Preparativos Para La Guerra. [Privado] [Kyofu No Yohei]

- Vaya asco de vino, esto ha caducado. – Un poco ilógico, pero al dragón eso le importaba una mierda y lo había dejado muy claro con aquel comentario.

Tiró la botella al mar y después soltó un suspiro. Estaba sentado en la borda del enorme y gigantesco barco, Panteón. En el interior estaba la nueva miembro de Kyofu, la preciosa Lily. En esos momentos a saber lo que estaba haciendo. Lo último que recordó fue aquel abrazo tierno que le dio y como ella salió corriendo avergonzada. Desde entonces no la había visto en las próximas ocho horas. Eran las siete de la tarde y ya estaba algo nublado. Al menos, el barco había llegado a la isla de Nanami, actual base del Shichibukai. Esa al menos lo era de forma oficial para todo el mundo. Soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos se estiró. Había recibido una noticia en la que le habían dicho que Bleyd había muerto, su respuesta fue clara.

- Mala hierba no muere, hasta que no vea el cuerpo no me lo creo. – Repitió echando el ancla con sus propios brazos.

Después de unos momentos se rascó la cabeza. Había enviado una carta a la dragona, otra al enano con complejo de vaca enfermiza y por última una a Bleyd. Esperaba que todo fuese una gilipollez y se presentase. No sabía lo que iban a tardar en llegar a la isla o si ya estaban allí, pero él por el momento se quedó sentado en la cubierta del barco. Para anunciar su llegada estiró la mano hacia arriba e hizo que el cielo se oscureciera. De aquella forma podría hacer que todo tuviese algo más de ambiente. Se le ocurrió ir a por la rubia y por ello se colocó en pie. Llegó hasta el pasillo y una vez allí tomó todo el aire posible. Gritó con fuerza para que ella pudiese escucharle.

- ¡Taka-chaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan! ¡Ven a cubierta, que hemos llegado a casa! – El tono usado era demasiado irónico y casi parecía que estaba bromeando, pero no era de aquella forma.

Salió de nuevo a la cubierta y se cruzó de brazos. Miró la selvática isla y después miró en varias direcciones. Tomó todo el aire que pudo y de repente rugió con toda su fuerza. Quería dar a entender que había llegado. Al menos. Si había alguno de sus hombres allí viviendo sin permiso podría escucharle. Convirtió su garganta en la de un dragón para ello. Volvió a su estado normal y soltó un pequeño suspiro. No llevaba la camiseta, dejando ver un cuerpo bastante musculoso. Su altura era de un metro con ochenta, había usado un poder especial para medir aquello y estar a mejor altura con el resto de personas. Tan solo llevaba un pantalón azulado y unas sandalias de madera.

- Bueno, ya solo falta que la gente empiece a llegar y las presentaciones. Después discutimos que isla del paraíso nos quedamos y comenzamos la diversión. – Susurró para sí mismo mientras se llevaba la mano al mentón.

Aunque nadie le estuviese escuchando, un Dios podía permitirse hablar consigo mismo y entrar en estado de trance para superar situaciones enfermizas. Una lógica rara y sin sentido que seguía Madara para cuando hablaba solo, pero tampoco le importaba mucho. En aquellos dos años había aumentado su fuerza de forma ridícula, esperaba que los demás también lo hubiesen hecho, o habría hostias.

Me recuesto en la silla del copiloto con Fluffle sujeto en la parte de atrás, cierro mis ojos y dejo descansar mi cabeza unos instantes, levanto los ojos y me centro en lo más urgente, comprobar direcciones y rumbo. Sin embargo siento un Dèjá vu con precaución vuelvo el rostro hacia el asiento del piloto, despacio, temeroso de lo que allí encontrare. En el asiento del piloto se encuentra mi compañera, tiene el pelo castaño y lo lleva en dos coletas al contrario que yo viste ropa de civil, se encuentra herida en diversos puntos pero nada que amenace su vida.

-¿Qué?-responde un poco incomoda al percibir mi mirada fija en ella.

-No es nada, viejos recuerdos.

La re-entrada en la atmósfera terrestre resulta ser un viaje movidito. Podemos vislumbrar el mar blanco de nubes y el acuoso azul, casi interminables, tan solo rotos por breves puntos de verde, marron.

-¿Bueno a donde nos dirigimos Bleyd?

- Estamos cerca de la zona del nuevo mundo, Sideros podría ser un buen destino, también podemos ir al Ojo a Fiordia, tengo una casa allí, el gobierno no ira a buscarnos en el territorio de la revolución.

-Bien ¡Rumbo a Fiordia!-

Comienzo a trazar el rumbo utilizando las cartas de navegación. Observo el mar por debajo nuestro y en el horizonte, entonces lo veo. Sobre el mar cubriendo una enorme extensión, un oscurecimiento sobrenatural, solo conozco a dos personas capaces de algo así, una de ellas nos brindara protección, la otra puede que me arranque la cabeza, si ha tenido un mal día.

-Ellie, aterriza en aquella isla, la que tiene el área oscurecida sobre si.

-¿Pero no vamos a Fiordia?

-¡No! Yo tengo que reunirme con alguien, después te daré las coordenadas y podrás ir allí, pregunta por Deathstroke si te ponen algún problema.

La nave toma rumbo descendiente acercándose a la selvática isla, en el mar un enorme navío surca las olas.

-Acércate todo lo que puedas saltare sobre la cubierta. Gracias por todo Ellie, nunca lo hubiera logrado sin ti.

-¡Ya! Soy la bomba, ahora salta a ese barco antes de que te de una patada en el culo.

Agarro a Fluffle mientras la puerta exterior se abre, la nave se bambolea de lado a lado a causa de las corrientes de aire, Fluffle y yo nos despedimos de Ellie en el instante que saltamos a cubierta.
Ellie se aleja con la nave rumbo a Fiordia. Por mi parte dejo a Fluffle en el suelo y me acerco a Madara dejando que diga lo que tenga que decir.

Llevaba ya varios días en Nanami, su ecosistema selvático era uno de mis preferidos, además, era la base de nuestra compañía de mercenarios. Estaba en medio de la selva jugando con los animales, bueno, jugando no sería la palabra exacta, experimentando sería mucho más adecuada. Estaba usando los poderes de mi fruta para conseguir mejorar mi sugestión, más específicamente, quería conseguir desorientarlos más tiempo. Para ello escogí a los animales que mejor orientación tenían en aquel lugar y los sugestionaba, haciendo que se desorientaran. Cuando pillaba a alguno me concentraba en mantener el poder activo todo lo posible. Si conseguía que estos animales, mucho más capaces que los humanos, estuvieran fuera de combate más tiempo, habría dado un gran paso.

Mis estudios fueron interrumpidos por un gran rugido. Al parecer el jefe llegaba, seguramente no quisiera retrasos, y la verdad, me aprecia verlo bastante. Liberé a los animales de su estado y pasé a forma híbrida, no quería destruir todo aquello pasando a completa bajo el dosel arbóreo. Una vez ascendí lo suficiente, pasé a la forma completa y le devolví el rugido. No esperaba que me lo devolviera, pero hubiera estado bien. Sobrevolé la selva en dirección al puerto, era una tontería ir hasta el barco cuando acabaríamos todos en tierra firme.

