La cuenta atrás [CAPÍTULO]

¿De verdad? ¿Ahora le robaba la espada a Zane? Apenas había podido percibirlo a través del rabillo del ojo, pero pudo ver cómo desenvainaba un arma de empuñadura rosa y pomo hortera -no esperaba menos del señor de Momoiro-, con la que poco más y habría desencadenado una debacle. "¡Nunca! ¡Nadie! ¡Debe! ¡Robar! ¡La! ¡Espada! ¡A! ¡Un! ¡Hombre!". Pero no se soliviantó. Bueno, no al menos de manera perceptible, ya que en un gesto maestro que había entrenado para fechorías en absoluto relacionadas con el combate desenfundó la daga de su espalda, y aprovechando los locos cortes que el "niño" lanzaba al aire dobló la muñeca para provocar que perdiese estabilidad y mandarla volando. Antes de que el arma tocase el suelo, Al ya había guardado su cuchillo y atrapado el arma al vuelo. Estaba desequilibrada.

-Esto es tuyo -dijo, tendiéndole la espada por la empuñadura-. Cúidala mejor, no habla nada bien de un samurai que le pueda robar sus armas un borracho.

Iba a decir algo más, pero ante él se personó un tipo que le sonaba de algo. Antes de la desaparición de Danio se había reportado su encuentro con otro hombre pez, y si no recordaba mal se trataba de un miembro de la tripulación de Zane. ¿Era él el relativamente famoso Luka Rooney? Pues, si no lo era, como mínimo se llamaba exactamente igual... ¿Debía preguntarle el apellido? No, eso habría resultado descortés y no sabía hasta qué punto un pez se tomaría a mal que no lo reconocieran por sus atroces crímenes. Por ello, y en pos de mantener una buena educación, iba a asumir que estaba frente a Luka Rooney, el peligroso e intragable terror del mar. ¿De verdad estaba siendo educado al asumir eso?

Asintió a sus palabras, aun sin saber si debía confiar en un consagrado asesino -asumiendo que se tratara de Luka Rooney y no de un Luka Gyojinson o lo que fuera- pues la situación era igual de desesperada para todos. Excepto para la bala humana que literalmente se había estampado contra el muro y lo había volatilizado. Al giró la cabeza siguiendo su estela, pero hasta que vio quieta, en el aire, la figura del pirata más temido del Nuevo Mundo, no fue capaz de enfocar al dragón. "Ya estaba tardando".

-Así que tenemos el honor de presenciar esta bella estampa familiar -mencionó, observando cómo los hermanos de la tormenta interactuaban entre ellos, realizando los últimos preparativos para internarse en la aguja-. Si queréis salir vivos de ahí dentro, vais a tener que escucharme. Normalmente los planes tácticos los desenvuelve él. -Señaló al enano beodo- No obstante, hoy se encuentra un poco indispuesto por culpa de una reacción alérgica a determinadas sustancias. -Hizo una pausa- Sí, es hipersensible al alcohol. Y está muy borracho. Sin embargo, conozco un método que nos permitirá canalizarlo como un arma de destrucción masiva si todo se tuerce, así que no habléis de dejarlo fuera porque nos resultará útil, a pesar de lo que parece.

Tomó aire. La verdad era que no tenía ni idea de qué decir, ya que todo el desarrollo del plan de asalto estaba en la cabeza del contraalmirante. Sin embargo, aquello no lo había detenido nunca, ¿Por qué ahora? Y, como buen farandulero, comenzó a hablar a bulto:

-Podemos observar desde aquí que hay una apertura en la estructura, a la que no podemos acceder por la artillería que la custodia pero de la que podemos deducir algunas cosas: La primera, que hay varios niveles; La segunda que no tenemos ni idea de cuántos son, pero si establecemos una relación de perspectiva pueden ser entre siete y tres plantas, según el tamaño de estas y su relación con el anillaje que se encuentra sobre ellas. En circunstancias normales diría que debemos ir todos en formación, pero no sabemos qué hay que hacer: ¿Está arriba de todo el centro neurálgico? ¿O está en una sala del interior? Eso si es que hay salas, porque de nuevo, no sabemos qué va a haber allí. Por ello, el plan es que no hay plan. Vamos a ir todos juntos hasta que debamos separarnos, y en ese momento repartiremos los grupos de manera mediada para continuar el avance. Diría que, en cualquier caso, nuestra mejor opción es llegar hasta arriba y destruir el altavoz. De hecho, de eso puedo ocuparme yo sin ayuda. -Tomó aire- Digamos que entiendo algo de sonido.

