William White
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Paralelamente a los sucesos del segurata, la mujer que había detenido el rayo vino a nosotros, se sentó de forma similar a como lo había yo hecho antes y presentándose como Lysbeth, preguntó directamente a Elliot, el cual parecía algo absorto, tanto que incluso pareció dudar al decirle su propio nombre, tal vez tentado por decir una identidad falsa. Justo antes de ofrecerla que nos acompañará.
Y no era para menos, pues la chica vestía un monísimo vestido de coctel, con algunas aberturas que dejaban a la vista la piel, la chica tenía un gran gusto en cuanto a ropa se refería o al menos concordaba en mis gusto al respecto. Más sus facciones, que su pelo, sus ojos e incluso sus labios, y no solo su físico, su forma de respirar y hablar le recordaban a Ann, todo antes de que… Una mezcla de remordimientos agolpase mi cabeza, si realmente no tenía nada con Ann, porque esa sensación.
-Amar era algo realmente complicado- maldecí para mis adentros mientras desfilaba tras el hombre con mil ojos puestos a todos lados. Incomodado por la presencia de la mujer que seguía a Elliot.
Pero no era el momento para lamentaciones o dudas, tenía una gran oportunidad ante él y no iba a desaprovecharla por un rato, ni tan siquiera por ese bombón envenado. Aprovecho el caminito para ver a los distintos grupos, Zane aparecía bastante hinchado, Arribor parecía rodeado por un grupo de fanáticos de los sombreros y gentes con escobas y algunos más que no alcanzaba a reconocer.
Nada más entrar en la carpa un silencio se hizo, realmente estaba en cierta forma isla del ruido exterior dejando escuchar tan solo unos susurros del ajetreo de la carpa principal. Nada más entrar el rey del bajo mundo los recibió, divirtiéndose por la capacidad de pulpo de haber recogido los zapatos tratando de cumplir, o intentarlo más bien, aquellas normas de etiqueta. Junto con el emperador se encontraban sus prostitutas entre las que destacaban el viejo Voteone y un hombre trajeado que haría las delicias de cualquier mujer u hombre siempre que se diera el caso.
Más ciertamente se sintió algo intimidado cuando el agente Smith comenzó a hablar, referenciando a un asunto de su pasado que le había estado quitando el sueño más noches de las que uno podía contar. Incomodado porque hubieran dado con la verdadera identidad bajo la que se ocultaba el nuevo Zaphir entendió que el gobierno aún no le había puesto una diana en la cabeza, a pesar de lo dicho durante su última “colaboración”.
Más que aquellos hombres se encontrar allí no significaba otra cosa que el gobierno aceptaba el control del submundo por parte del enmascarado y desvelaba, por otra parte, un misterio al cual no había sabido dar respuesta hasta ahora. ¿Cuál de los emperadores pirata había estado dando apoyo al criminal? Ninguno, claro, quien había estado dando apoyó era la facción predominante del momento, el gobierno. El caso de que Viktor contará con apoyo dentro de las altas esferas del mundo no le resultaba nada tranquilizador.
Otro asunto que llamó mi atención fue el proyecto Matriz, por lo que sospechaba que tras los eventos que ocurrieran en el mar de norte, volvería a ponerse la gorra de marina por un tiempo. Ya que dudaba seriamente que alguien se hubiera sospechado del repentino cambio de identidad que había sufrido Cooper tras un incidente tan traumático como el hundimiento de una flota. La Cipher Pol podría ser aterradora, pero no omnisciente.
El agente Smith continuó con su discurso denotando claramente que no le gustaba tener que recurrir a nosotros. Luego Cirlo, un jefe de las cinco familias, finalizó diciendo que nos necesitaban tanto a mi como a Elliot. Por una parte, no me sorprendía lo de Elliot, a fin de cuentas, su fama era lo que me había conducido a su búsqueda ¿Pero qué interés podía despertar yo para una agencia como la Matriz?
En primera instancia imaginé que se debía al interrogatorio, al posible talante negociador o a la predisposición que podía tener a pactar con el gobierno sobre el resto de turba que aguardaba ahí fuera. Con esto en mente trataría de negociar una posición ventajosa para nosotros, aunque procurando no tensar demasiado la cuerda.
-He de decir que me habría gustado tener esta conversación en una situación más benevolente, así que iré directo al asunto, con permiso- arranqué a hablar a la vez que me sentaba sobre uno de los mullidos sillones que había dispuesto la mafia asesorándome de que no hubiera nada que manchará mi ropa -En primer lugar, sin querer menospreciarlo señor Smith, me preocupa la falta de certeza en lo que a la localización de los planos se refiere. No infravaloro las capacidades de su organización de las que soy conocedor de primera mano- dije realizando un gesto de ligera admiración -Pero si hemos de proteger este mar, me gustaría que nuestros esfuerzos no fueran fútiles- proseguí agravando algo el tono, denotando preocupación por el asunto -Más yo no soy un héroe, ni tampoco pretendo serlo, me gustaría saber las concesiones que se van a hacer, las garantías que hay sobre las mismas y cómo van a repercutir estas sobre los aquí presentes- proseguí deslizando un mirada primero sobre Lysbeth, seguida de Elliot, Kaito, y el resto de los allí presentes hasta posarse en Viktor, esperando respuestas del mismo -Y sobre todo, como se supone que vamos esa torre de ahí fuera- finalizó, denotando tranquilidad y sensatez, pero energía y predisposición a actuar.
Y fue tras esas palabras cuando una presión enorme se agolpó a mi espalda, casi como si me hundiera en el sillón sobre el que estaba recostado, tanto como para hacer un tintineo en el arma que portaba bajo ese paraguas negro. La presencia se hizo más notable a cada paso que daba en el interior de la sala, daba autentico pavor, y al parecer no era el único que lo sentía ya que su compañero Kaito cayó desplomado al suelo y la expresión de los allí presentes era severa.
Yo por mi parte me encontraba petrificado, con miedo de tan si quiera girar el cuello para ver a quien pertenecía descomunal aura. Girando el rostro para mirar de reojo vi que se trataba de Zane. Si en aquel momento hubiera podido expresar algo habría sido odio, en su lugar mi rostro, inexpresivo como siempre mostraba una mirada hueca, hundida y oculta bajo esos dos cristales negros. Despreciaba todo lo que tenía que ver con el pelirrojo, desde los pies hasta la bandana de su cabeza, aquello ya era el colmo, primero lo de la torre y ahora esto, por no mencionar la actitud de los lameculos de sus espaldas, desde el gigantón de queso, el neurótico del pez, la furcia morena y los rubios ausentes. Todos y cada uno de ellos soltando frases o en disposición amenazadora, como si estuvieran protegiendo a su capitán cuando era justo, al contrario, si acaso pretendía protegerlo por qué no daban un paso al frente.
Realmente no sabía como manejar toda aquella frustración que se quedaba fuera de su control, quería gritar más su grito era mudo, no alcanzaba a vocalizar palabra alguna o a esbozar una mueca con los labios, porque si realmente podía algo en este mundo era aquello que no podía controlar. Traté de mover mis piernas, más cuando vi que están no respondían del todo bien decidí continuar sentado aferrando con fuerza una mano al reposabrazos del sillón y con la otra al mango del paraguas.
Al contrario que el su compañero restante pareció sobrellevarlo de mejor manera, tanto incluso como para recomendar a los recién llegados que esperaran su turno. Más al ver como la morena se dirigía a su capitán suplicándole que salieran de allí, imaginé que debía ser algún tipo de sugestión que había provocado su acompañante, al igual que hizo con Ming.
Solo quedaba ver como se resolvían los acontecimientos, mientras aguardaba inmóvil sobre su “trono de paja”.
Y no era para menos, pues la chica vestía un monísimo vestido de coctel, con algunas aberturas que dejaban a la vista la piel, la chica tenía un gran gusto en cuanto a ropa se refería o al menos concordaba en mis gusto al respecto. Más sus facciones, que su pelo, sus ojos e incluso sus labios, y no solo su físico, su forma de respirar y hablar le recordaban a Ann, todo antes de que… Una mezcla de remordimientos agolpase mi cabeza, si realmente no tenía nada con Ann, porque esa sensación.
-Amar era algo realmente complicado- maldecí para mis adentros mientras desfilaba tras el hombre con mil ojos puestos a todos lados. Incomodado por la presencia de la mujer que seguía a Elliot.
Pero no era el momento para lamentaciones o dudas, tenía una gran oportunidad ante él y no iba a desaprovecharla por un rato, ni tan siquiera por ese bombón envenado. Aprovecho el caminito para ver a los distintos grupos, Zane aparecía bastante hinchado, Arribor parecía rodeado por un grupo de fanáticos de los sombreros y gentes con escobas y algunos más que no alcanzaba a reconocer.
Nada más entrar en la carpa un silencio se hizo, realmente estaba en cierta forma isla del ruido exterior dejando escuchar tan solo unos susurros del ajetreo de la carpa principal. Nada más entrar el rey del bajo mundo los recibió, divirtiéndose por la capacidad de pulpo de haber recogido los zapatos tratando de cumplir, o intentarlo más bien, aquellas normas de etiqueta. Junto con el emperador se encontraban sus prostitutas entre las que destacaban el viejo Voteone y un hombre trajeado que haría las delicias de cualquier mujer u hombre siempre que se diera el caso.
Más ciertamente se sintió algo intimidado cuando el agente Smith comenzó a hablar, referenciando a un asunto de su pasado que le había estado quitando el sueño más noches de las que uno podía contar. Incomodado porque hubieran dado con la verdadera identidad bajo la que se ocultaba el nuevo Zaphir entendió que el gobierno aún no le había puesto una diana en la cabeza, a pesar de lo dicho durante su última “colaboración”.
Más que aquellos hombres se encontrar allí no significaba otra cosa que el gobierno aceptaba el control del submundo por parte del enmascarado y desvelaba, por otra parte, un misterio al cual no había sabido dar respuesta hasta ahora. ¿Cuál de los emperadores pirata había estado dando apoyo al criminal? Ninguno, claro, quien había estado dando apoyó era la facción predominante del momento, el gobierno. El caso de que Viktor contará con apoyo dentro de las altas esferas del mundo no le resultaba nada tranquilizador.
Otro asunto que llamó mi atención fue el proyecto Matriz, por lo que sospechaba que tras los eventos que ocurrieran en el mar de norte, volvería a ponerse la gorra de marina por un tiempo. Ya que dudaba seriamente que alguien se hubiera sospechado del repentino cambio de identidad que había sufrido Cooper tras un incidente tan traumático como el hundimiento de una flota. La Cipher Pol podría ser aterradora, pero no omnisciente.
El agente Smith continuó con su discurso denotando claramente que no le gustaba tener que recurrir a nosotros. Luego Cirlo, un jefe de las cinco familias, finalizó diciendo que nos necesitaban tanto a mi como a Elliot. Por una parte, no me sorprendía lo de Elliot, a fin de cuentas, su fama era lo que me había conducido a su búsqueda ¿Pero qué interés podía despertar yo para una agencia como la Matriz?
En primera instancia imaginé que se debía al interrogatorio, al posible talante negociador o a la predisposición que podía tener a pactar con el gobierno sobre el resto de turba que aguardaba ahí fuera. Con esto en mente trataría de negociar una posición ventajosa para nosotros, aunque procurando no tensar demasiado la cuerda.
-He de decir que me habría gustado tener esta conversación en una situación más benevolente, así que iré directo al asunto, con permiso- arranqué a hablar a la vez que me sentaba sobre uno de los mullidos sillones que había dispuesto la mafia asesorándome de que no hubiera nada que manchará mi ropa -En primer lugar, sin querer menospreciarlo señor Smith, me preocupa la falta de certeza en lo que a la localización de los planos se refiere. No infravaloro las capacidades de su organización de las que soy conocedor de primera mano- dije realizando un gesto de ligera admiración -Pero si hemos de proteger este mar, me gustaría que nuestros esfuerzos no fueran fútiles- proseguí agravando algo el tono, denotando preocupación por el asunto -Más yo no soy un héroe, ni tampoco pretendo serlo, me gustaría saber las concesiones que se van a hacer, las garantías que hay sobre las mismas y cómo van a repercutir estas sobre los aquí presentes- proseguí deslizando un mirada primero sobre Lysbeth, seguida de Elliot, Kaito, y el resto de los allí presentes hasta posarse en Viktor, esperando respuestas del mismo -Y sobre todo, como se supone que vamos esa torre de ahí fuera- finalizó, denotando tranquilidad y sensatez, pero energía y predisposición a actuar.
Y fue tras esas palabras cuando una presión enorme se agolpó a mi espalda, casi como si me hundiera en el sillón sobre el que estaba recostado, tanto como para hacer un tintineo en el arma que portaba bajo ese paraguas negro. La presencia se hizo más notable a cada paso que daba en el interior de la sala, daba autentico pavor, y al parecer no era el único que lo sentía ya que su compañero Kaito cayó desplomado al suelo y la expresión de los allí presentes era severa.
Yo por mi parte me encontraba petrificado, con miedo de tan si quiera girar el cuello para ver a quien pertenecía descomunal aura. Girando el rostro para mirar de reojo vi que se trataba de Zane. Si en aquel momento hubiera podido expresar algo habría sido odio, en su lugar mi rostro, inexpresivo como siempre mostraba una mirada hueca, hundida y oculta bajo esos dos cristales negros. Despreciaba todo lo que tenía que ver con el pelirrojo, desde los pies hasta la bandana de su cabeza, aquello ya era el colmo, primero lo de la torre y ahora esto, por no mencionar la actitud de los lameculos de sus espaldas, desde el gigantón de queso, el neurótico del pez, la furcia morena y los rubios ausentes. Todos y cada uno de ellos soltando frases o en disposición amenazadora, como si estuvieran protegiendo a su capitán cuando era justo, al contrario, si acaso pretendía protegerlo por qué no daban un paso al frente.
Realmente no sabía como manejar toda aquella frustración que se quedaba fuera de su control, quería gritar más su grito era mudo, no alcanzaba a vocalizar palabra alguna o a esbozar una mueca con los labios, porque si realmente podía algo en este mundo era aquello que no podía controlar. Traté de mover mis piernas, más cuando vi que están no respondían del todo bien decidí continuar sentado aferrando con fuerza una mano al reposabrazos del sillón y con la otra al mango del paraguas.
Al contrario que el su compañero restante pareció sobrellevarlo de mejor manera, tanto incluso como para recomendar a los recién llegados que esperaran su turno. Más al ver como la morena se dirigía a su capitán suplicándole que salieran de allí, imaginé que debía ser algún tipo de sugestión que había provocado su acompañante, al igual que hizo con Ming.
Solo quedaba ver como se resolvían los acontecimientos, mientras aguardaba inmóvil sobre su “trono de paja”.
- Resumen:
Voy a explayarme en el resumen un poco más de lo que suelo hacerlo:
-Narrar lo mencionado por Lysbeth en la anterior post así como su compañía, su técnica hace que me recuerde al "crush", sentiendome algo incomodo por ello.
-Narrar la escena del bajo mundo, sentarme en un mullido sillón, e iniciar negaciones para ponernos en una situación ventajosa, así como averiguar para que nos necesitan.
-Verme superado por el espíritu de zane mientras acumulo aún más bilis hacia su persona, asi como tratar de manejar mis frustraciones con poco éxito.
-Calmarme al ver que Elliot parece poder encarar a los recien llegados.
Primer post de recuperación de mantra (1/15 usados)
pd1: Cuando vea como se desenvuelve lo de mist e ichi hablaré al respecto, Además como Lysbeth ha respondido simultáneamente omito detalles a partir de lo de Elliot, pero lo tendré en cuenta para el siguiente post.
pd2: Además me gustaría saber si esto sirve para cubrirme de los efectos de haki del rey el próximo turno, ya que en este es un efecto enajenador de miedo en este caso. Pero como los hakis son especiales prefiero preguntarlo y entenderé que no se entienda como un efecto enajenador.- Dueño de su destino:
- Debido al carácter ambicioso e individualista de White es más resistente o reticente a caer en embrujo enajenadores o de manipulación mental. Este poder surgió de forma innata a través del mantra, por lo que no es consciente del mismo y el síntoma por el que se identifica es similar a una migraña.
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El miedo seguía recorriendo la base de la revolución y los integrantes de esta no parecían poder desprenderse de él, quizás debido al olor y el sonido a guerra cercana que se podía notar. Sin embargo, el nuevo líder de la revolución habló por una megafonía y una frase sencilla se pudo notar como los nervios y miedo de los soldados pareció reducirse.
