venceríamos a aquel tipo.

Busqué mi vínculo mental con el anciano en cuanto estuvo a mi alcance, y le pregunté cómo consiguió en su combate con el pirata asestarle aquel golpe en la cabeza, qué estrategia siguió. Le dije que probablemente la vida de sus hijos dependía de ello, que se esforzase en recordar qué fue lo que hizo. Mientras tanto, yo observaría detenidamente al capitán pirata, al tiempo que mantenía mi Mantra centrado en él, tratando de analizar su patrón de combate, y de descubrir posibles puntos débiles, valiéndome de mi capacidad deductiva y estratégica.

Si en algún momento detectaba que Tom corría un peligro mortal inminente, usaría el Soru para llegar hasta donde se hallaban combatiendo los dos espadachines e, imbuyendo mi cuerpo en Haki de Armadura, trataría de alcanzar al pirata con mis garras.

Cosillas:

La respuesta del anciano a mi pregunto fue algo que en parte esperaba, pero además me describió bastante bien su estilo de lucha. Observando el combate entre el pirata y Tom, pude darme cuenta de que lo que me había dicho el viejo era cierto. El capitán no intentaba matar. Usaba su velocidad para jugar con su adversario, y daba golpes calculados para irlo cansando y desarmando, hasta que estuviese rendido a sus pies.

Mástin se unió a su hermano, pero su enemigo continuó manejando a ambos con tanta facilidad como lo había hecho con uno solo de ellos. Aunque, tras tanto analizar su patrón de combate, ya era capaz de deducir más o menos cuáles iban a ser sus movimientos, me daba la impresión de que el tipo seguía siendo demasiado rápido. Probablemente pudiese esquivar algunos de sus ataques mediante el Kami-e, pero lo más seguro era que eso no bastase para evitar la mayoría de ellos. Tenía que pensar en otra cosa.

En ese momento, mi Haki de Observación me avisó de que Mástin corría un inminente peligro de muerte. Así que reaccioné lo más rápido que pude, y logré detener el ataque del capitán. Sin embargo éste, imbuyendo su puño en un Haki Armadura que parecía al menos tan poderoso como el mío, detuvo el zarpazo que le lancé. Tras esto, el pirata me dijo que si era capaz de darle algo de diversión perdonaría la vida a los hermanos. De repente, algo golpeó con fuerza mi estómago. Antes de poder darme cuenta, estaba volando en dirección contraria. El infame bucanero había logrado asestarme una patada sin que yo me diese cuenta.

Rápidamente, giré mi cuerpo en el aire para amortiguar la caída. Me levanté en unos segundos, listo para plantar batalla a aquel delincuente. El golpe del estómago dolía bastante, pero no parecía grave, y mi tolerancia al dolor es realmente alta, por lo que no me iba a suponer un problema. Eso sí, tenía que encontrar un modo de esquivar sus acometidas. Entonces recordé cómo había logrado dominar el Kami-e. Durante mi entrenamiento con Tobías había logrado dejar mi mente en blanco, permitiendo que mi cuerpo se dejase llevar por sus instintos a la hora de moverse, y así lograr evitar ataques que, de otro modo, me acertarían. Sin embargo, debía llevar aquello a un nivel superior. Tenía que ser capaz de que cada mínima parte de mi cuerpo se moviese rápida e instintivamente, independiente de las demás. Ya no se trataba solo de doblarse en posiciones aparentemente imposibles para evitar ser golpeado, sino de que cada uno de mis músculos hiciese el movimiento correcto a la velocidad necesaria. Necesitaba una precisión total. Estaba claro que las capacidades físicas mejoradas que me otorgaba mi Akuma facilitaban la tarea, pero probablemente no serían suficientes. Así que, mientras mi cuerpo se envolvía en un aura oscura, grité al pirata:

- ¿Diversión, eso quieres? Muy bien, espero que estés preparado para tu último combate.

En ese momento, me desplacé hacia su costado derecho, manteniendo una distancia segura, y lancé hacia él una onda cortante [Manual Excalibur]. Sabía que ese ataque no iba a hacerle nada, pero esperaba ver su reacción ante él, y estar preparado para cuando decidiera venir a por mí. Con mi Haki de Observación centrado en él, y mi mente totalmente en blanco, dejando a mi cuerpo fluir a su antojo, guiado solo por su instinto de supervivencia, dispuesto a intentar esquivar cada ataque que mi enemigo me lanzase mientras continuaba buscando patrones en sus movimientos.

Cosas Usadas:

El infame pirata logró esquivar con gran facilidad mi ataque, como esperaba. Y después, también como yo había previsto, se lanzó contra mí. Sin embargo, su velocidad fue aún mayor de la que esperaba, e incluso haciendo uso de toda la rapidez de movimientos que poseía, no logré evitar que de nuevo uno de sus golpes me mandase volando. Desafiante, mi enemigo se burló de mi fuerza.

Al ver aparecer al anciano, el delincuente me dirigió unas palabras cargadas de ira, repitiendo aquella sarta de mentiras que había ido contando a todo el pueblo. Tras terminar su disertación, dirigió su furia hacia el doctor, con la intención de ir a por él. Pero, de repente, Mástin apareció inesperadamente y logró pillarle desprevenido, sujetándole por la espalda al tiempo que me pedía que cogiese a su hermano y a su padre y huyese.

