Página 2 de 4. • 1, 2, 3, 4
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Solía llover a menudo en la Isla Esmeralda.
Si bien la luna brillaba en lo alto del cielo oscuro, se podían vislumbrar las sombras de algunas nubes, recortadas por la luz de las estrellas. Probablemente el cielo se encapotaría pronto, y no tardaría en llover.
En aquel momento, me encontraba mirando hacia el cielo porque estaba admirando la belleza y gracilidad de los movimientos de mi gemela. Yurai se había lanzado al aire al ver que seguía corriendo, con intención de interceptarme, y ahora giraba grácilmente sobre sí misma con la luna a sus espaldas, con movimientos precisos, controlados y perfectamente ejecutados. Al tiempo que giraba se acercaba a toda velocidad hacia mí, blandiendo su katana de forma inversa, con una sola mano, el ceño fruncido en gesto de enfado.
No tardó en alcanzarme y ejecutar un corte descendente que me obligó a detenerme y dar un salto atrás para esquivarlo.
- No escaparás -repitió, colocándose frente a mí en posición ofensiva.
- Tenemos que hablar -dije despacio, escrutando a la chiquilla en un intento por adivinar sus intenciones.
- No. No tengo nada que hablar con una sucia traidora como tú -escupió ella, cargando hacia mí. Efectuó un tajo diagonal que esquivé echándome hacia un lado. Al tiempo que me movía, alargué la mano derecha para golpear su hombro izquierdo y empujarla, haciéndola perder el equilibrio. Yurai trastabilló unos pasos pero recuperó la compostura enseguida, volviéndose para seguir atacando.
Realmente no quería luchar con ella...
- ¿Traidora yo? Tú eres la marine hija de piratas -salté, incrédula.
- Piratas que están muertos por tu culpa -acusó ella, con marcado odio en la mirada.
Aquellas palabras me paralizaron durante un segundo.
- ¿Todos muertos... por mi culpa? -la información cayó sobre mis hombros como una carga pesada, como una fuerza gravitatoria que me empujaba con fuerza hacia el suelo, en un intento por conseguir que la tierra me tragase y me llevase el infierno. Siempre había sentido una parte de culpa por lo sucedido aquel día... Creía que todos estaban muertos, que yo había sido la única superviviente. Y entonces había aparecido ella delante de mis narices, y ahora me acusaba de...
No tuve tiempo de rumiar aquella información, porque mi hermana no tenía intención de charlar, precisamente.
Volvió a lanzarse hacia mí, despertándome de mi extraño trance abruptamente y obligándome a esquivar en el último segundo. Pero no fui lo suficientemente rápida, porque su katana rozó mi hombro derecho, provocando un corte que desgarró tela y carne por igual.
- Está bien. ¿Quieres pelear? Vamos a pelear. Como en los viejos tiempos. Decidamos al fin cuál de las dos es la más fuerte -zanjé, desenfundando las dagas al tiempo que me acercaba caminando a ella a paso sosegado. Al tiempo que caminaba me aproveché de Shadow Clon para crear réplicas exactas de mí y confundirme entre ellas.
Lo que no esperaba es que mi gemela hiciese exactamente lo mismo.
Los clones sombríos chocaron unos contra otros y se hicieron desaparecer mutuamente al atacarse, al tiempo que mis dagas se encontraban de frente con el filo de la katana de la Yurai real. Forcejeamos unos segundos en los que medimos la fuerza de la otra, para luego separarnos de un salto y desactivar los clones restantes al mismo tiempo, haciéndolos desaparecer.
El gyojin pegó entonces un grito que nos distrajo a ambas y nos obligó a mirar en su dirección. ¿Se estaba enfrentando él solo a dos gigantes? Qué loco. Aunque... admirable.
Yurai volvió a centrarse en la pelea antes que yo, atacando ahora con un kunai en su siniestra, que no vi venir. El arma me rasgó la mejilla a la vez que, instintivamente, echaba la cabeza hacia atrás para evitar que me sacase un ojo. Con toda la agilidad de la que disponía, alcé ambos brazos para contraatacar, aún empuñando las dagas.
Mientras alzaba uno sobre mi cabeza y lo hacía caer con fuerza, subía el otro por debajo del brazo de Yurai, golpeándola con las empuñaduras de las dagas en el antebrazo, desde arriba y desde abajo en puntos distintos, a la vez, con fuerza. Su hueso cedió ante la presión y se rompió, dejándole el brazo inútil.
Mi hermana emitió un gruñido de dolor y se alejó de un salto.
- Las cosas han cambiado desde que entrenábamos para ser ninjas. Me he convertido en una asesina profesional. ¿Estás segura de que acercarte es la mejor estrategia? -pregunté, con mirada vacía y gesto serio. Si tenía que incapacitar a mi hermana para que me dejase tranquila, lo haría. En un par de meses tendría ese brazo sano de nuevo y, si los puntos de presión y rotura habían sido los correctos, sus huesos acabarían más sanos de lo que estaban antes al soldar. O al menos eso esperaba. Aunque era difícil aplicar mis conocimientos de medicina en una pelea de agilidad...
- Tsk -fue todo lo que Yurai expresó, colocando la katana frente a su cuerpo y decidiendo ignorar su brazo roto.
Por el rabillo del ojo pude ver una sombra, y mis orbes se dirigieron casi subconscientemente hacia el callejón oscuro que había un poco más allá. Pude atisbar el brillo de un pelo rubio adentrándose en las sombras para ocultarse.
Phoenix estaba allí.
Estaba allí, me había visto, y había visto a Yurai.
Si ataba cabos...
"Mierda..."
Si bien la luna brillaba en lo alto del cielo oscuro, se podían vislumbrar las sombras de algunas nubes, recortadas por la luz de las estrellas. Probablemente el cielo se encapotaría pronto, y no tardaría en llover.
En aquel momento, me encontraba mirando hacia el cielo porque estaba admirando la belleza y gracilidad de los movimientos de mi gemela. Yurai se había lanzado al aire al ver que seguía corriendo, con intención de interceptarme, y ahora giraba grácilmente sobre sí misma con la luna a sus espaldas, con movimientos precisos, controlados y perfectamente ejecutados. Al tiempo que giraba se acercaba a toda velocidad hacia mí, blandiendo su katana de forma inversa, con una sola mano, el ceño fruncido en gesto de enfado.
No tardó en alcanzarme y ejecutar un corte descendente que me obligó a detenerme y dar un salto atrás para esquivarlo.
- No escaparás -repitió, colocándose frente a mí en posición ofensiva.
- Tenemos que hablar -dije despacio, escrutando a la chiquilla en un intento por adivinar sus intenciones.
- No. No tengo nada que hablar con una sucia traidora como tú -escupió ella, cargando hacia mí. Efectuó un tajo diagonal que esquivé echándome hacia un lado. Al tiempo que me movía, alargué la mano derecha para golpear su hombro izquierdo y empujarla, haciéndola perder el equilibrio. Yurai trastabilló unos pasos pero recuperó la compostura enseguida, volviéndose para seguir atacando.
Realmente no quería luchar con ella...
- ¿Traidora yo? Tú eres la marine hija de piratas -salté, incrédula.
- Piratas que están muertos por tu culpa -acusó ella, con marcado odio en la mirada.
Aquellas palabras me paralizaron durante un segundo.
- ¿Todos muertos... por mi culpa? -la información cayó sobre mis hombros como una carga pesada, como una fuerza gravitatoria que me empujaba con fuerza hacia el suelo, en un intento por conseguir que la tierra me tragase y me llevase el infierno. Siempre había sentido una parte de culpa por lo sucedido aquel día... Creía que todos estaban muertos, que yo había sido la única superviviente. Y entonces había aparecido ella delante de mis narices, y ahora me acusaba de...
No tuve tiempo de rumiar aquella información, porque mi hermana no tenía intención de charlar, precisamente.
Volvió a lanzarse hacia mí, despertándome de mi extraño trance abruptamente y obligándome a esquivar en el último segundo. Pero no fui lo suficientemente rápida, porque su katana rozó mi hombro derecho, provocando un corte que desgarró tela y carne por igual.
- Está bien. ¿Quieres pelear? Vamos a pelear. Como en los viejos tiempos. Decidamos al fin cuál de las dos es la más fuerte -zanjé, desenfundando las dagas al tiempo que me acercaba caminando a ella a paso sosegado. Al tiempo que caminaba me aproveché de Shadow Clon para crear réplicas exactas de mí y confundirme entre ellas.
Lo que no esperaba es que mi gemela hiciese exactamente lo mismo.
Los clones sombríos chocaron unos contra otros y se hicieron desaparecer mutuamente al atacarse, al tiempo que mis dagas se encontraban de frente con el filo de la katana de la Yurai real. Forcejeamos unos segundos en los que medimos la fuerza de la otra, para luego separarnos de un salto y desactivar los clones restantes al mismo tiempo, haciéndolos desaparecer.
El gyojin pegó entonces un grito que nos distrajo a ambas y nos obligó a mirar en su dirección. ¿Se estaba enfrentando él solo a dos gigantes? Qué loco. Aunque... admirable.
Yurai volvió a centrarse en la pelea antes que yo, atacando ahora con un kunai en su siniestra, que no vi venir. El arma me rasgó la mejilla a la vez que, instintivamente, echaba la cabeza hacia atrás para evitar que me sacase un ojo. Con toda la agilidad de la que disponía, alcé ambos brazos para contraatacar, aún empuñando las dagas.
Mientras alzaba uno sobre mi cabeza y lo hacía caer con fuerza, subía el otro por debajo del brazo de Yurai, golpeándola con las empuñaduras de las dagas en el antebrazo, desde arriba y desde abajo en puntos distintos, a la vez, con fuerza. Su hueso cedió ante la presión y se rompió, dejándole el brazo inútil.
Mi hermana emitió un gruñido de dolor y se alejó de un salto.
- Las cosas han cambiado desde que entrenábamos para ser ninjas. Me he convertido en una asesina profesional. ¿Estás segura de que acercarte es la mejor estrategia? -pregunté, con mirada vacía y gesto serio. Si tenía que incapacitar a mi hermana para que me dejase tranquila, lo haría. En un par de meses tendría ese brazo sano de nuevo y, si los puntos de presión y rotura habían sido los correctos, sus huesos acabarían más sanos de lo que estaban antes al soldar. O al menos eso esperaba. Aunque era difícil aplicar mis conocimientos de medicina en una pelea de agilidad...
- Tsk -fue todo lo que Yurai expresó, colocando la katana frente a su cuerpo y decidiendo ignorar su brazo roto.
Por el rabillo del ojo pude ver una sombra, y mis orbes se dirigieron casi subconscientemente hacia el callejón oscuro que había un poco más allá. Pude atisbar el brillo de un pelo rubio adentrándose en las sombras para ocultarse.
Phoenix estaba allí.
Estaba allí, me había visto, y había visto a Yurai.
Si ataba cabos...
"Mierda..."
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El combate contra los gigantes había mellado tanto mi cuerpo, que ni si quiera yo pensaba que pudiese ganar ante mi rival.
Éste parecía jugar conmigo de tal manera, que empecé a sentir una ira incontrolable, que francamente, me hacía flaco favor.
Realicé de nuevo una serie de combos sin mucho éxito y el marine respondió de la misma manera que la primera vez, golpeando mi frente de manera humillante.
Dí un par de pasos hacia atrás, agachando la cabeza a la par que me preguntaba qué hacer ante tal situación. Si bien es cierto que dada la situación mis reflejos brillaban por su ausencia, a la par que mis movimientos estaban más que reducidos tras el combate con los gigantes, mi enemigo parecía burlarse de mis más fieros ataque como si estuviera luchando con un simple niño.
Se me ocurrió entonces que quizá pudiese engañarle intentando todo el rato lo mismo, pero cambiando a mitad del combo.
Volví a la carga a la par que empezaba el combo de nuevo, mientras mi rival sonreía visiblemente y, entonces, concentré haki en la pierna derecha, con la intención de darle una patada en el rostro.
Pero mi cuerpo no reaccionó. Quedé parado mientras mi rival me miraba atónito.
Entonces noté un fuerte pinchazo en la costilla y pronto me dí cuenta de lo que pasaba.
”Tengo una o dos costillas rotas. Lo noto. Me he debido enfriar algo y ahora el dolor es insoportable. Aquél gigante… Hizo mella en mí” Pensé resignado mientras veía como mi rival movía su puño hacia mi cara. Pude cubrir el primer movimiento interponiendo la mano derecha entre el trayecto del puño y éste. Pero su segundo golpe en el costado me pilló de imprevisto y me lanzó al suelo.
- Parece que el pececito no puede moverse fuera del mar. - Esbozó con una tímida carcajada.
Me reincorporé lentamente mientras el humano me ayudaba, levantándome de la cabellera.
Me miró a los ojos haciendo caso omiso a mi semblante lleno de ira. Golpeó con la rodilla mi estómago, doblándome y haciéndome inclinarme levemente.
Tras ello, dió sendos puñetazos hacia mi rostro, creando un corte en la mejilla y haciéndome escupir algo de sangre mientras le volvía a mirar con semblante cada vez más serio. Emanando un odio desmesurado hacia aquel humano que estaba peleando muy por debajo de sus posibilidades, lo cual era un deshonor para cualquier luchador.
Concentré las partículas de agua en el puño derecho, a la par que hacía lo mismo con el haki en el izquierdo. Tendría unos pocos segundos para intentar impactar un golpe en mi rival, o de lo contrario, perdería la única opción que tenía.
Realicé un ataque con la diestra sobre el rostro de mi rival que fácilmente evadió, seguido de uno con la siniestra sobre al estómago de éste, que dió un leve salto hacia atrás para evadirlo, arqueando ligeramente la cabeza, momento que aproveché para darle un cabezazo que le desorientó durante un segundo. Segundo que aproveché para darle un potente puñetazo en el estómago con la izquierda, seguido de uno en el rostro con la derecha.
El marine salió despedido hacia atrás, cayendo al suelo con la cara ensangrentada y las gafas partidas. Yo hice lo propio cayendo al suelo y vomitando sangre. El esfuerzo había hecho que ya apenas pudiese moverme. Notando una cantidad de dolores de los que apenas podía distinguir de dónde venían. Salvo el del costado, el cual me autodiagnostiqué como costilla o costillas rotas. Aquél sabía perfectamente de dónde venía.
Sin embargo, la dificultad para moverme había hecho que el golpe no fuera todo lo potente que hubiese querido, y mi rival se levantó, ahora con el semblante más serio que había mostrado durante todo el combate.
Quizá, se había dado cuenta que no podía vacilar mucho.
En ese momento, supe que había llegado el momento en el que probablemente moriría.
Indefenso como un bebé, en el suelo, sin apenas poder gatear, mientras mi rival se acercaba andando hacia mí.
Observé a mis compañeros, a excepción de Haruka, a la cual no divisé.
Alviss era el que más cerca estaba, peleando contra alguien que le estaba lanzando… ¿piedras? Curioso método de pelear.
Zane estaba en aprietos contra el que parecía ser el jefe del pelotón, y Therax estaba en difícil situación ante una tiradora.
Todos parecíamos estar en clara desventaja en nuestros combates, y aquello me hacía maldecir mi inutilidad en ese momento.
Pero mis pensamientos cesaron cuando el humano me cogió de la cabellera, poniéndo su rostro a la altura del mío, lo cual me dejaba de rodillas.
- Sucio Gyojin de mierda. ¿Qué te crees que haces? Vas a caer ahora mismo.
- Si no te importa. - Hice una pausa al volver a darme un pinchazo en el costado. - Dile al gigante que quedaba en pié que quiero seguir peleando con él. Tú no eres un rival digno. - Esbocé una sonrisa a la par que preparaba mi cuerpo para intentar reducir el daño del golpe que se venía.
Y se vino un golpe al estómago con tal potencia que escupí sangre de nuevo, al bajar la cabeza pude ver cómo los puños de mi rival estaban impregnados en haki. Tras él vino otro, luego un rodillazo seguido de una patada. Un cabezazo que pareció hacerle más daño al ejecutor que a mí, y después un ágil combo de puñetazos a lo largo de todo mi cuerpo.
No había perdido la mirada con el marine en ningún momento. De no morir allí, recordaría su rostro y, de encontrármelo de nuevo, le daría un mejor combate, sin lugar a dudas.
- Veo que ya ni te defiendes… Pensaba que los Gyojins eran más honorables.
- Enfrentarme a dos gigantes cubría el cupo de heroicidades por hoy. - De nuevo me vi obligado a hacer una nueva pausa para toser sangre. - Pero si nos vemos mañana…
El marine volvió a golpearme, aunque esta vez más flojo de lo normal.
- Puedes estar orgulloso de lo que has conseguido. Pero hoy se terminan tus aventuras como hombre libre.
- También tu vida como guaperas. - Comenté mientras veía la sangre brotar de su cara. El golpe pese a no haber sido con total potencia, había hecho mella en el desdichado marine.
El rubio humano volvió a cogerme de los cabellos para realizar sendas patadas en mi cuerpo, del que apenas notaba ya nada. Finalizó los golpes con uno en el mentón, lanzándome un metro hacia arriba y cayendo al suelo.
Intenté levantarme lentamente, mientras el marine se acercaba de nuevo en un renovado intento por seguir magullando mi cuerpo.
Éste puso la mano sobre mi hombro para sujetarme, evitando así que cayese al suelo y, posteriormente, realizó un golpe hacia mi estómago de nuevo. Pero lo que el marine no percibió fue que aún me quedaba un atisbo de fuerza.
Agarré su puño y lo apreté con toda la fuerza que tenía, usando el haki de armadura y notando cómo crujían sus huesos y el marine vociferaba a los cuatro vientos. Soltó su mano de mi hombro para golpear la que le retenía y después liberar toda su ira con haki hacia mí. Golpes por aquí y por allí. Lo único que pude hacer fue taparme el costado de las costillas rotas con la mano, intentando así que no sufrieran más golpes.
El marine dejó de usar la mano, para después empezar a usar las piernas, dándome patadas por todo el cuerpo que no podía evitar. Mi cuerpo tenía contusiones por todos lados, las costillas rotas, y la sangre brotaba del rostro. Pero parecía no ser suficiente para el marine. Quizá, de haber parado, podría haberme puesto unas cadenas sin más. Pero no, tenía que desahogarse conmigo. Y en parte, ése fue su error.
Un enorme grito proveniente de quien yo entendí que era Zane, nos invitó a huir de allí lo más rápido posible.
”Si por mí fuera, hubiera huido tras el combate con los gigantes” Pensé resignado mientras intentaba ver una escapatoria. Y la ví.
Una de las patadas del marine se dirigía hacia mi rostro. Repté ligeramente para posicionarme mejor y paré la patada con mis afilados dientes, mordiendo con tal fuerza que noté huesos crujir y la boca se me llenó de sangre. La mezcla de la sangre del marine con la mía era bastante desagradable en la boca, pero sabía a trofeo.
Entonces, rápidamente me levanté, notando como me pesaba todo el cuerpo y me dirigí a Therax.
- ¡¡¡Therax!!! ¡Sácame de paseo! - Espeté lo más fuerte que pude, dándole a entender que tendría que irme montado en su forma completa, ya que no podría correr durante mucho tiempo.
Éste parecía jugar conmigo de tal manera, que empecé a sentir una ira incontrolable, que francamente, me hacía flaco favor.
Realicé de nuevo una serie de combos sin mucho éxito y el marine respondió de la misma manera que la primera vez, golpeando mi frente de manera humillante.
Dí un par de pasos hacia atrás, agachando la cabeza a la par que me preguntaba qué hacer ante tal situación. Si bien es cierto que dada la situación mis reflejos brillaban por su ausencia, a la par que mis movimientos estaban más que reducidos tras el combate con los gigantes, mi enemigo parecía burlarse de mis más fieros ataque como si estuviera luchando con un simple niño.
Se me ocurrió entonces que quizá pudiese engañarle intentando todo el rato lo mismo, pero cambiando a mitad del combo.
Volví a la carga a la par que empezaba el combo de nuevo, mientras mi rival sonreía visiblemente y, entonces, concentré haki en la pierna derecha, con la intención de darle una patada en el rostro.
Pero mi cuerpo no reaccionó. Quedé parado mientras mi rival me miraba atónito.
Entonces noté un fuerte pinchazo en la costilla y pronto me dí cuenta de lo que pasaba.
”Tengo una o dos costillas rotas. Lo noto. Me he debido enfriar algo y ahora el dolor es insoportable. Aquél gigante… Hizo mella en mí” Pensé resignado mientras veía como mi rival movía su puño hacia mi cara. Pude cubrir el primer movimiento interponiendo la mano derecha entre el trayecto del puño y éste. Pero su segundo golpe en el costado me pilló de imprevisto y me lanzó al suelo.
- Parece que el pececito no puede moverse fuera del mar. - Esbozó con una tímida carcajada.
Me reincorporé lentamente mientras el humano me ayudaba, levantándome de la cabellera.
Me miró a los ojos haciendo caso omiso a mi semblante lleno de ira. Golpeó con la rodilla mi estómago, doblándome y haciéndome inclinarme levemente.
Tras ello, dió sendos puñetazos hacia mi rostro, creando un corte en la mejilla y haciéndome escupir algo de sangre mientras le volvía a mirar con semblante cada vez más serio. Emanando un odio desmesurado hacia aquel humano que estaba peleando muy por debajo de sus posibilidades, lo cual era un deshonor para cualquier luchador.
Concentré las partículas de agua en el puño derecho, a la par que hacía lo mismo con el haki en el izquierdo. Tendría unos pocos segundos para intentar impactar un golpe en mi rival, o de lo contrario, perdería la única opción que tenía.
Realicé un ataque con la diestra sobre el rostro de mi rival que fácilmente evadió, seguido de uno con la siniestra sobre al estómago de éste, que dió un leve salto hacia atrás para evadirlo, arqueando ligeramente la cabeza, momento que aproveché para darle un cabezazo que le desorientó durante un segundo. Segundo que aproveché para darle un potente puñetazo en el estómago con la izquierda, seguido de uno en el rostro con la derecha.
El marine salió despedido hacia atrás, cayendo al suelo con la cara ensangrentada y las gafas partidas. Yo hice lo propio cayendo al suelo y vomitando sangre. El esfuerzo había hecho que ya apenas pudiese moverme. Notando una cantidad de dolores de los que apenas podía distinguir de dónde venían. Salvo el del costado, el cual me autodiagnostiqué como costilla o costillas rotas. Aquél sabía perfectamente de dónde venía.
Sin embargo, la dificultad para moverme había hecho que el golpe no fuera todo lo potente que hubiese querido, y mi rival se levantó, ahora con el semblante más serio que había mostrado durante todo el combate.
Quizá, se había dado cuenta que no podía vacilar mucho.
En ese momento, supe que había llegado el momento en el que probablemente moriría.
Indefenso como un bebé, en el suelo, sin apenas poder gatear, mientras mi rival se acercaba andando hacia mí.
Observé a mis compañeros, a excepción de Haruka, a la cual no divisé.
Alviss era el que más cerca estaba, peleando contra alguien que le estaba lanzando… ¿piedras? Curioso método de pelear.
Zane estaba en aprietos contra el que parecía ser el jefe del pelotón, y Therax estaba en difícil situación ante una tiradora.
Todos parecíamos estar en clara desventaja en nuestros combates, y aquello me hacía maldecir mi inutilidad en ese momento.
Pero mis pensamientos cesaron cuando el humano me cogió de la cabellera, poniéndo su rostro a la altura del mío, lo cual me dejaba de rodillas.
- Sucio Gyojin de mierda. ¿Qué te crees que haces? Vas a caer ahora mismo.
- Si no te importa. - Hice una pausa al volver a darme un pinchazo en el costado. - Dile al gigante que quedaba en pié que quiero seguir peleando con él. Tú no eres un rival digno. - Esbocé una sonrisa a la par que preparaba mi cuerpo para intentar reducir el daño del golpe que se venía.
Y se vino un golpe al estómago con tal potencia que escupí sangre de nuevo, al bajar la cabeza pude ver cómo los puños de mi rival estaban impregnados en haki. Tras él vino otro, luego un rodillazo seguido de una patada. Un cabezazo que pareció hacerle más daño al ejecutor que a mí, y después un ágil combo de puñetazos a lo largo de todo mi cuerpo.
