[Rol, pasado] Inicio en Jaya [Privado solo Atesaki]

Este primer post es para "conquistar" el barco y la llegada a Java, es una introducción a los hechos de la isla.

Una vez embarcamos, no me costó mucho hacer que me permitieran estar en el barco, una chica que solo lleva sujetador es la peor debilidad de un hombre de alta mar, que seguramente llevaban mucho tiempo sin "mojar". Me abrí paso fácilmente hasta el camarote del capitán donde piqué su puerta con ligera suavidad. Entré y vi que estaba al timón no muy atento de lo que tenía a la delantera. Se giró y se quedó con la boca abierta al verme; no dudo en venir hacia mí y agarrarme de las muñecas. Me comenzó a quitar la chaqueta y cerró la puerta con llave que se guardó en el bolsillo. Al principio forjeceaba actuando para no llamar la atención hasta que comenzó a quitarme el sujetador babeándomelo por encima. Me tapé mis pechos con una mano y le rugí una llamarada en la cara, después tapándole la boca con fuerza ayudándome de la forma híbrida para que no gritase. Escamé mi pecho por encima para que no pudiera verlo y le até el sujetador a la boca para que no pudiese formar escándalo. Cuando vi la cara de vicioso que puso, le agarré del cuello y se lo rompí con un juego de muñeca. "Gilipollas, ¿te crees que me vas a violar o fascinar con alguna de mis prendas? Te iba a dejar vivo..." pensé, viendo el inerte cadáver en el suelo. Lo escondí en el armario y noté que picaban a la puerta, seguramente por el olor a quemado. Miré rápidamente hacia los lados; Kaiser y Cánabar estaban encerrados y no podían ayudarme. Me llevé la mano a la cara pensando rápido un plan y después choqué mi puño contra la palma de la otra mano, se me había ocurrido algo.

Nee... a-adelante... -dije poniendo voz temblorosa, pero recordé de que la llave estaba dentro del armario del capitán. Cogí rápido la llave y volví a la puerta, abriéndola y quitando las escamas de mi pecho para después tapármelo con la mano, no podían ver nada raro en mí o sospecharían- ¿y... el capitán...? Me ha intentado violar, salió para estribor y me dejó aquí encerrada... -exclamé con la mirada baja y varias lágrimas cayendo por mi rostro, había sido espía y sabía actuar de sobras.

-¿Otra vez intenta hacer eso el capitán? Menudo depravado. Pero ahora que estás así... -dijo mirando hacia mis pechos que estaban tapados con mi brazo.

-Bueno, podéis acabar entre los tres lo que empezó el capitán... -dije sonrojada- entrad y cerrad los ojos...

Una vez entraron y cerraron los ojos, cerré la puerta con el pie y saqué mis dos dagas de la falda, clavándoselas a la vez a cada uno de un extremo en la yugular. Después, antes de que el del medio reaccionara de los aullidos de dolor de los otros le pegué un fuerte cabezazo escamando mi cabeza y seguí arrancándole un pedazo de cuello con los colmillos. Escupí asqueada al suelo y levanté la cabeza rociando con llamaradas mi boca para "limpiar" la sangre de aquel tío. Habían cuatro menos, y todo sería mucho más fácil. Me coloqué el sujetador y la chaqueta y miré un mapa que había encima de la puerta donde indicaba el lugar de la carga, donde estaban mis compañeros. Abrí la puerta y la cerré con llave por fuera para que nadie viera los cuatro cadáveres de dentro. Miré hacia mi torso y vi que lo tenía totalmente ensangrentado, así que si alguien me veía con esas pintas, seguramente me cogerían y no quería que pasara eso, necesitaba la máxima distracción posible. Fui entre varios barriles escondiéndome de gente que patrullaba o limpiaba la cubierta hasta que llegué a la zona de carga, donde liberé a los gyojin. El albino vio cómo tenía el torso ensangrentado y les comenté de que ya había asesinado a cuatro, cosa que le gustó aún más a éste. El moreno parecía nervioso de haber estado dos horas dentro de la caja, pero ya había pasado "su momento de tensión". Les comenté de que esperásemos aquí hasta que fuera de noche y afirmaron aunque quisieran derramar sangre, cosa que yo no quería hacer más por ahora. Tras pasar una hora más donde "intimamos" en conversación explicando un poco de cada uno, una violenta sacudida azotó el barco y comenzamos a ver cómo la bodega de carga empezaba a inundarse. Por mi parte fue demasiado tarde, porque el agua subió muy rápido y caí desmallada al suelo, donde uno de los gyojin me agarró y me llevó a la superficie, donde vimos que habíamos impactado contra un montículo de rocas gigante... el timón, me había olvidado que nadie había al mando... Cuando desperté vi que todos los tripulantes estaban muertos o huyendo por el agua y me encontraba encima del gyojin moreno para que el agua no me tocase.

-Nee... la isla más cercana es Jaya, se dirigía hacia allá el barco. Yo voy volando y vosotros en agua, ¿vale? -les exclamé. En un principio ellos habrían preferido ir en agua pero yo no quería volar tanto rato- está a un buen rato al norte según la carta náutica que vi en el camarote del capitán. Kaiser, píllala y guiaos, yo ya me he quedado con ella en mi mente... y gracias por cogerme y no dejar que me ahogara.. -acabé diciendo con dificultad, me costaba mucho decir gracias.

Veinte minutos después llegué a Jaya, la ciudad de los piratas, ya con el sol poniéndose. Llegué un poco antes que los gyojin, que tardaron diez minutos más que yo en llegar y me vieron descansando debajo de un árbol, en la playa al lado del puerto.

-Cuando queráis... -exclamé dirigiendo la mirada a Kaiser para que caminase el primero, puesto que era el "capitán".

Empezaba a desesperarme. No solo estaba encerrado, si no que a penas tenía espacio. Sentía que el aire me faltaba y varias veces estuve a punto de desmayarme. Me sentí tentado a salir y dejar que me capturaran solo para liberarme de esas paredes que me oprimían. Pero aguanté... aguanté más que nunca. Finalmente la mujer nos sacó y pude sentir la brisa del mar en mi rostro. Que alegría. Pocas veces había sido tan feliz como en aquel momento. Nos alentó a permanecer esperando a que se hiciera de noche. Habría preferido atacar directamente, pero después de la caja no podía pensar por mí mismo, así que accedí. Estuvimos hablando durante un buen rato, aproximadamente una hora, y nos conocimos más en profundidad de lo que nos conocíamos antes. De repente un estruendo nos sorprendió. Podía escucharse crujir la madera del barco y el agua lo sacudía con furia.

-¿Qué está pasando aquí?- Pregunté nervioso.

No podía ser que nos hubieran descubierto y estuvieran atacando el barco... Pero no era así. Nos estábamos hundiendo y los marineros corrían y nadaban por sus vidas. Eso no sería problema para nosotros, éramos gyojin y la chica podría... ¡no podía nadar! La busqué a mi alrededor, pero no estaba. El agua avanzaba muy rápido, así que me sumergí y la busqué. Ahí estaba, hundiéndose como un plomo. La agarré y la saqué a flote subiéndola a mis hombros. Cuando se recuperó nos dio indicaciones y las gracias.

-No te preocupes, ahora somos compañeros- Le respondí tranquilamente.

Acto seguido seguimos sus indicaciones. Kaiser consiguió la carta náutica y comenzamos a nadar en la dirección que Kiseki había volado. No tardamos mucho gracias a nuestro veloz nado. Cuando llegamos la vimos allí, tan tranquila, tumbada en la arena esperándonos. Me hizo gracia como estaba. Quien diría que hacía poco más de media hora estaba hundiéndose y a punto de morir... era una anécdota que me divertía y que recordaría siempre. Quizás podía sacarla a flote alguna vez si la mujer se pasaba de lista. Salimos de la orilla y nos dirigimos hacia ella. Después de tanto rato en el agua se me hacía raro estar en tierra firme. Pero ya me había acostumbrado a estas cosas y no era un problema. Cuando estuvimos los tres juntos pensé en lo que podíamos hacer. Era una tontería seguir quietos en la playa. Teníamos que trazar nuestros planes de futuro.

