Kenzo Nakajima
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La voz de Jason sacó al brazos largos de sus ensoñaciones. << Oh, el paracaídas, es cierto. >> pensó Kenzo al escuchar lo que su compañero le decía. No obstante, su respuesta no fue ni mucho menos similar:
- ¿Paracaídas? - dijo, devolviendo una sonrisa igualmente perturbadora tras sus vendas en una expresión que reflejaba su gran orgullo. - Con mis telarañas tengo suficiente para frenar mi caída. Aunque bueno, no estaría de más ponerse uno por si acaso.
Mientras decía esto, el marine procedió a colocarse una de aquellas mochilas en la espalda. Fanfarronear un poco en tono de broma era una cosa, pero jugarse la vida una muy diferente. No dudaba de que las telarañas impedirían que chocase contra el agua, pero seguramente el efecto sobre sus brazos sería devastador. Nada que sus queridas vendas no pudiesen curar por completo, pero desde luego llevaría tanto tiempo que no podría apenas ayudar en la batalla.
Tras la siguiente afirmación de Jason sobre los cuchillos y su ventaja sobre las espadas, el brazos largos no pudo evitar soltar una carcajada en tono jocoso. No con mala intención, pues su compañero le caía bien, sino más bien para dejar claro que no estaba para nada de acuerdo.
- Creeme, camarada. Cuando te halles frente a algún sucio pirata armado con espadas desearás disponer de algún arma más larga que un cuchillo. En mi opinión, nada como una buena katana para acabar con cuantos enemigos sea necesario. - dijo, imprimiendo cada una de sus palabras de una firme determinación.
Mientras hablaba, observó como su compañero hacía gala de su peculiar poder para que la ingente cantidad de armas que poseía se moviesen por el aire y se colocaran cada una en su sitio. Aquella habilidad intrigaba bastante al brazos largos, ya que le permitía hacer con suma facilidad cosas que, de otro modo, requerían de una enorme habilidad y cientos de horas de práctica. Eso sí, seguro que por mucho que pudiese mover los objetos sin tocarlos e imitase sus gestos no era capaz de hacer malabares tan espectaculares como él, que se había criado como artista de troupe.
En aquel momento, la voz del Vicealmirante por megafonía anunció que los miembros de Loyal Army debían acudir a la cabina. Al parecer algo importante estaba a punto de ocurrir. Silver, actuando con rapidez, mandó a Jason en busca de Iulio, que seguramente estaría durmiendo en cualquier sitio lo suficientemente amplio como para poder tumbarse sobre él. Acto seguido, comenzó a avanzar en dirección a la cabina. Ni corto ni perezoso, el brazos largos le siguió a pocos pasos de distancia.
Nada más llegar a aquella sala, algo captó rápidamente la atención del espadachín. En las pantallas que enfocaban a la flota que había bajo sus pies había aparecido de la nada un enorme iceberg que se extendía imparablemente por el mar. ¿Quién habría sido capaz de crear algo tan inmenso en tan poco tiempo?
Antes de que pudiese pensar en nada más, el Vicealmirante indicó a Silver que pulsase un enorme botón rojo que, según sus palabras, servía para disparar misiles. El cyborg no se lo pensó mucho y, en cuanto presionó aquel botón, cuatro enormes misiles salieron de la nave en dirección cada uno a uno de los barcos piratas. No obstante, pareció que alguien en el navío más grande disparaba al cohete dirigido hacia dicho buque.
Expectante, Kenzo observaba con atención lo que ocurría. Nada le satisfacería más que ver a todos aquellos cabrones morir, así que esperaba que el intento del tipo por interceptar el misil no fuese efectivo.
- ¿Paracaídas? - dijo, devolviendo una sonrisa igualmente perturbadora tras sus vendas en una expresión que reflejaba su gran orgullo. - Con mis telarañas tengo suficiente para frenar mi caída. Aunque bueno, no estaría de más ponerse uno por si acaso.
Mientras decía esto, el marine procedió a colocarse una de aquellas mochilas en la espalda. Fanfarronear un poco en tono de broma era una cosa, pero jugarse la vida una muy diferente. No dudaba de que las telarañas impedirían que chocase contra el agua, pero seguramente el efecto sobre sus brazos sería devastador. Nada que sus queridas vendas no pudiesen curar por completo, pero desde luego llevaría tanto tiempo que no podría apenas ayudar en la batalla.
Tras la siguiente afirmación de Jason sobre los cuchillos y su ventaja sobre las espadas, el brazos largos no pudo evitar soltar una carcajada en tono jocoso. No con mala intención, pues su compañero le caía bien, sino más bien para dejar claro que no estaba para nada de acuerdo.
- Creeme, camarada. Cuando te halles frente a algún sucio pirata armado con espadas desearás disponer de algún arma más larga que un cuchillo. En mi opinión, nada como una buena katana para acabar con cuantos enemigos sea necesario. - dijo, imprimiendo cada una de sus palabras de una firme determinación.
Mientras hablaba, observó como su compañero hacía gala de su peculiar poder para que la ingente cantidad de armas que poseía se moviesen por el aire y se colocaran cada una en su sitio. Aquella habilidad intrigaba bastante al brazos largos, ya que le permitía hacer con suma facilidad cosas que, de otro modo, requerían de una enorme habilidad y cientos de horas de práctica. Eso sí, seguro que por mucho que pudiese mover los objetos sin tocarlos e imitase sus gestos no era capaz de hacer malabares tan espectaculares como él, que se había criado como artista de troupe.
En aquel momento, la voz del Vicealmirante por megafonía anunció que los miembros de Loyal Army debían acudir a la cabina. Al parecer algo importante estaba a punto de ocurrir. Silver, actuando con rapidez, mandó a Jason en busca de Iulio, que seguramente estaría durmiendo en cualquier sitio lo suficientemente amplio como para poder tumbarse sobre él. Acto seguido, comenzó a avanzar en dirección a la cabina. Ni corto ni perezoso, el brazos largos le siguió a pocos pasos de distancia.
Nada más llegar a aquella sala, algo captó rápidamente la atención del espadachín. En las pantallas que enfocaban a la flota que había bajo sus pies había aparecido de la nada un enorme iceberg que se extendía imparablemente por el mar. ¿Quién habría sido capaz de crear algo tan inmenso en tan poco tiempo?
Antes de que pudiese pensar en nada más, el Vicealmirante indicó a Silver que pulsase un enorme botón rojo que, según sus palabras, servía para disparar misiles. El cyborg no se lo pensó mucho y, en cuanto presionó aquel botón, cuatro enormes misiles salieron de la nave en dirección cada uno a uno de los barcos piratas. No obstante, pareció que alguien en el navío más grande disparaba al cohete dirigido hacia dicho buque.
Expectante, Kenzo observaba con atención lo que ocurría. Nada le satisfacería más que ver a todos aquellos cabrones morir, así que esperaba que el intento del tipo por interceptar el misil no fuese efectivo.
- Resumen:
- - Hablar con Jason, dirigirme a la cabina con Silver y observar con expectación lo que sucede con los misiles.
Marc Kiedis
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La petición de Zane desencadenó una pequeña discusión, pues cada uno tenía su propia opinión al respecto. Marc no prestó demasiada atención a ello una vez hubo dejado claro que él no pensaba abandonar a nadie a su suerte, pero pudo notar la tensión que seguía existiendo entre Luka y la brujita.
No obstante, pronto la situación se calmó y la extraña mujer decidió confiar en ellos y hablar sobre sus poderes. Al parecer era, como la mayoría de quienes se hallaban en aquel barco, una usuaria, solo que de una akuma no mi muy particular que le permitía hacer magia. Aquella palabra intrigaba enormemente al grandullón, pues era un concepto tan amplio que casi tenía más dudas que antes sobre lo que sería capaz de hacer su nueva compañera.
Entonces, una enorme criatura alargada se acercó volando a la embarcación, hasta posarse en ella para, acto seguido, transformarse en una bella joven de cabellos plateados. El semigigante, alarmado, se dispuso a echar mano a Kotai-Hi. Sin embargo, al ver que Therax se acercaba a ella con alegría se relajó. Si era amiga del rubio significaba que era una aliada. Por lo tanto, una vez Zane se hubo presentado, él hizo lo propio. Ofreció a aquella chica su mano y una gran sonrisa mientras decía:
- Hola, ¿cómo te llamas? Yo soy Marc. Si eres amiga de Therax, me alegro mucho de conocerte.
Tras aquello, el semigigante deseó suerte a Luka y le dio una suave palmada en el hombro antes de que este se lanzase al mar, dispuesto a cumplir las órdenes del pelirrojo y sembrar el caos entre los buques de la Marina.
La tensión se mascaba en el ambiente y, además, los primeros ruidos de disparos comenzaron a oírse provenientes del este. Al parecer la batalla había comenzado. Nervioso ante lo que se avecinaba, Marc echó su mano izquierda al hombro para agarrar el pomo de Kotai-Hi y sonrió con determinación mientras decía a sus amigos:
- ¡Vamos chicos, demostremos de lo que somos capaces!
No obstante, pronto la situación se calmó y la extraña mujer decidió confiar en ellos y hablar sobre sus poderes. Al parecer era, como la mayoría de quienes se hallaban en aquel barco, una usuaria, solo que de una akuma no mi muy particular que le permitía hacer magia. Aquella palabra intrigaba enormemente al grandullón, pues era un concepto tan amplio que casi tenía más dudas que antes sobre lo que sería capaz de hacer su nueva compañera.
Entonces, una enorme criatura alargada se acercó volando a la embarcación, hasta posarse en ella para, acto seguido, transformarse en una bella joven de cabellos plateados. El semigigante, alarmado, se dispuso a echar mano a Kotai-Hi. Sin embargo, al ver que Therax se acercaba a ella con alegría se relajó. Si era amiga del rubio significaba que era una aliada. Por lo tanto, una vez Zane se hubo presentado, él hizo lo propio. Ofreció a aquella chica su mano y una gran sonrisa mientras decía:
- Hola, ¿cómo te llamas? Yo soy Marc. Si eres amiga de Therax, me alegro mucho de conocerte.
Tras aquello, el semigigante deseó suerte a Luka y le dio una suave palmada en el hombro antes de que este se lanzase al mar, dispuesto a cumplir las órdenes del pelirrojo y sembrar el caos entre los buques de la Marina.
La tensión se mascaba en el ambiente y, además, los primeros ruidos de disparos comenzaron a oírse provenientes del este. Al parecer la batalla había comenzado. Nervioso ante lo que se avecinaba, Marc echó su mano izquierda al hombro para agarrar el pomo de Kotai-Hi y sonrió con determinación mientras decía a sus amigos:
- ¡Vamos chicos, demostremos de lo que somos capaces!
- Resumen:
- - Narrar lo ocurrido en el barco, saludar a Annie, desear suerte a Luka y prepararse para la inminente batalla junto a sus amigos (No menciono a Zuko en el aire porque entiendo en su post que está a una distancia a la que una persona normal no puede verle, que se necesita vista mejorada).
Gareth Silverwing
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Poco a poco la situación fuer perdiendo tensión, a pesar de lo que cabría esperar. Era cierto, si Dexter nos quisiera muertos ya estaríamos en problemas. Puede que nosotros no fuéramos los únicos que debiesen tener cuidado con él, los piratas lo estaban ignorando y ese ejército no estaba ahí sólo para guardar la espalda del posible hombre más fuerte del mundo.
Tras organizarnos recibí las órdenes de acompañar a Al junto con Jack, mientras tanto presenciaba como la nave de Kai abría fuego contra los piratas. El vicealmirante comenzó a hablar, era un plan sencillo, pero necesario en un asedio como este, con tantos enemigos levantar una barrera para contenerlos debía de ser nuestra prioridad, los cañones de la base podían encargarse de ellos a esa distancia. Los aliados que quedasen al otro lado podían ser rescatados mientras estuvieran cerca de Dexter, por fortuna no era el grueso de nuestra fuerza y no creo que el Dragón viera con buenos ojos que los atacasen mientras negociaban.
Una vez sobre la superficie del mar me alcé un par de metros sobre esta y comencé a sobrevolarla mientras rodeaba la isla en forma de un anillo interior, una capa por dentro de la que estaba formando Al, primero una gruesa de hielo puro, mar congelado que los barcos fuesen incapaces de traspasar. A la velocidad a la que iba con dos o tres vueltas bastaría para terminar mi tarea. Si alguien se metía en mi camino simplemente lo reventaría a golpes y dejaría los improbables restos a merced de Jack.
Según mis cálculos en un minuto o algo más tendría todo hecho, ahora sólo quedaba esperar. Mientras tanto almacenaría aquella ingente cantidad de energía térmica para usarla luego contra... algo.
- Jack, todo tuyo, obra tu magia. - Ordené a mi, en teoría, superior.
Con esto los piratas no tendrían más remedio que desembarcar en el hielo. Y hablando de hielo, la temperatura estaba bajando bastante, puede que necesitasen un abrigo o algo y a lo mejor generábamos algún cambio en el clima de la isla a pequeña escala. Pero todo eso era parte de la diversión.
Tras organizarnos recibí las órdenes de acompañar a Al junto con Jack, mientras tanto presenciaba como la nave de Kai abría fuego contra los piratas. El vicealmirante comenzó a hablar, era un plan sencillo, pero necesario en un asedio como este, con tantos enemigos levantar una barrera para contenerlos debía de ser nuestra prioridad, los cañones de la base podían encargarse de ellos a esa distancia. Los aliados que quedasen al otro lado podían ser rescatados mientras estuvieran cerca de Dexter, por fortuna no era el grueso de nuestra fuerza y no creo que el Dragón viera con buenos ojos que los atacasen mientras negociaban.
Una vez sobre la superficie del mar me alcé un par de metros sobre esta y comencé a sobrevolarla mientras rodeaba la isla en forma de un anillo interior, una capa por dentro de la que estaba formando Al, primero una gruesa de hielo puro, mar congelado que los barcos fuesen incapaces de traspasar. A la velocidad a la que iba con dos o tres vueltas bastaría para terminar mi tarea. Si alguien se metía en mi camino simplemente lo reventaría a golpes y dejaría los improbables restos a merced de Jack.
Según mis cálculos en un minuto o algo más tendría todo hecho, ahora sólo quedaba esperar. Mientras tanto almacenaría aquella ingente cantidad de energía térmica para usarla luego contra... algo.
- Jack, todo tuyo, obra tu magia. - Ordené a mi, en teoría, superior.
Con esto los piratas no tendrían más remedio que desembarcar en el hielo. Y hablando de hielo, la temperatura estaba bajando bastante, puede que necesitasen un abrigo o algo y a lo mejor generábamos algún cambio en el clima de la isla a pequeña escala. Pero todo eso era parte de la diversión.
- Resumen:
- Seguir el plan de Al y encargarme de la parte más cercana a la isla. Prepararme por si a alguien se le ocurre hacer el graciosillo.
Kazuo Tanaka
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Apenas fue capaz de entender lo que estaba pasando. El vicealmirante tardó menos que un parpadeo en saber que él era un simple polizón. ”Aunque yo también me hubiera dado cuenta, idiota” – pensó esbozando una ligera sonrisa. Escuchó sus palabras y no pudo sentir cierta gracia en cómo se expresaba y le hablaba, pero tuvo que contenerse para no soltar alguna risa. Le estrechó la mano con fuerza y energía, tenía que demostrar que podía ser de ayuda… Aunque tampoco negaba que si se daba la oportunidad, se escaparía para hacerse el vago o dormir una pequeña siesta. De forma casi automática y más rápida que un suspiro, Kai ya lo estaba ascendiendo a Brigadier Intendente de Tácticas de Coerción y Hacinamiento. ”Demasiado largo como para ir diciéndolo por ahí… Mejor… B.I.T.C.H. Sí, suena bien” – se dijo mientras seguía prestando atención a lo que el alto cargo estaba diciendo. Su siguiente orden era… Traer dos packs de cervezas, negras.
No perdió el tiempo, su primer mandado era bastante sencillo y entre más tiempo estuviera en el avión y no saltando al vacío, a un lugar lleno de enemigos y un sitio donde posiblemente encontrara su muerte… No le agradaba mucho que digamos. Suspiró, no era el momento de pensar en esas cosas, tenía que pensar de manera más positiva. Algo que fuera más allá de un simple e infundado pesimismo. Quizás el hecho de ver a todos tensos era la razón de que pensara así, pero al parecer, el vicealmirante estaba más que emocionado. ¿Exceso de confianza? ¿Arrogancia? ¿Ambas? Era un poco pronto para afirmarlo y quizás tampoco debería encarar de esa forma a un alto cargo. Era un recluta y si Kai quisiera, lo degradaría más rápido que un rayo tocando tierra. ”Puedes sobrevivir, Kazuo. Solo sé tú mismo.” – se dijo a sí mismo, se dio dos golpecitos en su rostro para terminar de darse ánimos.
Escuchó las palabras del vicealmirante y apresuró el paso. Llegó al refrigerador, sacó los dos packs que le habían encargado, en el proceso, dudó si podía o no beber una sola. Negó con la cabeza, no era el momento y no iba a permitir que algo tan banal y carente de sentido como el alcohol fueran la diferencia entre la vida y la muerte. Volvió sobre sus paso, justo para ver cómo es que el Teniente Silver presionaba un gran botón rojo. ”Rojo igual peligro. Siempre” – no se había equivocado, el ataque fue indiscriminado con, lo que alcanzó a ver, mínimo 4 misiles. Tragó un poco de saliva y mientras caminaba vio un paracaídas por ahí, dejó las cervezas en el suelo, se colocó aquella mochila, recogió las cervezas y se plantó ante el vicealmirante.
– Recluta Kazuo listo, dispuesto y preparado para la batalla – dijo con una confianza que ni él mismo se creía. – Oh… Sus cervezas, señor. Gracias por el puesto de Brigadier Intendente de Tácticas de Coerción y Hacinamiento o solamente, B.I.T.C.H. Haré lo mejor que pueda, vamos a aplastar a esas escorias del mar… Señor. – Finalizó.
No perdió el tiempo, su primer mandado era bastante sencillo y entre más tiempo estuviera en el avión y no saltando al vacío, a un lugar lleno de enemigos y un sitio donde posiblemente encontrara su muerte… No le agradaba mucho que digamos. Suspiró, no era el momento de pensar en esas cosas, tenía que pensar de manera más positiva. Algo que fuera más allá de un simple e infundado pesimismo. Quizás el hecho de ver a todos tensos era la razón de que pensara así, pero al parecer, el vicealmirante estaba más que emocionado. ¿Exceso de confianza? ¿Arrogancia? ¿Ambas? Era un poco pronto para afirmarlo y quizás tampoco debería encarar de esa forma a un alto cargo. Era un recluta y si Kai quisiera, lo degradaría más rápido que un rayo tocando tierra. ”Puedes sobrevivir, Kazuo. Solo sé tú mismo.” – se dijo a sí mismo, se dio dos golpecitos en su rostro para terminar de darse ánimos.
Escuchó las palabras del vicealmirante y apresuró el paso. Llegó al refrigerador, sacó los dos packs que le habían encargado, en el proceso, dudó si podía o no beber una sola. Negó con la cabeza, no era el momento y no iba a permitir que algo tan banal y carente de sentido como el alcohol fueran la diferencia entre la vida y la muerte. Volvió sobre sus paso, justo para ver cómo es que el Teniente Silver presionaba un gran botón rojo. ”Rojo igual peligro. Siempre” – no se había equivocado, el ataque fue indiscriminado con, lo que alcanzó a ver, mínimo 4 misiles. Tragó un poco de saliva y mientras caminaba vio un paracaídas por ahí, dejó las cervezas en el suelo, se colocó aquella mochila, recogió las cervezas y se plantó ante el vicealmirante.
– Recluta Kazuo listo, dispuesto y preparado para la batalla – dijo con una confianza que ni él mismo se creía. – Oh… Sus cervezas, señor. Gracias por el puesto de Brigadier Intendente de Tácticas de Coerción y Hacinamiento o solamente, B.I.T.C.H. Haré lo mejor que pueda, vamos a aplastar a esas escorias del mar… Señor. – Finalizó.
- Resumen:
- Aceptar el puesto de Brigadier Intendente de Tácticas de Coerción y Hacinamiento (BITCH para abreviar). Obedecer a Kai, llevarle las cervezas, agarrar el paracaídas y decir que está listo para atacar. Oh… Y ver cómo empezaba el ataque a la flota de los piratas.
Dretch
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Sin apartar la vista de los sucesos de la bahía, el agente se arrebujó en su bufanda para protegerse de la brisa marina. Aún seguía sin comprender como la flota pirata, si es que a aquel batiburrillo de barcos y banderas inconexas se le podía llamar flota, habían conseguido aunar fuerzas sin matarse los unos a los otros. Se percató también de que, mientras la gran mayoría de las fuerzas de tierra permanecían estáticas, algunos oficiales elegían adentrarse en la boca del lobo. Y aunque, desde aquella distancia no era capaz de saber lo que estaba ocurriendo con certeza, una cosa estaba clara. La batalla ya había comenzado.
Cuando la muchacha desveló el nombre de su fruta del diablo, a punto estuvo de caerse del tejado por segunda vez. Se enderezó y chasqueó la lengua, escéptico. Alzó la ceja y miró de arriba abajo a la agente Nanami. No se consideraba así mismo como una gran mente pensante, a diferencia de los muchos otros agentes que había diseminados por el complejo militar. Sin embargo, era lo suficientemente observador como para interpretar que la inmensa sombra alada que hacía apenas unos instantes había sido Kaori ¡Joder, si hasta había visto los poderes de su akuma en el pasado! Su cara en ese momento era un poema. Le preocupaba que ella creyera que él era un completo zoquete ¿Realmente parecía tan torpe? Quizá, la imagen de seriedad que él creía proyectar no era otra cosa que la más pura imagen de la estupidez.
“Cumplir con mi deber y defender esta roca vale más que cualquier heroísmo…” – se dijo así mismo, consciente de que se moría de ganas por salir ahí fuera y hacerse un nombre. Y, en el fondo, estaba totalmente convencido de que mantener la posición y esperar eran la decisión correcta. Sin embargo, las palabras de Kaori hicieron que la balanza cediera peligrosamente a favor de la temeridad. Bueno, no tenía intención de quedarse al margen. Si aquellos criminales querían un trozo del pastel, ya podían venir y cogerlo. A lo que se negaba era a perder por quedarse de brazos cruzados.
Dretch, una vez recuperado de la conmoción, se apartó para darle espacio y, una vez esta hubo realizado su extraña transformación, se trató de subirse sobre su lomo. Nunca había montado sobre ningún ser vivo y cuando sus botas se posaron sobre las cobrizas escamas de la dragona, no pudo evitar sentirse incomodo al creer que, con su insignificante peso, lastimaría a su compañera. Sin embargo, esta no reaccionó.
- Vamos Zor-El, date brío o a este paso la batalla habrá terminado antes de que te hayas decidido a subir – se burló, mientras le tendía la mano para ayudarlo a subir.
Cuando la muchacha desveló el nombre de su fruta del diablo, a punto estuvo de caerse del tejado por segunda vez. Se enderezó y chasqueó la lengua, escéptico. Alzó la ceja y miró de arriba abajo a la agente Nanami. No se consideraba así mismo como una gran mente pensante, a diferencia de los muchos otros agentes que había diseminados por el complejo militar. Sin embargo, era lo suficientemente observador como para interpretar que la inmensa sombra alada que hacía apenas unos instantes había sido Kaori ¡Joder, si hasta había visto los poderes de su akuma en el pasado! Su cara en ese momento era un poema. Le preocupaba que ella creyera que él era un completo zoquete ¿Realmente parecía tan torpe? Quizá, la imagen de seriedad que él creía proyectar no era otra cosa que la más pura imagen de la estupidez.
“Cumplir con mi deber y defender esta roca vale más que cualquier heroísmo…” – se dijo así mismo, consciente de que se moría de ganas por salir ahí fuera y hacerse un nombre. Y, en el fondo, estaba totalmente convencido de que mantener la posición y esperar eran la decisión correcta. Sin embargo, las palabras de Kaori hicieron que la balanza cediera peligrosamente a favor de la temeridad. Bueno, no tenía intención de quedarse al margen. Si aquellos criminales querían un trozo del pastel, ya podían venir y cogerlo. A lo que se negaba era a perder por quedarse de brazos cruzados.
Dretch, una vez recuperado de la conmoción, se apartó para darle espacio y, una vez esta hubo realizado su extraña transformación, se trató de subirse sobre su lomo. Nunca había montado sobre ningún ser vivo y cuando sus botas se posaron sobre las cobrizas escamas de la dragona, no pudo evitar sentirse incomodo al creer que, con su insignificante peso, lastimaría a su compañera. Sin embargo, esta no reaccionó.
- Vamos Zor-El, date brío o a este paso la batalla habrá terminado antes de que te hayas decidido a subir – se burló, mientras le tendía la mano para ayudarlo a subir.
- resumen:
Divagar, sentir envidia de los marines y subirse sobre Kaori para que le lleve de turismo aéreo.
Therax dio un par de pasos para alejarse del resto de la banda, manteniendo la vista fija en los barcos enemigos en todo momento. Escuchó lo que comentaban los demás, pero no añadió nada. Debían tener un plan de acción, eso estaba claro, pero no se le ocurría un escenario en que el encuentro no terminase como una batalla campal. Permaneció sumido en sus pensamientos hasta que una sacudida a sus espaldas agitó el barco. ¿Qué demonios era aquello? ¿Habían elegido su barco como blanco del primer ataque? Instintivamente aferró con fuerza sus espadas, pero al darse la vuelta se vio obligado a relajarse.
-¿Annie? -preguntó al ver quién había detrás del dedo que apuntaba hacia él-. ¿Qué haces aquí? -añadió mientras se acercaba a ella con una sonrisa en el rostro. No obstante, no tardó en mudar su expresión al analizar la situación con un poco de detenimiento-. Pues por eso de ahí -dijo en respuesta a su pregunta, señalando a sus espaldas-, aunque veo que no te hace falta invitación.
Therax se apartó un poco, pues al ver que la reconocía los demás no tardaron en presentarse. El rubio aprovechó el momento para volver a centrar su atención en lo que sucedía en la distancia. Algunos artefactos de lo más raro se movían sobre sus cabezas, provocando que el espadachín no pudiese apartar la vista de ellos más de cinco segundos seguidos. No obstante, una figura en la distancia logró captar su atención. ¿Se dirigía hacia ellos? Tal vez, aunque aún se encontraba a demasiada distancia para afirmarlo con contundencia. Su uniforme despejaba casi cualquier duda acerca de cuáles serían sus intenciones. Además, a falta de confirmación, el modo en que se desplazaba por el aire no agradó al espadachín. Hacía pensar que tenía cierto grado de control sobre aquella molesta disciplina de combate. ¿Cuál era su nombre? No lo recordaba, pero sabía por experiencia propia que era un incordio. El domador frunció el ceño, acariciando durante un instante la empuñadura de Yuki-onna y volviendo a mirar a los suyos apenas un segundo después.
Luka se había lanzado al mar hacía unos segundos y Zane parecía estar recibiendo un mensaje suyo a través del den den Zane. Marc mostraba su entusiasmo por lo que estaba por venir y Spanner... Bueno, Spanner hacía cosas de Spanner... en silencio. Selene acababa de aportar una información muy valiosa en relación a sus habilidades. ¿Hasta qué punto podría hacer todo aquello que refería? Sería interesante averiguarlo, pero no era el momento de hacer preguntas. La tensión en el ambiente crecía por momentos, alimentada por la temporal inacción de todos cuantos se encontraban allí.
El rubio se dirigió de nuevo hacia Annie, dispuesto a formularle la pregunta que inexplicablemente había tardado tanto en hacerse:
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
-¿Annie? -preguntó al ver quién había detrás del dedo que apuntaba hacia él-. ¿Qué haces aquí? -añadió mientras se acercaba a ella con una sonrisa en el rostro. No obstante, no tardó en mudar su expresión al analizar la situación con un poco de detenimiento-. Pues por eso de ahí -dijo en respuesta a su pregunta, señalando a sus espaldas-, aunque veo que no te hace falta invitación.
Therax se apartó un poco, pues al ver que la reconocía los demás no tardaron en presentarse. El rubio aprovechó el momento para volver a centrar su atención en lo que sucedía en la distancia. Algunos artefactos de lo más raro se movían sobre sus cabezas, provocando que el espadachín no pudiese apartar la vista de ellos más de cinco segundos seguidos. No obstante, una figura en la distancia logró captar su atención. ¿Se dirigía hacia ellos? Tal vez, aunque aún se encontraba a demasiada distancia para afirmarlo con contundencia. Su uniforme despejaba casi cualquier duda acerca de cuáles serían sus intenciones. Además, a falta de confirmación, el modo en que se desplazaba por el aire no agradó al espadachín. Hacía pensar que tenía cierto grado de control sobre aquella molesta disciplina de combate. ¿Cuál era su nombre? No lo recordaba, pero sabía por experiencia propia que era un incordio. El domador frunció el ceño, acariciando durante un instante la empuñadura de Yuki-onna y volviendo a mirar a los suyos apenas un segundo después.
Luka se había lanzado al mar hacía unos segundos y Zane parecía estar recibiendo un mensaje suyo a través del den den Zane. Marc mostraba su entusiasmo por lo que estaba por venir y Spanner... Bueno, Spanner hacía cosas de Spanner... en silencio. Selene acababa de aportar una información muy valiosa en relación a sus habilidades. ¿Hasta qué punto podría hacer todo aquello que refería? Sería interesante averiguarlo, pero no era el momento de hacer preguntas. La tensión en el ambiente crecía por momentos, alimentada por la temporal inacción de todos cuantos se encontraban allí.
El rubio se dirigió de nuevo hacia Annie, dispuesto a formularle la pregunta que inexplicablemente había tardado tanto en hacerse:
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
- Resumen:
- Relleno rico y sabrosón en forma de narración de lo que sucede, ver a Zuko y hablar con Annie. Bueno, y esperar órdenes, claro está.
Lily Morgan
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A medida que los minutos pasan crece el nerviosismo en el navío. Los movimientos de los cadetes están cada vez más cargados de tensión. Por mucho que mire a mi alrededor me encuentro con las mismas caras contraídas, e incluso exaltadas. Mi libreta va a llenarse de retratos que en poco se parecerán a los pintados por los artistas de la antigüedad en sus campañas. ¿Modificaban las expresiones de los soldados para que fuesen más heroicas? Tampoco sería descabellado, a fin de cuentas la historia del arte se deja manipular con cuatro carantoñas.
El buque se ha convertido en un hormigueo incesante de personas que deambulan de un lado para otro. Debo suponer, que tal y como es mi caso, esta es la primera gran incursión de muchos de nosotros. Pero incluso una cabeza hueca, como yo, sabe que lo mejor que se puede hacer por ahora es tranquilizarse. No me gustan las aglomeraciones, las detesto, y si cubierta sigue llenándose de revolucionarios inquietos voy a perder los papeles. Tuerzo la boca expresando desgana mientras empiezo a canturrear para mí misma. Necesito distraerme con algo más.
- They will not force us, they will stop degrading us, they will not control us. We will be victorious...
No pasa mucho tiempo tras el inicio que ya me veo obligada a detener mi cántico. Un pequeño revuelo, formado por algunos de mis compañeros, me alertan de la posibilidad de que el Den Den Mushi del capitán ha sonado. Finalmente, las noticias por parte de la flota principal han llegado a nuestros superiores y con ello las órdenes. Resoplo, cierro la libreta y camino hacia la formación abrazándome por la cintura.
El plan nos dividirá en dos. Algunos pasarán a las cápsulas junto a aquellos que encabezarán la ofensiva y otros permanecerán en los navíos salvaguardando la retaguardia. Uno a uno se hacen públicos los nombres de los revolucionarios que permanecerán en cada equipo y el líder de mando al que deberán obedecer. Asiento dando mi conformidad en cuanto soy informada de cuál será mi cometido; formar parte de la tripulación que no abandonará el navío.
Observo por el rabillo del ojo el fastidio por parte de algunos de mis compañeros de misión que deseaban entrar en la parte ofensiva. ¿Es que no se dan cuenta que nuestra responsabilidad es mayor? No quiero ni imaginar la cantidad de ojos que recaerán sobre nosotros en las siguientes horas. Y lo más importante, estar al cargo del cuidado de las espaldas de nuestros propios amigos.
La Marina se ha encargado de rodear la isla, por lo que no podemos perder de vista sus movimientos. Los elegidos a ocupar su sitio dentro de las cápsulas caminan de forma ordenada hacia el interior de las mismas. Me despido de ellos con una sonrisa en los labios y me dirijo hacia las dependencias del barco, donde se hará el nuevo reparto de tareas entre los que nos quedamos.
El buque se ha convertido en un hormigueo incesante de personas que deambulan de un lado para otro. Debo suponer, que tal y como es mi caso, esta es la primera gran incursión de muchos de nosotros. Pero incluso una cabeza hueca, como yo, sabe que lo mejor que se puede hacer por ahora es tranquilizarse. No me gustan las aglomeraciones, las detesto, y si cubierta sigue llenándose de revolucionarios inquietos voy a perder los papeles. Tuerzo la boca expresando desgana mientras empiezo a canturrear para mí misma. Necesito distraerme con algo más.
- They will not force us, they will stop degrading us, they will not control us. We will be victorious...
No pasa mucho tiempo tras el inicio que ya me veo obligada a detener mi cántico. Un pequeño revuelo, formado por algunos de mis compañeros, me alertan de la posibilidad de que el Den Den Mushi del capitán ha sonado. Finalmente, las noticias por parte de la flota principal han llegado a nuestros superiores y con ello las órdenes. Resoplo, cierro la libreta y camino hacia la formación abrazándome por la cintura.
El plan nos dividirá en dos. Algunos pasarán a las cápsulas junto a aquellos que encabezarán la ofensiva y otros permanecerán en los navíos salvaguardando la retaguardia. Uno a uno se hacen públicos los nombres de los revolucionarios que permanecerán en cada equipo y el líder de mando al que deberán obedecer. Asiento dando mi conformidad en cuanto soy informada de cuál será mi cometido; formar parte de la tripulación que no abandonará el navío.
Observo por el rabillo del ojo el fastidio por parte de algunos de mis compañeros de misión que deseaban entrar en la parte ofensiva. ¿Es que no se dan cuenta que nuestra responsabilidad es mayor? No quiero ni imaginar la cantidad de ojos que recaerán sobre nosotros en las siguientes horas. Y lo más importante, estar al cargo del cuidado de las espaldas de nuestros propios amigos.
La Marina se ha encargado de rodear la isla, por lo que no podemos perder de vista sus movimientos. Los elegidos a ocupar su sitio dentro de las cápsulas caminan de forma ordenada hacia el interior de las mismas. Me despido de ellos con una sonrisa en los labios y me dirijo hacia las dependencias del barco, donde se hará el nuevo reparto de tareas entre los que nos quedamos.
- Resumen:
- Permanecer en el barco hasta nueva orden o cambio de planes
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Yo seguía en mi pequeño bote, pasando a la vera de varios barcos pirata. Si seguía en este pobre bote el fuego de mortero me daría de lleno. Tenía que pensar en algo rápido si no me hundirían a la mínima.
