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Katharina von Steinhell
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Los conjuros no siempre terminaban siendo lo que uno esperaba de ellos y lo peor de todo era que no contaba con muchas almas para estar desperdiciando, pero había conseguido crear un hechizo para iluminarnos y continuar con las reparaciones. Escuchaba las palabras de Ken-chan cuando escuché un disparo proveniente del segundo piso y enseguida los gritos de la marine. Ya sabía yo que terminaríamos siendo la presa de alguna criatura, aunque no esperaba que fueran tantas las figuras que se paseaban de un lugar a otro por fuera de la cúpula. ¿Qué tenía que hacer? ¿Dar órdenes? ¿Comenzar un ataque?
Afortunadamente los no muertos consiguieron preparar a tiempo el lugar y así mantenernos un poco más seguros, pero no sabía cuánto resistirían las preparaciones. La noche terminaría en sangre y muerte y no tenía ninguna intención de morir. Estábamos encerrados, ciertamente protegidos y de alguna forma teníamos que exterminar a la amenaza del exterior. Sin embargo, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando comencé a pensar que el resto del escuadrón fue alcanzado por las criaturas y ahora todos ellos estaban muertos… ¡Maldición! No es que me importaran mucho sus vidas, pero sí sus almas y cuerpos. En fin, era solo una especulación y tenía que mantenerme enfocada solo en una cosa: sobrevivir.
Las vidas de Sachiko y Ken-chan estaban en mis manos. El marine era una pieza fundamental en nuestro equipo pues era un ingeniero con altas capacidades para solucionar problemas, lo necesitaba vivo para arreglar el generador y explorar el sótano. Por otra parte, la mujer era una francotiradora muy capaz y de seguro que me serviría para eliminar a las criaturas. Teniendo las prioridades en mente, les ordené a los no muertos que protegieran a los marines y que por ningún motivo permitieran que murieran o resultaran heridos.
Subí hasta el segundo piso, dónde se encontraba Sachiko y le entregué un trozo de papel.
–¿Cuántos son? Tenemos que eliminarlos a como dé lugar, así que dispara todo lo que puedas –era una orden bastante lógica, considerando que nuestras vidas estaban en peligro–. Los no muertos te protegerán.
Volteé hacia Ken y me dirigí hacia él.
–¿Qué puedes hacer para mantenernos a salvo? Estoy casi segura que tienes algo por ahí, algún truco o arma. Estoy abierta a consejos.
Afortunadamente los no muertos consiguieron preparar a tiempo el lugar y así mantenernos un poco más seguros, pero no sabía cuánto resistirían las preparaciones. La noche terminaría en sangre y muerte y no tenía ninguna intención de morir. Estábamos encerrados, ciertamente protegidos y de alguna forma teníamos que exterminar a la amenaza del exterior. Sin embargo, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando comencé a pensar que el resto del escuadrón fue alcanzado por las criaturas y ahora todos ellos estaban muertos… ¡Maldición! No es que me importaran mucho sus vidas, pero sí sus almas y cuerpos. En fin, era solo una especulación y tenía que mantenerme enfocada solo en una cosa: sobrevivir.
Las vidas de Sachiko y Ken-chan estaban en mis manos. El marine era una pieza fundamental en nuestro equipo pues era un ingeniero con altas capacidades para solucionar problemas, lo necesitaba vivo para arreglar el generador y explorar el sótano. Por otra parte, la mujer era una francotiradora muy capaz y de seguro que me serviría para eliminar a las criaturas. Teniendo las prioridades en mente, les ordené a los no muertos que protegieran a los marines y que por ningún motivo permitieran que murieran o resultaran heridos.
Subí hasta el segundo piso, dónde se encontraba Sachiko y le entregué un trozo de papel.
–¿Cuántos son? Tenemos que eliminarlos a como dé lugar, así que dispara todo lo que puedas –era una orden bastante lógica, considerando que nuestras vidas estaban en peligro–. Los no muertos te protegerán.
Volteé hacia Ken y me dirigí hacia él.
–¿Qué puedes hacer para mantenernos a salvo? Estoy casi segura que tienes algo por ahí, algún truco o arma. Estoy abierta a consejos.
Ivan Markov
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- ¡No tengo ni idea! ¡Son demasiados! Al menos una veintena, posiblemente más.
Mientras contesta, Sachiko no deja de abrir fuego sobre las figuras. Ahora, desde la ventana en la que se ha parapetado la tiradora, puedes ver bien la situación. No alcanzas a ver bien las figuras, pero crees que son del mismo tipo que las que os atacaron en la selva.
- La verdad es que no tengo gran cosa aquí. Mi equipo de técnico y algunas piezas sueltas. Tengo un explosivo de gran potencia y si me das unos minutos creo que podría improvisar algunas bombas caseras con mis cosas y lo que hay aquí. No recomendaría usar el explosivo que tengo sin tomar precauciones, podría causar más mal que bien. Además de que es el único que tengo, y... sospecho que no vamos a salir de aquí fácilmente, no sin ayuda externa. Y eso podría llevar horas o días.
Tus no muertos y Ken han hecho un buen trabajo y las fieras no logran rompen la puerta ni las ventanas del piso inferior. Alguno intenta trepar, pero los disparos de Sachiko los rechazan. Sin embargo se han agolpado en gran número en torno al edificio y parecen dispuestos a seguir intentando romper las ventanas o buscar una ruta alternativa. ¿Algún plan para impedirlo?
Mientras contesta, Sachiko no deja de abrir fuego sobre las figuras. Ahora, desde la ventana en la que se ha parapetado la tiradora, puedes ver bien la situación. No alcanzas a ver bien las figuras, pero crees que son del mismo tipo que las que os atacaron en la selva.
- La verdad es que no tengo gran cosa aquí. Mi equipo de técnico y algunas piezas sueltas. Tengo un explosivo de gran potencia y si me das unos minutos creo que podría improvisar algunas bombas caseras con mis cosas y lo que hay aquí. No recomendaría usar el explosivo que tengo sin tomar precauciones, podría causar más mal que bien. Además de que es el único que tengo, y... sospecho que no vamos a salir de aquí fácilmente, no sin ayuda externa. Y eso podría llevar horas o días.
Tus no muertos y Ken han hecho un buen trabajo y las fieras no logran rompen la puerta ni las ventanas del piso inferior. Alguno intenta trepar, pero los disparos de Sachiko los rechazan. Sin embargo se han agolpado en gran número en torno al edificio y parecen dispuestos a seguir intentando romper las ventanas o buscar una ruta alternativa. ¿Algún plan para impedirlo?
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Bien, era momento de empezar a jugar con unos cuantos conjuros. Si lo decía Ken era cierto, con un par de minutos tendríamos suficientes bombas caseras para defendernos por ahora. Sachiko estaba haciendo un buen trabajo en neutralizar a nuestros enemigos y mientras más matara, me ayudaría mucho más en llevar a cabo mi plan que básicamente consistía en alimentarme de la muerte. No podía dejar un solo rincón de esta cúpula sin protección, así que ordené a cuatro no muertos que custodiaran la planta baja mientras hacía mis propios arreglos en la zona superior.
–Bien, Ken-chan. Tú te preocuparás de hacer cuantas bombas puedas, yo te daré un poco de tiempo –le mencioné en mi libreta–. No usaremos ese explosivo hiper-mega poderoso, de momento no.
Al observar el problema, sin querer solté una sonrisa y miré mi mano. “Esto de levantar muertos tendrá que esperar un poco…”, pensé. Tenía la intención de usar mi conjuro Meteoro I para hacer explotar a las criaturas; sin embargo, era consciente de que también podía arruinar las barreras construidas por los no muertos, así que me limitaría a apuntar hacia una zona en donde la explosión no dé de lleno contra las ventanas ni muros. Chasqueé los dedos, provocando una concentrada explosión alejada de las ventanas, pero cercana a las criaturas. Aquello tenía que funcionar, al menos para eliminar a unas cuantas. Mi estrategia no se limitaba a lanzar fuegos artificiales, sino que ahora venía lo más interesante: absorber las almas de las criaturas muertas y levantarlas como no muertos.
En caso de que haya conseguido matar a varias criaturas, absorbería sus almas y luego (sin importar si conseguí matar a alguien) levantaría a todos los muertos que había alrededor de la cúpula con la intención de destruir a las que quedaban. En caso de que todo fallara, empezaría a idear otro plan mientras Ken-chan preparaba sus propios explosivos.
–Bien, Ken-chan. Tú te preocuparás de hacer cuantas bombas puedas, yo te daré un poco de tiempo –le mencioné en mi libreta–. No usaremos ese explosivo hiper-mega poderoso, de momento no.
Al observar el problema, sin querer solté una sonrisa y miré mi mano. “Esto de levantar muertos tendrá que esperar un poco…”, pensé. Tenía la intención de usar mi conjuro Meteoro I para hacer explotar a las criaturas; sin embargo, era consciente de que también podía arruinar las barreras construidas por los no muertos, así que me limitaría a apuntar hacia una zona en donde la explosión no dé de lleno contra las ventanas ni muros. Chasqueé los dedos, provocando una concentrada explosión alejada de las ventanas, pero cercana a las criaturas. Aquello tenía que funcionar, al menos para eliminar a unas cuantas. Mi estrategia no se limitaba a lanzar fuegos artificiales, sino que ahora venía lo más interesante: absorber las almas de las criaturas muertas y levantarlas como no muertos.
En caso de que haya conseguido matar a varias criaturas, absorbería sus almas y luego (sin importar si conseguí matar a alguien) levantaría a todos los muertos que había alrededor de la cúpula con la intención de destruir a las que quedaban. En caso de que todo fallara, empezaría a idear otro plan mientras Ken-chan preparaba sus propios explosivos.
- Cosas usadas:
- Alzar Cadáver I: Conjuro de nivel principiante. Se necesita un cadáver para usar este conjuro, es el requisito primordial. A través de la magia, el usuario es capaz de levantar un cuerpo para que pelee por ella temporalmente. Este cuerpo tendrá todas las características físicas que tuvo en vida y solo luchará motivado por la voluntad del usuario. Dura hasta un máximo de tres turnos. El conjuro tiene un alcance de 15 metros. Requiere 3 almas insignificantes.
Meteoro I: Conjuro de nivel principiante. Permite provocar una explosión con un radio de 5 metros en cualquier lugar dentro de un radio de 40 metros (se considera al usuario como el punto inicial). Esta explosión puede causar quemaduras de hasta primer grado. Consume 2 almas insignificantes.
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- Estaré en el piso inferior, junto a la luz que creaste. No puedo arriesgarme a manipular explosivos en la penumbra, podríamos saltar todos por los aires.
Acto seguido creas la explosión, haciendo salir disparados a uno grupo de esos seres. Muchos se estampan contra el edificio, aparentemente sin causar daños en las ventanas, por suerte para ti. Durante un instante la explosión ilumina la noche y alcanzas a ver sus figuras. Efectivamente son como las criaturas que viste en la selva, o al menos de una clase muy similar. Tres de ellos no vuelven a levantarse y ves sus almas salir de sus cuerpos, pero el resto aunque heridos en mayor o menor medida están todos vivos. Huelga decir que no has afectado más que a siete u ocho, pues el resto se están distribuyendo por lo largo y ancho del edificio buscando un punto por el que entrar. Lo que sí sientes es que tu magia explosiva parece... más efectiva. No tienes claro cómo lo has hecho pero te haces un ligera idea. Has concentrado la energía de una manera ligeramente diferente, y parece que ha dado resultados. Si practicas sobre ello tal vez mejores tu habilidad explosiva. También puede que si aplicas ese conocimiento pudieras incluso mejorar el Meteoro I.
Por ahora los seres no han logrado entrar, pero a menos que hagáis algo rápido parece que sólo será cuestión de tiempo. Muchos han caído, pero parece que la estimación inicial de una veintena fue poco acertada. Como mínimo (contando a unos diez muertos) debe haber unos cuarenta.
Acto seguido creas la explosión, haciendo salir disparados a uno grupo de esos seres. Muchos se estampan contra el edificio, aparentemente sin causar daños en las ventanas, por suerte para ti. Durante un instante la explosión ilumina la noche y alcanzas a ver sus figuras. Efectivamente son como las criaturas que viste en la selva, o al menos de una clase muy similar. Tres de ellos no vuelven a levantarse y ves sus almas salir de sus cuerpos, pero el resto aunque heridos en mayor o menor medida están todos vivos. Huelga decir que no has afectado más que a siete u ocho, pues el resto se están distribuyendo por lo largo y ancho del edificio buscando un punto por el que entrar. Lo que sí sientes es que tu magia explosiva parece... más efectiva. No tienes claro cómo lo has hecho pero te haces un ligera idea. Has concentrado la energía de una manera ligeramente diferente, y parece que ha dado resultados. Si practicas sobre ello tal vez mejores tu habilidad explosiva. También puede que si aplicas ese conocimiento pudieras incluso mejorar el Meteoro I.
