Zack Suky
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La situación se torció hasta puntos inverosímiles, aunque junto a Arribor era de esperar algo así. Su imán para sucesos extraños no tardó en actuar, ya que apenas había acabado de llovernos misiles cuando apareció una extraña nave voladora con un piloto de lo más peculiar.
-Sí que parece un plátano - contesté mientras me colocaba en la misma plataforma del tuerto.
Era gracioso ver el espectáculo de artes marciales que estaba realizando el simio. Me recordaba a un espectáculo que había visto una vez de una cabra con una escalera, aunque el final de este resultó más peligroso... O al menos para mí, ya que el puto mono hizo algo que transformó la mierda de palos que llevaba en armas.
-Oh, oh... - mascullé entre dientes mientras mi instinto de supervivencia tejonil me empujaba a esconderme tras el tuerto. Él sabría cubrirse o acabaría con el simio... Aunque no tardé en darme cuenta que tenía pensado otra cosa.
- Vale, pero si me cargo a ese bicho me quedo con su na... - me quedé a media contestación, ya que me sorprendió ver al rubio lanzando la concha de Franklyn hacia el pirata antes de que apareciese en su mano un extraño utensilio con el que apuntó y disparó al mono.
La curiosidad sobre ese artilugio hizo que me centrase en él mientras aspiraba ondo, intentando saber si lo que portaba el rubio tenía la suficiente calidad como para llamar mi atención de herrero. Si era interesante quizás podría intentar hacer mi propia prototipo, aunque no fue lo único que hice aprovechando el momento, ya que debía aprovechar la posible distracción que el guaperas me estaba ofreciendo.
- Capi, creo que se me han adelantado... Pero agarra la nave si cae. Me gustaría enredar con ella si no se rompe - dije en última instancia mientras desenfundaba rápidamente a Lengua Demoníaca y me colocaba en una de las losas de sangre que había creado el pirata.
Sin perder un solo segundo más realicé un movimiento descendente con mi espada, apuntando hacia la nave voladora que se encontraba a unos metros, mientras activaba mi ámbito de destrucción junto a la habilidad del arma, la cual se alargó a una velocidad increíble mientras caía en dirección a la aeronave.
Con un poco de suerte cortaría aquella cosa y podríamos avanzar hacia la aguja sin que más cosas nos disparase... Aunque yendo con Arribor eso iba a ser difícil y lo sabía, pero tampoco era momento de distraerse con eso, así que tras mi estocada devolvería la espada a su tamaño normal mientras seguía en guardia.
-Sí que parece un plátano - contesté mientras me colocaba en la misma plataforma del tuerto.
Era gracioso ver el espectáculo de artes marciales que estaba realizando el simio. Me recordaba a un espectáculo que había visto una vez de una cabra con una escalera, aunque el final de este resultó más peligroso... O al menos para mí, ya que el puto mono hizo algo que transformó la mierda de palos que llevaba en armas.
-Oh, oh... - mascullé entre dientes mientras mi instinto de supervivencia tejonil me empujaba a esconderme tras el tuerto. Él sabría cubrirse o acabaría con el simio... Aunque no tardé en darme cuenta que tenía pensado otra cosa.
- Vale, pero si me cargo a ese bicho me quedo con su na... - me quedé a media contestación, ya que me sorprendió ver al rubio lanzando la concha de Franklyn hacia el pirata antes de que apareciese en su mano un extraño utensilio con el que apuntó y disparó al mono.
La curiosidad sobre ese artilugio hizo que me centrase en él mientras aspiraba ondo, intentando saber si lo que portaba el rubio tenía la suficiente calidad como para llamar mi atención de herrero. Si era interesante quizás podría intentar hacer mi propia prototipo, aunque no fue lo único que hice aprovechando el momento, ya que debía aprovechar la posible distracción que el guaperas me estaba ofreciendo.
- Capi, creo que se me han adelantado... Pero agarra la nave si cae. Me gustaría enredar con ella si no se rompe - dije en última instancia mientras desenfundaba rápidamente a Lengua Demoníaca y me colocaba en una de las losas de sangre que había creado el pirata.
Sin perder un solo segundo más realicé un movimiento descendente con mi espada, apuntando hacia la nave voladora que se encontraba a unos metros, mientras activaba mi ámbito de destrucción junto a la habilidad del arma, la cual se alargó a una velocidad increíble mientras caía en dirección a la aeronave.
Con un poco de suerte cortaría aquella cosa y podríamos avanzar hacia la aguja sin que más cosas nos disparase... Aunque yendo con Arribor eso iba a ser difícil y lo sabía, pero tampoco era momento de distraerse con eso, así que tras mi estocada devolvería la espada a su tamaño normal mientras seguía en guardia.
- Resumen:
- -Hablar con Arri.
-Usar mi olfato para averiguar la calidad del arma de Yarmin.
-Atacar la aeronave con mi espada extensible aprovechando la posible distracción que el agente haya producido al atacar al mono primero.
- Cosicas usadas:
La siguiente habilidad de la espada que llevo:
-Lengua afilada: Gracias al extraño material con el que está fabricada este arma es capaz de alargar su hoja sin variar su peso lo mád mínimo, alcanzando un máximo de cincuenta metros de extensión a una velocidad de sesenta metros por segundo (la misma al contraerse).
La forma activa de mi ámbito:
Anaguma no hitokuchi (grado4): Tras activar su ámbito y canalizar energía en su arma es capaz de cortar objetos con una resistencia de 9,5 en la escala Mohs.
La modalidad de mi mantra:
Sentido tejonil desarrollado: la obsesión del tejón ha aumentado junto a la de esta habilidad, ya que ahora es capaz de sentir la calidad de las armas de una sola persona sin activar su mantra, aunque al activarlo no siente su calidad, si no de todos los componentes de la que estén fabricados, haciéndose así una idea de las habilidades que pueden tener.
Helado-chan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La cosa pasaba igual de lenta que de costumbre, y Neo había acabado pasando de fijarse en Dexter a fijarse en lo que tenía más abajo. ¿Acaso los marines habrían encontrado por fin un rincón por el que colarse? Concentró su visión casi perfecta y periscópica nocturna en los navíos que tenía debajo para transmitirle la información a su capitán cuando lo viera, sin embargo de un momento a otro vio un mapache volando. Y no, no es una metáfora ni mucho menos: literalmente Rocket estaba volando en dirección a ellos dos.
Por un segundo Neo fue a agarrarlo, pero se percató que, aunque como muy de improvisación, el mapache tenía un buen plan. O al menos eso pareció al principio, pues cuando se aferró al pobre pelinegro este notó como temblaba; es decir, el miedo a ir a ochenta kilómetros hora sin paracaídas lo tiene cualquiera, y más cuando uno tiene akuma no mi y tiene un maldito oceano justo debajo suya.
—Buen aterrizaje, te doy un ocho. Slade podría haber apuntado un poco mejor, ¿no crees? —comentó como si nada intentando quitarle tensión a que casi podría haberse mojado la arena de los pantalones. Apuntó tras eso a Dexter y siguió:— Nuestro jefe está de chachara, como de costumbre, aunque dudo que tarde mucho. Por cierto, ¿qué opinas de eso?
Le señalé los barcos en los que antes me había fijado esperando que me dijera algo más allá de que eran una buena diana de práctica para alguno de sus juguetitos.
Por un segundo Neo fue a agarrarlo, pero se percató que, aunque como muy de improvisación, el mapache tenía un buen plan. O al menos eso pareció al principio, pues cuando se aferró al pobre pelinegro este notó como temblaba; es decir, el miedo a ir a ochenta kilómetros hora sin paracaídas lo tiene cualquiera, y más cuando uno tiene akuma no mi y tiene un maldito oceano justo debajo suya.
—Buen aterrizaje, te doy un ocho. Slade podría haber apuntado un poco mejor, ¿no crees? —comentó como si nada intentando quitarle tensión a que casi podría haberse mojado la arena de los pantalones. Apuntó tras eso a Dexter y siguió:— Nuestro jefe está de chachara, como de costumbre, aunque dudo que tarde mucho. Por cierto, ¿qué opinas de eso?
Le señalé los barcos en los que antes me había fijado esperando que me dijera algo más allá de que eran una buena diana de práctica para alguno de sus juguetitos.
Simo Baker
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La respuesta de Seis fue bastante satisfactoria. Era más que obvio que había omitido detalles, pero teniendo en cuenta el resto de la historia parecía una muchacha fiable. Además, se notaba que no estaba escondiendo el resto por malicia. ¿Qué sería lo que no quería que supiese? Sin duda más adelante trataría de averiguarlo, pero hasta entonces teníamos trabajo que hacer; los enemigos no se iban a esfumar así porque sí. O al menos eso pensé hasta que los ancianos marines que conformaban la tripulación del Espíritu de Condoriano entraron en acción.
Apenas llevaba un par de disparos, y todavía estábamos a tal distancia que con el caos no alcanzaba a vislumbrar si los había acertado o no; no obstante, el bajito vicealmirante que gobernaba la nave decidió que era suficiente para dar la orden de terminar la batalla. En un primer instante el barco aceleró de forma increíble, empujándome ligeramente hacia atrás. Con eso habíamos entrado en un rango de acción en el que yo podía pasar a ser letal, por lo que me apresuré a continuar disparando. Esta situación no duró mucho, pues de golpe y porrazo el barco clavó el ancla, haciendo un giro inimaginable y lanzándose contra una de las embarcaciones rivales. Gracias a nuestra quilla metálica y la velocidad que llevábamos partimos el barco que Chispas había incendiado en dos. Los abuelos estaban siendo bruscos, pero sin duda eran tremendamente efectivos. “¡Están locos! ¡Me encanta!”, pensé sonriendo mientras disparaba sin apuntar a causa de las terribles sacudidas que estaba dando el barco. Posiblemente no daría ninguna bala, o quizá las daba todas; no importaba, solo quería poner mi granito de arena en aquel caos.
Acabado el choque inicial, mientras los cañones terminaban con la segunda nave finalmente logré recolocarme. —¡Ha sido genial! Es una pena que no lo vayamos a poder volver a repetir—, respondí sonriente a Seis, que me acababa de preguntar si estaba bien. Tras esto la seguí a la cubierta, donde el grupo ya se estaba reuniendo de nuevo; posiblemente porque los marines estaban trayendo la cena. Por desgracia no todos en el lugar estaban de tan buen ánimo como yo. Dretch, movido por la experiencia, nos dio un discurso conmovedor ante el que me mantuve callado, escuchándolo hasta que la perrita lo cortó con un abrazo. Sin duda estaba subestimando los riesgos de la situación en la que estábamos; ese había sido un buen recordatorio de que no podía bajar la guardia, debía agradecérselo. También debería de agradecer el discurso con el que respondió su segundo, el agente llameante. No solo por lo motivador que fue ni por inducir a la unidad del grupo, sino porque además completó bastante de la información que me faltaba sobre mis compañeros. Solo cuando escuché al rubio pedir que no tuviéramos compasión me volvió la sonrisa. —Me alegra ver que estamos en la misma página. Ahora solo queda trazar un buen plan—, dije mirando al rubio mientras cambiaba el cargador del arma en la que seguía cargando energía por uno de balas antitanque—. Parece que tendremos algo de tiempo antes de la siguiente incursión. ¿Alguna idea de que hacer una vez entremos? ¿Alguien tiene algo de información sobre la puerta o el interior?—, pregunté esperando que alguien tuviera algún detalle por pequeño que sea.
Tras esto cogí un par de salchichas de las que la tripulación había sacado para cenar. No sabía cuánto iba a durar la misión, era mejor coger energías ahora antes que arrepentirse después. Comencé a masticar mientras pensaba en las posibles dificultades que nos encontraríamos dentro. Trampas, sistemas de seguridad complejos, enemigos… Parecía que podíamos lidiar con cualquier cosa, pero era mejor prepararnos. En el exterior la obscuridad de la noche ya estaba haciendo presencia, necesitaba algo para ver mejor o mis habilidades de tirador serían inútiles. Además en el interior de la aguja, aunque estuviera iluminado, podía desplegar una gran cantidad de humo para movernos sin ser vistos; no quería que por ello fuéramos a ciegas o nos intoxicásemos. —Señora, ¿sabe si hay miras o gafas de visión térmica en el almacén? ¿Si las hay sería capaz de traérnoslas?—, pregunté respetuosa y amablemente a una marine que parecía desocupada—. Ah, y máscaras de gas también—, añadí recordando haberlas visto antes. Esperaba que accediese a traérnoslas, aunque de responder negativamente iría yo mismo a por ellas. Hasta ahí podía prever posibles necesidades sin más información, pero quedé expectante a ver que ideas surgían de mis compañeros para ver si se me ocurría algo más.
Apenas llevaba un par de disparos, y todavía estábamos a tal distancia que con el caos no alcanzaba a vislumbrar si los había acertado o no; no obstante, el bajito vicealmirante que gobernaba la nave decidió que era suficiente para dar la orden de terminar la batalla. En un primer instante el barco aceleró de forma increíble, empujándome ligeramente hacia atrás. Con eso habíamos entrado en un rango de acción en el que yo podía pasar a ser letal, por lo que me apresuré a continuar disparando. Esta situación no duró mucho, pues de golpe y porrazo el barco clavó el ancla, haciendo un giro inimaginable y lanzándose contra una de las embarcaciones rivales. Gracias a nuestra quilla metálica y la velocidad que llevábamos partimos el barco que Chispas había incendiado en dos. Los abuelos estaban siendo bruscos, pero sin duda eran tremendamente efectivos. “¡Están locos! ¡Me encanta!”, pensé sonriendo mientras disparaba sin apuntar a causa de las terribles sacudidas que estaba dando el barco. Posiblemente no daría ninguna bala, o quizá las daba todas; no importaba, solo quería poner mi granito de arena en aquel caos.
Acabado el choque inicial, mientras los cañones terminaban con la segunda nave finalmente logré recolocarme. —¡Ha sido genial! Es una pena que no lo vayamos a poder volver a repetir—, respondí sonriente a Seis, que me acababa de preguntar si estaba bien. Tras esto la seguí a la cubierta, donde el grupo ya se estaba reuniendo de nuevo; posiblemente porque los marines estaban trayendo la cena. Por desgracia no todos en el lugar estaban de tan buen ánimo como yo. Dretch, movido por la experiencia, nos dio un discurso conmovedor ante el que me mantuve callado, escuchándolo hasta que la perrita lo cortó con un abrazo. Sin duda estaba subestimando los riesgos de la situación en la que estábamos; ese había sido un buen recordatorio de que no podía bajar la guardia, debía agradecérselo. También debería de agradecer el discurso con el que respondió su segundo, el agente llameante. No solo por lo motivador que fue ni por inducir a la unidad del grupo, sino porque además completó bastante de la información que me faltaba sobre mis compañeros. Solo cuando escuché al rubio pedir que no tuviéramos compasión me volvió la sonrisa. —Me alegra ver que estamos en la misma página. Ahora solo queda trazar un buen plan—, dije mirando al rubio mientras cambiaba el cargador del arma en la que seguía cargando energía por uno de balas antitanque—. Parece que tendremos algo de tiempo antes de la siguiente incursión. ¿Alguna idea de que hacer una vez entremos? ¿Alguien tiene algo de información sobre la puerta o el interior?—, pregunté esperando que alguien tuviera algún detalle por pequeño que sea.
Tras esto cogí un par de salchichas de las que la tripulación había sacado para cenar. No sabía cuánto iba a durar la misión, era mejor coger energías ahora antes que arrepentirse después. Comencé a masticar mientras pensaba en las posibles dificultades que nos encontraríamos dentro. Trampas, sistemas de seguridad complejos, enemigos… Parecía que podíamos lidiar con cualquier cosa, pero era mejor prepararnos. En el exterior la obscuridad de la noche ya estaba haciendo presencia, necesitaba algo para ver mejor o mis habilidades de tirador serían inútiles. Además en el interior de la aguja, aunque estuviera iluminado, podía desplegar una gran cantidad de humo para movernos sin ser vistos; no quería que por ello fuéramos a ciegas o nos intoxicásemos. —Señora, ¿sabe si hay miras o gafas de visión térmica en el almacén? ¿Si las hay sería capaz de traérnoslas?—, pregunté respetuosa y amablemente a una marine que parecía desocupada—. Ah, y máscaras de gas también—, añadí recordando haberlas visto antes. Esperaba que accediese a traérnoslas, aunque de responder negativamente iría yo mismo a por ellas. Hasta ahí podía prever posibles necesidades sin más información, pero quedé expectante a ver que ideas surgían de mis compañeros para ver si se me ocurría algo más.
- Acciones para ver:
- -Un turno más de carga de balas celestes.
-Incitra a pensar un plan.
-Pedir a una marine desocupada que me traiga cosas del almacén.
Tenebrex
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Edward sacó el Amuleto Kaiseki de su interior y examinó los planos con detenimiento mientras este los "leía" también. Una vez terminó, se levantó y se acercó a Osu, que sostenía una estructura en miniatura en su mano. Ante todos los tripulantes, y al lado de su superior, Edward usó el artefacto para proyectar una imagen tridimensional en la que se veían todos los detalles especificados en los planos. —No sé si todos tenéis vuestra propia copia de los planos, en caso contrario id siempre con alguien que tenga.
Mientras explicaba algunas características acerca del complejo, no pudo evitar fijarse en la relación que tenían Annie y su padre. Parecía que llevaban mucho tiempo separados, pero su confianza mutua era impresionante, además de que él daba la impresión de haber estado en más de una guerra aunque parecía temer esta. ¿Había cambiado algo en su vida con respecto a las otras o siempre se había sentido así en cada batalla importante?
