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Katharina von Steinhell
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Por fin comencé a saber un poco más sobre las desapariciones. Pensé que había algún pueblo cercano, pero la verdad es que no había nada según la información de John. Tal vez fue mala idea venir tan pronto contando con poca información, tal vez iba a necesitar el apoyo de más de un hombre. Si un hombre como él se sentía tenso, es porque de verdad había algo “extraño” allí. En mi vida había lidiado con diferentes personas, unas más peligrosas que otras, pero jamás tuve que lidiar con algún monstruo.
Mientras hablaba avanzábamos bordeando las colinas y al cabo de unos cuantos minutos llegamos a una zona un tanto distinta a la anterior. Allí había algo que llamó mi interés. Se trataba de cuatro surcos cortos y profundos, paralelos entre sí, casi como si se trataran de una huella. Comenzó a analizar y a comentarme lo que veía acerca de esos surcos, pero por mucho que me esforzara no podía entender lo que él me señalaba. Si se trataba de una criatura, claramente era de enormes magnitudes y mucho peso; si era la responsable de las desapariciones, teníamos que tener mucho cuidado. Al principio era ganado, después humanos, no sabíamos cuando podíamos ser nosotros.
Miré hacia las colinas y pude ver un paso más grande que el anterior. Tal vez usarlo era la única forma de avanzar y llegar a algo más concreto porque así como íbamos no llegaríamos a nada. El tiempo pasaba y nuestras vidas estaban en riesgo, aunque también mis fondos lo estaban.
–Tomé una decisión –le comenté mostrándole la libreta–. Estoy suponiendo que todas las rutas son igual de peligrosas, pero realmente quiero avanzar por el paso que tenemos en frente –señalé las colinas–. Sin embargo, no estoy segura si pueda seguirte el paso.
Realmente no estaba segura de sí podía seguirle el paso. Las colinas se veían peligrosas y el andar por ahí era complicado, pero valía la pena arriesgarme. Era la única forma de asegurarme si los rumores eran ciertos o no, era la única forma de obtener la información que necesitaba. No podía retroceder, no era el primer peligro con el que tendría que lidiar y si no era capaz de seguir avanzando, no podría superar obstáculos aún más complicados.
–Sin embargo –agregué de repente–, daré mi máximo para seguirte el paso, John-san.
Mientras hablaba avanzábamos bordeando las colinas y al cabo de unos cuantos minutos llegamos a una zona un tanto distinta a la anterior. Allí había algo que llamó mi interés. Se trataba de cuatro surcos cortos y profundos, paralelos entre sí, casi como si se trataran de una huella. Comenzó a analizar y a comentarme lo que veía acerca de esos surcos, pero por mucho que me esforzara no podía entender lo que él me señalaba. Si se trataba de una criatura, claramente era de enormes magnitudes y mucho peso; si era la responsable de las desapariciones, teníamos que tener mucho cuidado. Al principio era ganado, después humanos, no sabíamos cuando podíamos ser nosotros.
Miré hacia las colinas y pude ver un paso más grande que el anterior. Tal vez usarlo era la única forma de avanzar y llegar a algo más concreto porque así como íbamos no llegaríamos a nada. El tiempo pasaba y nuestras vidas estaban en riesgo, aunque también mis fondos lo estaban.
–Tomé una decisión –le comenté mostrándole la libreta–. Estoy suponiendo que todas las rutas son igual de peligrosas, pero realmente quiero avanzar por el paso que tenemos en frente –señalé las colinas–. Sin embargo, no estoy segura si pueda seguirte el paso.
Realmente no estaba segura de sí podía seguirle el paso. Las colinas se veían peligrosas y el andar por ahí era complicado, pero valía la pena arriesgarme. Era la única forma de asegurarme si los rumores eran ciertos o no, era la única forma de obtener la información que necesitaba. No podía retroceder, no era el primer peligro con el que tendría que lidiar y si no era capaz de seguir avanzando, no podría superar obstáculos aún más complicados.
–Sin embargo –agregué de repente–, daré mi máximo para seguirte el paso, John-san.
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El hombre suspira, saca su arco y comienza a encordarlo.
- No sé cómo de útil será esto contra esa bestia si aparece... pero en fin, allá vamos. Directos a la boca del lobo.
El paso resulta ser "fácil" de transitar. Es un intrincado y serpenteante camino entre las colinas. En algunos puntos se estrecha bastante y resulta casi claustrofóbico, pero lo que está claro es que en todo momento es intimidante. Las paredes son casi verticales en torno a este y junto con los afilados picos dan la impresión de estar en la boca de un gigantesco ser de piedra, rodeado por sus colmillos. Evidentemente no es así, pero no deja de resultar desagradable. Llegado cierto punto, una grieta en el terreno, una sima, corta el paso. Parece que puede intentar bordearse tanto por la izquierda como por la derecha, pero el borde es muy estrecho en algunos puntos y un mal paso os haría caer. De un lado a otro hay unos dos metros y medio. ¿Qué harás ahora?
- Parece que hemos llegado a un punto muerto - comenta el hombre.
Si te fijas... parece que hay un punto por donde puedes descender hacia el interior de la sima. Un bordillo que desciende por la pared hacia el fondo del precipicio, unos diez metros más abajo.
- No sé cómo de útil será esto contra esa bestia si aparece... pero en fin, allá vamos. Directos a la boca del lobo.
El paso resulta ser "fácil" de transitar. Es un intrincado y serpenteante camino entre las colinas. En algunos puntos se estrecha bastante y resulta casi claustrofóbico, pero lo que está claro es que en todo momento es intimidante. Las paredes son casi verticales en torno a este y junto con los afilados picos dan la impresión de estar en la boca de un gigantesco ser de piedra, rodeado por sus colmillos. Evidentemente no es así, pero no deja de resultar desagradable. Llegado cierto punto, una grieta en el terreno, una sima, corta el paso. Parece que puede intentar bordearse tanto por la izquierda como por la derecha, pero el borde es muy estrecho en algunos puntos y un mal paso os haría caer. De un lado a otro hay unos dos metros y medio. ¿Qué harás ahora?
- Parece que hemos llegado a un punto muerto - comenta el hombre.
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Pensé que al hombre le había desagradado mi decisión, después de todo parecía que estábamos buscando a la bestia, pero no dejaba de ser una posibilidad, ¿o sí? Como sea, la decisión estaba tomada y teníamos que seguir el camino. A medida que avanzábamos pude ver que el camino no era tan complicado como pudo haber sido, no era partidaria de los que creen en la suerte, pero en ese momento podía decir que esta estaba con nosotros. Sin embargo, el camino no dejaba de ser intimidante y desagradables. En ocasiones teníamos que pasar por paredes muy estrechas; por fin había encontrado una buena utilidad el ser pequeña y delgada.
Me detuve un momento para fijarme en lo que estaba frente a mis ojos. Las peligrosas paredes que seguían, y sumando la escalofriante cantidad de picos que emergían, daban la impresión de que estábamos avanzando directamente hacia la boca de la bestia. Pese a que era una idea ficticia, no dejaba de incomodarme. Con el fin de nuestra suerte llegamos a una sima que cortaba el paso y me exigía tomar una decisión.
–Me gustaría escuchar tu opinión sobre el camino que debemos tomar –le escribí en la libreta–. Después de todo, estamos juntos en esto.
No tenía idea de cómo hubiera conseguido llegar hasta donde estaba sin la ayuda de John. Sin duda era un profesional y al recordar que había dudado de sus habilidades me sentí un poco idiota. Seguramente él no tendría problemas en cruzar de un lado a otro tomando el camino que tomara, pero yo tenía mis desventajas. No era lo suficientemente fuerte como para darme un gran impulso y saltar. Sin embargo, recordé algunas cosas que había entrenado junto a Sarkan. En base a eso podía comenzar a organizar mi plan.
–¿Qué harías? –terminé añadiendo inmediatamente después de enseñarle las hojas anteriores.
Primero escucharía su opinión respecto a lo que debíamos enfrentar. Por mi parte pensaba que bordear la sima era la opción más conveniente para mí debido a mi tamaño y agilidad. Podía notarse que no era una intimidante guerrera, pero lo que no tenía de fuerte lo tenía de ágil. Con un cuerpo adecuado, y dependiendo de la situación, podría actuar de mejor forma gracias a esa característica.
Una vez terminara de responder y me diera su opinión, escribiría en la libreta mi posible decisión.
–No tengo la fuerza suficiente para dar grandes saltos –escribí en ella–, pero creo ser lo suficientemente ágil para actuar con seguridad. Sea la derecha o la izquierda, si elegimos esta decisión, prefiero que tú elijas en qué dirección ir.
Me detuve un momento para fijarme en lo que estaba frente a mis ojos. Las peligrosas paredes que seguían, y sumando la escalofriante cantidad de picos que emergían, daban la impresión de que estábamos avanzando directamente hacia la boca de la bestia. Pese a que era una idea ficticia, no dejaba de incomodarme. Con el fin de nuestra suerte llegamos a una sima que cortaba el paso y me exigía tomar una decisión.
–Me gustaría escuchar tu opinión sobre el camino que debemos tomar –le escribí en la libreta–. Después de todo, estamos juntos en esto.
No tenía idea de cómo hubiera conseguido llegar hasta donde estaba sin la ayuda de John. Sin duda era un profesional y al recordar que había dudado de sus habilidades me sentí un poco idiota. Seguramente él no tendría problemas en cruzar de un lado a otro tomando el camino que tomara, pero yo tenía mis desventajas. No era lo suficientemente fuerte como para darme un gran impulso y saltar. Sin embargo, recordé algunas cosas que había entrenado junto a Sarkan. En base a eso podía comenzar a organizar mi plan.
–¿Qué harías? –terminé añadiendo inmediatamente después de enseñarle las hojas anteriores.
Primero escucharía su opinión respecto a lo que debíamos enfrentar. Por mi parte pensaba que bordear la sima era la opción más conveniente para mí debido a mi tamaño y agilidad. Podía notarse que no era una intimidante guerrera, pero lo que no tenía de fuerte lo tenía de ágil. Con un cuerpo adecuado, y dependiendo de la situación, podría actuar de mejor forma gracias a esa característica.
Una vez terminara de responder y me diera su opinión, escribiría en la libreta mi posible decisión.
–No tengo la fuerza suficiente para dar grandes saltos –escribí en ella–, pero creo ser lo suficientemente ágil para actuar con seguridad. Sea la derecha o la izquierda, si elegimos esta decisión, prefiero que tú elijas en qué dirección ir.
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John mira con cierta inseguridad el precipicio y al leer tu libreta suspira, dirigiéndose hacia la derecha y comenzando a bordear con cuidado.
