Bizvan y Tobias vs Elena y Tseng

Los revolucionarios no tardaron en caer uno tras otro al recibir nuestros ataques, consiguiendo que el número de sus filas se redujera de forma estrepitosa a un número alarmante. Si seguíamos así tendríamos la victoria al alcance de la mano, sentenciando a los pobres desdichados a quedar en el olvido de una batalla frugal mientras nosotros proseguíamos en la interminable lucha por detener la aguja. Dudaba que le quedase mucho tiempo al denominado Jinete para su puesta en marcha, por lo que cada segundo que desperdiciábamos con la carne de cañón era decisivo para nuestros enemigos, así que tras centrar mis prioridades decidí hacer caso omiso de las palabras del tipo que intentaba justificarse ante la pregunta de uno de los presentes y comencé a prepararme para seguir con nuestra empresa. Me parecía estúpido gastar tan solo una milésima de segundo en el tema... Aunque una vez más, el querer no coincidió con el poder, ya que los problemas no tardaron en buscarnos.

Gracias a años de práctica pude mantener mi rostro impertérrito ante los hechos y palabras del nuevo grupo. No era de los que gastaban saliva en palabras estúpidas cuando había una misión que cumplir. Simplemente me limitaba a eliminar o esquivar los problemas con los que me iba topando hasta acabar con mi cometido, así que este no iba a ser un caso excepcional. Solo me preocupaba acabar con el obstáculo lo más rápido posible y sufriendo lo mínimo posible, por lo que nada más que estos avanzaron tras las palabras de la pelirrosa me adelanté un par de pasos de mi nakama, cogiendo algo de impulso así como alejándome un poco de él, y realicé una sucesión de patadas que sesgaron el aire en distintos ángulos formando unas potentes ondas cortantes que fueron hacia la pareja.

Eran un total de seis, abarcando distintos ángulos y trayectorias en un intento de dificultar su evasión, así como para frenar su avance. Aunque no era la única razón, ya que también esperaba averiguar que tipo de habilidades defensivas poseían nuestros adversarios.

Cosicas:

—Solo cuando el mundo muere, puede la humanidad aprender de sus errores —dice Tseng a la par que chasquea los dedos.

Un escudo enorme aparece flotando delante de él y bloquea las ondas enviadas por Tobias, levantando una pequeña humareda por el fuerte impacto. Cuando esta se disipa puede verse el escudo agrietado, claramente afectado por el golpe, pero aquel que lo convocó y su compañera siguen intactos, al menos por ahora.

—Este es tu bautismo de fuego, Elena.

—L... Lo sé...

Parece nerviosa y con algo de miedo, pero enseguida se lleva la mano al bolsillo de la chaqueta para sacar una pistola y empieza a correr hacia Bizvan. Abre los ojos de golpe al ver como se dirige hacia ella la onda cortante, y entonces el escudo que hasta hace un momento flotaba delante de Tseng, sale volando a ponerse delante de Elena, bloqueando la onda y siendo destruido en el proceso. Elena respira con profundidad, paralizada.

—Recuerda esto, Elena. Son el brazo armado de quienes te arrebataron a tu familia. Solo merecen la muerte.

Elena asiente, habiendo ganado fuerzas por las palabras de su superior. Apunta a Bizvan con su pistola y dispara tres balas seguidas.

Tseng mira entonces a Tobias mientras se ajusta los puños del traje. Sus ojos os transmiten una furia helada. Chasquea los dedos con ambas manos y el escudo vuelve a aparecer a su izquierda, pero a su derecha aparece ahora, también flotando, una enorme espada de caballero que mide tanto como una persona.

—Que el mejor caballero venza esta justa —jura a Tobias.

Parece que le deja hacer un ataque más.

Mi ataque fue rápido y certero, cubriendo posibles huidas y refrenando un posible avance por parte de la pareja, pero entonces el tipo uniformado chasqueó los dedos y un escudo enorme se materializó ante ellos defendiéndolo de mis devastadores ataques.

Tampoco es que esperase acabar tan rápido con el enfrentamiento, no porque no quisiese hacerlo, sino porque nunca salían las cosas tan bien como nos había pasado con el grupo de revolucionarios de hace unos momentos. Aunque no por eso me sentí menos molesto por la facilidad con la que había desechado mi técnica. No pude evitar sentir como todo el trabajo que había tenido que empeñar para desarrollarla había sido despreciado con la misma facilidad con la que había montado su defensa, por lo que antes siquiera de que este se plantase a la espera de un nuevo ataque tras sus palabras yo ya estaba preparándolo.