Los revolucionarios siguieron trabajando en cargar el submarino lo más rápido posible para zarpar lo más pronto posible. De pronto se apagaron las luces, y aquello para mí fue algo claro, el combate se acercaba, si por mi fuese habría ido ya, pero me habían retenido para hacer otro tipo de labores que personalmente me daban igual. Entonces, en medio de la oscuridad, me pareció ver las figuras de algunos de los miembros de los Blue Rose. Me hubiese gustado comprobarlo, pero de pronto un superior se acercó a mí y comenzó a darme ordenes para que me moviese y fuese hasta los submarinos que faltasen por zarpar.
Cuando llegué pude ver a lo lejos como un solo barco de la revolución regresaba a la base, parecía que el combate había terminado por el momento. Me ordenaron subir a la embarcación a voces para poder zarpar, imaginaba que si el enemigo se acercaba supondría que los submarinos tendrían más problemas para zarpar. Así que no rechisté y subí, preparada para cuando se pusiese en movimiento.
Los revolucionarios siguieron trabajando en cargar el submarino lo más rápido posible para zarpar lo más pronto posible. De pronto se apagaron las luces, y aquello para mí fue algo claro, el combate se acercaba, si por mi fuese habría ido ya, pero me habían retenido para hacer otro tipo de labores que personalmente me daban igual. Entonces, en medio de la oscuridad, me pareció ver las figuras de algunos de los miembros de los Blue Rose. Me hubiese gustado comprobarlo, pero de pronto un superior se acercó a mí y comenzó a darme ordenes para que me moviese y fuese hasta los submarinos que faltasen por zarpar.
Cuando llegué pude ver a lo lejos como un solo barco de la revolución regresaba a la base, parecía que el combate había terminado por el momento. Me ordenaron subir a la embarcación a voces para poder zarpar, imaginaba que si el enemigo se acercaba supondría que los submarinos tendrían más problemas para zarpar. Así que no rechisté y subí, preparada para cuando se pusiese en movimiento.
Hamlet
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Sin demora alguna, subí al barco con más bien poca determinación. Con las velas arriadas, ya había zarpado rumbo a la aguja, una simple embarcación frente a la titánica torre. Miré a todos lados con cierta curiosidad. Si bien eramos un grupo numeroso y de cierto renombre, me sentía más solo que nunca. Observé como el campamento donde Hyoshi había pronunciado su discurso se alejaba lenta pero inexorablemente. Incluso siendo supuestamente uno de los pocos que aún podría nadar, ya no había marcha atrás.
¿Me estaba acobardando en el peor momento? ¿Había decidido que este era el mejor momento para dejar de ser un adalid de la justicia? ¿Por qué, por qué perdía mi esperanza en el éxito de esta misión en pos del orden? Echaba de menos mi hogar, a Madre y Padre. Echaba de menos la sensación de paz y, sobre todo, sentirme seguro de que estaba haciendo lo correcto. Diablos, incluso echaba de menos al único amigo que tenía, sentado en cubierta mientras afilaba su espada, apenas a pocos metros de mí.
Unos toques en mi espalda cesaron este desmoralizador mantra. Me di la vuelta, encontrando detrás al sargento Blackthorn. Era un hombre larguirucho y desgarbado de horrible rostro. Francamente, era muy difícil mantener la mirada. Pese a sus horribles cicatrices, tenía unos preciosos ojos tristes que me miraban con... ¿Compasión? ¿Tristeza? En cualquier caso, me pasó una pizarra donde estaba escrito un mensaje de bienvenida a la brigada. Recordé entonces el informe en el que se narraba la pérdida de su voz en un abominable incidente. Curvé el labio y le miré a los ojos.
-Hola, Kayn -saludé-. Veo que me reconoces. Gracias por venir a saludarme. Ojalá, ojalá tengamos algo más de tiempo para hablar después de esto. Bueno -agaché la cabeza-, no hablar, precisamente, al menos no los dos. Pero quiero que sepas que estaré aquí para lo que necesites. Cubrámonos las espaldas. Ahora, permíteme preguntarle al comodoro Kasai si tiene algo que encargarme.
Completamente ajeno al hecho de que los cañones frontales del barco estaban descargando toda su potencia de fuego sobre la aguja, posé mi mirada sobre el castillo de popa, por si podía ayudar en alguna de las labores de navegación. No obstante, vislumbré allí a Zor-El, segundo al mando del líder de la flota y mi superior directo. Parecía estar manejando el timón con inquebrantable ímpetu -es decir, con más movimiento del necesario-, por lo que decidí no molestarlo. Por el contrario, hallé en mitad de la cubierta sentado a mi amigo Bizvan, afilando la espada distraídamente mientras escuchaba a Nakajima entonar una balada no muy inspiradora.
Avancé hasta su posición silenciosamente y me senté junto a él, tan cerca que nuestras carnes casi se encontraban. Sin saludar ni mirar a su rostro comencé a hablar, de forma que casi parecía que dirigiese mis palabras al vacío:
-Bizvan -hice una pausa y tomé aire. Quería asegurarme de encontrar las palabras correctas-. No respondas. No trates de justificarme. Pero, por primera vez, tengo miedo... No sé por qué. No lo tuve en Gray Rock. Quiero decir, al menos, no fue de este modo. No estoy seguro de que esté haciendo lo correcto, incluso si sé que estoy siguiendo mi código de conducta a rajatabla. Pero ya es demasiado tarde para mí, así que como el único amigo que tengo, te pediré un favor -carraspeé-. Uno muy gordo. Si en algún momento mi fe flaquea y traiciono todo lo que soy y debo ser... Acaba con mi patética existencia. Hazlo sin titubear. Por el Orden y la Justicia.
Besé su hombro y me levanté, todavía sin posar mi mirada en él.
-Gracias por estar ahí.
Me encaminé hacia la proa del barco, donde el comodoro lanzaba con furia chispas desde sus dedos, causando enormes -pero futiles, al fin y al cabo- explosiones en la superficie de aquel mostrenco, que ni se inmutaba por las flamígeras ofensivas. A su lado estaba el almirante Mitoko, arrojando otro poderoso ataque contra la aguja, con mirada severa en su rostro-tronco. No me había percatado antes de su presencia. Maldije mi inutilidad en voz baja.
-Comodoro -comencé, cuadrándome de la forma reglamentaria-. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?¿Necesita mi apoyo en alguna parte?
¿Me estaba acobardando en el peor momento? ¿Había decidido que este era el mejor momento para dejar de ser un adalid de la justicia? ¿Por qué, por qué perdía mi esperanza en el éxito de esta misión en pos del orden? Echaba de menos mi hogar, a Madre y Padre. Echaba de menos la sensación de paz y, sobre todo, sentirme seguro de que estaba haciendo lo correcto. Diablos, incluso echaba de menos al único amigo que tenía, sentado en cubierta mientras afilaba su espada, apenas a pocos metros de mí.
Unos toques en mi espalda cesaron este desmoralizador mantra. Me di la vuelta, encontrando detrás al sargento Blackthorn. Era un hombre larguirucho y desgarbado de horrible rostro. Francamente, era muy difícil mantener la mirada. Pese a sus horribles cicatrices, tenía unos preciosos ojos tristes que me miraban con... ¿Compasión? ¿Tristeza? En cualquier caso, me pasó una pizarra donde estaba escrito un mensaje de bienvenida a la brigada. Recordé entonces el informe en el que se narraba la pérdida de su voz en un abominable incidente. Curvé el labio y le miré a los ojos.
-Hola, Kayn -saludé-. Veo que me reconoces. Gracias por venir a saludarme. Ojalá, ojalá tengamos algo más de tiempo para hablar después de esto. Bueno -agaché la cabeza-, no hablar, precisamente, al menos no los dos. Pero quiero que sepas que estaré aquí para lo que necesites. Cubrámonos las espaldas. Ahora, permíteme preguntarle al comodoro Kasai si tiene algo que encargarme.
Completamente ajeno al hecho de que los cañones frontales del barco estaban descargando toda su potencia de fuego sobre la aguja, posé mi mirada sobre el castillo de popa, por si podía ayudar en alguna de las labores de navegación. No obstante, vislumbré allí a Zor-El, segundo al mando del líder de la flota y mi superior directo. Parecía estar manejando el timón con inquebrantable ímpetu -es decir, con más movimiento del necesario-, por lo que decidí no molestarlo. Por el contrario, hallé en mitad de la cubierta sentado a mi amigo Bizvan, afilando la espada distraídamente mientras escuchaba a Nakajima entonar una balada no muy inspiradora.
Avancé hasta su posición silenciosamente y me senté junto a él, tan cerca que nuestras carnes casi se encontraban. Sin saludar ni mirar a su rostro comencé a hablar, de forma que casi parecía que dirigiese mis palabras al vacío:
-Bizvan -hice una pausa y tomé aire. Quería asegurarme de encontrar las palabras correctas-. No respondas. No trates de justificarme. Pero, por primera vez, tengo miedo... No sé por qué. No lo tuve en Gray Rock. Quiero decir, al menos, no fue de este modo. No estoy seguro de que esté haciendo lo correcto, incluso si sé que estoy siguiendo mi código de conducta a rajatabla. Pero ya es demasiado tarde para mí, así que como el único amigo que tengo, te pediré un favor -carraspeé-. Uno muy gordo. Si en algún momento mi fe flaquea y traiciono todo lo que soy y debo ser... Acaba con mi patética existencia. Hazlo sin titubear. Por el Orden y la Justicia.
Besé su hombro y me levanté, todavía sin posar mi mirada en él.
-Gracias por estar ahí.
Me encaminé hacia la proa del barco, donde el comodoro lanzaba con furia chispas desde sus dedos, causando enormes -pero futiles, al fin y al cabo- explosiones en la superficie de aquel mostrenco, que ni se inmutaba por las flamígeras ofensivas. A su lado estaba el almirante Mitoko, arrojando otro poderoso ataque contra la aguja, con mirada severa en su rostro-tronco. No me había percatado antes de su presencia. Maldije mi inutilidad en voz baja.
-Comodoro -comencé, cuadrándome de la forma reglamentaria-. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?¿Necesita mi apoyo en alguna parte?
- Resumen:
- Miedo escénico. Hablar con Kayn y dedicarle sinceramente lo mejor. Ver que Eric está en el timón y pasar un kilo del tema. Sentarse junto a Bizvan y Kenzo y comentarle al primero sus problemas. Ir a donde están Zuko y Kodama y ofrecerse para ayudar en algo.
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Justo cuando aquel gorila se interpuso entre el pelirrojo y la entrada del reservado, el pirata desató algo en su interior. Eliv no supo que era aquello exactamente, pero algún rumor había oído. Confirmó la existencia de tal poder cuando el guardaespaldas cayó redondo al suelo, soltando espumarajos por la boca.
Vile sonrió. Esta era la suya. Estaba al lado de un pirata que manejaba semejantes cantidades de poder. No se lo pensaría más. Ese debía ser su nuevo contacto. Aprovechando su buena relación con Nailah, podría estar con ellos el tiempo necesario como para poder aprender lo máximo posible de aquel tipo. De veras que lo estaba deseando.
-De muerte -susurró de forma casi inaudible.
Una vez el pelirrojo cortó el cordón de terciopelo con su arma y se adentró en aquella habitación, Vile decidió no ser consecuente con lo último que había dicho y entró junto a aquella tripulación, detrás de ellos, sin hacerse notar. No articuló palabra alguna mientras accedían al reservado.
Allí mismo se encontraba un elegante caballero, vestido como un príncipe y de suave voz, que parecía algo perturbado por la irrupción de los piratas. De forma muy natural, recomendó al grupo marcharse. No supo qué estaba pasando o qué estaría causando que cambiase de forma tan repentina, incluso si tenía en mente un objetivo tan claro. En cualquier caso, pronto se halló dándose la vuelta y marchándose del reservado, sin mediar palabra, de vuelta a aquella carpa y a la muchedumbre. No sabía como ni de que manera, pero la orden resultaba del todo razonable cuando era dada por aquel caballero.
No sabía si le estarían siguiendo los demás piratas, pero no se dio la vuelta. Menos mal que ya estaba fuera. No podía soportar la presión de seguir allí dentro y, sobre todo, con aquella orden tan clara y comprensible.
De pronto, una energía distinta a aquella que había cautivado su mente recorrió todo su cuerpo como un escalofrío. Vile cerró los ojos. Hora de dormir.
Vile sonrió. Esta era la suya. Estaba al lado de un pirata que manejaba semejantes cantidades de poder. No se lo pensaría más. Ese debía ser su nuevo contacto. Aprovechando su buena relación con Nailah, podría estar con ellos el tiempo necesario como para poder aprender lo máximo posible de aquel tipo. De veras que lo estaba deseando.
-De muerte -susurró de forma casi inaudible.
Una vez el pelirrojo cortó el cordón de terciopelo con su arma y se adentró en aquella habitación, Vile decidió no ser consecuente con lo último que había dicho y entró junto a aquella tripulación, detrás de ellos, sin hacerse notar. No articuló palabra alguna mientras accedían al reservado.
Allí mismo se encontraba un elegante caballero, vestido como un príncipe y de suave voz, que parecía algo perturbado por la irrupción de los piratas. De forma muy natural, recomendó al grupo marcharse. No supo qué estaba pasando o qué estaría causando que cambiase de forma tan repentina, incluso si tenía en mente un objetivo tan claro. En cualquier caso, pronto se halló dándose la vuelta y marchándose del reservado, sin mediar palabra, de vuelta a aquella carpa y a la muchedumbre. No sabía como ni de que manera, pero la orden resultaba del todo razonable cuando era dada por aquel caballero.
No sabía si le estarían siguiendo los demás piratas, pero no se dio la vuelta. Menos mal que ya estaba fuera. No podía soportar la presión de seguir allí dentro y, sobre todo, con aquella orden tan clara y comprensible.
De pronto, una energía distinta a aquella que había cautivado su mente recorrió todo su cuerpo como un escalofrío. Vile cerró los ojos. Hora de dormir.
- Resumen:
- Ir de aquí para allá y ser víctima del poder de Ichizake y el Haki de Lysbeth.
Valar Morghul
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Mientras me acercaba a la joven y al trajeado borracho, una nueva presencia llamó por completo mi atención, aunque no por el factor de no tener recompensa sobre su cabeza. Únicamente había escuchado historias acerca de los minks y ese gigantesco león albino era el primero que veía en mi vida, lo que me hacía sentir como un niño pequeño en una tienda de juguetes. Aunque mis pensamientos no eran tan puros e inocentes y se centraban más en imaginarme que método de tortura sería el indicado para aquella bestia, preguntándome si sus gritos de dolor se aproximarían más los de un hombre o a los de un animal.
Por su parte, mi objetivo había demostrado tener bastantes agallas y estaba lejos de ser la delicada flor que aparentaba y, tras ver como casi cortaba el cuello del borracho, nuestras miradas se cruzaron fugazmente y pude apreciar unos ojos color avellana llenos de decisión mientras le dedicaba una sonrisa, aunque rápidamente nuestras miradas se centraron en el enorme mink y el borracho, que no parecía tener su día de suerte, los cuales acabaron la disputa de una manera en la que el poderío físico del mink quedó patente.
Me habría gustado participar en esa escena y que mis cuchillos empezasen a calentarse para la batalla con la sangre del borracho, pero, tras la demostración del mink, esa posibilidad se había extinguido casi por completo y me tuve que resignar a dejar a Blackstorm todavía oculto y con su oscuro filo todavía ajeno a la luz de la carpa.
La joven, al parecer, no perdía tiempo a la hora de buscar aliados y, en una demostración de valentía y tras acercarse a mí, no dudó en llamar al enorme y amenazador león para que se reuniese con nosotros, lo que me dejó claro que también intentaría reclutarme al meterme dentro de ese saco, lo que llamó bastante mi atención e hizo que la mirase a sus brillantes ojos avellana con mi sonrisa en el rostro, escuchando como se presentaba de manera cordial y me revelaba su nombre.
-Puedes llamarme Valar- respondí sonriente, con mi particular tono y ofreciéndole mi mano derecha, mostrando en ese simple gesto el camino de rojas puntadas que recorría mi mano y hacia destacar aun mas mi blanca piel.
La demostración de Valeria había logrado llamar del todo mi atención y, aunque fuese una pirata novata, podría serme realmente útil y merecía la pena estar junto a ella, sobretodo por su facilidad a la hora de buscar aliados.
Por su parte, mi objetivo había demostrado tener bastantes agallas y estaba lejos de ser la delicada flor que aparentaba y, tras ver como casi cortaba el cuello del borracho, nuestras miradas se cruzaron fugazmente y pude apreciar unos ojos color avellana llenos de decisión mientras le dedicaba una sonrisa, aunque rápidamente nuestras miradas se centraron en el enorme mink y el borracho, que no parecía tener su día de suerte, los cuales acabaron la disputa de una manera en la que el poderío físico del mink quedó patente.
