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Apenas había dado unos pasos en el exterior cuando un violento estruendo se produjo a sus espaldas, causando que se sobresaltara. ¿Más problemas? No podía ser. Acababan de dar por finalizado un conflicto; merecían un respiro. El rubio se giró sobre sus talones, llevando una mano a Yuki-onna como precaución. Cortaría por la mitad cualquier cosa o persona que pretendiese amenazar su vida o la de su compañero.
No obstante, se relajó en cuanto comprobó cuál era la verdadera causa del ruido. La edificación de la que acababan de salir, de una envergadura considerable, acababa de desplomarse y había quedado reducida a escombros. Uno de los numerosos cascotes rebotó, rodando torpemente varios metros hasta detenerse a escasos centímetros del rubio. ¿Realmente habían causado tantos daños en la estructura? Eso parecía, aunque durante el combate con Sonrisitas no había sido consciente de lo cercano que se encontraba de la sepultura.
-Tendrás que tener cuidado. Bueno, tanto tú como el pez. Sois unos animales que no saben valorar los alrededores, y si seguís así acabaréis muriendo de una manera estúpida -le reprendió "H" desde su interior. Therax guardó silencio, consciente de que el espíritu del ave no tenía más razón porque era imposible.
Fuera como fuere, no tardó en volver a relajarse y soltar la empuñadura de su espada. Casi sintió ganas de agradecer ese hecho. ¿A quién? No lo sabía, pero a alguien. Tal vez a Luka, que era quien más cerca se encontraba. Clavó en él sus ojos, de un intenso color verde en esos momentos. Estaba hecho polvo, como era costumbre. El espadachín no dudaba de su entereza ni de su capacidad para seguir adelante cuando parecía que iba a caer rendido, no. Sin embargo, el combate con la pila andante había sido más extenuante aún de lo habitual.
-¿Quieres que te eche un ojo? -inquirió el espadachín, ladeando un poco la cabeza mientras observaba las heridas de su compañero. Él también había resultado perjudicado, pero el aspecto de la sardina era aún más lamentable que el suyo si cabía-. No pienso dejar esto así. Voy a buscar al viejo ése y a pedirle explicaciones, aunque tenga que remover el archipiélago entero -añadió, acercándose a él y considerando sus opciones-. Y vengas tú o no -concluyó, esperando que su compañero la diese alguna pista sobre cuál era su verdadero estado de salud.
El gyojin era más duro de matar que una cucaracha, eso lo tenía claro, pero todo el mundo tenía su límite. ¿Habría llegado al suyo? Lo dudaba profundamente.
-¿Se puede saber qué es una cucaracha? -preguntó "H".
-Ni idea -respondió el domador-, pero suena gracioso. Cucaracha, cucaracha. Cu. Ca. Ra.Cha.
-¿Seguro que ese tío raro no te ha hecho nada grave?
No obstante, se relajó en cuanto comprobó cuál era la verdadera causa del ruido. La edificación de la que acababan de salir, de una envergadura considerable, acababa de desplomarse y había quedado reducida a escombros. Uno de los numerosos cascotes rebotó, rodando torpemente varios metros hasta detenerse a escasos centímetros del rubio. ¿Realmente habían causado tantos daños en la estructura? Eso parecía, aunque durante el combate con Sonrisitas no había sido consciente de lo cercano que se encontraba de la sepultura.
-Tendrás que tener cuidado. Bueno, tanto tú como el pez. Sois unos animales que no saben valorar los alrededores, y si seguís así acabaréis muriendo de una manera estúpida -le reprendió "H" desde su interior. Therax guardó silencio, consciente de que el espíritu del ave no tenía más razón porque era imposible.
Fuera como fuere, no tardó en volver a relajarse y soltar la empuñadura de su espada. Casi sintió ganas de agradecer ese hecho. ¿A quién? No lo sabía, pero a alguien. Tal vez a Luka, que era quien más cerca se encontraba. Clavó en él sus ojos, de un intenso color verde en esos momentos. Estaba hecho polvo, como era costumbre. El espadachín no dudaba de su entereza ni de su capacidad para seguir adelante cuando parecía que iba a caer rendido, no. Sin embargo, el combate con la pila andante había sido más extenuante aún de lo habitual.
-¿Quieres que te eche un ojo? -inquirió el espadachín, ladeando un poco la cabeza mientras observaba las heridas de su compañero. Él también había resultado perjudicado, pero el aspecto de la sardina era aún más lamentable que el suyo si cabía-. No pienso dejar esto así. Voy a buscar al viejo ése y a pedirle explicaciones, aunque tenga que remover el archipiélago entero -añadió, acercándose a él y considerando sus opciones-. Y vengas tú o no -concluyó, esperando que su compañero la diese alguna pista sobre cuál era su verdadero estado de salud.
El gyojin era más duro de matar que una cucaracha, eso lo tenía claro, pero todo el mundo tenía su límite. ¿Habría llegado al suyo? Lo dudaba profundamente.
-¿Se puede saber qué es una cucaracha? -preguntó "H".
-Ni idea -respondió el domador-, pero suena gracioso. Cucaracha, cucaracha. Cu. Ca. Ra.Cha.
-¿Seguro que ese tío raro no te ha hecho nada grave?
Luka Rooney
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- Oh, ¿Me abres?:
La batalla acababa de finalizar y ya había una nueva razón para preocuparse. Un sonido leve al inicio hizo que el tiburón estuviese alerta. Incluso observó cómo su compañero se llevaba la mano a una de sus katanas “locortotodosuperfacil”. O aquél era el nombre que el gyojin le había dado a la que tenía a su derecha.
Sin embargo, al girar el cuello el habitante del mar se dió cuenta de algo que entrañaba menos peligro que un posible nuevo rival. La estructura del edificio se estaba derrumbando, pero afortunadamente ya estaban lo suficientemente lejos como para que les cayera algún trozo de cemento, alguna viga o cualquier pedrusco de gran tamaño. Un par de piedras del tamaño de un caracol pasaron cerca de ambos piratas. Luka pateó con poca fuerza una de ellas antes de hablar.
-He tenido días mejores -comentó ante la pregunta de su compañero de banda-. El hombre de los rayos me lo puso duro y… Bueno, creo que tengo algún daño más que visible pero… Mira.
Oh, había llegado la hora del mini-show de Luka. Empezó a controlar el agua de su organismo y la movió alrededor de sus músculos. Señaló entonces uno de los tantos hematomas que tenía en su brazo, y tras pasar un par de “corrientes” de su propia agua, éste desapareció.
-Agua curativa, rubito -comentó con una gran sonrisa en el rostro-. Es una técnica ancestral de la isla Gyojin que conseguí emplear de manera más o menos eficiente en el combate. De lo poco que he visto, es que los daños leves los sana al instante, pero no tengo ni idea de lo que tardará con algo más grave. De todos modos… Creo que puedo aguantar. Este tiburón es duro.
O lo intenta pensó en sus adentros.
Caminaron un poco más antes de que el espadachín comentase sus intenciones. Sí, aquél maldito hombre les había engañado, y no poco. Habían exprimido al máximo sus fuerzas, hasta tal nivel que estaban bastante exhaustos. Aunque el habitante del mar parecía haberse llevado la peor parte. De lejos además.
-Estoy contigo. Debemos vengarnos de ese hombre, aunque tengamos que destruir esta mierda de isla que solo nos trae problemas.
El Luka de hacía dos años hubiera pensado que era él el que traía los problemas a la isla. Pero no, el tiburón del presente era mucho más que aquellos turbios pensamientos. Había consolidado su mentalidad y era consciente de los contratiempos propios de ser pirata. Y estaba bien agusto en su situación.
Caminaron hacia el lugar en el cual habían tenido la primera conversación -y la única hasta la fecha- con el loco que les engañó. Entonces el tiburón miró a su rubio compañero y sonrió. Sin duda era su mejor compañero de viajes; Su mejor amigo. Incluso lo consideraba su hermano. El único no gyojin hasta la fecha. Y quizá el corazón del tiburón tenía que ablandarse a veces por momentos. Y aquel era uno de ellos.
-¿Sabes? Creo que eres el miembro de la banda con el que más tiempo he pasado. Puede que hasta con el que más agusto me encuentro. Sé que no hace falta que te lo diga, ni siquiera creo que se de la situación alguna vez. Pero si llega el momento, que sepas que daría mi vida con gusto para salvarte -comentó de manera sincera a la par que posaba su brazo derecho sobre el hombro del humano-. Eres un hermano para mí.
El gyojin acompañó la frase con un par de palmadas y una sonrisa. Y tras ello pensó en lo que les deparaba aún en aquella isla. ¿Encontrarían al hombre? ¿Habría huido? ¿Sería culpable, tal y como apuntaban todas las pruebas, de haberles engañado?
-Bueno, es hora de trazar un plan. ¿En cuántas habitaciones tenemos que entrar antes de empezar a tirar todo abajo?
Therax observó cómo desaparecían los hematomas de la piel de Luka, aunque no terminaba de explicarse cómo podía verlos a través de la capa de escamas que le servía de protección. «Cosas de peces, supongo», pensó el espadachín. No obstante, lo cierto era que su compañero tenía una habilidad de muchísima utilidad. Casi sintió agradecimiento, pues aquello implicaba que, con algo de suerte, no se vería obligado a dedicar incontables horas a curar sus heridas.
-¿A quién quieres engañar? Saldrá hecho polvo la próxima vez que tengáis problemas, y no habrá agua milagrosa que te libre de dar puntos y vendar extremidades -comentó "H" desde su interior.
El rubio lo sabía, pero le gustaba dejar una rendija para que la esperanza se colase. Tal vez los dos años separados, además de ayudarle a hacerse más fuerte, hubieran inculcado un mínimo de instinto de conservación en la sardina. Con esa esperanza reanudó la marcha, lanzando de vez en cuando algunos vistazos al pirata para ver cómo evolucionaban sus heridas. Mejoraban, sí, pero no a un ritmo que le fuese a librar de recibir cuidados en el futuro.
-No sé si deberíamos hablar de venganza tan pronto -dijo el espadachín mientras caminaban. Se había tomado unos minutos para valorar las palabras del hombre-pez, cuestionándose cómo de seguros podían estar acerca de la culpabilidad de... ¿cómo demonios se llamaba aquel tipo? ¿Se había presentado siquiera?-. Tiene mala pinta, vale, pero deberíamos dejar que se explique al menos, ¿no crees?
No sabía cómo vería Luka su comentario, pero estaba habituado a ser quien ponía un poco de serenidad cuando eran ellos dos quienes tenían problemas. Sin embargo, eso no impedía que recelase del viejo y estuviese más que dispuesto a darle, como mínimo, un susto que no olvidara en su vida. Perdido en sus cavilaciones, se encontró a escasos de metros del lugar donde se había producido la reunión horas atrás. Se disponía a decir en voz alta cuál era su idea acerca de cómo debían proceder, pero el gyojin se adelantó. ¿Qué le había dado? Lo que decía era cierto, pero ¿desde cuándo mostraba de esa manera sus sentimientos, con tanta claridad? ¿Acaso le habían dañado más de lo que aparentaba? No parecía que fuera así.
Therax sonrió antes de responder, dejando claro que su comentario no era más que una broma; una chanza que no hacía sino confirmar que suscribía una por una las palabras de su compañero.
-Vale, pero como me intentes besar hago sushi contigo -respondió, liberando una carcajada antes de darle un abrazo-. ¿Puertas? Ni una. La última vez entramos muy educadamente y hemos acabado luchando por nuestra vida. Yo voto por echar abajo la entrada y preguntar por el dueño. ¿Qué dices tú? -preguntó, desenvainando a Byakko de un rápido movimiento.
Las palabras que habían acudido a su mente en primer lugar habían sido otras: "Luka, ataca". No obstante, el comentario que relacionaba al habitante del mar con comida tal vez hubiese cubierto el cupo de chistes racistas del día. ¿Cuántos podían hacerse antes de que la broma pasase a ser un insulto? Sería algo interesante de comprobar, pero debería hacerlo en otro momento. Las probabilidades de que su experimento acabase en un diálogo poco amistoso eran altas.
Si el gyojin estaba de acuerdo, se adentraría en el recinto en cuanto éste abriese un acceso. Preguntaría en voz alta y clara por el tipo con el que habían hablado anteriormente, empleando su nombre en caso de que el hombre-pez se lo hubiese recordado o, si no hubiese sido así, refiriéndose a él como "el cabrón que ha intentado que nos maten".
-¿A quién quieres engañar? Saldrá hecho polvo la próxima vez que tengáis problemas, y no habrá agua milagrosa que te libre de dar puntos y vendar extremidades -comentó "H" desde su interior.
El rubio lo sabía, pero le gustaba dejar una rendija para que la esperanza se colase. Tal vez los dos años separados, además de ayudarle a hacerse más fuerte, hubieran inculcado un mínimo de instinto de conservación en la sardina. Con esa esperanza reanudó la marcha, lanzando de vez en cuando algunos vistazos al pirata para ver cómo evolucionaban sus heridas. Mejoraban, sí, pero no a un ritmo que le fuese a librar de recibir cuidados en el futuro.
-No sé si deberíamos hablar de venganza tan pronto -dijo el espadachín mientras caminaban. Se había tomado unos minutos para valorar las palabras del hombre-pez, cuestionándose cómo de seguros podían estar acerca de la culpabilidad de... ¿cómo demonios se llamaba aquel tipo? ¿Se había presentado siquiera?-. Tiene mala pinta, vale, pero deberíamos dejar que se explique al menos, ¿no crees?
No sabía cómo vería Luka su comentario, pero estaba habituado a ser quien ponía un poco de serenidad cuando eran ellos dos quienes tenían problemas. Sin embargo, eso no impedía que recelase del viejo y estuviese más que dispuesto a darle, como mínimo, un susto que no olvidara en su vida. Perdido en sus cavilaciones, se encontró a escasos de metros del lugar donde se había producido la reunión horas atrás. Se disponía a decir en voz alta cuál era su idea acerca de cómo debían proceder, pero el gyojin se adelantó. ¿Qué le había dado? Lo que decía era cierto, pero ¿desde cuándo mostraba de esa manera sus sentimientos, con tanta claridad? ¿Acaso le habían dañado más de lo que aparentaba? No parecía que fuera así.
Therax sonrió antes de responder, dejando claro que su comentario no era más que una broma; una chanza que no hacía sino confirmar que suscribía una por una las palabras de su compañero.
-Vale, pero como me intentes besar hago sushi contigo -respondió, liberando una carcajada antes de darle un abrazo-. ¿Puertas? Ni una. La última vez entramos muy educadamente y hemos acabado luchando por nuestra vida. Yo voto por echar abajo la entrada y preguntar por el dueño. ¿Qué dices tú? -preguntó, desenvainando a Byakko de un rápido movimiento.
Las palabras que habían acudido a su mente en primer lugar habían sido otras: "Luka, ataca". No obstante, el comentario que relacionaba al habitante del mar con comida tal vez hubiese cubierto el cupo de chistes racistas del día. ¿Cuántos podían hacerse antes de que la broma pasase a ser un insulto? Sería algo interesante de comprobar, pero debería hacerlo en otro momento. Las probabilidades de que su experimento acabase en un diálogo poco amistoso eran altas.
Si el gyojin estaba de acuerdo, se adentraría en el recinto en cuanto éste abriese un acceso. Preguntaría en voz alta y clara por el tipo con el que habían hablado anteriormente, empleando su nombre en caso de que el hombre-pez se lo hubiese recordado o, si no hubiese sido así, refiriéndose a él como "el cabrón que ha intentado que nos maten".
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El tiburón se quedó pensativo ante el comentario de su compañero rubio. Parecía querer algo que él mismo deseaba, pero siempre terminaba por aportar una vía algo más diplomática. Quizá aquello le hacía más aburrido de lo que en un principio se podría pensar de él. Aún así el tiburón le quería, y gracias a aquella extraña manera de ver las cosas, el gyojin aún seguía vivito y coleando.
Cuando Luka abrazó a su compañero, éste le respondió con un punzante comentario. En el fondo el tiburón sabía que su compañero no tenía maldad, por lo que no le dió mayor importancia. Pero debía pensar alguna manera de evitar que esos comentarios llegaran a más. Puede que en sus oídos fuesen simples bromas cuyo único fin era provocar una carcajada. Pero un comentario así rodeado de gente desconocida, podía ser una invitación a una dura pelea.
La mente de un humano tiende a ser un poco suicida. Quizá deberíamos reflexionar sobre qué es el racismo y cómo tratarlo. Pensó en su interior a modo de reflexión el habitante del mar.
El agua alrededor del cuerpo de seis brazos continuaba moviéndose continuamente. Notaba cada gota de agua alrededor de las escamas, creando surcos y danzando a su son. Aquello le tranquilizaba sobremanera, hasta tal punto que le apetecía descansar un rato. Pero quizá no era el momento adecuado para ello.
Luka estudió cómo podían entrar llamando la atención, pero creyó que no era necesario idear ningún plan. Tirar la puerta abajo y buscar a aquél tipo era lo único que ambos necesitaban. Y así se lo hizo saber a su fiel compañero.
- Me parece bien. Creo que yo podría tirar la puerta abajo y tú, katana en mano, amenazar a quien quiera que haya allí. Deberíamos dejar a alguno de tus amiguitos fuera, vigilando si alguien sale por la puerta de atrás, ¿no crees?
El gyojin se acercaría a la puerta tanto si Therax aceptase o no la propuesta. Al fin y al cabo, las instrucciones a sus mascotas tendría que darlas él. Una vez en la puerta, señalaría con el dedo una cuenta que iría desde uno hasta tres, y al tercer golpe, embestiría con fuerza y derribaría la puerta.
Y así sucedió. El hombro del tiburón golpeó duramente contra la puerta, haciéndola ceder y cayendo ésta sobre el suelo. Una vez el habitante del mar cayó también, se impulsó con las manos hacia delante, notando un fuerte crujido en su espalda. Quizá su estado físico no era tan bueno como él mismo creía.
En la entrada una recepcionista en el lado derecho miraba atónita ante el movimiento del gyojin. Un par de humanos -aparentemente ricachones- soltaron las maletas y cayeron de culo, probablemente asustados por el show de los Arashi.
Cuando Luka se disponía a salir corriendo hacia la primera planta, se oyeron dos disparos ejecutados casi en el mismo segundo y, finalmente, un tercero cuando pasaron tres más.