Sabía que nos quería a todos reunidos, lo que no sabía es donde se encontraban el resto. Según algunos informes Bleyd habría muerto, Ushi hacia mucho que no lo veía y Madara había pasado los últimos años desaparecido. Esperaba que todo le hubiera ido bien al dragón negro, esperaba que trajera algo de interés de un viaje tan largo, al menos que trajera algo valioso. Cuando llegué al puerto me quedé echada en la dársena de piedra esperando que el galeón atracara. No apetecía volver a forma humana, quería que bikini nuevo fuera un buen regalo de llegada.

Era raro que ninguno más de los miembros estuviera ya allí, ¿Nos habríamos quedado solos el jefe y yo? Eso sería desastroso, nos pelearíamos por todo, tesoros, comida, juegos…… si eso pasaba estando cuatro, los dos solos sería una hecatombe. Aunque, bueno, sin Ushi éramos un dragón menos, eso nos dejaba más comida, pero tenía esperanzas de que el niño especial apareciera.

Un mar de nubes blancas cubría parte del sol aquel día. Era un manto de algodón por el cual un pequeño dragón circulaba. Era naranja, parecía una cría, lo único que destacaba era que llevaba una mochila de cuero y un afro en su cabeza, mostrando dos cuernos dorados. Se trataba del niño más fuerte del planeta tierra, del conquistador de mares, del inigualable Ushi, en su forma completa. Hacía tiempo atrás recibió una carta de su jefe la cual no pudo leer ya que no sabía del todo, indicaba un lugar y una fecha. Se dirigía pues a la isla seleccionada por su subordinado para ir y repartir leña. Hacía años que no lo veía y esperaba que tras todo ese tiempo al menos, Madara, tuviese un cargamento gigantesco de golosinas solamente para él. Ya se le hacía la boca agua, apenas podía contenerse así que con su enorme zarpa sacó una bolsa enorme de su mochila. Habían decenas de chuches, era su último cargamento, así que debía de comerlas poco a poco, o al menos es lo que haría alguien normal. Cogió la mitad de ellas y se las metió en la boca, devorándolas sin parar y masticando aquel dulce manjar.

- ¡Delichosas! – Gritó con la boca llena y dejando caer una gominola al más profundo océano.

Ya estaba cansado de tanto volar, tal vez llevaría diez minutos desde que dejó el barco mercante en el cual se había colado y por fin pudo ver la isla. Una enorme masa de arena cubierta por un manto verde de vegetación. Debía darse prisa, se estaban agotando sus energías y no iba a poder aguantar más en el aire. De pronto, como si por arte de magia fuera, las nubes se volvieron negras y la oscuridad inundó el cielo. El pequeño dragón no entendía nada, tragó sus golosinas y siguió adelante. Entonces un enorme rugido, un grito ensordecedor, llegó a sus oídos. Era la voz de su jefe, la llamada hacia los suyos. Ushi sonrió de felicidad mientras imaginaba el gran cargamento de chuches que iba a tener a su cargo. Era lo menos que Madara debía hacer por abandonarlo durante tanto tiempo. Maldito súbdito.

- ¡Madara! – Gritó con máxima potencia. De la emoción volvió a agarrar el último montón de chuches que le quedaban y se fue a metérselas en la boca, pero entonces vio el barco.

Tan solo una golosina se metió en su boca, una llave inglesa gelatinosa cubierta por una capa del más dulce azúcar picante. Las demás cayeron de sus manos por culpa de la emoción y una lluvia de decenas de golosinas comenzó a caer sobre la cubierta de aquel navío. Ushi abrió los ojos al ver como su manjar desaparecía, haciendo que las lágrimas también cayeran. Su energía se agotó en aquel momento, sus alas ya no podían seguir aguantándolo en el aire.

- ¡¡Mi xuches!! – Gritó justo cuando paró de volar.

Como si de un cómic se tratase, se detuvo en el aire por unos segundos, moviendo sus patas reptilianas para intentar planear. Funcionó, pero solo por unos segundos y comenzó a caer desde lo más alto hacia la cubierta del barco.

- ¡Socogo! ¡¡Aiuda!! – Gritaba dejando caer sus lágrimas sin ton ni son.

Caía con gran potencia y se transformó en su forma humana, dejando ver que la mochila era poco más grande que él. Se agarró con fuerza a las abrazaderas, cerró los ojos mientras caía y rezó como si no hubiera un mañana. Tenía una enorme resistencia gracias a su fruta, pero si caía sobre la cubierta podría atravesarla y llegar a la bodega. ¿Sobreviviría?

Madara alzó una ceja cuando vio a la rubia salir del barco. Estaba tan hermosa como hacía unas cuantas horas. No pudo evitar dedicarle una sonrisa amable y después caminar hacia ella. Sus rojizos ojos la observaron despacio y después miró el té despacio. Al parecer, la joven había estado ya en la cocina. Una idea le vino a la mente, pues conocía de sobra a Ushi y a Vilya, tenía cojones que solo pudiera fiarse de Bleyd para aquel tema, era el único no salido. Se rascó la cabeza y acto seguido la miró a los ojos. Esos hermosos orbes color dorado que le hacían perder la cabeza. Igualmente, negó y se puso algo serio. Esperaba que ella no se enfadase con él, o iba a tener que disculparse por sus palabras. Lily era muy especial para él desde el momento en que la conoció.

- Ahora va a ir llegando gente poderosa, son el resto de miembros. Te pido perdón por adelantado, pero te prometo que no planeo nada raro contigo. Esto es para que no te tiren los tejos todos, no quiero que te líes a tiros y terminemos con mal rollo. De modo que… Lo siento. – Dijo sonriéndole y acariciándole la cabeza.

Lo siguiente que hizo fue colocar un pie en la cubierta. Vio otro navío acercándose. Cuando Bleyd saltó a la cubierta no pudo evitar sonreír de forma siniestra. Sabía de sobra que su soldado no iba a caer tan fácilmente. Lo que no le hizo gracia fue que otra persona hubiese llegado hasta allí. Decidió darle el voto de confianza y le guiñó el ojo al bicho rosa. Después trató de darle un abrazo a Bleyd.

- Sabía que estabas vivo, colega. Me alegro de verte de nuevo, pero me gustaría que me contases quién va en ese navío y si es de fiar. Recuerda que no podemos permitirnos que mucha gente sepa de nosotros.

Una vez dijo aquello se mantuvo calmado y detectó otro olor… Este parecía ser algo más… Estaba claro que se trataba de ella. Se asomó y pudo ver a una dragona allí tumbada. No estaba en su forma humana, pero la reconoció al instante. Soltó una pequeña risa y entonces alzó la voz.

- ¡La reunión es en el barco! ¡Ven aquí! – Le gritó de forma sádica.

Todo parecía estar yendo sobre ruedas. Sin duda, era el equipo que más había aguantado con él. Estaba orgulloso de sus compañeros. Tan solo faltaba una persona por llegar. No tardó en notar una presencia debido a su haki. Esta parecía venir de arriba y por ello alzó la cabeza. Escuchó la voz del crío llamándole y después pudo ver bastantes chucherías caer del cielo. Ladeó la cabeza abriendo la boca y comiéndose una al vuelo mientras lo miraba caer. Al principio iba a dejarlo, pero… Los cojones, su barco era caro. Estaba tan reforzado que Ushi se reventaría, pero no quería ni un puto araño. El dragón entonces dejó sus dos alas negras salir de su espalda y voló hacia él. Lo cogió en pleno aire y aterrizó colocándolo en el suelo.