Una vez terminó la pequeña charla informativa, dejó el resto en manos de su líder, que entendía que querría dar algún tipo de ánimo a las tropas o algo así. Acercándose a Alistar pero a medio camino entre él y Annie para que esta también lo oyera, trató de empatizar con el viejo soldado. —Todos tienen personas que han de proteger, pero en lo que a mí respecta, que sepas que Annie es una más del equipo y, por tanto, tanto yo como Osu estaremos más que dispuestos a poner nuestra vida en riesgo por ella. Somos un equipo, y en esta misión en concreto, tú formas parte de él. Puedes estar tranquilo de que tu familia no tendrá que lloraros. —El joven usaba sus capacidades entrenadas de psicología para tratar de influir en ambos. En tan poco tiempo los efectos no serían sobresalientes, pero algo influirían positivamente y eso es lo que el joven de ojos dorados buscaba conseguir. Darles un pequeño giro de enfoque para que su confianza en todos los del equipo se fortaleciera a la vez que perdían un poco el miedo.
Mientras explicaba algunas características acerca del complejo, no pudo evitar fijarse en la relación que tenían Annie y su padre. Parecía que llevaban mucho tiempo separados, pero su confianza mutua era impresionante, además de que él daba la impresión de haber estado en más de una guerra aunque parecía temer esta. ¿Había cambiado algo en su vida con respecto a las otras o siempre se había sentido así en cada batalla importante?
Una vez terminó la pequeña charla informativa, dejó el resto en manos de su líder, que entendía que querría dar algún tipo de ánimo a las tropas o algo así. Acercándose a Alistar pero a medio camino entre él y Annie para que esta también lo oyera, trató de empatizar con el viejo soldado. —Todos tienen personas que han de proteger, pero en lo que a mí respecta, que sepas que Annie es una más del equipo y, por tanto, tanto yo como Osu estaremos más que dispuestos a poner nuestra vida en riesgo por ella. Somos un equipo, y en esta misión en concreto, tú formas parte de él. Puedes estar tranquilo de que tu familia no tendrá que lloraros. —El joven usaba sus capacidades entrenadas de psicología para tratar de influir en ambos. En tan poco tiempo los efectos no serían sobresalientes, pero algo influirían positivamente y eso es lo que el joven de ojos dorados buscaba conseguir. Darles un pequeño giro de enfoque para que su confianza en todos los del equipo se fortaleciera a la vez que perdían un poco el miedo.
Vile Spectre
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Vile dio un par de vueltas por el barco, tratando de pasar desapercibido, con la cabeza aún dándole vueltas por el sopapo de aquel poderoso gyojin. Rio por lo bajo con solo pensarlo. No por nada era el subordinado de un aspirante a Emperador del Nuevo Mundo. Un tipo con el que le interesaría asociarse en algún momento.
La situación, lejos de resultarle tensa, comenzó a parecerle aburrida. Cada cual estaba entretenido con un quehacer distinto, y nadie le prestaba atención. En cualquier caso, le interesaría más parlamentar con el pelirrojo, sobre todo si estaba la joven de Arabasta de por medio.
Pensó en hablar con el rubiales callado de la banda, ese sí que parecía ser un tipo razonable. No obstante, presenció como aquel joven comenzó a excretar un líquido marrón a partir de sus manos, cosa que le asqueó, prefiriendo darse la vuelta en dirección a la imponente aguja e intentar olvidar lo que acababa de ver.
De pronto, su agudo oído le permitió percatarse de que no una, sino varias veces la misma voz resonó en el barco, comunicando un plan de acción que consistía en aliarse con los Marines. ¿Qué tramaría Kenshin? No le desagradaba nada la idea de trabajar para ellos del mismo modo en el que lo hace un corsario, pero ese tipo de pactos parecía quedarse demasiado pequeño para un aspirante a Yonkou. Algo se estaba cociendo y no le gustaba nada. Primera decepción del día: ya no podría cobrar las recompensas por las cabezas de los marines. "De muerte", pensó.
Vile se acercó al semigigante tratando de establecer contacto con él. Pese a su tamaño, no destacó demasiado para él en la carpa, salvo por aquel desagradable incidente del queso. A lo mejor podría deducir algo del plan de su capitán.
-Oye, gigantón -llamó Vile, tratando inútilmente de establecer contacto visual con él-. Esto pinta feo y me temo que algunos estamos con los pantalones bajados. ¿Tenéis un plan? Porque veo que nos estamos acercando a ese lugar tan chungo. No pretendéis entregaros, ¿verdad? -preguntó en tono burlón, esbozando su típica sonrisa.
La situación, lejos de resultarle tensa, comenzó a parecerle aburrida. Cada cual estaba entretenido con un quehacer distinto, y nadie le prestaba atención. En cualquier caso, le interesaría más parlamentar con el pelirrojo, sobre todo si estaba la joven de Arabasta de por medio.
Pensó en hablar con el rubiales callado de la banda, ese sí que parecía ser un tipo razonable. No obstante, presenció como aquel joven comenzó a excretar un líquido marrón a partir de sus manos, cosa que le asqueó, prefiriendo darse la vuelta en dirección a la imponente aguja e intentar olvidar lo que acababa de ver.
De pronto, su agudo oído le permitió percatarse de que no una, sino varias veces la misma voz resonó en el barco, comunicando un plan de acción que consistía en aliarse con los Marines. ¿Qué tramaría Kenshin? No le desagradaba nada la idea de trabajar para ellos del mismo modo en el que lo hace un corsario, pero ese tipo de pactos parecía quedarse demasiado pequeño para un aspirante a Yonkou. Algo se estaba cociendo y no le gustaba nada. Primera decepción del día: ya no podría cobrar las recompensas por las cabezas de los marines. "De muerte", pensó.
Vile se acercó al semigigante tratando de establecer contacto con él. Pese a su tamaño, no destacó demasiado para él en la carpa, salvo por aquel desagradable incidente del queso. A lo mejor podría deducir algo del plan de su capitán.
-Oye, gigantón -llamó Vile, tratando inútilmente de establecer contacto visual con él-. Esto pinta feo y me temo que algunos estamos con los pantalones bajados. ¿Tenéis un plan? Porque veo que nos estamos acercando a ese lugar tan chungo. No pretendéis entregaros, ¿verdad? -preguntó en tono burlón, esbozando su típica sonrisa.
- Resumen (Marc lee):
- Relleno. Pensar en el plan de Zane. Preguntarle a Marc si los Arashi traman algo.
Kayn Blackthorn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un sonido seco se extendió desde su posición al tiempo que la vibración del choque se propagaba levemente por todo su brazo, justo después de encajar un puñetazo en la mandíbula de uno de los enemigos. El hombre cayó al suelo, desorientado, intentando buscar algún sitio en el que apoyarse sobre la cubierta, antes de que el pie del sargento pisara su espalda e hiciera presión para evitar que pudiera ponerse en pie. De poder hablar, de sus labios habría salido un autoritario «no te muevas», aunque al parecer entendió el mensaje. Suspiró con pesadez, antes de pasarse el dorso de la mano por la frente para secarse unas pocas gotas de sudor. La pelea había sido breve, sencilla incluso, pero intensa. No les llevó demasiado reducir a los escasos asaltantes que quedaban en cubierta después de que el almirante Mitoko sumergiera la nave. La situación volvía a estar bajo control, o al menos eso parecía de momento.
Kayn dio varias indicaciones como buenamente pudo sin la ayuda de Cappuccino para que los reclutas y cabos asegurasen a los prisioneros y los llevasen a las celdas del navío. Los mantendrían allí hasta que pudieran llevarlos a alguna isla del gobierno donde pudieran ser juzgados y sentenciados por su alineamiento con aquellas bestias. Mientras tanto, los ojos del marine se posaron en un punto elevado de la cúpula de resina. Era la primera vez que observaba el mar de aquella forma, una completamente distinta a la habitual. Por un lado sentía cierto temor a acabar sepultados bajo el agua, a morir ahogado a falta de oxígeno, lentamente... pero la belleza de aquella visión era lo suficientemente intensa como para despejar aquel pensamiento. Los haces de luz que se producían por las explosiones y cañonazos en la superficie llegaban hasta ellos distorsionados, mientras que el sonido de los mismos se escuchaba amortiguado. El infierno no era tan abrumador allí. No tardaron en comenzar a moverse, y no fue hasta entonces que el moreno reaccionó.
«Están... ¿Están tomando el té? ¿Ahora?», inquirió en su mente, como si alguien pudiera escucharle. En ocasiones la situación se volvía demasiado surrealista para su mente, aunque en cierta medida entendía que la tranquilidad del momento se debía única y exclusivamente a la presencia de Kodama. Nunca había podido presenciar el poder de un almirante en su máximo esplendor, aunque no tuvo que ser muy avispado para imaginarse que debía de ser enorme si podían mostrarse tan calmados, teniendo en cuenta siempre que, en ese momento, se encontraban probablemente a escasos minutos del fin del mundo que conocían. Fuera como fuese, quizá no estuviera de más aprovechar toda la calma que pudiera quedarles antes de que las cosas se pusiesen más feas.
El sargento acabó cerca del Comodoro Kasai, así como del resto de la brigada y, tras hacer el rutinario saludo militar, intentó llamar la atención de su superior dándose un par de toquecitos en la cabeza con el índice, pidiéndole que abriera el vínculo mental para poder hablar con él. En caso de que lo hiciera:
—Comodoro, señor —comenzaría, como siempre de forma respetuosa, aunque con aquella voz infantil que siempre daba tono a sus pensamientos—. Siento que, por ahora, no puedo ser de gran utilidad, no hasta que entablemos combate en tierra firme al menos. Por eso, y dado que la situación así lo requiere, me gustaría distribuir una pequeña ayuda entre la tripulación.
Dicho o, mejor, pensado esto, metería la mano en su uniforme, buscando en el interior de sus bolsillos una bolsa atada con una cuerda para que su interior no se esparciera por el suelo. En su interior se encontrarían sus raciones de combate, hechas directamente por él en los descansos de aquellos días. Le tendería la bolsa a Zuko, esperando que las repartiera entre los compañeros. Era tan solo una pequeña ayuda, pero esperaba que sirviera para salvar más de una vida. Habría al menos dos para cada uno.
Kayn dio varias indicaciones como buenamente pudo sin la ayuda de Cappuccino para que los reclutas y cabos asegurasen a los prisioneros y los llevasen a las celdas del navío. Los mantendrían allí hasta que pudieran llevarlos a alguna isla del gobierno donde pudieran ser juzgados y sentenciados por su alineamiento con aquellas bestias. Mientras tanto, los ojos del marine se posaron en un punto elevado de la cúpula de resina. Era la primera vez que observaba el mar de aquella forma, una completamente distinta a la habitual. Por un lado sentía cierto temor a acabar sepultados bajo el agua, a morir ahogado a falta de oxígeno, lentamente... pero la belleza de aquella visión era lo suficientemente intensa como para despejar aquel pensamiento. Los haces de luz que se producían por las explosiones y cañonazos en la superficie llegaban hasta ellos distorsionados, mientras que el sonido de los mismos se escuchaba amortiguado. El infierno no era tan abrumador allí. No tardaron en comenzar a moverse, y no fue hasta entonces que el moreno reaccionó.
«Están... ¿Están tomando el té? ¿Ahora?», inquirió en su mente, como si alguien pudiera escucharle. En ocasiones la situación se volvía demasiado surrealista para su mente, aunque en cierta medida entendía que la tranquilidad del momento se debía única y exclusivamente a la presencia de Kodama. Nunca había podido presenciar el poder de un almirante en su máximo esplendor, aunque no tuvo que ser muy avispado para imaginarse que debía de ser enorme si podían mostrarse tan calmados, teniendo en cuenta siempre que, en ese momento, se encontraban probablemente a escasos minutos del fin del mundo que conocían. Fuera como fuese, quizá no estuviera de más aprovechar toda la calma que pudiera quedarles antes de que las cosas se pusiesen más feas.
El sargento acabó cerca del Comodoro Kasai, así como del resto de la brigada y, tras hacer el rutinario saludo militar, intentó llamar la atención de su superior dándose un par de toquecitos en la cabeza con el índice, pidiéndole que abriera el vínculo mental para poder hablar con él. En caso de que lo hiciera:
—Comodoro, señor —comenzaría, como siempre de forma respetuosa, aunque con aquella voz infantil que siempre daba tono a sus pensamientos—. Siento que, por ahora, no puedo ser de gran utilidad, no hasta que entablemos combate en tierra firme al menos. Por eso, y dado que la situación así lo requiere, me gustaría distribuir una pequeña ayuda entre la tripulación.
Dicho o, mejor, pensado esto, metería la mano en su uniforme, buscando en el interior de sus bolsillos una bolsa atada con una cuerda para que su interior no se esparciera por el suelo. En su interior se encontrarían sus raciones de combate, hechas directamente por él en los descansos de aquellos días. Le tendería la bolsa a Zuko, esperando que las repartiera entre los compañeros. Era tan solo una pequeña ayuda, pero esperaba que sirviera para salvar más de una vida. Habría al menos dos para cada uno.
- Raciones de combate I:
- Se trata de unos pequeños aperitivos, de fácil conservación y transporte, muy similares a las típicas galletas saladas, con sabor a cereales. En el momento en que llegan al estómago de su consumidor, liberan propiedades nutritivas y energéticas sin igual. Esto se traduce en que, durante los dos posts siguientes, aquél que las ingiera verá incrementada en tres su resistencia.
- Resumen:
- Kayn organiza el aseguramiento y encarcelamiento en las celdas de la nave de los enemigos supervivientes en el barco dirigido por Kodama. Tras esto, se permite un breve descanso observando el mar desde la pompa de resina. Finalmente, intenta entablar contacto con Zuko y le entrega una bolsa con sus raciones de combate para que las distribuya entre los miembros de la brigada, el almirante, Tobías y Bizvan.
Noximilien
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Escucho un escándalo en la cubierta. Por algún motivo, Alviss estaba cubierto de barro o, no quisiera al peor de sus enemigos, otra cosa. Aunque el olor le confundía, a lo mejor era otra cosa. El enmascarado se acercó al montón de masa marrón humano y restregó un dedo por la superficie, tras unos segundos de duda, se lo llevo a la boca. No había duda, era chocolate, o mejor dicho, el fin de comer queso todas las noches a cargo del gigante.
- Siempre podemos averiguar si es un logia a la vieja usanza –dijo Nox, crujiéndose los nudillos, para asustar a Alviss más que otra cosa, porque sinceramente, necesitaba entretenerse después de lo ocurrido con el señor del bajo mundo.
El pelirrojo decidió su siguiente jugada, mantener una tregua con los marines. Aquello le asqueaba a Nox, que miro a sus brazos cubiertos en vendas. Fueron ellos quienes le convirtieron en aquello, fueron ellos los que le arrebataron a quien quería y también casi le mataban más de una vez desde que se unió a los Arashis tiempo atrás. Quiso protestar, pero aquello supondría un conflicto que sufriría toda la banda, y su juramento hacia el pelirrojo tenía que ser increblantable, más que el acero más duro de un filo wanense.
Sus temores se confirmaron sus temores cuando Zane aviso de reunrse en el navio marine, con una orden de alto el fuego.
- Como quieras pelirrojo, pero tu ya sabes como me llevo con los gaviotos estos, avisado quedas –advirtió por el Den Den-.
- Siempre podemos averiguar si es un logia a la vieja usanza –dijo Nox, crujiéndose los nudillos, para asustar a Alviss más que otra cosa, porque sinceramente, necesitaba entretenerse después de lo ocurrido con el señor del bajo mundo.
El pelirrojo decidió su siguiente jugada, mantener una tregua con los marines. Aquello le asqueaba a Nox, que miro a sus brazos cubiertos en vendas. Fueron ellos quienes le convirtieron en aquello, fueron ellos los que le arrebataron a quien quería y también casi le mataban más de una vez desde que se unió a los Arashis tiempo atrás. Quiso protestar, pero aquello supondría un conflicto que sufriría toda la banda, y su juramento hacia el pelirrojo tenía que ser increblantable, más que el acero más duro de un filo wanense.
Sus temores se confirmaron sus temores cuando Zane aviso de reunrse en el navio marine, con una orden de alto el fuego.
- Como quieras pelirrojo, pero tu ya sabes como me llevo con los gaviotos estos, avisado quedas –advirtió por el Den Den-.
Galhard
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La escena de Al destrozando la cabeza del otro miembro de la brigada, para sacar de dentro de ella un atún y que poco después estaba la cabeza recompuesta habría trastornado y causado una confusión en Galhard... De no haberse resignado a lo absurdo poco después de darse cuenta de lo que suponía haberse unido a esa brigada, de conocer vagamente lo que una fruta del diablo podía llegar a otorgar y la razón mas importante, había sido herido en el orgullo segundos antes por el mismo ALmirante. ¿Miedo? De las pocas cosas que podía enorgullecerse Galhard era precisamente de carecer de él, hasta el punto de ser un insensato. Esa palabra provocó que la vena de la frente del marine se inflase notoriamente, le había tocado la fibra, en esos segundos pensó que por lógica el almirante tendría alguna fruta de la misma propiedad que su compañero y tuvo la fugaz idea de repetir aquello mismo que Al había hecho a Jack. Galhard con una mirada hostil y tensando los hombros decidió mimetizar los pasos de su superior para detenerse con el brazo estirado centímetros antes de llegar a al rostro de Al. Ahí se detuvo, irónicamente, no por lo descabellado que podía resultar la acción y por las represalias que podría llevarle hacer eso a su superior, si no ¡Porque estaría dando a entender con ello que temía a Al! Debía ser una trampa pensó, pues además, siendo realistas su brazo no sería lo suficiente potente como para lograr el mismo resultado. Tras haber detenido su pueril impulso trató de respirar hondo, al fin y al cabo, escuchó las palabras del almirante hacia los piratas, permitiéndole saber que su superior era capaz de formar una alianza con un pirata en pos de salvar vidas de inocentes contentó a Galhard, eso llevó a que Galhard dejase su orgullo de lado y eso hizo que cambiase su humor y expresión a una más alegre, desapareciendo la inflamada vena de su frente en proceso. Sin duda hizo bien al decidir seguir a Al.