Me habría gustado participar en esa escena y que mis cuchillos empezasen a calentarse para la batalla con la sangre del borracho, pero, tras la demostración del mink, esa posibilidad se había extinguido casi por completo y me tuve que resignar a dejar a Blackstorm todavía oculto y con su oscuro filo todavía ajeno a la luz de la carpa.
La joven, al parecer, no perdía tiempo a la hora de buscar aliados y, en una demostración de valentía y tras acercarse a mí, no dudó en llamar al enorme y amenazador león para que se reuniese con nosotros, lo que me dejó claro que también intentaría reclutarme al meterme dentro de ese saco, lo que llamó bastante mi atención e hizo que la mirase a sus brillantes ojos avellana con mi sonrisa en el rostro, escuchando como se presentaba de manera cordial y me revelaba su nombre.
-Puedes llamarme Valar- respondí sonriente, con mi particular tono y ofreciéndole mi mano derecha, mostrando en ese simple gesto el camino de rojas puntadas que recorría mi mano y hacia destacar aun mas mi blanca piel.
La demostración de Valeria había logrado llamar del todo mi atención y, aunque fuese una pirata novata, podría serme realmente útil y merecía la pena estar junto a ella, sobretodo por su facilidad a la hora de buscar aliados.
Noximilien
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No los dejaban pasar, vaya putada entonces. Para el, claro esta. El arma desenfundada del guardia cayó al suelo con un tintineo, para luego su dueño caer inconsciente. El grupo entró, y cómo Nox iba el último, dejó su batido a medio terminar y le dio unas palmaditas en la espalda antes de unirse al resto. El señor del bajo mundo ya había pasado del pelirrojo dos veces, y conociendo a su capitán, no iba irse de ahí si pasaba una tercera.
Al entrar, se miró los pies, pues esperaba a que la típica trampilla que los haría caer, pero no sucedió nada. Aquello era nuevo, nunca habían estado tanto tiempo con el malo de turno sin que pasase algo.
Le entro una pequeña migraña, cuando escucho a la morena, que tenía ganas de irse.
- Si… Creo- Creo que yo también… ¿Tiene razón? -algo le estaba pasando, pues el nunca se alejaría del hombre al cual le hizo un juramento sin ningún motivo.
Al girarse para irse, vio a un hombre con ropajes negros, invitando al grupo para que se marchara. ¿Los pensamientos contradictorios eran cosa suya? Ni siquiera podía desenfundar su espada, ¿tan vulnerable había quedado?
Finalmente pudo echarse la mano al mango y por cada centímetro que conseguía desenfundar era una batalla ganada. Por fin pudo desenvainar y disponerse a dejarle un tajo bien feo a aquel individuo, pero no pudo. Algo golpeó en su interior y antes de darse cuenta estaba de rodillas, tirado en el suelo si no se estuviera aferrando a su espada, que se clavó en el suelo. Miro el origen de aquel impacto, solo podía visualizar a una mujer hablando con Zane, Spanner y Luka, pues eran los únicos que seguían de pie. Su mirada se cansaba y sus fuerzas escapaban como agua en un grifo abierto.
- Hubiese preferido la trampilla… -musito Nox, antes de caer desmayado-.
Al entrar, se miró los pies, pues esperaba a que la típica trampilla que los haría caer, pero no sucedió nada. Aquello era nuevo, nunca habían estado tanto tiempo con el malo de turno sin que pasase algo.
Le entro una pequeña migraña, cuando escucho a la morena, que tenía ganas de irse.
- Si… Creo- Creo que yo también… ¿Tiene razón? -algo le estaba pasando, pues el nunca se alejaría del hombre al cual le hizo un juramento sin ningún motivo.
Al girarse para irse, vio a un hombre con ropajes negros, invitando al grupo para que se marchara. ¿Los pensamientos contradictorios eran cosa suya? Ni siquiera podía desenfundar su espada, ¿tan vulnerable había quedado?
Finalmente pudo echarse la mano al mango y por cada centímetro que conseguía desenfundar era una batalla ganada. Por fin pudo desenvainar y disponerse a dejarle un tajo bien feo a aquel individuo, pero no pudo. Algo golpeó en su interior y antes de darse cuenta estaba de rodillas, tirado en el suelo si no se estuviera aferrando a su espada, que se clavó en el suelo. Miro el origen de aquel impacto, solo podía visualizar a una mujer hablando con Zane, Spanner y Luka, pues eran los únicos que seguían de pie. Su mirada se cansaba y sus fuerzas escapaban como agua en un grifo abierto.
- Hubiese preferido la trampilla… -musito Nox, antes de caer desmayado-.
Kayn Blackthorn
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Mientras le daba la bienvenida a Wyrm pudo notar la sorpresa e incluso el desagrado en su mirada. No era una sensación nueva para él, su aspecto era "peculiar", por decirlo de algún modo, y tendía a traer aquel tipo de reacciones. Sin embargo, en aquella ocasión, detectó que fue un gesto más bien involuntario. Sonrió de vuelta en cuanto el pequeño —al menos para él— albino le respondió, terminando por asentir ante su propuesta. Definitivamente, si salían vivos de lo que les esperaba más adelante, se aseguraría de mantener una conversación como Dios manda... aunque tuviera que ayudarse de su pequeña pizarra y de Cappuccino. Dejó que marchase y se quedó observando a su alrededor, analizando quiénes estaban junto a ellos en aquel buque insignia. Marines y agentes corrían de aquí a allá, realizando los preparativos pertinentes. Pudo vislumbrar entre la tripulación a los antiguos compañeros del marine de pelo cano aunque, por encima de cualquier otro, le sorprendió ver al almirante Mitoko.
«Así que... somos la punta de lanza de esta operación», divagó en sus adentros, sin saber si aquella idea le agradaba o no. Al menos, ocurriera lo que ocurriera, serían los primeros en vivirlo, los que liderarían el ataque y marcarían el comienzo del camino a su desenlace. El mudo frunció el ceño ante esta idea, aunque sus oscuros pensamientos se difuminaron en cuanto se percató del jaleo que estaba montando Eric y sus intenciones. Junto al resto, su mirada fue de desaprovación y, si bien no podía hablar, parecía que la orden colectiva de que se alejase del timón se había dado sin necesidad de articular palabra alguna. Enfurruñado, el hombre del mar blanco se dispuso a ir junto al almirante, cosa que alivió bastante a los allí presentes. El shandian era un buen marine, algo impetuoso, demasiado quizá, y había que tener cuidado con sus... "capacidades", pero nadie quería estar en el mismo barco que él si era el timonel. No por nada, pero ya iba a ser una travesía suficientemente movida como para ponerle a los mandos.
Un enorme estruendo se alzó alrededor de Kayn en el momento en que los cañones de los navíos disparaban al unísono contra el Jinete, una potencia de fuego tan devastadora como podría ser la de una Buster Call e incluso más. Sin embargo, pese al poderío de la armada del Gobierno Mundial, la estructura de la aguja apenas se vio afectada. El sargento torció el gesto. No era nada que no se esperase, aunque le habría gustado presenciar que la solución al fin del mundo fuera algo tan sencillo como unas pocas salvas de cañones. A la ofensiva de los buques se unieron tanto Kodama como el comodoro, aunque algo le decía que el resultado sería exactamente el mismo. «Y, aun así, me gustaría poder apoyarles».
Finalmente, tras ver que en cubierta parecían tenerlo todo controlado, decidió unirse a Kenzo y tratar de alejar sus pensamientos de la batalla, aunque fuera un instante. La música del brazos-largos siempre levantaba los ánimos, incluso en la noche más oscura. ¿Por qué iba a ser distinto en aquella ocasión? Así que se sentó a un par de metros de él y observó con curiosidad cómo aplicaba el mantenimiento rutinario a sus armas. No quiso interrumpirlo, no al menos hasta que hubieran cesado sus cantos, así que sacó su pequeña pizarra y comenzó a escribir algo, con una sonrisa maliciosa. Una vez terminase, le mostraría a su compañero el contenido.
«Eh, Kenzo. He estado pensando y he llegado a la conclusión de que tenemos ventaja: si nos hieren o queman no se va a notar la diferencia».
Kayn no era el mejor haciendo bromas, aunque conociendo a su compañero intuía que aquella en particular le haría gracia. No tenían nada mejor que hacer por el momento, al menos no hasta que empezase el intercambio de golpes, así que aprovecharía los que, quizá, serían sus últimos instantes de calma en su vida. Ojalá poder recordar aquello más tarde como una simple simple pesadilla.
«Así que... somos la punta de lanza de esta operación», divagó en sus adentros, sin saber si aquella idea le agradaba o no. Al menos, ocurriera lo que ocurriera, serían los primeros en vivirlo, los que liderarían el ataque y marcarían el comienzo del camino a su desenlace. El mudo frunció el ceño ante esta idea, aunque sus oscuros pensamientos se difuminaron en cuanto se percató del jaleo que estaba montando Eric y sus intenciones. Junto al resto, su mirada fue de desaprovación y, si bien no podía hablar, parecía que la orden colectiva de que se alejase del timón se había dado sin necesidad de articular palabra alguna. Enfurruñado, el hombre del mar blanco se dispuso a ir junto al almirante, cosa que alivió bastante a los allí presentes. El shandian era un buen marine, algo impetuoso, demasiado quizá, y había que tener cuidado con sus... "capacidades", pero nadie quería estar en el mismo barco que él si era el timonel. No por nada, pero ya iba a ser una travesía suficientemente movida como para ponerle a los mandos.
Un enorme estruendo se alzó alrededor de Kayn en el momento en que los cañones de los navíos disparaban al unísono contra el Jinete, una potencia de fuego tan devastadora como podría ser la de una Buster Call e incluso más. Sin embargo, pese al poderío de la armada del Gobierno Mundial, la estructura de la aguja apenas se vio afectada. El sargento torció el gesto. No era nada que no se esperase, aunque le habría gustado presenciar que la solución al fin del mundo fuera algo tan sencillo como unas pocas salvas de cañones. A la ofensiva de los buques se unieron tanto Kodama como el comodoro, aunque algo le decía que el resultado sería exactamente el mismo. «Y, aun así, me gustaría poder apoyarles».
Finalmente, tras ver que en cubierta parecían tenerlo todo controlado, decidió unirse a Kenzo y tratar de alejar sus pensamientos de la batalla, aunque fuera un instante. La música del brazos-largos siempre levantaba los ánimos, incluso en la noche más oscura. ¿Por qué iba a ser distinto en aquella ocasión? Así que se sentó a un par de metros de él y observó con curiosidad cómo aplicaba el mantenimiento rutinario a sus armas. No quiso interrumpirlo, no al menos hasta que hubieran cesado sus cantos, así que sacó su pequeña pizarra y comenzó a escribir algo, con una sonrisa maliciosa. Una vez terminase, le mostraría a su compañero el contenido.
«Eh, Kenzo. He estado pensando y he llegado a la conclusión de que tenemos ventaja: si nos hieren o queman no se va a notar la diferencia».
Kayn no era el mejor haciendo bromas, aunque conociendo a su compañero intuía que aquella en particular le haría gracia. No tenían nada mejor que hacer por el momento, al menos no hasta que empezase el intercambio de golpes, así que aprovecharía los que, quizá, serían sus últimos instantes de calma en su vida. Ojalá poder recordar aquello más tarde como una simple simple pesadilla.
- Resumen:
- Kayn no hace nada relevante.Se limita a observar a sus compañeros y analizar la situación. Finalmente, al verse sin capacidad de ayudar en la ofensiva de momento, decide sentarse junto a Kenzo y bromear un poco
Scarlett F. Jones
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Pasaron minutos que parecían horas, el intercambio de cañonazos había sido un fracaso. No sabía si era por nuestra mala puntería o porque el cañón estaba funcionaba mal. Además de que a algunos de mis compañeros en nuestra embarcación habían sido alcanzados por algún que otro impacto de los buques revolucionarios. Iba a revisar el cañón para ver si mi teoría del desperfecto era cierta hasta que una mujer rubia llamó mi atención. Parecía estar mirando a Jiren un poco sonrojada... aunque no sabía si realmente estaba fijando su vista en él ya que parecía tener una mirada perdida. Aunque realmente me daba mala espina, parecía estar bastante sosegada en medio de la batalla. ¿Podría ser un espía del enemigo o a lo mejor estaba siendo demasiada paranoica? En cualquier caso nunca se es demasiado cauta. ¿Quien sabe si a lo mejor ella ha estropeado los cañones? No le perdería un ojo de encima.
-¿Tu la conoces, Jiren? Parece estar mirándote con intenciones amorosas - Susurré a mi compañero esperando que reconociera a la dama - ¿Quién es usted y con que unidad va, señorita? - Pregunté mientras, disimuladamente, llevaba mi mano a una de mis pistolas por si teníamos delante a una posible enemiga que fuera a atacarnos.
Mientras aguardaba la respuesta de la joven, el sonido de los cañones seguía dando ese ambiente de sangre y guerra al ambiente. El lamento de mis compañeros heridos se elevaba, no era bueno que fuéramos asaltados por el enemigo. Una confrontación cuerpo a cuerpo era lo peor que podría pasar ahora. Fue entonces cuando la muchacha pronunció su nombre: Sabela.
-¿Tu la conoces, Jiren? Parece estar mirándote con intenciones amorosas - Susurré a mi compañero esperando que reconociera a la dama - ¿Quién es usted y con que unidad va, señorita? - Pregunté mientras, disimuladamente, llevaba mi mano a una de mis pistolas por si teníamos delante a una posible enemiga que fuera a atacarnos.
Mientras aguardaba la respuesta de la joven, el sonido de los cañones seguía dando ese ambiente de sangre y guerra al ambiente. El lamento de mis compañeros heridos se elevaba, no era bueno que fuéramos asaltados por el enemigo. Una confrontación cuerpo a cuerpo era lo peor que podría pasar ahora. Fue entonces cuando la muchacha pronunció su nombre: Sabela.
Como era de esperar, o más bien como debió presuponer el pelirrojo desde un comienzo, su intromisión en el cutre reservado de Viktor, tan solo equiparable a los de los peores locales de Mock Town, quizá porque fuera algo improvisado, o bien porque todo lo que tenía de poderoso, lo tenía de cutre, no fue del agrado de todos. Las miradas de unos pocos clavándose en él, mientras los miembros de su banda hacían una aparición tras otra, a cada cual más amenazante.
“Menos mal que no me trajea ninguno de los gigantes, o a algún okama” —se dijo Zane, mientras observaba a todos los que estaban por allí. Uno era un gyojin que había sucumbido a su poder, otro era un sujeto que conocía de algo, ¿de qué? A saber, pero recordaba haberle salvado el culo, eso seguro. ¿O sería por haberle pateado el culo? ¿O por haberle levantado la novia? No lo tenía claro, pero sí sabía que le conocía. Muy cerca de Viktor había una mujer de cabellos azabaches y unos ropajes más dignos de una fiesta de que una batalla como la que se nos venía encima. ¡Ojo! No le disgustaba, pero no tenía que ser cómodo. Y, por último,su vista se fue para un joven moreno con cara de estreñido. Sabía muy bien cual era esa cara, a él le pasaba a menudo por culpa de sus atracones, y no era agradable.
—No me gust…
Y paró su comentario de golpe. Como le había pasado otras veces, su instinto para el peligro y la batalla se había encendido. Aquello era como un pequeño interruptor que en algunas ocasiones podía controlar, y en otras no. Sabía que lo tenía, pero aún le faltaba entrenamiento para ser un maestro en ello. Y pudo ver como Spanner, a una velocidad inhumana, la cual jamás le había visto antes, se abalanzaba sobre el moreno e intentaba atacarle. Rápidamente, haciendo un rápido desplazamiento lateral, casi de forma simultánea a su compañero, impulsándose a gran velocidad, con la espada que tenía desenvainada bloqueó el ataque de su hermano de juramento y la desvió hacia el cielo.
—No es el momento —dijo, con tono solemne—. Reserva tus energías para le verdadera batalla que está frente a nosotros.
Habiendo hecho aquello, la voluntad de otra persona azotó el lugar. Cuando quiso darse cuenta, salvo los que ya estaban inconsciente, Luka, Spanner y él mismo estaban todos en el suelo. Aquella fuerza había venido de la joven que estaba con Viktor, la cual nos aconsejó marcharnos.
—Luka, Spanner —dijo Zane con tono imperante—. Dad una hostia a los bellos durmientes y despertadlos, y si no funciona echadles agua.
El pelirrojo no podía dejar que golpearan a Nailah, o sino luego tendría que escucharla durante varios días quejándose de que la trataba más como a los brutos de sus amigos que como a una damisela, aunque se parecía más a lo primero que a lo segundo. Es por ello, que cogió a la morena por la cintura y la apoyó sobre su hombro como si fuera un saco de patatas, mientras que con la otra seguía sujetando su espada.