-Ya no podemos usar el barco. No entiendo como se ha hundido así, el capitán debía ser idiota... ahora tendremos que ir a la ciudad. Quedarse aquí esperando no sirve de nada. ¿Vamos?- pregunté.

El tiempo en aquel recipiente estrecho se hizo muy largo y aburrido. No teníamos nada que hacer, ni si quiera podíamos conversar, pues nuestras voces vendrían a ser lo mismo que mostrarnos sin más. Ya que estábamos allí y habíamos entrado de esa forma, dando un voto de confianza a la morena, tendríamos que esperar a que ella nos diese una señal o algo por el estilo. Dos horas aproximadamente fueron las que tardó en llegar la chica y abrir nuestras cajas. Me puse de pie y estiré mis brazos. Hice unos pocos estiramientos para recuperar la fuerza en mi cuerpo tras todo ese rato sin moverme y observé a Kiseki. Esta tenía bastantes manchas de sangre por el cuerpo, y al ver que la miraba, dijo que se había cargado a cuatro tipos. No pude evitar esbozar una sonrisa ante aquel suceso. Estúpidos humanos, incluso una hembra de su misma raza pudo acabar con cuatro de ellos.

Estaba preparado para romper la puerta de un golpe y salir a destrozar a aquellas personas, a deleitarme con cada uno de sus gritos y disfrutar viendo como su sangre se derramaba por la cubierta del barco, sin embargo, nuestra compañera propuso quedarnos allí, alegando que de noche sería mucho más fácil y correríamos menos peligro de toparnos con marines o algo por el estilo. Sin tener mucho que hacer, decidimos entablar una conversación, donde aprendimos bastantes cosas de cada uno, cosa bastante extraña, pero inteligente cuando iban a ser compañeros de viaje.

Tras pasar un tiempo, el barco dio una violenta sacudida. La madera empezó a quebrarse y la habitación donde estábamos, no tardó en inundarse. La chica, que poseía los poderes de una de esas frutas del diablo, cayó desmayada, debilitada ante el poder del mar, así que Cánabar la cogió en brazos y salimos de allí. Una vez en cubierta, pudimos observar como muchos de los marineros huían tras ver como el barco se hundía poco a poco por la colisión con unas rocas de gran envergadura. Seguramente aquel navío, acabaría siendo la casa de muchos animales marinos, así que de todos modos, no era tan malo.

Kiseki me dijo que buscara la carta náutica, con ella podríamos guiarnos, aunque ella ya sabía donde ir, y por lo visto, podría ir volando, de tal forma, que llegó antes que nosotros. Cánabar y yo, nos quedamos un momento mirando aquel mapa. Poco después nos tiramos al agua y empezamos a nadar a gran velocidad, llegando tras un rato a la isla marcada por la morena. Al llegar a Jaya, la vimos descansando a la sombra de un árbol. El tiburón sugirió ir a la ciudad, por lo que asentí con la cabeza y di mi aprobación como capitán.

-Vayamos pues a la ciudad, allí veremos que podemos hacer. Esto es solo el principio compañeros.- Dije yo, sonriendo con malicia. -Da igual lo que diga la gente. Es aquí cuando empieza una nueva era, una nueva leyenda. Nosotros dominaremos todos los mares. Vamos a sembrar el miedo por allá donde pasemos, y vamos a demostrar al mundo ¡Quién son los seres más fuertes de este estúpido mundo!- Decía yo, enfatizando el final y cerrando el puño.

Tras aquel pequeño discurso, encabecé al grupo en dirección a la ciudad.

Tras esperar diez minutos a los Gyojin, dieron la idea de encaminarnos hacia la ciudad, donde quizás podría robar con tranquilidad a otros piratas, no era delito robar lo robado. Caminaba entre un Gyojin y otro, me sentía realmente protegida entre la altura de los dos. Pasamos por un pequeño bosque muy pintoresco que estaba lleno de fauna muy variada, hasta llegar a ver el pueblo por el fondo. Tras bajar un pequeño camino de medio kilómetro, llegamos a nuestro destino. Comencé a mirar fascinada hacia todos los lados, habían muchísimos piratas, y podría conseguir una barbaridad de dinero robándoles. Comencé a frotar las manos mientras miraba a los gyojin y rugía feliz, el dinero realmente me hacía feliz. Si robaba mucho incluso podríamos comprarle algún barco a algún capitán borracho. Golpeé la palma de la mano con mi puño y me quedé mirando a los gyojin.

-Nee, cocina, quiero una cocina, quiero la cocina más preciosa del mundo -dije con los ojos iluminados- voy a robar a la máxima cantidad de piratas que pueda para poder costearnos algún barco. Si pillo alguno con mucha pasta podríamos realmente ganar mucho dinero -dije con un brillito característico en los ojos cuando mencioné cocina y dinero- nee, ya veréis que bien cocino ya, os chuparéis los dedos... aletas... lo que sea -acabé diciendo con algo de duda.

Me despedí de ellos con la mano y empecé a mirar alrededor. Tenía que ver algún pirata con mucho dinero, llevando arcones o bolsas grandes que chasqueasen. Hasta que el sonido de monedas chocando, miles de monedas chocando me hizo girarme entre toda la multitud, para ver que una mujer llevaba dos bolsas grandes de dinero.

"Esto realmente va a ser un reto por mi parte" -pensé mientras me dirigía a ella acomodándome el cuello de la chaqueta y poniéndome bien el flequillo. Podía todavía ver a los gyojin, bueno... estaba a varios metros de ellos únicamente.

-Nee chica, ¿tienes un momento? -dije, con voz dulce, a lo que me contestó que sí con la cabeza, era rubia con ojos verdes, algo bastante inusual.

-¿Y qué quieres? -preguntó la rubia interesada en mí- ¿por qué me paras en medio de la nada? Y lo más interesante, ¿por qué yo? ¿Por las bolsas de dinero? -me preguntó sarcásticamente.

En ese mismo momento me iba a rendir e ir a buscar a otro al que estafarle, pero me di cuenta de que ahí había mucho dinero. Me saqué una pequeña bolsa de dinero de un bolsillo de la chaqueta y se la coloqué en el escote de aquel vestido blanco como la nieve.

-Me han dicho que prestas "servicios" a mujeres interesadas en otras mujeres... ¿con eso te basta? -me indicó que sí con la cabeza y señaló una pequeña posada, no me creía ni yo que hubiera acertado- nee... pero soy primeriza, así que me gustaría que me tratases con cuidado, ¿vale?

-Por supuesto. Hago todo tipo de servicios, a hombres y mujeres. Precisamente estos sacos son de un famoso pirata que le he prestado "servicios" como tu dices. -me confesó.

