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El pelirrojo entrecerró los ojos con cierta desconfianza y lo evaluó con la mirada. Desde luego ebrio no parecía estar... aún. Y si la exageración que había soltado era al menos cierta a medias, esperaba contar con que no se emborrachara por aquel generoso trago. Y si sus reflejos se veían mermados por el alcohol y lo mataban, sería problema suyo y de nadie más. Así pues decidió no ponerse moralista con el tema y dejarlo a su aire. Por otro lado en lo que había dicho había algo bastante cierto: debía ayudarles, al menos hasta que rompieran el bloqueo y llegaran a la base naval. Probablemente tuvieran que enzarzarse en algún abordaje durante la batalla naval, y como aprendiz de Shun, Ragnar sería un guerrero especialmente útil y poderoso. Suavizó ligeramente su mirada cuando el albino mencionó a su maestro y asintió con un gesto de camaradería:
- Tan sólo recuerda que mientras estés en nuestro barco eres uno más. Si yo u otro de los oficiales te da una orden, cúmplela. Una vez estemos en tierra eres libre de hacer lo que quieras, pero mientras estemos en el mismo navío tenemos que cooperar si queremos sobrevivir a eso - dijo, observando la impresionante flota marine con una mirada seria.
Syxel se acercó a ellos, llamando su atención. Balagus también dejó por un momento de gritar órdenes para prestar atención a las palabras del capitán. El pelirrojo frunció el ceño algo preocupado por las palabras del viejo pirata; tenía claro que seguiría a aquel hombre al mismísimo infierno si era necesario. Cumpliría sus órdenes y lucharía por el bien de los sueños que compartían, pero una cosa era la lealtad absoluta y otra la ciega. Podía ver perfectamente que sin una estrategia clara, estaban acabados. La flota marine aventajaba ligeramente en número a la pirata, y la superaba en coordinación. Aún con Syxel dando instrucciones mentales a todos los capitanes que quisieran sumarse a su alianza, no tenían un plan definido que les permitiera superar aquel temible obstáculo. Y sin embargo, ¿qué podía hacer salvo confiar en su capitán? Frunció aún más el ceño hasta el punto en que sus dos cejas parecían a punto de tocarse, mientras le daba vueltas a la cabeza tratando de encontrar la manera de salir de aquel embrollo. Sin una idea clara que dar a su amigo, no iba a contradecirle. Así que a su pesar suspiró y dijo:
- Sí, mi capitán.
Girándose hacia la tripulación comenzó a dar órdenes para preparar la batalla, ordenando que colocasen los morteros y empezaran a cargarlos, al igual que los cañones frontales. El superior alcance de los morteros les permitiría comenzar a bombardear a la Marina desde antes de que estuviesen a alcance de los cañones. Probablemente sus enemigos contarían con algo similar o incluso, era de esperar en el ejército de la mayor organización del mundo, pero no por ello se amedrentarían. Continuó organizando a la tripulación y preparando dos grupos de combatientes de entre los mejores de la tripulación: uno se encargaría de repeler posibles abordajes y el otro sería el que asaltaría la nave enemiga en cuanto tuvieran una a tiro. En este incluyó a Ragnar:
- Shun era un buen maestro. Espero que aprendieras bien sus enseñanzas, porque hoy nos toca ponerlas en práctica. Estarás en el grupo de abordaje.
Aún tenían unos minutos antes de estar en el alcance de los morteros. De un poderoso salto, impulsándose con una corriente de viento, se subió al puesto de vigía y sacó su libretita de bolsillo y su lápiz. Rápidamente comenzó a hacer un boceto de la formación marine y la pirata, mientras intentaba buscar una manera de hacer que aquel loco plan funcionara. Mientras estaba en ello la voz de Syxel volvió a sonar en su cabeza, dando un discurso aparentemente dirigido a los capitanes solicitando que aceptasen su liderazgo como coordinador. Aquello no le gustaba... si no aportaban un plan claro y definido, ¿quién iba a querer ir con ellos? Necesitaban una buena idea cuanto antes. La formación marine era perfecta y uniforme; iba a ser muy difícil romperla. Y la falta de uniformidad en la flota pirata... espera, eso era una ventaja. Poseían tanto pesadas fragatas de guerra como pequeñas y ágiles goletas. Si combinaban bien la agilidad de unas con el potencial de fuego de otras, podrían hacer una maniobra envolvente y rodear a la flota marine. "Pero para eso necesitamos hacer brecha en su formación..." Bajó la mirada y vio a Rogers preparándose para la batalla, haciéndole darse cuenta de que ellos tenían algo que la Marina no: gyojins. De un salto bajó de nuevo a cubierta, ralentizando su caída en los últimos metros generando una corriente de aire con sus brazos. Se dirigió corriendo a Syxel y se puso frente a él, con una actitud apremiante y tensa muy poco habitual en él.
- Capitán, necesito que retransmitas todas mis palabras a los capitanes aliados. Ya sé cómo podemos ganar esta batalla - una vez Syxel volvió a establecer la conexión telepática con él, comenzó a hablar - Atención, capitanes y camaradas piratas. Mi nombre es Nassor el Shikanari Rojo, subcapitán de los Jigoku no Kaizoku. Os pido que atendáis a las palabras de mi capitán, pues acabamos de desarrollar una táctica para derrotar a la Marina. Necesitamos reunir a todos los gyojins que haya en la flota aliada. Nosotros podemos aportar un par, pero necesitamos los máximos posibles. Salvo por unos pocos casos, ya no hay gyojins en la Marina desde la guerra de Mariejoa, lo que los deja vulnerables a un ataque submarino. Ahí entran nuestro plan: necesitamos que los gyojins hundan dos de los barcos de la Marina desde abajo, y que sean dos barcos alejados entre sí, cerca del centro de la formación. En ese momento atravesaremos la formación marine en dos columnas a través de la brecha, bombardeando sus navíos en el paso. Es importante que nuestros barcos más veloces hagan esto mientras los que tienen mayor potencial de fuego los cubren. Dividiremos la flota marine en tres sectores y la rodearemos, barriéndola a cañonazos desde detrás y delante. Los barcos con poco potencial de fuego en lugar de participar en el bombardeo, se dirigirán a los barcos marines que queden fuera del contacto inicial con sus mejores luchadores y los asaltarán. Pido para esto que os suméis a las dotaciones de estos barcos algunos guerreros hábiles de los barcos más grandes. De esta manera la estrategia podrá funcionar. Recordad que en esta batalla nos jugamos nuestra libertad y nuestro nombre. ¡Por la Hermandad de la Costa!
- Tan sólo recuerda que mientras estés en nuestro barco eres uno más. Si yo u otro de los oficiales te da una orden, cúmplela. Una vez estemos en tierra eres libre de hacer lo que quieras, pero mientras estemos en el mismo navío tenemos que cooperar si queremos sobrevivir a eso - dijo, observando la impresionante flota marine con una mirada seria.
Syxel se acercó a ellos, llamando su atención. Balagus también dejó por un momento de gritar órdenes para prestar atención a las palabras del capitán. El pelirrojo frunció el ceño algo preocupado por las palabras del viejo pirata; tenía claro que seguiría a aquel hombre al mismísimo infierno si era necesario. Cumpliría sus órdenes y lucharía por el bien de los sueños que compartían, pero una cosa era la lealtad absoluta y otra la ciega. Podía ver perfectamente que sin una estrategia clara, estaban acabados. La flota marine aventajaba ligeramente en número a la pirata, y la superaba en coordinación. Aún con Syxel dando instrucciones mentales a todos los capitanes que quisieran sumarse a su alianza, no tenían un plan definido que les permitiera superar aquel temible obstáculo. Y sin embargo, ¿qué podía hacer salvo confiar en su capitán? Frunció aún más el ceño hasta el punto en que sus dos cejas parecían a punto de tocarse, mientras le daba vueltas a la cabeza tratando de encontrar la manera de salir de aquel embrollo. Sin una idea clara que dar a su amigo, no iba a contradecirle. Así que a su pesar suspiró y dijo:
- Sí, mi capitán.
Girándose hacia la tripulación comenzó a dar órdenes para preparar la batalla, ordenando que colocasen los morteros y empezaran a cargarlos, al igual que los cañones frontales. El superior alcance de los morteros les permitiría comenzar a bombardear a la Marina desde antes de que estuviesen a alcance de los cañones. Probablemente sus enemigos contarían con algo similar o incluso, era de esperar en el ejército de la mayor organización del mundo, pero no por ello se amedrentarían. Continuó organizando a la tripulación y preparando dos grupos de combatientes de entre los mejores de la tripulación: uno se encargaría de repeler posibles abordajes y el otro sería el que asaltaría la nave enemiga en cuanto tuvieran una a tiro. En este incluyó a Ragnar:
- Shun era un buen maestro. Espero que aprendieras bien sus enseñanzas, porque hoy nos toca ponerlas en práctica. Estarás en el grupo de abordaje.
Aún tenían unos minutos antes de estar en el alcance de los morteros. De un poderoso salto, impulsándose con una corriente de viento, se subió al puesto de vigía y sacó su libretita de bolsillo y su lápiz. Rápidamente comenzó a hacer un boceto de la formación marine y la pirata, mientras intentaba buscar una manera de hacer que aquel loco plan funcionara. Mientras estaba en ello la voz de Syxel volvió a sonar en su cabeza, dando un discurso aparentemente dirigido a los capitanes solicitando que aceptasen su liderazgo como coordinador. Aquello no le gustaba... si no aportaban un plan claro y definido, ¿quién iba a querer ir con ellos? Necesitaban una buena idea cuanto antes. La formación marine era perfecta y uniforme; iba a ser muy difícil romperla. Y la falta de uniformidad en la flota pirata... espera, eso era una ventaja. Poseían tanto pesadas fragatas de guerra como pequeñas y ágiles goletas. Si combinaban bien la agilidad de unas con el potencial de fuego de otras, podrían hacer una maniobra envolvente y rodear a la flota marine. "Pero para eso necesitamos hacer brecha en su formación..." Bajó la mirada y vio a Rogers preparándose para la batalla, haciéndole darse cuenta de que ellos tenían algo que la Marina no: gyojins. De un salto bajó de nuevo a cubierta, ralentizando su caída en los últimos metros generando una corriente de aire con sus brazos. Se dirigió corriendo a Syxel y se puso frente a él, con una actitud apremiante y tensa muy poco habitual en él.
- Capitán, necesito que retransmitas todas mis palabras a los capitanes aliados. Ya sé cómo podemos ganar esta batalla - una vez Syxel volvió a establecer la conexión telepática con él, comenzó a hablar - Atención, capitanes y camaradas piratas. Mi nombre es Nassor el Shikanari Rojo, subcapitán de los Jigoku no Kaizoku. Os pido que atendáis a las palabras de mi capitán, pues acabamos de desarrollar una táctica para derrotar a la Marina. Necesitamos reunir a todos los gyojins que haya en la flota aliada. Nosotros podemos aportar un par, pero necesitamos los máximos posibles. Salvo por unos pocos casos, ya no hay gyojins en la Marina desde la guerra de Mariejoa, lo que los deja vulnerables a un ataque submarino. Ahí entran nuestro plan: necesitamos que los gyojins hundan dos de los barcos de la Marina desde abajo, y que sean dos barcos alejados entre sí, cerca del centro de la formación. En ese momento atravesaremos la formación marine en dos columnas a través de la brecha, bombardeando sus navíos en el paso. Es importante que nuestros barcos más veloces hagan esto mientras los que tienen mayor potencial de fuego los cubren. Dividiremos la flota marine en tres sectores y la rodearemos, barriéndola a cañonazos desde detrás y delante. Los barcos con poco potencial de fuego en lugar de participar en el bombardeo, se dirigirán a los barcos marines que queden fuera del contacto inicial con sus mejores luchadores y los asaltarán. Pido para esto que os suméis a las dotaciones de estos barcos algunos guerreros hábiles de los barcos más grandes. De esta manera la estrategia podrá funcionar. Recordad que en esta batalla nos jugamos nuestra libertad y nuestro nombre. ¡Por la Hermandad de la Costa!
- resumen:
- - Hablo con Ragnar
- Recibo a regañadientes las instrucciones de Syxel
- Ordeno que empiecen a preparar los morteros y los cañones de proa para que empiecen a disparar en cuanto la flota marine esté a tiro.
- Pienso una estrategia.
- Usando a Syxel de relé de comunicaciones, transmito la estrategia a los capitanes de la flota pirata.
Al otro lado de la línea, Syxel aclaró al joven pirata lo que tendría que hacer en esos instantes. En pocas palabras, simplemente tenía que seguir atento.
– Entendido. Estaré atento a todo cuanto pueda. Iré informándote. – colgó, ordenando al instante que dejaran el caracol cerca. – Bien, chicos. Quiero las cámaras apuntando a los Arashi, a Dexter y… hacia el oeste. También quiero dos más, una hacia la base y otra hacia la bestia de nave que hay sobre la isla.
– Capitán. Creo que debería ver esto. – aumentó la imagen para enfocar a uno de los cañones de la base. Parecía que aquello no era como los otros, y encima estaba apuntando hacia ellos.
– Mierda. No tenía suficiente con la mierda de nave… ahora esto. Vale, todo controlado. – se aclaró la garganta. – ¡Freya! ¡Manda treinta autómatas al ala norte de la nave! ¡Que apunten con todo lo que tengan a todos los cañones que apunten hacia nosotros de la isla! ¡Pero que no disparen! – ordenó a la IA de la nave, la cual acató las órdenes inmediatamente. – ¡Y manda treinta más a cubierta, que apunten a la nave que también nos está fijando! Lo mismo, que no ataquen. – finalizó sus órdenes. – Bien, dicho esto, solo toca esperar movimiento.
– Señor… ¿cuál es la orden a seguir si nos atacan?
– No voy a poner en peligro esta nave. Los robots son una buena arma, sí… pero no será suficiente. Si nos atacan, no tenemos con qué defendernos. El plan B en caso de ataque, chicos… es dar media vuelta y alejaros todo lo que podáis. Yo descenderé y ayudaré por tierra a la tripulación.
– Entendido.
El panorama no era el mejor, visto lo visto. Quizás los primeros cañones que se oyesen acabarían siendo los de sus enemigos disparando a su nave, y eso era algo que tenía muy en cuenta el pirata. Todo aquello parecía que estaba a punto de superarle, pero sabía que era lo suficientemente fuerte como para no perder contra algo tan mundano. Estaba nervioso, mas no demasiado. ¿Y quién no lo estaría ante el comienzo de una guerra a gran escala? La adrenalina del momento era tan intensa que el pirata tuvo que salir a tomar el aire. Desde la sala de mando, se encaminó al ascensor en solitario. El trayecto hasta arriba se le hizo eterno, entre tantos pensamientos recorriendo su cabeza, chocando unos con otros. Pero, una vez pudo respirar el aire fresco, aunque vienese de un tremendo vendaval originado por la tormenta que tenían justo encima de ellos, se tranquilizó.
Su corazón volvió a latir a un ritmo descontrolado cuando divisó algo en el cielo, acercándose desde arriba y, finalmente, aterrizando en la cubierta. ¿Era… un globo? El pirata no dudó en llevarse la mano a una de sus espadas, esperándose lo peor. Había varios sujetos en su interior, pero solo uno se dignó a llamar la atención de Yuu. Un tipo con un parche, bastante fornido y que no desprendía mucha inteligencia. Para el ladrón, aquello era suficiente como para despertar su interés. Por lo que el individuo enunció, no tenía intenciones de ser su enemigo y se denominó a sí mismo “camarada pirata”.
– Bienvenido a mi nave, camarada. – se acercó hacia él a un ritmo pausado. – Oye, que quede entre tú y yo, pero… aparcar aquí no es gratis. ¡Pero! Podemos llegar a un acuerdo mutuo. ¿Qué te parece? Mira, ¿ves esa nave de ahí? – señaló con su dedo índice a la gigantesca nave que tantos problemas le estaba dando. – Eso podría destruir esta nave, y con ello tu globo. ¡Ah! Y los cañones de la Marina también podrían, si te asomas los podrás ver. – le invitó a mirar hacia abajo. – Si me ayudas a deshacerme de uno de los dos… más que nada de la nave, dejaré que te quedes. – le tendió la mano. – ¿Hay trato?
– Entendido. Estaré atento a todo cuanto pueda. Iré informándote. – colgó, ordenando al instante que dejaran el caracol cerca. – Bien, chicos. Quiero las cámaras apuntando a los Arashi, a Dexter y… hacia el oeste. También quiero dos más, una hacia la base y otra hacia la bestia de nave que hay sobre la isla.
– Capitán. Creo que debería ver esto. – aumentó la imagen para enfocar a uno de los cañones de la base. Parecía que aquello no era como los otros, y encima estaba apuntando hacia ellos.
– Mierda. No tenía suficiente con la mierda de nave… ahora esto. Vale, todo controlado. – se aclaró la garganta. – ¡Freya! ¡Manda treinta autómatas al ala norte de la nave! ¡Que apunten con todo lo que tengan a todos los cañones que apunten hacia nosotros de la isla! ¡Pero que no disparen! – ordenó a la IA de la nave, la cual acató las órdenes inmediatamente. – ¡Y manda treinta más a cubierta, que apunten a la nave que también nos está fijando! Lo mismo, que no ataquen. – finalizó sus órdenes. – Bien, dicho esto, solo toca esperar movimiento.
– Señor… ¿cuál es la orden a seguir si nos atacan?
– No voy a poner en peligro esta nave. Los robots son una buena arma, sí… pero no será suficiente. Si nos atacan, no tenemos con qué defendernos. El plan B en caso de ataque, chicos… es dar media vuelta y alejaros todo lo que podáis. Yo descenderé y ayudaré por tierra a la tripulación.
– Entendido.
El panorama no era el mejor, visto lo visto. Quizás los primeros cañones que se oyesen acabarían siendo los de sus enemigos disparando a su nave, y eso era algo que tenía muy en cuenta el pirata. Todo aquello parecía que estaba a punto de superarle, pero sabía que era lo suficientemente fuerte como para no perder contra algo tan mundano. Estaba nervioso, mas no demasiado. ¿Y quién no lo estaría ante el comienzo de una guerra a gran escala? La adrenalina del momento era tan intensa que el pirata tuvo que salir a tomar el aire. Desde la sala de mando, se encaminó al ascensor en solitario. El trayecto hasta arriba se le hizo eterno, entre tantos pensamientos recorriendo su cabeza, chocando unos con otros. Pero, una vez pudo respirar el aire fresco, aunque vienese de un tremendo vendaval originado por la tormenta que tenían justo encima de ellos, se tranquilizó.
Su corazón volvió a latir a un ritmo descontrolado cuando divisó algo en el cielo, acercándose desde arriba y, finalmente, aterrizando en la cubierta. ¿Era… un globo? El pirata no dudó en llevarse la mano a una de sus espadas, esperándose lo peor. Había varios sujetos en su interior, pero solo uno se dignó a llamar la atención de Yuu. Un tipo con un parche, bastante fornido y que no desprendía mucha inteligencia. Para el ladrón, aquello era suficiente como para despertar su interés. Por lo que el individuo enunció, no tenía intenciones de ser su enemigo y se denominó a sí mismo “camarada pirata”.
