AlexEmpanadilla
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El agua empieza a burbujear, como si de una olla se tratase, y el mar hirviese. De pronto, el sonido de las olas, de la espuma y un rugido resuenan. Sombras se elevan en el agua al tiempo que la niebla comienza a disiparse. Tan solo en un minuto, en esa zona que no había nada se alza, imponente, una isla. El faro se encuentra en su punto más alto. Lo más extraño del lugar es su vegetación, que no parece de ningún tipo conocido. Los barcos se mueven debido al movimiento del mar embravecido por la repentina emersión del archipiélago… La Isla del Barco Fantasma en su máximo esplendor.
- Mapa:
NOTA: El mapa mide aproximadamente 4,5 km de ancho y 3,5 de alto (para que tengáis en cuenta las proporciones).
- 1. Danio Rerio:
- Tus tentáculos detectan movimiento submarino. Algo asciente a gran velocidad. De pronto, la isla brota por estribor, y la niebla se disipa como si nunca hubiera estado allí. Los marines miran nerviosos alrededor. Allá al norte puedes ver tres buques de la marina. Al sur, un par de islotes que conectan con una isla más grande.
- 2. Al Naion, Xemnas Death y Joseph Leto:
- Seguís en vuestro barco, avanzando a ritmo lento debido a la niebla que… se empieza a disipar. Xemnas, puedes ver cómo la isla parece salir de debajo del mar en ese momento. ¿Qué demonios ocurre?
Al, tú estás dormido en cama, vagueando como siempre, cuando te cae un cuadro encima, despertándote de forma brusca y poco agradable. Es un precioso cuadro de temática cubista.
Joseph, tú estás en cubierta cuando una gaviota te caga en la coronilla. Maldito animalejo.
- 3. Lara Naion, Corinna y Amane Misa:
- El barco sigue avanzando con lentitud por las aguas, a la par que el del Vicealmirante Al, en dirección al faro. Queréis ver si la isla está por esa zona. Y como una bestia ancestral que despierta, de pronto la isla comienza a emerger del fondo marino, provocando un fuerte oleaje que hace que el barco se mueva un poco, subiendo y bajando las olas. Vaya… la costa frente a vosotras, donde está el faro, es bastante rocosa y escarpada, pero algo más allá, al sur, hay una línea de costa más baja. ¿Qué haréis?
- 4. Iro, Abel, Amaiar y Bizvan:
- El barco bordea la zona del faro, buscando algún rastro de la isla. En ese momento se levanta la niebla, y veis como la isla… ¿sale de debajo del agua? Oh, y parece que unos metros más allá se encuentran otros dos barcos de la marina. Tal vez podáis comunicaros con ellos mediante DDM, ahora que habéis establecido contacto visual.
- 5. Tobías Thorn, Kimura y Gusi:
- Avanzáis por el agua en estado de alerta, listos para cualquier imprevisto. Sin embargo, no os esperáis lo que sucede a continuación. Aparece frente a vosotros la isla. La niebla se disipa y podéis ver varios barcos cerca de la isla: ¡posiblemente sean piratas! ¿Qué haréis?
- 6. Jung Su, Zero Lars y Eichi:
- Seguís avanzando a toda velocidad mientras bajo vosotros la isla aparece. Detrás de vosotros se va elevando un pico, y la tierra avanza tras vosotros, como si quisiera alcanzaros. Árboles extraños con forma de aguja brotan a vuestros lados, y de pronto, uno sale justo debajo del barco, atravesándolo desde el casco hasta la parte más alta. Quedáis empalados como un pincho moruno en ese bosque de agujas, en un árbol a quince o veinte metros, mientras la isla termina por aparecer.
- 7. Taiga Redfield y Ushio:
- Avanzáis hacia el faro, cuando de pronto dejáis de desplazaros sobre el agua. Acabáis de quedar atrapados en una especie de llanura extraña. La isla está saliendo del mar a toda velocidad, y ahora estáis en medio de ella. Debido a la fuerza de Taiga, seguís desplazándoos un poco, mientras los remos se hunden en la roca y la levantan en forma de gravilla. Es una escena bastante cómica. Parece que estáis en una zona más o menos alta, una especie de meseta. A vuestro alrededor, una jungla extraña se extiende. Al norte podéis ver el faro.
- 8. Kasai Kuro y Nostariel:
- El tiburón se hunde lentamente en el agua, y el fantasma de Nostariel regresa agitado, y cuando la niebla se disipa, veis frente a vosotros una isla. Parece que habéis llegado sin problemas.
- 9. Christopher Liam:
- El faro parece completamente abandonado. Cuando entras notas un fuerte temblor, similar a un terremoto, y de pronto las olas ya no parecen estar fuera, sino mucho más lejos. Si observas por la ventana, ves que al sur hay una isla, conectada al faro. El faro tiene dos lugares interesantes a los que puedes ir: la parte de arriba, por unas escaleras de caracol, o bien una trampilla oculta bajo una mesa vieja y astillada.
- 10. Katymain e Ionoth:
- Parece que la mujer está dormida, con cara de enfado. Bueno, siempre puedes aprovecharte de la situación. Tus mosquitos vuelven. Nada, ni un mísero pedazo de tierra. De pronto el agua se revuelve, y las barcazas amenazan con zozobrar y tiraros. Por suerte aguantáis dentro y podéis notar que la niebla se disipa. Estáis en una especie de laguna interior, entre tres islas. El agua está calmada de nuevo, y tenéis dónde elegir.
- 11. Erin:
- Para ser una gran detective, esta vez casi te quedas sin caso. Has llegado al lugar en el último momento, a tiempo para ver cómo la isla aparece en medio del mar, de forma verdaderamente espectacular. ¿Y ahora qué? Bueno, primero estaría bien librarte de esa serpiente marina tamaño elefante que lleva dos días siguiéndote. Eso, o remar a toda velocidad a la costa.
- 12. Isaac, Yoshi y Leo Ntasu:
- Estáis avanzando en vuestro bote cuando bajo vosotros veis una sombra. De pronto, la copa de un árbol aparece en estribor, y otra en babor, y otra en popa… en unos instantes, un bosque ha surgido de la nada. Estáis en medio de un montón de árboles y el bote está encallado en tierra firme. ¿Qué demonios? Podéis ver una cueva al sur de vuestra posición, entre las rocas que aún chorrean agua marina.
- 13. Neo y Error Sans:
- De pronto vuestro barco se ve sacudido violentamente. Las cosas de cubierta caen al suelo, y algunos barriles empiezan a rodar. Podéis escuchar los gritos del navegante, que trata de enderezar el navío, pero poco a poco empieza a escorarse. Frente a vosotros, la isla se alza, imponente, y una costa suave se descubre ante vosotros. Por suerte, el oleaje derivado de la emersión de la isla va calmándose. La parte mala es que el barco parece haber quedado encallado en la arena.
- 14. Jack Garganoth y Naib Hunt:
- Avanzáis tras “convencer” al hombre. Por poco tiempo, ya que el mar se eleva a izquierda y derecha, y emergen dos grandes masas de tierra. De pronto el barco se inclina peligrosamente a estribor, y acaba volcando… sobre roca dura. ¿Qué demonios ha pasado? El navegante es aplastado por un montón de cajas y se le oye gritar de dolor. Mientras, podéis ver que os encontráis en una especie de costa en medio de dos islas. El lugar está lleno de extrañas formas coralinas, en ambas orillas.
- 15. Tsang Yue, Liv D. Astrid y Josep Lluis:
- Vuestro jefe deja el Den-Den Mushi y observa las crepes. Tras un momento de duda, coge una y la devora. Después, os mira con seriedad. Entonces es cuando el barco que se os aproximaba se eleva en el aire, empujado por una formación rocosa que ha surgido justo debajo de él. El navío cae sobre el vuestro, mientras la niebla empieza a disiparse. Tenéis pocos segundos para reaccionar.
“Soru”
Una sombra se mueve entre vosotros, agarrándoos y sois empujados fuera de vuestro barco antes de que quede reducido a astillas. Podéis ver a vuestro jefe sudando.
- Señores, rastreen la zona. –un instante después, desaparece a toda velocidad. El entorno es un extraño bosque de árboles geométricos. Un sonido silbante os alerta. Tres pulpos del tamaño de cerdos han aparecido de la nada, arrastrándose hacia vosotros con sus tentáculos.
- 16. Kasan, Teravan Zallen, CK, Natsuki Subaru, Adam, Alice, Alexandra Silvercat, Azula, Zuko, Ryuta, Shiki, Castor y Kusanagi (COMPAÑÍA CP RANGERS):
- El barco se detiene cuando la niebla se disipa y el agua empieza a borbotear. Parece que estáis rodeados por dos islas, en una pequeña bahía interna. Bueno, al menos la costa aquí es llana y de fácil acceso. Llegó la hora de repartir tareas… o tal vez prefiráis que cunda el caos (y aunque a Castor le haría gracia, creo que ese no es el plan original).
- 17. Yumei:
- Ves la isla frente a ti. No hay mucho más que contar, aparte que sus árboles son raros. Muy raros.
- 18. Worgulv, Barbazul, Gamzee/Eezmag:
- Para cuando Worgulv llega al barril, puede ver a dos extraños personajes subiendo a bordo por el cabo que ha lanzado su compañero de pelo azul. Gamzee y su hermano observan todo con interés. En ese momento aparece la isla frente a vuestros asombrados ojos. El barco se resiente ante las olas, pero resiste. Sin embargo, parece quedar atrapado en un banco de arena. ¿Y ahora qué? Podéis ver una espesa jungla frente a vosotros, de árboles extraños y retorcidos.
- 19. Ix D. Valieri:
- Tu barco tiene problemas. La madera cruje y se abre un agujero en el casco, por el que empieza a entrar agua. Por suerte la costa está ahí al lado. ¿Qué vas a hacer?
- 20. Difter y Eron:
- Las aguas se revuelven, y tanto delante como detrás de vosotros se elevan dos porciones de tierra, provocando que el yate se agite violentamente. Por suerte (o inspiración divina), Eron logra dominarlo y evitar que os vayáis a pique. Si os hubierais quedado quietos, posiblemente podríais decir adiós al barco. Ahora debéis decidir cuál es vuestro objetivo. Por cierto, Difter, te caes de la cama con el brusco movimiento del barco.
- 21. Joan D. Lluquer:
- ¡Encuentras un enorme tesoro frente a ti! Eres el mejor… oh, espera, ¿qué es ese ruido de fondo?
Te despiertas del sueño en el que estás. Te das cuenta de que acabas de golpear tu mochila, tirándola junto con todo su contenido por la borda. Adiós a tus provisiones. Y entonces el agua empieza a burbujear, y terminas rodeado por unas extrañas formaciones de coral que crecen a tu alrededor. Estás en una extraña costa con aspecto colorido… la isla ha surgido de bajo el agua… ¿y tu mochila? Ni rastro de ella.
- 22. Ikaruga D. Kraken:
- Dejas atrás el barco, que se pierde entre la niebla espesa, y sigues remando un rato. De pronto, notas cómo con el fondo del casco tocas algo. ¿Una zona de rocas? Sin previo aviso, el agua burbujea, y de pronto eres empujado hacia arriba sin compasión, como si te hubieras colocado sobre un geiser. Ahora estás en una zona escarpada y rocosa, en medio de una isla que ocupa varios kilómetros. Más abajo, la isla está cubierta de bosques, y al noreste, una extraña playa de aspecto coralino te sorprende con sus formas. Desde este punto puedes ver algunos barcos acercándose desde todas direcciones, así como gente caminando por la playa de coral (aunque a esta distancia son poco más que puntitos). Al norte, puedes ver una formación rocosa con una entrada en ella.
- 23. Max D. Dexer:
- La isla aparece. Tal vez hiciste bien en no girar en aquel atolón.
- 24. Zeno Wave:
- Cuando la isla aparece, tu bote es separado del otro. Llegas a una colorida zona similar a un arrecife de coral, pero en la superficie. Es entonces cuando ves una enorme roca moviéndose hacia ti desde la orilla.
- 25. Ragnar Asborn:
- La aparición de la isla separa ambos botes. De pronto estás rodeado por dos islas, una de ellas con una formación rocosa bastante elevada. Eso si, tu bote se ha roto un poco con el brusco movimiento, tal vez deberías tapar ese agujero.
- 26. Hakuna Matata:
- De repente ya no estás remando tranquilamente en un montón de agua calmada. Hay árboles que salen del mar a toda velocidad, llenos de extraños frutos ovalados de colores intensos. Oh, y ya no hay agua bajo el bote, solo tierra húmeda. ¿Qué ha pasado? Al sur ves una elevación del terreno, y al norte… más bosque. ¿Qué harás?
- 27. Maximillian D. Frinz y Atem:
- Avanzáis cuando de pronto. ¡Pum! Vuestro barco es rodeado por árboles espinosos que brotan a toda velocidad del agua. En apenas unos instantes, estáis en medio de un enorme zarzal. Y vuestro barco está encallado en tierra firme. La niebla se disipa, y véis que os encontráis en medio de un bosque de zarzas. ¿Qué ha ocurrido?
- 28. Lya D. Gol:
- La isla acaba de aparecer, y un extraño y grande pájaro de alas membranosas chilla mientras se acerca volando con intenciones hostiles hacia tu bote. ¿Qué harás?
- 29. Kei y Dharkel:
- Los ánimos se agitan cuando la niebla desaparece y la isla está frente a vosotros. Los mercenarios avanzan a toda prisa por la cubierta, y ambos os encontráis en medio del barullo. Acercan el barco a la costa, y uno de ellos, de aspecto imponente y brazos tatuados, os dice:
- Está bien, lo mejor será separarnos para encontrar ese tesoro cuanto antes. No estamos solos… -añade, señalando los barcos que amarran en otros puntos de la costa y los que se acercan desde el mar. Tras eso, todos menos un par de los hombres se internan en la jungla, buscando el oro. Esos dos quedan en el barco, vigilando.
¿Qué haréis ahora? Podéis ver la selva tropical frente a vosotros, y algo más allá, una enorme zona rocosa que se eleva varios cientos de metros.
- 30. Lambo:
- Entráis en una especie de bahía interior. Espera, ¿interior? Así es, la isla ha aparecido a vuestro alrededor. Los hombres vuelven a estar nerviosos… más aún cuando una enorme sobre se acerca desde el centro de la bahía hacia vosotros.
- 31. Ban Midou:
- El hombre te mira, algo temeroso. Más que temor, parece simplemente algo intimidado por tu presencia. Asiente y dice:
- Ya, esta niebla es una... ¿pero qué?
Un golpe en la popa hace que el barco se incline hacia delante bruscamente, y de pronto no estáis en el agua, sino en una empinada colina. El barco empieza a deslizarse y pronto da una vuelta de campana. Los golpes se suceden, y cuando os detenéis, el barco está bocabajo, el hombre está golpeado contra el techo, con aspecto de inconsciente o muerto, y tú te encuentras solo en medio de una extraña jungla.
- 32. Iliana y Enra Kelter:
- Seguís avanzando en la niebla, cuando frente a vosotros resuena el mar. Cuando la niebla se disipa, podéis ver una isla delante. Más bien un conjunto de islas. ¿Qué haréis ahora?
- 33. Aoi Sasaki, Aetiel y Fenrir:
- Os mantenéis en el barco, listos para combatir a cualquier enemigo, cuando escucháis el estruendo del agua y el navío se mueve debido al oleaje. La isla acaba de surgir de las profundidades oceánicas. Impresionante. Pero ahora hay que ver a dónde ir.
- 34. Zaheera:
- Oh, sorpresa, la isla ha brotado por arte de magia. Por cierto, ves un pequeño agujero en el casco de tu bote. Tal vez deberías arreglarlo.
- 35. Igor Kronk y Hache:
- Tras unos minutos avanzando, sentís cómo algo ocurre en el exterior. Las gaviotas chillan asustadas, y un fuerte oleaje hace moverse el barco. ¿Qué pasa ahí afuera? Si salís, veis que la niebla se ha disipado y que la isla ahora está completamente al descubierto. Un bosque de plantas extrañas se alza al lado de la costa. Eeeeh… ¿alguno de vosotros sabe como amarrar un barco? Porque vais directos contra la playa a toda velocidad.
- 36. Silver:
- Puta burocracia… te ha costado hacerte con un barco, y encima es pequeño. Al menos te has puesto en camino y la isla está frente a ti.
- 37. Syxel y Noah:
- Parece que os habéis quedado dormidos. Y menudo sitio para dormir habéis ido a elegir. Estáis atrapados en medio de una corriente y de remolinos, probablemente hayan sido provocados por la isla al brotar del mar como lo ha hecho. Tal vez debáis daros prisa y saltar a esas rocas de la costa antes de que sea tarde, la barquita empieza a crujir de forma bastante amenazadora.
