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Luka Rooney
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Akuma no mi
Varios
Los días pasaron lentos y aburridos desde la reunión con aquella mujer. El gyojin contó catorce días desde la reunión, pero no sabía muy bien si se había dejado alguno en el camino. Durante todo ese tiempo, la estancia del tiburón pasó de ser una mugrosa celda a una lujosa sala cuyas paredes se cerraban herméticamente para impedirle salir. Y eso que solo llevaba dos victorias de dos combates, pero por alguna razón, el público idolotraba su forma de combatir.
La mujer con la que se había reunido hacía dos semanas había permitido el cambio de sala del habitante del mar y, pese a no saber su nombre, pudo recopilar el mote que la perseguía gracias a los que seguían presos como él. Señora Q, un enigmático apodo que decía poco de ella. Una simple letra, que quizá no descifraría nada, pero ahí estaba.
Se frotó la muñeca mientras su pulsera ardía. Un acto bastante típico en los últimos días, solo que en aquél momento no podía rascarse porque tenía otras dos de mayor dimensión que, según le habían dicho, le provocarían una descarga que acabaría con su vida al momento. Luka había visto algo parecido con los coyares, por lo que en principio se creía esa parte de la historia.
El pirata rememoraba los dos combates en los que había participado mientras ojeaba los libros de los estantes. Los dos se habían saldado con sendas victorias favorables al habitante del mar, en los cuales había mostrado toda su ira contra sus rivales, a los cuales ni siquiera conoció. Combates rudos y de potencia física, como a él le gustaban. Y pese a que había recibido heridas, no se encontraba del todo mal. Pero si algo había llamado su atención, eso había sido el público. No solo había humanos, sino que miembros de todas las razas vitoreaban los golpes y la sangre del recinto. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Acaso no sabían que estaban peleando en contra de su voluntad, o es que simplemente les daba igual? Entonces uno de los libros del estante sacó al ex-Arashi de su ensimismamiento. El tercero por la derecha de la segunda balda en concreto. La mayoría hablaban sobre el haki y sus fundamentos, sin embargo, aquél era distinto. Tras cogerlo y empezar a leerlo, la Señora Q hizo acto de presencia en la sala.
- Necesito combatir más -comentó a la par que ojeaba los ojos de la mujer, respondiendo a su pregunta-. Y no estaría de más habilitar una pequeña zona de gimnasio aquí. Con unas cuantas pesas de algunas toneladas me valdrá. No quiero que tu show pierda la gracia porque no esté en forma, ¿sabes?
Lo cierto era que quería aumentar su forma para cuando llegase el momento. Si es que llegaba.
- Allí estaré. Espero no perder los modales -finalizó, con una fingida sonrisa.
El pirata se duchó, y tras ello se puso el elegante traje que había encargado la Señora Q para él. Debía estar hecho a medida, pues le quedaba como un guante. Se colocó los zapatos y después vinieron un par de humanos a ponerle un sofisticado collar que tendría el mismo efecto que el que llevaban cuando salían de la habitación. Aprovechó para pedir ayuda con su corbata y salió hasta el lugar de la zona.
Allí estaban todos los participantes, incluídos a los que había ganado. Cinco Gyojins, tres minks, un tontata, dos gigantes y un brazo largo. Todos con la mirada perdida y sin pronunciar muchas palabras. Pero Luka había pensado muy bien qué hacer, y se dispuso a ello. Se acercó a todos y levantó la mano derecha, saludando.
- Bueno bueno, nos vemos en un ambiente muy distinto al que acostumbramos, ¿no? Ya va siendo hora de vernos más de esta guisa. Ya sabéis, sin tener que pelear por nuestras vidas -diría a la par que cogía una copa de la mesa y miraría, cerciorándose de que no hubiese nadie cerca y su mensaje pudiera ser audible solo para los luchadores-. Yo voy a matar a esa mujer -susurraría a la par que se acercaba al resto-. Os lo juro. Y será más temprano que tarde. Solo espero que cuando lo haga, todos vosotros luchéis como lo habéis hecho hasta ahora, solo que ahora lo haremos unidos. Con el único fin de ser libres y liberar a nuestro pueblo. Y bien, ¿qué me decís?
El gyojin alzaría la copa y les miraría, esperando que ellos chocasen la suya.
La mujer con la que se había reunido hacía dos semanas había permitido el cambio de sala del habitante del mar y, pese a no saber su nombre, pudo recopilar el mote que la perseguía gracias a los que seguían presos como él. Señora Q, un enigmático apodo que decía poco de ella. Una simple letra, que quizá no descifraría nada, pero ahí estaba.
Se frotó la muñeca mientras su pulsera ardía. Un acto bastante típico en los últimos días, solo que en aquél momento no podía rascarse porque tenía otras dos de mayor dimensión que, según le habían dicho, le provocarían una descarga que acabaría con su vida al momento. Luka había visto algo parecido con los coyares, por lo que en principio se creía esa parte de la historia.
El pirata rememoraba los dos combates en los que había participado mientras ojeaba los libros de los estantes. Los dos se habían saldado con sendas victorias favorables al habitante del mar, en los cuales había mostrado toda su ira contra sus rivales, a los cuales ni siquiera conoció. Combates rudos y de potencia física, como a él le gustaban. Y pese a que había recibido heridas, no se encontraba del todo mal. Pero si algo había llamado su atención, eso había sido el público. No solo había humanos, sino que miembros de todas las razas vitoreaban los golpes y la sangre del recinto. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Acaso no sabían que estaban peleando en contra de su voluntad, o es que simplemente les daba igual? Entonces uno de los libros del estante sacó al ex-Arashi de su ensimismamiento. El tercero por la derecha de la segunda balda en concreto. La mayoría hablaban sobre el haki y sus fundamentos, sin embargo, aquél era distinto. Tras cogerlo y empezar a leerlo, la Señora Q hizo acto de presencia en la sala.
- Necesito combatir más -comentó a la par que ojeaba los ojos de la mujer, respondiendo a su pregunta-. Y no estaría de más habilitar una pequeña zona de gimnasio aquí. Con unas cuantas pesas de algunas toneladas me valdrá. No quiero que tu show pierda la gracia porque no esté en forma, ¿sabes?
Lo cierto era que quería aumentar su forma para cuando llegase el momento. Si es que llegaba.
- Allí estaré. Espero no perder los modales -finalizó, con una fingida sonrisa.
***
El pirata se duchó, y tras ello se puso el elegante traje que había encargado la Señora Q para él. Debía estar hecho a medida, pues le quedaba como un guante. Se colocó los zapatos y después vinieron un par de humanos a ponerle un sofisticado collar que tendría el mismo efecto que el que llevaban cuando salían de la habitación. Aprovechó para pedir ayuda con su corbata y salió hasta el lugar de la zona.