- ¿Debería infiltrarme en algún navío pirata sin ser descubierto y esconderme allí hasta que pasemos el bloqueo? Es buena idea pero... si me descubren estaría perdido. Me pondré la ropa que robé al pueblerino de la anterior ciudad para pasar desapercibido. Aquí está el barco de los Arashi No Kyoudai. Subiré por el casco del barco e intentaré que no me descubran.
No había más remedio, tenía que hacerlo ya. Me acerqué con mi pequeño barco, y trepé por la madera de aquel navío. Al subir eché un vistazo a la cubierta del barco. Estaban todos allí.
- Mierda, están todos en cubierta... Bueno de perdidos al río. Que sea lo que tenga que ser.
De un salto, llegué a la cubierta del barco donde estaban todos.
- Perdón por subir sin invitación, pero no tenía otra opción. En mi pequeño bote no podría pasar el bloqueo. No vengo buscando problemas. Soy consciente del peligro que conlleva haber subido a vuestro barco. Quisiera una audiencia con vuestro capitán si pudiera ser posible.
Era completamente consciente de que podía haberme metido en la boca del lobo, o del tigre en este caso. Simplemente no venía buscando problemas, pero era mejor tener aliados que enemigos. Me explicaría mejor si no sentían hostilidad hacia mí y me dejaran explicar mis razones por las que decidí entrar en su barco sin invitación.
- ¿Debería infiltrarme en algún navío pirata sin ser descubierto y esconderme allí hasta que pasemos el bloqueo? Es buena idea pero... si me descubren estaría perdido. Me pondré la ropa que robé al pueblerino de la anterior ciudad para pasar desapercibido. Aquí está el barco de los Arashi No Kyoudai. Subiré por el casco del barco e intentaré que no me descubran.
No había más remedio, tenía que hacerlo ya. Me acerqué con mi pequeño barco, y trepé por la madera de aquel navío. Al subir eché un vistazo a la cubierta del barco. Estaban todos allí.
- Mierda, están todos en cubierta... Bueno de perdidos al río. Que sea lo que tenga que ser.
De un salto, llegué a la cubierta del barco donde estaban todos.
- Perdón por subir sin invitación, pero no tenía otra opción. En mi pequeño bote no podría pasar el bloqueo. No vengo buscando problemas. Soy consciente del peligro que conlleva haber subido a vuestro barco. Quisiera una audiencia con vuestro capitán si pudiera ser posible.
Era completamente consciente de que podía haberme metido en la boca del lobo, o del tigre en este caso. Simplemente no venía buscando problemas, pero era mejor tener aliados que enemigos. Me explicaría mejor si no sentían hostilidad hacia mí y me dejaran explicar mis razones por las que decidí entrar en su barco sin invitación.
- Resumen:
- Me subo en el navío de los Arashi no Kyoudai para poder pasar el bloqueo y poder entrar en la fortaleza. (Soy consciente de que están todos allí y del peligro que eso conlleva)
Maze
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-Me aburro.- Se quejó por tercera vez desde que había bajado de la vigía, mientras observaba tirada en el suelo, hacia la infinidad del cielo. Su cola se movía con parsimonia, mientras sus orejas se mantenían gachas y sus parpados parecían a nada de caer como plomo, incitando a la joven a quedarse dormida. Pero no debía. Forzándose a mantener un mínimo de concentración, se incorporó, quedando sentada de espaldas a su compañero. Este se encontraba manejando el timón sin hacer demasiado caso a Mura. No iba a repetir otra vez que para estar así podría haberse quedado en su propio barco. Seguramente solo lograse una bronca de unos dos minutos con las que entretendría a la felina. Y no pensaba caer en sus juegos. Aunque le sirviesen para dispersar la nube de malhumor y depresión que le rondaba la cabeza desde la muerte de su compañero.
Un gran bostezo se escapó de los labios de la chica, antes de que su rostro se tornase medianamente serio. "Parece que el mismo truco no va a funcionar dos veces". Pensó, mirando de reojo a Berthil, girando levemente el cuerpo. -Sabes, hace tiempo no hubieras estado tan tranquilo con una guerra de por medio. Supongo que te estás haciendo viejo.- Bromeó, poniéndose en pie para acabar de puntillas a un lado del chico, y pincha su mejilla con el dedo índice. Una arruga de enfado surcaba el rostro del azabache, mientras sus labios se fruncían en una mueca de enfado. Mura sonrió con satisfacción. -Es muy fácil hacerte de rabiar.- Dijo tras una carcajada. Berthil bufó exasperado, antes de suavizar el gesto.
-Fue a hablar el gato.- Contestó, logrando que la sonrisa se disipara.
-No soy un gato. Soy un puma, estúpido lagarto.- El chico miró a Akane divertido, antes de repetir, con tono burlesco la palabra gato. Provocandole una rabieta a la chica que hubiera continuado de no ser por el ruido de la batalla. -Parece que han empezado a divertirse.- Obvió Mura, antes de generar una escalera de hilos de energía para subir de nuevo a la vigía. En esta, uno de los subordinados de la flota de Akagami, se mantenía observando hacía el este. intentando alcanzar con la mirada a algo que se hayaba por detrás de la enorme roca.
-Deme eso, que tú no sabes.- Le expetó la pelirroja antes de coger el catalejo en un hábil movimiento. Por desgracia, ella tampoco alcanzaba a observar nada con su dimituna estatura... Aunque para algo debían servir sus habilidades, ¿no? Con un gesto de su mano, varios hilos como los de antes comenzaron a formarse, generando una seríe de plataformas que iban subiendo hasta lo más alto del palo mayor, e incluso superándolo. Era una idea un tanto arriesgada, pues cualquier rafaga un poco más fuerte podía hacer que cayese.
-Asegúrate de cogerme si me caigo.- Espetó a Akagami por el comunicador, volviendo sus ojos entonces en los de un felino. Esperaba que eso le ayudará a ver mejor a distancia y poder distinguir el motivo del estallido previo. Primero dirigió la mirada hacia el barco de Dexter, pues la seguridad de su capitán tenía prioridad. Topándose al momento con un marine volador que se dirigía hacia ellos. "¿Debería atacarle?" Se preguntó al tiempo que sacaba uno de sus amplificadores y activaba tanto este como su micrófono, bajando la sensibilidad de sus audífonos. "Al menos haré una advertencia". Pensó, antes de entonar una agudísima nota. En principio solo afectaría a las personas que se encontrasen en el aire, sobrevolando en dirección al chico. Aunque quizás el mar se revolviera un poco.
"Te va a regañar..." Dijo Kouga, refiriéndose a Aka.
"Siempre lo hace". Contestó ella encogiendose de hombros. Tras eso, guardo sus pertenencias, volvió a ajustar su audífono y dirigió su mirada hacia la isla y el lado este de esta. Todo lo que viera, lo informaría a sus compañeros.
Un gran bostezo se escapó de los labios de la chica, antes de que su rostro se tornase medianamente serio. "Parece que el mismo truco no va a funcionar dos veces". Pensó, mirando de reojo a Berthil, girando levemente el cuerpo. -Sabes, hace tiempo no hubieras estado tan tranquilo con una guerra de por medio. Supongo que te estás haciendo viejo.- Bromeó, poniéndose en pie para acabar de puntillas a un lado del chico, y pincha su mejilla con el dedo índice. Una arruga de enfado surcaba el rostro del azabache, mientras sus labios se fruncían en una mueca de enfado. Mura sonrió con satisfacción. -Es muy fácil hacerte de rabiar.- Dijo tras una carcajada. Berthil bufó exasperado, antes de suavizar el gesto.
-Fue a hablar el gato.- Contestó, logrando que la sonrisa se disipara.
-No soy un gato. Soy un puma, estúpido lagarto.- El chico miró a Akane divertido, antes de repetir, con tono burlesco la palabra gato. Provocandole una rabieta a la chica que hubiera continuado de no ser por el ruido de la batalla. -Parece que han empezado a divertirse.- Obvió Mura, antes de generar una escalera de hilos de energía para subir de nuevo a la vigía. En esta, uno de los subordinados de la flota de Akagami, se mantenía observando hacía el este. intentando alcanzar con la mirada a algo que se hayaba por detrás de la enorme roca.
-Deme eso, que tú no sabes.- Le expetó la pelirroja antes de coger el catalejo en un hábil movimiento. Por desgracia, ella tampoco alcanzaba a observar nada con su dimituna estatura... Aunque para algo debían servir sus habilidades, ¿no? Con un gesto de su mano, varios hilos como los de antes comenzaron a formarse, generando una seríe de plataformas que iban subiendo hasta lo más alto del palo mayor, e incluso superándolo. Era una idea un tanto arriesgada, pues cualquier rafaga un poco más fuerte podía hacer que cayese.
-Asegúrate de cogerme si me caigo.- Espetó a Akagami por el comunicador, volviendo sus ojos entonces en los de un felino. Esperaba que eso le ayudará a ver mejor a distancia y poder distinguir el motivo del estallido previo. Primero dirigió la mirada hacia el barco de Dexter, pues la seguridad de su capitán tenía prioridad. Topándose al momento con un marine volador que se dirigía hacia ellos. "¿Debería atacarle?" Se preguntó al tiempo que sacaba uno de sus amplificadores y activaba tanto este como su micrófono, bajando la sensibilidad de sus audífonos. "Al menos haré una advertencia". Pensó, antes de entonar una agudísima nota. En principio solo afectaría a las personas que se encontrasen en el aire, sobrevolando en dirección al chico. Aunque quizás el mar se revolviera un poco.
"Te va a regañar..." Dijo Kouga, refiriéndose a Aka.
"Siempre lo hace". Contestó ella encogiendose de hombros. Tras eso, guardo sus pertenencias, volvió a ajustar su audífono y dirigió su mirada hacia la isla y el lado este de esta. Todo lo que viera, lo informaría a sus compañeros.
- Resumen:
- Seguir molestando al Npc de Bakagami hasta que los primeros estallidos por la guerra comienzan a escucharse.
Subirse a un punto alto del barco (creado por ella sobre el palo mayor) y tratar de ver que está pasando a su alrededor. "saludar"
a Zuko al verle volar por encima de ellos. Todo lo que alcance a ver, comentarlo a todo Blue Roser mediante su comunicador.- cosas usadas:
*Control del aura: Mura es capaz de controlar su propia energía y hacerla cambiar de “tamaño”, causando que abarque un cierto volumen en el espacio que la rodea (en un radio de cincuenta metros), pudiendo también compactarla y moldearla a su gusto, siempre en unos límites. Esto le sirve para ser capaz de emplear las propiedades “especiales” de su aura a la hora de pelear.
*Corporeidad del aura: El aura, que es algo en principio intangible, puede volverse sólido con la concentración necesaria, como prueban las técnicas de algunas personas, que permiten crear filos de energía, surgidos de su propio cuerpo. Sin embargo, Mura ha llevado esto a otro nivel, logrando, aparte de lo primero, crear “objetos” de gran simpleza, en el radio que abarca su aura, y siendo capaz de usarlos en este mismo espacio. Cabe decir que esta fabricación está limitada y depende de lo mucho que el usuario haya entrenado su aura, puesto que cada “objeto” está hecho mediante energía del propio usuario. Además, necesita de cierta concentración para mantener los objetos en forma corpórea.
“Trampa de hilos”: Pensando en sus necesidades y su verdadera forma de combatir, Akane ha perfeccionado esta habilidad, contentándose en generar un gran número de hilos, los cuales puede expandir en un radio de setenta metros cuadrados y pueden llegar a tener la misma dureza que el Haki de armadura de la chica. Estos hilos salen de sus extremidades y son controlados a voluntad por la chica. Compactándolos, Mura puede crear armas sencillas, plataformas para sí misma y para otros y conectar su aura a la de otros, atando los hilos en alguna parte del cuerpo de su objetivo.
Nota: La dureza del haki será por tener este activado y los objetos no pueden ser de gran volumen (una sandía o una calabaza grande como mucho).
Neko neko no mee:
debido a los entrenamientos casi a oscuras y el carácter nocturno de los pumas, Murasaki ha desarrollado la capacidad de ver en la oscuridad.
Manual Fusrodah (nota aguda):
Murasaki entona una nota lo suficientemente alta para ensordecer a quien al rival durante dos post.- equipo de música:
- Nombre del objeto: audífonos adaptables
Descripción del objeto: Objetos creados para ponerse en los oídos, aunque normalmente se utilizan para ampliar los sonidos al ser captados. En el caso de estos, lo que hacen es permitir a su usuario calibrarlos para evitar los ruidos molestos. Ideales para una usuaria de Zoan que no quiere quedarse sin tímpanos al gritar alguien. Obviamente también podrá ampliar sonidos, cosa muy útil para escuchar conversaciones ajenas y enterarse de cotilleos. Y, dado que la idea de estos es impedir que Mura se quede sorda, están hechos de tal forma que se adapten perfectamente, incluso cuando esté transformada y haciendo piruetas. Pueden reducir en hasta 120 db un ruido. Es decir, si alguien está armando un barullo que supere ese límite, Mura lo escucharía pero mucho más bajo. Si el ruido es inferior, no escucharía nada, a no ser que calibrase los audifonos.
Además, tienen incorporada la función de DDM, para poder comunicarse con las personas que compartan el mismo canal de voz (en un principio su banda. Es bastante práctico para cuando no esté Deathstroke).
Usos comunes: Bajar o Subir el volumen de lo que escucha Mura.
Habilidades especiales o destacables: Servir de DDM.
Nombre del objeto: micrófono
Descripción del objeto: Todo el mundo sabe lo que es un micrófono y para que sirve. La única diferencia de este es que su tamaño es más reducido. Tiene forma de esfera y no es necesario agarrarlo para poder usarlo. Gracias a un pequeño implante, este sabe donde posicionarse respecto a su dueña para que esta pueda cantar y realizar movimientos varios a la vez. Su tamaño es similar al de una canica. Se conecta inalambricamente a un par de altavoces.
Usos comunes: Se usa para hablar o cantar. Conectado a unos altavoces amplían la voz.
Habilidades especiales o destacables: flota y se posiciona donde lo necesita su usuario. Es un micrófono-manos libres
Nombre del objeto: Altavoces
Descripción del objeto: Son similares al micrófono, aunque del tamaño de manzanas. Serían cuatro altavoces. A diferencia del micrófono, es el usuario quien decide donde posicionaros en un radio de hasta quince metros a su alrededor. Estos altavoces pueden amplificar su voz hasta 120 db (equivalente a un concierto de rock). La razón de que tanto estos como el micrófono "floten" se debe a un sistema interno de estos que, gracias a electromagnetismo. Funcionan como dos imanes con los mismos polos que la superficie terrestre, repeliéndose en mayor o menor medida para subir o bajar más. El resto de movimientos que pueden realiciar, para posicionarse de una u otra forma sigue el mismo proceso.
Usos comunes: Potenciar la voz
Habilidades especiales o destacables: flotan y son tele dirigibles, por su portador.
William White
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Los tripulantes de Arribor parecían igual de impacientes que su capitán por comenzar a moverse, soltando comentarios de lo más variopintos. Ambos aprecian estar fumando, como si aquella situación fuera como ver la puesta de sol, ¿Tanta confianza en sí mismo tenían? Desde luego tenían mucha sangre fría o eran terriblemente insensatos, aunque sinceramente preferiría pensar la primera. Acto seguido el capitán se refirió a un tal Frankln ¿Espera, no era ese el nombre de la morsa que tenía como mascota? ¿Qué activara el globo? ¿De qué demonios estaban hablando? Inmediatamente del castillo de popa se desplegó el que parecía ser una tela que rápidamente conformo lo que parecía ser un globo aerostático. Rápidamente sus tripulantes se pusieron manos a la obra a la vez que seguían las instrucciones de su capitán el cual parecía estar leyendo una nota en voz alta. Atendiendo a las instrucciones del pirata y a las acciones de los tripulantes vio cómo se desarrollaban los acontecimientos y el barco comenzaba a elevarse separándose de la superficie del mar. Sin terminar de salir de mi asombro me asomé por la borda para ver en acción aquella obra de la ingeniería. Impresionado y maravillado a partes iguales, me senté a admirar el panorama lentamente desde el aire, olvidándome por unos instantes de la situación en la que me encontraba, no era para menos era la primera vez que volaba, o al menos la primera vez en la que tuviera constancia, ya que no recordaba muy bien como había salido por de Loguetown, ciertamente aquel viaje fue un suceso cuanto menos paranormal.
Tras estabilizar el barco en el aire, el pirata me contestó, afirmando mis sospechas, no era el tipo de hombre que le gustaban los planes.
-Entiendo- musité tajante -Por cierto, mi nombre es Arduiyn Zaphir, creo que aún no me he presentado- dije realizando una leve reverencia a la vez que me quitaba el sombrero, tambaleando la bufanda que llevaba enrollada en el proceso -Reconozco que es la primera vez que montó en un barco volador ¿Dónde te lo construyeron? - pregunté curioso, a fin de cuentas el carpintero podría resultar interesante hacerle una visita una vez que todo hubiera acabado, con algún maletín con unos cuantos millones de berries.
Mientras esperaba respuesta, vi como subíamos lentamente por los cielos, a lo lejos comencé a ver lo que era una embarcación más grande que la que me encontraba. De una tan brusca como hábil maniobra, la tripulación consiguió depositar el barco en aquella especie puerto, ciertamente las escalas de guerra no dejaban de anonadarle, simplemente eran ridículas, nada comparable a lo que había visto hasta ahora. De no ser porque era un hombre completamente inexpresivo, seguramente en ese momento estaría mostrando un gran temor. Mientras Neus trataba de contactar con el capitán de aquella megalítica embarcación traté de observar desde las alturas como transcurría todo, empezando por aquella otra embarcación la cual parecía estar encarando en la que habíamos aterrizado. Entre tanto, el capitán de la gigantesca embarcación trató de embaucar al propio Arribor, tentado estuvo en interrumpir al corsario con pintas de samurái, más no lo hizo ya que no quería interrumpir las negociaciones, además encontró razonable todo y cada una de las peticiones del hombre. Por lo que finalmente se decidió a dejar como se desarrollaban las cosas, preparado para cualquier contratiempo.