- Al final has sobrevivido, y yo que pensaba que estarías muerto. – Dijo con un tono provocativo para jugar con él y de paso picarlo. Debía admitir que había echado de menos a su enano.

Una vez estuvieron todos no tardó en caminar hasta colocarse al lado de la rubia y se cruzó de brazos. Los miró a todos y parecían de una pieza. Una sonrisa siniestra se formó de nuevo en su rostro y lo siguiente que hizo fue toser un poco.

- Debo decir que me agrada veros a todos aquí. Estos dos años me los he pasado arreglando mis asuntos, pero ya están terminados. Esta chica que veis aquí es Lily, es la última incorporación al equipo. También es… Es… Es… Es mi amada. Aviso desde ya que soy un celoso de mierda y eso lo sabéis todos. De modo que controlaos, que yo no comparto. – Estaba claro para quien iba aquel mensaje, para el puto Ushi en su forma de galán.

Entonces fue cuando les hizo un gesto a todos para que le siguieran. Los condujo hasta un enorme salón donde había varios sofás y sillones. También estanterías con licores y una enorme nevera con comida. Él se sentó en un sofá en el que entraban dos personas y entrecerró los ojos.

- Podéis tomar lo que os dé la gana y comer lo que queráis, familia. Antes de que me lie a abrazos con Ushi y Vilya (eran los que faltaban, pero estando ella en forma dragón…) Creo que debemos hablar de cosas interesantes ¡Venga, charlemos! – Dijo entre risas. – Hablad con quién queráis y preguntad lo que deseéis de cualquier tema, después vendrá el curro. – Finalizó.

- Se llama Ellie, me salvo la vida. Hemos pasado un maldito infierno juntos... es algo de lo que no quiero hablar ahora.

Un examen detallado revela que la armadura es diferente a lo que Madara recuerda. Esta parece mucho mas moderna, de un color grisáceo. Con bandas metálicas puestas en linea, no lleva su espada y esta armado con lo que parece ser diversas armas de rango. El estado general de Bleyd es una maldita tristeza no desprende ningún aura y su olor no es mas que sangre, muerte y descomposición. Tiene un agujero a la altura del hombro izquierdo y otro en la mano izquierda también, marcas de cuchillas y perforaciones por doquier cubren todo el cuerpo.

-Si me necesitas estaré buscando el baño. Vamos Fluffle deja las gominolas.

Fluffle:

El pequeño y rosado pony deja un instante las gominolas y sale tras su amigo.

Un rato después... Bleyd aparece aseado y sin oler a cadáver.

-¡Bien! ¿de que va esta reunión pues? por que ahora mismo lo que mas necesito es dormir toda la semana. Gracias Fluffle- El peludo compañero de Bleyd ha saqueado la nevera y se ha traído todo cuanto ha podido cargar. El y Bleyd se ponen a zampar como gordos. Eso si sin manchar nada, pero acaparando de mala manera.

-Ñom... Ejem, supongo que de aquí solo me conoce Madara y Vilya. Me llamo Bleyd y este es Fluffle. Nadie se mete con Fluffle y estaremos bien. No necesito saber nada de vosotros ni vosotros de mi. Madara habla por vosotros, si el confía, yo también. Ya se ocupara el de arrancaros la cabeza si dais un paso en la dirección incorrecta.

Dicho esto se levanta a la estanteria y busca algo sin alcohol, apropiandose de la botella se la pimpla en tres tragos.

El niño seguía cayendo desde el cielo con los ojos cerrados, imaginándose como sería el cielo. Un mundo nuevo, un planeta formado solamente por los mejores dulces. ¡Incluso los animales eran de chocolate! Las nubes por las que volaba en su forma dragón estaban hechas de algodón de azúcar. Incluso una sonrisa se dibujaba en su rostro mientras se dirigía hacia la muerte. De pronto sintió un pequeño golpe y como algo rodeaba parte de su cuerpo, una mano gigante. ¿Tal vez la extremidad de la mismísima muerte? Ya se dirigía a aquel mundo donde las golosinas iban a ser infinitas, cargamentos gigantescos de dulces. ¡Incluso tendría más chuches que las que Madara le podría ofrecer! Estaba realmente emocionado, así que abrió los ojos y esperó ver a un guardián gigante hecho de helado. Pero no fue así.

- ¡Jo! – Dijo al abrir los ojos y ver de repente a su líder, el cual le sujetaba y le había salvado de la muerte. Escuchó las palabras de Madara tras dejarlo en el suelo. – ¡Mala herba nunca mere! ¡Soy imontal! – Gritaba para después reírse a carcajadas.

Entonces el pequeño comenzó a fijarse en cada persona que había allí. Madara estaba presentando a una nueva integrante, una albina con ojos de peculiar color. También estaban allí Bleyd, un enorme dragón y una masa que parecía estar formada de algodón de azúcar, rosa…

- Uoh… - Soltó casi al momento de ver a Fuffle. – Rico… - Su boca comenzó a salivar y sus ojos daban vueltas sobre su propia órbita, pareciendo estar hipnotizado. Era una especie de zombie con los brazos alzados y caminando torpemente para acercarse a aquello que parecía tan dulce. – Tengo… hambre… - Aclaró mientras seguía avanzando. Sus dientes se transformaron en colmillos realmente afilados y la lengua salía de su boca, pero entonces se fijó en algo. Aquel algodón de azúcar gigante tenía cabeza y, lo peor de todo… ¡se estaba comiendo sus golosinas, las que se habían caído mientras volaba! - ¡No! ¡Zon míah’! – Gritaba mientras avanzaba hacia Fluffle. Pero se tropezó y cayó al suelo. – No… voy… a llorar… - Dijo aguantándose las lágrimas.

La gente comenzó a caminar siendo liderados por Madara, avanzando hacia un enorme salón. Ushi no iba a ser menos, a pesar de su enfado ya que se había quedado sin golosinas su gran olfato detectó comida en el salón. Entró, vio al líder y a Lily sentados juntos y por último a aquel tipo llamado Bleyd y a su compañero dulzón, comiendo sin parar. A Ushi se le hizo la boca agua, así que sin dudarlo ni un solo minuto corrió directo hacia la nevera. La abrió casi llevándose la puerta consigo, pero pudo ver que ya estaba por la mitad. Casi todo lo habían cogido aquellos dos, Bleyd y Fuffle. Al menos quedaban flanes, crepes y un sinfín de cosas dulces. Comenzó a llenarse sus pequeñas manos de comida, formando una extraordinaria pirámide entre sus brazos que era más grande que él mismo. Caminó sin dejarse ver, detrás de aquella montaña de comida que portaba y se sentó en uno de los sillones justo después de dejar la comida a un lado. Echó una horrible mirada desafiante a Fuffle, iba a vigilarlo con sus dos ojos esmeraldas para que no se comiera, otra vez, lo suyo. Comenzó primeramente con una bolsa enorme de ganchitos naranjas y crujientes que había en un armario. Cada bocado hacía que saltasen migas al sillón y masticaba con la boca abierta. Que mala educación. Escuchó la presentación de Bleyd y su arrogancia, aparte del comentario que Lily había soltado. No iba a parar de comer pasase lo que pasase, así que decidió hablar con la boca llena.

