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Elya Edelweiss
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De repente, el frío llegó. Inundó el restaurante y escaló por las paredes hasta recubrir puertas y ventanas. El vicealmirante se materializó entre nosotros, espada en mano y seriedad en el rostro. Parecía que por fin había vuelto a la normalidad... o lo que fuera la normalidad, hablando de él. Pero no era momento de preocuparse por ello, si no de estar atenta. Le declaró arrestado, pero Elya no se movió de donde estaba. Cuando oyó el pitido se giró hacia allí, pero no pudo reaccionar antes de que la chimenea estallase. El pirata echó a correr y la peliblanca fue tras él, pero no hacía falta. Él solito se chocó contra el hielo todavía intacto y cayó al suelo a su merced.
Bleyd se adelantó, tomando la situación por las riendas. Llevaba un par de cosas en sus bolsillos, incluido un DDM ahora roto. Habían tenido suerte. Le interrogó por los explosivos mientras le pony sacaba de la nada varias filas de material quirúrgico. Frunció el ceño. ¿Iban a torturarlo allí mismo? No era el más limpio de los métodos, ni el más rápido. Colarse en el castillo y acabar con el cabecilla antes de que pudieran hacer nada sería más eficaz, pero no estaría de más conocer la información. Todavía reticente, Elya se apoyó en la barra intentando no entrometerse.
El vicealmirante, sin embargo, no pensaba igual. El hielo desapareció, a Bleyd le cayó una pequeña reprimenda y en cuanto se dio cuenta estaba escuchando atentamente un discurso acerca de su verdadera identidad. El pulpo parecía conmocionado, pero ella no pudo evitar susurrar lo bastante alto:
-Señor Naion, me temo que eso no es una sorpresa para nadie con dos tentáculos de frente.
No valió de nada. En cuestión de segundos tenía otra bufanda al cuello, pero eso no fue lo más preocupante. Se lanzó hacia él, pero para cuando la peliblanca dio un paso él ya había envainado el arma. El pirata, aunque asustado, estaba intacto. Y el vicealmirante desapareció en la ventisca por el boquete, dejándoles confundidos y con una gran tarea por delante.
-Bien, será mejor que nos apresuremos.
Acercándose al pirata, Elya sacó unas esposas. Le arrastró de la muñeca y le encadenó ambas manos a la barra bajo la atenta mirada del posadero.
-Si escapa o algo le sucede, usted será el responsable directo. Si pretende que paguemos los destrozos más le vale vigilarlo. Bleyd... necesitaremos ayuda de tu moto para subir.
Era la única manera. En aquellas montañas verticales, subir a pie era impensable. Incluso en su vehículo era posible que no llegaran a tiempo si algo salía mal, pero no era muy probable. Si él accedía, pondrían rumbo al castillo de Drum sin tardanza.
Bleyd se adelantó, tomando la situación por las riendas. Llevaba un par de cosas en sus bolsillos, incluido un DDM ahora roto. Habían tenido suerte. Le interrogó por los explosivos mientras le pony sacaba de la nada varias filas de material quirúrgico. Frunció el ceño. ¿Iban a torturarlo allí mismo? No era el más limpio de los métodos, ni el más rápido. Colarse en el castillo y acabar con el cabecilla antes de que pudieran hacer nada sería más eficaz, pero no estaría de más conocer la información. Todavía reticente, Elya se apoyó en la barra intentando no entrometerse.
El vicealmirante, sin embargo, no pensaba igual. El hielo desapareció, a Bleyd le cayó una pequeña reprimenda y en cuanto se dio cuenta estaba escuchando atentamente un discurso acerca de su verdadera identidad. El pulpo parecía conmocionado, pero ella no pudo evitar susurrar lo bastante alto:
-Señor Naion, me temo que eso no es una sorpresa para nadie con dos tentáculos de frente.
No valió de nada. En cuestión de segundos tenía otra bufanda al cuello, pero eso no fue lo más preocupante. Se lanzó hacia él, pero para cuando la peliblanca dio un paso él ya había envainado el arma. El pirata, aunque asustado, estaba intacto. Y el vicealmirante desapareció en la ventisca por el boquete, dejándoles confundidos y con una gran tarea por delante.
-Bien, será mejor que nos apresuremos.
Acercándose al pirata, Elya sacó unas esposas. Le arrastró de la muñeca y le encadenó ambas manos a la barra bajo la atenta mirada del posadero.
-Si escapa o algo le sucede, usted será el responsable directo. Si pretende que paguemos los destrozos más le vale vigilarlo. Bleyd... necesitaremos ayuda de tu moto para subir.
Era la única manera. En aquellas montañas verticales, subir a pie era impensable. Incluso en su vehículo era posible que no llegaran a tiempo si algo salía mal, pero no era muy probable. Si él accedía, pondrían rumbo al castillo de Drum sin tardanza.
- sarfguy:
- Llegas al castillo y la puerta se abre de par en par para recibirte. Obviamente, sabían que venías aunque seguramente no te esperases que te recibiesen con los brazos abiertos... Y menos con los brazos TAAAN abiertos. Solo hay una persona frente a ti,
los demás se han ido a esconderse o a beber mientras juegan a las cartas. Te suena su cara, tal vez de algún cartel de se busca. Pero no te paras a pensar en ello demasiado ya que sus brazos convertidos en nieve que están a punto de abalanzarse sobre ti son algo mas llamativo que lo feo que pueda llegar a ser el hombre. Bastante gordo y con una nariz prominente, apenas le queda pelo en la cabeza, de color negro. No es el capitán, pero si activas su mantra notaras que es... alguien fuerte. Y crees notar la presencia de mucha gente sobre tu cabeza, pero es una presencia ínfima en comparación al hombre.
- Los demás:
- Vais subiendo a la montaña. El pulpo parece algo adormilado, seguramente por el frío. Tal vez hubiese sido mejor dejarle en el bar descansando, pero ahí está. Vais avanzando y lleváis ya medio camino recorrido cuando escucháis ruidos estraños entre la maleza. Y por ruidos extraños me refiero a los que hacer las simpaticas criaturas que viven en la zona... Osos gigantes de pelaje azulado...
Esas cosas. Esperemos que la moto pueda ser más rápida que ellos o se os tiraran encima. Parece que tienen hambre. Son mucho más grandes que los osos normales (el doble) y el olor de Flufle parece haberles atraído. Es tan dulce...
Elya Edelweiss
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Montó en la moto sin remilgos de ningún tipo. Volvió a abrocharse la capa para tener los brazos libres y se agarró con una mano a la cadera de Bleyd, mientras sujetaba su arma con la otra. No iba a subir allí sin ella.
Avanzaron raudos por la nieve, primero a ras de suelo y luego casi en el aire. Pero estaban subiendo la montaña, estaban llegando. Eso era lo que importaba. A su alrededor, todo era blanco hasta que lo peor pasó. El ruido fue primero, pero pronto los ojos lo alcanzaron. Detrás de la moto, unas extrañas criaturas grandes como osos, de pelaje azulado. No tenían pinta de amistosas y de no conseguir más velocidad se les echarían encima en seguida. Había que hacer algo. Sin soltar a Bleyd, la peliblanca se giró un poco en el asiento, apretando la moto con las piernas para no caerse. En el sidecar, el pulpo parecía algo adormecido. El clima no le estaba sentando nada bien y la joven reprimió el impulso de sacudirlo para que ayudase. Había que centrarse.
No tenía nada que lanzarles, así que se puso en guardia. Endureció su arma como había aprendido y se preparó. En cuanto uno de esos bichos se acercara demasiado les lanzaría un tajo directo a la yugular o a la cabeza. No iba a permitirles segundas oportunidades. Tenían que llegar a la cima.