– Bienvenido a mi nave, camarada. – se acercó hacia él a un ritmo pausado. – Oye, que quede entre tú y yo, pero… aparcar aquí no es gratis. ¡Pero! Podemos llegar a un acuerdo mutuo. ¿Qué te parece? Mira, ¿ves esa nave de ahí? – señaló con su dedo índice a la gigantesca nave que tantos problemas le estaba dando. – Eso podría destruir esta nave, y con ello tu globo. ¡Ah! Y los cañones de la Marina también podrían, si te asomas los podrás ver. – le invitó a mirar hacia abajo. – Si me ayudas a deshacerme de uno de los dos… más que nada de la nave, dejaré que te quedes. – le tendió la mano. – ¿Hay trato?
- Resumen:
- Contestar a Syxel, ordenar a mis subordinados que apunten a Dexter, a los Arashi, a la nave de Corvo y a la base marine. Ordenar a la IA de la nave que prepare 60 autómatas para distribuir las dos mitades para apuntar a la nave de Corvo y a los cañones antiaéreos de la base. Además, saludar a Arribor y proponerle un trato justo.
Ragnar Asborn
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Antes de que el novicio espadachín pudiera dar respuesta a las tranquilas palabras de Nassor, el imponente hombre al cargo de la basta nave volvió a alzar la voz para que todos sus fieles tripulantes le prestaran unos escasos pero intensos segundos de atención. Desde luego al capitán de aquel poblado barco le encantaba dar discursos, aunque lo cierto es que eran necesarios en una situación de peligro tan extremo como aquella, lo que realmente marcaba la diferencia en las grandes batallas no era el número de hombres luchando o las armas que portaban, sino la fe que había depositada en esas mismas espadas y personas. A Ragnar no se le daba muy bien motivar o animar a los demás, lo cierto es que últimamente no se le daba bien ni motivarse a sí mismo… con suerte el tal Silver podría encontrar las palabras necesarias en una de sus siguientes energizantes intervenciones para que eso cambiara.
Cuando sus órdenes cesaron, el pelirrojo simplemente asintió con cierta obligación y comenzó a dar comandos a gritos al resto de tripulantes, para finalizar añadiéndole a él al grupo de abordaje, posteriormente se marchó dando un gran salto, de nuevo dejando al albino con las palabras en la boca. “Abordaje” pensó frunciendo gran parte de su rostro mientras cerraba sus ojos, hubiera preferido que se le encomendase la misión de proteger el barco, pues quería luchar contra el menor número de personas posibles… no le apetecía matar a nadie por una persona que todavía no conocía, lo veía innecesario y una gran estupidez, esperaba que los marines más débiles no opusieran demasiada resistencia. No obstante tenía que obedecer, ellos le habían hecho el favor de llevarlo hasta allí tratándolo como a uno más sin preguntar siquiera “por qué” y llegados a estas alturas no podía rechazar sus órdenes.
Al parecer todo tenía que estar listo y organizado cuanto antes, pues la distancia entre los dos grupos de navíos era cada vez menor, aunque aún quedaban varios minutos para que pudiera abordar nada, así que viendo como algunas de las personas allí presentes tenían ciertas dificultades para cargar las balas en los morteros, decidió ayudarles. No tenía una fuerza física impresionante, pero se las pudo apañar cargando un par o tres de balas en aquel lapso de tiempo. Entre repetición y repetición, no podía dejar de observar con una mirada confuso a las tropas enemigas, si es que realmente se las podía llamar así… Algo le decía al peliblanco que el verdadero enemigo iba a ser los aliados con los que ahora necesitaban juntar fuerzas, nadie había dejado del todo claro a los demás que es lo que buscaba yendo allí, arriesgando vidas ajenas y las suyas propias. No sería raro de ver que una vez alcanzada la costa, salieran a flote los verdaderos objetivos de cada uno, dejando de lado facciones y luchando por algo mucho más importante que una etiqueta: ideales. Los ideales son algo complicados, no existen simplemente 3 tipos: Gobierno, Piratas y Revolucionarios… sino que hay cien, incluso mil me atrevería a decir y cuando se ha perdido mucho por ellos, nada los puede disolver. Iban a tener que tener los ojos bien abiertos una vez en tierra, pues al igual que podían salir aliados inesperados, también podrían ser desvelados enemigos aterradores…
Cuando sus órdenes cesaron, el pelirrojo simplemente asintió con cierta obligación y comenzó a dar comandos a gritos al resto de tripulantes, para finalizar añadiéndole a él al grupo de abordaje, posteriormente se marchó dando un gran salto, de nuevo dejando al albino con las palabras en la boca. “Abordaje” pensó frunciendo gran parte de su rostro mientras cerraba sus ojos, hubiera preferido que se le encomendase la misión de proteger el barco, pues quería luchar contra el menor número de personas posibles… no le apetecía matar a nadie por una persona que todavía no conocía, lo veía innecesario y una gran estupidez, esperaba que los marines más débiles no opusieran demasiada resistencia. No obstante tenía que obedecer, ellos le habían hecho el favor de llevarlo hasta allí tratándolo como a uno más sin preguntar siquiera “por qué” y llegados a estas alturas no podía rechazar sus órdenes.
Al parecer todo tenía que estar listo y organizado cuanto antes, pues la distancia entre los dos grupos de navíos era cada vez menor, aunque aún quedaban varios minutos para que pudiera abordar nada, así que viendo como algunas de las personas allí presentes tenían ciertas dificultades para cargar las balas en los morteros, decidió ayudarles. No tenía una fuerza física impresionante, pero se las pudo apañar cargando un par o tres de balas en aquel lapso de tiempo. Entre repetición y repetición, no podía dejar de observar con una mirada confuso a las tropas enemigas, si es que realmente se las podía llamar así… Algo le decía al peliblanco que el verdadero enemigo iba a ser los aliados con los que ahora necesitaban juntar fuerzas, nadie había dejado del todo claro a los demás que es lo que buscaba yendo allí, arriesgando vidas ajenas y las suyas propias. No sería raro de ver que una vez alcanzada la costa, salieran a flote los verdaderos objetivos de cada uno, dejando de lado facciones y luchando por algo mucho más importante que una etiqueta: ideales. Los ideales son algo complicados, no existen simplemente 3 tipos: Gobierno, Piratas y Revolucionarios… sino que hay cien, incluso mil me atrevería a decir y cuando se ha perdido mucho por ellos, nada los puede disolver. Iban a tener que tener los ojos bien abiertos una vez en tierra, pues al igual que podían salir aliados inesperados, también podrían ser desvelados enemigos aterradores…
- Resumen:
- Acepto estar en el grupo de Abordaje, ayudo a cargar los morteros y pensamientos sobre la batalla.
Liv L Astrid
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Seguía infiltrada entre el ejercito revolucionario, camino a lo que sería la ejecución de Legan Legim, algo que la revolución pretendía evitar a como diera lugar. No me había enterado de los detalles del plan, mi posición dentro del ejercito era como una mera soldado sin apenas rango, aunque sí se nos hizo saber que, un pequeño escuadrón de barcos intentaría salvar al infame pirata antes de que lo llevasen al patíbulo.
Por otra parte, el grueso del ejercito seguiría dirección Gray Rock para el combate de ser necesario. Me habría gustado ir a la misión que rescataría al pirata, sin embargo, consideré mejor el solo avisar a algún miembro superior desde el grueso del ejercito y de ser necesario podría ayudar en algo más. Bajé a la bodega más profunda del barco en el que me encontraba con cuidado de que nadie me viese y una vez en ella de que me encontrase sola.
Una vez hechas las comprobaciones saqué un caracol y marqué el número de uno de mis superiores y esperaría a que descolgase.
-La agente Liv Astrid reportando desde las filas de la revolución. Me encuentro en la flota principal de la revolución dispuesta a liberar al preso. – comenzaría diciendo una vez descolgase –. Me he enterado de que han mandado un pequeño escuadrón de barcos pequeños para interceptar el barco en el que llevan a Legan Legim e intentar rescatarlo antes de que llegue a la isla. Espero órdenes.
No era demasiada información, sin embargo, era bastante importante, sobre todo el intento de interceptar al preso siendo el momento en el que habría menos protección sobre este. Ahora solo me quedaba esperar las ordenes que volviesen en aquella llamada.
Por otra parte, el grueso del ejercito seguiría dirección Gray Rock para el combate de ser necesario. Me habría gustado ir a la misión que rescataría al pirata, sin embargo, consideré mejor el solo avisar a algún miembro superior desde el grueso del ejercito y de ser necesario podría ayudar en algo más. Bajé a la bodega más profunda del barco en el que me encontraba con cuidado de que nadie me viese y una vez en ella de que me encontrase sola.
Una vez hechas las comprobaciones saqué un caracol y marqué el número de uno de mis superiores y esperaría a que descolgase.
-La agente Liv Astrid reportando desde las filas de la revolución. Me encuentro en la flota principal de la revolución dispuesta a liberar al preso. – comenzaría diciendo una vez descolgase –. Me he enterado de que han mandado un pequeño escuadrón de barcos pequeños para interceptar el barco en el que llevan a Legan Legim e intentar rescatarlo antes de que llegue a la isla. Espero órdenes.
No era demasiada información, sin embargo, era bastante importante, sobre todo el intento de interceptar al preso siendo el momento en el que habría menos protección sobre este. Ahora solo me quedaba esperar las ordenes que volviesen en aquella llamada.
- resumen:
- Estar en la flota de la revolución infiltrada como en las partes anteriores del capitulo, ir a la bodega del barco intentando no ser vista y asegurándome de que estoy sola en la bodega, intentar contactar con algún superior para informarles de los que planea la revolución y esperar ordenes.
Yoko Littner
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Por alguna extraña razón la mayoría de las auras de las personas que moraban en ese momento la roca eran buenas, había gente mala, ¿pero qué le iba a hacer? ¿Ir uno por uno diciéndoles que eran malos? Si ella quería erradicar la maldad debía hacerlo como era debido y no en un lugar que se iba a cometer una ejecución de la que ella formaba parte como cómplice. Era muy hipócrita por su parte pensar con aquella mentalidad en aquel momento; sin embargo, Avra, su espíritu, no se había molestado en decirle nada sobre aquel comportamiento. Puede que al final si hiciera lo correcto al castigar a una persona por sus crímenes, aunque ello incluyera la muerte.
Yoko suspiró resignada, con la mano apoyada sobre la empuñadura de su espada durante todo el rato, hasta ahora no había tenido que hacer nada relevante en la roca. El gobierno tenía bastante controlada situación con su ejército de tierra. Desde su posición pudo ver a un marine de cabellos dorados con el catalejo, no recordaba su nombre, pero sí había luchado junto a él contra unos lagartos gigantes en Síderos. Probablemente él ni recordase el rostro de la pelirroja ya.
La cazadora se abrió paso hasta la zona costera, donde tenía una vista total de todas las embarcaciones que se dirigían hacia Gray Rock. Frunció el ceño al ver como la situación parecía empeorar de un momento a otro. No era enfado, era también preocupación. ¿Cuántas vidas se iban a perder en una guerra tan innecesaria? Miles, pero ella intentaría evitar todas las que pudiera. No iba a pasar como en la anterior guerra, estaba harta de ver como las personas se mataban unas a otras mientras había peligros más grandes en el universo.
Chasqueó la lengua y miró al suelo, apenada por los pensamientos que rondaban en su cabeza. No era el momento de venirse abajo por reminiscencias del pasado. ¿Habría algún conocido cerca de ella al que pudiera localizar? Aguzó la vista, intentando fijarse en las personas que ocupaban los barcos que se extendían ante ella. Dio unos pasos hacia el frente y vio como las olas rompían con fuerza hacia las rocas, llegando a salpicar un poco sus ropajes y sintiendo la heladez del agua resbalar por su piel.
Yoko suspiró resignada, con la mano apoyada sobre la empuñadura de su espada durante todo el rato, hasta ahora no había tenido que hacer nada relevante en la roca. El gobierno tenía bastante controlada situación con su ejército de tierra. Desde su posición pudo ver a un marine de cabellos dorados con el catalejo, no recordaba su nombre, pero sí había luchado junto a él contra unos lagartos gigantes en Síderos. Probablemente él ni recordase el rostro de la pelirroja ya.
La cazadora se abrió paso hasta la zona costera, donde tenía una vista total de todas las embarcaciones que se dirigían hacia Gray Rock. Frunció el ceño al ver como la situación parecía empeorar de un momento a otro. No era enfado, era también preocupación. ¿Cuántas vidas se iban a perder en una guerra tan innecesaria? Miles, pero ella intentaría evitar todas las que pudiera. No iba a pasar como en la anterior guerra, estaba harta de ver como las personas se mataban unas a otras mientras había peligros más grandes en el universo.
Chasqueó la lengua y miró al suelo, apenada por los pensamientos que rondaban en su cabeza. No era el momento de venirse abajo por reminiscencias del pasado. ¿Habría algún conocido cerca de ella al que pudiera localizar? Aguzó la vista, intentando fijarse en las personas que ocupaban los barcos que se extendían ante ella. Dio unos pasos hacia el frente y vio como las olas rompían con fuerza hacia las rocas, llegando a salpicar un poco sus ropajes y sintiendo la heladez del agua resbalar por su piel.
- resumen:
- Acercarse hasta unas rocas cerca del mar para tener mejor vista de la situación.
Katharina von Steinhell
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Tenía que pensar en algún plan si es que quería salir con vida, debía ser más lista que cualquiera y prever cualquier panorama. Lo más sensato era permanecer alejada de todos aquellos que fueran excesivamente poderosos, como los Almirantes. Pero, ¿qué podía planear si es que aún no conocía las intenciones de su capitán? No tenía la certeza de si quería rescatar a Legim, tampoco sabía si le quería muerto. Lo único que tenía claro era que Zane D. Kenshin quería mostrarse ante el mundo, darse a conocer como un verdadero pirata y tomar el título de Yonkou. Suspiró, resignándose a tener que esperar. Si le hubiesen preguntado qué hacer, ella habría respondido que destruir los buques de la Marina era el primer paso. Pero esa no era la verdadera pregunta, sino el cómo.
El pelirrojo le explicó a Katharina que sabía que Luka reaccionaría así, cuestionando e incluso desobedeciendo la orden directa de su superior, mientras que el rubio, Therax, acataba de mala gana solo por mostrarse educado. Ella sonrió cuando el pirata le dijo que debían tener cuidado si es que habían decidido quedarse en la isla, largándose con todos. No necesitaba que le dijera eso, ya lo sabía.
—Supongo que ninguno de ustedes tiene remedio, ¿eh? —Bromeó con una sonrisa nerviosa.
Recordó que en Sabaody, cuando conoció a los subordinados de Zane, jamás les mencionó el verdadero origen de sus poderes sobrenaturales. Quizás vieron algunos hechizos que ella lanzó, pero para que entendiesen su verdadera fuerza necesitaba contarles acerca de ella. ¿Cómo hacerlo...? Era complicado ya que no solo abarcaba control sobre los elementos, también podía alterar las propiedades del mundo físico y enfrentarse a la muerte, pero lo más importante: revertirla. Era el único secreto que debía guardarles, no para impresionar a sus compañeros, sino para evitar que se confiaran. Su hechizo Resurrección necesitaba ser casteado por un período extenso, volviéndose un blanco fácil para cualquiera. Y si algún pirata o marine se daba cuenta de que Katharina podía traer de vuelta a los muertos, seguramente sería un objetivo primordial, después de todo, si lo hacía con uno de sus nakamas, ¿por qué no revivir a Legim en caso de que le ordenasen hacerlo?
La pelirrosa suspiró y miró a su capitán.
—La confianza jamás fue mi fuerte, pero comprendo que en esta situación confiar en ustedes es lo fundamental. Hasta ahora, solo han visto una faceta de mi verdadera fuerza —les comentó a sus compañeros—. Al igual que muchos de aquí, soy una usuaria que comió la Magi Magi no Mi, convirtiéndome en una mujer bruja. No solo tengo control sobre los elementos de la naturaleza, sino que también puedo transformar la materia y alterar ligeramente las propiedades del mundo. También tengo a Nyx —dijo, desenfundando una espada delgada y medio curva, completamente negra—. Normalmente tiene la forma de una guadaña, pero he usado la magia para que se vea como una katana. Conserva el espíritu de la Diosa de la Noche, una deidad mitológica.
Tras la confesión de las habilidades de Katharina para que Zane y Spanner pudieran elaborar una estrategia impecable, una gigantesca criatura apareció en el cielo para caer sobre la cubierta del barco a medida que tomaba la forma de una chica de cabellos plateados. ¿Quién diablos era...? ¿Un enemigo? No, no parecía serlo. Al parecer era conocida de Therax... ¿Cuántos habían consumido zoans mitológicas? No solo estaba la guadaña de Katharina, sino que también Zane y el tercero al mando. El Capitán de los Arashi no Kyoudai le dejó claro cómo funcionaban las cosas, además de preguntarle cuáles eran sus habilidades.
Confiar en sus compañeros era una cosa, pero ¿confiar en una desconocida? No, no era tan ingenua para hacerlo. Mantuvo la distancia de la chica de cabellos plateados y estuvo atenta ante cualquier movimiento extraño que pudiese hacer. En todo caso, todos parecieron presentarse agradablemente con ella, no así lo hicieron con Katharina cuando conoció a los Arashi. ¿No recordaban que Luka le había atacado apenas verla? En fin, si era fuerte, bienvenida sea. Finalmente, la pelirrosa esperaría a recibir órdenes del capitán.
El pelirrojo le explicó a Katharina que sabía que Luka reaccionaría así, cuestionando e incluso desobedeciendo la orden directa de su superior, mientras que el rubio, Therax, acataba de mala gana solo por mostrarse educado. Ella sonrió cuando el pirata le dijo que debían tener cuidado si es que habían decidido quedarse en la isla, largándose con todos. No necesitaba que le dijera eso, ya lo sabía.
—Supongo que ninguno de ustedes tiene remedio, ¿eh? —Bromeó con una sonrisa nerviosa.
Recordó que en Sabaody, cuando conoció a los subordinados de Zane, jamás les mencionó el verdadero origen de sus poderes sobrenaturales. Quizás vieron algunos hechizos que ella lanzó, pero para que entendiesen su verdadera fuerza necesitaba contarles acerca de ella. ¿Cómo hacerlo...? Era complicado ya que no solo abarcaba control sobre los elementos, también podía alterar las propiedades del mundo físico y enfrentarse a la muerte, pero lo más importante: revertirla. Era el único secreto que debía guardarles, no para impresionar a sus compañeros, sino para evitar que se confiaran. Su hechizo Resurrección necesitaba ser casteado por un período extenso, volviéndose un blanco fácil para cualquiera. Y si algún pirata o marine se daba cuenta de que Katharina podía traer de vuelta a los muertos, seguramente sería un objetivo primordial, después de todo, si lo hacía con uno de sus nakamas, ¿por qué no revivir a Legim en caso de que le ordenasen hacerlo?
