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Maki
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Akuma no mi
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Maki volaba. Era una sensación increíble, totalmente liberadora. Era libre de su propio cuerpo, de las ataduras del mundo de los mortales. Se sentía como aquella vez que comió la seta equivocada. Vivía en la nada, en una nube que le llevaba más allá del mundo real. ¿Y si se estaba convirtiendo en un espíritu? Eso sin duda sería malo, pero al mismo tiempo no le parecía para tanto. Si ser un fantasma era eso, podría acostumbrarse. Era como estar dentro de un sándwich hecho de un pan tan esponjoso que parecía no estar ahí. Y él era... la mayonesa, o algo así. De hecho se sentía precisamente así, como la mayonesa.
Luego despertó.
Se sintió vivo de nuevo, igual que siempre. La sensación de ser mayonesa se había pasado. Lástima, le había gustado. Se incorporó lentamente, cada vez más consciente de lo que le rodeaba. ¿Qué le había pasado? Estaba metido en una celda, una celda hecha además a mala baba, con la intención de encerrar a alguien en ella. A él, comprendió poco después. Pero, ¿quién querría mantenerlo prisionero?
“Oh no, los marines deben saber que soy de la revolución”, pensó con desaliento. Recordaba como sus compañeros revolucionarios le habían seguido en aquella isla fantasma. ¿Qué habría sido de ellos? ¿Y de Augustus Junior, la roca que se parecía a él? Quizás estuviesen allí también. Bueno, Augustus Junior no, él murió despedazado por un cañonazo invisible.
El gyojin se acercó a los barrotes y los lamió. Sí, eran sólidos. Su tacto le recordó al olor de la hierba en primavera... y eso era una muy mala señal. A través de los mismos pudo ver que había más jaulas por ahí. ¿Estaban en una prisión? ¿Y qué era esa cosa rara que había en la celda? Debía ser el váter, así que Maki decidió vaciar la vejiga ya que tenía la oportunidad.
-Vale, Augustus -se dijo en voz alta-. Recuerda lo que te dijeron en el cursillo de la revolución. Si te encierran, tienes que parece duro y no dejarte intimidar. Debes ser duro, Augustus, el más duro. Busca al tipo más grande y pégale delante de todos para que te respeten, así sobrevivirás.
La celda empezó a moverse en ese momento, como si subiera. Era raro, pero no importaban las sorpresas que aquella prisión guardara, pensaba sobrevivir a toda costa hasta que pudiese fugarse. Así que se metió en su papel.
-¡Sacadme de aquí, cerdos fascistas! -gritó a todo volumen una vez que su celda emergió en una especie de plaza con las gradas repletas de gente y un mono gritando cosas-. ¡Malditos bastardos, sacadme de aquí si tenéis lo que hay que tener! ¡Os haré pedazos! -Para hacer más creíble su actuación dejó caer varios hilos de baba como si estuviera rabioso.
Cuando las celdas se abrieron se dio cuenta de que realmente funcionaba. Había sido un tipo duro y le habían abierto la puerta tal y como él había exigido. Eso probaba que estaba en lo cierto. “Siguiente paso: busca al más grande y fuerte y zúrrale”.
El más grande de por allí parecía ser un tipo majo pero no le quedaba más remedio. Era una bestia enorme con un cuerno con el que atravesaba a la gente, pero no se le veía maldad. Maki entró en su celda e hizo acopio de su gran fuerza, esa que no usaba nunca, para arrancar el váter/cápsula extraña. El pez gota echó a correr hacia el bichejo gritando insultos y obscenidades a todo el que se cruzaba y cuando estuvo a unos metros de la criatura, le lanzó la cápsula a la cabeza chillando como un loco.
Luego despertó.
Se sintió vivo de nuevo, igual que siempre. La sensación de ser mayonesa se había pasado. Lástima, le había gustado. Se incorporó lentamente, cada vez más consciente de lo que le rodeaba. ¿Qué le había pasado? Estaba metido en una celda, una celda hecha además a mala baba, con la intención de encerrar a alguien en ella. A él, comprendió poco después. Pero, ¿quién querría mantenerlo prisionero?
“Oh no, los marines deben saber que soy de la revolución”, pensó con desaliento. Recordaba como sus compañeros revolucionarios le habían seguido en aquella isla fantasma. ¿Qué habría sido de ellos? ¿Y de Augustus Junior, la roca que se parecía a él? Quizás estuviesen allí también. Bueno, Augustus Junior no, él murió despedazado por un cañonazo invisible.
El gyojin se acercó a los barrotes y los lamió. Sí, eran sólidos. Su tacto le recordó al olor de la hierba en primavera... y eso era una muy mala señal. A través de los mismos pudo ver que había más jaulas por ahí. ¿Estaban en una prisión? ¿Y qué era esa cosa rara que había en la celda? Debía ser el váter, así que Maki decidió vaciar la vejiga ya que tenía la oportunidad.
-Vale, Augustus -se dijo en voz alta-. Recuerda lo que te dijeron en el cursillo de la revolución. Si te encierran, tienes que parece duro y no dejarte intimidar. Debes ser duro, Augustus, el más duro. Busca al tipo más grande y pégale delante de todos para que te respeten, así sobrevivirás.
La celda empezó a moverse en ese momento, como si subiera. Era raro, pero no importaban las sorpresas que aquella prisión guardara, pensaba sobrevivir a toda costa hasta que pudiese fugarse. Así que se metió en su papel.
-¡Sacadme de aquí, cerdos fascistas! -gritó a todo volumen una vez que su celda emergió en una especie de plaza con las gradas repletas de gente y un mono gritando cosas-. ¡Malditos bastardos, sacadme de aquí si tenéis lo que hay que tener! ¡Os haré pedazos! -Para hacer más creíble su actuación dejó caer varios hilos de baba como si estuviera rabioso.
Cuando las celdas se abrieron se dio cuenta de que realmente funcionaba. Había sido un tipo duro y le habían abierto la puerta tal y como él había exigido. Eso probaba que estaba en lo cierto. “Siguiente paso: busca al más grande y fuerte y zúrrale”.
El más grande de por allí parecía ser un tipo majo pero no le quedaba más remedio. Era una bestia enorme con un cuerno con el que atravesaba a la gente, pero no se le veía maldad. Maki entró en su celda e hizo acopio de su gran fuerza, esa que no usaba nunca, para arrancar el váter/cápsula extraña. El pez gota echó a correr hacia el bichejo gritando insultos y obscenidades a todo el que se cruzaba y cuando estuvo a unos metros de la criatura, le lanzó la cápsula a la cabeza chillando como un loco.
- Resumen [Capturado]:
- Divagaciones varias - Cosas de Maki - Hacerse el duro para sobrevivir en la cárcel - Arrancar la cápsula de la celda - Lanzársela al tipo más grande para que le respeten, es decir, al monstruo del cuerno.
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Nada más llegar, el capullo de su hermano ya estaba liándola. Kedra se hallaba junto a los demás hombres de aquel sitio, aunque se esperaba muchos más. Solo pudo presentir las auras del hombre que se lio a zarpazos con los demás y otros hombres de nivel bajo para él. Podía dejarlos temblando fácilmente, pero por el momento no haría nada. Se mantuvo con los brazos cruzados y una expresión seria. No podía creer que aquella cosa que parecía una bestia hubiese matado a una persona que no soportó una onda de choque. A él mismo le había desplazado unos centímetros. No estaba de acuerdo con los métodos de aquellos bárbaros, pero admitía que su hermano estaba liándola un poco. Los monstruos que estaban luchando contra los demás empezaron a acercarse a él.
- No puedo creer que la bienvenida sea esto…
Mencionó el lugarteniente de Émile para después cerrar los ojos despacio. Después los abrió de golpe y de forma violenta. Lanzó el poder de su miedo a todos los seres que trataran de hacerle algún mal. Con aquello planeaba que directamente no le tocasen. Si pasaban del poder de su fruta, empezaría a lanzar puñetazos y patadas a todo el mundo que le atacase. Kedra no portaba ninguna camiseta, dejando ver un cuerpo musculoso. Vestía con un pantalón blanco y unas botas de acero, las cuales resoban cuando andaban. No tardó mucho en extender su miedo a todo el mundo salvo a los que luchaban de su lado. Todo monstruo de nivel inferior a él, se quedaría temblando. También trató de usar su poder contra el ser al que su hermano amenazaba. Además tenía el haki de observación activado para determinar la fuerza de cada uno.
- Chico de la máscara, deja de retar a líder y escuchemos primero el motivo. No creo que esta gente sea tan mala como aparentan.
Mencionó intentando calmar a su hermano, pero haciendo como que no lo conocía. De todas formas, era curioso que dijese aquello cuando había tratado de asustar a aquel ser con su poder. Por suerte, nadie tenía pruebas de que él había sido el causante de ello.
- No puedo creer que la bienvenida sea esto…
Mencionó el lugarteniente de Émile para después cerrar los ojos despacio. Después los abrió de golpe y de forma violenta. Lanzó el poder de su miedo a todos los seres que trataran de hacerle algún mal. Con aquello planeaba que directamente no le tocasen. Si pasaban del poder de su fruta, empezaría a lanzar puñetazos y patadas a todo el mundo que le atacase. Kedra no portaba ninguna camiseta, dejando ver un cuerpo musculoso. Vestía con un pantalón blanco y unas botas de acero, las cuales resoban cuando andaban. No tardó mucho en extender su miedo a todo el mundo salvo a los que luchaban de su lado. Todo monstruo de nivel inferior a él, se quedaría temblando. También trató de usar su poder contra el ser al que su hermano amenazaba. Además tenía el haki de observación activado para determinar la fuerza de cada uno.
- Chico de la máscara, deja de retar a líder y escuchemos primero el motivo. No creo que esta gente sea tan mala como aparentan.
Mencionó intentando calmar a su hermano, pero haciendo como que no lo conocía. De todas formas, era curioso que dijese aquello cuando había tratado de asustar a aquel ser con su poder. Por suerte, nadie tenía pruebas de que él había sido el causante de ello.
- Miembro de Zal [Resumen y cosas]:
- Usar el haki de observación superior para determinar las fuerzas de cada uno. Usar el poder del miedo en los atacantes y en el monstruo al que Drake le habla. Liarse a golpes si no funciona en los atacantes.
Nivel 60: Personas de su nivel o 3 por encima le temerán bastante, teniendo síntomas como tartamudeos o temblor.
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La atenta mirada del marine estaba centrada en aquel extraño lugar al que había sido guiado. No solo le impresionaba el hecho de que el loco de la isla de Ireos estuviese allí, sino que la jodida pesadilla y una especie de bestia inflada con casco también lo estaban. No esperaba verse rodeado de aquellos titanes y por el momento decidió mantenerse callado y al margen. Ahora que estaba en aquel sitio, tocaba ver lo que pasaba en la zona. Se relamió despacio y después de unos instantes mostró una sonrisa siniestra. Algo se acercaba y por el retumbar de los pasos en el suelo, no debía de ser muy pequeño que digamos. Él se mantuvo alerta hasta el último momento. Un enorme ser aterrizó en medio, provocando una onda de choque que estuvo a punto de hacer caer al suelo al pelirrojo. Retrocedió un poco y él mismo apretó los puños y aguantó en la posición con bastante dificultad.
Se dio cuenta de que se trataba de un jodido ser monstruoso. La masacre que hizo con el pobre diablo que cayó al suelo le hizo alzar una ceja. Un cabrón de los grandes, pero aquello no iba con él, por lo que le dio lo mismo. Lo que le impresionó llegó cuando al hombre del casco le dio por retar a aquel monstruo y ellos mismos empezaron a ser puestos a prueba. Venom entonces decidió que llevarse mal con el tipo del cabello plateado podía ser una putada para ambos. Lo mejor era parar sus problemas. El pelirrojo entonces sonrió de lado al mismo tiempo que seguía de cerca al capullo de la isla de Ireos. Los que evadían sus garras, él trataba de tumbarlos a golpes y patadas de su arte marcial. También trataba de patear a todo el que se acercara a él desde un ángulo traicionero. Él mismo se llevó algunos cortes leves y unos golpes, pero de momento parecía aguantar sin usar sus habilidades.
- Chico, te propongo algo. No quiero tener que vigilar mis espaldas mientras cazo, y seguro que tú opinas lo mismo. Te propongo una alianza temporal hasta que esto termine, después nos podremos reventar a guantazos con más comodidad.
Una vez le propuso aquello, continuó lanzando rápidas patadas tratando de aguantar a aquellas cosas. Aunque estuviese en su forma humana podía tener una fuerza considerable. Esperaba que aquel tipo aceptase su oferta, pues según sabía, adoraba divertirse con sus objetivos. Lo notó en aquella isla donde se enfrentaron por primera vez. Si no aceptaba continuaría a su bola sin quitarle ojo, si aceptaba, continuaría atacando a los que le evadieran, aunque con aquella velocidad que ni él mismo podía seguir bien, lo dudaba. Venom portaba su camiseta de mangar larga de color negro, el chaleco verde acolchado y una cinta de acero en la frente. No tenía nada más a parte de sus pantalones y las sandalias. No quería llevar estupideces.
- ¡¿Aceptas!?
Se dio cuenta de que se trataba de un jodido ser monstruoso. La masacre que hizo con el pobre diablo que cayó al suelo le hizo alzar una ceja. Un cabrón de los grandes, pero aquello no iba con él, por lo que le dio lo mismo. Lo que le impresionó llegó cuando al hombre del casco le dio por retar a aquel monstruo y ellos mismos empezaron a ser puestos a prueba. Venom entonces decidió que llevarse mal con el tipo del cabello plateado podía ser una putada para ambos. Lo mejor era parar sus problemas. El pelirrojo entonces sonrió de lado al mismo tiempo que seguía de cerca al capullo de la isla de Ireos. Los que evadían sus garras, él trataba de tumbarlos a golpes y patadas de su arte marcial. También trataba de patear a todo el que se acercara a él desde un ángulo traicionero. Él mismo se llevó algunos cortes leves y unos golpes, pero de momento parecía aguantar sin usar sus habilidades.
- Chico, te propongo algo. No quiero tener que vigilar mis espaldas mientras cazo, y seguro que tú opinas lo mismo. Te propongo una alianza temporal hasta que esto termine, después nos podremos reventar a guantazos con más comodidad.