Avanzaron raudos por la nieve, primero a ras de suelo y luego casi en el aire. Pero estaban subiendo la montaña, estaban llegando. Eso era lo que importaba. A su alrededor, todo era blanco hasta que lo peor pasó. El ruido fue primero, pero pronto los ojos lo alcanzaron. Detrás de la moto, unas extrañas criaturas grandes como osos, de pelaje azulado. No tenían pinta de amistosas y de no conseguir más velocidad se les echarían encima en seguida. Había que hacer algo. Sin soltar a Bleyd, la peliblanca se giró un poco en el asiento, apretando la moto con las piernas para no caerse. En el sidecar, el pulpo parecía algo adormecido. El clima no le estaba sentando nada bien y la joven reprimió el impulso de sacudirlo para que ayudase. Había que centrarse.
No tenía nada que lanzarles, así que se puso en guardia. Endureció su arma como había aprendido y se preparó. En cuanto uno de esos bichos se acercara demasiado les lanzaría un tajo directo a la yugular o a la cabeza. No iba a permitirles segundas oportunidades. Tenían que llegar a la cima.
No. No. No no no no no. No. ¿Por qué? ¿Por qué elegía inconscientemente una canción tan terrible para un momento tan épico? Estaba claro, su subconsciente lo había traicionado. Si alguien hubiera podido ver su cara bajo EL TRAJE se habría dado cuenta de que un grito sordo salió sin sonido de su boca. Observó con pavor cómo, dando vueltas en medio de la nieve, las diez terroríficas figuras iban tomando forma. Tacones de aguja en una sandalia que ascendía hasta la muy corta falda de los cascanueces guardianes de las estrellas. Sumado a las empuñaduras con forma de estrella, los lacitos por todas partes del cuerpo, los incipientes pechos de adolescente junto a la afilada sonrisa y la barba que la rodeaba daban a aquella escena una imagen de equipo Okama. Qué vergüenza. Aunque, por lo menos, eran poderosos.
"Bueno, no pasa nada", pensó. "Tendrán miedo y se rendirán", pensó. Pero los piratas no pensaron lo mismo. Las puertas se abrieron de par en par, dispuestos a empezar la bacanal como buenos bucaneros. "Que se suba a la cubierta el que quiera sexo oral", dijo para sí intentando disimular la vergüenza que sentía en aquel momento. En serio, ¿Por qué aquella canción? Hasta las niñas pequeñas darían más miedo que los cascanueces travestidos... Pensándolo bien, no. Nada daba más miedo que eso.
- Los cascanueces:
De repente entendió por qué todos huyeron en aquel cumpleaños infantil. Los cascanueces travestidos daban miedo. Más que eso, de hecho. Inspiraban risa y temor a partes iguales; entre sus moléculas de agua congelada se entretejían dulzura y maldad. Y nada era más doloroso que morir por diabetes. Por diabetes en sí tal vez no, pero la explosión de un páncreas seguro que sería doloroso.
-Sin larga barba blanca, sin traje rojo...- terminó diciendo tras comprobar que un orondo hombre trataba de abrazarlo con sus largos apéndices níveos-. Eres un mal Papá Noel. Morirás por ello. Y por tus crímenes. ¡Y los moños!
Lo último lo gritó a viva voz, como si importase más que la presencia del pirata ante él. Se había olvidado que en lugar de gorro llevaban moños y coletas... Ridículo. Pero eficaz.
-En fin, estoy de buen humor- dijo, mientras los diez cascanueces se lanzaban en perfecta coreografía hacia él, envolviéndose en Haki-. Si te rindes ya sólo te herirán los que lo hagan antes de que hables. Eso también lo aprendí de Krauser.
Sonrió. Nadie podía verlo, pero sonrió. La bufanda de pronto adquirió una especie de sonrisa. ¡Había llegado a la interactiva!
- Los demás:
- Conseguís escapar de los osos por segundos, cogiendo bastante carrerilla y alzándoos. Sobrevoláis el castillo y las brisas os mecen turbulentamente hasta la azotea de este. Antes de aterrizar veis como se van formando mágicamente diez figuras de hielo femeninas, con traje de marinero y... MUY feas. Pero bueno. Van siguiendo a Al. Si activáis vuestro mantra notaréis que hay muchas presencias debajo vuestras. Muchas pequeñas, atemorizadas y eclipsadas por otras superiores, como la de Scarfguy antes de pasar por la puerta. Bueno, estáis arriba... no os han visto, o eso suponéis... Vosotros veréis que hacer.
- Scarfguy:
- Tus cascanueces se lanzan agilmente contra las extensiones de nieve que, supones, constituyen los brazos del hombre,
sin embargo... Estos se encuentran pegados a su obeso cuerpo, y lo que parecían ser los brazos es solo materia que ha generado el mismo y controla. El hombre te mira y sonríe mientras el material va siendo separado de si mismo, antes de generar más nieve, con intención de envolver a tus cascanueces con nieve endurecida con Haki, la cual toma un tono metálico de forma rápida. Se carcajea antes de soltar. -Así que esta es la gran amenaza contra la que nos enfrentaremos. ¿Es esto lo mejor que puede ofrecer la marina?- Dice,
lanzando la "esfera" en la que a atrapado al cascanueces contra ti. -¿No deberías ser tú el que se rindiera?-
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Para mi sorpresa, la moto se alzó del suelo. Por acto reflejo volví a sentarme, agarrada a la cintura de mi compañero. Enmudecí mientras dejábamos a los conejos atrás, maravillada por la sensación de estar volando. Cogimos velocidad, dirigiéndonos a la cima. Según subíamos, comencé a escuchar la música y desde los primeros compases que cruzaron mis oídos supe que esto no había hecho nada más que empezar.
En cuestión de segundos tuvimos el castillo a nuestros pies. El almirante había llegado antes que nosotros y desde luego no había perdido el tiempo. Allá abajo, en la nieve, se alzaban al menos una decena de figuritas. Macabras bailarinas en minifalda, con rostro de soldaditos de plomo, como juguetes desechados o incomprendidos. Al frente de todos ellos se encontraba Al Naion, cargando contra el enemigo. Sabía que podría encargarse de él sin problemas, pero quizás hubiera más. Había que reclamar ese castillo.
Tan pronto aterrizamos en la azotea bajé como un rayo de la moto, mirando a todas partes en busca de la puerta o la trampilla que nos permitiera el acceso al interior. Si la encontraba intentaría abrirla, primero de buenas maneras y luego derribándola con mi arma.
- Tenemos que ayudarle y asegurar este castillo. Así no podrán atrincherarse y podremos rodearlos desde dentro y desde fuera.
De conseguir abrir la puerta o trampilla bajaría con sigilo, atenta al más mínimo movimiento. No quería dar un solo paso en falso y desde luego no iba a quedarme quieta.
En cuestión de segundos tuvimos el castillo a nuestros pies. El almirante había llegado antes que nosotros y desde luego no había perdido el tiempo. Allá abajo, en la nieve, se alzaban al menos una decena de figuritas. Macabras bailarinas en minifalda, con rostro de soldaditos de plomo, como juguetes desechados o incomprendidos. Al frente de todos ellos se encontraba Al Naion, cargando contra el enemigo. Sabía que podría encargarse de él sin problemas, pero quizás hubiera más. Había que reclamar ese castillo.
Tan pronto aterrizamos en la azotea bajé como un rayo de la moto, mirando a todas partes en busca de la puerta o la trampilla que nos permitiera el acceso al interior. Si la encontraba intentaría abrirla, primero de buenas maneras y luego derribándola con mi arma.
