Kei
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Los ánimos se agitaron aun mas cuando la niebla se disipo dejando ver la isla que parecía estar delante de sus narices desde el principio. En medio del follón vio a un hombre que no reconocía de la tripulación, pero quizás no los había visto a todos y era uno que quedaba por ahí rezagado.
En ese momento apareció un hombre musculoso diciendo que se separarían en pequeños grupos y que tuvieran cuidado, miro a su alrededor observando los barcos que se acercaban también a la isla en busca de un tesoro y fortuna.
Kei bajo del barco para adentrarse en la selva y fue siguiendo al muchacho que había visto hacia un rato en el barco y que observo por donde se iba.
En ese momento apareció un hombre musculoso diciendo que se separarían en pequeños grupos y que tuvieran cuidado, miro a su alrededor observando los barcos que se acercaban también a la isla en busca de un tesoro y fortuna.
Kei bajo del barco para adentrarse en la selva y fue siguiendo al muchacho que había visto hacia un rato en el barco y que observo por donde se iba.
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Menuda experiencia se acaba de llevar el caballero del kraken, una que se asegura no olvidara en mucho tiempo. En el escenario que se plantea ante sus ojos era bastante hermoso, una combinación de bosque por un lado y una playa de aspecto único que el mismo hombre se dispuso a admirarla para tener un buen recuerdo en sus pensamientos. Momentos después se dio cuenta de la presencia algunos barcos y personas caminando por la playa a la distancia, al parecer no era el único interesando por el tesoro de este lugar, aunque meterse en problemas era lo único que él quería realmente, su cuerpo se incomodó un poco generando que Ikaruga realiza un pequeño movimiento en sus hombros para relajar la tensión generada por un recuerdo, uno que conllevaba a una reina y una tortura.
Llego el momento de ponerse en machar y actuar lo más rápido posible, ¿su primer paso? Una entrada ubicada en una formación rocosa. Pero antes tomo un pedazo de pan que se encontraba dentro del bulto para darle una sola bocanada, mientras disgustaba de su alimento este revisaba si el bote por razones ya obvias había sufrido algún daño, para su suerte no. Al terminar de ingerir este tomo su hacha y su bulto de comida para luego ponerse marcha rápida hasta la formación de rocas, mientras este caminaba mantenía su guardia siempre activa, no se podía permitir a si mismo caer bajo ninguna circunstancia.
Llego el momento de ponerse en machar y actuar lo más rápido posible, ¿su primer paso? Una entrada ubicada en una formación rocosa. Pero antes tomo un pedazo de pan que se encontraba dentro del bulto para darle una sola bocanada, mientras disgustaba de su alimento este revisaba si el bote por razones ya obvias había sufrido algún daño, para su suerte no. Al terminar de ingerir este tomo su hacha y su bulto de comida para luego ponerse marcha rápida hasta la formación de rocas, mientras este caminaba mantenía su guardia siempre activa, no se podía permitir a si mismo caer bajo ninguna circunstancia.
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Incluso ella había oído hablar de la leyenda del barco fantasma. Su objetivo simplemente era vivir una aventura, y de paso ver un poco aquel famoso tesoro, si existía. Lo malo, es que millones de personas irían, o a lo mejor se encontraba sola. No podía asegurar nada. Si encontraba bandidos o tipos malos, podía librarse ofreciéndoles un buen rato, y de paso pasárselo bien. Era un poco suelta, muy cariñosa, y liberal. No tenía problemas con aquello, y por ello iba con mucha calma. Otro problema era que un jodido rey marino intentase comérsela, eso no podía aceptar un precio carnal. O a lo mejor sí. No, definitivamente no, y no pensaba preguntar.
Había podido ir alquilando un pequeño barco, el cual dijo de pagar en cuanto volviese. Sus encantos le permitieron dicha ganga. Lo peor de todo, era que como le pasase algo malo al barco, iba a tener que perderse de los mares del Sur. No quería alejarse de su isla de origen, pero tener poco dinero era una enorme putada. Sus padres últimamente estaban en plan tacaños. Encima que les tocó un sorteo, y tenían trescientos millones, valientes capullos. No era el momento de pensar en aquello, pero le dio un pequeño ataque de rabia. Estuvo sonriendo pese a todo, pues era una persona muy risueña. Todo el que la conocía, podía afirmarlo por el momento. No había tenido problemas con nadie, y por eso iba muy tranquila por la vida.
Ese día llevaba una túnica azul, que dejaba ver su abdomen, y con él, cuatro pircings. De parte inferior unos pantalones oscuros, y en los pies unas sandalias de madera. En la cintura portaba una vaina donde ocultaba su arma. Por último disponía de una mochila con comida, y agua. Era lo mínimo que debía llevar.
- No jodas… – Dijo cuando el mar comenzó a burbujear de aquella forma. Temía que el navío se derritiese, y después ella. Pero entonces la enorme isla surgió de la nada. Quedó impresionada, y por ello aumentó la velocidad. En cuanto pudiese, dejaría el barco cerca de tierra, y comenzaría con la investigación. No pudo evitar mostrar una sonrisa amplia. Después llevó la mano derecha a la funda de su arma, y cerró bien la mochila.
Había podido ir alquilando un pequeño barco, el cual dijo de pagar en cuanto volviese. Sus encantos le permitieron dicha ganga. Lo peor de todo, era que como le pasase algo malo al barco, iba a tener que perderse de los mares del Sur. No quería alejarse de su isla de origen, pero tener poco dinero era una enorme putada. Sus padres últimamente estaban en plan tacaños. Encima que les tocó un sorteo, y tenían trescientos millones, valientes capullos. No era el momento de pensar en aquello, pero le dio un pequeño ataque de rabia. Estuvo sonriendo pese a todo, pues era una persona muy risueña. Todo el que la conocía, podía afirmarlo por el momento. No había tenido problemas con nadie, y por eso iba muy tranquila por la vida.
Ese día llevaba una túnica azul, que dejaba ver su abdomen, y con él, cuatro pircings. De parte inferior unos pantalones oscuros, y en los pies unas sandalias de madera. En la cintura portaba una vaina donde ocultaba su arma. Por último disponía de una mochila con comida, y agua. Era lo mínimo que debía llevar.
- No jodas… – Dijo cuando el mar comenzó a burbujear de aquella forma. Temía que el navío se derritiese, y después ella. Pero entonces la enorme isla surgió de la nada. Quedó impresionada, y por ello aumentó la velocidad. En cuanto pudiese, dejaría el barco cerca de tierra, y comenzaría con la investigación. No pudo evitar mostrar una sonrisa amplia. Después llevó la mano derecha a la funda de su arma, y cerró bien la mochila.
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El chico pudo ver al líder acercarse. Si trataba de quitarle la nevera, la tiraría. Entonces abrió la puerta, y mostró aquel objeto al luchador ¿En serio? El jefe del equipo quería solucionar el enorme problema con el balón de Zero usando un puto melón de mercadillo. Los ojos del moreno se entrecerraron, mezcla del odio, el respeto, y la codicia. Curiosa combinación, pero no iba a permitir que su verdadero amor muriese en el mar. Encima el puto Eichi no quería ir por él. La rabia del felino con esteroides le hizo fruncir el ceño. El pequeño fruto que le ofreció el líder por calmarse, iba a tener un destino cruel. Aceptó el regalo con una sonrisa, y mostrando su poder de delantero, reventó el objeto de una patada. Después se mordió la lengua de forma suave. – No quiero un puto melón, yo quiero mi precioso balón. Él es único, y precioso. – Dijo de forma seria. Lo mejor es que llevaba menos de una semana con él, y ya lo deseaba como si fuese su propio hijo. Zero era un tipo increíble.
De repente, una terrible aguja enorme atravesó el barco en dos. Quedando el tronco cerca del moreno, no pudo reaccionar, y la nevera cayó de sus brazos por el susto. Entonces se fijó en lo que había pasado. La isla había salido de la nada, y ellos ahora estaban empalados en un enorme árbol terminado en punta. Miró al suelo, y calculó más de diez metros, pero menos de treinta. Entonces la mayor de las sonrisas se formó en su rostro. Su precioso balón tuvo que salir a flote. Miró un poco a su alrededor, manteniéndose firme en todo momento. Entonces pudo verlo, y no tardó en soltar una enorme carcajada. Como si fuese un loco, miró a Eichi. Iba a pedirle que fuese corriendo por su precioso balón. Entonces soltó un pequeño suspiro. No podía creerse lo que estaba viendo. Se estaba comiendo un caramelo en un momento crítico como aquel. El chico no supo si molestarse porque fuera una tontería o simplemente por el hecho de tenerle envidia.
Justo entonces el pelirrojo se convirtió en un pollo enorme, el cual parecía ser interesante. A lo mejor estaba bueno cocinado al vino blanco, y con unas setas por encima. La voz del pollo lo sacó de sus pensamientos. Quería que subieran a él, antes de que el pequeño barco cediese. No quería hacer esa tontería, pues podía romper el tronco de sobra. Encima en su forma completa podía librarse con facilidad. Después de unos momentos, tuvo el plan del siglo. De un salto se montó en el chico volador, y después sonrió de forma temible. – Eichi-chan, vuela rumbo al balón… – El color de ojos de Zero pasó de oscuro a dorado, sintiendo el poder de su fruta pedirle que rugiese con fuerza. Si el pollo no quería ir, le mordería un ala. Pero solo faltaba ver, qué iba a hacer, el pequeño chico de cabellos naranjas. El felino por el momento suspiró, y después desplegó su haki de observación.
De repente, una terrible aguja enorme atravesó el barco en dos. Quedando el tronco cerca del moreno, no pudo reaccionar, y la nevera cayó de sus brazos por el susto. Entonces se fijó en lo que había pasado. La isla había salido de la nada, y ellos ahora estaban empalados en un enorme árbol terminado en punta. Miró al suelo, y calculó más de diez metros, pero menos de treinta. Entonces la mayor de las sonrisas se formó en su rostro. Su precioso balón tuvo que salir a flote. Miró un poco a su alrededor, manteniéndose firme en todo momento. Entonces pudo verlo, y no tardó en soltar una enorme carcajada. Como si fuese un loco, miró a Eichi. Iba a pedirle que fuese corriendo por su precioso balón. Entonces soltó un pequeño suspiro. No podía creerse lo que estaba viendo. Se estaba comiendo un caramelo en un momento crítico como aquel. El chico no supo si molestarse porque fuera una tontería o simplemente por el hecho de tenerle envidia.
Justo entonces el pelirrojo se convirtió en un pollo enorme, el cual parecía ser interesante. A lo mejor estaba bueno cocinado al vino blanco, y con unas setas por encima. La voz del pollo lo sacó de sus pensamientos. Quería que subieran a él, antes de que el pequeño barco cediese. No quería hacer esa tontería, pues podía romper el tronco de sobra. Encima en su forma completa podía librarse con facilidad. Después de unos momentos, tuvo el plan del siglo. De un salto se montó en el chico volador, y después sonrió de forma temible. – Eichi-chan, vuela rumbo al balón… – El color de ojos de Zero pasó de oscuro a dorado, sintiendo el poder de su fruta pedirle que rugiese con fuerza. Si el pollo no quería ir, le mordería un ala. Pero solo faltaba ver, qué iba a hacer, el pequeño chico de cabellos naranjas. El felino por el momento suspiró, y después desplegó su haki de observación.
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, a un ritmo favorable de los vientos que azotaban la vela del barco, nos acercamos a una isla que pude vislumbrar en el horizonte.
—¡Tierra a la vista! –grité.
Giré el timón del barco con brusquedad en dirección a la costa, haciendo que Spanner casi se cayera de su silla.
En cuanto llegué, me bajé del barco y empecé a estirar todas mis articulaciones, empezando por las piernas y acabando por el cuello, pasando por mis brazos y el tronco. Aunque era un buen navegante y timonel no me gustaban los viajes demasiado largos, sobre todo cuando pilotaba yo, pues era algo que me aburría en demasía.
Una vez abajo anduvimos durante unos pocos minutos hasta encontrarnos de frente un extraño bosque, con arboles muy raros, jamás había visto uno así.
