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León Zaid
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Las casas en Bighorn eran desde luego particulares, lejos de ser como las clásicas casas estas tenían un diseño diferente, hecho a conciencia para evitar que la nieve se acumulase en los tejados, de acumularse podrían acabar rompiéndolos por el peso, cosa que nadie quería que sucediese en su casa.
El Reino de Sakura era un sitio que siempre quise visitar, totalmente opuesto a mi ciudad de origen, allí todo era desierto árido y cálido, mientras que en este lugar todo era nieve fría, con gente totalmente opuesta a esa sensación térmica, gente amable y simpática que ayudaban al prójimo si lo veían en problemas fuesen cuales fuesen. Este había sido un territorio muy atacado en sus años, la tripulación de la famosa banda Barbanegra les había atacado en sus inicios quemándolo todo, y luego su rey regresó dando mas problemas que soluciones, hasta la llegada del pasado rey de los piratas todo esto era una tierra de sufrimiento y dolor, quizás por eso ahora son tan amables, agradecidos por ese cambio tan notable que vivieron.
A lo lejos podía divisar las famosas montañas, y justo encima el gran castillo del reino. Cuenta la leyenda que una vez florecieron hojas de sakura de ese mismo lugar, un hecho prácticamente imposible según la ciencia y hasta la lógica mas básica, allí jamás se vería un árbol de sakura.
Pude divisar entre mis pensamientos un bar justo frente a mis narices, que según pude observar desde fuera disponía de una chimenea que estaba encendida en este preciso instante. Sin dilación alguna entré y pedí un Vozka sentándome en una silla cerca de la barra. Había poca gente en el lugar, y un hombre ya algo mayor tocaba el piano regalándonos una música ambiental bastante atractiva.
En esta ocasión no tenía ninguna misión en concreto, solo me dijeron que pasase unos días libres en el reino de Sakura, era un método extraño de dar vacaciones pero efectivo, pues si sucedía algo allí podríamos enterarnos e informar rápido al gobierno, de manera que tenía varias islas controladas sin gastarse mas dinero que nuestra comida diaria y una pensión en un hostal barato, poco más. Por ahora, había mucho ciudadanos, y sus animales eran impresionantes, pero nada de relativo interés para el gobierno, así que estas estaban siendo unas vacaciones muy pasivas y relajadas. Perfecto para disfrutar de algunos buenos tragos, descansar y planificar mejor todo lo que tenía en mente.
El Reino de Sakura era un sitio que siempre quise visitar, totalmente opuesto a mi ciudad de origen, allí todo era desierto árido y cálido, mientras que en este lugar todo era nieve fría, con gente totalmente opuesta a esa sensación térmica, gente amable y simpática que ayudaban al prójimo si lo veían en problemas fuesen cuales fuesen. Este había sido un territorio muy atacado en sus años, la tripulación de la famosa banda Barbanegra les había atacado en sus inicios quemándolo todo, y luego su rey regresó dando mas problemas que soluciones, hasta la llegada del pasado rey de los piratas todo esto era una tierra de sufrimiento y dolor, quizás por eso ahora son tan amables, agradecidos por ese cambio tan notable que vivieron.
A lo lejos podía divisar las famosas montañas, y justo encima el gran castillo del reino. Cuenta la leyenda que una vez florecieron hojas de sakura de ese mismo lugar, un hecho prácticamente imposible según la ciencia y hasta la lógica mas básica, allí jamás se vería un árbol de sakura.
Pude divisar entre mis pensamientos un bar justo frente a mis narices, que según pude observar desde fuera disponía de una chimenea que estaba encendida en este preciso instante. Sin dilación alguna entré y pedí un Vozka sentándome en una silla cerca de la barra. Había poca gente en el lugar, y un hombre ya algo mayor tocaba el piano regalándonos una música ambiental bastante atractiva.
En esta ocasión no tenía ninguna misión en concreto, solo me dijeron que pasase unos días libres en el reino de Sakura, era un método extraño de dar vacaciones pero efectivo, pues si sucedía algo allí podríamos enterarnos e informar rápido al gobierno, de manera que tenía varias islas controladas sin gastarse mas dinero que nuestra comida diaria y una pensión en un hostal barato, poco más. Por ahora, había mucho ciudadanos, y sus animales eran impresionantes, pero nada de relativo interés para el gobierno, así que estas estaban siendo unas vacaciones muy pasivas y relajadas. Perfecto para disfrutar de algunos buenos tragos, descansar y planificar mejor todo lo que tenía en mente.
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El Reino de Sakura, una isla donde siempre es invierno, siempre está nevando. Me hallaba en Bighorn, el pueblo de este bello reino. Me maravillaban las casas, muy rurales con aquellos tejados especiales para que la nieve no se acumule y se derrumbe el techo.
Luego estaban las famosas montañas, la de en medio es la más grande, donde se encuentra el castillo del reino y en el que, una vez, según lo que he podido leer en los libros, florecieron hojas de sakura. De pequeña siempre quise venir para poder ver la montaña e imaginarme aquel fenómeno hermoso a la vez que raro... Seguía embelesada, estar en este sitio era mágico y no me daba cuenta de que la gente no paraba de mirarme ¿Por qué será?...Hasta que me di cuenta, que la ropa que llevaba no era la adecuada para este lugar y empezaba a congelarme. Me abrazaba a mi misma para entrar un poco en calor pero no servía de nada. Se me acercó una señora mayor y me puso una manta en los hombros, aquel gesto me dejó sin habla.
-Muchas gracias, señora. Que amable es usted. -dije con una sonrisa-
-Mujer mayor: No hay de que, cariño pero la próxima vez ponte algo más que abrigue jeje.
La amabilidad de aquella señora y ese cariño me recordó a mi madre. Le mostré otra sonrisa como muestra de agradecimiento, otra vez. La manta me hizo entrar un poco en calor pero aun tenia frio, así que caminé hasta encontrar un bar. Vi el primer bar, miré por la venta y tenía una chimenea. No me lo pensé dos veces y entré como un rayo. Al abrir la puerta, me fije que todo el mundo me miraba... No me extrañaba, ver una chica con ropa ligera, con una manta encima y congelada de frío no se ve todos los días. Caminé como un pingüino hasta la mesa más cercana a la chimenea. Me senté y pedí una cerveza.
Mientras esperaba, me quedé mirando las llamas de la chimenea. Me recordaron a aquellos días cuando hacia mucho frio en mi tierra natal. En la casa donde vivía, mi padre encendía la chimenea siempre que nevaba o hacia muchísimo frío y nos juntabamos en familia, todos juntos delante del fuego. Con esos recuerdos en mente, se me escapo una sonrisa tonta y no me di cuenta que ya me habían traído la cerveza.
Miré al camarero y le di las gracias con una amplia sonrisa. Mientras bebía, miraba el interior del bar, era muy acogedor, no había mucha gente y había un señor tocando el piano. Me relaje en la silla y deje que aquella melodía más el calor del fuego, entrara por los poros de mi cuerpo y me lleve a otro mundo.
Luego estaban las famosas montañas, la de en medio es la más grande, donde se encuentra el castillo del reino y en el que, una vez, según lo que he podido leer en los libros, florecieron hojas de sakura. De pequeña siempre quise venir para poder ver la montaña e imaginarme aquel fenómeno hermoso a la vez que raro... Seguía embelesada, estar en este sitio era mágico y no me daba cuenta de que la gente no paraba de mirarme ¿Por qué será?...Hasta que me di cuenta, que la ropa que llevaba no era la adecuada para este lugar y empezaba a congelarme. Me abrazaba a mi misma para entrar un poco en calor pero no servía de nada. Se me acercó una señora mayor y me puso una manta en los hombros, aquel gesto me dejó sin habla.
-Muchas gracias, señora. Que amable es usted. -dije con una sonrisa-
-Mujer mayor: No hay de que, cariño pero la próxima vez ponte algo más que abrigue jeje.
La amabilidad de aquella señora y ese cariño me recordó a mi madre. Le mostré otra sonrisa como muestra de agradecimiento, otra vez. La manta me hizo entrar un poco en calor pero aun tenia frio, así que caminé hasta encontrar un bar. Vi el primer bar, miré por la venta y tenía una chimenea. No me lo pensé dos veces y entré como un rayo. Al abrir la puerta, me fije que todo el mundo me miraba... No me extrañaba, ver una chica con ropa ligera, con una manta encima y congelada de frío no se ve todos los días. Caminé como un pingüino hasta la mesa más cercana a la chimenea. Me senté y pedí una cerveza.
Mientras esperaba, me quedé mirando las llamas de la chimenea. Me recordaron a aquellos días cuando hacia mucho frio en mi tierra natal. En la casa donde vivía, mi padre encendía la chimenea siempre que nevaba o hacia muchísimo frío y nos juntabamos en familia, todos juntos delante del fuego. Con esos recuerdos en mente, se me escapo una sonrisa tonta y no me di cuenta que ya me habían traído la cerveza.
Miré al camarero y le di las gracias con una amplia sonrisa. Mientras bebía, miraba el interior del bar, era muy acogedor, no había mucha gente y había un señor tocando el piano. Me relaje en la silla y deje que aquella melodía más el calor del fuego, entrara por los poros de mi cuerpo y me lleve a otro mundo.
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Una joven bastante peculiar había entrado en el lugar, una chica que venía con poca ropa pero un enorme abrigo encima de ella enrollada a su alrededor como si de una serpiente atrapando a su presa se tratara. Reconozco que no lo esperaba y me hizo reír un poco, pero pensaba en ir a ayudarla un poco y ser caballeroso cuando la mujer pidió una cerveza. Los hombres del lugar se reían un poco y no era para menos, ¿A quién se le ocurre pedir eso estando así?
- Camarero, deme dos vasos de coñac por favor. - Pedí rápido con una sonrisa ligera y me quité el abrigo doblándolo delicadamente en mi brazo.
Una vez que llegó el pedido comencé a caminar hacia la mesa de la joven y deposité en la mesa los dos vasos, dejando el mas cargado a mi lado por si las moscas.
- Buenos días señorita, permita que la ayude un momento por favor.
Sin esperar respuesta estiré mi abrigo y lo puse alrededor de sus piernas cubriéndolas y frotando sobre el abrigo para que entrase en algo de calor rápido.
- No piense que me estoy aprovechando por favor, solo quiero que entre rápido en calor y que no muera aquí mismo ¿Se imagina el papeleo que habría que hacer? Luego el traslado del cuerpo, los testimonios, etc... buff, mucho lío, ¿No cree?
Reí un poco y me senté en mi sitio señalando el vaso de coñac que había frente a la chica al tiempo que cogía el mío sonriente.
- Bebe, me da igual que no te guste el alcohol, te quitará todo el calor aquí dentro en unos minutos.
Di un trago para bebérmelo rápido y pude notar como ardía mi garganta haciendo que estuviese a una temperatura óptima al instante.
- Ah, ¡Que bien se siente! Adelante, ahora tu. - Dije animado para que la chica diese el trago y entrase en calor rápido.- Por cierto, mi nombre es León, León Zaid ¿Y el tuyo? Cuénteme, ¿Qué le trajo por estas tierras?
- Camarero, deme dos vasos de coñac por favor. - Pedí rápido con una sonrisa ligera y me quité el abrigo doblándolo delicadamente en mi brazo.
Una vez que llegó el pedido comencé a caminar hacia la mesa de la joven y deposité en la mesa los dos vasos, dejando el mas cargado a mi lado por si las moscas.
- Buenos días señorita, permita que la ayude un momento por favor.
Sin esperar respuesta estiré mi abrigo y lo puse alrededor de sus piernas cubriéndolas y frotando sobre el abrigo para que entrase en algo de calor rápido.
- No piense que me estoy aprovechando por favor, solo quiero que entre rápido en calor y que no muera aquí mismo ¿Se imagina el papeleo que habría que hacer? Luego el traslado del cuerpo, los testimonios, etc... buff, mucho lío, ¿No cree?
Reí un poco y me senté en mi sitio señalando el vaso de coñac que había frente a la chica al tiempo que cogía el mío sonriente.
- Bebe, me da igual que no te guste el alcohol, te quitará todo el calor aquí dentro en unos minutos.