- Tenemos que ayudarle y asegurar este castillo. Así no podrán atrincherarse y podremos rodearlos desde dentro y desde fuera.
De conseguir abrir la puerta o trampilla bajaría con sigilo, atenta al más mínimo movimiento. No quería dar un solo paso en falso y desde luego no iba a quedarme quieta.
-Me tomaré eso como que no te rindes- dijo, con suma seriedad mientras una enorme bola de nieve fue hacia él, imbuida en haki.
¿En serio? ¿Tenía que enfrentarse a un doppleganger? Al menos esperaba que tuviese carisma de villano y una técnica infalible que destruyese el planeta en cinco minutos, o sellos de ninja de Konoha. ¡No, que se convirtiese en jinchuriki! ¡O mejor, que alcanzase la divinidad como Madara! Espera un momento... Madara era un personaje de cómic, y un Shichibukai... ¿Cómo podría vivir a partir de aquel momento? Había descubierto una verdad ancestral que el tiempo había enterrado por alguna razón. ¡Madara era un friki cosplayer de Naruto! Seguramente no fuese ni su nombre real, o...
-¡Un momento tío!- gritó al pirata, estirando el brazo para congelar la esfera de nieve en un instante, lanzándosela a velocidad digna de un cañonazo-. ¿No ves que estoy ocupado pensando en mis cosas?
Tal vez quizás acababa de ser un poco maleducado. Estaba batiéndose en duelo, ¡Maldita sea! No era momento de pensar en ninjas. "En realidad cualquier hombre que se precie piensa en ninjas", se dijo al tiempo que reflexionaba acerca de la situación. Estaba delante de Jack Frost o una especie de Papá Noel dado a la bebida, luchando por atrapar a una banda pirata que lo recibía con los brazos abiertos y una pistola apuntando a las pelotas... Metafóricamente, claro. Si ese hombre hubiese osado apuntarle a los genitales no habría vivido para contarlo.
-En fin, disculpa- rezongó de mala gana, poniéndose en posición de combate otra vez-. Sé que tenemos que pelear y todas esas cosas, que si tú quieres vencerme y yo a ti... Que si duelo de voluntades... Que si... ¡Come hielo mierdaseca!
Mientras gritaba la frase, al instante surgieron seis planchas de hielo de tres metros de grosor que encerrarían al hombre si no lo evitaba a tiempo. Pero claro, era instantáneo, ¿Cómo iba a escapar?
-Cascanueces, arrastrad ese cubo hasta mí.
En el interior del cubo se habían generado, además, cientos de agujas de hielo que iban desde el suelo hasta el techo. No había que ser un genio para saber que, si se habían generado casi al instante, lo más probable era que lo cogieran desprevenido y lo matasen sin ninguna complicación a mayores, aunque no sería la primera sorpresa que se llevaba aquel día, por lo que generó también un cascanueces en el interior de la caja para que hiciera derretirse a tontito de nieve con Estío Gulo.
¿En serio? ¿Tenía que enfrentarse a un doppleganger? Al menos esperaba que tuviese carisma de villano y una técnica infalible que destruyese el planeta en cinco minutos, o sellos de ninja de Konoha. ¡No, que se convirtiese en jinchuriki! ¡O mejor, que alcanzase la divinidad como Madara! Espera un momento... Madara era un personaje de cómic, y un Shichibukai... ¿Cómo podría vivir a partir de aquel momento? Había descubierto una verdad ancestral que el tiempo había enterrado por alguna razón. ¡Madara era un friki cosplayer de Naruto! Seguramente no fuese ni su nombre real, o...
-¡Un momento tío!- gritó al pirata, estirando el brazo para congelar la esfera de nieve en un instante, lanzándosela a velocidad digna de un cañonazo-. ¿No ves que estoy ocupado pensando en mis cosas?
Tal vez quizás acababa de ser un poco maleducado. Estaba batiéndose en duelo, ¡Maldita sea! No era momento de pensar en ninjas. "En realidad cualquier hombre que se precie piensa en ninjas", se dijo al tiempo que reflexionaba acerca de la situación. Estaba delante de Jack Frost o una especie de Papá Noel dado a la bebida, luchando por atrapar a una banda pirata que lo recibía con los brazos abiertos y una pistola apuntando a las pelotas... Metafóricamente, claro. Si ese hombre hubiese osado apuntarle a los genitales no habría vivido para contarlo.
-En fin, disculpa- rezongó de mala gana, poniéndose en posición de combate otra vez-. Sé que tenemos que pelear y todas esas cosas, que si tú quieres vencerme y yo a ti... Que si duelo de voluntades... Que si... ¡Come hielo mierdaseca!
Mientras gritaba la frase, al instante surgieron seis planchas de hielo de tres metros de grosor que encerrarían al hombre si no lo evitaba a tiempo. Pero claro, era instantáneo, ¿Cómo iba a escapar?
-Cascanueces, arrastrad ese cubo hasta mí.
En el interior del cubo se habían generado, además, cientos de agujas de hielo que iban desde el suelo hasta el techo. No había que ser un genio para saber que, si se habían generado casi al instante, lo más probable era que lo cogieran desprevenido y lo matasen sin ninguna complicación a mayores, aunque no sería la primera sorpresa que se llevaba aquel día, por lo que generó también un cascanueces en el interior de la caja para que hiciera derretirse a tontito de nieve con Estío Gulo.
- Scarfguy:
- Te devuelve con una raqueta de nieve la esfera gigante antes de que atrapes su figura entre el hielo. En ese instante se convierte en una masa de nieve. Pero esa no es la única nieve que hay en el lugar que poco a poco empieza a llenarse. No sale de la caja, sino que ya estaba fuera. Al parecer, lo que has capturado era solo un señuelo. Pero estando tan concentrado en ese punto tardas en percatarte de ello. Cuando lo haces, hay varias copias de nieve de la persona de antes ante ti. Cuatro para ser exactos y, en principio,
uno de ellos es el real. Si te paras a pensarlo eso parece un justsu de Naruto, pero de nieve. Y hablando de nieve... esta empieza a inundar la sala. Parece que le ha gustado tu idea y quiere probarla a su estilo.
- otros :
- Elya consigue echar abajo la puerta con algo de esfuerzo, a causa del frío, y se introduce en el castillo mientras los demás parecen haberse quedado empanados. Tal vez no esperaban una reacción tan rápida o simplemente quería apreciar mejor a las cascanueces.
Como sea, bajando todo está tranquilo, demasiado. No parece que haya nadie esperando. Así que como seguramente imagines, no se esperaban un ataque desde arriba. Si sigues descendiendo comenzaras a escuchar voces. La mayoría son débiles lamentos, interrumpidos por algún que otro ruido. Si llegas a la planta de la que provienen los ruidos, empezaras a toparte con piratas. Ten cuidado.
Elya Edelweiss
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Bajó las escaleras con sumo cuidado, atendiendo a cada esquina. Pronto la capa comenzó a molestarle, le restringía los movimientos y tenía miedo de que abultase demasiado como para no ser vista. Sin perder un segundo, se la quitó y la dejó doblada en un recoveco de las escaleras. Tras pensarlo otro minuto, se quitó también las botas dejando las medias gruesas que llevaba debajo. Eso sería más que suficiente. Así no haría ruido al caminar.
Comprobando que la armadura de las Lágrimas de Freya todavía estaba activa, se aventuró por los pasillos con lentitud. No pasó mucho hasta que escuchó voces, pero lejos de ponerse nerviosa sus movimientos se volvieron todavía más estudiados. Yendo de esquina en esquina y basándose en las voces para averiguar cuándo avanzar, pronto se encontró a escasos pasos de los piratas. Comenzando a urdir un plan en su mente, esperó. Prestó atención, tratando de entender las conversaciones que se oían. Quizás le dieran una pista de lo que ocurría fuera o de su estrategia cuando se vieran acorralados.
