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Aquél combate había sido breve, pero intenso. En solo un ataque me había dejado con bastante entumecimiento en el cuerpo, derramamiento de sangre y casi inconsciencia, pero ya había terminado por suerte para ambos.
Con mi último ataque había acabado con la vice-almirante al segundo golpe, tenía cierto miedo a que ocurriría tras estos con sus esbirros, pero por suerte para mi decidieron salvar a su jefa y salir huyendo de allí, momento que aproveché para partir del lugar inmediatamente montado en el buque marine robado.
- Je.... objetivo cumplido querido amigo...- Susurré en voz baja mirando como la isla donde acababa de estar se hacía cada vez más pequeña.
- Sabía yo que no ibas a tardar mucho en llamarme...- Contestó Simurgh a la vez que comenzó a emitir un ardiente brillo dorado que cubría todo mi cuerpo.
- Buen chico... jejeje... si no te importa dormiré media hora mientras tu comienzas a curarme lo más rápido posible... despiertame por favor...
- De acuerdo pequeña rata... déjalo en mis alas.
Notaba varias punzadas en mi cara, era una extraña sensación... ¿Qué diablos sería eso? Además, aún con los ojos cerrados la luz es demasiado fuerte. ¿Cómo es posible?
Abrí los ojos lentamente y me quedé cegado durante unos largos segundos, para poco después observar frente a mi a Simurgh, esa majestuosa criatura que me acompañaba siempre allá donde fuese. En este tiempo que había pasado me había detenido el sangrado rápidamente y cicatrizado la herida de mi pecho. Además, había conseguido junto a mi pequeño sueño que recuperase vitalidad y fuerzas... no estaba aún al 100%, pero desde luego podría aparentarlo perfectamente.
- Bueno... pajarraco, es hora de que vuelvas a mi brazo ¿No? Debo de reconstruir la coraza de metal y tú ejercer la 2ª parte de la curación...
- Eres el maldito diablo hecho persona ¿Lo sabías?
- Algo me habían dicho alguna vez, si...
- Jajajaja, bueno... mala hierba nunca muere ¿No? Vayamos pues al plan establecido... hasta ahora mismo Capitán- Dijo Simurgh al tiempo que se volvía a convertir en brazalete colocándose en mi brazo.
Me acerqué al timón sonriendo un poco al tiempo que sacaba de mi bolsillo una caja de cerillas. Cerca del timón había un mapa de estos mares y las islas cercanas, al lado tenía otro de la ciudad de Loguetown con pocos pero suficientes detalles, y en la esquina, una silla perfecta para sentarme al tiempo que llevaba el barco.
Con la cerilla encendida comencé a derretir poco a poco el metal que cubría mi pecho, amoldandolo para que se fijase la parte superior con la parte inferior de forma que se rehiciese la placa por así decirlo. Al mismo tiempo, el brazalete no dejaba de brillar, señal de que ejercía su poder sobre el usuario, yo. Me estaba tratando de recuperar la vitalidad y las fuerzas, con suerte llegaría hecho una flor a mi destino.
- Bueno... vamos a ver estos mapas...- Dije una vez terminada la reconstrucción de la placa.
Volvía a sentirme con energías y vitalidad, una buena señal para mi... lastima que no estuviese nadie presente para el espectáculo.
- A ver, a ver... Loguenoseque... me da igual este lugar, ¡Está muy sobrevalorado! - Exclamé al tiempo que lanzaba un chorro de alcohol al cielo.- Solo hay marines, ciudadanos, y viejos nostálgicos... ¡NI PUTAS NI ORO!- Volví a gritar deprisa para que me diese tiempo a recoger con la boca el alcohol que había lanzado previamente al cielo. - Sin embargo... los marines tienen este mapita aquí... jejejeje ¿Qué sucederá allí? ... ¿Trasladarán oro? ¿Mujeres esclavas o encarceladas por prostitución?....
Me detuve un momento y mi rostro cambió por completo
- ¿PROSTITUTAS CARGADAS DE ORO?
- ... Em... Acabas de vencer a una vice-almirante, y me has hecho muy orgulloso por esto... ¿Podrías aguantar al menos un día intentando ser una persona de la que sea capaz de sentirme orgulloso? Por favor... es por el bien de mi salud mental- Dijo de repente Simurgh con un tono demasiado serio.
- Esto... bueno, supongo que puedo intentarlo... - Contesté rascándome la cabeza.- Bueno, pues viendo este mapa está claro que allí sucede algo gordo. Ya sabemos que sucederá, pero viendo que el mapa lo tienen en este buque imagino que allí van a ir todos los soldaditos... y eso incluirá a Almirantes... puede que hasta Shichibukais... que follón ¿No?... No estoy seguro de querer ir... pero algo me dice que debo de ir. Claro, que... ¿Cómo carajo paso desapercibido con un barco robado de la marina?... de seguro que han dado la voz de alarma y en todos lados están esperando ver el buque... sobretodo en Loguetown...
Estaba cada vez más desesperado por saber que hacer, ya que llevarme el barco era algo muy importante para mis planes, pero era más importante aún lo que tenía que hacer allí... ¿Qué hago? Simurgh acabará cansado como para ir volando... En ese entonces, mirando el mapa, caí en la cuenta.
- Ya se... este mapa, ¡Aquí está la solución!- Grité al tiempo que trazaba unas lineas en el mapa.
- En el gran circulo es donde estarán todos los marines, sin duda. O al menos, donde han estado, es una ciudad gobernada por la marina al fin y al cabo, y los acontecimientos sugieren que esté vigilada por allí más que por ninguna otra parte, además, observaran los laterales este y oeste de la isla, dejandoles como punto ciego el norte de la isla... sin embargo, dentro de la ciudad, al este, hay una pequeña base... esta les da visibilidad al Noreste de la isla, por lo que su único punto ciego será el noroeste. De seguro que también tienen alguien vigilandolo, pero será una vigilancia menor, puede que simples novatos. Los puntos de fuertes afluentes ya están más que vigilados... Una vez que llegue, debo de darme prisa y llegar a la taberna aproximada al norte, allí tendré más seguridad y tiempo para trazar otro plan... Lo malo de esto es que el viaje se me hará más largo, ya que tengo que rodear la isla a una distancia suficientemente amplia como para que no me vean desde la isla. ¿Qué diantres hago yo en todo este tiempo? - Me pregunté en aquél momento rascándome la cabeza. - Ahora que lo pienso... llevo rato oliendo galletas en este barco... y es más que probable que la vice-almirante trajese consigo ropa para cambiarse... lo cual incluye uniforme de vice-almirante... - Dejé caer en un suave comentario con una sonrisa traviesa en mi rostro.- Me da a mi que ya se que haréeee~ jajajajajajaja
Con mi último ataque había acabado con la vice-almirante al segundo golpe, tenía cierto miedo a que ocurriría tras estos con sus esbirros, pero por suerte para mi decidieron salvar a su jefa y salir huyendo de allí, momento que aproveché para partir del lugar inmediatamente montado en el buque marine robado.
- Je.... objetivo cumplido querido amigo...- Susurré en voz baja mirando como la isla donde acababa de estar se hacía cada vez más pequeña.
- Sabía yo que no ibas a tardar mucho en llamarme...- Contestó Simurgh a la vez que comenzó a emitir un ardiente brillo dorado que cubría todo mi cuerpo.
- Buen chico... jejeje... si no te importa dormiré media hora mientras tu comienzas a curarme lo más rápido posible... despiertame por favor...
- De acuerdo pequeña rata... déjalo en mis alas.
1 hora después
Notaba varias punzadas en mi cara, era una extraña sensación... ¿Qué diablos sería eso? Además, aún con los ojos cerrados la luz es demasiado fuerte. ¿Cómo es posible?
Abrí los ojos lentamente y me quedé cegado durante unos largos segundos, para poco después observar frente a mi a Simurgh, esa majestuosa criatura que me acompañaba siempre allá donde fuese. En este tiempo que había pasado me había detenido el sangrado rápidamente y cicatrizado la herida de mi pecho. Además, había conseguido junto a mi pequeño sueño que recuperase vitalidad y fuerzas... no estaba aún al 100%, pero desde luego podría aparentarlo perfectamente.
- Bueno... pajarraco, es hora de que vuelvas a mi brazo ¿No? Debo de reconstruir la coraza de metal y tú ejercer la 2ª parte de la curación...
- Eres el maldito diablo hecho persona ¿Lo sabías?
- Algo me habían dicho alguna vez, si...
- Jajajaja, bueno... mala hierba nunca muere ¿No? Vayamos pues al plan establecido... hasta ahora mismo Capitán- Dijo Simurgh al tiempo que se volvía a convertir en brazalete colocándose en mi brazo.
Me acerqué al timón sonriendo un poco al tiempo que sacaba de mi bolsillo una caja de cerillas. Cerca del timón había un mapa de estos mares y las islas cercanas, al lado tenía otro de la ciudad de Loguetown con pocos pero suficientes detalles, y en la esquina, una silla perfecta para sentarme al tiempo que llevaba el barco.
Con la cerilla encendida comencé a derretir poco a poco el metal que cubría mi pecho, amoldandolo para que se fijase la parte superior con la parte inferior de forma que se rehiciese la placa por así decirlo. Al mismo tiempo, el brazalete no dejaba de brillar, señal de que ejercía su poder sobre el usuario, yo. Me estaba tratando de recuperar la vitalidad y las fuerzas, con suerte llegaría hecho una flor a mi destino.
- Bueno... vamos a ver estos mapas...- Dije una vez terminada la reconstrucción de la placa.
Volvía a sentirme con energías y vitalidad, una buena señal para mi... lastima que no estuviese nadie presente para el espectáculo.
- A ver, a ver... Loguenoseque... me da igual este lugar, ¡Está muy sobrevalorado! - Exclamé al tiempo que lanzaba un chorro de alcohol al cielo.- Solo hay marines, ciudadanos, y viejos nostálgicos... ¡NI PUTAS NI ORO!- Volví a gritar deprisa para que me diese tiempo a recoger con la boca el alcohol que había lanzado previamente al cielo. - Sin embargo... los marines tienen este mapita aquí... jejejeje ¿Qué sucederá allí? ... ¿Trasladarán oro? ¿Mujeres esclavas o encarceladas por prostitución?....
Me detuve un momento y mi rostro cambió por completo
- ¿PROSTITUTAS CARGADAS DE ORO?
- ... Em... Acabas de vencer a una vice-almirante, y me has hecho muy orgulloso por esto... ¿Podrías aguantar al menos un día intentando ser una persona de la que sea capaz de sentirme orgulloso? Por favor... es por el bien de mi salud mental- Dijo de repente Simurgh con un tono demasiado serio.
- Esto... bueno, supongo que puedo intentarlo... - Contesté rascándome la cabeza.- Bueno, pues viendo este mapa está claro que allí sucede algo gordo. Ya sabemos que sucederá, pero viendo que el mapa lo tienen en este buque imagino que allí van a ir todos los soldaditos... y eso incluirá a Almirantes... puede que hasta Shichibukais... que follón ¿No?... No estoy seguro de querer ir... pero algo me dice que debo de ir. Claro, que... ¿Cómo carajo paso desapercibido con un barco robado de la marina?... de seguro que han dado la voz de alarma y en todos lados están esperando ver el buque... sobretodo en Loguetown...
Estaba cada vez más desesperado por saber que hacer, ya que llevarme el barco era algo muy importante para mis planes, pero era más importante aún lo que tenía que hacer allí... ¿Qué hago? Simurgh acabará cansado como para ir volando... En ese entonces, mirando el mapa, caí en la cuenta.
- Ya se... este mapa, ¡Aquí está la solución!- Grité al tiempo que trazaba unas lineas en el mapa.
- Spoiler:
- En el gran circulo es donde estarán todos los marines, sin duda. O al menos, donde han estado, es una ciudad gobernada por la marina al fin y al cabo, y los acontecimientos sugieren que esté vigilada por allí más que por ninguna otra parte, además, observaran los laterales este y oeste de la isla, dejandoles como punto ciego el norte de la isla... sin embargo, dentro de la ciudad, al este, hay una pequeña base... esta les da visibilidad al Noreste de la isla, por lo que su único punto ciego será el noroeste. De seguro que también tienen alguien vigilandolo, pero será una vigilancia menor, puede que simples novatos. Los puntos de fuertes afluentes ya están más que vigilados... Una vez que llegue, debo de darme prisa y llegar a la taberna aproximada al norte, allí tendré más seguridad y tiempo para trazar otro plan... Lo malo de esto es que el viaje se me hará más largo, ya que tengo que rodear la isla a una distancia suficientemente amplia como para que no me vean desde la isla. ¿Qué diantres hago yo en todo este tiempo? - Me pregunté en aquél momento rascándome la cabeza. - Ahora que lo pienso... llevo rato oliendo galletas en este barco... y es más que probable que la vice-almirante trajese consigo ropa para cambiarse... lo cual incluye uniforme de vice-almirante... - Dejé caer en un suave comentario con una sonrisa traviesa en mi rostro.- Me da a mi que ya se que haréeee~ jajajajajajaja
Meneíllos
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*Aquel ladrillo le había dado en la cabeza sin lugar a duda, abriéndole una pequeña herida que tiñó su pelo. Meneror notó el golpe de lleno pronunciando unas palabras*
-Demonios!*Dijo tocándose la herida con la mano, pues no sabía de donde había caído aquel ladrillo. Una vez vista la magnitud de la herida decidió romper un trozo de tela de su pañuelo para improvisar un vendaje en la cabeza para poder continuar tranquilo*
-Con esto bastará...
*Tras finalizar su intento de vendaje observó que el navío habia llegado a la ciudad y que la batalla se desarrollaría allí por lo tanto colocó un pie sobre la barandilla de proa mientras una sonrisa maliciosa se mostró en su cara*
-Y al fin ha llegado...*observa a los demás prisioneros*....la gran batalla de nuestro tiempo.
*Meneror observó la entrada de la ciudad y una vez más se encontró con el problema marine de frente, ¿debíamos cruzar? Meneror no quería arriesgarse, así que sin contar con sus "amigos" dio orden de virar a la derecha para entrar en la primera bocacalle a la izquierda de la entrada central, con el objetivo de entrar en la ciudad por una calle menor sin llamar la atención. Meneror sin embargo tras dar la orden observaba al resto de sus "compañeros"*
-El tablero está listo.. las piezas se mueven....veamos donde está el beneficio.
-Demonios!*Dijo tocándose la herida con la mano, pues no sabía de donde había caído aquel ladrillo. Una vez vista la magnitud de la herida decidió romper un trozo de tela de su pañuelo para improvisar un vendaje en la cabeza para poder continuar tranquilo*
-Con esto bastará...
*Tras finalizar su intento de vendaje observó que el navío habia llegado a la ciudad y que la batalla se desarrollaría allí por lo tanto colocó un pie sobre la barandilla de proa mientras una sonrisa maliciosa se mostró en su cara*
-Y al fin ha llegado...*observa a los demás prisioneros*....la gran batalla de nuestro tiempo.
*Meneror observó la entrada de la ciudad y una vez más se encontró con el problema marine de frente, ¿debíamos cruzar? Meneror no quería arriesgarse, así que sin contar con sus "amigos" dio orden de virar a la derecha para entrar en la primera bocacalle a la izquierda de la entrada central, con el objetivo de entrar en la ciudad por una calle menor sin llamar la atención. Meneror sin embargo tras dar la orden observaba al resto de sus "compañeros"*
-El tablero está listo.. las piezas se mueven....veamos donde está el beneficio.
Conseguí entrar en Loguetown y me dijeron que me dirigiera a la plaza del patíbulo. Solo faltaba una hora para la ejecución y eso debería estar lleno de altos cargos de la marina en posición. Pero no, los tres almirantes llegaban tarde y el almirante de flota cogiendo del cuello a la emperatriz pirata. Aquella sería una imagen que jamás se me olvidaría, Kurokku sometiendo a Katrina Belatona en el mismo patíbulo donde ejecutaron a Gol D. Roger. A un lado de la entrada vi a unos cuantos caza recompensas conocidos, me uní a ellos. Pasados unos minutos estábamos el gremio de Ghost Leviatans reunido. Era la primera vez que tenía de frente al gran Takeshi Yamamoto, el jefe de nuestro gremio. Yo me uní recientemente y nunca le había visto. También estaba la chica de pelo naranja con la que me crucé en Hallsat, me vino a la mente aquella vez que le bajé de un tejado y me ruboricé un tanto. Allí presentes, cazadores famosos de dentro y fuera del gremio, esperaban a la ejecución. Yo entre ellos me sentía una hormiga, yo no era rival para ninguno. Gracias a mi suerte que en ese momento no éramos rivales.
Aun obnubilado por la presencia de mi jefe en el gremio, oí un tremendo estruendo. Una nube de polvo nos tapó y un enorme pedazo de escombró cayó apenas a dos pasos de mí. Me quedé congelado como con el cañonazo en Shimotsuki. Todos reaccionaron menos yo que me quedé ahí parado unos segundos. Vuelta al miedo, yo no era nadie para estar allí. Era mi misión, pero ¿Qué misión? Solo podía estorbar o morir. Aquella plaza sería una batalla de altos cargos: la marina y el gobierno contra piratas y divisiones revolucionarias. Yo debía ayudar a mejor bando, el bando bueno. ¿Cuál? ¿El que arriesga la vida de los débiles para matar un una delincuente o los que destruyen una ciudad para salvar a una mujer? No, no era lo correcto, ninguno hacia lo correcto. El único que sufre es el civil, ¡Claro, los civiles! Por fin desperté, la nube de polvo ya se estaba disipando y mis compañeros se reunían. Todos estaban bien. “Socorro, ayudadme”, escuché a mi derecha. La pierna de un hombre había quedado atrapada debajo de un escombro de la explosión. Me acerqué, intenté levantar el pesado trozo de pared pero no pude. Ese hombre debía tener la pierna destrozada porque se desmayó del dolor. Mis colega de profesión estaban cerca, Takeshi y otro de mis compañeros manoseaban el cuerpo de la chica de pelo naranja, ¿en serio?