- ¡Ño zoy uñ ñiño! – Casi no se le podía entender. - ¡Y tú! ¡Comño velva a coñer lo mío, te devoño! – Sí, definitivamente no se le entendía nada de nada, pero su comentario era una amenaza dirigida a Fluffle. No iba a permitir que comiera nada suyo otra vez. Tragó y vació su boca. – ¡Yo zoy Ushi! ¡Y conquistaré lo ziete mare! ¡Zoy el amo del muno! – Decía a los cuatro vientos. A pesar de no tener la boca llena, no se le entendía mucho. Entonces agarró una botella del suelo que previamente había cogido. Era una botella de cristal, verde, con una etiqueta blanca que salía el dibujo de una manzana y un racimo de uvas. Con letras grandes se veía la marca, “Mosto para valientes”. Era una bebida alcohólica que Ushi había confundido con zumo. - ¡Ah! ¡Rico zumo! ¡Qué zed! – Soltó mientras arrancaba el corcho de la botella con sus dientes y se dispuso a beber.

Al parecer la reunión seria en el barco, lo cual era todo un fastidio. Volviendo a mi forma humana saqué la armadura y comencé a ponérmela. Mi modelo nuevo solo era para ojos del jefe, no tenía ganas de hacer que Madara reventara cabezas por que los otros dos no se pudieran aguantar. Cuando terminé de vestirme, pasé a la forma híbrida y me fui directa al barco volando. Ya habían entrado todos dentro, pero el olor a la comida me sirvió de guía, además de los gritos de Ushi. Así que ya en forma humana caminé hacía el lugar de reunión.

Cuando entré vi al mercenario junto a una mujer nueva, mi cara de desagrado seguramente fuera legendaria vista desde el otro lado. La muchacha no parecía gran cosa, pero algo tendría si el dragón la había admitido. Fue una grata sorpresa ver que el grandullón enfundado en armadura y su oveja rosa no habían muerto como el gobierno decía. Me senté al lado de Ushi, si me pegaba demasiado a Fluffe puede que Bleyd se mosqueara, y hoy no era día de peleas. Esperaba que el pequeño dragón cambiara de edad a lo largo de la conversación para hacerlo más interesante, y para picar un poco al jefe también.

-Es un chico especial. – Le dije a la nueva mientras rascaba la cabeza de Ushi revolviéndole el pelo. – Bueno, ya lo descubrirás por ti misma, no quiero fastidiarte la sorpresa. Para que nos has reunido aquí en el barco Madara, no podía haber sido entre los árboles o en la playa tomando el sol. – Lo último se lo dije con un tono más meloso y una mirada sensual.

Madara se sorprendió cuando la chica se sentó a su lado. Se quedó mirándola unos leves segundos y después desvió la mirada hacia el resto. Las palabras de Lily le hicieron sonreír. Claro que no aceptaba niños, pero Ushi era la hostia. No solo era el motivo por el que Uchiha escondía el dinero, también era un colega de risas. Cualquiera que tocase a su vaca se las vería con sus puños. A su pequeño no lo tocaba ni Dios. Empezó a reír un poco mientras se estiraba y pasaba su brazo izquierdo por el hombro de Lily y la pegaba un poco a él. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro al hacerlo y esperaba no llevarse un puñetazo por eso, pero había que hacer las cosas bien. Pudo apreciar el suave tacto de ella, demasiado mona para ser verdad. Y su carácter era lo mejor de todo.

- Lo primero, Bleyd. Aunque no quieras hablar de ello, me interesa saber a dónde se dirige tu amiga. No me gusta que nadie sepa nuestra ubicación, quitando eso… Necesitas saber cosas de tus compañeros y ellos de ti. Te recuerdo que Kyofu es un nido de cabrones, pero unos cabrones que se quieren al fin y al cabo. – Nada más decir aquello se fijó en el estado del tío de la armadura.

Las guerras eran duras y ese era el trabajo de un mercenario. Él mismo lo había pasado peor en su juventud, pero ahora era un maldito tanque. Soltó un pequeño suspiro y observó cómo se alimentaba y bebía a su gusto. No había problema, pero esperaba que dejase un poco para el resto. Escuchó las palabras de Ushi y no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. Adoraba al puto crío. De su espalda surgió una larga cola de dragón que arrebató algo de comida al niño mientras él cogía la botella. Pilló una especie de empanadilla de chocolate y empezó a comérsela mientras se rascaba la cabeza. Entonces vio al enano empezar a abrir la botella. Usando de nuevo la cola trató de quitársela.

- Ushi, eso es veneno. En la parte inferior de la nevera tienes muchos zumos, dicen que si te tomas el de sandía serás el rey del universo. – Esperaba convencerlo, pues no quería a un crío borracho allí. Además, si usaba su forma media… No, no quería tener que atarlo al mástil.

Las palabras de la dragona hicieron que una gota de sudor bajase por la cabeza del moreno, pero estaba acostumbrado a sus palabras y a su tono provocativo. Negó un poco con la cabeza y después se dispuso a explicarlo.

- Te lo explicaré ahora mismo, guapa. Imagínate por unos momentos que la persona no invitada que ha traído Bleyd no es una amiga. Nos podrían haber bombardeado. En este barco estamos mucho más cómodos y protegidos. El hijo puta me costó… Bueno, me lo regalaron, pero su precio es de quinientos de los muy grandes. Es una fortaleza. Ahora las cosas interesantes.

El dragón hizo una pausa para morder la empanadilla de chocolate. Después de unos momentos la devoró totalmente, pero toda su boca había quedado manchada, cosa que le daba lo mismo. Soltó una pequeña carcajada y estiró los brazos hacia arriba, para después bajarlos y pegar de nuevo a Lily a él.

- Han pasado dos putos años y va siendo hora de que nuestro nombre sea el primero en la boca de todos. Por el momento a ver si empezáis a hacer misiones, putos flojos. Todo el mundo piensa que Kyofu está formada por Madara solamente. Nos vamos a poner a trabajar y tomaremos una isla más importante. Quiero una del Grand Line, así que ya estáis mejorando vuestras habilidades. He creado esta reunión para que veáis este barco, el cual es vuestra nueva casa. Aquí viviremos todos como reyes. Tenéis vía libre a todo el barco, salvo a la sala de máquinas, a la cual no podéis entrar sin mi ojo, huella dactilar, prueba de voz y contraseña. Quería montar esta pequeña fiesta también para echarnos unas risas y presentaros de paso a Lily. Es mi consejera personal y la que se ocupará de supervisar todo e informarme. Es como si fuera la segunda al mando más o menos, pero sé que aquí hay gente como Vilya que hace las cosas bien. De modo que vigilará mucho a Ushi y a nuestro Bleyd-chan.

El dragón miró de nuevo a la peliblanca a los ojos y le sonrió. Su boca continuaba llena de chocolate, pero no era algo que le importase. Tener los labios y comisuras de color negro no era el fin del mundo, además, sabían dulces. Se rascó un poco la cabeza y volvió a mirar hacia Bleyd.

- Bueno colega, dime a donde se dirige esa persona y porqué ha venido. Ya sabes que estas cosas son secretas y que una persona ajena a la banda sepa dónde estamos teniendo una reunión no me hace gracia.

