Una patrulla normal y corriente, ¿o no? [Moderado Katharina]

El navío marine avanza suavemente entre las calmadas aguas. Una espesa niebla os impide ver nada más allá de a unos diez metros del barco, pero pese a eso no habéis tenido ningún accidente... de momento, al menos. El navegante parece que sabe lo que hace, lleva consigo un pequeño aparato electrónico que va consultando de vez en cuando y variando el rumbo de la nave ligeramente. ¿Qué haces aquí? Bueno, has sido elegida como voluntaria involuntaria para esta misión, de la cual tienes entre poca y menos idea. Sólo sabes que el oficial al mando (el capitán Bergenstern) os ha dicho que se trata de una misión de reconocimiento a una isla desierta, pero no han dicho el nombre ni qué esperan encontrarse allí. Teóricamente os informarán al llegar.

Por las palabras de algunos marines, deberíais haber llegado a la isla hace rato largo. Según dicen en esta zona del mar es raro que haya niebla lejos de la costa. ¿Tendrán razón o serán palabras vacías con gente con poca idea de meteorología? A saber, pero en todo caso hay algo en la atmósfera del lugar que no te gusta nada. Es una sensación desagradable, casi como una especie de corazonada de algo va terriblemente mal. No sabrías decir lo que es, pero por algún motivo estás experimentando un pequeño ataque de talasofobia. ¿Qué diablos está pasando? No es algo que hayas sentido nunca hasta ahora... ¿verdad? A unos seis metros de ti, el capitán (un semigigante de piel morena y espesa barba oscura) observa al horizonte con unos prismáticos, pese a que debería ver nada debido a la niebla.

El capitán al notar el tirón se gira. Tarda aún un par de segundos en localizarte debido a la diferencia de altura, pero cuando te ve se agacha un poco para quedar más próximo a ti y leer bien la nota. Se quita la gorra de marine y se rasca el pelo, pensativo:

- En mis muchos años en la mar si algo que me ha quedado claro es que escuchar las habladurías y dejarse llevar por supersticiones es malo. Sin embargo, también he aprendido a no menospreciar las corazonadas y he tenido ocasiones de sobra para comprobar que los monstruos marinos son algo más que leyendas - se incorpora y comienza a dar órdenes a voz en grito - ¡Reclutas, a formar! ¡Presenten armas! ¡Cabo, organice a los hombres en grupos y que echen un ojo por la borda! ¡Si veis la más mínima sombra o cosa fuera de lo común, informad al instante! Sargento, ordene a los artilleros preparar los cañones.

En nada de tiempo el barco comienza a revolucionarse. Hay marines corriendo de un lado a otro con las armas a punto, otros descendiendo bajo cubierta... en general es un hervidero de acción. Al poco rato se escucha un grito de "¡He visto algo!" y toda la tripulación comienza a agolparse a estribor. Comienza a montarse un pandemonium con demasiada gente hablando a la vez en voz muy alta, mientras algunos marines, asustados, empiezan a apuntar al agua con sus fusiles.

- ¡SILENCIO! - vocifera el capitán - A ver, ¿qué habéis visto?

- ¡Era una especie de cabeza verde! Tenía el tamaño de un barril, y...

- ¿Cabeza? ¡Pero qué dices! Era un ojo - salta otro.

Los marines comienzan a discutir sobre lo que han visto mientras el capitán trata de poner orden. Mientras tú tienes la horrible sensación de que algo va realmente mal. Tienes de nuevo la idea de que eres capaz de percibir algo que se mueve bajo la nave... ¿qué harás? Estás totalmente convencida de que atacará pronto, sea lo que sea. Si te fías de tu instinto... deberías actuar, y rápido.

El capitán se gira hacia ti nuevamente y cuando está inclinándose para leer el papel, de repente algo embista a la embarcación y esta zozobra. Entre gritos, algunos de los marines que estaban en la borda caen al agua y se hunden en las profundidades. No vuelven a salir a flote. Aterrados, los marines cargan las armas y apuntan al mar. Algunos incluso disparan un par de tiros.

- ¡Deteneos, maldita sea! ¡Orden y calma, o tiraré por la borda a los que no obedezcan! - grita el capitán.

Rápidamente empieza a dar órdenes y organiza a la tripulación, acabando con el caos y el pánico en segundos. Entonces el barco empieza a bambolearse de nuevo, con más violencia que antes. ¿La causa? Dos enormes zarpas que se han apoyado a babor, destrozando la baranda de ese lado. Entonces una enorme cabeza reptiliana seguida por un larguísimo cuello se alza sobre las olas. Tres, cinco... ¿diez metros? Y eso sólo la parte emergida. El ser emite un lamento que parece una mezcla de aullido del viento y rugido extraño, mientras sacude el barco haciendo presión con sus extremidades superiores en él. Rápidamente los marines, o al menos los que logran llegar sin caer por la borda perdiendo el equilibrio, comienzan a atacar a sus patas. De manera descoordinada e irregular (probablemente debido al caos que debe haber armado bajo cubierta el bamboleo) los cañones empiezan a disparar contra la bestia.

- ¡Fuego! ¡Fuego, maldita sea! - grita el capitán.

Este se ha agarrado a uno de los mástiles con un brazo, y con el otro manera un fusil descomunal que más parece un cañón pequeño, disparándolo contra el monstruo. Este vuelve a rugir y abre sus fauces totalmente hacia el barco. De estas sale entonces una tromba de un líquido viscoso verde que cae hacia cubierta. Bueno, entre evitar caerte al suelo o directamente al mar y evitar esa cosa que no parece precisamente inocua parece que ya tienes más acción de la que te gustaría. Yo actuaría rápido.

