Alice Branwen
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Akuma no mi
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Muy bien... esta isla estaba resultando bastante rara, incluso para su estándares recientes. Primero que todo, por alguna razón la famosa isla fantasma surgió desde el océano, cosa bastante rara viendo que se encontraban en uno de los mares cardinales, donde casi nunca pasaba nada que llamase la atención. La guinda de la torta llegó cuando se encontraba investigando aquel sonido raro junto a su compañera. Una sensación incomoda provino de sus espadas, y al girarse se dio cuenta que eran... ¿Ellas? Si, por alguna razón frente a ellas se encontraban unos clones idénticos a las dos agentes.
– ¿Qué demonios pasa con esta isla? – Pensó de forma incrédula la albina, aunque la expresión de su rostro no cambió en ningún momento.
Alice era una persona amistosa, pero ni de joda actuaría de esa forma frente a semejante... Bah, ya ni siquiera sabía como podía llamar aquella situación; sin duda alguna, era de lo más bizarro. En fin, la Alice falsa les apuntó con el dedo y dijo algo para incentivar a ambas agentes a pelearse. La agente arqueó una ceja ante eso. ¿De verdad esas impostoras creían que funcionaría? La joven no era alguien tan vanidosa, para que hablar de su compañera (aunque podía equivocarse, no le conocía del todo aún para hacerse una mejor opinión).
Su superior le dijo que se mantuviera alerta, para luego decirle a las copias que se identificasen. Alice suspiró y volvió a su forma humana, estar mucho tiempo utilizando su akuma fuera de combate le agotaba al no sentir la adrenalina.
Las agentes falsas se rieron e intentaron darles la mano. Su superior no se fío y se alejo, tirándola a ella también. Lo que sucedió después... no lo tenía muy claro. La peliverde se convirtió en una especie de insecto (usuario zoan, quizás), tomó a Alice y se fueron volando en dirección hacia donde se encontraba el barco de donde vinieron. Durante el trayecto, la albina meditó sobre lo que había oído. Al parecer, los estruendos de antes fueron provocados por un barco volador... ¿Enserio? ¿Es que no había nada normal con la isla?
– Esta isla no me está gustando – pensó resignada la joven mientras esperaba que llegasen al barco sanas y salvas. De momento, y si esas extrañas copias no las seguían, tan solo se limitaría a observar.
– ¿Qué demonios pasa con esta isla? – Pensó de forma incrédula la albina, aunque la expresión de su rostro no cambió en ningún momento.
Alice era una persona amistosa, pero ni de joda actuaría de esa forma frente a semejante... Bah, ya ni siquiera sabía como podía llamar aquella situación; sin duda alguna, era de lo más bizarro. En fin, la Alice falsa les apuntó con el dedo y dijo algo para incentivar a ambas agentes a pelearse. La agente arqueó una ceja ante eso. ¿De verdad esas impostoras creían que funcionaría? La joven no era alguien tan vanidosa, para que hablar de su compañera (aunque podía equivocarse, no le conocía del todo aún para hacerse una mejor opinión).
Su superior le dijo que se mantuviera alerta, para luego decirle a las copias que se identificasen. Alice suspiró y volvió a su forma humana, estar mucho tiempo utilizando su akuma fuera de combate le agotaba al no sentir la adrenalina.
Las agentes falsas se rieron e intentaron darles la mano. Su superior no se fío y se alejo, tirándola a ella también. Lo que sucedió después... no lo tenía muy claro. La peliverde se convirtió en una especie de insecto (usuario zoan, quizás), tomó a Alice y se fueron volando en dirección hacia donde se encontraba el barco de donde vinieron. Durante el trayecto, la albina meditó sobre lo que había oído. Al parecer, los estruendos de antes fueron provocados por un barco volador... ¿Enserio? ¿Es que no había nada normal con la isla?
– Esta isla no me está gustando – pensó resignada la joven mientras esperaba que llegasen al barco sanas y salvas. De momento, y si esas extrañas copias no las seguían, tan solo se limitaría a observar.
Abel T. Nightroad
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La situación parece ir a mejor, todos reunidos elaborando un plan de actuación, pero aquello se tuerce nuevamente, la niebla comienza a elevarse nuevamente conforme los marines trazan los planes y, antes de que se puedan organizar los grupos, un barco surge en el cielo entre las nubes, algo que no significaría problemas de no ser porque al mismo tiempo en la playa se observan explosiones que proyectan la arena y otros enseres de la misma a todos los que se encuentran allí. Varios de los presentes acaban inconscientes y heridos debido a las rocas que vuelan desde los lugares en los que caen balas invisibles, lo que le faltaba por ver al joven amante de los puzles. Pero es esa pasión la que le ayuda a analizar la situación con más calma y detenimiento que muchos otros de los presentes. Sus pupilas se concentran en la playa, la linde y la distribución de los marines, varios grupos separados lo justo como para evitar concentración de fuego y ser blancos fáciles.
Sus pies comienzan a moverse al tiempo que su cuerpo adopta una forma diferente, creciendo notoriamente al tiempo que se cubre de un denso y suave pelaje negro y sus extremidades adoptan la apariencia de las de un zorro, así como su rostro, que se vuelve un hocico de zorro con afilados colmillos. En esa forma su fuerza y resistencia, así como su velocidad se incrementan hasta el cuádruple de su forma humana, por lo que no tarda en llegar a la zona de árboles esquivando balas con unos reflejos asombrosos, dignos de un zorro y de su intelecto superior. Al llegar a la zona vuelve a su forma humana, no quiere dar pie a que se enteren de sus capacidades ni cansarse demasiado en vano. Allí se encuentra al chico del chiste de zebra, parece ser que fueron los únicos en tomar esa ruta. |~Buenas, no nos presentamos antes por la situación, soy Abel, un placer.~| Se presenta a su compañero sin percatarse de si ostenta o no algún cargo.
Sus pies comienzan a moverse al tiempo que su cuerpo adopta una forma diferente, creciendo notoriamente al tiempo que se cubre de un denso y suave pelaje negro y sus extremidades adoptan la apariencia de las de un zorro, así como su rostro, que se vuelve un hocico de zorro con afilados colmillos. En esa forma su fuerza y resistencia, así como su velocidad se incrementan hasta el cuádruple de su forma humana, por lo que no tarda en llegar a la zona de árboles esquivando balas con unos reflejos asombrosos, dignos de un zorro y de su intelecto superior. Al llegar a la zona vuelve a su forma humana, no quiere dar pie a que se enteren de sus capacidades ni cansarse demasiado en vano. Allí se encuentra al chico del chiste de zebra, parece ser que fueron los únicos en tomar esa ruta. |~Buenas, no nos presentamos antes por la situación, soy Abel, un placer.~| Se presenta a su compañero sin percatarse de si ostenta o no algún cargo.
Bizvan
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Akuma no mi
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El pequeño cangrejo pareció asustarse con algo, ignorando el intenso combate que hasta ahora llevábamos y marchándose lo más rápido que podía. Giré un poco mi cabeza.* ¡Eso es un tigre! *una mujer y su “mascota” se encontraban viendo a los cangrejos.
Era la primera vez que veía un gato tan grande, decidí ponerme de pie lentamente para alejarme tratando de no llamar la atención del felino.
De repente una voz extraña se escuchó. Traté de buscar la fuente de esta, pero todo parecía indicar que se encontraba en el cielo.- Tienes que estar bromeando... –lo que parecía ser un barco se encontraba navegando en las nubes (o eso cría ver). El sonido de proyectiles yendo a nuestra dirección me preocuparon.- ¡Tenemos que… - una explosión me arrojó a la arena de manera violenta.
No comprendía que estaba ocurriendo, me sentía desorientado y lo único que podía escuchar era un constante pitido. Algunos marines corrían desesperados en todas direcciones, mientras que otros parecían dirigirse a los barcos siguiendo las indicaciones de uno de los superiores.
No estoy seguro de quien fue, pero alguien comenzó a señalar la selva, haciéndome comprender que debía entrar en ella. Solo conseguí dar unos cuantos pasos ates de volver a caer al suelo. No estaba herido, solo un poco aturdido. Tras intentarlo de nuevo terminé llegando a la selva. No era el único, pero no reconocía un solo rostro de las personas que se encontraban a mí alrededor.
No lo había notado, pero uno de los cangrejos parecía haber salido volando y terminó aferrándose a la gorra que llevaba puesta.
Era la primera vez que veía un gato tan grande, decidí ponerme de pie lentamente para alejarme tratando de no llamar la atención del felino.
De repente una voz extraña se escuchó. Traté de buscar la fuente de esta, pero todo parecía indicar que se encontraba en el cielo.- Tienes que estar bromeando... –lo que parecía ser un barco se encontraba navegando en las nubes (o eso cría ver). El sonido de proyectiles yendo a nuestra dirección me preocuparon.- ¡Tenemos que… - una explosión me arrojó a la arena de manera violenta.
No comprendía que estaba ocurriendo, me sentía desorientado y lo único que podía escuchar era un constante pitido. Algunos marines corrían desesperados en todas direcciones, mientras que otros parecían dirigirse a los barcos siguiendo las indicaciones de uno de los superiores.
No estoy seguro de quien fue, pero alguien comenzó a señalar la selva, haciéndome comprender que debía entrar en ella. Solo conseguí dar unos cuantos pasos ates de volver a caer al suelo. No estaba herido, solo un poco aturdido. Tras intentarlo de nuevo terminé llegando a la selva. No era el único, pero no reconocía un solo rostro de las personas que se encontraban a mí alrededor.
No lo había notado, pero uno de los cangrejos parecía haber salido volando y terminó aferrándose a la gorra que llevaba puesta.
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Akuma no mi
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Mira que siempre le había gustado volar, pero nunca había imaginado que tendría que hacerlo de aquel modo. ¿En qué estaría pensando? Se había despistado por culpa de su curiosidad, observando los especímenes vegetales que se encontraban a su alrededor, desatendiendo cualquier otra amenaza posible. Un agente de su rango debía mantenerse atento en cualquier situación, y había quedado como un auténtico novato al recibir el impacto. Mientras salía despedido por los aires activó su tekkai, tratando de evitar que la caída produjera más daños de los ya recibidos, aunque tenía algo claro: debía de haberse roto alguna costilla. Ese crujido no había sonado muy bien. Su aterrizaje fue perfecto. Perfectamente caótico, quiero decir, pues el pelirrojo cayó como una bola de acero, destrozando algunas plantas en el camino. Una vez se detuvo se mantuvo tendido en el suelo, con los brazos estirados y la mirada fija en el cielo.
- Au... -masculló, sin mover un solo músculo.
Se concentró para percibir las presencias de los allí presentes, notando que la voz de Alexandra vibraba con cierta violencia. Parecía haber pasado al ataque y su poder haberse incrementado en un instante. Por otro lado, aparte de la voz del lagarto que le había atacado, pudo percibir dos más pertenecientes, aparentemente, a aliados. Daba gracias porque no hubieran aparecido más enemigos o, en su defecto, se habrían visto metidos en un auténtico lío. Uno de los agentes parecía estar alejándose de aquella posición, mientras que el otro se acercó hasta él, observándole de pie mientras se cruzaba de brazos.
- En realidad... -comenzó, tratando de evitar que el dolor afectara a la seguridad de su tono de voz- ...tan solo estaba tomándome un respiro. No todos los días te embiste un dinosaurio cuadrúpedo.
Intentó reír, pero al momento de hacerlo sintió una punzada en el costado que acabó mostrándose como una mueca en su rostro. Decidió que la forma más sencilla de solucionar aquello sería la de reconstruirse en su forma elemental. Con cuidado se transformó en sonido, volviéndose a materializar ya erguido, tratando de colocar todo en su sitio. Primero los pies, seguidos de los tobillos, muy importante; para continuar con el resto de las piernas, su cintura, la virilidad, el torso, las costillas... Sí, todo parecía estar en su sitio original, aunque el dolor seguía ahí.