- Bien... allá vamos. Sinceramente espero que te vayan a pagar mucho por esta investigación, porque nos estamos metiendo en la boca del lobo.
Comenzáis a bordear con cuidado. En ciertos momentos alguna piedrita cae o se desprende un cacho pequeño del borde, pero salvo esos sustos puntuales lográis bordear sin problema alguno. Os lleva vuestros buenos minutos, sin embargo. Al llegar al otro lado, John se tensa de repente y se esconde tras una irregularidad de la pared, haciéndote gestos para que le imites.
- He escuchado algo - susurra.
No pasa demasiado antes de que tú también lo captes: ruido de pasos, bastantes, voces de un grupo de hombres y alguna risa. Parecen lejanos... de momento, al menos. Te has cogido un guía con buen oído.
- Si bien podría no ser nada, apostaría mi arco a que no son buena gente. ¡Rápido! Alejémonos.
Comenzáis a avanzar a paso rápido con John a la cabeza. El cazador avanza medio encorvado, atento al suelo y parándose de vez en cuando a observar las cimas sobre vosotros y escuchar los sonidos. Finalmente llegáis a una zona donde el camino se ensancha; de hecho no hay un camino claro. Estáis en una zona donde se unen cinco colinas, y tanto podríais intentar subir a alguna (la pendiente no es muy empinada), como pasar entre algunas. Tras acercarse a un paso particularmente estrecho, tu compañero dice:
- Este sendero desciende a una zona más profunda. ¿Qué quieres hacer? Es... probable que los bandidos, si es que lo eran, tengan a gente oteando en las colinas. Metiéndonos por ahí abajo tal vez no nos vean, pero puede que no tenga salida. Podríamos acabar arrinconados entre la espada y la pared. Lo bueno es que demasiado estrecho para el monstruo ese que buscas, pero por otro lado precisamente ese es otro problema. En fin, tú pagas, tú mandas.
- Bien... allá vamos. Sinceramente espero que te vayan a pagar mucho por esta investigación, porque nos estamos metiendo en la boca del lobo.
Comenzáis a bordear con cuidado. En ciertos momentos alguna piedrita cae o se desprende un cacho pequeño del borde, pero salvo esos sustos puntuales lográis bordear sin problema alguno. Os lleva vuestros buenos minutos, sin embargo. Al llegar al otro lado, John se tensa de repente y se esconde tras una irregularidad de la pared, haciéndote gestos para que le imites.
- He escuchado algo - susurra.
No pasa demasiado antes de que tú también lo captes: ruido de pasos, bastantes, voces de un grupo de hombres y alguna risa. Parecen lejanos... de momento, al menos. Te has cogido un guía con buen oído.
- Si bien podría no ser nada, apostaría mi arco a que no son buena gente. ¡Rápido! Alejémonos.
Comenzáis a avanzar a paso rápido con John a la cabeza. El cazador avanza medio encorvado, atento al suelo y parándose de vez en cuando a observar las cimas sobre vosotros y escuchar los sonidos. Finalmente llegáis a una zona donde el camino se ensancha; de hecho no hay un camino claro. Estáis en una zona donde se unen cinco colinas, y tanto podríais intentar subir a alguna (la pendiente no es muy empinada), como pasar entre algunas. Tras acercarse a un paso particularmente estrecho, tu compañero dice:
- Este sendero desciende a una zona más profunda. ¿Qué quieres hacer? Es... probable que los bandidos, si es que lo eran, tengan a gente oteando en las colinas. Metiéndonos por ahí abajo tal vez no nos vean, pero puede que no tenga salida. Podríamos acabar arrinconados entre la espada y la pared. Lo bueno es que demasiado estrecho para el monstruo ese que buscas, pero por otro lado precisamente ese es otro problema. En fin, tú pagas, tú mandas.
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La decisión ya estaba tomada por lo que tomaríamos el camino de la derecha. John bordeaba con mucho cuidado mientras que yo intentaba lo mejor que podía sus pasos. A medida que avanzábamos, el cazador comentó que esperaba que me fueran a pagar mucho por la investigación que estaba realizando; ciertamente, nadie me había contratado para que recogiera información, era más bien un deseo personal.
El camino no resultó ser tan peligroso como pudo haber sido. De vez en cuando el caer de una pequeña piedrecilla hacía que mi corazón se detuviera y mis ojos, penetrantes, se posaran en el pequeño cuerpo inerte. Más allá de eso no hubo mayores complicaciones, sin embargo, John de repente se pega a la pared y me hace gestos para que hiciera lo mismo.
La razón por la que mi compañero y guía se detuvo fue por advertir sonidos. También los escuché, se trataban de vocecillas, algunas risas y muchos pasos. John tenía razón, podía ser gente con malas intenciones y no nos podíamos arriesgar. Comenzamos a movernos y, por mi parte, seguía los pasos del cazador quien avanzaba medio encorvado, atento a lo que sucedía en su entorno. Finalmente, llegamos a otro punto en donde debíamos decidir qué camino tomar, pero… ¿acaso era posible? No se veía ningún camino, al menos no uno claro.
Dentro de mi cabeza comencé a estructurar mis ideas para formular un plan. Subir, debido a su inclinación, podía ser una buena idea, pero si aparecía el monstruo seríamos presa fácil y apostaba mi guadaña que combatir contra el monstruo era más complicado que enfrentarnos a un grupo de bandidos. No obstante, también contábamos con buena visibilidad y si éramos precavidos, podíamos avanzar sigilosamente, aunque John tenía razón al decir que los posibles bandidos contaban con exploradores. Nuestra otra opción era adentrarnos en un camino estrecho y profundo, aparentemente más peligroso que el anterior, pero era un riesgo que debía tomar. Podía, perfectamente, no tener salida y acabar muerta bajo la espada de un bruto bandido.
–Creo que deberíamos seguir por este camino –señalé el estrecho pasaje–. Cuento con algunos trucos que me permitirían luchar de forma brutal en un camino estrecho.
Era cierto. Dependiendo de qué tan estrecho se tornara, podía eliminar a un hombre y absorber su alma para usar mi conjuro Bola de Fuego y provocar una pequeña explosión y en caso de que alguien saliera herido, contaba con mi conjuro de sanación. Si bien mi intención no era luchar, tenía que prepararme por si algo salía mal. Confiaba en mi instinto y creía que nos llevaría por un buen camino y en caso de no tener salida, debíamos confiar en nuestras habilidades.
El camino no resultó ser tan peligroso como pudo haber sido. De vez en cuando el caer de una pequeña piedrecilla hacía que mi corazón se detuviera y mis ojos, penetrantes, se posaran en el pequeño cuerpo inerte. Más allá de eso no hubo mayores complicaciones, sin embargo, John de repente se pega a la pared y me hace gestos para que hiciera lo mismo.
La razón por la que mi compañero y guía se detuvo fue por advertir sonidos. También los escuché, se trataban de vocecillas, algunas risas y muchos pasos. John tenía razón, podía ser gente con malas intenciones y no nos podíamos arriesgar. Comenzamos a movernos y, por mi parte, seguía los pasos del cazador quien avanzaba medio encorvado, atento a lo que sucedía en su entorno. Finalmente, llegamos a otro punto en donde debíamos decidir qué camino tomar, pero… ¿acaso era posible? No se veía ningún camino, al menos no uno claro.
Dentro de mi cabeza comencé a estructurar mis ideas para formular un plan. Subir, debido a su inclinación, podía ser una buena idea, pero si aparecía el monstruo seríamos presa fácil y apostaba mi guadaña que combatir contra el monstruo era más complicado que enfrentarnos a un grupo de bandidos. No obstante, también contábamos con buena visibilidad y si éramos precavidos, podíamos avanzar sigilosamente, aunque John tenía razón al decir que los posibles bandidos contaban con exploradores. Nuestra otra opción era adentrarnos en un camino estrecho y profundo, aparentemente más peligroso que el anterior, pero era un riesgo que debía tomar. Podía, perfectamente, no tener salida y acabar muerta bajo la espada de un bruto bandido.
–Creo que deberíamos seguir por este camino –señalé el estrecho pasaje–. Cuento con algunos trucos que me permitirían luchar de forma brutal en un camino estrecho.
Era cierto. Dependiendo de qué tan estrecho se tornara, podía eliminar a un hombre y absorber su alma para usar mi conjuro Bola de Fuego y provocar una pequeña explosión y en caso de que alguien saliera herido, contaba con mi conjuro de sanación. Si bien mi intención no era luchar, tenía que prepararme por si algo salía mal. Confiaba en mi instinto y creía que nos llevaría por un buen camino y en caso de no tener salida, debíamos confiar en nuestras habilidades.
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El camino va descendiendo, angosto, retorcido y traicionero. El suelo no es liso, si no que está compuesto por diferentes rocas irregulares a modo de tosca escalera natural, en algunos puntos resbaladizas. En cierto punto la pendiente se hace más suave, y os encontráis avanzando hacia una zona llena de... ¿agua? No alcanzáis a ver si viene de un lago o de qué debido a que la sima traza un giro más adelante y os impide ver cómo o hacia dónde continúa. De repente John te da un toque en el brazo y señala un punto unos dos metros hacia el interior del agua.
- Eso parece una cueva... ¿deberíamos probar suerte? Es eso, dar media vuelta o intentar nadar. Y yo no cobro por mojarme.
Se acerca al agua, tanteando el fondo con su arco.
- No parece mucho más profunda que un arroyo... pero quién sabe un metro más allá.
Otra opción podría ser intentar avanzar agarrándose a los salientes de la pared, pero eso podría ser un remedio peor al problema. ¿O no? Nuevamente, decisión tuya.
- Eso parece una cueva... ¿deberíamos probar suerte? Es eso, dar media vuelta o intentar nadar. Y yo no cobro por mojarme.
Se acerca al agua, tanteando el fondo con su arco.
- No parece mucho más profunda que un arroyo... pero quién sabe un metro más allá.
Otra opción podría ser intentar avanzar agarrándose a los salientes de la pared, pero eso podría ser un remedio peor al problema. ¿O no? Nuevamente, decisión tuya.
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El camino nos terminó llevando hasta una zona repleta de agua. Estaba consciente de mi debilidad ante el agua y por ello, tal vez, la mejor opción era devolvernos y usar el otro camino. Sin embargo, recordé un antiguo dicho sobre un pescador: “cuando te estás ahogando y hay marcha atrás, lo único que queda es seguir adelante rezando para encontrar una salida”. No era precisamente así, pero se parecía.
Si quería seguir adelante, debía contarle cosas de mí a John. Sin duda era fundamental que supiese que estaba acompañado de una persona que consumió una fruta del diablo, por lo tanto, tomé mi libreta y comencé a escribir rápidamente.