Una vez le propuso aquello, continuó lanzando rápidas patadas tratando de aguantar a aquellas cosas. Aunque estuviese en su forma humana podía tener una fuerza considerable. Esperaba que aquel tipo aceptase su oferta, pues según sabía, adoraba divertirse con sus objetivos. Lo notó en aquella isla donde se enfrentaron por primera vez. Si no aceptaba continuaría a su bola sin quitarle ojo, si aceptaba, continuaría atacando a los que le evadieran, aunque con aquella velocidad que ni él mismo podía seguir bien, lo dudaba. Venom portaba su camiseta de mangar larga de color negro, el chaleco verde acolchado y una cinta de acero en la frente. No tenía nada más a parte de sus pantalones y las sandalias. No quería llevar estupideces.
- ¡¿Aceptas!?
- Miembro de Zal [Resumen]:
- Entablar dialogo con Ivan. Lanzar patadas y puñetazos violentos a los que tengan la suerte de esquivar a Ivan o simplemente estén cerca. Atacar a los que se le acerquen.
Yarmin Prince
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-Interesante- estaba sentado sobre una extraña cápsula. No entendía del todo bien sus entresijos, pero varios electrodos para medir las constantes vitales y lo que parecía ser un casco bastante extraño. Si recordara algo de lo que ha sucedido hasta me atrevería a aventurar que me puede ser útil para mejorar el uso de mi Akuma no mi. Al fin y al cabo, esa cosa encaja completamente en mi cabeza, y tengo marcas por todo el cuerpo de moretones provocados por ventosas retiradas violentamente. Lo único que no entiendo es por qué, si me encierran en una prisión, me dejan con mis armas. Suena bastante estúpido.
Me puse los pantalones con cuidado, vigilando cada pliegue. Podía ser una trampa, y lo último que recordaba era el rumor de un tesoro en el South Blue, un golpe al intentar alistarme en una tropa revolucionaria y un vacío negro que estaba seguro no era lo que de verdad debía encontrar en mi cabeza. Después, la camisa, siguiendo el mismo proceso, y cuando por fin llegué a las botas sentí el incómodo tacto de mi placa de Cipher Pol en la planta del pie. Mi chaqueta aún estaba abierta, y agachándome sobre mi tobillo coloqué en mi costado la primera de mis armas, mientras recitaba como un mantra sus nombres y usos. Creaviudas para los hombres, y Talonario para las deudas. Esa segunda iba asegurada bajo mi gemelo, encima del talón. Fácilmente accesible para alguien que había entrenado su elasticidad, pero insospechada para muchos.
Finalmente me levanté, dejando los cuchillos arrojadizos bien visibles en mi cadera derecha, la fusta a la izquierda, y la gorra debidamente colocada ligeramente a un lado. Justo a tiempo para que un ruido ensordecedor llegara y todo comenzase a moverse. Con mucha calma me fui colocando los guantes y me fijé por fin en el exterior.
El sonido era el traqueteo de un ascensor, y al otro lado de mi celda ahora abierta una arena. Di un paso al frente y me di cuenta de todos los que había a mi alrededor. Hombres, mujeres, ese extraño hombre moco que se había metido en L.O.V.E.M.U.F.F.I.N. de alguna manera y no era capaz de eliminar... ¿Qué hace él aquí? Podría estropearlo todo... Si conociera mi cara, cierto. Menos mal que las reuniones son una mascarada. ¡Pero esa maldita bestia iba a seguirme hasta el día de mi muerte! Relájate Yarmin, respira. Tienes problemas más graves.
De hecho los tenía. Tras un discurso burdo y zafio mencionó algo así como Meln. Iban a usarnos como guerreros, pero íbamos a alimentar a una especie de rinoceronte mutante. Bueno, por lo que se veía en las gradas allí lo mutante no era ni tan raro. Pero centrándonos en lo importante...
-Tú- dije, señalando a un tipo cercano, activando mi poder sobre él-. Ve a comprobar a ese animal y tráeme datos.
Tenía razón ese hombre-bestia-lagarto-oso. Los que había no eran especialmente fuertes, o por lo menos eso pareció. El tipo al que dominé fue el primero en morir, sin oponer ninguna resistencia real, y luego centró su ofensiva en una chica de negro, con cabello blanco. Si había suerte estaría de mi parte, y si no moriría por el bicho gigante.
-¡¿Qué demonios?!- pregunté, en una exclamación, al ver cómo volaba una cápsula contra la bestia. Augustus era abrumador, en realidad. ¿Tal vez deberé empezar a sacarle partido?
Miré a las gradas y observé. Todos parecían muy fuertes, pero había una especie de niño. Y además aún no tenía mutaciones o lo que fuera. Sonreí, mientras trataba de activar mi poder. Por un lado, para entrar en la mente del niño. Por el otro, para calmar las emociones del animal. El niño saltó a la arena, ante el griterío para mi sorpresa de admiración de los que debían ser sus padres, y se lanzó contra Slaughterhorn. Por desgracia perdí la concentración y el ser devoró sin piedad al niño. Sus chillidos se oyeron claros y agudos, penetrando en mi oído. Casi pude sentir su agonía, y tuve que contenerme para no sonreír más. En su lugar, puse cara de compungido y traté de calmarlo de nuevo. Esta vez sin distracciones.
Me puse los pantalones con cuidado, vigilando cada pliegue. Podía ser una trampa, y lo último que recordaba era el rumor de un tesoro en el South Blue, un golpe al intentar alistarme en una tropa revolucionaria y un vacío negro que estaba seguro no era lo que de verdad debía encontrar en mi cabeza. Después, la camisa, siguiendo el mismo proceso, y cuando por fin llegué a las botas sentí el incómodo tacto de mi placa de Cipher Pol en la planta del pie. Mi chaqueta aún estaba abierta, y agachándome sobre mi tobillo coloqué en mi costado la primera de mis armas, mientras recitaba como un mantra sus nombres y usos. Creaviudas para los hombres, y Talonario para las deudas. Esa segunda iba asegurada bajo mi gemelo, encima del talón. Fácilmente accesible para alguien que había entrenado su elasticidad, pero insospechada para muchos.
Finalmente me levanté, dejando los cuchillos arrojadizos bien visibles en mi cadera derecha, la fusta a la izquierda, y la gorra debidamente colocada ligeramente a un lado. Justo a tiempo para que un ruido ensordecedor llegara y todo comenzase a moverse. Con mucha calma me fui colocando los guantes y me fijé por fin en el exterior.
El sonido era el traqueteo de un ascensor, y al otro lado de mi celda ahora abierta una arena. Di un paso al frente y me di cuenta de todos los que había a mi alrededor. Hombres, mujeres, ese extraño hombre moco que se había metido en L.O.V.E.M.U.F.F.I.N. de alguna manera y no era capaz de eliminar... ¿Qué hace él aquí? Podría estropearlo todo... Si conociera mi cara, cierto. Menos mal que las reuniones son una mascarada. ¡Pero esa maldita bestia iba a seguirme hasta el día de mi muerte! Relájate Yarmin, respira. Tienes problemas más graves.
De hecho los tenía. Tras un discurso burdo y zafio mencionó algo así como Meln. Iban a usarnos como guerreros, pero íbamos a alimentar a una especie de rinoceronte mutante. Bueno, por lo que se veía en las gradas allí lo mutante no era ni tan raro. Pero centrándonos en lo importante...
-Tú- dije, señalando a un tipo cercano, activando mi poder sobre él-. Ve a comprobar a ese animal y tráeme datos.
Tenía razón ese hombre-bestia-lagarto-oso. Los que había no eran especialmente fuertes, o por lo menos eso pareció. El tipo al que dominé fue el primero en morir, sin oponer ninguna resistencia real, y luego centró su ofensiva en una chica de negro, con cabello blanco. Si había suerte estaría de mi parte, y si no moriría por el bicho gigante.
-¡¿Qué demonios?!- pregunté, en una exclamación, al ver cómo volaba una cápsula contra la bestia. Augustus era abrumador, en realidad. ¿Tal vez deberé empezar a sacarle partido?
Miré a las gradas y observé. Todos parecían muy fuertes, pero había una especie de niño. Y además aún no tenía mutaciones o lo que fuera. Sonreí, mientras trataba de activar mi poder. Por un lado, para entrar en la mente del niño. Por el otro, para calmar las emociones del animal. El niño saltó a la arena, ante el griterío para mi sorpresa de admiración de los que debían ser sus padres, y se lanzó contra Slaughterhorn. Por desgracia perdí la concentración y el ser devoró sin piedad al niño. Sus chillidos se oyeron claros y agudos, penetrando en mi oído. Casi pude sentir su agonía, y tuve que contenerme para no sonreír más. En su lugar, puse cara de compungido y traté de calmarlo de nuevo. Esta vez sin distracciones.
- Resumen gladiadores contra Slaughterhorn:
- Pienso cosas, me visto, veo a Liv y a Maki intentar herir al bicho. Doy de comer al bicho. Intento calmar al bicho.
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El agente observaba todo con una sonrisa siniestra en el rostro. Parecían estar en un lugar bastante curioso y por ello se dedicó simplemente a mirar a su alrededor. No estaba nada cómodo con la compañía de la pesadilla, de un chulo de playa, un tipo pálido, un marine que no conocía y… oh Azula-chan, eso cambiaba la cosa. No iba a liarla mucho por el momento, pues estaba allí para ver las intenciones de aquella gente. No fue al bando de Balt junto a Taiga porque prefería hacer aquello por su cuenta, pero estaba a tiempo de hacer su mejor juego, el espionaje. Castor se rascó la barbilla unos momentos y después de unos segundos se estiró. Todo le estaba pareciendo bastante curioso.
Un temblor salió de la nada y entonces una onda de choque le pilló desprevenido, tirándole de espaldas. Justo en ese momento observó a una especie de bestia masacrar a un tipo que también se había caído. “Hostia…” Troy soltó una carcajada y se levantó lo más de prisa posible, fingiendo que estaba de broma. No podía creer que esos cabrones tuvieran tanta sangre fría. Él iba vestido con el jodido traje del gobierno como si fuese lo más normal del mundo por allí. Guardaba sus pistolas y unos cuantos cuchillos dentro de sus ropas. Lo primero que hizo fue encenderse un cigarro mientras el Mr esteroides se ponía a desafiar a la cosa grande. Justo entonces todo se llenó de bestias que se pusieron a atacar a todos como parte de una prueba. Él buscó a Azula con la mirada y se colocó a su lado.
- ¿Qué tal si les das una buena descarga?
Mencionó al mismo tiempo que comenzaba a formar cuchillos de plata y a lanzarlos contra el suelo, clavándolos de forma violenta. Clavó unos siete y alrededor de los dos agentes. La plata era muy conductora ye so le iba a ayudar. Miró a Azula con una sonrisa siniestra y seguramente ella sabría lo que sería muy útil cuando aquellos tipos se acercaran a ellos. Tanto que se puso a descojonarse mientras los veía avanzar y soltaba un par de caladas.
Un temblor salió de la nada y entonces una onda de choque le pilló desprevenido, tirándole de espaldas. Justo en ese momento observó a una especie de bestia masacrar a un tipo que también se había caído. “Hostia…” Troy soltó una carcajada y se levantó lo más de prisa posible, fingiendo que estaba de broma. No podía creer que esos cabrones tuvieran tanta sangre fría. Él iba vestido con el jodido traje del gobierno como si fuese lo más normal del mundo por allí. Guardaba sus pistolas y unos cuantos cuchillos dentro de sus ropas. Lo primero que hizo fue encenderse un cigarro mientras el Mr esteroides se ponía a desafiar a la cosa grande. Justo entonces todo se llenó de bestias que se pusieron a atacar a todos como parte de una prueba. Él buscó a Azula con la mirada y se colocó a su lado.
- ¿Qué tal si les das una buena descarga?
Mencionó al mismo tiempo que comenzaba a formar cuchillos de plata y a lanzarlos contra el suelo, clavándolos de forma violenta. Clavó unos siete y alrededor de los dos agentes. La plata era muy conductora ye so le iba a ayudar. Miró a Azula con una sonrisa siniestra y seguramente ella sabría lo que sería muy útil cuando aquellos tipos se acercaran a ellos. Tanto que se puso a descojonarse mientras los veía avanzar y soltaba un par de caladas.
- Miembro de Zal [Resumen]:
- Caerme XDDD, Disimular, clavar 7 cuchillos de plata alrededor mia y de azula y pedirle que haga los honores.
Corvo
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Había tenido que dejar parte de mi equipo en casa, me había traído la N1, las dos armaduras modelo I y todos los robots Ares y Apache. El resto de robot, y los modelos III y IV de ASCI se quedaron junto a Jasmina en el laboratorio. Acabábamos de atracar, me encontraba metido dentro de una de las dos armaduras personales, cuando algo que se podía considerar un hombre a duras penas no comenzó a guiar. El erial que era aquella zona, de roca volcánica en apariencia, daba paso a una zona industrializada, que al principio tenía podía confundirse con una ciudad. Según avanzaba a través de lo que se podía considerar una trinchera entre paredes de piedra y metal, me fui fijando en el interior, donde la inconfundible luz del metal fundido resplandecía.
Me había quedado al final dela marcha, lo que me permitía hacer pequeñas paradas y dar algunos vistazos, además de que así nadie trataría de interferir en mi séquito de máquinas. Los sensores me indicaron que el aire se calentaba cuando comenzamos a pasar por encima de uno de los puentes en dirección a la fortaleza. Me entraron ganas de volar para mirar mejor todo con perspectiva, pero decidí esperar. El líder de la facción, o eso creí yo, nos saludó y guio a través de la fortaleza. Veinte minutos después llegamos a una sala con una mesa en U donde la gente se fue sentando. Ordené a los robot y armaduras que fueran a un lateral y esperaran. Yo me senté en uno de los pocos huecos libres, en el lado izquierdo muy cerca de aquel gigantón.
Tras una pequeña charla, en la que nos puso al corriente del estado de su facción y sus posibles aliados, nos dieron un colgante. Lo escaneé y luego puse por encima de la armadura. Trataría de charlar con aquel hombre, debía ser un genio de la ingeniería por lo que me habían contado, y sin duda podía aprender mucho.