—¿Nos metemos dentro o qué? –pregunté a Spanner.
Mientras tanto, puse toda mi atención hacía aquella singular espesura e intenté sentir su había algo que me alertara en su interior. Sin embargo, no tenía nada en claro, pero lo que sí descubrí es que no estábamos solos en la isla.
—¡Tierra a la vista! –grité.
Giré el timón del barco con brusquedad en dirección a la costa, haciendo que Spanner casi se cayera de su silla.
En cuanto llegué, me bajé del barco y empecé a estirar todas mis articulaciones, empezando por las piernas y acabando por el cuello, pasando por mis brazos y el tronco. Aunque era un buen navegante y timonel no me gustaban los viajes demasiado largos, sobre todo cuando pilotaba yo, pues era algo que me aburría en demasía.
Una vez abajo anduvimos durante unos pocos minutos hasta encontrarnos de frente un extraño bosque, con arboles muy raros, jamás había visto uno así.
—¿Nos metemos dentro o qué? –pregunté a Spanner.
Mientras tanto, puse toda mi atención hacía aquella singular espesura e intenté sentir su había algo que me alertara en su interior. Sin embargo, no tenía nada en claro, pero lo que sí descubrí es que no estábamos solos en la isla.
Mist D. Spanner
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Un movimiento brusco del barco hizo que el chico cayera de su silla y el libro cayese de golpe abierto sobre su cara. El científico refunfuñó, tirando el libro lejos. Salió del camarote, algo enfadado, pero se le pasó en cuanto vio que una isla había aparecido de la nada entre ellos y el faro. Ahí estaba aquello que era objeto de las historias que habían llamado su atención. La isla fantasma.
Hizo caso a Zane y bajaron del barco. Avanzaron hasta llegar a la entrada de un frondoso bosque. Spanner clavó sus ojos grisáceos en la vegetación, tal vez intentando diferenciar de que especie de árbol se trataba. Tal vez así podría saber que tipo de animales podrían vivir allí y si habría que ir con cuidado o no. De todas formas, iba preparado, con la mano izquierda sujetando la vaina de su espada, por si acaso tocaba desenvainar con la derecha.
—¿Nos metemos dentro o qué? -preguntó Zane.
El chico suspiró y se encogió de hombros.
- Claro. ¿Por qué no?
Hizo caso a Zane y bajaron del barco. Avanzaron hasta llegar a la entrada de un frondoso bosque. Spanner clavó sus ojos grisáceos en la vegetación, tal vez intentando diferenciar de que especie de árbol se trataba. Tal vez así podría saber que tipo de animales podrían vivir allí y si habría que ir con cuidado o no. De todas formas, iba preparado, con la mano izquierda sujetando la vaina de su espada, por si acaso tocaba desenvainar con la derecha.
—¿Nos metemos dentro o qué? -preguntó Zane.
El chico suspiró y se encogió de hombros.
- Claro. ¿Por qué no?
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El embaucador estaba disfrutando de su momento de gloria. Estaba a punto de lograr un trato fácil con aquel hombrecillo, y por fin estaría un paso más cerca de saldar su deuda con Kalfu. Sellaría el acuerdo con un enérgico estrechar de manos y pronto podría buscar a otra persona con la que hacer tratos.
- Bueno, creo que... -una fuerte sacudida le hizo trastabillar y casi caer rodando al suelo. Se apoyó en la pared y sintió un tirón de su chaqueta. Sus sombras le habían agarrado en la pared, y eso hacía que una fuerza invisible tirase de él hacia atrás. Tras un par de cómicos movimientos de brazos, el hombre se incorporó, tratando de mantener la compostura. El enano cabezón había desaparecido. El embaucador gruñó, enfadado-. ¿Dónde se ha metido?
Empezó a caminar por el barco, buscándolo, y apenas llevaba unos pasos dados cuando escuchó el sonido de unos eslabones deslizándose por el suelo. El sonido del ancla hundiéndose en el agua. Hecho un basilisco, el hombre empezó a correr hacia el origen del ruido, buscando a Igor.
- ¡Tú! ¡Tú! -añadió mentalmente varios improperios a la frase-. ¿Qué has hech...?
Otra sacudida, mayor que la anterior, hizo que el barco se detuviese, y la proa se hundió en el agua, inclinándose toda la embarcación hacia delante. Un golpe fuerte indicó que acababa de tocar el fondo. H cayó rodando por la cubierta, recibiendo un buen montón de moratones en el proceso.
- Tú... -dijo, reprimiendo su tono de ira, mientras se levantaba-. No estoy interesado en el oro, así que estoy dispuesto a ayudarte a cargar con todo el tesoro que podamos transportar si a cambio me das algo simbólico... -el tipo agarró su sombrero, que había acabado un par de metros más allá, y encendió un puro con rapidez. El sabor del tabaco le relajó-. Digamos... tu alma. También puedes traducirlo como la buena voluntad de ayudarme en el futuro, si lo necesito. -el hombre arqueó las cejas, mirándolo-. ¿Hacemos el trato? -sus palabras melosas se iban arrastrando, mientras se acercaba con la mano extendida por delante.
Le diera la mano o no, el hombre se giraría para observar la isla. Lo mejor sería desembarcar en un pequeño bote e ir remando hacia la orilla.
- Dime, amigo... ¿sabes remar? -le preguntó, con una expresión divertida.
- Bueno, creo que... -una fuerte sacudida le hizo trastabillar y casi caer rodando al suelo. Se apoyó en la pared y sintió un tirón de su chaqueta. Sus sombras le habían agarrado en la pared, y eso hacía que una fuerza invisible tirase de él hacia atrás. Tras un par de cómicos movimientos de brazos, el hombre se incorporó, tratando de mantener la compostura. El enano cabezón había desaparecido. El embaucador gruñó, enfadado-. ¿Dónde se ha metido?
Empezó a caminar por el barco, buscándolo, y apenas llevaba unos pasos dados cuando escuchó el sonido de unos eslabones deslizándose por el suelo. El sonido del ancla hundiéndose en el agua. Hecho un basilisco, el hombre empezó a correr hacia el origen del ruido, buscando a Igor.
- ¡Tú! ¡Tú! -añadió mentalmente varios improperios a la frase-. ¿Qué has hech...?
Otra sacudida, mayor que la anterior, hizo que el barco se detuviese, y la proa se hundió en el agua, inclinándose toda la embarcación hacia delante. Un golpe fuerte indicó que acababa de tocar el fondo. H cayó rodando por la cubierta, recibiendo un buen montón de moratones en el proceso.
- Tú... -dijo, reprimiendo su tono de ira, mientras se levantaba-. No estoy interesado en el oro, así que estoy dispuesto a ayudarte a cargar con todo el tesoro que podamos transportar si a cambio me das algo simbólico... -el tipo agarró su sombrero, que había acabado un par de metros más allá, y encendió un puro con rapidez. El sabor del tabaco le relajó-. Digamos... tu alma. También puedes traducirlo como la buena voluntad de ayudarme en el futuro, si lo necesito. -el hombre arqueó las cejas, mirándolo-. ¿Hacemos el trato? -sus palabras melosas se iban arrastrando, mientras se acercaba con la mano extendida por delante.
Le diera la mano o no, el hombre se giraría para observar la isla. Lo mejor sería desembarcar en un pequeño bote e ir remando hacia la orilla.
- Dime, amigo... ¿sabes remar? -le preguntó, con una expresión divertida.
Aoi Sasaki
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Mientras seguía caminando por la embarcación en un momento la niebla empezó a desaparecer y el barco a moverse, de inmediato me agarre a una barandilla por si dábamos la vuelta. Al pasar todo, la isla ya se encontraba enfrente nuestra, había subido del mar y ahora la luz, que era un faro, se encontraba en lo más alto.
Al acabar todo aquello, una masa negra estaba saliendo de nuestro barco, era una especie de dragón. Mire el barco donde se encontraba Iliana y podía ver como en él también se había formado un dragón que al acabar de dar órdenes se había montado en él. Énra nos había dicho que subamos en el nuestro, nunca había volado por lo que sería la primera vez y estaba ilusionado por hacerlo.
Al ver que ninguno del gremio se había montado, me dirigí a la cubierta para sentarme en el lomo del dragón esperando a que empezara a volar. Por lo que podía ver varias islas se había formado delante de nosotros donde podría haber gente que ya estuviesen investigando la zona.
Al acabar todo aquello, una masa negra estaba saliendo de nuestro barco, era una especie de dragón. Mire el barco donde se encontraba Iliana y podía ver como en él también se había formado un dragón que al acabar de dar órdenes se había montado en él. Énra nos había dicho que subamos en el nuestro, nunca había volado por lo que sería la primera vez y estaba ilusionado por hacerlo.
Al ver que ninguno del gremio se había montado, me dirigí a la cubierta para sentarme en el lomo del dragón esperando a que empezara a volar. Por lo que podía ver varias islas se había formado delante de nosotros donde podría haber gente que ya estuviesen investigando la zona.
Steve
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Cada uno a su manera bajo del dragón, y poco a poco fui localizandolos con la vista. A quien no podía ver era a Shiki, así que active mi mantra para notar su aura y poder juntar a toda la división. Al parecer al caer lo había hecho en el agua y allí estaba, haciendo sus trucos de magia con esta, una imagen apacible hasta que pude ver como el agua empezaba a burbujear, cosa que no me dio buena espina. Por suerte, ella pudo salir del agua y llegar a la cubierta del barco justo cuando todo empezó a moverse de manera exagerada.
Tras agarrarme fuerte a la madera, me incorporé cuando no era una maldita prueba de equilibrio el poder estar de pie y vi como todo a nuestro alrededor se había cubierto de tierra, al igual que había desaparecido la niebla. Bueno, nos quedaríamos sin peluches y al parecer si que habría algo que investigar. Me extraño bastante que la superficie de la isla estuviera cubierta de plantas un tanto curiosas, pero como no era un experto en ese campo y tampoco me había interesado por él, no podía conseguir mucha información de la flora, cosa que, desde esa posición era bastante complicado.
Sonreí mientras me giraba sobre mis propios pies y me acercaba a unos cuantos de los miembros de la brigada, escuadrón o como prefieran llamarse. Los miré, y no pude notar ninguna falta, excepto Kus y Castor, que parecía dirigirse a por alguien en el horizonte. Bueno, sería inofensivo, me dije a mi mismo, además eso era trabajo de Kus, concluí.
Me puse delante de la mayoría, mirandoles a los ojos, intentando descifrar lo que estaban pensando en ese momento. Era bueno con las palabras y no me era complicado saber cuando una persona necesitaba hablar de algo. Parecían preparados para una batalla, aunque solo buscáramos un tesoro ¿no? Casi hacían que me alegrara de ellos como un padre hace con sus hijos, aunque a la mayoría de ellos no los conocía. Pero era como su jefe o algo así mientras Kus no estaba. Necesitaba hacer que confiaran en mi, así que un discurso motivador era lo que necesitaban.
- Bueno... - di unas palmadas intentando atraer su atención - Reiseina Kou, quedaos juntitos y daos de la manita, no queremos perdernos antes de que venga el jefe ¿no? - dije, mientras sonreía ligeramente, quien debía dar los discursos era Kus, no yo, y por lo tanto si no era estrictamente necesario no lo haría - Mientras llega el pelirrojo estoy yo al cargo o algo así dijo la ultima vez. - dije haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto -
Tras agarrarme fuerte a la madera, me incorporé cuando no era una maldita prueba de equilibrio el poder estar de pie y vi como todo a nuestro alrededor se había cubierto de tierra, al igual que había desaparecido la niebla. Bueno, nos quedaríamos sin peluches y al parecer si que habría algo que investigar. Me extraño bastante que la superficie de la isla estuviera cubierta de plantas un tanto curiosas, pero como no era un experto en ese campo y tampoco me había interesado por él, no podía conseguir mucha información de la flora, cosa que, desde esa posición era bastante complicado.