Deberías haberte agarrado a algo, o como mínimo haber hecho lo que fuera para no caerte. Eres derribada por el bamboleo del barco y la guadaña cae de su funda, deslizándose de un lado a otro de cubierta llevada por el violento movimiento de la nave. Luego tienes la peregrina idea de impulsarse con la bola de fuego, lo que te causa unas feas quemaduras en las piernas y destroza el pantalón de tu uniforme, pero al menos sales rodando hacia proa y evitas el líquido. Al momento en que toca algo (sean marines, el barco, velas...) este comienza a corroerse y deshacerse. Los gritos de los moribundos y el desagradable olor del ácido corroyendo la carne llenan el lugar, pero entonces el veloz conjuro sale de tu mano y entra limpiamente en la boca del monstruo, estallando y causándole serio daños. Este da un aullido de dolor que suena... ¿afónico? y se suelta del barco, sumergiéndose en las aguas de nuevo. ¿Libres al fin?

Consigues un total de diez almas pequeñas y dos normales. Recuerda descontar las que has gastado en la bola de fuego y el meteoro. En todo caso, el capitán en cuanto haces tu pregunta te mira y frunce el ceño, pensativo:

- Se me ocurre algo, pero... no es habitual en gente sin formación. Se llama haki - se para un momento para dar órdenes a unos reclutas cercanos - En otro momento te lo explicaré. Ahora estamos un poco liados.

Te centras de nuevo en esa sensación y efectivamente vuelves a percibir algo... es como una voz, una que "sientes" en lugar de escuchar. Sabes que está ahí, bajo vosotros, acechando al barco. No parece que de momento tenga intenciones hostiles. Se limita a "acecharos" y manteneros vigilados. ¿Tal vez haya decidido que sois una presa demasiado complicada? Te das cuenta de que también eres capaz de sentir las voces de los marines cercanos. No logras captar diferencias entre ellas, pero eres capaz de decir cuántos son los que tienes cerca e incluso sentir a los que están bajo cubierta. Después de seguiros durante medio minuto, se sumerge en las profundidades y dejas de sentirla. El viaje no dura demasiado más; después de diez minutos avistáis una costa rocosa cubierta de niebla y un embarcadero destartalado. Los marines empiezan a subirse a barcas para descender y aproximarse a tierra. Adivina: te ha tocado en el grupo de desembarco. Antes de subir a tu bote, el capitán te dice:

- Te asignaré en un grupo diferente al mío. Aún eres capaz de usar eso, ¿verdad? Bien. Así tendremos a dos usuarios de kenbunshoku. Serás la vigía de tu grupo.

Descendéis y avanzáis a golpe de remo en medio de unas aguas de un malsano color verde. El embarcadero no tiene mejor pinta; está cubierto de musgo y cruje al pisarlo, pero no cede ni bajo el paso de toda la tropa de marines. Estáis en una pradera de hierba corta y frente a vosotros podéis distinguir a lo lejos la figura de unos árboles ocultos por la niebla. Mientras os acercabais en el barco llegaste a ver la figura de una montaña de fondo, pero aquí la niebla es tan espesa (o se ha espesado tanto) que no ves nada. Tras dividiros en cuatro grupos y asignar a los líderes de cada uno un mapa, el capitán comienza a daros órdenes.

- Ante todo, voy a ser franco: esta misión ha sido ordenada directamente de lo más alto. Ha llegado de Marineford. Espero de todos vosotros una actuación ejemplar, pues si lo hacemos bien habrá recompensas y ascensos. Eso sí; no esperéis que esto sea un paseo por el monte. Bien, procedo a explicaros nuestra situación: bienvenidos a la base 022 del Cuerpo Científico, o lo que queda de ella. Una facción rebelde de ex-marines la asaltó hace unos meses y ahora este lugar es un caos. ¿Nuestra tarea? Hacer labores de reconocimiento para averiguar el estado de este sitio y las diferentes instalaciones.

Acto seguido comienza a asignar tareas a diferentes grupos. El vuestro, el grupo 4, debe comprobar el estado del camino que lleva a un puesto de observación en una colina cerca (además de comprobar el propio puesto). ¿Problemas? El camino atraviesa la jungla. Es probable que en este tiempo de descuido haya zonas asilvestradas, encharcadas o bloqueadas por troncos. En la medida de lo posible (al fin y al cabo sois soldados, no operarios) deberéis despejar el camino y llegar al observatorio, donde comprobaréis que todo esté habitable y le haréis los arreglos necesarios. Antes de iros, el capitán os llama a ti y al sargento que lidera tu grupo.

- Cromson, esta recluta es usuaria de kenbunshoku haki. No es ninguna experta, de hecho acaba de descubrir que lo posee, pero en caso de que ella diga que presiente que estáis en peligro harías bien en hacerle caso.

- Sí, mi capitán - contesta el sargento, haciendo el saludo militar.

- Puede retirarse. En cuanto a ti... lo que has despertado hoy se llama kenbunshoku haki. El haki es... un tipo de energía. Una fuerza de voluntad que todos los seres vivos poseen y pueden llegar a despertar. Adopta tres formas: busoushoku haki, kenbunshoku haki y haoshoku haki. El último es una manifestación de este muy poderosa que muy pocas personas tienen. Los otros dos... para explicarme rápido, se les conoce también como haki de armadura y de observación o mantra. El haki de armadura permite endurecer el cuerpo, formar una especie de barrera en torno a este capaz de desviar los daños y aumentar la fuerza de los golpes. Además también puede servir para herir a los usuarios de akumas no mi del tipo logia. Tu haki, el de observación, es diferente. Permite "sentir" las voces de los seres vivos y detectar intenciones hostiles. Es particularmente útil en un momento como este. No sé qué nos encontraremos en este lugar... estate alerta, y procura estar atenta a tus "corazonadas" - te da una palmada en el hombro con su gigantesca manaza - Hazlo bien y me ocuparé de que asciendas. Alguien de tu talento merece ser algo más que recluta.

Se aleja y se une a su grupo. Deberías acercarte al tuyo, parecen a punto de partir. De hecho el sargento te está mirando, esperan por ti.

Comenzáis a avanzar hacia el camino. Este no es más que una estrecha senda entre los árboles, cubierta hojarasca y ramas caídas. En algún momento una pequeña cerca hecha con estacas y cuerdas separaba ambos lados del camino del bosque, pero ahora mismo apenas quedan los restos. Intentas centrarte en tu haki para mantener los alrededores vigilado, y al instante comprendes lo compleja que es tu nueva habilidad y lo difícil que será darle un uso: no percibes sólo las voces del grupo, sino que hay decenas de presencias en el bosque. Las aves, los pequeños mamíferos, los reptiles... para colmo no sabrías discernir la diferencia entre la voz de tus compañeros y la de un pajarillo. Te falta demasiada práctica, lo que por otro lado tiene sentido siendo una habilidad que acabas de desarrollar.

- Recluta, al medio de la formación. Alértanos de cualquier amenaza - te indica el sargento.

El camino está en un estado lamentable, encharcado y lleno de baches embarrados. En cierto momento encontráis un tronco caído y os detenéis un momento a apartarlo a un lado. A medida os adentráis te va entrando una sensación desagradable de congoja. Entre la niebla y la espesa cubierta vegetal que merma la luz que llega, este sitio es realmente agobiante. En cierto punto del camino veis una figura tirada, de la que no percibes presencia alguna. Es alguien vestido con un mono naranja, botas negras y máscara de gas. Está tirado en el suelo, inerte, aparentemente muerto. El sargento ordena detenerse y envía a dos hombres a acercarse. En ese momento te das cuenta de que apenas hay presencias cercanas aparte de vosotros, lo cual es raro. Dos delante a la izquierda, tres más en ese mismo lado un poco más hacia el interior del bosque, unas seis a la derecha... los dos marines se acercan junto al hombre y uno se agacha junto a él, poniendo cara de asco.

- ¡Está muerto, mi señor! Y parece que lleva bastante tiempo así.

Como sospeché: el camino no nos lo pondría fácil. A medida que avanzaba el paso se volvía complicado, constantemente tenía que esquivar algunas ramas que aparecían de la nada, tal vez producto de la densa neblina que nos impedía ver bien. Sin embargo, pese a que tenía aspecto peligroso, no hubo ningún accidente... por ahora. Por cada paso que daba intentaba enfocarme en mantener activo ese misterioso poder del que supe hace apenas unos minutos atrás, no obstante, era complicado. Es como si tuvieras que reconocer las notas de una canción siendo apenas un aprendiz, cada nota sonaría distinta pero no sabrías reconocerla... Lo mismo me pasaba. Podía sentir distintas voces, pero era incapaz de reconocer de quien provenía.

En un comienzo, cuando empecé a sentir las voces dentro del bosque, sentí un intenso dolor de cabeza que se fue pasando con el tiempo. Concentrarse era difícil, más cuando eres incapaz de controlar tus propios poderes. Estaba convencida de que necesitaba entrenar esta nueva habilidad, pero no podía hacerlo a medida que caminaba..., ¿o sí? Tal vez con un poco de imaginación podría distinguir esa pequeña frecuencia de sensaciones, después de todo, como en la música cada nota tiene una frecuencia que la diferencia de otra. ¿Pasaría lo mismo con el Haki? Usar ese principio de ondas tal vez me ayudaría a aclarar y al menos comenzar a distinguir “voces” humanas de animales.

Siguiendo las órdenes del sargento me posicioné al medio del resto de los hombres, como si me quisieran proteger. Estaba haciendo mis máximos esfuerzos en estar alerta ante cualquier peligro. A medida que avanzábamos el camino se tornaba más... lamentable. Constantemente tenía que esquivar uno que otro charco para no mojar mis botas. Mi único momento de descanso fue cuando el equipo se detuvo para correr un tronco que bloqueaba el paso, vamos, no podía ayudar considerando que la fuerza no era esencialmente mi fuerte... Tras pasar el primer obstáculo un extraño sentimiento, similar a la angustia, se adueñó de mí. Ya había sentido algo así y debía advertirle al hombre a cargo.

–Hay algo extraño aquí –le comenté en la libreta mientras le jalaba de la ropa para que se fijase–. Tengo una sensación parecida a la que tuve cuando la bestia atacó, deberíamos estar alerta.

Me fijé en una figura alejada de mí, extrañamente no podía percibir nada en ella. Aparentemente estaba muerto y por su forma de vestir me arriesgaba a decir que era un científico, vamos, por algo llevaba una máscara de gas. Sin embargo, era imperioso saber la causa de su muerte para prevenir posibles riesgos. Nos detuvimos por orden del sargento y dos hombres fueron a comprobar el estado de la “persona” que yacía tirada en el piso. De repente mi atención fue acaparada por la ausencia de presencias, lo cual era bastante raro considerando que estábamos en medio del bosque.

–Sargento, aquí percibo pocas presencias... Definitivamente hay algo raro, debemos estar preparados para cualquier cosa.