Aguardaría en uno de los pasillos secundarios a oír los pasos de uno de los piratas. Si iba solo, le agarraría de un brazo para tirar de él hacia donde estaba y apuntarle con el arma. Le taparía la boca y esperaría unos segundos para asegurarse de que la maniobra había salido bien. Si funcionaba, aguardaría ahí a que Bleyd le alcanzara para susurrarle:
-Átale las manos, yo me ocupo de su boca.
Cogería, con permiso de Fluffle, la bufanda que el Almirante le había dejado y se la pasaría por el cuello, lo bastante tirante como para impedir que se soltase. Solo se la bajaría para preguntarle:
-Necesito saber qué pretendéis hacer si, o más bien cuando, vuestro capitán sea derrotado. Dónde está atracado vuestro barco, dónde guardáis el botín y si hay rehenes. Rapidito, porque no tengo reparos en atraversarte la entrepierna con esto.
Si conseguía una respuesta, terminaría de amordazarle con la bufanda. Si no, lo haría igual.
Comprobando que la armadura de las Lágrimas de Freya todavía estaba activa, se aventuró por los pasillos con lentitud. No pasó mucho hasta que escuchó voces, pero lejos de ponerse nerviosa sus movimientos se volvieron todavía más estudiados. Yendo de esquina en esquina y basándose en las voces para averiguar cuándo avanzar, pronto se encontró a escasos pasos de los piratas. Comenzando a urdir un plan en su mente, esperó. Prestó atención, tratando de entender las conversaciones que se oían. Quizás le dieran una pista de lo que ocurría fuera o de su estrategia cuando se vieran acorralados.
Aguardaría en uno de los pasillos secundarios a oír los pasos de uno de los piratas. Si iba solo, le agarraría de un brazo para tirar de él hacia donde estaba y apuntarle con el arma. Le taparía la boca y esperaría unos segundos para asegurarse de que la maniobra había salido bien. Si funcionaba, aguardaría ahí a que Bleyd le alcanzara para susurrarle:
-Átale las manos, yo me ocupo de su boca.
Cogería, con permiso de Fluffle, la bufanda que el Almirante le había dejado y se la pasaría por el cuello, lo bastante tirante como para impedir que se soltase. Solo se la bajaría para preguntarle:
-Necesito saber qué pretendéis hacer si, o más bien cuando, vuestro capitán sea derrotado. Dónde está atracado vuestro barco, dónde guardáis el botín y si hay rehenes. Rapidito, porque no tengo reparos en atraversarte la entrepierna con esto.
Si conseguía una respuesta, terminaría de amordazarle con la bufanda. Si no, lo haría igual.
-Está bien- dijo-. Estoy seguro de que esto infringe de muchas formas los derechos de autor.
El tipo de nieve no solamente había creado una copia de nieve de colorines, sino una infinidad de tipos de nieve de colorines, y se reía con su risa de nieve de colorines. El mundo era una masa de nieve de colorines. ¿Era el castillo real? ¿Servía su haki de algo? No, allí no. Sólo el violín era su aliado en aquel lugar. Oro de Luna y Fuego Helado, sus mejores armas. Ellos solos.
Pero al cabezabolo de nieve de colorines no sólo había decidido crear copias de sí mismo, sino que además no se le ocurría otra cosa que empezar a imitar sus técnicas, llenando de nieve la sala poco a poco. ¿De verdad pensaba que podía hacerle algo? La nieve era sólo hielo en polvo, limado, e iba a ocuparse de recordarle que a los artistas había que respetarlos.
-Eres. Un. Puto. Imitador- sentenció, envainando la espada y sacando el violín-. ¿Pero sabes qué? Paso de ti. Paso. De. Ti- en la bufanda surgió un corte de manga. Luego una polla. Luego un gatito kawaii desu. Luego una sonrisa.
Dio una primera nota, y toda la nieve se volvió una larga lengua de hielo que empezó a moverse como una serpiente, huyendo por la puerta. Cuanta más nieve generase, más larga sería la criatura que huiría de ahí, y en algún momento debería agotársele la mecha al amigable hombre de nieve. Sonrió con cierta malicia.
-La nieve no es más que polvo de hielo, amigo- comentó, con cierto aire amistoso-. Sin embargo, reconozco que eres bastante molesto. ¡La justicia helada te envolverá!
De la cola de la serpiente se desprendió una larga bufanda de hielo, que se movía como movida por magia, al tiempo que toda la humedad del aire se congelaba en esquirlas de hielo. Las paredes se helaron, cubiertas por una pátina transparente, pero que llenaba la estancia de eco... Bendita acústica. "Espero que disfrutes del espectáculo".
-No podré saber quién eres, pero para esto no necesito nada más.
El violín sonó tan alto que habría resonado en el interior de una enorme catedral. Potente, doloroso para un oído poco acostumbrado y, sobre todo, lo suficientemente molesto como para que sus oídos pitaran.
-¡Primero perderás el equilibrio!- gritó, mientras su voz se solapaba a una nota terriblemente aguda-. ¡Si aguantas lo suficiente, no serás capaz de concentrarte y tu nieve se esfumará!- Su nieve se estaba yendo por la puerta controlada por él, pero bueno-. ¡Y cuando tu cuerpo no pueda más empezarás a sangrar!
Eso no era lo peor, sino los centenares de valkirias que surgieron de las paredes, cada vez más cubiertas de hielo, reverberante y doloroso hielo. Las mujeres atacarían a cada copia, tratando de destruirla, mientras el sonido debería ser suficiente para hacer que su oponente cayese. Y, para asegurarse de ello, todo fue imbuido en Haki.
El tipo de nieve no solamente había creado una copia de nieve de colorines, sino una infinidad de tipos de nieve de colorines, y se reía con su risa de nieve de colorines. El mundo era una masa de nieve de colorines. ¿Era el castillo real? ¿Servía su haki de algo? No, allí no. Sólo el violín era su aliado en aquel lugar. Oro de Luna y Fuego Helado, sus mejores armas. Ellos solos.
Pero al cabezabolo de nieve de colorines no sólo había decidido crear copias de sí mismo, sino que además no se le ocurría otra cosa que empezar a imitar sus técnicas, llenando de nieve la sala poco a poco. ¿De verdad pensaba que podía hacerle algo? La nieve era sólo hielo en polvo, limado, e iba a ocuparse de recordarle que a los artistas había que respetarlos.
-Eres. Un. Puto. Imitador- sentenció, envainando la espada y sacando el violín-. ¿Pero sabes qué? Paso de ti. Paso. De. Ti- en la bufanda surgió un corte de manga. Luego una polla. Luego un gatito kawaii desu. Luego una sonrisa.
Dio una primera nota, y toda la nieve se volvió una larga lengua de hielo que empezó a moverse como una serpiente, huyendo por la puerta. Cuanta más nieve generase, más larga sería la criatura que huiría de ahí, y en algún momento debería agotársele la mecha al amigable hombre de nieve. Sonrió con cierta malicia.
-La nieve no es más que polvo de hielo, amigo- comentó, con cierto aire amistoso-. Sin embargo, reconozco que eres bastante molesto. ¡La justicia helada te envolverá!
De la cola de la serpiente se desprendió una larga bufanda de hielo, que se movía como movida por magia, al tiempo que toda la humedad del aire se congelaba en esquirlas de hielo. Las paredes se helaron, cubiertas por una pátina transparente, pero que llenaba la estancia de eco... Bendita acústica. "Espero que disfrutes del espectáculo".