–John-san –escribí en ella–, devolvernos sería la peor opción. Sin embargo, debo contarte que el agua es mi principal debilidad. Cuando solo era una niña, me vi “obligada” a comer una fruta del diablo y ahora soy una mujer bruja –le mostré el libro–. Con esto, puedo conjurar distintos hechizos.
No le dije nada más. No le mencionaría que mi poder se alimentaba de la muerte, de las almas de las personas. Contarle la verdad era un riesgo que debía tomar para seguir adelante y si me aceptaba, bien por ambos, pero en cualquier caso estábamos juntos y aún teníamos un contrato.
–Si el agua comienza a ser más profunda, tendré dificultades debido a que no puedo nadar –le expliqué–. Sin embargo, soy liviana y si puedes cargarme en caso de emergencia, ya tendríamos una solución.
Analicé la opción de agarrarme por los salientes de la pared, pero creía que era más factible la idea de cruzar el pequeño “arroyo” y en cualquier caso apoyarme de John. ¿Qué tanto pesaría una niña como yo? En todo caso, esperaría su respuesta antes de tomar cualquier decisión y si estaba de acuerdo en cargarme ante un caso de emergencia, sugeriría que entráramos a la cueva. Si estaba en desacuerdo, me gustaría analizar la opción de volver y buscar otra ruta, aunque el tiempo pasaba y en cualquier momento los bandidos nos podían atacar.
Si quería seguir adelante, debía contarle cosas de mí a John. Sin duda era fundamental que supiese que estaba acompañado de una persona que consumió una fruta del diablo, por lo tanto, tomé mi libreta y comencé a escribir rápidamente.
–John-san –escribí en ella–, devolvernos sería la peor opción. Sin embargo, debo contarte que el agua es mi principal debilidad. Cuando solo era una niña, me vi “obligada” a comer una fruta del diablo y ahora soy una mujer bruja –le mostré el libro–. Con esto, puedo conjurar distintos hechizos.
No le dije nada más. No le mencionaría que mi poder se alimentaba de la muerte, de las almas de las personas. Contarle la verdad era un riesgo que debía tomar para seguir adelante y si me aceptaba, bien por ambos, pero en cualquier caso estábamos juntos y aún teníamos un contrato.
–Si el agua comienza a ser más profunda, tendré dificultades debido a que no puedo nadar –le expliqué–. Sin embargo, soy liviana y si puedes cargarme en caso de emergencia, ya tendríamos una solución.
Analicé la opción de agarrarme por los salientes de la pared, pero creía que era más factible la idea de cruzar el pequeño “arroyo” y en cualquier caso apoyarme de John. ¿Qué tanto pesaría una niña como yo? En todo caso, esperaría su respuesta antes de tomar cualquier decisión y si estaba de acuerdo en cargarme ante un caso de emergencia, sugeriría que entráramos a la cueva. Si estaba en desacuerdo, me gustaría analizar la opción de volver y buscar otra ruta, aunque el tiempo pasaba y en cualquier momento los bandidos nos podían atacar.
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El cazador asiente tras leer tu respuesta y te hace un gesto para que le dejes pasar a él primero. Ves que se mete en el agua, y aunque turbia no parece demasiado profunda. Ni siquiera llega a cubrirle las botas hasta arriba del todo, aunque por otro lado son de las largas. Tú igual salgas un poco empapada.
- Pisa donde pise yo y ten cuidado. No sería difícil que resbalaras o metieras el pie en una poza si no te andas con ojo.
Tras unos instantes bastante desagradables, llegáis a la cueva. Es una gruta natural llena de estalactitas y estalagmitas, aparentemente bastante grande y llena de recovecos. Al entrar, John se sienta a quitarse las botas y vaciar el agua en el suelo. Parece que le ha entrado un poco de todos modos. Después de un momento que aprovecha para cambiarse de calcetines, seguís avanzando, y pronto comprobáis que el lugar no es tan grande como parece. Es de un único camino, que recorréis en poco tiempo... cuando de repente John te hace parar antes de girar una esquina.
- ¿Hueles eso? Apesta a muerte. Creo que estamos entrando en la guarida de algo. En caso de que vayamos a seguir... - murmura, colocando una cuerda en el arco - Prepárate por si hay que combatir. Por suerte no creo que sea muy grande viendo el lugar...
- Pisa donde pise yo y ten cuidado. No sería difícil que resbalaras o metieras el pie en una poza si no te andas con ojo.
Tras unos instantes bastante desagradables, llegáis a la cueva. Es una gruta natural llena de estalactitas y estalagmitas, aparentemente bastante grande y llena de recovecos. Al entrar, John se sienta a quitarse las botas y vaciar el agua en el suelo. Parece que le ha entrado un poco de todos modos. Después de un momento que aprovecha para cambiarse de calcetines, seguís avanzando, y pronto comprobáis que el lugar no es tan grande como parece. Es de un único camino, que recorréis en poco tiempo... cuando de repente John te hace parar antes de girar una esquina.
- ¿Hueles eso? Apesta a muerte. Creo que estamos entrando en la guarida de algo. En caso de que vayamos a seguir... - murmura, colocando una cuerda en el arco - Prepárate por si hay que combatir. Por suerte no creo que sea muy grande viendo el lugar...
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El hombre se tomó con una agradable tranquilidad lo que le dije. Me hizo un gesto para que lo dejar pasar primero y me advirtió que tuviera cuidado por donde pisaba. Avanzaba lentamente para no caerme y me fui dando cuenta que en realidad no eran tan profundo; en un momento así, deseaba tener un conjuro que me permitiera levitar. Quizás comenzaría a trabajar en ello una vez que haya rescatado la suficiente información para determinar qué era el causante de las desapariciones.
Después de unos instantes, llegamos a la cueva. Parecía más bien la boca de un monstruo, cada estalactita parecía ser un enorme diente que amenazaba con devorarnos. Mi compañero comenzó a secarse los pies y le seguí con lo mismo; mis pies estaban completamente mojados. Retiré mis botas cuidadosamente y las vacié para volvérmelas a poner. Después del cambio continuamos avanzando y nos dimos cuenta que solo había un camino.
La muerte… Estaba un tanto familiarizada con ella y lo que decía John era cierto: este lugar apestaba a muerte. Tenía mucho sentido decir que parecía ser la cueva de algo, y a juzgar por su tamaño y forma podía ser una bestia. Sin embargo, no contaba con la suficiente información sobre las bestias que merodeaban el lugar, a lo más sabía sobre un dragón, pero parecía ser solo una criatura de leyenda. Esperaba que no fuera cierto, después de todo, ¿quién querría enfrentarse a un dragón?
Al mismo tiempo que John preparaba su arma, yo preparé las mías. Bajo mi capa tenía mi libro para conjurar algún hechizo en caso de emergencia y en mi espalda llevaba la guadaña para combatir a corta distancia; por supuesto que también llevaba mi pistola para repartir balas. En cualquier caso, la única opción que teníamos era seguir avanzando y se lo hice ver al cazador.
–Avancemos –escribí en mi libreta–. Espero no tener que luchar aquí.
Debido a que ese lugar apestaba a muerte, tal vez me encontraría con algún alma. En caso de ser así, la almacenaría rápidamente en mi librillo y seguiría avanzando sigilosamente. Si aparecía la bestia, aguardaría las instrucciones de John y evaluaría la situación para comenzar a armar una estrategia de combate.
Después de unos instantes, llegamos a la cueva. Parecía más bien la boca de un monstruo, cada estalactita parecía ser un enorme diente que amenazaba con devorarnos. Mi compañero comenzó a secarse los pies y le seguí con lo mismo; mis pies estaban completamente mojados. Retiré mis botas cuidadosamente y las vacié para volvérmelas a poner. Después del cambio continuamos avanzando y nos dimos cuenta que solo había un camino.
La muerte… Estaba un tanto familiarizada con ella y lo que decía John era cierto: este lugar apestaba a muerte. Tenía mucho sentido decir que parecía ser la cueva de algo, y a juzgar por su tamaño y forma podía ser una bestia. Sin embargo, no contaba con la suficiente información sobre las bestias que merodeaban el lugar, a lo más sabía sobre un dragón, pero parecía ser solo una criatura de leyenda. Esperaba que no fuera cierto, después de todo, ¿quién querría enfrentarse a un dragón?
Al mismo tiempo que John preparaba su arma, yo preparé las mías. Bajo mi capa tenía mi libro para conjurar algún hechizo en caso de emergencia y en mi espalda llevaba la guadaña para combatir a corta distancia; por supuesto que también llevaba mi pistola para repartir balas. En cualquier caso, la única opción que teníamos era seguir avanzando y se lo hice ver al cazador.
–Avancemos –escribí en mi libreta–. Espero no tener que luchar aquí.
Debido a que ese lugar apestaba a muerte, tal vez me encontraría con algún alma. En caso de ser así, la almacenaría rápidamente en mi librillo y seguiría avanzando sigilosamente. Si aparecía la bestia, aguardaría las instrucciones de John y evaluaría la situación para comenzar a armar una estrategia de combate.
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Al girar, os encontráis con un espacio abierto grande, con forma ovalada. El lugar apesta y hay cadáveres de diferentes animales en diferente estado de putrefacción, además del de un hombre. Has tenido suerte, parece que has logrado un alma normal. De repente escuchas un siseo y un rayo cruza la estancia impactando en el cuerpo de John, el cual se queda totalmente tieso y cae al suelo. ¿Muerto, inconsciente? No tienes tiempo para comprobarlo, pues tienes problemas más graves. Una bestia serpentina azul sale siseando de entre las sombras. Es bastante grande, debe medir unos siete u ocho metros de largo y tiene un montón de pequeñas piernas. Sus fauces aún chispean por el rayo que acaba de liberar y te mira siseando. Piensa rápido, porque estás en serios aprietos. Aún no ha atacado, pero parece que vaya a hacerlo en cualquier momento.
- bicho:
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Jamás había visto algo tan grande en mi vida. De un segundo a otro vi como John era impactado por un rayo y caía pesadamente al suelo. No tenía idea estaba vivo o inconsciente, pero seguramente no tendría tiempo para ir a comprobarlo. Para usar un conjuro de sanación debía saber si estaba vivo o no porque si estaba muerto, no serviría de nada. Debía actuar rápido. En mi cabeza comencé a analizar todos los movimientos ofensivos que podía realizar… Primero pensé en el conjuro bola de fuego, pero no sabía exactamente hacia donde apuntar. También tenía el hechizo rayo congelante, pero era más efectivo contra criaturas más pequeñas debido a su alcance. Miré mi cinturón y me di cuenta que contaba con mi pistola y algunas municiones.