Efectivamente estaba muerto (y llevaba bastante tiempo), no obstante, me parecía raro que no tuviese su alma en un lugar cercano. Normalmente sería capaz de ver esa pequeña esfera... ¿Había pasado demasiado tiempo? O tal vez esa persona no murió allí y su alma está atrapada en otro lugar. No queriendo desconcentrarme, me mantuve alerta al medio y coloqué mi mano izquierda en el mango de la guadaña que cargaba en mi espalda.

Tal vez hubiese estado bien tomar tú misma medidas en lugar de limitarte a avisar. Al fin y al cabo, el tiempo de reacción es vital en el caso de contraatacar a una emboscada, como este es el caso. El teniente aún está tomando aire para alertar a los hombres, cuando de repente una veloz figura sale de entre los árboles y pasa entre los dos marines más adelantados, al tiempo que notas una intención hostil. Desaparece tan velozmente como ha aparecido, y uno de los dos se desploma sangrando a borbotones por la garganta. Rápidamente el teniente grita:

- ¡A las armas! ¡Nos atacan! ¡Poneos espalda contra espalda!

Los hombres se apresuran a cumplir las órdenes, pero todas las presencias que percibías están ya en movimiento. Las figuras comienzan a salir de entre los árboles, cargando sobre los marines. No parecen estar dispuestas a entablar un combate directo, sino que aprovechando la niebla y la espesa vegetación, hacen pasadas entre los marines lanzando ataques a diestro y siniestro para luego volver a retirarse al bosque. No bien comienza el asalto, una de las figuras salta sobre ti. No alcanzas a distiguir bien sus rasgos, pero parece un humano, pero con el cuerpo deformado y larguísimas garras. Salta sobre ti con la boca abierta, y durante un instante tienes una visión del ser hundiendo sus colmillos en tu cara. Reacciona rápido, o pronto tendrás una fea herida.

El sentimiento de aflicción terminó convirtiéndose en realidad cuando vi como los marines que se adelantaron para comprobar el estado del hombre caían al suelo. ¿Estarán muertos? No lo sabía y seguramente no tendría tiempo para comprobarlo pues la emboscada había empezado. Aunque el teniente reaccionó a tiempo, nuestro cuerpo no lo hizo. Las desconocidas figuras que hicieron caer a mis compañeros no tardaron en atacarnos y justamente una de ellas apareció frente a mí cuando de repente tuve una extraña e inquietante visión. ¡Tenía que reaccionar! Pronto me pondría a pensar qué carajos eran. ¡¿Qué diablos podía hacer?! Mi cuerpo estaba paralizado, lo más lógico sería dar un salto hacia atrás y desenfundar la guadaña para defenderme de las fauces de la criatura.

Gracias a ese instante de anticipación (que no fue mucho, pero suficiente) reaccioné adecuadamente, cambiando un poco mis planes. La criatura aún estaba en el aire cuando di un salto hacia atrás aprovechando la agilidad de mi cuerpo. Mientras daba el salto hacia atrás esquivando el ataque de la criatura tomé la pistola y descargué el cartucho entero apuntando a su boca aún abierta (o eso esperaba). De esa forma comprobaría muchas cosas, primero quería analizar a nuestros contrincantes. Sin embargo, si mi agilidad y velocidad no eran lo suficiente para esquivar a la criatura, usaría mi conjuro Armadura de Mago para reducir significativamente el daño recibido.

Estando atenta a lo que mis “corazonadas” me indicaban, analizaría el resultado de los disparos apuntados hacia la boca de mi enemigo. Por su forma, que no pude observar correctamente, tenía la leve impresión de que había víctimas de una mutación que convirtió humanos en bestias... Pero, ¿qué tan cierta podía ser esa idea? Como sea, esperaba que mis movimientos hayan sido lo suficientemente eficaces. La pelea aún no terminaba, debía estar atenta ante el ataque de las otras criaturas. ¿Aparecería una a mis espaldas? ¿Me rodearían? Si las cosas se complicaban, tendría que usar la habilidad de mi guadaña.

Cuando el ser cae al suelo ante ti ya está muerto, aunque sigue teniendo espasmos musculares. Parece que fundirles la cabeza a tiros es eficaz. Sin embargo, no todos han podido reaccionar tan rápido como tú a la emboscada, y los gritos de los marines se tornan en la macabra banda sonora de una carnicería. Pese a todo, en pocos segundos y tras la sorpresa inicial, los que no han muerto en la primera carga se ponen manos a la obra y los seres se escabullen. Notas las presencias alejarse jungla adentro, aunque algunos se quedan en las cercanías, a unos veinte o treinta metros del camino.

- ¡Recuento de bajas! Cabo, confirme las muertes.

No ves en pie a más que alrededor de un tercio de los componentes iniciales de la patrulla, pero si colaboras y comienzas a buscar supervivientes entre los caídos, verás que la mayoría están vivos. De hecho no tienen heridas más que superficiales, pero sin embargo sus cuerpos están en tensión y paralizados. El sargento suspira y recarga su fusil mientras frunce el ceño.

- Bien, es inútil tratar de avanzar cargando con tanta gente y me niego a abandonar a estos hombres. Recluta - te dice - parece que sabes desenvolverte, y creo que un grupo pequeño tendrá más posibilidades. Escoge a dos hombres y avanza hasta el puesto, o al menos todo lo que puedas. Hasta que recibas nuevas órdenes actuarás como líder de pelotón.

Acto seguido te entrega un den den mushi y un arma de fuego de aspecto extraño.

- Usa esto en caso de extrema necesidad. NO lo uses en distancias cortas. No te gustaría el resultado.