Se aclaró la garganta y dio dos pasos en dirección a su vehículo, montando.

-Resumo: Escoltadme hasta el altavoz y yo lo destruiré. No os separéis si no es a mi orden y, sobre todo, -dedicó una mirada glacial al descamisetado- nunca desenvainéis un arma por capricho.

Arrancó la moto y salió disparado hacia la aguja.

Resumen:

"El combate", si así se le pudo llamar, acabó antes de lo que me esperaba. Aquel criminal indignado no sólo no vio venir el golpe sino que además no fue capaz de soportarlo, permaneciendo inmóvil en el suelo. Mi decepción fue grande, creía haber podido encontrar un poco de entretenimiento dentro de las prácticas aburridas de las misiones, pero no fui capaz. Por un momento pensé en que el resto de revolucionarios que habían asaltado la nave también eran igual de débiles, pero esa idea fue descartada de mi cabeza nada más ver algunos compañeros de mi alrededor mantener encuentros más igualados, por lo que supuse que había tenido mala suerte eligiendo a un adversario, lo que me desanimó ligeramente.

Justo después, el ambiente cambió súbitamente. Habíamos conseguido derrotara los asaltantes del barco y me fijo en que nos vamos acercando a la aguja. Desde la distancia ya se podía observar un variopinto escenario. Agentes del Cipher Pol y marines por igual rondaban la zona, y parecía haber visita. ¿Aquello era un barco pirata? No lo sabía con seguridad, pero a juzgar por la bandera seguro que sí. No le di mucha importancia, a lo mejor no se encontraban cerca los tripulantes del barco, y aunque así fuera estarían rodeados de miembros del gobierno, por lo que yo no pintaba mucho por allí.

Lo que sí me llamó un poco más la atención fue una gigantesca criatura mitad pez mitad perro, pero al atracar el barco desvié la mirada hacia una gran brecha que surgía ante nosotros. No sabía cómo había surgido pero allí estaba una entrada para lo que nos habíamos apuntado desde el principio. La breve pero intensa travesía en barco no era más que el inicio de esta misión en la que nos jugábamos la vida, lo cual me llenaba de emoción. A mayor riesgo más divertida era una aventura, y esta era muy prometedora.

- Eso espero Jones, tengo ganas de enfrentar un desafío de verdad. ¡Adelante! - le respondí a mi compañera, a la que veía preparada para entrar en la aguja.

Una vez dicho, me di la vuelta y me encontré con la mirada de la chica.

- Sabela, ¿no te llena de euforia el poder entrar en esta misteriosa estructura llena de secretos? A mi sí, ¡vamos! - le dije a la sosegada chica para que nos acompañase, ya que cuantos más, mejor y más divertido.

Terminadas las conversaciones, empecé a andar lentamente hacia la entrada, incapaz de imaginar qué podríamos encontrarnos dentro de la estructura pero con la esperanza de que fuera un día que nunca pudiéramos olvidar.

Jamás habría pensado que el muro exterior resultaría tan endeble, pero al hacerlo un sinfín de ideas a cada cual más dramática se le vinieron a la cabeza. Se sacudió los malos pensamientos de encima, y se agitó para quitarse el polvo. Ante él se abría el mar interior que la aguja dejaba, y frente a sus ojos un barco emergía de las aguas mientras otros simplemente atravesaban la puerta que él había abierto. Pero había alguien que había sido, si cabe, más rápido que ninguno: A lo lejos, siendo una pequeña figura que le costó reconocer, el mercenario acababa de destruir la puerta de un zambombazo que por un momento le hizo reflexionar: ¿Eso pensaba todo el mundo cuando él aparecía? En fin...