Fuimos hacia la posada y entramos a una habitación que parecía ya tener reservada, pero la cara que ponía de satisfacción, sus movimientos torpes con las bolsas y su respiración acelerada me alarmaban. Esa chica no parecía homosexual, es más, parecía una ninfómana con su aspecto. Una vez entramos me hizo desnudarme, cosa que accedí sin ningún tipo de vergüenza, era otra mujer como yo, y todos los tíos buenorros de Water Seven ya me habían visto desnuda, así que no sería ningún tipo de problema. Una vez me desnudó, me arrebató las espadas y las tiró contra un lado, pasando a lamerme lentamente el cuello, hasta que vi cómo una daga iba hacia este. Recubrí todo mi cuello con escamas a la vez que apartaba el cuello de la trayectoria de su daga que se clavó entre las escamas perforándomelo muy levemente. Creé con energía una cuchilla con la mano y se la llevé hacia el esternón, atravesándoselo con facilidad y dejando que cayese al suelo. Me llevé la mano al cuello con una mueca de dolor y noté cómo la esmeralda comenzaba a brillar y la herida comenzaba a cicatrizar muy levemente. Miré hacia las bolsas de la difunta rubia y mi mueca de dolor pasó a una de felicidad, hasta que me miré al espejo. Tenía el cuerpo entero manchado de sangre, pero la ventaja es que no me había manchado la ropa al no tenerla. Me fui a dar un pequeño baño en la habitación de la posada y una vez estuve limpia, me vestí, cogí mis espadas y la daga de la chica junto con los sacos. Comencé a caminar hacia fuera hasta que el posadero vino.

-¡¿Qué es todo ésto?! ¡¡Has matado a mi mejor cliente, la tenía pagada de por vida!! -me gritó enfurecido.

-Nee... si la tenía pagada de por vida y ha muerto, significa que otro puede entrar ahí, y como ya te la ha pagado... -le contesté, ese hombre parecía estúpido.

-¡Anda, es verdad! Bueno, a limpiar este estropicio. Hay que ver cómo es de movidita Jaya, se me mueren dos o tres clientes por semana. -contestó con total naturalidad.

Suspiré y me fui ignorando a aquel hombre que por cierto, no es que fuera muy guapo de cara ni de complexión atlética. Volví donde nos habíamos separado y me quedé mirando a Kaiser, que todavía no se había movido de ahí. Le lancé la bolsa pequeña con la que "pagué" a la rubia y un saco de los grandes. Le saludé con la mano y me fui dirección a otro lado para ganar más dinero aún.
Al rato vi una taberna y cuando entré, por mera casualidad, estaba Cánabar sentado bebiendo algo solo. Me senté a su lado y pedí una jarra de licor del fuerte.

-Nee, ¿ses aquellos chicos del fondo? -señalé a los mismos que había metido Cánabar en deuda, cosa que ni siquiera sabía, era mera casualidad- dicen que estoy buena y que me invitan a esta jarra de licor.

Una vez me la puso pude darme cuenta de cómo Cánabar se fijaba en mi bolsa de dinero, sí, podía llegar a ser tacaña a veces, el dinero era lo que llenaba mi vacío existencial.

-Nee, ¿qué haces? ¿Ya sabes cómo ganar dinero?

Pero antes de que me respondiese, miré hacia los tíos que les había cargado la jarra de licor a su cuenta y vi que estaban en competiciones de pulsos y llevaban bolsas de dinero para apostar en dios sabe qué.

-Nee Cánabar, me cargué a una rubia que intentó matarme hace quince minutos. Ahora, voy a ganar más dinero, te dejo guapetón -le dije tras soltarle unas palmaditas en la espalda.

Me acerqué hacia los tipos que competían con pulsos y señalé las bolsas de todo, quitándome la chaqueta para que se me viera solo con sujetador y mostrando que no tenía ningún tipo de musculo en los brazos, simplemente los tenía fibrados de los entrenamientos.

-Me apuesto todo lo de la bolsa contra dos de vosotros a la vez -dije mientras ponía las dos manos encima de la mesa y retaba a los dos más fuertes - nee, no os cagáis, ¿no?

-¡Dinero fácil chicos! La pechugona quiere perder su dinero, te lo devolveremos si nos haces un "favor" después, ¿vale?

Sonreí sarcásticamente mientras los dos se sentaban y me volví a colocar la chaqueta y unos guantes para que me tapasen las manos, no era la primera vez que estafaba así. Una vez me puse contra los dos a la vez, un zurdo y un diestro, transformé todo mi torso en forma híbrida para dotarme de la fuerza suficiente para reventarles los brazos contra la mesa, rompiendo esta.

-La pechugona os quita el dinero, chicos -comenté sonriendo mientras agarraba las bolsas de dinero de los dos hombres y la mía propia, pero una mano me agarró del brazo -si no me sueltas, te voy a arrear, gilipollas -le amenacé, pero de poco servía, el grupo de hombres se empezó a levantar.

-Nee, el tritón ese, sí, ese, el único que hay aquí, os reventará la boca si me tocáis -acabé diciendo. Podía contra todos, pero no me iba a ensuciar las manos más, de cierta forma confiaba en Cánabar.

Estaba tan tranquilo cuando Kiseki entró, se sentó a mi lado y pidió encargando a la cuenta de los mismos tipos que yo. Ahora... sabía que iba a pasar algo malo. Esta mujer estaba gafada o maldita, siempre que estaba cerca nos pasaba algo. Y llevábamos un día como compañeros. No quería ni imaginarme como sería toda la vida. Se despidió de mí y se acercó a aquellos hombres. Desvié mi mirada hacia el vaso que sostenía para después volver a mirar hacia allí. La tenían agarrada por el brazo y ella me señalaba.

Me acerqué hacia el lugar mientras los tipos me miraban confusos. Elevé mi espada y, dejándola caer, le seccioné la mano al hombre que sostenía a mi compañera. La sangre empapó el suelo mientras el hombre gritaba y la atención de todos se centraba en nosotros. No debería haberlo hecho, pero lo hice. Agarré la mano y se la lancé a su propietario. Miré a todos sin dejar de mostrar mi espada para evitar actos de valentías. No esperaba que me atacaran, pero cosas más estúpidas había visto.

-Habéis tenido suerte. Hoy ibais a perder la vida y solo habéis perdido una mano. Marchaos ahora antes de que perdáis una mano todos o algo más- Les amenacé.

Parecía funcionar, ya que todos empezaron a marcharse. Sin embargo uno de ellos agarró un cuchillo y, profiriendo un grito de furia, se lanzó hacia mí. Mi brazo tenía mucho más alcance del que tenía él, por lo que lo agarré de la cabeza antes de que pudiera hacerme nada. Con un movimiento rápido lo estampé contra el suelo de madera quebrándolo y rompiendo el cráneo de mi víctima. Al levantarlo y ver que había muerto se lo lancé a sus compañeros.

-Siempre tiene que haber un idiota que se haga el héroe. ¡Adelante, idiotas! ¡A ver si tenéis los huevos de plantarme cara ente todos!- Grité.

Pero no se atrevieron. Agacharon las cabezas y se marcharon con los restos de su "amigo" mientras yo miraba a Kiseki enfadado. Este no era el tipo de pelea que quería. Solo quería recibir y propinar unos buenos golpes con los puños, pero me había visto obligado a matar. Aunque... siempre hay una opción, pude haber dialogado en vez de atacado. Pero... no, yo no era así. Me vi obligado a causa de mi pasado y las acciones de Kiseki. Fui hacia la barra y me senté de nuevo. Solo quería relajarme y seguir bebiendo.

Tras mis palabras Kiseki se fue pro su cuenta, alegando que iba a conseguir dinero y que con este, quizás podríamos comprar algún barco o algo parecido. Esta chica tenía cierta obsesión por el dinero y planes demasiado complicados, cuando podíamos perfectamente robar un navío sin pagar un solo berrie. Tras caminar un poco, Cánabar decidió marcharse a alguna taberna, según él, a tomar algo y si podía pelear con alguien, mejor. Eso sonaba tentador, pero ¿Para qué iba a buscar la pelea dentro de un edificio cuando podía encontrarla fuera? Jaya era conocida por ser la isla sin ley. Había gran cantidad de piratas y siempre surgían problemas. Seguramente sería muy fácil armar una pelea.