Di un trago para bebérmelo rápido y pude notar como ardía mi garganta haciendo que estuviese a una temperatura óptima al instante.
- Ah, ¡Que bien se siente! Adelante, ahora tu. - Dije animado para que la chica diese el trago y entrase en calor rápido.- Por cierto, mi nombre es León, León Zaid ¿Y el tuyo? Cuénteme, ¿Qué le trajo por estas tierras?
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Mi sueño despierto fue interrumpido por un ruido de dos vasos depositandose sobre la mesa y la voz de un hombre pidiendome permiso para ayudarme ¿Ayudarme en qué? No le di mucha importancia hasta que puso, lo que parecía su abrigo, sobre mis piernas para luego enrollarla y frotar sobre este. Ese acto me sorprendió. Le miré con mala cara, los hombres no suelen ser tan caballerosos sin algo a cambio.
-No piense que me estoy aprovechando por favor, solo quiero que entre rápido en calor y que no muera aquí mismo ¿Se imagina el papeleo que habría que hacer? Luego el traslado del cuerpo, los testimonios, etc... buff, mucho lío, ¿No cree?
Lo qué me faltaba, un siervo del gobierno. Viva mi grandísima y puñetera suerte... Este hombre habla más que una cotorra. Me señaló el vaso y me dijo que beba, y que le daba igual si no me gustaba el alcohol... ese comentario hizo que se me originara un "tic" en el ojo. Como se nota que no me conoce. Cogí el vaso que tenia delante, lo miré con una pequeña mueca de asco. Me gusta el alcohol pero otra cosa es que me guste el coñac. El hombre se lo bebió de un trago...
-Ah, ¡Que bien se siente! Adelante, ahora tu. Por cierto, mi nombre es León, León Zaid ¿Y el tuyo? Cuénteme, ¿Qué le trajo por estas tierras?
El "tic" de mi ojo se fue intensificando. Levanté el vaso, lo acerqué a mi nariz para olerlo y la cara de asco que puse, lo decía todo. Aún así, me lo llevé a la boca y me lo bebí de un trago. El coñac pasaba por mi garganta quemándola y empecé a toser como si de mi primer cigarro se tratara.
-¡Cof! ¡Cof! Me llamo Kidaih ¡Cof! Kidaihla Donquixote pero dime Kidah ¡Cof! Encantada de conocerle. Nunca más volveré a beber esto... Y estoy de paso, voy de isla en isla, buscando alguna tripulación en la que unirme ¿Y usted por qué está aquí?.
-No piense que me estoy aprovechando por favor, solo quiero que entre rápido en calor y que no muera aquí mismo ¿Se imagina el papeleo que habría que hacer? Luego el traslado del cuerpo, los testimonios, etc... buff, mucho lío, ¿No cree?
Lo qué me faltaba, un siervo del gobierno. Viva mi grandísima y puñetera suerte... Este hombre habla más que una cotorra. Me señaló el vaso y me dijo que beba, y que le daba igual si no me gustaba el alcohol... ese comentario hizo que se me originara un "tic" en el ojo. Como se nota que no me conoce. Cogí el vaso que tenia delante, lo miré con una pequeña mueca de asco. Me gusta el alcohol pero otra cosa es que me guste el coñac. El hombre se lo bebió de un trago...
-Ah, ¡Que bien se siente! Adelante, ahora tu. Por cierto, mi nombre es León, León Zaid ¿Y el tuyo? Cuénteme, ¿Qué le trajo por estas tierras?
El "tic" de mi ojo se fue intensificando. Levanté el vaso, lo acerqué a mi nariz para olerlo y la cara de asco que puse, lo decía todo. Aún así, me lo llevé a la boca y me lo bebí de un trago. El coñac pasaba por mi garganta quemándola y empecé a toser como si de mi primer cigarro se tratara.
-¡Cof! ¡Cof! Me llamo Kidaih ¡Cof! Kidaihla Donquixote pero dime Kidah ¡Cof! Encantada de conocerle. Nunca más volveré a beber esto... Y estoy de paso, voy de isla en isla, buscando alguna tripulación en la que unirme ¿Y usted por qué está aquí?.
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La joven parecía algo confusa e incluso me atrevería a decir que incómoda con mis acciones, algo que me preocupó un poco cuando yo solo quería ser algo amable con ella, un simple gesto de caballero. Ella era de cabellos rojos como el fuego y su mirada también parecía ardiente, unos rasgos físicos que me llamaron la atención por su rareza y tenía ganas de conocerla mejor ¿Sería su carácter tan ardiente?
Al final de todos mis actos y mis palabrerías pensaba que iba a permanecer callada e impasible, pero por fortuna para mi la joven se presentó entre tosidos, momento en el cual me di cuenta de que era palpable su falta de costumbre a consumir aquella bebida tan ardiente como su mirada, pero no era algo que me importase teniendo en cuenta que lograría mi cometido de calentar su cuerpo al menos unos grados, la excusa de antes era una simple broma para romper el hielo, sin embargo no había resultado efectiva para nada, hasta parecía mas seria y distante que al comienzo tras aquello, sin embargo pronto dejé de lado esa preocupación cuando por fin empezó a hablar, dijo su nombre completo sin ningún tipo de reparo continuando con la explicación de qué hacía allí y algún que otro detalle, pero no pude prestar atención a lo que dijo a partir de su apellido, Donquixote. Con cautela miré a los lados para ver si alguien nos había oído y por fortuna no fue así, una suerte. Lentamente me incliné hacia ella sin levantarme de la silla y la miré a los ojos totalmente serio.
- No se te vuelva a ocurrir decir tu apellido en público, menos a desconocidos... ¿No eres consciente de lo que te puede hacer la gente si sabe de tu apellido? Debes mantenerlo oculto...
Volví a mirar a los lados notablemente nervioso, estaba de vacaciones y mi entrenamiento lo reduje para disfrutar mas del día a día, por lo que no estaba al 100% para batallear contra asesinos rencorosos en estos momentos. Una vez comprobado me acerqué a ella un poco mas con sigilo y cautela.
- Yo también soy descendiente de Donquixote... de hecho pertenezco a la rama principal, pero mi familia por precaución cambió el apellido hace dos generaciones... hay gente que quiere ver muerto a los Donquixote por solo llevar ese apellido, tenemos multitud de beneficios si sabemos utilizar el apellido, pero también tenemos multitud de enemigos... -Dije sin dejar de observar a los lados con disimulo. - Debes de ser algo así como una prima mía, por lo que siendo respetuoso contigo te lo advierto, no vuelvas a presentarte jamás como Doflamingo, o acabaras huyendo de personas muy peligrosas... hasta que te den caza y te asesinen de la peor manera que se les ocurra.
Me separé soltando un suspiro de tensión y encendí rápido un cigarro, necesitaba soltar todo lo que tenía dentro con una buena calada. Al mismo tiempo miraba de reojo todo el lugar y a la chica en cuestión, había nacido con una lacra que no merecía llevar, y por fortuna hasta el día de hoy no le perjudicó, mas eso no quiere decir que siga así para siempre.
Soltando humo de mis labios tras una gran calada observé como este se disipó por completo en el tejado. Nada más terminar el cigarro lo tiré al fuego viendo como las llamas lo consumían con rapidez.
- El mundo es cruel Kidaih... debemos de protegernos de cualquier amenaza que aparezca sin confiar en nadie... ni siquiera confíes en mi ahora que te digo todo esto... podría ser un asesino de los Donquixote que está esperando que bajes la guardia para matarte sin testigos... aunque bueno... viendo lo ignorante que eras respecto al tema supongo que hasta el día de hoy no te pasó nada... quizás sea por ser de una familia lejana que nunca te vaya a pasar nada, pero nunca se sabe Kidaih... ten cuidado. Y por supuesto, no reveles nunca quien soy yo, para todo el mundo soy León Zaid por cierto, encantado. Ah, y trabajo para la Chiper Pol, un grupo gubernamental de cazadores por así decirlo, pero no te preocupes, ahora estoy de vacaciones... y si alguna vez te veo en servicio te dejare huir misteriosamente, tranquila. Solo estoy dentro para hacerme mas fuerte en el menor tiempo posible. - Dije sonriendo un poco algo mas relajado tras toda la situación vivida.
La nieve seguía cayendo del cielo hasta acumularse en el suelo capa tras capa de la blanca sustancia, al igual que la historia, al igual que la vida, nuevos sucesos pasan a cada segundo que vivimos y cubren segundos anteriores, formando todos juntos nuestra vida, siendo cada vez mas resistentes y fuertes hasta la llevada de la dama muerte, el sol que derrite nuestros segundos haciéndonos volver a ser agua, tal y como fuimos en otra vida pasada...
Al final de todos mis actos y mis palabrerías pensaba que iba a permanecer callada e impasible, pero por fortuna para mi la joven se presentó entre tosidos, momento en el cual me di cuenta de que era palpable su falta de costumbre a consumir aquella bebida tan ardiente como su mirada, pero no era algo que me importase teniendo en cuenta que lograría mi cometido de calentar su cuerpo al menos unos grados, la excusa de antes era una simple broma para romper el hielo, sin embargo no había resultado efectiva para nada, hasta parecía mas seria y distante que al comienzo tras aquello, sin embargo pronto dejé de lado esa preocupación cuando por fin empezó a hablar, dijo su nombre completo sin ningún tipo de reparo continuando con la explicación de qué hacía allí y algún que otro detalle, pero no pude prestar atención a lo que dijo a partir de su apellido, Donquixote. Con cautela miré a los lados para ver si alguien nos había oído y por fortuna no fue así, una suerte. Lentamente me incliné hacia ella sin levantarme de la silla y la miré a los ojos totalmente serio.
- No se te vuelva a ocurrir decir tu apellido en público, menos a desconocidos... ¿No eres consciente de lo que te puede hacer la gente si sabe de tu apellido? Debes mantenerlo oculto...
Volví a mirar a los lados notablemente nervioso, estaba de vacaciones y mi entrenamiento lo reduje para disfrutar mas del día a día, por lo que no estaba al 100% para batallear contra asesinos rencorosos en estos momentos. Una vez comprobado me acerqué a ella un poco mas con sigilo y cautela.
- Yo también soy descendiente de Donquixote... de hecho pertenezco a la rama principal, pero mi familia por precaución cambió el apellido hace dos generaciones... hay gente que quiere ver muerto a los Donquixote por solo llevar ese apellido, tenemos multitud de beneficios si sabemos utilizar el apellido, pero también tenemos multitud de enemigos... -Dije sin dejar de observar a los lados con disimulo. - Debes de ser algo así como una prima mía, por lo que siendo respetuoso contigo te lo advierto, no vuelvas a presentarte jamás como Doflamingo, o acabaras huyendo de personas muy peligrosas... hasta que te den caza y te asesinen de la peor manera que se les ocurra.
Me separé soltando un suspiro de tensión y encendí rápido un cigarro, necesitaba soltar todo lo que tenía dentro con una buena calada. Al mismo tiempo miraba de reojo todo el lugar y a la chica en cuestión, había nacido con una lacra que no merecía llevar, y por fortuna hasta el día de hoy no le perjudicó, mas eso no quiere decir que siga así para siempre.
Soltando humo de mis labios tras una gran calada observé como este se disipó por completo en el tejado. Nada más terminar el cigarro lo tiré al fuego viendo como las llamas lo consumían con rapidez.
- El mundo es cruel Kidaih... debemos de protegernos de cualquier amenaza que aparezca sin confiar en nadie... ni siquiera confíes en mi ahora que te digo todo esto... podría ser un asesino de los Donquixote que está esperando que bajes la guardia para matarte sin testigos... aunque bueno... viendo lo ignorante que eras respecto al tema supongo que hasta el día de hoy no te pasó nada... quizás sea por ser de una familia lejana que nunca te vaya a pasar nada, pero nunca se sabe Kidaih... ten cuidado. Y por supuesto, no reveles nunca quien soy yo, para todo el mundo soy León Zaid por cierto, encantado. Ah, y trabajo para la Chiper Pol, un grupo gubernamental de cazadores por así decirlo, pero no te preocupes, ahora estoy de vacaciones... y si alguna vez te veo en servicio te dejare huir misteriosamente, tranquila. Solo estoy dentro para hacerme mas fuerte en el menor tiempo posible. - Dije sonriendo un poco algo mas relajado tras toda la situación vivida.