- No me gusta eso, Therax. ¿Qué crees que ha podido pasar?
Cuando Luka abrazó a su compañero, éste le respondió con un punzante comentario. En el fondo el tiburón sabía que su compañero no tenía maldad, por lo que no le dió mayor importancia. Pero debía pensar alguna manera de evitar que esos comentarios llegaran a más. Puede que en sus oídos fuesen simples bromas cuyo único fin era provocar una carcajada. Pero un comentario así rodeado de gente desconocida, podía ser una invitación a una dura pelea.
La mente de un humano tiende a ser un poco suicida. Quizá deberíamos reflexionar sobre qué es el racismo y cómo tratarlo. Pensó en su interior a modo de reflexión el habitante del mar.
El agua alrededor del cuerpo de seis brazos continuaba moviéndose continuamente. Notaba cada gota de agua alrededor de las escamas, creando surcos y danzando a su son. Aquello le tranquilizaba sobremanera, hasta tal punto que le apetecía descansar un rato. Pero quizá no era el momento adecuado para ello.
Luka estudió cómo podían entrar llamando la atención, pero creyó que no era necesario idear ningún plan. Tirar la puerta abajo y buscar a aquél tipo era lo único que ambos necesitaban. Y así se lo hizo saber a su fiel compañero.
- Me parece bien. Creo que yo podría tirar la puerta abajo y tú, katana en mano, amenazar a quien quiera que haya allí. Deberíamos dejar a alguno de tus amiguitos fuera, vigilando si alguien sale por la puerta de atrás, ¿no crees?
El gyojin se acercaría a la puerta tanto si Therax aceptase o no la propuesta. Al fin y al cabo, las instrucciones a sus mascotas tendría que darlas él. Una vez en la puerta, señalaría con el dedo una cuenta que iría desde uno hasta tres, y al tercer golpe, embestiría con fuerza y derribaría la puerta.
Y así sucedió. El hombro del tiburón golpeó duramente contra la puerta, haciéndola ceder y cayendo ésta sobre el suelo. Una vez el habitante del mar cayó también, se impulsó con las manos hacia delante, notando un fuerte crujido en su espalda. Quizá su estado físico no era tan bueno como él mismo creía.
En la entrada una recepcionista en el lado derecho miraba atónita ante el movimiento del gyojin. Un par de humanos -aparentemente ricachones- soltaron las maletas y cayeron de culo, probablemente asustados por el show de los Arashi.
Cuando Luka se disponía a salir corriendo hacia la primera planta, se oyeron dos disparos ejecutados casi en el mismo segundo y, finalmente, un tercero cuando pasaron tres más.
- No me gusta eso, Therax. ¿Qué crees que ha podido pasar?
«¡Asquerosamenterriquevic! ¡Gustaf Asquerosamenterriquevic!», pensó Therax tras recodar de forma súbita el nombre del ricachón. ¿Cómo podía haber olvidado ese apellido? Era difícil de explicar, aunque lo turbulento de los últimos acontecimientos le brindaba una explicación bastante plausible.
El rubio oyó la propuesta de Luka y no se le ocurrió nada que objetar, así que se giró hacia Tib y le lanzó una mirada. No necesitó hacer nada más, pues el muryn enseguida se sentó sobre sus cuartos traseros. Una pose firme, las orejas apuntando hacia el cielo y el hocico levemente adelantado en un intento de percibir antes cualquier olor sospechoso. La postura era propia de la más noble de las criaturas, pero el animal parecía haberla adoptado sin ningún esfuerzo, como si aquello formase parte de su naturaleza.
No obstante, no había tiempo que perder admirando a su compañero. El hotel frente al que se encontraban se había quedado vacío tras el encuentro con Gustaf. En aquel momento lo había considerado sumamente sospechoso, y el posterior transcurso de los hechos no contribuía a aplacar sus dudas con respecto a ese hombre.
Aguardó a que la sardina echase abajo la entrada y, cuando lo hizo, se introdujo en el lugar con Hi no Tamashii parcialmente desenfundada. El acero siempre se mostraba muy persuasivo en situaciones como aquélla. La figura del espadachín emergió tras la cortina de polvo que el gyojin había levantado. Volvía a haber gente allí. Entonces, ¿por qué habían desaparecido todos antes? Era un misterio, pero tendría que resolverlo más tarde.
Ignoró a la mayoría de los allí presentes, pues sus reacciones dejaban claro que de poco o nada podrían servirles. ¿Qué clase de persona se caía hacia atrás de ese modo, como si les hubiesen golpeado, simplemente por ver cómo se destrozaba una puerta?
-¡Tú! -exclamó en dirección a la recepcionista-. Dile a Gustaf que hemos vuelto y exigimos hablar con él. ¡Ya!
La chica no dijo nada, mientras que Luka, por algún extraño motivo que el domador no atinó a comprender en ese momento, se dispuso a subir. ¿Adónde iba? Ya le encontraría luego, una vez supiese dónde podía hallar al tipo que andaban buscando. No obstante, los planes del habitante del mar se vieron frustrados. Tres disparos, uno de ellos producido algo después que los otros dos, fueron perfectamente audibles.
-¡Oh, vamos! No me jodas -se quejó Therax para, a continuación, volver a dirigirse a la muchacha-. ¿El viejo sigue en la segunda planta, ha cambiado de habitación o se ha ido? -inquirió sin alzar la voz. La respuesta fue un leve movimiento de mano, levantando dos dedos y no produciendo más que un débil gemido.
Decidió interpretarlo como que aún se hospedaba en la segunda planta y se puso en camino. Algunas personas corrían por los pasillos, huyendo como almas que lleva el diablo de lo que fuera que había sucedido. Al girar en la esquina que conducía al alojamiento de Gustaf se encontró con un cuadro que no le agradó demasiado. Su puerta se encontraba abierta y había signos de violencia. Algunas gotas de sangre salpicaban las paredes, pero eso no era nada comparado con lo que les esperaba en el interior.
Se podían identificar dos cuerpos, aunque sus rostros permanecían ocultos detrás de un escritorio desagradablemente familiar. Allí se habían reunido con Asquerosamenterriquevic hacía ya varias horas. Las puertas accesorias se encontraban abiertas, lo que causó que Therax desenvainase completamente su tantō. En un espacio tan reducido seguramente le sería más útil que sus espadas.
-Ninguno es el viejo -comentó en voz baja tras acercarse a los cadáveres. Sus caras estaban completamente deformadas por haber recibido los disparos, siendo imposibles de identificar-. Les han dado en toda la cara -añadió, mirando hacia las puertas laterales y al pirata alternativamente. ¿Se encontraría aún allí el responsable de aquello?
El rubio oyó la propuesta de Luka y no se le ocurrió nada que objetar, así que se giró hacia Tib y le lanzó una mirada. No necesitó hacer nada más, pues el muryn enseguida se sentó sobre sus cuartos traseros. Una pose firme, las orejas apuntando hacia el cielo y el hocico levemente adelantado en un intento de percibir antes cualquier olor sospechoso. La postura era propia de la más noble de las criaturas, pero el animal parecía haberla adoptado sin ningún esfuerzo, como si aquello formase parte de su naturaleza.
No obstante, no había tiempo que perder admirando a su compañero. El hotel frente al que se encontraban se había quedado vacío tras el encuentro con Gustaf. En aquel momento lo había considerado sumamente sospechoso, y el posterior transcurso de los hechos no contribuía a aplacar sus dudas con respecto a ese hombre.
Aguardó a que la sardina echase abajo la entrada y, cuando lo hizo, se introdujo en el lugar con Hi no Tamashii parcialmente desenfundada. El acero siempre se mostraba muy persuasivo en situaciones como aquélla. La figura del espadachín emergió tras la cortina de polvo que el gyojin había levantado. Volvía a haber gente allí. Entonces, ¿por qué habían desaparecido todos antes? Era un misterio, pero tendría que resolverlo más tarde.
Ignoró a la mayoría de los allí presentes, pues sus reacciones dejaban claro que de poco o nada podrían servirles. ¿Qué clase de persona se caía hacia atrás de ese modo, como si les hubiesen golpeado, simplemente por ver cómo se destrozaba una puerta?
-¡Tú! -exclamó en dirección a la recepcionista-. Dile a Gustaf que hemos vuelto y exigimos hablar con él. ¡Ya!
La chica no dijo nada, mientras que Luka, por algún extraño motivo que el domador no atinó a comprender en ese momento, se dispuso a subir. ¿Adónde iba? Ya le encontraría luego, una vez supiese dónde podía hallar al tipo que andaban buscando. No obstante, los planes del habitante del mar se vieron frustrados. Tres disparos, uno de ellos producido algo después que los otros dos, fueron perfectamente audibles.
-¡Oh, vamos! No me jodas -se quejó Therax para, a continuación, volver a dirigirse a la muchacha-. ¿El viejo sigue en la segunda planta, ha cambiado de habitación o se ha ido? -inquirió sin alzar la voz. La respuesta fue un leve movimiento de mano, levantando dos dedos y no produciendo más que un débil gemido.
Decidió interpretarlo como que aún se hospedaba en la segunda planta y se puso en camino. Algunas personas corrían por los pasillos, huyendo como almas que lleva el diablo de lo que fuera que había sucedido. Al girar en la esquina que conducía al alojamiento de Gustaf se encontró con un cuadro que no le agradó demasiado. Su puerta se encontraba abierta y había signos de violencia. Algunas gotas de sangre salpicaban las paredes, pero eso no era nada comparado con lo que les esperaba en el interior.
Se podían identificar dos cuerpos, aunque sus rostros permanecían ocultos detrás de un escritorio desagradablemente familiar. Allí se habían reunido con Asquerosamenterriquevic hacía ya varias horas. Las puertas accesorias se encontraban abiertas, lo que causó que Therax desenvainase completamente su tantō. En un espacio tan reducido seguramente le sería más útil que sus espadas.
-Ninguno es el viejo -comentó en voz baja tras acercarse a los cadáveres. Sus caras estaban completamente deformadas por haber recibido los disparos, siendo imposibles de identificar-. Les han dado en toda la cara -añadió, mirando hacia las puertas laterales y al pirata alternativamente. ¿Se encontraría aún allí el responsable de aquello?
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Los disparos que el tiburón escuchó, pillaron tan por sorpresa al rubio como a él. Ambos se miraron y parecieron querer decirse algo, y no precisamente positivo. Otra vez se torcía un plan, aunque quizá aquél fuese el menos elaborado de los que habían llevado a cabo en el tiempo que se conocían.
Therax tomó las riendas de la situación. Era extraño verle así, infundiendo miedo en los presentes, hablando tan firme y directo. Estaba claro que estaban hartos de tonterías y, sobre todo, de haber sido engañados. El habitante del mar creía que tanto su compañero como él podrían con cualquier situación complicada pero… tras los disparos empezó a desanimarse un poco. Que nunca nada les saliese a la primera era un claro indicativo de que o bien eran unos chapuzas, o tenían una mala suerte legendaria.
El tiburón notó en ese instante cómo el agua de su organismo empezaba a perder fuerza en su constante movimiento alrededor del ser marino. Percibió el estado de su piel e intentó mirar las zonas más afectadas de su organismo. Parecía haber grandes mejoras, pero aún así no era suficiente para estar al cien por cien.
Luka observó el camino que les llevaba a la segunda planta tras la “conversación” entre el espadachín y la mujer asustada. El gyojin subió los escalones de tres en tres y a gran velocidad, pero aún así el domador llegó primero. Cuando se dio cuenta del panorama no pudo evitar fruncir el ceño, y además adoptó un semblante más serio.
-Si lo ha hecho una sola persona, es bueno -comentó al ver los cadáveres-. Mira, han estado atados, en las mismas zonas.
El gyojin se dio cuenta gracias a una venda en las muñecas. Habían estado atados a algo por las propias muñecas, los tobillos y la cintura. ¿A dónde habrían estado atados? Lo curioso es que no estaban amordazados. ¿Habrían llegado sedados?
Aquello era muy raro para la mente del habitante del mar. Quizá demasiado como para darle algún sentido. Se limitó a seguir observando y acabó por palpar la sangre de los humanos. Therax pareció mirarle por un instante y paralizó su movimiento hasta el punto de ser bastante cómico. Llevó el dedo índice a la sangre y muy lentamente -demasiado- se lo fue llevando a la boca. La primera sangre no le valía, pero al hacer lo mismo con la segunda víctima una tremenda sonrisa se apoderó de su rostro.
-Esta sí. Esta me vale.
Y sin más, dio un potente mordisco en el cuello del humano, creando una herida algo mayor y colocando las dos palmas de las manos alrededor de ésta.
-Oye -comentó con total seguridad-. Si lo que quiera que haya hecho esto ha escapado… ¿No debería estar Tibs persiguiéndolo?
La verdad es que el Muryn era un animal de fiar, además de una criatura ejemplar. Fiel, con un comportamiento intachable y unos sentidos bastante desarrollados. Sin duda era bastante más útil que algún que otro miembro de la banda.
Cuando el rubio respondiera -sí decidía hacerlo-, empezaría a absorber toda la sangre de aquel hombre, ganando así parte de la que había perdido en el combate anterior y fortaleciendo su organismo. Ya era hora de pensar en recuperarse.
Si el Muryn no estaba en su posición, Luka propondría que el espadachín sobrevolase la zona. Sin embargo, en caso contrario le diría de separarse para buscar al causante de todo aquello. El edificio era demasiado grande, y tener que estar pendiente de cada zona era misión imposible.
A veces pienso que estaba demasiado bien en la Isla Gyojin como para complicarme tanto la vida. Y ya casi ni recuerdo cómo son las sirenas Pensó el carpintero para sus adentros de manera nostálgica. Quizá su vida estaba cambiando de manera tan rápida que necesitaba más tiempo para asimilar cada cambio. O puede que la piratería no fuese tan bonito como lo pintaban.
Therax tomó las riendas de la situación. Era extraño verle así, infundiendo miedo en los presentes, hablando tan firme y directo. Estaba claro que estaban hartos de tonterías y, sobre todo, de haber sido engañados. El habitante del mar creía que tanto su compañero como él podrían con cualquier situación complicada pero… tras los disparos empezó a desanimarse un poco. Que nunca nada les saliese a la primera era un claro indicativo de que o bien eran unos chapuzas, o tenían una mala suerte legendaria.
El tiburón notó en ese instante cómo el agua de su organismo empezaba a perder fuerza en su constante movimiento alrededor del ser marino. Percibió el estado de su piel e intentó mirar las zonas más afectadas de su organismo. Parecía haber grandes mejoras, pero aún así no era suficiente para estar al cien por cien.
Luka observó el camino que les llevaba a la segunda planta tras la “conversación” entre el espadachín y la mujer asustada. El gyojin subió los escalones de tres en tres y a gran velocidad, pero aún así el domador llegó primero. Cuando se dio cuenta del panorama no pudo evitar fruncir el ceño, y además adoptó un semblante más serio.
-Si lo ha hecho una sola persona, es bueno -comentó al ver los cadáveres-. Mira, han estado atados, en las mismas zonas.
El gyojin se dio cuenta gracias a una venda en las muñecas. Habían estado atados a algo por las propias muñecas, los tobillos y la cintura. ¿A dónde habrían estado atados? Lo curioso es que no estaban amordazados. ¿Habrían llegado sedados?
Aquello era muy raro para la mente del habitante del mar. Quizá demasiado como para darle algún sentido. Se limitó a seguir observando y acabó por palpar la sangre de los humanos. Therax pareció mirarle por un instante y paralizó su movimiento hasta el punto de ser bastante cómico. Llevó el dedo índice a la sangre y muy lentamente -demasiado- se lo fue llevando a la boca. La primera sangre no le valía, pero al hacer lo mismo con la segunda víctima una tremenda sonrisa se apoderó de su rostro.
-Esta sí. Esta me vale.
Y sin más, dio un potente mordisco en el cuello del humano, creando una herida algo mayor y colocando las dos palmas de las manos alrededor de ésta.
-Oye -comentó con total seguridad-. Si lo que quiera que haya hecho esto ha escapado… ¿No debería estar Tibs persiguiéndolo?
La verdad es que el Muryn era un animal de fiar, además de una criatura ejemplar. Fiel, con un comportamiento intachable y unos sentidos bastante desarrollados. Sin duda era bastante más útil que algún que otro miembro de la banda.
Cuando el rubio respondiera -sí decidía hacerlo-, empezaría a absorber toda la sangre de aquel hombre, ganando así parte de la que había perdido en el combate anterior y fortaleciendo su organismo. Ya era hora de pensar en recuperarse.
Si el Muryn no estaba en su posición, Luka propondría que el espadachín sobrevolase la zona. Sin embargo, en caso contrario le diría de separarse para buscar al causante de todo aquello. El edificio era demasiado grande, y tener que estar pendiente de cada zona era misión imposible.
A veces pienso que estaba demasiado bien en la Isla Gyojin como para complicarme tanto la vida. Y ya casi ni recuerdo cómo son las sirenas Pensó el carpintero para sus adentros de manera nostálgica. Quizá su vida estaba cambiando de manera tan rápida que necesitaba más tiempo para asimilar cada cambio. O puede que la piratería no fuese tan bonito como lo pintaban.
Therax observó con desagrado cómo el tiburón mordía uno de los cadáveres que se encontraban allí. Había escuchado sus palabras, reparando en detalles en los que no se había fijado en su primer reconocimiento. ¿Desde cuándo la sardina hacía ese tipo de cosas? No lo sabía, pero prefería no verlo. Se dirigió con cuidado a las habitaciones adyacentes para comprobar que no hubiera nadie, pues el pirata no parecía haber entendido su gesto anterior. A fin de cuentas, ¿quién era él para juzgar los fetiches de los demás? Siendo un misterio que su capitán, aquél que en última instancia marcaba qué ocurría con su vida, no hubiese muerto ya de una infección venérea, aquello era poco más que una mera anécdota.
-No, junto a Tib no ha pasado -respondió el rubio en un tono tan calmado como seguro-. Me habría avisado y lo habría escuchado. Son muchos años junto a él, cuando aúlla es como si lo hiciera en mi oído -añadió. Lo cierto era que no mentía, que se sentía capaz de distinguir al muryn en cualquier circunstancia y ante cualquier distracción, aunque jamás se había propuesto comprobarlo.
