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Luka Rooney
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La dura pared susurraba al Gyojin de la manera más sexy posible que la derrumbara. Que le diese un contundente puñetazo que la hiciese rugir. Que la penetrase de la manera más burra posible. Que… Que Therax no le iba a dejar. Y así fue.
Resignado, se limitó a buscar otra opción hasta que el estruendo apareció, donde el pirata le comentó, haciendo bastante hincapié en lo que el tiburón deseaba, que tirase la pared. Como si de un marine se tratase, saludó enérgicamente al rubio y cogió carrerilla, endureciendo su piel con las partículas de agua de su interior.
- ¡Allá vamos!
Y su hombro chocó contra el muro, besándole en el acto. Rozándole la piel y susurrándole cosas por las que en algún país iría a la cárcel. Y así cayó al suelo por la inercia mientras un gran boquete se hacía en la pared.
Conseguido
Pero entonces, un tipo le agarró del cuello y le hizo una llave, colocándole algo sobre las muñecas, mientras otro apuntaba con un rifle al habitante del mar.
- ¡Lo conseguí, las tiene puestas! -comentó el tipo que le había hecho la llave a Luka- ¡Corre, huye!
Y entonces el tipo del rifle salió corriendo, mientras el otro se recreaba del logro de haberle puesto unas… ¿esposas?
- Esas esposas tienen un mecanismo que hace que cambien su peso simplemente tocando un botón… Anda, mira, le voy a poner el máximo. ¿Sabes cuál es? ¡5 toneladas!
Justo en el momento en el que el humano presionó el botón, los puños de Luka se dieron de manera contundente contra el asfalto. Hizo un par de amagos para alzarlos, pero no pudo.
Therax, cabrón, aparece ya
Desde la posición en la que el Gyojin se encontraba, observó algo que le sorprendió tanto que estuvo a punto de llorar. El humano se acababa de tragar el pequeño botón con el que controlaba el peso. ¿Y ahora qué? ¿Cómo devolvía a la normalidad el peso de las esposas? ¿Podría quitárselas de alguna manera? Parecían bastante incómodas, y quizá tendría que hacer un esfuerzo titánico para levantarlas. Sí, tendría que ser eso.
- Si crees que me has jodido comiéndote eso…
Con un par de impulsos el tiburón se concienció de la posiblidad de alzarla. La primera vez sus puños ascendieron cinco centímetros, la segunda siete, y la tercera quince. Cinco intentos más y el tiburón consiguió erguirse con normalidad -a excepción de su semblante, que lucía un intenso esfuerzo-. Ponme otro juguetito más y te juro que te mato, cabrón.
Resignado, se limitó a buscar otra opción hasta que el estruendo apareció, donde el pirata le comentó, haciendo bastante hincapié en lo que el tiburón deseaba, que tirase la pared. Como si de un marine se tratase, saludó enérgicamente al rubio y cogió carrerilla, endureciendo su piel con las partículas de agua de su interior.
- ¡Allá vamos!
Y su hombro chocó contra el muro, besándole en el acto. Rozándole la piel y susurrándole cosas por las que en algún país iría a la cárcel. Y así cayó al suelo por la inercia mientras un gran boquete se hacía en la pared.
Conseguido
Pero entonces, un tipo le agarró del cuello y le hizo una llave, colocándole algo sobre las muñecas, mientras otro apuntaba con un rifle al habitante del mar.
- ¡Lo conseguí, las tiene puestas! -comentó el tipo que le había hecho la llave a Luka- ¡Corre, huye!
Y entonces el tipo del rifle salió corriendo, mientras el otro se recreaba del logro de haberle puesto unas… ¿esposas?
- Esas esposas tienen un mecanismo que hace que cambien su peso simplemente tocando un botón… Anda, mira, le voy a poner el máximo. ¿Sabes cuál es? ¡5 toneladas!
Justo en el momento en el que el humano presionó el botón, los puños de Luka se dieron de manera contundente contra el asfalto. Hizo un par de amagos para alzarlos, pero no pudo.
Therax, cabrón, aparece ya
Desde la posición en la que el Gyojin se encontraba, observó algo que le sorprendió tanto que estuvo a punto de llorar. El humano se acababa de tragar el pequeño botón con el que controlaba el peso. ¿Y ahora qué? ¿Cómo devolvía a la normalidad el peso de las esposas? ¿Podría quitárselas de alguna manera? Parecían bastante incómodas, y quizá tendría que hacer un esfuerzo titánico para levantarlas. Sí, tendría que ser eso.
- Si crees que me has jodido comiéndote eso…
Con un par de impulsos el tiburón se concienció de la posiblidad de alzarla. La primera vez sus puños ascendieron cinco centímetros, la segunda siete, y la tercera quince. Cinco intentos más y el tiburón consiguió erguirse con normalidad -a excepción de su semblante, que lucía un intenso esfuerzo-. Ponme otro juguetito más y te juro que te mato, cabrón.
Therax casi podía ver la felicidad del gyojin al escuchar sus palabras. ¿Por qué tendría esa extraña obsesión con romper, destrozar y derruir? Tal vez fuese algún extraño fetiche, pero ¿quién era él para juzgarle? Luka hizo un gesto antes de disponerse a destruir el muro que les separaba del estruendo. La pared opuso resistencia, pero no demasiada. La bola de demolición recubierta de escamas por fin había conseguido lo que quería, pero lo que sucedió a continuación dejó estupefacto al espadachín.
Un sonoro clic acompañado de un estruendo le indicó que algo no iba bien. Además, ¿por qué se encontraba su compañero en una posición tan extraña? Quizás el éxtasis fruto de la demolición se le había ido de las manos. No obstante, antes de que se pudiera acercar a confirmar su teoría una voz nació del hueco que había abierto el habitante del mar. ¿Una trampa? «Vaya por Dios», se quejó en su fuero interno el domador.
Luka no tardó en comenzar a intentar levantar sus grilletes, asemejándose a un gorila en plena demostración de poderío físico. Por su parte, Therax se colocó junto a él y, desenvainando sus sables con un movimiento seco, creó sendas ondas cortantes que avanzaron en dirección a los laterales de la abertura. Una nube de polvo nació cuando el orificio se amplió, pero no hubo ningún sonido que le indicase que había logrado herir a quien fuera que le había puesto las esposas al gyojin.
Cuando se disipó, la figura de un tipo se hizo visible en el interior de la estancia. Permanecía con los brazos cruzados frente a él, y la postura de sus piernas dejaba claro que había recibido y amortiguado la ofensiva a ciegas del espadachín.
-¿Por qué siempre tenemos que encontrarnos con gente tan molesta? -preguntó a la nada, dando un par de pasos hacia delante y situándose delante de Luka. Más tarde o más temprano acabaría venciendo la resistencia que oponían los grilletes, pero hasta entonces debería guardarle las espadas.
Sin embargo, la actitud del que prometía ser su contrincante viró hacia lo sorprendente. Sin mediar palabra, se encaminó hacia una puerta lateral y desapareció gritando un nombre que el rubio no alcanzó a distinguir. ¿Algún compañero tal vez? ¿Su jefe? A saber, pero con toda seguridad terminarían encontrándose a quien fuese.
-¿Tú entiendes algo de esto? -inquirió, girándose sobre sí mismo para fijar su vista en el gyojin. Esperando su respuesta, envainó sus espadas y se sentó sobre los restos de la pared. Aguardaría a que el habitante del mar terminase con los grilletes antes de seguir a quien se los había puesto.
Un sonoro clic acompañado de un estruendo le indicó que algo no iba bien. Además, ¿por qué se encontraba su compañero en una posición tan extraña? Quizás el éxtasis fruto de la demolición se le había ido de las manos. No obstante, antes de que se pudiera acercar a confirmar su teoría una voz nació del hueco que había abierto el habitante del mar. ¿Una trampa? «Vaya por Dios», se quejó en su fuero interno el domador.
Luka no tardó en comenzar a intentar levantar sus grilletes, asemejándose a un gorila en plena demostración de poderío físico. Por su parte, Therax se colocó junto a él y, desenvainando sus sables con un movimiento seco, creó sendas ondas cortantes que avanzaron en dirección a los laterales de la abertura. Una nube de polvo nació cuando el orificio se amplió, pero no hubo ningún sonido que le indicase que había logrado herir a quien fuera que le había puesto las esposas al gyojin.
Cuando se disipó, la figura de un tipo se hizo visible en el interior de la estancia. Permanecía con los brazos cruzados frente a él, y la postura de sus piernas dejaba claro que había recibido y amortiguado la ofensiva a ciegas del espadachín.
-¿Por qué siempre tenemos que encontrarnos con gente tan molesta? -preguntó a la nada, dando un par de pasos hacia delante y situándose delante de Luka. Más tarde o más temprano acabaría venciendo la resistencia que oponían los grilletes, pero hasta entonces debería guardarle las espadas.
Sin embargo, la actitud del que prometía ser su contrincante viró hacia lo sorprendente. Sin mediar palabra, se encaminó hacia una puerta lateral y desapareció gritando un nombre que el rubio no alcanzó a distinguir. ¿Algún compañero tal vez? ¿Su jefe? A saber, pero con toda seguridad terminarían encontrándose a quien fuese.
-¿Tú entiendes algo de esto? -inquirió, girándose sobre sí mismo para fijar su vista en el gyojin. Esperando su respuesta, envainó sus espadas y se sentó sobre los restos de la pared. Aguardaría a que el habitante del mar terminase con los grilletes antes de seguir a quien se los había puesto.
Luka Rooney
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Agilidad
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Intelecto
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Instinto
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Las maquiavélicas esposas cada vez incidían más en la capacidad de mantenerse en pie del tiburón, que a duras penas podía evitar tener una postura absurda. Incluso se permitió el lujo de bautizarla como “La postura de la cárcel”, dada su peligrosidad de ser embestido por la retarguardia.
Mientras se aferraba a su espíritu de supervivencia, el gyojin pudo escuchar cómo el rubio desenvainaba sus espadas. O al menos, esperó que fuese el sonido de las katanas de el domador, y no de cualquier otro ser que les acechase. Durante unos segundos se concentró en escuchar cada mínimo ruido que allí había, centrándose en ello hasta tal punto que incluso cerró los ojos. Escuchó y olfateó, intentando seguir el rastro de aquél hombre que se había tragado la que parecía la única manera de escapar de aquella presa con forma de esposas.
En ese preciso momento sintió los movimientos del espadachín, que lanzó sendas ondas en dirección a donde el rostro del tiburón apuntaba.
Fallaste Se limitó a pensar con una sonrisa, notando la presencia del humano que había esquivado el golpe, que pronto salió corriendo.
- Escapan, Therax -comentó, aunque parecía evidente que el rubio se había dado cuenta de ello también-. Creo que me llevará un par de minutos conseguir alzar los brazos para poder caminar.
El tiburón se fué acostumbrando al peso poco a poco en sus intentos por levantar las pesas. Ya había conseguido levantarlas completamente nada más ser capturado por ellas, pero pronto cayeron con toda la fuerza que pueden tener unos utensilios de semejante peso. Un par de intentos de nuevo y consiguió subirlas hasta la altura de las rodillas. Otros dos y casi llegaron a la cintura. El sudor comenzó a brotar por las patillas del tiburón para acabar cayendo al suelo. Su cuerpo empezaba a desprender calor, fruto del esfuerzo, y entonces, el tiburón hizo un nuevo movimiento depositando todas sus fuerzas en él, consiguiendo por fín alzar las esposas y con ello miró al rubio de nuevo.
- Creo que me va a costar caminar así -comentó con el semblante de esfuerzo-. Oh, mierda. He pensado algo mejor.
Y tras tanto esfuerzo, el tiburón dejó caer lo más lento que pudo -pero aún así el final fue incontrolable y sus puños se dieron un buen golpe contra el suelo- y, tras ello, se limitó a hacer el pino y caer sobre su espalda, logrando adoptar una casi perfecta posición del “puente”, pero inversamente. Es decir, con la espalda paralela al suelo. Pensó que quizá el domador se estaría preguntando qué diantres hacía. Pero tenía un plan, como siempre. Un plan raro, distinto a lo que el resto consideraría normal, pero para él era el más simple y perfecto de todos los planes. Hacer el pino y después un puente, ¿pero qué diantres? Era absolutamente perfecto. La mente del tiburón no dejaba de asombrar a cualquier que estuviese cerca de él.
- Y ahora… -susurró a la par que se concentraba-¡Alehop!
Empleando de nuevo todas las fuerzas de las que disponía, el tiburón cayó, tocando su espalda el suelo y levantándose muy lentamente, cargando las manos -y a la par las esposas- sobre los hombros, de manera que cargar con el peso sería más sencillo así. Durante unos eternos segundos, el tiburón se levantó lentamente. El movimiento parecía ir a cámara lenta dentro de una cámara lenta. Pero al final, terminó consiguiéndolo.
- Pues ea, ya está -comentó sonriente pese al esfuerzo-. Así al menos podré caminar, espero no tropezarme, si lo hago seguramente me asfixie yo solo.
El habitante del mar volvió a olfatear de manera intensa, y prosiguió su esfuerzo por concentrarse y localizar la presencia de aquél hombre.
- Escapó por allí -señaló con su particular nariz-, pero ahora mismo no consigo averiguar dónde está, y el olfato no me da señales de que haya nadie más a parte de nosotros… Tibs, ¿tú notas algo?
El tiburón confió en que el amable compañero del espadachín pudiese dar con alguna pista sobre dónde se encontraba aquél tipo, en caso contrario, no les quedaba más que salir por la zona donde el tiburón había perdido el rastro del hombre que había huído, y confiar en poder seguir sus huellas de alguna manera.
Mientras se aferraba a su espíritu de supervivencia, el gyojin pudo escuchar cómo el rubio desenvainaba sus espadas. O al menos, esperó que fuese el sonido de las katanas de el domador, y no de cualquier otro ser que les acechase. Durante unos segundos se concentró en escuchar cada mínimo ruido que allí había, centrándose en ello hasta tal punto que incluso cerró los ojos. Escuchó y olfateó, intentando seguir el rastro de aquél hombre que se había tragado la que parecía la única manera de escapar de aquella presa con forma de esposas.
En ese preciso momento sintió los movimientos del espadachín, que lanzó sendas ondas en dirección a donde el rostro del tiburón apuntaba.
Fallaste Se limitó a pensar con una sonrisa, notando la presencia del humano que había esquivado el golpe, que pronto salió corriendo.
- Escapan, Therax -comentó, aunque parecía evidente que el rubio se había dado cuenta de ello también-. Creo que me llevará un par de minutos conseguir alzar los brazos para poder caminar.
El tiburón se fué acostumbrando al peso poco a poco en sus intentos por levantar las pesas. Ya había conseguido levantarlas completamente nada más ser capturado por ellas, pero pronto cayeron con toda la fuerza que pueden tener unos utensilios de semejante peso. Un par de intentos de nuevo y consiguió subirlas hasta la altura de las rodillas. Otros dos y casi llegaron a la cintura. El sudor comenzó a brotar por las patillas del tiburón para acabar cayendo al suelo. Su cuerpo empezaba a desprender calor, fruto del esfuerzo, y entonces, el tiburón hizo un nuevo movimiento depositando todas sus fuerzas en él, consiguiendo por fín alzar las esposas y con ello miró al rubio de nuevo.
- Creo que me va a costar caminar así -comentó con el semblante de esfuerzo-. Oh, mierda. He pensado algo mejor.
Y tras tanto esfuerzo, el tiburón dejó caer lo más lento que pudo -pero aún así el final fue incontrolable y sus puños se dieron un buen golpe contra el suelo- y, tras ello, se limitó a hacer el pino y caer sobre su espalda, logrando adoptar una casi perfecta posición del “puente”, pero inversamente. Es decir, con la espalda paralela al suelo. Pensó que quizá el domador se estaría preguntando qué diantres hacía. Pero tenía un plan, como siempre. Un plan raro, distinto a lo que el resto consideraría normal, pero para él era el más simple y perfecto de todos los planes. Hacer el pino y después un puente, ¿pero qué diantres? Era absolutamente perfecto. La mente del tiburón no dejaba de asombrar a cualquier que estuviese cerca de él.
- Y ahora… -susurró a la par que se concentraba-¡Alehop!
Empleando de nuevo todas las fuerzas de las que disponía, el tiburón cayó, tocando su espalda el suelo y levantándose muy lentamente, cargando las manos -y a la par las esposas- sobre los hombros, de manera que cargar con el peso sería más sencillo así. Durante unos eternos segundos, el tiburón se levantó lentamente. El movimiento parecía ir a cámara lenta dentro de una cámara lenta. Pero al final, terminó consiguiéndolo.
- Pues ea, ya está -comentó sonriente pese al esfuerzo-. Así al menos podré caminar, espero no tropezarme, si lo hago seguramente me asfixie yo solo.
El habitante del mar volvió a olfatear de manera intensa, y prosiguió su esfuerzo por concentrarse y localizar la presencia de aquél hombre.
- Escapó por allí -señaló con su particular nariz-, pero ahora mismo no consigo averiguar dónde está, y el olfato no me da señales de que haya nadie más a parte de nosotros… Tibs, ¿tú notas algo?
El tiburón confió en que el amable compañero del espadachín pudiese dar con alguna pista sobre dónde se encontraba aquél tipo, en caso contrario, no les quedaba más que salir por la zona donde el tiburón había perdido el rastro del hombre que había huído, y confiar en poder seguir sus huellas de alguna manera.
«¿Pero qué está haciendo?», se preguntó Therax, que se esforzaba por ahogar la carcajada que amenazaba con brotar de su garganta. El gyojin se movía de un modo extraño, emulando a un contorsionista sin un mínimo de flexibilidad -y mucho menos elegancia-.