Que pesadito, se estaba poniendo bastante insoportable el señor Madara.

-La he mandado a mi casa. Vino por que es la piloto de la nave y por que se ve tu oscuridad desde la órbita del planeta. Fue el único comentario frió y cortante. -Respecto a que "mis compañeros" necesitan saber de mi. Dudo mucho que un "nido de cabrones" como tú citas, necesite saber de mi vida privada.- El mercenario acaricia a su pequeño pony en un intento de relajarse, la tensión en el ambiente lo estaba crispando. Un niño mutante loco, dos mujeres locas y el tío mas avaricioso del planeta conviviendo juntos... eso no podía acabar bien.

Ushi, no era mas que un criajo al que era imposible entender, algo parecido a Fluffle, seguramente finalmente controlable a base de caramelos y sandeces.

Liliana, según podía ver y leer entre lineas era el nuevo chochete de Madara y parecia que follaba de puta madre, consejera personal segunda al mando, seguro que la come como un diosa.

Vilya, el anterior polvo de Madara, la conocí en Sideros allí ya tenían algo, parece ser que o no estaba a la altura o Madara prefiere cambiar cada dos por tres, ¿Quien sabe? lo que esta claro que la rivalidad entre esas dos guarras va a ser el alma de la fiesta. Prefiero mantener un perfil bajo y que se maten entre ellas y si por medio se llevan a Madara pues un problema menos.

Madara, Poderoso, avaro, desconfiado y mujeriego... es una lastima que no pueda nombrar ninguna cualidad buena de este sujeto. Lo mejor es hacer como si fuera una mujer, asentir, sonreir y repetir lo ultimo que ha dicho. Así lo tienes contento y te deja en paz.

-Bien, todo correcto en ese caso. Cuando lleguemos a donde sea que quieres conquistar, me avisas. Lyli, Vilya, ushi, Madara. Con vuestro beneplácito marcho.

Me toma camino para salir de la sala y dirigirse a algún sitio indeterminado.

- ¿V-Veneno? - Preguntó Ushi asustado. Entonces se le ocurrió la mejor y más maquiavélica idea. Cerró la botella incrustando el tapón de corcho y dio un bote, saliendo del sofá y esquivando, de pura casualidad, la cola de Madara. Tenía una sonrisa sádica en su rostro y su ceño estaba fruncido. Algo había planeado y todos estaban a punto de descubrir que era. Se acercó a Fluffle y en un cazo puso todo el líquido, ofreciéndoselo al animal. No era veneno, sino alcohol, pero eso Ushi no lo sabía. Su intención era asesinar “sin querer” a aquel animal dulce que había devorado parte de sus golosinas.

Ahora se dirigió de nuevo a la nevera, quería buscar aquel delicioso zumo que su líder le había comentado. Caminaba mientras refregaba sus manos como si hubiese cometido la peor y más maligna fechoría, mientras soltaba pequeñas carcajadas. - ¡Ji ji ji! – Soltaba. Abrió la nevera y observó todo, hasta que vio los zumos. Agarró uno y se lo bebió de golpe tras abrirlo. Ahora le apetecía algo frío, muy frío. Quería un helado. Abrió la puerta del congelador pero no había ni uno. Tan solo hielo, vasos congelados y carne. Estaba cabizbajo, deprimido, así que cerró el congelador de un golpe. Entonces escuchó lo que Madara estaba diciendo, hablaba sobre que deberían ser mejores, que deberían conquistar alguna isla y entonces, una mejor idea que antes se le ocurrió. Era su momento, el momento de plasmar sus planes. Corrió hasta colocarse a los pies de Madara y comenzó a saltar con energía para estar en el rango de visión de su líder. Era obvio que al ser tan pequeño no se le vería. Un bote tras otro, saltos y saltos de más de un metro.

- ¡Yo, yo, yo, yo, yo ,yo ,yo! – Repetía en cada salto, emocionado a más no poder, levantando la mano y alzando el dedo índice. - ¡Yo, yo, yo, yo sé! – Finalizó. Se subió a una mesa y entre carcajadas maquiavélicas comenzó a hablar. - ¡Opino…! – Mejor dicho, comenzó a gritar. - ¡Opino que la mejóh isla pa’ conquistá’ eh Candyland! ¡Eh la mejóh! ¡Hay xuxe a montón! ¡Comida infinita! ¡Eh la mejor idea y deberíamo’ ir ya! ¡Muajajaja! – La saliva ácida salía de su boca mientras se imaginaba en aquel mundo dulce. Unas gotas cayeron a la mesa de madera y la atravesaron. - ¡Un mundo ideal~! ¡Un mundo delicioso~! ¡Eh el mejó’ mundo~! – Cantaba encima de la mesa. Pero entonces se acordó de algo, que tenía ganas de helado, unas ganas terribles.

Bajó de un saltó y corrió a una velocidad endiablada hacia el congelador y, de nuevo, abrió la puerta. Sí, no había helado, tan solo hielo, vasos y carne, pero aquello no le pararía. La puerta estaba congelada, cubierta por una capa de hielo, fría. Era otra gran idea más que se le había ocurrido, una forma de que se pasara el calor. Sacó la lengua, se agarró a la puerta y lamió la capa de hielo, pero…

- ¡Scogo! ¡Scogo! ¡Aguda! – Gritaba. Su lengua se había pegado a la puerta, no era capaz de sacarla. - ¡Me peggao’! – Gritaba mientras estiraba y estiraba para intentar salir de ahí. Aquella gran fuerza consiguió arrancar la puerta del sitio y, como si de un meteorito fuera, se lanzó volando hacia la otra punta, pegado a la puerta con su lengua.

Así que eso era lo que planeaba el dragón, conquistar una nueva isla. No me disgustaba la idea, y que fuera en el paraíso lo hacía aún más interesante. La gente de esos lares era fuerte y supondría un buen desafío. Aunque no estaba segura de como quería conquistarla el jefe. Había oído hablar de varias islas que serían interesantes, aunque claro, la opción bélica no era la mejor para algunas de ellas. Bleyd parecía algo molesto por la insistencia de Madara en quién lo trajo hasta el barco. Por eso tras responderle con evasivas, mientras el niño trataba de darle de beber a la oveja rosa, se marchó de la sala.

-Jefe, he oído de varias islas interesantes en esa zona. Dark Dome sería un buen sitio para aumentar nuestra economía exponencialmente, al igual que Casino Island, pero no sería buena idea atacarlas directamente, deberíamos hacerlo de forma más subversiva. Sin embargo, hay otras opciones para el ataque frontal, como por ejemplo Braavos. En caso de querer algo ya complementa descabellado y rozando el suicidio, podíamos ir tras el archipiélago Sabaody. Espero no estar metiéndome donde no me llaman Dragoncito, pero no tenías ninguna en mente ¿verdad?

Con esto no quería dejar solo claro mi superioridad a la niñata que ahora se apoyaba en el hombro del mercenario, sino que también quería dejar probado que tenía la inteligencia suficiente como para arrástrala por el barro eternamente. También estaba molesta con Bleyd por no quedarse durante toda la reunión, parecía como si no le importáramos lo más mínimo. Ushi saltando de lado a lado tampoco ayudaba, y menos su idea de conquistar una isla de solo chuches, tsss, que desperdicio. Solo quedaba ver como respondía ahora el jefe a mis sugerencias, y si dejaba a un lado a la niñata nueva.

