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Teva Bossco
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“Querido Teva Bossco, le escribo esta carta cordialmente desde el Palo Norte, en donde nos encontramos haciendo los preparativos para las vísperas de Navidad, la cual se celebrará de ostentosas formas en nuestra isla. Nos gustaría contar con su apoyo en cuanto a seguridad pública, su labor será simple, sólo debe merodear la isla con la intención de mantener el orden en el lugar, es decir, me explico, si ve a algún malhechor causando revuelos, ruego por su ayuda para detener estos actos que atentan en contra de nuestras celebraciones para así mantener la armonía del lugar y que no mal obren en post del caos y el desorden.
Pd.: Puedes venir con quien gustes siempre y cuando entre su misión nos agradaría que indagase más respecto a las acciones de un tal Roland von Klauswitz, quien atenta contra nuestras fiestas.
Atentamente, Gran Padre León.”
Tras leer la carta que había recibido en pleno entrenamiento en el que se encontraba desarrollando sus habilidades y canalizando su espíritu para darles más poder, se secó el sudor de la frente y le dijo a su fiel compañero, desde los días de recluta, lo siguiente:
- Prepara tus cosas, nos vamos en una misión a conocer El Palo Norte.
Días después, sobre una embarcación de la marina, se encontraba el joven Teva Bossco junto a su compañero Fatdonflón Gordilla, quienes viajaban directamente al puerto de Villa Abelia para comenzar con sus deberes como figuras de seguridad pública, aunque, debido a su doble misión de conseguir información sobre el tirano que atentaría contra la festividad, debían permanecer en el anonimato, actuando como buenos civiles que estaban en el sitio sólo para celebrar de las fiestas, para sí no ser descubiertos por algún aliado de Roland.
- Que frío que hace, lo bueno es que ya hemos llegado – Comentó Teva a su compañero mientras tiritaba de frío y se abrigaba para apaciguar los temblores.
- Pues, yo ni lo siento ¡Juejuejuejue! – Le respondió Fatdonflón con una sonrisa, además iba de torso desnudo por la cubierta del barco, a lo que Teva pensó que su grasa corporal lo protegía del gélido clima del Palo Norte.
Una vez llegado al puerto fueron atendidos de buena manera por parte de los pueblerinos, quienes les obsequiaron ropajes y les atendieron a sus principales inquietudes con total amabilidad. Tras una breve charla en la cual los marines de incognito preguntaron acerca de las localidades más llamativas del pueblo, al oír de estos sitios que se asentaban cada festividad en el pueblo y que con los años variaban, los hombres de la alianza no dudaron en ponerse en marcha y comenzar su recorrido por Villa Abelia.
Pd.: Puedes venir con quien gustes siempre y cuando entre su misión nos agradaría que indagase más respecto a las acciones de un tal Roland von Klauswitz, quien atenta contra nuestras fiestas.
Atentamente, Gran Padre León.”
Tras leer la carta que había recibido en pleno entrenamiento en el que se encontraba desarrollando sus habilidades y canalizando su espíritu para darles más poder, se secó el sudor de la frente y le dijo a su fiel compañero, desde los días de recluta, lo siguiente:
- Prepara tus cosas, nos vamos en una misión a conocer El Palo Norte.
Días después, sobre una embarcación de la marina, se encontraba el joven Teva Bossco junto a su compañero Fatdonflón Gordilla, quienes viajaban directamente al puerto de Villa Abelia para comenzar con sus deberes como figuras de seguridad pública, aunque, debido a su doble misión de conseguir información sobre el tirano que atentaría contra la festividad, debían permanecer en el anonimato, actuando como buenos civiles que estaban en el sitio sólo para celebrar de las fiestas, para sí no ser descubiertos por algún aliado de Roland.
- Que frío que hace, lo bueno es que ya hemos llegado – Comentó Teva a su compañero mientras tiritaba de frío y se abrigaba para apaciguar los temblores.
- Pues, yo ni lo siento ¡Juejuejuejue! – Le respondió Fatdonflón con una sonrisa, además iba de torso desnudo por la cubierta del barco, a lo que Teva pensó que su grasa corporal lo protegía del gélido clima del Palo Norte.
Una vez llegado al puerto fueron atendidos de buena manera por parte de los pueblerinos, quienes les obsequiaron ropajes y les atendieron a sus principales inquietudes con total amabilidad. Tras una breve charla en la cual los marines de incognito preguntaron acerca de las localidades más llamativas del pueblo, al oír de estos sitios que se asentaban cada festividad en el pueblo y que con los años variaban, los hombres de la alianza no dudaron en ponerse en marcha y comenzar su recorrido por Villa Abelia.
- Resumen:
- Teva llega a Villa Abelia junto a su compañero Fatdonflón.
Maki
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El Destacamento Especial de Indignación y Reprimenda de la Sexta División de la Sección de Protestas, Matrimonios e Inmatriculaciones de la Rama Oeste de la Armada Revolucionaria, Pero No Esa Armada Revolucionaria que es una Franquicia de Puestos de Tacos Sino la Buena, estaba en serios aprietos. Más allá de que su tarjeta de presentación tenía que ir doblada cuatro veces para caber en el bolsillo y de que la Sección de Tipografía y Mayúsculas quería hablar urgentemente con ellos, estaban asediados por un enemigo implacable al que no podían derrotar, un enemigo cuya mortalidad y maldad dejaban en nada a todo lo que Maki había visto jamás.
-Mierda, qué bien huele.
-Oh, no, ¡estamos perdiendo a otro!
-¡Dejadme, quiero probar el turrón de avellana! ¡Quiero probar el turrón! -gemía desesperado un joven cadete tirado en la nieve mientras dos de sus compañeros lo sujetaban como podían.
-¡Sanitario! ¡Deprisa!
-¡¡Los peces!! ¡¡Los peces en el río!! ¡¡¡LOS PECES!!!
Nada pudo hacerse por él. El joven ya estaba perdido, y Maki lo sabía. Ni siquiera el nabo podía salvarlo ya. Alguien sacó un arma para volarle la cabeza y acabar con su sufrimiento, pero decidieron que sería más humano atarlo a una farola con un saco en la cabeza. Como era el más veterano allí y el tipo que mandaba había sucumbido cuando un coro de niños se le puso a cantar y a pedirle aguinaldo, dio orden de abandonarlo y seguir adelante. No era el primer cuerpo que dejaban atrás, atiborrado de algún dulce espantoso creado por la mercadotecnia del Opresor o tejiéndose un jersey calentito con un trineo bordado. Y no sería el último. Eso era lo que la Navidad le hacía a la gente. Eso era en lo que les convertía.
Pero, así es la guerra, ¿no?
-Ánimo, soldados, cuando todo esto acabe volveremos a por ellos. Si es que queda algo que recoger.
Y es que cabía la posibilidad de que la diabetes matara a todos los que habían ido dejando atrás o de que estuvieran demasiado gordos para poder subirlos al barco. En cualquier caso, la Armada les proporcionaría un entierro digno o un entrenador personal. Era lo mínimo para unos mártires del Movimiento.
Avanzaron por las calles de Nueva Pez con cautela, la mirada baja y los oídos tapados para evitar que el veneno musical del enemigo hiciera estragos en ellos. Las ramas del árbol gigante adornado de luces y guirnaldas les vigilaban desde arriba con la omnipresencia de un dios malévolo, y la nieve, la horrible nieve, se acumulaba delante de ellos como un gélido manto blanco que prometía un viaje directo al infierno. Era obvio que no podían seguir así. La Navidad acabaría con ellos antes siquiera de poder llegar al ayuntamiento o a donde quiera que tuviesen que ir -ojalá Maki lo hubiera preguntado- a quejarse por las armas. Tenían que hacer algo, y tenían que hacerlo pronto.
-No podemos seguir así. Hay que contraatacar o estamos perdidos. ¡Tú, el enano! -dijo señalando a uno de los peculiares ciudadanos de la isla-. ¡Tira esa pandereta!
Maki corrió hacia él, resbalando tan dignamente como su nuevo y autoadjudicado cargo de líder del destacamento le permitía, y le dio un manotazo a la pandereta de aquel niño orejudo. El chaval, el hombre bajito o lo que fuese, se revolvió y trató de recogerla, pero Maki lo agarró por los hombros, sus dedos formando un férreo y blandito candado alrededor del jersey verde del diminuto engendro, y lo zarandeó como quien zarandea a un gato que se ha comido su anillo de bodas.
-¡Te estoy salvando, ¿me oyes?! ¡Te estoy salvando!
-Mierda, qué bien huele.
-Oh, no, ¡estamos perdiendo a otro!
-¡Dejadme, quiero probar el turrón de avellana! ¡Quiero probar el turrón! -gemía desesperado un joven cadete tirado en la nieve mientras dos de sus compañeros lo sujetaban como podían.
-¡Sanitario! ¡Deprisa!
-¡¡Los peces!! ¡¡Los peces en el río!! ¡¡¡LOS PECES!!!
Nada pudo hacerse por él. El joven ya estaba perdido, y Maki lo sabía. Ni siquiera el nabo podía salvarlo ya. Alguien sacó un arma para volarle la cabeza y acabar con su sufrimiento, pero decidieron que sería más humano atarlo a una farola con un saco en la cabeza. Como era el más veterano allí y el tipo que mandaba había sucumbido cuando un coro de niños se le puso a cantar y a pedirle aguinaldo, dio orden de abandonarlo y seguir adelante. No era el primer cuerpo que dejaban atrás, atiborrado de algún dulce espantoso creado por la mercadotecnia del Opresor o tejiéndose un jersey calentito con un trineo bordado. Y no sería el último. Eso era lo que la Navidad le hacía a la gente. Eso era en lo que les convertía.
Pero, así es la guerra, ¿no?
-Ánimo, soldados, cuando todo esto acabe volveremos a por ellos. Si es que queda algo que recoger.
Y es que cabía la posibilidad de que la diabetes matara a todos los que habían ido dejando atrás o de que estuvieran demasiado gordos para poder subirlos al barco. En cualquier caso, la Armada les proporcionaría un entierro digno o un entrenador personal. Era lo mínimo para unos mártires del Movimiento.
Avanzaron por las calles de Nueva Pez con cautela, la mirada baja y los oídos tapados para evitar que el veneno musical del enemigo hiciera estragos en ellos. Las ramas del árbol gigante adornado de luces y guirnaldas les vigilaban desde arriba con la omnipresencia de un dios malévolo, y la nieve, la horrible nieve, se acumulaba delante de ellos como un gélido manto blanco que prometía un viaje directo al infierno. Era obvio que no podían seguir así. La Navidad acabaría con ellos antes siquiera de poder llegar al ayuntamiento o a donde quiera que tuviesen que ir -ojalá Maki lo hubiera preguntado- a quejarse por las armas. Tenían que hacer algo, y tenían que hacerlo pronto.
-No podemos seguir así. Hay que contraatacar o estamos perdidos. ¡Tú, el enano! -dijo señalando a uno de los peculiares ciudadanos de la isla-. ¡Tira esa pandereta!
Maki corrió hacia él, resbalando tan dignamente como su nuevo y autoadjudicado cargo de líder del destacamento le permitía, y le dio un manotazo a la pandereta de aquel niño orejudo. El chaval, el hombre bajito o lo que fuese, se revolvió y trató de recogerla, pero Maki lo agarró por los hombros, sus dedos formando un férreo y blandito candado alrededor del jersey verde del diminuto engendro, y lo zarandeó como quien zarandea a un gato que se ha comido su anillo de bodas.
-¡Te estoy salvando, ¿me oyes?! ¡Te estoy salvando!
- Resumen (Nueva Pesci):
- Maki salva a un elfo de las garras del capitalismo.
Nefertari Konan
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Konan no había recibido la carta como muchos de los revolucionarios que se encontraban en la isla sin embargo sus superiores le habían otorgado la misión de ir a la isla para intentar sonsacar la información sobre lo que realmente planeaba el tal Roland von Klauswitz, comprendía que la misión era de suma importancia, pero también sabia que habían otros revolucionarios mucho mas capacitados en la isla, por ejemplo uno de ellos era su superior Prometeo, si lograba encontrarlo tendría las cosas mas fáciles y podría disfrutar un poco mas de la isla invernal.
— Konan, ¿Por que no tomas un poco de chocolate caliente?, desde que llegaste has estado un poco distraída, y tu no eres así, usualmente eres demasiado carismática. —
La chica salió de sus pensamientos y volvió a la vida real, aquella mujer que le había acogido felizmente en su morada en esta temporada, no era nada menos que Irene Siorgi, una de las personas que se mantenían en palo norte para saber los movimientos que se daban dentro y que los cargamentos de armas lleguen correctamente a donde debieran. Claro solo era una de las tantas que hacen eso en esta y otras islas productoras de armas para la revolución.
— No pasa nada, es que he pensado mucho en las palabras de Seren, ese tipo está totalmente loco, pero aun asi sigue siendo mi superior, espero que ese señor no se aparezca por esta isla. Y por supuesto, te acepto el chocolate. — Al fin había salido de ese trance, pero no podía dejar de pensar en las palabras de Seren ¨Somos la revolución, somos todo aquello que los pueblos necesitan, los medios, las formas no importan, si tenemos que morir para liberar un pueblo, lo haremos, la revolución tiene ideales por los cuales vale la pena entregar su vida completa en mano de quienes la lideran ¨ No sabia si Seren era un loco suicida, o un revolucionario de todo corazón, pero no quería desobedecer ninguna de sus ordenes.
Konan había salido de arabasta de inmediato cuando recibió la misión, no fue hasta llegar al Palo norte que se enteró que Prometeo iba a estar rondando esos lares en su propia misión, por lo que una vez se se acento en la vivienda de Irene, se pondría manos a la obra para buscarlo por toda Villa Abelia, claro, que esto con sumo cuidado, sigue siendo una misión para recolectar toda la información posible acerca de Roland.
Sin embargo, han pasado mas de 13 horas desde que se encontraba en la isla y no ha salido en lo absoluto de aquella casa, quería estar segura de lo que significaban las palabras de su superior en su ultima misión. — Cuando encuentre a Prometeo le preguntaré que es lo que quiso decir Seren con esas palabras. — Añadió mientras tomaba en sus manos la taza con el chocolate caliente que le ofrecia su compañera Irene.
— Por supuesto, pero para eso primero tienes que salir a buscarlo, te puedo ofrecer la dirección de algunos revolucionarios dentro de Villa Abelia, pero será cuestión de tiempo para que Prometeo se mueva, de sitio. —
— Konan, ¿Por que no tomas un poco de chocolate caliente?, desde que llegaste has estado un poco distraída, y tu no eres así, usualmente eres demasiado carismática. —
La chica salió de sus pensamientos y volvió a la vida real, aquella mujer que le había acogido felizmente en su morada en esta temporada, no era nada menos que Irene Siorgi, una de las personas que se mantenían en palo norte para saber los movimientos que se daban dentro y que los cargamentos de armas lleguen correctamente a donde debieran. Claro solo era una de las tantas que hacen eso en esta y otras islas productoras de armas para la revolución.