-No podré saber quién eres, pero para esto no necesito nada más.
El violín sonó tan alto que habría resonado en el interior de una enorme catedral. Potente, doloroso para un oído poco acostumbrado y, sobre todo, lo suficientemente molesto como para que sus oídos pitaran.
-¡Primero perderás el equilibrio!- gritó, mientras su voz se solapaba a una nota terriblemente aguda-. ¡Si aguantas lo suficiente, no serás capaz de concentrarte y tu nieve se esfumará!- Su nieve se estaba yendo por la puerta controlada por él, pero bueno-. ¡Y cuando tu cuerpo no pueda más empezarás a sangrar!
Eso no era lo peor, sino los centenares de valkirias que surgieron de las paredes, cada vez más cubiertas de hielo, reverberante y doloroso hielo. Las mujeres atacarían a cada copia, tratando de destruirla, mientras el sonido debería ser suficiente para hacer que su oponente cayese. Y, para asegurarse de ello, todo fue imbuido en Haki.
- scarfguy :
- -Eres realmente un dolor de huevos, crío.- Dice el hombre, con una voz sonora y una mueca de desagrado en el rostro, mientras se tapa los oídos con ambas manos. -¿Pero sabes qué? Si la nieve es hielo en polvo, el hielo es solo Nieve compactada.-
Sonrió y apartó las manos. Sus orejas habían desaparecido... o se había convertido en nieve. -No necesito escuchar tus tonterías para acabarte.- Dijo y la nieve que solidificaste en la bufanda se convirtió otra vez en un montó de polvo, moviendose de nuevo hacia ti,
para atacarte mientras sigues tocando. Las Valquirias destrozan sus copias pero estas son solo nieve, así que esta vuelve a recomponerse rodeándolas y se endurecen de nuevo, esta vez con un brillo metálico. Cada copo está imbuido en Haki de armadura.
- Otros:
- El pulpo parece haberse quedado dormido y no os sigue. Tal vez debiera preocuparos haberle dejado solo en lo alto del castillo y sin resguardo alguno del frío. Pero bueno...Elya, tu cuidado da sus frutos y consigues agarrar a uno de los piratas. Mucho antes de agarrarle puedes notar el fuerte olor a alcohol que emana. Va como una cuba y de no ser porque le has tapado a tiempo la boca hubiera pegado un grito curioso. Y bueno, los borrachos tienen la lengua más suelta... Lo bueno es que os dice algo de información, como que Snoopy clauss, la mano derecha de su capitán no tiene rival en ese terreno gracias a sus poderes, que el capitán está de vacaciones en otras isla y que un par de marineritos no podrán con el resto de su grupo que esta vigilando a los rehenes o aprovechándose de alguna de ellas. Lo malo es que ha gritado tan alto que otros se acercan a ver que pasa. estos algo más sobrios. Son dos. Uno para cada uno.
-Bueno mira, se acabó- fue lo único que dijo Al, finalmente. Ese hombre no poseía una logia de nieve, era usuario de la magia del teatro. Daba igual cuánto empeño pusiese el héroe en vencer al destino, que aquella fuerza funesta siempre tendría un as en la manga. No era posible, o al menos no en una mente sana, concebir que hubiese entrenado una forma de deshacer el hielo sólo por si algún día se topaba con él. Simplemente, no tenía ningún sentido. Lo había enfadado.
Los copos de nieve habían sido un problema. Al esquivarlos, su costado derecho se había herido. Sangraba un poco, y de la fuerza seguramente tuviese un hueso roto, pero se concentró por un instante mientras acariciaba la herida y pronto sanó casi por completo mientras un fuego casi blanco emanaba de la herida. Ciertamente aún estaría algo delicado un tiempo, pero el combate no iba a durar mucho más. No iba a permitir que durase más. Con una sonrisa tranquila pese al nerviosismo que lo atacaba, guardó muy lentamente su violín y desenvainó a Verano. El combate con espadas duales no era su especialidad, pero sí un arte que había perfeccionado en gran medida. Además, reservaba las armas letales para alguien verdaderamente molesto.
Dio un taconazo en el suelo, provocando que todo el hielo se abalanzase sobre las paredes, dejando a ambos a merced de la tibia roca del enorme vestíbulo. Habría hundido el palacio con todo lo que había dentro, pero en cualquier parte podría haber un rehén o las preciadas posesiones de algún habitante, así que debía contenerse por el momento. Del mismo modo, también se quedó callado. A sus espaldas el coro seguía cantando, y los cascanueces se habían reformado de nuevo a través del hielo en la pared, pero él no decía nada. Tenía la sensación de que cada vez que le explicaba algo le daba tiempo de contrarrestarlo, pero si no sabía qué iba a hacer... Se quitó la bufanda.
No utilizó Haki del rey, pero seguramente quien viese su rostro sentiría cómo se le helaba la sangre. Los brazos exudaban un humo negro mientras por todo su cuerpo venosidades negras iban aflorando. Sus ojos color caramelo se volvieron totalmente dorados, y a su espalda dos alas de la misma sustancia etérea se formaron, mientras Sombra Helada iba materializándose en su mano derecha, también humeante y corrupta. Con los párpados totalmente abiertos y la mirada fija en el objetivo, una mueca sádica se formó en su rostro justo antes de que sendas armas fuesen envueltas por una brillante pátina negra y brillante. Su Haki de armadura estaba listo, y todos sus sentidos clavados en el blanco. Sus oídos escuchaban cada paso y nota; Su tacto sentía la suavidad de las armas que empuñaba; Su olfato notaba el frío y todos los olores que camuflaba; Su gusto saboreaba la oscuridad que atenazaba su cuerpo, mientras su vista procesaba tan veloz las imágenes que parecía vivir a cámara lenta. No obstante, eran los demás quienes lo verían moverse exageradamente deprisa. Y... Su Haki de observación notaba todo en aquella sala. Cada presencia, cada mísera vida que allí encontraba y hasta la de su propia sombra, tan aguerrida y deseosa de combatir como él.
A ojos de una persona normal, Al Naion desapareció en ese mismo instante. ¿Su intención? Cargado de furia homicida colocarse ante él en décimas de segundo, para desatar una tormenta de cortes que terminase con él. Tres tajos con Verano, dos con Sombra helada y el último con las alas, que al mismo tiempo enviaron una onda cortante imbuida en fuego. Con cada toque de Verano, las zonas afectadas se enfrentarían a un aumento instantáneo de temperatura hasta los sesenta grados, un nivel de hipertermia que dejaría inutilizada la parte golpeada. Brazo izquierdo, brazo derecho... Intercaló los dos tajos de Sombra, dirigidos a su pecho, para finalmente hacer un golpe devastador con las alas y la espada en su cabeza.
Pero no dejó que todo quedase ahí, sino que con las mismas repitió exactamente el mismo movimiento tras situarse a su espalda, o lo haría si tuviese la opción de lograrlo. Sin embargo, tras aquel envite, decidió cambiar ligeramente la estrategia. Sin moverse de su posición, lanzó tanto Verano como su gemela Invierno a los lados, siendo recogidas en el acto por dos cascanueces también alados y negros, con una réplica de Sombra Helada también en esa etérea forma. Sin embargo, antes de un segundo, él ya había desenvainado a Fuego Helado, que se fundió con la sombra, y embistió a una mano siete largos tajos mientras las hojas gemelas repetían la misma mecánica. Más le valía morirse ahora, o lamentaría haber sobrevivido.
