Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Luka despertó a duras penas entre sueños de lo más apetecibles mientras se frotaba los ojos mirando a través de la gran ventana que tenía en su habitación. Un nuevo día se presentaba ante él, y esperaba que fuera más calmado que los anteriores.
De un impulso saltó de la cama y abrió efusivamente el armario, cogiendo uno de los nuevos trajes que había comprado en sus primeros días en Shabaoday. Ansioso por llevarlo, lo dejó sobre la deshecha cama mientras se metía en la ducha entonando una de las canciones tradicionales de su hogar.
Al salir notó algo de frío, pero pronto se secó y se puso su traje. El sastre que había tejido y cortado sus prendas confesó mientras le tomaba medidas que era la primera vez que tenía el honor de vestir a un “ser” como él y no le había quedado nada mal. Quizá la propina del Gyojin debiera haber sido mayor.
Crujiéndose el cuello el pez bajó hasta la recepción, donde estaba el hermano de Zane, quien les estaba cediendo una habitación en estos momentos.
-De verdad que siento lo del otro día, pero ya va siendo hora de que me vuelvas a hablar -comentó el tiburón sonriente a la par que cogía una manzana del mostrador-. No obligues a Zane a elegir entre tú y yo -volvió a sonreír tras aquellas aparentemente amenazantes palabras.
Y es que aquél humano debía llevar una vida muy tranquila, pues al poco de llegar el Gyojin -visiblemente manchado de sangre-, no tardó en llamar por den den a Zane, preguntándole qué hacer y si era normal algo así. Como el resto de sus compañeros tardaran mucho, el hermanastro de Zane iba a tener una gran cantidad de historias que contar a sus nietos… Si es que llegaba a ser abuelo.
Sólo habían pasado unos pocos días desde aquello, quizá diez, quizá menos. Y el tiburón había empleado el tiempo en ir al casino, comprar algunos trajes, comer en grandes cantidades, estar en la taberna… incluso le regaló una cesta de los mejores embutidos y un estuche con la mejor bebida de la isla al “humano enfadica” -así lo había apodado el Gyojin-, pero la relación entre ambos parecía estar predestinada al fracaso. También había comprado una serie de víveres y detalles a cada uno de los integrantes de la banda, dejándolo en las habitaciones que ya tenían reservadas. ¿Qué sorpresa se llevaría cada uno?
Espíritu libre aún se preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Sabía que sí, pero era muy de preguntarse infinitas veces lo mismo, como si por arte de magia se le presentase la respuesta a sus problemas. Tan sólo Zane era consciente de sus intenciones de volver a la excéntrica banda. Luka ansiaba ver los rostros de Spanner, Haruka, Nox, e incluso Alviss. Pero si había uno que quería ver a parte del de su capitán, era sin duda Therax. El rubio espadachín siempre acompañado de sus chuchos seguramente no se oliese nada -salvo que el pelirrojo se hubiera ido de la lengua, cosa que no le perdonaría-, y ver su rostro sería digno de inmortalizar en una foto. Incluso había pensado en herirse para recordar los viejos tiempos. Pero no, quizá no fuese la mejor opción. Puede que al rubio no le sentase bien y terminase por ser él quien abandonase la banda.
Luka salió del edificio en dirección al casino de nuevo, pero hablando del rey de Roma… en la lejanía pudo divisar al rubio e inseparable por momentos compañero caminando algo desorientado. Quizá lleve horas buscando este sitio, esta puta isla es enorme pensó a la par que se intentaba unir al gentío del casino para, cuando el espadachín bajase la guardia, lanzarse a por él y sorprenderle. ¿Cuál sería su reacción?
De un impulso saltó de la cama y abrió efusivamente el armario, cogiendo uno de los nuevos trajes que había comprado en sus primeros días en Shabaoday. Ansioso por llevarlo, lo dejó sobre la deshecha cama mientras se metía en la ducha entonando una de las canciones tradicionales de su hogar.
Al salir notó algo de frío, pero pronto se secó y se puso su traje. El sastre que había tejido y cortado sus prendas confesó mientras le tomaba medidas que era la primera vez que tenía el honor de vestir a un “ser” como él y no le había quedado nada mal. Quizá la propina del Gyojin debiera haber sido mayor.
Crujiéndose el cuello el pez bajó hasta la recepción, donde estaba el hermano de Zane, quien les estaba cediendo una habitación en estos momentos.
-De verdad que siento lo del otro día, pero ya va siendo hora de que me vuelvas a hablar -comentó el tiburón sonriente a la par que cogía una manzana del mostrador-. No obligues a Zane a elegir entre tú y yo -volvió a sonreír tras aquellas aparentemente amenazantes palabras.
Y es que aquél humano debía llevar una vida muy tranquila, pues al poco de llegar el Gyojin -visiblemente manchado de sangre-, no tardó en llamar por den den a Zane, preguntándole qué hacer y si era normal algo así. Como el resto de sus compañeros tardaran mucho, el hermanastro de Zane iba a tener una gran cantidad de historias que contar a sus nietos… Si es que llegaba a ser abuelo.
Sólo habían pasado unos pocos días desde aquello, quizá diez, quizá menos. Y el tiburón había empleado el tiempo en ir al casino, comprar algunos trajes, comer en grandes cantidades, estar en la taberna… incluso le regaló una cesta de los mejores embutidos y un estuche con la mejor bebida de la isla al “humano enfadica” -así lo había apodado el Gyojin-, pero la relación entre ambos parecía estar predestinada al fracaso. También había comprado una serie de víveres y detalles a cada uno de los integrantes de la banda, dejándolo en las habitaciones que ya tenían reservadas. ¿Qué sorpresa se llevaría cada uno?
Espíritu libre aún se preguntaba si estaba haciendo lo correcto. Sabía que sí, pero era muy de preguntarse infinitas veces lo mismo, como si por arte de magia se le presentase la respuesta a sus problemas. Tan sólo Zane era consciente de sus intenciones de volver a la excéntrica banda. Luka ansiaba ver los rostros de Spanner, Haruka, Nox, e incluso Alviss. Pero si había uno que quería ver a parte del de su capitán, era sin duda Therax. El rubio espadachín siempre acompañado de sus chuchos seguramente no se oliese nada -salvo que el pelirrojo se hubiera ido de la lengua, cosa que no le perdonaría-, y ver su rostro sería digno de inmortalizar en una foto. Incluso había pensado en herirse para recordar los viejos tiempos. Pero no, quizá no fuese la mejor opción. Puede que al rubio no le sentase bien y terminase por ser él quien abandonase la banda.
Luka salió del edificio en dirección al casino de nuevo, pero hablando del rey de Roma… en la lejanía pudo divisar al rubio e inseparable por momentos compañero caminando algo desorientado. Quizá lleve horas buscando este sitio, esta puta isla es enorme pensó a la par que se intentaba unir al gentío del casino para, cuando el espadachín bajase la guardia, lanzarse a por él y sorprenderle. ¿Cuál sería su reacción?
Therax caminaba nervioso, pero no tanto como Tib y César. Ambos cánidos se desplazaban mediante pasos cortos y rápidos, pegados a los talones de su compañero y con todos sus sentidos alerta. «¿Qué le pasa a esa mujer? Cada vez que me la encuentro acabo en problemas», pensó mientras recordaba a Mura. No hacía demasiado que se había separado de ella y, al igual que en Ireos, el tiempo que habían pasado juntos había sido de todo menos relajado.
Las aguas deberían haber vuelto a la calma, sí, pero ni el domador ni sus mascotas se mostraban dispuestos a confiarse. Demasiadas sorpresas poco agradables pesaban sobre sus espaldas y, si algo les había enseñado el tiempo que llevaban viajando, era que el peligro se mostraba cuando la calma hacía acto de presencia. Los hocicos eran buena muestra del estado de ánimo de los canes, moviéndose sutilmente de un lado a otro en busca de algún olor identificable.
-Estaría bien que recordarais dónde debíamos encontrarnos con los demás, ¿no os parece? -preguntó Therax en dirección a sus mascotas. Aquello era la causa de todos sus males recientes. Un simple olvido -aunque de vital importancia- había desembocado en que fuese de un manglar a otro sin rumbo fijo ni dirección conocida. Sencillamente caminaba por el archipiélago, tratando inútilmente de no meterse en problemas y de encontrar al resto de los Arashi. Un "el que tendría que acordarse eres tú" sonó a su lado, emitido por el collar que César llevaba alrededor del cuello. Sin embargo, el espadachín lo ignoró y continuó sumido en sus pensamientos.
«El resto...», se dijo con cierto matiz melancólico. No serían todos. La sardina no se reincorporaría al grupo; así se lo había hecho saber a los demás antes de que se separaran hacía ya casi dos años. Además, si bien ésa era la única baja confirmada, tampoco tenía conocimiento de qué había acontecido en la vida de los demás durante ese tiempo. ¿Y si Alviss había encontrado a una fogosa pelirroja capaz de atraparlo para siempre? ¿Y si Nox había muerto de un infarto? Estaba mayor... Las incógnitas eran muchas, y no serían resueltas hasta que se encontrase con los demás. «¿Y si ninguno ha venido? ¿Y si soy el único que está aquí?», se preguntó. No pudo evitar tragar saliva ante esa posibilidad.
Un sonoro golpe le sacó de su ensimismamiento. Había estado caminando sin parar, absorto en sus cavilaciones y sin prestar la más mínima atención a los alrededores.
-Joder, qué peste a sardina -comentó, frotándose y agitando la cabeza-. ¿Quién lleva el pescado por medio de la calle como si nada? Huele mal, ¿sabes?
Enseguida se calló. Al abrir los ojos y alzar la vista contempló a un grupo de cuatro gyojines. ¿Por qué ese tipo de cosas sólo le pasaban a él? Si se tomaban la cuestión del racismo tan a pecho como lo hacía Luka, aquel malentendido no tardaría en desembocar en un revuelo -por decirlo suavemente-. Eso era algo que en esos momentos no le convenía en absoluto, así que optó por intentar calmar la situación.
-Ehh... creo que esto ha sido un malentendido. No he visto quiénes erais antes de chocar con vosotros y... bueno. -La expresión de los habitantes del mar no se suavizó ni un ápice. En su lugar, dieron un paso en dirección a él hasta formar un semicírculo a su alrededor.
Las aguas deberían haber vuelto a la calma, sí, pero ni el domador ni sus mascotas se mostraban dispuestos a confiarse. Demasiadas sorpresas poco agradables pesaban sobre sus espaldas y, si algo les había enseñado el tiempo que llevaban viajando, era que el peligro se mostraba cuando la calma hacía acto de presencia. Los hocicos eran buena muestra del estado de ánimo de los canes, moviéndose sutilmente de un lado a otro en busca de algún olor identificable.
-Estaría bien que recordarais dónde debíamos encontrarnos con los demás, ¿no os parece? -preguntó Therax en dirección a sus mascotas. Aquello era la causa de todos sus males recientes. Un simple olvido -aunque de vital importancia- había desembocado en que fuese de un manglar a otro sin rumbo fijo ni dirección conocida. Sencillamente caminaba por el archipiélago, tratando inútilmente de no meterse en problemas y de encontrar al resto de los Arashi. Un "el que tendría que acordarse eres tú" sonó a su lado, emitido por el collar que César llevaba alrededor del cuello. Sin embargo, el espadachín lo ignoró y continuó sumido en sus pensamientos.
«El resto...», se dijo con cierto matiz melancólico. No serían todos. La sardina no se reincorporaría al grupo; así se lo había hecho saber a los demás antes de que se separaran hacía ya casi dos años. Además, si bien ésa era la única baja confirmada, tampoco tenía conocimiento de qué había acontecido en la vida de los demás durante ese tiempo. ¿Y si Alviss había encontrado a una fogosa pelirroja capaz de atraparlo para siempre? ¿Y si Nox había muerto de un infarto? Estaba mayor... Las incógnitas eran muchas, y no serían resueltas hasta que se encontrase con los demás. «¿Y si ninguno ha venido? ¿Y si soy el único que está aquí?», se preguntó. No pudo evitar tragar saliva ante esa posibilidad.
Un sonoro golpe le sacó de su ensimismamiento. Había estado caminando sin parar, absorto en sus cavilaciones y sin prestar la más mínima atención a los alrededores.
-Joder, qué peste a sardina -comentó, frotándose y agitando la cabeza-. ¿Quién lleva el pescado por medio de la calle como si nada? Huele mal, ¿sabes?
Enseguida se calló. Al abrir los ojos y alzar la vista contempló a un grupo de cuatro gyojines. ¿Por qué ese tipo de cosas sólo le pasaban a él? Si se tomaban la cuestión del racismo tan a pecho como lo hacía Luka, aquel malentendido no tardaría en desembocar en un revuelo -por decirlo suavemente-. Eso era algo que en esos momentos no le convenía en absoluto, así que optó por intentar calmar la situación.
-Ehh... creo que esto ha sido un malentendido. No he visto quiénes erais antes de chocar con vosotros y... bueno. -La expresión de los habitantes del mar no se suavizó ni un ápice. En su lugar, dieron un paso en dirección a él hasta formar un semicírculo a su alrededor.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El rubio espadachín se acercaba cada vez más, hasta tal punto que el nerviosismo se apoderó de Luka, dejando unos segundos de margen antes de entrar en escena, pero… ¿Qué estaba pasando?
Los cuatro Gyojins se acercaron con semblante serio a la par que rodeaban a Therax. ¿Acaso…?
Este maldito domador jamás aprenderá. O quizá ha sido su temperamental chucho
Lo que estaba claro es que habían ofendido de alguna manera a los cuatro Gyojins -o puede que sólo a uno y por solidaridad marina el resto colaboraron-, pero pese a la cercanía no podía escuchar qué estaba pasando. Los habitantes del mar tenían orden de no hacer nada que pudiera traer problemas, aunque estaba claro que esa norma la incumplirían antes o después.
Si bien confiaba en el temple de Sar D. Ynilla, la serenidad de Rod A. Baio y la pasividad de Kal Amar Do, a Luka le tenía bastante preocupado la frialdad y mala leche de Bak Alao. Era sin duda el más duro y temeroso de los cuatro, y puede que el más orgulloso también.
Durante unos segundos el tiburón pensó en dejar a los Gyojins actuar, vigilando cada momento que cumplieran sus órdenes. Aún recordaba las palabras de Tom y su juramento de protegerlos. Ante el dios del mar juro solemnemente proteger a estos cuatro discípulos de la isla Gyojin con mi propia vida si fuera necesario
Pese a toda promesa y juramento, Tom se quedó intranquilo. Quizá consciente de la complejidad del grupo que salía de allí. De sus diferentes genios e ideologías. Puede que también tuviese que ver que era la primera vez que esos Gyojins salían fuera de la isla. Puede que Tom les echase de menos incluso más que al propio tiburón. Pero una promesa era una promesa.
-¡Hay cosas que nunca cambian! -comentó Luka desde la lejanía, dejando unos segundos de pausa en los que algún comentario racista del Therax del pasado le vino a la mente-. Chicos, alejaos de ese hombre, os podría cortar muy fácilmente. Déjamelo a mí.
Y de la marabunta del casino surgió un elegante Luka ante la atenta mirada del pintoresco grupo de Gyojins, mascotas y un humano.
-Cuando uno se cree que ha calado en el corazón de otra persona, y de repente se da cuenta que le están engañando… ¡Y con cuatro a la vez! Lo tuyo es vicio…
No avanzó ni dos pasos y Tib se lanzó a él agitando contundentemente la cola. Parecía bastante excitado al volver a verle. Sin embargo, su compañero perruno esbozó un simple “Bah” a través del collar que le permitía ser aún más hiriente que de costumbre.
-Creo que alguien no se esperaba ver un Gyojin por aquí. Y no contento con eso, se encuentra con cuatro. Vaya vaya… -El tiburón sonrió a la par que tendía la mano al espadachín, que parecía algo sorprendido. - Sin duda es un placer verte. Cuéntame, ¿Qué has hecho durante todo este tiempo?
Luka se sorprendió al ver al rubio, pero había algo que le había sorprendido más aún, antes del encontronazo tenía un semblante alicaído, puede que ahora lo mantuviese por el propio choque con las bestias del mar, pero era un tanto extraño. De cualquier manera, ninguna suposición iba a empañar ni un segundo de aquél dramático encuentro entre dos antiguos amigos que mucho tenían que decirse.
Los cuatro Gyojins se acercaron con semblante serio a la par que rodeaban a Therax. ¿Acaso…?
Este maldito domador jamás aprenderá. O quizá ha sido su temperamental chucho
Lo que estaba claro es que habían ofendido de alguna manera a los cuatro Gyojins -o puede que sólo a uno y por solidaridad marina el resto colaboraron-, pero pese a la cercanía no podía escuchar qué estaba pasando. Los habitantes del mar tenían orden de no hacer nada que pudiera traer problemas, aunque estaba claro que esa norma la incumplirían antes o después.
Si bien confiaba en el temple de Sar D. Ynilla, la serenidad de Rod A. Baio y la pasividad de Kal Amar Do, a Luka le tenía bastante preocupado la frialdad y mala leche de Bak Alao. Era sin duda el más duro y temeroso de los cuatro, y puede que el más orgulloso también.
Durante unos segundos el tiburón pensó en dejar a los Gyojins actuar, vigilando cada momento que cumplieran sus órdenes. Aún recordaba las palabras de Tom y su juramento de protegerlos. Ante el dios del mar juro solemnemente proteger a estos cuatro discípulos de la isla Gyojin con mi propia vida si fuera necesario
Pese a toda promesa y juramento, Tom se quedó intranquilo. Quizá consciente de la complejidad del grupo que salía de allí. De sus diferentes genios e ideologías. Puede que también tuviese que ver que era la primera vez que esos Gyojins salían fuera de la isla. Puede que Tom les echase de menos incluso más que al propio tiburón. Pero una promesa era una promesa.
-¡Hay cosas que nunca cambian! -comentó Luka desde la lejanía, dejando unos segundos de pausa en los que algún comentario racista del Therax del pasado le vino a la mente-. Chicos, alejaos de ese hombre, os podría cortar muy fácilmente. Déjamelo a mí.
Y de la marabunta del casino surgió un elegante Luka ante la atenta mirada del pintoresco grupo de Gyojins, mascotas y un humano.
-Cuando uno se cree que ha calado en el corazón de otra persona, y de repente se da cuenta que le están engañando… ¡Y con cuatro a la vez! Lo tuyo es vicio…
No avanzó ni dos pasos y Tib se lanzó a él agitando contundentemente la cola. Parecía bastante excitado al volver a verle. Sin embargo, su compañero perruno esbozó un simple “Bah” a través del collar que le permitía ser aún más hiriente que de costumbre.