-¡EH! ¡Venid a ayudarme con esto!
Aun obnubilado por la presencia de mi jefe en el gremio, oí un tremendo estruendo. Una nube de polvo nos tapó y un enorme pedazo de escombró cayó apenas a dos pasos de mí. Me quedé congelado como con el cañonazo en Shimotsuki. Todos reaccionaron menos yo que me quedé ahí parado unos segundos. Vuelta al miedo, yo no era nadie para estar allí. Era mi misión, pero ¿Qué misión? Solo podía estorbar o morir. Aquella plaza sería una batalla de altos cargos: la marina y el gobierno contra piratas y divisiones revolucionarias. Yo debía ayudar a mejor bando, el bando bueno. ¿Cuál? ¿El que arriesga la vida de los débiles para matar un una delincuente o los que destruyen una ciudad para salvar a una mujer? No, no era lo correcto, ninguno hacia lo correcto. El único que sufre es el civil, ¡Claro, los civiles! Por fin desperté, la nube de polvo ya se estaba disipando y mis compañeros se reunían. Todos estaban bien. “Socorro, ayudadme”, escuché a mi derecha. La pierna de un hombre había quedado atrapada debajo de un escombro de la explosión. Me acerqué, intenté levantar el pesado trozo de pared pero no pude. Ese hombre debía tener la pierna destrozada porque se desmayó del dolor. Mis colega de profesión estaban cerca, Takeshi y otro de mis compañeros manoseaban el cuerpo de la chica de pelo naranja, ¿en serio?
-¡EH! ¡Venid a ayudarme con esto!
Angeline Labelle
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Después de un pequeño trayecto en nuestro barco robado, yo y el resto de la banda ya nos encontrábamos en Loguetown. Ikaru había montado una improvisada enfermería para curar a Sting, Hardo y Rose. Mientras el trabajaba en estabilizar sus cuerpos y curarlos yo estuve anudándole con la comida a Arribor, porque a pesar de ser Arqueólogo también sabía cocinar, todo lo que el maestro me había enseñado yo lo mantenía en mi cabeza. Recordaba cada una de las recetas que este cocinaba. Una vez llegados a Loguetown una fuerte explosión estremeció el barco y mis tímpanos también, eso no pintaba bien, pero era normal, fuerzas muy poderosas estaban a punto de cruzarse en esta pequeña isla. Yonkaikyos, Shichibukais, Almirantes, Revolucionarios, Caza-recompensas, había una gran variedad de personas conocidas y otras no tan conocidas. Este era un momento importante en la historia y sin importar quien ganase esta batalla, este encuentro tendría grandes repercusiones en el futuro. Yo me encontraba involucrado en esto y eso me enorgullecía enormemente.
Tras la explosión, Crimson me dijo unas palabras que me conmovieron. No me suelen decir que busque la mejor manera de llevar las peligrosas situaciones, pero lo que más me conmovió fue que me dijera que confía tanto el como la banda en mi. Después de oir esas palabras le dije lo siguiente: -Lo haré lo mejor que pueda.-
Nada más decir estas palabras, sigo a la capitana que estaba entrando al interior del barco y recogí mi chupa de Sons of Anarchy y me la puse completamente orgulloso. La deje abierta, lo que importaba era que se viera el signo de la espalda, símbolo de nuestra tripulación y orgullo de la banda.
La capitana no tardó en salir también con una chupa y nos animó a prepararnos para luchar ademas de decirnos que hoy también se decidiría nuestro destino. Levanté el brazo en alto y grité con fuerza:-¡Demostremos lo que valemos!-
Tras la explosión, Crimson me dijo unas palabras que me conmovieron. No me suelen decir que busque la mejor manera de llevar las peligrosas situaciones, pero lo que más me conmovió fue que me dijera que confía tanto el como la banda en mi. Después de oir esas palabras le dije lo siguiente: -Lo haré lo mejor que pueda.-
Nada más decir estas palabras, sigo a la capitana que estaba entrando al interior del barco y recogí mi chupa de Sons of Anarchy y me la puse completamente orgulloso. La deje abierta, lo que importaba era que se viera el signo de la espalda, símbolo de nuestra tripulación y orgullo de la banda.
La capitana no tardó en salir también con una chupa y nos animó a prepararnos para luchar ademas de decirnos que hoy también se decidiría nuestro destino. Levanté el brazo en alto y grité con fuerza:-¡Demostremos lo que valemos!-
pannini69
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El viaje había sido demasiado largo. Estar agazapado en aquella pequeña chalupa había provocado un ligero dolor de lumbares en Hiren, y el no poder andar por cubierta tambien provocó un punzante dolor en su rodilla izquierda.
En la madrugada siguiente llegaron al puerto. Por las pintas que tenían parecían más bien contrabandistas o muertos de hambre. Atracaron en una parte abandonada, una playa poco frecuentada cercad el puerto, protegida por numerosas rocas puntiagudas y afiladas que actuaban de proteccion natural contra el ambiente; una cala. Dejaron allí el barco y cada uno se hizo cargo de su propio destino.
-Nos vemos renegado, podemos vernos más adelante si quieres, de momento creo que separados abarcaremos más terreno, y llamaremos menos la atención.
Hiren se dirigió al bosque. Caminaba bajo los árboles, frondososo todos ellos, mientras las hojas verdes se mecían al son del viento. Distraído por toda aquella belleza, de repente un sonido seco, como una de explosión, resonó en su cabeza.
"¿Es mi imaginación o acabo de escuchar una explosión en la ciudad?"
Pensó en los explosivos que sus compañeros estaban vigilando. Sacó su den-den-mushi y llamó rápidamente al cuerpo de revolucionarios en general.
-¿Algún estúpido ha explotado los explosivos?-preguntó enfadado y preocupado a la vez.
Mientras realizaba la llamada corría hacia el pueblo, tratando de averiguar que había ocurrido...
En la madrugada siguiente llegaron al puerto. Por las pintas que tenían parecían más bien contrabandistas o muertos de hambre. Atracaron en una parte abandonada, una playa poco frecuentada cercad el puerto, protegida por numerosas rocas puntiagudas y afiladas que actuaban de proteccion natural contra el ambiente; una cala. Dejaron allí el barco y cada uno se hizo cargo de su propio destino.
-Nos vemos renegado, podemos vernos más adelante si quieres, de momento creo que separados abarcaremos más terreno, y llamaremos menos la atención.
Hiren se dirigió al bosque. Caminaba bajo los árboles, frondososo todos ellos, mientras las hojas verdes se mecían al son del viento. Distraído por toda aquella belleza, de repente un sonido seco, como una de explosión, resonó en su cabeza.
"¿Es mi imaginación o acabo de escuchar una explosión en la ciudad?"
Pensó en los explosivos que sus compañeros estaban vigilando. Sacó su den-den-mushi y llamó rápidamente al cuerpo de revolucionarios en general.
-¿Algún estúpido ha explotado los explosivos?-preguntó enfadado y preocupado a la vez.
Mientras realizaba la llamada corría hacia el pueblo, tratando de averiguar que había ocurrido...
Quedan 41 minutos para la ejecución, y ha comenzado a llover en Loguetown (esto es cortesía de Kasan). Las cosas van avanzando y se oye una fuerte explosión en toda la ciudad.
Y de repente, en la plaza, se presencia alguien. No parece hostil, pero viste claramente como un pirata, y porta una de las 12 Saijo O Wazamono. Parece que quiere venir aquí por algo, y muchos marines se quedan mirarlo. Es Jeremy Brighthand, el emperador de la espada. Un pirata que nunca buscó poder, según se dice, pero que cada aparición que hace pone en un brete el Gobierno Mundial.
-Buenos días, damas y caballeros. Mi nombre es Jeremy- Su voz resuena en toda la ciudad-. Y vengo a divertirme. Jack Drallion Stark, te reto a un duelo a muerte.
Tras unos segundos, el Shichibukai que guarda la puerta lo mira, y tras la palabra "acepto", llueve un rayo de luz tan potente como el sol, que sin ningún problema Jeremy desvía con su arma casi por completo, haciendo que el edificio al lado de los Sons of Anarchy explote (alerta de cascotes para todo el que esté en la plaza).
-Luchemos, Ken-Tokei- dice la mole, bajando de un salto de su tejado, listo para la batalla.
Condiciones:
A muerte.
Si gana JDS, la espada de Jeremy podrá ser cogida por cualquier personaje.
Si gana Jeremy, cualquier científico o robótico de nivel superior a 23 podrá rapiñar sus armas.
Todo lo que suceda durante el combate influye en el escenario, y se deberá tener en cuenta.
Se puede morir por rebote de un golpe de este combate, así que si no posteáis ateneos a las consecuencias.
El escenario podrá desplazarse, pues la lucha abarca toda la ciudad.
Turnos: JDS-Jeremy-JDS...
- Ghost Leviatans:
- Tras las insinuaciones de Furukawa y Takeshi, ambos quedan con una Hermosa marca de mano en la cara. Indetectable al mantra, e imbloqueable con ningún Haki. La furia de una mujer es más potente que cualquier Haki. Tras esto, cuando se va el polvo de la explosión gracias a Sinclair, es hora de averiguar quién está detrás de esto, y averiguar cuánto vale, o hacer lo que queráis (libertad plena).
- Cánabar y Kaiser:
- Llegáis a Loguetown, y os tiran sobre la lonja. Hay un tipo que os mira y que os golpea con una sartén mientras grita “pez malo, yo no complo”. En qué líos os metéis, de verdad… Al menos ya estáis en Loguetown, y podéis hacer lo que queráis (libertad plena).
- Alex Cooper:
- Llega el cambio de guardia, y tras todo eso puedes entrar en la sala que buscabas encontrar al rey. Lo que te encuentras es más guardias, custodiando los tesoros de la casa real. Te reconocen como uno de los criminales que acompañaban al caído en desgracia Lord Derian en sus viajes. Estás en problemas. Son cuatro guardias, de nivel 40 cada uno.
- Raadi Vrask:
- Avanzas ligeramente despistado, sin atender a las rocas que vuelan sobre tu cabeza, y una de tamaño bastante considerable te golpea en el hombro, dislocándotelo. Deberías ir atento a dónde caminas, y a lo que haces, o podrías acabar mal. Poco a poco llegas a la plaza central, y necesitarías un médico que te ayude con tu hombro. También puedes continuar caminando hasta el cuartel marine y que te lo sanen allí.
Estado de tu hombro: inutilizado. Si te lo recolocas 25% (puedes moverlo, pero no usarlo para combatir). Si te lo sana un médico o en el cuartel 50% (podrás combatir, pero con un claro achaque).
- Alex Drachen:
- Te llevan hasta el cuartel, e incluso por un momento has visto a Krauser, aunque él a ti no. Con un poco de suerte pase por ahí rápido y puedas aclarar lo ocurrido, aunque también deberías intentar salir de ahí. Hay un carcelero que parece un tanto idiota (igual lo convences de que te deje salir). Tus opciones son escapar, esperar y rezar por Krauser o convencer al carcelero (esto podrás hacerlo con un post de buena calidad).
- Date Musashi:
- Una piedra… Una serpiente… Un destello brillante y todo negro. Te despiertas en el suelo, y no hay ni rastro de Brack, aunque te ha dejado una nota, que reza “Algún día…”. Aún no estabas preparado para enfrentarte a él, pero no te ha arrebatado la vida. Tal vez en algún momento podáis recuperar cierta confianza, o pueda llegar a ayudarte con el asunto de Ame Sora, pero de momento vuestros senderos se han separado… ¿O no? Aún puedes volver a la pastelería donde está la tapadera, o terminar tu misión. Has dado con la tecnología y has logrado información. Tal vez eso baste, aunque no la hayas logrado desarticular. De repente, un edificio explota a escasas manzanas. ¿Vas a ayudar? Tantas opciones y tan poco tiempo.
- Akai Ryu:
- Tras un momento según se oye la explosión y se dispersa el polvo aparece en la plaza el tipo al que os han encargado proteger. Parece herido y tal vez debierais ayudarlo. Por otro lado, vuestro sitio está en el tejado tras el patíbulo, protegiendo la retaguardia del almirante de flota. Podría suponeros un problema al cargo si no cumplís vuestras instrucciones, pero una de ellas es proteger al Noble. ¿Qué haréis?
- Adam WindWalker:
- Un examen intensivo te demuestra, una vez estás en un tejado, sin la atenta vigilancia del Ouka Shichibukai, que las juntas son de, como mínimo, un 25% kairoseki. Esto significa que sigue siendo una aleación extremadamente resistente, a la par que no deja de anular los poderes. El tipo que encerró a ese bicho no quería que saliera, parece. En fin, haz lo que tú quieras (libertad plena) o ve a la plaza, que ahí deberías estar.
- Kedra:
- En tu caminata hacia Gold Roger encuentras únicamente edificios y locales cerrados a cal y canto. Se nota que la evacución ha sido importante en la zona, pues no han dejado a nadie por ahí suelto, o eso parece. Aunque llegado cierto punto, otra explosión se sucede y la onda expansiva te tira al suelo. Puedes pasarte por ahí a ver qué es o seguir tu camino.
- Minato:
- Te acercas a la pastelería, y está un hombre que se nota de avanzada edad, sentado en una silla, con una chaqueta de oficial Marine y observando el panorama. Tras pagarle los bollos y llevarte la maravillosa cantidad de 12, te toca volver hacia el almirante de la flota para llevarle su encargo, pero una enorme onda te empuja contra el suelo, y un ruido ensordecedor tapona instantáneamente tus oídos, aunque por suerte los pastelillos están bien. Sin embargo miras a tu espalda y el edificio de la pastelería está completamente venido abajo, y llueven algunos cascotes de tamaño suficiente como para matar a una cría de mamut. Deberías esquivarlo rápido, y luego decidir entre investigar (libertad plena) o llevarle los bollos al Almirante y contarle qué ha pasado.
- Karl:
- Irvin te mira con desconfianza durante unos instantes, aunque finalmente acepta, con una sonrisa, como si planeara tu muerte de alguna manera. En el último momento, el almirante Yakama se une a la fiesta.
-¿Y para mí no hay? Nadie piensa nunca en el bueno de Yakama…
De pronto, se oye una explosión muy violenta. No te percataste de la primera dado tu nivel de abstracción, pero ahora recuerdas que ya van dos. ¿Qué harás? Si no le das vino, Irvin sospechará, pero si dos almirantes mueren tras tu vino… También. Vaya encrucijada.
- Takeru, Haine, Eris y Katrina:
- Tras las presentaciones, estáis los cuatro juntitos en la taberna. Un grupo de marines pasa por la puerta y es momento de confiar mutuamente. ¿O no? Haced lo que os venga en gana, pero con mucho cuidado. Acaba de oírse una segunda explosión y no dudo que llegue una tercera (libertad plena).
- Flea Grohl:
- Claramente se oyen voces. Para ser breves, ¿te atreverás a abrir la puerta o seguirás explorando la zona? Puedes continuar recto o abrir la puerta a tu izquierda, o salir de vuelta por la parte de atrás.
- Drake y Derian:
- No parece que haya muchas pistas acerca de aquello, más bien sólo se puede ver claramente cómo otro edificio, un poco más atrás, se viene abajo, con una explosión más violenta si cabe que la anterior, aunque esta no levanta una nube de polvo. Qué raro. Bueno, es hora de decider qué hacer, y espero me sorprendáis (libertad plena).
- Hiren:
- -No, nadie lo ha hecho- te responde la voz de azumi Kento-. ¿Por qué?
Tras explicarle el por qué de tu pregunta, te dan una orden muy clara. Encuentra a Takeru Shiromori (libertad plena).
- Émile y Kyle:
- Tras la charla con Karl Kyle y tú debéis separaros. Tu sitio está en un tejado, y el de Kyle protegiendo las zonas selladas. Sin embargo, os ha tocado la misma zona y podéis ver casi lo mismo, y escuchar la tremenda explosión que, unos cientos de metros más allá, tumba un edificio. Ahora el caos podría sobreveniros si no actuáis debidamente (libertad total).
- Ryohei:
- Bueno, logras llegar a la plaza y el espectáculo es increíble. A un lado, un tipo con sus alas haciendo disipar el polvo. Debe ser usuario. Qué uso más frívolo. Sin embargo reconoces a un hombre al lado de éste, un poderoso cazador. Ten cuidado y no comentas imprudencias, pero puede ser un buen momento para explorar y ver dónde se saca botín (libertad plena).
- Sons Of Anarchy:
- Finalmente Rose despierta, aunque Hardo sigue en Shock y Sting está lesionado, ya que ningún médico lo ha atendido de forma mágica y milagrosa, finalmente. Tras la explosión y vuestro posicionamiento, otra explosión se sobreviene. ¿Qué haréis ahora? (libertad plena).