Tras estabilizar el barco en el aire, el pirata me contestó, afirmando mis sospechas, no era el tipo de hombre que le gustaban los planes.
-Entiendo- musité tajante -Por cierto, mi nombre es Arduiyn Zaphir, creo que aún no me he presentado- dije realizando una leve reverencia a la vez que me quitaba el sombrero, tambaleando la bufanda que llevaba enrollada en el proceso -Reconozco que es la primera vez que montó en un barco volador ¿Dónde te lo construyeron? - pregunté curioso, a fin de cuentas el carpintero podría resultar interesante hacerle una visita una vez que todo hubiera acabado, con algún maletín con unos cuantos millones de berries.
Mientras esperaba respuesta, vi como subíamos lentamente por los cielos, a lo lejos comencé a ver lo que era una embarcación más grande que la que me encontraba. De una tan brusca como hábil maniobra, la tripulación consiguió depositar el barco en aquella especie puerto, ciertamente las escalas de guerra no dejaban de anonadarle, simplemente eran ridículas, nada comparable a lo que había visto hasta ahora. De no ser porque era un hombre completamente inexpresivo, seguramente en ese momento estaría mostrando un gran temor. Mientras Neus trataba de contactar con el capitán de aquella megalítica embarcación traté de observar desde las alturas como transcurría todo, empezando por aquella otra embarcación la cual parecía estar encarando en la que habíamos aterrizado. Entre tanto, el capitán de la gigantesca embarcación trató de embaucar al propio Arribor, tentado estuvo en interrumpir al corsario con pintas de samurái, más no lo hizo ya que no quería interrumpir las negociaciones, además encontró razonable todo y cada una de las peticiones del hombre. Por lo que finalmente se decidió a dejar como se desarrollaban las cosas, preparado para cualquier contratiempo.
- Resumen(leer yuu y tripulación de arribor):
- Narró un poco y me presento a los tripulantes de arribor, espero a ver como se desarrollan las cosas. Recuerdo que voy con identidad secreta, ver primer post.
Balagus
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Los últimos retazos del discurso de mi capitán me hicieron levantar media sonrisa, recordándome por qué seguía tan fielmente a aquel bribón descerebrado. Mis palabras, al contrario que las del jefe, se perdieron en el jaleo reinante, devolviéndome al anonimato sin que aquello realmente me importara.
Recuperada la normalidad previa a la intervención, me levanté apoyándome en Misha y retomé mi rutina habitual de voces e improperios, forzando a la inspirada tripulación a retomar sus quehaceres. Con un breve vistazo, pude comprobar la posición de Brynn y Nailah en cubierta, así como la presencia de Helkan junto a los dos sujetos.
Fruncí el ceño, profundamente disgustado por la idea de que aquel tipo nos siguiera. Tras la experiencia en Jaya y la farsa urdida en Long Island, mi opinión sobre él distaba mucho de ser positiva, y mi confianza seguía siendo nula a pesar de habernos ayudado en la última prueba de la estúpida competición.
No obstante, una vez más decidí confiar en el juicio de Syxel y aceptar su decisión hasta nuevo aviso. Precisamente, el rey de Roma no tardó en personarse junto a Nassor y a mí, así como al colega de pelo blanco del subcapitán, a quien habíamos recogido también recientemente, y nos dio las instrucciones ya esperadas.
Sin mediar más que nuestra ya acostumbrada mirada cargada de significados, asentí y me erguí para retomar mi labor con renovadas energías, pues siempre me tenía que agachar para oír a mi capitán u otros tripulantes cuando querían hablar en privado.
- ¡A vuestros puestos, lobos de mar! ¡Victoria o muerte!
Y con aquel último grito de aliento, nuestros artilleros recuperaron sus posiciones y terminaron de preparar los cañones a los que habían sido asignados. Mientras Syxel reanudaba su extraña comunicación mental con todos nosotros y, por lo que sabía, con el resto de capitanes importantes, avancé hasta la proa para examinar con más detenimiento el bloqueo de la Marina.
"Las trayectorias de las balas de cañón no son muy diferentes a las de las flechas." Razoné, estrechando los ojos para intentar afinar la vista. Mentalmente, fui calculando rápidamente los posibles ángulos de tiro, los puntos muertos, las áreas de peligro y, en general, todo dato que nos fuera a servir para sobrevivir a aquella batalla. "¿Qué demonios es eso?" Inquirí, levantando una ceja al distinguir unos destellos tras los navíos defensores. "¿Qué se les habrá ocurrido ahora a esos malnacidos?"
No tuve tiempo para seguir pensando en ello, pues una extraña música ominosa llegó lejana desde el cielo, hacia donde me vi obligado a levantar la vista. Allí, volando como un ave extremadamente gorda e hinchada, permanecía un artilugio volador sin parangón con nada que hubiera visto antes.
Mentalmente, pude oír parcialmente el plan de Nassor a través de los poderes de mi capitán, antes de que los ecos de una suerte de silbidos y explosiones retumbaran desde el fuerte aéreo, disparando varios proyectiles sobre nosotros. Uno de ellos, para ser más exactos, sobre nuestra misma nave.
Escupí la saliva acumulada en la boca por la sorpresa y me giré en redondo hacia nuestros propios cañones. Mientras apartaba sin mediar palabra al artillero y desenganchaba el arma de sus fuertes sujeciones, pude ver a Helkan tomando una posición ventajosa y disponiéndose para disparar a lo que fuera que nos acabaran de disparar.
Su arrebato de valentía y arrojo no suavizó mi opinión sobre él ni mi confianza en sus habilidades, por lo que terminé de soltar el cañón y me lo ajusté con la facilidad con la que un humano promedio usaría un rifle ligero.
- ¡Preparaos para darme munición! -Bramé a los tripulantes cercanos, justo antes de oír el disparo de nuestro improvisado compañero.
Tras encontrar el lugar idóneo para disparar, apunté con mi acostumbrada destreza hacia el proyectil enemigo, listo para descargar mi propia artillería contra la enemiga, en caso de que esta no fuera destruida.
Recuperada la normalidad previa a la intervención, me levanté apoyándome en Misha y retomé mi rutina habitual de voces e improperios, forzando a la inspirada tripulación a retomar sus quehaceres. Con un breve vistazo, pude comprobar la posición de Brynn y Nailah en cubierta, así como la presencia de Helkan junto a los dos sujetos.
Fruncí el ceño, profundamente disgustado por la idea de que aquel tipo nos siguiera. Tras la experiencia en Jaya y la farsa urdida en Long Island, mi opinión sobre él distaba mucho de ser positiva, y mi confianza seguía siendo nula a pesar de habernos ayudado en la última prueba de la estúpida competición.
No obstante, una vez más decidí confiar en el juicio de Syxel y aceptar su decisión hasta nuevo aviso. Precisamente, el rey de Roma no tardó en personarse junto a Nassor y a mí, así como al colega de pelo blanco del subcapitán, a quien habíamos recogido también recientemente, y nos dio las instrucciones ya esperadas.
Sin mediar más que nuestra ya acostumbrada mirada cargada de significados, asentí y me erguí para retomar mi labor con renovadas energías, pues siempre me tenía que agachar para oír a mi capitán u otros tripulantes cuando querían hablar en privado.
- ¡A vuestros puestos, lobos de mar! ¡Victoria o muerte!
Y con aquel último grito de aliento, nuestros artilleros recuperaron sus posiciones y terminaron de preparar los cañones a los que habían sido asignados. Mientras Syxel reanudaba su extraña comunicación mental con todos nosotros y, por lo que sabía, con el resto de capitanes importantes, avancé hasta la proa para examinar con más detenimiento el bloqueo de la Marina.
"Las trayectorias de las balas de cañón no son muy diferentes a las de las flechas." Razoné, estrechando los ojos para intentar afinar la vista. Mentalmente, fui calculando rápidamente los posibles ángulos de tiro, los puntos muertos, las áreas de peligro y, en general, todo dato que nos fuera a servir para sobrevivir a aquella batalla. "¿Qué demonios es eso?" Inquirí, levantando una ceja al distinguir unos destellos tras los navíos defensores. "¿Qué se les habrá ocurrido ahora a esos malnacidos?"
No tuve tiempo para seguir pensando en ello, pues una extraña música ominosa llegó lejana desde el cielo, hacia donde me vi obligado a levantar la vista. Allí, volando como un ave extremadamente gorda e hinchada, permanecía un artilugio volador sin parangón con nada que hubiera visto antes.
Mentalmente, pude oír parcialmente el plan de Nassor a través de los poderes de mi capitán, antes de que los ecos de una suerte de silbidos y explosiones retumbaran desde el fuerte aéreo, disparando varios proyectiles sobre nosotros. Uno de ellos, para ser más exactos, sobre nuestra misma nave.
Escupí la saliva acumulada en la boca por la sorpresa y me giré en redondo hacia nuestros propios cañones. Mientras apartaba sin mediar palabra al artillero y desenganchaba el arma de sus fuertes sujeciones, pude ver a Helkan tomando una posición ventajosa y disponiéndose para disparar a lo que fuera que nos acabaran de disparar.
Su arrebato de valentía y arrojo no suavizó mi opinión sobre él ni mi confianza en sus habilidades, por lo que terminé de soltar el cañón y me lo ajusté con la facilidad con la que un humano promedio usaría un rifle ligero.
- ¡Preparaos para darme munición! -Bramé a los tripulantes cercanos, justo antes de oír el disparo de nuestro improvisado compañero.
Tras encontrar el lugar idóneo para disparar, apunté con mi acostumbrada destreza hacia el proyectil enemigo, listo para descargar mi propia artillería contra la enemiga, en caso de que esta no fuera destruida.
- Resumen:
- - Concordar con la opinión de mi capitán, volver a poner en orden y movimiento a la tripulación, mostrar mi desagrado ante la presencia de Helkan (Ivan) y demás relleno.
- Situarme en la proa y realizar cálculos rápidos de trayectorias balísticas. Detecto un brillo detrás de los barcos de la Marina, pero sin identificarlo.
- Encontrar en el cielo la aeronave y ver cómo nos dispara mientras termino de escuchar el plan de Nassor.
- Agenciarme yo mismo un cañón del barco.
- Mandar a los tripulantes próximos que me agencien munición.
- Disparar al misil al que ya ha disparado Helkan (Ivan) en caso de que este no lo destruya.
Ichimura Hachiro
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Escuchó las palabras de Anders con atención, analizando su plan. Simple, efectivo, probablemente eficaz contra enemigos no especialmente problemáticos. No tenían nada que perder poniéndolo en prueba y sería una buena ocasión para estrenar el Sniper Mode. Al fin y al cabo necesitaba un tiempo para que el rifle fijase el blanco, y un especialista en el cuerpo a cuerpo como su compañero podía conseguírselo. Por lo demás... no le terminaba de gustar la idea del vínculo telepático. No sabía dónde estaban los límites de ese poder ni si le permitiría entrar en su mente o algo similar. ¿Merecía la pena el riesgo? ¿Cuánto sabía de Thawne como para poder fiarse de él? Por mucho que estuvieran en el mismo bando, el Cipher Pol era una agencia de inteligencia. Estaba llena de paranoicos y espías; no era descartable que el agente tuviese interés en leer su mente, poder que ya había mencionado poseer... pero no cómo funcionaba. En principio no tenía nada que ocultar, pero la información es poder. Y el aliado de hoy podía ser el enemigo de mañana. No dudaba que siendo alguien reclutado por un férreo luchador anticorrupción como Taiga, Anders no era un traidor ni un corrupto. Pero eso no significaba que tuviera que confiar ciegamente en él. "Sin embargo... vamos a trabajar juntos a menudo. Aunque mantenga unos límites, tendré que fiarme de él." Además pretendía ver su reacción cuando aceptara. Finalmente lo miró a los ojos y dijo:
- Está bien. Como idea base me parece una buena opción, aunque no sabemos qué clase de desafíos afrontaremos. Tendremos que mantener la mente abierta y adaptarnos a lo que nos toque. En cuanto a ese vínculo... es un recurso útil. Adelante, establécelo.
Prestaría atención a su lenguaje corporal ante su respuesta. Los gestos más insignficantes muchas veces delataban más sobre la persona de lo que estos sabían. Y esa era una de las especialidades de Hachiro; anticiparse a los enemigos comprendiendo sus intenciones en base a su cuerpo. En ese momento alguien les interrumpió: no era otro que Kimura Hayate, el marine que se había quedado dormido durante la primera misión de la competición. Camufló su desdén bajo una sonrisa cortés, pero cuando se presentó como si no se conocieran no pudo evitar por un instante un gesto de incomprensión. ¿Es que era idiota o tenía memoria de pez? Ahora los rumores de que era un incompetente que había echado a perder las relaciones con el gobierno de Gazia empezaban a parecerle realistas. Inicialmente le había dado un voto de confianza porque no lo conocía y le había parecido en un principio competente por los comentarios que había aportado en el barco, pero luego no aportó absolutamente nada a la misión y se quedó dormido. Y ahora ni siquiera era capaz de reconocerle. "Marines... aún no he conocido a uno lo bastante inteligente como para diferenciar la culata del cañón de su arma." Le estrechó la mano con una sonrisa educada pero fría, para luego dejar de prestarle atención en cuanto desapareció.
- Bien... podríamos quedarnos aquí en la seguridad de la base y esperar a que la guerra venga a nosotros, pero me temo que el deber dicta otra cosa - suspiró, con una sonrisa pesarosa - Pensemos fríamente: podemos irnos a alguno de los dos lados del bloqueo, a donde se acercan las flotas enemigas. Sin embargo, ¿es la tarea de dos agentes hacer el trabajo de soldados? - negó con la cabeza.
El mismo no tenía demasiado claro qué hacer, en parte hablaba con Thawne y en parte razonaba consigo mismo. Sacó su libreta de bolsillo y un lápiz, comenzando a hacer un esquema para aclarar sus ideas como solía hacer. Siempre le ayudaba a aclarar sus pensamientos y buscar la solución más lógica. Aprovechando el vínculo telepático para evitar oídos indiscretos, comenzó a comentarle mentalmente su plan mientras escribía:
- Como ya hablamos en la reunión, lo nuestro es la contrainteligencia y operaciones encubiertas. Más concretamente tú y yo tenemos un perfil de asesino y yo doble de infiltrado y apoyo logístico - metió la mano en el bolsillo, sacando el adhesivo y las pocas bombas de mecha que había podido improvisar con el escaso material que les habían dado en la misión - Me temo que poca logística puedo aportar en esta ocasión por falta de materiales, pero supongo que estas cositas podrían sacarnos de un apuro. En todo caso, miremos esto con perspectiva. Nuestra tarea es lograr que la ejecución de Legim sea llevada a cabo sin más percances. Cualquiera lo bastante listo sabrá que esto en realidad es una maniobra de nuestro Gobierno para aplastar a todo el que sea lo bastante ingenuo como para pretender salvarle, y de paso enviar un mensaje al mundo. De hecho ni siquiera creo que el verdadero Legim siga vivo. Yo por lo menos lo hubiera matado en el más estricto secreto y traído un señuelo. Pero señuelo o no, es nuestro deber que la ejecución sea llevada a cabo. Sólo así haremos saber al mundo que seguimos siendo la Justicia. Y el peso de la Justicia siempre acaba cayendo sobre los malvados.
Observó desde su privilegiada posición en lo alto del muro de la base a un lado y a otro del mar. Al oeste, dos flotas enfrentadas aguardaban en perfecta formación, sin comenzar aún las hostilidades. Una breve visual con la mira del rifle le confirmó que las banderas de la segunda eran Jolly Rogers, casi todos iguales. Si la vista no le había fallado, la bandera del Dragón Azul. Aquello sólo podía significar problemas... pero ahora no podía pararse a pensar en las implicaciones de la aparición de un Yonkou. No era algo que le incumbiera a él resolver, ni para lo que estuviera ni mucho menos preparado. Por no hablar de que ya se había esperado desde un principio que grandes nombres aparecieran en aquella batalla. Era, al fin y al cabo, el objetivo del Gobierno desde un principio. Se giró en la dirección contraria, observando el este. Aquella dirección parecía una versión macabra y deformada de las flotas del oeste. Frente a la perfecta formación marine, un batiburrillo de barcos sin ninguna clase de táctica ni orden, de todos los tamaños. Había incluso uno tan inconmensurablemente grande que parecía ilógico que semejante monstruosidad pudiese navegar. Y desde la isla hacia la zona de la batalla, el mar estaba... ¿helándose? Tras su sorpresa inicial localizó con la mirada una veloz figura rubia y lo comprendió todo. Parecía que cuando no estaba hasta las cejas de droga, el Vicealmirante era una persona competente. Por algo había capturado a Legim en solitario, al fin y al cabo.
- Bien... a ambos lados de la isla, caos y piratas haciendo frente a la Marina. Podríamos pensar que, como bucaneros desorganizados que son, no tienen mejor plan que cargar de frente arrasando con todo. Esto podría ser cierto si no hubiera un Yonkou presente, y aunque no lo hubiera, hacer presunciones y subestimar al enemigo es la manera más rápida de perder una batalla. Bien, es evidente que los piratas tendrán objetivos dispares, pero al final, el gran premio para la mayoría es Legim. Dime, Anders... ¿es buena idea capturar a alguien cuando está en una fortaleza naval defendida por la flor y nata de la Marina y fuertes defensas navales? ¿O alguien inteligente trataría de ahorrarse tantos problemas?
