Dark Satou
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Akuma no mi
Varios
Dos semanas después del despertar de la criogenización
Tras pasar por el último canal, llegamos a las puertas de un hostal destrozado que parecía haber sido el hogar de Kiseki hasta la partida con la banda de tritones, Atesaki. Pasé la mano por la puerta y la miré serio, limpiándome el hollín en la puerta mientras con la otra mano la picaba para que respondiesen. Tras pasar medio minuto, la puerta se abrió lentamente, dando a paso a un hostelero malhumorado al ver la figura de mi hija. Le miré de malas formas y pasé hacia dentro, sacando de mi monedero unos berries y colocándolos encima del mostrador.
-Nee, una habitación de dos camas para ella y para mí. -le pedí andando hacia la escalera.
-¿Otro de tus ligues, Kiseki? -preguntó el hostelero- ¿qué bien, no?
Miré hacia Kiseki mientras pasaba mi mano por la cara, le aclaré al hostelero de que era su hermano mayor puesto que no era creíble que fuese su padre y nos dirigimos hacia la habitación. Tras una larga charla, conocí a mi hija un poco mejor. Seguía teniendo el mismo fondo y la misma educación desde que la había dejado; Tsuki y yo la habíamos criado bien, pero tenía muchas ganas de ver a Kanna igual. A pesar de no ser mi hija de sangre, la consideraba como mi propia hija, y era, a parte de la esmeralda, lo que más me unía al difunto Berny. Habían pasado doce años y el aspecto físico de Kiseki estaba totalmente cambiado, y a pesar de mantener rasgos evidentes hacia mi físico, los grandes mofletes y los profundos ojos los había heredado de Ashley.
Ashley estaba aquí, había entrenado a Kiseki durante muchos años... Si de verdad era ella y estaba viva, tal vez, junto encontrar a mis hijas, era la mayor alegría que podía ocurrirme, puesto que llevaba dieciocho años concienciado de que ella estaba muerta. Volví a mirar a Kiseki una vez más sonriendo y después me fijé de que mantenía la vista hacia el ventanal de la habitación, donde se veía por el fondo mucho humo y se escuchaban fuertes gritos provenientes de la calle. En acto reflejo, los dos sacamos la cabeza por el ventanal no sin abrirlo antes y miramos hacia el humo, según Kiseki, proveniente del hospital.
-Nee papá, hay unos hombres de negro que han causado muchas desgracias en este lugar -me afirmó- más de una vez he tenido que darles una buena paliza, pero mamá mientras me entrenaba siempre protegía el lugar, siempre protegió ese hospital en concreto.
¿Hombres de negro? ¿Ashley había protegido ese hospital? ¿Y si los hombres de negro, eran Spade? Tenía que averiguar qué estaba pasando en el corazón de aquel hospital lo más rápido posible. Me despegué del ventanal y salté a través de él, aterrizando con un quiebre puesto que solo había un piso de altura y no podía perder tiempo. Me quedé mirando a Kiseki viendo que iba a realizar la misma acción que yo, pero unas palabras se me vinieron a la cabeza, o más bien... una escena.
-Si ella nace, moriré, si aborto, sobreviviré. Pero no voy a dejarte elegir... tener una hija es tu sueño, Dark, y tampoco pienso dejar que pierda la vida ella para sobrevivir yo. Seguramente crecerá, será fuerte, cabezuda, e incluso, tal vez, ¡heredará tu nee!
-Nee, ¿cómo, cómo estás tan segura?
-Por favor, soy su madre.
-Yo la protegeré y nunca dejaré que le pase nada, como he hecho contigo
-¿Cómo estás tan seguro?
-Soy su padre.
Miré a Kiseki y solté un grito impidiéndole que bajara con autoridad.
-No, no puedes mezclarte con esto. No quiero que te mezcles en asuntos de Spade... ya fastidió la vida a tu madre, a mí, a Berny, a la abuela, a Akane, a todos... Y no quiero que tú continúes con esa cadena. No quiero que tú seas la última esperanza de nadie como yo lo he sido todo este tiempo. Mientras haya un uno, esa cadena podrá seguir sin perjudicar a nadie más, y ese uno soy yo. Nunca te permitiré ser el uno en la cadena, ni siquiera entrar a ella. Le prometí a tu madre. a Ashley, que no te perdería nunca, y que te protegería. Soy tu padre... Así que vive, sé feliz, y nunca de arrepientas de nada, ve con esa banda tritón, tírate a todos los tíos que quieras, ¡siempre y cuando con protección! Y haz que esté orgulloso aunque ya lo esté para siempre.
Kiseki sin decir nada, agarró la esmeralda y me la lanzó mientras se despedía llorando con una mano. Bajé la cabeza mordiéndome el labio y me giré dirigiendo mi rumbo hacia el origen del humo, viendo que Kiseki no me seguía. Si Ashley la había entrenado, seguramente sería una chica muy fuerte, y sobretodo si tenía la Ryü ryü no mi en su posesión, estaba realmente seguro de que no le pasaría nada. Es la hija de dos de las personas más fuertes de las islas de arriba, y seguramente habría heredado nuestra fuerza junto con nuestros sueños y honor. Una vez llegué al hospital me fijé en que la puerta estaba rodeada de hombres trajeados de forma extraña, y que me sería imposible entrar por ahí. Miré que el hospital estaba en llamas, así que algo tendrían que esconder, sobretodo si Ashley lo había defendido. Rodeé el gran edificio y salté hacia una ventana, agarrándome a esta con una mano mientras con la otra atravesaba el cristal con el puño cerrado y el guante de material duro, rompiéndolo sin hacerme daño alguno. Aterricé hacia dentro viendo que el abrir la ventana había sido una mala opción ya que alimentaba el fuego y me dirigí hacia dentro esquivando varios pasillos sin salida puesto que no tenía ni idea de dónde ir. Vi cómo un montón de gente corría por los pasillos con cara de horror y al final del pasillo había un hombre de negro caminando hacia ellos. Me pasó de largo, dejándome totalmente petrificado... tenía una muy mala sensación de esos hombres, hasta que mi instinto me indicó ir hacia el final del pasillo, donde había una puerta abierta, una sala grande y una cama en medio con un chico con casco observando el alrededor atónito.
