Lykanrock94
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Akuma no mi
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Mientras el tigre se dirigía hacia la salida volvió a ponerle la mano sobre el hombro. Eso ya terminó de cabrearlo del todo.
- Te he dicho que apartes tu manos de mi. No me gusta repetir las cosas dos veces. Si no fueras de mi raza ya te habría matado, tienes suerte de haber nacido Mink. No podría mirar a la cara a la tribu si acabara con la vida de uno de los míos. Así que te lo vuelvo a repetir por tu seguridad, apártate de mí, tengo asuntos más importantes que atender. -Dijo el Mink ya bastante irritado por ese asunto.
Mientras la decía eso, el revuelo se podía escuchar por toda la carpa. Echó la vista al frente y pudo ver la refriega entre un borracho con traje y alguien melenudo. Al parecer el melenudo defendía a una chica del borracho y este estampó al trajeado contra el suelo. Luego al darse la vuelta vio lo que estaba esperando... ¡era él! Unos rasgos que el resultaban tan familiares, era un Mink león y con total certeza, el tigre había dado con quien buscaba esta aventura
El mink de pelaje amarillo, lo esperó apoyado en la parte derecha de la salida de la carpa con los brazos cruzados y mientras la perrita mink le seguía dando el coñazo.
El tigre, mientras veía como el león se acercaba poco a poco hasta la salida comenzó a hablarle:
- ¡Por fin! Llevo esperando este momento mucho tiempo. Alguien de mi tribu en la misma misión que yo. Soy Zay, hijo de una mink leopardo de las nieves llamada Yuki. -Así es como se presentó el tigre al león, pues esperaba que de este encuentro naciera una amistad con la que no pudiera acabar nada ni nadie.
- Te he dicho que apartes tu manos de mi. No me gusta repetir las cosas dos veces. Si no fueras de mi raza ya te habría matado, tienes suerte de haber nacido Mink. No podría mirar a la cara a la tribu si acabara con la vida de uno de los míos. Así que te lo vuelvo a repetir por tu seguridad, apártate de mí, tengo asuntos más importantes que atender. -Dijo el Mink ya bastante irritado por ese asunto.
Mientras la decía eso, el revuelo se podía escuchar por toda la carpa. Echó la vista al frente y pudo ver la refriega entre un borracho con traje y alguien melenudo. Al parecer el melenudo defendía a una chica del borracho y este estampó al trajeado contra el suelo. Luego al darse la vuelta vio lo que estaba esperando... ¡era él! Unos rasgos que el resultaban tan familiares, era un Mink león y con total certeza, el tigre había dado con quien buscaba esta aventura
El mink de pelaje amarillo, lo esperó apoyado en la parte derecha de la salida de la carpa con los brazos cruzados y mientras la perrita mink le seguía dando el coñazo.
El tigre, mientras veía como el león se acercaba poco a poco hasta la salida comenzó a hablarle:
- ¡Por fin! Llevo esperando este momento mucho tiempo. Alguien de mi tribu en la misma misión que yo. Soy Zay, hijo de una mink leopardo de las nieves llamada Yuki. -Así es como se presentó el tigre al león, pues esperaba que de este encuentro naciera una amistad con la que no pudiera acabar nada ni nadie.
- Resumen:
- Rechazar bastante cabreado y por segunda vez a la perrita que me sigue. Esuchar un revuelo y alzar la vista para ver que pasaba. Ver a un león metido en el asunto y mientras va hacia la salida saludarlo y presentarme (Es el PJ de Dijon)
Zack Suky
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No sabía si había sido gracias a mi persistencia o a mi "ingeniosa" treta del tirón de la morsa, pero fuese cual fuese el motivo, lo cierto es que había conseguido separar al tuerto del rubio... Bueno, más bien nos habían separado de él un grupo de hombres con poca personalidad para elegir conjunto, pero no era el momento de críticas estilísticas, sino de intentar aprovechar la oportunidad para desviar la atención de Arribor hacia otra cosa. Sabía que sermoneándole no iba a conseguir nada, por lo que eché un vistazo rápido a la sala en busca de algo que le gustase tanto que no pudiese resistirse.
-¡Bingo! - pensé motivado cuando vi, bueno, primero más bien sentí, que la banda del pelirrojo comenzaba a liarla.
Ese despliege de poder había sido como un chorro de buena suerte para mis planes. Si hay algo que pueda motivar, incluso distraer, a Arribor Neus es una buena batalla. No sabía como andaba la relación de mi capitán con el descamisetado tras lo de Gray Rock, pero esperaba poder despegarlo de donde estábamos si su única neurona reaccionaba ante mis palabras.
- ¡Eh, mira allí! - espeté mientras señalaba en dirección al jaleo. -¿No has notado esa poderosa presencia? Es el tío ese de las llamas en Gray Rock, el que te vapuleó durante un rato... Seguro que está haciendo algo interesante por allí. ¿Vamos a comprobarlo?
Esperaba que el derroche de poder de Kenshin, más mi picardeo, consiguiesen que el tuerto se moviese. No tenía nada en contra del rubio, ni del pelirrojo, pero no iba a dejar así como así que cualquiera se aprovechase de mi "inocente" capitán... O al menos nadie que no fuese yo. Con un poco de suerte si se enzarzaba en una buena pelea se tranquilizaba un rato y atendía a razones. El muy cabrón es como esos mini chuchos que si no se tiran algo en un intervalo de treinta minutos se desquician, pero en él en vez de sexo necesitaba violencia.
-Desahoga tu curiosidad un rato y luego vayámonos de aquí. La aberrante aguja nos espera - apremié esperando a que se moviera.
-¡Bingo! - pensé motivado cuando vi, bueno, primero más bien sentí, que la banda del pelirrojo comenzaba a liarla.
Ese despliege de poder había sido como un chorro de buena suerte para mis planes. Si hay algo que pueda motivar, incluso distraer, a Arribor Neus es una buena batalla. No sabía como andaba la relación de mi capitán con el descamisetado tras lo de Gray Rock, pero esperaba poder despegarlo de donde estábamos si su única neurona reaccionaba ante mis palabras.
- ¡Eh, mira allí! - espeté mientras señalaba en dirección al jaleo. -¿No has notado esa poderosa presencia? Es el tío ese de las llamas en Gray Rock, el que te vapuleó durante un rato... Seguro que está haciendo algo interesante por allí. ¿Vamos a comprobarlo?
Esperaba que el derroche de poder de Kenshin, más mi picardeo, consiguiesen que el tuerto se moviese. No tenía nada en contra del rubio, ni del pelirrojo, pero no iba a dejar así como así que cualquiera se aprovechase de mi "inocente" capitán... O al menos nadie que no fuese yo. Con un poco de suerte si se enzarzaba en una buena pelea se tranquilizaba un rato y atendía a razones. El muy cabrón es como esos mini chuchos que si no se tiran algo en un intervalo de treinta minutos se desquician, pero en él en vez de sexo necesitaba violencia.
-Desahoga tu curiosidad un rato y luego vayámonos de aquí. La aberrante aguja nos espera - apremié esperando a que se moviera.
- Resumen, Arribor lee:
Intentar que Arribor empiece su dosis de tortas cuanto antes para que se tranquilice y podamos irnos a la "aguja"
Yarmin Prince
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-¿Ochocientos mil? -Pregunté, entre ofendido y fascinado. Un hombre topo de tamaño minúsculo y acento ridículo, por no hablar de su voz, estaba de nuevo ofreciéndome dinero por el asesinato del tal Strauss o, como lo llamaría a partir de ahora, el hombre mosca.
Sonreí aviesamente, calculando para mí mismo cuántas probabilidades habría de que un criminal tan estúpido como para no reconocer a un agente que ni siquiera iba de incógnito fuese poderoso. Si existía la más mínima posibilidad era rentable, y si no como mínimo podía ser divertido. Cuando no buscas nada en particular, siempre ganas encuentres lo que encuentres. Pero, por otro lado, corría el riesgo de que el hombre topo no fuese tan inocente como aparentaba y solo me pusiese a prueba, en cuyo caso debería andarme con ojo... Qué demonios, hemos venido a jugar.
-Señor, Strauss no es un agente del Cipher Pol -dije, con la mayor de las seriedades que mi pétreo rostro a veces me permitía mantener-. Esto lo sé porque he recopilado informes acerca de todos los invitados que confirmaron su presencia a la fiesta que el señor Elrik tenía planificada. -Agité mi maletín, en el que no llevaba ni un solo papel- Evidentemente no puedo enseñarle el contenido, porque Viktor me despellejaría, ya sabe cómo es ese hombre... Nunca da una segunda oportunidad. La cuestión es, como usted debería conocer ya, que Strauss es un buen amigo del señor Elrik y pieza clave para sus negocios en el West Blue. No obstante, hay una persona aquí cuya historia es sospechosa cuanto menos.
Señalé a Katharina Von Steinhell, la cual... No tenía un mal culo, la verdad. Igual un día debería hacerle una visita si se alejara lo suficiente del pollo flamígero. La cuestión, en cualquier caso no era esa, sino la siguiente:
-Esa mujer, que ostenta una supuesta recompensa de casi quinientos millones de berries, ¿sabe usted por qué la pagan a tanto? -Hice una breve pausa, centrando mis ojos en los del hombrecillo- Lo cierto es que nadie lo sabe. Si usted examina sus carteles de wanted podrá comprobar que pone únicamente "extremadamente peligrosa" sin desglosar ninguno de sus delitos, como es habitual en el reverso del cartel. Esto responde a un código interno dentro del Gobierno para actuar sobre ella con fuerza no letal, a pesar de que el cartel ponga "viva o muerta". Además, si quiere que le diga un detalle que afianza la creencia de que estamos ante una espía del Cipher Pol, antes de tener recompensa formaba parte de la Marina. Lo que han sabido mis informadores, y créame que tengo una red tan amplia y eficiente como el Gobierno mismo, es que Katharina Von Steinhell está infiltrada en la banda de Zane D. Kenshin con el objetivo, presumiblemente, de precipitar su caída. Sin embargo también hemos estudiado la posibilidad de que esté preparándole una emboscada en este mismo lugar. No quiero señalar a ninguna parte, pero ese adolescente enmascarado que acompaña al señor Blade -señalé al hombre plátano- ¿no diría usted que se parece a un iniciado de la agencia? Si suma dos y dos, teniendo en cuenta que han hablado tan amistosamente... Me sigue, supongo. El Cipher Pol, encabezado por Katharina Von Steinhell, está en las propias raíces del Bajo Mundo. Si me admite usted un consejo, ya que parece un hombre inteligente, junte a sus hombres y neutralícela cuanto antes; seguro que mis jefes se lo agradecen debidamente.
Si no fuese por mi fruta del diablo, porque hablaba a un tontatta que parecía no enterarse de nada y porque había sido capaz de hilar unos hechos que en conjunción resultaban altamente sospechosos estaba seguro de que esto no funcionaría. Primero, porque yo no conocía a Elrik, segundo porque había contado mentira tras mentira y tercero porque ese único agente enviado -descontando a Anders Thawne, de la división de infiltración y al cual no había visto- era yo.
-Ah, y quédese el dinero. Cobro diez veces eso la hora. Ahora déjeme pasar, por favor.
Si me abría paso, seguiría mi camino hacia los puestos de venta. Seguía con ganas de ver si me topaba con una tercera Lugher para el conjunto, algunas balas especiales o cualquier cosa que pudiese salvarme la vida ahí dentro, como una cantidad indecente de explosivos o armas químicas de cualquier clase. Pero soñar era gratis, si vendían cocaína aún sería afortunado de que no fuese droga blanda...
Sonreí aviesamente, calculando para mí mismo cuántas probabilidades habría de que un criminal tan estúpido como para no reconocer a un agente que ni siquiera iba de incógnito fuese poderoso. Si existía la más mínima posibilidad era rentable, y si no como mínimo podía ser divertido. Cuando no buscas nada en particular, siempre ganas encuentres lo que encuentres. Pero, por otro lado, corría el riesgo de que el hombre topo no fuese tan inocente como aparentaba y solo me pusiese a prueba, en cuyo caso debería andarme con ojo... Qué demonios, hemos venido a jugar.
-Señor, Strauss no es un agente del Cipher Pol -dije, con la mayor de las seriedades que mi pétreo rostro a veces me permitía mantener-. Esto lo sé porque he recopilado informes acerca de todos los invitados que confirmaron su presencia a la fiesta que el señor Elrik tenía planificada. -Agité mi maletín, en el que no llevaba ni un solo papel- Evidentemente no puedo enseñarle el contenido, porque Viktor me despellejaría, ya sabe cómo es ese hombre... Nunca da una segunda oportunidad. La cuestión es, como usted debería conocer ya, que Strauss es un buen amigo del señor Elrik y pieza clave para sus negocios en el West Blue. No obstante, hay una persona aquí cuya historia es sospechosa cuanto menos.
Señalé a Katharina Von Steinhell, la cual... No tenía un mal culo, la verdad. Igual un día debería hacerle una visita si se alejara lo suficiente del pollo flamígero. La cuestión, en cualquier caso no era esa, sino la siguiente:
-Esa mujer, que ostenta una supuesta recompensa de casi quinientos millones de berries, ¿sabe usted por qué la pagan a tanto? -Hice una breve pausa, centrando mis ojos en los del hombrecillo- Lo cierto es que nadie lo sabe. Si usted examina sus carteles de wanted podrá comprobar que pone únicamente "extremadamente peligrosa" sin desglosar ninguno de sus delitos, como es habitual en el reverso del cartel. Esto responde a un código interno dentro del Gobierno para actuar sobre ella con fuerza no letal, a pesar de que el cartel ponga "viva o muerta". Además, si quiere que le diga un detalle que afianza la creencia de que estamos ante una espía del Cipher Pol, antes de tener recompensa formaba parte de la Marina. Lo que han sabido mis informadores, y créame que tengo una red tan amplia y eficiente como el Gobierno mismo, es que Katharina Von Steinhell está infiltrada en la banda de Zane D. Kenshin con el objetivo, presumiblemente, de precipitar su caída. Sin embargo también hemos estudiado la posibilidad de que esté preparándole una emboscada en este mismo lugar. No quiero señalar a ninguna parte, pero ese adolescente enmascarado que acompaña al señor Blade -señalé al hombre plátano- ¿no diría usted que se parece a un iniciado de la agencia? Si suma dos y dos, teniendo en cuenta que han hablado tan amistosamente... Me sigue, supongo. El Cipher Pol, encabezado por Katharina Von Steinhell, está en las propias raíces del Bajo Mundo. Si me admite usted un consejo, ya que parece un hombre inteligente, junte a sus hombres y neutralícela cuanto antes; seguro que mis jefes se lo agradecen debidamente.
Si no fuese por mi fruta del diablo, porque hablaba a un tontatta que parecía no enterarse de nada y porque había sido capaz de hilar unos hechos que en conjunción resultaban altamente sospechosos estaba seguro de que esto no funcionaría. Primero, porque yo no conocía a Elrik, segundo porque había contado mentira tras mentira y tercero porque ese único agente enviado -descontando a Anders Thawne, de la división de infiltración y al cual no había visto- era yo.
