Recuperando el vellocino [Moderado 4] [Syxel y Taito]

- ¿Seguro que este es el mejor lugar para desembarcar? - Pregunté en voz alta a nadie en particular, escéptico. Mis conocimientos de navegación eran escasos, pero hubiera podido jurar que una pared rocosa no era lo más parecido a un puerto precisamente. - En fin, entonces cuanto antes nos pongamos en marcha mejor.

Busqué con la mirada a Syxel, mi contacto en aquella misión. ¿O era yo el suyo? El caso es que la Revolución a la que me uní descubrió unos rumores sobre un poderoso artefacto llamado el Vellocino de Oro (o algo así me pareció entender), y decidió mandar a alguien a investigar si los rumores eran ciertos. Ese alguien fui yo, por supuesto, aunque no se me ocurría por qué razón pensarían que era el más adecuado para ello. ¿Tal vez porque me vieron en la biblioteca investigando sobre mitologías y divinidades?

De alguna forma, el pirata de cabellos grisáceos se vio envuelto en todo este embrollo. Cuando lo conocí no tardé en descubrir la fuente de su fuerza (al fin y al cabo por eso mismo fui a buscarlo, aunque el resultado final no fuera el esperado en un principio), y ahora al recordar que tal vez le interesase acompañarme en esta búsqueda debido a su temática, traté de ponerme en contacto con él... para descubrir más tarde que él mismo ya se encontraba tras los pasos del Vellocino y sus rumores. Qué conveniente, ¿eh?

El caso: ahora nos encontramos en una pequeña embarcación, llevada por un timonel de dudosa habilidad y detenida frente una vertical pared de piedra blanca que se perdía hacia lo alto. Nuestro objetivo era subir y encontrar la forma de llegar hasta un templo isla adentro, donde supuestamente encontraríamos el arcano artefacto.

En cuanto encontré al pirata le dediqué una mirada dubitativa, como tratando de confirmar que éste era el sitio. Tenía claro que para que la misión tuviera éxito tendría que seguir unas cuantas de sus decisiones, confiando en su experiencia... Y para que alguien que apenas envejece al mismo paso que un humano, que otra persona tenga incluso más edad resulta curioso y extraño. No obstante, él era el veterano a mis ojos, y si mi temperamento no despertaba no deberían haber demasiados problemas. Aunque a quién quiero engañar... más bien debía preguntarme cuánto tardaría en caer presa de mis instintos.

- A subir pues. - Declaré tras escupirme a las manos y prepararme para saltar al precipicio.

Mi intención era escalar a pulso aquel obstáculo, como los hombres de verdad. Sin embargo... Algún día tengo que acordarme de comentarle a Syxel que no estoy acostumbrado a levantar los pies del suelo.

aclaración:

Primero me retorcí un poco, víctima de la sorpresa, aunque rápidamente me quedé paralizado al ver el agua bajo mis pies.

- Y tú... Ni se te ocurra soltarme ahora... - Le dije con cierto tono malhumorado, mientras me dejaba llevar.

Quería quejarme, echarle la bronca por cogerme y ponerme en el aire sin mi permiso ni avisarme primero, pero en el fondo sabía que no podía. Primero, por lo que he comentado antes sobre la veteranía: puede que tenga una personalidad rebelde y me cueste seguir órdenes, pero si alguien se gana mi respeto como lo había hecho el peli-gris (y mis maestros antes que él) entonces las cosas son distintas. Y segundo, porque mientras ascendíamos y yo estaba inmóvil tuve tiempo de pensar un poco, y me dí cuenta de que en realidad era una solución mejor que simplemente escalar (lo que nos habría hecho perder más tiempo y energías).

Terminado el viajecito, al aterrizar en una zona de follaje espeso no podíamos ver bien lo que nos rodeaba, y el mapa que había traído Syxel no era de mucha ayuda. "Aunque no sabía que el templo estaba tan lejos." Pensé, algo frustrado. "Parece que hubiera sido más rápido y fácil entrar directamente por la ciudad. Mierda..."