No tuve que ir muy lejos. Al llegar a una plaza abierta, pude ver un montón de gente amontonada, armando gran escándalo, gritando y animando a uno de los piratas que al parecer, estaban combatiendo allí. Me acerqué para ver que pasaba dentro de aquel círculo de personas y gracias a mis dos metros de altura pude ver sin tener que apartar a nadie. Dos hombres se insultaban y amenazaban, caminando en posición defensiva, pero sin hacer ningún movimiento fuera de lo normal. Ninguno se atacaba, cosa bastante estúpida.

-¡¡¡Pero empezad de una vez, par de cobardes!!!- Exclamé yo, atrayendo la atención de todo el personal. La gente me miró bastante mal, pero bueno, no era muy extraño cuando acababa de soltar aquello y era un gyojin de dos metros, pro no mencionar que seguramente todos ellos eran piratas criminales que no sabían hacer otra cosa que meterse en problemas.

-¡Cállate estúpido pez!- Contestó uno de los luchadores.

Sin pensármelo dos veces, me abrí paso entre la multitud y me puse frente a aquel tipo. -Yo...- Dije justo antes de cogerle por el cuello y elevarlo. Seguidamente lo lancé varios metros, provocando que este rodara por el suelo y se hiciera bastante daño en el cuerpo. -¡¡¡No soy un pez, soy una orca!!!- Exclamaba yo, furioso ante su comentario racista.

Los piratas quedaron impresionados ante aquella acción y no dudaron en actuar. Los dos que se encontraban en el escenario de combate salieron disparados de allí y entró en su lugar un hombre incluso más grande que yo. Este mediría al rededor de 3 metros y padecía de sobre peso, cosa por la cual seguramente tendría mucha fuerza, o por lo menos lo aparentaba. Cubría su cabeza con un pañuelo adornado con un jolly roger bastante sencillo. Sus ropas no eran más que las típicas vestimentas de un pirata vulgar y su dentadura estaba bastante dañada. Le faltaban varios dientes y los que tenía, eran deformes.

-Bastante más grande e intimidante de lo normal, pero humano al fin y al cabo.- Mencioné yo, esbozando una sonrisa y crujiendo mis puños.

-Vas a tragarte tus palabras, señor orca.- Dijo, poniendo un tono burlón en la última palabra.

-Me gustaría verlo. Ven a por mí y demuéstrame lo que sabes hacer, escoria.- Dije sin borrar la sonrisa de mi rostro.

Aquel hombre no tardó en abalanzarse contra mí intentando aplastarme con sus enormes puños. Fuertes, pero lentos. Con un simple salto hacia un lado evadí su intento, y así dos más, haciendo que este se cabreara y me diera apodos como "rata escurridiza", "cobarde", etc. Dirigí un puñetazo a su estómago y acto seguido le di un gancho de izquierda, dejándolo medio aturdido. Gracias a su enorme cuerpo no cayó al suelo, pero no sería un problema. Le di la espalda y lo cogí de uno de sus brazos, haciendo poco después una llave, elevándolo por encima de mí y estampándolo contra el suelo, reventando este y dejando inconsciente a mi oponente.

-¿No tenéis algo más fuerte que enviarme? No me hagáis perder el tiempo con esta basura.- Dije yo, burlándome de todos aquellos piratas de tres al cuarto, incapaces de derrotarme.

Estaban impresionados. Probablemente aquel sería uno de los más fuertes allí presentes. Uno solo no podría hacerme frente, y creo que ellos también lo pensaron. Cinco de ellos se acercaron, armados con espadas y sonriendo cual cazador avistando una presa débil e indefensa. Incrédulos... No entendían que yo no era esa clase de víctima.

-¿Creéis que por llevar armas punzantes vais a poder conmigo?- Preguntaba yo con aires de grandeza. -¿Aún no entendéis lo que supone el poder de un gyojin contra el vuestro?- Añadí de forma retórica.

Esperé a que abusaran de su idiotez, iniciando el combate tres de ellos. Alzando sus espadas para dar varios cortes, cada uno en una dirección. No tuve más que apartarme con un salto hacia atrás. Los otros dos se me lanzaron por la espalda, así que me agaché y les di en el pecho con los codos, dejándolos sin respiración. Seguidamente los agarré por la cabeza y los estampé contra el suelo. Cogí sus espadas y me preparé para defenderme de los otros. No era muy diestro con las espadas, pero por lo visto ellos tampoco. Solo tenía que bloquear sus armas con las mías.

Grrrrrrr.....- un rugido me despertó y me obligo a entre abrir un ojo. Las babas de lo que parecía un perro o tal vez un lobo empezaron a caer en mi cabeza. Con un leve palmeo aparte la cara del cánido para poder volver a echarme una siesta. En ese momento oí varios gruñidos más. Por lo visto no me podría echar mi siesta de dos horitas aquel día. Me incorpore mientras abría los ojos. Unos cuatro perros escuálidos y babeantes me rodeaban. Parecían famélicos y con ganas de bronca. Demasiado vago como para entablar pelea, mostré mi dentadura soltando un adormilado gruñido. Parecía que no entendían la indirecta así que saque mis garras brillantes, pues las había afilado antes de acostarme. Haciendo caso omiso, uno de ellos se lanzo hacia a mi. Directo a mi cuello, fue fácil de parar con un simple zarpazo que le dejo un arañazo en su cuerpo. Los otros no parecían demasiado inteligentes porque también se lanzaron hacía mi seguidamente. Buscando rápidamente el palo con la pata, hice la croqueta. Me puse de pie antes de la siguiente embestida. Esta fue en un grupo de dos cada uno por un lado esperando que solo pudiera defenderme de uno. Con un rápido movimiento de muñecas moví el palo golpeando a ambos y dejándolos momentáneamente aturdidos. Los otros dos aprovecharon para atacarme por la espalda y morderme y arañarme las piernas. El dolor subió rápidamente por una antigua herida de un cepo en el que había quedado atrapado. Levante la pata por instinto, lanzando al que me había mordida hacia un árbol. Antes de que otro decidiera atacarme de nuevo, tome mis bártulos y salí corriendo de allí.

Estaba en el pequeño bote que había conseguido para poder navegar por encima del agua sin necesidad de tener que ir nadando y acabar cansándome. Llevaba un tiempo queriendo llegar a una isla pues mis provisiones eran ya muy escasas o casi ninguna. Así que bajé a los arrecifes para coger algunas algas que pudieran servirme de alimento, pero no eran suficiente. Cuando volví a la superficie ví que el cielo se estaba oscureciendo, pero no a causa de que estuviera anocheciendo sino debido a que se habían formado nubarrones que amenazaban con desatar en una tormenta. Subí al bote de nuevo e icé la pequeña vela que tenía el bote, el viento soplaba ahora en la misma dirección en la que quería ir, así que lo aprovecharía. Quince minutos después, ya había comenzado a llover de forma bíblica, el mar estaba embravecido y aun no lograba divisar ninguna isla. Mientras trataba de guiar mi bote a través de aquellas olas la fuerza del viento arrancó las velas, con ello solo me quedaban los remos para poder impulsar el bote, pero antes siquiera de pensar en empezar a remar una ola gigantesca destrozó el bote y me dejó inconsciente a merced de las furiosas aguas de aquel mar.

Cuando desperté note que había algo blando en mi espalda y una luz que me habría cegado de no ser porque puse mi mano entre el sol y yo, ¿el sol?, y lo que estaba bajo mi espalda era arena. No sabría decir cuanto tiempo había estado inconsciente. Me incorporé y ví que las olas me habían traído hasta una playa. Al levantarme empecé a mirar a mi alrededor, no tenía nada, ni bote ni alimentos, por lo que tendría que ir a ver si en aquella isla podría conseguir algo de comida, pues árboles había de sobra para que yo me pudiera hacer otro bote. La ciudad era bastante bulliciosa, cosa que no me gustaba, al parecer había gran cantidad de humanos y prácticamente ninguno parecía gustarle que le buscaran las cosquillas. Puse mi mano sobre mi cabeza y empecé a frotarme con ella el pelo mientras pensaba:

"Maldición, con la cantidad de islas que hay y acabo en una que esta llena de humanos. Será mejor encontrar lo que he venido a buscar y salir de aquí antes de que alguien decida que es bueno pelearse con un gyojin. Buscaré alguna taberna o algo."

