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Eichi Tsukasa
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– Gracias. Lo hice yo mismo – reveló orgullosamente el pelirrojo.
Pocas cosas le llenaba de orgullo, y su cocina era una de ellas. Sabía que pocas personas podían competir contra él en ese tema, por lo que era bonito tener algo de que jactarse. No era como si fuera a arrogantemente proclamar que era el mejor, puesto que el pelirrojo no era así. Internamente suspiró y decidió dejar el tema de lado, puesto que no venía al caso. Tomó otro bocado de su pollo y pausó un poco, para luego seguir comiendo lenta y elegantemente. Podía seguir mejorando, pese a que sabía levemente distinto el día anterior al estar recién cocinado. Oh, bueno, no tenía otra alternativa. Volver a hacer un almuerzo llevaría lo suyo, aparte que no quería hacer esperar al castaño con tanto tiempo. De ahí nació la idea de darle lo de ayer. No era como si estuviera malo, de todas formas. Eso sí, se prometió algo a si mismo. Al próxima vez que visitara (preferiblemente con Zero), el joven tendría un banquete digno de reyes. Era lo menos que podía hacer por el pelinegro y uno de sus familiares, después de todo, especialmente con el primero por todo lo que le ayudó cuando su tío decidió derrocar al gobierno.
Escuchó sus palabras y ladeó su cabeza, al tiempo que se mostraba algo pensativo. En su opinión personal, nunca era tarde para redimirse... Salvo que fueras Jin Surfer o un hijo de puta como ese intento de espadachín, especialmente el segundo. La verdad era que ponía a ese imbécil en el eslabón mas bajo de lo que sería la verdadera escoria, superando incluso al asesino. Se notaba que en verdad quería cambiar, así que merecía el beneficio de la duda. De todas formas, con que ya no estuviera al lado de ese malvado Yonkou, era un progreso. Eichi no se imaginaba en su posición, con harta sangre en sus manos, pero debía ser un infierno personal.
– Todos mereces una oportunidad... menos cierto hijo de puta – su mirada se ensombreció por algunos segundos, pero luego volvió a su semblante calmado de antes. – Pero me alegro que también tengas la oportunidad de redimirte, enserio – dijo sinceramente el pelirrojo.
Dejó su ahora su plato vacío en la mesilla que tenía en frente y se estiró un poco, al tiempo que bostezaba. Lentamente iba volviendo a la normalidad, pero ahora le azotó todo el sueño de repente. Escuchó sus palabras y miró hacia el otro lado, al tiempo que se rascaba la cabeza un poco en señal de nerviosismo. Pese a todo, seguía sin acostumbrarse a los halagos y dudaba que fuera a hacerlo. Su autoestima mejoró, eso estaba claro, pero siempre habría la duda en si mismo por culpa de esas personas que lo maltrataron psicológicamente de pequeño. Al menos, había logrado un progreso considerable, y eso era lo que importaba.
– Se exactamente cuales son, o me hago una idea – dijo lentamente el joven, al tiempo que se estremecía un poco. Si tuviera que adivinar, entonces tendrían que ser esos tres temores que tenía... y todos estaba relacionados con la misma persona. – Pero gracias por el cumplido, pese a que no lo merezco. En fin, no sé si estas apurado o no, pero no sería un buen anfitrión si no te ofreciera pasar la noche aquí para que repongas energía – ofreció el joven.
Pocas cosas le llenaba de orgullo, y su cocina era una de ellas. Sabía que pocas personas podían competir contra él en ese tema, por lo que era bonito tener algo de que jactarse. No era como si fuera a arrogantemente proclamar que era el mejor, puesto que el pelirrojo no era así. Internamente suspiró y decidió dejar el tema de lado, puesto que no venía al caso. Tomó otro bocado de su pollo y pausó un poco, para luego seguir comiendo lenta y elegantemente. Podía seguir mejorando, pese a que sabía levemente distinto el día anterior al estar recién cocinado. Oh, bueno, no tenía otra alternativa. Volver a hacer un almuerzo llevaría lo suyo, aparte que no quería hacer esperar al castaño con tanto tiempo. De ahí nació la idea de darle lo de ayer. No era como si estuviera malo, de todas formas. Eso sí, se prometió algo a si mismo. Al próxima vez que visitara (preferiblemente con Zero), el joven tendría un banquete digno de reyes. Era lo menos que podía hacer por el pelinegro y uno de sus familiares, después de todo, especialmente con el primero por todo lo que le ayudó cuando su tío decidió derrocar al gobierno.
Escuchó sus palabras y ladeó su cabeza, al tiempo que se mostraba algo pensativo. En su opinión personal, nunca era tarde para redimirse... Salvo que fueras Jin Surfer o un hijo de puta como ese intento de espadachín, especialmente el segundo. La verdad era que ponía a ese imbécil en el eslabón mas bajo de lo que sería la verdadera escoria, superando incluso al asesino. Se notaba que en verdad quería cambiar, así que merecía el beneficio de la duda. De todas formas, con que ya no estuviera al lado de ese malvado Yonkou, era un progreso. Eichi no se imaginaba en su posición, con harta sangre en sus manos, pero debía ser un infierno personal.
– Todos mereces una oportunidad... menos cierto hijo de puta – su mirada se ensombreció por algunos segundos, pero luego volvió a su semblante calmado de antes. – Pero me alegro que también tengas la oportunidad de redimirte, enserio – dijo sinceramente el pelirrojo.
Dejó su ahora su plato vacío en la mesilla que tenía en frente y se estiró un poco, al tiempo que bostezaba. Lentamente iba volviendo a la normalidad, pero ahora le azotó todo el sueño de repente. Escuchó sus palabras y miró hacia el otro lado, al tiempo que se rascaba la cabeza un poco en señal de nerviosismo. Pese a todo, seguía sin acostumbrarse a los halagos y dudaba que fuera a hacerlo. Su autoestima mejoró, eso estaba claro, pero siempre habría la duda en si mismo por culpa de esas personas que lo maltrataron psicológicamente de pequeño. Al menos, había logrado un progreso considerable, y eso era lo que importaba.
– Se exactamente cuales son, o me hago una idea – dijo lentamente el joven, al tiempo que se estremecía un poco. Si tuviera que adivinar, entonces tendrían que ser esos tres temores que tenía... y todos estaba relacionados con la misma persona. – Pero gracias por el cumplido, pese a que no lo merezco. En fin, no sé si estas apurado o no, pero no sería un buen anfitrión si no te ofreciera pasar la noche aquí para que repongas energía – ofreció el joven.
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De modo que Eichi tenía conocimientos de medicina avanzados… Si él había hecho aquello quería decir que ya estaba preparado de antes, pues fue imposible que lo hiciera en menos de cinco segundos. Si pasado estaba así de bueno, a saber lo rico que podía estar recién hecho. Sonrió entonces y se estiró un poco. Siempre era agradable poder estar en casa de alguien que no desease matarte por la espalda. Se rascó la cabeza mirando bien la vivienda del pelirrojo. Esperaba que hubiese usado buenos constructores y aquello no se le viniese abajo en algún momento. Una gota de sudor resbaló por su cabeza al imaginarlo. Lástima que lo suyo fueran los motores y los aceros en lugar de la madera o la escayola. Negó un poco para sí mismo y después miró con calma a su compañero de combate.
- Cierto hijo de puta, qué cariño le tienes. – Mencionó de forma algo irónica y riéndose un poco. – Lo mismo puedo opinar de otros, hay gente que no aprende. Me alegro de que al menos no sea yo el causante de tu ira. No querría que fuese la última vez que como algo así. – Terminó de decir mientras se cruzaba de brazos.
Escuchó la propuesta del pelirrojo y fue entonces cuando sonrió un poco más. Era una suerte que Auron estuviese con una persona de confianza, por lo que no habría problema y lo llamaría por Den den mushi después para ver cómo estaba. Tosió un poco y después de unos momentos se quedó mirando al pelirrojo a los ojos.
- Dado que no tengo ahora mismo nada que me haga salir corriendo, aceptaré la oferta. Eso sí, espero que tengas tapones o morirás con mis legendarios ronquidos. – Confesó con sinceridad mientras se colocaba en pie.
Le era algo raro quedarse a dormir en casa de alguien, pues de niño no tuvo amigos. Se rascó la cabeza un poco pensativo sin saber cómo sería la situación. Justo entonces miró con calma a su compañero y tras aclarar la voz le habló de nuevo.
- Me ducho solo, puedo dormir cerca de un colega, pero nada de abrazados. La cena estaré encantado de tomarla si es hecha por ti, colega. Todo a oscuras, duermo catorce horas al día, me gusta despertar haciendo ejercicio. No me gusta el tabaco, odio el alcohol, me gusta taparme hasta el cuello y ante todo, me muevo mucho en sueños. – Una vez confesó todo aquello le miró a los ojos con una sonrisa calmada. – Ah, y duermo desnudo. – Terminó de decir, aunque eso era broma, pues usaba pantalón ante todo.