—Cuando destrocemos esa maldita aguja me aprenderé los nombres de todos los piratas y criminales conocidos que supongan una amenaza para el gobierno señor... Agradezco tu consejo y aunque el miedo no es algo que tenga no voy a dar ni un paso atrás ante cualquier peligro que vayamos a encontrar. Se lo demostraré.— Dijo Galhard con tono decidido y más calmado pese a sus hostiles intenciones iniciales.
Volvió su mirada a la pareja de piratas que había ahí y sonrió.
—¡Jeje! Si el almirante quiere hacer una alianza con vosotros debéis ser alguien fuera de lo común... Lastima que seáis piratas, estoy seguro que sois personas divertidas. Pero ¿Por ahora somos amigos? ¿Verdad~?. Espero estar a la altura y no ser un lastre para la brigada y vuestra banda. ¿Sois esgrimistas? Me encantaría ver un duelo entre el espadachín pelirrojo y el señor Al ¡Ha de ser algo digno de leyenda! ¡Espero que no os importe que eche un ojo a vuestras habilidades mientras luchamos codo con codo!. Me queda mucho que aprender todavía pero desde que nací he tenido una espada entre mis manos. Mi padre trató de enseñarme bien. ¡Ojalá algún día pueda cruzar aceros con vosotros yo también!. ¿Alguna aventura que hayáis compartido junto al señor Al? — Mientras decía esas palabras y le brillaban los ojos, el chico, hizo una pequeña reverencia para presentarse. La curiosidad de Galhard frente a las aventuras que la brigada y los piratas habían podido tener era más que palpable, tanto que hizo recuperar el humor inicial al marine y estar menos cortado ante la situación e ignorar al rey marino mientras masacraba a los presentes a preguntas.
Pd: edición acabada.
—Cuando destrocemos esa maldita aguja me aprenderé los nombres de todos los piratas y criminales conocidos que supongan una amenaza para el gobierno señor... Agradezco tu consejo y aunque el miedo no es algo que tenga no voy a dar ni un paso atrás ante cualquier peligro que vayamos a encontrar. Se lo demostraré.— Dijo Galhard con tono decidido y más calmado pese a sus hostiles intenciones iniciales.
Volvió su mirada a la pareja de piratas que había ahí y sonrió.
—¡Jeje! Si el almirante quiere hacer una alianza con vosotros debéis ser alguien fuera de lo común... Lastima que seáis piratas, estoy seguro que sois personas divertidas. Pero ¿Por ahora somos amigos? ¿Verdad~?. Espero estar a la altura y no ser un lastre para la brigada y vuestra banda. ¿Sois esgrimistas? Me encantaría ver un duelo entre el espadachín pelirrojo y el señor Al ¡Ha de ser algo digno de leyenda! ¡Espero que no os importe que eche un ojo a vuestras habilidades mientras luchamos codo con codo!. Me queda mucho que aprender todavía pero desde que nací he tenido una espada entre mis manos. Mi padre trató de enseñarme bien. ¡Ojalá algún día pueda cruzar aceros con vosotros yo también!. ¿Alguna aventura que hayáis compartido junto al señor Al? — Mientras decía esas palabras y le brillaban los ojos, el chico, hizo una pequeña reverencia para presentarse. La curiosidad de Galhard frente a las aventuras que la brigada y los piratas habían podido tener era más que palpable, tanto que hizo recuperar el humor inicial al marine y estar menos cortado ante la situación e ignorar al rey marino mientras masacraba a los presentes a preguntas.
- resumen:
- Tener un momento de lucidez dentro de su enfado de niño pequeño y ser bipolar mostrándose amistoso con Zane y Nailah.
Pd: edición acabada.
El reloj marca las 22:27, y los tambores de guerra empiezan a resonar en medio del mar. Pum, pum, pum, una letanía constante que se repite una y otra vez mientras uno tras otro avanza, cada vez más potente. Se clava en los oídos mientras los submarinos viajan por los fondos marinos, y rebota en las velas de los buques de guerra que avanzan a través de la brecha abierta. Incluso la carpa de Elrik ha llegado ya hasta la aguja, chocando contra ella justo delante de una puerta en la que nadie pareció haber reparado.
Queda poco para la hora de la verdad, para que el mundo se vea envuelto en un caos del que no podrá reponerse. Falta poco para que el mundo perezca... Es hora de luchar.
- Los autobuseros de la justicia Tea Party:
- La burbuja avanza por debajo del mar matarile rile rile mientras tomáis vuestro refrigerio, habláis con calma y os ponéis al día. Kodama cuenta la historia de Erick el sauce, que es extraordinariamente divertida desde el punto de vista de un árbol. Vaya si absorbía nutrientes, y cómo se reproducía con las gramíneas… Oh, era todo un ligón. Pero tras un breve tiempo y no poder dar más que un par de sorbos a vuestra bebida, emergéis delante de la puerta… O lo que queda de ella. Ante vosotros se ve un pequeño puerto caladero donde atracar, pero a vuestra espalda la batalla es encarnizada. Vosotros decidís si avanzar o cubrir.
- Hamlet:
- Te haces el edgy quedándote tú solo en una esquina, pero una recluta te lleva algo de té. Es muy linda, de cabello azul y mejillas sonrosadas. Apenas te percatas de sus dos enormes pechos ante la visión de esa carita angelical.
- Fuerst Wiacek:
- –Claro, muchacho –responde con un acento sureño, como si viniese de un extraño lugar donde se llevan a diario sombreros de vaquero– ¿Para qué está la Marina si no? Es más, ¿por qué no luchamos ahora? ¡Esto no es una fiesta!
Intenta agarrarte con ambas manos, y de lograrlo te lanzará de cabeza contra la aguja. Si agitas bien los brazos igual logras volar… O caer en suelo seguro.
- Hulio:
- –La verdad, jovenzuelo, es que mi deber está en la retaguardia. Si alguien no se queda y todos somos héroes, ¿quién va a protegernos a todos?
El barco, mientras Hyrule te dice eso, llega ante la muralla y vira para quedarse pegado a la pared. Tras de ti quedan las épicas batallas, y frente a tu navío el noble deber. ¿Tal vez sea momento de poner en orden tus prioridades? O de escaquearte, quién sabe.
- Jiren a la derecha & Scarlett Johansson:
- ¡Vaya! Los criminales han sido derrotados, y vuestro barco se aproxima a la entrada de la aguja. Allí veis marines, otros agentes, algunos cadáveres flotando, el barco de los Arashi no Kyoudai y un rey marino con cara de buldog.
Cuando el barco para, veis que en el muro de la aguja hay un agujero de gran tamaño. Aquí esta vuestra decisión, id al interior de la aguja para salvar el mundo e intentar una muerte casi segura, o quedaros allí los tres solos mientras el resto baja. Puede ser una buena opción para, bueno, ya sabéis, hacer cosas de mayores. A Sabela creo que no le importaría.
- Estevo:
- El objeto que llevas es un instrumento capaz de dar la vuelta a una batalla, un objeto increíble en todas sus acepciones, un brillante ingenio y… Y te subes al barco, que zarpa. El tipo no da mucha conversación, pero Andy camina aquí y allá mientras da instrucciones. Parece ser alguien importante, pero nadie parece asumir su género de una forma explícita.
- Karasu Tengu, compañía y el espíritu de Condoriano:
- Bueno, la batalla termina casi tan rápido como empezó y antes de que os deis cuenta estáis compartiendo discursos emotivos e inspiradores mientras os llenáis la panza.
- Vaya forma de arruinar el buen humor Termineitor. – Le dice el Vicealmirante a Dretch. – En cuanto al plan… - Justo una estela azul pasa sobre vuestras cabezas y se estrella contra el muro, dejando un gran agujero en este. – Bueno… no es lo que me habían dicho pero el resultado es el mismo. Agarrad vuestros platos, que vienen curvas.
Dicho esto el barco vuelve a tomar una corriente de aire y acelera para moverse entre barcos y escombros a toda velocidad como si de una carrera se tratase. A vuestros lados enemigos y aliados se suceden sin que estos tengan tiempo en reparar en vuestro avance.
Acabáis entrando en el recinto enemigo, a la cabeza de la avanzada marine, acercándose a una especie de puerto interior. Hay una puerta enorme de metal que impide el acceso a la estructura, o la había, acaba de explotar. Un problema menos.
- Fin de trayecto jóvenes, creo que este es vuestro destino. Nosotros volveremos a darle a este barco la jubilación que merece.
- Sólo he encontrado esto joven. – Dice una anciana tendiéndote una mira de lentes analógica, así como unas rudimentarias máscaras de gas con una gran, gran capa de polvo encima. Al revisar el filtro te das cuenta de que ha caducado antes de que nacieras. – De verdad, os tienen apijotados, en nuestra época no teníamos estas comodidades.
- Kiritsu + Arashi + Gallahard:
- Luka, estás nadando tan tranquilo cuando algo te salta a la cara. Tras un par de segundos logras despegarlo de ti. Es un pececito amarillo y azul, bonachón y bastante rechoncho. Se frota contra ti, parece que te ha cogido cariño. Te sigue cuando nadas de vuelta al lugar, pero se pierde por donde ha venido cuando sales del agua, algo cabizbajo.
Los de arriba, si miráis al perro monstruoso parece que tiene algunas dotes que serían muy cotizadas en algún que otro lugar perdido de tierra firme. Al ver el atún que se le lanzaba ha abierto el hocico y sacado una larga lengua que enrolla en torno al delicioso manjar. Cierra los ojos, parece que le gusta. Se os queda mirando con la lengua medio fuera, bastante satisfecho de sí mismo.
Arthur, tras censurar exitosamente tus partes fresquitas, saltas contra el perrete. El hielo se agrieta a tu alrededor, aunque el camino hasta las puertas sigue más o menos practicable. Pones toda tu energía, pero en lugar de algo cálido y peludo te rodea algo mojado y un poco áspero. Es su lengua. Oh dios, es su lengua. Y de repente vuelves a estar sobre el hielo sentado sobre tu frío trasero, con la lengua de ese bicho sobre tu cabeza. ¿Es cosa tuya o parece preocupado? Seguro que te lo imaginas, pero está claro que no parece que quiera que te muevas.
Jack, el perrete mantiene en su sitio a Arthur, aunque le está babando todo. Es la posición perfecta para obligarle a beber.
- Blishard:
—¡Pero si este barco es muy pequeño para ti! ¡No cabes! —te dice uno de esos marines que tienes encerrados en tu puño, con medio cuerpo fuera.
El marine se te queda mirando al estar más cerca de tu cara con la boca abierta y los ojos brillantes.
—Eres... —dice maravillado—... eres... enormemente hermoso...
Parece que le has despertado alguna especie de fetiche a ese señor. Pero bueno, no importa. Durante el forcejeo con ese barco, en el cual no te podrías subir porque no está pensado para gigantes, has llegado hasta el muro exterior de la aguja. Puedes ver por encima y ves que se esta apelotonando todo el mundo en las entradas interiores. Deberías unirte. Y ah, el hombre se abraza a tu mano con mucho amor.
- Ummak:
- ¡Tu plan ha salido bien! ¡O casi! La mayoría de marines se escondieron o fueron presas de tu pelo, pero un par lograron escapar y os atosigaron a balazos. Pese a ello, Skión logró hacer lo que esperabas de él y salvo un pequeño tropiezo en el lateral del barco vais viento en popa hacia la aguja. No podéis frenar todavía pero eh, vais en la dirección correcta. Ah y a vuestra espalda el barco marine se hunde por el destrozo que le habéis causado. Auch.
- Breasts of liberty:
- El viaje se hace algo… monótono, sin poder ver gran cosa, sólo escuchando el sonido de los millones de litros de agua que os rodean en una lata a presión.
Al cabo de un rato se ve algo por el monitor principal, como si el lecho marino se elevase lentamente en una pendiente que llega hasta la superficie. Los submarinos avanzan en silencio hasta llegar a un puerto interior.
Es un puerto pensado para submarinos, con una entrada oculta bajo el agua. Los submarinos allí apostados son mucho más grandes que los vuestros, aunque por los contenidos de las cajas y contenedores este parece más bien un puerto de abastecimiento con comida y suministros.
Delante vuestro tenéis una gran puerta metálica, al lado hay una consola de mandos con un único botón. No hay ninguna señalización ni nada que indique para qué es el botón, suponéis que es para la puerta pero ¿Quién sabe?
- Julianna M. Shelley:
- Consigues entrar en uno de los submarinos y este cierra las puertas. Al cabo de unos minutos, empieza a sumergirse y una revolucionaria pasea con prisa por el lugar, con una carpeta en mano. Se acerca a ti, un poco sonrojada. Es una muchacha alta y joven, con el cabello largo dorado y vestida con armadura de cuero.
-¡Hola! Es mi primer día aquí... ¿me puedes dar tus datos? Me han mandado recogerlos para una encuesta revolucionaria - Pregunta sacando un bolígrafo -. Por cierto, ¿no eres demasiado pequeña para estar aquí? Bueno, da igual, si avanzas hasta el centro te encontrarás con varios cadetes.
- Maki:
- La luz que sigues empieza a parpadear, ¿será eso una señal de peligro? Cuanto más te acercas más brilla hasta que te encuentras con un gran cartel de neón señalando la entrada. En el cartel pone “Entrada secreta” con colores muy llamativos. De ahí debían proceder las burbujas que tanto odiabas. Si te metes, entraras a un pasillo totalmente oscuro, el cual se iluminará mediante sensores y pasará a cerrarse la compuerta principal, para vaciar todo el agua y poder seguir avanzando.
- Liv L. Astrid:
- Mientras paseas por el submarino en busca del grupo revolucionario te topas con gente muy peculiar y de repente, empiezas a escuchar una música proveniente de guitarras acompañada de una voz armoniosa y meliflua.
- Bleud:
- La hostia del copón bendito que le metes a la puta pared la manda volando hecha poco más que un amasijo de herrumbre contra la pared del fondo, que también revientas con la absurda fuerza que has empleado. Para que te hagas una idea, has dejado un agujero que te comunica con un pasillo del que estás seguro antes no había puerta para acceder. Y eso por no hablar del rastro de desolación que ha dejado esa masa. Ah, y a tu espalda están llegando los marines.
- Blue Rose:
- Chicos, Dexter ha llamado a la puerta… Bueno no a la puerta, a un pobre muro que no había hecho nada. El caso es que le han abierto, o ha abierto él. Bueno, primero les da un mapa a los marines, luego les abre paso… Este Dexter es un buenazo.
Ah. Una de las puertas de la aguja se ha abierto, bueno, la han abierto, pero por los métodos no parece que haya sido cosa de Dexter.
En fin chicos, parece ser que por fin tenéis un acceso al interior de la aguja, y las defensas de las murallas parecen estar demasiado ocupadas intentando contener los barcos que se han colado, así que ahora no os detendrían si intentáis acercaros a la entrada.
- El fiestón del reservado:
- Dos Viktors caen al suelo mientras el tercero sigue hablando de licores con Brynn. Y el agente Smith… Bueno, está echando espumarajos por la boca. Parece que Ichizake se ha llevado los últimos treinta años de su vida de un plumazo, y eso no le sienta bien.
Ichizake: Ya hablaremos esto por privado.
Y tras eso, os vais por donde habéis venido. Estaréis contentos.
- AEG y Lance:
- Vaya, la aguja está casi sobre vosotros, ya queda poco para entrar en ella. La gente del lugar se asombra y un: “oooooooooohhhh” escapa de sus bocas. Al adentrarte en sus mentes se asustan, pero al poco tiempo se calman. En la mente de los tres adepto solo existen tres cosas: fanatismo, adoración y violencia. Para ellos, la Gran Aguja es un símbolo de poder y fuerza que surgido a raíz de los pecados de la humanidad. En cambio, a Marles, parece más complicado adentrarse en lo que piensa, es como si ocultara algo poderoso en su interior. Por otro lado, Marles señala a tres de sus hombres para que vayan con él. Son fornidos, armados con espadas y con un aspecto un poco cateto. Por otro lado, Grimm y Kirin, os veis rodeados por las personas del lugar y empiezan a pellizcaros.
-Qué monada, espero que le vaya bien allí – dice una anciana.
-Ojalá encuentren el paraíso – dice un anciano.
Quizás deberíais ir preparándoos para salir de allí en cuanto lleguéis a la aguja.
- Maximillian, Valeria, Valar y Dijon:
- Valar, te escuchan con atención y antes de que acabes la frase han salido corriendo para zurrar a los tipos al lado del cofre. No dicen ni mu y de un instante para otro los puños vuelan y el cofre queda sin vigilancia.
Por otra parte Max ofrece su barco y la aguja ya está casi casi a tiro de piedra.
- Los sincorason y llarmin:
- Los ojos del mono hacen brilli-brilli un momento, mientras parpadea muy rápido y mira fijamente a Yarmin. Entonces tira los nunchakus y se postra en una reverencia dirigida a Yarmin.
—¡Eh, puto mono! —grita una voz ahogada desde dentro del avión—¡¿Qué coño haces?!
