Yoshi
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Llegué a Balt junto con la mayoría de los Crimson, allí nos encontramos con Tobías y Kimura los cuales según había entendido fueron secuestrados por los rivales de la isla donde nos encontrábamos en aquel mismo momento. Había pasado unos días muy preocupada por aquellos dos, sobre todo por Kim así que me sentí bastante aliviada cuando les vi a parecer en perfectas condiciones y me fundí en un tierno abrazo con el pelirrojo.
Al principio no nos entretuvimos mucho y llegamos a lo que sería el palacio en pocos minutos. No pude evitar fijarme que era un país bastante rico a pesar de la guerra. Mis sospechas sobre el lujo se acrecentaron más cuando nos juntamos todos para comer en el gran salón, aquella comida estaba muy rica y sin ninguna duda no parecía que Balt estuviese pasando por apuros financieros.
A parte de esto me fijé en todas las personas que nos encontrábamos reunidos allí, a parte de los Crimson no había mucha gente que conociese, aunque la mayoría de ellos me sonaban de rumores o de historias, reconocí a los más importantes en seguida por todo lo que había oído de ellos, había tres vice-almirantes pero también reconocí a un Yonkaikyo, aquello podía ponerse bastante peligroso.
Unas trompetas interrumpieron los ajetreados ruidos del salón, todo se tornó en silencio y una imponente mujer apareció por la puerta principal. La reconocí casi en segura por su extraño aspecto y apariencia, se trataba de la pretora de Balarad. Nos dio un pequeño discurso de agradecimiento de lo más frío, formal e insulso y después nos señaló que podíamos admirar un "espectáculo" si nos asomábamos a la terraza, con curiosidad me acerqué para comprobar de que se trataba, era un desfile del poderoso ejército de Balt otra vez haciendo alarde de su poderío económico. Me retiré de la ventana un tanto asqueada, no me gustaban los ejércitos ni las guerras les veía inútiles, si no hubiese sido por mi preocupación por Kim y por querer ayudar a los Crimson ni siquiera habría venido.
Tras esto hubo una pequeña celebración en la que me quedé apartada sin llamar mucho la atención observando a los invitados. Después todos nos fuimos yendo y tras despedirme de mis compañeros yo también abandoné la estancia acompañada de Kimura quien insistió en acompañarme a la habitación.
Entré por la puerta con mi nombre real, me resulto extraño dado que no acostumbraba a verlo a menudo pero simplemente lo dejé estar, abandoné mis cosas en el suelo y me centré en el pelirrojo quien me preguntaba si podía pasar conmigo la noche.
-Claro, por mi está bien. Me pasa un poco lo mismo.- Y no mentía, no me había gustado la situación desde el principio y que Kim estuviese a mi lado me daba seguridad porque así yo podía defenderle a él y él a mí.
-Por cierto, la mujer que nos ha atendido es la Pretora de Balarad y como ya supones es la líder de todo esto.-Le expliqué mientras me tumbaba en la cama, por una vez parecía que mis conocimientos sobre historia podían llegar a resultar útiles y que mejor que compartirlas con el muchacho.
Al principio no nos entretuvimos mucho y llegamos a lo que sería el palacio en pocos minutos. No pude evitar fijarme que era un país bastante rico a pesar de la guerra. Mis sospechas sobre el lujo se acrecentaron más cuando nos juntamos todos para comer en el gran salón, aquella comida estaba muy rica y sin ninguna duda no parecía que Balt estuviese pasando por apuros financieros.
A parte de esto me fijé en todas las personas que nos encontrábamos reunidos allí, a parte de los Crimson no había mucha gente que conociese, aunque la mayoría de ellos me sonaban de rumores o de historias, reconocí a los más importantes en seguida por todo lo que había oído de ellos, había tres vice-almirantes pero también reconocí a un Yonkaikyo, aquello podía ponerse bastante peligroso.
Unas trompetas interrumpieron los ajetreados ruidos del salón, todo se tornó en silencio y una imponente mujer apareció por la puerta principal. La reconocí casi en segura por su extraño aspecto y apariencia, se trataba de la pretora de Balarad. Nos dio un pequeño discurso de agradecimiento de lo más frío, formal e insulso y después nos señaló que podíamos admirar un "espectáculo" si nos asomábamos a la terraza, con curiosidad me acerqué para comprobar de que se trataba, era un desfile del poderoso ejército de Balt otra vez haciendo alarde de su poderío económico. Me retiré de la ventana un tanto asqueada, no me gustaban los ejércitos ni las guerras les veía inútiles, si no hubiese sido por mi preocupación por Kim y por querer ayudar a los Crimson ni siquiera habría venido.
Tras esto hubo una pequeña celebración en la que me quedé apartada sin llamar mucho la atención observando a los invitados. Después todos nos fuimos yendo y tras despedirme de mis compañeros yo también abandoné la estancia acompañada de Kimura quien insistió en acompañarme a la habitación.
Entré por la puerta con mi nombre real, me resulto extraño dado que no acostumbraba a verlo a menudo pero simplemente lo dejé estar, abandoné mis cosas en el suelo y me centré en el pelirrojo quien me preguntaba si podía pasar conmigo la noche.
-Claro, por mi está bien. Me pasa un poco lo mismo.- Y no mentía, no me había gustado la situación desde el principio y que Kim estuviese a mi lado me daba seguridad porque así yo podía defenderle a él y él a mí.
-Por cierto, la mujer que nos ha atendido es la Pretora de Balarad y como ya supones es la líder de todo esto.-Le expliqué mientras me tumbaba en la cama, por una vez parecía que mis conocimientos sobre historia podían llegar a resultar útiles y que mejor que compartirlas con el muchacho.
- Resumen (Balt):
Yoshi llega acompañada de los Crimson, disfruta de la comida mientras observa a los invitados, se asquea con el ejército de Balt y después se va a su habitación acompañada de Kimura con quien conversa.
Gera
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Puso un pie en la isla, en aquel mismo instante sintió como un bostezo le brotaba de sus labios. Al mismo tiempo, lo acompañó con un estiramiento de brazos; lo cierto era que estaba muy cansada del viaje y sentía que toda su musculatura estaba agarrotada.
Mientras retomaba su postura usual, se dio cuenta de que unos hombres encapuchados la estaban recibiendo. Junto a ella, había más personas. Balt, un lugar de lo más extraño... se fijó a su alrededor, no pudo quitar ojo a los edificios y a aquel sitio tan extraño para ella. Lo cierto es que no sabía como había acabado en esta situación. Ella no era una guerrera, no tenía demasiada experiencia en situaciones como esta. Quería resolver sus propios problemas pero sin más, acabó en un barco rumbo a una isla desconocida y dispuesta a luchar a favor de un clan que apenas conocía. Todo era extremadamente raro para Gera... pero aun así, se armó de valor y siguió a aquellos hombres que la estaban recibiendo y guiando hasta un palacio.
Lo cierto es que el recibimiento no fue del todo desagradable. Tuvo una visita por la ciudad, banquetes, música desconocida para ella... De pronto, la muchacha se sobresaltó; unas trompetas sonaron sin que ella lo esperase. Giró la vista y vio unas especies de estatuas con una estatura grande, teniendo en cuenta el tamaño de la joven. De pronto, aquellas estatuas se giran y se arrodillan dejando paso a una mujer muy grande con aires delicados.
Un recibimiento muy acogedor envolvió el pensamiento de Gera. Lo cierto era que se sentía algo aliviada con todo lo que se encontró en aquel lugar. Durante el viaje, sentía algo de inquietud y en menor medida, miedo. Miedo a algo desconocido para ella, miedo a enfrentarse a otras personas, miedo a que no supiese hacer lo correcto... Tantos pensamientos que no la dejarían dormir durante días.
Un suspiro salió de la chica y su cuerpo se relajó de inmediato. Sentía curiosidad por las cosas que decía la enorme mujer. Era evidente que se encontraba ante alguna mandataria del lugar. Lo cierto es que no le causaba ningún miedo, la tranquilizaba y eso la animaba a pertenecer, aunque fuese por poco tiempo, a su pueblo.
Mientras escuchaba a la mujer hablar, un sonido de pasos y vítores se hacían hueco entre las palabras de la gigantesca mandataria. Gera sintió curiosidad y quiso saber qué era. Pudo ver que había militares que marchaban con sus trajes blancos. La muchacha los observaba de manera tímida no dejando ver demasiado su curiosidad.
Mientras veía cómo desfilaban, su mirada se desvió hasta la mujer que hablaba. Puso toda su atención en aquellas palabras y lo cierto es, que cuando escuchó lo que decía acerca de unas habitaciones para cada uno y de unos uniformes que esperaban en cada una de ellas, Gera sintió mucha curiosidad y decidió ir a ver qué había y cómo le quedaba.
Cuando terminó el recibimiento, la muchacha se dirigió a sus aposentos. Caminó por un pasillo largo y con muchas puertas. En cada una de ellas, estaba el nombre de cada uno de los asistentes. Varias puertas después, encontró una con su nombre. Sonrió y la abrió. Lo cierto es que deseaba observar cada rincón de aquel lugar pero su cansancio hacía hueco entre sus deseos y su cuerpo físico. Tras probarse el uniforme, se echó a dormir.
Mientras retomaba su postura usual, se dio cuenta de que unos hombres encapuchados la estaban recibiendo. Junto a ella, había más personas. Balt, un lugar de lo más extraño... se fijó a su alrededor, no pudo quitar ojo a los edificios y a aquel sitio tan extraño para ella. Lo cierto es que no sabía como había acabado en esta situación. Ella no era una guerrera, no tenía demasiada experiencia en situaciones como esta. Quería resolver sus propios problemas pero sin más, acabó en un barco rumbo a una isla desconocida y dispuesta a luchar a favor de un clan que apenas conocía. Todo era extremadamente raro para Gera... pero aun así, se armó de valor y siguió a aquellos hombres que la estaban recibiendo y guiando hasta un palacio.
Lo cierto es que el recibimiento no fue del todo desagradable. Tuvo una visita por la ciudad, banquetes, música desconocida para ella... De pronto, la muchacha se sobresaltó; unas trompetas sonaron sin que ella lo esperase. Giró la vista y vio unas especies de estatuas con una estatura grande, teniendo en cuenta el tamaño de la joven. De pronto, aquellas estatuas se giran y se arrodillan dejando paso a una mujer muy grande con aires delicados.
Un recibimiento muy acogedor envolvió el pensamiento de Gera. Lo cierto era que se sentía algo aliviada con todo lo que se encontró en aquel lugar. Durante el viaje, sentía algo de inquietud y en menor medida, miedo. Miedo a algo desconocido para ella, miedo a enfrentarse a otras personas, miedo a que no supiese hacer lo correcto... Tantos pensamientos que no la dejarían dormir durante días.
Un suspiro salió de la chica y su cuerpo se relajó de inmediato. Sentía curiosidad por las cosas que decía la enorme mujer. Era evidente que se encontraba ante alguna mandataria del lugar. Lo cierto es que no le causaba ningún miedo, la tranquilizaba y eso la animaba a pertenecer, aunque fuese por poco tiempo, a su pueblo.
Mientras escuchaba a la mujer hablar, un sonido de pasos y vítores se hacían hueco entre las palabras de la gigantesca mandataria. Gera sintió curiosidad y quiso saber qué era. Pudo ver que había militares que marchaban con sus trajes blancos. La muchacha los observaba de manera tímida no dejando ver demasiado su curiosidad.
Mientras veía cómo desfilaban, su mirada se desvió hasta la mujer que hablaba. Puso toda su atención en aquellas palabras y lo cierto es, que cuando escuchó lo que decía acerca de unas habitaciones para cada uno y de unos uniformes que esperaban en cada una de ellas, Gera sintió mucha curiosidad y decidió ir a ver qué había y cómo le quedaba.
Cuando terminó el recibimiento, la muchacha se dirigió a sus aposentos. Caminó por un pasillo largo y con muchas puertas. En cada una de ellas, estaba el nombre de cada uno de los asistentes. Varias puertas después, encontró una con su nombre. Sonrió y la abrió. Lo cierto es que deseaba observar cada rincón de aquel lugar pero su cansancio hacía hueco entre sus deseos y su cuerpo físico. Tras probarse el uniforme, se echó a dormir.
Tobías Thorn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El trayecto para llegar a Balt fue bastante más largo de lo que esperé en un principio, aunque la espera fue recompensada ya que una vez que llegamos se nos trató como a gente de la nobleza. Nos es que me interesasen las grandes comodidades que ofrecían, pero agradecí cuando nos encontramos con el resto de los CW.
Por allí pude ver al árbol-marine con el que compartí misión en el G-5, cómo también varias personas influyentes en los Blues, incluso me pareció ver por allí a una agente con el que tuve un episodio muy peculiar y varios criminales a los que no les quitaría ojo más adelante, pero ahora mismo sólo me importaban mis nakamas y como se encontraban, asique aproveché el momento que Kimura usaba para saludar a Yoshi para acercarme a Gusi.
- ¿Cómo ha ido todo en nuestra ausencia? Espero que no te pasase nada malo en aquel maldito lugar donde te dejamos - pregunté al marine. Normalmente estábamos siempre a la greca uno con el otro, pero en el fondo y aunque nunca lo admitiría me preocupaba por él. Su personalidad alocada solía causarnos bastantes quebraderos de cabeza y quería asegurarme que no la hubiese liado.
Tras nuestro encuentro inicial nos dirigimos en manada hacia la mesa donde estaba la comida y nos pusimos a charlar. Intentaría preguntarle a mis compañeros si estaban bien y si les preocupaba algo, aunque Kimura sí que nos mostró su preocupación por la integrante más nueva de la banda.
- No te preocupes capitán, intentaremos ir siempre alguno de nosotros con ella - respondí mientras daba pequeños bocados a la comida servida recuperando así energías, hasta que de repente el sonido de unas trompetas hizo que todo el mundo mirase en la misma dirección.
Una gran mujer, ataviada con un atrevido vestido de seda, atravesó unas enormes puertas causando que todos los autóctonos del lugar se inclinasen antes de que esta se dispusiese a dirigirnos unas palabras que me causaron más preguntas que respuestas. Había llegado aquí siguiendo a mi capitán, pero había algo en todo esto que me "escamaba".
Al asomarme a echar un vistazo desde una de las terrazas pude ver que disponían de suficiente poder militar como para poner en jaque a muchas ciudades de las que conocía y no podía creer que un puñado de extranjeros cambiaran el transcurso de una guerra, pero mi deber era estar allí con mis compañeros. Estaba dispuesto a ayudar a esta gente si de verdad sus fines eran buenos como sus palabras prometían, aunque en el fondo una parte de mí dudaba todo el rato si habíamos hecho bien al involucrarnos en algo de tal magnitud. Quizás me hubiese quedado absorto en mis pensamientos, pero entonces algo me golpeó en la cabeza llamando mi atención.
Primero miré al suelo en busca del "proyectil", el cual resultó ser una bellota, y acto seguido mis ojos buscaron al tirador. Sabía muy bien qué buscar y tardé poco en encontrarlo.
- Hola Jonhy Chan - saludé a forma de broma al marine que era un árbol parlante. - Me alegra ver que también estarás por aquí, asique nos mantendremos en contacto si quieres, pero ahora tengo que hablar con mis nakamas - seguí hablando rápidamente mientras sacaba un papel donde estaba apuntado mi número privado de den den mushi. - Espero que podamos charlas en otro momento con más tiempo. Fue lo último que dije antes de marcharme rápidamente.
La gente fue desapareciendo hacia sus aposentos, asique decidí hacer lo mismo y dirigirme a la zona de las habitaciones. Estaba cansado y con ganas de recuperarme un poco, pero a mitad de trayecto pude ver como Ciaran iba en dirección completamente opuesta. En una situación normal dejaría a la chica a su aire, pero tras haber escuchado las palabras de Kimura cuando llegamos, decidí seguir a la rubia por si se metía en problemas. No me fiaba que la pudiesen hacer algo.