- Hyo, Meneror, Dacren y Abyss:
- De repente, entre el cielo de humo negro y fuego rojo se forma una silueta siniestra, como un hombre de traje, y otro ladrillo cae al lado de Meneror. Parece llevar una nota, o algo escrito. Cuando lo lee puede apreciar un “no ignores a tus compañeros”.
Y tras esto, entráis en la ciudad. Un segundo estruendo se escucha y no sabéis por qué. Ahora es el momento de decidir, entre todo el mogollón que se dirige a la plaza, si seguís la multitud o vais por libre (libertado total).
- Leonel:
- Al no interesarte en la nube de polvo, que poco tarda en disiparse, un pequeño pedrusco te golpea en la cabeza. Nada grave, y no sangra, pero deberías estar más atento la próxima vez, podría ser algo menos agradable. Puedes ver casi todo desde tu posición, excepto lo que hay en los edificios más altos, y la explosión, mucho más violenta, de un edificio más atrás del anterior. ¿A ti se te informó de esto? Porque a mí no… (libertad plena).
- Noa Kasanova:
- Se escucha una segunda explosion, más violenta que la anterior, y se sabe que ha sido detrás del edificio anterior, por una muy ligera nube de polvo, que rápido se dispersa. Estando en la ciudad, ¿Qué harás? (libertad plena).
- Kaín:
- Te quedas en los restos, mientras ves la flota de Opprimere acercarse a la costa, aunque avanzan muy despacio, cuidados de las emboscadas. Ahora están alerta, así que no sé yo si deberías seguir con tu plan… Pero es cosa tuya (libertad plena).
- Uracha:
- Te cruzas con Deadpool, pero ya va de vuelta, y acompañado por lo que parece un marine de alto rango. Podrías estar en problemas. Pues… ¿Te vas, te quedas?¿Bailas? Seguro que esta última opción le encantaría a Deadpool.
- Kodama:
- Finalmente los alcanzas. Tienes libertad plena con ellos (libertad plena).
- Leto:
- De momento no encuentras nada, aunque podrías llegar a encontrar más cosas. Si te dijera que hay otra explosión más… PUM, ¿Cuántos heridos? Tal vez deberías investigar el lugar, o explorar la zona del bosque. Nadie parece molestarse por cuidarla pese a ser la gran debilidad de la isla (libertad plena).
- El Cid:
- Llegas hasta el puerto, y ves cosas que no te gustan nada. La peor de ellas es, en una zona de costa y playa, un chiquillo tratando de ayudar a la gente semi ahogada (o ahogada del todo). ¿Quieres ayudarlo? (libertad plena, el chico es Yato).
- Royal K. Hax:
- Desde tu posición ves algo más preocupante que unos simples francotiradores. Ves a quimera Karl en medio de la calle, bebiendo con dos almirantes. Es algo bastante preocupante, más te vale andarte con mucho ojo, pero puedes hacer lo que veas (libertad plena).
- Etsu Rui:
- Sobre el patíbulo se ve al Almirante de la flota, agarrando del cuello a Katrina. Queda ya poco para la ejecución, y se ha anunciado que Kurokku pretende hacerlo personalmente. Ahora es momento de ver si se puede hacer algo que te beneficie en este lugar lleno de agentes del gobierno (libertad plena).
- Yato:
- A las costas va llegando alguna gente. Moribundos, algunos heridos, aunque en su mayor parte lo que llega hasta ahí son cadáveres. Algunos tienen objetos valiosos, como un par de dagas algo extrañas, que brillan con un color dorado. ¿Te puede el objeto o eres ético? A ver si logras salvar a alguno, mientras alguna gente pasa a ayudarte.
- Ugetsu Asari:
- Bajas a la plaza, y afortunadamente no hay ningún herido. Pero algo tendrás que hacer para no llamar la atención de los seis shichibukais presentes (libertad plena).
- Deadpool, Krauser:
- Dos agentes del orden, montados sobre una burra, caminan hacia el cuartel, donde Krauser tiene una importante reunión, cuando, de repente, en su camino se cruza alguien que reconocéis al instante. Krauser por el Wanted, Deadpool por las épocas pasadas. Uracha, un pirata con tratos revolucionarios, y bastante peligroso. Os toca elegir entre intentar detenerlo, o pasar por alto que sea criminal y seguir cumpliendo vuestro deber.
- Mark:
- Según vas llevando a la niña en hombros recuerdas la situación que había cuando te presenciaste en la isla. Los barcos marchaban evacuando a la población civil, para evitar el mayor número de víctimas posibles. Eso significa que, muy probablemente, la niña esté sola en la isla. Aún puedes explorar (libertad plena) a ver si encuentras a sus padres, o hablar con algún marine de Alto Rango para que practique una evacuación de emergencia a la niña o, por lo menos, busque un buen lugar para proteger a la niñita.
- Inaga:
- Un mendigo camina por las calles, atento a todo, apreciando cada detalle, y escuchando todo lo que puede. Finalmente, llega a la plaza central, pero nadie se preocupa por él. Se oye una segunda explosión. ¿Qué será? Puedes investigarlo (libertad plena).
- Vince Lauret:
- La niña de repente desaparece, y se escucha una violenta explosión, que te tumba. Por suerte no te pasa nada, aunque muy cerca quedas de recibir un buen golpe. En fin, notas cómo todo un edificio se ha derrumbado, y estás completamente perdido (libertad plena).
- Crimson y Allen:
- A ver cómo buscáis disfraces en una ciudad evacuada, pero Bueno… En fin, camináis por ahí, sin levantar ninguna sospecha, en especial Crimson, que va súper discreto, y os chocáis casi con la espalda de Quimera Karl. Haced lo que veáis a partir de aquí (libertad plena).
- Kaishi Tora:
- Tras la explosion y la desaparición del polvo, se escucha una segunda. Tal vez quieras ir hasta allí, o marcharte al cuartel a por ropa limpia, o cualquier cosa similar (libertad plena).
- Shiroi:
- Una segunda explosion suena. Tal vez sea momento de explorer la ciudad, porque parece que hay regalitos por ahí escondidos (libertad plena).
- Legim:
- Bueno capitán, te queda genial el uniforme de vice-almirante, y sobre todo ese precioso sujetador negro con encaje y lentejuelas. La verdad, era un poco innecesario, pero te hará pasar medianamente desapercibido… Más o menos. En fin, tras esquivar una patrulla en la zona norte entras a la taberna y te encuentras con cuatro personas. Lo que tú hagas depende de ti, pero hay dos chicas y tres de ellas son preciosas (libertad plena).
- Off:
- Las personas son Takeru, Haine, Eris y Katrina.
Y de repente, en la plaza, se presencia alguien. No parece hostil, pero viste claramente como un pirata, y porta una de las 12 Saijo O Wazamono. Parece que quiere venir aquí por algo, y muchos marines se quedan mirarlo. Es Jeremy Brighthand, el emperador de la espada. Un pirata que nunca buscó poder, según se dice, pero que cada aparición que hace pone en un brete el Gobierno Mundial.
-Buenos días, damas y caballeros. Mi nombre es Jeremy- Su voz resuena en toda la ciudad-. Y vengo a divertirme. Jack Drallion Stark, te reto a un duelo a muerte.
Tras unos segundos, el Shichibukai que guarda la puerta lo mira, y tras la palabra "acepto", llueve un rayo de luz tan potente como el sol, que sin ningún problema Jeremy desvía con su arma casi por completo, haciendo que el edificio al lado de los Sons of Anarchy explote (alerta de cascotes para todo el que esté en la plaza).
-Luchemos, Ken-Tokei- dice la mole, bajando de un salto de su tejado, listo para la batalla.
Condiciones:
A muerte.
Si gana JDS, la espada de Jeremy podrá ser cogida por cualquier personaje.
Si gana Jeremy, cualquier científico o robótico de nivel superior a 23 podrá rapiñar sus armas.
Todo lo que suceda durante el combate influye en el escenario, y se deberá tener en cuenta.
Se puede morir por rebote de un golpe de este combate, así que si no posteáis ateneos a las consecuencias.
El escenario podrá desplazarse, pues la lucha abarca toda la ciudad.
Turnos: JDS-Jeremy-JDS...
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La batalla naval termina y la flota de Opprimere comienza a avanzar lentamente hacia la costa. Es evidente que están alerta por si las emboscadas o trampas, así que los planes de Kaín se hundieron junto a los últimos restos de los buques de la marina.
Algo decepcionado, se acercó a la parte que quedaba entera del restaurante, donde aún había cuerpos de alguno de los piratas de Namzug y, con calma y sigilo, se acercó a los que reconoció como más buscados, con la intención de cortar sus cabezas con la espada de uno de ellos, meterlas en un saco y llevarlas más adelante a un cuartel para sacarse unos berries.
Algo decepcionado, se acercó a la parte que quedaba entera del restaurante, donde aún había cuerpos de alguno de los piratas de Namzug y, con calma y sigilo, se acercó a los que reconoció como más buscados, con la intención de cortar sus cabezas con la espada de uno de ellos, meterlas en un saco y llevarlas más adelante a un cuartel para sacarse unos berries.
Crimson
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Crimson y Allen fueron primero por su cuenta caminando por la ciudad sin ninguna preocupación. De no ser por esas mallas rojas de cuerpo entero que tenía desde esas locas fiestas que se pegaba con Deadpool y que llevaba puestas desde que salió de la casa de putas, habría tenido que ir con su ropa normal y al descubierto, lo cual habría sido un auténtico fastidio teniendo en cuenta sus planes, y sobretodo teniendo en cuenta que tenía una carta de recomendación de un contralmirante para unirse al CP. Seguro que de esa forma su compañero se alegraría mucho de verlo y, conociéndolo, acabarían yéndose en un barco, convenientemente financioado con el dinero del gobierno, lleno putas para festejarlo y celebrarlo a lo grande, como sólo ellos sabían hacer. Obviamente no faltarían otras muchas diversas sustancias que alegraría la jornada de desfase. Ansiaba en deseos de hacerlo.
Volvió a la realidad cuando, a través del visor del casco vio algo que no se esperaba encontrarse tan pronto. Sabía perfectamente que probablemente se lo acabaría encontrando ese día, pues para lo que se avecinaba la marina y el Gobierno Mundial necesitaría de toda su maquinaría para poder lidiar con los problemas que muy seguramente se avecinaban. Por eso habían llamado a su subcapitana, Dark D. Rose, al combate. -"Espero que todos se aseguren de cuidarla. Es una chica muy fuerte pero dado lo que se va a dar en este día va a necesitar de toda la tripulación"- pensó mientras cada vez se acercaban más a uno de sus mayores rivales, quizás sólo por detrás de Legim, que lo veía como una meta más a superar antes de poder considerarse a sí mismo medianamente fuerte, en los últimos años que había tenido, Quimera Karl. Había oído recientemente que en su ascenso ya ostentaba el tercer puesto más importante en la marina, justo tras el Almirante general de la flota y los puestos de Almirante. Sabía que Allen también tenía sus rencillas contra él. Realmente era un monstruo con muchos recursos que actualmente probablemente destrozaría al que fue su segundo al mando. Crimson tendría su enfrentamiento con él, pero no en ese momento, necesitaba hacer otra cosa antes.
Llegaron justo hasta él, lo tenía a dos palmos, lo suficiente como para darle un estocada por la espalda y verlo morir frente a él. No le recordaba siendo tan sumamente enorme. Claramente había mejorado, mucho más que el pirata, desde su último enfrentamiento. Sin el más mínimo pudor le dio una gran palmada en la espalda. -¡Hey, Vicealmirante-sama!- le dijo poniendo una cómica voz más propia de un personaje de caricaturas rocambolescas que la de él. Su tono de voz era totalmente distinto al que usaba siempre por lo que no debería poder reconocerlo por la voz. -Somos un par de agentes del CP 1-continuó levantando el brazo, poniéndose totalmente recto y tenso. Puso su mano estirada al lado de la cien. Marcó así el típico saludo militar que cualquier otro agente haría, aunque quizás parecía muy exagerado, algo propio de la personalidad bufona de superhéroe que estaba tomando, al tener en frente a un alto rango de la marina- que andamos tras la pista de unos terroristas que vienen a aprovecharse de nuestro preciado gobierno ahora que están la práctica totalidad de sus mayores fuerza ahora. Nosotros, como parte de la policía especial de investigación criminal hemos sido enviados aquí- comentó bajando ya la mano y destensado sus músculos, que se marcaban todos a través de su traje que tan bien le sentaba y combinaba a la perfección con su actuación-. ¿No habrá visto por casualidad a algún hombre con turbante y bombas en el cuerpo verdad? Nos sería de gran ayuda pues no hemos encontrado nada aquí- concluyó con su cómica y estúpida voz. En parte tenía curiosidad por ver qué les respondería el gran Karlitos en una situación tan absurda como esa.
Volvió a la realidad cuando, a través del visor del casco vio algo que no se esperaba encontrarse tan pronto. Sabía perfectamente que probablemente se lo acabaría encontrando ese día, pues para lo que se avecinaba la marina y el Gobierno Mundial necesitaría de toda su maquinaría para poder lidiar con los problemas que muy seguramente se avecinaban. Por eso habían llamado a su subcapitana, Dark D. Rose, al combate. -"Espero que todos se aseguren de cuidarla. Es una chica muy fuerte pero dado lo que se va a dar en este día va a necesitar de toda la tripulación"- pensó mientras cada vez se acercaban más a uno de sus mayores rivales, quizás sólo por detrás de Legim, que lo veía como una meta más a superar antes de poder considerarse a sí mismo medianamente fuerte, en los últimos años que había tenido, Quimera Karl. Había oído recientemente que en su ascenso ya ostentaba el tercer puesto más importante en la marina, justo tras el Almirante general de la flota y los puestos de Almirante. Sabía que Allen también tenía sus rencillas contra él. Realmente era un monstruo con muchos recursos que actualmente probablemente destrozaría al que fue su segundo al mando. Crimson tendría su enfrentamiento con él, pero no en ese momento, necesitaba hacer otra cosa antes.
Llegaron justo hasta él, lo tenía a dos palmos, lo suficiente como para darle un estocada por la espalda y verlo morir frente a él. No le recordaba siendo tan sumamente enorme. Claramente había mejorado, mucho más que el pirata, desde su último enfrentamiento. Sin el más mínimo pudor le dio una gran palmada en la espalda. -¡Hey, Vicealmirante-sama!- le dijo poniendo una cómica voz más propia de un personaje de caricaturas rocambolescas que la de él. Su tono de voz era totalmente distinto al que usaba siempre por lo que no debería poder reconocerlo por la voz. -Somos un par de agentes del CP 1-continuó levantando el brazo, poniéndose totalmente recto y tenso. Puso su mano estirada al lado de la cien. Marcó así el típico saludo militar que cualquier otro agente haría, aunque quizás parecía muy exagerado, algo propio de la personalidad bufona de superhéroe que estaba tomando, al tener en frente a un alto rango de la marina- que andamos tras la pista de unos terroristas que vienen a aprovecharse de nuestro preciado gobierno ahora que están la práctica totalidad de sus mayores fuerza ahora. Nosotros, como parte de la policía especial de investigación criminal hemos sido enviados aquí- comentó bajando ya la mano y destensado sus músculos, que se marcaban todos a través de su traje que tan bien le sentaba y combinaba a la perfección con su actuación-. ¿No habrá visto por casualidad a algún hombre con turbante y bombas en el cuerpo verdad? Nos sería de gran ayuda pues no hemos encontrado nada aquí- concluyó con su cómica y estúpida voz. En parte tenía curiosidad por ver qué les respondería el gran Karlitos en una situación tan absurda como esa.
Vagadus Vares
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Después de una larga caminata ya no sentía la mano de la niña, podría ser que se haya ido o que sus padres la llamaron, no lo sé, estaba muy concentrado en un plan para salvar a la yonkou que ni siquiera notaba que me andaba guiando, pero ya no importo, sabía que estaba cerca de la plaza, o eso creo.
Una gran explosión ocurrió, la cual me tumbo y empezaron resonar campanas y un agudo sonido que chillaba, estaba aturdido, sentía en mis pies los escombros de un edificio se caían algunos metros a lado, me sentía desorientado, no me podía ubicar, guardaba la calma y me levantaba lentamente del suelo, sintiéndome mareado que apenas podía sostenerme de pie, no percibía presencias alrededor, al parecer evacuaron la zona rápidamente para evitar bajas civiles, parecía una gran resaca después de 50 botellas de vino en una casa de putas por la noche mientras festejaban el año nuevo.
Camine hacia adelante, esperando encontrar una persona para que me guiara a la plaza. Sentía un gran espacio que en medio se levantaba una estructura alta, imponente a todo aquel que lo observara, con escaleras que suben la estructura. Sentía las gotas de lluvia cayendo en mi ropa, en mis manos desnudas y en mi rostro que se levantaba hacia el cielo que llora por la próxima muerte de la yonkou, estiraba los brazos lateralmente, como si estuviera esperando el abrazo de un ángel que bajara para llevarse las almas de los muertos rondando por el mar y la ciudad, perdidos y desorientados esperando un momento de paz.
Empecé a reír maniáticamente mientras recibía el agua tibia de la lluvia, por fin había encontrado el lugar donde se llevaría a cabo la ejecución, la capucha se me había quitado y de pronto vino un hombre de presencia pequeña, una persona normal.
-Oiga, señor, tiene que evacuar- me dijo, pero no le hice caso, estaba disfrutando de manea maravillosa el clima que se andaba desatando en el lugar sagrado, la locura se andaba apoderando de mí, mi sed de sangre crecía de manera feroz e imparable.