La mirada se me quedó clavada en él, y lo primero que hice fue correr hacia él, agarrarle y sacarle fuera de la cama. Su cara... ¿Berny? Lo observé callado y vi cómo se cayó al suelo sin fuerzas, era imposible. No podía ser él, él había muerto. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Era otra artimaña de Spade?
-Nee, como sea, ¡hay que salir de aquí! Sobretodo, que no te vea ninguno de esos hombres de negro. Parece que persiguen a los que están ingresados... -le confirmé esperando una respuesta de su parte, no parecía que estuviese muy bien y estaba realmente delgado, como si se hubiese tirado muchos años inactivo...
Tras pasar por el último canal, llegamos a las puertas de un hostal destrozado que parecía haber sido el hogar de Kiseki hasta la partida con la banda de tritones, Atesaki. Pasé la mano por la puerta y la miré serio, limpiándome el hollín en la puerta mientras con la otra mano la picaba para que respondiesen. Tras pasar medio minuto, la puerta se abrió lentamente, dando a paso a un hostelero malhumorado al ver la figura de mi hija. Le miré de malas formas y pasé hacia dentro, sacando de mi monedero unos berries y colocándolos encima del mostrador.
-Nee, una habitación de dos camas para ella y para mí. -le pedí andando hacia la escalera.
-¿Otro de tus ligues, Kiseki? -preguntó el hostelero- ¿qué bien, no?
Miré hacia Kiseki mientras pasaba mi mano por la cara, le aclaré al hostelero de que era su hermano mayor puesto que no era creíble que fuese su padre y nos dirigimos hacia la habitación. Tras una larga charla, conocí a mi hija un poco mejor. Seguía teniendo el mismo fondo y la misma educación desde que la había dejado; Tsuki y yo la habíamos criado bien, pero tenía muchas ganas de ver a Kanna igual. A pesar de no ser mi hija de sangre, la consideraba como mi propia hija, y era, a parte de la esmeralda, lo que más me unía al difunto Berny. Habían pasado doce años y el aspecto físico de Kiseki estaba totalmente cambiado, y a pesar de mantener rasgos evidentes hacia mi físico, los grandes mofletes y los profundos ojos los había heredado de Ashley.
Ashley estaba aquí, había entrenado a Kiseki durante muchos años... Si de verdad era ella y estaba viva, tal vez, junto encontrar a mis hijas, era la mayor alegría que podía ocurrirme, puesto que llevaba dieciocho años concienciado de que ella estaba muerta. Volví a mirar a Kiseki una vez más sonriendo y después me fijé de que mantenía la vista hacia el ventanal de la habitación, donde se veía por el fondo mucho humo y se escuchaban fuertes gritos provenientes de la calle. En acto reflejo, los dos sacamos la cabeza por el ventanal no sin abrirlo antes y miramos hacia el humo, según Kiseki, proveniente del hospital.
-Nee papá, hay unos hombres de negro que han causado muchas desgracias en este lugar -me afirmó- más de una vez he tenido que darles una buena paliza, pero mamá mientras me entrenaba siempre protegía el lugar, siempre protegió ese hospital en concreto.
¿Hombres de negro? ¿Ashley había protegido ese hospital? ¿Y si los hombres de negro, eran Spade? Tenía que averiguar qué estaba pasando en el corazón de aquel hospital lo más rápido posible. Me despegué del ventanal y salté a través de él, aterrizando con un quiebre puesto que solo había un piso de altura y no podía perder tiempo. Me quedé mirando a Kiseki viendo que iba a realizar la misma acción que yo, pero unas palabras se me vinieron a la cabeza, o más bien... una escena.
-Si ella nace, moriré, si aborto, sobreviviré. Pero no voy a dejarte elegir... tener una hija es tu sueño, Dark, y tampoco pienso dejar que pierda la vida ella para sobrevivir yo. Seguramente crecerá, será fuerte, cabezuda, e incluso, tal vez, ¡heredará tu nee!
-Nee, ¿cómo, cómo estás tan segura?
-Por favor, soy su madre.
-Yo la protegeré y nunca dejaré que le pase nada, como he hecho contigo
-¿Cómo estás tan seguro?
-Soy su padre.
Miré a Kiseki y solté un grito impidiéndole que bajara con autoridad.
-No, no puedes mezclarte con esto. No quiero que te mezcles en asuntos de Spade... ya fastidió la vida a tu madre, a mí, a Berny, a la abuela, a Akane, a todos... Y no quiero que tú continúes con esa cadena. No quiero que tú seas la última esperanza de nadie como yo lo he sido todo este tiempo. Mientras haya un uno, esa cadena podrá seguir sin perjudicar a nadie más, y ese uno soy yo. Nunca te permitiré ser el uno en la cadena, ni siquiera entrar a ella. Le prometí a tu madre. a Ashley, que no te perdería nunca, y que te protegería. Soy tu padre... Así que vive, sé feliz, y nunca de arrepientas de nada, ve con esa banda tritón, tírate a todos los tíos que quieras, ¡siempre y cuando con protección! Y haz que esté orgulloso aunque ya lo esté para siempre.
Kiseki sin decir nada, agarró la esmeralda y me la lanzó mientras se despedía llorando con una mano. Bajé la cabeza mordiéndome el labio y me giré dirigiendo mi rumbo hacia el origen del humo, viendo que Kiseki no me seguía. Si Ashley la había entrenado, seguramente sería una chica muy fuerte, y sobretodo si tenía la Ryü ryü no mi en su posesión, estaba realmente seguro de que no le pasaría nada. Es la hija de dos de las personas más fuertes de las islas de arriba, y seguramente habría heredado nuestra fuerza junto con nuestros sueños y honor. Una vez llegué al hospital me fijé en que la puerta estaba rodeada de hombres trajeados de forma extraña, y que me sería imposible entrar por ahí. Miré que el hospital estaba en llamas, así que algo tendrían que esconder, sobretodo si Ashley lo había defendido. Rodeé el gran edificio y salté hacia una ventana, agarrándome a esta con una mano mientras con la otra atravesaba el cristal con el puño cerrado y el guante de material duro, rompiéndolo sin hacerme daño alguno. Aterricé hacia dentro viendo que el abrir la ventana había sido una mala opción ya que alimentaba el fuego y me dirigí hacia dentro esquivando varios pasillos sin salida puesto que no tenía ni idea de dónde ir. Vi cómo un montón de gente corría por los pasillos con cara de horror y al final del pasillo había un hombre de negro caminando hacia ellos. Me pasó de largo, dejándome totalmente petrificado... tenía una muy mala sensación de esos hombres, hasta que mi instinto me indicó ir hacia el final del pasillo, donde había una puerta abierta, una sala grande y una cama en medio con un chico con casco observando el alrededor atónito.
