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Cánabar
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Akuma no mi
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Todos comenzaban a marcharse, lo que me demostró que ya era hora de que yo también partiera. Había descansado suficiente y mi viaje no podía terminar aquí, aunque debía agradecerle al viejo todo lo que había hecho por mí. Me acerqué a él dispuesto a despedirme como era debido. Había hecho mucho por mí y se merecía todo mi agradecimiento y respeto. No recordaba a nadie que hubiera hecho lo mismo que él, así que pensé varias cosas mientras me acercaba. Como si me leyera la mente, el viejo se acercó a mí y me detuvo con una sonrisa.
-Es una lástima que tú también te vayas, pero no te preocupes, algo me dice que nos vamos a volver a ver. Y no te esfuerces, no tienes que agradecerme nada he hecho lo que he querido- Me dijo.
Su humildad no hacía más que honrarlo y dejarme como un desagradecido. No tenía nada para compensarlo por el trabajo que le había dado y me sabía muy mal no poder hacerlo. Pero no llevaba dinero encima ni podía trabajar para él, tarde o temprano me encontrarían. Y no quería ponerlo en peligro. Y menos después de todo lo que había hecho por mí. Agaché la cabeza y puse una mano en su hombro. No podría premiarlo pro su esfuerzo ahora, pero algún día volvería para hacerlo y lo conseguiría tardase lo que tardase. Era una deuda que tenía que saldar.
-Te prometo que algún día, por mucho que tarde, volveré y te agradeceré lo que has hecho por mí como es debido- Le dije.
No alargué más la despedida, pues nunca fui bueno en ello. Me di media vuelta y, tras coger mi espada, me dirigí al puerto. Había varios barcos que podrían llevarme, pero no tenía dinero y podría no ser una buena idea. Quizás lo mejor era salir de la isla a nado como tantas veces había hecho antes. Aunque no terminaba de gustarme. Finalmente me decanté por un barco. Los cazadores de recompensas no solían abordar barcos para ver si había algún criminal, pues hacerlo ya era un crimen en sí. Así estaría a salvo por un tiempo. Me acerqué al puerto a preguntar a los capitanes.
Tardé un buen rato en conseguirlo pero, al final, un capitán accedió a llevarme hasta la siguiente isla a cambio de que lo ayudara con un pequeño trabajo .Tendría que cargar y descargar cajas para que pudiéramos salir antes. No me costaba hacer trabajos físicos, por lo que accedí sin pensármelo y comencé a llevar cajas de un lado para el otro. Tras una hora de trabajo todo estaba hecho y podríamos partir. Todos los marineros subieron a bordo de la nave y levaron el ancla. Las velas se hincharon con el aire en seguida y el barco empezó a moverse. Volvía a mi vida normal. Mi horrible y detestable vida normal.
-Es una lástima que tú también te vayas, pero no te preocupes, algo me dice que nos vamos a volver a ver. Y no te esfuerces, no tienes que agradecerme nada he hecho lo que he querido- Me dijo.
Su humildad no hacía más que honrarlo y dejarme como un desagradecido. No tenía nada para compensarlo por el trabajo que le había dado y me sabía muy mal no poder hacerlo. Pero no llevaba dinero encima ni podía trabajar para él, tarde o temprano me encontrarían. Y no quería ponerlo en peligro. Y menos después de todo lo que había hecho por mí. Agaché la cabeza y puse una mano en su hombro. No podría premiarlo pro su esfuerzo ahora, pero algún día volvería para hacerlo y lo conseguiría tardase lo que tardase. Era una deuda que tenía que saldar.
-Te prometo que algún día, por mucho que tarde, volveré y te agradeceré lo que has hecho por mí como es debido- Le dije.
No alargué más la despedida, pues nunca fui bueno en ello. Me di media vuelta y, tras coger mi espada, me dirigí al puerto. Había varios barcos que podrían llevarme, pero no tenía dinero y podría no ser una buena idea. Quizás lo mejor era salir de la isla a nado como tantas veces había hecho antes. Aunque no terminaba de gustarme. Finalmente me decanté por un barco. Los cazadores de recompensas no solían abordar barcos para ver si había algún criminal, pues hacerlo ya era un crimen en sí. Así estaría a salvo por un tiempo. Me acerqué al puerto a preguntar a los capitanes.
Tardé un buen rato en conseguirlo pero, al final, un capitán accedió a llevarme hasta la siguiente isla a cambio de que lo ayudara con un pequeño trabajo .Tendría que cargar y descargar cajas para que pudiéramos salir antes. No me costaba hacer trabajos físicos, por lo que accedí sin pensármelo y comencé a llevar cajas de un lado para el otro. Tras una hora de trabajo todo estaba hecho y podríamos partir. Todos los marineros subieron a bordo de la nave y levaron el ancla. Las velas se hincharon con el aire en seguida y el barco empezó a moverse. Volvía a mi vida normal. Mi horrible y detestable vida normal.
Garland Blain
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Continuamos nuestra misión, caminando por la ciudad. Vacía y silenciosa, aunque bueno, lo de silenciosa era relativo, pues se escuchaba al agua caer, golpear contra el suelo, contra los tejados, contra aquellos charcos que poco a poco se iban formando y de vez en cuando algún trueno caía, dejando por el cielo una pequeño rayo de luz. Pasaron un par de horas y me giré hacia mis compañeros. -Bueno chicos, ya hemos terminado. Será mejor que volvamos el barco, es hora de descansar, mañana tendremos que seguir patrullando.- Dije yo, antes de empezar a caminar hacia el navío, aún encabezando el grupo.
Tal y como habíamos planeado, nos fuimos hacia el barco, tan rápido como pudimos para no coger ningún catarro. Tras llegar allí, fuimos dentro y dejamos las prendas que nos cubrieron de la lluvia en una cesta. Seguidamente felicité a mis compañeros por el trabajo y me dirigí a la cocina, esperando poder comer algo después de tanto tiempo caminando.
Las patrullas eran bastante aburridas, sobre todo comparado con las misiones que solía hacer años atrás, pero era parte de mi entrenamiento. Hasta que no recuperase mi poder, no podría desempeñar misiones de tal calibre. Era algo descabellado e imposible. Solo esperaba que no tardase mucho tiempo en volver a ser el que era. Odiaba ser tan débil después de tantos años de sudor y esfuerzo. Me gané lo que conseguí y todo lo perdí en un combate. Eran frustrante, pero aún no había acabado. Estaba seguro que cuando me recuperase, volvería a por aquel pirata, y finalizaría el trabajo que una vez no pude terminar.
Tal y como habíamos planeado, nos fuimos hacia el barco, tan rápido como pudimos para no coger ningún catarro. Tras llegar allí, fuimos dentro y dejamos las prendas que nos cubrieron de la lluvia en una cesta. Seguidamente felicité a mis compañeros por el trabajo y me dirigí a la cocina, esperando poder comer algo después de tanto tiempo caminando.
Las patrullas eran bastante aburridas, sobre todo comparado con las misiones que solía hacer años atrás, pero era parte de mi entrenamiento. Hasta que no recuperase mi poder, no podría desempeñar misiones de tal calibre. Era algo descabellado e imposible. Solo esperaba que no tardase mucho tiempo en volver a ser el que era. Odiaba ser tan débil después de tantos años de sudor y esfuerzo. Me gané lo que conseguí y todo lo perdí en un combate. Eran frustrante, pero aún no había acabado. Estaba seguro que cuando me recuperase, volvería a por aquel pirata, y finalizaría el trabajo que una vez no pude terminar.
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