Tras unos instantes de duda avanzó volando hacia el lugar donde un grupo de gente trajeada atracaba, entre los que reconoció un cabello peculiar, aunque familiar en cualquier caso. Aceleró el vuelo y aterrizó delante de ellos, sin prestarles mayor atención. Ni siquiera saludó y comenzó a caminar siguiendo la estela del poni que siempre acompañaba a...

-¡Me cago en su puta vida! -gritó cuando una explosión sobrecogedora lo mandó volando un par de metros más allá.

Bueno, en realidad no lo había gritado, pero había podido verlo instantes antes de que sucediese aprovechando una de sus habilidades de observación. Se quedó parado ante la puerta destrozada y la desgarradora oscuridad, mirando a todos lados en busca del objeto que, tres segundos más tarde en un futuro teórico, lo habría mandado por los aires. Pero en cualquier caso, él no era la persona indicada para hacerse cargo de explosivos. Bueno, lo era, pero no le daba la puta gana.

-¡Eh, pelomoco! -Gritó a Midorima, dándose la vuelta y obviando que estaba en medio de un grupo de agentes del Gobierno potencialmente peligrosos si se desvelaba su tapadera- ¿Alguno de tus amigos es artificiero? Hay un juguete que va a saltar por los aires aquí, y seguro que vuestra gente es más útil con piernas.

Resumen:

La situación era simplemente estúpida, y yo ya no sabía ni cómo reaccionar. Un mono volador, un avión en miniatura, el supuesto Krauser, Viktor Elrik, Arribor Neus... Todos locos. Afortunadamente para mí parecía que mi secuestrador y su mascota estaban bastante contentos de tenerme cerca -obvio, por otro lado- y eso significaba, en mayor o menor medida, que podía aprovechar una determinada influencia en ellos para lograr mis objetivos. Sin embargo, estaba seguro de que la sugestión sobre Neus era tan fuerte debido a lo simple de su mente, por lo que resultaría peligroso darme la vuelta cerca de él o agacharme a por monedas. Para eso tenía al mono, al fin y al cabo.

-Mi nombre es Yarmin Prince, y estoy aquí por un cúmulo de infortunios -dije, restándole importancia. Nadie parecía haber reparado en que yo era agente del Cipher Pol pese a que mi nombre era relativamente sonado, y no iba a ser yo quien dijese abiertamente que formabas parte de una organización enemiga del crimen... Ni tampoco iba a contar mis verdaderas intenciones, claro. No soy retrasado-. Y podéis estar tranquilos por el mono, ahora es tan dócil como una puta de Baristán por diez mil berries.

Solo dije eso antes de subirme a la plataforma de sangre. Mis modales me habrían obligado a limpiarme los zapatos antes de pasar, pero también me habrían impedido pisar un charco gigantesco de sangre. Así que, simplemente, me subí y dejé que Arribor me llevase al huerto. Metafóricamente, claro.

Pillé desprevenido a Marc con mi pregunta, algo normal, yo en su caso, hubiera actuado de forma similar.

- ¿Chocolate sólido? Ni idea, cuando aprenda a controlarla lo intentaré. Ya puedo hacer algo de fuego, aunque sólo para quemar un poco, yo creo que podré fundirlo en un futuro.

Lo que más me llamó la atención de la miniclase fue que el límite es nuestra imaginación y aseguró que yo tenía bastante.

¿Tanta imaginación tengo?

Tras pensarlo, una escena se empezó a recrear en mi cabeza: un ejército de dinosaurios gigantes de chocolate arrasando una base de la marina. Aunque sea poco modesto decirlo, estaba muy bien detallado.

- Imaginación tengo por un tubo, para que negarlo. - Le respondí tras estar pensativo unos segundos.

Entro en escena el gyojin, dispuesto a arriesgar su vida probando el chocolate que emano del cuerpo.