La mirada se me quedó clavada en él, y lo primero que hice fue correr hacia él, agarrarle y sacarle fuera de la cama. Su cara... ¿Berny? Lo observé callado y vi cómo se cayó al suelo sin fuerzas, era imposible. No podía ser él, él había muerto. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Era otra artimaña de Spade?
-Nee, como sea, ¡hay que salir de aquí! Sobretodo, que no te vea ninguno de esos hombres de negro. Parece que persiguen a los que están ingresados... -le confirmé esperando una respuesta de su parte, no parecía que estuviese muy bien y estaba realmente delgado, como si se hubiese tirado muchos años inactivo...
Akaruichi
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Akuma no mi
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Abrí los ojos poco a poco y tenía mucho frío, esa fue mi primera acción y la primera sensación que tuve.. Me encontraba muy mareado y desorientado, la habitación me daba vueltas y no sentía ninguna extremidad de mi cuerpo, era como si fuera un torso viviente, es esto lo que se siente al… Nacer? O he sido creado? Eso no importaba, yo estaba y me sentía vivo.
Era una sensación muy extraña la que tenía, no sabría describirla, no sabía ni quién era, no sabía nada pero a la vez podía pensar en un idioma que ya dominaba a la perfección y tenía una serie de conocimientos básicos, pero si yo acabo de nacer, no tiene sentido nada de esto. Poco a poco empecé a sentir los brazos y poco después las piernas. Yo estaba tendido en una cama blanca, llevaba puestas unas mallas muy curiosas, en una habitación extraña llena de extraños aparatos conectados a distintas partes de mi cuerpo. La parte más rara estaba en mi cabeza: llevaba puesto una especie de ¿Casco? Me cubría gran parte del rostro y todo el cuero cabelludo, me sentía extraño y ejercía una presión que poco a poco resultaba más incómoda de soportar.
Me levanté con dificultad y quedé sentado en la camilla. Empecé a retirar y desconectar cables de mi cuerpo y de repente volví a sentirme débil de nuevo, creo que eso no fue una buena idea, cada vez veía más borroso hasta el punto de volver a caer en la camilla.
Pasado un buen rato volví a despertar y la escena era muy diferente: Se oían ruidos horribles de fondo, explosiones, gritos, disparos, escombros caer ¿Qué había ocurrido?
Poco a poco recuperaba la conciencia e intentaba rehabilitarme para lograr escapar, pero era imposible, tenía el cuerpo paralizado, ¿En qué momento debí haberme quitado esos cacharros? Tenía que salir de ahí, pues sino, mi existencia sería la más corta de toda la historia quizás, muerto a los 20 minutos de empezar a existir.
Intentaba moverme pero era imposible, los gritos seguían siendo cada vez más dolorosos y en cualquier momento yo sería el siguiente, pues entró en la sala un chico y por un momento pensé que iba a acabar conmigo, pero la situación no era la que yo esperaba, venía de salvar a los demás. Sin pensarlo dos veces, directamente se dirigió a mi cama y me levantó pensando que yo podría andar, me caí directo al suelo pero el golpe inexplicablemente me hizo reaccionar, recuperé un poco de movilidad y mi vista mejoró un poco más. Apenas pude ver al chico, tenía el pelo negro y eso pero no pude fijarme bien debido a mi vista nublada, él se quedó callado unos instantes mientras yo yacía en el suelo, pero en seguida me cogió de la espalda para reincorporarme a gatas.
-Nee, como sea, ¡hay que salir de aquí! Sobretodo, que no te vea ninguno de esos hombres de negro. Parece que persiguen a los que están ingresados...- Dijo el chico dirigiéndose a mí.
Alcé la mirada como pude y con cara de atontado pude responderle.
-S-sí… Por favor, podrías ayudarme? Apenas puedo moverme y no veo muy bien…-
El chico asintió con la cabeza mientras sostenía una expresión de enfado por la situación, me ayudó a levantarme y me pasó la mano izquierda por mis hombros para agarrame bien y ayudarme a caminar.
Empezamos a recorrer el pasillo y podía oír cómo se iba derrumbando la estructura a nuestro paso, los gritos de la gente, las explosiones, los bombardeos no cesaban.
Iba recuperando la vista y podía describir bien la escena, la mayoría de las puertas estaban derruidas, había muchos escombros apilados en distintas partes del pasillo, se veía gente correr por el fondo, algunos caían víctimas de los tiroteos mientras trataban de escapar, pero lo más destacable era el fuego, estaba presente en todas partes y conforme más avanzábamos, más se generaba y más destrozos se producían.
-¡¡Agh!!- Gritó el chico moreno, le había caído un pedazo del piso de arriba justo en la parte derecha del cuerpo, estaba atrapado y herido.
Reaccioné enseguida y mis atónitos ojos sumado al gesto de cansancio en mi rostro se dirigieron ante su fatídica situación. Dominado por la desesperación intenté remover los grandes trozos de estructura encima de él pero me faltaban fuerzas aún… Él se había prestado a ayudarme y ahora estaba allí atrapado, sin poder hacer nada, intentando luchar por salir de ahí, se oyeron dos explosiones enormes que hicieron que toda la planta se sacudiera.
Era el fin.. Yo no podía hacer nada, sentado en el suelo de impotencia viendo de lejos cómo los pacientes se ayudaban entre sí para escapar, la escena no cambiaba. Pude ver una especie de hoja de metal, un cuchillo largo, probablemente perteneciente a uno de los tantos soldados que estaba destruyendo el lugar, brillaba ahí tirado.