Me había quedado al final dela marcha, lo que me permitía hacer pequeñas paradas y dar algunos vistazos, además de que así nadie trataría de interferir en mi séquito de máquinas. Los sensores me indicaron que el aire se calentaba cuando comenzamos a pasar por encima de uno de los puentes en dirección a la fortaleza. Me entraron ganas de volar para mirar mejor todo con perspectiva, pero decidí esperar. El líder de la facción, o eso creí yo, nos saludó y guio a través de la fortaleza. Veinte minutos después llegamos a una sala con una mesa en U donde la gente se fue sentando. Ordené a los robot y armaduras que fueran a un lateral y esperaran. Yo me senté en uno de los pocos huecos libres, en el lado izquierdo muy cerca de aquel gigantón.
Tras una pequeña charla, en la que nos puso al corriente del estado de su facción y sus posibles aliados, nos dieron un colgante. Lo escaneé y luego puse por encima de la armadura. Trataría de charlar con aquel hombre, debía ser un genio de la ingeniería por lo que me habían contado, y sin duda podía aprender mucho.
Krieg
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La guerra de Síderos es un conflicto demasiado complejo como para analizarlo a tiempo de la fecha de entrega de una respuesta. Nos han solicitado ayuda sin adjudicar un bando, quedando éste último a nuestra “elección”. ¿Podemos elegir realmente con la escueta información que se nos ha dado?
¿Qué ocurre si nos equivocamos? Que un país acaba en las manos de aquellos que no hemos elegido. ¿Qué pasa si hay gente en otros bandos más fuertes, o simplemente más capaces, que nosotros mismos? ¿Ha sido correcto elegir facción por sus procedimientos más que por su fuerza? El tiempo lo dirá. De todas maneras podría haber sido objeto de acusaciones de traición por mis métodos en otras elecciones, quizá incluso en ésta.
Zilda es una tierra oscura y húmeda, la lluvia incesante cayendo sobre las montañas de hormigón y ladrillo gris cuadriculada hacen de la estampa, en lugar de un paisaje en un cuadro, un boceto de dibujo técnico de un estudiante de arquitectura. El pensamiento de que si tuviera los conocimientos apropiados, así como la capacidad material y física, de construir una ciudad… seguramente sería muy parecida a ésta.
El color gris y sus correspondientes tonalidades hacen de la homogénea vista una simple lectura de datos. No hay nada en esta tierra que evoque eso que otros llaman “belleza”, pero para mí… esto podría considerarse como el epíteto de la funcionalidad. Es… “perfecto”, siempre que se pudiera alcanzar el término, pero carece de vida… carece de estímulo… se vuelve como intento volver mi vida. Fría y funcional. Útil. Eso es… inhumano, y como yo soy para otros, sumamente insoportable.
El comité de acogida está compuesto por unos pequeños robots que intentan imitar la candidez de la educación humana variando la entonación y las pausas… me recuerdan bastante a mí, y serían iguales si yo tuviera una resonancia metálica en la voz… o si la suya fuera más carnosa. Los mecanismos que imitan la vida me llevan hacia la plaza que abraza a una edificación cuya cúspide, como el de muchas otras, se pierde entre los hidrometeoros.
No existen ventanas en la estéril edificación… como si se tratara de un moderno monolito. La entrada se nos indica con la misma falsa amabilidad de los artilugios parlantes.
¿Es falsa realmente? Eso es cuestionable…
El interior de la edificación es un reflejo más amable de su exterior. Las estancias de paredes blancas, de homogénea temperatura y deshumidificadas son el hormiguero de un sinfín de autómatas diferenciados que tienen una mínima supervisión humana. Datos, gráficas y esquemas para el correcto funcionamiento de la artificial colmena.
La escolta nos conduce, pues ahora recaigo en la ausencia de la soledad, hacia una estancia circular a través de unas puertas articuladas por alguna clase de dispositivo. Una vez cerrada la estancia y tras un suave susurro la presión de las rodillas y los pies hacen patente un cambio en el movimiento del conjunto completo. Nos movemos hacia arriba. Las grises paredes que funcionan de ventanas nos brindan breves reflejos de la ciudad antes de atravesar las precipitaciones, que una vez acuchilladas por completo, nos dejan una cándida luz solar sobre un mar blanco manchado con las islas de otros edificios.
¿A qué altura está una nube?
Las paredes caen, concluyendo la visita en una sala repleta de pantallas y botones. Probablemente un centro de coordinación de funciones. Pero no es la composición no viva de la estancia lo que capta toda mi atención, gran parte se la apropia una figura envuelta en un manto azur, conectada por su espalda, y probablemente su columna, al sistema. ¿Es humano? ¿Fue humano? Los huesos parecen distendidos, o quizás desprovistos de todo tejido blando, y aunque la ausencia de ancho promueve la percepción del alto y largo de sus proporciones éstas además, fuera de la influencia de la escasez de grasa y músculo, parecen estiradas.
¿Tribu de piernas largas y brazos largos?
Expone su gratitud ante nuestra presencia, y aunque calmado y razonable en su modo de hablar parece desplegar cierto rasgo de fanatismo. Aunque quizá sea sólo una mera observación fuera del contexto ligado a la palabra “bárbaros”. Tras invitarnos a sentarnos en una mesa, oferta que no iba a rechazar dada su actitud protocolaria, nos expone la información que tan detalladamente ha elaborado por medio de ilusiones ópticas en el complejo y desconocido artículo de mobiliario al que otros, incluido yo mismo, llamaríamos mesa. Pero ahora y con tanta innovación tecnológica debería buscarle otro nombre. Recabo con rápidos movimientos los datos en las diferentes zonas que pulso atendiendo a sus explicaciones.
Un regalo se nos ofrece a cada uno, el mismo artículo. ¿Queremos realmente proporcionar estos datos a nuestro bando? ¿Y si intentan traicionarnos? ¿Y si quiero traicionarles? Si nos han engañado en ese mundo tan real que no lo era… ¿Qué les impide entrar en nuestros cerebros mediante una despampanante pulsera?
Estoy hasta el cuello de mierda como para preocuparme por eso ahora. La pulsera se cierra sobre mi muñeca justo al final del monólogo, donde nos indica que tras seguir a los autómatas nos llevarán hasta nuestras habitaciones para descansar, y mañana… comenzará realmente todo.
- Muchas gracias señor Beros de Zilda, presumo- pues quizás fuera no el rey, si no un alfil diferente o quizás un caballero- .Existen muchas preguntas que quiero realizarle sobre su tierra, artilugios, cultura, ciencia… Pero habrá tiempo cuando acabemos con esta guerra. Aunque si hay tiempo antes le rogaría que me las respondiera. Sin más dilación- me levanté para despedirme con un movimiento de sombrero-, les deseo buenas noches.
Y seguí mi rumbo hacia un necesitado descanso, en el que esperaba, al menos, que nos dieran alguna nutritiva cena.
¿Qué ocurre si nos equivocamos? Que un país acaba en las manos de aquellos que no hemos elegido. ¿Qué pasa si hay gente en otros bandos más fuertes, o simplemente más capaces, que nosotros mismos? ¿Ha sido correcto elegir facción por sus procedimientos más que por su fuerza? El tiempo lo dirá. De todas maneras podría haber sido objeto de acusaciones de traición por mis métodos en otras elecciones, quizá incluso en ésta.
Zilda es una tierra oscura y húmeda, la lluvia incesante cayendo sobre las montañas de hormigón y ladrillo gris cuadriculada hacen de la estampa, en lugar de un paisaje en un cuadro, un boceto de dibujo técnico de un estudiante de arquitectura. El pensamiento de que si tuviera los conocimientos apropiados, así como la capacidad material y física, de construir una ciudad… seguramente sería muy parecida a ésta.
El color gris y sus correspondientes tonalidades hacen de la homogénea vista una simple lectura de datos. No hay nada en esta tierra que evoque eso que otros llaman “belleza”, pero para mí… esto podría considerarse como el epíteto de la funcionalidad. Es… “perfecto”, siempre que se pudiera alcanzar el término, pero carece de vida… carece de estímulo… se vuelve como intento volver mi vida. Fría y funcional. Útil. Eso es… inhumano, y como yo soy para otros, sumamente insoportable.
El comité de acogida está compuesto por unos pequeños robots que intentan imitar la candidez de la educación humana variando la entonación y las pausas… me recuerdan bastante a mí, y serían iguales si yo tuviera una resonancia metálica en la voz… o si la suya fuera más carnosa. Los mecanismos que imitan la vida me llevan hacia la plaza que abraza a una edificación cuya cúspide, como el de muchas otras, se pierde entre los hidrometeoros.
No existen ventanas en la estéril edificación… como si se tratara de un moderno monolito. La entrada se nos indica con la misma falsa amabilidad de los artilugios parlantes.
¿Es falsa realmente? Eso es cuestionable…
El interior de la edificación es un reflejo más amable de su exterior. Las estancias de paredes blancas, de homogénea temperatura y deshumidificadas son el hormiguero de un sinfín de autómatas diferenciados que tienen una mínima supervisión humana. Datos, gráficas y esquemas para el correcto funcionamiento de la artificial colmena.
La escolta nos conduce, pues ahora recaigo en la ausencia de la soledad, hacia una estancia circular a través de unas puertas articuladas por alguna clase de dispositivo. Una vez cerrada la estancia y tras un suave susurro la presión de las rodillas y los pies hacen patente un cambio en el movimiento del conjunto completo. Nos movemos hacia arriba. Las grises paredes que funcionan de ventanas nos brindan breves reflejos de la ciudad antes de atravesar las precipitaciones, que una vez acuchilladas por completo, nos dejan una cándida luz solar sobre un mar blanco manchado con las islas de otros edificios.
¿A qué altura está una nube?
Las paredes caen, concluyendo la visita en una sala repleta de pantallas y botones. Probablemente un centro de coordinación de funciones. Pero no es la composición no viva de la estancia lo que capta toda mi atención, gran parte se la apropia una figura envuelta en un manto azur, conectada por su espalda, y probablemente su columna, al sistema. ¿Es humano? ¿Fue humano? Los huesos parecen distendidos, o quizás desprovistos de todo tejido blando, y aunque la ausencia de ancho promueve la percepción del alto y largo de sus proporciones éstas además, fuera de la influencia de la escasez de grasa y músculo, parecen estiradas.
¿Tribu de piernas largas y brazos largos?
Expone su gratitud ante nuestra presencia, y aunque calmado y razonable en su modo de hablar parece desplegar cierto rasgo de fanatismo. Aunque quizá sea sólo una mera observación fuera del contexto ligado a la palabra “bárbaros”. Tras invitarnos a sentarnos en una mesa, oferta que no iba a rechazar dada su actitud protocolaria, nos expone la información que tan detalladamente ha elaborado por medio de ilusiones ópticas en el complejo y desconocido artículo de mobiliario al que otros, incluido yo mismo, llamaríamos mesa. Pero ahora y con tanta innovación tecnológica debería buscarle otro nombre. Recabo con rápidos movimientos los datos en las diferentes zonas que pulso atendiendo a sus explicaciones.
Un regalo se nos ofrece a cada uno, el mismo artículo. ¿Queremos realmente proporcionar estos datos a nuestro bando? ¿Y si intentan traicionarnos? ¿Y si quiero traicionarles? Si nos han engañado en ese mundo tan real que no lo era… ¿Qué les impide entrar en nuestros cerebros mediante una despampanante pulsera?
Estoy hasta el cuello de mierda como para preocuparme por eso ahora. La pulsera se cierra sobre mi muñeca justo al final del monólogo, donde nos indica que tras seguir a los autómatas nos llevarán hasta nuestras habitaciones para descansar, y mañana… comenzará realmente todo.
- Muchas gracias señor Beros de Zilda, presumo- pues quizás fuera no el rey, si no un alfil diferente o quizás un caballero- .Existen muchas preguntas que quiero realizarle sobre su tierra, artilugios, cultura, ciencia… Pero habrá tiempo cuando acabemos con esta guerra. Aunque si hay tiempo antes le rogaría que me las respondiera. Sin más dilación- me levanté para despedirme con un movimiento de sombrero-, les deseo buenas noches.
Y seguí mi rumbo hacia un necesitado descanso, en el que esperaba, al menos, que nos dieran alguna nutritiva cena.
- RESUMEN ZILDA ADAM P1:
- Discusión teórica y moral, "maravillarme del sitio" Llegar, escuchar. Despedirme (leerse las csoas en guiones, que es el final) E irme a dormir si puedo cenando antes (como si son pastillas de comida)
Valia Gyliel
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Estaba bastante entusiasmada con aquella misión, no solo iríamos la mayoría de la división junto a nuestro líder, sino que, además, sería con la facción aclamada como la tierra de paladines. Nada más bajar del barco me pegué al Krauser, a pesar de la emoción tenía algo de miedo, pues sabía que sería una campaña dura. Todo lo que veía me recordaba a mi juventud en los palacios del fondo marino. Toda aquella ostentación contrastaba mucho con lo que tenía en mente que sería aquella facción. No podía juzgarlos aún, pues igual toda la población vivía bien, pero ya tenía la espinita clavada hasta que descubriera la realidad.
La líder, una mujer de aspecto extraño y de bastante altura. Apenas disfrute del banquete, no tenía mucha hambre. El desfile exterior no hacía más que incrementar mis dudas, aunque admitía que era una fuerza militar extraordinaria. Tan pronto como la pretora se despidió, el demonio se levantó de la mesa en dirección a los dormitorios. Lo acompañé todo el trayecto, se suponía que nos reuniríamos todos allí para empezar con aquello.
Hasta el momento no había podido probar demasiado mis cualidades ante el resto, esperaba que ese fuera mi momento, evitando defraudar a mis compañeros. Muchas cosas dependían de lo que encontráramos esa noche.
La líder, una mujer de aspecto extraño y de bastante altura. Apenas disfrute del banquete, no tenía mucha hambre. El desfile exterior no hacía más que incrementar mis dudas, aunque admitía que era una fuerza militar extraordinaria. Tan pronto como la pretora se despidió, el demonio se levantó de la mesa en dirección a los dormitorios. Lo acompañé todo el trayecto, se suponía que nos reuniríamos todos allí para empezar con aquello.
Hasta el momento no había podido probar demasiado mis cualidades ante el resto, esperaba que ese fuera mi momento, evitando defraudar a mis compañeros. Muchas cosas dependían de lo que encontráramos esa noche.
