La sombra de la guerra [CAPÍTULO]

Justo cuando estaba apunto de avanzar por el precipicio un gran alboroto se formó, me giré para ver que estaban haciendo los desquiciados de mis compañeros, todo parecía normal pero al volver a girarme descubrí, para mi sorpresa a Tobi con un tipo que no conocía de nada parados enfrente de mi. Según deduje de la conversación de los dos hombres aquel extraño no estaba dispuesto a permitirme pasar, aún así al menos Tobias estaba de mi lado así que enfadada por aquella intromisión y más decidida que nunca seguí mi camino hacía el borde del acantilado.

Pero la vida quería fastidiar mis planes de suicidio premeditado y otra vez me interrumpieron cuando estaba apunto de llegar al borde, no se si tenía una muy mala suerte o una muy buena. Esta vez quien me detuvo, tanto a mi como al desconocido como a todos los que estábamos presentes no fue otro que Kim, el cuál se puso a dar uno de esos discursitos que tanto le gustaban mientras yo me limitaba a ignorarle y a mirar con recelo el acantilado al que ya tantas veces me habían impedido tirarme. Iba a seguir con mi camino ignorando también al pelirrojo cuando algo sucedió, sin que yo ni nadie pudiésemos impedirlo Kimura retrocedió un paso cayendo al vacío. ¿Como cojones había ocurrido aquello? ¿Aquel discurso era su carta de suicidio y no me había enterado?

Corrí hacía el borde pero esta vez no para intentar caminar por él si no para mirar hacía abajo puesto que no había pasado lo que yo había creído y el chico había caído, Kimura se había caído por un precipicio. Tardé unos segundos en asimilarlo para llegar a la conclusión de que si sobrevivía a la caía le mataría yo misma. Intenté escudriñar en la oscuridad del fondo alguna figura, algún cuerpo inconsciente o consciente, alguna mancha de sangre cualquier cosa me permitiera averiguar la posición o el estado del pelirrojo.
Un fuerte ruido me devolvió a la realidad abandonando el fondo oscuro y centrándome en lo que tenía delante, la central se había encendido.

Después de aquello otro ruido se noto, esta vez proveniente del precipicio. Me separé algo asustada de allí reuniéndome con Tobias y mis demás compañeros pero sin apartar la vista del borde del acantilado. Ya tenía el corazón en un puño y estaba medio sollozando cuando emergió del mismo sitio desde donde había caído Kimura, aparentemente ileso aunque con cara de pocos amigos. Sin pensármelo dos veces me abalancé hacía él, una parte de mi quería abrazarle y otra matarlo así que me conforme con gritarle un montón de cosas que no puedo repetir y asestarle un bofetón de esos que hacen historia y que posiblemente lo habría oído hasta Gusi, donde quiera que estuviese.
Me tranquilicé un poco al notar el abrazo del marine y sus labios en mi frente, me había dado un buen susto con aquel acto pero ahora solo podía alegrarme de que estuviese bien.

Estaba tan absorta en mis pensamientos y aquella horrible situación que no me di cuenta de la desaparición del desconocido que había aparecido antes hasta que nos pusimos de nuevo a andar, andábamos demasiado rápido casi no podía seguir a mis compañeros y maldije a mis cortas piernas por ello. Al final se nos presentó un río delante y aquella vez si que no estaba dispuesta a tirarme a el sin pensarlo dos veces dado que no sabía nadar y teníamos el pequeño problema de que una frutita hacía que me hundiera como un peso muerto en el agua. Por suerte Kimura tenía un plan, era Kimura, siempre tenía un plan. Nos ordenó rápidamente como cruzar aquel río usando un puente de hielo medio derretido para cruzar al otro lado, en otras circunstancia me había planteado que hacía allí un puente de hielo pero después del día que llevaba creo que ya me había curado de espantos.

Según el plan del Teniente-Comandante Tobias recubriría el puente con hielo para que cruzaran todos mientras yo me iba volando, sin duda alguna era un buen plan así que nos pusimos a ello, la respuesta más extraña sin ninguna duda fue la del agente del CP, ¿Que le había pasado? no me había fijado antes pero parecía actuar de forma extraña ¿Que pasaría por su mente? Decidí no darle más importancia y me transformé en mi forma híbrida, daba gusto extender las alas después de tanto tiempo.
Me elevé en el aire y me quede suspendida en medio del río sin llegar a la otra orilla, quería asegurarme de que todos pasaban sanos y salvos al otro lado y si alguno caía bajaría en picado a recogerlo, si todo iba según lo planeado simplemente aterrizaría al otro extremo del puente, ya en tierra para seguir con aquella estrambótica aventura.