Y como si se tratara de una especie de impulso automático, me incorporé sentandome sobre mis muslos, tomé el cuchillo y con gran velocidad dirigí mi brazo armado hacia los escombros que atrapaban a aquel …
Mientras lo hacía sentía cómo se paraba el tiempo a mi alrededor y ganaba velocidad.. Pasé el cuchillo horizontalmente por el trozo más grande e increíblemente fue cortándose conforme la hoja se deslizaba por en medio, repetí el proceso por todos los escombros seccionándolos en trozos suficientes como para que parecieran restos de lo que eran al principio.
Cuando acabé, el brazo entero me dolía muchísimo e inmediantamente el cuchillo se me resbaló y volvió a caer al suelo, me volví a sentir muy débil y me senté de rodillas mirando hacia abajo con sensación de fátiga. El chico pudo liberarse y se levantó, mirándome asombrado y curioso por lo que había acabado de hacer.
Era una sensación muy extraña la que tenía, no sabría describirla, no sabía ni quién era, no sabía nada pero a la vez podía pensar en un idioma que ya dominaba a la perfección y tenía una serie de conocimientos básicos, pero si yo acabo de nacer, no tiene sentido nada de esto. Poco a poco empecé a sentir los brazos y poco después las piernas. Yo estaba tendido en una cama blanca, llevaba puestas unas mallas muy curiosas, en una habitación extraña llena de extraños aparatos conectados a distintas partes de mi cuerpo. La parte más rara estaba en mi cabeza: llevaba puesto una especie de ¿Casco? Me cubría gran parte del rostro y todo el cuero cabelludo, me sentía extraño y ejercía una presión que poco a poco resultaba más incómoda de soportar.
Me levanté con dificultad y quedé sentado en la camilla. Empecé a retirar y desconectar cables de mi cuerpo y de repente volví a sentirme débil de nuevo, creo que eso no fue una buena idea, cada vez veía más borroso hasta el punto de volver a caer en la camilla.
Pasado un buen rato volví a despertar y la escena era muy diferente: Se oían ruidos horribles de fondo, explosiones, gritos, disparos, escombros caer ¿Qué había ocurrido?
Poco a poco recuperaba la conciencia e intentaba rehabilitarme para lograr escapar, pero era imposible, tenía el cuerpo paralizado, ¿En qué momento debí haberme quitado esos cacharros? Tenía que salir de ahí, pues sino, mi existencia sería la más corta de toda la historia quizás, muerto a los 20 minutos de empezar a existir.
Intentaba moverme pero era imposible, los gritos seguían siendo cada vez más dolorosos y en cualquier momento yo sería el siguiente, pues entró en la sala un chico y por un momento pensé que iba a acabar conmigo, pero la situación no era la que yo esperaba, venía de salvar a los demás. Sin pensarlo dos veces, directamente se dirigió a mi cama y me levantó pensando que yo podría andar, me caí directo al suelo pero el golpe inexplicablemente me hizo reaccionar, recuperé un poco de movilidad y mi vista mejoró un poco más. Apenas pude ver al chico, tenía el pelo negro y eso pero no pude fijarme bien debido a mi vista nublada, él se quedó callado unos instantes mientras yo yacía en el suelo, pero en seguida me cogió de la espalda para reincorporarme a gatas.
-Nee, como sea, ¡hay que salir de aquí! Sobretodo, que no te vea ninguno de esos hombres de negro. Parece que persiguen a los que están ingresados...- Dijo el chico dirigiéndose a mí.
Alcé la mirada como pude y con cara de atontado pude responderle.
-S-sí… Por favor, podrías ayudarme? Apenas puedo moverme y no veo muy bien…-
El chico asintió con la cabeza mientras sostenía una expresión de enfado por la situación, me ayudó a levantarme y me pasó la mano izquierda por mis hombros para agarrame bien y ayudarme a caminar.
Empezamos a recorrer el pasillo y podía oír cómo se iba derrumbando la estructura a nuestro paso, los gritos de la gente, las explosiones, los bombardeos no cesaban.
Iba recuperando la vista y podía describir bien la escena, la mayoría de las puertas estaban derruidas, había muchos escombros apilados en distintas partes del pasillo, se veía gente correr por el fondo, algunos caían víctimas de los tiroteos mientras trataban de escapar, pero lo más destacable era el fuego, estaba presente en todas partes y conforme más avanzábamos, más se generaba y más destrozos se producían.
-¡¡Agh!!- Gritó el chico moreno, le había caído un pedazo del piso de arriba justo en la parte derecha del cuerpo, estaba atrapado y herido.
Reaccioné enseguida y mis atónitos ojos sumado al gesto de cansancio en mi rostro se dirigieron ante su fatídica situación. Dominado por la desesperación intenté remover los grandes trozos de estructura encima de él pero me faltaban fuerzas aún… Él se había prestado a ayudarme y ahora estaba allí atrapado, sin poder hacer nada, intentando luchar por salir de ahí, se oyeron dos explosiones enormes que hicieron que toda la planta se sacudiera.
Era el fin.. Yo no podía hacer nada, sentado en el suelo de impotencia viendo de lejos cómo los pacientes se ayudaban entre sí para escapar, la escena no cambiaba. Pude ver una especie de hoja de metal, un cuchillo largo, probablemente perteneciente a uno de los tantos soldados que estaba destruyendo el lugar, brillaba ahí tirado.
Y como si se tratara de una especie de impulso automático, me incorporé sentandome sobre mis muslos, tomé el cuchillo y con gran velocidad dirigí mi brazo armado hacia los escombros que atrapaban a aquel …
Mientras lo hacía sentía cómo se paraba el tiempo a mi alrededor y ganaba velocidad.. Pasé el cuchillo horizontalmente por el trozo más grande e increíblemente fue cortándose conforme la hoja se deslizaba por en medio, repetí el proceso por todos los escombros seccionándolos en trozos suficientes como para que parecieran restos de lo que eran al principio.