Por ahora los seres no han logrado entrar, pero a menos que hagáis algo rápido parece que sólo será cuestión de tiempo. Muchos han caído, pero parece que la estimación inicial de una veintena fue poco acertada. Como mínimo (contando a unos diez muertos) debe haber unos cuarenta.
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Durante un breve período todo se iluminó, alcanzando a ver las extrañas criaturas que nos estaban atacando sin aparente motivo. Por un momento pensé que mi explosión les provocaría más daño, pero lo cierto era que no conseguí matar a más de tres y dañar a unos ocho; no estaba del todo mal, pero estaba convencida de que podía lograr algo mucho mejor. Cuando todo se hizo oscuridad, sentí una extraña energía recorriendo todo mi cuerpo… como si mi magia explosiva se estuviera haciendo más y más poderosa, ¿acaso era momento de intentarlo nuevamente? La intención estaba, pero mis enemigos se dispersaron…
Absorbí las almas de los monstruos caídos en batalla, ya empezaba a recuperarme. Aún sentía una extraña corriente que fluía a través de mí, necesitaba intentar algo nuevo y arriesgarme para asegurar una victoria. Sin embargo, si fallaba, nos condenaríamos a una dolorosa muerte. Luchar contra tantas criaturas al mismo tiempo era imposible, menos si solo éramos tres personas vivas y unas cuantas muertas. Mi magia explosiva servía para arremeter contra grupos de individuos, era mucho más eficaz pero ahora que se habían dispersado por toda la cúpula, no sabía hacia donde apuntar. Si bien levantaba a los no muertos, estos no dudarían más de cinco minutos y sería un consumo ridículo de almas.
Ya no sabía qué hacer, mis conjuros no me permitían contrarrestar a tantos enemigos al mismo tiempo; Sachiko estaba dando su máximo y Ken-chan estaba preparando bombas. ¿Qué podía hacer? Provocar otra explosión podía dañar las ventanas y las criaturas entrarían, era ilógico buscar un combate cuerpo a cuerpo. Tenía que conseguir algo más de tiempo y sin duda alguna era con lo que menos contábamos, aunque pensándolo bien las bombas cumplían la misma función que mi conjuro explosivo… así que no estaba tan segura de que tanto nos ayudarían.
–Tal vez debas prepararte para combatir cuerpo a cuerpo –le entregué una hoja a Sachiko–. Así cómo vamos… Ya no sé qué hacer, no tengo nada para arremeter contra tantos enemigos separados. Ellos son rápidos y saben cómo manejarse en la oscuridad…
Espera, ¿oscuridad? No perdía nada intentándolo… Las criaturas necesitaban ver para dirigirse hacia las ventanas y si les quitaba la visión, de seguro que tardarían unos minutos más en entrar. Era lo que más podía hacer por ahora así que dejé escapar un pequeño hilillo de oscuridad que terminó formando una burbuja de oscuridad. Tal vez la burbuja no fuera lo suficientemente grande y terminaría juntando a todos los monstruos en solo una zona, de ser así la buscaría y desencadenaría una serie de explosiones para matarles. Por el momento era lo que más podía hacer, y solo funcionaría si no tenían visión de calor o algo parecido.
En este momento lamentaba no haberle preguntado al teniente sobre la función del arma que me dio, pero no tenía tiempo para dudar. Me dijo que tuviera cuidado de dispararla de cerca, así que tal vez era de las que liberaba una poderosa explosión o algo similar. Apunté hacia un grupo de criaturas que no se encontraban tan cerca de las ventanas ni murallas y disparé, probando el arma. Mi plan estaba lejos de ser bueno, pero era lo que más podía hacer por el momento…
Absorbí las almas de los monstruos caídos en batalla, ya empezaba a recuperarme. Aún sentía una extraña corriente que fluía a través de mí, necesitaba intentar algo nuevo y arriesgarme para asegurar una victoria. Sin embargo, si fallaba, nos condenaríamos a una dolorosa muerte. Luchar contra tantas criaturas al mismo tiempo era imposible, menos si solo éramos tres personas vivas y unas cuantas muertas. Mi magia explosiva servía para arremeter contra grupos de individuos, era mucho más eficaz pero ahora que se habían dispersado por toda la cúpula, no sabía hacia donde apuntar. Si bien levantaba a los no muertos, estos no dudarían más de cinco minutos y sería un consumo ridículo de almas.
Ya no sabía qué hacer, mis conjuros no me permitían contrarrestar a tantos enemigos al mismo tiempo; Sachiko estaba dando su máximo y Ken-chan estaba preparando bombas. ¿Qué podía hacer? Provocar otra explosión podía dañar las ventanas y las criaturas entrarían, era ilógico buscar un combate cuerpo a cuerpo. Tenía que conseguir algo más de tiempo y sin duda alguna era con lo que menos contábamos, aunque pensándolo bien las bombas cumplían la misma función que mi conjuro explosivo… así que no estaba tan segura de que tanto nos ayudarían.
–Tal vez debas prepararte para combatir cuerpo a cuerpo –le entregué una hoja a Sachiko–. Así cómo vamos… Ya no sé qué hacer, no tengo nada para arremeter contra tantos enemigos separados. Ellos son rápidos y saben cómo manejarse en la oscuridad…
Espera, ¿oscuridad? No perdía nada intentándolo… Las criaturas necesitaban ver para dirigirse hacia las ventanas y si les quitaba la visión, de seguro que tardarían unos minutos más en entrar. Era lo que más podía hacer por ahora así que dejé escapar un pequeño hilillo de oscuridad que terminó formando una burbuja de oscuridad. Tal vez la burbuja no fuera lo suficientemente grande y terminaría juntando a todos los monstruos en solo una zona, de ser así la buscaría y desencadenaría una serie de explosiones para matarles. Por el momento era lo que más podía hacer, y solo funcionaría si no tenían visión de calor o algo parecido.
En este momento lamentaba no haberle preguntado al teniente sobre la función del arma que me dio, pero no tenía tiempo para dudar. Me dijo que tuviera cuidado de dispararla de cerca, así que tal vez era de las que liberaba una poderosa explosión o algo similar. Apunté hacia un grupo de criaturas que no se encontraban tan cerca de las ventanas ni murallas y disparé, probando el arma. Mi plan estaba lejos de ser bueno, pero era lo que más podía hacer por el momento…
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La situación parece desesperada, al menos hasta que pruebas a crear la burbuja de oscuridad. Entonces, el caos se apodera de la horda de monstruos, que empiezan a gritar y chillar, tanteando en la oscuridad y buscando la luz. Sachiko entra en pánico y empieza a gritar "¡me he quedado ciega!" mientras que del piso inferior llegas a escuchar a Ken soltando palabrotas y maldiciones. Al menos no le ha explotado la bomba en las manos. El caso es que las fieras comienzan a correr sin rumbo fijo, y empiezan a agruparse en medio de su deambular, buscando la seguridad del grupo. Un único disparo del arma y una luz azul cegadora que sólo tu puedes ver sale del arma, impactando en medio de la turba. Entonces hay un estallido azul y los seres se desploman, ardiendo y... ¿deshaciéndose?. Los más lejanos a la zona de la explosión simplemente caen derribados con partes de su cuerpo en llamas, tras lo cual se levantan y echan a correr. El resto de la situación acaba resolviéndose sola satistactoriamente: huyendo en direcciones aleatorias, algunos de los monstruos caen por el acantilado, mientras que otros encuentran la salida de la burbuja de oscuridad y huyen a la selva. Son muy pocos, unos siete. Salvo por dos, ninguno de ellos está herido. Estaban lejos de la zona de la explosión cuando disparaste.
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No tenía la intención de quitarle la vista a mis compañeros, pero necesitaba actuar cuanto antes para provocar caos en el grupo enemigo y así resultó ser. Escuché los gritos de desesperación de las criaturas quiénes buscaban la seguridad en la luz, pero fue entonces cuando un resplandeciente disparo de color azul salió disparado de mi arma, destruyendo por completo el cuerpo de varias de ellas. "Quién sea que haya creado esto, es un demente", pensé al mismo tiempo que guardaba el arma y quitaba la burbuja de oscuridad. Luego me disculparía con mis compañeros por haberles hecho pasar un mal rato.
Las "tropas" enemigas huyeron en direcciones aleatorias, pero aun no podía relajarme. Quién sabía si volverían a atacarnos, así que le ordené a los no muertos (que por cierto, no hicieron gran cosa) que repararan todas los arreglos de madera. Este pequeño lapso de tranquilidad que teníamos lo usaría para reconstruir nuestro sitio y prepararnos para la siguiente batalla. Por otra parte, aún había cosas que hacer: analizar la ametralladora, activar la corriente y ver las cámaras de vigilancia.
–Sachiko, quédate aquí y vigila el perímetro –le ordené.
Bajé la escalera de caracol y me encontré con Ken-chan, ya tenía órdenes para él. Le pedí que activara la corriente del lugar para así ver las cámaras de vigilancia, pero antes de que se largara le mostré el arma que me dio el teniente y pregunté por ella; estaba segura de que él podía entregarme información (cuántas balas tenía, cómo podía conseguir más, ese tipo de cosas).
Durante ese pequeño momento de tranquilidad me dediqué a almacenar las almas en mi libro y pensar sobre la extraña sensación que tuve durante el combate. Con un poco más de tiempo me dedicaría a mejorar mis conjuros ya aprendidos, pero ahora tenía que estar pendiente de nuestras vidas y de cómo seguir adelante. Poco y nada sabíamos sobre esta isla y sus criaturas, esperaba reunir información cuanto antes. Por el momento solo quedaba esperar las noticias de Ken-chan y rezar para que no ser atacados nuevamente.
Las "tropas" enemigas huyeron en direcciones aleatorias, pero aun no podía relajarme. Quién sabía si volverían a atacarnos, así que le ordené a los no muertos (que por cierto, no hicieron gran cosa) que repararan todas los arreglos de madera. Este pequeño lapso de tranquilidad que teníamos lo usaría para reconstruir nuestro sitio y prepararnos para la siguiente batalla. Por otra parte, aún había cosas que hacer: analizar la ametralladora, activar la corriente y ver las cámaras de vigilancia.
–Sachiko, quédate aquí y vigila el perímetro –le ordené.
Bajé la escalera de caracol y me encontré con Ken-chan, ya tenía órdenes para él. Le pedí que activara la corriente del lugar para así ver las cámaras de vigilancia, pero antes de que se largara le mostré el arma que me dio el teniente y pregunté por ella; estaba segura de que él podía entregarme información (cuántas balas tenía, cómo podía conseguir más, ese tipo de cosas).
Durante ese pequeño momento de tranquilidad me dediqué a almacenar las almas en mi libro y pensar sobre la extraña sensación que tuve durante el combate. Con un poco más de tiempo me dedicaría a mejorar mis conjuros ya aprendidos, pero ahora tenía que estar pendiente de nuestras vidas y de cómo seguir adelante. Poco y nada sabíamos sobre esta isla y sus criaturas, esperaba reunir información cuanto antes. Por el momento solo quedaba esperar las noticias de Ken-chan y rezar para que no ser atacados nuevamente.
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Sachiko asiente, un poco pálida, y se pone a recargar su arma. Parece que le has metido un buen susto con la guadaña y no es para menos. ¿A quién le gustaría quedarse en oscuridad total en mitad de una batalla repentinamente? Bajas por las escaleras hacia el piso inferior y te topas de frente con Ken, que parece muy molesto.
- Si has sido tú, ¡no ha tenido gracia! Casi vuelo por los aires conectando el detonador de la bomba. - suspira pesadamente - ¿Qué ha ocurrido ahí fuera? ¿Estamos libres de peligro ya?[/i] - una vez le contestas, continúa - Bueno, eso es un alivio desde luego. Podremos ahorrarnos estas bombas por si vuelven. He preparado tres. Me pondré manos a la obra con la electricidad, pero repito que no me parece del todo buena idea encender las luces por la noche. Aparte de la que has creado, quiero decir. Podríamos atraer a más de esos seres, o algo peor - observa la pistola que le entregas y arquea mucho una ceja - No sé quién ha hecho esto, pero escapa a mi conocimiento, lo siento. Y no me atrevo a trastear con ella, podría estropearla. En todo caso tengo claro que no es tecnología convencional.