No creeríais que el mono era el piloto, ¿verdad? Bueno, justo después de eso impacta el ataque de Zack con el avión y... lo deja inservible. Justo antes de que caiga el mono salta directo hacia Yarmin, abrazándose a él. El avión, por su parte, cae en picado mientras una voz desde su interior os insulta. Bueno... ¿Vais a la aguja?
- Brynn:
- Se queda mirando la botella un instante y te la quita de la mano casi con violencia. La abre y la vuelca sobre su boca, vaciándola hasta la mitad. Al terminar deja escapar un sonoro eructo, que bien podría haber sido confundido con un lejano terremoto provocado por un marine asalvajado. Presuntamente.
—Me gusta, me gusta. ¿Dónde lo vendes? Estamos a punto de llegar a la aguja, lo mismo puedes ir preparándote. Pero oye, me gusta me gusta. Lo mismo demasiado legal para mí, pero... se puede hacer algo, se puede. Contáctame, toma —te da un Denden Mushi horriblemente parecido a él—. Te haré caso. Tú solo di "hola, llamo por el alcohol". Yo te lo vendo, yo te pongo unas licorerias que flipas. Pero por ahora... La aguja se acerca.
La segunda parte del evento comenzará el lunes 25 de febrero. Podéis postear hasta el viernes, inclusive.
Hamlet
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pronto me daría cuenta de que no estaba solo, ya que una recluta cuyo rostro no había visto antes se paró frente a mí, sonriente. ¿Cómo podía estar tan risueña en un paraje como este? Observé como me ofrecía una tacita de té. ¿Por qué a mí? O, mejor dicho, ¿por qué solo a mí?
Esbocé la mejor sonrisa que pude. A decir verdad, la chica no era nada fea, y más de uno en Johota le hubiera lanzado un piropo indiscreto. Sin embargo, a mí no me distraía para nada su aspecto. Lo cierto es que no sabía por qué.
Me puse en pie y la miré de arriba abajo con el porte que corresponde a un sargento, esforzándome mucho para poner una sonrisa en mi rostro.
-Hola, recluta. Debo hablar un momento con el Teniente Comandante Oresan, volveré enseguida. Entretanto, ¿por qué no te buscas otra tacita para ti? Vendrá bien que cada cual se relaje a su manera antes de la llegada del fatídico momento de desembarcar.
Si me permitía marcharme, emprendería el rumbo hacia donde se encontraba Bizvan. Allí estaba, tranquilo e ileso, escuchando al almirante Mitoko hablar. En el fondo me alegraba de eso. Lo necesitaba. Estaba muy seguro de que aquella invitación se trataba de una trampa, y que posiblemente se tratase de una espía criminal que había tratado de infiltrarse en el barco para acabar con nosotros de forma discreta. ¿El té? Ese era su arma. Digamos que su rostro casi me convence de mi equivocación, pero no quería arriesgarme.
En cuanto alcancé a mi camarada, lo aparté del grupo con suavidad, posando mi palma en su hombro de forma que lo empujase lejos de la multitud.
-Bizvan -comencé a hablar-. Dame un antídoto, rápido. Sé que debes de tener alguno de esos. Actúa con naturalidad, pero creo que alguien se ha infiltrado en el barco. No te preocupes, puedo encargarme de esa persona, pero necesito un remedio por si me han tendido la trampa que creo. Será mejor que no llamemos la atención y me dejes actuar de forma discreta. Así que dame un contraveneno, por favor. Intentaré solucionar esto con la mayor premura posible.
Si Bizvan no se negaba, me guardaría el veneno en uno de los compartimentos de la armadura y me acercaría a la chica, fingiendo estar interesado. Me haría con el vasito de té que me había cedido y fijaría mis ojos en los suyos, aparentando curiosidad.
-Y dime, chica. ¿Cómo te llamas? -pregunté- ¿A qué escuadrón perteneces? No me gusta sonar tan inquisitivo, pero alguien como tú -proseguí, haciendo especial énfasis en el "tú"- debe de haber tenido algún motivo para acabar tan lejos del cuartel y ofrecerse voluntaria para entrar en la aguja. A decir verdad, aún parece que tardaremos lo nuestro en llegar a esa monstruosidad, lo que nos deja algo de tiempo para hablar.
Durante esta charla le examinaría sigilosamente, tratando de comprobar algún tipo de error destacable en la forma de llevar el uniforme que pudiera servirme de pista de que, en realidad, estaba disfrazada.
Esbocé la mejor sonrisa que pude. A decir verdad, la chica no era nada fea, y más de uno en Johota le hubiera lanzado un piropo indiscreto. Sin embargo, a mí no me distraía para nada su aspecto. Lo cierto es que no sabía por qué.
Me puse en pie y la miré de arriba abajo con el porte que corresponde a un sargento, esforzándome mucho para poner una sonrisa en mi rostro.
-Hola, recluta. Debo hablar un momento con el Teniente Comandante Oresan, volveré enseguida. Entretanto, ¿por qué no te buscas otra tacita para ti? Vendrá bien que cada cual se relaje a su manera antes de la llegada del fatídico momento de desembarcar.
Si me permitía marcharme, emprendería el rumbo hacia donde se encontraba Bizvan. Allí estaba, tranquilo e ileso, escuchando al almirante Mitoko hablar. En el fondo me alegraba de eso. Lo necesitaba. Estaba muy seguro de que aquella invitación se trataba de una trampa, y que posiblemente se tratase de una espía criminal que había tratado de infiltrarse en el barco para acabar con nosotros de forma discreta. ¿El té? Ese era su arma. Digamos que su rostro casi me convence de mi equivocación, pero no quería arriesgarme.
En cuanto alcancé a mi camarada, lo aparté del grupo con suavidad, posando mi palma en su hombro de forma que lo empujase lejos de la multitud.
-Bizvan -comencé a hablar-. Dame un antídoto, rápido. Sé que debes de tener alguno de esos. Actúa con naturalidad, pero creo que alguien se ha infiltrado en el barco. No te preocupes, puedo encargarme de esa persona, pero necesito un remedio por si me han tendido la trampa que creo. Será mejor que no llamemos la atención y me dejes actuar de forma discreta. Así que dame un contraveneno, por favor. Intentaré solucionar esto con la mayor premura posible.
Si Bizvan no se negaba, me guardaría el veneno en uno de los compartimentos de la armadura y me acercaría a la chica, fingiendo estar interesado. Me haría con el vasito de té que me había cedido y fijaría mis ojos en los suyos, aparentando curiosidad.
-Y dime, chica. ¿Cómo te llamas? -pregunté- ¿A qué escuadrón perteneces? No me gusta sonar tan inquisitivo, pero alguien como tú -proseguí, haciendo especial énfasis en el "tú"- debe de haber tenido algún motivo para acabar tan lejos del cuartel y ofrecerse voluntaria para entrar en la aguja. A decir verdad, aún parece que tardaremos lo nuestro en llegar a esa monstruosidad, lo que nos deja algo de tiempo para hablar.
Durante esta charla le examinaría sigilosamente, tratando de comprobar algún tipo de error destacable en la forma de llevar el uniforme que pudiera servirme de pista de que, en realidad, estaba disfrazada.
- Resumen (Biz lee):
- Hago esperar un par de segundos a la chica y me acerco a Bizvan a pedirle un antídoto, bajo el pretexto de necesitar informarle de algo. Me guardo el antídoto y vuelvo con la chica, tratando de parecer amable. Le pregunto un poco sobre su vida antes de mirar discretamente si es una marine de verdad o si, por el contrario, lleva un disfraz muy elaborado.
- Cosas usadas:
- Infiltrado --> Rango 3: Se convierte en un gran observador, pues para convertirte en otra persona necesitas saber qué le hace único. Aprende a identificar los rasgos más destacables de un individuo para poder utilizarlos en caso de necesitarlo, desde el tono exacto de su pelo hasta la forma de caminar. Esto trae como consecuencia que es capaz de descubrir disfraces burdos o momentos de debilidad en la tapadera de otra persona, si los tiene.
Espía: El disfraz de un espía fallará en circunstancias determinadas ante las que debe estar siempre atento. Podría ser descubierto por psicólogos o espías de un rango por encima, a no ser que se trate de un espía infiltrado, al que reconocer requiere una ventaja de dos rangos, y un espía con excelencia de su rango o superior podría saber que está disfrazado.
No espía: El disfraz de una persona común fallará con mayor facilidad que el de un espía, siendo posible descubrirlo para un psicólogo o espía de rango acorde a su nivel (rango igual a la decena del personaje disfrazado). Cualquier espía con excelencia sabrá que el personaje está disfrazado.
Kaito Takumi
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las palabras de la última Volkihar hicieron que la mente de Kaito destinara temporalmente parte de sus recursos en la elaboración de un insulto, pero aquella innecesaria ruta de actuación fue cortada del todo cuando pasaron cosas más interesantes que la torpe y fácil lengua de una niñata noble.
El cuerpo cambiante de la propia chiquilla, las cabezas rodando, el oportuno síncope, un tercer Viktor y su acompañante, así como las palabras de sus compañeros le dejaban muy poco tiempo para actuar como quería. Por suerte pensar era gratis, sencillo y rápido.
—¡Un segundo! —se apresuró a decir antes de comenzar su extraño y desagradable plan.
—Haz lo tuyo y síguenos, ah, y tráeme un suvenir —dijo White, dándole más bien un permiso que el visto bueno.
Galopando hacia los cuerpos caídos con sus muchas patas enroscadas, Kaito pasó por encima de los clones muertos para echar un rápido vistazo a las heridas mientras sus tentáculos, desenroscándose y ocultos bajo la manta, tomaban de estos algo que nadie echaría de menos: Zapatos izquierdos. Estos vulgares artículos quedarían pegados en las primeras ventosas de su manto, que vendrían a estar cercanas a lo que podría llamarse sus ingles, bien lejos de la vista de todos. ¿Y qué tenía esto de desagradable? Lo que hacía para ocultar este “extraño” robo.
Entretanto al descalzado, el pelirrojo cogería una de las cabezas decapitadas con su rejo anterior libre y arrancaría con cuidado de no desplazar la máscara de su sitio dos mechones de pelo, guardándolos en su riñonera, para luego sujetar aquella decapitada testa con sus manos, colocando ambas manos en las sienes y mirando a la nuca, preparándose para lo que él consideraba divertido. Porque lo que un pulpo carnicero y antropófago llama “divertido” queda bien lejos de lo normal, y aún más de la decencia humana.
Introduciendo su gelatinoso miembro en el hueco de su garganta a la fuerza hasta llegar al final de la mandíbula, extraería tirando del blando y sangriento tegumento la lengua del caído, pinchándola luego en su bichero de metal como un sangriento espetón de sardinas. Luego, repetiría los mismos pasos con el otro cuerpo, quedándose con ambas cabezas en brazos para volver con sus compañeros todo lo rápido que sus miembros, otra vez enroscados, pudieran llevarle. Siempre y cuando, claro está, el asco generado y su rapidez hicieran que nadie le detuviese su desagradable despiece de carnicería.
—Un regalo —diría el ensangrentado encapuchado al pasar a la enana que le había insultado, pasándole con un suave lanzamiento un coco deslenguado—. Ser la primera en conocer la identidad del Rey del Bajo Mundo seguro que hará que comencemos con mejor pie.
Seguiría corriendo, porque, aunque la curiosidad era su perdición, esta estaba mucho más enfocada en desentrañar el verdadero secreto de Viktor… el cual, ni de lejos, era su cara. Eso si no le sumábamos las sospechas y teorías que había creado en torno al rostro oculto de su anfitrión, que no había tardado mucho en pensar dadas las habilidades que le había mostrado este. De hecho, si sus compañeros no estaban muy lejos de la mujer, seguiría desplazándose todo lo rápido que sus muchas extremidades le permitiesen, adelantándolos para alejarse de lo que podía muy probablemente pasar.
—Vamos, rápido, ya hay mucha gente adelantada… —le lanzaría entonces el macabro souvenir a White, tal y como le había pedido este, y luego continuaría adelantándose... Aunque estaba en su equipo, White había usado su verdadero nombre dos veces, y eso bien valía no advertirle sobre sus hipótesis acerca de la máscara.
“Yo lo hubiera hecho”, se dijo, poniéndose en el lugar del usuario de una akuma capaz de copiar cosas que no se deshacían al morir los clones.
El cuerpo cambiante de la propia chiquilla, las cabezas rodando, el oportuno síncope, un tercer Viktor y su acompañante, así como las palabras de sus compañeros le dejaban muy poco tiempo para actuar como quería. Por suerte pensar era gratis, sencillo y rápido.
—¡Un segundo! —se apresuró a decir antes de comenzar su extraño y desagradable plan.
—Haz lo tuyo y síguenos, ah, y tráeme un suvenir —dijo White, dándole más bien un permiso que el visto bueno.
Galopando hacia los cuerpos caídos con sus muchas patas enroscadas, Kaito pasó por encima de los clones muertos para echar un rápido vistazo a las heridas mientras sus tentáculos, desenroscándose y ocultos bajo la manta, tomaban de estos algo que nadie echaría de menos: Zapatos izquierdos. Estos vulgares artículos quedarían pegados en las primeras ventosas de su manto, que vendrían a estar cercanas a lo que podría llamarse sus ingles, bien lejos de la vista de todos. ¿Y qué tenía esto de desagradable? Lo que hacía para ocultar este “extraño” robo.
Entretanto al descalzado, el pelirrojo cogería una de las cabezas decapitadas con su rejo anterior libre y arrancaría con cuidado de no desplazar la máscara de su sitio dos mechones de pelo, guardándolos en su riñonera, para luego sujetar aquella decapitada testa con sus manos, colocando ambas manos en las sienes y mirando a la nuca, preparándose para lo que él consideraba divertido. Porque lo que un pulpo carnicero y antropófago llama “divertido” queda bien lejos de lo normal, y aún más de la decencia humana.
Introduciendo su gelatinoso miembro en el hueco de su garganta a la fuerza hasta llegar al final de la mandíbula, extraería tirando del blando y sangriento tegumento la lengua del caído, pinchándola luego en su bichero de metal como un sangriento espetón de sardinas. Luego, repetiría los mismos pasos con el otro cuerpo, quedándose con ambas cabezas en brazos para volver con sus compañeros todo lo rápido que sus miembros, otra vez enroscados, pudieran llevarle. Siempre y cuando, claro está, el asco generado y su rapidez hicieran que nadie le detuviese su desagradable despiece de carnicería.
—Un regalo —diría el ensangrentado encapuchado al pasar a la enana que le había insultado, pasándole con un suave lanzamiento un coco deslenguado—. Ser la primera en conocer la identidad del Rey del Bajo Mundo seguro que hará que comencemos con mejor pie.
Seguiría corriendo, porque, aunque la curiosidad era su perdición, esta estaba mucho más enfocada en desentrañar el verdadero secreto de Viktor… el cual, ni de lejos, era su cara. Eso si no le sumábamos las sospechas y teorías que había creado en torno al rostro oculto de su anfitrión, que no había tardado mucho en pensar dadas las habilidades que le había mostrado este. De hecho, si sus compañeros no estaban muy lejos de la mujer, seguiría desplazándose todo lo rápido que sus muchas extremidades le permitiesen, adelantándolos para alejarse de lo que podía muy probablemente pasar.
—Vamos, rápido, ya hay mucha gente adelantada… —le lanzaría entonces el macabro souvenir a White, tal y como le había pedido este, y luego continuaría adelantándose... Aunque estaba en su equipo, White había usado su verdadero nombre dos veces, y eso bien valía no advertirle sobre sus hipótesis acerca de la máscara.
“Yo lo hubiera hecho”, se dijo, poniéndose en el lugar del usuario de una akuma capaz de copiar cosas que no se deshacían al morir los clones.
- Resumen Reservado (Nameless, Brynn, e importante Ellaonora):
Ir hacia los cadáveres como un loco para empezar a coger "muestras" como unas lenguitas, mechoncitos de pelo. (Y dos zapatos izquierdos de manera oculta). También las dos cabezas (temporalmente).
Volver corriendo para ir con Nameless y regalarle un cráneo a Ellaonora de paso cual amable pasar de una pelota de baloncesto. Disfruta del placer de desenmascarar a Viktor =D. Luego otra para Will (Edit por su post que me pide souvenir), que la disfrute.
Volver corriendo con mi chupipandi y meter prisa, alejándome de Ellaonora, y de White (Edit).
Velocidad x2 (Base) + Caballero Octópodo (x2 Velocidad) + Tier Velocidad 1. // Agilidad 5( 2+3 por pulpo)
Nota: Mi especialización inicial de Boucher es "Humano", si noto algo en los clones y tal, decidmelo. Si no, pues esas dos lenguas tienen un rango más de ingrediente (que ya me diréis, es la lengua del Rey del Bajo Mundo)
Nota2: Las partes con courier New son para adaptarlas al post de White en vez de rehacer un nuevo post. Solo me ha pedido un souvenir.
Brynn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Brynn observó cada gesto del clon de Viktor, y se limitó a cederle -o dejar que le quitara, más bien- la botella y ver cómo se la bebía rápidamente, finalizando con un sonoro graznido en forma de eructo. Había llegado la hora del veredicto.
El moreno escuchó cada palabra del falso Viktor, y cuando éste le dió su den den mushi, suspiró, aliviado. Le había gustado, y, pese a que le parecía demasiado legal, le pareció buena idea comercializarlo.
Si tu supieras lo que tengo pensado después de esto Sonrió.
Sin rostro asintió y cogió el den den mushi, bastante parecido a su dueño, para salir de la carpa pronunciando un “gracias por su tiempo”. Sabía que si salía de allí con vida tendría negocios que hacer con Viktor. Empezar con la venta de un ron, no estaba del todo mal, pero si salía bien, se ganaría la confianza de uno de los subordinados directos del rey del bajo mundo, y aquello era la puerta que necesitaba para entrar en el mundo tal y como se merecía.