— No pasa nada, es que he pensado mucho en las palabras de Seren, ese tipo está totalmente loco, pero aun asi sigue siendo mi superior, espero que ese señor no se aparezca por esta isla. Y por supuesto, te acepto el chocolate. — Al fin había salido de ese trance, pero no podía dejar de pensar en las palabras de Seren ¨Somos la revolución, somos todo aquello que los pueblos necesitan, los medios, las formas no importan, si tenemos que morir para liberar un pueblo, lo haremos, la revolución tiene ideales por los cuales vale la pena entregar su vida completa en mano de quienes la lideran ¨ No sabia si Seren era un loco suicida, o un revolucionario de todo corazón, pero no quería desobedecer ninguna de sus ordenes.
Konan había salido de arabasta de inmediato cuando recibió la misión, no fue hasta llegar al Palo norte que se enteró que Prometeo iba a estar rondando esos lares en su propia misión, por lo que una vez se se acento en la vivienda de Irene, se pondría manos a la obra para buscarlo por toda Villa Abelia, claro, que esto con sumo cuidado, sigue siendo una misión para recolectar toda la información posible acerca de Roland.
Sin embargo, han pasado mas de 13 horas desde que se encontraba en la isla y no ha salido en lo absoluto de aquella casa, quería estar segura de lo que significaban las palabras de su superior en su ultima misión. — Cuando encuentre a Prometeo le preguntaré que es lo que quiso decir Seren con esas palabras. — Añadió mientras tomaba en sus manos la taza con el chocolate caliente que le ofrecia su compañera Irene.
— Por supuesto, pero para eso primero tienes que salir a buscarlo, te puedo ofrecer la dirección de algunos revolucionarios dentro de Villa Abelia, pero será cuestión de tiempo para que Prometeo se mueva, de sitio. —
- Resumen:
Konan hace llegada a Villa Abelia, sin embargo no ha tomado la iniciativa de su misión por culpa de algunas palabras que uno de sus superiores le dijo en alguna misión pasada, dentro de sus objetivos se encuentra buscar a como de lugar a Prometeo, ha escuchado que este tiene mucho conocimiento y quiere que un superior menos maniaco que Seren le diga lo que significa ser un Revolucionario.
MrGourmett
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— Sora-chi, ¿Lo podemos intentar? — Preguntó la pequeña Ocho con algo de determinación. A lo que nuestro joven skypiean hizo un gesto de aceptación con su cabeza, dándole a comprender que si, aunque todos sabemos que quien participará es Sora y no la pequeña gyojin. Se dirigieron diligentemente hacia la catedral, incluso la mink que les dio la bienvenida iba con ellos, nada mas acercarse se podía escuchar el gentío aclamando a alguien, al parecer era un participante de la extraña pero al parecer divertida atracción del lugar.
Aquel olor había llegado a su nariz nuevamente, era la tigresa de su amigo, ahora si la veia, por lo que ¨ corrió ¨ hacia el lugar, y sabemos a que velocidad, por lo que los pocos que miraban a Sora, lo miraban con cara de extrañes, era cierto que no es para nada normal el ver a alguien caminar con tal lentitud, y mucho menos ver que esa misma persona a pesar de caminar tan lento, llevase consigo un martillo extremadamente grande en su espalda. Algunos pensarían que estaba quedando completamente loco. Pero aunque las miradas de algunos se posaban ante el skypiean, la gran mayoría seguir observando y aclamando al participante.
Para sorpresa de nadie, cuando Sora, Ocho y la mink que lo acompañaba llegaron hasta donde se encontraba la tigresa, se percataron de que la persona que se encontraba intentando completar el dichoso desafió era Prometio. Por lo que Ocho saltó de alegría para comenzar aclamarlo y aplaudir con entusiasmo. — ! PROME-CHI, TU PUEDES, VAMOS ¡ — La pequeña gritó con todas sus fuerzas, quería que su voz llegara hasta los oídos de quien consideraba uno de sus hermanos mayores.
Por otra parte, Sora miraba con determinación los movimientos de su gran amigo, debido a la lejanía no podía percatarse de los horrores que podía ser intentar completar ese reto, ya que a simple vista no parecía nada mas que escalar un lugar sin mas. — ¿Aquel es su amigo? — Preguntó la Mink quien observaba como la pequeña Ocho se esforzaba en ser escuchada por el participante del evento.
— Es un na..ka..ma — Contestó Sora con su terrible lentitud, lo que hizo que aquella mujer hiciera una mueca de disgusto, era evidente, nadie estaba acostumbrado a escucharlo, gracias a que Sora se percató de la situación, optó por sacar una de sus libretas para contestar o hablar cuando sea necesario, así no tenia que incomodar a nadie y evitaba la vergüenza de tener que recibir miradas de extrañes como las de antes. Sora acarició un poco a la tigresa, quien observaba a su dueño desde el mismo lugar que ellos.
Aquel olor había llegado a su nariz nuevamente, era la tigresa de su amigo, ahora si la veia, por lo que ¨ corrió ¨ hacia el lugar, y sabemos a que velocidad, por lo que los pocos que miraban a Sora, lo miraban con cara de extrañes, era cierto que no es para nada normal el ver a alguien caminar con tal lentitud, y mucho menos ver que esa misma persona a pesar de caminar tan lento, llevase consigo un martillo extremadamente grande en su espalda. Algunos pensarían que estaba quedando completamente loco. Pero aunque las miradas de algunos se posaban ante el skypiean, la gran mayoría seguir observando y aclamando al participante.
Para sorpresa de nadie, cuando Sora, Ocho y la mink que lo acompañaba llegaron hasta donde se encontraba la tigresa, se percataron de que la persona que se encontraba intentando completar el dichoso desafió era Prometio. Por lo que Ocho saltó de alegría para comenzar aclamarlo y aplaudir con entusiasmo. — ! PROME-CHI, TU PUEDES, VAMOS ¡ — La pequeña gritó con todas sus fuerzas, quería que su voz llegara hasta los oídos de quien consideraba uno de sus hermanos mayores.
Por otra parte, Sora miraba con determinación los movimientos de su gran amigo, debido a la lejanía no podía percatarse de los horrores que podía ser intentar completar ese reto, ya que a simple vista no parecía nada mas que escalar un lugar sin mas. — ¿Aquel es su amigo? — Preguntó la Mink quien observaba como la pequeña Ocho se esforzaba en ser escuchada por el participante del evento.
— Es un na..ka..ma — Contestó Sora con su terrible lentitud, lo que hizo que aquella mujer hiciera una mueca de disgusto, era evidente, nadie estaba acostumbrado a escucharlo, gracias a que Sora se percató de la situación, optó por sacar una de sus libretas para contestar o hablar cuando sea necesario, así no tenia que incomodar a nadie y evitaba la vergüenza de tener que recibir miradas de extrañes como las de antes. Sora acarició un poco a la tigresa, quien observaba a su dueño desde el mismo lugar que ellos.
- Resumen:
Ubicación: Larperia.
Sora encuentra a la tigresa de Prometio, mientras este se encuentra participando en el evento de Larperia, mientras tanto Ocho aclamaba a todo pulmon que su Hermano Prometio podria con el reto, esperando que este pudiera escucharla desde la cima y dedicarle una sonrisa
Khonrad L. Simons
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— Chicos, creo que hemos llegado al lugar equivocado, Tsekekeke — Khonrad junto a otros reclutas fueron llevados por un buque de la marina hasta Crumpit, cuando supuestamente todos debían desembarcar en Villa Abelia.
— Oh, claro, y te parece gracioso, no Khonrad? — Comentó enojado otro de los reclutas, disgustado por la situación, no solo porque habían llegado al lugar equivocado, sino por dos cosas sumamente importantes, la primera era que no tenían como volver ya que el navío que los trajo se había marchado ya que estarían varios días en el lugar, por otra parte, el lugar en donde se encontraban parecía ser lo menos navideño posible. Al contrario, los habitantes de estas tierras, Minks por cierto, se la pasaban en disputas y manifestaciones sobre que la navidad tendría que acabar o algo por el estilo, parecía ser una revuelta un tanto extraña.
— No te preocupes tanto Martín, al menos hay nieve, si lo que tanto querías era hacer un muñeco de nieve, puedo ayudarte cosita fea, Tsekekeke — La actitud de Khonrad estaba totalmente restablecida, luego de haber entrenado con Berry durante el poco tiempo que estuvieron en aquella isla le había dado la señal que necesitaba para seguir adelante.
Todos los reclutas presentes empezaron a reírse, ya estaban en aquel sitio y ademas eran marines, ¿Que significa esto? Tienen trabajo que hacer, estas manifestaciones tendrán un motivo, y lo que menos quieren es encontrar heridos o resultar heridos. Había que ver el lado bueno de las cosas, y era cierto, ahi si hay nieve, por lo que no pueden estar demasiado lejos de su objetivo después de todo siguieron un log pose.
Martín, no vio mas opción que tomar un poco de nieve, hacer una bola con ella y lanzarla hasta Khonrad, lo que desencadeno una guerra de bolas de nieve en plena ciudad, haciendo que una de estas impactase con un anciano mink que caminaba por allí. — Esa es una de las cosas que debemos evitar, la violencia que causa la navidad, tenemos que evitar ese tipo de cosas, invertir en lo que realmente es necesario en la ciudad, no en esas porquerías que solo hacen que nuestra isla se vuelva un desastre cada año — Los marines se detuvieron ante las palabras del anciano.
— Vamos señor, no sea tan amargado — Khonrad se acercó al anciano, tocándolo del hombro para posteriormente recostarse un poco del mismo. — Va usted a decir que odia la navidad? — añadió el marine con tono burlón a lo que el anciano respondió con un bastonazo a la cabeza del joven.
Posteriormente el anciano no dijo una sola palabra mas y se alejó, mirando la escena que acababa de suceder, todos los reclutas incluyendo a Martín se reían a carcajadas de aquello mientras Khonrad no hacia mas que tocar su cabeza tras semejante golpe. — Eso si fue gracioso muchachos, ¿Que seria de la navidad sin los viejos cascarrabias? Tsekekeke —
— Oh, claro, y te parece gracioso, no Khonrad? — Comentó enojado otro de los reclutas, disgustado por la situación, no solo porque habían llegado al lugar equivocado, sino por dos cosas sumamente importantes, la primera era que no tenían como volver ya que el navío que los trajo se había marchado ya que estarían varios días en el lugar, por otra parte, el lugar en donde se encontraban parecía ser lo menos navideño posible. Al contrario, los habitantes de estas tierras, Minks por cierto, se la pasaban en disputas y manifestaciones sobre que la navidad tendría que acabar o algo por el estilo, parecía ser una revuelta un tanto extraña.
— No te preocupes tanto Martín, al menos hay nieve, si lo que tanto querías era hacer un muñeco de nieve, puedo ayudarte cosita fea, Tsekekeke — La actitud de Khonrad estaba totalmente restablecida, luego de haber entrenado con Berry durante el poco tiempo que estuvieron en aquella isla le había dado la señal que necesitaba para seguir adelante.
Todos los reclutas presentes empezaron a reírse, ya estaban en aquel sitio y ademas eran marines, ¿Que significa esto? Tienen trabajo que hacer, estas manifestaciones tendrán un motivo, y lo que menos quieren es encontrar heridos o resultar heridos. Había que ver el lado bueno de las cosas, y era cierto, ahi si hay nieve, por lo que no pueden estar demasiado lejos de su objetivo después de todo siguieron un log pose.
Martín, no vio mas opción que tomar un poco de nieve, hacer una bola con ella y lanzarla hasta Khonrad, lo que desencadeno una guerra de bolas de nieve en plena ciudad, haciendo que una de estas impactase con un anciano mink que caminaba por allí. — Esa es una de las cosas que debemos evitar, la violencia que causa la navidad, tenemos que evitar ese tipo de cosas, invertir en lo que realmente es necesario en la ciudad, no en esas porquerías que solo hacen que nuestra isla se vuelva un desastre cada año — Los marines se detuvieron ante las palabras del anciano.
— Vamos señor, no sea tan amargado — Khonrad se acercó al anciano, tocándolo del hombro para posteriormente recostarse un poco del mismo. — Va usted a decir que odia la navidad? — añadió el marine con tono burlón a lo que el anciano respondió con un bastonazo a la cabeza del joven.
Posteriormente el anciano no dijo una sola palabra mas y se alejó, mirando la escena que acababa de suceder, todos los reclutas incluyendo a Martín se reían a carcajadas de aquello mientras Khonrad no hacia mas que tocar su cabeza tras semejante golpe. — Eso si fue gracioso muchachos, ¿Que seria de la navidad sin los viejos cascarrabias? Tsekekeke —
- Resumen:
Ubicación: Cumprit
Khonrad junto a un grupo de reclutas fueron llevados erroneamente hasta Crumpit en donde desembarcan y su navio se marcha para regresar dias despues, se encuentran conque la ciudad es totalmente lo contrario a lo que habian comentado, dandose cuenta que habian llegado al lugar equivocado, en donde los muchachos aprovechan para divertirse con una guerra de bolas de nieve, interrumpidos por un anciano que golpea a Khonrad por este ser un poco irrespetuoso.
Freites D. Alpha
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La música navideña no era del todo de tu agrado, pero tampoco te desagradaba. Podrías decir que el ambiente era soportable. Navidad no tu época favorita, pero tampoco era una que odiases. Podríamos de decir que está en tu top cinco de fechas festivas favoritas. Siendo la numero uno Halloween. ¿La menos favorita? claramente san Valentín.
Digamos que… cupido nunca ha sido tu amigo.
Llegaste a una posada que parecía ser una que parecía bastantes ánimos. Aunque al parecer desde afuera ya marcaba que tenía prohibida la entrada a animales. Miraste por un segundo a la plumífera, la cual habías puesto una gran cara de “yupi” cuando leyó el letrero. Le indicaste que esperara afuera juntos con el resto. Que montaran guardia y estuvieran atentos a cualquier cosa fuera de lo común.
Lo primero que viste al entrar fue un montón de gente de todo tipo y, un grupo de marines haciendo lo que parecía ser un karaoke. Miraste a la pared y divisaste un letrero del cual se trataba de una especie de evento del local, el cual se trataba de consumir gratis con tal de cantar algo navideño.
-Definitivamente esto no es de la temática. – Fue lo que dijiste sonriendo. Aunque no te molestaba para nada. La persona con el micrófono parecía disfrutar de su momento. Tu pequeño amigo, no parecías interesado en interrumpir a nadie y, nadie a primera vista parecía prestarte atención, puesto que estaban mirando fijamente a la mujer.
Que claramente era marine también.
Llegaste a la barra con total tranquilidad. – Un café bien cargado y una tarta de chocolate. Por favor. – El que atiende te pregunta amablemente si estas interesado en cantar por consumir gratis. – Suelo… cantar en otras circunstancias. – Respondiste con amabilidad. – Ya será en otro momento.
Digamos que… cupido nunca ha sido tu amigo.
Llegaste a una posada que parecía ser una que parecía bastantes ánimos. Aunque al parecer desde afuera ya marcaba que tenía prohibida la entrada a animales. Miraste por un segundo a la plumífera, la cual habías puesto una gran cara de “yupi” cuando leyó el letrero. Le indicaste que esperara afuera juntos con el resto. Que montaran guardia y estuvieran atentos a cualquier cosa fuera de lo común.
Lo primero que viste al entrar fue un montón de gente de todo tipo y, un grupo de marines haciendo lo que parecía ser un karaoke. Miraste a la pared y divisaste un letrero del cual se trataba de una especie de evento del local, el cual se trataba de consumir gratis con tal de cantar algo navideño.