Lo ves abrir una trampilla en el suelo, revelando lo que parece una especie de motor. Se pone a hurgar en él, desmontando y sustituyendo piezas y engrasando otras.
- El generador principal está hecho un desastre, y de todos modos estaba conectado a la red eléctrica de la isla que ya no funciona, pero por suerte el auxiliar aún puede ser puesto en marcha. He encontrado suficiente combustible para mantenerlo funcionando por unos días. Tal vez incluso haya más por ahí.
En diez minutos termina con el mantenimiento, abre el depósito y empieza a llenarlo con una garrafa azul. Tras eso tira de una cuerda y con un quejido metálico, el motor empieza a retumbar y a temblar. Parece que ha funcionado. Con una sonrisa de satisfacción, el ingeniero cierra la compuerta y se limpia la grasa de las manos con un paño.
- Listo. Ya hay electricidad. No tengo claro cuántas cosas de este lugar seguirán enteras, pero si lo están ya podrás usarlas. Y bueno, ¿qué hay de eso de cenar y echarse a dormir?
En ese momento te ruge el estómago y te das cuenta del hambre que tienes. Tanta actividad te ha abierto el apetito.
- Si has sido tú, ¡no ha tenido gracia! Casi vuelo por los aires conectando el detonador de la bomba. - suspira pesadamente - ¿Qué ha ocurrido ahí fuera? ¿Estamos libres de peligro ya?[/i] - una vez le contestas, continúa - Bueno, eso es un alivio desde luego. Podremos ahorrarnos estas bombas por si vuelven. He preparado tres. Me pondré manos a la obra con la electricidad, pero repito que no me parece del todo buena idea encender las luces por la noche. Aparte de la que has creado, quiero decir. Podríamos atraer a más de esos seres, o algo peor - observa la pistola que le entregas y arquea mucho una ceja - No sé quién ha hecho esto, pero escapa a mi conocimiento, lo siento. Y no me atrevo a trastear con ella, podría estropearla. En todo caso tengo claro que no es tecnología convencional.
Lo ves abrir una trampilla en el suelo, revelando lo que parece una especie de motor. Se pone a hurgar en él, desmontando y sustituyendo piezas y engrasando otras.
- El generador principal está hecho un desastre, y de todos modos estaba conectado a la red eléctrica de la isla que ya no funciona, pero por suerte el auxiliar aún puede ser puesto en marcha. He encontrado suficiente combustible para mantenerlo funcionando por unos días. Tal vez incluso haya más por ahí.
En diez minutos termina con el mantenimiento, abre el depósito y empieza a llenarlo con una garrafa azul. Tras eso tira de una cuerda y con un quejido metálico, el motor empieza a retumbar y a temblar. Parece que ha funcionado. Con una sonrisa de satisfacción, el ingeniero cierra la compuerta y se limpia la grasa de las manos con un paño.
- Listo. Ya hay electricidad. No tengo claro cuántas cosas de este lugar seguirán enteras, pero si lo están ya podrás usarlas. Y bueno, ¿qué hay de eso de cenar y echarse a dormir?
En ese momento te ruge el estómago y te das cuenta del hambre que tienes. Tanta actividad te ha abierto el apetito.
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Con cara de aburrida miré a Ken-chan, escuchando cada una de sus quejas. No sé porque se preocupaba tanto, estaba con su cuerpo completo y tenía energías de sobra para alegar. Todo salió bien y las criaturas ya estaban lejos de nuestra base, al menos eso pensaba aunque estaba claro que no podía relajarme y jugar a la casita con mis compañeros. Me acerqué unos cuantos centímetros hacia el ingeniero y le mostré un papel con la respuesta a su pregunta.
–Por el momento lo estamos, pero estoy convencida de que volverán a atacar. No conozco sus motivaciones para atacarnos y dudo que tengan la capacidad de hablar.
El marine comenzó a darme consejos sobre que no era buena idea encender las luces a mitad de noche. Estaba consciente de que podíamos atraer a esas criaturas, incluso a algo peor. Con mi conjuro para extraer la luz bastaría, al menos de momento. Por otra parte, el ingeniero no tenía idea sobre la extraña arma que recibí a manos del teniente, así que se la quité de las manos y la guardé. Me gustaba, por lo que intentaría conseguir más munición.
Esperé pacientemente mientras Ken-chan trabajaba en el generador, mientras tanto no hice más que descansar. La batalla me había provocado cierto estrés y no podía dejar de preocuparme por ser atacados nuevamente. Después de diez minutos el hombre concluyó su trabajo y ya era hora de comer, así que le pedí a unos cuantos no muertos que improvisaran una mesa; lo bueno era que ellos no necesitaban comida, ¿contaban con sus respectivas mochilas con provisiones? Si era así, todos habíamos triunfado. Oh, cierto, tenía que avisarle a Sachiko que por fin cenaríamos, así que envié a dos no muertos a que la sustituyeran; la pobre necesitaba un momento de relajo.
–Bien, hemos ganado la primera batalla. Justicia: 1 – Criaturas feas: 0 –comenté, mostrándoles una hoja–. Esta noche duerman bien, los no muertos vigilarán el perímetro. Mañana comenzaremos con la total exploración de esta extraña cúpula, si alguien tiene una historia que contar, adelante.
La comida militar nunca destacaba por su sabor, pero cumplía con su función: mantenerme alimentada. Después de comer y dejar todo en orden (reparaciones de las ventanas y no muertos en sus respectivos puestos para vigilar el perímetro) me iría a dormir. ¿Encontraría un lugar cómodo? Ya estaba extrañando mi pijama de conejo.
–Por el momento lo estamos, pero estoy convencida de que volverán a atacar. No conozco sus motivaciones para atacarnos y dudo que tengan la capacidad de hablar.
El marine comenzó a darme consejos sobre que no era buena idea encender las luces a mitad de noche. Estaba consciente de que podíamos atraer a esas criaturas, incluso a algo peor. Con mi conjuro para extraer la luz bastaría, al menos de momento. Por otra parte, el ingeniero no tenía idea sobre la extraña arma que recibí a manos del teniente, así que se la quité de las manos y la guardé. Me gustaba, por lo que intentaría conseguir más munición.
Esperé pacientemente mientras Ken-chan trabajaba en el generador, mientras tanto no hice más que descansar. La batalla me había provocado cierto estrés y no podía dejar de preocuparme por ser atacados nuevamente. Después de diez minutos el hombre concluyó su trabajo y ya era hora de comer, así que le pedí a unos cuantos no muertos que improvisaran una mesa; lo bueno era que ellos no necesitaban comida, ¿contaban con sus respectivas mochilas con provisiones? Si era así, todos habíamos triunfado. Oh, cierto, tenía que avisarle a Sachiko que por fin cenaríamos, así que envié a dos no muertos a que la sustituyeran; la pobre necesitaba un momento de relajo.
–Bien, hemos ganado la primera batalla. Justicia: 1 – Criaturas feas: 0 –comenté, mostrándoles una hoja–. Esta noche duerman bien, los no muertos vigilarán el perímetro. Mañana comenzaremos con la total exploración de esta extraña cúpula, si alguien tiene una historia que contar, adelante.
La comida militar nunca destacaba por su sabor, pero cumplía con su función: mantenerme alimentada. Después de comer y dejar todo en orden (reparaciones de las ventanas y no muertos en sus respectivos puestos para vigilar el perímetro) me iría a dormir. ¿Encontraría un lugar cómodo? Ya estaba extrañando mi pijama de conejo.
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Durante la cena tus compañeros no se muestran muy comunicativos. No parece que estén demasiado animados con toda esta situación. ¿Pero qué más dará? Para alguien como tú eso debe ser sólo una muestra de debilidad, ¿verdad? Vuestra situación no es tan mala como para que la moral se quiebre. El caso, algo antes de acabar de cenar tu conjuro de luz se apaga, pero os las apañáis para acabar y os echáis a dormir en el primer sitio decente que encontráis. No logras descansar bien y despiertas un par de veces a lo largo de la noche; dormir en el suelo es demasiado incómodo. Sin embargo los seres no vuelven a acercarse durante la noche y podéis descansar sin problemas. Finalmente llega la mañana, y con ella la luz. En el primer piso sigue viéndose poco debido a las ventanas tapiadas, pero por lo menos no estáis en oscuridad total. Bien, ¿qué será lo próximo que hagáis?
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Dormir en el suelo siempre resultó ser incómodo, pero al menos no fuimos atacados durante la noche. Desperté con un par de dolores musculares y mucho sueño, pero más allá de eso no había ningún problema. Mis ojos no tardaron en acostumbrarse a la luz, que en todo caso había poca debido a que tapamos las ventanas; fue la mejor decisión que pude haber tomado ya que gracias a eso seguíamos con vida. Lo primero que hice tras despertar fue tomar desayuno, era hora de empezar a dar nuevas órdenes al grupo, después de todo teníamos una misión que cumplir.
Me acerqué a Sachiko y le entregué una hoja de papel mientras bostezaba. Tenía el cabello desordenado y estaba segura que lucía horrible, pero qué más daba.
–Buenos días, espero que hayas dormido bien. Necesito que nuevamente intentes entablar comunicación con el teniente.
No me preocupaba mucho la situación del otro escuadrón de exploración, pero si estaban vivos, necesitaba saberlo. Con la horda de salvajes de anoche, dudaba que alguien pudiera permanecer con vida en medio de la jungla y con muchos hombres heridos; quizás ya estaban bien muertos. Dejando de pensar en el tema, busqué a Ken-chan por los alrededores hasta dar con él.
–Buenos días, Ken-chan –le entregué una hoja de papel con las órdenes del día de hoy–. Primero necesito que veas si existe algún sistema de vigilancia, cámaras o algo para descubrir qué es lo que hay dentro el sótano. Cuando descubras algo, me informas. Luego necesito que veas qué tal está la ametralladora, considerando la horda de anoche... Estoy segura que volverán a intentarlo.
Me alejé de él, moviendo la cabeza de un lugar a otro en busca de algo que pudiera investigar. Todos tenían misiones que cumplir y yo no podía quedarme vagando. Había aprendido muchas cosas el día anterior, sobre todo esa extraña habilidad conocida como Haki; seguro que ya aprendería a dominarla. Mientras esperaba las noticias de mis hombres, me quedé sentada en un rincón y con los ojos cerrados comencé a meditar sobre las necesidades del grupo. Contábamos con una buena defensa, al menos por ahora... pero estábamos encerrados. La comida se acabaría pronto así que necesitaba una idea sobre cómo conseguir más alimentos, ¿mandar a los no muertos a cazar? Era peligroso, en la jungla había un montón de peligros que no quería conocer...
Después de un rato me levanté y busqué cualquier objeto que pudiera servirme, al menos de entretención. ¿Un libro, tal vez? Eso me vendría muy bien, siempre podía sacar una que otra idea de algún texto. Si tenía la suficiente imaginación, podía crear una infinidad de conjuros y de seguro que había conseguido un montón de almas de la noche anterior. En fin, si no encontraba nada, esperaría en el primer piso buscando una solución para nuestros problemas; deseaba con todo mi corazón que ese sótano estuviera repleto de comida y agua.
Me acerqué a Sachiko y le entregué una hoja de papel mientras bostezaba. Tenía el cabello desordenado y estaba segura que lucía horrible, pero qué más daba.
–Buenos días, espero que hayas dormido bien. Necesito que nuevamente intentes entablar comunicación con el teniente.
No me preocupaba mucho la situación del otro escuadrón de exploración, pero si estaban vivos, necesitaba saberlo. Con la horda de salvajes de anoche, dudaba que alguien pudiera permanecer con vida en medio de la jungla y con muchos hombres heridos; quizás ya estaban bien muertos. Dejando de pensar en el tema, busqué a Ken-chan por los alrededores hasta dar con él.
–Buenos días, Ken-chan –le entregué una hoja de papel con las órdenes del día de hoy–. Primero necesito que veas si existe algún sistema de vigilancia, cámaras o algo para descubrir qué es lo que hay dentro el sótano. Cuando descubras algo, me informas. Luego necesito que veas qué tal está la ametralladora, considerando la horda de anoche... Estoy segura que volverán a intentarlo.
Me alejé de él, moviendo la cabeza de un lugar a otro en busca de algo que pudiera investigar. Todos tenían misiones que cumplir y yo no podía quedarme vagando. Había aprendido muchas cosas el día anterior, sobre todo esa extraña habilidad conocida como Haki; seguro que ya aprendería a dominarla. Mientras esperaba las noticias de mis hombres, me quedé sentada en un rincón y con los ojos cerrados comencé a meditar sobre las necesidades del grupo. Contábamos con una buena defensa, al menos por ahora... pero estábamos encerrados. La comida se acabaría pronto así que necesitaba una idea sobre cómo conseguir más alimentos, ¿mandar a los no muertos a cazar? Era peligroso, en la jungla había un montón de peligros que no quería conocer...
Después de un rato me levanté y busqué cualquier objeto que pudiera servirme, al menos de entretención. ¿Un libro, tal vez? Eso me vendría muy bien, siempre podía sacar una que otra idea de algún texto. Si tenía la suficiente imaginación, podía crear una infinidad de conjuros y de seguro que había conseguido un montón de almas de la noche anterior. En fin, si no encontraba nada, esperaría en el primer piso buscando una solución para nuestros problemas; deseaba con todo mi corazón que ese sótano estuviera repleto de comida y agua.
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Con un bostezo, Sachiko coge la nota y la lee frotándose los ojos. Entonces asiente medio dormida y se dirige a las escaleras, de vuelta al piso de arriba. Ken por su parte parece más animado. Lo escuchas silbando una melodía alegremente mientras te llega un ruido extraño... ¿un tecleo? Al llegar a su lado ves que está junto a un ordenador militar bastante grande y aparatoso.
- Buenos días. Me he encontrado esta preciosidad y la estoy intentando poner a trabajar. Es posible que sea lo que controle esta base y posiblemente tenga bastante información del lugar. Sin embargo me falta la contraseña... he intentado hackear el sistema, pero soy un mecánico, no un informático. Posiblemente eche un vistazo a ver si la tienen escrita por aquí. Dame un rato.
Mientras esperas, tienes tiempo para intentar experimentar lo que quieras. Tienes veintiséis almas pequeñas capturadas anoche (las otras acabaron inaccesibles al caer por el acantilado los seres), un montón de libros de diferentes temas (principalmente de ciencia), papel y bolis suficientes para ponerte a investigar conjuros. La parte buena es que para tener luz ya no tienes que gastar almas, ya que aunque muchas bombillas están fundidas, la iluminación del lugar aún funciona. Al cabo de unas tres horas, Ken te llama.
- ¡Lo he logrado! Y efectivamente hay cámaras. Sin embargo la mayor parte están en mal estado o no funcionan. Mira, échale un vistazo a esto.
La mayor parte de imágenes están borrosas, pero al menos puedes distinguir un poco del sótano. Parece una instalación científica, llena de laboratorios. La mayor parte de las salas no tienen nada en especial, pero una de las cámaras mira a una puerta blindada con el símbolo del Gobierno Mundial. La parte buena es que también localizas una despensa. Es posible que haya comida de larga duración como conservas.
- Y bien, ¿soy o no un genio? - dice el mecánico, sonriendo y alzando el pulgar.
- Buenos días. Me he encontrado esta preciosidad y la estoy intentando poner a trabajar. Es posible que sea lo que controle esta base y posiblemente tenga bastante información del lugar. Sin embargo me falta la contraseña... he intentado hackear el sistema, pero soy un mecánico, no un informático. Posiblemente eche un vistazo a ver si la tienen escrita por aquí. Dame un rato.
Mientras esperas, tienes tiempo para intentar experimentar lo que quieras. Tienes veintiséis almas pequeñas capturadas anoche (las otras acabaron inaccesibles al caer por el acantilado los seres), un montón de libros de diferentes temas (principalmente de ciencia), papel y bolis suficientes para ponerte a investigar conjuros. La parte buena es que para tener luz ya no tienes que gastar almas, ya que aunque muchas bombillas están fundidas, la iluminación del lugar aún funciona. Al cabo de unas tres horas, Ken te llama.
- ¡Lo he logrado! Y efectivamente hay cámaras. Sin embargo la mayor parte están en mal estado o no funcionan. Mira, échale un vistazo a esto.
La mayor parte de imágenes están borrosas, pero al menos puedes distinguir un poco del sótano. Parece una instalación científica, llena de laboratorios. La mayor parte de las salas no tienen nada en especial, pero una de las cámaras mira a una puerta blindada con el símbolo del Gobierno Mundial. La parte buena es que también localizas una despensa. Es posible que haya comida de larga duración como conservas.
- Y bien, ¿soy o no un genio? - dice el mecánico, sonriendo y alzando el pulgar.
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Escuché las palabras de Ken-chan, estaba muy emocionado al tener un ordenador frente a él… Ya casi era un niño, todas las palabrotas y maldiciones de la noche anterior quedaron completamente en el pasado. No obstante, no todo podía ser risas y abrazos… No contábamos con la contraseña, que era lo fundamental para acceder a toda la información del ordenador. Le dejaría hacer todas sus cosas técnicas y yo me dedicaría a lo mío, tenía suficiente tiempo para jugar un rato con mi libro de conjuros.
Tras buscar cualquier cosa que me sirviera, di con unos cuantos libros de ciencias, papel y un lápiz… “¿Acaso el destino quiere que cree más conjuros? Mi poder se alimenta de la muerte… Y ya está gustando”, pensé al mismo tiempo que le echaba un vistazo a los libros. Me detuve en libros de anatomía, física cuántica y termodinámica… pero la verdad era que nada de eso me servía de mucho. Por suerte contaba con mi Necronomicón, un grimorio negro que contenía extraños secretos sobre hechicería y cosas por el estilo… Tal vez lo mejor era mezclar un poco de su contenido con la ciencia contemporánea, a ver si obtenía buenos resultados.
Durante un buen rato me dediqué a leer sobre anatomía para entender un poco más sobre el sistema de vida de los humanos, cosa que me parecía por sobre todo interesante. Junto al conocimiento adquirido por el Necronomicón, podía conjurar algo extremadamente feo… Y con eso me refería a una verdadera abominación. ¿A qué sonaba bien? Bien… Fui a buscar a todas las criaturas que había reanimado el día anterior, serían mis sujetos de prueba. Lo primero que hice fue observar las características físicas de una de ellas, para el conjuro necesitaba mucha carne y sobre todo sangre… mucha sangre, que esperaba conseguir de mi pequeño escuadrón de criaturas. ¿Serían unos 15 litros en total…? Tal vez menos, o puede que más. En fin, al tener un poco de conocimiento sobre la Nigromancia comencé a experimentar con ese sujeto, insertándole almas para obtener los resultados que quería.
No podía negar que la criatura no estaba sufriendo, se podían escuchar sus gritos y la deformación que su cuerpo sufría a medida que almacenaba distintas almas… Era horrible. No hubiera sido capaz de experimentar con los no muertos marines, después de todo ellos no intentaron matarme. ¡En fin! Iba anotando en el papel todos los progresos de la criatura y modificando la cantidad de almas que le daba e incluso dibujé un bosquejo de la criatura que quería llegar a crear. Llegó un momento en que no era más que una masa de carne, huesos y sangre casi pegada al suelo. ¿Había fallado en algo? No… Parecía que no, simplemente necesitaba más materia prima puesto que el conjuro que intentaba crear ya estaba brillando en el libro de conjuros… ¿Lo había conseguido? Tal vez… No podía detenerme ahí, ya que lo que quería formar era una terrible abominación; una masa de carne que obedeciera únicamente mi voluntad. Terminé usando varias almas insignificantes y los cuerpos de todas las criaturas que reanimé el día anterior. En fin… ¿Había funcionado? Luego lo comprobaría puesto que Ken-chan me estaba llamando para revisar las cámaras.
No se veía mucho en el interior, pero pude divisar una puerta blindada con el símbolo del Gobierno y una despensa… ¡Una puta despensa! Ya se me hacía agua la boca con la comida que habría dentro, menos mal que ya no tendríamos que arriesgarnos en cazar. Definitivamente nuestro ingeniero sabía hacer las cosas. Con mirada inexpresiva y sin mover los labios, lo miré y también alcé el pulgar en señal de aprobación.
–Mientras tú trabajabas, yo también hice unos pequeños arreglos… No quieres saber lo que estaba haciendo –le aseguré–. En fin, ¿encontraste alguna posible contraseña para el ordenador? En caso de que no, es hora de que abramos la puerta del sótano.
Invertí tres horas de mi tiempo (y muchas almas) en intentar crear una Abominación. El bosquejo señalaba a una criatura con rostro esquelético, unas enormes alas compuestas por cartílagos y mucha carne; se suponía que debía medir más de seis metros… ¿Cómo le llamaría, en caso de que funcionara? ¿Bobby-chan era una buena idea? En fin, después de darle órdenes a Ken-chan fui hacia mi lugar de experimento para comprobar el estado de mi creación.
Tras buscar cualquier cosa que me sirviera, di con unos cuantos libros de ciencias, papel y un lápiz… “¿Acaso el destino quiere que cree más conjuros? Mi poder se alimenta de la muerte… Y ya está gustando”, pensé al mismo tiempo que le echaba un vistazo a los libros. Me detuve en libros de anatomía, física cuántica y termodinámica… pero la verdad era que nada de eso me servía de mucho. Por suerte contaba con mi Necronomicón, un grimorio negro que contenía extraños secretos sobre hechicería y cosas por el estilo… Tal vez lo mejor era mezclar un poco de su contenido con la ciencia contemporánea, a ver si obtenía buenos resultados.
Durante un buen rato me dediqué a leer sobre anatomía para entender un poco más sobre el sistema de vida de los humanos, cosa que me parecía por sobre todo interesante. Junto al conocimiento adquirido por el Necronomicón, podía conjurar algo extremadamente feo… Y con eso me refería a una verdadera abominación. ¿A qué sonaba bien? Bien… Fui a buscar a todas las criaturas que había reanimado el día anterior, serían mis sujetos de prueba. Lo primero que hice fue observar las características físicas de una de ellas, para el conjuro necesitaba mucha carne y sobre todo sangre… mucha sangre, que esperaba conseguir de mi pequeño escuadrón de criaturas. ¿Serían unos 15 litros en total…? Tal vez menos, o puede que más. En fin, al tener un poco de conocimiento sobre la Nigromancia comencé a experimentar con ese sujeto, insertándole almas para obtener los resultados que quería.
- Bosquejo:
No podía negar que la criatura no estaba sufriendo, se podían escuchar sus gritos y la deformación que su cuerpo sufría a medida que almacenaba distintas almas… Era horrible. No hubiera sido capaz de experimentar con los no muertos marines, después de todo ellos no intentaron matarme. ¡En fin! Iba anotando en el papel todos los progresos de la criatura y modificando la cantidad de almas que le daba e incluso dibujé un bosquejo de la criatura que quería llegar a crear. Llegó un momento en que no era más que una masa de carne, huesos y sangre casi pegada al suelo. ¿Había fallado en algo? No… Parecía que no, simplemente necesitaba más materia prima puesto que el conjuro que intentaba crear ya estaba brillando en el libro de conjuros… ¿Lo había conseguido? Tal vez… No podía detenerme ahí, ya que lo que quería formar era una terrible abominación; una masa de carne que obedeciera únicamente mi voluntad. Terminé usando varias almas insignificantes y los cuerpos de todas las criaturas que reanimé el día anterior. En fin… ¿Había funcionado? Luego lo comprobaría puesto que Ken-chan me estaba llamando para revisar las cámaras.
No se veía mucho en el interior, pero pude divisar una puerta blindada con el símbolo del Gobierno y una despensa… ¡Una puta despensa! Ya se me hacía agua la boca con la comida que habría dentro, menos mal que ya no tendríamos que arriesgarnos en cazar. Definitivamente nuestro ingeniero sabía hacer las cosas. Con mirada inexpresiva y sin mover los labios, lo miré y también alcé el pulgar en señal de aprobación.
–Mientras tú trabajabas, yo también hice unos pequeños arreglos… No quieres saber lo que estaba haciendo –le aseguré–. En fin, ¿encontraste alguna posible contraseña para el ordenador? En caso de que no, es hora de que abramos la puerta del sótano.
Invertí tres horas de mi tiempo (y muchas almas) en intentar crear una Abominación. El bosquejo señalaba a una criatura con rostro esquelético, unas enormes alas compuestas por cartílagos y mucha carne; se suponía que debía medir más de seis metros… ¿Cómo le llamaría, en caso de que funcionara? ¿Bobby-chan era una buena idea? En fin, después de darle órdenes a Ken-chan fui hacia mi lugar de experimento para comprobar el estado de mi creación.
- Abominación:
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Enhorabuena. Es feo, es grande, tiene cara de estar cabreado con el mundo, ¡es Bobby-chan! Te has fundido veintiún almas como quien no quiere la cosa, pero has creado un nuevo esclavo no muerto. Este no tiene pinta de tener muchas luces a diferencia de los otros, pero si fuera yo no me metería con él. Dejas a tu no muerto en el exterior dado que no creo que quieras meterle un susto de muerte a Ken y te vas con él.
- Pues claro que la encontré, ¿cómo crees sino que he logrado acceder al sistema de seguridad? Por suerte para ti puedo acceder al cerrojo electrónico del sótano desde aquí, con lo que nos ahorraremos tener que obtener la clave de esa puerta. Dame cinco minutos y luego reúnete conmigo en el sótano.
Sales afuera a comprobar el estado de Bobby y ves que tu hijto se ha puesto a devorar los escasos cadáveres que no has empleado en su creación. Es posible que puedas perfeccionar el conjuro (y tal vez deberías) pues en algunas partes es evidente que la anatomía es demasiado imperfecta. Puntos donde los huesos rozan y rasgan la carne muerta, por ejemplo. No sería un problema si no fuera porque por muy no muerto que sea autolesionarse al caminar nunca es bueno.
- Hambre... murmura el ser al verte, con una voz profunda y gutural.
- Pues claro que la encontré, ¿cómo crees sino que he logrado acceder al sistema de seguridad? Por suerte para ti puedo acceder al cerrojo electrónico del sótano desde aquí, con lo que nos ahorraremos tener que obtener la clave de esa puerta. Dame cinco minutos y luego reúnete conmigo en el sótano.
Sales afuera a comprobar el estado de Bobby y ves que tu hijto se ha puesto a devorar los escasos cadáveres que no has empleado en su creación. Es posible que puedas perfeccionar el conjuro (y tal vez deberías) pues en algunas partes es evidente que la anatomía es demasiado imperfecta. Puntos donde los huesos rozan y rasgan la carne muerta, por ejemplo. No sería un problema si no fuera porque por muy no muerto que sea autolesionarse al caminar nunca es bueno.
- Hambre... murmura el ser al verte, con una voz profunda y gutural.
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Aunque mi rostro no representara más que desprecio por el mundo entero, me sentía muy feliz de haber conseguido traer al mundo a mi nuevo hijo… Bobby-chan, estaba convencida de que era el nombre perfecto para la criatura no muerta de seis metros de altura. Estaba consciente que tenía que hacerle unos cuantos reparos, pero ya se los haría con un poco más de tiempo… Mientras tanto, lo llevé para fuera; no quería darle un susto a mi compañero Ken-chan.
El marine sí que se manejaba con todos esos asuntos de computadoras, incluso mencionó que podía abrir la puerta desde el ordenador. No estaba familiarizada con la tecnología ni sabía mucho de cámaras ni ordenadores, pero lo que sí sabía es que ese hombre era impresionante. Hubiera podido abrir la puerta con mis propios métodos, tal vez provocando una explosión… pero siempre era entretenido ver trabajar a un artista. Nos reuniríamos en cinco minutos, tiempo suficiente para echarle un vistazo a Bobby.
–Bobby-chan, es malo que comas mierda –le escribí refiriéndome a los cadáveres, no estando segura de sí sabía leer–. Claro que tienes hambre, estás muy flaco… Agáchate, veré que puedo hacer contigo.
El conjuro no había salido del todo bien pese a la cantidad de almas que gasté y ya estaba comenzando a pensar que tomaría tiempo para que Bobby-chan despertara todos sus poderes, pero tenía que darle algo de “comer”; algo así como combustible. Su cuerpo estaba débil y no podía dejarle en esas condiciones, menos si quería que luchara a mi lado así que lo primero era invertir unas cuantas almas más para regenerar su cuerpo, después de todo yo era su creadora y su fuerza dependía directamente de mí. Me gustaba hacer las cosas bien desde un principio, así que tenía que esforzarme en terminar mi creación. Solté una suave sonrisa, que en realidad no fue más que una mueca… No sabía sonreír.
Me senté en el suelo mientras Bobby-chan me observaba, saqué el Necronomicón y repasé una vez más el conjuro y la descripción de este tipo de criaturas. Tenían la costumbre de comer cadáveres para regenerar sus heridas y volverse más fuertes, tenía mucho sentido… No era algo que yo le tuviera que enseñar, ¿cómo decirlo? Ah, sí: instinto. Sin embargo, había otras cosas que yo, como su conjuradora, tenía que enseñarle. En el oscuro grimorio había una habilidad que estas criaturas podían aprender: Aura de Pestilencia. Se trataba de una espesa y verde niebla que rodeaba a la criatura, corroyendo la materia viva cercana. Ya me había hecho una idea de cómo hacer que mi Bobby-chan adoptara este fabuloso talento, así que con la mirada busqué algún cadáver; me costó encontrar uno, puesto que mi mascota se había comido casi todos.
Me levanté de mi posición y caminé relajadamente hacia una de las criaturas muertas, y mientras lo hacía Bobby-chan me seguía con la mirada, como queriendo entender lo que su maestra estaba haciendo. “No te preocupes, te daré algo muy rico de comer”, pensé para mí. Las indicaciones del Necronomicón no eran claras, pero inferí que era necesario insertar cierta cantidad de almas en un cadáver para que luego la abominación se lo comiera.
–Ya podrás comer… –susurré.
Me senté frente al cadáver, cerré los ojos y extraje unas cuantas almas para almacenarlas en el cuerpo sin vida. Este comenzó a convulsionar y luego de un rato se quedó quieto, no sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero de la misma forma que Bobby-chan me estaba dejando guiar por mi instinto. Mi “perrito”, como si supiera que le estaba preparando la comida, lo tomó con sus inmensas manos, lo lanzó hacia el aire y lo cogió con su fea dentadura. ¿Habrá funcionado? Esperaba que sí, sino tendría que buscar otra alternativa para dotarle de poder. Tenía la intención de que con esto pudiera regenerar un poco de carne, aumentar su fuerza y comenzar a emitir esa pestilente aura.
Esperaba que los pequeños arreglos en mi mascota funcionaran, pero luego le daría un poco más de atención. Ahora debía enfocarme en el trabajo y bajar hacia el sótano, puesto que ya habían pasado los cinco minutos.
–Dos cosas: esa puerta no me entrega nada de confianza y, segundo, no te vayas a cagar cuando veas a mi mascota, Bobby-chan. Si estás listo, investiguemos el sótano; daré la orden a mis no muertos para que inspeccionen la despensa.
El marine sí que se manejaba con todos esos asuntos de computadoras, incluso mencionó que podía abrir la puerta desde el ordenador. No estaba familiarizada con la tecnología ni sabía mucho de cámaras ni ordenadores, pero lo que sí sabía es que ese hombre era impresionante. Hubiera podido abrir la puerta con mis propios métodos, tal vez provocando una explosión… pero siempre era entretenido ver trabajar a un artista. Nos reuniríamos en cinco minutos, tiempo suficiente para echarle un vistazo a Bobby.
–Bobby-chan, es malo que comas mierda –le escribí refiriéndome a los cadáveres, no estando segura de sí sabía leer–. Claro que tienes hambre, estás muy flaco… Agáchate, veré que puedo hacer contigo.
El conjuro no había salido del todo bien pese a la cantidad de almas que gasté y ya estaba comenzando a pensar que tomaría tiempo para que Bobby-chan despertara todos sus poderes, pero tenía que darle algo de “comer”; algo así como combustible. Su cuerpo estaba débil y no podía dejarle en esas condiciones, menos si quería que luchara a mi lado así que lo primero era invertir unas cuantas almas más para regenerar su cuerpo, después de todo yo era su creadora y su fuerza dependía directamente de mí. Me gustaba hacer las cosas bien desde un principio, así que tenía que esforzarme en terminar mi creación. Solté una suave sonrisa, que en realidad no fue más que una mueca… No sabía sonreír.
Me senté en el suelo mientras Bobby-chan me observaba, saqué el Necronomicón y repasé una vez más el conjuro y la descripción de este tipo de criaturas. Tenían la costumbre de comer cadáveres para regenerar sus heridas y volverse más fuertes, tenía mucho sentido… No era algo que yo le tuviera que enseñar, ¿cómo decirlo? Ah, sí: instinto. Sin embargo, había otras cosas que yo, como su conjuradora, tenía que enseñarle. En el oscuro grimorio había una habilidad que estas criaturas podían aprender: Aura de Pestilencia. Se trataba de una espesa y verde niebla que rodeaba a la criatura, corroyendo la materia viva cercana. Ya me había hecho una idea de cómo hacer que mi Bobby-chan adoptara este fabuloso talento, así que con la mirada busqué algún cadáver; me costó encontrar uno, puesto que mi mascota se había comido casi todos.
Me levanté de mi posición y caminé relajadamente hacia una de las criaturas muertas, y mientras lo hacía Bobby-chan me seguía con la mirada, como queriendo entender lo que su maestra estaba haciendo. “No te preocupes, te daré algo muy rico de comer”, pensé para mí. Las indicaciones del Necronomicón no eran claras, pero inferí que era necesario insertar cierta cantidad de almas en un cadáver para que luego la abominación se lo comiera.
–Ya podrás comer… –susurré.
Me senté frente al cadáver, cerré los ojos y extraje unas cuantas almas para almacenarlas en el cuerpo sin vida. Este comenzó a convulsionar y luego de un rato se quedó quieto, no sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero de la misma forma que Bobby-chan me estaba dejando guiar por mi instinto. Mi “perrito”, como si supiera que le estaba preparando la comida, lo tomó con sus inmensas manos, lo lanzó hacia el aire y lo cogió con su fea dentadura. ¿Habrá funcionado? Esperaba que sí, sino tendría que buscar otra alternativa para dotarle de poder. Tenía la intención de que con esto pudiera regenerar un poco de carne, aumentar su fuerza y comenzar a emitir esa pestilente aura.
Esperaba que los pequeños arreglos en mi mascota funcionaran, pero luego le daría un poco más de atención. Ahora debía enfocarme en el trabajo y bajar hacia el sótano, puesto que ya habían pasado los cinco minutos.
–Dos cosas: esa puerta no me entrega nada de confianza y, segundo, no te vayas a cagar cuando veas a mi mascota, Bobby-chan. Si estás listo, investiguemos el sótano; daré la orden a mis no muertos para que inspeccionen la despensa.
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Felicidades, tu perrito no muerto de seis metros es un perrito no muerto maloliente de seis metros. La hierba a su alrededor comienza a mustiarse, mientras que la tierra adquiere un color malsano. En fin, tras divertirte con tu nueva mascota vuelves al sótano, esta vez iluminado. Ken te espera junto a la puerta abierta.
- Mira qué cantidad de espacio. Parece que llevaban a cabo toda la vida aquí abajo.
Estáis en una enorme sala rectangular, con las paredes llenas de puertas de madera. Al fondo, en la pared contraria a la de la entrada, puedes ver la enorme puerta de seguridad que habías visto en el ordenador. A diferencia de la principal, esta permanece cerrada.
- Aún no he podido abrirla, pero como tardabas eché un vistazo a las otras salas. Esas de la izquierda son todas laboratorios, pero desde la quinta empezando por el fondo hasta aquí son dependencias. Hay cuartos de baño, una cocina, un comedor, habitaciones... también está la despensa. Ah, yo no metería a tus bichejos. No sé, están muertos y tal... podrían contaminar la comida. Las puertas del lado derecho son habitaciones, salvo por las del fondo. Hay un taller, una biblioteca y una sala de estar. En fin, ¿por dónde empezamos? La verdad es que la idea de un baño y una comida caliente es muy tentadora.
- Mira qué cantidad de espacio. Parece que llevaban a cabo toda la vida aquí abajo.
Estáis en una enorme sala rectangular, con las paredes llenas de puertas de madera. Al fondo, en la pared contraria a la de la entrada, puedes ver la enorme puerta de seguridad que habías visto en el ordenador. A diferencia de la principal, esta permanece cerrada.
- Aún no he podido abrirla, pero como tardabas eché un vistazo a las otras salas. Esas de la izquierda son todas laboratorios, pero desde la quinta empezando por el fondo hasta aquí son dependencias. Hay cuartos de baño, una cocina, un comedor, habitaciones... también está la despensa. Ah, yo no metería a tus bichejos. No sé, están muertos y tal... podrían contaminar la comida. Las puertas del lado derecho son habitaciones, salvo por las del fondo. Hay un taller, una biblioteca y una sala de estar. En fin, ¿por dónde empezamos? La verdad es que la idea de un baño y una comida caliente es muy tentadora.
