Okada Rokuro
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel lugar era realmente extraño. Perros y gatos se llevaban bien, igual que gatos y ratones, pero los mamíferos rechazaban a las aves y las aves a los reptiles, que también se rechazaban entre ellos. «Esto es un locura» pensó inmediatamente tras observar la escena.
Allá hasta dónde alcanzaba la vista, estaba repleto de personas enfermas disfrazadas de toda clases de animales.
—¡Eh, tú, con cuidado! —le dijo un castor malhumorado—. Que me pisas la cola, gilipollas.
La voz provenía de su boca, pero no movía los labios. Claramente estaba usando un disfraz, al igual que el resto de participantes en el evento y al igual que él mismo. Sí, Rokuro también estaba disfrazado.
Tras los sucesos en alta mar, Rokuro había estado intranquilo. La misión del Gobierno Mundial había resultado ser una falsa; no habían luchado no para combatir la amenaza revolucionario sino para obtener, en el más alto secreto, más poder para las tropas de la agencia de espionaje, y su extraño compañero había resultado ser una máquina asesina la cual había obtenido una nueva y desconocida habilidad que le convertía en un ser aún más peligroso.
Con todo esto en mente, el agente no había parado de pensar durante la travesía hacia Dark Dome, y antes de sacar alguna conclusión en limpio, ya tenía una nueva misión.
—Los revolucionarios son clientes frecuentes del bajo mundo —había explicado un superior suyo—, y suelen reunirse en Dark Dome. En esta ocasión van a aprovechar esa extraña convención para llevar a cabo sus operaciones delictivas, y si lo logran, podrían poner al Gobierno en jaque.
Aquella había sido la explicación. Como siempre, el Cipher Pol daba pocos detalles, y aún menos explicaciones. Le ocultarse bajo un traje que asemejaba a una hiena roja y negra, y le ordenaron infiltrarse entre las filas revolucionarias y obtener información o detener sus actividades. Los métodos eran indiferentes, pero el sigilo y el anonimato eran imperantes.
«Tengo que admitir que este traje sirve para ocultar muchas cosas» pensó mientras recordaba todas las herramientas secretas que había ocultado.
Rokuro se paseó por el lugar, intentando mostrar normalidad, como si aquello ocurriera todos los días y él participara a menudo. No sabía cómo encontrar a los revolucionarios, y mucho menos reconocerlos. Si al menos tuviera alguna pista, ya fueran los disfraces que llevarían o las actividades que realizarían... El Cipher Pol siempre lo hacía todo de la manera difícil, como si pusieran a sus agentes a prueba constantemente. Seguramente se tratase de eso.
«¿Y los ornitorrincos a qué grupo pertenecerían?» pensó de forma inevitable.
Allá hasta dónde alcanzaba la vista, estaba repleto de personas enfermas disfrazadas de toda clases de animales.
—¡Eh, tú, con cuidado! —le dijo un castor malhumorado—. Que me pisas la cola, gilipollas.
La voz provenía de su boca, pero no movía los labios. Claramente estaba usando un disfraz, al igual que el resto de participantes en el evento y al igual que él mismo. Sí, Rokuro también estaba disfrazado.
Tras los sucesos en alta mar, Rokuro había estado intranquilo. La misión del Gobierno Mundial había resultado ser una falsa; no habían luchado no para combatir la amenaza revolucionario sino para obtener, en el más alto secreto, más poder para las tropas de la agencia de espionaje, y su extraño compañero había resultado ser una máquina asesina la cual había obtenido una nueva y desconocida habilidad que le convertía en un ser aún más peligroso.
Con todo esto en mente, el agente no había parado de pensar durante la travesía hacia Dark Dome, y antes de sacar alguna conclusión en limpio, ya tenía una nueva misión.
—Los revolucionarios son clientes frecuentes del bajo mundo —había explicado un superior suyo—, y suelen reunirse en Dark Dome. En esta ocasión van a aprovechar esa extraña convención para llevar a cabo sus operaciones delictivas, y si lo logran, podrían poner al Gobierno en jaque.
Aquella había sido la explicación. Como siempre, el Cipher Pol daba pocos detalles, y aún menos explicaciones. Le ocultarse bajo un traje que asemejaba a una hiena roja y negra, y le ordenaron infiltrarse entre las filas revolucionarias y obtener información o detener sus actividades. Los métodos eran indiferentes, pero el sigilo y el anonimato eran imperantes.
«Tengo que admitir que este traje sirve para ocultar muchas cosas» pensó mientras recordaba todas las herramientas secretas que había ocultado.
Rokuro se paseó por el lugar, intentando mostrar normalidad, como si aquello ocurriera todos los días y él participara a menudo. No sabía cómo encontrar a los revolucionarios, y mucho menos reconocerlos. Si al menos tuviera alguna pista, ya fueran los disfraces que llevarían o las actividades que realizarían... El Cipher Pol siempre lo hacía todo de la manera difícil, como si pusieran a sus agentes a prueba constantemente. Seguramente se tratase de eso.
«¿Y los ornitorrincos a qué grupo pertenecerían?» pensó de forma inevitable.