-Definitivamente esto no es de la temática. – Fue lo que dijiste sonriendo. Aunque no te molestaba para nada. La persona con el micrófono parecía disfrutar de su momento. Tu pequeño amigo, no parecías interesado en interrumpir a nadie y, nadie a primera vista parecía prestarte atención, puesto que estaban mirando fijamente a la mujer.
Que claramente era marine también.
Llegaste a la barra con total tranquilidad. – Un café bien cargado y una tarta de chocolate. Por favor. – El que atiende te pregunta amablemente si estas interesado en cantar por consumir gratis. – Suelo… cantar en otras circunstancias. – Respondiste con amabilidad. – Ya será en otro momento.
- Spoiler:
- Lugar: Lapertia
Alpha llega a la posada donde esta Berry. No le reconoce por que nunca la ha visto en forma humana y aprovechando lo mucho que esta llamando ella la atención. Solo se sienta en la barra a pedir de tomar y un postre.
Tazu
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Tazu se quedó boquiabierta el ver llegar al monstruo peludo. Se parecía a un ciervo, solo que no era un ciervo. Era más grande, más gordo y caminaba a dos patas. ¡Y hablaba! No se imaginaba que pudiesen existir cosas así. ¿Sería peligroso? ¿Intentaría comérselos? Los monstruos comían gente, todo el mundo lo sabía, y si una cosa con cuernos y un lazo al cuello no era un monstruo, entonces nada lo era.
Y aun así, la tentación de tocarlo era casi irresistible. Mientras la criatura les daba la bienvenida con una voz grave que sería perfecta para un cuentacuentos, ella se acercaba por su espalda con sumo cuidado. Los enanitos de orejas picudas, que también eran extraños aunque nada comparado al ciervo humanoide, la miraban con curiosidad, pero Tazu les enseñó los dientes para que se metieran en sus asuntos. Llegó a la altura del monstruo, sacó un kunai por si las moscas y, con mucho cuidado, metió la otra mano entre su pelaje salpicado de copos de nieve.
No fue demasiado sutil, al parecer, y estuvo a punto de cagarse de miedo cuando el bicho se giró para mirarla. Retrocedió de un salto, pendiente de lo que aquella bestia pudiera hacer, y se quedó aún más boquiabierta cuando simplemente le sonrió.
Estoy viviendo cosas muy raras, Giichi. Si yo te contara...
Y es que no se esperaba que, tras meses de misiones tediosas y rotaciones por parajes desolados y puebluchos aburridos, iba a terminar en... pues en donde quiera que hubiese terminado. El abeto gigante, las luces de colores, la música extraña y atrayente... Todo allí zarandeaba sus sentidos como nada que hubiera visto antes. Pero, sobre todo, lo hacía el aroma. Al resto de la unidad parecía gustarle la mezcla de extravagantes aromas a la que atufaba aquel puticlub de isla sembrada de lucecitas, pero su nariz no reconocía nada de lo que flotaba por allí. Demasiadas cosas raras de golpe. No sabía si olía bien o mal porque simplemente olía... raro.
¿Y los nativos? Esos sí que eran raros. Orejas extrañas, cuerpos extraños, modales extraños... Parecían muy amigables. Sospechosamente amigables, según Tazu, que no iba a dejar que se le acercaran mucho. Aunque tampoco hubo oportunidad. Por desgracia para sus singulares anfitriones sacados de un cuento para niños, no eran humanos normales y corrientes, y La Legión tenía poca paciencia para las cosas que no eran normales y corrientes.
-Quiten de mi vista a estos espantajos -gruñó el... ¿Quién mandaba allí? Tazu había pasado tanto tiempo limpiando las letrinas que ni lo tenía claro. Ella lo llamaba Diente de Oro, sin más. El cargo casi que era lo de menos.
-A la orden -dijo un oficial, y vaya si los quitaron de su vista.
Adiós, hombre-ciervo, pensó Tazu. Al menos estabas calentito. Era de esperar que, después de haberlo tirado por la borda, ya no lo estuviera tanto.
-Preparen el desembarco. Armas y provisiones para dos días, dejen el cargamento prescindible. Caminaremos toda la noche hasta...
Tazu no escuchó el resto. Cualquier referencia a caminar toda la noche tenía su total y completa desaprobación. Prefería quedarse allí y esperarles que, en realidad, era lo que le tocaba. Vale, en realidad su tarea era fregar la cubierta hasta que le sangrasen las manos, dicho textualmente, pero cumplir su castigo estaba más que descartado. Además, le parecía desproporcionado por haber provocado aquel accidente con un compañero. ¿Quién no ha apuñalado a alguien en la mano alguna vez? Que no hubiese intentado quitarle su comida...
Así que, en vez de seguir a la tropa de legionarios, optó por escabullirse del buque, invocar un abrigo bien gordo y unas botas de nieve y explorar un poco la tal Villa Loquesea. Nunca había visto una isla nevada tan animada, y tenía curiosidad por esa cosa de la Navialgo de la que todo el mundo hablaba.
Y aun así, la tentación de tocarlo era casi irresistible. Mientras la criatura les daba la bienvenida con una voz grave que sería perfecta para un cuentacuentos, ella se acercaba por su espalda con sumo cuidado. Los enanitos de orejas picudas, que también eran extraños aunque nada comparado al ciervo humanoide, la miraban con curiosidad, pero Tazu les enseñó los dientes para que se metieran en sus asuntos. Llegó a la altura del monstruo, sacó un kunai por si las moscas y, con mucho cuidado, metió la otra mano entre su pelaje salpicado de copos de nieve.
No fue demasiado sutil, al parecer, y estuvo a punto de cagarse de miedo cuando el bicho se giró para mirarla. Retrocedió de un salto, pendiente de lo que aquella bestia pudiera hacer, y se quedó aún más boquiabierta cuando simplemente le sonrió.
Estoy viviendo cosas muy raras, Giichi. Si yo te contara...
Y es que no se esperaba que, tras meses de misiones tediosas y rotaciones por parajes desolados y puebluchos aburridos, iba a terminar en... pues en donde quiera que hubiese terminado. El abeto gigante, las luces de colores, la música extraña y atrayente... Todo allí zarandeaba sus sentidos como nada que hubiera visto antes. Pero, sobre todo, lo hacía el aroma. Al resto de la unidad parecía gustarle la mezcla de extravagantes aromas a la que atufaba aquel puticlub de isla sembrada de lucecitas, pero su nariz no reconocía nada de lo que flotaba por allí. Demasiadas cosas raras de golpe. No sabía si olía bien o mal porque simplemente olía... raro.
¿Y los nativos? Esos sí que eran raros. Orejas extrañas, cuerpos extraños, modales extraños... Parecían muy amigables. Sospechosamente amigables, según Tazu, que no iba a dejar que se le acercaran mucho. Aunque tampoco hubo oportunidad. Por desgracia para sus singulares anfitriones sacados de un cuento para niños, no eran humanos normales y corrientes, y La Legión tenía poca paciencia para las cosas que no eran normales y corrientes.
-Quiten de mi vista a estos espantajos -gruñó el... ¿Quién mandaba allí? Tazu había pasado tanto tiempo limpiando las letrinas que ni lo tenía claro. Ella lo llamaba Diente de Oro, sin más. El cargo casi que era lo de menos.
-A la orden -dijo un oficial, y vaya si los quitaron de su vista.
Adiós, hombre-ciervo, pensó Tazu. Al menos estabas calentito. Era de esperar que, después de haberlo tirado por la borda, ya no lo estuviera tanto.
-Preparen el desembarco. Armas y provisiones para dos días, dejen el cargamento prescindible. Caminaremos toda la noche hasta...
Tazu no escuchó el resto. Cualquier referencia a caminar toda la noche tenía su total y completa desaprobación. Prefería quedarse allí y esperarles que, en realidad, era lo que le tocaba. Vale, en realidad su tarea era fregar la cubierta hasta que le sangrasen las manos, dicho textualmente, pero cumplir su castigo estaba más que descartado. Además, le parecía desproporcionado por haber provocado aquel accidente con un compañero. ¿Quién no ha apuñalado a alguien en la mano alguna vez? Que no hubiese intentado quitarle su comida...
Así que, en vez de seguir a la tropa de legionarios, optó por escabullirse del buque, invocar un abrigo bien gordo y unas botas de nieve y explorar un poco la tal Villa Loquesea. Nunca había visto una isla nevada tan animada, y tenía curiosidad por esa cosa de la Navialgo de la que todo el mundo hablaba.
- Resumen (Villa Abelia):
- Pues un grupo de nazis del mar es recibido por un montón de encantadores monstruitos navideños. ¿Qué creéis que puede pasar? Y luego Tazu se va a explorar por ahí.
Lumin Maj
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La situación cambió bastante cuando la teniente se puso a cantar "Villancicos" que, de canción navideña tenía lo que Seth de boquerón. El camarero también se acercó hacia donde estaba sentado el tritón mirando el espectáculo a la par que comía y le ofreció el mismo trato a lo que claramente no se pudo negar -¡Puedo cantar mejor que la teniente!- Gritó contento, mientras que de un salto, pasó del taburete al lado de Berry. Claramente esperó a que la muchacha acabase para empezar él con su canción
Tampoco es que la canción fuera un villancico, pero era de las pocas que se sabía, no sabría decir el por qué, la cabeza del gyojin esta bastante atolondrada. Cantó la canción a pleno pulmón y sin afinar una sola nota, pero la cantó. Moviendo las caderas de forma bastante repugnante
El camarero no parecía muy contento, parece que los villancicos de los visitantes no tenía nada que ver con los de los pueblos que rodeaban la isla, pero en ningún lugar especificaba una lista de los que había que cantar -Creo que no habéis entendido que tenéis que cantar- Dijo el camarero un poco decepcionado -¡Espera que canto otra!- Se ofreció Seth -¡NOOO!- La negación fue de casi todos los presentes del local, sorprendiendo bastante a quien creía que tenía una voz angelical -No me cuesta nada- Reiteró -A nosotros si, los tímpanos- Respondió rápidamente el camarero. -Aburridos...- Comentó algo ofendido.
Se volvió a sentar en su sitio para terminarse el pedido cuando, por el rabillo del ojo observó que en el cristal estaban los niños de antes, sacando la lengua y provocando de diferentes maneras vulgares al soldado de la marina. El gyojin, ser adulto, responsable y de los que supuestamente se saben comportar, no dudó en responder de la misma forma...
- Villancico:
Tampoco es que la canción fuera un villancico, pero era de las pocas que se sabía, no sabría decir el por qué, la cabeza del gyojin esta bastante atolondrada. Cantó la canción a pleno pulmón y sin afinar una sola nota, pero la cantó. Moviendo las caderas de forma bastante repugnante
- Baile:
El camarero no parecía muy contento, parece que los villancicos de los visitantes no tenía nada que ver con los de los pueblos que rodeaban la isla, pero en ningún lugar especificaba una lista de los que había que cantar -Creo que no habéis entendido que tenéis que cantar- Dijo el camarero un poco decepcionado -¡Espera que canto otra!- Se ofreció Seth -¡NOOO!- La negación fue de casi todos los presentes del local, sorprendiendo bastante a quien creía que tenía una voz angelical -No me cuesta nada- Reiteró -A nosotros si, los tímpanos- Respondió rápidamente el camarero. -Aburridos...- Comentó algo ofendido.
Se volvió a sentar en su sitio para terminarse el pedido cuando, por el rabillo del ojo observó que en el cristal estaban los niños de antes, sacando la lengua y provocando de diferentes maneras vulgares al soldado de la marina. El gyojin, ser adulto, responsable y de los que supuestamente se saben comportar, no dudó en responder de la misma forma...
- respuesta:
- Resumen:
Relleno total, nada importante:
Seth canta fatal y se pone al nivel de unos críos
Elaina Sylveraen
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Elaina estaba sorprendida. Las calles estaban tan decoradas que incluso le parecía excesivo, cómo si la ciudad no tuviese nada más que ofrecer. Y eso sin hablar de la iluminación, que le hacía querer unas gafas de sol. Y eso que estaba nublado. ¿Cómo no se habían quedado ciegos sus ciudadanos? Ella estaba acostumbrada a ciudades más tranquilas. Incluso en Aquilonia, que estaba llena de artesanos y artistas, no se acercaban a este nivel.
También estaba sorprendida por la calidad de los productos que vendían. Y no para bien. Comparado con lo que veía en su isla, le parecía un poquito cutre. Entendía que vendían muchas tonterías en estas fechas, y que turistas y locales ya compraban cualquier cosa, pero aún así. Solo vió una tienda de ropa que parecía merecer la pena, y la chica que la llevaba, Aria, ni siquiera era de la isla, era de Water 7.
Pero bueno, tenía que dejar de fijarse en lo malo y disfrutar un poco. No estaba acostumbrada a salir de su isla, y si quería ser libre tenía que acostumbrarse a estas cosas. Todo lugar tenía sus puntos fuertes y débiles, seguro que el Palo Norte no tenía a un rey tan idiota y corrupto como su padre en Elyndor.
Elaina se pasó por los establos de su posada, para ver si ya habían traído a Stormrider. Tal vez podía moverse un poco por las afueras. Le encantaba la naturaleza, y seguro que encontraría cosas que no podía ver en Elyndor. Cuándo vió que efectivamente ya estaba allí, acarició su lomo, preparó la montura y se montó, saliendo a dar una vuelta.
Tenía pensado alejarse del centro de la ciudad, pero claro, para eso primero tenía que salir. Y bueno, digamos que entre sus ropajes y estar montando a caballo, llamaba bastante la atención. ¿Acaso no era tan común aquí? Tal vez eso explicaría por qué el establo era tan pequeño, aún si era la mejor posada de la ciudad. Pero en cualquier caso, todo el mundo la miraba con curiosidad, lo cuál le resultaba un poco vergonzoso.
También estaba sorprendida por la calidad de los productos que vendían. Y no para bien. Comparado con lo que veía en su isla, le parecía un poquito cutre. Entendía que vendían muchas tonterías en estas fechas, y que turistas y locales ya compraban cualquier cosa, pero aún así. Solo vió una tienda de ropa que parecía merecer la pena, y la chica que la llevaba, Aria, ni siquiera era de la isla, era de Water 7.
Pero bueno, tenía que dejar de fijarse en lo malo y disfrutar un poco. No estaba acostumbrada a salir de su isla, y si quería ser libre tenía que acostumbrarse a estas cosas. Todo lugar tenía sus puntos fuertes y débiles, seguro que el Palo Norte no tenía a un rey tan idiota y corrupto como su padre en Elyndor.
Elaina se pasó por los establos de su posada, para ver si ya habían traído a Stormrider. Tal vez podía moverse un poco por las afueras. Le encantaba la naturaleza, y seguro que encontraría cosas que no podía ver en Elyndor. Cuándo vió que efectivamente ya estaba allí, acarició su lomo, preparó la montura y se montó, saliendo a dar una vuelta.
Tenía pensado alejarse del centro de la ciudad, pero claro, para eso primero tenía que salir. Y bueno, digamos que entre sus ropajes y estar montando a caballo, llamaba bastante la atención. ¿Acaso no era tan común aquí? Tal vez eso explicaría por qué el establo era tan pequeño, aún si era la mejor posada de la ciudad. Pero en cualquier caso, todo el mundo la miraba con curiosidad, lo cuál le resultaba un poco vergonzoso.
- Resumen:
Localización: Villa Abelia
Resumen: La princesa llama un poco mucho la atención al ir por la calle con un maldito caballo y por su ropa.
Berry
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Berry no pudo evitar tentarse cuando Seth subió al escenario e hizo aquel despilfarro. Hasta parecía borracho y claramente ni su voz, ni su baile, ni la canción le favorecieron. Al menos la mink que seguía en forma humana estaba lo bastante entretenida como para olvidar por un momento su alergia, el sueño de las pastillas y otros inconvenientes y tomar un buen café caliente junto a barras de chocolate que había ganado de justa manera.
Se tomó el tiempo para observar el lugar y notó a un nuevo individuo en el lugar. Si bien su nariz seguía tapada con mucosidad lo pudo reconocer al instante, era Alpha y se veía tan pequeño y triste como la primera vez que se conocieron. ¿Pero dónde estaba el algodón de azucar? ¿El pajaro con dolor de entrepierna o la ave con tamaño de aeroplano? Sus preguntas se respondieron con el cartel de no permitir animales aunque rascó su cabeza al considerar que el algodón de azucar no era un animal.
—¡Oye depre! ¡¿No vas a cantar?! Todos lo hemos hecho, bueno solo dos pero... ¡Esto es una fiesta! Vamos no seas tímido y cantemos una canción juntos.—
La mujer se acercó a Alpha con su taza de café en la mano y en la otra el microfono apuntando al pirata. Su rostro era alegre aunque claramente entre las pastillas y la gripe parecía borracha pese a su aliento oler a chocolate. Berry se inclinó con su busto hacia delante aprovechando su belleza humana, conocía que aquello no funcionaba con el pirata pero estaba jugando a no conocerlo de nada.
—No muerdo a menos que estemos solos y tengamos frío... pero da igual si eres un bandido, un pirata o el líder de los legionarios. En las fiestas todos somos amigos... ¿Vienes?—
La zorra se giró dejando la taza vacía en la mesa y preparando otra canción en el improvisado karaoke. Hizo señas a Seth por si su invitado no deseaba participar y mientras preparaba todo comenzó a reír antes de hablar.
—Muy bien, preparen sus oídos para su teniente favorita ¡Ely y su pandilla!—
Bueno, tomar el nombre de Ely fue lo primero que se le pasó por la mente para no ser reconocida. Sus hombres rieron y coreaban el nombre falso con tal naturalidad que parecía el nombre de toda la vida, guiñó su ojo a los presentes un gesto que sutilmente indicaba una misión encubierta y esperaba que todos eligieran sus nombres claves. Aún así uno de los presentes le pasó un papel a Seth que le informaba lo acontecido, conocían que podía ser un poco despistado y arruinar la diversión sin enterarse.
Se tomó el tiempo para observar el lugar y notó a un nuevo individuo en el lugar. Si bien su nariz seguía tapada con mucosidad lo pudo reconocer al instante, era Alpha y se veía tan pequeño y triste como la primera vez que se conocieron. ¿Pero dónde estaba el algodón de azucar? ¿El pajaro con dolor de entrepierna o la ave con tamaño de aeroplano? Sus preguntas se respondieron con el cartel de no permitir animales aunque rascó su cabeza al considerar que el algodón de azucar no era un animal.
—¡Oye depre! ¡¿No vas a cantar?! Todos lo hemos hecho, bueno solo dos pero... ¡Esto es una fiesta! Vamos no seas tímido y cantemos una canción juntos.—
La mujer se acercó a Alpha con su taza de café en la mano y en la otra el microfono apuntando al pirata. Su rostro era alegre aunque claramente entre las pastillas y la gripe parecía borracha pese a su aliento oler a chocolate. Berry se inclinó con su busto hacia delante aprovechando su belleza humana, conocía que aquello no funcionaba con el pirata pero estaba jugando a no conocerlo de nada.
—No muerdo a menos que estemos solos y tengamos frío... pero da igual si eres un bandido, un pirata o el líder de los legionarios. En las fiestas todos somos amigos... ¿Vienes?—
La zorra se giró dejando la taza vacía en la mesa y preparando otra canción en el improvisado karaoke. Hizo señas a Seth por si su invitado no deseaba participar y mientras preparaba todo comenzó a reír antes de hablar.
—Muy bien, preparen sus oídos para su teniente favorita ¡Ely y su pandilla!—
Bueno, tomar el nombre de Ely fue lo primero que se le pasó por la mente para no ser reconocida. Sus hombres rieron y coreaban el nombre falso con tal naturalidad que parecía el nombre de toda la vida, guiñó su ojo a los presentes un gesto que sutilmente indicaba una misión encubierta y esperaba que todos eligieran sus nombres claves. Aún así uno de los presentes le pasó un papel a Seth que le informaba lo acontecido, conocían que podía ser un poco despistado y arruinar la diversión sin enterarse.
- Resumen:
- Tras su canción y escuchar a Seth, Berry ahora bajo el nombre clave de Ely en forma humana (y un estado similar a la borrachera leve) se propone cantar con Alpha convirtiendo la posada en un karaoke y haciendo que todos los marines se pongan nombres falsos.
Charlotte Prometio
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No es que fuera muy diestro aún usándolo, pero esas pequeñas décimas de segundo de ventaja que me otorgaba mi haki de observación podrían hacer la diferencia entre ganar mi dotación de ponche o no. Con la ayuda de mi habilidad comencé a sortear los pinchos que estaban por la torre de la catedral y la escalada fue tomando un mejor ritmo, sin contar los pinchos, subir por aquella pared no era tan difícil o eso pensé hasta que pude tener una leve "premonición" de una lanza atravesando mi estómago, apenas me dio tiempo de esquivarla, pero quedé colgando con una sola mano de la catedral. Vaya, en serio querían evitar que ganara ese premio
-¡QUEDAN QUINCE SEGUNDOS! -gritó el presentador.
Además de los gritos del hombre alcancé a escuchar entre la multitud una voz conocida, era acaso... No importaba, tenía que concentrarme en subir, pero veinte segundos, ¿podría subir en ese tiempo? Bueno, podría hacer un poquito de trampa y tratar de no ser notado. Flexioné mis piernas mientras me sujetaba fuerte a la pared de pierna, era momento de brincar en el aire. Utilicé Fly me to the moon para impulsarme y evitar esa zona donde me querían empalar con las lanzas.
-¡¡¡DIEZ -reuní toda mi energía en las piernas- NUEVE -me apoyé sobre el escalón de aire- OCHO -salí impulsado con un gran brinco- SIETE -me suspendí en el aire por unos instantes- SEIS -clavé mis garras nuevamente sobre la pared- CINCO -me deslicé un poco hacia abajo por la gravedad- CUATRO - comencé a escalar el tramo restante -TRES algunas púas comenzaron a pinchar mis piernas- DOS -llegué a la punta de la catedral- UNO -tomé la caja que se encontraba en la cima- CERO!!! -la punta de la catedral se rompió y caí en picada.
Volví a utilizar mi técnica mientras caía descompuesto por los cielos para amortiguar mi caída. Cuando aterricé me quité la venda de los ojos y escuché las ovaciones eufóricas del público. Tenía asegurado mi ponche, pero ahora me sentía emocionado por el contenido de la caja, por lo que decidí abrirla.
-¡Y TENEMOS UN GANADOR! -gritó el presentador algo cabreado.
El premio del ganador era nada más y nada menos que -redoble de tambores- ¡nada! La cajita estaba completamente vacía. No sabía si la habían saqueado antes o si simplemente nunca hubo un premio y la competencia era más bien un evento sádico para observar a la gente caer. Arrojé la caja vacía al cuerpo del presentador y me marché visiblemente enojado sin escuchar sus balbuceos. Ya después me cobraría el ponche y mi cita.
-Vaya, así que también están aquí -saludé a Ocho y al peliazul -vaya fiasco lo del premio, ¿no crees? Ahora tengo las manos y los pies llenos de piquetes -agregué molesto- iré a con una conocida por unos tragos a la taberna de allá -señalé una casa a lo lejos- pueden venir si quieren.
Me marché de la catedral junto con Kirara y mi mono araña para acompañar a Berry. A la entrada de la taberna se leía un letrero que prohibía la entrada a animales, así que les pedí a ambos que esperaran junto a... ¡¿también él estaba aquí?!
-¡El mejor trago que tengas por favor! -grité al entrar.
-¡QUEDAN QUINCE SEGUNDOS! -gritó el presentador.
Además de los gritos del hombre alcancé a escuchar entre la multitud una voz conocida, era acaso... No importaba, tenía que concentrarme en subir, pero veinte segundos, ¿podría subir en ese tiempo? Bueno, podría hacer un poquito de trampa y tratar de no ser notado. Flexioné mis piernas mientras me sujetaba fuerte a la pared de pierna, era momento de brincar en el aire. Utilicé Fly me to the moon para impulsarme y evitar esa zona donde me querían empalar con las lanzas.
-¡¡¡DIEZ -reuní toda mi energía en las piernas- NUEVE -me apoyé sobre el escalón de aire- OCHO -salí impulsado con un gran brinco- SIETE -me suspendí en el aire por unos instantes- SEIS -clavé mis garras nuevamente sobre la pared- CINCO -me deslicé un poco hacia abajo por la gravedad- CUATRO - comencé a escalar el tramo restante -TRES algunas púas comenzaron a pinchar mis piernas- DOS -llegué a la punta de la catedral- UNO -tomé la caja que se encontraba en la cima- CERO!!! -la punta de la catedral se rompió y caí en picada.
Volví a utilizar mi técnica mientras caía descompuesto por los cielos para amortiguar mi caída. Cuando aterricé me quité la venda de los ojos y escuché las ovaciones eufóricas del público. Tenía asegurado mi ponche, pero ahora me sentía emocionado por el contenido de la caja, por lo que decidí abrirla.
-¡Y TENEMOS UN GANADOR! -gritó el presentador algo cabreado.
El premio del ganador era nada más y nada menos que -redoble de tambores- ¡nada! La cajita estaba completamente vacía. No sabía si la habían saqueado antes o si simplemente nunca hubo un premio y la competencia era más bien un evento sádico para observar a la gente caer. Arrojé la caja vacía al cuerpo del presentador y me marché visiblemente enojado sin escuchar sus balbuceos. Ya después me cobraría el ponche y mi cita.
-Vaya, así que también están aquí -saludé a Ocho y al peliazul -vaya fiasco lo del premio, ¿no crees? Ahora tengo las manos y los pies llenos de piquetes -agregué molesto- iré a con una conocida por unos tragos a la taberna de allá -señalé una casa a lo lejos- pueden venir si quieren.
Me marché de la catedral junto con Kirara y mi mono araña para acompañar a Berry. A la entrada de la taberna se leía un letrero que prohibía la entrada a animales, así que les pedí a ambos que esperaran junto a... ¡¿también él estaba aquí?!
-¡El mejor trago que tengas por favor! -grité al entrar.
- Resumen:
Prome alcanzó a sortear todas las trampas del concurso sólo para descubrir que la caja estaba vacía, decide irse del lugar para no causar alboroto e invita al peliazul a su encuentro con la mink Berry.
Hayden Ashworth
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FF escuchó con atención la respuesta de Ely. Por supuesto, fingía que no era ella para guardar las apariencias, estaba clarísimo. Era totalmente imposible que no supiese quien era el gran Smiley-man. Después de todo, "Largo Día de Reyes" era uno de los cómics mejor vendidos de todos los tiempos y todo el mundo se lo había leído. Sin embargo, la astuta capitana fue capaz de darle en clave la información necesaria. Un malvadísimo villano había sido visto al norte.
—Gracias, amable ciudadana —contestó FF guiñando un ojo, el cual no podía verse bajo la máscara.
Se colocó en posición, mirando hacia la puerta, y se agachó ligeramente estirando los brazos como si fuesen las alas de un pájaro. Entonces empezó a mover las piernas muy rápido, como si corriera en el sitio. Entonces salió disparado del bar. Se quedó quieto fuera, pensativo y rascándose la barbilla.
"Bien, Furia Flamígera, ¿hacia dónde está el norte?"
Fue entonces cuando recordó las sabias palabras de un monje luchador que aparecía en uno de los cómics de Smiley-Man. El sabio anciano se mecía la lisa y larga barba mientras decía "siempre llegarás al norte si caminas lo suficiente". Así es, eso tenía sentido, tan solo tenía que elegir una dirección y moverse en línea recta hasta alcanzar el norte.
—YOOOOOOO... SOOOOOOOY... —empezó a decir posando— ¡¡FURIA FLAMÍGERA!! ¡¡Tema musical!!
Y empezó a correr. Ciertamente, el ritmo de la música solo estaba en su cabeza, pero él se dedicaba a cantar la letra por lo que cualquiera a su alrededor podía oírla:
>Por el poder del amoooor
¡Furia Flamígera nos salvará!
De los villanos y las fuerzas de la oscuridaaaaad
>Por el poder de la amistaaaad
¡Él va con el poder del Sol!
Sus llamas alumbran nuestras noooocheeees
>Con la fueeeeerza de mil hombres y doce Gyojiiiins
¡WOOH-OOH!
¡Él nos traerá la salvacióoooon!
>Yes! We are power!
Con su fuego quema y a todos visluuuumbra
¡Porque es el Maravillooooso Furia Flamígeeeera!
Era, sin duda alguna, la canción perfecta.
—Gracias, amable ciudadana —contestó FF guiñando un ojo, el cual no podía verse bajo la máscara.
Se colocó en posición, mirando hacia la puerta, y se agachó ligeramente estirando los brazos como si fuesen las alas de un pájaro. Entonces empezó a mover las piernas muy rápido, como si corriera en el sitio. Entonces salió disparado del bar. Se quedó quieto fuera, pensativo y rascándose la barbilla.
"Bien, Furia Flamígera, ¿hacia dónde está el norte?"
Fue entonces cuando recordó las sabias palabras de un monje luchador que aparecía en uno de los cómics de Smiley-Man. El sabio anciano se mecía la lisa y larga barba mientras decía "siempre llegarás al norte si caminas lo suficiente". Así es, eso tenía sentido, tan solo tenía que elegir una dirección y moverse en línea recta hasta alcanzar el norte.
—YOOOOOOO... SOOOOOOOY... —empezó a decir posando— ¡¡FURIA FLAMÍGERA!! ¡¡Tema musical!!
Y empezó a correr. Ciertamente, el ritmo de la música solo estaba en su cabeza, pero él se dedicaba a cantar la letra por lo que cualquiera a su alrededor podía oírla:
>Por el poder del amoooor
¡Furia Flamígera nos salvará!
De los villanos y las fuerzas de la oscuridaaaaad
>Por el poder de la amistaaaad
¡Él va con el poder del Sol!
Sus llamas alumbran nuestras noooocheeees
>Con la fueeeeerza de mil hombres y doce Gyojiiiins
¡WOOH-OOH!
¡Él nos traerá la salvacióoooon!
>Yes! We are power!
Con su fuego quema y a todos visluuuumbra
¡Porque es el Maravillooooso Furia Flamígeeeera!
Era, sin duda alguna, la canción perfecta.