Las opciones quedaban muy limitadas. Quien hubiera hecho aquello, si es que era una persona, debía permanecer en el edificio. Eso, o que todo fuera un burdo montaje, el disparo se hubiera producido estando aquellos tipos ya muertos y el autor hubiese abandonado el lugar hacía tiempo. Sacudió la cabeza, atendiendo a la idea del habitante del mar y asintiendo ante lo que proponía. Era arriesgado, pero para cubrir la zona lo más rápido posible lo mejor era separarse.
-Yo revisaré las plantas superiores -dijo sin más, abandonando la estancia y dirigiéndose hacia el octavo nivel.
La ausencia de personas en ellos indicaba que el disparo también había sido escuchado allí. Una gran cantidad de puertas se encontraban abiertas, seguramente las de quienes habían abandonado el lugar a causa del miedo y la impresión. Therax lo agradeció, pues se sentía más seguro sabiendo que no tendría que preocuparse por daños colaterales llegado el momento.
No obstante, tras un rato la tensión comenzó a desaparecer poco a poco. Las tres plantas más altas estaban completamente vacías, y la quinta no prometía nada diferente. Cuando se disponía a dar la búsqueda por finalizada y volver junto al gyojin, un sonido proveniente de una de las pocas habitaciones que quedaban por rastrear llamó su atención.
El espadachín desenfundó a Yuki-onna, golpeó la puerta y se introdujo en ella sin dudar. Una vez más, la soledad le recibió en una estancia escrupulosamente organizada. ¿Habrían sido imaginaciones suyas? Súbitamente, una sombra apareció en la parte superior de su campo de visión y golpeó con furia su cara, sacándole de la habitación e incrustándole en la pared.
-No, junto a Tib no ha pasado -respondió el rubio en un tono tan calmado como seguro-. Me habría avisado y lo habría escuchado. Son muchos años junto a él, cuando aúlla es como si lo hiciera en mi oído -añadió. Lo cierto era que no mentía, que se sentía capaz de distinguir al muryn en cualquier circunstancia y ante cualquier distracción, aunque jamás se había propuesto comprobarlo.
Las opciones quedaban muy limitadas. Quien hubiera hecho aquello, si es que era una persona, debía permanecer en el edificio. Eso, o que todo fuera un burdo montaje, el disparo se hubiera producido estando aquellos tipos ya muertos y el autor hubiese abandonado el lugar hacía tiempo. Sacudió la cabeza, atendiendo a la idea del habitante del mar y asintiendo ante lo que proponía. Era arriesgado, pero para cubrir la zona lo más rápido posible lo mejor era separarse.
-Yo revisaré las plantas superiores -dijo sin más, abandonando la estancia y dirigiéndose hacia el octavo nivel.
La ausencia de personas en ellos indicaba que el disparo también había sido escuchado allí. Una gran cantidad de puertas se encontraban abiertas, seguramente las de quienes habían abandonado el lugar a causa del miedo y la impresión. Therax lo agradeció, pues se sentía más seguro sabiendo que no tendría que preocuparse por daños colaterales llegado el momento.
No obstante, tras un rato la tensión comenzó a desaparecer poco a poco. Las tres plantas más altas estaban completamente vacías, y la quinta no prometía nada diferente. Cuando se disponía a dar la búsqueda por finalizada y volver junto al gyojin, un sonido proveniente de una de las pocas habitaciones que quedaban por rastrear llamó su atención.
El espadachín desenfundó a Yuki-onna, golpeó la puerta y se introdujo en ella sin dudar. Una vez más, la soledad le recibió en una estancia escrupulosamente organizada. ¿Habrían sido imaginaciones suyas? Súbitamente, una sombra apareció en la parte superior de su campo de visión y golpeó con furia su cara, sacándole de la habitación e incrustándole en la pared.
Luka Rooney
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El tiburón se sintió aliviado al sentir la sangre de aquél hombre recorrer sus venas. Poco a poco notó la energía que ésta le transmitía, y empezó a sentirse algo mejor. El habitante del mar sabía que la mejora que estaba percibiendo sería temporal, pero ya tendría tiempo de preocuparse de lo que le deparase el futuro. ¿Qué ganaba preocupándose por el mañana en aquél momento? Quizá mucho, pero el gyojin aún no era del todo consciente de lo que el futuro era para él. Ni de lo que podría depararle.
El tiburón observó cómo a su rubio compañero le parecía buena idea ojear el terreno separados. Sabía que conllevaba más riesgo, pero era una opción que agilizaría toda la búsqueda de lo que fuese que aquél hombre/ser causante de los disparos y del espectáculo vivido. Therax se pidió las plantas de arriba, por lo que al habitante del mar le tocó las de abajo.
No tardó más de diez segundos en bajar las escaleras, y tras ello empezó a correr como alma que lleva el diablo por los pasillos de los tres pisos inferiores. La verdad es que no parecía haber nada por allí. Las puertas estaban entreabiertas y la ropa tirada por el suelo. ¿Habrían robado por allí? ¿Sería fruto del caos al oír los disparos? Quién sabe, el caso es que no parecía haber ninguna presencia cercana.
Durante algunos metros, Luka reparó en las puertas que parecían estar más deterioradas, como si hubiesen sufrido algún ataque de rabia o furia contra ellas. Sin embargo, ninguna habitación terminaba de dar ninguna pista sobre qué había sucedido. Todo indicaba que habían salido por patas, ya que las pertenencias en su mayoría aún estaban en las habitaciones. De ser el gyojin un ladrón, aquél sería su día más top con total seguridad.
Una vez recorrió sus plantas, el habitante del mar ascendió hasta la planta en la que todo se inició, y allí oyó un contundente golpe contra el edificio que hizo que éste se sacudiese ligeramente. Salió corriendo hacia arriba, consciente que el golpe venía desde allí pero sin saber exactamente donde se había producido. Una vez subió hasta el lugar, observó un rastro de sangre fresca que le hizo temerse lo peor.
- ¿Therax? ¿Estás por aquí?
Y entonces, el tiburón recibió un golpe de lleno en la cara, lanzándolo hacia la pared y chocando su rostro contra ella. Cayó al suelo y no tardó en quedar inconsciente. ¿Qué diablos había pasado?
Cuando despertó, observó que se encontraba en un lúgubre lugar, atado de pies y manos con lo que parecía ser una cadena de algún material resistente. Enfrente tenía a un par de hombres cuchicheando y no veía ni rastro de Therax.
En ocasiones así me gustaria saber usar algún tipo de telepatía
Intentó detectarlo mediante su mantra, pero no tenía suficiente energía como para hacerlo. Pasaron unos minutos hasta que alguien se acercó hasta el tiburón, que se hizo el dormido, y empezó a examinarlo. Le sacó sangre y empezó a hablar con el hombre que estaba a su lado.
- Sin duda es un ejemplar magnífico. Tiene una buena cantidad de masa muscular, y parece fuerte. ¿Qué quiere hacer el jefe con él?
- No lo sé, pero por lo visto es un pirata que se estaba haciendo bastante famosillo. Creo que le va a pedir un rescate a su capitán, o algo así. Por lo visto, ya ha descartado venderle, más que nada por lo peligroso que es.
- Vaya vaya…
El tiburón apretó el puño y contó hasta tres. Aún no sabía si su actuación sería exitosa. Pero… ¿Qué otra forma hay de comprobarlo que intentándolo?
El tiburón observó cómo a su rubio compañero le parecía buena idea ojear el terreno separados. Sabía que conllevaba más riesgo, pero era una opción que agilizaría toda la búsqueda de lo que fuese que aquél hombre/ser causante de los disparos y del espectáculo vivido. Therax se pidió las plantas de arriba, por lo que al habitante del mar le tocó las de abajo.
No tardó más de diez segundos en bajar las escaleras, y tras ello empezó a correr como alma que lleva el diablo por los pasillos de los tres pisos inferiores. La verdad es que no parecía haber nada por allí. Las puertas estaban entreabiertas y la ropa tirada por el suelo. ¿Habrían robado por allí? ¿Sería fruto del caos al oír los disparos? Quién sabe, el caso es que no parecía haber ninguna presencia cercana.
Durante algunos metros, Luka reparó en las puertas que parecían estar más deterioradas, como si hubiesen sufrido algún ataque de rabia o furia contra ellas. Sin embargo, ninguna habitación terminaba de dar ninguna pista sobre qué había sucedido. Todo indicaba que habían salido por patas, ya que las pertenencias en su mayoría aún estaban en las habitaciones. De ser el gyojin un ladrón, aquél sería su día más top con total seguridad.
Una vez recorrió sus plantas, el habitante del mar ascendió hasta la planta en la que todo se inició, y allí oyó un contundente golpe contra el edificio que hizo que éste se sacudiese ligeramente. Salió corriendo hacia arriba, consciente que el golpe venía desde allí pero sin saber exactamente donde se había producido. Una vez subió hasta el lugar, observó un rastro de sangre fresca que le hizo temerse lo peor.
- ¿Therax? ¿Estás por aquí?
Y entonces, el tiburón recibió un golpe de lleno en la cara, lanzándolo hacia la pared y chocando su rostro contra ella. Cayó al suelo y no tardó en quedar inconsciente. ¿Qué diablos había pasado?
***
Cuando despertó, observó que se encontraba en un lúgubre lugar, atado de pies y manos con lo que parecía ser una cadena de algún material resistente. Enfrente tenía a un par de hombres cuchicheando y no veía ni rastro de Therax.
En ocasiones así me gustaria saber usar algún tipo de telepatía
Intentó detectarlo mediante su mantra, pero no tenía suficiente energía como para hacerlo. Pasaron unos minutos hasta que alguien se acercó hasta el tiburón, que se hizo el dormido, y empezó a examinarlo. Le sacó sangre y empezó a hablar con el hombre que estaba a su lado.
- Sin duda es un ejemplar magnífico. Tiene una buena cantidad de masa muscular, y parece fuerte. ¿Qué quiere hacer el jefe con él?
- No lo sé, pero por lo visto es un pirata que se estaba haciendo bastante famosillo. Creo que le va a pedir un rescate a su capitán, o algo así. Por lo visto, ya ha descartado venderle, más que nada por lo peligroso que es.
- Vaya vaya…
El tiburón apretó el puño y contó hasta tres. Aún no sabía si su actuación sería exitosa. Pero… ¿Qué otra forma hay de comprobarlo que intentándolo?
Cuál fue su sorpresa al comprobar que, contra todo pronóstico, la pared cedía ante la suma de su peso y el impulso recibido por el golpe. El muro en aquella planta no era más que una falsa separación entre el pasillo por el que había estado caminando y... Un momento, ¿dónde demonios estaba? Todo a su alrededor era oscuro, exageradamente oscuro, y llevaba cayendo en picado varios segundos.
-Tal vez sea hora de que vayas transformándote, ¿no te parece? -sugirió con ironía "H" en su interior.
-No tengo espacio -respondió el espadachín, que, si bien no podía distinguir ningún detalle, era capaz de intuir que los límites del pozo por el que estaba cayendo no se encontraban demasiado lejos.
-Te lo mereces. Esto te ocurre por no quitarle algo de tiempo a la espada para entrenar junto a mí -le reprendió el ave-. ¡Pero intenta transformarte, imbécil, que nos vamos a matar!
Therax se disponía a hacerlo cuando, para su sorpresa, fue a dar contra una superficie blanda que amortiguó el impacto. Había ido a parar a una pequeña sala circular de unos cinco metros cuadrados. Sobre él, la negrura hacía indistinguible el punto desde el que se había precipitado, así que dedicó unos instantes a observar los alrededores. Un único túnel se abría a sus espaldas, indicándole pacientemente el camino a seguir. A su alrededor, las paredes estaban plagadas de antorchas separadas entre sí. ¿Qué distancia podría haber entre una y la siguiente? ¿Dos metros? Sí, más o menos sería eso, y se introducían en el túnel a unos intervalos similares.
-Sal por donde has venido, muchacho -sugirió el espíritu del ave. Entonces, como si alguien hubiese estado escuchando la conversación que ambos mantenían, un silbido procedente de las alturas antecedió al temblor. Por el mismo orificio que había llevado al rubio hasta allí, un inmenso bloque de un material oscuro apareció y taponó la posible salida. Therax ni siquiera se molestó en tocarlo; había sido perseguido demasiadas veces como para no distinguir kairoseki de piedra normal.
-Alguien tiene mucho interés en mantenernos aquí -comentó, desenvainando a Yuki-onna e introduciéndose por fin en la gruta. Un extraño suelo verde de consistencia gelatinosa eliminaba casi por completo cualquier rastro de estabilidad, lo que le incomodaba sobremanera. A cada paso, una sombra de preocupación crecía en su mente. ¿Qué habría ocurrido con Luka? ¿Estaría allí abajo también? ¿Se encontraría bien?
-Tal vez sea hora de que vayas transformándote, ¿no te parece? -sugirió con ironía "H" en su interior.
-No tengo espacio -respondió el espadachín, que, si bien no podía distinguir ningún detalle, era capaz de intuir que los límites del pozo por el que estaba cayendo no se encontraban demasiado lejos.
-Te lo mereces. Esto te ocurre por no quitarle algo de tiempo a la espada para entrenar junto a mí -le reprendió el ave-. ¡Pero intenta transformarte, imbécil, que nos vamos a matar!
Therax se disponía a hacerlo cuando, para su sorpresa, fue a dar contra una superficie blanda que amortiguó el impacto. Había ido a parar a una pequeña sala circular de unos cinco metros cuadrados. Sobre él, la negrura hacía indistinguible el punto desde el que se había precipitado, así que dedicó unos instantes a observar los alrededores. Un único túnel se abría a sus espaldas, indicándole pacientemente el camino a seguir. A su alrededor, las paredes estaban plagadas de antorchas separadas entre sí. ¿Qué distancia podría haber entre una y la siguiente? ¿Dos metros? Sí, más o menos sería eso, y se introducían en el túnel a unos intervalos similares.
-Sal por donde has venido, muchacho -sugirió el espíritu del ave. Entonces, como si alguien hubiese estado escuchando la conversación que ambos mantenían, un silbido procedente de las alturas antecedió al temblor. Por el mismo orificio que había llevado al rubio hasta allí, un inmenso bloque de un material oscuro apareció y taponó la posible salida. Therax ni siquiera se molestó en tocarlo; había sido perseguido demasiadas veces como para no distinguir kairoseki de piedra normal.
-Alguien tiene mucho interés en mantenernos aquí -comentó, desenvainando a Yuki-onna e introduciéndose por fin en la gruta. Un extraño suelo verde de consistencia gelatinosa eliminaba casi por completo cualquier rastro de estabilidad, lo que le incomodaba sobremanera. A cada paso, una sombra de preocupación crecía en su mente. ¿Qué habría ocurrido con Luka? ¿Estaría allí abajo también? ¿Se encontraría bien?
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Aún atado, el tiburón pensaba qué podía hacer para salir de aquella situación. No olfateaba a Therax, y tampoco parecía sentir más presencias que voces oía. Un total de cuatro. Tampoco tenía claro qué iban a hacer con él, había escuchado antes que la intención de aquella gente era pedir un rescate a su banda. Benditos estúpidos, pensó el gyojin. ¿Pedir un rescate a piratas? Debían haber faltado a la clase sobre lógica y sentido común de la universidad de la calle. Se pedían rescates a gente rica, sin poder militar, sin contactos y, sobre todo, a gente cobarde. Gente que pagase sin pensárselo. Zane y los suyos no pagarían ni un mísero berri. Antes prenderían fuego a cada milímetro de aquel lugar. Y aquel pensamiento hizo que Luka sonriese.
Debía intentar escapar por sí mismo, pero… ¿Cómo? Era cierto que las cuerdas parecían tener el suficiente grosor para no ceder ante la fuerta del gyojin. No al menos estando atadas con tanta firmeza. Quizá si el pirata tuviera más margen de maniobra… Puede que el habitante del mar debiese ir por ese sendero. Buscar ampliar un poco el espacio entre cuerda y muñeca y, de alguna forma, terminar cortándolas.
El gyojin observó a ambos lados y agudizó su olfato, intentando averiguar si había alguien cerca. Lo cierto era que al tiburón le parecía un poco raro estar tanto tiempo sin ningún vigilante, ¿a qué se debería? El caso es que le llegaban algunos olores de humanos, pero ninguno lo suficientemente cerca como para verle. Podía abrir los ojos y trazar un plan, aunque debía ser rápido si quería salirse con la suya.
Su primera idea fue recubrir sus muñecas de agua y tratar de endurecerla hasta ablandar la cuerda. Además… Si mojaba la cuerda, ésta será menos resistente. ¿O lo sería aún más? Lo cierto era que el habitante del mar no estaba muy seguro de lo que estaba a punto de hacer. Desafortunadamente para él, su plan no sirvió de mucho.
Tras ello, Luka pensó que quizá podía poner en práctica algo que le rondaba la cabeza durante mucho tiempo. Usar el haki a través de su agua. ¿Sería posible aquello? Y, algo más importante, en caso de serlo… ¿Podría llevarlo a cabo el tiburón?
Con una concentración digna de lo que estaba intentando realizar, el habitante del mar volvió a recubrir sus muñecas de agua, creando una forma algo más afilada en la palma de su mano derecha, ahí es donde intentaría aplicar el haki. Cubrir su mano de aquella sustancia tan dura no era ningún problema. Es más, era algo que tras tanta experiencia, le salía con relativa facilidad. En escasos segundos su mano estaba completamente recubierta de una película negruzca de un centímetro de grosor. Sin embargo, el agua parecía no captar esa sustancia. ¿Sería imposible hacerlo? No, no lo debía ser. Había visto a usuarios logia usar el haki como si nada, y su capacidad de uso del agua no distaba mucho de una logia. ¿Habría una logia de agua? Puede que sí.
Fuera como fuese, el tiburón prosiguió una y otra vez su intento. Le pareció ver cómo el haki intentaba trepar a través del agua, sin embargo ésta parecía repelerlo de alguna manera. Quizá conseguía que ascendiese un par de centímetros, pero no más. Esforzándose en demasía consiguió que ascendiese durante un par de segundos algo más de tres centímetros, y entonces tuvo que frenar en seco su plan. Alguien se acercaba.
Y no lo decía él, lo decía su olfato. Un olor que no había olfateado antes. Alguien nuevo. El gyojin cerró los ojos y se centró en otro de sus sentidos; el oído.