Sonreí mientras me giraba sobre mis propios pies y me acercaba a unos cuantos de los miembros de la brigada, escuadrón o como prefieran llamarse. Los miré, y no pude notar ninguna falta, excepto Kus y Castor, que parecía dirigirse a por alguien en el horizonte. Bueno, sería inofensivo, me dije a mi mismo, además eso era trabajo de Kus, concluí.
Me puse delante de la mayoría, mirandoles a los ojos, intentando descifrar lo que estaban pensando en ese momento. Era bueno con las palabras y no me era complicado saber cuando una persona necesitaba hablar de algo. Parecían preparados para una batalla, aunque solo buscáramos un tesoro ¿no? Casi hacían que me alegrara de ellos como un padre hace con sus hijos, aunque a la mayoría de ellos no los conocía. Pero era como su jefe o algo así mientras Kus no estaba. Necesitaba hacer que confiaran en mi, así que un discurso motivador era lo que necesitaban.
- Bueno... - di unas palmadas intentando atraer su atención - Reiseina Kou, quedaos juntitos y daos de la manita, no queremos perdernos antes de que venga el jefe ¿no? - dije, mientras sonreía ligeramente, quien debía dar los discursos era Kus, no yo, y por lo tanto si no era estrictamente necesario no lo haría - Mientras llega el pelirrojo estoy yo al cargo o algo así dijo la ultima vez. - dije haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto -
Worgulv
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Flotando en el aire contempló la escena atónito, dos humanoides con cuernos habían abordado la nave, moviéndose por ella a placer, para más inri el que les había facilitado el acceso era su supuesto aliado. Por todo lo que salió de sus bocas, de manera estridentemente sonora, no eran tripulantes de la nave en ruinas cercana, eran invasores y él actuaria con lógica. El surgimiento de la isla le paso totalmente inadvertido.
Cogiendo impulso, se disparó en picado hacia los invasores, que con suerte para él no parecían separarse mucho, martillo y hacha en mano aterrizó lanzando una patada al pecho del que tenía un aspecto menos escalofriante, y quiso ponerle el hacha en el cuello al que tenía los extraños tatuajes de huesos. Antes de acabar con ellos, les daría una oportunidad de defenderse y salir vivos de esta, pero al mínimo acto sospechoso, usaría sus armas en ambos sin intención de dejar prisioneros.
`` ¿Quieres ser uno de nuestros camaradas y dejas que aborden la nave y campen a sus anchas dos seres como estos? Esa actitud quitando por descontado que sea sospechosa, podría costarte en el futuro, chico´´ sentenció a su compañero. Agradecía que la nave en la que viajaban no fuese ninguna de las Joyas, aparte de estar ahora mismo varada, no tendría problema si era destruida en el enfrentamiento con esas criaturas.
Todo parecía ocurrir de golpe pues un barco marine y otro sin bandera, habían entrado en escena, Worgulv solo tenía ojos ahora para los intrusos e ignoro las advertencias de su compañero, no estaba ni por asomo con el mejor de sus humores y quería descargar su ira con algo. `` Primero hay que solucionar los problemas en casa, y luego ya veremos. Si el barco no tiene bandera, como dices, nada nos garantiza en absoluto que sean amistosos con nosotros, si son cazadores de piratas, por ejemplo, tendríamos dos barcos contra uno encallado, vigila sus movimientos por si acaso. Observa, analiza, juzga y luego actuaremos´´ dijo sin separar la mirada de los dos intrusos.
Cogiendo impulso, se disparó en picado hacia los invasores, que con suerte para él no parecían separarse mucho, martillo y hacha en mano aterrizó lanzando una patada al pecho del que tenía un aspecto menos escalofriante, y quiso ponerle el hacha en el cuello al que tenía los extraños tatuajes de huesos. Antes de acabar con ellos, les daría una oportunidad de defenderse y salir vivos de esta, pero al mínimo acto sospechoso, usaría sus armas en ambos sin intención de dejar prisioneros.
`` ¿Quieres ser uno de nuestros camaradas y dejas que aborden la nave y campen a sus anchas dos seres como estos? Esa actitud quitando por descontado que sea sospechosa, podría costarte en el futuro, chico´´ sentenció a su compañero. Agradecía que la nave en la que viajaban no fuese ninguna de las Joyas, aparte de estar ahora mismo varada, no tendría problema si era destruida en el enfrentamiento con esas criaturas.
Todo parecía ocurrir de golpe pues un barco marine y otro sin bandera, habían entrado en escena, Worgulv solo tenía ojos ahora para los intrusos e ignoro las advertencias de su compañero, no estaba ni por asomo con el mejor de sus humores y quería descargar su ira con algo. `` Primero hay que solucionar los problemas en casa, y luego ya veremos. Si el barco no tiene bandera, como dices, nada nos garantiza en absoluto que sean amistosos con nosotros, si son cazadores de piratas, por ejemplo, tendríamos dos barcos contra uno encallado, vigila sus movimientos por si acaso. Observa, analiza, juzga y luego actuaremos´´ dijo sin separar la mirada de los dos intrusos.
Kasan
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No muerda ahí... ¡¡!Ayy!! Eso no se muerde... Con más delicadeza preciosa... Espera espera ¿Y ese látigo? ¡¡¡AAAGGGHHH!!! BUMMM.
Abrí los ojos para ver que mi cara besaba el suelo de madera, parece que habíamos chocado con algo y el barco se había detenido... Un momento... ¡Me he dormido! Que cagada. Esa era de las pocas veces que tenía a un grupo de CPs debidamente cualificados bajo mi mando. Que le den al barco. ¿Porqué me he dormido en esta situación?
Me puse en pie lo más rápido que pude y eché a correr por la puerta del camarote aunque pronto volví a tocar el suelo con la cara. ¿Que mierdas...? Aggghhh, maldita sábana. Se había enrollado en mi pierna cual mujerzuela necesitada de amor, deshice el nudo mientras me dí cuenta que iba casi desnudo, solo me tapaban unos calzones blancos con corazones rojos. Quizás debería vestirme, por eso de dar buena impresión y que no se meen de risa en mi cara.
Comencé a vestirme cuando me di cuenta de que ciertamente el barco se había detenido, eso no podía ser bueno, me apresuré a recoger mis cosas y terminar de meterme la camisa. Con paso ligero subí a cubierta para ver la situación. Para mi sorpresa, delante nuestra la niebla que había parecía difuminarse en el ambiente dejando ver una pequeña bahía. Daba la sensación de ser bastante llano el terreno aunque algo raro pasaba con el agua, parecía como si estuviese hirviendo... Por precaución lo mejor será no tocarla... Ante la duda la más tetuda.
Observé a mi alrededor y allí pude ver al resto de agentes que me acompañaban en esta misión. Entre ellos se encontraba un viejo amigo de la guerra de Hallstat, el agente Kusanagi. Por su prestigio supuse que él sería uno de los comandantes de esta misión junto con C.K. y yo. Me parecía muy curioso el hecho de estar al mando de agentes con mayor rango que yo, pero ¿Quien soy para discutir ordenes de arriba? En fin supongo que es hora de poner orden y comenzar la misión.
-Agentes, ¡A formar! -. Dije con firmeza esperando que al menos se juntasen y no estuviesen esparcidos por la cubierta.
- Tenemos ordenes sencillas agentes, conseguir el tesoro y acabar con cualquier enemigo del gobierno. Para ello exploraremos el terreno primero.-. Tras un breve resumen de nuestras ordenes comencé a repartir ordenes, no sabía el carácter de los agentes que tenía aquí reunidos pero desde mi punto de vista esto sería lo mejor que podríamos hacer. - Nos repartiremos en grupos de dos para explorar esta isla. Cada grupo llevará consigo un DDM. El DDM estará en función multillamada, cuando cualquier grupo llame, todos escucharemos sus palabras, es la mejor forma de estar informados de todo lo que suceda. Quiero informes de cualquier cosa rara que veáis, vegetación, animales extraños, personas que os encontréis... Todo, quiero que todos estemos informados. Somos suficientes para hacer exitosa esta misión así que no toleraré estupideces.
Tras aquel discurso me acerque a la borda del barco preparado ya con todas mis cosas. - ¿Que agente me acompañará?-. Dije mientras saltaba hacía la isla, utilizaría el Geppou hasta pisar suelo firme, una vez en tierra me daría media vuelta esperando ver que hacía el grupo y quién sería mi acompañante.
Abrí los ojos para ver que mi cara besaba el suelo de madera, parece que habíamos chocado con algo y el barco se había detenido... Un momento... ¡Me he dormido! Que cagada. Esa era de las pocas veces que tenía a un grupo de CPs debidamente cualificados bajo mi mando. Que le den al barco. ¿Porqué me he dormido en esta situación?
Me puse en pie lo más rápido que pude y eché a correr por la puerta del camarote aunque pronto volví a tocar el suelo con la cara. ¿Que mierdas...? Aggghhh, maldita sábana. Se había enrollado en mi pierna cual mujerzuela necesitada de amor, deshice el nudo mientras me dí cuenta que iba casi desnudo, solo me tapaban unos calzones blancos con corazones rojos. Quizás debería vestirme, por eso de dar buena impresión y que no se meen de risa en mi cara.
Comencé a vestirme cuando me di cuenta de que ciertamente el barco se había detenido, eso no podía ser bueno, me apresuré a recoger mis cosas y terminar de meterme la camisa. Con paso ligero subí a cubierta para ver la situación. Para mi sorpresa, delante nuestra la niebla que había parecía difuminarse en el ambiente dejando ver una pequeña bahía. Daba la sensación de ser bastante llano el terreno aunque algo raro pasaba con el agua, parecía como si estuviese hirviendo... Por precaución lo mejor será no tocarla... Ante la duda la más tetuda.
Observé a mi alrededor y allí pude ver al resto de agentes que me acompañaban en esta misión. Entre ellos se encontraba un viejo amigo de la guerra de Hallstat, el agente Kusanagi. Por su prestigio supuse que él sería uno de los comandantes de esta misión junto con C.K. y yo. Me parecía muy curioso el hecho de estar al mando de agentes con mayor rango que yo, pero ¿Quien soy para discutir ordenes de arriba? En fin supongo que es hora de poner orden y comenzar la misión.
-Agentes, ¡A formar! -. Dije con firmeza esperando que al menos se juntasen y no estuviesen esparcidos por la cubierta.
- Tenemos ordenes sencillas agentes, conseguir el tesoro y acabar con cualquier enemigo del gobierno. Para ello exploraremos el terreno primero.-. Tras un breve resumen de nuestras ordenes comencé a repartir ordenes, no sabía el carácter de los agentes que tenía aquí reunidos pero desde mi punto de vista esto sería lo mejor que podríamos hacer. - Nos repartiremos en grupos de dos para explorar esta isla. Cada grupo llevará consigo un DDM. El DDM estará en función multillamada, cuando cualquier grupo llame, todos escucharemos sus palabras, es la mejor forma de estar informados de todo lo que suceda. Quiero informes de cualquier cosa rara que veáis, vegetación, animales extraños, personas que os encontréis... Todo, quiero que todos estemos informados. Somos suficientes para hacer exitosa esta misión así que no toleraré estupideces.
Tras aquel discurso me acerque a la borda del barco preparado ya con todas mis cosas. - ¿Que agente me acompañará?-. Dije mientras saltaba hacía la isla, utilizaría el Geppou hasta pisar suelo firme, una vez en tierra me daría media vuelta esperando ver que hacía el grupo y quién sería mi acompañante.
NGC 1672
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Akuma no mi
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Mientras los hombres tiraban de la cuerda para subir el cuerpo que estaba suspendido en el agua, mis ojos divisaron lo que jamás creí que divisaría. La niebla cesó y un increíble lugar apareció. Mis hombres comenzaron a gritar desenfrenadamente, como si se tratasen de un montón de estúpidos animales carentes de razón. Era lo que más me molestaba de los novatos, siempre eran tan... expresivos que llegaban a molestar.
Me acerqué a uno de ellos para darle órdenes. Debía mantener el control del barco, cuidar de mi gente, procurar no estrellarnos contra lo que estuviese en frente y muchas cosas más. Afortunadamente podía manejar las situaciones de presión.