Se guardó la libreta y el lápiz con un gesto de suficiencia y una sonrisa altanera. Cogió el rifle y se subió al muro, observando el mar frente a él, en busca de su objetivo: tres navíos aproximándose a la base. Dirigió una última mirada al agente antes de saltar:
- Creo que tenemos trabajo, compañero.
- Está bien. Como idea base me parece una buena opción, aunque no sabemos qué clase de desafíos afrontaremos. Tendremos que mantener la mente abierta y adaptarnos a lo que nos toque. En cuanto a ese vínculo... es un recurso útil. Adelante, establécelo.
Prestaría atención a su lenguaje corporal ante su respuesta. Los gestos más insignficantes muchas veces delataban más sobre la persona de lo que estos sabían. Y esa era una de las especialidades de Hachiro; anticiparse a los enemigos comprendiendo sus intenciones en base a su cuerpo. En ese momento alguien les interrumpió: no era otro que Kimura Hayate, el marine que se había quedado dormido durante la primera misión de la competición. Camufló su desdén bajo una sonrisa cortés, pero cuando se presentó como si no se conocieran no pudo evitar por un instante un gesto de incomprensión. ¿Es que era idiota o tenía memoria de pez? Ahora los rumores de que era un incompetente que había echado a perder las relaciones con el gobierno de Gazia empezaban a parecerle realistas. Inicialmente le había dado un voto de confianza porque no lo conocía y le había parecido en un principio competente por los comentarios que había aportado en el barco, pero luego no aportó absolutamente nada a la misión y se quedó dormido. Y ahora ni siquiera era capaz de reconocerle. "Marines... aún no he conocido a uno lo bastante inteligente como para diferenciar la culata del cañón de su arma." Le estrechó la mano con una sonrisa educada pero fría, para luego dejar de prestarle atención en cuanto desapareció.
- Bien... podríamos quedarnos aquí en la seguridad de la base y esperar a que la guerra venga a nosotros, pero me temo que el deber dicta otra cosa - suspiró, con una sonrisa pesarosa - Pensemos fríamente: podemos irnos a alguno de los dos lados del bloqueo, a donde se acercan las flotas enemigas. Sin embargo, ¿es la tarea de dos agentes hacer el trabajo de soldados? - negó con la cabeza.
El mismo no tenía demasiado claro qué hacer, en parte hablaba con Thawne y en parte razonaba consigo mismo. Sacó su libreta de bolsillo y un lápiz, comenzando a hacer un esquema para aclarar sus ideas como solía hacer. Siempre le ayudaba a aclarar sus pensamientos y buscar la solución más lógica. Aprovechando el vínculo telepático para evitar oídos indiscretos, comenzó a comentarle mentalmente su plan mientras escribía:
- Como ya hablamos en la reunión, lo nuestro es la contrainteligencia y operaciones encubiertas. Más concretamente tú y yo tenemos un perfil de asesino y yo doble de infiltrado y apoyo logístico - metió la mano en el bolsillo, sacando el adhesivo y las pocas bombas de mecha que había podido improvisar con el escaso material que les habían dado en la misión - Me temo que poca logística puedo aportar en esta ocasión por falta de materiales, pero supongo que estas cositas podrían sacarnos de un apuro. En todo caso, miremos esto con perspectiva. Nuestra tarea es lograr que la ejecución de Legim sea llevada a cabo sin más percances. Cualquiera lo bastante listo sabrá que esto en realidad es una maniobra de nuestro Gobierno para aplastar a todo el que sea lo bastante ingenuo como para pretender salvarle, y de paso enviar un mensaje al mundo. De hecho ni siquiera creo que el verdadero Legim siga vivo. Yo por lo menos lo hubiera matado en el más estricto secreto y traído un señuelo. Pero señuelo o no, es nuestro deber que la ejecución sea llevada a cabo. Sólo así haremos saber al mundo que seguimos siendo la Justicia. Y el peso de la Justicia siempre acaba cayendo sobre los malvados.
Observó desde su privilegiada posición en lo alto del muro de la base a un lado y a otro del mar. Al oeste, dos flotas enfrentadas aguardaban en perfecta formación, sin comenzar aún las hostilidades. Una breve visual con la mira del rifle le confirmó que las banderas de la segunda eran Jolly Rogers, casi todos iguales. Si la vista no le había fallado, la bandera del Dragón Azul. Aquello sólo podía significar problemas... pero ahora no podía pararse a pensar en las implicaciones de la aparición de un Yonkou. No era algo que le incumbiera a él resolver, ni para lo que estuviera ni mucho menos preparado. Por no hablar de que ya se había esperado desde un principio que grandes nombres aparecieran en aquella batalla. Era, al fin y al cabo, el objetivo del Gobierno desde un principio. Se giró en la dirección contraria, observando el este. Aquella dirección parecía una versión macabra y deformada de las flotas del oeste. Frente a la perfecta formación marine, un batiburrillo de barcos sin ninguna clase de táctica ni orden, de todos los tamaños. Había incluso uno tan inconmensurablemente grande que parecía ilógico que semejante monstruosidad pudiese navegar. Y desde la isla hacia la zona de la batalla, el mar estaba... ¿helándose? Tras su sorpresa inicial localizó con la mirada una veloz figura rubia y lo comprendió todo. Parecía que cuando no estaba hasta las cejas de droga, el Vicealmirante era una persona competente. Por algo había capturado a Legim en solitario, al fin y al cabo.
- Bien... a ambos lados de la isla, caos y piratas haciendo frente a la Marina. Podríamos pensar que, como bucaneros desorganizados que son, no tienen mejor plan que cargar de frente arrasando con todo. Esto podría ser cierto si no hubiera un Yonkou presente, y aunque no lo hubiera, hacer presunciones y subestimar al enemigo es la manera más rápida de perder una batalla. Bien, es evidente que los piratas tendrán objetivos dispares, pero al final, el gran premio para la mayoría es Legim. Dime, Anders... ¿es buena idea capturar a alguien cuando está en una fortaleza naval defendida por la flor y nata de la Marina y fuertes defensas navales? ¿O alguien inteligente trataría de ahorrarse tantos problemas?
Se guardó la libreta y el lápiz con un gesto de suficiencia y una sonrisa altanera. Cogió el rifle y se subió al muro, observando el mar frente a él, en busca de su objetivo: tres navíos aproximándose a la base. Dirigió una última mirada al agente antes de saltar:
- Creo que tenemos trabajo, compañero.
- Resumen:
- Divagar, hacer una serie de razonamientos y dirigirme con AEG (si me sigue) hacia los barcos que traen a Legim usando el geppou.
Jason Silvers
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Soltó una carcajada al escuchar la respuesta del hombre araña y se lo imaginó descendiendo del transporte deslizándose por una tela. Dudaba que fuese lo más eficaz y seguramente había sido una fanfarronada, pues Kenzo tomó de todos modos un paracaídas. Le había hablado así para medirle el talante y le había gustado la reacción. Iba a llevarse bien con aquel hombre. El teniente Silver reaccionó a su elogio a los cuchillos aportando su punto de vista. Puñetazos, espadas... tenían una buena variedad, pero parecía que todos salvo él combatían cuerpo a cuerpo. No le desagradaba la violencia, pero tampoco era un sádico que la disfrutara especialmente. Su comentario anterior había ido motivado únicamente por la intención de ir "probando" a sus nuevos compañeros. De todos modos tampoco podía decir que combatir le desagradara, ni mucho menos. Pocas cosas se comparaban al subidón de adrenalina de una batalla y podía comprender a los que se volvían adictos a aquello. Cuando el vendado le respondió, Jason amplió su sonrisa y acarició la funda de su ninjato.
- Normalmente no logran llegarme al cuerpo a cuerpo, pero si se da el caso... yo también tengo un hermoso acero, y sé hacerlo cantar.
Entonces comenzó a sonar una música orquestal y ominosa. El marine hubiese preferido continuar con la anterior, pero aquella tampoco estaba mal. La voz del Vicealmirante volvió a sonar, esta vez convocándolos a la cabina de pilotaje. Sin embargo, su superior tenía otros planes para él. ¿Buscar al vago de Iulio? Aquello iba a ser una tarea infernal. Con tal de librarse de la batalla se habría escondido en cualquier esquina, y si pretendía escapársele usando sus poderes iba a pasar un mal rato. Entornó los ojos y resopló pesadamente.
- No me hago responsable si no logro pillarle.
Esperaba que lo que fuera que pretendiera enseñarles el superior al mando no fuese algo genial. Si se lo perdía por culpa de Iulio pensaba meterle tantos laxantes en la comida que iba a cagar hasta por los oídos. Comenzó a pasearse por los pasillos de la nave con todo el sigilo del que fue capaz. Era probable que su compañero se escabullera si le oía llegar, y aunque su plan no era cogerlo por la fuerza (sabía que contra un logia no tenía posibilidades), tampoco quería jugar al escondite. Todo lo que podía hacer era recurrir a la diplomacia para convencerle de ir con él. Podía intentar engañarlo, pero aunque fuera un liante y un vago el bueno de Iulio le caía bien. Prefería convencerlo negociando con él y ofreciéndole algo a cambio de librarle del marrón de volver con las manos vacías y tener que recibir bronca de Silver. Es más, ese era un buen argumento. Si no iba por las buenas, sería el teniente el que fuera a buscarlo, y dudaba que fuese a ir con tan buenas intenciones como él. Finalmente lo sorprendió al doblar una esquina, sentado en un cubo con una fregona al lado. Dejó de intentar pasar desapercibido y se sentó frente a él, sacándose un pitillo.
- Hey, colega. Lo siento, pero el teniente me manda a buscarte. Sé que es una mierda todo esto, pero te recomiendo obedecer. No creo que quieras que sea él quien venga.
Encendió el cigarro con su mechero y le dio una larga calada, ofreciéndoselo luego al rubio. Aceptase o no, se pondría a buscar en los bolsillos interiores de su ropa hasta encontrar su pequeño tesoro. Sacó un cigarrillo liado a mano, algo más grande de lo normal. Parecería tabaco sin más si no fuera por el sospechoso color verde que traslucía a través del papel de liar. Lo exhibió con una sonrisa traviesa y dijo:
- Me lo estoy reservando para después de la batalla. No sé si te va este rollo, pero créeme, no hay nada mejor que un buen verde para liberar estrés. Hagamos una promesa: salgamos los dos vivos de esta y disfrutemos de este pequeño cabrón en amor y compañía.
En ese momento se escuchó una serie de fuertes detonaciones que hicieron temblar toda la nave. El marine soltó un lastimoso quejido y dio un puñetazo contra el suelo. Chasqueando la lengua, volvió a esconder el porro en el bolsillo interior.
- ¡Joder tío! Vaya marrón, nos lo hemos perdido. En fin, creo que escuché algo de cervezas. Si nos apuramos a lo mejor llegamos a tiempo para eso.
- Normalmente no logran llegarme al cuerpo a cuerpo, pero si se da el caso... yo también tengo un hermoso acero, y sé hacerlo cantar.
Entonces comenzó a sonar una música orquestal y ominosa. El marine hubiese preferido continuar con la anterior, pero aquella tampoco estaba mal. La voz del Vicealmirante volvió a sonar, esta vez convocándolos a la cabina de pilotaje. Sin embargo, su superior tenía otros planes para él. ¿Buscar al vago de Iulio? Aquello iba a ser una tarea infernal. Con tal de librarse de la batalla se habría escondido en cualquier esquina, y si pretendía escapársele usando sus poderes iba a pasar un mal rato. Entornó los ojos y resopló pesadamente.
- No me hago responsable si no logro pillarle.
Esperaba que lo que fuera que pretendiera enseñarles el superior al mando no fuese algo genial. Si se lo perdía por culpa de Iulio pensaba meterle tantos laxantes en la comida que iba a cagar hasta por los oídos. Comenzó a pasearse por los pasillos de la nave con todo el sigilo del que fue capaz. Era probable que su compañero se escabullera si le oía llegar, y aunque su plan no era cogerlo por la fuerza (sabía que contra un logia no tenía posibilidades), tampoco quería jugar al escondite. Todo lo que podía hacer era recurrir a la diplomacia para convencerle de ir con él. Podía intentar engañarlo, pero aunque fuera un liante y un vago el bueno de Iulio le caía bien. Prefería convencerlo negociando con él y ofreciéndole algo a cambio de librarle del marrón de volver con las manos vacías y tener que recibir bronca de Silver. Es más, ese era un buen argumento. Si no iba por las buenas, sería el teniente el que fuera a buscarlo, y dudaba que fuese a ir con tan buenas intenciones como él. Finalmente lo sorprendió al doblar una esquina, sentado en un cubo con una fregona al lado. Dejó de intentar pasar desapercibido y se sentó frente a él, sacándose un pitillo.
- Hey, colega. Lo siento, pero el teniente me manda a buscarte. Sé que es una mierda todo esto, pero te recomiendo obedecer. No creo que quieras que sea él quien venga.
Encendió el cigarro con su mechero y le dio una larga calada, ofreciéndoselo luego al rubio. Aceptase o no, se pondría a buscar en los bolsillos interiores de su ropa hasta encontrar su pequeño tesoro. Sacó un cigarrillo liado a mano, algo más grande de lo normal. Parecería tabaco sin más si no fuera por el sospechoso color verde que traslucía a través del papel de liar. Lo exhibió con una sonrisa traviesa y dijo:
- Me lo estoy reservando para después de la batalla. No sé si te va este rollo, pero créeme, no hay nada mejor que un buen verde para liberar estrés. Hagamos una promesa: salgamos los dos vivos de esta y disfrutemos de este pequeño cabrón en amor y compañía.
En ese momento se escuchó una serie de fuertes detonaciones que hicieron temblar toda la nave. El marine soltó un lastimoso quejido y dio un puñetazo contra el suelo. Chasqueando la lengua, volvió a esconder el porro en el bolsillo interior.
- ¡Joder tío! Vaya marrón, nos lo hemos perdido. En fin, creo que escuché algo de cervezas. Si nos apuramos a lo mejor llegamos a tiempo para eso.
- Resumen:
- Conversaciones varias, localizar a Iulio, ofrecerle cosas de dudosa procedencia (?) y en caso de que me haga caso dirigirnos juntos a la cabina de pilotaje del Flying Kai.
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Comencé a escuchar lo que parecían ¿disparos? poco podía ver desde dentro de la fortaleza, y con todo el revuelo, la verdad es que la situación era tensa y confusa.
Para mi fortuna logré que un oficial apareciera, pero como era obvio, para recriminarme que hacía un civil como yo en un escenario de guerra. La verdad es que sonreí amablemente a aquel oficial e intenté convecerle de que les era necesario, al menos para echar una mano.
-Disculpe oficial, se que la cosa no está para largas charlas, pero me presentaré. Me llamo Maximiion Pegasus, de la casa Pegasus de Dressrosa. Algunos de sus superiores me conocen así como mi posición y colaboración con el gobierno. Creo que no les sobran manos para enfrentarse a esta amenaza , así que me gustaría poder ayudar a la marina en la medida de lo posible, bien ayudando a los heridos o defendiendo el interior. Lo sé solo soy un civil,pero no me obligue a volver a embarcarme de nuevo mientras dejo ver como la justicia y el orden se marchitan por unos piratas. Tengo habilidades de combate nada desdeñables.
Casi me creo mis propias palabras, pero esperaba que esto fuera suficiente como para que aquel oficial me permitiera seguir dentro de la fortaleza, además, no decía ninguna mentira en lo de "necesitar manos". Asi que, si aquel oficial no me permitía colaborar con la marina, tendría que tirar de akuma para moverme por la fortaleza sin ser visto.
Me mantuve de pie, con mi bastón de Pegaso bajo el sobaco, manteniendo la cara alegre ante aquel oficial. Tan solo le recalqué una cosa más.
-Dese prisa en responder por favor, no podría permitirme seguir de brazos cruzados aquí charlando mientras se avecina un ataque. Tengo suministros en el barco mercante, que con gusto daría a la marina para ayudar para el tratamiento de heridos o municiones.
Si esa oferta ya no colaba, no deseaba perder más tiempo con él.
Para mi fortuna logré que un oficial apareciera, pero como era obvio, para recriminarme que hacía un civil como yo en un escenario de guerra. La verdad es que sonreí amablemente a aquel oficial e intenté convecerle de que les era necesario, al menos para echar una mano.
-Disculpe oficial, se que la cosa no está para largas charlas, pero me presentaré. Me llamo Maximiion Pegasus, de la casa Pegasus de Dressrosa. Algunos de sus superiores me conocen así como mi posición y colaboración con el gobierno. Creo que no les sobran manos para enfrentarse a esta amenaza , así que me gustaría poder ayudar a la marina en la medida de lo posible, bien ayudando a los heridos o defendiendo el interior. Lo sé solo soy un civil,pero no me obligue a volver a embarcarme de nuevo mientras dejo ver como la justicia y el orden se marchitan por unos piratas. Tengo habilidades de combate nada desdeñables.
Casi me creo mis propias palabras, pero esperaba que esto fuera suficiente como para que aquel oficial me permitiera seguir dentro de la fortaleza, además, no decía ninguna mentira en lo de "necesitar manos". Asi que, si aquel oficial no me permitía colaborar con la marina, tendría que tirar de akuma para moverme por la fortaleza sin ser visto.
Me mantuve de pie, con mi bastón de Pegaso bajo el sobaco, manteniendo la cara alegre ante aquel oficial. Tan solo le recalqué una cosa más.
-Dese prisa en responder por favor, no podría permitirme seguir de brazos cruzados aquí charlando mientras se avecina un ataque. Tengo suministros en el barco mercante, que con gusto daría a la marina para ayudar para el tratamiento de heridos o municiones.
Si esa oferta ya no colaba, no deseaba perder más tiempo con él.