La pelirrosa suspiró y miró a su capitán.
—La confianza jamás fue mi fuerte, pero comprendo que en esta situación confiar en ustedes es lo fundamental. Hasta ahora, solo han visto una faceta de mi verdadera fuerza —les comentó a sus compañeros—. Al igual que muchos de aquí, soy una usuaria que comió la Magi Magi no Mi, convirtiéndome en una mujer bruja. No solo tengo control sobre los elementos de la naturaleza, sino que también puedo transformar la materia y alterar ligeramente las propiedades del mundo. También tengo a Nyx —dijo, desenfundando una espada delgada y medio curva, completamente negra—. Normalmente tiene la forma de una guadaña, pero he usado la magia para que se vea como una katana. Conserva el espíritu de la Diosa de la Noche, una deidad mitológica.
Tras la confesión de las habilidades de Katharina para que Zane y Spanner pudieran elaborar una estrategia impecable, una gigantesca criatura apareció en el cielo para caer sobre la cubierta del barco a medida que tomaba la forma de una chica de cabellos plateados. ¿Quién diablos era...? ¿Un enemigo? No, no parecía serlo. Al parecer era conocida de Therax... ¿Cuántos habían consumido zoans mitológicas? No solo estaba la guadaña de Katharina, sino que también Zane y el tercero al mando. El Capitán de los Arashi no Kyoudai le dejó claro cómo funcionaban las cosas, además de preguntarle cuáles eran sus habilidades.
Confiar en sus compañeros era una cosa, pero ¿confiar en una desconocida? No, no era tan ingenua para hacerlo. Mantuvo la distancia de la chica de cabellos plateados y estuvo atenta ante cualquier movimiento extraño que pudiese hacer. En todo caso, todos parecieron presentarse agradablemente con ella, no así lo hicieron con Katharina cuando conoció a los Arashi. ¿No recordaban que Luka le había atacado apenas verla? En fin, si era fuerte, bienvenida sea. Finalmente, la pelirrosa esperaría a recibir órdenes del capitán.
- Resumen:
- Pensamientos, confesarle los poderes a sus compañeros de tripulación y esperar órdenes de Zane.
Nailah
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Nailah esbozó una sonrisa de oreja a oreja en cuanto Syxel le permitió ir con Brynn a la misión. La pirata confiaba en el muchacho y desde que la había salvado en aquel barco de la marina tenía una especial confianza con él, si trabajaban en equipo podría lograr grandes cosas, pero lo importante en ese momento era la misión a la que debían atenerse. La morena asintió en cuanto su capitán le ordenó seguir ayudando en el barco antes de ultimar los detalles del plan.
Sin embargo, en cuanto vio que Helkan se acercaba a Brynn ella no se apartó. Al contrario, permaneció junto a él esperando a ver que tenía que decir el nuevo pirata. Al parecer quería unirse e ir con ellos, pero a Nailah no le agradaba la idea. No desde que le vio herido en aquella fortaleza y su capitán casi se muere por no tener la ayuda necesaria. No era de su agrado y nunca lo sería, eso ya había logrado demostrárselo con la entrega de las banderas.
-Antes de que te anotes porque sí, necesito hablar con Brynn a solas sobre el plan y a quien vamos a llevar. No te ofendas, pero a lo mejor hay que formar pequeños grupos para no llamar la atención.
Comentó justo después de que él terminara de hablar. Tiró del brazo de su compañero, buscando que le prestara atención para ultimar los detalles. La pirata tenía claras las prioridades y sabía que si iban bastantes llamarían la atención. A pesar de que ella aun no conocía lo suficiente la misión que iban a hacer en tierra firme, necesitaba todos los datos posibles para tener algo en mente a la hora de planear. La muchacha se cruzó de brazos, esperando la respuesta de su compañero pirata, para ver qué decidía.
-Mientras puedes ayudar a Syxel con cualquier cosa o seguir paseándote por la cubierta, si nos disculpas vamos a terminar de preparar el plan, ¿vamos, Brynn? - Inquirió alegre.
Sin embargo, en cuanto vio que Helkan se acercaba a Brynn ella no se apartó. Al contrario, permaneció junto a él esperando a ver que tenía que decir el nuevo pirata. Al parecer quería unirse e ir con ellos, pero a Nailah no le agradaba la idea. No desde que le vio herido en aquella fortaleza y su capitán casi se muere por no tener la ayuda necesaria. No era de su agrado y nunca lo sería, eso ya había logrado demostrárselo con la entrega de las banderas.
-Antes de que te anotes porque sí, necesito hablar con Brynn a solas sobre el plan y a quien vamos a llevar. No te ofendas, pero a lo mejor hay que formar pequeños grupos para no llamar la atención.
Comentó justo después de que él terminara de hablar. Tiró del brazo de su compañero, buscando que le prestara atención para ultimar los detalles. La pirata tenía claras las prioridades y sabía que si iban bastantes llamarían la atención. A pesar de que ella aun no conocía lo suficiente la misión que iban a hacer en tierra firme, necesitaba todos los datos posibles para tener algo en mente a la hora de planear. La muchacha se cruzó de brazos, esperando la respuesta de su compañero pirata, para ver qué decidía.
-Mientras puedes ayudar a Syxel con cualquier cosa o seguir paseándote por la cubierta, si nos disculpas vamos a terminar de preparar el plan, ¿vamos, Brynn? - Inquirió alegre.
- Resumen:
- Entrometerse en la conversación de Brynn y Helkan, decirle que primero tienen que asegurar el plan así que tendrá que esperar.
Ummak Zor-El
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Ummak cerró los ojos y comenzó a entonar, en shandianii, un viejo cantico que los guerreros del Clan del Lobo solían recitar antes de una gran batalla:
Debido a la antigua tradición beligerante de su pueblo, Ummak había aprendido hace mucho que se debía a la tierra de sus ancestros, a su protección, y tenía que servir como guardián de Shandora hasta que tuviera una edad en la que no pudiera luchar. Un conflicto de aquella magnitud no lo amedrentaba en absoluto, sino más bien al contrario. Desde que se había unido a la partida de asalto no había dejado de esbozar esa siniestra sonrisa cargada de desafío suicida, que tanto caracterizaba a los guerreros del Mar Blanco.
Los tres enormes navíos que, a priori, escoltaban al Yonkou viraron para enfrentarse a la modesta flota de asalto que el Clan de la Lágrima había considerado “prescindible”. Las famosas embarcaciones del Clan de la Gaviota no suponían una gran ola para el shandian. Consciente de que habían pasado por alto su presencia como la del camarada Maki, comenzó a surfear aun con más fervor. Pese a que se moría de ganas por iniciar el abordaje a una de aquellas fortalezas de madera y acero, mantuvo la calma. En el Clan de la Lagrima le habían enseñado a ser más cauteloso, menos evidente y previsible a la hora de atacar. No le gustaban sus métodos y normalmente habría rechazado aquel modo de obrar, pero debía obediencia a sus mayores.
Dirigió entonces su mirada hacia el camarada Maki, el cual parecía ahora demasiado… optimista. Aquello impresionó al salvaje. Estaba acostumbrado a que los guerreros del Clan de Lágrima entraran en pánico cada vez que su vida estaba en riesgo o cada vez que un plan no salía según lo previsto. No era muy frecuente ver a un camarada valiente y comprometido con la causa del clan. Seguro de su liderazgo, Ummak asintió a las órdenes de Maki.
- Ummak obedecer – dijo, sonriente, levantando la voz para que el gyojin pudiera escuchar su voz por encima del ruido de las olas. Haciendo caso a Maki, redujo la potencia de los diales de su Burn Board para hacer más discreto su movimiento y, junto a Maki, comenzaría a flanquear aquellos barcos en busca de una entrada de acceso a los mismos. En concreto, al más grande ellos y el que suponían que debía de ser el que transportara al Yonkou preso.
“Oh madre loba, espíritu guardián,
Entre grandes clanes peleaste y siempre ganaste,
Yo te invoco hoy para que vengas en mi ayuda,
Para no sentirme solo y desamparado de la manada,
Tú que fuiste cruel con los guerreros que no supieron valorar tu poder
Tú que con tus colmillos conseguiste la gloria en batalla.
Te pido que me des tu fuerza y entendimiento
Porque yo, Ummak, tu fiel servidor me acojo bajo tu protección”
Entre grandes clanes peleaste y siempre ganaste,
Yo te invoco hoy para que vengas en mi ayuda,
Para no sentirme solo y desamparado de la manada,
Tú que fuiste cruel con los guerreros que no supieron valorar tu poder
Tú que con tus colmillos conseguiste la gloria en batalla.
Te pido que me des tu fuerza y entendimiento
Porque yo, Ummak, tu fiel servidor me acojo bajo tu protección”
Debido a la antigua tradición beligerante de su pueblo, Ummak había aprendido hace mucho que se debía a la tierra de sus ancestros, a su protección, y tenía que servir como guardián de Shandora hasta que tuviera una edad en la que no pudiera luchar. Un conflicto de aquella magnitud no lo amedrentaba en absoluto, sino más bien al contrario. Desde que se había unido a la partida de asalto no había dejado de esbozar esa siniestra sonrisa cargada de desafío suicida, que tanto caracterizaba a los guerreros del Mar Blanco.
Los tres enormes navíos que, a priori, escoltaban al Yonkou viraron para enfrentarse a la modesta flota de asalto que el Clan de la Lágrima había considerado “prescindible”. Las famosas embarcaciones del Clan de la Gaviota no suponían una gran ola para el shandian. Consciente de que habían pasado por alto su presencia como la del camarada Maki, comenzó a surfear aun con más fervor. Pese a que se moría de ganas por iniciar el abordaje a una de aquellas fortalezas de madera y acero, mantuvo la calma. En el Clan de la Lagrima le habían enseñado a ser más cauteloso, menos evidente y previsible a la hora de atacar. No le gustaban sus métodos y normalmente habría rechazado aquel modo de obrar, pero debía obediencia a sus mayores.
Dirigió entonces su mirada hacia el camarada Maki, el cual parecía ahora demasiado… optimista. Aquello impresionó al salvaje. Estaba acostumbrado a que los guerreros del Clan de Lágrima entraran en pánico cada vez que su vida estaba en riesgo o cada vez que un plan no salía según lo previsto. No era muy frecuente ver a un camarada valiente y comprometido con la causa del clan. Seguro de su liderazgo, Ummak asintió a las órdenes de Maki.
- Ummak obedecer – dijo, sonriente, levantando la voz para que el gyojin pudiera escuchar su voz por encima del ruido de las olas. Haciendo caso a Maki, redujo la potencia de los diales de su Burn Board para hacer más discreto su movimiento y, junto a Maki, comenzaría a flanquear aquellos barcos en busca de una entrada de acceso a los mismos. En concreto, al más grande ellos y el que suponían que debía de ser el que transportara al Yonkou preso.
- Resumen:
- Rezar para no palmar en la guerra y, tras escuchar el infalible plan de Maki, proceder a flaquear el barco mas grande en busca de una ruta de acceso a su interior.
Fenrir
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Fenrir caminaba por una larga calle llena de cadáveres humeantes. El fuego ardía intensamente en los edificios a ambos lados de la misma, y el calor era asfixiante. En su mano derecha, su espada despedía un maligno brillo rojizo, mientras algunos restos de sangre se deslizaban por el filo para terminar goteando desde la punta de la hoja. Una silueta oscura apareció en un portal a su lado, y el pelirrojo se quedó mirando lo que parecía ser una figura compuesta por gas y ceniza. Aquel ser vaporoso se acercó hacia él y empezó a rodearlo en un mortal abrazo asfixiante. Fenrir trataba de respirar, pero aquella cosa parecía querer ocupar el lugar del aire en sus pulmones. Por suerte para el mercenario, aquello no era un problema. Cerró los ojos y dejó de inspirar. Era un acto reflejo, el de inspirar y expirar, pero podía reprimirlo a voluntad. Con una sonrisa macabra, dio un corte imbuido en haki que partió en dos a la figura, pero ante la mirada confusa del pelirrojo, ésta se volvió a reformar como si nada hubiera pasado.
El crepitar del fuego dio paso a un silencio absoluto, mientras el ser de humo crecía de tamaño, envolviéndolo de nuevo. Fenrir soltó la espada, siendo levantado por aquella nube de oscuridad y muerte. No podía gritar, apenas sí moverse. De pronto, el mundo se quebró. Todo pareció dar un giro de ciento ochenta grados. Los edificios se tambalearon y muchos se colapsaron sobre sus cimientos. Una enorme fachada cayó sobre el pelirrojo, que veía cómo cada vez estaba más y más cerca.
El golpe hizo que se despertase. Estaba en una barcaza, apenas del tamaño de un bote mediano. Sobre él, una lona de tela le servía de refugio contra la lluvia. Escuchaba ruido afuera. ¿Gritos? ¿Voces? El pelirrojo suspiró, bostezando. No tener que dormir no es excusa para no echarse una siesta de vez en cuando, y aquello era preferible a las náuseas de viajar por mar. Apartó con lentitud la manta, dejando que los ojos se le acostumbraran a la luz diurna.
- Vaya... nubes... -se frotó la cabeza mientras observaba el cielo sobre su cabeza, gris plomizo debido a las nubes que lo encapotaban-. Pues qué mierda... -con la cabeza algo aturdida aún, observó alrededor. Parecía estar cerca de una isla rocosa de aspecto baldío y bastante insulso. Claro que esta primera impresión cambió al ver los barcos de la marina que parecían patrullar alrededor de la misma. De hecho, uno de ellos estaba acercándose a su bote en ese mismo instante. El pelirrojo consideró que lo mejor que podía hacer en ese momento era hacerse el tonto. Se quitó la máscara y se la guardó en la chaqueta. Estar en el agua con tantos idiotas del Gobierno cerca no le auguraba nada bueno.
"El destino es una puta ramera..." pensó, mientras esperaba a que el barco, cuyo movimiento unido al de las olas debido a la proximidad de la isla había provocado aquel movimiento brusco de la barca, se acercase lo suficiente. "Espero que me vean y no me manden a pique" pensó el criminal, mientras empezaba a planear un argumento convincente de qué hacía allí. "Oh, buenos días señor capitán marine... soy un simple viajero que... no, demasiado estúpido. A lo mejor si les digo que me han atacado unos piratas... podría ser una excusa lógica...".
En ese momento una gaviota pasó sobrevolando el barco, soltando su preciosa carga fecal sobre él. "Oh, venga ya... Y seguro que ahora este barco no me ve y rompe mi barquito de cascara de nuez...". Por si acaso, el mercenario se dispuso a encaramarse al navío. Aquella no iba a ser una tumba acuática para él, no señor.
El crepitar del fuego dio paso a un silencio absoluto, mientras el ser de humo crecía de tamaño, envolviéndolo de nuevo. Fenrir soltó la espada, siendo levantado por aquella nube de oscuridad y muerte. No podía gritar, apenas sí moverse. De pronto, el mundo se quebró. Todo pareció dar un giro de ciento ochenta grados. Los edificios se tambalearon y muchos se colapsaron sobre sus cimientos. Una enorme fachada cayó sobre el pelirrojo, que veía cómo cada vez estaba más y más cerca.
El golpe hizo que se despertase. Estaba en una barcaza, apenas del tamaño de un bote mediano. Sobre él, una lona de tela le servía de refugio contra la lluvia. Escuchaba ruido afuera. ¿Gritos? ¿Voces? El pelirrojo suspiró, bostezando. No tener que dormir no es excusa para no echarse una siesta de vez en cuando, y aquello era preferible a las náuseas de viajar por mar. Apartó con lentitud la manta, dejando que los ojos se le acostumbraran a la luz diurna.
- Vaya... nubes... -se frotó la cabeza mientras observaba el cielo sobre su cabeza, gris plomizo debido a las nubes que lo encapotaban-. Pues qué mierda... -con la cabeza algo aturdida aún, observó alrededor. Parecía estar cerca de una isla rocosa de aspecto baldío y bastante insulso. Claro que esta primera impresión cambió al ver los barcos de la marina que parecían patrullar alrededor de la misma. De hecho, uno de ellos estaba acercándose a su bote en ese mismo instante. El pelirrojo consideró que lo mejor que podía hacer en ese momento era hacerse el tonto. Se quitó la máscara y se la guardó en la chaqueta. Estar en el agua con tantos idiotas del Gobierno cerca no le auguraba nada bueno.
"El destino es una puta ramera..." pensó, mientras esperaba a que el barco, cuyo movimiento unido al de las olas debido a la proximidad de la isla había provocado aquel movimiento brusco de la barca, se acercase lo suficiente. "Espero que me vean y no me manden a pique" pensó el criminal, mientras empezaba a planear un argumento convincente de qué hacía allí. "Oh, buenos días señor capitán marine... soy un simple viajero que... no, demasiado estúpido. A lo mejor si les digo que me han atacado unos piratas... podría ser una excusa lógica...".
En ese momento una gaviota pasó sobrevolando el barco, soltando su preciosa carga fecal sobre él. "Oh, venga ya... Y seguro que ahora este barco no me ve y rompe mi barquito de cascara de nuez...". Por si acaso, el mercenario se dispuso a encaramarse al navío. Aquella no iba a ser una tumba acuática para él, no señor.
- Resumen:
- Fenrir se despierta. Observa alrededor y ve una isla rocosa y un montón de barcos de la Marina. Uno de ellos va hacia él, y a lo mejor se carga el mierdi-bote en el que va. Se quita la máscara para que no le reconozcan y se prepara para cualquier imprevisto.
Roland von Klauswitz
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"¿Dónde están las órdenes?", se preguntó el Roble. Desde su posición en las alturas gozaba de un panorama privilegiado de las diferentes flotas que acudían a Gray Rock, y tenía cada vez más claro que iba a armarse un buen follón, como decían los humanos. Los barcos piratas eran cada vez más, extendiendo un ejército de banderas negras hasta donde alcanzaba la vista. Y no conseguía entender a qué venía la pasividad de sus superiores. ¿Por qué no ordenaban atacar? ¿Eran tan insensatos como para dejar que se acumulasen? El mejor momento para acabar con ellos era cuanto antes, sin dejarles tiempo a agruparse, aliarse y planificar.
En medio de sus cavilaciones, una monstruosa voz llamó su atención. Tenía un tono antinatural, como si no fuese totalmente propiedad de un ser vivo. Y, o mucho se equivocaba, o provenía de aquel aberrante armatoste metálico que dominaba los cielos. Y él que se consideraba inteligente por haber elegido flotar. ¿Cuántos vehículos voladores había en el mundo? Jamás entendería la obsesión humana de construir cosas cada vez más grotescas. "Más metal y menos tierra", parecía ser su lema.