- Veamos como lidias con esto - pensé mientras alzaba las manos al aire y expulsaba un montón de sirope por estas hacia arriba.

La amalgama de color parduzco no tardó en avanzar sobre el hombre mientras el ambiente se cargaba de un fuerte olor dulzón que se impuso durante un instante al olor de la batalla. El mismo tiempo que dicha amalgama se iba diviendo en trozos más pequeños que iban rodeando al trajeado desde el aire. Era momento de comprobar cuantos escudos podía crear a la vez, así como la resistencia de estos, por lo que tras dividir el chorro de sirope utilicé mi técnica Control para convertirlo en decenas de agujas puntiguadas que no tardaron en adquirir una nueva trayectoria descendente hacia el tipo de los chasquidos desde trescientos sesenta grados al mismo tiempo que el sirope se tornaba del tono metálico de mi haki armadura. Gracias a mi control sobre mi elemento, como por mi excelente puntería, esperaba que no pudiese huir, ya que corregería su trayectoria para que no lo hiciese.

Si tenía suerte terminaría ensartado por todos lados y podría centrarme en ayudar a mi nakama una vez que cayese, pero si daba la casualidad de que conseguía formar alguna defensa en torno a él lo suficientemente resistente como para que no pudiese atravesarla, entonces confiaría y esperaría a que cuando la desmontase se viese impregnado de sirope, ya que tras cada impacto, siempre que no consiguiesen atravesar su defensa, dejaría que el líquido dulce volviese a su estado natural sobre la defensa que montase.

Cosas usadas:

Bizvan, la bala que has desvíado con tu espada explota. A esa distancia no te ha hecho daños serios, pero si que notas una leva quemadura en la mano de la espada. Y tus oídos pitan durante un rato por el potente ruido de la explosión. parece que son balas explosivas.

Tseng lleva la espada hacia atrás y, colocando el brazo hacia delante, el escudo se coloca justo delante de él. La espada disminuye en tamaño hasta alcanzar el de una espada normal, sin embargo, el del escudo aumenta. Ahora es lo suficientemente grande como para cubrirse por completo de las agujas lanzadas, que se quedan clavadas en el escudo y las pocas que consiguen atravesarlo, han perdido fuerza y no siguen avanzando con la potencia inicial. El escudo vuelve a disminuir en tamaño, manchado del sirope, a la par que la espada vuelve a adquirir el gran tamaño que antes tenía.

—Un ataque simple... Como era de esperar. —Su escudo desaparece y enseguida aparece uno nuevo, totalmente limpio de sirope. Parece que no se fía mucho de tener un escudo lleno de tu elemento. Se gira al escuchar las palabras que Bizvan le dice a Elena—. ¡Escucha como te amenazan! Esa es la nobleza de la marina que acabó con tu familia, Elena. ¡Vengalos!

Y tras eso mueve el brazo derecho hacia delante y, como un misil, su espada sale disparada hacia Tobias. Algo te dice que es capaz de mover esa espada mucho más que solo de esa forma.

Elena lleva la otra mano al bolsillo al ver el extraño clon y saca una segunda pistola, apuntando hacia delante. Dispara a ambos Bizvan a la vez a la par que va caminando hacia atrás, algo asustada pero con convicción por las palabras de su compañero y mentor. Vacía ambos cargadores a una velocidad que parece increíble, casi como si se tratasen de metralletas y no de pistolas. Parece que la chica es una buena tiradora. En cuanto vacía los cargadores los suelta de sus pistolas y caen al suelo. Empieza a correr en círculos rodeando a los Bizvan a la par que se lleva ambas pistolas al cinturón, que ahora ves está lleno de cargadores, para recargarlas.

No pude evitar fruncir el ceño durante un segundo cuando comprobé como una vez más la defensa del trajeado aguantó mi ataque sin problemas. Incluso se molestó en menospreciarlo en voz alta tras desechar el escudo cubierto de sirope, el cual no tardó en reemplazar por otro mientras increpaba a su compañera a que no mostrase piedad ante mi nakama.