No había perdido la mirada con el marine en ningún momento. De no morir allí, recordaría su rostro y, de encontrármelo de nuevo, le daría un mejor combate, sin lugar a dudas.
- Veo que ya ni te defiendes… Pensaba que los Gyojins eran más honorables.
- Enfrentarme a dos gigantes cubría el cupo de heroicidades por hoy. - De nuevo me vi obligado a hacer una nueva pausa para toser sangre. - Pero si nos vemos mañana…
El marine volvió a golpearme, aunque esta vez más flojo de lo normal.
- Puedes estar orgulloso de lo que has conseguido. Pero hoy se terminan tus aventuras como hombre libre.
- También tu vida como guaperas. - Comenté mientras veía la sangre brotar de su cara. El golpe pese a no haber sido con total potencia, había hecho mella en el desdichado marine.
El rubio humano volvió a cogerme de los cabellos para realizar sendas patadas en mi cuerpo, del que apenas notaba ya nada. Finalizó los golpes con uno en el mentón, lanzándome un metro hacia arriba y cayendo al suelo.
Intenté levantarme lentamente, mientras el marine se acercaba de nuevo en un renovado intento por seguir magullando mi cuerpo.
Éste puso la mano sobre mi hombro para sujetarme, evitando así que cayese al suelo y, posteriormente, realizó un golpe hacia mi estómago de nuevo. Pero lo que el marine no percibió fue que aún me quedaba un atisbo de fuerza.
Agarré su puño y lo apreté con toda la fuerza que tenía, usando el haki de armadura y notando cómo crujían sus huesos y el marine vociferaba a los cuatro vientos. Soltó su mano de mi hombro para golpear la que le retenía y después liberar toda su ira con haki hacia mí. Golpes por aquí y por allí. Lo único que pude hacer fue taparme el costado de las costillas rotas con la mano, intentando así que no sufrieran más golpes.
El marine dejó de usar la mano, para después empezar a usar las piernas, dándome patadas por todo el cuerpo que no podía evitar. Mi cuerpo tenía contusiones por todos lados, las costillas rotas, y la sangre brotaba del rostro. Pero parecía no ser suficiente para el marine. Quizá, de haber parado, podría haberme puesto unas cadenas sin más. Pero no, tenía que desahogarse conmigo. Y en parte, ése fue su error.
Un enorme grito proveniente de quien yo entendí que era Zane, nos invitó a huir de allí lo más rápido posible.
”Si por mí fuera, hubiera huido tras el combate con los gigantes” Pensé resignado mientras intentaba ver una escapatoria. Y la ví.
Una de las patadas del marine se dirigía hacia mi rostro. Repté ligeramente para posicionarme mejor y paré la patada con mis afilados dientes, mordiendo con tal fuerza que noté huesos crujir y la boca se me llenó de sangre. La mezcla de la sangre del marine con la mía era bastante desagradable en la boca, pero sabía a trofeo.
Entonces, rápidamente me levanté, notando como me pesaba todo el cuerpo y me dirigí a Therax.
- ¡¡¡Therax!!! ¡Sácame de paseo! - Espeté lo más fuerte que pude, dándole a entender que tendría que irme montado en su forma completa, ya que no podría correr durante mucho tiempo.
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El caos se desató en el lugar. El gyojin, que ya había demostrado antes tener una agresividad seguramente dañina, saltó contra los gigantes después del ataque de Zane. El pelimorado maldijo, llevando la mano a la empuñadura de Taiyou mientras activaba su mantra, por si acaso. Sin embargo, parecía que de momento nadie quería entablar combate directo con él.
Se mantuvo alerta hasta que vio algo volar hacia él. Raúdo y veloz, desenvainó la espada, cortando aquel... ¿marine? Alguien le había lanzado un marine, el cual tocó el suelo en dos partes distintas debido al corte. La ropa del pirata se había manchado de sangre.
"Maldición..." -pensaba mientras envainaba de nuevo su espada.
Entonces su mantra le avisó. Haciéndose intangible vio como una pierna lo atravesaba en una patada lateral. Antes de que el atacante volviese a su posición original, el espadachín ya estaba haciendo uso del Iaijutsu y efectuando un ataque con la espada al desenvainar. Sin embargo, su adversario, más rápido que él, detuvo la espada con la pierna, la cual había tomado un tono negruzco.
"Haki..."
El Haki de Spanner, si bien entrenado, aún era inferior y de novato, por lo que muy seguramente no sería capaz de cortar a aquel hombre. El marine, que iba vestido de negro con un sombrero, parecía divertirse con la situación mientras mantenía la espada de Spanner en el aire.
─Comandante Dolce Pizzicato -se presentó.
Spanner, sin devolver la presentación, separó la espada de la pierna de su contrincante y empezó a correr hacia delante. Como si de aire se tratara, atravesó el cuerpo del Comandante y, al ponerse tras él, se giró y dirigió un corte a su espalda. El marine dio un fuerte salto hacia arriba, elevándose un par de metros, mostrando una increíble potencia de salto. Empezó a caer, dirigiendo amenazadoramente uno de sus pies a la cabeza del pirata. El espadachín sopesó sus opciones. No le quedaba otra. Su cuerpo desapareció en el suelo, haciendo que el ataque del comandante impactara en este. A varios metros de allí, salió disparado del suelo y empezó a correr. No podía enfrentarse a ese hombre.
─¡Zane! -gritó-¡Tenemos que irnos!
Se mantuvo alerta hasta que vio algo volar hacia él. Raúdo y veloz, desenvainó la espada, cortando aquel... ¿marine? Alguien le había lanzado un marine, el cual tocó el suelo en dos partes distintas debido al corte. La ropa del pirata se había manchado de sangre.
"Maldición..." -pensaba mientras envainaba de nuevo su espada.
Entonces su mantra le avisó. Haciéndose intangible vio como una pierna lo atravesaba en una patada lateral. Antes de que el atacante volviese a su posición original, el espadachín ya estaba haciendo uso del Iaijutsu y efectuando un ataque con la espada al desenvainar. Sin embargo, su adversario, más rápido que él, detuvo la espada con la pierna, la cual había tomado un tono negruzco.
"Haki..."
El Haki de Spanner, si bien entrenado, aún era inferior y de novato, por lo que muy seguramente no sería capaz de cortar a aquel hombre. El marine, que iba vestido de negro con un sombrero, parecía divertirse con la situación mientras mantenía la espada de Spanner en el aire.
─Comandante Dolce Pizzicato -se presentó.
Spanner, sin devolver la presentación, separó la espada de la pierna de su contrincante y empezó a correr hacia delante. Como si de aire se tratara, atravesó el cuerpo del Comandante y, al ponerse tras él, se giró y dirigió un corte a su espalda. El marine dio un fuerte salto hacia arriba, elevándose un par de metros, mostrando una increíble potencia de salto. Empezó a caer, dirigiendo amenazadoramente uno de sus pies a la cabeza del pirata. El espadachín sopesó sus opciones. No le quedaba otra. Su cuerpo desapareció en el suelo, haciendo que el ataque del comandante impactara en este. A varios metros de allí, salió disparado del suelo y empezó a correr. No podía enfrentarse a ese hombre.
─¡Zane! -gritó-¡Tenemos que irnos!
«Eso sí que no», dijo Therax al comprobar lo que pretendía hacer la rubia a la que se enfrentaba. La funda albergaba un infernal rifle que prometía hacer un enorme en agujero en su cuerpo en caso de acertar en su objetivo. La marine ya había demostrado que tenía una puntería excepcional, por lo que lo más probable era que no fallase si tuviese la oportunidad de disparar.
Sin embargo, ya había intentado aproximarse a ella anteriormente y había repelido su ofensiva con las pistolas de menor tamaño que poseía. No había otra opción. No podía dejar que terminara de ajustar el rifle, así que decidió jugárselo todo a una única carta.
Se elevó aún más, viendo cómo la mujer sonreía ante su acción. Tal vez creyese que planeaba huir, o que era tan iluso como para pensar que ganando un poco de altura la bala que el arma vomitase no le alcanzaría. Nada más lejos de la realidad, pero necesitaba espacio para tener una mínima probabilidad de éxito.
Cuando su oponente era poco más que un punto en la distancia, desplegó completamente las alas para detenerse. Todo parecía minúsculo desde allí, pero su vista le permitía distinguir con bastante precisión qué ocurría. Cada uno se enfrentaba a un enemigo distinto, mientras que el grupo de marines que antes había estado frente a él se dirigía a la posición del resto de la tripulación.
El concepto de inferioridad numérica se quedaba corto en comparación con la situación que se estaba desarrollando ante sus ojos. Eso no sería un gran problema si los marines a los que se enfrentaban no tuviesen el nivel que demostraban. «¡Si traen gigantes, por Dios!», se quejó en su fuero interno.
Aquel pensamiento precedió a su cambio de dirección. Una vez hubo frenado por completo el ascenso y fue consciente del estado de la mayoría de sus compañeros -¿dónde demonios se había metido Haruka?-, pegó sus alas al cuerpo y se precipitó hacia el vacío.
Justo por debajo de él se encontraba la marine, que aún no había terminado con los preparativos para su disparo definitivo. Desplegó un poco las alas, abriendo así una superficie que aprovechara la corriente de viento que pensaba crear para acompañar sus movimientos. Y entonces, en cuanto alcanzó una velocidad aceptable, empezó a tratar una espiral para acompañar su descenso.
El rostro de la rubia cambió por completo, pasando de la sorpresa inicial a la satisfacción. No tendría tiempo de usar su rifle, pero Therax tampoco podría cambiar su trayectoria. Entonces, mostrando una sonrisa de autosuficiencia, sacó las dos pistolas que había empleado al principio del enfrentamiento. Las orientó hacia el cielo, siguiendo el vuelo del rubio y dejando que se acercara un poco más para tenerlo a tiro.
El espadachín sabía que no podía detenerse, así que aceleró lo máximo posible en dirección a ella. Al menos había logrado abrir una posibilidad para salir con vida de allí al impedirle terminar de preparar el rifle.
-¡Therax! ¡Sácame de paseo! –escuchó el domador cuando apenas le quedaban diez metros para alcanzar a la rubia, que había comenzado a disparar en su dirección. Las balas silbaban a su alrededor, pero se vio obligado a mirar en dirección al gyojin. Se encontraba en un estado más que lamentable. «¿Cuándo me he convertido en la niñera de una sardina?», se preguntó el domador. Sin embargo, un grito desgarrador salió de su boca cuando varias de las balas hicieron diana en él. Dos de ellas rozaron su costado izquierdo, otras dos fueron a perforar su hombro derecho y una quinta fue a impactar en su muslo derecho.
Se vio desequilibrado, y su trayectoria pasó a convertirse en errática cuando perdió el control del vuelo.
-Tal y como te dije, quedas detenido… -empezó a decir la rubia cuando apenas le quedaban dos metros para estrellarse a su izquierda. «Eso quisieras tú», pensó Therax cuando, desplegando sus alas, remontó el vuelo a ras de suelo en dirección al hombre-pez. Sin embargo, la escasa distancia que le separa de la tierra provocó que arrastrara su ala izquierda varios metros por ésta, creando un surco y profiriendo un grito de dolor en el proceso. Mientras se alejaba otra bala perforó su espalda abaja, justo sobre su nalga izquierda, haciendo que volviera a desestabilizarse.
En cuanto logró reconducir el vuelo, ascendió unos pocos metros y adquirió su forma completa. Tras arrollar a varios de los marines que encontró a su paso –a los cuales cogió por sorpresa-, pasó junto a algunos de sus compañeros. Uno de ellos subió a su espalda, pero no se paró a comprobar cuál. Luka no estaba en su mejor momento, y era prioritario sacarlo de allí.
Incluso aminoró un poco la velocidad para facilitar que el gyojin pudiese subir a su espalda. Una vez lo hizo, remontó el vuelo apoyándose con una corriente de aire. No tenía ni idea de hacia dónde se dirigirían, pero esperaba que no fuese demasiado lejos. No sabía cuánto podría aguantar con esas heridas y necesitaba tratamiento inmediato.
Esperaría alguna indicación y se dirigiría en la dirección que le dijesen. En caso de que nadie dijese nada, simplemente se alejaría en busca de algún lugar lo más aislado posible y pararía para tratar de curar de algún modo sus heridas y las del gyojin.
Sin embargo, ya había intentado aproximarse a ella anteriormente y había repelido su ofensiva con las pistolas de menor tamaño que poseía. No había otra opción. No podía dejar que terminara de ajustar el rifle, así que decidió jugárselo todo a una única carta.
Se elevó aún más, viendo cómo la mujer sonreía ante su acción. Tal vez creyese que planeaba huir, o que era tan iluso como para pensar que ganando un poco de altura la bala que el arma vomitase no le alcanzaría. Nada más lejos de la realidad, pero necesitaba espacio para tener una mínima probabilidad de éxito.
Cuando su oponente era poco más que un punto en la distancia, desplegó completamente las alas para detenerse. Todo parecía minúsculo desde allí, pero su vista le permitía distinguir con bastante precisión qué ocurría. Cada uno se enfrentaba a un enemigo distinto, mientras que el grupo de marines que antes había estado frente a él se dirigía a la posición del resto de la tripulación.
El concepto de inferioridad numérica se quedaba corto en comparación con la situación que se estaba desarrollando ante sus ojos. Eso no sería un gran problema si los marines a los que se enfrentaban no tuviesen el nivel que demostraban. «¡Si traen gigantes, por Dios!», se quejó en su fuero interno.
Aquel pensamiento precedió a su cambio de dirección. Una vez hubo frenado por completo el ascenso y fue consciente del estado de la mayoría de sus compañeros -¿dónde demonios se había metido Haruka?-, pegó sus alas al cuerpo y se precipitó hacia el vacío.
Justo por debajo de él se encontraba la marine, que aún no había terminado con los preparativos para su disparo definitivo. Desplegó un poco las alas, abriendo así una superficie que aprovechara la corriente de viento que pensaba crear para acompañar sus movimientos. Y entonces, en cuanto alcanzó una velocidad aceptable, empezó a tratar una espiral para acompañar su descenso.
El rostro de la rubia cambió por completo, pasando de la sorpresa inicial a la satisfacción. No tendría tiempo de usar su rifle, pero Therax tampoco podría cambiar su trayectoria. Entonces, mostrando una sonrisa de autosuficiencia, sacó las dos pistolas que había empleado al principio del enfrentamiento. Las orientó hacia el cielo, siguiendo el vuelo del rubio y dejando que se acercara un poco más para tenerlo a tiro.
El espadachín sabía que no podía detenerse, así que aceleró lo máximo posible en dirección a ella. Al menos había logrado abrir una posibilidad para salir con vida de allí al impedirle terminar de preparar el rifle.
-¡Therax! ¡Sácame de paseo! –escuchó el domador cuando apenas le quedaban diez metros para alcanzar a la rubia, que había comenzado a disparar en su dirección. Las balas silbaban a su alrededor, pero se vio obligado a mirar en dirección al gyojin. Se encontraba en un estado más que lamentable. «¿Cuándo me he convertido en la niñera de una sardina?», se preguntó el domador. Sin embargo, un grito desgarrador salió de su boca cuando varias de las balas hicieron diana en él. Dos de ellas rozaron su costado izquierdo, otras dos fueron a perforar su hombro derecho y una quinta fue a impactar en su muslo derecho.
Se vio desequilibrado, y su trayectoria pasó a convertirse en errática cuando perdió el control del vuelo.
-Tal y como te dije, quedas detenido… -empezó a decir la rubia cuando apenas le quedaban dos metros para estrellarse a su izquierda. «Eso quisieras tú», pensó Therax cuando, desplegando sus alas, remontó el vuelo a ras de suelo en dirección al hombre-pez. Sin embargo, la escasa distancia que le separa de la tierra provocó que arrastrara su ala izquierda varios metros por ésta, creando un surco y profiriendo un grito de dolor en el proceso. Mientras se alejaba otra bala perforó su espalda abaja, justo sobre su nalga izquierda, haciendo que volviera a desestabilizarse.
En cuanto logró reconducir el vuelo, ascendió unos pocos metros y adquirió su forma completa. Tras arrollar a varios de los marines que encontró a su paso –a los cuales cogió por sorpresa-, pasó junto a algunos de sus compañeros. Uno de ellos subió a su espalda, pero no se paró a comprobar cuál. Luka no estaba en su mejor momento, y era prioritario sacarlo de allí.
Incluso aminoró un poco la velocidad para facilitar que el gyojin pudiese subir a su espalda. Una vez lo hizo, remontó el vuelo apoyándose con una corriente de aire. No tenía ni idea de hacia dónde se dirigirían, pero esperaba que no fuese demasiado lejos. No sabía cuánto podría aguantar con esas heridas y necesitaba tratamiento inmediato.
Esperaría alguna indicación y se dirigiría en la dirección que le dijesen. En caso de que nadie dijese nada, simplemente se alejaría en busca de algún lugar lo más aislado posible y pararía para tratar de curar de algún modo sus heridas y las del gyojin.
Rose D. Alviss
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nota mental: no enfrentarme ni provocar a los gigantes.
Tanto el revés del gigante como el impacto con la pared me dejó hecho polvo, no estaba acostumbrado a recibir golpes, yo era más de esquivarlos, con encajarlos, como mínimo tenía alguna costilla rota. Me aguanté las ganas de gritar de dolor, lo hice a mis adentros, no quería dar la satisfacción a ese bastardo que la contienda estaba claramente a su favor y para aparentar estar en mejor estado del que estaba.
Con dolor y mucho esfuerzo, llevé mi mano diestra a uno de los bolsillos de mi pantalón preocupado por si la situación era peor de lo que él creía. De dicho bolsillo saca una tableta de chocolate; aliviado, se percata de que está en perfectas condiciones y entera.
- Tienes suerte de que no se haya roto- Dije con tono burlesco al gigante, pero esté o bien ignoró mi provocación o simplemente no la escuchó.
Pillé un par de onzas y me las comí como método sobrellevar la situación actual, a la par que miraba como estaba todo.
Empezando por mi dichoso rival, seguía escondido detrás del gigante, que poco a poco se iba, no parecía estar en condiciones óptimas para moverse, pero era el que mejor estaba, le mire fijamente a los ojos y esbocé una sonrisa. Me devolvió una mirada de desconfianza y preocupación. Era irónico, pero aquel golpe me quitó toda la ira que tenía y que volviera a ser como soy, ya que, Holmes consiguió sacarme de mis casillas y actuar de manera antinatural para mí.
Mis compañeros estaban en una situación peor, sobre todo Luka, que ahora se enfrentaba a uno de los marines tras plantar cara a los dos gigantes.
Me levanté con mucho cuidado, tanto el chocolate como el mini-descanso que me había tomado me ayudaron a estar lo suficientemente bien como para ponerme en pie y moverme, aunque con cierta dificultad. Rampo debió creer que iba a pasar de él y que iba a echar un cable al gyojin, porque en ese momento estaba mirando en su dirección, por lo que empezó a correr hacía mí, armando un gran jaleo y llamando mi atención.
- Creo que es hora de usar uno de mis ases de la manga. -Murmuré mientras frotaba mis manos.
De mis manos empezó a emerger un aura de color rojizo, dándome la capacidad de quemar. Le arrojé más dagas, con la esperanza de que hubiera descuidado su defensa por abalanzarse contra mí, pero no, esquivaba como siempre. Desenvaine a Korubo para mantener una distancia de seguridad.
Sólo es cuestión de tiempo de que algún marine más se una...
De repente, oí un grito de nuestro capitán y tenía claro que debía hacer: huir. Holmes se distrajo con dicho grito, lo que aproveche a correr como si la vida me fuera en ello, sólo que literalmente me jugaba el vivir. Tardó unos pocos segundos en reaccionar a mi espantada, por lo que me persiguió. Tenía gracia la cosa, la situación se invirtió en cierta manera.
Me fije que Therax en modo pajarraco gigante se dirigía en mi dirección, era mi oportunidad para escapar. Aunque a verle me recordó a mi padre, con capacidad de transformarse en un roc, lo que hizo que me distrajera un momento, tiempo suficiente para que Holmes me agarrará el brazo diestro.
- Tu no vas a escapar. - Me dijo y por primera vez no le temblaba la voz.
El intentar pararme los pies mi mejor oportunidad de asestarle un golpe.
- Haber estudiao. - Le dije mi muletilla favorita mientras yo agarraba su brazo diestro con mi mano zurda, todavía con el aura rojiza, quemándole. - Recuerda que el fuego purifica.
Por fin conseguía hacerle daño y su grito de dolor fue más satisfactorio que el chocolate, bueno no, eso es imposible. Cuando Therax estaba ya a pocos metros de nosotros, le solté. Holmes haciendo uso del haki, se apartó esquivando la embestida inconsciente que el pájaro le iba a dar, ese momento era el perfecto para subirme a él. Me puse a correr en su dirección y con un pequeño salto, me subí a una de sus alas.
- Recuérdame que te invite a comer la próxima vez Therax.
Tanto el revés del gigante como el impacto con la pared me dejó hecho polvo, no estaba acostumbrado a recibir golpes, yo era más de esquivarlos, con encajarlos, como mínimo tenía alguna costilla rota. Me aguanté las ganas de gritar de dolor, lo hice a mis adentros, no quería dar la satisfacción a ese bastardo que la contienda estaba claramente a su favor y para aparentar estar en mejor estado del que estaba.
Con dolor y mucho esfuerzo, llevé mi mano diestra a uno de los bolsillos de mi pantalón preocupado por si la situación era peor de lo que él creía. De dicho bolsillo saca una tableta de chocolate; aliviado, se percata de que está en perfectas condiciones y entera.
- Tienes suerte de que no se haya roto- Dije con tono burlesco al gigante, pero esté o bien ignoró mi provocación o simplemente no la escuchó.
Pillé un par de onzas y me las comí como método sobrellevar la situación actual, a la par que miraba como estaba todo.
Empezando por mi dichoso rival, seguía escondido detrás del gigante, que poco a poco se iba, no parecía estar en condiciones óptimas para moverse, pero era el que mejor estaba, le mire fijamente a los ojos y esbocé una sonrisa. Me devolvió una mirada de desconfianza y preocupación. Era irónico, pero aquel golpe me quitó toda la ira que tenía y que volviera a ser como soy, ya que, Holmes consiguió sacarme de mis casillas y actuar de manera antinatural para mí.
Mis compañeros estaban en una situación peor, sobre todo Luka, que ahora se enfrentaba a uno de los marines tras plantar cara a los dos gigantes.
Me levanté con mucho cuidado, tanto el chocolate como el mini-descanso que me había tomado me ayudaron a estar lo suficientemente bien como para ponerme en pie y moverme, aunque con cierta dificultad. Rampo debió creer que iba a pasar de él y que iba a echar un cable al gyojin, porque en ese momento estaba mirando en su dirección, por lo que empezó a correr hacía mí, armando un gran jaleo y llamando mi atención.
- Creo que es hora de usar uno de mis ases de la manga. -Murmuré mientras frotaba mis manos.
De mis manos empezó a emerger un aura de color rojizo, dándome la capacidad de quemar. Le arrojé más dagas, con la esperanza de que hubiera descuidado su defensa por abalanzarse contra mí, pero no, esquivaba como siempre. Desenvaine a Korubo para mantener una distancia de seguridad.
Sólo es cuestión de tiempo de que algún marine más se una...
De repente, oí un grito de nuestro capitán y tenía claro que debía hacer: huir. Holmes se distrajo con dicho grito, lo que aproveche a correr como si la vida me fuera en ello, sólo que literalmente me jugaba el vivir. Tardó unos pocos segundos en reaccionar a mi espantada, por lo que me persiguió. Tenía gracia la cosa, la situación se invirtió en cierta manera.
Me fije que Therax en modo pajarraco gigante se dirigía en mi dirección, era mi oportunidad para escapar. Aunque a verle me recordó a mi padre, con capacidad de transformarse en un roc, lo que hizo que me distrajera un momento, tiempo suficiente para que Holmes me agarrará el brazo diestro.
- Tu no vas a escapar. - Me dijo y por primera vez no le temblaba la voz.
El intentar pararme los pies mi mejor oportunidad de asestarle un golpe.
- Haber estudiao. - Le dije mi muletilla favorita mientras yo agarraba su brazo diestro con mi mano zurda, todavía con el aura rojiza, quemándole. - Recuerda que el fuego purifica.
Por fin conseguía hacerle daño y su grito de dolor fue más satisfactorio que el chocolate, bueno no, eso es imposible. Cuando Therax estaba ya a pocos metros de nosotros, le solté. Holmes haciendo uso del haki, se apartó esquivando la embestida inconsciente que el pájaro le iba a dar, ese momento era el perfecto para subirme a él. Me puse a correr en su dirección y con un pequeño salto, me subí a una de sus alas.
- Recuérdame que te invite a comer la próxima vez Therax.
-Tres…
El pirata comenzó a producir fuego por todas las partes de su cuerpo, cada vez con más intensidad. En poco menos de un par de segundos estaba completamente envuelto de flamas y en su espalda surgió un halo de energía que rompió las vendas del comodoro, que no tuvo otra opción que recular. Y fue entonces, cuando el pelirrojo cayó de rodillas, agarrándose la cabeza y gritando.
-¡SAL DE MI CABEZA! –gritó, mientras ondas de fuego salían despedidas de su cuerpo, caldeando el ambiente más y más.
Dentro de Zane estaba habiendo una lucha entre su alter ego y él, que culminó con la momentánea victoria de uno de ellos. ¿De cuál? No se sabe. Pero el pirata agarró su saimundo y trazó una onda cortante ígnea, separando el camino del comodoro del de su gente. Tras eso, bramó llamando a sus compañeros y, tras transformarse en un suzaku completo, alzó el vuelo para que se subiera e irse de allí lo más lejos posible.
El pirata comenzó a producir fuego por todas las partes de su cuerpo, cada vez con más intensidad. En poco menos de un par de segundos estaba completamente envuelto de flamas y en su espalda surgió un halo de energía que rompió las vendas del comodoro, que no tuvo otra opción que recular. Y fue entonces, cuando el pelirrojo cayó de rodillas, agarrándose la cabeza y gritando.
-¡SAL DE MI CABEZA! –gritó, mientras ondas de fuego salían despedidas de su cuerpo, caldeando el ambiente más y más.
Dentro de Zane estaba habiendo una lucha entre su alter ego y él, que culminó con la momentánea victoria de uno de ellos. ¿De cuál? No se sabe. Pero el pirata agarró su saimundo y trazó una onda cortante ígnea, separando el camino del comodoro del de su gente. Tras eso, bramó llamando a sus compañeros y, tras transformarse en un suzaku completo, alzó el vuelo para que se subiera e irse de allí lo más lejos posible.
Noximilien
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El eco de la risa de aquella loca le estaban dando migraña a Nox, o a lo mejor era por la pérdida de sangre de sus múltiples heridas. A saber. A la mujer de la mirada psicópata no se le terminaban los objetos afilados que lanzarle con una velocidad y potencia, equiparables al de una flecha de un arco bien tensado.
Usando el filo de su espada, hacia revotar los cuchillos y esquivaba los que no podía con su intangibilidad, pero por cada que paraba o eludía, mas se cansaba por sus heridas.
- ¿Qué te pasa abuelo? ¿Es que no puedes ni parar mis cuchillitos? –pregunto, de forma burlona para provocar, su contrincante.
- Abuelo…-jadeo Nox-. Mis cojones…
Pero en parte, pese que le doliera, tenía razón. Sus heridas estaban empeorando y pese que estaba usando la sal para contener las hemorragias de los cortes iba a necesitar dejar de estar en movimiento forzado durante un rato. Aunque con aquella marine iba a ser imposible.
De fondo podía oír las conversaciones de sus compañeros; Spanner recomendó una retirada y no paso mucho hasta que Zane ordenó la retirada. No le gustaba mostrar aquel acto de cobardía (aunque le pelirrojo dijese que era una antigua tradición pirata), pero era mejor vivir para luchar otro día. Lo único que tenía que hacer era hacer para que aquella marine no le impidiera el paso hasta el resto.
- Acabemos… de una vez… por todas…- pronuncio Nox, exhausto. Dándole un giro completo a su espada, esta se envolvió en fuego y obtuvo una tonalidad rojiza-. Fervor… de Bishamonten…
Empezó a correr tanto como pudo mientras su espada en llamas a la vez soltaba chispas al ser arrastrada por el suelo. Tan pronto estuvo a una buena distancia hizo un movimiento horizontal, haciendo que el fuego se dispersara un par de metros.
La marine, consiente que aquel fuego podía dejarle un buen quemazón se cubrió. A los pocos segundos el fuego le dio de lleno, pero este no la quemo. Se quedó perpleja, pero más importante, no vio como Nox se le había escabullido por el lado. Aquellas llamas no dañaban, pero hacían su trabajo engañando o intimidando al enemigo. Finalmente se subió encima de Zaen, trasformado en susaku a la vez que puedo ver como aquella chica había cambiado aquella sonrisa de sádica por una cara de mal humor por aquel engaño tan tonto.
Usando el filo de su espada, hacia revotar los cuchillos y esquivaba los que no podía con su intangibilidad, pero por cada que paraba o eludía, mas se cansaba por sus heridas.
- ¿Qué te pasa abuelo? ¿Es que no puedes ni parar mis cuchillitos? –pregunto, de forma burlona para provocar, su contrincante.
- Abuelo…-jadeo Nox-. Mis cojones…
Pero en parte, pese que le doliera, tenía razón. Sus heridas estaban empeorando y pese que estaba usando la sal para contener las hemorragias de los cortes iba a necesitar dejar de estar en movimiento forzado durante un rato. Aunque con aquella marine iba a ser imposible.
De fondo podía oír las conversaciones de sus compañeros; Spanner recomendó una retirada y no paso mucho hasta que Zane ordenó la retirada. No le gustaba mostrar aquel acto de cobardía (aunque le pelirrojo dijese que era una antigua tradición pirata), pero era mejor vivir para luchar otro día. Lo único que tenía que hacer era hacer para que aquella marine no le impidiera el paso hasta el resto.
- Acabemos… de una vez… por todas…- pronuncio Nox, exhausto. Dándole un giro completo a su espada, esta se envolvió en fuego y obtuvo una tonalidad rojiza-. Fervor… de Bishamonten…
Empezó a correr tanto como pudo mientras su espada en llamas a la vez soltaba chispas al ser arrastrada por el suelo. Tan pronto estuvo a una buena distancia hizo un movimiento horizontal, haciendo que el fuego se dispersara un par de metros.
La marine, consiente que aquel fuego podía dejarle un buen quemazón se cubrió. A los pocos segundos el fuego le dio de lleno, pero este no la quemo. Se quedó perpleja, pero más importante, no vio como Nox se le había escabullido por el lado. Aquellas llamas no dañaban, pero hacían su trabajo engañando o intimidando al enemigo. Finalmente se subió encima de Zaen, trasformado en susaku a la vez que puedo ver como aquella chica había cambiado aquella sonrisa de sádica por una cara de mal humor por aquel engaño tan tonto.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Distraerme me salió caro.
Yurai no estaba dispuesta a dejar pasar ninguna oportunidad, y no dudó un segundo en acercar sus filos en mi dirección.
Reaccioné a tiempo justo para evitar ser ensartada por su katana, pero el filo atravesó mi hombro izquierdo y se quedó clavado en él, mientras con mis dagas detenía su avance y nos enzarzábamos en una pelea de fuerza, ella intentando profundizar la herida y yo procurando evitarlo.
Tras unos segundos de forcejeo, Yurai retiró la hoja sin miramientos, y la sangre comenzó a emanar de la herida sin remedio.
Si estuviese en otra situación...
Si no hubiese un montón de marines a nuestro alrededor, luchando contra los miembros de la banda a la que supuestamente pertenecía...
Si tuviese tiempo... Si pudiera llevarle a Yurai a algún lugar alejado para hablar como personas civilizadas...
Pero revolcarme en mi propia autocompasión y los "si tal" o "si cual" no tenía sentido en aquellos momentos.
- ¿Qué estás haciendo en Ériu Land, Mirai? -inquirió mi gemela, dando una súbita sacudida a la katana para eliminar los restos de sangre fresca.
- Buen alcohol. Gente maja. ¿He de suponer que la Marina conoce mi verdadera identidad a través de ti? -pregunté sin rodeos, echando un vistazo rápido a los demás combates.
La cosa no pintaba bien para nadie. Therax huía de una tiradora, Alviss perseguía a un muchacho que le lanzaba cosas, Luka estaba gravemente herido, Spanner entretenía a un pelirrojo trajeado, Noximilien batallaba contra una mujer con pinta de sádica y Zane se enfrentaba al líder de la brigada. Vaya, al final sí que me había aprendido los nombres de todos...
- ¿Qué? -saltaba mi hermana, atónita-. ¡Por supuesto que no! ¿Estás loca? ¿Sabes lo que me harían si se enteran de que soy hija de la Capitana pirata Jenny Fitzgerald? ¡Mentí sobre mi identidad!
- Ya, pero... -la señalé a ella y luego a mí sucesivamente, varias veces- ¿Hola? ¿Gemelas idénticas? No son tontos. Habrán atado cabos, digo yo.
- Mi brigada ha protegido mi identidad. Lo que implica que la tuya también está a salvo. Pero no la protejo por tu bien, ni para hacerte un favor. Si descubren quién eres, y quién soy yo... -frunció el ceño, visiblemente consternada.
Emití un suspiro de alivio. Con esa información aclarada, ya no me quedaba nada más por hacer.
Tenía que salir de allí en cuanto antes, para perder de vista a Phoenix.
- Mira. Me encantaría quedarme a hablar. Pero ahora mismo tengo un poquito de prisa. Si quieres puedes mandarme una carta o algo, y podemos quedar otro día, con más calma. Quizá tomar algo y charlar tranquilamente, ponernos al día mutuamente, esas cosas. Pero ahora mismo me pillas en mal momento, ¿vale? Así que... -la mirada de Yurai se teñía de furia con cada palabra que pronunciaba, y sujetaba el mango de la katana con más fuerza, irritada.
Sin terminar la frase, eché a correr hacia los demás.
- ¡Te he dicho que no escaparás! -chilló Yurai, corriendo detrás de mí.
Para cuando me acerqué a los demás, el capitán pegó un bramido que paralizó a todos los presentes por la sorpresa, y los miembros de los Arashi aprovechamos ese momento para subirnos a su lomo de suzaku y salir de allí pitando. Todos excepto Therax que... ¿Era usuario de zoan? Y cargaba con Luka y Alviss.
Desde lo alto me volví para otear el suelo, y divisé a los marines. No nos perseguían.
Probablemente sabían que no tenía sentido. La tiradora descerrajó unos cuantos disparos en nuestra dirección, pero ninguno atinó el blanco.
Algo me golpeó el rostro entonces con fuerza.
- Maestraaaaa... ¡No me dejes atrás! -gimoteó Klaus, aferrándose a mis orejas con sus patitas cibernéticas. Había venido volando a toda prisa, probablemente asustado.
Lo arranqué de mi rostro y lo sujeté con fuerza entre mis brazos, para que no se perdiese por el camino.
Tras unos minutos de vuelo, aterrizamos en una colina verde esmeralda, que según mis cálculos pertenecía ya al condado de Fowl.
Bajé de un salto y me puse a rebuscar hilo y aguja entre mis posesiones, para apartar la ropa del hombro y coser la herida como si fuera lo más normal del mundo. No había llegado a atravesar el hombro como pensaba, no había orificio de salida en la espalda, lo que facilitaba las cosas. Coserme la espalda no era precisamente tarea fácil.
Yo no era ni de lejos la persona que había salido peor parada de aquella trifulca.
Luka estaba hecho un asco, y empezaba a pensar que tenía poco apego por su vida, aquel gyojin. Siempre estaba vendado y malherido.
Tras terminar la sutura y asegurarme de que la herida quedaba bien cerrada, apliqué una capa de hielo que se acopló a la zona con intención de mantener la herida fresca y limpia.
Me limpié los restos de sangre con unas gasas y miré a los demás.
- Pues... esa era mi hermana gemela la marine. No hay mucho más que contar -expliqué, antes de que nadie preguntase-. De todas maneras... ¿Qué hacéis aquí, exactamente? ¿Por qué habéis venido a Ériu Land? -interrogué, aunque me suponía la respuesta.
Y aquello sólo empeoraba mi situación.
Antes podía ponerle la excusa a Phoenix y los demás miembros de la Spider de que "no podía encontrar al capitán". Pero ahora, ahí estaba, delante de mis narices.
Tras unos minutos que dedicamos a recuperarnos un poco, cuando Spanner y Therax aún estaban atendiendo las heridas de Luka el loco, me aclaré la garganta.
- Voy a... echar un vistazo por los alrededores. Asegurarme de que nadie nos ha seguido. Vuelvo enseguida -informé, sin mirar a nadie en concreto.
Sin más dilación me alejé del grupo, y avancé en dirección al condado de Munster, siguiendo más o menos la trayectoria de ida en dirección opuesta.
Me había parecido atisbar un bosque de coníferas unos kilómetros más adelante, que no tuve problemas para encontrar.
Según mis cálculos, no tardaría en aparecer.
Me adentré en el interior del bosquecillo y caminé durante unos metros a lo largo del sinuoso camino de tierra que lo atravesaba, para detenerme y esperar.
No tardó siquiera dos minutos en aterrizar frente a mí.
- Hey -volvió a saludar, con una ligera sonrisa socarrona.
Phoenix.
Sabía que era mejor asesino que yo pero, ¿cómo había conseguido alcanzarnos tan rápido? No había rastro de los marines todavía, pero aquel hombre parecía ser capaz de encontrarme allá donde fuese.
La respuesta era obvia.
"Geppou. Así que es miembro del Gobierno Mundial... ¿Hasta dónde se extienden los hilos de la Araña?"
Yurai no estaba dispuesta a dejar pasar ninguna oportunidad, y no dudó un segundo en acercar sus filos en mi dirección.
Reaccioné a tiempo justo para evitar ser ensartada por su katana, pero el filo atravesó mi hombro izquierdo y se quedó clavado en él, mientras con mis dagas detenía su avance y nos enzarzábamos en una pelea de fuerza, ella intentando profundizar la herida y yo procurando evitarlo.
Tras unos segundos de forcejeo, Yurai retiró la hoja sin miramientos, y la sangre comenzó a emanar de la herida sin remedio.
Si estuviese en otra situación...
Si no hubiese un montón de marines a nuestro alrededor, luchando contra los miembros de la banda a la que supuestamente pertenecía...
Si tuviese tiempo... Si pudiera llevarle a Yurai a algún lugar alejado para hablar como personas civilizadas...
Pero revolcarme en mi propia autocompasión y los "si tal" o "si cual" no tenía sentido en aquellos momentos.
- ¿Qué estás haciendo en Ériu Land, Mirai? -inquirió mi gemela, dando una súbita sacudida a la katana para eliminar los restos de sangre fresca.
- Buen alcohol. Gente maja. ¿He de suponer que la Marina conoce mi verdadera identidad a través de ti? -pregunté sin rodeos, echando un vistazo rápido a los demás combates.
La cosa no pintaba bien para nadie. Therax huía de una tiradora, Alviss perseguía a un muchacho que le lanzaba cosas, Luka estaba gravemente herido, Spanner entretenía a un pelirrojo trajeado, Noximilien batallaba contra una mujer con pinta de sádica y Zane se enfrentaba al líder de la brigada. Vaya, al final sí que me había aprendido los nombres de todos...
- ¿Qué? -saltaba mi hermana, atónita-. ¡Por supuesto que no! ¿Estás loca? ¿Sabes lo que me harían si se enteran de que soy hija de la Capitana pirata Jenny Fitzgerald? ¡Mentí sobre mi identidad!
- Ya, pero... -la señalé a ella y luego a mí sucesivamente, varias veces- ¿Hola? ¿Gemelas idénticas? No son tontos. Habrán atado cabos, digo yo.
- Mi brigada ha protegido mi identidad. Lo que implica que la tuya también está a salvo. Pero no la protejo por tu bien, ni para hacerte un favor. Si descubren quién eres, y quién soy yo... -frunció el ceño, visiblemente consternada.
Emití un suspiro de alivio. Con esa información aclarada, ya no me quedaba nada más por hacer.
Tenía que salir de allí en cuanto antes, para perder de vista a Phoenix.
- Mira. Me encantaría quedarme a hablar. Pero ahora mismo tengo un poquito de prisa. Si quieres puedes mandarme una carta o algo, y podemos quedar otro día, con más calma. Quizá tomar algo y charlar tranquilamente, ponernos al día mutuamente, esas cosas. Pero ahora mismo me pillas en mal momento, ¿vale? Así que... -la mirada de Yurai se teñía de furia con cada palabra que pronunciaba, y sujetaba el mango de la katana con más fuerza, irritada.
Sin terminar la frase, eché a correr hacia los demás.
- ¡Te he dicho que no escaparás! -chilló Yurai, corriendo detrás de mí.
Para cuando me acerqué a los demás, el capitán pegó un bramido que paralizó a todos los presentes por la sorpresa, y los miembros de los Arashi aprovechamos ese momento para subirnos a su lomo de suzaku y salir de allí pitando. Todos excepto Therax que... ¿Era usuario de zoan? Y cargaba con Luka y Alviss.
Desde lo alto me volví para otear el suelo, y divisé a los marines. No nos perseguían.
Probablemente sabían que no tenía sentido. La tiradora descerrajó unos cuantos disparos en nuestra dirección, pero ninguno atinó el blanco.
Algo me golpeó el rostro entonces con fuerza.
- Maestraaaaa... ¡No me dejes atrás! -gimoteó Klaus, aferrándose a mis orejas con sus patitas cibernéticas. Había venido volando a toda prisa, probablemente asustado.
Lo arranqué de mi rostro y lo sujeté con fuerza entre mis brazos, para que no se perdiese por el camino.
Tras unos minutos de vuelo, aterrizamos en una colina verde esmeralda, que según mis cálculos pertenecía ya al condado de Fowl.
Bajé de un salto y me puse a rebuscar hilo y aguja entre mis posesiones, para apartar la ropa del hombro y coser la herida como si fuera lo más normal del mundo. No había llegado a atravesar el hombro como pensaba, no había orificio de salida en la espalda, lo que facilitaba las cosas. Coserme la espalda no era precisamente tarea fácil.
Yo no era ni de lejos la persona que había salido peor parada de aquella trifulca.
Luka estaba hecho un asco, y empezaba a pensar que tenía poco apego por su vida, aquel gyojin. Siempre estaba vendado y malherido.
Tras terminar la sutura y asegurarme de que la herida quedaba bien cerrada, apliqué una capa de hielo que se acopló a la zona con intención de mantener la herida fresca y limpia.
Me limpié los restos de sangre con unas gasas y miré a los demás.
- Pues... esa era mi hermana gemela la marine. No hay mucho más que contar -expliqué, antes de que nadie preguntase-. De todas maneras... ¿Qué hacéis aquí, exactamente? ¿Por qué habéis venido a Ériu Land? -interrogué, aunque me suponía la respuesta.
Y aquello sólo empeoraba mi situación.
Antes podía ponerle la excusa a Phoenix y los demás miembros de la Spider de que "no podía encontrar al capitán". Pero ahora, ahí estaba, delante de mis narices.
Tras unos minutos que dedicamos a recuperarnos un poco, cuando Spanner y Therax aún estaban atendiendo las heridas de Luka el loco, me aclaré la garganta.
- Voy a... echar un vistazo por los alrededores. Asegurarme de que nadie nos ha seguido. Vuelvo enseguida -informé, sin mirar a nadie en concreto.
Sin más dilación me alejé del grupo, y avancé en dirección al condado de Munster, siguiendo más o menos la trayectoria de ida en dirección opuesta.
Me había parecido atisbar un bosque de coníferas unos kilómetros más adelante, que no tuve problemas para encontrar.
Según mis cálculos, no tardaría en aparecer.
Me adentré en el interior del bosquecillo y caminé durante unos metros a lo largo del sinuoso camino de tierra que lo atravesaba, para detenerme y esperar.
No tardó siquiera dos minutos en aterrizar frente a mí.
- Hey -volvió a saludar, con una ligera sonrisa socarrona.
Phoenix.
Sabía que era mejor asesino que yo pero, ¿cómo había conseguido alcanzarnos tan rápido? No había rastro de los marines todavía, pero aquel hombre parecía ser capaz de encontrarme allá donde fuese.
La respuesta era obvia.
"Geppou. Así que es miembro del Gobierno Mundial... ¿Hasta dónde se extienden los hilos de la Araña?"
-Porque eres parte de la familia. Eres de la banda –contestó Zane, batiendo sus alas elegantemente sobre el cielo de aquella isla, aumentando la velocidad en cada aleteo. No tardó mucho más de un par de minutos en llegar a la parte más septentrional de la misma, aterrizando junto a una pequeña laguna de aguas cristalinas, justo en el centro de un grandioso bosque rodeado de algunas montañas. «La verdad es que era un lugar precioso»
No tardó mucho en recobrar su forma humana, teniendo el cuerpo repleto de moratones y magulladuras. Las heridas de batallas anteriores, concretamente la de su combate anterior al de ese día, le ardían. Notaba cómo no estaban curadas del todo. Además de eso, a su pesar, por culpa de su alter ego, notaba una gran presión en la cabeza que no se iba, tan solo hacía aumentar hasta encontrarse a punto de desfallecer. Se sentó alejado de todos, solo, observando el panorama. Therax había sido acribillado a balas, perdiendo mucha sangre. Pero ante la sorpresa de todos era un usuario zoan, por lo que su factor curativo le ayudaría a no tardar en recuperarse. Sin embargo, como ya era costumbre, Luka estaba muy malherido, aunque no parecían heridas graves.
Aquella estampa hizo que Zane se preguntara si estaban siguiendo el camino correcto. A medida que avanzaran se iban a encontrar cada vez a gente más fuerte, y al paso que iba quedaba poco para que algún día les derrotaran. Durante los meses que llevaban juntos se habían enfrentado a todo tipo de enemigos, desde gente perteneciente al gobierno mundial -marines y agentes-, pasando por piratas u otros delincuentes que solo buscaban acrecentar la poca fama si los derrotaban.
«No podemos seguir así» se dijo, golpeando el suelo con rabia.
Tras eso, se cruzó de piernas y entrelazó sus dedos, posándolos sobre su regazo con delicadeza. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando calmarse. Lentamente su cuerpo se envolvía de un aura cálida y repleta de vida que iba transformándose en diminutas llamas que se concentraban en las partes más heridas de su cuerpo. Hecho eso, su cuerpo estaba en buen estado, al menos en mejor estado del que tenía tras enfrentarse a aquel comodoro. Entre tanto, se acercó al lago para beber agua, y miró su reflejo.
-Puto cetro encantado… Que feo queda el violeta
Minutos después se acercó a sus compañeros malheridos.
-¿Cómo os encontráis? –preguntó en voz alta, poniendo su mano sobre el hombro de Luka y emitiendo un suspiro ahogado-. Lo siento muchachos… Un capitán no puede permitir que los suyos acaben así. Os prometo que no volverá a pasar –dijo, mirando uno a uno a los miembros de su banda, pero faltaba gente-. ¿Dónde están Spanner y Haruka? –inquirió, sentándose al lado de Noximilien y el pez.
- Spoiler:
Aquella estampa hizo que Zane se preguntara si estaban siguiendo el camino correcto. A medida que avanzaran se iban a encontrar cada vez a gente más fuerte, y al paso que iba quedaba poco para que algún día les derrotaran. Durante los meses que llevaban juntos se habían enfrentado a todo tipo de enemigos, desde gente perteneciente al gobierno mundial -marines y agentes-, pasando por piratas u otros delincuentes que solo buscaban acrecentar la poca fama si los derrotaban.
«No podemos seguir así» se dijo, golpeando el suelo con rabia.
Tras eso, se cruzó de piernas y entrelazó sus dedos, posándolos sobre su regazo con delicadeza. Cerró los ojos y respiró hondo, intentando calmarse. Lentamente su cuerpo se envolvía de un aura cálida y repleta de vida que iba transformándose en diminutas llamas que se concentraban en las partes más heridas de su cuerpo. Hecho eso, su cuerpo estaba en buen estado, al menos en mejor estado del que tenía tras enfrentarse a aquel comodoro. Entre tanto, se acercó al lago para beber agua, y miró su reflejo.