Los copos de nieve habían sido un problema. Al esquivarlos, su costado derecho se había herido. Sangraba un poco, y de la fuerza seguramente tuviese un hueso roto, pero se concentró por un instante mientras acariciaba la herida y pronto sanó casi por completo mientras un fuego casi blanco emanaba de la herida. Ciertamente aún estaría algo delicado un tiempo, pero el combate no iba a durar mucho más. No iba a permitir que durase más. Con una sonrisa tranquila pese al nerviosismo que lo atacaba, guardó muy lentamente su violín y desenvainó a Verano. El combate con espadas duales no era su especialidad, pero sí un arte que había perfeccionado en gran medida. Además, reservaba las armas letales para alguien verdaderamente molesto.
Dio un taconazo en el suelo, provocando que todo el hielo se abalanzase sobre las paredes, dejando a ambos a merced de la tibia roca del enorme vestíbulo. Habría hundido el palacio con todo lo que había dentro, pero en cualquier parte podría haber un rehén o las preciadas posesiones de algún habitante, así que debía contenerse por el momento. Del mismo modo, también se quedó callado. A sus espaldas el coro seguía cantando, y los cascanueces se habían reformado de nuevo a través del hielo en la pared, pero él no decía nada. Tenía la sensación de que cada vez que le explicaba algo le daba tiempo de contrarrestarlo, pero si no sabía qué iba a hacer... Se quitó la bufanda.
No utilizó Haki del rey, pero seguramente quien viese su rostro sentiría cómo se le helaba la sangre. Los brazos exudaban un humo negro mientras por todo su cuerpo venosidades negras iban aflorando. Sus ojos color caramelo se volvieron totalmente dorados, y a su espalda dos alas de la misma sustancia etérea se formaron, mientras Sombra Helada iba materializándose en su mano derecha, también humeante y corrupta. Con los párpados totalmente abiertos y la mirada fija en el objetivo, una mueca sádica se formó en su rostro justo antes de que sendas armas fuesen envueltas por una brillante pátina negra y brillante. Su Haki de armadura estaba listo, y todos sus sentidos clavados en el blanco. Sus oídos escuchaban cada paso y nota; Su tacto sentía la suavidad de las armas que empuñaba; Su olfato notaba el frío y todos los olores que camuflaba; Su gusto saboreaba la oscuridad que atenazaba su cuerpo, mientras su vista procesaba tan veloz las imágenes que parecía vivir a cámara lenta. No obstante, eran los demás quienes lo verían moverse exageradamente deprisa. Y... Su Haki de observación notaba todo en aquella sala. Cada presencia, cada mísera vida que allí encontraba y hasta la de su propia sombra, tan aguerrida y deseosa de combatir como él.
A ojos de una persona normal, Al Naion desapareció en ese mismo instante. ¿Su intención? Cargado de furia homicida colocarse ante él en décimas de segundo, para desatar una tormenta de cortes que terminase con él. Tres tajos con Verano, dos con Sombra helada y el último con las alas, que al mismo tiempo enviaron una onda cortante imbuida en fuego. Con cada toque de Verano, las zonas afectadas se enfrentarían a un aumento instantáneo de temperatura hasta los sesenta grados, un nivel de hipertermia que dejaría inutilizada la parte golpeada. Brazo izquierdo, brazo derecho... Intercaló los dos tajos de Sombra, dirigidos a su pecho, para finalmente hacer un golpe devastador con las alas y la espada en su cabeza.
Pero no dejó que todo quedase ahí, sino que con las mismas repitió exactamente el mismo movimiento tras situarse a su espalda, o lo haría si tuviese la opción de lograrlo. Sin embargo, tras aquel envite, decidió cambiar ligeramente la estrategia. Sin moverse de su posición, lanzó tanto Verano como su gemela Invierno a los lados, siendo recogidas en el acto por dos cascanueces también alados y negros, con una réplica de Sombra Helada también en esa etérea forma. Sin embargo, antes de un segundo, él ya había desenvainado a Fuego Helado, que se fundió con la sombra, y embistió a una mano siete largos tajos mientras las hojas gemelas repetían la misma mecánica. Más le valía morirse ahora, o lamentaría haber sobrevivido.
- Cosas usadas:
- Fuego Helado: Es un arma de dureza 8 (dura como el topacio), indestructible y aparentemente de color blanco-plateado. A voluntad este arma puede tomar un brillo rojizo (si se canalizan fuerzas calientes a través de ella) o azulado (si se toman de frío). Permite además realizar el ataque adicional de músico una vez cada tres turnos en lugar de una vez por combate.
Verano: Es un arma mítica con una leyenda detrás. Creada en el West Blue durante el solsticio de verano, su hoja fue templada por la luz del sol (o eso cuenta la leyenda). Está hecha de una aleación entre platino y titanio, lo que la hace extremadamente dura y resistente. Sus filos pueden rallar el diamante, pero su habilidad más destacable es que sus impactos calientan instantáneamente la zona golpeada a sesenta grados.
Invierno: Es un arma mítica con una leyenda detrás. Creada en el West Blue durante el solsticio de invierno, su hoja fue templada por la luna reflejada en el mar helado (o eso cuenta la leyenda). Está hecha de una aleación entre platino y titanio, lo que la hace extremadamente dura y resistente. Sus filos pueden rallar el diamante, pero su habilidad más destacable es que sus impactos enfrían instantáneamente la zona golpeada a diez grados.
Hakis: Observación Perfecto, Armadura Superior.
Guerrero de la Nueva Era: Al es experto en contrarrestar los puntos fuertes de cualquier oponente. si es extremadamente fuerte lo resistirá, y si es extremadamente resistente logrará hacerse paso igualmente. En la práctica, Al anula los Power Ups físicos pasivos de sus oponentes hasta equilibrarlos a los suyos propios, pero no aplica esto a los raciales ni a las mejoras por Akuma no mi.
Ace of Spades: Al Naion logra asimilar las enseñanzas de la orden del Ken nomai pese a no pertenecer a tal escuela. Cuando empuña sus armas, su propia energía se funde con el arma, volviéndolos un solo ser. Esto tiene tres efectos principalmente:
-Cuando empuñe sus armas, sus cortes serán más precisos y peligrosos. Cortará mejor, vaya.
-Al empuñar armas propias, entra en un estado de concentración que lo vuelve más ágil y certero con las armas.
-Sus técnicas de canalización de energía, descontando las de manual, son más poderosas (se negociará tras conseguir cada una la mejora).
Brazo Negro: Al puede activar a voluntad esta técnica siempre que Fuego helado esté en su forma de Sombra helada. Ésta mejorará sus reflejos un 100% y triplicará su agilidad durante tres posts, con dos de descanso. Cuando esta técnica está a punto de finalizar puede activar Cuerpo de Sombras. En este modo la hoja de Fuego arde con llamas negras.
Cuerpo de la noche: Al puede activar esta habilidad siempre que lo desee en el final de la duración de Brazo negro. Mientras dure esta mejora, cortará con el doble de habilidad, sus reflejos serán tales que aparentemente todo sucederá a la mitad de velocidad y podrá alcanzar la velocidad de 30 metros por segundo. Una vez activada, el cuerpo de Al se envuelve por un aura negra y sus venas se marcan por el mismo color. Dura tres posts más, y una vez la utiliza se vuelve incapaz de activar la Sombra helada hasta finalizar el combate. Tras el tiempo de meditación, Al puede usar el cuerpo de sombras tres posts de cada cinco en lugar de tres una vez por combate. Además tras su uso ya no anula el brazo negro. Además la sombra de Al durante este estado tiene presencia independiente.
Alas de la noche: Al puede invocar Alas de Korip mientras el brazo negro esté activo, que permiten volar. Hay una por cada brazo, y su parte inferior puede cortar como lo haría Sombra helada, y lanzar ondas cortantes como si de ella se tratara.