- Ugh... -se llevó la mano al costado, sintiendo una nueva punzada al momento de posar la mano sobre este- Así no voy a ser de mucha utilidad -prosiguió, tomando una de sus espadas envainadas y empleándola a modo de apoyo, como si de un bastón se tratara- ¿Pero qué...?
La luz del faro se había apagado, o eso le pareció percibir desde su posición momentos antes de que una niebla lúgubre ascendiera hacia los cielos, cubriendo el archipiélago por completo. Voces fantasmales comenzaron a escucharse a lo largo de la isla, al tiempo que un barco espectral aparecía sobre sus cabezas, disparando sus cañones de ultratumba en todas direcciones. El agente frunció el ceño, analizando las posibilidades, cuando el den den mushi comenzó a sonar. Era C.K.
- Aquí Kusanagi -respondió, descolgando sin apartar la vista del lagarto.- Nos encontramos en la falda de la montaña, sentido sureste. Alexandra y otro agente más, creo que es de vuestro grupo. Al parecer otro de ellos ha decidido adentrarse más. El desplazamiento para mí será un tanto... Complicado, pero podemos desplazarnos sin mayores inconvenientes -desvió su mirada al barco, que pese a estar bombardeando la zona parecía no estar fijando sus blancos en ellos por el momento- ¿Alguna idea para encargarnos de nuestros nuevos amigos? Podría intentar llegar ahí arriba, pero no me encuentro en posición de enfrentarme a ellos sólo.
Probablemente ni aun estando completamente ileso hubiera podido con la tripulación que pudiera haber en aquel barco volador, pero independientemente de ello en aquel estado le sería bastante complicado enfrentarse siquiera a un par de enemigos decentes. Necesitaba atención médica cuanto antes o se convertiría en una carga para el resto.
- Au... -masculló, sin mover un solo músculo.
Se concentró para percibir las presencias de los allí presentes, notando que la voz de Alexandra vibraba con cierta violencia. Parecía haber pasado al ataque y su poder haberse incrementado en un instante. Por otro lado, aparte de la voz del lagarto que le había atacado, pudo percibir dos más pertenecientes, aparentemente, a aliados. Daba gracias porque no hubieran aparecido más enemigos o, en su defecto, se habrían visto metidos en un auténtico lío. Uno de los agentes parecía estar alejándose de aquella posición, mientras que el otro se acercó hasta él, observándole de pie mientras se cruzaba de brazos.
- En realidad... -comenzó, tratando de evitar que el dolor afectara a la seguridad de su tono de voz- ...tan solo estaba tomándome un respiro. No todos los días te embiste un dinosaurio cuadrúpedo.
Intentó reír, pero al momento de hacerlo sintió una punzada en el costado que acabó mostrándose como una mueca en su rostro. Decidió que la forma más sencilla de solucionar aquello sería la de reconstruirse en su forma elemental. Con cuidado se transformó en sonido, volviéndose a materializar ya erguido, tratando de colocar todo en su sitio. Primero los pies, seguidos de los tobillos, muy importante; para continuar con el resto de las piernas, su cintura, la virilidad, el torso, las costillas... Sí, todo parecía estar en su sitio original, aunque el dolor seguía ahí.
- Ugh... -se llevó la mano al costado, sintiendo una nueva punzada al momento de posar la mano sobre este- Así no voy a ser de mucha utilidad -prosiguió, tomando una de sus espadas envainadas y empleándola a modo de apoyo, como si de un bastón se tratara- ¿Pero qué...?
La luz del faro se había apagado, o eso le pareció percibir desde su posición momentos antes de que una niebla lúgubre ascendiera hacia los cielos, cubriendo el archipiélago por completo. Voces fantasmales comenzaron a escucharse a lo largo de la isla, al tiempo que un barco espectral aparecía sobre sus cabezas, disparando sus cañones de ultratumba en todas direcciones. El agente frunció el ceño, analizando las posibilidades, cuando el den den mushi comenzó a sonar. Era C.K.
- Aquí Kusanagi -respondió, descolgando sin apartar la vista del lagarto.- Nos encontramos en la falda de la montaña, sentido sureste. Alexandra y otro agente más, creo que es de vuestro grupo. Al parecer otro de ellos ha decidido adentrarse más. El desplazamiento para mí será un tanto... Complicado, pero podemos desplazarnos sin mayores inconvenientes -desvió su mirada al barco, que pese a estar bombardeando la zona parecía no estar fijando sus blancos en ellos por el momento- ¿Alguna idea para encargarnos de nuestros nuevos amigos? Podría intentar llegar ahí arriba, pero no me encuentro en posición de enfrentarme a ellos sólo.
Probablemente ni aun estando completamente ileso hubiera podido con la tripulación que pudiera haber en aquel barco volador, pero independientemente de ello en aquel estado le sería bastante complicado enfrentarse siquiera a un par de enemigos decentes. Necesitaba atención médica cuanto antes o se convertiría en una carga para el resto.
Osuka Sumisu
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El pentaculo carmesí acabo destruido, posiblemente por lo que Esmejit había hecho con el demonio plateado. Estaba a punto de darle un abrazo de agradecimiento, pero volvió a empezar a brillar, esta vez con mas intensidad, que deslumbro a todo el equipo revolucionario.
Pasaron unos segundos hasta que la luz desapareció y Osuka por fin podía abrir los ojos. La montaña donde estaba se había cambiado por una bonita playa de coral, lo cual hacia que el demonio plateado se pensase como narices había llegado ahí.
Se sentí mareado y notaba que se encontraba bastante raro, como si le costara moverse en un principio. Tardo un poco en ponerse en pie apoyándose sobre sus manos, pero se dio cuenta que eran mas pequeñas y pálidas que le recordaban.
Un mechón blanquecino cayo entre los ojos de Osu, que hizo que los abriera como platos.- Venga, no me jodas...
Corrió hacia el mar, para poder ver que le había pasado en el reflejo del agua, llevándose la mayor sorpresa que se había llevado en su vida. No sabia porque, pero se había transformado en el recluta nuevo, pero seguía conversando su ropa original.
- No... Nonononono... Esto tiene que ser un ilusión o una mierda parecida...-. Se giro y se puso a señalar a la isla de forma amenazante.- ¡Escuchame isla endemoniada, ya me estas devolviendo mi cuerpo o pienso partirte hasta hacerte gravilla! ¡Sabes que soy capaz!
Pasaron unos segundos hasta que la luz desapareció y Osuka por fin podía abrir los ojos. La montaña donde estaba se había cambiado por una bonita playa de coral, lo cual hacia que el demonio plateado se pensase como narices había llegado ahí.
Se sentí mareado y notaba que se encontraba bastante raro, como si le costara moverse en un principio. Tardo un poco en ponerse en pie apoyándose sobre sus manos, pero se dio cuenta que eran mas pequeñas y pálidas que le recordaban.
Un mechón blanquecino cayo entre los ojos de Osu, que hizo que los abriera como platos.- Venga, no me jodas...
Corrió hacia el mar, para poder ver que le había pasado en el reflejo del agua, llevándose la mayor sorpresa que se había llevado en su vida. No sabia porque, pero se había transformado en el recluta nuevo, pero seguía conversando su ropa original.
- No... Nonononono... Esto tiene que ser un ilusión o una mierda parecida...-. Se giro y se puso a señalar a la isla de forma amenazante.- ¡Escuchame isla endemoniada, ya me estas devolviendo mi cuerpo o pienso partirte hasta hacerte gravilla! ¡Sabes que soy capaz!
Esmejit R. Airnal
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Airi entrecerró los ojos. De pronto se veía frente a él. Movió la mano, por si aquello era un reflejo extraño, o tal vez un espejismo. Pero no, más bien parecía como si... Ai se hubiese apropiado de su cuerpo. Se miró las manos, confuso. Eran más gruesas de lo que recordaba. Con una corazonada, sacó una de sus pistolas, mirándose en la superficie reflectante del cañón del arma. Su cara no era la suya. Se parecía extrañamente a la de Osuka. Un escalofrío le recorrió la espalda.
- ¿Pero qué...? -sus ojos recorrieron los alrededores. El nuevo salió corriendo hacia la orilla, mirándose con pánico en los ojos, y soltando un par de improperios a la montaña.
Con un cacao mental bastante importante, el chico trató de relajarse. Aquella broma no le hacía gracia en absoluto. Aunque se sentía más fuerte, posiblemente debido a que Osuka era bastante más fuerte que él. Miró a su otro yo, al pelirrojo que tenía frente a él, y que iba vestido igual que Ai:
- ¿Nanasaki? ¿Eres tú? -preguntó, aún confuso, mientras guardaba sus pistolas. Le estaba empezando a doler la cabeza.
- ¿Pero qué...? -sus ojos recorrieron los alrededores. El nuevo salió corriendo hacia la orilla, mirándose con pánico en los ojos, y soltando un par de improperios a la montaña.
Con un cacao mental bastante importante, el chico trató de relajarse. Aquella broma no le hacía gracia en absoluto. Aunque se sentía más fuerte, posiblemente debido a que Osuka era bastante más fuerte que él. Miró a su otro yo, al pelirrojo que tenía frente a él, y que iba vestido igual que Ai:
- ¿Nanasaki? ¿Eres tú? -preguntó, aún confuso, mientras guardaba sus pistolas. Le estaba empezando a doler la cabeza.
Yarmin Prince
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Me pierdo unos segundos en mi mente y cuando termino tengo tetas. Fantástico. No sé a quién debo darle las gracias, pero sinceramente me encantaría partirle la cara. Y luego las piernas. Y seguir hasta que fuera tan sólo la derivada de sí mismo. Aunque como mujer podría tener mis planes más sencillos, pensándolo bien... No. De ninguna manera. Vamos a jugar limpio, y que mis facilidades sean sólo hurtos, asesinatos, violaciones y torturas. Hay que tener un poco de ética, por favor. He de arreglar esto.
-Vale, creo que esto no es lo que esperabais- dije, con una voz femenina, bastante más aguda que la mía. ¿Así se escuchaba desde el interior aquella voz? Me daba dolor de cabeza. Aunque bueno, estar compartiendo cuerpo es un lazo tan bonito y único que no me importaría que cuando termine esta misión tuviéramos una cita con erótico resultado... Y lo que vendría después, claro. No puedo esperar para escuchar a esta estridente voz gemir, gritar de dolor... Y cómo se apaga-. ¿Tenéis algún plan para arreglar esto?
La verdad es que era una suerte que ninguno de ellos, aun con su cuerpo, hubiera apercibido mi ropa. Dudo que les agradase saber que la "incómoda" chinita en el zapato era mi autentificación como Agente auxiliar del Cipher Pol. Aunque bueno, seguramente algo pudiera improvisar si me descubrían. De todas formas, de momento lo esencial era saber qué pasaba, conseguir llevarme conmigo a la chica cuyo cuerpo ahora habito y... Bueno, a los jefes les diré que la estaba interrogando y se negó a hablar. Supongo que en cualquier caso mi palabra vale más que la suya, si es que sigue viva, ¿No?
-Un momento... ¡Podemos rezar!- por un momento se me ocurrió una cosa, aunque era una tontería. ¿Y si había un ser controlando este cambio y podía escucharme?
Me arrodillé y comencé a murmurar un rezo, con las manos juntas y la mirada hacia el suelo, para finalmente abrir losa brazos hacia arriba y abrir los ojos al cielo.