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Nada más llegar nos mandan hacía una fisura en la ladera. Aquello era algo raro, uno esperaría algo más de hospitalidad o amabilidad para con alguien que viene a ayudar. Sea como fuere, parece que todos nos encaminamos hacia el lugar indicado. Por el camino me fijo en que un hombre se ha cortado con una de aquellas plantas. Fijándome un poco mejor en ellas, sí que parecían ser como finas cuchillas, trataría de mantenerlas lejos. La fisura en el terreno conducía a una gran llanura, con cavidades escabas en las paredes, las cuales estaban abarrotadas de humanoides. En el centro de la explanada una gran plataforma con un asiento.
El eco de unos grandes golpes, puede que un gigante corriendo me llamarón la atención. Puede ver algo dirigirse hacia el centro, el golpe sería bastante terrible, por lo que me deje deshacer en tinta, quedándome a ras de suelo. Tras el impacto una onda recorrió todo el lugar, volviendo a mi forma humana pude ver cuando se disipo el polvo a una gran figura humanoide con aspectos felinos y placas óseas extrañas de pie en la plataforma. Tras un pequeño discurso agarró al tipo que se había cortado antes, que aún no se había recuperado de la onda y lo aplastó, literalmente lo hizo papilla. Mientras, varias figuras de aspecto parecido al del grandullón, pero de menor tamaño saltaban entre nosotros.
Activé el mantra, tenía el presentimiento que podíamos ser los siguientes en ser convertidos en papilla si no estábamos atentos. Las puertas se cerraron al mismo tiempo que la plataforma comenzaba a elevarse. Tras eso poco tardaron aquellas criaturas en lanzarse al ataque, llenando la zona de gritos. Desenvainé las espadas, hacía poco que Dexter me las había reforjado, a la vez que me había hecho una armadura dorada que ahora vestía. Usando la katana que poseía la zoan de serpiente, lancé una onda cortante imbuida en su veneno hacía los que venían a por mí. No tenía nada en su contra, pero era una situación de ellos o yo. Aunque no estaba muy de acuerdo con los métodos usados, mi objetivo final era conseguir sus conocimientos sobre biónica, que era lo que me había traído hasta aquí.
El eco de unos grandes golpes, puede que un gigante corriendo me llamarón la atención. Puede ver algo dirigirse hacia el centro, el golpe sería bastante terrible, por lo que me deje deshacer en tinta, quedándome a ras de suelo. Tras el impacto una onda recorrió todo el lugar, volviendo a mi forma humana pude ver cuando se disipo el polvo a una gran figura humanoide con aspectos felinos y placas óseas extrañas de pie en la plataforma. Tras un pequeño discurso agarró al tipo que se había cortado antes, que aún no se había recuperado de la onda y lo aplastó, literalmente lo hizo papilla. Mientras, varias figuras de aspecto parecido al del grandullón, pero de menor tamaño saltaban entre nosotros.
Activé el mantra, tenía el presentimiento que podíamos ser los siguientes en ser convertidos en papilla si no estábamos atentos. Las puertas se cerraron al mismo tiempo que la plataforma comenzaba a elevarse. Tras eso poco tardaron aquellas criaturas en lanzarse al ataque, llenando la zona de gritos. Desenvainé las espadas, hacía poco que Dexter me las había reforjado, a la vez que me había hecho una armadura dorada que ahora vestía. Usando la katana que poseía la zoan de serpiente, lancé una onda cortante imbuida en su veneno hacía los que venían a por mí. No tenía nada en su contra, pero era una situación de ellos o yo. Aunque no estaba muy de acuerdo con los métodos usados, mi objetivo final era conseguir sus conocimientos sobre biónica, que era lo que me había traído hasta aquí.
- Cosas usadas:
- Mantra superior + onda cortante de la espada con zoan
Al sólo observaba. Desde que había llegado su vista y oído no estaban puestas en las magníficas estatuas o en la perfectamente pulida armadura de los soldados. Desde que desembarcó no pudo dejar de mirar una sola cosa: a Krauser Redfield. Desde su ingreso en la Marina aquel hombre fue siempre uno de los referentes respecto a honor y compañerismo, y hasta pensó en unirse a la Élite durante los primeros días en que aquella brigada se fundó. No obstante sus caminos se habían separado y nunca tuvo ocasión de saludar de Oficial a Oficial al Marine. Tras Mariejoa, además, Krauser se había autoinculpado de dos asesinatos que todo el mundo sabía a quién se debían. El traidor Lion D. Karl, el sempai de Kai. Hacía mucho tiempo que había sucedido, pero el Marine de Fuego seguía sin soportar escuchar malas palabras hacia su amigo, y era normal. Aunque, a pesar de no ver con malos ojos una revolución interna, el asesinato a sangre fría de dos Almirantes era un crimen que no podía perdonar. Y allí estaba Krauser, aún perseguido por el fantasma de un delito que él no cometió, pues aunque muchos supieran la verdad quedaban los que creían que él era el verdadero cerebro tras los hechos de la guerra Gyojin.
Ignoró el discurso, tan sólo pensando en si no se habría confundido, aunque era imposible. Vendas, espadón, su ropa de combate, los machetes y hasta siete insignias al mérito militar. Lo único que lo desubicaba ligeramente era la máscara, ya que si iba vestido de él mismo... ¿Por qué ocultaba su cara? Era estúpido. ¿O era brillante? Nadie pensaría que él era el verdadero Krauser si sólo se cubría la cara, claro. Pensarían que era un imitador, o un señuelo, y lo dejarían en paz. Definitivamente era un plan brillante. O eso, o era un señuelo de verdad. En cualquier caso, se mantuvo en la distancia, admirando el genio y figura del ahora revolucionario, y hasta ocupó un asiento cercano. No cenó nada, pero estuvo a punto. Alguien había preparado Mojitos, pero se abstuvo. Necesitaba sus seis sentidos para seguir la pista a aquel hombre.
Pasó un rato, pero finalmente el hombre se levantó, seguido de un par de personas. No importaba, de todos modos sabía lo que podía suceder. Krauser era un hombre muy capaz de hacer amigos, a pesar de su carácter, y hasta Caspio le había hablado una vez de él. Se levantó y lo siguió por los pasillos, esperando a estar relativamente a solas con esa gente. Pero se separaron, y perdió el rastro de Krauser en una habitación, aunque salió al poco tiempo. Él estaba esperándolo, con un gesto de anhelo contenido malamente. Era su fan.
-¡Samegure-sama!- gritó, casi como una niña al ver a su ídolo adolescente-.¡Ha sido genial tu estrategia de fingir ser un pelele! ¡Soy Al Naion, su mayor admirador! Desde que era un recluta soñaba con poder conocer...te
Se dio cuenta de repente. Llevaba puesto el chaquetón identificativo de su rango en la Marina, así como una larguísima espada y un violín en su funda le colgaban del pantalón. Esperaba que no se pusiera agresivo, porque salir corriendo después de aquella aparición sería cuanto menos, patético.
Ignoró el discurso, tan sólo pensando en si no se habría confundido, aunque era imposible. Vendas, espadón, su ropa de combate, los machetes y hasta siete insignias al mérito militar. Lo único que lo desubicaba ligeramente era la máscara, ya que si iba vestido de él mismo... ¿Por qué ocultaba su cara? Era estúpido. ¿O era brillante? Nadie pensaría que él era el verdadero Krauser si sólo se cubría la cara, claro. Pensarían que era un imitador, o un señuelo, y lo dejarían en paz. Definitivamente era un plan brillante. O eso, o era un señuelo de verdad. En cualquier caso, se mantuvo en la distancia, admirando el genio y figura del ahora revolucionario, y hasta ocupó un asiento cercano. No cenó nada, pero estuvo a punto. Alguien había preparado Mojitos, pero se abstuvo. Necesitaba sus seis sentidos para seguir la pista a aquel hombre.
Pasó un rato, pero finalmente el hombre se levantó, seguido de un par de personas. No importaba, de todos modos sabía lo que podía suceder. Krauser era un hombre muy capaz de hacer amigos, a pesar de su carácter, y hasta Caspio le había hablado una vez de él. Se levantó y lo siguió por los pasillos, esperando a estar relativamente a solas con esa gente. Pero se separaron, y perdió el rastro de Krauser en una habitación, aunque salió al poco tiempo. Él estaba esperándolo, con un gesto de anhelo contenido malamente. Era su fan.
-¡Samegure-sama!- gritó, casi como una niña al ver a su ídolo adolescente-.¡Ha sido genial tu estrategia de fingir ser un pelele! ¡Soy Al Naion, su mayor admirador! Desde que era un recluta soñaba con poder conocer...te
Se dio cuenta de repente. Llevaba puesto el chaquetón identificativo de su rango en la Marina, así como una larguísima espada y un violín en su funda le colgaban del pantalón. Esperaba que no se pusiera agresivo, porque salir corriendo después de aquella aparición sería cuanto menos, patético.
Énra Kelter
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Acababa de tomarme una de las pastillas de aquellas que cambiaban el tono del pelo, que para mí desgracia terminó en un turquesa oscuro. No quería malgastar las píldoras para recuperar mi color normal, por lo que cuando llegaron a buscarnos unos pequeños autómatas aún seguía azul. Aquel ser me llevo a través de las grises calles, todas iguales, todas con los mismo colores y patrones sin nada que pudiera resultar útil para algo. Aquel sitio era el colmo de la eficacia, y del aburrimiento. Al menos tenia me pelaje para desentonar un poco. Dentro de la torre en la me metieron había algo más de movimiento, pero todo era igual de gris. Finalmente me reuní con más gente en una sala, que resultó ser un elevador.
Aquella construcción era realmente alta, cuando se paró el ascensor estábamos a bastantes metros sobre la tormenta, pudiendo ver otros picos sobresalir de las nubes. “Al menos ya no es todo gris” pensé mientras estaba pegado a una de las paredes. Esta desapareció, haciendo que casi callera al suelo. En la sala donde ahora estábamos un hombre, si podía llamarse así, nos esperaba. Con una mesa que reproducía imágenes, una grande y frente a cada uno otra diferente nos explicó la situación. Cuando acábanos pidió que pusiéramos la mano sobre el cuadrado, que paso a nuestras muñecas. Al parecer serviría para tenernos localizados, que pudiéramos ver a nuestros compañeros y comunicarnos y mandar información.
No me gustaba estar tan controlado, pero viendo la gente que estábamos allí, no sería malo poder saber su posición para que me sacaran el pellejo de algún lio. Después de ello, a modo de despedida nos indicó que bajáramos en el ascensor para que descansáramos. Cuando estuviera en ella trastearía un poco con aquel juguete tecnológico, mandando por “error” un mensaje al Shichibukai Madara, para tratar de iniciar una charla en busca de intereses comunes, al fin y al cabo, los dos trabajamos por dinero.
Aquella construcción era realmente alta, cuando se paró el ascensor estábamos a bastantes metros sobre la tormenta, pudiendo ver otros picos sobresalir de las nubes. “Al menos ya no es todo gris” pensé mientras estaba pegado a una de las paredes. Esta desapareció, haciendo que casi callera al suelo. En la sala donde ahora estábamos un hombre, si podía llamarse así, nos esperaba. Con una mesa que reproducía imágenes, una grande y frente a cada uno otra diferente nos explicó la situación. Cuando acábanos pidió que pusiéramos la mano sobre el cuadrado, que paso a nuestras muñecas. Al parecer serviría para tenernos localizados, que pudiéramos ver a nuestros compañeros y comunicarnos y mandar información.
No me gustaba estar tan controlado, pero viendo la gente que estábamos allí, no sería malo poder saber su posición para que me sacaran el pellejo de algún lio. Después de ello, a modo de despedida nos indicó que bajáramos en el ascensor para que descansáramos. Cuando estuviera en ella trastearía un poco con aquel juguete tecnológico, mandando por “error” un mensaje al Shichibukai Madara, para tratar de iniciar una charla en busca de intereses comunes, al fin y al cabo, los dos trabajamos por dinero.
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Putos ascensores. Por alguna razón, Madara le tenía pánico a las alturas salvo cuando estaba volando. Nadie comprendía eso y muchas veces se atrevía a escalar sitios altos, pero debía admitir que siempre con una enorme presión en el pecho. Aquello podía ser malo para sus aliados pues no controla bien su fuerza. Mientras estaban subiendo, el enorme dragón de dos metros y medio estaba sentado en una esquina del ascensor, abrazado a sí mismo y silbando disimuladamente. Malditas alturas de los cojones, estaba por romper el cristal y echar a volar. De esa forma se fiaría más de sí mismo y menos de aquella máquina. Encima notó un mareo intenso recorrerle y se puso la mano en la boca para no vomitar. Sus ojos estaban en blanco y parecía querer matar a alguien. El poderoso Shichibukai se sentía pequeño en aquel sitio y deseaba poder salir.
Una vez logró estar fuera de aquella máquina del diablo, se relajó en la enorme sala. El tipo que les había citado se puso a hablar sobre mapas, hologramas, guerras y demás cosas. Él solo estaba allí para conseguir dinero, por lo que simplemente se dedicó a rascarse la cabeza mientras miraba a su alrededor. En una de aquellas situaciones pudo ver una mosca y comenzó a seguir la trayectoria del precioso animal. Entonces pensó ¿Cómo cojones hay moscas aquí? Le quitó importancia a aquel hecho y esperó a que los demás cogieran aquella cosa para sus muñecas. Cuando los demás se lo hubieron puesto lo hizo él y al ver para que servía sonrió de lado. Aquella maravilla le avisaría cuando un usurero se acercase a él en busca de su dinero. Él lo sabía muy bien, todas aquellas facciones amaban su dinero, incluso era posible que más que él.
- Mmmm… dinero, dinero es la clave de todo. Yo mismo os conduciré a la gloria y solamente por un precio especial, proporcionaré mis conocimientos para ayudar a quién desee a mejorar sus armas y armaduras.
El shichibukai aprovechaba cualquier cosa para ganar dinero de cualquier forma y así podía servir de ayuda a los miembros de Zilda también. Sus conocimientos de física eran impresionantes y debía aprovecharlos. En ese momento se acercó al flamante ex shichibukai y le dedicó una sonrisa amigable mientras le miraba desde arriba. La última vez era él más bajo, pero eso daba lo mismo. Trató de darle un enorme abrazo mientras gritaba de emoción.
- ¡Viejo zorro! ¿Qué tal estás?