-Hey, tú – le dije a uno de los que estaba más tranquilos –. Mantén el barco estable, no necesito que nos estrellemos justo ahora. Contendré este bullicio que me está rompiendo la cabeza.
Solté un grito lo suficientemente fuerte como para que todos me escucharan. De pronto todos guardaron silencio, preparé mi garganta para el discurso que daría. Me coloqué en la zona alta del barco para que todos me escucharan; debía mantener mi postura seria para que mis hombres no me tomaran como un chiste.
-Todos los aquí presentes tendrán que escuchar atentamente mis palabras – pronuncié con voz solemne –. Primera regla que todos los hombres deben acatar: no somos héroes, nuestras vidas valen mucho más que un acto heroico. Si alguno de ustedes se encuentra en peligro, solo retírense. No quiero mártires aquí, ayúdense entre ustedes... salven sus vidas.
La vida de todos los que estaban a cargo mío me importaba, solo lo demostraba con palabras. Todo lo que dije era cierto. Jamás me gustaron los héroes ni aquellas personas que no valoraban sus vidas, lo encontraba estúpido y carente de sentido.
-Segundo – continué –. Nos encontraremos con personas muy fuertes, no nos metamos en problemas dentro de lo posible. Y tercero... la unión hace la fuerza. Acaten mis órdenes y siempre usen la cabeza. No la tienen ahí de adorno, piensen.
Después de mi último consejo me retiré, entré a la oficina esperando que sucediera lo que debía de suceder. Aún quedaban suficientes misterios para pasarme toda la tarde pensando. Empezando por el cuerpo que estábamos recogiendo, la isla que solo se aparecía de la nada y por último el tesoro que la gente comentaba.
Me acerqué a uno de ellos para darle órdenes. Debía mantener el control del barco, cuidar de mi gente, procurar no estrellarnos contra lo que estuviese en frente y muchas cosas más. Afortunadamente podía manejar las situaciones de presión.
-Hey, tú – le dije a uno de los que estaba más tranquilos –. Mantén el barco estable, no necesito que nos estrellemos justo ahora. Contendré este bullicio que me está rompiendo la cabeza.
Solté un grito lo suficientemente fuerte como para que todos me escucharan. De pronto todos guardaron silencio, preparé mi garganta para el discurso que daría. Me coloqué en la zona alta del barco para que todos me escucharan; debía mantener mi postura seria para que mis hombres no me tomaran como un chiste.
-Todos los aquí presentes tendrán que escuchar atentamente mis palabras – pronuncié con voz solemne –. Primera regla que todos los hombres deben acatar: no somos héroes, nuestras vidas valen mucho más que un acto heroico. Si alguno de ustedes se encuentra en peligro, solo retírense. No quiero mártires aquí, ayúdense entre ustedes... salven sus vidas.
La vida de todos los que estaban a cargo mío me importaba, solo lo demostraba con palabras. Todo lo que dije era cierto. Jamás me gustaron los héroes ni aquellas personas que no valoraban sus vidas, lo encontraba estúpido y carente de sentido.
-Segundo – continué –. Nos encontraremos con personas muy fuertes, no nos metamos en problemas dentro de lo posible. Y tercero... la unión hace la fuerza. Acaten mis órdenes y siempre usen la cabeza. No la tienen ahí de adorno, piensen.
Después de mi último consejo me retiré, entré a la oficina esperando que sucediera lo que debía de suceder. Aún quedaban suficientes misterios para pasarme toda la tarde pensando. Empezando por el cuerpo que estábamos recogiendo, la isla que solo se aparecía de la nada y por último el tesoro que la gente comentaba.
Erwin Adler
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Akuma no mi
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Detuvo la barcaza como pudo junto a la otra, recogiendo las velas de nuevo. Tras lograr hacerle un "hermoso" pero inofensivo arañazo a ambas barcas al hacerlas chocar sin querer (qué esperar, no era marinero), se apoyó en la vela para mantener el equilibrio y echó una primera visual sobre la otra embarcación. Al principio no vio a nadie, pero al acercarse a la borda vio a alguien tirado en el suelo. Por un instante pensó que era un cadáver, pero tras fijarse más se dio cuenta de que no tenía aspecto de estar muerta. De un salto pasó al otro transporte y se le acercó con cuidado, observando a la mujer. Parecía no estar teniendo un sueño demasiado feliz por su cara de mala leche... en todo caso, que estuviera dormida era una ventaja para él. Sonrió torvamente y por un momento pensó en sacar más provecho de la situación que el inicial... hasta fijarse en que las piezas metálicas de su cuerpo no eran una armadura. La sonrisa se transformó en una mueca de desagrado, y se apartó un poco. No le apetecía tomar ventaja de la situación con una mujer que podía despertarse en cualquier momento y exprimirle la cabeza con una mano.
- Cogeré lo que pueda y me largaré - murmuró.
Se puso a rebuscar entre los enseres de la chica, encontrando provisiones y una buena cantidad de berries en billetes grandes... wow, parecía que le había tocado un premio gordo. Comenzó a pasar todo por la borda a su barco, dejando a la chica con lo puesto y lo poco que no consideró que tuviese valor, y comenzó a prepararse para alejarse. Su mosquitos no habían vuelto aun. "¿Tan lejos está la isla? Raro..." Así como lo pensó, de repente el mar comenzó a agitarse, y la niebla se dispersó mientras el mar se alzaba a su alrededor. Asustado, Ionoth cayó de culo sobre el suelo de su barca, para encontrarse con que el mar no iba a engullirlo: era la isla que había surgido a su alrededor. Tras el susto inicial, recogió su rifle y volvió a ponérselo al hombro, tras lo que se levantó y echó un vistazo a la zona. Parecía que había al menos tres islas en torno a él. Eso, o era todo parte de una misma de tamaño colosal con bahías interiores a... lo que debía ser una bahía principal. En fin, no era geógrafo como para ponerse a especular sobre el tema.
Se alejó de la barca de la cyborg, navegando hacia el suroeste. Su intención era desembarcar en la primera playa que encontrara, ya fuese en la isla al norte o al sur. Mientras lo hacía, se puso a comer vorazmente las provisiones de la mujer, seleccionando lo que parecía más fresco y no hacía falta preparar; lo último que quería era ponerse a cocinar en aquel momento. Se le habían quitado las ganas. Tras picotear algunos frutos secos, un cacho de cecina y pan duro, comenzó a centrarse en navegar; y en cuanto llegó a la primera playa, se dirigió a ella para desembarcar, no sin antes inspeccionar la zona con la mira telescópica de su rifle de precisión.
- Cogeré lo que pueda y me largaré - murmuró.
Se puso a rebuscar entre los enseres de la chica, encontrando provisiones y una buena cantidad de berries en billetes grandes... wow, parecía que le había tocado un premio gordo. Comenzó a pasar todo por la borda a su barco, dejando a la chica con lo puesto y lo poco que no consideró que tuviese valor, y comenzó a prepararse para alejarse. Su mosquitos no habían vuelto aun. "¿Tan lejos está la isla? Raro..." Así como lo pensó, de repente el mar comenzó a agitarse, y la niebla se dispersó mientras el mar se alzaba a su alrededor. Asustado, Ionoth cayó de culo sobre el suelo de su barca, para encontrarse con que el mar no iba a engullirlo: era la isla que había surgido a su alrededor. Tras el susto inicial, recogió su rifle y volvió a ponérselo al hombro, tras lo que se levantó y echó un vistazo a la zona. Parecía que había al menos tres islas en torno a él. Eso, o era todo parte de una misma de tamaño colosal con bahías interiores a... lo que debía ser una bahía principal. En fin, no era geógrafo como para ponerse a especular sobre el tema.
Se alejó de la barca de la cyborg, navegando hacia el suroeste. Su intención era desembarcar en la primera playa que encontrara, ya fuese en la isla al norte o al sur. Mientras lo hacía, se puso a comer vorazmente las provisiones de la mujer, seleccionando lo que parecía más fresco y no hacía falta preparar; lo último que quería era ponerse a cocinar en aquel momento. Se le habían quitado las ganas. Tras picotear algunos frutos secos, un cacho de cecina y pan duro, comenzó a centrarse en navegar; y en cuanto llegó a la primera playa, se dirigió a ella para desembarcar, no sin antes inspeccionar la zona con la mira telescópica de su rifle de precisión.
Aetiel
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Un tipo pelirrojo al que había visto varias veces en la isla parecía estar a cargo en el barco del pelinegro, que lo intuía debido a que el hombre murciélago en su visita se había dirigido hacia él y éste a su vez hacia Aetiel pidiéndole estar alerta ante lo que pudiera pasar. Siguiendo las órdenes de su superior Aetiel se encontraba en el asiento que había improvisado en la cubierta vigilando lo que pudiera pasar a la izquierda de la cubierta del navío que los transportaba.
No había pasado demasiado cuando el mar comenzó a agitarse y justo delante de ambos barcos se alzaron varias islas desde el fondo marino, elevando así la posición de lo que parecía un faro, además la espesa niebla que los rodeaba comenzaba a desaparecer permitiendo tener una visión más clara de lo que los rodeaba.
Aetiel se había levantado para comprobar la situación cuando se fijó que en el centro de la cubierta una especie de criatura oscura y con alas se había formado, rápidamente se giró hacia el barco adyacente al suyo y comprobó que ocurría lo mismo lo que le hizo llegar a la conclusión de que no se trataba de un ataque enemigo. El pelinegro todavía lo miraba con desconfianza cuando observó como los miembros de la hermandad comenzaban a subir a la espalda de la oscura lagartija por lo que siguió los pasos de éstos y ascendió hasta el lomo de la criatura.
No había pasado demasiado cuando el mar comenzó a agitarse y justo delante de ambos barcos se alzaron varias islas desde el fondo marino, elevando así la posición de lo que parecía un faro, además la espesa niebla que los rodeaba comenzaba a desaparecer permitiendo tener una visión más clara de lo que los rodeaba.
Aetiel se había levantado para comprobar la situación cuando se fijó que en el centro de la cubierta una especie de criatura oscura y con alas se había formado, rápidamente se giró hacia el barco adyacente al suyo y comprobó que ocurría lo mismo lo que le hizo llegar a la conclusión de que no se trataba de un ataque enemigo. El pelinegro todavía lo miraba con desconfianza cuando observó como los miembros de la hermandad comenzaban a subir a la espalda de la oscura lagartija por lo que siguió los pasos de éstos y ascendió hasta el lomo de la criatura.
Joan D. Lluquer
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El tesoro estaba justo delante mía, reluciente como los rayos del sol. Formado por cofres y montañas de monedas, albergaba un valor incalculable. Me sentí muy confortable, y extendí la mano para agarrar un montón de monedas cuando...
-¡Joder!- grité, mientras despertaba con una pequeña convulsión que arrojó mi mochila por la borda.
Me encontraba en la barca, a la cual le estaba entrando agua. Me encontraba algo asustado, pero me incorporé, agarré mi casco y empecé a quitar toda el agua posible de la barca. Aunque había perdido las provisiones, afortunadamente mi armadura no estaba en la mochila en ese momento.
Estaba en unas formaciones de coral bastante bonitas, de no ser por el hecho de que mi barca se estaba hundiendo y yo no podía nadar debido a que era un usuario de una fruta del diablo.
Puse todo mi empeño en quitar el agua de la barca, hasta que quedó algo vacía, aunque el líquido todavía se filtraba por unos agujeritos.
Giré la cabeza y divisé lo que parecía ser una pequeña embarcación a aproximadamente una milla náutica de mi posición. Levanté los brazos y empecé a hacer señas, con la esperanza de que los tripulantes del barco me divisaran y acudieran en mi ayuda.
-¡Joder!- grité, mientras despertaba con una pequeña convulsión que arrojó mi mochila por la borda.
Me encontraba en la barca, a la cual le estaba entrando agua. Me encontraba algo asustado, pero me incorporé, agarré mi casco y empecé a quitar toda el agua posible de la barca. Aunque había perdido las provisiones, afortunadamente mi armadura no estaba en la mochila en ese momento.