- ¿Dónde está?
- Ahí, en la sala 4.
- ¿Cuál de los dos es?
- El gyojin.
- Nos pagarían más por el humano, pero algo es algo.
Luka notó cómo ambos humanos se acercaban, y notó sus pisadas tan cerca que dedujo que estaban a escasos centímetros de él.
- Sin duda es un ejemplar magnífico. Tiene un índice de masa muscular increíble. Puede que nos salga más rentable probar cosas en él que pedir un rescate. ¿En cuanto lo han valorado?
- No creo que sea buena idea hablar de eso aquí.
- ¿Le habéis inyectado el KQ-7?
- Sí, cuatro veces la dosis recomendada dado su tamaño.
- Perfecto, entonces no hay de qué preocuparse. De todos modos… Vayamos a la sala de control. Allí estaremos más tranquilos.
El habitante del mar esperó pacientemente a dejar de oir las pisadas y sentir las presencias de aquellos dos humanos más lejos, y entonces, abrió los ojos.
- Si vosotros supiérais de lo que el Gyojin Kárate es capaz… -comentó justo antes de escupir una sustancia amarillenta un par de veces- Y ya está. Ya no hay veneno -terminó por susurrar.
Debía intentar escapar por sí mismo, pero… ¿Cómo? Era cierto que las cuerdas parecían tener el suficiente grosor para no ceder ante la fuerta del gyojin. No al menos estando atadas con tanta firmeza. Quizá si el pirata tuviera más margen de maniobra… Puede que el habitante del mar debiese ir por ese sendero. Buscar ampliar un poco el espacio entre cuerda y muñeca y, de alguna forma, terminar cortándolas.
El gyojin observó a ambos lados y agudizó su olfato, intentando averiguar si había alguien cerca. Lo cierto era que al tiburón le parecía un poco raro estar tanto tiempo sin ningún vigilante, ¿a qué se debería? El caso es que le llegaban algunos olores de humanos, pero ninguno lo suficientemente cerca como para verle. Podía abrir los ojos y trazar un plan, aunque debía ser rápido si quería salirse con la suya.
Su primera idea fue recubrir sus muñecas de agua y tratar de endurecerla hasta ablandar la cuerda. Además… Si mojaba la cuerda, ésta será menos resistente. ¿O lo sería aún más? Lo cierto era que el habitante del mar no estaba muy seguro de lo que estaba a punto de hacer. Desafortunadamente para él, su plan no sirvió de mucho.
Tras ello, Luka pensó que quizá podía poner en práctica algo que le rondaba la cabeza durante mucho tiempo. Usar el haki a través de su agua. ¿Sería posible aquello? Y, algo más importante, en caso de serlo… ¿Podría llevarlo a cabo el tiburón?
Con una concentración digna de lo que estaba intentando realizar, el habitante del mar volvió a recubrir sus muñecas de agua, creando una forma algo más afilada en la palma de su mano derecha, ahí es donde intentaría aplicar el haki. Cubrir su mano de aquella sustancia tan dura no era ningún problema. Es más, era algo que tras tanta experiencia, le salía con relativa facilidad. En escasos segundos su mano estaba completamente recubierta de una película negruzca de un centímetro de grosor. Sin embargo, el agua parecía no captar esa sustancia. ¿Sería imposible hacerlo? No, no lo debía ser. Había visto a usuarios logia usar el haki como si nada, y su capacidad de uso del agua no distaba mucho de una logia. ¿Habría una logia de agua? Puede que sí.
Fuera como fuese, el tiburón prosiguió una y otra vez su intento. Le pareció ver cómo el haki intentaba trepar a través del agua, sin embargo ésta parecía repelerlo de alguna manera. Quizá conseguía que ascendiese un par de centímetros, pero no más. Esforzándose en demasía consiguió que ascendiese durante un par de segundos algo más de tres centímetros, y entonces tuvo que frenar en seco su plan. Alguien se acercaba.
Y no lo decía él, lo decía su olfato. Un olor que no había olfateado antes. Alguien nuevo. El gyojin cerró los ojos y se centró en otro de sus sentidos; el oído.
- ¿Dónde está?
- Ahí, en la sala 4.
- ¿Cuál de los dos es?
- El gyojin.
- Nos pagarían más por el humano, pero algo es algo.
Luka notó cómo ambos humanos se acercaban, y notó sus pisadas tan cerca que dedujo que estaban a escasos centímetros de él.
- Sin duda es un ejemplar magnífico. Tiene un índice de masa muscular increíble. Puede que nos salga más rentable probar cosas en él que pedir un rescate. ¿En cuanto lo han valorado?
- No creo que sea buena idea hablar de eso aquí.
- ¿Le habéis inyectado el KQ-7?
- Sí, cuatro veces la dosis recomendada dado su tamaño.
- Perfecto, entonces no hay de qué preocuparse. De todos modos… Vayamos a la sala de control. Allí estaremos más tranquilos.
El habitante del mar esperó pacientemente a dejar de oir las pisadas y sentir las presencias de aquellos dos humanos más lejos, y entonces, abrió los ojos.
- Si vosotros supiérais de lo que el Gyojin Kárate es capaz… -comentó justo antes de escupir una sustancia amarillenta un par de veces- Y ya está. Ya no hay veneno -terminó por susurrar.
- Cosas usadas:
- Ishi-san: El control de los fluídos líquidos del cuerpo de Luka llega hasta tal punto que es capaz de diferenciar sus densidades, pudiendo controlar sus moléculas por separado si lo estima oportuno.
Ejemplo: Si en sus venas a parte de sangre corre algún tipo de veneno, podría expulsar este segundo. Dependiendo del tipo de veneno, afectará más o menos y será más complicado o menos expulsarlo. Así mismo, el veneno estará un tiempo en contacto con la sangre, por lo que si es un veneno de rápida actuación, no valdría de mucho.
- Ishi-san: El control de los fluídos líquidos del cuerpo de Luka llega hasta tal punto que es capaz de diferenciar sus densidades, pudiendo controlar sus moléculas por separado si lo estima oportuno.
Aquel suelo empezaba a resultar molesto, pues sus pies se hundían unos centímetros antes de ser empujados de vuelta hacia arriba. Un sonido similar a "glup" acompañaba a cada una de sus pisadas, lo que, unido a las constantes quejas de H dentro de su cabeza, causaba que Therax comenzase a sentirse tremendamente irritado.
-No te pongas así -le reprendió el águila-. Sabes que tengo razón. Está muy bien que dediques tiempo a mejorar en el uso de la espada, pero estás dejando de lado una parte de ti mismo: yo. A partir de ahora me voy a asegurar de que hagas lo que te toca.
-Vale -respondió el domador, dejando claro su malestar con la actitud de su compañero.
A su alrededor, todo era un laberinto de túneles y moco -porque ése era el único nombre que se le ocurría para referirse al suelo-. La sensación era similar a la que había experimentado en Murynos. Al igual que ocurría con el hogar de los muryne, las grutas nacían por doquier y dibujaban caminos tortuosos y monótonos. Tib acudió a su mente al pensar en los demás miembros de su raza. Se había quedado fuera, esperando. ¿Estaría bien? Seguro que sí.
Un nuevo sonido atrajo su atención al entrar en un espacio algo mayor. Una gran bóveda de piedra contemplaba la estancia desde varios metros de altura, y de la circunferencia que recibía su mirada partía no menos de una docena de túneles. De todos ellos provenían voces y ruidos metálicos. Las luces que se movían en algún lugar en su interior se aproximaban, dibujando sombras que bailaban en la pared.
Apenas unos instantes después, una cincuentena de soldados aguardaba en formación frente a él, firmes como estacas y serios como estatuas de piedra.
-¿¡Cómo habéis encontrado esto!? -inquirió uno de ellos tras dar un paso al frente. Llevaba una larga capa de color amarillo que le identificaba como superior-. No sé en qué pensará ese desgraciado de Asquerosamenterriquevic para enviar a un sólo hombre.
-Yo no tengo nada que ver con ese hombre -replicó el espadachín-. Bueno, sí, debo hablar algunas cosas con él, pero...
-¡A por él!
-No te pongas así -le reprendió el águila-. Sabes que tengo razón. Está muy bien que dediques tiempo a mejorar en el uso de la espada, pero estás dejando de lado una parte de ti mismo: yo. A partir de ahora me voy a asegurar de que hagas lo que te toca.
-Vale -respondió el domador, dejando claro su malestar con la actitud de su compañero.
A su alrededor, todo era un laberinto de túneles y moco -porque ése era el único nombre que se le ocurría para referirse al suelo-. La sensación era similar a la que había experimentado en Murynos. Al igual que ocurría con el hogar de los muryne, las grutas nacían por doquier y dibujaban caminos tortuosos y monótonos. Tib acudió a su mente al pensar en los demás miembros de su raza. Se había quedado fuera, esperando. ¿Estaría bien? Seguro que sí.
Un nuevo sonido atrajo su atención al entrar en un espacio algo mayor. Una gran bóveda de piedra contemplaba la estancia desde varios metros de altura, y de la circunferencia que recibía su mirada partía no menos de una docena de túneles. De todos ellos provenían voces y ruidos metálicos. Las luces que se movían en algún lugar en su interior se aproximaban, dibujando sombras que bailaban en la pared.
Apenas unos instantes después, una cincuentena de soldados aguardaba en formación frente a él, firmes como estacas y serios como estatuas de piedra.
-¿¡Cómo habéis encontrado esto!? -inquirió uno de ellos tras dar un paso al frente. Llevaba una larga capa de color amarillo que le identificaba como superior-. No sé en qué pensará ese desgraciado de Asquerosamenterriquevic para enviar a un sólo hombre.
-Yo no tengo nada que ver con ese hombre -replicó el espadachín-. Bueno, sí, debo hablar algunas cosas con él, pero...
-¡A por él!
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Agilidad
Destreza
Precisión
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Instinto
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Varios
thump, thump, thump, thump...
Luka, con los ojos cerrados, seguía concentrado en intentar localizar a la gente cercana. Debía saber dónde estaba cada uno para escapar en el mejor momento posible. Escuchaba el latido de su corazón, murmullos cercanos, pisadas… Todo aquello le servía de ayuda. Era la guía que necesitaba, el camino que sus sentidos le mostraban.
El tiburón permaneció quieto unos minutos, absorto en la mezcla de sensaciones fruto de sus percepciones. Su olfato le decía que no había nadie cerca, al igual que su oído, que le transmitía lo mismo. En ese preciso momento, se acordó de su nakama y se preguntó qué tal estaría. Algo le decía que estaría buscándolo, y seguro que acababa en problemas por ello. Su misión era salir de allí cuanto antes y reencontrarse con Therax lo antes posible. Luka sabía que mientras él y el espadachín estuviesen juntos, la probabilidad de que algo saliese mal sería mucho menor.
Dejando de lado su intentona previa, el tiburón hizo fuerza en sus brazos y se alzó ligeramente hasta estar unos cincuenta centímetros por encima de su posición inicial. Después, el pirata desplazó su boca hasta que ésta llegó a una de las cadenas superiores, concretamente a la que ataba su brazo derecho. Mordió con toda la fuerza que tenía en ese momento, pegó tirones, movió de forma ostensible el cuello, tirando con firmeza de la cadena y provocando un curioso sonido que le hizo estar aún más alerta. Si le descubrían, estaría en serios problemas. Quizá la solución más sencilla hubiese sido emplear la fuerza bruta, pero el gyojin pensaba que si conseguía romper los hierros con la mandíbula, provocaría menos ruído. A la vista estaba que no era del todo cierto.
Cuando el habitante del mar llevaba cuatro tirones, dió un quinto con más fuerza que los anteriores, desprendiendo la cadena del techo y librándose parcialmente de la atadura. Con una mano libre, no resultó ser muy complicado librarse de las demaś. Una vez en el suelo, pudo romper los grilletes de los pies, quedando totalmente libre de cintura para abajo. Sin embargo, los dos de las manos eran demasiado grandes como para poder romperlos con una sola mano. Cuando se dió por vencido, tuvo una extraña visión de algo cayendo sobre él. El tiempo pareció detenerse y vió a cámara lenta como una especie de superficie voladora caía sobre él, dejándole sepultado. Posiblemente por inercia y sin saber realmente por qué, el tiburón saltó hacia la puerta y se deslizó hasta salir fuera de la habitación. Ahí escuchó el ruido del techo cayendo sobre la habitación.
Probablemente un soporte de los grilletes anclado al techo hizo que éste se precipitara de aquella manera. Una vez el gyojin se recompuso y pudo ver la enorme nube de polvo formada, escuchó unas voces procedentes del fondo del pasillo y empezó a sentir multitud de pisadas y presencias. Debía huir de allí como fuera.
Agarrando las cadenas atadas a los grilletes de las manos se dispuso a salir corriendo en la dirección opuesta a los pasos, esperando poder encontrarse con Therax lo antes posible. Aunque si veía por el camino a alguno de los indeseables que planeaban pedir un rescate por él, todo sería más divertido.
Luka, con los ojos cerrados, seguía concentrado en intentar localizar a la gente cercana. Debía saber dónde estaba cada uno para escapar en el mejor momento posible. Escuchaba el latido de su corazón, murmullos cercanos, pisadas… Todo aquello le servía de ayuda. Era la guía que necesitaba, el camino que sus sentidos le mostraban.
El tiburón permaneció quieto unos minutos, absorto en la mezcla de sensaciones fruto de sus percepciones. Su olfato le decía que no había nadie cerca, al igual que su oído, que le transmitía lo mismo. En ese preciso momento, se acordó de su nakama y se preguntó qué tal estaría. Algo le decía que estaría buscándolo, y seguro que acababa en problemas por ello. Su misión era salir de allí cuanto antes y reencontrarse con Therax lo antes posible. Luka sabía que mientras él y el espadachín estuviesen juntos, la probabilidad de que algo saliese mal sería mucho menor.
Dejando de lado su intentona previa, el tiburón hizo fuerza en sus brazos y se alzó ligeramente hasta estar unos cincuenta centímetros por encima de su posición inicial. Después, el pirata desplazó su boca hasta que ésta llegó a una de las cadenas superiores, concretamente a la que ataba su brazo derecho. Mordió con toda la fuerza que tenía en ese momento, pegó tirones, movió de forma ostensible el cuello, tirando con firmeza de la cadena y provocando un curioso sonido que le hizo estar aún más alerta. Si le descubrían, estaría en serios problemas. Quizá la solución más sencilla hubiese sido emplear la fuerza bruta, pero el gyojin pensaba que si conseguía romper los hierros con la mandíbula, provocaría menos ruído. A la vista estaba que no era del todo cierto.
Cuando el habitante del mar llevaba cuatro tirones, dió un quinto con más fuerza que los anteriores, desprendiendo la cadena del techo y librándose parcialmente de la atadura. Con una mano libre, no resultó ser muy complicado librarse de las demaś. Una vez en el suelo, pudo romper los grilletes de los pies, quedando totalmente libre de cintura para abajo. Sin embargo, los dos de las manos eran demasiado grandes como para poder romperlos con una sola mano. Cuando se dió por vencido, tuvo una extraña visión de algo cayendo sobre él. El tiempo pareció detenerse y vió a cámara lenta como una especie de superficie voladora caía sobre él, dejándole sepultado. Posiblemente por inercia y sin saber realmente por qué, el tiburón saltó hacia la puerta y se deslizó hasta salir fuera de la habitación. Ahí escuchó el ruido del techo cayendo sobre la habitación.
Probablemente un soporte de los grilletes anclado al techo hizo que éste se precipitara de aquella manera. Una vez el gyojin se recompuso y pudo ver la enorme nube de polvo formada, escuchó unas voces procedentes del fondo del pasillo y empezó a sentir multitud de pisadas y presencias. Debía huir de allí como fuera.
Agarrando las cadenas atadas a los grilletes de las manos se dispuso a salir corriendo en la dirección opuesta a los pasos, esperando poder encontrarse con Therax lo antes posible. Aunque si veía por el camino a alguno de los indeseables que planeaban pedir un rescate por él, todo sería más divertido.
Su margen de reacción fue menor que mínimo, si es que algo así existía. Aquellos tipos eran pocos y estaban en las últimas, sólo había que dedicarles un rápido vistazo para saberlo, pero la compenetración que demostraban era propia de un grupo formado hacía tiempo, cuyos integrantes estaban acostumbrados a arriesgar la vida juntos. Empleaban unas largas picas, las cuales empleaban con la habilidad propia de alguien con recursos.
Therax había desenvainado sus espadas en un abrir y cerrar de ojos y, cercado, desviaba o bloqueaba las ofensivas de sus contrincantes como buenamente podía. Mirase donde mirase encontraba armaduras, que formaban un círculo en torno a él y le impedían cualquier ruta de escape.
-¡Si me hicieses más caso ya habrías salido de aquí! -exclamó H en su interior, enfadado cual pareja celosa en busca de más atención. Lo cierto era que el espíritu del ave estaba inquieto y se agitaba en su interior, rebelándose contra el encadenamiento pasivo e involuntario que le aplicaba su usuario.
-¿Podemos dejarlo para otro momento? -preguntó el domador, claramente molesto por el momento que había escogido el pájaro para reprochar el enfoque que le había dado a la relación.
La punta de una de las picas alcanzó su hombro, rozándolo con más contundencia de la que hubiera deseado y arrancándole un gemido. El rubio liberó un grito ahogado al tiempo que un pequeño chorro de sangre salía despedido, mas no tardó en recomponerse y rechazar las dos puntas que amenazaban con atravesar su torso.
Todo fue en vano, pues apenas unos instantes después volvía a ser asediado por los extremos afilados de las lanzas que enarbolaban los desconocidos. Quería decirles que su relación con el tal Asquerosamenterriquevic era cuanto menos poco cordial, pero no encontraba ni un respiro que le permitiera hacerlo. Por otro lado, ¿acaso le habrían creído?
Una nueva herida le devolvió por completo a la realidad. Habían logrado herirle en la rodilla derecha, causando que doblara el cuerpo durante un breve instante. H volvió a la carga, acusándole con una vehemencia inusitada de irresponsable, de ser el responsable de que se encontrasen en aquella situación.