- 38. Annie:
- El barco sufre un bandazo de pronto, y salís despedidos por el aire. Aterrizas en el suelo de forma milagrosa. Espera… ¿suelo? Así es, un suelo húmedo y cubierto por algas, pero un suelo firme, al fin y al cabo. El barco se ha deslizado por el otro lado de la formación rocosa en la que estás, que por cierto está cubierta de árboles de formas extrañamente geométricas. Escuchas un sonido siseante detrás de ti y te das cuenta de dos cosas: estás sola y te amenaza una especie de pulpo del tamaño de un pony que se arrastra sobre sus blandos y pegajosos tentáculos en dirección a ti.
- 39. Comic Sans e Ichizake:
- Os encontráis, cara a cara: esqueleto en un barco estrambótico, la bipolaridad hecha navío por un lado… por el otro, un aristócrata con un navío mucho más normalito. Vuestra discusión y paaaaarrrrrlamento se ve truncada por la aparición de la isla. Justo ahí, a vuestro lado. Podéis ver un paso estrecho entre dos cabos al este, así como una enorme entrada de agua al sur. La costa es baja, por lo que es factible desembarcar y seguir a pie… el caso es… ¿qué haréis?
- 40. Milena:
- Remas hacia el faro a toda velocidad, impulsándote sobre el agua con fuerza. Estás a punto de llegar cuando la luz del edificio se eleva de pronto frente a ti, y un montón de rocas escarpadas te rodean, emergiendo del mar como una trampa preparada para hacer naufragar a cualquier insensato que se acerque. Por suerte, tu barco es pequeño y no parte en dos, sino que se queda encajado entre dos rocas. Ya no hay agua bajo tus pies, y el faro queda muy cerca ahora, con su puerta abierta esperándote.
- 41. Némesis y Corvo:
- El barco avanza sin complicaciones. Cuando la isla aparece a vuestro alrededor. Parece que habéis quedado justo en una cala. Mira tú qué suerte. El único problema es el oleaje, pero el barco está equipado con estabilizadores en el casco que evitan males mayores aparte del derrame de un par de sustancias inflamables en el suelo, justo al tiempo que una sustancia comburente se derrama sobre ellas. Oh, mierda, tal vez debas apagar el incendio que se ha provocado en el laboratorio antes de salir a explorar ese bosque de la isla.
- 42. Mist D. Spanner y Zane D. Kenshin:
- Os aproximáis a la luz del faro cuando de pronto, aparece una isla de la nada entre vosotros y él. Os dirigís contra la costa, que ha brotado de debajo del agua como un géiser. Un bosque de árboles de formas extrañas la cubre por completo.
- 43. Yarmin Prince, Esmejit R. Airnal, Osuka Sumisu, Ai Nanasaki:
- Como respondiendo a la pregunta de Osuka, la niebla empieza a dispersarse con rapidez. Sin duda esa es una buena noticia, ¿no? El fondo del mar se ve, y parece que el nivel del agua baja rápidamente… o es que el suelo sube a toda velocidad. De pronto, tras vosotros se eleva una montaña de la nada, y os dais cuenta de que la isla acaba de brotar de bajo el agua. Habéis quedado encallados en la arena. ¿Qué haréis?
- 44. Maki, el Náufrago y NCG:
- Maki siente como algo le rodea del brazo como una correa, y entonces tiran de él como de un peso muerto. Parece que esos amables señores del barco quieren remolcarte, o subirte a bordo. ¿Qué harás? Mientras tanto, en el barco se forma un revuelo importante porque la niebla se disipa y la isla acaba de aparecer frente a vosotros.
Erin Reeve
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Akuma no mi
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Había estado muy ocupada con su agencia y los casos, a duras penas había escuchado de aquella tan interesante leyenda que rondaba por las diferentes islas. Su curiosidad era mayor que su responsabilidad, sinceramente, por lo que decidió seguir su instinto e ir a la aventura. Sin duda alguna, era algo merecedor de investigación por su parte, ¿qué clase de detective sería si dejase escapar tal oportunidad? No podía permitir que semejante cosa ocurriese. Trató de hacer, como era ya habitual en ella, una pequeña mochila con algo de latas de conserva, un abrelatas, algo de ropa de repuesto y una lupa (sí, una lupa, es más útil de lo que se cree). Con toda la información (escasa, por cierto) que había conseguido recopilar acerca de la isla en la que iba en busca, se adentró en alta mar. No se rendiría hasta saciar sus dudas.
Ya pasaron bastantes días y parecía como si fuese a la deriva, tratando de encontrar algo que tal vez era inexistente. Suspiró, abriendo una lata de refresco que llevaba con ella y bebiendo. Se fijó que, en el agua, había una serpiente no precisamente pequeña. - Oh... Creía haberla despistado hacía días... - Se dijo a sí misma. Se vio obligada a ponerse en pie y, justo cuando lo hizo, una enorme isla apareció a su espalda. Apreció la maravillosa e intimidante forma en la que lo hizo, quedándose totalmente sombrada ante aquello. Por fortuna no perdió el equilibrio y no cayó al agua. Estaría muerta de hacerlo.
¡Oh, sí, cierto, la serpiente! Casi se había olvidado de ella. Decidió pasar a su forma completa, provocando que sus colmillos sobresaliesen de su boca, creciese cabello por su piel y apareciesen ocho patas a su espalda. Estaba cerca de la orilla y tenía un plan por lo que remó hasta estar lo suficientemente próxima a esta para escapar. Lanzó varias telas de araña hacia la isla, haciendo que se quedasen pegadas en un árbol. El otro extremo lo unió al bote y, tras ello, usó de nuevo sus arácnidas extremidades para desplazarse velozmente hasta estar en tierra firme, concrétamente sobre una rama. - Estoy segura de que esa serpiente estaba esperando a que me despistase para atacarme... -
Bajó del árbol y volvió a su forma humana, arreglado su cabello y sintiendo cómo la brisa acariciaba sus piernas. En fin, ya estaba acostumbrada a sentir algo de frío, ¿qué importaba? Devolvió su mirada hacia el interior de la isla, sintiendo la mayor de las curiosidades sobre lo que ocultaría en su interior. No esperó más, deciidó adentrarse en esta con paso ligero... Olvidándose por completo de su mochila y su embarcación.
Ya pasaron bastantes días y parecía como si fuese a la deriva, tratando de encontrar algo que tal vez era inexistente. Suspiró, abriendo una lata de refresco que llevaba con ella y bebiendo. Se fijó que, en el agua, había una serpiente no precisamente pequeña. - Oh... Creía haberla despistado hacía días... - Se dijo a sí misma. Se vio obligada a ponerse en pie y, justo cuando lo hizo, una enorme isla apareció a su espalda. Apreció la maravillosa e intimidante forma en la que lo hizo, quedándose totalmente sombrada ante aquello. Por fortuna no perdió el equilibrio y no cayó al agua. Estaría muerta de hacerlo.
¡Oh, sí, cierto, la serpiente! Casi se había olvidado de ella. Decidió pasar a su forma completa, provocando que sus colmillos sobresaliesen de su boca, creciese cabello por su piel y apareciesen ocho patas a su espalda. Estaba cerca de la orilla y tenía un plan por lo que remó hasta estar lo suficientemente próxima a esta para escapar. Lanzó varias telas de araña hacia la isla, haciendo que se quedasen pegadas en un árbol. El otro extremo lo unió al bote y, tras ello, usó de nuevo sus arácnidas extremidades para desplazarse velozmente hasta estar en tierra firme, concrétamente sobre una rama. - Estoy segura de que esa serpiente estaba esperando a que me despistase para atacarme... -
Bajó del árbol y volvió a su forma humana, arreglado su cabello y sintiendo cómo la brisa acariciaba sus piernas. En fin, ya estaba acostumbrada a sentir algo de frío, ¿qué importaba? Devolvió su mirada hacia el interior de la isla, sintiendo la mayor de las curiosidades sobre lo que ocultaría en su interior. No esperó más, deciidó adentrarse en esta con paso ligero... Olvidándose por completo de su mochila y su embarcación.
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Tal parecía que el resto de agentes estaba bien... Incluso puede que demasiado animados. Castor se movió de un lado para otro con esa expresión de loco que le caracteriza, y no se me escapó la mirada que le dio a mi trasero (aunque obviamente no dije nada al respecto. Quería evitar en todo lo posible el contacto con él). Zuko parecía cansado, y nos comunicó que prefería continuar el viaje en barco. Por su parte, Shiki hizo gala de su esplendoroso cuerpo, el cual tuve que admitir que era digno de admirar, antes de lanzarse de espaldas al agua.
Y luego... estaba Ryuta. Ese hombre tenía cierta cantidad de rumores corriendo sobre él en el Cuartel Central, muy pocos de ellos buenos. Y cada vez que lo miraba, un escalofrío recorría mi espina dorsal. No estaba segura de qué era, puede que instinto, pero mi corazón me decía que debía alejarme también de ese hombre.
Aparte de eso, no tuve tiempo de fijarme en mucho más. Dado que todos estaban abandonando ya la grupa del Dragón, no quería quedarme la última, y decidí saltar también. Parecía una acción temeraria, pero lo tenía todo controlado: desde que desperté los poderes de mi Akuma no Mi, había tenido poco tiempo para practicarlos, aunque sí contaba ya con conocimientos básicos sobre lo que podía hacer. Concentrándome lo suficiente, pude aceptar la energía sagrada que tenía en mi interior, y mi cuerpo cambió a lo que se suele conocer como "forma híbrida". La parte importante de esta forma es que me permitía volar (con ciertas dificultades por la inexperiencia, todo sea dicho de paso), y floté con gracilidad hasta la seguridad de la cubierta en el barco a nuestro lado.
Allí tomé mi forma humana de nuevo, y me fijé en las caras de los agentes que venían originalmente en él. Reconocí alguna que otra, aunque tenía ciertos reparos en acercarme a saludar personalmente. No los conocía ni tenía confianza con ellos, y encima estábamos en una situación algo comprometida con tanta niebla.
Enseguida, una cadena de sorpresas comenzó a asaltarme: primero pude ver a Alice salir corriendo del interior de la embarcación, con cara de haber cometido una travesura. Si no llego a apartarme, hubiéramos chocado seguro. Luego cayó algo cerca mío, sobrecogiéndome antes de que pudiera ver que solo se trataba de Zuko, de vuelta a la normalidad y con pintas de querer descansar.
Y luego, tuve un Déjà vu.
La niebla comenzó a dispersarse y parecía que el mundo entero se sacudía. Formas oscuras se alzaron entre los restos de la neblina, formando una enorme silueta a nuestro alrededor, y el oleaje movió nuestro barco de un lado para otro durante unos instantes.
- ¡¿Pero qué coj...?! - Exclamé, alarmada. - ¡¿Nos hundimos?! ¿Qué está pasando?
Respondiendo a mi pregunta retórica, cuando todo estuvo en calma pude admirar el paisaje. La Isla Fantasma... se acababa de materializar bajo nosotros. O más bien nos acababa de rodear.
Rápidamente, busqué con la mirada a Kusanagi. Si por mí fuera, no perdería el tiempo y trataría de llegar a tierra lo antes posible, pero dado que en esa misión no iba sola sería más sensato esperar a ver qué decidía el líder del grupo. Lo importante era no dejar que reinara el Caos, y organizarnos como la élite que se suponía que éramos.
Hablando de lo cual, quizá fuera un buen momento para revisar mi bolso. No quería encontrarme con la sorpresa de que me fuera a faltar algo importante. Menos mal que me había acostumbrado a llevarlo siempre encima, por poco práctico que fuera estar cargándolo a todas partes. "Mejor prevenir que curar..." Pensé, mientras soltaba un suspiro de alivio al ver que lo tenía todo.
Y luego... estaba Ryuta. Ese hombre tenía cierta cantidad de rumores corriendo sobre él en el Cuartel Central, muy pocos de ellos buenos. Y cada vez que lo miraba, un escalofrío recorría mi espina dorsal. No estaba segura de qué era, puede que instinto, pero mi corazón me decía que debía alejarme también de ese hombre.
Aparte de eso, no tuve tiempo de fijarme en mucho más. Dado que todos estaban abandonando ya la grupa del Dragón, no quería quedarme la última, y decidí saltar también. Parecía una acción temeraria, pero lo tenía todo controlado: desde que desperté los poderes de mi Akuma no Mi, había tenido poco tiempo para practicarlos, aunque sí contaba ya con conocimientos básicos sobre lo que podía hacer. Concentrándome lo suficiente, pude aceptar la energía sagrada que tenía en mi interior, y mi cuerpo cambió a lo que se suele conocer como "forma híbrida". La parte importante de esta forma es que me permitía volar (con ciertas dificultades por la inexperiencia, todo sea dicho de paso), y floté con gracilidad hasta la seguridad de la cubierta en el barco a nuestro lado.
Allí tomé mi forma humana de nuevo, y me fijé en las caras de los agentes que venían originalmente en él. Reconocí alguna que otra, aunque tenía ciertos reparos en acercarme a saludar personalmente. No los conocía ni tenía confianza con ellos, y encima estábamos en una situación algo comprometida con tanta niebla.
Enseguida, una cadena de sorpresas comenzó a asaltarme: primero pude ver a Alice salir corriendo del interior de la embarcación, con cara de haber cometido una travesura. Si no llego a apartarme, hubiéramos chocado seguro. Luego cayó algo cerca mío, sobrecogiéndome antes de que pudiera ver que solo se trataba de Zuko, de vuelta a la normalidad y con pintas de querer descansar.
Y luego, tuve un Déjà vu.
La niebla comenzó a dispersarse y parecía que el mundo entero se sacudía. Formas oscuras se alzaron entre los restos de la neblina, formando una enorme silueta a nuestro alrededor, y el oleaje movió nuestro barco de un lado para otro durante unos instantes.
- ¡¿Pero qué coj...?! - Exclamé, alarmada. - ¡¿Nos hundimos?! ¿Qué está pasando?
Respondiendo a mi pregunta retórica, cuando todo estuvo en calma pude admirar el paisaje. La Isla Fantasma... se acababa de materializar bajo nosotros. O más bien nos acababa de rodear.
Rápidamente, busqué con la mirada a Kusanagi. Si por mí fuera, no perdería el tiempo y trataría de llegar a tierra lo antes posible, pero dado que en esa misión no iba sola sería más sensato esperar a ver qué decidía el líder del grupo. Lo importante era no dejar que reinara el Caos, y organizarnos como la élite que se suponía que éramos.
Hablando de lo cual, quizá fuera un buen momento para revisar mi bolso. No quería encontrarme con la sorpresa de que me fuera a faltar algo importante. Menos mal que me había acostumbrado a llevarlo siempre encima, por poco práctico que fuera estar cargándolo a todas partes. "Mejor prevenir que curar..." Pensé, mientras soltaba un suspiro de alivio al ver que lo tenía todo.
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Estaba haciendo el escaneo de datos y mirando desde arriba cuando la niebla se esfumó a la vez que la isla salía del mar como un volcán en erupción. Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Ahora con el misterio descubierto volví al barco, justo al tiempo para que me avisaran de un incendio en uno de los laboratorios. El incendio, que parecía ser algo más que una cosa sin importancia se habría originado por alguna sustancia química en el suelo y ahora amenazaba todo el laboratorio y el barco.
-Tu, coge aquello sacos, y tu ve por los que son como ese a la bodega. - Les indiqué a varios de los marines que venían en el barco, mientras yo cogía uno de los extintores de polvo que poseía la embarcación. – Échalo encima del fuego, no tengas miedo, solo es arena.
Después de estar un rato con el extintor, y perder dos sacos de arena de calidad para pruebas de formación de metales cristalizados conseguimos dominar y apagar el fuego. Pero esto nos había retrasado con respecto a los demás que vinieran a la isla, que según los informes no eran pocos. Y aunque el tesoro no me interesaba, conocer lo que elevaba y hundía la isla sí que lo hacía.
-Bien, ahora quiero a un equipo preparado para bajar en quince minutos, el resto asegurar el barco y la playa, acordaros de poner los instrumentos de medición del almacén 3.
Tras la ordenes me metí dentro de la armadura N1, activé todos los sistemas y comprobé la comunicación con los drones y la APCI I, y tras ver que todo estaba en orden, coloqué mejor el rifle para que no me molestara y bajé a la playa con un vuelo corto, que también me serviría para calibrar los propulsores. Cuando se reunieron todos los demás di la orden de avanzar hacia el interior, tendría que recoger algunas muestras de minerales, o al menos marcarlas para que los marines del barco las recogieran y cargaran.