Una vez logró estar fuera de aquella máquina del diablo, se relajó en la enorme sala. El tipo que les había citado se puso a hablar sobre mapas, hologramas, guerras y demás cosas. Él solo estaba allí para conseguir dinero, por lo que simplemente se dedicó a rascarse la cabeza mientras miraba a su alrededor. En una de aquellas situaciones pudo ver una mosca y comenzó a seguir la trayectoria del precioso animal. Entonces pensó ¿Cómo cojones hay moscas aquí? Le quitó importancia a aquel hecho y esperó a que los demás cogieran aquella cosa para sus muñecas. Cuando los demás se lo hubieron puesto lo hizo él y al ver para que servía sonrió de lado. Aquella maravilla le avisaría cuando un usurero se acercase a él en busca de su dinero. Él lo sabía muy bien, todas aquellas facciones amaban su dinero, incluso era posible que más que él.
- Mmmm… dinero, dinero es la clave de todo. Yo mismo os conduciré a la gloria y solamente por un precio especial, proporcionaré mis conocimientos para ayudar a quién desee a mejorar sus armas y armaduras.
El shichibukai aprovechaba cualquier cosa para ganar dinero de cualquier forma y así podía servir de ayuda a los miembros de Zilda también. Sus conocimientos de física eran impresionantes y debía aprovecharlos. En ese momento se acercó al flamante ex shichibukai y le dedicó una sonrisa amigable mientras le miraba desde arriba. La última vez era él más bajo, pero eso daba lo mismo. Trató de darle un enorme abrazo mientras gritaba de emoción.
- ¡Viejo zorro! ¿Qué tal estás?
- Miembro de Zilda [Resumen]:
- Marearse en el ascensor, ofrecer sus conocimientos a pjs y npc para ayudar, hablar con Dexter
Vilya sûlceleb
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No podía creer lo que veía, aquella isla parecía toda igual, un aburrimiento continuo. Ni las plantas sobresalían en aquel lugar. Mi única diversión era un murciélago humanoide de pelo azulado que iba delante de nosotros. Me gustaría averiguar más de aquel ser, incluso tratar de atraparlo a ver lo complicado que era. Con estas divagaciones llegamos a la torre más alta, donde teóricamente nos recibiría el líder de aquella deprimente isla. Aunque lo único que encontramos nada más entrar fue más seres como los que nos guiaban y más monotonía en estilos.
Durante el ascenso en elevador comprobé como el jefe se ponía bastante malo, sería alguna reacción a algo que había comido, solo esperaba que no me vomitase encima. En cuanto las paredes bajaron su aspecto mejoró mucho, ¿Sería cosa del aparato elevador? De cualquier manera, no sentamos alrededor de una mesa que proyectaba una imagen de todas las islas y algunas características dela misma. De toda esa información solo me interesé por las plantas y los animales, aunque no había demasiados informes de los mismos. Cuando finalizó, nos dio lo que dijo era un regalo. Con el podíamos tener localizados a los demás, comunicarnos y mandarnos datos. La pega era, que seguro que ellos también tendrían siempre controlados.
Esperé junto al elevador, viendo a la gente marcharse mientras Madara trataba de abraza a otro hombre, el famoso Yonkou Dexter Black. Esperaba que fuera rápido, ya tenía ganas de marcharme de allí. Puede que usara el aparato para tratar de pillar al murciélago desprevenido y saber algo más de su raza, que junto a sus habilidades de combate era lo único que me interesaba de él.
Durante el ascenso en elevador comprobé como el jefe se ponía bastante malo, sería alguna reacción a algo que había comido, solo esperaba que no me vomitase encima. En cuanto las paredes bajaron su aspecto mejoró mucho, ¿Sería cosa del aparato elevador? De cualquier manera, no sentamos alrededor de una mesa que proyectaba una imagen de todas las islas y algunas características dela misma. De toda esa información solo me interesé por las plantas y los animales, aunque no había demasiados informes de los mismos. Cuando finalizó, nos dio lo que dijo era un regalo. Con el podíamos tener localizados a los demás, comunicarnos y mandarnos datos. La pega era, que seguro que ellos también tendrían siempre controlados.
Esperé junto al elevador, viendo a la gente marcharse mientras Madara trataba de abraza a otro hombre, el famoso Yonkou Dexter Black. Esperaba que fuera rápido, ya tenía ganas de marcharme de allí. Puede que usara el aparato para tratar de pillar al murciélago desprevenido y saber algo más de su raza, que junto a sus habilidades de combate era lo único que me interesaba de él.
- resumen:
- Acompañar a Madara, rezar para que no me vomitara encima, esperar a que Madara terminara de hablar con Dex para irnos
Osuka Sumisu
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Se encontraba intentando resistir no darle un bocado a los múltiples platos que había en las mesas y que todos disfrutaban después del discurso de aquella dama que parecía ser la que mandaba en el lugar. Le encantaba la comida, pero eso supondría quitarse de la cara lo único que ocultaba su identidad. Osu se vestía con una máscara de perro que le cubría toda la cara y su característico pelo anaranjado en punta estaba recogido en una coleta para disimular más. Llevaba un kimono con una bufanda y encima de esta una gran capa oscura. Dentro de todo eso se escondía una armadura ligera de un material similar al hueso que era lo suficientemente fina como para ocultarla sin que se notase ni que se muriese de calor.
Se había juntado junto a Ai y Krauser para investigar cuáles eran las reales intenciones, si es que las había, sobre la gente de Balt. Hasta a él le parecía demasiado extraño que fueran tan amables, pero no podía decidir nada aún, tendría que descubrirlo para que pudiera opinar algo.
Una chica con máscara de gato, que era Ai, se le acercó para decirle que se preparase y fuese a la habitación de Oficial, lo cual contestó haciendo un si con la cabeza.
Se fue primero a su habitación, donde lo primero que vio fue el uniforme blanco que habían repartido. Dejándose sólo la armadura ligera, se puso el uniforme mientras se veía previamente en el espejo.- Desde luego, el blanco no es mi color. Llegó a tener el pelo sin recoger y parecería una puta vela encendida.
Cuando salió, fue directo a la habitación de su superior, donde se encontró con él y su compañera. A Ai no le parecía convencer las intenciones de Balt, cosa que coincidía con Osu.
- Incluso a mi me parece demasiado raro todo esto. El problema es que haremos para que no nos descubran.
Si los guardias nocturnos eran numerosos como los que habían visto en el banquete, tendrían que ir con cuidado para que nada se fuera al garete.
Miembro de Balt, Resumen: Tener el rostro tapado y vestido con uniforme de Balt, reunirse con su grupo en la habitación de Krauser.
Se había juntado junto a Ai y Krauser para investigar cuáles eran las reales intenciones, si es que las había, sobre la gente de Balt. Hasta a él le parecía demasiado extraño que fueran tan amables, pero no podía decidir nada aún, tendría que descubrirlo para que pudiera opinar algo.
Una chica con máscara de gato, que era Ai, se le acercó para decirle que se preparase y fuese a la habitación de Oficial, lo cual contestó haciendo un si con la cabeza.
Se fue primero a su habitación, donde lo primero que vio fue el uniforme blanco que habían repartido. Dejándose sólo la armadura ligera, se puso el uniforme mientras se veía previamente en el espejo.- Desde luego, el blanco no es mi color. Llegó a tener el pelo sin recoger y parecería una puta vela encendida.
Cuando salió, fue directo a la habitación de su superior, donde se encontró con él y su compañera. A Ai no le parecía convencer las intenciones de Balt, cosa que coincidía con Osu.
- Incluso a mi me parece demasiado raro todo esto. El problema es que haremos para que no nos descubran.
Si los guardias nocturnos eran numerosos como los que habían visto en el banquete, tendrían que ir con cuidado para que nada se fuera al garete.
Miembro de Balt, Resumen: Tener el rostro tapado y vestido con uniforme de Balt, reunirse con su grupo en la habitación de Krauser.
Lothar Dan
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En buen lio me había metido, plantas que cortaban como cuchillas, humanoides ferales liderados por un tío sin escrúpulos y altísimo. No solo eso, sino que ahora sus secuaces bajan para atacarnos, para purgar a los débiles. Pues mira, yo no sería uno de esos, entrando en la forma de invisibilidad me moví entre la gente que allí peleaba, cortando a varios de aquellos seres. Dos sensaciones de peligro y miedo recorrieron mi cuerpo, como si de repente algo se hubiera despertado cerca, y dos veces por falta de una.
Salía y entraba de la invisibilidad, tratando de sobrevivir en aquel caos, evitando a los compañeros que parecían más fuertes. Finalmente di con dos que se estaban encerrando en un círculo de dagas. Me pareció algo raro, pero la curiosidad me ganó y entré del mismo. Saliendo de la invisibilidad le dije que me permitieran ayudar, haciendo dos de aquellas armas invisibles. No sabía su plan, pero con armas invisibles todo era más divertido y mortal.
Me presenté como médico, lo que siempre ayudaba, al menos en las guerras, a que la gente me quisiera cerca. Y aunque en aquel lugar daría un poco igual, añadí que científico del gobierno. Ahora solo faltaba ver cuál era el plan de aquellos dos compañeros.
Salía y entraba de la invisibilidad, tratando de sobrevivir en aquel caos, evitando a los compañeros que parecían más fuertes. Finalmente di con dos que se estaban encerrando en un círculo de dagas. Me pareció algo raro, pero la curiosidad me ganó y entré del mismo. Saliendo de la invisibilidad le dije que me permitieran ayudar, haciendo dos de aquellas armas invisibles. No sabía su plan, pero con armas invisibles todo era más divertido y mortal.
Me presenté como médico, lo que siempre ayudaba, al menos en las guerras, a que la gente me quisiera cerca. Y aunque en aquel lugar daría un poco igual, añadí que científico del gobierno. Ahora solo faltaba ver cuál era el plan de aquellos dos compañeros.
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Había estado distraída desde que llegaran a aquella isla, todo era demasiado opulento para su gusto. Pasaba más tiempo pensando en las plantas que tenía alrededor, buscándole parecidos a las que no conocía. Durante lacena que llevaron a cabo para su recibimiento probó muchos de los platos, no tocando uno de los platos, que estaba siendo devorado por su líder. Aquel hombre tenía una gran debilidad por aquellas criaturas cocinadas, algo que no era nada normal. Al igual que lo de hablar solo, aunque a es ya se había acostumbrado.
Tras la cena, fui hasta mi dormitorio, me tenían preparado un uniforme que me servía perfectamente sobre mi ropa normal, incluso servía para ocultar algunas armas debajo. Me tumbe en la cama, usando la habilidad de forma astral para desplazarme tranquilamente por los pasillos, haciendo creer que era la real. Buscaría a Kasai, quería saber que haríamos y controlarlo, seguro que estaba escudriñando a todo el mundo en aquel lugar como nos hizo cuando nos conocimos.
Cuando le encontrara le preguntaría cuanto fuego había usado ya con la gente. Y de paso le podría ayudar a ver tras puertas o muros que él no pudiera por estar cerrados o atrancados, siempre que no fueran de kairo. Esperaba poder desarrollar un poco más las facetas de la akuma en aquella prueba, aunque ahora que lo pensaba nunca le había preguntado a Kasai su opinión acerca de su akuma.
Tras la cena, fui hasta mi dormitorio, me tenían preparado un uniforme que me servía perfectamente sobre mi ropa normal, incluso servía para ocultar algunas armas debajo. Me tumbe en la cama, usando la habilidad de forma astral para desplazarme tranquilamente por los pasillos, haciendo creer que era la real. Buscaría a Kasai, quería saber que haríamos y controlarlo, seguro que estaba escudriñando a todo el mundo en aquel lugar como nos hizo cuando nos conocimos.
Cuando le encontrara le preguntaría cuanto fuego había usado ya con la gente. Y de paso le podría ayudar a ver tras puertas o muros que él no pudiera por estar cerrados o atrancados, siempre que no fueran de kairo. Esperaba poder desarrollar un poco más las facetas de la akuma en aquella prueba, aunque ahora que lo pensaba nunca le había preguntado a Kasai su opinión acerca de su akuma.
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Todo era lúgubre. Aslaug se preguntaba si había hecho bien en venir o si la curiosidad la acabaría matando por adentrarse una batalla que no la concernía. La lluvia que caía todo el rato era agobiante, parecía que nunca iba a parar y, las edificaciones no se parecían en nada a lo que llevaba visto del nuevo mundo. En otras ocasiones estaría fascinada y boquiabierta por tal construcción, pero estas... no reflejaban la viveza y la maravilla de las otras. No causaban sensación alguna en la muchacha.
Aslaug y las demás personas fueron escoltadas y, durante el camino, la muchacha se mantuvo en silencio, mirando a todas las personas por las que estaba rodeada e incluso los escoltas. Aquellos individuos eran raros. Menos mal que había dejado a Shiro en un cuartel, aún era demasiado pequeño para asistir a una guerra. Tras un largo camino llegaron hasta un torreón. Aslaug tomó asiento, mirando todo con curiosidad.
La recluta escuchó con atención todo lo que decía el siniestro hombre. Sus palabras no sonaban a confianza, pero ella quería creer que simplemente era la voz así. Delante de ella y más gente, se iluminó una especie de mapa holográfico. Aslaug se quedó boquiabierta al ver tal tecnología e incluso movió cosas con el dedo, al ver que las podía tocar y manipular sonrió. Dejo el mapa y siguió prestando atención al hombre.
Siguiendo las órdenes, Aslaug metió la mano dentro del mapa, el cual se adhirió a su muñeca. Miró la mano una y otra vez, fascinada. Tantas utilidades en un objeto tan pequeño, para ella parecía magia. El hombre terminó de hablar así que era hora de retirarse. Una vez se fue levantando la gente, ella se quedó mirando todo lo que la rodeaba, dubitativa. Suspiró y se levantó.
Los autómatas la llevarían a la habitación y allí aclararía las ideas, de momento la incertidumbre se le pasó y eso le hizo estar con más confianza. Seguro que era interesante lo que quedaba por descubrir. Tenía ganas de saber que era lo próximo que aprendería y de lo que debía encargarse. Entró a la habitación.
Aslaug y las demás personas fueron escoltadas y, durante el camino, la muchacha se mantuvo en silencio, mirando a todas las personas por las que estaba rodeada e incluso los escoltas. Aquellos individuos eran raros. Menos mal que había dejado a Shiro en un cuartel, aún era demasiado pequeño para asistir a una guerra. Tras un largo camino llegaron hasta un torreón. Aslaug tomó asiento, mirando todo con curiosidad.