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Las palabras de Ken iban desapareciendo dentro de mi cabeza, quedándome solo con la idea de que había descubierto la despensa. ¿Qué tipo de comida habría ahí? Mi mirada estaba confusa y tuve que obligarme a volver a la realidad para escuchar lo que terminó de decir, sobre todo lo de la comida caliente. Reproduje nuevamente sus palabras para entender la idea y comprendí de lo que me estaba hablando. Aquel sótano parecías más bien un bunker, mucha comida y baños, habitaciones y laboratorios. Todo estaba hecho para sobrevivir durante un buen tiempo; sin embargo…
Comencé a caminar, sin responder las palabras de mi compañero, y deslizaba suavemente mi mano por las murallas del subterráneo. Todo debía estar en perfectas condiciones para que los funcionarios de este lugar estuvieran a salgo, pero… ¿Qué sucedió? ¿Cómo es que todo estaba destruido? Me costaba trabajo pensar que algo desde fuera haya podido irrumpir en esta estructura. ¿Habrá sido algo producido desde dentro? ¿Un experimento… tal vez? Volteé rápidamente y miré a Ken. No tenía la intención de agobiarlo con preguntas y preocupaciones, sería buena idea tomar en cuenta su sugerencia… Después de todo, ya era hora de almorzar.
–Te aconsejo que corras al baño, de lo contrario Sachiko entrará primero –escribí en una hoja de papel–. Después de una buena ducha almorzaremos.
Ken-chan tenía razón sobre mis no muertos y no tenía que permitir que tocaran la comida, después de todo ellos eran carne en descomposición. Ya tenía que crear un conjuro para evitar eso y que mantuvieran las mismas cualidades “superficiales” que tuvieron en vida, aunque si uno era feo… qué va, no tenía nada que hacer. En fin, podía revisar muchas cosas; subí al primer nivel y le ordené a uno de los no muertos que informara a Sachiko de nuestra situación. Ella tenía que descansar, como todos, y tenía mucha confianza en que Bobby-chan hiciera un buen trabajo protegiendo el lugar… Ni quería imaginar qué tan fuerte podía gritar.
Mientras mis compañeros tomaban una ducha estuve en biblioteca, buscando libros que pudieran facilitar mi progreso como conjuradora. Hasta el momento podía crear conjuros en tan solo tres horas, algo así fue lo que me tardé para crear a Bobby… Pero aún así estaba tardando demasiado. Gastaba muchas almas en crear uno y por supuesto todo lo que empleaba en la dominación. No tenía mucha fe de encontrar algo, después de todo ¿por qué habría libros de magia y almas?
Después de que mis compañeros se ducharan, me dirigiría yo. Solo estaría unos cuantos minutos allí dentro, tenía cosas que investigar y no podía estar perdiendo el tiempo. Dejando órdenes a mis no muertos sobre vigilar el perímetro, me dirigiría al comedor y almorzaría junto a mis compañeros, deseando que no tuviera que detener mi comida para enfrentar una amenaza.
Comencé a caminar, sin responder las palabras de mi compañero, y deslizaba suavemente mi mano por las murallas del subterráneo. Todo debía estar en perfectas condiciones para que los funcionarios de este lugar estuvieran a salgo, pero… ¿Qué sucedió? ¿Cómo es que todo estaba destruido? Me costaba trabajo pensar que algo desde fuera haya podido irrumpir en esta estructura. ¿Habrá sido algo producido desde dentro? ¿Un experimento… tal vez? Volteé rápidamente y miré a Ken. No tenía la intención de agobiarlo con preguntas y preocupaciones, sería buena idea tomar en cuenta su sugerencia… Después de todo, ya era hora de almorzar.
–Te aconsejo que corras al baño, de lo contrario Sachiko entrará primero –escribí en una hoja de papel–. Después de una buena ducha almorzaremos.
Ken-chan tenía razón sobre mis no muertos y no tenía que permitir que tocaran la comida, después de todo ellos eran carne en descomposición. Ya tenía que crear un conjuro para evitar eso y que mantuvieran las mismas cualidades “superficiales” que tuvieron en vida, aunque si uno era feo… qué va, no tenía nada que hacer. En fin, podía revisar muchas cosas; subí al primer nivel y le ordené a uno de los no muertos que informara a Sachiko de nuestra situación. Ella tenía que descansar, como todos, y tenía mucha confianza en que Bobby-chan hiciera un buen trabajo protegiendo el lugar… Ni quería imaginar qué tan fuerte podía gritar.
Mientras mis compañeros tomaban una ducha estuve en biblioteca, buscando libros que pudieran facilitar mi progreso como conjuradora. Hasta el momento podía crear conjuros en tan solo tres horas, algo así fue lo que me tardé para crear a Bobby… Pero aún así estaba tardando demasiado. Gastaba muchas almas en crear uno y por supuesto todo lo que empleaba en la dominación. No tenía mucha fe de encontrar algo, después de todo ¿por qué habría libros de magia y almas?
Después de que mis compañeros se ducharan, me dirigiría yo. Solo estaría unos cuantos minutos allí dentro, tenía cosas que investigar y no podía estar perdiendo el tiempo. Dejando órdenes a mis no muertos sobre vigilar el perímetro, me dirigiría al comedor y almorzaría junto a mis compañeros, deseando que no tuviera que detener mi comida para enfrentar una amenaza.
Ivan Markov
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Mientras buscas por la biblioteca encuentras un libro sobre ingeniería militar. Por el motivo que fuera, te llamó la atención y encontraste un capítulo muy interesante sobre el uso de explosivos en la táctica militar. Particularmente útil te resultó la información sobre cómo afectan los explosivos a las estructuras, y eso te dio algunas ideas. Tal vez quieras probarlas junto con la experiencia que has desarrollado en la magia explosivas en estos últimos meses y particularmente en tu momento de inspiración de ayer. Mejorar viejos conjuros es una buena forma de avanzar, no hay que estancarse en lo viejo. Tras tu estudio, en el que tal vez hayas intentado algo con tus conjuros (ponlo en tu siguiente post), tomas una ducha y te vas a dar las nuevas instrucciones a tus no muertos. Sin embargo, sólo ves a tres. ¿Dónde estarán los otros del primer piso? En el momento en que bajas de nuevo, te llega un delicioso olor proveniente de la cocina, de donde sale Ken con una cacerola
- Hoy tenemos lentejas en el menú - declara, con una sonrisa - Por cierto, ¿dónde está Sachiko? No la he visto en ningún momento. ¿No la has avisado?
Tal vez deberías haber sospechado que algo iba mal cuando no volvió a informar nada después de subir hace horas a llamar por den den mushi. Mala jugada.
- Hoy tenemos lentejas en el menú - declara, con una sonrisa - Por cierto, ¿dónde está Sachiko? No la he visto en ningún momento. ¿No la has avisado?
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Katharina von Steinhell
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El libro de ingeniería militar era más pesado de lo que pensaba y estaba cubierto de polvo. Tenía mucha información acerca de explosiones y demás cosas, todo aquel conocimiento lo podía utilizar para fortalecer mi magia explosiva e incluso desarrollar un nuevo conjuro. Si bien podía detenerme a mejorar los anteriores, ¿por qué no crear una mezcla de varios y hacer algo único y poderoso? En fin, continué leyendo rápidamente y estaba entendiendo casi todo, ¿acaso habré mejorado en cuanto a velocidad y comprensión lectora? Podía ser.
Las explosiones se generaban en base a combustión, cuando dos elementos provocaban una reacción violeta y espontánea, por lo general. El libro indicaba sobre cómo dañar las estructuras, pero mi objetivo estaba en cómo dañar a mis enemigos y considerando la cantidad de enemigos que tuve ayer me venía bien un conjuro que abarcara una mayor superficie. Tenía la idea de formar un hechizo que fuera una descarga explosiva vertical, invocada desde el cielo y que caía violentamente hacia la superficie, algo así como una columna descendente de fuego que al caer provocaba una poderosa explosión. Bueno, en soñar no había ningún problema… Si no me esforzaba, no tenía recompensa.
Con la idea en mente fui a tomar una ducha, necesitaba estar limpia. Había sudado mucho en estos últimos días y no tuve una buena oportunidad para relajarme. Al salir solo me encontré con pocos no muertos y aquello me pareció extraño, demasiado a decir verdad. Bajé hasta el sótano en dónde estaba Ken-chan preparando lentejas; por cierto, no era mi plato favorito pero tampoco estaba mal. En fin, teníamos problemas más graves que elegir qué comer.
–Toma cualquier arma que consideres útil –le ordené al ingeniero–. Estoy convencida de que tenemos compañía.
Me mantuve tan concentrada que no me percaté de la ausencia de la francotiradora, tal vez yacía muerta. Mierda, esto era mi culpa… No quería tener su sangre en mis manos, pero tampoco había mucho qué hacer. ¿Cómo iba a suponer que había algo allá arriba? Tal vez no había nada… pero no quería correr riesgos. Intenté mantener mi mantra activo, sin saber si podía tener resultados o no. Comencé a escribir rápidamente, redactando la última orden para Ken.
–Tu vida es valiosa y más lo es tu conocimiento, no quiero que mueras. Solo tengo tres no muertos allá arriba, procura estar atento.
Activé mi habilidad Noche Oscura, lo que me permitía caminar sigilosamente. Subí lentamente las escaleras, procurando no provocar ningún ruido y observé detenidamente el primer nivel. Mi intención era subir hasta el segundo y lo haría solo en caso de que no hubiera ninguna artimaña con la intención de clavar sus dientes en mi rostro. Me armé con la guadaña demoníaca y me mantuve alerta en todo momento. ¿Habría alguna criatura merodeando por el primer nivel? ¿Qué habría en el segundo? En todo caso, aunque estuviera subiendo las escaleras de caracol, no me descuidaría y estaría atenta a cualquier movimiento que me pareciera extraño. Por otra parte estaba demasiado lejos de Bobby-chan como para darle una orden, ¿tal vez debía idear un plan para comunicarnos mentalmente?
Las explosiones se generaban en base a combustión, cuando dos elementos provocaban una reacción violeta y espontánea, por lo general. El libro indicaba sobre cómo dañar las estructuras, pero mi objetivo estaba en cómo dañar a mis enemigos y considerando la cantidad de enemigos que tuve ayer me venía bien un conjuro que abarcara una mayor superficie. Tenía la idea de formar un hechizo que fuera una descarga explosiva vertical, invocada desde el cielo y que caía violentamente hacia la superficie, algo así como una columna descendente de fuego que al caer provocaba una poderosa explosión. Bueno, en soñar no había ningún problema… Si no me esforzaba, no tenía recompensa.
Con la idea en mente fui a tomar una ducha, necesitaba estar limpia. Había sudado mucho en estos últimos días y no tuve una buena oportunidad para relajarme. Al salir solo me encontré con pocos no muertos y aquello me pareció extraño, demasiado a decir verdad. Bajé hasta el sótano en dónde estaba Ken-chan preparando lentejas; por cierto, no era mi plato favorito pero tampoco estaba mal. En fin, teníamos problemas más graves que elegir qué comer.
–Toma cualquier arma que consideres útil –le ordené al ingeniero–. Estoy convencida de que tenemos compañía.
Me mantuve tan concentrada que no me percaté de la ausencia de la francotiradora, tal vez yacía muerta. Mierda, esto era mi culpa… No quería tener su sangre en mis manos, pero tampoco había mucho qué hacer. ¿Cómo iba a suponer que había algo allá arriba? Tal vez no había nada… pero no quería correr riesgos. Intenté mantener mi mantra activo, sin saber si podía tener resultados o no. Comencé a escribir rápidamente, redactando la última orden para Ken.
–Tu vida es valiosa y más lo es tu conocimiento, no quiero que mueras. Solo tengo tres no muertos allá arriba, procura estar atento.
Activé mi habilidad Noche Oscura, lo que me permitía caminar sigilosamente. Subí lentamente las escaleras, procurando no provocar ningún ruido y observé detenidamente el primer nivel. Mi intención era subir hasta el segundo y lo haría solo en caso de que no hubiera ninguna artimaña con la intención de clavar sus dientes en mi rostro. Me armé con la guadaña demoníaca y me mantuve alerta en todo momento. ¿Habría alguna criatura merodeando por el primer nivel? ¿Qué habría en el segundo? En todo caso, aunque estuviera subiendo las escaleras de caracol, no me descuidaría y estaría atenta a cualquier movimiento que me pareciera extraño. Por otra parte estaba demasiado lejos de Bobby-chan como para darle una orden, ¿tal vez debía idear un plan para comunicarnos mentalmente?
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- Noche Oscura: El usuario obtiene un x2 al sigilo durante dos turnos. Solo puede usarse dos veces por combate.