-Creo que alguien no se esperaba ver un Gyojin por aquí. Y no contento con eso, se encuentra con cuatro. Vaya vaya… -El tiburón sonrió a la par que tendía la mano al espadachín, que parecía algo sorprendido. - Sin duda es un placer verte. Cuéntame, ¿Qué has hecho durante todo este tiempo?
Luka se sorprendió al ver al rubio, pero había algo que le había sorprendido más aún, antes del encontronazo tenía un semblante alicaído, puede que ahora lo mantuviese por el propio choque con las bestias del mar, pero era un tanto extraño. De cualquier manera, ninguna suposición iba a empañar ni un segundo de aquél dramático encuentro entre dos antiguos amigos que mucho tenían que decirse.
«¿Por qué siempre me pasan estas cosas?», se preguntó el domador mientras veía cómo los escamosos pies daban un paso más en su dirección. Los cuatro gyojines estaban cerca, mucho más de lo que jamás hubiese deseado. Sus cuerpos se encontraban pegados, sin dejar ningún resquicio por el que se pudiera escabullir. Quedaba claro que su torpe disculpa no había surtido efecto.
Dando la solución pacífica por imposible, observó rápidamente las expresiones de los habitantes del mar que le cercaban. De forma inconsciente llevó su mano derecha a Yuki-onna. En cuanto alguno de ellos moviese un dedo dos cabezas rodarían sobre la hierba que mojaba su trasero.
Apretó los labios y frunció el ceño y, justo cuando la tensión prometía llegar a su punto álgido, una voz familiar sonó a lo lejos. «¿Pero qué...?», se preguntó, tratando de recordar a quién pertenecía. Tib dejó de gruñir a sus espaldas, sustituyendo la actitud amenazante que había exhibido por una mucho más dócil y alegre.
Therax dirigió su atención al lugar que miraban sus salados acompañantes, que era el mismo del que procedía la voz de... ¡Luka! La silueta del hombre-pez adicto a las heridas y los estados terminales surgió de una marea de gente. Un edificio de dimensiones considerables parecía ser la causa de semejante concentración, pero al rubio le daba igual la naturaleza del mismo. Por un momento se quedó mudo, observando cómo se acercaba a él. ¿No se suponía que no volvería a reunirse con ellos? No entendía nada, aunque perfectamente podría encontrarse allí por algún otro motivo. No obstante, aun siendo así sería extraño que las fechas coincidiesen de ese modo.
Quien no tuvo que pensar nada fue el muryn, que se lanzó como un poseso en dirección al gyojin. El espadachín observó la situación desde el suelo. ¿Conocía a los cuatro sujetos con los que había chocado? Era evidente que sí, y desde lo más profundo agradeció que le hubiese librado de formar un nuevo escándalo. Si seguía con ese ritmo se quedaría sin manglares por los que poder caminar con tranquilidad.
El domador agarró la mano que le tendía Luka y se incorporó, lanzando un nuevo vistazo a los todavía desconocidos. Habían obedecido, pero ¿por qué? Podía ser que realmente hubieran hecho caso de la advertencia, aunque la opción de que hubiesen acatado una orden le parecía mucho más probable.
-Pues no mucho. Pretendía volver a Murynos, pero durante mi camino me vi metido en medio de una guerra civil bastante antigua -comentó, notando un escalofrío al recordar a Martin-. Lo más relevante que he hecho ha sido perder a las únicas personas fuera de mi familia con las que he tenido un vínculo... quitándoos a vosotros, bueno, a los Arashi... tú me entiendes -se corrigió tras recordar que la sardina ya no formaba parte del grupo. ¿Realmente lo había? No tenía noticias de nadie-. ¿Y tú qué me cuentas? Veo que has hecho amigos -concluyó, haciendo un gesto con la cabeza hacia los gyojines.
Dando la solución pacífica por imposible, observó rápidamente las expresiones de los habitantes del mar que le cercaban. De forma inconsciente llevó su mano derecha a Yuki-onna. En cuanto alguno de ellos moviese un dedo dos cabezas rodarían sobre la hierba que mojaba su trasero.
Apretó los labios y frunció el ceño y, justo cuando la tensión prometía llegar a su punto álgido, una voz familiar sonó a lo lejos. «¿Pero qué...?», se preguntó, tratando de recordar a quién pertenecía. Tib dejó de gruñir a sus espaldas, sustituyendo la actitud amenazante que había exhibido por una mucho más dócil y alegre.
Therax dirigió su atención al lugar que miraban sus salados acompañantes, que era el mismo del que procedía la voz de... ¡Luka! La silueta del hombre-pez adicto a las heridas y los estados terminales surgió de una marea de gente. Un edificio de dimensiones considerables parecía ser la causa de semejante concentración, pero al rubio le daba igual la naturaleza del mismo. Por un momento se quedó mudo, observando cómo se acercaba a él. ¿No se suponía que no volvería a reunirse con ellos? No entendía nada, aunque perfectamente podría encontrarse allí por algún otro motivo. No obstante, aun siendo así sería extraño que las fechas coincidiesen de ese modo.
Quien no tuvo que pensar nada fue el muryn, que se lanzó como un poseso en dirección al gyojin. El espadachín observó la situación desde el suelo. ¿Conocía a los cuatro sujetos con los que había chocado? Era evidente que sí, y desde lo más profundo agradeció que le hubiese librado de formar un nuevo escándalo. Si seguía con ese ritmo se quedaría sin manglares por los que poder caminar con tranquilidad.
El domador agarró la mano que le tendía Luka y se incorporó, lanzando un nuevo vistazo a los todavía desconocidos. Habían obedecido, pero ¿por qué? Podía ser que realmente hubieran hecho caso de la advertencia, aunque la opción de que hubiesen acatado una orden le parecía mucho más probable.
-Pues no mucho. Pretendía volver a Murynos, pero durante mi camino me vi metido en medio de una guerra civil bastante antigua -comentó, notando un escalofrío al recordar a Martin-. Lo más relevante que he hecho ha sido perder a las únicas personas fuera de mi familia con las que he tenido un vínculo... quitándoos a vosotros, bueno, a los Arashi... tú me entiendes -se corrigió tras recordar que la sardina ya no formaba parte del grupo. ¿Realmente lo había? No tenía noticias de nadie-. ¿Y tú qué me cuentas? Veo que has hecho amigos -concluyó, haciendo un gesto con la cabeza hacia los gyojines.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La ira de los cuatro Gyojins pareció calmarse un instante tras oír la voz de Luka, aunque Bak mantenía ese descontento natural con el mundo y con el tiburón en particular, mostrándole una mirada agresiva mientras escupía al suelo.
El luchador se acercó y golpeó la espalda de cada Gyojin, captando éstos el mensaje y marchándose hacia la habitación que compartían sin decir nada, a excepción de Bak, que de nuevo dejó claro su descontento, esta vez con un intenso bufido de unos cuatro segundos de duración.
Algún día entenderás algo de la vida, Bak pensó Luka acercándose al domador.
Tras escuchar sus palabras no pudo evitar recordar lo sucedido en la isla Gyojin, lo cual era bastante similar a lo que Therax describía. Aunque el tiburón arqueó la ceja con la definición del rubio. “Una guerra civil bastante antigua”. ¿A qué se refería con antigua? De cualquier manera, le tocaba a él contar algo de los últimos dos años. Notaba la sorpresa del espadachín al verle, así que se pensó durante unos segundos si debía contarle su nueva decisión.
Antes o temprano lo sabrá, quizá sea el momento
-Sí, he hecho lo que parecen ser amigos… Han decidido salir de la isla y venir conmigo, lo hablé con Zane y dijo que no había problema… No sé si ha sido buena idea, es bastante complicado lidiar con ellos, cada uno tiene una forma de ser bastante distinta, pero se les quiere -Luka giró la cabeza para mirar a Therax de nuevo, quizá se había ido por las ramas-. Bueno, yo también he estado en algo así como una guerra en mi isla natal. Pensaba que sería original pero… ya veo que no -comentó con una tímida sonrisa, consciente de lo que se venía-. He perdido a muchos seres queridos, pero he creado un vínculo mayor con los que han quedado -Luka pausó su discurso para acercarse aún más al rubio-. Recuerda que la gente viene y se va, pero nunca olvides que quien está, aquí se quedará -con el dedo índice señaló el corazón del domador-. Eran unas palabras que me dijeron cuando era pequeño… Y las cosas no me salían demasiado bien. Bueno, vente, el hermano de Zane te está esperando.
Comentó a la par que le indicaba el camino acompañándolo. Si bien no había dicho nada aún, confiaba en que el tiempo le dotase de alguna frase para romper el hielo y soltar que seguiría siendo un Arashi, aunque con una mejor cabeza que anteriormente.
-¿Sabes? Eso de perder a la gente que quieres… Me suena. Nunca lo he contado a nadie de la banda, pero yo nunca conocí a mis padres, viví durante cuatro años en un orfanato del que me escapé para vivir en la calle hasta los dieciséis. Y podría contar con los dedos de la mano la gente que me ayudó entonces. Y me sobrarían dedos- Eric, Tom y Sara se dijo a sí mismo -. ¿Por qué te cuento esto? Porque después de la guerra me di cuenta de algo… Huí de vosotros por la extravagancia de la banda, pero ni en aquel momento ni ahora puedo negar el cariño que os tengo a cada uno de vosotros. Y eso me hizo pensar… ¿Mucho discursito para decirte que vuelvo a ser un Arashi? Supongo que sí -el Gyojin de encogió de brazos a la par que suspiraba-. La oratoria no es lo mío, ya lo sabes. Sólo Zane lo sabía, así que eres el segundo. Por cierto, no te preocupes, me he vuelto mucho más fuerte y no te daré tanta guerra con las curaciones -el Gyojin sonrió de nuevo-. Igual hasta podemos intercambiar papeles...
Poco después llegaron al hostal del hermano del capitán, donde Luka entro primero.
-Buenas, Austin, este es otro de los integrantes de la banda de Zane -comentó señalándole-. ¿Cual es su habitación?
-La 38, está dos a la izquierda de la tuya.
-Perfecto, gracias Austin.
-Que no me llamo Austin… -murmuró el humano del mostrador cuando Luka ya se dirigía a uno de los sillones de la entrada.
-Pues ya está, Therax. Coloca tus cosas y te esperare aquí, habrá que dar una vuelta por la isla, ¿No? Tengo cierta curiosidad por qué serás capaz de hacer con esas dos -comentó dirigiendo la mirada y el dedo índice a las katanas del espadachín.
El luchador se acercó y golpeó la espalda de cada Gyojin, captando éstos el mensaje y marchándose hacia la habitación que compartían sin decir nada, a excepción de Bak, que de nuevo dejó claro su descontento, esta vez con un intenso bufido de unos cuatro segundos de duración.
Algún día entenderás algo de la vida, Bak pensó Luka acercándose al domador.
Tras escuchar sus palabras no pudo evitar recordar lo sucedido en la isla Gyojin, lo cual era bastante similar a lo que Therax describía. Aunque el tiburón arqueó la ceja con la definición del rubio. “Una guerra civil bastante antigua”. ¿A qué se refería con antigua? De cualquier manera, le tocaba a él contar algo de los últimos dos años. Notaba la sorpresa del espadachín al verle, así que se pensó durante unos segundos si debía contarle su nueva decisión.
Antes o temprano lo sabrá, quizá sea el momento
-Sí, he hecho lo que parecen ser amigos… Han decidido salir de la isla y venir conmigo, lo hablé con Zane y dijo que no había problema… No sé si ha sido buena idea, es bastante complicado lidiar con ellos, cada uno tiene una forma de ser bastante distinta, pero se les quiere -Luka giró la cabeza para mirar a Therax de nuevo, quizá se había ido por las ramas-. Bueno, yo también he estado en algo así como una guerra en mi isla natal. Pensaba que sería original pero… ya veo que no -comentó con una tímida sonrisa, consciente de lo que se venía-. He perdido a muchos seres queridos, pero he creado un vínculo mayor con los que han quedado -Luka pausó su discurso para acercarse aún más al rubio-. Recuerda que la gente viene y se va, pero nunca olvides que quien está, aquí se quedará -con el dedo índice señaló el corazón del domador-. Eran unas palabras que me dijeron cuando era pequeño… Y las cosas no me salían demasiado bien. Bueno, vente, el hermano de Zane te está esperando.
Comentó a la par que le indicaba el camino acompañándolo. Si bien no había dicho nada aún, confiaba en que el tiempo le dotase de alguna frase para romper el hielo y soltar que seguiría siendo un Arashi, aunque con una mejor cabeza que anteriormente.
-¿Sabes? Eso de perder a la gente que quieres… Me suena. Nunca lo he contado a nadie de la banda, pero yo nunca conocí a mis padres, viví durante cuatro años en un orfanato del que me escapé para vivir en la calle hasta los dieciséis. Y podría contar con los dedos de la mano la gente que me ayudó entonces. Y me sobrarían dedos- Eric, Tom y Sara se dijo a sí mismo -. ¿Por qué te cuento esto? Porque después de la guerra me di cuenta de algo… Huí de vosotros por la extravagancia de la banda, pero ni en aquel momento ni ahora puedo negar el cariño que os tengo a cada uno de vosotros. Y eso me hizo pensar… ¿Mucho discursito para decirte que vuelvo a ser un Arashi? Supongo que sí -el Gyojin de encogió de brazos a la par que suspiraba-. La oratoria no es lo mío, ya lo sabes. Sólo Zane lo sabía, así que eres el segundo. Por cierto, no te preocupes, me he vuelto mucho más fuerte y no te daré tanta guerra con las curaciones -el Gyojin sonrió de nuevo-. Igual hasta podemos intercambiar papeles...
Poco después llegaron al hostal del hermano del capitán, donde Luka entro primero.
-Buenas, Austin, este es otro de los integrantes de la banda de Zane -comentó señalándole-. ¿Cual es su habitación?
-La 38, está dos a la izquierda de la tuya.
-Perfecto, gracias Austin.
-Que no me llamo Austin… -murmuró el humano del mostrador cuando Luka ya se dirigía a uno de los sillones de la entrada.
-Pues ya está, Therax. Coloca tus cosas y te esperare aquí, habrá que dar una vuelta por la isla, ¿No? Tengo cierta curiosidad por qué serás capaz de hacer con esas dos -comentó dirigiendo la mirada y el dedo índice a las katanas del espadachín.
Therax mantuvo su vista fija en el punto que Luka había tocado en su pecho. Jamás hubiera esperado oír de su boca una sensiblería como aquélla. Tal vez de Zane en una de esas ocasiones en las que parecía ser poseído por el espíritu de una adolescente enamoradiza, pero no del robusto hombre-pez. «Supongo que nunca terminas de conocer a alguien», pensó el domador, volviendo a dirigir su atención hacia el gyojin.
Lo cierto fue que se alegró de oír el comentario acerca del hermano de Zane. Si le estaba esperando era porque el capitán pirata estaba allí o pensaba llegar dentro de poco. Sorprendentemente, el alivio que experimentó Therax fue de unas dimensiones tales que se vio obligado a liberar un pequeño suspiro. La tenue y casi inaudible corriente de viento pareció arrastrar toda la tensión acumulada hacia el exterior, mas en seguida se detuvo. «¿Qué acaba de decir?», se preguntó el espadachín, alarmado, al tiempo que habría al máximo los ojos y esbozaba una sonrisa.
-Pues ahora me niego a aceptarte de vuelta -bromeó, dándole un golpe en el hombro. En previsión de que el hombre-pez percibiera aquello como poco más que una caricia, acompañó el impacto de una corriente de viento. No pensaba quedar como un debilucho en el primer contacto entre ambos.
Ya en el interior del establecimiento propiedad del hermano de Zane, un tal Austin, el domador se aseguró de que sus mascotas seguían con él. César tenía la pésima costumbre de desaparecer cuando menos conveniente era, y no tenía ganas de convencer posteriormente al dueño de que iba con él.
Tras preguntar en un par de ocasiones por el camino que debía seguir para encontrar la estancia se puso en marcha. El hostelero le había aseverado que no habría problemas de espacio para los cánidos, así que se despidió con un "gracias, Austin" y emprendió el camino. Le pareció algo así como un bufido seguido de alguna palabra malsonante a sus espaldas, pero lo achacó a su imaginación y continuó avanzando sin detenerse. No necesitó más de unos minutos para soltar sus escasas pertenencias y estar preparado para volver con Luka. La sardina tenía ganas de comprobar cuáles habían sido sus progresos y no pensaba hacerla esperar.
Deshizo el recorrido que le había llevado hasta allí en la mitad de tiempo que le había llevado la primera vez, portando únicamente sus espadas cruzadas en la parte baja de su espalda. Tras sus talones, como no podía ser de otro modo, Tib y César caminaban al mismo ritmo que él.
-Pues tú me dirás adónde vamos. Por aquí no he podido ver ningún lugar en el que no vayamos a llamar la atención -dijo al llegar a la posición de su amigo marino. Llevaba más que él en la zona, así que había tenido más tiempo para explorarla y tal vez hubiese identificado algún sitio apropiado.
Lo cierto fue que se alegró de oír el comentario acerca del hermano de Zane. Si le estaba esperando era porque el capitán pirata estaba allí o pensaba llegar dentro de poco. Sorprendentemente, el alivio que experimentó Therax fue de unas dimensiones tales que se vio obligado a liberar un pequeño suspiro. La tenue y casi inaudible corriente de viento pareció arrastrar toda la tensión acumulada hacia el exterior, mas en seguida se detuvo. «¿Qué acaba de decir?», se preguntó el espadachín, alarmado, al tiempo que habría al máximo los ojos y esbozaba una sonrisa.
-Pues ahora me niego a aceptarte de vuelta -bromeó, dándole un golpe en el hombro. En previsión de que el hombre-pez percibiera aquello como poco más que una caricia, acompañó el impacto de una corriente de viento. No pensaba quedar como un debilucho en el primer contacto entre ambos.
Ya en el interior del establecimiento propiedad del hermano de Zane, un tal Austin, el domador se aseguró de que sus mascotas seguían con él. César tenía la pésima costumbre de desaparecer cuando menos conveniente era, y no tenía ganas de convencer posteriormente al dueño de que iba con él.
Tras preguntar en un par de ocasiones por el camino que debía seguir para encontrar la estancia se puso en marcha. El hostelero le había aseverado que no habría problemas de espacio para los cánidos, así que se despidió con un "gracias, Austin" y emprendió el camino. Le pareció algo así como un bufido seguido de alguna palabra malsonante a sus espaldas, pero lo achacó a su imaginación y continuó avanzando sin detenerse. No necesitó más de unos minutos para soltar sus escasas pertenencias y estar preparado para volver con Luka. La sardina tenía ganas de comprobar cuáles habían sido sus progresos y no pensaba hacerla esperar.