Una vez fuera, el moreno ojearía todo lo que tuviese alrededor, y con la mano agarrando su machete -aún envainado- por el mango, caminaría a paso lento hacia el frente, quedándose anonadado ante la presencia de la aguja.
- No sé qué puede hacer alguien tan diminuto como yo contra algo tan grande como esto.
El moreno escuchó cada palabra del falso Viktor, y cuando éste le dió su den den mushi, suspiró, aliviado. Le había gustado, y, pese a que le parecía demasiado legal, le pareció buena idea comercializarlo.
Si tu supieras lo que tengo pensado después de esto Sonrió.
Sin rostro asintió y cogió el den den mushi, bastante parecido a su dueño, para salir de la carpa pronunciando un “gracias por su tiempo”. Sabía que si salía de allí con vida tendría negocios que hacer con Viktor. Empezar con la venta de un ron, no estaba del todo mal, pero si salía bien, se ganaría la confianza de uno de los subordinados directos del rey del bajo mundo, y aquello era la puerta que necesitaba para entrar en el mundo tal y como se merecía.
Una vez fuera, el moreno ojearía todo lo que tuviese alrededor, y con la mano agarrando su machete -aún envainado- por el mango, caminaría a paso lento hacia el frente, quedándose anonadado ante la presencia de la aguja.
- No sé qué puede hacer alguien tan diminuto como yo contra algo tan grande como esto.
- Resumen:
Coger el den den del clon de Viktor y salir por la puerta.
Ojear lo que hay alrededor y caminar, sorprendiéndose de lo imponente que resulta la aguja.
Seguir solo por el mundo
El gesto de Zane parecía un poema compuesto por el más alocado y disparatado de todos los poetas. La imagen que tenía de la marina era de personas ordenadas y disciplinadas que cumplían la ley y eran un ejemplo para la sociedad impuesta. Sin embargo, no era así. «No hay tanta diferencia entre un pirata y un marine, visto lo visto», discurrió hacia sus adentros, observando, algo absorto, la conducta pseudocriminal que tenían las grandes y aclamadas fuerzas militares del gobierno mundial; la extraordinaria marina. Tenían borrachos, novatos insolentes y, desde su punto de vista, algo inmaduros, vestimentas dignas de un pirata común… La única diferencia que era capaz de vislumbrar era que a ellos le pagaban por ser unos liantes, mientras que ellos eran arrestados si la liaban.
La decisión de hacer una alianza, no, de hacer una Al-ianza –un juego de palabras digno del peor chiste del pelirrojo–, era algo que no le había sentado bien a un gran número de miembros de su banda. Todos habían tenido sus más y sus menos con el gobierno, ya fuera por su pasado, o por el presente que habían vivido hasta ese momento. Algunos habían descubierto que no podías fiarte de ellos, pero Zane aún continuaba siendo una de esas personas con cierta fe ciega en el ser humano. El bien común era lo importante, y si destruían ese mar, ¿qué sería lo próximo? ¿El paraíso? ¿El nuevo mundo? Todos tenían algún ser querido en alguna parte del inmenso mar, y tenían que detener eso fuera como fuere, tenía que detener a Krauser. Las palabras de Osuka venían a su cabeza. Aquel extravagante revolucionario quería ir a por su banda. Ir a por él tenía un pase, sabía que no caía bien a muchas personas, ¿pero tocar a sus polluelos? No había nacido todavía el hombre que quisiera atentar contra ellos y saliera indemne; o ese era el pensamiento del capitán pirata.
El primero de sus tripulantes en llegar al bloque de hielo en el que se encontraba era Luka. Su expresión facial lo decía todo. Sus ojos, la forma en la que miraba al pelirrojo y su entorno. Dejando a todos de lados, se acercó a él y le miró.tenemos dos enemigos dentro de ese sitio. Uno de ellos, posiblemente, es Viktor y sus aliados. Ellos, francamente, no me preocupan, la
—Antes de que digas nada… Sí, tengo un plan. ¿Un buen plan? Quizás no —hizo una pausa durante unos segundos—. Ahora mismo, tenemos dos enemigos dentro de ese sitio. Uno de ellos, posiblemente, es Viktor y sus aliados. Ellos, francamente, no me preocupan, la verdad. A excepción de uno o dos, no tenían gran nivel de batalla. Pero Osuka, mi amigo revolucionario, me ha dicho algo que me hace buscar la forma más segura de teneros a salvo. Los que han montado esta monstruosidad, al menos uno de ellos, el famoso demonio de la niebla Krauser quiere ir a por nosotros, ¿por qué razones? Las desconozco, pero tiene fama de ser una persona escurridiza que está al nivel de un emperador del mar. Yo soy fuerte, juntos somos más fuertes, pero la última vez que me batí con uno perdí de forma deshonrosa, perdiendo una de mis espadas —miró tras su oficial de cubierta, y contempló como el resto de la banda comenzaba a acercarse—. Espero que lo comprendas.
Esperó la contestación del pez, para luego volver al lugar donde estaban los marines. La banda estaba junta, y suspiró cuando Spanner se puso a su lado. En los labios de Zane se dibujó una frase, una que esperaba que su segundo de abordo pudiera leer, «Espero que salga bien». Golpeó con el codo a Naillah, y le señaló a su amigo con la cabeza, el que se había unido a ellos de forma tan repentina. No se fiaba de él, ya que no le conocía, así que esperaba que la morena entendiera lo que quería decirle.
Allí estaba el novato al que había estado riñendo hacía pocos minutos. Era un sujeto divertido, aunque muy preguntón para su gusto.
—Sí, soy un samurái —contestó, observando la espada que reposaba en su cinturón—. Por lo que puedo observar eres un espadachín, ¿me equivoco? Si algún día quieres, podemos probarnos mutuamente. De colegueo, sin malos rollos —le contestó—. Y quizás tu jefe también quiera. «Almirante y espadachín, seguramente sería un reto», se dijo. Después de todo, un duelo honorable entre espadachines no entiende de razas o facciones. Es un uno contra uno, donde el perdedor invita a una ronda al ganador y luego repasan la contienda entre risas.
A Zane le encantaba probarse contra otros espadachines, y la verdad era que dentro de la piratería aún no había encontrado rival alguno. Lo más parecido a grandes espadachines eran parte de su propia banda. Spanner era una persona veloz, ágil y muy capaz, pero sabía que jamás lo daría todo en un combate contra su capitán. Por otra parte, estaba Therax, que era la antítesis de Zane, el rubio también era un ave mitológica, la segunda parte de loh polloh, capaz de generar e invocar al viento. Y su maestría estaba en el mantra. El pelirrojo, en cambio, era todo lo contrario, usaba el fuego y prefería combatir a lo físico, aprovechando la superioridad de su haki de armadura.
Dejando al novato de lado, miró al almirante.
—¿Cuál será el plan de acción? —le preguntó—. Alguien táctico diría que lo más recomendable sería dividirse en grupos y abarcar más terreno, pero yo nunca he sido una persona táctica. Es decir, mis métodos son conocidos, prefiero ir de frente y como gitanos, en otras palabras, en grupo y a lo que surja. ¿Qué la cosa se pone fea? Los más… —hizo una pausa para buscar las palabras correctas—. Aquellos con más experiencia en combate al frente, mientras que los más nóveles se quedan en la retaguardia y vuelven al barco; aunque rara vez esta panda de bastardos huye. Son gente de fiar —dijo, sonriente, observando con orgullo a su banda.
Sus ojos iluminaron al hablar de sus compañeros, y su pecho se infló de orgullo. Pocas veces les decía que los quería, eran su familia y los quería más que a nada. Podían pelearse, incluso llegar a darse de hostias, ¿pero qué familia no lo hacía? El roce hace el cariño, pero también hacía rozaduras.
La decisión de hacer una alianza, no, de hacer una Al-ianza –un juego de palabras digno del peor chiste del pelirrojo–, era algo que no le había sentado bien a un gran número de miembros de su banda. Todos habían tenido sus más y sus menos con el gobierno, ya fuera por su pasado, o por el presente que habían vivido hasta ese momento. Algunos habían descubierto que no podías fiarte de ellos, pero Zane aún continuaba siendo una de esas personas con cierta fe ciega en el ser humano. El bien común era lo importante, y si destruían ese mar, ¿qué sería lo próximo? ¿El paraíso? ¿El nuevo mundo? Todos tenían algún ser querido en alguna parte del inmenso mar, y tenían que detener eso fuera como fuere, tenía que detener a Krauser. Las palabras de Osuka venían a su cabeza. Aquel extravagante revolucionario quería ir a por su banda. Ir a por él tenía un pase, sabía que no caía bien a muchas personas, ¿pero tocar a sus polluelos? No había nacido todavía el hombre que quisiera atentar contra ellos y saliera indemne; o ese era el pensamiento del capitán pirata.
El primero de sus tripulantes en llegar al bloque de hielo en el que se encontraba era Luka. Su expresión facial lo decía todo. Sus ojos, la forma en la que miraba al pelirrojo y su entorno. Dejando a todos de lados, se acercó a él y le miró.tenemos dos enemigos dentro de ese sitio. Uno de ellos, posiblemente, es Viktor y sus aliados. Ellos, francamente, no me preocupan, la
—Antes de que digas nada… Sí, tengo un plan. ¿Un buen plan? Quizás no —hizo una pausa durante unos segundos—. Ahora mismo, tenemos dos enemigos dentro de ese sitio. Uno de ellos, posiblemente, es Viktor y sus aliados. Ellos, francamente, no me preocupan, la verdad. A excepción de uno o dos, no tenían gran nivel de batalla. Pero Osuka, mi amigo revolucionario, me ha dicho algo que me hace buscar la forma más segura de teneros a salvo. Los que han montado esta monstruosidad, al menos uno de ellos, el famoso demonio de la niebla Krauser quiere ir a por nosotros, ¿por qué razones? Las desconozco, pero tiene fama de ser una persona escurridiza que está al nivel de un emperador del mar. Yo soy fuerte, juntos somos más fuertes, pero la última vez que me batí con uno perdí de forma deshonrosa, perdiendo una de mis espadas —miró tras su oficial de cubierta, y contempló como el resto de la banda comenzaba a acercarse—. Espero que lo comprendas.
Esperó la contestación del pez, para luego volver al lugar donde estaban los marines. La banda estaba junta, y suspiró cuando Spanner se puso a su lado. En los labios de Zane se dibujó una frase, una que esperaba que su segundo de abordo pudiera leer, «Espero que salga bien». Golpeó con el codo a Naillah, y le señaló a su amigo con la cabeza, el que se había unido a ellos de forma tan repentina. No se fiaba de él, ya que no le conocía, así que esperaba que la morena entendiera lo que quería decirle.
Allí estaba el novato al que había estado riñendo hacía pocos minutos. Era un sujeto divertido, aunque muy preguntón para su gusto.
—Sí, soy un samurái —contestó, observando la espada que reposaba en su cinturón—. Por lo que puedo observar eres un espadachín, ¿me equivoco? Si algún día quieres, podemos probarnos mutuamente. De colegueo, sin malos rollos —le contestó—. Y quizás tu jefe también quiera. «Almirante y espadachín, seguramente sería un reto», se dijo. Después de todo, un duelo honorable entre espadachines no entiende de razas o facciones. Es un uno contra uno, donde el perdedor invita a una ronda al ganador y luego repasan la contienda entre risas.
A Zane le encantaba probarse contra otros espadachines, y la verdad era que dentro de la piratería aún no había encontrado rival alguno. Lo más parecido a grandes espadachines eran parte de su propia banda. Spanner era una persona veloz, ágil y muy capaz, pero sabía que jamás lo daría todo en un combate contra su capitán. Por otra parte, estaba Therax, que era la antítesis de Zane, el rubio también era un ave mitológica, la segunda parte de loh polloh, capaz de generar e invocar al viento. Y su maestría estaba en el mantra. El pelirrojo, en cambio, era todo lo contrario, usaba el fuego y prefería combatir a lo físico, aprovechando la superioridad de su haki de armadura.
Dejando al novato de lado, miró al almirante.
—¿Cuál será el plan de acción? —le preguntó—. Alguien táctico diría que lo más recomendable sería dividirse en grupos y abarcar más terreno, pero yo nunca he sido una persona táctica. Es decir, mis métodos son conocidos, prefiero ir de frente y como gitanos, en otras palabras, en grupo y a lo que surja. ¿Qué la cosa se pone fea? Los más… —hizo una pausa para buscar las palabras correctas—. Aquellos con más experiencia en combate al frente, mientras que los más nóveles se quedan en la retaguardia y vuelven al barco; aunque rara vez esta panda de bastardos huye. Son gente de fiar —dijo, sonriente, observando con orgullo a su banda.
Sus ojos iluminaron al hablar de sus compañeros, y su pecho se infló de orgullo. Pocas veces les decía que los quería, eran su familia y los quería más que a nada. Podían pelearse, incluso llegar a darse de hostias, ¿pero qué familia no lo hacía? El roce hace el cariño, pero también hacía rozaduras.
- Al-iado, Galhard y Arashi LEED:
- Narro la situación en la que está Zane, sus pensamientos y dialogo con varios usuarios para darles algo de juego nomas
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No esperaba que los Katherheads pudieran hacer algo frente a los mafiosos, por lo que no se llevó ninguna decepción al verles derrotados, aunque no hubiera estado mal que fueran un tanto más útiles. Por otra parte, quedó bastante claro que su discurso no valió de nada cuando una veintena de hombres le rodearon. Tal vez debía explotar de una forma menos sutil la cualidad de crédulo de los tontattas, quizás probar con decirle directamente que no estaba relacionada de ninguna forma con una misión de infiltración. En cualquier caso, alguien había intervenido. Alguien le había dicho al tontatta amante de los hámster que ella era una infiltrada. Alguien había mentido y, si bien ahora no era el momento para pararse a pensar quién pudo haber sido, terminaría haciéndolo. Descubrir al que le estaba jodiendo la vida desde las sombras era casi tan importante como detener el fin del mundo.
La bruja no era ninguna tonta, sabía que la victoria perfecta se llevaba a cabo sin luchar. No sabía si podía ella sola contra todos esos hombres armados; quizás, con mucho esfuerzo, podría derrotarles a todos, pero ¿qué tanto podría hacer luego de eso? Había una misión que completar, un plano que robar y un mundo que salvar. No, en ese momento lo mejor era bajar las armas y lidiar con la situación de otra forma. Cuando se realiza un problema matemático y un método no arroja el resultado correcto, cualquiera con un mínimo de inteligencia decidiría cambiar la forma. Era una situación muy similar, llevándolo a un plano más práctico. La intimidación no había servido absolutamente de nada por lo que no podía esperar que fuera a funcionar si lo intentaba de nuevo. No, ella tenía más herramientas que usar. Además, si las cosas se salían de control, aún quedaba una última opción muy conocida en el mundo de los piratas.
—Tus palabras me hacen dudar de si realmente sabes lo que estás haciendo y con quién te estás metiendo —comentó Katharina, transformando la guadaña en un simple arete de rubí—. Te seré sincera, y si tienes a un experto en mentiras entre los tuyos lo podrás comprobar. No sé a qué te refieres con eso de infiltrarme en los Arashi —mencionó, diciendo la verdad. Si el mafioso contaba con un psicólogo o algo así, podría decirle que ella no mentía—. Mi lealtad… No, mis habilidades y mi vida están a disposición de Zane D. Kenshin —aseguró con firmeza, mirando fijamente al pequeño tontatta que continuaba acariciando a su mascota aparecida de la nada—. Y solo para que lo tengas en cuenta, soy un miembro importante de los Arashi, y cualquier cosa que intentes en mi contra, lo harás también contra uno de los piratas más fuertes de los mares.
Lo único que podía hacer por el momento con tal de evitar un conflicto bélico era dialogar con el tontatta, y si el mafioso era inteligente, le escucharía. Hasta el momento no lo había asumido, jamás lo había mencionado en voz alta, pero su lealtad había cambiado por completo. Antes de tener aventuras con los Arashi únicamente peleaba por ella y sus objetivos, pero ahora había cambiado. Confesarlo era un gran paso para la bruja. Únicamente porque había algo mucho más grande en juego no se alzaba de cabeza hacia los mafiosos. Acusarle de infiltrada en la banda era algo que no podía dejar pasar por alto, sin embargo, también debía actuar con inteligencia.
En medio de la discusión, el característico sonido del caracol con sombrero de ala ancha y punta retorcida alertó a Katharina. Era su capitán quien le informaba acerca de una alianza con la Marina. La noticia le pilló… desprevenida. ¿Qué tan mal estaban las cosas como para que los Arashi tuvieran que aliarse con los perros del Gobierno Mundial? No podía confiar en ellos, no podía confiar en quienes le dieron la espalda únicamente por haber cogido un documento prohibido. Para el mundo entero ella había sido quien traicionó a la Marina, pero la realidad era al revés. No fue más que la maquinación turbia de un hombre consumido por el odio y la corrupción. Lo que el pelirrojo le estaba pidiendo no era algo que pudiera aceptar fácilmente. Odiaba al gobierno. Odiaba a los marines. Y, sin embargo, decidió acatar las órdenes de su capitán. Seguramente no fue fácil para él pedirle a Katharina que no atacara a los marines. Seguramente también sabía que había cosas más importantes por las que pelear en este momento. Y si él, un loco desinteresado por los problemas de los demás, podía comprenderlo, la criatura que tenía en frente también.
—De acuerdo —respondió la bruja en voz baja luego de unos varios segundos de silencio—, haré lo que me dices. Confío en que esta alianza es lo mejor para todos.