Miré a la bestia completamente anonada. Estaba en una situación muy difícil, anteriormente había tomado decisiones sin pensarlas con mucho cuidado, pero ahora me encontraba con un verdadero obstáculo. «¡Piensa, joder, piensa!», me repetía una y otra vez en la cabeza. Era una bestia aterradora que sin duda era muy resistente además de poder lanzar rayos por la boca, sin embargo, el único dato verdadero que tenía sobre ella era este último. ¿Y si no era tan resistente como se veía? Era una posibilidad, pero no me gustaría arriesgarme. ¿Y si en realidad no era tan rápida y mi agilidad podía ser útil? Tampoco lo sabía.
Mis decisiones siempre fueron basadas en la razón y para conseguir mis objetivos estaba dispuesta a realizar cualquier tipo de sacrificio. Ya había comprobado que John no murió, de lo contrario, habría visto su alma aunque no sabía qué tan dañado podía estar. Debía causar una distracción para evaluar sus sentidos y resistencia; estábamos en una cueva, provocar un derrumbe intencional y hacer que unas cuantas rocas caigan encima de la bestia era una opción. Tal vez podía ralentizarla un poco, pero tal vez solo fallaría y desperdiciaría tiempo. Por otra parte, apuntar y disparar directamente a su rostro sería asegurar que mi bola de fuego le causaría daño.
–John-san –hablé por primera vez en nuestro viaje esperando que hiciera algún movimiento–, si puedes moverte, haz cualquier gesto y te sanaré para que juntos combatamos con la bestia.
Evalué en pocos segundos el tipo de alma que había absorbido y se trataba de un alma normal. Considerando el coste de mis conjuros, aquella alma era más poderosa y probaría suerte. Si usaba todo el poder del alma, tal vez conseguiría una versión más poderosa de mis hechizos, pero también cabía la posibilidad de que no se usara todo el poder que el alma brindaba. Al lanzar cualquier conjuro comprobaría las posibles teorías.
Esperaría unos pocos segundos para comprobar si John efectivamente podía moverse y así lo sanaría a distancia para reducir sus heridas un poco y si tenía cuidado, podría volver a sanarlo después de un tiempo. Por otra parte, si no me respondía intentaría provocar un ligero derrumbe usando mi hechizo bola de fuego en dirección hacia el techo que estaba sobre la bestia con la intención de evaluar su resistencia. Finalmente, independiente de las dos posibilidades, intentaría colocarme en una posición más segura y usar mi agilidad y velocidad para esquivar con mayor facilidad.
Miré a la bestia completamente anonada. Estaba en una situación muy difícil, anteriormente había tomado decisiones sin pensarlas con mucho cuidado, pero ahora me encontraba con un verdadero obstáculo. «¡Piensa, joder, piensa!», me repetía una y otra vez en la cabeza. Era una bestia aterradora que sin duda era muy resistente además de poder lanzar rayos por la boca, sin embargo, el único dato verdadero que tenía sobre ella era este último. ¿Y si no era tan resistente como se veía? Era una posibilidad, pero no me gustaría arriesgarme. ¿Y si en realidad no era tan rápida y mi agilidad podía ser útil? Tampoco lo sabía.
Mis decisiones siempre fueron basadas en la razón y para conseguir mis objetivos estaba dispuesta a realizar cualquier tipo de sacrificio. Ya había comprobado que John no murió, de lo contrario, habría visto su alma aunque no sabía qué tan dañado podía estar. Debía causar una distracción para evaluar sus sentidos y resistencia; estábamos en una cueva, provocar un derrumbe intencional y hacer que unas cuantas rocas caigan encima de la bestia era una opción. Tal vez podía ralentizarla un poco, pero tal vez solo fallaría y desperdiciaría tiempo. Por otra parte, apuntar y disparar directamente a su rostro sería asegurar que mi bola de fuego le causaría daño.
–John-san –hablé por primera vez en nuestro viaje esperando que hiciera algún movimiento–, si puedes moverte, haz cualquier gesto y te sanaré para que juntos combatamos con la bestia.
Evalué en pocos segundos el tipo de alma que había absorbido y se trataba de un alma normal. Considerando el coste de mis conjuros, aquella alma era más poderosa y probaría suerte. Si usaba todo el poder del alma, tal vez conseguiría una versión más poderosa de mis hechizos, pero también cabía la posibilidad de que no se usara todo el poder que el alma brindaba. Al lanzar cualquier conjuro comprobaría las posibles teorías.
Esperaría unos pocos segundos para comprobar si John efectivamente podía moverse y así lo sanaría a distancia para reducir sus heridas un poco y si tenía cuidado, podría volver a sanarlo después de un tiempo. Por otra parte, si no me respondía intentaría provocar un ligero derrumbe usando mi hechizo bola de fuego en dirección hacia el techo que estaba sobre la bestia con la intención de evaluar su resistencia. Finalmente, independiente de las dos posibilidades, intentaría colocarme en una posición más segura y usar mi agilidad y velocidad para esquivar con mayor facilidad.
- Conjuros usados:
- Para la primera opción:
Sanar: Rodea al objetivo de energía arcana para sanar las heridas. Las heridas descenderán a un rango inferior (permite sanar heridas moderadas, leves e insignificantes). Tiene un alcance de 15 metros + 1 por cada 5 niveles, es decir, puede usarlo sobre otro objetivo en ese rango. Tiempo de recarga: 2 turnos. Solo puede ser usado dos veces por combate.
Para la segunda opción:
Bola de Fuego: Forma un pentáculo rojo frente a su mano y posteriormente lanza una bola de fuego del tamaño de una rueda de un camión. Esta bola tiene una velocidad inicial de 90 m/s + 10 m/s por cada 5 niveles. Al recorrer veinte metros esta se desvanece. Al impactar contra un cuerpo u objeto, causa una explosión con un radio de 1’5 m. + 0’5m. por cada diez niveles. Tiempo de recarga: 1 turno. Necesita de un alma pequeña o dos insignificantes.
Ivan Markov
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John no reacciona. No tienes claro si está inconsciente o aún en shock por la terrible descarga que acaba de recibir, pero en todo caso ni siquiera te ha hecho un gesto. Mientras comienzas a formular el conjuro, el ser ruge y repliega sus patas contra su cuerpo, comenzando a reptar velozmente hacia ti. Pero la explosión causada por la bola hace que una parte del techo se desplome y caiga sobre la fiera, que da un grito de agonía. Durante un instante todo se queda en silencio salvo por algunas piedras que siguen rodando, mientras la polvareda va poco a poco disipándose. Casi parece que has ganado, cuando...
- Sssssucia humana - alcanzas a escuchar.
De repente los escombros son apartados violentamente y la serpiente se alza, rugiendo. Está ensangrentada y evidentemente muy cabreada. Con un siseo furioso se alza sobre ti y se lanza a por tu cuerpo, tratando de atraparte con las fauces y destrozarte de un mordisco.
PD: A efectos de stats, cuenta como un luchador del mono nivel 23 con fuerza aumentada x2.
Katharina von Steinhell
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Era evidente. John no reaccionaba, me alegré de no haber gastado un conjuro en él puesto que no me serviría de nada. Así como estaba, el cazador no me resultaba de ayuda y no podía desperdiciar mis energías en él. Si podía salvarlo, lo haría, pero si todo terminaba ahí para él, yo tendría que seguir adelante. Siguiendo mi plan, conjuré Bola de Fuego y un pentáculo rojo apareció frente a mi mano e inmediatamente después una enorme bola candente salió lanzada desde ella para chocar contra el techo provocando un derrumbe que impacta contra la bestia.
No creía haber ganado con un ataque tan improvisado, después de todo solo quería evaluar su resistencia. Sin embargo, además de aprender un poco más sobre ella, la bestia podía hablar… Me sorprendió, pensé que solo era una criatura como todas las demás. ¿Y si podía razonar con ella? No, no era una buena opción. Parecía odiar a los humanos. De repente, con violencia, apareció de entre el montón de piedras completamente ensangrentada y muy furiosa.
El monstruo se preparó para atacar y con un veloz movimiento se alzó hacia mí con la intención de destrozarme con sus fauces. Evaluando la situación y al monstruo, noté que si bien no era muy resistente, podía ser increíblemente veloz y ágil. Ahora es cuando entraba en juego mi segundo conjuro elemental: rayo congelante. Gracias a este podía frenar ligeramente el movimiento de este particular monstruo, pero debía apuntar bien.
Primero, apuntaría directamente hacia su rostro para frenar un poco el movimiento de este usando mi conjuro rayo congelante. Después de eso, intentaría esquivar cualquier ataque dentro de lo que mi cuerpo me permitiera. No intentaba buscar un contragolpe, sino que quería detener su movimiento para así esquivar con mayor facilidad. Una vez estuviera en buena posición le daría un disparo con mi arma.
–Si puedes hablar, entonces puedes entender –le diría finalmente–. Puedes unirte a mí, ser mi mascota y comer cuantos humanos –pensaba en piratas la verdad– quieras. Si no quieres, seguiremos luchando hasta que uno de los dos caiga.
No creía haber ganado con un ataque tan improvisado, después de todo solo quería evaluar su resistencia. Sin embargo, además de aprender un poco más sobre ella, la bestia podía hablar… Me sorprendió, pensé que solo era una criatura como todas las demás. ¿Y si podía razonar con ella? No, no era una buena opción. Parecía odiar a los humanos. De repente, con violencia, apareció de entre el montón de piedras completamente ensangrentada y muy furiosa.
El monstruo se preparó para atacar y con un veloz movimiento se alzó hacia mí con la intención de destrozarme con sus fauces. Evaluando la situación y al monstruo, noté que si bien no era muy resistente, podía ser increíblemente veloz y ágil. Ahora es cuando entraba en juego mi segundo conjuro elemental: rayo congelante. Gracias a este podía frenar ligeramente el movimiento de este particular monstruo, pero debía apuntar bien.
Primero, apuntaría directamente hacia su rostro para frenar un poco el movimiento de este usando mi conjuro rayo congelante. Después de eso, intentaría esquivar cualquier ataque dentro de lo que mi cuerpo me permitiera. No intentaba buscar un contragolpe, sino que quería detener su movimiento para así esquivar con mayor facilidad. Una vez estuviera en buena posición le daría un disparo con mi arma.
–Si puedes hablar, entonces puedes entender –le diría finalmente–. Puedes unirte a mí, ser mi mascota y comer cuantos humanos –pensaba en piratas la verdad– quieras. Si no quieres, seguiremos luchando hasta que uno de los dos caiga.
- Conjuro usado:
- Rayo congelante: Un pentáculo celeste se forma frente a la mano de Katharina y posteriormente es emitido un rayo de hielo que posee un alcance de 5 metros + 1 por cada 5 niveles. Cuando el rayo de hielo impacta contra un cuerpo, este se verá ralentizado en un 15% (+1% por cada 5 niveles). Tiempo de recarga: 1 turno. Necesita de un alma pequeña o dos insignificantes.