Deshizo el recorrido que le había llevado hasta allí en la mitad de tiempo que le había llevado la primera vez, portando únicamente sus espadas cruzadas en la parte baja de su espalda. Tras sus talones, como no podía ser de otro modo, Tib y César caminaban al mismo ritmo que él.
-Pues tú me dirás adónde vamos. Por aquí no he podido ver ningún lugar en el que no vayamos a llamar la atención -dijo al llegar a la posición de su amigo marino. Llevaba más que él en la zona, así que había tenido más tiempo para explorarla y tal vez hubiese identificado algún sitio apropiado.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El Gyojin apoyó el cuerpo sobre el sofá con la mayor delicadeza posible, palpando todo el rato aquél curioso anillo que Tom le había dado mientras esperaba ansioso al espadachín. Te será de utilidad siempre y cuando seas capaz de mostrar todo su poder, eran las palabras que aún resonaban en el tiburón y que Tom le había dedicado cuando le entregó aquél peculiar bien. ¿Qué utilidad tendría?
-Austin, ponte algo de beber, ¿no? -comentó al poco avispado recepcionista, que pocas veces le había servido algo al verle en solitario. Luka intuyó que era un aprendiz, pero como siempre estaba solo, creía que le sería más complicado aprender que teniendo a alguien a su lado que le ayudase en todo momento.
Pasaron unos segundos hasta que Therax hizo acto de presencia, acabando así con la preocupación sobre el tiempo que tardaría en prepararse y acceder de nuevo al rellano de aquél hostal que el habitante del mar tenía. Se levantó y escuchó lo que el domador tenía que decirle, para después dirigir la mirada a la puerta.
-Claro, hay una zona poco concurrida aquí mismo, estará a unos trescientos metros. He estado un par de veces entrenando ahí. ¡Vamos! -dijo entusiasmado el tiburón a la par que volvía la mirada al hombre del mostrador- Ya no hace falta que me hagas nada de beber, para la próxima estate un poco más al loro. Gracias de todos modos, Austin.
Al salir, el gentío del casino ya se había esfumado, y las calles parecían algo más tranquilas que hacía unos minutos, aunque aún así seguían estando concurridas. Empezó a caminar junto al rubio por allí, dirigiéndose a la zona que había mencionado con anterioridad.
-Pues no sé qué decirte -comentó Luka en un desesperado intento por romper el incómodo silencio-. Zane se fue y estará al caer, y del resto no sé nada. Esperaba llegar el primero, pero el pelirrojo ya estaba aquí -hizo una nueva pausa encogiéndose de hombros-. Supongo que quería ser el primero. Bueno qué, ¿Me adelantas que has aprendido o tendré que verlo con mis propios ojos primero?
Prosiguieron la caminata unos minutos más hasta llegar a la parte final del hangar contiguo, viendo en él una serie de rocas y árboles que conseguían hacer de aquella zona el escenario perfecto para dos intrépidos piratas que querían ver sus progresos en los últimos dos años. Quién sabe si aquella peculiar flora acabaría destrozada o, si por el contrario, ambos piratas mantendrían intacta la zona.
-Y aquí estamos. No te cortes. Bueno, ¿es irónico no? Qué un espadachín no se corte -Luka emitió una tímida risa a la par que señalaba ambas katanas y prosiguió hablando-. Que vayas a fuego a por mi, no te preocupes por nada. Quiero ver de qué estás hecho y si te has vuelto un espadachín de verdad durante estos dos años. Yo lo voy a dar todo eh… ¡Hasta que uno de los dos se rinda!
El Gyojin continuó palpando el anillo para después quitarse la mochila y dejarla apoyada en una de las gigantescas piedras. Tras ello miró a Therax y adopto una pose defensiva a la par que le invitaba a venir hasta él.
Quién sabe qué habrá aprendido durante todo este tiempo, por lo que habrá pasado y de qué estará hecho. Esperemos que ninguno de los dos nos hagamos daño
Entonces, el Gyojin tiburón sierra concentró las partículas de agua de su interior sobre su parte superior del cuerpo, especialmente sobre los brazos. El show estaba a punto de empezar. ¿Sería suficiente su entrenamiento para aguantar las embestidas del domador?
-Austin, ponte algo de beber, ¿no? -comentó al poco avispado recepcionista, que pocas veces le había servido algo al verle en solitario. Luka intuyó que era un aprendiz, pero como siempre estaba solo, creía que le sería más complicado aprender que teniendo a alguien a su lado que le ayudase en todo momento.
Pasaron unos segundos hasta que Therax hizo acto de presencia, acabando así con la preocupación sobre el tiempo que tardaría en prepararse y acceder de nuevo al rellano de aquél hostal que el habitante del mar tenía. Se levantó y escuchó lo que el domador tenía que decirle, para después dirigir la mirada a la puerta.
-Claro, hay una zona poco concurrida aquí mismo, estará a unos trescientos metros. He estado un par de veces entrenando ahí. ¡Vamos! -dijo entusiasmado el tiburón a la par que volvía la mirada al hombre del mostrador- Ya no hace falta que me hagas nada de beber, para la próxima estate un poco más al loro. Gracias de todos modos, Austin.
Al salir, el gentío del casino ya se había esfumado, y las calles parecían algo más tranquilas que hacía unos minutos, aunque aún así seguían estando concurridas. Empezó a caminar junto al rubio por allí, dirigiéndose a la zona que había mencionado con anterioridad.
-Pues no sé qué decirte -comentó Luka en un desesperado intento por romper el incómodo silencio-. Zane se fue y estará al caer, y del resto no sé nada. Esperaba llegar el primero, pero el pelirrojo ya estaba aquí -hizo una nueva pausa encogiéndose de hombros-. Supongo que quería ser el primero. Bueno qué, ¿Me adelantas que has aprendido o tendré que verlo con mis propios ojos primero?
Prosiguieron la caminata unos minutos más hasta llegar a la parte final del hangar contiguo, viendo en él una serie de rocas y árboles que conseguían hacer de aquella zona el escenario perfecto para dos intrépidos piratas que querían ver sus progresos en los últimos dos años. Quién sabe si aquella peculiar flora acabaría destrozada o, si por el contrario, ambos piratas mantendrían intacta la zona.
-Y aquí estamos. No te cortes. Bueno, ¿es irónico no? Qué un espadachín no se corte -Luka emitió una tímida risa a la par que señalaba ambas katanas y prosiguió hablando-. Que vayas a fuego a por mi, no te preocupes por nada. Quiero ver de qué estás hecho y si te has vuelto un espadachín de verdad durante estos dos años. Yo lo voy a dar todo eh… ¡Hasta que uno de los dos se rinda!
El Gyojin continuó palpando el anillo para después quitarse la mochila y dejarla apoyada en una de las gigantescas piedras. Tras ello miró a Therax y adopto una pose defensiva a la par que le invitaba a venir hasta él.
Quién sabe qué habrá aprendido durante todo este tiempo, por lo que habrá pasado y de qué estará hecho. Esperemos que ninguno de los dos nos hagamos daño
Entonces, el Gyojin tiburón sierra concentró las partículas de agua de su interior sobre su parte superior del cuerpo, especialmente sobre los brazos. El show estaba a punto de empezar. ¿Sería suficiente su entrenamiento para aguantar las embestidas del domador?
-Tendrás que obligarme a enseñártelo -fanfarroneó Therax mientras le enseñaba una sonrisa divertida. Sabía de sobra que tendría que emplearse a fondo si no quería acabar con los huesos molidos por accidente, pero no estaba de más bromear un poco. ¿Debería hacer alguna observación acerca de su condición de sardina? Lo cierto era que siempre había estado tentado de hacerlo. Sentía curiosidad por ver cómo reaccionaría el gyojin ante un comentario así proveniente de alguien cercano. ¿Sería capaz de distinguir entre un comentario lanzado con odio y ése? A saber, pero no era el momento de averiguarlo.
No tardaron en llegar al área que había seleccionado el gyojin. Tal y como le había dicho, allí no deberían tener problemas para atraer poca o ninguna atención. Sin embargo, tendrían andarse con ojo si no querían que el asunto se les fuese de las manos. No sería la primera vez que la emoción del momento desembocara en un alboroto de proporciones épicas.
Therax arqueó un poco la ceja ante la pésima broma de la sardina, pero no dijo nada. Estaba acostumbrado a que de su boca saliesen comentarios como aquél, así que se alejó unos metros de él mientras Tib y César se distanciaban y se tumbaban a varios metros de distancia -verían el combate desde lejos-. No obstante, no pudo evitar fruncir el ceño de espaldas al gyojin ante uno de sus últimos comentarios. «¿Cómo que espadachín de verdad?», se preguntó. Él siempre lo había sido. Más habilidoso o menos, pero siempre espadachín.
Frente a él Luka se puso en guardia, adoptando una pose que el rubio casi se sabía de memoria. ¿O era diferente? Tal vez sí. Se mostrada más relajado y seguro, transmitiendo al mismo tiempo una sensación de firmeza que sorprendió sobremanera al rubio. Dio un par de pasos más hacia atrás, esta vez de espaldas y sin apartar la vista del hombre-pez. ¿Qué enfrentamiento daba comienzo con los contendientes tan cercanos entre sí? Ninguno en el que él participase, eso por descontado.
Ya detenido, analizó al habitante del mar con cuidado. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando hizo un leve gesto con la mano: quería que él realizase el primer movimiento. Haciendo honor a sus costumbres, el espadachín desenfundó a Yuki-onna de un rápido movimiento y lanzó una onda cortante horizontal en dirección a su compañero. Nada del otro mundo, nada que supusiese ningún esfuerzo para él, pero lo suficiente como para provocar una reacción en el gyojin. ¿Que por qué su primera ofensiva casi nunca iba en serio? Ni siquiera él lo sabía. ¿Que constituía un grave defecto que podría costarle más de un susto? Era evidente, pero no había mucho que hacer al respecto.
No tardaron en llegar al área que había seleccionado el gyojin. Tal y como le había dicho, allí no deberían tener problemas para atraer poca o ninguna atención. Sin embargo, tendrían andarse con ojo si no querían que el asunto se les fuese de las manos. No sería la primera vez que la emoción del momento desembocara en un alboroto de proporciones épicas.
Therax arqueó un poco la ceja ante la pésima broma de la sardina, pero no dijo nada. Estaba acostumbrado a que de su boca saliesen comentarios como aquél, así que se alejó unos metros de él mientras Tib y César se distanciaban y se tumbaban a varios metros de distancia -verían el combate desde lejos-. No obstante, no pudo evitar fruncir el ceño de espaldas al gyojin ante uno de sus últimos comentarios. «¿Cómo que espadachín de verdad?», se preguntó. Él siempre lo había sido. Más habilidoso o menos, pero siempre espadachín.
Frente a él Luka se puso en guardia, adoptando una pose que el rubio casi se sabía de memoria. ¿O era diferente? Tal vez sí. Se mostrada más relajado y seguro, transmitiendo al mismo tiempo una sensación de firmeza que sorprendió sobremanera al rubio. Dio un par de pasos más hacia atrás, esta vez de espaldas y sin apartar la vista del hombre-pez. ¿Qué enfrentamiento daba comienzo con los contendientes tan cercanos entre sí? Ninguno en el que él participase, eso por descontado.
Ya detenido, analizó al habitante del mar con cuidado. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando hizo un leve gesto con la mano: quería que él realizase el primer movimiento. Haciendo honor a sus costumbres, el espadachín desenfundó a Yuki-onna de un rápido movimiento y lanzó una onda cortante horizontal en dirección a su compañero. Nada del otro mundo, nada que supusiese ningún esfuerzo para él, pero lo suficiente como para provocar una reacción en el gyojin. ¿Que por qué su primera ofensiva casi nunca iba en serio? Ni siquiera él lo sabía. ¿Que constituía un grave defecto que podría costarle más de un susto? Era evidente, pero no había mucho que hacer al respecto.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Luka esperó pacientemente a que Therax se preparase, ojeando el terreno y cerciorandose que no hubiese nadie por los alrededores ojeando lo que estaban a punto de hacer. Aunque… ¿De qué sería capaz Therax? ¿Habría aprendido algo durante todo aquél tiempo?
La vista del Gyojin se alejó del rubio durante unos segundos para centrarse en sus dos mascotas, César y Tib, los cuales se tumbaron a la par en un ejercicio casi perfecto de sincronización y, tras ello enfocaron su mirada hacia los contendientes. Todo iría bien si los únicos espectadores que tanto el espadachín como el luchador tenían eran aquellos dos curiosos animales.
El tiburón palpó su pulsera, notando de nuevo esa sensación de quemadura que tan molesta era y que le había ido acompañando desde que salió de la isla Gyojin. Empezó por pensar que quemaba en función del sol que le daba, luego creyó que era por la temperatura de su cuerpo, e incluso sus pensamientos más recientes le llevaban a casi dar por sentado que quemaba cuando se sentía excitado por una cercana acción, ya fuera por luchar, odiar...
Pero qué diablos… algún día entenderé para qué valen estas cosas
Su gesto vino precedido de la mirada de Therax, que parecía haber captado sus gestos, invitándole a atacar. Previamente se había ido alejando, algo inteligente por su parte. Pese a que el Gyojin quería haber empezado desde cerca, eso favorecía claramente al habitante del mar, por lo que era de esperar que el espadachín buscase cierta distancia dando un par de pasos.
El tiburón se preguntó durante unos segundos qué espada elegiría el domador. Por alguna razón, estaba casi seguro que no empezaría usando las dos. ¿O quizá sí? Ansioso por ver cómo se iba desarrollando todo, Luka señaló con su mirada una de las dos katanas.
Elijo esa Se dijo como si de él dependiera.
Con un ágil desenvaine de espada, el domador lanzó una onda cortante horizontal de una potencia no muy elevada. ¿Qué estaba haciendo? ¿Eso era todo lo que tenía que enseñar? Y lo más importante, ¿Por qué eligió esa katana y no la que se encontraba al lado de ésta?
Luka posicionó su pie derecho al frente, llevando las partículas líquidas de su cuerpo a sendos pies y esperando que la onda se acercarse hasta su posición. Cuando ésta se encontraba a unos centímetros de él, dió un potente salto, siguiendo con otros más contundentes sobre el aire y acercándose hacia el espadachín gracias a aquella técnica tan útil que había aprendido durante sus dos años de entrenamiento.
Volando, se aproximó al rubio hasta estar justo encima suya, a unos diez metros, desde donde se dejó caer cargando el golpe y concentrando de nuevo las partículas de su cuerpo sobre el propio puño, dotándolo de una dureza más elevada.
-¡Vamos enserio, rubiales! -comentó el Gyojin en referencia al mote que le había puesto durante su estancia en la peculiar base del gobierno de la cual no guardaba un buen recuerdo.
Su intención era golpear al rubio, aunque sabía que para ello tendría que superar a una o ambas de sus inseparables amigas que en tantas ocasiones le habían servido para cortar, perforar o herir a algo o alguien. ¿Qué sería de un espadachín sin sus espadas?
La vista del Gyojin se alejó del rubio durante unos segundos para centrarse en sus dos mascotas, César y Tib, los cuales se tumbaron a la par en un ejercicio casi perfecto de sincronización y, tras ello enfocaron su mirada hacia los contendientes. Todo iría bien si los únicos espectadores que tanto el espadachín como el luchador tenían eran aquellos dos curiosos animales.
El tiburón palpó su pulsera, notando de nuevo esa sensación de quemadura que tan molesta era y que le había ido acompañando desde que salió de la isla Gyojin. Empezó por pensar que quemaba en función del sol que le daba, luego creyó que era por la temperatura de su cuerpo, e incluso sus pensamientos más recientes le llevaban a casi dar por sentado que quemaba cuando se sentía excitado por una cercana acción, ya fuera por luchar, odiar...
Pero qué diablos… algún día entenderé para qué valen estas cosas
Su gesto vino precedido de la mirada de Therax, que parecía haber captado sus gestos, invitándole a atacar. Previamente se había ido alejando, algo inteligente por su parte. Pese a que el Gyojin quería haber empezado desde cerca, eso favorecía claramente al habitante del mar, por lo que era de esperar que el espadachín buscase cierta distancia dando un par de pasos.
El tiburón se preguntó durante unos segundos qué espada elegiría el domador. Por alguna razón, estaba casi seguro que no empezaría usando las dos. ¿O quizá sí? Ansioso por ver cómo se iba desarrollando todo, Luka señaló con su mirada una de las dos katanas.
Elijo esa Se dijo como si de él dependiera.
Con un ágil desenvaine de espada, el domador lanzó una onda cortante horizontal de una potencia no muy elevada. ¿Qué estaba haciendo? ¿Eso era todo lo que tenía que enseñar? Y lo más importante, ¿Por qué eligió esa katana y no la que se encontraba al lado de ésta?
Luka posicionó su pie derecho al frente, llevando las partículas líquidas de su cuerpo a sendos pies y esperando que la onda se acercarse hasta su posición. Cuando ésta se encontraba a unos centímetros de él, dió un potente salto, siguiendo con otros más contundentes sobre el aire y acercándose hacia el espadachín gracias a aquella técnica tan útil que había aprendido durante sus dos años de entrenamiento.
Volando, se aproximó al rubio hasta estar justo encima suya, a unos diez metros, desde donde se dejó caer cargando el golpe y concentrando de nuevo las partículas de su cuerpo sobre el propio puño, dotándolo de una dureza más elevada.
-¡Vamos enserio, rubiales! -comentó el Gyojin en referencia al mote que le había puesto durante su estancia en la peculiar base del gobierno de la cual no guardaba un buen recuerdo.
Su intención era golpear al rubio, aunque sabía que para ello tendría que superar a una o ambas de sus inseparables amigas que en tantas ocasiones le habían servido para cortar, perforar o herir a algo o alguien. ¿Qué sería de un espadachín sin sus espadas?
El gyojin no encontró demasiadas dificultades para zafarse del ataque que había lanzado en su dirección. Ese hecho en sí no era nada inesperado, pero lo que vino a continuación provocó que la curiosidad le sacase por completo de la situación. «¿Pero qué coño?», se preguntó mientras el gyojin se desplazaba por el cielo. ¡El muy desgraciado estaba volando! O no. Volar implicaba tener alas. Tal vez levitar fuese más apropiado, aunque aquel término tampoco terminaba de adaptarse a lo que captaban los ojos del espadachín.