- Resumen:
- Intento convencer al oficial de que necesita más hombres, y que eso sumado a mis recursos podían ayudar a los heridos y otros marines para la defensa. Espero poder convencerle, sino, tiraría de akuma para moverme por la fortaleza.
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Seguí mirando lo que sucedía en el barco en el que se había subido el capitán. El caos se había apoderado de muchos soldados, los cuales habían entrado en pánico, tanto que algunos saltaron por la borda, uno de ellos cayó sobre el barco en el que se había acercado Dexter. “Deberían de prepararlos para lo peor” Pensé mientras me reía al ver la escena.
El caracol que le lanzó la chica al capitán nunca llegó a las manos de este, al parecer uno de los superiores del barco interpuso su mano en la trayectoria y comenzó a hablar con el capitán, quien le respondió y comenzó a señalar a soldados que quedaban en el barco y según señalaba el soldado se desmayaba, ¿acaso había un cambio de planes y no me había dicho nada?, no podía ser, nos lo habría hecho saber, seguro que lo había hecho por lo que había dicho el marine.
Por otra parte, una nave voladora comenzó a disparar misiles a lo lejos y en dirección opuesta a la que nos encontrábamos. Parecía ser que los marínes habían mejorado su armamento, una lastima que no fuese a ver que era lo que podían hacer dichos misiles. Mientras, nuestra flota siguió avanzando poco a poco hacia la isla, aunque lo suficiente mente despacio como para darles tiempo a negociar con Dextar.
De pronto se me ocurrió una buena idea, quizás despistase un poco a los marines, pero daba lo mismo, por otra parte, quizás ayudase a que actuasen más rápido. Desplegué la armadura y volé a la parte más alta de la joya, una vez allí arriba comencé a generar una ligera brisa hacia el resto de los barcos de la flota y a la vez que lo hacía comencé a cambiar la humedad del aire, generando niebla bastante espesa, intentaría envolver por completo nuestros barcos, si algo había aprendido con Dexter, las entradas que uno hacía a escena siempre marcaban al resto, para bien o para mal, y que nuestros enemigos no nos viesen hacer nada favorecería una entrada que diese mayor intriga.
-Manteneos a distancia de voz – avisé a los soldados de la cubierta del barco para que avisasen a los otros barcos.
El caracol que le lanzó la chica al capitán nunca llegó a las manos de este, al parecer uno de los superiores del barco interpuso su mano en la trayectoria y comenzó a hablar con el capitán, quien le respondió y comenzó a señalar a soldados que quedaban en el barco y según señalaba el soldado se desmayaba, ¿acaso había un cambio de planes y no me había dicho nada?, no podía ser, nos lo habría hecho saber, seguro que lo había hecho por lo que había dicho el marine.
Por otra parte, una nave voladora comenzó a disparar misiles a lo lejos y en dirección opuesta a la que nos encontrábamos. Parecía ser que los marínes habían mejorado su armamento, una lastima que no fuese a ver que era lo que podían hacer dichos misiles. Mientras, nuestra flota siguió avanzando poco a poco hacia la isla, aunque lo suficiente mente despacio como para darles tiempo a negociar con Dextar.
De pronto se me ocurrió una buena idea, quizás despistase un poco a los marines, pero daba lo mismo, por otra parte, quizás ayudase a que actuasen más rápido. Desplegué la armadura y volé a la parte más alta de la joya, una vez allí arriba comencé a generar una ligera brisa hacia el resto de los barcos de la flota y a la vez que lo hacía comencé a cambiar la humedad del aire, generando niebla bastante espesa, intentaría envolver por completo nuestros barcos, si algo había aprendido con Dexter, las entradas que uno hacía a escena siempre marcaban al resto, para bien o para mal, y que nuestros enemigos no nos viesen hacer nada favorecería una entrada que diese mayor intriga.
-Manteneos a distancia de voz – avisé a los soldados de la cubierta del barco para que avisasen a los otros barcos.
- resumen:
- Ver los que sigue pasando, subir a lo alto de la Joya y comenzar a generar niebla (habilidad de akuma) para cubrir los barcos.
Sasaki
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La plaza comenzó a revolucionarse mucho más de lo que en un principio había hecho, tras la flota de barcos del pirata Dexter aparecieron muchos más barcos. Aquel día se iba a convertir en un auténtico infierno, y yo estaba en pijama. Era hora de ponerse mínimamente serio, como alguien propio de mi rango, al que había llegado por recomendaciones de otras personas, mi trabajo como recluta era más tranquilo, aunque debía obedecer a más personas, dejando como clara ventaja el ascenso a Contraalmirante. Fui absorbiendo el azúcar de la nube en la que me encontraba y a la vez transformé poco a poco el pijama en mi ropa de trabajo con una capa negra en la que se podía leer Contraalmirante, terminando por cambiar el gorro de dormir con pompón por un sombrero de tres picos negro amarronado.
Me coloqué el sombrero, mientras el Den Den Mushi del capitán sonaba, cuando este lo descolgó se escucharon los gritos de Minato, el Almirante en Flota. Dando órdenes de que fuésemos a la posición en la que se encontraba el Yonkou, sin duda alguna su voz denotaba miedo, algo comprensible, pero en mi opinión, el mostrarlo a sus soldados haría que estos también tuviesen miedo y reduciría su moral, algo de debíamos evitar teniendo en cuenta la que se avecinaba.
Tal y como esperé de Al, este comenzó a organizar las cosas y mando a Danio al agua, y a Arthur y a mí nos pidió que le siguiésemos, parecía ser que oba a congelar parte de la costa y mar que rodeaban la parte este de la isla haciendo cada cuarto de Leiren una capa extrafina de hielo, algo que cantaba bastante, y ahí es donde yo entraría para poner azúcar encima y que quedase del mismo color fui trabajando a medida que ambos marines trabajaban, cubriendo las partes que quedaban transparentes e intentándoles dar un aspecto igual que el hielo de color blanco, camuflando las zonas a la perfección.
Me coloqué el sombrero, mientras el Den Den Mushi del capitán sonaba, cuando este lo descolgó se escucharon los gritos de Minato, el Almirante en Flota. Dando órdenes de que fuésemos a la posición en la que se encontraba el Yonkou, sin duda alguna su voz denotaba miedo, algo comprensible, pero en mi opinión, el mostrarlo a sus soldados haría que estos también tuviesen miedo y reduciría su moral, algo de debíamos evitar teniendo en cuenta la que se avecinaba.
Tal y como esperé de Al, este comenzó a organizar las cosas y mando a Danio al agua, y a Arthur y a mí nos pidió que le siguiésemos, parecía ser que oba a congelar parte de la costa y mar que rodeaban la parte este de la isla haciendo cada cuarto de Leiren una capa extrafina de hielo, algo que cantaba bastante, y ahí es donde yo entraría para poner azúcar encima y que quedase del mismo color fui trabajando a medida que ambos marines trabajaban, cubriendo las partes que quedaban transparentes e intentándoles dar un aspecto igual que el hielo de color blanco, camuflando las zonas a la perfección.
- resumen:
- Seguir el plan de Al.
Ori Kenobi
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El movimiento que había en la isla se incrementó rápidamente, sobre todo cuando en el horizonte aparecieron más velas de piratas. Noté como el puso se iba acelerando por los nervios de ver la que se avecinaba, tan solo esperaba que la Fuerza me acompañase. Mitras paseaba por las calles acabé llegando a la plaza de la ciudad en ella pude ver un Gyogin que salió corriendo dirección al mar, mientras otros tres se dirigieron al este de la isla, uno de ellos había hecho algo extraño pasando de estar volando a estar de pie con ropas extrañas para ser un marine.
No sabía que hacer como ayudar, quizás alguien de los que estuviesen por allí por la plaza pudiese decirme que podía hacer para ayudar. Por ello busqué a alguien que tuviese algo de autoridad para preguntarle.
-Disculpe, estoy aquí para ayudar y me gustaría saber que puedo hacer para ello. No es que estar con los brazos cruzados no me guste, pero es la primera vez que estoy en una situación como esta y me estoy poniendo nervioso, si hago algo me podría relajar – le diría a la primera autoridad que encontrase.
En ese momento pude ver como dos naves voladoras comenzaban a atacar a los nuevos barcos de piratas que habían aparecido “Varda, creo que voy a necesitar tu ayuda en poco tiempo” pensé para mis adentros. A cada minuto que pasaba veía que el haber ido a aquella isla había sido un error, un error del que ya no podía escapar pues estaba rodeada. Mientras esperaba a que me diesen algo que hacer intenté sosegarme y dejarme llevar por la Fuerza, quizás ella me pudiese guiar por el buen camino y pasase de aquel día.
No sabía que hacer como ayudar, quizás alguien de los que estuviesen por allí por la plaza pudiese decirme que podía hacer para ayudar. Por ello busqué a alguien que tuviese algo de autoridad para preguntarle.
-Disculpe, estoy aquí para ayudar y me gustaría saber que puedo hacer para ello. No es que estar con los brazos cruzados no me guste, pero es la primera vez que estoy en una situación como esta y me estoy poniendo nervioso, si hago algo me podría relajar – le diría a la primera autoridad que encontrase.
En ese momento pude ver como dos naves voladoras comenzaban a atacar a los nuevos barcos de piratas que habían aparecido “Varda, creo que voy a necesitar tu ayuda en poco tiempo” pensé para mis adentros. A cada minuto que pasaba veía que el haber ido a aquella isla había sido un error, un error del que ya no podía escapar pues estaba rodeada. Mientras esperaba a que me diesen algo que hacer intenté sosegarme y dejarme llevar por la Fuerza, quizás ella me pudiese guiar por el buen camino y pasase de aquel día.
- resumen:
- Pasear por las calles, llegar a la plaza, buscar a algún rango medio-alto de la marina para preguntar que puedo hacer para ayudar.
Rei Arslan
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No le hizo falta presentarse en aquella situación, todos o casi todos parecían saber su nombre. Desde luego Therax si que había hablado mucho de ella. No se lo esperaba, de hecho, se esperaba una mala bienvenida por colarse de aquella manera en el barco. Si ella hubiera sido la capitana habría echado a alguien así, pero no lo era y por lo menos ahora podía quedarse en el barco. Varios le tendieron la mano y ella aceptó con una sonrisa. ¿Desde cuándo la gente era tan encantadora porque sí? Excepto el chico de cabellos violetas, parecía un robot hablando. Al parecer el pelirrojo era el capitán de todas aquellas personas y por sus comentarios, sabía que se llevaría bien con él.
-¿Y qué pasa con el veinte por ciento? ¿Puedo ser parte de esas? - Inquirió con sorna -. Está bien, lo entiendo. Como has podido ver, aparte de ser algo monstruoso domino los vientos - Dijo, haciendo que se levantara una suave brisa que sería suficiente para que moviera los flequillos y de repente parara -. Y no solo el viento, también la naturaleza y la luz, pero en mucha menor medida.
Esperaba que le gustasen sus habilidades, pero había caído en una cosa. Al decirlas en voz alta seguro que el rubio las había escuchado y él no conocía esas facetas suyas. Suficiente tuvo en Skellige cuando la odiaban por tener un fruto del diablo, no esperaba que la trataran diferente, pero tampoco que la detestasen como allí.
-¿Es que no me has visto? He llegado volando, pero ahora da igual eso - comentó rápidamente.
Al principio notó la sonrisa en su rostro, pero pronto se desvaneció. ¿Es que acaso le había parecido mal? Ella no estaba aquí por la guerra, eso le traía sin cuidado. Como si el mundo de sumía en el caos por culpa suya. Ella estaba en ese barco solamente por él, pero al parecer al rubio le importaban más las batallitas que su presencia.
Pronto se escucharon sonidos de explosiones y Annie se giró rápidamente, echando mano a Nimue y a alguna de sus flechas, aunque estaba segura que desde su posición no podría hacer nada relevante. Lo interesante estaba cerca de la roca. Se acercó hasta la barandilla para comprobar como estaba la situación y luego regresó a su última posición. Era su primera guerra y no tenía ni idea de qué hacer, es más, estaba hasta un poco nerviosa por lo que pudiera pasar. ¿Dónde se había quedado la cenicienta muchacha cuya vida no le importaba?
-¿Y qué pasa con el veinte por ciento? ¿Puedo ser parte de esas? - Inquirió con sorna -. Está bien, lo entiendo. Como has podido ver, aparte de ser algo monstruoso domino los vientos - Dijo, haciendo que se levantara una suave brisa que sería suficiente para que moviera los flequillos y de repente parara -. Y no solo el viento, también la naturaleza y la luz, pero en mucha menor medida.
Esperaba que le gustasen sus habilidades, pero había caído en una cosa. Al decirlas en voz alta seguro que el rubio las había escuchado y él no conocía esas facetas suyas. Suficiente tuvo en Skellige cuando la odiaban por tener un fruto del diablo, no esperaba que la trataran diferente, pero tampoco que la detestasen como allí.
-¿Es que no me has visto? He llegado volando, pero ahora da igual eso - comentó rápidamente.
Al principio notó la sonrisa en su rostro, pero pronto se desvaneció. ¿Es que acaso le había parecido mal? Ella no estaba aquí por la guerra, eso le traía sin cuidado. Como si el mundo de sumía en el caos por culpa suya. Ella estaba en ese barco solamente por él, pero al parecer al rubio le importaban más las batallitas que su presencia.
Pronto se escucharon sonidos de explosiones y Annie se giró rápidamente, echando mano a Nimue y a alguna de sus flechas, aunque estaba segura que desde su posición no podría hacer nada relevante. Lo interesante estaba cerca de la roca. Se acercó hasta la barandilla para comprobar como estaba la situación y luego regresó a su última posición. Era su primera guerra y no tenía ni idea de qué hacer, es más, estaba hasta un poco nerviosa por lo que pudiera pasar. ¿Dónde se había quedado la cenicienta muchacha cuya vida no le importaba?
- Resumen:
- Relleno, más relleno y comprobar la situación del barco de los Arashi.
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Akuma no mi
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Ante la idea de establecer un vínculo telepático entre ambos, el rictus de Hachiro se tensó ligeramente. No fue un gesto muy evidente, como era de esperar en un Agente del Cipher Pol, entrenado para ocultar lo que verdaderamente piensa, pero para alguien tan perspicaz a la hora de descifrar el comportamiento humano como yo su significado estaba bastante claro. El peliblanco no terminaba de confiar en abrir su mente a la mía. No podía culparle, como buen espía seguro que era plenamente consciente del poder de la información, y no querría exponerse al riesgo de que indagase en sus pensamientos. Algo lógico teniendo en cuenta que, si quisiera hacerlo, seguramente no podría impedírmelo. No obstante, no tenía ninguna intención de leer la mente de mi compañero y superior. Debido a ello, traté de adoptar una pose neutral y relajada, que no le incitase a sospechar nada extraño.
Finalmente, y tras unos tensos segundos de duda, Hachiro se mostró conforme con mi idea, a lo que respondí con una ligera sonrisa mientras activaba el enlace mental entre ambos. Poco después, y tras saludar a Kimura con un desdén que me sorprendió dadas las capacidades que me había mostrado el marine en nuestros anteriores encuentros, el peliblanco prosiguió enumerando las opciones de que disponíamos en aquel momento.
Sus afirmaciones no carecían de sentido en momento alguno. Era tan cierto que no podíamos quedarnos en retaguardia a esperar que los piratas llegaran hasta nosotros, como que no era tarea de dos Agentes acudir al combate directo con los piratas en primera línea como simples reclutas de la Marina. No, debíamos ir más allá. Las habilidades que poseíamos nos hacían idóneos para otro tipo de tareas.
Cuando Hachiro, a través de nuestra conexión telepática, dejó caer que dudaba de que quien iba a ser ejecutado fuese el verdadero Legim, no pude evitar mirarle de forma ligeramente escéptica.
- Sí, sin duda también es lo que yo habría hecho, matarlo y usar un señuelo para atraer a muchos más piratas a una trampa. - respondí, usando también el vínculo. - No obstante, dudo que quienes dirigen la Marina hayan pensado en algo así, ese plan es mucho más propio del Cipher Pol. Por lo tanto, debemos suponer que no han sido tan inteligentes y que quien se dirige al patíbulo es el auténtico Legan Legim. Así minimizaremos el riesgo de huida.
Observando el horizonte junto a mi compañero, pude ver cómo un gran número de embarcaciones piratas habían sitiado la isla desde dos puntos. Por un lado, al oeste destacaban las banderas de la gran flota de los Blue Rose, los la banda más poderosa del Nuevo Mundo, y los Arashi no Kyoudai, una de las tripulaciones emergentes que más fama habían adquirido últimamente. Ambos grupos de piratas encabezaban el inminente asalto frente a la línea defensiva de la Marina.
Al este, el panorama era mucho más halagüeño para el Gobierno. Frente a los buques de guerra que protegían Gray Rock se extendía una gran cantidad de barcos con diferentes banderas, totalmente desorganizados en comparación con quienes atacaban desde el otro lado. A la cabeza se encontraba un gigantesco galeón, probablemente el mayor de cuantos iban a participar en aquella batalla. No obstante, no estaba muy seguro de a qué tripulación pertenecía el pabellón que ondeaba en su mástil. No obstante, lo que más llamaba la atención era que en esa zona el mar estaba tornándose hielo a una velocidad alarmante. Una figura moviéndose vertiginosamente destacaba entre el hielo, y parecía ser quien lo estaba creando. Mi aguda vista me permitió, con esfuerzo, distinguir los rasgos del Vicealmirante rubio a quien Kimura había saludado minutos antes, el que había capturado a Legim. << Así que ese es el poder de alguien capaz de vencer a un Yonkou... >> pensé mientras observaba sus rápidos movimientos.