Las palabras no tardaron en quemarme la garganta, amenazando con romper mi normal entereza durante los combates si contestaba. A mí tampoco me gustaba que tocasen a los míos, pero entonces recordé fugazmente las palabras que me dijo Kim durante uno de nuestros entrenamientos. Perder los nervios significaba perder el combate, por lo que me tragué cada palabra de odio que cruzaba mi mente y me centré ante lo que tenía enfrente. Ahora mismo lo único importante era sobrepasar este obstáculo y proseguir hacia delante, ya que debíamos estar muy cerca de que todo llegase a su fin y no podíamos permitir perder los estribos ni el tiempo, así que comencé a analizar rápidamente la situación en busca de una forma de actuar con la que desequilibrar a mi enemigo.

Por lo que había mostrado hasta ahora solo podía crear un escudo y una espada al mismo tiempo, teniendo que variar el tamaño de estos inversamente proporcional para sus defensas, así que cuando vi aumentar la espada otra vez de tamaño intuí que se preparaba para atacar esta vez.

No me quedaba tiempo para seguir pensando mientras me mantenía estático, por lo que tuve que hacer acopio de toda mi concentración y entereza mientras enfrentaba el espadón que sesgaba el viento con su avance hacia mi posición. Veía dos opciones de actuar ante su ataque. Una en la que me valía del Rokushiki para evadirlo con una contorsión que me quitase de la trayectoria del arma, mientras que con la otra solo tenía que recurrir a mi vieja guardia logia y deshacerme en un charco para evadirlo. Cualquiera de las dos opciones era viable, por lo que tras sopesarlo una milésima de segundo me decanté por la segunda opción y rápidamente comencé a transformarme en una amalgama gigante de color parduzco que atravesó el arma con total limpieza y sin ningún esfuerzo.

No me gustaba mostrarle a mi enemigo la condición de mi akuma tan, pero si quería tener una oportunidad de realizar la siguiente parte en la que había pensado no me quedaba otra que hacerlo, ya que para activar mi siguiente técnica debía de empezar en un charco de sirope, el cual no tardó en crecer de nuevo formando mi andrógina silueta un total de seis veces.

-Veamos que tal se te da desdoblarte... Si es que puedes - pensé al mismo tiempo que ordenaba que tres de los clones se lanzasen a toda velocidad a por la rubia, con la intención de que la flanqueasen para acto seguido que usasen la técnica Sweet Shot sobre ella, pero evitando a Bizvan.

Con esto no solo quería ayudar a mi nakama para que tuviese un desahogo, sino obligar al tipo a que volviera a tener que intentar defender a la joven mientras yo me acercaba con la misma velocidad, junto a los dos clones que me quedaban, a por él. Avanzaríamos en formación triangular invertida, siendo yo la cúspide que se encontraba más atrasada. Desde allí centraría mi mantra, ya recuperado, sobre él para prevenir sus siguientes movimientos al mismo tiempo que les ordenaba a los clones a ir cada uno a un flanco y lanzar cada uno una poderosa patada que formaría cada una un Rankyaku.

Gracias a mi posición algo retrasada con respecto a los clones podía esperar a que mi enemigo bloquease o intentase esquivar mi ataque, momento que aprovecharía para lanzarme sobre él mientras generaba dos enormes mazos de sirope endurecido, de en torno los dos metros cada uno, que se tornarían de un tono metálico carmesí. Era una extraña peculiaridad que pasaba con mi haki armamento cuando usaba el endurecimiento, pero el pequeño efecto visual que adquiría era una nimiedad con el poder destructivo que ganaba a cambio, con el cual esperaba poder soprepasar la defensa del trajeado con dos portentosos golpes en horizontal en un intento de espachurrarlo.

Datos:

—¡No! —grita Tseng, enviando el escudo a cubrir a Elena de los ataques de los clones de Tobias.

Eso lo deja desprotegido, por lo que recibe los Rankyaku de lleno, haciendo que grite de dolor al cielo. Ve venir tu maza de sirope endurecida y, cuando esta cae, impacta duramente con algo. El impacto deja escapar a su alrededor una potente onda expansiva y rayos que suelen verse cuando chocan dos hakis de similar poder. Cuando esto termina puedes ver bajo tu maza que ahora tu enemigo esta cubierto de una enorme armadura y que el yelmo, donde impactó la maza, esta cubierto de haki.