Comencé a andar por la calle y ví que la gente me miraba en ocasiones y otras llegaban al extremo de que empezaran a desenvainar alguna de sus espadas, pero trataba de no prestarles atención. Mientras andaba llegué a lo que parecía una plaza, en ella ví a un gran corro de humanos que miraban algo, me acerqué y ví que en el interior del círculo había otro gyojin y que estaba peleando contra unos humanos. No sabía si entrar y ayudarle o irme de allí y dejarlo a su suerte, pero entonces vinieron las imágenes de mis seres queridos perdidos hacía tiempo, por lo que bruscamente fuí apartando a los humanos hasta que llegué al circulo, ahora podía ver mejor que aquel gyojin estaba peleando con una espada contra otros humanos que también tenían espadas. Cerré mi puño y golpeé a uno en el cráneo haciendo que fuese lanzado contra uno de sus compañeros y se chocaran cayendo ambos al suelo. Fuí junto al gyojin orca mientras los dos humanos se levantaban y dije:

-Espero que no te importe que te ayude con estos seres sin escrúpulos.

De repente otro gyojin, de piel grisácea oscura, pelo semi largo de color café y ojos de un tono carmesí. Este era más alto que yo, no por mucho, y menos a simple vista, lo noté cuando se puso espalda a espalda contra mí, después de derribar a un par de aquellos hombres con suma facilidad. Estos se levantaron poco después, pero se veían bastante adoloridos y el tercero apenas podía moverse por culpa del miedo. Sus piernas temblaban y el sudor recorría su cuerpo. El gyojin preguntó si le importaba que me ayudase, en cierto modo no lo necesitaba, además, era una especie de desafío en el que yo era el participante, mas aquí no había reglas y era uno de los míos, por lo que no me molestó mucho. Si hubiera sido un humano, probablemente le hubiera arrancado la cabeza. Lo último que necesitaba es que uno de ellos intentara sacarme las castañas del fuego.

-No, adelante, veamos de lo que eres capaz.- Dije yo, mirando a los dos que se habían levantado de nuevo.

Me lancé contra ellos y bloqueé sus espadas con las que yo tenía y les hice retroceder gracias a mi fuerza- Seguidamente di un golpe con estas, desestabilizándolos y dejándolos en una postura fatal que aproveche para atravesarlos con mis espadas. Estos cayeron de rodillas mientras el otro aún permanecía sin hacer nada. Esperé para que el nuevo integrante participase un poco más, y quién sabe, si era bueno, lo invitaría a formar parte de Atesaki. Solo eramos tres, y que mejor que otro de los nuestros para patear unos cuantos traseros humanos. Y por ello, era bastante hipócrita tener una mujer de dicha raza en mi banda, pero bueno, ese era otro cantar.

-¿Por qué me gustarán tanto esas mujeres?- Me preguntaba yo en mis pensamientos, antes de volver a centrarme en el combate, que por lo visto, no tardaría mucho en acabar, pues mucha gente empezaba a marcharse del círculo, por lo visto no querían enfrentarse a nosotros, ya habían tenido suficiente espectáculo.

-Será mejor que acabes con ese pronto, si no, lo haré yo mismo.- Añadí, contemplando lo patético que era aquel tipo.

Me fijé en el gyojin y ví que tenía el pelo blanco y un tanto largo, tenía la piel en un negro por la espalda y blanco por delante en su mayor parte, con algunos rasgos propios de las orcas como la gran aleta dorsal. También me fijé en que era casi de mi altura. El gyojin orca me incitó a que le mostrara de lo que era capaz de hacer, antes de que pudiera hacer nada acabó con los dos tipos que había golpeado al llegar, ambos murieron fácilmente al ser atravesados por las espadas del gyojin orca. Los humanos de nuestro alrededor empezaban a marcharse, por lo visto no querían enfrentarse a nosotros. Me lancé a por el hombre que sostenía una especie de cimitarra, el hombre al verme intentó hacerme algún corte pero le esquivé flexionando las rodillas adoptando así una posición agachada de cuclillas. Cuando ví que la espada acabó de pasar cortando tan solo el aire me levanté casi de un salto mientras lanzaba a la cara del humano un puñetazo, esto hizo que mi puñetazo adquiriera mayor fuerza y al golpear al humano hizo que este se levantara varios centímetros del suelo y luego cayó inconsciente, justo después le aplasté la tráquea de un fuerte pisotón. El hombre moriría en poco tiempo, ya que con la tráquea rota no podría respirar y sus pulmones se encharcarían de sangre. Era una muerte cruel, pero qué demonios, peor era ser sirviente de alguien contra tu voluntad o ser exhibido como si de un trofeo vivo te trataras cosa que solían hacer los que apresaban a gyojins y sirenas. Alcé mi vista y miré al gyojin orca a los ojos anaranjados y le dije:

-¿Te parece bien lo que te he mostrado o preferirías que acabase con los humanos de una forma mas sangrienta? A mí personalmente me gusta más verlos sufrir.

Terminé lo que me estaba tomando y dejé un par de monedas en la barra. Toda la gente del bar me miraba cada vez que hacía un movimiento por muy mínimo que fuera. No me gustaba que hicieran eso, me hacía sentir observado y estúpido. Decidí marcharme de allí, no aguantaba esa tensión. Me levanté tirando el asiento sin querer. El ruido hizo que la gente se alarmara, cosa que me puso aún más nervioso. Enfurecido salí del lugar antes de que alguien hiciera el tonto y tuviera que volver a cortar algo o matar.

Al salir pude ver que había un grupo de personas armando jaleo. Seguramente sería una pelea de borrachos que se había alargado demasiado o que tenía muchos participantes. Lo único que podía asegurar era que estaban llamando mucho la atención. Tanto que incluso yo sentí curiosidad por ver lo que pasaba. Me lo pensé un rato y a punto estuve de no acercarme. Pero, finalmente, la curiosidad venció y decidí echar un vistazo. No habría nada de malo en ver como dos o más idiotas se daban golpes hasta la extenuación o la muerte.

-¿Quién sabe? Igual me apunto y yo también doy un par de golpes- Me dije.

Siempre y cuando la pelea no fuera a más era emocionante darse puñetazos, aunque pocos estaban a mi nivel de fuerza y mucho menos si eran humanos. Otras veces la pelea no les gustaba y me veía obligado a usar mi espada. No me desagradaba matar, pero tampoco me gustaba y siempre era mejor no cargar con muertes. Todos los cadáveres traen problemas y, a veces, demasiados. Me acerqué y, entre la muchedumbre, pude observar la pelea. Cuando la vi me quedé patidifuso. Terminó pronto y entré en el círculo.

-Es que no podéis estar un rato sin armar alguna pelea. Menudo grupo...- Dije a los contendientes.

Uno de ellos era Kaiser, pero no era eso lo que me había sorprendido. Frente a él había otro gyojin, uno que no había visto nunca. A primera vista no sabía si le había ayudado o era su rival. Lo único que podía ver era un reguero de cadáveres por el suelo. Me acerqué y me posicioné frente a mi compañero mientras miraba al nuevo gyojin. Era raro ver a otro de nuestra especie tan fácilmente en una isla lejana a Isla Gyojin. Quizás eran conocidos. Después de todo no sabía casi nada de Kaiser.

-¿Quién es el nuevo?- Le pregunté a mi "capitán".