Madara notó a la joven echarse en sus piernas, pero lejos de sorprenderse continuó con la mirada clavada en Bleyd. Con su mano derecha empezó a acariciar el cabello de la albina despacio, tratando de rascarle despacio con sus uñas tras las orejas. Las palabras del “muerto” del barco estaban ya tocándole la moral demasiado al dragón. Le debía la puta vida después de haberlo librado de las garras de Drake, de haberle acogido entre los suyos y haberle salvado. Siempre pudo matarlo y cobrar el dinero, pero por algún motivo no lo hizo. Ya tuvo sus sospechas desde antes de su viaje sobre su lealtad. Incluso lo había comentado con Vilya mientras entrenaron juntos. Bleyd puso pegas para la misión que le pidió y se quejó. Encima, ¿La había cumplido? A él no le llegaron indicios de eso, pero no juzgaría el trabajo. Aunque después de dos putos años bien podía.

Ahora osaba ponerse tonto. El mantra del dragón estaba clavado totalmente en Bleyd y detectaba parte de sus emociones. No estaba nada convencido. Podría haber venido en cualquier barco alquilado o en su potente moto, pero casualmente una mujer lo llevó. Claro, la chica le habría dado placer sexual de una jodida vez y eso lo tenía tonto. Seguramente era aquello, pues debía admitir que Bleyd no parecía ser alguien agraciado. Tampoco es que hiciera falta, él mismo se valía de su dinero, poder o miradas para lograr de todo. Aunque eso fue en el pasado, ahora se notaba centrado. “Nido de cabrones” Nada de saber sobre su vida… Se terminó. No, no se terminó. Encima abandonó la reunión sin permiso alguno. Cuando iba a salir de la sala, el mercenario fue el que se puso en pie. Apartó suavemente a Lily dejándole una leve caricia en el pelo y clavó su mirada en Bleyd.

- No tengas los cojones de dar un paso más.



Madara fulminó con la mirada al mercenario que tenía frente a sus ojos. El tamaño del moreno empezó a crecer hasta los dos metros y medio. Su musculatura se ensanchó y dejó ver su verdadero cuerpo. Su haki del rey estalló de forma descontrolada agrietando algunas de las estanterías y provocando un ligero temblor. Ya había aguantado demasiado. El Lord Silver se activó. Una terrible aura plateada rodeó al shichibukai, una cola de dragón salió de la parte baja de su espalda y sus dedos pasaron a ser garras. Un solo puñetazo y partiría a Bleyd en pedazos. El puerto quedaba a la izquierda del barco, por lo que el moreno lanzó una palmada con tanta mala hostia que partió la pared de ese lado de la habitación del barco. Su ceño estaba fruncido y el cielo estaba oscureciéndose más.

- Perdiste el puesto de Yonkaikyo por puto cobarde, no completas las misiones, las pocas que haces les pones pegas. Dicen que estás muerto, pero estás vivo y coleando. No respetas las normas ni las órdenes, si yo digo que somos una familia, es que confíes en el resto y lo asumas. Tras a esa mujer a mi barco y a mi puta isla. Te pasas la reunión por la polla y tratas de largarte sin permiso. Podría matarte aquí mismo y cobrar el dinero que dan por tu cabeza en el Norte, bastante te he protegido para recibir un trato como el que das. Sal de mi puto barco y por el agujero que he hecho, no quiero verte en mi isla, lárgate de una vez. Si tienes los huevos de abrir la boca para rechistarme o hacerlo desde lejos… ¡Te arranco la puta cabeza! – Gritó terminando de agrietar el suelo de la sala.

Unas grietas empezaron a surgir del cuerpo del dragón negro y su haki armadura perfecto rodeó todo su cuerpo salvo la cabeza. Un puñetazo y todo el barco reventaría. Su espalda tembló un poco y dos largas alas negras y escamosas surgieron de ella. Su poder continuó aumentando mientras sus ojos pasaban a ser dorados y sus dientes se afilaban. No se había convertido, pero estaba transformando partes individuales de su cuerpo.

- Tu chulería es algo que me lleva tocando los huevos mucho tiempo. No voy a matarte, deberías estarme agradecido. Si me entero que tratas de joder a alguien de esta familia una vez te hayas ido, te juro por la puta rama de los Uchiha que ni esa mujer, ni tú, ni la rata rosa vais a libraros de mi ira. Ahora vete…

Señaló el agujero de la pared y mantuvo su haki de observación totalmente en él. Si salía de la sala por otro sitio o se quejaba, lo mataría. El agujero daba al muelle y desde allí podría irse nadando o llamar de nuevo a la mujer, pero en su isla no lo quería ver. Lo siguiente que hizo fue alzar la voz.

- Lily, Vilya, Ushi, no temáis. Os juro que…

Miró hacia atrás y les dedicó una sonrisa amable.

- Os protegeré con mi vida.

Después volvió a mirar a Bleyd con el ceño fruncido y esperando a que desapareciese. Dios, como insultara a alguien… Pfff la ira del dragón estaba por las nubes y se estaba conteniendo de una forma que ni él se creía. Había escuchado perfectamente las palabras de la dragona, después le contestaría y ayudaría a Ushi si seguía así.

sale por el bujero y se va

Madara parecía estar bastante frustrado con la actitud de Bleyd. Hacía bastante tiempo que no lo veía de aquella manera y la verdad, no quería verlo más cabreado. La actitud del mercenario con armadura no era la mejor, pero no había sido diferente desde que llegó. Que había detrás de toda esta historia para que el dragón lo hubiera aceptado y ahora lo expulsara como si fuera contagioso. También era posible que el nuevo siempre hubiera mostrado su verdadera faceta hacía nosotros y engañado al jefe con otra actitud cuando le dijo que se uniera. De cualquier forma, aquello estaba hecho. Ahora teníamos un miembro menos y un bonito agujero en el barco.

Bueno, tendría que prepararme por si teníamos que luchar contra nuestro ya ex compañero. Pasé a la forma híbrida, por lo que mi tamaño aumentó, me salieron alas, garras y la cola. No me moví del sillón, solo acomodé mis nuevos apéndices para no estar demasiado a disgusto. No es que esperara tener que pelear, de eso se encargaría Madara, simplemente era una precaución. Sabía que existía mucha gente que no jugaba limpio, incluida yo en algunas ocasiones, ya que usaba señuelos y trampas. Además, era algo ya casi natural pasar a la forma híbrida al ver al jefe hacerlo, ya que eso significaba problemas o endurecer el entrenamiento.

Bleyd pareció demostrar más inteligencia que muchos y salto del barco por el agujero. Se nos escaba un compañero, o una jugosa recompensa, según lo miráramos. De cualquier modo, lo mejor era eso, así no tendríamos que emplear tanto en reparaciones. Lily, la nueva, parecía ansiosa por que el dragón lo echara de forma violenta, cosa que me llamó la atención.

-Madara, - Le dije en tono serio levantándome del sillón. – Déjalo marchar, los dos sabemos que si te pones a pelear más partes del barco acabaran en el mar, además de retrasarnos con la conquista, sería un desperdicio de fondos. Además, cuando tengamos ya esa nueva isla en nuestro poder podemos salir a cazarlos si quieres.