-¡Y devuélvenos a la normalidad, por favor!- prefiero pasar por el loco religioso que vivir en este cuerpo, la verdad. Y además, la gente de fe es más de fiar. ¿Funcionaría?
-Vale, creo que esto no es lo que esperabais- dije, con una voz femenina, bastante más aguda que la mía. ¿Así se escuchaba desde el interior aquella voz? Me daba dolor de cabeza. Aunque bueno, estar compartiendo cuerpo es un lazo tan bonito y único que no me importaría que cuando termine esta misión tuviéramos una cita con erótico resultado... Y lo que vendría después, claro. No puedo esperar para escuchar a esta estridente voz gemir, gritar de dolor... Y cómo se apaga-. ¿Tenéis algún plan para arreglar esto?
La verdad es que era una suerte que ninguno de ellos, aun con su cuerpo, hubiera apercibido mi ropa. Dudo que les agradase saber que la "incómoda" chinita en el zapato era mi autentificación como Agente auxiliar del Cipher Pol. Aunque bueno, seguramente algo pudiera improvisar si me descubrían. De todas formas, de momento lo esencial era saber qué pasaba, conseguir llevarme conmigo a la chica cuyo cuerpo ahora habito y... Bueno, a los jefes les diré que la estaba interrogando y se negó a hablar. Supongo que en cualquier caso mi palabra vale más que la suya, si es que sigue viva, ¿No?
-Un momento... ¡Podemos rezar!- por un momento se me ocurrió una cosa, aunque era una tontería. ¿Y si había un ser controlando este cambio y podía escucharme?
Me arrodillé y comencé a murmurar un rezo, con las manos juntas y la mirada hacia el suelo, para finalmente abrir losa brazos hacia arriba y abrir los ojos al cielo.
-¡Y devuélvenos a la normalidad, por favor!- prefiero pasar por el loco religioso que vivir en este cuerpo, la verdad. Y además, la gente de fe es más de fiar. ¿Funcionaría?
Helado-chan
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Neo, tras levantarse, se sacudió la arena de la cara y del cuerpo mientras escuchaba justo encima en su cabeza a Shiro reírse de él. Como de costumbre la voz aguda, aunque para nada estridente, de su pequeño amigo le ayudaba a relajarse; incluso si había sido él el que había hecho que se comiera media playa segundos antes.
Se dirigió hacia donde estaba su esquelético acompañante y esperó a que abriera el objeto, una pequeña caja de madera, o eso parecía, que se había encontrado para seguir el camino. Tanto Neo como Shiro miraron por encima del hombro para curiosear el contenido, aunque se llevaron un pequeño chasco al ver el interior.
-Bueno, por algo se empieza, ¿no?- comentó con una pequeña risa. -Creo que no deberíamos quedarnos demasiado por aquí, esas balas se están acercando mucho.
-¡Y a mí no me gusta que me empalen con balas de cañón!
Señaló a Shiro a lo "la rata manda" y se puso a andar. Hacía relativamente poco había visto a un par de personas en la cima de la isla, ¿o quizá se lo había imaginado? No tenía otra pista que seguir, y estar dando vueltas a lo tonto no era algo que se pudiera estar permitiendo. "Además" pensó, "en las cuevas, si es una, suele haber cosas interesantes y, lo mejor: gente con recompensa que no quiere ser encontrada". Había pocas posibilidades de que se dieran justo todas esas casualidades, pero oye, nuestro pequeño no pierde nunca la esperanza de que las cosas le salgan bien.
Shiro, como de costumbre, se tumbó encima de la cabeza del pelinegro haciéndole parecer un humano con dos enormes orejas, orejas que le pasaban de los hombros. Gracias a dios a que en este mundo se ven cosas mucho más extrañas, ¿verdad?
Neo, por su parte, esperaba que su nuevo compañero le siguiera, si no estaría solo contra la isla. No le hubiera importado demasiado si no fuera porque el libro que se estaba leyendo había acabado. La saga iba por capítulos y el escritor no había sacado sino hasta donde Neo había leído. Dio un pequeño suspiro y se olvidó del tema: tenía cosas más interesantes en las que pensar.
Se dirigió hacia donde estaba su esquelético acompañante y esperó a que abriera el objeto, una pequeña caja de madera, o eso parecía, que se había encontrado para seguir el camino. Tanto Neo como Shiro miraron por encima del hombro para curiosear el contenido, aunque se llevaron un pequeño chasco al ver el interior.
-Bueno, por algo se empieza, ¿no?- comentó con una pequeña risa. -Creo que no deberíamos quedarnos demasiado por aquí, esas balas se están acercando mucho.
-¡Y a mí no me gusta que me empalen con balas de cañón!
Señaló a Shiro a lo "la rata manda" y se puso a andar. Hacía relativamente poco había visto a un par de personas en la cima de la isla, ¿o quizá se lo había imaginado? No tenía otra pista que seguir, y estar dando vueltas a lo tonto no era algo que se pudiera estar permitiendo. "Además" pensó, "en las cuevas, si es una, suele haber cosas interesantes y, lo mejor: gente con recompensa que no quiere ser encontrada". Había pocas posibilidades de que se dieran justo todas esas casualidades, pero oye, nuestro pequeño no pierde nunca la esperanza de que las cosas le salgan bien.
Shiro, como de costumbre, se tumbó encima de la cabeza del pelinegro haciéndole parecer un humano con dos enormes orejas, orejas que le pasaban de los hombros. Gracias a dios a que en este mundo se ven cosas mucho más extrañas, ¿verdad?
Neo, por su parte, esperaba que su nuevo compañero le siguiera, si no estaría solo contra la isla. No le hubiera importado demasiado si no fuera porque el libro que se estaba leyendo había acabado. La saga iba por capítulos y el escritor no había sacado sino hasta donde Neo había leído. Dio un pequeño suspiro y se olvidó del tema: tenía cosas más interesantes en las que pensar.
Gamzee
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Gamzee señaló el pasadizo con una visible emoción. Un pasadizo que se abría en medio de la nada era un sinónimo de aventuras para el menor de los dos hermanos, aunque el significado mudaba para su gemelo, que tan solo veía un más que probable peligro y los consiguientes problemas que ello acarreaba. Probablemente la marea de cangrejos tan solo empeoraba la situación.
- Bro... ¡vamos a ese agujero mágico! -gritó Gamzee, mientras trataba de correr hacia la gruta tras Barbazul, pero una rápida mano esquelética lo detuvo.
- Vamos a vigilar a este tipo. -respondió el mayor con voz cansada-. Estaría bien que los cangrejos no se comieran el barco...
Con una risotada, el menor de los dos sacó una maza de a saber donde, y agarró de la mano a su hermano mayor. Eezmag empezó a girar sobre sí mismo como un tornado, al tiempo que estiraba el brazo. Aún dando vueltas como un peonza, empezó a caminar lentamente por la playa de arena, levantando algo de polvo mientras su hermano menor extendía el brazo, barriendo el suelo de cangrejos y lanzándolos por los aires.
- ¡¡Dejad el barcoooooo!! -gritaba como un desquiciado el menor, mientras el mayor no dejaba de moverse, aún agarrándolo. En aquel momento ambos conformaban una peonza mortal y dolorosa que lanzaba crustáceos por el aire, acompañada por los gritos animados de Gamzee.
- Bro... ¡vamos a ese agujero mágico! -gritó Gamzee, mientras trataba de correr hacia la gruta tras Barbazul, pero una rápida mano esquelética lo detuvo.
- Vamos a vigilar a este tipo. -respondió el mayor con voz cansada-. Estaría bien que los cangrejos no se comieran el barco...
Con una risotada, el menor de los dos sacó una maza de a saber donde, y agarró de la mano a su hermano mayor. Eezmag empezó a girar sobre sí mismo como un tornado, al tiempo que estiraba el brazo. Aún dando vueltas como un peonza, empezó a caminar lentamente por la playa de arena, levantando algo de polvo mientras su hermano menor extendía el brazo, barriendo el suelo de cangrejos y lanzándolos por los aires.
- ¡¡Dejad el barcoooooo!! -gritaba como un desquiciado el menor, mientras el mayor no dejaba de moverse, aún agarrándolo. En aquel momento ambos conformaban una peonza mortal y dolorosa que lanzaba crustáceos por el aire, acompañada por los gritos animados de Gamzee.
Tsang Yue
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Al parecer de los 3 agentes que lucharon contra los pulpos momentos antes en la selva ninguno sigue con el pelinegro que se dispuso a seguir una figura femenina que se podía ver a lo lejos, ahora, su espíritu sigue varios metros delante de él trasmitiéndole información, de modo que puede ver claramente a la chica aun con la espesura de la selva que los separa. Es una chica pálida, de aspecto porcelanoso, pero el rosado de sus mejillas muestra un estado sano, no es muy alta, pero tampoco un tapón, es realmente desconocida para el joven Tsang, tampoco le suena haberla visto en ninguna base de datos, por lo que lleva la cautela típica para con los desconocidos mientras se acerca para tratar de formar equipo y así reducir el peligro para ambos de encontrarse sobrepasados por la situación. El joven se mueve ágilmente entre las ramas y raíces aéreas mientras su colibrí le indica el camino a través de su comunicación espiritual.
De pronto algo llama la atención del agente, una serie de explosiones en la zona que se encuentra a sus espaldas, lo extraño es que el joven no recuerda ninguna embarcación ni tampoco ningún pelotón en las cercanías de la zona como para que se den tales explosiones, pero como es evidente, evita ir a donde se producen tales eventos y sigue su camino hasta la chica. -“Chica, ¿Qué haces sola en este bosque?”- Pregunta cuándo se encuentra a una distancia que le parece suficiente como para que le escuche la muchacha.
De pronto algo llama la atención del agente, una serie de explosiones en la zona que se encuentra a sus espaldas, lo extraño es que el joven no recuerda ninguna embarcación ni tampoco ningún pelotón en las cercanías de la zona como para que se den tales explosiones, pero como es evidente, evita ir a donde se producen tales eventos y sigue su camino hasta la chica. -“Chica, ¿Qué haces sola en este bosque?”- Pregunta cuándo se encuentra a una distancia que le parece suficiente como para que le escuche la muchacha.
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Ushio suspiró con desgana al ver que, tras esperar unos cuantos segundos, la pelirroja no había accedido a venir con él. ¿Por qué tenía que ser tan terca? Aunque bueno, viendo como había sido con Taiga, consideró que era lo mejor… No quería que esos dos se terminaran luchando sin razón. No tardó más de la cuenta en seguir a Taiga y al otro que estaba antes que Milena, Kasai Kuro y su amiga llegaran. ¿Qué harían ahora? Muy sencillo, seguir el camino y a ver dónde los llevaba. Se detuvo unos instantes al sentir que la presencia de la pelirroja se acercaba a él, mas se desilusionó al notar que no llegaba y que solo se alejaba mucho más. ”Bueno, sé que va a estar bien. No debo preocuparme por ella” – se dijo con una sonrisa.
– Etto, Taiga, ¿qué harás una vez nos hagamos con el tesoro?
