Vagadus Vares
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Llegue al archipielago llegue al archipiélago Shabaody, aunque no me gustaba mucho pasar por aquí, pero me traia viejos recuerdos cuando estaba con mi familia, a veces me bajaban al barco para comprar algunas cosas y enseñarme el area, bueno, de la manera que ellos podian, puesto que estoy ciego.
Andaba vagando por las islas, llenas de ese material viscoso donde salen las burbujas, mientras escuchaba la gente hablando y caminando por los puestos, comprando y chismoneando; después de un tiempo llego la noche, la temperatura bajo y empezo una leve lluvia, en esos momentos me empezo a dar hambre y frio, no por el clima, sino por la lluvia. Camine en busca de una taberna, y por mi buena suerte estaba una cerca, podía oler la comida que salía de ese lugar, al igual que el licor, mientras que había música entretenida y risas.
Entre y chasquee los dedos, no tarde mucho tiempo para localizar una mesa desocupada, así que, con paso veloz me dirigí hacia el lugar, al llegar tome asiento y pasaron unos segundos para que una mesera me atendiera.
-¿Qué le traigo de comer señor?- me pregunto con una voz suave y tierna, al parecer no rebasaba los 25 años, “pobre mujer trabajando en este establecimiento”.
-Un plato de carne y un tarro de cerveza por favor- le respondí, con cierto tono amigable para que se sintiera más cómoda en este ambiente tan opresivo.
-Claro señor, en un momento le traigo su orden- me dijo y se fue a la cocina. Escuchaba la música para perder el tiempo mientras mi orden llegaba; después de un rato la mesera llego con el tarro de cerveza, al parecer mi orden se iba a tardar.
Empecé a tomar, acabándome la cerveza con unos tragos, le pedí a la mesera que me trajera otra, y así le seguí, tomando y tomando, pasando los minutos; cuando estaba por mi sexta cerveza decidí tomármela tranquilamente, porque sentía que los hombres alrededor me estaban mirando, observando como actuaba, tal vez eran ladrones, o simples busca pleitos que se presentaban en estas horas.
Andaba vagando por las islas, llenas de ese material viscoso donde salen las burbujas, mientras escuchaba la gente hablando y caminando por los puestos, comprando y chismoneando; después de un tiempo llego la noche, la temperatura bajo y empezo una leve lluvia, en esos momentos me empezo a dar hambre y frio, no por el clima, sino por la lluvia. Camine en busca de una taberna, y por mi buena suerte estaba una cerca, podía oler la comida que salía de ese lugar, al igual que el licor, mientras que había música entretenida y risas.
Entre y chasquee los dedos, no tarde mucho tiempo para localizar una mesa desocupada, así que, con paso veloz me dirigí hacia el lugar, al llegar tome asiento y pasaron unos segundos para que una mesera me atendiera.
-¿Qué le traigo de comer señor?- me pregunto con una voz suave y tierna, al parecer no rebasaba los 25 años, “pobre mujer trabajando en este establecimiento”.
-Un plato de carne y un tarro de cerveza por favor- le respondí, con cierto tono amigable para que se sintiera más cómoda en este ambiente tan opresivo.
-Claro señor, en un momento le traigo su orden- me dijo y se fue a la cocina. Escuchaba la música para perder el tiempo mientras mi orden llegaba; después de un rato la mesera llego con el tarro de cerveza, al parecer mi orden se iba a tardar.
Empecé a tomar, acabándome la cerveza con unos tragos, le pedí a la mesera que me trajera otra, y así le seguí, tomando y tomando, pasando los minutos; cuando estaba por mi sexta cerveza decidí tomármela tranquilamente, porque sentía que los hombres alrededor me estaban mirando, observando como actuaba, tal vez eran ladrones, o simples busca pleitos que se presentaban en estas horas.
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