La nieve seguía cayendo del cielo hasta acumularse en el suelo capa tras capa de la blanca sustancia, al igual que la historia, al igual que la vida, nuevos sucesos pasan a cada segundo que vivimos y cubren segundos anteriores, formando todos juntos nuestra vida, siendo cada vez mas resistentes y fuertes hasta la llevada de la dama muerte, el sol que derrite nuestros segundos haciéndonos volver a ser agua, tal y como fuimos en otra vida pasada...
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Mi cuerpo fue entrando en calor después de haber consumido aquella bebida y con la chimenea al lado estaba mejor que mejor. Me encontraba más tranquila ya que antes no para de tiritar del frio que tenia pero la tranquilidad se me fue cuando aquel hombre le vi mirando a los lados, como si vigilara que nadie nos escuchara. Me puse nerviosa, no sé que dije para que se pusiera así y aun más nerviosa me puse cuando se inclinó hacia mi y me dirigió unas palabras que me dejaron muy confusa; debía mantener mi apellido oculto y no decírselo a desconocidos. Conozco el origen de mi apellido y de quiénes soy descendiente pero nunca he tenido ningún problema con nadie.
Volvió a mirar a su alrededor pero esta vez estaba de lo más nervioso, se inclinó un poco más hacia mi rostro con una mirada seria que me intimidó bastante y las palabras que salieron de su boca me dejaron aun más confusa, no me esperaba aquella declaración. No podía creérmelo... Él era un Donquixote, de la rama principal y que su familia se lo cambió por preocupación... Luego de eso no escuche nada más, el seguía hablando pero mi cabeza no daba para más. Mi familia nunca me habló de otros Donquixote, pensaba que eramos los únicos.
Siguió hablando y me dio una buena charla sobre la vida y lo importante que es no confiar en nadie. La vida a sido demasiado cruel conmigo, no creo que vaya a peor o sí, nunca lo sabré... Sinceramente, no quería que siguiera hablando de este tema, ya me había quedado bastante claro... Y mi pensamiento se hizo realidad: dijo que trabaja en la ciber phol y que si me ve de servicio, me dejará huir. Me reí cuando dijo eso, fue gracioso.
-Al final tener un familiar trabajando para el gobierno tiene su ventaja... - me reí un poco y me puse seria en seguida- ¿Por qué mi familia no me contó que había más gente con nuestro apellido? Cabe la posibilidad de que no lo supieran pero es extraño, ellos no se cambiaron el apellido. Donde vivíamos la gente sabía de nuestra existencia y nos trataban bien, éramos una familia honrada y ayudábamos á cualquiera que necesitara un mano. Hasta que un día llegó una desgracia a mi familia la cual no me gusta recordar.
Giré mi cabeza hacia la ventana, viendo como caía la nieve y viendo como algunos niños corrían y jugaban. Por cada minuto que pasaba, la nieve caía con más fuerza y con más viento, parece que se avecina una tormenta.
Volvió a mirar a su alrededor pero esta vez estaba de lo más nervioso, se inclinó un poco más hacia mi rostro con una mirada seria que me intimidó bastante y las palabras que salieron de su boca me dejaron aun más confusa, no me esperaba aquella declaración. No podía creérmelo... Él era un Donquixote, de la rama principal y que su familia se lo cambió por preocupación... Luego de eso no escuche nada más, el seguía hablando pero mi cabeza no daba para más. Mi familia nunca me habló de otros Donquixote, pensaba que eramos los únicos.
Siguió hablando y me dio una buena charla sobre la vida y lo importante que es no confiar en nadie. La vida a sido demasiado cruel conmigo, no creo que vaya a peor o sí, nunca lo sabré... Sinceramente, no quería que siguiera hablando de este tema, ya me había quedado bastante claro... Y mi pensamiento se hizo realidad: dijo que trabaja en la ciber phol y que si me ve de servicio, me dejará huir. Me reí cuando dijo eso, fue gracioso.
-Al final tener un familiar trabajando para el gobierno tiene su ventaja... - me reí un poco y me puse seria en seguida- ¿Por qué mi familia no me contó que había más gente con nuestro apellido? Cabe la posibilidad de que no lo supieran pero es extraño, ellos no se cambiaron el apellido. Donde vivíamos la gente sabía de nuestra existencia y nos trataban bien, éramos una familia honrada y ayudábamos á cualquiera que necesitara un mano. Hasta que un día llegó una desgracia a mi familia la cual no me gusta recordar.
Giré mi cabeza hacia la ventana, viendo como caía la nieve y viendo como algunos niños corrían y jugaban. Por cada minuto que pasaba, la nieve caía con más fuerza y con más viento, parece que se avecina una tormenta.
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Precisión
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Akuma no mi
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Miré al mismo sitio donde la chica miraba, la ventana, y pude apreciar la nieve caer casi musicalmente en sincronización, los niños jugaban y hacían muñecos, sin embargo poco iban a durar con la tormenta de nieve acelerando. Efectivamente fue así, las madres pronto les metieron en sus respectivas casas.
- Vaya, parece que vamos a pasar bastante tiempo juntos aquí ¿Eh?- Comenté divertido algo ya mas tranquilizado. Suspiré un poco sin saber como contestar a la joven y empecé a decir mis posibles teorías. - No se porque, sinceramente, yo tampoco conocía vuestra existencia... quizás erais de un lugar pequeño y donde nadie presta atención a esas cosas, o quizás por vivir precisamente así sobre entendieron que no erais familia principal del señor Doflamingo... no lo se, pero por si las moscas ocultalo ¿Vale? Así me quedo mas tranquilo al menos... ah, y si vas a intentar hacer algo contra el gobierno, y estoy en una situación comprometida tendría que capturarte quizás... no lo se, dependerá de la situación, pero desde luego ten cuidado, no llames la atención y no ocurrirá nada... aunque qué estoy diciendo... buscas tripulación ¿No? Entonces ya está claro que eres pirata... Dios... no me lo pongas difícil tampoco ¿Eh? - Dije al final para ver si al menos eso la haría reír un poco con un tono humorístico.
Se hizo un momento de silencio incómodo y miré a la chimenea sonriendo levemente recordando la risa de la joven cuando gastó esa broma sobre mi posición.
- Por cierto, tienes una bonita sonrisa, se nota que eres familiar mío aunque sea lejano- Le dije riendo un poco sin quitar la vista del fuego.
- Bueno, pues si vas a ser pirata necesitaras saber varias cosas de supervivencia básica... ¿Qué sabes para sobrevivir por el mundo? Abrigarte en una isla nevada está claro que no jajajaja
Era extraño como me estaba soltando con la joven pelirroja tan fácilmente, normalmente sería serio todavía y ni siquiera la habría ayudado, fue algo lo que me impulsó a ayudarla, algo que no sabría denominar de alguna manera clara, quizás tendría relación con mi reciente descubrimiento, que eramos primos lejanos, pero eso no explicaría porque la ayudé desde un primer momento de tal forma que hasta la hice sentir incómoda.
En el bar los viejos nos miraban sonriendo y cuchicheando, al percatarme les dediqué una sonrisa falsa que dejaba un claro pensamiento en mi cabeza, "Mierda". Si supiesen la situación real no estarían tan panchos comiendo frutos secos mientras nos veían así de contentos y hablaban por los codos, resultaba incómodo, pero no podía hacer nada, solo sonreír tímido y volver a mi mesa.
- Vaya, parece que vamos a pasar bastante tiempo juntos aquí ¿Eh?- Comenté divertido algo ya mas tranquilizado. Suspiré un poco sin saber como contestar a la joven y empecé a decir mis posibles teorías. - No se porque, sinceramente, yo tampoco conocía vuestra existencia... quizás erais de un lugar pequeño y donde nadie presta atención a esas cosas, o quizás por vivir precisamente así sobre entendieron que no erais familia principal del señor Doflamingo... no lo se, pero por si las moscas ocultalo ¿Vale? Así me quedo mas tranquilo al menos... ah, y si vas a intentar hacer algo contra el gobierno, y estoy en una situación comprometida tendría que capturarte quizás... no lo se, dependerá de la situación, pero desde luego ten cuidado, no llames la atención y no ocurrirá nada... aunque qué estoy diciendo... buscas tripulación ¿No? Entonces ya está claro que eres pirata... Dios... no me lo pongas difícil tampoco ¿Eh? - Dije al final para ver si al menos eso la haría reír un poco con un tono humorístico.
Se hizo un momento de silencio incómodo y miré a la chimenea sonriendo levemente recordando la risa de la joven cuando gastó esa broma sobre mi posición.
- Por cierto, tienes una bonita sonrisa, se nota que eres familiar mío aunque sea lejano- Le dije riendo un poco sin quitar la vista del fuego.
- Bueno, pues si vas a ser pirata necesitaras saber varias cosas de supervivencia básica... ¿Qué sabes para sobrevivir por el mundo? Abrigarte en una isla nevada está claro que no jajajaja
Era extraño como me estaba soltando con la joven pelirroja tan fácilmente, normalmente sería serio todavía y ni siquiera la habría ayudado, fue algo lo que me impulsó a ayudarla, algo que no sabría denominar de alguna manera clara, quizás tendría relación con mi reciente descubrimiento, que eramos primos lejanos, pero eso no explicaría porque la ayudé desde un primer momento de tal forma que hasta la hice sentir incómoda.
En el bar los viejos nos miraban sonriendo y cuchicheando, al percatarme les dediqué una sonrisa falsa que dejaba un claro pensamiento en mi cabeza, "Mierda". Si supiesen la situación real no estarían tan panchos comiendo frutos secos mientras nos veían así de contentos y hablaban por los codos, resultaba incómodo, pero no podía hacer nada, solo sonreír tímido y volver a mi mesa.
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Tenia la mirada perdida en la ventana, ver como las madres llamaban a sus hijos para que entraran a casa me lleno de nostalgia y una pequeña sonrisa salio de mi boca. No escuché lo que dijo León, estaba en mi mundo pero luego si le escuché cuando dijo una teoría del porque la gente de donde vivía no hicieron nada contra mi familia. No lo descartaría, seguramente fue por eso.
Y también el comentario de que si soy pirata y quiero ir en contra del gobierno, estaría en una situación complicada y tiene razón, puede que en un futuro le den la orden de capturarme y ahí yo estaría en problemas, no me gustaría enfrentarme a un familiar, aunque sea lejano, la familia es la familia pero no tendré elección si eso ocurre...
Yo seguía sin pronunciar una palabra, había un silencio muy incómodo. Hasta que lo rompió diciendo que tenia una sonrisa bonita y que se nota que somos familiares aunque lejanos. Esa confesión me hizo reír por lo bajo y creo que no lo notó porque estaba mirando fijamente el fuego. Luego, la broma que seguía después de esto, me mato de la risa.
-Jajaja se lo básico, aun soy una novata pero que conste, si hubiera sabido desde un principio que venía a esta isla, habría traído un abrigo aunque tendría que haberlo robado ya que no tengo berries para comprarlo pero ya ves, colarse en los barcos es lo que tiene, no sabes a donde vas jeje.
Me sentía a gusto con él, saber que tengo un familiar me hacía sentir, al menos, un poco feliz. La gente del bar, la mayoría señores mayores, no paraban de mirarnos y cuchichear pero no les di importancia, que hablen lo que quieran. En algún momento, el hombre que tocaba el piano, cambio de melodía, una melodía que me lleno de inspiración y empecé a cantar una canción improvisada, para alegrar un poco el sitio:
Y también el comentario de que si soy pirata y quiero ir en contra del gobierno, estaría en una situación complicada y tiene razón, puede que en un futuro le den la orden de capturarme y ahí yo estaría en problemas, no me gustaría enfrentarme a un familiar, aunque sea lejano, la familia es la familia pero no tendré elección si eso ocurre...
Yo seguía sin pronunciar una palabra, había un silencio muy incómodo. Hasta que lo rompió diciendo que tenia una sonrisa bonita y que se nota que somos familiares aunque lejanos. Esa confesión me hizo reír por lo bajo y creo que no lo notó porque estaba mirando fijamente el fuego. Luego, la broma que seguía después de esto, me mato de la risa.