Spoiler:

La criatura terminó cayendo al suelo, y para asegurarme de que estuviera bien muerta descargué un par de balas en su cerebro. Sin embargo, tal y cómo había pensado, no todos los hombres tenían las mismas capacidades físicas por lo que no pudieron reaccionar adecuadamente a la emboscada. Los gritos resonaban una y otra vez en mi cabeza, ¿y si hubiera sido más rápida? Debí haberles advertido que había algo, sí… debí haberlo hecho. Por otro lado, había otra parte de mí que me intentaba convencer de que en realidad había sido su culpa por no estar atentos. Vaya dilema, ¿no?

Me paseé por el campo de batalla, pateando los cadáveres de mis compañeros para comprobar si estaban con vida. Encontré a varios con vida, pero no podían mover ni un solo músculo… Paralizados, me dije a mí misma. Tuve suerte de haber reaccionado, probablemente hubiese terminado en el suelo como mis “compañeros”. De vez en cuando me agachaba a comprobar la respiración de los marines para saber si estaban vivos o no. A los muertos, les colocaba la mano derecha encima y mientras veía su alma, les revivía para formar mi propio ejército de no muertos. Después de haber indagado por aquí y por allá, conseguí revivir a ocho hombres y cinco criaturas; me daba igual lo que mis superiores tenían que decir sobre mis extrañas prácticas, tenía nuevas mascotas y una vez haya terminado todo, las devolvería a sus hogares… o tal vez no.

Escuché con atención las palabras de mi superior, y como si estuviera acostumbrada, no me sorprendí al recibir órdenes para explorar la zona por mi cuenta. “Es como si fuera yo la protagonista, ¿eh?”, pensé al mismo tiempo que movía los ojos de un lugar a otro, como buscando a las criaturas que nos tendieron la emboscada. Me veía en la libertad de escoger a dos hombres para que me ayudaran con mi cometido, aunque estaba más que claro que ya contaba con ocho. Clavé la mirada en una mujer de enormes pechos y cabello rubio, ojos rojos y cintura estrecha; contaría con ella. A pesar de verme como una niña, me gustaban los pechos grandes porque de cierta forma… los deseaba. Busqué y busqué hasta detenerme en un hombre de barba larga y fuertes brazos y le señalé; sería mi segundo hombre.

–Me parece correcto enviar a una pobre niña directo a las fauces de la muerte –escribí en mi libreta, esperando que se notara el sarcasmo–. Iré, pero me llevaré a… estos hombres pálidos. Me servirán más a mí que a ustedes.

Recibí el den den mushi y la extraña arma de fuego de aspecto extraño, que probablemente me la terminaría quedando. Era hora de cuidar mejor mis pertenencias, ya la había cagado una vez con dejar que se me cayera la guadaña que tanto me costó conseguir. ¡Bien! Ya era hora de avanzar, levanté la mano y me despedí del resto de mis compañeros. ¿Qué tenía que hacer? Oh, cierto… Llegar hasta el puesto de avanzada, ¿no?

Avancé por el sendero, estando alerta de las extrañas criaturas que ya nos habían atacado una vez. ¿Cometer errores? Esta vez seguro que aprendería. Les iba alertando a mis hombres vivos sobre la situación, y con gestos militares les indicaba por donde avanzar, más bien por dónde era seguro. Los tres seres vivos íbamos en el centro, mientras que a los no muertos les ordené que sirvieran de escudo ante posibles emboscadas; sabía que podían pensar, hablar y sentir, pero ya me daba igual. Estaban muertos y no eran más que mis marionetas, su única función era obedecerme y si les ordenaba que me protegieran, estaban obligados a hacerlo.

Intenté mantener el “haki” activo en todo momento, mucho me había servido en el asalto anterior así que seguro que ahora me mantendría alerta. Bien, estaba en un peligroso sendero rodeado de escalofriantes criaturas… ¿Qué iba a salir ahora? ¿Cocodrilos gigantes usando sombreros de copa?

- Creo que una niña indefensa capaz de matar a un monstruo sin rasguños cuando hombres de mayor edad y veteranía han caído presas de estos y con la habilidad de utilizar a los cadáveres como marionetas sabrá arreglárselas sola - contesta fríamente - Espero que aprenda a contener su leng... su lápiz en un futuro, recluta. Si no estuviéramos en esta situación la relegaría del mando y la dejaría a disposición del contramaestre como castigo por su falta de disciplina y respeto. Recuerde a quién se dirige.

Tras la reprimenda, el sargento te da la espalda y comienza a dar órdenes a los que quedan en pie para que vigilen el perímetro, dando por finalizada vuestra conversación. Continuáis avanzando por el sendero, percibiendo en todo momento presencias a vuestro alrededor, pero en esta ocasión en ningún momento sientes ninguna intención hostil. Sin embargo en todo momento oís ruidos raros a vuestro alrededor, cuanto menos inquietantes. Pese a todo llegáis al final de la jungla enteros (al menos los vivos) para encontraros en lo bajo de una elevación sobre la cuál ves un complejo cupular de metal, en el borde de un acantilado. Es evidente que ha vivido mejores tiempos, pues casi todos los cristales están rotos y la puerta principal (dos placas de metal que se abren replegándose hacia los lados) está abollada y entreabierta. Parece que habéis llegado al puesto de observación. Por el camino los dos reclutas se han presentado como Haro Sachiko, francotiradora, y Hayame Ken, ingeniero. Al llegar frente a las puertas, ambos te miran aguardando tus órdenes.

Me fui pensando todo el camino en lo que dijo el teniente, ¿disciplina militar? Carecía de eso. Odiaba las autoridades y constantemente pensaba en porqué seguía en la Marina; creo que la única razón era Hikaru y la banda, de no ser por ella ya me habría ido al lado oscuro. En fin, no le daría mucha importancia a eso… Un poco de sarcasmo no le venía mal a nadie, menos a alguien tan serio como él. Si me seguía estorbando, solucionaría el tema con mis propias manos.

La mujer de enormes pechos se presentó como Haro Shachiko, un bonito nombre; lo que más me gustaba de ella era el enorme rifle que cargaba a sus espaldas. Por otro lado, Ken-chan era un hombre serio y aficionado a la ingeniería. Perfecto, este segundo me serviría para desentrañar los misterios de la isla… Al menos eso pensaba. Llegamos hasta el principio del fin, me gustaba como sonaba eso. En fin, alcé la mirada y me encontré con una cúpula metálica cuyas ventanas estaban rotas, de seguro que se trataba de un laboratorio o algo así. Subí hasta encontrarme frente a las puertas.

Miré a mis soldados no muertos, ¿a cuál usaría? De seguro a uno que tenía cabeza y ojos para que me advirtiera sobre los peligros de la zona, era importante ser precavidos. Pensé en usar a una de esas extrañas criaturas, pero de seguro que me respondían con un “¡GRAWRGRAWH!”… Y eso no me serviría de nada. Le ordené a los dos no muertos más completos que se internaran dentro y que volvieran con información del lugar.

–Ken-chan, ¿me puedes decir de lo que eres capaz antes de internarnos en una cúpula aparentemente abandonada? –Luego miré a la chica y me dirigí hacia ella– Me gustaría que estés atenta. Como francotiradora debes conocer acerca de proteger el perímetro, ¿no? Mis amigos volverán dentro de poco con información sobre la instalación, por el momento esperaremos.

Esperaría a que volvieran y si todo estaba bien, entraríamos para explorar el lugar. La ventaja de los no muertos es que eran útiles, no gritaban ni traicionaban ya que así estaban configurados por mí. Al resto de las reanimaciones les ordené que estuvieran atentos ante cualquier peligro. ¿Qué me depararía?

Ken titubea un poco antes de comenzar a explicarse, atusándose la barba. Por su parte, Sachiko hace el saludo militar y tras tomar el fusil comienza a rondar por la zona, vigilando los alrededores con la mira del arma.

- Bueno... me especializo en la mecánica y la electrónica. Por eso fui asignado a este grupo junto con otros tres. En el caso de que la maquinaria de la base esté dañada podré intentar ponerla en funcionamiento.

Los no muertos vuelven al poco rato. La mayoría de ellos no pueden hablar, pues casi todos los caídos en la batalla murieron porque las bestias les arrancaron la garganta, pero uno de ellos aún la tiene intacta.

- El interior está desierto. No hay nadie salvo máquinas viejas y restos de cadáveres antiguos. En el segundo piso hay una ametralladora rotatoria averiada, y la puerta al sótano está cerrada con un cerrojo electrónico. No parece que haya electricidad en este momento.

¡Bien! Todo estaba saliendo como quería, por el momento; nadie sabía lo que podía pasar de un minuto a otro. Uno de mis no muertos volvió y me informó acerca del actual estado de la cúpula, era hora de llamar a la francotiradora para que entrara. No la quería rondando sola por el perímetro ni mucho menos muerta, así que antes de adentrarnos en la cúpula metálica la esperaría. Ya sabía yo que las habilidades de Ken-chan servirían, sobre todo para intentar hacer funcionar la estación.

–Shachiko-san, no sé si habrás escuchado, pero según mis lacayos no hay nadie en el interior –escribí en la libreta y luego se la mostré–. Sin embargo, no me fío del todo. Quiero que todos estén alerta, y preferentemente no quiero que terminen como nuestros compañeros. Cuenten conmigo para lo que sea –les aclaré, para subirles la moral. Vamos, entendía perfectamente que ver morir a tus compañeros era una experiencia por lo bajo traumática y esos hombres necesitaban un poco de tacto, del que carecía completamente.

Lo primero que hice al entrar fue buscar almas para ver si podía ingresarla en algún cuerpo y levantar un no muerto para que se uniera a nuestro pequeño escuadrón. En caso de ser así, me acercaría cuidadosamente y procedería; de no ser así, lo único que haría sería avanzar. Tenía que elegir… ¿Segundo piso o subterráneo? Según la información de los no muertos, lo único que teníamos que investigar era el sótano que estaba cerrado con un cerrojo electrónico. Por suerte contábamos con nuestro ingeniero eléctrico.

Le ordené al grupo que me siguiera, descendimos las escaleras y le pedí a dos no muertos que cuidaran el acceso; no quería más problemas de los que ya tenía.

–Ken-chan, antes de que comiences a usar tus herramientas para intentar abrir la puerta, me gustaría que buscaras alguna forma de saber lo que hay del otro lado –le pedí–. Si necesitas que subamos para investigar, házmelo saber.

Era momento de intentar mantener mi haki activo, no sabía qué cosas podían aparecer en esta isla del terror. Miraba y miraba la puerta… ¿Qué había detrás de ella?

El interior huele a cerrado y a muerte. Está un poco oscuro, pero salvo por algunos rincones y sitios concretos la luz que entra por las ventanas es suficiente para ver. El lugar es una enorme sala circular llena de estanterías, maquinaria y ordenadores descuidados y toda suerte de objetos y muebles en diferente estado de degradación. En el centro hay unas escaleras metálicas de caracol que van tanto al piso superior como al inferior. Ves cadáveres putrefactos que tienen pinta de llevar bastante tiempo allí, pero como era de esperar ningún arma. Al bajar al sótano os encontráis con el primer problema: no veis tres en un burro de lo oscuro que está.