—Tu habilidad te da el poder de ser un asesino rastrero... La mía me da el poder de ser un caballero honorable. ¿Quién vence aquí?

El escudo, que ya ha protegido a Elena de los Tobias, vuelve a él pero esta vez no levita y lo coge con la mano, siendo este de un tamaño normal al igual que su espada. Te dirige un golpe con el escudo para alejarte de él a la par que la espada también llega a su otra mano. Se alza como un enorme caballero de tres metros de altura. Una torre que te observa amenazante.

Elena se cubre los oídos tras el grito, pero eso no le impide girarse enseguida y disparar a los clones de Tobias con las balas explosivas. Vuelve a mirar enseguida a Bizvan, respirando profundamente y muy atenta a cualquier movimiento. Parece que no quiero atacar, pero está dispuesta a defender.

Mi táctica funcionó a la perfección y mi contrincante no pudo desblodarse ante ella, por lo que no le quedó otra que sacrificar su propia defensa para salvar a su compañera de mi salva dulce, haciendo que los rankyakus que los clones habían lanzado impactasen sobre su cuerpo lacerándolo. Ya podía sentir como la victoria se cernía sobre mí al igual que lo hacía mi imponente mazo sobre él, buscando quebrar su cráneo de un solo golpe y acabar con su vida, pero entonces todo se frenó de golpe.

-¿¡Qué cojones!? - pensé sorprendido durante un instante cuando sentí la poderosa fuerza de choque que ocasionó el golpe.

Antes de que la nube de polvo se esparciera dejando ver la imponente armadura del espadachín ya sabía que algo había detenido mi golpe, por lo que rápidamente preparé mi defensa a la espera de un ataque que no tardó en llegar, aunque con tal desgana que no fue difícil de esquivar. Más bien parecía que solo quería alejarme de él para que viese como su tamaño crecía hasta proporciones desmesuradas mientras pronunciaba su discurso.

El muy cabronazo no dudaba en despreciarme mientras ensalzaba su propia figura, pero no por ello pensaba dejarme frustar. Si uno quería vivir muchos años como espía del CP era más que necesario aprender a controlar tus sentimientos a la perfección, o incluso modificarlos por otros cuando la situación lo requería, por lo que ese simple ataque verbal no consiguió que me despitase del combate ni un segundo, sino que aproveché ese descuido mientras él hablaba para pensar y preparar mi siguiente moviento.

Con un movimiento rápido y ágil desaté el nudo que sujetaba a Pesar a mi cintura y me lo ajusté firmemente a mi mano derecha mientras hacía que los clones que quedaban en pie diesen vueltas alrededor del coloso en un intento de distraerlo y al mismo tiempo que el mazo volvía a su estado natural.

-Ahora vas a ver lo rastrero que soy - pensé mientras alzaba mi mano libre para acto seguido lanzar un potente chorro de sirope a propulsión en dirección a la cabeza de mi enemigo, con la intención de cegarlo como de desestabilizarlo, mientras ordenaba a los clones de sirope que se lanzasen a sus pies para acto seguido volverlos a su estado natural.

Mi intención era cubrirlo de arriba a abajo con mi elemento, intentando envolverlo en una especie de bola de sirope que no tardó en volverse muchísimo más pegajoso de lo que ya era gracias a mi técnica Sutikkī. Si conseguía mantenerlo más o menos quieto, o al menos lo suficiente entretenido como para que no me prestase atención, me lanzaría con mi excelente velocidad hacia él con la intención de propinarle varios puñetazos con la mano enguantada; siendo estos un total de cuatro. Dos dirigidos a su pierna izquierda y otros dos en el brazo con el que empuñaba la espada. Estos no llevaban nada de fuerza, ya que mi intención era solo tocarlos mientras activaba la habilidad de mi guantelete.

Gracias al control sobre mi elemento haría hueco para que Pesar no se viese afectado por este cuando fuese a golpearlo, así que una vez realizado el combo, si es que llegaba a realizarlo, volvería a alejarme unos metros de mi enemigo a la espera del resultado de mi táctica. Con un poco de suerte habría reducido su movilidad casi por completo, por lo que acabar con él sería más fácil. Aunque por otro lado si nada sucedía como yo esperaba confiaba en mi mantra para poder reaccionar ante una ofensiva de este y poder defenderme antes de realizar el siguiente paso del plan que había ideado.