-Jajaja se lo básico, aun soy una novata pero que conste, si hubiera sabido desde un principio que venía a esta isla, habría traído un abrigo aunque tendría que haberlo robado ya que no tengo berries para comprarlo pero ya ves, colarse en los barcos es lo que tiene, no sabes a donde vas jeje.
Me sentía a gusto con él, saber que tengo un familiar me hacía sentir, al menos, un poco feliz. La gente del bar, la mayoría señores mayores, no paraban de mirarnos y cuchichear pero no les di importancia, que hablen lo que quieran. En algún momento, el hombre que tocaba el piano, cambio de melodía, una melodía que me lleno de inspiración y empecé a cantar una canción improvisada, para alegrar un poco el sitio:
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Para mi sorpresa la joven empezó a cantar haciéndome mirarla con los ojos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja, era una suerte que lo hiciese bien, de haber cantado mal hubiese tenido que fingirlo y sería un completo problema. Su tono de voz era melodioso y agradable, en eso no es que nos pareciésemos precisamente.
Se notaba que había logrado que se soltado un poco, hasta la había escuchado reír antes a carcajadas antes por mis comentarios. Definitivamente disfrutaba de verla feliz, o al menos que se estuviese riendo, era algo que no solía causar con mis acciones o con mi trabajo, y siempre estaba bien probar otras cosas, regalar la alegría era un don que yo no tenía ni lo quería, pero en esta tarde quizás estuviese bien poseerlo de alguna manera.
Al tiempo que cantaba encargué comida al camarero con simples gestos para que fuesen haciéndola, y me quede callado escuchando su canción con una sonrisa feliz, para que cuando acabase le dedicase un aplauso.
- ¡Bravo, bravo! Me dan ganas de cantar a mi, pero por desgracia ese don no es de familia, o no me llegó a mi.- Comenté riendo. - Por cierto, acabo de ordenar un poco de comida, algo de pollo, otro poco de pescado y algunas que otras patatas ¿Te parece bien?- Pregunte deseando no haberla fastidiado con el menú y cogiendo el vaso vacío para dárselo al camarero que ya venía hacia aquí con la comida.- Por cierto señorita, esta vez le dejo elegir la bebida jajaja.
Le tendí el vaso observando la comida que había traído el camarero con satisfacción, tenía una pinta estupenda, y para mi suerte había traído tanto cubiertos como palillos para comer, con lo que podría optar a almorzar como mas me gustaba, el uso de palillos me costó mucho de aprenderlo, pero una vez que le cogí el truco me parecía incluso divertido comer así, lo tenía como una especie de juego divertido para mi.
- ¿Comes con cubiertos o con palillos? Aquí tienes donde elegir jajajaja. - Miré entonces al camarero y tras pensarlo unos segundos decidí mi bebida. - Para mi tráigame un vino, me gustaría beber uno bueno, hace tiempo que no tomo tan fantástica bebida, la señorita lo que desee, por supuesto.
Se notaba que había logrado que se soltado un poco, hasta la había escuchado reír antes a carcajadas antes por mis comentarios. Definitivamente disfrutaba de verla feliz, o al menos que se estuviese riendo, era algo que no solía causar con mis acciones o con mi trabajo, y siempre estaba bien probar otras cosas, regalar la alegría era un don que yo no tenía ni lo quería, pero en esta tarde quizás estuviese bien poseerlo de alguna manera.
Al tiempo que cantaba encargué comida al camarero con simples gestos para que fuesen haciéndola, y me quede callado escuchando su canción con una sonrisa feliz, para que cuando acabase le dedicase un aplauso.
- ¡Bravo, bravo! Me dan ganas de cantar a mi, pero por desgracia ese don no es de familia, o no me llegó a mi.- Comenté riendo. - Por cierto, acabo de ordenar un poco de comida, algo de pollo, otro poco de pescado y algunas que otras patatas ¿Te parece bien?- Pregunte deseando no haberla fastidiado con el menú y cogiendo el vaso vacío para dárselo al camarero que ya venía hacia aquí con la comida.- Por cierto señorita, esta vez le dejo elegir la bebida jajaja.
Le tendí el vaso observando la comida que había traído el camarero con satisfacción, tenía una pinta estupenda, y para mi suerte había traído tanto cubiertos como palillos para comer, con lo que podría optar a almorzar como mas me gustaba, el uso de palillos me costó mucho de aprenderlo, pero una vez que le cogí el truco me parecía incluso divertido comer así, lo tenía como una especie de juego divertido para mi.
- ¿Comes con cubiertos o con palillos? Aquí tienes donde elegir jajajaja. - Miré entonces al camarero y tras pensarlo unos segundos decidí mi bebida. - Para mi tráigame un vino, me gustaría beber uno bueno, hace tiempo que no tomo tan fantástica bebida, la señorita lo que desee, por supuesto.
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Mientra cantaba se me venian varios recuerdos de mi familia, no paraba de sonreir, notaba que la gente me miraba pero estaba tan metida en mis recuerdos que no les di importancia. Al terminar de cantar el bar se llenó de aplausos de los clientes y hasta del camarero y del pianista pero León no se quedó atrás, su entusiasmo me sorprendió y me hizo reír.
-Jajajaja este don solo lo tienen las mujeres de mi familia, mi padre y mi hermano cuando cantaban parecían gatos en celo.
En la mesa había cubiertos y palillos, abrí los ojos como platos, hacia años que no comía con palillos y había perdido un poco de práctica o eso creía, porque fue cojer los palillos y no tuve ningún problema, los movía como si fueran parte de mi cuerpo con mucha fluidez. León hizo una broma sobre los palillos y los cubiertos, cosa que me hizo reír.
-Jajaja nunca me había reído tanto en un día, eres un hombre muy gracioso y eso que a primera vista pareces uno de esos hombres que son serios y amargados de la vida jaja. - dije mientras intentaba dejar de reír y el pedía un vino. Cuando terminó de hablar, miré al camarero- Traigame lo mismo, con toda esta comida le irá bien un buen vino en vez de otra bebida.
El camarero fue a buscar el vino y de mientras yo empecé a probar la comida que estaba sobre la mesa. Estaba deliciosa, era como estar en el cielo de la comida. El camarero trajo el vino y nos lo puso en los vasos. No lo pensé dos veces y lo probé, estaba buenísimo, había probado mejores pero este no se quedaba atrás.
-Mmm... la comida y el vino estan buenísimo. No soy de vinos pero los que he podido probar estaban mucho mejor pero este no se queda atrás, te deja un buen sabor de boca.
-Jajajaja este don solo lo tienen las mujeres de mi familia, mi padre y mi hermano cuando cantaban parecían gatos en celo.
En la mesa había cubiertos y palillos, abrí los ojos como platos, hacia años que no comía con palillos y había perdido un poco de práctica o eso creía, porque fue cojer los palillos y no tuve ningún problema, los movía como si fueran parte de mi cuerpo con mucha fluidez. León hizo una broma sobre los palillos y los cubiertos, cosa que me hizo reír.
-Jajaja nunca me había reído tanto en un día, eres un hombre muy gracioso y eso que a primera vista pareces uno de esos hombres que son serios y amargados de la vida jaja. - dije mientras intentaba dejar de reír y el pedía un vino. Cuando terminó de hablar, miré al camarero- Traigame lo mismo, con toda esta comida le irá bien un buen vino en vez de otra bebida.
El camarero fue a buscar el vino y de mientras yo empecé a probar la comida que estaba sobre la mesa. Estaba deliciosa, era como estar en el cielo de la comida. El camarero trajo el vino y nos lo puso en los vasos. No lo pensé dos veces y lo probé, estaba buenísimo, había probado mejores pero este no se quedaba atrás.
-Mmm... la comida y el vino estan buenísimo. No soy de vinos pero los que he podido probar estaban mucho mejor pero este no se queda atrás, te deja un buen sabor de boca.
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Disfrutaba de la compañía de aquella joven familiar lejana como hacía tiempo que no disfrutaba de una reunión, la chica había logrado algo sin darme cuenta, que me soltase y fuese un chico normal de veinte años tras tanto dolor y sufrimiento vivido a lo largo de mi vida. Me había forzado a comportarme de otra manera desde aquellos sucesos y no me había relajado ni una sola vez, solo lo había aparentado con algunas personas que me interesaban, dar la sensación de que me soltaba y confesar algunas cosas era suficiente para que me ayudasen o me dijesen algo de gran valor, bajo ninguna otra circunstancia me había soltado en todo este tiempo, excepto hoy. La chica pelirroja era la primera en lograrlo, quizás se debía a la línea sanguínea que compartimos aunque sea muy remota o casi inexistente ya al ser familiares tan lejanos, quizás sería por su forma de ser combinada con su voz melodiosa y la belleza tan deslumbrante que poseía, o quizás era que había bebido demasiado, no tenía ni idea y me confundía pensarlo, por lo que decidí dejar de pensarlo y disfrutar del día de hoy. La comida estaba bastante sabrosa, los rumores de que en las zonas frías cocinan mejor era cierta, y el vino a pesar de no ser excelente era también muy sabroso, combinaba bien.
- ¡Que sabroso!- Dije entusiasmado al probar el pesado frito en esta ocasión. Era extraño que un pescado tras freírlo estuviese sabroso, pocos pescados lograban eso.
Reí con su comentario sobre mi apariencia seria y me encogí de hombros aguantando un poco la risa al tiempo que masticaba para tragar todo lo rápido que pude.
- Sinceramente, soy esa clase de ese hombre, es raro que sea tan abierto y simpático sin conocerte de nada prácticamente, ¿Qué diablos me has hecho?- Respondí riendo quizás demasiado sonoro.
Al poco tiempo le trajeron el vino a ella y sonreí escuchando su crítica culinaria con respecto a la comida acompañada del vino, hasta alcé una ceja sorprendido. Me reí un poco y me limpié con una servilleta la boca antes de hablar para no dar una imagen que no quería dar precisamente.
- Vaya, si al final va a ser usted una crítica culinaria y todo ¿Eh? Deberías de dejar la piratería y ser crítica culinaria, ¿Quién sabe? Quizás te haces incluso rica- Bromee con ella antes de dar un largo trago a la copa nuevamente.
- Y bueno, ¿Entonces no encontraste aún una banda? ¿O tienes echado el ojo a alguna ya?- Pregunté curioso al tiempo que seguía comiendo. Me interesaba realmente con que clase de personas se uniría mi querida familiar lejana, si los llego a conocer y son malos se lo diría, al fin y al cabo tenía cierta responsabilidad sobre ella y que acabase bien o mal sus aventuras en el mar, no puedo permitir que se meta en alguna banda donde traten mal a su propia tripulación.
- ¡Que sabroso!- Dije entusiasmado al probar el pesado frito en esta ocasión. Era extraño que un pescado tras freírlo estuviese sabroso, pocos pescados lograban eso.
Reí con su comentario sobre mi apariencia seria y me encogí de hombros aguantando un poco la risa al tiempo que masticaba para tragar todo lo rápido que pude.
- Sinceramente, soy esa clase de ese hombre, es raro que sea tan abierto y simpático sin conocerte de nada prácticamente, ¿Qué diablos me has hecho?- Respondí riendo quizás demasiado sonoro.
Al poco tiempo le trajeron el vino a ella y sonreí escuchando su crítica culinaria con respecto a la comida acompañada del vino, hasta alcé una ceja sorprendido. Me reí un poco y me limpié con una servilleta la boca antes de hablar para no dar una imagen que no quería dar precisamente.
- Vaya, si al final va a ser usted una crítica culinaria y todo ¿Eh? Deberías de dejar la piratería y ser crítica culinaria, ¿Quién sabe? Quizás te haces incluso rica- Bromee con ella antes de dar un largo trago a la copa nuevamente.
- Y bueno, ¿Entonces no encontraste aún una banda? ¿O tienes echado el ojo a alguna ya?- Pregunté curioso al tiempo que seguía comiendo. Me interesaba realmente con que clase de personas se uniría mi querida familiar lejana, si los llego a conocer y son malos se lo diría, al fin y al cabo tenía cierta responsabilidad sobre ella y que acabase bien o mal sus aventuras en el mar, no puedo permitir que se meta en alguna banda donde traten mal a su propia tripulación.