Allí estaban todos los participantes, incluídos a los que había ganado. Cinco Gyojins, tres minks, un tontata, dos gigantes y un brazo largo. Todos con la mirada perdida y sin pronunciar muchas palabras. Pero Luka había pensado muy bien qué hacer, y se dispuso a ello. Se acercó a todos y levantó la mano derecha, saludando.
- Bueno bueno, nos vemos en un ambiente muy distinto al que acostumbramos, ¿no? Ya va siendo hora de vernos más de esta guisa. Ya sabéis, sin tener que pelear por nuestras vidas -diría a la par que cogía una copa de la mesa y miraría, cerciorándose de que no hubiese nadie cerca y su mensaje pudiera ser audible solo para los luchadores-. Yo voy a matar a esa mujer -susurraría a la par que se acercaba al resto-. Os lo juro. Y será más temprano que tarde. Solo espero que cuando lo haga, todos vosotros luchéis como lo habéis hecho hasta ahora, solo que ahora lo haremos unidos. Con el único fin de ser libres y liberar a nuestro pueblo. Y bien, ¿qué me decís?
El gyojin alzaría la copa y les miraría, esperando que ellos chocasen la suya.
- cosas:
Haki de observación: Ex-Opuesto. Tier 8. (Empatía 8)
Haki de armadura: Predilecto. Tier 9.
Carga pulsera: 4 Turnos.
- stats:
Bonificador es tabla: Fuerza 14 (10 +3 Gyojin + 1 Físico pasivo) | Resistencia 14 (10 + 3 Gyojin + 1 Físico pasivo) | Agilidad 8 | Velocidad 7 | Resto 2 |
El resto de gladiadores te miran con el entrecejo fruncido, incluso algunos de ellos muestran una sonrisa al elevar su copa. Percibes que en el ambiente no hay mucha esperanza en volver a ser libre, es más, notas como muchos de ellos parece estar conforme con la vida que tienen: comida, una cama donde dormir, alguna noche de travesura, y todo a cambio de combatir en un estadio en el que demostrar su valía.
—Solo espero que no acabes como Billy —te dice un mink cabra, de nombre Diogo. Mide cerca de dos metros y medio, tiene un cuerno roto y otro cuerno en espiral, y la esponjosa lana que recubre su cuerpo es negra como el carbón—. ¿Verdad, chicos? —Y todos comenzaron a reír.
Después de unas horas de charla y regocijo en vuestro pequeño reservado, la señora Q golpea una copa con una cucharilla y coge un pequeño micrófono.
—Queridos invitados, inversores y patrocinadores… —dice, haciendo un barrido con la mirada a toda la sala—. Espero que lo hayáis pasado bien, pero como bien habréis supuesto muchos de vosotros esta no es una cena cualquiera, sino que es para anticiparos que dentro de tres semanas voy a preparar el combate de los combates del bajo mundo. Donde mis campeones —alza la mano para señalarte a ti y tus nuevos compañeros—. Van a enfrentarse a los campeones de Wallace Manos rojas Smith, en una batalla en la que solo podrán sobrevivir los más fuertes. Aquellos que lo hagan, pasarán a la historia y a la liga de los demonios.
—¿La liga de los demonios? —pensó en voz alta uno de tus compañeros, un gyojin pez payaso llamado Krom—. ¿Eso no era una leyenda?
—Pues parece ser que no —comenta una gyojin tiburón martillo, llamada Amanda.
La noche pasó y de nuevo te encuentras en tu habitación. Allí está el libro que hablaba sobre los fundamentos básicos del haki y como emplearlos, quizá sería buena idea ojearlo. Aunque también prefieras dormirte y mañana será otro día.
—Solo espero que no acabes como Billy —te dice un mink cabra, de nombre Diogo. Mide cerca de dos metros y medio, tiene un cuerno roto y otro cuerno en espiral, y la esponjosa lana que recubre su cuerpo es negra como el carbón—. ¿Verdad, chicos? —Y todos comenzaron a reír.
Después de unas horas de charla y regocijo en vuestro pequeño reservado, la señora Q golpea una copa con una cucharilla y coge un pequeño micrófono.
—Queridos invitados, inversores y patrocinadores… —dice, haciendo un barrido con la mirada a toda la sala—. Espero que lo hayáis pasado bien, pero como bien habréis supuesto muchos de vosotros esta no es una cena cualquiera, sino que es para anticiparos que dentro de tres semanas voy a preparar el combate de los combates del bajo mundo. Donde mis campeones —alza la mano para señalarte a ti y tus nuevos compañeros—. Van a enfrentarse a los campeones de Wallace Manos rojas Smith, en una batalla en la que solo podrán sobrevivir los más fuertes. Aquellos que lo hagan, pasarán a la historia y a la liga de los demonios.
—¿La liga de los demonios? —pensó en voz alta uno de tus compañeros, un gyojin pez payaso llamado Krom—. ¿Eso no era una leyenda?
—Pues parece ser que no —comenta una gyojin tiburón martillo, llamada Amanda.
La noche pasó y de nuevo te encuentras en tu habitación. Allí está el libro que hablaba sobre los fundamentos básicos del haki y como emplearlos, quizá sería buena idea ojearlo. Aunque también prefieras dormirte y mañana será otro día.
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Los gladiadores levantaron las copas, aunque algunos parecían estar viviendo en una mansión a juzgar por sus rostros. Aquello no estaba tan mal, la verdad. Pero quizá estaría mejor si fuese por decisión propia pertenecer a aquél grupo de luchadores cuyo objetivo fuese entretener al público.
Pero no era el caso. Y no solo eso, sino que la isla en su totalidad parecía estar dividida en ese aspecto. Si ya le costaba al tiburón convencer a cuatro matados con más masa muscular que cerebro, hacerlo con el público sería mucho más difícil. Pero no imposible.
El mink cabra fue uno de los primeros que levantó la copa, y comentó algo de un tal Billy, deseando que el gyojin no acabase igual. ¿Quién sería ese tipo y qué diablos haría?
Con un par de copas más, y el estómago lleno de todos aquellos manjares, el gyojin se acercó al mink cabra, y con una tímida sonrisa, le preguntó sobre ese tal Billy. Quizá había intentando lo mismo que él y había fallado con algo. Ese fallo sería uno que Luka no debería cometer.
Poco después de su conversación, la señora Q llamó la atención de todos los presentes golpeando repetidas veces una copa, lo cual producía un sonido bastante desagradable para el tiburón. Su mirada se fijó en la mujer, y esperó a que esta cesase para dar su mensaje. Y vaya mensaje. Iba a utilizar a todos su compañeros -y evidentemente a él también- para hacer el que a su juicio, era el combate más grande del bajo mundo. La sangre estaba asegurada, ya que Manos rojas pondría también a sus matones. La señora Q dijo también que solo los más fuertes sobrevivirían, y formarían parte de la liga de los demonios, algo que el pirata había escuchado en algunos cuentos e historias de sus colegas, pero nunca se había creído.