- Oye Syx, ¿crees que podrías llevarnos volando por encima de todo este bosque directamente hasta el templo? Nadie conoce mejor tus límites que tú mismo, así que lo dejo a tu elección. - Aunque tenía el ceño fruncido, esperaba no darle una impresión equivocada. No le echaba la culpa de que tuviéramos que dar este rodeo, simplemente me irritaba la situación. - Como poco tendrás que ascender tú solo una vez más, desde aquí es imposible ver ningún monte... Así podremos tomar un rumbo concreto.

En ese momento me fijé en los extraños frutos que colgaban de un árbol cercano, y los inspeccioné tras acercarme un poco. No los reconocía, pero tampoco tenían mala pinta... Por otro lado podría ser un fruto prohibido o incomestible, y de todas formas aún no tenía hambre.

- Syx, si puedes evitar tocar esta fruta... - Comencé, aunque una corazonada me decía que ya era demasiado tarde. Esperaba equivocarme, aun contando con la golosería del peli-gris. -... Aunque si vas a llevarte alguna, no le des un mordisco aún, podría ser venenosa. - Comenté, recordando cuántas indigestiones tuve yo años atrás por comer cosas que no me sonaban durante mi período de soledad en el bosque de mi isla.

Abrí la boca sorprendido ante las palabras de sabiduría que Syxel me había respondido (respecto a lo de volar), y asentí con fuerza y sintiéndome animado de verdad por comenzar la travesía. Vale que el bosque no tuviera pinta de tener un cartel de bienvenida, pero cualquier obstáculo era afrontable con aquella convicción de nuestra parte.

- ¡Bien dicho, Syxel! - Exclamé sonriente. - ¡Entonces no perdamos más tiempo!

Pasando de largo de los frutos (que no, definitivamente no me suenan para nada, no se parecen a nada que creciera en mi isla natal ni a nada que haya visto durante mis primeros viajes), comencé a dar los primeros pasos cuando me detuve en seco.

- Etto... ¿Y por dónde decías que está el norte?

Tras conseguir meterme en la sesera las indicaciones con ayuda del mapa y de un buen rato de explicaciones, me dispuse a retomar la actitud energética de antes. Pasándole un brazo por encima del hombro a Syxel y riendo como no me había reído nunca, poco más o menos que lo obligué a caminar a mi paso, el cual era cada vez más acelerado, hasta el punto de que ya no se podía llamar solamente "caminar."

- El último le paga la cena al otro... - Le murmuré antes de separarme de él y salir corriendo como un atleta, con cuidado de no chocarme con ningún arbol, rama, raíz ni obstáculos similares.

Por cierto, debo mencionar que tanto fijarme en los árboles, me dio la impresión de que sus troncos eran de buena madera. Me anoté mentalmente que tendría que investigar más tarde sobre las propiedades de flotabilidad y resistencia de aquella.

Durante la mayor parte de la carrera conseguí mantener una ventaja, aunque enseguida se hizo de notar la diferencia de nuestras complexiones... La velocidad de Syxel era superior a la mía, y poco a poco fue acortando la distancia que nos separaba.

Al mismo tiempo, a nuestro alrededor el follaje se hizo más espeso y la luminosidad del ambiente aminoró, dando paso a una atmósfera algo lúgubre y misteriosa, que no me dio nada de buena espina. Para colmo, sonidos de instrumentos y pasos nos envolvieron, y si me concentraba un poco casi me parecía distinguir que eran flautas y cascos. ¿Cascos? Eso significaba monturas... o una mitad inferior provista de pezuñas. Rápidamente hice un repaso de mis conocimientos de mitología básica, y los primeros ejemplares que se me ocurrieron que podrían poblar un bosque de estas características (y más aún siendo aquella isla con los rumores que corrían sobre ella) eran centauros, minotauros y sátiros o faunos. Y casi que podía por descarte asumir que se trataba de los últimos, aunque me podía equivocar.

Las voces nos provocaban, tocándome la moral de maneras ocurrentes e irritantes, si bien no parecían del todo ofensivas, tan solo "gamberras." Como niños juguetones queriendo llamar la atención. Eso no quitaba para que me molestase, claro, pero aún no estaba lo suficientemente furioso como para perder de vista la cordura. Y mi sentido común me decía que intentar perseguir a esas criaturas, a las cuales ni siquiera podía ver, era la peor de las ideas. Nos perderíamos entre los árboles, nos caería la noche encima, y posiblemente eso nos pasara factura hasta el punto de costarnos la vida a la larga... No, lo mejor era ignorarlos, ya se cansarían o se acercarían por su propio pie... eh, pata.