-En nombre de la marina le pido…- no lo deje terminar, haciendo un corte rápido con mi guadaña a su cuello, decapitándolo, escuchaba la sangre del hombre regándose por el suelo mientras su cabeza giraba sin cesar por el piso, la marina era mi enemiga, mataría a todo aquel que se interpusiera en mi camino, la locura me dominaba, no me podía controlar; sabía lo que había hecho y estaba consiente de mis acciones, lo llene de vino hasta que mi botella se agotó, agarre un cerillo que tenía y con cuidado le prendí fuego al cuerpo; me retire, poniéndome la capucha otra vez mientras que la lluvia me limpiaba la sangre del maldito en mi ropa, me tenía que esconder y reposar para prepárame a interrumpir la ejecución, empecé a tomar vino tinto de otra botella que tenía. Reposaba en uno de los callejones entre cajas, percibía dos auras bastante fuertes peleando, no le daba importancia, sabía lo que tenía que hacer y me preparaba para eso. Me puse una manta rota y sucia que estaba a lado mío, parecía un mendigo, o por lo menos olía a uno, escondía mi arma bajo la manta.
Una gran explosión ocurrió, la cual me tumbo y empezaron resonar campanas y un agudo sonido que chillaba, estaba aturdido, sentía en mis pies los escombros de un edificio se caían algunos metros a lado, me sentía desorientado, no me podía ubicar, guardaba la calma y me levantaba lentamente del suelo, sintiéndome mareado que apenas podía sostenerme de pie, no percibía presencias alrededor, al parecer evacuaron la zona rápidamente para evitar bajas civiles, parecía una gran resaca después de 50 botellas de vino en una casa de putas por la noche mientras festejaban el año nuevo.
Camine hacia adelante, esperando encontrar una persona para que me guiara a la plaza. Sentía un gran espacio que en medio se levantaba una estructura alta, imponente a todo aquel que lo observara, con escaleras que suben la estructura. Sentía las gotas de lluvia cayendo en mi ropa, en mis manos desnudas y en mi rostro que se levantaba hacia el cielo que llora por la próxima muerte de la yonkou, estiraba los brazos lateralmente, como si estuviera esperando el abrazo de un ángel que bajara para llevarse las almas de los muertos rondando por el mar y la ciudad, perdidos y desorientados esperando un momento de paz.
Empecé a reír maniáticamente mientras recibía el agua tibia de la lluvia, por fin había encontrado el lugar donde se llevaría a cabo la ejecución, la capucha se me había quitado y de pronto vino un hombre de presencia pequeña, una persona normal.
-Oiga, señor, tiene que evacuar- me dijo, pero no le hice caso, estaba disfrutando de manea maravillosa el clima que se andaba desatando en el lugar sagrado, la locura se andaba apoderando de mí, mi sed de sangre crecía de manera feroz e imparable.
-En nombre de la marina le pido…- no lo deje terminar, haciendo un corte rápido con mi guadaña a su cuello, decapitándolo, escuchaba la sangre del hombre regándose por el suelo mientras su cabeza giraba sin cesar por el piso, la marina era mi enemiga, mataría a todo aquel que se interpusiera en mi camino, la locura me dominaba, no me podía controlar; sabía lo que había hecho y estaba consiente de mis acciones, lo llene de vino hasta que mi botella se agotó, agarre un cerillo que tenía y con cuidado le prendí fuego al cuerpo; me retire, poniéndome la capucha otra vez mientras que la lluvia me limpiaba la sangre del maldito en mi ropa, me tenía que esconder y reposar para prepárame a interrumpir la ejecución, empecé a tomar vino tinto de otra botella que tenía. Reposaba en uno de los callejones entre cajas, percibía dos auras bastante fuertes peleando, no le daba importancia, sabía lo que tenía que hacer y me preparaba para eso. Me puse una manta rota y sucia que estaba a lado mío, parecía un mendigo, o por lo menos olía a uno, escondía mi arma bajo la manta.
AlexEmpanadilla
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El médico entró por una de las ventanas para ver un total de cuatro hombres armados con placas de metal y unas espadas. Estaba en cierta desventaja. Pese a que no podían tocarlo, sí que podían alertar a todo el castillo, y aquello no le interesaba. Alzó las manos mientras se acercaba un par de pasos hacia ellos, hasta que uno de ellos lo amenazó con la espada. El médico se detuvo, a unos cuatro metros de los hombres. No podía dejar que salieran de allí o el plan se iría al traste. Se agachó hasta el suelo, tumbándose como si se hubiera rendido. Esperando a que uno de los guardias avanzase hacia él.
En cuanto el primero de los hombres se movió, Alex se convirtió en una nube de gas verde y se movió rápidamente hacia la puerta, generando gas a toda velocidad. La sala empezó a quedar completamente llena de cloro, que ascendía hacia el techo y quedaba en suspensión por toda la sala. Tan solo era gas poco concentrado, que como mucho haría toser a los guardias y les nublaría la vista, pero el médico no necesitaba más. Se quitó uno de los guantes de su armadura y de su manga al descubierto salió una hoja reluciente, de unos veinte centímetros de largo. Pese a que a simple vista no podía verse, aquella hoja poseía pequeños agujeros por los cuales el médico podía introducir sustancias, como el propio cloro de su cuerpo.
Aprovechando el momento de sorpresa, reunió parte del cloro a su alrededor y generó cuatro orbes de gas a través de los cuales canalizó sus poderes. Los orbes emitieron un chorro de gas a cada guardia. Aquello le daría unos instantes más de tiempo. El médico se deslizó entre los hombres, con la intención de ir clavando su hoja en los cuellos de los guardias. Si lo lograba, la hoja inyectaría gas en la circulación de las víctimas, con un resultado fatal. Mientras se movía, en silencio rezaba para que todo saliera bien.
Explosión de cloro + Cloric Orb + Cloric Cannon + Hoja oculta cargada con cloro [AMF]
Tras realizar el último de los movimientos, se giró para observar a los hombres. Si seguían en pie, estaría en problemas, y aún en el caso de que solo quedara uno, no sabía si podría combatir en condiciones sin alertar al resto de la fortaleza.
En cuanto el primero de los hombres se movió, Alex se convirtió en una nube de gas verde y se movió rápidamente hacia la puerta, generando gas a toda velocidad. La sala empezó a quedar completamente llena de cloro, que ascendía hacia el techo y quedaba en suspensión por toda la sala. Tan solo era gas poco concentrado, que como mucho haría toser a los guardias y les nublaría la vista, pero el médico no necesitaba más. Se quitó uno de los guantes de su armadura y de su manga al descubierto salió una hoja reluciente, de unos veinte centímetros de largo. Pese a que a simple vista no podía verse, aquella hoja poseía pequeños agujeros por los cuales el médico podía introducir sustancias, como el propio cloro de su cuerpo.
Aprovechando el momento de sorpresa, reunió parte del cloro a su alrededor y generó cuatro orbes de gas a través de los cuales canalizó sus poderes. Los orbes emitieron un chorro de gas a cada guardia. Aquello le daría unos instantes más de tiempo. El médico se deslizó entre los hombres, con la intención de ir clavando su hoja en los cuellos de los guardias. Si lo lograba, la hoja inyectaría gas en la circulación de las víctimas, con un resultado fatal. Mientras se movía, en silencio rezaba para que todo saliera bien.
Explosión de cloro + Cloric Orb + Cloric Cannon + Hoja oculta cargada con cloro [AMF]
Tras realizar el último de los movimientos, se giró para observar a los hombres. Si seguían en pie, estaría en problemas, y aún en el caso de que solo quedara uno, no sabía si podría combatir en condiciones sin alertar al resto de la fortaleza.
Ryusen Higure
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Permanezco agachado en el tejado vigilando la plaza, aburrido y molesto con el gobierno por mandarme vigilar la retaguardia del Almirante de la Flota y a un estúpido niño mimado que anda jugando por la isla como si la guerra que se está preparando fuese algo para tomarse a la ligera. Mis ojos vagan de lado a lado de la plaza en busca del imbécil que debo proteger pero en el fondo lo quiero encontrar para acabar con su vida mimada. Pero era imposible, la niebla no me permite ver absolutamente nada de lo que ocurre en la plaza algo que es muy molesto. Paso a la forma híbrida para ver si consigo ver mejor pero sigo sin poder ver nada debido a la molesta niebla. De pronto el polvo se dispersa y se puede ver al sujeto que debemos proteger entrar en la plaza pero parece herido, algo que puede servirme para acabar con él de una vez.
Mientras miro su torpe avance pienso si ayudarlo, mantener mi posición o matarlo aunque tengo la obligación de cumplir con mis instrucciones que es mantenerme protegiendo la retaguardia del Almirante de la Flota, pero también me encargaron proteger a ese idiota y no puedo encargarme de vigilar dos puntos diferentes así que finalmente llego a la única conclusión posible, matar al Tenryubito es la mejor opción ya que al estar herido es una carga. Me levanto tranquilamente y digo Itami, mantente en guardia y vigila al almirante de la flota pero si ves algo que pueda suponer un peligro para ti lárgate sin dudarlo que yo cargaré con las consecuencias. Tras esto desenvaino a Mugenjin y salto del tejado a gran velocidad hacia el Tenryubito dispuesto a partirlo por la mitad por lo que al llegar a su lado lanzo un fuerte corte hacia su cuello sin titubear, y debido al roce que provoco entre la espada y el suelo ésta está prendida en fuego, lo que provocará que el corte sea aún más limpio.
El vuelo de la comadreja de fuego[AF]
Mientras miro su torpe avance pienso si ayudarlo, mantener mi posición o matarlo aunque tengo la obligación de cumplir con mis instrucciones que es mantenerme protegiendo la retaguardia del Almirante de la Flota, pero también me encargaron proteger a ese idiota y no puedo encargarme de vigilar dos puntos diferentes así que finalmente llego a la única conclusión posible, matar al Tenryubito es la mejor opción ya que al estar herido es una carga. Me levanto tranquilamente y digo Itami, mantente en guardia y vigila al almirante de la flota pero si ves algo que pueda suponer un peligro para ti lárgate sin dudarlo que yo cargaré con las consecuencias. Tras esto desenvaino a Mugenjin y salto del tejado a gran velocidad hacia el Tenryubito dispuesto a partirlo por la mitad por lo que al llegar a su lado lanzo un fuerte corte hacia su cuello sin titubear, y debido al roce que provoco entre la espada y el suelo ésta está prendida en fuego, lo que provocará que el corte sea aún más limpio.
El vuelo de la comadreja de fuego[AF]
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La situación se había complicado un poco pues todo había transcurrido demasiado deprisa. A la hora de llegar a la isla había conseguido colocarme frente a la taberna, más para mi infortunio no pude prepararme bien por las prisas, tenía el uniforme de la marine puesto, incluyendo un sujetador... ¿Qué carajo me había pasado a la hora de disfrazarme? Lo había hecho mal, desastroso, no había sentido alguno, pero por suerte no importaba mucho este asunto al parecer, pues sin ningún problema había llegado frente a la puerta de la taberna.
Esta en su día era una taberna puramente pirata, pero el tiempo la mancilló junto a toda la isla siendo hoy en día una vulgar taberna donde seguramente esté todo lleno de marines dispuestos a arrestar a cualquier enemigo del gobierno que se presente. Por fortuna, existe una alta probabilidad de que sean débiles, del montón, no me imagino a un almirante en una taberna así, y menos en un día tan importante como el de hoy.
Así pues, respiré y entré con paso firme a la taberna, sin saber bien que iba a encontrarme.
Al girar el pomo y entrar, lo primero que vi fue un grupo de marines, y algunos ciudadanos, vaya que novedad. Algunos me miraban con sorpresa, supongo que no esperaban a un vice-almirante en un lugar como este, y es normal, yo tampoco lo esperaría.
- Llegó la hora de hacer una inspección a este local chicos- Dije dirigiéndome a los marines. - Aquí huele demasiado a mar, mar salada... y no me creo que sea de pescaderos. ¡IR HACIA DELANTE Y ARRESTARLOS A TODOS! ¡QUE NO QUEDE INSECTO SIN SER REVISADO!
Tras decir esto me percaté de la presencia de 4 individuos peculiares. No eran simples ciudadanos, y no solo olían a mar, también a madera de barco, y alguno hasta a sangre. Desde luego sus condiciones físicas eran atléticas, algo que jamás vi en un simple ciudadano, por lo que al instante de desenvainé la katana sonriente, como si me uniese a la fiesta, y aproveché que todos los marines me daban la espalda para acabar con todos ellos a gran velocidad por la espalda, no había honor en asesinar a estos por detrás, ni placer, pero este día iba a ser muy largo, y yo ya había tenido mi aventura de hoy, no quiero desgastarme demasiado.
Para mi bendición divina, ningún soldado fue gran cosa, mis sospechas eran ciertas. Inmediatamente miré a los ciudadanos sonriente.
- No mováis ni un dedo, darme 1 minuto y os explicaré todo. Hacer algo raro y os mataré jejejejeje. - Expliqué manteniendo aún la sonrisa en mi rostro al tiempo que iba hacia la puerta y la cerraba con una llave improvisada hecha de alcohol a presión.
- Me veis mal vestido de mujer, y ostentando el cargo de vice-almirante, pero no os dejéis engañar... mi nombres es Legim, Capitán Legan Legim si no os importa... Mantener la calma por favor, no os alteréis, pues no os pienso tocar un solo pelo si no es necesario, no quiero muertes innecesarias. Quiero utilizar esta taberna como punto base estratégico, y vosotros, me podéis ayudar o no, hagáis lo que hagáis dejaré claro que esto es un secreto y jamás habéis querido colaborar conmigo.
Suspiré levemente mirando al cuarteto peculiar con una ligera sonrisa en mi rostro nuevamente.
- Buenas, vosotros vais a ayudarme ¿Verdad? Se que ustedes...- Dije señalando a la chica rubia y al tipo de pelo largo.- Sois de la armada revolucionaria... quizás me conozcáis pues hasta hace poco era vuestro superior. Yo a vosotros no os conozco, la verdad, pero tenéis la misma cara de sieso que todos los revolucionarios. Actualmente soy un pirata solitario, y como siempre, apoyo de vez en cuando a la revolución.- Tomé aire mirando a los otros dos. - Vosotros dos... no tengo idea de quienes sois, pero desde luego no sois simples ciudadanos que venden pan y vienen ahora a tomar algo... ¿Os presentáis? Tenemos prisa, hay que organizar una ofensiva rápida.
Mientras esperaba respuesta me quitaba el molesto sujetador tirándolo por el suelo con cara de asco y me miraba el traje para ver que apaños rápidos podía hacerle a este traje para que me quedase ajustado. No me quedaba mal, era una talla similar a la mía, solo necesitaba apretar más la parte superior.
Esta en su día era una taberna puramente pirata, pero el tiempo la mancilló junto a toda la isla siendo hoy en día una vulgar taberna donde seguramente esté todo lleno de marines dispuestos a arrestar a cualquier enemigo del gobierno que se presente. Por fortuna, existe una alta probabilidad de que sean débiles, del montón, no me imagino a un almirante en una taberna así, y menos en un día tan importante como el de hoy.
Así pues, respiré y entré con paso firme a la taberna, sin saber bien que iba a encontrarme.
Al girar el pomo y entrar, lo primero que vi fue un grupo de marines, y algunos ciudadanos, vaya que novedad. Algunos me miraban con sorpresa, supongo que no esperaban a un vice-almirante en un lugar como este, y es normal, yo tampoco lo esperaría.
- Llegó la hora de hacer una inspección a este local chicos- Dije dirigiéndome a los marines. - Aquí huele demasiado a mar, mar salada... y no me creo que sea de pescaderos. ¡IR HACIA DELANTE Y ARRESTARLOS A TODOS! ¡QUE NO QUEDE INSECTO SIN SER REVISADO!
Tras decir esto me percaté de la presencia de 4 individuos peculiares. No eran simples ciudadanos, y no solo olían a mar, también a madera de barco, y alguno hasta a sangre. Desde luego sus condiciones físicas eran atléticas, algo que jamás vi en un simple ciudadano, por lo que al instante de desenvainé la katana sonriente, como si me uniese a la fiesta, y aproveché que todos los marines me daban la espalda para acabar con todos ellos a gran velocidad por la espalda, no había honor en asesinar a estos por detrás, ni placer, pero este día iba a ser muy largo, y yo ya había tenido mi aventura de hoy, no quiero desgastarme demasiado.
Para mi bendición divina, ningún soldado fue gran cosa, mis sospechas eran ciertas. Inmediatamente miré a los ciudadanos sonriente.
- No mováis ni un dedo, darme 1 minuto y os explicaré todo. Hacer algo raro y os mataré jejejejeje. - Expliqué manteniendo aún la sonrisa en mi rostro al tiempo que iba hacia la puerta y la cerraba con una llave improvisada hecha de alcohol a presión.
- Me veis mal vestido de mujer, y ostentando el cargo de vice-almirante, pero no os dejéis engañar... mi nombres es Legim, Capitán Legan Legim si no os importa... Mantener la calma por favor, no os alteréis, pues no os pienso tocar un solo pelo si no es necesario, no quiero muertes innecesarias. Quiero utilizar esta taberna como punto base estratégico, y vosotros, me podéis ayudar o no, hagáis lo que hagáis dejaré claro que esto es un secreto y jamás habéis querido colaborar conmigo.
