[Quinta Ronda] Zuko Kasai vs. Katharina Von Steinhell

Descripción aproximada de la arena del torneo:

Había tenido que rechazar a los últimos patrocinadores. Si bien aceptó la anterior, no le quedaba otra pues no tenía más ropa de combate. Pero, ¿botas militares? ¿En ese terreno? No no no no. Además, Zuko no se vendía. Sin embargo, se quedó con el qipao. Después de todo, seguía queriendo mantener una imagen de monje serio y callado, como la había empezado en el anterior combate. Le divertía fingir de aquella manera que era uno de los monjes que aparecían en las historias de su isla natal. El suelo era embarrado, lo cual le estaba irritando bastante.

Sin embargo, empezó con su paripé. Como allí no había edificios por los cuales posarse de forma ominosa tuvo que conformarse con el Tai Chi. Arte marcial de relajación practicada en los monasterios de meditación de Reddo, era algo que había hecho en su juventud incontables veces. Recordaba los movimientos a la perfección. Separó ambas piernas, flexionadas, y empezó a mover los brazos en acompasados y lentos movimientos.

Aunque lo hacía como una broma, lo hacía de verdad. Sus movimientos no eran forzados, pues iban acompañados del viento y brisa que los rodeaban. Zuko sabía que los grandes maestros seguían al viento con sus manos porque, tarde o temprano, conseguirían que el viento siguiese los suyos. Había oído historias de poderosos monjes y maestros capaces de controlar el aire igual que en su isla controlaban el fuego, aunque nunca fue algo que el dragón llegase a controlar.

Una vez llegase Katharina, su contrincante, juntaría ambas manos y se inclinaría en una reverencia, todavía imitando a los monjes de Reddo. Entonces, tal como le había hecho a Lysbeth en la ronda anterior, recitó uno de los proverbios que solía decir su tío.

—Cuando el sabio señala a la luna, el necio mira el dedo.

Y entonces se colocaría en posición de combate, esperando a que su enemiga hiciese el primer ataque.

Estaba enfrentando el inevitable interrogatorio de Ivan cuando la esperanza llegó a iluminar su vida. Un hombre pequeño y robusto de piel morena y ojos rasgados se presentó a la habitación de Katharina, llevando consigo una invitación. Aprovechó la oportunidad para posponer las preguntas del vampiro y prestó falsa atención a las palabras del desconocido. Pero fue entonces que sus ojos emitieron un brillo en forma de estrellas: estaba siendo invitada a participar en un concurso de comida. Lo único que tenía que hacer era comer y sacarse fotos con los clientes. El mensajero se había disculpado por no haberle entregado la carta antes, puesto que la competencia se realizaría dentro de una hora. Una buena noticia tras otra: no sólo tendría comida gratis, sino que también podría huir de Ivan.

—Te deseo suerte en tu próximo combate, Ivan, y cuidadito con que te vayan a quemar —le dijo como si diera por hecho que no se encontrarían dentro de los próximos días. Sin siquiera esperar la respuesta del hombre, la bruja salió corriendo de la habitación en busca del restaurante.

Cuando llegó fue recibida entre aplausos y sonrisas, como si fuera una especie de heroína que todos querían conocer. ¡Pero qué estupidez! Se sentía profundamente ofendida cuando la gente creía que era buena persona. ¡Era un monstruo sin alma ni corazón! ¡Y ponía a cocinar niños cuando nadie la veía! No, espera, no era esa clase de bruja. Tomó asiento frente a la gran mesa y esperó a que la competencia iniciara. Las reglas eran sencillas: debía acabar cada platillo en menos de un minuto y quien no pudiera comer más, adiós. Les echó un vistazo a sus contrincantes: todos parecían ser expertos en los concursos de comida. Incluso algunos se mofaron de Katharina, pues era tan delgadita que daba la impresión de que explotaría en un par de rondas.

Tardó cinco segundos en devorar el primer platillo; tres el segundo y cuatro el tercero. Estaban deliciosos, aunque la salsa de yogurt no terminaba de convencerle. Era una combinación un tanto… extraña. Sus contrincantes le miraron sorprendidos, perplejos, atónitos, pero cuando recuperaron la compostura se abalanzaron sobre sus platillos. Poco a poco sus oponentes fueron cayendo, aunque la competencia acabó luego de once horas y cuarenta y siete minutos con trece segundos. La bruja había perdido su esbelta figura al devorarse más de cien platillos. Sintió mucha vergüenza al sacarse fotos en ese estado, pero todo sea por seis meses de comida gratis en donde haría quebrar la famosa cadena de restaurantes. Joder, sí que lo haría.


Tanta comida le hizo pasar el resto de la semana en el baño con fuertes dolores de estómago, y debía agradecer que se sentía bien para combatir. Y también por haber evitado las preguntas de Ivan. Aún no estaba preparada para decirle por qué se había marchado de la isla, dejando atrás únicamente una nota prácticamente en blanco. Marcus le obligó a pedir ayuda a los doctores contratados por el organizador para tratar sus problemas digestivos. También aprovechó la oportunidad de regañarle por haberse zampado un centenar de platillos en ¿qué? ¿Ocho putas horas? «Eres un monstruo, Kath, de verdad lo eres», le había dicho el moreno.

Si bien había perdido una buena parte de su interés por el torneo tras casi matar a su mejor amigo, no podía evitar sentirse decepcionada con el combate anterior. Este acabó antes de tiempo cuando ni siquiera había desenvainado su espada, terminando en otro empate. Bueno, eso le pasaba por contenerse demasiado. Todos sus oponentes habían demostrado ser increíblemente frágiles y, como no quería andar partiendo cuerpos por la mitad, evitaba golpear con todas sus fuerzas. Sin embargo, cuando se enteró de que el vicealmirante Kasai Zuko sería su próximo oponente su rostro se ensombreció y un aura de muerte invadió su cuerpo. No tenía nada en contra de ese hombre más allá de pertenecer al cuerpo militar que tanto repudiaba. Se había convencido de no tomarse en serio el torneo para intentar divertirse, pero dudaba de poder hacerlo cuando tendría a un vicealmirante frente a sus ojos.

Katharina vestía el traje de bruja que le habían regalado los patrocinadores: un sombrero de ala ancha y pico retorcido con una cara maléfica grabada, una túnica corta y sin mangas que acababa pasado la cintura, y unas calzas ajustadas que dejaban sus muslos a la vista. En la vaina negra con kanjis rojos se hallaba Fushigiri, esperando a ser blandida para. Y en la vaina plateada dormía la Hoja de Argoria. La espadachina transformó esta última pieza en una inmaculada katana plateada cuya hoja debía alcanzar el metro cincuenta, siendo casi tan larga como la propia hechicera. Su índice derecho portaba el Anillo de Jade de Levi y también llevaba oculta la Prototipo Minicannon, por si las cosas se salían de control.

Desconocía las habilidades de su oponente, de hecho, no había visto ningún video de los otros combates y aún no sabía quiénes eran todos los participantes. Y tampoco lo necesitaba. Por el bien del propio vicealmirante, cuestión que le importaba poco y nada, intentaría convencerle de retirarse de la pelea. Y así lo hizo luego de comprobar el escenario: un pantano asqueroso que había arruinado sus botas. ¿Acaso no tenía suficientes razones ya para estar enojada?

—No deberías soltar frases que ni siquiera pareces comprender —le espetó luego de escuchar las palabras del imponente hombre que casi parecía un semigigante—. Ya debes saber quién soy, pero de igual manera he de presentarme. Mi nombre es Katharina von Steinhell. También debes saber que odio al Gobierno Mundial, a la Marina y a cualquiera que esté relacionado con esos corruptos de mierda. —Sus palabras vomitaban frustración y furia; sus ojos, expresaban un oscuro odio—. Te daré una oportunidad, vicealmirante Kasai Zuko, una sola. Y sugiero que lo tomes como un acto de buena fe. Retírate del combate antes de que sea demasiado tarde, de lo contario, no prometo poder contenerme lo suficiente para no matarte.

Las ganas que pudiese tener de combatir y pasarlo bien se desvanecieron por completo cuando la oyó hablar. Maravilloso, le había tocado alguien que iba las veinticuatro horas con un palo metido en el culo. No pudo sino alzar una ceja de incredulidad al escuchar su verborrea, propia de alguien que no conocía nada sobre el mundo. Muy seguramente una pirata de moral propia de una novela de aventuras y fantasía, que idealizaba conductas violentas y peligrosas, mientras criticaba a las fuerzas del orden que protegían al civil de a pie de locos, como ella, que gritaban "libertad" cuando querían decir "dejadme matar y robar como me salga de los cojones".

Suspiró. El público estaba expectante, rugiendo y demandando que empezase el combate. Pudo escuchar a alguien gritar "cállate ya, loca, y empieza a pegar" de forma que bien podría quedarse afónico. Acomodó los pies en el suelo, sintiendo el blando fango que tanto le irritaba. Casi tanto como la mujer que tenía delante. Nunca había conocido a nadie con tanto ego. Ni siquiera Dexter Black, el hombre que montó una gigantesca estafa para fingir su muerte con el único objetivo de que todo el planeta pusiese los ojos en él, solía decir cosas como aquella.

Sin embargo, en el caso de Dexter Black ese ego estaría justificado, pero... No podía verlo en ella. ¿Qué esperaba? ¿Que la reconociese y decidiese retirarse con el rabo entre las piernas? Si era una persona que valoraba tanto la fama y los méritos debería pensar que tenía delante al hombre que derrotó a un ex-almirante, que ascendió como un cohete desde su primer día como cadete, llegando a ser vicealmirante en muy poco tiempo. Al menos eso, debería haberle hecho pensar que ese tipo de intimidación podría no funcionar.

Pero por lo visto no lo hizo. Por lo que solo podían ser dos cosas. O esa mujer valoraba sus méritos, que el dragón no conocía, por encima de los demás o que tan solo tenía ojos para su propio ombligo. Ninguna de las dos era una buena señal. No dudaba que, habiendo avanzado tanto en ese torneo, debía ser una persona poderosa. Sin embargo, aquel tipo de ego podía llegar a destruirla tarde o temprano. La mujer lo había acusado de soltar frases que el dragón no llegaba a comprender, pero Zuko había pasado suficiente tiempo con su tío Iroh y aprendiendo de sus enseñanzas como para saber lo que allí había ocurrido de verdad: Zuko había señalado a la luna, y Katharina había mirado al dedo.

—Lo siento, pero no sé quien eres. Encantado de conocerte, de todas formas.

Dio un fuerte puñetazo al aire. Una potente y gigantesca onda de choque fue directa a una velocidad brutal hacia Katharina, levantando a su paso barro y agua en un enorme surco en el suelo. Sin embargo, el ataque del dragón no se detuvo ahí. Utilizando su soru desapareció de donde estaba y se colocó detrás de Katharina, levantando con sus propios pies el barro del suelo. Dirigió un fuerte puñetazo a su costillar, que iría seguido de un codazo a la cabeza y una patada a la columna. Después de dar aquellos golpes, impactasen o no, utilizaría su fuego para propulsarse a partir de sus pies y manos para girar sobre si mismo en el aire y alejarse de ella, tomando cierta distancia antes de saber como peleaba la mujer.

«Conque así serán las cosas, ¿eh?», se dijo a sí misma. Soltó un suspiro al escuchar la respuesta del vicealmirante y no prestó oído a las quejas del público. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que le importó lo que la gente dijera de ella. Tampoco era necesario apresurarse. Una lástima que el marine no supiera que ella también había estado del otro lado de la acera. Luchó por el estandarte de la justicia e incluso arriesgó su vida en más de una ocasión. Siendo apenas una recluta conocía el rostro y las recompensas de los hombres más peligrosos del mundo, y cualquiera que ostentara una recompensa de 900 millones definitivamente suponía un peligro.

—Está bien, monje, luchemos.

No tuvo siquiera tiempo de desenvainar a Fushigiri puesto que su oponente lanzó un puñetazo al aire, uno tan poderoso como para levantar una ola de barro, plantas y agua que acompañó una destructiva onda de choque. Cuánta fuerza debía tener el vicealmirante para pretender dañarle a esa distancia… Sin tomar riesgos innecesarios, la hechicera alzó la mano izquierda y conjuró una barrera de haki. La buena noticia es que había frenado la onda de choque; la mala, es que había perdido de vista al vicealmirante.

Un sentimiento de alarma erizó sus cabellos y unos nítidos presagios aparecieron en su cabeza. Gracias a su mantra permanentemente activo pudo reaccionar al astuto ataque del marine. Su oponente tenía casi el doble de alcance, pero también era mucho más lento en comparación a la espadachina. Y con movimientos tan simples como ese jamás lograría darle. Ladeó en cuarenta y cinco grados su dorso al mismo tiempo que el puño se dirigía hacia su cuerpo, haciendo que este golpease el aire. Pero se obligó a usar su mano derecha imbuida en haki para detener el codazo que buscaba su mentón. El impacto generó una diminuta onda que lastimó sus oídos, haciéndole perder el equilibrio por unas centésimas de segundo.

El vicealmirante no tenía lo necesario para engañar su mantra. La hechicera había visto ya a través de sus movimientos, sin embargo, perder el equilibrio en el último momento comprometió su defensa. Al no tener el soporte necesario se vio obligada a endurecer su pierna izquierda para frenar la potente patada de su oponente. La armadura tan negra como el alma de una bruja consiguió reducir a nada la fuerza puesta en ese ataque.

—¿Esto es todo lo que tienes…? —le preguntó, soltando un atrevido bostezo—. Apostaría a que te va mejor con los proverbios.

A pesar de hacerse la chula debía reconocer la fuerza de ese hombre, escuchar lo que su Voz gritaba a los cuatro vientos. Si pretendía ganar ese combate lo suyo era usar la cabeza, al menos así evitaría romper el frágil cuerpecito de su oponente. Primero, estudió su postura. Era evidente que correspondía a la de un artista marcial con un molesto alcance debido a la diferencia de estaturas, pero también podía aprovecharlo a su favor. Bastó un vistazo para descubrir los puntos débiles y las aperturas en su defensa. Después, analizó el terreno en donde estaba. Un pantano era el lugar perfecto para engañar los sentidos de un hombre, sobre todo la vista. Y se le había ocurrido una buena idea, una muy divertida.

«Los proverbios suenan bien, monje, pero no hay mejor maestro que una dosis de realidad», pensó para sí.

La energía mágica fluyó a través de sus venas y sus ojos emitieron un brillo violáceo. Entonces, un rugido corrió por el campo de batalla y un instante después comenzaron a nacer estatuas de barro en distintos puntos. Eran verdaderas gárgolas cuidadas con lujo detalle, incluso la conjuradora se ocupó del agua que escurría por las irregularidades de la formación a medida que emergían como colosos pétreos. Tampoco olvidó grabar una expresión terrorífica en sus rostros.

Las más grandes, de unos cuatro metros de alto, se adueñaron de las esquinas del estadio, mientras que las pequeñas se repartieron en distintos puntos casi de manera aleatoria. Cada uno de los monstruos llevaba largas lanzas, comprometidos a proteger su ubicación puesto que el verdadero secreto yacía en los portales de tonalidades violetas y en forma de huevo que había escondido en dos de las ilusiones de las esquinas. Si el vicealmirante usaba el haki de observación sobre las estatuas, se llevaría la sorpresa de que estas tenían la misma presencia que Katharina.

—Bueno, aquí voy…

Concentraría la fuerza en sus piernas para realizar un movimiento instantáneo a la mitad de su velocidad máxima, buscando pegarse al cuerpo de su oponente a la altura del estómago. Disminuyendo la distancia entre ambos se desharía de la ventaja que proveía su alcance. Una vez lo suficientemente cerca, giraría sobre su propio talón para propinarle una patada endurecida a las costillas con la intención de mandarle al centro del estadio. Por supuesto, no se olvidaba de esas llamas que usaba a modo de propulsión. Si volvía a usarlas, usaría los ]Pasos Veloces para seguir su movimiento y golpearle.

El impacto de la última patada no consiguió moverla, chocando contra su haki que, al no haber utilizado el dragón ninguno, anuló su fuerza. Aunque no el impacto en si, pues el choque provocó una corriente de aire que se movió en la dirección a la que iba la patada que, si bien no pudo moverlos a ninguno de los dos, sus ropas y cabellos fueron violentamente sacudidas. En ocasiones normales, ante aquella parada, el dragón habría sonreido, teniendo delante a un rival digno. Pero después de lo que había dicho no podía hacerlo. Era totalmente incapaz de pasarlo bien como lo haría combatiendo con Zane o Therax, pues sabía que su moral estaba cargada de veneno y odio.

Cuando se alejó de ella utilizando el fuego, observó como empezaban a brillar sus ojos y a sacar del suelo enormes colosos de barro. ¿Tenía un poder similar al de Osuka? Fuera como fuese, tardó unos segundos en hacerlo, dando a Zuko el tiempo para rodearse de llamas y cambiar a su forma híbrida. Enormes y anchas alas crecieron a su espalda, a la par que su estatura alcanzaba los tres metros, acentuando todavía más la diferencia entre ambos. Una gruesa cola terminada en pelo rojo se mecía a su espalda, sus cabellos negros se habían enrojecido y bailaban lentamente en su cabeza, casi como si flotaran, como si de una lenta llama se tratase. De su frente salieron dos astas azules, coronando su cabeza como las de un ciervo.

La sintió venir. Saltó hacia atrás propulsándose con el fuego, dándole unas décimas de segundo más para poder reaccionar. Su brazo se vio ennegrecido, aplicando aquella intensidad extra de haki que el dragón solía usar cuando quería todavía más protección, aunque hiciese que se agotase ligeramente más rápido de usarlo. El brazo endurecido chocó contra el talón endurecido de la pirata y el golpe hizo que el dragón se moviese a un lado... unos diez centímetros.

El haki de la mujer era superior, eso estaba claro. Sin embargo, sus duras escamas, su resistencia aumentada por su forma híbrida y su propio haki con endurecimiento extra habían evitado que aquel golpe lo mandase demasiado lejos, aunque el impacto había sido fuerte y muy posiblemente le provocase un feo moratón en el brazo. El vicealmirante entonces aprovechó que seguían cerca y la posible confusión que podría sentir al verlo transformarse y no moverse tanto como esperaría y, sin tardar una sola décima de segundo extra, echó la cabeza hacia atrás y dirigió un cabezazo endurecido con haki con todas sus fuerzas a la frente de la pirata. Entonces, en el caso de que el golpe la mandase lejos, utilizaría su fuego para para propulsarse con sus alas y seguirla, pues no quería dejarla respirar un solo segundo lejos de él.

Su intención era no distraerse con los colosos de barro. Su contrincante era ella y mantendría las distancias cortas en todo momento, siempre buscando golpearla con su mayor baza: su fuerza física y acorazada resistencia.

Antes de abalanzarse sobre su oponente le vio transformarse, adoptando una imagen imponente que haría retroceder prácticamente a cualquiera. Los cuernos en su cabeza, la enorme cola que salía de su culo —bueno, esperaba que no fuera tan literal…— y los más de tres metros de altura, eran suficientes para hacer temblar de miedo a un novato. Sin embargo, la hechicera había visto toda clase de monstruosidades y a esas alturas de la vida un usuario zoan no era una sorpresa. En todo caso, tampoco atacaría descuidadamente ni se regalaría. Podía ser arrogante y orgullosa pero no idiota.  

Al mismo tiempo que el talón de la espadachina se encontraba con el brazo del marine, las estatuas de barro se desplazaban lentamente hacia el centro del campo de batalla. Las más grandes eran muchísimo más lentas que las pequeñas, y estas últimas estaban formando una especie de cordón entre sí. Cada paso hacia delante hacía retumbar el fango y generaba pequeñas ondas en el agua. De la misma manera, los portales que había conjurado se desplazaban con ellas. Era cuestión de tiempo para quedarse con la victoria, pero necesitaba esperar un poco más.

Su mantra continuamente activo le alertó de las intenciones del vicealmirante. Sintió la ilusión del dolor en su cabeza, vio el inminente choque y entendió lo que suponía: la derrota. Un movimiento sencillo, pero con una fuerza monstruosa, una fuerza propia de la bestia en la que se había transformado el marine. En el momento en que Kasai echó la cabeza hacia atrás, la espadachina desenvainó en una fracción de segundos la Hoja de Argoria y la empuñó con su mano izquierda. Desprendía un brillo metálico muy oscuro y una llama violeta con pintas fantasmagóricas fluctuaba a través del filo, expresando su Corazón de Fantasma.

Tomó una gran bocanada de aire, reafirmó su postura para mayor estabilidad y aguardó el ataque para contrarrestarlo con la Novena Danza. Cuando la cabeza ennegrecida del dragón chocó con el acero de su arma, sintió la diferencia de fuerzas en su brazo. Estuvo a punto de soltar la katana plateada, pero eso significaba la derrota. La onda de choque generada por el impacto provocó un cráter en el suelo, mientras el barro y las plantas volaban por los aires. Entonces, le devolvió el favor. A modo de contraataque, finalizando la maravillosa danza, soltó todo el aire guardado para la defensa y lanzó una patada endurecida con haki de armadura a la rodilla derecha del marine. Para ello usó toda la fuerza que pudo reunir en su postura actual con la intención de, como mínimo, dislocársela.

—Luego dicen que yo soy la bruta… —susurró para sí misma luego de dirigir el contraataque sin importar si había surtido efecto o no. Entonces, dejó caer su mantra sobre el dragón.

Volvió a usar el movimiento instantáneo para retroceder y escapar de su oponente. Era rápido, pero no lo suficiente para superar la velocidad de la espadachina.

—Se ve que eres un hombre bueno y justo, un hombre del que el mundo entero se enorgullecería —comenzó a decirle al mismo tiempo que volvía a reunir energía mágica. De un momento a otro, decenas de cadáveres empezaron a emerger de las lodosas aguas para quedarse flotando en ellas. La mayoría vestía un deteriorado uniforme de la Marina, y algunos no superaban los quince años de edad—. Me gustaría decir que sentí lástima cuando mi espada atravesó sus corazones y rasgó sus gargantas, pero qué va. Sus miserables vidas ni siquiera figuran en la lista de cosas que llegarían a importarme. ¿En serio piensas que la justicia existe cuando son los hombres como tú los que envían a morir a jóvenes como estos? —le preguntó entonces, y mientras hablaba conjuraba un portal de entrada y de salida escondido en otra de las estatuas de mayor tamaño—. Dime, vicealmirante Kasai Zuko, si tuvieras la oportunidad de dar tu vida a cambio de la de ellos, ¿lo harías? Tengo dominio sobre la vida y la muerte, así que si estás dispuesto… Ten la seguridad de que sus pobres familiares te lo agradecerán.

La hechicera no se movería, no, usaría a los colosos de barro para dirigir los movimientos y controlar la posición de su oponente, pero de una manera disimulada. No quería que se diera cuenta de sus verdaderas intenciones. Si este le seguía de cerca, las gárgolas más cercanas se desplazarían a una velocidad sobrehumana y se interpondrían en su camino. Cuidaría el más mínimo detalle de un posible impacto, la forma en cómo se destruirían en un estallido de arcilla y lodo, incluso el sonido al romperse. Pero al mismo tiempo las otras usarían sus lanzas para buscar al dragón, obligándole a retroceder hasta el centro del estadio.

Había parado su cabezazo con su espada, con una velocidad de reacción bastante rápida. Puede que demasiado rápida, incluso. Vio venir la patada de la pirata. El haki armadura de la mujer era, sin duda, más fuerte que el suyo. Sin embargo, eso no quitaba el tiempo que Zuko había pasado entrenando el suyo, casi especializándose en él, siendo capaz de imbuir cualquier parte de su cuerpo en muy poco tiempo. Y eso hizo. Su pierna entera se tornó negra, aplicando aquella intensidad y endurecimiento extra que utilizaba cuando de verdad necesitaba parar algo.

El impacto de voluntades provocó que su pierna se moviera un poco, que una enorme onda de choque saliese disparada en dirección de la patada y que el aire pareciese romperse con una divergencia en el punto de contacto. Sin embargo, una vez más, la dura coraza de sus escamas evitó que el daño fuese demasiado grave, sumado a su haki de armadura. Sus escamas eran capaces de soportar los golpes más fuertes y, si bien se veía que la mujer tenía una gran fuerza física, no era su punto clave. Sus fortalezas estaban en otros ámbitos.

Observó como se alejaba. Era muy rápida y era muy posible que no pudiese igualar su velocidad, ni siquiera utilizando aquella de sus técnicas que le otorgaba ese mismo atributo. Sin embargo... No importaba lo rápida que fuese, pues en el cielo reinan las sierpes aladas. Entonces la oyó hablar. Cerró el puño, mientras escuchaba sus palabras y veía lo que empezaba a salir del suelo a su alrededor. Visiones sin presencia, fantasmas... Ilusiones. Frunció el ceño. Jamás había odiado tanto a nadie en toda su vida. Puede que tuviese delante a una persona muy poderosa, pero recordando a todos los piratas que había conocido, lo tuvo más claro que nunca: Era una novata.

Se enorgullecía de sus asesinatos, de su brutalidad, de haber acabado con niños a sangre fría. Y aún así tenía la valentía de intentar inclinar la balanza moral a su favor, insinuando que la culpa era del marine. Podría responderle, podría decirle que la culpa era de ella y de nadie más, pero no funcionaría. Ese tipo de piratas no eran más que escoria, utilizando la excusa de "pero ellos más" para querer salir indemnes de las más horribles atrocidades. Sin embargo, no quiso darle esa satisfacción. Abandonó su posición de combate y la miró fijamente.

—Me aburres —le dijo moviendo un brazo a un lado, soltando una potente onda de choque ígnea a donde estaban aquellas zafias ilusiones de los cadáveres que intentaban imitar a sus nobles compañeros de profesión—. Se te llena la boca hablando de corrupciones y opresiones, pero te enorgulleces de asesinar a jóvenes inocentes. Aquí no hay más opresor que tú, Katharina. —La señaló a la par que sus alas se extendían por completo a sus espaldas, mostrando la verdadera grandeza y alcance de un dragón—. Combatir contra Zane al menos fue entretenido.

Sus alas se vieron envueltas en poderosas llamas. Batió las alas, levantándose del suelo a la par que dejaba donde él estaba una potente onda de fuego que se expandía en un círculo con él en el centro. Alzó el vuelo con fuerza y velocidad y, cuando hubo alcanzado los siete metros de altura, empezó a lanzar ondas cortantes desde sus pies hacia el suelo. Hacia Katharina, hacia las ilusiones, hacia los golems de barro, hacia el suelo en si... Muchas y muy rápido, todas ellas cargadas de llamas, con forma de fénix en vuelo, mostrando la grandeza del Emperador Fénix.

Su propósito era evaporar el agua de los charcos. Levantar una nube de vapor que dificultase la visión de su oponente. Sin embargo... ocurrió algo que no pudo haberse esperado. El fuego se extendió en una explosión que hizo temblar el suelo y las paredes, alcanzando casi todo el estadio y ascendiendo. El dragón se cubrió la cara, siendo empujado hacia atrás un poco por la potencia de la explosión, pero estabilizándose en el aire enseguida.

¿Por qué explota?:

Sonrió ante las palabras del dragón, preguntándose si alguna vez había soltado la palabra “opresión” en todo lo que iba de combate. ¿Será que al final el hombre sí había oído hablar de su nombre? En cualquier caso, no estaba ahí para entretener a ese idiota y debía agradecer que aún conservaba su cabeza. ¿Enorgullecerse de asesinar a jóvenes inocentes? Vaya, el vicealmirante tenía el común denominador de la mayoría de los marines: la estupidez. A lo largo de su vida había quitado muchas vidas, pero a esos monstruos no se les podía llamar inocentes. Violadores, torturadores, políticos corruptos, asesinos… Había una larga lista de basura que había quitado del mundo. Aunque también marines, por supuesto.  Además, cualquier hombre capaz de empuñar un arma debe estar preparado para morir.

—¿Quieres que me ponga a hacer malabares y me suba a una pelota para entretenerle, señorito? —le preguntó con una sonrisa divertida. Y al instante todos los cadáveres desaparecieron, no así las gárgolas de barro.

Cuando el vicealmirante alzó el vuelo, la bruja desenvainó a Fushigiri y cortó la onda ígnea que fue en su dirección. Las palabras del dragón, la acusación que había hecho y el nombre que había pronunciado… Al final le era imposible reprimir todo el odio que tenía guardado. Al mismo tiempo que el marine lanzaba un fénix a velocidades alarmantes, el cuerpo de la hechicera empezaba a desprender una bruma densa y oscura, comportándose casi como una llama, manifestando la Voluntad de la Reina Bruja. Y cuando la primera de las muchas ondas llegó una espada ennegrecida la cortó. No obstante, inmediatamente después una sucedió a la primera y luego otra la segunda, y así hasta que una lluvia de fuego se cernía sobre Katharina.

Sentía el dolor en sus brazos al desviar las ondas cuyos remanentes causaban pequeños cortes en distintos lugares de su cuerpo: estómago, rostro y muslos. Tampoco podía hacer nada para evitar el fuego que saltaba hacia ella, y poco a poco retrocedía producto de la potencia de esos auténticos proyectiles. Sin embargo, la lluvia se detuvo antes de que pudiera hacer mella en la perfecta defensa de la bruja.

—No me digas que es todo lo que-

Una estruendosa explosión de llamas interrumpió y ahogó sus palabras, siendo devorada por el infierno que el dragón había provocado. Instintivamente cerró los ojos para no quemárselos. El rugido por poco destruyó sus tímpanos y la onda de choque le mandó a volar, estrellándola contra el muro del estadio. Si sus músculos no fueran tan resistentes como lo eran, seguramente se habría roto tantos huesos que le sería imposible continuar el combate. Pero lo peor fue el fuego… Sufrió quemaduras prácticamente en todo su cuerpo, quedando con feas manchas salvo en su rostro y brazos. Dolía, dolía mucho. El oxígeno combustionado hacía que respirar fuese difícil, y las altas temperaturas quemaban sus conductos respiratorios. Sus ropas fueron reducidas a unos pocos paños que cubrían sus partes íntimas y el sombrero que tanto le gustaba fue deflagrado a nada.

Grandes y pequeñas llamaradas permanecían en el campo de batalla, flotando sobre el agua como si fueran una cosa sobrenatural. Y la espadachina era consciente de la oportunidad que tenía en frente. Salió con el cuerpo dolorido de la tumba de escombros, y en el momento en que lo hizo tosió sangre. Sus rodillas estuvieron a nada de encontrar el suelo, pero su fuerte orgullo y su inquebrantable voluntad le impidieron humillarse frente al mundo, frente al vicealmirante. Y al mismo tiempo que alzaba una salvaje mirada rebosante de odio, una mirada que buscaba venganza, el entorno empezaba a colapsar ante su devastadora presencia.

Primero cambiaron sus ojos, encarnando un salvajismo genuino y tornándose amarillentos, y luego su cabello que pasó a ser tan dorado como las nueve largas colas de zorro que nacieron de su espalda. Sus uñas se transformaron en auténticas garras y sus colmillos aumentaron de tamaño. Dos puntiagudas y peludas orejas aparecieron en su cabeza, siendo mucho más sensitivas que sus oídos humanos. Y cada paso que daba hacia delante hacía rugir el suelo. Los músculos de sus piernas se volvieron más fibrosos, aumentando considerablemente su velocidad. Ahora la bruja era una zorra devora fuego.

Sus colas, de metro y medio cada una, buscaron las llamaradas cercanas y comenzaron a devorarlas. Una sensación de alivio le reconfortó al mismo tiempo que algunas quemaduras desaparecían de su cuerpo. Era un intercambio interesante, ¿no? El fuego se extinguía a cambio de sanarse a sí misma. ¿Por qué durante el estallido de llamas no se dañaron sus brazos ni su rostro? Bueno, la respuesta se hallaba en lo que estaba haciendo ahora: tenía la capacidad de absorber el fuego y usarlo para sanar sus propias heridas.

—¿Intentas matarme, vicealmirante? —le preguntó con el ceño fruncido y una mirada carente de humanidad.

«Creo que una vez más será matar o morir, Ivan».

