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Katharina von Steinhell
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Todo pasó tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo para asimilar todo lo que ocurrió. De partida, el pirata sanguinario consiguió sobrevivir al ataque del pelirrojo, mostrando su increíble tenacidad. Ningún humano normal sería capaz de sobrevivir algo así… bueno, Arribor Neus era cuanto menos un hombre. Se impresionó por la fortaleza del hombre, reconociendo que sería beneficioso para ella intentar aliarse con él. No obstante, se enfadó cuando decidió pasar de ella y sostenerse en la morsa. ¿Es que era invisible? ¿Acaso no importaba que hubiera rescatado al animal de ser comido por uno de los no muertos? Supuso que no. Suspiró profundamente y frunció el ceño, y luego se volteó para intentar reprender al herido hombre, pero no lo consiguió. Uno de sus compañeros apareció y le ayudó, también pasando de Katharina. Parecía que era la moda de la guerra: ignorar a la bruja. Al menos consiguió escuchar las intenciones que tenía el sujeto acerca de volver al barco, ocurriéndosele una idea.
Y antes de que pudiera desarrollarla rápidamente para proponérsela a los piratas, una extraña figura apareció para llevarse al malherido pelirrojo, dejando bien claro que al día de hoy se podía ver todo tipo de cosas. Pero Katharina decidió no darle mucha importancia, pues ahora mismo tenía una oportunidad en frente que no podía dejar pasar. Si le hacía un favor a Arribor Neus, estaría en deuda con ella. No obstante, era una apuesta arriesgada. Nadie ni nada le aseguraba que el pirata recordaría la ayuda entregada por Katharina, aunque para ganar, debía arriesgarse. Y dudaba de que fuera muy complicado llegar al barco de los piratas.
La espadachina siguió de cerca a Arribor y a su compañero, y una vez estuvo relativamente cerca, habló:
—Puedo ayudarlos a subir al barco —mencionó ella con un tono de voz lo suficientemente elevado como para que le escucharan—. Sin embargo, no lo haré porque me nace y quiera ser buena. Si les ayudo, me deberán un favor… uno que cobraré en cualquier momento. No creo que tengas alas para volar y dudo que Arribor Neus esté en condiciones para hacer algo más que no sea caminar.
Los piratas debían decidir luego, pues no contaban con demasiado tiempo. Los marines comenzaron a retirarse, o a reagruparse. No sabía con certeza lo que estaban haciendo exactamente, pero seguro que se trataba de algo gordo. El Gobierno Mundial tenía un plan, uno que quería poner en ejecución. ¿Se trataría de una eliminación masiva de criminales? No le sorprendería, pues los altos mandos eran tan crueles como hipócritas. No les importaba la gente, únicamente les interesaba conservar sus títulos y mantener el poder en sus manos. Así de simple, no había que darle más vueltas al asunto. Como sea, algo intentaban los marines y Katharina no se quedaría hasta el final para averiguar el qué. Para demostrarles que podía llegar al “barco volador”, la pirata manipuló de tal forma el viento que sus pies se despegaron del suelo y sus cabellos se agitaron suavemente, y pronto se encontró levitando en el aire.
—¿Y bien? ¿Qué decides? —preguntó a Arribor con los ojos clavados en el suyo.
Y antes de que pudiera desarrollarla rápidamente para proponérsela a los piratas, una extraña figura apareció para llevarse al malherido pelirrojo, dejando bien claro que al día de hoy se podía ver todo tipo de cosas. Pero Katharina decidió no darle mucha importancia, pues ahora mismo tenía una oportunidad en frente que no podía dejar pasar. Si le hacía un favor a Arribor Neus, estaría en deuda con ella. No obstante, era una apuesta arriesgada. Nadie ni nada le aseguraba que el pirata recordaría la ayuda entregada por Katharina, aunque para ganar, debía arriesgarse. Y dudaba de que fuera muy complicado llegar al barco de los piratas.
La espadachina siguió de cerca a Arribor y a su compañero, y una vez estuvo relativamente cerca, habló:
—Puedo ayudarlos a subir al barco —mencionó ella con un tono de voz lo suficientemente elevado como para que le escucharan—. Sin embargo, no lo haré porque me nace y quiera ser buena. Si les ayudo, me deberán un favor… uno que cobraré en cualquier momento. No creo que tengas alas para volar y dudo que Arribor Neus esté en condiciones para hacer algo más que no sea caminar.
Los piratas debían decidir luego, pues no contaban con demasiado tiempo. Los marines comenzaron a retirarse, o a reagruparse. No sabía con certeza lo que estaban haciendo exactamente, pero seguro que se trataba de algo gordo. El Gobierno Mundial tenía un plan, uno que quería poner en ejecución. ¿Se trataría de una eliminación masiva de criminales? No le sorprendería, pues los altos mandos eran tan crueles como hipócritas. No les importaba la gente, únicamente les interesaba conservar sus títulos y mantener el poder en sus manos. Así de simple, no había que darle más vueltas al asunto. Como sea, algo intentaban los marines y Katharina no se quedaría hasta el final para averiguar el qué. Para demostrarles que podía llegar al “barco volador”, la pirata manipuló de tal forma el viento que sus pies se despegaron del suelo y sus cabellos se agitaron suavemente, y pronto se encontró levitando en el aire.
—¿Y bien? ¿Qué decides? —preguntó a Arribor con los ojos clavados en el suyo.
- Resumen:
- Proponerle un trato a Arribor y a Zack.
Una enorme explosión sacude el centro de la isla, destrozando lo que quedaba del patíbulo y haciendo que todo tiemble. En el puerto y los túneles subterráneos las paredes tiemblan y caen rocas del techo mientras los primeros barcos de la marina comienzan a salir por la entrada a la cueva y navegan por un pasillo hecho en el hielo.
Los piratas luchando con los barcos de la marina ven como un gran número de barcos salen del puerto ¿Refuerzos? No lo sabéis, o puede que estén evacuando la isla. Justo cuando parecía que teníais las riendas de la batalla. De todas formas los barcos de la marina que quedan ponen formación de retirada, dirigiéndose al este de la isla rodeando el hielo.
Los piratas luchando con los barcos de la marina ven como un gran número de barcos salen del puerto ¿Refuerzos? No lo sabéis, o puede que estén evacuando la isla. Justo cuando parecía que teníais las riendas de la batalla. De todas formas los barcos de la marina que quedan ponen formación de retirada, dirigiéndose al este de la isla rodeando el hielo.
- Balagus y Nassor:
- Volvéis a la normalidad, aunque el barco de la marina parece que se quiere marchar con la tripulación pirata todavía encima. O eso o entretener a lo que queda de la flota para que no persigan a sus compañeros.
- Zane y amijos:
- El viejo desvía el tajo con un solo movimiento de su espada, tras eso continúa el movimiento con una curva fluida y parte la llamarada de tal forma que pasa a su alrededor sin hacerle nada. El siguiente corte ascendente lo bloquea con la espada sin mucho problema y la onda cortante se parte al tocar el filo del arma. Interpone el cañón de su arma para parar los cortes y dispara al centro de los dos cortes diagonales, con tal potencia que desvía las hojas.
- Te estás poniendo un poco gallito mocoso. – Dice a la vez que clava la punta del cañón en la madera y enfunda la espada. – La patada llega a su objetivo, pero en cuanto toca su ropa este pone las manos alrededor del talón y la espinilla y tuerce con un rápido movimiento haciéndote rotar en el aire al no contar con un punto de apoyo y evitando que los siguientes golpes dieran en su objetivo. – No soy yo quien te tiene que dar esta espada chico… es esta espada la que te tiene que aceptar, y si la tratas como a esas pobres espadas… no creo que te ganes su aprobación.
Miras tus espadas y puedes ver preocupado varias mellas en el filo, así como algunos rasguños, incluso una pequeña grieta. Hijikata toma pose y se dispone a hacer un iai. Durante una décima de segundo antes de lanzar el tajo tienes una visión, ves sus ojos completamente negros y vacíos con una sonrisa cadavérica en su rostro, todo a tu alrededor se vacía y tienes la sensación de estar cayendo. En cuanto vuelves a la realidad el anciano lanza el corte, un veloz tajo diagonal (veloz se le queda corto), en tu cabeza sólo hay cabida para un pensamiento cuando ves el destello de la hoja salir de la vaina y cortar el aire “Muerte”
El resto (Si, no merecéis que os llame por vuestro nombre) Vuestros ataques sin duda hacen daño a las fuerzas de los marines, matando e hiriendo a varios. De todas formas la corriente repentina de aire derriba a unos cuantos, evitando que recibieran daño letal de algunos ataques, entre los afectados por el viento hay una jovencita con traje de criada que cargaba una gran olla, tropieza y derrama todo el contenido. Brynn tus pasos sobre el curry alertan a los marines quienes se apatan… antes de caer en el queso.
- Oh no, perdonad chicos… fue sin querer, yo… yo… - La niña parece estar a punto de llorar. – No quiero que perdáis por mi culpa. – Una lagrimita cae por su mejilla. – Vosotros podéis ¡Sois los defensores de la justicia!
Los rostros de los marines se ensombrecen al ver la pequeña a punto de llorar, sacan fuerzas de flaqueza y se levantan, incluso aquellos que parecen tener heridas mortales. Agarran las armas con tal fuerza que el metal se retuerce y la madera se astilla. Un tenue brillo rojizo sale de unos ojos que dicen “debemos proteger”. Comienzan a avanzar entre el queso casi sin problemas, ignorando las quemaduras. Uno de ellos da un golpe a la masa de queso y esta se abre de la fuerza. Otro lanza su espada a Nailah y esta pasa a su lado, cuando llega a una pared choca con tal fuerza que deja un boquete en esta. Ahora son menos, pero no son los mismos, Los que blandían armas de fuego ahora las usan de mazas y se lanzan a por vosotros, tres a por cada uno con ataques improvisados.
- Dos hombres y medio:
- El barco de Bob se aleja rápidamente en dirección a los barcos de la marina, los cuales salen del embarcadero por un paso hecho en el hielo. Parece ser que están evacuando la isla.
- Kodama, Jack y Arthur:
- Vuestros esfuerzos salvan vidas sin duda, ayudando a que aquellos que no pueden llegar al puerto por lo menos escapen por el aire. De pronto hay una enorme explosión donde estaba el robot que derrotó Kodama. La onda expansiva dispersa las burbujas.
- Blue Rose vs Bleyd:
- Lo advertí, he tenido paciencia, más de la que me gustaría, la cosa ha desembocado en una situación que, sinceramente hace que me plantee si debería seguir como moderador de esta clase de eventos. He tenido fe en que se arreglaría, que si hay problemas podríais arreglarlos. Pero ya veo que tengo que aprender y ser más estricto para la siguiente vez. Aunque no le guste a alguien, aunque la decisión que tome desafíe la lógica on-rol.
Sí, he recibido varias quejas sobre Bley y la forma en la que ha roleado, más de las que me gustaría, y a horas a las que no son bienvenidas temas por el estilo. Decidí pensar que se podrían arreglar y que lo hablarían, pero ha sido de principio a fin. Pero cabe la posibilidad de que alguien, si la cosa no va bien, decida contactar con un moderador y que mueva ficha para inclinar el combate o la trama a su favor, o incluso que logre una descalificación. ¿Cual es el problema en este caso? Mi problema para ser más concretos. Tanto Deathstroke como Worgulv son amigos míos, y eso es mi problema. No puedo dar un juicio al respecto sin el temor de inclinarme de manera injusta hacia su lado, así que sí, cada vez que me avisaban tenía que morderme la lengua, tragarme una mala respuesta y dar un comentario lo más neutro posible para no influir a favor de nadie.
Al final no ha quedado más remedio que recurrir a una tercera persona, una mano neutra que revisara el combate y diera su opinión al respecto. Me ha dicho de acciones cerradas (que luego no se completan) Exceso de acciones, mala interpretación de ataques y técnicas que se usan, cierta cantidad de metarol… Confío en su criterio. De todas formas y, para asegurar me he leído el combate, varias veces.
Habrá consecuencias, eso lo aseguro, pero desgraciadamente no me veo con la capacidad de pensar en un castigo justo en este momento y tampoco quiero retrasar la moderación sólo por ello.
Ha habido una gran explosión a vuestro lado, podéis notar el calor y los oídos os pitan. Afortunadamente las paredes de piedra que levantó el golpe de Bleyd os ha protegido de parte de la onda de choque. Aunque el suelo parece estar agrietándose y cediendo lentamente.
- Yuu:
- Extrañamente, el sujeto parece haberse cansado de darte pelea. Escucha tus palabras con el ceño fruncido y encaja tus golpes con estoicidad, moviéndose lo justo para evitar quedarse ciego, aunque eso le cuesta una buena brecha en la cabeza. Cuando le coges del cuello está sangrando bastante de nuevo y puedes notar que tiembla; aún así sus ojos se clavan en ti. Con suavidad eleva un brazo y te lo posa en la cadera. Arde. Arde mucho y la sensación de dolor se extiende por todo tu cuerpo. Le sueltas y en cuanto la mano se aparta la sensación desaparece; estás intacto.
- No tengo intención de morirme aquí. Yo también lucho por mis propios motivos. Si quieres seguir cortándome me pondré serio y será tu cadaver el que se quede en esta habitación. La puerta está abierta, cachorrito. Lo ha estado todo el rato. Lárgate y deja esa ira aquí dentro. No te hace ningún bien.
Por algún motivo está muy serio y hay desprecio en sus palabras. Cuando vuelve a llamarte cachorrito te recorre un escalofrío de arriba abajo.
- Luka:
- El pistolero sale despedido contra su compañero y un par de gritos de dolor llenan la estancia. Llamas por Timón pero parece estar desaparecido. Los dos jóvenes se miran entre ellos y se levantan, un poco magullados y más que un poco asustados. Te miran y cuchichean entre ellos, está claro que no saben que hacer. Al final, te dejan ahí y salen en dirección a la sala de mandos, cerrando la puerta a sus espaldas. Estás solo, pescado.
- Iulio y Kenzo:
- Bueno, conseguís llegar uno de los barcos que se preparan para zarpar y salir de la isla. Al parecer nadie logra identificar al pobre hombre, aunque lo llevarán a una estancia segura donde atenderle y escoltarlo en caso de ser un criminal.
- Arribor y compañía:
- Bueno, si el plan de Katharina no funciona siempre tenéis a vuestra disposición las burbujas de Kodama o algunos de los helicópteros de los revolucionarios. Decidid rápido porque la isla parece que va a explotar.
- Crimson Wolves:
- Veis como el resto de peleas Acaban de forma abrupta. Una explosión al lado del patíbulo barre las pocas personas que quedaban en los alrededores o las manda volando por la onda expansiva. Ah bueno, a vosotros también os afecta. Si resistís escucharéis que el punto de extracción es abajo, en el gran puerto que hay bajo la isla. La superficie de esta ha acabado como un colador así que supongo que podéis bajar por uno de estos agujeros y llegar a uno de los barcos. O eso o podéis meteros en una de las pompas de kodama o una de las plataformas de Jack.
- AEG y Hachiro:
- Lográis embarcar sin problemas en uno de los primeros barcos que se disponen a abandonar la isla. Hachiro es inmediatamente transportado a la enfermería para recibir tratamiento.
- Liv:
- Sales, tú primero y los otros revos detrás. A vuestro alrededor en cubierta hay dispuestos 8 hombres que os apuntan con armas de fuego. Entre ellos distinguís a uno que parece claramente de mayor grado. Os mira con severidad y las manos a la espalda.
- Sabemos que hay un polizón entre vosotros. Rendiros ahora que podéis.
- Revolucionarios en la isla:
- Todavía nadie ha confirmado que tengáis o no a Legim, ni tampoco que esté vivo o muerto. De todas formas está claro que esta base ha sufrido a lo largo de la batalla un daño irreparable, podéis contarlo como una victoria si queréis y si conseguís escapar. Todavía quedan algunos helicópteros en los que llegasteis intactos, más otros tantos que están llegando para llevaros a la flota principal.
Hablando de la flota, esta se está comenzando a alejar de la isla. El mando ha recibido un soplo de un topo infiltrado, al parecer todo fue un cebo para atraer a los enemigos del gobierno. Planean purgar la isla y sus alrededores, queda poco tiempo.
Tenebrex
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La respuesta a Ed sobre qué hacer a continuación no se hizo esperar, pero no por parte de Osu. Una gigantesca explosión seguida de un temblor hizo que el revolucionario alzara la mirada a la gran nube de humo que se alzaba sobre la isla.
Ya hacía un rato que nadie intentaba dispararle, por lo que supuso que el tirador se había retirado, al igual que los dos de antes. Aunque si no, aun así habría que salir de su escondite cuanto antes. Justo cuando iba a pegar un salto para correr tan rápido como pudiera hacia el cacharro en el que habían venido, se detuvo, sin salir de su escondrijo. Otra explosión sonó en la distancia. ¿Qué estaba ocurriendo?
Mirando en la dirección del segundo ruido, de la que seguía oyéndose un silbido cada vez más fuerte, algo cayó en pleno mar. —Osu… algo no va bien. -Solo tuvo tiempo para decir eso y tragar saliva. Otro sonido de explosión y una enorme columna de agua. No había tiempo que perder, el agua podría arrasar la isla con ellos allí.
Echando un vistazo rápido a los alrededores, alcanzó a ver un buen número de barcos marines que avanzaban al unísono. Por otra parte, algunos helicópteros de la revolución se acercan, presumiblemente para una extracción de emergencia. Lo que fuera que hubiera sucedido en el patíbulo había acabado y, sin saber para el beneficio de qué bando, teníamos que abandonar el campo de batalla.
—¡Osu, agárrate a mí! -Le diría tendiéndole la mano. Si este accedía, lo introduciría en su interior y aceleraría al máximo hacia el vehículo en el que ellos vinieron, esperando que no tuviera una avería repentina y preguntándose qué habría sido del tirador y la gyojin. —En cuanto lleguemos a uno de los helicópteros, deberíamos partir. Están llegando más, así que no deberíamos preocuparnos por los demás de la Quimera ¿no? -Preguntaba buscando que su líder le tranquilizara la conciencia. Aunque, siendo realistas, no tenía sentido esperarlos. Ellos quizás estuvieran en la otra punta de la isla cogiendo uno de los helicópteros en ese preciso momento y no tendrían manera de saberlo.
Ya hacía un rato que nadie intentaba dispararle, por lo que supuso que el tirador se había retirado, al igual que los dos de antes. Aunque si no, aun así habría que salir de su escondite cuanto antes. Justo cuando iba a pegar un salto para correr tan rápido como pudiera hacia el cacharro en el que habían venido, se detuvo, sin salir de su escondrijo. Otra explosión sonó en la distancia. ¿Qué estaba ocurriendo?