Suspiré levemente mirando al cuarteto peculiar con una ligera sonrisa en mi rostro nuevamente.
- Buenas, vosotros vais a ayudarme ¿Verdad? Se que ustedes...- Dije señalando a la chica rubia y al tipo de pelo largo.- Sois de la armada revolucionaria... quizás me conozcáis pues hasta hace poco era vuestro superior. Yo a vosotros no os conozco, la verdad, pero tenéis la misma cara de sieso que todos los revolucionarios. Actualmente soy un pirata solitario, y como siempre, apoyo de vez en cuando a la revolución.- Tomé aire mirando a los otros dos. - Vosotros dos... no tengo idea de quienes sois, pero desde luego no sois simples ciudadanos que venden pan y vienen ahora a tomar algo... ¿Os presentáis? Tenemos prisa, hay que organizar una ofensiva rápida.
Mientras esperaba respuesta me quitaba el molesto sujetador tirándolo por el suelo con cara de asco y me miraba el traje para ver que apaños rápidos podía hacerle a este traje para que me quedase ajustado. No me quedaba mal, era una talla similar a la mía, solo necesitaba apretar más la parte superior.
Mark Kjellberg
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Si bien podría haberme puesto a buscar minuciosamente a los padres de la chica, una explosión más grande que las anteriores deslumbró mi visión. Hizo que cerrara los ojos y la niña hizo lo mismo. Suspiré pesadamente, tosiendo levemente antes de darme cuenta lo que pasaba a mi alrededor. El sonido de la explosión había dejado a mis tímpanos bastante jodidos. No escuchaba nada, inclusive sentí como si todo a mi alrededor se moviera más lento hasta el punto en que me llegaba a marear. Miré que la niña a mi hombro se empezaba a caer, aunque la agarré a último momento con el único brazo que momentáneamente podía mover, mi izquierdo. La mantuve en brazos y esta se acurrucó contra mi pecho. La gente corría despavorida entre los escombros y polvo que volaba, recién había salido de la plaza así que todavía estaba en las cercanías de este. No quise mirar atrás, faltaban un par de cuadras para llegar al edificio de los Marines. Caminaba dando algunos pasos pesados, debido al mareo que la sordera me estaba causando. Gente muriendo, algunos siendo apuñalados por ladrones que se aprovechaban del momento, todo el lugar estaba hecho un caos, un total desastre. El mundo parecía estar acabándose en cualquier segundo. Gente agonizando bajo grandes escombros, pelotones de Marines arremetiendo hacia el centro de la plaza, cargando sus rifles y sables. De golpe todo volvió a la normalidad, la pequeña estaba llorando y agazapada en mi pecho, haciendo un puchero de escalas épicas con su labio inferior, mientras me miraba con los ojos llenos de lágrimas y la nariz moqueando, todo un asquito si no fuera porque estábamos en una situación de alto riesgo.
La calle era medianamente estrecha, pero curiosamente aquellos bandidos que estaban rondando por el lugar aprovechándose del caos momentáneo no se habían percatado de nuestras presencias, pero sabía perfectamente que no podía quedarme mucho tiempo allí o terminarían acercándose a nosotros. Empecé a avanzar, a paso acelerado para alejarme del epicentro de la plaza. Me adentré de lleno a la calle que llevaba al Este de la ciudad, cruzando entre grandes pedazos de escombros, esquivando gente que corría despavorida hacia el puerto... posiblemente se estaban agazapando en aquel lugar debido a que estaban evacuando, o al menos eso podía escuchar a la gente decir a medida que recobraba la audición. Un pitillo constante se me hacía molesto, pero más importante eran los llantos de la niña, inconsolables a decir verdad. ¿Y quién podría culparla? Tenía miedo, indudablemente lo tenía. — Señor Dragón... tengo miedo... sácame de a-aquí... — decía ella, cerrando los ojos a medida que ocurrían más explosiones aunque estas a menor escala. Los escombros seguían volando, y yo me veía obligado a simplemente entrecerrar los párpados para que el polvo no dañara mi vista o me estorbara demasiado.
— Ya, no me gusta que los niños lloren... encontraremos a tus padres y estarás mejor, ¿ya? — comentaba en un tono serio, a lo que seguía caminando mientras ella cerraba los ojos de nuevo. Su cuerpo temblaba, el pánico era tal que lo único que la mantenía con esa sensación de seguridad inquebrantable era el que estuviese abrazando a su osito y a mí de paso. Una imagen que si bien no me quebrantaba el corazón, sí que me causaba cierta impresión. De todas maneras seguí buscando a sus padres como un desesperado, hasta que llegamos al edificio de los Marines. Fue allí donde nos encontramos con un pelotón de soldados que nos quedaron mirando fijo. Notaron a la niña en mis brazos y claro, mi brazo derecho caído o mejor dicho un tanto maltratado debido al escombro que me había caído encima poco tiempo luego de haberme adentrado a la plaza; — ¡Eh, ustedes dos! — exclamaba el que parecía ser el líder de ese pelotón. Se acercó a nosotros corriendo aparentemente para socorrernos. — ¿Qué hacen aún aquí? Los barcos de evacuación están esperando a todos los que puedan retirarse a tiempo. ¡Vayan ya, no queda mucho tiempo! — exclamaba el hombre mientras nos miraba fijo. No tiene sentido describir su apariencia, todos vestían igual con ese gorro blanco, la camisa del mismo tono, pantalón azul, botas, y el pañuelo ese tan homosexualmente atado al cuello.
La calle era medianamente estrecha, pero curiosamente aquellos bandidos que estaban rondando por el lugar aprovechándose del caos momentáneo no se habían percatado de nuestras presencias, pero sabía perfectamente que no podía quedarme mucho tiempo allí o terminarían acercándose a nosotros. Empecé a avanzar, a paso acelerado para alejarme del epicentro de la plaza. Me adentré de lleno a la calle que llevaba al Este de la ciudad, cruzando entre grandes pedazos de escombros, esquivando gente que corría despavorida hacia el puerto... posiblemente se estaban agazapando en aquel lugar debido a que estaban evacuando, o al menos eso podía escuchar a la gente decir a medida que recobraba la audición. Un pitillo constante se me hacía molesto, pero más importante eran los llantos de la niña, inconsolables a decir verdad. ¿Y quién podría culparla? Tenía miedo, indudablemente lo tenía. — Señor Dragón... tengo miedo... sácame de a-aquí... — decía ella, cerrando los ojos a medida que ocurrían más explosiones aunque estas a menor escala. Los escombros seguían volando, y yo me veía obligado a simplemente entrecerrar los párpados para que el polvo no dañara mi vista o me estorbara demasiado.
— Ya, no me gusta que los niños lloren... encontraremos a tus padres y estarás mejor, ¿ya? — comentaba en un tono serio, a lo que seguía caminando mientras ella cerraba los ojos de nuevo. Su cuerpo temblaba, el pánico era tal que lo único que la mantenía con esa sensación de seguridad inquebrantable era el que estuviese abrazando a su osito y a mí de paso. Una imagen que si bien no me quebrantaba el corazón, sí que me causaba cierta impresión. De todas maneras seguí buscando a sus padres como un desesperado, hasta que llegamos al edificio de los Marines. Fue allí donde nos encontramos con un pelotón de soldados que nos quedaron mirando fijo. Notaron a la niña en mis brazos y claro, mi brazo derecho caído o mejor dicho un tanto maltratado debido al escombro que me había caído encima poco tiempo luego de haberme adentrado a la plaza; — ¡Eh, ustedes dos! — exclamaba el que parecía ser el líder de ese pelotón. Se acercó a nosotros corriendo aparentemente para socorrernos. — ¿Qué hacen aún aquí? Los barcos de evacuación están esperando a todos los que puedan retirarse a tiempo. ¡Vayan ya, no queda mucho tiempo! — exclamaba el hombre mientras nos miraba fijo. No tiene sentido describir su apariencia, todos vestían igual con ese gorro blanco, la camisa del mismo tono, pantalón azul, botas, y el pañuelo ese tan homosexualmente atado al cuello.
Por detrás de él, se veía cómo metían cuerpos al lugar, posiblemente muertos. La niña denotó lo mismo, y soltó un grito desesperado cuando vio algo que la dejó con los ojos abiertos de par en par. Un par de cuerpos que estaban entrando, los había reconocido como sus padres. — ¡E-esos son mis papás! — exclamaba ella con emoción. — ¿Pero... porqué están durmiendo? — preguntaba ella con inocencia. Fue allí cuando el Marine se quedó perplejo igual que yo. No sabía qué decir. Adentraron los cuerpos y la niña empezaba a impacientarse, quería estar con sus padres, inclusive se removió con tanta violencia en mis brazos que no le pude sostener más. Terminó por lograr bajarse, corriendo y esquivando a los Marines, entrando a ese edificio pequeño. — ¡Niña, no! — vociferé intentando agarrarla mientras caía al suelo aunque no pude hacerlo. Empecé a perseguirla por detrás esperando lo peor. Lo que se encontró allí, mientras yo la agarraba por detrás, fue a sus dos padres ser acostados en unas especies de literas pero de metal, hechas especialmente para cuerpos. Metidos dentro de bolsas negras con cierres a lo largo que cubrían sus cuerpos, la niña... quedó con los ojos abiertos de par en par.
— ¿M-mami... Papi? — aclamaba su respuesta la niña. Pero nada, nadie respondió, solamente la mirada desesperanzada de los otros Marines. Renegaron con la cabeza, terminando de cerrar las bolsas. Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas. Quiso arremeter hacia ellos, pero... era en vano, mi brazo izquierdo estaba rodeando su pequeño cuerpo, el cual frágil, solo empezó a desplomarse en mi brazo. Lloraba desconsolada hasta el punto en que su llanto se transformó en un grito constante. Su boca se abría de par en par, sus ojos se cerraron como dos puertas de hierro, apretándose entre sí los párpados. Sus uñas buscaron clavarse en algo, y lo único que alcanzaron fue mi muñeca y dorso superior de la mano. Mi corazón se hacía lentamente trizas al escuchar cómo toda felicidad de la pequeña se iba por la borda. Toda esta pelea y destrucción, ¿para qué? ¿Qué necesidad más que querer intimidar a los otros piratas? No pude emitir palabra alguna, no podía, no sabía siquiera dar la cara a la niña. Me sabía amargo, todo se veía como la mierda. Las explosiones hicieron temblar al edificio, el cual desprendió algunos trozos de pintura de su techo y polvo acumulado. Cayó sobre las cabezas de todos, a lo que algunos Marines entraban y salían, mirándonos con ese rostro de pena tan incontenible. Lástima, maldito sentimiento que tienen los humanos que solamente piensan que algunos son más inferiores que otros.
Prometí ayudarle a encontrar a sus padres, y lo único que encontramos fueron dos cadáveres. ¿Y qué quedaba de todo esto? ¿Gente volviéndose más poderosa? ¡PFF!~ ¿Terror en los piratas? Estos solamente por furia harían más destrozos, habiendo matado a una mujer tan importante para su mundo. Todos peleando por sus vidas, o tal vez por querer ser más y más como los demás. Volverse poderosos, sonsacar de sus cuerpos todo rastro de humanidad, dejando solo adentro ese defecto que los humanos o mejor dicho, todo ser al parecer posee: Envidia; Envidia de ser más débil, envidia de que uno tiene mejor estatuto que el otro. Es miedo a ser olvidados, a ser dejados atrás por la sociedad. ¿Pero qué se logra con esto? Solamente destrucción, llanto, familias destruidas. ¿Con qué fin? Más que seguir siendo potencias mundiales. La Marina y el Gobierno Mundial trabajando para asesinar a una pirata. ¿Pero quiénes eran los malvados en esta historia? ... Todos, todos lo eran en gran parte. Todos participaban de este circo centenario, este desfile patético que busca justificar el poco tamaño de pene que deben tener algunos. ¿Qué es un hombre? Más que una pequeña y miserable pila de secretos.
— ¿M-mami... Papi? — aclamaba su respuesta la niña. Pero nada, nadie respondió, solamente la mirada desesperanzada de los otros Marines. Renegaron con la cabeza, terminando de cerrar las bolsas. Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas. Quiso arremeter hacia ellos, pero... era en vano, mi brazo izquierdo estaba rodeando su pequeño cuerpo, el cual frágil, solo empezó a desplomarse en mi brazo. Lloraba desconsolada hasta el punto en que su llanto se transformó en un grito constante. Su boca se abría de par en par, sus ojos se cerraron como dos puertas de hierro, apretándose entre sí los párpados. Sus uñas buscaron clavarse en algo, y lo único que alcanzaron fue mi muñeca y dorso superior de la mano. Mi corazón se hacía lentamente trizas al escuchar cómo toda felicidad de la pequeña se iba por la borda. Toda esta pelea y destrucción, ¿para qué? ¿Qué necesidad más que querer intimidar a los otros piratas? No pude emitir palabra alguna, no podía, no sabía siquiera dar la cara a la niña. Me sabía amargo, todo se veía como la mierda. Las explosiones hicieron temblar al edificio, el cual desprendió algunos trozos de pintura de su techo y polvo acumulado. Cayó sobre las cabezas de todos, a lo que algunos Marines entraban y salían, mirándonos con ese rostro de pena tan incontenible. Lástima, maldito sentimiento que tienen los humanos que solamente piensan que algunos son más inferiores que otros.
Prometí ayudarle a encontrar a sus padres, y lo único que encontramos fueron dos cadáveres. ¿Y qué quedaba de todo esto? ¿Gente volviéndose más poderosa? ¡PFF!~ ¿Terror en los piratas? Estos solamente por furia harían más destrozos, habiendo matado a una mujer tan importante para su mundo. Todos peleando por sus vidas, o tal vez por querer ser más y más como los demás. Volverse poderosos, sonsacar de sus cuerpos todo rastro de humanidad, dejando solo adentro ese defecto que los humanos o mejor dicho, todo ser al parecer posee: Envidia; Envidia de ser más débil, envidia de que uno tiene mejor estatuto que el otro. Es miedo a ser olvidados, a ser dejados atrás por la sociedad. ¿Pero qué se logra con esto? Solamente destrucción, llanto, familias destruidas. ¿Con qué fin? Más que seguir siendo potencias mundiales. La Marina y el Gobierno Mundial trabajando para asesinar a una pirata. ¿Pero quiénes eran los malvados en esta historia? ... Todos, todos lo eran en gran parte. Todos participaban de este circo centenario, este desfile patético que busca justificar el poco tamaño de pene que deben tener algunos. ¿Qué es un hombre? Más que una pequeña y miserable pila de secretos.
Me levanté, a duras penas pero lo hice. De mi boca no salió ni una sola palabra. Empecé a recular paso a paso, a lo que la niña seguía desesperadamente queriendo ir con sus padres. — ¡Suéltame, quiero ir con mis papás! — decía pataleando. Gritaba desconsolada a la par que sus lágrimas caían como cascadas. Pequeños astros de luz que brotaban de sus grises luceros, los cuales recorrían sus mejillas. En un acto desesperado de querer volver con sus padres, me mordió la mano izquierda para que le soltara pero no lo hice, aferré aquel agarre a medida que un pelotón de Marines nos retiraba del interior de aquel lugar. La niña estiró su brazo izquierdo, queriendo alcanzar posiblemente la última vez que vería a sus progenitores, aquellos que le dieron amor, cariño... tanto afecto y bien la habían criado. Las puertas se cerraron, y un grito desgarrador entonando un maldito "No", solo un "No" extendido en la última vocal bastó para hacer que mis ojos pesaran media tonelada. No me animaba ni a mirar al frente. Sentí una presión en mi pecho que era prácticamente inexplicable. ¿Eran esos los sentimientos humanos que había dejado atrás hacía tanto tiempo? Oprimidos en mi interior, negados totalmente para sentirme mejor, y no sucumbir ante el hecho de que el sufrimiento lo poseemos todos.
Maldito sentimiento, solo me dejé llevar, me distraje por un momento. La niña pataleaba incansablemente pero se notaba que poco a poco iba agotando sus energías. Lo único que podía emitir de mis labios es un "Ya...", nada más ni nada menos que un ya. ¿Acaso servía de algo? ¡Claro que no, mierda! ¡De nada servía decirle a una niña que se calmara cuando había visto muertos a sus padres! — Vengan con nosotros, estarán seguros hasta el puerto. Los guiaremos hasta él. — comentaba uno de los Marines. El que antes nos advirtió que debíamos irnos me detuvo de caminar por unos segundos, mirándome fijo. Cuando alcé el rostro, ya que me encontraba encogido de hombros solo soportando a la niña como podía, como si estuviera en modo automático, notó mi expresión. Era igual que la de la niña. Lloraba como si de un niño fuera, pero no emitía quejido alguno. Más bien, de mis lagrimales brotaba incesante ese líquido salino llamado "lágrimas". Mi rostro deformado por el dolor desgarrador de ver a esa niña perder todas las esperanzas de estar con sus padres, lentamente me iba recordando a mí mismo, a mi pasado. Empecé a correr, lo más rápido que pude, sin mirar atrás. Pero no di la vuelta, sino que corrí entre unos edificios circundantes al de los Marines. Me guié lo mejor que pude, dirigiéndome al susodicho puerto.