Cuando acabé, el brazo entero me dolía muchísimo e inmediantamente el cuchillo se me resbaló y volvió a caer al suelo, me volví a sentir muy débil y me senté de rodillas mirando hacia abajo con sensación de fátiga. El chico pudo liberarse y se levantó, mirándome asombrado y curioso por lo que había acabado de hacer.
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Akuma no mi
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El humo y las llamas teñían el ambiente de rojo y gris e impedían ver bien hacia el fondo del pasillo o cualquier ruta de escape posible. El chico del casco, con unos movimientos realmente ágiles cortó los escombros que me cayeron encima, con una agilidad y fuerza asombrosa, técnica la cual la usaba él... Pero todos usaban ese estilo en Norin desde su muerte, así que no tenía que alegrarme del todo. Él estaba muerto, al fin y al cabo, y tenía muchos discípulos del estilo que había creado con el también difunto Carl, así que en ese momento, mi mentalidad era que no era él, que era simplemente otro cyborg con su voz y estilo, uno de muchos.
Tras recorrer una gran distancia, llegamos a lo que se podía llamar un "ascensor", esquivando a todos los hombres de negro que mataban sin titubear a los que se pusieran entre ellos a sangre fría, demostrando tener una fuerza increíble, partiendo por la mitad e incluso destrozando los huesos con armas ligeras o los propios puños. Una vez entramos al ascensor, yo ayudando al chico del casco llevándolo por encima de mi hombro, pudimos escuchar unos pasos por el fondo que provenían de los sujetos exclamados antes, provocando que tuviésemos prisa en que se cerraran las puertas, y una vez que se cerrasen estas, notamos que se abollaron por delante varias veces, estaban siendo golpeadas violentamente. Me apoyé en una pared con algo de miedo esperando que el ascensor bajara, y así fue. Justo antes de que el ascensor bajase del piso, una mano lo atravesó totalmente y pudimos llegar a ver, por lo menos yo, una cara totalmente desfigurada.
El ascensor comenzó a bajar, con todas las luces apagadas y varias chispas saliendo de la puerta, logrando que el ambiente simplemente estuviera iluminado por una luz que emergía de mi mano gracias a mi akuma. El ascensor frenó de golpe tras un gran impacto que sufrió por la parte de arriba, viendo cómo la figura que habíamos presenciado antes estaba abriendo la compuerta superior del ascensor. Entre el castaño y yo abrimos la puerta lo más rápido que pudimos, los dos estando relativamente débiles y tardando más de lo necesario. Comenzamos a correr por el pasillo central esquivando las llamas, el castaño parecía cada vez reincorporarse más con el ambiente mostrando mayores reflejos y agilidad, hasta que vimos la gran puerta, nuestra salida y salvación del hospital. La puerta se consumió en llamas y la figura de atrás nos llegó a ver otra vez obligándonos a luchar, pero la fuerza y la agilidad de esa cosa era realmente más alta que la nuestra. Yo estaba muy débil por estar casi 13 años criogenizado y el otro parecía haber despertado de un coma y tras haber observado todos sus torpes movimientos a pesar de haberme salvado, tampoco estaba en condiciones para luchar contra esa cosa. Volví a girarme hacia atrás y vi como una gran oleada de agua impactó contra la salida, tiré una bola de luz hacia la cara del bicho cegándolo y agarré al castaño entre mis brazos, corriendo hacia la salida y una vez traspasada derrumbándose. Una vez pude mirar hacia las ventanas del hospital, vi cómo varias más bestias como la de antes comenzaron a salir por las ventanas, y acabé fijándome en un carruaje que teníamos a unos metros, demasiada casualidad para el momento.
-Nee, ¡súbete a eso! -grité mientras corría hacia el carruaje poniéndome delante.
El chico observó que en la parte de atrás había una escopeta y varias balas y comencé a darle caña al carruaje, dirigiéndome hacia el puerto y a merced de que el chico pudiese apuntar bien y derribar a aquellas bestias.
Tras recorrer una gran distancia, llegamos a lo que se podía llamar un "ascensor", esquivando a todos los hombres de negro que mataban sin titubear a los que se pusieran entre ellos a sangre fría, demostrando tener una fuerza increíble, partiendo por la mitad e incluso destrozando los huesos con armas ligeras o los propios puños. Una vez entramos al ascensor, yo ayudando al chico del casco llevándolo por encima de mi hombro, pudimos escuchar unos pasos por el fondo que provenían de los sujetos exclamados antes, provocando que tuviésemos prisa en que se cerraran las puertas, y una vez que se cerrasen estas, notamos que se abollaron por delante varias veces, estaban siendo golpeadas violentamente. Me apoyé en una pared con algo de miedo esperando que el ascensor bajara, y así fue. Justo antes de que el ascensor bajase del piso, una mano lo atravesó totalmente y pudimos llegar a ver, por lo menos yo, una cara totalmente desfigurada.
El ascensor comenzó a bajar, con todas las luces apagadas y varias chispas saliendo de la puerta, logrando que el ambiente simplemente estuviera iluminado por una luz que emergía de mi mano gracias a mi akuma. El ascensor frenó de golpe tras un gran impacto que sufrió por la parte de arriba, viendo cómo la figura que habíamos presenciado antes estaba abriendo la compuerta superior del ascensor. Entre el castaño y yo abrimos la puerta lo más rápido que pudimos, los dos estando relativamente débiles y tardando más de lo necesario. Comenzamos a correr por el pasillo central esquivando las llamas, el castaño parecía cada vez reincorporarse más con el ambiente mostrando mayores reflejos y agilidad, hasta que vimos la gran puerta, nuestra salida y salvación del hospital. La puerta se consumió en llamas y la figura de atrás nos llegó a ver otra vez obligándonos a luchar, pero la fuerza y la agilidad de esa cosa era realmente más alta que la nuestra. Yo estaba muy débil por estar casi 13 años criogenizado y el otro parecía haber despertado de un coma y tras haber observado todos sus torpes movimientos a pesar de haberme salvado, tampoco estaba en condiciones para luchar contra esa cosa. Volví a girarme hacia atrás y vi como una gran oleada de agua impactó contra la salida, tiré una bola de luz hacia la cara del bicho cegándolo y agarré al castaño entre mis brazos, corriendo hacia la salida y una vez traspasada derrumbándose. Una vez pude mirar hacia las ventanas del hospital, vi cómo varias más bestias como la de antes comenzaron a salir por las ventanas, y acabé fijándome en un carruaje que teníamos a unos metros, demasiada casualidad para el momento.