La actitud de Tib revelaba que, al igual que su compañero, no alcanzaba a comprender del todo qué demonios estaba haciendo la sardina. Lo mismo se ponía en pompa y mostraba su escamoso trasero a todo aquél que quisiera contemplarlo que, de un modo que ninguno de los observadores acertaba a entender, hacía el puente tomando como punto de apoyo los grilletes.
-¿Quieres ayu...? -comenzó a preguntar el espadachín, pero justo en ese momento el habitante del mar comenzó a erguirse. Aquella manera de transportar las esposas era lo menos práctico que se le podía haber ocurrido, pero era mejor que nada. Fuera como fuere, Luka esperaba que el muryn confirmase la información que le brindaba su olfato. No obstante, el cánido continuaba absorto a causa de la curiosa actitud del miembro de los Arashi.
Therax carraspeó, sacando al animal de su ensimismamiento y ordenándole que verificase si lo que decía el gyojin era cierto. Aún observando con gesto extrañado al portador de los pesados grilletes, se introdujo con cuidado en el edificio y comenzó a olfatear la zona. Permaneció en el interior varios segundos, que el rubio pasó contemplando a su compañero de banda. ¿Qué demonios pensaba hacer para librarse de sus esposas? Lo cierto era que en un primer momento había pensado ofrecerse para tratar de ayudarle a librarse de ellas. Sin embargo, la curiosidad había ido creciendo hasta eclipsar su voluntad de ayudar al prójimo.
El cánido no tardó en aullar, reclamando la atención de su dueño y señalando cuál era el camino a seguir. Luka debía estar en lo cierto, porque el muryn parecía convencido de que debían continuar por el camino que habían empleado aquellos tipos para huir.
-Pues vamos -dijo el espadachín, atravesando la puerta que había usado el desconocido para escapar. Al entrar se encontró con unas escaleras estrechas que nacían hacia la izquierda. Subió con cuidado, caminando lentamente y observando con cuidado cada peldaño antes de poner un pie sobre él.
Una abertura en la pared, carente de puerta, permitía que la luz dibujase su contorno en el muro que había frente a ella. El rubio se detuvo unos instantes para comprobar si escuchaba algo, pero sólo captó los jadeos de Tib y los comentarios de Luka. ¿Le estaría suponiendo mucho esfuerzo seguirle? No lo sabía, pero en cierto modo deseaba que sí.
El muryn tampoco parecía identificar nada con su olfato, así que decidió adentrarse en la estancia. Lo que les esperaba no tenía nada que ver con el aspecto exterior de la construcción. Un suelo de pulcro y pulido mármol blanco reinaba en una amplia sala cuyas dimensiones rozaban lo obsceno. Lámparas repletas de cristales y con aspecto de ser escandalosamente caras pendían del techo, que se encontraba decorado con frescos de exquisita elaboración.
Definitivamente aquello parecía un palacio escondido en un edifico cualquiera. Entonces un estruendo sonó en algún lugar de la habitación, mas el eco impidió al espadachín identificar de dónde procedía.
-¿Cómo vas con eso? -preguntó el domador al gyojin, sin girarse hacia él y atento por si alguien lanzaba un ataque en un intento de sorprenderles. No sabía qué les esperaba allí, y lo cierto era que se sentía más seguro teniendo la fuerza de Luka de su lado -aunque la mayoría de las veces fuese dirigida sin demasiado criterio-.
La actitud de Tib revelaba que, al igual que su compañero, no alcanzaba a comprender del todo qué demonios estaba haciendo la sardina. Lo mismo se ponía en pompa y mostraba su escamoso trasero a todo aquél que quisiera contemplarlo que, de un modo que ninguno de los observadores acertaba a entender, hacía el puente tomando como punto de apoyo los grilletes.
-¿Quieres ayu...? -comenzó a preguntar el espadachín, pero justo en ese momento el habitante del mar comenzó a erguirse. Aquella manera de transportar las esposas era lo menos práctico que se le podía haber ocurrido, pero era mejor que nada. Fuera como fuere, Luka esperaba que el muryn confirmase la información que le brindaba su olfato. No obstante, el cánido continuaba absorto a causa de la curiosa actitud del miembro de los Arashi.
Therax carraspeó, sacando al animal de su ensimismamiento y ordenándole que verificase si lo que decía el gyojin era cierto. Aún observando con gesto extrañado al portador de los pesados grilletes, se introdujo con cuidado en el edificio y comenzó a olfatear la zona. Permaneció en el interior varios segundos, que el rubio pasó contemplando a su compañero de banda. ¿Qué demonios pensaba hacer para librarse de sus esposas? Lo cierto era que en un primer momento había pensado ofrecerse para tratar de ayudarle a librarse de ellas. Sin embargo, la curiosidad había ido creciendo hasta eclipsar su voluntad de ayudar al prójimo.
El cánido no tardó en aullar, reclamando la atención de su dueño y señalando cuál era el camino a seguir. Luka debía estar en lo cierto, porque el muryn parecía convencido de que debían continuar por el camino que habían empleado aquellos tipos para huir.
-Pues vamos -dijo el espadachín, atravesando la puerta que había usado el desconocido para escapar. Al entrar se encontró con unas escaleras estrechas que nacían hacia la izquierda. Subió con cuidado, caminando lentamente y observando con cuidado cada peldaño antes de poner un pie sobre él.
Una abertura en la pared, carente de puerta, permitía que la luz dibujase su contorno en el muro que había frente a ella. El rubio se detuvo unos instantes para comprobar si escuchaba algo, pero sólo captó los jadeos de Tib y los comentarios de Luka. ¿Le estaría suponiendo mucho esfuerzo seguirle? No lo sabía, pero en cierto modo deseaba que sí.
El muryn tampoco parecía identificar nada con su olfato, así que decidió adentrarse en la estancia. Lo que les esperaba no tenía nada que ver con el aspecto exterior de la construcción. Un suelo de pulcro y pulido mármol blanco reinaba en una amplia sala cuyas dimensiones rozaban lo obsceno. Lámparas repletas de cristales y con aspecto de ser escandalosamente caras pendían del techo, que se encontraba decorado con frescos de exquisita elaboración.
Definitivamente aquello parecía un palacio escondido en un edifico cualquiera. Entonces un estruendo sonó en algún lugar de la habitación, mas el eco impidió al espadachín identificar de dónde procedía.
-¿Cómo vas con eso? -preguntó el domador al gyojin, sin girarse hacia él y atento por si alguien lanzaba un ataque en un intento de sorprenderles. No sabía qué les esperaba allí, y lo cierto era que se sentía más seguro teniendo la fuerza de Luka de su lado -aunque la mayoría de las veces fuese dirigida sin demasiado criterio-.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los músculos del tiburón definían perfectamente la situación que estaban viviendo en aquél momento. Rígidos y duros como una piedra, empezaban a entumecerse a ratos, provocando dolores en la zona, lo cual ejemplificaba en gran medida el esfuerzo por parte de los dos miembros de los Arashi por acabar aquél estúpido trabajo que, casi con total seguridad, no debían haber aceptado. Pese a su esfuerzo, siempre algo se torcía, y aquello parecía ser el pan de cada día del que empezaba a ser el dúo menos eficaz de la banda. Pero cuyo flow era equiparable únicamente al dueto de espadachines de Zane y el propio Therax. Aún así, ¿qué tiene más flow que un gyojin como Luka?
El habitante del mar volvió a usar su mantra sin detectar ninguna presencia, así que se limitó a continuar el camino del espadachín y su mascota. El propio Tibs parecía estar sufriendo más que Luka a juzgar por sus caras y su aparente preocupación. No dejaba de mirar al tiburón con ojos al borde de llorar. Luka conocía esos ojos, y se limitó a tranquilizar -o a intentarlo- a su gran amigo perruno.
- No te preocupes, amigo. Sabes que puedo con esto y más. Es como si yo te diese un hueso de.. no sé. ¿Un dinosaurio? Como aquellos que vimos en Little Garden. ¿A que podrías con él?
Pronto Luka se dió cuenta de que su ejemplo era digno de un niño de cinco años, pero mostró su sonrisa en un nuevo intento por tranquilizar a la mascota del espadachín. Si bien era cierto que la relación del gyojin con los animales no era muy buena, con Tibs era todo lo contrario.
Continuaron su camino subiendo unas escaleras en mal estado, y tras ello acabaron llegando a una zona bastante extraña. Al menos si se tenía en cuenta de dónde venían. Una vez subías las escaleras, era inevitable quedarse perplejo ante aquella lujosa zona, repleta de caras lámparas y suelo de gran calidad -y mayor precio-. El espadachín preguntó al luchador cómo iba todo, y éste le observó, percatándose de cómo estaba alerta, sin siquiera mirarle cuando preguntaba.
-Bueno… no te voy a negar que esto sea incómodo -respondió intentando encogerse de hombros, sin mucho éxito-. Necesito quitarme el aparatito antes de vernos en la situación de pelear. Aunque… ¿Cómo sería recibir un golpe con esto? -se preguntó a la par que ojeaba de reojo al domador- Lento desde luego que sí.
De repente, su mantra detectó una presencia cerca. El tiburón agarró a su compañero, e instó con la mirada a que éste hiciese lo propio con su mascota.
-Entre cien y doscientos metros, noto una presencia en aquella dirección -señaló de nuevo con su nariz hacia donde había una pared-. Pero… no la huelo. ¿Y tú Tibs?
Sí el adorable Muryn detectaba algún olor, seguirían su pista, ya que sería más fiable aún. En caso contrario, se regirían por su mantra. El tiburón tenía la sensación que estaba perdiendo facultades al esforzarse tanto con las esposas, por lo que era más que posible que su olfato ahora fuese mucho menos agudo.
El habitante del mar volvió a usar su mantra sin detectar ninguna presencia, así que se limitó a continuar el camino del espadachín y su mascota. El propio Tibs parecía estar sufriendo más que Luka a juzgar por sus caras y su aparente preocupación. No dejaba de mirar al tiburón con ojos al borde de llorar. Luka conocía esos ojos, y se limitó a tranquilizar -o a intentarlo- a su gran amigo perruno.
- No te preocupes, amigo. Sabes que puedo con esto y más. Es como si yo te diese un hueso de.. no sé. ¿Un dinosaurio? Como aquellos que vimos en Little Garden. ¿A que podrías con él?
Pronto Luka se dió cuenta de que su ejemplo era digno de un niño de cinco años, pero mostró su sonrisa en un nuevo intento por tranquilizar a la mascota del espadachín. Si bien era cierto que la relación del gyojin con los animales no era muy buena, con Tibs era todo lo contrario.
Continuaron su camino subiendo unas escaleras en mal estado, y tras ello acabaron llegando a una zona bastante extraña. Al menos si se tenía en cuenta de dónde venían. Una vez subías las escaleras, era inevitable quedarse perplejo ante aquella lujosa zona, repleta de caras lámparas y suelo de gran calidad -y mayor precio-. El espadachín preguntó al luchador cómo iba todo, y éste le observó, percatándose de cómo estaba alerta, sin siquiera mirarle cuando preguntaba.
-Bueno… no te voy a negar que esto sea incómodo -respondió intentando encogerse de hombros, sin mucho éxito-. Necesito quitarme el aparatito antes de vernos en la situación de pelear. Aunque… ¿Cómo sería recibir un golpe con esto? -se preguntó a la par que ojeaba de reojo al domador- Lento desde luego que sí.
De repente, su mantra detectó una presencia cerca. El tiburón agarró a su compañero, e instó con la mirada a que éste hiciese lo propio con su mascota.
-Entre cien y doscientos metros, noto una presencia en aquella dirección -señaló de nuevo con su nariz hacia donde había una pared-. Pero… no la huelo. ¿Y tú Tibs?
Sí el adorable Muryn detectaba algún olor, seguirían su pista, ya que sería más fiable aún. En caso contrario, se regirían por su mantra. El tiburón tenía la sensación que estaba perdiendo facultades al esforzarse tanto con las esposas, por lo que era más que posible que su olfato ahora fuese mucho menos agudo.
El pez no parecía estar pasando por sus mejores momentos, aunque con su actitud daba a entender que no se encontraba tan incómodo como cabría pensar. ¿Qué clase de bestia tenía por compañero? ¿Cuánto podía pesar aquella cosa? A saber, pero la espalda del gyojin no agradecería en el futuro el esfuerzo que estaba haciendo.
-Como recibir una caricia -bromeó el rubio ante el comentario de Luka. No obstante, la curiosidad nació en él tras pararse un instante a reconsiderar la cuestión. Por un momento deseó que apareciera algún enemigo suicida que sirviese de conejillo de indias para probar la contundencia de semejante golpe.
Entonces, como si algún ser superior hubiese escuchado sus pensamientos y sus deseos, el habitante del mar llamó su atención sobre una presencia cercana. Therax no se molestó en emplear su haki de observación para comprobar la veracidad de lo que le decían. Si el gyojin había sido capaz de detectarlo mientras lidiaba con sus grilletes, debía ser porque el aura de quien fuese era más que perceptible. ¿Qué connotaciones podría tener hecho ese hecho? Muy buenas o muy malas, de eso no cabía duda; sin punto medio.
Respaldando la sugerencia de Luka, el domador se hizo a un lado para que Tib pudiese olfatear mejor lo que sucedía en la dirección indicada. El sabueso marino no había sido capaz de detectar nada, pero el espadachín confiaba mucho más en el olfato de su compañero canino.
El muryn no tardó en proyectar su morro hacia delante, dejando las orejas caer hacia atrás y cerrando los ojos para concentrarse. Therax se dispuso a aguardar unos segundos hasta que el animal se concentrase, mas no fue necesario. No tardó en agazaparse, mostrar los colmillos y erizar hasta el último de sus pelos. ¿Qué era aquello? ¿Miedo? Tal vez. El domador no estaba acostumbrado a ver al cánido manifestar esa actitud. ¿Cuándo había sido la última vez? Probablemente la primera vez que se cruzaron con Micah Illori, aunque no podía asegurarlo.
-¡Bu! -dijo de repente una voz, procedente de un pilar situado a varios metros de distancia-. Tengo que aprender a esconderme mejor -añadió con cierto tono irónico el sujeto, dando un paso hacia delante y mostrándose a sus invitados. La voz grave que nacía de su garganta no se correspondía con su aspecto físico.
Era un individuo que no debía superar el metro sesenta de estatura, escuálido y con una media melena rubia peinada con la raya en el centro. Lucía unas pequeñas gafas de cristales semicirculares, y una sonrisa cínica dejaba ver dos hileras de pequeños y puntiagudos dientes. Pese a las evidentes diferencias, Therax no pudo evitar reparar en la semejanza que su dentadura guardaba con la de Luka.
-¿Y tú eres? -inquirió el domador, tanteando al mismo tiempo de forma disimulada la empuñadura de Yuki-onna.
-Como recibir una caricia -bromeó el rubio ante el comentario de Luka. No obstante, la curiosidad nació en él tras pararse un instante a reconsiderar la cuestión. Por un momento deseó que apareciera algún enemigo suicida que sirviese de conejillo de indias para probar la contundencia de semejante golpe.
Entonces, como si algún ser superior hubiese escuchado sus pensamientos y sus deseos, el habitante del mar llamó su atención sobre una presencia cercana. Therax no se molestó en emplear su haki de observación para comprobar la veracidad de lo que le decían. Si el gyojin había sido capaz de detectarlo mientras lidiaba con sus grilletes, debía ser porque el aura de quien fuese era más que perceptible. ¿Qué connotaciones podría tener hecho ese hecho? Muy buenas o muy malas, de eso no cabía duda; sin punto medio.
Respaldando la sugerencia de Luka, el domador se hizo a un lado para que Tib pudiese olfatear mejor lo que sucedía en la dirección indicada. El sabueso marino no había sido capaz de detectar nada, pero el espadachín confiaba mucho más en el olfato de su compañero canino.
El muryn no tardó en proyectar su morro hacia delante, dejando las orejas caer hacia atrás y cerrando los ojos para concentrarse. Therax se dispuso a aguardar unos segundos hasta que el animal se concentrase, mas no fue necesario. No tardó en agazaparse, mostrar los colmillos y erizar hasta el último de sus pelos. ¿Qué era aquello? ¿Miedo? Tal vez. El domador no estaba acostumbrado a ver al cánido manifestar esa actitud. ¿Cuándo había sido la última vez? Probablemente la primera vez que se cruzaron con Micah Illori, aunque no podía asegurarlo.
-¡Bu! -dijo de repente una voz, procedente de un pilar situado a varios metros de distancia-. Tengo que aprender a esconderme mejor -añadió con cierto tono irónico el sujeto, dando un paso hacia delante y mostrándose a sus invitados. La voz grave que nacía de su garganta no se correspondía con su aspecto físico.
Era un individuo que no debía superar el metro sesenta de estatura, escuálido y con una media melena rubia peinada con la raya en el centro. Lucía unas pequeñas gafas de cristales semicirculares, y una sonrisa cínica dejaba ver dos hileras de pequeños y puntiagudos dientes. Pese a las evidentes diferencias, Therax no pudo evitar reparar en la semejanza que su dentadura guardaba con la de Luka.
-¿Y tú eres? -inquirió el domador, tanteando al mismo tiempo de forma disimulada la empuñadura de Yuki-onna.
Luka Rooney
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Las gotas de sudor empezaban a amontonarse en la frente del habitante del mar. Sus esfuerzos por mantener aquella pesada trampa sobre sus hombros eran tales que ni siquiera podía entablar una conversación sin parar cada cinco o seis segundos, fruto del esfuerzo.
El gyojin observó cómo Tibs reunía todo su esfuerzo y ponía su concentración en intentar detectar lo que él había sentido. Seguro que el muryn, en condiciones normales, era mucho mejor rastreador, e incluso mejor perceptor que el tiburón, pero en las condiciones actuales, lo era aún más. Bastante tenía el bueno de Luka en seguir manteniendo el equilibrio.