Preguntó mientras llevaba sus manos detrás de la nuca. No estaba bajando la guardia, al parecer, Taiga no tenía mantra y, por ende, no había logrado sentir las presencias de los otros al interior del faro. Se sentía bastante seguro de su haki y que podría predecir todo lo que podría llegar a pasar. Bien sabía que cuando se buscaban tesoros viejos, podían existir diversas trampas que se activarían al pisar el suelo o al abrir diferentes puertas. Era un tanto peligroso ir sin más. ”No debería preocuparme eso, exactamente” – desde hace unos segundos que sentía como el suelo temblaba y escuchaba la voz de alguien. ¿Un ataque enemigo? ¿Había enemigos? Tenía curiosidad de ir a saber qué es lo que pasaba arriba, pero tampoco es que le interesara mucho. Su única misión era llevar el tesoro a su capitán… Y, ahora que estaban solos…
– Oye, Taiga, hay algo que deberías saber – dijo, mientras ponía atención donde pisaba, siguiendo las indicaciones de su amigo. Al parecer, él había descubierto una ruta segura. – Recientemente, me uní a la banda de Dexter Black. Sé que debí decirte antes y tal, pero no tuve mucho tiempo y no es algo que sepa mucha gente – no es que le importara el otro sujeto. Era demasiado débil como para centrar su atención en él. – Así que es bastante probable que en un futuro veas un cartel con precio por mi cabeza. – Su tono, como siempre, era bastante despreocupado. Casi sin importarle mucho el peso que tenía el decir aquellas palabras. No tardó mucho en llegar a la puerta que Taiga estaba por abrir, pero más le interesaba el cómo reaccionaría él ante sus palabras. ”Como reaccione como Milena se hará un lío interesante” – pensó con una sonrisa divertida en su rostro.
– Etto, Taiga, ¿qué harás una vez nos hagamos con el tesoro?
Preguntó mientras llevaba sus manos detrás de la nuca. No estaba bajando la guardia, al parecer, Taiga no tenía mantra y, por ende, no había logrado sentir las presencias de los otros al interior del faro. Se sentía bastante seguro de su haki y que podría predecir todo lo que podría llegar a pasar. Bien sabía que cuando se buscaban tesoros viejos, podían existir diversas trampas que se activarían al pisar el suelo o al abrir diferentes puertas. Era un tanto peligroso ir sin más. ”No debería preocuparme eso, exactamente” – desde hace unos segundos que sentía como el suelo temblaba y escuchaba la voz de alguien. ¿Un ataque enemigo? ¿Había enemigos? Tenía curiosidad de ir a saber qué es lo que pasaba arriba, pero tampoco es que le interesara mucho. Su única misión era llevar el tesoro a su capitán… Y, ahora que estaban solos…
– Oye, Taiga, hay algo que deberías saber – dijo, mientras ponía atención donde pisaba, siguiendo las indicaciones de su amigo. Al parecer, él había descubierto una ruta segura. – Recientemente, me uní a la banda de Dexter Black. Sé que debí decirte antes y tal, pero no tuve mucho tiempo y no es algo que sepa mucha gente – no es que le importara el otro sujeto. Era demasiado débil como para centrar su atención en él. – Así que es bastante probable que en un futuro veas un cartel con precio por mi cabeza. – Su tono, como siempre, era bastante despreocupado. Casi sin importarle mucho el peso que tenía el decir aquellas palabras. No tardó mucho en llegar a la puerta que Taiga estaba por abrir, pero más le interesaba el cómo reaccionaría él ante sus palabras. ”Como reaccione como Milena se hará un lío interesante” – pensó con una sonrisa divertida en su rostro.
Ai Nanasaki
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Las cosas, para ella, de la nada dejaron de tener sentido. Aunque bueno… Desde que la isla donde estaban pisando había aparecido desde el mar, que ya nada tenía sentido. Suspiró con calma y trató de relajarse, analizar un poco la situación y tratar de pensar con claridad. Ordenó los hechos en su cabeza: Primero, Osuka empezó a brillar tal lámpara ante una roca que había aparecido, igual que la isla, de la nada. Segundo, su compañero y líder del grupo, ataca la piedra. Tercero, la piedra brilla y ellos aparecen en un lugar totalmente diferente al que estaban. Cuarto, un barco fantasma apareció, como todo en esa isla, de la nada y empezó a disparar a lo bestia. Quinto, una voz fantasmal vocifera que va a matar a todos. Sexto, los cuerpos del grupo se intercambiaron y ahora ella estaba con la apariencia de Esmejit. Sí… Definitivamente iba a terminar loca luego de todo esto.
– Voy a tener que ir a un manicomio si sobrevivo a esto. – Susurró con calma. ¿Por qué no tenía aventuras normales? ¿Por qué había decidido volver al mar? Con lo cómoda que estaba en su casa y sin tener que pasar por esto. ¿Cómo carajos iban a volver a la normalidad? Por suerte, solo habían cambiado de apariencia, no quería que nadie pudiera ver su sostén de color rosa y con caritas de ositos. Su rostro se puso rojo tal tomate al pensar en aquello. Observó a sus compañeros y trató de discernir cuál de todos estaba más asombrado. Asintió a la pregunta que le había hecho Airi.
– Si me disculpan… – su voz, como esperaba, había cambiado a una un poco más grave. Su versión hombre no le gustaba para nada. – Creo que lo mejor es seguir avanzando… No creo que en esta playa encontraremos la forma de volver a nuestros cuerpos – es como si tener la voz de un hombre, de la nada, le permitía tener un poco más de personalidad. – Y creo que el barco fantasma es nuestro mayor problema. – Dijo, mientras se rascaba la cabeza. Miró al cielo unos momentos, el barco seguía su paso y a cada metro que avanzaba, más se le apretaba el pecho. Un extraño terror le corría por las venas.
– Voy a tener que ir a un manicomio si sobrevivo a esto. – Susurró con calma. ¿Por qué no tenía aventuras normales? ¿Por qué había decidido volver al mar? Con lo cómoda que estaba en su casa y sin tener que pasar por esto. ¿Cómo carajos iban a volver a la normalidad? Por suerte, solo habían cambiado de apariencia, no quería que nadie pudiera ver su sostén de color rosa y con caritas de ositos. Su rostro se puso rojo tal tomate al pensar en aquello. Observó a sus compañeros y trató de discernir cuál de todos estaba más asombrado. Asintió a la pregunta que le había hecho Airi.
– Si me disculpan… – su voz, como esperaba, había cambiado a una un poco más grave. Su versión hombre no le gustaba para nada. – Creo que lo mejor es seguir avanzando… No creo que en esta playa encontraremos la forma de volver a nuestros cuerpos – es como si tener la voz de un hombre, de la nada, le permitía tener un poco más de personalidad. – Y creo que el barco fantasma es nuestro mayor problema. – Dijo, mientras se rascaba la cabeza. Miró al cielo unos momentos, el barco seguía su paso y a cada metro que avanzaba, más se le apretaba el pecho. Un extraño terror le corría por las venas.
Eichi Tsukasa
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Si, definitivamente el joven pelirrojo podía sentir como un dolor de cabeza iba formándose. La verdad nunca creyó que Jung se mantendría estático luego de lo que hizo Zero, pero tal parece que se equivocó. Eichi suspiró y se sobó la cabeza; ya no había nada que hacer. No podía culpa al pelinegro... del todo. Era su personalidad, después de todo, y el no era quien para cuestionar a otras personas acerca de como comportarse. El mismo era un ejemplo claro de una personalidad inestable. El joven pelirrojo volvió a suspirar, y al escuchar las palabras del pelinegro, simplemente se encogió de hombros y asintió despacio.
– Ve hacia adelante, yo te alcanzo en unos minutos. Debo hacer una cosa antes – musitó el pelirrojo.
Una vez que Zero se marchó de allí, Eichi fijó su mirada en el destruido yate. Se inclinó de rodillas y junto ambas palmas, cerrando los ojos en el proceso. Luego de una pequeña oración para el, ahora fallecido, pequeño líder, el joven príncipe se levantó y se dispuso a marcharse de ese lugar, pero algo logró captar su atención.
Una tortuga, de un tamaño mayor a una común, iba caminando a su lado. Ese hecho en sí no sería lo suficiente para captar su atención, era lo que llevaba atado a su caparazón que le interesó. Era una cofre, de esos típicos donde supuestamente había dinero y todo lo demás, aunque eso al pelirrojo no le interesaba en lo mas mínimo. Mantuvo su mirada fija por algunos segundos, pero luego se encogió de hombros y siguió con su camino. No estaba en esa islas por tesoros, y tampoco es como si lo necesitase, de todas formas.
En eso, una especie de barco... ¿Flotante? Empezó a hacer de las suyas. Si bien se escuchaba el sonido de bombas, lo cierto es que la isla no recibía ningún impacto por alguna razón. El joven príncipe entrecerró los ojos y, usando God of Speed, se fue por la misma dirección que tomó Zero. Con su velocidad aumentada, no tardó mucho en llegar hasta donde se encontraba (tampoco es que pudiese haber ido muy lejos en ese corto tiempo).
– Bueno, ¿de que me perdí? – le preguntó al pelinegro. – A parte de ese barco, claro está – en eso notó que no estaban solos, por lo que se tensó por si algunos de los presentes hacía un movimiento sospechoso.
– Ve hacia adelante, yo te alcanzo en unos minutos. Debo hacer una cosa antes – musitó el pelirrojo.
Una vez que Zero se marchó de allí, Eichi fijó su mirada en el destruido yate. Se inclinó de rodillas y junto ambas palmas, cerrando los ojos en el proceso. Luego de una pequeña oración para el, ahora fallecido, pequeño líder, el joven príncipe se levantó y se dispuso a marcharse de ese lugar, pero algo logró captar su atención.
Una tortuga, de un tamaño mayor a una común, iba caminando a su lado. Ese hecho en sí no sería lo suficiente para captar su atención, era lo que llevaba atado a su caparazón que le interesó. Era una cofre, de esos típicos donde supuestamente había dinero y todo lo demás, aunque eso al pelirrojo no le interesaba en lo mas mínimo. Mantuvo su mirada fija por algunos segundos, pero luego se encogió de hombros y siguió con su camino. No estaba en esa islas por tesoros, y tampoco es como si lo necesitase, de todas formas.
En eso, una especie de barco... ¿Flotante? Empezó a hacer de las suyas. Si bien se escuchaba el sonido de bombas, lo cierto es que la isla no recibía ningún impacto por alguna razón. El joven príncipe entrecerró los ojos y, usando God of Speed, se fue por la misma dirección que tomó Zero. Con su velocidad aumentada, no tardó mucho en llegar hasta donde se encontraba (tampoco es que pudiese haber ido muy lejos en ese corto tiempo).
– Bueno, ¿de que me perdí? – le preguntó al pelinegro. – A parte de ese barco, claro está – en eso notó que no estaban solos, por lo que se tensó por si algunos de los presentes hacía un movimiento sospechoso.
Rei Arslan
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Ruidos de rama, silencio... Aquello me estaba poniendo un poco nerviosa. Nunca me había sentido antes así al estar sola. Quizás avistar aquella figura en la lejanía me atemorizó, ya había tenido bastante con el dichoso pulpo, no quería lidiar de nuevo contra alguien más fuerte. Me quedé quieta mirando hacia mi alrededor, todo era niebla. Que sucesos más extraños ocurrían aquí.
Escuché la voz del hombre. No tenía ni idea de quién era y tampoco si debía fiarme. Quizás lo mejor era echar a correr y perderle de vista, entre tanta espesura quizás no era capaz de encontrarme. Además... ¡Yo siempre he sido la más astuta! Por algo me llamaban el Águila de Skellige, la perfecta en escabullirse de los problemas.
Escuché su voz y me quedé paralizada durante unos segundos, sin saber que responder.
-Yo... Estoy explorando - Alcé la voz para que me escuchase bien. - ¿Y tú? - Si a mi me lo preguntaban, yo no iba a quedarme sin saber quién era él.
De repente, algo detrás suya comenzó a explotar, parecían cañonazos y era como si de un momento a otro fuesen a atravesar la maleza. Me eché hacia atrás preocupada, era un sonido ensordecedor.
-¡Oye! ¡No sé quién eres, pero creo que si nos quedamos aquí nosotros también explotaremos! - Hablaba lo más fuerte que podía. - Si quieres sígueme, pero yo me largo.