La marine caminó en dirección contraria a las habitaciones hasta que llegamos a una zona ajardinada. Mi afición a las plantas floreció instándome a que recogiese muestras de las más extrañas, asique parándome a observar si podía coger alguna semilla u esqueje la rubia cogió distancia y no me dio tiempo a avisarla, pero tras mi parada me apresuré y por fin la di alcance.
- Veo que no eres capaz de conciliar el sueño lobezna. ¿Hay algo que te preocupa? - pregunté interrumpiendo a la chica que se encontraba realizando unos ejercicios con aquella espada que siempre la acompañaba.
Por allí pude ver al árbol-marine con el que compartí misión en el G-5, cómo también varias personas influyentes en los Blues, incluso me pareció ver por allí a una agente con el que tuve un episodio muy peculiar y varios criminales a los que no les quitaría ojo más adelante, pero ahora mismo sólo me importaban mis nakamas y como se encontraban, asique aproveché el momento que Kimura usaba para saludar a Yoshi para acercarme a Gusi.
- ¿Cómo ha ido todo en nuestra ausencia? Espero que no te pasase nada malo en aquel maldito lugar donde te dejamos - pregunté al marine. Normalmente estábamos siempre a la greca uno con el otro, pero en el fondo y aunque nunca lo admitiría me preocupaba por él. Su personalidad alocada solía causarnos bastantes quebraderos de cabeza y quería asegurarme que no la hubiese liado.
Tras nuestro encuentro inicial nos dirigimos en manada hacia la mesa donde estaba la comida y nos pusimos a charlar. Intentaría preguntarle a mis compañeros si estaban bien y si les preocupaba algo, aunque Kimura sí que nos mostró su preocupación por la integrante más nueva de la banda.
- No te preocupes capitán, intentaremos ir siempre alguno de nosotros con ella - respondí mientras daba pequeños bocados a la comida servida recuperando así energías, hasta que de repente el sonido de unas trompetas hizo que todo el mundo mirase en la misma dirección.
Una gran mujer, ataviada con un atrevido vestido de seda, atravesó unas enormes puertas causando que todos los autóctonos del lugar se inclinasen antes de que esta se dispusiese a dirigirnos unas palabras que me causaron más preguntas que respuestas. Había llegado aquí siguiendo a mi capitán, pero había algo en todo esto que me "escamaba".
Al asomarme a echar un vistazo desde una de las terrazas pude ver que disponían de suficiente poder militar como para poner en jaque a muchas ciudades de las que conocía y no podía creer que un puñado de extranjeros cambiaran el transcurso de una guerra, pero mi deber era estar allí con mis compañeros. Estaba dispuesto a ayudar a esta gente si de verdad sus fines eran buenos como sus palabras prometían, aunque en el fondo una parte de mí dudaba todo el rato si habíamos hecho bien al involucrarnos en algo de tal magnitud. Quizás me hubiese quedado absorto en mis pensamientos, pero entonces algo me golpeó en la cabeza llamando mi atención.
Primero miré al suelo en busca del "proyectil", el cual resultó ser una bellota, y acto seguido mis ojos buscaron al tirador. Sabía muy bien qué buscar y tardé poco en encontrarlo.
- Hola Jonhy Chan - saludé a forma de broma al marine que era un árbol parlante. - Me alegra ver que también estarás por aquí, asique nos mantendremos en contacto si quieres, pero ahora tengo que hablar con mis nakamas - seguí hablando rápidamente mientras sacaba un papel donde estaba apuntado mi número privado de den den mushi. - Espero que podamos charlas en otro momento con más tiempo. Fue lo último que dije antes de marcharme rápidamente.
La gente fue desapareciendo hacia sus aposentos, asique decidí hacer lo mismo y dirigirme a la zona de las habitaciones. Estaba cansado y con ganas de recuperarme un poco, pero a mitad de trayecto pude ver como Ciaran iba en dirección completamente opuesta. En una situación normal dejaría a la chica a su aire, pero tras haber escuchado las palabras de Kimura cuando llegamos, decidí seguir a la rubia por si se metía en problemas. No me fiaba que la pudiesen hacer algo.
La marine caminó en dirección contraria a las habitaciones hasta que llegamos a una zona ajardinada. Mi afición a las plantas floreció instándome a que recogiese muestras de las más extrañas, asique parándome a observar si podía coger alguna semilla u esqueje la rubia cogió distancia y no me dio tiempo a avisarla, pero tras mi parada me apresuré y por fin la di alcance.
- Veo que no eres capaz de conciliar el sueño lobezna. ¿Hay algo que te preocupa? - pregunté interrumpiendo a la chica que se encontraba realizando unos ejercicios con aquella espada que siempre la acompañaba.
- Resumen:
- Charlar con el resto de los CW, dar una forma de contacto a Kodama, cavilaciones varias y seguir a Ciaran
Silver
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Dejé escapar un largo bostezo, cubriéndome inútilmente con la palma de la mano, por al menos aparentar modelares. No tenía sueño, ni tampoco estaba cansado, pero si tremendamente aburrido. De no ser porque durante todo el camino pude ver movimiento con mis propios ojos, habría jurado que nos encontrábamos en una ciudad completamente desierta.
Cuando llegamos al peculiar ascensor, y este comenzó a ascender, al fin me topé con algo que llamaba mi atención. Desde el exterior podían apreciarse los gigantescos edificios, perdiéndose muchos de ellos en las nubes, pero me sorprendió confirmar cuanto se extendían aún por encima de estas. La sorpresa, y mi curiosidad, se vieron incrementadas cuando el ascenso se detuvo. Encontrándonos ahora en el centro de una enorme sala, me apresuré a acercarme a uno de los ventanales para poder observar con detenimiento el exterior. Si bien la ciudad carecía de cualquier belleza, no podía decir lo mismo de las vistas de las que disfrutaba.
No fui consciente del aspecto de nuestro anfitrión hasta que oí su extraña voz a mi espalda y me volteé. Aunque sorprendido en cierto modo, no le di mayor importancia y, al igual que el resto de los presentes, simplemente escuché lo que decía mientras seguía sus instrucciones. Cuando el rectángulo azul apareció ante mi situé sobre el la mano derecha, y este se cerró alrededor de la muñeca.
- Curioso - Murmuré en voz baja, estudiando con detenimiento la pieza de ingeniería.
Cuando llegamos al peculiar ascensor, y este comenzó a ascender, al fin me topé con algo que llamaba mi atención. Desde el exterior podían apreciarse los gigantescos edificios, perdiéndose muchos de ellos en las nubes, pero me sorprendió confirmar cuanto se extendían aún por encima de estas. La sorpresa, y mi curiosidad, se vieron incrementadas cuando el ascenso se detuvo. Encontrándonos ahora en el centro de una enorme sala, me apresuré a acercarme a uno de los ventanales para poder observar con detenimiento el exterior. Si bien la ciudad carecía de cualquier belleza, no podía decir lo mismo de las vistas de las que disfrutaba.
No fui consciente del aspecto de nuestro anfitrión hasta que oí su extraña voz a mi espalda y me volteé. Aunque sorprendido en cierto modo, no le di mayor importancia y, al igual que el resto de los presentes, simplemente escuché lo que decía mientras seguía sus instrucciones. Cuando el rectángulo azul apareció ante mi situé sobre el la mano derecha, y este se cerró alrededor de la muñeca.
- Curioso - Murmuré en voz baja, estudiando con detenimiento la pieza de ingeniería.
Meneíllos
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ah, el aroma de la guerra... casi podía ver la cantidad de dinero que le esperaba en aquel lugar. Hacía tiempo que los negocios iban mal, con la Marina pisándole los talones y entorpeciendo sus actividades y aquella guerra había sido como un soplo aire fresco. Sabedor de que le aguardaba una buena cantidad de oro en Síderos, había desempolvado sus libros sobre el archipiélago y buscado entre recortes del periódico que tenía archivados. Tenía la costumbre de guardarse noticias interesantes como aquellas en un fichero y efectivamente tenía mucha información jugosa sobre aquella nación. Tras meditarlo, decidió que lo más beneficioso para sus negocios sería ir a Sarka, una facción metida de lleno en la industria de la guerra. Estaba seguro de que apreciarían el apoyo de sus hombres, especialmente por el hecho de que estaban solicitando apoyo extranjero. Así pues, reunió su flota, convocó a Ban y partió. El viaje al Grand Line tuvo sus complicaciones, pero no era la primera vez que viajaban por aquel mar y lograron llegar al final de su travesía vivos y enteros.
Tras desembarcar del Black Caiman, repartió a sus hombres en dos grupos. Algo más de la mitad se quedarían en los barcos, mientras que el resto irían junto con Ban y él siguiendo a sus guías. Formaban un grupo bastante numeroso, el más numeroso parecía. El resto tenían pinta de ir a título individual, y no como parte de ninguna flota o agrupación. Eso le llamó la atención, pues había pensado que algún gremio de mercenarios se habría apuntado. Por otro lado era posible que simplemente no hubiesen aparecido aún, o que ya hubiesen llegado. No eran más que una de las oleadas de refuerzos extranjeros, ¿no? Por el camino quedó bastante complacido con el ambiente. Una zona volcánica como aquella le pegaba a alguien con su akuma, era casi irónico. Pronto se vieron atravesando un complejo industrial de gran tamaño, desde el que accedieron a una fortaleza de proporciones colosales en medio de un gran lago de lava. Si bien sus hombres parecieron verse afectados por el calor, ni él ni Ban sudaron ni una gota.
El pretor Grum resultó ser un hombre imponente, de gran tamaño y embutido en una armadura completa negra. El pirata le dedicó una inclinación de cabeza respetuosa a modo de saludo. Era todo lo que iba a sacar de él, que no se arrodillaba ante hombre ninguno. Se aproximó a él apoyándose en su bastón con cabeza de águila, y le hizo un gesto a uno de sus hombres. Este rápidamente sacó una cajita y de esta un puro, cortando el extremo y tendiéndoselo. Meneror se lo llevó a la boca y lo encendió con su zippo, esbozando una ligera sonrisa. Ya tenía ganas de uno desde hacía un rato. No reaccionó al chiste de Grum, y lo siguió con su grupo a la fortaleza. Era un lugar impresionante... se notaba el carácter militar de aquella facción, lo que complacía a Meneror. Cada vez tenía más claro que sería el lugar perfecto para ganar riquezas. Al llegar al lugar de la reunión le hizo un gesto a su gente para que esperaran de pie, y se sentaron él y Ban. Escuchó con interés el resumen de Grum y una vez hubo terminado y les hubo dicho dónde estaban sus dormitorios, dijo:
- Contad con mi flota, pretor Grum-sama. Como marineros, mis hombres pueden no ser de lo mejor para un combate terrestre, pero en el mar tenemos años de experiencia y buenos navíos de combate. Ahora bien, si os place me gustaría hablar de negocios. Estoy muy interesado en la posibilidad de, una vez acabada la guerra, comenzar una relación comercial y tener acceso a vuestro mercado de armas.
Tras desembarcar del Black Caiman, repartió a sus hombres en dos grupos. Algo más de la mitad se quedarían en los barcos, mientras que el resto irían junto con Ban y él siguiendo a sus guías. Formaban un grupo bastante numeroso, el más numeroso parecía. El resto tenían pinta de ir a título individual, y no como parte de ninguna flota o agrupación. Eso le llamó la atención, pues había pensado que algún gremio de mercenarios se habría apuntado. Por otro lado era posible que simplemente no hubiesen aparecido aún, o que ya hubiesen llegado. No eran más que una de las oleadas de refuerzos extranjeros, ¿no? Por el camino quedó bastante complacido con el ambiente. Una zona volcánica como aquella le pegaba a alguien con su akuma, era casi irónico. Pronto se vieron atravesando un complejo industrial de gran tamaño, desde el que accedieron a una fortaleza de proporciones colosales en medio de un gran lago de lava. Si bien sus hombres parecieron verse afectados por el calor, ni él ni Ban sudaron ni una gota.
El pretor Grum resultó ser un hombre imponente, de gran tamaño y embutido en una armadura completa negra. El pirata le dedicó una inclinación de cabeza respetuosa a modo de saludo. Era todo lo que iba a sacar de él, que no se arrodillaba ante hombre ninguno. Se aproximó a él apoyándose en su bastón con cabeza de águila, y le hizo un gesto a uno de sus hombres. Este rápidamente sacó una cajita y de esta un puro, cortando el extremo y tendiéndoselo. Meneror se lo llevó a la boca y lo encendió con su zippo, esbozando una ligera sonrisa. Ya tenía ganas de uno desde hacía un rato. No reaccionó al chiste de Grum, y lo siguió con su grupo a la fortaleza. Era un lugar impresionante... se notaba el carácter militar de aquella facción, lo que complacía a Meneror. Cada vez tenía más claro que sería el lugar perfecto para ganar riquezas. Al llegar al lugar de la reunión le hizo un gesto a su gente para que esperaran de pie, y se sentaron él y Ban. Escuchó con interés el resumen de Grum y una vez hubo terminado y les hubo dicho dónde estaban sus dormitorios, dijo:
- Contad con mi flota, pretor Grum-sama. Como marineros, mis hombres pueden no ser de lo mejor para un combate terrestre, pero en el mar tenemos años de experiencia y buenos navíos de combate. Ahora bien, si os place me gustaría hablar de negocios. Estoy muy interesado en la posibilidad de, una vez acabada la guerra, comenzar una relación comercial y tener acceso a vuestro mercado de armas.
- Resumen (Sarka):
- - Llegada a la isla con la flota.
- Ordeno a algo más de la mitad de la banda permanecer en los barcos, mientras el resto me siguen.
- Me siento con Ban y propongo (una vez acaba de hablar) un trato comercial tras la guerra a Grum.
Zack Suky
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Llegué a la árida ciudad de Sarkan acompañado por mis compañeros de banda y varios desconocidos más. Me pareció escuchar que alguno de mis acompañantes se quejaba, pero tampoco me importaba, ya que nada más que comenzamos a ver las estructuras de la edificaciones del lugar me quedé fascinado. No es que me pareciese bonito ni nada de eso, pero no pude evitar pensar en que maquinaria debían de disponer para fabricar todo aquello y quería saber si podría usar algo de eso para mis propios proyectos.
Me había visto arrastrado con la banda a la que pertenecía para participar en esta guerra. Según el tuerto quería entrenarnos para futuros problemas y había tenido la genial idea de meternos de lleno en una batalla a varios bandos donde seguramente imperaban las traiciones. En circunstancias normales no me hubiese dejado convencer ahora que disponía de dinero y sitio para empezar con mis planes, pero cuando el pirata me habló de la potencia armamentística del lugar no dudé en venir. Pretendía aprender lo máximo posible de ellos y con un poco de suerte conseguiría ganarme un par de favores. En todo eso pensaba hasta que llegamos a un puente que conectaba con la ciudadela que captó toda mi atención.
Al asomarme pensé que podría encender uno de mis pitillos con el calor que desprendía aquella lava, pero rápidamente descarté la idea para observar a mi anfitrión y en su peculiar aspecto. Nunca antes había visto a nadie con unos rasgos similares, pero tampoco es que me importase mucho su aspecto si al final ganaba algo con todo esto, asique tras su saludo inicial nos adentramos detrás de él hasta llegar a una sala con una mesa con una forma peculiar donde el manco comenzó a hablar largo y tendido sobre la situación actual de la ciudad una vez tomamos asiento. Me coloqué entre Arribor y Sarah mientras encendía uno de mis cigarrillos.
Me giré buscando la reacción de mi capitán ante las palabras del líder y me encontré con que este dormitaba durante toda la charla. Aún no me había acostumbrado al carácter despreocupado de Arribor, pero aún así decidí quedarme con cada palabra del tipo para informarlo más tarde si era necesario.
La charla terminó y la gente comenzó a dispersarse mientras nos dispensaban un artefacto identificatorio, momento que aproveché para llamar la atención de mi compañera Sarah para que se pusiese a mi altura y así poder susurrarle al oído.