La recluta escuchó con atención todo lo que decía el siniestro hombre. Sus palabras no sonaban a confianza, pero ella quería creer que simplemente era la voz así. Delante de ella y más gente, se iluminó una especie de mapa holográfico. Aslaug se quedó boquiabierta al ver tal tecnología e incluso movió cosas con el dedo, al ver que las podía tocar y manipular sonrió. Dejo el mapa y siguió prestando atención al hombre.
Siguiendo las órdenes, Aslaug metió la mano dentro del mapa, el cual se adhirió a su muñeca. Miró la mano una y otra vez, fascinada. Tantas utilidades en un objeto tan pequeño, para ella parecía magia. El hombre terminó de hablar así que era hora de retirarse. Una vez se fue levantando la gente, ella se quedó mirando todo lo que la rodeaba, dubitativa. Suspiró y se levantó.
Los autómatas la llevarían a la habitación y allí aclararía las ideas, de momento la incertidumbre se le pasó y eso le hizo estar con más confianza. Seguro que era interesante lo que quedaba por descubrir. Tenía ganas de saber que era lo próximo que aprendería y de lo que debía encargarse. Entró a la habitación.
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El recibimiento no había sido el más adecuado para la princesa del rayo. ¿Se dignaban a ayudarlos y los trataban así? Esa gente no tenía la más mínima idea de como actuar ante sus aliados y los que los llevaran a la victoria. La princesa no dijo ni una sola palabra durante el camino, tan solo se dedicó a observar la belleza de la naturaleza que habitaba en aquella isla e, incluso, llegando a tocar alguna que otra planta exótica; sin embargo, no pudo apreciar si estas tenían un aroma como las de su jardín imperial.
¿Por qué un coliseo? Se preguntó a si misma confusa. Las gradas estaban llenas de personas vitoreando el espectáculo. Miró todo lo que había a su alrededor, había muchas más personas cerca de ella. De repente el silencio se cernió sobre todo el coliseo para que un hombre pudiese hablar. El discurso que dio fue relativamente bueno, quizás tomase notas algún dia para usarlo en el imperio.
Se cruzó de brazos, esperando a que acabase de hablar, pero para su sorpresa el hecho de que una garra destrozase a un hombre herido la dejó perpleja. Ni siquiera ella, en sus fechorías más dolorosas, había visto algo así. El suelo se tintó de color carmín y, con las últimas palabras del hombre, se dio cuenta de lo que pasaba.
Eran el espectáculo, tenían que enfrentarse a aquellas cosas para saber si eran realmente dignos de luchar a su lado. Castor, su compañero de Reiseina, estaba con ella. Sonrió al verlo y se quedó a su lado. Su comentario tenía razón. A su lado, apareció un hombre, al parecer era médico y con ganas de ayudar. No siempre se dejaba ayudar por personas externas, pero tenía una imagen que mantener.
-Claro, los tres mejor - Le dijo primero al muchacho. Después, a Castor.-Habrá que darles calorcito...
Estiró las manos hacia una garra que se dirigía hacia ellos. La apuntó y de ella brotó la electricidad. Sobrecalentarse por electricidad no era bueno y, posiblemente, acabase explotando, pero eso a su debido tiempo. Azula no dejó de emitir electricidad a la garra. De todas formas, teniendo a Castor al lado podrían cubrirse fácilmente el uno al otro.
¿Por qué un coliseo? Se preguntó a si misma confusa. Las gradas estaban llenas de personas vitoreando el espectáculo. Miró todo lo que había a su alrededor, había muchas más personas cerca de ella. De repente el silencio se cernió sobre todo el coliseo para que un hombre pudiese hablar. El discurso que dio fue relativamente bueno, quizás tomase notas algún dia para usarlo en el imperio.
Se cruzó de brazos, esperando a que acabase de hablar, pero para su sorpresa el hecho de que una garra destrozase a un hombre herido la dejó perpleja. Ni siquiera ella, en sus fechorías más dolorosas, había visto algo así. El suelo se tintó de color carmín y, con las últimas palabras del hombre, se dio cuenta de lo que pasaba.
Eran el espectáculo, tenían que enfrentarse a aquellas cosas para saber si eran realmente dignos de luchar a su lado. Castor, su compañero de Reiseina, estaba con ella. Sonrió al verlo y se quedó a su lado. Su comentario tenía razón. A su lado, apareció un hombre, al parecer era médico y con ganas de ayudar. No siempre se dejaba ayudar por personas externas, pero tenía una imagen que mantener.
-Claro, los tres mejor - Le dijo primero al muchacho. Después, a Castor.-Habrá que darles calorcito...
Estiró las manos hacia una garra que se dirigía hacia ellos. La apuntó y de ella brotó la electricidad. Sobrecalentarse por electricidad no era bueno y, posiblemente, acabase explotando, pero eso a su debido tiempo. Azula no dejó de emitir electricidad a la garra. De todas formas, teniendo a Castor al lado podrían cubrirse fácilmente el uno al otro.
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La mirada del revolucionario estaba fija en la ventana de aquel ascensor, el cual les estaba subiendo a lo más alto. Parecía estar bastante tranquilo y simplemente se mantenía con las manos en los bolsillos. Silver vestía con una capucha marrón, la cual pertenecía a una chaqueta de ese tono. Por dentro poseía una camiseta negra de manga larga. Tenía un colgante en forma de moneda de oro y unas sandalias. En su lado izquierdo de la cintura podía verse una vaina, la cual pertenecía a un arma. Su mirada era calmada en todo momento y el espadachín parecía estar algo cansado de estar de pie. Cuanto antes encontrase un sitio, antes se sentaría con toda la tranquilidad del mundo. En aquel ascensor viajaban monstruos increíbles, todos con un aura increíblemente poderosa. Se mantuvo alejado de ellos en todo momento.
Por fin fueron dirigidos a una enorme sala donde les hablaron de la situación actual y demás. Se pilló una de aquellas pulseras chachis y después de unos momentos verificó las personas que había en el enorme sitio. Pudo ver al Shichibukai del Norte, Madara. Aquello le hizo fruncir el ceño, pues no quería tener que librar un combate a muerte en aquella zona. También se fijó en unos tipos más curiosos, como una especie de murciélago y una chica algo misteriosa. Soltó un pequeño suspiro y comprobó que todo estaba en orden. Krauser estaría al tanto de sus operaciones en aquel bando. Tan solo debía informar y ayudar a quién viese correcto. No había problema alguno en su misión. Se frotó un poco los ojos y entonces pudo ver a Ushio. Una sonrisa ladeada se formó en su rostro. Al parecer iba acompañado junto a un hombre… Dexter Black, el yonkou. La otra chica que había al lado, la cual tenía ojos perla y cabello oscuro, era hermosa.
- ¿Qué tal está mi aprendiz? – Mencionó con una sonrisa amable. Entonces se fijó en el emperador de la piratería y se colocó frente a él. – Muchas gracias por soportar a mi alumno, señor. – Dijo con toda la educación del mundo y haciéndole una reverencia.
En cuanto vio al shichibukai acercarse al pirata, volvió a mirar a Ushio con una mirada calmada. Entonces le dio un leve toque en el hombro y después trató de darle un abrazo después de tanto tiempo sin verlo. Ya iba siendo hora de darle unas clases con la espada.
- ¿Por qué no me presentas a tus compañeros?
Por fin fueron dirigidos a una enorme sala donde les hablaron de la situación actual y demás. Se pilló una de aquellas pulseras chachis y después de unos momentos verificó las personas que había en el enorme sitio. Pudo ver al Shichibukai del Norte, Madara. Aquello le hizo fruncir el ceño, pues no quería tener que librar un combate a muerte en aquella zona. También se fijó en unos tipos más curiosos, como una especie de murciélago y una chica algo misteriosa. Soltó un pequeño suspiro y comprobó que todo estaba en orden. Krauser estaría al tanto de sus operaciones en aquel bando. Tan solo debía informar y ayudar a quién viese correcto. No había problema alguno en su misión. Se frotó un poco los ojos y entonces pudo ver a Ushio. Una sonrisa ladeada se formó en su rostro. Al parecer iba acompañado junto a un hombre… Dexter Black, el yonkou. La otra chica que había al lado, la cual tenía ojos perla y cabello oscuro, era hermosa.
- ¿Qué tal está mi aprendiz? – Mencionó con una sonrisa amable. Entonces se fijó en el emperador de la piratería y se colocó frente a él. – Muchas gracias por soportar a mi alumno, señor. – Dijo con toda la educación del mundo y haciéndole una reverencia.
En cuanto vio al shichibukai acercarse al pirata, volvió a mirar a Ushio con una mirada calmada. Entonces le dio un leve toque en el hombro y después trató de darle un abrazo después de tanto tiempo sin verlo. Ya iba siendo hora de darle unas clases con la espada.
- ¿Por qué no me presentas a tus compañeros?
- Miembro de Zilda [Resumen]:
- Entablar conversación con Dexter y después con Ushio.
Nocturne93
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La situación era un tanto extraña. Estaba en aquella gran sala con todas aquellas personas, no me pude creer lo que estaba viendo. Había llegado allí junto a Tobías, y mi alegría fue tan elevada como mi preocupación al ver aparecer a Yoshi acompañada por el resto de los Crimson Wolves. En ese momento había ido hacia ellos y a abrazarla, desde ese momento permanecimos juntos unidos todos los Crimson, incluso la miembro más novata, Ciaran Ehre. No llevaba mucho tiempo en la flota, y si experiencia no es que fuera realmente alta, y eso me preocupaba, puesto que aquí parecía que se estaba cociendo algo realmente importante.
Grandes personalidades acudieron a este encuentro, y entre ellos fui capaz de distinguir a tres vicealmirantes, eso tenía pinta de convertirse en algo realmente peligroso y complicado. Danio rerio, Xemnas Death y Al Naion. Además la capitana Misa Amane también estaba presente, y así otras tantas personalidades, y no solamente de la marina, sino que pude ver también un miembro de los Yonkaikyo, incluso al oficial revolucionario Krauser. No pude evitar sentirme bastante impresionado al ver a este tipo de gente entre las mismas paredes.
Reponía fuerzas con mis camaradas, cuando de pronto hizo su aparición una mujer tan alta como esbelta. Nos dio la bienvenida, parecía algún tipo de personalidad importante, tal vez la soberana de este lugar, la soberana de Balt, se nos explicó así por encima que hoy descansaríamos y lo que haríamos al día siguiente, pero no podía descansar sabiendo dónde estábamos. Todavía tenía muy presente lo ocurrido en aquella prisión, esa mujer nos había dicho que eran mazmorras de Meln, no obstante viendo cómo acabó actuando no me extrañaría que aquello también fuese otra burda mentira, y que realmente no estuviésemos en dicho territorio.
Pasó un largo rato, donde parecer ser que se pudo ver algún tipo de espectáculo a través de las ventanas, al parecer un ejército estaba allí apostado. Balt había reclamado ayuda, por ello toda esta gente había venido hasta aquí, pero el ver ese ejército me hizo pensar bastante. ¿Por qué motivo llamarían a un grupo tan reducido en comparación al grueso de sus filas? Aquí había algo que no me terminaba de cuadrar, y no pensaba estar tranquilo. Por desgracia o fortuna estábamos todos los miembros reunidos, no obstante había dos preocupaciones en mi mente, Ciaran y Yoshi. Me aproximé a la oreja de Gusi y Tobías.
-Esto no me huele bien. Puede ser peligroso, tratad de manteneros cerca de Ciaran. Es nuestro miembro más novato e inexperto, no quisiera que le pasara nada, y sobre todo tened cuidado vosotros también.
La noche transcurrió en fiesta de celebración, no la entendía muy bien, pero llegado el momento parecía que el personal comenzaba a retirarse, nos habían incluso proporcionado estancias individuales para cada uno, pero yo no pensaba dejar a solas a Yoshi, de modo que en un principio me ofrecí a acompañarla a su habitación mientras nos despedíamos del resto.
No tardamos en llegar a la habitación donde el nombre "Jocelyn Burst" estaba grabado en la puerta. Demasiado detalle para el poco tiempo que íbamos a estar en este lugar, cada vez me gustaba menos todo este asunto. Entramos y finalmente me sinceré con Yoshi.
-Hay algo que no me gusta de todo esto. Espero que no te importe que me quede contigo esta noche.
Grandes personalidades acudieron a este encuentro, y entre ellos fui capaz de distinguir a tres vicealmirantes, eso tenía pinta de convertirse en algo realmente peligroso y complicado. Danio rerio, Xemnas Death y Al Naion. Además la capitana Misa Amane también estaba presente, y así otras tantas personalidades, y no solamente de la marina, sino que pude ver también un miembro de los Yonkaikyo, incluso al oficial revolucionario Krauser. No pude evitar sentirme bastante impresionado al ver a este tipo de gente entre las mismas paredes.
Reponía fuerzas con mis camaradas, cuando de pronto hizo su aparición una mujer tan alta como esbelta. Nos dio la bienvenida, parecía algún tipo de personalidad importante, tal vez la soberana de este lugar, la soberana de Balt, se nos explicó así por encima que hoy descansaríamos y lo que haríamos al día siguiente, pero no podía descansar sabiendo dónde estábamos. Todavía tenía muy presente lo ocurrido en aquella prisión, esa mujer nos había dicho que eran mazmorras de Meln, no obstante viendo cómo acabó actuando no me extrañaría que aquello también fuese otra burda mentira, y que realmente no estuviésemos en dicho territorio.
Pasó un largo rato, donde parecer ser que se pudo ver algún tipo de espectáculo a través de las ventanas, al parecer un ejército estaba allí apostado. Balt había reclamado ayuda, por ello toda esta gente había venido hasta aquí, pero el ver ese ejército me hizo pensar bastante. ¿Por qué motivo llamarían a un grupo tan reducido en comparación al grueso de sus filas? Aquí había algo que no me terminaba de cuadrar, y no pensaba estar tranquilo. Por desgracia o fortuna estábamos todos los miembros reunidos, no obstante había dos preocupaciones en mi mente, Ciaran y Yoshi. Me aproximé a la oreja de Gusi y Tobías.
-Esto no me huele bien. Puede ser peligroso, tratad de manteneros cerca de Ciaran. Es nuestro miembro más novato e inexperto, no quisiera que le pasara nada, y sobre todo tened cuidado vosotros también.
La noche transcurrió en fiesta de celebración, no la entendía muy bien, pero llegado el momento parecía que el personal comenzaba a retirarse, nos habían incluso proporcionado estancias individuales para cada uno, pero yo no pensaba dejar a solas a Yoshi, de modo que en un principio me ofrecí a acompañarla a su habitación mientras nos despedíamos del resto.