-Ah, y quédese el dinero. Cobro diez veces eso la hora. Ahora déjeme pasar, por favor.
Si me abría paso, seguiría mi camino hacia los puestos de venta. Seguía con ganas de ver si me topaba con una tercera Lugher para el conjunto, algunas balas especiales o cualquier cosa que pudiese salvarme la vida ahí dentro, como una cantidad indecente de explosivos o armas químicas de cualquier clase. Pero soñar era gratis, si vendían cocaína aún sería afortunado de que no fuese droga blanda...
- Resumen:
- Inculpar a Katharina como agente del Cipher Pol.
Usado "por favor"
Ryuichi Ichiban
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La música circense seguía resonando en su cabeza. Estaba bajo el agua... ¿Cómo había llegado allí? Soltó aire, haciendo que burbujas saliesen de su boca, con el propósito de ver su dirección para ver donde estaba la superficie. Empezó a nadar hacia arriba y al salir cogió una gran bocanada de aire. La música circense se había detenido por fin y estaba empezando a recuperar cierta lucidez. Miró a los lados, entonces vio a otro superviviente de la caída. El payaso era... pa... yaso...
La música circense volvió a sonar, esta vez más rápida y distorsionada. El maquillaje estaba corrido por el agua, dando la sensación de que su rostro se estaba desfigurando. Braud volvió a gritar mientras nadaba hacia delante tan rápido como sus enormes brazos y piernas le permitían, con el propósito de embestir al payaso y llevarlo consigo a las profundidades. Mientras le pegaba puñetazos. Lo cierto era que en aquel instante el gigante no pensaba con claridad ninguna.
Cualquier otra persona, al encontrarse con ese miedo reprimido, seguramente se quedaría paralizado o huiría. Braud no. Braud afrontaba sus miedos cómo lo afrontaba todo, a puñetazos, cuanto más fuerte mejor. A veces con mordiscos y todo, dependiendo de la situación y lugar.
La música circense volvió a sonar, esta vez más rápida y distorsionada. El maquillaje estaba corrido por el agua, dando la sensación de que su rostro se estaba desfigurando. Braud volvió a gritar mientras nadaba hacia delante tan rápido como sus enormes brazos y piernas le permitían, con el propósito de embestir al payaso y llevarlo consigo a las profundidades. Mientras le pegaba puñetazos. Lo cierto era que en aquel instante el gigante no pensaba con claridad ninguna.
Cualquier otra persona, al encontrarse con ese miedo reprimido, seguramente se quedaría paralizado o huiría. Braud no. Braud afrontaba sus miedos cómo lo afrontaba todo, a puñetazos, cuanto más fuerte mejor. A veces con mordiscos y todo, dependiendo de la situación y lugar.
- REsumen:
- Intentar hundir al payaso y golpearlo
Ummak Zor-El
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Tras recomponer en la medida de lo posible sus maltrechos nervios, el cadete echó a correr guiando al shandian por el interior del navío revolucionario. Dado que Ummak no estaba tan familiarizado con aquellos extraños barcos-fortaleza que el clan de la lágrima (armada revolucionaria) tenía por costumbre utilizar, a punto estuvo de perder de vista a su veloz guía al menos en un par de ocasiones. Finalmente, al cabo de unos minutos, ambos individuos llegaron hasta el exterior y el guerrillero se topó de bruces con toda una estampa apocalíptica. El tiempo parecía haberse detenido en aquella parte de la cubierta. Desde su posición podía ver cómo, en la lejanía, decenas de soldados del clan de la lagrima se retiraban de la batalla naval abandonado un navío y arrojándose al mar, algunos heridos, cediendo terreno a los buques de la Marina. Una mueca de desprecio se dibujó en el rostro del shandian. Y, aunque en seguida se percató de que tenía a su alcance una pequeña embarcación sin velas o remos para incorporarse de inmediato a la batalla, no lo hizo.
El salvaje se acuclilló en la cubierta y comenzó a canturrear algo en su lengua materna. Y, pese a que en un principio parecía que estaba soltando otra buena sarta de insultos en shandianni. Casi parecía como si una profunda letanía musical penetrase, en su mente y en la de todos aquellos que estuviesen dispuestos a escuchar, la idea de que no había lugar para la cobardía en un corazón revolucionario. Un pensamiento que, a pesar de la barrera del idioma, surgiría poco a poco y de forma sigilosa, de modo que pasaría un tiempo antes de que pudieran apreciarlo plenamente.
A medida que el heredero del Clan del Lobo recitaba sus versos, todos los miedos serian tragados por un profundo sentimiento de rabia que arremetería contra la falta de agallas de cada individuo. Apelando de esta forma a esa gran versión de sí mismo que todo el mundo poseía y que les convertía, a su manera, en dueños de su propio destino.
Tras erguirse de nuevo en su estatura, sin que el cantico hubiera obrado algún cambio aparente en Ummak, este dio nuevamente un paso hacia su guía. Ahora, al contemplar al cadete, podía un ver en él un reflejo de su antiguo yo. Probablemente aquel enclenque no estuviese pensando en los objetivos de la Armada Revolucionaria, ni tan siquiera en los habitantes del North Blue. Por él, bien podrían ahogarse todos en aquellas gélidas aguas. Pero su familia y amigos… seguramente no pudiese soportar ver como todas aquellas personas que significaban algo para él desapareciesen de su vida para no volver a dejar rastro. Quizás el muy idiota pensase que, si se rindiesen, si se entregasen al Gobierno Mundial, estos perdonarían sus vidas. Sin embargo, había reunido el valor necesario para correr en busca de ayuda, de alguien que estuviese dispuesto a hacer lo que el mismo no se sentía capaz de hacer y, ese gesto, por inútil que pudiese parecer, fue suficiente para arrancar una sonrisa en el shandian.
- Yo ser Ummak, hijo de Odir Zor-El, por mis venas correr sangre de grandes guerreros de Shandora y jurar ante ellos que tú, quien-quiera-seas, al final de noche alcanzar tu merecida gloria en batalla – presagió en un tono solemne, mientras se llevaba la mano hacia su espalda y extraía de su vaina un pequeño cuchillo de caza y se lo pasaba por la palma de su mano, abriéndose un corte superficial. Acto seguido, lo tendió hacia el cadete para que este desvelara su nombre y realizara un juramento a la altura del suyo, permitiendo así que ambos pudieran estrecharse sus manos, sellando el juramento ante los dioses antes de embarcarse en aquel extraño bote sin remos.
El salvaje se acuclilló en la cubierta y comenzó a canturrear algo en su lengua materna. Y, pese a que en un principio parecía que estaba soltando otra buena sarta de insultos en shandianni. Casi parecía como si una profunda letanía musical penetrase, en su mente y en la de todos aquellos que estuviesen dispuestos a escuchar, la idea de que no había lugar para la cobardía en un corazón revolucionario. Un pensamiento que, a pesar de la barrera del idioma, surgiría poco a poco y de forma sigilosa, de modo que pasaría un tiempo antes de que pudieran apreciarlo plenamente.
“Oh madre loba, espíritu guardián,
Entre grandes clanes peleaste y siempre ganaste,
Yo te invoco hoy para que vengas en mi ayuda,
Para no sentirme solo y desamparado de la manada,
Tú que fuiste cruel con los guerreros que no supieron valorar tu poder
Tú que con tus colmillos conseguiste la gloria en batalla.
Te pido que me des tu fuerza y entendimiento
Porque yo, Ummak, tu fiel servidor me acojo bajo tu protección”
Entre grandes clanes peleaste y siempre ganaste,
Yo te invoco hoy para que vengas en mi ayuda,
Para no sentirme solo y desamparado de la manada,
Tú que fuiste cruel con los guerreros que no supieron valorar tu poder
Tú que con tus colmillos conseguiste la gloria en batalla.
Te pido que me des tu fuerza y entendimiento
Porque yo, Ummak, tu fiel servidor me acojo bajo tu protección”
A medida que el heredero del Clan del Lobo recitaba sus versos, todos los miedos serian tragados por un profundo sentimiento de rabia que arremetería contra la falta de agallas de cada individuo. Apelando de esta forma a esa gran versión de sí mismo que todo el mundo poseía y que les convertía, a su manera, en dueños de su propio destino.
Tras erguirse de nuevo en su estatura, sin que el cantico hubiera obrado algún cambio aparente en Ummak, este dio nuevamente un paso hacia su guía. Ahora, al contemplar al cadete, podía un ver en él un reflejo de su antiguo yo. Probablemente aquel enclenque no estuviese pensando en los objetivos de la Armada Revolucionaria, ni tan siquiera en los habitantes del North Blue. Por él, bien podrían ahogarse todos en aquellas gélidas aguas. Pero su familia y amigos… seguramente no pudiese soportar ver como todas aquellas personas que significaban algo para él desapareciesen de su vida para no volver a dejar rastro. Quizás el muy idiota pensase que, si se rindiesen, si se entregasen al Gobierno Mundial, estos perdonarían sus vidas. Sin embargo, había reunido el valor necesario para correr en busca de ayuda, de alguien que estuviese dispuesto a hacer lo que el mismo no se sentía capaz de hacer y, ese gesto, por inútil que pudiese parecer, fue suficiente para arrancar una sonrisa en el shandian.
- Yo ser Ummak, hijo de Odir Zor-El, por mis venas correr sangre de grandes guerreros de Shandora y jurar ante ellos que tú, quien-quiera-seas, al final de noche alcanzar tu merecida gloria en batalla – presagió en un tono solemne, mientras se llevaba la mano hacia su espalda y extraía de su vaina un pequeño cuchillo de caza y se lo pasaba por la palma de su mano, abriéndose un corte superficial. Acto seguido, lo tendió hacia el cadete para que este desvelara su nombre y realizara un juramento a la altura del suyo, permitiendo así que ambos pudieran estrecharse sus manos, sellando el juramento ante los dioses antes de embarcarse en aquel extraño bote sin remos.
- Hola, buenas, soy bardo:
Cántico Shandian – Protección de la Madre Loba:
Cuando Ummak entona este cántico en shandianii, su lengua materna, todos aquellos que escuchan sus palabras caen rendidos en un sentimiento de valentía que les hace inmunes al miedo en batalla durante los siguientes tres turnos.
Bizvan
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Un raro gruñido emergió de mí al sentir el beso de la mujer, no podría decir que era molestia, pero no era agradable.
* ¡Estás muy cerca, aléjate! *quería gritar eso, pero no sería apropiado. Me gustara o no tenía que mantener hasta cierto punto la compostura.
Suspiré aliviado al verla alejarse, a decir verdad se alejaba demasiado rápido, casi parecía que nada había ocurrido hace unos instantes atrás.
* Oh bueno, mejor que sea así.
Decidí no darle importancia a eso, y en su lugar comencé a seguir a mi compañero en dirección al barco que Wyrm había mencionado anteriormente.
Quizás fuese algo tímido, pero comencé a sentirme extraño al subir al navío. Posiblemente de no haber hablado con el peliblanco, ahora mismo estaría en tierra preguntando a Tobi que hacer…* ¿No se supone que intentaría comenzar a tomar decisiones? *realmente mi dependencia hacia mis compañeros era mayor a la que me gustaría admitir. Tendría que buscar la forma de acabar con esa mala actitud antes de que fuese más difícil.
Al estar arriba del barco noté un gran número de Rostros nuevos. No conocía a los nuevos compañeros de Wyrm, pero uno de los hombres con quien estaba me parecía familiar.
* ¿Donde lo he visto? *no recordaba llevar a cabo ninguna misión con él y mucho menos a Kimura presentandolo.* Puede que lo haya visto en algún lugar o periódico… Supongo que no es algo importante si no logro recordarlo.
Debatí por unos momentos si debía ir a presentarme o no con los compañeros de Wyrm. Lo normal sería hacerlo, no solo era educación básica, sino que también sería una falta de respeto no saludar a un superior. Sin embargo una parte de mi se sentía apenado y quería ir a sentarse a algún rincón.
Tobías no parecía tener problemas, pues sin pensarlo fue a saludar y posteriormente comenzó a volar para ir a ver a ese marine árbol.
* Creo que soy el único que no tiene contactos fuera de la flota. *hasta ahora solo había hablado con pocas personas fuera de mi compañeros, pero fueron encuentro de una sola ocasión y nunca más los volví a ver, a veces solía preguntarme si alguna de esas personas aún continuaban con vida o que estarían haciendo.
Al final decidí que lo correcto sería ir a presentar mi saludo al nuevo capitán de Wyrm, con algo de suerte recordaría porque me era tan familiar. Posteriormente saludaría a los nuevos compañeros del peliblanco (si es que conseguía descubrir quienes eran o no estaban ocupados.
Tras acabar con ello decidí seguir el ejemplo de un marine que se encontraba cantando algo, no, no seguir la canción o ritmo. Inspeccionar mi equipo y asegurarme que mi espada se encontrara lista.
Busqué en uno de mis bolsillos la piedra con la que solía dar mantenimiento a mis armas, y me percaté que me hacía falta la bola en la cual solía llevar algo de dinero. No recordaba si la había traído conmigo en primer lugar, pues era un poco extraño llevar dinero a una guerra, pero tampoco podía descartar que la tomara por costumbre. Si la había perdido no sería gran cosa, solo llevaba algo de dinero que solía utilizar en mis viajes para comprar comida o cosas menores.
No le di más importancia a eso y busque un lugar donde sentarme para comenzar a afilar mi espada, mientras escucha a aquel marine continuar con su canción.
* ¡Estás muy cerca, aléjate! *quería gritar eso, pero no sería apropiado. Me gustara o no tenía que mantener hasta cierto punto la compostura.
Suspiré aliviado al verla alejarse, a decir verdad se alejaba demasiado rápido, casi parecía que nada había ocurrido hace unos instantes atrás.
* Oh bueno, mejor que sea así.
Decidí no darle importancia a eso, y en su lugar comencé a seguir a mi compañero en dirección al barco que Wyrm había mencionado anteriormente.
Quizás fuese algo tímido, pero comencé a sentirme extraño al subir al navío. Posiblemente de no haber hablado con el peliblanco, ahora mismo estaría en tierra preguntando a Tobi que hacer…* ¿No se supone que intentaría comenzar a tomar decisiones? *realmente mi dependencia hacia mis compañeros era mayor a la que me gustaría admitir. Tendría que buscar la forma de acabar con esa mala actitud antes de que fuese más difícil.
Al estar arriba del barco noté un gran número de Rostros nuevos. No conocía a los nuevos compañeros de Wyrm, pero uno de los hombres con quien estaba me parecía familiar.
* ¿Donde lo he visto? *no recordaba llevar a cabo ninguna misión con él y mucho menos a Kimura presentandolo.* Puede que lo haya visto en algún lugar o periódico… Supongo que no es algo importante si no logro recordarlo.