Hubiera pasado más tiempo analizando los movimientos del hombre-pez, tratando de averiguar qué demonios era lo que estaba haciendo, mas cuando se detuvo sobre él supo que debía dejar sus suposiciones de lado. «Ahí viene», se dijo mientras veía cómo se cernía sobre él. No se planteó ni por un instante tratar de recibir el impacto. ¿Qué clase de demente haría eso? Él no, eso seguro.
Dio un pequeño salto, generando a continuación una corriente de aire en contra que le lanzó de espaldas y le alejó del lugar donde aterrizaría el gyojin. No sabía hasta qué punto se habría fortalecido, pero si aquello sólo era una muestra el enfrentamiento se pondría interesante. Sus pies aún no habían tocado el suelo cuando una ingente cantidad de vaho comenzó a manar de su cuerpo, asentándose como un sinfín de agujas de hielo de veinte centímetros de longitud justo cuando volvió a pisar tierra firme.
Aún no le había enseñado nada nuevo, pero no dudaría en sacarlo a la luz en cuanto fuese el momento preciso. No obstante, mientras tanto prefería obsequiar a Luka con algo que llevaba un tiempo pensando y que no había terminado de desarrollar.
-Te noto algo tenso -dijo en voz alta para que el hombre-pez pudiera oírle. Acto seguido, lanzó veinte de las agujas en su dirección. Su intención era impulsar cada una de ellas mediante corrientes de viento diferentes e independientes, pero aún no lo había podido lograr. Aquella vez no fue una excepción. Apenas si consiguió generas dos toscas y amplias corrientes de viento que desplazaron todas las agujas en conjunto en dirección al habitante del mar. «Poco a poco», se dijo, distribuyendo el resto de las agujas por los alrededores: dos centenares en torno a él, consolidándose como la protección de un erizo, y el resto repartidas por las cercanías a diferentes alturas.
Hubiera pasado más tiempo analizando los movimientos del hombre-pez, tratando de averiguar qué demonios era lo que estaba haciendo, mas cuando se detuvo sobre él supo que debía dejar sus suposiciones de lado. «Ahí viene», se dijo mientras veía cómo se cernía sobre él. No se planteó ni por un instante tratar de recibir el impacto. ¿Qué clase de demente haría eso? Él no, eso seguro.
Dio un pequeño salto, generando a continuación una corriente de aire en contra que le lanzó de espaldas y le alejó del lugar donde aterrizaría el gyojin. No sabía hasta qué punto se habría fortalecido, pero si aquello sólo era una muestra el enfrentamiento se pondría interesante. Sus pies aún no habían tocado el suelo cuando una ingente cantidad de vaho comenzó a manar de su cuerpo, asentándose como un sinfín de agujas de hielo de veinte centímetros de longitud justo cuando volvió a pisar tierra firme.
Aún no le había enseñado nada nuevo, pero no dudaría en sacarlo a la luz en cuanto fuese el momento preciso. No obstante, mientras tanto prefería obsequiar a Luka con algo que llevaba un tiempo pensando y que no había terminado de desarrollar.
-Te noto algo tenso -dijo en voz alta para que el hombre-pez pudiera oírle. Acto seguido, lanzó veinte de las agujas en su dirección. Su intención era impulsar cada una de ellas mediante corrientes de viento diferentes e independientes, pero aún no lo había podido lograr. Aquella vez no fue una excepción. Apenas si consiguió generas dos toscas y amplias corrientes de viento que desplazaron todas las agujas en conjunto en dirección al habitante del mar. «Poco a poco», se dijo, distribuyendo el resto de las agujas por los alrededores: dos centenares en torno a él, consolidándose como la protección de un erizo, y el resto repartidas por las cercanías a diferentes alturas.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
A medida que Luka se iba acercando al domador, se iba dando cuenta que se disponía a evadir su acometida. ¿Cómo lo haría?
¿Por fin veré algo nuevo?
La respuesta no tardó en darse, dando Therax un salto hacia atrás y consiguiendo desviarse de la trayectoria del Gyojin, obligándose éste a dar un nuevo paso sobre el aire para amortiguar la caída y, posteriormente, caer al suelo dando una voltereta.
La mirada del tiburón ahora era más intensa que antes, y su sonrisa se hizo ver por primera vez en el combate. Reconocía aquella mirada de Therax. Entonces, notó un nuevo y punzante dolor en la muñeca. La pulsera de nuevo hacia de las suyas… ¿Pero qué diantres?
-¡Aún no necesito que me cures! -comentó de forma irónica al ver que el rubio había “invocado” de alguna manera una gran cantidad de finos alfileres.
El ataque vino después, consiguiendo el espadachín generar unas corrientes de aire que hicieron que las agujas se dispersaran en la dirección del Gyojin, además de otras que iban a los alrededores. Sin pensárselo dos veces, el habitante del mar salió corriendo hacia la roca donde había dejado la mochila, cubriéndose con esta y percatándose al llegar de que tenía cuatro clavadas en diferentes partes del cuerpo. Dos sobre el brazo izquierdo, una sobre el mismo costado y la última a la altura del muslo izquierdo. Tras unos segundos, el Gyojin se quitó todas y cada una de las agujas y salió de su improvisado refugio.
-Vaya vaya… Esa técnica me suena -comentó a la par que se acercaba al espadachín, hasta quedarse a una distancia de tres metros-. ¿Y ahora qué?
Entonces se percató de algo que hasta el momento no había visto; Therax estaba rodeado de una enorme cantidad de finas agujas de diferentes tamaños, bastante similares a las que habían penetrado el escamoso cuerpo del Gyojin con anterioridad. Seguramente sería algún tipo de defensa, pero… ¿Y si…?
Supongo que si aplico toda mi fuerza y me ayudo de haki… Podría romper una parte de éstos y plantarme enfrente de él.
El tiburón palpó el hilillo de sangre que salía de su brazo y la probó. Tras degustarla, adoptó una pose ofensiva encorvando la cadera ligeramente y poniendo el brazo derecho junto al izquierdo de manera perpendicular al cuerpo. Flexionó levemente las rodillas y concentró su haki de armadura en el puño derecho, llegando al izquierdo posteriormente. Pegó un grito y lanzó un par de potentes puñetazos a la zona central de aquellas agujas, intentando crear una pequeña puerta para acceder hasta el domador. Una vez allí, esperaba crear un pequeño factor sorpresa y conseguir agarrar a su rival. De hacerlo, sujetaría su brazo izquierdo con la mano y daría un golpe contundente sobre la muñeca, con el fin de desarmar una de sus katanas. Para ello se seguiría ayudando del haki de armadura, logrando así amortiguar el posible impacto y no clavarse demasiadas agujas en caso de que fuese exitoso.
Entre tanto, el anillo empezó a emitir luces que parpadeaban cada segundo, teniendo una fuerte intensidad. La funcionalidad del anillo, al contrario que la de la pulsera sí que la conocía. Tom le había comentado que humedecería su cuerpo y sería capaz de crear cantidades de agua gracias a la humedad del ambiente. Pero aún no lo controlaba a voluntad, logrando que éste despidiese algo de agua de manera irregular.
Quizá en mi próximo ataque me luzca. Creo que Therax no tendrá ni la más remota idea de lo que estoy a punto de hacer Pensó el alocado tiburón con una sonrisa en su mente que, en unos segundos, se trasladaría al cuerpo.
¿Por fin veré algo nuevo?
La respuesta no tardó en darse, dando Therax un salto hacia atrás y consiguiendo desviarse de la trayectoria del Gyojin, obligándose éste a dar un nuevo paso sobre el aire para amortiguar la caída y, posteriormente, caer al suelo dando una voltereta.
La mirada del tiburón ahora era más intensa que antes, y su sonrisa se hizo ver por primera vez en el combate. Reconocía aquella mirada de Therax. Entonces, notó un nuevo y punzante dolor en la muñeca. La pulsera de nuevo hacia de las suyas… ¿Pero qué diantres?
-¡Aún no necesito que me cures! -comentó de forma irónica al ver que el rubio había “invocado” de alguna manera una gran cantidad de finos alfileres.
El ataque vino después, consiguiendo el espadachín generar unas corrientes de aire que hicieron que las agujas se dispersaran en la dirección del Gyojin, además de otras que iban a los alrededores. Sin pensárselo dos veces, el habitante del mar salió corriendo hacia la roca donde había dejado la mochila, cubriéndose con esta y percatándose al llegar de que tenía cuatro clavadas en diferentes partes del cuerpo. Dos sobre el brazo izquierdo, una sobre el mismo costado y la última a la altura del muslo izquierdo. Tras unos segundos, el Gyojin se quitó todas y cada una de las agujas y salió de su improvisado refugio.
-Vaya vaya… Esa técnica me suena -comentó a la par que se acercaba al espadachín, hasta quedarse a una distancia de tres metros-. ¿Y ahora qué?
Entonces se percató de algo que hasta el momento no había visto; Therax estaba rodeado de una enorme cantidad de finas agujas de diferentes tamaños, bastante similares a las que habían penetrado el escamoso cuerpo del Gyojin con anterioridad. Seguramente sería algún tipo de defensa, pero… ¿Y si…?
Supongo que si aplico toda mi fuerza y me ayudo de haki… Podría romper una parte de éstos y plantarme enfrente de él.
El tiburón palpó el hilillo de sangre que salía de su brazo y la probó. Tras degustarla, adoptó una pose ofensiva encorvando la cadera ligeramente y poniendo el brazo derecho junto al izquierdo de manera perpendicular al cuerpo. Flexionó levemente las rodillas y concentró su haki de armadura en el puño derecho, llegando al izquierdo posteriormente. Pegó un grito y lanzó un par de potentes puñetazos a la zona central de aquellas agujas, intentando crear una pequeña puerta para acceder hasta el domador. Una vez allí, esperaba crear un pequeño factor sorpresa y conseguir agarrar a su rival. De hacerlo, sujetaría su brazo izquierdo con la mano y daría un golpe contundente sobre la muñeca, con el fin de desarmar una de sus katanas. Para ello se seguiría ayudando del haki de armadura, logrando así amortiguar el posible impacto y no clavarse demasiadas agujas en caso de que fuese exitoso.
Entre tanto, el anillo empezó a emitir luces que parpadeaban cada segundo, teniendo una fuerte intensidad. La funcionalidad del anillo, al contrario que la de la pulsera sí que la conocía. Tom le había comentado que humedecería su cuerpo y sería capaz de crear cantidades de agua gracias a la humedad del ambiente. Pero aún no lo controlaba a voluntad, logrando que éste despidiese algo de agua de manera irregular.
Quizá en mi próximo ataque me luzca. Creo que Therax no tendrá ni la más remota idea de lo que estoy a punto de hacer Pensó el alocado tiburón con una sonrisa en su mente que, en unos segundos, se trasladaría al cuerpo.
«Eso es. Como no me da ya trabajo suficiente, voy yo y le hago sangrar», se reprendió el espadachín al ver cómo Luka emergía de la piedra tras la cual se había escondido. Algunos puntos sangrantes señalaban el lugar donde sus agujas se habían clavado, dejando salir unos hilos de sangre que el gyojin no dudó en probar. «Lo que yo te diga; como un cencerro», pensó.
Entonces el gyojin se aproximó hacia él. Se disponía a responderle, pero no dio pie a ello. Se lanzó a por él en una maniobra que rayaba lo suicida. De ser un enfrentamiento real podría acribillarle con el sinfín de estacas heladas que había por la zona -o al menos intentarlo-. ¿Acaso le daba igual su integridad física? No. Luka era un temerario, de eso no cabía duda, pero solía tener algo en mente.
Y así fue. El rubio contempló cómo, cogiéndole completamente por sorpresa, el hombre-pez se habría paso entre la puntiaguda barrera que había dispuesto en torno a él. ¿Haki? ¿Algún tipo de técnica? A saber, pero el habitante del mar había traspasado su peculiar muro sin hacerse ni un rasguño y había atrapado su muñeca. Therax se vio obligado a liberar a Byakko a consecuencia del golpe, y una situación de combate tan cercano no era la idónea contra aquel contrincante.
No podía permitirse seguir así, de modo que decidió emplear su Haki de armadura e imbuyó en él el sinfín de agujas que había en la zona. Tratando de poner en práctica de nuevo lo que había intentado hacer antes, se esforzó por crear corrientes de viento individuales para las ocho agujas que arrojó verticalmente hacia su cabeza. No obstante, de nuevo surgieron dos simples corrientes separadas. Algo mejor dirigidas, sí, pero insuficientes al fin y al cabo.
No sabía cómo actuaría Luka, pero previendo un golpe en su dirección se cubrió con Haki de armadura. Si algo estaba claro era que un puñetazo del gyojin podría ser demoledor, así que optó por asegurarse de que seguiría en condiciones de pelear hiciese lo que hiciese. Una gran cantidad de chispas azuladas comenzaron a brotar por todo su cuerpo, consolidándose como una armadura eléctrica que absorbería buena parte del impacto en caso de que decidiera golpearle.
Entonces el gyojin se aproximó hacia él. Se disponía a responderle, pero no dio pie a ello. Se lanzó a por él en una maniobra que rayaba lo suicida. De ser un enfrentamiento real podría acribillarle con el sinfín de estacas heladas que había por la zona -o al menos intentarlo-. ¿Acaso le daba igual su integridad física? No. Luka era un temerario, de eso no cabía duda, pero solía tener algo en mente.
Y así fue. El rubio contempló cómo, cogiéndole completamente por sorpresa, el hombre-pez se habría paso entre la puntiaguda barrera que había dispuesto en torno a él. ¿Haki? ¿Algún tipo de técnica? A saber, pero el habitante del mar había traspasado su peculiar muro sin hacerse ni un rasguño y había atrapado su muñeca. Therax se vio obligado a liberar a Byakko a consecuencia del golpe, y una situación de combate tan cercano no era la idónea contra aquel contrincante.
No podía permitirse seguir así, de modo que decidió emplear su Haki de armadura e imbuyó en él el sinfín de agujas que había en la zona. Tratando de poner en práctica de nuevo lo que había intentado hacer antes, se esforzó por crear corrientes de viento individuales para las ocho agujas que arrojó verticalmente hacia su cabeza. No obstante, de nuevo surgieron dos simples corrientes separadas. Algo mejor dirigidas, sí, pero insuficientes al fin y al cabo.
No sabía cómo actuaría Luka, pero previendo un golpe en su dirección se cubrió con Haki de armadura. Si algo estaba claro era que un puñetazo del gyojin podría ser demoledor, así que optó por asegurarse de que seguiría en condiciones de pelear hiciese lo que hiciese. Una gran cantidad de chispas azuladas comenzaron a brotar por todo su cuerpo, consolidándose como una armadura eléctrica que absorbería buena parte del impacto en caso de que decidiera golpearle.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El Gyojin observó impasible el semblante de ligera sorpresa por parte del rubio, ¿Acaso se pensaba que su defensa era impenetrable? Para el tiburón sólo había una cosa impenetrable; Donna, la sirena más fea de toda la isla natal de Luka.
El puño del habitante del mar aún estaba envuelto en la sustancia negruzca que le dotaba de una mayor resistencia en la extremidad, y por tanto una mayor fuerza. Pronto se ayudó de su posición para dar un contundente -pero ligeramente más débil que de costumbre- puñetazo en la boca del estómago de Therax, algo que le hizo sentir un calambre en el propio puño. Pese a ello notó más potencia de la que quería dar en el golpe. ¿A qué se debería?
Acaso… ¿Acaso se ayuda de la electricidad de su cuerpo?
Las teorías sobre aquél calambrazo tuvieron que esperar, al ser consciente el Gyojin de las “estacas” que se acercaban de manera veloz hacia su rostro. Ante la brusquedad de la ofensiva del domador, Luka se vio obligado a cubrirse el la cabeza, parando la mayoría de los proyectiles con ambas manos cubiertas por haki, sin embargo, uno de ellos se clavó sobre el antebrazo derecho del tiburón, mientras que dos más se clavaron sobre el pecho de éste, notando un fuerte dolor instantáneo.
¿Haki? Pensó Luka ante la diferencia de dolor respecto al anterior golpe. Dudó sobre si se debía al propio Haki o a qué el rubio había realizado la técnica de manera más efectiva.
El Gyojin aprovecho los hilos de sangre para hacer manar de sus costados cuatro brazos extra, repartiéndolos dos a cada lado. Las extremidades surgieron lentamente de su cuerpo, tomando una forma idéntica a los reales, mas sus colores eran de un tono azulado y mucho más claros, dejando así clara la diferencia entre los reales y los creados.
-Durante la guerra que libré en mi isla, me apodaron seis brazos -comentó mientras se crujía los nudillos de todas las extremidades-, estás a punto de saber por qué -una sonrisa se dibujó en el rostro del habitante del mar, que parecía estar orgulloso de todo lo que había aprendido durante este tiempo.
Entonces adoptó una pose defensiva mientras mantenía la mirada puesta en el rubio. Consciente de que una batalla se ganaba desde la defensa, el tiburón volvió a emitir una ligera carcajada acompañada de una continua sonrisa. Aquél momento era un simple entrenamiento, pero poco a poco parecía estar convirtiéndose en algo más. ¿Con qué vendría ahora el rubio?
El puño del habitante del mar aún estaba envuelto en la sustancia negruzca que le dotaba de una mayor resistencia en la extremidad, y por tanto una mayor fuerza. Pronto se ayudó de su posición para dar un contundente -pero ligeramente más débil que de costumbre- puñetazo en la boca del estómago de Therax, algo que le hizo sentir un calambre en el propio puño. Pese a ello notó más potencia de la que quería dar en el golpe. ¿A qué se debería?
Acaso… ¿Acaso se ayuda de la electricidad de su cuerpo?
Las teorías sobre aquél calambrazo tuvieron que esperar, al ser consciente el Gyojin de las “estacas” que se acercaban de manera veloz hacia su rostro. Ante la brusquedad de la ofensiva del domador, Luka se vio obligado a cubrirse el la cabeza, parando la mayoría de los proyectiles con ambas manos cubiertas por haki, sin embargo, uno de ellos se clavó sobre el antebrazo derecho del tiburón, mientras que dos más se clavaron sobre el pecho de éste, notando un fuerte dolor instantáneo.
¿Haki? Pensó Luka ante la diferencia de dolor respecto al anterior golpe. Dudó sobre si se debía al propio Haki o a qué el rubio había realizado la técnica de manera más efectiva.
El Gyojin aprovecho los hilos de sangre para hacer manar de sus costados cuatro brazos extra, repartiéndolos dos a cada lado. Las extremidades surgieron lentamente de su cuerpo, tomando una forma idéntica a los reales, mas sus colores eran de un tono azulado y mucho más claros, dejando así clara la diferencia entre los reales y los creados.