El monstruo mecánico decía llamarse Corvo. Así que esa cosa era propiedad del gobierno... En fin, era un alivio. No se imaginaba cómo habría luchado contra ella de no haber sido así. Lo que no tenía tan claro era cómo quería que se identificase. ¿Le oiría alguno de los pasajeros si gritaba? Lo dudaba. ¿Por qué no usaría su capa de marine? Decidió que no pasaría nada si le ignoraba por el momento. Tenía problemas más acuciantes.
"Si nadie hace nada, terminaremos rodeados por un ejército". Y no sería un grupo disperso de piratas, sino una tropa compacta y cerrada que podría arrasarlos si se ponían de acuerdo para atacar todos a la vez. Pero el Den Den Mushi continuaba en silencio, lo que solo le dejaba dos opciones: esperar a que fuera tarde, o tomar la iniciativa.
La burbuja transportó a Kodama mar adentro, hasta situarlo a gran altura por encima de los barcos piratas. Uno de ellos flotaba también por el aire gracias a una especie de globo, y además había otro aparato volador cuyo dueño desconocía. En fin, esos para después. El aparato del tal Corvo se haría cargo.
Varias pompas más fueron tomando forma a su alrededor. No eran muy grandes, pero valdrían para el objetivo que tenía en mente. Las imbuyó en haki y apunto a las difusas formas de abajo. A tanta altura, con las pompas convertidas en bolas de acero gracias al haki, un impacto sería devastador para cualquier navío. Le resultaba muy curioso ser el primero en abrir fuego. Se le ocurrió que debería replanteárselo. Y eso hizo: se lo replanteó y dejó caer sus proyectiles.
En medio de sus cavilaciones, una monstruosa voz llamó su atención. Tenía un tono antinatural, como si no fuese totalmente propiedad de un ser vivo. Y, o mucho se equivocaba, o provenía de aquel aberrante armatoste metálico que dominaba los cielos. Y él que se consideraba inteligente por haber elegido flotar. ¿Cuántos vehículos voladores había en el mundo? Jamás entendería la obsesión humana de construir cosas cada vez más grotescas. "Más metal y menos tierra", parecía ser su lema.
El monstruo mecánico decía llamarse Corvo. Así que esa cosa era propiedad del gobierno... En fin, era un alivio. No se imaginaba cómo habría luchado contra ella de no haber sido así. Lo que no tenía tan claro era cómo quería que se identificase. ¿Le oiría alguno de los pasajeros si gritaba? Lo dudaba. ¿Por qué no usaría su capa de marine? Decidió que no pasaría nada si le ignoraba por el momento. Tenía problemas más acuciantes.
"Si nadie hace nada, terminaremos rodeados por un ejército". Y no sería un grupo disperso de piratas, sino una tropa compacta y cerrada que podría arrasarlos si se ponían de acuerdo para atacar todos a la vez. Pero el Den Den Mushi continuaba en silencio, lo que solo le dejaba dos opciones: esperar a que fuera tarde, o tomar la iniciativa.
La burbuja transportó a Kodama mar adentro, hasta situarlo a gran altura por encima de los barcos piratas. Uno de ellos flotaba también por el aire gracias a una especie de globo, y además había otro aparato volador cuyo dueño desconocía. En fin, esos para después. El aparato del tal Corvo se haría cargo.
Varias pompas más fueron tomando forma a su alrededor. No eran muy grandes, pero valdrían para el objetivo que tenía en mente. Las imbuyó en haki y apunto a las difusas formas de abajo. A tanta altura, con las pompas convertidas en bolas de acero gracias al haki, un impacto sería devastador para cualquier navío. Le resultaba muy curioso ser el primero en abrir fuego. Se le ocurrió que debería replanteárselo. Y eso hizo: se lo replanteó y dejó caer sus proyectiles.
- Resumen:
- Ignorar la petición de identificarse por el momento - Preguntarse por qué nadie dispara a los piratas - Hacer pompas con jabón y endurecerlas con haki - Lanzarlas a los barcos piratas de abajo cual meteoritos
No pudo evitar sonreír con ironía. "No sé si podrán venir" y aparecían tres cachorritos al instante. Faltaban, si sus papeles seguían en orden, la niña y el putero. Sin duda era una amplia participación, mientras que tras él iban apareciendo poco a poco todos los miembros de la brigada. Danio, Arthur y Jack llegaron poco más tarde de que Kimura anunciase su plan, y tuvo ganas de regañarlos por su retraso. Sin embargo, no era momento de enfadarse con ellos. ¿Por qué estaba tan molesto últimamente? La muerte de Xemnas le había afectado demasiado, pero no podía abandonar otra vez. No había sido culpa de Minato, ni siquiera de Hyoshi... ¿Ni siquiera Simurgh había podido salvarlo de sus heridas? Aunque, pensándolo fríamente, el cadáver de Xemnas había aparecido sin brazo ni brazalete. Necesitaba matar a Surfer.
-Despreocúpate de Black, Kimura- dijo, mientras Arthur observaba a través del catalejo-. Si ha venido a luchar cualquier estrategia será en vano.
Sonaba derrotista, pero... ¿Qué esperaba? Estaban en un peñón con una única entrada y salida, enfrentando a una marea infinita de piratas y revolucionarios. Cualquiera con una mínima idea de estrategia habría oído hablar de los grandes asedios, de las formaciones en cuña para encerrar al enemigo, de todas las batallas en las que estar entre la espada y la pared significaban la muerte... Y además estaba él: Era la consecuencia obvia, Legim había sido su capitán antes de formar una tripulación propia; no le iba a resultar indiferente la ejecución, por mucho que hubiese rezado en secreto para que así fuese. No estaban preparados para pelear contra un ser tan colosal, menos aún si la mitad de la Élite de Fiordia navegaba tras él. Eso sin olvidar a Deathstroke y a Kyrios, por no mencionar a la chica pelirroja con la que había tenido un fugaz contacto cuando conoció al entonces Akagami y a la joven Markov... Si cargaban contra la Marina muchos morirían ese día, y estaba seguro de que el dragón también había llegado a esa conclusión. ¿Por qué estaba allí?
-¡¿Qué hace ahí...?!- igual de veloz que había contestado la llamada había colgado al reconocer la voz de Minato. No estaba para aguantar sus tonterías; si quería algo que lo pidiese con calma.
-En primer lugar... Kimura, no tengo ni idea de lo que pretende el Alto Mando, pero tampoco es nuestro problema. Si intentan rodearnos sólo tenemos que guiarlos hasta la plaza y emboscarlos allí. Además, tenemos compañía- señaló al cielo, donde una gigantesca mancha despuntaba. Estaba totalmente seguro de que esa ingente cantidad de recursos gastada sólo estaba en manos del Gobierno, sobre todo pensando en que Arthur había diseñado una muy similar que, si no se equivocaba, estaba ya casi lista para ser utilizada-. Segundo: Danio, lo que suceda en los buques no es asunto nuestro, pero eres el único que podría darse cuenta de un ataque submarino. Aún no he olvidado Mariejoa- señaló dirección este, esperando que saliese hacia el mar en esa dirección-. Arthur, Jack: Conmigo.
Empezó a caminar hacia el borde de la roca en dirección sur, y creó unas escaleras de hielo que lo llevaban directo al mar, que empezó a congelar. A su alrededor las olas iban dejando de batir contra la roca, congelándose desde el borde del acantilado, y nuevas olas más fuertes intentaban remontarlas pero caían heladas también. Podía divisar muy a lo lejos la flota Pirata, e iba a impedir que continuasen su avance. Arthur y Jack tenían la clave para que todo saliese bien.
-Sé que normalmente tú te ocupas de los planes y yo soy la cara bonita- comentó a Arthur, sonriendo-, pero tengo ganas de divertirme. Quiero congelar todo el mar a un Leiren de la roca.
Esperó un instante por si alguno hacía suposiciones acerca de una enfermedad mental o el supuesto retraso que Arthur a veces le achacaba.
-Podemos hacerlo muy deprisa, y hay un truco- continuó-. Cada cuarto de Leiren, capa muy fina y cristalina. De menos de un milímetro- miró a Jack-. Y esas zonas deben estar cubiertas de un color blanco uniforme que se confunda totalmente con el del hielo más denso- hizo una pausa, relamiéndose los labios-. No quiero rodear toda la roca, sólo la mitad Este. Si los forzamos a cambiar su plan de acción tendremos ventaja. Con suerte muchos caerán al mar, y si dejamos el hielo a un metro de altura sobre el mar muy pocos podrán escapar. Suponiendo que no sean usuarios, que simplemente se hundirán. Así que es sencillo. Vosotros dos ocupaos del círculo interior, yo voy por fuera. Nos encontraremos de nuevo en este punto cuando esté todo listo.
Esperó unos segundos por si decían algo, pero en caso contrario marcharía en forma de ventisca, congelando el mar bajo él mientras avanzaba en un radio de cuarto de Leiren. También congelaba la humedad a su alrededor, quería que los pocos que llegasen hasta la Roca estuviesen congelados. Tras llegar al Leiren, lo que haría en diez segundos, empezaría a dibujar un arco alrededor de la isla. Un arco helado que frenaría a los enemigos con bastante facilidad. No podía evitar reír cuando pensaba que nadie habría llevado un rompehielos consigo, y, que de hacerlo, le deseaba suerte con cuarto de Leiren bajo el mar de iceberg.
-Despreocúpate de Black, Kimura- dijo, mientras Arthur observaba a través del catalejo-. Si ha venido a luchar cualquier estrategia será en vano.
Sonaba derrotista, pero... ¿Qué esperaba? Estaban en un peñón con una única entrada y salida, enfrentando a una marea infinita de piratas y revolucionarios. Cualquiera con una mínima idea de estrategia habría oído hablar de los grandes asedios, de las formaciones en cuña para encerrar al enemigo, de todas las batallas en las que estar entre la espada y la pared significaban la muerte... Y además estaba él: Era la consecuencia obvia, Legim había sido su capitán antes de formar una tripulación propia; no le iba a resultar indiferente la ejecución, por mucho que hubiese rezado en secreto para que así fuese. No estaban preparados para pelear contra un ser tan colosal, menos aún si la mitad de la Élite de Fiordia navegaba tras él. Eso sin olvidar a Deathstroke y a Kyrios, por no mencionar a la chica pelirroja con la que había tenido un fugaz contacto cuando conoció al entonces Akagami y a la joven Markov... Si cargaban contra la Marina muchos morirían ese día, y estaba seguro de que el dragón también había llegado a esa conclusión. ¿Por qué estaba allí?
-¡¿Qué hace ahí...?!- igual de veloz que había contestado la llamada había colgado al reconocer la voz de Minato. No estaba para aguantar sus tonterías; si quería algo que lo pidiese con calma.
-En primer lugar... Kimura, no tengo ni idea de lo que pretende el Alto Mando, pero tampoco es nuestro problema. Si intentan rodearnos sólo tenemos que guiarlos hasta la plaza y emboscarlos allí. Además, tenemos compañía- señaló al cielo, donde una gigantesca mancha despuntaba. Estaba totalmente seguro de que esa ingente cantidad de recursos gastada sólo estaba en manos del Gobierno, sobre todo pensando en que Arthur había diseñado una muy similar que, si no se equivocaba, estaba ya casi lista para ser utilizada-. Segundo: Danio, lo que suceda en los buques no es asunto nuestro, pero eres el único que podría darse cuenta de un ataque submarino. Aún no he olvidado Mariejoa- señaló dirección este, esperando que saliese hacia el mar en esa dirección-. Arthur, Jack: Conmigo.
Empezó a caminar hacia el borde de la roca en dirección sur, y creó unas escaleras de hielo que lo llevaban directo al mar, que empezó a congelar. A su alrededor las olas iban dejando de batir contra la roca, congelándose desde el borde del acantilado, y nuevas olas más fuertes intentaban remontarlas pero caían heladas también. Podía divisar muy a lo lejos la flota Pirata, e iba a impedir que continuasen su avance. Arthur y Jack tenían la clave para que todo saliese bien.
-Sé que normalmente tú te ocupas de los planes y yo soy la cara bonita- comentó a Arthur, sonriendo-, pero tengo ganas de divertirme. Quiero congelar todo el mar a un Leiren de la roca.
Esperó un instante por si alguno hacía suposiciones acerca de una enfermedad mental o el supuesto retraso que Arthur a veces le achacaba.
-Podemos hacerlo muy deprisa, y hay un truco- continuó-. Cada cuarto de Leiren, capa muy fina y cristalina. De menos de un milímetro- miró a Jack-. Y esas zonas deben estar cubiertas de un color blanco uniforme que se confunda totalmente con el del hielo más denso- hizo una pausa, relamiéndose los labios-. No quiero rodear toda la roca, sólo la mitad Este. Si los forzamos a cambiar su plan de acción tendremos ventaja. Con suerte muchos caerán al mar, y si dejamos el hielo a un metro de altura sobre el mar muy pocos podrán escapar. Suponiendo que no sean usuarios, que simplemente se hundirán. Así que es sencillo. Vosotros dos ocupaos del círculo interior, yo voy por fuera. Nos encontraremos de nuevo en este punto cuando esté todo listo.
Esperó unos segundos por si decían algo, pero en caso contrario marcharía en forma de ventisca, congelando el mar bajo él mientras avanzaba en un radio de cuarto de Leiren. También congelaba la humedad a su alrededor, quería que los pocos que llegasen hasta la Roca estuviesen congelados. Tras llegar al Leiren, lo que haría en diez segundos, empezaría a dibujar un arco alrededor de la isla. Un arco helado que frenaría a los enemigos con bastante facilidad. No podía evitar reír cuando pensaba que nadie habría llevado un rompehielos consigo, y, que de hacerlo, le deseaba suerte con cuarto de Leiren bajo el mar de iceberg.
- Resumen:
- Ignorar a Minato. Bajar al mar. Empezar a congelar el mar al este de Gray Rock por los loles.
Adry-sama
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<<¿Con que esto es Gray Rock?>> pienso mientras miro embobado la enorme masa de piedra gris. Me quedé con la imagen grabada perfectamente en mis retinas. Después de lo que iba a ocurrir, no sabíamos si la isla seguiría igual o cambiaría para transformase en una mole de ruinas grises. Según nos habían informado a los agentes, era muy posible que los revolucionarioss unieran para hacer de las suyas. Robar, sabotear, asesinar altos cargos, etc. Últimamente los revolucionarios no habían hecho mucho ruido, pero quizás solo estuvieran esperando por el momento oportuno, la ocasión perfecta. Y quizás, y solo quizás, fuera esta. Para eso nos habían llamado a nosotros, los agentes secretos del Cipher Pol. No me gustaba la idea de ser partícipe de la ejecución del gran Yonkou porque solamente atraería a tipos realmente fuertes y poderosos sin miramientos por los demás, pero las órdenes son órdenes y no había más vuelta de hoja.
Me habían asignado en la costa, justo al agente Shingetsu Nyx. Un joven agente que se había unido hacía no mucho, al igual que yo. Que poca suerte debíamos de tener para participar en lo que seguramente se convertiría en una gran matanza, aunque me alegraba saber que no era el único en esta situación.
Parecía que el chico estaba preocupado, y no era de extrañar. No parecía que nunca se hubiese visto en situaciones peligrosas, o que nunca hubiera matado, pero se encontraba realmente pensativo. No paraba de observar por la mirilla de su rifle, y si se observaba atentamente, estaba realmente absorto en su labor, preparado para el momento en el que comenzara el fuego a discreción. Por mi parte, no quería distraerle, puesto que no hay nada peor que estar esperando a que te ataquen y venga una persona que para hacer una gracia te suelte algún chiste, pero sí que creí necesario darle unas palabras de ánimo, ya que estaríamos combatiendo juntos un largo rato. Lo único que se me ocurría en ese momento era:
- Tranquilo, a mí tampoco me gusta la idea de pasar por esta matanza, pero si estamos aquí debemos de dar lo mejor de nosotros mismos. Descuida, yo te cubro las espaldas.
Me habían asignado en la costa, justo al agente Shingetsu Nyx. Un joven agente que se había unido hacía no mucho, al igual que yo. Que poca suerte debíamos de tener para participar en lo que seguramente se convertiría en una gran matanza, aunque me alegraba saber que no era el único en esta situación.
Parecía que el chico estaba preocupado, y no era de extrañar. No parecía que nunca se hubiese visto en situaciones peligrosas, o que nunca hubiera matado, pero se encontraba realmente pensativo. No paraba de observar por la mirilla de su rifle, y si se observaba atentamente, estaba realmente absorto en su labor, preparado para el momento en el que comenzara el fuego a discreción. Por mi parte, no quería distraerle, puesto que no hay nada peor que estar esperando a que te ataquen y venga una persona que para hacer una gracia te suelte algún chiste, pero sí que creí necesario darle unas palabras de ánimo, ya que estaríamos combatiendo juntos un largo rato. Lo único que se me ocurría en ese momento era:
- Tranquilo, a mí tampoco me gusta la idea de pasar por esta matanza, pero si estamos aquí debemos de dar lo mejor de nosotros mismos. Descuida, yo te cubro las espaldas.
- Resumen:
- Llegar Gray Rock, especular un poco, y dar ánimo a Nyx
Kaori Nanami
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Akuma no mi
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Suspiró. Escuchó el plan de Dretch y, por unos segundos, miró al otro tipo. Eric, si mal no recordaba. Se veía una dupla interesante, pero más le sorprendía la gran cabeza fría que mostraba el agente ante esa situación. En sí, tenía toda la razón. Todas las fuerzas se ubicaban justo al frente, pero había muy pocos en la parte de atrás, por no decir ninguno. Tenían que marcar presencia rápido y, para eso, tenía una idea bastante… Interesante.
– Bien, Dretch y Eric, debo informarles de una cosa – dijo mientras se sacaba su gorra y su mirada se ponía un poco más seria de lo habitual. – Soy una usuaria de las Akuma no mi – bostezó con toda la calma del mundo, desabrochó el primer y segundo botón de su camisa. Dejó la gorra a un lado. – Ryu Ryu no mi: Dragón de Bronce. Denme espacio, por favor. – Les dijo.
Una vez le dieran un poco de espacio, empezó a transformarse. Su cuerpo creció hasta los dieciséis metros de largo, cuatro de algo y veinte de ala a ala. Si quería llevar a los dos, la forma híbrida no iba a bastar. Había cambiado a la completa, batió sus alas y un poco de viento se generó, quizás lo suficiente como para hacerlos retroceder, quizás. ”Y yo que pensaba que esto no iba a resistir, en fin.” – observó como es que más de alguno de los guardias se asombraban y caían al verla. Nadie se esperaría que alguien ya usara su fruta, aun cuando la batalla estaba casi por empezar.
– Suban. No hay mucho tiempo que perder – su tono de voz, en esa forma, se agravaba un poco. – Espero que ninguno de los dos le tenga miedo a las alturas, dragones o volar. – Les comentó con el único propósito de provocarlos y hacer que se subieran. Apoyó su ala derecha en el suelo y movió su cabeza para indicarles que subieran. Una vez lo hicieran, emprendería vuelo. No elegiría ninguna dirección en particular. No sabía exactamente dónde estaban todos, pero si podía volver a sobrevolar la isla, esta vez poniendo atención a lo que pasaba, y con la ayuda de los otros dos, decidir qué sector era el más vulnerable. Solo esperaba que Dretch y Eric no fueran de los hombres que odiaban volar. ”No creo que sean gallinas. Al menos, no lo creo de Eric. Dretch es posible” – pensó.