-¡Se acabó! -exclamó-. ¡Pero ten claro que no pienso volver a salvarte! -le recriminó el ave. Al mismo tiempo, cualquier control que Therax pudiera tener sobre él desapareció. ¿Acaso era todo un espejismo, un engaño del águila para que el rubio creyese que realmente era capaz de llevar las riendas de aquella relación? A saber, pero la cuestión era que le resultaba imposible contener su poder o su voluntad-. Esto no va a gustarte, créeme.
Un dolor lacerante nació en su espalda a la altura de las escápulas, como si el alma de su compañero creciese desde el interior y se afanase por desgarrar cada centímetro de tejido en su camino hacia la superficie. Algo pareció asustar a sus atacantes, que recularon un poco y adquirieron una formación más defensiva. Sin embargo, en aquel momento el rubio no era del todo consciente de lo que sucedía a su alrededor. El dolor era tan intenso que no podía concentrarse en nada más.
Y entonces, súbitamente desapareció. Abrió los ojos justo para ver cómo un mar de plumas golpeaba a algunos de los soldados, lanzándolos por los aires y permtiéndole ganar algo de espacio. Lo más curioso no era eso, sino que había sentido el golpe como si lo hubiese dado con una de sus extremidades. De hecho, la sensación se correspondía con lo que había sucedido. Un par de imponentes alas había nacido en su espalda, reduciendo en gran medida los lugares desde los que los uniformados podían atacarle.
-De nada -musitó H, resoplando a continuación.
Therax había desenvainado sus espadas en un abrir y cerrar de ojos y, cercado, desviaba o bloqueaba las ofensivas de sus contrincantes como buenamente podía. Mirase donde mirase encontraba armaduras, que formaban un círculo en torno a él y le impedían cualquier ruta de escape.
-¡Si me hicieses más caso ya habrías salido de aquí! -exclamó H en su interior, enfadado cual pareja celosa en busca de más atención. Lo cierto era que el espíritu del ave estaba inquieto y se agitaba en su interior, rebelándose contra el encadenamiento pasivo e involuntario que le aplicaba su usuario.
-¿Podemos dejarlo para otro momento? -preguntó el domador, claramente molesto por el momento que había escogido el pájaro para reprochar el enfoque que le había dado a la relación.
La punta de una de las picas alcanzó su hombro, rozándolo con más contundencia de la que hubiera deseado y arrancándole un gemido. El rubio liberó un grito ahogado al tiempo que un pequeño chorro de sangre salía despedido, mas no tardó en recomponerse y rechazar las dos puntas que amenazaban con atravesar su torso.
Todo fue en vano, pues apenas unos instantes después volvía a ser asediado por los extremos afilados de las lanzas que enarbolaban los desconocidos. Quería decirles que su relación con el tal Asquerosamenterriquevic era cuanto menos poco cordial, pero no encontraba ni un respiro que le permitiera hacerlo. Por otro lado, ¿acaso le habrían creído?
Una nueva herida le devolvió por completo a la realidad. Habían logrado herirle en la rodilla derecha, causando que doblara el cuerpo durante un breve instante. H volvió a la carga, acusándole con una vehemencia inusitada de irresponsable, de ser el responsable de que se encontrasen en aquella situación.
-¡Se acabó! -exclamó-. ¡Pero ten claro que no pienso volver a salvarte! -le recriminó el ave. Al mismo tiempo, cualquier control que Therax pudiera tener sobre él desapareció. ¿Acaso era todo un espejismo, un engaño del águila para que el rubio creyese que realmente era capaz de llevar las riendas de aquella relación? A saber, pero la cuestión era que le resultaba imposible contener su poder o su voluntad-. Esto no va a gustarte, créeme.
Un dolor lacerante nació en su espalda a la altura de las escápulas, como si el alma de su compañero creciese desde el interior y se afanase por desgarrar cada centímetro de tejido en su camino hacia la superficie. Algo pareció asustar a sus atacantes, que recularon un poco y adquirieron una formación más defensiva. Sin embargo, en aquel momento el rubio no era del todo consciente de lo que sucedía a su alrededor. El dolor era tan intenso que no podía concentrarse en nada más.
Y entonces, súbitamente desapareció. Abrió los ojos justo para ver cómo un mar de plumas golpeaba a algunos de los soldados, lanzándolos por los aires y permtiéndole ganar algo de espacio. Lo más curioso no era eso, sino que había sentido el golpe como si lo hubiese dado con una de sus extremidades. De hecho, la sensación se correspondía con lo que había sucedido. Un par de imponentes alas había nacido en su espalda, reduciendo en gran medida los lugares desde los que los uniformados podían atacarle.
-De nada -musitó H, resoplando a continuación.
Luka Rooney
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Durante los segundos en los que el gyojin salió corriendo, no pudo emplear su olfato para intentar hallar algún rastro de su nakama cerca de él. La nube de polvo sumada al continuo movimiento del habitante del mar impedía que éste pudiese realizar su chequeo correctamente. Se limitó a correr en la dirección que su instinto le mandaba, aún sin saber a dónde se dirigía. Durante el camino pudo observar cómo el pasillo se hacía cada vez más largo. El gyojin llegó a pensar en la posibilidad de que el pasillo fuese infinito, pero pronto desistió de esa idea por lo ilógico de ella.
Sin embargo, su instinto a veces fallaba. A decir verdad, solía fallar bastante a menudo. Y cuando se encontraba cercano a girar en una esquina, escuchó unas voces procedentes del lugar al que se dirigía. Luka frenó en seco y observó su alrededor. No le hicieron falta más de un segundo para meterse en la puerta más cercana a su ubicación, pero aquello no hizo sino empeorar las cosas. Un numeroso grupo de enemigos estaban apuntándole con armas.
- ¡Quieto!
Pero al gyojin no se le daba demasiado bien acatar órdenes. Podríamos decir incluso que tenía tendencia a desobedecerlas. Y en esta ocasión, no iba a ser una excepción.
Concentrando las partículas de agua alrededor de sus puños, el tiburón ojeó todos los rincones de la sala, intentando divisar algo que pudiese usar a su favor. Pero no había nada de interés allí, únicamente la sala contenía mesas, sillas y algún que otro utensilio de oficina que de poco le podía servir.
- ¡Chicos, apuntad! -comentó el que parecía ser el líder de aquél grupo -¡Fuego!
Y una infinidad de balas se dirigieron hacia el tiburón. Durante unos segundos éste pareció parar el tiempo. Divisó cada bala en un breve instante, observó los rostros de aquellos que le disparaban, y saltó hacia el lateral derecho por inercia, moviendo ágilmente los pies a una velocidad endiablada. Creyó haber evadido todas las balas, pero un punzante dolor en el costado izquierdo hizo que cesasen sus ilusiones por ello.
Una vez en el aire, el habitante del mar alzó el puño y lo sacudió con energía, creando una potente onda de choque enfocada a golpear en el centro del suelo. La idea del gyojin era destruir aquél edificio, pero para ello primero tendría que librarse de sus enemigos.
Tras el golpe, el suelo empezó a desvanecerse, cayendo a la planta de abajo y sepultando a algunos de los enemigos. Otros disparaban sin mucha seguridad, intentando acertar a pesar de la nube de polvo generada.
No he visto tanto polvo en mi vida. Ni en casa de Tom.
En ese momento, el tiburón empezó a golpear el aire con sus pies, flotando y desplazándose hacia el norte en busca de nuevo de su nakama. Dios sabe dónde andaría el espadachín, cuya tendencia a encontrarse líos ajenos cada vez era mayor. Aunque aquél quizá se lo habían buscado.
Sin embargo, su instinto a veces fallaba. A decir verdad, solía fallar bastante a menudo. Y cuando se encontraba cercano a girar en una esquina, escuchó unas voces procedentes del lugar al que se dirigía. Luka frenó en seco y observó su alrededor. No le hicieron falta más de un segundo para meterse en la puerta más cercana a su ubicación, pero aquello no hizo sino empeorar las cosas. Un numeroso grupo de enemigos estaban apuntándole con armas.
- ¡Quieto!
Pero al gyojin no se le daba demasiado bien acatar órdenes. Podríamos decir incluso que tenía tendencia a desobedecerlas. Y en esta ocasión, no iba a ser una excepción.
Concentrando las partículas de agua alrededor de sus puños, el tiburón ojeó todos los rincones de la sala, intentando divisar algo que pudiese usar a su favor. Pero no había nada de interés allí, únicamente la sala contenía mesas, sillas y algún que otro utensilio de oficina que de poco le podía servir.
- ¡Chicos, apuntad! -comentó el que parecía ser el líder de aquél grupo -¡Fuego!
Y una infinidad de balas se dirigieron hacia el tiburón. Durante unos segundos éste pareció parar el tiempo. Divisó cada bala en un breve instante, observó los rostros de aquellos que le disparaban, y saltó hacia el lateral derecho por inercia, moviendo ágilmente los pies a una velocidad endiablada. Creyó haber evadido todas las balas, pero un punzante dolor en el costado izquierdo hizo que cesasen sus ilusiones por ello.
Una vez en el aire, el habitante del mar alzó el puño y lo sacudió con energía, creando una potente onda de choque enfocada a golpear en el centro del suelo. La idea del gyojin era destruir aquél edificio, pero para ello primero tendría que librarse de sus enemigos.
Tras el golpe, el suelo empezó a desvanecerse, cayendo a la planta de abajo y sepultando a algunos de los enemigos. Otros disparaban sin mucha seguridad, intentando acertar a pesar de la nube de polvo generada.
No he visto tanto polvo en mi vida. Ni en casa de Tom.
En ese momento, el tiburón empezó a golpear el aire con sus pies, flotando y desplazándose hacia el norte en busca de nuevo de su nakama. Dios sabe dónde andaría el espadachín, cuya tendencia a encontrarse líos ajenos cada vez era mayor. Aunque aquél quizá se lo habían buscado.
- Cosas:
- Tobu sakana: Gracias al karate Gyojin, Rooney es capaz de usar las partículas de agua de sus pies para golpear el aire, lo cual provoca que vaya saltando más alto, dando la apariencia de que puede volar.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s.
- Carga pulsera: 1 turno.
- Tobu sakana: Gracias al karate Gyojin, Rooney es capaz de usar las partículas de agua de sus pies para golpear el aire, lo cual provoca que vaya saltando más alto, dando la apariencia de que puede volar.
La situación no tenía visos de mejorar, así que aleteó una única vez con fuerza para elevarse en la medida de lo posible. No obstante, su control sobre las alas que acababan de brotar de su espalda era más que limitado. Las que surgían en su forma híbrida apenas pesaban, mientras que el resto de su cuerpo era mucho mayor cuando éstas aparecían en su forma completa. Aquella interacción era completamente nueva para él, y cualquier que le hubiera visto volar antes podría saberlo sin dificultad alguna.
Proyectiles de diversa índole volaban hacia él mientras trataba en vano de llevar el rumbo que quería. No obstante, era incapaz de mantener la trayectoria, y flechas y piedras tan afiladas como las primeras herían sus alas. Su vuelo se vio interrumpido cuando, después de que una lanza acariciase con no demasiado mimo su ala izquierda, perdió el control y fue a chocar contra una de las paredes de la estancia natural.
-¡Formación piraña! -exclamó quien llevaba la voz cantante entre los milicianos. Sus subordinados no tardaron en formar un cerco en torno a él, tan compacto como amenazante. Las puntas de las lanzas apuntaban a su cuello, asemejándose a los afilados dientes del pez cuya actitud imitaban.
El rubio no tardó en recuperar la compostura, esforzándose por cubrir todos los ángulos posibles con sus alas y colocándose en posición defensiva. Byakko y Yuki-onna, relucientes, eran la única muralla que se interponía entre los desconocidos y él. Por si no fuera suficiente, habían demostrado con creces que no estaban demasiado dispuestos a escuchar lo que tenía que decirles. Tendría que obligarles a escuchar a la fuerza, aunque eso le costase más de una herida.
Proyectiles de diversa índole volaban hacia él mientras trataba en vano de llevar el rumbo que quería. No obstante, era incapaz de mantener la trayectoria, y flechas y piedras tan afiladas como las primeras herían sus alas. Su vuelo se vio interrumpido cuando, después de que una lanza acariciase con no demasiado mimo su ala izquierda, perdió el control y fue a chocar contra una de las paredes de la estancia natural.
-¡Formación piraña! -exclamó quien llevaba la voz cantante entre los milicianos. Sus subordinados no tardaron en formar un cerco en torno a él, tan compacto como amenazante. Las puntas de las lanzas apuntaban a su cuello, asemejándose a los afilados dientes del pez cuya actitud imitaban.
El rubio no tardó en recuperar la compostura, esforzándose por cubrir todos los ángulos posibles con sus alas y colocándose en posición defensiva. Byakko y Yuki-onna, relucientes, eran la única muralla que se interponía entre los desconocidos y él. Por si no fuera suficiente, habían demostrado con creces que no estaban demasiado dispuestos a escuchar lo que tenía que decirles. Tendría que obligarles a escuchar a la fuerza, aunque eso le costase más de una herida.
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La mente del tiburón se estaba viendo seriamente afectada por cada movimiento que realizaba. Algo en su interior le decía qué debía hacer y, lo que era aún más raro, lo que sus enemigos iban a hacer. Era bastante difusa, puede que incluso le confundiera más de lo que le ayudaba, pero era una sensación nueva para el gyojin.
Durante su vuelo, un grupo de proyectiles se dirigían hacia él, y en su mente parecía ver hacia dónde iban. Tenía unas confusas visiones milésimas antes de que las balas llegaran, y en esas visiones se veía a sí mismo moviéndose hacia un lado. Por inercia, Luka hizo aquello que las visiones le mostraban.
La primera vez, volvió a mover sus pies a una gran velocidad hasta desplazarse un par de metros a su derecha, y tras ello hizo lo propio desplazándose al frente. Aún sin saber muy bien por qué, el tiburón prosiguió su camino en el aire sin ver nada claramente debido a la gran cantidad de polvo en el aire, cada vez más espeso, que nublaba la vista a cualquiera de los allí presentes.
Las visiones iban y venían, y Luka sentía las presencias cada vez más intensas, algo que le facilitaba bastante la huída. Aunque como siempre, no todo era tan sencillo.
Al llegar hasta donde se suponía que estaba el suelo -parcialmente hundido en el piso inferior-, el gyojin tuvo una nueva visión, alguien le agarraba del brazo. Sin embargo, le chocó tanto que no fue capaz a reaccionar, y efectivamente, un humano le agarró con fuerza del brazo, desestabilizándolo y haciéndo caer de bruces contra el suelo. Afortunadamente para el habitante del mar, la velocidad a la que iba no era demasiado elevada, por lo que el golpe no fue tan intenso como pareció en una primera impresión.
Cuando abrió los ojos, el humano tenía el pie sobre el pecho del tiburón, y su rifle apuntaba a la cara del mismo. En ese momento, su pulsera volvió a hacerse notar, generando una alta temperatura que hizo que Luka alzase la mano derecha. En ese preciso momento, se le ocurrió algo.
- Vale, vale… -comentó, haciendo ver que se estaba rindiendo.
Pero nada más lejos de la realidad, apuntando con la palma de la mano derecha hacia el rostro del humano, el gyojin disparó una contundente cantidad de agua sobre la cara de su rival, moviéndo el cuello tras ello unos centímetros hacia la derecha. Tal y como pensó, el humano disparó su arma tras recibir el agua, aunque afortunadamente para Luka, lo hizo hacia el lado contrario. Una vez se reincorporó, lanzó el cuerpo del humano hacia el foso, y saltó tras él.
Quién sabe qué le depararía la planta baja del edificio. Algo le decía que se estaba adentrando en lo más profundo de aquél edificio. ¿Qué habría hecho la gente tras escuchar el derrumbe? ¿Habría huído o se habría acercado a ver qué ocurría? Luka esperaba lo primero, aunque si era lo segundo estaba dispuesto a darlo todo. A pesar de las heridas de bala que tenía en todo su cuerpo.
Verás cuando te vea Therax… “Si ya sabía yo”, “Siempre igual”, “No sabes cuidarte solo” ¿Qué frase sería la primera que le dedicase?
Durante su vuelo, un grupo de proyectiles se dirigían hacia él, y en su mente parecía ver hacia dónde iban. Tenía unas confusas visiones milésimas antes de que las balas llegaran, y en esas visiones se veía a sí mismo moviéndose hacia un lado. Por inercia, Luka hizo aquello que las visiones le mostraban.
La primera vez, volvió a mover sus pies a una gran velocidad hasta desplazarse un par de metros a su derecha, y tras ello hizo lo propio desplazándose al frente. Aún sin saber muy bien por qué, el tiburón prosiguió su camino en el aire sin ver nada claramente debido a la gran cantidad de polvo en el aire, cada vez más espeso, que nublaba la vista a cualquiera de los allí presentes.
Las visiones iban y venían, y Luka sentía las presencias cada vez más intensas, algo que le facilitaba bastante la huída. Aunque como siempre, no todo era tan sencillo.
Al llegar hasta donde se suponía que estaba el suelo -parcialmente hundido en el piso inferior-, el gyojin tuvo una nueva visión, alguien le agarraba del brazo. Sin embargo, le chocó tanto que no fue capaz a reaccionar, y efectivamente, un humano le agarró con fuerza del brazo, desestabilizándolo y haciéndo caer de bruces contra el suelo. Afortunadamente para el habitante del mar, la velocidad a la que iba no era demasiado elevada, por lo que el golpe no fue tan intenso como pareció en una primera impresión.
Cuando abrió los ojos, el humano tenía el pie sobre el pecho del tiburón, y su rifle apuntaba a la cara del mismo. En ese momento, su pulsera volvió a hacerse notar, generando una alta temperatura que hizo que Luka alzase la mano derecha. En ese preciso momento, se le ocurrió algo.
- Vale, vale… -comentó, haciendo ver que se estaba rindiendo.
Pero nada más lejos de la realidad, apuntando con la palma de la mano derecha hacia el rostro del humano, el gyojin disparó una contundente cantidad de agua sobre la cara de su rival, moviéndo el cuello tras ello unos centímetros hacia la derecha. Tal y como pensó, el humano disparó su arma tras recibir el agua, aunque afortunadamente para Luka, lo hizo hacia el lado contrario. Una vez se reincorporó, lanzó el cuerpo del humano hacia el foso, y saltó tras él.