-Tu, coge aquello sacos, y tu ve por los que son como ese a la bodega. - Les indiqué a varios de los marines que venían en el barco, mientras yo cogía uno de los extintores de polvo que poseía la embarcación. – Échalo encima del fuego, no tengas miedo, solo es arena.
Después de estar un rato con el extintor, y perder dos sacos de arena de calidad para pruebas de formación de metales cristalizados conseguimos dominar y apagar el fuego. Pero esto nos había retrasado con respecto a los demás que vinieran a la isla, que según los informes no eran pocos. Y aunque el tesoro no me interesaba, conocer lo que elevaba y hundía la isla sí que lo hacía.
-Bien, ahora quiero a un equipo preparado para bajar en quince minutos, el resto asegurar el barco y la playa, acordaros de poner los instrumentos de medición del almacén 3.
Tras la ordenes me metí dentro de la armadura N1, activé todos los sistemas y comprobé la comunicación con los drones y la APCI I, y tras ver que todo estaba en orden, coloqué mejor el rifle para que no me molestara y bajé a la playa con un vuelo corto, que también me serviría para calibrar los propulsores. Cuando se reunieron todos los demás di la orden de avanzar hacia el interior, tendría que recoger algunas muestras de minerales, o al menos marcarlas para que los marines del barco las recogieran y cargaran.
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"Bueno, mientras no me haya tocado un psicópata sádico con ganas de sangre supongo que no puede ser tan malo... Aunque no estoy seguro de que alguien con sed de sangre quisiera fijar su vista en mí."
Pensando eso, Sans decidió tomar la oportunidad y tratar de sacar algún beneficio de ella. Tampoco es como si tuviera muchas más opciones, de todas formas. Con cuidado de no hacer chocar las embarcaciones (por los pelos), consiguió situarse cerca de su vecino, el cual para gozo del Esqueleto no había decidido huir.
Era un barco de aspecto refinado pero a la vez industrial. Como sacado de una novela steampunk, con cableados, humo y aspas. Además, el símbolo del ojo rojo rodeado de plumas negras en la vela se veía intimidatorio, y Comic Sans se replanteó si había sido una buena idea después de todo. Tal vez estaría tratando con la nobleza... y eso se le daba fatal al comediante.
- ¿Jelou? ¿Alguien a bordo de este impresionante navío que pueda ayudar a un alma perdida? - Elevando la voz, en el fondo esperaba que no respondiera nadie, y simplemente se alejaran de él. Por suerte o por desgracia, no fue el caso, pues un hombre de aspecto importante se asomó por la cubierta. - Ah... esto... - Perdiendo algo de fuerza, el Esqueleto se puso nervioso. Se sentía amenazado, aunque no sabía por qué. Puede que la diferencia de altura entre los barcos no ayudase demasiado, sumado a la ya de por sí desventaja que sufría el pequeño huesudo. - B... ¡Buenas! Disculpe buen hombre, pero buscaba cierta isla y creo que me he perdido. ¿Sabría indicarme cómo salir de esta niebla tan espesa?
Y como anillo al dedo, la niebla se fue en ese preciso momento.
Dejando a Sans con la palabra en la boca y paralizado de la sorpresa, de repente donde antes solo había neblina espesa como un puré de verduras, se había alzado desde los fondos marinos una isla. No había que ser un genio para adivinar que seguramente aquella fuera la afamada Isla Fantasma.
- Oh... Vaya, ¡qué casualidad! ¿No? - Dijo, olvidándose por un momento de que su interlocutor no tenía pinta de presumir de mucho sentido del humor. No quería ser grosero y salir pitando sin haber intercambiado al menos algunas palabras (a menos que el aristócrata decidiera hacer eso mismo), por lo que se quedó quieto en el sitio sonriendo, esperando a ver cómo reaccionaba el hombre.
Pensando eso, Sans decidió tomar la oportunidad y tratar de sacar algún beneficio de ella. Tampoco es como si tuviera muchas más opciones, de todas formas. Con cuidado de no hacer chocar las embarcaciones (por los pelos), consiguió situarse cerca de su vecino, el cual para gozo del Esqueleto no había decidido huir.
Era un barco de aspecto refinado pero a la vez industrial. Como sacado de una novela steampunk, con cableados, humo y aspas. Además, el símbolo del ojo rojo rodeado de plumas negras en la vela se veía intimidatorio, y Comic Sans se replanteó si había sido una buena idea después de todo. Tal vez estaría tratando con la nobleza... y eso se le daba fatal al comediante.
- ¿Jelou? ¿Alguien a bordo de este impresionante navío que pueda ayudar a un alma perdida? - Elevando la voz, en el fondo esperaba que no respondiera nadie, y simplemente se alejaran de él. Por suerte o por desgracia, no fue el caso, pues un hombre de aspecto importante se asomó por la cubierta. - Ah... esto... - Perdiendo algo de fuerza, el Esqueleto se puso nervioso. Se sentía amenazado, aunque no sabía por qué. Puede que la diferencia de altura entre los barcos no ayudase demasiado, sumado a la ya de por sí desventaja que sufría el pequeño huesudo. - B... ¡Buenas! Disculpe buen hombre, pero buscaba cierta isla y creo que me he perdido. ¿Sabría indicarme cómo salir de esta niebla tan espesa?
Y como anillo al dedo, la niebla se fue en ese preciso momento.
Dejando a Sans con la palabra en la boca y paralizado de la sorpresa, de repente donde antes solo había neblina espesa como un puré de verduras, se había alzado desde los fondos marinos una isla. No había que ser un genio para adivinar que seguramente aquella fuera la afamada Isla Fantasma.
- Oh... Vaya, ¡qué casualidad! ¿No? - Dijo, olvidándose por un momento de que su interlocutor no tenía pinta de presumir de mucho sentido del humor. No quería ser grosero y salir pitando sin haber intercambiado al menos algunas palabras (a menos que el aristócrata decidiera hacer eso mismo), por lo que se quedó quieto en el sitio sonriendo, esperando a ver cómo reaccionaba el hombre.
Nocturne93
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Todo estaba demasiado tranquilo. Gusi y Tobías estaban allí enfrente, aunque parecían discutir entre ellos como si fueran críos. Pero Tobías si que me dijo que estaba utilizando mi haki de observación. Negué con la cabeza, no sentía que fuese buena idea.
-Utilizarlo ahora tan solo serviría para agotarme, además, si no hay instintos asesinos en contra de mí dudo que sea capaz de percibir absolutamente nada. El haki de observación hay que entrenarlo mucho para que te sirva para algo así. Además...
Un brusco ruido en el mar me hizo callarme y ponerme alerta. Me asomé desde estribor y pude ver como todo el agua comenzaba a burbujear de una forma realmente extraña, no me gustaba un pelo eso, parecía como si algo fuese a salir del interior del mar, y en mitad del mar abierto solo me apuntaba a una bestia marina. Pero en estas aguas no me encajaba nada así. De pronto la niebla va disipándose, por lo que se va advirtiendo algo más lejano en el horizonte, el mar se va viendo cada vez más oscuro, hasta que al final la niebla desaparece del todo. La sombra oceánica se va tornando más grande. Algo grande viene.
-¡Agarraros!
Rápidamente me aferré a un cabo con ambas manos. El mar comenzó a levantarse por delante y la mar se embraveció como si de una temible tormenta se tratase. El barco se balanceó como si fuera un mero juguete a manos de un infante. En cuestión de un minuto todo se acabó. Toda cubierta estaba empapada y yo estaba calado hasta arriba por hallarme justamente en estribor, esperaba que mis compañeros no estuviesen muy empapados debido a su condición.
Me sacudí y sequé un poco la cara apartando el agua que caía desde mi pelirrojo cabello. Observé hacia adelante y ante mi asombro había emergido una isla entera. No solo una isla, parecía como si fuese un archipiélago entero. ¿Qué diablos significaba eso? Una jodida isla acababa de aparecer de la nada, resultaba completamente increíble, no podía salir de mi asombro y me quedé unos minutos tratando de analizar lo que estaba ocurriendo. ¿Sería algún tipo de ilusión? No, el agua que me había mojado era demasiado real. Lo único que se me ocurría era que fuese alguna criatura marina de una dimensiones colosales. Pero no puede ser, está completamente quieta, no se aprecia movimiento. Por no decir que se puede ver un faro en lo alto del pico más alto. Un faro que no se cómo no había visto anteriormente, pues emitía su luz.
Me fijé en la costa, allí había un barco muy próximo. Me quedé observando directamente, necesitaba un catalejo para poder ver qué bandera ondeaba su palo mayor. Aparté la mirada y la posé sobre el mar lejano, no muy lejos de nosotros había otra embarcación. No podía ver su bandera, el viento soplaba en su dirección y el propio mástil me ocultaba la bandera. Ese barco estaba próximo allí. Era hora de comenzar a hacer lo que vinimos a hacer aquí. Pero primero es necesario reconocer el terreno y aquellos que están aquí próximos. Me giré al hombre que llevaba el timón.
-¡Virar 10º a estribor! -le grité antes de dirigirme a Gusi y Tobías- Preparaos. No sabemos si son aliados o enemigos.
Rápidamente, y mientras la maniobra se llevaba a cabo, fui a coger un catalejo para tratar de ver lo alto del palo mayor de aquél barco que estaba en la costa. Mientras nos acercábamos, necesitaba averiguar quienes eran ellos, por lo que aguardé hasta que estuvimos lo suficientemente cerca. Me aproximé al lado de babor nuevamente, desde allí me verían y podría ver a los que estuviesen allí próximos.
-Soy el teniente-comandante Kimura Hayate. Identificaos.
No sabía qué nos podíamos encontrar en esa embarcación, pero debíamos estar preparados para todo. Esperaba que así lo entendiesen mis compañeros y camaradas. Cualquier cosa podía ocurrir a partir de ahora. A la vez me quedaba pensando en la bandera de aquél otro navío. No era muy alentadora aquella visión. No somos muchos y como estos resultasen ser enemigos podríamos estar en serios apuros. Claro que si son aliados tendríamos facilidades en las próximas batallas. Todavía no sabía. Habría que esperar una respuesta por parte de la otra embarcación.
-Utilizarlo ahora tan solo serviría para agotarme, además, si no hay instintos asesinos en contra de mí dudo que sea capaz de percibir absolutamente nada. El haki de observación hay que entrenarlo mucho para que te sirva para algo así. Además...
Un brusco ruido en el mar me hizo callarme y ponerme alerta. Me asomé desde estribor y pude ver como todo el agua comenzaba a burbujear de una forma realmente extraña, no me gustaba un pelo eso, parecía como si algo fuese a salir del interior del mar, y en mitad del mar abierto solo me apuntaba a una bestia marina. Pero en estas aguas no me encajaba nada así. De pronto la niebla va disipándose, por lo que se va advirtiendo algo más lejano en el horizonte, el mar se va viendo cada vez más oscuro, hasta que al final la niebla desaparece del todo. La sombra oceánica se va tornando más grande. Algo grande viene.
-¡Agarraros!
Rápidamente me aferré a un cabo con ambas manos. El mar comenzó a levantarse por delante y la mar se embraveció como si de una temible tormenta se tratase. El barco se balanceó como si fuera un mero juguete a manos de un infante. En cuestión de un minuto todo se acabó. Toda cubierta estaba empapada y yo estaba calado hasta arriba por hallarme justamente en estribor, esperaba que mis compañeros no estuviesen muy empapados debido a su condición.
Me sacudí y sequé un poco la cara apartando el agua que caía desde mi pelirrojo cabello. Observé hacia adelante y ante mi asombro había emergido una isla entera. No solo una isla, parecía como si fuese un archipiélago entero. ¿Qué diablos significaba eso? Una jodida isla acababa de aparecer de la nada, resultaba completamente increíble, no podía salir de mi asombro y me quedé unos minutos tratando de analizar lo que estaba ocurriendo. ¿Sería algún tipo de ilusión? No, el agua que me había mojado era demasiado real. Lo único que se me ocurría era que fuese alguna criatura marina de una dimensiones colosales. Pero no puede ser, está completamente quieta, no se aprecia movimiento. Por no decir que se puede ver un faro en lo alto del pico más alto. Un faro que no se cómo no había visto anteriormente, pues emitía su luz.
Me fijé en la costa, allí había un barco muy próximo. Me quedé observando directamente, necesitaba un catalejo para poder ver qué bandera ondeaba su palo mayor. Aparté la mirada y la posé sobre el mar lejano, no muy lejos de nosotros había otra embarcación. No podía ver su bandera, el viento soplaba en su dirección y el propio mástil me ocultaba la bandera. Ese barco estaba próximo allí. Era hora de comenzar a hacer lo que vinimos a hacer aquí. Pero primero es necesario reconocer el terreno y aquellos que están aquí próximos. Me giré al hombre que llevaba el timón.
-¡Virar 10º a estribor! -le grité antes de dirigirme a Gusi y Tobías- Preparaos. No sabemos si son aliados o enemigos.
Rápidamente, y mientras la maniobra se llevaba a cabo, fui a coger un catalejo para tratar de ver lo alto del palo mayor de aquél barco que estaba en la costa. Mientras nos acercábamos, necesitaba averiguar quienes eran ellos, por lo que aguardé hasta que estuvimos lo suficientemente cerca. Me aproximé al lado de babor nuevamente, desde allí me verían y podría ver a los que estuviesen allí próximos.
-Soy el teniente-comandante Kimura Hayate. Identificaos.
No sabía qué nos podíamos encontrar en esa embarcación, pero debíamos estar preparados para todo. Esperaba que así lo entendiesen mis compañeros y camaradas. Cualquier cosa podía ocurrir a partir de ahora. A la vez me quedaba pensando en la bandera de aquél otro navío. No era muy alentadora aquella visión. No somos muchos y como estos resultasen ser enemigos podríamos estar en serios apuros. Claro que si son aliados tendríamos facilidades en las próximas batallas. Todavía no sabía. Habría que esperar una respuesta por parte de la otra embarcación.
Danio Rerio
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Mientras estoy concentrado empiezo a notar como el agua se agita alrededor de los tentáculos, algo está haciendo que la corriente venga hacia nosotros y aumente de fuerza considerablemente, entonces es cuando los vigías de estribor gritan “tierra al a vista”. Cuando abro los ojos la niebla ha desaparecido sin dejar rastro alguno, y de forma muy rápida. En su lugar hay unas islas conectadas entre sí, una mucho más grande que las otras. Los vigías de babor avisan de que tan viendo a tres buques de la marina junto a la isla. Además de otros dos barcos más en estribor, uno de ellos encallado. Ninguno llevaba bandera, por lo que no serían de la marina, pero podían ser cazadores o simples caza tesoros, ¿Qué hacer?
-Oficial de comunicaciones, comunique a los tres barcos de la marina que viren al sur para reunirnos en la flota, sus rumbos van directos a esas paredes rocosas. Vigía, este muy atento a ese barco, quiero saber si tiene alguna marco o signo, o cualquier cosa sospechosa que haga, al igual que el encallado. Timonel, rumbo a esa playa que tenemos delante, donde hemos indicado a los otros barcos. Soldados, preparar vuestras cosas, la fortuna nos sonríe hoy.
Dicho lo cual baje hasta ponerme en la parte delantera del barco, mirando en dirección a la pequeña flota de la marina. ¿Por qué enviarnos tan dispersos? ¿Tendrían las mismas coordenadas que nosotros? Eso ya daba igual, viendo la isla lo primero a hacer sería asegurar un perímetro en la playa, y luego si había hombres suficientes tomar el faro, ya que parecía el punto más alto de los alrededores.
-Oficial de comunicaciones, comunique a los tres barcos de la marina que viren al sur para reunirnos en la flota, sus rumbos van directos a esas paredes rocosas. Vigía, este muy atento a ese barco, quiero saber si tiene alguna marco o signo, o cualquier cosa sospechosa que haga, al igual que el encallado. Timonel, rumbo a esa playa que tenemos delante, donde hemos indicado a los otros barcos. Soldados, preparar vuestras cosas, la fortuna nos sonríe hoy.
Dicho lo cual baje hasta ponerme en la parte delantera del barco, mirando en dirección a la pequeña flota de la marina. ¿Por qué enviarnos tan dispersos? ¿Tendrían las mismas coordenadas que nosotros? Eso ya daba igual, viendo la isla lo primero a hacer sería asegurar un perímetro en la playa, y luego si había hombres suficientes tomar el faro, ya que parecía el punto más alto de los alrededores.
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El plan parecía sencillo. Lo único que había que hacer, era saltar del lomo de Zuko al otro barco que iba con ellos. El pobre loco se sintió un poco ignorado por el dragón, pero no le dio importancia. En el otro vehículo iba la chica peliverde, y por ello soltó un leve suspiro. Era el momento de hacerse el chulo delante de ella, y por ello sacó un cigarro, el cual encendió con su precioso mechero plateado. Soltó una enorme calada, y se dejó caer al navío. Con su precioso arte del rokushiki, pudo usar el geppou para quedar en un estado perfecto. Una vez allí, sonrió de lado mirando a CK. – Mi bella flor de las penumbras del Norte. Hoy eres mucho más linda de lo habitual. – En mitad de todos, y sin vergüenza alguna, como un tío de los de verdad. Aunque ya se esperaba la respuesta de ella.