– Bien, Dretch y Eric, debo informarles de una cosa – dijo mientras se sacaba su gorra y su mirada se ponía un poco más seria de lo habitual. – Soy una usuaria de las Akuma no mi – bostezó con toda la calma del mundo, desabrochó el primer y segundo botón de su camisa. Dejó la gorra a un lado. – Ryu Ryu no mi: Dragón de Bronce. Denme espacio, por favor. – Les dijo.
Una vez le dieran un poco de espacio, empezó a transformarse. Su cuerpo creció hasta los dieciséis metros de largo, cuatro de algo y veinte de ala a ala. Si quería llevar a los dos, la forma híbrida no iba a bastar. Había cambiado a la completa, batió sus alas y un poco de viento se generó, quizás lo suficiente como para hacerlos retroceder, quizás. ”Y yo que pensaba que esto no iba a resistir, en fin.” – observó como es que más de alguno de los guardias se asombraban y caían al verla. Nadie se esperaría que alguien ya usara su fruta, aun cuando la batalla estaba casi por empezar.
– Suban. No hay mucho tiempo que perder – su tono de voz, en esa forma, se agravaba un poco. – Espero que ninguno de los dos le tenga miedo a las alturas, dragones o volar. – Les comentó con el único propósito de provocarlos y hacer que se subieran. Apoyó su ala derecha en el suelo y movió su cabeza para indicarles que subieran. Una vez lo hicieran, emprendería vuelo. No elegiría ninguna dirección en particular. No sabía exactamente dónde estaban todos, pero si podía volver a sobrevolar la isla, esta vez poniendo atención a lo que pasaba, y con la ayuda de los otros dos, decidir qué sector era el más vulnerable. Solo esperaba que Dretch y Eric no fueran de los hombres que odiaban volar. ”No creo que sean gallinas. Al menos, no lo creo de Eric. Dretch es posible” – pensó.
- Resumen:
- Divagar un poco. Decidir convertirse en su forma completa (Dragón de Bronce), ofrecer la idea de volar sobre la isla para decidir qué sector apoyar. Si suben… Pues vuela, si no… Solo quedarse allí a escuchar sus nuevas ideas.
Osuka Sumisu
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Ladeo la cabeza a un lado, reconoció al chiquitajo de pelo dorado que le saludo con una reverencia. Alzó una ceja dado a que aquello no era un saludo muy normal entre soldados. El demonio carmesí era simplemente su superior, no el rey de Versacomocontinuaseelnombre. Se le acerco sinuosamente y resumió un poco todo lo que le había estado rondando por la cabeza al sargento estos días antes de la batalla. Se limitó a soltar una sonrisa ladeada de falsa despreocupación antes de abrir la boca
- Nunca es un paseo canijo, nunca es un paseo…- hizo un gesto con la cabeza como de negación o decepción, aun no tenía claro cómo expresar. Se crujió los nudillos en busca de quitarse una sensación de molesta que sentía en las manos y se fue caminando hacia el otro lado de la nave para supervisarlo todo-. Y que sepas que ya eres el segundo al mando. No hace falta tanto peloteo.
Se dio la señal de que las flotas de piratas se veían en la lejanía, incluida la intimidante de los Blue Rose. Lanzarse al ataque contra el Gobierno sería como tirarse de cabeza a un estanque de lava, con tiburones, armados con ametralladoras, y vestidos de payasos asesinos. Y si lo preguntáis. Si, precisamente había tenido aquella pesadilla aquella misma noche. Por lo que mejor esperar a que ellos movieran la primera ficha. Se vio nuevamente interrumpido por otro miembro de su división. Fred era, según los que habían tratado con él, un tirador con un talento innato, pero ahora parecía un chiguagua temblando de miedo. Solo le faltaba la bolsita para cuando se hiciera caca encima.
- Dime cadete, ¿acaso el mar es simplemte un charco? ¿Acaso una montaña es poco más que una piedra? Legan Legim, un Emperador del Mar, dueño y señor de múltiples islas y considerado uno de los mayores peligros para el gobierno, ¿es simplemente un “bandido”? –suspiro, pensando que quizá se estaba pasando un poco, pero le estaba tocando lo que eran las gónadas que alguien ahora le viniese a darle lecciones morales, cuando ni siquiera él había organizado el asalto a Gray Rock-. Me recuerdas a mí hace un par de años. Yo también hubiera pensado que esto era una locura, pero estas equivocado en lo que no tenemos que demostrarles nada. Tanto como el Oficial Krauser, como el General Dranser ya no están y ahora nuestro poder se ha debilitado a un nivel que me está asustando y todo. Legim es para mí algo secundario. Hoy quiero enseñarles a esos capullos con capa blanca una valiosa lección; no importa cuán débiles somos, pues nos levantaremos el doble de fuertes. Y si mi estrategia funciona, cuando pise la isla, ningún hombre o mujer bajo la revolución morirá hoy.
Los tripulantes de los carriers se preparaban para el asalto, subiéndose en unas capsulas para el asalto. Osu trago saliva y de un silbido atrajo la atención de su división para indicarles con el pulgar que entrasen en las capsulas cuando comenzase el asalto.
El sargento miro a la cerca de docena soldados de piedra que había traido. En la cabina ya había cuatro sitios ocupados de los seis si contaba con todos los miembros de la quimera que habían venido. De un chasquido de dedo, unos de los soldados se acercó al sargento y se fundió en su cuerpo, como una segunda piel, dado que era la única manera de llevarse algo del material que podía controlar.
- El resto proteged el barco, que os conviertan en gravilla si hace falta para proteger a los tripulantes – las entes de piedras hicieron un saludo militar y se dispersaron por el barco. Después, el demonio carmesí se dirigió a la tripulación humana-. El que tenga suficiente valor para aguantarme,¡ que entre en esta capsula!
- Nunca es un paseo canijo, nunca es un paseo…- hizo un gesto con la cabeza como de negación o decepción, aun no tenía claro cómo expresar. Se crujió los nudillos en busca de quitarse una sensación de molesta que sentía en las manos y se fue caminando hacia el otro lado de la nave para supervisarlo todo-. Y que sepas que ya eres el segundo al mando. No hace falta tanto peloteo.
Se dio la señal de que las flotas de piratas se veían en la lejanía, incluida la intimidante de los Blue Rose. Lanzarse al ataque contra el Gobierno sería como tirarse de cabeza a un estanque de lava, con tiburones, armados con ametralladoras, y vestidos de payasos asesinos. Y si lo preguntáis. Si, precisamente había tenido aquella pesadilla aquella misma noche. Por lo que mejor esperar a que ellos movieran la primera ficha. Se vio nuevamente interrumpido por otro miembro de su división. Fred era, según los que habían tratado con él, un tirador con un talento innato, pero ahora parecía un chiguagua temblando de miedo. Solo le faltaba la bolsita para cuando se hiciera caca encima.
- Dime cadete, ¿acaso el mar es simplemte un charco? ¿Acaso una montaña es poco más que una piedra? Legan Legim, un Emperador del Mar, dueño y señor de múltiples islas y considerado uno de los mayores peligros para el gobierno, ¿es simplemente un “bandido”? –suspiro, pensando que quizá se estaba pasando un poco, pero le estaba tocando lo que eran las gónadas que alguien ahora le viniese a darle lecciones morales, cuando ni siquiera él había organizado el asalto a Gray Rock-. Me recuerdas a mí hace un par de años. Yo también hubiera pensado que esto era una locura, pero estas equivocado en lo que no tenemos que demostrarles nada. Tanto como el Oficial Krauser, como el General Dranser ya no están y ahora nuestro poder se ha debilitado a un nivel que me está asustando y todo. Legim es para mí algo secundario. Hoy quiero enseñarles a esos capullos con capa blanca una valiosa lección; no importa cuán débiles somos, pues nos levantaremos el doble de fuertes. Y si mi estrategia funciona, cuando pise la isla, ningún hombre o mujer bajo la revolución morirá hoy.
Los tripulantes de los carriers se preparaban para el asalto, subiéndose en unas capsulas para el asalto. Osu trago saliva y de un silbido atrajo la atención de su división para indicarles con el pulgar que entrasen en las capsulas cuando comenzase el asalto.
El sargento miro a la cerca de docena soldados de piedra que había traido. En la cabina ya había cuatro sitios ocupados de los seis si contaba con todos los miembros de la quimera que habían venido. De un chasquido de dedo, unos de los soldados se acercó al sargento y se fundió en su cuerpo, como una segunda piel, dado que era la única manera de llevarse algo del material que podía controlar.
- El resto proteged el barco, que os conviertan en gravilla si hace falta para proteger a los tripulantes – las entes de piedras hicieron un saludo militar y se dispersaron por el barco. Después, el demonio carmesí se dirigió a la tripulación humana-. El que tenga suficiente valor para aguantarme,¡ que entre en esta capsula!
- RESUMEN:
- Bla bla con Ed, bla bla Ernest, dejo a unos cuantos de mis soldaicos de piedra pa vigilar e invito a algun rezagado a la capsula hasta que sea hora del asalto
Rylanor
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El marine entornó los ojos y mostró un gesto burlón ante las palabras de Minato, gesto que nadie pudo ver por el casco. ¿Mirar y ya? Una batalla a punto de estallar y el Zafiro Negro en mitad de un barco de la Marina... apretó el puño metálico con fuerza mascullando un "sí, señor" antes de que la llamada se cortara. Comenzó a respirar con fuerza conteniendo su ira. ¿Cómo podían ser tan estúpidos de darle margen de maniobra a ese hombre? ¡Si Dexter pretendía ir contra ellos, cada segundo que perdían las posibilidades de pararle se hundían! "Calma... mantén la cabeza fría. Recuerda las palabras de sensei" respiró hondo "Tus actos afectan al presente y al futuro por igual, al tuyo y al de todos los que te rodean" las palabras de Kikuma resonaron en su mente, haciendo su ira esfumarse y ser sustituida por una apatía melancólica. Sí, atacar sin más no era la mejor idea. Aún no sabían lo que se proponía el Dragón Azul, y provocar al hombre que había acabado con dos Yonkous y derrotado al Almirante de Flota no era la mejor de las ideas. Menos con la impresionante flota que se había traído consigo. En ese momento escuchó una voz llamando su atención, pero tardó unos segundos en localizar a su interlocutor dado que su cabeza estaba aproximadamente medio metro más abajo que la suya. La máscara de la Iron Kai se retiró, mostrando la sonrisa más maquiavélica que Kai era capaz de hacer. Esto es, tras años de estudiar a Arthur, bastante decir.
- No te reconozco, joven habichuela negra. Y dado que mi tripulación en este avión es bastante reducida... bienvenido, mi querido polizón - le tendió la mano para estrechársela enérgicamente - Bienvenido, joven Kazuo. Quedas oficialmente ascendido como mi Brigadier Intendente de Tácticas de Coerción y Hacinamiento. Ahora vete a la despensa y trae... dos packs de seis cervezas. Negras.
Se giró y se acercó a las pantallas, observando la imagen de Dexter sobre el barco marine con el ceño fruncido. Aún recordaba la primera vez que se encontró con él, cuando aún era Shichibukai y él un... ¿capitán? ¿Comodoro? Ni lo recordaba ni le importaba. El caso, le pareció un hombre peculiar sobre todo. Y seguía sin entender qué le llevó a revelarle que era hijo de Legim. Si no fuese porque su hermano se lo había confirmado, dudaría que le hubiese dicho la verdad. Frunció el ceño, dándose cuenta de que no podía seguir apartando aquellos pensamientos. Tenía que lidiar con sus sentimientos y tomar una decisión: ¿merecía la pena pedir hablar con él antes de su ejecución? Probablemente no le dieran permiso, pero sinceramente, si no lo pedía nadie iba a impedir a un Vicealmirante aproximarse a la nave. Sólo tenía cuatro... bueno, tres superiores en toda la Marina, y salvo que uno estuviera escoltando al Yonkou nadie tendría autoridad como para decirle que no podía hablar con él. Porque una charla y preguntarle a la cara por qué se había dedicado a seducir a chicas jóvenes, embarazarlas y abandonarlas no haría daño a nadie, ¿verdad? Bueno, tal vez al idiota de su viejo cuando le hundiera el puño en la cara. Negó con la cabeza y suspiró. Era un bonito sueño, pero no podía abandonar el frente por un capricho personal, ni él era tan egoísta para hacer eso. Le necesitaban en aquella guerra.
- ¡Señor! ¡Mire, el mar!
Se aproximó al oficial que le llamaba y miró por la ventanilla. Este le estaba señalando hacia el lado contrario de la base, donde tras dos flotas encaradas (una llena de jolly rogers y navíos de diferente tamaño y la otra una formación uniforme de velas blancas), un iceberg estaba formándose desde la isla. Tras la sorpresa inicial, soltó una carcajada y empezó a aplaudir, bastante escandalosamente por el metal de la armadura.
- ¡Jodido Al! Parece que hoy se ha tomado un café ultra cargado. ¡Hasta tiene ganas de trabajar, el cabrón! - esbozó una sonrisa siniestra - Nosotros tampoco vamos a ser menos. Nos han ordenado no intervenir contra el Zafiro Negro, pero a nuestros camaradas de la flota este no les vendrá mal un poco de apoyo aéreo - cogió el micrófono para que se le escuchara en todo el avión - ¡Atención a toda la tripulación! Todos a sus asientos y poneos los cinturones. Vamos a sobrevolar la flota enemiga. Silver, tráete a tus chicos a la cabina, quiero que veáis esto. Brigadier Kazuo, las cervezas.
Se acercó a la pared de la cabina, donde había un botón rojo aún más grande con una K dorada. En el cristalito que lo tapaba ponía: "pulsar en caso de guerra v. 2." Un hombre tenía sus prioridades. Levantó la segunda tapa y pulsó el botón con fuerza: esta vez la música no sonó sólo en el avión, sino que diferentes altavoces extremadamente potentes situados en el exterior comenzaron a hacerla sonar también. Se colocó a los mandos y comenzó a hacer descender la aeronave para situarse a unos cómodos 500 metros de altura, más apropiados para lo que tenía en mente. Se colocó el cinturón y comenzó a pulsar botones para ampliar la visual sobre la flota enemiga. Había un buen número de barcos que llamaban la atención, pero sin duda el que más destacaba era una gigantesca monstruosidad del tamaño de una base pequeña. Se preguntó cómo era físicamente posible hacer navegar una cosa de ese tamaño sin que volcara al girar. En todo caso, era evidente que tenían mucho trabajo por delante.
- Sargento, quiero que fije blanco sobre el barco más grande y otros tres repartidos en puntos más o menos equidistantes de la flota. Un misil para cada uno de ellos. Hagamos arder a esas ratas de mar.
- A sus órdenes, Vicealmirante.
- ¡Agarraos fuerte damiselas, que esto avanza! - dijo, acelerando la nave.
La aeronave comenzó a avanzar a ritmo creciente, con la música sonando a toda potencia bajo esta. En pocos segundos recorrieron el espacio de mar que separaba Gray Rock de la flota marine, comenzando a sobrevolar el iceberg. Kai se levantó de su asiento y salió corriendo al recordar algo, con lo que el sargento tuvo que apresurarse a coger los mandos. Fuera de la nave apenas se percibió como un leve tambaleo, pero dentro el pobre marine estuvo a punto de sufrir un infarto del susto. Su superior era demasiado impredecible a veces. De repente una compuerta se abrió, y un objeto cuadrado comenzó a descender hacia el hielo con un paracaídas, directo a la posición del Vicealmirante Al.
- Silver, haz los honores - dijo Kai, mostrándole el botón de disparar con una gran sonrisa. Por supuesto, era también grande y rojo. Ponía "Pulsar en caso de guerra v.3" - Trátalo con delicadeza, es su primera vez. ¡ADELANTE, DISPARAD LOS MISILES PAYUM!
Con un silbido que anunciaba muerte y destrucción, cinco enormes misiles salieron disparados a gran velocidad desde el avión, directos a diferentes puntos de la flota pirata. Aquello era lo que significaba declararle la guerra al Gobierno Mundial; esa era la dura lección que enseñarían al mundo aquel día. La Justicia prevalecería.
- No te reconozco, joven habichuela negra. Y dado que mi tripulación en este avión es bastante reducida... bienvenido, mi querido polizón - le tendió la mano para estrechársela enérgicamente - Bienvenido, joven Kazuo. Quedas oficialmente ascendido como mi Brigadier Intendente de Tácticas de Coerción y Hacinamiento. Ahora vete a la despensa y trae... dos packs de seis cervezas. Negras.
Se giró y se acercó a las pantallas, observando la imagen de Dexter sobre el barco marine con el ceño fruncido. Aún recordaba la primera vez que se encontró con él, cuando aún era Shichibukai y él un... ¿capitán? ¿Comodoro? Ni lo recordaba ni le importaba. El caso, le pareció un hombre peculiar sobre todo. Y seguía sin entender qué le llevó a revelarle que era hijo de Legim. Si no fuese porque su hermano se lo había confirmado, dudaría que le hubiese dicho la verdad. Frunció el ceño, dándose cuenta de que no podía seguir apartando aquellos pensamientos. Tenía que lidiar con sus sentimientos y tomar una decisión: ¿merecía la pena pedir hablar con él antes de su ejecución? Probablemente no le dieran permiso, pero sinceramente, si no lo pedía nadie iba a impedir a un Vicealmirante aproximarse a la nave. Sólo tenía cuatro... bueno, tres superiores en toda la Marina, y salvo que uno estuviera escoltando al Yonkou nadie tendría autoridad como para decirle que no podía hablar con él. Porque una charla y preguntarle a la cara por qué se había dedicado a seducir a chicas jóvenes, embarazarlas y abandonarlas no haría daño a nadie, ¿verdad? Bueno, tal vez al idiota de su viejo cuando le hundiera el puño en la cara. Negó con la cabeza y suspiró. Era un bonito sueño, pero no podía abandonar el frente por un capricho personal, ni él era tan egoísta para hacer eso. Le necesitaban en aquella guerra.
- ¡Señor! ¡Mire, el mar!
Se aproximó al oficial que le llamaba y miró por la ventanilla. Este le estaba señalando hacia el lado contrario de la base, donde tras dos flotas encaradas (una llena de jolly rogers y navíos de diferente tamaño y la otra una formación uniforme de velas blancas), un iceberg estaba formándose desde la isla. Tras la sorpresa inicial, soltó una carcajada y empezó a aplaudir, bastante escandalosamente por el metal de la armadura.