-Durante la guerra que libré en mi isla, me apodaron seis brazos -comentó mientras se crujía los nudillos de todas las extremidades-, estás a punto de saber por qué -una sonrisa se dibujó en el rostro del habitante del mar, que parecía estar orgulloso de todo lo que había aprendido durante este tiempo.
Entonces adoptó una pose defensiva mientras mantenía la mirada puesta en el rubio. Consciente de que una batalla se ganaba desde la defensa, el tiburón volvió a emitir una ligera carcajada acompañada de una continua sonrisa. Aquél momento era un simple entrenamiento, pero poco a poco parecía estar convirtiéndose en algo más. ¿Con qué vendría ahora el rubio?
«Ahí viene», pensó el domador mientras veía cómo la mano cerrada del gyojin se precipitaba hacia su barriga. Apretó, de forma inconsciente pero lo hizo; como si aquello pudiese sumar algo de amortiguación al haki de armadura y la barrera estática. No fue así, pero la preparación que había hecho anteriormente cumplió su función. El espadachín se vio lanzado hacia atrás a gran velocidad, mas el dolor que sentía en el abdomen era más que asumible.
Therax aterrizó con la espalda, viéndose desplazado un par de metros sobre la hierba antes de detenerse. Un bufido procedente de César se dejó oír desde la distancia, hiriendo al espadachín más que el golpe que acababa de recibir. El rubio fulminó al viejo cánido con la mirada al tiempo que se levantaba, pero no tardó en volver a centrarse en el hombre-pez. Sus palabras acompañaban a los sucesos que se desarrollaban en torno a él.
Afortunadamente su ofensiva había surtido efecto -pese a que aún no fuese capaz de realizar aquello que pretendía- y el habitante del mar se había visto obligado a defenderse. Therax no pudo más que maldecir su idea. No sólo se había dado más trabajo para el futuro -también tendría que curar esas heridas-, sino que había permitido que el gyojin dispusiese de suficiente sangre para... ¿qué demonios era aquello?
-¿"Seis Brazos"? -preguntó el domador al tiempo que las agujas de hielo terminaban de consumirse. Había alcanzado el límite de tiempo que era capaz de mantenerlas-. No me gusta, demasiado típico. ¿Qué te parece "pulpo a la gallega"? No sé qué es "gallega", pero suena bien -añadió mientras sonreía.
Lo cierto era que esas seis extremidades no le inspiraban demasiada confianza. Si Luka comenzaba a hacer uso del karate gyojin, él también se vería obligado a subir la intensidad del combate. Sus pensamientos fueron acompañados por el surgimiento de un manto azulado que cubrió su cuerpo, haciéndose más denso en su espalda para dar lugar a dos alas que no dudó en expandir cuan anchas eran.
-A mí también me pusieron un apodo, ¿sabes? -dijo al tiempo que colocaba a Yuki-onna frente a él. No estaba acostumbrado a combatir con una espada, pero esperaba ser capaz de suplir esa carencia con sus alas-. El "Ronin Alado", que tiene más clase -rió, plegando un poco sus alas y preparándose para el siguiente asalto. En ningún momento miró a Byakko, pero trataría de recuperarla en cuanto tuviera ocasión.
Con su Haki de armadura aún activado, aleteó una única vez para elevarse un par de metros y, sin decir nada más, se abalanzó sobre su compañero. De nuevo trató de crear múltiples corrientes de viento individuales, pretendiendo con ello impulsarse de un modo más eficiente. En esa ocasión fueron más numerosas y menos gruesas que las anteriores, pero aun así distaban mucho de lo que el rubio pretendía lograr.
Durante la separación había adquirido una mayor capacidad para desplazarse a gran velocidad, por lo que esperaba que el gyojin no esperase un desplazamiento tan rápido. Al estar a su altura, usaría sus alas para trazar sendos cortes ascendentes en dirección sus brazos. Su intención con ello era averiguar de qué eran capaces esas extremidades líquidas. Al mismo tiempo usaría a Yuki-onna para realizar un cote diagonal a la altura del pecho del hombre-pez. En el proceso intentaría sobrevolar el lugar donde se encontraba Byakko, recogiéndola aunque no hiciese uso de ella.
Fuese cual fuese la reacción del pez, trataría de no perder el impulso y no se detendría hasta haberse alejado unos metros de su posición.
Therax aterrizó con la espalda, viéndose desplazado un par de metros sobre la hierba antes de detenerse. Un bufido procedente de César se dejó oír desde la distancia, hiriendo al espadachín más que el golpe que acababa de recibir. El rubio fulminó al viejo cánido con la mirada al tiempo que se levantaba, pero no tardó en volver a centrarse en el hombre-pez. Sus palabras acompañaban a los sucesos que se desarrollaban en torno a él.
Afortunadamente su ofensiva había surtido efecto -pese a que aún no fuese capaz de realizar aquello que pretendía- y el habitante del mar se había visto obligado a defenderse. Therax no pudo más que maldecir su idea. No sólo se había dado más trabajo para el futuro -también tendría que curar esas heridas-, sino que había permitido que el gyojin dispusiese de suficiente sangre para... ¿qué demonios era aquello?
-¿"Seis Brazos"? -preguntó el domador al tiempo que las agujas de hielo terminaban de consumirse. Había alcanzado el límite de tiempo que era capaz de mantenerlas-. No me gusta, demasiado típico. ¿Qué te parece "pulpo a la gallega"? No sé qué es "gallega", pero suena bien -añadió mientras sonreía.
Lo cierto era que esas seis extremidades no le inspiraban demasiada confianza. Si Luka comenzaba a hacer uso del karate gyojin, él también se vería obligado a subir la intensidad del combate. Sus pensamientos fueron acompañados por el surgimiento de un manto azulado que cubrió su cuerpo, haciéndose más denso en su espalda para dar lugar a dos alas que no dudó en expandir cuan anchas eran.
-A mí también me pusieron un apodo, ¿sabes? -dijo al tiempo que colocaba a Yuki-onna frente a él. No estaba acostumbrado a combatir con una espada, pero esperaba ser capaz de suplir esa carencia con sus alas-. El "Ronin Alado", que tiene más clase -rió, plegando un poco sus alas y preparándose para el siguiente asalto. En ningún momento miró a Byakko, pero trataría de recuperarla en cuanto tuviera ocasión.
Con su Haki de armadura aún activado, aleteó una única vez para elevarse un par de metros y, sin decir nada más, se abalanzó sobre su compañero. De nuevo trató de crear múltiples corrientes de viento individuales, pretendiendo con ello impulsarse de un modo más eficiente. En esa ocasión fueron más numerosas y menos gruesas que las anteriores, pero aun así distaban mucho de lo que el rubio pretendía lograr.
Durante la separación había adquirido una mayor capacidad para desplazarse a gran velocidad, por lo que esperaba que el gyojin no esperase un desplazamiento tan rápido. Al estar a su altura, usaría sus alas para trazar sendos cortes ascendentes en dirección sus brazos. Su intención con ello era averiguar de qué eran capaces esas extremidades líquidas. Al mismo tiempo usaría a Yuki-onna para realizar un cote diagonal a la altura del pecho del hombre-pez. En el proceso intentaría sobrevolar el lugar donde se encontraba Byakko, recogiéndola aunque no hiciese uso de ella.
Fuese cual fuese la reacción del pez, trataría de no perder el impulso y no se detendría hasta haberse alejado unos metros de su posición.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El golpe directo al domador surtió efecto, desplazándole unos metros y dándole al Gyojin unos segundos vitales para descansar. Aunque pareciese una tontería, esos momentos de la batalla eran vitales, los mejores guerreros eran capaces de, en milésimas, analizar lo ocurrido y plantear un plan para proseguir la marcha. No era el caso de Luka, ya que solía actuar en función de lo que su rival hacía, quedándose siempre al margen al inicio, aunque no dudaba mucho sobre qué hacer en dichas circustancias. Sin embargo, se tomó esos segundos de calma como una pausa a sabiendas de la intrascendencia del combate. El habitante del mar miró a los animales de Therax, centrándose en César, que había emitido un sonoro bufido tras el impacto de la espalda del rubio contra las alejadas rocas. Quizá preocupado, quizá decepcionado. El tema era que parecía no gustarle mucho el combate. ¿Le parecería aburrido?
Tras la frase y hacer aparecer cuatro brazos -sumando seis en total- a su alrededor, el tiburón observó como su compañero de banda hacía un ocurrente comentario, alegando que a él también le habían puesto un mote mientras ejercía algún tipo de técnica.
- Dos años para conseguir un mote, ¿eh? Yo me sentiría estafado… -comentó con cierta sorna el tiburón a la par que mostraba la palma de las manos de cada brazo que tenía-. No hay que subestimar a los pulpos… Si te cogen, no te sueltan.
Y entonces, sumado en su forma híbrida, el espadachín salió disparado en dirección a Luka, que veía como la tremenda velocidad del pirata dejaba paso a una estela azulada.
La velocidad se puede combatir con fuerza Pensó el Gyojin centrando la mirada en el domador.
Pero la agilidad de Therax no era la de dos años atrás, algo que preocupó en principio al Gyojin para después alegrarlo. No he sido el único que ha entrenado, pensó para sus adentros a la par que recibía un par de cortes superficiales por los laterales sin casi opción a defenderse. Ninguno de los cortes era importante, tocando éstos parte del costado y los brazos de agua del habitante del mar. Sin embargo, el ataque no cesaba allí, si no que el espadachín realizó un movimiento que describía perfectamente sus intenciones; dejarle una bonita cicatriz.
Luka no tuvo más remedio que interponer un brazo de agua de cada lateral entre la espada y el pecho, intentando así frenar el golpe. La contundencia del espadachín se contrarrestó con la fuerza bruta del luchador, que consiguió parar el golpe, aunque debido al fuerte impacto, los brazos usados para frenar el envite se deshacieron, cayendo al suelo como si de unos simples globos de agua se tratasen. El líquido irónicamente besó la tierra con suma suavidad. Un beso suave que ejercía de contrapartida contra la dura batalla de entrenamiento que se estaba dando en aquel momento.
Luka aprovechó el momento para intentar realizar un golpe aprovechando la posible confusión del rubio al ver los brazos caer al suelo. Emplearía sus brazos de agua restantes -uno en cada lateral- para sujetar la cintura del domador y golpear con haki el rostro del pirata. Si lo conseguía se alejaría unos segundos para evaluar daños. No quería salir malparado de aquella situación, al igual que no quería crear daños que permanecieran más de una hora en el cuerpo del espadachín.
Se quedó unos segundos mirando el cielo, preguntándose si llevarían mucho tiempo luchando. Todo le hacía indicar que no, pero Luka era incapaz de mantener la percepción del tiempo cuando estaba tan concentrado. Cuando dirigió la cabeza al espadachín, éste poseía las dos katanas, aunque solo portaba una y estaba en una posición de seguridad respecto al luchador.
El Gyojin decidió absorber el líquido de los brazos y endurecer todo su cuerpo con éste, consiguiendo así una resistencia extra durante un pequeño periodo de tiempo.
- Creo que has entrenado bastante bien, amigo. Además, seguro que te estás reservando cosas peligrosas, ¿verdad? Estoy deseando ver al resto, seguro que han mejorado un montón también… -continuó acercándose un par de pasos, aunque al ver el semblante del domador paró, quizá éste pensaba que era una maniobra para ganar terreno- ¿Crees que habrá sido suficiente como para iniciar nuestras andaduras en el Nuevo Mundo?
Tras ello, el alocado tiburón adoptaría de nuevo una posición defensiva, activando su mantra para intentar ver las intenciones de su particular rival.
Con la cantidad de historias que hemos vivido el domador y yo, seguro que da para escribir un libro. Incluso una canción popular.
Tras la frase y hacer aparecer cuatro brazos -sumando seis en total- a su alrededor, el tiburón observó como su compañero de banda hacía un ocurrente comentario, alegando que a él también le habían puesto un mote mientras ejercía algún tipo de técnica.
- Dos años para conseguir un mote, ¿eh? Yo me sentiría estafado… -comentó con cierta sorna el tiburón a la par que mostraba la palma de las manos de cada brazo que tenía-. No hay que subestimar a los pulpos… Si te cogen, no te sueltan.
Y entonces, sumado en su forma híbrida, el espadachín salió disparado en dirección a Luka, que veía como la tremenda velocidad del pirata dejaba paso a una estela azulada.
La velocidad se puede combatir con fuerza Pensó el Gyojin centrando la mirada en el domador.
Pero la agilidad de Therax no era la de dos años atrás, algo que preocupó en principio al Gyojin para después alegrarlo. No he sido el único que ha entrenado, pensó para sus adentros a la par que recibía un par de cortes superficiales por los laterales sin casi opción a defenderse. Ninguno de los cortes era importante, tocando éstos parte del costado y los brazos de agua del habitante del mar. Sin embargo, el ataque no cesaba allí, si no que el espadachín realizó un movimiento que describía perfectamente sus intenciones; dejarle una bonita cicatriz.
Luka no tuvo más remedio que interponer un brazo de agua de cada lateral entre la espada y el pecho, intentando así frenar el golpe. La contundencia del espadachín se contrarrestó con la fuerza bruta del luchador, que consiguió parar el golpe, aunque debido al fuerte impacto, los brazos usados para frenar el envite se deshacieron, cayendo al suelo como si de unos simples globos de agua se tratasen. El líquido irónicamente besó la tierra con suma suavidad. Un beso suave que ejercía de contrapartida contra la dura batalla de entrenamiento que se estaba dando en aquel momento.
Luka aprovechó el momento para intentar realizar un golpe aprovechando la posible confusión del rubio al ver los brazos caer al suelo. Emplearía sus brazos de agua restantes -uno en cada lateral- para sujetar la cintura del domador y golpear con haki el rostro del pirata. Si lo conseguía se alejaría unos segundos para evaluar daños. No quería salir malparado de aquella situación, al igual que no quería crear daños que permanecieran más de una hora en el cuerpo del espadachín.
Se quedó unos segundos mirando el cielo, preguntándose si llevarían mucho tiempo luchando. Todo le hacía indicar que no, pero Luka era incapaz de mantener la percepción del tiempo cuando estaba tan concentrado. Cuando dirigió la cabeza al espadachín, éste poseía las dos katanas, aunque solo portaba una y estaba en una posición de seguridad respecto al luchador.
El Gyojin decidió absorber el líquido de los brazos y endurecer todo su cuerpo con éste, consiguiendo así una resistencia extra durante un pequeño periodo de tiempo.
- Creo que has entrenado bastante bien, amigo. Además, seguro que te estás reservando cosas peligrosas, ¿verdad? Estoy deseando ver al resto, seguro que han mejorado un montón también… -continuó acercándose un par de pasos, aunque al ver el semblante del domador paró, quizá éste pensaba que era una maniobra para ganar terreno- ¿Crees que habrá sido suficiente como para iniciar nuestras andaduras en el Nuevo Mundo?
Tras ello, el alocado tiburón adoptaría de nuevo una posición defensiva, activando su mantra para intentar ver las intenciones de su particular rival.
Con la cantidad de historias que hemos vivido el domador y yo, seguro que da para escribir un libro. Incluso una canción popular.
Therax sabía que el gyojin no era alguien que acostumbrase a evadir los ataques que se lanzaban en su dirección. Lo cierto era que su envergadura dificultaba su desempeño en ese sentido, pero suplía de sobra sus carencias con una excelente capacidad para encajar los golpes y dar la vuelta a casi cualquier situación. El rubio lo sabía, pero eso no le impidió continuar con su embestida frontal.
Contempló con gusto cómo Yuki-onna inutilizaba dos de las nuevas y temporales extremidades del hombre-pez. Estaba demasiado cerca y lo sabía. Por eso no se esforzó en zafarse de la presa de Luka, que no tardó en aferrar su cintura con los brazos acuáticos que le quedaban. Un tacto húmedo se instauró en la zona donde el espadachín fijaba sus espadas, empapando las vainas y la camisa que había bajo ellas. Un escalofrío desagradable recorrió su cuerpo, mas no se permitió el lujo de esperar a que pasase para evaluar la situación.
No era necesario hacer uso del mantra para deducir las opciones que tenía el gyojin. Todo el territorio bajo la zona por la que le había agarrado quedaba descartado como lugar de impacto; no podría usar sus brazos de forma eficiente para golpearle ahí. Por el contrario, la cabeza era un blanco mucho más accesible y productivo de cara a obtener ventaja en un combate. El siguiente movimiento del habitante del mar confirmó sus sospechas.
Un brillo metálico nació de su cara -la cual había adquirido un intenso color negro- y apenas un instante después el puño de su compañero le golpeó de pleno en el rostro. Una leve sacudida hacia atrás fue inevitable, pero no tardó en volver a alzar la vista para contemplar a la sardina en cuanto le soltó. Cayó con una rodilla en el suelo, y para cuando volvió a erguirse ya no quedaba ni rastro de la película oscura que le había permitido encajar el golpe. «He recuperado a Byakko. No me ha salido mal la jugada», se dijo mientras desenfundaba la espada que había recogido del suelo.
Luka volvía a estar parado frente a él, esperando de nuevo algún movimiento por su parte. El dichoso pez tenía una forma de luchar tan tosca como robusta y eficiente: se aseguraba una buena defensa, manipulando después la situación para volverla a su favor. Fuera como fuere, sospechaba que el truco anterior no surtiría el mismo efecto en caso de que le atrapase de nuevo. No. No podía permitírselo.
-Eso espero -respondió, agazapándose y activando su Haki de observación antes de volver a abalanzarse sobre el escamoso ser. De nuevo se esforzó por crear múltiples y pequeñas corrientes de viento que le impulsasen mejor, tratando de dotar a cada una de la trayectoria más óptima. En esa ocasión sí logró crear varias, pero aún le quedaba algo que mejorar.
No obstante, apenas recorrió unos metros. Enseguida desplegó sus alas y se detuvo en seco, buscando con ello sorprender a Luka. Su detención vino acompañada por sendos cortes al aire, los cuales se tradujeron en la aparición de un par de ondas cortantes dirigidas a las rodillas del gyojin. Therax permaneció entonces quieto, suspendido a un metro del suelo y a unos metros de distancia del pez. Tenía los sables cruzados frente a él y cercanos entre sí. Esperaba la maniobra de su compañero, dando por hecho que se libraría de aquello sin mayores dificultades aun si lo había logrado sorprender. «El desgraciado vuelve fuerte», se dijo mientras sonreía. Sí, sinceramente creía que estaban preparados para lo que les deparase el mar.