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Estaba disfrutando del manjar que había pedido León aunque este último no se quedó atrás. Sólo con probar el pescado frito, casi se le salieron los ojos. Los dos estábamos disfrutando de la comida y el vino, para ser un bar de pueblo hacen una comida exquisita. El ambiente era muy agradable y animado, sus bromas me parecían muy graciosas, no podía parar de reírme, un poco más y me atraganto con un trozo de pollo.
Cuando dije mi crítica sobre la comida del lugar se río un poco y dijo que en vez de ser pirata debería ser crítica culinaria, que podría hacerme rica. Reí ante aquel comentario, al rato bebí lo poco que me quedaba de vino en mi vaso para luego ponerme un poco más, tanto reírme me estaba secando la garganta. Le iba a contestar con otra broma pero me interrumpió con una pregunta que me dejó sorprendida.
- Y bueno, ¿Entonces no encontraste aún una banda? ¿O tienes echado el ojo a alguna ya? -dijó con un tono y una mirada curiosa-
-Pues de momento no he encontrado ninguna y tampoco le he echado un ojo a alguna. Yo voy de en isla en isla buscando alguna tripulación en la que pueda confiar, cuidarnos los unos a los otros como una familia, algo que no he tenido desde hace un año y hasta hoy que te he conocido - dije con una gran sonrisa, feliz de tener un familiar-. Bueno, cambiando de tema ¿Por qué estás en la Cipher Pol? Tiene que haber una razón para estar al servicio del Gobierno Mundial.
Le di un gran sorbo a mi vaso y seguí comiendo esperando una respuesta.
Cuando dije mi crítica sobre la comida del lugar se río un poco y dijo que en vez de ser pirata debería ser crítica culinaria, que podría hacerme rica. Reí ante aquel comentario, al rato bebí lo poco que me quedaba de vino en mi vaso para luego ponerme un poco más, tanto reírme me estaba secando la garganta. Le iba a contestar con otra broma pero me interrumpió con una pregunta que me dejó sorprendida.
- Y bueno, ¿Entonces no encontraste aún una banda? ¿O tienes echado el ojo a alguna ya? -dijó con un tono y una mirada curiosa-
-Pues de momento no he encontrado ninguna y tampoco le he echado un ojo a alguna. Yo voy de en isla en isla buscando alguna tripulación en la que pueda confiar, cuidarnos los unos a los otros como una familia, algo que no he tenido desde hace un año y hasta hoy que te he conocido - dije con una gran sonrisa, feliz de tener un familiar-. Bueno, cambiando de tema ¿Por qué estás en la Cipher Pol? Tiene que haber una razón para estar al servicio del Gobierno Mundial.
Le di un gran sorbo a mi vaso y seguí comiendo esperando una respuesta.
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La compañía de la joven me agradaba mucho, era bella, dulce, cantaba como los ángeles, y estaba realmente a gusto con su compañía, pero había llegado a una pregunta delicada a la cual no sabía muy bien que responder. La sola mención de la pregunta me había devuelvo al mundo real, recordándome que no debía de tener vínculos sentimentales con nadie, solo fijar mi objetivo con mente fría, el gobierno. Tenía de sobra ensayada la excusa típica de querer proteger al mundo, hacerme fuerte, y vivir con un buen sueldo además de tener privilegios, era lo que diría sin dudar de habérmelo preguntado teniendo la mente en frío y no la guardia tan baja como la tenía en ese momento, no se si era por ella misma, o por el hecho de que fuese una persona familiar a mi, pero fuese lo que fuese, me imposibilitaba me hacía mentir a la joven, no se lo merecía, sin embargo tampoco podía contarle la verdad, sería demasiado arriesgado, a pesar de que era evidente que no iba a traicionarme, no era esa clase de personas. Sin embargo, la señal de que tenía la guardia muy baja desde que la conocí era un claro indice de que tenía que cortar de raíz, no podía seguir semejante camino, había que frenarlo.
Tragué mi último pedazo de carne sin siquiera llegar a saborearlo, y cogí la copa rápido para beberla de golpe. Tras esto suspiré levemente y miré a la joven, lo cual no pudo hacerme evitar sonreír un poco. No sabía que sucedía, pero me era inevitable tener la guardia tan baja con ella y reaccionar así ante ella, en cierto modo podía decirse que era hasta feliz, una locura en alguien como yo y con la misión que tenía entre manos.
- Verás... lo lamento... pero...- Se me hacía un nudo en la garganta que me costaba hablar, por lo que me levanté suspirando nuevamente y me acerqué a la joven besando levemente y de forma cariñosa su frente al tiempo que acariciaba su mejilla. - No puedo decírtelo, es un secreto. Pero tampoco puedo mentirte pequeña. - Le dije aprovechando la cercanía poniéndome al lado de su oreja.
Me volví erguido con una sonrisa y la mire fijamente, solo deseaba que no le pasara nada malo nunca, algo difícil en el mundo en el que vivíamos. Carraspee un poco la garganta para facilitar que las palabras saliesen de mi boca y comencé a hablar de nuevo.
- Fue un placer conocerte Kidaih, jamás te olvidare.
Dicho esto me giré hasta la barra depositando varias monedas, más que suficientes para pagar la comida. En cierto modo quería pagar al pueblo por regalar el abrigo a la joven pelirroja. Sin saber si esta seguía observándome me despedí mirando a la puerta y la abrí dispuesto a salir. Al hacerlo contemplé que la nevada seguía cayendo, sin haber siquiera un alma en la calle, y sonreí mirando al cielo notando como los copos caían sobre mi rostro, estaba vivo, y eso era lo único que importaba. Estaría así unos segundos más, para ir raudo hasta el hostal aprovechando mi velocidad, no sería algo que me costase la vida precisamente, al fin y al cabo estaba cerca de allí.
Tragué mi último pedazo de carne sin siquiera llegar a saborearlo, y cogí la copa rápido para beberla de golpe. Tras esto suspiré levemente y miré a la joven, lo cual no pudo hacerme evitar sonreír un poco. No sabía que sucedía, pero me era inevitable tener la guardia tan baja con ella y reaccionar así ante ella, en cierto modo podía decirse que era hasta feliz, una locura en alguien como yo y con la misión que tenía entre manos.
- Verás... lo lamento... pero...- Se me hacía un nudo en la garganta que me costaba hablar, por lo que me levanté suspirando nuevamente y me acerqué a la joven besando levemente y de forma cariñosa su frente al tiempo que acariciaba su mejilla. - No puedo decírtelo, es un secreto. Pero tampoco puedo mentirte pequeña. - Le dije aprovechando la cercanía poniéndome al lado de su oreja.
Me volví erguido con una sonrisa y la mire fijamente, solo deseaba que no le pasara nada malo nunca, algo difícil en el mundo en el que vivíamos. Carraspee un poco la garganta para facilitar que las palabras saliesen de mi boca y comencé a hablar de nuevo.
- Fue un placer conocerte Kidaih, jamás te olvidare.
Dicho esto me giré hasta la barra depositando varias monedas, más que suficientes para pagar la comida. En cierto modo quería pagar al pueblo por regalar el abrigo a la joven pelirroja. Sin saber si esta seguía observándome me despedí mirando a la puerta y la abrí dispuesto a salir. Al hacerlo contemplé que la nevada seguía cayendo, sin haber siquiera un alma en la calle, y sonreí mirando al cielo notando como los copos caían sobre mi rostro, estaba vivo, y eso era lo único que importaba. Estaría así unos segundos más, para ir raudo hasta el hostal aprovechando mi velocidad, no sería algo que me costase la vida precisamente, al fin y al cabo estaba cerca de allí.
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Tenia mucha curiosidad sobre su trabajo, quería saber cuáles eran sus sueños a lo que aspira... Pero no obtuve la respuesta que quería ni la reacción. Estaba como incómodo, se trago un trozo de carne sin saborearlo ¿Qué le pasaba? ¿Acaso no tendría que haberle preguntado? Parecía que tenía una lucha interna ¿Acaso me estaría olcutando algo?
Entonces, intentó decirme algo pero no podía, se me acercó y me dio un beso cariñoso en la frente acariciando mi mejilla, me puse un poco roja en ese momento y cerré los ojos cuando su mano hizo contacto con mi piel. Agarré su mano mientras me decía en la oreja que no podía decírmelo pero que tampoco podía mentirme. Mi cara era un poema, no conseguía entender esa actitud. Se levantó mirandome con una sonrida y mientras se iba, yo me quedé mirando en donde hace unos segundos estaba sentado...
No podía dejar esto así. Así que me levanté de un golpe, casi tirando la silla al suelo y corrí hacia la puerta, dónde el aún estaba parado y le abracé por la espalda, fuertemente y con una voz débil, le dije:
-Lo siento... Siento mucho haberte puesto en una situación incómoda, no tienes que contármelo si no quieres pero, por favor...-tenía los ojos cristalinos, intentando no llorar- No te vayas, al menos ahora no... Me gusta estar contigo, me encanta tu compañía... Cuando pensaba que no tenía a nadie, cuando creía que estaba sola sin ningún familiar... apareciste tú... Por favor, no te vayas...
Lloraba a su espalda en silencio y haciendo el abrazo cada vez más fuerte, mientras la nieve caia sobre nuestros cuerpos. Quería pasar más tiempo con él, aunque nos hayamos conocido hoy y hayamos pasado poco tiempo hablando, se había vuelto una persona importante para mi y no quería perderlo.
Entonces, intentó decirme algo pero no podía, se me acercó y me dio un beso cariñoso en la frente acariciando mi mejilla, me puse un poco roja en ese momento y cerré los ojos cuando su mano hizo contacto con mi piel. Agarré su mano mientras me decía en la oreja que no podía decírmelo pero que tampoco podía mentirme. Mi cara era un poema, no conseguía entender esa actitud. Se levantó mirandome con una sonrida y mientras se iba, yo me quedé mirando en donde hace unos segundos estaba sentado...
No podía dejar esto así. Así que me levanté de un golpe, casi tirando la silla al suelo y corrí hacia la puerta, dónde el aún estaba parado y le abracé por la espalda, fuertemente y con una voz débil, le dije:
-Lo siento... Siento mucho haberte puesto en una situación incómoda, no tienes que contármelo si no quieres pero, por favor...-tenía los ojos cristalinos, intentando no llorar- No te vayas, al menos ahora no... Me gusta estar contigo, me encanta tu compañía... Cuando pensaba que no tenía a nadie, cuando creía que estaba sola sin ningún familiar... apareciste tú... Por favor, no te vayas...
Lloraba a su espalda en silencio y haciendo el abrazo cada vez más fuerte, mientras la nieve caia sobre nuestros cuerpos. Quería pasar más tiempo con él, aunque nos hayamos conocido hoy y hayamos pasado poco tiempo hablando, se había vuelto una persona importante para mi y no quería perderlo.
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Escuché un ruido fuerte tras mis espaldas y mi corazón dio un vuelco nada mas escucharlo ¿Qué diantres había ocurrido? Al tiempo que me giraba, en apenas unas milésimas de segundos que transcurrían, en mi cabeza imaginaba lo peor. Alguien que hubiese escuchado nuestra conversación y la fuese a usar para chantajearla o algo similar, ese sonido era demasiado fuerte como para ser algo trivial en un restaurante.
Al girarme mirando a la mesa no estaba Kidah, sin embargo algo impactó contra mi pecho. Era ella, estaba abrazada a mi cintura con la cabeza reposando sobre mi pecho mientras me miraba con ojos cristalinos, parecía a punto de llorar, ¿Qué habría ocurrido?
-Lo siento... Siento mucho haberte puesto en una situación incómoda, no tienes que contármelo si no quieres pero, por favor...No te vayas, al menos ahora no... Me gusta estar contigo, me encanta tu compañía... Cuando pensaba que no tenía a nadie, cuando creía que estaba sola sin ningún familiar... apareciste tú... Por favor, no te vayas... - Dijo con dificultad entre sollozos.
La nieve caía sobre nuestros cuerpos y la podía escuchar sollozar intentando no hacer ruido. El momento y sus últimas palabras me tenía cortado y sin saber muy bien como reaccionar, mi corazón latía rápido, no me había percatado, pero estaba incluso sonrojado. Bajé mis manos hasta dejar la izquierda en su cintura y la derecha en la nuca, acariciando suavemente su pelo. Sin decir nada más y con una sonrisa besé tierno su cabeza de forma cariñosa.