—Nos vamos señores —se despidió el pirata—. Pero una cosa os digo, la próxima vez no pararé a mi segundo de abordo.
Mientras caminaba hacia el centro de la carpa en busca de contacto visual con Katharina, su den den mushi sonó, y lo cogió como pudo.
—Creía que solo les dabas tu número de Den Den a las mozas. —le dijo la voz de Osuka.
—Al menos yo tengo mozas a las que llamar —le contestó, locuaz como de costumbre—. Espero que estés bien, viejo amigo. Te he enviado a mi tercero de abordo para preguntarte que sabes de todo este asunto, y que si necesitas ayuda que cuente con mi espada. Una cosa es que siempre mire por mí mismo, y otra que unos chalaos destruyan el mundo conocido.
Una vez Osuka le contestó, colgó y se puso en contacto con Katharina.
—Kath, te veo muy ocupada con ese grupo de raritos, pero nos vamos. Vamos a entrar en la isla por otros medios —le dijo—. Si quieres quedarte, sabes que no te lo impediré, pero no hagas muchos amigos, que luego me los veo acoplados en el barco.
“Menos mal que no me trajea ninguno de los gigantes, o a algún okama” —se dijo Zane, mientras observaba a todos los que estaban por allí. Uno era un gyojin que había sucumbido a su poder, otro era un sujeto que conocía de algo, ¿de qué? A saber, pero recordaba haberle salvado el culo, eso seguro. ¿O sería por haberle pateado el culo? ¿O por haberle levantado la novia? No lo tenía claro, pero sí sabía que le conocía. Muy cerca de Viktor había una mujer de cabellos azabaches y unos ropajes más dignos de una fiesta de que una batalla como la que se nos venía encima. ¡Ojo! No le disgustaba, pero no tenía que ser cómodo. Y, por último,su vista se fue para un joven moreno con cara de estreñido. Sabía muy bien cual era esa cara, a él le pasaba a menudo por culpa de sus atracones, y no era agradable.
—No me gust…
Y paró su comentario de golpe. Como le había pasado otras veces, su instinto para el peligro y la batalla se había encendido. Aquello era como un pequeño interruptor que en algunas ocasiones podía controlar, y en otras no. Sabía que lo tenía, pero aún le faltaba entrenamiento para ser un maestro en ello. Y pudo ver como Spanner, a una velocidad inhumana, la cual jamás le había visto antes, se abalanzaba sobre el moreno e intentaba atacarle. Rápidamente, haciendo un rápido desplazamiento lateral, casi de forma simultánea a su compañero, impulsándose a gran velocidad, con la espada que tenía desenvainada bloqueó el ataque de su hermano de juramento y la desvió hacia el cielo.
—No es el momento —dijo, con tono solemne—. Reserva tus energías para le verdadera batalla que está frente a nosotros.
Habiendo hecho aquello, la voluntad de otra persona azotó el lugar. Cuando quiso darse cuenta, salvo los que ya estaban inconsciente, Luka, Spanner y él mismo estaban todos en el suelo. Aquella fuerza había venido de la joven que estaba con Viktor, la cual nos aconsejó marcharnos.
—Luka, Spanner —dijo Zane con tono imperante—. Dad una hostia a los bellos durmientes y despertadlos, y si no funciona echadles agua.
El pelirrojo no podía dejar que golpearan a Nailah, o sino luego tendría que escucharla durante varios días quejándose de que la trataba más como a los brutos de sus amigos que como a una damisela, aunque se parecía más a lo primero que a lo segundo. Es por ello, que cogió a la morena por la cintura y la apoyó sobre su hombro como si fuera un saco de patatas, mientras que con la otra seguía sujetando su espada.
—Nos vamos señores —se despidió el pirata—. Pero una cosa os digo, la próxima vez no pararé a mi segundo de abordo.
Mientras caminaba hacia el centro de la carpa en busca de contacto visual con Katharina, su den den mushi sonó, y lo cogió como pudo.
—Creía que solo les dabas tu número de Den Den a las mozas. —le dijo la voz de Osuka.
—Al menos yo tengo mozas a las que llamar —le contestó, locuaz como de costumbre—. Espero que estés bien, viejo amigo. Te he enviado a mi tercero de abordo para preguntarte que sabes de todo este asunto, y que si necesitas ayuda que cuente con mi espada. Una cosa es que siempre mire por mí mismo, y otra que unos chalaos destruyan el mundo conocido.
Una vez Osuka le contestó, colgó y se puso en contacto con Katharina.
—Kath, te veo muy ocupada con ese grupo de raritos, pero nos vamos. Vamos a entrar en la isla por otros medios —le dijo—. Si quieres quedarte, sabes que no te lo impediré, pero no hagas muchos amigos, que luego me los veo acoplados en el barco.
- Resumen (LEED ARASHI + ICHIZAKE + WILLY +LYS:
- Impedir que Spanner ataque a Ichizake para no comenzar una tangana.
- Mandar a despertar a la banda, y coger a Nailah como un saco de papas.
- Coger el den den mushi a Osuka y hablar con él para irnos con la revolusión
- Llamar a Katharina y decirle que nos vamos
- Impedir que Spanner ataque a Ichizake para no comenzar una tangana.
Steve
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Akuma no mi
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Él marine parecía muy amable, y muy bien equipada pues se saco un objeto cilíndrico y largo del tupe, que no pudo aguantar sin ese apoyo. Era una linterna, que tenía una luz especial, con la cual me confirmó que el nombre era diferente al que parecía en un principio.
Miré la pegatina. Efectivamente, seguía sin entender lo que ponía en ella, pero según mi agradable amiga ponía Dan Brown ¿Dan Brown? No me sonaba el nombre ¿y si ya no se encontraba allí? Podría haber evacuado, así que sería un problema buscarlo. Si no estaba por ahí, dejaría el paquete en la zona que indicaba la dirección. Pero antes de tomar decisiones precipitadas, me giré hacía la marine.
- Muchas gracias, una ultima pregunta, ¿sabrías donde encontrar a este tal Dan Brown? - dije tranquilamente mientras esperaba un poco de ayuda – Es por no vagar de manera inútil.
Me quedé mirándole a la cara, por la que ahora caía su pelo rubio cardado. Era bastante extraño, como tras un buen rato seguía sin identificar su género, y me sentía bastante extraño por ello. Eso hasta que sucedió la explosión, que atravesó el cielo, una estela luminosa partiéndolo en dos, como si fuera un espectáculo calculado. Sin duda se acercaba el fin del mundo, y si tenía que acabarse ahí estaba decidido a dar el paquete con la mayor exactitud posible.
Cuando el estruendo acabo, me volví a girar rápidamente, esperando ver la cara de como se llamara. ¿Cómo se llamaba? ¿Había sido tan maleducado?
- Disculpa, pero quiero asegurarme de que este paquete va para la persona correcta. ¿Podrías comprobarlo una ultima vez? - dije apresuradamente, tras ver lo que había empezado a suceder – Esto y si no es impertinente, ¿podrías decirme tu nombre? - pregunté un poco más bajo -
Tras la confirmación esperaba empezar a moverme hacia mi próximo objetivo.
Miré la pegatina. Efectivamente, seguía sin entender lo que ponía en ella, pero según mi agradable amiga ponía Dan Brown ¿Dan Brown? No me sonaba el nombre ¿y si ya no se encontraba allí? Podría haber evacuado, así que sería un problema buscarlo. Si no estaba por ahí, dejaría el paquete en la zona que indicaba la dirección. Pero antes de tomar decisiones precipitadas, me giré hacía la marine.
- Muchas gracias, una ultima pregunta, ¿sabrías donde encontrar a este tal Dan Brown? - dije tranquilamente mientras esperaba un poco de ayuda – Es por no vagar de manera inútil.
Me quedé mirándole a la cara, por la que ahora caía su pelo rubio cardado. Era bastante extraño, como tras un buen rato seguía sin identificar su género, y me sentía bastante extraño por ello. Eso hasta que sucedió la explosión, que atravesó el cielo, una estela luminosa partiéndolo en dos, como si fuera un espectáculo calculado. Sin duda se acercaba el fin del mundo, y si tenía que acabarse ahí estaba decidido a dar el paquete con la mayor exactitud posible.
Cuando el estruendo acabo, me volví a girar rápidamente, esperando ver la cara de como se llamara. ¿Cómo se llamaba? ¿Había sido tan maleducado?
- Disculpa, pero quiero asegurarme de que este paquete va para la persona correcta. ¿Podrías comprobarlo una ultima vez? - dije apresuradamente, tras ver lo que había empezado a suceder – Esto y si no es impertinente, ¿podrías decirme tu nombre? - pregunté un poco más bajo -
Tras la confirmación esperaba empezar a moverme hacia mi próximo objetivo.
Rose D. Alviss
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Como era de esperar, ni pidiéndolo amablemente podíamos entrar por las buenas, alegando que estaba reunido. Una cinta y un matón era lo que nos separaban de Viktor. Pero eso le daba completamente igual al capitán, haciendo gala de sus poderes, noqueándolo instantáneamente sin poder defenderse.
El siguiente paso de Zane era darnos permiso para morder y el gyojin lo hizo al pie de la letra.
- Vaya Luka, acatas ordenes sin rechistar. -Fue mi reacción al ver como casi le arranca el brazo al guardia, no vi con malos ojos la acción en sí.
No sólo el matón estaba fuera de combate, varios de los que estaban reunidos con Elrik también. Todos los Arashi, salvo Kath y Therax, interrumpimos la reunión que tenían, yo me coloqué atrás, con Nox a mis espaldas, no soy de luchar de frente, así que era mejor si había pelea, esperar al momento exacto. Los que estaban reunidos con el rey del Bajo Mundo, los que seguían conscientes, nos instaron a irnos, lo cual fue raro, ya que me entraron ganas de irme, que esto no iba conmigo, yo no estaba presente cuando les engaño el rey del Bajo Mundo, empecé a retroceder un poco, pero el hecho de abandonar el lugar sin la banda me hacía dudar. No era el único que estaba así, Nailah parecía estar en una situación similar, lo cual me dio mala espina.
- ¿Porqué no nosss...? - Fui incapaz de terminar mi pregunta, los parpados pesaban demasiado y empecé a perder tanto el equilibrio como la consciencia.
El siguiente paso de Zane era darnos permiso para morder y el gyojin lo hizo al pie de la letra.
- Vaya Luka, acatas ordenes sin rechistar. -Fue mi reacción al ver como casi le arranca el brazo al guardia, no vi con malos ojos la acción en sí.
No sólo el matón estaba fuera de combate, varios de los que estaban reunidos con Elrik también. Todos los Arashi, salvo Kath y Therax, interrumpimos la reunión que tenían, yo me coloqué atrás, con Nox a mis espaldas, no soy de luchar de frente, así que era mejor si había pelea, esperar al momento exacto. Los que estaban reunidos con el rey del Bajo Mundo, los que seguían conscientes, nos instaron a irnos, lo cual fue raro, ya que me entraron ganas de irme, que esto no iba conmigo, yo no estaba presente cuando les engaño el rey del Bajo Mundo, empecé a retroceder un poco, pero el hecho de abandonar el lugar sin la banda me hacía dudar. No era el único que estaba así, Nailah parecía estar en una situación similar, lo cual me dio mala espina.
- ¿Porqué no nosss...? - Fui incapaz de terminar mi pregunta, los parpados pesaban demasiado y empecé a perder tanto el equilibrio como la consciencia.
Erik Carter
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Erik subió al barco con ímpetu y determinación, pero el grupo que se encontró no le causó la mejor de las impresiones. ¿Pero quién era él para juzgar? Solo un niño.
Un hombre afilaba sus espadas. El joven habría dicho que tenía pinta de duro de no ser por su interpretación de una conocida canción motivadora que sonaba en la radio con frecuencia. Erik solía escucharla cuando entrenaba y, por ese simple motivo, se sintió muy cercano a aquel hombre. A su lado había otro escuchando su música, mientras afilaba también su arma. No le gustaban las armas cortantes, era demasiado fácil matar y demasiado difícil no hacerlo cuando se empuñaban. Estaba a punto de iniciar una jovial conversación con ellos cuando más voces lo interrumpieron y alzó la vista.
No había duda, era uno de los almirantes de la Marina, Kodama. Erik no lo conocía, pero leía el periódico. Iba en el barco de uno de los hombres fuertes del gobierno.
Como respondiendo a su pensamiento, el almirante realizó una asombrosa maniobra con balas de cañón y... ¿Pompas? Asombroso. Acto seguido, sin esperar siquiera a que impactase, volvió a su sitio. Sin duda su poder sería de vital importancia para la empresa que acometían. Pero volvía a estar allí arriba y el joven tenía demasiadas caras desconocidas a su alrededor como para no socializar. Después de todo, no hay mejor forma de luchar que junto a un amigo.
Siguió la canción con la cabeza un par de estrofas y la acompañó con palmas y una alegre sonrisa mientras esperaba a su final para iniciar una conversación con los dos espadachines, sin dar importancia a que un chico de tan corta edad, totalmente desarmado y ataviado con el uniforme de la marina y una mochila de viaje raída, desentonaba bastante en aquel lugar.
-Guau, eres bastante bueno, amigo. Mi nombre es Erik, encantado de conoceros a los dos. -Añadió su mejor sonrisa y luego esperó, expectante, a que los hombres se presentaran.
Un hombre afilaba sus espadas. El joven habría dicho que tenía pinta de duro de no ser por su interpretación de una conocida canción motivadora que sonaba en la radio con frecuencia. Erik solía escucharla cuando entrenaba y, por ese simple motivo, se sintió muy cercano a aquel hombre. A su lado había otro escuchando su música, mientras afilaba también su arma. No le gustaban las armas cortantes, era demasiado fácil matar y demasiado difícil no hacerlo cuando se empuñaban. Estaba a punto de iniciar una jovial conversación con ellos cuando más voces lo interrumpieron y alzó la vista.
No había duda, era uno de los almirantes de la Marina, Kodama. Erik no lo conocía, pero leía el periódico. Iba en el barco de uno de los hombres fuertes del gobierno.
Como respondiendo a su pensamiento, el almirante realizó una asombrosa maniobra con balas de cañón y... ¿Pompas? Asombroso. Acto seguido, sin esperar siquiera a que impactase, volvió a su sitio. Sin duda su poder sería de vital importancia para la empresa que acometían. Pero volvía a estar allí arriba y el joven tenía demasiadas caras desconocidas a su alrededor como para no socializar. Después de todo, no hay mejor forma de luchar que junto a un amigo.
Siguió la canción con la cabeza un par de estrofas y la acompañó con palmas y una alegre sonrisa mientras esperaba a su final para iniciar una conversación con los dos espadachines, sin dar importancia a que un chico de tan corta edad, totalmente desarmado y ataviado con el uniforme de la marina y una mochila de viaje raída, desentonaba bastante en aquel lugar.
-Guau, eres bastante bueno, amigo. Mi nombre es Erik, encantado de conoceros a los dos. -Añadió su mejor sonrisa y luego esperó, expectante, a que los hombres se presentaran.
- Resumen:
- Fliparlo un poco con el percal del barco, fliparlo mucho con el stunt de Kodama y trabar conversación con Kenzo y Bizvan
Rainbow662
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No tenía demasiado claro a qué demonios venía su capricho de seguir al rubio. Ese tipejo de aires amanerados y piel de porcelana era la clase de persona que Arribor normalmente despreciaría, y además había algo antinatural en él. Si iba tras él era simplemente para... bueno, porque había dicho cosas con sentido, ¿no? A Arribor no se le había ocurrido lo de poner en cuestión la existencia de los planos. De hecho, no se le había ocurrido ni que hubiera planos de esa cosa. Aquel hombrecillo parecía inteligente, avispado, la clase de mente ágil y preclara de la que siempre se había burlado.
Le llevó un segundo darse cuenta de que Zack le estaba hablando. El tejón señalaba algo a sus espaldas y le advertía de la presencia de aquel pirata... ¿Cómo se llamaba? Recordó su nombre cuando lo localizó con su mantra: Zane. Zane "Sin Pantalones" o algo así, para ser exactos. Ese pajarraco de fuego había creído que podía proclamarse Yonkou sin pasar primero por encima de él, y encima habiá tenido la desfachatez de abandonar su combate a medias para irse a jugar con Black. Oh, sí, desde luego era un buen motivo para volver atrás. Qué bien se sentiría al terminar lo que había empezado tanto tiempo atrás, al deshacer su torrente de llamas con las manos desnudas y estrellar el puño contra su pico de gallo hasta quebrarlo...
"No, mierda, concéntrate", se reprendió justo cuando ya estaba dándose la vuelta. Ir a montar un jaleo sería divertido, pero no estaba allí por eso.
-No puedo perder el tiempo con eso ahora. ¿Ves esa cosa? -señaló a su compañero la enorme construcción en medio del mar. Como para no verla-. ¿Recuerdas cuando nos contaron lo que era? Dijeron que había más, una en cada puñetero mar. Joder, hasta yo leí las noticias de lo que pasó en el West Blue. Pienso cargarme esa cosa -sentenció con seriedad.
Casi parecía que había brotado en él un lado heroico, pero nada más lejos. Sin embargo, el clan de los Neus al completo vivía en el South Blue, y si dejaba que esa cosa se activase y lo arrasara todo, la abuela iba a estar muy enfadada. Papalia Neus no se tomaba nada bien que alguien pisara las flores de su jardín; se pondría como una fiera si su mar entero era destruido. Así que Arribor se haría cargo. Iba a demostrar a esas tontas hermanas suyas que era capaz de lograr cosas que ellas no podían ni soñar. Ya lo verían...
Estaba en el North Blue porque se había equivocado durante su viaje al sur, pero eso nadie tenía por qué saberlo.
-Ese tipo, el rubio con cara de serpiente angelical, es listo. Con su cerebro, mi fuerza y tu olfato de roedor, nos irá mejor.
Arribor no era la clase de persona que admite que alguien es más listo que él, al menos no en voz alta, pero sabía aprovechar una herramienta cuando se le presentaba. Y aunque el extraño rarito no era imprescindible para su objetivo... Bueno, quería usarlo.
Cuando vio que una panda de trajeados que no podían querer nada bueno -la gente con traje nunca quería nada bueno- le rodeaba, se decidió a actuar. Formó un cuadrado rojo y reluciente hecho de sangre y lo dejó delante de Zack para que subiera. Luego salvó la distancia que lo separaba de los hombres de traje con toda la intención de llevárselos por delante como a un grupo de bolos, agarrar al rubio por el cogote y echar a volar impulsado por la sangre de su interior, tanto él como la improvisada base hecha para el tejón, en dirección a la torre.
Le llevó un segundo darse cuenta de que Zack le estaba hablando. El tejón señalaba algo a sus espaldas y le advertía de la presencia de aquel pirata... ¿Cómo se llamaba? Recordó su nombre cuando lo localizó con su mantra: Zane. Zane "Sin Pantalones" o algo así, para ser exactos. Ese pajarraco de fuego había creído que podía proclamarse Yonkou sin pasar primero por encima de él, y encima habiá tenido la desfachatez de abandonar su combate a medias para irse a jugar con Black. Oh, sí, desde luego era un buen motivo para volver atrás. Qué bien se sentiría al terminar lo que había empezado tanto tiempo atrás, al deshacer su torrente de llamas con las manos desnudas y estrellar el puño contra su pico de gallo hasta quebrarlo...
"No, mierda, concéntrate", se reprendió justo cuando ya estaba dándose la vuelta. Ir a montar un jaleo sería divertido, pero no estaba allí por eso.
-No puedo perder el tiempo con eso ahora. ¿Ves esa cosa? -señaló a su compañero la enorme construcción en medio del mar. Como para no verla-. ¿Recuerdas cuando nos contaron lo que era? Dijeron que había más, una en cada puñetero mar. Joder, hasta yo leí las noticias de lo que pasó en el West Blue. Pienso cargarme esa cosa -sentenció con seriedad.
Casi parecía que había brotado en él un lado heroico, pero nada más lejos. Sin embargo, el clan de los Neus al completo vivía en el South Blue, y si dejaba que esa cosa se activase y lo arrasara todo, la abuela iba a estar muy enfadada. Papalia Neus no se tomaba nada bien que alguien pisara las flores de su jardín; se pondría como una fiera si su mar entero era destruido. Así que Arribor se haría cargo. Iba a demostrar a esas tontas hermanas suyas que era capaz de lograr cosas que ellas no podían ni soñar. Ya lo verían...
Estaba en el North Blue porque se había equivocado durante su viaje al sur, pero eso nadie tenía por qué saberlo.
-Ese tipo, el rubio con cara de serpiente angelical, es listo. Con su cerebro, mi fuerza y tu olfato de roedor, nos irá mejor.
Arribor no era la clase de persona que admite que alguien es más listo que él, al menos no en voz alta, pero sabía aprovechar una herramienta cuando se le presentaba. Y aunque el extraño rarito no era imprescindible para su objetivo... Bueno, quería usarlo.
Cuando vio que una panda de trajeados que no podían querer nada bueno -la gente con traje nunca quería nada bueno- le rodeaba, se decidió a actuar. Formó un cuadrado rojo y reluciente hecho de sangre y lo dejó delante de Zack para que subiera. Luego salvó la distancia que lo separaba de los hombres de traje con toda la intención de llevárselos por delante como a un grupo de bolos, agarrar al rubio por el cogote y echar a volar impulsado por la sangre de su interior, tanto él como la improvisada base hecha para el tejón, en dirección a la torre.
- Resumen:
- Haceerle un King Kong a Yarmin
Maki
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Rudy. El mero hecho de pensar en su nombre era casi como una ofensa a los cielos, como clavarle el dedo el ojo a la Creación ofendiendo a todos los dioses habidos y por haber. Aquel malvado trozo de madera era la encarnación misma del mal. Y de la madera. Hacía tiempo que Maki ya sabía que no era de fiar. El que durante un tiempo fuese su amigo y fiel compañero de batallas, Rudy el Rodillo, había resultado ser un vil traidor. Ojalá lo hubiese sabido cuando, aquel aciago día, lo recogió del puesto de limonada en que lo encontró.
De haber sabido que el rodillo estaba allí a propósito con el objetivo de tentarle, de engañarle y usarlo para infiltrarse en la Revolución... Había tenido que pasar por muchas cosas para averiguar la terrible verdad: Rudy era un criminal. Y no un criminal cualquiera, sino un perverso chantajista, ladrón, asesino y traidor al servicio de una mente maestra que Maki todavía no había encontrado y a la que estaba destinado a enfrentarse. Y además era un robot. No, mentira. De hecho, era dos robots enanos puestos uno encima del otro, programados para hacer el mal.
"¿Cómo has escapado, viejo amigo?" Se suponía que el rodillo se pudría en la más profunda mazmorra de Báltigo y que solo los altos mandos conocían ese hecho.
Maki despertó dentro de un submarino. No sabía cómo había llegado allí ni cuánto tiempo llevaba perdido en sus pensamientos. Se puso la mano sobre la boca y eructó. A juzgar por el olor, tan solo habían pasado unos minutos. En ese tiempo se había desatado del tubo, bajado hasta el acceso y llegado hasta la sala de máquinas de uno de esos armatostes totalmente innecesarios que tanto tardaban en hacerse a la mar.
Nota del director: Se decidió que Maki tuviese estas lagunas durante la huelga de guionistas de 2012, cuando el estudio tuvo que dejar el guión a cargo del empleado de mantenimiento.
Por razones que se le escapaban, alguien le gritaba.
Maki... No, el Oficial Makintosh se le acercó, con su mirada de hierro y la mandíbula tensa. De hierro, también. Clavó la mirada en el rostro de aquel hombre igual que habría clavado un trozo de metal afilado en la cara de una calabaza para tallarle una sangrienta y visceral cara nueva. Se tomó su tiempo, dejó que el aire entrase en sus pulmones y los llenara de oxígeno e indignación. Él, el jodido y puñetero Oficial Makintosh, el Sargento de Hierro de la Revolución, el Témpano con Boina, el Puño Anal del Alto Mando, como se le conocía entre las tropas, dejó que su voz tronara.
-¡Achús...!
Toda su respetabilidad, notó, se perdió en el instante en que los mocos y las babas abandonaron sus orificios para ir a posarse sobre la cara de aquel pobre diablo. Decidió que lo decente sería irse en silencio y fingir que había sido a propósito.
Nota del director: El oficial que regaña a Sky y Maki aparece como extra en numerosas tomas. Por falta de presupuesto, a menudo ponemos su cara una docena de veces para rellenar y que parezca que hay más revolucionarios.
Fuera del submarino, Maki se dio cuenta de que no había avanzado nada. Es decir, no se habían puesto en marcha. ¿Cuánto hacía ya que el señor de los Brownies había dado su discurso? ¿Cinco minutos? ¿Diez? No lo tenía muy claro, porque calcular el tiempo no era tarea para un oficial de su graduación, pero era escandaloso. Así que hizo lo que todo buen líder haría: se subió al primer objeto más o menos alto que encontró y dejó que sus inspiradoras palabras llegasen a oídos de cuantos guerreros pudiesen escucharlas:
-¡Camaradas! ¡Vamos p'allá!
Nota del director: Este discurso está inspirado en las famosas palabras proclamadas por el presidente norteamericano Dwight Eisenhower para animar a las tropas durante la Guerra Fría. Actualmente, el lema "Vamos p'allá" puede encontrarse en la placa conmemorativa que tiene en la isla de Momoiro.
Y dicho esto se lanzó al agua con la elegancia que le conferían sus viscosos michelines y echó a nadar hacia el que muy bien podía ser el fin del mundo.
Nota del director: En las escenas acuáticas, Maki es interpretado por el tipo con careta de pulpo que hizo de Davy Jones en Piratas del Caribe.
De haber sabido que el rodillo estaba allí a propósito con el objetivo de tentarle, de engañarle y usarlo para infiltrarse en la Revolución... Había tenido que pasar por muchas cosas para averiguar la terrible verdad: Rudy era un criminal. Y no un criminal cualquiera, sino un perverso chantajista, ladrón, asesino y traidor al servicio de una mente maestra que Maki todavía no había encontrado y a la que estaba destinado a enfrentarse. Y además era un robot. No, mentira. De hecho, era dos robots enanos puestos uno encima del otro, programados para hacer el mal.
"¿Cómo has escapado, viejo amigo?" Se suponía que el rodillo se pudría en la más profunda mazmorra de Báltigo y que solo los altos mandos conocían ese hecho.
Maki despertó dentro de un submarino. No sabía cómo había llegado allí ni cuánto tiempo llevaba perdido en sus pensamientos. Se puso la mano sobre la boca y eructó. A juzgar por el olor, tan solo habían pasado unos minutos. En ese tiempo se había desatado del tubo, bajado hasta el acceso y llegado hasta la sala de máquinas de uno de esos armatostes totalmente innecesarios que tanto tardaban en hacerse a la mar.
Nota del director: Se decidió que Maki tuviese estas lagunas durante la huelga de guionistas de 2012, cuando el estudio tuvo que dejar el guión a cargo del empleado de mantenimiento.
Por razones que se le escapaban, alguien le gritaba.
Maki... No, el Oficial Makintosh se le acercó, con su mirada de hierro y la mandíbula tensa. De hierro, también. Clavó la mirada en el rostro de aquel hombre igual que habría clavado un trozo de metal afilado en la cara de una calabaza para tallarle una sangrienta y visceral cara nueva. Se tomó su tiempo, dejó que el aire entrase en sus pulmones y los llenara de oxígeno e indignación. Él, el jodido y puñetero Oficial Makintosh, el Sargento de Hierro de la Revolución, el Témpano con Boina, el Puño Anal del Alto Mando, como se le conocía entre las tropas, dejó que su voz tronara.
-¡Achús...!
Toda su respetabilidad, notó, se perdió en el instante en que los mocos y las babas abandonaron sus orificios para ir a posarse sobre la cara de aquel pobre diablo. Decidió que lo decente sería irse en silencio y fingir que había sido a propósito.
Nota del director: El oficial que regaña a Sky y Maki aparece como extra en numerosas tomas. Por falta de presupuesto, a menudo ponemos su cara una docena de veces para rellenar y que parezca que hay más revolucionarios.
Fuera del submarino, Maki se dio cuenta de que no había avanzado nada. Es decir, no se habían puesto en marcha. ¿Cuánto hacía ya que el señor de los Brownies había dado su discurso? ¿Cinco minutos? ¿Diez? No lo tenía muy claro, porque calcular el tiempo no era tarea para un oficial de su graduación, pero era escandaloso. Así que hizo lo que todo buen líder haría: se subió al primer objeto más o menos alto que encontró y dejó que sus inspiradoras palabras llegasen a oídos de cuantos guerreros pudiesen escucharlas:
-¡Camaradas! ¡Vamos p'allá!
Nota del director: Este discurso está inspirado en las famosas palabras proclamadas por el presidente norteamericano Dwight Eisenhower para animar a las tropas durante la Guerra Fría. Actualmente, el lema "Vamos p'allá" puede encontrarse en la placa conmemorativa que tiene en la isla de Momoiro.
Y dicho esto se lanzó al agua con la elegancia que le conferían sus viscosos michelines y echó a nadar hacia el que muy bien podía ser el fin del mundo.
Nota del director: En las escenas acuáticas, Maki es interpretado por el tipo con careta de pulpo que hizo de Davy Jones en Piratas del Caribe.
Brynn
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Y allí estaba sin rostro, apoyado en un soporte de la improvisada carpa creada por Viktor. Llevaba más de media hora esperando a tener un rato para hablar con él, pero empezaba a ser misión imposible. La gente entraba y salía de la carpa todo el rato, por no hablar del ruido que había allí dentro. El usuario zoan entendió que no era ni el lugar ni el momento para proponerle nada a alguien del calibre de Viktor. Al fin y al cabo, lo que el moreno tenía que decirle probablemente fuese una nimiedad comparado con todo lo que aquella gente podía mostrarle. Ya llegaría su hora.
Brynn se llevó la mano a la empuñadura de su machete, e impulsándose hacia el frente caminó por la zona, ojeando a la gente e intentando hacer memoria de todos los que allí se encontraban.
Había gente muy temida, como Arribor Neus o Zane D. Kenshin, y las bandas iban de aquí para allá juntos, llamando la atención de los demás. El pirata tenía claro que no podía luchar contra casi nadie de los allí presentes, pero su objetivo principal no era luchar, al menos no gratis. ¿Quién quiere participar en una cruel guerra cuando la mayoría de la gente allí presente puede destruirte con la mirada? No, Brynn tenía otros asuntos entre manos.
Tras unos minutos andando, el espadachín observó cómo Zane llevaba al hombro a una Nailah que yacía inconsciente. El moreno tuvo ganas de ir hasta ella, pero pronto pensó que era una mala idea.
Quieto. Aleja las miradas de tí, aún es pronto.
Aquello le hizo mostrar una sonrisa. Aún recordaba aquél día en el que Nailah y él robaron unos planos de unas extrañas armas de Big Mum mientras todos se pegaban contra todos. Aquellos planos parecían tener un gran valor, pero… ¿Qué habría hecho Nailah con ellos?
Cuando el moreno llegó a una esquina, se sentó y sacó su machete, afilándolo con una piedra mientras se fumaba un cigarro. Su misión, de momento, era observar. Ver los patrones de la gente y esperar al momento exacto.
Brynn se llevó la mano a la empuñadura de su machete, e impulsándose hacia el frente caminó por la zona, ojeando a la gente e intentando hacer memoria de todos los que allí se encontraban.
Había gente muy temida, como Arribor Neus o Zane D. Kenshin, y las bandas iban de aquí para allá juntos, llamando la atención de los demás. El pirata tenía claro que no podía luchar contra casi nadie de los allí presentes, pero su objetivo principal no era luchar, al menos no gratis. ¿Quién quiere participar en una cruel guerra cuando la mayoría de la gente allí presente puede destruirte con la mirada? No, Brynn tenía otros asuntos entre manos.
Tras unos minutos andando, el espadachín observó cómo Zane llevaba al hombro a una Nailah que yacía inconsciente. El moreno tuvo ganas de ir hasta ella, pero pronto pensó que era una mala idea.
Quieto. Aleja las miradas de tí, aún es pronto.
Aquello le hizo mostrar una sonrisa. Aún recordaba aquél día en el que Nailah y él robaron unos planos de unas extrañas armas de Big Mum mientras todos se pegaban contra todos. Aquellos planos parecían tener un gran valor, pero… ¿Qué habría hecho Nailah con ellos?
Cuando el moreno llegó a una esquina, se sentó y sacó su machete, afilándolo con una piedra mientras se fumaba un cigarro. Su misión, de momento, era observar. Ver los patrones de la gente y esperar al momento exacto.
- Resumen:
Nada interesante, ver a Nailah, recordar cosas y observar a la peña.
Blishard
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Blishard se queda pensativo tras escuchar al anciano. Tras un rato seguido, le dice:
"Señor, prepáreme una de esas bicicletas que mencionó antes, posiblemente acabe usándola. Supongo que estará en tamaño gigante."
Dada la personalidad del veterano, el gigante supone que hará lo que le ha pedido, así que se despide con un gesto y, con la promesa de volver más tarde, se dirige a la cubierta del navío, casi cargándose varias paredes por el camino por culpa del bamboleo del barco, para observar el transcurso de la batalla. Por lo que ve, la Marina decide cesar la persecución. Poco después, escucha como lanzan un submarino.
El albino se da cuenta de que es la hora. Coge su Aegis Lunar y su Dawn Star y se prepara para la inminente lucha. Tras observar un rato más, va recorriendo el barco de cabo a rabo, en busca de más gente para no iniciar una ofensiva en solitario, que sería una muerte casi asegurada. Mientras, va pensando estrategias. Su tamaño puede jugar a su favor, pero también en su contra. Es un blanco mucho más fácil y aunque posiblemente podría hundir un barco sin problemas, él acabaría en el fondo del mar, sin muchas posibilidades de salvación. Cierto, no era un usuario de la legendaria Akuma no Mi, pero era muy pesado, cosas de gigantes. Por lo que había visto, el agua era extremadamente profunda por esa zona. Un paso en falso y acabaría como pasto de los reyes marinos.
Entre estas cavilaciones, se le ocurrió una idea. Se dirigió como pudo a cubierta, sí, otra vez, y se puso a buscar balas de cañón. De encontrar alguna, la cogería y la lanzaría con todas sus fuerzas en dirección a los barcos de la Marina. Solo una, para comprobar si servía de algo. Tras eso, continuaría su búsqueda de compañeros de batalla.
"Señor, prepáreme una de esas bicicletas que mencionó antes, posiblemente acabe usándola. Supongo que estará en tamaño gigante."
Dada la personalidad del veterano, el gigante supone que hará lo que le ha pedido, así que se despide con un gesto y, con la promesa de volver más tarde, se dirige a la cubierta del navío, casi cargándose varias paredes por el camino por culpa del bamboleo del barco, para observar el transcurso de la batalla. Por lo que ve, la Marina decide cesar la persecución. Poco después, escucha como lanzan un submarino.
El albino se da cuenta de que es la hora. Coge su Aegis Lunar y su Dawn Star y se prepara para la inminente lucha. Tras observar un rato más, va recorriendo el barco de cabo a rabo, en busca de más gente para no iniciar una ofensiva en solitario, que sería una muerte casi asegurada. Mientras, va pensando estrategias. Su tamaño puede jugar a su favor, pero también en su contra. Es un blanco mucho más fácil y aunque posiblemente podría hundir un barco sin problemas, él acabaría en el fondo del mar, sin muchas posibilidades de salvación. Cierto, no era un usuario de la legendaria Akuma no Mi, pero era muy pesado, cosas de gigantes. Por lo que había visto, el agua era extremadamente profunda por esa zona. Un paso en falso y acabaría como pasto de los reyes marinos.
Entre estas cavilaciones, se le ocurrió una idea. Se dirigió como pudo a cubierta, sí, otra vez, y se puso a buscar balas de cañón. De encontrar alguna, la cogería y la lanzaría con todas sus fuerzas en dirección a los barcos de la Marina. Solo una, para comprobar si servía de algo. Tras eso, continuaría su búsqueda de compañeros de batalla.
Jiren
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En el trascurso de la batalla naval me di cuenta que nuestros intentos de hundir la nave enemiga eran en vano. Teníamos enfrente un buque revolucionario prácticamente intacto. Realmente no me sorprendía, ¿qué esperar de alguien que nunca había disparado un cañón? Si es que ya sabía yo que no me tendrían que haber colocado en esa posición...bueno, ya daba igual, el barco estaba enfrente nuestro y no podíamos hacer mucho más, solo esperar por las próximas órdenes.
Durante esta reflexión que estaba pasando por mi cabeza, mi recién conocida compañera me sacó de mi ensimismamiento, preguntándome sobre una muchacha rubia que al parecer estaba mirándome, aunque no podría asegurarlo por completo.
- ¿Qué esa chica está mirándome con intenciones amorosas? - dije en un tono quizás demasiado alto y justo después empecé una sonora carcajada -. No creo que ninguna chica se haya subido a este barco para buscar al amor de su vida - y seguí riéndome desternilladamente -.
Cuando acabé de reírme en mitad de la batalla que se reproducía a mi alrededor, y en vistas de que no podía aportar mucho más debido a mi falta de habilidad con el dichoso cañón, empecé a observar mi alrededor y volví a recaer en la chica rubia. Mi compañera se había acercado a ella y la chica se presentó como Sabela.
Al principio fueron dos cosas las que me llamaron la atención de ella. La primera y menos importante fue que estaba muy tranquila para la situación en la que se encontraba, pero no me extrañaba tanto, podían existir varios motivos por lo que estuviera calmada, como que estuviera acostumbrada a ese tipo de situaciones a pesar de su apariencia. Es más, yo mismo me encontraba calmado y relajado, si no, nunca me hubiera puesto a reírme en tales circunstancias. Pero lo que me tenía no preocupado sino más bien expectante, es que no era capaz de reconocer su ropa, por lo que no podía decidir si era una agente o una marine. Tal era mi curiosidad que me acerqué a preguntarle sobre su procedencia.
- Buenas, yo soy Jiren. Tú eras Sabela, ¿no? Perdona la pregunta, ¿pero qué haces en este barco?
Y mientras esperaba la pregunta, seguía pendiente del barco revolucionario que se nos acercaba, no quería que de repente la acción llegase y nos pillase por sorpresa.
Durante esta reflexión que estaba pasando por mi cabeza, mi recién conocida compañera me sacó de mi ensimismamiento, preguntándome sobre una muchacha rubia que al parecer estaba mirándome, aunque no podría asegurarlo por completo.
- ¿Qué esa chica está mirándome con intenciones amorosas? - dije en un tono quizás demasiado alto y justo después empecé una sonora carcajada -. No creo que ninguna chica se haya subido a este barco para buscar al amor de su vida - y seguí riéndome desternilladamente -.
Cuando acabé de reírme en mitad de la batalla que se reproducía a mi alrededor, y en vistas de que no podía aportar mucho más debido a mi falta de habilidad con el dichoso cañón, empecé a observar mi alrededor y volví a recaer en la chica rubia. Mi compañera se había acercado a ella y la chica se presentó como Sabela.
Al principio fueron dos cosas las que me llamaron la atención de ella. La primera y menos importante fue que estaba muy tranquila para la situación en la que se encontraba, pero no me extrañaba tanto, podían existir varios motivos por lo que estuviera calmada, como que estuviera acostumbrada a ese tipo de situaciones a pesar de su apariencia. Es más, yo mismo me encontraba calmado y relajado, si no, nunca me hubiera puesto a reírme en tales circunstancias. Pero lo que me tenía no preocupado sino más bien expectante, es que no era capaz de reconocer su ropa, por lo que no podía decidir si era una agente o una marine. Tal era mi curiosidad que me acerqué a preguntarle sobre su procedencia.
- Buenas, yo soy Jiren. Tú eras Sabela, ¿no? Perdona la pregunta, ¿pero qué haces en este barco?
Y mientras esperaba la pregunta, seguía pendiente del barco revolucionario que se nos acercaba, no quería que de repente la acción llegase y nos pillase por sorpresa.
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Al final, no nos guió el joven que conocía el capitán, sino que llegaron un par de hombres, que aunque no los miré de forma directa, pude notar algo extraño en como iban vestidos. Sus uniformes casi ni parecían lo que eran, posa atrevida que el nuevo líder de la revolución tenia extraños gustos. Sin embargo, no destacaban en relación con el interior del barco, el cual no parecía que fuese de un barco.
Seguí avanzando con mis compañeros por donde nos guiaban, una habitación, que en mi opinión estaba sobrecargada de adornos y colores. En la habitación se encontraba sentado el líder de la revolución, quien nos recibió con los brazos extendidos, claramente contento de ver al capitán. Se mostró muy amistoso con nosotros ofreciéndonos licor y asiento para poder hablar de la situación. “¿Con calma?” me pregunté repitiendo las palabras del revolucionario. Aquello tampoco paso desapercibido para Dexter que en un tono serio y cortante se negó a ello y mostró las cartas que jugaría esta vez.
-Opino que aquí el líder parece muy tranquilo para la situación en la que nos encontramos – le contesté al capitán mientras levantaba la mirada del libro y miraba con mi ojo cyborg los impulsos eléctricos del revolucionario – Dígame, señor Brownie, ¿Tiene ya preparada una estrategia vencedora o acaso dispone la revolución de un arma capaz de acabar con todo? Porque por lo poco que he visto la revolución no esta en su mejor momento, quizás debería plantearse una tregua con el Gobierno para acabar con esto que nos afecta a todos. – Le comenté directamente al revolucionario, esperaría a que respondiese y luego hablaría con Dexter – Capitán, aquí se nos esta yendo un tiempo preciso, además, Worgulv creo que querrá empezar a combatir.
Seguí avanzando con mis compañeros por donde nos guiaban, una habitación, que en mi opinión estaba sobrecargada de adornos y colores. En la habitación se encontraba sentado el líder de la revolución, quien nos recibió con los brazos extendidos, claramente contento de ver al capitán. Se mostró muy amistoso con nosotros ofreciéndonos licor y asiento para poder hablar de la situación. “¿Con calma?” me pregunté repitiendo las palabras del revolucionario. Aquello tampoco paso desapercibido para Dexter que en un tono serio y cortante se negó a ello y mostró las cartas que jugaría esta vez.
-Opino que aquí el líder parece muy tranquilo para la situación en la que nos encontramos – le contesté al capitán mientras levantaba la mirada del libro y miraba con mi ojo cyborg los impulsos eléctricos del revolucionario – Dígame, señor Brownie, ¿Tiene ya preparada una estrategia vencedora o acaso dispone la revolución de un arma capaz de acabar con todo? Porque por lo poco que he visto la revolución no esta en su mejor momento, quizás debería plantearse una tregua con el Gobierno para acabar con esto que nos afecta a todos. – Le comenté directamente al revolucionario, esperaría a que respondiese y luego hablaría con Dexter – Capitán, aquí se nos esta yendo un tiempo preciso, además, Worgulv creo que querrá empezar a combatir.
Tenebrex
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Edward se levantó, nervioso, cuando las luces se fueron y el anciano le exigió la ayuda que había ofrecido. —¡Sí, sí! ¡Ahora mismo! Una palanca, una palanca... —El chico agitó los brazos y de las palmas de las manos surgieron unos faros, que se encendieron de inmediato e iluminaban con bastante potencia. Del interior del cuerpo del joven surgió un pequeño artefacto, que él se colocó en el ojo derecho, el Visualizador de Estructuras Electrónicas en Entornos Hostiles, o VEEEH.
Caminó recto por el pasillo, siguiendo las instrucciones del hombre, hasta llegar al supuesto cuadro. Por el camino, se preguntaba qué haría Annie, puesto que su chico parecía tener que irse, y qué podría haber causado el apagón. Había sido repentino pero no había oido nada, aunque también es cierto que no estaba muy atento precisamente, tal vez incluso el hombre le había metido prisa antes y no se había dado cuenta. Una vez llegó, habló en voz baja. —Debería tener suficiente fuerza para abrir esto sin tener que recurrir a la "patadita", ¿no? —dijo mientras tiraba de la tapa. Si no lo conseguía, discretamente golpearía con el pie, como avergonzado de tener que hacerlo.
Una vez estuviera abierto el cuadro, ya fuera por hacerlo con las manos o con los pies, activaría la palanca y observaría con su visor la distribución de la corriente, de haberla, para comprobar si esta de cortaba en algún lugar o se desactivaba tras llegar a alguno, buscando defectos en las instalaciones, aunque careciera por completo de las capacidades para arreglarlos.
—Veamos si esto da resultado... —soltaría en voz alta, con cierta curiosidad e inquietud.
Caminó recto por el pasillo, siguiendo las instrucciones del hombre, hasta llegar al supuesto cuadro. Por el camino, se preguntaba qué haría Annie, puesto que su chico parecía tener que irse, y qué podría haber causado el apagón. Había sido repentino pero no había oido nada, aunque también es cierto que no estaba muy atento precisamente, tal vez incluso el hombre le había metido prisa antes y no se había dado cuenta. Una vez llegó, habló en voz baja. —Debería tener suficiente fuerza para abrir esto sin tener que recurrir a la "patadita", ¿no? —dijo mientras tiraba de la tapa. Si no lo conseguía, discretamente golpearía con el pie, como avergonzado de tener que hacerlo.
Una vez estuviera abierto el cuadro, ya fuera por hacerlo con las manos o con los pies, activaría la palanca y observaría con su visor la distribución de la corriente, de haberla, para comprobar si esta de cortaba en algún lugar o se desactivaba tras llegar a alguno, buscando defectos en las instalaciones, aunque careciera por completo de las capacidades para arreglarlos.
—Veamos si esto da resultado... —soltaría en voz alta, con cierta curiosidad e inquietud.
Rocket Raccoon
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Rocket se partía de risa mientras golpeaba y arañaba al marine en cuestión. Sin embargo, no tardó en verse rodeado por sus enemigos. Se puso de pie en la cabeza del marine mientras miraba a todos, como si de un retorcido altar se tratara. El mapache simplemente alzó la mano y en esta se formó una tormenta de arena que empezó a aumentar de tamaño hasta cubrir todo el barco. Saltó y su cuerpo se deshizo en arena, uniéndose a la de la tormenta.
Su propósito era simple. Girar con el aire y, de vez en cuando, recuperar su forma corpórea para aparecer de la nada junto a un marine y dispararle con el primer modo de la Pacificadora, para después volver al flujo de la arena. El mapache era un animal pequeño y escurridizo con la capacidad de convertirse en arena y evitar ataques gracias a dicha habilidad. Por tanto, debía aprovecharlo lo máximo posible para evitar ser golpeado y dar más ataques sorpresa que nadie, sumando aquello a su explosiva capacidad destructiva con las armas.
De no haber sido interrumpidos sus ataques, tras el sexto disparo, recuperaría su forma corpórea en lo más alto del ojo de la tormenta, apuntando a la cubierta del barco con la Pacificadora.
—Click... —susurró al cambiar de modo de disparo—... Click...—volvió a decir tras cargar el arma—... Boom.
Y disparó un misil a cubierta.
Su propósito era simple. Girar con el aire y, de vez en cuando, recuperar su forma corpórea para aparecer de la nada junto a un marine y dispararle con el primer modo de la Pacificadora, para después volver al flujo de la arena. El mapache era un animal pequeño y escurridizo con la capacidad de convertirse en arena y evitar ataques gracias a dicha habilidad. Por tanto, debía aprovecharlo lo máximo posible para evitar ser golpeado y dar más ataques sorpresa que nadie, sumando aquello a su explosiva capacidad destructiva con las armas.
De no haber sido interrumpidos sus ataques, tras el sexto disparo, recuperaría su forma corpórea en lo más alto del ojo de la tormenta, apuntando a la cubierta del barco con la Pacificadora.
—Click... —susurró al cambiar de modo de disparo—... Click...—volvió a decir tras cargar el arma—... Boom.
Y disparó un misil a cubierta.
- Resumen:
- Tormenta de arena, disparar mucho y acabar con un misil a cubiertaPacificadora escribió:El segundo es un lanzamisiles. Dispara pequeños proyectiles del tamaño de de un bolígrafo con potencia para arrasar un radio de tres metros, destruir un radio de 5 y dañar seriamente un radio de 10.
Simo Baker
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—Ni tan mal—, dije al escuchar las especificaciones de nuestro barco. Por mal que el enfadado “papi papas” lo hubiera hecho sonar, que fuera un buque escuela era una buena señal. La mayoría de estos habían sido barcos de combate anteriormente, lo cual quería decir que algo bueno debía de tener. Un barco no sobrevive a tantos años de servicio y batallas porque sí. Además me gustaba el hecho de que tuviera dos torretas delanteras. Con el fuego de estas tendría una buena cobertura para tomar objetivos desde la posición elevada que ofrecería la torre vigía.
El camino hasta el puerto no fue largo, pero aun así dio tiempo suficiente para conversar con el resto de agentes. La culpable de esto fue sin duda la mink —la cual hasta entonces había pensado que era una usuaria zoan—, pues quería saber más sobre nuestras habilidades. Ella no había tenido ningún reparo en contarnos acerca de las suyas, pero yo me mostré reticente a responder. Y no fui el único, el agente al cargo de la división dio una respuesta vaga para contestar sin decir nada realmente. Sus compañeros actuaron de forma parecida, o por lo menos los de más bajo rango, pues “Chispas” nos hizo una demostración. Ya sabía que su fruta le permitía manejar el fuego, pero dejó claro que quemar cosas no era lo único que sabía hacer. Como era de esperar de un agente experimentado sabía bien cómo funcionaba el juego de espías. —Correcto, sé disparar. Aunque lo de que soy peculiar no sé de dónde ha salido—, añadí molesto no por la invasión de la privacidad, sino porque me costaba reconocer que me había superado en preparación.
Paralelamente a la conversación anteriormente mencionada también se habló de echar al ladrón de aperitivos del grupo. Era gracioso que se comentara, pero no venía a cuento ser así de tóxico. Por muy estúpido que fuera no pensaba que pudiera perjudicarnos; como mucho moriría, pero que un novato muriera no iba a afectar al desarrollo final de los eventos que nos esperaban. Es más, estaba seguro de que había una gran cantidad de tipos como él y el chico que se había levantado como primer voluntario. Obviamente todo iría mejor si todos los involucrados fueran gente preparada, pero no era momento de filtrar. Al menos tendríamos buenos cebos para que el enemigo se descubriese. —Relaja chica. Te guste o no, es tu aliado, trata de centrarte en los revolucionarios que vas a enfrentar. Este tipo quizá te salve el culo de alguno de ellos—, dije a la mink intentando que dejara de hablar en contra del que se acababa de disculpar.
Para cuando llegamos al barco una sonrisa se abrió en mi cara. No había duda de que había sido un buque escuela, tenía de todo lo que un marine podría necesitar durante su formación. Uniformes, munición, máscaras de gas, chalecos salvavidas… el etcétera era demasiado largo. Empecé por acercarme a una caja llena de chalecos antibalas y colocarme uno. No era de la mejor calidad posible, pero era más ligero de lo normal, no me molestaría al moverme. Pensé en tomar también un casco, pero no quería perder visibilidad, así que tras levantarlo lo volví en su sitio. Ya llevaba mucho peso en munición, por lo que no quería cargarme en exceso, así que tras eso tan sólo tomé un par de granadas y volví a la cubierta. Si más adelante necesitaba algo siempre podía volver a bajar.
—Voy a la torre vigía para conseguir una buena posición de tiro. ¿Quizá te interese coger un chaleco y unirte a mí?—, recomendé a la pelirrosa. No había pasado por alto que ella también era una tiradora, y pensé que me vendría bien tener alguien que me diera charla mientras trabajaba. No era que me fuese a aburrir ni que quisiera ligar con ella, hablar sobre la situación me ayudaba a encontrar mejor los objetivos prioritarios. «¿Quién mejor que otro tirador para ayudarme a elegirlos?», había pensado.
El camino hasta el puerto no fue largo, pero aun así dio tiempo suficiente para conversar con el resto de agentes. La culpable de esto fue sin duda la mink —la cual hasta entonces había pensado que era una usuaria zoan—, pues quería saber más sobre nuestras habilidades. Ella no había tenido ningún reparo en contarnos acerca de las suyas, pero yo me mostré reticente a responder. Y no fui el único, el agente al cargo de la división dio una respuesta vaga para contestar sin decir nada realmente. Sus compañeros actuaron de forma parecida, o por lo menos los de más bajo rango, pues “Chispas” nos hizo una demostración. Ya sabía que su fruta le permitía manejar el fuego, pero dejó claro que quemar cosas no era lo único que sabía hacer. Como era de esperar de un agente experimentado sabía bien cómo funcionaba el juego de espías. —Correcto, sé disparar. Aunque lo de que soy peculiar no sé de dónde ha salido—, añadí molesto no por la invasión de la privacidad, sino porque me costaba reconocer que me había superado en preparación.
Paralelamente a la conversación anteriormente mencionada también se habló de echar al ladrón de aperitivos del grupo. Era gracioso que se comentara, pero no venía a cuento ser así de tóxico. Por muy estúpido que fuera no pensaba que pudiera perjudicarnos; como mucho moriría, pero que un novato muriera no iba a afectar al desarrollo final de los eventos que nos esperaban. Es más, estaba seguro de que había una gran cantidad de tipos como él y el chico que se había levantado como primer voluntario. Obviamente todo iría mejor si todos los involucrados fueran gente preparada, pero no era momento de filtrar. Al menos tendríamos buenos cebos para que el enemigo se descubriese. —Relaja chica. Te guste o no, es tu aliado, trata de centrarte en los revolucionarios que vas a enfrentar. Este tipo quizá te salve el culo de alguno de ellos—, dije a la mink intentando que dejara de hablar en contra del que se acababa de disculpar.
Para cuando llegamos al barco una sonrisa se abrió en mi cara. No había duda de que había sido un buque escuela, tenía de todo lo que un marine podría necesitar durante su formación. Uniformes, munición, máscaras de gas, chalecos salvavidas… el etcétera era demasiado largo. Empecé por acercarme a una caja llena de chalecos antibalas y colocarme uno. No era de la mejor calidad posible, pero era más ligero de lo normal, no me molestaría al moverme. Pensé en tomar también un casco, pero no quería perder visibilidad, así que tras levantarlo lo volví en su sitio. Ya llevaba mucho peso en munición, por lo que no quería cargarme en exceso, así que tras eso tan sólo tomé un par de granadas y volví a la cubierta. Si más adelante necesitaba algo siempre podía volver a bajar.
—Voy a la torre vigía para conseguir una buena posición de tiro. ¿Quizá te interese coger un chaleco y unirte a mí?—, recomendé a la pelirrosa. No había pasado por alto que ella también era una tiradora, y pensé que me vendría bien tener alguien que me diera charla mientras trabajaba. No era que me fuese a aburrir ni que quisiera ligar con ella, hablar sobre la situación me ayudaba a encontrar mejor los objetivos prioritarios. «¿Quién mejor que otro tirador para ayudarme a elegirlos?», había pensado.
- Resumen de acciones:
- -Blablabla con el grupo.
-Coger un chaleco antibalas y dos granadas del almacén.
-Ir a la torre vigía para tomar la altura.
-Invitar a Taylor para hacer piumpium juntos.
Lance Kashan
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A partir de ahí, simplemente me limité a suponer que debía acatar órdenes hasta que todo se fuese aclarando y tranquilizando. Todos estaban un poco emocionados con la idea de ''una aventura colectiva'' y del dinero fácil a base de arrancar cabezas o recoger unos papelitos, aún cuando estaba completamente seguro que nada es tan fácil como lo pintan, nunca. Y, con los ánimos caldeados como estaban, la chispa podía ser más que fácil de prender, y de propagarse con velocidad. Solo hacía falta un comentario inadecuado, un golpe equivocado o siquiera una mala mirada para que comenzase una pelea, y poca gente sería la que decidiría escapar o quedarse al margen, porque el orgullo y las ganas de pelea sobraban en la sala. Así, la idea más prudente ahora mismo era simplemente seguir a Yuu, ya que tampoco era una persona que pudiéramos definir como calmada o pacífica, sino más bien todo lo contrario.
Cuando me dijo que quizás era el momento de levantarse y abandonar la carpa, ya que no iban a decir nada interesante a estas alturas, simplemente asentí en completo silencio y, apoyando una mano en el respaldo de la silla que había estado ocupando, me levanté a la vez que Grimm. El chico, hombre, señor, o aquello que fuese, porque tampoco me iba a poner a juzgar en estos precisos instantes, nos había hecho un ofrecimiento que, aunque quizás me pudiera haber interesado en cualquier otro contexto, no era el caso. No me terminaba de seducir la idea de subirme al barco de un completo desconocido, por muy bien que lo vendiera, aunque quizás este no era el problema real, sabiendo que sí que estaba aceptando de forma implícita el abordar la misma embarcación que el peliazul. Lo que realmente me incomodaba es desconocer sus capacidades, ni un atisbo de las cotas de su poder, y solo me hacía falta pensar que su barco podría ayudar en este aspecto para que mi mente replicase a su pregunta con un no. Además, por mucho que me doliese, no iba tener ni la más mínima confianza en una persona que va vestida como yo. Era tan simple como eso. Gracias a Dios me ahorré las palabras, ya que Yuu, en el típico tono rudo que había estado demostrando durante todo el tiempo que había estado cerca suya, dio salida a todos y cada uno de mis pensamientos en forma de comentarios tan…, propios de él. Se negaba en rotundo a ir a la guerra con un barco que no fuera el suyo, o al menos así lo entendía yo, y no había mucho más que hablar.
Ignorando el resto de conversación que se pudiese dar a partir de ahí, básicamente caminé hacia delante, siguiendo las pisadas de Yuu, una tras de otra, que llevaban una velocidad decente. Esquivando personas y haciendo provecho de los pocos aspectos buenos que me aportaba mi cuerpo pequeño, logré alcanzar lo que recordaba que era la salida tras un rato sin haber chocado con nadie ni destacar demasiado. Solo me hacía falta golpear a alguien sin querer, que se lo tomase a mal y me liase un problema de la nada por ser descuidado, y no estaba para nada dispuesto a eso, aunque no se podía decir lo mismo de mi acompañante. Ya con la luz del Sol dándome directamente en el cuerpo, volví a sentir la tranquilidad que me había hecho tanta falta allí dentro, y mi pecho dejó de sentir tanta presión como antes. No creía que estar rodeado de tanta gente importante y poderosa diera tal sensación, pero mi cuerpo era capaz de avisarme con sensaciones de malestar para que tuviera la atención necesaria con ese tipo de personas, aunque quizás no era el mejor momento para hablar de eso, mientras me acercaba al barco del señor del parche.
Suspirando, noté como un grupo de gente saludaba desde la cubierta de la embarcación. Bueno, eso no era para nada lo más destacable, sabiendo que dicha embarcación estaba sobre la tierra. Sí. Sobre la tierra. ¿Habían encallado nada más llegar? Porque si era así, no podía depositar muchas esperanzas en aquellas personas. Tampoco es que la tuviera, pero era más algo a tener en cuenta en un futuro cercano.
Cuando me dijo que quizás era el momento de levantarse y abandonar la carpa, ya que no iban a decir nada interesante a estas alturas, simplemente asentí en completo silencio y, apoyando una mano en el respaldo de la silla que había estado ocupando, me levanté a la vez que Grimm. El chico, hombre, señor, o aquello que fuese, porque tampoco me iba a poner a juzgar en estos precisos instantes, nos había hecho un ofrecimiento que, aunque quizás me pudiera haber interesado en cualquier otro contexto, no era el caso. No me terminaba de seducir la idea de subirme al barco de un completo desconocido, por muy bien que lo vendiera, aunque quizás este no era el problema real, sabiendo que sí que estaba aceptando de forma implícita el abordar la misma embarcación que el peliazul. Lo que realmente me incomodaba es desconocer sus capacidades, ni un atisbo de las cotas de su poder, y solo me hacía falta pensar que su barco podría ayudar en este aspecto para que mi mente replicase a su pregunta con un no. Además, por mucho que me doliese, no iba tener ni la más mínima confianza en una persona que va vestida como yo. Era tan simple como eso. Gracias a Dios me ahorré las palabras, ya que Yuu, en el típico tono rudo que había estado demostrando durante todo el tiempo que había estado cerca suya, dio salida a todos y cada uno de mis pensamientos en forma de comentarios tan…, propios de él. Se negaba en rotundo a ir a la guerra con un barco que no fuera el suyo, o al menos así lo entendía yo, y no había mucho más que hablar.
Ignorando el resto de conversación que se pudiese dar a partir de ahí, básicamente caminé hacia delante, siguiendo las pisadas de Yuu, una tras de otra, que llevaban una velocidad decente. Esquivando personas y haciendo provecho de los pocos aspectos buenos que me aportaba mi cuerpo pequeño, logré alcanzar lo que recordaba que era la salida tras un rato sin haber chocado con nadie ni destacar demasiado. Solo me hacía falta golpear a alguien sin querer, que se lo tomase a mal y me liase un problema de la nada por ser descuidado, y no estaba para nada dispuesto a eso, aunque no se podía decir lo mismo de mi acompañante. Ya con la luz del Sol dándome directamente en el cuerpo, volví a sentir la tranquilidad que me había hecho tanta falta allí dentro, y mi pecho dejó de sentir tanta presión como antes. No creía que estar rodeado de tanta gente importante y poderosa diera tal sensación, pero mi cuerpo era capaz de avisarme con sensaciones de malestar para que tuviera la atención necesaria con ese tipo de personas, aunque quizás no era el mejor momento para hablar de eso, mientras me acercaba al barco del señor del parche.
Suspirando, noté como un grupo de gente saludaba desde la cubierta de la embarcación. Bueno, eso no era para nada lo más destacable, sabiendo que dicha embarcación estaba sobre la tierra. Sí. Sobre la tierra. ¿Habían encallado nada más llegar? Porque si era así, no podía depositar muchas esperanzas en aquellas personas. Tampoco es que la tuviera, pero era más algo a tener en cuenta en un futuro cercano.
- Resumen:
-Contestamos a Grimm que no pensamos subirnos en su barco, pero que sí estamos abiertos a que venga en el nuestro.
-Salimos de la carpa sin liarla (creo y espero)
-Estamos al ladito del barco.
-Tener permiso para metarrolear hard a Yuu.
Son las 22:22, y una nueva adanada de cañonazos surca los cielos, aunque en esta ocasión es repelida por una fuerte defensa explosiva, y el cielo arde mientras las pocas nubes que quedaban arremolinadas alrededor de la aguja se disipa por el fuego, despiadado. Los primeros barcos de la marina se acercan ya a los muros, y la respuesta de los enemigos no se hace esperar mientras la Revolución comienza su tarea de aproximación. Tic, tac.
- Schneider Weisse:
- Mientras ahogas sin piedad al payaso, recuerdos llegan a tu cabeza… Una careta empapada, un sórdido sirope rojo por todas partes… Y el payaso está ahogado. Tal vez sea hora de volver a la superficie.
- Hulio:
- Consigues acertar sin problemas al barco. Al fin y al cabo no es un blanco pequeño, pero en el momento en que va a hundirse una salva de cañonazos se dispara, con tan mala suerte que una de las balas estalla en el centro del pecho del vicealmirante Hyrule. Afortunadamente parece ni siquiera inmutarse, y puedes ver una especie de paja alrededor de su pecho al tiempo que el barco que tienes frente a ti explota de pronto en uno de los óculos. ¿Qué ha sido eso? Y más importante, ¿por qué el vicealmirante no deja de bailar?
- Kodama, Erik, los lobitos y los autobuseros de la justicia:
- Mira te comento: Todo va bien, salvo ese extraño bamboleo del barco, el agua que aparentemente ha llegado a la cubierta y los gritos de horror de algunos reclutas y cadetes que corren de aquí para allá llorando, temerosos y pidiendo piedad.
–¡No quiero morir! –Y tras eso se tira al agua, huyendo de la irresponsable navegación de Erik… De Erik Zor-El, no Carter. Que el salvaje es un… Bueno, eso, salvaje.
Pero ese no es el peor de vuestros problemas, ya que un barco criminal se estampa contra vosotros y de ese barco empiezan a abordaros lo que parece un sinfín de criminales. Deberéis apurar, porque el navío ha hecho una brecha en el casco y ahora sí hay un real peligro de hundiros.- Aclaración:
- Podéis acabar con ellos mediante acciones cerradas.
- Steve:
- –Oh, sí, por supuesto. Me encanta mirar paquetes una y otra vez, soy toda una eminencia en abrir paquetes, de hecho –comenta, mientras se acerca de nuevo–. Tengo hasta un programa en Eurodark FM, donde desempaqueto cosas en ASMR.
Lo observa durante un rato con cautela, y saca una lupa para examinarlo mejor. Tras unos instantes te dice:
–La verdad es que es un paquete que me encantaría ver al descubierto, aunque va algo cargado a la derecha. Pero tras un examen más exhaustivo parece que pone algo así como “Formerly Artist Known As Furcio”, aunque eso no puede ser. Furcio lleva años muerto. Y me llamo Andy, vaya. Es un diminutivo de…
Pero la explosión que suena a continuación oculta su identidad. Al menos ya sabes que es Andrew o Andrea, o… Bueno, vaya misterio.
–En fin churri, yo tengo que irme. ¡Suerte con ese paquetón! Quién lo pillara.
- Karasu Tengu, compañía y sus huevos morenos:
- Entre charla y charla abordáis el barco que se os ha asignado. A pesar de la edad que dicen que tiene, una inspección más detenida os indica que se conserva perfectamente, sea cual sea la tripulación se esmera.
Una vez estáis todos instalados os dais cuenta de un pequeño detalle nada más zarpar al frente. Ninguno de los tripulantes del barco baja de los 70 años. Se acercan a vosotros a inspeccionaros con sonrisas arrugadas y ojos curiosos.
- Oh… Sangre joven. Perfecto, esto le dará más vidilla al barco. – Dice uno de ellos.
- Mira qué joven tan mono, te pareces a mi nieto. – Dice otro mirando a Giotto.
- Estáis todos muy famélicos ¿Tenéis hambre? ¿Os frío un huevo? – Comenta otra de las tripulantes mientras pellizca los mofletes de Dretch.
Mientras tanto el barco se aproxima a la línea enemiga, en donde varios navíos aliados se encuentran en un combate cerrado contra los barcos criminales. Un par de ellos se separan y avanzan hacia vosotros, disparando una salva con sus cañones frontales (Están a unos 500m)
- Kiritsu:
Justo cuando Al grita su orden, un recluta que pasaba a su izquierda se sobresalta y se cuadra gritando:
—¡SEÑOR, SÍ, SEÑOR!
Y se va corriendo. Al se ve rodeado de voluntarios a navegador, aunque ninguno de ellos parece tener siquiera las habilidades... Es más, hay un par que son mancos. Dirías que lo único que quieren hacer es acercarse a un almirante.
Ah, y al rato vuelve el recluta con cuatro termos, uno para cada uno. Los termos son enormes, uno podría decir que vienen en "cantidad industrial". Al recluta le cuesta llevarlos. Eso sí, si los bebéis os daréis cuenta de que de sabor no están mal. No se aleja mucho del típico café que os sirven en los descansos de los cuarteles.
- Galhard:
- La conversación con la brigada Alfa, Beta, Gamma parece interesante, pero entonces la voz de una persona llega a tus oídos pidiendo un navegante. Si te giras ves que es el almirante Al Naion, conocido como Koneko, es quien se escucha por encima de todo. Si te interesa, creo que deberías ir, no creo que nadie te diga nada, después de todo es la orden de un superior.
- Bleyd:
- Logras subirte hasta el proyectil de jabón, pero en el momento en que el proyectil se ralentiza notas un ligero zumbido. Tal vez fuera porque los proyectiles de antes eran muy veloces que las armas del artilugio no llegaron a golpearlos, pero según recuperas la aceleración puedes notar cómo a tu alrededor empiezan a peinarte no uno ni dos sino veintitrés pequeños cohetes. El vigésimo cuarto no lo ves del todo, porque se estampa contra la pompa y todo estalla a tu alrededor…
Sales despedido en una nube de fuego tan caliente que sientes tu armadura quemarte la piel, aunque no dura mucho ya que caes al agua y te vas hundiendo hasta el fondo del mar. Por suerte para ti, antes de caer viste que estabas muy, muy, muy cerca de tomar tierra al lado de un gigantesco portón por el que entraría hasta un barco.
- Breasts of liberty:
- Edward, al final tienes que recurrir a la patada, tampoco es que mucha gente te haya visto, por eso de estar a oscuras, la compuerta estaba un poco más vieja de lo que parecía. Por el resto puedes comprobar que los circuitos están en buen estado, simplemente saltó el sistema de emergencia, la palanca debería de conectar el generador con la red principal. La corriente fluye sin problemas y la luz vuelve.
- Bueno. Creo que esto ya está a punto, el combustible repostado, baterías cargadas y torpedos listos. – Comenta el mecánico al cerrar la compuerta en la que estaba trabajando. Tras eso os da un grito mu de pueblo, como si llamara al rebaño. – Ya está todo listo mozos. Por cierto, una vez dentro tened cuidado de lo que tocáis ¿vale? Ahí dentro hay poco espacio y no sería de extrañar que alguien toque un botón o una palanca sin querer.
Los tripulantes empiezan a acceder a los submarinos y los seguros que los mantienen amarrados comienzan a retirarse, a la vez que se sumergen. Hora de ir a la acción.
- Blue Rose:
- Brownie hace al principio un ademán de dar una palmada con las manos al escuchar lo de las orgías y los enanos con cocaína, aunque luego se da cuenta de que Dexter bromea y rectifica.
- Ninguno de nosotros tiene mucho tiempo Señor Black, pero perder la calma en unos momentos tan importantes no nos va a hacer bien, mejor adoptar una pose relajada y dejar que todo fluya a su ritmo. Si va a entrar adelante, la armada revolucionaria lo cubrirá en la medida de lo posible y procurará facilitarle el acceso. En cuanto al plan…- Hace una pequeña pausa mientras rellena su copa y mira a Deathstroke. – Estamos desplegando nuestras tropas en submarinos para poder entrar por un acceso submarino poco vigilado, una ventaja de que este problema se iniciara entre nuestras filas es que se han filtrado planos del interior de la aguja. Si lo deseáis puedo facilitaros una copia para cuando entréis, pero desconocemos si durante la construcción han alterado la distribución de algunas salas. Nuestras tropas especializadas conocen la localización de los sistemas más delicados… o por lo menos su supuesta localización, y están preparados para abrirse paso para poder sabotear esa estructura.
Según puedes ver, Deathstroke, que su pulso a penas cambia mientras os habla aunque, a pesar del aire de tranquilidad que intenta transmitir, no es de piedra, y tampoco está relajado.
- Si necesitáis algo en especial pedidlo y os ayudaré en lo que pueda para que podáis acceder a la aguja.
- Blishard:
Tiras la bala yyyyyy... Agua. Aunque ha caído cerca de uno de los barcos. De todas formas te han preparado ya en el agua, bastante cerca de ti, una bicicleta acuática perfecta para alguien de tu tamaño. Eh, podrías ponerle nombre y todo. Aunque lo mejor será que te subas y vayas al ataque.
- Julianna M. Shelley:
- El cirujano te mira confuso, sin embargo parece creerte.
-Espero que sepas lo que haces – comenta mientras os dirigís junto al herido de bala.
El hombre decide seguir tus órdenes. La vida del revolucionario está en tus manos.
- Maki:
- Nadas. Nadas mucho, quizá demasiado. Tanto que te topas con un muro. Si miras para los lados no hay forma de acceder. Quizás deberías encontrar algo en las profundidades.
- Zuzu:
- El sonido de las alarmas avisa de que quedan tan solo unos minutos para que algunos submarinos se sumerjan. Al colarte en el barco disfrazado no levantas sospechas, pero no podrás quedarte durante toda la batalla en ese pequeño cuarto de provisiones, tarde o temprano aparecerán allí. Quizás lo mejor habría sido colarte en otro submarino para que no te reconociesen tan fácilmente, por lo que si decides salir te encuentras de frente con el oficial que te echó. Este al verte se echa la mano a la cabeza, suspirando y pensando en qué hacer contigo. En tu mano está que harás, ¿deberías disculparte o tal vez escaquearte de nuevo?
- Liv L. Astrid:
- Las puertas del submarino comienzan a cerrarse para ponerse en marcha. Un oficial te para y te mira de arriba abajo, para luego darte un pequeño empujón y decirte que espabiles.
-¡Estás en una guerra! ¿Qué haces ahí parada? ¡Equípate como es debido y busca los cadetes que están desperdigados por el submarino!
El oficial te da una lista de malas maneras en las que hay el nombre de cuatro hombres de aspecto muy peculiar. Habrá que ponerse manos a la obra con Gin Lemon, Pub Mccallan, Drunk Heeringson y Dingo Stark.
- Ummak Zor - El:
- Tu cántico surte efecto. A lo lejos ves que los revolucionarios logran poco a poco llegar a la orilla, arrastrando a los heridos. Caminan erguidos e incluso a esa distancia sabes que hierven de rabia.
El cadete también ha dejado de temblar. Te mira con curiosidad, como si hubiera descubierto algo nuevo. Toma el cuchillo y te imita, sin dudarlo ni un segundo.
- Mi nombre es Eskión, hijo de Eskeon. Y juro por el nombre que me fue dado que hoy estaremos a la altura.
Te estrecha la mano y aunque escuece, por un momento todo es bonito y solemne. Después, tras echar un vistazo a la barca y a la batalla, sacude la cabeza y señala a la aguja, que todavía se alza imponente.
- No. Ir contra la marina no sería más que un suicidio. Es esa máquina la que amenaza el mar y debemos arremeter contra ella para que nadie peligre.
- Rocket:
- Te diviertes en tu tormenta de arena y poco a poco los marines van cayendo con tus disparos. Están atontados, no pueden ver y, en resumen, son un blanco fácil. Vuelves a tu forma de mapachito y estás a punto de jalar el gatillo cuando de repente....
¡Patabúm!
Uno de los marines había aprovechado la confusión para trepar por el mástil y huir de ti, pero se ve que el equilibrio no es lo suyo y se te ha caido encima, aplastándote contra la cubierta que pretendes volar. Se levanta enseguida y se arrodilla frente a ti, temblando de miedo.
- ¡Lo siento muchísimo señor, por favor, tenga piedad!
Vaya, tiene la lengua suelta el marine.
- William, Lysbeth, Ichizake, saco de patatas:
- –¿Sabéis lo difícil que es atender a dos conversaciones a un tiempo?
Tras eso hace una especie de mitosis, dividiéndose en dos, y cada uno de se dirige a sendos invitados.
–Señorita Ardian –dice, sonriente, uno de los Viktor’s–. Lo que espero de usted es que luche por esta causa como si le interesase mi dinero, porque podría darle tanto como para comprar un país. Si no, siempre puede pensar que el mundo en el que vivimos llega a su fin, y si alguien me quitase la corona como rey del Bajo Mundo, alguien menos amigable podría tomar las riendas de este negocio.
–Señor White, es una cuestión meramente procedural. Nadie que haya entrado en mi fiesta va a ir a ninguna parte salvo a luchar aquí. Desde hace diez minutos este lugar se ha estado desplazando tranquilamente por las aguas, y dentro de muy poco llegará a su destino: La entrada trasera de la aguja. Cortesía del Gobierno Mundial.
–Sí, aunque ha sido una sugerencia del señor Elrik –admite–. Al Gobierno le compensa que, por esta vez, el crimen trabaje para él. Pero la mayoría de esos brutos y haraganes no lo harían si no se les paga, y solo un hombre puede reunir tanto dinero en tan poco tiempo… La banca nunca pierde –bufa, finalmente.
- Yuu, Lance:
- - Sabes, no sé cómo ese ha acabado ahí, pero si a todos vosotros os parece tan normal supongo que tenéis un plan cojonudo. – Comenta Grimm mientras os sigue sin rechistar – Además… creo que las cosas se están caldeando ahí dentro, puede que al fin y al cabo sea buena idea moverse.
- Yarmin y Heartless:
Os acercáis a la torre. Bueno, más bien al muro que lo rodea. Sin embargo... no llegáis a acercaros mucho, pues empiezan a ir volando hacia vosotros cosas. Cosas que parecen muy peligrosas. Como misiles, por ejemplo. Parece que esa torre tiene sus propias defensas.
- Brynn:
Observas a la peña. Lo cierto es que el ambiente es variopinto. Hay pelea por un lado, minks juntados por otro, y en otro lado ves a una chica menuda que no debe tener más de diecisiete años teniendo una legión de veinte seguidores. ¿Qué habrá hecho una chica tan joven para tener esos seguidores? Lo mismo deberías acercarte a alguien. Ya sabes, hacer amigos o algo por el estilo. Es decir... a pesar de que todo a tu alrededor parece movidito, es posible que todo se mueva mucho más pronto.
- AEG:
- Marles te mira con una sonrisa desafiante, pero termina aceptando tus condiciones sin ninguna pega.
-Tus órdenes serán respetadas, pero has de saber que la Gran Aguja no debe ser dañada pase lo que pase.
Marles te hace un ademán para que le sigas hacia la parte de atrás en la carpa, en donde encontrarás un pequeño grupo de gente vestidos con ropajes pobres. Cuando te ven, te miran fijamente, pero no de manera hostil sino con admiración.
-¡Hermanos, este hombre, nos llevará a la victoria! - Exclamó alzando los brazos -. Este hombre, nos llevará al corazón de la Gran Aguja y por fin podremos alcanzar el paraíso.
- Dijon/Zay/Valeria/Valar/Max:
- Dijon, aplastas al humano contra el suelo, pero no ves tanto rojo como esperabas. En cuanto le sueltas te agarra del cuello y te lanza al suelo. Notas un ramalazo de dolor por todo el cuerpo y sientes algo cálido en la parte de atrás de tu cabeza. Es sangre. El hombre, que ya no parece tan borracho, te dice antes de irse:
- Esto es solo un aviso, cabrón.
Por otro lado, la chica de antes te saluda y te anima a ir con ellos, pues está acompañada por un chico de pelo blanco. No es la única. A tu lado hay un mink con aspecto bastante fastidiado, dice que se llama Zay. Detrás de él hay otra mink pug un poco cabizbaja.
Zay, la perrita te ha seguido y parece algo alicaída. De repente, notas un toquecito en el hombro. Al girarte, ves a un tipo bastante más bajo que tú, muy musculoso y peludo por todas partes excepto en su escultural y perfecto torso. Lleva un enorme afro esponjoso y no te cuesta comprender que es un mink pomeranian.
- ¡¿Eres tú el que se ha metido con mi hermanita?! ¡Discúlpate ahora mismo con ella!
Su voz es adorable y chillona, por un momento te preguntas si no lo habrá dicho otra persona, pero no, el enano musculado va muy en serio.
- Katharina:
- Los individuos te miran con los ojos de par en par, brillosos de la emoción. Puedes ver que bajo sus túnicas tienen camisetas con tu wanted estampado, y todo es jolgorio y emoción.
—Somos tus admiradores —te dice uno de ellos—. Y vamos a seguirte vayas a donde vayas.
Son un total de cuatro. El primero de ellos, el que conociste hace pocos minutos, es un hombre alto y regordete, con más pelo en la cara que en la cabeza y una escoba que, por la sangre que la mancha, podrías deducir que la usas con la espada. Dos de ellas son mujeres, y gemelas, aunque una tiene el pelo teñido de azul y la otra de rosa. Son de complexión media, poco pecho para ser de este mundo y gafas de pasta, a juego con su pelo, en cuyos laterales tiene la primera dos sais y la segunda dos revólveres. El último es un viejo cebolleta, pero muy bien conservado. Musculado y con un extraño equipo formado por una escoba, tres bolas de cristal y cinco varitas. Si usaras mantra, descubrirías que su poder está por encima de la media en aquel lugar; pero solo si lo usas.
(Tienes libertad para darles nombres a los NPC’s, si así lo deseas)
Mientras estas pasándotelo bien, sientes la presencia de tu capitán y el de otra persona más, justo en la dirección en la que está Viktor, y un total de cinco hombres trajeados, de una estatura en torno al metro ochenta, a excepción de uno de ellos que mide tres metros, en cuyas manos tiene un Tontatta en una especie de pequeño trono. O sea, que son seis seres. Se te acercan y te piden explicaciones.
—Katharina Von Steinhell —dice el tontatta con un extraño acento, parecido a esos cocineros de una isla perdida con forma de bota que preparan pizza, una delicatesen para todos los gustos, mientras mueve las manos juntando los dedos—. Man ditto que no eres lo que aparentas, ¿es eso cierto? —te pregunta, mientras te rodean con aire amenazante, enseñando algún arma de forma sutil para que te estés quieta. Sin embargo, en ese momento, el cabecilla de los Katherheads se va para uno de los mafiosos y le golpea en la cabeza, enviándolo varios metros lejos.
—Las manos donde yo las vea, panda de botarates —espeta, con ira en la mirada.
- Jiren y Scarlett:
- —Proteger el mundo de la devastación, y unir a todos los pueblos en una sola nación —os contesta con altivez.
En ese momento, viene un artillero profesional, un hombre cargado de armas y malos modales.
—Novatos, id a la cubierta y combatid, que tenéis menos puntería que un tirador manco —dice, quitándoos a empujones de allí.
Si le hacéis caso, la cubierta es un lugar muy movido. Hay marines y agentes por todos lados, disparando dese las barandas de cubierta y atacando a todo aquel que osa abordar el barco. Sabela, por su parte, sigue muy tranquila. ¿Cuánto temple tiene esta chica? Bueno, tampoco es que vosotros dos parezcáis nerviosos.
- Elleonora:
- El joven te mira y sonríe, mientras atiende todas y cada una de tus palabras con mucha atención.
—Eres una joven muy perspicaz, señorita Volkihar —te dice—. Viktor ahora está reunido con mi padre, hablando sobre el tema de la limpieza de residuos. Y si te fijas, hay más de un invitado allí —hace un ademán con la mano, hacia el reservado—. Si tienes algo que hablar cuéntame.
Mientras habláis, las presencias de distintas personas llegan hacia a ti. No sientes mucho, pero si ves que las personas que te rodean son muy fuertes, quizás demasiado.
—Parece que están pasándose lo bien allí —bromea, con tono de coqueteo.
- Arashi y Vile Spectre:
- Nadie os pone pegas para salir. Por el camino os encontrais al tipo de antes, el amigo de Nailah que no soportaba el queso de Marc. Qué maleducado. El pobre ha caído al suelo a causa de los hakis, parece que se ha tomado lo de esperaros como algo literal. ¡A costa de todo! Bueno, el caso es que ahí tenéis al saco de patatas, podéis pasar de él o llevároslo. Fuera, a lo lejos, podéis ver lo que queda de la batalla entre la marina y la revolución. A otro lado, la aguja, cada vez más imponente y cercana.
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