Las nuevas palabras de Hachiro resonaron en mi cabeza, haciéndome pensar en la peligrosa posibilidad que insinuaban. Sí, era lógico pensar que alguien intentaría interceptar el barco que transportaba al prisionero antes de que este llegase a la isla. Y no podíamos permitir que dicha maniobra tuviese éxito. Así que, cuando el peliblanco me miró antes de saltar al vació, asentí con determinación. Me lancé tras él haciendo uso del Geppou con la intención de ponerme a su altura y avanzar junto a él hacia el barco que, al menos en teoría, traía a Legim a la isla.
Finalmente, y tras unos tensos segundos de duda, Hachiro se mostró conforme con mi idea, a lo que respondí con una ligera sonrisa mientras activaba el enlace mental entre ambos. Poco después, y tras saludar a Kimura con un desdén que me sorprendió dadas las capacidades que me había mostrado el marine en nuestros anteriores encuentros, el peliblanco prosiguió enumerando las opciones de que disponíamos en aquel momento.
Sus afirmaciones no carecían de sentido en momento alguno. Era tan cierto que no podíamos quedarnos en retaguardia a esperar que los piratas llegaran hasta nosotros, como que no era tarea de dos Agentes acudir al combate directo con los piratas en primera línea como simples reclutas de la Marina. No, debíamos ir más allá. Las habilidades que poseíamos nos hacían idóneos para otro tipo de tareas.
Cuando Hachiro, a través de nuestra conexión telepática, dejó caer que dudaba de que quien iba a ser ejecutado fuese el verdadero Legim, no pude evitar mirarle de forma ligeramente escéptica.
- Sí, sin duda también es lo que yo habría hecho, matarlo y usar un señuelo para atraer a muchos más piratas a una trampa. - respondí, usando también el vínculo. - No obstante, dudo que quienes dirigen la Marina hayan pensado en algo así, ese plan es mucho más propio del Cipher Pol. Por lo tanto, debemos suponer que no han sido tan inteligentes y que quien se dirige al patíbulo es el auténtico Legan Legim. Así minimizaremos el riesgo de huida.
Observando el horizonte junto a mi compañero, pude ver cómo un gran número de embarcaciones piratas habían sitiado la isla desde dos puntos. Por un lado, al oeste destacaban las banderas de la gran flota de los Blue Rose, los la banda más poderosa del Nuevo Mundo, y los Arashi no Kyoudai, una de las tripulaciones emergentes que más fama habían adquirido últimamente. Ambos grupos de piratas encabezaban el inminente asalto frente a la línea defensiva de la Marina.
Al este, el panorama era mucho más halagüeño para el Gobierno. Frente a los buques de guerra que protegían Gray Rock se extendía una gran cantidad de barcos con diferentes banderas, totalmente desorganizados en comparación con quienes atacaban desde el otro lado. A la cabeza se encontraba un gigantesco galeón, probablemente el mayor de cuantos iban a participar en aquella batalla. No obstante, no estaba muy seguro de a qué tripulación pertenecía el pabellón que ondeaba en su mástil. No obstante, lo que más llamaba la atención era que en esa zona el mar estaba tornándose hielo a una velocidad alarmante. Una figura moviéndose vertiginosamente destacaba entre el hielo, y parecía ser quien lo estaba creando. Mi aguda vista me permitió, con esfuerzo, distinguir los rasgos del Vicealmirante rubio a quien Kimura había saludado minutos antes, el que había capturado a Legim. << Así que ese es el poder de alguien capaz de vencer a un Yonkou... >> pensé mientras observaba sus rápidos movimientos.
Las nuevas palabras de Hachiro resonaron en mi cabeza, haciéndome pensar en la peligrosa posibilidad que insinuaban. Sí, era lógico pensar que alguien intentaría interceptar el barco que transportaba al prisionero antes de que este llegase a la isla. Y no podíamos permitir que dicha maniobra tuviese éxito. Así que, cuando el peliblanco me miró antes de saltar al vació, asentí con determinación. Me lancé tras él haciendo uso del Geppou con la intención de ponerme a su altura y avanzar junto a él hacia el barco que, al menos en teoría, traía a Legim a la isla.
- Resumen:
- - Hablar con Hachiro, observar la situación alrededor de la isla, y dirigirme con él hacia los barcos que transportan al Yonkou preso.
Aki D. Arlia
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La cosa no tardó mucho en caldearse, aún si todo a su alrededor implicaba lo contrario. La marina comenzaba a moverse y no pasó mucho tiempo hasta que oyó el sonido de los primeros misiles al ser lanzados. Un rápido vistazo le hizo confirmar que su barco no estaba en peligro inminente, pero bastó para hacerle tomar una decisión. Chasqueó los dedos y dos jóvenes apuestas de aspecto duro surgieron a su lado como una aparición.
-Lleváosla de aquí. Coged la lancha, no me importa. Sabíais a lo que veníais.
Con un asentimiento por toda respuesta, ambas partieron. Sabía que el barco contaba con al menos 5 lanchas fuerabordas en la bodega, pequeñas pero con capacidad suficiente como para poner a su tripulación a salvo. En este caso, sin embargo, una de ellas se echó al agua antes de lo esperado y con mucha menos gente de lo previsto. Apenas acompañada por dos de las guerreras, la lancha partió con su pequeña a bordo alejándose de Gray Rock y la tormenta que comenzaba a desatarse a su alrededor. No iba a arriesgarla. Sabía que muchas de las que la acompañaban no sobrevivirían a hoy, pero no le importaba lo más mínimo. Ellas habían decidido venir. No les debía nada más que el que la hubieran transportado, por mucho que dijera Jester.
Sin embargo, si no lograban acercarse, no habría valido de mucho. Ella podía volar, las guerreras no. Habría que acercar el barco. Y la capa de hielo que se estaba formando alrededor de la roca objetivo lo dificultaría. Por supuesto, el barco podía romperla a su paso pero... podría haber algo oculto bajo el agua. Habría que arreglar eso.
Caminó con parsimonia hasta situarse en la punta más alta de proa. Pasó a su forma completa en cuestión de segundos, sin disimular. Miró hacia atrás e hizo una señal para que izaran la bandera de Xella y aumentaran la velocidad. Era hora de meterse de lleno en el conflicto. No iba a quedarse sin la acción. Algo alejados, la flota de los Blue Rose Pirates comenzó a rodearse de niebla. También ellos tenían ganas de jugar.
Sonriendo, conjuró al fuego infernal mirando hacia delante desafiante. En cuanto se acercaran a la zona de hielo comenzaría a derretirlo según el barco avanzara. Si podía, ayudaría también a los barcos vecinos. El agua no haría que su fuego dejara de arder, por lo que por muy profundo que fuera desaparecería pronto.
- No va a ser tan sencillo detenernos. Hemos venido a divertirnos, ¿Verdad?
-Lleváosla de aquí. Coged la lancha, no me importa. Sabíais a lo que veníais.
Con un asentimiento por toda respuesta, ambas partieron. Sabía que el barco contaba con al menos 5 lanchas fuerabordas en la bodega, pequeñas pero con capacidad suficiente como para poner a su tripulación a salvo. En este caso, sin embargo, una de ellas se echó al agua antes de lo esperado y con mucha menos gente de lo previsto. Apenas acompañada por dos de las guerreras, la lancha partió con su pequeña a bordo alejándose de Gray Rock y la tormenta que comenzaba a desatarse a su alrededor. No iba a arriesgarla. Sabía que muchas de las que la acompañaban no sobrevivirían a hoy, pero no le importaba lo más mínimo. Ellas habían decidido venir. No les debía nada más que el que la hubieran transportado, por mucho que dijera Jester.
Sin embargo, si no lograban acercarse, no habría valido de mucho. Ella podía volar, las guerreras no. Habría que acercar el barco. Y la capa de hielo que se estaba formando alrededor de la roca objetivo lo dificultaría. Por supuesto, el barco podía romperla a su paso pero... podría haber algo oculto bajo el agua. Habría que arreglar eso.
Caminó con parsimonia hasta situarse en la punta más alta de proa. Pasó a su forma completa en cuestión de segundos, sin disimular. Miró hacia atrás e hizo una señal para que izaran la bandera de Xella y aumentaran la velocidad. Era hora de meterse de lleno en el conflicto. No iba a quedarse sin la acción. Algo alejados, la flota de los Blue Rose Pirates comenzó a rodearse de niebla. También ellos tenían ganas de jugar.
Sonriendo, conjuró al fuego infernal mirando hacia delante desafiante. En cuanto se acercaran a la zona de hielo comenzaría a derretirlo según el barco avanzara. Si podía, ayudaría también a los barcos vecinos. El agua no haría que su fuego dejara de arder, por lo que por muy profundo que fuera desaparecería pronto.
- No va a ser tan sencillo detenernos. Hemos venido a divertirnos, ¿Verdad?
- Resumen:
- Mandar a su npc a retirarse, izar la bandera de xella y acelerar la velocidad. En cuanto se topa con el hielo comenzar a derretirlo a su alrededor con fuego infernal.
Heaten
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La figura de la pelimorada se encontraba apoyada en una de las paredes de roca que bordeaban la plaza que se serviría para escenificar el ajusticionamiento de Legim Legan. No tenía demasiados datos sobre él. Aunque era una persona importante. Gran parte de sus logros debieron llevarse a cabo mientras aún se encontraba en el laboratorio. Era demasiado pequeña. Aunque tenía los datos esenciales. Se trataba de un Yonkou. "Yonkou es la palabra que se usa para denominar a los piratas que han conquistado territorios y controlan en mayor parte las islas del nuevo mundo. Es un hombre poderoso, según esta definición. Tiene sentido que quieran hacer una ejecución pública por ello. Sin embargo, podrían simplemente haberle decapitado y mostrar su cabeza a ojos de todos." Pensó mientras sus ojos repasaban a las personas que se encontraban en la plaza. Podía reconocer entre ellos algunos rostros de la marina, personas con las que hubo coincidido tiempo atrás. El problema era que ella no había sido la verdadera Heaten cuando interactuaron. Así que solo tenía datos objetivos seguramente erróneos.
"Bueno, puede que esta vez consiga conocerles por mi misma". Pensó, recordando las conversaciones que hubo tenido con Kusanagi tras la falsa muerte de Kuro. Este se había interesado por ella al ver que se encontraba sola. Y es que con la desaparición de su compañero, no había nada que le atase a la marina, a parte de una serie de sospechas sobre complots con los que ella no quería verse involucrada. Su "muerte" había sido una forma para protegerles a ambos. Aunque todavía tenía asuntos pendientes, como el devolver a Yarmin el favor. Ese era uno de los motivos por los que se propuso voluntaria para esta guerra. Esperaba verle por ahí, aunque de momento no había ni rastro de él. "Ya habrá otra ocasión". Se dijo a sí misma antes de centrar su atención en la conversación del vicealmirante Al Naión con el resto de sus compañeros. -Parecen buenos compañeros...- Murmuró. Antes de alzar la cabeza sorprendida al ver como saltaban el muro, bajando al mar por unas escaleras de hiero.
Sorprendida, salió corriendo en dirección al lado este de la plaza, por donde se hubieran marchado. La capucha negra de su sudadera, que ocultaba su rostro, cayó hacia atrás, dejando ver su cabellera. Más corta que antes. llevaba el pelo suelo y algo alborotado, esto debido a la capucha que ocultaba su rostro. Además, sus ojos eran ahora de un tono violáceo y oscuro, y su cabello parecía haberse decolorado. Tras ella, un ser de color azul rebotaba, tratando de seguirle el ritmo a la joven, que en un pestañeo había subido, quedando sobre una pieza de corindón que se sujetaba a la pared. Desde ahí podía observar el bombardeo, los barcos y la gran masa de hielo que se extendía por el mar.
"Parece que esta ejecución ha llamado la atención". Afirmó en su mente mientras sus ojos resplandecían ante el fulgor de la batalla y su mano se posaba sobre su preciada espada. -Nepu, nosotros también tenemos que esforzarnos.-
"Bueno, puede que esta vez consiga conocerles por mi misma". Pensó, recordando las conversaciones que hubo tenido con Kusanagi tras la falsa muerte de Kuro. Este se había interesado por ella al ver que se encontraba sola. Y es que con la desaparición de su compañero, no había nada que le atase a la marina, a parte de una serie de sospechas sobre complots con los que ella no quería verse involucrada. Su "muerte" había sido una forma para protegerles a ambos. Aunque todavía tenía asuntos pendientes, como el devolver a Yarmin el favor. Ese era uno de los motivos por los que se propuso voluntaria para esta guerra. Esperaba verle por ahí, aunque de momento no había ni rastro de él. "Ya habrá otra ocasión". Se dijo a sí misma antes de centrar su atención en la conversación del vicealmirante Al Naión con el resto de sus compañeros. -Parecen buenos compañeros...- Murmuró. Antes de alzar la cabeza sorprendida al ver como saltaban el muro, bajando al mar por unas escaleras de hiero.
Sorprendida, salió corriendo en dirección al lado este de la plaza, por donde se hubieran marchado. La capucha negra de su sudadera, que ocultaba su rostro, cayó hacia atrás, dejando ver su cabellera. Más corta que antes. llevaba el pelo suelo y algo alborotado, esto debido a la capucha que ocultaba su rostro. Además, sus ojos eran ahora de un tono violáceo y oscuro, y su cabello parecía haberse decolorado. Tras ella, un ser de color azul rebotaba, tratando de seguirle el ritmo a la joven, que en un pestañeo había subido, quedando sobre una pieza de corindón que se sujetaba a la pared. Desde ahí podía observar el bombardeo, los barcos y la gran masa de hielo que se extendía por el mar.
"Parece que esta ejecución ha llamado la atención". Afirmó en su mente mientras sus ojos resplandecían ante el fulgor de la batalla y su mano se posaba sobre su preciada espada. -Nepu, nosotros también tenemos que esforzarnos.-
- Spoiler:
- Pensamientos varios que hacen referencia a un cambio de personalidad que tendría Heaten tras un diaro que está en proceso.
Lo aviso porque en presente lo lógico es que ya no hable como dos entes, sino como uno. Además, tengo en cuenta la desaparición de Kuro, que ahora es un npc, por mantener la lógica. Quitando eso, no hace más que observar y asomarse al muro para cotillear que andan haciendo Al and company.
No podía creerlo. ¿De verdad había conseguido librarme de todo aquello? Una sonrisa iluminó por completo mi rostro al pensarlo. Por un lado era comprensible. La situación requería de una atención y una concentración que podría favorecer que se olvidaran de mí. Moví el cubo para alejarlo un poco de la pared y así poder apoyar la espalda en ella, estirando las piernas en el proceso. Un sonido metálico junto a mí me sobresaltó. Había golpeado a Blancanieves, causando que el ruido del platino resonase en todo el lugar. Había adoptado la costumbre de llevarla siempre conmigo, pero a veces me olvidaba de ella.
-No te enfades conmigo -dije en voz baja mientras colocaba el set de espejos junto a mí, inclinado sobre la pared para evitar hacerlo caer de nuevo.
Con suerte, aquél sería el único esfuerzo que, contra todo pronóstico, me vería obligado a realizar en un día tan dado al trabajo. Sin embargo, mi suerte se esfumó tan pronto un sonido proveniente de todas partes y de ningún sitio dio al traste con ella. «Mi gozo en un pozo», me quejé en mi fuero interno mientras oía cómo el vicealmirante llamaba a Silver. No sólo a él, sino que le instaba a llevarnos a todos con él.
¿Qué podía hacer? Con toda seguridad mandaría a alguien a buscarme, pero ¿a quién? Einar, esa mole de pelo pelirrojo con un absurdo apego al trabajo y las cosas bien hechas, no se encontraba con nosotros en aquella ocasión. En su defecto, Kenzo poseía una mentalidad lo suficientemente estricta como para confiarle una misión de esa naturaleza.
-¿Y si me escondo por ahí? -musité, poniendo voz a mis pensamientos. El chisme que nos albergaba era lo suficientemente grande y me permitiría hacerlo sin problemas. No obstante, actuar así conllevaría desobedecer dos órdenes: la de Silver y la del tipo que tenía el mando del transporte, nada menos que un vicealmirante. El conflicto en el que nos encontrábamos inmersos era de gran trascendencia, por lo que una acción como la que me planteaba podría traerme consecuencias más graves de lo habitual.
Mientras meditaba sobre mis opciones, la música que inundaba el cachivache volador cambió por completo. También percibí movimientos del mismo a gran velocidad, como si nos desplazásemos de un lugar a otro, pero no le di mucha importancia. Era lógico aprovechar la movilidad del chisme.
Entonces apareció quien menos esperaba. Sus pasos fueron inaudibles hasta que estuvo junto a mí, momento en que seguramente él mismo decidió mostrarse. Jason se sentó frente a mí, prendiendo un cigarrillo y disculpándose por estar allí. Me caía bien ese tipo.
-Sí, he escuchado la orden -señalé, haciendo un gesto hacia el techo-. Ya veo, parece que esta vez no hay mucho que pueda hacer, ¿no? -bromeé, incorporándome y colocando a Blancanieves entre mis piernas.
Me ofreció una calada del cigarro, que rechacé con un movimiento de la mano antes de fijarme en él. No me explicaba cómo, pese a fumar del modo en que lo hacía, su rendimiento físico no se veía perjudicado. «Eres todo un privilegiado», me dije, girando el anillo que adornaba el dedo corazón de mi mano derecha. Mi gesto cambió en cuanto me mostró lo que reservaba para cuando todo concluyese. El tabaco no me agradaba, pero aquello era otra cosa. ¿A quién no le gustaba pasárselo bien de vez en cuando? Sonreí, pero cuando me disponía a responder la nave tembló. ¿Habían disparado? Eso parecía, lo que indicaba que la fiesta acababa de comenzar.