Mirando en la dirección del segundo ruido, de la que seguía oyéndose un silbido cada vez más fuerte, algo cayó en pleno mar. —Osu… algo no va bien. -Solo tuvo tiempo para decir eso y tragar saliva. Otro sonido de explosión y una enorme columna de agua. No había tiempo que perder, el agua podría arrasar la isla con ellos allí.
Echando un vistazo rápido a los alrededores, alcanzó a ver un buen número de barcos marines que avanzaban al unísono. Por otra parte, algunos helicópteros de la revolución se acercan, presumiblemente para una extracción de emergencia. Lo que fuera que hubiera sucedido en el patíbulo había acabado y, sin saber para el beneficio de qué bando, teníamos que abandonar el campo de batalla.
—¡Osu, agárrate a mí! -Le diría tendiéndole la mano. Si este accedía, lo introduciría en su interior y aceleraría al máximo hacia el vehículo en el que ellos vinieron, esperando que no tuviera una avería repentina y preguntándose qué habría sido del tirador y la gyojin. —En cuanto lleguemos a uno de los helicópteros, deberíamos partir. Están llegando más, así que no deberíamos preocuparnos por los demás de la Quimera ¿no? -Preguntaba buscando que su líder le tranquilizara la conciencia. Aunque, siendo realistas, no tenía sentido esperarlos. Ellos quizás estuvieran en la otra punta de la isla cogiendo uno de los helicópteros en ese preciso momento y no tendrían manera de saberlo.
- Resumen:
- Cagarme encima por las explosiones (?) Preocuparme por los otros de la Quimera, llevarme a Osu conmigo y salir pitando.
PU de akuma: Contenedor Perfecto
La carga y los pasajeros ya no reducen la velocidad siempre y cuando no superen los 350 kg y, a partir de ahí, 1% de velocidad menos por cada 3'5 kg (de manera que el doble de 350, 700, impediría que Ed se moviera en absoluto). Además de eso, quedan dentro de Ed si este vuelve a su forma humana (los humanos nunca en contra de su voluntad) en una sala cuya capacidad es de 10x10x5 metros.
Esto es para meter a Osu dentro de mí.
Ámbito: Luchador Demencial III
Pasiva: Edward es tan imprevisible que ni siquiera él sabe qué va a hacer. Cuando ataca, puede proponer hasta tres posibilidades y una será elegida al azar (mediante un dado) Solo dos veces por combate.
Activa: Edward duplica su velocidad y sus reflejos durante dos post. Dos de recarga.
Lo activo para duplicar velocidad y correr mucho y con miedo (?)
Roland von Klauswitz
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Los pedazos del patíbulo volaban como metralla entre el humo y el fuego. Todo a su alrededor se detuvo momentáneamente, impactado por la súbita detonación. Incluso Kodama se quedó boquiabierto. ¿Ni siquiera iban a esperar a que la evacuación fuera completada? Aún había muchos de los suyos por ahí, corriendo hacia las múltiples aberturas que conducían al puerto subterráneo o luchando con algún pirata rezagado.
Él mismo bajó también al nivel inferior, donde los barcos comenzaban ya a zarpar. Aunque antes había buscado a ese monigote azucarado que su compañero había creado. Se sentía muy raro hablando con aquella criatura tan dulce que su olor atraía a las moscas. ¿Podría entenderle realmente? Al fin y al cabo era una masa de azúcar que recordaba a un ser humano, pero eso no garantizaba que tuviese oído o capacidad para entender lo que le estaban diciendo. Fue un alivio cuando esa cosa empezó a obedecer las instrucciones que su creador había dejado. Era todo un espectáculo verlo crear bloques de azúcar sobre los que transportar marines heridos.
"Bien, ahora me toca trabajar a mí".
Mientras se apresuraba a bajar al nivel inferior se dio cuenta de que el suelo estaba terriblemente dañado. Era como si alguien se hubiese dedicado a hacer agujeros aquí y allá, y en algunas zonas ya se estaba desmoronando. Kodama usó ramas y resina para sujetar algunas de las rocas más grandes, al menos las que iban a caer sobre los barcos. No necesitaba que su improvisado apaño durase mucho, tan solo que resistiera tanto como el resto de la isla.
La isla, el bosque. De haber sabido que aquel lugar iba a ser destruido jamás habría creado vida alguna en su suelo. Llamó por Den Den Mushi para solicitar más tiempo, o que se aplazase el ataque. Su única respuesta fue una gigantesca explosión en la lejanía que hizo zozobrar los navíos que aún estaban evacuando. Estaba apenado y furioso. Cientos de congéneres suyos iban a ser calcinados. ¿De quién era la culpa? ¿Era suya, por crearlos allí? ¿O de los altos mandos del gobierno, que no dudaban en destruir lo que les placía? No dejaba de imaginarse tantos árboles arrasados, tantas cenizas que antes fueron vida flotando en el aire. Se suponía que eran los piratas quienes más daño hacían, quienes causaban las guerras y los conflictos, pero no había ninguna necesidad para la Marina de arrasar el reciente vergel de Gray Rock. Tal vez, solo tal vez, las cosas no fuesen tan sencillas como suponía.
Subió a uno de los barcos sin dejar de pensar en ello. ¿La humanidad era buena o mala? No comprendía como podían ser tan ambivalentes. Valía la pena proteger a algunos pero no a otros, solo que no era fácil distinguirlos. ¿Era justa la justicia por la que luchaba? No tenía ni idea. Tal vez, solo tal vez, no estuviese en el bando de los buenos, como imaginaba.
Él mismo bajó también al nivel inferior, donde los barcos comenzaban ya a zarpar. Aunque antes había buscado a ese monigote azucarado que su compañero había creado. Se sentía muy raro hablando con aquella criatura tan dulce que su olor atraía a las moscas. ¿Podría entenderle realmente? Al fin y al cabo era una masa de azúcar que recordaba a un ser humano, pero eso no garantizaba que tuviese oído o capacidad para entender lo que le estaban diciendo. Fue un alivio cuando esa cosa empezó a obedecer las instrucciones que su creador había dejado. Era todo un espectáculo verlo crear bloques de azúcar sobre los que transportar marines heridos.
"Bien, ahora me toca trabajar a mí".
Mientras se apresuraba a bajar al nivel inferior se dio cuenta de que el suelo estaba terriblemente dañado. Era como si alguien se hubiese dedicado a hacer agujeros aquí y allá, y en algunas zonas ya se estaba desmoronando. Kodama usó ramas y resina para sujetar algunas de las rocas más grandes, al menos las que iban a caer sobre los barcos. No necesitaba que su improvisado apaño durase mucho, tan solo que resistiera tanto como el resto de la isla.
La isla, el bosque. De haber sabido que aquel lugar iba a ser destruido jamás habría creado vida alguna en su suelo. Llamó por Den Den Mushi para solicitar más tiempo, o que se aplazase el ataque. Su única respuesta fue una gigantesca explosión en la lejanía que hizo zozobrar los navíos que aún estaban evacuando. Estaba apenado y furioso. Cientos de congéneres suyos iban a ser calcinados. ¿De quién era la culpa? ¿Era suya, por crearlos allí? ¿O de los altos mandos del gobierno, que no dudaban en destruir lo que les placía? No dejaba de imaginarse tantos árboles arrasados, tantas cenizas que antes fueron vida flotando en el aire. Se suponía que eran los piratas quienes más daño hacían, quienes causaban las guerras y los conflictos, pero no había ninguna necesidad para la Marina de arrasar el reciente vergel de Gray Rock. Tal vez, solo tal vez, las cosas no fuesen tan sencillas como suponía.
Subió a uno de los barcos sin dejar de pensar en ello. ¿La humanidad era buena o mala? No comprendía como podían ser tan ambivalentes. Valía la pena proteger a algunos pero no a otros, solo que no era fácil distinguirlos. ¿Era justa la justicia por la que luchaba? No tenía ni idea. Tal vez, solo tal vez, no estuviese en el bando de los buenos, como imaginaba.
- Resumen:
- Blablabla - Pirarse con sus compis marines
Rainbow662
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Arribor fulminó a Zack con la mirada. El tejón de hierro debía haber cumplido su tarea de encontrar a Franklin, porque habían aparecido casi a la vez, pero eso no le impediría darle un buen capón. Y de hecho, eso hizo. Arribor estrelló sus nudillos contra la coronilla de su compañero cuando tuvo la osadía de intentar ayudarle a caminar. ¿Y cómo se atrevía a utilizar la palabra "cuidar"? Arribor Neus no necesitaba que nadie le cuidase. Tan solo usaba a la morsa como muleta por pura conveniencia, pero se las apañaría por si solo. Al menos había tenido una buena idea con eso de los helicópteros. Bien pensado, recordaba haber visto pequeños vehículos voladores hacía un rato, y no había nada que les impidiese usarlos para marcharse. Al fin y al cabo, no iban a perder el tiempo buscando al dueño de la nave voladora para que les subiese hasta allí.
-Sí, podemos coger una de esas cosas. Luego puedes convertirlo en una tostadora o algo. Ah, el sapo está por ahí -señaló.
Jolly acudió cuando Arribor llamó su atención, aparentemente ileso. Seguramente habría permanecido al margen de las batallas más duras, lo cual no era ni mucho menos mala idea. Saludó a sus compañeros con un gesto de cabeza y luego su mirada se posó inmediatamente sobre la chica que había junto a ellos. El maldito ligón no podía estarse quieto dos segundos si había mujeres cerca. Lo que llevó a Arribor a preguntarse de dónde diablos había salido ésa.
-¿Y tú quién eres? -le preguntó, todo educación.
Franklin empezó a hacer gestos con las aletas, apuntando a la extraña chica y emitiendo esos sonidos indescifrables que solían significar "Dame de comer". Arribor lo ignoró, aunque no le pasó desapercibido que la morsa parecía fiarse de la extraña por alguna razón. Tal vez le hubiese dado de comer; ese bicho seguiría al diablo si tuviese servicio de catering. En cuanto a él, no se fiaba tan fácilmente de los demás, aunque no solía demostrarlo. Su filosofía era "Si te traiciona, zúrrale". Resultaba más cómodo que desconfiar.
La desconocida se ofreció a ayudarles a llegar hasta su barco. ¿Sabría que estaba en el cielo? ¿Y cómo podía ayudarles? Como no construyese unas escaleras gigantes... Ah, no, volaba. Mucho mejor. Claro que, habiendo visto las cosas que él había visto, no sería descabellado pensar que fuera capaz de construir una escalera gigante. Por otro lado, la idea de deberle un favor no terminaba de convencerle, pero si llegado el momento no le gustaba, pues se escaqueaba y punto. O mejor aún, podía mandar a uno de sus animalescos compañeros a cumplir el trato.
-Muy bien, tenemos un acuerdo -aceptó-. Pero que conste que yo también puedo volar -Y podía. Estaba muy cansado como para obligar a su sangre a elevarle por el aire, y no es que fuese la elegancia personificada cuando se despegaba del suelo, pero podía-. Llévanos hasta el enorme pedazo de chatarra que hay flotando por ahí y algún día te ayudaré a mudarte o lo que quieras. Es fácil de encontrar, no tiene pérdida.
-Sí, podemos coger una de esas cosas. Luego puedes convertirlo en una tostadora o algo. Ah, el sapo está por ahí -señaló.
Jolly acudió cuando Arribor llamó su atención, aparentemente ileso. Seguramente habría permanecido al margen de las batallas más duras, lo cual no era ni mucho menos mala idea. Saludó a sus compañeros con un gesto de cabeza y luego su mirada se posó inmediatamente sobre la chica que había junto a ellos. El maldito ligón no podía estarse quieto dos segundos si había mujeres cerca. Lo que llevó a Arribor a preguntarse de dónde diablos había salido ésa.
-¿Y tú quién eres? -le preguntó, todo educación.
Franklin empezó a hacer gestos con las aletas, apuntando a la extraña chica y emitiendo esos sonidos indescifrables que solían significar "Dame de comer". Arribor lo ignoró, aunque no le pasó desapercibido que la morsa parecía fiarse de la extraña por alguna razón. Tal vez le hubiese dado de comer; ese bicho seguiría al diablo si tuviese servicio de catering. En cuanto a él, no se fiaba tan fácilmente de los demás, aunque no solía demostrarlo. Su filosofía era "Si te traiciona, zúrrale". Resultaba más cómodo que desconfiar.
La desconocida se ofreció a ayudarles a llegar hasta su barco. ¿Sabría que estaba en el cielo? ¿Y cómo podía ayudarles? Como no construyese unas escaleras gigantes... Ah, no, volaba. Mucho mejor. Claro que, habiendo visto las cosas que él había visto, no sería descabellado pensar que fuera capaz de construir una escalera gigante. Por otro lado, la idea de deberle un favor no terminaba de convencerle, pero si llegado el momento no le gustaba, pues se escaqueaba y punto. O mejor aún, podía mandar a uno de sus animalescos compañeros a cumplir el trato.
-Muy bien, tenemos un acuerdo -aceptó-. Pero que conste que yo también puedo volar -Y podía. Estaba muy cansado como para obligar a su sangre a elevarle por el aire, y no es que fuese la elegancia personificada cuando se despegaba del suelo, pero podía-. Llévanos hasta el enorme pedazo de chatarra que hay flotando por ahí y algún día te ayudaré a mudarte o lo que quieras. Es fácil de encontrar, no tiene pérdida.
- Resumen:
- Blablabla - Aceptar la oferta de Kat (llevamos a Vergil con nosotros, que me ha dado permiso para que me lo lleve porque no puede postear)
“Al final a va ser verdad eso que dicen de que quien tuvo, retuvo” –se dijo Zane para sus adentros, al comprobar en sus propias carnes las habilidades de aquella vieja gloria de la marina. Sin lugar a dudas, aquel hombre había sido un guerrero terrible durante su época. La forma en la que bloqueó sus ataques y disipó su fuego Esa mirada impasible acompañada de una calma inalterable que le otorgaba una seguridad en sí mismo que solo había visto en pocos hombres. La manera en la que agarró su pie y le hizo girar sobre sí mismo tres vueltas completas hasta que se estabilizó y se puso frente a él, observándolo de arriba abajo, con el entrecejo fruncido y sus espadas en ristre.
Las paredes temblaban y el agua que estaba bajo los túneles hacía mecer los barcos de manera brusca de un lado hacia el otro. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? La batalla se estaba caldeando demasiado, o quizás Viktor estaba bombardeando la isla y por eso algunos de los barcos estaban saliendo de allí. Podía ser cualquier cosa. No obstante, no podía permitirse el lujo de descentrarse, tenía que estar completamente atento a Hijikata, que se había deshecho de su arma de fuego y envainaba su espada. Algo tramaba, ¿pero el qué?
-¿Gallito? Eso no será un juego de palabras, ¿verdad? –le dijo el pelirrojo, aferrándose con más fuerza a los mangos de sus aceros, escuchando luego el segundo comentario más hiriente que le habían dicho en ese día. Observó el filo de sus armas, sí que estaban algo mellados, pero era la marca de las arduas batallas que había vivido en ese día, y no pudo evitar contestarle-. He combatido contra todos los monstruos que habitan este mundo. Me he enfrentado al mismísimo Berthil S. Kyrios con estas espadas. He luchado contra Heartless y he conseguido cortar a Dexter Black, el hombre más fuerte del mundo hace pocas horas, sobreviviendo a él a duras penas. Al igual que mis huesos se habían roto, es normal que ellas estén melladas, después de todo son la prolongación de mi cuerpo, con la diferencia que los poderes que me otorga el demonio de mi interior no puede repararlas. Pero no te preocupes, Hijikata, cuando salga de esta isla les daré el tratamiento debido para que las hojas vuelvan a recobrar el esplendor de ayer.
Fue entonces cuando el espadachín de cabellos canosos tomó una pose que había visto antes. Su pierna estaba retrasada y agarraba el mango de su katana en una pose ofensiva neutra. No cabía duda, aquello se trataba de un iai, la especialidad de su segundo de abordo, Spanner. La postuera era parecida a la suya, aunque ésta tenía algo extraño, ¿el qué? No lo sabría describir, pero era distinta. El pelirrojo centró todos sus sentidos en su oponente, evadiéndose de todo lo demás. Solo estaban el marine y él, en un escenario donde todo lo demás sobraba. Una batalla de la que solo uno de los dos podía salir victorioso. Sin embargo, un escalofrío recorrió la espalda de Zane, haciéndole ver la propia parca en los ojos de Hijikata, para justo después sentir una caída libre que culminaba de la forma más horripilante.
Al volver en sí, pudo ver como algo se aproximaba a él a gran velocidad. Fue entonces cuando todo pareció volverse a cámara lenta, podía ver como el ataque emanaba un aura mortífera que parecía estar cortando el aire a su paso. Instintivamente, hizo un doble ademán con sus manos creando dos barreras de haki, una a dos metros de él y otra a un metro y medio, superponiendo una a la otra. Su intención era bloquear el ataque y reducir su potencia. ¿Lo conseguiría? No lo sabía, aunque tenía las esperanzas de que así fuera. Sin embargo, no pensaba quedarse allí para descubrirlo. Rápidamente en sus pies surgieron dos poderosas llamas que, ayudado de un poderoso aleteo, trató de quitarse por completo del alcance de aquel poderoso corte. Era una onda cortante muy fuerte, quizás la más poderosa que había podido ver en primera persona, y eso le emocionó de cierta manera, podría decirse que se excitó.
En ese momento recordó las palabras de Dexter, aquello no era un juego, era una guerra en la que sus enemigos querían su cabeza en una bandeja de plata. Fue en ese preciso momento cuando su rostro cambió. La sonrisa que dibujaba su rostro se convirtió en un gesto serio con el entrecejo fruncido. Respiró hondo y enfundó sus katanas. Contempló la distribución del lugar: muchos barcos se habían ido, sus compañeros estaban luchando contra una multitud de marines y gracias a los dioses el pollo beta de la banda había llegado, algo quemado pero estaba allí. Eso le quitó un gran peso de encima, ya que aunque fuera derrotado, sus compañeros tenían la posibilidad de irse volando sobre él. Spanner tomaría, seguramente, la mejor decisión si eso ocurriese, la banda estaría en buenas manos. Sin embargo, él no tenía pensado perecer en un lugar como ese. Si tenía que morir sería follando o en su casa de Wano junto a su querida Sakura de viejo, mientras follaba también. La cosa era morir haciendo lo que más le gustaba, y no acribillado a balas o ensartado como un pinchito de carne de rey de mar.