Estaba caminando por la isla, sin mucho que hacer solo pensando en que aun tenía que la prioridad número uno de estar en esta maldita isla era reabastecerme de víveres para el viaje que me aguardaba, a decir verdad solo necesitaba comida y agua, note que el lugar se estaba volviendo más silencioso seguramente los que habían empezado la pelea ya la habrían terminado, así que entonces me quede parado ya que no tenía que hacer ya que mi plan era ver que estaba pasando, pero bueno...ahora si que me iba a aburrir y con ganas. Pero por el momento solo me dedicaría a vaguear por la isla, a decir verdad en una de esas ocurría un milagro y me encontraba con gente de mi especie, aunque cuando pensé en eso una risa tonta salió de mi boca, era totalmente imposible que me topara con gente como yo tan lejos de la Isla Gyojin, pero en eso iba pensando cuando note que había una gran multitud fuera de una taberna, me acerque sigilosamente y entonces llegué al centro del círculo que se formaba siempre cuando algo importante estaba pasando y entonces abrí mis ojos de par en par y también abrí mi boca. Estaba sorprendido, demasiado que me congele, no sabía si mis ojos me estaban jugando una mala pasada pero enfrente de mi habían unos Gyojin...de hecho eran 3 y ese trío de hombres pez estaban tranquilamente mientras estaban rodeados de humanos, así que me acerque un poco más y con una sonrisa en mi rostro, les pregunte a los de mi misma raza, me puse las manos detrás de la cabeza y demostrando tranquilidad les dije:

Sawaki: Se puede saber ¿Qué hacen un trío de Gyojin tan lejos de casa?-pregunte con una sonrisa en mi rostro, a decir verdad sonreír era lo único que alejaba esa idea de estar tímido frente a otros aunque también demostraba que estaba contento de encontrarlos, seguramente podría hacer algo bueno con ellos. Era mi primer contacto con los de mi especie desde que deje mi hogar.

Ante la actuación de mi compañero y su pregunta sonreí. -No ha estado nada mal. Es más, me gustas, eres un gyojin y odias a los humanos, cumples todos los requisitos con creces. Bienvenido a Atesaki, hermano.- Dije, posando una de mis manos sobre el hombro.

Sin ton ni son, le di la bienvenida a nuestra supuesta banda. No me gustaba que me encasillaran en un bando como lo eran los piratas, yo tenía un objetivo muy claro y no necesitaba ser como ellos para conseguirlo, aunque podría facilitarme muchas cosas el actuar bajo un nombre y una bandera conocida. Me gustaba la idea de que todos temblasen al oírlo y al presenciar la llegada de nuestro navío. La verdad es que este no me había pedido pertenecer a ella, es más, ni si quiera sabía de su existencia, pero no esperaba una respuesta negativa por su parte. Era mejor viajar en grupo para patear a la escoria que ir solo, así era mucho más fácil y entretenido.

Poco después llegó Alex, preguntando por el nuevo, así que le respondí, aunque no sabía su nombre. Le dije que era un nuevo integrante y nos presenté a él, esperando que hiciese lo mismo y así conocer algo más sobre nuestro nuevo miembro. Y mayor fue mi sorpresa al ver un cuarto gyojin dirigiéndose a nosotros. Este algo más bajo que nosotros, de pelo rubio, de punta pero alborotado y unos ojos inocentes y azules. Radiaba de alegría al ver tantos de mi raza juntos en una misma isla. Era un suceso bastante inesperado y perfecto.

-Tú también serás miembro de Atesaki.- Dije señalando al gyojin que acababa de aparecer.

Daba igual su respuesta, eran parte de mi tripulación y pronto surcaríamos los mares para hacernos grandes y destruir a toda una raza que no merecía el honor de vivir sobre la tierra. Volví a hacer la presentación, pero esta vez añadiendo el nombre del tiburón nodriza. Esperé a que el rubio respondiese antes de irnos en busca de Kiseki. Estaba ansioso por irnos a por un barco y largarnos de aquella isla.

Kaiser señaló a un nuevo gyojin. Eso era imposible, ¿tantos gyojin en una mima isla? Pero hubo algo que me sorprendió aún más. Como si fuera posible. Al girar la vista y mirar el lugar donde estaba indicando vi a alguien que ya conocía de mi pasado. No hacía mucho tiempo, por lo que no lo había olvidado. Miré de nuevo y lo confirmé. Todavía era un crío, no iba a permitir que viviera una vida como la nuestra. Él era inocente y aún podía ser feliz. Nosotros estábamos condenados a matar o morir. ¿Qué clase de vida era esa para un crío?

Me acerqué y me puse entre él y Kaiser. Tapando la vista del último.

-¿Qué haces aquí, Sawaki? Márchate ahora mismo y olvídate de esto, no es vida para ti. Vuelve a Isla Gyojin- Le dije enfurecido.

No era nadie para ordenarle, ni si quiera era parte de su familia. Pero, en cierta forma, me sentía responsable de él. Me recordaba a mí mismo cuando era un niño, cuando toda mi vida cambió. Debido a nuestra raza no sería difícil que le pasara lo mismo y no iba a consentir que nadie más pasara por lo mismo que yo. Y si seguía el mismo camino que nosotros era lo único que le esperaba. Debía impedirlo de cualquier forma, aunque Kaiser sería un gran problema. Cuando algo se le metía en la cabeza...

-Perdona por hablarte así, no he debido hacerlo. Pero no quiero que estés en peligro, todavía eres muy joven. Hazme caso, lo mejor es que te marches, nada bueno te espera a nuestro lado- Le dije.

Ahora que estaba tranquilo veía las cosas de otra forma, después de todo yo era fuerte gracias a l oque me había pasado. Pero lo cambiaría todo por que no hubiera ocurrido. Prefería ser débil y feliz que ser fuerte y estar roto. Nada, absolutamente nada, en este mundo compensaba lo que yo pasé. Ningún niño debía ver la muerte de sus padres ni vivirla como yo la viví. Eso fue incluso peor que todo lo que me ocurrió después. Pero verme obligado a huir y esconderme como una estúpida rata...

Iba a cambiar el mundo. Lo iba a hacer a mi manera y no habría esclavos. Solo gente fuerte capaz de afrontar la vida y lo que ocurriera como yo. Y si Kaiser podía ayudarme a conseguirlo lo haría. Pero Sawaki no encajaba en mi plan. Todavía tenía mucho que vivir para ser un cuerpo carente de alma como yo, un guerrero sin razón para luchar y sin nada a lo que amar. Esa no era vida para nadie. Miré a Kaiser con desaprobación, no iba a permitir que lo reclutara.

Estaba realmente asombrado al ver a tantos Gyojin como en esta isla, llena de humanos y llena de problemas para nosotros, pero entonces el que estaba en frente de mi me dijo que iba a ser parte de su tripulación pirata, sonreí a lo grande al escuchar esa noticia puesto que me sentía contento de que alguien me estaba dando una mano, así que entonces asentí con la cabeza sin vacilar ante su propuesta, aunque era más una afirmación más que una pregunta, ignore todo lo demás y simplemente acepte, y entonces la voz de alguien conocido se hizo presente, baje mi cabeza puesto que esperaba que no me reconociera pero era demasiado tarde...era Cánabar, un Gyojin que conocí en mi pasado y al parecer se había encariñado conmigo a tal punto que me estaba protegiendo, pero hace bastante tiempo que ya no necesitaba protección, así que lo mire a los ojos pero tan rápido como lo vi aleje la vista, no me atrevía a decirle algo puesto que no me sentía a gusto respondiendole, pero aun así con la vista gacha mirando al suelo le dije a este: Sawaki: ¡¡CÁLLATE!!...ha pasado mucho y ahora soy más fuerte...puedo sobrevivir...puedo hacerlo.-eleve la voz al principio pero tuve que bajar el tono al recordar que era Cánabar, maldición estaba algo confundido ¿Porqué de todos los posibles tenía que estar él? Maldición el viaje no sería nada fácil, pero aun así manteniendo la cabeza gacha volví a hablar: Sawaki: Soy mucho más fuerte...he estado en aventuras y he ganado experiencia, nada me puede sorprender en este mundo. Conozco a la raza humana y sé que hay humanos diferentes. Yo cambiaré el mundo y no importa vender mi alma al mundo si es necesario.-al final de la frase levante mi mirada para encontrarme con la de Cánabar, le mostraría mi resolución y que así me dejara hacer lo que quisiera y a mi modo, no me interesaba ganarme una paliza no cambiaría y mantendría mi resolución, aparte que aun me quedaba un gran viaje por todos lados, un mundo por conocer. Mundo que me estaba esperando y que conocería con o sin el consentimiento de Cánabar.