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Subes al primer nivel y no hay moros en la costa. Está todo en completo silencio y abandonado. No ves ni un solo no muerto, pero tampoco signos de violencia. Mientras te acercas al segundo piso centrándote en tu mantra alcanzas a percibir una presencia. ¿Sachiko? Podría ser. No percibes a nadie más, así que tal vez no haya ninguna amenaza y sea todo una serie de coincidencias... un poco forzado, ¿no? En el momento en que llegas te encuentras con el suelo sembrado de los cadáveres seccionados y destrozados de tus no muertos, y sobre un charco de sangre ya medio seca la francotiradora. Si no fuera por sus ojos vidriosos y la pequeña bola de luz de su alma sobre ella, casi parecería que aún sigue viva. Escuchas una suave risa acompañada de una voz suave.
- Lo siento, se puso violenta. No tuve más remedio que matarla.
A unos cuatro metros a tu izquierda, sentada sobre una caja reposa una figura. Viste un uniforme marine con la gabardina blanca de oficial, pero con los galones arrancados y un emblema diferente al de la Marina. Dirías que te suena de algo, ¿sabrías decir de qué? La persona en cuestión es un hombre de facciones suaves, ojos color ámbar y pelo largo, liso y oscuro. Como única arma porta una katana de tamaño descomunal apoyada en su hombro.
- Has tardado en subir. Habría bajado, pero pensé que ya era bastante rudo aparecer aquí y cargarme a tu subordinada, como para aún encima presentarme en el piso inferior a interrumpir tu rutina matinal - dice, con ligera risotada - Mis superiores tienen una propuesta para ti, joven. Pero esta dependerá, claro está, de lo que me respondas antes a cierta cuestión. Sabré si mientes, así que te recomendaría ser sincera... nadie más tiene que morir hoy si colaboras. Dime, ¿cuál es tu opinión de la Marina y del Gobierno Mundial? ¿Por qué eres marine?
- Lo siento, se puso violenta. No tuve más remedio que matarla.
A unos cuatro metros a tu izquierda, sentada sobre una caja reposa una figura. Viste un uniforme marine con la gabardina blanca de oficial, pero con los galones arrancados y un emblema diferente al de la Marina. Dirías que te suena de algo, ¿sabrías decir de qué? La persona en cuestión es un hombre de facciones suaves, ojos color ámbar y pelo largo, liso y oscuro. Como única arma porta una katana de tamaño descomunal apoyada en su hombro.
- emblema:
- Has tardado en subir. Habría bajado, pero pensé que ya era bastante rudo aparecer aquí y cargarme a tu subordinada, como para aún encima presentarme en el piso inferior a interrumpir tu rutina matinal - dice, con ligera risotada - Mis superiores tienen una propuesta para ti, joven. Pero esta dependerá, claro está, de lo que me respondas antes a cierta cuestión. Sabré si mientes, así que te recomendaría ser sincera... nadie más tiene que morir hoy si colaboras. Dime, ¿cuál es tu opinión de la Marina y del Gobierno Mundial? ¿Por qué eres marine?
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La situación era mucho más peligrosa de lo que creía. Mis no muertos no eran más que un montón de piezas desparramadas a lo largo del suelo y sobre un charco de sangre estaba el cadáver de Sachiko. Había hecho un buen trabajo la noche anterior y era una pena que muriera así como así, sin poder decir adiós. Solo necesitaba acercarme unos cuantos metros para usar mi magia y reanimarla para que pelee como un no muerto más; necesitaba sus habilidades para salir con vida de esta isla. O tal vez no. Aún no tomaría la decisión de qué hacer con su alma; si las cosas se tornaban complicadas, solo la absorbería para exprimirla y usar algún conjuro.
Miré hacia mi izquierda, en dirección a la voz y me encontré con una figura que reposaba sobre una caja. Vestía similar a mis superiores, pero tenía un emblema completamente distinto al de la Marina. Lamentablemente era incapaz de reconocerle, ni siquiera estaba segura de si lo había visto antes. Sus facciones eran suaves y sobre su hombro descansaba una katana de tamaño descomunal. Estaba ante un enemigo poderoso… ¿Sería capaz de derrotarle, en caso de que tuviera la disposición de matarme?
Comenzó a hablar y básicamente se trataba de un payaso, para nada agradable. Era un hombre extraño, pero su pregunta lo fue aún más. ¿Qué por qué estaba en la Marina? ¿Qué pensaba de aquella organización? No sentía amor por ella, para mí no era más que un trabajo y no tenía miedo de decirlo. No era de aquellas personas que sentían un apego hacia la justicia ni una fuerte predisposición por hacer el bien; si estaba dentro de la Marina, era porque fue mi primera opción para salir de las garras de la Orden. Nada más.
Arranqué, con cuidado, mi libreta que estaba entre mis ropas y comencé a escribir.
–No tengo opinión ninguna. Solo es un trabajo más por el que me pagan –escribí, respondiendo con sinceridad–. El dinero basta para sobrevivir con lo básico, pero no siento ningún deber más que la responsabilidad por hacer bien el trabajo –hice una pequeña pausa y luego respondí a su última pregunta–. Si estoy en la Marina, es porque fue mi primera oportunidad para desprenderme de antiguas… costumbres.
Si el hombre sabía que mentía, seguramente tenía una forma de identificar mis emociones y con semejante arma solo tenía que actuar con precaución. Ciertamente tenía un montón de preguntas que hacerle, pero parecía que no estaba en posición de hacer preguntas. Intenté mantener activo mi recién despertada habilidad para advertir movimientos y conductas enemigas, no quería ser decapitada por esa grotesca arma.
–No estoy en posición de hacer preguntas, ¿verdad? –Terminé por comentar, queriendo confirmar en la situación que estaba– Aunque no está bien entrar a la casa de los demás y andar matando a los demás como si nada.
¿Qué propuesta sería? No podía ponerme del otro lado de la ley. Estar dentro de la Marina tenía algunas ventajas y si renegaba, seguramente me metería en problemas con mucha gente. Bien, solo tocaba esperar la respuesta del asesino y advertirle a Ken-chan para que no actuara como todo un estúpido al ver el cadáver de su compañera.
Miré hacia mi izquierda, en dirección a la voz y me encontré con una figura que reposaba sobre una caja. Vestía similar a mis superiores, pero tenía un emblema completamente distinto al de la Marina. Lamentablemente era incapaz de reconocerle, ni siquiera estaba segura de si lo había visto antes. Sus facciones eran suaves y sobre su hombro descansaba una katana de tamaño descomunal. Estaba ante un enemigo poderoso… ¿Sería capaz de derrotarle, en caso de que tuviera la disposición de matarme?
Comenzó a hablar y básicamente se trataba de un payaso, para nada agradable. Era un hombre extraño, pero su pregunta lo fue aún más. ¿Qué por qué estaba en la Marina? ¿Qué pensaba de aquella organización? No sentía amor por ella, para mí no era más que un trabajo y no tenía miedo de decirlo. No era de aquellas personas que sentían un apego hacia la justicia ni una fuerte predisposición por hacer el bien; si estaba dentro de la Marina, era porque fue mi primera opción para salir de las garras de la Orden. Nada más.
Arranqué, con cuidado, mi libreta que estaba entre mis ropas y comencé a escribir.
–No tengo opinión ninguna. Solo es un trabajo más por el que me pagan –escribí, respondiendo con sinceridad–. El dinero basta para sobrevivir con lo básico, pero no siento ningún deber más que la responsabilidad por hacer bien el trabajo –hice una pequeña pausa y luego respondí a su última pregunta–. Si estoy en la Marina, es porque fue mi primera oportunidad para desprenderme de antiguas… costumbres.
Si el hombre sabía que mentía, seguramente tenía una forma de identificar mis emociones y con semejante arma solo tenía que actuar con precaución. Ciertamente tenía un montón de preguntas que hacerle, pero parecía que no estaba en posición de hacer preguntas. Intenté mantener activo mi recién despertada habilidad para advertir movimientos y conductas enemigas, no quería ser decapitada por esa grotesca arma.
–No estoy en posición de hacer preguntas, ¿verdad? –Terminé por comentar, queriendo confirmar en la situación que estaba– Aunque no está bien entrar a la casa de los demás y andar matando a los demás como si nada.
¿Qué propuesta sería? No podía ponerme del otro lado de la ley. Estar dentro de la Marina tenía algunas ventajas y si renegaba, seguramente me metería en problemas con mucha gente. Bien, solo tocaba esperar la respuesta del asesino y advertirle a Ken-chan para que no actuara como todo un estúpido al ver el cadáver de su compañera.
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El hombre suspira con una sonrisa y se ríe suavemente, tras lo que cruza una pierna sobre la otra y te mira con una expresión calmada. Por otra parte, Ken no aparece. Parece que ha interpretado tus palabras como que no querías que te siguiera hasta arriba. De hecho puedes percibir su presencia al pie de las escaleras, más o menos.
- ¿Alguna novedad? - grita desde abajo.
- Mándalo a otro lado - dice el de la katana - Tú pareces razonable, pero no quiero tener que cargarme a alguien más.
Con la mano libre saca un cigarrillo y se lo lleva a la boca, encendiéndolo a continuación con un mechero. Tras dar una larga calada, comienza a decir:
- Represento a un grupo de marines... descontentos. Es una lástima que tu visión sea meramente esa, pero creo que puedo tener una oferta igualmente para ti. ¿Qué me dirías de seguir con tu trabajo en la Marina y a la vez trabajar para nosotros? No sería nada complicado, sólo pasarnos cierta información y tal vez de vez en cuando hacer un trabajo o dos... nada que te pueda manchar demasiado. Y por supuesto recibirías generosas recompensas a cambio de tu trabajo.
- ¿Alguna novedad? - grita desde abajo.
- Mándalo a otro lado - dice el de la katana - Tú pareces razonable, pero no quiero tener que cargarme a alguien más.
Con la mano libre saca un cigarrillo y se lo lleva a la boca, encendiéndolo a continuación con un mechero. Tras dar una larga calada, comienza a decir:
- Represento a un grupo de marines... descontentos. Es una lástima que tu visión sea meramente esa, pero creo que puedo tener una oferta igualmente para ti. ¿Qué me dirías de seguir con tu trabajo en la Marina y a la vez trabajar para nosotros? No sería nada complicado, sólo pasarnos cierta información y tal vez de vez en cuando hacer un trabajo o dos... nada que te pueda manchar demasiado. Y por supuesto recibirías generosas recompensas a cambio de tu trabajo.
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Al no poder –o más bien, no querer– emular ninguna palabra, tomé la libreta y comencé a escribir, le enseñé al hombre lo que había escrito en ella y luego la lancé por la escalera para que Ken-chan pudiera leer mis órdenes. En ella decía claramente que no sucedía nada y que volvería en unos minutos, estaba terminando de investigar. No tenía intenciones de enfrentarme a ese hombre, parecía lo suficientemente poderoso como para derrotarme o al menos darme una buena pelea… Y no quería eso, claro que no.
Observé detenidamente sus movimientos y luego escuché cada una de sus palabras. Así que simplemente se trataba de pobres marines descontentos, qué pena. Me estaba pidiendo a mí que me uniera a ellos sin poseer ninguna información acerca del respectivo grupo. De lo que sí estaba segura era de que no era ningún trabajo normal y eso de manchar mi nombre no me venía para nada bien, menos si quería continuar trabajando junto a Hikaru y Los Inmortales. Por otro lado, eso de generosas recompensas me llamaba mucho la atención… Necesitaba conocer un poco más sobre ellos.
–Me estás pidiendo que sea un espía, ¿cierto? –Escribí en otra libreta que tenía oculta por ahí– En caso de que quisiera aceptar, ¿qué recibiría? ¿De qué tipo de recompensas estamos hablando?
Una vez averiguara eso, seguiría escribiendo para nuevamente explicar mi posición.
–Como ves, no tengo ningún amor por la Marina ni la justicia, mucho menos por proteger a los débiles. Sin embargo, lo que me estás pidiendo es que me meta en problemas y termine arruinando todo lo que he intentado conseguir. Ni siquiera me has dicho qué tipo de trabajos tengo que hacer, así que si quieres convencerme y que esto no sea más que una negociación, empieza a hablar.
Bien, ¿qué tenía que decir ese hombre respecto al trabajo que me estaba ofreciendo?
Observé detenidamente sus movimientos y luego escuché cada una de sus palabras. Así que simplemente se trataba de pobres marines descontentos, qué pena. Me estaba pidiendo a mí que me uniera a ellos sin poseer ninguna información acerca del respectivo grupo. De lo que sí estaba segura era de que no era ningún trabajo normal y eso de manchar mi nombre no me venía para nada bien, menos si quería continuar trabajando junto a Hikaru y Los Inmortales. Por otro lado, eso de generosas recompensas me llamaba mucho la atención… Necesitaba conocer un poco más sobre ellos.