-Puto cetro encantado… Que feo queda el violeta
Minutos después se acercó a sus compañeros malheridos.
-¿Cómo os encontráis? –preguntó en voz alta, poniendo su mano sobre el hombro de Luka y emitiendo un suspiro ahogado-. Lo siento muchachos… Un capitán no puede permitir que los suyos acaben así. Os prometo que no volverá a pasar –dijo, mirando uno a uno a los miembros de su banda, pero faltaba gente-. ¿Dónde están Spanner y Haruka? –inquirió, sentándose al lado de Noximilien y el pez.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los acontecimientos se habían dado a una velocidad abrumadora.
Therax pareció oirme y cambió el vuelo de dirección, dejando que Rubén se subiese a su espalda y, tras ello y disminuyendo claramente su velocidad, permitiéndomelo a mí.
Finalmente seguimos a Zane en su vuelo hacia alguna dirección.
- Gracias, Therax. No sé cuántas te debo ya. - Espeté dándole un par de palmaditas en el lomo, aunque quizá eran imperceptibles para un bicho tan grande.
Y entonces, pensé en la que nos habíamos metido. Nos habíamos enfrentado a una horda de marines y, además, yo había tenido la genial idea de hacer frente a dos gigantes a la vez, con las consecuencias de mi rostro magullado. Seguidamente, me atacó el marine juguetón, que simplemente analizaba para después atacar, aunque vió su estrategia truncada debido a mi mal estado. Pese a ello, podíamos haber escapado momentáneamente. Pero… ¿Durante cuánto tiempo?
Ladeé la cabeza negando los hechos. ¿Cómo podía acabar siempre tan magullado? La respuesta sencilla era que no estaba a la altura del nivel que tenían mis… ¿Camaradas?
Aquello era un tema a tratar también. ¿Estaba allí de pasada, o quizá no? Puede que ese runrún de no saber a ciencia cierta qué era yo en aquella banda, hacía llevar al límite mi cuerpo para que mis compañeros estuvieran contentos de mí. Pero parecía ser todo lo contrario, el pobre Therax no hacía más que perder el tiempo curándome de las heridas recibidas por ser, quizá, bruto en exceso.
- Cuando puedas, Therax, me gustaría que te hicieses una foto y me la dieses. Me voy a crear una estampita del señor Therax, curandero por excelencia. - Espeté soltando una sonora carcajada. Aquél tipo rubio era el único con el que había entablado una ligera amistad, quizá debido a que se pasaba la mayoría del tiempo curándome, o puede que a raíz de lo ocurrido en Drum.
Tras unos minutos de vuelo, acabamos llegando a una zona calmada, por fin. Y entonces, todos nos sentamos cerca unos de otros. Therax empezó a tratarme y, mientras lo hacía, pude divisar que su estado no era mucho mejor que el mío.
De repente, Haruka susurró algo y se marchó. De nuevo.
”Esto es increíble. La gente va y viene todo el rato, es como si no se aguantasen unos a otros… No lo puedo entender”
- Por fin podré devolverte el favor, rubiales. - Espeté la última palabra en voz baja, si cualquiera de la banda lo oía, no dejaría de pronunciarlo para fastidiar al domador. - Tengo contusiones por todo el cuerpo, y la sensación de tener un par de costillas rotas en el costado derecho. Intenta fijármelo con un vendaje lo más fuerte que puedas, soy consciente que no es lo correcto, pero al menos hasta que salgamos de la isla… Seguro que tenemos que pelar más aún. - Espeté algo desanimado.
Mientras el amigable domador me curaba, Zane me tocó el hombro y preguntó cómo estábamos a la par que se sentaba a nuestro lado.
- He estado en mejores, pelirroj… ¿Pelimorado? - Mi semblante cambió, sorprendido. - ¿Te puedes creer que me acabo de dar cuenta de tu curioso peinado? - Sonreí, girándome tras la petición de Therax. - Me gustaría hablar contigo cuando fuera posible, Zane. Aunque quizá ahora no es el mejor momento. - Hice evidentes señas de que mi petición tenía intención de ser en privado.
Tras las curas de Therax, me tocaba a mí. El vendaje era bastante fuerte, me limitaba algo el caminar, pero fijaría las costillas momentáneamente, quizá sería lo mejor.
Examiné con la mirada cada recobeco de Therax, observando los disparos que había recibido.
- No quiero hacer herida, rubio. Pero te han dado una palicilla, eh. - Al menos, no era el único que había sufrido la ira de un marine. - Necesitaré quitarte las balas que tengas, voy a coger las pinzas, túmbate boca abajo.
Tras coger las pinzas de la mochila, rocié los huecos donde las balas se habían hundido de desinfectante y procedí a echarme en las manos también. Tras ello, me puse unos guantes y empecé a quitar las balas que se encontraban en el cuerpo del domador, siendo sumamente cuidadoso e intentando hacer el mínimo daño posible.
- 1… 2… 3… - Y esas fueron todas las balas que pude sacar. La última fué la más complicada, ya que tenía pequeños extractos de la bala por la abertura creada por ésta. - No sé si es que tienes algún tipo de imán o aquella mujer donde pone el ojo… Ya no tienes balas, ¿Te duele algo más? - Espeté a la par que dejaba las pinzas sobre un papel.
Procedería a curar, o a intentarlo, cualquier herida que el rubio pudiese tener. De lo contrario, iría hasta el río a lavarme las manos y los utensilios utilizados, mientras me mojaba los pies, algo maltrechos por los golpes dados y recibidos.
Tras ello, volvería donde se encontraban los demás, respondiendo a la pregunta del capitán.
- Ví marcharse a Haruka, quizá Spanner fué con ella. No quiero meterme donde no me llaman pero… ¿Habéis pensado en actuar conjuntamente alguna vez? Llevo poco tiempo con vosotros y veo que cada uno hace lo que le da la gana. Tú desapareciste tras Little Garden, Haruka también. Nadie nos acompañó en Drum a Therax y a mí… Creo que hay mucho descontrol. - Espeté con un tono frío. Odiaba tener que decirlo, pero era el pensamiento que rondaba mi cabeza y, muy probablemente, el del resto de la tripulación.
Therax pareció oirme y cambió el vuelo de dirección, dejando que Rubén se subiese a su espalda y, tras ello y disminuyendo claramente su velocidad, permitiéndomelo a mí.
Finalmente seguimos a Zane en su vuelo hacia alguna dirección.
- Gracias, Therax. No sé cuántas te debo ya. - Espeté dándole un par de palmaditas en el lomo, aunque quizá eran imperceptibles para un bicho tan grande.
Y entonces, pensé en la que nos habíamos metido. Nos habíamos enfrentado a una horda de marines y, además, yo había tenido la genial idea de hacer frente a dos gigantes a la vez, con las consecuencias de mi rostro magullado. Seguidamente, me atacó el marine juguetón, que simplemente analizaba para después atacar, aunque vió su estrategia truncada debido a mi mal estado. Pese a ello, podíamos haber escapado momentáneamente. Pero… ¿Durante cuánto tiempo?
Ladeé la cabeza negando los hechos. ¿Cómo podía acabar siempre tan magullado? La respuesta sencilla era que no estaba a la altura del nivel que tenían mis… ¿Camaradas?
Aquello era un tema a tratar también. ¿Estaba allí de pasada, o quizá no? Puede que ese runrún de no saber a ciencia cierta qué era yo en aquella banda, hacía llevar al límite mi cuerpo para que mis compañeros estuvieran contentos de mí. Pero parecía ser todo lo contrario, el pobre Therax no hacía más que perder el tiempo curándome de las heridas recibidas por ser, quizá, bruto en exceso.
- Cuando puedas, Therax, me gustaría que te hicieses una foto y me la dieses. Me voy a crear una estampita del señor Therax, curandero por excelencia. - Espeté soltando una sonora carcajada. Aquél tipo rubio era el único con el que había entablado una ligera amistad, quizá debido a que se pasaba la mayoría del tiempo curándome, o puede que a raíz de lo ocurrido en Drum.
Tras unos minutos de vuelo, acabamos llegando a una zona calmada, por fin. Y entonces, todos nos sentamos cerca unos de otros. Therax empezó a tratarme y, mientras lo hacía, pude divisar que su estado no era mucho mejor que el mío.
De repente, Haruka susurró algo y se marchó. De nuevo.
”Esto es increíble. La gente va y viene todo el rato, es como si no se aguantasen unos a otros… No lo puedo entender”
- Por fin podré devolverte el favor, rubiales. - Espeté la última palabra en voz baja, si cualquiera de la banda lo oía, no dejaría de pronunciarlo para fastidiar al domador. - Tengo contusiones por todo el cuerpo, y la sensación de tener un par de costillas rotas en el costado derecho. Intenta fijármelo con un vendaje lo más fuerte que puedas, soy consciente que no es lo correcto, pero al menos hasta que salgamos de la isla… Seguro que tenemos que pelar más aún. - Espeté algo desanimado.
Mientras el amigable domador me curaba, Zane me tocó el hombro y preguntó cómo estábamos a la par que se sentaba a nuestro lado.
- He estado en mejores, pelirroj… ¿Pelimorado? - Mi semblante cambió, sorprendido. - ¿Te puedes creer que me acabo de dar cuenta de tu curioso peinado? - Sonreí, girándome tras la petición de Therax. - Me gustaría hablar contigo cuando fuera posible, Zane. Aunque quizá ahora no es el mejor momento. - Hice evidentes señas de que mi petición tenía intención de ser en privado.
Tras las curas de Therax, me tocaba a mí. El vendaje era bastante fuerte, me limitaba algo el caminar, pero fijaría las costillas momentáneamente, quizá sería lo mejor.
Examiné con la mirada cada recobeco de Therax, observando los disparos que había recibido.
- No quiero hacer herida, rubio. Pero te han dado una palicilla, eh. - Al menos, no era el único que había sufrido la ira de un marine. - Necesitaré quitarte las balas que tengas, voy a coger las pinzas, túmbate boca abajo.
Tras coger las pinzas de la mochila, rocié los huecos donde las balas se habían hundido de desinfectante y procedí a echarme en las manos también. Tras ello, me puse unos guantes y empecé a quitar las balas que se encontraban en el cuerpo del domador, siendo sumamente cuidadoso e intentando hacer el mínimo daño posible.
- 1… 2… 3… - Y esas fueron todas las balas que pude sacar. La última fué la más complicada, ya que tenía pequeños extractos de la bala por la abertura creada por ésta. - No sé si es que tienes algún tipo de imán o aquella mujer donde pone el ojo… Ya no tienes balas, ¿Te duele algo más? - Espeté a la par que dejaba las pinzas sobre un papel.
Procedería a curar, o a intentarlo, cualquier herida que el rubio pudiese tener. De lo contrario, iría hasta el río a lavarme las manos y los utensilios utilizados, mientras me mojaba los pies, algo maltrechos por los golpes dados y recibidos.
Tras ello, volvería donde se encontraban los demás, respondiendo a la pregunta del capitán.
- Ví marcharse a Haruka, quizá Spanner fué con ella. No quiero meterme donde no me llaman pero… ¿Habéis pensado en actuar conjuntamente alguna vez? Llevo poco tiempo con vosotros y veo que cada uno hace lo que le da la gana. Tú desapareciste tras Little Garden, Haruka también. Nadie nos acompañó en Drum a Therax y a mí… Creo que hay mucho descontrol. - Espeté con un tono frío. Odiaba tener que decirlo, pero era el pensamiento que rondaba mi cabeza y, muy probablemente, el del resto de la tripulación.
Noximilien
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras un rato de viaje, el pelirrojo convertido en susaku aterrizo en un pequeño lago. Sin esperar un momento, cuando Zane toco tierra, el enmascarado rodo hasta caer al suelo, acompañado del sonido metálico de su armadura al escacharrase contra el suelo. Ni siquiera se levantó ni se movió de donde había caído, solo quería estar totalmente en reposo durante unos minutos, solo acompañado de su respiración que se iba calmando poco a poco.
Cuando vio que su cuerpo estaba más descansado, procedió a levantarse como pudo, usando su gran espada como bastón. Ya ahí, reviso sus heridas, para su sorpresa ninguna era mortal a corto plazo a pesar de la cantidad de heridas que había recibido. Aunque viendo como era aquella psicópata, lo más seguro es que quería que muriera desangrado. Desde luego, los marines actualmente eran más raros y con menos escrúpulos, pero sin embargo, también más fuertes.
- Eso espero, mañana voy a tener una agujetas de la hostia –acumulo sal en la palma de su mano y se la aplico a la herida que tenía en el costado. Escocia como un demonio, y el enmascarado no dudo en soltar un quejido ahogado-. Esta me va dejar una buena cicatriz.
Era indiscutible, todos habían recibido una buena paliza. Estaban para el arrastre. Suerte que tenían a Zane, y a Therax que sorprendentemente también era un usuario Zoan, porque si no posiblemente hubiesen sido capturados y dios sabe que más.
- Luka tiene razón, Zane –se dirigió a su capitán, ante las palabras del hombre pez-. Nos movemos como pollo sin cabeza y que cada dos por tres uno del grupo se vaya por su cuenta solo nos traerá problemas.
Tras aquello se levantó, no sin antes hacerle un gesto a Zane para que le siguiera. Si lo hacía se irían un poco lejos del grupo pero no lo suficiente como para que no los escucharan si los llamaban.
- Oye Zane, entiendo que cada uno de nosotros tenemos nuestros objetivos aparte de la banda o que no queramos entrometer al resto a algo peligroso, pero lo ocurrido en Drum provoco bastante tensión en el grupo cuando fuiste capturado –suspiro-.
Miro a los lados, vigilando que Zane fuese el único que vería lo que iba a hacer. Su mano derecha toco un botón que había en el costado de su máscara, haciendo un pequeño “click”, esta se desplazó un poco y dejo al descubierto la cara de Nox. Aquella iba a ser la primera vez que le mostraría el rostro al pelirrojo, o pelimorado en ese caso. Una media melena le escapaba por detrás con un pelo negro tenia trazos ya canosos mientras que su rostro lleno de ciatrizes, donde una vertical destacaba por atravesarle todo el ojo izquierdo, totalmente blanco al contrario del derecho que tenía una iris marrón.
- Cuando tenía unos pocos años más que tu (unos veinticuatro o veinticinco), yo era un hombre respetado, un comandante revolucionario admirado entre sus hombres, dicen que era un héroe de la antigua generación y una pesadilla viva para el gobierno –trago saliva-. Pero también era un marido y padre de dos hijos. Mi deseo por ir libre sin entrometer a mis compañeros me lo costó todo. Perdí mi vida, mi identidad, mis amigos… -miro a la lejanía al resto de la tripulación, para luego volver a girarse hacia Zane-. A mi familia…
Se volvió a colocar la máscara, no quería que ninguno de los otros apareciese por sorpresa y le viese sin ella.
- A lo que quiero llegar es que entiendo que intentes protegernos, pero arriesgar tu seguridad por la de los otros solo conseguirás acabar… como yo –poso su mano sobre su hombro-. No importa lo que digas la próxima vez, no importa que me grites o me amenaces para que escape como en Drum. No dejare que el gañan de mi capitán se quede solo otra vez, porque ante todo, somos un equipo.
-De acuerdo –le dijo Zane a Luka, asintiendo, pero sin mirarle a los ojos.
¿De qué quería hablar?, se preguntaba el pelirrojo, aunque se lo imaginaba. Aquella era la primera vez en casi un mes que estaba sentado con ellos; y eso era algo muy triste para alguien que se consideraba un capitán pirata. Además de eso, su silencioso amigo Noximillen, aprovechando que Luka estaba atendiendo las heridas de Therax, le llamó para alejarse de allí y entablar una conversación en el bosque. ¿Qué le ocurría hoy a todos los de su banda? ¿Acaso se iban a amotinar? A saber, aunque esperaba que eso no ocurriese.
Se alejaron unos pocos metros, quedándose en la entrada de un frondoso bosque que los ensombrecía. El viento venía de levante y agitaba las copas de los árboles en una hermosa danza que podría inspirar a cualquier poeta carente de lumen.
-¿Qué ocurre, Nox? –le preguntó con seriedad, sin mostrar esa sonrisa picaresca que tanto le caracterizaba y que siempre tenía dibujada en el rostro. Tardó unos segundos en contestarle, pero cuando lo hizo Zane se encogió de hombros. Aquella no fue una charla de compañero a compañero. Era algo más, parecida a la charla que un padre le da a su hijo, aunque sin ese toque de calidez que solo puede otorgarte un progenitor.
-Siempre he estado solo, desde niño. Nunca he tenido que depender de alguien para vivir o a quien darle explicaciones a otra persona. Era yo, yo y otra vez yo. Sí, tenía amigos, incluso puedo decir que he tenido hasta algo parecido una novia; una pena que no pudiera despedirme de ella… -en ese momento se calló durante unos segundos, en los que Nox se quitó la máscara y continuó hablando-. No te preocupes, Nox. Los que me apresaron en Drum eran hombres de mi abuelo y no iban a hacerme nada, después de todo, la noble sangre azul de los dirigentes del mundo, en mayor o menor medida, corre por mis venas. Y volvamos con esta gente, antes de que se amotinen –le guiñó un ojo y volvieron junto al resto.
El pez había acabado ya de atender a Therax, cuando se sentó a su lado y habló con él. Al igual que Noximillien estaba preocupado por el estado en el que se encontraba la banda, pero no solo físicamente, sino de moral. Cada una de las palabras que dijo el gyojin se le clavó como una aguja en el pecho, pero todo era cierto. El supernova se mantuvo callado hasta que terminó de hablar y emitió un suspiro ahogado.
-Tienes razón, Luka… y lo siento –dijo, de forma que le escucharan todos los de su banda-. No he sido el capitán que debiera ser. Mejor dicho, no he ejercido como tal. He ido de persona independiente y por mi cuenta, pero lo he hecho sin maldad. Cada vez que me iba he venido más fuerte que antes, ya sea porque tuve que enfrentarme a dos altos cargos de la marina la vez que me emborraché y me fui volando a Jaya. O la vez en la que me capturaron y os obligué a iros para que os salvarais, pero esta es una historia muy larga que os contaré otro día –hizo una pausa, clavando su cristalina mirada sobre Luka-. Si lo he hecho ha sido por vosotros, para que no os ocurriera nada. Dicen que una banda es tan fuerte como su capitán, y yo siempre me he considerado alguien débil y con mucho margen de mejora. Y creo que debo daros una disculpa… –se levantó y miró a cada uno de sus compañeros-, a todos. Y os prometo que no habrá más idas y venidas, a menos que sea necesario.
Dichas esas palabras, César, el perro viejo de Therax, se acercó a él y golpeó con la cabeza en la pierna.
¿De qué quería hablar?, se preguntaba el pelirrojo, aunque se lo imaginaba. Aquella era la primera vez en casi un mes que estaba sentado con ellos; y eso era algo muy triste para alguien que se consideraba un capitán pirata. Además de eso, su silencioso amigo Noximillen, aprovechando que Luka estaba atendiendo las heridas de Therax, le llamó para alejarse de allí y entablar una conversación en el bosque. ¿Qué le ocurría hoy a todos los de su banda? ¿Acaso se iban a amotinar? A saber, aunque esperaba que eso no ocurriese.
Se alejaron unos pocos metros, quedándose en la entrada de un frondoso bosque que los ensombrecía. El viento venía de levante y agitaba las copas de los árboles en una hermosa danza que podría inspirar a cualquier poeta carente de lumen.
-¿Qué ocurre, Nox? –le preguntó con seriedad, sin mostrar esa sonrisa picaresca que tanto le caracterizaba y que siempre tenía dibujada en el rostro. Tardó unos segundos en contestarle, pero cuando lo hizo Zane se encogió de hombros. Aquella no fue una charla de compañero a compañero. Era algo más, parecida a la charla que un padre le da a su hijo, aunque sin ese toque de calidez que solo puede otorgarte un progenitor.
-Siempre he estado solo, desde niño. Nunca he tenido que depender de alguien para vivir o a quien darle explicaciones a otra persona. Era yo, yo y otra vez yo. Sí, tenía amigos, incluso puedo decir que he tenido hasta algo parecido una novia; una pena que no pudiera despedirme de ella… -en ese momento se calló durante unos segundos, en los que Nox se quitó la máscara y continuó hablando-. No te preocupes, Nox. Los que me apresaron en Drum eran hombres de mi abuelo y no iban a hacerme nada, después de todo, la noble sangre azul de los dirigentes del mundo, en mayor o menor medida, corre por mis venas. Y volvamos con esta gente, antes de que se amotinen –le guiñó un ojo y volvieron junto al resto.
El pez había acabado ya de atender a Therax, cuando se sentó a su lado y habló con él. Al igual que Noximillien estaba preocupado por el estado en el que se encontraba la banda, pero no solo físicamente, sino de moral. Cada una de las palabras que dijo el gyojin se le clavó como una aguja en el pecho, pero todo era cierto. El supernova se mantuvo callado hasta que terminó de hablar y emitió un suspiro ahogado.
-Tienes razón, Luka… y lo siento –dijo, de forma que le escucharan todos los de su banda-. No he sido el capitán que debiera ser. Mejor dicho, no he ejercido como tal. He ido de persona independiente y por mi cuenta, pero lo he hecho sin maldad. Cada vez que me iba he venido más fuerte que antes, ya sea porque tuve que enfrentarme a dos altos cargos de la marina la vez que me emborraché y me fui volando a Jaya. O la vez en la que me capturaron y os obligué a iros para que os salvarais, pero esta es una historia muy larga que os contaré otro día –hizo una pausa, clavando su cristalina mirada sobre Luka-. Si lo he hecho ha sido por vosotros, para que no os ocurriera nada. Dicen que una banda es tan fuerte como su capitán, y yo siempre me he considerado alguien débil y con mucho margen de mejora. Y creo que debo daros una disculpa… –se levantó y miró a cada uno de sus compañeros-, a todos. Y os prometo que no habrá más idas y venidas, a menos que sea necesario.
Dichas esas palabras, César, el perro viejo de Therax, se acercó a él y golpeó con la cabeza en la pierna.
PD: Como me falta un post porque me saltaron una ronda, aprovecho y me pongo al día con los demás :D
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Bajó de la grupa de Zane nada más llegar. Cerró los ojos y extendió su haki de observación, en busca de auras intrusivas por los alrededores. Tan solo podía sentir las de sus compañeros. Tras mantenerse un rato en ello, asegurándose de que nadie más entraba en su pequeño rango, volvió a abrir los ojos y miró alrededor. No tardaron todos en ponerse a hablar, tan tranquilos, como si no estuvieran siendo perseguidos por la marina en aquel mismo instante. Estaba preparado para replicarles aquello, pero se calló. ¿Para qué? Nunca le hacían caso. No había día en el que el pelimorado no pensase que se había unido a un temerario estúpido sin un objetivo claro. Sin embargo, seguía siendo su mejor amigo y, es de todos bien sabido, que el segundo al mando en un barco es el que debe mantenerse leal a su capitán, pase lo que pase. Fue entonces cuando Haru dijo que se iba a comprobar si los habían seguido. El espadachín frunció el ceño.
Mientras la muchacha se marchaba, y nadie lo miraba, el pelimorado atravesó el suelo. Utilizando su Haki de observación, siguió el aura de la chica bajo tierra. Si algo quería Spanner era llevarse bien con aquella muchacha, y no desconfíar de ella cada vez que haga algo, pero se lo ponía difícil. Actitud distante y fría, desapariciones repentinas y, por si fuera poco, una hermana gemela en el bando enemigo. La muchacha se detuvo. El pirata se movió varios metros hacia delante, asegurándose de que no lo viese emerger del suelo. Salió con cuidado, dándose cuenta enseguida de que estaban en un bosque. Memorizó donde estaba el árbol más cercano a Haruka y volvió a sumergerse, para emerger de nuevo tras dicho árbol. Fue entonces cuando la voz de un hombre, con un saludo amigable, hizo acto de presencia. El chico apretó los dientes, temiéndose lo peor.
Mientras la muchacha se marchaba, y nadie lo miraba, el pelimorado atravesó el suelo. Utilizando su Haki de observación, siguió el aura de la chica bajo tierra. Si algo quería Spanner era llevarse bien con aquella muchacha, y no desconfíar de ella cada vez que haga algo, pero se lo ponía difícil. Actitud distante y fría, desapariciones repentinas y, por si fuera poco, una hermana gemela en el bando enemigo. La muchacha se detuvo. El pirata se movió varios metros hacia delante, asegurándose de que no lo viese emerger del suelo. Salió con cuidado, dándose cuenta enseguida de que estaban en un bosque. Memorizó donde estaba el árbol más cercano a Haruka y volvió a sumergerse, para emerger de nuevo tras dicho árbol. Fue entonces cuando la voz de un hombre, con un saludo amigable, hizo acto de presencia. El chico apretó los dientes, temiéndose lo peor.
-Eso si tenemos suerte y hay próxima -respondió al comentario del chico de cabellos dorados, siguiendo una tos casi enfermiza a su contestación.
De un modo u otro, logró llegar a la explanada en la que se detuvieron con Alviss y Luka sobre su espalda. Durante el vuelo, el gyojin le había vuelto a agradecer que le sacara del apuro en que se encontraba. Estuvo tentado de decirle que agradeciera menos y se cuidase más, pero se calló. Tenía la sensación de que si volvía a abrir la boca las escasas energías que atesoraba -y que parecían escaparse con cada gota de sangre que manaba de sus heridas- le abandonarían.
En cuantos sus pasajeros bajaron de su espalda, recuperó su forma humana y se tumbó mirando hacia el cielo. En ese estado podía manejarse mejor, y tras unos segundos se sintió preparado para realizar la que se había convertido en su función principal desde que abandonasen Little Garden: curar en la medida de lo posible las heridas de Luka. Al menos el hombre-pez obedecía sus indicaciones y le permitía encargarse de las lesiones que había sufrido.
A continuación, fue el turno de Luka de mostrar el alcance de sus habilidades como médico. No recordaba haberlo visto hacer nada como aquello hasta el momento... al fin y al cabo él era el que se encargaba en la mayoría de la ocasiones de atender a los tripulantes. De hecho, el gyojin le había confesado que tenía conocimientos médicos en la intimidad, durante los dramáticos acontecimientos vividos en el Reino de Sakura. Lo más lógico era pensar que por algún motivo no quería que los demás lo supiesen... o eso creía él.
Fuera como fuere, al verle extraer las balas los demás sabrían que, mayores o menores, tenía habilidades en la materia. Como no podía ser de otro modo, dolía, y mucho. Therax se esforzó por permanecer en silencio y no protestar, concentrándose en ver qué hacían los demás. Nox hablaba con Zane apartado del grupo y Haruka y Spanner... ¿dónde se habían metido? Miró por los alrededores, moviéndose en el proceso y logrando que Luka le ordenase que se estuviera quieto. Obedeció, pero continuó buscándolos por la zona. ¿Es que allí nadie pensaba en los demás?
El gyojin no tardó en acabar con lo que estaba haciendo y, tras cerrar las heridas, le entregó tres balas al rubio. Había recibido cinco disparos, así que contempló los orificios de bala para ver qué había sucedido. No le fue muy difícil averiguar que los proyectiles que habían atravesado su hombro habían salido por la parte posterior del mismo, dejando un agujero de salida que Luka también se había visto obligado a suturar. «Genial. Las cicatrices más feas son las de bala, y me llevo cinco de regalo», se quejó en su fuero interno.
Entonces fue el turno del hombre-pez para dialogar con el pelirroj... ¿Desde cuándo tenia el capitán el pelo de un color tan escandaloso? Pese a lo tenso de la situación en la que se encontraban, sonrió. Zane mostraba un rostro serio, y el domador optó por no echar más leña al fuego. En su lugar, se acercó al agua y dio un trago de la misma. Sabía mal, e indudablemente arrastraba partículas de la tierra sobre la que se asentaba el lago. «Mejor que nada», se dijo mientras esbozaba una mueca de desagrado.
Tras eso, se dejó caer pesadamente junto a la orilla y examinó una por una las curas del gyojin. Las observó con gesto de aprobación. Parecía que la sardina sabía lo que se hacía y, apenas unos segundos después de que comprobara la herida del muslo, el pelimorado alzó el tono de voz para que todos los que se encontraban allí pudiesen escucharle. «¿Dónde demonios se han metido Spanner y Haruka?», se preguntó de nuevo, mas desterró su duda a un segundo plano al oír la parte final del pequeño discurso de su capitán.
-Una tripulación en la que sus miembros se preocupan unos por otros no es tan fuerte como lo es su capitán -comentó con voz calmada, cogiendo una piedra que había junto a él y lanzándola sobre la superficie del lago. A su mente acudieron todas las historias sobre valientes e históricas bandas que su difunto padre le contaba de pequeño-. Una tripulación unida es tan fuerte como su eslabón más débil. Si éste se rompe, adiós a la cadena. -Era un comentario demasiado típico. Él lo sabía, pero eso no quitaba que lo pensara realmente-. Si no se preocupan por él y lo abandonan a su suerte ya hablaríamos de otra cosa, pero eso más que una tripulación sería un grupo de mercenarios que colaboren por puro interés, ¿no?
Jamás se había pronunciado en nada referente al grupo como tal, ya que hasta Little Garden ni siquiera se podía considerar que perteneciera a él. Después de eso se había seguido mostrando reticente a realizar ese tipo de comentarios, pero no había podido callarse en aquella ocasión... tal vez fuera hora de manifestar sus opiniones de vez en cuando.
-No sé si me equivocaré o no, pero es lo que creo -añadió mirando en última instancia al más veterano-. ¿Y tú cómo has llegado hasta aquí? -terminó, dirigiéndose a César, que había vuelto a aparecer de la nada. ¿Cómo lo hacía?
De un modo u otro, logró llegar a la explanada en la que se detuvieron con Alviss y Luka sobre su espalda. Durante el vuelo, el gyojin le había vuelto a agradecer que le sacara del apuro en que se encontraba. Estuvo tentado de decirle que agradeciera menos y se cuidase más, pero se calló. Tenía la sensación de que si volvía a abrir la boca las escasas energías que atesoraba -y que parecían escaparse con cada gota de sangre que manaba de sus heridas- le abandonarían.
En cuantos sus pasajeros bajaron de su espalda, recuperó su forma humana y se tumbó mirando hacia el cielo. En ese estado podía manejarse mejor, y tras unos segundos se sintió preparado para realizar la que se había convertido en su función principal desde que abandonasen Little Garden: curar en la medida de lo posible las heridas de Luka. Al menos el hombre-pez obedecía sus indicaciones y le permitía encargarse de las lesiones que había sufrido.
A continuación, fue el turno de Luka de mostrar el alcance de sus habilidades como médico. No recordaba haberlo visto hacer nada como aquello hasta el momento... al fin y al cabo él era el que se encargaba en la mayoría de la ocasiones de atender a los tripulantes. De hecho, el gyojin le había confesado que tenía conocimientos médicos en la intimidad, durante los dramáticos acontecimientos vividos en el Reino de Sakura. Lo más lógico era pensar que por algún motivo no quería que los demás lo supiesen... o eso creía él.
Fuera como fuere, al verle extraer las balas los demás sabrían que, mayores o menores, tenía habilidades en la materia. Como no podía ser de otro modo, dolía, y mucho. Therax se esforzó por permanecer en silencio y no protestar, concentrándose en ver qué hacían los demás. Nox hablaba con Zane apartado del grupo y Haruka y Spanner... ¿dónde se habían metido? Miró por los alrededores, moviéndose en el proceso y logrando que Luka le ordenase que se estuviera quieto. Obedeció, pero continuó buscándolos por la zona. ¿Es que allí nadie pensaba en los demás?
El gyojin no tardó en acabar con lo que estaba haciendo y, tras cerrar las heridas, le entregó tres balas al rubio. Había recibido cinco disparos, así que contempló los orificios de bala para ver qué había sucedido. No le fue muy difícil averiguar que los proyectiles que habían atravesado su hombro habían salido por la parte posterior del mismo, dejando un agujero de salida que Luka también se había visto obligado a suturar. «Genial. Las cicatrices más feas son las de bala, y me llevo cinco de regalo», se quejó en su fuero interno.
Entonces fue el turno del hombre-pez para dialogar con el pelirroj... ¿Desde cuándo tenia el capitán el pelo de un color tan escandaloso? Pese a lo tenso de la situación en la que se encontraban, sonrió. Zane mostraba un rostro serio, y el domador optó por no echar más leña al fuego. En su lugar, se acercó al agua y dio un trago de la misma. Sabía mal, e indudablemente arrastraba partículas de la tierra sobre la que se asentaba el lago. «Mejor que nada», se dijo mientras esbozaba una mueca de desagrado.
Tras eso, se dejó caer pesadamente junto a la orilla y examinó una por una las curas del gyojin. Las observó con gesto de aprobación. Parecía que la sardina sabía lo que se hacía y, apenas unos segundos después de que comprobara la herida del muslo, el pelimorado alzó el tono de voz para que todos los que se encontraban allí pudiesen escucharle. «¿Dónde demonios se han metido Spanner y Haruka?», se preguntó de nuevo, mas desterró su duda a un segundo plano al oír la parte final del pequeño discurso de su capitán.
-Una tripulación en la que sus miembros se preocupan unos por otros no es tan fuerte como lo es su capitán -comentó con voz calmada, cogiendo una piedra que había junto a él y lanzándola sobre la superficie del lago. A su mente acudieron todas las historias sobre valientes e históricas bandas que su difunto padre le contaba de pequeño-. Una tripulación unida es tan fuerte como su eslabón más débil. Si éste se rompe, adiós a la cadena. -Era un comentario demasiado típico. Él lo sabía, pero eso no quitaba que lo pensara realmente-. Si no se preocupan por él y lo abandonan a su suerte ya hablaríamos de otra cosa, pero eso más que una tripulación sería un grupo de mercenarios que colaboren por puro interés, ¿no?
Jamás se había pronunciado en nada referente al grupo como tal, ya que hasta Little Garden ni siquiera se podía considerar que perteneciera a él. Después de eso se había seguido mostrando reticente a realizar ese tipo de comentarios, pero no había podido callarse en aquella ocasión... tal vez fuera hora de manifestar sus opiniones de vez en cuando.
-No sé si me equivocaré o no, pero es lo que creo -añadió mirando en última instancia al más veterano-. ¿Y tú cómo has llegado hasta aquí? -terminó, dirigiéndose a César, que había vuelto a aparecer de la nada. ¿Cómo lo hacía?
Rose D. Alviss
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Y al fin se acabó, al menos por el momento, la contienda con los marines que teníamos las de perder. Subido a Therax pude relajarme y sacar conclusiones de todo esto. Había una muy clara: era demasiado débil, estaba muy lejos del nivel de mis compañeros y no tardaría en ser una carga, si es que no lo era en ese instante. Aunque en el sentido estricto de la palabra, ahora era una carga para Therax.
El viaje acabó en la orilla de un lago al norte del poblado, más o menos. No me pareció el sitio más óptimo, ya que las zonas con agua son a priori las primeras en rastrear, pero no espetó nada al respecto, ya que necesitábamos descansar y tener para beber a mano era vital.
Al pisar tierra, comprobó su estado, sólo tenía pequeñas magulladuras y algunos golpes, quitando la herida interna que tenía por el ataque del gigante, nada serio. Pidió unas pocas vendas para asegurarse de que se curaba bien, no tenía apenas conocimientos de medicina, pero si sabía vendarse a sí mismo, en el pasado lo hacía constantemente.
Cuando acabó miro al resto de la banda: Luka y Therax se vendaban mutuamente; Nox y el gañan del capitán se habían alejado para hablar en privado; Haruka dijo que se marchaba a vigilar de que nadie nos había seguido y Spanner, ¿dónde estaba?
Miró por todos los lados y al final desistió, ya le parecía lo más normal del mundo que la gente desapareciera así, sin más, por lo que decidió olvidarse del tema, acercarse al lago, echarse agua a la cara y beber un poco.
Se sentó donde estaban los demás y Zane preguntó por nuestro estado.
- Yo sólo tengo unas pocas heridas, creo que soy el que mejor estado está, es lo que tiene enfrentarse a un cobarde. - Dije mientras miraba al resto. - Principalmente tengo el orgullo herido, aunque no tanto como tu masculinidad. - Terminé esbozando una sonrisa picarona mientras señalaba el pelo al ex-pelirrojo. Me había percatado del cambio de look, pero con todos esos marines encima, no era un gran momento hablar del tema.
También nos preguntó sobre el paradero de Haruka y de su mano derecha. Antes de que pudiera contestar, Luka dijo que la chica se había ido y criticó el hecho de que aquí la gente desaparecía cada dos por tres y que no pasaba nada.
- Sinceramente, Zane, estoy de acuerdo con el gyojin.
Me alivió pensar que no era el único con ese pensamiento. El capitán le dio la razón y asumió su error y prometió no volver a marcharse.
- No eres el único que se considera débil... - Susurré a modo de autocrítica.
El viaje acabó en la orilla de un lago al norte del poblado, más o menos. No me pareció el sitio más óptimo, ya que las zonas con agua son a priori las primeras en rastrear, pero no espetó nada al respecto, ya que necesitábamos descansar y tener para beber a mano era vital.
Al pisar tierra, comprobó su estado, sólo tenía pequeñas magulladuras y algunos golpes, quitando la herida interna que tenía por el ataque del gigante, nada serio. Pidió unas pocas vendas para asegurarse de que se curaba bien, no tenía apenas conocimientos de medicina, pero si sabía vendarse a sí mismo, en el pasado lo hacía constantemente.
Cuando acabó miro al resto de la banda: Luka y Therax se vendaban mutuamente; Nox y el gañan del capitán se habían alejado para hablar en privado; Haruka dijo que se marchaba a vigilar de que nadie nos había seguido y Spanner, ¿dónde estaba?
Miró por todos los lados y al final desistió, ya le parecía lo más normal del mundo que la gente desapareciera así, sin más, por lo que decidió olvidarse del tema, acercarse al lago, echarse agua a la cara y beber un poco.
Se sentó donde estaban los demás y Zane preguntó por nuestro estado.
- Yo sólo tengo unas pocas heridas, creo que soy el que mejor estado está, es lo que tiene enfrentarse a un cobarde. - Dije mientras miraba al resto. - Principalmente tengo el orgullo herido, aunque no tanto como tu masculinidad. - Terminé esbozando una sonrisa picarona mientras señalaba el pelo al ex-pelirrojo. Me había percatado del cambio de look, pero con todos esos marines encima, no era un gran momento hablar del tema.
También nos preguntó sobre el paradero de Haruka y de su mano derecha. Antes de que pudiera contestar, Luka dijo que la chica se había ido y criticó el hecho de que aquí la gente desaparecía cada dos por tres y que no pasaba nada.
- Sinceramente, Zane, estoy de acuerdo con el gyojin.
Me alivió pensar que no era el único con ese pensamiento. El capitán le dio la razón y asumió su error y prometió no volver a marcharse.
- No eres el único que se considera débil... - Susurré a modo de autocrítica.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Clavé mis ojos en mi interlocutor, al tiempo que me preguntaba si la Araña sería una especie de formación secreta del Gobierno Mundial, o quizá era un organismo independiente con presencia en éste. Según la información que había podido recabar Elliot, había indicios de que sus agentes estaban en todas partes. Civiles, revolucionarios, piratas, agentes del gobierno, mercenarios, cazarrecompensas, e incluso marines. No sabía hasta qué punto aquella información era veraz o fiable, ya que desconocía las fuentes, pero estaba claro que Phoenix no era sencillamente un miembro de la Spider Troupe. Lo más razonable era pensar que aquel hombre era un agente del Gobierno Mundial, lo que me hacía preguntarme a su vez por qué no había intervenido en la pelea con los marines. ¿Quizá era un agente secreto? ¿Quizá no le interesaba ser visto por la Marina en aquella isla porque no debería estar allí?
No tenía información suficiente.
- Parece que has encontrado tú solita a tu querido capitán, ¿eh? Mira que encontrarlo de esa manera tan casual... Casi da la sensación de que en realidad estabas intentando evitar el reencuentro, huyendo de tu propio capitán para evadir tus responsabilidades -teorizó el hombre, con mirada asesina y sonrisa falsa-. Pero supongo que solo ha sido una casualidad, ¿no? Tendremos que confiar en que lo que dices es cierto. Porque, según Art, no pusiste pegas sobre volver a la organización. ¿O acaso no quieres volver?
Apreté la mandíbula y tragué saliva, tensa. En aquella organización, las palabras siempre solían estar llenas de veneno. Falsa amabilidad recubierta de falsa alegría y aderezada con un tono informal, pero veneno al fin y al cabo.
Al igual que Art me había dejado claro que si no volvía por mi propio pie, vendrían a buscarme y matarían a todos mis conocidos, además de castigarme por haber desobedecido una orden directa, ahora Phoenix me soltaba como un comentario que pretendía ser casual la teoría que tenían los de arriba acerca de mi comportamiento. Ellos sabían perfectamente lo que estaba pasando, siempre lo sabían. Sabían que no quería volver, sabían que estaba eludiendo mi misión de matar a Zane porque no quería hacerlo, pero también sabían que cedería ante la presión de alguien como Phoenix. Por eso lo habían mandado a él, y no a otro.
Me conocían demasiado bien.
- Al parecer me echaban de menos y averiguaron mi localización. Han venido a buscarme porque me consideran parte de la banda. Estoy plenamente integrada en la banda -mentí- y confían en mí. Si me dais un poco de tiempo...-tanteé, midiendo mis palabras.
- No -me interrumpió Phoenix, cortante-. Llevas meses viajando con esa panda de delincuentes. Has tenido meses para integrarte, conocerlos y ganarte su confianza, eso no te lo niego. Pero ya es hora de dejar de perder el tiempo. Ya no puedes usar la excusa de que no encuentras a tu capitán y por eso no puedes traernos su cabeza. Lo tienes ahí -señaló a mis espaldas con una mano-. Así que usa esa confianza que te has ganado y rebánale el pescuezo, o envenena su comida, o clávale un puñal en el corazón. No voy a discutir los métodos que prefieras usar. Mátalo, y tráenoslo.
- ¿Matarlo? El trato era llevaros su cabeza. No os importaba si seguía vivo o estaba muerto. Ese era el trato. Os llevaba a Zane D. Kenshin y podíais hacer lo que quisierais con él, vivo o muerto, os daba igual. Y, a cambio, me readmitíais en la organización, y me ascendíais al mismo nivel al que está Art. Art me prometió libertad de movimiento, me prometió seguridad, mejor sueldo y más facilidades. Me prometió que dejaría de ser una esclava. ¿Esa parte del trato también habéis decidido cambiarla? -salté, con nerviosismo.
¿Matarlo? Podría haber planeado algo. El pollo era fuerte. Podría haberlo convencido de que me siguiese el juego y fingir su captura. Podría haberlo usado como aliado para librarme de aquella pesadilla de una vez por todas. Y se me ocurría ahora que lo querían muerto...
- No les importaba antes, pero ahora están un poco hartos de tus jueguecitos, ¿sabes? Así que tienes este ultimatum: O nos traes la cabeza de Zane D. Kenshin hoy o tendrás que afrontar las consecuencias. Si cumples tu parte del trato, por supuesto, los de arriba te dan su palabra de que ellos cumplirán la suya. Pero te estás haciendo muy de rogar, querida, y no tenemos tiempo para los caprichos de una niñata consentida como tú. ¿Lo has entendido?
Me mantuve en silencio unos segundos, intentando pensar en alguna manera de salir de aquella situación.
- ¿...Y si os lo llevo vivo?
- Lo mataremos a él. Tú... no tendrás tanta suerte.
- Es demasiado fuerte. No puedo simplemente matarlo. Además, es el contrario a mi poder. Derrite mi hielo como si nada. Mi poder es inútil ante esa bestia de fuego. Es más fuerte que yo -comencé a soltar excusas, al tiempo que mis ojos se movían de un lado a otro en señal de desesperación, a sabiendas de que las excusas no me servían de nada más que para ganar un poco de tiempo.
- Todos tus oponentes eran más fuertes que tú. Por eso te hiciste conocida dentro de la organización, ¿no? Una niña pequeña, escuálida, paliducha y frágil como tú, una completa inútil a simple vista, era capaz de terminar con los objetivos más complicados. Con los enemigos más feroces -Phoenix hundió las manos en los bolsillos del pantalón negro del traje y se acercó a mí, para luego inclinarse con intención de acercar su rostro al mío-. Si no puedes matarlo, entonces muere en el intento. Al menos conservarás tu honor. Si no quieres morir, entonces encuentra una manera de matarlo y tráenoslo. Si no lo haces... Creo que eres bastante consciente del precio a pagar.
Tras aquellas palabras me fulminó con la mirada. Seguidamente se incorporó, me dedicó una sonrisa y se despidió jovialmente con una mano, antes de echar a caminar con parsimonia por el bosque, en dirección contraria al lago.
Me quedé mirando fijamente su espalda hasta que lo perdí de vista, y luego me quedé completamente quieta durante un minuto.
Entonces me di cuenta de que me temblaba todo el cuerpo, y mis rodillas temblorosas cedieron y me hicieron caer de bruces sobre el camino de tierra seca, al tiempo que cogía grandes bocanadas de aire. Me costaba respirar.
Me llevé una mano al pecho, intentando recuperar la calma, pero la ansiedad había ganado aquella batalla.
Tenía miedo.
Tenía demasiado miedo.
No podía contarle la verdad a Zane, probablemente se enfurecería conmigo. Quizá me atacase. Seguramente me expulsaría.
Tampoco podía enfrentarme a él cara a cara, no era rival para su fuerza descomunal. Y matarlo... no... no quería... no quería volver a la Araña.
No quería, pero si no lo hacía, entonces todos acabarían muertos.
La familia Fowl moriría agonizante entre torturas sádicas, preguntándose qué habrían hecho para merecer aquello, sin recordar siquiera mi rostro.
Zane sería asesinado, pero estaba segura de que los demás no correrían esa suerte. Probablemente los torturarían primero también. Los torturarían delante de mí. Como había hecho Mari. Y los matarían uno por uno delante de mis narices despacio. Y luego... no sé qué harían conmigo después, pero no me iba a gustar.
Alcé la cabeza de golpe entonces, con los ojos desorbitados, recordando la importancia real de que Phoenix me hubiese visto enfrentándome a Yurai. ¡Yurai! ¿Qué le harían a mi hermana? ¿Qué le harían a ella si...?
Golpeé la frente contra el suelo con un gruñido, encogida.
Tal y como llevaba sopesando desde Arabasta, la opción más sensata era asesinar a Zane. Así, los demás estarían a salvo. Yurai, los Fowl, y los demás miembros de la banda quedarían protegidos por el trato. Y luego yo... luego yo podría intentar escapar de nuevo, ¿no? Pero... pero si volvía a escapar, me encontrarían. O quizá los buscarían a ellos y les harían de todo por haber roto el trato...
Mis opciones estaban claras.
Para proteger mi vida y mi integridad, todos los demás debían morir. Si quería sobrevivir y seguir siendo libre, entonces no podía matar a Zane. Tenía que huir, y rápido. Abandonarlos a todos a su suerte.
Para proteger la vida de Yurai y los demás, debía matar a Zane, y entrar a trabajar bajo el yugo de la Araña hasta el día de mi muerte.
Golpeé el suelo con los puños cerrados, frustrada.
No podía dejar morir ahora a Yurai. No ahora que acababa de descubrir que seguía viva. Daría mi vida encantada para protegerla, pero... no podía matar a Zane.
Estaba entre la espada y la pared, y no había salida. No había opción buena. ¡¿Qué narices se suponía que debía hacer?!
Cuando al fin recuperé el aliento, me levanté y me limpié los restos de tierra de las rodillas. Me di cuenta entonces de que los primeros rayos del alba se filtraban por las altas ramas de los árboles. ¿Estaba amaneciendo ya? Tenía que volver antes de que me echasen de menos. Había ido supuestamente a comprobar que no nos habían seguido, y no era normal que tardase tanto. Así que regresé a donde estaban los demás.
Pero no me gustó lo que me esperaba.
No tenía información suficiente.
- Parece que has encontrado tú solita a tu querido capitán, ¿eh? Mira que encontrarlo de esa manera tan casual... Casi da la sensación de que en realidad estabas intentando evitar el reencuentro, huyendo de tu propio capitán para evadir tus responsabilidades -teorizó el hombre, con mirada asesina y sonrisa falsa-. Pero supongo que solo ha sido una casualidad, ¿no? Tendremos que confiar en que lo que dices es cierto. Porque, según Art, no pusiste pegas sobre volver a la organización. ¿O acaso no quieres volver?
Apreté la mandíbula y tragué saliva, tensa. En aquella organización, las palabras siempre solían estar llenas de veneno. Falsa amabilidad recubierta de falsa alegría y aderezada con un tono informal, pero veneno al fin y al cabo.
Al igual que Art me había dejado claro que si no volvía por mi propio pie, vendrían a buscarme y matarían a todos mis conocidos, además de castigarme por haber desobedecido una orden directa, ahora Phoenix me soltaba como un comentario que pretendía ser casual la teoría que tenían los de arriba acerca de mi comportamiento. Ellos sabían perfectamente lo que estaba pasando, siempre lo sabían. Sabían que no quería volver, sabían que estaba eludiendo mi misión de matar a Zane porque no quería hacerlo, pero también sabían que cedería ante la presión de alguien como Phoenix. Por eso lo habían mandado a él, y no a otro.
Me conocían demasiado bien.
- Al parecer me echaban de menos y averiguaron mi localización. Han venido a buscarme porque me consideran parte de la banda. Estoy plenamente integrada en la banda -mentí- y confían en mí. Si me dais un poco de tiempo...-tanteé, midiendo mis palabras.
- No -me interrumpió Phoenix, cortante-. Llevas meses viajando con esa panda de delincuentes. Has tenido meses para integrarte, conocerlos y ganarte su confianza, eso no te lo niego. Pero ya es hora de dejar de perder el tiempo. Ya no puedes usar la excusa de que no encuentras a tu capitán y por eso no puedes traernos su cabeza. Lo tienes ahí -señaló a mis espaldas con una mano-. Así que usa esa confianza que te has ganado y rebánale el pescuezo, o envenena su comida, o clávale un puñal en el corazón. No voy a discutir los métodos que prefieras usar. Mátalo, y tráenoslo.
- ¿Matarlo? El trato era llevaros su cabeza. No os importaba si seguía vivo o estaba muerto. Ese era el trato. Os llevaba a Zane D. Kenshin y podíais hacer lo que quisierais con él, vivo o muerto, os daba igual. Y, a cambio, me readmitíais en la organización, y me ascendíais al mismo nivel al que está Art. Art me prometió libertad de movimiento, me prometió seguridad, mejor sueldo y más facilidades. Me prometió que dejaría de ser una esclava. ¿Esa parte del trato también habéis decidido cambiarla? -salté, con nerviosismo.
¿Matarlo? Podría haber planeado algo. El pollo era fuerte. Podría haberlo convencido de que me siguiese el juego y fingir su captura. Podría haberlo usado como aliado para librarme de aquella pesadilla de una vez por todas. Y se me ocurría ahora que lo querían muerto...
- No les importaba antes, pero ahora están un poco hartos de tus jueguecitos, ¿sabes? Así que tienes este ultimatum: O nos traes la cabeza de Zane D. Kenshin hoy o tendrás que afrontar las consecuencias. Si cumples tu parte del trato, por supuesto, los de arriba te dan su palabra de que ellos cumplirán la suya. Pero te estás haciendo muy de rogar, querida, y no tenemos tiempo para los caprichos de una niñata consentida como tú. ¿Lo has entendido?
Me mantuve en silencio unos segundos, intentando pensar en alguna manera de salir de aquella situación.
- ¿...Y si os lo llevo vivo?
- Lo mataremos a él. Tú... no tendrás tanta suerte.
- Es demasiado fuerte. No puedo simplemente matarlo. Además, es el contrario a mi poder. Derrite mi hielo como si nada. Mi poder es inútil ante esa bestia de fuego. Es más fuerte que yo -comencé a soltar excusas, al tiempo que mis ojos se movían de un lado a otro en señal de desesperación, a sabiendas de que las excusas no me servían de nada más que para ganar un poco de tiempo.
- Todos tus oponentes eran más fuertes que tú. Por eso te hiciste conocida dentro de la organización, ¿no? Una niña pequeña, escuálida, paliducha y frágil como tú, una completa inútil a simple vista, era capaz de terminar con los objetivos más complicados. Con los enemigos más feroces -Phoenix hundió las manos en los bolsillos del pantalón negro del traje y se acercó a mí, para luego inclinarse con intención de acercar su rostro al mío-. Si no puedes matarlo, entonces muere en el intento. Al menos conservarás tu honor. Si no quieres morir, entonces encuentra una manera de matarlo y tráenoslo. Si no lo haces... Creo que eres bastante consciente del precio a pagar.
Tras aquellas palabras me fulminó con la mirada. Seguidamente se incorporó, me dedicó una sonrisa y se despidió jovialmente con una mano, antes de echar a caminar con parsimonia por el bosque, en dirección contraria al lago.
Me quedé mirando fijamente su espalda hasta que lo perdí de vista, y luego me quedé completamente quieta durante un minuto.
Entonces me di cuenta de que me temblaba todo el cuerpo, y mis rodillas temblorosas cedieron y me hicieron caer de bruces sobre el camino de tierra seca, al tiempo que cogía grandes bocanadas de aire. Me costaba respirar.
Me llevé una mano al pecho, intentando recuperar la calma, pero la ansiedad había ganado aquella batalla.
Tenía miedo.
Tenía demasiado miedo.
No podía contarle la verdad a Zane, probablemente se enfurecería conmigo. Quizá me atacase. Seguramente me expulsaría.
Tampoco podía enfrentarme a él cara a cara, no era rival para su fuerza descomunal. Y matarlo... no... no quería... no quería volver a la Araña.
No quería, pero si no lo hacía, entonces todos acabarían muertos.
La familia Fowl moriría agonizante entre torturas sádicas, preguntándose qué habrían hecho para merecer aquello, sin recordar siquiera mi rostro.
Zane sería asesinado, pero estaba segura de que los demás no correrían esa suerte. Probablemente los torturarían primero también. Los torturarían delante de mí. Como había hecho Mari. Y los matarían uno por uno delante de mis narices despacio. Y luego... no sé qué harían conmigo después, pero no me iba a gustar.
Alcé la cabeza de golpe entonces, con los ojos desorbitados, recordando la importancia real de que Phoenix me hubiese visto enfrentándome a Yurai. ¡Yurai! ¿Qué le harían a mi hermana? ¿Qué le harían a ella si...?
Golpeé la frente contra el suelo con un gruñido, encogida.
Tal y como llevaba sopesando desde Arabasta, la opción más sensata era asesinar a Zane. Así, los demás estarían a salvo. Yurai, los Fowl, y los demás miembros de la banda quedarían protegidos por el trato. Y luego yo... luego yo podría intentar escapar de nuevo, ¿no? Pero... pero si volvía a escapar, me encontrarían. O quizá los buscarían a ellos y les harían de todo por haber roto el trato...
Mis opciones estaban claras.
Para proteger mi vida y mi integridad, todos los demás debían morir. Si quería sobrevivir y seguir siendo libre, entonces no podía matar a Zane. Tenía que huir, y rápido. Abandonarlos a todos a su suerte.
Para proteger la vida de Yurai y los demás, debía matar a Zane, y entrar a trabajar bajo el yugo de la Araña hasta el día de mi muerte.
Golpeé el suelo con los puños cerrados, frustrada.
No podía dejar morir ahora a Yurai. No ahora que acababa de descubrir que seguía viva. Daría mi vida encantada para protegerla, pero... no podía matar a Zane.
Estaba entre la espada y la pared, y no había salida. No había opción buena. ¡¿Qué narices se suponía que debía hacer?!
Cuando al fin recuperé el aliento, me levanté y me limpié los restos de tierra de las rodillas. Me di cuenta entonces de que los primeros rayos del alba se filtraban por las altas ramas de los árboles. ¿Estaba amaneciendo ya? Tenía que volver antes de que me echasen de menos. Había ido supuestamente a comprobar que no nos habían seguido, y no era normal que tardase tanto. Así que regresé a donde estaban los demás.
Pero no me gustó lo que me esperaba.
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se cruzó de brazos apoyando la espalda en el árbol. Escuchó con atención las palabras que usaba el hombre que hablaba con Haru, así como su intimidante tono de voz. El rostro del pirata se mantuvo serio e impasible, aunque no pudo evitar que una leve sorpresa se dibujara en su rostro cuando empezó a notar nerviosismo en la voz de Haru. Una chica que siempre había sabido controlar sus sentimientos estaba dejando escapar una pequeña fracción de miedo. Tal vez, solo tal vez, era un grito de ayuda. Aunque el contenido de la conversación no indicaba ayuda alguna.
Conforme avanzaba más le dolían las palabras pronunciadas, tanto por el extraño como por Haru. Casi parecía que no significaba absolutamente nada el tiempo pasado y que las sospechas del chico sobre la poca confianza que se le debía tener eran ciertas. No… algo pasaba. Spanner quería creer que no todo era tan sencillo. Quería pensar que algo pasaba. Claramente, el tono y las palabras usadas por el extraño indicaban coacción, además del extraño tono con un pequeño deje de nerviosismo en la voz de la pirata.
Atravesó el sólido suelo de nuevo y se alejó de allí. Ya había oído suficiente. Cuando ya estaba lo suficientemente lejos, emergió del suelo y se dirigió, casi corriendo, a la posición en la que estaban el resto de la banda. Estaban todos juntos, hablando. Puso la mano sobre el hombro de Zane.
-Tenemos que hablar, Zane. Disculpad.
Si el capitán le hacía caso, le seguiría para hablar a solas y, si el suzaku lo veía conveniente, se lo contaría después al resto. Siendo lo más claro que pudo, explicó la conversación que habían tenido Haru y el extraño, incluyendo sus sospechas de que la estaban obligando y el tono de miedo en la voz de la chica. Sabía que pasaba algo raro y debían arreglarlo. Cuanto antes.
Conforme avanzaba más le dolían las palabras pronunciadas, tanto por el extraño como por Haru. Casi parecía que no significaba absolutamente nada el tiempo pasado y que las sospechas del chico sobre la poca confianza que se le debía tener eran ciertas. No… algo pasaba. Spanner quería creer que no todo era tan sencillo. Quería pensar que algo pasaba. Claramente, el tono y las palabras usadas por el extraño indicaban coacción, además del extraño tono con un pequeño deje de nerviosismo en la voz de la pirata.
Atravesó el sólido suelo de nuevo y se alejó de allí. Ya había oído suficiente. Cuando ya estaba lo suficientemente lejos, emergió del suelo y se dirigió, casi corriendo, a la posición en la que estaban el resto de la banda. Estaban todos juntos, hablando. Puso la mano sobre el hombro de Zane.
-Tenemos que hablar, Zane. Disculpad.
Si el capitán le hacía caso, le seguiría para hablar a solas y, si el suzaku lo veía conveniente, se lo contaría después al resto. Siendo lo más claro que pudo, explicó la conversación que habían tenido Haru y el extraño, incluyendo sus sospechas de que la estaban obligando y el tono de miedo en la voz de la chica. Sabía que pasaba algo raro y debían arreglarlo. Cuanto antes.
Como era costumbre desde que conoció a Zane, el dichoso perro le dio un fuerte mordisco en la mano cuando se cansó de ser acariciado. César era un perro extraño. Aparecía y desaparecía de la nada, a veces trayendo dinero o alcohol, y otras veces perseguido por una multitud enfurecida. Sin embargo, se hacía de querer a su manera. Aquella acción hizo reír a más de uno en la banda, que vieron divertida aquella situación. Tal vez fuera por el estrafalario cabello del supernova, o tal vez porque les gustaba verlo sufrir. No lo sabía, pero todos se rieron.
-Maldito perro del demonio –maldijo el pirata, desenfundando su katana y amenazando al perro. Pero aquella acción solo enfureció más al cánido, que levantó la pata y orinó sobre Zane-. Te voy a… ¡MATAR!
Zane comenzó a corretear detrás del perro durante un rato, el cual saltaba de un lado al otro, molestando a todos los integrantes. Saltó sobre el gyojin, manchándole de orina en la cara. Y luego, embistió a Alviss tirándolo al suelo. Pasados unos minutos, había desaparecido y todos se sentaron de nuevo.
-Maldito, chucho. La próxima vez que Shieng quiera comérselo no se le ayuda. Es una orden –se quejó.
El sol comenzó a pegar con fuerza y aquella parte del lago empezó a llenarse de gente. Por lo que pudo observar, a pocos metros de allí, estaban montando una gran carpa plegable, la cual podía ocupar perfectamente un espacio de diez metros cuadrados. A su alrededor instalaron algunas mesas con comida y varios barriles de cerveza. Y en menos de veinte minutos hubo montada una buena jarana con música local y extraños bailes.
-¿Descansamos un poco más y nos unimos? –preguntó el pelirrojo-. Seguro que hay alguna pececita guapa para ti, Luka.
Tras eso, Spanner había vuelto y parecía alterado. Zane conocía al pelimorado tanto como a él mismo, sus gestos, su forma de actuar, su mirada… Y sabía que le ocurría algo.
-¿Qué te ocurre, socio? –le preguntó, levantándose-. Sí, voy. No tardamos, chicos.
Se alejaron de allí hasta llegar a la orilla del lago, un lugar perfecto para hablar sin que le molestaran. Cada frase, cada palabra que fue soltando Spanner se le clavaron en el pecho como un millar de dagas candentes. No podía creerlo. ¿Haruka una traidora? No, no podía serlo, o quizás sí, pues una vez en el pasado se presentó como Dilara. A media que Spanner hablaba más dolorido estaba, pero también mucho más enfadado. No solo le había vendido a él, sino que también a su banda. ¡A su familia!
No podía tolerar eso, así que cuando notó la presencia de Haruka con el resto, dejó de hablar con su segundo de abordo y se dispuso a ir con ellos.
-¿Cómo quieres que me calme?
Las palabras del andrógino espadachín calmaron al supernova durante un instante. Sí él decía que tenía miedo de aquel hombre, es que lo tenía. Sí decía que no parecía forzada a decir todo aquello, tenía que creerle. Después de todo él siempre llevaba la razón.
Así pues, con el semblante serio, volvió con el resto de sus compañeros y se puso frente a Haruka, dejando entre ellos una distancia prudencial de poco más de dos metros.
-Haruka, Dilara o como mierda te llames. ¿Tienes algo que contarnos? –le preguntó, mirándola fijamente con ceño fruncido. El pelirrojo, en ese momento pelirrosa, tenía unas ganas abismales de aferrarse a su katana y degollarla en el acto, pero, por otra parte, confiaba en el criterio de su amigo Spanner y se contuvo.
La respuesta que recibió era otra calumnia. Una mentira más que hizo que vaso terminara de bosar.
-Sólo voy a repetírtelo una vez más, ¿quién era el hombre con el que has estado hablando en el bosque? Ese que quiere mi cabeza sobre una bandeja de plata. Y más te vale que digas la verdad, Haruka.
-Maldito perro del demonio –maldijo el pirata, desenfundando su katana y amenazando al perro. Pero aquella acción solo enfureció más al cánido, que levantó la pata y orinó sobre Zane-. Te voy a… ¡MATAR!
Zane comenzó a corretear detrás del perro durante un rato, el cual saltaba de un lado al otro, molestando a todos los integrantes. Saltó sobre el gyojin, manchándole de orina en la cara. Y luego, embistió a Alviss tirándolo al suelo. Pasados unos minutos, había desaparecido y todos se sentaron de nuevo.
-Maldito, chucho. La próxima vez que Shieng quiera comérselo no se le ayuda. Es una orden –se quejó.
El sol comenzó a pegar con fuerza y aquella parte del lago empezó a llenarse de gente. Por lo que pudo observar, a pocos metros de allí, estaban montando una gran carpa plegable, la cual podía ocupar perfectamente un espacio de diez metros cuadrados. A su alrededor instalaron algunas mesas con comida y varios barriles de cerveza. Y en menos de veinte minutos hubo montada una buena jarana con música local y extraños bailes.
- música:
-¿Descansamos un poco más y nos unimos? –preguntó el pelirrojo-. Seguro que hay alguna pececita guapa para ti, Luka.
Tras eso, Spanner había vuelto y parecía alterado. Zane conocía al pelimorado tanto como a él mismo, sus gestos, su forma de actuar, su mirada… Y sabía que le ocurría algo.
-¿Qué te ocurre, socio? –le preguntó, levantándose-. Sí, voy. No tardamos, chicos.
Se alejaron de allí hasta llegar a la orilla del lago, un lugar perfecto para hablar sin que le molestaran. Cada frase, cada palabra que fue soltando Spanner se le clavaron en el pecho como un millar de dagas candentes. No podía creerlo. ¿Haruka una traidora? No, no podía serlo, o quizás sí, pues una vez en el pasado se presentó como Dilara. A media que Spanner hablaba más dolorido estaba, pero también mucho más enfadado. No solo le había vendido a él, sino que también a su banda. ¡A su familia!
No podía tolerar eso, así que cuando notó la presencia de Haruka con el resto, dejó de hablar con su segundo de abordo y se dispuso a ir con ellos.
-¿Cómo quieres que me calme?
Las palabras del andrógino espadachín calmaron al supernova durante un instante. Sí él decía que tenía miedo de aquel hombre, es que lo tenía. Sí decía que no parecía forzada a decir todo aquello, tenía que creerle. Después de todo él siempre llevaba la razón.
Así pues, con el semblante serio, volvió con el resto de sus compañeros y se puso frente a Haruka, dejando entre ellos una distancia prudencial de poco más de dos metros.
-Haruka, Dilara o como mierda te llames. ¿Tienes algo que contarnos? –le preguntó, mirándola fijamente con ceño fruncido. El pelirrojo, en ese momento pelirrosa, tenía unas ganas abismales de aferrarse a su katana y degollarla en el acto, pero, por otra parte, confiaba en el criterio de su amigo Spanner y se contuvo.
La respuesta que recibió era otra calumnia. Una mentira más que hizo que vaso terminara de bosar.
-Sólo voy a repetírtelo una vez más, ¿quién era el hombre con el que has estado hablando en el bosque? Ese que quiere mi cabeza sobre una bandeja de plata. Y más te vale que digas la verdad, Haruka.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Parecía que a Zane se le habían atragantado mis palabras. Creo que jamás le había visto tan afectado como en aquél momento. Se disculpó y dió lo que a su juicio era una justificación válida, aunque para mí no lo fué.
”Supongo que debo dejar pasar un tiempo para volver a recriminarle algo” Pensé algo desilusionado.
Y es que, lamentablemente no podía compartir lo que el capitán decía. Una banda no es tan importante como su capitán, ni tan fuerte, ni siquiera tan carismática. Una banda está compuesta de gente que se entiende entre sí, gente que sabe hacer algo y es bueno en ello. Desde un carpintero a un navegante, pasando por médicos y simples luchadores. Todos forman parte de la banda. Da igual si el capitán es más fuerte o débil, nunca será lo suficientemente fuerte como para salvar a todos los demás integrantes. Y aquello parecía no entenderlo el capitán pelimorado.
Entonces habló Therax quien, con una complicada metáfora sobre eslabones, pareció plasmar en parte lo que él pensaba.
Los sucesos se fueron dando de manera rápida, ya que hasta ahora habíamos tenido todo el tiempo del mundo para curarnos, hablar y descansar brevemente.
Desde un alboroto proveniente de al lado de nuestro improvisado campamento, hasta las diabluras de una de las mascotas de Therax, quien mordió a Zane y vaciló lo más grande al capitán que, enfurecido, sacó la katana para intentar darle, aunque el animalejo era mucho más escurridizo de lo que parecía. Entre tanto, el perro saltó por encima mía mientras seguía orinando, rociando la propia orina sobre mi rostro. Asqueado, caí al suelo a la par que agarraba una de sus patas, pero lo único que provoqué fue que, intentando liberarse, me echase tierra encima, lo que hizo que tuviese una fina de capa de orina de perro y tierra alrededor de la cara.
- Maldito chucho de tres al cuarto… -espeté malhumorado mientras iba dirección al río para introducir mi cabeza en su totalidad y labarla después- Esto es algo que jamás olvidaré, Therax -comenté al espadachín-. Ninguna cura valdrá esta humillación.
Y entonces, me percaté de Spanner, que estaba cerca de nosotros, hablando con el capitán.
”Qué demonios…”
Me pregunté si algo raro estaba sucediendo, aunque era evidente que sí. De no haber tal follón, quizá podía haber puesto el oído en la conversación, pero decidí sentarme junto al resto de mis compañeros mientras ellos dos hablaban.
Pasaron unos segundos eternos hasta que Haruka llegó. No pude evitar ver la reacción de Zane, quien malhumorado se acercó a ella y la fulminó con la mirada. Me levanté rápidamente y me acerqué a ellos, pensando que quizá podían entablar una pelea. Las auras de aquellos dos tipos eran tan fuertes que no podría hacer nada por separarles si iniciaban el combate, pero quizá si que podía evitar que este se iniciase.
- Calmaos -comenté con voz sosegada-, si peleáis entre vosotros será peor, tenemos a la marina siguiéndonos.
Y entonces, Zane empezó el interrogatorio. ¿Dilara? ¿Acaso era un mote? El tono de Zane empezaba a ir a peor y Haruka no hacía nada por evitarlo, malhumorando cada vez más al capitán quien, seguramente, estallase en breve.
Entonces, el descamisetado dijo algo sobre un hombre en el bosque con el cual Haruka había estado hablando.
”Así que Zane había ordenado a Spanner espiar a Haruka, y éste la ha cazado…”
Mi mirada ante Haruka cambió de una de comprensión a una acusadora. ¿Acaso había estado jugando con todos nosotros? ¿A qué se debía tal cambio?
- Seguro que todo tiene una explicación lógica. Calmaos -comenté mirando a ambos y poniendo la mano entre los dos-, no nos hará ningún bien enfrentarnos -dije de nuevo-.
Las cosas se iban a poner feas, y estaba seguro que acabaríamos bastante mal si peleaban. Y nada hacía pensar en una salida pacífica ante aquella situación...
”Supongo que debo dejar pasar un tiempo para volver a recriminarle algo” Pensé algo desilusionado.
Y es que, lamentablemente no podía compartir lo que el capitán decía. Una banda no es tan importante como su capitán, ni tan fuerte, ni siquiera tan carismática. Una banda está compuesta de gente que se entiende entre sí, gente que sabe hacer algo y es bueno en ello. Desde un carpintero a un navegante, pasando por médicos y simples luchadores. Todos forman parte de la banda. Da igual si el capitán es más fuerte o débil, nunca será lo suficientemente fuerte como para salvar a todos los demás integrantes. Y aquello parecía no entenderlo el capitán pelimorado.
Entonces habló Therax quien, con una complicada metáfora sobre eslabones, pareció plasmar en parte lo que él pensaba.
Los sucesos se fueron dando de manera rápida, ya que hasta ahora habíamos tenido todo el tiempo del mundo para curarnos, hablar y descansar brevemente.
Desde un alboroto proveniente de al lado de nuestro improvisado campamento, hasta las diabluras de una de las mascotas de Therax, quien mordió a Zane y vaciló lo más grande al capitán que, enfurecido, sacó la katana para intentar darle, aunque el animalejo era mucho más escurridizo de lo que parecía. Entre tanto, el perro saltó por encima mía mientras seguía orinando, rociando la propia orina sobre mi rostro. Asqueado, caí al suelo a la par que agarraba una de sus patas, pero lo único que provoqué fue que, intentando liberarse, me echase tierra encima, lo que hizo que tuviese una fina de capa de orina de perro y tierra alrededor de la cara.
- Maldito chucho de tres al cuarto… -espeté malhumorado mientras iba dirección al río para introducir mi cabeza en su totalidad y labarla después- Esto es algo que jamás olvidaré, Therax -comenté al espadachín-. Ninguna cura valdrá esta humillación.
Y entonces, me percaté de Spanner, que estaba cerca de nosotros, hablando con el capitán.
”Qué demonios…”
Me pregunté si algo raro estaba sucediendo, aunque era evidente que sí. De no haber tal follón, quizá podía haber puesto el oído en la conversación, pero decidí sentarme junto al resto de mis compañeros mientras ellos dos hablaban.
Pasaron unos segundos eternos hasta que Haruka llegó. No pude evitar ver la reacción de Zane, quien malhumorado se acercó a ella y la fulminó con la mirada. Me levanté rápidamente y me acerqué a ellos, pensando que quizá podían entablar una pelea. Las auras de aquellos dos tipos eran tan fuertes que no podría hacer nada por separarles si iniciaban el combate, pero quizá si que podía evitar que este se iniciase.
- Calmaos -comenté con voz sosegada-, si peleáis entre vosotros será peor, tenemos a la marina siguiéndonos.
Y entonces, Zane empezó el interrogatorio. ¿Dilara? ¿Acaso era un mote? El tono de Zane empezaba a ir a peor y Haruka no hacía nada por evitarlo, malhumorando cada vez más al capitán quien, seguramente, estallase en breve.
Entonces, el descamisetado dijo algo sobre un hombre en el bosque con el cual Haruka había estado hablando.
”Así que Zane había ordenado a Spanner espiar a Haruka, y éste la ha cazado…”
Mi mirada ante Haruka cambió de una de comprensión a una acusadora. ¿Acaso había estado jugando con todos nosotros? ¿A qué se debía tal cambio?
- Seguro que todo tiene una explicación lógica. Calmaos -comenté mirando a ambos y poniendo la mano entre los dos-, no nos hará ningún bien enfrentarnos -dije de nuevo-.
Las cosas se iban a poner feas, y estaba seguro que acabaríamos bastante mal si peleaban. Y nada hacía pensar en una salida pacífica ante aquella situación...
Cuando hubo terminado su pequeño discurso, el primero que daba desde que se uniera a la banda y probablemente el único que pronunciaría en un tiempo, deshizo el nudo que mantenía sus espadas fijas a la parte baja de su espalda. Mientras caminaba era un lugar bastante cómodo para llevarlas, pero no lo era tanto cuando se sentaba.
El rubio colocó a Byakko y a Yuki-onna a su lado, cruzada la primera sobre la segunda. Apenas veinte centímetros le separaban de la orilla del lago frente al que estaban y allí, sin espada alguna sujeta a su cintura, no pudo evitar recordar a Joy y la particular forma en la que le había entrenado tras la muerte de su padre.
Rememorando lo vivido junto al viejo amigo y tripulante de su progenitor, se abstrajo completamente de lo que sucedía alrededor, y apenas fue consciente de que el gyojin acudía a sentarse junto al resto. El veterano segundo al mando de Zahn Palatiard era una persona poco corriente, y al domador siempre le había llamado la atención que se autodenominara espadachín sin usar ninguna espada.
Sus recuerdos fueron interrumpidos poco después. Spanner acababa de llegar de a saber dónde y al parecer quería hablar con Zane a solas. ¿Qué tendría que decirle? Si se andaba con tanto secretismo debía ser importante de necesidad. Sólo esperaba que no afectase al resto de la banda, o que si lo hacía hicieran pública la información después de debatirla entre ellos.
Mientras esperaba a que acabasen, contempló los alrededores. ¿Qué demonios era lo que estaban montando allí? Se entretuvo observando cómo los atareados operarios lo distribuían todo, y una alegre música no tardó en comenzar a sonar. Sin embargo, cuando Haruka regresó tuvo que volver a lo que acontecía en torno a la tripulación.
Zane estaba enfadado, y mucho. No recordaba haberlo visto de ese modo hasta entonces, aunque era cierto que no llevaba lo suficiente junto a los Arashi como para poder afirmar que los conocía en profundidad. Luka trataba de calmar un poco el ambiente, mas era evidente que sus esfuerzos se quedaban en eso: meros intentos.
No fue hasta que el pelimorado comentó algo acerca de un tipo y su propia cabeza en una bandeja que el espadachín se levantó y abandonó la orilla del lago. Asió sus espadas con la mano derecha y, mientras cubría los escasos metros que le separaban del resto del grupo, volvió a fijarlas en su lugar. Mientras tanto contempló la cara de Spanner, que bajo su punto de vista lucía tan pétrea e inexpresiva como siempre. No cabía duda de que aquella información era la que le había transmitido al capitán en secreto, y dudaba mucho que hubiera mentido al respecto. ¿Qué ganaría con ello?
-Si eso es cierto, debe tener una explicación lógica -comentó al unirse a los demás, en un tono poco o nada convincente con el que trataba de tranquilizarse a sí mismo-. ¿No? -añadió, clavando sus ojos azules en la chica.
El rubio colocó a Byakko y a Yuki-onna a su lado, cruzada la primera sobre la segunda. Apenas veinte centímetros le separaban de la orilla del lago frente al que estaban y allí, sin espada alguna sujeta a su cintura, no pudo evitar recordar a Joy y la particular forma en la que le había entrenado tras la muerte de su padre.
Rememorando lo vivido junto al viejo amigo y tripulante de su progenitor, se abstrajo completamente de lo que sucedía alrededor, y apenas fue consciente de que el gyojin acudía a sentarse junto al resto. El veterano segundo al mando de Zahn Palatiard era una persona poco corriente, y al domador siempre le había llamado la atención que se autodenominara espadachín sin usar ninguna espada.
- Años atrás:
- -Ya estoy harto -dijo Joy, harto de soportar las constantes dudas de su pupilo. Sin mediar palabra, agitó su brazo derecho en dirección a uno de los árboles del bosque en el que se encontraban. Su antebrazo se iluminó durante unos instantes, liberando a continuación una onda que cortó el tronco de una de las ancianas plantas por la mitad.
La sorpresa del rubio debió ser más que evidente en su expresión, porque el viejo amigo de su padre estalló en carcajadas antes de propinarle una de sus frecuentes collejas. El joven espadachín se encogió de hombros, buscando con ello reducir la superficie del impacto. Fue inútil, y el golpe fue tan doloroso como sonoro.
No obstante, el domador estaba acostumbrado y enseguida se repuso. Los días que siguieron a aquel suceso no fueron más que una secuencia de súplicas y ruegos por parte de Therax, que se empeñó en que Joy le enseñara a hacer lo que fuera aquello. El veterano segundo al mando de su padre se había negado en un primer momento, argumentando que antes debía mejorar en su manejo de la espada. Sin embargo, tras mucha insistencia logró que finalmente accediera a enseñarle.
"No se es espadachín simplemente por llevar una espada, es algo mucho más profundo", decía sin cesar el viejo durante las sesiones de adiestramiento. Vagaban por las islas del South Blue, procurando mantenerse alejados de la Marina. Si habían acudido a eliminar una banda pirata tras tantos años de inactividad, nada garantizaba que no siguieran buscando al único tripulante que quedaba vivo. En consecuencia, iban de ínsula en ínsula sin rumbo fijo, entrenando cuando se detenían a descansar.
Joy hablaba de aquello como "no usar una espada, sino ser una" y, aunque Therax no terminaba de comprender lo que decía, intentaba como podía asimilar sus enseñanzas. Desde el primer día el viejo le había quitado los modestos sables que empleaba por entonces, explicándole y enseñándole poco a poco el modo en que debía enfocar el reto que se le planteaba.
Sus recuerdos fueron interrumpidos poco después. Spanner acababa de llegar de a saber dónde y al parecer quería hablar con Zane a solas. ¿Qué tendría que decirle? Si se andaba con tanto secretismo debía ser importante de necesidad. Sólo esperaba que no afectase al resto de la banda, o que si lo hacía hicieran pública la información después de debatirla entre ellos.
Mientras esperaba a que acabasen, contempló los alrededores. ¿Qué demonios era lo que estaban montando allí? Se entretuvo observando cómo los atareados operarios lo distribuían todo, y una alegre música no tardó en comenzar a sonar. Sin embargo, cuando Haruka regresó tuvo que volver a lo que acontecía en torno a la tripulación.
Zane estaba enfadado, y mucho. No recordaba haberlo visto de ese modo hasta entonces, aunque era cierto que no llevaba lo suficiente junto a los Arashi como para poder afirmar que los conocía en profundidad. Luka trataba de calmar un poco el ambiente, mas era evidente que sus esfuerzos se quedaban en eso: meros intentos.
No fue hasta que el pelimorado comentó algo acerca de un tipo y su propia cabeza en una bandeja que el espadachín se levantó y abandonó la orilla del lago. Asió sus espadas con la mano derecha y, mientras cubría los escasos metros que le separaban del resto del grupo, volvió a fijarlas en su lugar. Mientras tanto contempló la cara de Spanner, que bajo su punto de vista lucía tan pétrea e inexpresiva como siempre. No cabía duda de que aquella información era la que le había transmitido al capitán en secreto, y dudaba mucho que hubiera mentido al respecto. ¿Qué ganaría con ello?
-Si eso es cierto, debe tener una explicación lógica -comentó al unirse a los demás, en un tono poco o nada convincente con el que trataba de tranquilizarse a sí mismo-. ¿No? -añadió, clavando sus ojos azules en la chica.
Rose D. Alviss
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Durante el debate que estabamos teniendo, apareció Spanner como si fuera un fantasma, ah no, espera, que sí lo es, más o menos. Atrajo la atención del capi y se fueron a hablar en privado, apartandose del resto del grupo. Entre tanto, apareció nuestra representante femenina de la banda y la que faltaba por aparecer.
- Hombre digo mujer al fin vuelves de "patrullar".
Claramente no fue a patrullar, o al menos no sólo a eso, así que la duda que corroría mi cabeza era simple: ¿qué significa realmente patrullar para Haruka? ¿de qué era un eufemismo? ¿drogas? ¿chocolate? ¿un amante? ¿crear un ejército de monos cyborgs asesinos? Podía ser cualquier cosa. Ese conjunto de pensamientos paranoicos y absurdos provocó que desconectará de todo lo que me rodeaba, hasta que el cabreo del ex-pelirrojo y su acusación a la chica le devuelve al presente. El capitán estaba muy cabreado, cosa lógica, ya que alguien quiere cortarle la cabeza. Me tuve que morder la lengua para no decir: "Pues que se ponga la cola".
Creo que por una vez, no voy a ser un bocazas, sin que sirve de precedente.
No era el momento de soltarla, al igual que durante ese humillante combate en el bar. Luka intentaba calmar las cosas, ser un intermediario neutral, a lo que se le unió Therax. Yo decidí no intervenir, no llevaba demasiado tiempo en la banda, por lo que no conocía demasiado a Haruka, y ahora que lo pienso ¿había mantenido alguna conversación con ella? Creo que no.
- Hombre digo mujer al fin vuelves de "patrullar".
Claramente no fue a patrullar, o al menos no sólo a eso, así que la duda que corroría mi cabeza era simple: ¿qué significa realmente patrullar para Haruka? ¿de qué era un eufemismo? ¿drogas? ¿chocolate? ¿un amante? ¿crear un ejército de monos cyborgs asesinos? Podía ser cualquier cosa. Ese conjunto de pensamientos paranoicos y absurdos provocó que desconectará de todo lo que me rodeaba, hasta que el cabreo del ex-pelirrojo y su acusación a la chica le devuelve al presente. El capitán estaba muy cabreado, cosa lógica, ya que alguien quiere cortarle la cabeza. Me tuve que morder la lengua para no decir: "Pues que se ponga la cola".
Creo que por una vez, no voy a ser un bocazas, sin que sirve de precedente.
No era el momento de soltarla, al igual que durante ese humillante combate en el bar. Luka intentaba calmar las cosas, ser un intermediario neutral, a lo que se le unió Therax. Yo decidí no intervenir, no llevaba demasiado tiempo en la banda, por lo que no conocía demasiado a Haruka, y ahora que lo pienso ¿había mantenido alguna conversación con ella? Creo que no.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al regresar al improvisado campamento, el capitán pirata me encaró con gesto molesto. ¿Qué había pasado en mi ausencia para que, de pronto, estuviese enfadado conmigo? No podía saberlo, pero el ambiente estaba tenso.
- He estado inspeccionando los alrededores. Quería asegurarme de que no nos habían seguido así que quizá me tomó demasiado tiempo, pero... estamos a salvo. Por el momento -respondí a su pregunta. Pero no se lo tomó muy bien, precisamente.
En cuanto comenzó a increparme, me di cuenta. Alguien había escuchado mi conversación con Phoenix pero... ¿quién? ¿Había sido el propio Zane, vigilando desde el aire? No, no debería haber podido escucharlo todo desde una distancia segura, no sin que Phoenix percibiese su presencia. ¿Alguno de los otros?
Los miré a todos sin mover la cabeza, intentando encontrar al responsable de aquello.
Spanner... Spanner podía atravesar cosas, ¿no?
Eso implicaba moverse sin hacer ruido, y sin llamar la atención de Phoenix.
Lo observé de reojo, antes de volver a fijar mi vista en Zane, que aún esperaba una respuesta.
Antes de que pudiese decir nada, sin embargo, el gyojin decidió intervenir.
Su comentario de otorgó unos segundos más para exprimir las neuronas y pensar en qué responder a aquello. Si seguía mintiendo no iba a salir bien parada, pero si se lo contaba todo... nada me aseguraba que no saliese mal parada también.
Therax también se unió a la conversación y, de pronto, todos los ojos estaban clavados en mí.
La música festiva que sonaba al fondo, y la gente bailando y riendo a primera hora de la mañana resultaba frívola a mis oídos. Madrugaban para festejar en un lago, estos eriulandeses...
No tenía más remedio que contarles la verdad. Al menos... la parte que podía contar.
- Está bien -suspiré-. Todos tenemos un pasado, eso no me lo podéis negar. Vosotros no habéis compartido nada del vuestro, y yo me he guardado el mío para mí. Pero ahora me persigue, y os afecta. Quizá... debería habéroslo contado antes, pero... no confiaba... no confío lo suficiente en ninguno de vosotros como para compartir información personal -corregí-. Así que decidí solucionarlo yo sola. Uno de los motivos que me llevaron a venir aquí fue precisamente... -hice una pausa para tomar aire, comprendiendo que probablemente no estuviesen entendiendo una sola palabra de lo que decía, y decidí empezar de nuevo-. Hace unos cuantos años, yo era... una asesina a sueldo. Asesina y cazarrecompensas, también hice algún trabajo de guardaespaldas... Trabajaba para una organización que ofrecía servicios variados. Y... ehm... hace dos años, maté a mi jefe y deserté. Nada más desertar me uní al Gobierno como científica, así que intuí que estaba a salvo, pero luego me marché de allí y empecé a huir, porque sabía que la organización me perseguiría. Al poco de abandonar el Gobierno, intentaron secuestrarme y me torturaron, pero me deshice de los secuaces a los que enviaron. Luego... Luego te conocí en Dark Dome -miré a Zane-. Y después nos reencontramos en Arabasta y pensé que no era mala idea viajar acompañada. Desde luego mejor que viajar sola y no poder dormir por si me asesinaban en cuanto bajaba la guardia... Pero, en Arabasta, cuando... cuando nos separamos para buscar el barco de aquellos patanes... La organización me encontró. Y me ofrecieron un trato: a cambio de mi vida, debía entregarles la tuya -relaté, para luego cerrar los ojos y hacer una pequeña pausa, dejando que digiriesen aquella información-. Desde Arabasta, he tenido... he tenido más de una oportunidad para matarte, o envenenarte, y entregarte. Pero no lo he hecho. Así que están nerviosos, porque no cumplo mi parte del trato y saben que no tengo intención de hacerlo. Por eso, me encontraron aquí. Les dije que no podía matarte porque ni siquiera sabía donde estabas, y entonces vas y apareces de la nada y arruinas todas mis excusas -solté, con una sonrisa amarga-. Creí que podría apañármelas sola, pero... ya no puedo seguir huyendo. Esta vez han enviado a alguien más fuerte que yo. No puedo... no puedo matarlo. Y él no va a matarme a mí. Me han dejado claro que me castigarán por mi comportamiento -hice una nueva pausa, en la que aproveché para destapar el hombro suturado y enseñarles la herida lacerante-. Nací con una malformación genética que me impide sentir dolor y, con el tiempo, también he perdido la sensibilidad a las temperaturas. Así que saben que no sirve de nada torturarme físicamente. La tortura que usarán será psicológica. Lo han hecho antes. Capturan a mis conocidos y los torturan lentamente hasta la muerte delante de mis narices. Por desgracia, mis conocidos sois vosotros -volví a taparme el hombro con la camisa y los miré.
Probablemente debería haberme disculpado, o al menos mostrar algo de culpabilidad, pero en aquellos momentos la situación era demasiado abrumadora. Me sentía como un pájaro enjaulado, o un conejo rodeado de una manada de lobos. No había escapatoria posible, y lo único que me aguardaba era la muerte.
El peso sobre mis hombros tensaba los músculos de mi cuello y, de pronto, me di cuenta de lo agotada que estaba.
Me senté en el suelo, y Zane aprovechó para decir todo lo que tenía que decir, con gesto más calmado, pero todavía molesto.
- Sí, si hubiéramos tenido más tiempo, podríamos haber trazado un plan, pero... Estoy acostumbrada a trabajar sola. Siempre he estado sola. No... no se me pasó por la cabeza pedir ayuda hasta que fue demasiado tarde. Todo esto es culpa mía, y solo mía. Si quieres matarme por haberte traicionado, estás en tu derecho. Probablemente esa sea la solución fácil a mis problemas, pero... si vas a matarme -apreté la mandíbula y clavé los ojos en el suelo-... Al menos prométeme que protegerás a Yurai. Y... hay una familia que vive aquí, la familia Fowl del condado de Fowl. Ahora ya no recuerdan nada sobre mí, pero eso no garantiza su seguridad, así que... si pudieras... -emití un suspiro de resignación al mirarme las manos y darme cuenta de que estaban temblando-. Mejor déjalo.
No quería morir llena de arrepentimientos, pero probablemente aquello era lo único que merecía. Tampoco veía manera de solucionar mis problemas sin que uno de los dos acabase muerto. O Zane o yo. Quizá yo ya había vivido suficiente. Quizá me merecía todo lo que me estaba pasando. No, definitivamente me lo merecía.
Estaba claro que aquella panda de piratas revoltosos y egoístas no iba a compadecerse de la zorra desconfiada y psicopática que los trataba como si fueran peones de ajedrez. No estaba en el escaso código de honor de la piratería el ayudar a una traidora.
Iba a morir, por estúpida. Quizá todos ellos acabasen muertos también. Y Yurai estaba en peligro por mi culpa.
El peor resultado posible se extendía ante mis narices, y no podía ver otra salida.
Era la primera vez que me sentía así de derrotada.
"No debería haberme marchado de la Araña para empezar. Debería haberme quedado para siempre, eso me habría ahorrado muchos problemas. Si ignoraba al imbécil de Gary y lo amenazaba un poco, habría conseguido su puesto en menos que canta un gallo. ¿No había mencionado Art algo de que me iban a ascender justo cuando me había ido? Mi vida habría sido mejor, muy diferente. Sin verme obligada a robar para comer, o a viajar con una sarta de mercaderes pervertidos. Sí, eso es. Es todo mi culpa. Me merezco el castigo que tengan pensado. Fui una niña estúpida en etapa rebelde que decidió escaparse de casa, y ellos... ellos intentaron que volviese, lo intentaron de buenas maneras al principio, ¿no? Pero no les hice caso y no les quedó más remedio que...", detuve mis pensamientos de golpe, dándome cuenta de lo que estaba sucediendo. "Oh... Tengo pensamiento de víctima de maltrato. Estoy... ¿estoy justificando a mi abusador? ¿Qué cojones funciona mal en mi cerebro?"
- He estado inspeccionando los alrededores. Quería asegurarme de que no nos habían seguido así que quizá me tomó demasiado tiempo, pero... estamos a salvo. Por el momento -respondí a su pregunta. Pero no se lo tomó muy bien, precisamente.
En cuanto comenzó a increparme, me di cuenta. Alguien había escuchado mi conversación con Phoenix pero... ¿quién? ¿Había sido el propio Zane, vigilando desde el aire? No, no debería haber podido escucharlo todo desde una distancia segura, no sin que Phoenix percibiese su presencia. ¿Alguno de los otros?
Los miré a todos sin mover la cabeza, intentando encontrar al responsable de aquello.
Spanner... Spanner podía atravesar cosas, ¿no?
Eso implicaba moverse sin hacer ruido, y sin llamar la atención de Phoenix.
Lo observé de reojo, antes de volver a fijar mi vista en Zane, que aún esperaba una respuesta.
Antes de que pudiese decir nada, sin embargo, el gyojin decidió intervenir.
Su comentario de otorgó unos segundos más para exprimir las neuronas y pensar en qué responder a aquello. Si seguía mintiendo no iba a salir bien parada, pero si se lo contaba todo... nada me aseguraba que no saliese mal parada también.
Therax también se unió a la conversación y, de pronto, todos los ojos estaban clavados en mí.
La música festiva que sonaba al fondo, y la gente bailando y riendo a primera hora de la mañana resultaba frívola a mis oídos. Madrugaban para festejar en un lago, estos eriulandeses...
No tenía más remedio que contarles la verdad. Al menos... la parte que podía contar.
- Está bien -suspiré-. Todos tenemos un pasado, eso no me lo podéis negar. Vosotros no habéis compartido nada del vuestro, y yo me he guardado el mío para mí. Pero ahora me persigue, y os afecta. Quizá... debería habéroslo contado antes, pero... no confiaba... no confío lo suficiente en ninguno de vosotros como para compartir información personal -corregí-. Así que decidí solucionarlo yo sola. Uno de los motivos que me llevaron a venir aquí fue precisamente... -hice una pausa para tomar aire, comprendiendo que probablemente no estuviesen entendiendo una sola palabra de lo que decía, y decidí empezar de nuevo-. Hace unos cuantos años, yo era... una asesina a sueldo. Asesina y cazarrecompensas, también hice algún trabajo de guardaespaldas... Trabajaba para una organización que ofrecía servicios variados. Y... ehm... hace dos años, maté a mi jefe y deserté. Nada más desertar me uní al Gobierno como científica, así que intuí que estaba a salvo, pero luego me marché de allí y empecé a huir, porque sabía que la organización me perseguiría. Al poco de abandonar el Gobierno, intentaron secuestrarme y me torturaron, pero me deshice de los secuaces a los que enviaron. Luego... Luego te conocí en Dark Dome -miré a Zane-. Y después nos reencontramos en Arabasta y pensé que no era mala idea viajar acompañada. Desde luego mejor que viajar sola y no poder dormir por si me asesinaban en cuanto bajaba la guardia... Pero, en Arabasta, cuando... cuando nos separamos para buscar el barco de aquellos patanes... La organización me encontró. Y me ofrecieron un trato: a cambio de mi vida, debía entregarles la tuya -relaté, para luego cerrar los ojos y hacer una pequeña pausa, dejando que digiriesen aquella información-. Desde Arabasta, he tenido... he tenido más de una oportunidad para matarte, o envenenarte, y entregarte. Pero no lo he hecho. Así que están nerviosos, porque no cumplo mi parte del trato y saben que no tengo intención de hacerlo. Por eso, me encontraron aquí. Les dije que no podía matarte porque ni siquiera sabía donde estabas, y entonces vas y apareces de la nada y arruinas todas mis excusas -solté, con una sonrisa amarga-. Creí que podría apañármelas sola, pero... ya no puedo seguir huyendo. Esta vez han enviado a alguien más fuerte que yo. No puedo... no puedo matarlo. Y él no va a matarme a mí. Me han dejado claro que me castigarán por mi comportamiento -hice una nueva pausa, en la que aproveché para destapar el hombro suturado y enseñarles la herida lacerante-. Nací con una malformación genética que me impide sentir dolor y, con el tiempo, también he perdido la sensibilidad a las temperaturas. Así que saben que no sirve de nada torturarme físicamente. La tortura que usarán será psicológica. Lo han hecho antes. Capturan a mis conocidos y los torturan lentamente hasta la muerte delante de mis narices. Por desgracia, mis conocidos sois vosotros -volví a taparme el hombro con la camisa y los miré.