-Nee, ¡súbete a eso! -grité mientras corría hacia el carruaje poniéndome delante.
El chico observó que en la parte de atrás había una escopeta y varias balas y comencé a darle caña al carruaje, dirigiéndome hacia el puerto y a merced de que el chico pudiese apuntar bien y derribar a aquellas bestias.
Akaruichi
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Precisión
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Agudeza
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Energía
Saberes
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Cada vez me iba recuperando más y ganaba más movilidad, el chico que me había estado ayudando a escapar cada vez se esforzaba más en ayudar a todo el personal a escapar, acabamos en el garaje de puro milagro, además, perdí la conciencia en mientras él me cargaba y no recordaba qué había pasado. Encontramos un carruaje que había allí aparcado con sus respectivos dos caballos, el chico me soltó, pues más o menos ya podía moverme por mi cuenta y empezó a correr hacia el vehículo.
-Nee, ¡súbete a eso! – Gritó él, señalando el carro mientras él subía a la parte delantera.
Conforme yo avanzaba hacia él me fijé en la parte trasera: Tenía los cristales de las ventanas rotas y sobresalía una escopeta apoyada en la ventanilla izquierda, también había un par de balas junto al arma, así que sin dudarlo agarré todas las balas que pude a la vez que agarraba la escopeta.
Me acerqué a la parte delantera, por la parte derecha y el chico me ayudó a subir a toda prisa ya que empezaron a perseguirnos unos seres de dudosa y extraña raza, pues no parecían humanos, así que tomó las riendas del carro a la vez que yo cargaba lo más rápido que podía la escopeta de cartuchos.
Chasqueó las riendas y empezamos a movernos con una gran inestabilidad, pues el carro parecía estar algo defectuoso, dando botes nada más ponernos en marcha, el chico intentaba poner la vista en todas partes ya que mientras avanzábamos por el trayecto que conducía a la salida del hospital, empezaron a alcanzarnos otros carruajes salidos de vete a saber dónde, dirigidos por las mismas criaturas que querían darnos caza.
Cuando por fin salíamos y creeríamos que veríamos la luz de la luna, fue la luz de las llamas lo que vimos en realidad…
Cuerpos mutilados de soldados por todas partes… Una muchedumbre increíble de pacientes intentando escapar con dificultades del recinto… Los pilares y partes más vitales de la estructura se venían abajo matando miles de personas que quedaban aún atrapadas… Las llamas emergían por cada vía de escape que presentaba el lugar.. Y las explosiones… No cesaban.
Eso era tan sólo lo poco que pude observar en aquel momento, mientras teníamos otras preocupaciones.. Como salir vivos de aquella situación, pero no pude evitar que la escena cautivara toda mi atención… Los llantos de la gente eran como el coro que acompañaría la llegada del Apocalipsis.
Logramos salir del perímetro que pertenecía al hospital mientras nos perseguían carruajes enemigos que no lograban alcanzarnos, el chico evitaba todo tipo de carreteras y acabamos adentrándonos por un área boscosa, pero aún así no dejaron de perseguirnos.
A medida que nos movíamos por ese bosque podíamos ver cómo el incendio se había extendido hasta donde estábamos y avanzaba demasiado rápido debido a la vegetación, los caballos no podían ir más rápido, pero eso no supuso un Handicap para nuestros perseguidores, pues uno de los carros enemigos logró pegarse a nosotros por la parte izquierda y una de las criaturas intentó abalanzarse sobre el chico, pero por suerte reaccioné rápido y disparé con precisión a aquel bichaco mientras él se agachaba a tiempo, acto seguido le disparaba al conductor de aquel carruaje que también era una bestia de ese tipo.
¡¿Qué son estas cosas?!- Dije con dificultad debido a la adrenalina y el traqueteo del momento.
¡¡No tengo ni idea!! – Me respondió él a la vez que se movía bruscamente para dirigir a los caballos en giros imposibles.
Otros dos carros intentaron la misma maniobra que el primero pero acabaron de la misma manera, mi puntería iba mejorando, pero el incendio iba avanzando considerablemente..
Por suerte para nosotros logramos salir de ese infierno verde, pero surgió un problema mucho mayor: Estábamos cerca de la costa y varios barcos tenían sus cañones apuntando hacia nuestra posición, no era casualidad, estaba claro… Éramos un objetivo, por lo menos uno de los dos lo era…
Evidentemente abrieron fuego contra nosotros y no podíamos hacer gran cosa, éramos un blanco demasiado grande… Recorrimos un trecho de la explanada que había después del bosque y a lo lejos podíamos divisar una ciudad, no tenía ni idea de dónde me encontraba la verdad…. ¿Cómo podía preocuparme ahora de eso?¿Acaso no hay mej-…
¡¡¡Bum!!!
Sonó un cañón cuya bala impactó en la parte derecha de nuestro carro, la pólvora hizo el resto y provocó una pequeña explosión que hizo que voláramos por los aires sentados en el carro… Pude ver cómo iba todo a cámara lenta, las expresiones de sorpresa y dolor del chico mientras estábamos suspendidos en el aire, cómo los objetos de la parte trasera que habían atravesado todo el interior flotaban a nuestro alrededor como si la fuerza gravitacional hubiera desaparecido por unos instantes.
Pareció eterno cuando en realidad duró unos segundos, aterrizamos de manera fatal, yo caí con la parte izquierda de mi cara contra el suelo, rompiéndose el cristal izquierdo del visor de mi casco y el chico cayó de espaldas después de dar varias volteretas involuntarias causadas por el impacto.
El carro en llamas siguió rodando como una bola de fuego e impactó contra nuestros perseguidores que nos sobrepasaron ya que no les dio tiempo a frenar para ir a por nosotros que nos quedamos atrás, todo fue muy rápido. Pero las balas de cañón seguían disparándonos, aunque no con mucho acierto, mi ojo izquierdo sangraba por el impacto y no podía ver nada, no lo había perdido pero había sufrido un gran corte en la zona superior de este… No paraba de sangrar.