- Resumen:
- FF sigue las ordenes en clave de Ely y va hacia dónde él cree que es el norte, mientras canta su tema musical
Mako
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Hablando con el anciano me di cuenta de que había un ámbito de la vida que yo no había contemplado para mejorar en general, por qué usar solo un conocimiento en mis "actuaciones" cuando podía usar dos o tres, llegar a la isla a sido una buena jugada, saldría de aquí inspirado, conozca o no a aquél hombre.
Tras un rato hablando con el anciano mi tranquilidad empezó a romperse cuando de pronto entró un grupo de marines los cuales conté y observé. Eran bastantes y ruidosos, dos de ellos habían aceptado lo de cantar por comida gratis, un planteamiento que llevaría a la quiebra este horroroso sitio, la mujer marine no lo hizo mal pero aquél tritón rosa chillón (Nunca mejor dicho) fue un verdadero dolor de cabeza, no pudo hacerlo peor, su voz parecía una uña arañando una pizarra y una rata agonizando de dolor a la vez, bien podría considerarse un arma la voz de ese esperpento.
En el local no paraban de entrar, más y más gente, empezaba a ser molesto. Yo solo quería hablar con el anciano sobre sus creaciones y de pronto... ¿Eso de ahí es un zumbado saltando de tejado en tejado? ¿¡Pero que demonios le pasa a este pueblo!?
Dejé dinero sobre la mesa pues no pensaba pagar cantando, ni era cantante ni me gustaba hacer el ridículo en público como esos dos imbéciles de ahí, por lo que antes de que alguien más se agregase y me sangraran las orejas -Ha sido un verdadero placer y bastante revelador hablar con usted, discúlpeme pero tengo que marchar, espero volver a vernos pronto- Comenté con una sonrisa mientras agarraba la maleta y la funda de guitarra rígida y me dispuse a salir por la puerta.
El tarado que vi saltando de tejado en tejado ahora iba en linea recta cantando algún tipo de nana necesaria para alguna secta diabólica, la gente de la isla empezaba a dar miedo, ahora entendía por que hacían falta asesinos a sueldo en estas tierras. ¿Y quien co** tiene tantos animales? La salida del tugurio estaba lleno de especies muy raras de bichos...
Tras un rato hablando con el anciano mi tranquilidad empezó a romperse cuando de pronto entró un grupo de marines los cuales conté y observé. Eran bastantes y ruidosos, dos de ellos habían aceptado lo de cantar por comida gratis, un planteamiento que llevaría a la quiebra este horroroso sitio, la mujer marine no lo hizo mal pero aquél tritón rosa chillón (Nunca mejor dicho) fue un verdadero dolor de cabeza, no pudo hacerlo peor, su voz parecía una uña arañando una pizarra y una rata agonizando de dolor a la vez, bien podría considerarse un arma la voz de ese esperpento.
En el local no paraban de entrar, más y más gente, empezaba a ser molesto. Yo solo quería hablar con el anciano sobre sus creaciones y de pronto... ¿Eso de ahí es un zumbado saltando de tejado en tejado? ¿¡Pero que demonios le pasa a este pueblo!?
Dejé dinero sobre la mesa pues no pensaba pagar cantando, ni era cantante ni me gustaba hacer el ridículo en público como esos dos imbéciles de ahí, por lo que antes de que alguien más se agregase y me sangraran las orejas -Ha sido un verdadero placer y bastante revelador hablar con usted, discúlpeme pero tengo que marchar, espero volver a vernos pronto- Comenté con una sonrisa mientras agarraba la maleta y la funda de guitarra rígida y me dispuse a salir por la puerta.
El tarado que vi saltando de tejado en tejado ahora iba en linea recta cantando algún tipo de nana necesaria para alguna secta diabólica, la gente de la isla empezaba a dar miedo, ahora entendía por que hacían falta asesinos a sueldo en estas tierras. ¿Y quien co** tiene tantos animales? La salida del tugurio estaba lleno de especies muy raras de bichos...
- Resumen:
Mako sale de la taberna o lo que sea y se dispone a salir del pueblo dirección hacia otro lado
Vanko
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Ha sido un viaje largo, pero por fin divisé el Palo Norte en la distancia. Mi barco se acercaba a puerto, y la brisa marina cambió por un aroma embriagador a chocolate y canela. A medida que nos aproximábamos, los villancicos, cantados a capella con una percusión distante, se volvían más audibles.
El barco se deslizó con gracia hacia el puerto de Abelia. La nieve caía, cubriendo los barcos y formando un manto blanco sobre el suelo. Me envolví en mi gruesa gabardina y me puse la capucha, me coloqué el petate embreado y descendí, sintiendo el crujir de la nieve bajo mis botas. La atmósfera festiva me envolvió mientras avanzaba por el puerto.
El capitán me dio una sonrisa cordial. "Bienvenido a Abelia. Que disfrute de su estancia."
Agradecí con un gesto y me adentré en las calles bulliciosas. Villancicos, luces y aromas festivos llenaban el aire. La ciudad vibraba con la anticipación de las celebraciones. Entre puestos de mercado decorados, decidí buscar una posada para alojarme. Encontré una llamada "El Festín del Acebo". La fachada estaba adornada con luces y ramas de acebo. Al entrar, fui recibido por el calor de una chimenea central y una decoración encantadora. El tabernero, con un sombrero festivo, me dio la bienvenida.
"¿En busca de alojamiento?" preguntó con una sonrisa.
Asentí. "Sí, una habitación para unos días, por favor."
Tenían una disponible una lo suficientemente grande como para no ser angosta para mi tamaño en el ático, con vista al puerto, balcón de doble puerta ,desayuno, comida y una ración especial de pastel de manzana navideño. Acepté muy agradecido. Mientras subía a mi habitación, noté que las puertas de las demás habitaciones estaban decoradas con coronas de acebo y pequeñas botellas de licor festivo.
La habitación era acogedora. La cama estaba adornada con mantas invernales, y desde la ventana, podía ver los destellos de las luces del puerto bajo la suave nevada. Me relajé, permitiéndome disfrutar del ambiente festivo que penetraba incluso en mi alojamiento.
Bajé al salón, donde la música navideña y el bullicio de la gente llenaban el aire. El tabernero me ofreció un plato de pastel de manzana, una deliciosa combinación de sabores navideños. Me sumí en mis pensamientos mientras saboreaba el dulce postre. La misión que me llevó al Palo Norte quedó momentáneamente en segundo plano, reemplazada por la calidez y el espíritu navideño que llenaban El Festín del Acebo.
La música envolvente y la atmósfera festiva me transportaron a un mundo mágico. Aunque mi corazón seguía siendo cauteloso, no podía evitar dejarme llevar por la encantadora magia de Abelia. Listo para continuar disfrutando de la celebración.
El barco se deslizó con gracia hacia el puerto de Abelia. La nieve caía, cubriendo los barcos y formando un manto blanco sobre el suelo. Me envolví en mi gruesa gabardina y me puse la capucha, me coloqué el petate embreado y descendí, sintiendo el crujir de la nieve bajo mis botas. La atmósfera festiva me envolvió mientras avanzaba por el puerto.
El capitán me dio una sonrisa cordial. "Bienvenido a Abelia. Que disfrute de su estancia."
Agradecí con un gesto y me adentré en las calles bulliciosas. Villancicos, luces y aromas festivos llenaban el aire. La ciudad vibraba con la anticipación de las celebraciones. Entre puestos de mercado decorados, decidí buscar una posada para alojarme. Encontré una llamada "El Festín del Acebo". La fachada estaba adornada con luces y ramas de acebo. Al entrar, fui recibido por el calor de una chimenea central y una decoración encantadora. El tabernero, con un sombrero festivo, me dio la bienvenida.
"¿En busca de alojamiento?" preguntó con una sonrisa.
Asentí. "Sí, una habitación para unos días, por favor."
Tenían una disponible una lo suficientemente grande como para no ser angosta para mi tamaño en el ático, con vista al puerto, balcón de doble puerta ,desayuno, comida y una ración especial de pastel de manzana navideño. Acepté muy agradecido. Mientras subía a mi habitación, noté que las puertas de las demás habitaciones estaban decoradas con coronas de acebo y pequeñas botellas de licor festivo.
La habitación era acogedora. La cama estaba adornada con mantas invernales, y desde la ventana, podía ver los destellos de las luces del puerto bajo la suave nevada. Me relajé, permitiéndome disfrutar del ambiente festivo que penetraba incluso en mi alojamiento.
Bajé al salón, donde la música navideña y el bullicio de la gente llenaban el aire. El tabernero me ofreció un plato de pastel de manzana, una deliciosa combinación de sabores navideños. Me sumí en mis pensamientos mientras saboreaba el dulce postre. La misión que me llevó al Palo Norte quedó momentáneamente en segundo plano, reemplazada por la calidez y el espíritu navideño que llenaban El Festín del Acebo.
La música envolvente y la atmósfera festiva me transportaron a un mundo mágico. Aunque mi corazón seguía siendo cauteloso, no podía evitar dejarme llevar por la encantadora magia de Abelia. Listo para continuar disfrutando de la celebración.
- Resumen:
- Llegada de Vanko a Villa Abelia y su fructífera búsqueda de alojamiento
Sowon
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El mercado era un pozo de tiburones donde o se era depredador o uno se convertía en restos. Ella obviamente era de las primeras, el plan de Vanko no le resultaba descabellado, buscar clientes mientras este se encargaba del hospedaje en Abelia. Habían rumores de fortunas y riquezas, una isla que la cazadora recordaba de una manera no muy feliz.
La última vez había salido de ahí con una buena suma de dinero pero con una fábrica en llamas por la espalda. Por fortuna la atención se centro en la chica de fuego que dudaba volver a encontrar en el mismo lugar pero nunca se sabe. La ruta que seguiría Sowon consistía de una parada en Larpeira buscando que alguno de los borrachos que estaban tan desesperados por premios vieran en su mercancía algo de valor antes de lanzarse desde la catedral y quedar como picadillo.
Luego de lo cual intercambiaría contactos con Vanko en Abelia y desde ahí decidirían como proseguir. Si bien no le fue complicado seguir el rastro de la marina hasta la taberna esa teniente resfriada no parecía la más indicada para negocios serios. También no pudo evitar reconocer algunos animales de la posada, así como identificó en la distancia al muchacho de pelo azul.
El mundo era un lugar muy pequeño, avanzó hasta la posada e ingresó portando su kimono negro cuyo abrigo blanco era simplemente como llevar la nieve sobre ella. Su piel inmaculada y su rostro esculpido con una belleza superior se robaron la atención de los presentes por algunos segundos. Llevó su mano a la vaina de la espada que colgaba en su cintura con elegancia, sin poder ignorar a la mujer que también era teniente en un estado lamentablemente no apto para formalidades.
—Caballero de dudosas promesas, que placer encontrarle por aquí, espero que mis espadas sigan tan afiladas como la última vez...—
Una presentación que junto a su voz serena se ocultaba una gran estrategia de ventas, los presentes sabrían que era herrera y que sus armas tenían bastante calidad para pertenecer al ganador de un concurso famoso en el pueblo. Incluso su reverencia indicó que solo estaba de paso.
—¿Esa mujer es la única a cargo? Vaya... creo que deberé caminar bastante.—
La mujer se sentó en la barra y se dedicó a colocar algunos cuchillos en la misma ofreciendo a los presentes una prueba de su trabajo artesanal incluido el tabernero. Bebiendo un poco de agua de su fiel calabaza.
La última vez había salido de ahí con una buena suma de dinero pero con una fábrica en llamas por la espalda. Por fortuna la atención se centro en la chica de fuego que dudaba volver a encontrar en el mismo lugar pero nunca se sabe. La ruta que seguiría Sowon consistía de una parada en Larpeira buscando que alguno de los borrachos que estaban tan desesperados por premios vieran en su mercancía algo de valor antes de lanzarse desde la catedral y quedar como picadillo.
Luego de lo cual intercambiaría contactos con Vanko en Abelia y desde ahí decidirían como proseguir. Si bien no le fue complicado seguir el rastro de la marina hasta la taberna esa teniente resfriada no parecía la más indicada para negocios serios. También no pudo evitar reconocer algunos animales de la posada, así como identificó en la distancia al muchacho de pelo azul.
El mundo era un lugar muy pequeño, avanzó hasta la posada e ingresó portando su kimono negro cuyo abrigo blanco era simplemente como llevar la nieve sobre ella. Su piel inmaculada y su rostro esculpido con una belleza superior se robaron la atención de los presentes por algunos segundos. Llevó su mano a la vaina de la espada que colgaba en su cintura con elegancia, sin poder ignorar a la mujer que también era teniente en un estado lamentablemente no apto para formalidades.
—Caballero de dudosas promesas, que placer encontrarle por aquí, espero que mis espadas sigan tan afiladas como la última vez...—
Una presentación que junto a su voz serena se ocultaba una gran estrategia de ventas, los presentes sabrían que era herrera y que sus armas tenían bastante calidad para pertenecer al ganador de un concurso famoso en el pueblo. Incluso su reverencia indicó que solo estaba de paso.
—¿Esa mujer es la única a cargo? Vaya... creo que deberé caminar bastante.—
La mujer se sentó en la barra y se dedicó a colocar algunos cuchillos en la misma ofreciendo a los presentes una prueba de su trabajo artesanal incluido el tabernero. Bebiendo un poco de agua de su fiel calabaza.
- Resumen:
- Lugar: Larpeira
Sowon llega al pueblo y tras encontrarse caras conocidas va a la posada local para promocionar sus productos. Sin embargo, al ver a Berry y sus actitudes cree que deberá ir a otro lado para hacer negocios serios.
Anagumitsu
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El viento invernal me atusó le pelaje cuando el barco atracó en Larpeira, y la vista del ambiente festivo me llenó de emoción. Vestía con mi traje habitual, listo para explorar este rincón mágico de la isla. Las fragancias de bizcocho y dulces llenaron el aire mientras paseaba por el puerto. La gente riendo y las luces titilantes creaban un ambiente acogedor. Decidí montar un campamento temporal para ayudar a los heridos por la prueba anual de trepar la catedral, "Yo podría subir en un abrir y cerrar de ojos", pensé mientras desempacaba mis pertenencias. Caminé por las calles empedradas, rodeado por la arquitectura encantadora del pueblecito. Luces brillantes adornaban cada esquina, y las risas de la gente resonaban. Pregunté a un anciano sobre un buen lugar para acampar y atender heridos.
"Claro, buen señor", dijo el anciano con una reverencia. "Hay un claro al final del camino, rodeado de árboles iluminados. Será perfecto para su campamento".
Siguiendo sus indicaciones, llegué a la plazoleta. La luz suave de luciérnagas y lámparas decorativas guiaba mi camino. Era un lugar apacible rodeado de árboles decorados, ideal para vivir y trabajar una temporada.
Mientras preparaba mi puesto para atender a los heridos, reflexionaba sobre la prueba de trepar la catedral. Recordaba las caras de determinación y esfuerzo de los participantes. Mi objetivo era aliviar el cansancio y curar posibles heridas, contribuyendo al espíritu festivo de Larpeira y a aliviar sus bolsillos, si iba corriendo a por el regalo, nadie iba a romperse la cabeza... Así que saqué y coloqué un toldo enorme a modo de anuncio mientras levantaba las tiendas que serían mi nueva clínica.
Pronto, los habitantes curiosos se acercaron, agradecidos por mi presencia. Compartieron historias y risas, sumergiéndonos juntos en la calidez de la comunidad. La tarde iba avanzando y la zona se llenó de conversaciones animadas, algún grito de dolor y tintineo de monedas. Estábamos en marcha.
Entre vendajes y ungüentos, compartía anécdotas y enseñaba técnicas de relajación a los pacientes que preguntaban. La luna comenzaba a iluminar el cielo estrellado mientras fumaba y bebía café cerca de mi tienda. El aroma a bizcocho y crema pastelera se mezclaba con la satisfacción de haber contribuido a algo mas grande, el tamaño de mis ahorros.
"Claro, buen señor", dijo el anciano con una reverencia. "Hay un claro al final del camino, rodeado de árboles iluminados. Será perfecto para su campamento".
Siguiendo sus indicaciones, llegué a la plazoleta. La luz suave de luciérnagas y lámparas decorativas guiaba mi camino. Era un lugar apacible rodeado de árboles decorados, ideal para vivir y trabajar una temporada.
Mientras preparaba mi puesto para atender a los heridos, reflexionaba sobre la prueba de trepar la catedral. Recordaba las caras de determinación y esfuerzo de los participantes. Mi objetivo era aliviar el cansancio y curar posibles heridas, contribuyendo al espíritu festivo de Larpeira y a aliviar sus bolsillos, si iba corriendo a por el regalo, nadie iba a romperse la cabeza... Así que saqué y coloqué un toldo enorme a modo de anuncio mientras levantaba las tiendas que serían mi nueva clínica.
Pronto, los habitantes curiosos se acercaron, agradecidos por mi presencia. Compartieron historias y risas, sumergiéndonos juntos en la calidez de la comunidad. La tarde iba avanzando y la zona se llenó de conversaciones animadas, algún grito de dolor y tintineo de monedas. Estábamos en marcha.
Entre vendajes y ungüentos, compartía anécdotas y enseñaba técnicas de relajación a los pacientes que preguntaban. La luna comenzaba a iluminar el cielo estrellado mientras fumaba y bebía café cerca de mi tienda. El aroma a bizcocho y crema pastelera se mezclaba con la satisfacción de haber contribuido a algo mas grande, el tamaño de mis ahorros.
- Resumen:
- Anagumitsu llega al pueblo establece su hospital de campaña cerca de la catedral para atender a los heridos y deja que la fiesta circule llenandole los bolsillos entre ceja y ceja partida
Elyria Priscraft
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Elyria tenía mucha curiosidad qué clase de drogas se metía Hayden para desayunar. Y para colmo, ni siquiera había sido capaz de entender unas instrucciones tan básicas cómo ir al maldito norte. ¿Se había caído de la cuna al nacer y perdido todo el sentido de la lógica? Se había pirado corriendo a saber donde. Y si no hacía nada pronto y lo paraba, tenía la sensación de que acabaría encontrando el One Piece sin querer por no parar de correr. La gente del bar no paraba de reírse de él, y sinceramente, no podía culparlos. Era un poquito ridículo.
En cualquier caso, no podía simplemente salir corriendo tras él. Con el numerito que había montado, llamaría demasiado la atención. Así que le tocó quedarse un rato mientras terminaba su chocolate y rezar por poder encontrarlo luego. O tal vez…
“Nissa… Síguele un rato y dime en qué dirección va,” susurró Elyria, intentando que nadie le escuchase y le tomase por loca por hablar sola. “El pobre es cortito pero tiene convicción, confío en que realmente corra en línea recta.”
“Ely, te estás preocupando demasiado, es un crió del tamaño de un tapón, disfrazado mientras canta a todo volumen y baila cosas raras. Creo que encontrarle no es especialmente complicado.”
“¡Cállate!”
Mierda, eso lo había dicho en voz alta, y un señor que hablaba con un amigo a su lado se calló y se giró a mirarle con una mirada confusa.
“¿Q-qué ocurre señorita, no está interesada?,” dijo el hombre con intensidad.
“Te dije que hablar sobre los avistamientos alienígenas en los acuíferos del imperio romano irritaría a la gente,” dijo su amigo, harto de todo. “Además, ¿qué cojones es un romano?”
“¡Pero es imposible que hiciesen eso a mano! ¡Y son aqueductos, no aquiferos, inculto de mierda! ¡El One Piece no existe, los illuminati lo usan para controlar a la masas! ¡Muerte a los masones!” Gritó antes de salir corriendo.
“¡Oye, no te vayas sin pagar!” Gritó el dueño, sacando una escopeta de debajo de la barra.
Elyria suspiró, colocando la mano en el cañón del arma, bajándola y congelándola contra la mesa. “Yo me encargo.” Y en unos segundos, se puso delante de la puerta, parando la huida del loco.
“Tienes que pagar, amigo,” dijo Elyria con seriedad.
“¡No pienso caer en vuestra trampa, estáis controlados por las ondas 5g de los Den Den Mushi!”
Elyria, cansada, suspiró, clavando su mirada penetrante en los ojos del hombre. También usó un poco de su haki del rey en él para intimidarle, aunque intentando mantenerlo bajo control para no llamar demasiado la atención. Y vaya si funcionó. La cara del hombre cambió rápidamente a una de miedo, y sin atreverse a pronunciar ninguna otra palabra, pagó la cuenta y se fue.
Nissa estaba en la puerta del local, de brazos cruzados mientras miraba el numerito que habían montado. Al parecer ya había vuelto de seguir a Hayden. “Y tú eras la que no quería llamar la atención. Vamos anda, ese idiota ha conseguido correr hacia el norte de alguna manera. Está tocado por la mano de dios o algo.”
En cualquier caso, no podía simplemente salir corriendo tras él. Con el numerito que había montado, llamaría demasiado la atención. Así que le tocó quedarse un rato mientras terminaba su chocolate y rezar por poder encontrarlo luego. O tal vez…
“Nissa… Síguele un rato y dime en qué dirección va,” susurró Elyria, intentando que nadie le escuchase y le tomase por loca por hablar sola. “El pobre es cortito pero tiene convicción, confío en que realmente corra en línea recta.”
“Ely, te estás preocupando demasiado, es un crió del tamaño de un tapón, disfrazado mientras canta a todo volumen y baila cosas raras. Creo que encontrarle no es especialmente complicado.”
“¡Cállate!”
Mierda, eso lo había dicho en voz alta, y un señor que hablaba con un amigo a su lado se calló y se giró a mirarle con una mirada confusa.
“¿Q-qué ocurre señorita, no está interesada?,” dijo el hombre con intensidad.
“Te dije que hablar sobre los avistamientos alienígenas en los acuíferos del imperio romano irritaría a la gente,” dijo su amigo, harto de todo. “Además, ¿qué cojones es un romano?”
“¡Pero es imposible que hiciesen eso a mano! ¡Y son aqueductos, no aquiferos, inculto de mierda! ¡El One Piece no existe, los illuminati lo usan para controlar a la masas! ¡Muerte a los masones!” Gritó antes de salir corriendo.
“¡Oye, no te vayas sin pagar!” Gritó el dueño, sacando una escopeta de debajo de la barra.
Elyria suspiró, colocando la mano en el cañón del arma, bajándola y congelándola contra la mesa. “Yo me encargo.” Y en unos segundos, se puso delante de la puerta, parando la huida del loco.
“Tienes que pagar, amigo,” dijo Elyria con seriedad.
“¡No pienso caer en vuestra trampa, estáis controlados por las ondas 5g de los Den Den Mushi!”
Elyria, cansada, suspiró, clavando su mirada penetrante en los ojos del hombre. También usó un poco de su haki del rey en él para intimidarle, aunque intentando mantenerlo bajo control para no llamar demasiado la atención. Y vaya si funcionó. La cara del hombre cambió rápidamente a una de miedo, y sin atreverse a pronunciar ninguna otra palabra, pagó la cuenta y se fue.
Nissa estaba en la puerta del local, de brazos cruzados mientras miraba el numerito que habían montado. Al parecer ya había vuelto de seguir a Hayden. “Y tú eras la que no quería llamar la atención. Vamos anda, ese idiota ha conseguido correr hacia el norte de alguna manera. Está tocado por la mano de dios o algo.”
- Resumen:
Localización: Nueva Pesci
Resumen: Un loco conspiracionista grita cosas raras en un bar e intenta irse sin pagar, pero Ely lo detiene con su mirada penetrante y haki del rey.
MrGourmett
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El dichoso premio al parecer no era mas que una farsa, Prometio logró subir hasta la cima y lo que se encontraba allí no era nada mas que una caja vacía, quien sabe si lo habían saqueado antes o simplemente nunca hubo algo a lo que llamar premio. El joven Prometio bajó realmente incomodo por la situación, incluso lanzando la caja sin contenido hasta el presentador.
— También recibimos las cartas Prome-chi — Respondió la pequeña Ocho sin darle oportunidad a que Sora dijera nada. Pero era normal, este dúo era así, un persona lenta de cojones y una pequeña con las energías de diez canguros. Sora nunca habría imaginado que todo seria nada mas que una mentira. Posteriormente el prehistórico se marchó hacia una taberna y Sora a la velocidad que pudo iba detrás suyo.
No pasó demasiado tiempo para llegar hasta la dichosa taberna, en donde Prometio había dejado a sus animales fuera, los saludo nuevamente a ambos y procedió a entrar al lugar junto a Ocho, decía que estaba prohibido la entrada de animales, pero no decía nada sobre menores de edad y mucho menos hablaba nada sobre las armas, por lo que el Skypiean entró a paso lento y sentó a Ocho en uno de los taburetes para posteriormente sentarse a su lado.
— Dos zumos de naranja por favor — Pidió la pequeña al cantinero cuando se acercó hasta ellos en la barra. Observaron todo el espectáculo, al parecer habían marines allí, pero no había nada que temer, mientras no interactuaran directamente con ellos, lo mas probable es que ni siquiera se percaten de que eran piratas.
— Tu ya sa..bes mis gus..tos — Sora mencionó antes de reírse. El cantinero había explicado que podían consumir dentro del local gratis siempre y cuando cantaran, pero Sora se apresuró a sacar unos berries de su bolso y colocarlos en la barra. No iba a permitir que Ocho cantara, eso llamaría demasiado la atención, y era lo que menos querían. Comenzó a buscar con la mirada por todas partes para encontrar a su amigo quien se encontraba a unos pocos metros de el también en la barra.
La gyojin miró hacia el escenario en donde estaban cantando y observo aquella mujer sumamente hermosa, — Sora-chi, esa chica es muy hermosa, ¿seré así cuando sea mayor? — La pequeña al parecer no solo admiraba el talento de quienes tenían el don de la música, sino que también admiraba a las personas que físicamente son hermosas.
— Por su..pu..es..to que si, no lo du..des — Respondió Sora después de dar un sorbo a su zumo. Sora necesitaba acomodarse en su asiento así que colocó su martillo en el piso haciendo que este se estremeciera un poco. Lo menos que quería era llamar la atención sin embargo con esta acción había logrado que algunos de los clientes del lugar se quedaran mirándolo, a lo que el skypiean solamente se limitó a sonreír y pedir perdón por la intromisión. La pequeña bajó del taburete con su jarra llena de zumo y se dirigió hasta Prometio para hablarle.
— Prome-chi, ¿Estuvo difícil subir hasta allá? ¿Me enseñas a escalar así? ¿Quieres un poco de zumo? ¿Te gusta esta isla? — Como siempre Ocho se encontraba llena de energía a pesar del frio que hacia en la isla, que al parecer no le afectaba igual que a otras personas.
— También recibimos las cartas Prome-chi — Respondió la pequeña Ocho sin darle oportunidad a que Sora dijera nada. Pero era normal, este dúo era así, un persona lenta de cojones y una pequeña con las energías de diez canguros. Sora nunca habría imaginado que todo seria nada mas que una mentira. Posteriormente el prehistórico se marchó hacia una taberna y Sora a la velocidad que pudo iba detrás suyo.
No pasó demasiado tiempo para llegar hasta la dichosa taberna, en donde Prometio había dejado a sus animales fuera, los saludo nuevamente a ambos y procedió a entrar al lugar junto a Ocho, decía que estaba prohibido la entrada de animales, pero no decía nada sobre menores de edad y mucho menos hablaba nada sobre las armas, por lo que el Skypiean entró a paso lento y sentó a Ocho en uno de los taburetes para posteriormente sentarse a su lado.
— Dos zumos de naranja por favor — Pidió la pequeña al cantinero cuando se acercó hasta ellos en la barra. Observaron todo el espectáculo, al parecer habían marines allí, pero no había nada que temer, mientras no interactuaran directamente con ellos, lo mas probable es que ni siquiera se percaten de que eran piratas.
— Tu ya sa..bes mis gus..tos — Sora mencionó antes de reírse. El cantinero había explicado que podían consumir dentro del local gratis siempre y cuando cantaran, pero Sora se apresuró a sacar unos berries de su bolso y colocarlos en la barra. No iba a permitir que Ocho cantara, eso llamaría demasiado la atención, y era lo que menos querían. Comenzó a buscar con la mirada por todas partes para encontrar a su amigo quien se encontraba a unos pocos metros de el también en la barra.
La gyojin miró hacia el escenario en donde estaban cantando y observo aquella mujer sumamente hermosa, — Sora-chi, esa chica es muy hermosa, ¿seré así cuando sea mayor? — La pequeña al parecer no solo admiraba el talento de quienes tenían el don de la música, sino que también admiraba a las personas que físicamente son hermosas.
— Por su..pu..es..to que si, no lo du..des — Respondió Sora después de dar un sorbo a su zumo. Sora necesitaba acomodarse en su asiento así que colocó su martillo en el piso haciendo que este se estremeciera un poco. Lo menos que quería era llamar la atención sin embargo con esta acción había logrado que algunos de los clientes del lugar se quedaran mirándolo, a lo que el skypiean solamente se limitó a sonreír y pedir perdón por la intromisión. La pequeña bajó del taburete con su jarra llena de zumo y se dirigió hasta Prometio para hablarle.
— Prome-chi, ¿Estuvo difícil subir hasta allá? ¿Me enseñas a escalar así? ¿Quieres un poco de zumo? ¿Te gusta esta isla? — Como siempre Ocho se encontraba llena de energía a pesar del frio que hacia en la isla, que al parecer no le afectaba igual que a otras personas.
- Resumen:
Sora y Ocho se dirijen al bar en donde piden de beber algo de zumo de naranja, Ocho ve a berry en su forma humana y dice que es muy hermosa. Posteriormente Sora sin querer llama la atención de algunos clientes al colocar su pesado martillo en el piso, mientras la pequeña Ocho llena de energia se dirige a molestar a Prometio.
Freites D. Alpha
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Consumías lo tuyo sin ninguna vacilación, joven pirata. Mirabas tu taza de café la cual estaba deliciosa. Tus pensamientos estaban a desbordar de un sinfín de cosa, pero no terminabas de concentrarte del todo. Pero… ¿por qué era eso? Pues para mí era una respuesta muy fácil de responder a tu muy sencilla pregunta, joven pirata.
Es principalmente, por tu naturaleza.