El pobre Ushi seguía con su lengua pegada a la puerta de la nevera. Por suerte, gracias a su fuerza, su saliva ácida y que el tiempo jugaba a su favor derritiendo aún más el hielo, consiguió salir de aquel encarcelamiento. Mientras tanto Madara estaba enfurecido, las palabras de Bleyd, el gesto de irse y el cúmulo de cosas le habían hecho enfadarse. El gran Ushi, el conquistador del mundo, tenía miedo. Aquel gigantesco líder y su simple presencia que agrietaba el barco lo hicieron retroceder. Un boquete se abrió a un lado y la amenaza de Madara cayó sobre el ex –yonka. No dijo nada, ni siquiera asintió con la cabeza, parecía que el miedo también le había inundado. Simplemente salió y se fue, dejando atrás a su más querido compañero. Ushi ahora estaba más tranquilo, corrió con su máxima velocidad hacia el agujero y comenzó a chillar.

- ¡Y no velvas! – Dijo sentenciando aquello.

Parecía que era la hora de estar en forma híbrida, hasta Vilya se había unido. El pequeño sonrió y decidió mostrar parte de su poder. Era el momento de mostrar que la altura no lo era todo. Su piel comenzó a cubrirse por escamas, sus pequeñas y enanas manos se transformaron en diminutas garras al igual que sus pies y, desde su trasero, creció una larga cola reptiliana. El color de su cuerpo ahora era lo más parecido al ámbar; naranja y brillante. De su espalda comenzaron a surgir dos pequeñas alas que, si bien no eran tan grandes como él, parecían de juguete.

- ¡Uajajajajaja! ¡Ete es mi verdadeo podé! – Gritaba mientras correteaba por el salón.

Lo mejor de su forma híbrida no era su nuevo aspecto, sino que su boca ahora era más grande y sus dientes eran colmillos afilados, perfectos para comenzar a devorar comida sin parar. Así que eso hizo. Se volvió a sentar en el sillón y agarró un montón de comida, desde golosinas hasta albóndigas y se las metió de un solo bocado. Comenzó a masticar mientras el ácido de su boca le ayudaba a derretir todo para que así fuera más fácil tragar. El sillón cada vez estaba más sucio.

- ¿Y bgen? – Dijo con la boca llena. - ¿Cangdo vagmo a magchar? – No se le entendía mucho. Tenía ganas de guerra y de comenzar a repartir leña con su poder. Tragó. - ¡Vamo a cazá maleshore! – Pero seguía sin entendérsele bien.

Miró fijamente a Fuffle, el compañero del ahora ex –compañero nuestro (menudo trabalenguas), sonrió y sus ojos brillaron. Dio un salto desde el sillón al suelo, aterrizando de la mejor y más torpe pose heroica existente y corrió hacia el animal. Tenía ganas de devorar a aquel bicho, de descubrir a que sabía, pero… Cambió de opinión. Agarró con una mano a Fuffle, cogió carrerilla hacia el agujero y lo lanzó con todas sus fuerzas, apuntando hacia Bleyd.

- ¡Ze te olvida ezto! – Gritó mientras veía volar al animal.

Estuvo a punto de partir en dos al bicho rosa, pero viendo que Ushi lo echaba no hubo necesidad. La mirada del dragón estaba fija en el agujero por el que se había largado el cobarde de Bleyd. Vaya basura. No podía creerse que lo hubiese estado cuidando tanto tiempo. Bueno, en cuanto avisara al gobierno de que ya no era de los suyos y que estaba vivo iniciaría la caza. Por el momento iba a relajarse y a tomarse las cosas con algo de calma. Negó un par de veces con la cabeza y después clavó su fría mirada al frente, las venas de su frente estaban temblando, pero entonces notó el abrazo de alguien a su espalda. No se dio la vuelta para comprobar quien era, pero logró calmarle bastante. Su cola desapareció junto a sus alas y garras. Sus auras de cancelaron y volvió a medir un metro con ochenta y poco.

- Mmm…

Ladeó la cabeza y se giró viendo que era Lily. Aquello le tomó por sorpresa, pero no pudo evitar abrazarla de vuelta y dejar un suave beso en su cabeza. El escuchar a Ushi echarle y convertirse le hizo sonreír un poco. después miró a Vilya y asintió con la cabeza. La dragona tenía razón, peor él no iba a ir tras el cobarde, dijo que no le iba a matar.

- No pensaba ir tras él. Ya se ha largado y espero no verle más. Ya repararé el agujero antes de partir. Ahora tan solo necesito calmarme un poco. – Mencionó con un tono de voz serio.

El moreno cogió a la rubia en brazos sin permiso alguno y se sentó de nuevo en el sofá, pero dejándola a ella sentada sobre sus piernas. La mantuvo agarrada por la cintura y se dedicó a mirar a todos por orden y con gesto inexpresivo. Estaba pensando en lo siguiente que hacer. Con Ushi en modo hiperactivo poco se podía planear.

- Ushi, comete una gominola de esas de corazón. Necesito a una de tus formas avanzadas aquí para unas cosillas. Puede ser cualquiera de las dos. – Como la forma ligona le tirase los tejos a Lily lo lanzaba del barco.

Después de eso se puso a analizar las palabras de todos respectos a las conquistas. Las ideas de Dark Dome y Cactus eran las mejores. Sin duda la segunda era la más atrayente por el tema de cazadores y mercenarios. Si se hacía con el reinado del lugar todos le deberían sumisión. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro. Ni criminales, ni gobierno, ni mierdas. Lo que importaba era él y los suyos. El Shicihbukai entonces alzó la voz mientras pasaba la mano por la espalda de la rubia y la acariciaba sin darse cuenta.

- Cactus Island será el objetivo. Cazadores, mercenarios, oscura, posicionada lejos de los pesados de la marina… Ya tenemos objetivo. Por el momento voy a poner el barco en marcha en unos diez minutos y partiremos. – Sonrió al mismo tiempo que sus ojos brillaban. – Mientras tanto podéis entrenar un poco o hacer el canela por el barco. Yo necesito relajarme un poco después de lo pasado con ese imbécil. De hecho, un masaje me vendría de puta madre. Una lástima no llegar yo mismo a mi espalda. – Mencionó soltando un pequeño suspiro y llevando su mano a la mejilla derecha.

Ushi, tras lanzar al pobre Fuffle por el agujero, decidió volver a su forma humana. Era la hora de la siesta, debía dormir ya que había gastado energías volando y luego transformándose, pero al parecer no le iban a dejar descansar. Madara se sentó en el sofá y cuando Ushi, decidido a dormir, se subió al sillón y se acomodó, el líder decidió hablar con él. Comentaba algo sobre sus otras formas, debía cambiar para poder hablar con conocimiento. Ushi lanzó un soplido de desagrado al aire y se metió las manos en su gran afro. De ahí sacó una cajetilla metálica que contenían golosinas con forma de corazón. Agarró un par de ellas y decidió comérselas.

- Ahoga dehenme descansá… - Dijo con un tono negativo.