- Cierto hijo de puta, qué cariño le tienes. – Mencionó de forma algo irónica y riéndose un poco. – Lo mismo puedo opinar de otros, hay gente que no aprende. Me alegro de que al menos no sea yo el causante de tu ira. No querría que fuese la última vez que como algo así. – Terminó de decir mientras se cruzaba de brazos.
Escuchó la propuesta del pelirrojo y fue entonces cuando sonrió un poco más. Era una suerte que Auron estuviese con una persona de confianza, por lo que no habría problema y lo llamaría por Den den mushi después para ver cómo estaba. Tosió un poco y después de unos momentos se quedó mirando al pelirrojo a los ojos.
- Dado que no tengo ahora mismo nada que me haga salir corriendo, aceptaré la oferta. Eso sí, espero que tengas tapones o morirás con mis legendarios ronquidos. – Confesó con sinceridad mientras se colocaba en pie.
Le era algo raro quedarse a dormir en casa de alguien, pues de niño no tuvo amigos. Se rascó la cabeza un poco pensativo sin saber cómo sería la situación. Justo entonces miró con calma a su compañero y tras aclarar la voz le habló de nuevo.
- Me ducho solo, puedo dormir cerca de un colega, pero nada de abrazados. La cena estaré encantado de tomarla si es hecha por ti, colega. Todo a oscuras, duermo catorce horas al día, me gusta despertar haciendo ejercicio. No me gusta el tabaco, odio el alcohol, me gusta taparme hasta el cuello y ante todo, me muevo mucho en sueños. – Una vez confesó todo aquello le miró a los ojos con una sonrisa calmada. – Ah, y duermo desnudo. – Terminó de decir, aunque eso era broma, pues usaba pantalón ante todo.
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– Claro, ¿cómo tildarías a alguien que abandonó a su mujer embarazada para seguir con su vida de piratería? De hecho, olvida lo que dije. Hijo de puta le queda corto – declaró, al tiempo que cerraba con fuerzas sus puños. – Y nunca se me pasaría por la cabeza compararte con esa basura[./i]
Eichi era una persona serena y que hablaba solo lo suficiente cuando no era necesario hacer uno de sus discursos, y normalmente se guardaba todo para él mismo y no insultaba abiertamente a las demás personas, pero aquel caso era una excepción. Probablemente, aunque se lo encontrara, no lo mataría. Lo dejaría moribundo, y luego lo llevaría ante Milena para que recibiera su castigo. Era lo único que podía hacer. Suspiró un poco y se calmó, sabiendo que no valía la pena enojarse por el pelinegro. Escuchó las palabras de Kedra y bufó por lo bajo, al tiempo que una sonrisa se formaba en su rostro. Con eso la tensión que había creado inconscientemente se había roto, por lo que el estaba agradecido. Se rascó la cabeza y se llevó una mano al mentón, al tiempo que fingía estar pensando en lo que dijo.
– [i]Creo que los tengo por allí, por lo que iré a buscarlos – dijo seriamente, pero se notaba que estaba bromeando.
Tomó los platos y los llevó al lavaplatos. Ya se encargaría de lavar luego, pero ahora lo importante era otra cosa. Volvió al salón y escuchó sus palabras. Se mantuvo quieto durante algunos segundos, intentando procesar eso. Finalmente, no pudo evitar reír un poco y negar con la cabeza, divertido por lo que había salido de la boca de Kedra.
– Pues mis abrazos son para una sola persona – dijo seriamente, para luego reírse nuevamente al cabo de unos segundos. – Era una broma eso, pero bueno. Tendré en mente todo lo que dijiste, así que... sígueme – le indicó el pelirrojo.
Condujo al pirata por una serie de pasillos, para luego subir por la escalera hacia el segundo piso. Allí lo llevó hasta una de las cuatro habitaciones de la vivienda, la cual justo estaba enfrente del baño. Naturalmente, el cuarto matrimonial tenía su propio baño, así que no lo compartirían. Abrió la puerta y dentro estaba bien decorado, además que era espacioso. La cama era de dos plazas, y un enorme armario se podía apreciar en un rincón. Además, los muebles eran finos, aparte que se notaba que todo estaba "fresco" por ser una construcción reciente. Tosió un poco y se rascó la cabeza, sintiéndose un poco avergonzado por aquello. Pese a sus riquezas, Eichi era una persona humilde, por lo que no le hacía gracia escuchar comentarios de personas acusándolo de algo que no era.
– Esta es tu habitación, espero sea de tu agrado...
Eichi pausó un poco, al tiempo que bajaba levemente la mirada. Se debatía internamente si hacer aquella pregunta o no, pero la ansiedad lo estaba molestando un poco. Finalmente tomó una bocanada de aire y miró directamente al castaño.
– Kedra... Somos amigos, ¿no? – preguntó con algo de duda.
Eichi era una persona serena y que hablaba solo lo suficiente cuando no era necesario hacer uno de sus discursos, y normalmente se guardaba todo para él mismo y no insultaba abiertamente a las demás personas, pero aquel caso era una excepción. Probablemente, aunque se lo encontrara, no lo mataría. Lo dejaría moribundo, y luego lo llevaría ante Milena para que recibiera su castigo. Era lo único que podía hacer. Suspiró un poco y se calmó, sabiendo que no valía la pena enojarse por el pelinegro. Escuchó las palabras de Kedra y bufó por lo bajo, al tiempo que una sonrisa se formaba en su rostro. Con eso la tensión que había creado inconscientemente se había roto, por lo que el estaba agradecido. Se rascó la cabeza y se llevó una mano al mentón, al tiempo que fingía estar pensando en lo que dijo.
– [i]Creo que los tengo por allí, por lo que iré a buscarlos – dijo seriamente, pero se notaba que estaba bromeando.
Tomó los platos y los llevó al lavaplatos. Ya se encargaría de lavar luego, pero ahora lo importante era otra cosa. Volvió al salón y escuchó sus palabras. Se mantuvo quieto durante algunos segundos, intentando procesar eso. Finalmente, no pudo evitar reír un poco y negar con la cabeza, divertido por lo que había salido de la boca de Kedra.
– Pues mis abrazos son para una sola persona – dijo seriamente, para luego reírse nuevamente al cabo de unos segundos. – Era una broma eso, pero bueno. Tendré en mente todo lo que dijiste, así que... sígueme – le indicó el pelirrojo.
Condujo al pirata por una serie de pasillos, para luego subir por la escalera hacia el segundo piso. Allí lo llevó hasta una de las cuatro habitaciones de la vivienda, la cual justo estaba enfrente del baño. Naturalmente, el cuarto matrimonial tenía su propio baño, así que no lo compartirían. Abrió la puerta y dentro estaba bien decorado, además que era espacioso. La cama era de dos plazas, y un enorme armario se podía apreciar en un rincón. Además, los muebles eran finos, aparte que se notaba que todo estaba "fresco" por ser una construcción reciente. Tosió un poco y se rascó la cabeza, sintiéndose un poco avergonzado por aquello. Pese a sus riquezas, Eichi era una persona humilde, por lo que no le hacía gracia escuchar comentarios de personas acusándolo de algo que no era.
– Esta es tu habitación, espero sea de tu agrado...
Eichi pausó un poco, al tiempo que bajaba levemente la mirada. Se debatía internamente si hacer aquella pregunta o no, pero la ansiedad lo estaba molestando un poco. Finalmente tomó una bocanada de aire y miró directamente al castaño.
– Kedra... Somos amigos, ¿no? – preguntó con algo de duda.
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Bueno, era el momento de ver dónde iban a dormir. El lobo oscuro se levantó empezando a caminar despacio junto al pelirrojo. Un piso de arriba nunca daba buenas vibraciones, al menos a él no se las daba. Kedra entrecerró los ojos despacio a medida que iba subiendo. Los malditos desprendimientos siempre eran en aquellas zonas y en los libros de terror también pasaban cosas arriba. Siendo él un ser de miedo tampoco le importaba mucho, pero se esperó otra cosa. Cuando vio la cama no tardó en alzar una ceja. Miró de nuevo al pelirrojo y le habló con una calma asombrosa.
- No te lo tomes a mal, pero… ¿Sabe tu amada que dormiréis arriba? La mía siempre decía que las mujeres preferían dormir abajo siempre y que era mucho más cómodo. De hecho, yo mismo me esperaba un estilo tradicional, ambos en una sala con futones, cada uno en su lado, en el suelo. – El lobo entonces se rascó un poco la cabeza.
No era por quejarse, pero prefería mucho antes el estilo tradicional oriental. Justo en ese momento escuchó las palabras del zorro y ladeó la cabeza. Una pequeña sonrisa salió entonces de sus labios y clavó sus dorados ojos de fondo oscuro en los suyos.
- Para nada, prefiero quedarme a dormir en la casa de un desconocido valiendo mi cabeza más de medio millón. – Ironía pura. – Claro que sí ¿Qué te creías? – Terminó de decir sonriéndole de forma extraña, pero sincera.