- ¡Jodido Al! Parece que hoy se ha tomado un café ultra cargado. ¡Hasta tiene ganas de trabajar, el cabrón! - esbozó una sonrisa siniestra - Nosotros tampoco vamos a ser menos. Nos han ordenado no intervenir contra el Zafiro Negro, pero a nuestros camaradas de la flota este no les vendrá mal un poco de apoyo aéreo - cogió el micrófono para que se le escuchara en todo el avión - ¡Atención a toda la tripulación! Todos a sus asientos y poneos los cinturones. Vamos a sobrevolar la flota enemiga. Silver, tráete a tus chicos a la cabina, quiero que veáis esto. Brigadier Kazuo, las cervezas.
Se acercó a la pared de la cabina, donde había un botón rojo aún más grande con una K dorada. En el cristalito que lo tapaba ponía: "pulsar en caso de guerra v. 2." Un hombre tenía sus prioridades. Levantó la segunda tapa y pulsó el botón con fuerza: esta vez la música no sonó sólo en el avión, sino que diferentes altavoces extremadamente potentes situados en el exterior comenzaron a hacerla sonar también. Se colocó a los mandos y comenzó a hacer descender la aeronave para situarse a unos cómodos 500 metros de altura, más apropiados para lo que tenía en mente. Se colocó el cinturón y comenzó a pulsar botones para ampliar la visual sobre la flota enemiga. Había un buen número de barcos que llamaban la atención, pero sin duda el que más destacaba era una gigantesca monstruosidad del tamaño de una base pequeña. Se preguntó cómo era físicamente posible hacer navegar una cosa de ese tamaño sin que volcara al girar. En todo caso, era evidente que tenían mucho trabajo por delante.
- Sargento, quiero que fije blanco sobre el barco más grande y otros tres repartidos en puntos más o menos equidistantes de la flota. Un misil para cada uno de ellos. Hagamos arder a esas ratas de mar.
- A sus órdenes, Vicealmirante.
- ¡Agarraos fuerte damiselas, que esto avanza! - dijo, acelerando la nave.
La aeronave comenzó a avanzar a ritmo creciente, con la música sonando a toda potencia bajo esta. En pocos segundos recorrieron el espacio de mar que separaba Gray Rock de la flota marine, comenzando a sobrevolar el iceberg. Kai se levantó de su asiento y salió corriendo al recordar algo, con lo que el sargento tuvo que apresurarse a coger los mandos. Fuera de la nave apenas se percibió como un leve tambaleo, pero dentro el pobre marine estuvo a punto de sufrir un infarto del susto. Su superior era demasiado impredecible a veces. De repente una compuerta se abrió, y un objeto cuadrado comenzó a descender hacia el hielo con un paracaídas, directo a la posición del Vicealmirante Al.
- Silver, haz los honores - dijo Kai, mostrándole el botón de disparar con una gran sonrisa. Por supuesto, era también grande y rojo. Ponía "Pulsar en caso de guerra v.3" - Trátalo con delicadeza, es su primera vez. ¡ADELANTE, DISPARAD LOS MISILES PAYUM!
Con un silbido que anunciaba muerte y destrucción, cinco enormes misiles salieron disparados a gran velocidad desde el avión, directos a diferentes puntos de la flota pirata. Aquello era lo que significaba declararle la guerra al Gobierno Mundial; esa era la dura lección que enseñarían al mundo aquel día. La Justicia prevalecería.
- Resumen - Leed los de la flota pirata:
- - Pensamientos varios.
- Nombrar a Kazurro mi becario
- Poner dirección a la flota pirata del este con mi avión.
- Pongo a sonar La cabalgata de las Valkirias (el avión tiene altavoces externos, lo escucháis todos).
- Dejo caer un regalito para Al en paracaídas.
- Disparo cuatro misiles sobre la flota pirata, uno dirigido al barco más grande y otros tres repartidos entre tres barcos grandes en puntos céntricos algo alejados entre sí. La idea es causar el mayor daño posible, vaya.
Bombardero Payum: Puede disparar misiles antibuque guiados. Estos tienen una envergadura de 3,8 metros, un peso de 519 kg y viajan a 0,89 mach. Puede llevar un total de diez.
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Dejándome llevar por la música comencé a dar golpecitos con el talón al suelo mientras sacudía levemente la cabeza y continuaba ajustándome las vendas de ambas manos. Al mismo tiempo, observaba de reojo a mis compañeros de brigada, que preparaban sus armas para lo que estaba por venir. No pude evitar arquear una ceja al ver el preocupantemente numeroso arsenal Jason había desplegado, más aun teniendo en cuenta que las únicas armas que yo llevaba encima eran mis brazos y un cuchillo de combate en mi bota. Probablemente quienes me viesen pensarían que no iba preparado o que ni sabía bien donde me estaba metiendo, pero vaya que si lo tenía claro. La adrenalina recorría mi cuerpo desde que el avión había despegado y la sensación de euforia mezclada con el nerviosismo y la impaciencia no me abandonaron en ningún momento.
- ¿Quién quiere cortar carne cuando puedes sentir los huesos rompiéndose bajo tus propios puños? - añadí a su extraña conversación tras ponerme en pie de un salto y acompañando mis palabras del crujir de mis nudillos. - Charlamos durante algunos minutos más hasta que la voz de Kai, procedente de varios altavoces, resonó en todo el avión. Una sonrisa de emoción invadió mi rostro mientras abría los ojos de par en par. - Parece que esto va a empezar... - pensé en voz alta. - Jason, busca al cabrón de Iulio y tráelo, no se va a librar por esconderse - le encargué, para luego dirigirme a la cabina donde se reclamaba nuestra presencia.
Nada más entrar en aquella sala me dejé llevar durante un instante, maravillado ante aquella tecnología. Un sinfín de monitores, palancas, botones y todo tipo cajas de control y similares... en aquel momento deseé no estar a punto de meterme en una guerra y tener tiempo para desmontar todo aquello y desentrañar hasta el último de sus mecanismos, pero por desgracia no era el caso.
De nuevo, la voz de mi viejo amigo me sacó de mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad. Acercándome a él comencé a ojear las pantallas que señalaba, observando con detenimiento la gigantesca flota pirata que sobrevolábamos. Y en cuanto Kai me hizo la oferta, señalando aquel peculiar botón rojo, no hicieron falta preguntas para saber lo que estaba a punto de suceder.
- Será un placer. - Con una sonrisa de oreja a oreja, y la satisfacción de dar comienzo a la fiesta, alcé el puño y lo dejé caer con firmeza (y mucha delicadeza) sobre el botón de disparar.
- ¿Quién quiere cortar carne cuando puedes sentir los huesos rompiéndose bajo tus propios puños? - añadí a su extraña conversación tras ponerme en pie de un salto y acompañando mis palabras del crujir de mis nudillos. - Charlamos durante algunos minutos más hasta que la voz de Kai, procedente de varios altavoces, resonó en todo el avión. Una sonrisa de emoción invadió mi rostro mientras abría los ojos de par en par. - Parece que esto va a empezar... - pensé en voz alta. - Jason, busca al cabrón de Iulio y tráelo, no se va a librar por esconderse - le encargué, para luego dirigirme a la cabina donde se reclamaba nuestra presencia.
Nada más entrar en aquella sala me dejé llevar durante un instante, maravillado ante aquella tecnología. Un sinfín de monitores, palancas, botones y todo tipo cajas de control y similares... en aquel momento deseé no estar a punto de meterme en una guerra y tener tiempo para desmontar todo aquello y desentrañar hasta el último de sus mecanismos, pero por desgracia no era el caso.
De nuevo, la voz de mi viejo amigo me sacó de mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad. Acercándome a él comencé a ojear las pantallas que señalaba, observando con detenimiento la gigantesca flota pirata que sobrevolábamos. Y en cuanto Kai me hizo la oferta, señalando aquel peculiar botón rojo, no hicieron falta preguntas para saber lo que estaba a punto de suceder.
- Será un placer. - Con una sonrisa de oreja a oreja, y la satisfacción de dar comienzo a la fiesta, alcé el puño y lo dejé caer con firmeza (y mucha delicadeza) sobre el botón de disparar.
- Resumen:
- Apretar el botón rojo (?).
Ivan Markov
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No evitar que por un instante el odio y la rabia traslucieran en su rostro, una leve mueca apenas perceptible, un ligero fruncimiento del ceño y la nariz arrugándose un poco. Más de lo que normalmente estaba dispuesto a mostrar de sus emociones reales. Sin embargo esbozó una sonrisa e inclinó la cabeza ante Nailah, murmurando "como la señorita desee." Se alejó unos pasos en dirección a la borda, notando cómo los colmillos le crecían de la rabia. Respiró hondo y se contuvo para evitar transformarse en mitad del barco, tratando de mantener la calma. Aquella chica le sacaba de quicio; primero le había hablado de malas formas y tirado la bandera en la competición de Long Ring y ahora insinuaba que no confiaba en él y se llevaba a Sin Rostro para disuadirlo. Bueno, no pasaba nada. Bajo su hipnosis, el pirata no estaría dispuesto a hacer caso a su compañera así que todo iría como la seda. En aquel barco no tenía nada que hacer, ni en la flota en general. No iba a ayudar a combatir a la Marina si no sacaba algo que mereciera la pena el riesgo. Por eso yéndose con ellos podría hacer cosas de bastante más provecho, aunque aquella maldita chica empezaba a colmar su paciencia. Si no estuviese bajo la protección de Syxel... frunció el ceño mientras sus pupilas se volvían rojas durante apenas un instante. No le gustaba tener que contener su rabia, si lo hacía era únicamente porque mantener la alianza con el pirata significaba recibir un pago. Y seguía teniendo ingentes deudas que pagar.
- ¿Qué es eso?
Su aguda vista captaba algo al otro lado de la formación marine. Algo grande y blanco, que no dejaba de crecer. Aún estaba demasiado lejano, y tanto navío de por medio no ayudaba a ver... comenzó a elevarse en el aire hasta situarse a la altura del puesto de vigía, que en aquella monstruosidad de barco era altura suficiente para ver por encima de la flota. Lo que estaba creciendo desde la base marine era una masa blanca que iba cubriendo gradualmente la superficie del mar. "Hielo. Un maldito iceberg." Había muy pocas personas en el mundo con una habilidad capaz de crear algo como aquello. Conocía a una, pero dudaba que ella estuviera allí y menos aún ayudando a la Marina. En ese caso, sólo se le ocurría alguien, un hombre del que sólo había escuchado historias. La misma persona que había provocado aquella guerra al plantarse en el mismísimo corazón del imperio de Legan Legim en solitario y derrotarlo en un duelo singular. Al Naion, la Ventisca del Sur. De fondo escuchaba los mensajes telepáticos del capitán, con el tal Nassor planteando una estrategia para vencer a la flota marine. "Syxel... creo que tenéis problemas más graves. Han congelado el mar en torno a la isla." Aquella operación estaba condenada desde un inicio. Por muchos que fueran, ¿qué hacían un puñado de piratas desafiando a todo el poder del Gobierno Mundial? En la guerra del East Blue hizo falta la coalición de los cuatro Emperadores y la Revolución. En Mariejoa hizo falta a todo el ejército gyojin, un Yonkou y la traición de dos de sus Almirantes. Hasta en el North Blue todo el poder del imperio de su padre había sido insuficiente. Era simplemente inútil. Si aquello podía hacerlo un Vicealmirante, ¿qué harían cuando los Almirantes se unieran a la batalla?
- No sé por qué sigo aquí... - murmuró casi imperceptiblemente.
Tal vez debería largarse. Irse a su submarino, pactar con la Marina por den den mushi y volver al plan inicial de cazar cabezas de piratas famosos. Aún no era tarde para ello. Podría cooperar hundiendo barcos con sus torpedos y tal vez incluso recibir una recompensa por parte de la Marina por su ayuda. Esos pensamientos fugaces se desvanecieron de su mente cuando una ráfaga de viento y una melodía que iba creciendo en intensidad llamaron su atención. Observó la enorme aeronave en lo alto, encarada a ellos. Por un instante ya no estaba en el mar. Estaba en una ciudad en ruinas y un enorme pájaro metálico se alzaba ante él. Levantaba su pistola y disparaba con desesperación, pero las balas apenas hacían mella. El miedo le atenazaba, y cuando el pájaro chilló... sacudió la cabeza, volviendo a la realidad, con el corazón a mil por hora. "Esto... no es Síderos. No soy tan débil como entonces." Podía sentir aquella sensación de peligro inminente gritándole que saliera del barco. Que los abandonara a su suerte y salvara su pellejo. Escuchó una poderosa voz clamando la muerte de todos ellos, y en su mente pudo ver el barco estallando. Lo más lógico hubiera sido huir, pero... no. Algo en él se negaba a retroceder. Con un gesto solemne, mientras sus ojos se volvían dorados y su piel palidecía, sacó su pistola negra y apuntó, con una sonrisa torva. Disparar a un misil en pleno vuelo... era un imbécil y un creído. Pero pondría toda su Voluntad. Ellos... él no iba a morir allí.
- La suerte está echada.
El mundo pareció ralentizarse por un momento. Su inspiración pareció alargarse minutos, y cuando retuvo el aire en los pulmones para estabilizar su pulso y apuntar, todo se quedó en silencio para él. Su concentración, su determinación, su conciencia y cada parte de su ser estaban centradas en aquella gesta. Si fallaba... aquel arma le mataría, a él, a Syxel y su tripulación. Maldita sea, ¿tan sentimental se estaba volviendo? Unas semanas con un pirata y ya hasta se preocupaba por su vida. Era irónico. En el pasado no hubiese tenido reparos en cortarle el cuello en el primer momento en que le diera la espalda. Ahora hasta se preocupaba por su vida. Instantes antes pensaba en traicionarlos a todos y abandonarlos a su suerte, pero a la hora de la verdad... Sonrió con tristeza. Apretó el gatillo y el martillo golpeó el tambor. Junto con la detonación, el aire en torno a Ivan comenzó a vibrar. El palo del barco tembló y se agrietó ligeramente, mientras el cazador dirigía todo el poder de su voluntad en una onda junto a su bala.
- Nos veremos en el infierno, Zero.
- ¿Qué es eso?
Su aguda vista captaba algo al otro lado de la formación marine. Algo grande y blanco, que no dejaba de crecer. Aún estaba demasiado lejano, y tanto navío de por medio no ayudaba a ver... comenzó a elevarse en el aire hasta situarse a la altura del puesto de vigía, que en aquella monstruosidad de barco era altura suficiente para ver por encima de la flota. Lo que estaba creciendo desde la base marine era una masa blanca que iba cubriendo gradualmente la superficie del mar. "Hielo. Un maldito iceberg." Había muy pocas personas en el mundo con una habilidad capaz de crear algo como aquello. Conocía a una, pero dudaba que ella estuviera allí y menos aún ayudando a la Marina. En ese caso, sólo se le ocurría alguien, un hombre del que sólo había escuchado historias. La misma persona que había provocado aquella guerra al plantarse en el mismísimo corazón del imperio de Legan Legim en solitario y derrotarlo en un duelo singular. Al Naion, la Ventisca del Sur. De fondo escuchaba los mensajes telepáticos del capitán, con el tal Nassor planteando una estrategia para vencer a la flota marine. "Syxel... creo que tenéis problemas más graves. Han congelado el mar en torno a la isla." Aquella operación estaba condenada desde un inicio. Por muchos que fueran, ¿qué hacían un puñado de piratas desafiando a todo el poder del Gobierno Mundial? En la guerra del East Blue hizo falta la coalición de los cuatro Emperadores y la Revolución. En Mariejoa hizo falta a todo el ejército gyojin, un Yonkou y la traición de dos de sus Almirantes. Hasta en el North Blue todo el poder del imperio de su padre había sido insuficiente. Era simplemente inútil. Si aquello podía hacerlo un Vicealmirante, ¿qué harían cuando los Almirantes se unieran a la batalla?
- No sé por qué sigo aquí... - murmuró casi imperceptiblemente.
Tal vez debería largarse. Irse a su submarino, pactar con la Marina por den den mushi y volver al plan inicial de cazar cabezas de piratas famosos. Aún no era tarde para ello. Podría cooperar hundiendo barcos con sus torpedos y tal vez incluso recibir una recompensa por parte de la Marina por su ayuda. Esos pensamientos fugaces se desvanecieron de su mente cuando una ráfaga de viento y una melodía que iba creciendo en intensidad llamaron su atención. Observó la enorme aeronave en lo alto, encarada a ellos. Por un instante ya no estaba en el mar. Estaba en una ciudad en ruinas y un enorme pájaro metálico se alzaba ante él. Levantaba su pistola y disparaba con desesperación, pero las balas apenas hacían mella. El miedo le atenazaba, y cuando el pájaro chilló... sacudió la cabeza, volviendo a la realidad, con el corazón a mil por hora. "Esto... no es Síderos. No soy tan débil como entonces." Podía sentir aquella sensación de peligro inminente gritándole que saliera del barco. Que los abandonara a su suerte y salvara su pellejo. Escuchó una poderosa voz clamando la muerte de todos ellos, y en su mente pudo ver el barco estallando. Lo más lógico hubiera sido huir, pero... no. Algo en él se negaba a retroceder. Con un gesto solemne, mientras sus ojos se volvían dorados y su piel palidecía, sacó su pistola negra y apuntó, con una sonrisa torva. Disparar a un misil en pleno vuelo... era un imbécil y un creído. Pero pondría toda su Voluntad. Ellos... él no iba a morir allí.
- La suerte está echada.
El mundo pareció ralentizarse por un momento. Su inspiración pareció alargarse minutos, y cuando retuvo el aire en los pulmones para estabilizar su pulso y apuntar, todo se quedó en silencio para él. Su concentración, su determinación, su conciencia y cada parte de su ser estaban centradas en aquella gesta. Si fallaba... aquel arma le mataría, a él, a Syxel y su tripulación. Maldita sea, ¿tan sentimental se estaba volviendo? Unas semanas con un pirata y ya hasta se preocupaba por su vida. Era irónico. En el pasado no hubiese tenido reparos en cortarle el cuello en el primer momento en que le diera la espalda. Ahora hasta se preocupaba por su vida. Instantes antes pensaba en traicionarlos a todos y abandonarlos a su suerte, pero a la hora de la verdad... Sonrió con tristeza. Apretó el gatillo y el martillo golpeó el tambor. Junto con la detonación, el aire en torno a Ivan comenzó a vibrar. El palo del barco tembló y se agrietó ligeramente, mientras el cazador dirigía todo el poder de su voluntad en una onda junto a su bala.
- Nos veremos en el infierno, Zero.
- Resumen:
- - Pienso "cosas bonitas" sobre Nailah.
- Veo lo que ha hecho Al.
- Percibo la amenaza inminente del misil.
- Entro en forma híbrida.
- Intento "improvisar" una combinación de mi haki de armadura y del rey en una bala (el haki de armadura uso el endurecimiento para potenciar el proyectil, el del rey uso la facultad de destruir para intentar aumentar el poder de la bala).
Soy consciente de que probablemente pese a ver con mi haki el ataque antes de que sea disparado, tal vez no me de la puntería para acertar, pero si sirve de algo, tengo reflejos Tier 5 y un x7 por akuma. Queda al moderador si este intentosuicidasirve de algo.