De repente, cuando la mascota del espadachín detectó algo y lo señaló con su rostro a la par que erizaba su piel, aquello a lo que habían detectado decidió salir. Era un humano bastante bajo hasta para ser humano. El tiburón creyó que mediría en torno a un metro y medio, quizá ligeramente más. Además, tenía una media melena rubia más propia de una fémina que de él. Y, para más inri, unos dientes puntiagudos que empezaron a sembrar dudas en Luka. ¿Realmente sería un humano? Era demasiado raro.
- Ese tío -comentó el tiburón a la par que se acomodaba por enésima vez las pesadas esposas-, para tí. Yo aún necesito… Algo de fuerza. Además -comentó mientras percibía algo extraño-, no me gusta romper gafas a la gente.
Aquello que había percibido le mantenía aún más alerta. Era una presencia más que notoria sobre alguien cuya fuerza podía equipararse a él mismo. Decidió entonces que ya era hora de mantener las esposas a raya y enfrentarse a quien fuese que estuviera escondiéndose, pero no le dieron a tiempo a hacer nada. No aún.
Con un tremendo salto, un fornido hombre de aproximadamente dos metros saltó hasta ponerse enfrente el gyojin y, tras apoyarse con el puño derecho sobre el suelo, se reincorporó y dejó ver su esbelta figura. No era muy agraciado, sonrió y dejó evidencia de los dientes que le faltaban. Su contundente calva -que brillaba de lo lindo- tenía un logo tatuado que el habitante del mar jamás había visto con anterioridad y, además, su cuerpo mostraba el gran entrenamiento que había realizado. En los puños, el hombre portaba un guante de boxeo en cuya parte superior se veía un puño americano. ¿Qué clase de mezcla era aquella?
- Vaya vaya… Así que vosotros sois los culpables de que nuestro trío ahora sea un dueto… -comentó mientras hacía chocar sus dos puños-. Recibimos un reporte de que alguien había atacado a nuestro compañero en uno de los manglares de nuestra propiedad, y cuál fue nuestra sorpresa al verlo ko. Le prometimos venganza, y eso es lo que haremos. Habéis sido capaces de derrotar a uno de los miembros del trío Scotch. Pero habéis derrotado al más débil, al que sólo tenía cincuenta millones por su cabeza. Y en un duelo de dos contra uno… ¿Qué haréis cuando os enfrentéis, de manera individual, contra dos hombres cuyo precio son cien millones? Ya os respondo yo, perder.
El tiburón pronto se dió cuenta que de quien hablaba el humano era el hombre calvo y gordo. Al que habían apodado como el motorista macarra. Si aquellos eran sus amigos, tendrían que enfrentarlos como hicieron con él, aunque en aquella ocasión, la batalla sería individual.
- Está bien -comentó a la par que hacía brotar cuatro brazos de agua y se esforzaba en endurecerlos al máximo, incluso por encima de lo que jamás había hecho-. Comencemos el juego.
Con los cuatro brazos formados, no tendría por qué preocuparse -o al menos no tanto-, ya que podría seguir portando las esposas y atacar con los acuáticos. O incluso podría intentar atacar con los reales y golpear con aquella mole de peso, pero aquello parecía ser más complejo. Quizá, en lo que atacaba, pudiese recibir cuatro o cinco golpes de un tipo cuya agilidad fuese ligeramente elevada. Aunque el rival que tenía enfrente no parecía sumamente ágil. ¿Lo sería?
Cuando miró hacia su compañero, éste ya estaba concentrado en su rival. Ni siquiera sabía si se habría fijado en que él ahora también tenía otro tipo con quien pegarse.
El hombre de escasa estatura se abalanzó sobre Therax en lo que parecía que iba a ser un golpe con el puño, sin embargo, cuando estaba en el aire, pareció golpear éste con la punta del pié, lo que provocó que se echase hacia atrás, golpeando a la nada y provocando una rápida onda de choque. Quizá mucho más rápida que fuerte. La distancia que separaba al espadachín de aquél extraño hombre no eran maś de tres metros, y la onda de choque era circular, cuyo diámetro rondaba los ochenta centímetros.
El gyojin observó cómo Tibs reunía todo su esfuerzo y ponía su concentración en intentar detectar lo que él había sentido. Seguro que el muryn, en condiciones normales, era mucho mejor rastreador, e incluso mejor perceptor que el tiburón, pero en las condiciones actuales, lo era aún más. Bastante tenía el bueno de Luka en seguir manteniendo el equilibrio.
De repente, cuando la mascota del espadachín detectó algo y lo señaló con su rostro a la par que erizaba su piel, aquello a lo que habían detectado decidió salir. Era un humano bastante bajo hasta para ser humano. El tiburón creyó que mediría en torno a un metro y medio, quizá ligeramente más. Además, tenía una media melena rubia más propia de una fémina que de él. Y, para más inri, unos dientes puntiagudos que empezaron a sembrar dudas en Luka. ¿Realmente sería un humano? Era demasiado raro.
- Ese tío -comentó el tiburón a la par que se acomodaba por enésima vez las pesadas esposas-, para tí. Yo aún necesito… Algo de fuerza. Además -comentó mientras percibía algo extraño-, no me gusta romper gafas a la gente.
Aquello que había percibido le mantenía aún más alerta. Era una presencia más que notoria sobre alguien cuya fuerza podía equipararse a él mismo. Decidió entonces que ya era hora de mantener las esposas a raya y enfrentarse a quien fuese que estuviera escondiéndose, pero no le dieron a tiempo a hacer nada. No aún.
Con un tremendo salto, un fornido hombre de aproximadamente dos metros saltó hasta ponerse enfrente el gyojin y, tras apoyarse con el puño derecho sobre el suelo, se reincorporó y dejó ver su esbelta figura. No era muy agraciado, sonrió y dejó evidencia de los dientes que le faltaban. Su contundente calva -que brillaba de lo lindo- tenía un logo tatuado que el habitante del mar jamás había visto con anterioridad y, además, su cuerpo mostraba el gran entrenamiento que había realizado. En los puños, el hombre portaba un guante de boxeo en cuya parte superior se veía un puño americano. ¿Qué clase de mezcla era aquella?
- Vaya vaya… Así que vosotros sois los culpables de que nuestro trío ahora sea un dueto… -comentó mientras hacía chocar sus dos puños-. Recibimos un reporte de que alguien había atacado a nuestro compañero en uno de los manglares de nuestra propiedad, y cuál fue nuestra sorpresa al verlo ko. Le prometimos venganza, y eso es lo que haremos. Habéis sido capaces de derrotar a uno de los miembros del trío Scotch. Pero habéis derrotado al más débil, al que sólo tenía cincuenta millones por su cabeza. Y en un duelo de dos contra uno… ¿Qué haréis cuando os enfrentéis, de manera individual, contra dos hombres cuyo precio son cien millones? Ya os respondo yo, perder.
El tiburón pronto se dió cuenta que de quien hablaba el humano era el hombre calvo y gordo. Al que habían apodado como el motorista macarra. Si aquellos eran sus amigos, tendrían que enfrentarlos como hicieron con él, aunque en aquella ocasión, la batalla sería individual.
- Está bien -comentó a la par que hacía brotar cuatro brazos de agua y se esforzaba en endurecerlos al máximo, incluso por encima de lo que jamás había hecho-. Comencemos el juego.
Con los cuatro brazos formados, no tendría por qué preocuparse -o al menos no tanto-, ya que podría seguir portando las esposas y atacar con los acuáticos. O incluso podría intentar atacar con los reales y golpear con aquella mole de peso, pero aquello parecía ser más complejo. Quizá, en lo que atacaba, pudiese recibir cuatro o cinco golpes de un tipo cuya agilidad fuese ligeramente elevada. Aunque el rival que tenía enfrente no parecía sumamente ágil. ¿Lo sería?
Cuando miró hacia su compañero, éste ya estaba concentrado en su rival. Ni siquiera sabía si se habría fijado en que él ahora también tenía otro tipo con quien pegarse.
El hombre de escasa estatura se abalanzó sobre Therax en lo que parecía que iba a ser un golpe con el puño, sin embargo, cuando estaba en el aire, pareció golpear éste con la punta del pié, lo que provocó que se echase hacia atrás, golpeando a la nada y provocando una rápida onda de choque. Quizá mucho más rápida que fuerte. La distancia que separaba al espadachín de aquél extraño hombre no eran maś de tres metros, y la onda de choque era circular, cuyo diámetro rondaba los ochenta centímetros.
Therax no podía apartar la vista del tipo que acababa de aparecer. Parecía tan indefenso que la posibilidad de que realmente lo fuese ni siquiera se asomó a la mente del espadachín. Sin embargo, lo más inquietante sin duda alguna eran sus dientes. Analizaba su figura, su actitud corporal y los escasos movimientos que hacía con cuidado, pero su atención siempre terminaba en esa tétrica boca que tan mala espina le daba.
-Me lo imaginaba -dijo el domador en voz baja en respuesta al comentario de su compañero. Lo cierto era que no hubiera permitido que Luka se enfrentase a aquel tipo, no después de la curiosidad que había despertado en él. ¿Qué trucos escondería bajo la manga? No tenía la menor idea, pero estaba deseoso por comprobarlo.
Sin embargo, el inicio del enfrentamiento tendría que esperar. Sin previo aviso, otro tipo más emergió de a saber dónde para aterrizar a unos metros del hombre-pez. Su complexión era radicalmente diferente a la de su compañero, condición que el rubio no tardó demasiado en deducir. ¿Qué otra relación podrían guardar en una situación como aquélla? Existían otras posibilidades, sí, pero eran mucho menos probables.
El domador centró en él su atención durante unos instantes, asegurándose de que el de la media melena no desapareciese por completo de su visión. No se fiaba en absoluto de él. Al contrario que el primero que había aparecido, el nuevo invitado se mostró mucho más dispuesto a comunicarse y brindarles algo de información acerca de lo que sucedía allí. Hablaba por los dos, de eso no cabía duda, pero la utilidad de su mensaje se podía reducir en "trío" y "recompensa considerable por sus cabezas". No eran las más altas de cuantas se podían encontrar por ahí, de acuerdo, pero tampoco eran para nada despreciables. De hecho, las cabezas de los sujetos que había frente a él valían más que la suya. ¿Cómo demonios podía tolerar eso?
Por algún extraño motivo, una sensación de ira comenzó a apoderarse de él, como si un hecho tan nimio y relativo como aquél realmente significase algo. Hizo un esfuerzo y centró por completo su atención en el de los dientes puntiagudos. No le había dicho nada a Luka, pero dio por hecho que el gyojin sabría que le tocaba enfrentarse al último desconocido.
"Sonrisitas" -mote que Therax le había puesto a su oponente de forma casi inconsciente- no tardó en comenzar a moverse. Al parecer, su primer ataque iba a consistir en un puñetazo normal y corriente. ¿Acaso quería comenzar midiendo su potencial? De ser así le recibiría con una buena sorpresa. Desenvainó sus espadas, preparado para emplear sus guardias para frenar la mano, pero el escuálido hombre cambió de opinión.
Tras hacer un rápido movimiento, golpeó el aire con el pie y dejó de avanzar. Un poco agradable sonido se expandió por las cercanías, avisando al rubio de lo que estaba por venir. Lo cierto era que la última maniobra le había cogido por sorpresa y no tenía tiempo de esquivar, así que cruzó sus espadas frente a él para proteger su cuerpo, semiflexionó las rodillas y tensó hasta el último músculo para recibir el impacto.
Y así fue. La onda fue amortiguada en parte, pero golpeó su abdomen y le desplazó algunos metros hacia atrás, provocando que apretara los dientes para no emitir ningún sonido. No pensaba mostrar semejante gesto de debilidad ante la primera ofensiva de su adversario, más aún cuando había sido poco más que un tanteo.
«Una y no más», se dijo, prometiéndose que estaría más atento y colocándose en posición ofensiva. Corrió en dirección a su oponente, trazando en el proceso dos cortes verticales y uno horizontal. Ninguno iba dirigido a su siniestro enemigo, pero dibujaban un marco en torno a él que pretendía limitar su movilidad. Si todo salía bien, cuando estuviese lo suficientemente cerca como para encadenar la serie de cortes que tenía en mente -dirigidos a hombros y rodillas principalmente, para acabar con sendos tajos en cruz a la altura de su pecho-, no podría saltar ni desplazarse hacia los lados.
-Me lo imaginaba -dijo el domador en voz baja en respuesta al comentario de su compañero. Lo cierto era que no hubiera permitido que Luka se enfrentase a aquel tipo, no después de la curiosidad que había despertado en él. ¿Qué trucos escondería bajo la manga? No tenía la menor idea, pero estaba deseoso por comprobarlo.
Sin embargo, el inicio del enfrentamiento tendría que esperar. Sin previo aviso, otro tipo más emergió de a saber dónde para aterrizar a unos metros del hombre-pez. Su complexión era radicalmente diferente a la de su compañero, condición que el rubio no tardó demasiado en deducir. ¿Qué otra relación podrían guardar en una situación como aquélla? Existían otras posibilidades, sí, pero eran mucho menos probables.
El domador centró en él su atención durante unos instantes, asegurándose de que el de la media melena no desapareciese por completo de su visión. No se fiaba en absoluto de él. Al contrario que el primero que había aparecido, el nuevo invitado se mostró mucho más dispuesto a comunicarse y brindarles algo de información acerca de lo que sucedía allí. Hablaba por los dos, de eso no cabía duda, pero la utilidad de su mensaje se podía reducir en "trío" y "recompensa considerable por sus cabezas". No eran las más altas de cuantas se podían encontrar por ahí, de acuerdo, pero tampoco eran para nada despreciables. De hecho, las cabezas de los sujetos que había frente a él valían más que la suya. ¿Cómo demonios podía tolerar eso?
Por algún extraño motivo, una sensación de ira comenzó a apoderarse de él, como si un hecho tan nimio y relativo como aquél realmente significase algo. Hizo un esfuerzo y centró por completo su atención en el de los dientes puntiagudos. No le había dicho nada a Luka, pero dio por hecho que el gyojin sabría que le tocaba enfrentarse al último desconocido.
"Sonrisitas" -mote que Therax le había puesto a su oponente de forma casi inconsciente- no tardó en comenzar a moverse. Al parecer, su primer ataque iba a consistir en un puñetazo normal y corriente. ¿Acaso quería comenzar midiendo su potencial? De ser así le recibiría con una buena sorpresa. Desenvainó sus espadas, preparado para emplear sus guardias para frenar la mano, pero el escuálido hombre cambió de opinión.
Tras hacer un rápido movimiento, golpeó el aire con el pie y dejó de avanzar. Un poco agradable sonido se expandió por las cercanías, avisando al rubio de lo que estaba por venir. Lo cierto era que la última maniobra le había cogido por sorpresa y no tenía tiempo de esquivar, así que cruzó sus espadas frente a él para proteger su cuerpo, semiflexionó las rodillas y tensó hasta el último músculo para recibir el impacto.
Y así fue. La onda fue amortiguada en parte, pero golpeó su abdomen y le desplazó algunos metros hacia atrás, provocando que apretara los dientes para no emitir ningún sonido. No pensaba mostrar semejante gesto de debilidad ante la primera ofensiva de su adversario, más aún cuando había sido poco más que un tanteo.
«Una y no más», se dijo, prometiéndose que estaría más atento y colocándose en posición ofensiva. Corrió en dirección a su oponente, trazando en el proceso dos cortes verticales y uno horizontal. Ninguno iba dirigido a su siniestro enemigo, pero dibujaban un marco en torno a él que pretendía limitar su movilidad. Si todo salía bien, cuando estuviese lo suficientemente cerca como para encadenar la serie de cortes que tenía en mente -dirigidos a hombros y rodillas principalmente, para acabar con sendos tajos en cruz a la altura de su pecho-, no podría saltar ni desplazarse hacia los lados.
- Puñitos:
- Antes de moverse frota sus guantes, haciendo que los pinchos que adornan el final rocen entre ellos y que surjan unas chispas violáceas de tamaño considerable, las cuales desaparecen tras contactar con el suelo a unos cinco metros de distancia. Te mira, sonríe, y salta hacia ti con una velocidad más propia de un leopardo que de un humano. Va con el puño izquierdo en alto y la rodilla derecha adelantada, y conforme cubre la distancia que os separa una cantidad mucho mayor de electricidad envuelve su mano. Proyecta el puño hacia delante, directamente hacia tu torso y, aparentemente, sin preocuparse por qué obstáculo pueda encontrar en su camino. Su cara muestra una sonrisa de satisfacción que refleja lo seguro que está de la potencia de su ataque.
-Bienvenidos -dice cuando está lo suficientemente cerca de ti como para que puedas escucharle.
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- Sonrisitas:
El tipo sonríe -o lo deduces, porque te enseña los colmillos y no parece ser de manera amenazante- ante el golpe que acabas de recibir y pronto se pone en posición defensiva. Si te fijas, puedes ver que sus puños también son distintos a los de un humano normal. Definitivamente, aquél hombre es, o un ser amorfo, o de otra raza.
El puño derecho tiene cuatro dedos (falta el meñique), mientras que en el izquierdo parece que todos los dedos tienen la misma longitud.
Cuando te diriges hacia él y lanzas los primeros cortes, intentando restar su movilidad, observas cómo apenas se mueve, y empieza a ser presa de tus golpes. O eso crees.
Cuando lanzas la segunda serie de cortes, el pequeño humano deja clavados sus pies de alguna extraña forma sobre el suelo y mueve únicamente su torso. Notas cómo en algunos golpes dañas a tu rival, pero parece que ha evadido la mayoría. Finalmente, cuando lanzas el tajo en forma de X, tu rival agarra con una ágil acción la muñeca derecha, parando de golpe tu estocada, sin embargo, logras hacer un tajo de tres centímetros de profundidad sobre el pecho de “sonrisitas” con tu siniestra. Si observas detenidamente, ves como tu rival tiene algún chorretón de sangre a la altura del hombro y la rodilla, fruto de tus primeros golpes.