Estaba impotente, y esa impotencia la expulsó de golpe al desenfundar de nuevo su Supuringugeiru, canalizándola sobre todos los enemigos que le rodeaba en un radio de veinte metros, aunque más centrado en el anciano. Cualquiera que centrara su mantra sobre él no vería a un espadachín, sino que sentirían la presencia de un aterrador fénix rojo envuelto en llamas que, con suerte, le paralizaría durante el tiempo necesario para poder dar ventaja a cualquiera de sus compañeros o a él mismo si el anciano lo hacía. El aura destructiva que emanaba de su interior se canalizó en su arma y, tras recubrir su katana de energía espiritual de nuevo, se dispuso a realizar una poderosa onda cortante, activando el poder especial de su arma. La hoja de Supuringugeiru, la katana que le había regalado su padre, comenzó a tornarse de una película energética de tonalidad blanquecina que rebosaba de ella. La respiración de Zane estaba acelerada. La cantidad de energía que había concentrado en su acero ya era la suficiente, así que realizó un violento tajo descendente con ambas manos, para así darle más velocidad a su ataque e intentar acabar con el espadachín. De la hoja de su espada, surgió una poderosa onda cortante cincuenta veces más grande que el tamaño de la hoja de su arma, la cual se dirigía directamente hacia Hijikata. No sabía si el ataque le haría algo o no, tenía esperanzas de que ese ataque le derrotara. Tenía que demostrarle a ese viejo senil que no era un espadachín del montón, que tenía madera para ser el mejor del mundo. Derrotarle era dar un paso en su sueño para ser el rey de los espadachines. Es por ello que, después de desvanecerse su ataque, si su oponente seguía en pie, se envolvería en un fuego azul muy intenso y se abalanzaría contra él, lazando una poderosa llamarada de dos metros de diámetro, seguido de un poderoso tajo diagonal a la altura de su pecho.
Las paredes temblaban y el agua que estaba bajo los túneles hacía mecer los barcos de manera brusca de un lado hacia el otro. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? La batalla se estaba caldeando demasiado, o quizás Viktor estaba bombardeando la isla y por eso algunos de los barcos estaban saliendo de allí. Podía ser cualquier cosa. No obstante, no podía permitirse el lujo de descentrarse, tenía que estar completamente atento a Hijikata, que se había deshecho de su arma de fuego y envainaba su espada. Algo tramaba, ¿pero el qué?
-¿Gallito? Eso no será un juego de palabras, ¿verdad? –le dijo el pelirrojo, aferrándose con más fuerza a los mangos de sus aceros, escuchando luego el segundo comentario más hiriente que le habían dicho en ese día. Observó el filo de sus armas, sí que estaban algo mellados, pero era la marca de las arduas batallas que había vivido en ese día, y no pudo evitar contestarle-. He combatido contra todos los monstruos que habitan este mundo. Me he enfrentado al mismísimo Berthil S. Kyrios con estas espadas. He luchado contra Heartless y he conseguido cortar a Dexter Black, el hombre más fuerte del mundo hace pocas horas, sobreviviendo a él a duras penas. Al igual que mis huesos se habían roto, es normal que ellas estén melladas, después de todo son la prolongación de mi cuerpo, con la diferencia que los poderes que me otorga el demonio de mi interior no puede repararlas. Pero no te preocupes, Hijikata, cuando salga de esta isla les daré el tratamiento debido para que las hojas vuelvan a recobrar el esplendor de ayer.
Fue entonces cuando el espadachín de cabellos canosos tomó una pose que había visto antes. Su pierna estaba retrasada y agarraba el mango de su katana en una pose ofensiva neutra. No cabía duda, aquello se trataba de un iai, la especialidad de su segundo de abordo, Spanner. La postuera era parecida a la suya, aunque ésta tenía algo extraño, ¿el qué? No lo sabría describir, pero era distinta. El pelirrojo centró todos sus sentidos en su oponente, evadiéndose de todo lo demás. Solo estaban el marine y él, en un escenario donde todo lo demás sobraba. Una batalla de la que solo uno de los dos podía salir victorioso. Sin embargo, un escalofrío recorrió la espalda de Zane, haciéndole ver la propia parca en los ojos de Hijikata, para justo después sentir una caída libre que culminaba de la forma más horripilante.
Al volver en sí, pudo ver como algo se aproximaba a él a gran velocidad. Fue entonces cuando todo pareció volverse a cámara lenta, podía ver como el ataque emanaba un aura mortífera que parecía estar cortando el aire a su paso. Instintivamente, hizo un doble ademán con sus manos creando dos barreras de haki, una a dos metros de él y otra a un metro y medio, superponiendo una a la otra. Su intención era bloquear el ataque y reducir su potencia. ¿Lo conseguiría? No lo sabía, aunque tenía las esperanzas de que así fuera. Sin embargo, no pensaba quedarse allí para descubrirlo. Rápidamente en sus pies surgieron dos poderosas llamas que, ayudado de un poderoso aleteo, trató de quitarse por completo del alcance de aquel poderoso corte. Era una onda cortante muy fuerte, quizás la más poderosa que había podido ver en primera persona, y eso le emocionó de cierta manera, podría decirse que se excitó.
En ese momento recordó las palabras de Dexter, aquello no era un juego, era una guerra en la que sus enemigos querían su cabeza en una bandeja de plata. Fue en ese preciso momento cuando su rostro cambió. La sonrisa que dibujaba su rostro se convirtió en un gesto serio con el entrecejo fruncido. Respiró hondo y enfundó sus katanas. Contempló la distribución del lugar: muchos barcos se habían ido, sus compañeros estaban luchando contra una multitud de marines y gracias a los dioses el pollo beta de la banda había llegado, algo quemado pero estaba allí. Eso le quitó un gran peso de encima, ya que aunque fuera derrotado, sus compañeros tenían la posibilidad de irse volando sobre él. Spanner tomaría, seguramente, la mejor decisión si eso ocurriese, la banda estaría en buenas manos. Sin embargo, él no tenía pensado perecer en un lugar como ese. Si tenía que morir sería follando o en su casa de Wano junto a su querida Sakura de viejo, mientras follaba también. La cosa era morir haciendo lo que más le gustaba, y no acribillado a balas o ensartado como un pinchito de carne de rey de mar.
Estaba impotente, y esa impotencia la expulsó de golpe al desenfundar de nuevo su Supuringugeiru, canalizándola sobre todos los enemigos que le rodeaba en un radio de veinte metros, aunque más centrado en el anciano. Cualquiera que centrara su mantra sobre él no vería a un espadachín, sino que sentirían la presencia de un aterrador fénix rojo envuelto en llamas que, con suerte, le paralizaría durante el tiempo necesario para poder dar ventaja a cualquiera de sus compañeros o a él mismo si el anciano lo hacía. El aura destructiva que emanaba de su interior se canalizó en su arma y, tras recubrir su katana de energía espiritual de nuevo, se dispuso a realizar una poderosa onda cortante, activando el poder especial de su arma. La hoja de Supuringugeiru, la katana que le había regalado su padre, comenzó a tornarse de una película energética de tonalidad blanquecina que rebosaba de ella. La respiración de Zane estaba acelerada. La cantidad de energía que había concentrado en su acero ya era la suficiente, así que realizó un violento tajo descendente con ambas manos, para así darle más velocidad a su ataque e intentar acabar con el espadachín. De la hoja de su espada, surgió una poderosa onda cortante cincuenta veces más grande que el tamaño de la hoja de su arma, la cual se dirigía directamente hacia Hijikata. No sabía si el ataque le haría algo o no, tenía esperanzas de que ese ataque le derrotara. Tenía que demostrarle a ese viejo senil que no era un espadachín del montón, que tenía madera para ser el mejor del mundo. Derrotarle era dar un paso en su sueño para ser el rey de los espadachines. Es por ello que, después de desvanecerse su ataque, si su oponente seguía en pie, se envolvería en un fuego azul muy intenso y se abalanzaría contra él, lazando una poderosa llamarada de dos metros de diámetro, seguido de un poderoso tajo diagonal a la altura de su pecho.
- Resumen:
- Usar mi mantra [visión] para ver el ataque de forma “más lenta” y usar una doble barrera de haki de armadura para reducir su potencia, para tener algo de tiempo para usar mi firebust para intentar alejarme del alcance de la onda. Después, usar mi ámbito de haki del rey (mirar datos técnicos) sobre todos los enemigos que estén a nuestro alrededor, aunque más enfocado en el anciano, y atacar con una onda cortante usando la habilidad de mi katana (mirar datos técnicos), y si el anciano sigue en pie tras eso, activar mi fuego Zarco, lanzándole una llamarada a 2000 grados y luego realizarle un corte con haki endurecido. (mirar datos técnicos)
- Datos técnicos:
- Stats y Tiers:
Stats (Sendero de la Virtud Aplicado):
Fuerza x28
Resistencia x32
Velocidad x24
Reflejos x24
Agilidad x12
Tiers:- Reflejos, Tier 10: Podría reaccionar en una centésima de segundo a un vehículo tratando de atropellarlo.
- Resistencia, Tier 8: Sus músculos son extremadamente resistentes. En el hipotético caso de que se rompiera un hueso, la tensión de estos le permitiría seguir moviendo la parte afectada.
- Poder de destrucción, Tier 8: Puede cortar esmeralda sin dificultad, y es tan preciso que podría ganarse la vida de peluquero con su arma cortante. Podría romper columnas de hormigón de un golpe con su arma contundente.
- Velocidad, Tier 4: Si se pone a cuatro patas, puede ganar en carrera a un caballo. Pero mejor hacerlo a dos.
- Agilidad, Tier 5: Su cuerpo parece que fluye, siendo capaz de evitar ataques ordinarios con facilidad.
- Reflejos, Tier 10: Podría reaccionar en una centésima de segundo a un vehículo tratando de atropellarlo.
- Haki’s:
Mantra, visión: Tier 9: Podría prever los golpes de su oponente a hasta trescientos metros de distancia. Podría evaluar con relativa facilidad el nivel de combate de un oponente (un posible error de diez niveles).
Haki del rey, destrucción: Tier 6: Su presencia se vuelve aterradora (sustituye temible por este epíteto), y podría centrarse en una pieza de metal para partirla en un asalto completo (los objetos más grandes requerirían más tiempo). Fijar el Haki de observación en él dejaría paralizado de miedo durante un asalto a cualquier usuario sin un Haki sobresaliente.
Ámbito Usado: Voluntad del Ronnin III: Honor, Justicia, Respeto, Coraje, Lealtad, Honestidad, Benevolencia… en resumen, todo lo que forja la determinación y la voluntad de un verdadero espadachín. De esta forma, al desenfundar alguna de sus armas su voluntad sale disparada de forma controlada en un radio de veinte metros, y descontrolada en un radio de treintaicinco. De esta manera, es capaz de impresionar a cualquiera que tenga un nivel de haki magnífico, haciendo que reconozca la fuerza de Zane. Aquellos que tengan un nivel de haki avanzado se queden paralizados durante un turno completo, a no ser que tengan el haki del rey despertado/dominado, lo cual haría que únicamente estén paralizado el comienzo de combate. Aquellos cuyo haki básico oscile entre los niveles extendido y desarrollado (Niveles 4, 5 y 6) estarán paralizados durante dos turnos, pero si tienen el haki del rey despertado/dominado, el tiempo se reduce a un turno. Los que estén a niveles entrenado e inferior caerán inconsciente durante dos turnos, a no ser que posea el haki del rey, que lo reduce a un turno.Pasivamente, el aura depredadora del pelirrojo surge de su cuerpo y hace quebrar el entorno que le rodea aún con más fuerza, para luego rodear las hojas de sus espadas.
Armadura, predilecto: Tier 9: Es capaz de mantener el Haki de manera continuada hasta treinta asaltos. Durante ellos, puede generar una armadura transparente con brillo metálico alrededor de su cuerpo, que resiste los golpes siempre y cuando el atacante no posea cinco veces más fuerza que el usuario resistencia o lo iguale en Haki.
Tier 9: Su uso del endurecimiento llega a un nivel increíble. La potencia de sus golpes imbuidos en endurecimiento se triplica respecto al uso normal del Haki.
- Técnicas y Habilidades:
- Firebust: Esta técnica permite, gracias a su akuma no mi, moverse a una velocidad extrema, gracias a propulsarse concentrando fuego en sus extremidades inferiores. Consiguiendo una velocidad de 50 m/s.
Hablidad de la katana: Fraguada en las antiguas forjas de la isla de Wano, nos encontramos con una katana solo que solo podría ser destruida por armas de la misma calidad o superior a ella, dan dura como el mismísimo diamante y con la gran capacidad de corte. Además de eso, esta arma tiene una extraña peculiaridad, la primera de ellas es que según la leyeda parece tener voluntad propia, desenfundándose solo ante rivales que ella cree dignos. (Es sobre todo on rol, vaya) Sin embargo, no es así, si no que la katana tiene un dispositivo que hace que se desenfunda si la empuñadura es agarrada con brío.
Sin embargo, como arma mítica que es, tiene dos poderes: el primero de ellos es que si se empuña y se le aplica energía espiritual, su capacidad de corte aumenta exponencialmente, siendo capaz de realizar ondas cortantes con su misma capacidad de corte, con la diferencia de que dichas ondas pueden ser hasta cincuenta veces más grandes que la hoja de la katana. Eso es posible debido a un mecanismo que libera la energía absorbida de golpe, aumentando su potencia. Y la segunda es que si alguien que maneje algún poder elemental la empuña (fuego, electricidad, energía…) su hoja adopta dichas capacidades, siendo un arma verdaderamente útil. Eso es debido a las capacidades del material del que está fabricada la hoja, que se desconoce a día de hoy.
*Las O katana son algo más grandes que las katanas normales. (Tiene un tamaño de ochenta y dos cm de largo, cuatro cm de ancho y un grosor de 0.9 cm que se va reduciendo hasta llegar a los 0.7 en la punta, es decir, que la onda cortante mediría unos 40 metros de largo por unos 4 metros de ancho aprox.)
Fuego Zarco: Zane es capaz de duplicar la intensidad de su fuego, el cual obtiene una tonalidad azulada. El fuego puede estar activo durante cuatro turnos, y tiene un periodo de reutilización de dos.
No hubo respuesta a su comentario, o al menos él no fue capaz de apreciarla. Lo cierto era que el estruendo que se produjo poco después de su aterrizaje lo convertía en una tarea difícil. ¿Qué demonios estaba sucediendo allí? Los marines se movían y atacaban, de eso no cabía duda, pero resultaba muy extraño que se encontrasen allí congregados. ¿Acaso no era su obligación intentar detener a la horda de piratas que había sobre sus cabezas?
Algunos fragmentos de roca comenzaron a desprenderse del techo, aterrizando unos cuantos bastante cerca de Therax. Demasiado, a su modo de ver. Era la segunda vez que el entorno amenazaba con caer sobre él desde que empezase aquella extraña sucesión de acontecimientos. La primera había sido en la enorme torre construida por Viktor, en la calurosa sala donde habían adquirido la última bandera. ¿Qué habría pasado con el organizador de la reunión pirata? ¿Tendría algo que ver con lo que estaba ocurriendo? Lo cierto era que el enfrentamiento con el marine le había sacado por completo del transcurso de los acontecimientos, así que sus conjeturas sólo podían limitarse a eso, meras suposiciones.
Fuera como fuere, el contexto no le importaba en absoluto. No permitiría que lo sucedido en los almacenes de Jaya se repitiese. Se negaba a experimentar de nuevo aquella sensación de impotencia, de ser incapaz de proteger a los suyos. No. Esa vez iba a ser diferente.
La corriente de viento que había generado al descender parecía haber tumbado a algunos uniformados, mientras que otros parecían estar ocupados con el resto de los allí presentes. Entonces, una voz infantil llamó su atención, aunque no pudo identificar con exactitud de dónde procedía. No obstante, lo más relevante no era aquello. ¿Qué demonios pasaba? Los enemigos parecían haber sacado energía de a saber dónde y se mostraban dispuestos a dar guerra.
-Zane, esto no me gusta. Esa explosión tiene muy mala pinta y las paredes empiezan a venirse abajo. Tenemos que salir de aquí cuanto antes -exclamó sin mirar a su capitán. El pelirrojo lo sabía, era consciente de ello, pero no estaba de más recordárselo. De un modo u otro, para poder abandonar el lugar debía asegurarse de que los marines se lo permitiesen.
Dio un rápido vistazo a los alrededores para identificar a sus aliados y, acto seguido, un denso vaho comenzó a nacer de su cuerpo. Al principio apenas eran unos hilos que ascendían hacia las alturas, pero poco a poco la cantidad de vapor fue aumentando hasta casi ocultar la figura del espadachín.
Cuando el vaho comenzó a solidificarse a su alrededor, batió una única vez sus alas para ganar unos metros de altura. Una vez allí, de su cuerpo dejó de nacer cualquier rastro de vapor para mostrar la verdadera naturaleza de su habilidad. Un sinfín de virotes de hielo flotaban en el lugar, orientados de modo que recordaban a púas que nacían de una esfera inexistente. Volvió a confirmar la situación de sus compañeros antes de, sin mover un sólo músculo, lanzar las agujas heladas hacia los marines que les rodeaban. ¿Cuántas había arrojado? No tenía ni idea, pero, permaneciendo aún en las alturas, dejó un centenar de ellas formando un perímetro en torno a los suyos. Nunca estaba de más guardarse un comodín.
Algunos fragmentos de roca comenzaron a desprenderse del techo, aterrizando unos cuantos bastante cerca de Therax. Demasiado, a su modo de ver. Era la segunda vez que el entorno amenazaba con caer sobre él desde que empezase aquella extraña sucesión de acontecimientos. La primera había sido en la enorme torre construida por Viktor, en la calurosa sala donde habían adquirido la última bandera. ¿Qué habría pasado con el organizador de la reunión pirata? ¿Tendría algo que ver con lo que estaba ocurriendo? Lo cierto era que el enfrentamiento con el marine le había sacado por completo del transcurso de los acontecimientos, así que sus conjeturas sólo podían limitarse a eso, meras suposiciones.
Fuera como fuere, el contexto no le importaba en absoluto. No permitiría que lo sucedido en los almacenes de Jaya se repitiese. Se negaba a experimentar de nuevo aquella sensación de impotencia, de ser incapaz de proteger a los suyos. No. Esa vez iba a ser diferente.
La corriente de viento que había generado al descender parecía haber tumbado a algunos uniformados, mientras que otros parecían estar ocupados con el resto de los allí presentes. Entonces, una voz infantil llamó su atención, aunque no pudo identificar con exactitud de dónde procedía. No obstante, lo más relevante no era aquello. ¿Qué demonios pasaba? Los enemigos parecían haber sacado energía de a saber dónde y se mostraban dispuestos a dar guerra.