Detalles:
- Haki de Armadura Superior
- Haki del Rey Entrenado
Ernest F. Mühner
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Al principio el tono del oficial lo intimidó y encorajinó a partes iguales. No se merecía aquel tono de enfado ni aquel comentario reduciendo al absurdo sus palabras... pero también era consciente de que el sargento le sacaba una cabeza de altura y varias más de grosor. Sin embargo, tras el choque inicial por lo violento de su discurso, Osuka suavizó el tono y comenzó a hablar. No podía compartir aquello... no del todo. Pero aquel shock inicial había servido para matar su miedo, y ahora sus palabras despertaban algo en su interior. El orgullo de luchar por una causa superior a él, de enfrentarse a la opresión allá donde surgiera y de dar la vida por un mundo mejor. El Gobierno representaba todo lo que Ernest quería destruir. Y en aquel momento, con la desaparición de Krauser, Dranser, Galia y otros tantos, la Revolución había sufrido un duro revés. No podía entender del todo aquella lucha. El lucha sólo por demostrar que estaban allí y que aún podían causarles daño. Y sin embargo, algo del valor del oficial pasó a él. Su respiración se calmó y sus hombros se relajaron, mientras espiraba lentamente. Tal vez aquella no fuese la batalla que quería librar, pero, tampoco podía dejar a sus camaradas ir a combatir mientras él aguardaba a salvo. Sería un acto desleal y cobarde.
- Lo siento, líder. Haré todo lo posible por contribuir a la victoria. Por la Revolución.
Sus temores no se habían evaporado sin más. Seguía temiendo a la batalla, por supuesto. Aquel revoltijo en sus tripas continuaba atenazándole y amenazando con hacerle vomitar de nuevo de los nervios. También le costaba mantenerse quieto en el sitio. Sin embargo, en su mente ya no cabía la idea de retirarse. Osuka tenía un plan y estaba dispuesto a confiar en él, y si aquella batalla servía para minar la imagen del Gobierno, al menos habrían hecho algo. Y si el rubio mantenía su palabra, saldrían vivos de aquella batalla. Se aproximó a la cabina a la que se dirigía Osuka y observó el armazón de metal con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Era evidente, o eso creía, por las hélices que debía ser alguna clase de artefacto volador. Con aquel reducido tamaño sería difícil para los cañones hacerle blanco, pero un impacto directo los mandaría directos al mar. Con un suspiro se subió y se posó en uno de los asientos centrales, sacándose la carabina de la espalda y apoyándola sobre las piernas.
- Lo que daría ahora mismo por un café...
Ahora todo lo que quedaba era esperar. Observó con admiración la habilidad de Osuka, recubriéndose con una capa de piedra de uno de sus guerreros. "Eso explica que le llamen el Golem." Por un momento pensó en lo extraña que era aquella habilidad, antes de recordar que él era un hombre sol. Al lado de eso... se rascó la cabeza, encogiéndose de hombros. Se preguntó qué habilidades tendrían el pequeño Edward y la gyojin. Sería problemático que todos fueran usuarios, porque de caer al agua estarían en problemas. Bueno, en caso de que... ¿Valya se llamaba? no lo fuera, seguramente podría salvarlos. Algo nervioso por la espera, sacó su pequeño caracol reproductor y puso la música. Un poco no vendría mal para caldear los ánimos.
- Lo siento, líder. Haré todo lo posible por contribuir a la victoria. Por la Revolución.
Sus temores no se habían evaporado sin más. Seguía temiendo a la batalla, por supuesto. Aquel revoltijo en sus tripas continuaba atenazándole y amenazando con hacerle vomitar de nuevo de los nervios. También le costaba mantenerse quieto en el sitio. Sin embargo, en su mente ya no cabía la idea de retirarse. Osuka tenía un plan y estaba dispuesto a confiar en él, y si aquella batalla servía para minar la imagen del Gobierno, al menos habrían hecho algo. Y si el rubio mantenía su palabra, saldrían vivos de aquella batalla. Se aproximó a la cabina a la que se dirigía Osuka y observó el armazón de metal con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Era evidente, o eso creía, por las hélices que debía ser alguna clase de artefacto volador. Con aquel reducido tamaño sería difícil para los cañones hacerle blanco, pero un impacto directo los mandaría directos al mar. Con un suspiro se subió y se posó en uno de los asientos centrales, sacándose la carabina de la espalda y apoyándola sobre las piernas.
- Lo que daría ahora mismo por un café...
Ahora todo lo que quedaba era esperar. Observó con admiración la habilidad de Osuka, recubriéndose con una capa de piedra de uno de sus guerreros. "Eso explica que le llamen el Golem." Por un momento pensó en lo extraña que era aquella habilidad, antes de recordar que él era un hombre sol. Al lado de eso... se rascó la cabeza, encogiéndose de hombros. Se preguntó qué habilidades tendrían el pequeño Edward y la gyojin. Sería problemático que todos fueran usuarios, porque de caer al agua estarían en problemas. Bueno, en caso de que... ¿Valya se llamaba? no lo fuera, seguramente podría salvarlos. Algo nervioso por la espera, sacó su pequeño caracol reproductor y puso la música. Un poco no vendría mal para caldear los ánimos.
- Resumen:
- Me calmo al fin gracias a las palabras de Osuka y subo al transporte. Mientras no despegamos pongo algo de música.
Hayden Ashworth
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¿Es que el vicealmirante había nacido ayer? ¿No era la enorme flota prueba suficiente de que aquel hombre era Dexter Black? Sí, el aspecto se podía igualar, pero ningún impostor iría hasta tal punto de conseguir una fuerza militar equiparable a la del Yonkou solo para disfrazarse. Por suerte para Zuko, el pirata había notado que no era buena idea mostrar a los superiores del sargento que estos dos se conocían. Entonces el Yonkou empezó a probar su identidad. Uno a uno, reclutas iban cayendo. El dragón notaba la poderosa presencia del emperador como un espectador, tan solo viendo como caía con todo su peso sobre las voluntades más débiles… ¿A quién quería engañar? Si él fuera uno de los señalados también caería.
El sonido de la guerra empezaba a hacerse notar a lo lejos. Ya habían empezado, mientras en este lado estaban esperando, estúpidamente, a ver si el pirata podía probar su identidad. El sargento hizo una mueca, frunciendo el ceño. Se ajustó la gorra y caminó hasta el extremo del barco, poniéndose de pie sobre el borde, mirando la enorme flota de barcos que seguía al Yonkou. Estaría llamando la atención en aquel momento, sí. Y seguramente le caería bronca por lo que estaba a punto de hacer, pero no podía permitir que aquello avanzase tan lentamente. Debía reconocer el terreno.
Saltó. En el aire volvió a saltar, haciendo uso del Paso lunar que tanto le costó aprender en su día. Rara vez volaba sin sus alas, pero en aquel momento lo veía innecesario. El sargento sobrevolaba la flota, pateando el aire y observando. En uno le pareció ver… ¿un mapache? Aquello le dio dolorosos recuerdos de su tiempo en Síderos. Agitó la cabeza, alejando ese pensamiento y concentrándose. Siguió observando los barcos, en perfecta formación. Todos excepto por uno.
Había un barco ligeramente alejado de la flota, con una bandera distinta. Desentonaba debido a que no parecía formar parte de la fuerza militar del Yonkou, pero tenía la valentía suficiente como para mantenerse cerca. Se acercó. En cubierta había un grupo de gente, entre ellos…
“¿Zane? ¿Qué demonios hace Zane con Dexter…?”
Pronto se dio cuenta. La visión de Zane era extraordinaria, por lo que experimentó en su encuentro hará unos años. A esa distancia podría verle. No solo a él, también a su uniforme de la marina. Ya era tarde, no podía alejarse.
El sonido de la guerra empezaba a hacerse notar a lo lejos. Ya habían empezado, mientras en este lado estaban esperando, estúpidamente, a ver si el pirata podía probar su identidad. El sargento hizo una mueca, frunciendo el ceño. Se ajustó la gorra y caminó hasta el extremo del barco, poniéndose de pie sobre el borde, mirando la enorme flota de barcos que seguía al Yonkou. Estaría llamando la atención en aquel momento, sí. Y seguramente le caería bronca por lo que estaba a punto de hacer, pero no podía permitir que aquello avanzase tan lentamente. Debía reconocer el terreno.
Saltó. En el aire volvió a saltar, haciendo uso del Paso lunar que tanto le costó aprender en su día. Rara vez volaba sin sus alas, pero en aquel momento lo veía innecesario. El sargento sobrevolaba la flota, pateando el aire y observando. En uno le pareció ver… ¿un mapache? Aquello le dio dolorosos recuerdos de su tiempo en Síderos. Agitó la cabeza, alejando ese pensamiento y concentrándose. Siguió observando los barcos, en perfecta formación. Todos excepto por uno.
Había un barco ligeramente alejado de la flota, con una bandera distinta. Desentonaba debido a que no parecía formar parte de la fuerza militar del Yonkou, pero tenía la valentía suficiente como para mantenerse cerca. Se acercó. En cubierta había un grupo de gente, entre ellos…
“¿Zane? ¿Qué demonios hace Zane con Dexter…?”
Pronto se dio cuenta. La visión de Zane era extraordinaria, por lo que experimentó en su encuentro hará unos años. A esa distancia podría verle. No solo a él, también a su uniforme de la marina. Ya era tarde, no podía alejarse.
- Resumen:
- Usar el geppou y sobrevolar la flota de Dexter, acercándome peligrosamente al barco de Zane y compañía
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"¿Peloteo? ¿Ha sonado a peloteo?" -Se preguntaba el joven Edward mientras el líder hablaba con el nuevo. Inmerso en sus pensamientos mientras bajaba a por el paquete de munición, el chico ignoraba todo a su alrededor. Fue el silbido de Osuka lo que lo "despertó", con rapidez el chico cogió lo que los contactos le habían proporcionado. Sabía que había pedido cosas muy difíciles, por eso no le sorprendió lo poco que le habían dado. Había un obús explosivo, uno de metralla, un minitorpedo y tres tanques de GLP. Introdujo los tanques y el minitorpedo en su interior, casi rozando su límite de “contenedor perfecto”. Los dos obuses los llevaba en ambas manos con cierta dificultad.
Cuando llegó arriba, se dirigió sin pensárselo a la cápsula, introduciendo con cierta dificultad los dos obuses.
La música del cadete le hizo esbozar una sonrisa. -Frederick, ¿cierto? Creo que no me he presentado como es debido. Es un placer tener otro integrante en el equipo. -Le ofreció su mano para estrechársela, dejando uno de los obuses en uno de los asientos. Este se resintió con un pequeño chirrido por el peso, quizás no podían soportar tanto.
-¿Puedo preguntar tu edad? Hay algo en ti que me hace pensar que tenemos mucho en común... Algún día deberíamos hacer alguna misión juntos. –Dijo, levantando de nuevo el obús para apoyar ambos en el suelo y no romper su sillón.
Hizo algunos estiramientos y, finalmente, se sentó. Introdujo ambos obuses en su interior, superando con creces su límite, de manera que no podría levantarse del asiento a menos que los sacara de nuevo. De momento, al menos, podría estar sentado y no ocuparía espacio innecesariamente, de manera que aún otras tres personas cabían con ellos.
-Osu, cuando salgamos de aquí intentaré sorprender a los marines con estos dos campeones que acabo de meter en mi interior. Eso, o los disparo desde el aire. ¿Dónde piensas aterrizar y qué te parece mejor?
Cuando llegó arriba, se dirigió sin pensárselo a la cápsula, introduciendo con cierta dificultad los dos obuses.
La música del cadete le hizo esbozar una sonrisa. -Frederick, ¿cierto? Creo que no me he presentado como es debido. Es un placer tener otro integrante en el equipo. -Le ofreció su mano para estrechársela, dejando uno de los obuses en uno de los asientos. Este se resintió con un pequeño chirrido por el peso, quizás no podían soportar tanto.
-¿Puedo preguntar tu edad? Hay algo en ti que me hace pensar que tenemos mucho en común... Algún día deberíamos hacer alguna misión juntos. –Dijo, levantando de nuevo el obús para apoyar ambos en el suelo y no romper su sillón.
Hizo algunos estiramientos y, finalmente, se sentó. Introdujo ambos obuses en su interior, superando con creces su límite, de manera que no podría levantarse del asiento a menos que los sacara de nuevo. De momento, al menos, podría estar sentado y no ocuparía espacio innecesariamente, de manera que aún otras tres personas cabían con ellos.
-Osu, cuando salgamos de aquí intentaré sorprender a los marines con estos dos campeones que acabo de meter en mi interior. Eso, o los disparo desde el aire. ¿Dónde piensas aterrizar y qué te parece mejor?
- Resumen:
- Coger la munición, cargar con ella hasta la cápsula, guardarla y presentarme al nuevo. Preguntar a Osu dónde aterrizaremos y cuándo prefiere que dispare los obuses.
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-Me alegra oír que estas vivo y has acudido. Me encuentro sobre la isla en la nave suspendida sobre vosotros. Necesito que encuentres a algún almirante para establecer conexión, nuestros esfuerzos serán mucho más productivos si tenemos contacto directo con ellos. Cuando lo hayas conseguido te mandaré una de las armaduras para que te unas a nosotros aquí arriba o a la batalla. – Esperaría unos segundos por si quería decirme y terminaría diciendo. - Mantente a salvo, corto. – Me estaban reclamando en el puente y parecía importante, lo más probable es que fuera del individuo en el exterior.
-Emmm, nos informan que no es un hombre si no un…. ¿árbol? – Comentó el oficial a cargo de las comunicaciones. - Parece que no responde, aunque les ha parecido una capa de alto rango de la marina en él. ¿Ordenes?
-Dejarle ir, pero mantenerlo vigilado. Tenemos cosas más importantes entre manos ahora mismo. Quiero que posicione la nave de tal forma que podamos cubrir la mayor parte de terreno con los cañones, especialmente los cuadrantes donde esta ese otro aparato volador y la mayor concentración pirata y revolucionaria. Apunt…….
-¡Han comenzado las hostilidades! ¡El árbol acaba de lanzar dos objetos no identificados contra varios barcos! ¡La otra unidad voladora de la marina ha lanzado cuatro misiles!
-¡Pasen a modo alerta omega! Quiero a todo el mundo en sus puestos, generadores listos por si necesitamos el escudo. Cuatro cañones pesados y tres ligeros apuntando en todo momento a la aeronave enemiga, en cuanta haga algo sospechoso la borráis del cielo. Fijar los blancos del resto de cañones pesados en los buques más grandes de la flota revolucionaria y pirata, dejando de lado los que parecen estar de parlamento con los marines, no queremos hacernos más enemigos ahora mismo. Mandarle un mensaje a la otra aeronave de nuestro bando, si tienen una IA la quiero conectada a nuestro sistema cuanto antes para proporcionarle apoyo de radar y fuego ligero de cobertura.
-¡Blancos fijados! Esperando ordenes
-¡Escudos listo y a la espera!
-¡Comunicaciones pendiente!
-¡Jefe de artillería! ¿Están a distancia de tiro?
-Emmm, nos informan que no es un hombre si no un…. ¿árbol? – Comentó el oficial a cargo de las comunicaciones. - Parece que no responde, aunque les ha parecido una capa de alto rango de la marina en él. ¿Ordenes?
-Dejarle ir, pero mantenerlo vigilado. Tenemos cosas más importantes entre manos ahora mismo. Quiero que posicione la nave de tal forma que podamos cubrir la mayor parte de terreno con los cañones, especialmente los cuadrantes donde esta ese otro aparato volador y la mayor concentración pirata y revolucionaria. Apunt…….
-¡Han comenzado las hostilidades! ¡El árbol acaba de lanzar dos objetos no identificados contra varios barcos! ¡La otra unidad voladora de la marina ha lanzado cuatro misiles!
-¡Pasen a modo alerta omega! Quiero a todo el mundo en sus puestos, generadores listos por si necesitamos el escudo. Cuatro cañones pesados y tres ligeros apuntando en todo momento a la aeronave enemiga, en cuanta haga algo sospechoso la borráis del cielo. Fijar los blancos del resto de cañones pesados en los buques más grandes de la flota revolucionaria y pirata, dejando de lado los que parecen estar de parlamento con los marines, no queremos hacernos más enemigos ahora mismo. Mandarle un mensaje a la otra aeronave de nuestro bando, si tienen una IA la quiero conectada a nuestro sistema cuanto antes para proporcionarle apoyo de radar y fuego ligero de cobertura.
-¡Blancos fijados! Esperando ordenes
-¡Escudos listo y a la espera!
-¡Comunicaciones pendiente!
-¡Jefe de artillería! ¿Están a distancia de tiro?
- Resumen:
- Responder a Kemmei.
No atacar a Kodama y dar órdenes para preparar la ofensiva
Preparar los escudos y fijar los blancos en los buques más grandes y la nave de yuu, evitando a la flota de Dexter.
Esperar a saber si están dentro del rango de tiro para iniciar el ataque.
Luka Rooney
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A la pelirroja no pareció sentarle demasiado bien que el Gyojin diese su opinión respecto a lo que su capitán le había dicho. Éste ladeó la cabeza y arqueó la ceja derecha, mirando fijamente el rostro de aquella mujer que para el habitante del mar era lo más parecido a una bruja que jamás había visto.
Cuando se disponía a responderle, Zane intervino, comentando que se esperaba la reacción del habitante del mar. Así como la de Therax, más cometida que la suya, aunque con el mismo pensamiento.
- Está bien, mis disculpas si le ha parecido una respuesta grosera, señora -comentó haciendo una exagerada reverencia
Selene comenzó a dar explicaciones sobre su poder, algo que había visto pero aún no conocía, o al menos no intuía de dónde podía salir. Consciente desde el primer día que la vio de que era usuaria, en ese momento conoció la raíz de sus extraños poderes.
- Bueno, supongo que nos serás de ayuda. Centrémonos en el enemigo, y todo saldrá bien.
Respecto al plan que el propio Gyojin había propuesto sobre él mismo y los barcos marines, sí que pareció agradarle al capitán, que le pidió que se acercase a un barco específico y lo hiciera naufragar en lo más profundo del mar de alguna manera.
- Perfecto, capi…-el tiburón se vió obligado a frenar su frase al ver caer a una mujer del cielo-. ¿Qué cojones?
Sin embargo, ésta parecía conocer a Therax, por lo que se limitó a acercarse y ver cómo todos se presentaban.
- Supongo que tengo que decir que encantado. Soy Luka -comentó tendiéndole la mano-. Y si me disculpáis, tengo cosas que hacer.
Pero tras darse la vuelta no pudo evitar decir unas quizá últimas palabras.
- A todos, encantados de haberos conocido. Incluso a tí, Selene. Si no salgo con vida de esta, prometo liarla en el infierno -comentó saltando al agua con el den den Zane en mano cubierto de una de las bolsas impermeables que habían comprado recientemente.
Una vez en el agua, se sumergió hasta una distancia que creyó cauta -y desde la que pretendía que no le viesen-, y se acercó al barco seleccionado por el capitán. Una vez llegó, observó con detenimiento cada parte del casco de éste, así como cada recoveco que pudo para percatarse de cuál era la parte más débil y así preparar su golpe para tumbar el navío. Su afán por la madera y su labor de carpintero le habían instruido para identificar dichas debilidades en un barco. Quizá, con suerte, el capitán le diese la orden pronto.
- Aquí Luka, capitán -comentó con voz firme-. A tu señal tumbo el barco y me voy al siguiente. Cambio y corto.
Siempre había querido decir cambio y corto sin parecer retrasado, y aquella vez su pequeño sueño se hizo realidad. Quizá tuviera alguna que otra opción de decirlo más veces en aquella isla. O puede que no hiciese falta.
Cuando se disponía a responderle, Zane intervino, comentando que se esperaba la reacción del habitante del mar. Así como la de Therax, más cometida que la suya, aunque con el mismo pensamiento.
- Está bien, mis disculpas si le ha parecido una respuesta grosera, señora -comentó haciendo una exagerada reverencia
Selene comenzó a dar explicaciones sobre su poder, algo que había visto pero aún no conocía, o al menos no intuía de dónde podía salir. Consciente desde el primer día que la vio de que era usuaria, en ese momento conoció la raíz de sus extraños poderes.
- Bueno, supongo que nos serás de ayuda. Centrémonos en el enemigo, y todo saldrá bien.
Respecto al plan que el propio Gyojin había propuesto sobre él mismo y los barcos marines, sí que pareció agradarle al capitán, que le pidió que se acercase a un barco específico y lo hiciera naufragar en lo más profundo del mar de alguna manera.
- Perfecto, capi…-el tiburón se vió obligado a frenar su frase al ver caer a una mujer del cielo-. ¿Qué cojones?
Sin embargo, ésta parecía conocer a Therax, por lo que se limitó a acercarse y ver cómo todos se presentaban.
- Supongo que tengo que decir que encantado. Soy Luka -comentó tendiéndole la mano-. Y si me disculpáis, tengo cosas que hacer.
Pero tras darse la vuelta no pudo evitar decir unas quizá últimas palabras.
- A todos, encantados de haberos conocido. Incluso a tí, Selene. Si no salgo con vida de esta, prometo liarla en el infierno -comentó saltando al agua con el den den Zane en mano cubierto de una de las bolsas impermeables que habían comprado recientemente.
Una vez en el agua, se sumergió hasta una distancia que creyó cauta -y desde la que pretendía que no le viesen-, y se acercó al barco seleccionado por el capitán. Una vez llegó, observó con detenimiento cada parte del casco de éste, así como cada recoveco que pudo para percatarse de cuál era la parte más débil y así preparar su golpe para tumbar el navío. Su afán por la madera y su labor de carpintero le habían instruido para identificar dichas debilidades en un barco. Quizá, con suerte, el capitán le diese la orden pronto.
- Aquí Luka, capitán -comentó con voz firme-. A tu señal tumbo el barco y me voy al siguiente. Cambio y corto.
Siempre había querido decir cambio y corto sin parecer retrasado, y aquella vez su pequeño sueño se hizo realidad. Quizá tuviera alguna que otra opción de decirlo más veces en aquella isla. O puede que no hiciese falta.
- Resumen:
Aceptar el plan de Zane.
Presentarse ante la nueva llovida del cielo (Annie).
Decir unas últimas palabras.
Posicionarse en el barco indicado por Zane y hacérselo saber vía den den mushi.
Brynn
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La idea del asesino pareció agradar a Syxel, y también a Nailah, que se acercó a escuchar todo lo que se habló. Antes de que el capitán pirata pudiese decidir, Brynn optó por dar su opinión e interferir en ésta, tomando como buena la petición de la tripulante de la banda.
- Me parece una buena idea, Nailah. Además, de este modo no me harías más falta, Syxel, así te podrías centrar en tu plan. Seguro que no es fácil idear algo guste a todos los presentes -comentó ojeando a toda la gente del barco, que parecía motivada tra el discurso del capitán-. Si no hay problema, ven conmigo Nailah.
Pero entonces alguien apareció de sorpresa y se ofreció voluntario. Brynn no recordaba haberle visto antes, pero ya le pasaba con la mayoría del personal de aquél barco, por lo que se limitó a esperar la respuesta de Nailah o Syxel. Sin embargo, por alguna razón, tras mirar a aquel extraño tipo, el asesino empezó a pensar que sí que les podía ser útil. No sabía ni por qué, ni qué hacía que aquellos pensamientos fueran tan positivos respecto al extraño hombre. Pocas veces pensaba bien de alguien que salía de la nada, pero quizá aquella era la excepción que confirmaba la regla.
Tras ello, el moreno se giraría a Nailah tras oír su petición y le pediría un pequeño favor, dado que él no conocía a nadie de la banda más allá del capitán, el gigante malhumorado y su osa, Nassor y la propia Nailah.
- Nunca te lo he preguntado, pero supongo que llevas tiempo aquí. ¿Podrías reunir a siete u ocho hombres silenciosos? Que no sean ni muy pesados ni muy altos, que hagan poco ruido, sean habilidosos y sobre todo que sepan acatar órdenes sin rechistar. ¿Podrías? Nos harán falta después, pero parece que primero tendremos que currarnos el llegar hasta la orilla. Quizá sea buena idea saber de qué están hechos antes de jugarnos todo a una carta.
Cuando se disponía a ojear los bolsillos de su chaqueta y pantalón, Nassor llegó y le entregó tres pequeñas bolas. ¿Rumble balls? Las había visto durante sus viajes, pero nunca había ingerido una. Aunque por otra parte, hacía relativamente poco que tenía akuma, por lo que era algo normal. Tras ello le dió un consejo, y es que las tomase sólo en situaciones puntuales. Afirmó con la cabeza y se aseguró de haberlo entendido, guardando una para una posible huída.
- Gracias, Nassor. Sabré recompensarte si todo sale bien -guiñó el ojo a la par que se preparaba para la posible batalla e intentaba idear algún tipo de plan para no llamar la atención.
Entonces observó cómo el mar se estaba congelando. Se sorprendió enormemente al ver algo así, cogió un par de manzanas de la mochila y las lanzó, la primera sin mucha fuerza y la siguiente con alguna más. Su intención era únicamente saber si el hielo estaba formando una capa pequeña o de mayor grosor.
Y, por si no fuera poco, sin rostro se percató de un misil que se dirigía hacia ellos. El extraño tipo que se presentó minutos atrás saltó y proyectó una bala hacia el misil. ¿Acaso pretendía hacerlo explotar en el aire? Aunque le parecía una gran tontería, el asesino rezó a su venerable diosa en ese momento.
- ¡Todos los que podáis, venid aquí!
Consciente de la posible muerte de la mayoría de la tripulación, Brynn intentó que todos se acercasen para una posible huída. Si la cosa se ponía fea, se transformaría en forma completa y ayudaría a huir a todos los que pudiera.
- Soy de poco pedir, usted lo sabe, mi diosa. Permítame continuar mi viaje, deme fuerzas para acariciar con el filo de mi daga las gargantas de aquellos que se me pongan delante, permítame vivir y seguir con este sueño que tanto está durando. Sálveme a mí, a Nailah y a quién quiera que se encuentre en este barco. Si lo hace, prometo seguir honrándola con todo tipo de muertes. Pero no la mía, amada Muerte, la mía debe aún esperar.
- Me parece una buena idea, Nailah. Además, de este modo no me harías más falta, Syxel, así te podrías centrar en tu plan. Seguro que no es fácil idear algo guste a todos los presentes -comentó ojeando a toda la gente del barco, que parecía motivada tra el discurso del capitán-. Si no hay problema, ven conmigo Nailah.
Pero entonces alguien apareció de sorpresa y se ofreció voluntario. Brynn no recordaba haberle visto antes, pero ya le pasaba con la mayoría del personal de aquél barco, por lo que se limitó a esperar la respuesta de Nailah o Syxel. Sin embargo, por alguna razón, tras mirar a aquel extraño tipo, el asesino empezó a pensar que sí que les podía ser útil. No sabía ni por qué, ni qué hacía que aquellos pensamientos fueran tan positivos respecto al extraño hombre. Pocas veces pensaba bien de alguien que salía de la nada, pero quizá aquella era la excepción que confirmaba la regla.
Tras ello, el moreno se giraría a Nailah tras oír su petición y le pediría un pequeño favor, dado que él no conocía a nadie de la banda más allá del capitán, el gigante malhumorado y su osa, Nassor y la propia Nailah.
- Nunca te lo he preguntado, pero supongo que llevas tiempo aquí. ¿Podrías reunir a siete u ocho hombres silenciosos? Que no sean ni muy pesados ni muy altos, que hagan poco ruido, sean habilidosos y sobre todo que sepan acatar órdenes sin rechistar. ¿Podrías? Nos harán falta después, pero parece que primero tendremos que currarnos el llegar hasta la orilla. Quizá sea buena idea saber de qué están hechos antes de jugarnos todo a una carta.
Cuando se disponía a ojear los bolsillos de su chaqueta y pantalón, Nassor llegó y le entregó tres pequeñas bolas. ¿Rumble balls? Las había visto durante sus viajes, pero nunca había ingerido una. Aunque por otra parte, hacía relativamente poco que tenía akuma, por lo que era algo normal. Tras ello le dió un consejo, y es que las tomase sólo en situaciones puntuales. Afirmó con la cabeza y se aseguró de haberlo entendido, guardando una para una posible huída.
- Gracias, Nassor. Sabré recompensarte si todo sale bien -guiñó el ojo a la par que se preparaba para la posible batalla e intentaba idear algún tipo de plan para no llamar la atención.
Entonces observó cómo el mar se estaba congelando. Se sorprendió enormemente al ver algo así, cogió un par de manzanas de la mochila y las lanzó, la primera sin mucha fuerza y la siguiente con alguna más. Su intención era únicamente saber si el hielo estaba formando una capa pequeña o de mayor grosor.
Y, por si no fuera poco, sin rostro se percató de un misil que se dirigía hacia ellos. El extraño tipo que se presentó minutos atrás saltó y proyectó una bala hacia el misil. ¿Acaso pretendía hacerlo explotar en el aire? Aunque le parecía una gran tontería, el asesino rezó a su venerable diosa en ese momento.
- ¡Todos los que podáis, venid aquí!
Consciente de la posible muerte de la mayoría de la tripulación, Brynn intentó que todos se acercasen para una posible huída. Si la cosa se ponía fea, se transformaría en forma completa y ayudaría a huir a todos los que pudiera.
- Soy de poco pedir, usted lo sabe, mi diosa. Permítame continuar mi viaje, deme fuerzas para acariciar con el filo de mi daga las gargantas de aquellos que se me pongan delante, permítame vivir y seguir con este sueño que tanto está durando. Sálveme a mí, a Nailah y a quién quiera que se encuentre en este barco. Si lo hace, prometo seguir honrándola con todo tipo de muertes. Pero no la mía, amada Muerte, la mía debe aún esperar.
- Resumen:
Aceptar a Nailah en la misión.
Esperar a que Syxel o Nailah le presenten al tipo nuevo.
Pedirle a Nailah que reuna un grupo pequeño de hombres.
Sorprenderse al ver el mar congelándose e intentar averiguar qué grosor tiene el hielo.
Ver el misil acercándose y a Ivan disparándole.
Pedir a todos que se pongan cerca de él por si el misil sigue la trayectoria, en dicho caso, se transformaría y llevaría a todos los posibles hasta un barco aliado cercano.
Prepararse para lo que se viene rezando a la diosa Muerte.
Danio Rerio
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-¡A la Orden! – Tras decir lo cual salí corriendo en dirección al puerto.
Ver un gyojin correr por las calles debía ser lo más raro del mundo, y más sabiendo que casi todos estaban considerados enemigos del gobierno. Todo con los que me iba cruzando se giraban o aferraban a sus armas, hasta que veían la capa y casi caían antes de intentar cuadrarse. Los más avispados simplemente hacían el saludo con la mano al darse cuenta de que ni me fijaría en ellos si no lo hacían. Hacía ya rato que habían empezado a llegar buques y ya podía ser tarde, por eso corría como alma que lleva el diablo.
En cuanto estuve lo suficientemente cerca me lancé al agua, hundiéndome rápidamente y acelerando a la velocidad máxima de nado. Gracias a ella estaría en bloqueo naval en menos de lo que cantaba un gallo. Casi olvido que la indicación era ir al este, por lo que tuve que redirigirme sobre la marcha. No tarde en notar algo raro, el agua estaba perdiendo calor rápidamente, y al mirar para atrás vi el por qué, Al estaba congelando el mar alrededor del peñasco. No tendría problemas de escapar con mi velocidad, pero sería imposible para los barcos atravesar línea defensiva, al menos que contaran con lanzallamas del tamaño de gigantes.
Una vez en el área de buques del este comencé la búsqueda de navíos sumergidos con recubrimiento, submarinos u otros miembros de mi especie. No me agradaba la idea de tener que matarlos, prefería que cambiaran de idea o de vida, pero no permitiría que atacaran a los barcos o a mis compañeros marines. La primera opción que se me paso de encontrar a algún hostil era la de seguir los pasos de mi jefe de división y usar mi ámbito helado para congelar el agua a su alrededor. Debía tener en cuanta las nuevas corrientes formadas por la congelación del mar, al menos de esa manera no estaría en desventaja si mis rivales también conocían el oficio de navegación.
Ver un gyojin correr por las calles debía ser lo más raro del mundo, y más sabiendo que casi todos estaban considerados enemigos del gobierno. Todo con los que me iba cruzando se giraban o aferraban a sus armas, hasta que veían la capa y casi caían antes de intentar cuadrarse. Los más avispados simplemente hacían el saludo con la mano al darse cuenta de que ni me fijaría en ellos si no lo hacían. Hacía ya rato que habían empezado a llegar buques y ya podía ser tarde, por eso corría como alma que lleva el diablo.
En cuanto estuve lo suficientemente cerca me lancé al agua, hundiéndome rápidamente y acelerando a la velocidad máxima de nado. Gracias a ella estaría en bloqueo naval en menos de lo que cantaba un gallo. Casi olvido que la indicación era ir al este, por lo que tuve que redirigirme sobre la marcha. No tarde en notar algo raro, el agua estaba perdiendo calor rápidamente, y al mirar para atrás vi el por qué, Al estaba congelando el mar alrededor del peñasco. No tendría problemas de escapar con mi velocidad, pero sería imposible para los barcos atravesar línea defensiva, al menos que contaran con lanzallamas del tamaño de gigantes.
Una vez en el área de buques del este comencé la búsqueda de navíos sumergidos con recubrimiento, submarinos u otros miembros de mi especie. No me agradaba la idea de tener que matarlos, prefería que cambiaran de idea o de vida, pero no permitiría que atacaran a los barcos o a mis compañeros marines. La primera opción que se me paso de encontrar a algún hostil era la de seguir los pasos de mi jefe de división y usar mi ámbito helado para congelar el agua a su alrededor. Debía tener en cuanta las nuevas corrientes formadas por la congelación del mar, al menos de esa manera no estaría en desventaja si mis rivales también conocían el oficio de navegación.
- resumen:
- Correr un descosido por las calles de la isla.
Lanzarme al mar escapando de la congelación en dirección a la flota este.
Buscar anomalías en la zona, barcos con recubrimiento, submarinos, o gyojin/humanos/etc sumergidos.
Kenmei Shiba
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No pude evitar reírme ante las últimas palabras de Corvo antes de cortar la comunicación. ¡Pues claro que iba a mantenerme a salvo! ¿Morir yo en una estupidez militar a gran escala como esta? Eso no iba a pasar.
Por desgracia, resultaba que aquellas instalaciones eran una basura, llenas de máquinas endebles del siglo pasado y... de los químicos ni siquiera haré un comentario. Menudo desastre, seguía sin entender qué pintaba yo en todo esto.
Sin saber muy bien el papel que tenía que cumplir allí, y tras ver la agitación por la llegada de la flota de los Blue Rose Pirates, no tenía otra cosa que hacer que obedecer a Corvo. ¿Buscar un almirante entre este caos? Bueno, quizás no era tan difícil.
Supuse que lo que quería era tener línea directa con el almirantazgo para que le dijeran como actuar en todo momento… Si yo estaba metido en esto, quizás algún almirante se fijara en mí y facilitara mi ascenso. Recité el poema “Cielo” y, en cuanto surgieron a mi espalda ese par de alas de acero, me elevé en busca de alguno de los almirantes sin tener que preocuparme de la multitud que se movía de acá para allá.
-Veamos… No sé si estarán todos aquí, pero quizás en el fortín encontraré a alguien. –A la mayor velocidad que pude, me dirigí volando hacia donde supuse que se encontraba. Aterricé ante los que aseguraban la entrada, que de inmediato me apuntaron y exigieron identificación. Levantando los brazos en son de paz, procedí a hablar. -Más despacio, chicos. Soy Kenmei Shiba, científico del gobierno, miembro de la División Científica por la Justicia y ayudante de laboratorio. Me manda Corvo, que pide conexión con algún miembro del almirantazgo. –Al terminar de hablar, hice desaparecer mis alas, que de seguro me estaban dando un aspecto algo más intimidante.
Por desgracia, resultaba que aquellas instalaciones eran una basura, llenas de máquinas endebles del siglo pasado y... de los químicos ni siquiera haré un comentario. Menudo desastre, seguía sin entender qué pintaba yo en todo esto.
Sin saber muy bien el papel que tenía que cumplir allí, y tras ver la agitación por la llegada de la flota de los Blue Rose Pirates, no tenía otra cosa que hacer que obedecer a Corvo. ¿Buscar un almirante entre este caos? Bueno, quizás no era tan difícil.
Supuse que lo que quería era tener línea directa con el almirantazgo para que le dijeran como actuar en todo momento… Si yo estaba metido en esto, quizás algún almirante se fijara en mí y facilitara mi ascenso. Recité el poema “Cielo” y, en cuanto surgieron a mi espalda ese par de alas de acero, me elevé en busca de alguno de los almirantes sin tener que preocuparme de la multitud que se movía de acá para allá.
-Veamos… No sé si estarán todos aquí, pero quizás en el fortín encontraré a alguien. –A la mayor velocidad que pude, me dirigí volando hacia donde supuse que se encontraba. Aterricé ante los que aseguraban la entrada, que de inmediato me apuntaron y exigieron identificación. Levantando los brazos en son de paz, procedí a hablar. -Más despacio, chicos. Soy Kenmei Shiba, científico del gobierno, miembro de la División Científica por la Justicia y ayudante de laboratorio. Me manda Corvo, que pide conexión con algún miembro del almirantazgo. –Al terminar de hablar, hice desaparecer mis alas, que de seguro me estaban dando un aspecto algo más intimidante.
- Resumen:
- Salgo volando para obedecer a Corvo e intento obtener conexión con algún almirante. Me identifico con las manos levantadas y cancelando las alas de acero.
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