Sin embargo, probablemente debas fijarte más en tu muñeca derecha, la cual tu rival sujeta con su negruzca mano y, de un fuerte tirón, la acerca a su boca con la firme intención de dar un potente mordisco. Probablemente, antes de recibir el mordisco -si lo recibes-, la boca tu estómago sea golpeada de manera contundente por su rodilla. O esa es su intención.
La mirada de aquél tipo denotaba confianza. Una confianza, que por otra parte, no era del todo buena para el bueno de Luka. Cuando su rival chocó los puños y de estos salieron unas chispas moradas, el tiburón se preocupó. Durante sus innumerables viajes y peleas, había observado que la electricidad podía ser un poderoso enemigo. Era capaz de potenciar golpes, de dar cargas que dejaran inconscientes a rivales… Y, sobre todo, el agua conducía la electricidad, por lo que en su cuerpo sería aún más mortal.
Su pulsera izquierda empezó a comunicarse con él a través de una intensa calor característica en ella. Aquello siempre le indicaba al habitante del mar que estaba preparada para desprender su energía en él. Pero aún no era el momento. Aún era demasiado pronto.
Empleó todas sus fuerzas y concentración en las esposas que tenía y, manteniéndolas alzadas, observó cómo su rival con una asombrosa agilidad se lanzaba hacia él. Durante el trayecto no ocultó sus intenciones, alzando el puño izquierdo e impulsándose con la pierna contraria. Sin embargo, lo que más preocupaba al gyojin era sin duda la electricidad. Ni siquiera reparó en si sería zurdo, ambidiestro, o pretendía atacar primero con su costado más débil. Simplemente pensó en cómo frenar aquella dosis de electricidad y que no llegase a su cuerpo.
Cuando estaba lo suficientemente cerca, el habitante del mar haría acopio de todas las fuerzas que tuviese y, recubriendo sus manos de haki, posicionaría éstas -con la dificultad que las esposas le daban- entre el ataque y él, intentando que, de alguna manera, la electricidad interfiriera en el avanzado sistema del aparato que le mermaba tanto.
Además, sus brazos acuáticos, que a cada momento se veían más fuertes fruto del intenso esfuerzo por parte del tiburón, intentarían agarrar a su rival tras el golpe, procurando tras ello dar una potente patada en el costado de su rival y desplazarlo lateralmente.
Si así ocurría, el gyojin intentaría no caer al suelo fruto de la inercia, puesto que si eso ocurría, tendría grandes dificultades para levantarse con tanto peso en las pulseras. Por otro lado, ¿funcionaría su plan de interferir en el mecanismo de las esposas mediante una dosis de electricidad? Solo había que darle tiempo.
- Gracias -comentaría el tiburón ante el comentario que le daba la bienvenida-, pero tendré que poner una queja por su atención. No han sido demasiado amables.
- Cosillas:
Carga de pulsera: 1 turno.
- Puñitos:
- Puede notar cómo tu particular pulsera vibra al recibir el impacto, incluso se agrieta por diferentes lugares. A tu espalda el suelo se resquebraja a consecuencia de la energía que transmite el golpe. ¿De qué demonios están hecho esos grilletes? A saber, pero asegúrate de seguir teniéndolos a mano si planeas recibir otro puñetazo de tu amigo.
Por otro lado, tu maniobra surte efecto y apartas a Puñitos, que modifica su trayectoria en el aire para caer sobre una de sus rodillas mientras usa la mano contraria para frenarse. Las chispas comienzan a brotar de él de nuevo cuando se pone en pie y, en cuanto a tus esposas, parecen no saber muy bien qué hacer. Me explico, la electricidad debe haber vuelto loco algún mecanismo extraño, porque su peso cambia en intervalos de tiempo que, al menos en un primer momento, parecen completamente aleatorios (de repente pesa mucho y, como si nada, pasan a pesar poco menos que el papel).
-Damos un trato muy cercano, por si no te has dado cuenta -responde, empleando un tono más irónico que el tuyo si cabe.
Entonces, mientras la electricidad comienza a crecer de nuevo a partir de su cuerpo, vuelve a la carga. Esta vez no lo hace del mismo modo que antes, sino que encadena una serie de puñetazos a una velocidad mucho más rápida que la empleada anteriormente (cada golpe va a la velocidad del Soru).Trata de impactar en tu cara en par de ocasiones, así como tus costados y tu abdomen en una secuencia de golpes que, pese a no ser realmente larga, puede que se te haga eterna.
Preguntas de esa índole se agolpaban en su mente mientras sus espadas hendían el aire y, en ocasiones, laceraban la piel de Sonrisitas. El espadachín era consciente de que no eran heridas de envergadura, pues la resistencia que vencían sus espadas cuando le alcanzaban eran casi nulas. Entonces, haciendo gala de una agilidad fuera del alcance de la mayoría de los mortales, el tipo logró aferrar una de sus muñecas.
La satisfacción por el corte realizado con la mano libre se mezcló con la rabia que le producía haberse dejado atrapar. Pero no, nadie iba a cogerle de la mano como quien riñe a un niño pequeño. Un gruñido precedió a la aparición de un intenso fuego celeste que recubrió todo su cuerpo justo cuando el tipo pretendía morderle la mano. De hacerlo, seguramente sería el bocado menos apetecible que hubiera probado en su vida.
Sin embargo, no pudo hacer nada contra el rodillazo que el de los dientes afilados lanzó en dirección a su abdomen. Aún cubierto del fuego azul, el domador flexionó unos centímetros su torso en busca de la respiración perdida al tiempo que lanzaba una estocada en dirección al costado derecho. Debía lograr que se alejase de él, lo que esperaba que sucediese. ¿Quién se quedaría quieto mientras se quemaba la boca y le perforaban el hígado? Nadie, o eso creía él.
No tardó en recuperar la compostura, y unos instantes después se encontraba de nuevo erguido y preparado para lo que estuviese por venir. ¿Cómo debía hacer frente a aquel sujeto? Algo le decía que el secreto estaba en las capacidades que le confería "H", que aquélla era la ocasión indicada para alcanzar el siguiente nivel en la relación que tenía con el ancestral águila.
-¡Ánimo, chico! -exclamó en su interior la grave voz del espíritu de su fruta.
El domador no sabía qué debía hacer, pero algo rugía en su interior cuando comenzó a moverse de nuevo. Permanecía envuelto en las llamas celestes que había generado, pero buena parte de su atención no se encontraba en ellas. Movido por un instinto primitivo, viejo y sabio como sólo el ave podía ser, comenzó a hacer circular el aire a su alrededor. No sabía por qué lo hacía, pero algo profundo y visceral le indicaba que continuase. No pudo evitar notar la semejanza con la experiencia vivida en Murynos tiempo atrás, donde eran sus propios antecesores quienes habían guiado sus pasos. ¿Quién o qué sería en esa ocasión? No tenía la menor idea, pero estaba seguro de que debía dejarse llevar.
Con el viento danzando en las cercanía de forma casi anárquica, se abalanzó sobre Sonrisitas con la mayor parte del fuego azul acumulada en las hojas de Byakko y Yuki-onna. De nuevo encadenó una serie de cortes: dos buscando su hombro derecho, un tercero con intención de seccionar horizontalmente su abdomen y otros dos en vertical que pretendían abrir sendas heridas en su pecho.
De cada tajo se desprendía cierta cantidad de fuego, que se proyectaba en la dirección del corte y cubría algo más de distancia. Si pretendía seguir esquivando sus estocadas al milímetro, las consecuencias no serían nada agradables para él.
- Cosa:
- Infierno celeste: Therax produce unas llamas de un gélido color celeste que envuelven tanto su cuerpo como sus armas (incluye las ondas cortantes que salgan despedidas de éstas). Se encuentran a una temperatura de -50ºC hasta el nivel 50, y a partir de aquí descienden 10ºC cada 25 niveles. Dichas llamas no sólo aparecen en torno al cuerpo del espadachín, sino que pueden ser producidas alrededor de éste y ser empleadas como cualquier técnica de “canalización exterior” (el radio que abarcarán en este caso será de 10 metros + otros 10 por cada 10 niveles). Podrá mantener esta técnica durante 2 turnos hasta nivel 50, y a partir de aquí se sumará un turno cada 25 niveles. Tiene un tiempo de recarga de 2 posts.
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- Sonrisitas:
El tipo cuyos dientes parecen salidos de una película de terror se da cuenta algo tarde de tu fuego y, aunque consigue apartar la cara antes de dar un mordisco, acaba recibiendo quemaduras debido al hielo en la mano derecha y parte del mismo costado. Pese a ello parece contento por el resultado de su primera ofensiva.
Cuando lanzas la estocada, tu rival da un salto hacia atrás pegando un tirón de tu espada, aunque por alguna razón, el tirón no es muy potente.
Desde la lejanía puedes observar la herida del amorfo humano, que se la palpa con una peculiar sonrisa. Tras ello, se lleva la mano al corte y huele su propia sangre. Sin duda ese tipo es bastante raro.
- Nada mal -te parece escuchar, puesto que no vocaliza demasiado en esta ocasión-. Nada, nada mal.
Cuando te abalanzas sobre él, éste parece esperarte y, justo antes de enlazar tu primer tajo, observas cómo todo su cuerpo está recubierto de una película negruzca. Sin embargo, ésta ocupa su cuerpo lentamente, por lo que cuando das el primer tajo notas cómo perforas su piel. Y cuando das el segundo, observas cómo su hombro cae sobre el suelo de una forma tan limpia que no puedes evitar pensar que ha sido uno de los mejores cortes de tu vida. Pero entonces, cuando realizas un intento de corte sobre su abdomen notas como tu espada es repelida. Tienes la sensación de haber golpeado un trozo de metal con una espada de madera. Y lo mismo pasa con los otros dos tajos. Justo cuando el segundo golpea a tu rival, éste parece actuar.
- A ver si puedes parar esto... -comenta con el rostro desencajado, quizá consciente de lo que acaba de arriesgar en este golpe.
Y en ese preciso momento, su mano izquierda agarra tu estómago, y pronto notas una cantidad brutal de energía cercana a esa zona. El tipo ha usado un dial mejorado, cuyo poder de destrucción sería suficiente para tumbar a casi cualquiera si es recibido a bocajarro (Equivalente a un golpe de tier 10 de fuerza). Tras el golpe, el tipo sale despedido un par de metros, y su mano sufre más quemaduras debido a tocarte mientras tu fuego azul enfriaba la zona. Además, su movilidad en dicha mano estará bastante limitada durante un pequeño periodo de tiempo.
El tipo te ojea una vez se levanta con bastante curiosidad. Espera que el combate se haya puesto de su lado, aunque quizá se equivoque.- Daños de sonrisitas:
Daño grave: Amputación de brazo derecho.
Daños medios: Mano izquierda con quemaduras e inutilizada durante un post.
Daños leves: Cortes poco profundos a la altura del estómago. También tiene pequeñas quemaduras en el costado derecho.
La sensación al recibir el golpe había sido brutal para el tiburón. Pese a que no recibió grandes daños más allá de un fuerte dolor en las muñecas fruto del forcejeo con las esposas, notó la fuerza de aquél tipo, que parecía colosal. Incluso agrietó el suelo en un instante, sin duda su fuerza era increíble. Y peligrosa, sobre todo peligrosa.
Pero el habitante del mar pareció alegrarse. La pena es que dicha alegría duró menos de un segundo. El contundente golpe había causado que la pulsera se agrietase, y la electricidad empleada que funcionase con anomalías. El peso oscilaba de manera aleatoria, a momentos pesaba pocos kilos como era tan pesado como una ballena.
Lo bueno es que en teoría, no puede pesar más de lo que lo hacía antes. Pensó el tiburón, teniendo en cuenta lo que el tipo que se la había puesto dijo. “Te he puesto la máxima cantidad de peso que las esposas pueden establecer”.
De repente, al tiburón se le ocurrió algo. Puede que no sea tan malo que se haya estropeado la pulsera, pensó a la par que sonreía. Mas la sonrisa no le duró mucho, puesto que su enemigo se lanzó hacia él lanzando una serie de golpes mucho más ágiles de lo que cabría esperar en él. Puede que, después de todo, no fuese únicamente una mole, sino que también tuviese una agilidad admirable. Todo se complicaba para el bueno de Luka.
El tiburón estiró sus brazos acuáticos y los movilizó de tal manera que intentó frenar la mayoría de golpes. Si bien la agilidad del hombre era mayor que la del gyojin, éste empezó a mover los brazos acuáticos -ya recubiertos de haki- de forma aleatoria, cuya única intención era frenar la mayor cantidad de golpes posibles. Había notado una mayor dureza en ellos, y había llegado el punto en el que creía que podía mantener dicha dureza. Pese a estar defendiéndose de manera tan aleatoria, el plan del tiburón pasaba por centrar su atención en el peso de las esposas. Cuando éstas fueran ligeras, las alzaría y realizaría la mayor cantidad de golpes posibles de manera descendente hacia su rival. Con suerte, en mitad de uno de los golpes éstas adquirirían un peso elevado y golpearían con mayor contundencia. Aunque cabía la posibilidad de que eso no sucediese pronto.
Durante la acometida de su su rival notó como su muñeca seguía ardiendo, y empezó a pensar seriamente si debía liberar toda esa energía en un golpe, aunque aún no fuese el momento idóneo. Pero no, debía esperar aún. Ese golpe le debilitaría tanto que quizá no pudiera combatir ni al sesenta por ciento de sus capacidades, por lo que tendría que reservarlo para el último momento.
- Cosas:
Carga pulsera: 2 turnos.
- Puñitos:
- Interceptas algunos golpes, sí, y como Puñitos no parece estar empleando Haki, tus brazos acuáticos los aguantan sin problemas. No obstante, no puedes seguir su ritmo. Él lo sabe, y por eso no desfallece. Te libras de que te zurre en la cara, pero consigue golpear tu costado una vez y tu abdomen dos. Nada mal, ¿no te parece?
No obstante, parte de la electricidad que acompaña a sus golpes se transmite a tu cuerpo en cada contacto, sobre todo en los que no consigues interceptar. En consecuencia, tienes una molesta sensación en el costado y el abdomen. De vez en cuando notas contracciones involuntarias en la musculatura de la zona. Son dolorosas, pero nada que un chicarrón del norte como tú no pueda soportar. La parte más negativa es que esas contracciones provocan en ti pequeños movimientos involuntarios con los que tendrás que lidiar un rato.
En cuanto a tu ofensiva, Puñitos no parece entender cómo mueves las esposas con esa facilidad. Tal vez no haya tenido en cuenta las posibles consecuencias de su ataque. Bloquea los primeros golpes sin mayores dificultades, desplazando una pierna hacia atrás para tener un punto de apoyo. No obstante, en una de los múltiples ataques tus grilletes tienen a bien recuperar su peso máximo.
Puedes comprobar cómo tu oponente, literalmente, se hunde varios centímetros en el suelo al intentar parar el golpe. Imagino que no esperaba tanto peso de repente. No obstante, unas chispas violáceas por debajo de tu posición te informan de que no se va a rendir tan fácilmente. Éstas crecen a una velocidad y con un vigor que no has visto hasta ahora, terminando por diseminarse en forma de una onda expansiva capaz de destruir por completo un buque de la Marina en caso de nacer en su interior.
Cuando vuelvas a ser consciente de lo que hay a tu alrededor, sea antes o después, verás que Puñitos ha cambiado un poco. Su brazo izquierdo cuelga a un lado, aparentemente inútil. Te informo de que, aunque no puedas apreciarlo, le has dejado la espalda un tanto destrozada al recibir tanto peso de improviso.
Sin embargo, lo más llamativo es que parece una auténtica tormenta eléctrica humana. No cesa de vomitar rayos en todas direcciones, similares a los que produjo antes de liberar la onda expansiva. Además, sus ojos brillan con el color violáceo de sus chispas y no puedes distinguir iris ni pupila. Está enfadado, y mucho.
Entonces se lanza hacia ti a una velocidad de la que no ha hecho gala hasta el momento y, curiosamente, lanza una rodilla hacia tu barriga antes de intentar golpear con su brazo sano tu rostro. Destellos morados alumbran sus movimientos, apareciendo rayos de este color que parecen acompañar cada gesto que hace. Tal vez sea buena idea protegerte de ellos también, aunque el característico color negro que luce su guante tampoco te permite perderlo de vista.
«¿Nada mal? Entonces esto te va a encantar», pensó mientras reanudaba su ofensiva. Y así fue, su brazo cayó al suelo con un golpe sordo al ser cortado por el espadachín. En cierto modo se alegró, pero una duda se instauró en su mente en el intervalo entre ese corte y el siguiente. ¿Por qué ni siquiera había hecho el intento de zafarse de su ataque? ¿Cuál era la causa de que no hubiera reaccionado de ningún modo? Lo que experimentó a continuación le dio la respuesta a sus preguntas; Byakko y Yuki-onna comenzaron a rebotar en el cuerpo del sujeto. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Haki de armadura?
Las llamas azuladas continuaban danzando en torno al cuerpo del domador cuando fijó su mirada en la de su oponente. ¿Tampoco ellas eran capaces de superar la barrera negruzca que había establecido el de los dientes puntiagudos? Aquello era muy raro, pero tal vez el fuego celeste hubiera agotado toda la utilidad que podría tener en aquel combate.
Entonces, algo similar a un destello en su mente le devolvió a la realidad. Apenas fue capaz de distinguir un movimiento que aún no se había producido, una mano que aferraba su abdomen sin que él pudiera hacer nada. Sucedió en apenas una fracción de segundo, en ausencia completa de margen de maniobra que le permitiera evitar el impacto. Si era inviable zafarse de él, ¿qué podía hacer? La solución era evidente; mitigarlo en la medida de lo posible.