Entonces, justo después de que la carpa se estremeció, alzó la mirada hacia el tontatta y habló:
—El mundo tal y como lo conocemos peligra, tontatta, y no es un buen momento para pelear. No busco apelar a un buen corazón, sino a una mente racional que sabe que yo, Katharina von Steinhell, miembro de la peor generación y pirata de los Hermanos de la Tormenta, puede hacer mucho más allá dentro de la aguja que aquí —sentenció con firmeza—. Podemos trabajar juntos para detener esta locura, y de paso comprobar que soy quien dice ser y no lo que tú crees saber, o comenzar algo poco beneficioso para todos.
Esperaba que el tontatta aceptara la propuesta de trabajar juntos, sin embargo, no era tan tonta como para bajar la guardia. Mantendría su mantra activo ante cualquier movimiento hostil, cualquier indicio de ataque en contra suya. No tenía ninguna intención de entregarse. Tanto para el tontatta como para ella era la última oportunidad que tenían antes de alzarse de armas e imponerse sobre el otro. O eso parecía ser en un principio, pues la bruja tenía en mente otro plan.
La bruja no era ninguna tonta, sabía que la victoria perfecta se llevaba a cabo sin luchar. No sabía si podía ella sola contra todos esos hombres armados; quizás, con mucho esfuerzo, podría derrotarles a todos, pero ¿qué tanto podría hacer luego de eso? Había una misión que completar, un plano que robar y un mundo que salvar. No, en ese momento lo mejor era bajar las armas y lidiar con la situación de otra forma. Cuando se realiza un problema matemático y un método no arroja el resultado correcto, cualquiera con un mínimo de inteligencia decidiría cambiar la forma. Era una situación muy similar, llevándolo a un plano más práctico. La intimidación no había servido absolutamente de nada por lo que no podía esperar que fuera a funcionar si lo intentaba de nuevo. No, ella tenía más herramientas que usar. Además, si las cosas se salían de control, aún quedaba una última opción muy conocida en el mundo de los piratas.
—Tus palabras me hacen dudar de si realmente sabes lo que estás haciendo y con quién te estás metiendo —comentó Katharina, transformando la guadaña en un simple arete de rubí—. Te seré sincera, y si tienes a un experto en mentiras entre los tuyos lo podrás comprobar. No sé a qué te refieres con eso de infiltrarme en los Arashi —mencionó, diciendo la verdad. Si el mafioso contaba con un psicólogo o algo así, podría decirle que ella no mentía—. Mi lealtad… No, mis habilidades y mi vida están a disposición de Zane D. Kenshin —aseguró con firmeza, mirando fijamente al pequeño tontatta que continuaba acariciando a su mascota aparecida de la nada—. Y solo para que lo tengas en cuenta, soy un miembro importante de los Arashi, y cualquier cosa que intentes en mi contra, lo harás también contra uno de los piratas más fuertes de los mares.
Lo único que podía hacer por el momento con tal de evitar un conflicto bélico era dialogar con el tontatta, y si el mafioso era inteligente, le escucharía. Hasta el momento no lo había asumido, jamás lo había mencionado en voz alta, pero su lealtad había cambiado por completo. Antes de tener aventuras con los Arashi únicamente peleaba por ella y sus objetivos, pero ahora había cambiado. Confesarlo era un gran paso para la bruja. Únicamente porque había algo mucho más grande en juego no se alzaba de cabeza hacia los mafiosos. Acusarle de infiltrada en la banda era algo que no podía dejar pasar por alto, sin embargo, también debía actuar con inteligencia.
En medio de la discusión, el característico sonido del caracol con sombrero de ala ancha y punta retorcida alertó a Katharina. Era su capitán quien le informaba acerca de una alianza con la Marina. La noticia le pilló… desprevenida. ¿Qué tan mal estaban las cosas como para que los Arashi tuvieran que aliarse con los perros del Gobierno Mundial? No podía confiar en ellos, no podía confiar en quienes le dieron la espalda únicamente por haber cogido un documento prohibido. Para el mundo entero ella había sido quien traicionó a la Marina, pero la realidad era al revés. No fue más que la maquinación turbia de un hombre consumido por el odio y la corrupción. Lo que el pelirrojo le estaba pidiendo no era algo que pudiera aceptar fácilmente. Odiaba al gobierno. Odiaba a los marines. Y, sin embargo, decidió acatar las órdenes de su capitán. Seguramente no fue fácil para él pedirle a Katharina que no atacara a los marines. Seguramente también sabía que había cosas más importantes por las que pelear en este momento. Y si él, un loco desinteresado por los problemas de los demás, podía comprenderlo, la criatura que tenía en frente también.
—De acuerdo —respondió la bruja en voz baja luego de unos varios segundos de silencio—, haré lo que me dices. Confío en que esta alianza es lo mejor para todos.
Entonces, justo después de que la carpa se estremeció, alzó la mirada hacia el tontatta y habló:
—El mundo tal y como lo conocemos peligra, tontatta, y no es un buen momento para pelear. No busco apelar a un buen corazón, sino a una mente racional que sabe que yo, Katharina von Steinhell, miembro de la peor generación y pirata de los Hermanos de la Tormenta, puede hacer mucho más allá dentro de la aguja que aquí —sentenció con firmeza—. Podemos trabajar juntos para detener esta locura, y de paso comprobar que soy quien dice ser y no lo que tú crees saber, o comenzar algo poco beneficioso para todos.
Esperaba que el tontatta aceptara la propuesta de trabajar juntos, sin embargo, no era tan tonta como para bajar la guardia. Mantendría su mantra activo ante cualquier movimiento hostil, cualquier indicio de ataque en contra suya. No tenía ninguna intención de entregarse. Tanto para el tontatta como para ella era la última oportunidad que tenían antes de alzarse de armas e imponerse sobre el otro. O eso parecía ser en un principio, pues la bruja tenía en mente otro plan.
- Resumen:
- Reflexionar sobre la mejor decisión a tomar.
- Decir la verdad y confesar que sus habilidades y su vida están a disposición de Zane.
- Aceptar la alianza con la Marina.
- Proponerle trabajar juntos al tontatta.
- Reflexionar sobre la mejor decisión a tomar.
William White
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras salía de la carpa se percató de había otro Viktor, uno camarero, que se encontraba sirviendo unas copas mientras hablaba con un encapuchado. Realmente le sorprendió puesto que no sabía desde cuando habían estado ahí, aunque asumía que no llevarían demasiado y que posiblemente se hubieran introducido en el reservado al mismo tiempo que Zane abandonaba la sala, aprovechando los instantes en los que la acción andaba centrada en la banda de pelirrojo.
-Haz lo tuyo y síguenos, ah, y tráeme un suvenir- respondió a Kaito, imaginándose las tribales costumbres del pulpo, realmente había que reconocer que era bueno para ese tipo de trabajo sucio.
Entre tanto pasaría al lado de la vampiresa, a la cual sonreiría de una forma muy socarrona, la vampira no tendría mucha más edad aparente que la de él, pero tampoco podía asegurarlo ya que esas cosas apenan envejecían. Si bien las habilidades de un vampiro podrían resultarles útiles, todas y cada una de ellas eran suplidas por las extrañas habilidades de la fruta de su compañero Philip.
-Disfrute de su audiencia, señorita- diría al pasar a su lado
Una vez fuera miraría a su compañero, aunque hubiera salido bien no le gustaba lo que acababa de hacer, y mucho menos que no hubiera esperado su consentimiento.
-Creo que no debo recordarte nada en lo que respecta a los votos ¿Me equivoco? - recordó a su compañero las condiciones bajo las que se regía Nameless, que si bien no cohibían la libertad de sus miembros, quedaban fuera toda acción como que pusiera en riesgo a la asociación -Aunque agradezco tu actuación, a sido muy reconfortante dejar de oír a Viktor-suavizaría para templar el carácter del duelista, el cual notaba aún candente -Por ahora centrémonos en nuestro principal objetivo - dijo remitiéndose a lo que acordaron días atrás en la reunión de urgencia de la asociación. En la cual había sido capaz de convocar a los tres de los siete miembros que la componían, por prudencia debido al desconocimiento que aún tenía acerca a las extrañas influencias que despertaba Elliot a su paso -Estoy seguro de que lo encontraras útil en lo que respecto a las anotaciones de tus baúles- matizó incitándolo a que se ciñera el plan principal.
El cielo se encontraba completamente oscuro, permitiendo ver alguna nube traslucida y una brisa síncrona acompañada de una vibración que me hacía encoger el corazón del pecho. Acelerando el paso, rápidamente trató de localizar a la mujer en medio del mogollón, lo cual le fue sorprendentemente más fácil de lo esperado ya que la mujer se acercaba a la carpa a lo lejos.
-Respecto a la señorita- arranqué refiriéndome a Lysbeth buscándola en la lejanía -Que nos acompañé, suplirá bien las labores del número cuatro- sonrió al encontrar a la chica vestida predispuesta para batalla, menos glamurosa, pero más práctica, a la vez que aceleraba el paso para adelantarme.
Apresurando el paso, llamé la atención de la mujer. Gabardina negra bajo la cual se encontraba un pequeño pero fino jersey de fibra de tono azul oscuro, pantalones vaqueros a conjunto con el jersey y por último unos mocasines igual de oscuros.
- Disculparme Milady- arrancó a hablar -Lysbeth, ¿verdad? - dijo mientras me acercaba a la señorita - Disculpe mis modales, me llamó William, William White, un placer conocerla – dije mientras la tomaba su mano si se dejaba y le daba un beso en la misma, tal como podría ser el protocolo de una corte -Lamento mi descortesía previa- dijo referenciando a que no la había dirigido propiamente cuando se había dirigido a la mesa – Espero que eso lo podamos solucionar con un pequeño regalo - dijo señalando lo que trajera su compañero gyojin y que la mujer se pronunciará al respecto, claramente no era un regalo en si mismo, sino más bien un mensaje subliminal -Le presento a Black- dijo presentando al encapuchado, respetando los deseos de este – Respecto a mi otro compañero, más educado que yo cabe decir, no hace falta que lo presente- prosiguió educadamente antes de hacer una ligera pausa.
-Le comunico que encontraremos agradable que nos acompañe de aquí en lo que los asuntos de la aguja terminen, si usted lo desea claro está- tras lo cual miraría a la aguja, la cual le resultaba cada vez más incómodamente cerca.
Tras escuchar las respuestas de la mujer respondería a Kaito, prometiendole que lo que buscábamos no se iba a mover de allí.
-Haz lo tuyo y síguenos, ah, y tráeme un suvenir- respondió a Kaito, imaginándose las tribales costumbres del pulpo, realmente había que reconocer que era bueno para ese tipo de trabajo sucio.
Entre tanto pasaría al lado de la vampiresa, a la cual sonreiría de una forma muy socarrona, la vampira no tendría mucha más edad aparente que la de él, pero tampoco podía asegurarlo ya que esas cosas apenan envejecían. Si bien las habilidades de un vampiro podrían resultarles útiles, todas y cada una de ellas eran suplidas por las extrañas habilidades de la fruta de su compañero Philip.
-Disfrute de su audiencia, señorita- diría al pasar a su lado
Una vez fuera miraría a su compañero, aunque hubiera salido bien no le gustaba lo que acababa de hacer, y mucho menos que no hubiera esperado su consentimiento.
-Creo que no debo recordarte nada en lo que respecta a los votos ¿Me equivoco? - recordó a su compañero las condiciones bajo las que se regía Nameless, que si bien no cohibían la libertad de sus miembros, quedaban fuera toda acción como que pusiera en riesgo a la asociación -Aunque agradezco tu actuación, a sido muy reconfortante dejar de oír a Viktor-suavizaría para templar el carácter del duelista, el cual notaba aún candente -Por ahora centrémonos en nuestro principal objetivo - dijo remitiéndose a lo que acordaron días atrás en la reunión de urgencia de la asociación. En la cual había sido capaz de convocar a los tres de los siete miembros que la componían, por prudencia debido al desconocimiento que aún tenía acerca a las extrañas influencias que despertaba Elliot a su paso -Estoy seguro de que lo encontraras útil en lo que respecto a las anotaciones de tus baúles- matizó incitándolo a que se ciñera el plan principal.
El cielo se encontraba completamente oscuro, permitiendo ver alguna nube traslucida y una brisa síncrona acompañada de una vibración que me hacía encoger el corazón del pecho. Acelerando el paso, rápidamente trató de localizar a la mujer en medio del mogollón, lo cual le fue sorprendentemente más fácil de lo esperado ya que la mujer se acercaba a la carpa a lo lejos.
-Respecto a la señorita- arranqué refiriéndome a Lysbeth buscándola en la lejanía -Que nos acompañé, suplirá bien las labores del número cuatro- sonrió al encontrar a la chica vestida predispuesta para batalla, menos glamurosa, pero más práctica, a la vez que aceleraba el paso para adelantarme.
Apresurando el paso, llamé la atención de la mujer. Gabardina negra bajo la cual se encontraba un pequeño pero fino jersey de fibra de tono azul oscuro, pantalones vaqueros a conjunto con el jersey y por último unos mocasines igual de oscuros.
- Disculparme Milady- arrancó a hablar -Lysbeth, ¿verdad? - dijo mientras me acercaba a la señorita - Disculpe mis modales, me llamó William, William White, un placer conocerla – dije mientras la tomaba su mano si se dejaba y le daba un beso en la misma, tal como podría ser el protocolo de una corte -Lamento mi descortesía previa- dijo referenciando a que no la había dirigido propiamente cuando se había dirigido a la mesa – Espero que eso lo podamos solucionar con un pequeño regalo - dijo señalando lo que trajera su compañero gyojin y que la mujer se pronunciará al respecto, claramente no era un regalo en si mismo, sino más bien un mensaje subliminal -Le presento a Black- dijo presentando al encapuchado, respetando los deseos de este – Respecto a mi otro compañero, más educado que yo cabe decir, no hace falta que lo presente- prosiguió educadamente antes de hacer una ligera pausa.
-Le comunico que encontraremos agradable que nos acompañe de aquí en lo que los asuntos de la aguja terminen, si usted lo desea claro está- tras lo cual miraría a la aguja, la cual le resultaba cada vez más incómodamente cerca.
Tras escuchar las respuestas de la mujer respondería a Kaito, prometiendole que lo que buscábamos no se iba a mover de allí.
- Peña de la carpa, vampiros y pararrayos:
Pues salir pacíficamente de la carpa, intercambiar un par de impresiones con Elliot, encontrar a Lys y ofrecerle cositas OwO.
En la moderación anterior pedí info del mantra, la cual no se me ha dado, no se si por despiste o por bajo nivel de mantra(aunque con tier 5 creo que puedo establecer un orden de fuerzas), aún así este post cuenta como primer post de recuperación del uso anterior.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las mentes de los tres esbirros de Marles eran simples, y en ellas solo había cabida para adorar a la Gran Aguja como símbolo del poder surgido para expiar los pecados de la humanidad. El líder de la secta fue otro cantar. Su mente parecía bien protegida, como tan solo la de alguien muy poderoso lo está. ¿Qué ocultaría? ¿Creería realmente en las mismas estupideces que sus hombres o, como estaba haciendo él mismo, tan solo pretendía utilizarlos para sus fines? El calvo se inclinaba más a pensar en lo segundo, y si era así tal vez llegado el momento pudiesen alcanzar un acuerdo. Porque no dudaba de que tarde o temprano sus objetivos chocarían con los de los fanáticos y se vería obligado a prescindir de ellos.
Por otro lado, la respuesta del chico enmascarado, que se presentó como Kirin, no le terminó de convencer. Parecía que él y su compañero querían adentrarse en la Aguja junto a ellos, pero no podía fiarse. Su declaración había sido demasiado escueta, y su aparición demasiado oportuna. Esperaba equivocarse, pero por el momento no les quitaría los ojos de encima.
Utilizando la conexión mental que había establecido con sus seis acompañantes, el alcalde comenzó a dar las instrucciones pertinentes mientras la isla artificial se acercaba a la Gran Aguja. Debía ser claro y conciso para evitar dudas, malentendidos y equivocaciones:
- Bien, en breves momentos llegaremos a la Gran Aguja. Como ya sabéis nuestro objetivo es llegar hasta su corazón y ver qué secretos guarda. Pero no os equivoquéis, no resultará nada fácil. Habrá muchas personas que se interpondrán en nuestro camino, buscando tanto lo mismo que nosotros como la destrucción de la Aguja o incluso utilizarla en beneficio propio. Y muchas de esas personas no dudarán en atacarnos si nos ven, por lo que debemos intentar pasar desapercibidos. Ninguno de nosotros llama precisamente poco la atención, así que nuestra mejor oportunidad pasa por encontrar una entrada lo menos concurrida posible. De no haber ninguna que se adecúe a nuestras necesidades habrá que cambiar de planes y atravesar alguna de ellas, pero sería mejor evitarlo.
Hizo una pausa. No ser detectados sería lo ideal, obviamente, pero era consciente de que iba a resultar tremendamente difícil, si no imposible. Y, de todas formas, su mayor oportunidad de sobrevivir era permanecer juntos y guardando unos las espaldas de otros. Así que, tras dejar unos segundos de reflexión a su improvisado escuadrón, continuó:
- En cualquier caso, tan solo si permanecemos juntos tendremos oportunidad de alcanzar nuestro objetivo. Pretendemos evitar la confrontación directa en caso de ser posible, pero si alguien decide atacarnos debemos defendernos entre nosotros, pues cuantos más integrantes de nuestro pequeño grupo continúen con vida más posibilidades tendremos. Así que tenemos que estar dispuestos a proteger a nuestros compañeros hasta las últimas consecuencias, ¿de acuerdo? Y ahora, ¡adelante!