El chico se puso en pie con muchas dificultades a la vez que yo lo hacía con la mano sobre el ojo como intento de detener la hemorragia, observando los restos del carro y uno de los caballos muerto en el camino lleno de quemaduras, la escopeta también estaba allí tirada pero no había quedado afectada. Pude ponerme en pie, acercarme al chico que no podía levantarse y ayudarme a arrastrarlo detrás de unos árboles que había cerca que sirvieron como un escudo momentáneo.
Tenía heridas varias aunque la gran mayoría superficiales, tan sólo seguía en shock por el momento.. Logré salir del escondite y coger un paquete de vendas que vi antes tirado junto con la escopeta, me arrastré por el suelo para evitar ser visto por los barcos y logré mi objetivo. Volví detrás de los árboles y el chico ya recuperó el sentido, estaba sentado, crujiéndose los dedos y las extremidades para asegurar que no había nada roto.
Me acerqué con las vendas, me senté delante de él y con media cara bañada en sangre y el paquete de vendas en mano le pedí un favor con tan sólo una palabra:
-Ayúdame….-
El chico no me contestó, simplemente actuó. Se sentó sobre sus piernas, abrió el paquete de vendas y desenrolló una para usarla de trapo, limpiarme toda la sangre que cubría mi ojo izquierdo y una segunda para colocármela lo más fuerte posible en la zona afectada, acto seguido se puso en pie con cuidado de no ser descubierto de nuevo.
-¿Estás bien? Tenemos que seguir moviéndonos o acabaremos como el carruaje…- Me dijo intentando alentarme a seguir mientras extendía su mano.
Tampoco le contesté, con media sonrisa en mi rostro lleno de restos de sangre seca tomé su mano y me levanté para seguir avanzando hacia esa ciudad, sería muy complicado llegar ahí, habían bastantes navíos. Seguimos avanzando por el camino principal agachados, recogí la escopeta y las balas que quedaban, recargando el arma por el camino, cuando de repente logramos ver el caballo que había sobrevivido al accidente.
Estaba parado en medio de todo y los barcos no abrían fuego contra él, pobre animalito… Nos acercamos lo más sigilosamente posible y el chico con una maniobra grácil lograba montar a lomos del corcel, yo me acerqué y de un salto subí a la parte trasera mientras sostenía la escopeta, no recordara que podía saltar tanto..
Pero evidentemente nos volvieron a descubrir, así que el chico motivó al animal para que comenzara a galopar y lo consiguió, por suerte éramos una diana más pequeña esta vez y lo único que hacían las tormentas de bolas de cañón era dejar rastros de polvo provocados por cada impacto contra la tierra, fruto del desacierto.
Seguimos avanzando, los cañones tenían munición infinita, amanecía y a pesar de que había algunos enemigos en el camino que por fortuna iban a pie, me costaba darles porque instintivamente apuntaba con el ojo que ahora tenía inválido.
Al final la ciudad estaba cada vez más cerca, su acceso a ella era un puente de piedra sin ningún tipo de curva, pero los navíos fueron más inteligentes y justo cuando nos íbamos acercando al puente, un cañonazo lo voló en mil pedazos causando que se desprendiera también parte del, ahora convertido en acantilado, borde en el que se paró el caballo.
Dada la velocidad a la que íbamos y el frenazo que dio nuestro amigo hizo que saliéramos disparados hacia delante precipitándonos al vacío entre una lluvia de rocas...
Lo teníamos ya hecho… Lo habíamos conseguido...- Pensaba con rabia mientras caía por aquel precipicio-
-Nee, ¡súbete a eso! – Gritó él, señalando el carro mientras él subía a la parte delantera.
Conforme yo avanzaba hacia él me fijé en la parte trasera: Tenía los cristales de las ventanas rotas y sobresalía una escopeta apoyada en la ventanilla izquierda, también había un par de balas junto al arma, así que sin dudarlo agarré todas las balas que pude a la vez que agarraba la escopeta.
Me acerqué a la parte delantera, por la parte derecha y el chico me ayudó a subir a toda prisa ya que empezaron a perseguirnos unos seres de dudosa y extraña raza, pues no parecían humanos, así que tomó las riendas del carro a la vez que yo cargaba lo más rápido que podía la escopeta de cartuchos.
Chasqueó las riendas y empezamos a movernos con una gran inestabilidad, pues el carro parecía estar algo defectuoso, dando botes nada más ponernos en marcha, el chico intentaba poner la vista en todas partes ya que mientras avanzábamos por el trayecto que conducía a la salida del hospital, empezaron a alcanzarnos otros carruajes salidos de vete a saber dónde, dirigidos por las mismas criaturas que querían darnos caza.
Cuando por fin salíamos y creeríamos que veríamos la luz de la luna, fue la luz de las llamas lo que vimos en realidad…
Cuerpos mutilados de soldados por todas partes… Una muchedumbre increíble de pacientes intentando escapar con dificultades del recinto… Los pilares y partes más vitales de la estructura se venían abajo matando miles de personas que quedaban aún atrapadas… Las llamas emergían por cada vía de escape que presentaba el lugar.. Y las explosiones… No cesaban.
Eso era tan sólo lo poco que pude observar en aquel momento, mientras teníamos otras preocupaciones.. Como salir vivos de aquella situación, pero no pude evitar que la escena cautivara toda mi atención… Los llantos de la gente eran como el coro que acompañaría la llegada del Apocalipsis.
Logramos salir del perímetro que pertenecía al hospital mientras nos perseguían carruajes enemigos que no lograban alcanzarnos, el chico evitaba todo tipo de carreteras y acabamos adentrándonos por un área boscosa, pero aún así no dejaron de perseguirnos.
A medida que nos movíamos por ese bosque podíamos ver cómo el incendio se había extendido hasta donde estábamos y avanzaba demasiado rápido debido a la vegetación, los caballos no podían ir más rápido, pero eso no supuso un Handicap para nuestros perseguidores, pues uno de los carros enemigos logró pegarse a nosotros por la parte izquierda y una de las criaturas intentó abalanzarse sobre el chico, pero por suerte reaccioné rápido y disparé con precisión a aquel bichaco mientras él se agachaba a tiempo, acto seguido le disparaba al conductor de aquel carruaje que también era una bestia de ese tipo.