La extremidad de Sonrisitas contactó con su abdomen, atravesando el fuego celeste que aún envolvía al espadachín. Cuando lo hizo encontró un cuerpo absolutamente inmóvil, que no hacía el menor intento por apartarse. En lugar de eso, chispas de color azulado brotaban por doquier, estableciendo una estructura similar a una coraza fluctuante en torno a la anatomía del rubio.
Y llegó el impacto. Fue descomunal, tanto que, mientras se desplazaba por el aire, Therax fue incapaz de recordar un golpe que le hubiera dolido del modo que lo hacía aquél. No pudo evitar que un grito desgarrador naciese de su garganta, provocando que sus cuerdas vocales ardieran andes de impactar contra... ¿Con qué había chocado? No lo sabía, pero tampoco le importaba. Le preocupaba más el crujido que había podido percibir en su espalda, así como el dolor que se había instaurado en la zona.
Se tomó unos segundos para levantarse, confiando en que la nube de polvo que se había alzado a su alrededor disuadiese al de la sonrisa macabra de continuar con su ofensiva. El manto eléctrico que le cubría fue desapareciendo conforme se movía, no así el vendaval que había comenzado anteriormente y que no había disminuido en ningún momento. En vez de eso, su potencia y velocidad había aumentando, generando un característico silbido que colmaba los oídos de los presentes y mecía cualquier objeto que no se encontrase fijo.
Poco a poco la corriente de viento dejaba de ser anárquica, esbozando una suerte de círculo en torno a los contendientes. Por su parte, "H" no obsequiaba al rubio con ningún consejo. Lo que le estaba sucediendo era algo mucho más instintivo y primitivo, fruto de la naturaleza del propio ave más que de la experiencia que había adquirido con el paso del tiempo.
-Sigue a lo tuyo y déjalo fluir -se limitó a decir el águila.
Y así lo hizo el espadachín. Con una mano sobre el abdomen y aferrándose la herida, terminó de incorporarse y contempló el rostro de su oponente. Tal vez debiese aumentar la intensidad del combate. Su pensamiento fue seguido por la aparición de un manto azulado en torno a su cuerpo, que en su espalda se consolidaba para formar dos amplias alas de las mismas características.
Un hilo de sangre resbaló por la comisura de sus labios, sincronizándose con una intensa punzada que castigó su abdomen antes de que el domador se forzase a comenzar a moverse de nuevo. No podía permitirse recibir otro golpe como ése, pues no estaba seguro de si podría volver a levantarse.
Las hojas de Byakko y Yuki-onna adquirieron un color oscuro con el que el domador pretendía contrarrestar la película negra que había pasado a cubrir el cuerpo de Sonrisitas. El rubio alzó ambas espadas, reuniendo fuerzas para, a continuación, realizar sendos trazos oblicuos. Del lugar donde el acero había hendido el aire brotaron dos ondas cortantes, paralelas y diagonales, que avanzaron a gran velocidad hacia el enemigo.
Pero aquél no era su ataque. El espadachín se precipitó hacia su oponente sin esperar a comprobar qué ocurría con su primera tentativa, encadenando una serie de cortes en dirección a sus articulaciones. Al finalizar, el fuego celeste que quedaba terminó de consumirse, dejando completamente al descubierto el cuerpo de quien lo había generado.
- Cosas:
- Infierno celeste: Therax produce unas llamas de un gélido color celeste que envuelven tanto su cuerpo como sus armas (incluye las ondas cortantes que salgan despedidas de éstas). Se encuentran a una temperatura de -50ºC hasta el nivel 50, y a partir de aquí descienden 10ºC cada 25 niveles. Dichas llamas no sólo aparecen en torno al cuerpo del espadachín, sino que pueden ser producidas alrededor de éste y ser empleadas como cualquier técnica de “canalización exterior” (el radio que abarcarán en este caso será de 10 metros + otros 10 por cada 10 niveles). Podrá mantener esta técnica durante 2 turnos hasta nivel 50, y a partir de aquí se sumará un turno cada 25 niveles. Tiene un tiempo de recarga de 2 posts.
Armadura estática: Therax acumula una gran cantidad de energía eléctrica en torno a su cuerpo. Mientras permanezca quieto podrá mantenerla durante 2 turnos, en los cuales su resistencia se verá aumentada un +200%. Necesita una recarga de 2 posts.
Lluvia afilada: durante 2 turnos, las ondas cortantes que lanza Therax viajan a una velocidad de 20 m/s. Necesita otros 2 turnos para volver a emplear esta técnica.
Filo distante - Nivel III: de forma pasiva, Therax es capaz de dotar a sus ondas cortantes de diferentes formas no muy complejas (zig-zag, espiral, etc). De forma activa, durante 2 turnos las ondas que lance adquirirán un poder de destrucción de +300% con una recarga de uso de otros 2 posts.
Yuki-onna: tercer turno de absorción, que se me había olvidado.
Haki de armadura: Armamento - Tier 7.
Haki de observación: Visión y Empatía - Tier 7.- Stats:
- Reflejos - Tier 8: sería capaz de atrapar un halcón peregrino si pasase junto a él. Su coordinación ojo-mano es tal que nunca pierde al “dónde está la bolita”. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Poder de destrucción - Tier 8: puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente. [x4 pasivo]
Agilidad - Tier 5: su cuerpo parece que fluye, siendo capaz de evitar ataques ordinarios con facilidad. [x4 pasivo]
Velocidad - Tier 3: podría ganar en carrera a un elefante. Aunque creas que no, esos bichos corren que se las pelan. [x3 pasivo]
Resistencia - Tier 4: podría ser atropellado por un coche en la autopista con apenas daños. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Sonrisitas:
Recibes el impacto en todo el abdomen. A pesar de haber frenado el golpe como buenamente has podido, acabas sintiendo la zona resentida y empiezas a tener dolores internos. Aunque de momento te manejas más o menos bien, el dolor irá siendo cada vez más fuerte. Te tomas unos segundos cuando te levantas y notas que, aparentemente, no ha habido derrame interno, aunque no lo sabes a ciencia cierta.
El tipo al que te enfrentas sigue quieto en la zona en la cual te golpeó, aunque a diferencia de antes, ahora está recubierto en su totalidad de una película negra que ha envuelto a su ser, e incluso parece haber cubierto la zona en la que recibió el limpio corte y donde, en teoría, debería estar su brazo. Pero no lo está. Te sentirás agusto habiendo dejado manco a un pobre hombre cuyo físico ya dejaba que desear. Ahora deberá apelar a su ya de por sí escasa técnica para ligar, la cual, seguramente, le de tan malos resultados como la pelea que está teniendo en ese instante.
El hombre sigue tan inmóvil que por un momento puedes llegar a pensar que ha muerto. Pero lejos de esa opción, cuando te lanzas al ataque, el hombre ladea ligeramente la cabeza para observarte. Parece o bien que está optimizando al máximo sus esfuerzos o que es verdaderamente lento.
Cuando lanzas las ondas cortantes, sonrisitas decide moverse, y lo hace justo cuando están a punto de rozarle. Tan justo, que acaba por recibir una en el costado. El corte es leve, pero le servirá para no actuar tan tarde.
Cuando llegas hasta su ubicación y lanzas los tajos observas cómo el primero da de lleno en lo que debería ser su hombro, sin embargo, tras ello tu oponente desaparece. Si usas mantra te darás cuenta que la presencia sigue ahí. Pero el resto de golpes no impactan, por lo que quizá puedas descartar que se haya vuelto invisible. Tampoco te parece que se esté moviendo. ¿Dónde se habrá metido?
Tras cuatro o cinco segundos, el tipo sale a una velocidad estratosférica hacia tí, con la intención de darte un contundente cabezazo. Por lo visto, su tamaño había menguado exageradamente, tanto que quizá fuese del tamaño de una hormiga. De haberlo sabido quizá no te hubiese costado mucho acabar con él, ¿no?
En cualquier caso, su tamaño se va incrementando a medida que asciende, y su velocidad ronda los 30 m/s.- Daños de sonrisitas:
Daño grave: Amputación de brazo derecho.
Daños medios: Mano izquierda con quemaduras e inutilizada durante un post. Quemaduras en todo el cuerpo.
Daños leves: Cortes poco profundos a la altura del estómago. Uno en el costado derecho. También tiene pequeñas quemaduras en el costado derecho.
El tiburón recibió tantos golpes que perdió la cuenta. Obviamente, la agilidad de su rival jugaba tan en su contra que directamente podría haberse retirado. Una derrota por 3-0 hubiera sido más digna que aquella exhibición -a la par que humillación- por parte de su rival. Y las esposas… mejor no hablar de ellas. Por culpa de aquella pelea jamás tendría el cliché de usar algo parecido a unas esposas en alguna situación cálida y cercana.
Sin embargo, en uno de los intentos por golpear a su rival con las esposas, éstas aumentaron de peso y el habitante del mar vió en sus propios ojos el semblante de sorpresa de su rival. Notó cómo éste parecía menguar su tamaño y se hundía sobre el suelo. Sorprendentemente, la jugada le había salido bien al gyojin.
Inmerso en la satisfacción de dar un golpe de tal magnitud a su rival, Luka obvió por unos instantes lo que pasaba a su alrededor. Y el tipo pareció perder la compostura. De repente, una enorme cantidad de electricidad explotó a su lado. El tiburón no podía entender de qué estaba hecho aquél hombre, y mucho menos podía defenderse de algo así. Sin embargo, decidió recubrir todo su cuerpo de haki, intentando así frenar el golpe en la medida de lo posible.
La energía de aquél ser le cegó durante un instante, y cuando volvió a ver se percató que aquél tipo era de todo menos humano. Parecía un dios escupiendo rayos, jugando con la electricidad como un niño lo hace con su juguete. Y sin más dilación, se lanzó hacia el habitante del mar a una velocidad que rompía todos los esquemas de la física.
El gyojin fortaleció su cuerpo e intentó endurecer sus huesos, intentando prepararse para la que se le venía encima. Sin embargo, poco se podía hacer ante una velocidad así. Las esposas -o la diosa fortuna- decidieron pesar ocho toneladas en el momento en el que el rival del tiburón se presentó ante él, acto que hizo que recibiese primero un golpe en la boca del estómago y, justo antes de recibir el segundo, pudiese observar por dónde le venía. Intentaría poner el brazo acuático más cercano -que ya estaría cubierto de haki- y girarse lo máximo posible para, entendiendo que le era inviable evadirlo, recibirlo en otra zona menos dolorosa que la cabeza. El habitante del mar sabía de la complejidad y lo en contra que se le podía poner el combate si mezclaba agua con electricidad, pero confiaba en que el haki no fuese un conductor de la electricidad, ya que jamás lo había probado. Tras ello intentaría lanzarse al suelo y rodar a través de él, tomando cierta distancia para preparar el siguiente golpe.
Su semblante se tornó más serio a la par que las esposas tomaban un peso intermedio. Su muñeca volvía a arder, al igual que su mirada. Un par de segundos después y, si su enemigo no tomaba la iniciativa, lo haría él. Su objetivo estaba claro, tenía que seguir intentando dañar a su rival y aguantar, hasta que pudiese librarse de las esposas, y así tendría una pequeña ventaja respecto a su yo del pasado. Pero… ¿Anularía otra carga del ser las esposas, o volvería a arreglarla? Era algo que no sabía. Pero quizá estuviese bien entenderlo.
Correría hacia su rival a una gran velocidad y, una vez llegase hasta él, realizaría un combo con los brazos acuáticos -que cada vez sentía más y más fuertes- combinado con patadas, intentando dañar ambos costados de su rival.
Si por el contrario era su enemigo el que tomaba la iniciativa, intentaría frenar su acometida empleando toda su fuerza con los brazos acuáticos e intentando que toda esa electricidad se entrase en las esposas. Con suerte éstas dejarían de ser útiles para el resto de la batalla.
Sin duda debía pensar en cómo combatir la electricidad, ya que era la principal arma de su rival.
- Cosas:
- Carga de pulsera: 3 turnos.
- Haki armadura predilecto tier 5.
- Yōsai: Luka es capaz de fortalecer su cuerpo en el fragor de la batalla, endureciendo sus huesos y logrando así una resistencia y fuerza potenciados.
- Spoiler:
- Nivel 10: x1.5 Agilidad - x1.5 Velocidad.
- Nivel 20: x2 Agilidad - x1.75 Velocidad.
- Nivel 30: x2.5 Agilidad - x2 Velocidad.
- Nivel 40: x3 Agilidad - x2.25 Velocidad.
- Nivel 50: x3.5 Agilidad - x2.5 Velocidad.
- Nivel 60: x4 Agilidad - x2.75 Velocidad.
- Nivel 70: x4.5 Agilidad - x3 Velocidad.
- Nivel 80: x5 Agilidad - x3.25 Velocidad.
- Nivel 90: x5.5 Agilidad - x3.5 Velocidad.
- Nivel 100: x6 Agilidad - x3.75 Velocidad.
Se puede usar durante 3 posts. 2 de recarga tras ello.
- Nivel 10: x1.5 Agilidad - x1.5 Velocidad.
- Carga de pulsera: 3 turnos.
- Puñitos:
- Consigues desviar en parte el golpe dirigido a tu cabeza, obteniendo un chispeante y doloroso roce en vez de un impacto contundente. Te has librado de una buena, porque puedes oír cómo el suelo se resquebraja -en menor medida que anteriormente- siguiendo la trayectoria del puño.
Tu amigo el boxeador puntiagudo toma la iniciativa antes que tú. Interpones tus brazos acuáticos, así como unas esposas que en este momento se encuentran en el peso mínimo que pueden alcanzar. Los golpes vienen de múltiples lugares. Paras muchos, los dirigidos hacia puntos más críticos, mientras que recibes algunos de los que pueden acarrear consecuencias menos graves. Tus brazos parecen resistir, pero dos de ellos se rompen tras frenar el cuarto y quinto puñetazo respectivamente.
Esa es la parte mala, pero la buena es que las esposas también han servido como elemento amortiguador. Además, muchos de los poderosos rayos que nacen de tu oponente han ido a incidir directamente sobre ellas. Cuando tu rival se detiene, sorprendentemente extenuado, se desplaza hacia atrás de un salto y se toma unos segundos para recuperar el aliento.
Una fina columna de humo nace de los grilletes, cuyo peso se ha quedado estancado cerca del límite inferior. Tu turno.
El viento cada vez soplaba con más potencia en torno a los contendientes. Comenzaba a ascender, estableciendo un perímetro alrededor de Sonrisitas y el espadachín. ¿Podía ser que...? Ese instante no era el más idóneo para pensar en la naturaleza del tornado que comenzaba a generarse a su alrededor, ni en la relación que podría guardar con el ansia voraz y primitiva que devoraba sus entrañas. No, se encontraba demasiado cerca del de la sonrisa tétrica.
Había oído cómo las ondas cortantes le dañaban, aunque seguramente fuesen lesiones de una envergadura menor a la que hubiera deseado. Esperaba ser capaz de ponerle en mayores apuros una vez se encontrase lo suficientemente cerca, pero el desgraciado se evaporó. ¿Dónde demonios se había metido? Lo cierto era que no terminaba de hacerse una idea acerca de las habilidades de su contrincante.
¿Era alguien ágil o torpe? Se había movido a gran velocidad al principio, pero después no había sido capaz de evitar que le cortase un brazo... ¿O acaso nunca había sido su intención zafarse de ese ataque? Therax desechó esa opción con un movimiento de cabeza. ¿Quién se prestaría a perder una extremidad sin oponer resistencia?
Fuera como fuere, permaneció inmóvil y atento a cualquier ofensiva. Entonces, surgiendo de un lugar oculto ante sus ojos, Sonrisitas volvió a hacerse visible para atacarle. ¿Un lugar oculto ante sus ojos? Eso no era posible a menos que fuese invisible, hecho que no se correspondía con lo que apreciaban sus ojos.
Se hacía cada vez mayor, lo que dejaba claro que el desgraciado había menguado hasta el extremo para desaparecer de su campo se visión. Le había funcionado una vez, sí, pero no permitiría que sucediese de nuevo. De un modo u otro, lo innegable era que el condenado se aproximaba a una velocidad muy alta. El rubio alzó a Byakko y a Yuki-onna, confiando en que sus reflejos y agilidad le permitiesen bloquear el golpe a tiempo.
Había reaccionado a ofensivas más rápidas y elaboradas que aquélla, aunque su percepción podía ser errónea y tal vez Sonrisitas fuese capaz de moverse a una velocidad superior a la que le había parecido apreciar.
En caso de conseguir bloquear el golpe empleando ambas espadas, flexionaría una rodilla y crearía una corriente de viento ascendente que impulsase su pierna, otorgándole una potencia extra con la que pretendía golpear el mentón de su rival. Suponía que la película negra que le cubría impediría que recibiese daño, pero necesitaba apartarle un poco. Era consciente de que la velocidad que la ráfaga de aire proporcionaría al rodillazo tal vez resultase insuficiente, pero debía superarse a sí mismo si quería terminar con el de los dientes puntiagudos de una vez por todas.
Lo lograse o no, separaría las espadas que había cruzado frente a él para parar el golpe, generando en el proceso sendas ondas cortantes que nacerían en contacto con su enemigo. Si no se había visto obligado a separarse anteriormente, no tendría otra alternativa más que tomar distancia para eludir de algún modo las ondas.
Ésa sería la oportunidad que aprovecharía el domador para reanudar la ofensiva. Preparado para arrasar con él empleando una corriente de viento si volvía a menguar, encadenó una serie de cortes en dirección a su abdomen y sus muslos. Debía limitar al máximo su movilidad.
- Cosas:
- Lluvia afilada: durante 2 turnos, las ondas cortantes que lanza Therax viajan a una velocidad de 20 m/s. Necesita otros 2 turnos para volver a emplear esta técnica.