Contempló con gusto cómo Yuki-onna inutilizaba dos de las nuevas y temporales extremidades del hombre-pez. Estaba demasiado cerca y lo sabía. Por eso no se esforzó en zafarse de la presa de Luka, que no tardó en aferrar su cintura con los brazos acuáticos que le quedaban. Un tacto húmedo se instauró en la zona donde el espadachín fijaba sus espadas, empapando las vainas y la camisa que había bajo ellas. Un escalofrío desagradable recorrió su cuerpo, mas no se permitió el lujo de esperar a que pasase para evaluar la situación.
No era necesario hacer uso del mantra para deducir las opciones que tenía el gyojin. Todo el territorio bajo la zona por la que le había agarrado quedaba descartado como lugar de impacto; no podría usar sus brazos de forma eficiente para golpearle ahí. Por el contrario, la cabeza era un blanco mucho más accesible y productivo de cara a obtener ventaja en un combate. El siguiente movimiento del habitante del mar confirmó sus sospechas.
Un brillo metálico nació de su cara -la cual había adquirido un intenso color negro- y apenas un instante después el puño de su compañero le golpeó de pleno en el rostro. Una leve sacudida hacia atrás fue inevitable, pero no tardó en volver a alzar la vista para contemplar a la sardina en cuanto le soltó. Cayó con una rodilla en el suelo, y para cuando volvió a erguirse ya no quedaba ni rastro de la película oscura que le había permitido encajar el golpe. «He recuperado a Byakko. No me ha salido mal la jugada», se dijo mientras desenfundaba la espada que había recogido del suelo.
Luka volvía a estar parado frente a él, esperando de nuevo algún movimiento por su parte. El dichoso pez tenía una forma de luchar tan tosca como robusta y eficiente: se aseguraba una buena defensa, manipulando después la situación para volverla a su favor. Fuera como fuere, sospechaba que el truco anterior no surtiría el mismo efecto en caso de que le atrapase de nuevo. No. No podía permitírselo.
-Eso espero -respondió, agazapándose y activando su Haki de observación antes de volver a abalanzarse sobre el escamoso ser. De nuevo se esforzó por crear múltiples y pequeñas corrientes de viento que le impulsasen mejor, tratando de dotar a cada una de la trayectoria más óptima. En esa ocasión sí logró crear varias, pero aún le quedaba algo que mejorar.
No obstante, apenas recorrió unos metros. Enseguida desplegó sus alas y se detuvo en seco, buscando con ello sorprender a Luka. Su detención vino acompañada por sendos cortes al aire, los cuales se tradujeron en la aparición de un par de ondas cortantes dirigidas a las rodillas del gyojin. Therax permaneció entonces quieto, suspendido a un metro del suelo y a unos metros de distancia del pez. Tenía los sables cruzados frente a él y cercanos entre sí. Esperaba la maniobra de su compañero, dando por hecho que se libraría de aquello sin mayores dificultades aun si lo había logrado sorprender. «El desgraciado vuelve fuerte», se dijo mientras sonreía. Sí, sinceramente creía que estaban preparados para lo que les deparase el mar.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una oscura película cubrió parcialmente el rostro del domador, que encajó el golpe sin inmutarse, siendo despedido hacia atrás unos metros. Habría sido bastante ingenuo pensar que el pez golpearía de lleno al espadachín estando aún tan rebosantes de energía y tan “enteros”. Segundos más tarde del ataque recibido, Therax no dudó en sumarse a una ofensiva que sabe Dios a donde le llevaría. Impulsó su cuerpo a gran velocidad ayudándose de aquella curiosa técnica que repetía continuamente, dirigiéndose hacia el Gyojin, que miraba atentamente cada movimiento de su compañero.
Sus ojos son su espejo. Algo le ha pasado durante estos dos años… Pero vuelve mucho más fuerte
El tiburón estaba preparado para frenar la embestida de su rival gracias al recubrimiento que le otorgaba el haki de armadura, sin embargo, su mantra le avisó de algo con lo que no contaba, aún así, el Gyojin dudó de su mantra e intentó guiarse por su intuición, preparándose para una crucial a la par que inminente embestida. Pero ésta no llegó. El domador frenó, derrumbando los planes de Luka y creando una serie de ondas cortantes que se dirigían hacia el luchador.
El tiempo pareció pararse a medida que las ondas se dirigían a la posición del Gyojin, que centró la mirada en ellas, encorvando ligeramente su cuerpo para dar un salto hacia arriba y hacer uso de su técnica “voladora” de nuevo, moviéndose para intentar evadirlas. Una onda rozó su costado derecho, creando un corte superficial, mientras que una segunda dió de manera algo más contundente en el muslo del alocado tiburón, emitiendo éste un ligero bufido.
Pronto centró su mirada de nuevo en Therax, sonriendo visiblemente. Sabía que el domador no era alguien que se achantara ante nadie, y mucho menos contra alguien con quien convivía la mayor parte del tiempo. Había llegado la hora de usar uno de los golpes más feroces y devastadores que Luka había aprendido. Y para ello tendría que acercarse algo más.
Impulsandose y dando cuatro firmes pasos sobre el aire se posicionó a un metro de su rival, cargando el puño y sintiendo una especie de energía alrededor de su brazo. ¿Qué era eso? Era la primera vez que el pirata tenía esa sensación. Pese a ello, el tiburón no cesó en su empeño por atacar al rubio. Justo en el momento en el que se disponía a disparar la onda destructiva, una especie de hormigueo le invadió desde la muñeca hasta el brazo, notando un fuerte calor alrededor de la pulsera. Incluso le abrasaba. Era curioso como podían ocurrir tantas cosas en milésimas de segundo.
Entonces, y con un sonoro grito de desahogo, el luchador despidió una onda mucho más potente de lo que jamás había lanzado. En el momento de despedir la onda, su brazo salió disparado hacia atrás a una velocidad de vértigo, pudiendo habérselo fracturado fácilmente, sin embargo, sus asombrosamente fortalecidos músculos frenaron en parte el impacto y únicamente desencajaron el brazo. El luchador, víctima del impacto cayó al suelo y se reincorporó lentamente, colocándose de nuevo el brazo, pero sintiéndolo dolorido y sin apenas poder moverlo.
Tras ello llevó la mirada a lo que quedase de escenario. ¿Por qué había salido con tanta potencia? No sentía ira, dominaba la técnica, e incluso juraría haberla empleado con menor fuerza que habitualmente. Sin embargo… ese hormigueo en el brazo, la sensación de abrasarse la muñeca… Seguro que estaba relacionado con el golpe. Recordó las palabras de Tom sobre los objetos que le había dado. ¿Habría despertado alguno de ellos?
Sus ojos son su espejo. Algo le ha pasado durante estos dos años… Pero vuelve mucho más fuerte
El tiburón estaba preparado para frenar la embestida de su rival gracias al recubrimiento que le otorgaba el haki de armadura, sin embargo, su mantra le avisó de algo con lo que no contaba, aún así, el Gyojin dudó de su mantra e intentó guiarse por su intuición, preparándose para una crucial a la par que inminente embestida. Pero ésta no llegó. El domador frenó, derrumbando los planes de Luka y creando una serie de ondas cortantes que se dirigían hacia el luchador.
El tiempo pareció pararse a medida que las ondas se dirigían a la posición del Gyojin, que centró la mirada en ellas, encorvando ligeramente su cuerpo para dar un salto hacia arriba y hacer uso de su técnica “voladora” de nuevo, moviéndose para intentar evadirlas. Una onda rozó su costado derecho, creando un corte superficial, mientras que una segunda dió de manera algo más contundente en el muslo del alocado tiburón, emitiendo éste un ligero bufido.
Pronto centró su mirada de nuevo en Therax, sonriendo visiblemente. Sabía que el domador no era alguien que se achantara ante nadie, y mucho menos contra alguien con quien convivía la mayor parte del tiempo. Había llegado la hora de usar uno de los golpes más feroces y devastadores que Luka había aprendido. Y para ello tendría que acercarse algo más.
Impulsandose y dando cuatro firmes pasos sobre el aire se posicionó a un metro de su rival, cargando el puño y sintiendo una especie de energía alrededor de su brazo. ¿Qué era eso? Era la primera vez que el pirata tenía esa sensación. Pese a ello, el tiburón no cesó en su empeño por atacar al rubio. Justo en el momento en el que se disponía a disparar la onda destructiva, una especie de hormigueo le invadió desde la muñeca hasta el brazo, notando un fuerte calor alrededor de la pulsera. Incluso le abrasaba. Era curioso como podían ocurrir tantas cosas en milésimas de segundo.
Entonces, y con un sonoro grito de desahogo, el luchador despidió una onda mucho más potente de lo que jamás había lanzado. En el momento de despedir la onda, su brazo salió disparado hacia atrás a una velocidad de vértigo, pudiendo habérselo fracturado fácilmente, sin embargo, sus asombrosamente fortalecidos músculos frenaron en parte el impacto y únicamente desencajaron el brazo. El luchador, víctima del impacto cayó al suelo y se reincorporó lentamente, colocándose de nuevo el brazo, pero sintiéndolo dolorido y sin apenas poder moverlo.
Tras ello llevó la mirada a lo que quedase de escenario. ¿Por qué había salido con tanta potencia? No sentía ira, dominaba la técnica, e incluso juraría haberla empleado con menor fuerza que habitualmente. Sin embargo… ese hormigueo en el brazo, la sensación de abrasarse la muñeca… Seguro que estaba relacionado con el golpe. Recordó las palabras de Tom sobre los objetos que le había dado. ¿Habría despertado alguno de ellos?
- Aclaración:
La onda destructiva de base tiene 5 metros de radio.
Pulsera de la diosa Fortuna: 700% de fuerza y radio al cargar al completo (5 posts)
Nota: Luka queda un par de posts con el brazo derecho inutilizado.
Nota2: Acaba de despertar el item, por lo que no lo controla, la onda puede ser incluido mayor, eso te lo dejo a ti.
Tal y como era de esperar, el gyojin evadió casi por completo su ataque, elevándose en el aire mediante la técnica que había empleado al principio. Tendría que preguntarle cómo demonios lo había conseguido, pues jamás había visto una sardina que fuese capaz de surcar los cielos. Fuera como fuere, una vez más no tuvo tiempo para tratar de averiguar cuál era el mecanismo que le permitía hacer aquello, porque Luka cubrió rápidamente la distancia que les separaba para golpearle.
Therax había optado por ponerse en guardia anteriormente, colocando los extremos proximales de sus sables cercanos entre sí. Logró hacerlos chocar antes de que el habitante del mar le golpease, y un pequeño sol de escarcha comenzó a expandirse a gran velocidad en un intento por formar una cúpula en torno al domador. No obstante, el rubio no esperaba la potencia del golpe con el que su compañero pretendía alcanzarle. ¿Acaso había hecho algo para enfadarle? No lo sabía, pero todo apuntaba a ello.
La cúpula no se había formado por completo cuando contactó con la mano del hombre-pez. Resistió un poco al principio, pero se quebró en mil pedazos. ¿Que había sido capaz de absorber parte del impacto? Sí, pero no era suficiente ni por asomo. El rubio salió despedido, notando un gran dolor en el pecho a pesar de no haber desactivado su Haki de armadura. ¿De dónde demonios había sacado tanta fuerza el tiburón?
Mientras surcaba el aire contempló cómo la silueta de Luka se iba haciendo más pequeña, enmarcada por las pocas esquirlas de hielo que no habían salido despedidas junto a quien las había creado. El rubio se esforzó de nuevo por generar corrientes de viento independientes que propulsaran uno a uno los fragmentos de la destrozada cúpula hacia el gyojin.
«Al fin», se dijo antes de desplegar por completo sus alas para tratar de detenerse. La velocidad disminuyó, pero la potencia del golpe impidió que se detuviese. Lo último que contempló antes de estrellarse contra una gruesa roca fue la multitud de esquirlas de hielo dirigidas hacia el hombre-pez. La piedra se rompió en decenas de fragmentos, liberando una nube de polvo que se extendió por los alrededores.
Cuando se desvaneció Therax ya se encontraba de pie, con un intenso dolor en el costado que orientaba hacia una fisura costal -con suerte- y un buen número de pequeñas heridas sangrantes en el pecho. «Supongo que él no podía ser el único que recibiera», se sonrió, colocándose de nuevo en guardia y tratando de distinguir cuáles habían sido las consecuencias de su recién perfeccionada técnica.
Therax había optado por ponerse en guardia anteriormente, colocando los extremos proximales de sus sables cercanos entre sí. Logró hacerlos chocar antes de que el habitante del mar le golpease, y un pequeño sol de escarcha comenzó a expandirse a gran velocidad en un intento por formar una cúpula en torno al domador. No obstante, el rubio no esperaba la potencia del golpe con el que su compañero pretendía alcanzarle. ¿Acaso había hecho algo para enfadarle? No lo sabía, pero todo apuntaba a ello.
La cúpula no se había formado por completo cuando contactó con la mano del hombre-pez. Resistió un poco al principio, pero se quebró en mil pedazos. ¿Que había sido capaz de absorber parte del impacto? Sí, pero no era suficiente ni por asomo. El rubio salió despedido, notando un gran dolor en el pecho a pesar de no haber desactivado su Haki de armadura. ¿De dónde demonios había sacado tanta fuerza el tiburón?
Mientras surcaba el aire contempló cómo la silueta de Luka se iba haciendo más pequeña, enmarcada por las pocas esquirlas de hielo que no habían salido despedidas junto a quien las había creado. El rubio se esforzó de nuevo por generar corrientes de viento independientes que propulsaran uno a uno los fragmentos de la destrozada cúpula hacia el gyojin.
«Al fin», se dijo antes de desplegar por completo sus alas para tratar de detenerse. La velocidad disminuyó, pero la potencia del golpe impidió que se detuviese. Lo último que contempló antes de estrellarse contra una gruesa roca fue la multitud de esquirlas de hielo dirigidas hacia el hombre-pez. La piedra se rompió en decenas de fragmentos, liberando una nube de polvo que se extendió por los alrededores.
Cuando se desvaneció Therax ya se encontraba de pie, con un intenso dolor en el costado que orientaba hacia una fisura costal -con suerte- y un buen número de pequeñas heridas sangrantes en el pecho. «Supongo que él no podía ser el único que recibiera», se sonrió, colocándose de nuevo en guardia y tratando de distinguir cuáles habían sido las consecuencias de su recién perfeccionada técnica.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El domador intentó frenar la potencia del golpe sin mucho éxito. Seguramente en otras condiciones podría haber hecho una defensa más efectiva pero… ¿Quien se iba a esperar un golpe así en un “entrenamiento”? El Gyojin dudaba incluso si Tom emplearía semejante fuerza en uno de sus intensas prácticas.
Luka se sentía mal, algo incómodo por el golpe y bastante reflexivo. No sabía qué había ocurrido, pero lo único que tenía claro es que le debía una disculpa al rubio.
Aunque él me ha intentado hacer alguna que otra cicatriz, el golpe ha sido bastante desmedido. No hay honor en él
El Gyojin observó a los perros de Therax, que curiosamente parecían aburridos, le hubiera gustado ponerle un altavoz a César y escuchar sus comentarios, seguro que el entrenamiento era mucho más divertido de aquella manera. Entonces giró la vista hacia el terreno, divisando en la lejanía a Therax junto a unas gigantescas piedras. Debía haber recibido allí el golpe, y quizá estaba dolorido. El tiburón comenzó a acercarse hacia aquella escena hasta que algo le pilló por sorpresa, un movimiento de Therax lanzándole aquellos pinchos de nuevo. Aún tenía el haki activo en las palmas de las manos, por lo que se limitó de nuevo a cubrirse, aunque dada la sorpresa y que su mente estaba en otro sitio, esta vez recibió casi la totalidad de los golpes que iban dirigidos a su cuerpo. Algunos de aquellos pinchos simplemente golpearon el cuerpo del habitante del mar, sin embargo otros de ellos se clavaron. Cada uno de los que se quedaron adheridos a la piel del Gyojin crearon unos hilillos de sangre que tan característicos se estaban haciendo en el Gyojin. De momento el dolor era pasajero, quizá víctima del frenesí de la batalla, seguro que cuando Luka se quedase frío, sería otro cantar. Durante unos segundos pensó en si merecía la pena recibir tantos golpes, pero dejó de darle importancia cuando recordó lo escasa que era a veces su agilidad.
-Siento el golpe de antes, se me fue la mano -comentó antes de mover un solo dedo, aún con la pose defensiva, las curiosas estalactitas clavadas por el cuerpo y las manos cubriendo la cara-. ¿Quieres que sigamos?
Si la respuesta era afirmativa, Luka correría hacia Therax y crearía una figura punzante en su puño, con la cual intentaría rivalizar contra sus espadas, a la par que intentaría realizar algún golpe empleando su haki de nuevo. Nunca había probado a concentrar una gran masa de agua punzante que combatiese contra una espada, ¿Por qué no ahora?
Fuese cual fuese la contestación del domador, primero de despegaría aquellas molestas estalactitas del cuerpo y evaluaría sus daños. Al final el simulacro de combate estaba siendo la mar de divertido. Y ya sabemos que el mar y un Gyojin se llevan bastante bien.
Luka se sentía mal, algo incómodo por el golpe y bastante reflexivo. No sabía qué había ocurrido, pero lo único que tenía claro es que le debía una disculpa al rubio.
Aunque él me ha intentado hacer alguna que otra cicatriz, el golpe ha sido bastante desmedido. No hay honor en él
El Gyojin observó a los perros de Therax, que curiosamente parecían aburridos, le hubiera gustado ponerle un altavoz a César y escuchar sus comentarios, seguro que el entrenamiento era mucho más divertido de aquella manera. Entonces giró la vista hacia el terreno, divisando en la lejanía a Therax junto a unas gigantescas piedras. Debía haber recibido allí el golpe, y quizá estaba dolorido. El tiburón comenzó a acercarse hacia aquella escena hasta que algo le pilló por sorpresa, un movimiento de Therax lanzándole aquellos pinchos de nuevo. Aún tenía el haki activo en las palmas de las manos, por lo que se limitó de nuevo a cubrirse, aunque dada la sorpresa y que su mente estaba en otro sitio, esta vez recibió casi la totalidad de los golpes que iban dirigidos a su cuerpo. Algunos de aquellos pinchos simplemente golpearon el cuerpo del habitante del mar, sin embargo otros de ellos se clavaron. Cada uno de los que se quedaron adheridos a la piel del Gyojin crearon unos hilillos de sangre que tan característicos se estaban haciendo en el Gyojin. De momento el dolor era pasajero, quizá víctima del frenesí de la batalla, seguro que cuando Luka se quedase frío, sería otro cantar. Durante unos segundos pensó en si merecía la pena recibir tantos golpes, pero dejó de darle importancia cuando recordó lo escasa que era a veces su agilidad.