— ¡Síganlos, asegúrense de que lleguen sanos al puerto! — exclamaba el capitán Marine, dejándome ir. Un pequeño grupo de diez Marines me empezó a seguir de cerca, acelerando el paso lo más que pudieron para seguirme el ritmo. Sabía que me dirigía al puerto, pero entre explosiones y demás, realmente se me hacía un tanto jodido por no decir meramente imposible; Mientras que yo con la niña en brazos y los Marines nos dirigíamos al puerto, lo más alejados posible de la Plaza, el capitán Marine viró la cabeza hacia el centro de la plaza. Sabía quiénes estaban peleando, era obvio, el aura que desprendían aquellos dos seres era abismal, intimidante inclusive, como si en cualquier momento todos se irían al mar junto a ellos. Se tocó la frente, el abdomen, un hombro y luego el otro, besándose esos dedos con los que se tocó, para posterior mirar al cielo. Suspiró profundamente, sacando de su bolsillo un pequeño reloj de bolsillo. Lo abrió... faltaba menos para la hora de ejecución. En el lado interno de la tapa, se encontraba una foto de su familia. Una mujer de aproximadamente 35 años, una niña de 3 años en los brazos de su madre, y un joven niño de no más 12 años. Mostró una sonrisa temblorosa, quien sabe si alguna vez volvería a ver a su familia, la cual ya había sido evacuada de Loguetown horas atrás, antes de que siguiera se pensara en que tanto revuelo sería causado en la isla. Guardó el reloj en el bolsillo y siendo acompañado ahora por más Marines, sacó pecho e inhaló profundo.
— Hombres, esta vez posiblemente no salgamos con vida de esta. Pero quiero decirles... que estoy orgullo de ser su capitán. — comentaba en un tono emotivo. Sus respectivos subordinados solamente se paraban firmes, aunque con sus rostros llenos de indiscutible y pobremente disimulado temor. Inclusive uno de ellos, el que más atrás estaba parado lagrimeaba y soltaba quejidos sutiles. Al capitán no le importó, solamente siguió con las órdenes que le habían dado. — Muchachos... ha sido un placer. — comentó por último, antes de desenfundar su sable, señalando al frente, sí... hacia la plaza. — ¡Vayamos a la plaza! — exclamaba el hombre, con cierto descontento, terror en sus corazones. Empezaron a correr, emitiendo un grito de guerra similar al de 300 espartanos. Su grito se podría escuchar fácilmente hasta la plaza. Piratas saqueando los locales interceptaron a los Marines, los cuales se detuvieron fugazmente, luchando con ellos. Uno a uno iban cayendo. Empezaron siendo 15 Marines, llegaron siendo solo tres. El capitán y dos Marines espantados. Ahí se encontraron con esa escena, Stark y Jeremy luchando.
En cualquier momento, la isla se hundiría bajo el mar, con tales potencias luchando uno con el otro. Crueldad, era lo que sucedía en esos momentos. Los Marines se hundieron entre la mar de gente que estaba aún en la plaza. Para sus malas suertes, el futuro esperaba cosas peores para los pobres diablos que se quedasen en ese sitio. La hora de ejecución se acercaba, una nueva era daría comienzo, los testigos de aquel suceso solamente serían eso, testigos. No marcarían ni un antes ni un después. No importarían sus acciones, solo... si morían o no, para poder decir "He estado en la ejecución de Loguetown. He estado cerca de Jack Dralion Stark y he vivo para contarlo." Patéticas cucarachas que se arrastran bajo los pies de los grandes seres que los intimidan. Un solo pisotón, y adiós para siempre a todos esos sueños de poder, encuentros, fama y fortuna. Un solo soplido, y les dirían todos adiós a sus vidas...
Maldito sentimiento, solo me dejé llevar, me distraje por un momento. La niña pataleaba incansablemente pero se notaba que poco a poco iba agotando sus energías. Lo único que podía emitir de mis labios es un "Ya...", nada más ni nada menos que un ya. ¿Acaso servía de algo? ¡Claro que no, mierda! ¡De nada servía decirle a una niña que se calmara cuando había visto muertos a sus padres! — Vengan con nosotros, estarán seguros hasta el puerto. Los guiaremos hasta él. — comentaba uno de los Marines. El que antes nos advirtió que debíamos irnos me detuvo de caminar por unos segundos, mirándome fijo. Cuando alcé el rostro, ya que me encontraba encogido de hombros solo soportando a la niña como podía, como si estuviera en modo automático, notó mi expresión. Era igual que la de la niña. Lloraba como si de un niño fuera, pero no emitía quejido alguno. Más bien, de mis lagrimales brotaba incesante ese líquido salino llamado "lágrimas". Mi rostro deformado por el dolor desgarrador de ver a esa niña perder todas las esperanzas de estar con sus padres, lentamente me iba recordando a mí mismo, a mi pasado. Empecé a correr, lo más rápido que pude, sin mirar atrás. Pero no di la vuelta, sino que corrí entre unos edificios circundantes al de los Marines. Me guié lo mejor que pude, dirigiéndome al susodicho puerto.
— ¡Síganlos, asegúrense de que lleguen sanos al puerto! — exclamaba el capitán Marine, dejándome ir. Un pequeño grupo de diez Marines me empezó a seguir de cerca, acelerando el paso lo más que pudieron para seguirme el ritmo. Sabía que me dirigía al puerto, pero entre explosiones y demás, realmente se me hacía un tanto jodido por no decir meramente imposible; Mientras que yo con la niña en brazos y los Marines nos dirigíamos al puerto, lo más alejados posible de la Plaza, el capitán Marine viró la cabeza hacia el centro de la plaza. Sabía quiénes estaban peleando, era obvio, el aura que desprendían aquellos dos seres era abismal, intimidante inclusive, como si en cualquier momento todos se irían al mar junto a ellos. Se tocó la frente, el abdomen, un hombro y luego el otro, besándose esos dedos con los que se tocó, para posterior mirar al cielo. Suspiró profundamente, sacando de su bolsillo un pequeño reloj de bolsillo. Lo abrió... faltaba menos para la hora de ejecución. En el lado interno de la tapa, se encontraba una foto de su familia. Una mujer de aproximadamente 35 años, una niña de 3 años en los brazos de su madre, y un joven niño de no más 12 años. Mostró una sonrisa temblorosa, quien sabe si alguna vez volvería a ver a su familia, la cual ya había sido evacuada de Loguetown horas atrás, antes de que siguiera se pensara en que tanto revuelo sería causado en la isla. Guardó el reloj en el bolsillo y siendo acompañado ahora por más Marines, sacó pecho e inhaló profundo.
— Hombres, esta vez posiblemente no salgamos con vida de esta. Pero quiero decirles... que estoy orgullo de ser su capitán. — comentaba en un tono emotivo. Sus respectivos subordinados solamente se paraban firmes, aunque con sus rostros llenos de indiscutible y pobremente disimulado temor. Inclusive uno de ellos, el que más atrás estaba parado lagrimeaba y soltaba quejidos sutiles. Al capitán no le importó, solamente siguió con las órdenes que le habían dado. — Muchachos... ha sido un placer. — comentó por último, antes de desenfundar su sable, señalando al frente, sí... hacia la plaza. — ¡Vayamos a la plaza! — exclamaba el hombre, con cierto descontento, terror en sus corazones. Empezaron a correr, emitiendo un grito de guerra similar al de 300 espartanos. Su grito se podría escuchar fácilmente hasta la plaza. Piratas saqueando los locales interceptaron a los Marines, los cuales se detuvieron fugazmente, luchando con ellos. Uno a uno iban cayendo. Empezaron siendo 15 Marines, llegaron siendo solo tres. El capitán y dos Marines espantados. Ahí se encontraron con esa escena, Stark y Jeremy luchando.
En cualquier momento, la isla se hundiría bajo el mar, con tales potencias luchando uno con el otro. Crueldad, era lo que sucedía en esos momentos. Los Marines se hundieron entre la mar de gente que estaba aún en la plaza. Para sus malas suertes, el futuro esperaba cosas peores para los pobres diablos que se quedasen en ese sitio. La hora de ejecución se acercaba, una nueva era daría comienzo, los testigos de aquel suceso solamente serían eso, testigos. No marcarían ni un antes ni un después. No importarían sus acciones, solo... si morían o no, para poder decir "He estado en la ejecución de Loguetown. He estado cerca de Jack Dralion Stark y he vivo para contarlo." Patéticas cucarachas que se arrastran bajo los pies de los grandes seres que los intimidan. Un solo pisotón, y adiós para siempre a todos esos sueños de poder, encuentros, fama y fortuna. Un solo soplido, y les dirían todos adiós a sus vidas...
Mientras tanto yo, llegaba al puerto, afortunadamente aún quedaban barcos de evacuación. Los Marines dieron el permiso para que subiéramos. Al fin, logré mirar hacia atrás, mientras el barco subía su puente y salía de allí echando leches. Sus velas blandeaban al viento intenso que se levantaba en el lugar. Era tal el grado de destrucción en esa isla, que ya no podía mirarla con los mismos ojos que una vez la miré. Pero especialmente, la niña. Se había quedado dormida. Entre llanto y tanto caos, al fin se adormeció, cansada de luchar. Pero su dolor no sería pasajero, el sueño solo sería un pequeño retardarte a lo inevitable. Su familia ya no estaba, aquellos que llamaba papá y mamá. Nunca más volverían, no por métodos convencionales, no hasta que ella igual se uniera a ellos en... donde quiera que estén ahora.
— Suerte han tenido de irse a tiempo... mira este caos. ¿Para qué? ... ¿Qué necesidad? — me decía un Marine que se me acercaba. Su apariencia denotaba que era simplemente un Recluta, que asistía allí en el barco por fines médicos u solamente para ayudar. Me le quedé mirando de reojo, mis ojos se veían cansados, sin vida. Pero hallé un hilo de voz para contestarle.
— Sí... no entiendo... — murmuré. Cerré los ojos por un momento y me apoyé en el mástil principal, aún teniendo en brazos a la niña, de la cual desconocía su nombre. Todo este tiempo con ella y me había apegado a su ser como si fuese indispensable para mí su soberana presencia.
— Bonita hija... se le nota cansada. ¿Quiere que le acompañe a una habitación? Hay muchas libres. — comentaba él, a lo que yo renegué por el primer comentario. Ningún parentesco sanguíneo teníamos nosotros dos e igual nos compararon. — No es mi hija... — contesté yo de un modo un tanto cortante, mirándole de reojo al entreabrir mis párpados. — Oh... ¿prima, nieta, hermana tal vez? — agregó a sus preguntas. Renegué de nuevo. Esta vez me separé del mástil, dejando que me guiara hacia la habitación que me dijo. El camarote era un tanto pequeño, pero poseía una cama lo suficientemente grande para mi, y también entraba la niña junto a mí. El joven se quedó tras el umbral de la puerta, mientras yo entraba con la niña en brazos. La recosté en la cama, tapándola con una frazada que estaba allí mismo. Le acaricié la cabeza mientras me ponía de cuclillas, mirándola fijo y disponiéndome a responder, sin mirar al Marine.
— Tampoco, no tenemos ningún lazo sanguíneo que nos una el uno con el otro, y no soy tan viejo... para ser abuelo. — hice una fugaz pausa en mis palabras antes de proseguir, soltando un profundo suspiro por mi nariz, aún acariciando la cabeza ajena. — Esta niña perdió a sus padres en Loguetown. Los encontramos muertos en el edificio Marine de dicha isla... He decidido cuidarla, por ahora... hasta que encuentre a más familiares que puedan con ella. Tranquilo, Marine... puedes retirarte, estaremos bien. — le dije en un tono de voz hasta amable, sin superioridad, ego ni nada por el estilo. Tan solo eso... tranquilidad. Un silencio sepulcral se hizo en el lugar, incómodo a decir verdad. El joven rubio Marine, con pecas en la mejillas que no medía más de un metro con setenta, asintió con la cabeza a la par que tragaba seco, duro, escuchándose eso inclusive en el silencio del mar. Luego, se retiró del umbral, dejando privacidad. ¿Cuántas vidas se llevaría consigo esta guerra? Sí, era una Guerra abiertamente. La ejecución de una pirata de tanto renombre solamente traería presencias poderosas, ¿yo qué podía pintar allí? Era solo un estorbo para las potencias. Ni a mí me apetecía estar allí, y ahora... mucho menos. Mi temple había sido mermado como si un fantasma hubiese cruzado mi pecho. Mi corazón, roto por la niña. Solo una sonrisa podría repararlo al instante... pero quien sabe cuánto tiempo, estaría ella sin sonreír de nuevo.
¿Cuánto tiempo más, estaríamos luchando en vano? Tantas muertes, tanta guerra, tanto dolor y sufrimiento, tantas familias rotas por la avaricia de aquellos que, como titiriteros, controlan a los inferiores... El barco siguió su rumbo, quien sabe cuando llegaríamos a tierra firme, tierra segura... quien sabe cuánto tiempo pasaría, antes de que la paz volviera al mundo tal y como lo recordábamos...
— Suerte han tenido de irse a tiempo... mira este caos. ¿Para qué? ... ¿Qué necesidad? — me decía un Marine que se me acercaba. Su apariencia denotaba que era simplemente un Recluta, que asistía allí en el barco por fines médicos u solamente para ayudar. Me le quedé mirando de reojo, mis ojos se veían cansados, sin vida. Pero hallé un hilo de voz para contestarle.
— Sí... no entiendo... — murmuré. Cerré los ojos por un momento y me apoyé en el mástil principal, aún teniendo en brazos a la niña, de la cual desconocía su nombre. Todo este tiempo con ella y me había apegado a su ser como si fuese indispensable para mí su soberana presencia.
— Bonita hija... se le nota cansada. ¿Quiere que le acompañe a una habitación? Hay muchas libres. — comentaba él, a lo que yo renegué por el primer comentario. Ningún parentesco sanguíneo teníamos nosotros dos e igual nos compararon. — No es mi hija... — contesté yo de un modo un tanto cortante, mirándole de reojo al entreabrir mis párpados. — Oh... ¿prima, nieta, hermana tal vez? — agregó a sus preguntas. Renegué de nuevo. Esta vez me separé del mástil, dejando que me guiara hacia la habitación que me dijo. El camarote era un tanto pequeño, pero poseía una cama lo suficientemente grande para mi, y también entraba la niña junto a mí. El joven se quedó tras el umbral de la puerta, mientras yo entraba con la niña en brazos. La recosté en la cama, tapándola con una frazada que estaba allí mismo. Le acaricié la cabeza mientras me ponía de cuclillas, mirándola fijo y disponiéndome a responder, sin mirar al Marine.
— Tampoco, no tenemos ningún lazo sanguíneo que nos una el uno con el otro, y no soy tan viejo... para ser abuelo. — hice una fugaz pausa en mis palabras antes de proseguir, soltando un profundo suspiro por mi nariz, aún acariciando la cabeza ajena. — Esta niña perdió a sus padres en Loguetown. Los encontramos muertos en el edificio Marine de dicha isla... He decidido cuidarla, por ahora... hasta que encuentre a más familiares que puedan con ella. Tranquilo, Marine... puedes retirarte, estaremos bien. — le dije en un tono de voz hasta amable, sin superioridad, ego ni nada por el estilo. Tan solo eso... tranquilidad. Un silencio sepulcral se hizo en el lugar, incómodo a decir verdad. El joven rubio Marine, con pecas en la mejillas que no medía más de un metro con setenta, asintió con la cabeza a la par que tragaba seco, duro, escuchándose eso inclusive en el silencio del mar. Luego, se retiró del umbral, dejando privacidad. ¿Cuántas vidas se llevaría consigo esta guerra? Sí, era una Guerra abiertamente. La ejecución de una pirata de tanto renombre solamente traería presencias poderosas, ¿yo qué podía pintar allí? Era solo un estorbo para las potencias. Ni a mí me apetecía estar allí, y ahora... mucho menos. Mi temple había sido mermado como si un fantasma hubiese cruzado mi pecho. Mi corazón, roto por la niña. Solo una sonrisa podría repararlo al instante... pero quien sabe cuánto tiempo, estaría ella sin sonreír de nuevo.
¿Cuánto tiempo más, estaríamos luchando en vano? Tantas muertes, tanta guerra, tanto dolor y sufrimiento, tantas familias rotas por la avaricia de aquellos que, como titiriteros, controlan a los inferiores... El barco siguió su rumbo, quien sabe cuando llegaríamos a tierra firme, tierra segura... quien sabe cuánto tiempo pasaría, antes de que la paz volviera al mundo tal y como lo recordábamos...
- Aclaraciones:
- Con esto dejo en claro a Señor Nat, que me salgo del Capítulo. Mucha suerte a todos los demás miembros que están participando en el evento.