Quién sabe qué le depararía la planta baja del edificio. Algo le decía que se estaba adentrando en lo más profundo de aquél edificio. ¿Qué habría hecho la gente tras escuchar el derrumbe? ¿Habría huído o se habría acercado a ver qué ocurría? Luka esperaba lo primero, aunque si era lo segundo estaba dispuesto a darlo todo. A pesar de las heridas de bala que tenía en todo su cuerpo.
Verás cuando te vea Therax… “Si ya sabía yo”, “Siempre igual”, “No sabes cuidarte solo” ¿Qué frase sería la primera que le dedicase?
- Cosas:
- Tobu sakana: Gracias al karate Gyojin, Rooney es capaz de usar las partículas de agua de sus pies para golpear el aire, lo cual provoca que vaya saltando más alto, dando la apariencia de que puede volar.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s.
- Carga pulsera: 2 turnos.
- Tobu sakana: Gracias al karate Gyojin, Rooney es capaz de usar las partículas de agua de sus pies para golpear el aire, lo cual provoca que vaya saltando más alto, dando la apariencia de que puede volar.
-Si no queréis escucharme -comenzó a decir-, ¡tendré que obligaros a hacerlo!
Un grito precedió a la corriente de viento más poderosa que se sentía capaz de crear en aquellos momentos. Los tipos se apiñaron y los escudos se compactaron, retrocediendo apenas un par de centímetros. Eso debería bastar, pues sin pensárselo dos veces se lanzó contra el muro de acero que le separaba de un espacio algo más amplio para combatir.
Cruzó las alas frente a él para separarlas con violencia en el momento justo, distanciando a los dos milicianos que tenía frente a él y abriendo un hueco en la formación. Entonces, generando una ráfaga de viento que golpeó sus alas, se precipitó hacia delante girando sobre sí mismo. Sus alas y los sables resonaban metálicamente al chocar contra las protecciones de quienes le hostigaban. De hecho, en un par de ocasiones pudo notar cómo la defensa de estos era insuficiente y alcanzaba a realizarles algún corte.
Cuando se detuvo la situación pintaba algo mejor para él, pero no demasiado. Tres tipos sangraban en diferentes puntos no vitales -pedir precisión tal vez fuese demasiado dado el contexto en el que se habían realizado las heridas-. No obstante, bien pensado, si acababa con la vida de alguno de ellos se esfumaría cualquier posibilidad de que alguien se molestase en escuchar lo que tenía que decir.
-¿Podéis prestarme atención un momento? -inquirió.
-¡Fuego! -exclamó entonces alguien, dándole la respuesta que menos quería oír.
Media docena de ballestas asomaron entre la formación, orientando hacia él sus virotes antes de vomitarlos. En un acto reflejo, el espadachín cruzó sus alas frente a él. Un par de puntas lograron perforarlas y arrancarle un grito de dolor, mientras que las demás rebotaron o, cuanto menos, hicieron diana de un modo un tanto extraño. ¿Lo que había escuchado era metal? ¿Acaso la propiedad que poseían sus alas en forma híbrida trascendía ese estado? De ser así, aquello podía salvarle la vida.
Un grito precedió a la corriente de viento más poderosa que se sentía capaz de crear en aquellos momentos. Los tipos se apiñaron y los escudos se compactaron, retrocediendo apenas un par de centímetros. Eso debería bastar, pues sin pensárselo dos veces se lanzó contra el muro de acero que le separaba de un espacio algo más amplio para combatir.
Cruzó las alas frente a él para separarlas con violencia en el momento justo, distanciando a los dos milicianos que tenía frente a él y abriendo un hueco en la formación. Entonces, generando una ráfaga de viento que golpeó sus alas, se precipitó hacia delante girando sobre sí mismo. Sus alas y los sables resonaban metálicamente al chocar contra las protecciones de quienes le hostigaban. De hecho, en un par de ocasiones pudo notar cómo la defensa de estos era insuficiente y alcanzaba a realizarles algún corte.
Cuando se detuvo la situación pintaba algo mejor para él, pero no demasiado. Tres tipos sangraban en diferentes puntos no vitales -pedir precisión tal vez fuese demasiado dado el contexto en el que se habían realizado las heridas-. No obstante, bien pensado, si acababa con la vida de alguno de ellos se esfumaría cualquier posibilidad de que alguien se molestase en escuchar lo que tenía que decir.
-¿Podéis prestarme atención un momento? -inquirió.
-¡Fuego! -exclamó entonces alguien, dándole la respuesta que menos quería oír.
Media docena de ballestas asomaron entre la formación, orientando hacia él sus virotes antes de vomitarlos. En un acto reflejo, el espadachín cruzó sus alas frente a él. Un par de puntas lograron perforarlas y arrancarle un grito de dolor, mientras que las demás rebotaron o, cuanto menos, hicieron diana de un modo un tanto extraño. ¿Lo que había escuchado era metal? ¿Acaso la propiedad que poseían sus alas en forma híbrida trascendía ese estado? De ser así, aquello podía salvarle la vida.
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El polvo fruto de haber destrozado parte del suelo del edificio entraba por las fosas nasales del gyojin, que pese a taparse la afilada nariz con el brazo, sentía cómo cada vez le faltaba más el aire.
Durante la caída, pensó en múltiples escenarios, algunos más complejos que otros, llenos de humanos, criaturas y peligros. Otros, sin embargo, le allanaban el camino, pues eran escenarios planos, carentes de seres vivos o amenazas alrededor. Sin embargo, para ver qué le deparaba el futuro, solo tendría que esperar.
Y afortunadamente para el impaciente habitante del mar, aquello llegó más pronto que tarde. Y en cosa de un par de segundos, ya tenía los pies sobre el cemento repleto de piedras de distintos tamaños. Una nueva nube de polvo ejercía de niebla en los alrededores. La tos se apoderó del gyojin, que inevitablemente había llenado sus pulmones de un polvo blanco que no tenía nada que ver con la droga, para variar.
Cuando el pirata pudo cesar su sonora tos, observó un panorama que no le gustó en absoluto. Una legión de más de veinte hombres aguardaba su llegada. Al frente, hombres con escudos y espadas. Algo más atrás, conjuntados tiradores con armas de largo alcance. Luka centró su mirada en ellos, serían el escollo más complicado, sin duda. Se preguntó en su interior qué alcance tendrían las armas, de cuántas dispondrían en la recámara y cuántas llevarían encima.
- Luka Rooney, tiene dos segundos para rendirse. Póngase de rodillas y alce las manos, en caso contrario no dudaré en mandar a mis hombres disparar.
El humano que hablaba era un ser menudo, de metro sesenta, unos cincuenta kilos y ninguna habilidad reseñable a simple vista. Aquella gente siempre acababa siendo la más peligrosa, no esperabas nada de ellos, así que a poco que hicieran, sorprenderían.
El tiburón cerró los ojos y se concentró. Volvió a tener visiones, disparos por aquí y por allá, el escuadrón del frente avanzando, Luka sangrando, y entonces, un par de disparos al cielo le hicieron abrir los ojos mientras escuchaba lo que el hombre tenía que decir.
- Te dimos la oportunidad, ahora ya es tarde. ¡Fuego!
Y sin más, con una sincronización casi perfecta, los tiradores adoptaron una pose ofensiva, llevando el dedo índice al gatillo y apretándolo al unísono, mandando una sucesión de balas hacia distintas partes del cuerpo del gyojin.
Por su parte, el habitante del mar de manera instintiva volvió a desplazarse raudo hacia un lateral, logrando sobrepasar ligeramente la velocidad con la que anteriormente había ejecutado dicho movimiento. Notó una sensación única y nueva en él. Sus pies parecían estar flotando. De hecho, tras el movimiento, dejó de sentir los pies. Era algo similar a cuando empezó a desplazarse tan rápido, solo que sin tanto dolor. Entonces, recordó su entrenamiento con Tom, y descubrió que por fín había dado con la clave de mejorar su velocidad. Le debía tanto a ese viejo...
No debía intentar correr más, sino mejorar su movimiento de pies, algo que estaba haciendo aquél día. Quizá le sirviera para llevar su velocidad máxima a otra dimensión. O para transportarle a él allí. Bueno, tampoco nos vengamos arriba, con subir un poco la velocidad Luka se conformaría.
El caso es que desde su posición, el gyojin dirigió la mirada hacia el tirador más cercano a la par que endurecía su piel juntando las partículas de agua de ésta.
Y ahora…
Y de nuevo se desplazó a una velocidad aún mayor, llegando hasta el tirador y, cubriendo de película negrácea su puño, golpeándolo en el rostro con gran contundencia. La aparición del gyojin fue tan inesperada que estaba seguro que el golpe fue más efectivo por ello. Tras el impacto, el pirata observó lo complejo que sería acabar con el resto de tiradores. Sus piernas se habían resentido de los últimos y mejorados movimientos, y quizá sería buena idea dejarlas descansar… O por el contrario, si realizaba algún esfuerzo más, podría descansar a gusto más tarde… Bonito dilema el que tenía el tiburón.
Creo que esto solo puede acabar de una manera…
Y entonces, como si acudiese a su rescate, la pulsera que llevaba siempre en la muñeca derecha empezó a abrasarle. Quería salir, y probablemente fuese la única posibilidad que tuviese de salir con vida de allí. De momento, Luka cubrió su pecho de haki, intentando así protegerse de los disparos que estaban por venir.
Durante la caída, pensó en múltiples escenarios, algunos más complejos que otros, llenos de humanos, criaturas y peligros. Otros, sin embargo, le allanaban el camino, pues eran escenarios planos, carentes de seres vivos o amenazas alrededor. Sin embargo, para ver qué le deparaba el futuro, solo tendría que esperar.
Y afortunadamente para el impaciente habitante del mar, aquello llegó más pronto que tarde. Y en cosa de un par de segundos, ya tenía los pies sobre el cemento repleto de piedras de distintos tamaños. Una nueva nube de polvo ejercía de niebla en los alrededores. La tos se apoderó del gyojin, que inevitablemente había llenado sus pulmones de un polvo blanco que no tenía nada que ver con la droga, para variar.
Cuando el pirata pudo cesar su sonora tos, observó un panorama que no le gustó en absoluto. Una legión de más de veinte hombres aguardaba su llegada. Al frente, hombres con escudos y espadas. Algo más atrás, conjuntados tiradores con armas de largo alcance. Luka centró su mirada en ellos, serían el escollo más complicado, sin duda. Se preguntó en su interior qué alcance tendrían las armas, de cuántas dispondrían en la recámara y cuántas llevarían encima.
- Luka Rooney, tiene dos segundos para rendirse. Póngase de rodillas y alce las manos, en caso contrario no dudaré en mandar a mis hombres disparar.
El humano que hablaba era un ser menudo, de metro sesenta, unos cincuenta kilos y ninguna habilidad reseñable a simple vista. Aquella gente siempre acababa siendo la más peligrosa, no esperabas nada de ellos, así que a poco que hicieran, sorprenderían.
El tiburón cerró los ojos y se concentró. Volvió a tener visiones, disparos por aquí y por allá, el escuadrón del frente avanzando, Luka sangrando, y entonces, un par de disparos al cielo le hicieron abrir los ojos mientras escuchaba lo que el hombre tenía que decir.
- Te dimos la oportunidad, ahora ya es tarde. ¡Fuego!
Y sin más, con una sincronización casi perfecta, los tiradores adoptaron una pose ofensiva, llevando el dedo índice al gatillo y apretándolo al unísono, mandando una sucesión de balas hacia distintas partes del cuerpo del gyojin.
Por su parte, el habitante del mar de manera instintiva volvió a desplazarse raudo hacia un lateral, logrando sobrepasar ligeramente la velocidad con la que anteriormente había ejecutado dicho movimiento. Notó una sensación única y nueva en él. Sus pies parecían estar flotando. De hecho, tras el movimiento, dejó de sentir los pies. Era algo similar a cuando empezó a desplazarse tan rápido, solo que sin tanto dolor. Entonces, recordó su entrenamiento con Tom, y descubrió que por fín había dado con la clave de mejorar su velocidad. Le debía tanto a ese viejo...
- Flashback:
- No te creas que todo pasa por la fuerza, Luka. Puedes golpear duro, incluso puede que noquees a tus rivales de un simple golpe. Pero… Para ello tendrás que darles. ¿Qué pasa si esquivan todos los golpes?
- Nadie puede esquivar todos mis golpes, maestro -comentó un aventurado Luka-. Ya has visto, puedo vencer a cualquiera del dojo, solo tengo que emplearme al cien por cien.
- El dojo no tiene nada que ver con lo que hay ahí fuera, pequeño necio.
- Y mi fuerza no tiene que ver nada con la que tendré ahí fuera.
- Sigues sin entenderlo…
- Sí que lo entiendo, viejo -comentó aquél último adjetivo con un pequeño titubeo-. Quiere que sea más veloz, está bien. Entrenaré lo que sea necesario para ello.
- La vida ahí fuera es dura… Te encontrarás a gente mucho más fuerte que tú, y aún así, si juegas bien tus cartas, siempre tendrás una pequeña posibilidad de vencer. Si tus únicas cartas son la fuerza y la resistencia… ¿Qué diablos quieres? Chocarás contra lo mismo una y otra vez.
- Versatilidad -comentó el gyojin-. Quieres que sea versátil.
- Eso es.
- ¿Y cómo empiezo?
- Corriendo.
- No, en serio. ¿Cómo?
- De verdad, corriendo. Te haré una ruta de correr y nadar, y tras ello, mediremos tu velocidad.
- ¿Cronometrándola?
- Eso sería demasiado simple… La mediremos de otra manera. A mi manera.
El gyojin ya sabía que cuando las cosas se hacían a la manera de Tom, había golpes de por medio. Y seguramente aquella vez no fuese una excepción.***
Luka hacía continuas series de velocidad en los exteriores del dojo. Corría desde una pequeña línea de tiza hasta uno de los árboles más grandes cercanos. Era una carrera de unos veinte segundos, y poco a poco iba mejorando su media.
Tom le observaba desde la lejanía y sonreía, aunque Luka no era consciente.***
Nadar siempre fue más fácil. El tiburón recorría grandes cantidades de espacio en poco tiempo, y nadaba a gran velocidad alrededor de la isla mientras algunos de los niños gyojins le observaban. Por el camino hacía pequeñas pausas y recobraba el aliento.***
Y tras un par de meses, pareció llegar el entrenamiento de verdad. Tom citó a Luka en los exteriores de la isla. Portaba una especie de bazooka, y en el punto de encuentro ya había una extraña máquina.
- Has entrenado duro, Luka. Y ahora tienes que poner todo ese entrenamiento en práctica. Veámos de qué eres capaz… Voy a lanzar bolas con el bazooka, y la máquina ésta está programada para lanzar una bola cada medio segundo. Lo hace siguiendo tu figura, pero ya te digo yo que no es complicado esquivarlo… O igual para ti sí.
- Empieza ya y déjate de cháchara, dale.
Tom encendió la máquina, y ésta parecía estar estropeada. Pasaron un par de segundos en los que el dueño del dojo se acomodó el arma y apuntó al gyojin. Y entonces…
La sucesión de bolas fue mucho más rápida de lo que el habitante del mar se esperaba, recibiendo varios impactos en su cuerpo. Se movía ágilmente en su mente, sin embargo, para Tom no eran más que movimientos erráticos sin mucho sentido. Esquivó unas cuantas bolas, y recibió otras tantas. Cuando la máquina dejó de disparar, se acercó a Tom, y éste observó su cuerpo, lleno de hematomas.
- Lo he hecho fatal, lo siento -comentó un avergonzado Luka-. Déjame intentarlo de nuevo.
- No corras, jóven. Ve a la enfermería, que te miren, a ver si tienes alguna herida. Descansa un par de días y la semana que viene probaremos de nuevo.
- Pero yo quiero mejorar, Tom, déjame intentarlo de nuevo, por favor.
- Te voy a dar un consejo, Luka. Para ser más rápido no tienes por qué correr. Usa la cabeza, y será suficiente.
No debía intentar correr más, sino mejorar su movimiento de pies, algo que estaba haciendo aquél día. Quizá le sirviera para llevar su velocidad máxima a otra dimensión. O para transportarle a él allí. Bueno, tampoco nos vengamos arriba, con subir un poco la velocidad Luka se conformaría.
El caso es que desde su posición, el gyojin dirigió la mirada hacia el tirador más cercano a la par que endurecía su piel juntando las partículas de agua de ésta.
Y ahora…
Y de nuevo se desplazó a una velocidad aún mayor, llegando hasta el tirador y, cubriendo de película negrácea su puño, golpeándolo en el rostro con gran contundencia. La aparición del gyojin fue tan inesperada que estaba seguro que el golpe fue más efectivo por ello. Tras el impacto, el pirata observó lo complejo que sería acabar con el resto de tiradores. Sus piernas se habían resentido de los últimos y mejorados movimientos, y quizá sería buena idea dejarlas descansar… O por el contrario, si realizaba algún esfuerzo más, podría descansar a gusto más tarde… Bonito dilema el que tenía el tiburón.
Creo que esto solo puede acabar de una manera…
Y entonces, como si acudiese a su rescate, la pulsera que llevaba siempre en la muñeca derecha empezó a abrasarle. Quería salir, y probablemente fuese la única posibilidad que tuviese de salir con vida de allí. De momento, Luka cubrió su pecho de haki, intentando así protegerse de los disparos que estaban por venir.
- COSAS:
- Carga pulsera: 3 turnos.
- Binshō-sei: Realizando un ágil movimiento de pies Luka puede moverse a velocidades extremadamente altas, siendo casi imperceptible para el ojo humano. La técnica puede emplearse durante un periodo de dos post y únicamente se puede usar una vez por combate. Luka gracias a esta técnica es capaz de llegar a los 17m/s.
- Katai hada: Luka es capaz de endurecer su piel en determinados momentos, consiguiendo así una serie de bonificadores durante un periodo de tiempo.
- Atributos:
x2 fuerza y x2 resistencia.
- Carga pulsera: 3 turnos.
Entonces decidió tomar la iniciativa. Se abalanzó a por los enemigos en un intento casi desesperado por cogerlos por sorpresa. Sus sables se toparon con varios escudos, así como grebas, protectores y, de vez en cuando, algo de carne que le servía para seguir luchando. A su alrededor, todo era un batiburrillo de armas y armaduras, de gritos, formaciones y sangre. Cuando por fin se retiró, encontró que había logrado derribar a tres tipos. Ninguno estaba muerto y, de hecho, aunque eran heridas bastante aparatosas, tenían fácil tratamiento.