Estaba en unas formaciones de coral bastante bonitas, de no ser por el hecho de que mi barca se estaba hundiendo y yo no podía nadar debido a que era un usuario de una fruta del diablo.
Puse todo mi empeño en quitar el agua de la barca, hasta que quedó algo vacía, aunque el líquido todavía se filtraba por unos agujeritos.
Giré la cabeza y divisé lo que parecía ser una pequeña embarcación a aproximadamente una milla náutica de mi posición. Levanté los brazos y empecé a hacer señas, con la esperanza de que los tripulantes del barco me divisaran y acudieran en mi ayuda.
Liv L Astrid
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Las personas que eran superiores a mí me habían dado una misión, ir a una isla de un tesoro. No podía interesarme menos ese tipo de misión y lo que era más importante no había podido terminar uno de mis experimentos, habiéndolo dejado a medias para poder venir.
-Para cuando vuelvas el sujeto de estudio se habrá muerto, y lo sabes Liv – me dijo Trece, mi recuerdo de la infancia, con un cierto tono de burla y para cabrearme más de lo que estaba.
-Tsk – le respondí para que supiese que me fastidiaba aquella verdad.
Nos dirigía un hombre de aspecto serio y poco hablador, y de compañeros tenía un humano con dos guadañas y un panda parlanchín y cebón, aunque todo eso me daba igual, desenfundé mis armas las crucé delante de mí y me las apoyé en el pecho, para pedir a los dioses que fueran benévolos conmigo y me diesen una razón así como un buen combate en esta misión en la que no pintaba demasiado.
La respuesta fue inmediata y un barco de pronto comenzó a caer sobre nuestras cabezas, envainé las espadas y me preparé para salir de allí, sin embargo una sombra que se desplazaba a gran velocidad nos recogió al humano al panda y a mí y nos sacó del barco dejándonos en tierra firme, pareció haber sido el superior al mando “parece ser que los dioses le han confiado un gran poder” pensé mientras nos daba la orden de rastrear la zona y volvió a desaparecer. El rastreo no llegó a comenzar ya que delante de nosotros aparecieron unos pulpos del tamaño de cerdos, que se arrastraban hacia nosotros, aunque posiblemente muriesen pronto por la falta de agua, desenfundé las espadas y me preparé pasa salir a explorar como había ordenado el superior.
-Para cuando vuelvas el sujeto de estudio se habrá muerto, y lo sabes Liv – me dijo Trece, mi recuerdo de la infancia, con un cierto tono de burla y para cabrearme más de lo que estaba.
-Tsk – le respondí para que supiese que me fastidiaba aquella verdad.
Nos dirigía un hombre de aspecto serio y poco hablador, y de compañeros tenía un humano con dos guadañas y un panda parlanchín y cebón, aunque todo eso me daba igual, desenfundé mis armas las crucé delante de mí y me las apoyé en el pecho, para pedir a los dioses que fueran benévolos conmigo y me diesen una razón así como un buen combate en esta misión en la que no pintaba demasiado.
La respuesta fue inmediata y un barco de pronto comenzó a caer sobre nuestras cabezas, envainé las espadas y me preparé para salir de allí, sin embargo una sombra que se desplazaba a gran velocidad nos recogió al humano al panda y a mí y nos sacó del barco dejándonos en tierra firme, pareció haber sido el superior al mando “parece ser que los dioses le han confiado un gran poder” pensé mientras nos daba la orden de rastrear la zona y volvió a desaparecer. El rastreo no llegó a comenzar ya que delante de nosotros aparecieron unos pulpos del tamaño de cerdos, que se arrastraban hacia nosotros, aunque posiblemente muriesen pronto por la falta de agua, desenfundé las espadas y me preparé pasa salir a explorar como había ordenado el superior.
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Akuma no mi
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Una sonrisa fugaz se dibujó en sus labios mientras observaba desde lo alto a sus compañeros de división. Una buena parte de esta había acudido a su llamamiento, lo cual le agradaba bastante. Tan solo Issei y Alwyn se habían ausentado en aquella ocasión por motivos clasificados, así que no le fue demasiado complicado deducir que debían haber recibido órdenes de más arriba. Una lástima, pues toda ayuda era siempre bien recibida por el chico, pero podía darles una mejor oportunidad para demostrar sus habilidades. Si eran menos sería más complicado... Así que no podía permitir que ninguno se confiara. No estaba dispuesto a perder a nadie ese día.
Mientras que todos los demás se mantenían sobre la grupa de Zuko, a excepción de Shiki, que se había lanzado al mar, él por su parte prefirió bajar de su exótico transporte para aminorar un poco la carga que el dragón estaba soportando. Sabía perfectamente que no le hacía ninguna gracia, pero como quien dice... Al enemigo hay que darle donde menos se lo espera. Tampoco le suponía una mayor complicación desplazarse por su cuenta, pues eso de poder transformarse en sonido poseía ciertas ventajas, como por ejemplo poder volar en su forma elemental. Diría que aquello le habría dado una mejor visión del lugar al poder desplazarse a mayor altura, pero tan solo un pequeño detalle se lo impedía: aquella espesa niebla que lo bañaba todo. Tan solo la luz distante de un faro les servía de punto de referencia allí, y esto no hacía más que preocupar al pelirrojo. "La isla debería estar justo aquí... ¿Fallo de cálculos?" se preguntaba, permaneciendo alerta en todo momento. Un silencio sepulcral era todo lo que les acompañaba, a excepción de las palabras de algunos agentes de Reiseina, que discutían sobre asuntos de carente importancia. Sabía que no era el más indicado para hablar, pero no parecían estar tomándoselo demasiado en serio... O no todos. Zuko le mataría en cuanto estuviera en tierra por hacerle cargar con todos ellos, estaba seguro.
Tras un rato viajando sin un rumbo fijo observó al dragón descender para unirse al grupo del CP que navegaba cerca de ellos. Había podido distinguir a Noa y a CK entre sus integrantes, lo cual le transmitía una cierta calma. Sabía del potencial de la peliverde, y el albino era alguien en quien confiar cuando necesitabas una "comida de emergencia", así que no tendría que preocuparse por el almuerzo. Una vez sus compañeros descendieron de Zuko y este subió a cubierta el pelirrojo hizo lo propio, materializándose casi en un instante entre sus compañeros, próximo al príncipe de Reddo, quien parecía encontrarse con un humor de perros.
- Buen trabajo -le concedió, posando la mano sobre su hombro un instante. Ni siquiera necesitó inclinarse demasiado. Tras esto se adelantó unos cuantos pasos y les dedicó un leve gesto a los otros agentes a modo de saludo- Noa, CK.
Tras esto se quedó observando el distante foco de luz que suponía el faro, cruzándose de brazos y permaneciendo un tanto ausente por unos instantes, como si estuviera pensando en algo. "Si hay un faro debe de haber costa en algún sitio. ¿Pero dónde?" Y apenas tuvo que esperar para dar con la respuesta. Sintió los temblores transmitiéndose desde el agua hasta la madera del navío, así como el agua embravecerse, lo cual hizo que la nave se tambaleara. Flexionó las piernas y apoyó las manos en cubierta, tratando de mantener el equilibrio. La luz del faro comenzó a ascender a medida que la niebla se disipaba, dejando ver cómo, de las aguas, emergían una isla tras otra, muy cercanas entre sí pero que, por suerte, no se encontraban en su posición. No quería imaginarse los daños que podrían haber sufrido de avanzar algo más. Ahora comprendía por qué pocos conocían la ubicación de la isla, y es que la niebla no era el mayor problema para localizarla. ¿Quién en su sano juicio pensaría que se encontraba bajo el mar? Y, de hecho... ¿Por qué había emergido con su llegada? No, definitivamente aquello no iba a ser una simple excursión.
- Muy bien... -respondió a duras penas, aún recobrándose de todo lo sucedido, cuando Castor hizo el amago de pedirle permiso para poder adelantarse. Tan amago que para cuando fue a abrir la boca ya se había marchado.
Kusanagi suspiró pesadamente y se giró hacia el resto de la tripulación, no sin antes echar un vistazo a los alrededores. Parecían encontrarse en alguna especie de bahía entre dos islas, lo cual les daba mucho terreno para cubrir... Pero no tenían todo el tiempo del mundo. No serían los únicos en pisar aquellas tierras y, por lo que tenía entendido, habría más que marines y agentes por la zona, así que debían darse prisa. Ryuta había convocado a Reiseina para aguardar instrucciones y Azula se adelantó a sugerir algo. No había mayor diferencia entre lo que propuso la princesa y lo que tenía pensado hacer, así que asintió.
- Agentes -habló, en un tono bastante más serio y autoritario de lo que estaban acostumbrados. Tan solo los que habían trabajado alguna vez junto a él sabían cómo cambiaba durante las misiones- Como veis hay mucho terreno que cubrir, así que vamos a dividirnos -podía escuchar el discurso de Noa, que no se encontraba muy lejos de él y que parecía tener un plan similar- Formaremos tres grupos, encabezados por Ryuta, por Zuko y por mí. Azula, tú irás con tu hermano. Quiero que exploréis la zona norte -dijo señalando en aquella dirección- Shiki irá contigo, peliverde. Buscad a Castor, dirigíos hacia el sur... Y procurad que no se meta en muchos líos. Alexandra, tú vienes conmigo.
El chico meditó un poco. Sí, quizá era un tanto arriesgado llevar consigo al agente más reciente de la división, pero aquella sería una gran oportunidad para comprobar de primera mano sus habilidades, más allá del combate. Se acercó a la pelirroja y le tendió un den den mushi.
- Nosotros tomaremos un camino más directo a la dirección del faro. Probablemente haya algo que pueda darnos alguna pista allí y, si no es el caso, al menos aprovecharemos la altura para situarnos mejor. Tanto el grupo de Ryuta como el de Zuko bordearán la elevación del centro de la isla y retomarán esa dirección para reunirse con nosotros. Recordad usar el faro como punto de orientación... No quiero tener que ir a buscar a niños pedidos -al principio se mantuvo serio, aunque finalmente suavizó su expresión para tratar de transmitirles algo de confianza- Cuento con vosotros. Demostrad por qué estáis en Reiseina Kou y dejad nuestro nombre bien alto - miró a Alex y le hizo un gesto para que le siguiera.
Se acercó con paso ligero hasta su peliverde compañera, CK, y trató de llamar la atención de Noa también.
- No tengo poder para dirigir a todo el grupo, así que os dejo al resto. Cualquier cosa, como ha dicho Noa, estamos en contacto. Yo voy directo hacia el faro, así que si alguno quiere acompañarme es bienvenido -sonrió e hizo un leve gesto con la cabeza- Buena suerte. Oh, y Noa... -dejó que se hiciera el silencio durante un instante- Si ves un submarino, no entres -bromeó antes de reanudar su camino. Supuso que tan solo él entendería aquello.
Dando por hecho que su pelirroja compañera le seguiría Kusanagi se dispuso a pisar tierra, impulsándose hacia esta una vez el barco estuvo lo suficientemente cerca de la cosa. Activó su comunicador, implantado en el cerebro, para llamar a Castor y ponerse en contacto con él.
- He mandado a Ryuta y a Shiki contigo, así que no te adelantes demasiado. Vuestro objetivo es explorar la zona sur de la isla, pero Ryuta te contará el resto. Sé que no hace falta decirlo pero... Intenta hacerle caso, ¿eh? Cuando acabemos con esto te invito a tomar algo.
Se giró hacia Alexandra y le dedicó una sonrisa amable, dejando escapar un leve suspiro al sentir sus pies sobre tierra firme al fin... Más o menos. Se había comenzado a marear y no sabía cómo había logrado mantener controlado su estómago.
- Bueno, vamos a ello.