-Pues vamos. Todo sea por el bien del mundo y el mal de nuestro hígado -ironicé, levantándome pesadamente y usando las correas de Blancanieves para colocarme los espejos en la espalda. Esperé para comenzar a caminar tras Jason, momento en que giré el ámbar que presidía el anillo. Era bonito, sí, pero aquello no era lo que más me gustaba de él.
-No te enfades conmigo -dije en voz baja mientras colocaba el set de espejos junto a mí, inclinado sobre la pared para evitar hacerlo caer de nuevo.
Con suerte, aquél sería el único esfuerzo que, contra todo pronóstico, me vería obligado a realizar en un día tan dado al trabajo. Sin embargo, mi suerte se esfumó tan pronto un sonido proveniente de todas partes y de ningún sitio dio al traste con ella. «Mi gozo en un pozo», me quejé en mi fuero interno mientras oía cómo el vicealmirante llamaba a Silver. No sólo a él, sino que le instaba a llevarnos a todos con él.
¿Qué podía hacer? Con toda seguridad mandaría a alguien a buscarme, pero ¿a quién? Einar, esa mole de pelo pelirrojo con un absurdo apego al trabajo y las cosas bien hechas, no se encontraba con nosotros en aquella ocasión. En su defecto, Kenzo poseía una mentalidad lo suficientemente estricta como para confiarle una misión de esa naturaleza.
-¿Y si me escondo por ahí? -musité, poniendo voz a mis pensamientos. El chisme que nos albergaba era lo suficientemente grande y me permitiría hacerlo sin problemas. No obstante, actuar así conllevaría desobedecer dos órdenes: la de Silver y la del tipo que tenía el mando del transporte, nada menos que un vicealmirante. El conflicto en el que nos encontrábamos inmersos era de gran trascendencia, por lo que una acción como la que me planteaba podría traerme consecuencias más graves de lo habitual.
Mientras meditaba sobre mis opciones, la música que inundaba el cachivache volador cambió por completo. También percibí movimientos del mismo a gran velocidad, como si nos desplazásemos de un lugar a otro, pero no le di mucha importancia. Era lógico aprovechar la movilidad del chisme.
Entonces apareció quien menos esperaba. Sus pasos fueron inaudibles hasta que estuvo junto a mí, momento en que seguramente él mismo decidió mostrarse. Jason se sentó frente a mí, prendiendo un cigarrillo y disculpándose por estar allí. Me caía bien ese tipo.
-Sí, he escuchado la orden -señalé, haciendo un gesto hacia el techo-. Ya veo, parece que esta vez no hay mucho que pueda hacer, ¿no? -bromeé, incorporándome y colocando a Blancanieves entre mis piernas.
Me ofreció una calada del cigarro, que rechacé con un movimiento de la mano antes de fijarme en él. No me explicaba cómo, pese a fumar del modo en que lo hacía, su rendimiento físico no se veía perjudicado. «Eres todo un privilegiado», me dije, girando el anillo que adornaba el dedo corazón de mi mano derecha. Mi gesto cambió en cuanto me mostró lo que reservaba para cuando todo concluyese. El tabaco no me agradaba, pero aquello era otra cosa. ¿A quién no le gustaba pasárselo bien de vez en cuando? Sonreí, pero cuando me disponía a responder la nave tembló. ¿Habían disparado? Eso parecía, lo que indicaba que la fiesta acababa de comenzar.
-Pues vamos. Todo sea por el bien del mundo y el mal de nuestro hígado -ironicé, levantándome pesadamente y usando las correas de Blancanieves para colocarme los espejos en la espalda. Esperé para comenzar a caminar tras Jason, momento en que giré el ámbar que presidía el anillo. Era bonito, sí, pero aquello no era lo que más me gustaba de él.
- Resumen:
- Sigo a Jason hasta donde se encuentran los demás.
Mist D. Spanner
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Todos estaban hablando, pero había una extraña voz que entraba en el oído del pirata. Una voz que no había oído nunca, algo lejana pero lo suficientemente alta. Apagó su cerebro a lo que tenía cerca, intentando centrarse en aquella extraña voz. Miró detrás de sí, siguiendo la fuente de aquel sonido. Caminó hasta al borde de cubierta y observó a lo que debía ser el origen, sin dudarlo. Una pequeña barca se acercaba hacia ellos, pero aquello no era lo más raro. Sobre ella había una extraña criatura. Una especie de gato humanoide de pelaje amarillo que estaba hablando solo, con una voz inusualmente alta.
─¿Debería infiltrarme en algún navío pirata sin ser descubierto y esconderme allí hasta que pasemos el bloqueo? Es buena idea pero... si me descubren estaría perdido. Me pondré la ropa que robé al pueblerino de la anterior ciudad para pasar desapercibido. Aquí está el barco de los Arashi No Kyoudai. Subiré por el casco del barco e intentaré que no me descubran.
Alzó una ceja. ¿Por qué estaba diciéndolo todo en voz alta? ¿Aquello era un miembro de la Tribu Mink de los que tanto había leído? Creía que no solían salir de Zou en el Nuevo Mundo. Vio como trepaba, sin darse cuenta de que alguien lo estaba observando, ensimismado en su monólogo interior. Definitivamente, aquella criatura era jodidamente estúpida. Desenvainó su espada y, en el mismo momento en que su cabeza asomó por cubierta, ya tenía la punta de la katana a escasos milímetros de su morro y, después, su cuello. ¡Pero aquello no era todo! ¡Aún con la katana delante suya volvió a hablar para sí mismo!
─Mierda, están todos en cubierta... Bueno de perdidos al río. Que sea lo que tenga que ser.
─¿Eres idiota o has bebido agua de mar de camino aquí? -dijo, antes de que el mink pudiese decir nada más-. Si no quieres que te congele la tráquea de un corte ya estás diciendo quién eres y qué estás haciendo aquí. No solo eso, también cómo demonios has sabido quienes somos, teniendo en cuenta que no estamos usando nuestro barco.
De la hoja de su espada salía el frío vaho que la caracterizaba, enfriando el aire a su alrededor. Debía buscar una forma de reducir al intruso. Por sus actos no parecía alguien particularmente inteligente, pero no era capaz de medir su fuerza, por tanto debía asegurarse. Sin apartar la mirada, dio una orden como vicecapitán de los Arashi no kyoudai.
─Marc -dijo con voz firme-. Atalo.
El semigigante tenía el tamaño y la fuerza como para estar seguros de que podría reducir al mink. Además, bien podría crear cuerdas de queso para atarlo.
─¿Debería infiltrarme en algún navío pirata sin ser descubierto y esconderme allí hasta que pasemos el bloqueo? Es buena idea pero... si me descubren estaría perdido. Me pondré la ropa que robé al pueblerino de la anterior ciudad para pasar desapercibido. Aquí está el barco de los Arashi No Kyoudai. Subiré por el casco del barco e intentaré que no me descubran.
Alzó una ceja. ¿Por qué estaba diciéndolo todo en voz alta? ¿Aquello era un miembro de la Tribu Mink de los que tanto había leído? Creía que no solían salir de Zou en el Nuevo Mundo. Vio como trepaba, sin darse cuenta de que alguien lo estaba observando, ensimismado en su monólogo interior. Definitivamente, aquella criatura era jodidamente estúpida. Desenvainó su espada y, en el mismo momento en que su cabeza asomó por cubierta, ya tenía la punta de la katana a escasos milímetros de su morro y, después, su cuello. ¡Pero aquello no era todo! ¡Aún con la katana delante suya volvió a hablar para sí mismo!
─Mierda, están todos en cubierta... Bueno de perdidos al río. Que sea lo que tenga que ser.
─¿Eres idiota o has bebido agua de mar de camino aquí? -dijo, antes de que el mink pudiese decir nada más-. Si no quieres que te congele la tráquea de un corte ya estás diciendo quién eres y qué estás haciendo aquí. No solo eso, también cómo demonios has sabido quienes somos, teniendo en cuenta que no estamos usando nuestro barco.
De la hoja de su espada salía el frío vaho que la caracterizaba, enfriando el aire a su alrededor. Debía buscar una forma de reducir al intruso. Por sus actos no parecía alguien particularmente inteligente, pero no era capaz de medir su fuerza, por tanto debía asegurarse. Sin apartar la mirada, dio una orden como vicecapitán de los Arashi no kyoudai.
─Marc -dijo con voz firme-. Atalo.
El semigigante tenía el tamaño y la fuerza como para estar seguros de que podría reducir al mink. Además, bien podría crear cuerdas de queso para atarlo.
- Resumen (Zord y Marc, leedlo):
- Oigo a Zord hablar solo, ya que por su post entiendo que está hablando en voz alta. Cuando sube, no le dejo hablar siquiera y pongo mi katana en su cuello, pidiendo explicaciones para después pedirle a Marc que lo ate.
Nocturne93
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En cuanto dije aquellas palabras a Al, escuché una voz a mi espalda. Cuando me quise dar cuenta allí se habían reunido la mayoría de mis camaradas. Bastó decir que no sabía cuántos podrían venir para que apareciera la gran mayoría. Aquella situación me traía recuerdos, buenos y malos puesto que la última vez que nos reunimos todos los miembros fue en Síderos. Cuando todavía estaba Yoshi con nosotros, además del también desaparecido Gusi.
Le fui a tender el catalejo a Al de nuevo, pero alguien lo interceptó. La gente se reunía alrededor del vice-almirante, dos rostros también conocidos, sobre todo el del contra-almirante Jack, con quien me había enfrentado en los combates organizados por la marina, situación en la cual conocí también al agente Thawne. Me giré para ver si todavía estaba allí. Hablaba con su compañero.
¿Cómo diantres no le había reconocido antes? Se trataba de alguien con quien hice equipo en la misión de infiltración donde estuve con el propio Danio Rerio, también presente. No tuve la oportunidad de disculparme por lo que hice, no supe qué me ocurrió, pero cuando llegué a la casa perdí el conocimiento y no desperté hasta que todo pasó. No fui capaz de comprender qué diantres ocurrió, pero algo me dice que a ojos de todos tan solo me quedé dormido.
El vice-almirante dio sus ordenes y de pronto todos comenzaron a movilizarse. El océano comenzó a helarse. Algo me dice que Al Naion dejó la zona a mi cargo. Estaba harto de decepciones, de ser siempre el que habla y después no hace nada. En este lugar estaba dispuesto a dar la vida si era necesario. El teniente-comandante Kimura, ya no volvería a desaparecer sin antes actuar.
-Tobías, Bizvan, Ciaran -comencé a decir sin apartar la mirada del océano-. Debemos asegurar la zona, los piratas no deben aproximarse. Debemos permanecer juntos todo el rato, pase lo que pase. Recordad, que los lobos atacan en manada.
Me giré hacia ellos. El agente Thawne había desaparecido, pero en el lugar donde antes estaba él pude ver un rostro que se me hizo conocido. No era posible, no podía ser que la marina haya llamado a todos y cada uno de los miembros entre sus filas, esta persona dudo mucho que estuviera preparado.
-No puede ser -murmuré mientras avanzaba hacia esa persona.
El miembro más nobel de los Crimson Wolves, aquél con quien todavía no había logrado concertar un encuentro, ese al que tan solo conocía su rostro por los informes que había visto de él, y su ficha como marine. El muchacho de grisáceos cabellos, conocido como Wyrm, estaba allí dando vueltas, parecía como si estuviera perdido, buscando a alguien. ¿Tal vez me buscaba a mí? Debería haberme visto hablando con el vice-almirante Al. Tal vez todavía no conoce mi rostro al no habernos encontrado.
Llegué hasta su posición y con el semblante serio por la situación le hablé.
-Parece que lo único que le importa ahora mismo a los altos cargos es tener el mayor número de efectivos en la isla. Tú debes ser Wyrm, marine. Al fin nos conocemos, soy Kimura Hayate, capitán de los Crimson Wolves y estos son Tobías, Bizvan y Ciaran. Tan solo lamento que sea en este lugar donde nos veamos. Me gustaría darte la bienvenida, pero sinceramente desearía que la mayoría de los aquí presentes no estuviera.
Tal vez fuese demasiado a decir de golpe para el primer encuentro, pero había que preparar la zona para lo peor.
-De acuerdo. Wyrm, no te separes de mí, necesito saber todo cuanto pueda de tí ahora mismo y, sobre todo, necesito que confíes en mí. Tobías prepara tu sirope, trata de extender cuanto puedas sin mermar tus energías lo máximo posible, si controlas el terreno te será más sencillo coger desprevenidos a los enemigos. Bizvan cuando llegue el momento, no dudes en llamar a Madre, podrá ser clave para esto. Ciaran, no te alejes demasiado de nosotros. Recordad que lo principal será tratar de mantenerlos a raya con todo tipo de ataques a distancia, mientras esto sea posible habrá que mantener la línea. Después lo prioritario será salvar cuantas vidas podamos. Preparaos, pues hablando de yonkous, esto se convertirá en el peor de los infiernos.
Obviamente, yo no fui el único, ya había comenzado a canalizar mi energía, tenía el brazalete de Manes preparado, hasta ahora nunca lo había liberado más que para conocer los detalles del mismo, en batalla directa nunca lo probé. Sujeté la empuñadura de la hoja del caos, su poder y habilidades podrían resultarme realmente decisivas en una batalla, así como la hoja fiordiana. Me aseguré de tener mi control de la maestría enérgica preparada en cualquier momento ante un posible imprevisto.
-Wyrm. ¿Qué estilo de combate utilizas?
Le fui a tender el catalejo a Al de nuevo, pero alguien lo interceptó. La gente se reunía alrededor del vice-almirante, dos rostros también conocidos, sobre todo el del contra-almirante Jack, con quien me había enfrentado en los combates organizados por la marina, situación en la cual conocí también al agente Thawne. Me giré para ver si todavía estaba allí. Hablaba con su compañero.
¿Cómo diantres no le había reconocido antes? Se trataba de alguien con quien hice equipo en la misión de infiltración donde estuve con el propio Danio Rerio, también presente. No tuve la oportunidad de disculparme por lo que hice, no supe qué me ocurrió, pero cuando llegué a la casa perdí el conocimiento y no desperté hasta que todo pasó. No fui capaz de comprender qué diantres ocurrió, pero algo me dice que a ojos de todos tan solo me quedé dormido.
El vice-almirante dio sus ordenes y de pronto todos comenzaron a movilizarse. El océano comenzó a helarse. Algo me dice que Al Naion dejó la zona a mi cargo. Estaba harto de decepciones, de ser siempre el que habla y después no hace nada. En este lugar estaba dispuesto a dar la vida si era necesario. El teniente-comandante Kimura, ya no volvería a desaparecer sin antes actuar.
-Tobías, Bizvan, Ciaran -comencé a decir sin apartar la mirada del océano-. Debemos asegurar la zona, los piratas no deben aproximarse. Debemos permanecer juntos todo el rato, pase lo que pase. Recordad, que los lobos atacan en manada.
Me giré hacia ellos. El agente Thawne había desaparecido, pero en el lugar donde antes estaba él pude ver un rostro que se me hizo conocido. No era posible, no podía ser que la marina haya llamado a todos y cada uno de los miembros entre sus filas, esta persona dudo mucho que estuviera preparado.
-No puede ser -murmuré mientras avanzaba hacia esa persona.
El miembro más nobel de los Crimson Wolves, aquél con quien todavía no había logrado concertar un encuentro, ese al que tan solo conocía su rostro por los informes que había visto de él, y su ficha como marine. El muchacho de grisáceos cabellos, conocido como Wyrm, estaba allí dando vueltas, parecía como si estuviera perdido, buscando a alguien. ¿Tal vez me buscaba a mí? Debería haberme visto hablando con el vice-almirante Al. Tal vez todavía no conoce mi rostro al no habernos encontrado.
Llegué hasta su posición y con el semblante serio por la situación le hablé.
-Parece que lo único que le importa ahora mismo a los altos cargos es tener el mayor número de efectivos en la isla. Tú debes ser Wyrm, marine. Al fin nos conocemos, soy Kimura Hayate, capitán de los Crimson Wolves y estos son Tobías, Bizvan y Ciaran. Tan solo lamento que sea en este lugar donde nos veamos. Me gustaría darte la bienvenida, pero sinceramente desearía que la mayoría de los aquí presentes no estuviera.
Tal vez fuese demasiado a decir de golpe para el primer encuentro, pero había que preparar la zona para lo peor.
-De acuerdo. Wyrm, no te separes de mí, necesito saber todo cuanto pueda de tí ahora mismo y, sobre todo, necesito que confíes en mí. Tobías prepara tu sirope, trata de extender cuanto puedas sin mermar tus energías lo máximo posible, si controlas el terreno te será más sencillo coger desprevenidos a los enemigos. Bizvan cuando llegue el momento, no dudes en llamar a Madre, podrá ser clave para esto. Ciaran, no te alejes demasiado de nosotros. Recordad que lo principal será tratar de mantenerlos a raya con todo tipo de ataques a distancia, mientras esto sea posible habrá que mantener la línea. Después lo prioritario será salvar cuantas vidas podamos. Preparaos, pues hablando de yonkous, esto se convertirá en el peor de los infiernos.
Obviamente, yo no fui el único, ya había comenzado a canalizar mi energía, tenía el brazalete de Manes preparado, hasta ahora nunca lo había liberado más que para conocer los detalles del mismo, en batalla directa nunca lo probé. Sujeté la empuñadura de la hoja del caos, su poder y habilidades podrían resultarme realmente decisivas en una batalla, así como la hoja fiordiana. Me aseguré de tener mi control de la maestría enérgica preparada en cualquier momento ante un posible imprevisto.
-Wyrm. ¿Qué estilo de combate utilizas?
- resumen:
- Ver a todos los espontaneos en la conversación con Al, ver como igualmente desaparecen, reunirme con todos los Crimson y comenzar a preparar el terreno y preparar a los lobos para la guerra que podría comenzar en cualquier momento. Hablar con Wyrm.
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