Crescendo de verano: Pasivamente, Al es mejor cada vez que realiza la misma acción varias veces consecutivas (por ejemplo, jugando una partida de dardos cada vez tendría más precisión, tocando una canción cada vez le saldría mejor), pero mucho mejor que la simple práctica. Activamente puede llevar esto al ámbito bélico, permitiéndole repetir un ataque que haya lanzado el turno anterior, con mucha más precisión y habilidad.
Crescendo dinámico: Al es mejor cada vez que realiza acciones similares varias veces consecutivas (por ejemplo, jugando una partida de dardos cada vez tendría más precisión, tocando una canción cada vez le saldría mejor), pero mucho mejor que la simple práctica. Activamente puede llevar esto al ámbito bélico, permitiéndole lanzar ataques similares al anterior con mucha más precisión y habilidad.
Presta Primavera: Al recubre cualquier onda que pueda lanzar (excepto las de manual) con un aura de fuego que, obviamente, quema. Además cuando empuñe su arma emitirá llamas etéreas rojas (no se expanden, no queman, sólo molan) a voluntad. Puede combinarse con Kuchiyose.
Manual Micaiah
3 ataques: Prisa, Músico, Básico.
Elya Edelweiss
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Bleyd llegó, pero las palabras que hizo le hicieron fruncir el ceño. Llevaba todo el viaje aguantando sus indirectas y sus miradas. Ella se había adelantado y capturado al primero de los piratas, pero ese imbécil hacía que pareciera un juego de niños. Le miró cabreada, pero en lugar de armar un alboroto le susurró de malas formas:
-No me digas cómo hacer mi trabajo o tú y yo tendremos un problema.
Se giró, oía pasos. Se acercaban, seguramente atraídos por los gritos del borracho. Alzó el arma, pero entonces la sala se llenó de un humo negro. Tenía que ser cosa de Bleyd, más le valía estar seguro de lo que estaba haciendo. Aguantó la respiración y se agachó, aguardando a que se acercaran. Colocó estratégicamente su lanza, endureciéndola y contando lentamente hasta el momento oportuno. Tan pronto aparecieran los embestiría justo por debajo de las rodillas para hacerlos caer. Eso los dejaría a merced del mamarracho y el pony, como él tanto quería. Pero tanto si salía bien como si no, aprovecharía la confusión para alejarse del humo.
Todavía oía a los piratas y según el borracho estaban junto a los rehenes. Y las rehenes.- Pensó para si antes de acelerar el paso. Al menos ahora podía respirar con normalidad. En cuanto se acercase al sitio volvería a apostarse junto a una esquina o una puerta, intentando oír las conversaciones más cercanas y hacerse una idea de la situación. No le preocupaba entrar y arrasar con todo, pero habiendo vidas en juego prefería ir sobre seguro.
-No me digas cómo hacer mi trabajo o tú y yo tendremos un problema.
Se giró, oía pasos. Se acercaban, seguramente atraídos por los gritos del borracho. Alzó el arma, pero entonces la sala se llenó de un humo negro. Tenía que ser cosa de Bleyd, más le valía estar seguro de lo que estaba haciendo. Aguantó la respiración y se agachó, aguardando a que se acercaran. Colocó estratégicamente su lanza, endureciéndola y contando lentamente hasta el momento oportuno. Tan pronto aparecieran los embestiría justo por debajo de las rodillas para hacerlos caer. Eso los dejaría a merced del mamarracho y el pony, como él tanto quería. Pero tanto si salía bien como si no, aprovecharía la confusión para alejarse del humo.
Todavía oía a los piratas y según el borracho estaban junto a los rehenes. Y las rehenes.- Pensó para si antes de acelerar el paso. Al menos ahora podía respirar con normalidad. En cuanto se acercase al sitio volvería a apostarse junto a una esquina o una puerta, intentando oír las conversaciones más cercanas y hacerse una idea de la situación. No le preocupaba entrar y arrasar con todo, pero habiendo vidas en juego prefería ir sobre seguro.
- Al Naion:
- La sonrisa del hombre que había frente a ti se desvanece y simplemente... Muere. Quizás su dominio sobre la nieve era lo único que lo volvía un problema. Debido a los innumerables y rápidos cortes la sangre lo acaba cubriendo todo en la sala, incluida tu ropa. Ni siquiera la bufanda se ha salvado del baño de sangre, habiéndole salpicado una pequeña gota en todo el centro. Una pena, esas manchas son difíciles de quitar. bueno, uno menos... Puedes ver al fondo del recibidor en el que te encuentras una escalera preciosa y escarchada.... bueno, si sigues teniendo tu haki activado notarás que no queda nadie ya, por lo que...¿Subes?
- Los demás :
- Elya a conseguido tumbar a uno de los dos piratas,
salvándole por poco de una de las armas arrojadizas de Bleyd, mientras que al otro se le ha clavado en la cabeza. El grito del que se ha caído por su golpe en la espinilla, ha alertado a más rufianes que van hacia vosotros. Elya, al salir de la zona de humo te cruzas con unos cuantos hombres, pero estos te ignoran, al parecer les preocupa lo que pueda ser ese gas más que el peligro que pueda causarle una mujer. Puedes quedarte para tratar de atacarles o dejarlos a Bleyd e ir a buscar a los rehenes. Si vas a ello y sigues avanzando llegarás a una sala vigilada por gente sobria y armada, con un grupo de unas veinte personas jóvenes en el centro. La mayoría mujeres y niños.
Elya Edelweiss
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Velocidad
Agilidad
Destreza
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Akuma no mi
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Sin que pudiera prevenirlo, me encontré con dos de los piratas en mitad de un pasillo. Para mi sorpresa pasaron corriendo a mi lado, ni se fijaron en mi. ¿Sería por el humo? No tenía sentido. Era una desconocida y no era que llevase mi arma precisamente escondida. Y venía del lugar en el que se habían escuchado los gritos. Por un par de segundos me quedé viéndolos marchar, confusa. Pero bueno, no tenía tiempo que perder.
Seguí caminando y no me costó mucho encontrar lo que buscaba. La sala de los rehenes. Estaban custodiados por más piratas, esta vez armados y por lo que podía distinguir sobrios. Habría unas 20 personas atrapadas, la mayoría mujeres y niños. ¿Cómo podía ser? No era normal que fueran los niños los que se revelasen. A saber qué había pasado en aquel pueblo. Solo esperaba haber llegado a tiempo de evitar algo peor. Tras pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que el sigilo no me serviría en esta ocasión. Todo lo que quedaba por hacer era apostar a lo más alto.
Entré a la sala caminando tranquilamente, con confianza... o apariencia de esta. Me planté frente entre los rehenes y los piratas para cubrir mi espalda, arma en mano. Vigilando en caso de que alguno pretendiera atacar en lugar de preguntar, alcé la voz.
- Quedan todos detenidos en nombre de la marina. La mano derecha de vuestro capitán ha sido vencida y él está siendo apresado en estos momentos. Habéis oído los gritos. No quieren saber lo que ocurre a aquellos que se revelan. Cooperen y haremos esto de forma rápida.
Los fui mirando a los ojos uno a uno. No estaba muy segura de cómo irían las cosas afuera, pero confiaba en la destreza del Almirante lo suficiente como para saber que como mínimo le entretendría el tiempo suficiente para que colara. Y aquellos dos tipos en el pasillo... tenían que haber oído los gritos desde la sala, no había otra explicación. Sin embargo, si alguien osaba llevarme la contraria tenía un plan B.