Podía decirse que el cadejo tenía muy pocos conocidos. Dexter, Kai (a su modo) y Syxel. Ahora también a Eichi, pero podía decirse que era un tipo de escasas amistades debido a su pasado. Le chocó el hombro con el puño al zorro despacio y después de eso miró el sitio. Cogió una manta y después de nuevo le observó.
- Si no te importa dormiré en el sofá o en el suelo. Como dije antes, soy de estilo oriental y no me sentiría nada cómodo. No te preocupes, de esa forma ambos estaremos cómodos, pero hazme caso, yo que tú bajaba la cama de matrimonio abajo. A las mujeres les va ese rollo. – Terminó de decir.
El lobo negro entonces sonrió y dándole la espalda al chico empezó a caminar escaleras abajo hacia el piso inferior. Demasiado mal rollo le daban los cuartos individuales arriba. Tal vez siempre había sido así después de todo.
- No te lo tomes a mal, pero… ¿Sabe tu amada que dormiréis arriba? La mía siempre decía que las mujeres preferían dormir abajo siempre y que era mucho más cómodo. De hecho, yo mismo me esperaba un estilo tradicional, ambos en una sala con futones, cada uno en su lado, en el suelo. – El lobo entonces se rascó un poco la cabeza.
No era por quejarse, pero prefería mucho antes el estilo tradicional oriental. Justo en ese momento escuchó las palabras del zorro y ladeó la cabeza. Una pequeña sonrisa salió entonces de sus labios y clavó sus dorados ojos de fondo oscuro en los suyos.
- Para nada, prefiero quedarme a dormir en la casa de un desconocido valiendo mi cabeza más de medio millón. – Ironía pura. – Claro que sí ¿Qué te creías? – Terminó de decir sonriéndole de forma extraña, pero sincera.
Podía decirse que el cadejo tenía muy pocos conocidos. Dexter, Kai (a su modo) y Syxel. Ahora también a Eichi, pero podía decirse que era un tipo de escasas amistades debido a su pasado. Le chocó el hombro con el puño al zorro despacio y después de eso miró el sitio. Cogió una manta y después de nuevo le observó.
- Si no te importa dormiré en el sofá o en el suelo. Como dije antes, soy de estilo oriental y no me sentiría nada cómodo. No te preocupes, de esa forma ambos estaremos cómodos, pero hazme caso, yo que tú bajaba la cama de matrimonio abajo. A las mujeres les va ese rollo. – Terminó de decir.
El lobo negro entonces sonrió y dándole la espalda al chico empezó a caminar escaleras abajo hacia el piso inferior. Demasiado mal rollo le daban los cuartos individuales arriba. Tal vez siempre había sido así después de todo.
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Escuchó sus palabras y parpadeó un poco, para luego llevarse una mano al mentón. ¿Entonces hizo mal en poner la habitación arriba? El otro caso era distinto, puesto que la isla en si no era del tipo tradicional, por lo que no usaban futones o cosas similares para dormir, tan solo camas y casas estilo "medieval". Sin embargo, lo otro... tal vez pudiera hacer algo. Chasqueó sus dedos, logrando encontrarle una solución al problema. Debería hacerlo luego, eso sí. Habría que hacer una remodelación para hacer un cuarto principal nuevo abajo y convertir el actual en una sala o algo así. Aprovecharía que iría en búsqueda de Milena para mandar a que cambiaran todo, porque el no debía estar... Bueno, la verdad era que sus orejas no toleraban el ruido que hacían los obreros, así que daba igual.
– La infraestructura de la isla no es así y... yo tampoco conozco sitios tradicionales como esos para poder haber mandando a construir algo similar. Sin embargo, te haré caso con lo de dejar el cuarto principal en el primer piso – respondió tranquilamente el pelirrojo.
Por otro lado, su respuesta lo alivió un montón. Al ser como era, el joven no tenía demasiadas amistades debido a su... personalidad. Hacía dos o tres años que había logrado salir de su cascarón, por no decirlo de otro modo. Podía contar con los dedos de las manos las amistades que tenía, por los que en verdad las valoraba. Por supuesto, había una que estaba por sobre el resto, pero era un poco injusto compararla a ella con el resto, así que la tenía un pedestal aparte. Río un poco y se rascó la cabeza, al tiempo miraba hacia otro lado.
– Lo siento, era para asegurarme. Me alegro entonces – dijo felizmente el pelirrojo.
Frunció un poco el ceño al oír lo que dijo, pero no dijo nada al respecto. Si Kedra estaba más cómodo así, entonces no diría nada. Negó un poco con la cabeza y cerró la puerta tras suyo. Bajó las escaleras junto al castaño y señaló al sillón... Que también era grande, ahora que lo veía bien. Fácilmente podrían haber dos personas acostadas, tres si se apretaban. Bajó sus hombros en señal de derrota, sabiendo que no podía rechistar. Era culpa de su madre que todas las cosas de la casa fueran así, pero tampoco se iba a enojar con ella.
– Es tu decisión. De todas formas, suelo dormirme tarde, así que estaré por aquí hasta altas horas – le dijo. Estaba acostumbrado a ello debido a... ciertos factores que no valía la pena mencionar. Estiró sus brazos y suspiró, al tiempo que veía tranquilamente al cadejo, esperando para ver si quería algo más...
– La infraestructura de la isla no es así y... yo tampoco conozco sitios tradicionales como esos para poder haber mandando a construir algo similar. Sin embargo, te haré caso con lo de dejar el cuarto principal en el primer piso – respondió tranquilamente el pelirrojo.
Por otro lado, su respuesta lo alivió un montón. Al ser como era, el joven no tenía demasiadas amistades debido a su... personalidad. Hacía dos o tres años que había logrado salir de su cascarón, por no decirlo de otro modo. Podía contar con los dedos de las manos las amistades que tenía, por los que en verdad las valoraba. Por supuesto, había una que estaba por sobre el resto, pero era un poco injusto compararla a ella con el resto, así que la tenía un pedestal aparte. Río un poco y se rascó la cabeza, al tiempo miraba hacia otro lado.
– Lo siento, era para asegurarme. Me alegro entonces – dijo felizmente el pelirrojo.
Frunció un poco el ceño al oír lo que dijo, pero no dijo nada al respecto. Si Kedra estaba más cómodo así, entonces no diría nada. Negó un poco con la cabeza y cerró la puerta tras suyo. Bajó las escaleras junto al castaño y señaló al sillón... Que también era grande, ahora que lo veía bien. Fácilmente podrían haber dos personas acostadas, tres si se apretaban. Bajó sus hombros en señal de derrota, sabiendo que no podía rechistar. Era culpa de su madre que todas las cosas de la casa fueran así, pero tampoco se iba a enojar con ella.
– Es tu decisión. De todas formas, suelo dormirme tarde, así que estaré por aquí hasta altas horas – le dijo. Estaba acostumbrado a ello debido a... ciertos factores que no valía la pena mencionar. Estiró sus brazos y suspiró, al tiempo que veía tranquilamente al cadejo, esperando para ver si quería algo más...
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- Tampoco creo dormirme ahora mismo. Seguramente lo haré sobre las tres de la mañana o así. Antes solía dormir mucho más, ahora no tanto. – Mencionó una vez estuvieron en el salón.
Miró un poco a su alrededor y lo siguiente que hizo el cadejo negro fue caminar hacia la salida. Abrió la puerta despacio y dio al bosque. Una vez estuvo allí se sentó en un pequeño banco de madera junto a la puerta principal y miró hacia el cielo. Estar en un bosque en la noche le traía recuerdos acerca de la pelea que tuvo antes de perder la memoria con Madara, Kogáto y Bisutomaru. También la noche en la que Midorima Shintaro le desafió y lo apaleó, siendo después el otro un traidor y dejando a Sons. Sonrió un poco y después de eso soltó un enorme bostezo. Demasiados años habían pasado y por el momento no había ocurrido nada interesante a escala mundial.
El lobo negro se rascó un momento la cabeza y después de eso sacó su Den den mushi. Marcó despacio y no tardó mucho en dar señal. Escuchó la voz de Auron, el cual sin dejarle decir nada empezó a explicarle que había comido jabalí asado con hamburguesas. Una venita se marcó en la frente del cadejo al saber quién fue el causante de semejante comida. Negó un poco con la cabeza y después de unos momentos habló.
- No te preocupes, pronto volveré a por ti. Me alegro de que estés bien, ahora tápate y a dormir, recuerda que te quiero mucho. – Mencionó con un tono calmado.
Tras un par de minutos colgó y cuando se aseguró de que todo estaba bien miró de nuevo al cielo. Entrecerró los ojos unos momentos y pensó en lo siguiente que haría. Seguramente, Eichi había ido con él, por lo que se quedó mirándole con calma. Justo entonces colocó una mano en el suelo y los dos perros de oscuridad salieron de una leve humareda. Ambas bestias miraron al zorro con calma y se tumbaron, alzando sus patas hacia él y pidiendo mimos. Justo entonces una idea invadió los pensamientos del pirata. Se concentró en ellos despacio y empezó a acariciar el suelo. Tal vez podía apañárselas para crear otra cosa además de perros. Cerró los ojos concentrándose todo lo posible y una leve humareda empezó a formarse.
- Se llaman Yami y Kage. El más cariñoso es Yami y son totalmente inofensivos si no están en una batalla. – Terminó de decir mientras ambos animales pedían mimos.
Miró un poco a su alrededor y lo siguiente que hizo el cadejo negro fue caminar hacia la salida. Abrió la puerta despacio y dio al bosque. Una vez estuvo allí se sentó en un pequeño banco de madera junto a la puerta principal y miró hacia el cielo. Estar en un bosque en la noche le traía recuerdos acerca de la pelea que tuvo antes de perder la memoria con Madara, Kogáto y Bisutomaru. También la noche en la que Midorima Shintaro le desafió y lo apaleó, siendo después el otro un traidor y dejando a Sons. Sonrió un poco y después de eso soltó un enorme bostezo. Demasiados años habían pasado y por el momento no había ocurrido nada interesante a escala mundial.
El lobo negro se rascó un momento la cabeza y después de eso sacó su Den den mushi. Marcó despacio y no tardó mucho en dar señal. Escuchó la voz de Auron, el cual sin dejarle decir nada empezó a explicarle que había comido jabalí asado con hamburguesas. Una venita se marcó en la frente del cadejo al saber quién fue el causante de semejante comida. Negó un poco con la cabeza y después de unos momentos habló.
- No te preocupes, pronto volveré a por ti. Me alegro de que estés bien, ahora tápate y a dormir, recuerda que te quiero mucho. – Mencionó con un tono calmado.
Tras un par de minutos colgó y cuando se aseguró de que todo estaba bien miró de nuevo al cielo. Entrecerró los ojos unos momentos y pensó en lo siguiente que haría. Seguramente, Eichi había ido con él, por lo que se quedó mirándole con calma. Justo entonces colocó una mano en el suelo y los dos perros de oscuridad salieron de una leve humareda. Ambas bestias miraron al zorro con calma y se tumbaron, alzando sus patas hacia él y pidiendo mimos. Justo entonces una idea invadió los pensamientos del pirata. Se concentró en ellos despacio y empezó a acariciar el suelo. Tal vez podía apañárselas para crear otra cosa además de perros. Cerró los ojos concentrándose todo lo posible y una leve humareda empezó a formarse.
- Se llaman Yami y Kage. El más cariñoso es Yami y son totalmente inofensivos si no están en una batalla. – Terminó de decir mientras ambos animales pedían mimos.
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Pues entonces tendrían mucho de hablar si... A quien engañaba. Por personalidad, Eichi casi nunca empezaba las conversaciones. Simplemente, nunca se le ocurría algo de que hablar, y por esa razón sus encuentros con Hinori eran graciosos a veces. Dos personas que no hablaban más de la cuenta (y eran tímidos) no era la mejor idea para un experimento social. El pelirrojo río al recordar aquello y negó con la cabeza, al tiempo que se levantaba del sillón. Desde donde se encontraba, podía ver que el castaño estaba hablando por DDM, así que no lo molestaría por el momento hasta que terminara de hablar. Se dirigió hacia el baño y se remojó el rostro, al tiempo que bostezaba un poco. La pelea lo había dejado más cansado de lo que esperaba, pero al menos ya estaba casi recuperado del todo. Bendita sea su gran resistencia. En eso miró su reflejo y arqueó una ceja. Debido a lo ocupado que estaba, no había tenido el tiempo de cortarse el cabello. Debido a eso, le llegaba hasta un poco más debajo del cuello, casi a los hombros. Se rascó la cabeza y frunció el ceño, debatiéndose mentalmente lo que haría. ¿A Milena le gustaría mas así o como lo tenía antes? En este estilo lo tenía más controlado, al contrario de lo alborotado de antes.
– Bueno, la última palabra la tiene ella – se dijo para si mismo.
Salió del baño y se dirigió hacia afuera donde se encontraba Kedra. Al llegar, se sentó a su lado y miró hacia el cielo. Estaba atardeciendo, por lo que el cielo estaba naranjo en su totalidad debido a que el sol se estaba escondiendo. En eso, notó que las bestias se oscuridad de antes se manifestaba a su lado. Al contrario de la otra vez, al no estar en batalla, podía notar que eran bastante dóciles. Escuchó las palabras de Kedra y asintió lentamente. Dudó por algunos segundos, viendo que la última vez les había lanzado una bola de fuego. Al cabo de unos segundos, se armó de valor y tendió la mano. Acarició a los perros por algunos segundos y sonrío para si mismo.
– Mmm, supongo que entre caninos nos entendemos – mencionó, aún acariciando Yami y Kage. – Yo solo puedo hacer espejismos y... ya sabes el resultado de como son.
Para probar su punto, Eichi se concentró por algunos segundos e hizo aparecer a las dos cosas de antes. Estas estaban estáticas, mirando a la nada misma. Soltó una bocanada de aire, puesto que aún no estaba acostumbrado a crear espejismos... al igual que el resto de las habilidades de su fruta. Se las había ingeniado para usar todo el repertorio de su fruta en el combate, pero aquello también había sido un factor para que su resistencia se fuera a la mierda. Movió su mano libre e hizo desaparecer las ilusiones, al tiempo que se acomodaba en el banquillo.
– Solo engañan la vista. Al máximo debería afectar los cinco sentidos, por lo que podrías olerlo, verlo, probarlo, tocarlo y oírlo. Si ordenara a uno a morder a alguien, este sentiría dolor, pero no verdadero. No quedaría herida, por lo que es una mera fabricación de la imaginación. Los sentidos son poderosos, después de todo – explicó mientras sonreía. No le molestaba revelar ese dato, pese a que estaría poniéndose en desventaja en un combate de práctica futuro...
– Bueno, la última palabra la tiene ella – se dijo para si mismo.
Salió del baño y se dirigió hacia afuera donde se encontraba Kedra. Al llegar, se sentó a su lado y miró hacia el cielo. Estaba atardeciendo, por lo que el cielo estaba naranjo en su totalidad debido a que el sol se estaba escondiendo. En eso, notó que las bestias se oscuridad de antes se manifestaba a su lado. Al contrario de la otra vez, al no estar en batalla, podía notar que eran bastante dóciles. Escuchó las palabras de Kedra y asintió lentamente. Dudó por algunos segundos, viendo que la última vez les había lanzado una bola de fuego. Al cabo de unos segundos, se armó de valor y tendió la mano. Acarició a los perros por algunos segundos y sonrío para si mismo.
– Mmm, supongo que entre caninos nos entendemos – mencionó, aún acariciando Yami y Kage. – Yo solo puedo hacer espejismos y... ya sabes el resultado de como son.
Para probar su punto, Eichi se concentró por algunos segundos e hizo aparecer a las dos cosas de antes. Estas estaban estáticas, mirando a la nada misma. Soltó una bocanada de aire, puesto que aún no estaba acostumbrado a crear espejismos... al igual que el resto de las habilidades de su fruta. Se las había ingeniado para usar todo el repertorio de su fruta en el combate, pero aquello también había sido un factor para que su resistencia se fuera a la mierda. Movió su mano libre e hizo desaparecer las ilusiones, al tiempo que se acomodaba en el banquillo.
– Solo engañan la vista. Al máximo debería afectar los cinco sentidos, por lo que podrías olerlo, verlo, probarlo, tocarlo y oírlo. Si ordenara a uno a morder a alguien, este sentiría dolor, pero no verdadero. No quedaría herida, por lo que es una mera fabricación de la imaginación. Los sentidos son poderosos, después de todo – explicó mientras sonreía. No le molestaba revelar ese dato, pese a que estaría poniéndose en desventaja en un combate de práctica futuro...
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Tras Eichi haber desvelado sus trucos el cadejo sonrió. Las ilusiones eran algo que él también dominaba, por lo que tampoco era algo que le jodiese mucho. Los perros de sombras se dejaban acariciar sin problema alguno y de vez en cuando soltaban algún que otro quejido de gusto. El luchador continuaba con su mano en el suelo, mostrando aquel humo oscuro y concentrado en ver si lograba algo más. La primera idea era algo que le ayudase a volar por los cielos sin necesidad de usar su técnica especial, por lo que un ser con alas sería perfecto. Un cuervo enorme, un águila o… Perfecto, un halcón de tamaño grande sería ideal. Una sonrisa se formó en el rostro del cadejo y esta vez trató de materializarlo usando el método usado también en sus perros de sombra. Si lograba que todos pusieran estar al mismo tiempo sería un ejército de sombras para luchar.
- Las ilusiones son armas de doble filo y por ello yo solo usé la serpiente para ello. Prefiero hacerlas reales ¿Cómo? Domino el miedo, solo debo combinar el materializarlo con la imaginación y listo. – Confesó mientras sonreía y continuaba formando energía oscura en su mano derecha.
El sonido de un trueno hizo al cadejo ladear la cabeza, pero decidió ignorar aquel hecho y siguió a lo suyo. Ambos perros se colocaron en pie mirando hacia los cielos, los cuales se iban nublando poco a poco. No era una señal de peligro, pero compartían el gusto de las tormentas con su dueño. Ladraron un poco y después mientras que Kage se tumbó, Yami saltó al banco y se puso en medio de los dos. Sacó su lengua despacio y dio algunos toques en el hombro de Eichi con su pata. Se notaba que continuaba buscando mimos. El otro mientras tanto parecía estar pasando de todo lo que sucedía en aquel preciso momento. Kedra soltó un suspiro y después de unos segundos volvió a mirar hacia donde estaba su compañero de combate.
- ¿De qué parte estás? El mundo está dividido en varias partes, pero siempre se resumen a dos. Los que están a favor del gobierno mundial y los que están en contra. Yo creo que ya es obvio ¿Cuál es tu bando? Recuerda que incluso hay marines o agentes en contra, pero que trabajan para cambiar el método actual.
Nada más decir aquello inició con la transformación y aumentó su poder de canalización en la mano. Un destello oscuro surgió y una figura extraña empezó a formarse en el suelo boscoso. No tenía forma por el momento, pero ya se notaba que lanzaba algunos quejidos al aire en forma de lamentos, que poco a poco iban tomando el sonido de gruñidos.
- Las ilusiones son armas de doble filo y por ello yo solo usé la serpiente para ello. Prefiero hacerlas reales ¿Cómo? Domino el miedo, solo debo combinar el materializarlo con la imaginación y listo. – Confesó mientras sonreía y continuaba formando energía oscura en su mano derecha.
El sonido de un trueno hizo al cadejo ladear la cabeza, pero decidió ignorar aquel hecho y siguió a lo suyo. Ambos perros se colocaron en pie mirando hacia los cielos, los cuales se iban nublando poco a poco. No era una señal de peligro, pero compartían el gusto de las tormentas con su dueño. Ladraron un poco y después mientras que Kage se tumbó, Yami saltó al banco y se puso en medio de los dos. Sacó su lengua despacio y dio algunos toques en el hombro de Eichi con su pata. Se notaba que continuaba buscando mimos. El otro mientras tanto parecía estar pasando de todo lo que sucedía en aquel preciso momento. Kedra soltó un suspiro y después de unos segundos volvió a mirar hacia donde estaba su compañero de combate.
- ¿De qué parte estás? El mundo está dividido en varias partes, pero siempre se resumen a dos. Los que están a favor del gobierno mundial y los que están en contra. Yo creo que ya es obvio ¿Cuál es tu bando? Recuerda que incluso hay marines o agentes en contra, pero que trabajan para cambiar el método actual.
Nada más decir aquello inició con la transformación y aumentó su poder de canalización en la mano. Un destello oscuro surgió y una figura extraña empezó a formarse en el suelo boscoso. No tenía forma por el momento, pero ya se notaba que lanzaba algunos quejidos al aire en forma de lamentos, que poco a poco iban tomando el sonido de gruñidos.
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Pues claro, la imaginación era la clave para dominar el arte de las ilusiones. Sin embargo, en su caso, debía mejorar para hacerlas mas realistas primero... Empezando por las formas, luego vendrían los sentidos. Sin eso, no podría lograr lo que se propusiera. Tenía ideas bastante interesantes que había sacado de unas historietas que leyó cuando era pequeño. Formar distintos paisajes ilusorios, y cambiarlos con un solo chasquido de los dedos... No era la idea original, pero debía adaptarlo a su fruta. Asintió para si mismo y decidió dejar el tema de lado por el momento. Por el rabillo del ojo observaba que Kedra estaba entrenando algo, pese a que no sabía muy bien lo que tenía en mente, aunque debía ser algo bueno si se tenía en cuenta de con quien estaba lidiando. Parpadeó al notar que uno de los perros seguía queriendo mimos, a lo que accedió, aún sorprendido por la personalidad propia que aparentaban tener. Escuchó sus palabras y paró de inmediato. Delicadamente tomó al animal de sombras y lo dejó debajo. Levantó su mano y una bola de fuego empezó a formarse. Eichi intentaba cambiar su tamaño constantemente, haciéndola pequeña y luego grande, repitiendo el proceso varias veces. Además, estaba intentando controlar la temperatura. No quería que Yami recibiera el fuego de lleno, razón por la cual lo dejó a un lado.
– Esa es una pregunta curiosa que me has hecho, y al mismo tiempo difícil para responder. Mi caso es un poco curioso, Kedra – mencionó, aún jugando con la bola de fuego.
Pese a que solo pudo salir al mundo exterior cuando tenía quince, Eichi conocía muy bien como estaba dividido este. Guerras se formaban, y solo para que un grupo pudiera probar su punto. ¿Cuál era su visión? Antes tenía una, pero ahora había cambiado debido a circunstancias especiales. Chasqueó su lengua y lanzó la bola de fuego al cielo, observando como estallaba a una distancia considerable que no pudiera dañar a nadie. Suspiró un poco y formó otra esfera, aplicando lo mismo de la vez anterior.
– Si me hubieras preguntado eso hace dos años, te hubiera respondido que prefería mantenerme neutral ante un posible conflicto. Podía parecer de cobardes, pero no tengo razón alguna para unirme. Ahora es distinto – explicó con algo de cansancio. Cerró sus ojos y soltó una bocanada de aire. – Mi novia es científica, así que si hipotéticamente estalla un conflicto bélico entre esas dos partes... Me temo que estaría del primero que dices, indiferente a si estoy en contra o no. Simplemente no pienso abandonarla, Kedra – concluyó el joven príncipe.
Volvió a lanzar la bola de fuego al aire, pero esta vez hizo algo distinto. Esperó a que tomara un poco de altura y salió despedido del banco. Logró atrapar la bola antes que se esfumara, aunque se tambaleó violentamente en el proceso. De esa forma estaba entrenando su capacidad de vuelo y fuego. Lentamente bajó hacia el banco, haciendo un esfuerzo para no perder el equilibrio y lanzar la esfera hacia el lugar equivocado.
– ¿A qué vino esa pregunta? – preguntó una vez que se encontró a su lado nuevamente. Observaba curiosamente lo que hacía, pero también su reacción ante lo que dijo...
– Esa es una pregunta curiosa que me has hecho, y al mismo tiempo difícil para responder. Mi caso es un poco curioso, Kedra – mencionó, aún jugando con la bola de fuego.
Pese a que solo pudo salir al mundo exterior cuando tenía quince, Eichi conocía muy bien como estaba dividido este. Guerras se formaban, y solo para que un grupo pudiera probar su punto. ¿Cuál era su visión? Antes tenía una, pero ahora había cambiado debido a circunstancias especiales. Chasqueó su lengua y lanzó la bola de fuego al cielo, observando como estallaba a una distancia considerable que no pudiera dañar a nadie. Suspiró un poco y formó otra esfera, aplicando lo mismo de la vez anterior.
– Si me hubieras preguntado eso hace dos años, te hubiera respondido que prefería mantenerme neutral ante un posible conflicto. Podía parecer de cobardes, pero no tengo razón alguna para unirme. Ahora es distinto – explicó con algo de cansancio. Cerró sus ojos y soltó una bocanada de aire. – Mi novia es científica, así que si hipotéticamente estalla un conflicto bélico entre esas dos partes... Me temo que estaría del primero que dices, indiferente a si estoy en contra o no. Simplemente no pienso abandonarla, Kedra – concluyó el joven príncipe.
Volvió a lanzar la bola de fuego al aire, pero esta vez hizo algo distinto. Esperó a que tomara un poco de altura y salió despedido del banco. Logró atrapar la bola antes que se esfumara, aunque se tambaleó violentamente en el proceso. De esa forma estaba entrenando su capacidad de vuelo y fuego. Lentamente bajó hacia el banco, haciendo un esfuerzo para no perder el equilibrio y lanzar la esfera hacia el lugar equivocado.
– ¿A qué vino esa pregunta? – preguntó una vez que se encontró a su lado nuevamente. Observaba curiosamente lo que hacía, pero también su reacción ante lo que dijo...
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Del suelo terminó de formarse aquella cosa, la cual se alzó gruñendo. Se trataba de un enorme halcón de ojos rojizos, pico afilado y alas enormes. Su tamaño era sorprendente y una persona podría ir sobre él con facilidad. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del lobo negro, el cual lo miró fijamente. La bestia entonces salió volando hacia los cielos y se perdió. El pirata quedó un poco confuso, pero la empezó a seguir con su mantra mientras permanecía sentado y con los ojos cerrados. Se cruzó de brazos y escuchó la respuesta del pelirrojo mientras él entraba también. Se rascó la cabeza y permaneció en silencio unos momentos. Se esperaba algo de ese tipo, pero tampoco había problema con ello. Se relamió un poco y tras unos segundos le miró fijamente con una calma asombrosa.
- Quería saber si en la próxima guerra estarías a mi lado o en frente. Igualmente, llegado el momento pienso activar mi haki armadura de inicio y tumbaré a todo el que me impida terminar con la vida del gorosei. – Tras aquello se quedó bastante tranquilo.
Percibió a su bestia lanzarse en picado hacia ellos a una velocidad notable. El castaño abrió sus ojos y los clavó en su ser. El miedo inundó totalmente al halcón, el cual frenó en seco y aterrizó en el suelo, mirando al cadejo y colocándose a la defensiva. Kedra estiró la mano hacia él y frunció el ceño. La criatura se acercó despacio y él estiró la mano para acariciarle la cabeza. Continuó tratando de controlar la energía de aquella cosa para poder mantenerla bajo control, pero estaba siendo difícil. El ser finalmente se mantuvo relajado y se dejó hacer. Una vez terminó aquello, el lobo oscuro sonrió y chasqueó los dedos. Ambos perros de oscuridad se colocaron junto al halcón, formando un trío de bestias oscuras. Ahora podrían luchar cuatro en lugar de tres. Formaría un ejército de criaturas así si era necesario.
- Un par de minutos más y habré terminado con esto. Ya casi ha aprendido quién es su creador. – Mencionó sonriendo y mirando al halcón fijamente a los ojos.
Tras unos momentos le acarició un poco más y continuó mirando al pelirrojo. Esperaba que no se hubiese sentido mal por su comentario. Tosió un poco y después de unos momentos su semblante pasó a ser un poco más serio, por lo que podía verse en una situación más fría. Todo broma, volvió a sonreír y le dio un toque en el hombro a Eichi.
- Aunque si tengo que esquivarte y seguir avanzando tampoco pasará nada. Últimamente no veo bien. – Mintió riéndose un poco y mirando de nuevo a su nueva y oscura mascota.
- Quería saber si en la próxima guerra estarías a mi lado o en frente. Igualmente, llegado el momento pienso activar mi haki armadura de inicio y tumbaré a todo el que me impida terminar con la vida del gorosei. – Tras aquello se quedó bastante tranquilo.
Percibió a su bestia lanzarse en picado hacia ellos a una velocidad notable. El castaño abrió sus ojos y los clavó en su ser. El miedo inundó totalmente al halcón, el cual frenó en seco y aterrizó en el suelo, mirando al cadejo y colocándose a la defensiva. Kedra estiró la mano hacia él y frunció el ceño. La criatura se acercó despacio y él estiró la mano para acariciarle la cabeza. Continuó tratando de controlar la energía de aquella cosa para poder mantenerla bajo control, pero estaba siendo difícil. El ser finalmente se mantuvo relajado y se dejó hacer. Una vez terminó aquello, el lobo oscuro sonrió y chasqueó los dedos. Ambos perros de oscuridad se colocaron junto al halcón, formando un trío de bestias oscuras. Ahora podrían luchar cuatro en lugar de tres. Formaría un ejército de criaturas así si era necesario.
- Un par de minutos más y habré terminado con esto. Ya casi ha aprendido quién es su creador. – Mencionó sonriendo y mirando al halcón fijamente a los ojos.
Tras unos momentos le acarició un poco más y continuó mirando al pelirrojo. Esperaba que no se hubiese sentido mal por su comentario. Tosió un poco y después de unos momentos su semblante pasó a ser un poco más serio, por lo que podía verse en una situación más fría. Todo broma, volvió a sonreír y le dio un toque en el hombro a Eichi.
- Aunque si tengo que esquivarte y seguir avanzando tampoco pasará nada. Últimamente no veo bien. – Mintió riéndose un poco y mirando de nuevo a su nueva y oscura mascota.
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Inconscientemente levantó la vista para ver al halcón perderse entre las nubes. Se rascó la cabeza y miró interrogantemente al pirata, preguntándole con la mirada si eso debía pasar. Escuchó la respuesta del castaño y parpadeó, para luego suspirar. Si, lo veía venir. A final de cuentas, Kedra seguía yendo en contra del gobierno. Entrecerró los ojos y miró hacia el otro lado, un poco triste. Si estalla un conflicto bélico, el saldría muy mal parado en el tema personal. Tenía amigos y conocidos de ambos lados, pero más en el lado contrario al que pertenecía la pelirroja. Perdería mucho si estallaba una guerra, y probablemente varios de sus lazos se romperían. Sin embargo, era un precio que estaba dispuesto a pagar. Por Milena haría todo, después de todo. Ella siempre sería la prioridad y Eichi nunca la cambiaría. Sería doloroso, si, pero con ella podría superarlo con el pasar del tiempo. Chasqueó su lengua y le sonrío al cadejo, al tiempo que bostezaba un poco.
– Puede que seamos enemigos en un futuro debido a eso, pero... No habrá rencor. Es lo que elegimos, después de todo, y yo no pienso dejar a mi mujer sola – mencionó mientras suspiraba.
En eso, gracias a su audición desarrollada, escuchó que algo iba bajando en picada hacia ellos. Levantó su mirada y observó que se trataba del cuervo de antes. Inconscientemente formó una bola de fuego en caso que tuviera intenciones hostiles, pero no hubo necesidad de ello. Kedra usó su poder de miedo en la creación, por lo que se tranquilizó, aunque seguía teniendo el fuego en sus manos. Mientras el castaño adiestraba esa cosa, Eichi siguió entrenando sus poderes. Aumentó y disminuyó la temperatura constantemente, sonriendo internamente al ver que era sencillo si lo dejaba en cierto límite. De momento, estaba bien con eso. Luego volvería a retomar aquello. En cuanto a la invisibilidad, puso usarlo bien en la pelea contra el pirata, así que no había necesidad de mejorarlo con el momento.
– Mmm, curioso. Pensaba que te obedecían desde el inicio – comentó mientras empezaba a levitar. Quería ver cuando tiempo podía mantenerse suspendido en el aire antes de terminar cansado.
Escuchó sus palabras y lo miró con curiosidad. Llevó sus piernas e hizo como si se sentara en forma de cruz, pero suspendido en el aire. Le estaba costando mantenerse estable, pero mientras no peleara, estaría bien.
– Y yo no tengo un ojo. Así que si hipotéticamente vas por mi punto ciego y mi mantra no funciona por una extraña y curiosa razón de la cual no tengo idea, entonces no pasará nada. Últimamente ando un poco torpe – lanzó la indirecta, y no iba solo por él...
– Puede que seamos enemigos en un futuro debido a eso, pero... No habrá rencor. Es lo que elegimos, después de todo, y yo no pienso dejar a mi mujer sola – mencionó mientras suspiraba.
En eso, gracias a su audición desarrollada, escuchó que algo iba bajando en picada hacia ellos. Levantó su mirada y observó que se trataba del cuervo de antes. Inconscientemente formó una bola de fuego en caso que tuviera intenciones hostiles, pero no hubo necesidad de ello. Kedra usó su poder de miedo en la creación, por lo que se tranquilizó, aunque seguía teniendo el fuego en sus manos. Mientras el castaño adiestraba esa cosa, Eichi siguió entrenando sus poderes. Aumentó y disminuyó la temperatura constantemente, sonriendo internamente al ver que era sencillo si lo dejaba en cierto límite. De momento, estaba bien con eso. Luego volvería a retomar aquello. En cuanto a la invisibilidad, puso usarlo bien en la pelea contra el pirata, así que no había necesidad de mejorarlo con el momento.
– Mmm, curioso. Pensaba que te obedecían desde el inicio – comentó mientras empezaba a levitar. Quería ver cuando tiempo podía mantenerse suspendido en el aire antes de terminar cansado.
Escuchó sus palabras y lo miró con curiosidad. Llevó sus piernas e hizo como si se sentara en forma de cruz, pero suspendido en el aire. Le estaba costando mantenerse estable, pero mientras no peleara, estaría bien.
– Y yo no tengo un ojo. Así que si hipotéticamente vas por mi punto ciego y mi mantra no funciona por una extraña y curiosa razón de la cual no tengo idea, entonces no pasará nada. Últimamente ando un poco torpe – lanzó la indirecta, y no iba solo por él...
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- No suelen obedecer, pues nada más salir no saben qué demonios pintan aquí. Es normal, yo también me pondría de los nervios en su situación, pero aprenden rápidamente quién es el que los ha creado. – Mencionó notando su aura oscura volverse más grande y al halcón cada vez relajarse más.
Lo había dominado. El animal se quedó calmado y se puso a jugar con ambos perros, los cuales observaban la situación con calma. Después de eso escuchó las palabras del pelirrojo y asintió con la cabeza. Estaba claro que en las batallas lo ignoraría y continuaría atacando a otros. Aunque se viesen obligados a luchar, trataría de dejarlo fuera de juego y ponerlo en un lugar seguro. Bostezó un poco y después de eso anuló todos sus seres de sombra. Al halcón le iba a costar mantenerlo de forma calmada mucho tiempo. Recordó cuando solo podía invocar a Yami y Kage dos minutos y soltó un suspiro. Viendo que él también estaba con sus cosas se colocó en pie. Justo en ese momento empezó a llover.
- Justo a tiempo.
Ya era de noche y por ello el ambiente era hermoso para el pirata. Sus dos cosas favoritas combinadas, noche y tormenta. Se quedó mirando al pelirrojo y no tardó en mostrar sus dientes afilados y soltar una pequeña carcajada. Era el momento de desconcentrarle y provocar que se cayese o al menos intentarlo. Kedra rebuscó en su repertorio todos los chistes malos que tenía y fue en ese momento cuando clavó su mirada en él. Alzó la voz para que le prestase atención y tiró aquel magnifico causante de odio en el mundo.
- ¿Sabes que es amarillo y atraviesa paredes? Un limón mágico…
Antes de que Eichi perdiese la fe en seguir viviendo entró en el interior de la casa con una pequeña sonrisa maligna en el rostro. Esperaba haberle hecho caerse o algo similar. Justo entonces se sentó de nuevo en el sillón anterior y se quitó el calzado. Se estiró un poco y después de unos momentos sonrió. Ahora solo faltaba que el pelirrojo entrase, ya fuese odiando al mundo o feliz. Una vez lo tuviese delante, el lobo de la oscuridad hablaría con un tono bastante calmado, como siempre solía hacer, vamos.
- ¿Qué va a hacer mi cocinero favorito para cenar? Ese pollo de antes me ha llevado al cielo y probar algo recién hecho creo que me haría sentirme…Mmmm…
No terminó la frase, solo se puso a olfatear y a poner raras caras de placer. Aunque Kedra aparentase cincuenta años por su madurez y seriedad, continuaba siendo muy joven, por lo que era normal que también hiciera cosas raras de vez en cuando.
Lo había dominado. El animal se quedó calmado y se puso a jugar con ambos perros, los cuales observaban la situación con calma. Después de eso escuchó las palabras del pelirrojo y asintió con la cabeza. Estaba claro que en las batallas lo ignoraría y continuaría atacando a otros. Aunque se viesen obligados a luchar, trataría de dejarlo fuera de juego y ponerlo en un lugar seguro. Bostezó un poco y después de eso anuló todos sus seres de sombra. Al halcón le iba a costar mantenerlo de forma calmada mucho tiempo. Recordó cuando solo podía invocar a Yami y Kage dos minutos y soltó un suspiro. Viendo que él también estaba con sus cosas se colocó en pie. Justo en ese momento empezó a llover.
- Justo a tiempo.
Ya era de noche y por ello el ambiente era hermoso para el pirata. Sus dos cosas favoritas combinadas, noche y tormenta. Se quedó mirando al pelirrojo y no tardó en mostrar sus dientes afilados y soltar una pequeña carcajada. Era el momento de desconcentrarle y provocar que se cayese o al menos intentarlo. Kedra rebuscó en su repertorio todos los chistes malos que tenía y fue en ese momento cuando clavó su mirada en él. Alzó la voz para que le prestase atención y tiró aquel magnifico causante de odio en el mundo.
- ¿Sabes que es amarillo y atraviesa paredes? Un limón mágico…
Antes de que Eichi perdiese la fe en seguir viviendo entró en el interior de la casa con una pequeña sonrisa maligna en el rostro. Esperaba haberle hecho caerse o algo similar. Justo entonces se sentó de nuevo en el sillón anterior y se quitó el calzado. Se estiró un poco y después de unos momentos sonrió. Ahora solo faltaba que el pelirrojo entrase, ya fuese odiando al mundo o feliz. Una vez lo tuviese delante, el lobo de la oscuridad hablaría con un tono bastante calmado, como siempre solía hacer, vamos.
- ¿Qué va a hacer mi cocinero favorito para cenar? Ese pollo de antes me ha llevado al cielo y probar algo recién hecho creo que me haría sentirme…Mmmm…
No terminó la frase, solo se puso a olfatear y a poner raras caras de placer. Aunque Kedra aparentase cincuenta años por su madurez y seriedad, continuaba siendo muy joven, por lo que era normal que también hiciera cosas raras de vez en cuando.
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Al parecer el cadejo ya había dominado a esa criatura parecido a un cuervo, o eso aparentaba, al menos. El también había terminado, y justo a tiempo, puesto que había comenzado a llover. Era una de las cosas que no le agradaba de su isla. El clima era así la mayor parte del año, pero cuando llovía... Casi siempre era tropical. Mucha humedad y un calor abrumador. Por suerte, ese día no hacía eso. Adoraba su frío... Bueno, ya no. Cuando hacía calor, Milena llevaba menos ropa, así que lo podía resistir. Negó con la cabeza y se levantó del banquillo, despejando esos pensamientos de su mente. No iba a tener fantasías con Kedra al lado, sería un poco vergonzoso si el cadejo llegaba a darse cuenta. Ya tendría su privacidad luego cuando fuera a su habitación. Era una suerte que había dejado de flotar, puesto que al pirata justo se le ocurrió contar esa... abominación. Se quedó estático por algunos segundos, para luego bufar y negar con la cabeza. Y creía que él tenía un mal sentido del humor... Kedra llevaba eso a otro nivel. Aun así, le daba puntos por al menos intentarlo, pese a que era para desestabilizarlo cuando estaba en el aire... y probablemente lo hubiera logrado.
– Limón será lo que te tiré por la cabeza... – murmuró, al tiempo que sonreía de forma sarcástica.
Negó con la cabeza y entró hacia la vivienda. Se quitó el calzado y tomó una toalla que estaba cerca, para luego secarse lo más que pudiera. Quería darse una ducha caliente para capear el frío... y de pasada quitarse la suciedad, que se había dado cuenta que no se había limpiado luego del combate. Se acercó hacia el salón y se fijó que el cadejo estaba en el sillón de antes. Una vena se marcó en su frente, y contó hasta tres para poder calmarse.
– El mundo es una mierda – respondió a lo que dijo el cadejo. Luego de dejarlo con la duda existencial, se dirigió hacia la cocina.
Revisó el refrigerador y los estantes para ver que podía hacer. Sacó todo lo necesario y se puso manos a la obra. No quería hacer nada complicado, así que pizza sería. A todo el mundo le gustaba, ¿no? Sin embargo, la haría desde cero, con masa incluida. Estuvo treinta minutos haciendo aquello, y debía admitir que le quedó bien. Eran cuatro mitades, y cada parte tenía algo distinto. Una estaba hecha de distintos trozos de carnes, otra tenía salchichas y tocinos, otra era la tradicional de jamón con aceitunas y tomates, y la última parecía ser solo de queso. Sin embargo, tenía su truco. Estaba hecho de cuatro tipos de quesos, perfectamente balanceados. Aparte, los bordes de la masa estaba rellenos de queso también. Era un pequeño toque que le había agregado.
– Ya está listo – declaró mientras dejaba la pizza en la mesita, al tiempo que le tendía un plato.
Saco dos copas de la vitrina y una botella de vino sin alcohol del refrigerador. Metió hielos y rellenó ambos vasos. Dejó la botella a un lado y se recostó al otro extremo del sillón, al tiempo que sonreía mientras levantaba la copa...
– Limón será lo que te tiré por la cabeza... – murmuró, al tiempo que sonreía de forma sarcástica.
Negó con la cabeza y entró hacia la vivienda. Se quitó el calzado y tomó una toalla que estaba cerca, para luego secarse lo más que pudiera. Quería darse una ducha caliente para capear el frío... y de pasada quitarse la suciedad, que se había dado cuenta que no se había limpiado luego del combate. Se acercó hacia el salón y se fijó que el cadejo estaba en el sillón de antes. Una vena se marcó en su frente, y contó hasta tres para poder calmarse.
– El mundo es una mierda – respondió a lo que dijo el cadejo. Luego de dejarlo con la duda existencial, se dirigió hacia la cocina.
Revisó el refrigerador y los estantes para ver que podía hacer. Sacó todo lo necesario y se puso manos a la obra. No quería hacer nada complicado, así que pizza sería. A todo el mundo le gustaba, ¿no? Sin embargo, la haría desde cero, con masa incluida. Estuvo treinta minutos haciendo aquello, y debía admitir que le quedó bien. Eran cuatro mitades, y cada parte tenía algo distinto. Una estaba hecha de distintos trozos de carnes, otra tenía salchichas y tocinos, otra era la tradicional de jamón con aceitunas y tomates, y la última parecía ser solo de queso. Sin embargo, tenía su truco. Estaba hecho de cuatro tipos de quesos, perfectamente balanceados. Aparte, los bordes de la masa estaba rellenos de queso también. Era un pequeño toque que le había agregado.
– Ya está listo – declaró mientras dejaba la pizza en la mesita, al tiempo que le tendía un plato.
Saco dos copas de la vitrina y una botella de vino sin alcohol del refrigerador. Metió hielos y rellenó ambos vasos. Dejó la botella a un lado y se recostó al otro extremo del sillón, al tiempo que sonreía mientras levantaba la copa...