-Siento el golpe de antes, se me fue la mano -comentó antes de mover un solo dedo, aún con la pose defensiva, las curiosas estalactitas clavadas por el cuerpo y las manos cubriendo la cara-. ¿Quieres que sigamos?
Si la respuesta era afirmativa, Luka correría hacia Therax y crearía una figura punzante en su puño, con la cual intentaría rivalizar contra sus espadas, a la par que intentaría realizar algún golpe empleando su haki de nuevo. Nunca había probado a concentrar una gran masa de agua punzante que combatiese contra una espada, ¿Por qué no ahora?
Fuese cual fuese la contestación del domador, primero de despegaría aquellas molestas estalactitas del cuerpo y evaluaría sus daños. Al final el simulacro de combate estaba siendo la mar de divertido. Y ya sabemos que el mar y un Gyojin se llevan bastante bien.
-Perdón por agujerearte -respondió el domador, que no podía dejar de pensar en el trabajo que tendría que hacer más adelante. Habría tratado heridas peores, de eso estaba seguro, y los daños del gyojin no eran algo desmedido. No obstante, el hecho de que él mismo se los hubiese causado le irritaba sobremanera. Fuera como fuere, lo cierto era que se habían calentado. Lo que había comenzado como una demostración de habilidades cada vez se asemejaba más a un combate en toda regla.
«¿Que si quiero? ¿Qué clase de pregunta es ésa?», se preguntó Therax en su fuero interno. Claro que quería. Se negaba a parar cuando comenzaba a ponerse interesante. Además, aún no le había mostrado a Luka nada de lo aprendido durante su estancia en Buia. Miró al escamoso ser, dirigiéndole una sonrisa de desafío que con toda seguridad alcanzaría a comprender. Probablemente él fuese el miembro de los Arashi junto al que más había luchado y el que mejor le conociese en combate. No hacía falta decirle nada.
Se dispuso a lanzarse sobre él de nuevo, pero en esa ocasión fue el habitante del mar quien tomó la iniciativa. Aquello no era lo más habitual, así que el rubio dio un paso hacia atrás y se dispuso a mostrarle que él no era el único que había mejorado durante la separación. Un fuego de color azulado comenzó a nacer a su alrededor, envolviendo su cuerpo y sus armas y danzando a su alrededor hasta cubrir un par de metros de radio. El vaivén lento y anárquico mostraba en ocasiones el rostro del espadachín, que analizaba con cuidado cada zancada del impulsivo gyojin.
Apenas dos pasos les separaban. Therax concentró buena parte del fuego en torno a sus espadas. Parecía que la sardina no temía hacer chocar su puño contra sus sables, y si quería hacerlo él no sería el que se opusiera. Entonces, sacándole por completo del estado de concentración en el que estaba, un silbido que no auguraba nada bueno sonó a su izquierda.
Se aproximaba a gran velocidad, y en el último momento dio un salto hacia atrás sin saber siquiera qué demonios era lo que les había interrumpido. Una gran bola cuya superficie se encontraba recubierta de afiladas púas se clavó justo donde él se encontraba hacía unos instantes, abriendo un pequeño cráter en el suelo.
-¿Pero qué? -musitó, siguiendo la dirección de la cadena que nacía de la peligrosa esfera de metal.
Un individuo gigantesco acababa de emerger de entre los árboles. El ancho de su vientre sólo era comparable a lo robusto de sus brazos.
-¡¿Quién tiene los santos huevos de venir a luchar a mi manglar?! -gritó el tipo.
«¿Que si quiero? ¿Qué clase de pregunta es ésa?», se preguntó Therax en su fuero interno. Claro que quería. Se negaba a parar cuando comenzaba a ponerse interesante. Además, aún no le había mostrado a Luka nada de lo aprendido durante su estancia en Buia. Miró al escamoso ser, dirigiéndole una sonrisa de desafío que con toda seguridad alcanzaría a comprender. Probablemente él fuese el miembro de los Arashi junto al que más había luchado y el que mejor le conociese en combate. No hacía falta decirle nada.
Se dispuso a lanzarse sobre él de nuevo, pero en esa ocasión fue el habitante del mar quien tomó la iniciativa. Aquello no era lo más habitual, así que el rubio dio un paso hacia atrás y se dispuso a mostrarle que él no era el único que había mejorado durante la separación. Un fuego de color azulado comenzó a nacer a su alrededor, envolviendo su cuerpo y sus armas y danzando a su alrededor hasta cubrir un par de metros de radio. El vaivén lento y anárquico mostraba en ocasiones el rostro del espadachín, que analizaba con cuidado cada zancada del impulsivo gyojin.
Apenas dos pasos les separaban. Therax concentró buena parte del fuego en torno a sus espadas. Parecía que la sardina no temía hacer chocar su puño contra sus sables, y si quería hacerlo él no sería el que se opusiera. Entonces, sacándole por completo del estado de concentración en el que estaba, un silbido que no auguraba nada bueno sonó a su izquierda.
Se aproximaba a gran velocidad, y en el último momento dio un salto hacia atrás sin saber siquiera qué demonios era lo que les había interrumpido. Una gran bola cuya superficie se encontraba recubierta de afiladas púas se clavó justo donde él se encontraba hacía unos instantes, abriendo un pequeño cráter en el suelo.
-¿Pero qué? -musitó, siguiendo la dirección de la cadena que nacía de la peligrosa esfera de metal.
Un individuo gigantesco acababa de emerger de entre los árboles. El ancho de su vientre sólo era comparable a lo robusto de sus brazos.
-¡¿Quién tiene los santos huevos de venir a luchar a mi manglar?! -gritó el tipo.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pregunta en sí no era muy inteligente. Preguntar a un pirata si quería seguir un combate era como cuestionar si un niño querría más juguetes. La respuesta del domador no se hizo esperar, y no hizo falta que la comunicación fuera oral. Ni mucho menos. El escéntrico luchador ya había combatido lo suficiente al lado del espadachín como para saber que la mueca que estaba haciendo era una evidente afirmación.
No pudo sino sonreír durante unos segundos. ¿En serio había pensado que el rubio pararía el combate? Era bastante absurdo. Aunque Therax no tenía un gran ego -o no solía mostrarlo a menudo-, el orgullo piratil era mucho más que un par de palabras para cualquiera del gremio.
Su avance parecía más lento que de costumbre, pese a que las zancadas del Gyojin abarcaban un vasto terreno. Y, para colmo, cuando por fin llegó a la ubicación del domador y estuvo a punto de golpear sus katanas, un silbido y posteriormente una bola con pinchos entraron en escena. El domador dio un paso hacia atrás, y casi por inercia, el Gyojin frenó en seco. Miró a su alrededor y observó al tipo que había lanzado aquella extraña arma.
Su semblante era bastante serio. De hecho, parecía estar cabreado con todo lo mundo. ¿A quien le recordaba? En verdad a mucha gente. El tipo con cara de pocos amigos tenía un grueso cuerpo, y sus brazos eran comparables a los del Gyojin. Incluso puede que superiores. La apariencia del hombre no podía evitar que el habitante del mar pensara que era algún tipo de motorista macarra. Calvo, con un par de pendientes en la oreja derecha, chupa de cuero y pantalones del mismo material. Así como algunas cadenas por el pantalón.
-Ah, eres tú -comentó el Gyojin con desgana-. Le he visto un par de veces por la isla, y siempre liandola. Robaste en el casino, en la tienda de la esquina, e intentaste matar a un par de tipos en el hostal donde nos alojamos. El hermano de Zane le echó, vaya cojones tiene ¿Verdad? -el tiburón observó al espadachín antes de seguir hablando- ¿Este manglar es tuyo? Pues me da que ya no. Por cierto, esa chaqueta mola. También será mía ahora.
Durante sus dos años de entrenamiento, Luka no sólo se había hecho más fuerte. Sus músculos habían aumentado, pero también había aprendido lecciones de otro tipo. Ahora no toleraba a la gente que robase por robar, o le gustase montar follones porque sí. Salvo Zane. Zane era la excepción que confirmaba la regla. Además, el gran Jim le había enseñado el arte del vacile. Nunca sabía si lo estaba ejerciendo bien, pero en su mente era bastante gracioso.
Sin embargo, parecía que el calvo no iba a soltar una carcajada precisamente. Tampoco parecía ser de muchas palabras. Simplemente agarró con fuerza la cadena que sujetaba bola de nuevo y la movió con una agilidad bastante sorprendente. Quizá no pese tanto, pensó el carpintero a la par que se preparaba para recibir el impacto.
Cuando por fin parecía que iba a soltar el primer golpe en la dirección del Gyojin, hizo un último giro y lanzó la bola hacia el espadachín. Luka no se podía permitir que el rubio recibiese un golpe por su vacile, por lo que ágilmente salió disparado hacia la dirección de Therax. Tiburón se ayudó de su capacidad para moldear y desplazar el agua para llevarla hasta su torso superior, ganando así una mayor corpulencia y fortaleza en esta zona. Una vez delante del domador, se posicionó de manera brava ante la gigantesca bola. El impacto entre ésta y la mole del mar no se hizo esperar, y un crujido resonó por los alrededores a la par que una fina corriente de aire chocaba contra todo lo que se encontraba en un radio cercano. Las venas del hombre pez se marcaban hasta tal punto que parecían que iban a explotar, y un surco se fué creando a medida que la bola ejercía más y más fuerza en contra del Gyojin. Al parar observó unas fuertes marcas en su torso, fruto de las punzantes terminaciones de cada parte de la esfera.
-Pues resulta que sí que pesa esta mierda -comentó al domador como si hubiese sido capaz de leer su mente. Aunque por otro lado, no estaría nada mal-. Y ahora, todo tuyo.
Luka hizo acopio de todas sus fuerzas y levantó la esfera con cierta dificultad, pero cuando quiso lanzarla hacia la el lado contrario a donde estaba el maleante -con la intención de que este no soltase la cadena y quedase a merced del pirata-, éste hizo un extraño movimiento y, tras tensar la cadena, consiguió rodear los brazos del tiburón para, posteriormente, dar un nuevo tirón y aprisionar sus muñecas con ella. Como si de un par de esposas se tratase. El Gyojin hizo un par de movimientos intentando desplazar al hombre y zafarse de aquella trampa, pero su fuerza no era suficiente como para liberarse. Al menos de momento.
Exceso de confianza… de nuevo
No pudo sino sonreír durante unos segundos. ¿En serio había pensado que el rubio pararía el combate? Era bastante absurdo. Aunque Therax no tenía un gran ego -o no solía mostrarlo a menudo-, el orgullo piratil era mucho más que un par de palabras para cualquiera del gremio.
Su avance parecía más lento que de costumbre, pese a que las zancadas del Gyojin abarcaban un vasto terreno. Y, para colmo, cuando por fin llegó a la ubicación del domador y estuvo a punto de golpear sus katanas, un silbido y posteriormente una bola con pinchos entraron en escena. El domador dio un paso hacia atrás, y casi por inercia, el Gyojin frenó en seco. Miró a su alrededor y observó al tipo que había lanzado aquella extraña arma.
Su semblante era bastante serio. De hecho, parecía estar cabreado con todo lo mundo. ¿A quien le recordaba? En verdad a mucha gente. El tipo con cara de pocos amigos tenía un grueso cuerpo, y sus brazos eran comparables a los del Gyojin. Incluso puede que superiores. La apariencia del hombre no podía evitar que el habitante del mar pensara que era algún tipo de motorista macarra. Calvo, con un par de pendientes en la oreja derecha, chupa de cuero y pantalones del mismo material. Así como algunas cadenas por el pantalón.
-Ah, eres tú -comentó el Gyojin con desgana-. Le he visto un par de veces por la isla, y siempre liandola. Robaste en el casino, en la tienda de la esquina, e intentaste matar a un par de tipos en el hostal donde nos alojamos. El hermano de Zane le echó, vaya cojones tiene ¿Verdad? -el tiburón observó al espadachín antes de seguir hablando- ¿Este manglar es tuyo? Pues me da que ya no. Por cierto, esa chaqueta mola. También será mía ahora.
Durante sus dos años de entrenamiento, Luka no sólo se había hecho más fuerte. Sus músculos habían aumentado, pero también había aprendido lecciones de otro tipo. Ahora no toleraba a la gente que robase por robar, o le gustase montar follones porque sí. Salvo Zane. Zane era la excepción que confirmaba la regla. Además, el gran Jim le había enseñado el arte del vacile. Nunca sabía si lo estaba ejerciendo bien, pero en su mente era bastante gracioso.
Sin embargo, parecía que el calvo no iba a soltar una carcajada precisamente. Tampoco parecía ser de muchas palabras. Simplemente agarró con fuerza la cadena que sujetaba bola de nuevo y la movió con una agilidad bastante sorprendente. Quizá no pese tanto, pensó el carpintero a la par que se preparaba para recibir el impacto.
Cuando por fin parecía que iba a soltar el primer golpe en la dirección del Gyojin, hizo un último giro y lanzó la bola hacia el espadachín. Luka no se podía permitir que el rubio recibiese un golpe por su vacile, por lo que ágilmente salió disparado hacia la dirección de Therax. Tiburón se ayudó de su capacidad para moldear y desplazar el agua para llevarla hasta su torso superior, ganando así una mayor corpulencia y fortaleza en esta zona. Una vez delante del domador, se posicionó de manera brava ante la gigantesca bola. El impacto entre ésta y la mole del mar no se hizo esperar, y un crujido resonó por los alrededores a la par que una fina corriente de aire chocaba contra todo lo que se encontraba en un radio cercano. Las venas del hombre pez se marcaban hasta tal punto que parecían que iban a explotar, y un surco se fué creando a medida que la bola ejercía más y más fuerza en contra del Gyojin. Al parar observó unas fuertes marcas en su torso, fruto de las punzantes terminaciones de cada parte de la esfera.
-Pues resulta que sí que pesa esta mierda -comentó al domador como si hubiese sido capaz de leer su mente. Aunque por otro lado, no estaría nada mal-. Y ahora, todo tuyo.
Luka hizo acopio de todas sus fuerzas y levantó la esfera con cierta dificultad, pero cuando quiso lanzarla hacia la el lado contrario a donde estaba el maleante -con la intención de que este no soltase la cadena y quedase a merced del pirata-, éste hizo un extraño movimiento y, tras tensar la cadena, consiguió rodear los brazos del tiburón para, posteriormente, dar un nuevo tirón y aprisionar sus muñecas con ella. Como si de un par de esposas se tratase. El Gyojin hizo un par de movimientos intentando desplazar al hombre y zafarse de aquella trampa, pero su fuerza no era suficiente como para liberarse. Al menos de momento.
Exceso de confianza… de nuevo
«¿Cómo que su manglar?», se preguntó el rubio. No sabía quién tenía el control sobre el archipiélago, pero jamás había oído que alguien pudiese reclamar la propiedad de uno de los manglares. Tal vez fuesen los delirios megalomaníacos de un cualquiera, aunque la facilidad con la que les había lanzado semejante mole hacía que el término "cualquiera" no terminase de casar con él.
La respuesta del gyojin hizo que centrara su atención en él. Al parecer le conocía, o al menos creía haber visto su cara en más de una ocasión por allí.
-¿Que ha echado al bicho éste? De tal palo tal astilla, supongo -comentó ante la afirmación de Luka, parándose a pensar unos instantes cómo sería el hermano de Zane. Tal vez fuese un tipo de dimensiones similares a las del que se encontraba frente a ellos. Si las prácticas del padre del pelirrojo eran similares a las de su hijo no sería de extrañar que todo tipo de criaturas anduviesen por el mundo con sus genes. No pudo evitar sonreírse ante la idea de un peludo mink con un asombroso parecido al capitán pirata.
Sin embargo, el gigantón no parecía estar dispuesto a dejarles más tiempo para charlas. Además, el hombre-pez había creído oportuno informarle de que la cazadora que llevaba iba a cambiar de propietario. La bola volvió a salir despedida, en esa nueva ocasión directamente hacia el rubio. Therax se puso en guardia, preparado para apartarse de su trayectoria en el último momento y tomar la ofensiva.
No obstante, no fue necesario. Unos pasos junto a él le indicaron que el habitante del mar se movía. El gyojin se interpuso en la trayectoria de la esfera, haciendo a saber qué para detenerla sin ser perforado por los puntiagudos salientes que adornaban toda su superficie. «Eso es, más trabajo», se quejó el espadachín para sí. Por si fuera poco, el pretencioso supuesto propietario del lugar se las ingenió para usar la cadena a la que estaba conectada la bola para atrapar al hombre-pez.
El rubio no se lo pensó. Enseguida comenzó a correr, pasando junto a Luka y dirigiéndose directamente hacia quien se había convertido en su oponente. Una gran cantidad de fuego de color celeste acompañaba al domador en cada uno de sus movimientos, dejando una efímera estela que desaparecía cuando comenzaba el siguiente movimiento. Su objetivo era simple: obligar al corpulento tipo a soltar el extremo de la cadena que le permitía usar su arma. No sabía de qué clase de metal estaría hecha, por lo que no se podía permitir el lujo de tratar de romperla. Quizás sólo tuviese una oportunidad, y con su compañero atrapado no se podía permitir desaprovecharla.
Saltó en cuanto se supo lo suficientemente cerca, trazando sendos cortes horizontales a la altura del antebrazo del grandullón. No salió como había pensado, pero aun así el resultado fue bastante bueno. Se vio obligado a soltar la cadena, dejando de aplicar fuerza sobre la improvisada atadura del gyojin. Por otro lado, alcanzó a unir ambas manos y lanzar un golpe ascendente dirigido al espadachín. Siendo incapaz de esquivarlo, cruzó ambas espadas frente a él en plena trayectoria y se preparó para recibir el impacto. Recorrió varios metros antes de lograr desplegar las alas y estabilizarse. Therax suspiró, preguntándose por qué siempre se cruzaban con el mismo tipo de gente.
La respuesta del gyojin hizo que centrara su atención en él. Al parecer le conocía, o al menos creía haber visto su cara en más de una ocasión por allí.
-¿Que ha echado al bicho éste? De tal palo tal astilla, supongo -comentó ante la afirmación de Luka, parándose a pensar unos instantes cómo sería el hermano de Zane. Tal vez fuese un tipo de dimensiones similares a las del que se encontraba frente a ellos. Si las prácticas del padre del pelirrojo eran similares a las de su hijo no sería de extrañar que todo tipo de criaturas anduviesen por el mundo con sus genes. No pudo evitar sonreírse ante la idea de un peludo mink con un asombroso parecido al capitán pirata.
Sin embargo, el gigantón no parecía estar dispuesto a dejarles más tiempo para charlas. Además, el hombre-pez había creído oportuno informarle de que la cazadora que llevaba iba a cambiar de propietario. La bola volvió a salir despedida, en esa nueva ocasión directamente hacia el rubio. Therax se puso en guardia, preparado para apartarse de su trayectoria en el último momento y tomar la ofensiva.