Notaba el cristal en mi pecho, frío como siempre. En el momento en el que alguien hiciera amago de atacarme invocaría a Soledad y les apartaría de los rehenes y de mi, cortándoles el paso con el tornado. Eso debería bastar para lograr su rendición. Si no era así, no tendría reparo alguno en avanzar y cortarles - literalmente - con el viento bajo mis pies. Esto se acababa aquí y ahora.
Seguí caminando y no me costó mucho encontrar lo que buscaba. La sala de los rehenes. Estaban custodiados por más piratas, esta vez armados y por lo que podía distinguir sobrios. Habría unas 20 personas atrapadas, la mayoría mujeres y niños. ¿Cómo podía ser? No era normal que fueran los niños los que se revelasen. A saber qué había pasado en aquel pueblo. Solo esperaba haber llegado a tiempo de evitar algo peor. Tras pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que el sigilo no me serviría en esta ocasión. Todo lo que quedaba por hacer era apostar a lo más alto.
Entré a la sala caminando tranquilamente, con confianza... o apariencia de esta. Me planté frente entre los rehenes y los piratas para cubrir mi espalda, arma en mano. Vigilando en caso de que alguno pretendiera atacar en lugar de preguntar, alcé la voz.
- Quedan todos detenidos en nombre de la marina. La mano derecha de vuestro capitán ha sido vencida y él está siendo apresado en estos momentos. Habéis oído los gritos. No quieren saber lo que ocurre a aquellos que se revelan. Cooperen y haremos esto de forma rápida.
Los fui mirando a los ojos uno a uno. No estaba muy segura de cómo irían las cosas afuera, pero confiaba en la destreza del Almirante lo suficiente como para saber que como mínimo le entretendría el tiempo suficiente para que colara. Y aquellos dos tipos en el pasillo... tenían que haber oído los gritos desde la sala, no había otra explicación. Sin embargo, si alguien osaba llevarme la contraria tenía un plan B.
Notaba el cristal en mi pecho, frío como siempre. En el momento en el que alguien hiciera amago de atacarme invocaría a Soledad y les apartaría de los rehenes y de mi, cortándoles el paso con el tornado. Eso debería bastar para lograr su rendición. Si no era así, no tendría reparo alguno en avanzar y cortarles - literalmente - con el viento bajo mis pies. Esto se acababa aquí y ahora.
- Cosas - posiblemente - usadas:
- Soledad: El tornado que me aísla: Cuando activa esta técnica, el cristal brilla con una luz blanca, capaz de cegar a cualquiera a tres pies de distancia menos a su portadora. A su alrededor se forma poco a poco (Medio post de carga) un tornado de energía (F1) que la levanta dos metros en el aire y es capaz de destruir cosas a su paso. Ella es inmune al estar en el ‘’ojo’’, y puede controlarlo gracias al colgante. Le otorga un x3 a velocidad mientras esté activo y puede durar máximo 3 post. Puede utilizarlo una vez por rol y es completamente silencioso ya se esté moviendo o destrozando algo o a alguien.
Elya, cuando te apareces todos te apuntan con tus armas, al contrario que los anteriores, estos si se han percatado de que puedes resultar una amenaza si has logrado llegar hasta ahí y de hecho, alguno piensa que tu has sido la causante de los gritos. Sin embargo, no retroceden. Si les han dejado vigilando es por algo.
Los rehenes al escuchar que eres de la marina se abrazan entre sí y sollozan pidiendo ayuda. Dicen algo sobre no querer ser esclavos, aunque eso no lo entiendes muy bien. Aquello explicaría que fuesen mujeres y niños, ¿no crees?
Te apuntan con sus armas mientras avanzas. Parece que no piensan entregarse sin más. Uno comunica algo por DDM, tal vez quieran llamar refuerzos, pero estos se cruzan en su camino hacía la sala con la pantalla de humo y, por tanto con Bleyd. Uno de ellos se da contra su espalda al intentar atravesar y no ver nada.
Por cierto, las balas han sido muy efectivas y los dos de antes están malheridos, tirados en el suelo, pero vivos. No supondrían una amenaza a no ser que lleven armas de fuego y, de ser el caso podrían disparar también a sus aliados.
Volviendo a Elya, alguno intenta dispararte justo antes de que te eleves, pero no te da y la bala tampoco acierta a nadie gracias al viento. Ahora, algunos dejan sus armas de fuego y te intentan atacar con sus sables como buenos piratas, siendo cortados antes de acercase a ti. Parece que tienes la situación controlado, si no fuera porque algunos no se ven lastimados. Supones que pueden usar haki.
Bleyd, estas contra seis. Dos malheridos de frente y cuatro que te han llegado por la espalda. Elya, estás contra cinco, tres con sables y dos con armas de fuego.
Los rehenes al escuchar que eres de la marina se abrazan entre sí y sollozan pidiendo ayuda. Dicen algo sobre no querer ser esclavos, aunque eso no lo entiendes muy bien. Aquello explicaría que fuesen mujeres y niños, ¿no crees?
Te apuntan con sus armas mientras avanzas. Parece que no piensan entregarse sin más. Uno comunica algo por DDM, tal vez quieran llamar refuerzos, pero estos se cruzan en su camino hacía la sala con la pantalla de humo y, por tanto con Bleyd. Uno de ellos se da contra su espalda al intentar atravesar y no ver nada.
Por cierto, las balas han sido muy efectivas y los dos de antes están malheridos, tirados en el suelo, pero vivos. No supondrían una amenaza a no ser que lleven armas de fuego y, de ser el caso podrían disparar también a sus aliados.
Volviendo a Elya, alguno intenta dispararte justo antes de que te eleves, pero no te da y la bala tampoco acierta a nadie gracias al viento. Ahora, algunos dejan sus armas de fuego y te intentan atacar con sus sables como buenos piratas, siendo cortados antes de acercase a ti. Parece que tienes la situación controlado, si no fuera porque algunos no se ven lastimados. Supones que pueden usar haki.
Bleyd, estas contra seis. Dos malheridos de frente y cuatro que te han llegado por la espalda. Elya, estás contra cinco, tres con sables y dos con armas de fuego.
Después del primer golpe que Elya les dio y tras un par de disparos más que no sirvieron de mucho contra su viento, los piratas, algo más inteligentes que los que se cruzaron en tu camino, deciden esperar en posición defensiva a que hicieras algo. Como si buscasen cualquier apertura para atacarte, ves que algunos tienen la piel de un tono algo metálico. Por cierto, ¿Cuánto tiempo le quedaba a tu habilidad? Lo más probable es que cuando noten que ya no hay corrientes a tu alrededor se lancen todos a por ti. Deberías estar atenta.
Por su lado Bleyd consigue pillar desprovistos a los piratas con esa "bomba" y explotan, caen escombros y... el acceso por ese pasillo no parece que vaya a ser accesible a partir de ahora. Se nota un temblor por todo el castillo y parte del piso ha cedido, cayendo en la planta inferior. Esperemos que nadie se vea lastimado por ello. Esto también pone en alerta a los que se confrontan a Elya y a los ciudadanos que se apartan de la escena a un lugar más "seguro" aterrados por lo que pueda pasar a continuación.
Por su lado Bleyd consigue pillar desprovistos a los piratas con esa "bomba" y explotan, caen escombros y... el acceso por ese pasillo no parece que vaya a ser accesible a partir de ahora. Se nota un temblor por todo el castillo y parte del piso ha cedido, cayendo en la planta inferior. Esperemos que nadie se vea lastimado por ello. Esto también pone en alerta a los que se confrontan a Elya y a los ciudadanos que se apartan de la escena a un lugar más "seguro" aterrados por lo que pueda pasar a continuación.
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