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Tal vez haya sido mala idea lanzar el rayo cuando el ser te estaba ya atacando. Tu conjuro le da, pero es ya tarde para esquivar bien y las fauces del ser se abalanzan sobre ti. Notas las poderosas mandíbulas hundirse sobre tu hombro izquierdo, con los colmillos desgarrando tu cuerpo. Disparas, y la bala da en el cuerpo escamoso, pero no parece causar muchos daños. ¿Tal vez si apuntases a algún punto clave? La serpiente gira violentamente el cuello, llevándote consigo y soltándote, lanzándote por los aires contra una pared. Acto seguido suelta un siseo que parece una risa y dice:
- Essstúpida... no voy a sssser la masssscota de una humana.
La cola comienza a moverse en tu dirección. Parece estar a punto de intentar envolverte con su cuerpo... deberías actuar rápido. Si te atrapa estarás en serios aprietos. Ahora mismo estás entre dos estalagmitas y tienes la pared a medio metro tras de ti. El suelo está lleno de diversos objetos que parecen parte del botín de la bestia: un baúl, monedas de diferentes metales preciosos, cofres pequeñitos, armas de diferentes tipos... ¿tal vez quieras hacer uso de algo?
- Essstúpida... no voy a sssser la masssscota de una humana.
La cola comienza a moverse en tu dirección. Parece estar a punto de intentar envolverte con su cuerpo... deberías actuar rápido. Si te atrapa estarás en serios aprietos. Ahora mismo estás entre dos estalagmitas y tienes la pared a medio metro tras de ti. El suelo está lleno de diversos objetos que parecen parte del botín de la bestia: un baúl, monedas de diferentes metales preciosos, cofres pequeñitos, armas de diferentes tipos... ¿tal vez quieras hacer uso de algo?
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Vi como las fauces de la bestia se seguían acercando a mí hasta que fueron clavadas en mi hombro izquierdo. Solté un fuerte grito de dolor y luego fui lanzada hasta chocar contra una pared. No recordaba haber sentido tanto dolor y tanto miedo, pero debía controlarme. No tenía tiempo para sanar mi herida y tanto la bestia como yo estábamos ya en nuestras últimas, o al menos eso estaba asumiendo. Estaba en desventaja por tamaño y fuerza.
Definitivamente no tendré una mascota como esa, es más, me haré un buen abrigo con su piel. La destrozaré y me haré de su botín el cual parecía ser inútil en ese momento; podía gastar tiempo para buscar algo que me sirviera, pero sería arriesgarme a ser atrapada por la cola de la criatura. Era una serpiente, claro que intentaría estrangularme y si pasaba eso…, sería game over. Probablemente estaba con mis últimas energías para un último conjuro que sería decisivo.
Tenía que encargarme de la ofensiva de la criatura. Estaba entre medio de dos estalagmitas, las cuales no eran más que un impedimento para mi movimiento, y detrás de mí está la pared. Literalmente estaba entre la espada y la pared, ya no podía salir fácilmente de esa. Sin embargo, en estos momentos podía ser más veloz debido a la ralentización causada por mi conjuro rayo congelante. En ese caso, mis probabilidades de esquivar la cola de la bestia aumentaban considerablemente. Tal vez no estaba tan atrapada después de todo.
Siempre fui una persona lógica que pensaba todo siendo capaz de interpretar el movimiento enemigo mientras reacciono y tomo la mejor decisión. Si el campo de batalla fuera como una hoja cuadriculada, la distancia aproximada de entre la criatura y yo serían de unos cinco metros por lo que la distancia entre la cola disminuiría en función del tiempo. ¿Qué tanta era la capacidad de la bestia para cambiar la posición de su cuerpo en un breve lapso? Desconocía esa información, solo sabía que estaba más lenta de lo normal. Mi primera opción era correr a toda velocidad y desplazarme diagonalmente para esquivar la cola; era algo así como alejarme del peligro. Mi estilo de combate siempre se basó en el pega y corre por lo que era la decisión más sensata.
Era ahora o nunca. Si corría tal y como lo pensé (diagonal, hacia delante y opuesta a la cola) tendría probabilidades de esquivar el ataque. Debido a que la bestia estaba ralentizada y mis piernas estaban en su máximo funcionamiento pude esquivar el ataque de su cola; tal vez la cola de la bestia chocaría contra la pared. Sin embargo, que esquivara el primer golpe no significaba que la ofensiva había terminado, aún podía mover su cola y atraparme, pero debía intentar lo último.
Una vez haya esquivado la cola de la enorme serpiente me posicionaría y gastaría mi último recurso para lanzar una bola de fuego apuntando directamente hacia la cabeza de la criatura en donde ya estaba herida. No solo era un conjuro que causaba daño, sino que provocaba una explosión que se podía entender como daño adicional. Si eso no funcionaba, me podía dar por muerta.
–¡Muere! –Le gritaría después de conjurar mi hechizo.
Definitivamente no tendré una mascota como esa, es más, me haré un buen abrigo con su piel. La destrozaré y me haré de su botín el cual parecía ser inútil en ese momento; podía gastar tiempo para buscar algo que me sirviera, pero sería arriesgarme a ser atrapada por la cola de la criatura. Era una serpiente, claro que intentaría estrangularme y si pasaba eso…, sería game over. Probablemente estaba con mis últimas energías para un último conjuro que sería decisivo.
Tenía que encargarme de la ofensiva de la criatura. Estaba entre medio de dos estalagmitas, las cuales no eran más que un impedimento para mi movimiento, y detrás de mí está la pared. Literalmente estaba entre la espada y la pared, ya no podía salir fácilmente de esa. Sin embargo, en estos momentos podía ser más veloz debido a la ralentización causada por mi conjuro rayo congelante. En ese caso, mis probabilidades de esquivar la cola de la bestia aumentaban considerablemente. Tal vez no estaba tan atrapada después de todo.
Siempre fui una persona lógica que pensaba todo siendo capaz de interpretar el movimiento enemigo mientras reacciono y tomo la mejor decisión. Si el campo de batalla fuera como una hoja cuadriculada, la distancia aproximada de entre la criatura y yo serían de unos cinco metros por lo que la distancia entre la cola disminuiría en función del tiempo. ¿Qué tanta era la capacidad de la bestia para cambiar la posición de su cuerpo en un breve lapso? Desconocía esa información, solo sabía que estaba más lenta de lo normal. Mi primera opción era correr a toda velocidad y desplazarme diagonalmente para esquivar la cola; era algo así como alejarme del peligro. Mi estilo de combate siempre se basó en el pega y corre por lo que era la decisión más sensata.
Era ahora o nunca. Si corría tal y como lo pensé (diagonal, hacia delante y opuesta a la cola) tendría probabilidades de esquivar el ataque. Debido a que la bestia estaba ralentizada y mis piernas estaban en su máximo funcionamiento pude esquivar el ataque de su cola; tal vez la cola de la bestia chocaría contra la pared. Sin embargo, que esquivara el primer golpe no significaba que la ofensiva había terminado, aún podía mover su cola y atraparme, pero debía intentar lo último.
Una vez haya esquivado la cola de la enorme serpiente me posicionaría y gastaría mi último recurso para lanzar una bola de fuego apuntando directamente hacia la cabeza de la criatura en donde ya estaba herida. No solo era un conjuro que causaba daño, sino que provocaba una explosión que se podía entender como daño adicional. Si eso no funcionaba, me podía dar por muerta.
–¡Muere! –Le gritaría después de conjurar mi hechizo.
- Resumen:
- Sufro el daño de la serpiente. Pienso en como esquivar al ataque. Me muevo diagonalmente hacia delante dejando la cola hacia un lado y luego lanzo una bola de fuego con dirección a la cabeza.
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La cola se cierra sobre el lugar donde estaba apenas un segundo antes. Notas que corres con cierta dificultad y trastabillando un poco por el golpe contra la pared, pero como ralentizaste al ser eso no te impidió apartarte. La serpiente sisea con ira y te enseña los colmillos, mientras las chispas empiezan a brotar de nuevo de sus fauces ensangrentadas. Parece que va a lanzar su relámpago de nuevo, lo que no son buenas noticias... al mismo tiempo, mueve su cuerpo y la cola tras de ti para rodear tus alrededores, sacando ventaja de su gran longitud. Entonces rápidamente acorta el cerco, envolviéndote por todos lados mientras acerca su cabeza, que cada vez emite mayor cantidad de chispas. Mientras su cuerpo se aproxima vuelve a desplegar las piernas, posiblemente para intentar atacarte con ellas, pero en ese momento tiras la bola hacia la boca abierta del monstruo. La explosión ilumina por un instante todo el interior del cuerpo del reptil, al tiempo que llamas brotan de su boca abierta, orificios nasales y las cuencas (ahora quemadas y vacías) de los ojos. Con la mandíbula inferior rota y desencajada, se desploma, evidentemente muerta. En fin, estás herida, pero has sobrevivido y tienes un tesoro junto a ti. ¿Te curarás, echarás un vistazo a ver qué puedes rapiñar y seguirás investigando? ¿O tal vez ya ha llegado de aventura por hoy?
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Todo funcionó perfectamente. Tuve mucha suerte cuando la bestia comenzó a recargar sus fauces para lanzar un potente rayo, el mismo que debilitó completamente a John. Cuando mi conjuro impactó, la criatura se rostizó por dentro y cayó pesadamente al suelo sin vida. La batalla había terminado, pero mi aventura tenía que seguir; estaba herida y tenía que recuperarme, después de todo aún podía morir por falta de sangre. Abrí el libro y conjuré el hechizo sanar para reducir mi herida y detener el sangrado; era la primera vez que lo usaba sobre mí. Un destello comenzó a fluir y el dolor desaparecía rápidamente, parecía más bien una dosis de droga que me reconfortaba.
¿Qué debía hacer ahora? Había gastado mi hechizo de curación por lo que no podría ayudar al cazador que aún estaba tendido en el suelo. Lo más sensato era recoger lo más llamativo del botín que había guardado el monstruo; por lo que vi anteriormente, había algunas monedas de diferentes metales las cuales podría intercambiar por una buena suma de berries. ¿Y los cofres? Tal vez tenían algo especial por lo que decidí ir a echarles un vistazo mientras esperaba que mi compañero se recuperara.
El viaje aún no terminaba. Había encontrado la información que buscaba, pero faltaba lo más importante… El verdadero propósito por el que arriesgué mi vida. Cuando comencé a moverme una enorme esfera comenzó a flotar sobre el cadáver de la criatura con la que luché. “Así que era una criatura inteligente después de todo…”, pensé. Tal y como lo hice antes, absorbí su alma y la almacené en el libro.