Me pareció entrever al mirar hacia Syxel que éste había aminorado un poco el paso, tal vez tentado como yo de responder a las tonterías de las criaturas. Aproveché para reducir mi propio paso también, no quería agotarme del todo antes de llegar a nuestro destino y además habíamos avanzado lo que yo creía que era un buen trozo del camino. Aun así no me detuve, y le hice saber a mi compañero que no tenía ganas de esperarle:

- ¡Puedes quedarte a darte por aludido si quieres, "diosito de la oscuridad"! - Le dije con una sonrisa maliciosa. - Dicen que la verdad ofende, ¿no? Si quieres demostrar algo, no te detendré, ¡pero ni todo el pelo en pecho del mundo te librará de pagar esa cena! - Terminé con una risotada, mientras seguía marchando a paso ligero.

Al final conseguimos dejar atrás aquella parte del bosque, y con ella desaparecieron también las voces misteriosas. ¿Se habían aburrido? Lo cierto era que podía agradecer un poco de silencio, después de todo. Aquellos tipos, fueran quienes fueran, habían amenazado el límite de mi paciencia, y por alguna razón me recordaban a cierto individuo de la Revolución que para mi pesar debía soportar a menudo. Supongo que en cierto modo, el convivir con mi puto compañero Rockso de vez en cuando era definitivamente una forma de entrenar mi autocontrol... No significaba que quisiera verlo más a menudo, de todas formas.

Sacudí la cabeza para quitarme aquellos pensamientos de encima. No quería recordar al payaso, y menos en aquella situación. Comencé a notar cierta molestia en las piernas, y un dolor subiéndome por el pecho, mientras mi respiración se volvía agitada. ¿Me estaba cansando? Pero si apenas habíamos llegado a ver... Anda, ahí estaba. La montaña que buscábamos. Creo.

El final habíamos llegado Syxel y yo prácticamente al mismo tiempo, lo cual me pareció sorpresivo, y cuando me detuve a las faldas de aquel montículo, apoyándome en un árbol para coger aire, se lo comenté:

- ¿Eso cuenta como empate? - Respiré hondo un par de veces, y volví a hablar: - Por cierto, perdona lo de antes. No debí burlarme de aquella forma, aunque temía que te fueses a detener allí mismo, y no podíamos perder tiempo. Lo siento.

Cuando escuché las voces usar mi propia burla para reforzar las suyas contra Syxel, no pude evitar sentirme un poco mal por dentro, y sentía que debía disculparme por ello. Lo que había dicho, por muy en broma que fuera, había sido prácticamente un insulto gratuito y sin venir a cuento, y no quería ofender a mi amigo... Al menos no sin una razón primero, claro, porque a veces me dan ganas no solo de llamarle de todo sino también de darle una buena ostia. Pero aquel no era el caso, y hasta yo sabía que el respeto mutuo era algo que había que atesorar.

"A todas estas..." Pensé, dándome cuenta de una cosa. "Dije que agradecería un poco de silencio, ¿pero no está esto DEMASIADO silencioso?"

Como respondiendo a mi pregunta, noté unos temblores romper la quietud que reinaba en el lugar, y un charco de agua cercano formó varias ondas en su superficie con cada uno. "Pero qué cojo..." Abrí bastante los ojos al darme cuenta de la respuesta, y esperaba que no fuera demasiado tarde.

- Esto... ¿Syxeeel? - Pregunté, como para asegurarme de que él también lo había pillado. - Quisiera descansar un poco más, pero igual toca seguir moviéndonos...

No quería parecer un cobarde, porque soy de todo menos eso... La cosa es que no me apetecía tampoco vérmelas de frente con algo lo suficientemente grande y/o pesado como para causar ese efecto en el terreno, y menos estando al borde del agotamiento. Como había dicho antes él, debíamos forjar nuestro propio camino, o algo así... La pregunta era si debíamos avanzar recto y tratar de escalar la montaña, o dar un rodeo.

La respuesta era prácticamente obvia: debíamos escalar, por supuesto. El problema era que si venía algo chungo mientras estábamos en ello nos encontraríamos en una situación complicada cuanto menos... Y tampoco me encontraba en estado de hacer demasiados esfuerzos de momento, no si quería guardar algo de fuerzas para afrontar lo que fuera que nos esperara en el templo... Porque si nadie se había adentrado todavía a comprobar si el vellocino estaba allí, ni había salido con él, es porque debía haber algo impidiéndolo, hasta un tonto podía darse cuenta.

Así pues, y a menos que Syxel de repente decidiera llevarnos volando por encima de la montaña, tocaba seguir caminando... Esta vez sin prisas ni carreras, tampoco había necesidad viendo que ya casi habíamos hecho la parte más difícil del camino... O al menos eso esperaba yo.

- Vamos, vamos... - Apremié a mi compañero peligris mientras me ponía en marcha. Tomando como referencia que la montaña estaba justo frente a nosotros, caminé hacia la derecha, esperando dar el rodeo en sentido contrario a las agujas del reloj. ¿Por qué derecha en lugar de izquierda? Bueno, supongo que porque soy diestro, y fue la primera elección que me vino a la cabeza de forma instintiva.

Hola chicos, Syxel cae inconsciente. A vuestra salud.

Si no tuviera una criatura mitológica gigante escupefuego delante, sin duda me habría llevado la mano a la cara con tanta fuerza que el ruido se habría escuchado al otro lado de la montaña. Muy propio de Syxel ignorar las advertencias y lanzarse de cabeza al peligro, y bien que también era culpa mía no haberlo detenido porque por un momento estuve de acuerdo con sus palabras. Y sin duda ponerse delante mío para pode protegerme del cálido aliento de la quimera se podría considerar un gesto propio de aquel en quien había depositado mi confianza y respeto. Hasta resultaba que el pirata tenía en su poder una tela capaz de soportar las llamas sin quemarse, algo que me sorprendió y alivió al comprobar que, el miedo que me había dejado paralizado en el sitio, no sería la causa de mi muerte ese día.

Pero...

- ¡Lo que te prometo es una ostia como una casa en cuanto despiertes! - Le grité enfurecido al muchacho que arrastraba por el suelo lejos del ser tricéfalo.

Me explicaré:

En cuanto el peligris se lanzó a por la quimera, desenvainó una espada que no pude reconocer ni me sonaba que hubiera estado en su poder cuando lo conocí. De alguna forma el arma no me daba buenas vibraciones, y con buena razón. Silver D. Syxel, ¿cómo habías puesto tus manos en un artefacto tan peligroso? De la hoja de la katana surgió un gigantesco tornado de llamas aún más impresionante que las que lanzaba la criatura por sus bocas, que sumado al propio tajo del espadachín esperaba que terminara con ella. Sin embargo no estaba dispuesto a correr el riesgo, y menos al ver cómo el muy imbécil caía al suelo de sopetón como un fardo de heno. "Se ha desmayado..." Es lo primero que pensé, notando una irritación superior imponiéndose a mi instinto de supervivencia.

Activé mi técnica de aceleración, notando cómo surgían varios relámpagos de mi piel durante unos momentos. Aún no estaba del todo recuperado, pero no podía simplemente abandonar al pirata a su suerte, por lo que sin perder un segundo, en cuanto el tornado de llamas retrocedió lo suficiente, esprinté hasta el cuerpo caído de Syxel, rezando para que la quimera no me tomase en cuenta si seguía en pie de alguna forma. Tal vez estuviera distraída o desconcertada, dándome el par de segundos justos y necesarios para agarrar al hombre por la ropa y correr en dirección contraria. Yo, a diferencia suyo, no tenía en mi posesión ningún artilugio mágico extraño que me permitiese plantarle cara a la quimera, algo que sin duda me aseguraría de recordarle con un par de bofetadas luego al peligris. Tampoco es que desease depender de algo que no fuera mi propio cuerpo para el combate, pero hasta yo sabía que no tenía entrenamiento suficiente para derrotar solo a algo como eso. Así pues, descargando toda mi rabia en mis piernas para correr lo más velozmente que pudiese, pondría pies en polvorosa, en la dirección que había planeado minutos antes.

Por suerte o por desgracia, como digo no pude sujetar especialmente bien al pirata, y creo que sus pies y parte de sus pantorrillas acabaron rozando con el suelo por el camino. Bueno, si acababa con dolor en el culo al menos habría recibido su merecido, pues el karma no perdona. Un poco se lo merecía, por fantasma.