- Siempre te recordaremos Luka. - Seguí su coña.

Tras tener el habitante del mar el ¿honor? de ser el primero en degustarlo, no pasó nada, seguía vivo y yo no sentía nada extraño, por lo tanto se fue mi paranoia que podía ser autocanibalismo, que no tenía mucho sentido, dicho sea de paso.

- Pues sí, era una akuma que tenía el gañan en el cuarto, la ingerí sin darme cuenta. - Comenté entre risas. - Chocolate más drogas y las habilidades culinarias de Mar... me gusta como piensas Luka... crear adicción a los chavales para que nos compren siempre; o incluso para debilitar a la marina convirtiendo a sus tropas en yonkies... las posibilidades son infinitas. - Respondí a la propuesta del gyojin, tras probar yo mismo mi creación. Estaba bueno, pero podía estarlo mejor, es algo que debería hacer hincapié.

No debería pensar en esto cuando hemos firmado una al-ianza...

Tras acabar la conversación me quede absorto en mis pensamientos, intentando averiguar diferentes usos de la akuma, hasta que se acercó al timón el invitado. Era un chaval de estatura similar a la mía, a priori parecía más alto, más joven, pelinegro y conjuntado con sus ropajes. A simple vista no parecía ser una amenaza ni nada del estilo, además de ser colega de Nailah, pero eso para mí no era suficiente, sólo confiaba en mis compañeros, algún conocido que tenía fuera de la banda y en mi propia madre, de hecho no me fiaba de mi padre, ni sabía nada de él, pero confiaba que eso pronto cambiará. Decidí no intervenir ni nada, pero tampoco iba a quitarle el ojo, por si acaso, más teniendo en cuenta que preguntaba sobre nuestros planes, que no eran muy complicados: ir a donde está el capitán y no atacar a marines.

El hielo impedía seguir con el barco, así que tocaba ir a pata, irónicamente se podía gracias a la escarcha. Llegamos a donde estaba el capitán y los marines, de los cuales uno de ellos era un Almirante. Nada más llegar, vimos como el gigante desnudo corría en dirección la aguja, como si pudiera destruirla cargando contra ella.

- No soy un gran estratega, pero creo que esa no es una gran idea. - Comenté mientras me rascaba la cabeza.

Zane y Luka tuvieron una mini-conversación y tras está, el gyojin se presenta al almirante. Yo desconocía quién tenía ese puesto tan alto en las esferas de la marina y la verdad sea dicha, me esperaba otro perfil de persona, más grande, más musculoso y con cara de mala ostia permanente, como el propio habitante del mar.

- ¿Son necesarias las presentaciones? Hemos venido a destruir esa cosa, ya está. - Comenté mientras miraba toda la escena.

Mientras se elaboraba el súperplan de la al-ianza, el semigigante nos dio un queso a cada uno, asegurando que nos ayudaría contra los rivales poderosos que nos encontremos.

- Vaya, gracias Marc. Espero en un futuro cercano devolverte el favor con un chocolate digno de los dioses. - Respondí agradecido ante el regalo del semigigante.

Tenía el color típico del producto, amarillo, de corteza dura, pero tenía pinta de ser blando por dentro y olía bien. Yo no era un experto de quesos y no tenía muy claro como me iba a ayudar, pero confiaba en mi nakama. Al guardarlo en un bolsillo vertí sin querer de nuevo chocolate, esa vez al suelo. Si no fuera por Therax ni me hubiera percatado del detalle, aunque él desconocía que sustancia era, había estado ocupado antes dándonos viento favorable para avanzar lo más rápido posible.

- No lo malpienses, no es nada raro... bueno realmente sí. Es chocolate, ahora lo creó gracias a la akuma que tenía el capitán, una larga historia. Está rico, lo puedes probar, ya hemos comprobado su sabor Luka y yo, no es el mejor que he probado, pero tiempo al tiempo. - Respondí a la duda del rubio.

Resumen:

Objeto obtenido: