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Keith S. Branwen
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– Oh, no te preocupes. Si bien no la puedo controlar en su totalidad, soy perfectamente capaz de limitar el daño colateral hacia las demás personas. Solo habría frío extremo... y personalmente ese era mi objetivo. No soporto el calor, ya ves, así que decidí quitar parte del limitador – dijo alegremente, demasiado diría uno. ¿Qué podía decir? Amaba su frío, pese a que no lo podía sentir. Era mejor eso que derretirse en medio de una ola de calor. Era uno de los motivos por lo cual quería transferirse del sur, pero como Hikaru estaba asentada allí... No podía marcharse, aunque quisiera. A lo mejor un día se levantaba y decidía irse al norte. Ese si sería un día de celebración.
Negó un poco con la cabeza y se maravilló con el paisaje a su alrededor. Sus poderes seguían creciendo a medida que pasaban los días, y llegaría al punto que esto sería un juego de niños. Según su dragón interior, ya estaba a medio camino de su asimilación. Con el cincuenta por ciento de sus poderes base en sus manos, ya podía crear un paisaje así... Se excitaba de lo que podría lograr más adelante. Una mini era polar, así describió Argen el cien por ciento del control del clima. No más días calurosos, hola al invierno perpetuo. Sin poder evitarlo, una risa maliciosa escapó de sus labios y se frotó sus manos cual villano cliché que creía que todo saldría de acuerdo a sus planes. Se podía ver ridículo, pero era algo que no podía evitar. Aparte que pocas veces solía actuar así, por lo que aprovechaba cualquier oportunidad.
– Muy pronto, Taiga. Mi sueño se hará realidad y ya no habrán más días calurosos. Donde pise será invierno, y nadie podrá detenerme – río malignamente, pero luego tosió y movió su mano. – Ignora lo que dije, me he perdido demasiado en mis delirios y locuras – dijo, algo sonrojado.
Volvió a toser y en eso escuchó las palabras del agente. Murmuró algo inaudible por lo bajo y se rascó la cabeza. Era un buen sueño, y sabía que alguien de la altura de Taiga podría lograrlo. Se sonrojo debido a la pregunta y miró hacia otro lado, pese a que arqueó una ceja al oír lo que dijo acerca de esa tal Misa. Creía que el rubio no podía hablar mal de nadie, pero se equivocó.
– Te hablé de ella, es mi capitana. Su nombre es Hikaru Surfer, y bueno... – pausó y negó con la cabeza, sin estar dispuesto a continuar. – Solo por curiosidad, ¿que hizo Amane para que le tengas tanto asco?
Negó un poco con la cabeza y se maravilló con el paisaje a su alrededor. Sus poderes seguían creciendo a medida que pasaban los días, y llegaría al punto que esto sería un juego de niños. Según su dragón interior, ya estaba a medio camino de su asimilación. Con el cincuenta por ciento de sus poderes base en sus manos, ya podía crear un paisaje así... Se excitaba de lo que podría lograr más adelante. Una mini era polar, así describió Argen el cien por ciento del control del clima. No más días calurosos, hola al invierno perpetuo. Sin poder evitarlo, una risa maliciosa escapó de sus labios y se frotó sus manos cual villano cliché que creía que todo saldría de acuerdo a sus planes. Se podía ver ridículo, pero era algo que no podía evitar. Aparte que pocas veces solía actuar así, por lo que aprovechaba cualquier oportunidad.
– Muy pronto, Taiga. Mi sueño se hará realidad y ya no habrán más días calurosos. Donde pise será invierno, y nadie podrá detenerme – río malignamente, pero luego tosió y movió su mano. – Ignora lo que dije, me he perdido demasiado en mis delirios y locuras – dijo, algo sonrojado.
Volvió a toser y en eso escuchó las palabras del agente. Murmuró algo inaudible por lo bajo y se rascó la cabeza. Era un buen sueño, y sabía que alguien de la altura de Taiga podría lograrlo. Se sonrojo debido a la pregunta y miró hacia otro lado, pese a que arqueó una ceja al oír lo que dijo acerca de esa tal Misa. Creía que el rubio no podía hablar mal de nadie, pero se equivocó.
– Te hablé de ella, es mi capitana. Su nombre es Hikaru Surfer, y bueno... – pausó y negó con la cabeza, sin estar dispuesto a continuar. – Solo por curiosidad, ¿que hizo Amane para que le tengas tanto asco?