Eres un hombre que claramente eres inteligente, sí. Pero no puedes negar que tu mente siempre se ha visto distraída en más de muchas ocasiones. Una vida fácil no has tenido. Has aprendido a ver las cosas de manera positiva y a tener esperanza cuando todo se ve y siente mal para ti. Agradecías profundamente las enseñanzas de tu maestra, que hasta el sol de hoy aun no tienes idea si está o no con vida. Su no hubieras pedido su VC quizás hoy en día la fueras encontrado. Claro solo quizás, han pasado cincuenta años.
Pero aun así, sabes que el tiempo nunca sería un problema para ella.
Tu venganza conta Payne, Tu búsqueda de una tripulación, la búsqueda de tu maestra y tu caza a la Yonkou Terra. Tienes muchas cosas en la cabeza la cual no te deja concentrar o disfrutar de la vida, joven Alpha. Y tú, como guerrero, solo te permites calmar y ordenar tus pensamientos mientras estas disfrutando del calor de la batalla. Siempre ha sido así y siempre lo será.
Y ni siquiera el mismo señor Black eso lo pudo cambiar.
Pero fuiste interrumpido durante tu pequeña laguna mental. La marine hermosa se acerca a ti de manera atrevida. Te apunta con el micrófono y en un acto de parecer atrevida, pone su busto a la altura de tu cara. Miraste por un momento, era una vista encantadora. Pero como no querías parecer alguien muy necesitado de, miraste a sus ojos firmemente. Le miraste amablemente y sonreíste. – Digamos que hoy no estoy de muchos ánimos para cantar. Aunque no me caería mal una mordida. – Una indirecta muy directa acabas de lanzar, joven Alpha. Una mirada picara salió durante un segundo, pero luego volviste a ti y miraste a la tasa nuevamente. - Pero digamos que cierta mink que conocí hace tiempo me hizo la misma oferta. No pude decir ni si o no por falta de tiempo, pero digamos que ella está de primera en mi fila. Lo siento.
Dejaste que todo siguiera su curso, todo tranquilo y normal. Hasta que en lugar llegaron dos nuevas presencias, las habías reconocido luego de un momento de divagar en tus pensamientos. Las jóvenes promesas piratas Prometio y Sora. A Prometio le conoces de antes, hace tiempo le hiciste la propuesta de viajar y ser tu nakama. Pero contrarresto pidiéndote tiempo, que el te buscaría y te daría una respuesta cuando estuviera listo. Por su parte, a Sora no le conocías de nada. Más allá de un simple número muy bajo en su Wanted para los crímenes que ha cometido. Pero eso aun así no te permitía bajar la guardia. El joven Sora se sentó en la barra. A Prometio le hiciste una señal y le invitaste a sentarte a tu a lado. Prometio en medio, Sora a la derecha y tú a la izquierda de la barra.
- Es bueno verte, Dinosaurio. – Dijiste sonando amable. Aun mirando al frente. – Dime prometió ¿Haz decidido ya? O serás otro mas en mi lista de piratas que derrotare – Cuando dijiste eso, arrojaste una mirada para ambos muy directa. No era amenazante, pero si imponía presencia.
Es principalmente, por tu naturaleza.
Eres un hombre que claramente eres inteligente, sí. Pero no puedes negar que tu mente siempre se ha visto distraída en más de muchas ocasiones. Una vida fácil no has tenido. Has aprendido a ver las cosas de manera positiva y a tener esperanza cuando todo se ve y siente mal para ti. Agradecías profundamente las enseñanzas de tu maestra, que hasta el sol de hoy aun no tienes idea si está o no con vida. Su no hubieras pedido su VC quizás hoy en día la fueras encontrado. Claro solo quizás, han pasado cincuenta años.
Pero aun así, sabes que el tiempo nunca sería un problema para ella.
Tu venganza conta Payne, Tu búsqueda de una tripulación, la búsqueda de tu maestra y tu caza a la Yonkou Terra. Tienes muchas cosas en la cabeza la cual no te deja concentrar o disfrutar de la vida, joven Alpha. Y tú, como guerrero, solo te permites calmar y ordenar tus pensamientos mientras estas disfrutando del calor de la batalla. Siempre ha sido así y siempre lo será.
Y ni siquiera el mismo señor Black eso lo pudo cambiar.
Pero fuiste interrumpido durante tu pequeña laguna mental. La marine hermosa se acerca a ti de manera atrevida. Te apunta con el micrófono y en un acto de parecer atrevida, pone su busto a la altura de tu cara. Miraste por un momento, era una vista encantadora. Pero como no querías parecer alguien muy necesitado de, miraste a sus ojos firmemente. Le miraste amablemente y sonreíste. – Digamos que hoy no estoy de muchos ánimos para cantar. Aunque no me caería mal una mordida. – Una indirecta muy directa acabas de lanzar, joven Alpha. Una mirada picara salió durante un segundo, pero luego volviste a ti y miraste a la tasa nuevamente. - Pero digamos que cierta mink que conocí hace tiempo me hizo la misma oferta. No pude decir ni si o no por falta de tiempo, pero digamos que ella está de primera en mi fila. Lo siento.
Dejaste que todo siguiera su curso, todo tranquilo y normal. Hasta que en lugar llegaron dos nuevas presencias, las habías reconocido luego de un momento de divagar en tus pensamientos. Las jóvenes promesas piratas Prometio y Sora. A Prometio le conoces de antes, hace tiempo le hiciste la propuesta de viajar y ser tu nakama. Pero contrarresto pidiéndote tiempo, que el te buscaría y te daría una respuesta cuando estuviera listo. Por su parte, a Sora no le conocías de nada. Más allá de un simple número muy bajo en su Wanted para los crímenes que ha cometido. Pero eso aun así no te permitía bajar la guardia. El joven Sora se sentó en la barra. A Prometio le hiciste una señal y le invitaste a sentarte a tu a lado. Prometio en medio, Sora a la derecha y tú a la izquierda de la barra.
- Es bueno verte, Dinosaurio. – Dijiste sonando amable. Aun mirando al frente. – Dime prometió ¿Haz decidido ya? O serás otro mas en mi lista de piratas que derrotare – Cuando dijiste eso, arrojaste una mirada para ambos muy directa. No era amenazante, pero si imponía presencia.
- Resumen:
- Interactuar un poco
Berry
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La mink sonrió ante el rechazo, una sonrisa traviesa dado el contexto y las insinuaciones entre ambos. Si bien no iba a revelarse, era divertido ver a Alpha tras tanto tiempo y gracioso que no la haya reconocido ni por asomo. Suspiró negando con la cabeza mientras recordaba que el pequeño era un buen cantante y tal vez en otro contexto pudieran dar un recital juntos.
—Es una pena, pero bueno las minks son algo fuera de mi alcance y si una se me adelantó deberé esperar en la cola como buena perdedora.—
La mujer se apartó riendo tras ver que más personas llegaban al lugar, estaba doble D, reconoció al peliazul que vendía mapas y ¿Acaso tenía una hija? Pero su atención fue a parar a la mujer más bella del lugar, vaya si hasta rivalizaba con la cazadora rubia aunque su forma de actuar y hablar le resultaron aburridas. Sin perder tiempo Berry se acercó a la mujer del kimono siendo ambas bastante altas aunque claramente por musculatura la chica del kimono parecía un palillo delicado acechado por una bestia.
—Ohh, son bonitos... ñam... lástima que no uso espadas ni dagas pero mis muchachos puede que quieran ver alguno. Esa espada se ve... prr... tenebrosa.—
Bastó acercar su mano a la cintura de la mujer para que su cabello se erizara y un escalofrío recorriese su espalda. Esa mujer tenía algo que le infundía bastante mal rollo, como si aquella espada estuviera sedienta por armar un caos. Sin embargo, la mink hizo una reverencia y se retiró dejando a sus hombres apreciar las otras dagas. No estaba de humor para una noche de pasión que pudiese involucrar heridas.
—¡Bien bien que siga la fiesta! Oye pequeña, sí tú vamos a cantar un rato no seas tímida. Y no te preocupes cuidaré bien de tu hija.—
La mujer guiñó su ojo a Sora y se propuso a cargar a la pequeña sobre sus hombros mientras corría alrededor de la posada y luego tomaba el microfono para ponerse a cantar ya fuese sola o acompañada.
Berry seguía cantando y bailando hasta se subió a la barra dedicando algunos fragmentos de la canción a los hombres presentes e incluso a la guapetona, sin ningún sentido aparente ya que ninguno de ellos era muy cercano a la misma y lo mucho que alguno pudo recibir en el pasado fue un besito. Tras la performance se sentó en la barra cerca de sus hombres y con seriedad susurró a Seth su fiel seguidor y el más confiable para no despertar alarmas.
—Psst, sé que varios de ahí son o pueden ser piratas y la mujer hermosa es muy hermosa. Lo que quiero decir es que si no hacen nada no debemos actuar, no tenemos autoridad aquí y sería muy arriesgado una pelea de frente en mi estado actual. Mi prioridad son los civiles y una guerra abierta solo involucraría inocentes, no hagas ninguna acción si no atacan primero lo mejor en estos casos es tener una fiesta como si nada ocurriese.—
Tras susurrar volvió a pedir más chocolate y se dedicó a destrozarlo con sus afilados dientes a la par que vigilaba la situación esperando poder seguir su fiesta de karaoke sin ningún sobresalto.
—Es una pena, pero bueno las minks son algo fuera de mi alcance y si una se me adelantó deberé esperar en la cola como buena perdedora.—
La mujer se apartó riendo tras ver que más personas llegaban al lugar, estaba doble D, reconoció al peliazul que vendía mapas y ¿Acaso tenía una hija? Pero su atención fue a parar a la mujer más bella del lugar, vaya si hasta rivalizaba con la cazadora rubia aunque su forma de actuar y hablar le resultaron aburridas. Sin perder tiempo Berry se acercó a la mujer del kimono siendo ambas bastante altas aunque claramente por musculatura la chica del kimono parecía un palillo delicado acechado por una bestia.
—Ohh, son bonitos... ñam... lástima que no uso espadas ni dagas pero mis muchachos puede que quieran ver alguno. Esa espada se ve... prr... tenebrosa.—
Bastó acercar su mano a la cintura de la mujer para que su cabello se erizara y un escalofrío recorriese su espalda. Esa mujer tenía algo que le infundía bastante mal rollo, como si aquella espada estuviera sedienta por armar un caos. Sin embargo, la mink hizo una reverencia y se retiró dejando a sus hombres apreciar las otras dagas. No estaba de humor para una noche de pasión que pudiese involucrar heridas.
—¡Bien bien que siga la fiesta! Oye pequeña, sí tú vamos a cantar un rato no seas tímida. Y no te preocupes cuidaré bien de tu hija.—
La mujer guiñó su ojo a Sora y se propuso a cargar a la pequeña sobre sus hombros mientras corría alrededor de la posada y luego tomaba el microfono para ponerse a cantar ya fuese sola o acompañada.
- Cancion:
Berry seguía cantando y bailando hasta se subió a la barra dedicando algunos fragmentos de la canción a los hombres presentes e incluso a la guapetona, sin ningún sentido aparente ya que ninguno de ellos era muy cercano a la misma y lo mucho que alguno pudo recibir en el pasado fue un besito. Tras la performance se sentó en la barra cerca de sus hombres y con seriedad susurró a Seth su fiel seguidor y el más confiable para no despertar alarmas.
—Psst, sé que varios de ahí son o pueden ser piratas y la mujer hermosa es muy hermosa. Lo que quiero decir es que si no hacen nada no debemos actuar, no tenemos autoridad aquí y sería muy arriesgado una pelea de frente en mi estado actual. Mi prioridad son los civiles y una guerra abierta solo involucraría inocentes, no hagas ninguna acción si no atacan primero lo mejor en estos casos es tener una fiesta como si nada ocurriese.—
Tras susurrar volvió a pedir más chocolate y se dedicó a destrozarlo con sus afilados dientes a la par que vigilaba la situación esperando poder seguir su fiesta de karaoke sin ningún sobresalto.
- Resumen:
- Berry sigue cantando e interactuando con los demás, le informa a Seth la situación y recomienda no hacer nada para no poner en riesgo a civiles inocentes consciente de las capacidades de los piratas tras sus interacciones pasadas además de considerarlos buenas personas como para montar un escándalo.
Okada Rokuro
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Varias invitaciones misteriosas. Extrañas festividades que podían considerarse paganas. Amenazas publicas contra un personaje popular. Algo se estaba cociendo en El Palo Norte.
El Cipher Pol, como cualquier ama de casa aburrida, tenía la necesidad de descubrir qué estaba pasando, y para ello enviaron a dos de sus mejores agentes. Cuando estos dos increíbles y heroicos hombres dejaron de dar señales de vida, decidieron enviar al agente Kurokage y al agente Matt, quiénes habían empezado a destacar lo suficiente para otorgarles una misión importante pero sin ser tan relevantes como para llorar sus pérdidas. Eso sí, a la hora de encargarles la misión los habían llenado de halagos y palabras bonitas.
―Son ustedes los mejores agentes para esta misión ―había dicho un superior―. Su participación es imprescindible.
«¿Se dará cuenta Matt de que nos estaban dorando la píldora?» se preguntó Rokuro en más de una ocasión. A veces era difícil saber en qué pensaba su robótico compañero.
Habían llegado de forma discreta a las costas de Nueva Pesci, una ciudad sin nada aparentemente especial. El último reporte informaba acerca de la ubicación de los agentes desaparecidos: la fabrica de armas.
―Bien, equipo, escuchad ―comenzó a explicar Rokuro. Se encontraba en el interior del submarino junto a Matt y tres agentes más, dos nuevos reclutas y otro agente subordinado cómo el cyborg. Era la primera misión de Rokuro en la que tenía subordinados a su cargo, aunque la responsabilidad no le asustaba. Al contrario, lo veía como una oportunidad de destacar para ascender―. Ya hemos llegado. Por lo que sabemos, está terminantemente prohibido entrar en las fábricas de las islas, y agentes más experimentados que nosotros han desaparecido en el intento. Vamos a ser sigilosos... ―Miró a Matt rápidamente y volvió a dirigir la mirada a su equipo―. O todo lo sigiloso que podamos.
Dio la orden para que todo el mundo se preparase y comenzó a vestirse con sus ropajes ninja, ocultando su rostro con vendas y una capucha. Cogió las armas que creyó pertinentes, colocó con cuidado a Takarashi en el bolsillo de su pecho ―a quién había vestido con unas orejeras y una bufanda azules a causa del frío― y le hizo una seña a Matt para que se acercara. En aquella misión era su segundo al mando.
―Matt, quiero que uses tu cerebro con mayor procesamiento para que me hagas un resumen de la situación y un análisis de cómo crees que deberíamos proceder.
Matt tenía una capacidad superior para procesar la información, y quizás su perspectiva sirviese de ayuda.
Justo antes de desembarcar, volvió a reunir a su equipo.
―Agentes, esta misión es de vital importancia, pero la prioridad son las vidas de nuestros compañeros. Si en algún momento deben elegir entre salvar a un compañero o cumplir la misión, tengan claro que salvar una vida.
Los miró a todos uno por uno, dejando claro que no estaba abierto a discusión.
―Dicho esto, ha llegado la hora. Desembarcamos y cogemos rumbo hacia la fábrica pasando por Tió. ¡Vamos, señores, es nuestro momento¡ ¡Lo que hagamos aquí servirá para un propósito mayor!