Mientras que todos los demás se mantenían sobre la grupa de Zuko, a excepción de Shiki, que se había lanzado al mar, él por su parte prefirió bajar de su exótico transporte para aminorar un poco la carga que el dragón estaba soportando. Sabía perfectamente que no le hacía ninguna gracia, pero como quien dice... Al enemigo hay que darle donde menos se lo espera. Tampoco le suponía una mayor complicación desplazarse por su cuenta, pues eso de poder transformarse en sonido poseía ciertas ventajas, como por ejemplo poder volar en su forma elemental. Diría que aquello le habría dado una mejor visión del lugar al poder desplazarse a mayor altura, pero tan solo un pequeño detalle se lo impedía: aquella espesa niebla que lo bañaba todo. Tan solo la luz distante de un faro les servía de punto de referencia allí, y esto no hacía más que preocupar al pelirrojo. "La isla debería estar justo aquí... ¿Fallo de cálculos?" se preguntaba, permaneciendo alerta en todo momento. Un silencio sepulcral era todo lo que les acompañaba, a excepción de las palabras de algunos agentes de Reiseina, que discutían sobre asuntos de carente importancia. Sabía que no era el más indicado para hablar, pero no parecían estar tomándoselo demasiado en serio... O no todos. Zuko le mataría en cuanto estuviera en tierra por hacerle cargar con todos ellos, estaba seguro.
Tras un rato viajando sin un rumbo fijo observó al dragón descender para unirse al grupo del CP que navegaba cerca de ellos. Había podido distinguir a Noa y a CK entre sus integrantes, lo cual le transmitía una cierta calma. Sabía del potencial de la peliverde, y el albino era alguien en quien confiar cuando necesitabas una "comida de emergencia", así que no tendría que preocuparse por el almuerzo. Una vez sus compañeros descendieron de Zuko y este subió a cubierta el pelirrojo hizo lo propio, materializándose casi en un instante entre sus compañeros, próximo al príncipe de Reddo, quien parecía encontrarse con un humor de perros.
- Buen trabajo -le concedió, posando la mano sobre su hombro un instante. Ni siquiera necesitó inclinarse demasiado. Tras esto se adelantó unos cuantos pasos y les dedicó un leve gesto a los otros agentes a modo de saludo- Noa, CK.
Tras esto se quedó observando el distante foco de luz que suponía el faro, cruzándose de brazos y permaneciendo un tanto ausente por unos instantes, como si estuviera pensando en algo. "Si hay un faro debe de haber costa en algún sitio. ¿Pero dónde?" Y apenas tuvo que esperar para dar con la respuesta. Sintió los temblores transmitiéndose desde el agua hasta la madera del navío, así como el agua embravecerse, lo cual hizo que la nave se tambaleara. Flexionó las piernas y apoyó las manos en cubierta, tratando de mantener el equilibrio. La luz del faro comenzó a ascender a medida que la niebla se disipaba, dejando ver cómo, de las aguas, emergían una isla tras otra, muy cercanas entre sí pero que, por suerte, no se encontraban en su posición. No quería imaginarse los daños que podrían haber sufrido de avanzar algo más. Ahora comprendía por qué pocos conocían la ubicación de la isla, y es que la niebla no era el mayor problema para localizarla. ¿Quién en su sano juicio pensaría que se encontraba bajo el mar? Y, de hecho... ¿Por qué había emergido con su llegada? No, definitivamente aquello no iba a ser una simple excursión.
- Muy bien... -respondió a duras penas, aún recobrándose de todo lo sucedido, cuando Castor hizo el amago de pedirle permiso para poder adelantarse. Tan amago que para cuando fue a abrir la boca ya se había marchado.
Kusanagi suspiró pesadamente y se giró hacia el resto de la tripulación, no sin antes echar un vistazo a los alrededores. Parecían encontrarse en alguna especie de bahía entre dos islas, lo cual les daba mucho terreno para cubrir... Pero no tenían todo el tiempo del mundo. No serían los únicos en pisar aquellas tierras y, por lo que tenía entendido, habría más que marines y agentes por la zona, así que debían darse prisa. Ryuta había convocado a Reiseina para aguardar instrucciones y Azula se adelantó a sugerir algo. No había mayor diferencia entre lo que propuso la princesa y lo que tenía pensado hacer, así que asintió.
- Agentes -habló, en un tono bastante más serio y autoritario de lo que estaban acostumbrados. Tan solo los que habían trabajado alguna vez junto a él sabían cómo cambiaba durante las misiones- Como veis hay mucho terreno que cubrir, así que vamos a dividirnos -podía escuchar el discurso de Noa, que no se encontraba muy lejos de él y que parecía tener un plan similar- Formaremos tres grupos, encabezados por Ryuta, por Zuko y por mí. Azula, tú irás con tu hermano. Quiero que exploréis la zona norte -dijo señalando en aquella dirección- Shiki irá contigo, peliverde. Buscad a Castor, dirigíos hacia el sur... Y procurad que no se meta en muchos líos. Alexandra, tú vienes conmigo.
El chico meditó un poco. Sí, quizá era un tanto arriesgado llevar consigo al agente más reciente de la división, pero aquella sería una gran oportunidad para comprobar de primera mano sus habilidades, más allá del combate. Se acercó a la pelirroja y le tendió un den den mushi.
- Nosotros tomaremos un camino más directo a la dirección del faro. Probablemente haya algo que pueda darnos alguna pista allí y, si no es el caso, al menos aprovecharemos la altura para situarnos mejor. Tanto el grupo de Ryuta como el de Zuko bordearán la elevación del centro de la isla y retomarán esa dirección para reunirse con nosotros. Recordad usar el faro como punto de orientación... No quiero tener que ir a buscar a niños pedidos -al principio se mantuvo serio, aunque finalmente suavizó su expresión para tratar de transmitirles algo de confianza- Cuento con vosotros. Demostrad por qué estáis en Reiseina Kou y dejad nuestro nombre bien alto - miró a Alex y le hizo un gesto para que le siguiera.
Se acercó con paso ligero hasta su peliverde compañera, CK, y trató de llamar la atención de Noa también.
- No tengo poder para dirigir a todo el grupo, así que os dejo al resto. Cualquier cosa, como ha dicho Noa, estamos en contacto. Yo voy directo hacia el faro, así que si alguno quiere acompañarme es bienvenido -sonrió e hizo un leve gesto con la cabeza- Buena suerte. Oh, y Noa... -dejó que se hiciera el silencio durante un instante- Si ves un submarino, no entres -bromeó antes de reanudar su camino. Supuso que tan solo él entendería aquello.
Dando por hecho que su pelirroja compañera le seguiría Kusanagi se dispuso a pisar tierra, impulsándose hacia esta una vez el barco estuvo lo suficientemente cerca de la cosa. Activó su comunicador, implantado en el cerebro, para llamar a Castor y ponerse en contacto con él.
- He mandado a Ryuta y a Shiki contigo, así que no te adelantes demasiado. Vuestro objetivo es explorar la zona sur de la isla, pero Ryuta te contará el resto. Sé que no hace falta decirlo pero... Intenta hacerle caso, ¿eh? Cuando acabemos con esto te invito a tomar algo.
Se giró hacia Alexandra y le dedicó una sonrisa amable, dejando escapar un leve suspiro al sentir sus pies sobre tierra firme al fin... Más o menos. Se había comenzado a marear y no sabía cómo había logrado mantener controlado su estómago.
- Bueno, vamos a ello.
Isaac Newtown
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Isaac estaba sentado en la barca, cuando de pronto un árbol brotó de la nada. Y otro, y otro, y otro. En apenas un instante, el chico se dio cuenta de que ya no estaban en medio del mar, sino entre un montón de extrañas plantas en un bosque espeso y de aspecto inquietante.
- ¿Pero qué...? -preguntó, mientras observaba a su alrededor, inquieto. El lugar estaba empapado en agua marina, y sus pies chapotearon al pisar el suelo. El chico llevó la mano derecha a la cara, tapando la luz del sol recién aparecido en el cielo. Sus ojos lograron vislumbrar una zona rocosa en la cual se veía una entrada, aún goteando en varios de sus puntos. Incluso una enorme alga había quedado enganchada entre las rocas y ahora hacía de cortina natural. El chico se disponía a caminar hacia allí cuando su visión se apagó y perdió el conocimiento.
Byakuro abrió los ojos en el momento en que el cuerpo de Isaac se caía hacia delante. Apoyó las manos en el suelo, y con un fuerte impulso, se incorporó de nuevo. Observó a los dos jóvenes que le habían acompañado en el barquito.
- Me he tropezado... ¿vamos a ver aquella cueva? -propuso, señalando la gruta que había frente a él en ese momento.
Mientras tanto, ambos, Isaac y Byakuro, hablaban en el salón de los pensamientos del Rey Cazador. Las paredes de roca blanca hacían eco de sus palabras, y las estatuas de oro y plata se habían convertido en testigos mudos de aquella discusión.
- ¿Por qué me has metido en un barco con dos chicos que no conozco? -exigía saber el moreno.
- ¿No querías una aventura? -preguntó con sorna el Shichibukai-. Ahora la tienes. Voy a acompañarlos a esa cueva y veré que... -una escena llegó a la mente de Byakuro. Él, en Halstat, un tiempo atrás...
El chico se detuvo frente a la puerta. Se giró hacia aquellos dos y dijo:
- Lo he pensado mejor y no... no sé si quiero entrar.
- ¿Pero qué...? -preguntó, mientras observaba a su alrededor, inquieto. El lugar estaba empapado en agua marina, y sus pies chapotearon al pisar el suelo. El chico llevó la mano derecha a la cara, tapando la luz del sol recién aparecido en el cielo. Sus ojos lograron vislumbrar una zona rocosa en la cual se veía una entrada, aún goteando en varios de sus puntos. Incluso una enorme alga había quedado enganchada entre las rocas y ahora hacía de cortina natural. El chico se disponía a caminar hacia allí cuando su visión se apagó y perdió el conocimiento.
Byakuro abrió los ojos en el momento en que el cuerpo de Isaac se caía hacia delante. Apoyó las manos en el suelo, y con un fuerte impulso, se incorporó de nuevo. Observó a los dos jóvenes que le habían acompañado en el barquito.
- Me he tropezado... ¿vamos a ver aquella cueva? -propuso, señalando la gruta que había frente a él en ese momento.
Mientras tanto, ambos, Isaac y Byakuro, hablaban en el salón de los pensamientos del Rey Cazador. Las paredes de roca blanca hacían eco de sus palabras, y las estatuas de oro y plata se habían convertido en testigos mudos de aquella discusión.
- ¿Por qué me has metido en un barco con dos chicos que no conozco? -exigía saber el moreno.
- ¿No querías una aventura? -preguntó con sorna el Shichibukai-. Ahora la tienes. Voy a acompañarlos a esa cueva y veré que... -una escena llegó a la mente de Byakuro. Él, en Halstat, un tiempo atrás...
El chico se detuvo frente a la puerta. Se giró hacia aquellos dos y dijo:
- Lo he pensado mejor y no... no sé si quiero entrar.
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El barco comenzó a temblar y pasó una cosa terrible... Me metí una ostia al caerme de la cama por el movimiento. Poco después, Eron entró en la habitación y con un tono impasivo dijo que unas islas aparecieron de la nada. Su cara era seria, como de costumbre, aunque yo se que por dentro se esta riendo de mi, lo podía sentir a través de su mirada.
-Voyyy... Dije mientras me levantaba del suelo a regañadientes. Subí a la parte de arriba y vi como la niebla había desaparecido, ahora podía de ver unas islas y Eron se dirigía a la mas cercana.
-Oye Eron, ¿tienes alguna pista sobre donde podría estar el tesoro? Estaba dudoso sobre por donde empezar a investigar la verdad, aunque solo cabe esperar a que llegáramos a buen puerto.
-Voyyy... Dije mientras me levantaba del suelo a regañadientes. Subí a la parte de arriba y vi como la niebla había desaparecido, ahora podía de ver unas islas y Eron se dirigía a la mas cercana.
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Una fuerte sacudida recorrió toda la pequeña barca, me agarré a ella intentando no caerme al agua aunque si la sacudida seguía durante mucho tiempo mas al ser la barca tan endeble y rudimentaria se haría añicos y acabaría en el mar de todas formas.