Tras eso, eché a correr aunque no tenía ni idea de que dirección tomar.
Escuché la voz del hombre. No tenía ni idea de quién era y tampoco si debía fiarme. Quizás lo mejor era echar a correr y perderle de vista, entre tanta espesura quizás no era capaz de encontrarme. Además... ¡Yo siempre he sido la más astuta! Por algo me llamaban el Águila de Skellige, la perfecta en escabullirse de los problemas.
Escuché su voz y me quedé paralizada durante unos segundos, sin saber que responder.
-Yo... Estoy explorando - Alcé la voz para que me escuchase bien. - ¿Y tú? - Si a mi me lo preguntaban, yo no iba a quedarme sin saber quién era él.
De repente, algo detrás suya comenzó a explotar, parecían cañonazos y era como si de un momento a otro fuesen a atravesar la maleza. Me eché hacia atrás preocupada, era un sonido ensordecedor.
-¡Oye! ¡No sé quién eres, pero creo que si nos quedamos aquí nosotros también explotaremos! - Hablaba lo más fuerte que podía. - Si quieres sígueme, pero yo me largo.
Tras eso, eché a correr aunque no tenía ni idea de que dirección tomar.
Nocturne93
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Akuma no mi
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¿Qué diablos estaba haciendo? Me había quedado embobado observando la nada, antes de darme cuenta tenía a Tobías gritándome alegando que ocurría algo en la isla, justo fue cuando me di cuenta de la voz que estaba sonando, una voz de ultratumba capaz de atemorizar a casi cualquiera. Pero a mí no era tan sencillo asustarme.
Miré a mi alrededor y pude ver que los tripulantes se habían reagrupado en varios puntos, además Gusi se alejaba en un bote. Había tomado la iniciativa, y no me parecía nada raro, me había quedado realmente atontado mirando la nada, inmerso en mis propios pensamientos. Pero ya había recobrado la compostura, podía ver unos reclutas como custodiando una puerta, parecían protegerlo de que algo saliera de allí. Me aproximé y me dijeron que Gusi les había ordenado disparar a cualquier cosa que saliera de ahí dentro.
Me giré hacia él y, por el fondo, pude observar lo que parecía ser el casco de un barco siendo engullido por una nueva niebla que salía desde la isla. Esto es superior a mí, nada tiene ya sentido en este lugar, ahora toca enfrentarse a lo imposible, al carajo los revolucionarios, al cuerno con los piratas, ahora hay algo más preocupante de lo que hacerse cargo.
Me fijé en Tobías, parecía intentar agarrar una enorme gaviota que parecía estar... ¿Comiéndose la bandera del pabellón? Si hubiera sido yo la habría espantado de alguna forma, pero siendo él puede que quiera agregarla a su colección de mascotas. Decidí aproximarme a él a echarle una mano. Calanicé mi ámbito de viento para que se generase una racha de aire que empujase al animal hacia abajo, haciendole más fácil a Tobías tirar de ella para que la pudiera bajar hasta cubierta. Tras eso me aproximé a uno de los botes que todavía estaban ahí. Había que desembarcar.
-¡Vamos Tobías, debemos reunirnos con Gusi!
Miré a mi alrededor y pude ver que los tripulantes se habían reagrupado en varios puntos, además Gusi se alejaba en un bote. Había tomado la iniciativa, y no me parecía nada raro, me había quedado realmente atontado mirando la nada, inmerso en mis propios pensamientos. Pero ya había recobrado la compostura, podía ver unos reclutas como custodiando una puerta, parecían protegerlo de que algo saliera de allí. Me aproximé y me dijeron que Gusi les había ordenado disparar a cualquier cosa que saliera de ahí dentro.
Me giré hacia él y, por el fondo, pude observar lo que parecía ser el casco de un barco siendo engullido por una nueva niebla que salía desde la isla. Esto es superior a mí, nada tiene ya sentido en este lugar, ahora toca enfrentarse a lo imposible, al carajo los revolucionarios, al cuerno con los piratas, ahora hay algo más preocupante de lo que hacerse cargo.
Me fijé en Tobías, parecía intentar agarrar una enorme gaviota que parecía estar... ¿Comiéndose la bandera del pabellón? Si hubiera sido yo la habría espantado de alguna forma, pero siendo él puede que quiera agregarla a su colección de mascotas. Decidí aproximarme a él a echarle una mano. Calanicé mi ámbito de viento para que se generase una racha de aire que empujase al animal hacia abajo, haciendole más fácil a Tobías tirar de ella para que la pudiera bajar hasta cubierta. Tras eso me aproximé a uno de los botes que todavía estaban ahí. Había que desembarcar.
-¡Vamos Tobías, debemos reunirnos con Gusi!
Escucháis un estruendo, y poco a poco sentís cómo el mar empieza a subir. Pasados treinta segundos hasta el centro de la isla está empapado, y al minuto los talones están hundidos. Si sigue a este ritmo, hay 20 minutos más para explorar la isla, y eso contando con que podáis huir o tengáis un plan. Los que estáis en terrenos bajos notáis la corriente llegar. Tened cuidado, salid rápido. Tal vez sea hora de buscar un plan de evacuación, aunque alguien podría descubrir una salida alternativa.
- Zero y Eichi:
- La gente te mira asustada por un momento, y parece hasta temblar. Por suerte para ti, eso no les impide hablar.
-E-es e-el gra-gran Pi-pirata Barrabás- Ha dicho pipí, pero ése no es el punto. Tras unos instantes mirando hacia el cielo, vuelven sus ojos de nuevo a ti-. No nos vas a hacer nada, ¿Verdad? Somos pobres y no tenemos nada que ofrecer.
Te fijas en que tienen algo raro, aunque no sabrías decir el que. Es como si los iluminase una luz distinta a la que te enfoca a ti.
- DANIO RERIO, XEMNAS DEATH, JOSEPH LETO, AMANE MISA, ABEL Y BIZVAN:
- Hay una explosión de nuevo, dentro de la cúpula. ¿Quién es vuestro dios ahora?
Por cierto, el zorro que llegó junto a vosotros ha desaparecido y está Abel en su lugar. No tiene absolutamente nada que ver, y en el alboroto dudo que os hayáis fijado.
- Amaiar y Corinna Athenais:
- Amaiar, das vueltas en… Diría círculos, pero a ratos haces la Osa Mayor, a ratos la Constelación de Tauro… Bueno, das vueltas esquivando balas mientras Corinna, fruto del despiste, es alcanzada por una. Curiosamente, sale volando hacia arriba y no en arco.
Corinna, creo que te has roto la tibia, pero no es muy grave. Te cuesta caminar, pero no te preocupes, un buen entablillado y como nueva.
- Kuskus, Alexandra, Castor, Natsuki:
- Alexandra, límpiate la ropa. Tienes sesos de lagarto por toda ella. Bueno, al menos ya no sera un problema. Por cierto, a Kus es difícil disimularle la erección. Tiene la costilla erecta. La del pecho.
Mientras cuidan del jefe, Castor llega. A saber qué ha hecho con las tortuguitas, pero bueno…
Las balas comienzan a alcanzaros mientras los gritos del pirata se acrecentan, y no podéis evitar sentir el corazón encogido. Inspira temor, aunque no tanto como para no ir a partirle la cara. No es lo más aconsejable, seguramente, pero podéis.
- Neo:
- En tu búsqueda de piratas indeseables te encuentras con una extraña escena: Hay un retrete pegado a la pared con una espada que pone “para grandes problemas”, y tiene un par de zurraspas. En el suelo además hay un papel, ya ajado, que si te detienes a mirarlo pone “desatascador”.
En fin, que esto es muy turbio, pero su taza parece lo suficientemente grande como para que una persona adulta quepa. ¿Será una puerta secreta?
- Jack Gargaroth y Raghesir:
- No pasa absolutamente nada, salvo que a Ikaruga lo revienta una bala de cañón. Te quitas trocitos de Nagakebouros mientras Raghesir flipa en colores. ¡Ese vetusto pirata os ha quitado a vuestra presa!
- Zane, Spanner y Ban:
- Bien, seguís al barco, que os dispara balas explosivas mientras se aleja a una velocidad que os es difícil seguir. O voláis o esto va a ser imposible. ¿Qué haréis?
- Zuko y Azula:
- Azula no parece responder, y las balas explotan a vuestro alrededor. ¡Largaos ya!
- Sans:
- Una cosa brilla en el suelo mientras caminas tras los enanos, por en medio de la selva. ¿Te paras a mirar? Tiene forma como de moneda, y reluce a pesar de estar sucia. Qué raro…
- Adam:
- Sigues corriendo hacia la derecha. ¿Cuál es el plan?
- Kasai y Nostariel:
- Cuando apoyáis los pies en el suelo… ¿Qué suelo? Veis el barco, pero caéis como si no existiera. ¿Existe de verdad? Quién sabe, pero el caso es que no podéis subiros. A no ser… ¿Habrá alguna forma de subirse a un barco fantasma? Tal vez necesitéis un fantasma.
PD: Caéis al vacío, arregladlo.
- Taiga, Ushio y Cristopher:
- Taiga, cuando pisas la primera baldosa… Cae al vacío. Por suerte, consigues altar hacia atrás.
Cristopher, tu idea parece no dar mucho resultado, aunque te das cuenta de que todas las secuencias se repiten al menos una vez.
Dicho esto, a pensar.
- Yumei:
- Caes en el estómago de una cosa muy rara. Aunque con el tajo que le has calzado, probablemente muera pronto. Bueno, por principio biológico sabes que toda boca tiene una salida, y es sólo cosa de encontrarla. ¿Qué es eso que brilla entre los jugos gástricos?
- Gusi, Tobías y Kimura:
- La pandilla patatilla se reúne, y se escucha un disparo. Un cerdo ha muerto, seguramente estaba en la bodega y se soltó o algo… A saber. O tal vez queráis investigar qué sucedió, ya que el cerdo podría ser una distracción.
¿Entráis pues al barco de Gusi y hacéis de las vuestras? Hora de investigar.
- Haruka:
- A todo el oro que hay en la estancia le encanta tu grito. Hay un gigantesco péndulo dorado, además de engranajes y cableado, todo de oro. Y un extraña moneda por ahí, aunque parece lo menos interesante. ¿Vas a trastear por los controles?
- Liv:
- El barco termina inutilizado, pero por suerte lográis bajar todos de él. Estáis expuestos, pero… Bueno, veis una bala caer del cielo. ¿Qué demonios?
- Corvo y erin:
- Justo antes de partir, el suelo se abre a vuestros pies. Surge magma del suelo, y el calor os inunda. También hay un montón de diamantes por la zona. ¿Merecerá la pena el riesgo?
- Milena:
- El barco se te escapa, pero igual se te ocurre algo mejor que hacer. Hay dos tipos cayendo del barco, seguro que tienen alguna teoría si te acercas a mirar.
- CK y Alice:
- Ya has escuchado a Kusanagi. ¿Qué vas a hacer?
- Ichizake:
- Te adentras en la cueva y comienzas a descender. Está tan oscuro que ves muy poquito, y según bajas te das cuenta de que tienes que descender agachado. ¿Es eso una ratonera gigante? Tal vez quieras descender más…
- Augustus, el heraldo de la Muerte:
- A tu espalda va muriendo gente, pero tú te salas milagrosamente y llegas a saltar una brecha que surge espontáneamente en el suelo. Hay una piedra con cara de persona en el magma de la brecha, qué raro.
- Annie y Tsng Yue:
- Corréis en una dirección aleatoria, hasta que finalmente llegáis a un barco que se ve bastante lleno de oro. ¿Os subís?