¡¿Qué son estas cosas?!- Dije con dificultad debido a la adrenalina y el traqueteo del momento.
¡¡No tengo ni idea!! – Me respondió él a la vez que se movía bruscamente para dirigir a los caballos en giros imposibles.
Otros dos carros intentaron la misma maniobra que el primero pero acabaron de la misma manera, mi puntería iba mejorando, pero el incendio iba avanzando considerablemente..
Por suerte para nosotros logramos salir de ese infierno verde, pero surgió un problema mucho mayor: Estábamos cerca de la costa y varios barcos tenían sus cañones apuntando hacia nuestra posición, no era casualidad, estaba claro… Éramos un objetivo, por lo menos uno de los dos lo era…
Evidentemente abrieron fuego contra nosotros y no podíamos hacer gran cosa, éramos un blanco demasiado grande… Recorrimos un trecho de la explanada que había después del bosque y a lo lejos podíamos divisar una ciudad, no tenía ni idea de dónde me encontraba la verdad…. ¿Cómo podía preocuparme ahora de eso?¿Acaso no hay mej-…
¡¡¡Bum!!!
Sonó un cañón cuya bala impactó en la parte derecha de nuestro carro, la pólvora hizo el resto y provocó una pequeña explosión que hizo que voláramos por los aires sentados en el carro… Pude ver cómo iba todo a cámara lenta, las expresiones de sorpresa y dolor del chico mientras estábamos suspendidos en el aire, cómo los objetos de la parte trasera que habían atravesado todo el interior flotaban a nuestro alrededor como si la fuerza gravitacional hubiera desaparecido por unos instantes.
Pareció eterno cuando en realidad duró unos segundos, aterrizamos de manera fatal, yo caí con la parte izquierda de mi cara contra el suelo, rompiéndose el cristal izquierdo del visor de mi casco y el chico cayó de espaldas después de dar varias volteretas involuntarias causadas por el impacto.
El carro en llamas siguió rodando como una bola de fuego e impactó contra nuestros perseguidores que nos sobrepasaron ya que no les dio tiempo a frenar para ir a por nosotros que nos quedamos atrás, todo fue muy rápido. Pero las balas de cañón seguían disparándonos, aunque no con mucho acierto, mi ojo izquierdo sangraba por el impacto y no podía ver nada, no lo había perdido pero había sufrido un gran corte en la zona superior de este… No paraba de sangrar.
El chico se puso en pie con muchas dificultades a la vez que yo lo hacía con la mano sobre el ojo como intento de detener la hemorragia, observando los restos del carro y uno de los caballos muerto en el camino lleno de quemaduras, la escopeta también estaba allí tirada pero no había quedado afectada. Pude ponerme en pie, acercarme al chico que no podía levantarse y ayudarme a arrastrarlo detrás de unos árboles que había cerca que sirvieron como un escudo momentáneo.
Tenía heridas varias aunque la gran mayoría superficiales, tan sólo seguía en shock por el momento.. Logré salir del escondite y coger un paquete de vendas que vi antes tirado junto con la escopeta, me arrastré por el suelo para evitar ser visto por los barcos y logré mi objetivo. Volví detrás de los árboles y el chico ya recuperó el sentido, estaba sentado, crujiéndose los dedos y las extremidades para asegurar que no había nada roto.
Me acerqué con las vendas, me senté delante de él y con media cara bañada en sangre y el paquete de vendas en mano le pedí un favor con tan sólo una palabra:
-Ayúdame….-
El chico no me contestó, simplemente actuó. Se sentó sobre sus piernas, abrió el paquete de vendas y desenrolló una para usarla de trapo, limpiarme toda la sangre que cubría mi ojo izquierdo y una segunda para colocármela lo más fuerte posible en la zona afectada, acto seguido se puso en pie con cuidado de no ser descubierto de nuevo.
-¿Estás bien? Tenemos que seguir moviéndonos o acabaremos como el carruaje…- Me dijo intentando alentarme a seguir mientras extendía su mano.
Tampoco le contesté, con media sonrisa en mi rostro lleno de restos de sangre seca tomé su mano y me levanté para seguir avanzando hacia esa ciudad, sería muy complicado llegar ahí, habían bastantes navíos. Seguimos avanzando por el camino principal agachados, recogí la escopeta y las balas que quedaban, recargando el arma por el camino, cuando de repente logramos ver el caballo que había sobrevivido al accidente.
Estaba parado en medio de todo y los barcos no abrían fuego contra él, pobre animalito… Nos acercamos lo más sigilosamente posible y el chico con una maniobra grácil lograba montar a lomos del corcel, yo me acerqué y de un salto subí a la parte trasera mientras sostenía la escopeta, no recordara que podía saltar tanto..
Pero evidentemente nos volvieron a descubrir, así que el chico motivó al animal para que comenzara a galopar y lo consiguió, por suerte éramos una diana más pequeña esta vez y lo único que hacían las tormentas de bolas de cañón era dejar rastros de polvo provocados por cada impacto contra la tierra, fruto del desacierto.
Seguimos avanzando, los cañones tenían munición infinita, amanecía y a pesar de que había algunos enemigos en el camino que por fortuna iban a pie, me costaba darles porque instintivamente apuntaba con el ojo que ahora tenía inválido.
Al final la ciudad estaba cada vez más cerca, su acceso a ella era un puente de piedra sin ningún tipo de curva, pero los navíos fueron más inteligentes y justo cuando nos íbamos acercando al puente, un cañonazo lo voló en mil pedazos causando que se desprendiera también parte del, ahora convertido en acantilado, borde en el que se paró el caballo.
Dada la velocidad a la que íbamos y el frenazo que dio nuestro amigo hizo que saliéramos disparados hacia delante precipitándonos al vacío entre una lluvia de rocas...
Lo teníamos ya hecho… Lo habíamos conseguido...- Pensaba con rabia mientras caía por aquel precipicio-
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