Las gigantescas gárgolas de piedra fueron las únicas que sobrevivieron al tener más energía mágica. Estas alzaron el vuelo a una velocidad sobrehumana, posicionándose en distintos puntos en función del vicealmirante. Una de ellas se ubicó sobre la cabeza del hombre; otra, en su espalda y la siguiente a cuarenta y cinco grados en relación a esta; la última, se posicionó en diagonal a la tercera. En caso de que el marine comenzara a moverse, las gárgolas harían lo mismo manteniendo la posición designada por Katharina. Entonces, una sonrisa llena de maldad se dibujó en su rostro, una sonrisa que inició el vals de la muerte.

Sus espadas completamente negras desprendían un espectáculo de luces como ningún otro. Corazón de Fantasma fluctuaba en forma de una llama violácea y fantasmagórica, mientras que las Llamas del Remordimiento desprendían un fuego azul con chispas carmesíes. Ni siquiera le importaba cómo haría su oponente para evitar la tormenta que estaba a punto de caer sobre él. Su mera presencia deformaba el entorno, volviéndolo pesado y agrietando el suelo.

La espadachina flexionó las piernas y luego desapareció, realizando un movimiento instantáneo al máximo de su velocidad. Su intención era pasar a escasos centímetros del dragón y cercenarle su ala derecha. Independiente del resultado, siguió la trayectoria hasta llegar a una de las gárgolas. Y volvió a desaparecer. El portal de salida estaba inclinado de tal manera que la pirata apareció desde el flanco derecho a la misma velocidad. Esta vez buscó su ala izquierda con la Hoja de Argoria extendida. Y continuó la embestida. Atravesó la gárgola que estaba dispuesta diagonalmente y apareció en la cabeza del dragón. En ese momento sus colas se volvieron tan negras como el aura que desprendía y las usó como un verdadero látigo, aprovechando tanto el impulso como su máxima fuerza.

Explicación adicional:

El estadio quedó totalmente en llamas, como un humeante infierno que aumentaba la temperatura del lugar, tal vez demasiado. Sintió cierto alivio cuando sintió la presencia de ella entre las llamas, pues se preocupaba de haberla matado sin querer, puesto que no se esperaba que todo estallase. Después de todo, aquel lugar era un terreno neutral donde no importaban tus ideologías y enemistades, había cierto tratado de paz. Miró a su alrededor, como los enormes golems de barro lo rodeaban... flotando e intactos. Frunció el ceño.

El humo de las llamas ascendía y los atravesaba, como si no hubiese nada allí. Cerró los puños, enfadado. Eran ilusiones, mero aire creado únicamente para distraerle. Si fuesen reales el fuego los habría cocido hasta convertirlos en cerámicas, el humo no los ignoraría de esa forma y, mucho menos, podrían estar allí flotando junto a él sin que la pirata gastase demasiada energía. Una onda expansiva de energía salió de Zuko a la par que un aura dorada empezaba a rodearle, moviendo hacia arriba sus cabellos y sacudiendo su ropa.

Su pelo se había vuelto dorado, abandonando el rojizo que tenía cuando estaba en forma híbrida. El Dragón Interior, aquella forma que había desarrollado enfrentándose a monstruos como Katharina, que aumentaba su fuerza y resistencia. Y ni siquiera era su última baza. Estaba enfadado, aunque... contento. Había conseguido lo que quería: mover a Katharina al cielo. En el aire, la mujer no podía tener maniobrabilidad ninguna fuera de sus trucos de bruja. En el aire el dragón tenía la ventaja.

Vino hacia él a una velocidad envidiable, tal como había demostrado hasta ahora, pero conforme más subía más fácil era verla venir. No era tan rápida en el aire. Y si bien la velocidad de Zuko no aumentaba en el cielo, tenía mayor capacidad de maniobra, al llevar tantos años volando y practicando. Colocó la mano a un lado y dejó escapar una potente explosión flamígera que lo empujó a un lado, saliendo de la trayectoria de su ataque por los pelos. La mujer desapareció utilizando uno de aquellos falsos golems que Zuko había empezado a ignorar totalmente en serio. Ya no le engañaban.

Miró a los lados sin saber por donde iba a venir. No tardó nada en aparecer de nuevo. El dragón colocó una mano delante suya, creando una barrera de haki en un intento desesperado por detenerla mientras volvía a utilizar otra explosión de fuego con la otra mano hacia abajo con la intención de moverse hacia arriba y evitar su ataque. Destrozó la barrera, que la ralentizó durante unas décimas de segundo, y su espada provocó un fuerte tajo helado en su brazo mientras huía de su ataque.

Estaba frío. Muy frío. No tardó en llenar su brazo de llamas buscando contrarrestar la temperatura. Sin embargo, no se paró en su contraataque ni se entretuvo. Utilizó el geppou para impulsarse en el aire una vez más, moviéndose a un lado a la desesperada, esperando así esquivar el próximo ataque si volvía a hacer lo mismo. Por suerte, apareció por encima de donde antes estaba su cabeza, y no a un lado. Mientras bajaba haciendo su ataque, volvió a impulsarse, dirigiendo su brazo no herido imbuido en su fuerte haki directo hacia su mejilla, propulsado con llamas expulsadas desde su codo para aumentar todavía más su fuerza, ya potenciada por el Dragón Interior. Esperaba que aquel golpe la dejase inconsciente y terminase el combate, aunque viendo el poder que había demostrado, como mucho lo que conseguiría sería alejarla varios metros por la fuerza del impacto, que en aquel instante era mucho más poderosa que los golpes que hasta ahora le había dado.

Su oponente esquivó la primera y más fuerte embestida, aquella que concentraba su máxima velocidad, como si no significase nada. Su mera voluntad hacía que fijar el mantra en ella se sintiera como un vacío aplastante, siendo imposible de predecir sus movimientos. Y su transformación mítica le otorgaba tanta velocidad como para que sólo unos pocos hombres y mujeres en todo el mundo fuesen capaces de seguirle con la vista. ¿Había subestimado equívocamente al dragón? No, de ninguna manera. Si bien su mantra tenía un margen de error a la hora de estimar el poder del enemigo, aun así podía jactarse de su precisión. Comenzaba a creer que había sucedido un milagro, uno que le ponía en aprietos.

Presagio le alertó de las intenciones del vicealmirante, sintiendo el inminente calor del golpe en su mejilla. La bruja poseía una capacidad de reacción que podía considerarse sobrenatural, incluso sacada de una novela de ciencia ficción en que lo imposible tenía sentido, y el mundo se movía prácticamente en cámara lenta ante sus ojos. No se había puesto alas para maniobrar puesto que rompían la estética que tenía y, aunque las tuviera, tampoco estaba segura de poder hacerlo a esa velocidad. Por otra parte, la diferencia de alcance suponía que el puñetazo del dragón llegaría primero a su destino, pues el hombre le doblaba en tamaño. Sin embargo, la hechicera era una chica astuta y no necesitaba bloquear ni esquivar para acabar con su ataque, para azotar al dragón con sus colas endurecidas con haki de armadura.

Si hubiera contado con al menos un segundo, habría creado un portal a través de medios convencionales, pero no lo tenía. Cuando el puñetazo del dragón estuvo a pocos centímetros de su rostro, la bruja sonrió y usó Kasoku. Al hacerlo, sus ojos emitieron un brillo intenso producto de la magia canalizada en un instante. Entonces, un portal un poco más grande que el puño del hombre apareció en su trayectoria, teniendo una forma ovalada y una tonalidad carmesí, siendo una especie de distorsión del espacio. Y el portal de salida estaba ubicado a menos de dos centímetros de la entrepierna del vicealmirante. Se preguntaba cuánto dolería un puñetazo puesto directamente en los huevos. ¿Lloraría? ¿Se retorcería del dolor? Realmente lo deseaba por haberle hecho vivir un verdadero infierno.

En cualquier caso, su ataque original continuaría y con la misma fuerza que antes. Las colas descenderían a toda velocidad hacia el cuerpo del dragón, buscando lanzarlo violentamente hacia el pantano e incrustarlo en la tierra. Intentaría caer sobre este para dirigir a Fushigiri hacia su cuello, deteniéndola a pocos milímetros para sentenciar el combate. Si era un hombre honorable, justo y bueno, aceptaría la derrota.

Imposible. La mujer había reaccionado a tiempo a su puñetazo de alguna forma inexplicable, puesto que estaba siendo víctima de la gravedad. Aún siendo capaz de ver su potencia y velocidad, que por lo veloz que había visto que era debería poder, no debería haber podido reaccionar a tiempo mientras caía y procesaba lo que estaba pasando. ¿Tenía ante si mismo alguien capaz de deformar las leyes a su antojo? ¿Alguien omnipotente y todopoderoso? Llevaba más de diez años combatiendo en guerras y jamás había encontrado a alguien con esa capacidad. Estaba seguro de que debía haber algún error. Aquella mujer era humana, y ardía como todos los demás.

Su puño no pasó ni medio segundo dentro de ese portal y lo sacó antes de que avanzara un solo centímetro dentro del mismo. Llevaba años entrenando en artes marciales y en el control de sus movimientos, era capaz de cortar sus golpes en el momento justo si lo quería, así de entrenado estaba. La baja temperatura de su brazo ya había sido contrarrestada por su intenso y caluroso fuego que superaba los mil grados, así que eso era algo menos de lo que preocuparse.

Su brazo se vio envuelto en haki mientras la veía moverse para golpearle con sus colas, desafiando a la gravedad una vez más, casi como si lo estuviera insultando. Colocó el brazo en mitad de la trayectoria de aquellos ennegrecidos apéndices y notó el latigazo, notó como el impacto provocaba una fuerte ráfaga de aire hacia abajo... Y nada más. Si bien el haki de la mujer era superior, su fuerza seguía sin superar su resistencia, y en el aire no tenía un solo punto de apoyo desde el que golpear. El golpe le dolió y le dejó marca en el brazo, sin duda, pero no consiguió moverle.

Sin perder una décima de segundo, giró el brazo alrededor de las colas que pillaba con la intención de aprisionarlas en su mano con fuerza, cuando más en la base de las mismas mejor. De conseguirlo, de nuevo sin querer dejarla respirar ni descansar de su ataque, daría un fuerte tirón para acercarla a si mismo y darle un fuerte puñetazo ascendente en el estómago, para después llevar esa misma mano que la golpeó a sus colas, con el propósito de agarrarlas con ambas manos y todavía más fuerza, aumentada por su forma híbrida y su dragón interior.

Una vez agarrada, colocaría los pies de forma que, al empezar a expulsar fuego en propulsión, su cuerpo empezase a dar vueltas a una velocidad brutal, con ella agarrada desde sus colas. El torbellino de fuego de dragón y bruja giraría como una peonza en el aire, moviéndose varios metros en el mismo, hasta que la soltase directa hacia el suelo con una potencia que podría romper gran parte del mismo solo con su cuerpo. Sin embargo, no terminaría ahí, de nuevo no queriendo dejar que volviese a escaquearse con uno de sus extraños conjuros.

Sus pies dejarían de nuevo un rastro de fuego al verse propulsados directo hacia ella, en unas llamas más grandes que el golem de mayor tamaño que ella creó, moviéndose a una velocidad de cohete. Una vez ella golpease el suelo, él llegaría hasta ella y le daría un puñetazo en el estómago, haciendo que volviese a golpear el suelo y lo rompiese aún más.

Tuvo buenas razones para esconder los portales en las gárgolas ilusorias, y la principal de ellas era para que su oponente no conociera la forma de estos. Hasta el momento la única persona en todo el mundo que conocía la existencia de los portales, además de ella, era Gerald Ichizake. Quizás fue la experiencia del dragón que le permitió retirar a tiempo el puño y evitar quedar infértil de por vida. ¿O acaso era de esos hombres capaces de ver el futuro? Imposible, parecía tan insignificante… Ni siquiera la bruja, quien poseía un mantra desarrollado a niveles excepcionales, tenía esa capacidad. En fin, tampoco importaba demasiado. Las colas lo iban a azotar con la fuerza suficiente para derribar a un gigante, y sería muy modesto decirlo así.

Sin embargo, nada sucedió como ella esperó: el vicealmirante no se inmutó lo más mínimo. ¿Qué clase de monstruo era…? En serio, nada. No retrocedió un solo centímetro ni expresó una sola mueca de dolor. La sorpresa le impidió reaccionar al movimiento del dragón, quien tomó sus extremidades peludas y le propinó un devastador puñetazo en la boca del estómago. Bueno, su puño cubría toda su zona abdominal así que incluir tal precisión era absurdo. Si no hubiera endurecido sus abdominales a tiempo, el daño habría sido mucho mayor. El golpe ahogó un grito de dolor y emblanqueció sus ojos, soltándole un escupitajo de saliva.

La impresión duró solo un instante, el suficiente para que el vicealmirante pudiera conectar un poderoso golpe, pero su mantra le había alertado de lo que sucedería después: lo veía nítidamente en su cabeza. Si pensaba que podía lanzarla hacia el suelo cual misil, era más idiota de lo que creía. Antes de que el hombre comenzara a girar, sus ojos dorados volvieron a emitir un brillo intenso y sus colas desaparecieron, recuperando así su libertad. Usó el gigantesco brazo del dragón como punto de apoyo y dio una voltereta hacia atrás para caer con una gracia felina al suelo. No obstante, el marine se aproximó hacia ella como un auténtico cohete. Estaba a pocos metros del suelo, pero era imposible esquivar ese poderoso puñetazo, era inevitable.

Sus espadas continuaban ennegrecidas producto del haki de armadura, y usó la fuerza de sus brazos para bloquear el ataque. Al menos evitó que le diera directamente en el dorso, mas no pudo quedarse ahí quieta sin inmutarse como lo había hecho el vicealmirante. Fue disparada hacia atrás, golpeándose contra el suelo y generando un profundo cráter. Sintió un tormentoso dolor en todo su cuerpo y por un instante el mundo se había vuelto silencioso y oscuro. ¿Por qué estaba fallando…? Le tomó varios minutos preparar su plan para que el dragón recibiera un solo corte en el brazo. Mantuvo oculto los portales para que no supiera qué eran, pero lo averiguó de un solo vistazo y ni siquiera la fuerza de sus colas pudo derribarle.

El cuerpo le dolía y la sangre escapaba de su boca; tenía un hombro dislocado y un par de costillas rotas, pero la fuerza de sus músculos le permitían moverse. Aunque no silenciaban el dolor. Su mera voluntad estremecía el campo de batalla y su aura oscura se volvió incluso más grande. Salió de entre los escombros con el rostro ensangrentado y las espadas en mano, y cuando lo hizo el público se volvió loco. Los gritos de euforia y los aplausos llenaron el campo de batalla, pero no eran motivo para que la bruja continuase peleando: quería matar a ese hijo de perra, el torneo le daba igual.

Sus colas volvieron a nacer, y estaba dispuesta a usarlo todo para humillar a ese hombre. Dos gigantescas alas de dragón doradas emergieron de su espalda al mismo tiempo que controlaba su respiración, no para recuperar energías, si no para oxigenar sus músculos y usar la danza más poderosa que conocía: Duodécima Danza. Las venas de sus piernas se ensancharon y estas últimas comenzaron a desprender vapor. Nadie en todo el mundo, ni siquiera el más fuerte del torneo, podría ver lo que estaba a punto de hacer. Era una locura, sí, pero el odio que tenía hacia el Gobierno Mundial lo justificaba en lo absoluto.

Katharina alzó la mirada rebosante de ira hacia el vicealmirante, y apretó fuertemente la mandíbula al verle sin ninguna puta herida. Si su próximo ataque no funcionaba, tendría que desplegar todas sus fuerzas. La espadachina flexionó las piernas y ejecutó un movimiento instantáneo más rápido que cualquier otro anterior, desligándose de su estado actual. Ni la gravedad ni nadie podía disminuir tanto su velocidad como para que alguien pudiera verle. ¿Su propósito? Pasar por el flanco izquierdo del dragón en un intento de hacerle un corte de como mínimo de un metro de longitud, ocasionando un impacto crítico con la Hoja de Argoria despidiendo chispas para electrocutarle haciendo uso de su segunda habilidad. Ya no había Llamas del Remordimiento para congelar la herida, si no que dejaría que se desangrara sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Su Corazón de Fantasma debilitaría su haki en caso de llegar a usarlo. ¿Y si esquivaba? Bueno, tenía maniobrabilidad para seguirle, sin embargo, tenía otra cosa pensada para él.

Independiente de que volase o se propulsase hacia cualquier dirección, le seguiría y usaría sus colas endurecidas para apresarle de los brazos, piernas y cuello. Entonces ejecutaría una seguidilla de cortes tan rápidos que parecerían uno solo. El primero sería un corte ascendente seguido inmediatamente de uno descendente en busca de su dorso, desprendiendo su destructivo haki del rey. El tercero iría en diagonal, mientras que el cuarto sería una puñalada al pecho con la Hoja de Argoria rugiendo como nunca y, en caso de atravesarlo, desplegaría electricidad para usar una de sus habilidades más fuertes: Descarga del Dragón Blanco.

A tener en cuenta:

El fango se levantó del suelo por el impacto. El mismo se hundió, demostrando la brutal fuerza del vicealmirante, que ni siquiera era su poder máximo. El suelo tembló y ella se vio afectada. Y, durante un instante, esperó que aquello fuese suficiente. No para que se diese por vencida, sino para que se dejase de tonterías. Para que viese que a quien tenía delante no era un simple soldado incapaz de nada, que era alguien que había demostrado su fuerza una y otra vez. Esa mujer podría haberle dado una paliza en segundos si hubiese querido y Zuko, con honor, le habría otorgado la victoria.

Pero se dejó llevar por su ego. Se dejó llevar a los cielos, donde perdía su ventaja del movimiento, donde al no tener punto de apoyo en el que estar, no podía utilizar aquellas colas al máximo de su capacidad. Aquellas colas que le habían dejado el brazo con un aspecto horrible y, de no ser un hombre con increíble fuerza y resistencia, lo tendría totalmente inutilizado. De haber recibido ese impacto en tierra, al total de su poder, seguramente habría sido el último golpe.

Se alejó de ella tras el golpe, aterrizando en el suelo, sin perder la postura de combate. Se quedó, respirando con profundidad. Un corte en el brazo, el otro totalmente amoratado y marcado por latigazos. No sentía el dolor de los mismos, pero si su impacto y molestia. Y lo tenía más claro que nunca. Si Katharina no hubiese confiado tanto en su fuerza física, si hubiese estado más atenta a su entorno, a las desventajas que podría tener el combatir en el aire cuando no sabes volar, y haber intentado suplirlas... Ya lo habría destrozado.

Tal como esperaba, la pirata no se rindió. El marine nunca había sido muy ducho en el haki de observación. Conocía sus principios y tenía cierta maestría, pero no tanta como podía tener con el haki de armadura. No era algo en lo que pusiera su total confianza, sin embargo... en aquel instante se vio a si mismo, muerto y desangrado. ¿Es que acaso se había vuelto loca? ¿Para que cojones se había apuntado a un torneo una persona así? Si no es capaz de disfrutar de la lucha, si todo lo que hace es a matar...

Reaccionó lo más rápido que pudo. El cuerpo del dragón se vio encerrado dentro de un torbellino de llamas azules que, en menos de un segundo, fueron esparcidas y disueltas por el primer ataque de la mujer. El dragón había colocado el brazo para parar el ataque y, de no ser por la nueva forma que acababa de adquirir, seguramente lo habría perdido. El dragón ahora se alzaba sin alas, con escamas más brillantes que nunca. Su pelo, ahora de color azul, bailaba sobre su cabeza como una llama, adornado por dos astas de ciervo que rodeaban su cabeza como una corona.

De su pecho salía una llama azul que rodeaba su cuello como un collar, mientras que de sus tobillos y muñecas bailaban llamas azules. Le había hecho un potente corte en el antebrazo que dejó escapar una enorme cantidad de sangre, una herida bastante grave. Apretó los músculos, intentando resistir el dolor, pues el ataque había sido capaz de ignorar su capacidad de ignorarlo. Por si fuera poco, una corriente eléctrica tensó de golpe todos los músculos de su cuerpo, haciéndolo gritar mientras se mantenía en el sitio. Escupió sangre, pero no se detuvo.

Su brazo se vio ennegrecido por su haki mientras lo colocaba delante de su torso, dispuesto a detener el siguiente ataque. Un corte lo pasó, superando su haki, aumentando la herida. Un segundo corte le hizo una herida aún peor. El tercer corte, en diagonal, terminó de cercenar su brazo izquierdo, mandándolo por los aires, además de provocarle un corte severo en el torso que sangró y, de no ser por el brazo en medio, le habría inutilizado por completo.

Gritó, más de rabia que de dolor, mientras con un movimiento intentó capturar la espada de la mujer que iba directo a apuñalarlo entre los pectorales, con la mano derecha ennegrecida en haki. De conseguir pararla, la sujetaría con su enorme fuerza. Su haki era inferior, pero su fuerza y resistencia seguían siendo superiores a las de la bruja. La espada entraría en su pecho, unos tres centímetros, empezando a sangrar. Escupió sangre al suelo.

—Zane... tenía razón... sobre ti...

Y llevó el otro brazo hacia atrás, cercenado a la mitad del antebrazo, mientras cargaba una potente llama azul. Su cuerpo fue electrocutado una vez más, tensando sus músculos, pero ya el dragón ni pensaba. El muñón se movió hacia delante en un potente golpe que descargó un gigantesco torrente de llamas azules que ardían a más de dos mil grados, directos a envolver a la pirata. El torrente tenía casi cinco metros de diámetro y se estiraba como un cilindro hasta chocar con la pared, provocando un espectáculo de llamas azules que subía con creces la temperatura del ambiente.

Buenas noches, soy Arthur y hoy seré vuestro árbitro. Tomad asiento y sacad libreta y un boli rosa porque toca tomar apuntes. A estas alturas creo que ambos ya estáis más que familiarizados con el sistema de puntuación que se usa en el torneo, así como las consecuencias de los resultados. Sin más dilación paso al rollo.

Victoria bélica: Nadie se ha dado por vencido... a pesar de que, en mi opinión, debió de ser de forma diferente. 0 Puntos.

Narración y estilo: Ambos habéis estado muy parejos en este apartado, cada uno poseía su propio estilo al que habéis sido fieles, así como a la psicología de vuestros personajes. De todas formas hay un pequeño detalle que me ha hecho decantarme por uno de los dos. Katharina, cuando hiciste el ataque con los portales aclaraste la composición y la distribución de estos en un spoiler. Me parece que pudiste haberlo puesto perfectamente en el mismo post, sino en el post en el que los creabas. En casos de torneos no se penaliza a la narrativa si cambia para aclarar el efecto o el proceso de un ataque. A parte de eso tengo la sensación de que a veces alargas los post de forma innecesaria, llegando en un momento a reiterar varias veces y con redundancias que el fuego te cura. Han sido esta clase de tropiezos los que han hecho que le de los 2 Puntos de este apartado a Zuko.

Originalidad y entorno: Los dos habéis mantenido cierto nivel de estrategia. En el caso de Zuko ha hecho más uso del entorno, pero el hecho de hacer un plan a la larga con las gárgolas y los portales ha hecho que Katharina se lleve la victoria en este apartado. 2 puntos para ella.

Asunción de daños: Vale, aquí tengo notas para los dos, y no son buenas. Si bien Katharina ha hecho un mejor trabajo hay detalles en cuanto al bélico que debiste haber tenido en cuenta. Como por ejemplo que la gravedad te sigue afectando en el aire, o que el movimiento instantáneo, por muy rápido que lo hagas no es infalible, en la propia descripción pone que, aunque no se pueda ver se puede intuir la dirección de este. Ahora vamos con Zuko. En mi opinión Zuko no debería de saber a ciencia cierta que eso era un portal, incluso con su autocontrol y, al notar que este no ofrece resistencia ese golpe tiene una potencia imbuida que no puede ser ignorada. A parte de eso las colas de Katharina debieron haber hecho mucho más daño del que Zuko asumió. 2 Puntos para Katharina.

Pulcritud en la escritura: Os voy a dar un respiro en este apartado, ambos tenéis algún que otro pequeño gazapo que se pudo haber evitado con una segunda lectura. 0 Puntos.

Faltas: Tengo muchas cosas que comentar en cuanto a este combate, pero no voy a hacer que cuenten como falta.

En vez de eso liberaré un poco de bilis aquí antes de anunciar el resultado. La actuación de Zuko, aunque acorde con el personaje, ha rozado en algunos puntos el powerol, esto debería haberlo sancionado más severamente pero también tengo algo que decir a Katharina. Esto es un rol narrativo, ir desde el principio pensando "es que mi personaje tiene esto en la tabla o puede hacer esto por maestría" es una mentalidad que vuelve los combates estresantes y tóxicos en vez de entretenidos, y eso lo notan los participantes y los lectores. He visto como una mentalidad de "vamos a pasárnoslo bien" se ha convertido en "vamos a postear con la ficha en la mano y dejarnos llevar por los números". Espero que esto os haga recapacitar.

En fin, el resultado es Katharina 4, Zuko 2. Gana Katharina y obtiene 3 puntos para la clasificación.

Hola, buenas noches. Me han dicho que esto lo tengo que decir por aquí, así que...

No estoy de acuerdo en algunos de los puntos, muy a pesar. En concreto la asunción de daños, pues considero que mi narración no ha sido errónea, al tener en cuenta las desventajas que le conllevaba a Katharina estar en el aire. Y, aún así, cuando me golpeó en el aire con las colas ya puse que me dejó el brazo bastante marcado. Vamos, que el daño que evité fue el de estamparme contra el suelo, que considero que no es algo erróneo al no tener Katharina un punto de apoyo y, tal y como está dicho en la moderación, le afecta la gravedad.

Y el último punto es que en el último post que hizo Katharina estaba esto.

Katharina escribió:Antes de que el hombre comenzara a girar, sus ojos dorados volvieron a emitir un brillo intenso y sus colas desaparecieron, recuperando así su libertad. Usó el gigantesco brazo del dragón como punto de apoyo y dio una voltereta hacia atrás para caer con una gracia felina al suelo.

Hubo cierta acción de Luka en su combate contra Therax que era similar a esto, utilizando algo de su oponente (su espada, en mi caso mi brazo) a su favor, que al no ser escrito en condicional fue tratado como acción cerrada, mientras que esta ha sido obviada. Tal vez me equivoco, no lo sé, pero creo que debería contar como tal.

Por eso, muy a pesar, pido una segunda corrección. Si me equivoco pues agradeciría que se me explicase bien el por qué. Muchas gracias y lamento las molestias.

En el apartado de asunción de daños no pongo que tu narración de estos haya sido errónea, pero si que he visto que katharina ha hecho un mejor trabajo asimilando estos. A parte de esto, aunque esté en el aire a la velocidad a la que se desplaza todo ese intercambio se sucede en unos instantes, la gravedad le afecta y debería haberla tenido en cuenta, pero dado el potencial que lleva no va a ponerse en caída en un simple instante.

En cuanto al segundo punto. La acción de Luka fue directamente agarrar y atraer a alguien como acción cerrada, condicionando las acciones posteriores de Therax. Al ser un agarre este no podría evitar de manera normal el siguiente ataque que recibiría. En cambio usar a un oponente como punto de apoyo no es una acción cerrada. Si, lo hace sin que puedas evitarlo, es una acción sencilla que no limita tus opciones solamente a una como en el caso de Therax, ni tampoco condiciona tu siguiente post de forma definitiva. Si bien no está perfectamente narrada es, en mi opinión perfectamente válida.

Y por último, no es molestia. Todos tenemos nuestra opinión y criterio, que no coincidan son cosas que suceden.

Gracias por el tiempo y la explicación, pero sigo inconforme con el resultado, así que sintiéndolo mucho mantengo mi petición de segunda opinión

¡Buenas tardes! Ambos sabéis mi nombre, a que me dedico y lo guapo que soy, así que no voy a andarme con presentaciones e ir al grano. Sin embargo, voy a haceros un pequeño repaso de en qué consiste cada uno de los apartados, ¿vale? Así como que puntuación se recibe en cada uno de ellos:

• Victoria bélica: Aquel que gana el combate, porque su contrincante ha asumido la derrota. Otorga 5 puntos.
  
• Narración y estilo: Todo lo que envuelve al rol escénico, la forma en la que lo hace y como lo cuenta. Así mismo, también se tiene en cuenta la forma en la que el usuario narra y explica todo lo que hace o no hace su personaje, lo que le ocurre…etc. Otorga 2 puntos.
  
• Asumir daños: La forma en la que cada uno de vosotros recibe los ataques del contrincante. Otorga 2 puntos.
  
• Originalidad y entorno: La forma en la que usáis el escenario a vuestro favor, elaborando para entorpecer o “liar” al rival en vuestro beneficio. Otorga 2 puntos.
  
• Pulcritud de escritura: No creo que haga falta explicar este. Otorga 1 punto.
  
• Faltas: Este apartado solo trae cosas malas. Cualquier acción cerrada, power rol, meta rol o acción indebida se restará con un punto por cada una; a no ser que dicha acción sea consentida y hablada entre los combatientes en favor de la narrativa, que en ese caso no ocurrirá nada.
  

Así que vamos al lío.

Ninguno de los dos obtenéis la victoria bélica, ya que la campanita ha sonado antes de que el devenir de los acontecimientos dictaminara un ganador así que. 0 Puntos.

Narración y estilo: Ambos tenéis vuestro propio estilo y vuestra forma de rolear personal. Sin embargo, soy de los que opinan que tener que leer un spoiler para entender las cosas es algo que le quita mucho encanto a la narración, ya que te hace parar y tener que abrir la cajita que se encuentra justo debajo del post. Zuko, tú podrías haberte extendido y explicar lo del gas metano cuando lo haces, y no colocándolo en un spoiler y se acabó. Katharina, tal y como te dice Arthur, en ocasiones parece que quieres sobrecargar tanto tus post que hace la lectura algo densa y ligeramente tediosa, así como el uso de spoiler para aclarar algunas cosas. Es por eso que, siendo estricto, 0 puntos.

Asunción de daños: Después de haberme leído vuestro combate un par de veces y leerme vuestras fichas, he llegado a la conclusión de que la asimilación de daños ha sido pareja, dada las ventajas que teníais cada uno en vuestras respectivas capacidades. Si bien os habéis dejado mucho llevar por la calculadora, que es algo que se nota, he deciros que 0 puntos, dado que encuentro fallos por parte de ambos.  

Originalidad y entorno: He de decir que ambos habéis tratado de usar el entorno a vuestro favor, y eso es siempre bonito de ver. Sin embargo, que Katharina haya creado gárgolas ilusorias y ocultado portales me ha parecido una estrategia a medio y largo plazo dentro del combate muy interesante. Así que 2 puntos para Katharina.

Pulcritud en la escritura: Ambos os mantenéis en vuestra línea, así que nada que objetar en este apartado. 0 Puntos.

Pese a que no voy a dar faltas como tal, voy a intentar aclarar algunas cosas para futuros combates.

En primer lugar, Katharina, cualquier técnica o power up que afecte a tu contrincante, si este es poseedor del haki del rey directamente se anula. Es decir, tu P.U para que distorsionar tu aura al mantra, queda completamente inservible contra un usuario que tenga el haki del rey despertado. Así mismo, el paso instantáneo es un desplazamiento en línea recta a gran velocidad, a más velocidad menos acciones puedes hacer porque… es prácticamente imposible. Tirando de números, si te mueves a 100 m/s una distancia de unos 20 metros, eso son milésimas, es imposible que te dé tiempo a lanzar un espadazo, disparar o maniobrar de alguna manera, por ejemplo. Para que lo tengas en cuenta en futuros combates. Más no tiene que ser precisamente mejor, al menos en términos de velocidad.

En segundo lugar, Zuko, como bien ha dicho Arthur has rozado el Power Rol en algunas ocasiones. Entiendo que te has sentido un poco burlado por la narración de Katharina, que en algunas partes más que hiriente ha sido algo sarcástica, pero eso no es excusa para no actuar con la cabeza fría. Respecto a la cerrada de la que hablabas ayer, tampoco considera que sea una cerrada y te explico el porqué: Una cerrada es una acción que condiciona lo que va a suceder y pones el ejemplo de la espada de un combate anterior. En este ejemplo, X coge la espada de Y para acercarse a él y hacer alguna acción (no me he leído el combate, pero he pedido un resumen de lo sucedido en ese post), mientras que, en tu caso, aprovechando la diferencia de tamaño, te usa de “trampolín” para ajearse, pero el ataque lo recibe igual.

Y habiendo dicho todo esto, tengo que darle la victoria a Katharina por 2 puntos a 0 de Zuko.