La pulsera de Luka vibró, notando éste una cruda sensación. Quizá no era fruto de la pulsera en sí, sino que se había quedado tocado, tenía tres semanas para entrenar duro y asegurarse la supervivencia, pero, sobre todo, para idear algún plan y liberar a sus compañeros. Puede que incluso pudiera liberar a los luchadores del otro participante… ¿Y si todos se unían bajo un mismo fin? Derrocar a la señora Q, y de paso, mostrarle al bajo mundo que sus juguetes pueden ser usados bajo su contra.
Ya en la habitación, el pirata abrió el libro que dejó pendiente anteriormente, en el cual hablaban sobre algunos conceptos del haki básicos, después pasaban a los intermedios y finalmente a los expertos. El nerviosismo que sentía no le dejaría dormir, por lo que quizá un poco de lectura le relajarse.
Pero no era el caso. Y no solo eso, sino que la isla en su totalidad parecía estar dividida en ese aspecto. Si ya le costaba al tiburón convencer a cuatro matados con más masa muscular que cerebro, hacerlo con el público sería mucho más difícil. Pero no imposible.
El mink cabra fue uno de los primeros que levantó la copa, y comentó algo de un tal Billy, deseando que el gyojin no acabase igual. ¿Quién sería ese tipo y qué diablos haría?
Con un par de copas más, y el estómago lleno de todos aquellos manjares, el gyojin se acercó al mink cabra, y con una tímida sonrisa, le preguntó sobre ese tal Billy. Quizá había intentando lo mismo que él y había fallado con algo. Ese fallo sería uno que Luka no debería cometer.
Poco después de su conversación, la señora Q llamó la atención de todos los presentes golpeando repetidas veces una copa, lo cual producía un sonido bastante desagradable para el tiburón. Su mirada se fijó en la mujer, y esperó a que esta cesase para dar su mensaje. Y vaya mensaje. Iba a utilizar a todos su compañeros -y evidentemente a él también- para hacer el que a su juicio, era el combate más grande del bajo mundo. La sangre estaba asegurada, ya que Manos rojas pondría también a sus matones. La señora Q dijo también que solo los más fuertes sobrevivirían, y formarían parte de la liga de los demonios, algo que el pirata había escuchado en algunos cuentos e historias de sus colegas, pero nunca se había creído.
La pulsera de Luka vibró, notando éste una cruda sensación. Quizá no era fruto de la pulsera en sí, sino que se había quedado tocado, tenía tres semanas para entrenar duro y asegurarse la supervivencia, pero, sobre todo, para idear algún plan y liberar a sus compañeros. Puede que incluso pudiera liberar a los luchadores del otro participante… ¿Y si todos se unían bajo un mismo fin? Derrocar a la señora Q, y de paso, mostrarle al bajo mundo que sus juguetes pueden ser usados bajo su contra.
Ya en la habitación, el pirata abrió el libro que dejó pendiente anteriormente, en el cual hablaban sobre algunos conceptos del haki básicos, después pasaban a los intermedios y finalmente a los expertos. El nerviosismo que sentía no le dejaría dormir, por lo que quizá un poco de lectura le relajarse.
- cosas:
Haki de observación: Ex-Opuesto. Tier 8. (Empatía 8)
Haki de armadura: Predilecto. Tier 9.
Carga pulsera: 5 Turnos.
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Bonificador es tabla: Fuerza 14 (10 +3 Gyojin + 1 Físico pasivo) | Resistencia 14 (10 + 3 Gyojin + 1 Físico pasivo) | Agilidad 8 | Velocidad 7 | Resto 2 |
El libro comienza explicándote que es el haki en las distintas culturas conocidas del mundo, sus debilidades y las distintas formas de emplearlo: como armadura corporal o a distancia, como manera de potenciar golpes o para romper objetos desde dentro. Caes dormido profundamente con el libro en la cara.
A la mañana siguiente, te despiertan como de costumbre para tus quehaceres de gladiador: entrenar, entrenar y entrenar. Por lo que te llevan al comedor para desayunar y a la zona de entrenamiento. Se encuentra en la zona central de las instalaciones en las que estás viviendo y está comprendida en tres zonas: una de lucha, una de descanso y otra de pesas para aumentar la musculatura.
Quizá podrías intentar entrenar algo de lo leído al día anterior, o tal vez quieras hablar con tus compañeros que han llegado algo antes que tú.
A la mañana siguiente, te despiertan como de costumbre para tus quehaceres de gladiador: entrenar, entrenar y entrenar. Por lo que te llevan al comedor para desayunar y a la zona de entrenamiento. Se encuentra en la zona central de las instalaciones en las que estás viviendo y está comprendida en tres zonas: una de lucha, una de descanso y otra de pesas para aumentar la musculatura.
Quizá podrías intentar entrenar algo de lo leído al día anterior, o tal vez quieras hablar con tus compañeros que han llegado algo antes que tú.
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El gyojin fue pasando las hojas a medida que las iba leyendo. Lo cierto era que había muchas historias que no había conocido jamás, y le resultaron bastante interesantes. El libro trataba el uso del haki desde distintas perspectivas, tales como armadura corporal, el empleo a distancia, potenciar los golpes o incluso romper objetos desde dentro.
El tiburón se quedó pensativo unos segundos, mientras intentaba añadir alguna de esas opciones a sus entrenamientos. Aunque la lectura se hacía cada vez más tediosa conforme iba avanzando, y cuando se quiso dar cuenta se había quedado dormido.
Al día siguiente, la seguridad del recinto le despertó, mandándole a entrenar. Luka caminó pensativo mientras iba en dirección al comedor. Allí, algo reflexivo, empezó a coger comida y a engullirla mientras tenía en su mente el siguiente paso.
Cuando acabó, el habitante del mar se fué hasta la zona de las máquinas para intentar ganar musculatura. Mientras cogía pesas, el pirata se esforzó por intentar seguir los pasos del libro, con un empeño digno de ello, intentó expulsar de forma violenta el haki de su cuerpo hacia el exterior. Sabía que podía serle útil para romper cualquier objeto que le aprisionara, y, por qué no, el collar que le tenía atado.
Pero los intentos no terminaron de funcionar como quería. Apenas notaba un leve cosquilleo por la zona. En un determinado momento, creyó oportuno seguir su mecánico movimiento levantando pesas mientras cerraba los ojos y se centraba en intentar romper desde dentro su collar. Quizá, con algo de suerte, consiguiese hacer sonar al menos un chasquido.
El tiburón se quedó pensativo unos segundos, mientras intentaba añadir alguna de esas opciones a sus entrenamientos. Aunque la lectura se hacía cada vez más tediosa conforme iba avanzando, y cuando se quiso dar cuenta se había quedado dormido.
Al día siguiente, la seguridad del recinto le despertó, mandándole a entrenar. Luka caminó pensativo mientras iba en dirección al comedor. Allí, algo reflexivo, empezó a coger comida y a engullirla mientras tenía en su mente el siguiente paso.