- Barbazul y Gamzee:
- ¡Es un nido de cangrejos! https://www.onepiece-definitiverol.com/t18738-es-un-nido-de-cangrejos#180476
- Max:
- Estás en el barco. Sólo Necesitas que suba la marea y a largarse.
- Tropa Revo:
- Una descarga intensa os azota por dentro, dándoos un poco de nauseas. Finalmente cuando parpadeáis, volvéis a ser vosotros mismos. Parece que lo malo ya ha pasado, y ahora debéis decidir que hacéis. Justo entonces escucháis una especie de gruñido procedente del mar. Ante vosotros surge un brazo verde de las profundidades. Es enorme, como si se tratase del brazo de un pacifista. Está cubierto de algas, y en poco tiempo sale de la orilla una especie de Gyojin. Es un ser humanoide, de color verde, ojos rojos, dientes afilados, y con una enorme aleta en su espalda. Mide cuatro metros de alto, y encima parece mosqueado. Sin embargo no os ataca, empieza a mirar a varias direcciones, y gira sobre sí mismo ¿No os ve? Sus ojos no tienen pupila. Vosotros decidís que hacer ahora. En su cintura tiene una especie de calavera azulada con una flecha clavada en la frente ¿Qué estará ocurriendo?
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Akuma no mi
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El asesino salió de su pirámide, observando que aquella cabronas estaban empaladas en los pinchos. Una sonrisa calmada invadió su rostro al sentirse bastante mejor consigo mismo. Había defendido a sus dos compañeros, y además derrotó a aquellas cosas él solo. Lo siguiente que hizo fue tomar un puñal que tenía dentro de su chaqueta. Sus ojos se posaron en aquellos putos seres que movían sus patitas de un lado a otro. Se relamió despacio, y entonces soltó una pequeña carcajada. Estaba a punto de hacer algo bonito. Se acercó a aquellas cosas atrapadas, y se fijó en el agujero por donde se ocultaba la cabeza. Sus ojos se abrieron como platos, y alzó su arma filosa de forma siniestra.
Unos momentos después, el asesino se presentó frente a sus demás compañeros del CP. Sus ojos estaban abiertos de forma exagerada. Mostraba una sonrisa totalmente enfermiza, su rostro estaba lleno de sangre, y en la boca llevaba un cigarro encendido. Parecía un puto loco salido de una película de asesinos en serie. No tardó mucho en observar a sus compañeros de forma calmada. Caminó pasando por al lado de un tipo fornido con el cabello pinchudo, al cual miró con una sonrisa amplia, y después le sacó la lengua. A continuación pasó por el lado de la preciosa chica Alexandra, y además de lanzarle un beso, le guiñó el ojo. Por último se colocó frente al líder de su escuadrón. En ningún momento hizo desaparecer su sonrisa del rostro. Soltó una pequeña calada, y le habló con tranquilidad.
- Boss-chan, Ryuta y Shiki han sido derrotados. Están detrás de esos árboles, pero pesan como una puta vaca ¿Cuáles son las órdenes?
El cabrón había destripado a las tortugas, cortado sus extremidades, y por último se llenó la cara con la sangre de aquellos bichos. Se relamió despacio, mirando al pelirrojo con calma. Entonces notó sus pies un poco húmedos, y se dio cuenta de que sus preciosos zapatos estaban siendo invadidos por agua. Ladeó un poco la cabeza sin entender, y entonces soltó una enorme bocanada de humo. Apretó el puño derecho, y lo metió en aquel líquido, lamiéndolo después despacio y escupiendo al lado.
- Hostia puta. Jefe ¿Por qué no salimos de aquí? Yo quiero cascármela un rato en el barco. Aquí no hay una mierda…
Entonces escuchó aquella voz, la cual le hizo alzar una ceja. Ese capullo daba miedo, pero él tenía otros planes. Si el jefe lo decidía, saldrían de allí de una jodida vez. Algo le decía que tan solo habían ido a dar un paseo, y a matar tortugas.
Unos momentos después, el asesino se presentó frente a sus demás compañeros del CP. Sus ojos estaban abiertos de forma exagerada. Mostraba una sonrisa totalmente enfermiza, su rostro estaba lleno de sangre, y en la boca llevaba un cigarro encendido. Parecía un puto loco salido de una película de asesinos en serie. No tardó mucho en observar a sus compañeros de forma calmada. Caminó pasando por al lado de un tipo fornido con el cabello pinchudo, al cual miró con una sonrisa amplia, y después le sacó la lengua. A continuación pasó por el lado de la preciosa chica Alexandra, y además de lanzarle un beso, le guiñó el ojo. Por último se colocó frente al líder de su escuadrón. En ningún momento hizo desaparecer su sonrisa del rostro. Soltó una pequeña calada, y le habló con tranquilidad.
- Boss-chan, Ryuta y Shiki han sido derrotados. Están detrás de esos árboles, pero pesan como una puta vaca ¿Cuáles son las órdenes?
El cabrón había destripado a las tortugas, cortado sus extremidades, y por último se llenó la cara con la sangre de aquellos bichos. Se relamió despacio, mirando al pelirrojo con calma. Entonces notó sus pies un poco húmedos, y se dio cuenta de que sus preciosos zapatos estaban siendo invadidos por agua. Ladeó un poco la cabeza sin entender, y entonces soltó una enorme bocanada de humo. Apretó el puño derecho, y lo metió en aquel líquido, lamiéndolo después despacio y escupiendo al lado.
- Hostia puta. Jefe ¿Por qué no salimos de aquí? Yo quiero cascármela un rato en el barco. Aquí no hay una mierda…
Entonces escuchó aquella voz, la cual le hizo alzar una ceja. Ese capullo daba miedo, pero él tenía otros planes. Si el jefe lo decidía, saldrían de allí de una jodida vez. Algo le decía que tan solo habían ido a dar un paseo, y a matar tortugas.
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Akuma no mi
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Una sonrisa se formó en el rostro de aquel ser cuando posó sus botas sobre el barco. Entonces se dio cuenta de que semejante vehículo tenía un tacto parecido al aire. Todo tuvo sentido cuando se encontró cayendo al vacío con la chica cogida de la mano. Se quedó un poco confuso, pero tenía cierto sentido que ese cabrón no pudiese tocarse. Si estaba muerto, a lo mejor su luz podría hacer algo para joderle. Lo siguiente que hizo entonces fue estirar su mano libre hacia el barco, proyectando una potente luz sagrada, la cual dañaría a los seres malignos. Le diese o no, a continuación sonreiría de lado mirando a la pelirroja mientras caían.
- Partirse las piernas puede ser divertido ¿No crees?
Trató de ser lo más serio posible, pero cuando estaban a unos veinte metros del suelo, elevó sus seis alas para frenar despacio. Finalmente aterrizó en el suelo mostrando una sonrisa ladeada. Cuando lo hizo, notó que sus botas se estaban empapando, y eso le hizo alzar una ceja. El jodido nivel del mar estaba subiendo. Según lo que pensaba, algo le dijo que aquello se iba a convertir en un caos. Entonces frunció el ceño, justo para después mirar a la chica con un poco de seriedad.
- Al barco pero ya.
Nada más decir aquello, salió trotando a una velocidad considerable de allí. Su objetivo era que ambos pudiesen llegar al vehículo. Si el agua se alzaba, saldría volando con ella de la mano y de esa forma podría ponerlos a salvo a los dos.
- Partirse las piernas puede ser divertido ¿No crees?
Trató de ser lo más serio posible, pero cuando estaban a unos veinte metros del suelo, elevó sus seis alas para frenar despacio. Finalmente aterrizó en el suelo mostrando una sonrisa ladeada. Cuando lo hizo, notó que sus botas se estaban empapando, y eso le hizo alzar una ceja. El jodido nivel del mar estaba subiendo. Según lo que pensaba, algo le dijo que aquello se iba a convertir en un caos. Entonces frunció el ceño, justo para después mirar a la chica con un poco de seriedad.
- Al barco pero ya.
Nada más decir aquello, salió trotando a una velocidad considerable de allí. Su objetivo era que ambos pudiesen llegar al vehículo. Si el agua se alzaba, saldría volando con ella de la mano y de esa forma podría ponerlos a salvo a los dos.
Alexandra Silvercat
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Akuma no mi
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Me bajé del lagarto cubierta de sangre y vísceras, con mirada entristecida. No era la primera vez que mataba, y en este caso ni siquiera era un ser humano, pero yo consideraba que la pérdida de su vida podía haberse evitado, y que era innecesaria. "Yo solo quería ponerlo a dormir..." Pensé, frustrada conmigo misma por no ser capaz de calcular mejor mi fuerza. En momentos como aquellos, mi inexperiencia salía a relucir, y no era una sensación agradable. Haciendo una mueca de asco (por mi consciencia y por la sustancia que cubría ahora mi ropa y rostro), decidí acercarme a Kusanagi para ver si estaba bien. No tuve la integridad suficiente como para hacerle caso a Castor, que en algún momento había llegado hasta nosotros y me lanzó un par de fichas.
Al llegar junto al pelirrojo, pude confirmar dos cosas: que los otros agentes que había visto eran los que yo creía; y que el líder de mi división tenía algunos huesos fuera de su sitio. Particularmente me llamó la atención su costilla, que le daba a su camisa una forma antinatural. Eso, junto a su expresión dolorida, fueron suficientes para confirmar que su recuperación no sería sencilla. Si hubiera podido regenerarse en forma de Logia ya lo habría hecho, así que necesitaría cuidados externos.
No pude evitar sonreír muy ligeramente, durante un instante: quizá fuera un buen momento para estrechar lazos. Durante nuestro primer encuentro, la luz procedente de mi recién despertada Akuma no Mi no solo no le dañó, sino que pareció que le hacía sentirse mejor. Y tras investigar un poco, descubrí que las propiedades de tal fulgor eran sanadoras para gente de corazón bueno como Kusanagi. No estaba segura de que fuera a ayudar del todo, pero al menos podía intentarlo. Tal vez le calmara el dolor.
- ¡Kus! - Exclamé al acercarme, con expresión preocupada. - ¿Estás bien? Pero que pregunta más estúpida... - Murmuré. - Déjame ver eso...
Con cuidado, acerqué mis manos al bulto sin llegar a tocarlo, temerosa de lo que iba a tener que hacer. Si trataba de curar su cuerpo en su estado actual, a lo mejor se quedaba en esa posición de forma permanente, así que primero tendría que recolocarla. Pero mis conocimientos médicos son escasos, y el poco que tenía sobre anatomía humana estaba centrado en "dónde golpear para que duela más" o "dónde apuñalar según si la víctima debe sufrir o morir rápidamente." No estaba segura de que fuera a tener mucho uso en el ámbito de recolocación de huesos, así que era muy probable que doliera. Mucho.
Tras respirar hondo, calmé mis nervios y me dispuse a hacerlo. El propio pelirrojo parecía haberme dado el visto bueno, a juzgar por su mirada, así que no podía defraudarle. Con firmeza, lo terminé haciendo de un solo movimiento. No quiero recordarlo, porque el sonido que produjo no fue nada agradable.
- El Señor es mi pastor, nada me falta... - Susurré una plegaria, sin perder un instante. Concentrándome, vertí toda la luz que pude en la zona afectada, a la par que un aura de color verdoso comenzaba a cubrir a Kusanagi. Suspiré aliviada, parecía que estaba funcionando. - Solo es un tratamiento rápido, deberías hacer que te lo miren cuando regresemos. - Le dije al pelirrojo, sonriendo. Estaba alegre de que al final todo hubiera quedado en un susto.