-Esto no tiene ningún sentido. Dejadme que les atienda y os explicaré todo con detalle -dijo con vehemencia, haciendo un último intento por que aquellos desconocidos dejasen de actuar como animales de tiro.
-¡Traed el metal negro! -gritó el que llevaba la voz cantante. Sus hombres se posicionaron de nuevo, adoptando la posición de muralla que ya había visto con anterioridad. El espadachín respiraba con agitación, Creía haber notado cómo, en más de una ocasión, sus alas chocaban contra el acero como si de armas de filo se tratasen. Aquello no hacía más que avivar sus sospechas y suposiciones.
Podía notar cómo sus plumíferas extremidades respondían cada vez mejor a su voluntad, pero eso no quitaba que el lugar fuese demasiado estrecho para hacer un uso apropiado de ellas. Suspiró, cansado, antes de lanzar cuatro ondas cortantes hacia sus rivales. Si realmente podían hacer las veces de espadas, debían poder comportarse como ellas. Efectivamente, Byakko, Yuki-onna y sus extremidades hicieron nacer una energía afilada que cerca estuvo de romper la formación. No lo hizo, más abrió un hueco que garantizaba que el domador pudiese continuar dando guerra.
Se introdujo de nuevo en las líneas enemigas, blandiendo sus armas a diestro y siniestro y empleando sus alas como elementos defensivos. No era fácil pelear por su vida y centrarse en dominarlas cada vez mejor, pero no tenía otra alternativa si quería salir vivo de allí.
-¡Que me escuchéis de una maldita vez! -exclamó, abriendo sus alas con un movimiento seco. Un sonido metálico reverberó cuando impactaron en los escudos más cercanos, mientras que las corrientes de viento que generó sirvieron para lanzar a todos los sujetos por los aires.
-¡A por él! ¡Hay que acabar con los hombres de Asquerosamenterriquevic, sea como sea! -ordenó de nuevo el mandamás. ¿Realmente podía existir alguien con tan pocas luces en el mundo?
-Esto no tiene ningún sentido. Dejadme que les atienda y os explicaré todo con detalle -dijo con vehemencia, haciendo un último intento por que aquellos desconocidos dejasen de actuar como animales de tiro.
-¡Traed el metal negro! -gritó el que llevaba la voz cantante. Sus hombres se posicionaron de nuevo, adoptando la posición de muralla que ya había visto con anterioridad. El espadachín respiraba con agitación, Creía haber notado cómo, en más de una ocasión, sus alas chocaban contra el acero como si de armas de filo se tratasen. Aquello no hacía más que avivar sus sospechas y suposiciones.
Podía notar cómo sus plumíferas extremidades respondían cada vez mejor a su voluntad, pero eso no quitaba que el lugar fuese demasiado estrecho para hacer un uso apropiado de ellas. Suspiró, cansado, antes de lanzar cuatro ondas cortantes hacia sus rivales. Si realmente podían hacer las veces de espadas, debían poder comportarse como ellas. Efectivamente, Byakko, Yuki-onna y sus extremidades hicieron nacer una energía afilada que cerca estuvo de romper la formación. No lo hizo, más abrió un hueco que garantizaba que el domador pudiese continuar dando guerra.
Se introdujo de nuevo en las líneas enemigas, blandiendo sus armas a diestro y siniestro y empleando sus alas como elementos defensivos. No era fácil pelear por su vida y centrarse en dominarlas cada vez mejor, pero no tenía otra alternativa si quería salir vivo de allí.
-¡Que me escuchéis de una maldita vez! -exclamó, abriendo sus alas con un movimiento seco. Un sonido metálico reverberó cuando impactaron en los escudos más cercanos, mientras que las corrientes de viento que generó sirvieron para lanzar a todos los sujetos por los aires.
-¡A por él! ¡Hay que acabar con los hombres de Asquerosamenterriquevic, sea como sea! -ordenó de nuevo el mandamás. ¿Realmente podía existir alguien con tan pocas luces en el mundo?
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La vida te suele poner en aprietos. Algunos son livianos, sin mucha importancia, pero aprietos al fin y al cabo. Sin embargo, otros son más crueles y requieren de una mayor atención. Incluso te juegas la vida en algunas. Y esas son las favoritas de Luka. Aquellas en las que una mala decisión te condena, y una buena te da una ligera ventaja. Una situación de miedo, en la cual debes sacar lo mejor de ti para poder seguir viviendo.
Aquello hacía que le vinieran a la mente muchas situaciones similares, como entrenamientos con Tom, su salida al mar con los piratas del sol, la primera vez que vio a los Arashi, su enfrentamiento contra Danio, los combates de Elbaf… Y así podría seguir durante horas. Pero desgraciadamente, no tenía tanto tiempo, el gyoin debía enfrentar su destino, algo que siempre intentó desde sus inicios. Y no fueron fáciles.
Luka flexionó las rodillas a la par que mantenía su torso con haki, inclinó el cuerpo y se dispuso a lanzarse contra sus rivales, no sin antes recordar, durante una ínfima cantidad de tiempo, aquello de lo que dependía su combate.
Ya, pensó a la par que se impulsaba al frente.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Seis movimientos y mismos golpes en los rostros de los rivales, que cayeron al suelo al instante. Seis tiradores menos, pero entonces, algo se torció.
El esfuerzo limitó las extremidades del gyojin, y cuando éste quiso hacer un séptimo y ágil movimiento, sus piernas no respondieron. Ahí fue consciente de su estado. Dos balas habían perforado su pierna derecha, y una había dado en el hombro, a escasos dos centímetros de su coraza de haki. Ya era mala suerte...
Solo le quedaba una opción. Adoptando una pose ofensiva, el gyojin concentró toda la energía que tenía en su puño derecho. Su pulsera pareció emanar más, en forma de ayuda. Y entonces, mientras los tiradores restantes apuntaban al pirata y los luchadores corrían hacia él, el tiburón se encargó de hacerlos desaparecer. Realizando un contundente golpe al aire, el tiburón logró crear una intensa onda de choque que adoptó la forma de un gigante tiburón y se desplazó a una gran velocidad, despidiendo a cada ser que allí se encontraba y empotrándolo de manera violenta contra la pared. Además, los cimientos de la parte frontal del edificio fueron cayendo, desestabilizando todo lo que se encontraba más arriba de aquella planta.
El gyojin fue despedido metros hacia atrás fruto de la violenta onda de choque, y una vez cayó al suelo, observó cómo brotaba la sangre de su pierna y hombro, así como de su cabeza, probablemente por el último golpe recibido contra la pared. Pero su problema parecía ser otro, la estructura del edificio no tardaría en ceder, y seguramente, se vendría encima del indefenso pirata. Debía pensar algo...
Aquello hacía que le vinieran a la mente muchas situaciones similares, como entrenamientos con Tom, su salida al mar con los piratas del sol, la primera vez que vio a los Arashi, su enfrentamiento contra Danio, los combates de Elbaf… Y así podría seguir durante horas. Pero desgraciadamente, no tenía tanto tiempo, el gyoin debía enfrentar su destino, algo que siempre intentó desde sus inicios. Y no fueron fáciles.
Luka flexionó las rodillas a la par que mantenía su torso con haki, inclinó el cuerpo y se dispuso a lanzarse contra sus rivales, no sin antes recordar, durante una ínfima cantidad de tiempo, aquello de lo que dependía su combate.
- Flashback:
- Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Más rápido, Luka.
- Lo intento -comentó el tiburón a la par que jadeaba-, pero cuesta.
- Venga, un par más.
El habitante del mar seguía entrenando duro, aquella vez en fases de tres segundos de salto a la comba. Era capaz de doblar y hasta duplicar las veces que saltaba de un día para otro en cada fase, pero aquello nunca era suficiente para su mentor. El sudor corría por cada rincón de su cuerpo, y su piel empezaba a resentirse, obligándole a parar cada treinta o cuarenta minutos a refrescarse.
- Tu juego de pies tiene mucho margen de mejora.
- Lo sé. Me cuesta mucho más moverlos que las manos. Estoy seguro que podría hacer el movimiento de manos diez veces más rápido, pero mis pies no son capaces a seguirlo.
- Tiempo al tiempo -comentó Tom con una sonrisa, aquella que solo ponía cuando estaba seguro de lo que iba a decir-, todo acaba llegando, y estoy seguro que conseguirás algo mucho mejor.
El viejo era como un padre para el gyojin, y aunque duro, siempre tenía palabras de ánimo cuando veía el esfuerzo de Luka. Y éste lo agradecía. Un entrenamiento duro no estaba reñido con palabras de ánimo cuando, pese a no llegar al objetivo, había un enorme trabajo detrás, así como un afán de superación constante.***
La velocidad del tiburón empezaba a sorprender a los habitantes de la isla Gyojin. Algunos no eran capaces de seguirle con la mirada, y de vez en cuando, Luka era capaz de alcanzar una velocidad tan alta, que parecía que se teletransportaba unos metros al frente.
El esfuerzo era considerable, y pese a que el gyojin tensaba sus músculos cada vez que iba a frenar, éstos sufrían un gran desgaste, llegando a lesionarse en varias ocasiones.
Es un desgaste demasiado grande como para usar ese poder a la ligera comentaba Tom en cada ocasión que podía. Y el habitante del mar lo sabía, pero para llevarlo a un nivel superior, debía seguir entrenándolo. Eso sí, con más cabeza que al principio, después de todo, era su cuerpo el que estaba en peligro.***
El pirata estampó su mano sobre el gran cubo de pintura roja que Tom le había dado. El viejo, aunque no quería reconocerlo, no podía seguir la velocidad del tiburón, que tras un intenso entrenamiento, había conseguido llevar su técnica hasta el máximo potencial.
- He puesto varias hojas en cada una de las cuatro paredes. En el entrenamiento de hoy, tendrás que posar la mano sobre ellas a la par que te mueves a la máxima velocidad que puedas. Pero como pongas la mano en la madera, y no sobre la hoja, te encargarás de limpiarlo tú mismo.
- ¿Y por qué no pones hojas más grandes? Mi mano es casi tan grande como esa hoja de papel.
- Porque así te forzarás a ser preciso. La velocidad, al igual que la fuerza, debe ser tan precisa como certera.
- Está bien, cuando quieras.
- Tienes un minuto -comentó Tom a la par que ponía su pulgar sobre el cronómetro-concha que manejaba-. Tiempo.
Luka observó cada hoja durante el segundo previo a la palabra tiempo, y tras ella, “voló” de una a otra. Al principio pareció fácil, pero mantener la velocidad y la precisión después de los quince primeros segundos se volvió un poco complejo. Aunque ese “poco” fue aumentando a cada segundo, hasta que en el cuarenta, el sudor y el dolor hicieron que éste cesara su intentona de acabar, parando y dando por finalizado el entrenamiento. Tom sonreía mientras el tiburón se tumbaba en el suelo, mientras ojeaba todas las hojas de papel. A simple vista parecían bien pintadas, sin ninguna mancha en la pared, pero entonces… Tom sentenció.
- Sería perfecto, de no ser por… -y ahí vino su sonrisa- El suelo. Hay gotas por todos lados. Lo siento, Luka, pero te toca fregar.
Ya, pensó a la par que se impulsaba al frente.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Seis movimientos y mismos golpes en los rostros de los rivales, que cayeron al suelo al instante. Seis tiradores menos, pero entonces, algo se torció.
El esfuerzo limitó las extremidades del gyojin, y cuando éste quiso hacer un séptimo y ágil movimiento, sus piernas no respondieron. Ahí fue consciente de su estado. Dos balas habían perforado su pierna derecha, y una había dado en el hombro, a escasos dos centímetros de su coraza de haki. Ya era mala suerte...
Solo le quedaba una opción. Adoptando una pose ofensiva, el gyojin concentró toda la energía que tenía en su puño derecho. Su pulsera pareció emanar más, en forma de ayuda. Y entonces, mientras los tiradores restantes apuntaban al pirata y los luchadores corrían hacia él, el tiburón se encargó de hacerlos desaparecer. Realizando un contundente golpe al aire, el tiburón logró crear una intensa onda de choque que adoptó la forma de un gigante tiburón y se desplazó a una gran velocidad, despidiendo a cada ser que allí se encontraba y empotrándolo de manera violenta contra la pared. Además, los cimientos de la parte frontal del edificio fueron cayendo, desestabilizando todo lo que se encontraba más arriba de aquella planta.
El gyojin fue despedido metros hacia atrás fruto de la violenta onda de choque, y una vez cayó al suelo, observó cómo brotaba la sangre de su pierna y hombro, así como de su cabeza, probablemente por el último golpe recibido contra la pared. Pero su problema parecía ser otro, la estructura del edificio no tardaría en ceder, y seguramente, se vendría encima del indefenso pirata. Debía pensar algo...
- COSAS:
- Carga pulsera: 3 turnos - Usada en este post.
- Si la energía se almacena 3 turnos: 500% de potencia y tamaño en la siguiente onda de choque.
- Onda de choque: Luka tiene la capacidad de conservar la energía y enviarla a cualquier parte de su cuerpo con la cual pueda llegar a golpear, consiguiendo así provocar ondas de energía destructiva que amplifican tanto la potencia como efectividad de sus golpes. Además, es capaz de moldear la onda para darle una forma en concreto, algo que es totalmente escénico.
La potencia de los golpes de Luka podrán causar una onda destructiva de hasta 15 metros de radio.- Tiempo de canalización: 2 segundos.
- Katai hada: Luka es capaz de endurecer su piel en determinados momentos, consiguiendo así una serie de bonificadores durante un periodo de tiempo.
- Atributos:
x2 fuerza y x2 resistencia.
- Carga pulsera: 3 turnos - Usada en este post.
Había quedado manifiestamente claro. Debía vencerles para que aceptasen -aunque fuese a la fuerza- oír sus explicaciones. Desplegó sus alas cuanto pudo. Estaban malheridas, lo notaba. Todo indicaba que las propiedades que adquirían en forma híbrida podían ser aplicadas a su transformación completa y, por tanto, al 'regalo desesperado' -si es que podía llamarse de ese modo- que le había hecho H.
Varias gotas de sangre se deslizaron por las plumas y fueron a morir al suelo, haciendo las veces de una cuenta atrás que precedió a la ofensiva. Cortes volaban por doquier, topándose con yelmos, armaduras, armas y algún que otro tejido blando. El domador avanzó en dirección a la voz que no paraba de avivar la moral de sus oponentes. Realmente, simplemente hacía gala de una testaruda insensatez que le estaba costando la salud de sus hombres.
La figura del oficial terminó por emerger ante sus ojos. Tenía el pelo cano, y lo recogía en dos trenzas que había unido mediante un nudo sobre su cabeza, asemejándose a una bolsa de basura. Era el único que no llevaba casco, distinguiéndose además por el florete que descansaba en su cintura, el cual, todo sea dicho, tenía aspecto de no haber sido desenvainado más de media docena de veces.
- ¡Tú, desgraciado, ven aquí! -exclamó Therax, usando el codo derecho para golpear de pleno su nariz. Le cogió del cuello, extendiendo sus alas de forma amenazante hacia sus hombres-. ¡Y ahora me vais a escuchar! No soy un hombre de Asquerosamenterriquevic. Ese desgraciado me ha engañado. Me hizo creer que podría sacar beneficio de un trabajo y me la jugó; a mí y a mi compañero. -Y entonces, la imagen de Luka retornó a su mente. ¡Había llegado allí buscándole!-. ¿Le habéis visto? Es una sard... un gyojin tiburón.
Los tipos continuaban mirándole con desconfianza, claro que no podía esperar otra cosa vista la posición en la que tenía a su jefe.
Varias gotas de sangre se deslizaron por las plumas y fueron a morir al suelo, haciendo las veces de una cuenta atrás que precedió a la ofensiva. Cortes volaban por doquier, topándose con yelmos, armaduras, armas y algún que otro tejido blando. El domador avanzó en dirección a la voz que no paraba de avivar la moral de sus oponentes. Realmente, simplemente hacía gala de una testaruda insensatez que le estaba costando la salud de sus hombres.
La figura del oficial terminó por emerger ante sus ojos. Tenía el pelo cano, y lo recogía en dos trenzas que había unido mediante un nudo sobre su cabeza, asemejándose a una bolsa de basura. Era el único que no llevaba casco, distinguiéndose además por el florete que descansaba en su cintura, el cual, todo sea dicho, tenía aspecto de no haber sido desenvainado más de media docena de veces.
- ¡Tú, desgraciado, ven aquí! -exclamó Therax, usando el codo derecho para golpear de pleno su nariz. Le cogió del cuello, extendiendo sus alas de forma amenazante hacia sus hombres-. ¡Y ahora me vais a escuchar! No soy un hombre de Asquerosamenterriquevic. Ese desgraciado me ha engañado. Me hizo creer que podría sacar beneficio de un trabajo y me la jugó; a mí y a mi compañero. -Y entonces, la imagen de Luka retornó a su mente. ¡Había llegado allí buscándole!-. ¿Le habéis visto? Es una sard... un gyojin tiburón.
Los tipos continuaban mirándole con desconfianza, claro que no podía esperar otra cosa vista la posición en la que tenía a su jefe.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un suspiro, una gota de agua cayendo del techo, otra de sangre de la nariz de uno de sus rivales, un intenso olor a polvo, voces que van y vienen, otras que se apagan, y entre aquello, un gyojin tiburón tumbado en el suelo, con los ojos cerrados e imaginándose lo que está pasando a su alrededor teniendo en cuenta lo que escucha, las presencias que siente y su intuición.
Nada bueno, eso seguro
Pasan los segundos eternizados, se escuchan ruidos de gente intentando reincorporarse, sollozos de la gente que es consciente de lo imposible que es para ellos, y entre tanto ruido, se viene el derrumbamiento del techo. La estructura exterior parece que aún aguantará, sin embargo, la interior está más mermada del impacto previo, que si le sumamos el que está por venir, podría resultar fatal.
El gyojin tiene una pequeña y desagradable visión, en la cual es sepultado por gigantescas piedras, y por pleno instinto de supervivencia, se desplaza al momento reptando por el suelo como buenamente puede. En ese preciso momento, una lluvia de piedras y escombros cae sobre la posición en la que el habitante del mar se encontraba, salvando la vida de milagro.