Filo distante - Nivel III: de forma pasiva, Therax es capaz de dotar a sus ondas cortantes de diferentes formas no muy complejas (zig-zag, espiral, etc). De forma activa, durante 2 turnos las ondas que lance adquirirán un poder de destrucción de +300% con una recarga de uso de otros 2 posts.
Yuki-onna: cuarto turno de absorción, que se me había olvidado.
Haki de armadura: Armamento - Tier 7.
Haki de observación: Visión y Empatía - Tier 7.- Stats:
- Reflejos - Tier 8: sería capaz de atrapar un halcón peregrino si pasase junto a él. Su coordinación ojo-mano es tal que nunca pierde al “dónde está la bolita”. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Poder de destrucción - Tier 8: puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente. [x4 pasivo]
Agilidad - Tier 5: su cuerpo parece que fluye, siendo capaz de evitar ataques ordinarios con facilidad. [x4 pasivo]
Velocidad - Tier 3: podría ganar en carrera a un elefante. Aunque creas que no, esos bichos corren que se las pelan. [x3 pasivo]
Resistencia - Tier 4: podría ser atropellado por un coche en la autopista con apenas daños. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Sonrisitas:
Cuando el puño de tu rival está a punto de chocar en tu cuerpo, tus espadas se interponen en el golpe, y un intensa corriente de aire golpea el lugar. Tras el choque, puedes notar cómo las espadas vibran pese a aguantar. Quizá, de bloquear dos o tres veces más de la misma manera, acaben por romperse. ¿Qué clase de fuerza tiene este tipo?
El hombre de extraña sonrisa cesa su intento por derribar tu bloqueo y cae al suelo. Ante tu acometida, se limita a observar, dejando que tu rodilla golpee su mentón y dejándose caer al suelo. Pero algo no va bien.
El tipo cae y tras él lo haces tú. Ha agarrado la rodilla con sus dientes, aunque debido al golpe le has partido uno, y sólo te está clavando uno de los puntiagudos. Notas un escozor, aunque pronto te darás cuenta que no es más doloroso que un pequeño corte. Tu golpe no fue muy ágil, pero ganó mucha velocidad a partir de la mitad del recorrido.
Tras el mordisco, tu rival se levanta de manera rauda y te mira, sin decir absolutamente nada. Está esperando a que ahora ataques tú. Si te fijas, puedes observar algo extraño. Su cuerpo sigue cubierto de haki en su totalidad, pero el brazo que habías cortado parece… Algo maś grande. Quizá, siendo excesivamente minuciosos, podríamos decir que ha crecido entorno a quince centímetros desde el corte. Puede incluso que sea más feo que cuando lo cortaste. ¿Qué clase de tipo es aquél?
Cuando lanzas las ondas cortantes, tu rival empieza a moverse como si fuera de papel, logrando evadir la mayoría, aunque dada las curiosas formas que éstas tienen, recibe más de una. Sus daños empiezan a ser algo más evidentes, y los cortes se suceden en su cuerpo. Y entonces… te das cuenta de algo. Como buen médico y luchador, sabes a qué huele la sangre. Y aquello no huele a sangre. Aunque lo parece. ¿Qué será?- Daños sonrisitas:
- Daño grave: Amputación de brazo derecho. (Regenerada en un 15%)
- Daños medios: Mano izquierda con quemaduras. Quemaduras en todo el cuerpo. Cortes en ambos hombros y en el antebrazo izquierdo.
- Daños leves: Cortes poco profundos a la altura del estómago. Uno en el costado derecho. También tiene pequeñas quemaduras en el costado derecho.
- Daño grave: Amputación de brazo derecho. (Regenerada en un 15%)
La velocidad que el rival del gyojin imprimía a cada golpe era increíble. El tiburón continuaba su intentona por recibir la menor cantidad de daños posibles, pero sus esposas parecían querer lo contrario.
Utilizó sus brazos acuáticos y, pese a ello, acabó recibiendo una gran cantidad de golpes en distintas partes de su cuerpo. Notó cada golpe, cada herida, cada pequeña contusión en su ser. Y empezó a cansarse de recibir y recibir. Sin duda tendría infinidad de quemaduras a lo largo de todo el cuerpo por la electricidad de los golpes de su rival.
Evadió el golpe que culminaba el combo de su rival por los pelos, y notó cómo el suelo volvía a hundirse ligeramente tras el movimiento de su rival. Incluso en un par de golpes consecutivos perdió dos de sus brazos acuáticos, recibiendo un intenso dolor alrededor de la zona en la que habían nacido. La resistencia que el habitante del mar había impregnado en sus brazos era sin duda mucho mayor de lo que jamás había logrado, pero pese a ello, no era suficiente para aguantar los golpes de su rival. Al menos eso parecía.
Sin embargo, Luka se sorprendió bastante al notar cómo las esposas, tras recibir una serie intensa de golpes y chispas, parecían haberse quedado fijas en un peso ligero. O al menos daba esa sensación, después de haber estado levantando tanto peso, quizá tres o cuatro toneladas era un peso “ligero”. Aquella era una ventaja que debía usar, puesto que su rival no la conocía.
Notó cómo su muñeca, una vez más, ardía en deseos de acabar con su rival. También ardía literalmente, pero aquello era lo de menos. Su piel ya se había acostumbrado a recibir el amor que la pulsera le concedía.
Y entonces, de su anillo empezó a salir agua que se adhería a su piel. Espíritu de poseidón era una joya que Tom, su maestro, le había regalado tras la guerra de la isla Gyojin. Y aquél objeto tenía la peculiaridad de convertir la humedad en agua directamente. Por lo que, usando la humedad del ambiente, el agua empezó a cubrir el cuerpo del habitante del mar. Y éste empezó a emplear las partículas de agua de su ser alrededor de sus heridas.
Agua soy y agua somos, y por el agua nos mantenemos. No se concibe una vida sin agua, ni una herida sin cura. La cura será agua, y el agua será la vida. Tom le había comentado aquella frase, y el tiburón empezaba a entenderla.
El habitante del mar era consciente que las palabras de su maestro eran confusas, pero querían venir a decir que el agua, empleada de una determinada manera, podía sanar las heridas. Era una de las maestrías del Karate Gyojin, y como tal, requería una habilidad extrema. Y Luka se creía digno de usarla.
Empezó a manipular las partículas de agua que el espíritu de poseidón había generado para, después, y cuando ya estaban alrededor de las heridas, concentrarse en que sanasen. Al principio no notó nada, pero con el paso del tiempo empezó a sentir una extraña sensación que no sabría describir. Era como si alguien manipulase sus heridas de alguna manera. ¿Sería un comienzo?
De cualquiera de las maneras, su rival aguardaba su ataque. Lucía cansado, y se podía notar cómo su desgaste en la ofensiva hacía gran mella en él. Era el turno del habitante del mar, que mientras chasqueaba sus nudillos, hacía creer a su rival que las esposas pesaban una barbaridad.
Ligeramente erguido, avanzó a grandes zancadas hasta el boxeador, moviendo visiblemente los brazos acuáticos, los cuales en teoría serían la única ofensiva del gyojin. Una vez llegase hasta su rival, emplearía los dos brazos creados a raíz del agua para intentar golpear la zona superior -el derecho en el rostro y el izquierdo en el pecho- de su rival mientras, aprovechando tal despiste, empleaba ambos puños reales juntos -debido a tener las esposas- en realizar un potente puñetazo con vibración y haki en la boca del estómago de su enemigo. Esperaba poder haber creado una doble confusión entre el peso de las esposas y el combo inicial, pero si no funcionaba, intentaría realizar un golpe con la pierna derecha sobre el tobillo izquierdo de su rival, intentando que este cayese al suelo.
- Cosas:
- Carga de pulsera: 4 turnos.
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
- Bonificadores de clase: Fuerza 8 (6 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 6 | Agilidad 4 | Velocidad 4 | Reflejos 2
- Haki armadura predilecto tier 5.
- Yōsai: Luka es capaz de fortalecer su cuerpo en el fragor de la batalla, endureciendo sus huesos y logrando así una resistencia y fuerza potenciados.
- Nivel 60:
x4 Agilidad - x2.75 Velocidad. (Post 2 de 3)
- Golpes con vibración: Ayudándose del Gyojin Kárate y el control de sus fluidos, Luka es capaz de generar vibraciones de distintas potencias que son capaces de crear daños internos en el enemigo cuando un golpe impacta en éste.
- Carga de pulsera: 4 turnos.
- Puñitos:
- Tu oponente vuelve a erguirse unos instantes antes de que intentes golpearle. Bloquea uno de los golpes con su brazo sano, el dirigido a la cara, pero no tiene modo de frenar el que lanzas contra el pecho. Se ve desplazado algunos centímetros hacia atrás y, cuando tratas de golpear su barriga, interpone el único puño útil que tiene en la trayectoria. Se encuentra cubierto de chispas una vez más, las cuales crecen cuando entráis en contacto.
Ambos salís repelidos tras la violenta disipación de los rayos. Parece que se las ha ingeniado para evitar el golpe más contundente, aunque tal vez puedas ver por su posición corporal que el impacto en el pecho ha tenido sus consecuencias.
De un modo u otro, cuando Puñitos vuelva a entrar en tu campo de visión comprobarás que ya esta de pie y, al parecer, descansado y preparado para seguir dándote mambo. El boxeador te dedica una sonrisa torcida antes de separar un poco sus pies.
-Electric Rain -puedes escuchar antes de que inicie su movimiento. Apenas ha sido un susurro, pero llegas a oírlo a pesar del ruido generado por... ¿quién demonios ha metido un tornado en la sala? Bueno, tal vez ésa no sea tu principal preocupación ahora. Puñitos da un poderoso salto y se coloca sobre tu posición. De su cuerpo continúan naciendo gruesos rayos de forma anárquica. Entonces, comienza a golpear el aire con su extremidad sana. Cada puñetazo lanzado a la nada le impulsa un poco hacia atrás y le permite permanecer en el aire, y cada vez que su mano se detiene y comienza a retroceder nace una de esas chispas que tanto amor te están dando.
Cuando te das cuenta, te encuentran en pleno bombardeo eléctrico. El primer proyectil aterriza junto a ti, abriendo un agujero en el suelo de una profundidad de medio metro. Parece que esas cosas son muy destructivas, aunque no van demasiado bien dirigidas. No obstante, son muchas, demasiadas, así que ten cuidado, porque un gran número de ellas irán sin duda hacia ti.
Una punzada de dolor en la rodilla causó que se desconcentrase por un breve instante. ¿Qué era aquello? ¿Realmente le había mordido? Al menos ya sabía que la particular forma de los dientes de Sonrisitas no cumplía un fin meramente estético. Aunque, bien pensado, ¿quién demonios podía encontrar esa hilera de dientes bonita o atractiva?
Fuera como fuere, pensaba borrarle la macabra sonrisa sin importar cuánto le costase. La extraña sensación que había comenzado a sentir anteriormente, sin duda proveniente de "H", continuaba creciendo en su interior. Había llegado a la conclusión de que era la responsable del extraño fenómeno que estaba teniendo lugar en torno a él, dado que el tornado crecía y se hacía más potente conforme ésta se hacía más evidente.
-Ánimo, chico -dijo la voz del águila en su interior, dándole a entender que lo que ocurriese con el huracán a partir de entonces era cosa suya. Therax trató de influir sobre él como hacía con las corrientes de viento que generaba, pero apenas obtuvo una leve fluctuación como respuesta. Debería emplearse más a fondo, pero no podía permitirse darle tanto tiempo de descanso a su oponente.
Pudo percibir cómo la potencia del cerco de viento continuaba aumentando cuando reanudó su ofensiva. El condenado desconocido se las había ingeniado para zafarse de buena parte de sus ondas cortantes, aunque algunas habían logrado alcanzar su objetivo.
Generó una poderosa ráfaga de viento, concentrándose en ella para otorgarle una potencia no empleada hasta el momento. Creía notar cómo, poco a poco, iba venciendo las barreras que le separaban de encontrar la verdadera sintonía con "H". Seguramente aquella corriente no fuese lo suficientemente poderosa en comparación con lo que pretendía lograr, pero sin duda era un paso en la dirección adecuada.
No dudó en impulsarse hacia su enemigo, buscando emplear la ráfaga de aire como elemento distractor para que su ofensiva diese mejores resultados. El tipo estaba sacando un nuevo brazo de a saber dónde, y no quería detenerse a comprobar qué pensaba hacer con él.
Encadenó una nueva serie de cortes, llevando en esa ocasión una intención mucho más letal. Buscó el cuello de su rival en un par de ocasiones, así como su torso y el brazo sano y no monstruoso. Concluyó intentando clavar la hoja de Byakko en el hombro del brazo amorfo, intentando así inutilizar la extremidad deforme que brotaba del muñón.
- Cosicas:
- Yuki-onna: quinto turno de absorción.
Haki de armadura: Armamento - Tier 7.
Haki de observación: Visión y Empatía - Tier 7.- Stats:
- Reflejos - Tier 8: sería capaz de atrapar un halcón peregrino si pasase junto a él. Su coordinación ojo-mano es tal que nunca pierde al “dónde está la bolita”. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Poder de destrucción - Tier 8: puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente. [x4 pasivo]
Agilidad - Tier 5: su cuerpo parece que fluye, siendo capaz de evitar ataques ordinarios con facilidad. [x4 pasivo]
Velocidad - Tier 3: podría ganar en carrera a un elefante. Aunque creas que no, esos bichos corren que se las pelan. [x3 pasivo]
Resistencia - Tier 4: podría ser atropellado por un coche en la autopista con apenas daños. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Sonrisitas:
El tiempo parece transcurrir más lento, y sonrisitas es consciente de a qué rival se enfrenta, aunque empieza a pensar que tú quizá no.
Tu rival te ojea y no pierde de vista tus movimientos. Cuando realizas la ráfaga de viento, tu rival adopta una pose defensiva, y una vez ésta choca contra él, puedes observar un semblante inamovible por su parte, pero pese a ello te das cuenta de cómo retrocede y tiene serias dificultades en parar el ataque. Quizá no se esperase un movimiento tan potente.
Entonces, te abalanzas sobre él y lanzas tu combo, pero el primer golpe dirigido al cuello es detenido por su brazo, que agarra con fuerza tu espada, cuando te dispones a hacer el resto de movimientos, del muñón derecho de tu rival brota un brazo a una velocidad tan rápida que no tienes tiempo para reaccionar. Cuando éste emerge por completo, sale sin haki -desentonando con su figura negruzca- y golpea tu estómago con fuerza, creando una pequeña hendidura que, pese a hacerte bastante daño, no es suficiente como para lanzarte por los aires. Tu segundo intento de corte sobre el cuello crea un pequeño corte en éste, y el último tajo realiza de nuevo un limpio corte con muy mala pinta sobre el que era el nuevo brazo de tu rival, que aún sigue sin recubrirse. Éste queda colgando de un hilo, y entonces observas que no tiene tejidos nerviosos. Más bien algún tipo de avanzada tecnología. ¿Contra qué estás luchando?
Cuando te quieres dar cuenta tu rival ha vuelto a desaparecer, y milésimas de segundo después un brazo inerte de tamaño real se dirige hacia tu rostro, mientras a diez metros y en la dirección opuesta, tu rival de nuevo en su tamaño normal, avanza con el puño en ristre y cargando una especie de arma. No te da tiempo a verla en su totalidad, pero ves que es alargada y ligeramente puntiaguda. ¿He dicho ligeramente? Eso es lo que ves, puede que pinche más de lo que aparenta.- Daños sonrisitas:
- Daño grave: Amputación de brazo derecho. (De nuevo)
- Daños medios: Mano izquierda con quemaduras. Quemaduras en todo el cuerpo. Cortes en ambos hombros y en el antebrazo izquierdo.
- Daños leves: Cortes poco profundos a la altura del estómago. Uno en el costado derecho. También tiene pequeñas quemaduras en el costado derecho. Otro corte leve en el cuello.
- Daño grave: Amputación de brazo derecho. (De nuevo)
Cuando el rival paró el primer golpe del gyojin éste sonrió, sabía que estaba centrando toda su atención en el cebo que le estaba lanzando, y quizá por ello el plan no salió del todo bien. El segundo golpe del habitante del mar fue directo al pecho de su rival, el cual recibió de lleno el golpe y se tambaleó ligeramente, acto que incitó al tiburón a golpear con furia sobre su enemigo, sin embargo… Éste se interpuso y con un único brazo, paró su golpe y provocó algo que pilló totalmente por imprevisto al pirata.
Una explosión eléctrica sacudió a sendos contendientes lanzándolos en diferentes puntos del escenario, algo que sin duda mermaría los cuerpos de los luchadores, o al menos eso creía el habitante del mar.
El tiburón apoyó el brazo sobre el suelo y se levantó lentamente, intentando evaluar los daños que había recibido en tan poco tiempo. Aprovechó para recubrir su cuerpo de agua y proseguir sus intentos por sanar éste, aunque la verdad era que la sanación era más mental que física, puesto que el tiburón pensaba que iba mucho mejor de lo que realmente parecía ir.
El agua comenzó a recorrer cada rincón del cuerpo del gyojin, centrándose en las zonas más castigadas y donde más hematomas y contusiones tenía. Aquello provocó una sensación de alivio en el habitante del mar, aunque no fue suficiente como para dejar de mantenerse preocupado por la situación que estaba viviendo en ese momento.
Su rival era tremendamente poderoso, y la lluvia de rayos que comenzaba a iniciarse le hizo ser más cauto aún. Un tremendo cosquilleo alrededor de la muñeca hizo que Luka se percatase del poder de la pulsera, sin duda ya estaba cargada en su totalidad, pero aún no era el momento de golpear. Le quedaba mucho que pelear aún para poder dar un golpe que decantase la victoria de su lado.