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La cuestión era… ¿Qué cenaría esa noche el agente? Había comido bien, pero ahora le habían dado ganas de probar un poco de migas con chorizo, melón y sardinas. Se acarició el estómago relamiéndose y pensando en semejante manjar. Muchos podían decir que Taiga solo pensaba en comer y en ayudar, y tenían razón, pero había más cosas. Sus azulados ojos ahora observaban al marine esperando una reacción al mismo tiempo que se cruzaba de brazos. Estaba bastante cómodo con su chaqueta negra de hombreras plateadas. Recordó que siempre estuvo con él, incluso cuando fue cazador en sus primeros días. Esos tiempos eran buenos, pero habían pasado para dejar paso a que el lobo del gobierno terminase en el gobierno mundial como uno de sus mejores agentes en lo que se refería al combate y al aprendizaje.
Miró un momento las paredes escarchadas del cuartel y no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa. De verdad, a nadie se le ocurría usar algo tan descontrolado en un espacio así. Él mismo sabía bien sus medidas y las capacidades que tenía con el poder de su fruta, pero no se transformaría si congelase todo sin querer. O Keith se había emocionado más de la cuenta o pensó que tal vez podría ser distinto esta vez al usarlo. Las zoan del tipo mitológicas eran algo bastante útil y ellos dos eran los ejemplos de ellos. En una batalla podrían causar estragos enormes en las líneas enemigas, cosa bastante útil. Lo bueno era que estuvieran en manos de ellos y no de otros parásitos del gobierno o la marina.
Que dijese que no afectaba a personas le alegró, pero que se frotase las manos de aquella forma le dio un leve mal sentimiento. No fue nada malo, pero el escalofrío no se lo quitaba nadie. Entonces dijo aquellas palabras de invierno y cosas raras que hicieron al lobo sonreír de forma exagerada y con una gota de sudor cayendo por su cabeza. Keith estaba como una cabra. De nuevo su memoria le falló ¡Claro! Hikaru, la capitana de Keith era su chica. El pobre lobo estaba con demasiadas cosas en la cabeza y no se acordaba últimamente de nada. Escuchó su pregunta y después de unos momentos le dedicó una sonrisa amable.
- No es asco… Oh, puede que sí. Pero no solo ya porque sospechamos que es una corrupta. Es egocéntrica, egoísta, prepotente y hace lo que le da la gana con los reclutas. Además, tengo cierta información privada sobre una posible traición a gran escala de ella. Ese asunto ahora mismo está siendo estudiado por mi grupo, no te preocupes, pero ten mucho cuidado. Podría usarte de cebo, venderte en una batalla o quién sabe qué para poder salirse con la suya. Es la típica que cuando algo va mal llama a su novio para resolverlo todo, pobre Xemnas. – Terminó de decir llevándose la mano a la nuca y rascándose un poco.
Miró un momento las paredes escarchadas del cuartel y no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa. De verdad, a nadie se le ocurría usar algo tan descontrolado en un espacio así. Él mismo sabía bien sus medidas y las capacidades que tenía con el poder de su fruta, pero no se transformaría si congelase todo sin querer. O Keith se había emocionado más de la cuenta o pensó que tal vez podría ser distinto esta vez al usarlo. Las zoan del tipo mitológicas eran algo bastante útil y ellos dos eran los ejemplos de ellos. En una batalla podrían causar estragos enormes en las líneas enemigas, cosa bastante útil. Lo bueno era que estuvieran en manos de ellos y no de otros parásitos del gobierno o la marina.
Que dijese que no afectaba a personas le alegró, pero que se frotase las manos de aquella forma le dio un leve mal sentimiento. No fue nada malo, pero el escalofrío no se lo quitaba nadie. Entonces dijo aquellas palabras de invierno y cosas raras que hicieron al lobo sonreír de forma exagerada y con una gota de sudor cayendo por su cabeza. Keith estaba como una cabra. De nuevo su memoria le falló ¡Claro! Hikaru, la capitana de Keith era su chica. El pobre lobo estaba con demasiadas cosas en la cabeza y no se acordaba últimamente de nada. Escuchó su pregunta y después de unos momentos le dedicó una sonrisa amable.
- No es asco… Oh, puede que sí. Pero no solo ya porque sospechamos que es una corrupta. Es egocéntrica, egoísta, prepotente y hace lo que le da la gana con los reclutas. Además, tengo cierta información privada sobre una posible traición a gran escala de ella. Ese asunto ahora mismo está siendo estudiado por mi grupo, no te preocupes, pero ten mucho cuidado. Podría usarte de cebo, venderte en una batalla o quién sabe qué para poder salirse con la suya. Es la típica que cuando algo va mal llama a su novio para resolverlo todo, pobre Xemnas. – Terminó de decir llevándose la mano a la nuca y rascándose un poco.
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Mientras esperaba respuesta por parte del agente, el teniente pensaba en lo que haría luego de terminar con su encuentro amistoso. Lo primero sería ducharse, puesto que en verdad lo necesitaba. Se sentía un poco sucio luego del entrenamiento, así que agua no le vendría mal. Las duchas y las termas era la única fuente que toleraba y le gustaba. El resto que tuviera que ver con el tema era un no rotundo. Luego vendría cenar, pero el dragón no sabía que podría saborear luego. Al final quedaría lo más molesto y difícil: terminar el jodido papeleo de una vez por todas. Keith gruñó por lo bajo y suspiró, al tiempo que se masajeaba un poco la frente. No le molestaba hacerlo, pero cuando la mierda terminaba acumulándose... Ahí si deseaba mandar todo a la mierda. A veces deseaba tener un ayudante que manejara todo eso, pero no confiaba en nadie. Aparte que el hacía el de Hikaru, y esos papeles no se los iba a confiar a nadie. Ni aunque le pagaran una millonada.
Escuchó sus palabras y arqueó una ceja, para luego cruzarse de brazos. ¿Con que una corrupta? Keith ya había lidiado con ese tipo de personas antes, así que no le sorprendía demasiado. Se llevó una mano al mentón, pensando en que decir. Lo cierto era que el dragón, usualmente, reservaba su juicio hasta conocer a una persona. Sin embargo, confiaba en el juicio del agente. Si decía que Amane no era de fiar, entonces se iría con cuidado. Aún así... ¿Dónde había escuchado ese nombre antes? Trató de hacer memoria, al tiempo que repasaba cada palabra que Taiga había dicho. Corrupta, perra, pareja de Xemnas... Los ojos del peligris de abrieron un poco más de lo normal y se golpeó la palma.
– Ah, ahora recuerdo donde había oído ese nombre antes. Luego de enterarme que Alice tuvo una misión con Xemnas, intenté buscar el expediente de eso y vi que Amane también había oído – no solo eso, también recordó ciertas palabras de una serpiente cuando maldijo a dicha persona. – Y un... conocido me dijo que lo retó, pese a que en ese entonces era un simple recluta. Si no hubiera sabido que existen altos rangos que abusan de los bajos, me lo habría creído – concluyó mientras una mueca se formaba en su rostro.
Definitivamente el gobierno era un nido de corruptos, y poco se podía hacer de momento. Hasta que alguien con pies a tierras se volviera el jefe, seguirían en un descenso paulatino. Suerte que habían nuevas promesas que estaban surgiendo, pero eran eso de momento. Comparándolos con los experimentados que habían... Solo eran unos simples insectos
Escuchó sus palabras y arqueó una ceja, para luego cruzarse de brazos. ¿Con que una corrupta? Keith ya había lidiado con ese tipo de personas antes, así que no le sorprendía demasiado. Se llevó una mano al mentón, pensando en que decir. Lo cierto era que el dragón, usualmente, reservaba su juicio hasta conocer a una persona. Sin embargo, confiaba en el juicio del agente. Si decía que Amane no era de fiar, entonces se iría con cuidado. Aún así... ¿Dónde había escuchado ese nombre antes? Trató de hacer memoria, al tiempo que repasaba cada palabra que Taiga había dicho. Corrupta, perra, pareja de Xemnas... Los ojos del peligris de abrieron un poco más de lo normal y se golpeó la palma.
– Ah, ahora recuerdo donde había oído ese nombre antes. Luego de enterarme que Alice tuvo una misión con Xemnas, intenté buscar el expediente de eso y vi que Amane también había oído – no solo eso, también recordó ciertas palabras de una serpiente cuando maldijo a dicha persona. – Y un... conocido me dijo que lo retó, pese a que en ese entonces era un simple recluta. Si no hubiera sabido que existen altos rangos que abusan de los bajos, me lo habría creído – concluyó mientras una mueca se formaba en su rostro.