No tardamos en llegar a la habitación donde el nombre "Jocelyn Burst" estaba grabado en la puerta. Demasiado detalle para el poco tiempo que íbamos a estar en este lugar, cada vez me gustaba menos todo este asunto. Entramos y finalmente me sinceré con Yoshi.
-Hay algo que no me gusta de todo esto. Espero que no te importe que me quede contigo esta noche.
- Resumen Balt:
- Atender al discurso, hablar con mis camaradas, desconfiar de la situación y las compañías y marchar a la habitación de Yoshi
- Para Kasai Kuro:
- Si lo ves bien, no voy a mandarte MP porque si todos lo hicieran lo tendrías petado, además la pereza es maravillosamente convincente... Mi aura es como mi ropa, verde
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Gerald deambulaba por los jardines haciendo tiempo hasta que el discurso tuviera lugar. A su lado, el estanque permanecía en calma, como si no hubiese una guerra a punto de desatarse a su alrededor. Sería un lugar agradable si no se respirase un ambiente tan siniestro y gris. A pesar de que aquella calma le ponía nervioso, reconocía el valor estratégico de los días de los que habían dispuesto. Durante ese tiempo había sido un "huésped" de las extrañas gentes de Meln, quienes le trataban con sumo respeto y atendían todas sus necesidades por gracia de su estatus de aliado en las futuras batallas.
Aunque apenas le proporcionaban información sobre el estado del país en aquel momento, era capaz de valerse por sí mismo en ese sentido. Entrar en la mente de quienes le rodeaban era tarea sencilla, y así había averiguado multitud de cosas sobre el territorio de Meln. Sabía que las otras facciones implicadas en la guerra civil también contaban con paladines llegados de todos los mares de mundo y que la batalla era inminente. También tenía una ligera idea de cómo eran las gentes de Meln, por lo que tuvo mucho más cuidado con ellos.
El espadachín dedicaba su abundante tiempo libre a explorar los alrededores de la residencia en la que le habían alojado junto con las otras "armas de guerra", como él los veía. Guerreros raptados de todas partes del mundo para luchar en una guerra que no era la suya por un país que no era el suyo. El tal Yoai había dejado claro que su participación sería voluntaria pero, ¿cómo se le decía que no a alguien que podía sumergir a la gente en sueños más vívidos que la propia vida? No podía confiar en que dejase marchar realmente a quienes no quisieran pelear a su lado.
Cuando se encontró a sí mismo metido dentro de esa extraña cápsula estuvo a punto de dejarse llevar por la ira. Habían jugado con él como con un muñeco, se habían metido en su cerebro con artes que se escapaban a su comprensión y todo para conseguir que pelease para sostener el poder de Meln en su territorio. No podía importarle menos el destino de Síderos o el de Yoai y su gente, pero tampoco toleraría que eso volviese a ocurrir. Dejar suelto a un hombre con una tecnología capaz de subyugar su mente, que era su mejor arma, le resultaba impensable.
Gerald se encaminó a la sala de conferencias. Buscó a algún guardia por el camino, para así poder meterse en su mente y obtener información que pudiera serle útil. Esperaba aprender algo sobre Yoai, como por ejemplo si estaría presente en la reunión. En su primer encuentro había guardado su acero, pero no se volvería a repetir. Cuando se topase de nuevo con él, se encargaría de ajustar las cuentas.
Aunque apenas le proporcionaban información sobre el estado del país en aquel momento, era capaz de valerse por sí mismo en ese sentido. Entrar en la mente de quienes le rodeaban era tarea sencilla, y así había averiguado multitud de cosas sobre el territorio de Meln. Sabía que las otras facciones implicadas en la guerra civil también contaban con paladines llegados de todos los mares de mundo y que la batalla era inminente. También tenía una ligera idea de cómo eran las gentes de Meln, por lo que tuvo mucho más cuidado con ellos.
El espadachín dedicaba su abundante tiempo libre a explorar los alrededores de la residencia en la que le habían alojado junto con las otras "armas de guerra", como él los veía. Guerreros raptados de todas partes del mundo para luchar en una guerra que no era la suya por un país que no era el suyo. El tal Yoai había dejado claro que su participación sería voluntaria pero, ¿cómo se le decía que no a alguien que podía sumergir a la gente en sueños más vívidos que la propia vida? No podía confiar en que dejase marchar realmente a quienes no quisieran pelear a su lado.
Cuando se encontró a sí mismo metido dentro de esa extraña cápsula estuvo a punto de dejarse llevar por la ira. Habían jugado con él como con un muñeco, se habían metido en su cerebro con artes que se escapaban a su comprensión y todo para conseguir que pelease para sostener el poder de Meln en su territorio. No podía importarle menos el destino de Síderos o el de Yoai y su gente, pero tampoco toleraría que eso volviese a ocurrir. Dejar suelto a un hombre con una tecnología capaz de subyugar su mente, que era su mejor arma, le resultaba impensable.
Gerald se encaminó a la sala de conferencias. Buscó a algún guardia por el camino, para así poder meterse en su mente y obtener información que pudiera serle útil. Esperaba aprender algo sobre Yoai, como por ejemplo si estaría presente en la reunión. En su primer encuentro había guardado su acero, pero no se volvería a repetir. Cuando se topase de nuevo con él, se encargaría de ajustar las cuentas.
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Tras apenas salir de aquella extraña isla en la que nada habíamos conseguido, ¿por qué estaba volviendo?. Supongo que todo el asunto de la guerra había conseguido captar mi atención, más aún después de tantos años de inactividad. Y esos tipos de Meln, hasta el más obtuso se daría cuenta de que ocultaban algo. Tampoco es que me importase demasiado, pero me picaba la curiosidad. Más aún después de no haber logrado averiguar nada, más allá de las historias que se cuentan del lugar. Una sacudida del bote me trajo de vuelta de mi ensimismamiento, haciéndome reparar en el lamentable estado del río por el que navegábamos, y de todo en aquel lugar.
En poco tiempo los botes atracaban en una especie de puerto, situado en el interior de una montaña. Desembarqué sin mucha prisa, para luego ceñirme la capa sobre los hombros, recolocarme la capucha y asegurarme la daga en la parte posterior del cinturón.
"Bonitas vistas". Pensé con sarcasmo, mientras contemplaba como todo a nuestro alrededor presentaba el mismo lamentable aspecto que durante el trayecto.
Mientras trataba de averiguar que hacer a continuación una voz habló, despejando mis dudas. Era la voz de una cría, salida de la nada, hecho extraño pero que no destacaba demasiado dado el ambiente. Tras darnos la bienvenida y una amable advertencia, echó a andar, y nosotros tras ella. No sabía a donde nos llevaba, pero esperaba encontrarme pronto con Noah para ver si había tenido más suerte que yo consiguiendo información.
En poco tiempo los botes atracaban en una especie de puerto, situado en el interior de una montaña. Desembarqué sin mucha prisa, para luego ceñirme la capa sobre los hombros, recolocarme la capucha y asegurarme la daga en la parte posterior del cinturón.
"Bonitas vistas". Pensé con sarcasmo, mientras contemplaba como todo a nuestro alrededor presentaba el mismo lamentable aspecto que durante el trayecto.
Mientras trataba de averiguar que hacer a continuación una voz habló, despejando mis dudas. Era la voz de una cría, salida de la nada, hecho extraño pero que no destacaba demasiado dado el ambiente. Tras darnos la bienvenida y una amable advertencia, echó a andar, y nosotros tras ella. No sabía a donde nos llevaba, pero esperaba encontrarme pronto con Noah para ver si había tenido más suerte que yo consiguiendo información.
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El viaje en barco había sido bastante largo, por suerte me encontraba en compañía de algunos miembros de los Crimson Wolves por lo que pude respirar un poco, ya que era la nueva en la banda y era la más débil y con más probabilidades de caer en batalla. Uno de mis compañeros me dijo que iba a conocer al capitán de la banda, el Teniente Comandante Kimura. Según había escuchado por ahí, era un hombre bastante fuerte ya que fue capaz de luchar al mismo nivel que dos capitanes de la Marina. Según llegamos al puerto, una serie de hombres, o eso parecía, nos guiaron con premura a través de las calles de la ciudad hasta un enorme y precioso palacio. Llegamos a una gran sala la cual estaba tenía un gran número de mesas, llenas de deliciosos manjares hasta donde alcanzaba la vista, y un considerable número de músicos tocando una extraña pero ,a la vez, curiosa melodía. *- Pues para pedir ayuda a tanta gente, parece que les va bastante bien. Me pregunto que clase de ayuda esperan que les proporcionemos con tanta urgencia.-* pensé a la vez que me llevaba una alita de pollo a la boca mientras bajaba ese jugoso manjar con un vaso de zumo de piña. Me fijé alrededor, observando a la gran mayoría de gente que había sido llamada para ayudar a Balt. No sólo habían Marines, también habían piratas, cazadores y gente a la que no pude meter en una facción.
De repente, unas trompetas llamaron la atención de todos los comensales y la vista de todos, incluida la mía, se dirigió hacia un palco en el que estaba la líder de Balt. Una enorme mujer con un vestido elegante, pero que no parecía ser humana. La mujer nos agradeció nuestra ayuda en el problema que persistía en esa región y nos dijo que ya había preparado nuestras respectivas habitaciones y nos indicó que nos asomáramos por la ventana. Yo fui a asomarme como muchos otros, había un gran ejército al pie del palacio que estaba formado por numerosos caballeros que desfilaban para el deleite de nuestros ojos. *- Dios... su ejército tiene pinta de ser bastante capaz. Pero si tiene un ejercito de tal calidad,¿ para qué pedir nuestra ayuda si ellos mismos podrían acabar esta guerra con facilidad?-* me quedé pensativa mientras observaba, gratamente sorprendida, el desfile militar. Cuando este acabó, volví de nuevo con mis camaradas de flota a seguir escuchando el discurso de la mujer hasta que esta se retiró, deseándonos suerte para mañana y prometiéndonos una gran recompensa si lográbamos la victoria. Unas horas más tarde, la gente empezó a retirarse a sus aposentos para descansar ante el gran día que nos esperaba mañana. Me despedí de mis compañeros y empecé a caminar por los largos pasillos del palacio rumbo a las habitaciones, pero como tengo un sentido de la orientación bastante estropeado, acabé en los jardines de palacio. De todas formas no iba a poder dormir, así que me puse a ejercitarme un poco haciendo un par de flexiones y entrenando en el uso de mi espadón mientras la luz de la Luna llena iluminaba mi armadura y mi figura.
De repente, unas trompetas llamaron la atención de todos los comensales y la vista de todos, incluida la mía, se dirigió hacia un palco en el que estaba la líder de Balt. Una enorme mujer con un vestido elegante, pero que no parecía ser humana. La mujer nos agradeció nuestra ayuda en el problema que persistía en esa región y nos dijo que ya había preparado nuestras respectivas habitaciones y nos indicó que nos asomáramos por la ventana. Yo fui a asomarme como muchos otros, había un gran ejército al pie del palacio que estaba formado por numerosos caballeros que desfilaban para el deleite de nuestros ojos. *- Dios... su ejército tiene pinta de ser bastante capaz. Pero si tiene un ejercito de tal calidad,¿ para qué pedir nuestra ayuda si ellos mismos podrían acabar esta guerra con facilidad?-* me quedé pensativa mientras observaba, gratamente sorprendida, el desfile militar. Cuando este acabó, volví de nuevo con mis camaradas de flota a seguir escuchando el discurso de la mujer hasta que esta se retiró, deseándonos suerte para mañana y prometiéndonos una gran recompensa si lográbamos la victoria. Unas horas más tarde, la gente empezó a retirarse a sus aposentos para descansar ante el gran día que nos esperaba mañana. Me despedí de mis compañeros y empecé a caminar por los largos pasillos del palacio rumbo a las habitaciones, pero como tengo un sentido de la orientación bastante estropeado, acabé en los jardines de palacio. De todas formas no iba a poder dormir, así que me puse a ejercitarme un poco haciendo un par de flexiones y entrenando en el uso de mi espadón mientras la luz de la Luna llena iluminaba mi armadura y mi figura.
Simo Baker
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La fiebre del oro, todo era culpa de la maldita fiebre del oro. Si desde un primer momento no hubiese sido tan estúpido de ir en busca de falsos tesoros, nada de esto me habría pasado. Me encontraba en un estado de abstracción absoluto, no sentía nada, estábamos tan sólo mis pensamientos y yo. Esto me habría gustado en cierto modo, si no fuera porque conocía el motivo por el que me encontraba ahí. En mitad de mi búsqueda del tesoro había sido capturado, por lo que el lugar donde me encontraba debía ser una especie de prisión. Una muy extraña y pacífica, pero prisión al fin y al cabo. Los primeros días me dediqué a aprovechar el silencio para reflexionar y meditar. No creía que me hubiesen encerrado ahí para nada. Podrían haberme matado al instante, pero no lo habían hecho, eso quería decir que pensaban utilizarme de alguna forma. Sabiendo esto, comencé a preparar mi mente para lo que pudiese pasar. A pesar de no poder utilizar mi cuerpo, aquel lugar era sin duda una auténtica maravilla para trabajar la mente. Pasé días repasando técnicas de combate y formas de supervivencia, tantos que al final perdí la cuenta, pero al final l momento que esperaba llegó.
Me desperté, saliendo de aquel estado de abstracción. Estaba encerrado en una celda, tumbado sobre una cama de paja. Me sentía bastante entumecido por no haberme movido en tanto tiempo, pero con calma comencé a incorporarme para examinar la celda. Lo primero que vi fue mi mochila y mis sinawali, lo cual me arrancó una sonrisa. En la sala también había una extraña cápsula, que supuse que fue la que me había inducido ese estado. No cabía duda de que iba a tener que examinarla, pero primero quería prepararme bien por si debía pelear. Lo primero que hice fue examinar la mochila, donde estaban mis gadians y diales para cargarlos. Habría esperado encontrar un par de cosas más como algo de ungüento de Isla Copo o cuerdas, pero no podía quejarme, tenía mis armas. A sabiendas de que no me habían dado mis armas porque sí, cargué mis guantes de titanio con los cuatro diales que más solía usar y me los puse. Tras esto, comencé a examinar la capsula que había en la jaula. A pesar de tener mucho interés, no logré averiguar nada de ella, pues un temblor me sacudió y mi prisión empezó a ascender.