Centrándose en la dirección de los rayos notó cómo dos se aproximaban a una velocidad endiablada hacia él, posicionando ambos brazos acuáticos cubiertos en haki entre ellos y su posición. Quizá aquello fuese la prueba definitiva de la fuerza que habían adquirido éstos, aunque era posible que acabasen por romperse. De cualquiera de las maneras el tiburón estaba más que contento con la nueva resistencia que habían adquirido.
Cuando quiso moverse hacia su rival, observó cómo éste lo hacía antes que él a una velocidad infinitamente superior de lo que él lo hubiera hecho. Una vez llegó, el tiburón esperó hasta que su rival actuase, y una vez lo hizo, se dió cuenta de cuál era su modo de actuar. No parecía apuntar, o al menos no muy bien, sino que se limitaba a lanzar chispas cuyo daño causaba boquetes en el suelo a una velocidad que apenas el gyojin podía seguir con la mirada.
Luka observó a su rival por última vez y movió los pies de manera muy ágil, posicionándose a la derecha de su rival -si un rayo no se lo impedía- tras lo cual agarraría a éste con sus dos brazos acuáticos y las manos -en la medida que las esposas le dejasen- para, seguidamente, lanzar un potente mordisco al brazo, intentando así restar movilidad en los golpes de su rival, que eran tan ágiles como peligrosos.
Si podía continuar el ataque, lanzaría un rodillazo al estómago de su rival para finalmente dar una patada a la altura de la rodilla, intentando quebrar su posición.
Una vez lo hiciera, se quedaría alerta ante un posible contraataque por parte de su rival mientras continuaba concentrado en el agua alrededor de su cuerpo. Sentía un cosquilleo similar a cuando se trataba una herida menor. ¿Quizá la curación estaba funcionando? El tiempo diría, aunque de poco valdría si no salía de allí con vida.
Al gyojin le hubiera encantado tener un respiro para ojear a su compañero y ver cómo le iban las cosas. Entre rayo y rayo notaba cómo un tornado se había ido formando en la sala. El tiburón creía que era una técnica de su compañero, por lo que éste, a su juicio, aún seguía vivo. Y seguro que le quedaba mucho por dar.
- Cosas:
- Carga de pulsera: 5 turnos.
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
- Bonificadores de clase: Fuerza 8 (6 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 6 | Agilidad 4 | Velocidad 4 | Reflejos 2
- Haki armadura predilecto tier 5.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s. (1 de 2)
- Yōsai: Luka es capaz de fortalecer su cuerpo en el fragor de la batalla, endureciendo sus huesos y logrando así una resistencia y fuerza potenciados.
- Nivel 60:
x4 Agilidad - x2.75 Velocidad. (Post 3 de 3)
- Golpes con vibración: Ayudándose del Gyojin Kárate y el control de sus fluidos, Luka es capaz de generar vibraciones de distintas potencias que son capaces de crear daños internos en el enemigo cuando un golpe impacta en éste. (Segundo post de 3)
- Carga de pulsera: 5 turnos.
- Puñitos:
- Parece que el boxeador no pone mucho empeño en continuar su ofensiva ni en que no le toques. "Se deja hacer", pero en el peor de los sentidos. Su sangre mancha tus dientes, su abdomen se tensa para intentar reducir los daños de tu rodillazo y su rodilla emite un sonido mate que indica que has golpeado de pleno. Libera un grito de dolor, acompañado de una descarga eléctrica que se extiende por todo tu cuerpo. Notas como si te acabasen de atravesar con agujas cada rincón de tu cuerpo, pero Puñitos cae al suelo con un sonoro golpe.
¿Has acabado con él? Una vez te recuperes del calambrazo, si miras hacia su posición comprobarás que no es así. Siguen naciendo chispas del lugar donde ha caído, y tienen la misma envergadura que anteriormente. Él también se levanta con esfuerzo. La mano del brazo que has mordido aferra su abdomen y, si prestas un poco de atención, comprobarás que carga la mayor parte del peso en la rodilla sana. Esos golpes no le han sentado bien, pero su rostro no refleja lo mismo.
En su expresión sólo hay excitación y ganas de más, sensaciones que demuestra dando un grito exageradamente agudo. Cosas de la adrenalina, supongo. La cuestión es que se acaba de convertir en una auténtica fuente de rayos. Nacen aleatoriamente y se estrellan por doquier, arrancando fragmentos de las paredes y del suelo. Surgen de forma anárquica, pero un par de ellos van en tu dirección. ¿Qué le pasa a este tío? ¿No se agota? ¿La electricidad que produce es ilimitada? Sería un poco raro, ¿no te parece? Todo el mundo tiene un límite.
Therax no pudo evitar flexionar su torso levemente al recibir el puñetazo de Sonrisitas. ¿De dónde demonios había salido esa extremidad? ¿Acaso el miembro amputado no era más que una prótesis? No, aquello no era posible. Había lacerado la carne de múltiples enemigos y, del mismo modo, había empleado sus espadas para cortar una gran variedad de materiales. Se atrevía a asegurar que el acero de sus sables no había mordido plástico, metal ni nada que se le pareciera al herir a su oponente. Entonces, ¿cómo volvía a haber una extremidad donde antes no había nada?
Su último ataque le dio la respuesta que estaba buscando. Los tejidos que unían el nuevo brazo al cuerpo del de la sonrisa espeluznante no eran para nada comunes. Definitivamente no eran nervios ni tendones los elementos que componían la anatomía de su oponente, pero ¿qué podían ser? La sorpresa no le duró mucho. Sus ojos habían visto cosas más raras que ésas y, además, lo que fuera que pretendía matarle había decidido moverse.
Tal vez el término más adecuado no fuera moverse. Cuando comenzaba a preguntarse adónde podía haber ido, un brazo apareció de a saber dónde. Se dirigía hacia su rostro, mas, cuando apenas faltaban unos instantes para que contactase con él, el rubio reaccionó por puro instinto y se hizo a un lado. Un macabro y espeluznante dedo pulgar rozó su oreja, mostrando una puntiaguda uña que cerca había estado de clavarse en la cara del espadachín. Aquélla era una jugada bastante sucia, pero no podía culpar a su adversario. No era ganar o perder, sino vivir o morir.
Por otro lado, los esfuerzos que Therax hacía en su interior por domar la inexplicable furia primitiva que había desatado aquel tornado parecían dar sus frutos. Pudo comprobar cómo, tras la mano que pasaba tan cerca de sus ojos, el huracán fluctuaba y se movía según sus deseos. Oponía cierta resistencia, pero el perímetro que había formado en torno a los combatientes se hizo más pequeño hasta quedar reducido a apenas unos metros. Lástima que Sonrisitas se encontrase dentro de ese cerco.
-Eso es, chico. Casi lo tienes -dijo "H" en su interior.
El viento seguía rugiendo con fuerza y ganando velocidad, habiéndose establecido como una auténtica catástrofe natural reducida a un espacio minúsculo en comparación con su poder destructivo. Todo lo que podía ser arrastrado o arrancado por semejante fuerza se incorporaba al bucle de aire, cuyo estruendo colmaba los oídos del domador.
El tipo se dirigía hacia él, pero ¿qué llevaba? No tenía aspecto de ser demasiado agradable, así que no podía ignorarlo sin más. El tornado se encogía tras Sonrisitas, reduciendo el espacio que tenían para maniobrar los contendientes sin entrar en contacto con él y, por algún motivo, algo dentro de Therax le dijo que debía esperar y tratar de acabar con aquello en el próximo movimiento.
Se limitó a generar una poderosa corriente de viento en dirección a su rival. Trató de otorgarle aún más velocidad de la que le había transmitido con anterioridad. Era consciente de que debía romper sus barreras si quería seguir adelante, y eso pasaba por vencer a aquel sujeto haciendo uso de todo el potencial que tenía a su alcance en el aquel momento. Sabía que aún podía dar un poco más de sí, que tenía capacidad para dotar a aquella ráfaga de viento de una potencia mayor, y se lo demostraría a todo aquél que quisiera comprobarlo.
Al mismo tiempo se puso en guardia, con todos sus sentidos y toda su atención puestos sobre Sonrisitas. Se negaba a permitir que semejante... -no sabía muy bien cómo calificarle- acabase con él.
Su último ataque le dio la respuesta que estaba buscando. Los tejidos que unían el nuevo brazo al cuerpo del de la sonrisa espeluznante no eran para nada comunes. Definitivamente no eran nervios ni tendones los elementos que componían la anatomía de su oponente, pero ¿qué podían ser? La sorpresa no le duró mucho. Sus ojos habían visto cosas más raras que ésas y, además, lo que fuera que pretendía matarle había decidido moverse.
Tal vez el término más adecuado no fuera moverse. Cuando comenzaba a preguntarse adónde podía haber ido, un brazo apareció de a saber dónde. Se dirigía hacia su rostro, mas, cuando apenas faltaban unos instantes para que contactase con él, el rubio reaccionó por puro instinto y se hizo a un lado. Un macabro y espeluznante dedo pulgar rozó su oreja, mostrando una puntiaguda uña que cerca había estado de clavarse en la cara del espadachín. Aquélla era una jugada bastante sucia, pero no podía culpar a su adversario. No era ganar o perder, sino vivir o morir.
Por otro lado, los esfuerzos que Therax hacía en su interior por domar la inexplicable furia primitiva que había desatado aquel tornado parecían dar sus frutos. Pudo comprobar cómo, tras la mano que pasaba tan cerca de sus ojos, el huracán fluctuaba y se movía según sus deseos. Oponía cierta resistencia, pero el perímetro que había formado en torno a los combatientes se hizo más pequeño hasta quedar reducido a apenas unos metros. Lástima que Sonrisitas se encontrase dentro de ese cerco.
-Eso es, chico. Casi lo tienes -dijo "H" en su interior.
El viento seguía rugiendo con fuerza y ganando velocidad, habiéndose establecido como una auténtica catástrofe natural reducida a un espacio minúsculo en comparación con su poder destructivo. Todo lo que podía ser arrastrado o arrancado por semejante fuerza se incorporaba al bucle de aire, cuyo estruendo colmaba los oídos del domador.
El tipo se dirigía hacia él, pero ¿qué llevaba? No tenía aspecto de ser demasiado agradable, así que no podía ignorarlo sin más. El tornado se encogía tras Sonrisitas, reduciendo el espacio que tenían para maniobrar los contendientes sin entrar en contacto con él y, por algún motivo, algo dentro de Therax le dijo que debía esperar y tratar de acabar con aquello en el próximo movimiento.
Se limitó a generar una poderosa corriente de viento en dirección a su rival. Trató de otorgarle aún más velocidad de la que le había transmitido con anterioridad. Era consciente de que debía romper sus barreras si quería seguir adelante, y eso pasaba por vencer a aquel sujeto haciendo uso de todo el potencial que tenía a su alcance en el aquel momento. Sabía que aún podía dar un poco más de sí, que tenía capacidad para dotar a aquella ráfaga de viento de una potencia mayor, y se lo demostraría a todo aquél que quisiera comprobarlo.
Al mismo tiempo se puso en guardia, con todos sus sentidos y toda su atención puestos sobre Sonrisitas. Se negaba a permitir que semejante... -no sabía muy bien cómo calificarle- acabase con él.
- Cosas:
- Reflejos - Tier 8: sería capaz de atrapar un halcón peregrino si pasase junto a él. Su coordinación ojo-mano es tal que nunca pierde al “dónde está la bolita”. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Poder de destrucción - Tier 8: puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente. [x4 pasivo]
Agilidad - Tier 5: su cuerpo parece que fluye, siendo capaz de evitar ataques ordinarios con facilidad. [x4 pasivo]
Velocidad - Tier 3: podría ganar en carrera a un elefante. Aunque creas que no, esos bichos corren que se las pelan. [x3 pasivo]
Resistencia - Tier 4: podría ser atropellado por un coche en la autopista con apenas daños. [x4 pasivo y x4.5 por Akuma]
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- sonrisitas:
Tu peculiar rival no se espera que evadas el golpe, por lo que tarda más de lo normal en reaccionar. Pero no importa, tu sigues con tu plan y él no tiene ni idea de que estás haciendo.
Cuando embiste una segunda vez, se encuentra con un curioso cambio en el clima local. Una gran y veloz corriente de aire le empuja hacia atrás hasta caer al suelo, en una zona muy cercana al borde de la catástrofe natural creada por tí.
Cuando tu rival se levanta ojea cada rincón, evaluando la zona con sumo detenimiento. No parece comprender qué está sucediendo.
Una especie de tornado, sumado a una lluvia de rayos cercanos. ¿Qué podría hacer un simple humano contra todo aquello?
Ah, que igual sonrisitas no es un humano. Y puede que esté mutando. Sí, definitivamente está mutando en algo muy raro. Parece ser su forma… ¿Definitiva?
De sus brazos -o de lo que quedan de ellos- nacen unos sables y de su espalda unas alas transparentes. Su rostro desaparece, siendo cubierto por una especie de casco con unos tribales dibujados. Y por último, sus piernas reemplazan los gemelos por unos muelles.
Tras ello y sin mediar palabra, se impulsa gracias a los muelles una velocidad tremenda y después, intenta darte un cabezazo en el pecho. Si consigue darte, probablemente sea tu fin.
Una vez puedas observar el terreno, te darás cuenta que una de las piernas está en el suelo, quizá se ha desmontado al ejercer tu rival presión sobre ella. Sin lugar a dudas el desgaste sumado a las quemaduras ha hecho bastante mella en él.- Daños sonrisitas:
- Daño grave: Amputación de brazo derecho. (De nuevo) Heridas internas en la zona estomacal.
- Daños medios: Mano izquierda con quemaduras. Quemaduras en todo el cuerpo. Cortes en ambos hombros y en el antebrazo izquierdo.
- Daños leves: Cortes poco profundos a la altura del estómago. Uno en el costado derecho. También tiene pequeñas quemaduras en el costado derecho. Otro corte leve en el cuello.
- Daño grave: Amputación de brazo derecho. (De nuevo) Heridas internas en la zona estomacal.
La sucesión de golpes del tiburón impactó en gran medida en su rival, que acabó saliendo despedido, aunque su final parecía estar aún lejos. Antes había conseguido morderle y, a raíz de ello, su rival liberó una gran descarga eléctrica que paralizó al gyojin.
El habitante del mar notaba como si una infinidad de agujas hubieran atravesado completamente su cuerpo, así como un gran escozor por todo el cuerpo. ¿Acaso el haki conducía la electricidad? O puede que se hubiese dado de alguna manera extraña. El caso era que la mole marina había sido alcanzada por una potente descarga.
El tiburón suspiró y prosiguió su intentona por cubrir su cuerpo de agua y conseguir sanarlo. Poco a poco notaba un cosquilleo en su piel, pero éste no parecía hacer gran cosa. Incluso llegó a pensar que era fruto de la descarga sufrida. Aunque es cierto que aquellas zonas que habían sido golpeadas lucían ligeramente mejor. Quizá la sanación era lenta, o puede que no fuese suficiente como para actuar en zonas severamente castigadas. De cualquiera de las maneras, lo que sí que sintió el habitante del mar era una gran liberación en las muñecas, antes llenas de heridas fruto del gran peso que éstas tenían, y ahora en una mejor situación.
Entonces algo hizo que el gyojin se transformase. Sangre. Había olido sangre durante todo el combate, incluso la había saboreado con su último mordisco, pero ahora la veía en el suelo y en sus manos. Notaba cómo caía por la comisura de sus labios. Amaba ese olor, esa sensación de haber conseguido herir a su rival, de saborear sus adentros.
Sus ojos se tornaron rojizos, al igual que la sangre que se reflejaban en éstos, y tras ello, sus músculos se tensaron, haciéndose notar. Sus afilados colmillos se dejaron ver y su semblante cada vez lucía más terrorífico que de costumbre. Observó a su rival y se percató de cómo las chispas y los rayos se lanzaban en todas direcciones. También fué capaz de distinguir una especie de... ¿tornado? que había alrededor de la otra contienda. Seguro que era Therax. El gyojin solo esperaba que fuese capaz de controlarlo.
- Debo ganar, y debo hacerlo ahora.
Su brazo acuático continuaba envuelto en haki en su totalidad, al igual que el resto de su cuerpo. Había decidido que era hora de acabar el combate. Cuando quiso moverse notó cómo dos rayos se dirigían hacia su posición, inmediatamente movió de manera muy ágil los pies para avanzar a gran velocidad hasta la ubicación de su objetivo y, tras ello, le agarró con el brazo izquierdo y el acuático a la altura de la cintura.
- He visto a seres raros, gigantes y malhumorados, pero es la primera vez que lucho contra algo así, y me ha hecho mucho más fuerte. Gracias, caballero.
Y entonces, propinó un codazo en la boca del estómago y, tras ello y si todo había salido bien, realizaría la madre de todas las ondas de choque. Concentrando toda su energía y notando cómo su pulsera de la diosa fortuna le otorgaba una mayor ayuda. Imprimiría vibración en el golpe para producir un mayor dolor interno y acabar así con la pelea.
Durante el impacto probablemente recibiría multitud de descargas, por lo que intentó mantenerse alerta e intentar recibir el menor daño posible, pero lo que estaba claro era que iba a sufrir intensos daños. Puede que fuese capaz de curarse gracias a su técnica.
- Cosas:
- Carga de pulsera: 5 turnos.
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
- Bonificadores de clase: Fuerza 8 (6 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 6 | Agilidad 4 | Velocidad 4 | Reflejos 2
- Chinokawaki: La fiereza de Luka se ve incrementada cuando éste ve sangre, ya sea suya o de su rival, logrando así un 50% de fuerza extra durante dos turnos. No tiene recarga y puede emplearse únicamente una vez por combate. (Turno 1 de 2)
- Haki armadura predilecto tier 5.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s. (2 de 2)
- Golpes con vibración: Ayudándose del Gyojin Kárate y el control de sus fluidos, Luka es capaz de generar vibraciones de distintas potencias que son capaces de crear daños internos en el enemigo cuando un golpe impacta en éste. (Tercer post de 3)
- Kyōbōna: Cuando Luka sufre una gran ira, su cuerpo “muta”, dilatándose sus pupilas y transformándose en un color rojizo, sus músculos se marcan más, a la par que sus venas. Su semblante se “enloquece” y sed de sangre aumenta. Nota: Esta técnica es puramente estética, no proporciona ningún beneficio.