Volviendo a mi forma humana, comencé a notar el cansancio invadirme. Había pasado gran parte del día transformándome y destransformándome, y sabía que me estaba acercando a mi límite. Aún era soportable, había hecho cosas más fatigosas con frecuencia, pero debía estar atenta si no quería llegar de nuevo al punto de agotamiento supremo.
Entonces, me percaté de la sensación húmeda en mis zapatos, y desvié la vista hacia el suelo, extrañada. Mi cara debió de decir todo lo que pensé en ese momento: el nivel del agua estaba subiendo, y parecía que si no nos dábamos prisa, la isla se volvería a hundir. "¡Pero si apenas acabamos de llegar hace un rato!" Pensé, alarmada.
- ¿Puedes moverte bien? - Pregunté al pelirrojo. Parecía estar mejor, así que tal vez podríamos correr. Sacando el DDM, avisé por el canal general al resto de los agentes: - No es por meter prisa, pero hay que salir cagando leches. ¡La isla se vuelve a hundir! - Una vez pude dar el aviso, miré a los otros hombres a mi alrededor. Podría tratar de volar hasta el barco de nuevo, pero no tenía intención de abandonarlos a su suerte. Tenía que confirmar que todos pensáramos lo mismo, y dado que el loco de Castor parecía estar a favor (por sus propias razones, claro), imaginé que los otros también estarían de acuerdo. Si podía confirmar eso, no perdería el tiempo, ayudaría a los que no pudieran movilizarse solos (incluyendo ir a buscar a Shiki y Ryuta, de ser necesario), y trataría de hacer que saliéramos todos de allí, sanos y salvos.
Al llegar junto al pelirrojo, pude confirmar dos cosas: que los otros agentes que había visto eran los que yo creía; y que el líder de mi división tenía algunos huesos fuera de su sitio. Particularmente me llamó la atención su costilla, que le daba a su camisa una forma antinatural. Eso, junto a su expresión dolorida, fueron suficientes para confirmar que su recuperación no sería sencilla. Si hubiera podido regenerarse en forma de Logia ya lo habría hecho, así que necesitaría cuidados externos.
No pude evitar sonreír muy ligeramente, durante un instante: quizá fuera un buen momento para estrechar lazos. Durante nuestro primer encuentro, la luz procedente de mi recién despertada Akuma no Mi no solo no le dañó, sino que pareció que le hacía sentirse mejor. Y tras investigar un poco, descubrí que las propiedades de tal fulgor eran sanadoras para gente de corazón bueno como Kusanagi. No estaba segura de que fuera a ayudar del todo, pero al menos podía intentarlo. Tal vez le calmara el dolor.
- ¡Kus! - Exclamé al acercarme, con expresión preocupada. - ¿Estás bien? Pero que pregunta más estúpida... - Murmuré. - Déjame ver eso...
Con cuidado, acerqué mis manos al bulto sin llegar a tocarlo, temerosa de lo que iba a tener que hacer. Si trataba de curar su cuerpo en su estado actual, a lo mejor se quedaba en esa posición de forma permanente, así que primero tendría que recolocarla. Pero mis conocimientos médicos son escasos, y el poco que tenía sobre anatomía humana estaba centrado en "dónde golpear para que duela más" o "dónde apuñalar según si la víctima debe sufrir o morir rápidamente." No estaba segura de que fuera a tener mucho uso en el ámbito de recolocación de huesos, así que era muy probable que doliera. Mucho.
Tras respirar hondo, calmé mis nervios y me dispuse a hacerlo. El propio pelirrojo parecía haberme dado el visto bueno, a juzgar por su mirada, así que no podía defraudarle. Con firmeza, lo terminé haciendo de un solo movimiento. No quiero recordarlo, porque el sonido que produjo no fue nada agradable.
- El Señor es mi pastor, nada me falta... - Susurré una plegaria, sin perder un instante. Concentrándome, vertí toda la luz que pude en la zona afectada, a la par que un aura de color verdoso comenzaba a cubrir a Kusanagi. Suspiré aliviada, parecía que estaba funcionando. - Solo es un tratamiento rápido, deberías hacer que te lo miren cuando regresemos. - Le dije al pelirrojo, sonriendo. Estaba alegre de que al final todo hubiera quedado en un susto.
- Cosas usadas:
- - Fulgor: En su forma híbrida o completa, puede canalizar energía sagrada para hacer bolas, rayos, ondas y similares, que dañan a los seres malvados, y sanan a los benignos.
Bendiciones: En su forma híbrida o completa, la usuaria puede bendecir a los aliados o a sí misma, prestando temporalmente fragmentos del poder de Dios.
*Regeneración: El bendito es cubierto por un ligero aura de luz Verde, y sus heridas sanan a un ritmo acelerado (Cada dos posts, incluyendo el primero, se reduce en una categoría la gravedad de todas sus heridas).
Volviendo a mi forma humana, comencé a notar el cansancio invadirme. Había pasado gran parte del día transformándome y destransformándome, y sabía que me estaba acercando a mi límite. Aún era soportable, había hecho cosas más fatigosas con frecuencia, pero debía estar atenta si no quería llegar de nuevo al punto de agotamiento supremo.
Entonces, me percaté de la sensación húmeda en mis zapatos, y desvié la vista hacia el suelo, extrañada. Mi cara debió de decir todo lo que pensé en ese momento: el nivel del agua estaba subiendo, y parecía que si no nos dábamos prisa, la isla se volvería a hundir. "¡Pero si apenas acabamos de llegar hace un rato!" Pensé, alarmada.
- ¿Puedes moverte bien? - Pregunté al pelirrojo. Parecía estar mejor, así que tal vez podríamos correr. Sacando el DDM, avisé por el canal general al resto de los agentes: - No es por meter prisa, pero hay que salir cagando leches. ¡La isla se vuelve a hundir! - Una vez pude dar el aviso, miré a los otros hombres a mi alrededor. Podría tratar de volar hasta el barco de nuevo, pero no tenía intención de abandonarlos a su suerte. Tenía que confirmar que todos pensáramos lo mismo, y dado que el loco de Castor parecía estar a favor (por sus propias razones, claro), imaginé que los otros también estarían de acuerdo. Si podía confirmar eso, no perdería el tiempo, ayudaría a los que no pudieran movilizarse solos (incluyendo ir a buscar a Shiki y Ryuta, de ser necesario), y trataría de hacer que saliéramos todos de allí, sanos y salvos.
Abby
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¿Q-qué había pasado? ¿Acaso mi mente me jugó una mala pasada durante unos minutos? Recuerdo haber escapado de aquel lagarto porque Zuko me sacó de allí; sin embargo, perdí la noción del tiempo. Mi cabeza me había engañado durante ese momento y no sé que me pasó. Agh... Qué asco es tener que pasar por cosas así. No era la primera vez que me ocurría, pero no esperaba que fuese a pasarme en mitad de una misión. Esto era realmente peligroso.
Zuko había aflojado la garra, menos mal, así no era tan doloroso. La ropa de esa parte se me había arrugado toda. Miré hacia arriba y, con cuidado, logré subir hasta estar encima del dragón. A la velocidad que íbamos era difícil mantener el equilibrio, pues con un paso en falso podría caerme. Por suerte tenía alternativas en ese caso para impedir caerme al vacío.
Ya acomodada, apoyé las manos sobre las escamas. No había más que explosiones cerca nuestra, ¿Qué estaba pasando? No conseguía ubicarlas, pero alguna podía alcanzarnos sin darnos cuenta. Cerca nuestro estaba el barco que habíamos avistado anteriormente. Era el momento de ir hacia él.
-¡Zuko! - Dije acercando la cabeza hasta su cuello. - Tenemos que aterrizar en el barco lo más pronto posible. No sé lo que nos espera ahí abajo, pero juntos podremos con lo que sea.
Después de haberle dicho aquello, esperaría a que el dragón tomase la dirección correcta hacia abajo. Una vez allí, en cuanto él se transforme en a su forma normal, yo rodearía las llamas de fuego con electricidad y bajaría usando el geppou. La impresión que se llevarían esos estúpidos sería bastante graciosa.
Zuko había aflojado la garra, menos mal, así no era tan doloroso. La ropa de esa parte se me había arrugado toda. Miré hacia arriba y, con cuidado, logré subir hasta estar encima del dragón. A la velocidad que íbamos era difícil mantener el equilibrio, pues con un paso en falso podría caerme. Por suerte tenía alternativas en ese caso para impedir caerme al vacío.
Ya acomodada, apoyé las manos sobre las escamas. No había más que explosiones cerca nuestra, ¿Qué estaba pasando? No conseguía ubicarlas, pero alguna podía alcanzarnos sin darnos cuenta. Cerca nuestro estaba el barco que habíamos avistado anteriormente. Era el momento de ir hacia él.
-¡Zuko! - Dije acercando la cabeza hasta su cuello. - Tenemos que aterrizar en el barco lo más pronto posible. No sé lo que nos espera ahí abajo, pero juntos podremos con lo que sea.
Después de haberle dicho aquello, esperaría a que el dragón tomase la dirección correcta hacia abajo. Una vez allí, en cuanto él se transforme en a su forma normal, yo rodearía las llamas de fuego con electricidad y bajaría usando el geppou. La impresión que se llevarían esos estúpidos sería bastante graciosa.
Amaiar Silverfang
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La escena que se desarrolló habría sido muy cómica para un observador externo. Pero para el pobre Amaiar, no tenía ninguna gracia. A su alrededor volaban pedazos de suelo, producto del bombardeo que llovía desde encima. Dado que estaba ocupado intentando ejecutar su propia orden, no había tenido tiempo de unirse al resto de marines cuando repentinamente sus superiores decidieron que tenían una idea mejor. Y realmente, el Capitán no podía culparles, la idea de la cúpula no era nada mala tampoco. Pero en el fondo se alegró cuando demostró ser ineficaz, ya que desde fuera de la misma se pudo ver (y oír) una detonación en el interior. ¿Sería el Karma?
Nunca sabrían si la estrategia del peliblanco habría dado mejor resultado, aunque a él le estaba funcionando. Correr de forma errática le permitía evitar el fuego enemigo, que parecía tener problemas para apuntarle. O tal vez estuvieran disparando al azar, y él simplemente estaba teniendo suerte. Amaiar era una persona con bastante suerte.
No era el momento de pensar en esas cosas. Cerca suyo, una persona salió volando por los aires. Una marine, que trazó una línea vertical antes de volver a caer al suelo. Sin pensárselo dos veces, Amaiar corrió en su dirección, manteniendo una trayectoria zigzagueante.
- ¿Estás bien? - Gritó para hacerse oír, al acercarse a su lado. - ¿Necesitas ayuda? - La chica parecía tener problemas en la pierna, tal vez se hubiera fracturado un hueso. - Vamos, ¡en pié! ¡Podemos lograrlo! - El marine ayudó a la otra a levantarse y mantenerse en pie. Por costumbre o instinto, lo primero que había soltado tenía el objetivo de darle esperanzas y animarla a progresar. ¿Pero hacia adonde se suponía que debían correr? La cúpula del Gyojin había demostrado tener fallas, pero el barco no era mucho más seguro.
La decisión vino tan rápido como la marea. Literalmente, porque estaba empezando a subir tanto que el agua ya llegaba por los talones. En cuanto el chico se percató, no tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que era peligroso quedarse en la isla.
No era momento de quedarse de brazos cruzados. Usando el Mantra para tratar de predecir si el camino trazado sería peligroso (pues tendría que ir a mucha menos velocidad por la carga extra), Amaiar intentó retroceder hasta los navíos para poner a salvo a la herida. Luego se podría preocupar sobre el siguiente movimiento, aunque sospechaba que le tocaría moverse mucho más en los siguientes minutos.