El barco no tardó entonces en pararse, y todo comenzó a moverse. El rostro del loco permaneció impasible ante todo. De hecho, empezó a descojonarse mientras miraba un poco a su alrededor. La niebla se dispersó, y ahora estaban rodeados por islas. El CP9 entonces tomó un poco más de humo, y a continuación se estiró unos momentos. – ¡Sí! ¡Woooooooooo! ¡Yo me voy de excursión! – Mencionó en voz alta mientras miraba a todas direcciones. Sin pensárselo, se colocó delante del jefe, Kus, y le sonrió de forma ilusionada. Parecía un crío pidiéndole a su padre una bicicleta nueva. – Boss-san, yo iré a verificar el terreno con su permiso. Le hablaré por vía DDM. – Una vez dijo aquello, sin esperar respuesta, activó el kamisori, y salió disparado a la costa. Era llana, y de fácil acceso, y por ello aterrizó en ella con toda la calma del mundo.
Miró un poco hacia atrás, y después de unos momentos, sonrió de lado. – En el grupo hay mucho rabo. Por el momento me divertiré un rato. – Mencionó terminándose el cigarro, y tirando la colilla al mar. Activó su haki de observación, y se preparó para empezar su caminata. Era uno de los mejores espías, y por ello debía cumplir con su trabajo. Se abrochó un botón más de la camisa roja, y se cerró la gabardina. Su rostro cambió a uno serio, y sin previo aviso, comenzó a andar hacia delante. Entrecerró los ojos despacio, y se preparó para cualquier cosa. Como agente de nivel nueve, debía obtener resultados, y destacar. Esperaba que Kus no le mandase a una niñera, y si lo hacía¸ esperaba que no fuese un tío. Lo suyo sería que fuese la preciosa CK, Pero no creía tener tanta suerte. Por lo que simplemente continuó su camino con las manos en los bolsillos.
El barco no tardó entonces en pararse, y todo comenzó a moverse. El rostro del loco permaneció impasible ante todo. De hecho, empezó a descojonarse mientras miraba un poco a su alrededor. La niebla se dispersó, y ahora estaban rodeados por islas. El CP9 entonces tomó un poco más de humo, y a continuación se estiró unos momentos. – ¡Sí! ¡Woooooooooo! ¡Yo me voy de excursión! – Mencionó en voz alta mientras miraba a todas direcciones. Sin pensárselo, se colocó delante del jefe, Kus, y le sonrió de forma ilusionada. Parecía un crío pidiéndole a su padre una bicicleta nueva. – Boss-san, yo iré a verificar el terreno con su permiso. Le hablaré por vía DDM. – Una vez dijo aquello, sin esperar respuesta, activó el kamisori, y salió disparado a la costa. Era llana, y de fácil acceso, y por ello aterrizó en ella con toda la calma del mundo.
Miró un poco hacia atrás, y después de unos momentos, sonrió de lado. – En el grupo hay mucho rabo. Por el momento me divertiré un rato. – Mencionó terminándose el cigarro, y tirando la colilla al mar. Activó su haki de observación, y se preparó para empezar su caminata. Era uno de los mejores espías, y por ello debía cumplir con su trabajo. Se abrochó un botón más de la camisa roja, y se cerró la gabardina. Su rostro cambió a uno serio, y sin previo aviso, comenzó a andar hacia delante. Entrecerró los ojos despacio, y se preparó para cualquier cosa. Como agente de nivel nueve, debía obtener resultados, y destacar. Esperaba que Kus no le mandase a una niñera, y si lo hacía¸ esperaba que no fuese un tío. Lo suyo sería que fuese la preciosa CK, Pero no creía tener tanta suerte. Por lo que simplemente continuó su camino con las manos en los bolsillos.
Amaiar Silverfang
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Nada, no era capaz de percibir algo que le ayudase a mejorar la situación. Ni siquiera el Mantra parecía querer ayudar, pues solo sirvió para confirmar la presencia de las auras en los barcos cercanos, algunas de las cuales destacaron sobre el resto. Amaiar las reconoció vagamente como pertenecientes a algunos de sus compañeros de la Marina, con los cuales apenas se había visto una vez o dos. En esos momentos hubiera deseado poder pasar más tiempo congeniando con ellos, en lugar de participar en aquel Torneo y quedar eliminado en la segunda ronda. "Oh bueno, al menos conocí a algunas personas interesantes..." Pensó, la imagen de Kai cruzando por su cabeza.
Lo cierto es que también estaba todo bastante tranquilo (después del ruido inicial)... Quizás demasiado tranquilo. La luz del faro iluminó momentáneamente su cubierta, dándole a la atmósfera un ambiente fantasmagórico. "Esto no me gusta demasiado..."
Como una tormenta que llega tras la calma, los temores del Capitán se materializaron en forma de aún más ruido, olas y sacudidas. La niebla comenzó a disiparse y algo oscuro emergía desde las profundidades.
- ¡Seguid en vuestros puestos! - Exclamó, intentando hacerse oír. El caos podría desatarse de un momento a otro entre los asustados reclutas, y era de vital importancia que mantuvieran la cabeza fría. - ¡Sea lo que sea, aún está lejos!
Amaiar se dispuso de nuevo a ver qué estaba pasando, usando su prodigiosa vista, y tuvo que contener una exclamación de asombro cuando la niebla dejó paso al paisaje. Tan rápidamente como llegaron, las anomalías cesaron y enfrente del barco se hallaba una gran superficie de tierra. El faro estaba en lo alto, ascendido junto a la isla que acababa de emerger. Hubo un silencio que duró varios segundos, y luego Silverfang sonrió y encaró a su tripulación.
- Ahí está, muchachos... - Dijo, señalando. - ¡La Isla Fantasma!
Pudo oír vítores y exclamaciones de alivio generalizadas, y se alegró de que hubieran pasado ya aquella tortura psicológica que era no ver nada. Puede que fueran algo indisciplinados, pero eran sus hombres y se preocupaba por ellos.
- Ahora empieza la verdadera carrera. - Musitó para sí mismo. - ¡Extended bien las velas y poned este navío en marcha! ¡Dirección Sur, hacia aquella playa! ¡Vosotros...! - Se dirigió a un par de marines que no parecían tener nada entre manos. -... intentad establecer contacto por Den Den Mushi con las embarcaciones de los hermanos Naion. Avisadme cuando se haya formado un canal seguro, están justo ahí delante. - Hizo un gesto hacia los barcos que se veían enfrente, pegados uno al otro. Intentaría hablar con los responsables de cada uno y organizar un encuentro en tierra firme.
Mientras supervisaba que todo siguiera su curso, caminó de un lado de su propio barco al otro, ayudando en persona en todo lo que pudiera. Posiblemente más de uno se sorprendería al ver al superior a cargo haciendo trabajo duro junto a los reclutas, pero su naturaleza interior le podía, y para él era imposible estar quieto sin hacer nada. Además, serviría como distracción mientras esperaba esos Den Den.
Poco después, otro marine se acercó con un DDM, aunque no era ninguno de los que había mandado él. Algo confuso, respondió a la llamada entrante y confirmó que se trataba del cuarto barco. Les indicaban que querían encontrarse todos al Sur, y Silverfang los tranquilizó indicando que ya había dado instrucciones al respecto. Ciertamente, se había olvidado por completo de ellos... Puede que porque estaban demasiado lejos, aunque pronto aquel problema dejaría de serlo.
Lo cierto es que también estaba todo bastante tranquilo (después del ruido inicial)... Quizás demasiado tranquilo. La luz del faro iluminó momentáneamente su cubierta, dándole a la atmósfera un ambiente fantasmagórico. "Esto no me gusta demasiado..."
Como una tormenta que llega tras la calma, los temores del Capitán se materializaron en forma de aún más ruido, olas y sacudidas. La niebla comenzó a disiparse y algo oscuro emergía desde las profundidades.
- ¡Seguid en vuestros puestos! - Exclamó, intentando hacerse oír. El caos podría desatarse de un momento a otro entre los asustados reclutas, y era de vital importancia que mantuvieran la cabeza fría. - ¡Sea lo que sea, aún está lejos!
Amaiar se dispuso de nuevo a ver qué estaba pasando, usando su prodigiosa vista, y tuvo que contener una exclamación de asombro cuando la niebla dejó paso al paisaje. Tan rápidamente como llegaron, las anomalías cesaron y enfrente del barco se hallaba una gran superficie de tierra. El faro estaba en lo alto, ascendido junto a la isla que acababa de emerger. Hubo un silencio que duró varios segundos, y luego Silverfang sonrió y encaró a su tripulación.
- Ahí está, muchachos... - Dijo, señalando. - ¡La Isla Fantasma!
Pudo oír vítores y exclamaciones de alivio generalizadas, y se alegró de que hubieran pasado ya aquella tortura psicológica que era no ver nada. Puede que fueran algo indisciplinados, pero eran sus hombres y se preocupaba por ellos.
- Ahora empieza la verdadera carrera. - Musitó para sí mismo. - ¡Extended bien las velas y poned este navío en marcha! ¡Dirección Sur, hacia aquella playa! ¡Vosotros...! - Se dirigió a un par de marines que no parecían tener nada entre manos. -... intentad establecer contacto por Den Den Mushi con las embarcaciones de los hermanos Naion. Avisadme cuando se haya formado un canal seguro, están justo ahí delante. - Hizo un gesto hacia los barcos que se veían enfrente, pegados uno al otro. Intentaría hablar con los responsables de cada uno y organizar un encuentro en tierra firme.
Mientras supervisaba que todo siguiera su curso, caminó de un lado de su propio barco al otro, ayudando en persona en todo lo que pudiera. Posiblemente más de uno se sorprendería al ver al superior a cargo haciendo trabajo duro junto a los reclutas, pero su naturaleza interior le podía, y para él era imposible estar quieto sin hacer nada. Además, serviría como distracción mientras esperaba esos Den Den.
Poco después, otro marine se acercó con un DDM, aunque no era ninguno de los que había mandado él. Algo confuso, respondió a la llamada entrante y confirmó que se trataba del cuarto barco. Les indicaban que querían encontrarse todos al Sur, y Silverfang los tranquilizó indicando que ya había dado instrucciones al respecto. Ciertamente, se había olvidado por completo de ellos... Puede que porque estaban demasiado lejos, aunque pronto aquel problema dejaría de serlo.
Gamzee
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La isla brotó, como el pus de un grano molesto, sobre el agua, provocando un violento movimiento en cubierta. Los dos gemelos se agarraron para mantenerse estables, y evitaron caer rodando por el suelo. Gamzee abrió mucho los ojos, mientras su hermano los entrecerraba, tratando de entender qué ocurría. Su problema de visión le impedía visualizar aquella espectacular escena. El menor de los hermanos empezó a dar saltos en el sitio, señalando aquella maravillosa aparición.
- ¡Bro! ¡Bro! ¡Es un milagro! ¡Honk! ¡Honk! -de lo emocionado que estaba, empezó a reírse como si tuviera una bocina atascada en la garganta. Eezmag se llevó la mano a la barbilla, pensativo.
- ¿Qué es? -preguntó.
- ¡Una isla! ¡Es enormeee! ¡Y hay arbolitos de colores! -Eezmag se llevó la mano a la boca: estaba sangrando, tal vez uno de los hilos le había desgarrado los labios.
- Mmmm... -el chico sacó una aguja de su traje, y empezó a coserse de nuevo los labios, en completo silencio.
Durante unos momentos, ninguno de los dos hizo ningún movimiento, hasta que...
- Hola, buenos días. Me llamo Charló, y venía a ofrecerles la mejor oferta de... -un Den-Den Mushi que hacía las funciones de radio sonó en cubierta. Gamzee echó a correr hacia él, ignorando a los hombres que había allí reunidos, y que probablemente debían ser los que contestaran.
- ¡HOLAAAAAAAAAAA! -gritó todo lo fuerte que pudo, haciendo que los ojos pedunculares del aparato se doblasen hacia atrás por la fuerza-. ¡Yo soy Gamzee! ¡G-A-M-Z-E...!
- Disculpen a mi hermano. No nos interesa. -le interrumpió Eezmag, agarrando el auricular. Se había movido tras él a toda velocidad, y con aire cansado, colgó el aparato, dejando a quienquiera que hubiese llamado con la palabra en la boca.
- ¡Jooo, hermaaaanoooo! -se quejó Gam, hinchando los carrillos con aire y sentándose en el suelo. Poco más de tres segundos tardó en volver a sonreír de forma estúpida mirando las vetas de la madera.
- ¡Bro! ¡Bro! ¡Es un milagro! ¡Honk! ¡Honk! -de lo emocionado que estaba, empezó a reírse como si tuviera una bocina atascada en la garganta. Eezmag se llevó la mano a la barbilla, pensativo.
- ¿Qué es? -preguntó.
- ¡Una isla! ¡Es enormeee! ¡Y hay arbolitos de colores! -Eezmag se llevó la mano a la boca: estaba sangrando, tal vez uno de los hilos le había desgarrado los labios.
- Mmmm... -el chico sacó una aguja de su traje, y empezó a coserse de nuevo los labios, en completo silencio.
Durante unos momentos, ninguno de los dos hizo ningún movimiento, hasta que...
- Hola, buenos días. Me llamo Charló, y venía a ofrecerles la mejor oferta de... -un Den-Den Mushi que hacía las funciones de radio sonó en cubierta. Gamzee echó a correr hacia él, ignorando a los hombres que había allí reunidos, y que probablemente debían ser los que contestaran.
- ¡HOLAAAAAAAAAAA! -gritó todo lo fuerte que pudo, haciendo que los ojos pedunculares del aparato se doblasen hacia atrás por la fuerza-. ¡Yo soy Gamzee! ¡G-A-M-Z-E...!
- Disculpen a mi hermano. No nos interesa. -le interrumpió Eezmag, agarrando el auricular. Se había movido tras él a toda velocidad, y con aire cansado, colgó el aparato, dejando a quienquiera que hubiese llamado con la palabra en la boca.
- ¡Jooo, hermaaaanoooo! -se quejó Gam, hinchando los carrillos con aire y sentándose en el suelo. Poco más de tres segundos tardó en volver a sonreír de forma estúpida mirando las vetas de la madera.
Ban Midou IV
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El mafioso soltó un enorme bostezo mientras el barco avanzaba. El aburrimiento se estaba apoderando de él. Se bajó un poco las lentes, pudiendo ver mucho mejor el panorama. La niebla era muy porculera, y por ello decidió fruncir el ceño un poco. No estaba muy cómodo con aquello. El puto Lovers lo iba a pagar bien caro cuando volviese, y si es que lo hacía. Ban se rascó un momento la barbilla, sintiendo la necesidad de liarse a espadazos con todo el mundo. Respetaría al menos al tipo que le había llevado. De modo que no pensaba hacerle daño, a pesar de que le tenía mucho miedo, o eso empezó a sospechar. Las miradas que recibía por su parte, eran un poco incómodas. La culpa era de su precio de cien millones. Muchos le temían por ello, y no era nada justo. El puto Kleiton tuvo la culpa de todo, pero ese idiota ya dormía con los gusanos. Por lo que dejó ese tema.
De repente el barco se inclinó de forma violenta hacia el frente. Los ojos del chico se abrieron como platos, y trató de agarrarse a la baranda del navío. Su esfuerzo fue en vano, y al poco tiempo estaba tirado en el suelo. El haki armadura hizo que repeliese el golpe. Lo peor se le echaba encima, y literalmente. El enorme barco caía sobre él de forma violenta. El chico frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. Iba a ser aplastado por el enorme vehículo. Sin pensárselo más, colocó las manos hacia arriba. Cuando el enorme objeto cayó, le aplastó los brazos, y todo el cuerpo. El chico reventó en una pequeña explosión de magma ardiente. El barco continuó su camino, y Ban en forma de charco lo siguió. No tardó en ver que su objetivo se frenaba. El enorme trozo de madera quedó invertido, y no precisamente para mejor. Saber que el hombre estaría muerto no era de genios, pero podía estar inconsciente, y eso era una posibilidad.
- Mi suerte es increíble. Jodida isla de los cojones. – Dijo mirando la enorme jungla que se alzaba a su alrededor. El chico soltó un leve suspiro, y después se llevó la mano derecha a la frente. – Amo mi fruta. De no ser por ella, me habría hecho polvo. – Mencionó mirando el enorme barco.