Al tragar, su piel comenzó a cambiar de color y a tornarse de un tono más rojizo, como el de un tomate. Parecía que su temperatura aumentaba y, de cada uno de los poros de su cuerpo, comenzó a brotar un humo blanco extraño. En menos de cinco segundos se había rodeado por completo, tanto a él como al sillón, de una neblina que no dejaba ver nada. Poco a poco se esfumaba y, cuando desapareció del todo, el pequeño Ushi que todos conocían había desaparecido. Ahora había un ya maduro Ushi de veintiséis años. Había crecido del todo, estaba en su última forma. Su aspecto era mucho más serio, sin sonreír, con el ojo derecho cerrado. Su cabello ahora era liso y vestía una gabardina recosida de color marrón, junto a una camiseta blanca, unos pantalones negros, botas marrones y unos guantes negros que dejaban ver sus dedos. Desde su cuello descansaba un colgante plateado que se escondía dentro de la camiseta. Estaba sentado, un tanto cabizbajo, así que decidió levantarse, no había tiempo que perder.

- Cactus Island… Es una buena idea… - Su voz era suave y baja, haciendo parones en mitad de la frase. – Tengo entendido que nadie sabe que hay en los picos… de la montaña. Tal vez sea la mejor localización para salvaguardarnos. De todas formas… - Se agachó y comenzó a recoger todo lo que había ensuciado su anterior “yo”. – Hay bastantes islas que podemos… conquistar. – Comenzó a caminar con las bolsas vacía entre las manos, hacia la zona donde estaban las repisas. – Little Garden es un buen lugar… Protegido por animales fuertes y un lugar no habitado por… humanos. – Abrió entonces una papelera pulsando, con su pie, una palanca que había en el suelo. – Si queremos escondernos… es el mejor lugar. – Lanzó toda la basura y entonces agarró una escoba y un recogedor. – Reino Sakura también es un lugar de difícil acceso… - Comenzó a caminar hacia su antigua ubicación. – Pero no deberíamos escondernos… en la cima de las montañas… sino en el subsuelo. Allí nadie sabrá que estamos y es el último lugar… donde mirarían. – Comenzó a barrer todas las migajas de ganchistos y demás. – Aunque si lo que quieres es hacernos un nombre… Water Seven es el lugar adecuado… Un sitio lleno de comercio y que nos puede dar muchos beneficios. – Limpiaba todo lo que podía, tiró la basura, guardó la escoba y el recogedor y se fue a coger la puerta del congelador. – Casino Island también es un lugar… donde darnos a conocer, como ya han propuesto. – Comenzó a colocar la puerta y trató de arreglarla. Por suerte solo estaba desencajada. – Podría darnos muchos beneficios… también. Y todos sabemos qué… en este mundo… todo gira en torno al dinero y al capitalismo. – Consiguió arreglar lo estropeado y se sentó en el sillón. – Conquistemos lo que conquistemos… Necesitamos ser más fuertes y entrenar… Creo que es lo que toca.

Parecía que el nuevo Ushi era aún más hablador que el pequeñajo, aunque hablara también de forma extraña, entrecortándose. Pese a que sus ideas eran buenas, no creía que Madara fuera a cambiar su decisión respecto a la isla a pillar. Cactus Island era un buen lugar, comprendía bien el porqué de elegirla, además a mí también me venía bien, así podría preparar buenas defensas con los cactus y demás plantas. Pensando en eso, tendría que intentar crear alguna planta nueva que nos ayudara, pero llevaría demasiado tiempo hacerla crecer. No sabía de cuánto tiempo iba a disponer, por lo que tendría que buscar algo que pudiera hacer más rápidamente y sirviera para el combate.

-Jefe, cuanto tiempo tenemos antes de partir, aunque bueno, creo que esto podría seguirlo practicando después de la partida. Aun así, prefiero empezar sin el bamboleo del mar. También me gustaría discutir contigo algunas cuestiones de logística luego. Estaré en la cubierta practicando, sube cuando puedas y termines con ella. – Esto último lo dije casi con un tono despectivo.

Una vez escuchara su respuesta, saldría por el agujero, impulsándome con las alas para subir a la cubierta del barco. Una vez estuviera arriba volvería a forma humana y sacaría el arco. Preparé un hueco cerca de la barandilla que daba hacia mar abierto. Una vez con todo listo tensé el arco sin flecha, mi objetivo sería generar una flecha de gas corrosivo. Si lo conseguía, aumentaría mi autonomía en el campo de batalla al poder generar flechas cuando me quedara sin ellas. Además, estas flechas seguro que serían de gran ayuda para debilitar defensas e incluso destruirlas. Ahora solo faltaba que pudiera empezar a generar el gas necesario y que tomara la forma, luego vendría ver que tal funcionaban. Esperaba que el jefe se pasara en un rato y enseñarle ya algún progreso, aunque fuera poco, y luego hablarle acerca de las plantas.

El dragón observó el cambio del pequeño en su forma más madura. Ahora si podían estar tranquilos de que no se liase más. Escuchó sus palabras y su típico tono de pena. No entendía lo que le pasaba en aquella forma, pero al no dejar que nadie le ayudase… Negó un poco y continuó acariciando la espalda de la rubia de forma inconsciente. Por unos momentos se había olvidado que estaban fingiendo y la estaba tratando como si fuese suya de verdad. Su mano subió hasta la cabeza de ella y la rascó despacio para darle gusto. El cabello de la chica era suave y agradable, quizás demasiado. Se echó hacia atrás y terminó de pegarla a su pecho y abrazarla de forma protectora, todo con una expresión relajada.

- Los dinosaurios no son buenos clientes, no quiero estar en Water tan cerca del CP y el frío me sienta fatal. La conquista será Cactus, no creo que cueste mucho. Por el momento te doy la razón, deberíais entrenar un poco. – Mencionó sonriéndole.

Escuchó las palabras de la dragona y cerró los ojos. No le estaba gustando el mal rollo que se estaba formando entre ellas. Cuando escuchó aquel tono despectivo no pudo evitar suspirar y lo siguiente que hizo fue dejar un suave beso en la mejilla de la rubia. Se colocó en pie y la colocó a su lado despacio. Después de eso miró a Ushi con calma y le colocó la mano en el hombro.

- Hermano, échale un polvo a la de arriba. La noto demasiada tensa hoy. O al menos intenta relajarla como puedas, yo voy a hablar con Lily.

El moreno le hizo un gesto a la joven para que le siguiera. Caminó hasta el Nido Dragón, su enorme camarote. Una vez entraron cerró y caminó hasta la cama. Era enorme, el colchón abarcaba medio cuarto. También había un escritorio y una estantería con libros. El dragón se quitó la armadura y quedó sin camiseta y con un pantalón. Se tumbó bocabajo para facilitarle el masaje a ella y después cerró los ojos.

- Déjame pedirte perdón por todo lo ocurrido. No sé si es lo que esperabas, pero esto es Kyofu. Siento lo pasado con ese payaso, lamento haberte asustado y ante todo me disculpo por haberte tratado como mi chica. Espero no haberte incomodado. – Mencionó al mismo tiempo que soltaba un suspiro.

El moreno sabía que ella y la dragona terminarían llevándose bien. Vilya debía de estar cansada después de no tener acción en dos años. Esperaba que su colega Ushi pudiese hacer algo en cuanto a eso. Se notaba el enorme cariño que le tenía al pequeño dragón. Incluso siendo un crío vaca lo cuidaba y protegía de todo. Era como si fuese su hijo. En ese momento estiró los brazos a los lados.

- Por cierto, gracias por el masaje. Puedes contarme lo que querías decirme mientras tanto, no tengo problema alguno con eso, Lily.