Sawaki respondió de una forma que no me esperaba. Era tan enérgico y tenía el mismo carácter que cuando lo conocí. Me gritó, pero después pareció calmarse y arrepentirse. Realmente me esperaba una reacción así. Era demasiado testarudo y nada de lo que pudiera decir o hacer podría conseguir que cambiara de opinión. SI ya había decidido unirse a nosotros iba a venir me gustara o no. lo único que me quedaba era aguantarme e intentar protegerlo. Si iba a viajar con nosotros tendría que vigilarle.

-Tú mismo, idiota. Si quieres arriesgar tu vida así, adelante. No te voy a decir nada más. Eso sí, esto te lo has ganado por querer una vida como la nuestra...- Le dije antes de propinarle un puñetazo.

Mi golpe impactó de lleno en su cara haciéndolo caer de espaldas. Después le tendí la mano para ayudarle a levantarse. No era muy normal después de golpearle, pero tenía que darle ese puñetazo para que supiera que esto iba a ser muy difícil, no era un camino sencillo. Y debía ofrecerle mi mano para que supiera que, pese a todo, siempre iba a estar a su lado e iba a ser uno más de nosotros. Podría llevar más tiempo con Kiseki y Kaiser, pero Sawaki era importante para mí. Casi como un hijo. Si algún día tuviera uno.

Después de todo, si no me preocupaba yo por el pequeñín no lo iba a hacer nadie. Seguramente se enfadaría por el golpe y, quizás me lo devolvería. Conociendo su temperamento no sería nada extraño que en vez de tomar mi mano me diera una patada en la boca. Aunque yo también me la merecía. En este momento me arrepentía de haberme ido de aquella isla sin él y sin Shiro. Pero en ese momento había tomado un camino demasiado complicado y no podía complicárselo a ellos de el mismo modo. No se lo merecían. Nadie lo merece. Ni si quiera yo, pero debía cargar con ese destino.

-Venga, si vas a hacer algo hazlo, pero hazlo ya- Le dije sonriendo.

Sawaki solo recibió aquel puñetazo de Cánabar, el cuerpo del peli rubio salió hacia atrás, él sabía que se lo merecía después de todo el punto de vista de aquel tiburón blanco no estaba mal…Sawaki era un “novato” y aun no había vivido ni la mitad de la persona que lo había golpeado. Se quedo en el suelo un tiempo y logro ver la mano extendida de su primer amigo Gyojin fuera de la superficie, pero su orgullo fue mayor y se levanto sin ayuda, no sin antes apartar de un golpe la mano de Cánabar. Se dio media vuelta y entonces de un rápido movimiento este conecto un puñetazo en el rostro del Gyojin que estaba en frente de él, trato de impactarlo con todas sus fuerzas ya que sabía que ese sujeto no iba a caer con eso, solo le iba a mostrar que tanto había evolucionado en fuerza desde que él se fue y dejo atrás al peli rubio. Sus ojos estaban llorosos, sabía que las intenciones del veterano eran las mejores con él. No sabía porque lo había atacado, pero Sawaki…se quedo viendo como es que el cuerpo de su amigo volaba un par de metros. Estaba en silencio, todo estaba en silencio, nada quería romper el ambiente. El peli rubio empezó a caminar rumbo a aquel que por culpa de su puñetazo estaba ahora tirado en el suelo, y como si fuera un acto de perdón extendió la mano no sin antes dirigirle unas cuantas palabras. Su tono estaba quebrado, entre lágrimas y la tristeza de haber golpeado a uno de los pocos que lograba comprender la noble tarea que se encomendó antes de partir de su hogar.

Sawaki: Lo siento…pero se cuidarme solo…no les tengo miedo a los humanos…te lo dije la vez que nos encontramos y te lo diré de nuevo…-las palabras se le atascaron y tenía un pequeño nudo en la garganta casi imperceptible, así que el peli rubio tomo una pequeña pausa, ya que aparte de que las palabras no quería hacer sonido alguno y ese nudo que le impedía paso a sonido alguno, noto como es que de sus ojos azules una pequeña lágrima recorría su rostro. A los oídos del tiburón maco casi imperceptible logro escuchar el graznido de un ave que estaba pasando por encima de ambos Gyojin, esta escena era algo muy similar a lo que había ocurrido anteriormente, las mismas palabras de Cánabar…las escucho el día que partió al mar para hacer realidad sus sueños, ese día en donde dejo a sus amigos, la falsa seguridad atrás y en donde muchos por no decir casi todos trataron de frenarlo, sus palabras si bien no eran cien por ciento iguales le recordaban a ese triste día, por eso es que esto le traía pena y sentimientos encontrados, luego de unos escasos minutos de nuevo en un silencio parecido a ese de funeral, las palabras volvieron al aire.  

Sawaki: ¡MI VOLUNTAD ME IMPEDIRA MORIR! ¡IDIOTA!-elevo la voz tanto como sus pulmones le permitieron. Su grito era una extraña combinación de lágrimas y determinación, y ante esas palabras sus ojos automáticamente mostraron su voluntad, aquellos ojos del mismo color del mar mostraron la determinación, aquel sentimiento que le mostro a aquel tiburón blanco en el pasado. Nada había cambiado, ni su sueño ni el supuesto miedo que tenía. Dejo la mano extendida esperando que Cánabar se levantara, después de todo, al parecer Sawaki no había cambiado su mayor punto débil, su instinto y su gran energía…en fin…solo esperaba que el tiburón blanco no le devolviera el golpe y que todo quedara como antes, que entre el joven peli rubio y el peli negro solo hubiera ese sentimiento que Sawaki dejo atrás. La amistad, ese sentimiento que dejo atrás cuando salió de aquella “protección” de la Isla Gyojin pero que sin embargo con Cánabar logro encontrar. Y que bajo ningún concepto quería perder, no por algo tan estúpido como una pelea sin sentido.

Reaccionó tal y como esperaba. No solo rechazó mi ayuda, si no que me golpeó con un buen puñetazo. Me quedé quieto en el lugar y encajé el golpe. Pero era mucho más fuerte de lo que esperaba, tanto que me lanzó varios metros atrás. Yo no le había golpeado con tanta fuerza, pero él no se había contenido. Después vino hacia mí y, entre lágrimas me ofreció su mano para levantarme. Verlo así me hacía sentir fatal, como si fuera culpa mía que llorara pero, en cierto modo, sí que lo era. Pues yo le había golpeado primero.

Me dijo que era fuerte. Tal y como pensaba, no iba a hacerle cambiar de opinión. Había decidido venir y le daba igual lo que yo dijera. No me gustaba, pero no podía hacer nada más que desear que no le ocurriera nada malo y protegerlo durante nuestros viajes. Si se dejaba, claro. Tomé su mano y me levanté con su ayuda. Sus ojos estaban empañados y su rostro arrugado por el intento de contener las lágrimas. Era bastante duro verlo de esta forma. Solo confirmaba que seguía siendo un pequeño niño lejos de su hogar.