Debatí por unos momentos si debía ir a presentarme o no con los compañeros de Wyrm. Lo normal sería hacerlo, no solo era educación básica, sino que también sería una falta de respeto no saludar a un superior. Sin embargo una parte de mi se sentía apenado y quería ir a sentarse a algún rincón.
Tobías no parecía tener problemas, pues sin pensarlo fue a saludar y posteriormente comenzó a volar para ir a ver a ese marine árbol.
* Creo que soy el único que no tiene contactos fuera de la flota. *hasta ahora solo había hablado con pocas personas fuera de mi compañeros, pero fueron encuentro de una sola ocasión y nunca más los volví a ver, a veces solía preguntarme si alguna de esas personas aún continuaban con vida o que estarían haciendo.
Al final decidí que lo correcto sería ir a presentar mi saludo al nuevo capitán de Wyrm, con algo de suerte recordaría porque me era tan familiar. Posteriormente saludaría a los nuevos compañeros del peliblanco (si es que conseguía descubrir quienes eran o no estaban ocupados.
Tras acabar con ello decidí seguir el ejemplo de un marine que se encontraba cantando algo, no, no seguir la canción o ritmo. Inspeccionar mi equipo y asegurarme que mi espada se encontrara lista.
Busqué en uno de mis bolsillos la piedra con la que solía dar mantenimiento a mis armas, y me percaté que me hacía falta la bola en la cual solía llevar algo de dinero. No recordaba si la había traído conmigo en primer lugar, pues era un poco extraño llevar dinero a una guerra, pero tampoco podía descartar que la tomara por costumbre. Si la había perdido no sería gran cosa, solo llevaba algo de dinero que solía utilizar en mis viajes para comprar comida o cosas menores.
No le di más importancia a eso y busque un lugar donde sentarme para comenzar a afilar mi espada, mientras escucha a aquel marine continuar con su canción.
- Resumen:
- Subir al barco.
Saludar a los nuevos compañeros de Wyrm (que estén disponibles)
Sentarme cerca del marine que está cantando para escucharlo.
Dar mantenimiento a mi espada.
Habría intentado detener aquello, pero para cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde: Arthur había bebido un vaso que Jack acababa de ofrecerle sin cuestionar nada acerca de su origen, temperatura o graduación... Y ahí radicaba el gran error del pequeño, que bebió dos vasos de un fluido sospechoso, aparentemente agua pero que indudablemente no sería agua, sin siquiera pestañear. "Apuntamos para las normas de la brigada: Preguntar siempre antes de aceptar algo de Jack", dijo para sí mientras Arthur abandonaba el barracón con un aire desenfadado, totalmente impropio en él. Resultaría peligroso para sí mismo, para otros y puede que hasta esos otros fuesen peligro para... Nah, era imposible: Arthur nunca estaba en peligro.
-Espero que no fuese el vodka bueno -le espetó a Jack, atravesándolo con la mirada, mientras esperaba a que el contraalmirante volviese.
Tras lo que pareció una enorme explosión de dimensiones catastróficas -probablemente provocada por la borrachera de Arthur en un golpe de burocracia- el pelirrojo volvió a entrar por la puerta. Debió notar la seriedad en ellos, pues les dedicó una frase notablemente irónica que provocó una palmada de Al en su propia frente. ¿Y ahora cómo haría para conducir la moto? Iba a liarse demasiado todo, deberían ir en el Diamante en bruto.
-En fin, esperaba no tener que hacer esto nunca... Arthur, ¿por qué eliges justo el día del juicio final para hacer bromas? La borrachera pase, pero lo otro es imperdonable. ¡No sabía que tenías sentido del humor! Pero bueno, necesitamos una cosa.
Un segundo miembro de la brigada salió. En esa ocasión, Al fue el que atravesó el umbral y observó cómo los batallones iban embarcando mientras los primeros destructores ya habían zarpado. La estela de humo no dejaba verlos en medio de la noche, pero el movimiento de las formaciones le era ya tan familiar que no podía pensar en otra cosa. Salvo aquella otra cosa.
-¡Atención! -Gritó, poniendo toda su voz en ello, tratando de hacer que todo el mundo reparase en él- ¡Necesito un navegante para el velero K-87 amarrado al muelle 21 y un termo con el mejor café que alguien sea capaz de preparar!
Esperaba que los demás le siguieran y puso rumbo al barco. No podían montar en las Kiritsu Motorbikes mientras Arthur estuviese al borde del coma etílico -bebía como una nena- y no tenían tiempo que perder: necesitaban estar todos al máximo de sus capacidades para tener una opción de salvar el día.
-Cuando el desastre parece inevitable -recitó como un mantra mientras subía al navío. Hubiera llegado o no el navegante iría izando las velas. No podía permitirse más retrasos.
-Espero que no fuese el vodka bueno -le espetó a Jack, atravesándolo con la mirada, mientras esperaba a que el contraalmirante volviese.
Tras lo que pareció una enorme explosión de dimensiones catastróficas -probablemente provocada por la borrachera de Arthur en un golpe de burocracia- el pelirrojo volvió a entrar por la puerta. Debió notar la seriedad en ellos, pues les dedicó una frase notablemente irónica que provocó una palmada de Al en su propia frente. ¿Y ahora cómo haría para conducir la moto? Iba a liarse demasiado todo, deberían ir en el Diamante en bruto.
-En fin, esperaba no tener que hacer esto nunca... Arthur, ¿por qué eliges justo el día del juicio final para hacer bromas? La borrachera pase, pero lo otro es imperdonable. ¡No sabía que tenías sentido del humor! Pero bueno, necesitamos una cosa.
Un segundo miembro de la brigada salió. En esa ocasión, Al fue el que atravesó el umbral y observó cómo los batallones iban embarcando mientras los primeros destructores ya habían zarpado. La estela de humo no dejaba verlos en medio de la noche, pero el movimiento de las formaciones le era ya tan familiar que no podía pensar en otra cosa. Salvo aquella otra cosa.
-¡Atención! -Gritó, poniendo toda su voz en ello, tratando de hacer que todo el mundo reparase en él- ¡Necesito un navegante para el velero K-87 amarrado al muelle 21 y un termo con el mejor café que alguien sea capaz de preparar!
Esperaba que los demás le siguieran y puso rumbo al barco. No podían montar en las Kiritsu Motorbikes mientras Arthur estuviese al borde del coma etílico -bebía como una nena- y no tenían tiempo que perder: necesitaban estar todos al máximo de sus capacidades para tener una opción de salvar el día.
-Cuando el desastre parece inevitable -recitó como un mantra mientras subía al navío. Hubiera llegado o no el navegante iría izando las velas. No podía permitirse más retrasos.
Observé con congoja cómo nos íbamos alejando de los demás. ¿Qué necesidad había de ser el punching ball en aquella maldita batalla? Navíos similares al que pisaban mis pies ultimaban los preparativos mientras que, siguiendo las órdenes del vicealmirante Hyrule, mi transporte iba poniendo distancia con el muelle. Tragué saliva, dejando de mirar hacia atrás para contemplar lo que se me venía encima. «¿Por qué a mí?», me quejé en mi fuero interno. El desgraciado ni siquiera me había dado la posibilidad de pensar un plan para librarme.
Un cañonazo retumbó en la distancia y, cuando quise darme cuenta, nos hallábamos inmersos en la batalla naval más grande de la que mi memoria tenía conciencia. Las balas silbaban, arrancando gritos de quienes las recibían y lamentos de los objetos que servían de cobertura. Órdenes volaban de un lugar a otro del barco, así como insultos, improperios y blasfemias más propias de gañanes de taberna que de marines. ¿¡Qué demonios!? La mayoría de los allí presentes moriría, todos éramos conscientes de ello —más aún tras la decisión casi suicida del oficial al mando—, ¿qué menos que poder quejarnos como se nos antojase en las vísperas de nuestro fallecimiento?
Me agaché junto a la baranda del barco, olvidando por un instante que los proyectiles en teoría no surtían ningún efecto sobre mí. Mis ganas de participar en el combate eran menos que nulas, tanto que algo dentro de mí me pedía que me olvidase de semejante jaleo y me retirase a descansar a las profundidades del barco. Pero ésa no era una posibilidad. Hasta el más inútil de los marines era necesario allí. Además, si resultábamos perdedores, mi vida llegaría a su fin de igual modo.
No. Debía asumir que no podía evadirme de lo que acontecía a mi alrededor, que estaba obligado a arrimar el hombro como el que más. Me levanté. Inmediatamente, noté cómo dos balas habrían sendos orificios en mi pecho. No tardaron en cerrarse, siendo ocupados por un destello luminoso que se tornó en la túnica negra con la que cubría mi uniforme.
—¡Au! —exclamé, como si realmente me hubiese dolido. Acto seguido, extendí el dedo índice de mi mano derecha en dirección al barco más cercano. Una diminuta esfera tomó forma en su punta, resplandeciendo antes de salir despedida hacia su objetivo. Repetí el proceso, apuntando al mástil en primer lugar y a la zona media del casco la segunda. Con algo de suerte podría destruir la quilla, lo que ahorraría mucho tiempo y esfuerzos.
Si mis intenciones llegaban a buen puerto y lograba hundir la nave enemiga, cambiaría mi posición para no ser un blanco tan fácil —no estaba de más alejarse de las balas en la medida de lo posible—, disparando a todo objetivo que se pusiese a tiro. Al mismo tiempo, no dejaría de vigilar al vicealmirante Hyrule en espera de alguna orden con un mínimo de sentido. A fin de cuentas, aquel tipo debía haber alcanzado su rango por algún motivo, ¿no?
Un cañonazo retumbó en la distancia y, cuando quise darme cuenta, nos hallábamos inmersos en la batalla naval más grande de la que mi memoria tenía conciencia. Las balas silbaban, arrancando gritos de quienes las recibían y lamentos de los objetos que servían de cobertura. Órdenes volaban de un lugar a otro del barco, así como insultos, improperios y blasfemias más propias de gañanes de taberna que de marines. ¿¡Qué demonios!? La mayoría de los allí presentes moriría, todos éramos conscientes de ello —más aún tras la decisión casi suicida del oficial al mando—, ¿qué menos que poder quejarnos como se nos antojase en las vísperas de nuestro fallecimiento?
Me agaché junto a la baranda del barco, olvidando por un instante que los proyectiles en teoría no surtían ningún efecto sobre mí. Mis ganas de participar en el combate eran menos que nulas, tanto que algo dentro de mí me pedía que me olvidase de semejante jaleo y me retirase a descansar a las profundidades del barco. Pero ésa no era una posibilidad. Hasta el más inútil de los marines era necesario allí. Además, si resultábamos perdedores, mi vida llegaría a su fin de igual modo.
No. Debía asumir que no podía evadirme de lo que acontecía a mi alrededor, que estaba obligado a arrimar el hombro como el que más. Me levanté. Inmediatamente, noté cómo dos balas habrían sendos orificios en mi pecho. No tardaron en cerrarse, siendo ocupados por un destello luminoso que se tornó en la túnica negra con la que cubría mi uniforme.
—¡Au! —exclamé, como si realmente me hubiese dolido. Acto seguido, extendí el dedo índice de mi mano derecha en dirección al barco más cercano. Una diminuta esfera tomó forma en su punta, resplandeciendo antes de salir despedida hacia su objetivo. Repetí el proceso, apuntando al mástil en primer lugar y a la zona media del casco la segunda. Con algo de suerte podría destruir la quilla, lo que ahorraría mucho tiempo y esfuerzos.
Si mis intenciones llegaban a buen puerto y lograba hundir la nave enemiga, cambiaría mi posición para no ser un blanco tan fácil —no estaba de más alejarse de las balas en la medida de lo posible—, disparando a todo objetivo que se pusiese a tiro. Al mismo tiempo, no dejaría de vigilar al vicealmirante Hyrule en espera de alguna orden con un mínimo de sentido. A fin de cuentas, aquel tipo debía haber alcanzado su rango por algún motivo, ¿no?
- Cosas:
- Puntería - Nivel 3: podría acertar a un gato a veinte metros apuntando desde la cadera.
Láseres:- Nivel40: la luz que el usuario produce puede alcanzar los 5000 lux. Además, transformado en su forma elemental es capaz de desplazarse a una velocidad de hasta 250 m/s en línea recta. Los láseres que es capaz de generar alcanzan una distancia de 20 metros.
- Wall Breaker: los láseres que Iulio lanza son capaces, de forma pasiva, de atravesar materiales como el cemento o el hormigón.
Además, durante un turno y con tres de recarga, es capaz de producir láseres capaces de atravesar el acero. - Canalizadores de luz: se trata de una pareja de guantes que son capaces de canalizar la luz que eres capaz de crear para lanzar proyectiles de gran calibre 7,62 (equivalentes a las de una AK 47).
En lugar de lanzar múltiples proyectiles, puedes reservar la luz durante tres turnos para lanzar dos grandes proyectiles de luz de dos metros de largo y diez centímetros de diámetro.
- Nivel40: la luz que el usuario produce puede alcanzar los 5000 lux. Además, transformado en su forma elemental es capaz de desplazarse a una velocidad de hasta 250 m/s en línea recta. Los láseres que es capaz de generar alcanzan una distancia de 20 metros.
- Resumen:
- Intentar hundir el barco más cercano —interpretando que conforme nos acercamos llega un momento en que se sitúan a menos de veinte metros—. Ir cambiando de posición para abatir a cuantos revolucionarios sea posible y permanecer alerta por si al vicealmirante se le pasa el efecto de las setas.
Giotto Leblanc
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Giotto no pudo evitar llevar su mano derecha a la cabeza con desdén, paseándola por su sedoso cabello dorado, mientras el marine continuaba hablando. No podía creer que todo barco que las historias de desgracia marítima contadas por Dretch fueran reales, ¿un barco a punto de jubilarse? ¿Estaban locos? Con todo el dinero que manejaba el gobierno mundial, ¿acaso no podría tener barcos con poco rodaje? En fin. Dejando esos pensamientos de lado, que solo le hacían estresarse en un momento como aquel, esperó a que se fuera el capitán marine para hablar con el grupo.
—A expensas de ser desconfiado…, no creo que sea conveniente que tengamos que destapar nuestras habilidades aquí —comentó Giotto, con algo de malicia—. No es que desconfía de vosotros, ni mucho menos, pero no sabemos si tenemos a nuestro alrededor a revolucionarios infiltrados. Yo he hecho mis deberes antes de alistar, y sé, más o menos, quienes sois vosotros dos. No hay muchos minks en el cipher pol, y este tirador es conocido por su forma tan peculiar de actuar. Respecto a mi persona, solo puedo decir que esto que procedo de este mar y estoy que me enciendo—Giotto dijo eso último, a expensas que de que lo relacionaran con su apodo. Tras ello, puso la mano sobre el hombro de Dretch, y lo miró a los ojos—. Cambia ese gesto, jefe, ¿qué puede salir mal? Teniendo controlado al recién apodado papafrita, el resto es coser y cantar. El pan de cada día. Como tocar la escala musical con una flauta dulce… Puedo seguir con los ejemplos, pero ya me entiendes.
Tras ese chascarrillo casual, miró a la mink y sonrió ante sus palabras.
—Sí, es necesario que venga —le dijo—. Nos dan una remuneración mensual por soportarlo —bromeó, acercándose a la mink—. Y mofas aparte. Aunque sea un cretino integral, tiene buenas habilidades. No muchas, pero hay materia prima en él. Eso sí, espero que esta vez respete la cadena de mando.
Dichas esas últimas palabras, clavó su mirada en Shintaro con severidad, como un padre mira a sus hijos para que se porte bien.
—A expensas de ser desconfiado…, no creo que sea conveniente que tengamos que destapar nuestras habilidades aquí —comentó Giotto, con algo de malicia—. No es que desconfía de vosotros, ni mucho menos, pero no sabemos si tenemos a nuestro alrededor a revolucionarios infiltrados. Yo he hecho mis deberes antes de alistar, y sé, más o menos, quienes sois vosotros dos. No hay muchos minks en el cipher pol, y este tirador es conocido por su forma tan peculiar de actuar. Respecto a mi persona, solo puedo decir que esto que procedo de este mar y estoy que me enciendo—Giotto dijo eso último, a expensas que de que lo relacionaran con su apodo. Tras ello, puso la mano sobre el hombro de Dretch, y lo miró a los ojos—. Cambia ese gesto, jefe, ¿qué puede salir mal? Teniendo controlado al recién apodado papafrita, el resto es coser y cantar. El pan de cada día. Como tocar la escala musical con una flauta dulce… Puedo seguir con los ejemplos, pero ya me entiendes.
Tras ese chascarrillo casual, miró a la mink y sonrió ante sus palabras.
—Sí, es necesario que venga —le dijo—. Nos dan una remuneración mensual por soportarlo —bromeó, acercándose a la mink—. Y mofas aparte. Aunque sea un cretino integral, tiene buenas habilidades. No muchas, pero hay materia prima en él. Eso sí, espero que esta vez respete la cadena de mando.
Dichas esas últimas palabras, clavó su mirada en Shintaro con severidad, como un padre mira a sus hijos para que se porte bien.
Julianna M. Shelley
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Julianna caminó hacia donde el hombre le había indicado, tratando de ignorar la mirada en su rostro. Por un momento, al ver el ajetreo y la gente corriendo de aquí para allá, se sintió como en casa. Sin dejar de caminar, se hizo una alta coleta para apartar el pelo de su cara y trató de evaluar la situación. Las expresiones de horror de la gente en la carpa dejaban entrever que no era buena, pero podían deberse a la batalla que todavía estaba acabando de librarse o a la presión de la situación y no a los pacientes. Era importante no dejarse influir por las apariencias.
Lo primero que hizo fue dar una vuelta al lugar, esquivando a la gente que corría y observándolo todo con sus grandes ojos curiosos. Estaba claro que no había suficiente personal para dar un cuidado adecuado a todos los heridos, aunque por lo menos todos tenían una cama en la que reposar. Ubicó el lugar en el que guardaban el material y la pequeña estación para aseo y esterilización. Todo muy improvisado, le disgustaba. Operaciones como las que se estaban efectuando en el lugar no deberían hacerse a correr, pero supuso que no tenían otra opción. Entre los pacientes encontró quemaduras de primer grado, heridas de bala y obvios moratones que indicaban lesiones y hemorragias internas. Chasqueando la lengua, se dirigió hacia el primero. Su quemadura no era mortal y por ello no había nadie a su alrededor. Podía aguardar, pero Jul había venido a ayudar. Con calma y eficiencia, le aplicó primeros auxilios. Le dio de beber, refrescó su cuerpo con paños mojados y le aplicó una pomada natural hecha por ella misma en la quemadura. Debería aliviarle, aunque tampoco era ninguna panacea.
Intentó hacer eso con todos aquellos que aguardaban pacientemente a ser atendidos, pero al final su atención se volvió hacia el hombre herido por una bala. Ella sabía a la perfección cómo proceder, pero nunca lo había hecho. Y no le gustaba experimentar con gente viva, o por lo menos no con gente con futuro. No podía utilizar a un desconocido de conejillo de indias, sobre todo si en la carpa había alguien que podía hacerlo mejor. Preocupada, intentó localizar a otro cirujano. Aguardaría a que fuera a lavarse las manos para abordarle y llevarle hasta ese paciente. Sabía exactamente lo que le diría y repitió las palabras en su cabeza para asegurarse, mientras velaba por el hombre a la espera.
- Este paciente precisa ayuda. Tiene una bala incrustada en el brazo derecho, pero es posible sacarla sin dañar la movilidad de la articulación. Necesito que siga mis instrucciones, por favor. Una vez esté hecho le coseré yo misma y usted podrá ocuparse de alguien más urgente.
Esperaba que le tomaran en serio. Podía ser pequeña, pero sabía de lo que hablaba y no consentiría que alguien se muriera porque a un adulto se le había ocurrido ningunearla. Si el hombre le hacía caso, procedería a indicarle exactamente como actuar, hasta que la bala estuviera fuera y el hombre a salvo. Si no... quizá fuera hora de intentarlo ella misma, a pesar de todo.
Lo primero que hizo fue dar una vuelta al lugar, esquivando a la gente que corría y observándolo todo con sus grandes ojos curiosos. Estaba claro que no había suficiente personal para dar un cuidado adecuado a todos los heridos, aunque por lo menos todos tenían una cama en la que reposar. Ubicó el lugar en el que guardaban el material y la pequeña estación para aseo y esterilización. Todo muy improvisado, le disgustaba. Operaciones como las que se estaban efectuando en el lugar no deberían hacerse a correr, pero supuso que no tenían otra opción. Entre los pacientes encontró quemaduras de primer grado, heridas de bala y obvios moratones que indicaban lesiones y hemorragias internas. Chasqueando la lengua, se dirigió hacia el primero. Su quemadura no era mortal y por ello no había nadie a su alrededor. Podía aguardar, pero Jul había venido a ayudar. Con calma y eficiencia, le aplicó primeros auxilios. Le dio de beber, refrescó su cuerpo con paños mojados y le aplicó una pomada natural hecha por ella misma en la quemadura. Debería aliviarle, aunque tampoco era ninguna panacea.
Intentó hacer eso con todos aquellos que aguardaban pacientemente a ser atendidos, pero al final su atención se volvió hacia el hombre herido por una bala. Ella sabía a la perfección cómo proceder, pero nunca lo había hecho. Y no le gustaba experimentar con gente viva, o por lo menos no con gente con futuro. No podía utilizar a un desconocido de conejillo de indias, sobre todo si en la carpa había alguien que podía hacerlo mejor. Preocupada, intentó localizar a otro cirujano. Aguardaría a que fuera a lavarse las manos para abordarle y llevarle hasta ese paciente. Sabía exactamente lo que le diría y repitió las palabras en su cabeza para asegurarse, mientras velaba por el hombre a la espera.
- Este paciente precisa ayuda. Tiene una bala incrustada en el brazo derecho, pero es posible sacarla sin dañar la movilidad de la articulación. Necesito que siga mis instrucciones, por favor. Una vez esté hecho le coseré yo misma y usted podrá ocuparse de alguien más urgente.
Esperaba que le tomaran en serio. Podía ser pequeña, pero sabía de lo que hablaba y no consentiría que alguien se muriera porque a un adulto se le había ocurrido ningunearla. Si el hombre le hacía caso, procedería a indicarle exactamente como actuar, hasta que la bala estuviera fuera y el hombre a salvo. Si no... quizá fuera hora de intentarlo ella misma, a pesar de todo.
- Resumen:
- Revolotear por la enfermería dando primeros auxilios a los enfermos
- Intentar curar con una pomada casera al hombre de la quemadura
- Tratar de convencer a uno de los cirujanos de seguir sus instrucciones para extraer una bala del brazo de un hombre. En caso de que no le haga caso, ponerse a operar ella misma.
Nivel 20 -> Se especializa en cirugía general.
Lujo del aprendiz: Los conocimientos teóricos de Marie sobre medicina son los de alguien 30 niveles superior a ella, pese a que solo puede ponerlos en práctica al ritmo marcado por las tablas.
Sasaki
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Todo había salido mal para el pobre burócrata novato, había sido aleccionado por Arthur y por Al, y encima había despreciado el vaso de “tónico” que le había ofrecido saliendo corriendo “Por cierto, es la segunda vez que ha disparado con el pelo ¿no?” dije girándome hacia un rincón como si allí hubiese alguien. En ese mismo momento, Arthur cogió el vaso de vodka y se lo bebió de un trago, luego cogió el otro y tras echarle un chorro de lo que olía a café se lo bebió también. Aquello me extraño mucho, Arthur había bebido dos cosas que no sabía lo que eran y que además le había ofrecido yo. “sin duda era el día del juicio final” pensé mientras veía salir al pelirrojo para entregar los papeles que se había dejado el burócrata.
-Bueno – dije levantando los hombros – No era el mejor, pero tampoco era el peor. – le respondí al rubio evitando su mirada con una sonrisa en la cara.
No tardamos en darnos cuenta de que el pequeño volvía a la tienda, pues un gran estruendo fuera nos hizo pensar que Arthur estaba algo borracho. Sin embargo, cuando volvió a entrar me di cuenta de mi error, no estaba algo borracho, estaba tremendamente borracho. Era un gran descubrimiento, Arthur había cambiado completamente de personalidad, y aunque le costase hablar, ahora estaba desenfadado e incluso hacía bromas. “Es asombroso el poder que tiene un poco de alcohol en el cuerpo del enano pelirrojo” dije mirando nuevamente al rincón.
-Nurufufufu. Tienes razón Arthur, no se va a acabar el mundo, vamos – dije acercándome al pelirrojo y dándole una buena palmada en la espalada.
-Bueno – dije levantando los hombros – No era el mejor, pero tampoco era el peor. – le respondí al rubio evitando su mirada con una sonrisa en la cara.
No tardamos en darnos cuenta de que el pequeño volvía a la tienda, pues un gran estruendo fuera nos hizo pensar que Arthur estaba algo borracho. Sin embargo, cuando volvió a entrar me di cuenta de mi error, no estaba algo borracho, estaba tremendamente borracho. Era un gran descubrimiento, Arthur había cambiado completamente de personalidad, y aunque le costase hablar, ahora estaba desenfadado e incluso hacía bromas. “Es asombroso el poder que tiene un poco de alcohol en el cuerpo del enano pelirrojo” dije mirando nuevamente al rincón.
-Nurufufufu. Tienes razón Arthur, no se va a acabar el mundo, vamos – dije acercándome al pelirrojo y dándole una buena palmada en la espalada.
- resumen:
- Ver la nueva actitud de Arthur y seguirle el juego cuando vuelve.
Ichizake
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Realmente había esperado algo más. No tanto una corona y un trono como cierta decencia, un aura de cierto poder o incluso algo de saber estar. Pero el Rey de los Bajos Fondos se le antojaba un espectáculo lamentable, no mucho más impresionante que el cabecilla de cualquier banda callejera de un atolón aislado del mundo. La postura desenfadada de Viktor Elrik era de todo menos respetable, y la presencia de esas damas de compañía en una reunión, supuestamente, de alto calado para sus negocios solo podía responder a una infantil necesidad de alardear o a una irresponsabilidad inenarrable. Fuera cual fuera el caso, Gerald tuvo que contener una mueca de desprecio.
Sus acompañantes no le resultaron tampoco especialmente impresionantes. Los mafiosos de los mares periféricos estaban, según había podido comprobar, cortados por el mismo patrón: todos se tenían en demasiada estima y tendían a sobrevalorar los patéticos chanchullos que empleaban para robar a las ancianas y extorsionar a los comercios. Así que, aun sin conocerlo, Cirlo Voteone ya le resultaba repulsivo. Y en cuanto al agente del Gobierno, no le sorprendía verlo allí. Cualquier inteligencia medio decente -por no hablar de una agencia entera que se dedicase a proveerla- habría enviado a sus agentes a todas las facciones involucradas en un conflicto a tamaña escala. Y que Elrik siguiese vivo y dando espectáculos aun cuando un centenar de buques de guerra navegaban a pocas millas de allí, era prueba más que suficiente de que tenía algún contacto importante en las altas esferas.
Aun así, más allá de su opinón sobre su anfitrión, el proyecto Matriz tal vez fuese interesante. Una cosa era una colaboración puntual, pero si uno se molestaba en ponerle nombre a algo tenía que ser importante. Quizá no mucho, pero podía ser prometedor, con suerte. Así que, en lugar de quedarse con la duda, sondeó la mente del tal Smith en busca de toda la información que pudiese extraer. En cuestión de un segundo en tiempo real podría bucear en todos los recuerdos de ese hombre sin que, en principio, nadie notase nada. Se disponía a hacer lo mismo con Elrik cuando una abrumadora presión cayó sobre él.
Reconoció a Zane D. Kenshin de los periódicos. Era uno de los pocos piratas cuyo rostro y nombre se había molestado en recordar, y tan solo porque leyó que tuvo un breve enfrentamiento con un Yonko y vivió para contarlo. Al notar el peso de su haki aplastándole, supo por qué. Realmente era impresionante.
Ocultó tras su máscara de frialdad la leve humillación de ver como uno de sus acompañantes caía al suelo como un fardo; eso no daba buena imagen de él. En cambio, los corpulentos secuaces de Kenshin parecían del todo intimidantes. Gerald consideró especialmente peligroso al gyojin, a pesar de la diferencia de tamaño con otro de sus compañeros, más que nada porque había visto en acción a uno de esos seres y sabía lo que podían hacer.
En cualquier caso, y a pesar de la fuerza de Kenshin, consideraba una descortesía tremenda irrumpir de esa forma en su reunión. Más que eso, resultaba verdaderamente molesto que hubiese usado su Ambición contra él. Instintivamente se llevó una mano a la empuñadura de Pluma Negra, y preparó la todavía más afilada espada que era su habilidad.
-Caballeros, les recomiendo encarecidamente que vuelvan por donde han venido -advirtió.
Sus palabras fueron acompañadas por una rápida muestra de su poder. Dio forma a un pensamiento y lo lanzó hacia los piratas con la intención de introducirlos en sus mentes. Era un proceso rápido e indetectable, si todo iba bien. Ese pensamiento, esa idea abstracta, brotaría en sus mentes como si fuese suyo. ¿Y quién no obedece sus propios pensamientos? "Mejor espero un rato. Saldré a tomarme una copa. No quiero hablar con Elrik ahora, no necesito nada de él. Saldré a tomar el aire. Esta rata no se merece que hablemos con él. Los Arashi no necesitamos a Elrik." Todo eso nacería como de la nada en el reducido cerebro de Kenshin y de sus peculiares acompañantes y les sacaría de allí sin que nadie sospechase siquiera quién había sido el causante.
"Más les vale", se dijo Gerald. Si se veía obligado a ser menos sutil, no iba a ser agradable.
Sus acompañantes no le resultaron tampoco especialmente impresionantes. Los mafiosos de los mares periféricos estaban, según había podido comprobar, cortados por el mismo patrón: todos se tenían en demasiada estima y tendían a sobrevalorar los patéticos chanchullos que empleaban para robar a las ancianas y extorsionar a los comercios. Así que, aun sin conocerlo, Cirlo Voteone ya le resultaba repulsivo. Y en cuanto al agente del Gobierno, no le sorprendía verlo allí. Cualquier inteligencia medio decente -por no hablar de una agencia entera que se dedicase a proveerla- habría enviado a sus agentes a todas las facciones involucradas en un conflicto a tamaña escala. Y que Elrik siguiese vivo y dando espectáculos aun cuando un centenar de buques de guerra navegaban a pocas millas de allí, era prueba más que suficiente de que tenía algún contacto importante en las altas esferas.
Aun así, más allá de su opinón sobre su anfitrión, el proyecto Matriz tal vez fuese interesante. Una cosa era una colaboración puntual, pero si uno se molestaba en ponerle nombre a algo tenía que ser importante. Quizá no mucho, pero podía ser prometedor, con suerte. Así que, en lugar de quedarse con la duda, sondeó la mente del tal Smith en busca de toda la información que pudiese extraer. En cuestión de un segundo en tiempo real podría bucear en todos los recuerdos de ese hombre sin que, en principio, nadie notase nada. Se disponía a hacer lo mismo con Elrik cuando una abrumadora presión cayó sobre él.
Reconoció a Zane D. Kenshin de los periódicos. Era uno de los pocos piratas cuyo rostro y nombre se había molestado en recordar, y tan solo porque leyó que tuvo un breve enfrentamiento con un Yonko y vivió para contarlo. Al notar el peso de su haki aplastándole, supo por qué. Realmente era impresionante.
Ocultó tras su máscara de frialdad la leve humillación de ver como uno de sus acompañantes caía al suelo como un fardo; eso no daba buena imagen de él. En cambio, los corpulentos secuaces de Kenshin parecían del todo intimidantes. Gerald consideró especialmente peligroso al gyojin, a pesar de la diferencia de tamaño con otro de sus compañeros, más que nada porque había visto en acción a uno de esos seres y sabía lo que podían hacer.
En cualquier caso, y a pesar de la fuerza de Kenshin, consideraba una descortesía tremenda irrumpir de esa forma en su reunión. Más que eso, resultaba verdaderamente molesto que hubiese usado su Ambición contra él. Instintivamente se llevó una mano a la empuñadura de Pluma Negra, y preparó la todavía más afilada espada que era su habilidad.
-Caballeros, les recomiendo encarecidamente que vuelvan por donde han venido -advirtió.
Sus palabras fueron acompañadas por una rápida muestra de su poder. Dio forma a un pensamiento y lo lanzó hacia los piratas con la intención de introducirlos en sus mentes. Era un proceso rápido e indetectable, si todo iba bien. Ese pensamiento, esa idea abstracta, brotaría en sus mentes como si fuese suyo. ¿Y quién no obedece sus propios pensamientos? "Mejor espero un rato. Saldré a tomarme una copa. No quiero hablar con Elrik ahora, no necesito nada de él. Saldré a tomar el aire. Esta rata no se merece que hablemos con él. Los Arashi no necesitamos a Elrik." Todo eso nacería como de la nada en el reducido cerebro de Kenshin y de sus peculiares acompañantes y les sacaría de allí sin que nadie sospechase siquiera quién había sido el causante.
"Más les vale", se dijo Gerald. Si se veía obligado a ser menos sutil, no iba a ser agradable.
- Resumen. Los churumbeles del Polloh, a leer:
- Blablabla - Hurgar en la mente de Smith y ver qué hay - Zane tira de haki y Gerald trata de introducir en su mente (y en la de Marc, Luka y quienquiera que le acompañe) la idea de que quieren largarse de allí y dejar de tocar las narices.
Nivel 80: Cuando introduce pensamientos o ideas en la cabeza de alguien, la víctima los tomará como propios y será fácil que los obedezca. Exceptuando casos en los que vaya radicalmente en contra la personalidad o la vida.
Taylor Fitzgerald
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Taylor se cruzó de brazos, expectante ante lo que el superior Marine tenía que decir. Se había ablandado gracias a los ojos de Ellie, ¿quién no lo haría? Los animales eran muy monos y se merecían el mejor trato posible, incluidos los que pertenecían a la raza Mink. La autómata no le tenía mucha fe a la misión que les habían encomendado, y lo peor de todo fue cuando habló del barco en el que irían.
¿Dos días para jubilarse? ¿Estaba de broma? Puede que a sus compañeros aquello le diese igual, pero a Taylor no le agradaba la idea de viajar en un barco así; de hecho, preferiría el cascarón de nuez que el marine había mencionado. El agua para ella no era un problema, su cuerpo estaba recubierto por materiales impermeables y le permitían flotar en el agua. El problema era si sus compañeros necesitaban ayuda, pues por lo que había visto algunos poseían frutas del diablo, y eso no les permitía flotar.
Se pusieron de camino hacia el barco, llamado El Espíritu de Condoriano y mientras tanto mantenían una charla. Al parecer todos poseían habilidades, ya fuera sobrevivir o el fuego, pero Taylor se mantuvo en silencio aunque el rubio dijera que no se debía hablar de las habilidades que poseía cada uno por seguridad propia. Si Taylor se mantuvo en silencio era solamente porque no era como ellos, no tenía nada que la hiciera especial, solo una fuerte resistencia debido a su cuerpo artificial.
Por otro lado, todo seguían siendo reproches hacia Shintaro y coincidía con Ellie en lo de echarlo, pero la respuesta de Giotto le pareció mucho mejor. No pudo evitar sonreír ante aquel comentario y la actitud hacia el peliverde.
Una vez ya en la cubierta del preciado barco, se colocó sus muñequeras negras y recargó su pistola semi automática. Al parecer había otro tirador en el equipo, no sabía nada de él y aunque pidiera informe a la base de datos no podrían ofrecérsela al momento, por lo que no tendría más remedio que actuar como una persona normal y socializar.
¿Dos días para jubilarse? ¿Estaba de broma? Puede que a sus compañeros aquello le diese igual, pero a Taylor no le agradaba la idea de viajar en un barco así; de hecho, preferiría el cascarón de nuez que el marine había mencionado. El agua para ella no era un problema, su cuerpo estaba recubierto por materiales impermeables y le permitían flotar en el agua. El problema era si sus compañeros necesitaban ayuda, pues por lo que había visto algunos poseían frutas del diablo, y eso no les permitía flotar.
Se pusieron de camino hacia el barco, llamado El Espíritu de Condoriano y mientras tanto mantenían una charla. Al parecer todos poseían habilidades, ya fuera sobrevivir o el fuego, pero Taylor se mantuvo en silencio aunque el rubio dijera que no se debía hablar de las habilidades que poseía cada uno por seguridad propia. Si Taylor se mantuvo en silencio era solamente porque no era como ellos, no tenía nada que la hiciera especial, solo una fuerte resistencia debido a su cuerpo artificial.
Por otro lado, todo seguían siendo reproches hacia Shintaro y coincidía con Ellie en lo de echarlo, pero la respuesta de Giotto le pareció mucho mejor. No pudo evitar sonreír ante aquel comentario y la actitud hacia el peliverde.
Una vez ya en la cubierta del preciado barco, se colocó sus muñequeras negras y recargó su pistola semi automática. Al parecer había otro tirador en el equipo, no sabía nada de él y aunque pidiera informe a la base de datos no podrían ofrecérsela al momento, por lo que no tendría más remedio que actuar como una persona normal y socializar.
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Sky la había liado sin querer y las consecuencias fueron caras. Mientras el caos se regocijaba en los frágiles y temblorosos corazones de los cadetes sin mucha experiencia, un oficial entró en la sala sembrando confianza. Atravesó la sala de mando con prisa y pulsó una gran seta verde. El ruido había cesado y los pitidos también. En cambio la voz y el tono del oficial fueron explosivos y terribles. Estaba claro que la había liado y mirando de reojo a Maki, Sky salió en silencio hacia el exterior.
–La he liado, y ahora me he quedado sin transporte. ¿Cómo se supone que debería llegar al epicentro de la batalla ahora? –bramó para sí mismo regocijándose en la tristeza del momento.
El submarino era enorme, eso sí podía verse desde fuera. El terremoto de gente entrando y saliendo por todas partes era notable y eso le dio una idea. Provocó un golpe de hombros con el primero que llevaba gorra y se la quitó en el segundo de confusión que se produjo. La escondió por detrás y no se la puso hasta que la víctima se perdió en la multitud todavía confuso. Sky se quito la chaqueta y ahora vestía una camisa azul tirando a gris, con una gorra negra ocultando una parte de su rostro. Quitó los nudos de los cordeles que sujetaban la Katana a su hombro y los modificó de tal manera que ahora era capaz de engancharla a su cintura. No había cambiado todo, pero ahora parecía alguien diferente al de antes, y en una situación similar, donde todo es caos quizás podría colarse de nuevo en el submarino. Y así lo hizo. Esta vez no trató de seguir el mismo camino que lo llevaba al puente de mando, sino a la habitación donde estaba antes. durante el trayecto mantenía la cabeza baja y vio una puerta abierta. Se trataba de una pequeña habitación donde se guardaban cajas con provisiones. Eso fue un pequeño golpe de suerte ya que su estómago rugió con fuerza.
Sky se pegó un pequeño atracón de comida mientras esperaba, por si alguna razón el submarino saldría ya. Había cosas como proteger el destino del mundo y esas cosas que estaban pasando en ese preciso instante... y el oficial que lo echó provocó un retraso importante en la misión. Sky estaba decidido a hacer lo posible por proteger a los civiles, a los inocentes que pagaban con su vida ante la maldad que se mascaba en aquella parte del mundo. ¿Cuánta gente había en el submarino? ¿Qué diferencia podrían hacer en la guerra? Eran dudas que Sky se planteaba en aquel momento, escondido en aquella habitación.
–La he liado, y ahora me he quedado sin transporte. ¿Cómo se supone que debería llegar al epicentro de la batalla ahora? –bramó para sí mismo regocijándose en la tristeza del momento.
El submarino era enorme, eso sí podía verse desde fuera. El terremoto de gente entrando y saliendo por todas partes era notable y eso le dio una idea. Provocó un golpe de hombros con el primero que llevaba gorra y se la quitó en el segundo de confusión que se produjo. La escondió por detrás y no se la puso hasta que la víctima se perdió en la multitud todavía confuso. Sky se quito la chaqueta y ahora vestía una camisa azul tirando a gris, con una gorra negra ocultando una parte de su rostro. Quitó los nudos de los cordeles que sujetaban la Katana a su hombro y los modificó de tal manera que ahora era capaz de engancharla a su cintura. No había cambiado todo, pero ahora parecía alguien diferente al de antes, y en una situación similar, donde todo es caos quizás podría colarse de nuevo en el submarino. Y así lo hizo. Esta vez no trató de seguir el mismo camino que lo llevaba al puente de mando, sino a la habitación donde estaba antes. durante el trayecto mantenía la cabeza baja y vio una puerta abierta. Se trataba de una pequeña habitación donde se guardaban cajas con provisiones. Eso fue un pequeño golpe de suerte ya que su estómago rugió con fuerza.
Sky se pegó un pequeño atracón de comida mientras esperaba, por si alguna razón el submarino saldría ya. Había cosas como proteger el destino del mundo y esas cosas que estaban pasando en ese preciso instante... y el oficial que lo echó provocó un retraso importante en la misión. Sky estaba decidido a hacer lo posible por proteger a los civiles, a los inocentes que pagaban con su vida ante la maldad que se mascaba en aquella parte del mundo. ¿Cuánta gente había en el submarino? ¿Qué diferencia podrían hacer en la guerra? Eran dudas que Sky se planteaba en aquel momento, escondido en aquella habitación.
- Resúmen:
- Salir del submarino. Conseguir una gorra y cambiar ligeramente su atuendo para volver a colarse en el submarino rezando que no lo pillen y puedan salir y hacer algo productivo.
Roland von Klauswitz
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Kodama tardó un rato en darse cuenta de que estaban moviéndose. Estaba tan abstraído con la brisa nocturna, tan embebido del brillo de las estrellas, que tuvo que ser la primera salva de cañonazos la que le trajese de vuelta al mundo real. Eso le recordó su misión, así como la orden que sus subordinados deberían estar cumpliendo en ese momento. Para entonces ya se movían. De hecho, el navío que él había coronado encabezaba la marcha. Eso le gustó. Era la punta de lanza de la justicia, quien abriría camino en la oscura batalla. Su deber sería facilitar la llegada de las tropas a la entrada secreta que habían descubierto. Él no tenía ni idea de dónde estaba, pero se preocuparía por ello más tarde. Lo primero era llegar hasta la torre.
Y es que la Marina no era la única fuerza que surcaba aquellas aguas. Tenía entendido que la Revolución había acudido también, aunque no tenía claras sus intenciones. Con suerte estarían allí para aplicar un castigo a su antiguo oficial y no tendrían que combatir contra ellos. Si la fortuna no les sonreía, que solía ser lo más normal, se enfrentarían de nuevo en el campo de batalla. Además tenía que tener en cuenta a la manada de bestias que se había reunido no muy lejos de allí. A los piratas les gustaba juntarse cuando se preveían desgracias colosales, y siempre interferían con los marines aquí y allá. Todo tipo de criminales y mercenarios se aproximaba ya hacia la torre, dispuesto a... En realidad no tenía muy claro qué hacía esa gente allí, y tampoco importaba demasiado.
La llamada de un joven marine le hizo pensar en sus hombres. Con él iba un buen número de los voluntarios que se habían prestado a acceder a la misteriosa estructura, así que estaban bajo su responsabilidad. No iría mal conocerlos un poco mejor, al menos a aquellos con los que nunca había coincidido, así que dio permiso para subir a la cofa a aquel extraño bruto que le había llamado "hombre-rama". La aparición de Tobi le impidió pensar si aquello era o no ofensivo.
-Hola, chica -saludó-. Pensé en quedarme en el cuartel, tengo unas petunias que ya casi van a florecer, pero supuse que no os vendría mal mi compañía. Por cierto, ¿sigues haciendo esa especie de caramelo que tanto gusta a las moscas?
Kodama entendía bien lo que era segregar un líquido pegajoso y ambarino, así que se llevaba bien con Tobi. Habría empleado algo más de tiempo en hablar con ella, pero tenía trabajo que hacer. La artillería sacudía su objetivo sin llegar a hacerle un daño real, y eso le molestaba. Era peligroso.
-Vuelvo enseguida -dijo, y descendió a cubierta de un salto.