El Cipher Pol, como cualquier ama de casa aburrida, tenía la necesidad de descubrir qué estaba pasando, y para ello enviaron a dos de sus mejores agentes. Cuando estos dos increíbles y heroicos hombres dejaron de dar señales de vida, decidieron enviar al agente Kurokage y al agente Matt, quiénes habían empezado a destacar lo suficiente para otorgarles una misión importante pero sin ser tan relevantes como para llorar sus pérdidas. Eso sí, a la hora de encargarles la misión los habían llenado de halagos y palabras bonitas.
―Son ustedes los mejores agentes para esta misión ―había dicho un superior―. Su participación es imprescindible.
«¿Se dará cuenta Matt de que nos estaban dorando la píldora?» se preguntó Rokuro en más de una ocasión. A veces era difícil saber en qué pensaba su robótico compañero.
Habían llegado de forma discreta a las costas de Nueva Pesci, una ciudad sin nada aparentemente especial. El último reporte informaba acerca de la ubicación de los agentes desaparecidos: la fabrica de armas.
―Bien, equipo, escuchad ―comenzó a explicar Rokuro. Se encontraba en el interior del submarino junto a Matt y tres agentes más, dos nuevos reclutas y otro agente subordinado cómo el cyborg. Era la primera misión de Rokuro en la que tenía subordinados a su cargo, aunque la responsabilidad no le asustaba. Al contrario, lo veía como una oportunidad de destacar para ascender―. Ya hemos llegado. Por lo que sabemos, está terminantemente prohibido entrar en las fábricas de las islas, y agentes más experimentados que nosotros han desaparecido en el intento. Vamos a ser sigilosos... ―Miró a Matt rápidamente y volvió a dirigir la mirada a su equipo―. O todo lo sigiloso que podamos.
Dio la orden para que todo el mundo se preparase y comenzó a vestirse con sus ropajes ninja, ocultando su rostro con vendas y una capucha. Cogió las armas que creyó pertinentes, colocó con cuidado a Takarashi en el bolsillo de su pecho ―a quién había vestido con unas orejeras y una bufanda azules a causa del frío― y le hizo una seña a Matt para que se acercara. En aquella misión era su segundo al mando.
―Matt, quiero que uses tu cerebro con mayor procesamiento para que me hagas un resumen de la situación y un análisis de cómo crees que deberíamos proceder.
Matt tenía una capacidad superior para procesar la información, y quizás su perspectiva sirviese de ayuda.
Justo antes de desembarcar, volvió a reunir a su equipo.
―Agentes, esta misión es de vital importancia, pero la prioridad son las vidas de nuestros compañeros. Si en algún momento deben elegir entre salvar a un compañero o cumplir la misión, tengan claro que salvar una vida.
Los miró a todos uno por uno, dejando claro que no estaba abierto a discusión.
―Dicho esto, ha llegado la hora. Desembarcamos y cogemos rumbo hacia la fábrica pasando por Tió. ¡Vamos, señores, es nuestro momento¡ ¡Lo que hagamos aquí servirá para un propósito mayor!
- Spoiler:
- Rokuro y algunos agentes de incógnito llegan a Nueva Pesci buscando cumplir su misión
Charlotte Prometio
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Entré decidido pidiendo mi trago, en la barra me sirvieron delicioso ponche con un poco de vodka, ¿qué digo un poco? Fue un trago bien cargado, pero al mismo tiempo conservaba todo el dulzor del original. Bendito trago, sí que era lo mejor que tenían. Disfruté mi bebida al son del Karaoke de Berry que, como la vez anterior, parecía ser el alma de la fiesta. La saludé desde mi asiento, sin saber si me había prestado atención de lo concentrada que estaba en su canto.
-Ho... hola Sowon, mucho tiempo sin verte -saludé sonriendo ante su siempre hermoso porte- ¿quieres un trago? Este ponche es realmente bueno, ¿has venido aquí a la cena?
Vaya, ¿pero qué estaba pasando? Al parecer ese pequeño bar se había convertido en la fiesta de todas las personas que había conocido en mis cortas aventuras por los mares, tenía que ser obra de la navidad. Sonreí de oreja a oreja, tenía mucho tiempo que no sentía un ambiente tan festivo.
-Estaré en la barra -dije señalando a mi lugar, dónde sorpresivamente ya habían tomado lugar el peliazul y Ocho- espero seguirte viendo por aquí -sonreí.
Cuando tomé asiento noté la presencia de un chico bajo y de larga melena negra. Era él.
-Alpha, al final sí eras tú -saludé chocando los puños- largo tiempo de no verte, aún acabo de pagar mi deuda contigo por aquella vez.
¿Lo había pensado lo suficiente ya? Sabía que la fuerza de Alpha no era nada con lo cuál jugar, incluso dejando eso de un lado, aquel chico había demostrado ser una persona de fiar. Quizás él era el camino más rápido a conquistar mi sueño.
-Me he tomado bastante tiempo, ¿no es así? -dije sonriendo- creo que es momento de... -tendí mi mano para darnos un apretón cuando la pequeña Ocho interrumpió nuestra plática.
-Podrías intentar con las ventosas de tu brazos, pequeña Ocho, al final del día eres medio pulpo, ¿no? -agregué sonriendo.
-Ho... hola Sowon, mucho tiempo sin verte -saludé sonriendo ante su siempre hermoso porte- ¿quieres un trago? Este ponche es realmente bueno, ¿has venido aquí a la cena?
Vaya, ¿pero qué estaba pasando? Al parecer ese pequeño bar se había convertido en la fiesta de todas las personas que había conocido en mis cortas aventuras por los mares, tenía que ser obra de la navidad. Sonreí de oreja a oreja, tenía mucho tiempo que no sentía un ambiente tan festivo.
-Estaré en la barra -dije señalando a mi lugar, dónde sorpresivamente ya habían tomado lugar el peliazul y Ocho- espero seguirte viendo por aquí -sonreí.
Cuando tomé asiento noté la presencia de un chico bajo y de larga melena negra. Era él.
-Alpha, al final sí eras tú -saludé chocando los puños- largo tiempo de no verte, aún acabo de pagar mi deuda contigo por aquella vez.
¿Lo había pensado lo suficiente ya? Sabía que la fuerza de Alpha no era nada con lo cuál jugar, incluso dejando eso de un lado, aquel chico había demostrado ser una persona de fiar. Quizás él era el camino más rápido a conquistar mi sueño.
-Me he tomado bastante tiempo, ¿no es así? -dije sonriendo- creo que es momento de... -tendí mi mano para darnos un apretón cuando la pequeña Ocho interrumpió nuestra plática.
-Podrías intentar con las ventosas de tu brazos, pequeña Ocho, al final del día eres medio pulpo, ¿no? -agregué sonriendo.
- Resumen:
Prometio se siente como en una verdadera fiesta de navidad y habla con sus conocidos.
Hikari
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Para la mujer herrera, una invitación de un desconocido del cual no había ni escuchado hablar no tenía la más mínima importancia, pero las decisiones de su cada vez más capitán si eran importantes, su relación se había estrechado hasta tal punto que la muchacha ya ni pensaba en que puerto tendría que separarse de la tripulación. Se tomó la decisión de ir a la isla, quizás alguno investigaría la procedencia de las cartas, otros solo la isla, en caso de Hikari, simplemente pasearía para buscar la inspiración y forjar un arma, ¿Quizás esta isla podía ser un viento fresco a su forja? Quizás...
Nada mas llegar a Nueva Pesci entró en una posada en la cual se registró y pagó la estancia por un día, para asegurarse, no era una gran perdida si se iban en el mismo día y así podría registrar más días por si se alarga la cosa. ¿Podría dormir en el barco? Sí, pero estar en tierra firme sin que se balanceé o evitar el frío que entraba por la madera carcomida de esa cascara de nuez eran de agradecer.
Tras un rato descansando en la habitación, se levantó con hambre, se puso ropa de abrigo y fue directa a una posada, en su camino, pudo notar que la gente le miraba siempre sonriendo, parecían algo como... Nah, serían imaginaciones de la muchacha. Una vez dentro de la taberna que era bastante normalita, se sentó en la barra para hablar con los camareros y pidió un buen menú... Bueno, dos, pero no le llaméis gorda que se enfada. Mientras comía tenía una conversación muy amena con los camareros para saber donde estaba y que hay llamativo en la zona
Nada mas llegar a Nueva Pesci entró en una posada en la cual se registró y pagó la estancia por un día, para asegurarse, no era una gran perdida si se iban en el mismo día y así podría registrar más días por si se alarga la cosa. ¿Podría dormir en el barco? Sí, pero estar en tierra firme sin que se balanceé o evitar el frío que entraba por la madera carcomida de esa cascara de nuez eran de agradecer.
Tras un rato descansando en la habitación, se levantó con hambre, se puso ropa de abrigo y fue directa a una posada, en su camino, pudo notar que la gente le miraba siempre sonriendo, parecían algo como... Nah, serían imaginaciones de la muchacha. Una vez dentro de la taberna que era bastante normalita, se sentó en la barra para hablar con los camareros y pidió un buen menú... Bueno, dos, pero no le llaméis gorda que se enfada. Mientras comía tenía una conversación muy amena con los camareros para saber donde estaba y que hay llamativo en la zona
- Resumen:
Localización: Nueva pepsi
Resumen: Entra en un bar de pinchos y ¡ay, ay, ay! Se sienta y come
Matt
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Nueva misión asignada, para el cyborg era un día normal más, no había mucha diferencia con limpiar los baños de los edificios gubernamentales. Esta vez era algo arriesgado, iban en un submarino, -Si de pronto, implosionamos, moriríamos en el acto, pero de sobrevivir, como usuarios, moriríamos lentamente ahogados, y siendo aplastados, por la presión, sufriendo- Comentó como dato curioso, como el que te dice "Hey, ¿sabes por que se chocan las copas en las celebraciones?" Ese si es un dato curioso que no hace a nadie eriza la piel. Tras alcanzar el destino, Rokuro hizo hincapié en la misión, dando los datos más generales y refrescando la memoria a los acompañantes. Luego la orden del superior se ejecutó -Paso uno, encontrar fábrica, paso dos infiltración, paso tres, buscar pruebas, misión complementaria, compañeros desaparecidos. Forma de proceder, divide y vencerás, individualmente no levantaremos, sospechas. En grupo, seremos más eficientes pero notables si, vamos en grupo aún que separados, en busca del armamento. Objetivo analizar, amenaza de fábricas- Más o menos, eso era...
Matt iba vestido de forma que pasara desapercibido (O eso intentaron los científicos con los pocos datos que tenían de la isla) Como siempre iba vendado de arriba a bajo, pero no eran vendas blancas echas jirones, eran verdes y rojas, con pequeñas decoraciones de bolas azules, una chaqueta roja, con pantalón rojo encima y sombrero rojo con una bolita blanca al final. Claro que todo eso, iba oculto bajo una capa roñosa con capucha, por lo que hasta que no se encontraron fuera y una ráfaga de viento voló su capucha más el acto seguido de Matt de quitarse la capa para ser uno más con el pueblo, no se pudo ver exactamente lo que llevaba. Una barba blanca y larga con bigote cubría su cara por encima de las vendas y unas gafas con unos ojos de pega encima de esta para simular una cara -¿Qué demonios?- Preguntó uno de los reclutas -Equipo, científico, decir, así pasar, desapercivido- Comentó, se puso la capucha y comenzó a andar haciendo el típico ruido al caminar sobre la nieve... ¿Fue enserio, o nuevamente esos científicos nuevos estaban engañando a la máquina?
Cabe destacar que a sus espaldas porta su arma vendada de la misma forma que va vestido
Matt iba vestido de forma que pasara desapercibido (O eso intentaron los científicos con los pocos datos que tenían de la isla) Como siempre iba vendado de arriba a bajo, pero no eran vendas blancas echas jirones, eran verdes y rojas, con pequeñas decoraciones de bolas azules, una chaqueta roja, con pantalón rojo encima y sombrero rojo con una bolita blanca al final. Claro que todo eso, iba oculto bajo una capa roñosa con capucha, por lo que hasta que no se encontraron fuera y una ráfaga de viento voló su capucha más el acto seguido de Matt de quitarse la capa para ser uno más con el pueblo, no se pudo ver exactamente lo que llevaba. Una barba blanca y larga con bigote cubría su cara por encima de las vendas y unas gafas con unos ojos de pega encima de esta para simular una cara -¿Qué demonios?- Preguntó uno de los reclutas -Equipo, científico, decir, así pasar, desapercivido- Comentó, se puso la capucha y comenzó a andar haciendo el típico ruido al caminar sobre la nieve... ¿Fue enserio, o nuevamente esos científicos nuevos estaban engañando a la máquina?
Cabe destacar que a sus espaldas porta su arma vendada de la misma forma que va vestido
- Resumen:
Localidad= Nueva pesci
Resumen: Simplemente sale del submarino y espera a sus compañeros con un atuendo para pasar desapercivido
Shigure Minamoto
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Shigure disfrutaba como una niña en aquella isla de invierno, oyendo los villancicos, el olor a canela. Parecía sacado todo de un cuento de hadas. ¿Que hacía ella allí? Pues había logrado tomarse unas vacaciones. Tenía que mantener la mente sana después de tantas misiones. Le había llegado una extraña invitación de un tal Gran padre. Tenía entendido de que había una disputa entre dos peces gordos. Pero al menos ella no estaba interesada en ese momento. Estaba como calidad de turista. Aunque no pudo resistir ayudar como doctora auxiliar en un hospital un tanto deficiente. Sin embargo, en el pueblo de Crumpit no se celebraba lo que llamaban "Navidad". Estaba poblada por unos extraños seres de colores que parecían perros. Shigure estaba tratando a unos niños que tenían molestias en los oídos por los fuegos artificiales. Al parecer, aquella raza no soportaba los ruidos tan fuertes. Con una sonrisa, les mandó algo para los dolores de oídos y de cabeza y de regalo les dio unas galletas que habían comprado en uno de sus viajes. Los niños se fueron contentos y Shigure esperaba al siguiente paciente.
Había escuchado acerca de las disputas territoriales pero lo que más le llamó la atención, fue cuando se enteró de que en el pueblo vivía alguien al que llamaban el Doctor. Decían que era alguien con alas. ¿Sería un usuario de fruta? Shigure no había visto nunca a una raza que tuviera alas. Quizás cuando terminara con sus quehaceres, podría salir a pasear a preguntar a la gente acerca de ese personaje tan misterioso. Y a lo mejor, podría pedirle consejos para mejorar en el mundo de la medicina.
Había escuchado acerca de las disputas territoriales pero lo que más le llamó la atención, fue cuando se enteró de que en el pueblo vivía alguien al que llamaban el Doctor. Decían que era alguien con alas. ¿Sería un usuario de fruta? Shigure no había visto nunca a una raza que tuviera alas. Quizás cuando terminara con sus quehaceres, podría salir a pasear a preguntar a la gente acerca de ese personaje tan misterioso. Y a lo mejor, podría pedirle consejos para mejorar en el mundo de la medicina.
- Resumen:
- Crumpit: Shigure está de voluntariado en un hospital y tiene ganas de conocer al que llaman El Doctor.
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