Spoiler:

El brillante color plateado de las armaduras relucientes de los soldados de Balt brillaba a todo esplendor y por un momento podían cegar a cualquiera que estuviera muy cerca de ellos. El reluciente reflejo del sol en las corazas y cascos metálicos que vestían los soldados era casi hipnótico. Algunos comenzaron a avanzar a mi lado, quizá para también adentrarse en la batalla y reforzar las líneas del ejército. Por mi parte, caminaba lentamente en la misma dirección en la que ellos marchaban. Mantenía mi semblante firme sin ningun atisbo de locura para luchar o demostrar que la sangre comenzaba a calentarse dentro de mis venas. Mi mirada se hacía más y más fija al frente, como si fuera un depredador acechando a su presa. Me percaté de una situación peculiar a unos pasos de donde estaba. Una pareja parecía estar teniendo una extraña situación, el que parecía ser el chico avanzó primero dejando a la chica de pie con una mirada un poco perdida luego de darle un beso.

“¿Acaso el romance está permitido mientras vamos a luchar?”, me pregunté a mí mismo. No le presté importancia y decidí seguirlos ya que por un segundo tuve una extraña sensación de que no eran soldados regulares de Balt. Ella avanzó rápidamente para llegar al lado del muchacho e intercambiaron algunas palabras antes de apresurar la marcha. En mi mente comenzaba a llegar ideas de calma y tranquilidad, mi cuerpo respondía a ellas quitando todo signo de nerviosismo o tensión. Debía mantener frió o no sabría cómo responder a lo que viniera.

BALT:

Nada más al activar la central del norte, nos dirigimos a toda prisa hacia donde la batalla se estaba dando a cabo. Parecía que habíamos corrido durante mucho tiempo, el capitán Kimura parecía estar huyendo de Tobi, el cual parecía estar muy raro... como atraído sexualmente por el capitán Kimura. La velocidad a la que iban el capitán y Tobi era demaisado, tanto que Yoshi y yo nos estábamos quedando atrás... hasta que finalmente llegamos a lo que parecía ser río con un puente de hielo.- “Algún usuario de fruta habrá hecho esto, es una habilidad bastante peligrosa en combate pero útil para varias situaciones-” pensé mientras observaba aquel puente congelado. Kimura avanzó unos pasos y procedió a examinar el congelado río. Entre la Marina corría el rumor de un vicealmirante cuya fruta del diablo le daba los poderes del invierno, el hielo. “- Al parecer los rumores son ciertos, no me gustaría nada tener como enemigo a ese hombre-” pensé mientras aguardaba órdenes del capitán para ver qué íbamos a hacer para sortear el obstáculo que teníamos delante. ¿Cruzaríamos el río o intntaríamos buscar alguna otra alternaativa para cruzar al otro lado y seguir con nuestra marcha hacia el campo de batalla?

Finalmente el capitán Kimura se pronunció. El plan era que Tobi usara el poder de su fruta del diablo para crear una capa de sirope sobre el puente para intentar hacer que fuera seguro cruzarlo. Yoshi iría volando hacia la otra punta, por si acaso el puente se rompiera y acabásemos cayendo al agua. Si Yoshi o Tobi caían al río... tendríamos un grave problema por resolver. Con sólo pensar eso, un poco de preocupación apareció en mi rostro. Si Kimura, Biz o yo caíamos, no sería un problema tan grave, sólo tendríamos que nadar hasta la orilla. Planteado el plan, Tobi recubrió el puente con sirope, Yoshi empezó a volar y el resto que íbamos a pie empezamos a cruzar el puente. Parecía que en cualquier momento este se rompería.

Balt:

Finalmente Kai llego de tomar la central. Por desgracia para mi no me dejo ni abrir la boca, parecía que el líder de Zilda se había ocupado de potenciar las diferencias entre las facciones y generar la guerra. Por ello se uniría al Yonkou Dexter Black.

Por mi como si quería unirse a Espinete y Don Pinpom, me apuntaba a un bombardeo. Así que cuando el agarro a su compañero y salio volando como un poseso yo me monte en la moto con Fluffle y salí detrás de su estela llameante.