Cosas no mencionadas con anterioridad y otros datos:

Off rol:

La mano de Tseng que sujeta la espada se mueve hacia delante. La espada levita delante de su mano y empieza a girar a toda velocidad en el aire, bloqueando y desviando el sirope lanzado en su dirección. Un poco de sirope mancha su armadura en pequeños sitios, pero nada serio, al menos de momento. Los golpes de Tobias impactan con el escudo, puesto enfrente en el último momento. Durante un instante parece que el escudo le pesa de más y su yelmo lo observa, sorprendido. Sin embargo, parece que no será suficiente. El escudo desaparece y enseguida hace aparecer uno nuevo. En este momento os fijáis, en el tercer escudo, que todos ellos tienen aspectos distintos. Tal vez signifique algo. Alza su espada, directo a dar un ataque hacia Tobias, sin embargo un grito de mujer hace que se detenga.

Elena, que intentó saltar hacia atrás para evitar el ataque, ha fracasado. Un reguero de sangre ha salpicado el suelo y la pared en un arco trazado por la espada de Bizvan. Su cuerpo cae de espaldas al suelo, partido en dos. Respira, agitadamente, sufriendo. Sus ojos se llenan de lágrimas y, finalmente, muere.

—¡¡ELENA!! —grita el hombre bajo su armadura.

Justo cuando grita, una onda expansiva sale de él y choca contra vosotros. No os empuja, pero en cuanto os toca sentís algo. Sentís que no deberíais haber hecho eso. El suelo tiembla y llamas negras lo rodean durante un instante. Cuando todo termina veis como su armadura, que hasta ahora tenia un aspecto normal y de tono plateado, es ahora negra y luce una capa roja. El escudo ya no está y su altura ha pasado de ser de tres metros a cinco.

Tseng Black Knight:

—La crueldad del gobierno no conoce límites... Una niña... Durante un instante confié en que vuestros delirios de grandeza y honor fuesen reales y tuvieseis cierta decencia con ella. Que le enseñaseis que estaba equivocada y que la venganza no era la solución. Me equivoqué. —Se coloca en posición de batalla, apuntandoos con la espada—. Ahora su sangre descansa en mis manos.

Parece que la batalla de verdad acaba de empezar.

Una vez más solo conseguí llenar el ambiente del olor dulzón de mi sirope, que se entremezclaba con el hedor de la muerte causando un cóctel olfativo de lo más peculiar, y desgastarme con una táctica absurda que solo sirvió para que mi contrincante cambiase de escudo tras interceptar los golpes que había lanzado con Pesar. Cada vez que lo cambiaba, su aspecto también lo hacía, por lo que no pude evitar preguntarme que podía significar eso. Quizás tenía un número limitado de ellos o quizás cada uno escondía distintas habilidades... Aunque fuese cual fuese el caso, dado como se tornó la situación, importaba poco.

Bizvan había acabado con la vida de la pistolera y el caballero no tardó en entrar en cólera. Sin previo aviso una onda expansiva salió despedida de su cuerpo mientras unas llamas negras lo envolvían de forma frenética. Tanto la onda como el instinto me hizo retroceder unos metros de mi enemigo. Estaba claro que lo que se avecinaba no iba a ser bueno para nada, por lo que puse tierra de por medio a la espera de su próximo ataque, intentando preveer cual podía ser su siguiente movimiento, pero entonces un profundo pesar tiñó mis pensamientos de culpa por la muerte de la rubia al mismo tiempo que el escudo del caballero se volvía más grande y su armadura se tornaba oscura.

Durante un instante tuve que reprimir una lágrima que amenaza con derribar años de autocontrol de un plumazo, pero por suerte el discurso del caballero consiguió enardecerme lo suficiente como para que los dos sentimientos se contrarrestaran lo suficiente como para que pudiese retomar el control de mí mismo... Aunque no por eso pude hacer lo mismo con mi lengua esta vez, por lo que terminé contestando al jodido moralista.