Ya era hora de coger lo que más podía. Debido a que no era fuerte, no podía sobrecargar mi equipaje y no contaba con que John cargara con varias cosas. Por cierto, ¿el cazador podría cocinar la carne de la bestia? La odiaba por todo lo que me hizo pasar, aunque estaba segura de que Meredith se la hubiera cargado tan solo con la vista.
–Dudaste de mí y mira que sí hay botín –le dejé una nota cerca de él para cuando despertara.
Descansaría y esperaría a su lado hasta que despertara. Era la mejor opción ya que había tenido un combate muy agotador.
¿Qué debía hacer ahora? Había gastado mi hechizo de curación por lo que no podría ayudar al cazador que aún estaba tendido en el suelo. Lo más sensato era recoger lo más llamativo del botín que había guardado el monstruo; por lo que vi anteriormente, había algunas monedas de diferentes metales las cuales podría intercambiar por una buena suma de berries. ¿Y los cofres? Tal vez tenían algo especial por lo que decidí ir a echarles un vistazo mientras esperaba que mi compañero se recuperara.
El viaje aún no terminaba. Había encontrado la información que buscaba, pero faltaba lo más importante… El verdadero propósito por el que arriesgué mi vida. Cuando comencé a moverme una enorme esfera comenzó a flotar sobre el cadáver de la criatura con la que luché. “Así que era una criatura inteligente después de todo…”, pensé. Tal y como lo hice antes, absorbí su alma y la almacené en el libro.
Ya era hora de coger lo que más podía. Debido a que no era fuerte, no podía sobrecargar mi equipaje y no contaba con que John cargara con varias cosas. Por cierto, ¿el cazador podría cocinar la carne de la bestia? La odiaba por todo lo que me hizo pasar, aunque estaba segura de que Meredith se la hubiera cargado tan solo con la vista.
–Dudaste de mí y mira que sí hay botín –le dejé una nota cerca de él para cuando despertara.
Descansaría y esperaría a su lado hasta que despertara. Era la mejor opción ya que había tenido un combate muy agotador.
- Baile de victoria:
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Además de monedas de oro, plata y electro, encuentras varias piezas de artesanía fina que probablemente sean muy caras, tales como estatuillas de alabastro o algunos de los propios cofres, que ahora que los ves detenidamente parecen joyeros hechos con maderas nobles y decorados con pan de oro e incrustaciones de piedras preciosas. En su interior hay abalorios de todo tipo y gemas. La parte mala del tesoro es que todo él apesta a podrido por los cadáveres de las presas del monstruo, pero en fin, ¿qué es un poco de olor a cambio de tan buen premio? Mientras rebuscas, encuentras semiescondido entre unos harapos desgarrados una extraña piedra ovalada de color azul, del tamaño de una gallina y perfectamente tallada. Está cálida al tacto. ¿Qué será y quién habrá puesto eso ahí? ¿El propio monstruo? En todo caso, vuelves con John y te echas a descansar unas horas. No es el mejor lugar posible debido al desagradable pestazo, pero al menos puedes reposar el cuerpo. La herida te escuece y duele, pero al menos puedes mover el brazo (aunque te cuesta horrores levantarlo por encima del hombro). Al cabo de unas cuatro horas, John comienza a moverse.
- Agh... ¿qué diablos...?
Se incorpora poco a poco, tambaleándose y con aire ausente. Aún tarda en ubicarse un rato, tras lo que mira sorprendido el cadáver, el tesoro y luego a ti. No necesita leer la nota, al momento te hace una torpe reverencia (parece aún afectado por el rayo) y dice:
- Eres muchísimo más hábil y poderosa de lo que creía. Me has salvado la vida y me siento terriblemente avergonzado por ello, se suponía que debía ser al revés. Tienes mis respetos, y si no lo deseas no reclamaré ni una pieza de este tesoro - después de un momento, dice - De todos modos, parece que hay más de lo que podamos cargar.
- Agh... ¿qué diablos...?
Se incorpora poco a poco, tambaleándose y con aire ausente. Aún tarda en ubicarse un rato, tras lo que mira sorprendido el cadáver, el tesoro y luego a ti. No necesita leer la nota, al momento te hace una torpe reverencia (parece aún afectado por el rayo) y dice:
- Eres muchísimo más hábil y poderosa de lo que creía. Me has salvado la vida y me siento terriblemente avergonzado por ello, se suponía que debía ser al revés. Tienes mis respetos, y si no lo deseas no reclamaré ni una pieza de este tesoro - después de un momento, dice - De todos modos, parece que hay más de lo que podamos cargar.
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Al ver el botín quedé completamente impresionada. Había un montón de monedas de oro y plata, incluso habían varias piezas de artesanía muy detalladas. Cogí lo que más pude, muchas monedas y todo tipo de gemas hasta que mi mochila se llenara; aún estaba herida y no podía cargar muchas cosas. Pensé en ese torpe movimiento que hice al intentar congelar a la criatura para tener tiempo y esquivarla, pero fallé. De no ser por esa loca idea, ahora tendría mi hombro en buen estado y podría cargar mucho más de lo que actualmente estaba cargando.
Mientras iba buscando me encontré con una gema del porte de una gallina. ¿Qué era? Al tacto era cálido. No sabía mucho de animales y no tenía sentido que supiera de bestias, pero apostaría a que se trataba de un huevo. Sin duda tenía un gran valor por lo que lo cogí y lo guardé en la mochila. Mis ojos se abrieron de par en par cuando entendí lo que había hecho. ¿Acaso esa criatura no estaba solo defendiendo su territorio? ¿Acaso no estaba solo cuidando a su cría? Si era así, había asesinado a su madre. ¿O tal vez padre? Quizás era una bestia hermafrodita. En fin, tal vez me estaba confundiendo y no era más que una extraña gema.
Después de coger la extraña esfera volví junto al cuerpo de John. Pasé unas cuantas horas descansando intentando olvidar el punzante dolor del hombro. Joder, sí que la había pasado mal. En un momento creí que estaba muerta, justo cuando estaba acorralada… Tuve bastante suerte. Menos mal que esa bestia creyó que podía rematarme con un rayo y abrió la boca para comer de mi bola de fuego. A medida que pasaba el tiempo comencé a pensar todo lo que había recorrido desde que salí de la ciudad. Incluso recordé mi negociación con el cazador. Quizás todo era una prueba… O tal vez todo era parte de mi imaginación.
De repente escuché la voz del hombre y volteé rápidamente a verlo. Se intentó incorporar pareciendo estar aún afectado por la descarga eléctrica que recibió. No quería admitirlo, pero estaba contenta de que no haya muerto; era un buen hombre y estar todo un viaje con él hacía que me preocupara. Sí que había pasado un buen susto… Todo habría sido distinto si hubiera huido, si lo hubiera dejado ahí para ser devorado por la bestia que yacía muerta a unos cuantos metros de mí.
–Idiota, no me hagas pasar sustos así –le escribí en mi libreta sin levantar la vista–. Hay botín suficiente para ambos. Puedes coger todo lo que puedas cargar.
Miré el botín y recordé lo que le había dicho a John antes de salir de la ciudad. Si hubiera sido honesta desde un principio, quizás se habría preparado mucho mejor. Sabía que correríamos un gran peligro, pero no le comenté nada. En definitiva, era mi culpa que estuviera en ese estado y tenía todo el derecho de coger parte del botín. Sin embargo, me hice la fuerte y lo miré con expresión fría.
–Antes de salir arreglamos la distribución del botín. No planeo romper nuestro contrato –estuve varios segundos pensando en qué escribir y finalmente añadí–. Deberíamos seguir, tal vez haya algo más.
Mientras iba buscando me encontré con una gema del porte de una gallina. ¿Qué era? Al tacto era cálido. No sabía mucho de animales y no tenía sentido que supiera de bestias, pero apostaría a que se trataba de un huevo. Sin duda tenía un gran valor por lo que lo cogí y lo guardé en la mochila. Mis ojos se abrieron de par en par cuando entendí lo que había hecho. ¿Acaso esa criatura no estaba solo defendiendo su territorio? ¿Acaso no estaba solo cuidando a su cría? Si era así, había asesinado a su madre. ¿O tal vez padre? Quizás era una bestia hermafrodita. En fin, tal vez me estaba confundiendo y no era más que una extraña gema.
Después de coger la extraña esfera volví junto al cuerpo de John. Pasé unas cuantas horas descansando intentando olvidar el punzante dolor del hombro. Joder, sí que la había pasado mal. En un momento creí que estaba muerta, justo cuando estaba acorralada… Tuve bastante suerte. Menos mal que esa bestia creyó que podía rematarme con un rayo y abrió la boca para comer de mi bola de fuego. A medida que pasaba el tiempo comencé a pensar todo lo que había recorrido desde que salí de la ciudad. Incluso recordé mi negociación con el cazador. Quizás todo era una prueba… O tal vez todo era parte de mi imaginación.
De repente escuché la voz del hombre y volteé rápidamente a verlo. Se intentó incorporar pareciendo estar aún afectado por la descarga eléctrica que recibió. No quería admitirlo, pero estaba contenta de que no haya muerto; era un buen hombre y estar todo un viaje con él hacía que me preocupara. Sí que había pasado un buen susto… Todo habría sido distinto si hubiera huido, si lo hubiera dejado ahí para ser devorado por la bestia que yacía muerta a unos cuantos metros de mí.
–Idiota, no me hagas pasar sustos así –le escribí en mi libreta sin levantar la vista–. Hay botín suficiente para ambos. Puedes coger todo lo que puedas cargar.
Miré el botín y recordé lo que le había dicho a John antes de salir de la ciudad. Si hubiera sido honesta desde un principio, quizás se habría preparado mucho mejor. Sabía que correríamos un gran peligro, pero no le comenté nada. En definitiva, era mi culpa que estuviera en ese estado y tenía todo el derecho de coger parte del botín. Sin embargo, me hice la fuerte y lo miré con expresión fría.
–Antes de salir arreglamos la distribución del botín. No planeo romper nuestro contrato –estuve varios segundos pensando en qué escribir y finalmente añadí–. Deberíamos seguir, tal vez haya algo más.
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John masculla algo y bebe un largo trago de su bota de agua, tras lo que se desploma contra la pared, suspirando. Parece agotado. Rebusca en su petate y saca una bolsa de frutos secos, de la que empieza a comer con cierta avidez y las manos algo temblorosas.
- Dame unos minutos - dice, con los ojos cerrados - Y... si pretendes seguir avanzando recomiendo dejar el tesoro aquí. No se va a mover del sitio y no es práctico ir cargando con él de un lado a otro.