-Zane, esto no me gusta. Esa explosión tiene muy mala pinta y las paredes empiezan a venirse abajo. Tenemos que salir de aquí cuanto antes -exclamó sin mirar a su capitán. El pelirrojo lo sabía, era consciente de ello, pero no estaba de más recordárselo. De un modo u otro, para poder abandonar el lugar debía asegurarse de que los marines se lo permitiesen.
Dio un rápido vistazo a los alrededores para identificar a sus aliados y, acto seguido, un denso vaho comenzó a nacer de su cuerpo. Al principio apenas eran unos hilos que ascendían hacia las alturas, pero poco a poco la cantidad de vapor fue aumentando hasta casi ocultar la figura del espadachín.
Cuando el vaho comenzó a solidificarse a su alrededor, batió una única vez sus alas para ganar unos metros de altura. Una vez allí, de su cuerpo dejó de nacer cualquier rastro de vapor para mostrar la verdadera naturaleza de su habilidad. Un sinfín de virotes de hielo flotaban en el lugar, orientados de modo que recordaban a púas que nacían de una esfera inexistente. Volvió a confirmar la situación de sus compañeros antes de, sin mover un sólo músculo, lanzar las agujas heladas hacia los marines que les rodeaban. ¿Cuántas había arrojado? No tenía ni idea, pero, permaneciendo aún en las alturas, dejó un centenar de ellas formando un perímetro en torno a los suyos. Nunca estaba de más guardarse un comodín.
- Resumen:
- Avisar a Zane de lo que sucede y opinar que debemos ir pensando en irnos. Comprobar dónde se encuentran los demás para no herirles, volar un poquito y tratar de acribillar a los marines que nos rodean con virotes de hielo. Por último, dejar cien de estos como perímetro en torno a nosotros por si fuesen necesarios en otro momento.
Acupuntura: Therax es capaz de materializar energía para crear agujas de hielo de 20 cm de largo y 1 cm de grosor (100 agujas + 100 por cada diez niveles del personaje, hasta alcanzar un máximo de 1000). Durante 2 turnos, es capaz de controlar las agujas a su antojo, pudiendo (por ejemplo) lanzarlas a su oponente o colocarlas a su alrededor en modo defensivo. Las agujas que materialice durarán 2 turnos, con una recarga de uso de otros 2.
Yuki-onna: segundo turno de absorción.
Maki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Acta de la vigesimotercera reunión de emergencia interAugustus.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Sala de Conferencias C
Levanta acta: Maki Profeta-del-apocalipsis
El mundo entero tiembla. La isla entera se está sacudiendo como una peonza vieja puesta sobre una lavadora coja que un flamenco con patines lleva a cuestas por una pendiente llena de canicas. Y si la isla se mueve, el cuerpo de El Original también, y eso hace que nosotros, en su mente, nos movamos también. Al principio se barajaba la idea de que fuese cosa del golpe contra la puerta de metal, pero está claro que no. Hemos descansado un rato -aunque más bien ha sido como si nos hubiésemos quedado en blanco- y la vibración es cada vez más potente. Esto solo puede significar una cosa: el fin del mundo.
Oh, pero me presentaré. Sé que presentarme en el acta de una reunión es un poco raro, pero ahora que vamos a morir todos, pues da igual. Nací en aquella isla en la que El Original, ayudado por el poderoso Comandante, se dio cuenta de que era su deber salvar el mundo. Y aquí estoy. Vale, no es una gran historia, pero... En fin, me ceñiré a lo importante.
¡PREPARAOS! ¡AQUÍ ESTÁ EL FIN! ¡LAS BESTIAS NOS DEVORARÁN ENTRE RÍOS DE LAVA Y PERDICIÓN! ¡SOLO UN HÉROE PUEDE VOLVER A SALVAR EL MUNDO DE SU INMINENTE FINAL! ¡QUE LOS DIOSES NOS AYUDEN AHORA QUE NO ESTÁ!
Maki estaba conmocionado. El choque había sido muy fuerte, y la cabeza le dolía como mil demonios. Se sentía desorientado, perdido y foncuso. Ni siquiera estaba seguro de si las palabras que pensaba las pensaba bien. En medio de todo el caos que se cocía en su cabeza notaba como una parte de su ser le decía que siguiese caminando, que entrase en la habitación al otro lado del umbral.
El Señor Presidente, líder de todos los Makis de la Cámara, el Lord Bigote, Señor del Lóbulo Frontal, Guardián de la Mente y Protector del Cosmos, era quien dirigía el cuerpo. Muchos de sus subordinados habían intentado llevar a cabo la misión sin ningún éxito. Oh, sí, habían llegado hasta la isla, pero ahora parecía que se les iba a caer encima. Solo él, el único Augustus autorizado a llevar bigote, podía salvarlos a todos. Ésa era su misión. Y se obligó a poner un pie delante del otro hasta chocar con algo en aquella polvorienta sala.
Maki notó algo que parecía tela, pero debajo se adivinaba algo duro. Igual era tela de otro color. Tuvo el sentido común de volver a la pared y buscar el interruptor para poder ver algo. Cuando la luz se encendió se encontró con un enorme... algo. Parecía un barco, aunque más pequeño de lo normal y con cosas redondas y negras hechas de una goma muy dura. Estaban tan sucias que ni siquiera él quiso lamerlas.
-¿Qué es esto? -se preguntó, mesándose un imaginario bigote. Maki siempre había querido tener bigote, aunque sabía que solo alguien en un puesto de responsabilidad podía tenerlo.
Eso no le impidió subirse, claro. Jugueteó con todo lo que encontró, preguntándose para qué serviría cada cosa. Había una llave, unos asientos y algunos pedales, además de un pino de cartón colgando de un espejito. Maki se encontró sentado frente a la extraña llave. Le llamaba, le pedía atención. Algo le decía que esa cosa estaba pensada para moverse, por eso se parecía a un barco. Debía ser un barco de tierra, ¿qué sino? Sin velas ni remos, pero con una llave. ¿Para qué necesitaba más?
El metal estaba frío cuando lo agarró. El sudor, producto de los nervios, bajaba por la frente del gyojin al tiempo que se imaginaba cargando con toda la gloria de capitanear su barco de tierra. ¿Por dónde iría? Daba igual, seguro que encontraba un camino; en cualquier caso, la pared no aguantaría el poder de su gloria. Además, Maki estaba demasiado seguro de sí mismo como para preocuparse por tonterías. El Capitán Augustus. Sonaba de miedo.
Así que giró la llave y puso en marcha el cacharro.
Día: Desconocido.
Hora: Desconocida.
Ubicación: Sala de Conferencias C
Levanta acta: Maki Profeta-del-apocalipsis
El mundo entero tiembla. La isla entera se está sacudiendo como una peonza vieja puesta sobre una lavadora coja que un flamenco con patines lleva a cuestas por una pendiente llena de canicas. Y si la isla se mueve, el cuerpo de El Original también, y eso hace que nosotros, en su mente, nos movamos también. Al principio se barajaba la idea de que fuese cosa del golpe contra la puerta de metal, pero está claro que no. Hemos descansado un rato -aunque más bien ha sido como si nos hubiésemos quedado en blanco- y la vibración es cada vez más potente. Esto solo puede significar una cosa: el fin del mundo.
Oh, pero me presentaré. Sé que presentarme en el acta de una reunión es un poco raro, pero ahora que vamos a morir todos, pues da igual. Nací en aquella isla en la que El Original, ayudado por el poderoso Comandante, se dio cuenta de que era su deber salvar el mundo. Y aquí estoy. Vale, no es una gran historia, pero... En fin, me ceñiré a lo importante.
¡PREPARAOS! ¡AQUÍ ESTÁ EL FIN! ¡LAS BESTIAS NOS DEVORARÁN ENTRE RÍOS DE LAVA Y PERDICIÓN! ¡SOLO UN HÉROE PUEDE VOLVER A SALVAR EL MUNDO DE SU INMINENTE FINAL! ¡QUE LOS DIOSES NOS AYUDEN AHORA QUE NO ESTÁ!
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Maki estaba conmocionado. El choque había sido muy fuerte, y la cabeza le dolía como mil demonios. Se sentía desorientado, perdido y foncuso. Ni siquiera estaba seguro de si las palabras que pensaba las pensaba bien. En medio de todo el caos que se cocía en su cabeza notaba como una parte de su ser le decía que siguiese caminando, que entrase en la habitación al otro lado del umbral.
El Señor Presidente, líder de todos los Makis de la Cámara, el Lord Bigote, Señor del Lóbulo Frontal, Guardián de la Mente y Protector del Cosmos, era quien dirigía el cuerpo. Muchos de sus subordinados habían intentado llevar a cabo la misión sin ningún éxito. Oh, sí, habían llegado hasta la isla, pero ahora parecía que se les iba a caer encima. Solo él, el único Augustus autorizado a llevar bigote, podía salvarlos a todos. Ésa era su misión. Y se obligó a poner un pie delante del otro hasta chocar con algo en aquella polvorienta sala.
Maki notó algo que parecía tela, pero debajo se adivinaba algo duro. Igual era tela de otro color. Tuvo el sentido común de volver a la pared y buscar el interruptor para poder ver algo. Cuando la luz se encendió se encontró con un enorme... algo. Parecía un barco, aunque más pequeño de lo normal y con cosas redondas y negras hechas de una goma muy dura. Estaban tan sucias que ni siquiera él quiso lamerlas.
-¿Qué es esto? -se preguntó, mesándose un imaginario bigote. Maki siempre había querido tener bigote, aunque sabía que solo alguien en un puesto de responsabilidad podía tenerlo.
Eso no le impidió subirse, claro. Jugueteó con todo lo que encontró, preguntándose para qué serviría cada cosa. Había una llave, unos asientos y algunos pedales, además de un pino de cartón colgando de un espejito. Maki se encontró sentado frente a la extraña llave. Le llamaba, le pedía atención. Algo le decía que esa cosa estaba pensada para moverse, por eso se parecía a un barco. Debía ser un barco de tierra, ¿qué sino? Sin velas ni remos, pero con una llave. ¿Para qué necesitaba más?
El metal estaba frío cuando lo agarró. El sudor, producto de los nervios, bajaba por la frente del gyojin al tiempo que se imaginaba cargando con toda la gloria de capitanear su barco de tierra. ¿Por dónde iría? Daba igual, seguro que encontraba un camino; en cualquier caso, la pared no aguantaría el poder de su gloria. Además, Maki estaba demasiado seguro de sí mismo como para preocuparse por tonterías. El Capitán Augustus. Sonaba de miedo.
Así que giró la llave y puso en marcha el cacharro.
- Resumen:
- Arrancar el coche y tirar para donde sea
Nailah
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Nailah sonrió al ver que sus ataques surtían efecto. A su parecer llevaban bastante ventaja contra los marines, excepto por el señor que se estaba enfrentando al pelirrojo. Parecía un tipo duro de roer, pero la pirata conocía las capacidades de su amigo y estaba segura de que podría vencerlo o sino sería una herida en todo el orgullo de Zane. Se movió un poco por la zona, evitando ataques y viendo como unos cuantos marines más eran derribados gracias a Therax.
Para la morena, estar metidos en aquel foso le resultaba agobiante. Con la batalla que se estaba librando ahí abajo temía que todo pudiera venirse abajo, o peor, que los compañeros que si tenían una fruta del diablo cayeran al agua subterránea y no pudieran rescatarlos. Ella no tenía ese problema, le encantaba nadar y se le daba bien y por suerte, no había llegado a consumir nunca ningún fruto que le dotase de poderes como a los otros, era feliz al natural.
Por suerte, en uno de sus movimientos logró apartarse de la espada que le habían lanzado. Estuvo a punto de rozarle el brazo, como siempre, la suerte estaba de su lado al parecer. Miró hacia atrás y se fijó en el boquete que había causado, sorprendida. Por otra parte, el estruendo de una olla cayéndose al suelo llamó su atención e hizo que gran parte de la muchedumbre que allí había se parase.
Una niña llorando captó su atención, ¿pero qué...? Nailah se detuvo y arqueó las cejas. ¿Cómo habían metido a una niña en un lugar como este? ¿Es que acaso no tenían corazón? La muchacha se mordió el labio inferior y apretó con fuerza a Zireael, su cimitarra favorita. Las palabras de aquella niña habían logrado infundir valor en los marines, llevándolos a una muerte segura tal vez. Rara vez intercedía en una pelea, pero estando niños delante su corazón se volvía más humilde y su código moral no le permitía que sufrieran.
-¿Defensores de la justicia? - Inquirió en voz alta con cierto tono enfadado -. ¡Alguien que muestre un poco de respeto por la justicia no se atrevería a meter aquí una niña indefensa que puede resultar herida! - Nailah estiró el brazo dejando a Zireael recta en el aire y mirando a los marines -. ¡Me niego a que se desperdicie más sangre delante de una niña inocente!
En caso de que los guardias ignorasen sus palabras, la pirata intentaría absorber los golpes de uno de los marines con Zireael para luego crear tres ondas cortantes que irían directas hacia los tres.
Para la morena, estar metidos en aquel foso le resultaba agobiante. Con la batalla que se estaba librando ahí abajo temía que todo pudiera venirse abajo, o peor, que los compañeros que si tenían una fruta del diablo cayeran al agua subterránea y no pudieran rescatarlos. Ella no tenía ese problema, le encantaba nadar y se le daba bien y por suerte, no había llegado a consumir nunca ningún fruto que le dotase de poderes como a los otros, era feliz al natural.
Por suerte, en uno de sus movimientos logró apartarse de la espada que le habían lanzado. Estuvo a punto de rozarle el brazo, como siempre, la suerte estaba de su lado al parecer. Miró hacia atrás y se fijó en el boquete que había causado, sorprendida. Por otra parte, el estruendo de una olla cayéndose al suelo llamó su atención e hizo que gran parte de la muchedumbre que allí había se parase.
Una niña llorando captó su atención, ¿pero qué...? Nailah se detuvo y arqueó las cejas. ¿Cómo habían metido a una niña en un lugar como este? ¿Es que acaso no tenían corazón? La muchacha se mordió el labio inferior y apretó con fuerza a Zireael, su cimitarra favorita. Las palabras de aquella niña habían logrado infundir valor en los marines, llevándolos a una muerte segura tal vez. Rara vez intercedía en una pelea, pero estando niños delante su corazón se volvía más humilde y su código moral no le permitía que sufrieran.
-¿Defensores de la justicia? - Inquirió en voz alta con cierto tono enfadado -. ¡Alguien que muestre un poco de respeto por la justicia no se atrevería a meter aquí una niña indefensa que puede resultar herida! - Nailah estiró el brazo dejando a Zireael recta en el aire y mirando a los marines -. ¡Me niego a que se desperdicie más sangre delante de una niña inocente!
En caso de que los guardias ignorasen sus palabras, la pirata intentaría absorber los golpes de uno de los marines con Zireael para luego crear tres ondas cortantes que irían directas hacia los tres.
- Resumen:
- Nailah intenta "hablar" con los guardias para que se detengan, en caso de que no lo hicieran absorbería sus golpes con Zireael para luego devolvérselos en forma de onda cortante.
Tobías Thorn
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Al llegar a la zona más conflictiva pude comprobar como todos los combates se habían parado de forma abrupta. Todos los que podían mantenerse en pie comenzaban a retirarse tras haberse agrupado, mientras que los peor parados estaban siendo movilizados de variopintas formas. Lo bueno de todo aquello es que podía vislumbrar donde se estaban reuniendo nuestras tropas para salir por pies, por lo que me giré buscando la mirada de mis nakamas para comprobar si estos había visto lo mismo que yo... Pero entonces un silbido que no vaticinaba nada bueno comenzó a sobreponerse al ruido de la zona de conflicto.
En apenas unos instantes un enorme proyectil cayó en mitad del patíbulo y ni siquiera tuve tiempo a articular palabra, ya que antes siquiera de pensar en qué decir, este explotó causando una enorme conmoción en toda la zona. La onda expansiva de la explosión me cogió desprevenido y antes de darme cuenta me encontraba surcando el aire por encima de las copas de los árboles que quedaban en pie. No tenía miedo a darme de bruces con nada pues esperaba tener los suficientes reflejos para reaccionar y pasar a mi forma Logia como otras tantas veces, pero el temor a que el impulso fuese lo suficientemente potente como para lanzarme al mar me hizo actuar en mitad de la conmoción.
Múltiples "tentáculos" de sirope endurecido salieron de mi cuerpo en varias direccione buscando un lugar donde aferrarse, ya fuese enroscándose en los árboles que quedaban en pie o clavándose en el suelo con fuerza, mientras que por otro lado, también lancé alguno hacia mis compañeros por si tenían problemas con lo que nos acababa de suceder. Intentaría enroscarlos sin apretar lo suficiente como para partirles algo, pero lo justo para que no saliesen despedidos e intentar así refrenar su avance.
Tras unos segundos agónicos sentí mi cuerpo tensarse cuando los "látigos" de sirope hicieron su función frenándome en el aire, aunque era una molestia nimia en comparación al pitido incesante que taladraba mis oídos, ya que este hizo que zumbase la cabeza y perdiera el control de mi elemento, haciendo que el sirope volviese a su estado natural mientras me precipitaba entre los restos de la isla maltrecha.
Las ramas laceraron mi nívea piel en un inicio al haber perdido el control momentáneamente. Rasgando más aún mi yukata desgastado mientras pequeños hilillos carmesís aparecían aquí y allá, aunque por suerte el dolor de las heridas recibidos me devolvió a la realidad y pude amortiguar mi caída final transformándome en sirope.
Una vez pude recomponerme de distintos pegotes esparcidos entre los escombros activé mi mantra, alejando durante un segundo esa sensación molestia que tenía en el oído izquierdo, para buscar la presencia de mis nakamas entre los seres vivos que aún quedasen vivos a mi alrededor. Me llevé una sorpresa cuando la primera presencia que noté no fue la del espadachín o la del peliblanco, si no que la explosión había querido que me reuniese con la caballera desaparecida. Esta se encontraba bajo unas cuantas ramas, pero a pesar de lucir un par de arañazos en el rostro parecía encontrarse ilesa.
- Ciaran, menos mal - exclamé al mismo tiempo que notaba como un fuerte nudo en el estómago se aflojaba.
No quería mostrar demasiada preocupación ante el resto por su desaparición, pero al encontrármela tan de repente en mitad de esta situación tan caótica tuve que reprimir un par de lágrimas que amenazaban con romper mi fachada de tipo insesible y frío. Si había algo que me diese más miedo que formar parte del bando equivocado era perder la familia que tanto me había costado conseguir. Quité la maleza con sumo cuidado y me dispuse a coger en brazos a la enorme rubia. A pesar de mi aspecto infantil y afeminado tenía bastante fuerza, por lo que tampoco me costó mucho trabajo cogerla en volandas, o al menos eso diría si alguien me preguntaba, ya que sí que noté como me pasaba factura la herida que me hice en el hombro cuando caí desmayado tras sucumbir a la terrible presencia del pirata tuerto. Apreté los dientes para aguantar el dolor y volví a centrarme en mi mantra para buscar al resto de mis nakamas.
Una vez me reuniese con ellos y comprobase que estaban ilesos, me dirigiría a ellos con toda la urgencia que la situación se merecía.
- Chicos, no hay tiempo que perder. Parece que el gobierno ha decidido reventar toda la zona con tal de llevarse a alguno de estos miserables que han desencadenado esta ecatombe, así que vayamos hacia uno de esos agujeros que hay abierto en el suelo - dije ordenando a mis compañeros que se moviesen. - He visto como evacuaban a los pocos marines que quedaban en pie hacia allí y no quiero que nos queden en tierra - no iba a tolerar que se perdiese la vida de mis amigos por fuego amigo... Porque si no ya no sabía como iba a reaccionar. -Moveos, ya - terminé con tono imperante mientras me dirigía al hueco más cercano que conectase con la cubierta de alguno de los navíos mientras cargaba con la rubia.
Una vez diésemos con el agujero adecuado generaría el suficiente sirope endurecido como para formar un tobogán que conectase la entrada con la cubierta del barco más cercano. Una vez allí diría a mis nakamas que se identificasen para que no tuviésemos problemas con los marines que allí se encontrasen, al igual que pediría que tratasen las heridas de mis nakamas, si es que lo estaban, y que comprobasen el estado de Ciaran lo más rápido posible. Luego ya habría tiempo de lamerme mis propias heridas, pero lo primero era comprobar que su estado era estable.
En apenas unos instantes un enorme proyectil cayó en mitad del patíbulo y ni siquiera tuve tiempo a articular palabra, ya que antes siquiera de pensar en qué decir, este explotó causando una enorme conmoción en toda la zona. La onda expansiva de la explosión me cogió desprevenido y antes de darme cuenta me encontraba surcando el aire por encima de las copas de los árboles que quedaban en pie. No tenía miedo a darme de bruces con nada pues esperaba tener los suficientes reflejos para reaccionar y pasar a mi forma Logia como otras tantas veces, pero el temor a que el impulso fuese lo suficientemente potente como para lanzarme al mar me hizo actuar en mitad de la conmoción.
Múltiples "tentáculos" de sirope endurecido salieron de mi cuerpo en varias direccione buscando un lugar donde aferrarse, ya fuese enroscándose en los árboles que quedaban en pie o clavándose en el suelo con fuerza, mientras que por otro lado, también lancé alguno hacia mis compañeros por si tenían problemas con lo que nos acababa de suceder. Intentaría enroscarlos sin apretar lo suficiente como para partirles algo, pero lo justo para que no saliesen despedidos e intentar así refrenar su avance.
Tras unos segundos agónicos sentí mi cuerpo tensarse cuando los "látigos" de sirope hicieron su función frenándome en el aire, aunque era una molestia nimia en comparación al pitido incesante que taladraba mis oídos, ya que este hizo que zumbase la cabeza y perdiera el control de mi elemento, haciendo que el sirope volviese a su estado natural mientras me precipitaba entre los restos de la isla maltrecha.
Las ramas laceraron mi nívea piel en un inicio al haber perdido el control momentáneamente. Rasgando más aún mi yukata desgastado mientras pequeños hilillos carmesís aparecían aquí y allá, aunque por suerte el dolor de las heridas recibidos me devolvió a la realidad y pude amortiguar mi caída final transformándome en sirope.
Una vez pude recomponerme de distintos pegotes esparcidos entre los escombros activé mi mantra, alejando durante un segundo esa sensación molestia que tenía en el oído izquierdo, para buscar la presencia de mis nakamas entre los seres vivos que aún quedasen vivos a mi alrededor. Me llevé una sorpresa cuando la primera presencia que noté no fue la del espadachín o la del peliblanco, si no que la explosión había querido que me reuniese con la caballera desaparecida. Esta se encontraba bajo unas cuantas ramas, pero a pesar de lucir un par de arañazos en el rostro parecía encontrarse ilesa.
- Ciaran, menos mal - exclamé al mismo tiempo que notaba como un fuerte nudo en el estómago se aflojaba.
No quería mostrar demasiada preocupación ante el resto por su desaparición, pero al encontrármela tan de repente en mitad de esta situación tan caótica tuve que reprimir un par de lágrimas que amenazaban con romper mi fachada de tipo insesible y frío. Si había algo que me diese más miedo que formar parte del bando equivocado era perder la familia que tanto me había costado conseguir. Quité la maleza con sumo cuidado y me dispuse a coger en brazos a la enorme rubia. A pesar de mi aspecto infantil y afeminado tenía bastante fuerza, por lo que tampoco me costó mucho trabajo cogerla en volandas, o al menos eso diría si alguien me preguntaba, ya que sí que noté como me pasaba factura la herida que me hice en el hombro cuando caí desmayado tras sucumbir a la terrible presencia del pirata tuerto. Apreté los dientes para aguantar el dolor y volví a centrarme en mi mantra para buscar al resto de mis nakamas.
Una vez me reuniese con ellos y comprobase que estaban ilesos, me dirigiría a ellos con toda la urgencia que la situación se merecía.
- Chicos, no hay tiempo que perder. Parece que el gobierno ha decidido reventar toda la zona con tal de llevarse a alguno de estos miserables que han desencadenado esta ecatombe, así que vayamos hacia uno de esos agujeros que hay abierto en el suelo - dije ordenando a mis compañeros que se moviesen. - He visto como evacuaban a los pocos marines que quedaban en pie hacia allí y no quiero que nos queden en tierra - no iba a tolerar que se perdiese la vida de mis amigos por fuego amigo... Porque si no ya no sabía como iba a reaccionar. -Moveos, ya - terminé con tono imperante mientras me dirigía al hueco más cercano que conectase con la cubierta de alguno de los navíos mientras cargaba con la rubia.
Una vez diésemos con el agujero adecuado generaría el suficiente sirope endurecido como para formar un tobogán que conectase la entrada con la cubierta del barco más cercano. Una vez allí diría a mis nakamas que se identificasen para que no tuviésemos problemas con los marines que allí se encontrasen, al igual que pediría que tratasen las heridas de mis nakamas, si es que lo estaban, y que comprobasen el estado de Ciaran lo más rápido posible. Luego ya habría tiempo de lamerme mis propias heridas, pero lo primero era comprobar que su estado era estable.
- Resumen:
- Salir despedido por la onda expansiva de la explosión, refrenar el impulso con varios tentáculos de sirope, pero terminar cayendo en el bosque tras perder el control del sirope por el pitido causado por la explosión. Activar el mantra para dar con mis nakamas y encontrar a Ciaran (Pyros Silver) desmayada entre la maleza. Marcarme la del príncipe azul y llevármela en brazos hacia rl agujero más cercano que conecte con uno de los barcos de evacuación. Allí generar un tobogán de sirope para que todos podamos bajar, donde me identificaría y pediría asistencia para mi nakama o nakamas, dependiendo de como acabe el resto.
Sin saber cómo, la ofensiva del mercenario tuvo unos resultados demasiado positivos. Su espada se bañó en la sangre de su enemigo por última vez y, aunque no pudo dejarle ciego, consiguió crear graves heridas allí donde sus ataques surtieron efecto. Cuando la garra del ladrón agarró el estrecho cuello de su oponente, notó cómo el cuerpo de este temblaba. ¿Acaso tenía miedo? ¿Aquel que se había estado burlando de él todo el rato tenía miedo? La sonrisa dibujada en el rostro de Yuu era indescriptible, satisfecho por el supuesto terror que estaba infundiendo. Justo cuando pretendía agarrar con más fuerza y ahogarle en su propia sangre, notó un suave movimiento de su otro brazo. De repente, en su cadera, notó un ardor inmenso. El pelinegro se sentía como si le estuvieran marcando con fuego… aunque la sensación aumentaba su gravedad conforme los segundos transcurrían. Instintivamente, soltó el cuello de su contrincante y se echó hacia atrás.
–¿Qué? –masculló, con los ojos abiertos. Nada más separarse de él, aquello que parecía estar condenando al ladrón desapareció por completo. Con un ligero vistazo, pudo comprobar que la zona afectada se hallaba intacta–. ¿Qué cojones ha sido…? ¿Cómo…?
–No tengo intención de morirme aquí. Yo también lucho por mis propios motivos. Si quieres seguir cortándome me pondré serio y será tu cadáver el que se quede en esta habitación. La puerta está abierta, cachorrito –nada más pronunciar la última palabra, el pelinegro sintió un estremecedor escalofrío que recorrió todo su cuerpo–. Lo ha estado todo el rato. Lárgate y deja esa ira aquí dentro. No te hace ningún bien.
–Esto… no quedará así–apretó los dientes, mientras guardaba su espada y devolvía a su estado normal su garra–. Morirás aquí y a…–antes de siquiera dar un paso, algo le detuvo. Algo le hizo cambiar de planes inmediatamente. Una gigantesca explosión sacudió el océano, proveniente de la isla. Todo empezó a tambalearse, mas el mercenario logró mantener el equilibrio. Tras unos pocos segundos, se volvió a oír una explosión en la lejanía. Eso era señal suficiente como para salir por patas–. Que te den, ya morirás otro día.
Inmediatamente, se volteó para dirigir su mirada a lo alto del palo mayor. Con el gancho que siempre llevaba equipado, disparó a la cofa y salió disparado hacia el cielo. Inmediatamente, aterrizó en la superficie más alta del barco, en la cofa. Con un rápido movimiento, cortó el palo mayor que sobresalía de ella para llevar a cabo su improvisado plan de huída. Yuu dio un salto y se agarró al pasamanos de la cofa, colocándose justo fuera del hueco. En pocos segundos, creó un globo aerostático de mediano tamaño, en el cual la cesta encajaba perfectamente en la cofa. De otro pequeño salto, consiguió entrar dentro de su creación. “Vale, ¿y esto cómo coño funcionaba? A ver… había que… ¿bajar esto?” reflexionó, mientras tiraba del cordel conectado al mecanismo clave del vehículo. Cuando tiró de él, comprobó que el mecanismo echaba fuego. “¡Ah! ¡Ya me acuerdo!”, se dijo para sí mismo en su mente. Acordándose ya de cómo hacer volar aquello, tiró varias veces de la cuerda para que el quemador llenase completamente de aire la recámara. Por suerte, aquello acabó por funcionar. En poco tiempo, el globo se elevó en el aire. Por todos los medios, Yuu intentó maniobrar con aquel viento en su contra y, a pesar de que ya se hallaba a una altura de seguridad, mover aquello no era para nada fácil. Y lo peor de todo, el tráfico aéreo parecía ocupado. El mercenario divisó varias cosas en el aire, pero la más escandalosa era la figura de una especie de… serpiente alada.
–¿Pero de dónde ha salido esa… cosa? –farfulló.
–¿Qué? –masculló, con los ojos abiertos. Nada más separarse de él, aquello que parecía estar condenando al ladrón desapareció por completo. Con un ligero vistazo, pudo comprobar que la zona afectada se hallaba intacta–. ¿Qué cojones ha sido…? ¿Cómo…?
–No tengo intención de morirme aquí. Yo también lucho por mis propios motivos. Si quieres seguir cortándome me pondré serio y será tu cadáver el que se quede en esta habitación. La puerta está abierta, cachorrito –nada más pronunciar la última palabra, el pelinegro sintió un estremecedor escalofrío que recorrió todo su cuerpo–. Lo ha estado todo el rato. Lárgate y deja esa ira aquí dentro. No te hace ningún bien.
–Esto… no quedará así–apretó los dientes, mientras guardaba su espada y devolvía a su estado normal su garra–. Morirás aquí y a…–antes de siquiera dar un paso, algo le detuvo. Algo le hizo cambiar de planes inmediatamente. Una gigantesca explosión sacudió el océano, proveniente de la isla. Todo empezó a tambalearse, mas el mercenario logró mantener el equilibrio. Tras unos pocos segundos, se volvió a oír una explosión en la lejanía. Eso era señal suficiente como para salir por patas–. Que te den, ya morirás otro día.
Inmediatamente, se volteó para dirigir su mirada a lo alto del palo mayor. Con el gancho que siempre llevaba equipado, disparó a la cofa y salió disparado hacia el cielo. Inmediatamente, aterrizó en la superficie más alta del barco, en la cofa. Con un rápido movimiento, cortó el palo mayor que sobresalía de ella para llevar a cabo su improvisado plan de huída. Yuu dio un salto y se agarró al pasamanos de la cofa, colocándose justo fuera del hueco. En pocos segundos, creó un globo aerostático de mediano tamaño, en el cual la cesta encajaba perfectamente en la cofa. De otro pequeño salto, consiguió entrar dentro de su creación. “Vale, ¿y esto cómo coño funcionaba? A ver… había que… ¿bajar esto?” reflexionó, mientras tiraba del cordel conectado al mecanismo clave del vehículo. Cuando tiró de él, comprobó que el mecanismo echaba fuego. “¡Ah! ¡Ya me acuerdo!”, se dijo para sí mismo en su mente. Acordándose ya de cómo hacer volar aquello, tiró varias veces de la cuerda para que el quemador llenase completamente de aire la recámara. Por suerte, aquello acabó por funcionar. En poco tiempo, el globo se elevó en el aire. Por todos los medios, Yuu intentó maniobrar con aquel viento en su contra y, a pesar de que ya se hallaba a una altura de seguridad, mover aquello no era para nada fácil. Y lo peor de todo, el tráfico aéreo parecía ocupado. El mercenario divisó varias cosas en el aire, pero la más escandalosa era la figura de una especie de… serpiente alada.
–¿Pero de dónde ha salido esa… cosa? –farfulló.
- ”Resumen”:
- Yuu recibe las sensaciones más desagradables de su vida y luego decide escapar con un globo creado por él. Luego, una vez en el aire, intenta maniobrar como puede para subir, a la par que observa lo que se cuece por los alrededores.
Zack Suky
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El cenutrio de Arribor no solo no supo apreciar mi única muestra de afecto o de preocupación real hacia su persona después de tantos años, sino que encima se lo tomó como una ofensa y me propinó un capón traicionero que hizo que me rebotasen las pocas neuronas que me quedaban. Iba a mandarlo vilmente a la mierda y a decirle que se buscase él solito la vida para subir al barco, pero entonces la llegada del sapo y la interrupción de una voz femenina se adelantaron a mis intenciones. Ya me vengaría.
Se trataba de la pelirroja que había visto antes observando el combate del tuerto y del enano, y parecía dispuesta a traernos un absurdo trato. Había que admitir que había puesto empeño para hacer su proposición más atractiva con aquel numerito del vuelo, pero nada más que había que observar el entorno para comprobar que el trato era absurdo. Ya no teníamos ni siquiera que buscar los aparatos voladores, ya que comenzaron a llegar más para llevarse las tropas que antes habían dejado, por lo que era ridículo aceptar un trato que no necesitábamos y mucho menos a cambio de un favor futuro que no parecía dispuesta a darnos... Aunque por la contestación del tuerto y la parsimonia del músico aparentaba ser el único que pensaba así.
-Atajo de... - comencé a decir entredientes hasta que una explosión no muy lejana retumbó por toda la isla y me quedó a medias.
Las bombas cambiaban mucho la situación. Si antes el tiempo era algo determinante ahora lo era mucho más, así que en vez de quejarme me limité a mantenerme al margen del trato que acababa de aceptar Arribor. Al fin y al cabo era con él con quien estaba haciéndolo y nosotros solo entrábamos en el pack... Además de que mi orgullo se rendía a mis intereses, por lo que no me importaría en un futuro hacer como si esto no hubiese pasado y pasar de todo. Aunque ahora el caso era salir de esta isla, porque si la primera detonación no había sido suficiente aviso, una segunda ocurrio algo más desviada ocasionando un bonito espectáculo acuático. Sin embargo, por si acaso la pelirroja cambiaba de parecer momentáneamente o si se quedaba bloqueada, vigilaría la zona en busca de donde estaban recogiendo a sus pasajeros las naves o en cualquier otra que se encontrase ya en tierra y no se hubiese destruido con los numerosos combates.
Había que prepararse para cualquier cosa que pudiese pasar, por lo que a las malas y corriendo agarraría a Arribor, aunque luego me tuviese que terminar peleando con él, y saldría hacia una de esas naves. Si no había dejado el pellejo en Síderos donde participé más, no iba a hacerlo aquí que solo había estado deambulando y observando.
Se trataba de la pelirroja que había visto antes observando el combate del tuerto y del enano, y parecía dispuesta a traernos un absurdo trato. Había que admitir que había puesto empeño para hacer su proposición más atractiva con aquel numerito del vuelo, pero nada más que había que observar el entorno para comprobar que el trato era absurdo. Ya no teníamos ni siquiera que buscar los aparatos voladores, ya que comenzaron a llegar más para llevarse las tropas que antes habían dejado, por lo que era ridículo aceptar un trato que no necesitábamos y mucho menos a cambio de un favor futuro que no parecía dispuesta a darnos... Aunque por la contestación del tuerto y la parsimonia del músico aparentaba ser el único que pensaba así.
-Atajo de... - comencé a decir entredientes hasta que una explosión no muy lejana retumbó por toda la isla y me quedó a medias.
Las bombas cambiaban mucho la situación. Si antes el tiempo era algo determinante ahora lo era mucho más, así que en vez de quejarme me limité a mantenerme al margen del trato que acababa de aceptar Arribor. Al fin y al cabo era con él con quien estaba haciéndolo y nosotros solo entrábamos en el pack... Además de que mi orgullo se rendía a mis intereses, por lo que no me importaría en un futuro hacer como si esto no hubiese pasado y pasar de todo. Aunque ahora el caso era salir de esta isla, porque si la primera detonación no había sido suficiente aviso, una segunda ocurrio algo más desviada ocasionando un bonito espectáculo acuático. Sin embargo, por si acaso la pelirroja cambiaba de parecer momentáneamente o si se quedaba bloqueada, vigilaría la zona en busca de donde estaban recogiendo a sus pasajeros las naves o en cualquier otra que se encontrase ya en tierra y no se hubiese destruido con los numerosos combates.
Había que prepararse para cualquier cosa que pudiese pasar, por lo que a las malas y corriendo agarraría a Arribor, aunque luego me tuviese que terminar peleando con él, y saldría hacia una de esas naves. Si no había dejado el pellejo en Síderos donde participé más, no iba a hacerlo aquí que solo había estado deambulando y observando.
- Resumen:
- Pensamientos varios mientras espero que Kat y Arri lleguen a un acuerdo para volver a nuestra nave, aunque vigilar la zona en busca del helicóptero más cercano por si esta cambia de parecer o no reacciona (por si no contestase, vaya)
Marc Kiedis
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Mientras el agujero en el que se encontraban continuaba agrandándose, comenzaron a oírse extraños ruidos provenientes de distintos puntos de la isla, tal vez incluso de la plaza. Marc no sabía muy bien qué significarían aquellos fuertes sonidos, y además tampoco podía prestarles demasiada atención. Los marines al parecer habían visto su ánimo y sus fuerzas renovadas por una peculiar joven vestida como si fuese una criada. Sus palabras, tiernas y enardecedoras a la vez, habían restablecido el fuego en los ojos de sus enemigos, que ahora retomaban su ofensiva con más decisión que nunca.
Eso sí, tal vez el exceso de motivación tuviese su punto negativo. Y ese era que, presas de su propio entusiasmo, los marines parecieron olvidar toda precaución e incluso cómo se utiliza normalmente un arma de fuego y se lanzaron a toda velocidad contra el pequeño grupo de piratas.
Por suerte, un grato refuerzo llegó de los cielos en aquel preciso instante. Therax, el rubio espadachín de los Arashi, que parecía haber terminado en buenas condiciones su combate con el marine volador.
- ¡Me alegro de verte en tan buen estado, amigo! - saludó el grandullón mientras dedicaba una fugaz sonrisa a su amigo.
La intervención del ronin alado proporcionó al resto unos valiosos momentos para pensar su estrategia. Marc, viendo que sus enemigos no parecían notar el dolor pero que a cambio tampoco daban la sensación de prestar mucha atención a lo que les rodeaba, decidió aprovechar esa debilidad.
Manipulando el queso que ya había creado, hizo que este se dispusiera en el suelo, en la trayectoria de los marines. De esta forma, cuando estos lo pisaran, les resultaría muy difícil continuar avanzando, pues se quedarían pegados. Una vez atrapados o ralentizados, el semigigante les lanzaría varias ondas cortantes a alta temperatura para intentar acabar con ellos.
Eso sí, tal vez el exceso de motivación tuviese su punto negativo. Y ese era que, presas de su propio entusiasmo, los marines parecieron olvidar toda precaución e incluso cómo se utiliza normalmente un arma de fuego y se lanzaron a toda velocidad contra el pequeño grupo de piratas.
Por suerte, un grato refuerzo llegó de los cielos en aquel preciso instante. Therax, el rubio espadachín de los Arashi, que parecía haber terminado en buenas condiciones su combate con el marine volador.
- ¡Me alegro de verte en tan buen estado, amigo! - saludó el grandullón mientras dedicaba una fugaz sonrisa a su amigo.
La intervención del ronin alado proporcionó al resto unos valiosos momentos para pensar su estrategia. Marc, viendo que sus enemigos no parecían notar el dolor pero que a cambio tampoco daban la sensación de prestar mucha atención a lo que les rodeaba, decidió aprovechar esa debilidad.
Manipulando el queso que ya había creado, hizo que este se dispusiera en el suelo, en la trayectoria de los marines. De esta forma, cuando estos lo pisaran, les resultaría muy difícil continuar avanzando, pues se quedarían pegados. Una vez atrapados o ralentizados, el semigigante les lanzaría varias ondas cortantes a alta temperatura para intentar acabar con ellos.
- Resumen:
- - Notar que algo raro pasa en la isla, pero no darle mucha importancia.
- Saludar a Therax.
- Intentar hacer que los marines se queden pegados a su queso para después lanzarles varias ondas cortantes a 1500ºC.
- Cosas usadas:
- - Cheese Master: Marc ha logrado familiarizarse con el queso que crea hasta tal punto que es capaz de controlar (moverlo a su antojo) y realizar sus técnicas con el queso ya creado aunque no esté en contacto con él en un radio de 50 metros.
- Melted Is Better: Marc ha aprendido a crear queso derretido además de queso sólido. Éste puede ser desde casi líquido, a casi gomoso, forma en la que resulta bastante pegajoso.
- Ondas cortantes de Maestría nivel 30 con la habilidad de mi espada de hacer que alcancen los 1500ºC.
Rei Arslan
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El Quetzalcoatl observó el foso desde gran altitud, con su aguda vista comprobó que ninguno de los compañeros de Therax que estaban abajo de todo necesitasen su ayuda. La serpiente emplumada, pensando en si bajar o no, se giró rápidamente al escuchar un gran estruendo. Ante sus ojos había sido detonada una gran explosión en torno a la costa, haciendo que una gran columna de agua se elevara con una gran magnitud.
Aquella explosión hizo que se quedara paralizada durante un momento, todo se hizo eco excepto el batir de sus alas que resonaba como si se estuviera alejando de sí misma. Solo la voz del espíritu interior resonó en su cabeza. Annie cerró los ojos durante un par de segundos para ignorar todo lo que ocurría a su alrededor.
-Toda la gente está huyendo, hay heridos por todas partes, tienes que hacer algo - Comentó la voz con un deje de profundidad.
-¿Por qué yo? No merece la pena, el daño ya está hecho...
-Fíjate en los barcos de la marina, están escapando y dejando atrás a gente inocente. Hay que hacer algo, ¡rápido!
La muchacha no respondió nada, abrió los ojos y se fijó en la zona de los barcos. Batió sus alas con fiereza y se encaminó por toda la costa sobrevolando por encima los barcos que pertenecían al gobierno hasta que se topó con alguien que la hizo pararse a escasos metros suyos. En el aire, se encontraba un hombre al que había visto por primera vez hacía tiempo en una isla muy lejana a ese mar. Los ojos esmeraldas del Quetzalcoatl se clavaron en la mirada del hombre, conocido como Yuu. Estaba segura de que él no la reconocería, pero ella hizo un movimiento con la cabeza hacia atrás.
Bajó la distancia para que el joven pudiera estar sobre el lomo de la serpiente emplumada y, en caso de subir, emprendería de nuevo su marcha. Lo que tenía en mente no sabía si sería lo correcto, pero en cuanto empezó a subir esperaba que Yuu se agarrara bien porque iba a ser todo muy movidito.
En cuanto divisó los buques marinos cerca del hielo que les habían impedido el paso anteriormente, se dirigió hacia el lateral de estos y con el batir de sus alas, más el viento violento que se producía a causa de las explosiones pretendía que los buques se chocaran contra sí mismos o contra el hielo irrompible. ¿Era suficiente? Tal vez no, pero quería dejar su huella y el gobierno no había sido su bando favorito en aquella guerra que parecía no terminar nunca.
Si la gente que no era capaz de escapar por sí misma debía quedarse en Gray Rock, ella no permitiría que la propia armada escapase y Annie se encargaría de buscar la manera. Aun así no tenía mucho tiempo, y era probable que tuviera que alzar el vuelo lo más rápido posible, pero esperaba que eso les hubiera valido de aviso.
Aquella explosión hizo que se quedara paralizada durante un momento, todo se hizo eco excepto el batir de sus alas que resonaba como si se estuviera alejando de sí misma. Solo la voz del espíritu interior resonó en su cabeza. Annie cerró los ojos durante un par de segundos para ignorar todo lo que ocurría a su alrededor.
-Toda la gente está huyendo, hay heridos por todas partes, tienes que hacer algo - Comentó la voz con un deje de profundidad.
-¿Por qué yo? No merece la pena, el daño ya está hecho...
-Fíjate en los barcos de la marina, están escapando y dejando atrás a gente inocente. Hay que hacer algo, ¡rápido!
La muchacha no respondió nada, abrió los ojos y se fijó en la zona de los barcos. Batió sus alas con fiereza y se encaminó por toda la costa sobrevolando por encima los barcos que pertenecían al gobierno hasta que se topó con alguien que la hizo pararse a escasos metros suyos. En el aire, se encontraba un hombre al que había visto por primera vez hacía tiempo en una isla muy lejana a ese mar. Los ojos esmeraldas del Quetzalcoatl se clavaron en la mirada del hombre, conocido como Yuu. Estaba segura de que él no la reconocería, pero ella hizo un movimiento con la cabeza hacia atrás.
Bajó la distancia para que el joven pudiera estar sobre el lomo de la serpiente emplumada y, en caso de subir, emprendería de nuevo su marcha. Lo que tenía en mente no sabía si sería lo correcto, pero en cuanto empezó a subir esperaba que Yuu se agarrara bien porque iba a ser todo muy movidito.
En cuanto divisó los buques marinos cerca del hielo que les habían impedido el paso anteriormente, se dirigió hacia el lateral de estos y con el batir de sus alas, más el viento violento que se producía a causa de las explosiones pretendía que los buques se chocaran contra sí mismos o contra el hielo irrompible. ¿Era suficiente? Tal vez no, pero quería dejar su huella y el gobierno no había sido su bando favorito en aquella guerra que parecía no terminar nunca.
Si la gente que no era capaz de escapar por sí misma debía quedarse en Gray Rock, ella no permitiría que la propia armada escapase y Annie se encargaría de buscar la manera. Aun así no tenía mucho tiempo, y era probable que tuviera que alzar el vuelo lo más rápido posible, pero esperaba que eso les hubiera valido de aviso.
- Resumen:
- Recoger a Yuu y situarse al lateral de los buques marinos, enviándoles ráfagas de 100 km/h para que tratar de detenerlos (que intenten chocarse contra el hielo y contra ellos mismos, vamoh).
Bizvan
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Tobías estaba de acuerdo con retinarnos, por lo cual tras haber llamado a Madre le pedí que tratara de encontrar el paradero de Ciaran con su olfato. Podría haber activado mi haki, pero sería una tarea difícil considerando la cantidad de presencias que se encontraban en la zona, y considerando las palabras de Wyrm, no podía apostar a que la zona donde despertó fuese la última ubicación de la mujer.
El agente tomo la iniciativa y comenzó a moverse. Madre me detuvo antes de pedirle que aguardara un instante. Parecía ser que la dirección que Tobías había tomado era la correcta, aunque la loba afirmó que el aroma era bastante débil.
- Vamos Wyrm, será malo si perdemos a Tobías también… Ah, no le prestes atención a la loba, es un aliado y no te hará nada malo. –explique al peliblanco para evitar que la presencia de la loba humanoide de pelaje escarlata con voz de falsete lo alarmara. Más tarde le explicaré en detalle quien es, por ahora teníamos que movernos.
Al cabo unos minutos de caminata llegamos a una zona con mayor número de personas. Parecía que el caos se había detenido por unos instantes. Antes de poder preguntarme a que se debía, un silbido se escuchó a la lejanía y lo siguiente que sentí fue la fuerza de la onda expansiva de aquello que impactó en las cercanías.
No me vi en la necesidad de pedirle a Madre que intentara hacer algo por Wyrm, pues la loba ya se había movido con intención de abrazar al joven para protegerlo con su cuerpo en caso de que este no fuese capaz de reaccionar ante la explosión.* En verdad parece tener un instinto materno.
La onda me arrojó sin que pudiese hacer mucho para evitarla.* Maldita sea ¿Dónde diablos iré a terminar ahora? *sentí como mi espalda rompió algunas ramas y como otras me provocaban rasguños, sin embargo lo siguiente me dejó confundido. Por alguna razón me cuerpo sufrió un tirón, como si algo me hubiese sujetado para evitar salir volando. Sin pensarlo dos veces me aferré a eso y lo siguiente que sentí fue mi cuerpo cayendo al suelo.
El impacto fue doloroso, no hubo nada que amortiguara el impacto, por suerte mi cuerpo no era tan débil como para terminar con heridas de gravedad. Podía sentir como algunas gota de sangre resbalaban por mis brazos y costados, por fortuna nada grave me había ocurrido. Intenté ponerme de pie, pero me encontraba un poco desorientado a causa del constante pitido en mis oídos.
- Mierda. –activé de nuevo mi mantra en un intento por ubicar a mis compañeros. Las presencias de ellos se hicieron presentes, no obstante el aura de cierta mujer me provocó un alivio, en especial al sentir a Tobi cerca de ella.- Bien, al menos la encontró.
De nuevo intenté colocarme de pie y esta vez me apoyé en las cosas para poder moverme. Podía sentir como las presencias se acervan, aunque no estaba seguro si Madre llevaba a Wyrm o solo lo acompañaba, fuese como fuese me sentía aliviado de que ambos estuvieran vivos.
Tobías (quien llevaba a una inconsciente ciaran en brazos) nos indicó que hacer.
Antes de seguir sus indicaciones me concentré lo mayor que pude en un intento de realizar un el sondeo con mayor alcance que mi mantra me permitiera hacer, esto con la intención de ubicar la posición de kimura para ir por el.
El agente tomo la iniciativa y comenzó a moverse. Madre me detuvo antes de pedirle que aguardara un instante. Parecía ser que la dirección que Tobías había tomado era la correcta, aunque la loba afirmó que el aroma era bastante débil.
- Vamos Wyrm, será malo si perdemos a Tobías también… Ah, no le prestes atención a la loba, es un aliado y no te hará nada malo. –explique al peliblanco para evitar que la presencia de la loba humanoide de pelaje escarlata con voz de falsete lo alarmara. Más tarde le explicaré en detalle quien es, por ahora teníamos que movernos.
Al cabo unos minutos de caminata llegamos a una zona con mayor número de personas. Parecía que el caos se había detenido por unos instantes. Antes de poder preguntarme a que se debía, un silbido se escuchó a la lejanía y lo siguiente que sentí fue la fuerza de la onda expansiva de aquello que impactó en las cercanías.
No me vi en la necesidad de pedirle a Madre que intentara hacer algo por Wyrm, pues la loba ya se había movido con intención de abrazar al joven para protegerlo con su cuerpo en caso de que este no fuese capaz de reaccionar ante la explosión.* En verdad parece tener un instinto materno.
La onda me arrojó sin que pudiese hacer mucho para evitarla.* Maldita sea ¿Dónde diablos iré a terminar ahora? *sentí como mi espalda rompió algunas ramas y como otras me provocaban rasguños, sin embargo lo siguiente me dejó confundido. Por alguna razón me cuerpo sufrió un tirón, como si algo me hubiese sujetado para evitar salir volando. Sin pensarlo dos veces me aferré a eso y lo siguiente que sentí fue mi cuerpo cayendo al suelo.
El impacto fue doloroso, no hubo nada que amortiguara el impacto, por suerte mi cuerpo no era tan débil como para terminar con heridas de gravedad. Podía sentir como algunas gota de sangre resbalaban por mis brazos y costados, por fortuna nada grave me había ocurrido. Intenté ponerme de pie, pero me encontraba un poco desorientado a causa del constante pitido en mis oídos.
- Mierda. –activé de nuevo mi mantra en un intento por ubicar a mis compañeros. Las presencias de ellos se hicieron presentes, no obstante el aura de cierta mujer me provocó un alivio, en especial al sentir a Tobi cerca de ella.- Bien, al menos la encontró.
De nuevo intenté colocarme de pie y esta vez me apoyé en las cosas para poder moverme. Podía sentir como las presencias se acervan, aunque no estaba seguro si Madre llevaba a Wyrm o solo lo acompañaba, fuese como fuese me sentía aliviado de que ambos estuvieran vivos.
Tobías (quien llevaba a una inconsciente ciaran en brazos) nos indicó que hacer.
Antes de seguir sus indicaciones me concentré lo mayor que pude en un intento de realizar un el sondeo con mayor alcance que mi mantra me permitiera hacer, esto con la intención de ubicar la posición de kimura para ir por el.
- Resumen:
- Seguir Tobías. Ver a Madre prepararse para proteger a Wyrm en caso de ser necesario. Salir volando por la onda expansiva. Re encontrarme con Tobías. Tratar de encontrar a Kimura con mi mantra.
Brynn
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El asesino realizó sus ataques, pero algo le frenó. De repente empezó a pisar algo pegajoso en el suelo, algo que descubrió totalmente su posición. Tras ello, enfundó su daga y volvió a ser totalmente visible, dando por finalizada su breve incursión en el mundo de la oscuridad e invisibilidad. Observó a su alrededor y el panorama le desconcertó tanto que no supo muy bien qué hacer.
Un tipo llegó sobrevolando la zona y empezó a crear una especie de agujas en el aire que no dudó en lanzar hacia los enemigos. El tipo le habló a Zane, por lo que Brynn entendió que era aliado, aunque no sabía si era consciente de quién era él o, como mínimo, de que peleaban por un bien común. Mientras tanto, una niña lloraba porque había derramado una cazuela, cuya comida había pisado sin rostro. Y por si fuera poco, Nailah apegaba a no derramar más sangre mientras la niña estaba delante. El hombre de tez negra volvió a su forma humana y observó el panorama, para dirigirse a la mujer morena con la que había fracasado en su misión anterior.
- Observa bien a tu alrededor, Nailah, estás rodeada de gente que quiere venganza. Esto hará más fuerte a la niña, y le enseñará que un simple error como derramar la comida puede costar vidas -comentó a la par que se aferraba con todas sus fuerzas a sus dos machetes, con la diestra blandiendo a espíritu libre y con la siniestra al último guardián-. Yo que tú correría y me alejaría, niña. No quiero ver más bajas de las necesarias.
Tras ello, corrió hasta los rivales más cercanos, que era un grupo de tres y, haciendo uso de su peculiar estilo de lucha, la danza de la muerte, empezó a combatir dando rápidas estocadas y desplazándose lateralmente, intentando siempre realizar unas ofensivas lo suficientemente certeras como para no dejar margen de maniobra en sus rivales.
Primero intentaría realizar un ataque simultáneo con la diestra seguido de la siniestra, después daría dos pasos hacia la derecha e intentaría, con ambas armas a la vez, realizar sendos tajos ascendentes a su segundo rival -uno por costado-, y tras ello, y si todo seguía bien, intentaría realizar un último movimiento sobre el tercer rival, intentando mover los machetes en direcciones opuestas hacia las costillas su rival (el izquierdo hacia la derecha y el derecho hacia la izquierda).
Independientemente de si algún ataque se interrumpía o todo salía a pedir de boca, intentaría dar unos pasos hacia atrás para ganar espacio y observaría a sus aliados. Entonces notó cómo todo vibraba en exceso y empezaba a tambalearse allí dentro. Parecía que todo iba a acabar pronto, y no quería morir sepultado por un conjunto de gigantescas rocas. Si el resto de aliados optaban por volar, él lo haría también.