- Pues... para empezar lo que voy a necesitar para abrir esta puerta es luz. A menos en tu repertorio de trucos haya algún poder para iluminar o que lleves una linterna encima, veo difícil poder trabajar. De todos modos, ¿no era un cierre electrónico? A menos que pretendas que desmonte la puerta, cosa de la que debería ser capaz pero llevaría un tiempo, sin activar el generador de este lugar y poner en marcha la electricidad veo difícil poder abrirla. Eso incluye ver qué hay al otro lado. En el caso de que haya un sistema de vigilancia, para poder ver las cámaras del sótano sigo necesitando corriente eléctrica.

Parece que es obvio lo que toca, ¿no? Es el momento de tomar decisiones y dar órdenes de nuevo.

- ¿Qué debo hacer yo mientras Ken trabaja? - te pregunta Sachiko, mirando a tus no muertos con cierto recelo - No creo que sea buena idea dejar sin vigilancia el lugar con esos bichos rondando por la selva cercana. Menos con la puerta abierta.

- Tal vez pudiera arreglarla, pero todo depende de las prioridades. Puedo encargarme tanto de la puerta principal, como de intentar desmontar esta, echarle un vistazo a esa ametralladora o poner en marcha la corriente, pero evidentemente no todo a la vez. Posiblemente ni siquiera todo hoy ¿Cuáles son sus órdenes?

Problemas y más problemas… Solo era una adolescente atrapada en el cuerpo de una niña y se suponía que tenía que dirigir una misión. En la cúpula metálica había muchas cosas que trabajar y dependía de mi elección decidir qué era lo primero que haríamos como equipo. El lugar estaba oscuro y de no ser por los finos rayos de luz que se filtraban por las rotas ventanas, estaría completamente a ciegas. Qué curioso… Pensar que esa era la habilidad de mi guadaña. En fin, tenía cosas qué pensar y Ken-chan me había dado suficiente información para saber qué hacer.

Rasqué mi cabeza y miré a mis no muertos, ¿de qué servirían ellos? Luego me daría el tiempo de preguntarles acerca de sus profesiones, quizás había ingenieros que pudieran ayudar a Ken. ¿Qué elegir primero…? Desmontar la puerta era la opción menos viable, considerando que no sabíamos lo que había detrás de ella y podíamos ser atacados por quién sabe qué cosas. Desde mi punto de vista, lo fundamental era contar con electricidad y de esa forma poder ver las cámaras de vigilancia, en caso de existir. Sin embargo, también era cierto que necesitábamos protección ante las extrañas criaturas de la selva; después de todo, necesitábamos dormir y una puerta que nos separar del exterior nos serviría.

Bien, había tomado una decisión y tendría que hablar con mis no muertos; estaban siendo un poco inútiles y había que aprovechar todo nuestro potencial. Por otra parte, después de darle órdenes a Ken, exploraría el segundo piso para darle órdenes a la mujer.

–Bien, todos queremos electricidad y poder ver nuestros rostros –escribí, pasándole la hoja a Ken y luego a Sachiko. No esperaba que me vieran a la distancia, considerando que apenas podíamos ver dentro de la cúpula–. Pero Ken-chan es solo uno y no puede hacer todo al mismo tiempo, así que lo primero que hará será reparar la puerta principal. La luz lo podemos dejar para después, pienso que lo primero es reforzar la seguridad.

Le ordené a cuatro no muertos (dos criaturas y dos humanos) que protegieran a Ken mientras trabajaba, lo necesitaba a salvo; pese a que podía revivirlo cuando yo quisiera, si perdía la cabeza o las manos me sería completamente inútil. Por otra parte, le ordené a otros cuatro no muertos (humanos) que buscaran cualquier tipo de objeto para reforzar las ventanas. Después de dar las respectivas órdenes, subí las escaleras de caracol. Sí, sería la mejor localización para poner a una francotiradora.

–Tú eres francotiradora, sabrás cuál es el mejor lugar para posicionarte, pero pienso que en el segundo piso tendrás mayor visibilidad. Oh, cierto –recordé–. Debo pedirte un favor… Como ya sabes, no puedo hablar ni comunicarme por un den den mushi así que… ¿Puedes llamar al teniente y hablar por mí?

Necesitaba saber la condición del resto del escuadrón de exploración, sé que aún no había pasado nada de tiempo, pero era fundamental saber su posición y que ellos conocieran la nuestra. Le pedí a Sachiko que le informara al teniente que habíamos llegado hasta el puesto, que se trataba de una estructura cupular metálica sin corriente y estábamos trabajando en sus respectivas reparaciones. Ahora tenía que decidir qué hacer con mi propio tiempo… Esa ametralladora parecía muy útil, pero yo no sería capaz ni de moverla.

A medida que el tiempo pasaba, le pedí a todos mis no muertos (antes marines) que me dijeran sus respectivos estilos de lucha y profesiones. Necesitaba los perfiles que tenían mis hombres para estar conscientes de sus habilidades y debilidades; tenía claro que no todos ellos podían trabajar, pero había uno que otro que sí. En fin, tras saber las especialidades de los marines del más allá, exploraría todos los rincones del primer piso en busca de algún objeto que pudiera ser útil, teniendo el mantra activo en todo momento… Bueno, intentando, al menos. Tal vez podía encontrar una linterna o algún documento con información.