En pocos minutos recupera bastante el color (antes estaba muy pálido) y sus temblores desaparecen. Notoriamente recuperado y de nuevo con su actitud segura y serena, mira tu herida y sin decir nada empieza a sacar vendas y hierbas y te la trata. No parecen remedios médicos, parecen más bien los típicos tratamientos tradicionales, pero en todo caso es evidente que John sabe lo que hace. Al principio los empastes escuecen un poco, pero al rato notas alivio y mejoría.
- Bien, ¿seguimos?
El cazador se acerca a la continuación de la cueva, arco en mano y con una flecha lista. En cuanto seguís os encontráis en una larga galería que recorréis durante un par de minutos. Detalle en el que posiblemente te habías fijado antes, unos hongos azules luminosos situados en las paredes y techo son los que dan luz a las cavernas. Al final de la galería dais a una enorme estancia alargada, de la que no ves los finales. A la derecha hay un lago que podrías intentar bordear por alguna de las orillas. A la izquierda, la caverna está llena de columnas naturales. Al frente tienes una segunda galería que parece ascender. ¿Qué camino tomarás?
- Dame unos minutos - dice, con los ojos cerrados - Y... si pretendes seguir avanzando recomiendo dejar el tesoro aquí. No se va a mover del sitio y no es práctico ir cargando con él de un lado a otro.
En pocos minutos recupera bastante el color (antes estaba muy pálido) y sus temblores desaparecen. Notoriamente recuperado y de nuevo con su actitud segura y serena, mira tu herida y sin decir nada empieza a sacar vendas y hierbas y te la trata. No parecen remedios médicos, parecen más bien los típicos tratamientos tradicionales, pero en todo caso es evidente que John sabe lo que hace. Al principio los empastes escuecen un poco, pero al rato notas alivio y mejoría.
- Bien, ¿seguimos?
El cazador se acerca a la continuación de la cueva, arco en mano y con una flecha lista. En cuanto seguís os encontráis en una larga galería que recorréis durante un par de minutos. Detalle en el que posiblemente te habías fijado antes, unos hongos azules luminosos situados en las paredes y techo son los que dan luz a las cavernas. Al final de la galería dais a una enorme estancia alargada, de la que no ves los finales. A la derecha hay un lago que podrías intentar bordear por alguna de las orillas. A la izquierda, la caverna está llena de columnas naturales. Al frente tienes una segunda galería que parece ascender. ¿Qué camino tomarás?
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Después de unos minutos mi compañero comenzó a retomar el color de su piel. Había recuperado tanto su salud como su seguridad, acto seguido se acercó hacia mí y comenzó a vendar mi herida. Al primer contacto no pude evitar hacer una mueca de dolor, pero luego me fui acostumbrando. El hombre no era ningún médico, pero sabía lo que hacía y al cabo de unos minutos terminó con el vendaje. Finalmente terminé sintiéndome mejor.
John tenía razón al decir que el tesoro no se movería, pero también era cierto que unas cuantas monedas y esa extraña esfera no supondrían mucha dificultad para mí. Era débil y lo sabía, pero ya no lo era tanto como para no poder cargar con mi equipaje. Sin embargo, comencé a notar que algo había cambiado en mí; ciertamente era la primera vez que enfrentaba a una criatura de ese calibre. Había llevado a cabo varios asesinatos durante mi estancia en la Orden, pero generalmente eran personas indefensas. Ahora las cosas habían cambiado y pude derrotar a esa bestia por mí sola. ¿Esto era lo que decían estar vivo? ¿Esa calidez en el corazón al sentirse orgulloso por superar un gran obstáculo?
Al avanzar atravesamos una larga galería. Me fijé en los luminosos hongos que estaban pegados a las paredes dando un aspecto único. Después de derrotar a la bestia podía sentirme más segura, pero eso no quería decir que el peligro había terminado. Sin embargo, ahora contaba con John quien estaba recuperado y muy seguro de lo que hacía. Al salir de esta, llegamos a una estancia bastante grande la cual se repartía entre tres posibles caminos. Nuevamente debía decidir qué camino tomar.
Observé el camino de la derecha que se trataba de un lago. Podía bordearlo, pero no tenía las suficientes energías y si caía, podía darle problemas al cazador y no estábamos en una posición para dar más problemas. Sin embargo, no parecía ser muy complicado cruzar. Por otra parte, el camino de la izquierda parecía ser muy… engorroso. Como última opción podíamos avanzar por una especie de galería ascendente.
«Quizás ya va siendo hora de subir», pensé. No podía ser tan ingenua y pensar que nos llevaría directamente hacia la salida, pero al menos parecía ser un camino seguro. Estaba recuperando mis energías lentamente por lo que pronto sería capaz de sanarme nuevamente e incluso usar mi conjuro bola de fuego para defendernos. Como sea, ninguno de los tres caminos me daban buena espina, pero debía tomar mi decisión.
–Deberíamos seguir por la galería que asciende –le comenté a mi compañero–. Tal vez sea el mejor camino, pero antes de avanzar me gustaría escuchar tu opinión.
Esperaría la opinión de mi compañero y si sugería que el camino ascendente era bueno, seguiríamos por él sin ninguna objeción. En cambio, si decía que bordear el lago era la mejor opción, tomaríamos ese camino siempre y cuando pudiera cargarme debido a que estaba cansada y no quería gastar mis últimas energías intentando sobrevivir al agua.
John tenía razón al decir que el tesoro no se movería, pero también era cierto que unas cuantas monedas y esa extraña esfera no supondrían mucha dificultad para mí. Era débil y lo sabía, pero ya no lo era tanto como para no poder cargar con mi equipaje. Sin embargo, comencé a notar que algo había cambiado en mí; ciertamente era la primera vez que enfrentaba a una criatura de ese calibre. Había llevado a cabo varios asesinatos durante mi estancia en la Orden, pero generalmente eran personas indefensas. Ahora las cosas habían cambiado y pude derrotar a esa bestia por mí sola. ¿Esto era lo que decían estar vivo? ¿Esa calidez en el corazón al sentirse orgulloso por superar un gran obstáculo?
Al avanzar atravesamos una larga galería. Me fijé en los luminosos hongos que estaban pegados a las paredes dando un aspecto único. Después de derrotar a la bestia podía sentirme más segura, pero eso no quería decir que el peligro había terminado. Sin embargo, ahora contaba con John quien estaba recuperado y muy seguro de lo que hacía. Al salir de esta, llegamos a una estancia bastante grande la cual se repartía entre tres posibles caminos. Nuevamente debía decidir qué camino tomar.
Observé el camino de la derecha que se trataba de un lago. Podía bordearlo, pero no tenía las suficientes energías y si caía, podía darle problemas al cazador y no estábamos en una posición para dar más problemas. Sin embargo, no parecía ser muy complicado cruzar. Por otra parte, el camino de la izquierda parecía ser muy… engorroso. Como última opción podíamos avanzar por una especie de galería ascendente.
«Quizás ya va siendo hora de subir», pensé. No podía ser tan ingenua y pensar que nos llevaría directamente hacia la salida, pero al menos parecía ser un camino seguro. Estaba recuperando mis energías lentamente por lo que pronto sería capaz de sanarme nuevamente e incluso usar mi conjuro bola de fuego para defendernos. Como sea, ninguno de los tres caminos me daban buena espina, pero debía tomar mi decisión.
–Deberíamos seguir por la galería que asciende –le comenté a mi compañero–. Tal vez sea el mejor camino, pero antes de avanzar me gustaría escuchar tu opinión.
Esperaría la opinión de mi compañero y si sugería que el camino ascendente era bueno, seguiríamos por él sin ninguna objeción. En cambio, si decía que bordear el lago era la mejor opción, tomaríamos ese camino siempre y cuando pudiera cargarme debido a que estaba cansada y no quería gastar mis últimas energías intentando sobrevivir al agua.
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Comenzáis a ascender por la galería. El camino es algo complicado e irregular y el suelo es resbaladizo por la humedad del ambiente, pero lográis llegar hasta arriba. Os encontráis frente a una pared lisa junto a la que hay una pequeña palanca de piedra. Tirar de ella es la única manera de continuar avanzando, parece. ¿O será una trampa de alguna clase, o tendrá otra función?
- ¿Tiramos de ella? - pregunta John, inquieto.
Toda esta situación parece que le tiene bastante de los nervios. Por otro lado, ha estado al borde de la muerte, es perfectamente comprensible. En el momento en que tires de la palanca, parte de la pared comenzará a "hundirse" lentamente, revelando un pasaje secreto. Este lleva a una falsa pared de piedra, que al abrirla da a lo que parece una enorme despensa, llena de ganchos de los que cuelgan piezas de carne. En los estantes también hay productos de origen animal, no hay rastro de vegetales. Hay tres salidas de la estancia: una es una puerta doble a la izquierda y otra frente a ti, de aspecto normal. A la derecha sin embargo hay una más pequeña y ancha, sin manillar ni cerradura. Es tan baja que un humano tendría que entrar gateando, y lo bastante ancha como para que una tortuga grande pasase con holgura.
- Qué demonios... - espeta el cazador, escandalizado.
Al fijarte en lo que señala, ves que no toda la carne es de animal. Despellejados y descuartizados, algunos humanos cuelgan de los ganchos de carnicero. ¿En qué clase de sitio os habéis metido?
- ¿Tiramos de ella? - pregunta John, inquieto.
Toda esta situación parece que le tiene bastante de los nervios. Por otro lado, ha estado al borde de la muerte, es perfectamente comprensible. En el momento en que tires de la palanca, parte de la pared comenzará a "hundirse" lentamente, revelando un pasaje secreto. Este lleva a una falsa pared de piedra, que al abrirla da a lo que parece una enorme despensa, llena de ganchos de los que cuelgan piezas de carne. En los estantes también hay productos de origen animal, no hay rastro de vegetales. Hay tres salidas de la estancia: una es una puerta doble a la izquierda y otra frente a ti, de aspecto normal. A la derecha sin embargo hay una más pequeña y ancha, sin manillar ni cerradura. Es tan baja que un humano tendría que entrar gateando, y lo bastante ancha como para que una tortuga grande pasase con holgura.
- Qué demonios... - espeta el cazador, escandalizado.
Al fijarte en lo que señala, ves que no toda la carne es de animal. Despellejados y descuartizados, algunos humanos cuelgan de los ganchos de carnicero. ¿En qué clase de sitio os habéis metido?
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Subimos por la galería hasta llegar a una pared lisa y a su lado, una pequeña palanca de piedra la cual tiré después de escuchar la pregunta de John. Era eso o volver, pero ya había descubierto que volver no era una buena opción en casi ningún caso. Al tirarla, parte de la pared se hundía lentamente y daba paso a una pared falsa que la abrimos pasados unos cuantos segundos. Al descubrir lo que había detrás de esta, quedé anonadada. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver que en realidad estábamos en un “compartimiento de muerte”.