Entrar en el barco podía ser muy arriesgado. Era buen médico, pero no disponía de un buen equipo. Se estuvo pensando el qué hacer, pero finalmente decidió ir en línea recta. No tenía ni idea de dónde estaba, pero confiaba en su sentido de la orientación. Esperaba que no fuese tan malo como su suerte, pues el pobre últimamente le ocurría de todo. Comprobó que todas sus espadas estaban bien, y entonces agarró a Hudoku despacio. – Es el momento de continuar, compañera. Tú me libraras de cualquier enemigo. – Le tenía mucho cariño a la espada que le regaló su padre. De hecho, era el único recuerdo que tenía de él. Soltó un enorme suspiro, y continuó caminando despacio. Mantuvo su haki de observación activado por lo que pudiese pasar. No quería llevarse un tiro por alguna trampa que hubiese colocada por la zona.
- Puta jungla… – Dijo al mismo tiempo que continuaba caminando a un ritmo calmado, y tranquilo. Era el momento de investigar.
De repente el barco se inclinó de forma violenta hacia el frente. Los ojos del chico se abrieron como platos, y trató de agarrarse a la baranda del navío. Su esfuerzo fue en vano, y al poco tiempo estaba tirado en el suelo. El haki armadura hizo que repeliese el golpe. Lo peor se le echaba encima, y literalmente. El enorme barco caía sobre él de forma violenta. El chico frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. Iba a ser aplastado por el enorme vehículo. Sin pensárselo más, colocó las manos hacia arriba. Cuando el enorme objeto cayó, le aplastó los brazos, y todo el cuerpo. El chico reventó en una pequeña explosión de magma ardiente. El barco continuó su camino, y Ban en forma de charco lo siguió. No tardó en ver que su objetivo se frenaba. El enorme trozo de madera quedó invertido, y no precisamente para mejor. Saber que el hombre estaría muerto no era de genios, pero podía estar inconsciente, y eso era una posibilidad.
- Mi suerte es increíble. Jodida isla de los cojones. – Dijo mirando la enorme jungla que se alzaba a su alrededor. El chico soltó un leve suspiro, y después se llevó la mano derecha a la frente. – Amo mi fruta. De no ser por ella, me habría hecho polvo. – Mencionó mirando el enorme barco.
Entrar en el barco podía ser muy arriesgado. Era buen médico, pero no disponía de un buen equipo. Se estuvo pensando el qué hacer, pero finalmente decidió ir en línea recta. No tenía ni idea de dónde estaba, pero confiaba en su sentido de la orientación. Esperaba que no fuese tan malo como su suerte, pues el pobre últimamente le ocurría de todo. Comprobó que todas sus espadas estaban bien, y entonces agarró a Hudoku despacio. – Es el momento de continuar, compañera. Tú me libraras de cualquier enemigo. – Le tenía mucho cariño a la espada que le regaló su padre. De hecho, era el único recuerdo que tenía de él. Soltó un enorme suspiro, y continuó caminando despacio. Mantuvo su haki de observación activado por lo que pudiese pasar. No quería llevarse un tiro por alguna trampa que hubiese colocada por la zona.
- Puta jungla… – Dijo al mismo tiempo que continuaba caminando a un ritmo calmado, y tranquilo. Era el momento de investigar.
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Iban remando a toda velocidad. Ushio decidió ignorar las palabras de su adormilado amigo y se concentró en lo que sea que estuviera adelante. Su Haki no le había advertido de nada y se estaba confiando. ”Voy a encontrarlo aunque muera en el intento” – si era tan legendario como se decía, no habría mucho problema en llevar una parte muy grande a su barco. Suspiró con calma y veía como su objetivo se estaba acercando y fue entonces que… ”Da fuq…” – fue notando algo raro… ¿Ese ruido? Era probable, pero fue entonces que se dio cuenta de un detalle…. ¡La isla estaba saliendo del mar! Notó el camino irregular y como la súper fuerza de Taiga iba lanzando gravilla allá por donde pasaran. Finalmente, se detuvieron y Ushio quedó impresionado… Y analizó lo que sabía: Todo indicaba que habían llegado a una extraña meseta alta y que al norte estaba el faro.
– Vaya… A esto se referían con que es mágica… – susurró mientras miraba, por unos cuantos segundos, impresionado. – En fin, Taiga; estate atento. A saber con qué demonios nos encontramos en esta isla. – Se bajó del barco y sonrió de medio lado. La aventura se olía a montones y casi parecía ser un niño queriendo partir cuanto antes. Arregló sus espadas y por unos momentos se puso a pensar. Pero, solo había un solo camino y la única guía era el faro. ”Aunque… Todos irán a ese lugar…” – era el punto más visible, o eso creía, de toda la isla. Si había un lugar donde todos iban a ir… Era ese. ¿Era buena idea? ¿Debía pensar en otro plan?
– Bien, Taiga; si vamos al faro es seguro que nos encontraremos a medio mundo – empezó a decir con toda la calma del mundo. ¿Qué era una aventura sin riesgos? – Así que… Si tienes una idea mejor, te escucho. – Quizás Taiga le respondía lo mismo, si ese era el caso; empezaría a caminar rumbo al faro… Lo que significaba internarse en aquella jungla de aspecto horrible. No le importaba en lo más mínimo, pero tampoco le gustaba la idea. Si su mejor tenía otro plan, lo escucharía y debatiría sobre ella. ”Sabes que van a ir al faro, idiota.” – se dijo a si mismo con calma.
– Vaya… A esto se referían con que es mágica… – susurró mientras miraba, por unos cuantos segundos, impresionado. – En fin, Taiga; estate atento. A saber con qué demonios nos encontramos en esta isla. – Se bajó del barco y sonrió de medio lado. La aventura se olía a montones y casi parecía ser un niño queriendo partir cuanto antes. Arregló sus espadas y por unos momentos se puso a pensar. Pero, solo había un solo camino y la única guía era el faro. ”Aunque… Todos irán a ese lugar…” – era el punto más visible, o eso creía, de toda la isla. Si había un lugar donde todos iban a ir… Era ese. ¿Era buena idea? ¿Debía pensar en otro plan?
– Bien, Taiga; si vamos al faro es seguro que nos encontraremos a medio mundo – empezó a decir con toda la calma del mundo. ¿Qué era una aventura sin riesgos? – Así que… Si tienes una idea mejor, te escucho. – Quizás Taiga le respondía lo mismo, si ese era el caso; empezaría a caminar rumbo al faro… Lo que significaba internarse en aquella jungla de aspecto horrible. No le importaba en lo más mínimo, pero tampoco le gustaba la idea. Si su mejor tenía otro plan, lo escucharía y debatiría sobre ella. ”Sabes que van a ir al faro, idiota.” – se dijo a si mismo con calma.
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Los ojos de la pelirroja continuaban fijos en la luz. Podía estirar la mano e imaginar que simplemente lo podía apagar como si de una vela fuese. No tardó mucho en sonreír de lado. Se quedó pensativa unos momentos. No pensaba dejar el enorme objeto encendido. Si podía apagarlo, todo sería mucho mejor. De esa forma, cualquier viajero podría perderse con facilidad. El faro podía guiarlos allí, y aquello no le convenía mucho. Todo debía ser solo para ella, y por eso iba tan rápida hasta aquel sitio. Como arma portaba su espada, y ella le bastaría para defenderse de todo lo que la intentara dañar. No era una presa fácil, y por ello iba muy calmada, y tranquila. No pudo ver nada debido a la niebla, y eso provocó que frunciera un poco el ceño. Se empezaba a incomodar muchísimo. Si continuaba de aquella forma, cortaría el barco en un arrebato de ira.
De repente la luz del faro quedó elevada, y eso hizo que la pelirroja abriese los ojos como platos. La había tomado por sorpresa. Unas enormes rocas salieron del mar de forma peligrosa. No fue empalada debido al pequeño tamaño del bote, o de lo contrario, podía ser que estuviese muerta. Frunció el ceño dándose cuenta que bajo sus pies no quedaba agua, más bien una masa de tierra firme. Aquello hizo que escupiese a un lado, y después saltase del vehículo, el cual quedó atrapado entre dos rocas. Pudo ver el faro muy cerca, y la puerta abierta para ella. Sonrió de lado, y comenzó a caminar hacia él. Una vez estuvo cerca¸ pudo ver lo que parecía ser un aura, aunque más bien la sintió. No pudo evitar suspirar, y después de unos momentos sacó su espada. Miró la luz, y de repente lanzó un potente tajo al aire, cortándolo y formando una onda de choque que fue al foco. Planeaba destrozarla.
Lo hiciese o no, entraría en el interior. En ese momento se dio cuenta de que era viejo, pero el aura que sentía estaba dentro. En ese momento miró a lo que parecía ser una persona del sexo masculino, pero pensaba que era la primera. Se quitó de la cabeza la idea de que pudiese ser un fantasma o algo por el estilo. – Veo que no he sido la primera en venir ¿Pirata? ¿Gobierno? ¿Distinto? – Preguntó sonriendo de lado. Portaba la mano en la espada en todo momento, y por eso mismo estaba tranquila.
De repente la luz del faro quedó elevada, y eso hizo que la pelirroja abriese los ojos como platos. La había tomado por sorpresa. Unas enormes rocas salieron del mar de forma peligrosa. No fue empalada debido al pequeño tamaño del bote, o de lo contrario, podía ser que estuviese muerta. Frunció el ceño dándose cuenta que bajo sus pies no quedaba agua, más bien una masa de tierra firme. Aquello hizo que escupiese a un lado, y después saltase del vehículo, el cual quedó atrapado entre dos rocas. Pudo ver el faro muy cerca, y la puerta abierta para ella. Sonrió de lado, y comenzó a caminar hacia él. Una vez estuvo cerca¸ pudo ver lo que parecía ser un aura, aunque más bien la sintió. No pudo evitar suspirar, y después de unos momentos sacó su espada. Miró la luz, y de repente lanzó un potente tajo al aire, cortándolo y formando una onda de choque que fue al foco. Planeaba destrozarla.
Lo hiciese o no, entraría en el interior. En ese momento se dio cuenta de que era viejo, pero el aura que sentía estaba dentro. En ese momento miró a lo que parecía ser una persona del sexo masculino, pero pensaba que era la primera. Se quitó de la cabeza la idea de que pudiese ser un fantasma o algo por el estilo. – Veo que no he sido la primera en venir ¿Pirata? ¿Gobierno? ¿Distinto? – Preguntó sonriendo de lado. Portaba la mano en la espada en todo momento, y por eso mismo estaba tranquila.
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El comodoro continuaba observando la situación con calma. La jodida niebla no le dejaba ver nada, y el capitán no daba rastro de vida. La enorme armadura, tuvo que suspirar debido a que el jefe no aparecía, y por ello se estaba desesperando. El puto Al era el emperador de los flojos. Todo el jodido día durmiendo o tumbado por ahí. Esperaba al menos que esta vez no fuese de esa forma. Estaba muy impaciente, y el barco de Misa avanzaba a la par del de ellos. No podía permitirse perder, y todo por culpa de sus compañeros. Putos holgazanes.
El rubio entonces se acercó con cuidado a la borda, mirando el mar con seriedad. Era como si el rey marino más grande del mundo, fuese a salir en cualquier momento. No tenía miedo, pero sí muchísimo respeto por el mundo de las profundidades. Él no tenía fruta del diablo, y podía darse el lujo de nadar en caso de caer en el mar. Muchos podían verlo en desventaja contra usuarios, pero debido a el poder tocar kairouseki, y a poder meterse en el agua, él se veía un poco aventajado en muchos de los casos. Sus estrategias, eran realmente muy buenas. De ese modo pensaba él.
De repente, el marine alzó una ceja al ver lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos. – No puede ser verdad… – La isla no tardó nada en empezar a salir de las profundidades marinas hacia fuera. El chico apretó los puños, quedando impresionado ante semejante espectáculo. Una pequeña sonrisa se formó entonces en su rostro. Tenía muchas ganas de desembarcar de una vez. Pero eso dependía del rey de los dormilones. El rubio entonces continuó mirando el espectáculo que sucedía frente a sus ojos. No todos los días podía ver cosas de aquel tipo, y mucho menos salir ileso.
No podía más, y en ese momento rompió su propia norma. Activó el haki de observación, detectando a su líder por el interior del navío. Abrió la boca de forma exagerada, y notó un poco de sudor bajarle por la mejilla. No podía ser que la morsa estuviese durmiendo a pierna suelta. – ¡Capitan! ¡Nos vamos a perder lo mejor de todo! – Gritó a forma de queja mientras daba pequeños saltos. Se moría de ganas por poder ir a tierra firme, y explorar todo lo que pudiese. De hecho, esperaba un poco de diversión en caso de que hubiese enemigos o algo por el estilo. Miró un momento al pelirrojo, que parecía tener algo en la cabeza, pero no le dio mucha importancia.
El rubio entonces se acercó con cuidado a la borda, mirando el mar con seriedad. Era como si el rey marino más grande del mundo, fuese a salir en cualquier momento. No tenía miedo, pero sí muchísimo respeto por el mundo de las profundidades. Él no tenía fruta del diablo, y podía darse el lujo de nadar en caso de caer en el mar. Muchos podían verlo en desventaja contra usuarios, pero debido a el poder tocar kairouseki, y a poder meterse en el agua, él se veía un poco aventajado en muchos de los casos. Sus estrategias, eran realmente muy buenas. De ese modo pensaba él.
De repente, el marine alzó una ceja al ver lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos. – No puede ser verdad… – La isla no tardó nada en empezar a salir de las profundidades marinas hacia fuera. El chico apretó los puños, quedando impresionado ante semejante espectáculo. Una pequeña sonrisa se formó entonces en su rostro. Tenía muchas ganas de desembarcar de una vez. Pero eso dependía del rey de los dormilones. El rubio entonces continuó mirando el espectáculo que sucedía frente a sus ojos. No todos los días podía ver cosas de aquel tipo, y mucho menos salir ileso.
No podía más, y en ese momento rompió su propia norma. Activó el haki de observación, detectando a su líder por el interior del navío. Abrió la boca de forma exagerada, y notó un poco de sudor bajarle por la mejilla. No podía ser que la morsa estuviese durmiendo a pierna suelta. – ¡Capitan! ¡Nos vamos a perder lo mejor de todo! – Gritó a forma de queja mientras daba pequeños saltos. Se moría de ganas por poder ir a tierra firme, y explorar todo lo que pudiese. De hecho, esperaba un poco de diversión en caso de que hubiese enemigos o algo por el estilo. Miró un momento al pelirrojo, que parecía tener algo en la cabeza, pero no le dio mucha importancia.
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No es que Misa no estuviera atenta a lo que estaba pasando… Estaba aburrida de esperar. ¿Qué había de mal en los informes? Las coordenadas debían ser las correctas entonces, ¿por qué no aparecía la isla? Pensaba en todo eso, cuando la voz de Lara interrumpió aquel proceso. Notó que no era el mismo tono de siempre. ¿Tan preocupada estaba? Se preguntaba si estaba nerviosa, confundida o si tenía miedo… Podían ser las tres juntas, pero no quiso indagar mucho en el tema. Asintió con la cabeza y sonrió de forma amable. No le interesaba mucho tener que estar al mando y si los superiores habían puesto a Lara como líder, por algo debía ser. Recordó los extraños fantasmas que tuvo y pensó en que aún no confiaban en ella. Suspiró con calma.
– Lara… – iba a comentarle algo, pero justo entonces fue que todo empezó a moverse de una forma un poco… Descontrolada. El barco fue sacudido por las olas y, como por arte de magia, la isla había aparecido y el faro había desaparecido. – Eso fue raro. – Miró a los demás y todos parecían estar bien, además los buques no habían chocado. Suspiró con calma y se quedó callada pensando en lo que podían hacer. Una especie de costa más baja estaba a un par de metros. ¿Debería bajar? No, no podía ser tan impulsiva. Además, no era ella la que daba las órdenes. Al lado había un vicealmirante y un comodoro. Ellos tenían más rango, aparte de ser más fuertes que ella, y ellos deberían manejar la situación.
– Primero que todo, hay que mantener la calma – dijo elevando un poco su voz. Lo suficiente para que todos en su barco la escucharan con claridad. – Lo segundo, estaremos a la espera de que el vicealmirante Al y Lara digan que hacer. ¿Entendido? – suspiró de forma calmada y se dio media vuelta para mirar a su compañera. – Tranquila, no bajaré la guardia. Cuentas conmigo, Lara. – El grupo era grande, pero debía ser capaz de protegerlos a todos. Además, contaba con Xemnas. Sí… Era imposible imaginar que le tesoro no fuera para la Marina. Soltó un suspiro y se quedó a la espera de las órdenes. La aventura más épica de todas estaba por comenzar.