Pude ver entonces mi abrigo en el suelo y sacando una cuerda de mis mangas lo atraje hacia mis manos, poniendo dicho abrigo sobre su cuerpo. La joven era demasiado buena para vivir todo lo que le quedaba vivir por delante y sentía una gran pena por esto, no quería que llorase más, quería que estas lágrimas derramadas sobre mi pecho fuesen las últimas, pero era difícil averiguar como podía ayudarla estando en mi posición. Por el momento había que darse prisa o se acabaría congelando bajo la nieve.
Sonriendo acaricié su mejilla y su mentón para que mirase hacia arriba, hacia mis ojos. Una vez logrado le dediqué la mejor de mis sonrisas y soplé levemente su rostro. Quería animarla como fuese, me dolía escuchar sus lágrimas o simplemente verla triste.
- ¡Buh! No llores pequeña, ¿Vale? Y disculpa por irme así, prometo que algún día te contare todo, ¿Vale? Pero si te lo cuento te estaría poniendo en un grave peligro ¿Sabes? jajajaja Por cierto, hace frío, lo mejor será que vayamos a algún sitio ¿Quieres ir a alguno en concreto?
Al girarme mirando a la mesa no estaba Kidah, sin embargo algo impactó contra mi pecho. Era ella, estaba abrazada a mi cintura con la cabeza reposando sobre mi pecho mientras me miraba con ojos cristalinos, parecía a punto de llorar, ¿Qué habría ocurrido?
-Lo siento... Siento mucho haberte puesto en una situación incómoda, no tienes que contármelo si no quieres pero, por favor...No te vayas, al menos ahora no... Me gusta estar contigo, me encanta tu compañía... Cuando pensaba que no tenía a nadie, cuando creía que estaba sola sin ningún familiar... apareciste tú... Por favor, no te vayas... - Dijo con dificultad entre sollozos.
La nieve caía sobre nuestros cuerpos y la podía escuchar sollozar intentando no hacer ruido. El momento y sus últimas palabras me tenía cortado y sin saber muy bien como reaccionar, mi corazón latía rápido, no me había percatado, pero estaba incluso sonrojado. Bajé mis manos hasta dejar la izquierda en su cintura y la derecha en la nuca, acariciando suavemente su pelo. Sin decir nada más y con una sonrisa besé tierno su cabeza de forma cariñosa.
Pude ver entonces mi abrigo en el suelo y sacando una cuerda de mis mangas lo atraje hacia mis manos, poniendo dicho abrigo sobre su cuerpo. La joven era demasiado buena para vivir todo lo que le quedaba vivir por delante y sentía una gran pena por esto, no quería que llorase más, quería que estas lágrimas derramadas sobre mi pecho fuesen las últimas, pero era difícil averiguar como podía ayudarla estando en mi posición. Por el momento había que darse prisa o se acabaría congelando bajo la nieve.
Sonriendo acaricié su mejilla y su mentón para que mirase hacia arriba, hacia mis ojos. Una vez logrado le dediqué la mejor de mis sonrisas y soplé levemente su rostro. Quería animarla como fuese, me dolía escuchar sus lágrimas o simplemente verla triste.
- ¡Buh! No llores pequeña, ¿Vale? Y disculpa por irme así, prometo que algún día te contare todo, ¿Vale? Pero si te lo cuento te estaría poniendo en un grave peligro ¿Sabes? jajajaja Por cierto, hace frío, lo mejor será que vayamos a algún sitio ¿Quieres ir a alguno en concreto?
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Sentí una mano en mi cintura y otra en mi nuca, acariciandome el pelo suavemente. Me encantaba esta sensación. Me sentía protegida, querida... En algún momento, me puso su abrigo pero recuerdo que se callo al suelo cuando me levanté ¿Cómo la había cojido si estaba en la otra punta? Hizo que levantara mi cabeza, no quería que me viera llorando pero no tenía alternativa.
- ¡Buh! No llores pequeña, ¿Vale? Y disculpa por irme así, prometo que algún día te contare todo, ¿Vale? Pero si te lo cuento te estaría poniendo en un grave peligro ¿Sabes? jajajaja Por cierto, hace frío, lo mejor será que vayamos a algún sitio ¿Quieres ir a alguno en concreto?
Reí con su ¡Buh! No se como lo hacia pero siempre conseguía sacarme una sonrisa. Pasé mis manos por mis ojos para quitarme las lágrimas, que con el frio que hacía hasta podrían congelarse.
-Me da igual si pudiera estar en peligro, al fin y al cabo soy pirata, siempre estaré en peligro. Además, somos familia y la familia siempre estará para lo bueno y lo malo -dije con una sonrisa-. Y me da igual a dónde ir, mientras esté contigo en un sitio calentito esta bien.
Me pegué más a su pecho para entrar más en calor, estaba empezando a temblar del frio y eso que tenia su abrigo encima.
- ¡Buh! No llores pequeña, ¿Vale? Y disculpa por irme así, prometo que algún día te contare todo, ¿Vale? Pero si te lo cuento te estaría poniendo en un grave peligro ¿Sabes? jajajaja Por cierto, hace frío, lo mejor será que vayamos a algún sitio ¿Quieres ir a alguno en concreto?
Reí con su ¡Buh! No se como lo hacia pero siempre conseguía sacarme una sonrisa. Pasé mis manos por mis ojos para quitarme las lágrimas, que con el frio que hacía hasta podrían congelarse.
-Me da igual si pudiera estar en peligro, al fin y al cabo soy pirata, siempre estaré en peligro. Además, somos familia y la familia siempre estará para lo bueno y lo malo -dije con una sonrisa-. Y me da igual a dónde ir, mientras esté contigo en un sitio calentito esta bien.
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Sonreí de lado escuchando sus palabras y suspire levemente, mientras mirada a los lados pendiente de que nadie estuviese cerca, claro ¿Quién iba a estar cerca en una nevada así? Sin duda estaba mas seguro ahora que allí en el local o en mi habitación, si quería contárselo era el momento.
- Alguien mató a mis padres... y a mis abuelos... supongo que esto no es algo especial, es decir, a más de uno le habrá ocurrido...- Las lágrimas cayeron de mis ojos recorriendo mis mejillas y suspire.- Entré en el Chiper Pol para hacerme más fuerte más rápido, es el sitio donde a la fuerza acabas haciéndote mas fuerte que en ningún otro sitio en el menor tiempo posible. Además, tendré acceso al gobierno si hago bien mi trabajo, de esa forma quizás saque información sobre quién va tras la muerte de los Doflamingo, actualmente conocidos como Zaid, al menos la rama principal. Y llegado el momento pienso tomar el poder del gobierno desde dentro, con ayuda desde fuera de todos los aliados que pueda lograr... -Dicho esto besé nuevamente su frente y acaricié su espalda para hacerla entrar en calor. - Vamos a mi habitación si no te importa, ahí estaremos calientes.
Sin demorarme mucho comencé a andar con ella a mi lado, cogiendola de la cintura con mi mano en dirección al hostal. Una vez allí entré rápido y provoqué que cayese un jarrón con ayuda de un pequeño hilo suelto y casi invisible que saqué de mi manga, al hacerlo empujé un poco a Kidah a las escaleras aprovechando que el regidor recogía los trozos y salude amablemente cuando esta subió.
El regidor me saludo apurado y procedí a subir con Kidah, abriéndole la puerta de mi habitación, justo frente a las escaleras. La habitación era simple, una cama de matrimonio en el centro, y dos mesitas de noche a cada lado. Frente a la cama, un armario grande donde poder colgar abrigos o lo que surgiese, y al lado de la puerta una mesa con dos sillas. Los muebles eran de roble, me había encargado de observarlo cuando llegué allí en el primer día, y las sábanas azules hasta combinaban con las paredes blancas, algo sencillo y humilde, pero me gustaba.
- Sientate donde quiera, como si quieres meterte bajo las sabanas para entrar en calor. - Le dije cuando pasamos y cerré la puerta tras de mi. - Por cierto, de lo que hablamos fuera, ni una palabra a nadie, en ningún momento, ni siquiera ahora.
No estaba seguro allí, siempre es posible que en algún momento me colocasen alguna cámara o micrófono para saber que hago en mi tiempo libre o si conspiro con la traición, en las últimas décadas los cp lo hacían mucho.
- Alguien mató a mis padres... y a mis abuelos... supongo que esto no es algo especial, es decir, a más de uno le habrá ocurrido...- Las lágrimas cayeron de mis ojos recorriendo mis mejillas y suspire.- Entré en el Chiper Pol para hacerme más fuerte más rápido, es el sitio donde a la fuerza acabas haciéndote mas fuerte que en ningún otro sitio en el menor tiempo posible. Además, tendré acceso al gobierno si hago bien mi trabajo, de esa forma quizás saque información sobre quién va tras la muerte de los Doflamingo, actualmente conocidos como Zaid, al menos la rama principal. Y llegado el momento pienso tomar el poder del gobierno desde dentro, con ayuda desde fuera de todos los aliados que pueda lograr... -Dicho esto besé nuevamente su frente y acaricié su espalda para hacerla entrar en calor. - Vamos a mi habitación si no te importa, ahí estaremos calientes.
Sin demorarme mucho comencé a andar con ella a mi lado, cogiendola de la cintura con mi mano en dirección al hostal. Una vez allí entré rápido y provoqué que cayese un jarrón con ayuda de un pequeño hilo suelto y casi invisible que saqué de mi manga, al hacerlo empujé un poco a Kidah a las escaleras aprovechando que el regidor recogía los trozos y salude amablemente cuando esta subió.
El regidor me saludo apurado y procedí a subir con Kidah, abriéndole la puerta de mi habitación, justo frente a las escaleras. La habitación era simple, una cama de matrimonio en el centro, y dos mesitas de noche a cada lado. Frente a la cama, un armario grande donde poder colgar abrigos o lo que surgiese, y al lado de la puerta una mesa con dos sillas. Los muebles eran de roble, me había encargado de observarlo cuando llegué allí en el primer día, y las sábanas azules hasta combinaban con las paredes blancas, algo sencillo y humilde, pero me gustaba.
- Sientate donde quiera, como si quieres meterte bajo las sabanas para entrar en calor. - Le dije cuando pasamos y cerré la puerta tras de mi. - Por cierto, de lo que hablamos fuera, ni una palabra a nadie, en ningún momento, ni siquiera ahora.
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Me quedé helada al escuchar su historia y su plan, tomar el poder desde dentro... Quería decirle que le ayudaría a conseguir ese sueño pero seguro que no me lo permitiría. Me dio un beso en la cabeza y dijo de irnos a su habitación, así que empezamos a caminar hasta el hotel. Cuando llegamos, me empujó hacia las escaleras que, por cierto, casi me mata. Le miré con cara asesina mientras saludaba al regidor, que este estaba limpiando un jarrón roto ¿Cuándo se cayó ese jarrón y cómo? Que cosa más raras pasan.
Subimos a la habitación y cuando abrió la puerta, fui directa hacia la cama y me senté ahí, era muy cómoda y la habitación muy simple y acogedora. Justo cuando me senté, me dijo que podía sentarme donde quiera y lo que acababa de contarme, no se lo dijera a nadie ni en ningún momento.
-No te preocupes, no se lo diré a nadie -sonreí y miré hacia el suelo-. No eres al único que mataron a sus padres, a mi me pasó lo mismo... Pero yo vi como los mataban a ellos y a mi hermano unos bandidos, nunca olvidaré aquel día... Desearía que nada de eso hubiera ocurrido pero si nada hubiera pasado, nunca te habría conocido y haberte conocido ha sido lo mejor que me ha pasado... -le miré con una gran sonrisa-.
Me tumbé agarrando el abrigo y mirando el techo. La cama era tan blandita que se me cerraban los ojos, hacia tiempo que no dormía bien, tenía problemas para dormir.
Subimos a la habitación y cuando abrió la puerta, fui directa hacia la cama y me senté ahí, era muy cómoda y la habitación muy simple y acogedora. Justo cuando me senté, me dijo que podía sentarme donde quiera y lo que acababa de contarme, no se lo dijera a nadie ni en ningún momento.