No obstante, no fue necesario. Unos pasos junto a él le indicaron que el habitante del mar se movía. El gyojin se interpuso en la trayectoria de la esfera, haciendo a saber qué para detenerla sin ser perforado por los puntiagudos salientes que adornaban toda su superficie. «Eso es, más trabajo», se quejó el espadachín para sí. Por si fuera poco, el pretencioso supuesto propietario del lugar se las ingenió para usar la cadena a la que estaba conectada la bola para atrapar al hombre-pez.
El rubio no se lo pensó. Enseguida comenzó a correr, pasando junto a Luka y dirigiéndose directamente hacia quien se había convertido en su oponente. Una gran cantidad de fuego de color celeste acompañaba al domador en cada uno de sus movimientos, dejando una efímera estela que desaparecía cuando comenzaba el siguiente movimiento. Su objetivo era simple: obligar al corpulento tipo a soltar el extremo de la cadena que le permitía usar su arma. No sabía de qué clase de metal estaría hecha, por lo que no se podía permitir el lujo de tratar de romperla. Quizás sólo tuviese una oportunidad, y con su compañero atrapado no se podía permitir desaprovecharla.
Saltó en cuanto se supo lo suficientemente cerca, trazando sendos cortes horizontales a la altura del antebrazo del grandullón. No salió como había pensado, pero aun así el resultado fue bastante bueno. Se vio obligado a soltar la cadena, dejando de aplicar fuerza sobre la improvisada atadura del gyojin. Por otro lado, alcanzó a unir ambas manos y lanzar un golpe ascendente dirigido al espadachín. Siendo incapaz de esquivarlo, cruzó ambas espadas frente a él en plena trayectoria y se preparó para recibir el impacto. Recorrió varios metros antes de lograr desplegar las alas y estabilizarse. Therax suspiró, preguntándose por qué siempre se cruzaban con el mismo tipo de gente.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La sensación de estar atrapado empezó a agobiar al Gyojin, que por mucho que realizaba tirones era incapaz de librarse de aquella especie de prisión, y entonces pensó que quizá era mejor así. Volvió a levantar la bola con gran esfuerzo y cierta delicadeza, e hizo un par de repeticiones para probar su fuerza y si era viable lo que estaba pensando en hacer. Entonces observó cómo Therax salía disparado hacia el rival, pasando por su lateral derecho. Aquello le daría algo más de tiempo.
Pasaron unos segundos hasta que notó un leve tirón en la cadena que parecía dejarle libre. Pues ahora yo no quiero Pensó en un acto de poca madurez. Elevó la bola hasta tener ambos brazos firmes y consiguió cargarla en la espalda con suma delicadeza, atando la cadena alrededor de su tórax, de tal manera que se encontraba fija en aquella posición. Al principio notó un punzante dolor alrededor de la espalda, fruto de los tantos y tan perforados salientes de la bola, pero pronto se acostumbró. Ayudó la suavidad con la que se había puesto la bola atrás, pero sin duda, sufriría algún tipo de herida a la larga. Más trabajo para el rubio, que seguro que no lo echaba de menos.
- Te voy a dar de tu propia medicina -susurró el Gyojin a duras penas.
La carga de la bola se hacía pesada para el habitante del mar, pero era consciente que quizá Therax solo podría contra el macarra, por lo que se tomó aquello de una manera más tranquila y a modo de entrenamiento. Aún podía fortalecer más su cuerpo, y aquello pasaba por dotarlo de una mayor fuerza.
Caminó lentamente hacia su rival marcando cada vez más sus músculos debido al esfuerzo, notando sus venas tan firmemente que parecían a punto de explotar. Su semblante, además, lucía bastante agresivo, fruto tanto del bravuconado acto como de la breve pero constante ira que sentía hacia el aparente motorista de malos modales. Justo antes de llegar, el rubio chocó sus sables contra el puño del tipo, algo que le hizo tener un flashback de hacía unos segundos, cuando él mismo había ejecutado una jugada similar.
- Ni sueñes con parecerte a mí -comentó el tiburón mientras agachaba ligeramente su cuerpo-. Del uno al diez, Therax, ¿Qué fuerza le das a este tipo si le comparas conmigo?
Luka realizó seguidamente de su pregunta un salto -no tan potente como hubiese esperado, probablemente debido al peso que llevaba a su espalda- y lanzó una feroz onda de choque hacia la ubicación del motorista. Ni siquiera pudo fijarse en si su ataque surtía efecto, ya que al caer, el peso de la bola se multiplicó durante unos segundos, obligando al pez a realizar un esfuerzo titánico para mantenerse en pie. Incluso emitió un bufido mientras alzaba poco a poco los brazos que sujetaban la bola unos centímetros para volver a ponerla suavemente sobre la espalda. En ese preciso instante, un hormigueo recorrió sendos brazos, dándole a entender al Gyojin que no debía sobreforzar tanto su cuerpo. Aunque quizá él pensaba algo distinto.
Sin darle tiempo a evaluar los daños, vió cómo en ese momento tanto Therax como el macarrilla estaban separados, quizá debido a su ataque o puede que debido a una jugada del espadachín. Se acercó al domador y miró a su rival, que había magullado ligeramente la cazadora. Qué pena, ya no la quiero
- ¿Te gusta mi nueva mochila? -comentó el Gyojin soltando una sonora carcajada- He pensado algo… ¿Qué tal vas de equilibrio?
La mente del tiburón pensaba pocas veces, quizá muchas menos de las que un humano. Pero cuando pensaba, solían salir grandes ideas. Otras, sin embargo, eran bastante suicidas. ¿A qué grupo pertenecería esta? Además, ¿qué hay de malo en una tendencia ligeramente suicida?
Pasaron unos segundos hasta que notó un leve tirón en la cadena que parecía dejarle libre. Pues ahora yo no quiero Pensó en un acto de poca madurez. Elevó la bola hasta tener ambos brazos firmes y consiguió cargarla en la espalda con suma delicadeza, atando la cadena alrededor de su tórax, de tal manera que se encontraba fija en aquella posición. Al principio notó un punzante dolor alrededor de la espalda, fruto de los tantos y tan perforados salientes de la bola, pero pronto se acostumbró. Ayudó la suavidad con la que se había puesto la bola atrás, pero sin duda, sufriría algún tipo de herida a la larga. Más trabajo para el rubio, que seguro que no lo echaba de menos.
- Te voy a dar de tu propia medicina -susurró el Gyojin a duras penas.
La carga de la bola se hacía pesada para el habitante del mar, pero era consciente que quizá Therax solo podría contra el macarra, por lo que se tomó aquello de una manera más tranquila y a modo de entrenamiento. Aún podía fortalecer más su cuerpo, y aquello pasaba por dotarlo de una mayor fuerza.
Caminó lentamente hacia su rival marcando cada vez más sus músculos debido al esfuerzo, notando sus venas tan firmemente que parecían a punto de explotar. Su semblante, además, lucía bastante agresivo, fruto tanto del bravuconado acto como de la breve pero constante ira que sentía hacia el aparente motorista de malos modales. Justo antes de llegar, el rubio chocó sus sables contra el puño del tipo, algo que le hizo tener un flashback de hacía unos segundos, cuando él mismo había ejecutado una jugada similar.
- Ni sueñes con parecerte a mí -comentó el tiburón mientras agachaba ligeramente su cuerpo-. Del uno al diez, Therax, ¿Qué fuerza le das a este tipo si le comparas conmigo?
Luka realizó seguidamente de su pregunta un salto -no tan potente como hubiese esperado, probablemente debido al peso que llevaba a su espalda- y lanzó una feroz onda de choque hacia la ubicación del motorista. Ni siquiera pudo fijarse en si su ataque surtía efecto, ya que al caer, el peso de la bola se multiplicó durante unos segundos, obligando al pez a realizar un esfuerzo titánico para mantenerse en pie. Incluso emitió un bufido mientras alzaba poco a poco los brazos que sujetaban la bola unos centímetros para volver a ponerla suavemente sobre la espalda. En ese preciso instante, un hormigueo recorrió sendos brazos, dándole a entender al Gyojin que no debía sobreforzar tanto su cuerpo. Aunque quizá él pensaba algo distinto.
Sin darle tiempo a evaluar los daños, vió cómo en ese momento tanto Therax como el macarrilla estaban separados, quizá debido a su ataque o puede que debido a una jugada del espadachín. Se acercó al domador y miró a su rival, que había magullado ligeramente la cazadora. Qué pena, ya no la quiero
- ¿Te gusta mi nueva mochila? -comentó el Gyojin soltando una sonora carcajada- He pensado algo… ¿Qué tal vas de equilibrio?
La mente del tiburón pensaba pocas veces, quizá muchas menos de las que un humano. Pero cuando pensaba, solían salir grandes ideas. Otras, sin embargo, eran bastante suicidas. ¿A qué grupo pertenecería esta? Además, ¿qué hay de malo en una tendencia ligeramente suicida?
Desde donde se encontraba, Therax lanzó un rápido vistazo hacia el gyojin. Su intención era volver a enfocarse enseguida en el tipo, pero lo que vio provocó que centrase su atención más tiempo en Luka. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Acaso había perdido el juicio? Había cogido la descomunal bola y había cubierto la mayor parte de la distancia que le separaba del enemigo.
-¿Se puede saber qué haces? -inquirió, mas el hombre-pez no le oyó -o se limitó a ignorarle-. No pienso responderte a eso mientras haces el tonto con una pelota de pinchos -se quejó el rubio desde las alturas, suspirando sonoramente mientras veía cómo su compañero tomaba la iniciativa. Saltó, haciendo surgir una onda de choque que se desplazó en dirección al de la chupa. No sabía cuál sería el efecto de la ofensiva, pero decidió aprovecharla como distracción para actuar también.
El espadachín creó una corriente de viento a sus espaldas y se lanzó a toda velocidad hacia su oponente. No obstante, el movimiento que éste realizó como respuesta fue completamente inesperado. Dio un ligero pisotón, olvidándose por completo del ataque de Luka, y cruzó los brazos frente a él para encajar lo mejor posible el ataque del domador.
La cazadora del gigantón sufrió varios cortes allí donde las espadas laceraron la carne. Sendos hilos de sangre nacieron de las heridas, deslizándose hasta caer al suelo en forma de gotas. A pesar de ello, los daños recibidos habían sido mínimos en comparación con la intención de Therax. Había notado una resistencia mucho mayor de la esperada. ¿Qué tenía en la piel el condenado macarra?
Por otro lado, el pisotón había servido para generar una pequeña onda con la que pretendía contrarrestar la del hombre-pez. Aquel movimiento había sido el más infructuoso, pues apenas había servido para absorber parte de la potencia que llevaba la ofensiva del gyojin. El tipo fue desplazado varios metros hacia atrás, más de los que el rubio hubiese esperado en primera instancia dado el tamaño que tenía. Sus talones dejaron un surco en el suelo al ser desplazado, alejándose del espadachín y recuperando una pose defensiva que dejaba claro que no pensaba retirarse.
Therax descendió hasta posarse junto a Luka, que seguía cargando aquella dichosa bola. "Hazte un favor y suelta eso de una vez", se sintió tentado de decirle, mas el hombre-pez se adelantó y le lanzó una pregunta que tenía menos sentido aún que la imagen que le ofrecía.
-¿Qué estás tramando? -preguntó con un claro tono de desconfianza.
-¿Se puede saber qué haces? -inquirió, mas el hombre-pez no le oyó -o se limitó a ignorarle-. No pienso responderte a eso mientras haces el tonto con una pelota de pinchos -se quejó el rubio desde las alturas, suspirando sonoramente mientras veía cómo su compañero tomaba la iniciativa. Saltó, haciendo surgir una onda de choque que se desplazó en dirección al de la chupa. No sabía cuál sería el efecto de la ofensiva, pero decidió aprovecharla como distracción para actuar también.
El espadachín creó una corriente de viento a sus espaldas y se lanzó a toda velocidad hacia su oponente. No obstante, el movimiento que éste realizó como respuesta fue completamente inesperado. Dio un ligero pisotón, olvidándose por completo del ataque de Luka, y cruzó los brazos frente a él para encajar lo mejor posible el ataque del domador.
La cazadora del gigantón sufrió varios cortes allí donde las espadas laceraron la carne. Sendos hilos de sangre nacieron de las heridas, deslizándose hasta caer al suelo en forma de gotas. A pesar de ello, los daños recibidos habían sido mínimos en comparación con la intención de Therax. Había notado una resistencia mucho mayor de la esperada. ¿Qué tenía en la piel el condenado macarra?
Por otro lado, el pisotón había servido para generar una pequeña onda con la que pretendía contrarrestar la del hombre-pez. Aquel movimiento había sido el más infructuoso, pues apenas había servido para absorber parte de la potencia que llevaba la ofensiva del gyojin. El tipo fue desplazado varios metros hacia atrás, más de los que el rubio hubiese esperado en primera instancia dado el tamaño que tenía. Sus talones dejaron un surco en el suelo al ser desplazado, alejándose del espadachín y recuperando una pose defensiva que dejaba claro que no pensaba retirarse.
Therax descendió hasta posarse junto a Luka, que seguía cargando aquella dichosa bola. "Hazte un favor y suelta eso de una vez", se sintió tentado de decirle, mas el hombre-pez se adelantó y le lanzó una pregunta que tenía menos sentido aún que la imagen que le ofrecía.
-¿Qué estás tramando? -preguntó con un claro tono de desconfianza.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al ver a aquella mole en el suelo reincorporándose, el Gyojin supo que alguno de sus ataques había sido efectivo. Realmente no sabía cuál, pero eso era lo de menos. Si el alocado tiburón había aprendido algo luchando en pareja era que el término “yo” no importaba absolutamente nada. Podías fallar mil ataques, que si tu compañero conseguía dar uno solo, podría ser suficiente para lograr la victoria.
Se acomodó de nuevo la bola mientras veía el semblante del rubio. A juzgar por éste, en su fuero interior no cabía ni una palabra positiva hacia el Gyojin. A veces deseaba introducirse, durante unos segundos, en las mentes de los que les rodeaban. Sería capaz de dejar de nadar por ese poder. Era algo que a Luka le llamaba demasiado la atención… ¿Qué pensaría la gente de él? ¿Cómo verían el mundo?
Pero aquel momento no era para reflexionar, si no para actuar. Observó con detenimiento al macarra y vio sus dificultades para levantarse. Aquello le recordó a Kramig, el obeso Gyojin de su isla natal. Decían las malas lenguas que cuando Kramig caía al suelo había un pequeño temblor en la isla. Porque sí, también existían los Gyojins obesos. Cómo Karl, el Gyojin pez mantequilla, o Kurt, el Gyojin pez globo. Juntos formaban la triple K. Algún día a Luka se le ocurrió bautizarlos como el trío “Kon unos Kuantos Kilos”. Durante aquél año, probablemente fue el chascarrillo más utilizado en la isla.
El tiburón giró bruscamente su cabeza, intentando concentrarse de nuevo y escuchando al domador, que parecía algo dubitativo tras su último comentario. Si bien es cierto que el habitante del mar le entendía, no podía dejar de pensar en por qué siempre cuestionaba sus acciones. ¿Qué tiene de malo entrenar mientras te peleas? Bueno, quizá si te estás jugando la vida sea un poco arrogante. ¡Pero era un dos contra uno!
-Esta bola es la clave de nuestra victoria. Puedo lanzarla ante el macarra yendo tú sobre ella y después impulsarme con la cadena para llegar yo por sorpresa, seguro que no se lo espera. Además, entrará de lleno en nuestro top five de mejores ataques combinados y con más flow.
Si sale bien pensó el tiburón mientras escuchaba al rubio. Si su respuesta era afirmativa, cosa que le pillaría por sorpresa, realizaría el ataque tal y como había dicho. En caso contrario, no le quedaría más remedio que adoptar una pose defensiva y esperar el movimiento de su rival.
De cualquiera de las maneras, debía demostrar su fuerza ante el rival con el que le había tocado combatir. Siempre podría aprender algo más y ganar más control sobre ésta. Al fin y al cabo, la fuerza no vale de mucho si no eres capaz de controlarla. Era un consejo que siempre daba Tom y del cual no podía estar más a favor.
Se acomodó de nuevo la bola mientras veía el semblante del rubio. A juzgar por éste, en su fuero interior no cabía ni una palabra positiva hacia el Gyojin. A veces deseaba introducirse, durante unos segundos, en las mentes de los que les rodeaban. Sería capaz de dejar de nadar por ese poder. Era algo que a Luka le llamaba demasiado la atención… ¿Qué pensaría la gente de él? ¿Cómo verían el mundo?
Pero aquel momento no era para reflexionar, si no para actuar. Observó con detenimiento al macarra y vio sus dificultades para levantarse. Aquello le recordó a Kramig, el obeso Gyojin de su isla natal. Decían las malas lenguas que cuando Kramig caía al suelo había un pequeño temblor en la isla. Porque sí, también existían los Gyojins obesos. Cómo Karl, el Gyojin pez mantequilla, o Kurt, el Gyojin pez globo. Juntos formaban la triple K. Algún día a Luka se le ocurrió bautizarlos como el trío “Kon unos Kuantos Kilos”. Durante aquél año, probablemente fue el chascarrillo más utilizado en la isla.
El tiburón giró bruscamente su cabeza, intentando concentrarse de nuevo y escuchando al domador, que parecía algo dubitativo tras su último comentario. Si bien es cierto que el habitante del mar le entendía, no podía dejar de pensar en por qué siempre cuestionaba sus acciones. ¿Qué tiene de malo entrenar mientras te peleas? Bueno, quizá si te estás jugando la vida sea un poco arrogante. ¡Pero era un dos contra uno!
-Esta bola es la clave de nuestra victoria. Puedo lanzarla ante el macarra yendo tú sobre ella y después impulsarme con la cadena para llegar yo por sorpresa, seguro que no se lo espera. Además, entrará de lleno en nuestro top five de mejores ataques combinados y con más flow.
Si sale bien pensó el tiburón mientras escuchaba al rubio. Si su respuesta era afirmativa, cosa que le pillaría por sorpresa, realizaría el ataque tal y como había dicho. En caso contrario, no le quedaría más remedio que adoptar una pose defensiva y esperar el movimiento de su rival.
De cualquiera de las maneras, debía demostrar su fuerza ante el rival con el que le había tocado combatir. Siempre podría aprender algo más y ganar más control sobre ésta. Al fin y al cabo, la fuerza no vale de mucho si no eres capaz de controlarla. Era un consejo que siempre daba Tom y del cual no podía estar más a favor.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.