Probablemente debería haberme disculpado, o al menos mostrar algo de culpabilidad, pero en aquellos momentos la situación era demasiado abrumadora. Me sentía como un pájaro enjaulado, o un conejo rodeado de una manada de lobos. No había escapatoria posible, y lo único que me aguardaba era la muerte.
El peso sobre mis hombros tensaba los músculos de mi cuello y, de pronto, me di cuenta de lo agotada que estaba.
Me senté en el suelo, y Zane aprovechó para decir todo lo que tenía que decir, con gesto más calmado, pero todavía molesto.
- Sí, si hubiéramos tenido más tiempo, podríamos haber trazado un plan, pero... Estoy acostumbrada a trabajar sola. Siempre he estado sola. No... no se me pasó por la cabeza pedir ayuda hasta que fue demasiado tarde. Todo esto es culpa mía, y solo mía. Si quieres matarme por haberte traicionado, estás en tu derecho. Probablemente esa sea la solución fácil a mis problemas, pero... si vas a matarme -apreté la mandíbula y clavé los ojos en el suelo-... Al menos prométeme que protegerás a Yurai. Y... hay una familia que vive aquí, la familia Fowl del condado de Fowl. Ahora ya no recuerdan nada sobre mí, pero eso no garantiza su seguridad, así que... si pudieras... -emití un suspiro de resignación al mirarme las manos y darme cuenta de que estaban temblando-. Mejor déjalo.
No quería morir llena de arrepentimientos, pero probablemente aquello era lo único que merecía. Tampoco veía manera de solucionar mis problemas sin que uno de los dos acabase muerto. O Zane o yo. Quizá yo ya había vivido suficiente. Quizá me merecía todo lo que me estaba pasando. No, definitivamente me lo merecía.
Estaba claro que aquella panda de piratas revoltosos y egoístas no iba a compadecerse de la zorra desconfiada y psicopática que los trataba como si fueran peones de ajedrez. No estaba en el escaso código de honor de la piratería el ayudar a una traidora.
Iba a morir, por estúpida. Quizá todos ellos acabasen muertos también. Y Yurai estaba en peligro por mi culpa.
El peor resultado posible se extendía ante mis narices, y no podía ver otra salida.
Era la primera vez que me sentía así de derrotada.
"No debería haberme marchado de la Araña para empezar. Debería haberme quedado para siempre, eso me habría ahorrado muchos problemas. Si ignoraba al imbécil de Gary y lo amenazaba un poco, habría conseguido su puesto en menos que canta un gallo. ¿No había mencionado Art algo de que me iban a ascender justo cuando me había ido? Mi vida habría sido mejor, muy diferente. Sin verme obligada a robar para comer, o a viajar con una sarta de mercaderes pervertidos. Sí, eso es. Es todo mi culpa. Me merezco el castigo que tengan pensado. Fui una niña estúpida en etapa rebelde que decidió escaparse de casa, y ellos... ellos intentaron que volviese, lo intentaron de buenas maneras al principio, ¿no? Pero no les hice caso y no les quedó más remedio que...", detuve mis pensamientos de golpe, dándome cuenta de lo que estaba sucediendo. "Oh... Tengo pensamiento de víctima de maltrato. Estoy... ¿estoy justificando a mi abusador? ¿Qué cojones funciona mal en mi cerebro?"
«Todos tenemos un pasado... Sí, eso es cierto», pensó el rubio al escuchar las primeras palabras que empleaba Haruka para explicarse. Durante unos instantes, antes de sumergirse de nuevo por completo en la conversación, volvió a acordarse de Joy y de las enseñanzas que le había transmitido hasta el día de su fallecimiento.
Tras sacudir levemente la cabeza, Therax se centró por completo en lo que decía la chica. Desde luego, su vida había sido de todo menos tranquila. Asesinatos, deserciones, encargos de lo más turbio y, sobre todo, una larga ristra de decisiones a cada cual peor. ¿Cómo podía una persona que aparentaba ser tan inteligente haber actuado de un modo tan... estúpido? No por lo relacionado con aquella organización o lo que quiera que fuese, sino por su incomprensible obstinación en resolverlo todo sola. Aunque realmente todo indicaba que, de un modo u otro, había estado esperando a que las cosas se resolviesen solas.
El rubio esperó la reacción de su capitán, no estando seguro de si le correspondía intervenir en aquel asunto o no. No llevaba mucho tiempo con ellos, y todo lo que Haruka refería debía haber ocurrido mucho antes de que se conocieran. No obstante, por lo poco que sabía de Zane dudaba que acabase con su vida de una forma tan fría e impersonal, más aún cuando tantos detalles matizaban su supuesta traición. Claro que podía estar mintiendo en lo referente a su incapacidad para acabar con la vida del pelirrojo. En ese caso sería una actriz extraordinaria o una mentirosa de la más alta calidad, porque él se había creído palabra por palabra su historia. A su juicio, el rostro de la muchacha no podía ocultar un engaño de tales dimensiones.
Nadie había abierto la boca por el momento, pero Therax volvió a asegurarse de que sus espadas estaban firmemente sujetas en el lugar que les correspondía. Algo le decía que, fuese cual fuese la decisión de Zane, acabarían enfrentándose contra enemigos fuera de lo común por defender a alguien. ¿Sería Haruka? ¿Acaso podría ser la Haruka marine... Yurai? ¿La familia cuyo apellido no recordaba? Lo más probable era que, sin comerlo ni beberlo, terminasen simplemente luchando por sus vidas. Sin importar cuál resultase ser la opción más acertada, dudaba mucho que pudiesen salir de allí sin tener que abrirse camino a base de tajos -al menos en su caso-.
Dirigió una mirada a cada uno de los integrantes de la tripulación, esperando a que reaccionasen a la historia de la pirata. No sabía qué harían los demás, ya que muchos de ellos llevaban en el barco incluso menos tiempo que él, pero Zane y Spanner tenían que pronunciarse al respecto.
- Años atrás:
- El tiempo que pasaron indagando en las lecciones que le daba el viejo amigo de su padre fue más del que a Therax le hubiera gustado. ¿Cuántos meses pasaron profundizando en el peculiar entrenamiento que proponía el atípico espadachín? Varios, sin ninguna duda. La cuestión era que, poco a poco -y con alguna colleja de por medio-, el rubio fue comprendiendo cada vez mejor a qué se refería su maestro.
Era algo que iba más allá la meditación, el conocimiento de uno mismo o cualquier concepto filosófico. Era mucho más primitivo,
más intuitivo y profundo. No se podía reflexionar al respecto con demasiada lógica, hecho que se reflejaba en las imprecisas indicaciones que le daba el anciano: "es así pero no", "un poco más argh"...
Pese a los continuos intentos por parte del rubio para que Joy le enseñase de un modo más práctico, éste nunca cedió. El espadachín argumentaba que se entenderían mucho mejor si el viejo ejemplificaba cada observación que hacía, pero la obstinación del amigo de su padre no conocía límites. Finalmente, Therax se dio por vencido y se sometió al ritmo que imponía su instructor.
Entonces, cuando daba por hecho que no aprendería aquella extraña forma de combatir, el anciano le sorprendió diciéndole que era el momento de comenzar con la práctica. Su misión era tan simple como complicada: integrar todo lo que se le había trasmitido para ser capaz de proyectar su "espíritu de espadachín" fuera de cuerpo.
-¿Y ya? -preguntó el domador tras escuchar a Joy-. ¿Me dices eso y te quedas tan a gusto? -se quejó.
-Ya te he dicho que no es algo que te pueda explicar como una posición o una técnica específica. Esto va más allá, es un mayor conocimiento de ti mismo y una puerta a una forma completamente diferente de usar tus habilidades. El resto del camino debes hacerlo tú solo.
Tras sacudir levemente la cabeza, Therax se centró por completo en lo que decía la chica. Desde luego, su vida había sido de todo menos tranquila. Asesinatos, deserciones, encargos de lo más turbio y, sobre todo, una larga ristra de decisiones a cada cual peor. ¿Cómo podía una persona que aparentaba ser tan inteligente haber actuado de un modo tan... estúpido? No por lo relacionado con aquella organización o lo que quiera que fuese, sino por su incomprensible obstinación en resolverlo todo sola. Aunque realmente todo indicaba que, de un modo u otro, había estado esperando a que las cosas se resolviesen solas.
El rubio esperó la reacción de su capitán, no estando seguro de si le correspondía intervenir en aquel asunto o no. No llevaba mucho tiempo con ellos, y todo lo que Haruka refería debía haber ocurrido mucho antes de que se conocieran. No obstante, por lo poco que sabía de Zane dudaba que acabase con su vida de una forma tan fría e impersonal, más aún cuando tantos detalles matizaban su supuesta traición. Claro que podía estar mintiendo en lo referente a su incapacidad para acabar con la vida del pelirrojo. En ese caso sería una actriz extraordinaria o una mentirosa de la más alta calidad, porque él se había creído palabra por palabra su historia. A su juicio, el rostro de la muchacha no podía ocultar un engaño de tales dimensiones.
Nadie había abierto la boca por el momento, pero Therax volvió a asegurarse de que sus espadas estaban firmemente sujetas en el lugar que les correspondía. Algo le decía que, fuese cual fuese la decisión de Zane, acabarían enfrentándose contra enemigos fuera de lo común por defender a alguien. ¿Sería Haruka? ¿Acaso podría ser la Haruka marine... Yurai? ¿La familia cuyo apellido no recordaba? Lo más probable era que, sin comerlo ni beberlo, terminasen simplemente luchando por sus vidas. Sin importar cuál resultase ser la opción más acertada, dudaba mucho que pudiesen salir de allí sin tener que abrirse camino a base de tajos -al menos en su caso-.
Dirigió una mirada a cada uno de los integrantes de la tripulación, esperando a que reaccionasen a la historia de la pirata. No sabía qué harían los demás, ya que muchos de ellos llevaban en el barco incluso menos tiempo que él, pero Zane y Spanner tenían que pronunciarse al respecto.
Haruka no tardó mucho en dar una respuesta al pelirrojo. No supo si fue por la intervención del resto de sus compañeros, que con sus comentarios fueron reduciendo un poco la tensión en la que se encontraba, o porque llegó a la conclusión de que no podía seguir más con aquella trolla. Fuera lo que fuera, la respuesta hizo calmar un ápice a Zane, que dejó de aferrarse de manera inconsciente al mango de su katana.
El pirata asimiló todas y cada una de las palabras que estaba soltando por su boca, incluso quedó flipado al ver la cicatriz que tenía la muchacha. «¿Qué clase de gente le hace esto a los suyos?» se preguntaba con asco. Dicho todo aquello hubo un silencio, y sintió como algunas miradas se volcaban sobre él.
Cada una de palabras que la canija soltó por su dulce boqueta fue absorbida por Zane, pero no podía llegar a comprender como un grupo de asesinos podía tener en jaque a la muchacha
-Sí. Todos tenemos un pasado del que no queremos hablar. Todos tenemos secretos, algunos dolorosos, otros ridículos… pero esto es algo diferente –su tono de voz, pese a ser fuerte y severo, se notaba más relajado-. El día que te uniste a mí no solo firmaste un contrato no escrito conmigo y con el resto de la banda, que por aquel entonces éramos solo dos –señaló sutilmente a Spanner con la mano-. Y lo has roto. No solo me has puesto en peligro a mí de forma innecesaria, sino que has puesto en peligro al resto de la banda y eso no puedo permitirlo –el pelirrojo se aproximó a Haru y se puso más cerca de ella, mirándola fijamente a los ojos-. A sabiendas del peligro en el que te encontrabas, ¿por qué no acudiste a mí de primera hora? Di, contesta, ¿por qué? Eres lista, más que muchos de nosotros. Podríamos haber trazado un plan. No sé, venir y acabar con esa organización y dejarte libre. Después de todo…, lo quieras o no, eres de la familia, y nosotros protegemos a los nuestros.
La joven dijo algunas palabras más, en las que Zane pudo notar que se había dado por vencida del todo. ¿Qué debía hacer? ¿Dejarla allí e irse para no tener más problemas? Después de todo aquello era cosa suya. Sin embargo, Zane no era así. Pese a ser un narcisista de libro, el cual solo piensa en él había unos límites. No iba a dejarla tirada allí.
-¿Matarte? –Zane mostró una sonrisa vacilona-. Yo no asesino, y menos a niñas lloronas –bromeó-. Así que vas a decirme donde está la base de esa organización con nombre de moteros, y si tienes ganas de proteger a tu hermana hazlo tú. Mi deber está para con vosotros. ¡Qué decís, chavales! ¿Os apetece enfrentaros a una secta de asesinos?
El pirata asimiló todas y cada una de las palabras que estaba soltando por su boca, incluso quedó flipado al ver la cicatriz que tenía la muchacha. «¿Qué clase de gente le hace esto a los suyos?» se preguntaba con asco. Dicho todo aquello hubo un silencio, y sintió como algunas miradas se volcaban sobre él.
Cada una de palabras que la canija soltó por su dulce boqueta fue absorbida por Zane, pero no podía llegar a comprender como un grupo de asesinos podía tener en jaque a la muchacha
-Sí. Todos tenemos un pasado del que no queremos hablar. Todos tenemos secretos, algunos dolorosos, otros ridículos… pero esto es algo diferente –su tono de voz, pese a ser fuerte y severo, se notaba más relajado-. El día que te uniste a mí no solo firmaste un contrato no escrito conmigo y con el resto de la banda, que por aquel entonces éramos solo dos –señaló sutilmente a Spanner con la mano-. Y lo has roto. No solo me has puesto en peligro a mí de forma innecesaria, sino que has puesto en peligro al resto de la banda y eso no puedo permitirlo –el pelirrojo se aproximó a Haru y se puso más cerca de ella, mirándola fijamente a los ojos-. A sabiendas del peligro en el que te encontrabas, ¿por qué no acudiste a mí de primera hora? Di, contesta, ¿por qué? Eres lista, más que muchos de nosotros. Podríamos haber trazado un plan. No sé, venir y acabar con esa organización y dejarte libre. Después de todo…, lo quieras o no, eres de la familia, y nosotros protegemos a los nuestros.
La joven dijo algunas palabras más, en las que Zane pudo notar que se había dado por vencida del todo. ¿Qué debía hacer? ¿Dejarla allí e irse para no tener más problemas? Después de todo aquello era cosa suya. Sin embargo, Zane no era así. Pese a ser un narcisista de libro, el cual solo piensa en él había unos límites. No iba a dejarla tirada allí.
-¿Matarte? –Zane mostró una sonrisa vacilona-. Yo no asesino, y menos a niñas lloronas –bromeó-. Así que vas a decirme donde está la base de esa organización con nombre de moteros, y si tienes ganas de proteger a tu hermana hazlo tú. Mi deber está para con vosotros. ¡Qué decís, chavales! ¿Os apetece enfrentaros a una secta de asesinos?
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
”Siempre igual”
Las palabras de Haruka no estaban arreglando nada, al menos para mí. Profundicé en una de sus frases. ”Todos tenemos un pasado”. Así es. Sin duda cada uno de los intrépidos piratas de la banda a la cual creía pertenecer en ese momento, escondía algo y tenía alguna peculiaridad en el pasado. De no ser así, seguirían en sus islas como comerciantes, tenderos, camareros o cualquier otra profesión de mucha menor peligrosidad que pirata.
Yo no había puesto mi vida en riesgo para esto. No había salido de la isla Gyojin para acabar así; Enfrentado a más humanos por una cantidad aún más elevada de egoísmo.
Salí de la isla Gyojin para exterminar a los humanos, sí. Quemé pueblos, maté niños, mujeres y ancianos. Arrasé todo lo que se me puso delante sin piedad. Así debía ser, y así lo creía firmemente. Pero, tras el paso del tiempo, descubrí que ese no era el canal por el que debía viajar. La vida de todos los seres humano no vale lo mismo. Ni mucho menos.
Ahí me di cuenta del problema que supondría atacar a todo ser humano por igual. Sin distinción. ¿Por qué tenía que morir una madre por lo que hace ochenta años hizo un cobarde racista? No era lógico.
Y tampoco lo era el sermón de Haruka. Intentando contenerme apreté el puño hasta hacerme daño. Me mordí el labio hasta sangrar. Pero ya no podía más. Nadie se pronunciaba, y aunque era el que menos tiempo llevaba, tenía que expresarme, al igual que lo había hecho hace unos minutos con Zane. Sin embargo, el propio capitán temporalmente pelimorado pareció leerme la mente y comenzó un sermón quizá peor aún que el de Haruka.
”¿Pero estamos locos?”
Cuando ambos finalizaron, me dirigí a todo el mundo con el semblante bastante serio. Quizá más que nunca. Tampoco es que fuera el alma de la fiesta en condiciones normales, pero ahora estaba mucho más reflexivo y dubitativo sobre todo en general.
- Lo siento, chicos -comenté cabizbajo y con cierta tristeza-, pero no puedo más. No sé ni siquiera si debería decirlo, pero de no hacerlo, me arrepentiré. Sois una panda de egoístas. Sí, todos. Tú la primera, Haruka. ¿Para qué te introduces en una banda si no te importa nadie de ella? ¿La vas a defender por encima de tu vida? La respuesta es evidente… ¿No tienes confianza con nadie? ¿En serio? ¿Qué pretendes entonces aquí? Y cuando pones como excusa que te resultaría todo más fácil me produces asco. Gente como tú es la que provoca los grandes conflictos en el mundo. La que genera odio, promueve el racismo, la esclavitud. El egoísmo que prima hoy en día -giré el rostro ahora para mirar a Zane-. Y tú… Un capitán que quiere matar a una nakama conociendo únicamente una de las partes. ¿Acaso no eres capaz de contener tu rabia? Y ahora cambias todo tu discurso anterior para que vayamos en busca de los que presuntamente -hice incapié en esta palabra, pues no terminaba de creer a la peculiar mujer- han estado incomodando a Haruka, a la cual hace nada querías agredir. ¿Pero qué clase de banda es esta? ¿A qué estamos jugando? -negué con la cabeza, omitiendo en el todos que hacía referencia a la frase anterior a Spanner, Nox y Therax, además del nuevo - Y el resto… supongo que no tenéis nada que decir. He cometido el enorme error de unirme a vosotros. Aunque aún no sé ni siquiera si pertenezco a esta banda… Ya no quiero seguir viajando a vuestro lado. Me marcharé, mataros si queréis, id a por aquellas personas, asesinarlas, haced lo que os de la real gana. Estaba muy equivocado… Los humanos sois así por naturaleza, es inevitable que nos odiemos. He estado más ciego que cuando salí por primera vez.
Y aquella última frase fue la que más me dolió. Pero era tan cierta como hiriente.
Tras ello y lleno de rabia, habiéndome callado mucho más de lo que me hubiera gustado, me acerqué a un árbol para descargar la ira con un puñetazo que acabó tirándolo al suelo mientras me magullaba el puño, el cual empezó a sangrar debido a los raspones provocados por el golpe. Miré fijamente el puño y tras ello a la que ahora parecía ser mi segunda ex-banda.
”Y qué es la vida sino idas y venidas. He aprendido cosas, he pasado buenos momentos, pero si desde luego tengo algo claro tras haber estado con vosotros, es que nada me queda claro. No sé ni quién soy ni qué busco. Ni si quiera qué vida quiero vivir.”
Las palabras de Haruka no estaban arreglando nada, al menos para mí. Profundicé en una de sus frases. ”Todos tenemos un pasado”. Así es. Sin duda cada uno de los intrépidos piratas de la banda a la cual creía pertenecer en ese momento, escondía algo y tenía alguna peculiaridad en el pasado. De no ser así, seguirían en sus islas como comerciantes, tenderos, camareros o cualquier otra profesión de mucha menor peligrosidad que pirata.
Yo no había puesto mi vida en riesgo para esto. No había salido de la isla Gyojin para acabar así; Enfrentado a más humanos por una cantidad aún más elevada de egoísmo.
Salí de la isla Gyojin para exterminar a los humanos, sí. Quemé pueblos, maté niños, mujeres y ancianos. Arrasé todo lo que se me puso delante sin piedad. Así debía ser, y así lo creía firmemente. Pero, tras el paso del tiempo, descubrí que ese no era el canal por el que debía viajar. La vida de todos los seres humano no vale lo mismo. Ni mucho menos.
Ahí me di cuenta del problema que supondría atacar a todo ser humano por igual. Sin distinción. ¿Por qué tenía que morir una madre por lo que hace ochenta años hizo un cobarde racista? No era lógico.
Y tampoco lo era el sermón de Haruka. Intentando contenerme apreté el puño hasta hacerme daño. Me mordí el labio hasta sangrar. Pero ya no podía más. Nadie se pronunciaba, y aunque era el que menos tiempo llevaba, tenía que expresarme, al igual que lo había hecho hace unos minutos con Zane. Sin embargo, el propio capitán temporalmente pelimorado pareció leerme la mente y comenzó un sermón quizá peor aún que el de Haruka.
”¿Pero estamos locos?”
Cuando ambos finalizaron, me dirigí a todo el mundo con el semblante bastante serio. Quizá más que nunca. Tampoco es que fuera el alma de la fiesta en condiciones normales, pero ahora estaba mucho más reflexivo y dubitativo sobre todo en general.
- Lo siento, chicos -comenté cabizbajo y con cierta tristeza-, pero no puedo más. No sé ni siquiera si debería decirlo, pero de no hacerlo, me arrepentiré. Sois una panda de egoístas. Sí, todos. Tú la primera, Haruka. ¿Para qué te introduces en una banda si no te importa nadie de ella? ¿La vas a defender por encima de tu vida? La respuesta es evidente… ¿No tienes confianza con nadie? ¿En serio? ¿Qué pretendes entonces aquí? Y cuando pones como excusa que te resultaría todo más fácil me produces asco. Gente como tú es la que provoca los grandes conflictos en el mundo. La que genera odio, promueve el racismo, la esclavitud. El egoísmo que prima hoy en día -giré el rostro ahora para mirar a Zane-. Y tú… Un capitán que quiere matar a una nakama conociendo únicamente una de las partes. ¿Acaso no eres capaz de contener tu rabia? Y ahora cambias todo tu discurso anterior para que vayamos en busca de los que presuntamente -hice incapié en esta palabra, pues no terminaba de creer a la peculiar mujer- han estado incomodando a Haruka, a la cual hace nada querías agredir. ¿Pero qué clase de banda es esta? ¿A qué estamos jugando? -negué con la cabeza, omitiendo en el todos que hacía referencia a la frase anterior a Spanner, Nox y Therax, además del nuevo - Y el resto… supongo que no tenéis nada que decir. He cometido el enorme error de unirme a vosotros. Aunque aún no sé ni siquiera si pertenezco a esta banda… Ya no quiero seguir viajando a vuestro lado. Me marcharé, mataros si queréis, id a por aquellas personas, asesinarlas, haced lo que os de la real gana. Estaba muy equivocado… Los humanos sois así por naturaleza, es inevitable que nos odiemos. He estado más ciego que cuando salí por primera vez.
Y aquella última frase fue la que más me dolió. Pero era tan cierta como hiriente.
Tras ello y lleno de rabia, habiéndome callado mucho más de lo que me hubiera gustado, me acerqué a un árbol para descargar la ira con un puñetazo que acabó tirándolo al suelo mientras me magullaba el puño, el cual empezó a sangrar debido a los raspones provocados por el golpe. Miré fijamente el puño y tras ello a la que ahora parecía ser mi segunda ex-banda.
”Y qué es la vida sino idas y venidas. He aprendido cosas, he pasado buenos momentos, pero si desde luego tengo algo claro tras haber estado con vosotros, es que nada me queda claro. No sé ni quién soy ni qué busco. Ni si quiera qué vida quiero vivir.”
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Página 2 de 4. • 1, 2, 3, 4
- [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches.
- [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches. [Parte 2]
- [Privado -Arashi no Kyoudai] Un tesoro, el hijo de un viejo amigo y un puto pez. Aventuras en la isla prehistórica.
- [Privado -Arashi no Kyoudai] Nuevos miembros, mafiosos y mucha locura. El reencuentro de los Arashi no Kyoudai.
- ¿Tu isla? ¡Esta es mi isla! (conquista de isla - Moderado nivel 3) (Shessy - Naye)
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.