Cuando la isla artificial en la que se encontraba la carpa llegase finalmente hasta la aguja, Dakuhebi guiaría a su reducido grupo de seguidores en busca de una apertura que les permitiese pasar al interior de la Gran Aguja sin ser vistos o, en su defecto, a la vista del menor número posible de gente. El objetivo era llegar al centro y averiguar qué era aquello exactamente. Una vez tuviese la información necesaria podría decidir cuál iba a ser su papel en los acontecimientos que se avecinaban.
Por otro lado, la respuesta del chico enmascarado, que se presentó como Kirin, no le terminó de convencer. Parecía que él y su compañero querían adentrarse en la Aguja junto a ellos, pero no podía fiarse. Su declaración había sido demasiado escueta, y su aparición demasiado oportuna. Esperaba equivocarse, pero por el momento no les quitaría los ojos de encima.
Utilizando la conexión mental que había establecido con sus seis acompañantes, el alcalde comenzó a dar las instrucciones pertinentes mientras la isla artificial se acercaba a la Gran Aguja. Debía ser claro y conciso para evitar dudas, malentendidos y equivocaciones:
- Bien, en breves momentos llegaremos a la Gran Aguja. Como ya sabéis nuestro objetivo es llegar hasta su corazón y ver qué secretos guarda. Pero no os equivoquéis, no resultará nada fácil. Habrá muchas personas que se interpondrán en nuestro camino, buscando tanto lo mismo que nosotros como la destrucción de la Aguja o incluso utilizarla en beneficio propio. Y muchas de esas personas no dudarán en atacarnos si nos ven, por lo que debemos intentar pasar desapercibidos. Ninguno de nosotros llama precisamente poco la atención, así que nuestra mejor oportunidad pasa por encontrar una entrada lo menos concurrida posible. De no haber ninguna que se adecúe a nuestras necesidades habrá que cambiar de planes y atravesar alguna de ellas, pero sería mejor evitarlo.
Hizo una pausa. No ser detectados sería lo ideal, obviamente, pero era consciente de que iba a resultar tremendamente difícil, si no imposible. Y, de todas formas, su mayor oportunidad de sobrevivir era permanecer juntos y guardando unos las espaldas de otros. Así que, tras dejar unos segundos de reflexión a su improvisado escuadrón, continuó:
- En cualquier caso, tan solo si permanecemos juntos tendremos oportunidad de alcanzar nuestro objetivo. Pretendemos evitar la confrontación directa en caso de ser posible, pero si alguien decide atacarnos debemos defendernos entre nosotros, pues cuantos más integrantes de nuestro pequeño grupo continúen con vida más posibilidades tendremos. Así que tenemos que estar dispuestos a proteger a nuestros compañeros hasta las últimas consecuencias, ¿de acuerdo? Y ahora, ¡adelante!
Cuando la isla artificial en la que se encontraba la carpa llegase finalmente hasta la aguja, Dakuhebi guiaría a su reducido grupo de seguidores en busca de una apertura que les permitiese pasar al interior de la Gran Aguja sin ser vistos o, en su defecto, a la vista del menor número posible de gente. El objetivo era llegar al centro y averiguar qué era aquello exactamente. Una vez tuviese la información necesaria podría decidir cuál iba a ser su papel en los acontecimientos que se avecinaban.
- Resumen (Lance):
- - Arengar y dar instrucciones a sus "seguidores" mientras reflexiona brevemente sobre lo que más les conviene.
- Cuando la carpa llegue a la Aguja buscar la entrada menos concurrida disponible y entrar.
Marc Kiedis
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pregunta de Alviss resultó inesperada. Marc no se consideraba ningún sabio, ni siquiera en lo tocante a su akuma, y que el más reciente usuario de entre los Arashi le hubiese escogido para obtener más conocimientos sobre la suya le hizo sonrojar.
- Bueno... - empezó mientras se rascaba la coronilla con la mano derecha. - La verdad es que este tipo de frutas del diablo son muy útiles. He visto que puedes crear chocolate fundido. ¿Puedes hacer lo mismo con chocolate sólido? Yo al principio solo sabía hacer queso sólido, y tuve que esforzarme para aprender a crearlo fundido. Y, ¿puedes calentar el chocolate fundido que creas para que queme a quien lo toque? Eso puede resultar útil, aunque a mí también me costó poder hacerlo.
El semigigante estaba nervioso, y las palabras casi se atropellaban en su boca. Era la primera que hacía de maestro de alguien, y la sensación resultaba ciertamente extraña. Aunque claro, no podía negar que era satisfactorio y excitante que alguien apreciase sus conocimientos y su fuerza lo bastante como para pedirle consejo.
- Lo bueno de este tipo de akumas es que te permiten hacer muchas cosas. Tú puedes crear objetos con todas las formas posibles, incluso con forma de persona. Y con un poco de entrenamiento podrás manejar las cosas que fabriques como tú quieras. También puedes lanzarlo con fuerza, envolver partes de tu cuerpo o del de otras personas con ello... Tu imaginación es el único límite, y me parece que tú de eso tienes bastante, así que no vas a tener problema.
Y era cierto, Alviss era un soñador. Siempre estaba con la cabeza en las nubes, o al menos esa sensación solía dar, ya que a menudo parecía como ausente. Poco después de terminar de hablar con él se acercó al timón el amigo de Nailah que había embarcado con ellos. Este le preguntó sobre los planes que tenían. La verdad era que el grandullón no sabía muy bien lo que pretendía su capitán, pero sí sabía lo que había ocurrido hasta aquel momento, así que se lo dijo a su interlocutor. Total, era amigo de Nailah, así que sería buen tipo:
- Nuestro capitán está en el hielo de allí delante hablando con un Almirante de la Marina. Hemos firmado una tregua con ellos hasta que esa cosa deje de suponer un peligro. - afirmó señalando a la negra aguja que se alzaba ante ellos.
***
Una vez en el bloque de hielo, el cocinero se quedó junto a sus nakamas mientras el pelirrojo discutía el plan a seguir con el rubio Almirante. Sonriente, se puso manos a la obra para crear pequeñas raciones de diferentes tipos de queso que repartiría entre sus compañeros. Incluso, pese a que sabía que no le gustaba, intentaría dar un trozo a Therax, pues seguramente le resultaría útil llegado el momento. Mientras les daba su correspondiente trozo, les diría uno por uno:
- Guárdalo bien y, cuando tengáis delante un enemigo poderoso, cómetelo. Este queso te dará un gran poder durante un tiempo que tal vez sea la clave para que puedas vencerlo.
Para su capitán, dado que al ser quien dirigía a todos debía poder pensar con claridad, reservó un queso muy especial. Al entregárselo le recomendaría comerlo cuando necesitase pensar, diciéndole que le volvería más inteligente. No sabía si el pelirrojo elegiría comérselo en ese mismo momento para poder urdir un buen plan o esperaría, pero de cualquier forma le vendría bien.
- Bueno... - empezó mientras se rascaba la coronilla con la mano derecha. - La verdad es que este tipo de frutas del diablo son muy útiles. He visto que puedes crear chocolate fundido. ¿Puedes hacer lo mismo con chocolate sólido? Yo al principio solo sabía hacer queso sólido, y tuve que esforzarme para aprender a crearlo fundido. Y, ¿puedes calentar el chocolate fundido que creas para que queme a quien lo toque? Eso puede resultar útil, aunque a mí también me costó poder hacerlo.
El semigigante estaba nervioso, y las palabras casi se atropellaban en su boca. Era la primera que hacía de maestro de alguien, y la sensación resultaba ciertamente extraña. Aunque claro, no podía negar que era satisfactorio y excitante que alguien apreciase sus conocimientos y su fuerza lo bastante como para pedirle consejo.
- Lo bueno de este tipo de akumas es que te permiten hacer muchas cosas. Tú puedes crear objetos con todas las formas posibles, incluso con forma de persona. Y con un poco de entrenamiento podrás manejar las cosas que fabriques como tú quieras. También puedes lanzarlo con fuerza, envolver partes de tu cuerpo o del de otras personas con ello... Tu imaginación es el único límite, y me parece que tú de eso tienes bastante, así que no vas a tener problema.
Y era cierto, Alviss era un soñador. Siempre estaba con la cabeza en las nubes, o al menos esa sensación solía dar, ya que a menudo parecía como ausente. Poco después de terminar de hablar con él se acercó al timón el amigo de Nailah que había embarcado con ellos. Este le preguntó sobre los planes que tenían. La verdad era que el grandullón no sabía muy bien lo que pretendía su capitán, pero sí sabía lo que había ocurrido hasta aquel momento, así que se lo dijo a su interlocutor. Total, era amigo de Nailah, así que sería buen tipo:
- Nuestro capitán está en el hielo de allí delante hablando con un Almirante de la Marina. Hemos firmado una tregua con ellos hasta que esa cosa deje de suponer un peligro. - afirmó señalando a la negra aguja que se alzaba ante ellos.
***
Una vez en el bloque de hielo, el cocinero se quedó junto a sus nakamas mientras el pelirrojo discutía el plan a seguir con el rubio Almirante. Sonriente, se puso manos a la obra para crear pequeñas raciones de diferentes tipos de queso que repartiría entre sus compañeros. Incluso, pese a que sabía que no le gustaba, intentaría dar un trozo a Therax, pues seguramente le resultaría útil llegado el momento. Mientras les daba su correspondiente trozo, les diría uno por uno:
- Guárdalo bien y, cuando tengáis delante un enemigo poderoso, cómetelo. Este queso te dará un gran poder durante un tiempo que tal vez sea la clave para que puedas vencerlo.
Para su capitán, dado que al ser quien dirigía a todos debía poder pensar con claridad, reservó un queso muy especial. Al entregárselo le recomendaría comerlo cuando necesitase pensar, diciéndole que le volvería más inteligente. No sabía si el pelirrojo elegiría comérselo en ese mismo momento para poder urdir un buen plan o esperaría, pero de cualquier forma le vendría bien.
- Resumen:
- - Contestar primero a Alviss y después a Vile.
- Llegar al bloque de hielo y quedarse junto a sus nakamas.
- Crear raciones individuales de varios quesos y dar un trozo a cada uno de sus nakamas, distribuidos así: para Spanner, Therax y Nailah un trozo de Manchego, para Luka uno de Parmigiano, para Nox y Alviss uno de Gouda, y para Zane uno de Emmental (ver descripciones en el siguiente spoiler).
- Quesos entregados:
- • Manchego: se trata de un queso contundente, de sabor fuerte y que llena el paladar. Un bocado y te ves capaz de aguantar lo que sea, por lo que otorga un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Resistencia durante 3 posts.
• Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
• Gouda: está tan bueno que correrás todo lo que puedas para conseguir un trozo más antes de que te lo quiten. Por ello otorga un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Velocidad durante 3 posts.
• Emmental: el queso más básico. Rico, suave y útil para cualquier tipo de plato. Ingerirlo producirá un notable aumento de las capacidades intelectuales (capacidad de razonamiento y deducción, lógica, etc) durante 5 posts, alcanzando el nivel de un genio. Sin embargo, también produce un pequeño efecto secundario: mientras duren sus efectos, cada vez que alguien diga algo que el consumidor considere obvio no podrá evitar responder: “El-Emmental, querido/a X”.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El arbóreo Almirante entretuvo a los presentes con una historia mientras el navío avanzaba bajo las aguas a través de las líneas enemigas. Aunque entretener era un verbo excesivamente generoso, pues Kenzo jamás había oído una historia tan aburrida y en la que pasasen tan pocas cosas. Por suerte el trayecto fue corto, y pocos minutos después de hundirse en el mar el acorazado emergió de nuevo junto a la Gran Aguja.
Nada más poner los pies en tierra el marine pudo ver que la situación no había mejorado lo más mínimo. De hecho, era si cabe peor aún. La batalla a sus espaldas, en el mar, era terrible. El ruido de los gritos, los cañones, la madera astillándose... era ensordecedor. Pero ante ellos se alzaba impertérrita la estructura que amenaza todo el North Blue. No eran pocas las personas que se adentraban ya en ella, y seguramente no todos con buenas intenciones. Tenían que impedir que alguien de corazón malvado se aprovechase de aquel terrible arma o desencadenase su poder, y era así mismo su deber encontrar al responsable de aquel caos y acabar con él. Así que, en el fondo, la decisión estaba tomada. Su siguiente paso debía ser entrar en la Aguja y tratar de destruirla, eliminando a quien quisiera impedírselo.
El espadachín se acercó al líder de su brigada, y con una voz que expresaba la ferviente decisión del brazos largos de servir a la justicia, dijo:
- Comodoro, no sé si estará de acuerdo, pero creo que debemos ir hacia el interior de la Aguja. El cabrón que la ha construido estará allí, así como muchos otros malnacidos que querrán utilizarla, y es nuestro deber acabar con todos ellos. ¿Qué opina?
Mientras esperaba la respuesta de Zuko, el marine vendado llevó la mano derecha a la empuñadura de Kurai Noroi. El momento de la verdad se acercaba.
Nada más poner los pies en tierra el marine pudo ver que la situación no había mejorado lo más mínimo. De hecho, era si cabe peor aún. La batalla a sus espaldas, en el mar, era terrible. El ruido de los gritos, los cañones, la madera astillándose... era ensordecedor. Pero ante ellos se alzaba impertérrita la estructura que amenaza todo el North Blue. No eran pocas las personas que se adentraban ya en ella, y seguramente no todos con buenas intenciones. Tenían que impedir que alguien de corazón malvado se aprovechase de aquel terrible arma o desencadenase su poder, y era así mismo su deber encontrar al responsable de aquel caos y acabar con él. Así que, en el fondo, la decisión estaba tomada. Su siguiente paso debía ser entrar en la Aguja y tratar de destruirla, eliminando a quien quisiera impedírselo.
El espadachín se acercó al líder de su brigada, y con una voz que expresaba la ferviente decisión del brazos largos de servir a la justicia, dijo:
- Comodoro, no sé si estará de acuerdo, pero creo que debemos ir hacia el interior de la Aguja. El cabrón que la ha construido estará allí, así como muchos otros malnacidos que querrán utilizarla, y es nuestro deber acabar con todos ellos. ¿Qué opina?
Mientras esperaba la respuesta de Zuko, el marine vendado llevó la mano derecha a la empuñadura de Kurai Noroi. El momento de la verdad se acercaba.
- Resumen:
- - Proponer a Zuko adentrarse en la Aguja.
Maki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El cartel pilló un poco por sorpresa a Maki. Para empezar, nada intentaba devorarle, lo que le parecía sumamente raro. No había grandes monstruos al acecho, ni armas apuntándole, ni peces bombilla babeando de hambre al verle... Tan solo el cartel, con sus brillantes y enormes letras que anunciaban a gritos la entrada secreta. Por un lado, tenía cierto sentido. ¿Por qué iba alguien a construir una entrada secreta a ningún sitio en el fondo del mar si luego no podía encontrarla? Era lógico poner alguna señal para poder dar con ella luego. Por otra parte, si aquello daba al otro lado del mar, ¿por qué no se salía el agua por el agujero hacia la otra parte? Algo había ahí que no cuadraba del todo.
-Será mejor que vaya a investigar -se dijo Maki, notando el sabor salado del agua que entraba en su boca.
Nota del director: Maki empezó a pensar en voz alta tras enfrentarse al villano conocido como Doctor Berenjena en la edición Deluxe del cómic "El Capitán Baba" en 1958.
Se acercó intentando pasar por debajo de las burbujas que subían. Allí el agua estaba un poco más calentita de lo que sería normal, seguramente por culpa del calor de ese cartel tan grande. Asomó la cabeza al túnel que se extendía hacia... hacia alguna parte. Llegados a ese punto ya daba un poco igual. Estaba tremendamente oscuro, pero no sería un problema para sus ojos, acostumbrados a moverse en la más negra penumbra. Aun así, y solo por precaución, arrancó una letra del cartel para iluminarse. Algo debió tocar, porque la letra dejó de brillar en cuanto la quitó de su sitio. Vaya trasto...
Nota del director: Maki suspendió todas las asignaturas del cursillo de electricidad que la policía le obligó a hacer después de mear en aquel parque infantil. En esa clase fue donde conoció a Zack Suky, conocido pirata y su futuro camello de tabaco, que por aquel entonces se llamaba Perdición de Fresa y trabajaba en un club de cabaret para caballeros de los suburbios de Nueva Orleans.
Las luces empezaron a encenderse nada más poner un pie en el túnel. En realidad parecía más bien un pasillo, todo muy bien construido y con instalación eléctrica. Para ser una entrada submarina, estaba muy bien apañada. Alguien se había tomado muchas molestias, por lo que sorprendía la falta de un felpudo o algún detalle de ese estilo. Él tenía uno en el cuartel de los Centellas en el que ponía "Toque fuerte el timbre, estoy comiendo", y era muy acogedor.
Nota del director: Al principio, en el felpudo de los Centellas iba a aparecer la frase "Jodidos niños, es que los mataba a todos", pero el estudio recibió presiones de diversos colectivos y optó por cambiarlo.
La puerta se cerró dándole un susto de muerte, y enseguida el agua empezó a desaparecer por algún sitio. ¿Se estaría yendo hacia el otro lado del mar? No, eso no tenía sentido. ¿O sí...? No, no lo tenía. Estaba casi seguro de que se encontraba en la gran torre malvada, aunque solo fuese porque en el otro lado del mar habría un cartel de bienvenida. Decidió no darle más vueltas y seguir avanzando. Ahí delante le aguardaba la gloria, la inmortalidad y, por encima de todo, su misión. La salvación del mundo dependía, de nuevo, de él. La humanidad clamaba por un salvador. Y dios sabía que Augutus Makintosh respondería a la llamada.