Las balas de cañón habían sido dispuestas tal y como ordenase poco después de zarpar. Había visto muchas veces que los cañones humanos rara vez daban en el blanco, por lo que preparó una contingencia al respecto. Ésta era, ni más ni menos, que una veintena de balas de cañón cuidadosamente colocadas en un montoncito en la cubierta de proa. Kodama comenzó a envolverlas con su jabón y luego las elevó. Las balas se mecían suavemente dentro de su burbuja. Acto seguido, hizo lo mismo con su cuerpo, y controló ambas pompas para que se elevasen a una buena distancia. Ya en el aire, se preparó para el ruido que eso iba a hacer. No le gustaba nada el fuego.
Extendió su brazo una decena de metros, alargando la rama que lo formaba y pegando su mano humanoide en la burbuja. No solo la imbuyó en haki, sino que la sujetó con firmeza cuando empezó a girar y girar y girar sobre su eje, manipulando para ello su propia pompa. Cuando estuvo satisfecho, soltó, y la burbuja cargada de balas de cañón cargadas de pólvora cargada de muerte voló hacia la torre como si le pagaran por ello. Kodama contaba con que el haki que impregnaba el jabón protegiera su proyectil de los disparos con los que podrían interceptarlo, pero no se había empleado a fondo, de modo que la burbuja reventaría en cuando su contenido estallase al impactar, liberando así la explosión.
Luego volvió a su sitio.
Y es que la Marina no era la única fuerza que surcaba aquellas aguas. Tenía entendido que la Revolución había acudido también, aunque no tenía claras sus intenciones. Con suerte estarían allí para aplicar un castigo a su antiguo oficial y no tendrían que combatir contra ellos. Si la fortuna no les sonreía, que solía ser lo más normal, se enfrentarían de nuevo en el campo de batalla. Además tenía que tener en cuenta a la manada de bestias que se había reunido no muy lejos de allí. A los piratas les gustaba juntarse cuando se preveían desgracias colosales, y siempre interferían con los marines aquí y allá. Todo tipo de criminales y mercenarios se aproximaba ya hacia la torre, dispuesto a... En realidad no tenía muy claro qué hacía esa gente allí, y tampoco importaba demasiado.
La llamada de un joven marine le hizo pensar en sus hombres. Con él iba un buen número de los voluntarios que se habían prestado a acceder a la misteriosa estructura, así que estaban bajo su responsabilidad. No iría mal conocerlos un poco mejor, al menos a aquellos con los que nunca había coincidido, así que dio permiso para subir a la cofa a aquel extraño bruto que le había llamado "hombre-rama". La aparición de Tobi le impidió pensar si aquello era o no ofensivo.
-Hola, chica -saludó-. Pensé en quedarme en el cuartel, tengo unas petunias que ya casi van a florecer, pero supuse que no os vendría mal mi compañía. Por cierto, ¿sigues haciendo esa especie de caramelo que tanto gusta a las moscas?
Kodama entendía bien lo que era segregar un líquido pegajoso y ambarino, así que se llevaba bien con Tobi. Habría empleado algo más de tiempo en hablar con ella, pero tenía trabajo que hacer. La artillería sacudía su objetivo sin llegar a hacerle un daño real, y eso le molestaba. Era peligroso.
-Vuelvo enseguida -dijo, y descendió a cubierta de un salto.
Las balas de cañón habían sido dispuestas tal y como ordenase poco después de zarpar. Había visto muchas veces que los cañones humanos rara vez daban en el blanco, por lo que preparó una contingencia al respecto. Ésta era, ni más ni menos, que una veintena de balas de cañón cuidadosamente colocadas en un montoncito en la cubierta de proa. Kodama comenzó a envolverlas con su jabón y luego las elevó. Las balas se mecían suavemente dentro de su burbuja. Acto seguido, hizo lo mismo con su cuerpo, y controló ambas pompas para que se elevasen a una buena distancia. Ya en el aire, se preparó para el ruido que eso iba a hacer. No le gustaba nada el fuego.
Extendió su brazo una decena de metros, alargando la rama que lo formaba y pegando su mano humanoide en la burbuja. No solo la imbuyó en haki, sino que la sujetó con firmeza cuando empezó a girar y girar y girar sobre su eje, manipulando para ello su propia pompa. Cuando estuvo satisfecho, soltó, y la burbuja cargada de balas de cañón cargadas de pólvora cargada de muerte voló hacia la torre como si le pagaran por ello. Kodama contaba con que el haki que impregnaba el jabón protegiera su proyectil de los disparos con los que podrían interceptarlo, pero no se había empleado a fondo, de modo que la burbuja reventaría en cuando su contenido estallase al impactar, liberando así la explosión.
Luego volvió a su sitio.
Midorima Shintaro
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Se comió la última patata y solo escuchó lo que el capitán tenía que decirles, la idea de que el barco estuviera a nada de jubilarse no le terminaba de encantar, pero era peor que nada. Después de todo, si había buenos navegantes, podían sobrevivir a lo que fuera. Escuchó las palabras de Ellie y se sorprendió ante el hecho de que fuera una usuaria. Conocía un poco de los minks y sabía que eran guerreros de nacimiento, entonces, ¿por qué una fruta? Quería saber la respuesta, pero no veía que ella fuera a compartir mucho con él. Había metido a todos en esto y ahora eran su responsabilidad. No pensaba responderle, después de todo, era lo más sensato. Pedía su cabeza o que él se fuera, algo que le encontraba sentido, después de todo, ahora era alguien considerado impulsivo y que a la mínima podía traer problemas. ”Solo queda no hacer más problemas y estar atento a todo” —pensó mientras sentía el pequeño empujón de Dretch. Era hora de moverse. Empezó a caminar y escuchaba el resto de la conversación. Giotto era el más reservado, aunque parecía ser el más listo de todos ellos. Había considerado la posibilidad de tener a revolucionarios infiltrados entre las filas y, por ende, comentó que no era nada bueno decir sus habilidades.
Se quedó al final de la fila, solo avanzando al ritmo de ellos. Taylor tampoco mencionó nada referente a sus habilidades, pero, por lo que había visto, era alguien de pocas palabras. El otro tipo, ¿cómo se llamaba? ¿Había dicho su nombre? No lo recordaba, pero por la pregunta que le había hecho al capitán marine, era un tirador. ¿Sería bueno? No faltaban los tiradores que no acertaban ningún tiro y solo lo hacían para lucirse. La batalla no hacía más que encrudecerse a cada segundo y muchos barcos ya estaban tratando de tirar abajo la aguja, pero… Parecían esfuerzos en vano. No le hacía ni siquiera un rasguño. ”Me pregunto si existirán planos de esa cosa. ¿Será lo que buscan todos o solo es imaginación mía?” —pensó cayendo en cuenta de ese detalle. Si existían, lo más normal era destruirlos. ¿Quién en su sano juicio los querría vender o quedar? ¿Querían volver a repetir la historia que se estaba construyendo? No tenía sentido darle tantas vueltas, si los llegaba a encontrar, dado que deberían ser los primeros en llegar a la aguja, no iba a dudar en destruirlos.
—No aseguro nada, Giotto —respondió. No le gustaba la idea de tener que respetar la cadena de mando y no se lograba hacer a esa idea. Después de todo, un pirata siempre sería un pirata, aun cuando perteneciera al Gobierno Mundial. Respetar cadenas de mando le era algo difícil de hacer, pero podía intentarlo. Suspiró con desgana y subió al barco —. Pido perdón por lo que hice, pero ahora me comprometo a ser de utilidad. Pueden creer o no, pero ya no nos meteré en más problemas.
Se acercó al mástil, se cruzó de brazos y se apoyó en este. Se concentró, ya eran suficientes tonterías en muy poco tiempo. Tenía que darlo todo y sobrevivir, pasara lo que pasara, tenía que hacerlo.
Se quedó al final de la fila, solo avanzando al ritmo de ellos. Taylor tampoco mencionó nada referente a sus habilidades, pero, por lo que había visto, era alguien de pocas palabras. El otro tipo, ¿cómo se llamaba? ¿Había dicho su nombre? No lo recordaba, pero por la pregunta que le había hecho al capitán marine, era un tirador. ¿Sería bueno? No faltaban los tiradores que no acertaban ningún tiro y solo lo hacían para lucirse. La batalla no hacía más que encrudecerse a cada segundo y muchos barcos ya estaban tratando de tirar abajo la aguja, pero… Parecían esfuerzos en vano. No le hacía ni siquiera un rasguño. ”Me pregunto si existirán planos de esa cosa. ¿Será lo que buscan todos o solo es imaginación mía?” —pensó cayendo en cuenta de ese detalle. Si existían, lo más normal era destruirlos. ¿Quién en su sano juicio los querría vender o quedar? ¿Querían volver a repetir la historia que se estaba construyendo? No tenía sentido darle tantas vueltas, si los llegaba a encontrar, dado que deberían ser los primeros en llegar a la aguja, no iba a dudar en destruirlos.
—No aseguro nada, Giotto —respondió. No le gustaba la idea de tener que respetar la cadena de mando y no se lograba hacer a esa idea. Después de todo, un pirata siempre sería un pirata, aun cuando perteneciera al Gobierno Mundial. Respetar cadenas de mando le era algo difícil de hacer, pero podía intentarlo. Suspiró con desgana y subió al barco —. Pido perdón por lo que hice, pero ahora me comprometo a ser de utilidad. Pueden creer o no, pero ya no nos meteré en más problemas.
Se acercó al mástil, se cruzó de brazos y se apoyó en este. Se concentró, ya eran suficientes tonterías en muy poco tiempo. Tenía que darlo todo y sobrevivir, pasara lo que pasara, tenía que hacerlo.
Nailah
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Nailah arqueó las cejas al ver tal acto. ¿Les habían denegado el permiso para ver a Elrik? Desde luego que sí. Lo peor era la manera en la que lo había hecho. La pirata observó a Luka, este estaba muy irritado por el trato que habían recibido. En el fondo era normal, pese a la reputación que poseía la banda los habían tratado como a unos mindundis que intentaban ser importantes.
La pirata chasqueó la lengua y se dio la vuelta, observando todo lo que se estaba liando en la carpa. El comentario de Zane no pasó inadvertido para la morena y desenvainó rápidamente a la reina roja mientras esbozaba una sonrisa. Una presencia estalló por toda la carpa, provocando que algunas personas cayesen al suelo y aquello significaba que la fiesta comenzaba.
La morena se situó junto a Marc detrás del pelirrojo, llevando su espada al hombro también y quien desease pasar tendría que hacerlo por encima de ellos. Solo por los ruidos que estaban causando detrás suya sabía que Luka había hecho algo horrible, pero, qué se le iba a hacer si el gyojin era tan violento.
La presencia que se había liberado había provocado la caída de un encapuchado que estaba cerca de un pequeño grupo. Nailah no tenía idea de quiénes eran, pero uno de ellos les habló con el tono muy subido mientras llevaba la mano a su empuñadura. La pirata ante aquel acto, bajó la espada de su hombro y lo señaló con esta.
-Y tú deberías relajarte y apartar la mano de tu arma - Dijo la morena en voz alta, mirándolo a los ojos.
Sin embargo, unos pensamientos afloraron en su mente. ¿Por qué tenían que ver a Elrik? ¿Acaso necesitaban algo de él? Los Arashi eran una banda importante y con la suficiente reputación de lograr lo que se propusiesen, no merecía la pena buscar a Viktor. Nailah tenía la necesidad de irse por alguna extraña razón. Parpadeó varias veces y envainó su espada, apartándose hacia un lado y miró a Zane y al resto de sus compañeros.
-Deberíamos irnos - comentó con calma -. Somos mejores que Viktor Elrik, no le necesitamos. Zane deberías hacernos caso, no merece la pena quedarse. ¿Por qué no nos vamos? -Tomó una pausa -. Quiero irme de aquí.
La expresión que Nailah solía poseer había cambiado lo suficientemente como para darse cuenta de que ella no actuaría así. Su rostro se mostraba impasible ante las ideas que rondaban por su mente y quería convencer a su capitán de que estaba en lo correcto.
La pirata chasqueó la lengua y se dio la vuelta, observando todo lo que se estaba liando en la carpa. El comentario de Zane no pasó inadvertido para la morena y desenvainó rápidamente a la reina roja mientras esbozaba una sonrisa. Una presencia estalló por toda la carpa, provocando que algunas personas cayesen al suelo y aquello significaba que la fiesta comenzaba.
La morena se situó junto a Marc detrás del pelirrojo, llevando su espada al hombro también y quien desease pasar tendría que hacerlo por encima de ellos. Solo por los ruidos que estaban causando detrás suya sabía que Luka había hecho algo horrible, pero, qué se le iba a hacer si el gyojin era tan violento.
La presencia que se había liberado había provocado la caída de un encapuchado que estaba cerca de un pequeño grupo. Nailah no tenía idea de quiénes eran, pero uno de ellos les habló con el tono muy subido mientras llevaba la mano a su empuñadura. La pirata ante aquel acto, bajó la espada de su hombro y lo señaló con esta.
-Y tú deberías relajarte y apartar la mano de tu arma - Dijo la morena en voz alta, mirándolo a los ojos.
Sin embargo, unos pensamientos afloraron en su mente. ¿Por qué tenían que ver a Elrik? ¿Acaso necesitaban algo de él? Los Arashi eran una banda importante y con la suficiente reputación de lograr lo que se propusiesen, no merecía la pena buscar a Viktor. Nailah tenía la necesidad de irse por alguna extraña razón. Parpadeó varias veces y envainó su espada, apartándose hacia un lado y miró a Zane y al resto de sus compañeros.
-Deberíamos irnos - comentó con calma -. Somos mejores que Viktor Elrik, no le necesitamos. Zane deberías hacernos caso, no merece la pena quedarse. ¿Por qué no nos vamos? -Tomó una pausa -. Quiero irme de aquí.
La expresión que Nailah solía poseer había cambiado lo suficientemente como para darse cuenta de que ella no actuaría así. Su rostro se mostraba impasible ante las ideas que rondaban por su mente y quería convencer a su capitán de que estaba en lo correcto.
Dexter Black
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Avanzó en silencio un rato desde que Osuka fue abordado por Therax Palatiard. Habría dicho unas palabras de despedida, pero apenas asintió levemente antes de proseguir su marcha hacia el interior de la fortaleza, ensimismado. ¿Qué estaría haciendo el rubito allí? ¿Qué interés tenía Zane D. Kenshin en la Revolución? Si no le fallaba la memoria, el pelirrojo apenas sí se preocupaba por sí mismo y, en menor medida, por su tripulación. Aunque, lógicamente, la posibilidad de que el mundo cayese ante las malas artes de un demonio -asumiendo por un instante como cierta la culpabilidad de Krauser- debía ser algo que preocuparía al pollo. Aunque, en cualquier caso, la lógica dictaba que estaría ante Viktor Elrik, por varias razones: El rey del Bajo Mundo era un anfitrión insultantemente generoso, al contrario que la modesta Revolución que no podía ni mantener sus generadores activos; por otro lado, creía recordar que Elrik reconocía a Zane como Emperador del Nuevo Mundo, a pesar de que se tratase de un novato sin apenas poder militar para mantener una posición estable en un mar y, por si fuese poco, seguramente el criminal ofreciese algún tipo de recompensa como reclamo para beneficiarse del problema.
-No sabe lo que está haciendo -dijo, al cabo de un rato, sin venir a cuento. No obstante, él había captado la conversación de Therax aun en la distancia. Y también había cometido ese error.
No dijo nada más, y mantuvo su avance por los enrevesados corredores de la nave Leviatán -¿cómo se llamaría en realidad?- guiado por dos guardias que resultaban, cuanto menos, homoeróticos. Aunque él había escuchado discos del comandante y entendía bastante bien su inspiración estética, por lo que no se extrañó cuando poco a poco los pasillos al aire libre se tornaron bóvedas y arcadas de vivos colores, decorados con una inusual y barroca intención. David Brownie era extrañamente glamuroso, hasta el punto de ser una parodia de sí mismo, pero ello no lo hacía alguien menos relevante para el destino del mundo. Sin embargo, no esperaba encontrarse con un tipo alto, de pantalones ajustados y una especie de peluquín rubio extraordinariamente ahuecado -aunque bien podría ser su propio cabello, a juzgar por el resto del lugar-. También era bastante mayor, aunque teniendo en cuenta que su padre era fan desde que Dexter era niño... Bueno, resultaba razonable.
-¿Dónde tienes las orgías y los enanos con cocaína? -Preguntó, jocosamente, mientras se sentaba- Lo cierto es que no esperaba un recibimiento oficial, y mucho menos del Líder revolucionario en persona. -Incidió profundamente en la palabra "líder". Sabía que el comandante del West Blue se había autoproclamado y, si bien con la connivencia de la cúpula, no había tenido en cuenta al grueso revolucionario- Por desgracia, no tengo tiempo para emborracharme antes de esto. En cualquier caso, voy a entrar en esa aguja por donde sea y acabar con el responsable, sea Krauser o sea el mismísimo Minato. Si queréis ayudarme, adelante, pero hoy no puedo permitirme mantener una elegante neutralidad hasta el último momento. Ya es el último momento. ¿Tú que opinas, Deathstroke?
-No sabe lo que está haciendo -dijo, al cabo de un rato, sin venir a cuento. No obstante, él había captado la conversación de Therax aun en la distancia. Y también había cometido ese error.
No dijo nada más, y mantuvo su avance por los enrevesados corredores de la nave Leviatán -¿cómo se llamaría en realidad?- guiado por dos guardias que resultaban, cuanto menos, homoeróticos. Aunque él había escuchado discos del comandante y entendía bastante bien su inspiración estética, por lo que no se extrañó cuando poco a poco los pasillos al aire libre se tornaron bóvedas y arcadas de vivos colores, decorados con una inusual y barroca intención. David Brownie era extrañamente glamuroso, hasta el punto de ser una parodia de sí mismo, pero ello no lo hacía alguien menos relevante para el destino del mundo. Sin embargo, no esperaba encontrarse con un tipo alto, de pantalones ajustados y una especie de peluquín rubio extraordinariamente ahuecado -aunque bien podría ser su propio cabello, a juzgar por el resto del lugar-. También era bastante mayor, aunque teniendo en cuenta que su padre era fan desde que Dexter era niño... Bueno, resultaba razonable.
-¿Dónde tienes las orgías y los enanos con cocaína? -Preguntó, jocosamente, mientras se sentaba- Lo cierto es que no esperaba un recibimiento oficial, y mucho menos del Líder revolucionario en persona. -Incidió profundamente en la palabra "líder". Sabía que el comandante del West Blue se había autoproclamado y, si bien con la connivencia de la cúpula, no había tenido en cuenta al grueso revolucionario- Por desgracia, no tengo tiempo para emborracharme antes de esto. En cualquier caso, voy a entrar en esa aguja por donde sea y acabar con el responsable, sea Krauser o sea el mismísimo Minato. Si queréis ayudarme, adelante, pero hoy no puedo permitirme mantener una elegante neutralidad hasta el último momento. Ya es el último momento. ¿Tú que opinas, Deathstroke?
Rei Arslan
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Las palabras de Therax se clavaron en su corazón, al escucharlas sentía como si le tiraran un jarro de agua helada por encima. Tenía la esperanza de que él aceptaría quedarse con ella e ir en los submarinos, pero la banda de Zane requería de su presencia. Annie lo entendía, o quería entenderlo, ella nunca había estado en una banda en la que fuese fundamental para proteger la vida de las personas. Se encontraba en los Beasts of Liberty, pero solo conocía a Osuka lo suficientemente bien, aún tardaría en considerarlo todo como una banda.
Annie, sin soltar la mano del rubio, acercó su rostro hasta el suyo, para dedicarle un dulce beso en los labios; sin embargo, un imprevisto les interrumpió. Todo se había quedado a oscuras en el submarino. La revolucionaria se enfadó por un momento, incluso tuvo ganas de golpear algo. ¿Por qué todo estaba en contra suya hoy?
El ruido de las alarmas y las luces rojas de emergencia de veía como un tenue reflejo. La arquera se preguntaba por qué se había unido a la revolución, parecían más pobres que ella si no eran capaz de mantener estables los submarinos. Lo que más le aterraba era tener que ir en esa nave bajo agua. ¿Y si fallaba de repente y caían en las profundidades del abismo? No quería ponerse en lo peor, pero en aquella situación no tenía opción de ser optimista.
-Deberíamos regresar a la sala principal, con Edward y Alistar - Comentó Annie intentando caminar.
Casi se cae de cabeza tres veces al tropezar con cajas que había por el suelo, pero por suerte nunca llegó a tocar el suelo. Vaya nochecita estaba teniendo y cada vez estaba más estresada. Estaba empezando a arrepentirse de asistir a la guerra y pedirle a Therax que se marcharan, pero como siempre él se negaría por su banda. Annie no tenía nada contra el pelirrojo, pero siempre estaba en medio con su tripulación.
Annie consiguió llegar sana y salva hasta la zona en la que se encontraban Alistar y Edward, este último seguía ayudando al anciano poner luz de nuevo. Aquella pequeña charla no había servido de mucho más que para lamentarse por lo solos que estarían, pero aun así, no alivió los miedos que inundaban a la muchacha.
Annie, sin soltar la mano del rubio, acercó su rostro hasta el suyo, para dedicarle un dulce beso en los labios; sin embargo, un imprevisto les interrumpió. Todo se había quedado a oscuras en el submarino. La revolucionaria se enfadó por un momento, incluso tuvo ganas de golpear algo. ¿Por qué todo estaba en contra suya hoy?
El ruido de las alarmas y las luces rojas de emergencia de veía como un tenue reflejo. La arquera se preguntaba por qué se había unido a la revolución, parecían más pobres que ella si no eran capaz de mantener estables los submarinos. Lo que más le aterraba era tener que ir en esa nave bajo agua. ¿Y si fallaba de repente y caían en las profundidades del abismo? No quería ponerse en lo peor, pero en aquella situación no tenía opción de ser optimista.
-Deberíamos regresar a la sala principal, con Edward y Alistar - Comentó Annie intentando caminar.
Casi se cae de cabeza tres veces al tropezar con cajas que había por el suelo, pero por suerte nunca llegó a tocar el suelo. Vaya nochecita estaba teniendo y cada vez estaba más estresada. Estaba empezando a arrepentirse de asistir a la guerra y pedirle a Therax que se marcharan, pero como siempre él se negaría por su banda. Annie no tenía nada contra el pelirrojo, pero siempre estaba en medio con su tripulación.
Annie consiguió llegar sana y salva hasta la zona en la que se encontraban Alistar y Edward, este último seguía ayudando al anciano poner luz de nuevo. Aquella pequeña charla no había servido de mucho más que para lamentarse por lo solos que estarían, pero aun así, no alivió los miedos que inundaban a la muchacha.
Mist D. Spanner
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Las cosas se torcieron enseguida. Zane, como era de esperar, no se tomó muy bien que no nos dejaran pasar. Como ya había hecho antes incontables veces, el pelirrojo desató su voluntad. Como era de esperar, Spanner se llevó la mano a su espada sin llegar a desenvainarla, pues aquel era su estilo. Todo a su alrededor tomó un matiz mucho más violento, sobre todo por parte de Luka que, como siempre, había decidido pasar a mayores. ¿Cómo podría mantener la seguridad de una tripulación así? Cada día le costaba más.
Un hombre se dirigió a ellos. ¿Quién era? No lo sabía. Se llevó la mano a su propia arma y les dijo que deberían marcharse. En aquel instante, Spanner sintió algo extraño. Sintió las ganas de darse la vuelta y marcharse de esa carpa, con Zane y los demás. Y lo haría, de no ser porque... Aquel hombre había amenazado a su capitán. Spanner era un chico bastante callado, que prefería no actuar para no llamar la atención y poner en peligro por error a sí mismo y a los suyos. Tal era su trabajo como subcapitán de una de las tripulaciones piratas más poderosas del Nuevo Mundo en aquel momento.
Pero también era su trabajo proteger a su capitán por delante de todas las cosas. Y aquel hombre lo estaba amenazando. Sus pies se movieron en su dirección mientras que su cuerpo se veía rodeado de una intensa aura morada. Enseguida, pasó a una rápida carrera. De haber conseguido su propósito, a ojos externos, el espadachín habría desaparecido de su posición y habría vuelto a aparecer detrás del hombre que los amenazaba. Estaría inclinado hacia delante, con la mano en el mango de su espada, parcialmente desenvainada.
—Ittoryu iai. Yokai Aruku -diría justo antes de envainar la espada del todo en un "click".
De haber salido bien, aquel hombre sería cortado justo en ese instante.
Un hombre se dirigió a ellos. ¿Quién era? No lo sabía. Se llevó la mano a su propia arma y les dijo que deberían marcharse. En aquel instante, Spanner sintió algo extraño. Sintió las ganas de darse la vuelta y marcharse de esa carpa, con Zane y los demás. Y lo haría, de no ser porque... Aquel hombre había amenazado a su capitán. Spanner era un chico bastante callado, que prefería no actuar para no llamar la atención y poner en peligro por error a sí mismo y a los suyos. Tal era su trabajo como subcapitán de una de las tripulaciones piratas más poderosas del Nuevo Mundo en aquel momento.
Pero también era su trabajo proteger a su capitán por delante de todas las cosas. Y aquel hombre lo estaba amenazando. Sus pies se movieron en su dirección mientras que su cuerpo se veía rodeado de una intensa aura morada. Enseguida, pasó a una rápida carrera. De haber conseguido su propósito, a ojos externos, el espadachín habría desaparecido de su posición y habría vuelto a aparecer detrás del hombre que los amenazaba. Estaría inclinado hacia delante, con la mano en el mango de su espada, parcialmente desenvainada.
—Ittoryu iai. Yokai Aruku -diría justo antes de envainar la espada del todo en un "click".
De haber salido bien, aquel hombre sería cortado justo en ese instante.
- Resumen, lo siento Ichi(?):
- Atacar a Ichizake por amenazar a mi capi, después de sentir las ganas de marcharse.FIcha escribió:Yokai Aruku [Paso del Fantasma]
Spanner se ve rodeado por un aura morada intensa, similar a unas llamas translúcidas, y camina por el campo de batalla con la mano sujetando el mango de su katana sin desenvainar y atravesando con el poder de su fruta cualquier obstáculo. Durante el paso, Spanner ha ido cortando con su katana a una velocidad tan alta que es imperceptible al ojo humano y los efectos del corte solo se ven vigentes cuando el espadachín termina de envainar su espada tras su caminar. Cuantos más son los objetivos, más fácil son de percibir sus cortes, pero es capaz de cambiar su paso lento a una carrera instantánea de 50 m/s, apareciendo de golpe a la espalda de su enemigo nada más cortar.
Propiedades de la espada:Toshi Shimasu [Katana Épica] escribió:Habilidades especiales o destacables: Su hoja desprende al ser desenvainada un aura de frío, quedando visible en un ligero vaho. La hoja, al tacto, tiene la temperatura de -10ºC. Por lo general, es una espada bastante resistente y de una calidad excepcional, capaz de cortar casi cualquier cosa (de calidad menor). Sin embargo, lo verdaderamente destacable de esta espada, es que es incapaz de provocar sangrado, puesto que cada corte que hace queda totalmente congelado en segundos, provocando daños mayores por congelación. Además es capaz de crear formas de hielo cuando su hoja hiende el aire, pudiendo crear gruesas barreras heladas y picudas al congelar el aire frente al espadachín. Conforme avanza el combate, la hoja de la espada baja en temperatura, agravando los daños por congelación (10º menos cada dos posts desde que desenvaina la espada hasta alcanzar el tope de -100ºC)
Hayden Ashworth
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El dragón fue rápido, y antes de que el shandiano se dirigiese al timón, el cual no sabía llevar, se colocó él frente a este, cogiéndolo enseguida y mandando una mirada que quería decir "no" a Eric. El timón no era precisamente su especialidad, pero conocía algunos entresijos del tema, al tener ciertos conocimientos de la navegación. El almirante Mitoko se encontraba en aquel barco, aunque Zuko lo conocía por su verdadero nombre, Kodama, desde aquella misión que hizo bajo su mando.
En ese momento el árbol no era almirante, pero no podría ocurrírsele alguien mejor para el puesto. Era sin duda una "persona" peculiar, pero era fuerte. Y tenía la capacidad de convertirse en un árbol gigante, que recordara. Habría ido a presentarle el saludo militar como debía hacer al ser su superior, sin embargo el árbol se encontraba en la cofa y ya se le estaban acercando bastantes personas. También se le acercó a presentarse uno de los antiguos compañeros de Wyrm, lo cual le agradó al ver la educación que tenía.
Los cañones se dispararon, sin embargo no hicieron casi daño a la estructura que atacaban. Zuko hizo una mueca de desagrado. ¿Por qué demonios estaba conduciendo el barco cuando se estaba atacando? Se movió a un lado.
—¡Eric! ¡Al timón!
Utilizando el geppou saltó hasta la cofa, colocándose de pie en la baranda de esta y mirando hacia la enorme estructura. Tal vez su ayuda fuese poco, pero tal vez su ataque pudiese ayudar. Juntó los dedos índice y pulgar de ambos dedos y los chasqueó, soltando una chispa hacia delante que, al impactar con su objetivo, explotarían. Lanzaría unas cinco por cada mano. Tras hacer eso, y sin dejar de mirar al frente, diría:
—Almirante Mitoko... No sé si se acordará de mí. Soy el Comodoro Kasai.
En ese momento el árbol no era almirante, pero no podría ocurrírsele alguien mejor para el puesto. Era sin duda una "persona" peculiar, pero era fuerte. Y tenía la capacidad de convertirse en un árbol gigante, que recordara. Habría ido a presentarle el saludo militar como debía hacer al ser su superior, sin embargo el árbol se encontraba en la cofa y ya se le estaban acercando bastantes personas. También se le acercó a presentarse uno de los antiguos compañeros de Wyrm, lo cual le agradó al ver la educación que tenía.
Los cañones se dispararon, sin embargo no hicieron casi daño a la estructura que atacaban. Zuko hizo una mueca de desagrado. ¿Por qué demonios estaba conduciendo el barco cuando se estaba atacando? Se movió a un lado.
—¡Eric! ¡Al timón!
Utilizando el geppou saltó hasta la cofa, colocándose de pie en la baranda de esta y mirando hacia la enorme estructura. Tal vez su ayuda fuese poco, pero tal vez su ataque pudiese ayudar. Juntó los dedos índice y pulgar de ambos dedos y los chasqueó, soltando una chispa hacia delante que, al impactar con su objetivo, explotarían. Lanzaría unas cinco por cada mano. Tras hacer eso, y sin dejar de mirar al frente, diría:
—Almirante Mitoko... No sé si se acordará de mí. Soy el Comodoro Kasai.
- Resumen:
- Pasarle el timón a Eric y saltar hasta la cofa. Entonces lanzar unas cuantas explosiones junto al ataque de Kodama, tras lo cual hablarle.Ficha de Zuko escribió:Explosión flamígera:
Zuko concentra una gran cantidad de fuego en una única chispa en la punta del dedo índice. Entonces, usando el pulgar, chasquea ambos dedos lanzando la chispa hacia delante. Esta, al impactar con algo sólido, explotará en una llama que abarca un área de cinco metros.
Ellanora Volkihar
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¿Qué demonios estaba pasando? Se estaba liando muy parda en aquel sitio, y Leonardo no volvía con el mensaje. Maldita sea... Empezaba a impacientarse, tanto que ya estaba dando vueltas en círculos. Por lo cual chocó con alguien. Varios de sus subordinados dieron un paso adelante, dispuestos a proteger a su jefa, la cual simplemente alzó una mano para hacer que se detuvieran, sobre todo tras escuchar lo que el extraño le dijo tras presentarse.
—En cualquier otro momento tal vez te habría dicho que sí, solo tal vez. Sin embargo acabo de mandar a uno de mis chicos a darle un mensaje a Viktor Elrik y todavía no ha vuelto. Así que... a menos que tú seas la respuesta a dicho mensaje o tengas algo que ver con Viktor y puedas decirme dónde está Leonardo y por qué todavía no ha vuelto... Voy a tener que rechazarte.
Volvió a mirar a sus alrededores, en las lejanías. No podía mandar a otra persona a buscar a Leonardo, pues si le había pasado algo se convertiría en un círculo vicioso en el que mandaba hombre tras hombre... No podía permitirse eso. Sin embargo, estaba empezando en el mundo del crimen. No podía permitirse perder a un solo hombre. Volvió a mirar al tal Nick.
—¿Y bien? ¿Eres una de esas dos cosas o voy a tener que marcharme?
—En cualquier otro momento tal vez te habría dicho que sí, solo tal vez. Sin embargo acabo de mandar a uno de mis chicos a darle un mensaje a Viktor Elrik y todavía no ha vuelto. Así que... a menos que tú seas la respuesta a dicho mensaje o tengas algo que ver con Viktor y puedas decirme dónde está Leonardo y por qué todavía no ha vuelto... Voy a tener que rechazarte.
Volvió a mirar a sus alrededores, en las lejanías. No podía mandar a otra persona a buscar a Leonardo, pues si le había pasado algo se convertiría en un círculo vicioso en el que mandaba hombre tras hombre... No podía permitirse eso. Sin embargo, estaba empezando en el mundo del crimen. No podía permitirse perder a un solo hombre. Volvió a mirar al tal Nick.
—¿Y bien? ¿Eres una de esas dos cosas o voy a tener que marcharme?
- Resumen:
- Preguntarle discretamente a ese señor quién es exactamente
Osuka Sumisu
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Le devolvió el estrechón de manos como era debido. Le sorprendía que incluso con aquel aire de elegancia que se gastaba el Younkou, la fuerza que solo tenía en la mano era tema de asombro. Aparte de eso, no podía darle más razón, ojala no estuvieran en mitad de un apocalipsis próximo. La presciencia del dragón le hubiera tranquilizado en otra ocasión, pero podía sentir cierto aura sobre Dexter, como si estuviera mosqueado, pero no podía saberlo bien.
Iba a aceptar la petición de Dexter, pero se vio interrumpido por un rubiales. Ishi se tambaleo dentro de su collar, que por cierto, no había hablado hacía tiempo pues el oficial no tenía humor para sus gracietas amargas. El collar miraba malhumorado al rubio, apestaba a Zoan y le molestaban aquellas akumas presuntuosas, que se creían mejor que sus congéneres.
Al escuchar el nombre del que se hacía llamar Therax, no le hizo falta escuchar más para identificarlo. Era de la banda de Zane, un amigo que nada, es un gañan, va siempre con los pezones al aire y era reconocido como uno de los señores de la piratería más poderosos actualmente. Casi nada.
Cogió con cierto recelo el Den Den, pues por las pintas que tenía no sabía por dónde cogerlo. Cuando el Therax se retiró, Osu se giró para dirigirse a Dexter, pero ya lo veía alejándose con la escolta del comandante, por lo que simplente le hizo un gesto de “hasta luego” para luego fijarse en aquel comunicador tan estrafalario.
- Así que… -mascullo Ishi-. ¿Ese rubio es el que se adelantó al ligue, eh?
- Cállate –espeto, no con odio, sino con rabia porque tenía razón.
Descolgó el comunicador y espero a que se conectara la línea, todo mientras se dirigía de nuevo con su división.
- Creía que solo les dabas tu número de Den Den a las mozas, pelirrojo –antes de darse cuenta, se percató que era su primera gracieta en semanas. ¿Acaso sus amigos, poco a poco, le estaban quitando ese pesar que llevaba encima?
Iba a aceptar la petición de Dexter, pero se vio interrumpido por un rubiales. Ishi se tambaleo dentro de su collar, que por cierto, no había hablado hacía tiempo pues el oficial no tenía humor para sus gracietas amargas. El collar miraba malhumorado al rubio, apestaba a Zoan y le molestaban aquellas akumas presuntuosas, que se creían mejor que sus congéneres.
Al escuchar el nombre del que se hacía llamar Therax, no le hizo falta escuchar más para identificarlo. Era de la banda de Zane, un amigo que nada, es un gañan, va siempre con los pezones al aire y era reconocido como uno de los señores de la piratería más poderosos actualmente. Casi nada.
Cogió con cierto recelo el Den Den, pues por las pintas que tenía no sabía por dónde cogerlo. Cuando el Therax se retiró, Osu se giró para dirigirse a Dexter, pero ya lo veía alejándose con la escolta del comandante, por lo que simplente le hizo un gesto de “hasta luego” para luego fijarse en aquel comunicador tan estrafalario.
- Así que… -mascullo Ishi-. ¿Ese rubio es el que se adelantó al ligue, eh?
- Cállate –espeto, no con odio, sino con rabia porque tenía razón.
Descolgó el comunicador y espero a que se conectara la línea, todo mientras se dirigía de nuevo con su división.
- Creía que solo les dabas tu número de Den Den a las mozas, pelirrojo –antes de darse cuenta, se percató que era su primera gracieta en semanas. ¿Acaso sus amigos, poco a poco, le estaban quitando ese pesar que llevaba encima?
Aki D. Arlia
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Alzó las cejas, dejando entrever con una pequeña y traviesa sonrisa que el desliz de su acompañante no le había pasado desapercibido. Estaba claro que ese no era su nombre real, pero no iba a cuestionarle. Rodeados de criminales y piratas, alguien con un historial más lleno que el suyo propio podía querer protegerse. Sin embargo, antes de que pudiera bromear al respecto les interrumpió un hombre de traje. Al parecer el rey del Bajo Mundo les reclamaba. Tomó la mano de Elliot con elegancia, haciendo caso omiso al halago. No eran más que palabras vacías, pero la visita sería más interesante que quedarse bebiendo.
A su espalda, un extraño ruido le hizo mirar al suelo. Un destello púrpura y marrón bajo una capa negra le reveló que uno de sus acompañantes no era del todo humano... y no parecía acostumbrado a llevar zapatos. Un destello de curiosidad revoloteó por un instante en los ojos de la pelinegra. Nunca había tratado con un gyojin, si es que su suposición era correcta. ¿Cómo habría acabado allí?
Atravesaron un cordón de terciopelo y Victor les recibió con aire desenfadado. Enmarcado por damas de compañía, una especie de secuaz y un delicado hombre trajeado, hizo las presentaciones. A ella el nombre de Voteone no le sonaba de nada, pero le miró de arriba abajo. Intuía a qué se dedicaba y no tenía mucho que ver con la cocina. En cuanto al otro... en cuanto Smith pronunció la palabra Gobierno supo de dónde provenía. Un Agente entre ladrones y criminales. En cierto sentido, era su hábitat natural. De todas formas, a ella no le interesaba qué recompensa pudiera ofrecer el gobierno, solo quería darse a conocer y derribar por el camino esa horrible aguja. Aunque tampoco le habían preguntado su opinión.
Un revuelo a sus espaldas presagió lo que iba a pasar segundos antes de que lo notara. No reconoció la presencia, pero supo que era alguien peligroso. Dejó entrever una pequeña sonrisa, impresionada. Se dio la vuelta con elegancia, intrigada por el causante del alboroto. A su lado, el presunto gyojin había caído al suelo desmayado. Pobrecito. Procuró no pisarle mientras se acercaba al grupo. Reconoció la cabellera pelirroja de Zane D. Kenshin. Nunca le había visto, pero había encontrado su Wanted en los periódicos y parecía alguien a tener en cuenta. Elliot debió de pensar lo mismo, porque avanzó frente a ella para pedirles que se marcharan.
No salió del todo bien.
El hombre de la espada acabó frente a Lys, inclinado hacia delante. No parecía especialmente pacífico, pero ninguno de ellos lo parecía. Esto empezaba a ser una pérdida de tiempo. Sin meditarlo siquiera, lanzó su propia voluntad hacia delante, abarcando a todo el grupo que trataba de entrar. Puede que no fuera más poderosa que el pirata pelirrojo, pero su voluntad parecía estar a la par. Y para una advertencia así, sobraban las palabras.
- Aceptad el consejo que os ha sido dado. Tan solo serán unos minutos.
Tras activar su haki de observación volvería por donde había venido. Quizá tras su pequeña exhibición Victor se dignaría a reconocer su existencia. Y cuanto antes acabaran las formalidades, antes podría entrar a esa aguja y reventarla.
- Señor Elrik - comentó, tratando de llamar su atención.- me gustaría obtener algo más de información. Exactamente, ¿Qué clase de servicios requerían?
Sonreiría, por supuesto. Lysbeth aparentaría tan encantadora e inocente como siempre, si bien su presencia indicaba lo contrario.
A su espalda, un extraño ruido le hizo mirar al suelo. Un destello púrpura y marrón bajo una capa negra le reveló que uno de sus acompañantes no era del todo humano... y no parecía acostumbrado a llevar zapatos. Un destello de curiosidad revoloteó por un instante en los ojos de la pelinegra. Nunca había tratado con un gyojin, si es que su suposición era correcta. ¿Cómo habría acabado allí?
Atravesaron un cordón de terciopelo y Victor les recibió con aire desenfadado. Enmarcado por damas de compañía, una especie de secuaz y un delicado hombre trajeado, hizo las presentaciones. A ella el nombre de Voteone no le sonaba de nada, pero le miró de arriba abajo. Intuía a qué se dedicaba y no tenía mucho que ver con la cocina. En cuanto al otro... en cuanto Smith pronunció la palabra Gobierno supo de dónde provenía. Un Agente entre ladrones y criminales. En cierto sentido, era su hábitat natural. De todas formas, a ella no le interesaba qué recompensa pudiera ofrecer el gobierno, solo quería darse a conocer y derribar por el camino esa horrible aguja. Aunque tampoco le habían preguntado su opinión.
Un revuelo a sus espaldas presagió lo que iba a pasar segundos antes de que lo notara. No reconoció la presencia, pero supo que era alguien peligroso. Dejó entrever una pequeña sonrisa, impresionada. Se dio la vuelta con elegancia, intrigada por el causante del alboroto. A su lado, el presunto gyojin había caído al suelo desmayado. Pobrecito. Procuró no pisarle mientras se acercaba al grupo. Reconoció la cabellera pelirroja de Zane D. Kenshin. Nunca le había visto, pero había encontrado su Wanted en los periódicos y parecía alguien a tener en cuenta. Elliot debió de pensar lo mismo, porque avanzó frente a ella para pedirles que se marcharan.
No salió del todo bien.
El hombre de la espada acabó frente a Lys, inclinado hacia delante. No parecía especialmente pacífico, pero ninguno de ellos lo parecía. Esto empezaba a ser una pérdida de tiempo. Sin meditarlo siquiera, lanzó su propia voluntad hacia delante, abarcando a todo el grupo que trataba de entrar. Puede que no fuera más poderosa que el pirata pelirrojo, pero su voluntad parecía estar a la par. Y para una advertencia así, sobraban las palabras.
- Aceptad el consejo que os ha sido dado. Tan solo serán unos minutos.
Tras activar su haki de observación volvería por donde había venido. Quizá tras su pequeña exhibición Victor se dignaría a reconocer su existencia. Y cuanto antes acabaran las formalidades, antes podría entrar a esa aguja y reventarla.
- Señor Elrik - comentó, tratando de llamar su atención.- me gustaría obtener algo más de información. Exactamente, ¿Qué clase de servicios requerían?
Sonreiría, por supuesto. Lysbeth aparentaría tan encantadora e inocente como siempre, si bien su presencia indicaba lo contrario.
- Resumen y cosas. Importante.:
- Describir toda la que habéis liado y advertir a Zane y company de aceptar el consejo de Ichizake.
- Soltarles haki del rey para reforzar sus palabras.
- Volver y tratar de hablar, ahora sí, con Elrik.
- Nivel 6: Haki Extraordinario: Se alcanza el nivel extraordinario en el Haki del rey cuando se desarrolla un sexto Tier de Haki. Desarrolla por tercera vez su modalidad única de Haki del Rey.
- Sintonía en Soberanía: Conquista.
- Tier 4 Conquista: Amplía su control sobre el Haki, pudiendo descargarlo por completo sobre una persona. Si esa persona no posee al menos un Haki a nivel incrementado, cae desmayado. Puede elegir a sus objetivos en un radio de veinte metros, y descargarlo sin control a hasta cuarenta.
- Tier 2 Destrucción: Su presencia se fortalece, haciéndole parecer más fuerte de lo que es. Aprende a concentrar su Haki en objetos concretos en un radio de hasta cinco metros, pudiendo quebrar tablas de madera o agrietar rocas.
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