-No te preocupes, no se lo diré a nadie -sonreí y miré hacia el suelo-. No eres al único que mataron a sus padres, a mi me pasó lo mismo... Pero yo vi como los mataban a ellos y a mi hermano unos bandidos, nunca olvidaré aquel día... Desearía que nada de eso hubiera ocurrido pero si nada hubiera pasado, nunca te habría conocido y haberte conocido ha sido lo mejor que me ha pasado... -le miré con una gran sonrisa-.
Me tumbé agarrando el abrigo y mirando el techo. La cama era tan blandita que se me cerraban los ojos, hacia tiempo que no dormía bien, tenía problemas para dormir.
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Sus palabras habían hecho mella en mi, y sobretodo en mi corazón. No por narrar la muerte de sus familiares, algo que si me había afectado pero que quedó relevado por su última frase, dicha con una mirada dirigida hacia mi y una sonrisa de acompañante. Nervioso miré hacia el techo dejando escapar una suave risa.
- ¿Lo mejor que te pasó en la vida?... No seas estúpida, no me conoces de más que de una tarde en donde caía mucha nieve- Dije riendo levemente al tiempo que sacaba mi paquete de tabaco.
Pude apreciar entonces como la joven dormía profundamente sobre la cama, y una sonrisa nueva se dibujó en mi rostro. Guarde nuevamente el paquete y la cogí en brazos delicadamente para meterla bajo las sábanas y después cubrirla. Su rostro era casi angelical durmiendo, me parecía bastante tierno.
No sabía que hacer entonces, mi invitada estaba frita y comenzaba a caer la noche, prácticamente había cenado antes con tanta comida, por lo que no tenía nada que hacer. Sin embargo un gran bostezo surgió de mi boca y estaba claro que haría, acompañar a la joven en la cama y dormir largo y tendido, la noche pasada no dormí y eso me estaba repercutiendo en estos momentos.
Me quité la chaqueta y la puse en el respaldo de la silla, posteriormente me quité los zapatos y comencé a desabrocharme la camisa, la puse en una percha y la metí en el armario. De este saqué un pijama de color azul oscuro y me puse la parte de arriba, para luego quitarme los calzoncillos y ponerme rápido la parte inferior del pijama. Los calcetines en los zapatos y un leve toque de colonia en el cuello, tenía la costumbre de dormir así. Tras esto levanté las sábanas por el lado en el que no estaba la joven y me acosté intentando hacer el menor ruido y movimiento posible. Una vez hecho esto cerré los ojos comenzando a entrar en el mundo de los sueños.
- ¿Lo mejor que te pasó en la vida?... No seas estúpida, no me conoces de más que de una tarde en donde caía mucha nieve- Dije riendo levemente al tiempo que sacaba mi paquete de tabaco.
Pude apreciar entonces como la joven dormía profundamente sobre la cama, y una sonrisa nueva se dibujó en mi rostro. Guarde nuevamente el paquete y la cogí en brazos delicadamente para meterla bajo las sábanas y después cubrirla. Su rostro era casi angelical durmiendo, me parecía bastante tierno.
No sabía que hacer entonces, mi invitada estaba frita y comenzaba a caer la noche, prácticamente había cenado antes con tanta comida, por lo que no tenía nada que hacer. Sin embargo un gran bostezo surgió de mi boca y estaba claro que haría, acompañar a la joven en la cama y dormir largo y tendido, la noche pasada no dormí y eso me estaba repercutiendo en estos momentos.
Me quité la chaqueta y la puse en el respaldo de la silla, posteriormente me quité los zapatos y comencé a desabrocharme la camisa, la puse en una percha y la metí en el armario. De este saqué un pijama de color azul oscuro y me puse la parte de arriba, para luego quitarme los calzoncillos y ponerme rápido la parte inferior del pijama. Los calcetines en los zapatos y un leve toque de colonia en el cuello, tenía la costumbre de dormir así. Tras esto levanté las sábanas por el lado en el que no estaba la joven y me acosté intentando hacer el menor ruido y movimiento posible. Una vez hecho esto cerré los ojos comenzando a entrar en el mundo de los sueños.
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Oía la voz de León pero no entendía nada, iba cayendo en los brazos de Morfeo lentamente y sentí que me colocaban bien en la cama, y me arropaban. Esperaba no molestarlo al quedarme a dormir y tampoco mientras duermo, suelo moverme demasiado y se intensifica cuando tengo pesadillas...
Soñaba que estaba en unas praderas verdes con el crepúsculo en el horizonte. Me senté en el verde pasto con la mirada perdida, todo era muy tranquilo. El suave viento moviendo mi pelo, cerré los ojos para sentir la naturaleza y la tranquilidad pero de pronto, el aire ceso, todo se volvió negro, el canto de los pájaros también ceso... Me levanté rápidamente e intranquila del pasto, me estaba poniendo nerviosa. Entonces, a lo lejos, visualicé tres siluetas... Eran mis padres y mi hermano... Sonreí al verlos, fui corriendo hacia ellos pero la imagen en vez de acercarse se iba alejando. Me estaba desesperando, gritando [color=#ff33cc]-¡No me dejéis sola! ¡No os vayáis, por favor-[/color]. Caían lágrimas de mis ojos, parecía tan real que no podía soportarlo... En eso, vi como varias sombras negras se acercaban a ellos, se ponían alrededor suya durante un rato y cuando se alejaron, mi familia estaba en el suelo tirados, llenos de sangre y el paisaje cambió a lo que era mi antigua casa. Era la viva imagen de aquel día... Puse cara de espanto, no quería recordarlo. Me llevé las manos a la cabeza, diciéndome que no era real y pegué un grito, lleno de dolor y angustia...
Me levanté de la cama de un golpe, gritando:
-¡AAAAH! -tenia los ojos llenos de lágrimas-.
Me llevé las manos a la cabeza como en mi pesadilla para luego ponerme en posición fetal y apoyar mi cabeza en mis rodillas, sollozando. No quería tener más este tipo de sueños, no me dejaban dormir pero casi siempre que parece que voy a tener un sueño normal, se convierte en una pesadilla.
Soñaba que estaba en unas praderas verdes con el crepúsculo en el horizonte. Me senté en el verde pasto con la mirada perdida, todo era muy tranquilo. El suave viento moviendo mi pelo, cerré los ojos para sentir la naturaleza y la tranquilidad pero de pronto, el aire ceso, todo se volvió negro, el canto de los pájaros también ceso... Me levanté rápidamente e intranquila del pasto, me estaba poniendo nerviosa. Entonces, a lo lejos, visualicé tres siluetas... Eran mis padres y mi hermano... Sonreí al verlos, fui corriendo hacia ellos pero la imagen en vez de acercarse se iba alejando. Me estaba desesperando, gritando [color=#ff33cc]-¡No me dejéis sola! ¡No os vayáis, por favor-[/color]. Caían lágrimas de mis ojos, parecía tan real que no podía soportarlo... En eso, vi como varias sombras negras se acercaban a ellos, se ponían alrededor suya durante un rato y cuando se alejaron, mi familia estaba en el suelo tirados, llenos de sangre y el paisaje cambió a lo que era mi antigua casa. Era la viva imagen de aquel día... Puse cara de espanto, no quería recordarlo. Me llevé las manos a la cabeza, diciéndome que no era real y pegué un grito, lleno de dolor y angustia...
Me levanté de la cama de un golpe, gritando:
-¡AAAAH! -tenia los ojos llenos de lágrimas-.
Me llevé las manos a la cabeza como en mi pesadilla para luego ponerme en posición fetal y apoyar mi cabeza en mis rodillas, sollozando. No quería tener más este tipo de sueños, no me dejaban dormir pero casi siempre que parece que voy a tener un sueño normal, se convierte en una pesadilla.
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Las sábanas eran bastante confortables, me hacía estar caliente en aquella isla sin llegar a pasar calor, y dormir en ellas era una sensación similar a la que imagino que es estar entre las nubes. Y ahí es donde estaba ahora, pues en el sueño profundo que tenía estaba sobrevolando los cielos sobre el lomo de una criatura gigantesca y extraña, al principio creí que era un dragón, más pronto pude averiguar que no, era algo mas aterrador, un basilisco. Este estaba hablando conmigo, lamentablemente no recuerdo la conversación, aunque parecía que me alegraba al mismo tiempo que me sorprendía. Sin embargo nuestra conversación terminó, pues de repente empezó a gritar, el susto que me dio fue tal que caí de su espalda al vacío sin nada que hacer para salvar mi vida.
Desperté en la cama con la sensación de haberme caído cuando vi a mi lado a la joven Kidah sollozando, con la cabeza recogida hacia sus piernas, algo que me impactó.
- Eh, pequeña ¿Qué te ocurre?- Pregunté asustado por saber que sucedía.
A mi alrededor no había nada ni nadie, todo estaba tal y como lo había dejado, incluyendo el calcetín que está al lado de la puerta para detectar si alguien entró o no. Arrope con mis brazos y las sábanas a la joven y note que estaba temblando, con lo que continué el abrazo al tiempo que trataba de tranquilizarla con mi voz.
- Oye renacuaja ¿Qué sucede? Estoy aquí ¿Vale? ¿Has tenido alguna pesadilla o algo?- Pregunté tratando de adivinarlo para que no tuviese que explicarme mucho que le sucedía.
Encendí la lampara pequeña que había sobre mi mesa de noche para que alumbrase levemente la habitación, y ahí pude ver mejor la posición y la reacción de la joven, ante esto solo pude abrazarla besar su frente despacio mientras la abrazaba tratando de consolarla. No tenía idea de que había ocurrido, pero tenía que arreglar esto, no podía permitir que ella estuviese así.
En algunas ocasiones yo también tenía pesadillas, estas hacían que me levantase empapado de sudor y temblando de miedo como si aún fuese un niño pequeño temeroso de un monstruo imaginario. Era una sensación horrible y sabía como se sentía, pues si mi intuición no era mala esto se debería a nuestra conversación, donde me confesó lo de su familia, y como pudo ver la muerte de su familia. Lo entendía, en mi pesadillas suelo ver el cadáver de mis abuelos impregnados en sangre, no era algo precisamente agradable.
Desperté en la cama con la sensación de haberme caído cuando vi a mi lado a la joven Kidah sollozando, con la cabeza recogida hacia sus piernas, algo que me impactó.
- Eh, pequeña ¿Qué te ocurre?- Pregunté asustado por saber que sucedía.
A mi alrededor no había nada ni nadie, todo estaba tal y como lo había dejado, incluyendo el calcetín que está al lado de la puerta para detectar si alguien entró o no. Arrope con mis brazos y las sábanas a la joven y note que estaba temblando, con lo que continué el abrazo al tiempo que trataba de tranquilizarla con mi voz.
- Oye renacuaja ¿Qué sucede? Estoy aquí ¿Vale? ¿Has tenido alguna pesadilla o algo?- Pregunté tratando de adivinarlo para que no tuviese que explicarme mucho que le sucedía.
Encendí la lampara pequeña que había sobre mi mesa de noche para que alumbrase levemente la habitación, y ahí pude ver mejor la posición y la reacción de la joven, ante esto solo pude abrazarla besar su frente despacio mientras la abrazaba tratando de consolarla. No tenía idea de que había ocurrido, pero tenía que arreglar esto, no podía permitir que ella estuviese así.
En algunas ocasiones yo también tenía pesadillas, estas hacían que me levantase empapado de sudor y temblando de miedo como si aún fuese un niño pequeño temeroso de un monstruo imaginario. Era una sensación horrible y sabía como se sentía, pues si mi intuición no era mala esto se debería a nuestra conversación, donde me confesó lo de su familia, y como pudo ver la muerte de su familia. Lo entendía, en mi pesadillas suelo ver el cadáver de mis abuelos impregnados en sangre, no era algo precisamente agradable.
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No sé en que momento León se despertó, las imágenes de aquella pesadilla seguían en mi mente, no escuchaba lo que él decía. Cuando sentí que me abrazaba, me giré para devolverle el abrazo para sentirme protegida y segura, hundiendo mi cabeza en su cuello... Olía a colonia, era agradable... Las imágenes de mi familia no se iban de mi cabeza, cada vez le abrazaba más fuerte, tenia mucho miedo, quería que se fueran esas imágenes que me traumatizaron y también pensé en la muerte de Aiden, mi maestro y salvador, otra muerte en la que estuve presente...