Un tipo llegó sobrevolando la zona y empezó a crear una especie de agujas en el aire que no dudó en lanzar hacia los enemigos. El tipo le habló a Zane, por lo que Brynn entendió que era aliado, aunque no sabía si era consciente de quién era él o, como mínimo, de que peleaban por un bien común. Mientras tanto, una niña lloraba porque había derramado una cazuela, cuya comida había pisado sin rostro. Y por si fuera poco, Nailah apegaba a no derramar más sangre mientras la niña estaba delante. El hombre de tez negra volvió a su forma humana y observó el panorama, para dirigirse a la mujer morena con la que había fracasado en su misión anterior.
- Observa bien a tu alrededor, Nailah, estás rodeada de gente que quiere venganza. Esto hará más fuerte a la niña, y le enseñará que un simple error como derramar la comida puede costar vidas -comentó a la par que se aferraba con todas sus fuerzas a sus dos machetes, con la diestra blandiendo a espíritu libre y con la siniestra al último guardián-. Yo que tú correría y me alejaría, niña. No quiero ver más bajas de las necesarias.
Tras ello, corrió hasta los rivales más cercanos, que era un grupo de tres y, haciendo uso de su peculiar estilo de lucha, la danza de la muerte, empezó a combatir dando rápidas estocadas y desplazándose lateralmente, intentando siempre realizar unas ofensivas lo suficientemente certeras como para no dejar margen de maniobra en sus rivales.
Primero intentaría realizar un ataque simultáneo con la diestra seguido de la siniestra, después daría dos pasos hacia la derecha e intentaría, con ambas armas a la vez, realizar sendos tajos ascendentes a su segundo rival -uno por costado-, y tras ello, y si todo seguía bien, intentaría realizar un último movimiento sobre el tercer rival, intentando mover los machetes en direcciones opuestas hacia las costillas su rival (el izquierdo hacia la derecha y el derecho hacia la izquierda).
Independientemente de si algún ataque se interrumpía o todo salía a pedir de boca, intentaría dar unos pasos hacia atrás para ganar espacio y observaría a sus aliados. Entonces notó cómo todo vibraba en exceso y empezaba a tambalearse allí dentro. Parecía que todo iba a acabar pronto, y no quería morir sepultado por un conjunto de gigantescas rocas. Si el resto de aliados optaban por volar, él lo haría también.
- Resumen:
Darse cuenta del excéntrico tinglado que se ha montado en un segundo.
Hablar a Nailah.
Intentar acabar con los tres marines que vienen y dar un paso hacia atrás para coger espacio.
Empezar a tambalearse fruto de lo que está ocurriendo fuera.
- Cosas:
- Atributos clase: Agilidad 3, Sigilo 2, Reflejos 3, Puntería 2, Poder destrucción 1.
- Atributos clase: Agilidad 3, Sigilo 2, Reflejos 3, Puntería 2, Poder destrucción 1.
Luka Rooney
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El tiburón observó con alegría cómo su golpe surtía efecto y lanzaba a su enemigo por los aires, además de terminar golpeando a su otro rival. Doble golpe que, pese a ser de lleno y contundente, pareció no impedir que huyesen, ya que murmuraron algo y terminaron por levantarse y salir corriendo hacia la puerta. ¿En serio el golpe no los había conseguido derrotar? Luka suspiró, pensando que quizá había impreso una fuerza más baja de lo que creía.
Ahora el gyojin se encontraba en una tesitura complicada. Los dos humanos habían salido a alguna dirección mientras el tiburón se encontraba fijado mediante algún tipo de material al suelo, sin mucho margen de maniobra e intentando mantener la compostura. Y lo peor de todo era que Timón no aparecía.
En peores momentos has estado, Luka. Piensa, ¿qué puede ser esta sustancia?
El habitante del mar tocó con las manos la sustancia e intentó identificarla. Su principal objetivo era liberarse de ella y poder perseguir a aquella gente, la cual sin duda no dejaría su trabajo a medias.
Entonces, el tiburón en base a lo que estaba tocando, actuaría de una manera u otra. Si sentía que podía romper el material, intentaría golpearlo con los brazos normales y los acuáticos indistintamente hasta poder salir de allí. En caso contrario, posicionaría las palmas de las manos sobre el material y realizaría la técnica que previamente le había bastado para derretir el hielo, pero ahora querría derretir la sustancia que le ejercía de prisión. En cualquier caso, recubriría la zona tapada de haki para intentar minimizar los posibles daños, y en caso de calentar los fluidos externos, lo haría con sumo cuidado.
Si de una manera u otra conseguía liberarse, saldría corriendo por la puerta por la que los dos jóvenes revolucionarios habían salido primero. Cabía la posibilidad de que la hubiesen atrancado, por lo que si tras un par de intentos forcejeando no pudiera salir, rompería la madera del cerco de un par de patadas y acabaría saliendo. Ya le tocaría después arreglarla, pero su condición de carpintero ya le había notificado sobre la mala calidad de la madera del barco.
Tras ello, Luka empezaría a olfatear un posible rastro de sangre de sus rivales gracias a su fino olfato. En caso de no conseguir ningún rastro, emplearía su haki de observación para el mismo fin; intentar localizar a los dos intrusos y seguir sus pasos. Si conseguía encontrarlos se encararía con ellos hecho una furia. Aquello debía acabar cuanto antes. No podía permitir que ellos ni nadie pusieran en peligro su misión de proteger el barco. ¿Qué sería de los Arashi sin barco?
Ahora el gyojin se encontraba en una tesitura complicada. Los dos humanos habían salido a alguna dirección mientras el tiburón se encontraba fijado mediante algún tipo de material al suelo, sin mucho margen de maniobra e intentando mantener la compostura. Y lo peor de todo era que Timón no aparecía.
En peores momentos has estado, Luka. Piensa, ¿qué puede ser esta sustancia?
El habitante del mar tocó con las manos la sustancia e intentó identificarla. Su principal objetivo era liberarse de ella y poder perseguir a aquella gente, la cual sin duda no dejaría su trabajo a medias.
Entonces, el tiburón en base a lo que estaba tocando, actuaría de una manera u otra. Si sentía que podía romper el material, intentaría golpearlo con los brazos normales y los acuáticos indistintamente hasta poder salir de allí. En caso contrario, posicionaría las palmas de las manos sobre el material y realizaría la técnica que previamente le había bastado para derretir el hielo, pero ahora querría derretir la sustancia que le ejercía de prisión. En cualquier caso, recubriría la zona tapada de haki para intentar minimizar los posibles daños, y en caso de calentar los fluidos externos, lo haría con sumo cuidado.
Si de una manera u otra conseguía liberarse, saldría corriendo por la puerta por la que los dos jóvenes revolucionarios habían salido primero. Cabía la posibilidad de que la hubiesen atrancado, por lo que si tras un par de intentos forcejeando no pudiera salir, rompería la madera del cerco de un par de patadas y acabaría saliendo. Ya le tocaría después arreglarla, pero su condición de carpintero ya le había notificado sobre la mala calidad de la madera del barco.
Tras ello, Luka empezaría a olfatear un posible rastro de sangre de sus rivales gracias a su fino olfato. En caso de no conseguir ningún rastro, emplearía su haki de observación para el mismo fin; intentar localizar a los dos intrusos y seguir sus pasos. Si conseguía encontrarlos se encararía con ellos hecho una furia. Aquello debía acabar cuanto antes. No podía permitir que ellos ni nadie pusieran en peligro su misión de proteger el barco. ¿Qué sería de los Arashi sin barco?
- Resumen:
Primero perdón por tanto condicional, pero la situación lo requería y quería intentar avanzar un poco.
Intentar liberarse de la sustancia rara que le hace estar pegado al suelo.
Salir por la puerta por la que los dos chavales han ido.
Intentar identificar a los revos olfateando su rastro y si no funciona, emplear haki de observación.
Si los encuentra, encararse a ellos y cerrarles el paso.
- Cosas:
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
- Bonificadores de clase: Fuerza 8 (6 Clase + 2 Gyojin) | Resistencia 6 | Agilidad 4 | Velocidad 4 | Reflejos 2
- Daitan'na nioi: Gracias a su potente olfato, es capaz de captar gotas de sangre a 850 metros de distancia en el agua, dividiéndose la cantidad entre tres fuera de ella.
- Gegenees: Luka utiliza su be water, my friend, para crear cuatro brazos que salen del costado, quedando de manera paralela a los suyos y con unas dimensiones similares. Puede controlarlos a voluntad y, al igual que en la técnica previamente mencionada, cualquier usuario con una fuerza igual o superior a Luka podrá romperlos sin problemas.
- Kōgi no seishin: Debido a la perfección del Gyojin Karate, Rooney es capaz de recubrir partes su cuerpo de agua y potenciarse de la siguiente manera:
- Tabla de nivel:
- Nivel 10: Fuerza y Resistencia x1.5 durante 2 turnos.
- Nivel 20: Fuerza y Resistencia x2 durante 2 turnos.
- Nivel 30: Fuerza y Resistencia x2.25 durante 2 turnos.
- Nivel 40: Fuerza y Resistencia x2.5 durante 2 turnos.
- Nivel 50: Fuerza y Resistencia x2.75 durante 2 turnos.
- Nivel 60: Fuerza y Resistencia x3 durante 2 turnos.
- Nivel 70: Fuerza y Resistencia x3.25 durante 2 turnos.
- Nivel 80: Fuerza y Resistencia x3.5 durante 2 turnos.
- Nivel 90: Fuerza y Resistencia x3.75 durante 2 turnos.
- Nivel 100: Fuerza y Resistencia x4 durante 3 turnos.
- Nivel 10: Fuerza y Resistencia x1.5 durante 2 turnos.
- Haki de armadura: Predilecto. Tier 5.
- Haki de observación: Empatía Tier 2.
- Bonificadores pasivos: Fuerza x4 - Resistencia x2
Osuka Sumisu
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Como si se tratase de un regalo del destino, el agente se retiró. Aunque para el revolucionario, no podía considerar aquello una victoria e incluso un empate. Cuando lo perdió de vista, el sargento emergió del suelo a la vez que dejó de controlar a la hydra, dejándola inerte como una estatua gigante de aspecto amenazador.
- Tengo que admitirlo chaval, has mejorado -comentó Ishi, el collar que portaba al cuello. Se movía de forma ladeada, más por la inercia que su movimiento personal-. Ya te veía entre rejas, menos mal que has aguantado el tipo y has podido usar tu poder tanto sin problemas.
- Es verdad que he… mejorado… -el pelianaranjado cayó de rodillas y poso sus manos en el suelo mientras de su frente no paraba de caer sudor-. Pero aun no lo suficiente.
Las heridas y el sobresfuerzo habían llevado al demonio carmesí al límite. Si no fuese porque los agentes habían retirado, hubieran puesto punto y final a su vida. Cuando se le acercó Ed, lo uso para volver a poner de pie su cuerpo temporalmente debilitado. Antes de poder expresarle las siguientes órdenes, pudo escuchar como cañonazos llovían del cielo y empezaban a destrozar el lugar. Podía captar el mensaje de la flota revolucionaria, pero en sargento ya sabía de lejos de que podría tratarse debido a la repentina retirada del enemigo.
- Una Buster Call. Una maldita Buster Call -desvió la mirada del mar, donde se encontraban los barcos marines aproximándose y miró a su segundo al mando-. Tenemos que irnos, prefieren hundir la isla a perderla.
El segundo al mando cogió al sargento y usó su akuma para resguardarse en su interior. Que pese estar ahí dentro, aún podía escuchar a Ed con suma facilidad.
- Tendremos confiar en que han podido escapar. Fred parece demasiado espabilado para ya no estar en uno de los helicópteros y que Valía se quede en el agua no será problema para una gyojin tan dura como ella.
- Tengo que admitirlo chaval, has mejorado -comentó Ishi, el collar que portaba al cuello. Se movía de forma ladeada, más por la inercia que su movimiento personal-. Ya te veía entre rejas, menos mal que has aguantado el tipo y has podido usar tu poder tanto sin problemas.
- Es verdad que he… mejorado… -el pelianaranjado cayó de rodillas y poso sus manos en el suelo mientras de su frente no paraba de caer sudor-. Pero aun no lo suficiente.
Las heridas y el sobresfuerzo habían llevado al demonio carmesí al límite. Si no fuese porque los agentes habían retirado, hubieran puesto punto y final a su vida. Cuando se le acercó Ed, lo uso para volver a poner de pie su cuerpo temporalmente debilitado. Antes de poder expresarle las siguientes órdenes, pudo escuchar como cañonazos llovían del cielo y empezaban a destrozar el lugar. Podía captar el mensaje de la flota revolucionaria, pero en sargento ya sabía de lejos de que podría tratarse debido a la repentina retirada del enemigo.
- Una Buster Call. Una maldita Buster Call -desvió la mirada del mar, donde se encontraban los barcos marines aproximándose y miró a su segundo al mando-. Tenemos que irnos, prefieren hundir la isla a perderla.
El segundo al mando cogió al sargento y usó su akuma para resguardarse en su interior. Que pese estar ahí dentro, aún podía escuchar a Ed con suma facilidad.
- Tendremos confiar en que han podido escapar. Fred parece demasiado espabilado para ya no estar en uno de los helicópteros y que Valía se quede en el agua no será problema para una gyojin tan dura como ella.
- Resumen:
- Huir con Ed(Tenebrex) en uno de los helicopteros(?)
El viento azotaba al muchacho, al mismo tiempo que dificultaba en gran medida el viaje en globo que se hallaba realizando. Si no lograba ascender a tiempo antes de que alguna de las bestias que había por los alrededores le viese y fuese a por él… la situación acabaría siendo demasiado peliaguda para el mercenario.
–Venga, joder… muévete –murmuró en voz baja para él mismo, implorando al globo para que fuese más rápido–. No… no, no, no –de repente, observó como la gran criatura que había visto hacía escasos instantes se dirigía hacia su posición. No le dio tiempo ni a desenvainar su arma, puesto que llegó en pocos segundos. Sorprendido de que no le atacase y simplemente se limitase a mirarle, bajó la mano sin sacar su arma–. No… es imposible. No puedes ser... –se quedó mirando los gigantescos ojos de la criatura. Un verde esmeralda que ya había visto antes, pero que resultaba imposible que fueran la misma entidad. Yuu sabía que ella se hallaba en aquel lugar, pero… no era posible que fuera aquello tan grande–. ¿Por qué no me ata…? –fue respondido inmediatamente cuando la gigantesca serpiente inclinó su cabeza como si quisiese que el ladrón subiese.
Sin pensarlo dos segundos, dio un gran salto para finalmente caer justo encima del cráneo de la bestia. Nada más subir, hizo desaparecer su creación y se situó cerca de las plumas.
–¿Y aho…? –de repente, la criatura empezó a volar y a moverse a gran velocidad. Instintivamente, el pelinegro se agarró con fuerza al plumaje de la criatura, a la par que el frenetismo del momento llenaba su corazón de emoción–. ¡Joder! ¡No esperaba terminar así! ¡Esto es mejor de lo que esperaba! –gritó para sí mismo y para la entidad sobre la que se hallaba, por si cabía la posibilidad de que pudiese entenderle.
Realmente parecía que estuviese atacando, pero como Yuu no podía ver lo que se hallaba haciendo debido al plumaje, decidió escalar al coloso plumado por él mismo. Poco a poco, y de pluma en pluma, fue yendo hacia la cabeza, aguantando el viento que le hacía tambalearse. Una vez consiguió llegar a estar en lo más alto, puesto que había caído unos cuantos metros al empezar a moverse y no agarrarse, empezó a gritar en cuanto las cosas parecieron calmarse.
–¡Hey! ¡Necesito llegar a mi barco! ¡Es ese que está justo encima de nosotros! ¡Si me haces ese favor tienes mi palabra de que te lo voy a devolver! –intentó llamar su atención, rezando para que aquella cosa le entendiese.
–Venga, joder… muévete –murmuró en voz baja para él mismo, implorando al globo para que fuese más rápido–. No… no, no, no –de repente, observó como la gran criatura que había visto hacía escasos instantes se dirigía hacia su posición. No le dio tiempo ni a desenvainar su arma, puesto que llegó en pocos segundos. Sorprendido de que no le atacase y simplemente se limitase a mirarle, bajó la mano sin sacar su arma–. No… es imposible. No puedes ser... –se quedó mirando los gigantescos ojos de la criatura. Un verde esmeralda que ya había visto antes, pero que resultaba imposible que fueran la misma entidad. Yuu sabía que ella se hallaba en aquel lugar, pero… no era posible que fuera aquello tan grande–. ¿Por qué no me ata…? –fue respondido inmediatamente cuando la gigantesca serpiente inclinó su cabeza como si quisiese que el ladrón subiese.
Sin pensarlo dos segundos, dio un gran salto para finalmente caer justo encima del cráneo de la bestia. Nada más subir, hizo desaparecer su creación y se situó cerca de las plumas.
–¿Y aho…? –de repente, la criatura empezó a volar y a moverse a gran velocidad. Instintivamente, el pelinegro se agarró con fuerza al plumaje de la criatura, a la par que el frenetismo del momento llenaba su corazón de emoción–. ¡Joder! ¡No esperaba terminar así! ¡Esto es mejor de lo que esperaba! –gritó para sí mismo y para la entidad sobre la que se hallaba, por si cabía la posibilidad de que pudiese entenderle.
Realmente parecía que estuviese atacando, pero como Yuu no podía ver lo que se hallaba haciendo debido al plumaje, decidió escalar al coloso plumado por él mismo. Poco a poco, y de pluma en pluma, fue yendo hacia la cabeza, aguantando el viento que le hacía tambalearse. Una vez consiguió llegar a estar en lo más alto, puesto que había caído unos cuantos metros al empezar a moverse y no agarrarse, empezó a gritar en cuanto las cosas parecieron calmarse.
–¡Hey! ¡Necesito llegar a mi barco! ¡Es ese que está justo encima de nosotros! ¡Si me haces ese favor tienes mi palabra de que te lo voy a devolver! –intentó llamar su atención, rezando para que aquella cosa le entendiese.
- ”Resumen”:
- Flipar con la situación y intentar hablar con Annie.
Liv L Astrid
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Precisión
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La trampilla cedió casi sin problemas tras mi embiste, dejándome salir la primera del grupo, Los otros revolucionarios salieron después de mí, sin embargo, en la cubierta nos estaban esperando ocho soldados armados que nos apuntaban con armas profanas. Entre ellos uno habló, dejando en claro quien era el que estaba al mando. Parecía ser que sabían que había un traidor entre nosotros.
-Se acabó – Dijo Trece – ya te pillaron, aunque la verdad no sé cómo.
Ignoré por completo aquel comentario de la niña, aunque a mí también me hubiese gustado saber cómo habían conseguido averiguarlo, había actuado bastante bien delante de aquellos hombres. La respuesta de qué hacer para librarme de aquel marrón me vino tan rápido como lo eran los poderosos rayos de Thor. Con un movimiento disimulado retrocediendo, fingiendo sorpresa por vernos rodeados, saqué sin que se viese el caracolófono del gobierno que llevaba encima y según retrocedía choqué con uno de mis acompañantes al que también apuntaban, aprovechando el golpe para golocarle el animal sin que este se enterase. Aunque cuando pasé a una postura de rendición levantando ambas manos pude notar como el caracol se descolgó.
-No puede ser – contesté a aquel hombre – hemos subido todos juntos desde lo más bajo, y mientras subíamos alguien ha cerrado puertas y colocó una trampa en el suelo de grasa para que nos resbalásemos y quedásemos ahí. – le conté para ganar algo de tiempo. – Además, me gustaría comunicar que donde se encontraba la trampa con grasa pude sentir una presencia más aparte de la nuestra ahí abajo, soy usuaria de haki de observación como vosotros decís, lo digo de verdad.
Esperaba que aquello desviase la atención de mí, y si no funcionaba aquello tenía la carta de que uno de los revolucionarios tenía en su poder el caracol del Gobierno que debería de dejarlo como el infiltrado del grupo.
-Se acabó – Dijo Trece – ya te pillaron, aunque la verdad no sé cómo.
Ignoré por completo aquel comentario de la niña, aunque a mí también me hubiese gustado saber cómo habían conseguido averiguarlo, había actuado bastante bien delante de aquellos hombres. La respuesta de qué hacer para librarme de aquel marrón me vino tan rápido como lo eran los poderosos rayos de Thor. Con un movimiento disimulado retrocediendo, fingiendo sorpresa por vernos rodeados, saqué sin que se viese el caracolófono del gobierno que llevaba encima y según retrocedía choqué con uno de mis acompañantes al que también apuntaban, aprovechando el golpe para golocarle el animal sin que este se enterase. Aunque cuando pasé a una postura de rendición levantando ambas manos pude notar como el caracol se descolgó.
-No puede ser – contesté a aquel hombre – hemos subido todos juntos desde lo más bajo, y mientras subíamos alguien ha cerrado puertas y colocó una trampa en el suelo de grasa para que nos resbalásemos y quedásemos ahí. – le conté para ganar algo de tiempo. – Además, me gustaría comunicar que donde se encontraba la trampa con grasa pude sentir una presencia más aparte de la nuestra ahí abajo, soy usuaria de haki de observación como vosotros decís, lo digo de verdad.
Esperaba que aquello desviase la atención de mí, y si no funcionaba aquello tenía la carta de que uno de los revolucionarios tenía en su poder el caracol del Gobierno que debería de dejarlo como el infiltrado del grupo.
- resumen:
- Salir a cubierta, ver la que nos espera, fingir la sorpresa yendo hacia atrás mientras disimuladamente saco el den den mushi del Gobierno y se lo coloco a un revolucionario de los que va conmigo sin que se entere, notar como el caracol se descuelga cuando levanto las manos para rendirme. Hablar con el que está al mando para explicarle que los cinco habíamos estado juntos todo el rato y que noté una presencia abajo con el mantra y qu eno pertenecía a ninguno de nosotros. (intento engañarles diciendo que el traidor es Lily).
Katharina von Steinhell
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—Katharina —respondió—, Katharina von Steinhell. Y me consta todo lo que puedes hacer, no necesitas decírmelo.
Antes de que la bruja comenzara a manipular el viento alrededor de Arribor y sus compañeros, la tierra se sacudió y enseguida escuchó una explosión. No le sorprendía que los marines hubieran decidido hacer explotar la isla. Al Gobierno Mundial jamás le importó la gente, únicamente querían perpetuarse en el poder y ya. No había demasiado que darle más vueltas al asunto. Katharina estaba segura de que Zane jamás haría algo así, exhibir a los suyos a tal peligro. A pesar de que era un idiota la gran parte del tiempo, tenía su brújula moral muy bien encaminada.
La gente corría hacia todos lados, intentando llegar a los barcos y salir de allí. Katharina tenía el poder para ayudar a unos cuantos más, pero no lo haría. Cada individuo que estaba allí sabía a lo que se enfrentaba, y ahora mismo tenía que preocuparse de ella y sacar a Arribor y a sus compañeros. Sin dilatar más el asunto, y esperando que ningún tonto interviniese, cerró los ojos y una suave brisa meció sus cabellos. Enseguida, el viento comenzó a arremolinarse en torno a los piratas, levantándolos del suelo. Con lo débil que estaba no podría volar a máxima velocidad, sobre todo si llevaba consigo a tanta gente. Tal vez hubiera sido mejor usar la telequinesis, pero no había tiempo para dudas. Y de pronto, escuchó otra explosión y, al voltearse, se encontró con la furia del mar. Si no morían por las detonaciones, lo harían por la gigantesca ola.
—Guíame, Arribor —le ordenó al pirata.
Sin esperar la guía del tuerto, despegó rápidamente del suelo hasta estar a varios metros de este. Desde el cielo el panorama era completamente diferente… Había cráteres por doquier, y aún salía humo del bosque quemado. Los no muertos levantados por Katharina seguían luchando, o al menos lo intentaban. «No puedes salvar a todos… no puedes», se dijo a sí misma, intentando convencerse. Antes de dejar la isla, buscó con la vista a alguno de sus compañeros, pero no encontró a nadie. «Da igual, estarán bien. Saben lo que hacen», pensó. Finalmente tomó rumbo al barco volador de los piratas del tuerto, despejando su cabeza de dudas y pensamientos que no harían más que retrasarla.
Antes de que la bruja comenzara a manipular el viento alrededor de Arribor y sus compañeros, la tierra se sacudió y enseguida escuchó una explosión. No le sorprendía que los marines hubieran decidido hacer explotar la isla. Al Gobierno Mundial jamás le importó la gente, únicamente querían perpetuarse en el poder y ya. No había demasiado que darle más vueltas al asunto. Katharina estaba segura de que Zane jamás haría algo así, exhibir a los suyos a tal peligro. A pesar de que era un idiota la gran parte del tiempo, tenía su brújula moral muy bien encaminada.
La gente corría hacia todos lados, intentando llegar a los barcos y salir de allí. Katharina tenía el poder para ayudar a unos cuantos más, pero no lo haría. Cada individuo que estaba allí sabía a lo que se enfrentaba, y ahora mismo tenía que preocuparse de ella y sacar a Arribor y a sus compañeros. Sin dilatar más el asunto, y esperando que ningún tonto interviniese, cerró los ojos y una suave brisa meció sus cabellos. Enseguida, el viento comenzó a arremolinarse en torno a los piratas, levantándolos del suelo. Con lo débil que estaba no podría volar a máxima velocidad, sobre todo si llevaba consigo a tanta gente. Tal vez hubiera sido mejor usar la telequinesis, pero no había tiempo para dudas. Y de pronto, escuchó otra explosión y, al voltearse, se encontró con la furia del mar. Si no morían por las detonaciones, lo harían por la gigantesca ola.
—Guíame, Arribor —le ordenó al pirata.
Sin esperar la guía del tuerto, despegó rápidamente del suelo hasta estar a varios metros de este. Desde el cielo el panorama era completamente diferente… Había cráteres por doquier, y aún salía humo del bosque quemado. Los no muertos levantados por Katharina seguían luchando, o al menos lo intentaban. «No puedes salvar a todos… no puedes», se dijo a sí misma, intentando convencerse. Antes de dejar la isla, buscó con la vista a alguno de sus compañeros, pero no encontró a nadie. «Da igual, estarán bien. Saben lo que hacen», pensó. Finalmente tomó rumbo al barco volador de los piratas del tuerto, despejando su cabeza de dudas y pensamientos que no harían más que retrasarla.
- Resumen:
- Volar junto a Arribor y sus compañeros al cacharro volador para cumplir su parte del trato.
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Un tremendo estruendo provocado por una explosión, y el suelo temblado habían logrado que Mura se desequilibrara, cayendo de las ramas sobre las que estaba saltando para llegar hasta su capitán, rodando varios metros hacia adelante. La parte buena, si es que se podía considerar que había una parte buena en todo eso, era que el caer así le había dado margen de maniobra para alejarse de lo que parecía un derrumbamiento. La parte no tan buena era, sin embargo, que sus oídos pitaban a al tiempo que ella intentaba comunicarse con Sumire, tanto que de no ser porque la columna de agua que se había alzado no muy lejos del lugar se debía poder ver a kilómetros, seguramente ni se hubiera percatado. Parpadeó varias veces ante la escena, aún sentada en el suelo tras su caída, perpleja. -Sumire... Quizás necesite que llegues antes de ser posible.- Dijo por su comunicador mientras intentaba ponerse en pie, tambaleante. Su cola de felino ayudaba un poco a caminar, pero todo le daba vueltas por culpa del ruido de antes."Sin los audífonos quizás hubiera sido peor". Pensó, antes de intentar comunicarse con sus compañeros, con le volumen al mínimo. Luego le tocaría ir a que le revisasen los tímpanos.
-¿Chicos, estáis bien?- Preguntó con un tono de voz más alto del apropiado, ya que no se podía escuchar a sí misma en aquel momento, mientras trataba de avanzar hacia el capitán. Si no se equivocaba, la trayectoria del vikngo era similar a la suya, así que debía estar cerca. Death se encontraba en el foco de la explosión, pero esperaba que se encontrase bien... Era el subcapitán, debía estarlo. Por otro lado, el Mapache había desaparecido y la última vez que vio a Dexter, este se encontraba parlamentando con un marine. Aquella idea de hacer tratos con el gobierno, seguía sin agradar a la joven.
Esperó un rato a ver si alguien contestaba, tras lo que volvió a hablar por el comunicador, todo esto mientras avanzaba, cojeando. Al caer, aunque por la adrenalina no lo hubiese notado, se había lastimado una de las piernas. Era un daño superficial, no tenía nada roto, pero la molestia al andar, junto con el mareo hacían que su paso, normalmente rápido y ágil se vieran entorpecidos. -Por cierto, he visto una enorme columna de agua, no muy lejos de aquí... Y todo ese agua va a volver al mar... No soy física, pero lo mismo se nos viene una ola gigante encima. ¿Qué hacemos?- añadió, de verdad esperaba que los demás contestasen pronto. Ninguno iba a acabar su viaje ahí.
Tras finalizar el comunicado, decidió que antes de continuar, sería mejor tratar sus heridas. Se sentó de nuevo en el suelo, apoyando la espalda contra un tronco que aún se mantenía erguido y, tras asegurarse de que no hubiese enemigos cerca mediante su Haki de observación, posó sus manos sobre la pierna dolorida. Al poco, un aura de color verde surgió de sus manos y el dolor se desvaneció. No estaba en su mejor momento, pero así iría más rápido. Una pena que no tuviese tiempo para descansar más y que se le pasara el pitido de los oídos. "Ya se irá solo". Se dijo, volviendo a avanzar. Si nadie se le cruzaba, esta vez si que debería poder llegar al lugar en el que se encontraba Dexter. Olisqueó el aire, buscando el aroma del dragón azul.
-Capi, va siendo hora de irse. ¿No cree?- Le diría una vez se encontraran.
-¿Chicos, estáis bien?- Preguntó con un tono de voz más alto del apropiado, ya que no se podía escuchar a sí misma en aquel momento, mientras trataba de avanzar hacia el capitán. Si no se equivocaba, la trayectoria del vikngo era similar a la suya, así que debía estar cerca. Death se encontraba en el foco de la explosión, pero esperaba que se encontrase bien... Era el subcapitán, debía estarlo. Por otro lado, el Mapache había desaparecido y la última vez que vio a Dexter, este se encontraba parlamentando con un marine. Aquella idea de hacer tratos con el gobierno, seguía sin agradar a la joven.
Esperó un rato a ver si alguien contestaba, tras lo que volvió a hablar por el comunicador, todo esto mientras avanzaba, cojeando. Al caer, aunque por la adrenalina no lo hubiese notado, se había lastimado una de las piernas. Era un daño superficial, no tenía nada roto, pero la molestia al andar, junto con el mareo hacían que su paso, normalmente rápido y ágil se vieran entorpecidos. -Por cierto, he visto una enorme columna de agua, no muy lejos de aquí... Y todo ese agua va a volver al mar... No soy física, pero lo mismo se nos viene una ola gigante encima. ¿Qué hacemos?- añadió, de verdad esperaba que los demás contestasen pronto. Ninguno iba a acabar su viaje ahí.
Tras finalizar el comunicado, decidió que antes de continuar, sería mejor tratar sus heridas. Se sentó de nuevo en el suelo, apoyando la espalda contra un tronco que aún se mantenía erguido y, tras asegurarse de que no hubiese enemigos cerca mediante su Haki de observación, posó sus manos sobre la pierna dolorida. Al poco, un aura de color verde surgió de sus manos y el dolor se desvaneció. No estaba en su mejor momento, pero así iría más rápido. Una pena que no tuviese tiempo para descansar más y que se le pasara el pitido de los oídos. "Ya se irá solo". Se dijo, volviendo a avanzar. Si nadie se le cruzaba, esta vez si que debería poder llegar al lugar en el que se encontraba Dexter. Olisqueó el aire, buscando el aroma del dragón azul.
-Capi, va siendo hora de irse. ¿No cree?- Le diría una vez se encontraran.
- Resumen (Blue):
- Caerse y salir rodando, mientras se alejaba de rama en rama. Acabar en el suelo, justo a tiempo para ver la columna de agua, medio sorda y con dificultad para andar. Tomarse unos segundos antes de empezar a caminar alejandose, con algo de mareo y cojera. Comunicarse con los Blue para ver si están bien, tratarse la cojera e ir a buscar a Dexter, de encontrarle sin ser interrumpida, hablarle para ver que debemos hacer.
Cosas usadas: Manual Micaiah (Mura canaliza energía curativa, radiando un aura de color morado en las palmas de sus manos, las cuales posa sobrer una única herida (una vez por combate). La herida, en el mismo turno, bajará un nivel. Herida mortal > Herida muy grave > Herida grave > Herida moderada > Herida leve > Herida superficial.)
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El monigote poco a poco se fue haciendo más pequeño, cuando llegué yo hasta él había reducido su tamaño hasta la mitad. Por otro lado, Kodama había hecho una especie de burbujas similares a las de Sabaody y en ellas iba enviando gente fuera de la isla. Las plataformas iban alejándose hasta ponerse al límite de mi rango, lo mismo pasaba más o menos con las burbujas de Kodama, o por lo menos hasta que se produjo una gran explosión no muy lejos del lugar.
No presté demasiada atención, sin embargo, pude ver como algunas pompas perdían ligeramente el control y cambiaban su rumbo dispersándose del resto. De lo que quedaba de tiburón en conjunto con el azúcar que había dispersa por el suelo cree otro monigote. Del tiburón tan solo dejé la cámara en la que estábamos Legim, Arthur y yo, con unas paredes medianamente gruesas de unos diez centímetros de grosor, con su resistencia y dureza en su máxima potencia, no quería perder ahora al final al preso por un error que se podía corregir.
Metí mi mano en mi interior y saqué una botella de ron sin abrir, no le iba a gustar al pequeño, pero era lo único que tenía en ese momento, “Chicos, no hagáis esto ni en casa ni fuera de casa, no es saludable” dije levantando la cabeza mirando hacia la nada. Abrí la botella y la puse en la boca de mi compañero para que comenzase a beber.
-Necesito que bebas todo lo que puedas, Arthur, comenzaré a operar esa herida lo mejor que pueda, aunque antes de que termine seguro que llegamos a la base para que alguien más experto mejore mi trabajo. – le dije al pelirrojo para convencerlo de que bebiese.
En caso de que comenzase a beber, comenzaría a crear útiles para poder operar al joven. De pronto otra gran explosión, sin embargo, esta no fue como la primera, había sonado muy distante y de forma más amortiguada, debía de ser el movimiento del Gobierno. Dejé lo que estaba haciendo y comencé a hacer que la caja levitase para poder marcharnos de ahí. Miré al monigote, quien parecía haber acabado con casi todos los cuerpos que había encontrado, marines, revolucionarios, agentes y piratas, salvaría a todos, luego a los piratas y revolucionarios se les encarcelaría una vez se recuperasen. Tras unos minutos el monigote terminó de usarse a sí mismo y desapareció para hacer la última plataforma, la cual ascendí y junté con el resto.
No presté demasiada atención, sin embargo, pude ver como algunas pompas perdían ligeramente el control y cambiaban su rumbo dispersándose del resto. De lo que quedaba de tiburón en conjunto con el azúcar que había dispersa por el suelo cree otro monigote. Del tiburón tan solo dejé la cámara en la que estábamos Legim, Arthur y yo, con unas paredes medianamente gruesas de unos diez centímetros de grosor, con su resistencia y dureza en su máxima potencia, no quería perder ahora al final al preso por un error que se podía corregir.
Metí mi mano en mi interior y saqué una botella de ron sin abrir, no le iba a gustar al pequeño, pero era lo único que tenía en ese momento, “Chicos, no hagáis esto ni en casa ni fuera de casa, no es saludable” dije levantando la cabeza mirando hacia la nada. Abrí la botella y la puse en la boca de mi compañero para que comenzase a beber.
-Necesito que bebas todo lo que puedas, Arthur, comenzaré a operar esa herida lo mejor que pueda, aunque antes de que termine seguro que llegamos a la base para que alguien más experto mejore mi trabajo. – le dije al pelirrojo para convencerlo de que bebiese.
En caso de que comenzase a beber, comenzaría a crear útiles para poder operar al joven. De pronto otra gran explosión, sin embargo, esta no fue como la primera, había sonado muy distante y de forma más amortiguada, debía de ser el movimiento del Gobierno. Dejé lo que estaba haciendo y comencé a hacer que la caja levitase para poder marcharnos de ahí. Miré al monigote, quien parecía haber acabado con casi todos los cuerpos que había encontrado, marines, revolucionarios, agentes y piratas, salvaría a todos, luego a los piratas y revolucionarios se les encarcelaría una vez se recuperasen. Tras unos minutos el monigote terminó de usarse a sí mismo y desapareció para hacer la última plataforma, la cual ascendí y junté con el resto.
- resumen:
- Dar los últimos pasos de la evacuación de heridos y rezagados, intentar convencer a Arthur de que beba la botella de ron para empezar a operarle el brazo, hombro y clavícula.
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