– Lara… – iba a comentarle algo, pero justo entonces fue que todo empezó a moverse de una forma un poco… Descontrolada. El barco fue sacudido por las olas y, como por arte de magia, la isla había aparecido y el faro había desaparecido. – Eso fue raro. – Miró a los demás y todos parecían estar bien, además los buques no habían chocado. Suspiró con calma y se quedó callada pensando en lo que podían hacer. Una especie de costa más baja estaba a un par de metros. ¿Debería bajar? No, no podía ser tan impulsiva. Además, no era ella la que daba las órdenes. Al lado había un vicealmirante y un comodoro. Ellos tenían más rango, aparte de ser más fuertes que ella, y ellos deberían manejar la situación.
– Primero que todo, hay que mantener la calma – dijo elevando un poco su voz. Lo suficiente para que todos en su barco la escucharan con claridad. – Lo segundo, estaremos a la espera de que el vicealmirante Al y Lara digan que hacer. ¿Entendido? – suspiró de forma calmada y se dio media vuelta para mirar a su compañera. – Tranquila, no bajaré la guardia. Cuentas conmigo, Lara. – El grupo era grande, pero debía ser capaz de protegerlos a todos. Además, contaba con Xemnas. Sí… Era imposible imaginar que le tesoro no fuera para la Marina. Soltó un suspiro y se quedó a la espera de las órdenes. La aventura más épica de todas estaba por comenzar.
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Los ojos del rubio continuaban totalmente cerrados. Debido al esfuerzo que estaba haciendo, le molestaba el hecho de tenerlos abiertos. El sudor caía por su rostro hasta la barbilla, pero no se rendía de ninguna manera. No iba a parar hasta haberlos dejado a los dos en el tesoro, y por ello aumentó el ritmo de forma exagerada. Sus bíceps se marcaban pese a la ropa, y unas venitas se le formaron en la frente. Se notaba que el esfuerzo que estaba realizando era enorme. Esperaba poder darse una buena ducha después de todo aquello, pero algo le decía que dicho lugar de satisfacción, iba a tardar muchísimo en llegar.
El Cipher Pol, continuaba con su esfuerzo, oliendo el olor de su amigo cerca de él. Debido a sus sentidos, podía notarle con facilidad. De hecho, se juró así mismo, no olvidarse del aroma del moreno. De ese modo podría encontrarle en cualquier sitio en el que estuviese. Era un método fiable, y muy práctico a decir verdad. El chico era muy listo para aquel tipo de cosas. Por nada estaba en el servicio de inteligencia. En menos de un mes era un agente del grado ocho, y por ello estaba muy orgulloso de sí mismo. Mostró una pequeña sonrisa mientras remaba con fuerza. Dentro de poco iba a tomarse un pequeño descanso. De hecho, no iba a avisar. El primo Carlos de Ushio debería esperar un poco.
En ese momento el lobo abrió los ojos. Pudo ver que ya, no estaban en el mar. Se encontraban en tierra firme. No podía creerse que hubiese estado remando por allí, y todo por culpa del moreno. No le dijo que se frenase ni nada por el estilo. Suspiró entonces de forma lenta, y lo siguiente que hizo fue escucharle. Una vez terminó, el lobo se quedó unos momentos pensativo, analizando la situación de la mejor forma posible. Entrecerró los ojos un momento, y después de abrirlos sonrió de lado. Dejó los remos dentro del bote, y justo después miró a donde estaba el faro. Podía ir volando junto a él, pero lo mejor sería ahorrar energía durante todo el camino. De esa forma estarían como nuevos después, y podrían combatir de la mejor forma posible.
Taiga entonces iluminó sus ojos en un tono amarillo, y sus colmillos se afilaron. Todo su cuerpo comenzó a recubrirse de pelo, y sus orejas se volvieron lupinas. Su altura llegó hasta los cinco metros, y entonces su ropa se ensanchó mucho. Sonrió de forma amable, y estiró su mano hacia el moreno. Intentó colocarlo en pie sobre su hombro derecho. Estaba en su forma híbrida, y por ello tenía el aspecto de un enorme hombre lobo. – Lo mejor será que te agarres con fuerza a mí. – Una vez dijo aquello, miró al Norte con una sonrisa simple. Activó el soru, y por ello comenzó a moverse a una velocidad enorme. Su objetivo era el faro. Iba imbuido en haki para no hacerse daño con los obstáculos del camino.
El Cipher Pol, continuaba con su esfuerzo, oliendo el olor de su amigo cerca de él. Debido a sus sentidos, podía notarle con facilidad. De hecho, se juró así mismo, no olvidarse del aroma del moreno. De ese modo podría encontrarle en cualquier sitio en el que estuviese. Era un método fiable, y muy práctico a decir verdad. El chico era muy listo para aquel tipo de cosas. Por nada estaba en el servicio de inteligencia. En menos de un mes era un agente del grado ocho, y por ello estaba muy orgulloso de sí mismo. Mostró una pequeña sonrisa mientras remaba con fuerza. Dentro de poco iba a tomarse un pequeño descanso. De hecho, no iba a avisar. El primo Carlos de Ushio debería esperar un poco.
En ese momento el lobo abrió los ojos. Pudo ver que ya, no estaban en el mar. Se encontraban en tierra firme. No podía creerse que hubiese estado remando por allí, y todo por culpa del moreno. No le dijo que se frenase ni nada por el estilo. Suspiró entonces de forma lenta, y lo siguiente que hizo fue escucharle. Una vez terminó, el lobo se quedó unos momentos pensativo, analizando la situación de la mejor forma posible. Entrecerró los ojos un momento, y después de abrirlos sonrió de lado. Dejó los remos dentro del bote, y justo después miró a donde estaba el faro. Podía ir volando junto a él, pero lo mejor sería ahorrar energía durante todo el camino. De esa forma estarían como nuevos después, y podrían combatir de la mejor forma posible.
Taiga entonces iluminó sus ojos en un tono amarillo, y sus colmillos se afilaron. Todo su cuerpo comenzó a recubrirse de pelo, y sus orejas se volvieron lupinas. Su altura llegó hasta los cinco metros, y entonces su ropa se ensanchó mucho. Sonrió de forma amable, y estiró su mano hacia el moreno. Intentó colocarlo en pie sobre su hombro derecho. Estaba en su forma híbrida, y por ello tenía el aspecto de un enorme hombre lobo. – Lo mejor será que te agarres con fuerza a mí. – Una vez dijo aquello, miró al Norte con una sonrisa simple. Activó el soru, y por ello comenzó a moverse a una velocidad enorme. Su objetivo era el faro. Iba imbuido en haki para no hacerse daño con los obstáculos del camino.
Alice Branwen
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La joven parpadeó al ver a uno de sus compañeros de misión acercándose a ella; al parecer no sería la joven quien rompería el hielo primero. Debía admitir que el hombre era buen mozo, además que vestía de forma muy elegante. Si la joven tuviera que compararlo con algo, diría que el chico parecía completamente a uno de esos caballeros o mozos de restaurante de gran reputación. La joven arqueó una ceja al escuchar la petición del pelinegro, pero luego sonrío; no veía nada de malo en aceptar tal invitación. Sin embargo, antes de que pudiera acceder, la peliverde, quien se supone estaba a cargo del barco, se acercó hasta ellos. Regañó al pelinegro por lo del té, pero luego terminó aceptando una taza. Es cierto que estaban en una misión, sí, pero tampoco había que estar tan agitado o nervioso. Eso tan solo traería problemas al grupo.
Al ver que la mujer terminó con su reprimenda, se dispuso a hablar, pero fue interrumpida... Otra vez. Un puchero se formó en su rostro y simplemente tomó una taza, no sin antes al pelinegro que se le ofreció aquel brebaje, claro. Uno siempre tenía que ser respetuoso ante todo, incluso si el receptor era alguien rudo o sarcástico. Tranquilamente tomó de su taza, mientras oía como la nueva presencia hablaba... Y hablaba... Y hablaba. De repente, un ligero dolor de cabeza le invadió, pero no era nada preocupante. Ella era la primera en admitir que tendía a hablar demasiado... Pero ese hombre le acababa de destruir completamente en cuanto a record de habla se refería. Tranquilamente dejó la taza en la bandeja y se dirigió al pelinegro mientras hacía una pequeña reverencia, como mujer de nobleza que era... Antiguamente, claro está.
– Muchas gracias por el té señor; estaba delicioso – le dijo cortésmente.
Luego de agradecer, dirigió su atención al hombre del sombrero. Iba a decirle algo, pero cierto movimiento a su alrededor captó su atención. Cuando partieron de la base, la joven juraba que eran seis los que abordaron inicialmente el barco, entonces... ¿Por qué parecía que habían mas presencias en la nave? Miró hacia arriba y arqueó una ceja al ver que el dragón desapareció. Comprendió entonces lo que sucedió; la división de al lado abordaron el barco mientras ella estaba distraída, un gran error de su parte. La joven no tenía la certeza, pero algo le decía que los miembros de la otra división eran... Únicos y extraños, por no decirlo de otro modo. De todas formas, ella no juzgaba a la gente por eso; ella era muy amable para mostrarse hostil ante otras personas.
Una pequeña sonrisa traviesa apareció en su rostro al ver a cierta pelirroja en el navío; con esa ya eran tres veces que se encontraban por algún motivo. El destino era muy raro y caprichoso en ocasiones, pero, de todas formas, no se iba a quejar. Alice estaba contenta de que al menos hubiera una cara conocida en la misión.
Se dispuso a acercarse a Alex para charlar, pero un violento movimiento arruinó aquello. La joven se aferró a un barrote de madera que encontró y cerró los ojos mientras esperaba que la turbulencia pasara. Una vez que el barco se detuvo, abrió los ojos, y lo que vio le sorprendió. La niebla había desaparecido, y el barco se encontraba entre medio de dos islas desconocida; habían llegado a su destino. La joven se sacudió el polvo de su ropa, se sacó el chaleco de cuero y lo guardó en su bolso junto a sus diales y objetos. Lentamente se acercó hasta donde se encontraba la pelirroja y le saludó.
– Ara, tal parece que nos volvemos a encontrar, Lexy-chan – dijo la joven con un tono algo sugerente. Por otro lado, le había encontrado el apodo perfecto a la pelirroja. Por lo que sabía, nadie más le llamaba así.
Luego de saludar, su semblante cambió a uno serio y pasó a forma completa. Cerró los ojos e inhaló fuertemente lo mas que pudo. En un instante, diversos olores inundaron sus fosas natales y, en un instante, dejó registrado en su mente todos los olores que desprendían sus compañeros. A falta de mantra, la joven se las apañaba como podía, y los osos eran muy buenos rastreadores usando el olfato en casos como aquellos. Una vez que hizo su tarea, volvió a la humana, como si nada hubiera pasado. Aunque, de todas formas, igual explico su proceder por si las dudas.
– Si se preguntan que vino eso... Simplemente fue para registrar el olor de todos – se explicó con simpleza.
Luego de aquello, se quedó junto a Alex mientras esperaba instrucciones. Podía parecer mimada, sí, pero ella era la única que conocía de allí, por lo que le tenía más confianza que al resto.
Al ver que la mujer terminó con su reprimenda, se dispuso a hablar, pero fue interrumpida... Otra vez. Un puchero se formó en su rostro y simplemente tomó una taza, no sin antes al pelinegro que se le ofreció aquel brebaje, claro. Uno siempre tenía que ser respetuoso ante todo, incluso si el receptor era alguien rudo o sarcástico. Tranquilamente tomó de su taza, mientras oía como la nueva presencia hablaba... Y hablaba... Y hablaba. De repente, un ligero dolor de cabeza le invadió, pero no era nada preocupante. Ella era la primera en admitir que tendía a hablar demasiado... Pero ese hombre le acababa de destruir completamente en cuanto a record de habla se refería. Tranquilamente dejó la taza en la bandeja y se dirigió al pelinegro mientras hacía una pequeña reverencia, como mujer de nobleza que era... Antiguamente, claro está.
– Muchas gracias por el té señor; estaba delicioso – le dijo cortésmente.
Luego de agradecer, dirigió su atención al hombre del sombrero. Iba a decirle algo, pero cierto movimiento a su alrededor captó su atención. Cuando partieron de la base, la joven juraba que eran seis los que abordaron inicialmente el barco, entonces... ¿Por qué parecía que habían mas presencias en la nave? Miró hacia arriba y arqueó una ceja al ver que el dragón desapareció. Comprendió entonces lo que sucedió; la división de al lado abordaron el barco mientras ella estaba distraída, un gran error de su parte. La joven no tenía la certeza, pero algo le decía que los miembros de la otra división eran... Únicos y extraños, por no decirlo de otro modo. De todas formas, ella no juzgaba a la gente por eso; ella era muy amable para mostrarse hostil ante otras personas.
Una pequeña sonrisa traviesa apareció en su rostro al ver a cierta pelirroja en el navío; con esa ya eran tres veces que se encontraban por algún motivo. El destino era muy raro y caprichoso en ocasiones, pero, de todas formas, no se iba a quejar. Alice estaba contenta de que al menos hubiera una cara conocida en la misión.
Se dispuso a acercarse a Alex para charlar, pero un violento movimiento arruinó aquello. La joven se aferró a un barrote de madera que encontró y cerró los ojos mientras esperaba que la turbulencia pasara. Una vez que el barco se detuvo, abrió los ojos, y lo que vio le sorprendió. La niebla había desaparecido, y el barco se encontraba entre medio de dos islas desconocida; habían llegado a su destino. La joven se sacudió el polvo de su ropa, se sacó el chaleco de cuero y lo guardó en su bolso junto a sus diales y objetos. Lentamente se acercó hasta donde se encontraba la pelirroja y le saludó.
– Ara, tal parece que nos volvemos a encontrar, Lexy-chan – dijo la joven con un tono algo sugerente. Por otro lado, le había encontrado el apodo perfecto a la pelirroja. Por lo que sabía, nadie más le llamaba así.
Luego de saludar, su semblante cambió a uno serio y pasó a forma completa. Cerró los ojos e inhaló fuertemente lo mas que pudo. En un instante, diversos olores inundaron sus fosas natales y, en un instante, dejó registrado en su mente todos los olores que desprendían sus compañeros. A falta de mantra, la joven se las apañaba como podía, y los osos eran muy buenos rastreadores usando el olfato en casos como aquellos. Una vez que hizo su tarea, volvió a la humana, como si nada hubiera pasado. Aunque, de todas formas, igual explico su proceder por si las dudas.
– Si se preguntan que vino eso... Simplemente fue para registrar el olor de todos – se explicó con simpleza.
Luego de aquello, se quedó junto a Alex mientras esperaba instrucciones. Podía parecer mimada, sí, pero ella era la única que conocía de allí, por lo que le tenía más confianza que al resto.
Eichi Tsukasa
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Definitivamente, sus compañeros eran unos idiotas y, por extraño que pareciera, era lo que más le gustaba de ellos... Pero todo tenía un límite, joder. Zero ya estaba chalado, no pudo aguantar la presión de esas dos semanas. Él, por su parte, también estaba algo malhumorado, pero tampoco era para tanto. Eichi sabía que cualquier tipo de emoción negativa ocasionarían que su otro yo saliera a la luz, y con él afuera... Era mejor salir corriendo. Pero lo que hizo Jung fue una idiotez del tamaño del planeta. Se adentró hasta donde se encontraba el motor y subió la velocidad al máximo. No conforme con eso, también rompió la palanca. El joven tenía muchas ganas de golpearse la cabeza con algo en ese momento, pero tenía cierta reputación que mantener.
El pelirrojo, hecho una fiera, se alejó de Zero y se dirigió hasta donde estaba su líder. Se disponía a darle un pedazo de su mente; a esa velocidad si chocaban con algo, sería lo último que podrían ver en la vida. Sin embargo, ocurrió algo inesperado. La niebla se fue esfumando de repente, y del mar empezó a brotar una enorme masa de tierra. Eichi abrió los ojos como platos, sorprendido, y miró la parte posterior del barco. Para su horror, un enorme pico se iba elevando detrás de ellos, y si le alcanzaba, sería fatal. Al parecer la elección de Jung fue la adecuada, lo único que impedía que la tierra les alcance era la velocidad del yate. Pero todo lo bueno no duraba, y al parecer el destino estaba en contra de ellos en ese día. Un enorme árbol extraño apareció de la nada, y con una rama que tenía forma de aguja, perforó completamente el mástil del yate, elevándolos a muchos metros por encima del nivel del suelo. El apodo de isla fantasma, al parecer, no era solo de chacota.