Sin embargo, si algo estaba claro era que Mástin no me conocía. Si no, hubiese sabido que para mí la retirada no era una opción. Mi espíritu combativo y de superación me hacen esforzarme siempre al máximo y darlo todo en cada batalla, sin importar cuán poderoso sea el rival. No estaba loco, aquel tipo era verdaderamente fuerte, pero sabía que en mi interior guardaba el coraje y el poder necesarios para derrotarlo. Podía llevar un paso más allá mi nivel, era capaz de hacerlo, no tenía ninguna duda de ello. Pero eso sí, costaría mucho dolor, esfuerzo y riesgo. Pero no podía permitirme caer derrotado por ese tipo si pretendía llegar a ser uno de los hombres más poderosos del mundo.

La clave tenía que estar en el Kami-e. Debía lograr aumentar la ligereza de mi cuerpo y mi flexibilidad, hasta el punto de alcanzar una velocidad de movimientos en partes concretas de mi cuerpo que rivalizase con el Soru si quería tener la posibilidad de evadir sus golpes y de a la vez acertarle con los míos.

Por lo pronto, apunté a Henry y lancé una onda oscura con forma de tigre [Manual Kuchiyose], apuntando a su pecho, aprovechando que Mástin le tenía agarrado. Sin embargo, esto no sería más que una distracción, ya que aprovechando que mi cuerpo estaba aún rodeado de un aura sombría que podía confundirse con el ataque, me lanzaría tras la onda mientras creaba una bola de oscuridad en mi mano derecha, decidido a impactar sobre el pirata con ella. Estaría preparado mediante mi Haki de Observación por si conseguía librarse del gladiador y me atacaba.

Aunque le diese, no esperaba acabar con el enemigo de un solo golpe, pero la potencia de ese ataque seguramente serviría al menos para debilitarle considerablemente.

Cosas:

El pirata pareció verse en bastantes apuros para esquivar mi onda energética, pero finalmente lo consiguió. De lo que no pudo protegerse, eso si, fue de mi Dark Pulse. Sin embargo, logró amortiguar mi ataque más poderoso con su brazo, recibiendo tan solo una herida en éste.

De repente, mi Mantra comenzó a percibir una fuera perturbadora, como si algo o alguien estuviese aumentando la gravedad. Durante unos momentos no fui capaz de moverme, era una situación extraña y, a decir verdad, preocupante. En ese instante, el pirata se movió a una velocidad que solo el Soru podía otorgarle, y comenzó a golpearme una y otra vez.

El anciano gritó algo, que apenas pude oír, lo que hizo que Henry me dejara en paz y fuese a por él. De un golpe le rompió la nariz. Yo me encontraba tendido en el suelo, sangrando por varios sitios y con todo el cuerpo dolorido. Mi capacidad para aguantarlo era muy elevada, pero no podía negar que me había vencido. En aquel momento, con el pirata a mi lado, agarrando por el cuello a Mástin, me di cuenta de que aún no era capaz de derrotarle. Era demasiado rápido y, para colmo, parecía conocer al menos una de las técnicas secretas del Cipher Pol. Si me enteraba de cómo la había aprendido el responsable era hombre muerto. Sin embargo, si quería vencerle no podía dejar que mi orgullo y mi cabezonería me impidieran pensar con claridad. Tenía que aceptar mi derrota temporalmente, intentar salvar al doctor y sus hijos, que seguramente tuviesen información que me sería útil sobre el pirata, y salir de allí. Solo así podría tener la oportunidad de recuperarme, entrenar y volver a por él más adelante para cumplir con mi misión.

Mientras me hallaba enfrascado en estos pensamientos, Henry atravesó con su espada a Mástin sin previo aviso. Aquello me cogió por sorpresa, pensaba que el sádico pirata se divertiría algo más antes de comenzar a matar. Eso solo complicaba las cosas, ahora tenía que sacar a los otros dos de allí ya mismo. El tabernero parecía pensar lo mismo pues sus labios, en una muda súplica, formaron las palabras "por favor".

Aproveché entonces que el sadismo de Henry le impulsó a seguir pateando a un agonizante Mástin para utilizar una técnica curativa [Manual Micaiah]sobre la herida más grave que tuviera y, aún en mi Forma Completa, utilizar el Soru para llegar hasta el anciano doctor, levantarle del suelo y echar a correr de nuevo hacia Tom. El samurai estaba inconsciente y, si no podía cargar a la vez con él y con su padre, lo dejaría allí. El anciano sería mi prioridad, pues era quien había logrado dañar más severamente al pirata y, en mi opinión, quien más información sobre él tenía. De todas formas, esperaba que la fuerza otorgada por el cuerpo del Rákshasa fuese suficiente como para huir de allí con los dos. Mediante mi telepatía, preguntaría al doctor en qué dirección era mejor marcharse. Si me respondía, le haría caso. En caso de que no contestara, me dirigiría hacia el bosque, confiando en que allí nos resultaría más sencillo escondernos y encontrar un lugar seguro donde recuperarnos de nuestras heridas.