Bueno Fluffle parece que vamos a conocer a un Yonkou sera entretenido, pero intenta no hacer nada que le pueda desagradar lo ultimo que queremos es que nos pille manía o algo peor.

Tan solo esperaba que no viniera nadie a dar problemas, igual los de Meln o los de Zilda se acercarían a tocar la moral. Sin embargo en mi humilde opinión, mas valdría que todos los aventureros venidos de fuera se unieran para partirle la cara a las diferentes facciones y dar el gobierno a gente decente y que no busque la destrucción  y un gobierno horrible.

No estábamos muy lejos de nuestro destino y llegamos bastante rápido, Kai por su lado se puso a hacer el bestia reventando unos drones que flotaban por allí. Yo me quede flotando en el cielo vigilando la escena y mirando la gran cantidad de personas que se acercaban a reunirse ante la llamada del gran líder Dexter Black. Madara y una acompañante también estaban allí junto al que seguramente seria Dexter. Por lo que pude apreciar cada cual era mas bestiajo que el anterior y organizaron un festival de ostias a los drones, apoteosico.

Lo mejor seria seguir a Dexter, madara y kai, luego cundo tuviera un momento ya me presentaría.

Parecía que había perdido de vista a los enormes enemigos, así que salí de mi forma completa antes de perder el control y regresé a mi forma híbrida aún en pleno vuelo. Dándole un par de vistazos a mi espalda de vez en cuando para asegurarme de que realmente no me hubiera seguido nada, volé con intención de alejarme por donde mismo había entrado, cuando algo llamó mi atención.

- ¿Qué coño? ¿Eichi? - Pregunté en voz baja, aún a decenas de metros sobre el pelirrojo.

Parecía que de alguna forma había llegado hasta allí, después de todo... Y no solo eso, sino que además había tenido tiempo de pararse a pelear. Cuando llegué yo el combate ya estaba casi terminado, pero por el aspecto del chico podía suponer que no había sido fácil para él tampoco. Incluso si su enemigo era una versión minúscula de lo que me había encontrado yo, al menos él lo había derrotado. o al menos esa sensación daba. Me mordí el labio frustrada, realmente me sentía muy inútil en ese momento. En cuanto Eichi pareció estar en mejor posición para tomarse un descanso, descendí hasta ponerme a su lado lentamente, con cara de preocupación.

- ¡Hey! ¿Te encuentras bien? Te veo algo pálido... - Antes de recibir una respuesta, ya estaba haciendo llover algo de Fulgor sobre él. Sabía que no era una persona malvada, ni siquiera cuando Akashi estaba en control, por lo que esperaba que la luz celestial sanara y revigorizara al pelirrojo. - ¿Qué ha pasado? ¿Quién era ese tipo con el que luchabas?

Dejé que me contara lo que considerase necesario, tras lo cual procedería yo a hablarle de mi propia experiencia. Desde lo que había visto al llegar, hasta la clase de enemigos que me había encontrado, no creía que fuera el mejor momento para guardarme secretos y menos con él. Quería confiar en él, y estaba empezando a pensar que era la única persona en la que podía hacerlo...

- Bueno, ¿qué propones entonces? - Preguntaría una vez nos hubiéramos puesto al día. - Aquí al lado hay una central, parece un objetivo seguro. O tal vez podríamos buscar a más aliados de Balt y organizar un asalto a gran escala al centro. Me adelanté para hacer de reconocimiento, y ahora que la exploración ha terminado creo que es un buen momento para replantear nuestra estrategia. - Me callé el hecho de que me sintiera completamente impotente, la cual era otra de las razones por las que no quería seguir por allí cerca. - Decidas lo que decidas, te acompaño. De todas formas no se me ocurre nada mejor que hacer. - Guiñando un ojo, le saqué la lengua con complicidad. Consideraba aquel pique cariñoso entre nosotros algo inherente a nuestra relación, un signo de la rivalidad sana que nos caracterizaba.

Poco después, a lo lejos se formó una extraña y solitaria nube de tormenta en medio del de otra forma despejado cielo. Arqueando una ceja, llamé la atención de Eichi por si aún no la había visto.

- ¿Qué crees que es eso? - Pregunté. - ¿Deberíamos acercarnos a ver o alejarnos por si las moscas? - Mi curiosidad me impulsaba a descubrir el origen de tan exótico fenómeno, pero había dicho que seguiría al pelirrojo así que él tenía la última palabra.