Definitivamente el gobierno era un nido de corruptos, y poco se podía hacer de momento. Hasta que alguien con pies a tierras se volviera el jefe, seguirían en un descenso paulatino. Suerte que habían nuevas promesas que estaban surgiendo, pero eran eso de momento. Comparándolos con los experimentados que habían... Solo eran unos simples insectos
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- ¿Retar a un recluta? Yo mismo adiestro a los nuevos. Les desafío y luego a cambio les curo, les muestro mis habilidades, les enseño poderes, ayudo a sus sueños ¿Hace eso después? No, no hace falta que respondas. Espero que esa espina esté pronto fuera del gobierno o lo lamentaremos todos. Es débil, patética en el combate. Pero tiene una fruta fuerte que hace todo por ella y no querría que reventase un cuartel con muchos inocentes dentro, solo porque no encuentra el maquillaje o la han llamado fea. – Suspiró dejando de pensar en la niñata y se rascó la cabeza.
Tal vez iba siendo hora de volver a la base de una vez, pues ya había hecho su obra allí y había ayudado a su colega. Se dio la vuelta un momento y cerró los ojos despacio. El mundo estaba lleno de injusticias y de basura. Debería continuar la investigación sobre esa mujer y en cuanto pillase precio, ser él mismo quien fuese a por ella. Seguramente ella correría a una banda pirata o criminal poderosa o se ligaría a alguien que le protegiese el culo. Taiga frunció el ceño, vaya basura de mujer. Le daba algo de pena su amigo y no lograba abrirle los ojos. Supuso que escarmentaría cuando fuese tarde. Tosió un poco y entonces se giró mirando al dragón plateado con una sonrisa calmada en el rostro.
- Bueno, creo que es el momento de irme a mi base. Este cuartel es vuestro y mi sitio está en el Grand Line, por lo que espero que te cuides y volvamos a vernos pronto. Cuida de esa chica tuya y cuidado, no quiero que Amane se le acerque, o cualquier otro marine no deseado. – Mencionó dándole un abrazo amistoso.
Una vez hizo aquello sonrió y salió corriendo por el bosque. Era el momento de dirigirse al puerto y con su soru y evadiendo árboles no iba a tardar mucho en hacerlo. Debía añadir aquel día a su lista, pues había sido agotador y tras echarse una siesta cenaría y se pondría a dormir de nuevo hasta el día siguiente. Esperaba que al dragón le fuese bien en todo momento, pues no le deseaba nada malo a una persona como él.
- Ahí está…
Miró el barco en el que había llegado y de un enorme salto llegó hasta la cubierta. Ordenó al navegante poner rumbo hacia Enies Lobby y después de aquello miró hacia el cuartel con una sonrisa. La próxima vez que viese al dragón tendría más rango, pues no pensaba quedarse quieto e iría en busca de un ascenso lo más rápido posible.
Tal vez iba siendo hora de volver a la base de una vez, pues ya había hecho su obra allí y había ayudado a su colega. Se dio la vuelta un momento y cerró los ojos despacio. El mundo estaba lleno de injusticias y de basura. Debería continuar la investigación sobre esa mujer y en cuanto pillase precio, ser él mismo quien fuese a por ella. Seguramente ella correría a una banda pirata o criminal poderosa o se ligaría a alguien que le protegiese el culo. Taiga frunció el ceño, vaya basura de mujer. Le daba algo de pena su amigo y no lograba abrirle los ojos. Supuso que escarmentaría cuando fuese tarde. Tosió un poco y entonces se giró mirando al dragón plateado con una sonrisa calmada en el rostro.
- Bueno, creo que es el momento de irme a mi base. Este cuartel es vuestro y mi sitio está en el Grand Line, por lo que espero que te cuides y volvamos a vernos pronto. Cuida de esa chica tuya y cuidado, no quiero que Amane se le acerque, o cualquier otro marine no deseado. – Mencionó dándole un abrazo amistoso.
Una vez hizo aquello sonrió y salió corriendo por el bosque. Era el momento de dirigirse al puerto y con su soru y evadiendo árboles no iba a tardar mucho en hacerlo. Debía añadir aquel día a su lista, pues había sido agotador y tras echarse una siesta cenaría y se pondría a dormir de nuevo hasta el día siguiente. Esperaba que al dragón le fuese bien en todo momento, pues no le deseaba nada malo a una persona como él.