Kaito Kazuki
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El joven cazador recibe una bofetada de la joven pelinaranja, bofetada merecida dada la actuación del espadachín, se había propasado con la joven, no sabe lo que le pudo incitar a hacer tal bajeza, pero eso no es lo que importa, la situación es crítica, la humareda se desvanece gracias a la ayuda de uno de los hijos pródigos del gremio, Sinclair, mientras uno de los nuevos integrantes de aquella formación en pos de la caza y los beneficios monetarios y personales solicita ayuda para rescatar a un hombre cuya pierna está atrapada debajo de una roca. Takeshi no tarda en llegar y destrozar la roca con suma facilidad, como si cortara una masa de viento en realidad, pues lleva tiempo usando las katanas y una roca no es nada comparado con lo que el joven se ha encontrado en su camino para fortalecerse. Sus ojos ahora se posan en todos y cada uno de los miembros de su gremio, que es más una familia que una organización. De pronto una sensación extraña inunda el cuerpo del joven, como si algo realmente malo estuviera por suceder en aquel lugar, algo que al joven sin ojos no le agrada. De pronto esa sensación se materializa en un hombre, de apariencia pirata, que cae en el centro de la plaza, al fijarse en sus pertenencias puede ver como porta una de las legendarias Saijo O Wazamono, una de las doce espadas más poderosas del mundo, un objetivo que codicia el joven espadachín, tomar posesión de uno de esos tesoros de la herrería aplicada a las espadas. Pero eso no es lo importante, lo importante es la presión que emana de ese sujeto, parece poseer un poder inalcanzable para el joven cazador, que cuando escucha lo que quiere el hombre se confirma, aquel hombre se presenta para retar a muerte a un hombre de poder inmedible, con fama de invicto, Jack Drallion Stark, lo que sería una verdadera batalla de titanes, pero también un auténtico peligro para todos los presentes.
|~Esto no es bueno, es más, es pésimo para la situación actual…~| Dice por lo bajo el joven cazador conforme se da la vuelta observando la situación, un rayo cae del cielo y es desviado hacia un grupo de gente por el espadachín que porta la preciosa katana. La tensión del ambiente empieza a acumularse, como si no hubiera suficiente con la presencia de los Shichibukais, el Almirante en Flota y la Yonkou tiene que aparecer un hombre que trasmite una sensación similar a la de la Yonkou sino peor. En ese momento el líder de la organización Ghost Leviatans se vuelve hacia sus compañeros, en su rostro la expresión fría de siempre oculta su enorme preocupación, pero no los dejaría morir, no si puede evitarlo. |~Chicos, es hora de salir de aquí, corred, seguidme lejos de estos hombres, la tensión y la energía que se presiente de ellos es tremenda.~| Dice el joven con una voz fría y calculadora, pero con una clara preocupación justo antes de emprender carrera a una velocidad asombrosa debido a su aumento pasivo de velocidad, en la fase A de la técnica Tengu. El joven espera que sus compañeros sigan la orden, es el único momento en el que ordena hasta el momento.
|~Esto no es bueno, es más, es pésimo para la situación actual…~| Dice por lo bajo el joven cazador conforme se da la vuelta observando la situación, un rayo cae del cielo y es desviado hacia un grupo de gente por el espadachín que porta la preciosa katana. La tensión del ambiente empieza a acumularse, como si no hubiera suficiente con la presencia de los Shichibukais, el Almirante en Flota y la Yonkou tiene que aparecer un hombre que trasmite una sensación similar a la de la Yonkou sino peor. En ese momento el líder de la organización Ghost Leviatans se vuelve hacia sus compañeros, en su rostro la expresión fría de siempre oculta su enorme preocupación, pero no los dejaría morir, no si puede evitarlo. |~Chicos, es hora de salir de aquí, corred, seguidme lejos de estos hombres, la tensión y la energía que se presiente de ellos es tremenda.~| Dice el joven con una voz fría y calculadora, pero con una clara preocupación justo antes de emprender carrera a una velocidad asombrosa debido a su aumento pasivo de velocidad, en la fase A de la técnica Tengu. El joven espera que sus compañeros sigan la orden, es el único momento en el que ordena hasta el momento.
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Después de ver una explosión mientras estaba en mi barco, pude dejar este aparcado cerca de los demás, como pude. No tenía ninguna prisa en aquellos momentos, todo aquel espectáculo me daba igual, me parecía una tontería montar tanta cosa para cortar el cuello a una pirata que a saber que había hecho en su vida para merecer todo aquello, por mucho que le diese vueltas a todo aquello, no lo entendía además de darme ganas de largarme de allí, pero la curiosidad ganaba en aquellos momentos.
Toqué por fin tierra, tras bajar de mi barco me preparé las cosas como mi arma y varios artilugios que creía que me serían de utilidad a la hora de dar una vuelta por allí. Empecé a caminar lentamente por allí ,todo estaba lleno de barcos y de oficiales de la marina que corrían de un lado a otro, parecía que no tenían todo preparado de la ejecución. Avanzaba mirado todo el rato a mi alrededor, todo era caos.
Finalmente llegué a la plaza del pueblo, allí todo parecía preparado, me notaba agobiado ya que había mucha gente por allí dando vueltas. Miré a un costado de la plaza, allí se encontraban mis compañeros del gremio y varias personas más. Me acerqué, saludé y me quedé mirando a todos lados callado y prestando atención a todo lo que pasaba a mi alrededor. No podía mantenerme tranquilo, no entendía porque. De repente miré a una base que habían creado exclusivamente para la ejecución, allí se encontraba aquella pirata a quien iba na matar y el Almirante de Flota, lo miré fijamente con una cara seria, éste hizo lo mismo. Cuando me miró me estremecí un poco.
De repente un gran estruendo hizo que la cosa fuese más interesante, creando una nube de polvo que agarró toda la plaza. Mantuve en todo momento mi mano izquierda en mi espada. Aunque no sería útil, ya que la mirada de ese hombre me dejó algo paralizado, no podía creer que al mirarle yo hiciese éste lo mismo esbozando una sonrisa ¿que podía suceder? Volví al mundo real, pude ver que el polvo ya no estaba y que varios trozos de piedras se situaban alrededor de los cazadores, maldita sea no me había enterado de nada de lo que había ocurrido.
Volví a mirar al almirante de flota, éste me volvió a mirar y esbozó una sonrisa. De repente en mi mente pasaron unas imágenes aterradoras, una gran guerra pasaba por mi cabeza, lo raro es que empecé a tener la sensación de que conocía aquella guerra y también me daba la sensación de que conocía desde hace mucho a ese hombre, ¿que leches pasaba? No entendía nada de lo que pasaba por mi cabeza, al momento pude ver otras imágenes, gente en una banda, destrozando marineford, no lo entendía.
A continuación pasó algo que hizo que volviese a ser yo mismo, un rayo de luz inundó la zona. Se podía ver a dos personas luchando, se notaba que tenían un potencial. A uno de ellos lo acababa de ver ahora mismo. Me estaba volviendo loco o eso pensaba, no entendía la mayoría de las cosas que estaban pasando en cuestión de segundos. Lo que me volvió a volver al mundo real fue una frase serie de mi capitán, una frase que nos salvaría la vida a todos.
Dave: Vayamos por el norte, lejos de la plaza, puede que no pillemos recompensas, pero mejor conservar la vida.
Toqué por fin tierra, tras bajar de mi barco me preparé las cosas como mi arma y varios artilugios que creía que me serían de utilidad a la hora de dar una vuelta por allí. Empecé a caminar lentamente por allí ,todo estaba lleno de barcos y de oficiales de la marina que corrían de un lado a otro, parecía que no tenían todo preparado de la ejecución. Avanzaba mirado todo el rato a mi alrededor, todo era caos.
Finalmente llegué a la plaza del pueblo, allí todo parecía preparado, me notaba agobiado ya que había mucha gente por allí dando vueltas. Miré a un costado de la plaza, allí se encontraban mis compañeros del gremio y varias personas más. Me acerqué, saludé y me quedé mirando a todos lados callado y prestando atención a todo lo que pasaba a mi alrededor. No podía mantenerme tranquilo, no entendía porque. De repente miré a una base que habían creado exclusivamente para la ejecución, allí se encontraba aquella pirata a quien iba na matar y el Almirante de Flota, lo miré fijamente con una cara seria, éste hizo lo mismo. Cuando me miró me estremecí un poco.
De repente un gran estruendo hizo que la cosa fuese más interesante, creando una nube de polvo que agarró toda la plaza. Mantuve en todo momento mi mano izquierda en mi espada. Aunque no sería útil, ya que la mirada de ese hombre me dejó algo paralizado, no podía creer que al mirarle yo hiciese éste lo mismo esbozando una sonrisa ¿que podía suceder? Volví al mundo real, pude ver que el polvo ya no estaba y que varios trozos de piedras se situaban alrededor de los cazadores, maldita sea no me había enterado de nada de lo que había ocurrido.
Volví a mirar al almirante de flota, éste me volvió a mirar y esbozó una sonrisa. De repente en mi mente pasaron unas imágenes aterradoras, una gran guerra pasaba por mi cabeza, lo raro es que empecé a tener la sensación de que conocía aquella guerra y también me daba la sensación de que conocía desde hace mucho a ese hombre, ¿que leches pasaba? No entendía nada de lo que pasaba por mi cabeza, al momento pude ver otras imágenes, gente en una banda, destrozando marineford, no lo entendía.
A continuación pasó algo que hizo que volviese a ser yo mismo, un rayo de luz inundó la zona. Se podía ver a dos personas luchando, se notaba que tenían un potencial. A uno de ellos lo acababa de ver ahora mismo. Me estaba volviendo loco o eso pensaba, no entendía la mayoría de las cosas que estaban pasando en cuestión de segundos. Lo que me volvió a volver al mundo real fue una frase serie de mi capitán, una frase que nos salvaría la vida a todos.
Dave: Vayamos por el norte, lejos de la plaza, puede que no pillemos recompensas, pero mejor conservar la vida.
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Aquel hombre que me había retado no sabía a lo que se enfrentaba, yo Jack Dralion Stark estaba invicto tras innumerables combates, los cuales había ganado siempre, el mundo no podía ofrecerme un reto digno y yo lo ignoraba hasta que este me lo diese, aunque había oído historias de Ken Kotei y sabía que era una persona poderosa ¿Pero sería lo suficiente para enfrentarme más de cinco minutos? Quería comprobarlo así que acepte su duelo y baje al suelo, aunque me mantuve flotando sobre el suelo, quería ver que era capaz de hacer el hombre.
Al parecer el primer ataque era para mí, así que prepare mi mejor golpe, estire los brazos mientras activaba de nuevo el Martillo del Alba y soltaba un gran arsenal de explosivos, entre los que se incluían cohetes, granadas, flechas Ka-Boom y rayos laser que caían destruyendo todo y como toque final el Martillo en medio de todas las explosiones, devastando todo el lugar por completo, aunque solo había empezado, pues me movía a Mach 2 hasta el, oyendo solamente el chasquido al sobrepasar la barrera del sonido e intentando golpearle con ambas manos en el cuerpo para disparar los láseres que tenía en las palmas de estos, así que haría el daño por la velocidad a la que iba más el de los láseres, sería lo suficiente para hacerle bastante daño.
Destrucción masiva + Láseres a Mach 2 [AS]
Al parecer el primer ataque era para mí, así que prepare mi mejor golpe, estire los brazos mientras activaba de nuevo el Martillo del Alba y soltaba un gran arsenal de explosivos, entre los que se incluían cohetes, granadas, flechas Ka-Boom y rayos laser que caían destruyendo todo y como toque final el Martillo en medio de todas las explosiones, devastando todo el lugar por completo, aunque solo había empezado, pues me movía a Mach 2 hasta el, oyendo solamente el chasquido al sobrepasar la barrera del sonido e intentando golpearle con ambas manos en el cuerpo para disparar los láseres que tenía en las palmas de estos, así que haría el daño por la velocidad a la que iba más el de los láseres, sería lo suficiente para hacerle bastante daño.
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El joven marine se dirige hacia la plaza donde había sonado una explosión, se disipa el polvo y vuelve a sonar otra detonación, lo que señala que nada bueno le aguarda al que se acerque, el joven decide darse la vuelta y marcharse en otro sentido, buscando estar a salvo de la destrucción que hay en la plaza donde será ejecutada la Yonkou, si es que sigue viva después de tanta explosión, el joven marine se dirige al cuartel de la marina, allí encontraría confort y buena comida, o eso espera pues su viaje ha sido de los más raro e incómodo de su vida. Un desafortunado encuentro con la tripulación de una Yonkaikyo, con la cual no tuvo un buen viaje e incluso sospecha de tener a uno de ellos tras de sí para matarlo.
Deadpool
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Mientras que cabalgamos con Ramona hacia el cuartel, saqué dos tarjetas de mi monedero de hello Kittye y se la entregue a Krauser.
Tras sentir con su mantra que ya había acabado de leer las dos tarjetas, se giró y cogió su tarjeta del CP.
- La otra te la puedes quedar ya que te veo algo tenso, Espero que no seas virgen, si es así te puedes entrenar con Ramona – Dio unos golpecitos con la mano en el lomo de la burra- y luego si quieres puedes catar a una mujer, pero te advierto que cuando la pruebes nunca será lo mismo una mujer – Se rió al mismo tiempo que hizo un gesto de azotes- Algún día te tengo que enseñar mi espectáculo del novio y la burra
Al poco tiempo de acabar de hablar Deadpool con el Contra- Almirante, apareció una persona que nuestro antiheroe conocía muy bien. Este era Uracha, un pirata con contactos revolucionarios que su cabeza valía 50 millones y no solo eso, también era un compañero de juergas de Deadpool.. Tenía que actuar rápido ya que Krauser era un alto cargo de la marina y seguramente conocía su cartel de Wanted.
“Mierda” - Pensó Deadpool- “ A un no se me a informado de mi misión, no se si tengo que destruir a toda fuerza hostil de esta isla, proteger a alguien , custodiar algo o ser mensajero. Tendré que ocuparme de el y luego enterarme de mi verdadera misión, no quiero mancharme las manos innecesariamente y menos por la sangre de un compañero de fiestas”
-Vaya vaya, que tenemos aquí... - Le guiñó a Uracha aprovechando que Krauser estaba a sus espaldas- “Espero que se aya dado cuenta y me siga el juego” Krauser, este es Uracha un pirata con 50 millones, la verdad es que el chico no es trigo limpio – Deadpool bajó de Ramona y miró al Contra-Almirante- Yo me ocuparé de este mierdecillas, yo que usted seguiría con Ramona hacia el cuartel, se le requiere urgentemente su presencia.
Deadpool dio un azote a Ramona con la intención de que echara a correr.
- 1º Tarjeta :
- 2º Tarjeta:
Tras sentir con su mantra que ya había acabado de leer las dos tarjetas, se giró y cogió su tarjeta del CP.
- La otra te la puedes quedar ya que te veo algo tenso, Espero que no seas virgen, si es así te puedes entrenar con Ramona – Dio unos golpecitos con la mano en el lomo de la burra- y luego si quieres puedes catar a una mujer, pero te advierto que cuando la pruebes nunca será lo mismo una mujer – Se rió al mismo tiempo que hizo un gesto de azotes- Algún día te tengo que enseñar mi espectáculo del novio y la burra
Al poco tiempo de acabar de hablar Deadpool con el Contra- Almirante, apareció una persona que nuestro antiheroe conocía muy bien. Este era Uracha, un pirata con contactos revolucionarios que su cabeza valía 50 millones y no solo eso, también era un compañero de juergas de Deadpool.. Tenía que actuar rápido ya que Krauser era un alto cargo de la marina y seguramente conocía su cartel de Wanted.
“Mierda” - Pensó Deadpool- “ A un no se me a informado de mi misión, no se si tengo que destruir a toda fuerza hostil de esta isla, proteger a alguien , custodiar algo o ser mensajero. Tendré que ocuparme de el y luego enterarme de mi verdadera misión, no quiero mancharme las manos innecesariamente y menos por la sangre de un compañero de fiestas”
-Vaya vaya, que tenemos aquí... - Le guiñó a Uracha aprovechando que Krauser estaba a sus espaldas- “Espero que se aya dado cuenta y me siga el juego” Krauser, este es Uracha un pirata con 50 millones, la verdad es que el chico no es trigo limpio – Deadpool bajó de Ramona y miró al Contra-Almirante- Yo me ocuparé de este mierdecillas, yo que usted seguiría con Ramona hacia el cuartel, se le requiere urgentemente su presencia.
Deadpool dio un azote a Ramona con la intención de que echara a correr.
- Si Krauser kiere:
Ramona echó a Correr tras el azote.
-¡Krauser, llámame cuando puedas a mi Den Den Mushi para indicarme los datos de mi misión!, ¡Recuerde marcar la carita sonriente, mi numero esta en la tarjeta! - Gritó a pleno pulmón mientra se alejaba-
Cuando se marchó de su campo de visión, miró a Uracha y le hizo un gesto circular con su dedo indice para dar a entender que me siguiera el juego. No debía hablar, no a un, ya que con su mantra a un notaba la presencia de Krauser y no se la quería jugar, por el Contra-Almirante o por cualquier otra persona de alrededor.
- Si Uracha me sigue el juego:
Sacó unas esposas rosas de una de sus mochilitas laterales colocadas en la cintura, estas esposas estaban rodeadas por una tela pomposa, eran las típicas esposas que encontrarías en un sex shop. Acto seguido usó el Soru y se colocó a las espaldas de Uracha y le propino una patada algo fuerte en la espalda para que este cayera de bruces al suelo pero sin causarle ningún daño superior a unos rasguños, después de caer de bruces, Deadpool se colocó encima de el y le puso las esposas por detras y le susurró al oido.
-Es mejor esto a que te capturen de verdad y te corten la cabeza -Dijo con tono serio-
Tras eso lo levantó de los brazos y lo llevó hasta un callejón, algunas de las casas del pueblo estaban abiertas, lo mas seguro es que la gran mayoría de los habitantes estuviesen en la plaza esperando la ejecución. Deadpool se adentro en una de las casas con las puertas abiertas del callejón y una vez dentro cerro la puerta y soltó a Uracha, se acercó a las ventanas las cerró y echo las cortinas, acto seguido se acercó a su “prisionero” y le quitó las esposas.