Las visiones se repiten constantemente, y el tiburón actúa instintivamente, moviéndose allá donde no ve piedras caer. Pero como con todo en la vida, un mal paso le sitúa ante un cruel abismo. Lo único que le queda es cubrir su cuerpo de haki en un desesperado intento por no morir, y pronto se ve sepultado por una montaña de escombros.
Si aquello fuese lo peor… Cuando el tiburón había creído reunir las fuerzas necesarias para intentar desplazar aquello que le tapaba, el suelo se desmoronó, y con ello lo hizo su cuerpo. Una, dos, tres, cuatro… Y así hasta diecisiete plantas. En las cuales solo el haki protegió su caída. Una vez en suelo firme, el gyojin suspiró, notando y oyendo cómo el resto de cuerpos de sus enemigos y el resto de escombros caían también.
Pasaron un par de minutos hasta que el tiburón hizo el primer intento por liberarse de las piedras, y aunque le costó un enorme esfuerzo, terminó por lanzarlas por los aires todas de maenra simultánea y en direccioens aleatorias. Una vez liberado, no pudo evitar caer de rodillas y vomitar varias veces. Al mirar al frente pudo ver a Therax, su fiel aliado y amigo combatiendo con más rivales.
- Qué mierda estamos haciendo -comentó entre tos y tos-. Necesito un copazo. Y… tus servicios. Como médico, claro -finalizó a la par que se reincorporaba con un evidente sobreesfuerzo y con bastante dificultad.
En un breve chequeo interno, el gyojin pudo notar las heridas de bala, los golpes del combate y alguna contusión en el cuerpo que, pese a haber usado haki, era inevitable. No todos los días se caen casi veinte pisos y se cuenta con unas simples magulladuras.
Mi haki tiene una voluntad increíble, casi igual que yo Pensó al a par que sonreía.
Nada bueno, eso seguro
Pasan los segundos eternizados, se escuchan ruidos de gente intentando reincorporarse, sollozos de la gente que es consciente de lo imposible que es para ellos, y entre tanto ruido, se viene el derrumbamiento del techo. La estructura exterior parece que aún aguantará, sin embargo, la interior está más mermada del impacto previo, que si le sumamos el que está por venir, podría resultar fatal.
El gyojin tiene una pequeña y desagradable visión, en la cual es sepultado por gigantescas piedras, y por pleno instinto de supervivencia, se desplaza al momento reptando por el suelo como buenamente puede. En ese preciso momento, una lluvia de piedras y escombros cae sobre la posición en la que el habitante del mar se encontraba, salvando la vida de milagro.
Las visiones se repiten constantemente, y el tiburón actúa instintivamente, moviéndose allá donde no ve piedras caer. Pero como con todo en la vida, un mal paso le sitúa ante un cruel abismo. Lo único que le queda es cubrir su cuerpo de haki en un desesperado intento por no morir, y pronto se ve sepultado por una montaña de escombros.
Si aquello fuese lo peor… Cuando el tiburón había creído reunir las fuerzas necesarias para intentar desplazar aquello que le tapaba, el suelo se desmoronó, y con ello lo hizo su cuerpo. Una, dos, tres, cuatro… Y así hasta diecisiete plantas. En las cuales solo el haki protegió su caída. Una vez en suelo firme, el gyojin suspiró, notando y oyendo cómo el resto de cuerpos de sus enemigos y el resto de escombros caían también.
Pasaron un par de minutos hasta que el tiburón hizo el primer intento por liberarse de las piedras, y aunque le costó un enorme esfuerzo, terminó por lanzarlas por los aires todas de maenra simultánea y en direccioens aleatorias. Una vez liberado, no pudo evitar caer de rodillas y vomitar varias veces. Al mirar al frente pudo ver a Therax, su fiel aliado y amigo combatiendo con más rivales.
- Qué mierda estamos haciendo -comentó entre tos y tos-. Necesito un copazo. Y… tus servicios. Como médico, claro -finalizó a la par que se reincorporaba con un evidente sobreesfuerzo y con bastante dificultad.
En un breve chequeo interno, el gyojin pudo notar las heridas de bala, los golpes del combate y alguna contusión en el cuerpo que, pese a haber usado haki, era inevitable. No todos los días se caen casi veinte pisos y se cuenta con unas simples magulladuras.
Mi haki tiene una voluntad increíble, casi igual que yo Pensó al a par que sonreía.
La tensión se podía palpar en el aire. Ninguno de los allí presentes parecía atreverse a abrir la boca. Therax, por temor a que perder la concentración durante un instante le hiciera perder la vida; sus acechadores, por miedo a que una palabra fuera de lugar valiese la muerte de su líder. Los latidos de su corazón resonaban en los oídos del rubio, pero no tardaron en ser silenciados.
Súbitamente, tras un estruendo que irrumpió bruscamente en la estancia, el techo de la caverna se vino abajo. La vegetación propia de los manglares que conformaban el archipiélago protruyó hacia el interior de la gruta. ¿Qué demonios era aquel lugar? Al mismo tiempo, dos de los tipos que sostenían sus lanzas en pose amenazadora fueron aplastados, mientras que los demás redistribuyeron sus posiciones y mantuvieron su actitud amenazante. La figura de Luka no tardó de emerger entre las rocas. ¿Cómo demonios se las apañaba para terminar siempre igual?
Fuera como fuere, quedaba claro que el diálogo allí no serviría. Había tardado en darse cuenta, pero no dudaría una vez tomada la decisión. El filo de Byakko seguía reposando sobre el cuello del oficial. Sus alas, por otro lado, se movieron para buscar carne que lacerar. La izquierda provocó un corte en el hombro de uno de los allí presentes, mientras que la derecha simplemente se deslizó con suavidad por la cara de otro. Maldijo para sí, pues quedaba claro que, pese a que aquélla era una habilidad que conocía, aún debería dedicar un poco más de tiempo a adaptarla para el contexto que vivía en ese momento. No todos los días el ave tenía a bien revelarle alguna de sus capacidades, aunque fuese para salvarle la vida.
―Ahora estoy contigo, Luka, que me tienes que explicar cómo demonios te las apañas para terminar siempre igual ―comentó con cierto tono amenazador.
Dicho eso, deslizó la hoja de su espada por el gaznate de su prisionero y se lanzó a por los demás, comenzando a lanzar cortes como si no hubiera un mañana. Procuraba estar concentrado en sus alas, pues era consciente de que no estaba muy lejos de controlarlas del modo que lo hacía en su forma híbridas. La mayoría de las veces se comportaban como las armas de filo a las que se debían asimilar, pero de vez en cuando sentía cómo eran cortadas y liberaba un grito de dolor. «Ya falta poco; no puedes parar», se dijo, convencido.
Súbitamente, tras un estruendo que irrumpió bruscamente en la estancia, el techo de la caverna se vino abajo. La vegetación propia de los manglares que conformaban el archipiélago protruyó hacia el interior de la gruta. ¿Qué demonios era aquel lugar? Al mismo tiempo, dos de los tipos que sostenían sus lanzas en pose amenazadora fueron aplastados, mientras que los demás redistribuyeron sus posiciones y mantuvieron su actitud amenazante. La figura de Luka no tardó de emerger entre las rocas. ¿Cómo demonios se las apañaba para terminar siempre igual?
Fuera como fuere, quedaba claro que el diálogo allí no serviría. Había tardado en darse cuenta, pero no dudaría una vez tomada la decisión. El filo de Byakko seguía reposando sobre el cuello del oficial. Sus alas, por otro lado, se movieron para buscar carne que lacerar. La izquierda provocó un corte en el hombro de uno de los allí presentes, mientras que la derecha simplemente se deslizó con suavidad por la cara de otro. Maldijo para sí, pues quedaba claro que, pese a que aquélla era una habilidad que conocía, aún debería dedicar un poco más de tiempo a adaptarla para el contexto que vivía en ese momento. No todos los días el ave tenía a bien revelarle alguna de sus capacidades, aunque fuese para salvarle la vida.
―Ahora estoy contigo, Luka, que me tienes que explicar cómo demonios te las apañas para terminar siempre igual ―comentó con cierto tono amenazador.
Dicho eso, deslizó la hoja de su espada por el gaznate de su prisionero y se lanzó a por los demás, comenzando a lanzar cortes como si no hubiera un mañana. Procuraba estar concentrado en sus alas, pues era consciente de que no estaba muy lejos de controlarlas del modo que lo hacía en su forma híbridas. La mayoría de las veces se comportaban como las armas de filo a las que se debían asimilar, pero de vez en cuando sentía cómo eran cortadas y liberaba un grito de dolor. «Ya falta poco; no puedes parar», se dijo, convencido.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El gyojin asintió tras las palabras del rubio, y tras ello, se levantó como buenamente pudo. Le dolía todo el cuerpo, pero aún no podía cesar su empeño de salir de allí, a pesar de su escasa energía. Pronto estaría en el barco de los Arashi, tumbado en la cama y apoyado sobre su amada almohada de fina y blanca pluma de aves exóticas. Había pagado una estratosférica cifra por ella, pero desde el primer día supo que realmente valía más aún. Pocas cosas le gustaban más al habitante del mar que descansar tranquilamente. Bueno, quitando la sangre, el meterse en líos, pelear, patear traseros, reírse de sus rivales… Igualmente descansar tranquilamente era una de las cien cosas que más le gustaba a Luka.
Una vez reincorporado y habiéndose sacudido el polvo del cuerpo, el tiburón volvió a tener una visión. Una lanza atravesándole el pecho. De nuevo, y fruto de la inercia de la visión, el gyojin se desplazó hacia la derecha con un par de pasos, y afortundamente, la lanza quedó clavada entre las rocas caídas del techo. Se palpó el cuerpo buscando algún roce, pero no pareció encontrarlo.
Luka no tenía demasiadas energías, y se limitó a observar al espadachín, que arremetía contra todos sus enemigos a una espectacular velocidad. La técnica del rubio siempre le había parecido más depurada que la de su capitán, aunque tampoco era él un especialista de la espada.
El gyojin dió un par de pasos al frente, observando cada rincón de la particular escena. Podía notar las presencias de sus enemigos, incluso algunos sepultados aún emitian ese extraño aura. Se acercó un poco más a los escombros, y entonces, un ser salió de la nada con dos katanas, una en cada brazo. El susodicho ser parecía un robot, un cyborg o algo por el estilo, pero llamaba la atención que portase dos katanas -o lo que parecían dos katanas-. Sin mucho tiempo para reaccionar, Luka hizo uso de su velocidad de nuevo, desplazando rápidamente sus pies y posicionándose detrás de la escena, pero cuando iba a ejecutar un golpe, su pierna se resintió y cayó al suelo, de rodillas. En aquél momento el habitante del mar se sintió indefenso, su cuerpo no respondía y aquello, obviamente, no era plato de buen gusto.
- Luka Rooney -susurró el robot-. De los Arashi -dijo en un tono algo más alto-. ¿Me reconoces?
Una vez reincorporado y habiéndose sacudido el polvo del cuerpo, el tiburón volvió a tener una visión. Una lanza atravesándole el pecho. De nuevo, y fruto de la inercia de la visión, el gyojin se desplazó hacia la derecha con un par de pasos, y afortundamente, la lanza quedó clavada entre las rocas caídas del techo. Se palpó el cuerpo buscando algún roce, pero no pareció encontrarlo.
Luka no tenía demasiadas energías, y se limitó a observar al espadachín, que arremetía contra todos sus enemigos a una espectacular velocidad. La técnica del rubio siempre le había parecido más depurada que la de su capitán, aunque tampoco era él un especialista de la espada.
El gyojin dió un par de pasos al frente, observando cada rincón de la particular escena. Podía notar las presencias de sus enemigos, incluso algunos sepultados aún emitian ese extraño aura. Se acercó un poco más a los escombros, y entonces, un ser salió de la nada con dos katanas, una en cada brazo. El susodicho ser parecía un robot, un cyborg o algo por el estilo, pero llamaba la atención que portase dos katanas -o lo que parecían dos katanas-. Sin mucho tiempo para reaccionar, Luka hizo uso de su velocidad de nuevo, desplazando rápidamente sus pies y posicionándose detrás de la escena, pero cuando iba a ejecutar un golpe, su pierna se resintió y cayó al suelo, de rodillas. En aquél momento el habitante del mar se sintió indefenso, su cuerpo no respondía y aquello, obviamente, no era plato de buen gusto.
- Luka Rooney -susurró el robot-. De los Arashi -dijo en un tono algo más alto-. ¿Me reconoces?
Se habían acabado las contemplaciones; el rubio se había hartado de intentar no acabar con las vidas de los allí presentes. Sus alas ya habían sufrido suficiente daño; la cantidad de sangre que teñía el suelo de roca era demasiada. No pensaba comprometer su salud ni un segundo más. En consecuencia, dejó a un lado las buenas intenciones y se centró en neutralizar a sus oponentes. Los tajos iban dirigidos a los lugares donde las armaduras dejaban ver tejido blando y, pese a que en numerosas ocasiones conseguían detener sus cortes, los milicianos fueron cayendo uno a uno.
La concentración puesta en el combate, la atención que ponían cada uno de sus sentidos, había desembocado en que las alas del espadachín se comportasen al fin como una extremidad más. Estaban en sincronía con el resto de su cuerpo y, aunque el espacio no permitía al rubio moverlas como le gustaría, alcanzaban a cubrir los ángulos muertos y mantener a raya a quienes pensaban en atacarle por la espalda. Lar armas de sus oponentes aún lograban teñir sus alas de carmesí de vez en cuando, arrancándole algún que otro grito ahogado que no hacía sino acrecentar su ira.
—¿Quién demonios sois vosotros? —inquirió Therax al tiempo que acababa con el penúltimo integrante de la tropa que le había estado acosando, quien, al ver la situación, arrojó al suelo el estoque que blandía y levantó las manos.
—Somos los Hijos del Manglar —dijo con voz aguda, más propia de un adolescente que de un aguerrido guerrero—. Nuestro objetivo es liberar los manglares de Asquerosamenterriquevic para que quienes vivimos en ellos podamos hacerlo en paz. ¿Por qué le ayudas?
—¡Llevo un rato intentando deciros que no soy parte de su organización! Nos engañó a mi amigo —explicó, señalando a Luka. El tiburón se encontraba en pleno combate con un tipo en quien no había reparado antes. ¿Estaba allí desde el primer momento?— y a mí. Nos ofreció un trato que pintaba bien, pero todo era una trampa para matarnos a traición.
—¿Entonces no tenéis nada que ver con los dos barcos de la Marina que atracaron ayer en el puerto y nos han estado acosando? No sé cómo lo habrá hecho, pero creemos que él es el responsable de que estén aquí.
—¿¡Qué!? —replicó, alarmado. Plegó sus alas y las hizo desaparecer—. ¿Has oído eso, Luka? Me parece que ese viejo desgraciado tenía todo esto planeado desde el principio. Más le vale que no le ponga la mano encima. Y tú, vete de aquí —ordenó.
El tipo de la armadura salió corriendo, perdiéndose en la gruta por la que había accedido junto a sus compañeros. Estos últimos yacían en el suelo, rodeando a su verdugo a causa de la obstinada estupidez de la que habían hecho gala. Therax percibía la humedad en su espalda, que sin duda debía estar ensangrentada. Había notado cómo sus alas estaban cercanas a comportarse como en su forma híbrida y, de hecho, no había necesitado demasiado tiempo para descubrir cómo hacerlo. A fin de cuentas, no era más que una leve adaptación de algo que dominaba desde hacía tiempo. «A ver si esos marines me sirven para algo», se dijo, siguiendo los pasos del único superviviente.
—Luka, me voy adelantando —informó.
La concentración puesta en el combate, la atención que ponían cada uno de sus sentidos, había desembocado en que las alas del espadachín se comportasen al fin como una extremidad más. Estaban en sincronía con el resto de su cuerpo y, aunque el espacio no permitía al rubio moverlas como le gustaría, alcanzaban a cubrir los ángulos muertos y mantener a raya a quienes pensaban en atacarle por la espalda. Lar armas de sus oponentes aún lograban teñir sus alas de carmesí de vez en cuando, arrancándole algún que otro grito ahogado que no hacía sino acrecentar su ira.
—¿Quién demonios sois vosotros? —inquirió Therax al tiempo que acababa con el penúltimo integrante de la tropa que le había estado acosando, quien, al ver la situación, arrojó al suelo el estoque que blandía y levantó las manos.
—Somos los Hijos del Manglar —dijo con voz aguda, más propia de un adolescente que de un aguerrido guerrero—. Nuestro objetivo es liberar los manglares de Asquerosamenterriquevic para que quienes vivimos en ellos podamos hacerlo en paz. ¿Por qué le ayudas?
—¡Llevo un rato intentando deciros que no soy parte de su organización! Nos engañó a mi amigo —explicó, señalando a Luka. El tiburón se encontraba en pleno combate con un tipo en quien no había reparado antes. ¿Estaba allí desde el primer momento?— y a mí. Nos ofreció un trato que pintaba bien, pero todo era una trampa para matarnos a traición.
—¿Entonces no tenéis nada que ver con los dos barcos de la Marina que atracaron ayer en el puerto y nos han estado acosando? No sé cómo lo habrá hecho, pero creemos que él es el responsable de que estén aquí.
—¿¡Qué!? —replicó, alarmado. Plegó sus alas y las hizo desaparecer—. ¿Has oído eso, Luka? Me parece que ese viejo desgraciado tenía todo esto planeado desde el principio. Más le vale que no le ponga la mano encima. Y tú, vete de aquí —ordenó.
El tipo de la armadura salió corriendo, perdiéndose en la gruta por la que había accedido junto a sus compañeros. Estos últimos yacían en el suelo, rodeando a su verdugo a causa de la obstinada estupidez de la que habían hecho gala. Therax percibía la humedad en su espalda, que sin duda debía estar ensangrentada. Había notado cómo sus alas estaban cercanas a comportarse como en su forma híbrida y, de hecho, no había necesitado demasiado tiempo para descubrir cómo hacerlo. A fin de cuentas, no era más que una leve adaptación de algo que dominaba desde hacía tiempo. «A ver si esos marines me sirven para algo», se dijo, siguiendo los pasos del único superviviente.
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