Pasaron unos segundos hasta que llegó arriba del todo, segundos en los que comencé a ponerme nervioso. Había pensado una inmensa cantidad de situaciones posibles y cómo actuar ante ellas, pero aún no sabía qué podía pasar. Al ver la superficie me calmé completamente. Estaba en un estadio en el que la multitud de las gradas no paraba de gritar. Me acerqué al lateral de la celda para comprobar si mi sospecha es cierta. Cogí un puñado de la tierra del estadio y la dejé caer lentamente. No cabía duda, estaba en una arena de combate. La situación era crítica, mi ejecución iba a ser una atracción para el público. No les iba a dar la satisfacción de verme morir ese día. Si peleando me iba a salvar, no iba a tener piedad. Mentalizado para el combate, comencé a calentar dentro de mi celda para preparar también mi cuerpo.
Las celdas estuvieron un rato cerradas mientras un extraño hombre… ser… lo que fuera que fuese daba un discurso. No le estaba prestando mucha atención, pues decidí ir fijándome en los que suponía que iban a ser mis rivales para evaluar su poder. Para cuando el presentador dio el grito de inicio yo ya estaba listo. Las celdas se abrieron y sus paredes cayeron al suelo. No cabía duda de que iba a tener que tomar eso en cuenta, entre las jaulas y las cápsulas y las camas de paja el terreno se había llenado de molestos obstáculos. Agarré mis sinawali con determinación y comencé a andar lentamente hacia el centro del estadio sin perder de vista a mis rivales. Allí me sería más fácil pelear, la falta de obstáculos era algo beneficioso para mí teniendo en cuenta mi amplia movilidad.
Estaba a mitad de camino cuando unos portones se abrieron de golpe. Esto dio paso a la entrada de una especie de rinoceronte con esteroides que atravesó con su cuerno al hombre que más cerca tenía. Al instante me di cuenta de que debí haber atendido al discursito de antes. Eso era un problema, tenía que cambiar mi plan, estar en el medio de la pista me hacía un objetivo fácil para esa cosa. Comencé a buscar situarme en un lateral, intentando estar siempre a espaldas de esa cosa mientras pensaba un plan. La bestia comenzó lanzándose a por una chica, era increíble el poder de aquella cosa. Tras esto un niño cayó del público a la arena, me habría gustado poder ayudarle, pero el animal estaba mucho más cerca que yo. La sangrienta escena que dejó aquella monstruosidad al devorar al pequeño me llenó de rabia. En la arena estábamos bastantes, sin duda podríamos acabar con él. Para empezar comenzar lancé un rayo de hielo con el dial de mi guante derecho para congelar el suelo entre el devoraniños y yo. Luego activé mi armadura de energía y me puse a hacer ruidos y movimientos llamativos para que la bestia viniese a por mí. No creía que la bestia fuese suficientemente inteligente para esquivar el hielo. Si todo salía bien, esa cosa se resbalaría al venir a por mí y tendría una posición muy ventajosa desde la que atacarle. Si por el contrario mi plan fallaba, bueno, esperaba que mi capacidad de esquiva fuese suficiente.
Me desperté, saliendo de aquel estado de abstracción. Estaba encerrado en una celda, tumbado sobre una cama de paja. Me sentía bastante entumecido por no haberme movido en tanto tiempo, pero con calma comencé a incorporarme para examinar la celda. Lo primero que vi fue mi mochila y mis sinawali, lo cual me arrancó una sonrisa. En la sala también había una extraña cápsula, que supuse que fue la que me había inducido ese estado. No cabía duda de que iba a tener que examinarla, pero primero quería prepararme bien por si debía pelear. Lo primero que hice fue examinar la mochila, donde estaban mis gadians y diales para cargarlos. Habría esperado encontrar un par de cosas más como algo de ungüento de Isla Copo o cuerdas, pero no podía quejarme, tenía mis armas. A sabiendas de que no me habían dado mis armas porque sí, cargué mis guantes de titanio con los cuatro diales que más solía usar y me los puse. Tras esto, comencé a examinar la capsula que había en la jaula. A pesar de tener mucho interés, no logré averiguar nada de ella, pues un temblor me sacudió y mi prisión empezó a ascender.
Pasaron unos segundos hasta que llegó arriba del todo, segundos en los que comencé a ponerme nervioso. Había pensado una inmensa cantidad de situaciones posibles y cómo actuar ante ellas, pero aún no sabía qué podía pasar. Al ver la superficie me calmé completamente. Estaba en un estadio en el que la multitud de las gradas no paraba de gritar. Me acerqué al lateral de la celda para comprobar si mi sospecha es cierta. Cogí un puñado de la tierra del estadio y la dejé caer lentamente. No cabía duda, estaba en una arena de combate. La situación era crítica, mi ejecución iba a ser una atracción para el público. No les iba a dar la satisfacción de verme morir ese día. Si peleando me iba a salvar, no iba a tener piedad. Mentalizado para el combate, comencé a calentar dentro de mi celda para preparar también mi cuerpo.
Las celdas estuvieron un rato cerradas mientras un extraño hombre… ser… lo que fuera que fuese daba un discurso. No le estaba prestando mucha atención, pues decidí ir fijándome en los que suponía que iban a ser mis rivales para evaluar su poder. Para cuando el presentador dio el grito de inicio yo ya estaba listo. Las celdas se abrieron y sus paredes cayeron al suelo. No cabía duda de que iba a tener que tomar eso en cuenta, entre las jaulas y las cápsulas y las camas de paja el terreno se había llenado de molestos obstáculos. Agarré mis sinawali con determinación y comencé a andar lentamente hacia el centro del estadio sin perder de vista a mis rivales. Allí me sería más fácil pelear, la falta de obstáculos era algo beneficioso para mí teniendo en cuenta mi amplia movilidad.
Estaba a mitad de camino cuando unos portones se abrieron de golpe. Esto dio paso a la entrada de una especie de rinoceronte con esteroides que atravesó con su cuerno al hombre que más cerca tenía. Al instante me di cuenta de que debí haber atendido al discursito de antes. Eso era un problema, tenía que cambiar mi plan, estar en el medio de la pista me hacía un objetivo fácil para esa cosa. Comencé a buscar situarme en un lateral, intentando estar siempre a espaldas de esa cosa mientras pensaba un plan. La bestia comenzó lanzándose a por una chica, era increíble el poder de aquella cosa. Tras esto un niño cayó del público a la arena, me habría gustado poder ayudarle, pero el animal estaba mucho más cerca que yo. La sangrienta escena que dejó aquella monstruosidad al devorar al pequeño me llenó de rabia. En la arena estábamos bastantes, sin duda podríamos acabar con él. Para empezar comenzar lancé un rayo de hielo con el dial de mi guante derecho para congelar el suelo entre el devoraniños y yo. Luego activé mi armadura de energía y me puse a hacer ruidos y movimientos llamativos para que la bestia viniese a por mí. No creía que la bestia fuese suficientemente inteligente para esquivar el hielo. Si todo salía bien, esa cosa se resbalaría al venir a por mí y tendría una posición muy ventajosa desde la que atacarle. Si por el contrario mi plan fallaba, bueno, esperaba que mi capacidad de esquiva fuese suficiente.
- Cosas de pelea:
- Análisis: tras observar el terreno durante un rato (1 post) se obtiene información útil sobre él, por lo que se obtiene un x1,5 en agilidad, velocidad y reflejos mientras estés en la zona.
Calentamiento: Tras usar un turno entero los músculos del luchador están listos para actuar, por lo que todos los bonus activos que utilice se doblarán. Este efecto se perderá si no se realiza nada que requiera un esfuerzo físico durante un turno. Sólo es aplicable sobre un técnica a la vez. Sólo puede usarse una vez por combate. No se puede usar en técnicas que aumenten una característica más de un 250%.
- Resumen arena:
- Mientras estoy en suspensión me preparo mentalmente. Desde que me despierto hasta que se abren las celdas me armo, analizo el terreno y la gente que hay, y caliento para preparar mi cuerpo. Ya con el bicho suelto congelo el suelo entre nosotros y llamo su atención.
Roland von Klauswitz
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Kodama contempló como los humanos llevaban a cabo sus extrañas costumbres. Incluso en mitad de una guerra civil tenían tiempo para montar una fiesta con música y abundantes viandas organizada por los extraños habitantes de Balt. Todos los paladines que se habían reunido para pelear por esa facción estaban allí presentes. Había bastante gente, varios de ellos criminales conocidos a los que Kodama se aseguraría de no perder de vista. No tenía órdenes de capturarlos, más bien todo lo contrario, pero no se sentía capaz de fiarse de ellos.
A pesar de que su carácter no le impulsaba a meterse por qué sí en las guerras humanas, esa vez no podía ignorarla. El Gobierno Mundial quería mantener buenas relaciones con la facción que consiguiera dominar Síderos y había pensado que la mejor forma de asegurarse que así fuera era enviando a su gente a ayudarlas a todas ellas. A Kodama le habían asignado el territorio de Balt, especificándole que olvidase sus deberes como marine y obviara la presencia de cualquier pirata, por peligroso o infame que éste fuera. No era una orden que le gustara pero se imaginaba que habría severas consecuencias si la incumplía, por lo que ignoraría a los piratas que pululaban por los alrededores. Por el momento.
Para Kodama habría sido mucho más sencillo elegir la facción más afín a los intereses del gobierno y enviar allí a uno o dos almirantes. Sin duda ese sería un factor decisivo que inclinaría la balanza a favor de esa facción de forma definitiva. Aunque, por lo visto, el interés de los de arriba no llegaba tan lejos como para malgastar el valioso tiempo de sus tres poderosas cartas del triunfo. O eso, o realmente todas las facciones eran tan detestables para el gobierno que le daba igual quien ganase. Que hubiese marines en todas las partes del conflicto podía ser una ventaja en cierto modo, pero a él le preocupaba que pudiese suscitar enemistad entre compañeros. Confiaba en que su autoridad permaneciera intacta incluso entre sus camaradas de otras facciones.
El hombre-árbol ignoró el banquete, innecesario para él, y contempló con admiración el desfile militar que tenía lugar fuera. Parecía un ejército muy disciplinado más de lo que había esperado de una gente que llevaba décadas en guerra. Su curiosa anfitriona les dio la bienvenida y les tentó con la recompensa de la ascensión, fuese lo que fuese, lo que provocó ciertas miradas de desagrado y sorpresa entre los suyos, y de confusión entre el resto de presentes.
Kodama consideraba que no necesitaba una habitación, por lo que no se molestó en visitarla siquiera. En su lugar decidió comprobar qué clase de personas había allí reunidas. Adoptó su forma de roble y se elevó considerablemente por encima de todos los demás. Aunque todos los humanos le parecían casi idénticos, reconoció a varios famosos marines entre los allí presentes: vio a varios de vicealmirantes a quienes solo reconoció por sus capas de la Marina, a un tipo con una espada enorme y una máscara fea que le recordaba a alguien y alguno que otro más cuyo rostro no distinguía del de los demás. También le pareció ver a Tobias, el joven con el que trabajó en una ocasión, pero no estaba seguro, así que le lanzó una bellota de la forma más disimulada posible.
Luego, con total sutileza, transformado en un enorme engendro arbóreo, abrió la puerta de la terraza y salió a tomar el sol. Descansaría allí hasta que fuese hora de trabajar. Había bastantes marines por allí, por lo que estaba seguro de que todo iría bien.
A pesar de que su carácter no le impulsaba a meterse por qué sí en las guerras humanas, esa vez no podía ignorarla. El Gobierno Mundial quería mantener buenas relaciones con la facción que consiguiera dominar Síderos y había pensado que la mejor forma de asegurarse que así fuera era enviando a su gente a ayudarlas a todas ellas. A Kodama le habían asignado el territorio de Balt, especificándole que olvidase sus deberes como marine y obviara la presencia de cualquier pirata, por peligroso o infame que éste fuera. No era una orden que le gustara pero se imaginaba que habría severas consecuencias si la incumplía, por lo que ignoraría a los piratas que pululaban por los alrededores. Por el momento.
Para Kodama habría sido mucho más sencillo elegir la facción más afín a los intereses del gobierno y enviar allí a uno o dos almirantes. Sin duda ese sería un factor decisivo que inclinaría la balanza a favor de esa facción de forma definitiva. Aunque, por lo visto, el interés de los de arriba no llegaba tan lejos como para malgastar el valioso tiempo de sus tres poderosas cartas del triunfo. O eso, o realmente todas las facciones eran tan detestables para el gobierno que le daba igual quien ganase. Que hubiese marines en todas las partes del conflicto podía ser una ventaja en cierto modo, pero a él le preocupaba que pudiese suscitar enemistad entre compañeros. Confiaba en que su autoridad permaneciera intacta incluso entre sus camaradas de otras facciones.
El hombre-árbol ignoró el banquete, innecesario para él, y contempló con admiración el desfile militar que tenía lugar fuera. Parecía un ejército muy disciplinado más de lo que había esperado de una gente que llevaba décadas en guerra. Su curiosa anfitriona les dio la bienvenida y les tentó con la recompensa de la ascensión, fuese lo que fuese, lo que provocó ciertas miradas de desagrado y sorpresa entre los suyos, y de confusión entre el resto de presentes.
Kodama consideraba que no necesitaba una habitación, por lo que no se molestó en visitarla siquiera. En su lugar decidió comprobar qué clase de personas había allí reunidas. Adoptó su forma de roble y se elevó considerablemente por encima de todos los demás. Aunque todos los humanos le parecían casi idénticos, reconoció a varios famosos marines entre los allí presentes: vio a varios de vicealmirantes a quienes solo reconoció por sus capas de la Marina, a un tipo con una espada enorme y una máscara fea que le recordaba a alguien y alguno que otro más cuyo rostro no distinguía del de los demás. También le pareció ver a Tobias, el joven con el que trabajó en una ocasión, pero no estaba seguro, así que le lanzó una bellota de la forma más disimulada posible.
Luego, con total sutileza, transformado en un enorme engendro arbóreo, abrió la puerta de la terraza y salió a tomar el sol. Descansaría allí hasta que fuese hora de trabajar. Había bastantes marines por allí, por lo que estaba seguro de que todo iría bien.
- Resumen [Balt]:
- Transformarse en roble para ver quién hay por ahí - Lanzarle una bellota a Tobias - Salir a la terraza a tomar el sol
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