De pronto un árbol apareció ante mi, parpadeé un par de veces "¿Un árbol en medio del mar? ¿Era aquello posible?" cuando volví a abrir los ojos después del parpadeo me quedé aún más sorprendida que antes, había aparecido otro a la izquierda de este y luego apareció otro un poco más al norte, y otro al sur y otro por el sureste y así fueron surgiendo uno tras otro hasta que nos rodearon completamente.
Cuando la sacudida paró y pude mirar a mi alrededor con más tranquilidad me sorprendió con creces lo que vi. Estabamos en tierra firme en la que parecía la isla que estabamos buscando. -¿Estaís todos bien?- pregunté mientras me ponía de pies en la barca ya que por precación durante todo aquello me había mantenido sentada y agarrada a un lateral del barco.
Nadie me respondió pero no parecian heridos así que pude respirar un poco más aliviada. El único que parecia un poco ido era Isaac que trastabilleo en cuanto dejo la barca pero que se excusó con que se había tropezado y no me era difícil de creer, hasta yo me encontraba un poco mareada.
-¿Vamos a aquella cueva?- Propusó acto seguido. No me habñia fijado pero en medio de donde estabamos había aprecido una cueva aún empapada por el agua del mar, pensé que si chupaba una roca seguramente estaría salada. -¡Claro, voy a por un par de cosas!-
Fui hacia la pequeña estancia de la barca donde guardaba mis cosas y contemple para mi alivio que nada se había caido al mar ni había resultado dañado, recogí una linterna, un botiquin de primeros auxilios por si acaso, mi arco, me colgué el carcaj de flechas a la espalda y guardé dentro de este mi apreciada agenda y una exquisita pluma para escribí. -¡Lista!- Informé y bajé de la barca para reuinirme con Isaac que ya estaba a la entrada de la cueva.
Para mi sorpresa el chico había cambiado de opinión y ya no le apetecía para nada entrar dentro y no podía culparle no era muy sensato introducirse por que sí en una cueva que había aparecido de la nada, pero aquello era una aventura y nosotros buscabamos una y además un tesoro. Si no nos arriesgabamos ahora, jamás lo hariamos. -Venga no tiene que darte miedo ¿Hemos venido en busca de una aventura al fin y al cabo no?- y después de decir esto me adentré en la cueva sin esperar a nadie más.
De pronto un árbol apareció ante mi, parpadeé un par de veces "¿Un árbol en medio del mar? ¿Era aquello posible?" cuando volví a abrir los ojos después del parpadeo me quedé aún más sorprendida que antes, había aparecido otro a la izquierda de este y luego apareció otro un poco más al norte, y otro al sur y otro por el sureste y así fueron surgiendo uno tras otro hasta que nos rodearon completamente.
Cuando la sacudida paró y pude mirar a mi alrededor con más tranquilidad me sorprendió con creces lo que vi. Estabamos en tierra firme en la que parecía la isla que estabamos buscando. -¿Estaís todos bien?- pregunté mientras me ponía de pies en la barca ya que por precación durante todo aquello me había mantenido sentada y agarrada a un lateral del barco.
Nadie me respondió pero no parecian heridos así que pude respirar un poco más aliviada. El único que parecia un poco ido era Isaac que trastabilleo en cuanto dejo la barca pero que se excusó con que se había tropezado y no me era difícil de creer, hasta yo me encontraba un poco mareada.
-¿Vamos a aquella cueva?- Propusó acto seguido. No me habñia fijado pero en medio de donde estabamos había aprecido una cueva aún empapada por el agua del mar, pensé que si chupaba una roca seguramente estaría salada. -¡Claro, voy a por un par de cosas!-
Fui hacia la pequeña estancia de la barca donde guardaba mis cosas y contemple para mi alivio que nada se había caido al mar ni había resultado dañado, recogí una linterna, un botiquin de primeros auxilios por si acaso, mi arco, me colgué el carcaj de flechas a la espalda y guardé dentro de este mi apreciada agenda y una exquisita pluma para escribí. -¡Lista!- Informé y bajé de la barca para reuinirme con Isaac que ya estaba a la entrada de la cueva.
Para mi sorpresa el chico había cambiado de opinión y ya no le apetecía para nada entrar dentro y no podía culparle no era muy sensato introducirse por que sí en una cueva que había aparecido de la nada, pero aquello era una aventura y nosotros buscabamos una y además un tesoro. Si no nos arriesgabamos ahora, jamás lo hariamos. -Venga no tiene que darte miedo ¿Hemos venido en busca de una aventura al fin y al cabo no?- y después de decir esto me adentré en la cueva sin esperar a nadie más.
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Con un gesto de disgusto, el pelirrojo se dio cuenta de que aquella niebla no iba a poner nada fácil la búsqueda del oro... o de presas. La fortuna no parecía querer sonreírle en aquella ocasión. "Como si lo hiciese a menudo" pensó con amargura, mientras trataba de evitar el mareo, cosa que por suerte era relativamente sencilla debido al poco movimiento en cubierta.
Y entonces todo cambió. El mar empezó a embravecerse de pronto, y al hombre le sobrevinieron unas náuseas incontrolables. Sin apenas un instante de reacción, se agarró a la barandilla de cubierta y abrió la boca, tratando de vomitar. Nada salió de su garganta, y el hombre suspiró, con aquella molesta situación en el estómago de querer expulsar algo que ni siquiera tenía.
Tras un par de minutos en aquella ridícula postura, el hombre logró controlar sus tripas, y se incorporó, algo pálido, observando la escena que se había montado en apenas unos minutos en cubierta. Un dragón de color negro como la noche sin luna se alzaba en medio de la cubierta, manso, mientras uno de sus compañeros se subía en él. Algo más adelante, una isla se alzaba, donde antes tan solo había habido una gruesa cortina blanca.
- Mmmm... -el asesino observó meditativo el otro barco, en el que su "jefe" se encontraba con la emperatriz Markov. Otro dragón de las mismas características se encontraba allí, por lo que el pelirrojo supuso que sería una estratagema para poder llegar a la isla rápidamente. Con un gesto serio, el hombre se montó en aquel improvisado transporte, justo tras su compañero, y esperó a que el lagarto alado de sombras se elevase en el aire.
Y entonces todo cambió. El mar empezó a embravecerse de pronto, y al hombre le sobrevinieron unas náuseas incontrolables. Sin apenas un instante de reacción, se agarró a la barandilla de cubierta y abrió la boca, tratando de vomitar. Nada salió de su garganta, y el hombre suspiró, con aquella molesta situación en el estómago de querer expulsar algo que ni siquiera tenía.
Tras un par de minutos en aquella ridícula postura, el hombre logró controlar sus tripas, y se incorporó, algo pálido, observando la escena que se había montado en apenas unos minutos en cubierta. Un dragón de color negro como la noche sin luna se alzaba en medio de la cubierta, manso, mientras uno de sus compañeros se subía en él. Algo más adelante, una isla se alzaba, donde antes tan solo había habido una gruesa cortina blanca.
- Mmmm... -el asesino observó meditativo el otro barco, en el que su "jefe" se encontraba con la emperatriz Markov. Otro dragón de las mismas características se encontraba allí, por lo que el pelirrojo supuso que sería una estratagema para poder llegar a la isla rápidamente. Con un gesto serio, el hombre se montó en aquel improvisado transporte, justo tras su compañero, y esperó a que el lagarto alado de sombras se elevase en el aire.
Tsang Yue
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La verdad es que las cosas no fueron como el joven esperaba. El superior en lugar de atender al aviso del muchacho simplemente terminó de hablar por el den den mushi, para luego observar las crepes, que tenían una pinta deliciosa, para luego devorar una de ellas como si no hubiera un mañana. Los acontecimientos no podrían ir peor de lo que fueron. De la nada una formación rocosa apareció bajo el barco que se dirigía a los agentes haciendo que la Nao saliera despedida por los aires. En ese momento la niebla empieza a levantarse y deja ver la situación. Por lo que el tiempo de reacción de los agentes para evitar la muerte se reduce a una ridiculez. Por suerte no les hizo falta moverse demasiado, pues una sombra rauda y veloz los saco de allí jutmsto antes de que ambas naves chocaran quedando reducidas a simples astillas.
-"Su señor"-- Responde el joven a la orden de su superior antes de que este desapareciera como una sombra. La orden era explorar la zona, un bosque formado por árboles de aspecto geométrico. Algo reamebte asombroso, pero teniendo en cuenta que la isla había salido del agua como por arte de magia eso resultaba bastante habitual. Pero la exploración ni había empezado cuando un grupo de tres pulpos, uni por cada agebtw, e dirigiera hacia los mismos. La única chica del grupo, que iba Armada con dos katanas ignoró por completo a los pulpos, basándose en la facilidad que tienen estos animales para morirse fuera del agua, pero el joven chamán no se fiaba demasiado, pues si la isla era capaz de salir de debajo de lad aguas, capaz era de que los pulpos pudieran vivir kejos del agua. Por ello el joven recita un cerso para invocar un pequeño colibrí que le serviría de soporte en la exploración. Mientras el muchacho se abe paso entre la vegetación el colibrí recolecta información que le llega al joven por su conexión con el espíritu en forma de colibrí
-"Su señor"-- Responde el joven a la orden de su superior antes de que este desapareciera como una sombra. La orden era explorar la zona, un bosque formado por árboles de aspecto geométrico. Algo reamebte asombroso, pero teniendo en cuenta que la isla había salido del agua como por arte de magia eso resultaba bastante habitual. Pero la exploración ni había empezado cuando un grupo de tres pulpos, uni por cada agebtw, e dirigiera hacia los mismos. La única chica del grupo, que iba Armada con dos katanas ignoró por completo a los pulpos, basándose en la facilidad que tienen estos animales para morirse fuera del agua, pero el joven chamán no se fiaba demasiado, pues si la isla era capaz de salir de debajo de lad aguas, capaz era de que los pulpos pudieran vivir kejos del agua. Por ello el joven recita un cerso para invocar un pequeño colibrí que le serviría de soporte en la exploración. Mientras el muchacho se abe paso entre la vegetación el colibrí recolecta información que le llega al joven por su conexión con el espíritu en forma de colibrí
Abel T. Nightroad
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La calma se hizo presente en la embarcación gracias a la actitud senssata y tranquila del capitán que supo mantener la calma en un momento tenso, pero esa calma era preocupante, la verdad es que el no poder ver nada era demasiado inquietante para la mayoría de los reclutas, pero el capitán mantuvo a los mismos ocupados para que la tripulación no se viera afectada por el pánico de un ruido procedente de un lugar que no posian ver. La luzdel faro era lo único que alcanzaban a ver los marines desde la embarcación, pero eso cambiaen el momento en que la niebla se disipa y todos logran ver lo mismo, una isla que sale del agua como si de un pez se tratara. El superior a cargo ordena que todos vayan a sus puestos y pongan rumbo s la playa del sur, al tiempo que manda a un grupo de marines tratar de establecer contacto con los demás barcos para organizar un encuentro en la playa indicada anteriormente.Abel por su parte de un salto regresa a su camarote a recoger otras 3 espadas que completan el set de armas que suele llevar consigo y que es capaz de manejar. Luego sube raudo a colocar las velas bien en la parte superior mientras el resto hace su parte
Zombienrelleno
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Jung-Su comenzaba a perder los nervios; se había cargado la palanca del freno y viajaban a máxima velocidad. Pero eso no era todo, Zero iba a tirar la nevera por haber perdido su pelota. El viento mecía la larga cabellera naranja y para calmarse decidió ir a la cocina. Entró mientras escuchaba los desvaríos de sus compañeros y se acercó a la litera. Levantó el colchón para así agarrar una pequeña bolsa de palomitas sin hacer, que metería en el microondas durante tres minutos. Decidió ponerse a rezar mientras esperaba, necesitaba llegar ya y tocar tierra firme para poder estar tranquilo. Se arrodilló ante el microondas y juntó los dedos pulgares con los índices.