Cuando acabó, el habitante del mar se fué hasta la zona de las máquinas para intentar ganar musculatura. Mientras cogía pesas, el pirata se esforzó por intentar seguir los pasos del libro, con un empeño digno de ello, intentó expulsar de forma violenta el haki de su cuerpo hacia el exterior. Sabía que podía serle útil para romper cualquier objeto que le aprisionara, y, por qué no, el collar que le tenía atado.
Pero los intentos no terminaron de funcionar como quería. Apenas notaba un leve cosquilleo por la zona. En un determinado momento, creyó oportuno seguir su mecánico movimiento levantando pesas mientras cerraba los ojos y se centraba en intentar romper desde dentro su collar. Quizá, con algo de suerte, consiguiese hacer sonar al menos un chasquido.
Tratas de llevar el haki al objeto, pero te cuesta hacerlo de primeras. Al ser un luchador es algo normal, dado que tu estilo de pelea no se basa en eso. Sin embargo, tu habilidad innata para el haki de armadura hace que en pocas horas consigas hacerlo y eres capaz de cubrir de tu voluntad dos mancuernas de tamaño bastante considerable. No obstante, aún te falta un largo camino por recorrer.
—¿Qué estás intentando hacer? —te pregunta una de tus compañeras gladiadoras. Se trata de una mujer de raza humana llamada Mephie. Es tan alta como tú, de cabellos rojizos y aspecto macarra. Por las cicatrices de su cuerpo puedes ver que es una luchadora nata, aunque no habéis conseguido ni un solo día en combate—. Porque veo que malgastar tiempo y voluntad para nada —Te dice.
Le respondas o no… Llegó la hora de comer y con eso la vuelta a las habitaciones.
(Tienes libertad de narrar todo hasta el día siguiente, que de nuevo volverás a la zona de entrenamiento del lugar)
—¿Qué estás intentando hacer? —te pregunta una de tus compañeras gladiadoras. Se trata de una mujer de raza humana llamada Mephie. Es tan alta como tú, de cabellos rojizos y aspecto macarra. Por las cicatrices de su cuerpo puedes ver que es una luchadora nata, aunque no habéis conseguido ni un solo día en combate—. Porque veo que malgastar tiempo y voluntad para nada —Te dice.
Le respondas o no… Llegó la hora de comer y con eso la vuelta a las habitaciones.
(Tienes libertad de narrar todo hasta el día siguiente, que de nuevo volverás a la zona de entrenamiento del lugar)
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El pirata carecía de la formación necesaria para cubrir los objetos de su voluntad. Había visto cómo grandes guerreros como su antiguo capitán Zane a.k.a el descamisetado fiestero, o su fiel amigo Therax a.k.a. yo no he venido a meterme en líos conseguían imprimir en sus armas una más que imponente y útil voluntad que les servía para combatir de una manera más liberada y afrontar de una forma más lógica determiandos problemas que se presentaban.
Sin embargo, el tiburón no había probado a hacerlo nunca. Por más que forzaba la maquinaria, no conseguía despedir su haki más allá de su cuerpo. Ya había mecanizado el movimiento de subir y bajar las pesas, sin embargo la concentración estaba en otro punto, intentar cubrirlas. Aunque las mancuernas elegidas eran de veinte toneladas cada una y su tamaño bastante grande, con cierto tesón empezó a cubrir poco a poco los rincones de éstas.
Notó cómo sus músculos se tensaban y el sudor caía por su sien, pasando tras ello por su cara y acabando en el suelo. Notaba poco a poco cómo esa sensación parecía trasladarse a sus manos, y como si de gotas de sudor se tratase, éstas se deslizaban por las mancuernas que desplazaba de un lado a otro. Unos minutos más con esa sensación y el gyojin giró la cabeza para observar cómo realmente estaba teniendo un más que destacable éxito. Las mancuernas iban cubriéndose lentamente, y su felicidad aumentaba. Cuando pasaron cerca de dos horas, las mancuernas estaban totalmente cubiertas y el pirata no podía evitar quitar una tonta sonrisa de su rostro, algo que terminó alertando a una humana en la que el habitante del mar ya se había fijado con anterioridad.
Se trataba de una gladiadora llamada Mephie, cuya altura era bastante similar a la de Luka, y sus cabellos rojizos y aspecto de mujer dura atraían al pirata. Tenía varias cicatrices visibles, algo que indicaba que probablemente había combatido durante muchos años. La mujer se dirigió a él preguntándole por sus intenciones, ya que a juicio de la humana estaba desaprovechando energía a lo tonto, algo que en parte era cierto y en otra no.
- Se me ocurren muchas maneras de hacer este tiempo algo más entretenido -comentó a la par que guiñaba un ojo-. Simplemente estoy… Tramando algo, ya sabes. Nunca hay que relajarse, o de lo contrario, te acaban venciendo.
Y justo tras su respuesta, la campana sonó, acompañada por un olor increíblemente apetecible. El tiburón invitaría a la mujer a entrenar con él la siguiente sesión mientras marchaban juntos, cada uno a su habitación indicada.
En la habitación el pirata comería lo que fuera que le hubiesen preparado, se echaría la siesta para descansar por el esfuerzo hecho por la mañana y por la tarde volvería a entrenar en su celda, aunque sustituyendo las enormes mancuernas por simples libros de poco interés para el habitante del mar. Cubrir el volumen de un libro era mucho más simple que una gran mancuerna. Además, el material no tenía nada que ver, ¿influiría? Sin duda sería una respuesta útil que quizá viniese en el libro. Cuando diese por finalizado su entrenamiento, buscaría en el resto de páginas que le quedaban por leer.
Pero mientras entrenaba, el pirata fué más allá, y dado que cubrir el libro le llevaba poco tiempo, intentó que su voluntad se desplazara a gran velocidad en el interior del propio libro. Era un experto en el Gyojin Kárate, y había conseguido mover las partículas de agua de su cuerpo con una velocidad increíblemente alta, por lo que siguiendo los principios de este noble arte, el tiburón intentó imitarlo usando su haki. Pudiera llevarlo a cabo o no, sin duda vería un resultado único y le ayudaría a seguir aquella línea o cambiarla.
Sin embargo, el tiburón no había probado a hacerlo nunca. Por más que forzaba la maquinaria, no conseguía despedir su haki más allá de su cuerpo. Ya había mecanizado el movimiento de subir y bajar las pesas, sin embargo la concentración estaba en otro punto, intentar cubrirlas. Aunque las mancuernas elegidas eran de veinte toneladas cada una y su tamaño bastante grande, con cierto tesón empezó a cubrir poco a poco los rincones de éstas.