-Toda precaución es poca soy agente del gobierno recuerdalo, por hacer esto me la puedo jugar, por lo que te voy a cambiar la cara y yo me pondré con mi aspecto real – Susurro Deadpool-
Nuestro antiheroe sacó un Kid de maquillaje de su mochila y comenzó a maquillar a Uracha, tras cambiarle por completo la cara, Deadpool se marcho al cuarto de matrimonio de la familia y buscó por los armarios hasta que encontró un kimono negro.- Aspecto de Uracha:
- Solo la cara
“ A pasado 21 años sin que nadie aya visto mi verdadero rostro, desde que me marche del País de Wano nadie de fuera a visto mi rostro y mi verdadera personalidad” -Suspiro al pensar- “ Si no lo hago pondría en peligro la identidad de Deadpool, de todos modos, ni el gobierno conoce mi verdadero rostro”
Deadpool se quitó totalmente el traje y se pudo el kimono, colocó sus dos pistolas y sus dagas por dentro del kimono sin que se viera al igual que su cinturón con mochilas, cogió el traje de Deadpool y lo guardo dentro de las mochilitas, después de tener todo guardado se hizo una coleta alta como se acostumbraba hacer los samuráis de Wano y colocó sus 2 katanas en el lado izquierdo de su cintura con la ayuda del cinturón del kimono. Al acabar de vestirse tosió fuertemente e hizo varios sonidos con la garganta para ajustar su verdadero tono de voz, Deadpool salio del cuarto y fue caminando hacia Uracha.- Saito Shimen:
-Me llamo Saito Shimen y soy del País de Wano, este es mi verdadero aspecto y voz “Mashikaku” -Susurro Saito e hizo un gestos con sus dedos al decir el nuevo nombre encubierto de Uracha- Lo mejor sera salir de aquí por la puerta trasera e irnos a tomarnos algo, apropósito, nunca menciones mi verdadero nombre y nunca digas que yo soy Deadpool, si lo haces tendría que matarte, es algo muy importante, mantén el secreto Mashikaku por favor, la seguridad de mi país esta en juego. - Dijo susurrando-
Tras hablar Saito se escuchó una gran explosión a unos cuantos kilómetros de su posición
- Pero que... lo mejor sera salir de aquí
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Allí se encuentra el joven de cabellos púrpura, en el tejado tras el Almirante en Flota, vigilándole la retaguardia, junto a él sus compañros de Akai Ryu. De pronto su capitán, que se encuentra a su lado agachado observando todo lo que sucede en la plaza, se lanza al suelo al haber encontrado al niñato que juega a ser alguien al que tiene que proteger al tiempo que vigila las espaldas del Almirante en Flota, Kirito le ordena a Itami que se quede vigilando pero que si nota la posibilidad de peligro hacia su persona salga del lugar que él y acargará con las consecuencias, algo que no le agrada al pelivioleta, pero tiene demasiado que hacer como para desperdiciar su vida en aquel lugar. Es entonces que surge un conflicto entre dos hombres de apariencia feroz y destructiva, al ver al Shichibukai Jack Drallion Stark bajar al suelo el joven pirata intuye el peligro que corre en aquella posición, por lo que sin dudarlo se da la vuelta, y con una velocidad increíble se marcha de la plaza cumpliendo con lo mandado por su capitán.
Vongola Ryohei
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Tras salir del edificio logro llegar a la plaza donde se ve a un sujeto extraño disipando el polvo con unas extrañas alas pero no le doy más importancia, ahora lo que me importa es ver la situación y buscar un lugar de donde sacar algo de botín. Por lo pronto veo a una persona llegar herida a la plaza mientras que los demás entran en pánico pero al lado del sujeto de las alas se encuentra uno de los mayores cazadores de recompensa que existen, Takeshi Yamamoto. Sin embargo poco dura la búsqueda de botines y el análisis de la situación ya que el hombre que me encontré antes y quien me acercó a la isla reta a un tal Jack Dralion Stark y en ese momento baja un enorme ciborg a la plaza aceptando el reto. Nada más ver la estructura de esa bestia reconoce que quedarse en ese lugar es una locura pero su parte ingeniera arde en deseos de ver esa belleza en acción.
Entre la supervivencia y la curiosidad aparece una buena idea, me marcho del lugar lo más rápido que puedo alejándome a una distancia que creo prudente, colocándome en el tejado de una taberna para observar de lejos la actuación del robot.
Entre la supervivencia y la curiosidad aparece una buena idea, me marcho del lugar lo más rápido que puedo alejándome a una distancia que creo prudente, colocándome en el tejado de una taberna para observar de lejos la actuación del robot.
Tsang Yue
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El momento de la ejecución se acerca cada vez más, en lo alto del patíbulo se ve al Almirante en Flota, Kurokku, el verdugo de la Yonkou, agarrándola del cuello como si de un pato se tratara. La situación es verdaderamente histórica, normalmente no es el Almirante en Flota el que se ocupa de las ejecuciones, son casos excepcionales los que le hacen moverse para eliminar al criminal con sus propias manos. El lugar está lleno de agentes del gobierno, incluso el que tiene un pacto con el joven Etsu y otros cinco muchachos. Al cual el joven no puede ver pero tampoco tiene mucho tiempo para hacerlo, pues de pronto Jack Dralion Stark, el más poderoso de los Shichibukais empieza a descender de su posición al suelo para enfrentarse a un loco suicida que se atrevió a retarlo a un combate, en plena plaza y delante de todos. Pero el otro también tiene su fuerza pues logró desviar un rayo de Stark con una facilidad pasmosa, es entonces cuando el joven se percata del peligro que corre si permanece en aquel lugar, su pescuezo le importa demasiado como para arriesgarse a perder la vida por una boba batalla que ni le va ni le viene. De modo que decide darse la vuelta y marcharse corriendo lo más lejos posible de la plaza.
Flea
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Sinceramente tenía ganas de ver qué se encontraba detrás de todo esto. Objetos extraños, Zoan Artificiales en la mesa, las cuales me gustaría ponerlas en mis katanas, pero ¿habría algo más detrás de alguna de las dos puertas que se me presentaban?
El grito que había hecho antes había sido en vano. Es más, sólo sirvió para hacerles saber a las voces que escuchaba en una de las dos puertas que un intruso había encontrado su escondite bajo un árbol, y había entrado, por mera curiosidad.
La duda había entrado y cubierto todo mi cerebro. Sólo pensaba en esto ahora mismo. Qué me depararía y qué personas me encontraría luego de cruzar alguna de las dos puertas. Tan centrado estaba en aquello, que poca importancia le di a un tal Jeremy que pedía un duelo con un gran Shichibukai.
La cuestión era que, las voces las escuchaba, pero nunca tuve un buen sentido de la escucha, por lo que no sabía qué puerta había que cruzar para encontrarlos. Me la jugué por la que estaba frente mío, esta vez, sin seguir la secuencia que las otras veces.
Pateé la puerta, envainando una sola de mis katanas, y acomodando la mochila con las Akumas que tenía en las espaldas. Esta vez preferí no gritar para no causar pánico. Ya había cruzado la puerta, ¿Que peripecias me esperarían?
El grito que había hecho antes había sido en vano. Es más, sólo sirvió para hacerles saber a las voces que escuchaba en una de las dos puertas que un intruso había encontrado su escondite bajo un árbol, y había entrado, por mera curiosidad.
La duda había entrado y cubierto todo mi cerebro. Sólo pensaba en esto ahora mismo. Qué me depararía y qué personas me encontraría luego de cruzar alguna de las dos puertas. Tan centrado estaba en aquello, que poca importancia le di a un tal Jeremy que pedía un duelo con un gran Shichibukai.
La cuestión era que, las voces las escuchaba, pero nunca tuve un buen sentido de la escucha, por lo que no sabía qué puerta había que cruzar para encontrarlos. Me la jugué por la que estaba frente mío, esta vez, sin seguir la secuencia que las otras veces.
Pateé la puerta, envainando una sola de mis katanas, y acomodando la mochila con las Akumas que tenía en las espaldas. Esta vez preferí no gritar para no causar pánico. Ya había cruzado la puerta, ¿Que peripecias me esperarían?
[Acción: Continuar recto]
pannini69
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LLegó a la ciudad tras correr durante lo que le pareció una eternidad. Mucha gente corría de un lado a otro, asustados por lo que ocurría varios metros más adelante. "-Se va a desatar una guerra" declaraba una mujer acompañada de su hija y de un anciano. "-Los marines van a ejecutar a una gran personalidad" escuchó decir a un panadero, que corría hacia su tienda para poner los víveres a salvo.
Recibió una orden de su superior; encontrar a su compañero Takeru. El primer pensamiento que le vino a la cabeza fue que pudiera estar en peligro.
"-Quizás traten de robarnos los explosivos para utilizarlos contra la población...o que se yo..."
Absorto en sus pensamientos mientras caminaba, se chocó contra un marine que venía de frente. Al no ir muy rápido no resultaron derribados, pero el marine dirigió una mirada hosca al joven revolucionario, que levantaba la cabeza y la ladeaba divertido.
-Lo siento, marine, andaba pensando en otra cosa-dijo Hiren esbozando una sonrisa.
La respuesta no convenció al marine, que sacó una de sus pistolas reglamentarias y apuntó al revolucionario con ella.
-¡ERES TÚ, EL BASTARDO CON 50 MILLONES DE RECOMPENSA! ¡A MÍ LA GUARDIA!-gritaba a viva voz, causando el revuelo en la zona y que muchos curiosos se acercaran a su posición.
Hiren seguía ahí plantado, confundido por lo que pasaba. Muchos civiles cerca, pero más cerca aún estaban los marines y cazarrecompensas. Le habían contado que aquello era un hervidero de brazos en pos de la justicia gubernamental y propensos a iniciar batallas con las que ganarse un rago en el escalafón marine.
-Creo que será mejor que cierres la boca-inquirió Hiren, enfadado por el comportamiento escandaloso del marine. Con las manos desnudas, lanzó un directo a la cara de su adversario, que cayó redondo al suelo, con cientos de pajaritos revoloteando a su alrrededor. Pero era demasiado tarde. La noticia de su recompensa había viajado por todos los rincones de aquel barrio, y una gran marea de marines y cazadores se dirigía a su posición. Hiren se besó los nudillos como quien cura a un niño pequeño tras un golpe y decidió salir por patas. Echó a correr por el callejon que se dirigía a la derecha, y tras recorrerlo se unió a la calla principal. Una fila de enemigos lo seguía sin descanso, así que en el momento que Hiren dobló la siguiente esquina de la calle, aprovechó para transformarse en una mancha negra en el suelo. Sus perseguidores pasaron al lado sin hacerle caso. A los pocos segundos volvió a la normalidad, y observó como se alejaban, confundidos por el esquivo que les había hecho.
-Aún estoy hecho un mozo-dijo para sus adentros.
Por casualidades de la vida se encontraba en frente de la taberna donde se encontraba Takeru. "-Me dijo que estaba aquí, veré que demonios ha pasado". AVanzó entre la multitud que deambulaba de un lado para otro y llegó a la puerta del local. La abrió lentamente y asomó la cabeza. Allí estaba, junto a varias preciosas mujeres y un tipo de pelo blanco. "Su cara me resulta familiar"... trató de recordar quien era, y se acordó de un antiguo revolucionario que, según decían sus compañeros, se quitó de la armada para convertirse en pirata. Hiren avanzó para entrar en la taberna, mientras se dirigía cordialmente al grupo de personas.
-Está lloviendo, así que me guareceré aquí. ¿Tú eres Legim? Tienes una cara bastante divertida, y según dicen formabas parte de la armada revolucionaria-utilizó un tono que dejaba ver que no confiaba demasiado en él.-Me gustaría saber tus razones, claro está, cuando tengas un momento. ¿Eres tú Takeru?-preguntó señalándole con la mano derecha, realizando poco después una especie de saludo cordial.-Ponme al día compañero, tenemos que organizar muchas cosas, como tratar de salvar a la pirata... aunque me temo que será bastante complicado-dijo conforme cerraba la puerta de la entrada, observando como unas pequeñas pelotas de hielo comenzaban a caer del cielo. "Se acerca el invierno" pensó divertido.
-Vamos, os prepararé algo de comer, solo sáquenme ingredientes y os haré lo que queráis-. Se dirigió a la cocina, tratando de coger un par de sartenes para ponerse a cocinar...
Recibió una orden de su superior; encontrar a su compañero Takeru. El primer pensamiento que le vino a la cabeza fue que pudiera estar en peligro.
"-Quizás traten de robarnos los explosivos para utilizarlos contra la población...o que se yo..."
Absorto en sus pensamientos mientras caminaba, se chocó contra un marine que venía de frente. Al no ir muy rápido no resultaron derribados, pero el marine dirigió una mirada hosca al joven revolucionario, que levantaba la cabeza y la ladeaba divertido.
-Lo siento, marine, andaba pensando en otra cosa-dijo Hiren esbozando una sonrisa.
La respuesta no convenció al marine, que sacó una de sus pistolas reglamentarias y apuntó al revolucionario con ella.
-¡ERES TÚ, EL BASTARDO CON 50 MILLONES DE RECOMPENSA! ¡A MÍ LA GUARDIA!-gritaba a viva voz, causando el revuelo en la zona y que muchos curiosos se acercaran a su posición.
Hiren seguía ahí plantado, confundido por lo que pasaba. Muchos civiles cerca, pero más cerca aún estaban los marines y cazarrecompensas. Le habían contado que aquello era un hervidero de brazos en pos de la justicia gubernamental y propensos a iniciar batallas con las que ganarse un rago en el escalafón marine.
-Creo que será mejor que cierres la boca-inquirió Hiren, enfadado por el comportamiento escandaloso del marine. Con las manos desnudas, lanzó un directo a la cara de su adversario, que cayó redondo al suelo, con cientos de pajaritos revoloteando a su alrrededor. Pero era demasiado tarde. La noticia de su recompensa había viajado por todos los rincones de aquel barrio, y una gran marea de marines y cazadores se dirigía a su posición. Hiren se besó los nudillos como quien cura a un niño pequeño tras un golpe y decidió salir por patas. Echó a correr por el callejon que se dirigía a la derecha, y tras recorrerlo se unió a la calla principal. Una fila de enemigos lo seguía sin descanso, así que en el momento que Hiren dobló la siguiente esquina de la calle, aprovechó para transformarse en una mancha negra en el suelo. Sus perseguidores pasaron al lado sin hacerle caso. A los pocos segundos volvió a la normalidad, y observó como se alejaban, confundidos por el esquivo que les había hecho.
-Aún estoy hecho un mozo-dijo para sus adentros.
Por casualidades de la vida se encontraba en frente de la taberna donde se encontraba Takeru. "-Me dijo que estaba aquí, veré que demonios ha pasado". AVanzó entre la multitud que deambulaba de un lado para otro y llegó a la puerta del local. La abrió lentamente y asomó la cabeza. Allí estaba, junto a varias preciosas mujeres y un tipo de pelo blanco. "Su cara me resulta familiar"... trató de recordar quien era, y se acordó de un antiguo revolucionario que, según decían sus compañeros, se quitó de la armada para convertirse en pirata. Hiren avanzó para entrar en la taberna, mientras se dirigía cordialmente al grupo de personas.
-Está lloviendo, así que me guareceré aquí. ¿Tú eres Legim? Tienes una cara bastante divertida, y según dicen formabas parte de la armada revolucionaria-utilizó un tono que dejaba ver que no confiaba demasiado en él.-Me gustaría saber tus razones, claro está, cuando tengas un momento. ¿Eres tú Takeru?-preguntó señalándole con la mano derecha, realizando poco después una especie de saludo cordial.-Ponme al día compañero, tenemos que organizar muchas cosas, como tratar de salvar a la pirata... aunque me temo que será bastante complicado-dijo conforme cerraba la puerta de la entrada, observando como unas pequeñas pelotas de hielo comenzaban a caer del cielo. "Se acerca el invierno" pensó divertido.
-Vamos, os prepararé algo de comer, solo sáquenme ingredientes y os haré lo que queráis-. Se dirigió a la cocina, tratando de coger un par de sartenes para ponerse a cocinar...
Joseph Leto
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El pelirrojo tras mucho caminar no se encuentra con absolutamente nadie, está más cabreado que nuca ya que no encuentra a la niñata que le lanzó una ardilla a la cara cuando él solo quería ayudarla. Sus ojos rebosan rabia, ira y odio. Sus pasos lo llevan por las calles donde resuena otra explosión, ahora tiene que decidir si ayudar a los heridos o ir a mirar la zona del bosque, la cual parece ser ignorada por todos. El joven sargento se decide por investigar el bosque por lo que se encamina hacia él decidido a averiguar si ocurre algo allí.
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El peliblanco escucha una segunda explosióne en la plaza, su vida parece estar en peligro de muerte y eso no le agrada para nada, su apodo se debe a que él lleva la muerte a los demás, no a que la muerte le asole en cualquier momento. Sus pasos son veloces pese a la enorme espada que porta consigo, y estos le llevan a la ciudad, lejos de la plaza, buscando algo que pueda entretenerle sin ponerle en peligro de muerte como es estar en aquella plaza donde el más fuerte de los Shichibukai y un extraño pero poderoso hombre se están batiendo en duelo, un duelo letal para todo el que permanezca cerca, pues el poder destructivo del Shichibukai tiene una fama inmensa, se dice que puede llegar a destruir una isla si se lo propone, y como al albino no le apetece irse al otro barrio sale por patas de aquella zona de guerra.
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