Resumen Balt:

Los dorados ojos de la pesadilla se abrieron levemente al escuchar las palabras de Dexter a través de su comunicador. De modo que el dragón también estaba por aquella zona. Además, sus palabras hicieron al luchador fruncir un poco el ceño. De modo que necesitaba pruebas físicas de sus palabras… Pues las iba a tener. El lobo entonces tomó el Den Den Mushi y se quedó callado unos momentos. Soltó un suspiro y después habló con seriedad.

- Me pillas en la quinta mierda. Voy a tardar en llegar, estoy en la ciudad central y algunos no volamos. Voy para ya corriendo, no te vayas de fiesta sin mí, colega.

Dijo para después darse cuenta de lo que estaba pasando cerca suya. Era una especie de ser robótico que estaba desmantelando otra cosa robótica. El cadejo negro alzó una ceja al quedar un poco confuso, pero el bicho no parecía ser una amenaza. Se le ocurrió una buena idea y entonces trotó hacia aquella cosa. Sus dorados ojos se clavaron en la bestia y entonces estiró el puño hacia él con la intención de que los dos lo chocasen. No estaba acostumbrado a hacer aquel tipo de cosas, pero su amigo le necesita.

- Te lo diré solo una vez, mi querido bicho de acero. Necesito ir hacia el Este, mi colega dragón quiere que cumpla una promesa de sangre de estas de los libros, ya me entiendes. Si llego tarde no va a creerme y eso no me gustaría. Te ofrezco un trato, tú me llevas hacia el este cagando leches y yo a cambio te contaré una historia interesante. También puedo agregarte piezas mejores o comprarte una buena lata de aceite, tú me entiendes. – Sin esperar respuesta se subió en él y señaló el Este. – ¡Ahora muéstrame tu velocidad!

Tal vez tenía muchísima fe, pero si la cosa accedía empezaría a ver los robots de otra forma y le estaría eternamente agradecido. De lo contrario, seguramente se enfadaba y llamaba al dragón para pedirle que le recogiese.

Zal M13:

Todo parecía haberse calmado antes de que la cosa fuese a peor. Los lagartos habían sido derrotados y todo estaba en perfectas condiciones. El rubio observó a todas las personas del lugar, analizándolas con toda la calma del mundo. Una pelirroja que se fue junto al otro chico al interior de la central, el marine de la espada, su compañera y una chica que olía raro, la cual salió corriendo de repente. No entendía lo que pasaba en aquella zona, pero debía admitir que le importaba bien poco mientras hubiese paz. Se rascó un poco la cabeza y después de unos momentos se acercó hasta la albina. Se quedó mirándola un poco pensativo y sin saber bien qué decirle. Tal vez seguir en línea recta podía ser buena idea, pero también el tratar de averiguar más cosas sobre aquellas personas y tramar un plan juntos.

- Creo que deberíamos replantearnos la táctica de correr a lo loco los dos solos. Será mejor hacer nuevas amistades por aquí, ya que tenemos con nosotros a más personas. Al menos este tío tan guapo. – Dijo entonces acercándose a Al y tratando de colocarle la mano en el hombro con una sonrisa.

Esa persona tenía una mirada apasionante y unos ojos que no había visto antes, le daba muy buenas vibraciones a decir verdad. No tardó mucho en observarle tranquilamente, esperando a que él también le mirase a los ojos. Le gustaba hablar con las personas de esa forma y no cada uno a su bola. Tosió un poco y después de unos momentos volvió a hablarle con un tono calmado y tranquilo.

- Saludos, compañero ¿Te diriges a algún sitio? Estamos cansados de avanzar solos y sería bueno un poco de compañía. Si no tienes inconveniente, claro está. – Como siempre, mantenía su sonrisa en todo momento.

El puro de Meneror, era lo único que importaba en aquel momento. Ese flamante objeto fumable con ese olor a victoria fresca que Midou observaba de reojo. Estaba por pedirle uno y sentir aquella sensación deliciosa que una vez notó en el mar del Sur. No recibió un halago por su buena acción de hacer las cosas bien en la central, pero poco importaba aquello. Ban echó mano a su paquete de tabaco y se dio cuenta de que no le quedaba. Agachó la cabeza un poco tembloroso y después de unos momentos observó al cabrón de su jefe disfrutar. Parecía una persona elegante, y encima ¿Guapa? ¿Bella? Ese puto puro lo hacía parecer así, como si una especie de aura rosa le rodease de forma increíble.