Eichi dejó escapar un pequeño grito y se aferró a los lados lo mas que podía. Cuando el movimiento se detuvo, el joven miró con algo de duda hacia abajo, pero deseó no haberlo hecho. Se encontraban colgados de un árbol, y Eichi no podía calcular la distancia que separaba el suelo de ellos, aunque si estaba seguro de algo. Si por algún motivo la barca caía, significaba que ya podían irse despidiendo de la vida; eso era algo que el joven príncipe no iba a permitir. Sacó la rumble ball que siempre llevaba en sus bolsillos y se la tragó. Acto seguido, el joven se empezó a transformar, pero antes de completarla, saltó del yate junto a su mochila. El sabía muy bien que su forma voladora era más grande que la embarcación, por lo que el peso extra sería la perdición para ellos. Desplegó sus alas y se elevó, con cuidado para que las agujas no perforaran sus músculos.
–Vosotros, subid ahora, ya. Antes de que el yate caiga – dijo el pelirrojo una vez que se encontraba el nivel de sus compañeros nuevamente.
La mochila yacía segura en su pico, por lo que no tenía miedo de que sus objetos de valor se perdiesen. Aceptaran o no sus compañeros, el chico iba a bajar hasta el suelo y volvería a la forma humana. Era tiempo de explorar aquella isla, y el pelirrojo no podía negar que estaba interesado.
El pelirrojo, hecho una fiera, se alejó de Zero y se dirigió hasta donde estaba su líder. Se disponía a darle un pedazo de su mente; a esa velocidad si chocaban con algo, sería lo último que podrían ver en la vida. Sin embargo, ocurrió algo inesperado. La niebla se fue esfumando de repente, y del mar empezó a brotar una enorme masa de tierra. Eichi abrió los ojos como platos, sorprendido, y miró la parte posterior del barco. Para su horror, un enorme pico se iba elevando detrás de ellos, y si le alcanzaba, sería fatal. Al parecer la elección de Jung fue la adecuada, lo único que impedía que la tierra les alcance era la velocidad del yate. Pero todo lo bueno no duraba, y al parecer el destino estaba en contra de ellos en ese día. Un enorme árbol extraño apareció de la nada, y con una rama que tenía forma de aguja, perforó completamente el mástil del yate, elevándolos a muchos metros por encima del nivel del suelo. El apodo de isla fantasma, al parecer, no era solo de chacota.
Eichi dejó escapar un pequeño grito y se aferró a los lados lo mas que podía. Cuando el movimiento se detuvo, el joven miró con algo de duda hacia abajo, pero deseó no haberlo hecho. Se encontraban colgados de un árbol, y Eichi no podía calcular la distancia que separaba el suelo de ellos, aunque si estaba seguro de algo. Si por algún motivo la barca caía, significaba que ya podían irse despidiendo de la vida; eso era algo que el joven príncipe no iba a permitir. Sacó la rumble ball que siempre llevaba en sus bolsillos y se la tragó. Acto seguido, el joven se empezó a transformar, pero antes de completarla, saltó del yate junto a su mochila. El sabía muy bien que su forma voladora era más grande que la embarcación, por lo que el peso extra sería la perdición para ellos. Desplegó sus alas y se elevó, con cuidado para que las agujas no perforaran sus músculos.
–Vosotros, subid ahora, ya. Antes de que el yate caiga – dijo el pelirrojo una vez que se encontraba el nivel de sus compañeros nuevamente.
La mochila yacía segura en su pico, por lo que no tenía miedo de que sus objetos de valor se perdiesen. Aceptaran o no sus compañeros, el chico iba a bajar hasta el suelo y volvería a la forma humana. Era tiempo de explorar aquella isla, y el pelirrojo no podía negar que estaba interesado.
barbazul
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Al parecer nuestros dos nuevos compañeros eran bastante peculiares, demasiado para haber estados con Rose, y a juzgar por sus reacciones y lo que comentaron nada más subir no sabían nada del barco que se estaba hundiendo. Tampoco tuvimos demasiado tiempo para reaccionar, pues es el mar se agitó rápidamente, haciendo que el barco diera tumbos. Aquello no era normal, y claro que no le era, una isla salió de debajo el mar. En su salida levantó un gran oleaje y disipó la niebla casi de inmediato. No acababa de estabilizarse el barco cuando por el DDM sonó la voz del que se identificó como una persona ofertante de algo. ¿Por qué no nos dejaban en paz de una vez? Ni siquiera teníamos cuentas bancarias, que pretendían esos iditoas……
- ¡HOLAAAAAAAAAAA! – Que estaba haciendo ese renacuajo, ¿Eran compañeros de los marines? ¡Yo soy Gamzee! ¡G-A-M-Z-E...!
El otro joven de aspecto raro nos sacó de dudas, no eran amigos de aquellos hombres. Que pareja más curiosa esos dos, parecían sacados de algún abismo demoniaco, pero ya habría tiempo para preguntar y resolver dudas más tarde. Ahora teníamos otros problemas, un barco marine se dirigía a otro sin bandera, tenerlo tan cerca podría plantear problemas a largo plazo, eliminarlo pronto nos daría cierta ventaja sobre el gobierno.
-Worgulv les pateamos el culo a los marines aquellos, los que van a por el otro barco o continuamos el viaje hasta la playa ignorándolos, podemos aprovechar una corriente para llegar mucho antes, pero el barco quedaría a su merced cuando llegáramos. Tu eres el que más tiempo lleva en la banda, ¿Qué hacemos?
- ¡HOLAAAAAAAAAAA! – Que estaba haciendo ese renacuajo, ¿Eran compañeros de los marines? ¡Yo soy Gamzee! ¡G-A-M-Z-E...!
El otro joven de aspecto raro nos sacó de dudas, no eran amigos de aquellos hombres. Que pareja más curiosa esos dos, parecían sacados de algún abismo demoniaco, pero ya habría tiempo para preguntar y resolver dudas más tarde. Ahora teníamos otros problemas, un barco marine se dirigía a otro sin bandera, tenerlo tan cerca podría plantear problemas a largo plazo, eliminarlo pronto nos daría cierta ventaja sobre el gobierno.
-Worgulv les pateamos el culo a los marines aquellos, los que van a por el otro barco o continuamos el viaje hasta la playa ignorándolos, podemos aprovechar una corriente para llegar mucho antes, pero el barco quedaría a su merced cuando llegáramos. Tu eres el que más tiempo lleva en la banda, ¿Qué hacemos?
Osuka Sumisu
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Como si más que una pregunta hubiese sido una queja indirecta, la densa niebla empezaba a disiparse en cuestión de segundos. Lo cual era un alegría para el revolucionario, ya que tanta humedad por la niebla le estaba empezando a encrespar el pelo. Podía ver por fin con claridad incluida el agua que rodeaba el barco en el que estaba el escuadrón revolucionario.
El luchador asomo la cabeza para observar como el fondo marino se podía ver a simple vista, lo cual indicaba que la profundidad del agua era muy baja, incluso demasiada. Un temblor de gran magnitud empezó a zarandear el barco de manera peligrosa y antes de que se dieran cuenta una gran montaña apareció de la nada, dejando al pelianaranjado con unos ojos como platos.- Vale… Yo no he sido!- aclaro por si el resto pensaba que aquella montaña había aparecido por los poderes de su akuma. Cuando se terminó el gran temblor, el barco hizo un frenazo antinatural para un navío haciendo que Osu casi se cayera por la borda.
Ante ellos había aparecido la misterios isla fantasma, lo cual dejó al golem sin habla. Había viajado por muchas islas en su vida pero ninguna que saliera del agua como si se tratase de una ballena para coger aire.- Madre de dios… Al menos ya sabemos porque era imposible encontrar la isla...
El luchador asomo la cabeza para observar como el fondo marino se podía ver a simple vista, lo cual indicaba que la profundidad del agua era muy baja, incluso demasiada. Un temblor de gran magnitud empezó a zarandear el barco de manera peligrosa y antes de que se dieran cuenta una gran montaña apareció de la nada, dejando al pelianaranjado con unos ojos como platos.- Vale… Yo no he sido!- aclaro por si el resto pensaba que aquella montaña había aparecido por los poderes de su akuma. Cuando se terminó el gran temblor, el barco hizo un frenazo antinatural para un navío haciendo que Osu casi se cayera por la borda.
Ante ellos había aparecido la misterios isla fantasma, lo cual dejó al golem sin habla. Había viajado por muchas islas en su vida pero ninguna que saliera del agua como si se tratase de una ballena para coger aire.- Madre de dios… Al menos ya sabemos porque era imposible encontrar la isla...
Anon K. Noah
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- Mmmmm... Siii... Rico, jugoso y suculento chuletón...
Ahh, estaba en el paraíso. Rodeado de las mejores piezas de carne fresca que había visto o saboreado nunca, un auténtico buffet libre de la mejor calidad posible. Podía pasarme horas y horas comiendo y masticando sin parar, que gracias a la suave consistencia de los manjares cocinados a su punto no me cansaba. Ni tampoco parecía que mi hambre fuera a tener fin, lo cual tenía sentido con lo apetecible que era todo.
- Otro mordisquito... - Dije, borracho de sangre. Aquí y allá habían también trozos crudos, pero no me importaba demasiado. Incluso puede que me gustaran más, especialmente al poder usar mi mandíbula para lo que sirve: triturar. - ¡Este es el mejor mar en el que he nadado nunca!
Eufórico, saltaba tanto de un lado para otro desnudo sumergiéndome en filetes y solomillos, que casi no me percaté del temblor que comenzó a sacudir mi santuario.
- ¿Hmm? - Con confusión, observé que no eran imaginaciones mías. El temblor cada vez era más fuerte, y las costillas asadas empezaban a temblar haciendo un curioso ruido. - ¿Un terremoto?
Asustado, cogí tantas piezas de carne como pude en mis manos y boca, y comencé a correr en una dirección aleatoria. ¡Nadie me iba a quitar mis delicias! ¡Ni siquiera un terremoto! No me detuve hasta que no sentí algo húmedo y frío golpearme en la cara, algo muy familiar.
- ¿Agua?
Como si hubiera encendido un botón, toda la carne a mi alrededor se desvaneció y me vi en medio de un gran remolino, que me arrastraba y arrastraba sin piedad, por más que gritase...
...
Al despertarme, lo hice de forma un poco violenta por los espasmos. Tardé varios segundos en darme cuenta de dónde estaba, y algunos más en quién estaba frente a mí, aún sobando como un cabrón. Y para rematarlo, estaba empapado y no sabía por qué. Bueno, la explicación me llegó antes de lo esperado, cuando una ola pasó por encima de la pequeña borda de la que disponía nuestra barca y volvió a mojarme por completo. Como si una sirena traviesa me estuviera salpicando.
Y ojalá hubiera sido una sirena. Al mirar a mi alrededor caí en la cuenta de que ya habíamos llegado a nuestro destino: La Isla Fantasma, o eso quería pensar yo. ¿Por qué si no iba a estar ese pedazo de tierra ahí, donde antes no había absolutamente nada? En ese momento recordé que me había dormido por el aburrimiento, ya que acabamos en un banco de niebla perdidos y no sabíamos que hacer... Menudo navegante estoy hecho, ¿eh? Además, a juzgar por la aparición esporádica de otros barcos a la vista allá a lo lejos, diría que por lo menos una isla desierta no era. Merecía la pena desembarcar e informarnos, incluso si no era la afamada isla del tesoro.
El problema radicaba en que estábamos peligrosamente cerca de unas rocas, y nuestro cascarón de nuez se movía como no lo había hecho nunca. Potentes corrientes nos arrastraban y formaban espirales, amenazando con hacer volcar el "navío" o triturarnos contra la pared de la isla.
- ¡Capitán! - Grité, intentando despertar a mi compañero. - ¡Capitán! ¡SYXEL! - Harto, le solté una bofetada y esperé un resultado.
Si se despertaba, le avisaría del peligro y le urgiría a que saltásemos a las rocas antes de que acabásemos en el agua. Yo podía nadar y respirar bajo ella, pero mi capitán no tendría esa posibilidad. Luego, sujetaría bien fuerte mi espadón a mi espalda para que no se me cayese, y trataría de alcanzar la más cercana de un brinco. Ya luego me preocuparía de ver que el otro pirata me siguiera, y acabásemos los dos de alguna forma en una costa algo más grande y espaciosa.
Si no conseguía despertarlo, haría lo mismo solo que intentando cargarlo a él encima de mi hombro. No creía que pesara demasiado, y yo tenía algo de fuerza sobrante que aprovechar. Puede que acabásemos en el agua de esa forma igualmente, pero al menos tendría sujeto a mi amigo y podría mantenerlo a flote y respirando. Aunque menudo sueño tenía que ser si no se despertaba ni aun así...
Ahh, estaba en el paraíso. Rodeado de las mejores piezas de carne fresca que había visto o saboreado nunca, un auténtico buffet libre de la mejor calidad posible. Podía pasarme horas y horas comiendo y masticando sin parar, que gracias a la suave consistencia de los manjares cocinados a su punto no me cansaba. Ni tampoco parecía que mi hambre fuera a tener fin, lo cual tenía sentido con lo apetecible que era todo.
- Otro mordisquito... - Dije, borracho de sangre. Aquí y allá habían también trozos crudos, pero no me importaba demasiado. Incluso puede que me gustaran más, especialmente al poder usar mi mandíbula para lo que sirve: triturar. - ¡Este es el mejor mar en el que he nadado nunca!
Eufórico, saltaba tanto de un lado para otro desnudo sumergiéndome en filetes y solomillos, que casi no me percaté del temblor que comenzó a sacudir mi santuario.
- ¿Hmm? - Con confusión, observé que no eran imaginaciones mías. El temblor cada vez era más fuerte, y las costillas asadas empezaban a temblar haciendo un curioso ruido. - ¿Un terremoto?
Asustado, cogí tantas piezas de carne como pude en mis manos y boca, y comencé a correr en una dirección aleatoria. ¡Nadie me iba a quitar mis delicias! ¡Ni siquiera un terremoto! No me detuve hasta que no sentí algo húmedo y frío golpearme en la cara, algo muy familiar.
- ¿Agua?
Como si hubiera encendido un botón, toda la carne a mi alrededor se desvaneció y me vi en medio de un gran remolino, que me arrastraba y arrastraba sin piedad, por más que gritase...
...
Al despertarme, lo hice de forma un poco violenta por los espasmos. Tardé varios segundos en darme cuenta de dónde estaba, y algunos más en quién estaba frente a mí, aún sobando como un cabrón. Y para rematarlo, estaba empapado y no sabía por qué. Bueno, la explicación me llegó antes de lo esperado, cuando una ola pasó por encima de la pequeña borda de la que disponía nuestra barca y volvió a mojarme por completo. Como si una sirena traviesa me estuviera salpicando.
Y ojalá hubiera sido una sirena. Al mirar a mi alrededor caí en la cuenta de que ya habíamos llegado a nuestro destino: La Isla Fantasma, o eso quería pensar yo. ¿Por qué si no iba a estar ese pedazo de tierra ahí, donde antes no había absolutamente nada? En ese momento recordé que me había dormido por el aburrimiento, ya que acabamos en un banco de niebla perdidos y no sabíamos que hacer... Menudo navegante estoy hecho, ¿eh? Además, a juzgar por la aparición esporádica de otros barcos a la vista allá a lo lejos, diría que por lo menos una isla desierta no era. Merecía la pena desembarcar e informarnos, incluso si no era la afamada isla del tesoro.
El problema radicaba en que estábamos peligrosamente cerca de unas rocas, y nuestro cascarón de nuez se movía como no lo había hecho nunca. Potentes corrientes nos arrastraban y formaban espirales, amenazando con hacer volcar el "navío" o triturarnos contra la pared de la isla.
- ¡Capitán! - Grité, intentando despertar a mi compañero. - ¡Capitán! ¡SYXEL! - Harto, le solté una bofetada y esperé un resultado.
Si se despertaba, le avisaría del peligro y le urgiría a que saltásemos a las rocas antes de que acabásemos en el agua. Yo podía nadar y respirar bajo ella, pero mi capitán no tendría esa posibilidad. Luego, sujetaría bien fuerte mi espadón a mi espalda para que no se me cayese, y trataría de alcanzar la más cercana de un brinco. Ya luego me preocuparía de ver que el otro pirata me siguiera, y acabásemos los dos de alguna forma en una costa algo más grande y espaciosa.
Si no conseguía despertarlo, haría lo mismo solo que intentando cargarlo a él encima de mi hombro. No creía que pesara demasiado, y yo tenía algo de fuerza sobrante que aprovechar. Puede que acabásemos en el agua de esa forma igualmente, pero al menos tendría sujeto a mi amigo y podría mantenerlo a flote y respirando. Aunque menudo sueño tenía que ser si no se despertaba ni aun así...
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A los pocos segundos de haber empezado a remar en dirección a la luz, se produjeron una serie de movimientos en el agua circundante que me hicieron desconfiar.