-Quiero que se vayan... No quiero tener estas pesadillas... -lloraba a moco tendido- ¿Por qué me ocurre esto a mí?... ¡¿Por qué tuvo que morir así mi familia?!... Espero no perderte a ti también ¡No quiero volver a perder a nadie más de mi familia!
No podía parar de llorar ni de temblar, cada vez apretaba más aquel abrazo para intentar relajarme pero no podía, me era imposible... El miedo de volver a perder a alguien no me dejaba...
-... También perdí el que fue mi salvador, mi maestro... También vi como lo mataban unos marines... Hubiera preferido morir junto a mi familia, así no pasaría por esto... Por esta angustia y este dolor...
-Quiero que se vayan... No quiero tener estas pesadillas... -lloraba a moco tendido- ¿Por qué me ocurre esto a mí?... ¡¿Por qué tuvo que morir así mi familia?!... Espero no perderte a ti también ¡No quiero volver a perder a nadie más de mi familia!
No podía parar de llorar ni de temblar, cada vez apretaba más aquel abrazo para intentar relajarme pero no podía, me era imposible... El miedo de volver a perder a alguien no me dejaba...
-... También perdí el que fue mi salvador, mi maestro... También vi como lo mataban unos marines... Hubiera preferido morir junto a mi familia, así no pasaría por esto... Por esta angustia y este dolor...
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Me dolía el pecho de tan solo verla sollozar de esa forma, estaba claro que la joven estaba con un profundo trauma por todo lo que en su vida había pasado, vio demasiadas muertes en muy poco tiempo, cosa que a algunas personas podrían dejarlas paralizadas de miedo de por vida, que se mantuviese bien aun así es muy meritorio, en el sentido de seguir con su vida como pudiese sin rendirse.
Sollozaba y apretaba mi cuerpo, de haberme hecho esto antes de aquel entrenamiento con el agente Deadpool quizás lo hubiese pasado mal por ello. Pero eso no importaba, lo importante era ayudarla, hacer que se animase como fuese, que se relajase y al menos pudiese descansar, necesitaba calmarla como fuese.
- Eh, no bromees, ¿Perderme? ¿Quién te crees que soy yo? Veo que no lo sabes, pero ¡Yo soy el hombre mas poderoso del planeta! Y el más valiente, ¿Sabes? a veces cruzo la carretera sin mirar a los lados, ¡Dime tu que es ser valiente si no lo es eso!- Reí un poco tras la gran cantidad de tonterías que había dicho con un tono de voz humorístico para levantar con mi mano su barbilla.
Acaricie suave su mejilla y rostro, pudiendo fijar mis ojos en los suyos tratando de trasmitirle confianza así, con una sonrisa en mi rostro.
- Te prometo que yo jamás moriré pequeña. Resulta que tengo una joven muy bonita a la que proteger incluso con mi vida si es necesario ¿Entiendes? Es una joven que en sus cabellos lleva el mismísimo color del propio fuego, ardiente y fuerte, como solo ella es, y no solo su pelo posee ese hermoso color, también sus ojos, rojos como las hermosas rosas que florecen en primavera en los cuentos principescos donde todo es posible y el bien siempre prevalece ¿Y sabes que más? Posee una piel blanca, casi como la nieve más hermosa que contemplé en mi vida, una que caía sobre mi y la joven de la que te hablo hace apenas unas horas. Pero lo más encantador que tiene no es su voz, a pesar de ser de las más bonitas que pude escuchar en mi vida, llena de vida y melodiosa, no, lo más bonito es su sonrisa, una sonrisa que a logrado hacerse un hueco en mi corazón, un corazón frío lleno de odio y sed de venganza, algo que creía imposible lo has logrado con apenas unas horas... y es por ello que voy a ser inmortal, necesito protegerte pequeña, aunque eso me cueste la misma vida... Se todo lo que has sufrido, o al menos puedo hacerme una buena idea de todo lo que has soportado tu sola hasta ahora... pero créeme si te prometo que lo cambiare ¿Si?
Termine de hablar tragando saliva y la miré a los ojos llenos del color de las rosas ciertamente más bellos que nunca al tener el líquido de las lágrimas haciendo un efecto cristalino.
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Todas las tonterías que dijo me hicieron reír, era tales sus tonterías que lloraba de alegría. Me encantaba como trataba de animarme, dejando de lado su forma de hombre serio y amargado a uno gracioso, parecía un monólogo. Levantó mi barbilla para mirarme a los ojos, y acariciarme la mejilla y el rostro suavemente, cerré los ojos tras su tacto. Cogí su mano, acariciandola y mostrandole una sonrisa dulce, mientras pronunciaba un gran discurso, que hizo que se me salieran más lágrimas, pero eran lágrimas de alegría.
Saber que se preocupaba por mi me hacía feliz. Me prometió que no moriría y espero que sea así. Todas las palabras que salían de su boca, hicieron que me aparecieran cosquillas en el estómago, como mariposas revoloteando alrededor. Era una sensación extraña que nunca había sentido antes. Entonces, solté mi mano de la suya, la puse en su mejilla y me fui acercando poco a poco a sus labios hasta que hicieron contacto. Sus labios eran finos y suaves, mientras le besaba aun caían lágrimas de mis ojos que se mezclaban con el beso, haciéndolo un poco salado... Pero abrí de golpe los ojos, dándome cuenta de lo que estaba haciendo y alejándome de golpe...
-Lo-Lo siento... No sa-sabía lo que estaba haciendo... Olvida lo que acaba de o-ocurrir... Fue un error...
Me aparté de él y me tumbé en mi lado de la cama. Repitiendome una y otra vez en mente que soy una tonta, esto no tendría que haber pasado...
Saber que se preocupaba por mi me hacía feliz. Me prometió que no moriría y espero que sea así. Todas las palabras que salían de su boca, hicieron que me aparecieran cosquillas en el estómago, como mariposas revoloteando alrededor. Era una sensación extraña que nunca había sentido antes. Entonces, solté mi mano de la suya, la puse en su mejilla y me fui acercando poco a poco a sus labios hasta que hicieron contacto. Sus labios eran finos y suaves, mientras le besaba aun caían lágrimas de mis ojos que se mezclaban con el beso, haciéndolo un poco salado... Pero abrí de golpe los ojos, dándome cuenta de lo que estaba haciendo y alejándome de golpe...
-Lo-Lo siento... No sa-sabía lo que estaba haciendo... Olvida lo que acaba de o-ocurrir... Fue un error...
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Poder oír la melodía de su risa tras verla así me había conquistado, verla así gracias a mis palabras cuando acababa de llorar a mansalvas y temblaba como una pobre niña pequeña recién despierta de una pesadilla me había reconstruido el corazón que se había partido al verla como estaba antes. Ahora estaba incluso contenta, con algunas lágrimas cayendo por su mejilla, pero la sonrisa de su rostro, esa hermosa sonrisa, daba a entender que todo estaba mucho mejor.
Siendo sinceros ella estaba hermosa con aquella sonrisa de ángel y los ojos cerrados mientras estaba acariciando su mejilla, durante mis palabras estaba llorando aún más de alegría, y estaba experimentando en mi corazón una felicidad que desbordaba, algo que jamás me había ocurrido y hasta me costaba explicar en cierto modo. Es difícil describir algo que jamás has vivido. Pero la cosa fue evolucionando cuando su mano soltó la mía para acariciar mi rostro, no estaba acostumbrado a ello y miré la mano ciertamente nervioso, para rápido mirar a sus ojos y contemplar que estaba haciendo. Se estaba acercando.
Era evidente que iba a ocurrir, y estaba nervioso por ello, por una parte me decía que la detuviese, que era familiar mío por muy lejano que fuese, sin embargo por otro lado mi cuerpo se apoderaba de mi y hasta se podía decir que acercaba yo el rostro a ella para encontrarnos lo más pronto posible. Finalmente alcancé a besarla y probar sus labios, momento en el que perdí toda la capacidad de raciocinio. El beso era fantástico, sus labios se cerraban sobre los míos para luego abrirme paso entre sus carnosos labios que me invitaban a seguir pecando de este incesto, la lujuria poco a poco se adueñaba de mi cuerpo sintiendo una mezcla de calor interior con otra fuente de calor que se encontraba en mi corazón y pedía seguir con esto cuanto tiempo me restase de vida en este mundo.
Sin embargo, ella se apartó pidiendo disculpas, dándose la vuelta, no podía permitirlo y cogí con suavidad su brazo, tirando de él de forma delicada pero firme hacia mi y cogí su cara con la mano para volver a besarla, esta vez yo. Sentir nuevamente sus labios era justo lo que necesitaba, eran carnosos sin ser excesivos, eran suaves, pero también firmes, y su lengua era delicada y suave. En el mismo beso era capaz de sentir su cálido aliento entrando en mi boca, una sensación que me encantó y me movió a besar de una forma más frenética, agarrando su cintura y sujetando su nuca mientras continuaba ese beso. Definitivamente mi cordura había quedado dormida para dejar paso a mis instintos, y sobretodo a mi corazón, quería hacer esto desde el primer momento en el que escuché su risa, en el que vi su sonrisa, pero no lo supe hasta ese momento. No quería separarme de ella en ningún momento, no quería separarme, no quería soltarla de mis labios, alejarla de mi cuerpo, no quería perder contacto con ella sucediese lo que sucediese, en ese mismo instante había tomado una decisión que quizás me costaría la misma vida más adelante, pero no me importaba, no pensaba perderla, tenía una promesa que cumplir.
Siendo sinceros ella estaba hermosa con aquella sonrisa de ángel y los ojos cerrados mientras estaba acariciando su mejilla, durante mis palabras estaba llorando aún más de alegría, y estaba experimentando en mi corazón una felicidad que desbordaba, algo que jamás me había ocurrido y hasta me costaba explicar en cierto modo. Es difícil describir algo que jamás has vivido. Pero la cosa fue evolucionando cuando su mano soltó la mía para acariciar mi rostro, no estaba acostumbrado a ello y miré la mano ciertamente nervioso, para rápido mirar a sus ojos y contemplar que estaba haciendo. Se estaba acercando.
Era evidente que iba a ocurrir, y estaba nervioso por ello, por una parte me decía que la detuviese, que era familiar mío por muy lejano que fuese, sin embargo por otro lado mi cuerpo se apoderaba de mi y hasta se podía decir que acercaba yo el rostro a ella para encontrarnos lo más pronto posible. Finalmente alcancé a besarla y probar sus labios, momento en el que perdí toda la capacidad de raciocinio. El beso era fantástico, sus labios se cerraban sobre los míos para luego abrirme paso entre sus carnosos labios que me invitaban a seguir pecando de este incesto, la lujuria poco a poco se adueñaba de mi cuerpo sintiendo una mezcla de calor interior con otra fuente de calor que se encontraba en mi corazón y pedía seguir con esto cuanto tiempo me restase de vida en este mundo.
Sin embargo, ella se apartó pidiendo disculpas, dándose la vuelta, no podía permitirlo y cogí con suavidad su brazo, tirando de él de forma delicada pero firme hacia mi y cogí su cara con la mano para volver a besarla, esta vez yo. Sentir nuevamente sus labios era justo lo que necesitaba, eran carnosos sin ser excesivos, eran suaves, pero también firmes, y su lengua era delicada y suave. En el mismo beso era capaz de sentir su cálido aliento entrando en mi boca, una sensación que me encantó y me movió a besar de una forma más frenética, agarrando su cintura y sujetando su nuca mientras continuaba ese beso. Definitivamente mi cordura había quedado dormida para dejar paso a mis instintos, y sobretodo a mi corazón, quería hacer esto desde el primer momento en el que escuché su risa, en el que vi su sonrisa, pero no lo supe hasta ese momento. No quería separarme de ella en ningún momento, no quería separarme, no quería soltarla de mis labios, alejarla de mi cuerpo, no quería perder contacto con ella sucediese lo que sucediese, en ese mismo instante había tomado una decisión que quizás me costaría la misma vida más adelante, pero no me importaba, no pensaba perderla, tenía una promesa que cumplir.
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