- Ahí está…
Miró el barco en el que había llegado y de un enorme salto llegó hasta la cubierta. Ordenó al navegante poner rumbo hacia Enies Lobby y después de aquello miró hacia el cuartel con una sonrisa. La próxima vez que viese al dragón tendría más rango, pues no pensaba quedarse quieto e iría en busca de un ascenso lo más rápido posible.
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Una bufido se le escapó. De alguna forma, dudaba que lo hubiera ayudado. Venom no le tendría tanto desprecio si fuera así. Bueno, la serpiente tendría a despreciar a casi todo el mundo, pero era un poco más cordial con algunas personas. El como hablaba de Amane, le decía exactamente lo que pensaba el pelirrojo de ella, lo que no era nada bueno. Cada vez creía más las palabras de Taiga, y solo sería necesario un pequeño empujón más. Ahora, ¿quién se lo daría? De momento se mantendría alerta, en caso que se encontrara con ella. No solía visitar mucho Marineford, así que de momento estaba salvado. Aun así, ¿una fruta que pudiera causar tal nivel de destrucción? Era algo digno de buscar. No por la usuaria en sí, sino por los poderes de la akuma. A lo mejor podría ser útil para después. Suspiró un poco y escuchó las palabras de Taiga.
– Descuida, la protegeré con mi vida de ser necesario. Ojalá que nos volvamos a ver – se despidió el dragón.
Tentativamente devolvió el abrazo. El teniente no estaba acostumbrado al trato físico, así que era de esperarse. Observó como el rubio se alejaba, puso sus manos en los bolsillos y volvió a base. Ahora, ¿qué hacer? Le sentía un poco mal que Xemnas estuviera con una mujer como esa, pero poco y nada podría hacer. Si estuviera en contacto con Alice, a lo mejor podría intenta juntarlos, pero eso dependía de varios factores de los cuales no podía hacer nada. Si la albina seguía manteniendo sus gustos luego de que se marchó, entonces sabría lo extremadamente difícil que era que le gustara un hombre. Si bien era bisexual, tendía mucho más a los de su mismo sexo. Debería suceder algo sorprendente para que la albina considerara seriamente en tener una relación seria con un hombre.
– ¿Y por qué cojones pienso en esto ahora? – se preguntó para si mismo.
Negó con la cabeza y se dio cuenta que llegó hasta su habitación. Se despojó de sus ropas y entró a la ducha, suspirando de alivio al sentir el agua caliente golpeando su cuerpo. Bueno, ya vería que hacer luego. De momento poco y nada podía ayudar, aparte que el vicealmirante pasaba más en la Grand Line que en los mares cardinales. A menos que el dragón volviera a Marineford, no tenía nada que hacer en ese tema, pese a que quería intentar ayudarlo.
– Aun así... ¿Por qué siento que estoy olvidando algo? – Intentó hacer memoria, pero suspiró al llegar a nada. Ya recordaría algún día...
– Descuida, la protegeré con mi vida de ser necesario. Ojalá que nos volvamos a ver – se despidió el dragón.
Tentativamente devolvió el abrazo. El teniente no estaba acostumbrado al trato físico, así que era de esperarse. Observó como el rubio se alejaba, puso sus manos en los bolsillos y volvió a base. Ahora, ¿qué hacer? Le sentía un poco mal que Xemnas estuviera con una mujer como esa, pero poco y nada podría hacer. Si estuviera en contacto con Alice, a lo mejor podría intenta juntarlos, pero eso dependía de varios factores de los cuales no podía hacer nada. Si la albina seguía manteniendo sus gustos luego de que se marchó, entonces sabría lo extremadamente difícil que era que le gustara un hombre. Si bien era bisexual, tendía mucho más a los de su mismo sexo. Debería suceder algo sorprendente para que la albina considerara seriamente en tener una relación seria con un hombre.
– ¿Y por qué cojones pienso en esto ahora? – se preguntó para si mismo.
Negó con la cabeza y se dio cuenta que llegó hasta su habitación. Se despojó de sus ropas y entró a la ducha, suspirando de alivio al sentir el agua caliente golpeando su cuerpo. Bueno, ya vería que hacer luego. De momento poco y nada podía ayudar, aparte que el vicealmirante pasaba más en la Grand Line que en los mares cardinales. A menos que el dragón volviera a Marineford, no tenía nada que hacer en ese tema, pese a que quería intentar ayudarlo.
– Aun así... ¿Por qué siento que estoy olvidando algo? – Intentó hacer memoria, pero suspiró al llegar a nada. Ya recordaría algún día...
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