- Carga de pulsera: 5 turnos.
- Datos a tener en cuenta:
Fuerza: Tier 8 + 50% activo x4 pasivo
Onda de choque: A nivel 50: La potencia de los golpes de Luka pueden causar una onda destructiva de hasta 5 metros de radio.
Bonificador onda de choque: 700% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque (pulsera).
- Puñitos:
- El boxeador ni siquiera hace el intento de apartarse del camino. Puedes ver cómo su rostro se desencaja por completo. No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que ha perdido los papeles por completo. Grita de nuevo unos instantes antes de que le golpees, pero tu mano no contacta con él. De hecho, se detiene a unos diez centímetros de su abdomen.
Una cúpula eléctrica ha aparecido a su alrededor, habiendo una clara distorsión en el sitio donde incide tu mano. Su expresión, aunque ausente, es confiada, como si tuviese la certeza de que no podrás pasar a través de su defensa. Sin embargo, la protección sigue distorsionándose, como si apretases una pompa de jabón sin llegar a romperla. De la zona de contacto surgen rayos de una envergadura aún mayor de la que habías visto hasta el momento. Surgen de forma aleatoria, pero muchos de ellos impactan irremediablemente en ti, y ten por seguro que no son calambres sin más.
El pulso continúa, pero el semblante de Puñitos va cambiando. Refleja un esfuerzo inhumano, que demuestra que ya no está tan seguro de poder frenarte. Entonces, finalmente, la burbuja se rompe y golpeas de pleno su abdomen. El boxeador sale despedido y colisiona violentamente contra una pared situada a varios metros de distancia. Ésta se viene abajo y, si te acercas a comprobar su estado, verás que su torso se encuentra completamente deformado a consecuencia del golpe recibido. Él, por supuesto, yace inerte en el suelo, rodeado por un sinfín de fragmentos de piedra y mármol que se han desprendido como consecuencia del impacto.
Ante él se encontraba un ser que poco o nada tenía que ver con el tipo al que se había estado enfrentando, aunque sus puntiagudos y macabros dientes seguían luciendo igual de desagradables. El rubio arrugó el rostro durante un breve instante. De un modo u otro, aquello se aproximaba a una explicación para las dudas que le habían surgido anteriormente. El brazo que le había vuelto a nacer hacía un rato debía haber salido del mismo sitio que las alas, aunque éstas eran sólo una parte de la metamorfosis de su oponente.
¿Que cuál era ese lugar donde guardaba tantos elementos anatómicos diferentes? No lo sabía y, haciendo honor a la verdad, tampoco que quería que nadie se lo dijese. Simplemente deseaba acabar con aquel engendro cuanto antes y asegurarse de que no volvía a dar un paso.
Su vista permanecía fija en él, por eso ni se inmutó cuando la aberración comenzó a desplazarse. El tornado que les rodeaba había alcanzo su apogeo, arrancando los elementos arquitectónicos que peor fijados se encontraban y haciendo que se estrellasen por doquier. La furia del desconcertante fenómeno atmosférico era suya. No era capaz de explicar bien cómo haía llegado hasta ese punto, pero lo percibía en su interior. La agitación de "H" había desaparecido, y el águila ya no le transmitía palabras de ánimo ni le indicaba qué hacer. Tras nacer de algún recóndito lugar que ni siquiera el ave podía identificar, el huracán había terminado por plegarse ante él en pleno momento álgido de su ira.
La euforia se apoderó de Therax. Si había conseguido aquello, ¿qué no podía hacer? ¿Qué barrera podía resistírsele en un momento como el que estaba viviendo? Ninguna, estaba convencido de ello. Si los límites que le habían sometido hasta ese momento se habían esfumado -al menos en parte-, ¿quién era Sonrisitas para frenarle? Un ser inquietante y poderoso, de acuerdo, pero caer derrotado allí no entraba en los planes del espadachín.
Un grito nació de su garganta al tiempo que flexionaba las rodillas. Haciendo caso de los deseos de su involuntario creador, el tornado volvió a encogerse a una velocidad mayor de la demostrada hasta el momento. Pretendía confinarlo a un espacio reducido, comportándose como una columna de viento extremadamente potente que permaneciese en torno a él. Sabía que podía hacerlo, pero no sería suficiente.
Repitiendo la estrategia empleada con anterioridad, creó una poderosa corriente de viento frontal que pretendía golpear de pleno al de la dentadura espeluznante. Puso en ello toda su concentración, así como la adrenalina fruto del momento y la confianza que le había transmitido su reciente logro. Notó a la perfección cómo, en esa ocasión, la ráfaga de aire que generaba arrastraba tras de sí el máximo potencial que podía desarrollar. Así lo demostró el rugido del viento al comenzar su desplazamiento, que, de alcanzar su objetivo, provocaría que Sonrisitas se viese atrapado contra el menguante huracán.
Sin embargo, aquella estrategia era idéntica a la empleada hacía unos instantes. Su enemigo no caería dos veces en la misma trampa y, de hacerlo, estaba claro que sus características eran completamente diferentes. No. No podía dar por hecho que aquel movimiento acabaría con él.
Therax aferró con fuerza a Yuki-onna, que temblaba en su mano como señal de que se encontraba al máximo de su capacidad. El espadachín no se lo pensó. Trazó un corte vertical en dirección a su oponente, que esperaba se encontrase ocupado con el viento que amenazaba con arrastrarle. Del lugar donde la espada seccionó el aire nació una amplia y poderosa onda cortante, la cual emitía un tenue resplandor azul digno del más puro de los hielos.
Si Sonrisitas conseguía zafarse del viento que sin duda podría acabar con él -cosa que, por desgracia, no dudaba-, se encontraría con la más letal de las ondas avanzando en dirección hacia él. Esperaba que no fuese capaz de hacer nada contra ella.
- The thing:
- Liberación ofensiva: onda cortante. Tras la activación de otro de los botones, el vapor de agua es liberado en el momento en que se lanzan las ondas cortantes, consolidándose en torno a éstas en forma de esquirlas de hielo. Las dimensiones de las ondas y el daño generado por las mismas aumentan (asociado esto último a las esquirlas de hielo).
- Cantidad máxima de vapor de agua (5): la longitud y grosor de las ondas cortantes crece un 250% durante el turno de liberación.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Sonrisitas:
Tu rival esboza una sonrisa durante el poco tiempo en el que está volando, consciente de la importancia del siguiente golpe. Ese momento que únicamente se da una vez por combate, ese momento único y esa dosis de adrenalina que éste destapa. Un tú o yo. Un ganar o perder. La vida o la muerte.
Y parece tan concentrado en el combate como tú, aunque eso no quiere decir que no haya acciones que le pillen por sorpresa. Cuando se encuentra de nuevo con el viento que has creado, no duda en intentar frenar con la pierna y evadirlo, pero no lo consigue en su totalidad, sino que más bien evade el epicentro de éste, siendo desequilibrado en el aire y quedando un poco a merced de tí.
Cuando observa que una onda cortante con una pinta un poco chunga se acerca hacia él, realiza de nuevo su maniobra para encoger, aunque la onda va tan rápido y él tiene tan pocas fuerzas, que le pilla a mitad de la técnica. Enhorabuena, has partido por la mitad a un ser con el tamaño de un niño.
Cuando éste cae puedes ver lo limpio que ha sido el corte y, si quieres, le puedes dedicar unas últimas palabras, puesto que está dedicando sus últimos esfuerzos para llegar hasta sus piernas. ¿Podrá volver a ponérselas? Creo que de ser así ya lo habría hecho.
La dulce sensación de estar teniendo un pulso de fuerzas se hacía cada vez más patente en Luka, que apretaba cada vez más el puño en una seña de fuerza bruta. Su rival había creado una especie de coraza eléctrica que repelía su fuerza, pero poco a poco su puño se iba hundiendo un poco más en su rival. Éste, inmerso en una concentración sin igual y fruto de un considerable esfuerzo, empezó a lanzar rayos y chispas por todos lados, llegando a impactar bastantes en el cuerpo del gyojin, que sintió quemaduras en los brazos, como si una espada atravesase su tórax, y una intensa descarga en la mano izquierda. Pero nada iba a frenarle. El tiburón empleaba toda su fuerza, incluso más de la que creía tener en ese momento, y notaba cómo su rival aguantaba con mucho esfuerzo.
Pero eso no iba a ser por siempre, y el tiburón lo sabía. Cuando estaba a punto de emplear su máximo nivel de fuerza, notó cómo su brazo llegaba a tocar la piel de su rival, y entonces, supo que la victoria era suya. Realizó una onda de choque brutal que acabó lanzando a su rival por los aires a la par que él salía despedido hacia atrás, golpeándose contra una de las paredes y cayendo al suelo.
Pasaron unos segundos hasta que el tiburón hizo el primer intento por levantarse, apoyando las manos sobre el suelo y ayudándose de las piernas. Cuando se encontraba levantado, Therax parecía haber ganado ya su combate, aunque lucía bastante más entero que él. Caminó hasta la ubicación de su rival para cerciorarse de que el combate había tenido fin, y una vez estuvo allí, se sentó al lado del cuerpo del hombre-chispas. Tocó su herida y le pronunció unas palabras.
- Ni siquiera soy capaz de saber si estás muerto o no -comentó casi susurrando-. No siento las manos y no soy capaz de notar tu pulso. Si has sobrevivido… Esto te hará más fuerte, sin duda. Si no, te recordaré como un honorable enemigo, uno que lo dio todo y no cesó su empeño en derrotarme. He aprendido mucho de tí, compañero.
Y tras un par de golpecitos, se levantó y fué en dirección del rubio como buenamente pudo, caminando lento y casi cojeando. Recubrió durante el breve trayecto todo su cuerpo de agua, intentando sanar éste. La verdad es que esa extraña técnica de la cual había oído hablar y había visto alguna demostración en la isla gyojin, era más que útil. Era cierto que aún no dominaba ni una décima parte de su poder, pero se sentía aliviado y notaba como algo ocurría en su cuerpo. Y ese algo le curaba. Los moratones ya no estaban donde debían estar, y los primeros golpes del combate apenas dolían al habitante del mar. Alrededor de todo su cuerpo corría un río de agua que adoptaba un color verdoso y morado por distintas zonas, quizá fruto del tipo de herida que había en ella.
Cuando se acercó lo suficiente a su compañero, estiró las manos y le enseñó las semi-destruidas esposas, aunque el simple hecho de mover los brazos agotaba al ya exhausto tiburón.
- Ya veo que has acabado, eh. He visto ese remolino… Lo has creado tú, ¿verdad? Me alegro que sigas de una pieza -comentó dando un par de pasos más-. ¿Crees que podrás cortarlas? Están prácticamente destruidas.
Si al rubio le quedaban fuerzas y las cortaba, se sentiría por fin libre. En caso contrario, tendría que aguantar un poco más hasta llegar a sitio donde se alojaban. Parecía que todo había sido una trampa. ¿Pero con qué fin? El habitante del mar aún era incapaz de entender qué buscaban de ellos. ¿El precio de sus cabezas? Podría ser. En cualquier caso, esta historia estaba ya pronta a su fin.
El rubio no podía dejar de jadear, levemente inclinado hacia delante y sin apartar los ojos de Sonrisitas -o lo que quedaba de él-. Sus restos, que sorprendentemente aún eran capaces de moverse, se esforzaban en vano por recorrer la distancia que separaba a ambos combatientes. Therax dio un paso hacia atrás, envainando a Byakko y a Yuki-onna antes de comprobar cómo se encontraba su compañero.
-Tienes que hacer algo con esa espada -dijo de repente la voz de "H" en su cabeza-. No con la de la onda, con la otra. No sé cómo se llaman y no pienso aprenderme sus nombres. A fin de cuentas son poco más que un trozo de metal, pero no puedes depender sólo de que una de ellas te salve siempre.
El espadachín no respondió, pero el espíritu del ave pudo ver en su interior que le daba la razón. Tanteó la empuñadura de Byakko, cuestionándose si debía hacerle una visita a Niord para que concluyese lo que había comenzado mucho tiempo atrás. Fuera como fuere, pudo distinguir cómo el cuerpo del gyojin se erguía a una distancia considerable de él. Parecía que había vencido, así que volvió a dedicar su atención al cuerpo que se arrastraba delante de él.
-Tenía curiosidad por saber qué escondías -dijo mientras se acercaba un poco a Sonrisitas-, pero das mucho asco, tío.
El ser al que se había enfrentado había terminado con el tamaño de un niño, aunque lo tétrico de su aspecto descartaba por completo la posibilidad de que lo fuese. Cada vez se movía más lento, así que el rubio optó por darle la espalda y dirigirse hacia el hombre-pez. No sabía si sobreviviría. Cualquier ser vivo normal y corriente no tendría la más mínima opción de hacerlo, pero Sonrisitas había dejado claro que el concepto de normalidad y él eran opuestos.
-¿Se puede saber qué te ha pasado ahí? -preguntó el domador al ver los pesados grilletes que aprisionaban al pirata de las profundidades-. Bueno, y ahí -añadió al darse cuenta del lamentable estado en el que se encontraba. ¡Acababan de reencontrarse y ya le estaba dando trabajo!
Therax desenvainó a Hi no Tamashii, dando un único corte vertical antes de devolverla a su funda. Algunos fragmentos de la pulsera cayeron, emitiendo un sonido metálico que rebotó en lo que quedaba de las paredes. ¿En qué momento habían dejado el lugar así? Varias columnas habían sido destruidas por completo, y muchas otras amenazaban con seguir el ejemplo de las primeras en poco tiempo. Cualquier elemento decorativo había pasado a mejor vida, y eran numerosas las aberturas que habían surgido en las robustas paredes que definían los límites de la estancia.
-Sí, algo así -respondió. Lo cierto era que, al igual que la había sucedido durante el enfrentamiento con Sonrisitas, no era capaz de expresar con palabras de dónde había salido semejante calamidad. Fuera como fuere, comenzó a andar en dirección a uno de los boquetes para dirigirse al exterior. Aquello era muy extraño. Por la información que les habían dado, esperaba haber encontrado mucha más gente allí. ¿Les habrían tendido una trampa? ¿Acaso se habían dejado engañar por aquel tipo -cuyo nombre, por cierto, no recordaba-?
Las preguntas se agolpaban en su mente, pero la dañada figura de Luka volvió a aparecer ante sus ojos mientras se encaminaban hacia la improvisada salida. «Dos años sin curar al pez; espero haber traído vendas», pensó. No obstante, era consciente de que tal vez aquello no hubiera acabado.
-Tienes que hacer algo con esa espada -dijo de repente la voz de "H" en su cabeza-. No con la de la onda, con la otra. No sé cómo se llaman y no pienso aprenderme sus nombres. A fin de cuentas son poco más que un trozo de metal, pero no puedes depender sólo de que una de ellas te salve siempre.
El espadachín no respondió, pero el espíritu del ave pudo ver en su interior que le daba la razón. Tanteó la empuñadura de Byakko, cuestionándose si debía hacerle una visita a Niord para que concluyese lo que había comenzado mucho tiempo atrás. Fuera como fuere, pudo distinguir cómo el cuerpo del gyojin se erguía a una distancia considerable de él. Parecía que había vencido, así que volvió a dedicar su atención al cuerpo que se arrastraba delante de él.
-Tenía curiosidad por saber qué escondías -dijo mientras se acercaba un poco a Sonrisitas-, pero das mucho asco, tío.
El ser al que se había enfrentado había terminado con el tamaño de un niño, aunque lo tétrico de su aspecto descartaba por completo la posibilidad de que lo fuese. Cada vez se movía más lento, así que el rubio optó por darle la espalda y dirigirse hacia el hombre-pez. No sabía si sobreviviría. Cualquier ser vivo normal y corriente no tendría la más mínima opción de hacerlo, pero Sonrisitas había dejado claro que el concepto de normalidad y él eran opuestos.
-¿Se puede saber qué te ha pasado ahí? -preguntó el domador al ver los pesados grilletes que aprisionaban al pirata de las profundidades-. Bueno, y ahí -añadió al darse cuenta del lamentable estado en el que se encontraba. ¡Acababan de reencontrarse y ya le estaba dando trabajo!
Therax desenvainó a Hi no Tamashii, dando un único corte vertical antes de devolverla a su funda. Algunos fragmentos de la pulsera cayeron, emitiendo un sonido metálico que rebotó en lo que quedaba de las paredes. ¿En qué momento habían dejado el lugar así? Varias columnas habían sido destruidas por completo, y muchas otras amenazaban con seguir el ejemplo de las primeras en poco tiempo. Cualquier elemento decorativo había pasado a mejor vida, y eran numerosas las aberturas que habían surgido en las robustas paredes que definían los límites de la estancia.
-Sí, algo así -respondió. Lo cierto era que, al igual que la había sucedido durante el enfrentamiento con Sonrisitas, no era capaz de expresar con palabras de dónde había salido semejante calamidad. Fuera como fuere, comenzó a andar en dirección a uno de los boquetes para dirigirse al exterior. Aquello era muy extraño. Por la información que les habían dado, esperaba haber encontrado mucha más gente allí. ¿Les habrían tendido una trampa? ¿Acaso se habían dejado engañar por aquel tipo -cuyo nombre, por cierto, no recordaba-?
Las preguntas se agolpaban en su mente, pero la dañada figura de Luka volvió a aparecer ante sus ojos mientras se encaminaban hacia la improvisada salida. «Dos años sin curar al pez; espero haber traído vendas», pensó. No obstante, era consciente de que tal vez aquello no hubiera acabado.
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