- Oye "pequeña", creo que deberías quedarte aquí con nuestro anfitrión y usar tu simpatía natural. Quizás puedas conseguir información de él que a los demás no nos daría, al igual que de estos hombres tan "fuertotes" - dije en un tono que sólo ella pudiese escuchar. - Yo mientras voy a ir a investigar por mi cuenta al igual que Arribor, puede que encuentre algo que nos sea útil para esta locura.
No sabía si la chica estaría dispuesta a aceptar la idea, pero si era así proseguiría hablando.
- Luego quedamos en tu habitación y te cuento que he averiguado.
Tras eso me despedí con un beso en la mejilla si se dejaba gracias a la postura que tenía para hablar conmigo, para luego marcharme tras recoger aquel extraño engranaje. No me lo puse al cuello, sino que lo llevaba en la mano observándolo detenidamente. Buscaría algo extraño en él mientras me adentraba en la fortaleza en busca de algún taller u otra cosa interesante.
Me había visto arrastrado con la banda a la que pertenecía para participar en esta guerra. Según el tuerto quería entrenarnos para futuros problemas y había tenido la genial idea de meternos de lleno en una batalla a varios bandos donde seguramente imperaban las traiciones. En circunstancias normales no me hubiese dejado convencer ahora que disponía de dinero y sitio para empezar con mis planes, pero cuando el pirata me habló de la potencia armamentística del lugar no dudé en venir. Pretendía aprender lo máximo posible de ellos y con un poco de suerte conseguiría ganarme un par de favores. En todo eso pensaba hasta que llegamos a un puente que conectaba con la ciudadela que captó toda mi atención.
Al asomarme pensé que podría encender uno de mis pitillos con el calor que desprendía aquella lava, pero rápidamente descarté la idea para observar a mi anfitrión y en su peculiar aspecto. Nunca antes había visto a nadie con unos rasgos similares, pero tampoco es que me importase mucho su aspecto si al final ganaba algo con todo esto, asique tras su saludo inicial nos adentramos detrás de él hasta llegar a una sala con una mesa con una forma peculiar donde el manco comenzó a hablar largo y tendido sobre la situación actual de la ciudad una vez tomamos asiento. Me coloqué entre Arribor y Sarah mientras encendía uno de mis cigarrillos.
Me giré buscando la reacción de mi capitán ante las palabras del líder y me encontré con que este dormitaba durante toda la charla. Aún no me había acostumbrado al carácter despreocupado de Arribor, pero aún así decidí quedarme con cada palabra del tipo para informarlo más tarde si era necesario.
La charla terminó y la gente comenzó a dispersarse mientras nos dispensaban un artefacto identificatorio, momento que aproveché para llamar la atención de mi compañera Sarah para que se pusiese a mi altura y así poder susurrarle al oído.
- Oye "pequeña", creo que deberías quedarte aquí con nuestro anfitrión y usar tu simpatía natural. Quizás puedas conseguir información de él que a los demás no nos daría, al igual que de estos hombres tan "fuertotes" - dije en un tono que sólo ella pudiese escuchar. - Yo mientras voy a ir a investigar por mi cuenta al igual que Arribor, puede que encuentre algo que nos sea útil para esta locura.
No sabía si la chica estaría dispuesta a aceptar la idea, pero si era así proseguiría hablando.
- Luego quedamos en tu habitación y te cuento que he averiguado.
Tras eso me despedí con un beso en la mejilla si se dejaba gracias a la postura que tenía para hablar conmigo, para luego marcharme tras recoger aquel extraño engranaje. No me lo puse al cuello, sino que lo llevaba en la mano observándolo detenidamente. Buscaría algo extraño en él mientras me adentraba en la fortaleza en busca de algún taller u otra cosa interesante.
- Resumen Sarka:
- -Hablar con Sarah.
-Marcharme en busca del lugar de trabajo de la fortaleza.
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel paisaje... tan triste, tan monótono. Era irónico, pero iba con su estado de ánimo actual. Kai se detuvo un momento y observó al cielo grisáceo. Casi podía ver las nubes moverse, lentamente, tanto que casi parecían una mera ilusión y que estaban estáticas. Se dio cuenta de que el resto del grupo lo estaba dejando atrás, y se apresuró a alcanzarlos, volviendo a echarse la capucha para cubrirse de la lluvia. Iba vestido con una capa de viaje impermeable, bajo la cual llevaba sus ropas habituales: una camiseta sin mangas negra, pantalones ajustados y botas. Además al cinto llevaba enganchadas sus dos pitilleras, una cajita con seis dosis de poción del berserker, su den den mushi y una bolsa llena de sus utensilios e ingredientes de curandero. Además llevaba en la mano un enorme bolsa de viaje con pinta de estar muy llena y pesar mucho, en la que llevaba su armadura de combate. No llevaba su chaqueta de Vicealmirante dado que no era una misión oficial del Gobierno, aunque tampoco le molestaba. Suponía ser ya lo bastante conocido como para que quedara claro quién era. Abrió una de las pitilleras, jugó con el cigarrillo que sacó entre sus dedos, y para cuando se lo llevó a la boca ya estaba encendido. Dio una larga calada y con expresión funesta entró en el edificio con el resto.
Tras quitarse la capucha y echar una breve ojeada a sus alrededores, decidió que no había nada que le llamase la atención y siguió a lo suyo, siguiendo casi por inercia a sus compañeros. Tenía cara de haber dormido poco y no parecía muy contento... y realmente no lo estaba. Había vuelto a tener pesadillas y no habían sido nada agradables. Las tenía desde su batalla en el Archipiélago Verde contra Émile. Desde entonces, cada vez que se dormía revivía esa batalla en sus sueños y en especial el momento en que tras ser incapaz de matarlo, Émile lo hería de muerte. Solía despertar empapado en sudor y con lágrimas, con el sonido de la risa del Yonkou aún en su mente. Normalmente lo llevaba bien y era capaz de dormirse de nuevo, pero algunos días le afectaba más. Había comenzado a prepararse infusiones de hierba que le ayudaban a dormir sin sueños, pero algunas noches ni eso lo libraba del tormento de revivir aquel horrible momento.
Pronto estuvieron metidos en un ascensor de cristal. Sin prestarle mucha atención al resto, siguió a su rollo con el cigarrillo y observó cómo ascendían. Pronto estuvieron incluso por encima de las nubes y por un instante, la impresionante y bella visión de aquel mar blanco atravesado por las cimas de los rascacielos y ver de nuevo luz solar lo animaron. Algo de mejor humor, esbozó una media sonrisa y salió del ascensor con los demás. El tipo que apareció frente a ellos resultó ser bastante grimoso y daba asco. ¿Cómo podía ser tan huesudo? ¿Es que no se alimentaba en condiciones? Kai se planteó recomendarle una buena dieta de carne y cerveza, pero consideró prudente guardarse sus opiniones personales. Si el tipo era un idiota que quería alimentarse como un conejo y vivir de verduritas, era cosa suya. Luego que no se quejara cuando acabase desnutrido.
No prestó mucha atención a las palabras del tipo. La verdad es que escuchó apenas las dos primeras frases y luego se quedó atontado mirando los tubos que le salían de la espalda, preguntándose su función. ¿Estaría mal de salud a base de su estúpida dieta vegana? Sonaba plausible. Menudo imbécil, si es que... Despistado como estaba, Kai no se dio cuenta de que seguía con el cigarro en la boca hasta que un cacho de colilla de unos tres centímetros se desprendió por su propio peso y cayó. Avergonzado, miró a su alrededor como queriendo comprobar que nadie lo había visto. Entonces trató de echar las cenizas a un lado, pero sólo las esparció más. Comenzó a silbar para disimular, y se fue a la mesa. Allí fueron tres tantos de lo mismo; apenas escuchó dos o tres frase antes de quedarse mirando el mapa holográfico. Bonito y curioso, seguro que con aquel aparato podía montarse algún juego realmente entretenido. Poco a poco comenzó a adormilarse y cuando el mapa desapareció, Kai dio un respingo y salió de su mundo. Sacudió la cabeza y decidió forzarse a centrarse. Tras escuchar (esta vez sí) al tipo, cogió su comunicador y se levantó, echando un vistazo a sus compañeros. La mayoría ni le sonaban, pero vio por ahí al Shichibukai Madara, a un revolucionario con una enorme recompensa por su cabeza al que fulminó con la mirada y a Dexter. Arqueó una ceja, algo sorprendido y se acercó a él. En ese momento estaba con Uchiha, quien acababa de abrazarle.
- Volvemos a encontrarnos, Dexter. Me temo que esta vez no traigo café - dijo, soltando una risa por lo bajo - Ha pasado mucho tiempo. Me apenó enterarme de que te hayas ido por tu cuenta, pero al menos en esto estaremos en el mismo bando. En fin, me quedaría a charlar pero estoy reventado.
Levantó el puño para darle un suave golpe en el hombro a modo de despedida, y se dirigió al ascensor, junto con algunos otros de sus compañeros y unos autómatas guía. Tras ver a los tipos raros que lo acompañaban, decidió pasar de ellos y no prestarles mucha atención. Uno era un tipo siniestro de pelo blanco, otra una mujer que parecía una salvaje de los bosques y el tercero... un esqueleto. Un puto esqueleto. Tras bajar, se metió lo antes posible en la habitación que le indicaron los autómatas y se puso cómodo. Dejó la bolsa de viaje en el suelo, tiró las cosas de su cinturón encima, se quitó las botas y la capa y se echó en cama con un suspiro. Entonces recordó sus planes iniciales y cogió su den den mushi. Al principio iba a llamar sin más, pero entonces cayó en que seguramente todo ese lugar estuviera vigilado. Su aparato era uno especial cuyas comunicaciones no podían ser interceptadas fácilmente, pero nada impedía que no hubiera dispositivos de escucha en la habitación. Suspiró y se paró a medir sus palabras antes de llamar. Hizo memoria para recordar el número de su superior en el CP y llamó.
- Aquí el agente especial Kai. Llamo para hacer un reporte de situación. En estos momentos estoy en mis aposentos en Zilda, donde los voluntarios extranjeros acabamos de recibir un informe del estado de la guerra. Mañana nos darán instrucciones más concretas. En todo caso, creí que os interesaría saber que el Yonkou Dexter Black está presente, así como el revolucionario Silver D. Dranser. Además el Shichibukai Madara, quien también ha acudido, se ha mostrado bastante amigable con Black. ¿Tenéis órdenes para mí, señor?
Tras quitarse la capucha y echar una breve ojeada a sus alrededores, decidió que no había nada que le llamase la atención y siguió a lo suyo, siguiendo casi por inercia a sus compañeros. Tenía cara de haber dormido poco y no parecía muy contento... y realmente no lo estaba. Había vuelto a tener pesadillas y no habían sido nada agradables. Las tenía desde su batalla en el Archipiélago Verde contra Émile. Desde entonces, cada vez que se dormía revivía esa batalla en sus sueños y en especial el momento en que tras ser incapaz de matarlo, Émile lo hería de muerte. Solía despertar empapado en sudor y con lágrimas, con el sonido de la risa del Yonkou aún en su mente. Normalmente lo llevaba bien y era capaz de dormirse de nuevo, pero algunos días le afectaba más. Había comenzado a prepararse infusiones de hierba que le ayudaban a dormir sin sueños, pero algunas noches ni eso lo libraba del tormento de revivir aquel horrible momento.
Pronto estuvieron metidos en un ascensor de cristal. Sin prestarle mucha atención al resto, siguió a su rollo con el cigarrillo y observó cómo ascendían. Pronto estuvieron incluso por encima de las nubes y por un instante, la impresionante y bella visión de aquel mar blanco atravesado por las cimas de los rascacielos y ver de nuevo luz solar lo animaron. Algo de mejor humor, esbozó una media sonrisa y salió del ascensor con los demás. El tipo que apareció frente a ellos resultó ser bastante grimoso y daba asco. ¿Cómo podía ser tan huesudo? ¿Es que no se alimentaba en condiciones? Kai se planteó recomendarle una buena dieta de carne y cerveza, pero consideró prudente guardarse sus opiniones personales. Si el tipo era un idiota que quería alimentarse como un conejo y vivir de verduritas, era cosa suya. Luego que no se quejara cuando acabase desnutrido.
No prestó mucha atención a las palabras del tipo. La verdad es que escuchó apenas las dos primeras frases y luego se quedó atontado mirando los tubos que le salían de la espalda, preguntándose su función. ¿Estaría mal de salud a base de su estúpida dieta vegana? Sonaba plausible. Menudo imbécil, si es que... Despistado como estaba, Kai no se dio cuenta de que seguía con el cigarro en la boca hasta que un cacho de colilla de unos tres centímetros se desprendió por su propio peso y cayó. Avergonzado, miró a su alrededor como queriendo comprobar que nadie lo había visto. Entonces trató de echar las cenizas a un lado, pero sólo las esparció más. Comenzó a silbar para disimular, y se fue a la mesa. Allí fueron tres tantos de lo mismo; apenas escuchó dos o tres frase antes de quedarse mirando el mapa holográfico. Bonito y curioso, seguro que con aquel aparato podía montarse algún juego realmente entretenido. Poco a poco comenzó a adormilarse y cuando el mapa desapareció, Kai dio un respingo y salió de su mundo. Sacudió la cabeza y decidió forzarse a centrarse. Tras escuchar (esta vez sí) al tipo, cogió su comunicador y se levantó, echando un vistazo a sus compañeros. La mayoría ni le sonaban, pero vio por ahí al Shichibukai Madara, a un revolucionario con una enorme recompensa por su cabeza al que fulminó con la mirada y a Dexter. Arqueó una ceja, algo sorprendido y se acercó a él. En ese momento estaba con Uchiha, quien acababa de abrazarle.
- Volvemos a encontrarnos, Dexter. Me temo que esta vez no traigo café - dijo, soltando una risa por lo bajo - Ha pasado mucho tiempo. Me apenó enterarme de que te hayas ido por tu cuenta, pero al menos en esto estaremos en el mismo bando. En fin, me quedaría a charlar pero estoy reventado.
Levantó el puño para darle un suave golpe en el hombro a modo de despedida, y se dirigió al ascensor, junto con algunos otros de sus compañeros y unos autómatas guía. Tras ver a los tipos raros que lo acompañaban, decidió pasar de ellos y no prestarles mucha atención. Uno era un tipo siniestro de pelo blanco, otra una mujer que parecía una salvaje de los bosques y el tercero... un esqueleto. Un puto esqueleto. Tras bajar, se metió lo antes posible en la habitación que le indicaron los autómatas y se puso cómodo. Dejó la bolsa de viaje en el suelo, tiró las cosas de su cinturón encima, se quitó las botas y la capa y se echó en cama con un suspiro. Entonces recordó sus planes iniciales y cogió su den den mushi. Al principio iba a llamar sin más, pero entonces cayó en que seguramente todo ese lugar estuviera vigilado. Su aparato era uno especial cuyas comunicaciones no podían ser interceptadas fácilmente, pero nada impedía que no hubiera dispositivos de escucha en la habitación. Suspiró y se paró a medir sus palabras antes de llamar. Hizo memoria para recordar el número de su superior en el CP y llamó.
- Aquí el agente especial Kai. Llamo para hacer un reporte de situación. En estos momentos estoy en mis aposentos en Zilda, donde los voluntarios extranjeros acabamos de recibir un informe del estado de la guerra. Mañana nos darán instrucciones más concretas. En todo caso, creí que os interesaría saber que el Yonkou Dexter Black está presente, así como el revolucionario Silver D. Dranser. Además el Shichibukai Madara, quien también ha acudido, se ha mostrado bastante amigable con Black. ¿Tenéis órdenes para mí, señor?