-Será mejor que vaya a investigar -se dijo Maki, notando el sabor salado del agua que entraba en su boca.
Nota del director: Maki empezó a pensar en voz alta tras enfrentarse al villano conocido como Doctor Berenjena en la edición Deluxe del cómic "El Capitán Baba" en 1958.
Se acercó intentando pasar por debajo de las burbujas que subían. Allí el agua estaba un poco más calentita de lo que sería normal, seguramente por culpa del calor de ese cartel tan grande. Asomó la cabeza al túnel que se extendía hacia... hacia alguna parte. Llegados a ese punto ya daba un poco igual. Estaba tremendamente oscuro, pero no sería un problema para sus ojos, acostumbrados a moverse en la más negra penumbra. Aun así, y solo por precaución, arrancó una letra del cartel para iluminarse. Algo debió tocar, porque la letra dejó de brillar en cuanto la quitó de su sitio. Vaya trasto...
Nota del director: Maki suspendió todas las asignaturas del cursillo de electricidad que la policía le obligó a hacer después de mear en aquel parque infantil. En esa clase fue donde conoció a Zack Suky, conocido pirata y su futuro camello de tabaco, que por aquel entonces se llamaba Perdición de Fresa y trabajaba en un club de cabaret para caballeros de los suburbios de Nueva Orleans.
Las luces empezaron a encenderse nada más poner un pie en el túnel. En realidad parecía más bien un pasillo, todo muy bien construido y con instalación eléctrica. Para ser una entrada submarina, estaba muy bien apañada. Alguien se había tomado muchas molestias, por lo que sorprendía la falta de un felpudo o algún detalle de ese estilo. Él tenía uno en el cuartel de los Centellas en el que ponía "Toque fuerte el timbre, estoy comiendo", y era muy acogedor.
Nota del director: Al principio, en el felpudo de los Centellas iba a aparecer la frase "Jodidos niños, es que los mataba a todos", pero el estudio recibió presiones de diversos colectivos y optó por cambiarlo.
La puerta se cerró dándole un susto de muerte, y enseguida el agua empezó a desaparecer por algún sitio. ¿Se estaría yendo hacia el otro lado del mar? No, eso no tenía sentido. ¿O sí...? No, no lo tenía. Estaba casi seguro de que se encontraba en la gran torre malvada, aunque solo fuese porque en el otro lado del mar habría un cartel de bienvenida. Decidió no darle más vueltas y seguir avanzando. Ahí delante le aguardaba la gloria, la inmortalidad y, por encima de todo, su misión. La salvación del mundo dependía, de nuevo, de él. La humanidad clamaba por un salvador. Y dios sabía que Augutus Makintosh respondería a la llamada.
Rainbow662
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Arribor atrapó la concha antes de que se precipitase al vacío. A Franklin le habría molestado mucho que le dejase caer... otra vez. De hecho, aquella habría sido la segunda ocasión; la primera, la morsa cayó al mar desde un globo aerostático a cientos de metros de altura. Ni siquiera recordaba el cruel capricho del destino que hizo que volvieran a reunirse.
-Oye, ¿qué haces con el mono? -le preguntó al rubio. Si tanto le gustaban los bichos peludos, no tenía problema con que se lo quedara, pero más le valía no dejar que le mordiera. La saliva de mono era venenosa, todo el mundo lo sabía, y encima tenían piojos. No quería a ese bicho cerca-. Eres un poco rarito, ¿sabes?
Y hablando de raritos, Arribor se resignó a atrapar el avión. Le lanzó un gancho hecho con sangre para dejaro colgando de su cintura hasta que pudiese dejarlo en algún sitio y despiezarlo. Era un poco engorroso, pero el tejón se quejaría si no le conseguía su juguete. Él no quería para nada un avión, pero si impedía que Zack fumase durante diez minutos, pues perfecto. Empezaba a perder el sentido del olfato con tanto humo.
-Pero coge solo un trozo, ¿eh? No quiero tener que cargar con esto todo el día. Además, seguro que ahí dentro tienen más cosa de estas. Y con suerte no apestarán a mono -dedicó una mirada fulminante al macaco que sobaba a... Diablos, ¿cómo se llamaba ese tipo?
Advirtió de que no pensaba cambiarle los pañales al mono, y luego, con sus modales más refinados, instó a sus dos acompañantes a ir hacia la torre antes de que les atacase una oveja o algo así. No podía creerse que alguien como Krauser fuese realmente el causante de todo aquello. Era lo que decían los rumores, pero él no se lo creía. No podía imaginarse a ese tipo tan siniestro y aterrador construyendo algo así y llenándolo de monos voladores, armas inútiles y a saber qué más. Estaba claro que su enemigo era otra persona, aunque no era importante quién fuese mientras no se tratara de él.
Al fin y al cabo, Krauser era la única persona capaz de dar miedo a Arribor Neus.
Reunió la sangre que había usado para crear bases por las que Zack pudiese moverse y la reabsorbió, dejando únicamente una delgada plataforma de un metro de diámetro. Sería suficiente. Luego, sin perder de vista al esquivo guaperas que no parecía cansarse de patear el aire, se dirigió hacia esa cosa que llamaban "Aguja" confiando en que ninguna estupidez más se cruzase en su camino.
-Por cierto, ¿cómo puñetas te llamas?
-Oye, ¿qué haces con el mono? -le preguntó al rubio. Si tanto le gustaban los bichos peludos, no tenía problema con que se lo quedara, pero más le valía no dejar que le mordiera. La saliva de mono era venenosa, todo el mundo lo sabía, y encima tenían piojos. No quería a ese bicho cerca-. Eres un poco rarito, ¿sabes?
Y hablando de raritos, Arribor se resignó a atrapar el avión. Le lanzó un gancho hecho con sangre para dejaro colgando de su cintura hasta que pudiese dejarlo en algún sitio y despiezarlo. Era un poco engorroso, pero el tejón se quejaría si no le conseguía su juguete. Él no quería para nada un avión, pero si impedía que Zack fumase durante diez minutos, pues perfecto. Empezaba a perder el sentido del olfato con tanto humo.
-Pero coge solo un trozo, ¿eh? No quiero tener que cargar con esto todo el día. Además, seguro que ahí dentro tienen más cosa de estas. Y con suerte no apestarán a mono -dedicó una mirada fulminante al macaco que sobaba a... Diablos, ¿cómo se llamaba ese tipo?
Advirtió de que no pensaba cambiarle los pañales al mono, y luego, con sus modales más refinados, instó a sus dos acompañantes a ir hacia la torre antes de que les atacase una oveja o algo así. No podía creerse que alguien como Krauser fuese realmente el causante de todo aquello. Era lo que decían los rumores, pero él no se lo creía. No podía imaginarse a ese tipo tan siniestro y aterrador construyendo algo así y llenándolo de monos voladores, armas inútiles y a saber qué más. Estaba claro que su enemigo era otra persona, aunque no era importante quién fuese mientras no se tratara de él.
Al fin y al cabo, Krauser era la única persona capaz de dar miedo a Arribor Neus.
Reunió la sangre que había usado para crear bases por las que Zack pudiese moverse y la reabsorbió, dejando únicamente una delgada plataforma de un metro de diámetro. Sería suficiente. Luego, sin perder de vista al esquivo guaperas que no parecía cansarse de patear el aire, se dirigió hacia esa cosa que llamaban "Aguja" confiando en que ninguna estupidez más se cruzase en su camino.
-Por cierto, ¿cómo puñetas te llamas?
Osuka Sumisu
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Tranquila, nada más llegar a suelo firme los sacaré de aquí -le prometió a Annie-.
Podía escuchar al submarino chirriar, y también notaba como otros submarinos le adelantaba, pero no era tan exagerado como se pensaba en un principio. Como mucho el viaje se retrasaria un par de minutos, si fueran de vuelta le preocuparia, pero de ida se lo podrían medio permitir. Aquella lata gigante no era lo que dijera espaciosa y podia escuchar cada ruido que hacían sus tripulantes, incluidos las charlas de sus compañeros. Por un momento hizo algo que un gesto que el Osu de hace dos años no hubiese hecho; hacer una oración. Entrelazando los dedos y con los ojos cerrados, dedicó unas palabras mentalmente a cualquiera que hubiese ahí arriba, no exigiendo detener aquel apocalipsis, pero si almenos que todos sus compañeros salieran de allí con vida.
Se le hacía raro aquella sensación. Las personas que le acompañaban estaban más motivadas que el Oficial. Antes de enterarse del retorno del demonio de la niebla, era la motivación en persona; era el primero en entrar en el combate y el último en salir, se enfrentó a enemigos con los que otras personas hubiesen estado jodidos. Que demonios, incluso trajo a una legión indesmoralizable en las narices del gobierno en Gray Rock. ¿Entonces porque no conseguía ponerse las pilas de una puta vez?
- Un equipo… -repitió lo que dijo Edward, pero en una voz casi inaudible-. Nosotros también soliamos serlo, Krau.
El submarino dio señal de que habían llegado al destino y las tropas empezaron a desplegarse. Osu empezó a sacar aquellos bloques comprimidos de piedras con pequeñas patas, haciendo que el submarino hiciera un chirrido, no se sabe si de resentimiento o gratitud por quitarle aquel peso de encima.
Delante de sus narices solo había una gran puerta de metal, y a su lado un panel con unico boton. Por un momento pensó en pulsarlo con la mano abierta, pero hoy la vena inconsciente era mejor contenerla.
- Ed -llamó a su segundo al mando y espero a que se acercara-. ¿El mapeado dice algo de un unico boton para abrir esa puerta? Es decir, me parece muy raro que esté la manera de entrar tan fácil.
Su segundo al mando era un chico espabilado en aquellos casos, pero si irremediablemente el no sabia nada, cogería el mapa de las instalaciones. Quiza tambien tuviera detalles de los sistemas de las puertas.
Podía escuchar al submarino chirriar, y también notaba como otros submarinos le adelantaba, pero no era tan exagerado como se pensaba en un principio. Como mucho el viaje se retrasaria un par de minutos, si fueran de vuelta le preocuparia, pero de ida se lo podrían medio permitir. Aquella lata gigante no era lo que dijera espaciosa y podia escuchar cada ruido que hacían sus tripulantes, incluidos las charlas de sus compañeros. Por un momento hizo algo que un gesto que el Osu de hace dos años no hubiese hecho; hacer una oración. Entrelazando los dedos y con los ojos cerrados, dedicó unas palabras mentalmente a cualquiera que hubiese ahí arriba, no exigiendo detener aquel apocalipsis, pero si almenos que todos sus compañeros salieran de allí con vida.
Se le hacía raro aquella sensación. Las personas que le acompañaban estaban más motivadas que el Oficial. Antes de enterarse del retorno del demonio de la niebla, era la motivación en persona; era el primero en entrar en el combate y el último en salir, se enfrentó a enemigos con los que otras personas hubiesen estado jodidos. Que demonios, incluso trajo a una legión indesmoralizable en las narices del gobierno en Gray Rock. ¿Entonces porque no conseguía ponerse las pilas de una puta vez?
- Un equipo… -repitió lo que dijo Edward, pero en una voz casi inaudible-. Nosotros también soliamos serlo, Krau.
El submarino dio señal de que habían llegado al destino y las tropas empezaron a desplegarse. Osu empezó a sacar aquellos bloques comprimidos de piedras con pequeñas patas, haciendo que el submarino hiciera un chirrido, no se sabe si de resentimiento o gratitud por quitarle aquel peso de encima.
Delante de sus narices solo había una gran puerta de metal, y a su lado un panel con unico boton. Por un momento pensó en pulsarlo con la mano abierta, pero hoy la vena inconsciente era mejor contenerla.
- Ed -llamó a su segundo al mando y espero a que se acercara-. ¿El mapeado dice algo de un unico boton para abrir esa puerta? Es decir, me parece muy raro que esté la manera de entrar tan fácil.
Su segundo al mando era un chico espabilado en aquellos casos, pero si irremediablemente el no sabia nada, cogería el mapa de las instalaciones. Quiza tambien tuviera detalles de los sistemas de las puertas.
Scarlett F. Jones
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al fin después de tanto luchar contra los enemigos nuestro navío por fin alcanzó nuestro destino. Grandes muros protegían aquel aparato que amenazaba con acabar con el mundo conocido. Sin embargo, los informes de los agentes resultaron ser ciertos pues un agujero de tamaño considerable nos daba la oportunidad de adentrarnos al interior del recinto. En el lugar habían llegado más marines y otros compañeros del Cipher Pol los cuales se preparaban para el asedio. Algunas personas dudaban de si entrar o no, yo por mi parte iba a adentrarme pues para eso justo había venido. No paraba de preguntarme que habría dentro pues era seguro que habrían trampas y puede que más bastardos que matar. Tenía que hacerlo no solo por salvar a todos sino también por aquellos que dieron su vida por este momento. No podía dejar que sus sacrificios fueran en vano.
-¿Vamos, Jiren? Ahora toca infiltrarnos dentro de ese demonio. Puede que encuentres más rivales dentro o algo con lo que luchar - Dije animando a mi compañero ya que parecía mostrar interés en pelear con todo el mundo.
Antes de bajar del barco, pedí a los encargados de la munición que me otorgaran munición para mis armas. Me quedaba poca para lo que me esperaba dentro y era bueno asegurarse tener con que protegerse. Hecho esto, me reuní con los demás que ya aguardaban en frente del agujero. Se podía sentir numerosas emociones en el ambiente, la mayoría miedo pero también había esperanza en algunos ojos. Aguardaba poder luchar codo con codo con alguna leyenda de la Marina o del Cipher Pol ahí dentro. Siempre era bueno para ganar prestigio y ascender dentro de la jerarquía. Era una de las cosas que mi padre me había enseñado durante mi entrenamiento, impresionar a los altos cargos. Ahora solo quedaba aguardar órdenes para poder entrar en el infierno.
-¿Vamos, Jiren? Ahora toca infiltrarnos dentro de ese demonio. Puede que encuentres más rivales dentro o algo con lo que luchar - Dije animando a mi compañero ya que parecía mostrar interés en pelear con todo el mundo.
Antes de bajar del barco, pedí a los encargados de la munición que me otorgaran munición para mis armas. Me quedaba poca para lo que me esperaba dentro y era bueno asegurarse tener con que protegerse. Hecho esto, me reuní con los demás que ya aguardaban en frente del agujero. Se podía sentir numerosas emociones en el ambiente, la mayoría miedo pero también había esperanza en algunos ojos. Aguardaba poder luchar codo con codo con alguna leyenda de la Marina o del Cipher Pol ahí dentro. Siempre era bueno para ganar prestigio y ascender dentro de la jerarquía. Era una de las cosas que mi padre me había enseñado durante mi entrenamiento, impresionar a los altos cargos. Ahora solo quedaba aguardar órdenes para poder entrar en el infierno.
Erik Carter
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La historia era muy extraña, pero Erik la disfrutó, no todos los días escucha uno las anécdotas de un árbol.
Apenas había terminado su taza de té, rodeado de cada vez más marines que se arremolinaban, como era lógico, en torno al almirante, cuando el navío emergió frente a la aguja. Sin esperar un segundo, Erik desembarcó de un salto y, en cuanto sus pies tocaron tierra, suspiró. Sería Marine, pero como usuario, navegar no era su pasatiempo favorito.
La situación era tensa, la batalla tras el grupo era cruenta y salvaje, pero eso no era cosa suya. Un gran contingente de hombres valientes se había quedado atrás para asegurar que ellos llegaban a la aguja. Eran los protagonistas, y debían cumplir con su parte.
-¿Qué clase de pregunta es esa, amigo? -Dijo con un tono excesivamente jovial mientras le daba un toque en el hombro al brazos largos. -Hemos venido directos a la aguja con ese único objetivo, nada puede echarnos atrás ahora. Nuestros camaradas nos cubren la espalda ahí fuera, no hay de qué preocuparse. -Como siempre, acompañó su frase con su mejor sonrisa mientras apuntaba con un dedo hacia la carnicería... En el momento exacto en que uno de los múltiples navíos que se enfrentaban era envuelto en una llamarada y posteriormente engullido por el mar.
Aunque parezca increíble, el joven no se inmutó por la explosión, pues estaba seguro de que todo iba bien, de alguna forma.
Apenas había terminado su taza de té, rodeado de cada vez más marines que se arremolinaban, como era lógico, en torno al almirante, cuando el navío emergió frente a la aguja. Sin esperar un segundo, Erik desembarcó de un salto y, en cuanto sus pies tocaron tierra, suspiró. Sería Marine, pero como usuario, navegar no era su pasatiempo favorito.
La situación era tensa, la batalla tras el grupo era cruenta y salvaje, pero eso no era cosa suya. Un gran contingente de hombres valientes se había quedado atrás para asegurar que ellos llegaban a la aguja. Eran los protagonistas, y debían cumplir con su parte.
-¿Qué clase de pregunta es esa, amigo? -Dijo con un tono excesivamente jovial mientras le daba un toque en el hombro al brazos largos. -Hemos venido directos a la aguja con ese único objetivo, nada puede echarnos atrás ahora. Nuestros camaradas nos cubren la espalda ahí fuera, no hay de qué preocuparse. -Como siempre, acompañó su frase con su mejor sonrisa mientras apuntaba con un dedo hacia la carnicería... En el momento exacto en que uno de los múltiples navíos que se enfrentaban era envuelto en una llamarada y posteriormente engullido por el mar.
Aunque parezca increíble, el joven no se inmutó por la explosión, pues estaba seguro de que todo iba bien, de alguna forma.
- Resumen:
- Seguir dando muestras de la ataraxia patológica de Erik, sonreír al vendas y esperar.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.