Mis ojos observaban todo rápidamente e intentaba evaluar la situación para encontrar alguna respuesta para saber dónde estábamos. Al principio parecía ser un simple matadero, pero después del comentario del cazador me di cuenta que las cosas no eran tan simples. No solo había cuerpos de animales colgando, sino que humanos también. Sin embargo, debido a que no había ningún alma pude teorizar dos situaciones: o los mataban en otro lado o llevaban muertos mucho tiempo. La primera opción parecía ser más viable ya que el tiempo de desaparición de un alma es bastante extenso, de hecho, los cadáveres deberían estar ya en descomposición.
Tomando en cuenta la observación anterior comencé a pensar qué camino elegir, puesto que uno de ellos nos llevaría directamente con el carnicero. A mi izquierda había una puerta doble que, seguramente, llevaba a algún lugar más importante. Mi pregunta era: ¿por qué había un matadero en un lugar así? Seguramente esto era obra de algún humanoide con la capacidad de sostener objetos, así que estaba completamente segura de que se trataba de un ser bípedo y a juzgar por la puerta pequeña podía apostar a que también tenía la capacidad de desplazarse en cuatro patas. No quería llegar directamente hacia la criatura, así que el pequeño pasaje quedaba descartado.
–¿Qué camino deberíamos tomar, John-san? –le pregunté enseñándole el cuadernillo.
Necesitaba escuchar su opinión, después de todo, él era el profesional. Seguramente la puerta doble llevaba a un lugar grande; incluso podía llevarnos a una especie de vestíbulo o comedor. La puerta de en frente, la normalilla, parecía ser la más sensata. Como sea, esa situación no me agradaba en lo absoluto; tenía muchas dudas acerca de qué camino tomar para no envolvernos en un problema mayor. Por otra parte, mi hombro aún no estaba del todo sanado, pero no quería usar mi conjuro de sanación para aliviar el dolor ya que, tal vez, lo necesitaría en un momento más crítico.
–Creo que deberíamos cruzar la puerta normalilla –le anunciaría después de escuchar su opinión.
Mis ojos observaban todo rápidamente e intentaba evaluar la situación para encontrar alguna respuesta para saber dónde estábamos. Al principio parecía ser un simple matadero, pero después del comentario del cazador me di cuenta que las cosas no eran tan simples. No solo había cuerpos de animales colgando, sino que humanos también. Sin embargo, debido a que no había ningún alma pude teorizar dos situaciones: o los mataban en otro lado o llevaban muertos mucho tiempo. La primera opción parecía ser más viable ya que el tiempo de desaparición de un alma es bastante extenso, de hecho, los cadáveres deberían estar ya en descomposición.
Tomando en cuenta la observación anterior comencé a pensar qué camino elegir, puesto que uno de ellos nos llevaría directamente con el carnicero. A mi izquierda había una puerta doble que, seguramente, llevaba a algún lugar más importante. Mi pregunta era: ¿por qué había un matadero en un lugar así? Seguramente esto era obra de algún humanoide con la capacidad de sostener objetos, así que estaba completamente segura de que se trataba de un ser bípedo y a juzgar por la puerta pequeña podía apostar a que también tenía la capacidad de desplazarse en cuatro patas. No quería llegar directamente hacia la criatura, así que el pequeño pasaje quedaba descartado.
–¿Qué camino deberíamos tomar, John-san? –le pregunté enseñándole el cuadernillo.
Necesitaba escuchar su opinión, después de todo, él era el profesional. Seguramente la puerta doble llevaba a un lugar grande; incluso podía llevarnos a una especie de vestíbulo o comedor. La puerta de en frente, la normalilla, parecía ser la más sensata. Como sea, esa situación no me agradaba en lo absoluto; tenía muchas dudas acerca de qué camino tomar para no envolvernos en un problema mayor. Por otra parte, mi hombro aún no estaba del todo sanado, pero no quería usar mi conjuro de sanación para aliviar el dolor ya que, tal vez, lo necesitaría en un momento más crítico.
–Creo que deberíamos cruzar la puerta normalilla –le anunciaría después de escuchar su opinión.
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El cazador frunció el ceño y emitió un ligero gruñido al leer tus palabras. Parece que su inquietud se está convirtiendo en mal humor.
- Sinceramente, cualquiera que no salga de este lugar de pesadilla es mal camino. Pero supongo que no querrás retroceder ni tras ver esto...
El hombre negó con la cabeza para sí mismo y soltó un suspiro. Os acercáis a la puerta y la abrís, quedando al descubierto una enorme estancia alargada con bóveda gótica, con sendas filas de columnas a los lados. Está iluminada por antorchas y es de enormes proporciones. En este momento estáis en uno de los laterales, cerca de uno de los finales de la sala. En este hay una enorme estatua de mármol de un dragón de aspecto fiero, en posición de lanzar un rugido. En el otro extremo hay un enorme portón, y en ambos laterales hay puertas como la que acabáis de cruzar, cinco por lado separadas por un espacio de unos seis metros entre ellas. Además de eso, puedes ver una puerta en el lado izquierdo de la estatua (el tuyo) y puedes asumir, pese a que desde aquí no la ves, que hay otra al otro lado. Tras la propia estatua hay una puerta más, bastante grande y pesada. ¿Por dónde iréis?
- Sinceramente, cualquiera que no salga de este lugar de pesadilla es mal camino. Pero supongo que no querrás retroceder ni tras ver esto...
El hombre negó con la cabeza para sí mismo y soltó un suspiro. Os acercáis a la puerta y la abrís, quedando al descubierto una enorme estancia alargada con bóveda gótica, con sendas filas de columnas a los lados. Está iluminada por antorchas y es de enormes proporciones. En este momento estáis en uno de los laterales, cerca de uno de los finales de la sala. En este hay una enorme estatua de mármol de un dragón de aspecto fiero, en posición de lanzar un rugido. En el otro extremo hay un enorme portón, y en ambos laterales hay puertas como la que acabáis de cruzar, cinco por lado separadas por un espacio de unos seis metros entre ellas. Además de eso, puedes ver una puerta en el lado izquierdo de la estatua (el tuyo) y puedes asumir, pese a que desde aquí no la ves, que hay otra al otro lado. Tras la propia estatua hay una puerta más, bastante grande y pesada. ¿Por dónde iréis?
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Entendía cómo se sentía el cazador, aunque no debería ser razón para estar de mal humor. Estaba segura de que ya faltaba poco para llegar a nuestro destino, habíamos cogido un buen botín y ahora nuestro destino solo estaba escrito en base a nuestras decisiones. Comencé a entender que la opinión de John sobre el camino a tomar poco y nada importaba, pero lo hacía de cortesía por si todo salía mal, no me culpara por haber tomado una mala decisión. Ya iba siendo hora de avanzar y tras cruzar la puerta mis ojos fueron iluminados por el fuego de las antorchas.
Mi vista se postró en la imponente figura que yacía frente a mí. Se trataba de una estatua de dragón; por los detalles y la forma, seguramente era una construcción humana aunque bien podía ser de algún humanoide lo suficientemente inteligente y hábil para esculpir algo así. Estaba comenzando a agotar mi mente intentando saber quién había sido el responsable de aquella obra en vez de preguntarme por qué estaba ahí. ¿Acaso la bestia que asesiné no era el verdadero monstruo? Tal vez había algo más, ya que esa cosa que estaba frente a mí lucía exactamente como un dragón debería lucir, si es que los relatos y cuentos no fallaban.
Había un enorme portón por el que, tal vez, introdujeron la enorme escultura o tal vez la hicieron allí mismo. No tenía manera de saberlo, no por mi cuenta. Si había un portón tan grande es para que algo grande pasara o, puede ser, llevaba al exterior y esa no era más que la entrada. Era posible que junto al cazador entráramos por un lado oculto. El canto del bardo afirmaba la existencia de un dragón y con lo que había visto durante todo mi viaje no podía descartar esa posibilidad, sino que más bien debía mantenerme cien por ciento alejada de él.
Ya era tiempo de tomar una decisión y pensar qué camino escoger. El portón quedaba descartado, no quería sumergirme en un terreno abierto en donde podíamos ser flanqueados fácilmente o ser la presa de un enorme reptil alado. Por otra parte, estaba la puerta a mi izquierda y al lado de esta, supuse, había otra. No podía encontrar ningún patrón o relación para buscar el mejor camino, simplemente había descartado una posibilidad que nos podía llevar a nuestra muerte o a la salvación. Sin importar lo que sucediera, mi decisión ya había sido tomada: elegiría la puerta de la izquierda. No quería gastar tiempo explorando aquella inmensa bóveda, tal vez encontraría algo interesante, pero suponía un peligro adicional al que no estaba dispuesta a enfrentar en mi estado actual.
–Vamos, John-san –le mencioné–. Iremos por la puerta que está a nuestra izquierda.
Mi vista se postró en la imponente figura que yacía frente a mí. Se trataba de una estatua de dragón; por los detalles y la forma, seguramente era una construcción humana aunque bien podía ser de algún humanoide lo suficientemente inteligente y hábil para esculpir algo así. Estaba comenzando a agotar mi mente intentando saber quién había sido el responsable de aquella obra en vez de preguntarme por qué estaba ahí. ¿Acaso la bestia que asesiné no era el verdadero monstruo? Tal vez había algo más, ya que esa cosa que estaba frente a mí lucía exactamente como un dragón debería lucir, si es que los relatos y cuentos no fallaban.
Había un enorme portón por el que, tal vez, introdujeron la enorme escultura o tal vez la hicieron allí mismo. No tenía manera de saberlo, no por mi cuenta. Si había un portón tan grande es para que algo grande pasara o, puede ser, llevaba al exterior y esa no era más que la entrada. Era posible que junto al cazador entráramos por un lado oculto. El canto del bardo afirmaba la existencia de un dragón y con lo que había visto durante todo mi viaje no podía descartar esa posibilidad, sino que más bien debía mantenerme cien por ciento alejada de él.
Ya era tiempo de tomar una decisión y pensar qué camino escoger. El portón quedaba descartado, no quería sumergirme en un terreno abierto en donde podíamos ser flanqueados fácilmente o ser la presa de un enorme reptil alado. Por otra parte, estaba la puerta a mi izquierda y al lado de esta, supuse, había otra. No podía encontrar ningún patrón o relación para buscar el mejor camino, simplemente había descartado una posibilidad que nos podía llevar a nuestra muerte o a la salvación. Sin importar lo que sucediera, mi decisión ya había sido tomada: elegiría la puerta de la izquierda. No quería gastar tiempo explorando aquella inmensa bóveda, tal vez encontraría algo interesante, pero suponía un peligro adicional al que no estaba dispuesta a enfrentar en mi estado actual.
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