Notó cómo sus músculos se tensaban y el sudor caía por su sien, pasando tras ello por su cara y acabando en el suelo. Notaba poco a poco cómo esa sensación parecía trasladarse a sus manos, y como si de gotas de sudor se tratase, éstas se deslizaban por las mancuernas que desplazaba de un lado a otro. Unos minutos más con esa sensación y el gyojin giró la cabeza para observar cómo realmente estaba teniendo un más que destacable éxito. Las mancuernas iban cubriéndose lentamente, y su felicidad aumentaba. Cuando pasaron cerca de dos horas, las mancuernas estaban totalmente cubiertas y el pirata no podía evitar quitar una tonta sonrisa de su rostro, algo que terminó alertando a una humana en la que el habitante del mar ya se había fijado con anterioridad.
Se trataba de una gladiadora llamada Mephie, cuya altura era bastante similar a la de Luka, y sus cabellos rojizos y aspecto de mujer dura atraían al pirata. Tenía varias cicatrices visibles, algo que indicaba que probablemente había combatido durante muchos años. La mujer se dirigió a él preguntándole por sus intenciones, ya que a juicio de la humana estaba desaprovechando energía a lo tonto, algo que en parte era cierto y en otra no.
- Se me ocurren muchas maneras de hacer este tiempo algo más entretenido -comentó a la par que guiñaba un ojo-. Simplemente estoy… Tramando algo, ya sabes. Nunca hay que relajarse, o de lo contrario, te acaban venciendo.
Y justo tras su respuesta, la campana sonó, acompañada por un olor increíblemente apetecible. El tiburón invitaría a la mujer a entrenar con él la siguiente sesión mientras marchaban juntos, cada uno a su habitación indicada.
En la habitación el pirata comería lo que fuera que le hubiesen preparado, se echaría la siesta para descansar por el esfuerzo hecho por la mañana y por la tarde volvería a entrenar en su celda, aunque sustituyendo las enormes mancuernas por simples libros de poco interés para el habitante del mar. Cubrir el volumen de un libro era mucho más simple que una gran mancuerna. Además, el material no tenía nada que ver, ¿influiría? Sin duda sería una respuesta útil que quizá viniese en el libro. Cuando diese por finalizado su entrenamiento, buscaría en el resto de páginas que le quedaban por leer.
Pero mientras entrenaba, el pirata fué más allá, y dado que cubrir el libro le llevaba poco tiempo, intentó que su voluntad se desplazara a gran velocidad en el interior del propio libro. Era un experto en el Gyojin Kárate, y había conseguido mover las partículas de agua de su cuerpo con una velocidad increíblemente alta, por lo que siguiendo los principios de este noble arte, el tiburón intentó imitarlo usando su haki. Pudiera llevarlo a cabo o no, sin duda vería un resultado único y le ayudaría a seguir aquella línea o cambiarla.
La gladiadora frunce el entrecejo y niega con la cabeza mientras ríe, quizás deberías pulir un poco más tus técnicas de flirteo, o intentarlo con alguien te tu raza, o tal vez lavarte un poco que empiezas a oler a pescado pasado. En fin. Coger el libro ha sido un acierto, eres capaz de usar tu haki para cubrirlo entero, podrías usarlo como arma y tendría un aguante capaz de resistir la embestida de un toro.
Y esta vez ocurre lo que estabas tratando de hacer: logras romper el libro desde su interior. ¡Enhorabuena, muchacho! Pero ahora tienes que hacerlo con otro tipo de materiales. De tratar hacerlo con tu collar de primeras, este bueno… acabara con tu vida y no quieres eso, ¿verdad? El genocidio en masa esta bien, pero el suicidio no creo que entre en tus planes, o tal vez sí…, quien sabe.
Prácticas y prácticas, y eso te cansa. Te da hambre. Al día siguiente, ves que hay piedras de distintos tamaños, que al tratar de romper tan solo podrás hacerlo con las más pequeñas. Pero aún tienes muchos días antes del torneo de los demonios, así que sigue intentándolo. Las piedras que hay son del tamaño de una pelota de pingpong, del tamaño de una pelota de balonmano, del tamaño de una pelota de baloncesto y una tan grande como un scooter. ¿Seguirás entrenando o intentarás ligar de nuevo con Mephie? Porque parece que le interesa mucho lo que haces, hasta el punto que prefiere mirarte a entrenar por su cuenta.
PD: Tienes libertad para hacer que transcurra el tiempo mientras entrenas, así como interactuar con el resto de NPC's gladiadores que he ido metiéndote.
Y esta vez ocurre lo que estabas tratando de hacer: logras romper el libro desde su interior. ¡Enhorabuena, muchacho! Pero ahora tienes que hacerlo con otro tipo de materiales. De tratar hacerlo con tu collar de primeras, este bueno… acabara con tu vida y no quieres eso, ¿verdad? El genocidio en masa esta bien, pero el suicidio no creo que entre en tus planes, o tal vez sí…, quien sabe.
Prácticas y prácticas, y eso te cansa. Te da hambre. Al día siguiente, ves que hay piedras de distintos tamaños, que al tratar de romper tan solo podrás hacerlo con las más pequeñas. Pero aún tienes muchos días antes del torneo de los demonios, así que sigue intentándolo. Las piedras que hay son del tamaño de una pelota de pingpong, del tamaño de una pelota de balonmano, del tamaño de una pelota de baloncesto y una tan grande como un scooter. ¿Seguirás entrenando o intentarás ligar de nuevo con Mephie? Porque parece que le interesa mucho lo que haces, hasta el punto que prefiere mirarte a entrenar por su cuenta.
PD: Tienes libertad para hacer que transcurra el tiempo mientras entrenas, así como interactuar con el resto de NPC's gladiadores que he ido metiéndote.
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Akuma no mi
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La entrega y cabezoneria del tiburón por fin dieron sus frutos, y en una nueva intentona por cubrir el libro de su voluntad, el gyojin fue capaz de hacerlo, algo que no pudo evitar sus sonoras carcajadas festejándolo.
El habitante del mar había estado inmerso en el entrenamiento y se había hecho de noche, así que salió a cenar junto al resto de gladiadores y se dio un festín. No mezcló palabra con nadie, y se limitó a pensar en cómo podía seguir su entrenamiento para acabar ejecutando su plan.
Durmió unas cuantas horas en las cuales sus pensamientos fueron, por primera vez, bastante ajenos a lo que estaba pasando en su realidad. ¿Sería aquello algo bueno? El caso es que despertó la mar de tranquilo y descansado. Jeje, un gyojin levantándose la mar de tranquilo.
Cuando se levantó fue a ponerse un chándal limpio y avanzó hasta el gimnasio, que sería su gran amigo durante un tiempo. Había llegado de los primeros así que tenía como premio elegir máquina. Pero su mirada se fue hacia unas pesas de piedra con forma de esfera. Aquello era lo ideal para seguir practicando. Primero se acercó a las pequeñas, que tenían una forma de pelota pequeña, algo más chica que un huevo. Las cogió y cerró los puños a la par que hacía lo mismo con los ojos. A los segundos tendió el brazo y dejó la palma hacia arriba, donde únicamente se sostenían las pequeñas bolas, negando su atracción hacia el suelo.
Una pequeña película empezó a recubrirlas, y así se pasó durante unos segundos, que se tornaron en minutos y después en horas. Era increíble como el habitante del mar se había concentrado en una postura más típica de algún ritual sagrado en busca de la plenitud espiritual que en un entrenamiento físico. Al cabo de bastante tiempo, la piedra consiguió agrietarse y empezó a abrirse por la mitad poco a poco. Luka empezó a sentirlo, y no pudo evitar esbozar una sonrisa que borraba su sereno rostro hasta el momento.
El pirata dejó la piedra rota allí mismo y se marchó hasta la entrada, donde había una fuente dispensadora de agua. Bebió un poco y saboreó el peculiar regusto que dejaba a su paso por la garganta. Se estiró y volvió a su posición, intentando lo mismo con la piedra de un tamaño ligeramente superior.
Lo cierto era que había ganado una práctica impresionante a la hora de recubrir los objetos. En cosa de diez segundos la esfera estaba completamente cubierta por su voluntad. Y ahí empezaba la pelea. Intentó romper el objeto con firmeza desde su interior. Sus sentidos se agudizaron, y pese a ello estaba en un nivel de concentración en el que no parecía pasar nada a su alrededor. El resto de gladiadores se movían por los alrededores, hacían ruidos al mover máquinas, dejar pesas sobre el suelo, o simplemente al hablar entre ellos, pero Luka sólo oía cómo su piedra parecía palpitar. No dejaba de ser un objeto inerte, pero mientras lo cubría, era como si tuviese vida propia. Oyó un pequeño crujido en el interior de la esfera de piedra que sujetaba, y justo en ese momento la sirena que alertaba del fin del entrenamiento sonó, dejando al ex-Arashi con cara de pocos amigos.
Se marchó a la ducha, dejó que el agua golpease su cuerpo durante unos segundos y caminó pensativo hasta el comedor. Todos los gladiadores parecían estar haciendo piña, mientras que él estaba demasiado concentrado en salvar sus vidas como para meterse en una banal conversación que no llevaría a ningún lado.
Comió una fuente de carne acompañado de una exótica salsa y salió de allí como entró; sin mediar palabra. Había notado que su entrenamiento le daba mucho hambre, y aunque después de comer tanto le debería costar dormir, el cansancio hacía que cayese rendido en la cama.
Habían pasado dos días en los que Luka no había cesado su empeño por romper la piedra mediana. Estaba bastante confuso, ya que oía pequeños crujidos pero no parecían ser suficientes como para partir una roca de ese tamaño. Suspiró, y entonces encontró una vía de la cual tirar.
Aquella roca no dejaba de ser una estructura de lo más sencilla. Si de momento solo era capaz de generar pequeñas erosiones en la roca. ¿Qué ocurriría si las hacía seguidas? La lógica decía que acabaría partiendo la piedra, o bien la dejaría bastante mermada, justo para dar un golpecito y romperla. Concentrado como nadie, el habitante del mar empezó a generar pequeños rotos desde el núcleo de la esfera hasta ambos bordes. Fue un proceso lento y delicado que acabó finalizando cuando la piedra de rompió de manera a contundente, aunque lo hizo dejando un corte imperfecto, al pirata le bastó para dar su entrenamiento por concluido. Cogió la piedra y la destrozó apretando con fuerza con las manos, dejando su plan oculto por el momento. Aunque no estaba seguro de si alguno de los gladiadores había conseguido ver lo que tramaba.
El habitante del mar había estado inmerso en el entrenamiento y se había hecho de noche, así que salió a cenar junto al resto de gladiadores y se dio un festín. No mezcló palabra con nadie, y se limitó a pensar en cómo podía seguir su entrenamiento para acabar ejecutando su plan.
Durmió unas cuantas horas en las cuales sus pensamientos fueron, por primera vez, bastante ajenos a lo que estaba pasando en su realidad. ¿Sería aquello algo bueno? El caso es que despertó la mar de tranquilo y descansado. Jeje, un gyojin levantándose la mar de tranquilo.
Cuando se levantó fue a ponerse un chándal limpio y avanzó hasta el gimnasio, que sería su gran amigo durante un tiempo. Había llegado de los primeros así que tenía como premio elegir máquina. Pero su mirada se fue hacia unas pesas de piedra con forma de esfera. Aquello era lo ideal para seguir practicando. Primero se acercó a las pequeñas, que tenían una forma de pelota pequeña, algo más chica que un huevo. Las cogió y cerró los puños a la par que hacía lo mismo con los ojos. A los segundos tendió el brazo y dejó la palma hacia arriba, donde únicamente se sostenían las pequeñas bolas, negando su atracción hacia el suelo.
Una pequeña película empezó a recubrirlas, y así se pasó durante unos segundos, que se tornaron en minutos y después en horas. Era increíble como el habitante del mar se había concentrado en una postura más típica de algún ritual sagrado en busca de la plenitud espiritual que en un entrenamiento físico. Al cabo de bastante tiempo, la piedra consiguió agrietarse y empezó a abrirse por la mitad poco a poco. Luka empezó a sentirlo, y no pudo evitar esbozar una sonrisa que borraba su sereno rostro hasta el momento.
El pirata dejó la piedra rota allí mismo y se marchó hasta la entrada, donde había una fuente dispensadora de agua. Bebió un poco y saboreó el peculiar regusto que dejaba a su paso por la garganta. Se estiró y volvió a su posición, intentando lo mismo con la piedra de un tamaño ligeramente superior.
Lo cierto era que había ganado una práctica impresionante a la hora de recubrir los objetos. En cosa de diez segundos la esfera estaba completamente cubierta por su voluntad. Y ahí empezaba la pelea. Intentó romper el objeto con firmeza desde su interior. Sus sentidos se agudizaron, y pese a ello estaba en un nivel de concentración en el que no parecía pasar nada a su alrededor. El resto de gladiadores se movían por los alrededores, hacían ruidos al mover máquinas, dejar pesas sobre el suelo, o simplemente al hablar entre ellos, pero Luka sólo oía cómo su piedra parecía palpitar. No dejaba de ser un objeto inerte, pero mientras lo cubría, era como si tuviese vida propia. Oyó un pequeño crujido en el interior de la esfera de piedra que sujetaba, y justo en ese momento la sirena que alertaba del fin del entrenamiento sonó, dejando al ex-Arashi con cara de pocos amigos.
Se marchó a la ducha, dejó que el agua golpease su cuerpo durante unos segundos y caminó pensativo hasta el comedor. Todos los gladiadores parecían estar haciendo piña, mientras que él estaba demasiado concentrado en salvar sus vidas como para meterse en una banal conversación que no llevaría a ningún lado.
Comió una fuente de carne acompañado de una exótica salsa y salió de allí como entró; sin mediar palabra. Había notado que su entrenamiento le daba mucho hambre, y aunque después de comer tanto le debería costar dormir, el cansancio hacía que cayese rendido en la cama.
***
Habían pasado dos días en los que Luka no había cesado su empeño por romper la piedra mediana. Estaba bastante confuso, ya que oía pequeños crujidos pero no parecían ser suficientes como para partir una roca de ese tamaño. Suspiró, y entonces encontró una vía de la cual tirar.
Aquella roca no dejaba de ser una estructura de lo más sencilla. Si de momento solo era capaz de generar pequeñas erosiones en la roca. ¿Qué ocurriría si las hacía seguidas? La lógica decía que acabaría partiendo la piedra, o bien la dejaría bastante mermada, justo para dar un golpecito y romperla. Concentrado como nadie, el habitante del mar empezó a generar pequeños rotos desde el núcleo de la esfera hasta ambos bordes. Fue un proceso lento y delicado que acabó finalizando cuando la piedra de rompió de manera a contundente, aunque lo hizo dejando un corte imperfecto, al pirata le bastó para dar su entrenamiento por concluido. Cogió la piedra y la destrozó apretando con fuerza con las manos, dejando su plan oculto por el momento. Aunque no estaba seguro de si alguno de los gladiadores había conseguido ver lo que tramaba.
Continúan los días y te has convertido en un experto destructor de rocas de cualquier tamaño. Sin embargo, ¿podrías hacer quebrar otro material, como por ejemplo el metal? Todo es probarlo. Sin embargo, después de un par de días intensos más seguro que podrías hacerlo. ¿El problema? Que no deberías hacerlo delante de gente que pueda verte, que se han oído rumores sobre tu entrenamiento y hay algunos que te miran demasiado de cerca. Espías de tu nueva dueña seguramente…
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El tiburón estaba acostumbrado a que los ojos se centrasen en él. Así había sido durante todos sus viajes de adolescente, con los Arashi y en solitario. Un pirata como él, mundialmente conocido y con una recompensa de varios cientos de millones así lo merecía, ¿no? La cosa es que en un ambiente como en el que se encontraba, no dejaba de resultar desconcertante. ¿Por qué la gente le miraba tanto?
Se había centrado tanto en su entrenamiento que no había hablado apenas con la gente, se había aislado totalmente, y fruto de ello quizá la gente cuchicheaba para sí lo que no eran capaces de decir frente a frente. O quizá era fruto del entrenamiento que estaba realizando. ¿Le habría visto alguien? Y, en ese caso… ¿De quién se podía fiar y de quién no? La cosa se iba complicando poco a poco.
Con el entrenamiento prácticamente finalizado, el gyojin se había dado cuenta que no podía seguir realizándolo en el gimnasio. Demasiadas miradas y demasiada habladuría. Así que una vez llegó, marchó en busca de las pesas, aunque su mirada se centró en otro objetivo. Mephie, la gladiadora que primero vió lo que estaba intentando. Hasta ella se acercó, y cogió unas pesas de varias toneladas mientras se sentaba a su lado. Realizó un par de repeticiones hasta que se decidió a hablar.
- Noto cómo me miran y cuchichean. ¿Qué ocurre?
El habitante del mar no cesaría su entrenamiento mientras hablaba con la gladiadora. Había conseguido quebrar las piedras, así que su habilidad era más avanzada que antes. El recorrido que sus brazos formaban con las pesas era una simple distracción, ya que lo que estaba haciendo era quebrar muy lentamente las piedras de las pesas. Sin embargo, aquella vez no buscaba quebrarlas por completo, sino realizar pequeñas roturas en el interior de la piedra. Diminutas, casi imperceptibles y probablemente bastante inútiles, pero aquello le daría una mayor precisión y, lo más importante, no le delataría.
El pirata intentaría seguir la conversación con la gladiadora, no estaría nada mal empezar por ella como aliada -si es que se prestaba a ello-, y aquello le abriría la puerta de todos los demás allí presentes. Sabía que no podía decir nada de su plan hasta que no llegase el momento exacto, de lo contrario podría haber filtraciones que afectasen a ello.
Una vez llegase la hora, iría al comedor -solo o acompañado, eso dependía de Mephie-, y a diferencia de los días anteriores, comería con moderación. Intentaría hablar algo en las conversaciones que surgieran, y poco a poco introducirse en los contactos de aquella gente. Probablemente tendrían una imagen distinta a la realidad de él, y voltearla sería bastante complejo, pero no imposible.
En cualquier caso, una vez entró en su habitación comenzaría lo realmente importante. Ya era capaz de quebrar materiales como la piedra, ¿podría con metales? En su habitación había dos elementos de dicho material; Un portalibros que sujetaba algunos de los contenedores de palabras y la cadena de su retrete. Empezaría por el portalibros, y si conseguía quebrarlo, tendría una parte bastante grande del plan completa.
Al agarrarlo notó su frío en las manos. Era duro, y tenía un grosor de unos cinco centímetros, de color blanco y con la forma de un libro era un objetivo bastante más complicado que las piedras. Así lo notó cuando comenzó su incursión en la intimidad del objeto. Por alguna razón, el haki se extendía sumamente lento en el interior del portalibros, y aquello no era el principal problema, sino que el ansia del ex-Arashi por quebrarlo no tenía ningún resultado positivo. Cuando empezó con la piedra le pasó lo mismo. ¿Acaso un material lo cambiaba todo? Intentó concienciarse de lo que debía hacer para romper desde dentro su objeto, y terminó consiguiendo generar un sonido similar al metal doblándose, sin embargo desde fuera no se apreciaba el cambio. Pero aquél era el camino a seguir, estaba claro.
Pasaron las horas y el metal consiguió doblarse ligeramente, algo que sin duda era una victoria viendo cómo empezó. De todas maneras, aquél entrenamiento podía seguir mejorando con el paso de los días, al igual que lo había hecho el primero. Aún quedaban unas tres horas para entrenar, así que Luka se decidió a dormir algo, que por poco que fuera, le sentaría mejor que estar despierto toda la noche.
El habitante del mar despertó con más mala leche de lo habitual, y no era para menos. Entre el duro y fino colchón, las pocas horas de sueño y la preocupación por el entrenamiento que tenía entre manos, no había podido descansar mucho. Se levantó y fué directo al gimnasio, sin pasar a desayunar. Allí empezó a correr en una cinta durante una hora, para después volver cerca de Mephie, donde ejercitaría las piernas con una máquina de levantamiento de peso mientras volvía de nuevo con las pesas.
Lo cierto era que el día a día se volvia un poco repetitivo. Vivían para entrenar, y entrenaban para luchar para el deguste de unos pocos. ¿Acaso aquello tenía algún sentido? Pronto lo tendría. Luka prosiguió su entrenamiento hasta que la sesión acabó, volviendo al comedor a cenar y, una vez allí, intentó entrar en el selecto grupo de gladiadores y ganarse su confianza de nuevo. Quizá algún día lo consiguiera.
Y, de nuevo, el ciclo acababa en el mismo lugar donde comenzaba; su habitación. Allí siguió jugando con su portalibros, el cual empezaba a lucir una forma bastante distinta a la que tenía en un origen. El metal era un material bastante más complicado de moldear desde dentro. Aunque el tiburón atacase varios puntos distintos, éste no se destruía, sino que se moldeaba y adoptaba una forma distinta. A Luka le costó entender que quizá, al ser un material algo más resistente, tendría que emplear más fuerza en sus ataques para destrozarlo por dentro. Así que hizo varios intentos centrando toda su energía en destrozarlo, y lo máximo que consiguió fue crear un boquete en el interior que se tradujo en partirlo en dos. Lo había conseguido. Además, ahora tenía dos partes con las que jugar.
Luka sonrió a la par que escondía el objeto en su mesita. Si algún día lo descubrían, diría que lo partió en un arrebato de ira. ¿Quién podría negar la ira del pirata? Cerró los ojos y se centró en descansar, intentando no pensar en nada que pudiera sacarle de una paz absoluta. Al menos por un día.
Se había centrado tanto en su entrenamiento que no había hablado apenas con la gente, se había aislado totalmente, y fruto de ello quizá la gente cuchicheaba para sí lo que no eran capaces de decir frente a frente. O quizá era fruto del entrenamiento que estaba realizando. ¿Le habría visto alguien? Y, en ese caso… ¿De quién se podía fiar y de quién no? La cosa se iba complicando poco a poco.
Con el entrenamiento prácticamente finalizado, el gyojin se había dado cuenta que no podía seguir realizándolo en el gimnasio. Demasiadas miradas y demasiada habladuría. Así que una vez llegó, marchó en busca de las pesas, aunque su mirada se centró en otro objetivo. Mephie, la gladiadora que primero vió lo que estaba intentando. Hasta ella se acercó, y cogió unas pesas de varias toneladas mientras se sentaba a su lado. Realizó un par de repeticiones hasta que se decidió a hablar.
- Noto cómo me miran y cuchichean. ¿Qué ocurre?
El habitante del mar no cesaría su entrenamiento mientras hablaba con la gladiadora. Había conseguido quebrar las piedras, así que su habilidad era más avanzada que antes. El recorrido que sus brazos formaban con las pesas era una simple distracción, ya que lo que estaba haciendo era quebrar muy lentamente las piedras de las pesas. Sin embargo, aquella vez no buscaba quebrarlas por completo, sino realizar pequeñas roturas en el interior de la piedra. Diminutas, casi imperceptibles y probablemente bastante inútiles, pero aquello le daría una mayor precisión y, lo más importante, no le delataría.
El pirata intentaría seguir la conversación con la gladiadora, no estaría nada mal empezar por ella como aliada -si es que se prestaba a ello-, y aquello le abriría la puerta de todos los demás allí presentes. Sabía que no podía decir nada de su plan hasta que no llegase el momento exacto, de lo contrario podría haber filtraciones que afectasen a ello.
Una vez llegase la hora, iría al comedor -solo o acompañado, eso dependía de Mephie-, y a diferencia de los días anteriores, comería con moderación. Intentaría hablar algo en las conversaciones que surgieran, y poco a poco introducirse en los contactos de aquella gente. Probablemente tendrían una imagen distinta a la realidad de él, y voltearla sería bastante complejo, pero no imposible.
En cualquier caso, una vez entró en su habitación comenzaría lo realmente importante. Ya era capaz de quebrar materiales como la piedra, ¿podría con metales? En su habitación había dos elementos de dicho material; Un portalibros que sujetaba algunos de los contenedores de palabras y la cadena de su retrete. Empezaría por el portalibros, y si conseguía quebrarlo, tendría una parte bastante grande del plan completa.
Al agarrarlo notó su frío en las manos. Era duro, y tenía un grosor de unos cinco centímetros, de color blanco y con la forma de un libro era un objetivo bastante más complicado que las piedras. Así lo notó cuando comenzó su incursión en la intimidad del objeto. Por alguna razón, el haki se extendía sumamente lento en el interior del portalibros, y aquello no era el principal problema, sino que el ansia del ex-Arashi por quebrarlo no tenía ningún resultado positivo. Cuando empezó con la piedra le pasó lo mismo. ¿Acaso un material lo cambiaba todo? Intentó concienciarse de lo que debía hacer para romper desde dentro su objeto, y terminó consiguiendo generar un sonido similar al metal doblándose, sin embargo desde fuera no se apreciaba el cambio. Pero aquél era el camino a seguir, estaba claro.
Pasaron las horas y el metal consiguió doblarse ligeramente, algo que sin duda era una victoria viendo cómo empezó. De todas maneras, aquél entrenamiento podía seguir mejorando con el paso de los días, al igual que lo había hecho el primero. Aún quedaban unas tres horas para entrenar, así que Luka se decidió a dormir algo, que por poco que fuera, le sentaría mejor que estar despierto toda la noche.
***
El habitante del mar despertó con más mala leche de lo habitual, y no era para menos. Entre el duro y fino colchón, las pocas horas de sueño y la preocupación por el entrenamiento que tenía entre manos, no había podido descansar mucho. Se levantó y fué directo al gimnasio, sin pasar a desayunar. Allí empezó a correr en una cinta durante una hora, para después volver cerca de Mephie, donde ejercitaría las piernas con una máquina de levantamiento de peso mientras volvía de nuevo con las pesas.
Lo cierto era que el día a día se volvia un poco repetitivo. Vivían para entrenar, y entrenaban para luchar para el deguste de unos pocos. ¿Acaso aquello tenía algún sentido? Pronto lo tendría. Luka prosiguió su entrenamiento hasta que la sesión acabó, volviendo al comedor a cenar y, una vez allí, intentó entrar en el selecto grupo de gladiadores y ganarse su confianza de nuevo. Quizá algún día lo consiguiera.
Y, de nuevo, el ciclo acababa en el mismo lugar donde comenzaba; su habitación. Allí siguió jugando con su portalibros, el cual empezaba a lucir una forma bastante distinta a la que tenía en un origen. El metal era un material bastante más complicado de moldear desde dentro. Aunque el tiburón atacase varios puntos distintos, éste no se destruía, sino que se moldeaba y adoptaba una forma distinta. A Luka le costó entender que quizá, al ser un material algo más resistente, tendría que emplear más fuerza en sus ataques para destrozarlo por dentro. Así que hizo varios intentos centrando toda su energía en destrozarlo, y lo máximo que consiguió fue crear un boquete en el interior que se tradujo en partirlo en dos. Lo había conseguido. Además, ahora tenía dos partes con las que jugar.
Luka sonrió a la par que escondía el objeto en su mesita. Si algún día lo descubrían, diría que lo partió en un arrebato de ira. ¿Quién podría negar la ira del pirata? Cerró los ojos y se centró en descansar, intentando no pensar en nada que pudiera sacarle de una paz absoluta. Al menos por un día.
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