Solo quería experimentar el mundo exterior sin saber lo peligroso que era y, por desgracia, lo iba a experimentar en su propia piel. No me gustaba nada, pero era el mejor modo de conocer lo que nos rodeaba. Y, aunque fuera un crío, no se podía negar que tenía una fuerza de voluntad inquebrantable, digna de un gran luchador. Muchos adultos desearían ser tan poderosos como él y la mayoría no le llegaba ni a los tobillos. Eso, en cierto modo, me hacía sentir orgulloso. Lo abracé con fuerza para consolarlo.

-Tranquilo, Sawaki. Ya sé que eres muy fuerte, pero sigues siendo un niño. Solo quiero lo mejor para ti y este mundo es demasiado peligroso. No me interpondré en tu camino si quieres viajar con nosotros, pero has de saber que estaré para protegerte en todo momento. No voy a dejar que te ocurra nada- Le dije con cariño.

Ahora, en este mismo momento, era cuando más me recordaba a mí .Estaba solo sin nadie a quien acudir en un mundo hostil que nada bueno quería para él. Veía reflejada en sus lágrimas la imagen que tanto dolor me causó, yo abrazado al cadáver de mi madre durante días. Habría dado cualquier cosa porque alguien me hubiera defendido, porque alguien hubiera estado conmigo y me diera el amor que mis padres no pudieron darme, que me tratara como a una persona y no como a un objeto.

Era mi deber demostrarle a Sawaki que tenía a un amigo en mí, a alguien importante. Cuando fuera adulto no tendría los problemas que yo tengo, habría crecido con el amor que cualquier niño necesita. Y, aunque no era tan pequeño, sus lágrimas demostrabas su parte infantil, la niñez que intentaba abrirse camino en un chico que pretendía ser más adulto de lo que en realidad era. Pero no iba a negar que crecería rápido. Sería alguien muy fuerte y yo me encargaría de ello. Iba a ser su protector y su maestro. Estaba decidido.

-Yo cuidaré de ti y te entrenaré- Le dije con una sonrisa y la voz suave mientras dejaba de abrazarlo para ver si había terminado de llorar.

Sawaki vio como es que Cánabar se levantaba gracias a su ayuda, aunque a decir verdad quizás era lo mejor, ya que los hombres se entendían mejor a puño limpio, pero lo que hizo el tiburón blanco dejo helado al peli rubio. Lo estaba abrazando mientras que le decía algo que él ya sabía, pero que en bocas de otros, y en especial de aquel tiburón le llegaban directo a su corazón. Cosa que no hizo que no parara de llorar hasta escuchar las última palabras de su amigo, que él lo iba a cuidar y lo iba a ser fuerte. Eso hizo que las lágrimas dejaran de correr de sus ojos azules dejaran de correr y al momento en que Cánabar lo soltó, sonrió de manera grande mostrando sus dientes, estaba contento al escuchar esas palabras, ya que sabía que él era muy fuerte y que con su ayuda Sawaki pronto sería más fuerte que antes. Pero el hecho de que tendría alguien que lo protegería lo molesto pero lo guardo en su interior ya que no quería lastimar los sentimientos de, quizás, la única persona que podría comprender sus buenos deseos y de su noble tarea de cambiar a los humanos.

Se alejo de Cánabar, para luego mirar a los otros que estaban con este antes de llegar. A decir verdad estaba sorprendido al ver a tantos de su especie reunidos en una sola isla, aunque al parecer eran de ese tipo de Gyojin que odiaban a los humanos, o por lo menos era esa la primera impresión que le daban esos tipos. Al parecer se había metido en una banda con la cual, con el probable capitán, que parecía ser ese sujeto con aspecto de orca, tendría muchos problemas debido a su personalidad y quizás también debido a sus sueños. Le dio la espalda a Cánabar, y con una simple sonrisa que ocultaba por estar de espalda, le dijo a este:

Sawaki: Gracias por todo…pero no te recomiendo que me entrenes…de seguro que te supero pronto. Y quizás que yo llegará aquí fue obra del destino.-al finalizar sus palabras se le escapo una pequeña risita, la cual paro casi inmediatamente. No le importaba el hecho de que podría llegar a recibir una pequeña reprimenda por su excesiva confianza, pero eso le daba ganas de poder seguir adelante aun cuando su objetivo a la vista de todos parecía inalcanzable. A decir verdad tampoco le interesaba si Cánabar podría contestar o no, pero de ahora en adelante ya nada podría parar el deseo de seguir con ellos y navegar por el mundo entero en esta tropa pirata que estaba al parecer compuesta de puros seres originarios de la Isla Gyojin, cosa que le hacía relajarse ya que sabía que con ellos podría confiar y quizás ellos podrían ayudarlo en poder cumplir su sueño. Que por ahora mantendría en secreto, inclusive de Cánabar quien era por lejos de todos los presentes la persona en la cual más confiaba. Ya que podría llegar a ocasionarle problemas al no saber con que tipo de personas se estaba metiendo, así que tomo esa decisión y en un futuro quien sabe, podría llegar a decirles su sueño.

Todo pasó muy rápido. Por lo visto el mocoso y Cánabar se conocían de antes, cosa que me sorprendió, pero a la vez, me alegraba. Era bueno saber que podría confiar en aquel gyojin, aunque la actuación por parte de ambos que ocurrió poco después, fue bastante extraña y peculiar. El tiburón blanco decía que no debía ir con nosotros, que aún era un novato, y el otro aseguraba que ya no era el de antes y que era mucho más fuerte de lo que creía, mas la respuesta del moreno fue todavía más increíble. Le golpeó en el rostro, haciéndole caer de espalda y luego le tendió la mano en señal de ayuda para que se levantase, sin embargo, prefirió ponerse en pie por el solo y devolverle el puñetazo con un resultado semejante. El rubio se acercó para imitar a Cánabar. Este si aceptó la mano de su amigo y se abrazaron, hablando más paparruchas e incluso saltaron algunas lágrimas, lo único que pude hacer yo, fue reír a carcajada limpia.

-¡¡¡Kyahahahahaha!!! ¡¡¡Kyahahahahaha!!!- Se escuchaba de mis labios a la vez que aplaudía en señal de aprobación. Seguidamente  solté un suspiro y me acepté al más novato. -Hey Rookie.- Dije para atraer su atención. -No sé que conoces del mundo exterior o cuan fuerte eres, pero nuestro viaje será muy peligroso y no quiero a ningún estorbo en mi banda. Te daré esta oportunidad porque necesitamos la fuerza de nuestros hermanos y porque por lo visto, eres capaz de tumbar a alguien más grande que tú, y eso me gusta.- Explicaba yo, mientras sonreía de medio lado.

Miré hacia el puerto y puse mi mano derecha sobre mi frente para evitar que los rayos del sol me cegaran. Observé que había unas pocas carabelas, un par de veleros y algún que otro bote. Realmente no necesitábamos un trasporte marítimo. Eramos gyojin, podíamos ir nadando a donde quisiéramos, pero la gente no temblaría si no nos veía desde lejos. Necesitaba un barco en el que izar una bandera con nuestro propio símbolo para que pudiesen reconocernos con tan solo un vistazo. Volví a girarme hacia mis compañeros y propuse el plan que seguiríamos, el cual era muy simple. No era precisamente algo en lo que hubiera empleado mucho tiempo.

-Sé que no lo necesitamos, pero como nos tacharán de piratas, quiero que lo hagan con motivo. Vamos a robar un navío a esos idiotas.- Comentaba e hice una breve pausa. -Quiero el más grande de todos. Los he visto más colosales, pero para empezar, estará bien. Vamos.- Añadí, dando la última orden con la que nos pondríamos en marcha.

Empecé a caminar en dirección al muelle, esperando que los demás me siguiesen. No sería difícil robar a unos humanos siendo tantos gyojin. Pronto estaríamos en alta mar.