Durante la huida, el arma de Syxel se le cayó de la mano, y con algo de torpeza debido a las prisas la volví a envainar en la funda vacía que poseía el pirata. No me atrevía a utilizarla yo mismo, ya había visto lo que era capaz de hacer esa espada, tanto a su víctima como a su dueño. De hecho, estaba seguro de que podía notar los efectos del tornado ígneo en mi piel, reseca y escociéndome. Era perfectamente posible que con la magnitud de tal ataque, la simple proximidad a aquella fuente de calor me hubiera hecho quemaduras superficiales. De hecho, me sorprendía que no estuviera sangrando por la nariz.

Un terrible rugido en la distancia a mis espaldas heló la sangre en mis venas, la quimera no había caído y parecía realmente molesta. La comprendía, yo también lo estaba, pero dudaba mucho que fuéramos a congeniar de repente por algo así, por lo que tocaba seguir corriendo. A diferencia de cuando eché la carrera con Syxel, esta vez lo que movía mis piernas y aceleraba mi corazón no era el simple pique y la voluntad de no perder... Se trataba de algo más primitivo, más instintivo, una adrenalina que no sentía desde hacía mucho tiempo, y que me impulsaba a seguir corriendo. Sin duda, cuando terminara todo aquello acabaría hecho unos zorros, pero por el momento abrazaría ese pequeño atisbo de esperanza para continuar mi camino y mantenernos a salvo, al menos hasta que el melón de Syxel despertara de nuevo.

No parecía que fuera a mejorar pronto, sin embargo conocía lo suficiente al peligris como para saber que no se quedaría sin hacer nada durante demasiado tiempo. Esta persona era de las duras, tenía plena confianza en ello, y de no haber querido fardar como lo hizo seguramente seguiría en pie y dando guerra. De hecho, viendo su potencial actual, estaba seguro de que podíamos plantarle cara a la quimera... Pero para eso debía volver en sí.

Observé mi alrededor. Por la montaña parecía haber algunos caminos escarpados y despejados, pero más que eso me preocupaba lo estrechos que eran. Allí seríamos blanco fácil para el fuego, salvo que la capa de Syxel fuera completamente inmune al fuego y no solo resistente (dato que yo no conocía aún). Por otra parte, no dudaba que el tornado de llamas habría llamado la atención de otras criaturas en el bosque colindante, y retroceder sí que no me hacía ninguna gracia. Así pues la mejor idea, aparentemente, era continuar bordeando las faldas de la montaña... Sin embargo ya me veía resoplando, tratando de hacer el camino más largo. Podía imaginar perfectamente la escena: aún a medio andar, con la quimera detrás dándonos caza. No era un pensamiento agradable.

Así pues mi atención volvió a los caminos de la montaña. Tal vez... Es posible que pudiéramos aprovecharnos de ellos después de todo. Estrechos para nosotros, sí, pero para ella también, sin duda. Le costaría maniobrar mucho más que a nosotros, y si pudiera colarme entre sus enormes piernas para asaltarlo por la espalda... Si tenía cuidado con la cola de serpiente era posible que pudiera hacer algo. Poco a poco fui trazando el plan en mi cabeza, tomando en consideración las pocas variables que mi cabeza podía pensar durante aquella frenética carrera, lo reconozco, pero al menos estaría preparado por si Syxel seguía desmayado cuando llegara el momento.

Comencé a ascender por uno de los caminos, viéndome obligado a reducir el paso por razones obvias. Encima tenía que cargar con el peligris en mi hombro, lo cual no facilitaba las cosas. Pero confiaba en que el tiempo aprovechado y la distancia ganada jugara en nuestro favor. Continué mi camino, atento por si oía el rugido de la bestia, notando el sudor resbalar por mi frente y mi espalda, y echando breves miradas de vez en cuando hacia atrás. Imaginé que de acercarse, lo sabría de inmediato gracias a sus poderosas pisadas, pero era perfectamente posible que algo más saliera de entre los árboles y nos pillara desprevenidos, y eso sí que no podía permitirlo.

Si no había indicios de que la bestia estuviera cerca, pararía entre jadeos y piernas temblorosas para sentarme en el suelo, apoyándome en la pared. Ignoraría el dolor de la roca contra la piel tirante por la quemadura, pues necesitaría recobrar el aliento lo antes posible. Para ello, si realmente parecía que estábamos a salvo, aunque fuera temporalmente, intentaría concentrarme en mi energía interior. Tal como mis maestros me habían enseñado, restablecería el orden en el flujo de mi chakra, mi energía interior, respirando hondo y calmando mi corazón. Si podía estabilizarme, me recuperaría más rápido, o al menos esa era la creencia que me habían impartido. Llegados a este punto, no quedaba más remedio que tratar de recuperar fuerzas, confiar en que Syxel se levantara pronto, y preparar el terreno para la llegada de la quimera. Un rápido vistazo al lugar me daría los elementos de información más importantes: tamaño del camino, pendiente, presencia de rocas u otros obstáculos/potenciales proyectiles, etc. Dado que estábamos subiendo, la ventaja del terreno elevado era nuestra, al menos eso era algo que podía saber seguro. ¿Pero cómo de cómodos estaríamos en caso de tener lugar el combate allí? ¿Cómo de cómoda estaría la criatura? ¿Cabría allí siquiera tal bestia con su tamaño? Ponderando estas preguntas y un par más, hice lo único que podía hacer: descansar y esperar. Mi destino estaba en manos caprichosas de un factor, siendo éste quién llegaría antes, si la quimera hasta nosotros o Syxel de nuevo al mundo de los despiertos. Esperaba que fuera lo segundo. Debía confiar en él.

Al final parecía que a pesar de no caber en el estrecho, la quimera no pensaba darse por vencido. No tardé en oír sus zarpas escalando la roca, el rugir de sus cabezas (y siseo de la última), y para mi desgracia que fuera capaz de oír tan claramente esos sonidos solo podía significar una cosa: ya la tenía encima.

La escena transcurrió a cámara lenta en mi cabeza, pero sabía que en realidad solo estaba durando un par de segundos. Escuché el aviso de Syxel, que se había logrado despertar justo a tiempo, aunque quizá ya fuera demasiado tarde. En cuanto la cola serpiente asomó, salió disparada a una velocidad de relámpago, incluso para su tamaño. Si esa cosa me atrapaba, no me cabía duda de que me podría tragar entero, estuviera herida y quemada o no. Quizá no reaccioné tan rápido como lo habría hecho otro, pero por acto reflejo pasé a transformarme con mi Akuma para obtener más fuerza. Dos pares adicionales de brazos surgieron de mi espalda y se lanzaron hacia adelante junto los míos naturales, intentando agarrar los enormes colmillos de la bestia antes de que las fauces se cerraran sobre mí.

- ¡Y una polla me voy a dejar almorzar tan fácilmente! - Diría, notando el ardor y furia que siempre acompañaban mi transformación en híbrida.

Si lograba mi cometido, al menos evitaría entrar dentro de aquella boca viscosa y de olor nauseabundo, y podría intentar hacer fuerza entre mis seis brazos para aguantarla abierta e inmóvil tanto tiempo como me fuera posible, dándole una oportunidad al despertado pirata para cortarla con su katana. La de verdad, esperaba yo al menos... confiaba en que hubiera aprendido la lección, de lo contrario no llegaríamos a ver el final del día. Y, suponiendo que la cabeza fuera cercenada, podría coger algo de impulso girando sobre mis talones y lanzársela de vuelta a la quimera, tratando de impactar a alguna de las otras dos.

Si no conseguía sujetar a tiempo los colmillos... Me encogería y trataría de evitar que la boca al cerrarse me destrozara. Como dije, dado el tamaño de la misma estaba seguro de que era capaz de caber entero allí, y tal vez pudiera luchar por salir, golpeando el paladar repetidamente y con todas mis fuerzas antes de que me tragase. En el peor de los casos, tendría que confiar en que Syxel me rescataría antes de ser digerido...



x2 Pasivo en fuerza y resistencia. Forma híbrida aumenta mi fuerza y resistencia "base" a la de tantos hombres como la mitad de mi nivel (x5). Cuento pues con la fuerza y resistencia de diez hombres... y medio (5% extra por primer turno de combate en forma híbrida).