Ken se pone manos a la obra a arreglar la puerta con la ayuda de los no muertos mientras el resto apilan cosas en las ventanas y las bloquean. El plan está bien, pero como la mayoría están rotas hay que tapiarlas, y eso limita la cantidad de luz disponible. ¿Tal vez se te ocurra otro plan o quieras darles otras órdenes? Mientras tanto, Sachiko llama por el den den mushi, pero no recibe respuesta alguna. Insiste varias veces más, pero nadie coge el aparato. ¿Estarán demasiado ocupados para coger, o...? En todo caso, de nada sirve especular. La tarde avanza y lentamente el sol va completando su recorrido por el cielo. Ken termina su trabajo en la puerta principal y la deja como nueva y cerrada, mientras que (si no has cambiado las órdenes) los no muertos han reforzado y tapiado las ventanas del primer piso, que ahora está oscuro como boca de lobo.

- ¿Qué debo hacer ahora? No hay suficiente luz como para trabajar en el generador. Bueno, de todos modos para cuando caiga la noche dudo que tener luces encendidas sirva para más que para atraer a toda clase de bichería, ¿no?

Todos trabajaban arduamente, incluso los no muertos que se encargaban de tapar las ventanas con lo primero que veían. Sé que no era el mejor plan debido a que nos dejaba completamente a ciegas, pero así como ellos se esforzaban, tenía que dar lo mejor de mí para sobrevivir un día más y pensar en una solución para tener luz. Necesitaba un lugar tranquilo, sin ruido, en dónde pudiera escuchar mis propios pensamientos sin interrupción; tenía un plan para obtener un poco de luz y solo estando concentrada podía llegar a concretarlo. Mi habilidad era versátil y, con un poco de imaginación, podía llegar a realizar todo tipo de cosas y era justo lo que necesitaba en un momento como este.

La ciencia me llamaba la atención, pero jamás me interioricé más allá de lo que me enseñaban en la Orden. No obstante, conocía uno que otro principio para poder entender los fenómenos que sucedían ante mis ojos y era justo lo que necesitaba comprender para llegar a hacer lo que tenía en mente. ¿Necesitábamos luz? Pues luz crearía. Crear un conjuro era una tarea pesada, siempre y cuando este fuera complejo, pero si solo necesitaba formar luz artificial… Las cosas serían más sencillas. Podía entender perfectamente lo que producían los fotones y la radiación electromagnética, ahora lo complicado era comprimir todo ese conocimiento para llevarlo a algo práctico, pero si lo pensaba bien… Ken-chan estaba haciendo exactamente lo mismo al calcar sus conocimientos en reparar la puerta.

El tiempo pasaba y pasaba y yo seguía sentada en el segundo piso, alejada de mi grupo mientras una infinidad de pensamientos pasaban velozmente por mi cabeza. Encontraba muchas soluciones a nuestro problema y a la necesidad de crear un conjuro de luz, pero ninguno de ellos me llevaba hacia un camino práctico. Sin embargo, se me ocurrió una buena idea que constaba en “modificar” partículas para que tuvieran la capacidad de pegarse a cuerpos sólidos y dar luz, funcionado así como verdaderos faroles. Una vez teniendo la idea, lo siguiente era comenzar a trabajar las almas necesarias para crear el conjuro.

–Esto no será nada fácil –pensé para mí misma, mientras sacaba el libro de conjuros y comenzaba a arrancar un alma almacenada. Con movimientos esotéricos de mano, moldeé la extraña materia prima y plasmé todo mi conocimiento en ella para luego almacenarla en una hoja en blanco.

Si tenía suerte, pues era mi primer intento, habría conseguido crear el conjuro con el que podíamos obtener luz. Su única función era pegarse a cuerpos sólidos para iluminar la zona durante cierto tiempo, así que no necesitaba entrenar tanto para llegar a dominarle. Me levanté del suelo, caminé hacia un pilar y cerré los ojos, intentando concentrarme para no fallar el conjuro. Si tenía éxito, de mi mano saldría desprendida una pequeña esfera cuyo centro era blanco y a medida que se expandía hacia los extremos, iba adquiriendo un color celeste pálido. Esta esfera se pegaría en el pilar e iluminaría la zona durante cierto tiempo.  

–He conseguido algunos trucos que te pueden servir, Ken-chan –escribiría en mi libreta (solo en caso de haber conseguido exitosamente el conjuro) y, con mi mano libre, tendría la esfera lumínica que dispondría a pegar en algún pilar.

Te lleva bastantes intentos y gastas un total de cinco almas, pero logras llevar a cabo el conjuro. Es un poco diferente a lo que cabría esperar; como en lugar de crear la luz la extraes del ambiente, al lanzarlo las sombras del lugar se intensifican y la estancia se vuelve incluso más oscura... excepto en la zona cercana a tu luz, claro está. Esto implica que no podrás lanzar el conjuro en zonas de oscuridad total, aunque sí podrías entrar en una con el conjuro ya lanzado de antes. En todo caso, cuando le enseñas tu nueva habilidad a Ken, este se muestra gratamente sorprendido.

- ¡Excelente! Yo he encontrado el generador y con luz podría ponerlo en funcionamiento. Sólo necesit...

En ese momento el sonido de un disparo procedente del piso superior resuena en el edificio, seguido de los gritos de alarma de Sachiko. Uno de tus no muertos hace un sonido gutural para llamar tu atención y señala a una de las ventanas cercanas. Si miras entre las rendijas de los maderos que la mantienen tapada, llegarás a atisbar a un montón de figuras corriendo hacia el edificio. Oh, por cierto. El sol ya ha caído. Parece que sólo esperaban a la noche para atacar.