Ya habíais entrado en aguas de Dark Dome. Odiabas navegar en medio de la noche, pero no había otra forma de acercarte a las costas de la ciudad oscura. Por lo menos el agua estaba en calma y la tripulación en adusto silencio, preocupada. La bahía principal de la isla estaba repleta de faros que iluminaban las aguas y daban cuenta de los principales obstáculos. Había focos permanentes apuntando a espacios particularmente peligrosos y, lógicamente, alguna boya de flotación con reflectores para los más despistados. Tú, sin embargo, no habías querido acercarte por la entrada natural. Illje te había enseñado un puertecillo privado al noreste, más seguro que los conflictivos muelles llenos de prostitutas y borrachos pendencieros. No es que vieses en la oscuridad, pero la visión cada diez segundos de una línea de luz se grababa en tu mente con facilidad y seguías la ruta con precaución, si bien sabías que no ibas a tener ningún problema.
Atracaste en el muelle trece, un espacio apartado dentro del puerto industrial de Kolvenik INC que sabías podrías utilizar. Normalmente, según te habías informado, solo seis buques atracaban en él, y en esa ciudad todo el mundo era susceptible a los sobornos. No dudabas que, de haber un guardia lo suficientemente atento como para percatarse de que un pequeño barco estaba entre los cargueros, cien mil berries bastarían para que fingiese no haberse dado cuenta de nada. Por otro lado, sabías que debido a la convención furry la mayoría de personas que trabajaban en seguridad estarían ocupadas cubriendo el evento o participando en la orgía ceremonial. Si es que los furros hacían algo así, en realidad no tenías mucha idea de a qué se dedicaban.
- ¿De verdad quieres meterte en eso? -pregunté desde el espejo cuando pasaste por delante.
Me miraste de reojo. Duró apenas un segundo, pero pareció mucho más largo. Suspiraste con agotamiento, encogiéndote de hombros mientras te volteabas por completo. Tu gesto entre hastiado y molesto relucía bajo las luces fluorescentes del camarote hasta que decidiste hablar por fin:
- No. ¿Pero qué otra opción tenemos?
- No son tan gregarios como parecían en principio -expliqué-. Apenas dos o tres sí han intentado tomar represalias.
- No podemos permitirnos otro Furmitri, Miles -replicaste con tono severo-. Montgomery podría haberse escapado; podrían habernos matado.
Desde aquella noche en English Garden era cierto que, de vez en cuando, un furro trataba de atentar contra nosotros. Muy poca gente había visto nuestro cuerpo desnudo en aquella reunión, pero había sido la suficiente como para que las noticias viajasen de un lado a otro del mundo. RAL seguramente estuviese sufriendo lo mismo, ¿pero qué le importaba a él si nadie sabía qué había bajo la máscara?
- No te confundas, esa era su cara. La máscara es su piel.
No dijimos mucho más, tan solo agarraste la cabeza ensangrentada de Colmillo de la Luna Plateada por un mechón de pelo artificial de alta calidad y avanzaste por los tablones del muelle hasta dar con la primera calle. Ibas a firmar la paz con el FDS de una vez por todas.
Atracaste en el muelle trece, un espacio apartado dentro del puerto industrial de Kolvenik INC que sabías podrías utilizar. Normalmente, según te habías informado, solo seis buques atracaban en él, y en esa ciudad todo el mundo era susceptible a los sobornos. No dudabas que, de haber un guardia lo suficientemente atento como para percatarse de que un pequeño barco estaba entre los cargueros, cien mil berries bastarían para que fingiese no haberse dado cuenta de nada. Por otro lado, sabías que debido a la convención furry la mayoría de personas que trabajaban en seguridad estarían ocupadas cubriendo el evento o participando en la orgía ceremonial. Si es que los furros hacían algo así, en realidad no tenías mucha idea de a qué se dedicaban.
- ¿De verdad quieres meterte en eso? -pregunté desde el espejo cuando pasaste por delante.
Me miraste de reojo. Duró apenas un segundo, pero pareció mucho más largo. Suspiraste con agotamiento, encogiéndote de hombros mientras te volteabas por completo. Tu gesto entre hastiado y molesto relucía bajo las luces fluorescentes del camarote hasta que decidiste hablar por fin:
- No. ¿Pero qué otra opción tenemos?
- No son tan gregarios como parecían en principio -expliqué-. Apenas dos o tres sí han intentado tomar represalias.
- No podemos permitirnos otro Furmitri, Miles -replicaste con tono severo-. Montgomery podría haberse escapado; podrían habernos matado.
Desde aquella noche en English Garden era cierto que, de vez en cuando, un furro trataba de atentar contra nosotros. Muy poca gente había visto nuestro cuerpo desnudo en aquella reunión, pero había sido la suficiente como para que las noticias viajasen de un lado a otro del mundo. RAL seguramente estuviese sufriendo lo mismo, ¿pero qué le importaba a él si nadie sabía qué había bajo la máscara?
- No te confundas, esa era su cara. La máscara es su piel.
No dijimos mucho más, tan solo agarraste la cabeza ensangrentada de Colmillo de la Luna Plateada por un mechón de pelo artificial de alta calidad y avanzaste por los tablones del muelle hasta dar con la primera calle. Ibas a firmar la paz con el FDS de una vez por todas.
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