Nunca sabrían si la estrategia del peliblanco habría dado mejor resultado, aunque a él le estaba funcionando. Correr de forma errática le permitía evitar el fuego enemigo, que parecía tener problemas para apuntarle. O tal vez estuvieran disparando al azar, y él simplemente estaba teniendo suerte. Amaiar era una persona con bastante suerte.
No era el momento de pensar en esas cosas. Cerca suyo, una persona salió volando por los aires. Una marine, que trazó una línea vertical antes de volver a caer al suelo. Sin pensárselo dos veces, Amaiar corrió en su dirección, manteniendo una trayectoria zigzagueante.
- ¿Estás bien? - Gritó para hacerse oír, al acercarse a su lado. - ¿Necesitas ayuda? - La chica parecía tener problemas en la pierna, tal vez se hubiera fracturado un hueso. - Vamos, ¡en pié! ¡Podemos lograrlo! - El marine ayudó a la otra a levantarse y mantenerse en pie. Por costumbre o instinto, lo primero que había soltado tenía el objetivo de darle esperanzas y animarla a progresar. ¿Pero hacia adonde se suponía que debían correr? La cúpula del Gyojin había demostrado tener fallas, pero el barco no era mucho más seguro.
La decisión vino tan rápido como la marea. Literalmente, porque estaba empezando a subir tanto que el agua ya llegaba por los talones. En cuanto el chico se percató, no tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que era peligroso quedarse en la isla.
No era momento de quedarse de brazos cruzados. Usando el Mantra para tratar de predecir si el camino trazado sería peligroso (pues tendría que ir a mucha menos velocidad por la carga extra), Amaiar intentó retroceder hasta los navíos para poner a salvo a la herida. Luego se podría preocupar sobre el siguiente movimiento, aunque sospechaba que le tocaría moverse mucho más en los siguientes minutos.
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Mientras caminaba despreocupado, el esqueleto miraba en todas direcciones, tratando de quedarse con cada detalle posible para luego poder describírselos a su amigo Gaster. En esas estaba cuando algo llamó la atención de su vista. Los pigmeos no parecían haberse dado cuenta, o tal vez lo habían ignorado, pero Sans estaba en la retaguardia así que no pasaría nada si se paraba un par de segundos a mirar... ¿no?
Con curiosidad, al recogerlo del suelo se dio cuenta de que se trataba de una especie de moneda antigua, aunque brillante. Embelesado, Sans meditó durante unos momentos su siguiente plan. Podría seguir a los pigmeos hasta su aldea, como pensaba hacer inicialmente, y ver de que iban. O podía tratar de escabullirse aprovechándose de su pequeño tamaño y su gran movilidad. Por otra parte, no conocía la isla, ni sabía exactamente dónde estaba, aunque estaba seguro de que si se dedicaba a caminar en línea recta, acabaría llegando a la costa, y desde ahí podría orientarse mejor.
Sería una decisión rápida. Si encontraba más monedas cerca, o encontraba lo más parecido posible a un camino que le llevase hasta un tesoro mayor, lo seguiría sin dudarlo (pues ese era su objetivo inicial al llegar a la isla). De lo contrario, se guardaría la que recogió en el bolsillo y se apresuraría a alcanzar de nuevo al grupo de pigmeos. Dado que no pensaba quedarse buscando demasiado tiempo, no les daría la oportunidad de alejarse demasiado y perderse. O al menos eso esperaba el esqueleto.
Con curiosidad, al recogerlo del suelo se dio cuenta de que se trataba de una especie de moneda antigua, aunque brillante. Embelesado, Sans meditó durante unos momentos su siguiente plan. Podría seguir a los pigmeos hasta su aldea, como pensaba hacer inicialmente, y ver de que iban. O podía tratar de escabullirse aprovechándose de su pequeño tamaño y su gran movilidad. Por otra parte, no conocía la isla, ni sabía exactamente dónde estaba, aunque estaba seguro de que si se dedicaba a caminar en línea recta, acabaría llegando a la costa, y desde ahí podría orientarse mejor.
Sería una decisión rápida. Si encontraba más monedas cerca, o encontraba lo más parecido posible a un camino que le llevase hasta un tesoro mayor, lo seguiría sin dudarlo (pues ese era su objetivo inicial al llegar a la isla). De lo contrario, se guardaría la que recogió en el bolsillo y se apresuraría a alcanzar de nuevo al grupo de pigmeos. Dado que no pensaba quedarse buscando demasiado tiempo, no les daría la oportunidad de alejarse demasiado y perderse. O al menos eso esperaba el esqueleto.
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Taiga logró saltar hacia atrás de puro milagro, habiendo estado a punto de caer al vacío, por lo que su mirada se puso un poco seria. El otro chico tampoco lograba nada, y eso hizo al luchador alzar una ceja. Tenía que pasar al otro lado antes de que pasara algo malo, pues un sonido le llamó la atención. En ese momento escuchó las palabras de su compañero. El capullo no tenía otro momento para solar aquella locura. El imbécil no solo se había unido a la banda de un puto emperador pirata, encima dijo que iba a tener un precio bastante llamativo. Los ojos del rubio se abrieron un poco más de la cuenta, y entonces miró al moreno con una expresión bastante seria. No podía creerse lo que había escuchado, pero aquel no era el momento para ponerse a discutir.
- ¿Pero de qué vas? ¡Ushio! ¿Eres tonto o algo? Después hablaremos sobre ese tema, no pensaba que ibas a llegar a eso, y menos sabiendo que mi deber como cazador es llevar a la justicia a los delincuentes con precio…
Una vez dijo aquello, se quedó mirando la jodida puerta de madera. Debía evitar las malditas baldosas de alguna forma, y fue entontes cuando le dio lo mismo revelar su control del rokushiki. Sin previo aviso saltó hacia las runas, pero antes de que sus pies las tocasen, pateó con fuerza el aire, y por ello se mantuvo en el aire. De repente se dirigió “volando” hacia la puerta de madera, y sin previo aviso lanzó un potente puñetazo imbuido en su haki armadura. Su objetivo era hacerla pedazos. Mantuvo su cuerpo imbuido en haki, y el de observación activado por sí las moscas. Si no había nada, sería el momento de irse por donde habían venido, pero si había algo bonito, lo cogería. En todo momento pensaba estar volando mediante el geppou, para de esa forma no tocar aquellas baldosas.
- Ushio, soy un agente especial del gobierno mundial. Mi nombre es Taiga Redfield, unidad del Cipher Pol 8, y luchador del estilo Cold Punch. Me uní hace poco, y con tu noticia, me temo que voy a tener que ir a por ti.
No pensaba cazar a su amigo, pero había otra persona allí con ellos, y no quería que mal chivatazo le arruinase todo. Esperaba que el pirata saliese de allí cuanto antes para que ambos pudieran librarse. Todo tenía que estar bien planeado, y ya podrían quedar después.
- ¿Pero de qué vas? ¡Ushio! ¿Eres tonto o algo? Después hablaremos sobre ese tema, no pensaba que ibas a llegar a eso, y menos sabiendo que mi deber como cazador es llevar a la justicia a los delincuentes con precio…
Una vez dijo aquello, se quedó mirando la jodida puerta de madera. Debía evitar las malditas baldosas de alguna forma, y fue entontes cuando le dio lo mismo revelar su control del rokushiki. Sin previo aviso saltó hacia las runas, pero antes de que sus pies las tocasen, pateó con fuerza el aire, y por ello se mantuvo en el aire. De repente se dirigió “volando” hacia la puerta de madera, y sin previo aviso lanzó un potente puñetazo imbuido en su haki armadura. Su objetivo era hacerla pedazos. Mantuvo su cuerpo imbuido en haki, y el de observación activado por sí las moscas. Si no había nada, sería el momento de irse por donde habían venido, pero si había algo bonito, lo cogería. En todo momento pensaba estar volando mediante el geppou, para de esa forma no tocar aquellas baldosas.
- Ushio, soy un agente especial del gobierno mundial. Mi nombre es Taiga Redfield, unidad del Cipher Pol 8, y luchador del estilo Cold Punch. Me uní hace poco, y con tu noticia, me temo que voy a tener que ir a por ti.
No pensaba cazar a su amigo, pero había otra persona allí con ellos, y no quería que mal chivatazo le arruinase todo. Esperaba que el pirata saliese de allí cuanto antes para que ambos pudieran librarse. Todo tenía que estar bien planeado, y ya podrían quedar después.
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Al mirar más detenidamente por encima de la barandilla de cubierta, pude observar que lo que producía aquel ruido de chapoteo no era ni más ni menos que un enorme pez que se había enganchado con unas cuerdas del barco. El enorme animal que no paraba de saltar de un lado a otro, pero por suerte consiguió escaparse al final. Seguramente debido al ponerse más nervioso ante mi presencía amenazante y mi gritos ante un bote imaginario, lo cual me pareció algo bueno pues no tenía pensado bajar ayudarlo.
En ese momento se oyó un disparo a mis espaldas. Me volteé de manera muy atractiva y corrí a donde había dejado hacía escasos minutos a un par de reclutas. Al llegar, lo primero que encontré fue un cerdo de tamaño considerable agujereado por un par de balazos, pero allí no había nadie más. ¿Dónde estaban los reclutas?¿Sé habrían introducido dentro a investigar? Decidí esperar unos segundos para observar como iba la cosa en el barco marine de mis compañeros, los cuales parecían tener controlados la situación con aquel pajarraco gigante.
En ese momento, note como el barco se movía de forma muy extraña. Sospeché que se trataba de otra estraña situación que la isla estaba a punto de mostrarse, ¿con que podría sorprendernos de nuevo? La verdad que me daba igual, y no tenía intención de quedarme allí para comprovarlo. No sabía cuanto tiempo tardaría en hacer una locura aquel fastidioso lugar, pero debía buscar a aquellos dos marines antes de que la cosa se pusiera fea. Ordené al unicó marine que había en el barco que informara de los sucedido a Kimura o a Tobías, si al final decídian venir, sobre lo que había pasado hasta el momento.
Después de eso me introduje a través de la puerta y fuí con cuidado, sin hacer ruido, por el interior del barco en busca de mis compañeros. ¿Quien sabe?, tal vez encontraba algo interesante en aquel lugar, solo quedaba indagar un poco más por los escasos recovecos del barco.
En ese momento se oyó un disparo a mis espaldas. Me volteé de manera muy atractiva y corrí a donde había dejado hacía escasos minutos a un par de reclutas. Al llegar, lo primero que encontré fue un cerdo de tamaño considerable agujereado por un par de balazos, pero allí no había nadie más. ¿Dónde estaban los reclutas?¿Sé habrían introducido dentro a investigar? Decidí esperar unos segundos para observar como iba la cosa en el barco marine de mis compañeros, los cuales parecían tener controlados la situación con aquel pajarraco gigante.
En ese momento, note como el barco se movía de forma muy extraña. Sospeché que se trataba de otra estraña situación que la isla estaba a punto de mostrarse, ¿con que podría sorprendernos de nuevo? La verdad que me daba igual, y no tenía intención de quedarme allí para comprovarlo. No sabía cuanto tiempo tardaría en hacer una locura aquel fastidioso lugar, pero debía buscar a aquellos dos marines antes de que la cosa se pusiera fea. Ordené al unicó marine que había en el barco que informara de los sucedido a Kimura o a Tobías, si al final decídian venir, sobre lo que había pasado hasta el momento.
Después de eso me introduje a través de la puerta y fuí con cuidado, sin hacer ruido, por el interior del barco en busca de mis compañeros. ¿Quien sabe?, tal vez encontraba algo interesante en aquel lugar, solo quedaba indagar un poco más por los escasos recovecos del barco.
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