¿Habría otras naos cerca? El temblor del agua empezó a menear mi pequeña embarcación, obligándome a dejar de remar y, para cuando quise darme cuenta, había cosas saliendo del agua. ¿Kraken?
Pude ver ramas de árboles repletos de frutas que no pude identificar a simple vista, y la pequeña lancha fue arrastrada por la súbita vegetación durante unos metros, elevándose en las alturas para luego resbalarse entre las ramas y caer.
Eso... no me lo esperaba.
Me golpeé el trasero con la madera del asiento y me alegré por millonésima vez en mi vida de no sentir dolor, para luego mirar a mi alrededor con rostro de pura y genuina estupefacción.
Un montón de árboles había salido de la nada. No. No era eso. Esa no era la explicación que buscaba.
Una isla había emergido de la nada.
¿Lo había hecho?
“¡Claro! ¡Las mareas! La isla sólo es accesible durante unas horas al día, cuando la mar está baja. ¡Por eso nadie puede encontrarla! ¡Por eso es una isla fantasma! Una isla que se sumerge bajo el agua en pleamar, y sale a la superficie cuando baja la marea. Interesante.”, teoricé en mi cabecita, al tiempo que me bajaba de la lancha y pisoteaba la tierra húmeda para asegurarme de que no se hundiría.
Dediqué unos minutos a explorar la zona. Había ido a parar a una especie de bosque, repleto de árboles que no era capaz de identificar. Aunque nunca me había interesado especialmente por la vegetación. Observé de cerca una de las frutas de esos árboles, de aspecto jugoso, carnoso y forma ovalada, pero la dejé en su sitio.
Me gustaría investigar a fondo los árboles y sus frutas, pero no primero era saber dónde me encontraba exactamente.
Ahora que la niebla se había evaporado como por arte de magia, tenía la oportunidad de ubicarme con mayor facilidad, pero los árboles no me dejaban ver. Al norte, a la dirección en la que me dirigía con la barca, sólo había más árboles. En dirección contraria el terreno parecía elevarse, así que me dirigí hacia allí abandonando la embarcación a su suerte, con la esperanza de encontrar un punto alto y libre de árboles que me otorgase una mejor vista de mis alrededores. Quizá incluso podría ver a alguien desde allí arriba.
¿Habría otras naos cerca? El temblor del agua empezó a menear mi pequeña embarcación, obligándome a dejar de remar y, para cuando quise darme cuenta, había cosas saliendo del agua. ¿Kraken?
Pude ver ramas de árboles repletos de frutas que no pude identificar a simple vista, y la pequeña lancha fue arrastrada por la súbita vegetación durante unos metros, elevándose en las alturas para luego resbalarse entre las ramas y caer.
Eso... no me lo esperaba.
Me golpeé el trasero con la madera del asiento y me alegré por millonésima vez en mi vida de no sentir dolor, para luego mirar a mi alrededor con rostro de pura y genuina estupefacción.
Un montón de árboles había salido de la nada. No. No era eso. Esa no era la explicación que buscaba.
Una isla había emergido de la nada.
¿Lo había hecho?
“¡Claro! ¡Las mareas! La isla sólo es accesible durante unas horas al día, cuando la mar está baja. ¡Por eso nadie puede encontrarla! ¡Por eso es una isla fantasma! Una isla que se sumerge bajo el agua en pleamar, y sale a la superficie cuando baja la marea. Interesante.”, teoricé en mi cabecita, al tiempo que me bajaba de la lancha y pisoteaba la tierra húmeda para asegurarme de que no se hundiría.
Dediqué unos minutos a explorar la zona. Había ido a parar a una especie de bosque, repleto de árboles que no era capaz de identificar. Aunque nunca me había interesado especialmente por la vegetación. Observé de cerca una de las frutas de esos árboles, de aspecto jugoso, carnoso y forma ovalada, pero la dejé en su sitio.
Me gustaría investigar a fondo los árboles y sus frutas, pero no primero era saber dónde me encontraba exactamente.
Ahora que la niebla se había evaporado como por arte de magia, tenía la oportunidad de ubicarme con mayor facilidad, pero los árboles no me dejaban ver. Al norte, a la dirección en la que me dirigía con la barca, sólo había más árboles. En dirección contraria el terreno parecía elevarse, así que me dirigí hacia allí abandonando la embarcación a su suerte, con la esperanza de encontrar un punto alto y libre de árboles que me otorgase una mejor vista de mis alrededores. Quizá incluso podría ver a alguien desde allí arriba.
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Natsuki seguía en el mundo de Morfeo. Soñando muchas cosas sin sentido, descansando y haciendo nada. Era uno de los pocos minutos que tenía para tener paz y así evitaba a los que se suponía debía considerar como “amigos”. Estaba a nada de entrar en la quinta etapa del sueño, cuando un olor horrible lo hizo despertar. Despertó de golpe, llevándose de regalo un cabezazo contra una de las cajas que estaba cerca. ”¿Qué demonios…?” – pensó en que él fuera el causante de ese olor, después de todo, había comido frijoles de almuerzo…. Y se había repetido. Pero, nunca le habían caído mal y, ¿empezarían a caerle mal ahora? Pateó una de las cajas y se largó de aquel lugar. Notó que algunas personas del barco lo miraban extrañados y se cubrían la nariz por el mal olor. Eso le confirmó una cosa: él estaba apestando… En todos los sentidos.
Fue a su habitación y se dio una rápida ducha. Cambió su ropa y la que estaba vieja la tiró por la ventana que daba al océano. ”Hora de salir… Supongo” – pensó mientras se ponía la camiseta azul sin mangas y unos pantalones ajustados al cuerpo. No tardó mucho en salir de su habitación y se dirigió a la cubierta. La pequeña siesta y la ducha con agua fría, lo hicieron despertar. Estaba listo y dispuesto para lo que sea. Salió a la cubierta, justo en el momento en que uno de sus compañeros… ¿Adam? Sí, algo así era su nombre. No se había esforzado en recordarlos. Su “compañero” estaba hablando y era un discurso de lo más aburrido. Muchas preguntas innecesarias, muchas cosas que deberían darle igual. Estaban aquí solo por un tesoro, nada más y nada menos. El resto poco importaba. Notó que los que viajaban a su lado, ya estaba todos en el mismo barco. Adiós a la tranquilidad.
– Solo te debería preocupar una cosa… ¿Adam? ¿Adamantito? ¿Adamtino? – se encogió de hombros, poco y nada le interesaba su nombre. – Y es sobrevivir… Si es que puedes, claro. – lo miró de forma despectiva y siguió caminando con los brazos cruzados. Bostezó de forma tranquila. Ignoró el hecho de que alguien estaba usando el poder de una fruta del diablo y se quedó callado. ”Malditas escorias, no molesten” – pensó con relativa calma. Fue entonces cuando sintió un fuerte movimiento y tuvo que agarrarse del barandal del barco para no caerse… Para cuando se reincorporó, se sorprendió de que… La isla había aparecido de la nada... Bueno, dos. El barco se hallaba entre dos islas. Pensó en largarse, pero… Se controló y esperó las órdenes de sus “superiores”. Como los odiaba.
Fue a su habitación y se dio una rápida ducha. Cambió su ropa y la que estaba vieja la tiró por la ventana que daba al océano. ”Hora de salir… Supongo” – pensó mientras se ponía la camiseta azul sin mangas y unos pantalones ajustados al cuerpo. No tardó mucho en salir de su habitación y se dirigió a la cubierta. La pequeña siesta y la ducha con agua fría, lo hicieron despertar. Estaba listo y dispuesto para lo que sea. Salió a la cubierta, justo en el momento en que uno de sus compañeros… ¿Adam? Sí, algo así era su nombre. No se había esforzado en recordarlos. Su “compañero” estaba hablando y era un discurso de lo más aburrido. Muchas preguntas innecesarias, muchas cosas que deberían darle igual. Estaban aquí solo por un tesoro, nada más y nada menos. El resto poco importaba. Notó que los que viajaban a su lado, ya estaba todos en el mismo barco. Adiós a la tranquilidad.
– Solo te debería preocupar una cosa… ¿Adam? ¿Adamantito? ¿Adamtino? – se encogió de hombros, poco y nada le interesaba su nombre. – Y es sobrevivir… Si es que puedes, claro. – lo miró de forma despectiva y siguió caminando con los brazos cruzados. Bostezó de forma tranquila. Ignoró el hecho de que alguien estaba usando el poder de una fruta del diablo y se quedó callado. ”Malditas escorias, no molesten” – pensó con relativa calma. Fue entonces cuando sintió un fuerte movimiento y tuvo que agarrarse del barandal del barco para no caerse… Para cuando se reincorporó, se sorprendió de que… La isla había aparecido de la nada... Bueno, dos. El barco se hallaba entre dos islas. Pensó en largarse, pero… Se controló y esperó las órdenes de sus “superiores”. Como los odiaba.
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"Gracias por traernos, Zuko. Ha ido bastante bien. ¿Estás cansado? Tal vez quieras descansar un poco. ¿Algo de beber tal vez? ... No sé ni para que los traigo..."
El agente se puso de pie, haciendo gala de su exagerada altura. Estiró los brazos, provocando el ruido del crujir de huesos, para terminar haciendo lo mismo con su propio cuello, cerrando los ojos. Justo cuando los abría, dispuesto a usar sus lentillas para poder ver a través de la niebla, se dio cuenta de que esta se había disipado por si sola. Antes siquiera de que pudiese preguntarse que ocurrió, notó como la madera bajo sus pies empezaba a temblar. Sus movimientos fueron rápidos. Dio un salto y se propulsó con llamas expulsadas de sus manos y pies cuando estuvo lo suficientemente lejos del suelo como para no quemarlo.
Al hacerlo, consiguió ganar altura suficiente como para agarrarse a la cofa con las manos. De un salto, se puso de pie sobre esta y miró a su alrededor. Estaban rodeados por islas que antes no estaban. Islas que habían aparecido de la nada. Entrecerró los ojos, confuso. ¿Dónde estaban? Cuando por fin el barco se hubo estabilizado, bajó de la cofa para reunirse con los demás, tal vez esperando que alguien dijese qué hacer o cómo.
Buscaba a Azula con la mirada, tal vez algo preocupado porque estuviese bien. Sabía perfectamente que la chica podía protegerse por si misma, sin embargo, no podía evitar preocuparse ante lo desconocido. ¿Dónde estaban? Sintió ganas de buscar a Kus y darle una soberana hostia por haberlos traído a este lugar.
El agente se puso de pie, haciendo gala de su exagerada altura. Estiró los brazos, provocando el ruido del crujir de huesos, para terminar haciendo lo mismo con su propio cuello, cerrando los ojos. Justo cuando los abría, dispuesto a usar sus lentillas para poder ver a través de la niebla, se dio cuenta de que esta se había disipado por si sola. Antes siquiera de que pudiese preguntarse que ocurrió, notó como la madera bajo sus pies empezaba a temblar. Sus movimientos fueron rápidos. Dio un salto y se propulsó con llamas expulsadas de sus manos y pies cuando estuvo lo suficientemente lejos del suelo como para no quemarlo.
Al hacerlo, consiguió ganar altura suficiente como para agarrarse a la cofa con las manos. De un salto, se puso de pie sobre esta y miró a su alrededor. Estaban rodeados por islas que antes no estaban. Islas que habían aparecido de la nada. Entrecerró los ojos, confuso. ¿Dónde estaban? Cuando por fin el barco se hubo estabilizado, bajó de la cofa para reunirse con los demás, tal vez esperando que alguien dijese qué hacer o cómo.
Buscaba a Azula con la mirada, tal vez algo preocupado porque estuviese bien. Sabía perfectamente que la chica podía protegerse por si misma, sin embargo, no podía evitar preocuparse ante lo desconocido. ¿Dónde estaban? Sintió ganas de buscar a Kus y darle una soberana hostia por haberlos traído a este lugar.
Maki
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El universo había decidido ayudarle por fin. Usando su todopoderosa mano, alzó el cuerpo de Augustus y lo sacó del mar en el que flotaba amargamente, llevándolo hasta la protección y seguridad de lo que parecía ser un barco. Maki abrió los ojos mientras volaba mágicamente y vio madera bajo él. Parecía una cubierta. Un poco sucia pero igualmente válida. Claro que él no tenía el problema de los humanos; a Maki el agua o la tierra le eran indiferentes, solo necesitaba algo que aliviase la enorme presión que le hinchaba desde dentro.
Ruidos confusos llegaron hasta sus oidos. Era como un enorme rugido, como si algo surgiera de lo más hondo del mar. ¿Un monstruo, tal vez? Esperaba que no. Por alguna razón él siempre era el primero al que intentaba comerse todo el mundo. ¿Y si no era el universo quien le arrastraba, sino una criatura que pretendía devorarle? "Oh, no. Estoy perdido", pensó desesperado. Trató de revolverse de lo que fuera que lo sujetaba, pero se vio incapaz de moverse apenas. Parecía ser que su destino estaba fuera de su control.
Le dejaron caer pesadamente sobre el barco. El gyojin se incorporó lentamente y se quedó sentado en el suelo, demasiado débil como para levantarse o hablar siquiera. Estaba rodeado de gente extraña que le miraba. ¿Es qué tenía algo en la cara? Parecía que nunca hubieran recogido a un hombre-pez del mar. A él le había pasado ya muchas veces.
-Ho... -fue a decir, pero no logró articular una sola sílaba.
No podía seguir así, tenía que hacer algo o estallaría. La enorme bola de plomo que notaba dentro de su estómago no le dejaba casi respirar. Pero, ¿cómo librarse de ella? "Malditos refrescos". Intentó hablar a ver si alguien allí podía ayudarle, tenía que haber algún médico a bordo. Por suerte no le hizo falta.
Lo único que salió de su cuerpo fue un gigantesco eructo.
Fue tan largo y tan intenso que pensó que su propio cuerpo intentaba escapar de él. Así de demencial le pareció. Eructó durante lo que parecieron horas, dejando en nada incluso el sonido que hacía una isla al salir misteriosamente del mar. Su potencia fue tal que logró incluso disipar la niebla alrededor del barco.
Cuando ya parecía que jamás se detendría, paró súbitamente. Maki se dio una palmada en el estómago, contento por haberse librado de la molesta sensación de pesadez y porque esa molesta "bola" hubiera desaparecido, y notó el regustillo a refresco que se le había quedado. Luego miró a su alrededor y vio una isla. Debía ser la que había estado buscando. Qué suerte, por fin las cosas empezaban a ir bien.
-Hola -dijo por fin-. Me llamo Augustus.
Ruidos confusos llegaron hasta sus oidos. Era como un enorme rugido, como si algo surgiera de lo más hondo del mar. ¿Un monstruo, tal vez? Esperaba que no. Por alguna razón él siempre era el primero al que intentaba comerse todo el mundo. ¿Y si no era el universo quien le arrastraba, sino una criatura que pretendía devorarle? "Oh, no. Estoy perdido", pensó desesperado. Trató de revolverse de lo que fuera que lo sujetaba, pero se vio incapaz de moverse apenas. Parecía ser que su destino estaba fuera de su control.
Le dejaron caer pesadamente sobre el barco. El gyojin se incorporó lentamente y se quedó sentado en el suelo, demasiado débil como para levantarse o hablar siquiera. Estaba rodeado de gente extraña que le miraba. ¿Es qué tenía algo en la cara? Parecía que nunca hubieran recogido a un hombre-pez del mar. A él le había pasado ya muchas veces.
-Ho... -fue a decir, pero no logró articular una sola sílaba.
No podía seguir así, tenía que hacer algo o estallaría. La enorme bola de plomo que notaba dentro de su estómago no le dejaba casi respirar. Pero, ¿cómo librarse de ella? "Malditos refrescos". Intentó hablar a ver si alguien allí podía ayudarle, tenía que haber algún médico a bordo. Por suerte no le hizo falta.
Lo único que salió de su cuerpo fue un gigantesco eructo.
Fue tan largo y tan intenso que pensó que su propio cuerpo intentaba escapar de él. Así de demencial le pareció. Eructó durante lo que parecieron horas, dejando en nada incluso el sonido que hacía una isla al salir misteriosamente del mar. Su potencia fue tal que logró incluso disipar la niebla alrededor del barco.
Cuando ya parecía que jamás se detendría, paró súbitamente. Maki se dio una palmada en el estómago, contento por haberse librado de la molesta sensación de pesadez y porque esa molesta "bola" hubiera desaparecido, y notó el regustillo a refresco que se le había quedado. Luego miró a su alrededor y vio una isla. Debía ser la que había estado buscando. Qué suerte, por fin las cosas empezaban a ir bien.
-Hola -dijo por fin-. Me llamo Augustus.
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