–Me estás pidiendo que sea un espía, ¿cierto? –Escribí en otra libreta que tenía oculta por ahí– En caso de que quisiera aceptar, ¿qué recibiría? ¿De qué tipo de recompensas estamos hablando?
Una vez averiguara eso, seguiría escribiendo para nuevamente explicar mi posición.
–Como ves, no tengo ningún amor por la Marina ni la justicia, mucho menos por proteger a los débiles. Sin embargo, lo que me estás pidiendo es que me meta en problemas y termine arruinando todo lo que he intentado conseguir. Ni siquiera me has dicho qué tipo de trabajos tengo que hacer, así que si quieres convencerme y que esto no sea más que una negociación, empieza a hablar.
Bien, ¿qué tenía que decir ese hombre respecto al trabajo que me estaba ofreciendo?
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El hombre esboza una sonrisa y da una nueva calada al cigarrillo. Parece que tu colaboración y respuestas le han agradado. Parece incluso bajar un poco la guardia, pues baja el arma y la apoya en el suelo ¿o es mera fachada?
- ¿Alguna vez has oído hablar de la Armada de Renovación? Somos un grupo marines que por diferentes motivos nos hemos unido para tomar el control de la Marina. El objetivo principal de la Armada es acabar con nuestros rivales ideológicos y una vez seamos fuertes obligar al Gobierno Mundial a escuchar nuestras demandas. Entre otras cosas buscamos tener un mayor control de los mares. Actualmente la Marina está muy limitada en su jurisdicción, aunque tengamos carta blanca para cazar a los criminales estamos supeditados a las normas y leyes de los países miembros. No sólo eso, sino que la Marina responde a la burocracia del Gobierno Mundial, corrupta en su conjunto, meros servidores de los Tenryuubitos. Sin embargo... sospecho que esa parte poco te interesa - se ríe - Actualmente estamos reclutando a marines prometedores con ambición o habilidades especiales como las tuyas... una poderosa akuma como la Magi Magi no mi no pasa desapercibida. Te queremos en nuestro grupo y a cambio de tu colaboración... te pagaríamos bien. Las recompensas no bajarían del millón de berries, mucho más si la misión incurre en algún riesgo real para tu seguridad o tu posición en la Marina. Además de que podríamos premiarte con algunos juguetitos interesantes. Poseemos a científicos e ingenieros muy hábiles en nuestra brigada de innovación.
Se mete la mano en una bolsa y saca lo que parece un cinturón voluminoso con varias bolsas y fundas para pistolas. Entonces te lo pasa lanzándotelo. Si lo examinas verás en la cara interior varios dispositivos como una vía intravenosa.
- Este cinturón tiene un dispositivo que mantiene vigilado el estado de tu cuerpo y tus constantes vitales. Si detecta que has sido herida, envenenada o algo similar, reaccionará combatiendo la amenaza. Liberará en tu cuerpo un compuesto regenerativo, antitoxinas o lo que sea necesario. Por desgracia no tiene usos ilimitados como es evidente, pero es autosuficiente. Puede generar suficiente de cada compuesto como para unos cuantos usos a la semana. ¿Te interesa? Será tu primer regalo si decides unirte a la Armada.
- ¿Alguna vez has oído hablar de la Armada de Renovación? Somos un grupo marines que por diferentes motivos nos hemos unido para tomar el control de la Marina. El objetivo principal de la Armada es acabar con nuestros rivales ideológicos y una vez seamos fuertes obligar al Gobierno Mundial a escuchar nuestras demandas. Entre otras cosas buscamos tener un mayor control de los mares. Actualmente la Marina está muy limitada en su jurisdicción, aunque tengamos carta blanca para cazar a los criminales estamos supeditados a las normas y leyes de los países miembros. No sólo eso, sino que la Marina responde a la burocracia del Gobierno Mundial, corrupta en su conjunto, meros servidores de los Tenryuubitos. Sin embargo... sospecho que esa parte poco te interesa - se ríe - Actualmente estamos reclutando a marines prometedores con ambición o habilidades especiales como las tuyas... una poderosa akuma como la Magi Magi no mi no pasa desapercibida. Te queremos en nuestro grupo y a cambio de tu colaboración... te pagaríamos bien. Las recompensas no bajarían del millón de berries, mucho más si la misión incurre en algún riesgo real para tu seguridad o tu posición en la Marina. Además de que podríamos premiarte con algunos juguetitos interesantes. Poseemos a científicos e ingenieros muy hábiles en nuestra brigada de innovación.
Se mete la mano en una bolsa y saca lo que parece un cinturón voluminoso con varias bolsas y fundas para pistolas. Entonces te lo pasa lanzándotelo. Si lo examinas verás en la cara interior varios dispositivos como una vía intravenosa.
- Este cinturón tiene un dispositivo que mantiene vigilado el estado de tu cuerpo y tus constantes vitales. Si detecta que has sido herida, envenenada o algo similar, reaccionará combatiendo la amenaza. Liberará en tu cuerpo un compuesto regenerativo, antitoxinas o lo que sea necesario. Por desgracia no tiene usos ilimitados como es evidente, pero es autosuficiente. Puede generar suficiente de cada compuesto como para unos cuantos usos a la semana. ¿Te interesa? Será tu primer regalo si decides unirte a la Armada.
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Decepcionada. Era la única palabra que podía usar para describir lo que estaba sintiendo en ese momento. El hombre de desconocido nombre había asesinado a mi compañera por un ideal tan infantil como ese, y lo peor de todo era que las recompensas que había prometido no saciaban mi ambición. ¿Un millón solo por traicionar a mis compañeros? ¿Objetos tecnológicos con los que podía sanar mi cuerpo? ¡Qué no me joda! No era nada más que basura, no servía absolutamente de nada considerando que podía crear magia.
Suspiré y con el final del mango de mi guadaña golpeé el cinturón que el desconocido me dio, esperando romper todo su contenido. No estaba satisfecha con su respuesta y si era necesario pelearme contra él para salir viva de allí, lo haría; no era mi intención buscar pleito, pero el hombre había demostrado que no podía saciar mis intereses. ¿Ingenieros y médicos capaces? ¿Un millón de berries?
–Tus ideales de niño no me interesan –dije, rompiendo mi voto de silencio–. Tus regalos no son lo suficientemente llamativos, ni siquiera la cantidad de dinero que prometes pagarme –di un paso hacia delante, dejando escapar una pequeña neblina de mi guadaña–. Si no eres capaz de ofrecerme algo más, desearás no haber venido a reclutarme.
Desde hace mucho tiempo que no sentía rabia, pero no encontraba la razón. Ese hombre me disgustaba, sus ideales me molestaban y el hecho de que haya asesinado sin piedad a mi compañera hacía hervir mi sangre. No tenía intención de ocultar mis ganas por rajarle la garganta y profanar su cadáver, convirtiéndolo en un lacayo por toda la eternidad. Había jurado destruir toda organización que atentara contra la integridad de personas como mi preciada hermana. Conocía perfectamente los ideales del hombre que tenía en frente a mí y ya venía siendo hora de dar un paso hacia delante y comenzar a cambiar las cosas.
La niebla liberada por la guadaña no tardó en cubrir toda la estancia, quedando completamente a oscuras. Intenté darle órdenes a Bobby-chan para que comenzara a atacar, ¿acaso podía comunicarme mentalmente con él? Juraba que sí, después de todo su cuerpo estaba hecho con mi propio poder y magia. No necesitaba una conexión verbal para comunicarme con él.
–Dime, ¿qué tan bien conoces a los demonios?
No sabía por qué actuaba, no encontraba suficientes razones lógicas y de alguna forma quería detener lo que estaba sintiendo. Había sido entrenada para tomar decisiones en base a la lógica, no a un montón de sentimientos inútiles que solo perjudicaban a los seres humanos. Sin embargo, sentía un calor dentro de mí… Una extraña fuerza que recorría mi cuerpo, quería gritar y destruirlo todo a mí alrededor. ¿Acaso estaba despertando de mi maldición? ¿Acaso podía significar algo más? Mi voluntad de luchar era férrea, estaba completamente decidida a dejar de mirar hacia un lado y no ver los problemas. La neutralidad ya me estaba causando asco.
–Si conoces mis habilidades, es hora de que comiences a correr. Una vez levantes tu arma, no tendré piedad alguna y destruiré tu organización.
Sabía que el hombre confiaba en sus habilidades y posiblemente despreciaba las mías, así que era obvio que terminaríamos peleando. Cerré los ojos y dejé que la energía de mi libro de conjuros fuera liberada, envolviéndome en una armadura casi transparente que flotaba alrededor de mi cuerpo. No quería llevar esto a una batalla física, pero necesitaba ser precavida para ahorrarme una humillante derrota. Tenía mucho qué descubrir sobre el extraño sentimiento que estaba fluyendo dentro de mí.
Finalmente, dejaría mi haki despertado activado para prevenir posibles ataques de mi enemigo y estaría atenta a sus movimientos. La batalla ya tenía lugar y era hora de rajarle la garganta y ver qué podía hacer con su cuerpo, finalmente experimentaría con todos los cadáveres repartidos por la estructura cupular.
Suspiré y con el final del mango de mi guadaña golpeé el cinturón que el desconocido me dio, esperando romper todo su contenido. No estaba satisfecha con su respuesta y si era necesario pelearme contra él para salir viva de allí, lo haría; no era mi intención buscar pleito, pero el hombre había demostrado que no podía saciar mis intereses. ¿Ingenieros y médicos capaces? ¿Un millón de berries?
–Tus ideales de niño no me interesan –dije, rompiendo mi voto de silencio–. Tus regalos no son lo suficientemente llamativos, ni siquiera la cantidad de dinero que prometes pagarme –di un paso hacia delante, dejando escapar una pequeña neblina de mi guadaña–. Si no eres capaz de ofrecerme algo más, desearás no haber venido a reclutarme.
Desde hace mucho tiempo que no sentía rabia, pero no encontraba la razón. Ese hombre me disgustaba, sus ideales me molestaban y el hecho de que haya asesinado sin piedad a mi compañera hacía hervir mi sangre. No tenía intención de ocultar mis ganas por rajarle la garganta y profanar su cadáver, convirtiéndolo en un lacayo por toda la eternidad. Había jurado destruir toda organización que atentara contra la integridad de personas como mi preciada hermana. Conocía perfectamente los ideales del hombre que tenía en frente a mí y ya venía siendo hora de dar un paso hacia delante y comenzar a cambiar las cosas.
La niebla liberada por la guadaña no tardó en cubrir toda la estancia, quedando completamente a oscuras. Intenté darle órdenes a Bobby-chan para que comenzara a atacar, ¿acaso podía comunicarme mentalmente con él? Juraba que sí, después de todo su cuerpo estaba hecho con mi propio poder y magia. No necesitaba una conexión verbal para comunicarme con él.
–Dime, ¿qué tan bien conoces a los demonios?
No sabía por qué actuaba, no encontraba suficientes razones lógicas y de alguna forma quería detener lo que estaba sintiendo. Había sido entrenada para tomar decisiones en base a la lógica, no a un montón de sentimientos inútiles que solo perjudicaban a los seres humanos. Sin embargo, sentía un calor dentro de mí… Una extraña fuerza que recorría mi cuerpo, quería gritar y destruirlo todo a mí alrededor. ¿Acaso estaba despertando de mi maldición? ¿Acaso podía significar algo más? Mi voluntad de luchar era férrea, estaba completamente decidida a dejar de mirar hacia un lado y no ver los problemas. La neutralidad ya me estaba causando asco.
–Si conoces mis habilidades, es hora de que comiences a correr. Una vez levantes tu arma, no tendré piedad alguna y destruiré tu organización.
Sabía que el hombre confiaba en sus habilidades y posiblemente despreciaba las mías, así que era obvio que terminaríamos peleando. Cerré los ojos y dejé que la energía de mi libro de conjuros fuera liberada, envolviéndome en una armadura casi transparente que flotaba alrededor de mi cuerpo. No quería llevar esto a una batalla física, pero necesitaba ser precavida para ahorrarme una humillante derrota. Tenía mucho qué descubrir sobre el extraño sentimiento que estaba fluyendo dentro de mí.
Finalmente, dejaría mi haki despertado activado para prevenir posibles ataques de mi enemigo y estaría atenta a sus movimientos. La batalla ya tenía lugar y era hora de rajarle la garganta y ver qué podía hacer con su cuerpo, finalmente experimentaría con todos los cadáveres repartidos por la estructura cupular.
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