- resumen (Zilda):
- - Pensamientos varios
- Me despisto y la lío con el cigarro
- Miro mal a Dranser y saludo a Dexter
- Voy a mi habitación y hago una llamada
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El ambiente parecía sacado de una película de terror, pero una vez visto el castillo de Ivan, nada había que temer de todo aquello. Tal vez la diferencia era grande, pero suficiente para mantener a aquella chica tranquila. Galia se había desplazado hasta aquel sitio contra las órdenes de Dranser, el cual le dijo que se quedase en la base. Ella quería ser de utilidad y sabía que el conocido demonio de la niebla se hallaba en Balt, mientras que su sensei en Zilda. Ella había tomado la decisión de recolectar toda la información posible de aquel sitio. Tenía una personalidad fuerte y no pensaba quedarse aburrida en el Sur. Al ser parte del ejército revolucionario tendría muchísimo cuidado con los extraños. No debía fiarse de nadie que no conociese y eso era una realidad. Tenía la inteligencia suficiente como para saber aquel tipo de cosas sin problema alguno.
La joven soltó un suspiro cuando desembarcaron en aquella cueva y entonces pudo ver a la pequeña niña morena. Tendría un par de años menos que ella, pero no pensaba fiarse por las apariencias. Alzó una ceja y entonces se quedó algo alejada. La chica vestía con una chaqueta blanca, una camiseta marrón por dentro, unos pantalones negros y unas botas. Poseía una capa por encima, cubriendo su cabeza con una capucha marrón. Le quedaba algo grande, por lo que le venía de perlas para ocultar su rostro. Sus cabellos rosados caían por un lado de su rostro, por lo que la gente los vería sin problemas. La chica no pudo contener las ganas de estar junto a los suyos y no sola en aquella situación. Justo entonces escuchó una voz dirigirse a ella. Un escalofrío recorrió su espalda y tragó saliva. Tenía la funda de Light a su espalda y si debía luchar lo haría.
Cuando se dio la vuelta pudo darse cuenta de que se trataba de su compañero. El chico de pelo plateado que conoció en el Reino de Lvneel. Una sonrisa se formó en su rostro entonces, pues si él estaba allí, significaba que no iba a estar sola entre desconocidos. Se alegró bastante. Le contestó a su saludo guiñándole un ojo en lugar de decirle nada, pues cuando menos destacase de los demás, mejor. Empezó a caminar junto a todas aquellas personas, tratando de seguir a la joven de negro. En todo momento iba junto al chico y con la cabeza agachada. Justo entonces un hombre se acercó a ellos. Poseía una armadura considerable y además llevaba una especie de animal de color rosado. La joven apartó la mirada cuando habló y en ese momento pensó en lo tonta que fue. No tenía precio por su cabeza y no podían involucrarla de ninguna forma con la rebelión. Entonces fue cuando miró a aquel hombre con sus azulados ojos, clavándolos en los de él y saludándole con un tono de voz calmado.
- Mi nombre es Galia Shirou. Este es mi hermano Ryuken. Es un placer conocerte, Bleyd-san. Tal vez podamos colaborar en todo este meollo.
Dijo en un tono de voz bajo que solo podrían escuchar ellos tres y el animal. A no ser que hubiese alguien cerca con un oído bastante desarrollado. Ella misma era una usuaria de las frutas del diablo del tipo mitológico y sabía muy bien de lo que estaba hablando. La joven aprendiz de Dranser continuó caminando entonces. Debía hacer caso al consejo de Ivan y ocultar su apellido a toda costa. Se aferró entonces al brazo de su “hermano” para que él no dijese lo contrario con un comentario inoportuno. Su mirada se desvió unos momentos hasta las demás personas y por último observó al chico de cabellos plateados con tranquilidad.
- Ryu, mantén todos tus sentidos alerta. No dudes en decirme cualquier cosa que necesites o que te moleste. – Dijo algo seria. Quería cuidarlo.
La joven soltó un suspiro cuando desembarcaron en aquella cueva y entonces pudo ver a la pequeña niña morena. Tendría un par de años menos que ella, pero no pensaba fiarse por las apariencias. Alzó una ceja y entonces se quedó algo alejada. La chica vestía con una chaqueta blanca, una camiseta marrón por dentro, unos pantalones negros y unas botas. Poseía una capa por encima, cubriendo su cabeza con una capucha marrón. Le quedaba algo grande, por lo que le venía de perlas para ocultar su rostro. Sus cabellos rosados caían por un lado de su rostro, por lo que la gente los vería sin problemas. La chica no pudo contener las ganas de estar junto a los suyos y no sola en aquella situación. Justo entonces escuchó una voz dirigirse a ella. Un escalofrío recorrió su espalda y tragó saliva. Tenía la funda de Light a su espalda y si debía luchar lo haría.
Cuando se dio la vuelta pudo darse cuenta de que se trataba de su compañero. El chico de pelo plateado que conoció en el Reino de Lvneel. Una sonrisa se formó en su rostro entonces, pues si él estaba allí, significaba que no iba a estar sola entre desconocidos. Se alegró bastante. Le contestó a su saludo guiñándole un ojo en lugar de decirle nada, pues cuando menos destacase de los demás, mejor. Empezó a caminar junto a todas aquellas personas, tratando de seguir a la joven de negro. En todo momento iba junto al chico y con la cabeza agachada. Justo entonces un hombre se acercó a ellos. Poseía una armadura considerable y además llevaba una especie de animal de color rosado. La joven apartó la mirada cuando habló y en ese momento pensó en lo tonta que fue. No tenía precio por su cabeza y no podían involucrarla de ninguna forma con la rebelión. Entonces fue cuando miró a aquel hombre con sus azulados ojos, clavándolos en los de él y saludándole con un tono de voz calmado.
- Mi nombre es Galia Shirou. Este es mi hermano Ryuken. Es un placer conocerte, Bleyd-san. Tal vez podamos colaborar en todo este meollo.
Dijo en un tono de voz bajo que solo podrían escuchar ellos tres y el animal. A no ser que hubiese alguien cerca con un oído bastante desarrollado. Ella misma era una usuaria de las frutas del diablo del tipo mitológico y sabía muy bien de lo que estaba hablando. La joven aprendiz de Dranser continuó caminando entonces. Debía hacer caso al consejo de Ivan y ocultar su apellido a toda costa. Se aferró entonces al brazo de su “hermano” para que él no dijese lo contrario con un comentario inoportuno. Su mirada se desvió unos momentos hasta las demás personas y por último observó al chico de cabellos plateados con tranquilidad.
- Ryu, mantén todos tus sentidos alerta. No dudes en decirme cualquier cosa que necesites o que te moleste. – Dijo algo seria. Quería cuidarlo.
- Miembro de Meln [Resumen]:
- Entablar conversación con Bleyd y Ryuken. Caminar y ocultar mi apellido y procedencia con dialogo. Llevo capucha, pero puede verse el pelo rosado.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El momento había llegado. Jin se hallaba en aquel oscuro barco, oculto tras una capucha negra y una túnica del mismo color. Estaba intentado que nadie se fijase en él, pero tampoco le importaba mucho. Matar a cualquiera de aquellas personas no podía ser nada difícil. Su experiencia como asesino era demasiado profesional. Lo primero que hizo fue llevarse la mano al bolsillo, comprobando que tenía algunas cosas que decidió llevar. Todo estaba en orden y los pocos que sabían sobre él, habían sido asesinados. Tenía que aprovechar aquella ventaja que tenía sobre los demás. Tenía en su poder las ahora extintas rumbles y sabía que aprovecharlas al máximo iba a ser muy complicado. El sitio era poco espacioso, pero su plan no era matarlos a todos por el momento. Quería disfrutar un poco sobre la guerra y de paso divertirse sin tener que vigilar sus espaldas. Al menos nadie podría descubrir de quién se trataba en aquella forma.
Cuando desembarcaron se quitó la capucha, dejando ver su rostro. Era un hombre de cabellos oscuros y largos, los cuales llegaban hasta la mitad de su espalda. El color de sus ojos era azul marino y su piel era bastante pálida. A su espalda portaba dos guadañas, una dorada y la otra blanca. Traintor y Acnologia. Sus dos pequeñas siempre estaban sedientas de sangre. El asesino estaba usando aquella apariencia de un cazador que vio ojeando unos carteles en un tablón. Gracias a la poliformia y sus conocimientos del Semei Kihan, no le fue muy difícil. Además cambiaba su aura con mucha facilidad. Pudo ver entonces a un hombre conocido, el famoso miembro del Saigo, Bleyd. También detectó una chica encapuchada, un joven de cabellos plateados y unos cuantos hombres más. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y entonces observó a la pequeña de unos quince años.
Jin no sabía si aquello era una broma, pero lo que si supo fue que era alguien importante. Lo primero que hizo fue fijarse bien en su físico, para de esa forma poder convertirse en ella cuando quisiera y pasear mejor por aquel sitio. En cuanto hizo eso metió la mano por dentro de su túnica, pudiendo acariciar su máscara naranja, la cual llevaba consigo. La blanca también iba con él. Apretó los puños y lo siguiente que hizo fue seguir de cerca al Yonkaikyo, pero con todo el disimulo del mundo. Sus artes de espionaje eran muy buenas y sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Se quedó a unos cinco metros de él y de los otros dos. De esa forma podría tenerlo todo controlado y parecía que estaba siguiendo a un par de tipos que iban delante, hablando sobre los estilos de espada.
- Ha llegado el momento final.
Susurró con calma para después entrecerrar los ojos. Esperaba llegar cuanto antes y obtener todos los datos necesarios para continuar con su plan. Después de haber vuelto de Reino de Sakura, había recogido sus armas y se preparó para aquel evento.
Cuando desembarcaron se quitó la capucha, dejando ver su rostro. Era un hombre de cabellos oscuros y largos, los cuales llegaban hasta la mitad de su espalda. El color de sus ojos era azul marino y su piel era bastante pálida. A su espalda portaba dos guadañas, una dorada y la otra blanca. Traintor y Acnologia. Sus dos pequeñas siempre estaban sedientas de sangre. El asesino estaba usando aquella apariencia de un cazador que vio ojeando unos carteles en un tablón. Gracias a la poliformia y sus conocimientos del Semei Kihan, no le fue muy difícil. Además cambiaba su aura con mucha facilidad. Pudo ver entonces a un hombre conocido, el famoso miembro del Saigo, Bleyd. También detectó una chica encapuchada, un joven de cabellos plateados y unos cuantos hombres más. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y entonces observó a la pequeña de unos quince años.
Jin no sabía si aquello era una broma, pero lo que si supo fue que era alguien importante. Lo primero que hizo fue fijarse bien en su físico, para de esa forma poder convertirse en ella cuando quisiera y pasear mejor por aquel sitio. En cuanto hizo eso metió la mano por dentro de su túnica, pudiendo acariciar su máscara naranja, la cual llevaba consigo. La blanca también iba con él. Apretó los puños y lo siguiente que hizo fue seguir de cerca al Yonkaikyo, pero con todo el disimulo del mundo. Sus artes de espionaje eran muy buenas y sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Se quedó a unos cinco metros de él y de los otros dos. De esa forma podría tenerlo todo controlado y parecía que estaba siguiendo a un par de tipos que iban delante, hablando sobre los estilos de espada.
- Ha llegado el momento final.
Susurró con calma para después entrecerrar los ojos. Esperaba llegar cuanto antes y obtener todos los datos necesarios para continuar con su plan. Después de haber vuelto de Reino de Sakura, había recogido sus armas y se preparó para aquel evento.
- Miembro de Meln [Resumen]:
- Seguir con disimulo y a distancia a Bleyd, Ryuken y Galia. Usar el aspecto fisico de un cazador poco conocido de Reino Sakura y caminar con naturalidad.
Bizvan
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No pude evitar sentirme confundido al ver la ciudad que “pedía ayuda”. Traté de no darle más vueltas al asunto o podría terminar creándome una idea equivocada de las personas que había decidido ayudar… Aunque para ser honesto solo me encontraba en ese bando por mis compañeros. No me interesaba nada de lo que le ocurriera otros y mucho menos a una nación de la cual no conocía nada, pero si alguno de mis nakamas se encontraba en peligro no duraría un solo segundo en acudir en su ayuda.
Mi rostro sin expresión cambió al ver a Kimura y Tobías entre el resto de personas. Yoshi y el capitán se abrazaron de manera emotiva, tal y como lo harían un par de enamorados. Tenía mis dudas sobre el tipo de relación de esos 2, aunque ahora creía conocer la respuesta. Solo sonreí feliz al ver que todos se encontraban bien, aunque parecía que algo les molestaba.
Terminamos por llegar hasta un palacio. Dentro de este se podía apreciar un amplio número de diferentes platillos, acompañado de una melodía un tanto extraña.
Me disponía a tomar algo de comida, cuando unas trompetas llamaron mi atención. Una mujer de aparente importancia comenzó a hablar sobre la situación en la cual nos encontrábamos y lo que ocurriría más adelante. Mi atención solo duró unos pocos momentos (en especial por su peculiar aspecto), para luego dirigirme a por algo de comer.
Podía escuchar la voz de la mujer pero no presté nada de atención a lo que ella decía y me enfoqué en llenar un plato con todo tipo de carne, dando como resultado una pirámide.
Para cuando mi atención regresó a la mujer, solo la vi señalando un ventanal. Me acerqué para observar que cosa había del otro lado. Caballeros de hermosas armaduras se encontraban realizando algún tipo de espectáculo.
En ese momento no le di importancia al obvio hecho del poder bélico con el cual contaban esas personas, no, en ese momento me encontraba fascinado por los caballeros montados en extrañas criaturas.* Me gustaría poder tener una armadura parecida. *en ocasiones me daba el gusto de actuar como un niño, y esta era de una de esas pocas ocasiones.* Si mal no recuerdo, hasta ahora aquellos quienes han visto esa actitud infantil mía son: Kimura, Tobías y Gusi. *para evitar quedar en ridículo frente a tantas personas opté por tranquilizarme y continuar comiendo.
Cuando el espectáculo terminó, la mujer nuevamente comenzó a hablar, esta vez conseguí escuchar algo acerca de una ascensión para aquellos que la merecieran. No fue algo que me provocara curiosidad, quizás de haber mencionado obtener una de esas armaduras me sentiría más motivado.
Poco a poco los invitados y mis nakamas comenzaron a retirarse.- Si alguno me busca estaré en mi habitación. –expresé, aunque no estoy seguro si alguno de mis camaradas me escuchó.
Al no tener nada mejor que hacer comencé a caminar en la búsqueda de mi habitación. Al poco tiempo la encontré, no pude evitar sentirme un poco extraño al ver mi nombre en la puerta. Tras entrar me sorprendí por lo elegante del cuarto. Sí, era pequeño, pero hasta ahora ese era el mejor lugar en el cual terminaría durmiendo.
- Jamás pensé que pasaría la noche en un lugar así. –me senté sobre la suave cama y miré el uniforme. Parecía algo sencillo y el color blanco me gustaba. Lo coloqué de nuevo sobre la cama y me puse de pie para desenvainar a Lanka. No tenía nada que hacer, pero tampoco me apetecía salir a dar una vuelta, por tanto comencé a realizar algunas repeticiones con mi espada y practicar un poco mi dominio sobre la electricidad.
Mi rostro sin expresión cambió al ver a Kimura y Tobías entre el resto de personas. Yoshi y el capitán se abrazaron de manera emotiva, tal y como lo harían un par de enamorados. Tenía mis dudas sobre el tipo de relación de esos 2, aunque ahora creía conocer la respuesta. Solo sonreí feliz al ver que todos se encontraban bien, aunque parecía que algo les molestaba.
Terminamos por llegar hasta un palacio. Dentro de este se podía apreciar un amplio número de diferentes platillos, acompañado de una melodía un tanto extraña.
Me disponía a tomar algo de comida, cuando unas trompetas llamaron mi atención. Una mujer de aparente importancia comenzó a hablar sobre la situación en la cual nos encontrábamos y lo que ocurriría más adelante. Mi atención solo duró unos pocos momentos (en especial por su peculiar aspecto), para luego dirigirme a por algo de comer.
Podía escuchar la voz de la mujer pero no presté nada de atención a lo que ella decía y me enfoqué en llenar un plato con todo tipo de carne, dando como resultado una pirámide.
Para cuando mi atención regresó a la mujer, solo la vi señalando un ventanal. Me acerqué para observar que cosa había del otro lado. Caballeros de hermosas armaduras se encontraban realizando algún tipo de espectáculo.
En ese momento no le di importancia al obvio hecho del poder bélico con el cual contaban esas personas, no, en ese momento me encontraba fascinado por los caballeros montados en extrañas criaturas.* Me gustaría poder tener una armadura parecida. *en ocasiones me daba el gusto de actuar como un niño, y esta era de una de esas pocas ocasiones.* Si mal no recuerdo, hasta ahora aquellos quienes han visto esa actitud infantil mía son: Kimura, Tobías y Gusi. *para evitar quedar en ridículo frente a tantas personas opté por tranquilizarme y continuar comiendo.
Cuando el espectáculo terminó, la mujer nuevamente comenzó a hablar, esta vez conseguí escuchar algo acerca de una ascensión para aquellos que la merecieran. No fue algo que me provocara curiosidad, quizás de haber mencionado obtener una de esas armaduras me sentiría más motivado.
Poco a poco los invitados y mis nakamas comenzaron a retirarse.- Si alguno me busca estaré en mi habitación. –expresé, aunque no estoy seguro si alguno de mis camaradas me escuchó.
Al no tener nada mejor que hacer comencé a caminar en la búsqueda de mi habitación. Al poco tiempo la encontré, no pude evitar sentirme un poco extraño al ver mi nombre en la puerta. Tras entrar me sorprendí por lo elegante del cuarto. Sí, era pequeño, pero hasta ahora ese era el mejor lugar en el cual terminaría durmiendo.
- Jamás pensé que pasaría la noche en un lugar así. –me senté sobre la suave cama y miré el uniforme. Parecía algo sencillo y el color blanco me gustaba. Lo coloqué de nuevo sobre la cama y me puse de pie para desenvainar a Lanka. No tenía nada que hacer, pero tampoco me apetecía salir a dar una vuelta, por tanto comencé a realizar algunas repeticiones con mi espada y practicar un poco mi dominio sobre la electricidad.
- Resumen Balt :
- -Comer bastante carne. -Dirigirme a mi habitación y practicar un poco la espada.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Unos días pasaron desde que la pelirroja del gobierno había llegado a aquella isla por orden del doctor Cooper. No había podido hacer nada raro y nada de provecho, pues todo aquello formaba parte de una jodida guerra. No sabía lo que pasó con el barco fantasma y demás cosas, pero estaba segura de que todo estaba saliendo bien por el momento. Habían tenido lujos y bastante comida y ella fue de las pocas que se quedó en aquel lugar. Se pasaba los días examinando aquella extraña moneda que encontró en el baúl del faro que destruyó y sinceramente estaba deseando venderla. Tosió un poco fuerte y se levantó de su cama. Se quedó mirando a su alrededor y después de unos momentos se relamió despacio. Abrió la mochila que ella trajo y sacó una caja de galletas de chocolate. Mordió una y disfrutó del delicioso sabor que esta poseía.
Lo que hizo a continuación fue buscar su ropa, pues ella acostumbraba a dormir solo en sujetador. Tomó su pantalón rojo y su sudadera negra y se los colocó. Se vendó los pechos y también se puso la ropa interior. Cuando se colocó las sandalias decidió presentarse en aquella supuesta reunión que tenían. Estaba un poco nerviosa, pero ya se le pasaría. Se colocó bien la vaina de su espada y comenzó a caminar tranquilamente por aquel sitio. Se había quedado con las instrucciones a la perfección. Si se aprendió la tabla periódica en dos horas, podía recordar aquello. Soltó un profundo suspiro y avanzó con ambas manos en los bolsillos.
Una vez llegó a la sala, se fijó en que casi no había nadie, salvo dos peliblancos. El primero no lo conocía de nada y parecía estar bastante cañón. Ella y sus manías sexuales. El puto Ushio continuaba sin tomarla y eso la estaba enfureciendo. Entonces alcanzó a ver una persona conocida. Se trataba del joven que vio en el torneo del Hexodromo junto a Alex. Al menos había una cara conocida. Se acercó hasta él y se puso a su lado. Después le ofreció coger una galleta de chocolate de la caja que tenía.
- Llevaba tiempo sin verte ¿Cómo te va? – Le mencionó con una sonrisa ladeada.
No diría su rango allí en mitad, pues a lo mejor estaba infiltrado y la liaba. Permanecería callada en todo momento en cuanto a lo que sucedió fuera de aquel sitio. La forma en la que casi los descubre fue peligrosa, pero el Cooper supo bien jugar sus cartas. La pelirrojo soltó un suspiro y se colocó la mano izquierda en la mejilla, esperando la respuesta del chico y que comenzase aquella reunión.
Lo que hizo a continuación fue buscar su ropa, pues ella acostumbraba a dormir solo en sujetador. Tomó su pantalón rojo y su sudadera negra y se los colocó. Se vendó los pechos y también se puso la ropa interior. Cuando se colocó las sandalias decidió presentarse en aquella supuesta reunión que tenían. Estaba un poco nerviosa, pero ya se le pasaría. Se colocó bien la vaina de su espada y comenzó a caminar tranquilamente por aquel sitio. Se había quedado con las instrucciones a la perfección. Si se aprendió la tabla periódica en dos horas, podía recordar aquello. Soltó un profundo suspiro y avanzó con ambas manos en los bolsillos.
Una vez llegó a la sala, se fijó en que casi no había nadie, salvo dos peliblancos. El primero no lo conocía de nada y parecía estar bastante cañón. Ella y sus manías sexuales. El puto Ushio continuaba sin tomarla y eso la estaba enfureciendo. Entonces alcanzó a ver una persona conocida. Se trataba del joven que vio en el torneo del Hexodromo junto a Alex. Al menos había una cara conocida. Se acercó hasta él y se puso a su lado. Después le ofreció coger una galleta de chocolate de la caja que tenía.
- Llevaba tiempo sin verte ¿Cómo te va? – Le mencionó con una sonrisa ladeada.
No diría su rango allí en mitad, pues a lo mejor estaba infiltrado y la liaba. Permanecería callada en todo momento en cuanto a lo que sucedió fuera de aquel sitio. La forma en la que casi los descubre fue peligrosa, pero el Cooper supo bien jugar sus cartas. La pelirrojo soltó un suspiro y se colocó la mano izquierda en la mejilla, esperando la respuesta del chico y que comenzase aquella reunión.
- Miembro de Meln [Resumen]:
- Examinar la moneda que encontré en el capitulo anterior, sentarme al lado de Amaiar, ofrecerle galletas de choco y hablarle. Mirar con lujuria a Anon (?)
Tenebrex
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Edward odiaba las guerras, pero la historia de unas pobres gentes encerradas en una espiral de guerra por veinte años lo había conmovido e impulsado a ir con el resto del equipo de la Venganza de la Quimera a Balt. Quedó impresionado por la presencia de la mismísima pretora de Balarad y por su mención al rito de ascensión, fuera lo que fuese eso, ya que no parecía algo que comúnmente ocurriera, mucho menos con extranjeros, o al menos eso le pareció a Edward.
Aunque lo que había oído era que los de Balt eran los "buenos" (entre comillas por que ya sabemos que en las guerras no hay buenos y malos), no podía evitar ser desconfiado, poco había leído de esta nación, pero solo recordaba cosas turbias... Esta guerra esconde algo más, algo siniestro se estaba cociendo ante sus narices y nadie se había percatado aún.
El banquete aconteció sin más percances que algún que otro susto al ver a varios marines por ahí y un gran árbol que Edward no había notado al entrar. Una cosa que le extrañó muchísimo fue el detalle de que las habitaciones tuvieran sus nombres y los uniformes estuvieran a medida, deben de haberlos hecho realmente rápido. Había acordado con Krauser reunirse con ellos delante de su habitación, por lo que tras ponerse el uniforme y mirarse en el espejo para ver como le quedaba, decidió llevarlo abierto e ir hacia la habitación corriendo, llegaba tarde y no quería perder más tiempo. Allí vio a más gente de la que esperaba, no sabía si todos eran de la quimera así que dijo algo que no comprometiese a sus compañeros:
-¡Hey! He tardado mucho, perdón.
Mientras decía esto miraba atentamente a todas las personas allí presentes, esperando alguna reacción por parte de sus compañeros.
Aunque lo que había oído era que los de Balt eran los "buenos" (entre comillas por que ya sabemos que en las guerras no hay buenos y malos), no podía evitar ser desconfiado, poco había leído de esta nación, pero solo recordaba cosas turbias... Esta guerra esconde algo más, algo siniestro se estaba cociendo ante sus narices y nadie se había percatado aún.
El banquete aconteció sin más percances que algún que otro susto al ver a varios marines por ahí y un gran árbol que Edward no había notado al entrar. Una cosa que le extrañó muchísimo fue el detalle de que las habitaciones tuvieran sus nombres y los uniformes estuvieran a medida, deben de haberlos hecho realmente rápido. Había acordado con Krauser reunirse con ellos delante de su habitación, por lo que tras ponerse el uniforme y mirarse en el espejo para ver como le quedaba, decidió llevarlo abierto e ir hacia la habitación corriendo, llegaba tarde y no quería perder más tiempo. Allí vio a más gente de la que esperaba, no sabía si todos eran de la quimera así que dijo algo que no comprometiese a sus compañeros:
-¡Hey! He tardado mucho, perdón.
Mientras decía esto miraba atentamente a todas las personas allí presentes, esperando alguna reacción por parte de sus compañeros.
- Resumen (Balt):
- Reflexiona sobre la guerra y Balt, se sorprende al ver marines y especialmente por Kodama (forma árbol). Después se cambia y va corriendo a donde Krauser porque llega tarde, se encuentra con todos los presentes y saluda.
Dafne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
*Aquel día tenía un sentimiento raro en el cuerpo, más de lo habitual. Me embagaba un sentimiento de acción, de aventura, de poder hacer algo que destacase. No era para menos pues nos encontrábamos en la Isla de Balt, donde yo y otras persona extranjeras fuimos recibidos por unos hombres vestidos como si de una ceremonia se tratase que nos condujeron hacia un ostentoso palacio. Francamente, me encontraba alucinanda ante tal despliegue de poder, aunque solo fuera teatral para deslumbrar a los invitados.
Una vez dentro de aquel palacio no pude quedar más impresionada, a pesar de eso mantuve un gesto de tranquilidad hasta que las trompetas sonaron y nuestra anfitriona nos recibió. Era una mujer muy alta por lo visto, de buenos modales, que nos ofreció toda un serie de manjares en un gran banquete por la colaboración que íbamos a aportar para con su gente, yo simplemente, asentí y disfruté de la fiesta durante un rato.
Al poco tiempo, aquella fiesta se me antojó demasiado ostentosa, necesitaba tomar aire fresco, pero claro, no podía hacerlo sin el pertinente permiso imaginaba. Por ello, me dirigí a las estancias que nos tenían preparadas a cada uno de los integrantes. Una vez allí observé un traje sobre la cama con las insignias de Balt inscritas en el, obviamente nadie me iba a obligar a vestirme con eso, pues no me sentía cómoda, pues por no llevar, nunca llevaba tampoco el traje oficial de la marina. Pensé que tampoco sería de agrado llevarles la contraria, al fin y al cabo, me habían tratado muy bien a mi llegada como al resto. Por tanto esta vez, pasé por el aro. Me coloqué el traje de Balt para que se me reconociera como una "amiga". Una vez puesto me di cuenta de que si que era bastante cómodo.
Una vez vestida, me dispuse a mirar con más detenimiento la estancia, tenia cierto lujo lo admito, pero para mi esos lugares tan "reales" me cansaban, y francamente, cada vez necesitaba más tomar algo de aire. Por ello, me dispuse , una vez vestida, a salir de la estancia, echando un ojo antes al pasillo por si había algún guardia que me pudiera molestar. Salí a explorar el palacio mientras en mi cabeza solo había preguntas:
-¿Donde estarán los jardines? ¿Tendrán jardín botánico? ¿Algún estanque?...ayy todo es piedra y ostentación.
*Asi que como Cortés en sus tiempos, me puse a buscar mi propio "Dorado" por el palacio, esperando no molestar a nadie*
Una vez dentro de aquel palacio no pude quedar más impresionada, a pesar de eso mantuve un gesto de tranquilidad hasta que las trompetas sonaron y nuestra anfitriona nos recibió. Era una mujer muy alta por lo visto, de buenos modales, que nos ofreció toda un serie de manjares en un gran banquete por la colaboración que íbamos a aportar para con su gente, yo simplemente, asentí y disfruté de la fiesta durante un rato.
Al poco tiempo, aquella fiesta se me antojó demasiado ostentosa, necesitaba tomar aire fresco, pero claro, no podía hacerlo sin el pertinente permiso imaginaba. Por ello, me dirigí a las estancias que nos tenían preparadas a cada uno de los integrantes. Una vez allí observé un traje sobre la cama con las insignias de Balt inscritas en el, obviamente nadie me iba a obligar a vestirme con eso, pues no me sentía cómoda, pues por no llevar, nunca llevaba tampoco el traje oficial de la marina. Pensé que tampoco sería de agrado llevarles la contraria, al fin y al cabo, me habían tratado muy bien a mi llegada como al resto. Por tanto esta vez, pasé por el aro. Me coloqué el traje de Balt para que se me reconociera como una "amiga". Una vez puesto me di cuenta de que si que era bastante cómodo.
Una vez vestida, me dispuse a mirar con más detenimiento la estancia, tenia cierto lujo lo admito, pero para mi esos lugares tan "reales" me cansaban, y francamente, cada vez necesitaba más tomar algo de aire. Por ello, me dispuse , una vez vestida, a salir de la estancia, echando un ojo antes al pasillo por si había algún guardia que me pudiera molestar. Salí a explorar el palacio mientras en mi cabeza solo había preguntas:
-¿Donde estarán los jardines? ¿Tendrán jardín botánico? ¿Algún estanque?...ayy todo es piedra y ostentación.
*Asi que como Cortés en sus tiempos, me puse a buscar mi propio "Dorado" por el palacio, esperando no molestar a nadie*
Corinna Athenais
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nada más llegar pude notar que aquella no sería una facción que se anduviera con ñoñerías. Nuestro recibimiento fue frío, como la harían seres que se consideran superiores. Nos mandaron en dirección a un corte en el terreno que no daba buena espina. Por el camino, pude apreciar las plantas de la zona, parecían ser cuchillas en miniatura. Pronto entramos en una gran explanada, tenía balcones a los lados, desde donde nos observaban un montón de seres de aspecto bestial. Entonces, de repente, algo impactó contra la plataforma del medio. Me cubrí a mí misma y a mis animales con el escudo lo más rápido que pude, tratando de que no nos arrastrara demasiado la onda que generó. El tipo que estaba en medio, tenía rasgos ferales y debía medir unos tres metros.
El grandullón resultó ser el líder de aquella facción, podía comprender sus palabras, aunque por lo que vi a continuación, no compartiera sus métodos. Un gruñido de hypolita me alertó. Varios de los observadores estaban bajando a la explanada, y mientras las puertas se cerraban bloqueando la salido comenzaban a atacarnos. Al parecer los débiles morirían en aquel lugar. Cuando estaba a punto de atacar, noté como un chico cerca de mí comenzaba a transformarse, haciendo que se pudiera notar su presencia de forma muy amenazadora. Mis animales le gruñeron y piaron con desaprobación.
Al lado del ser comenzó a atacar con garras extrañas a los ferales, vi a otro chico, este tenía el símbolo del gobierno en la cabeza, por lo que supuse que sería buena idea juntarnos. Este, tenía planeado juntarse al del pelo blanco que parecía desatado. Aunque debían de haber tenido sus diferencias en el pasado por lo que escuché.
-¡He! – Le grité mientras ensartaba a un atacante e Hypolita se abalanzaba sobre otro. – Marine, cubrámonos y enseñémosles a estas cosas como se lucha de verdad.
El grandullón resultó ser el líder de aquella facción, podía comprender sus palabras, aunque por lo que vi a continuación, no compartiera sus métodos. Un gruñido de hypolita me alertó. Varios de los observadores estaban bajando a la explanada, y mientras las puertas se cerraban bloqueando la salido comenzaban a atacarnos. Al parecer los débiles morirían en aquel lugar. Cuando estaba a punto de atacar, noté como un chico cerca de mí comenzaba a transformarse, haciendo que se pudiera notar su presencia de forma muy amenazadora. Mis animales le gruñeron y piaron con desaprobación.
Al lado del ser comenzó a atacar con garras extrañas a los ferales, vi a otro chico, este tenía el símbolo del gobierno en la cabeza, por lo que supuse que sería buena idea juntarnos. Este, tenía planeado juntarse al del pelo blanco que parecía desatado. Aunque debían de haber tenido sus diferencias en el pasado por lo que escuché.
-¡He! – Le grité mientras ensartaba a un atacante e Hypolita se abalanzaba sobre otro. – Marine, cubrámonos y enseñémosles a estas cosas como se lucha de verdad.
Dexter Black
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Hasta la lluvia caía de forma monótona en aquel lugar. Una gota tras otra, y todas las tandas a la vez, como un martilleo en su cabeza. Pic, pic, pic, y así constantemente en una tromba. La naturaleza ordenada de todo ese conjunto llegaba a hacerse aburrida, y Dexter no podía evitar preguntarse a qué respondía todo el entramado urbano carente de vida. Era como si la gente en aquel lugar viviese para trabajar, organizar y recopilar; no había color más que en el contraste de hormigón seco y mojado. Todo gris, azul o lleno de cristal en un paisaje que empezaba a hacérsele odioso. Estaba claro que eran eficientes, pero no podía evitar sentir que faltaba vida en el lugar.
Llegó a pensar que en el interior de los edificios la cosa sería distinta, pero en el ascensor todo se veía de la misma manera: aburrido, monocromático, desangelado... Si no fuera por la presencia de toda la gente que había a su alrededor Dexter sería la única mota de color en ese mundo gris. Pero la verdad fuera dicha, veía muchas caras conocidas en aquel lugar. Kai, Madara, un tipo de los carteles de Wanted, Silver D. Dranser, y algunos más que no recordaba, pero le sonaban de algo. Como si hubiera leído acerca de ellos, aunque no los ubicara bien.
Cuando salieron del ascensor... Bueno, mejor dicho, cuando el ascensor se convirtió en parte de la sala, una voz monótona y apagada los recibió. Era como si el aberrante ser que los recibía estuviese hablando a través de un sintetizador, y Dexter escuchó con atención cada palabra. Seguía siendo igual de impreciso que en la carta de auxilio, presentándose como un bando desarmado sobreviviendo gracias a su inteligencia. Pero hacían tratos con los secuestradores de Meln y con los fanáticos religiosos de Balt, ¿Hasta qué punto podía considerar cierta la versión de aquella cosa? Zilda era la casa de la ciencia, y seguramente de haber querido podrían haber conquistado Sarka para sus propios fines, pero estaban quedando como los buenos. Eran ese orden que se haría imperar, que desbancaría a la fe para dar esperanza a los débiles... Bueno, ésa era su fachada.
Tras el discurso llegó el primer regalo, una pulsera con muchos usos. En cuanto llegara a su habitación destriparía el artilugio y, de haber un explosivo en él, Zilda tendría serios problemas. No creía que le fuera difícil convencer a un par de personas para poner los puntos sobre las íes de ser necesario; sin embargo, por el momento iba a dar un voto de confianza a aquella gente. El único motivo para desconfiar era la capucha, los tubos, la voz siniestra, la descripción victimista y la pulsera que se ajustaba sola. Poca cosa, en realidad. Y en cualquier caso, seguía siendo mejor que una banda de payasos ciborg gobernando con artillería sobre los débiles.
-¿Tu aprendiz?- respondió Dexter, incrédulo. ¿Ushio como alumno de un Oficial de la Revolución? No era que dudase de sus capacidades del espadachín, pero se le hacía muy raro que nunca se lo hubiera contado. Y más cuando estaba hasta el cuerno de escuchar hablar de Milena y de Taiga. Mejor dicho, estaba hasta los cuernos. Sus cuernos de dragón-. Pues es majete, aunque no entiendo cómo siempre está tan tranquilo; hasta cuando yo me estoy muriendo de los nervios va en su nube. Parece que se droga o alg...
Se perdió entre dos pectorales definidos y dos brazos enormes. Por un momento se asustó, pero reconoció ese olor a Dragón y supo quién era casi de inmediato. Madara, el Shichibukai mercenario que había robado la Akuma a Nero Iron. ¿Robado o encontrado? Porque tenía la impresión de que el tipo aquel fue sólo un delirio de su imaginación.
-El viejo Zorro necesita respirar- dijo, separándose lentamente de Madara, para contemplar finalmente su aberrante altura. ¿No era más bajo la última vez?-. Cómo has crecido, guau. Y eso que la última vez, cuando había que robarle esas bragas a Legim te sacaba yo una cabeza. ¿Te has operado o algo?
¿Habían robado bragas a Legim? La verdad era que no recordaba bien ese día, y siendo Legim le parecía probable aquella situación. Pero llegó Kai a cortar sus pensamientos saludándolo.
-Nunca hemos dejado de estarlo, L- remarcó la L que pertenecía a Legim con un énfasis especial mientras el marine le golpeaba el hombro. Estaba seguro de que la sangre de su padre no tardaría en manifestarse, y no tardaría en darse cuenta de cuál era su lugar en el mundo-. En fin, chicos- dijo a Hinori y Ushio-, si no os importa yo me voy a ir retirando. Estoy cansado y mañana empieza el trabajo duro.
Tras eso se dirigió a su habitación, y comprobó mentalmente cada rincón. Tras aquello creó una esfera de viento a su alrededor, suficientemente grande como para ocultar todo lo que hiciera, de color negro opaco. Corría a tanta velocidad que la temperatura de ese aire rozaba los cuarenta y cinco grados, y con mucho cuidado, comenzaría a desmontar su pulsera pieza por pieza, usando herramientas también de viento. Si lo conseguía volvería a montarla, no sin antes comprobar sus piezas, funcionamiento interno y ver si había alguna capacidad oculta. Si todo era normal, descansaría hasta el día siguiente.
Llegó a pensar que en el interior de los edificios la cosa sería distinta, pero en el ascensor todo se veía de la misma manera: aburrido, monocromático, desangelado... Si no fuera por la presencia de toda la gente que había a su alrededor Dexter sería la única mota de color en ese mundo gris. Pero la verdad fuera dicha, veía muchas caras conocidas en aquel lugar. Kai, Madara, un tipo de los carteles de Wanted, Silver D. Dranser, y algunos más que no recordaba, pero le sonaban de algo. Como si hubiera leído acerca de ellos, aunque no los ubicara bien.
Cuando salieron del ascensor... Bueno, mejor dicho, cuando el ascensor se convirtió en parte de la sala, una voz monótona y apagada los recibió. Era como si el aberrante ser que los recibía estuviese hablando a través de un sintetizador, y Dexter escuchó con atención cada palabra. Seguía siendo igual de impreciso que en la carta de auxilio, presentándose como un bando desarmado sobreviviendo gracias a su inteligencia. Pero hacían tratos con los secuestradores de Meln y con los fanáticos religiosos de Balt, ¿Hasta qué punto podía considerar cierta la versión de aquella cosa? Zilda era la casa de la ciencia, y seguramente de haber querido podrían haber conquistado Sarka para sus propios fines, pero estaban quedando como los buenos. Eran ese orden que se haría imperar, que desbancaría a la fe para dar esperanza a los débiles... Bueno, ésa era su fachada.
Tras el discurso llegó el primer regalo, una pulsera con muchos usos. En cuanto llegara a su habitación destriparía el artilugio y, de haber un explosivo en él, Zilda tendría serios problemas. No creía que le fuera difícil convencer a un par de personas para poner los puntos sobre las íes de ser necesario; sin embargo, por el momento iba a dar un voto de confianza a aquella gente. El único motivo para desconfiar era la capucha, los tubos, la voz siniestra, la descripción victimista y la pulsera que se ajustaba sola. Poca cosa, en realidad. Y en cualquier caso, seguía siendo mejor que una banda de payasos ciborg gobernando con artillería sobre los débiles.
-¿Tu aprendiz?- respondió Dexter, incrédulo. ¿Ushio como alumno de un Oficial de la Revolución? No era que dudase de sus capacidades del espadachín, pero se le hacía muy raro que nunca se lo hubiera contado. Y más cuando estaba hasta el cuerno de escuchar hablar de Milena y de Taiga. Mejor dicho, estaba hasta los cuernos. Sus cuernos de dragón-. Pues es majete, aunque no entiendo cómo siempre está tan tranquilo; hasta cuando yo me estoy muriendo de los nervios va en su nube. Parece que se droga o alg...
Se perdió entre dos pectorales definidos y dos brazos enormes. Por un momento se asustó, pero reconoció ese olor a Dragón y supo quién era casi de inmediato. Madara, el Shichibukai mercenario que había robado la Akuma a Nero Iron. ¿Robado o encontrado? Porque tenía la impresión de que el tipo aquel fue sólo un delirio de su imaginación.
-El viejo Zorro necesita respirar- dijo, separándose lentamente de Madara, para contemplar finalmente su aberrante altura. ¿No era más bajo la última vez?-. Cómo has crecido, guau. Y eso que la última vez, cuando había que robarle esas bragas a Legim te sacaba yo una cabeza. ¿Te has operado o algo?
¿Habían robado bragas a Legim? La verdad era que no recordaba bien ese día, y siendo Legim le parecía probable aquella situación. Pero llegó Kai a cortar sus pensamientos saludándolo.
-Nunca hemos dejado de estarlo, L- remarcó la L que pertenecía a Legim con un énfasis especial mientras el marine le golpeaba el hombro. Estaba seguro de que la sangre de su padre no tardaría en manifestarse, y no tardaría en darse cuenta de cuál era su lugar en el mundo-. En fin, chicos- dijo a Hinori y Ushio-, si no os importa yo me voy a ir retirando. Estoy cansado y mañana empieza el trabajo duro.
Tras eso se dirigió a su habitación, y comprobó mentalmente cada rincón. Tras aquello creó una esfera de viento a su alrededor, suficientemente grande como para ocultar todo lo que hiciera, de color negro opaco. Corría a tanta velocidad que la temperatura de ese aire rozaba los cuarenta y cinco grados, y con mucho cuidado, comenzaría a desmontar su pulsera pieza por pieza, usando herramientas también de viento. Si lo conseguía volvería a montarla, no sin antes comprobar sus piezas, funcionamiento interno y ver si había alguna capacidad oculta. Si todo era normal, descansaría hasta el día siguiente.
Deathstroke
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Llovía a mares fuera de la estructura donde me encontraba, era un edificio alto, tan alto que llegaba hasta las nubes y posiblemente las superase, y mi recibimiento era un simple autómata que daba de sí todo lo que podía para no ser de carne y hueso. El interior del edificio era monótono, como todo lo que había en aquella isla, cosas sin vida que se limitaban a realizar un protocolo tras otro.
Como siempre iba en ocasiones en las que estaría de forma pública llevaba puesta mi armadura para evitar que se reconociese mi cara, aunque nadie la conocía salvo mis compañeros dentro de la banda, al igual que mi nombre, y creía que era mejor así, de esa forma si me apetecía tomar unas vacaciones no tendría que tener cuidado de que me buscase la marina. El autómata nos llevó hasta una sala redonda, la cual gracias a mis sentidos más desarrollados noté que ascendíamos por lo que era una ascensor.
Una vez el ascensor llegó a la planta una de las paredes se abrió dejándonos entrar en una sala donde un ser alto y encorvado, sin carne y con una capucha que escondía muchos tubos nos animó a acomodarnos un poco, parecía una sala de reuniones y así fue pues el ser humanoide comenzó a hablarnos sobre una guerra civil entre unas islas con diversos clanes. Nosotros estábamos con los Zilda, los más agresivos eran los Sarka y los Zal, y los que habían negociado con este clan eran los Balt y los Meln, o esa fue la explicación que dio el ser en la reunión.
Con esta explicación nos enseñaron un mapa holográfico del archipiélago con el que podíamos jugar moviéndolo, por mi parte lo fui moviendo para quedarme con todos los datos con mi ojo cyborg para recordar el mapa con precisión, luego se convirtió en un rectángulo azul y nos dieron una especie de pulsera con la que podíamos comunicarnos ver el mapa de las islas, ver las posiciones de otros y la nuestra mediante un localizador. Para obtenerla teníamos que poner la muñeca en un rectángulo que se ajustó a la muñeca, en mi caso encima de la armadura “si explota la mano sobrevivirá y la armadura puede regenerarse” pensé mientras se ajustó.
Terminada la reunión miré que tipo de gente era con quien estaba, y me llevé una grata sorpresa al ver a mi capitán, a Hinori y a Ushio allí conmigo, y como casi siempre el capitán llamaba la atención, no por su altura, sino por ser quien era. Por mi parte hice caso y me fui a la habitación que me habían dejado. Yendo de camino según miré la pulsera y se me ocurrió algo, activé el auricular para hablar con los de mi banda.
-Capitán Dexter, soy Slade, se te dan a ti mejor estas cosas, han dicho que estas pulseras tienen un localizador, estaría bien saber cómo anularlo por si acaso se les ocurre hacer algo al los de la isla o a los otros de la reunión. Si no nos ven en el mapa no pueden encontrarnos para hacernos emboscadas.
Como siempre iba en ocasiones en las que estaría de forma pública llevaba puesta mi armadura para evitar que se reconociese mi cara, aunque nadie la conocía salvo mis compañeros dentro de la banda, al igual que mi nombre, y creía que era mejor así, de esa forma si me apetecía tomar unas vacaciones no tendría que tener cuidado de que me buscase la marina. El autómata nos llevó hasta una sala redonda, la cual gracias a mis sentidos más desarrollados noté que ascendíamos por lo que era una ascensor.
Una vez el ascensor llegó a la planta una de las paredes se abrió dejándonos entrar en una sala donde un ser alto y encorvado, sin carne y con una capucha que escondía muchos tubos nos animó a acomodarnos un poco, parecía una sala de reuniones y así fue pues el ser humanoide comenzó a hablarnos sobre una guerra civil entre unas islas con diversos clanes. Nosotros estábamos con los Zilda, los más agresivos eran los Sarka y los Zal, y los que habían negociado con este clan eran los Balt y los Meln, o esa fue la explicación que dio el ser en la reunión.
Con esta explicación nos enseñaron un mapa holográfico del archipiélago con el que podíamos jugar moviéndolo, por mi parte lo fui moviendo para quedarme con todos los datos con mi ojo cyborg para recordar el mapa con precisión, luego se convirtió en un rectángulo azul y nos dieron una especie de pulsera con la que podíamos comunicarnos ver el mapa de las islas, ver las posiciones de otros y la nuestra mediante un localizador. Para obtenerla teníamos que poner la muñeca en un rectángulo que se ajustó a la muñeca, en mi caso encima de la armadura “si explota la mano sobrevivirá y la armadura puede regenerarse” pensé mientras se ajustó.
Terminada la reunión miré que tipo de gente era con quien estaba, y me llevé una grata sorpresa al ver a mi capitán, a Hinori y a Ushio allí conmigo, y como casi siempre el capitán llamaba la atención, no por su altura, sino por ser quien era. Por mi parte hice caso y me fui a la habitación que me habían dejado. Yendo de camino según miré la pulsera y se me ocurrió algo, activé el auricular para hablar con los de mi banda.
-Capitán Dexter, soy Slade, se te dan a ti mejor estas cosas, han dicho que estas pulseras tienen un localizador, estaría bien saber cómo anularlo por si acaso se les ocurre hacer algo al los de la isla o a los otros de la reunión. Si no nos ven en el mapa no pueden encontrarnos para hacernos emboscadas.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La chica se mantenía callada en todo momento durante el viaje en el ascensor. Llevaba el pelo suelto como de costumbre, analizando a los demás con sus ojos color perla. Vestía con una sudadera de color blanco y con toques morados. Tenía una capucha, la cual no llevaba puesta. Unos pantalones y por último unas botas. A su espalda llevaba una mochila con algunos objetos de curación y bastantes envases con comida. Aquella mochila era enorme y pesaba un poco, pero nada que ella no pudiese llevar. Se preocupaba por los demás aunque no los conociera apenas. Soltó un pequeño suspiro y se fijó en las personas que había en aquel ascensor. No conocía a nadie salvo a los de su propia banda. Se pasó la mano derecha por su frente y después de unos momentos soltó un enorme bostezo de aburrimiento.
Cuando llegaron a la zona de arriba fueron guiados por un ser de extrañas facciones. Ella no juzgó a aquel tipo por su aspecto y simplemente metió las manos en los bolsillos mientras escuchaba. Notó cómo algunos hombres saludaban al dragón, entre ellos un shichibukai y un tipo de quinientos millones de recompensa. También pudo ver a un hombre que la intimidaba un poco, el cual se fue después y fue llamado L por Dexter. Observó un poco a los demás y se alejó de todos. Cuando tuvieron que ponerse aquellas cosas en la mano, ella fue la última en hacerlo y simplemente suspiró. En su otra muñeca portaba aquel GPS que Dexter le regaló y en el oído derecho el auricular que comunicaba a los miembros de la banda. Cuando tuvieron libertad para hacer lo que quisieran, ella simplemente observó a su capitán largarse de allí.
Hinori alzó una ceja y entonces se colocó en pie. Sin mirar o hablar con nadie se dirigió tras él a un ritmo lento. Entonces lo vio meterse en su habitación. El tipo que le daba miedo había estado liándola con la ceniza del cigarro, pero no quiso ayudarle por miedo. A continuación se puso frente a la habitación de su capitán y se sentó en el pasillo, dejando la espalda pegada a la pared. Entrecerró los ojos y activó su haki de observación para vigilar lo que pasaba. Allí se sentía cómoda y nadie podría molestar a Dexter. Además se mantenía relajada. Se puso la capucha y agachó la cabeza, cerrando los ojos y tratando de pasar el rato pensando en nada. Escuchó entonces la voz del segundo al mando, el cual empezó a hablar sobre aquel chisme que les habían dado. Ella tragó un poco de saliva y después se mantuvo callada sin decir nada. Cuando Slade había terminado de hablar, ella subió las rodillas y las abrazó esperando a que el dragón saliese o algo. No pensaba molestarle de ninguna forma.
Cuando llegaron a la zona de arriba fueron guiados por un ser de extrañas facciones. Ella no juzgó a aquel tipo por su aspecto y simplemente metió las manos en los bolsillos mientras escuchaba. Notó cómo algunos hombres saludaban al dragón, entre ellos un shichibukai y un tipo de quinientos millones de recompensa. También pudo ver a un hombre que la intimidaba un poco, el cual se fue después y fue llamado L por Dexter. Observó un poco a los demás y se alejó de todos. Cuando tuvieron que ponerse aquellas cosas en la mano, ella fue la última en hacerlo y simplemente suspiró. En su otra muñeca portaba aquel GPS que Dexter le regaló y en el oído derecho el auricular que comunicaba a los miembros de la banda. Cuando tuvieron libertad para hacer lo que quisieran, ella simplemente observó a su capitán largarse de allí.
Hinori alzó una ceja y entonces se colocó en pie. Sin mirar o hablar con nadie se dirigió tras él a un ritmo lento. Entonces lo vio meterse en su habitación. El tipo que le daba miedo había estado liándola con la ceniza del cigarro, pero no quiso ayudarle por miedo. A continuación se puso frente a la habitación de su capitán y se sentó en el pasillo, dejando la espalda pegada a la pared. Entrecerró los ojos y activó su haki de observación para vigilar lo que pasaba. Allí se sentía cómoda y nadie podría molestar a Dexter. Además se mantenía relajada. Se puso la capucha y agachó la cabeza, cerrando los ojos y tratando de pasar el rato pensando en nada. Escuchó entonces la voz del segundo al mando, el cual empezó a hablar sobre aquel chisme que les habían dado. Ella tragó un poco de saliva y después se mantuvo callada sin decir nada. Cuando Slade había terminado de hablar, ella subió las rodillas y las abrazó esperando a que el dragón saliese o algo. No pensaba molestarle de ninguna forma.
- Miembro de Zilda [Resumen]:
- Observar, tener miedo de Kai, esperar sentada en el pasillo frente a la habitación de Dexter con el haki activado. Colocarse la capucha y agachar la cabeza como si estuviese dormida.
Alwyn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquella facción me recordaba demasiado a mi tierra natal, demasiada opulencia para unos, seguramente poca cosa para otros. Solo había acabado allí por los informes decían que muchos miembros de la división confluiríamos allí, aunque solo había visto a Alexandra y Zuko. La chica estaba abstraída en su mundo, ajena a todos los demás y no me apetecía charlar con ella. Zuko, no sabía dónde se encontraba en estos momentos, ya trataría de dar con él más adelante. Durante el banquete traté de sentarme cerca de los oficiales de Balt, a ver si podía captar alguna conversación interesante.
Aunque lo realmente interesante fue escuchar a un enmascarado. Al parecer saldrían esa misma noche a divertirse, lo que despertó mi curiosidad. Una vez se retiraron, yo también lo hice. Tenía pensado ponerme el uniforme sobre la armadura y las armas y salir a buscar algo de interés. Principalmente personal militar del que obtener información escuchando a escondidas. Tener el mantra siempre activo ayudaría bastante, igual que poder volverme oxígeno para entrar en zonas cerradas.
Durante esta excursión mi prioridad sería el interior, concretamente las habitaciones de la gente de más rango de aquel lugar. No nos habían hablado de zonas prohibidas, por lo que técnicamente podía moverme por donde quisiera sin peligro. Dentro de las habitaciones solo tendría que anticipar mi salida, por alguna ventana o puerta, transformada en forma elemental para evitar ser identificada o descubierta.
Aunque lo realmente interesante fue escuchar a un enmascarado. Al parecer saldrían esa misma noche a divertirse, lo que despertó mi curiosidad. Una vez se retiraron, yo también lo hice. Tenía pensado ponerme el uniforme sobre la armadura y las armas y salir a buscar algo de interés. Principalmente personal militar del que obtener información escuchando a escondidas. Tener el mantra siempre activo ayudaría bastante, igual que poder volverme oxígeno para entrar en zonas cerradas.
Durante esta excursión mi prioridad sería el interior, concretamente las habitaciones de la gente de más rango de aquel lugar. No nos habían hablado de zonas prohibidas, por lo que técnicamente podía moverme por donde quisiera sin peligro. Dentro de las habitaciones solo tendría que anticipar mi salida, por alguna ventana o puerta, transformada en forma elemental para evitar ser identificada o descubierta.
Hayden Ashworth
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El dragón iba vestido con una camiseta negra de manga corta sobre una roja de manga larga, llevando unos tejanos oscuros y unas zapatillas negras. Para evitar problemas con la marina, había decidido no llevar allí el uniforme y no revelar a nadie su cargo. Se mantuvo tranquilo, escuchando sin oir el discurso de la señora de Balt, intentando tal vez quedarse tan solo con lo importante. Cuando hubo terminado y visto aquel desfile militar puesto expresamente para fardar de disciplina, decidió asistir al banquete. Se mantuvo apartado, activando su mantra para ver si veía a alguien cuya aura resaltase.
Para su sorpresa, las auras de Alexandra y Alwyn estaban allí. Suspiró. No tenía ganas de ir hasta ellas para charlar, había accedido a ayudar a Balt por un motivo. Necesitaba encontrar a Azula. Cuando despertó del letargo en el que los habían metido, ella no estaba junto a él. Necesitaba encontrarla y saber que está bien. Asegurarse de que aquellos que la cogieron no le hayan hecho nada. Hizo todo lo posible por evitarlas en la fiesta. No tenía ganas de ponerse a hablar de sus motivos para unirse a la marina, lo que haría que oídos indiscretos lo escuchasen, así como su conexión al CP. No podía arriesgarse.
Cuando el banquete hubo terminado fue hasta los aposentos, donde vio el uniforme con el que se suponía que iba a pelear. El puro blanco que tenía parecía resaltar y contrastar con la ropa que llevaba el sargento. Se desvistió y cambió de ropa lo más rápido que pudo. Hecho aquello, salió de la habitación. Se llevó una mano al bolsillo del uniforme donde previamente había guardado su tabaco para tenerlo a mano y sacó un cigarrillo, llevándolo a sus labios y encendiéndolo con una llama controlada en su pulgar. Dio una calada y empezó a caminar por los pasillos, tal vez esperando encontrar algo interesante.
Para su sorpresa, las auras de Alexandra y Alwyn estaban allí. Suspiró. No tenía ganas de ir hasta ellas para charlar, había accedido a ayudar a Balt por un motivo. Necesitaba encontrar a Azula. Cuando despertó del letargo en el que los habían metido, ella no estaba junto a él. Necesitaba encontrarla y saber que está bien. Asegurarse de que aquellos que la cogieron no le hayan hecho nada. Hizo todo lo posible por evitarlas en la fiesta. No tenía ganas de ponerse a hablar de sus motivos para unirse a la marina, lo que haría que oídos indiscretos lo escuchasen, así como su conexión al CP. No podía arriesgarse.
Cuando el banquete hubo terminado fue hasta los aposentos, donde vio el uniforme con el que se suponía que iba a pelear. El puro blanco que tenía parecía resaltar y contrastar con la ropa que llevaba el sargento. Se desvistió y cambió de ropa lo más rápido que pudo. Hecho aquello, salió de la habitación. Se llevó una mano al bolsillo del uniforme donde previamente había guardado su tabaco para tenerlo a mano y sacó un cigarrillo, llevándolo a sus labios y encendiéndolo con una llama controlada en su pulgar. Dio una calada y empezó a caminar por los pasillos, tal vez esperando encontrar algo interesante.
Hace unos días…
Estaba oscuro y no era posible distinguir nada, solo algunas sombras a través de una luna con tonalidad ámbar. El cuerpo del pelirrojo estaba mojado y cubierto de cables que rodeaban su cabeza y sus extremidades; junto a una molesta vía intravenosa en su brazo izquierdo. Intentó salir de allí golpeando el cristal, pero era imposible romperlo, ya que sus movimientos eran torpes y flojos, ¿qué es lo que ocurre? ¿Dónde estoy? Se preguntaba cada vez que cobraba algo de consciencia. Al final, tras horas de espera, aquel cristal se comenzó a alejar y una corriente eléctrica pasó por el cuerpo de Zane hasta espabilarlo. Empezó a quitarse un cable tras otro y salió de allí.
Se encontraba desnudo y sin sus armas, rodeado de hombres y mujeres en su misma situación. Al girarse para comprobar donde había estado, vio que era una extraña cámara hermética llena de cables y un extraño líquido espeso. ¿Quién coño le había metido ahí? Y lo más importante, ¿le habrían profanado la puerta de atrás? No lo sabía, y aunque pudiera, prefería mantenerse en la ignorancia.
En seguida, llegaron unos hombres que le arroparon con mantas y lo llevaron a una habitación. En ella se encontraban todas sus pertenencias, su ropa y sus armas, al igual que su den den Zane, un aparato para comunicarse con su banda con su cara, el mejor invento del mundo, o eso era lo que pensaba él, aunque no funcionaba en aquel lugar. A habitación no era muy grande, pero tenía baño individual, nevera y un mini bar, algo parecido a un cutre apartahotel de cualquier isla corriente. Se dio una buena ducha y cogió un par de mini botellas de ginebra que combinó con una tónica, para después vestirse, colocar sus armas en su cinto y salir de allí.
El sitio no estaba mal, o eso era lo que creía el joven capitán pirata. Tenía todo lo que podía desear: tres suculentas comidas al día, alcohol a espuertas y una gran gama de jóvenes mujeres que hacían lo que él pidiera; en pocas palabras, un paraíso para cualquier vividor follador. La única pega es que allí estaba su compañero Spanner para cortarle el rollo si se sobrepasaba o buscaba bronca con alguien.
Sin embargo, no todo era beber y follar, porque todos esos lujos eran a cambio de participar en una absurda guerra, la cual le daba igual al pelirrojo, y de la que huiría en cuanto tuviera la primera oportunidad, con la intención de robar algunos objetos de valor y marcharse de nuevo con su gente.
Una mañana, mientras comía algo junto a Spanner, Zane fue avisado de que los famosos refuerzos, de los que llevaban hablando casi tres días, estaban llegando a al castillo, y que debían de reunirse con ellos. Aquello hizo que el pelirrojo mostrara una sonrisa y hablar en voz baja con su segundo de abordo.
—¿Qué hacemos socio? ¿Vamos al punto de encuentro a ver el percal o nos quitamos de en medio y vamos por nuestra cuenta? –le preguntó, mientras lo rodeaba con su brazo derecho, pegándose a él.
Entonces, uno de los organizadores de la sala alzó la voz.
—Os recuerdo que debéis seguir las indicaciones. Estamos en guerra y los guardias no dudarán en liquidaros si os confunden con el enemigo.
“Joder, ni que me hubieran leído la mente” –pensó, mientras su compañero elegía la opción más sensata.Zane, por lo general, era una persona muy desconfiada, sobre todo en situaciones como aquella. ¿Quién en su sano juicio raptaría a un grupo de personas para hacerlos participar en una guerra? Aquello tenía gato encerrado y no tenía la intención de ser el cabeza de turco de un grupo de sujetos que apenas habían dado la cara.
Siguieron las instrucciones recomendadas y salieron de los jardines del domicilio en el que habían residido. Tras ello, continuaron todo recto durante doscientos metros y llegaron a una gran plaza de piedra con extrañas decoraciones, desde la cual se vislumbraba un grandioso palacio, al cual le vendría bien una reformilla. En las puertas de éste se encontraba un gran número de guerreros de poder muy variado, algo que pudo percibir gracias a su mantra. Y no muy lejos, entre la multitud, el aura de su compañera Haruka, la cual no había visto desde hacía semanas.
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La estancia en aquel lugar era bastante cómoda, teniendo a su servicio caprichos de casi todo tipo. Con la excepción de que el ambiente en si era bastante tétrico, aunque aquello no importaba a una mente científica como la de Spanner. Estaba en aquel lugar por pura curiosidad científica. Aquellas personas habían conseguido crear un espacio virtual compartido en el que los avances físicos se veían reflejados en la vida real. Necesitaba poner sus manos en tal avance y trasladarlo a un complejo útil para él y la banda. Las posibilidades eran infinitas. Entrenar durante semanas para que en la vida real hayan pasado no más que un par de horas. Era algo que necesitaba.
Cuando hubo terminado de cenar llegaron a él y a su capitán las instrucciones de acudir a una reunión donde se le informaría sobre todo lo referente a aquella guerra. El pelirrojo sacó la idea, como siempre, de saltarse el acontecimiento y explorar por nuestra cuenta. El chico estuvo a punto de decirle que lo mejor era tener contentos a esta gente cuando alguien decidió decirlo por él, con otras palabras. El chico asintió y salió junto a su capitán, de camino a dicha reunión. Llegaron hasta la entrada de un tétrico castillo que se alzaba hacia el cielo, de muros y defensas inquebrantables excepto para un fantasma que pudiese atravesar muros. El chico sonrió y bajó la mirada. Debía mantener el tipo.
Cuando hubo terminado de cenar llegaron a él y a su capitán las instrucciones de acudir a una reunión donde se le informaría sobre todo lo referente a aquella guerra. El pelirrojo sacó la idea, como siempre, de saltarse el acontecimiento y explorar por nuestra cuenta. El chico estuvo a punto de decirle que lo mejor era tener contentos a esta gente cuando alguien decidió decirlo por él, con otras palabras. El chico asintió y salió junto a su capitán, de camino a dicha reunión. Llegaron hasta la entrada de un tétrico castillo que se alzaba hacia el cielo, de muros y defensas inquebrantables excepto para un fantasma que pudiese atravesar muros. El chico sonrió y bajó la mirada. Debía mantener el tipo.
Tsang Yue
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Silencio, oscuridad, calma absoluta que le recuerda a su iniciación en el clan Yue, sus capacidades de concentración mejoraron enormemente gracias al empeño de su abuelo en enseñarle el arte chamánico de la familia, arte que le permitía hablar con los muertos, habitantes de mundos más allá de lo imaginable por los que no son capaces de ver ni entender el paso siguiente a la efímera vida en el mundo que todos conocemos. Sus pensamientos son profundos, pero al contrario que se pensaría, son claroscuros, mezclan la luz de sus padres con la oscuridad de los recuerdos que le trae su infancia antes de ser designado como chaman. La muerte de sus padres por la rivalidad de los clanes a los cuales pertenecían le reconcome, se siente impotente conociendo la historia pero sabiendo que si hubiera podido instaurar la paz habría salvado sus vidas…-“No podías hacer nada Tsang, no eras más que un niño cuando todo ocurrió, poco podrías haber hecho…- Le dijo su consciencia tratando de aliviar sus penas, pero aquella situación, aquella paz le devuelve constantemente a la tortura de la pérdida, lo único que recuerda antes de la nada es ser atrapado, pero no recuerda ni quien ni como lo hizo.
De pronto los sentidos vuelven a percibir estímulos, como si de alguien despertando de un coma se tratara. Poco a poco Tsang abre los ojos, acostumbrándose nuevamente a los estímulos a los nervios ópticos. Se encuentra en una celda de mierda, por describirla de una forma simple, en un camastro de paja que sería horrible para la espalda a la hora de dormir y una extraña cápsula. No entiende nada de lo que ocurre, si es un preso ¿qué hace allí aquella cápsula? Pues no parece para nada algo que pueda encontrarse en una celda de prisión, al menos no en una corriente. En la situación actual solo le queda observar el entorno, para ver si comprende algo y encuentra una forma de liberarse, por de pronto se coloca sus guadañas en la espalda, no sin extrañarse que le devuelvan las armas tras haberlo capturado, a un preso nunca le darían un arma, tratan de mantenerlo lo más controlado posible. En un rápido vistazo se percata que no es el único preso en aquel lugar, pues más celdas y extrañas cápsulas se pueden ver en los alrededores.
-“Qué lugar más extraño-“ Piensa mientras se sienta en posición de loto para concentrarse en los sentidos que va recuperando con el tiempo. Pero el más importante, el de la percepción del otro mundo, su entrenamiento como chamán le permite ver y hablar con los espíritus que permanecen en el mundo tras la muerte de su cuerpo físico, quiere ver si escucha algún lamento o llanto en el lugar para saber si puedo informarse con los que llevan allí más tiempo que él.
Su meditación es interrumpida por un temblor, un terremoto quizás, pero es demasiado concreto y el movimiento posterior de la celda descarta por completo esa teoría. ¿Por qué mueven las celdas en sentido ascendente?
La respuesta se hace patente cuando el joven pelinegro se ve en una arena, similar a las zonas donde se pelean los luchadores en torneos, rodeado de gente que aplaude y grita como si estuviera presenciando una actuación de circo. Quizás eso quisieran al atraparlo, obligarle a ser un mero actor en un circo, algo a lo que el joven Yue se niega en absoluto. Una voz similar a la de una bestia llama su atención, y al buscar el origen de la misma su expresión es digna de llamarse sorpresa. Una especie de animal humanoide o humano animalizado está presentándoles como la atracción principal, afirmando que pertenecían a Meln, algo que el joven desconoce por completo, y que tendrían que luchar por sus vidas y libertad.
Aquello no le gusta, no le agrada la idea de que le vean combatir, prefiere que solo el que muera a sus manos sepa lo que le mató. Pero dado que tras un salto del sujeto una enorme puerta se abre con un rugido y el cuerno de una enorme bestia atravesando a un pobre desgraciado, no tiene más remedio que tomar sus guadañas y prepararse para la lucha, no sin antes ver como una especie de pez, o algo así, que no paraba de soltar palabras malsonantes lanzaba la extraña cápsula a la criatura. -“Combatid conmigo, prestadme vuestra fuerza”- Recita el joven convocando a un pequeño león blanco con un brillo azulado. Tsang se coloca en posición defensiva analizando todo lo posible antes de actuar.
De pronto los sentidos vuelven a percibir estímulos, como si de alguien despertando de un coma se tratara. Poco a poco Tsang abre los ojos, acostumbrándose nuevamente a los estímulos a los nervios ópticos. Se encuentra en una celda de mierda, por describirla de una forma simple, en un camastro de paja que sería horrible para la espalda a la hora de dormir y una extraña cápsula. No entiende nada de lo que ocurre, si es un preso ¿qué hace allí aquella cápsula? Pues no parece para nada algo que pueda encontrarse en una celda de prisión, al menos no en una corriente. En la situación actual solo le queda observar el entorno, para ver si comprende algo y encuentra una forma de liberarse, por de pronto se coloca sus guadañas en la espalda, no sin extrañarse que le devuelvan las armas tras haberlo capturado, a un preso nunca le darían un arma, tratan de mantenerlo lo más controlado posible. En un rápido vistazo se percata que no es el único preso en aquel lugar, pues más celdas y extrañas cápsulas se pueden ver en los alrededores.
-“Qué lugar más extraño-“ Piensa mientras se sienta en posición de loto para concentrarse en los sentidos que va recuperando con el tiempo. Pero el más importante, el de la percepción del otro mundo, su entrenamiento como chamán le permite ver y hablar con los espíritus que permanecen en el mundo tras la muerte de su cuerpo físico, quiere ver si escucha algún lamento o llanto en el lugar para saber si puedo informarse con los que llevan allí más tiempo que él.
Su meditación es interrumpida por un temblor, un terremoto quizás, pero es demasiado concreto y el movimiento posterior de la celda descarta por completo esa teoría. ¿Por qué mueven las celdas en sentido ascendente?
La respuesta se hace patente cuando el joven pelinegro se ve en una arena, similar a las zonas donde se pelean los luchadores en torneos, rodeado de gente que aplaude y grita como si estuviera presenciando una actuación de circo. Quizás eso quisieran al atraparlo, obligarle a ser un mero actor en un circo, algo a lo que el joven Yue se niega en absoluto. Una voz similar a la de una bestia llama su atención, y al buscar el origen de la misma su expresión es digna de llamarse sorpresa. Una especie de animal humanoide o humano animalizado está presentándoles como la atracción principal, afirmando que pertenecían a Meln, algo que el joven desconoce por completo, y que tendrían que luchar por sus vidas y libertad.
Aquello no le gusta, no le agrada la idea de que le vean combatir, prefiere que solo el que muera a sus manos sepa lo que le mató. Pero dado que tras un salto del sujeto una enorme puerta se abre con un rugido y el cuerno de una enorme bestia atravesando a un pobre desgraciado, no tiene más remedio que tomar sus guadañas y prepararse para la lucha, no sin antes ver como una especie de pez, o algo así, que no paraba de soltar palabras malsonantes lanzaba la extraña cápsula a la criatura. -“Combatid conmigo, prestadme vuestra fuerza”- Recita el joven convocando a un pequeño león blanco con un brillo azulado. Tsang se coloca en posición defensiva analizando todo lo posible antes de actuar.
- Resumen Capturado:
- Pensamientos y recuerdos de Tsang. Recoger las armas y observar el entorno. Invocar a un espíritu de combate y prepararse para la batalla en posición defensiva.
Teravan Zallen
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Silencio... Un silencio que ocupaba todo, pues hasta el último resquicio de su existencia estaba colmado de esa fría sensación. Su alma era un témpano helado que clamaba por romperse con la mínima vibración. Sin embargo, esa vibración nunca llegaba, al menos no donde se encontraba en ese momento. Tan solo estaba aquella interminable espera.
No recordaba demasiado sobre qué había sucedido antes de estar en ese lugar. Al principio era consciente de su situación, pero había pasado tanto tiempo que incluso empezaba a albergar dudas sobre si había existido algo... Tal vez en algún momento.
Ese momento llegó, inevitablemente, unos días después. Habían parecido meses... años incluso. Inicialmente fue un destello... una luz. Sonidos empezaron a percibirse, más adelante, de forma caótica y arbitraria. Cuando abrió lo ojos, comenzó a entrar en razón, mas el aturdimiento aún habría de perdurar unas horas más. Tal vez incluso más tiempo.
Caminó por la celda con desgana, dándose cuenta de la vitalidad de la que disponía. Su cuerpo estaba en unas facultades mucho mejores que su mente. Estiró sus músculos que, tras un largo descanso, agradecían el movimiento. - Ojalá tuviese una taza de té. - Se dijo a sí mismo, susurrando, mientras notaba el extraño sonido que su voz tomaba. Tal vez pasaría un tiempo hasta que pudise hablar con normalidad.
No pudo disfrutar mucho tiempo de sus reflexiones. Un sonido metálico hizo que se diese cuenta de que se movía. Lo que hasta entonces tomaba como una habitación era, indudablemente, una jaula que ascendía con exasperante lentitud. La oscuridad desapareció y el tenue silencio fue conquistado por la voz de un hombre, seguido por lo vítores del gentío. No era un buen momento para estar mareado, mas no era complicado darse cuenta de que estaban en problemas.
Tras un breve discurso una criatura fue liberada. Su aspecto, amenazador y temible, indicaba una hostilidad evidente. Una situación que había que manejar con cuidado, sin duda. Tal vez no estaría de más dejar de lado la teatralidad que acompañaba siempre al agente. Palpó entre sus ropajes y sujetó uno de sus numerosos cuchillos. Corrió y apuntó a la criatura, usando su akuma para que alcanzase a toda velocidad su objetivo.
No recordaba demasiado sobre qué había sucedido antes de estar en ese lugar. Al principio era consciente de su situación, pero había pasado tanto tiempo que incluso empezaba a albergar dudas sobre si había existido algo... Tal vez en algún momento.
Ese momento llegó, inevitablemente, unos días después. Habían parecido meses... años incluso. Inicialmente fue un destello... una luz. Sonidos empezaron a percibirse, más adelante, de forma caótica y arbitraria. Cuando abrió lo ojos, comenzó a entrar en razón, mas el aturdimiento aún habría de perdurar unas horas más. Tal vez incluso más tiempo.
Caminó por la celda con desgana, dándose cuenta de la vitalidad de la que disponía. Su cuerpo estaba en unas facultades mucho mejores que su mente. Estiró sus músculos que, tras un largo descanso, agradecían el movimiento. - Ojalá tuviese una taza de té. - Se dijo a sí mismo, susurrando, mientras notaba el extraño sonido que su voz tomaba. Tal vez pasaría un tiempo hasta que pudise hablar con normalidad.
No pudo disfrutar mucho tiempo de sus reflexiones. Un sonido metálico hizo que se diese cuenta de que se movía. Lo que hasta entonces tomaba como una habitación era, indudablemente, una jaula que ascendía con exasperante lentitud. La oscuridad desapareció y el tenue silencio fue conquistado por la voz de un hombre, seguido por lo vítores del gentío. No era un buen momento para estar mareado, mas no era complicado darse cuenta de que estaban en problemas.
Tras un breve discurso una criatura fue liberada. Su aspecto, amenazador y temible, indicaba una hostilidad evidente. Una situación que había que manejar con cuidado, sin duda. Tal vez no estaría de más dejar de lado la teatralidad que acompañaba siempre al agente. Palpó entre sus ropajes y sujetó uno de sus numerosos cuchillos. Corrió y apuntó a la criatura, usando su akuma para que alcanzase a toda velocidad su objetivo.
Vinnie Estacado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El mafioso bajó del barco con una mano en el bolsillo. Llevaba en la mano derecha una elegante maleta de piel marrón. Iba vestido con un traje negro con corbata y una bufanda blanca colgando sobre los hombros, sin atar. Tenía un cigarrillo encendido en la boca y estaba rodeado de la gente que había decidido acudir a Meln, como él. Miró a los lados, mirando a los que lo acompañaban.
"Patéticos..." -pensó.
No eran más que comida de emergencia por si le entraba el hambre en el campo de batalla, que iba a ser lo más probable. Mientras el mafioso pensaba en sus cosas, una voz tras él lo sacó de su ensimismamiento. Una muchacha joven y tétrica había aparecido en medio y estaba hablando sobre donde debían ir. Una macabra sonrisa se dibujó en el rostro del mafioso. La carne joven era la mejor para él.
Siguió a la chica cuando está empezó a caminar, acompañado de todos los demás. No le gustaba la idea de tener que compartir la gloria con nadie, pero tampoco había nada que pudiera hacer. El lugar era oscuro, tétrico... Tal como a él le gustaban las cosas. Aquella gente si que sabía como inspirar temor, no solo en los enemigos, sino también en sus aliados.
"Patéticos..." -pensó.
No eran más que comida de emergencia por si le entraba el hambre en el campo de batalla, que iba a ser lo más probable. Mientras el mafioso pensaba en sus cosas, una voz tras él lo sacó de su ensimismamiento. Una muchacha joven y tétrica había aparecido en medio y estaba hablando sobre donde debían ir. Una macabra sonrisa se dibujó en el rostro del mafioso. La carne joven era la mejor para él.
Siguió a la chica cuando está empezó a caminar, acompañado de todos los demás. No le gustaba la idea de tener que compartir la gloria con nadie, pero tampoco había nada que pudiera hacer. El lugar era oscuro, tétrico... Tal como a él le gustaban las cosas. Aquella gente si que sabía como inspirar temor, no solo en los enemigos, sino también en sus aliados.
Yoko Littner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Desde que la pelirroja había estado intranquila. Había estado investigando y nada bueno se cernía sobre esto. A pesar de que la bienvenida para todos había sido cálida y reconfortante no sabía como sentirse. No era la única que asistió a aquel bando, al parecer. Entre ruidos de alegría vítores una figura femenina emergió. Yoko estaba sorprendida por la presencia de aquella mujer, muy imponente; la pretora de Balarad.
Yoko no disfrutó mucho de la cena, tenía un nudo en el estómago, quizás por los nervios de asistir a un evento así. Apenas probó un poco de comida, prefirió atender de lo que la rodeaba. En aquel lugar también estaba Kasai, el que una vez fue su jefe. Vio a una parejita hacerse carantoñas durante la cena y no pudo evitar sonreír. Ver a la gente feliz era algo que se le pegaba, la verdad es que esos tenían suerte de estar juntos.
Mientras tanto, el discurso que dio la pretora estaba lleno de palabras con esperanza, pero en la cabeza de la pelirroja sonaban vacías. Tantos detalles y cuidados hacían mantener a la cazadora en vilo. Una vez hubo terminado se retiró a la habitación para descansar. Allí estuvo pensando en la ayuda que pidió el bando en el que estaba la pelirroja, pero a su vez estaban... bastante bien. No parecía que estuviesen en guerra y eso preocupaba a Yoko.
Yoko no disfrutó mucho de la cena, tenía un nudo en el estómago, quizás por los nervios de asistir a un evento así. Apenas probó un poco de comida, prefirió atender de lo que la rodeaba. En aquel lugar también estaba Kasai, el que una vez fue su jefe. Vio a una parejita hacerse carantoñas durante la cena y no pudo evitar sonreír. Ver a la gente feliz era algo que se le pegaba, la verdad es que esos tenían suerte de estar juntos.
Mientras tanto, el discurso que dio la pretora estaba lleno de palabras con esperanza, pero en la cabeza de la pelirroja sonaban vacías. Tantos detalles y cuidados hacían mantener a la cazadora en vilo. Una vez hubo terminado se retiró a la habitación para descansar. Allí estuvo pensando en la ayuda que pidió el bando en el que estaba la pelirroja, pero a su vez estaban... bastante bien. No parecía que estuviesen en guerra y eso preocupaba a Yoko.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.