- ¡Cállate la puta boca! - espeté malhumorado mientras generaba sirope a toda velocidad a traves de mis pies. -¿¡Cómo cojones eres tan hipócrita!? Solo te importa la muerte de tu compañera porque había lazos que te unían a ella... ¿¡Pero y qué pasa con la vida de todos los habitantes de este mar que pretendéis destruir¡? - proseguí sin parar el flujo del elemento que estaba generando, formando así un enorme charco a mi alrededor que iba extiéndose cada vez más, empapando el suelo de la misma forma que lo hacía el enfado sobre mis palabras. -¿¡Acaso todas esas personas no merecen vivir por los delirios de grandeza de tu asqueroso líder!?¿¡Acaso su futuro vale menos que el de ella!? Porque yo creo que no, así que mientras sigas cortándonos el paso no me importa cuantas veces detengas mi ataques... Te enfrentaré una y otra vez hasta que te sobrepase, porque no pienso rendirme cuando hay tantas vidas en juego.

El momentos de las palabras había pasado y ahora tocaba actuar, por lo que pasé mi atención a mi elemento de nuevo. Podía sentir cada gota que había generado durante todo el combate como si fuese una parte más de mí. Ya fuesen los goterones iniciales que habían servido como salva inicial o los clones ya desechos en distintos puntos estaban conectados a mí. Manipulables ante un simple pensamiento para volverse tan duro como un escudo o tan afilado como un buen acero, incluso cambiando su consistencia para volverlse pegasoso como una tela araña o tan elástico como lo goma; por lo que con esa seguridad en mente me centré en todo el sirope que estaba generando, junto al generado, y dejé que mi rabia y pesar fluyese por mi elemento junto a una ardiente intención mientras hacia que todo este se arrastrase hacia mi enemigo desde todos lados.

Estaba dispuesto a sobrepasar mis límites durante este combate en el que nada de lo que ya dominaba no funcionaba, así que estaba dispuesto a probar algo nuevo, focalizando todo mis sentimientos en el empeño mientras me centraba en la composición misma de la marea dulce que se arrastraba en busca de mi enemigo, intentando que cada gota que la componía friccionasen entre sí en un intento de generar calor entre ellas. Quería elevar la temperatura del sirope lo máximo posible sin que este perdiese su cualidad líquida, para acto seguido intentar que el mar dulce comenzase a cubrir al caballero negro hasta cubrirlo entero, buscando que mi elemento se colase por cada rendija o cavidad por mínuscula que fuera en el intento de que no quedase nada por cubrir.

Si mi nueva técnica funcionaba el caballero no tardaría en sufrir terribles quemaduras por cada gota que se colase, aunque si por otro lado no lo hacía tampoco me importaba, ya que dudaba que pudiese defenderse de todo el líquido de todos los ángulos... Y menos con un arma cortante o cubriéndose con su enorme escudo, ya que lo que tenía el líquido es que avanzaría por cada hueco por minúsculo que fuese y más haciendo yo que avanzase de forma inexorable hacia su objetivo. Una vez estuviese cubierto, tanto por dentro como por fuera, confiaba que la armadura no fuese estanca, activaría mi ámbito sobre mi elemento para intentar espachurrar cada centímetro de su cuerpo.

Datos:

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Si el hombre reacciona ante las palabras de Tobias no lo sabeis, pues su rostro es tapado por su yelmo. En cuanto el sirope toca su armadura y lo aprieta podéis escuchar como grita de dolor. El ataque de Bizvan corta la armadura limpiamente, superando asi su dureza. Sin embargo podéis ver como en el último momento ha salido de la armadura por detrás, salvándose por muy poco. Su traje esta quemado por varias zonas y parece tener nuevas cicatrices. Respira con profundidad a la par que la armadura dañada desaparece. Parece que va a atacaros, pero en el último momento mira hacia arriba.

La aguja tiembla y parece que va a derrumbarse. El hombre grita "¡No!" y se marcha corriendo, dando increibles saltos directos hacia arriba. Parece que alguien ha parado los planes preparados para la aguja y esta está cayendo. Lo mismo deberiáis marcharos antes de que se os caiga todo encima.

[Disculpad la tardanza. El combate ha terminado debido a que el final del capítulo apremia. Podéis hacer vuestro último post en esta última ronda en el tema principal. Tobias, nos gustaría que la técnica que pides esté algo más detallada en cuanto a la temperatura que puedes alcanzar, para así poder discernir si te la concedemos o no]