- Yo quiero uno de esos… – Dijo en voz baja mientras el pirata salía disparado rumbo a donde fuese, pues no miró ni la dirección.

Escupió a un lado y entonces soltó todo el aire que tenía, solo para coger un poco más. Sin pensárselo salió tras él usando su soru y observando aquella nube que volaba. Había perdido de vista el puro eso no era justo. Con un poco de suerte el peliblanco escupía la chusta y él podía estar bajo ella para fumarse lo que quedase. Todo por ese puro, el bello puro.

Fue en ese momento cuando el pirata empezó a lanzar una sustancia negra sobre la gente de abajo y Ban sonrió de lado. Al ser inmune a aquello, se lanzó a toda velocidad desenvainando a Azazel y Hudoku, empezando a lanzar tajos a todo el mundo que se metía en su camino. Continuaba siguiendo al pirata mientras escupía pequeños cañonazos de magma a los demás y continuaba liándose a tajos sin pensárselo ¿De qué bando eran? El chico no tenía ni puta idea, pero mientras pudiese desahogarse por no tener el puro… Antes de que le atacasen alzó el vuelo con el geppou y trató de continuar corriendo detrás de Meneror.

- Qué rápido va el puto viejo… Bien podría frenarse un poco… – Mencionó avanzando lo más rápido que podía.

Sarka:

Los soldados comienzan a refugiarse en las trincheras, aunque estas no están acabadas del todo, pues faltan los pasos por debajo de los caminos y algunos pequeños detalles más, cumplirán su función. No pudo pedir a aquellos hombres que sigan con las trincheras, lo más seguro es que quieran entrar en combate y vengar a sus hermanos caídos en tan repugnante emboscada. Aunque estaría bien terminar las construcciones, no veía desde mi posición puntos especialmente débiles, porque alzando la voz para que se me escuchará lo más lejos posible grité:

-Soldados de Balt, es la hora de hacer pagar a esos malnacidos de Meln lo que han hecho con vuestros hermanos. No tendrán perdón en este mundo ni en el más allá por tales actos. Este es el momento de sobreponeros, es el momento de alzaros como un inmaculado muro entre esa escoria y vuestras familias. Es el momento de que vuestra fe os guie hacía vuestro enemigo y os ayude a hacerlo añicos. Es el momento de mostrarle a esos monstruos, salidos de las más oscuras pesadillas, prueben vuestra inquebrantable fuerza y regresen a su agujero. ¡Es hora de la lucha!

Dicho lo cual, salte encima de la pared de la trinchera, controlando algo de aquella extraña sangre si me era posible, sino agua generada de un par de mis diales; dándole forma de una gran bola de agua, dura como el acero que lanzaría en dirección al campo de batalla. La intención era quitar esa sangre del mismo de poderla controlar, y por el camino acabar con las abominaciones de Meln. De poder controlar la extraña sangre, haría usó del manual de prisa para crear una segunda bola con la misma y repetir el proceso. No solo había querido animar a los soldados con el discurso, sino mostrándoles que se podía quitar aquélla mierda del suelo, o en su defecto que se podía combatir a aquellas criaturas.

Balt:

Me mantengo en mi sitio, sin moverme y apenas respirar. No quiero que nada de lo que haga pueda parecerle una provocación a la mujer. Al final, tras un poco, se sienta en una silla todavía apuntándome con el cuchillo. Mientras lo hace comienza a hablar acerca de lo que pasó, y sobre cómo no apoyan a nadie en la capital. Por lo que deduzco de lo que me va contando, todo el conflicto fue iniciado por Meln, aunque el resto no se quedaran atrás. Estaba a punto de preguntarle por todas las facciones y su papel en la destrucción, cuando un sonido metálico llegó desde la ventana. Tras unos instantes una figura embutida en una armadura negra apareció en la misma.

-Es amigo vuest… - No continué la frase al girarme y verla. La cara de la mujer me lo dijo todo. – No os preocupéis, no permitiré que os haga daño. – Le dije a la mujer, volviéndome a girar hacía la ventana.