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En aquella media hora, el cadejo estuvo mirando hacia el techo, hasta que se fue al baño sin permiso. Se notaba que el chico iba a tardar, por lo que se ocuparía mientras tanto de quedar lo más cómodo posible. Se metió en la ducha y le dio al agua caliente. Tampoco es que quisiera darle envidia a nadie, o tal vez sí. Estuvo allí unos veinte minutos y después de eso bajó con una calma asombrosa. Llevaba un albornoz rosa que se había encontrado en un armario que miró y también su pantalón negro. Aquello parecía de mujer, pero no se iba a poner a hacer distinciones. Tal vez era de la mujer del pelirrojo, pero bueno, ojos que no ven, corazón que no siente. Tras unos momentos se sentó de nuevo y se estiró. Cuando lo hizo pudo ver que Eichi ya volvía y con una enorme pizza.
- Y yo que me esperaba algo cocinado y no esto, pero en fin, probemos como está la mercancía. – Mencionó estirando la mano hacia un pedazo de los de carne.
La mordió notando un hermoso orgasmo en la boca que le hizo soltar un enorme gemido de placer. Era un sabor increíble. Continuó mordiéndolo hasta comerse el trozo totalmente. Después cogió la copa y tras oler que no había alcohol le dio un enorme trago, estaba buenísimo. El cadejo entonces se relajó y después de unos momentos miró al pelirrojo de nuevo. Ese tío tenía un don poco común para la cocina, eso estaba más que clarísimo. Tal vez era un genio de su época y debía ir a comer allí cada día. Luego pensó en el cabreo legendario que tomaría la mujer de Eichi al ver su albornoz con una talla mayor, pues a él le estaba apretado. Estiró sus brazos hacia arriba y después de eso pudo ver al zorro alzar la copa con calma.
- Esto está delicioso. Bueno, creo que tras comer esta delicia iré a dormir, mañana debo partir pronto. Solo dormiré doce horas. – Mencionó como si eso fuese pronto.
Después de haber comido sus trozos se colocó en pie y miró el sillón con amor, con pasión, con felicidad. Se tumbó de nuevo en él y cerró los ojos mientras se estiraba. Estaba muy cómodo con aquel albornoz que pensaba llevarse de paso, total, un tío como Eichi tendría miles de aquellos. Cerró los ojos despacio y después de eso miró hacia el techo con una tranquilidad inhumana.
- Llevaba mucho tiempo sin pasármelo bien, te lo agradezco, Eichi. – Dijo antes de terminar de acostarse.
Fue gracioso el modo en que se conocieron. Él lo confundió con el capullo del puente de los esclavos, durmieron en el campo, atacaron a los pesados y volvieron a dormir. Pese a todo aquello, ahora se llevaban bastante bien y había sido un día ideal.
- Y yo que me esperaba algo cocinado y no esto, pero en fin, probemos como está la mercancía. – Mencionó estirando la mano hacia un pedazo de los de carne.
La mordió notando un hermoso orgasmo en la boca que le hizo soltar un enorme gemido de placer. Era un sabor increíble. Continuó mordiéndolo hasta comerse el trozo totalmente. Después cogió la copa y tras oler que no había alcohol le dio un enorme trago, estaba buenísimo. El cadejo entonces se relajó y después de unos momentos miró al pelirrojo de nuevo. Ese tío tenía un don poco común para la cocina, eso estaba más que clarísimo. Tal vez era un genio de su época y debía ir a comer allí cada día. Luego pensó en el cabreo legendario que tomaría la mujer de Eichi al ver su albornoz con una talla mayor, pues a él le estaba apretado. Estiró sus brazos hacia arriba y después de eso pudo ver al zorro alzar la copa con calma.
- Esto está delicioso. Bueno, creo que tras comer esta delicia iré a dormir, mañana debo partir pronto. Solo dormiré doce horas. – Mencionó como si eso fuese pronto.
Después de haber comido sus trozos se colocó en pie y miró el sillón con amor, con pasión, con felicidad. Se tumbó de nuevo en él y cerró los ojos mientras se estiraba. Estaba muy cómodo con aquel albornoz que pensaba llevarse de paso, total, un tío como Eichi tendría miles de aquellos. Cerró los ojos despacio y después de eso miró hacia el techo con una tranquilidad inhumana.
- Llevaba mucho tiempo sin pasármelo bien, te lo agradezco, Eichi. – Dijo antes de terminar de acostarse.
Fue gracioso el modo en que se conocieron. Él lo confundió con el capullo del puente de los esclavos, durmieron en el campo, atacaron a los pesados y volvieron a dormir. Pese a todo aquello, ahora se llevaban bastante bien y había sido un día ideal.
Eichi Tsukasa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
– No hables antes de probar, Kedra – dijo, intentando ocultar la diversión de su tono de voz.
No era la primera vez que le decían eso, de todas formas. Cuando veían algo común, siempre pensaban que el pelirrojo lo recalentaba para luego servirlo, pero no. Todo lo que hacía Eichi, lo hacía desde cero. Nunca hacía algo que ya estaba semi hecho, puesto que no era su estilo. Se tomaba el tema de la cocina muy enserio, pese a que algunos consideraban indigno que un príncipe como él se dedicara a eso, pero eso no le importaba. Estaba feliz con lo que hacía y con eso bastaba. Suspiró un poco y tomó un trago el vino, sintiendo como el líquido bajaba por su garganta. Prefería el tradicional tinto, pero no podía negar que el sin alcohol tenía lo suyo. Era una delicia, más con algo delicioso acompañándolo. En este caso, era la pizza que había preparado. Quitando eso, Eichi fulminó con la mirada al cadejo. ¿Cómo osaba llevar eso? Lo había elegido por una razón, después de todo.
– Yo seguiré despierto, sino te molesta. Debo hacer unas cosas en mi oficina – respondió, sintiendo como una vena se formaba en su frente.
Escuchó sus palabras y su mirada se suavizó por algunos segundos. Se rascó la cabeza, sin saber muy bien que responderle al pirata. No estaba acostumbrado a eso, después de todo, y los únicos momentos de diversión que había tenido fueron con Milena y Hinori. Ban podría contar, pero considerando que intentaban matarse la mayoría de las veces que se veían la cara, lo dejaba en una categoría especial. También estaba Zero, pero no habían tenido momentos así por culpa de la guerra, y ya se había marchado, así que...
– También me divertí, pero... – su mirada se ensombreció un poco y miró de forma macabra al pirata. – Esa prenda es de mi mujer, así que más te vale quitártelo luego, y si no lo haces... Lo dejo a tu imaginación. Que sepas que te estaré vigilando... – le dedicó una última mirada diabólica y se dirigió hacia su despacho.
Suspiró con pesadez al ver la pila de papeles que tenía, pero no pensaba trabajar en ello ahora. Aparte, que aún le faltaba ducharse y quitarse toda la suciedad. Se rascó un poco la cabeza y abrió un cajón, encontrándose con la carta de Milena. La tomó delicadamente y cerró sus ojos. Pronto volvería a encontrarse con su amada, y no podía estar más feliz...
No era la primera vez que le decían eso, de todas formas. Cuando veían algo común, siempre pensaban que el pelirrojo lo recalentaba para luego servirlo, pero no. Todo lo que hacía Eichi, lo hacía desde cero. Nunca hacía algo que ya estaba semi hecho, puesto que no era su estilo. Se tomaba el tema de la cocina muy enserio, pese a que algunos consideraban indigno que un príncipe como él se dedicara a eso, pero eso no le importaba. Estaba feliz con lo que hacía y con eso bastaba. Suspiró un poco y tomó un trago el vino, sintiendo como el líquido bajaba por su garganta. Prefería el tradicional tinto, pero no podía negar que el sin alcohol tenía lo suyo. Era una delicia, más con algo delicioso acompañándolo. En este caso, era la pizza que había preparado. Quitando eso, Eichi fulminó con la mirada al cadejo. ¿Cómo osaba llevar eso? Lo había elegido por una razón, después de todo.
– Yo seguiré despierto, sino te molesta. Debo hacer unas cosas en mi oficina – respondió, sintiendo como una vena se formaba en su frente.
Escuchó sus palabras y su mirada se suavizó por algunos segundos. Se rascó la cabeza, sin saber muy bien que responderle al pirata. No estaba acostumbrado a eso, después de todo, y los únicos momentos de diversión que había tenido fueron con Milena y Hinori. Ban podría contar, pero considerando que intentaban matarse la mayoría de las veces que se veían la cara, lo dejaba en una categoría especial. También estaba Zero, pero no habían tenido momentos así por culpa de la guerra, y ya se había marchado, así que...
– También me divertí, pero... – su mirada se ensombreció un poco y miró de forma macabra al pirata. – Esa prenda es de mi mujer, así que más te vale quitártelo luego, y si no lo haces... Lo dejo a tu imaginación. Que sepas que te estaré vigilando... – le dedicó una última mirada diabólica y se dirigió hacia su despacho.
Suspiró con pesadez al ver la pila de papeles que tenía, pero no pensaba trabajar en ello ahora. Aparte, que aún le faltaba ducharse y quitarse toda la suciedad. Se rascó un poco la cabeza y abrió un cajón, encontrándose con la carta de Milena. La tomó delicadamente y cerró sus ojos. Pronto volvería a encontrarse con su amada, y no podía estar más feliz...
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