“Vhudia, sé que tu camino siempre será duro, que nunca será el más sencillo, pero debes comprender algo; empiezo a estar furioso. Intento distraerme de cualquier forma, pensando en el harem que me darás cuando llegue al final del camino, sin contar con las grandes riquezas que me esperan. Pero cada día estoy menos seguro de que voy por el lugar correcto. Veo escasas señales tuyas y… ¡Ojo! Eso no quiere decir que no crea en ti, sino que no creo que pienses que soy uno de los elegidos. Me cuesta avanzar, estoy cansado de esperar y de seguir con estos dos problemáticos compañeros. En el fondo comienzo a cogerles cariño y pienso cada día más y más en si debo utilizarlos. Pero en momentos como este, en el que los dos discuten por alguna tontería o desvarían, me hacen plantear si debo seguir con ellos. ¿Tal vez haya sido mi culpa, por juntar al perro y al gato? Dame una señal para saber si estoy siguiendo el camino… ¡Debes darme una señal! ¡Dame una señal, te lo suplico, Vhudia!”
De pronto la isla comenzó a salir del agua, respondiendo a las plegarias de Jung-Su. Mientras el yate avanzaba por el agua poco a poco, detrás de ellos comenzaba a aparecer unos extraños árboles con forma de aguja, persiguiéndolos para intentar alcanzarlos. Por suerte la velocidad que llevaban les estaba salvando la vida, y todo gracias al pelinaranja. Pero poco a poco, la carrera entre la naturaleza y el barco llegaba a su fin. Cada vez los pinos estaban más cerca, algunos incluso brotaban al lado del yate, hasta que de pronto pasó algo inesperado. El sonido del microondas se escuchó, dando a decir que las palomitas ya estaban hechas. Jung-Su se levantó del suelo y abrió la puerta, agarrándolas así y poniéndose a comer. Se dio la vuelta y se dirigió hacia cubierta, cuando uno de los árboles aguja atravesó el casco y el yate por completo. El pelinaranja se quedó boquiabierto, sorprendido por la señal de su señor, tan basta. Pero lo peor era que las palomitas que llevaba en la mano, recién hechas, habían sido atravesadas y llevadas por aquel vegetal gigante. No sabía si llorar o qué, pero entonces recordó que aún le quedaban más en el colchón. La litera también había sido atravesada y desgarrada por pequeñas ramas afiladas, ninguna bolsa se había salvado ya que todas se habían abierto y las semillas de las palomitas, se habían repartido por el suelo. Comenzó a recoger todas las que veía y las metió en un bol gigantesco y después lo metió en el microondas. Esperó hasta que estuvieran hechas, se puso su bolsa con todos los diales y demás y salió mientras comía palomitas.
- Chicos, tenemos un problema. Nos hemos quedado sin palomitas. – Dijo serio. – Y creo que no podremos navegar más. – Y le dio por mirar hacia abajo. Pudo ver que estaban desde una altura considerablemente alta, si alguno se caía, acababa hecho puré. Se asustó, pero luego recapacitó. – Menos mal que no tengo vértigo, ya empezaba a asustarme.
Entonces se dio cuenta de algo, un enorme ave parecido a una especie de pollo o pato gigante estaba volando sobre la zona. Jung-Su estaba sorprendido, no podía parar de comer palomitas con sus ojos bien abiertos. Miró hacia los lados y pudo ver a Zero, pero Eichi no estaba. ¿Había desaparecido, o se había escondido? Entonces pudo escuchar la voz del pelirrojo desde dentro de aquel ser monstruoso. No podía creer lo que había pasado, aquel bicharraco se había tragado a Eichi. Soltó el bol de palomitas, que cayó al suelo. Estaba a punto de enfrentarse a esa cosa, cuando vio que Zero estaba saltando, abalanzándose sobre aquella ave. Era la hora de hacer lo mismo, dado que no tenía ningún ataque de alcance, iba a acabar con aquel pájaro gigante desde cerca. Cogió carrerilla y comenzó a correr hacia la borda, pisando la barandilla con el pie derecho para así impulsarse con fuerza. Saltó lo más alto que pudo para lanzarse al cuello de aquel maldito monstruo, pero torpemente se resbaló y no pudo llegar al ave. Iba a caer al vacío si no hacía nada, así que metió su mano en la bolsa y sacó un Dial. Cada vez estaba más cerca del suelo, más y más, así que lo activó y lanzó una telaraña pegajosa a una de las patas de aquel monstruo. Se agarró al hilo de seda y volvió a disparar un segundo tiro hacia una de las ramas del árbol aguja, pegándose así en él. Se agarró de ambos hilos y comenzó a tirar de ellos con toda su fuerza, tratando de hacer caer a aquella bestia o de al menos hacer escupir a Eichi de su estómago.
- ¡Vomita a Eichi! ¡Maldito pajarraco come aliados! – Gritaba mientras sudaba y su cara se volvía roja del esfuerzo.
No consiguió nada, es más, el hilo se rompió y él volvió a caer, pero esta vez desde la mitad de la altura. Sacó un segundo Dial mientras el otro lo guardaba dentro de su kimono y justo antes de caer al suelo lo activó. Un enorme chorro de agua salió disparado hacia abajo, propulsando a Jung-Su para que así la caída fuera menos dolorosa, pero aquello no fue como él quería. Cayó al suelo con fuerza, de espaldas, protegiéndose con su armadura del Fenix. Si no hubiera sido por la propulsión del agua y su armadura, estaría hecho pedazos. Se levantó del suelo como pudo, adolorido, mientras veía al pájaro aterrizar. Estaba preparado para un segundo asalto, así que corrió hacia él con las energías que le quedaban, pero entonces vio algo que no se esperaba. Aquel ave se había transformado en Eichi, al parecer su compañero tenía el poder de una akuma no mi y no le había dicho nada.
- ¡Oh, así que eras tú! – Dijo sorprendido mientras paraba de correr. Comenzó a notar una pequeña molestia en su hombro izquierdo de la caída, pero no le dio mucha importancia. – Podías haber dicho que eras tú desde el principio… ¡O haberme avisado de tu poder! – Ahora estaba cabreado, no podía creer que Eichi le ocultase aquello. - ¡Podríamos haber viajado encima de ti!
“Vhudia, sé que tu camino siempre será duro, que nunca será el más sencillo, pero debes comprender algo; empiezo a estar furioso. Intento distraerme de cualquier forma, pensando en el harem que me darás cuando llegue al final del camino, sin contar con las grandes riquezas que me esperan. Pero cada día estoy menos seguro de que voy por el lugar correcto. Veo escasas señales tuyas y… ¡Ojo! Eso no quiere decir que no crea en ti, sino que no creo que pienses que soy uno de los elegidos. Me cuesta avanzar, estoy cansado de esperar y de seguir con estos dos problemáticos compañeros. En el fondo comienzo a cogerles cariño y pienso cada día más y más en si debo utilizarlos. Pero en momentos como este, en el que los dos discuten por alguna tontería o desvarían, me hacen plantear si debo seguir con ellos. ¿Tal vez haya sido mi culpa, por juntar al perro y al gato? Dame una señal para saber si estoy siguiendo el camino… ¡Debes darme una señal! ¡Dame una señal, te lo suplico, Vhudia!”
De pronto la isla comenzó a salir del agua, respondiendo a las plegarias de Jung-Su. Mientras el yate avanzaba por el agua poco a poco, detrás de ellos comenzaba a aparecer unos extraños árboles con forma de aguja, persiguiéndolos para intentar alcanzarlos. Por suerte la velocidad que llevaban les estaba salvando la vida, y todo gracias al pelinaranja. Pero poco a poco, la carrera entre la naturaleza y el barco llegaba a su fin. Cada vez los pinos estaban más cerca, algunos incluso brotaban al lado del yate, hasta que de pronto pasó algo inesperado. El sonido del microondas se escuchó, dando a decir que las palomitas ya estaban hechas. Jung-Su se levantó del suelo y abrió la puerta, agarrándolas así y poniéndose a comer. Se dio la vuelta y se dirigió hacia cubierta, cuando uno de los árboles aguja atravesó el casco y el yate por completo. El pelinaranja se quedó boquiabierto, sorprendido por la señal de su señor, tan basta. Pero lo peor era que las palomitas que llevaba en la mano, recién hechas, habían sido atravesadas y llevadas por aquel vegetal gigante. No sabía si llorar o qué, pero entonces recordó que aún le quedaban más en el colchón. La litera también había sido atravesada y desgarrada por pequeñas ramas afiladas, ninguna bolsa se había salvado ya que todas se habían abierto y las semillas de las palomitas, se habían repartido por el suelo. Comenzó a recoger todas las que veía y las metió en un bol gigantesco y después lo metió en el microondas. Esperó hasta que estuvieran hechas, se puso su bolsa con todos los diales y demás y salió mientras comía palomitas.
- Chicos, tenemos un problema. Nos hemos quedado sin palomitas. – Dijo serio. – Y creo que no podremos navegar más. – Y le dio por mirar hacia abajo. Pudo ver que estaban desde una altura considerablemente alta, si alguno se caía, acababa hecho puré. Se asustó, pero luego recapacitó. – Menos mal que no tengo vértigo, ya empezaba a asustarme.
Entonces se dio cuenta de algo, un enorme ave parecido a una especie de pollo o pato gigante estaba volando sobre la zona. Jung-Su estaba sorprendido, no podía parar de comer palomitas con sus ojos bien abiertos. Miró hacia los lados y pudo ver a Zero, pero Eichi no estaba. ¿Había desaparecido, o se había escondido? Entonces pudo escuchar la voz del pelirrojo desde dentro de aquel ser monstruoso. No podía creer lo que había pasado, aquel bicharraco se había tragado a Eichi. Soltó el bol de palomitas, que cayó al suelo. Estaba a punto de enfrentarse a esa cosa, cuando vio que Zero estaba saltando, abalanzándose sobre aquella ave. Era la hora de hacer lo mismo, dado que no tenía ningún ataque de alcance, iba a acabar con aquel pájaro gigante desde cerca. Cogió carrerilla y comenzó a correr hacia la borda, pisando la barandilla con el pie derecho para así impulsarse con fuerza. Saltó lo más alto que pudo para lanzarse al cuello de aquel maldito monstruo, pero torpemente se resbaló y no pudo llegar al ave. Iba a caer al vacío si no hacía nada, así que metió su mano en la bolsa y sacó un Dial. Cada vez estaba más cerca del suelo, más y más, así que lo activó y lanzó una telaraña pegajosa a una de las patas de aquel monstruo. Se agarró al hilo de seda y volvió a disparar un segundo tiro hacia una de las ramas del árbol aguja, pegándose así en él. Se agarró de ambos hilos y comenzó a tirar de ellos con toda su fuerza, tratando de hacer caer a aquella bestia o de al menos hacer escupir a Eichi de su estómago.
- ¡Vomita a Eichi! ¡Maldito pajarraco come aliados! – Gritaba mientras sudaba y su cara se volvía roja del esfuerzo.
No consiguió nada, es más, el hilo se rompió y él volvió a caer, pero esta vez desde la mitad de la altura. Sacó un segundo Dial mientras el otro lo guardaba dentro de su kimono y justo antes de caer al suelo lo activó. Un enorme chorro de agua salió disparado hacia abajo, propulsando a Jung-Su para que así la caída fuera menos dolorosa, pero aquello no fue como él quería. Cayó al suelo con fuerza, de espaldas, protegiéndose con su armadura del Fenix. Si no hubiera sido por la propulsión del agua y su armadura, estaría hecho pedazos. Se levantó del suelo como pudo, adolorido, mientras veía al pájaro aterrizar. Estaba preparado para un segundo asalto, así que corrió hacia él con las energías que le quedaban, pero entonces vio algo que no se esperaba. Aquel ave se había transformado en Eichi, al parecer su compañero tenía el poder de una akuma no mi y no le había dicho nada.
- ¡Oh, así que eras tú! – Dijo sorprendido mientras paraba de correr. Comenzó a notar una pequeña molestia en su hombro izquierdo de la caída, pero no le dio mucha importancia. – Podías haber dicho que eras tú desde el principio… ¡O haberme avisado de tu poder! – Ahora estaba cabreado, no podía creer que Eichi le ocultase aquello. - ¡Podríamos haber viajado encima de ti!
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