Si aquel hombre estaba allí para causar daños, no podía permitir que se los provocara a la casa o a la mujer. Aquel pueblo ya había sufrido bastante, y dejarla sin su techo sería casi como condenarla. Desenvaino a Kobura y Pingū mientras me encamino hacía la ventana. De estar abierta la misma, salto fuera con una pirueta, quedándome en posición defensiva.

-No sé qué es lo que quieres, pero parece que a la señora le das bastante miedo, por lo que no debes ser muy amable. Por su reacción debes ser otro morador de la ciudad, así que, ¿Por qué asustar a tus conciudadanos? ¿No habéis sufrido ya demasiado para esto?

Tras ello esperaría su respuesta, activando el mantra por si resultaba tener más ganas de pelear que de hablar. Esperaba poder no tener que llegar a esos extremos, y menos sin saber los motivos para ello, pero debía estar preparado para todo.

Zal:

Recibo un mensaje breve y conciso, me dan las gracias por el acceso a la red de cámaras de los Apache. Para mí es no es mucho esfuerzo hacerlo, a fin de cuentas, estamos allí para ayudarles a ganar esa contienda y que la isla se pacifique. Puede que la visión de Sarka tan belicista y llena de fábricas no sea la mejor para una sociedad civilizada, pero puede que los últimos veinte años en guerra hayan derivado en tal estado. El pretor no parecía ser un tipo muy malo, si incluso intento hacer un par de chistes, malos, pero chistes, al fin y al cabo.

Veo como los misiles de la armadura golpean a la bestia tumbándola, muy posiblemente estuviera muerta, aunque siempre podía ser para atrapar a algún incauto que se acercara a comprobarlo. Los Ares siguen cumpliendo su función, mientras que mi granada parece haber acabado con un ensañamiento de los soldados de Zal con uno de Sarka. Aunque es una pena que no haya sobrevivido, al menos su muerte ha ayudado a acabar con muchos de los otros. Con el combate parece que controlado, miro alrededor. Algo más adelante, cerca de los acantilados, parece que es el paso de las tropas de Zal hacia la batalla, por lo que me decido a probar mi colgante.

-Atención control de Sarka, me dispongo a usar el colgante contra el grueso de las tropas de Zal en dirección al cuello de botella del mar con la muralla, al sureste de mi posición.

Una vez realizado el comunicado, y sin saber muy bien cómo funcionaba aquello, por eso la realización del comunicado antes de usarlo. Apunto el collar hacía donde tenía pensado usarlo y aprieto la runa que según Brum sería algo divertido. Quizás era un disparo de F.R.A.N.C.I.S, aunque eso podía matarnos a todos.

Sarka:

Veo como mis kuanais parecen ir directos al blanco, aunque por desgracia, uno de ellos impacta en un solado contrario que se cruzaba por el camino. La bestia con el arma en el brazo parece no fijarse en quien lo ha lanzado y sigue su camino a por algún soldado de Sarka. Mientras el que el otro, termina dando en el blanco haciendo que la criatura se desplome. Todo alrededor es caótico mientras corro a por mí nueva presa, dagas en mano. Los soldados de ambos bandos se despedazan unos a otros, aunque parece que las bestias ferales tienen menos honor luchando en grupos de varios contra uno.

En cuanto llego hasta el sujeto elegido, le doy un golpe para llamar su atención, nada más que se girara le lanzaría un corte con cada daga en dirección al pecho y abdomen. Lo más seguro es que el intentara desgarrarme con aquellas garras que aprecian tener. Era algo muy curioso, pues a pesar de ser todos “hermanos”, no se parecían en casi nada. ¿Cómo tan solo veinte años podían haber cambiado tanto a aquella gente? Me deshice de esos pensamientos, necesitaba estar centrado en el combate para no perecer, o verme sorprendido por más soldados.

Si la bestia se lanzaba a por mí, trataría de desviar mis ataques para defenderme de sus garras, y luego tratar de apuñar con una su costado. Estaba seguro de que sería complicado el combate, esas criaturas parecían tener grandes cualidades físicas, sin contar sus garras y dientes. Estos últimos, sin duda serían su mayor ventaja si conseguía trabar mis armas. Tendría que asegurarme de no estar lo suficientemente cerca de su cabeza en ningún momento para poder evitarlos. Tampoco podía basar mi forma de combatir en solo defensa, pero si podía probar sus habilidades luego podría adaptar mi estilo para contra restar al suyo, aunque fuera más fácil decirlo que hacerlo.

Sarka: