Maki
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Maki se deslizó bajo docenas de barcos aquella noche. Allí abajo era invisible, intocable, solo una sombra en la oscuridad, un pedo en la tormenta. Mientras arriba se disparaban, como hacían siempre, él recorría el mar con total sigilo. Lo único que no había previsto era que nadie le siguiera. ¿Hasta ahí había llegado? Tanto tiempo luchando por la Causa para que le dejasen plantado en el momento más importante. Seguro que cuando luego les preguntase le vendrían con la trola habitual de que no podían respirar bajo el agua. Los humanos y sus excusas...
O tal vez estaban allí, justo detrás de él, pero no podía verlos. Es decir, estaba la mar de oscuro. Solo los ocasionales fogonazos que llegaban desde la superficie le indicaban por dónde debía ir. Eso y su espectacular sentido de la orientación. Maki sabía hacia qué dirección tenía que moverse, todo gracias a su complicado sistema de navegación mejorado tras años de práctica: ir en línea recta.
Nota del director: El verdadero sistema de Maki se basa en un complicado algoritmo matemático que tiene en cuenta la inclinación de la Tierra y muchas otras variables físicas y geográficas, pero el matemático que asesoraba al estudio se despidió tras ser acosado sexualmente por el actor que interpreta a Rudy el Rodillo.
Al cabo de un rato se dio cuenta de lo lejos que estaba aquella torre. Hacía rato que no llevaba la cuenta de los minutos que pasaban y pasaban, ni de las brazadas que le acercaban cada vez más a otro espacio vacío de mar. ¿Dónde estaba el mamotreto malvado que tenían que romper? ¿Y el arma destroza-mundos que debía inutilizar? Empezaba a ser un poco molesto eso de nadar sin encontrarla. Y lo que era peor, se le había caído el bigote. La cola con la que se lo pegaba al labio superior no se llevaba muy bien con el agua salada, y ahora el mostacho flotaba poco a poco hacia arriba como una rata muerta y mojada. Una lástima. Maki se sentía desnudo sin su viril bigotón. Tendría que acordarse de coger otro de su colección cuando llegara a casa.
Nota del director: Según los últimos estudios del Gobierno Mundial, los bigotes postizos mojados son ya la principal causa de contaminación marítima. Cada año se recogen más de siete mil toneladas de los océanos, que luego son recicladas como comida para las residencias de ancianos.
De repente, chocó contra algo. Se pegó un buen golpe en la frente contra lo que fuese aquello, que desde luego era más duro que su pobre cabeza. Palpó con las manos hacia los lados y notó que era un objeto bastante grande. Y desde luego no parecía una medusa, que era lo que se esperaba. Gracias a sus ojillos de pez abisal pudo adivinar la forma de una pared. Una pared gigantesca, la verdad, y debía estar hecha de algo duro, como cartón del gordo.
"No puede ser". Pero, ¿y si era? De ser así, significaba más de lo que podía asumir en ese momento. Por fin había llegado, había alcanzado el lugar por el que tanta gente estaba muriendo en ese mismo momento.
-He llegado al final del mar.
Gracias a sus amplios conocimientos de geografía, Maki sabía que toda el agua del mundo estaba rodeada por un muro enorme, como si fuese un cuenco. En la Isla Gyojin corrían todo tipo de historias al respecto. "Quien llegue al final del mar encontrará un tesoro increíble", "El final del mar es el hogar de feroces monstruos malvados", "Más allá del final del mar hay otro mar distinto, de colores y con caballos en vez de peces". Era la clase de cosas que se comentaban. Muchos exploradores -en realidad, no tantos- habían partido en su busca y jamás se había vuelto a saber de ellos. En realidad era gente bastante poco conocida, así que casi nadie sabía nada de ellos incluso antes.
Nota del director: "El final del mar" es el nombre de un cuento infantil muy famoso en la Isla Gyojin. El protagonista es Jerry, un joven y promiscuo gyojin medusa que emprende una sangrienta venganza por la muerte de su hermana prostituta hasta que muere consumido por la sífilis.
En ese momento, Maki tenía dos opciones: ir hacia arriba o ir hacia abajo. Hacia arriba estaba... bueno, la guerra. Y no es que no estuviese dispuesto a tirarse de cabeza a una piscina llena de bombas si era por la Revolución, pero él no tenía cañones ni velas ni palos, y la gente tenía tendencia a dispararle.
Así que fue hacia abajo. Había un motivo perfectamente lógico para hacerlo, y es que abajo es donde las paredes suelen tener las puertas. Ya fuese la entrada a otro mar o al mismísimo paraíso, no perdía nada bajando a echar un vistazo.
O tal vez estaban allí, justo detrás de él, pero no podía verlos. Es decir, estaba la mar de oscuro. Solo los ocasionales fogonazos que llegaban desde la superficie le indicaban por dónde debía ir. Eso y su espectacular sentido de la orientación. Maki sabía hacia qué dirección tenía que moverse, todo gracias a su complicado sistema de navegación mejorado tras años de práctica: ir en línea recta.
Nota del director: El verdadero sistema de Maki se basa en un complicado algoritmo matemático que tiene en cuenta la inclinación de la Tierra y muchas otras variables físicas y geográficas, pero el matemático que asesoraba al estudio se despidió tras ser acosado sexualmente por el actor que interpreta a Rudy el Rodillo.
Al cabo de un rato se dio cuenta de lo lejos que estaba aquella torre. Hacía rato que no llevaba la cuenta de los minutos que pasaban y pasaban, ni de las brazadas que le acercaban cada vez más a otro espacio vacío de mar. ¿Dónde estaba el mamotreto malvado que tenían que romper? ¿Y el arma destroza-mundos que debía inutilizar? Empezaba a ser un poco molesto eso de nadar sin encontrarla. Y lo que era peor, se le había caído el bigote. La cola con la que se lo pegaba al labio superior no se llevaba muy bien con el agua salada, y ahora el mostacho flotaba poco a poco hacia arriba como una rata muerta y mojada. Una lástima. Maki se sentía desnudo sin su viril bigotón. Tendría que acordarse de coger otro de su colección cuando llegara a casa.
Nota del director: Según los últimos estudios del Gobierno Mundial, los bigotes postizos mojados son ya la principal causa de contaminación marítima. Cada año se recogen más de siete mil toneladas de los océanos, que luego son recicladas como comida para las residencias de ancianos.
De repente, chocó contra algo. Se pegó un buen golpe en la frente contra lo que fuese aquello, que desde luego era más duro que su pobre cabeza. Palpó con las manos hacia los lados y notó que era un objeto bastante grande. Y desde luego no parecía una medusa, que era lo que se esperaba. Gracias a sus ojillos de pez abisal pudo adivinar la forma de una pared. Una pared gigantesca, la verdad, y debía estar hecha de algo duro, como cartón del gordo.
"No puede ser". Pero, ¿y si era? De ser así, significaba más de lo que podía asumir en ese momento. Por fin había llegado, había alcanzado el lugar por el que tanta gente estaba muriendo en ese mismo momento.
-He llegado al final del mar.
Gracias a sus amplios conocimientos de geografía, Maki sabía que toda el agua del mundo estaba rodeada por un muro enorme, como si fuese un cuenco. En la Isla Gyojin corrían todo tipo de historias al respecto. "Quien llegue al final del mar encontrará un tesoro increíble", "El final del mar es el hogar de feroces monstruos malvados", "Más allá del final del mar hay otro mar distinto, de colores y con caballos en vez de peces". Era la clase de cosas que se comentaban. Muchos exploradores -en realidad, no tantos- habían partido en su busca y jamás se había vuelto a saber de ellos. En realidad era gente bastante poco conocida, así que casi nadie sabía nada de ellos incluso antes.
Nota del director: "El final del mar" es el nombre de un cuento infantil muy famoso en la Isla Gyojin. El protagonista es Jerry, un joven y promiscuo gyojin medusa que emprende una sangrienta venganza por la muerte de su hermana prostituta hasta que muere consumido por la sífilis.
En ese momento, Maki tenía dos opciones: ir hacia arriba o ir hacia abajo. Hacia arriba estaba... bueno, la guerra. Y no es que no estuviese dispuesto a tirarse de cabeza a una piscina llena de bombas si era por la Revolución, pero él no tenía cañones ni velas ni palos, y la gente tenía tendencia a dispararle.
Así que fue hacia abajo. Había un motivo perfectamente lógico para hacerlo, y es que abajo es donde las paredes suelen tener las puertas. Ya fuese la entrada a otro mar o al mismísimo paraíso, no perdía nada bajando a echar un vistazo.
Sasaki
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¿Podía la cosa desmardrarse más? era posible, pero de momento era suficiente. El capitán de la brigada había pedido unos cafés para llevarnos, principalmente por el borracho de Arthur, quien me pidió que fuese yo quien los llevar ya que eran un poco grandes. Amablemente los cogí y los guarde en mi interior, y no había terminado de guardarlos cuando el pequeño salió deprisa. Al, por otra parte, se encargaba de un joven que se había presentado, luego salió tras de Arthur para detenerle intentando llevarse con el al joven que acababa de contratar.
-Bueno Leiren, sigue al capitán y a Arthur, coge la moto con tonos amarillos que encontrarás fuera, por el ruido que había fuera las han cogido – Le ordené al pelo marojo – yo mientras rellenaré el contrato del chico este que ha llenado.
Tras decirlo busque por los cajones del escritorio los papeles referentes a contratos de nuevos integrantes en brigadas de la Marina. Tras un par de minutos encontré los dichosos papeles ¿Cómo Arthur podía encontrarlos tan rápido? La verdad, eso ahora daba igual, rellené lo más rápido que pude los papeles y los guarde también dentro de mí. Era la hora de alcanzar al resto. Tranquilamente salí y me dirigí hacia las motos, debía de quedar la mía, una preciosa moto de tonalidades rosas. Cree un monigote y me subí a la moto dejando sitio delante al monigote para que condujese él.
El monigote salió a gran velocidad siguiendo las huellas de las otras motos, mientras saque uno de los termos a una mano y a la otra una botella de ron, justo cuando iba a abrirlo dimos un gran salto en caída hacia el mar, por suerte había hielo en este que frenó nuestra caída. Abrí el termo y derramé casi la mitad del café, luego lo rellené con el ron el cual lo caliente un poco en la botella haciendo mi mano de caramelo a gran temperatura. Cuando terminé volví a cerrarlo y lo guarde, haciéndole una pequeña muesca para poder reconocerlo después, sería el de Arthur.
-Bueno Leiren, sigue al capitán y a Arthur, coge la moto con tonos amarillos que encontrarás fuera, por el ruido que había fuera las han cogido – Le ordené al pelo marojo – yo mientras rellenaré el contrato del chico este que ha llenado.
Tras decirlo busque por los cajones del escritorio los papeles referentes a contratos de nuevos integrantes en brigadas de la Marina. Tras un par de minutos encontré los dichosos papeles ¿Cómo Arthur podía encontrarlos tan rápido? La verdad, eso ahora daba igual, rellené lo más rápido que pude los papeles y los guarde también dentro de mí. Era la hora de alcanzar al resto. Tranquilamente salí y me dirigí hacia las motos, debía de quedar la mía, una preciosa moto de tonalidades rosas. Cree un monigote y me subí a la moto dejando sitio delante al monigote para que condujese él.
El monigote salió a gran velocidad siguiendo las huellas de las otras motos, mientras saque uno de los termos a una mano y a la otra una botella de ron, justo cuando iba a abrirlo dimos un gran salto en caída hacia el mar, por suerte había hielo en este que frenó nuestra caída. Abrí el termo y derramé casi la mitad del café, luego lo rellené con el ron el cual lo caliente un poco en la botella haciendo mi mano de caramelo a gran temperatura. Cuando terminé volví a cerrarlo y lo guarde, haciéndole una pequeña muesca para poder reconocerlo después, sería el de Arthur.
Roland von Klauswitz
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"¿Alguien acaba de...? Nah, no creo". Ni de broma había visto a alguien subirse a su burbuja cargada de enormes esferas de plomo preparadas para estallar. Eso habría sido una locura. Sus ojos humanos se estarían haciendo viejos, si es que eso era posible. En momentos como aquel le habría gustado tener un conocimiento más amplio de su propia anatomía. Ser el único en su especie en toda la faz de la Tierra tenía sus ventajas, pero no daba pie a un profundo conocimiento biológico. Todavía se preguntaba si, en caso de ponerse enfermo, debía acudir a un médico o a un jardinero. Por suerte, él era las dos cosas, pero era la clase de cuestión que le habría quitado el sueño de haber tenido necesidad de dormir.
No se planteó, en cambio, el límite de personas que podían caber allí arriba. Cuando el joven comodoro -que él recordaba como sargento, más o menos- también apareció para saludar, Kodama llegó a preguntarse si alguien allí sabía que iban a la batalla o si pensaban que aquello era un crucero de empresa.
-Ha pasado tiempo. Veo que ahora estás... más guapo -comentó, no del todo tranquilo al ver como lanzaba ascuas explosivas con la misma facilidad con la que un niño soplaría pompas de jabón.- Cuidado con eso, chico, algunos estamos mayores como para arder en llamas. Eso me recuerda a cuando...
Estaba a punto de contar la historia de Erick, el sauce que estaba plantado cerca de él en su bosque natal -una historia trepidante, para ser de un árbol-, cuando algo les embistió. o quizás ellos embistieron algo, no podía saberse. Al parecer, todos los timoneles del mundo debían estar enfermos al mismo tiempo y habían dejado a cargo al que menos idea tenía de llevar un barco. Aquel simiesco mamífero de pelo blanco e idioma estrafalario no dejaba de vociferar algo incomprensible mientras, de forma aún más incomprensible, trataba de usar su buque de guerra como ariete. Tal vez, como almirante, debería haberse ocupado de que explicaran a todos los soldados que para atacar ya tenían los cañones. Aquello era como dar cabezazos en un tiroteo. No podía salir bien.
Y no salió.
Kodama chasqueó la lengua, imitando a la perfección el gesto humano salvo por un chorrillo de saliva que se le escapó. Ya lo dominaría. Era más urgente ocuparse del barco enemigo que abordaba su pobre navío cada vez más hundido. Si querían llegar a la torre no podían ir perdiendo barcos tan deprisa, y menos de una forma tan poco ortodoxa. Lo bueno es que, para casos como el que les ocupaba, Kodama podía recurrir al recubrimiento. Podría haber hecho volar el navío envuelto en su jabón, pero colocar un blanco volador tan enorme contra tanta artillería no podía ser buena idea. Era más fácil dejar que entrase algo de agua, cubrirlo con una burbuja y atravesar las líneas enemigas por debajo. Luego solo tendría que hacerlo emerger ante la torre y podrían entrar. Sería coser y cantar si él supiese coser o cantar. Pero antes...
-Tobi, comodoro, ¿podéis limpiar un poco el barco? Y no saquéis brazos ni piernas -advirtió al mismo tiempo que se dejaba caer, dejando tras de sí un reguero de jabón que iría tomando forma para envolver el buque semi-sumergido.
En el aire, desenvainó. Aterrizó con no demasiada elegancia sobre la baranda de su propio barco, justo frente al del enemigo, al que haría trizas con un certero corte de su afilado acero. Empuñó el arma con las dos manos, deseando de nuevo tener otra espada tal y como estaba acostumbrado, contuvo la fotosíntesis un segundo y descargó un poderoso tajo.
No se planteó, en cambio, el límite de personas que podían caber allí arriba. Cuando el joven comodoro -que él recordaba como sargento, más o menos- también apareció para saludar, Kodama llegó a preguntarse si alguien allí sabía que iban a la batalla o si pensaban que aquello era un crucero de empresa.
-Ha pasado tiempo. Veo que ahora estás... más guapo -comentó, no del todo tranquilo al ver como lanzaba ascuas explosivas con la misma facilidad con la que un niño soplaría pompas de jabón.- Cuidado con eso, chico, algunos estamos mayores como para arder en llamas. Eso me recuerda a cuando...
Estaba a punto de contar la historia de Erick, el sauce que estaba plantado cerca de él en su bosque natal -una historia trepidante, para ser de un árbol-, cuando algo les embistió. o quizás ellos embistieron algo, no podía saberse. Al parecer, todos los timoneles del mundo debían estar enfermos al mismo tiempo y habían dejado a cargo al que menos idea tenía de llevar un barco. Aquel simiesco mamífero de pelo blanco e idioma estrafalario no dejaba de vociferar algo incomprensible mientras, de forma aún más incomprensible, trataba de usar su buque de guerra como ariete. Tal vez, como almirante, debería haberse ocupado de que explicaran a todos los soldados que para atacar ya tenían los cañones. Aquello era como dar cabezazos en un tiroteo. No podía salir bien.
Y no salió.
Kodama chasqueó la lengua, imitando a la perfección el gesto humano salvo por un chorrillo de saliva que se le escapó. Ya lo dominaría. Era más urgente ocuparse del barco enemigo que abordaba su pobre navío cada vez más hundido. Si querían llegar a la torre no podían ir perdiendo barcos tan deprisa, y menos de una forma tan poco ortodoxa. Lo bueno es que, para casos como el que les ocupaba, Kodama podía recurrir al recubrimiento. Podría haber hecho volar el navío envuelto en su jabón, pero colocar un blanco volador tan enorme contra tanta artillería no podía ser buena idea. Era más fácil dejar que entrase algo de agua, cubrirlo con una burbuja y atravesar las líneas enemigas por debajo. Luego solo tendría que hacerlo emerger ante la torre y podrían entrar. Sería coser y cantar si él supiese coser o cantar. Pero antes...
-Tobi, comodoro, ¿podéis limpiar un poco el barco? Y no saquéis brazos ni piernas -advirtió al mismo tiempo que se dejaba caer, dejando tras de sí un reguero de jabón que iría tomando forma para envolver el buque semi-sumergido.
En el aire, desenvainó. Aterrizó con no demasiada elegancia sobre la baranda de su propio barco, justo frente al del enemigo, al que haría trizas con un certero corte de su afilado acero. Empuñó el arma con las dos manos, deseando de nuevo tener otra espada tal y como estaba acostumbrado, contuvo la fotosíntesis un segundo y descargó un poderoso tajo.
- Resumen. Los pasajeros del Titanic de Erik, lean:
- Blablabla - Plan súperchachi de Kodama: dejar que entre un poco de agua para que el barco de vaya hundiendo, envolverlo en una pompa de recubrimiento tamaño megasúper para así pasar por debajo de los barcos de los malos y luego emerger frente a la torre como si tal cosa - Cortar en dos el barco criminal (no sé si las acciones cerradas abarcan también el navío, así que no lo doy por hecho)
Marc Kiedis
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Apenas unos instantes después de que uno de los hombres sentados junto a Viktor les sugiriera que se marchasen, una firme convicción de que estaban perdiendo el tiempo y de que no tenían nada más que hacer allí invadió a Marc. Tanto fue así que, cuando Nailah propuso marcharse, el semigigante se apresuró a mostrarse totalmente de acuerdo con ella.
Durante los confusos momentos siguientes la tensión escaló a una velocidad vertiginosa. Spanner atacó al hombre que había hablado, y una poderosa presencia se hizo patente, mostrando un poder similar al que había usado el pelirrojo previamente. En ese momento el mundo se volvió negro.
Lo siguiente que sintió fue el frío del agua empapándole y el tacto de la mano de Luka sobre su rostro. Sobresaltado y aún algo mareado, el cocinero se puso en pie rápidamente, con lo que estuvo a punto de volver a caer al suelo. Para su sorpresa volvían a estar en la carpa, fuera de la zona privada de Viktor. Mientras escuchaba una tensa conversación entre el gyojin y su capitán, Marc terminó de enterarse de lo que había ocurrido mientras había estado inconsciente.
Finalmente la decisión fue embarcar en el nuevo navío de la banda, Kin no Otome, que habían estrenado en su camino hacia allí. Cuando Zane divisó a lo lejos (tan lejos que para el semigigante eran apenas puntitos sobre el mar) los barcos apostados por Viktor como cordón defensivo, le encargó el control del timón, tarea que asumió con gusto. En ese momento Therax regresó tras haber estado durante el último rato con la Revolución.
- Hola, Ther. ¿Qué tal estaba Annie? - preguntó sonriente el grandullón, ya a los mandos del vehículo. La novia del rubio le cayó muy bien cuando la conoció en Gray Rock, y desde entonces siempre había pensado que ambos hacían una pareja realmente adorable.
Poco después, el Contramaestre generó un fuerte viento para impulsar nuevamente el navío. Mientras el cocinero se afanaba en manejar la trayectoria del barco a aquella velocidad, el Descamisetado realizó una serie de ridículas piruetas aéreas que culminaron en una descomunal onda cortante. Marc, aún riéndose ante el dantesco espectáculo que había sido ver a su capitán danzando en el aire cual grácil y liviana adolescente, no pudo sino sorprenderse de que tan esperpénticos preámbulos hubiesen desembocado en una técnica tan poderosa.
Durante los confusos momentos siguientes la tensión escaló a una velocidad vertiginosa. Spanner atacó al hombre que había hablado, y una poderosa presencia se hizo patente, mostrando un poder similar al que había usado el pelirrojo previamente. En ese momento el mundo se volvió negro.
Lo siguiente que sintió fue el frío del agua empapándole y el tacto de la mano de Luka sobre su rostro. Sobresaltado y aún algo mareado, el cocinero se puso en pie rápidamente, con lo que estuvo a punto de volver a caer al suelo. Para su sorpresa volvían a estar en la carpa, fuera de la zona privada de Viktor. Mientras escuchaba una tensa conversación entre el gyojin y su capitán, Marc terminó de enterarse de lo que había ocurrido mientras había estado inconsciente.
Finalmente la decisión fue embarcar en el nuevo navío de la banda, Kin no Otome, que habían estrenado en su camino hacia allí. Cuando Zane divisó a lo lejos (tan lejos que para el semigigante eran apenas puntitos sobre el mar) los barcos apostados por Viktor como cordón defensivo, le encargó el control del timón, tarea que asumió con gusto. En ese momento Therax regresó tras haber estado durante el último rato con la Revolución.
- Hola, Ther. ¿Qué tal estaba Annie? - preguntó sonriente el grandullón, ya a los mandos del vehículo. La novia del rubio le cayó muy bien cuando la conoció en Gray Rock, y desde entonces siempre había pensado que ambos hacían una pareja realmente adorable.
Poco después, el Contramaestre generó un fuerte viento para impulsar nuevamente el navío. Mientras el cocinero se afanaba en manejar la trayectoria del barco a aquella velocidad, el Descamisetado realizó una serie de ridículas piruetas aéreas que culminaron en una descomunal onda cortante. Marc, aún riéndose ante el dantesco espectáculo que había sido ver a su capitán danzando en el aire cual grácil y liviana adolescente, no pudo sino sorprenderse de que tan esperpénticos preámbulos hubiesen desembocado en una técnica tan poderosa.
- Resumen:
- - Fliparlo con las cosas que van ocurriendo en el reservado de Viktor.
- Desmayarse Haki del Rey style.
- Despertar gracias al agua y el bofetón.
- Ir al barco con el resto.
- Saludar a Therax y preguntarle por Annie (el buen shippeo).
- Ponerse a los mandos del timón y reírse al ver a Zane bailar grácilmente en el aire.
—¡Vicealmirante! —exclamé al ver cómo una bala de cañón impactaba en su pecho. Provenía de la posición en la que se encontraba el barco al que yo había disparado, así que volví a mi lugar junto a la baranda.
¿Acaso había errado mis tiros? No, había visto cómo el láser perforaba la madera. Había escuchado su crujir y los gritos de alarma de los tripulantes. Entonces, ¿podía ser que los daños no hubiesen sido los que yo había esperado? Un rápido vistazo me confirmó que no era así, pues se estaba hundiendo poco a poco. Varios cañones apuntaban hacia nosotros, indicando que eran los responsables de lo sucedido. Maldije por lo bajo cuando, súbitamente, uno de ellos saltó por los aires, desencadenando una explosión que se extendió por lo poco que quedaba del navío.
¿Qué demonios había sucedido? Giré rápidamente el rostro hacia mi superior, que no mostraba ninguna alteración más allá de la paja que cubría su pecho. Un momento... ¿¡Qué era aquello!? Fuese lo que fuese, quien lo mostraba continuaba bailando sobre la cubierta. Los últimos sucesos habían sido demasiado extraños, tanto que hacían pensar en una resistencia que iba más allá de lo esperable o —lo más probable— el poder de alguna fruta del diablo. ¿Y si la extraña danza que no paraba de ejecutar no era fruto de algún psicotrópico?, ¿y si tenía razón de ser?
—¿¡Está bien, señor!? —pregunté a voz en grito, más esperando alguna clase de orden que interesándome de verdad por su salud, que era manifiestamente buena.
Si no recibiese ninguna indicación, situaría otro barco enemigo en mi punto de mira y trataría de repetir el proceso. Proyectiles lumínicos saldrían despedidos de mis dedos, buscando inutilizar las estructuras que permitían que permaneciese a flote.
¿Acaso había errado mis tiros? No, había visto cómo el láser perforaba la madera. Había escuchado su crujir y los gritos de alarma de los tripulantes. Entonces, ¿podía ser que los daños no hubiesen sido los que yo había esperado? Un rápido vistazo me confirmó que no era así, pues se estaba hundiendo poco a poco. Varios cañones apuntaban hacia nosotros, indicando que eran los responsables de lo sucedido. Maldije por lo bajo cuando, súbitamente, uno de ellos saltó por los aires, desencadenando una explosión que se extendió por lo poco que quedaba del navío.
¿Qué demonios había sucedido? Giré rápidamente el rostro hacia mi superior, que no mostraba ninguna alteración más allá de la paja que cubría su pecho. Un momento... ¿¡Qué era aquello!? Fuese lo que fuese, quien lo mostraba continuaba bailando sobre la cubierta. Los últimos sucesos habían sido demasiado extraños, tanto que hacían pensar en una resistencia que iba más allá de lo esperable o —lo más probable— el poder de alguna fruta del diablo. ¿Y si la extraña danza que no paraba de ejecutar no era fruto de algún psicotrópico?, ¿y si tenía razón de ser?
—¿¡Está bien, señor!? —pregunté a voz en grito, más esperando alguna clase de orden que interesándome de verdad por su salud, que era manifiestamente buena.
Si no recibiese ninguna indicación, situaría otro barco enemigo en mi punto de mira y trataría de repetir el proceso. Proyectiles lumínicos saldrían despedidos de mis dedos, buscando inutilizar las estructuras que permitían que permaneciese a flote.
- Resumen:
- Conjeturar sobre las habilidades del vicealmirante Hyrule sin sacar ninguna conclusión, interesarme por su estado y esperar que dé alguna orden. En caso de que no sea así, intentar hundir otro barco mientras el nuestro continúa avanzando hacia el Jinete.
Kenzo Nakajima
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El caos se había desatado en el acorazado. El agua corría por cubierta, muchos reclutas se lanzaban al mar y los que no corrían alarmados. El brazos largos maldecía el nombre del salvaje y de quien le hubiera dejado hacerse con los mandos de la embarcación. Él no tenía ni idea de navegación, pero le parecía imposible que se le diera peor que al peliblanco. Para colmo, justo en ese momento un barco enemigo chocó contra ellos. Una gran brecha se abrió en el navío, y múltiples enemigos comenzaron a abordarlo entre gritos.
Ni corto ni perezoso, Kenzo desenvainó a Amida y Shinigami, las katanas gemelas. El resplandor rojo del mango de ambas armas sobre el grisáceo filo pareció anticipar el derramamiento de sangre. El espadachín se lanzó contra sus enemigos, corriendo entre ellos mientras lanzaba tajos a diestro y siniestro con ambas armas. Paraba los ataques de sus adversarios y los devolvía, hundiendo sus afiladas armas en la carne de los asaltantes, sin pararse ni un momento a preguntarse si acababa con sus vidas o no.
Cuando ya había cortado a siete enemigos, el Almirante Mitoko lanazó una devastadora onda cortante contra el navío enemigo. Al brazos largos le impresionó su fuerza, aunque no dejaba de ser algo lógico tratándose de alguien de su rango. Entonces el hombre-árbol comenzó a hacer algo realmente extraño. Generó una especie de pompa de jabón gigante que envolvió por completo el buque y este se sumergió en el agua.
Tan solo cuando vio que el agua no entraba el hombre-araña se tranquilizó y retomó el combate, acabando en pocos segundos más con tres de los pocos invasores que quedaban. ¿Cuál sería el plan del peculiar Almirante? Y, lo más importante, ¿cuánto podría aguantar la burbuja?
Ni corto ni perezoso, Kenzo desenvainó a Amida y Shinigami, las katanas gemelas. El resplandor rojo del mango de ambas armas sobre el grisáceo filo pareció anticipar el derramamiento de sangre. El espadachín se lanzó contra sus enemigos, corriendo entre ellos mientras lanzaba tajos a diestro y siniestro con ambas armas. Paraba los ataques de sus adversarios y los devolvía, hundiendo sus afiladas armas en la carne de los asaltantes, sin pararse ni un momento a preguntarse si acababa con sus vidas o no.
Cuando ya había cortado a siete enemigos, el Almirante Mitoko lanazó una devastadora onda cortante contra el navío enemigo. Al brazos largos le impresionó su fuerza, aunque no dejaba de ser algo lógico tratándose de alguien de su rango. Entonces el hombre-árbol comenzó a hacer algo realmente extraño. Generó una especie de pompa de jabón gigante que envolvió por completo el buque y este se sumergió en el agua.
Tan solo cuando vio que el agua no entraba el hombre-araña se tranquilizó y retomó el combate, acabando en pocos segundos más con tres de los pocos invasores que quedaban. ¿Cuál sería el plan del peculiar Almirante? Y, lo más importante, ¿cuánto podría aguantar la burbuja?
- Resumen:
- - Cagarse en Eric y en todos sus muertos.
- Desenvainar a Shinigami y Amida (primer turno de carga de ambas) y derrotar/matar a siete delincuentes.
- Fliparlo con la onda cortante y la burbuja de Kodama.
- Una vez ve que el agua no atraviese la burbuja acabar con otros tres asaltantes.
Leiren Evans
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Como de costumbre las cosas en aquella brigada ocurrían a una velocidad vertiginosa. O quizá era que estaba empezando a disociarme demasiado fuerte de todo lo que estaba pasando a mi alrededor; no sé, podía ser cualquiera de las dos, conociéndome tanto a mí como al resto de locos del grupo. Pero bueno, en cualquier caso, ahí estaba, escuchando a Arthur echarle la negra a un pobre novato -o al menos tratando con el pelirrojo- mientras Al y Jack lo miraban así, como con pena. A mí, sinceramente, no me daba pena alguna, no después de todo lo que había sufrido a su vera. De hecho sonreí, sonreí muy fuerte y no disimulé en absoluto.
Y lo siguiente fue un cúmulo de acontecimientos que me hicieron despertar: Jack liándosela a Arthur con alcohol, el novato llorando y largándose -lo más probable a un psicólogo-, Arthur liándola incluso más tras emborracharse... Yo no sé, pero estaba empezando desde hacía un tiempo a disfrutar de lo inverosímil de aquellas cosas y, para mi gusto o desgracia, ser parte de ellas.
—Eh, y bastante bien que me has enseñado —le respondí a Jack cuando dijo lo bien que me había enseñado. Y verdad era, ya que, a excepción de las directas del rubio y el pelirrojo, ignoraba o evadía la mayoría de normas establecidas. Ojo, siempre por el bien de la brigada; demasiado papeleo para hacerlo por las vias adecuadas.
Todos comenzaron a irse, ya preparados de una forma u otra y decidí hacer lo propio, aunque antes de ello me cambié la indumentaria -que estaba un poco para el arrastre- por la típica que tenía, a excepción de que los tonos negros ahora eran del pulcro blanco de la marina; lo que tiene ser el arregla la ropa del grupo, que puedes hacer cosas chachis como esa.
Para cuando hube terminado tanto Jack como yo escuchamos las motocicletas encenderse y ponerse en marcha. Eso dejaba claro una cosa: las cosas iban a ir de mal en peor.
—¿Cómo que la amarilla? ¡La mía es la verde! —solté a prisas mientras salía, desempolvaba mi motocicleta y me montaba en ella.— A ver, a ver... El modo automático era... ¡Este!
Y pulsé un botón. Y fue como si todo se fuese a la mierda de pronto. La moto se puso en marcha de cero a ciento y pico en apenas un par de segundos, tomando el rumbo que habían tomado la de mis superiores, persiguiéndolas sin la necesidad de que yo -y gracias a dios por aquello- la tuviera que conducir.
—¡Un último recurso desesperaadooo...! —grité a modo de grito de guerra mientras me dirigía a la que podía ser mi última misión.
Y lo siguiente fue un cúmulo de acontecimientos que me hicieron despertar: Jack liándosela a Arthur con alcohol, el novato llorando y largándose -lo más probable a un psicólogo-, Arthur liándola incluso más tras emborracharse... Yo no sé, pero estaba empezando desde hacía un tiempo a disfrutar de lo inverosímil de aquellas cosas y, para mi gusto o desgracia, ser parte de ellas.
—Eh, y bastante bien que me has enseñado —le respondí a Jack cuando dijo lo bien que me había enseñado. Y verdad era, ya que, a excepción de las directas del rubio y el pelirrojo, ignoraba o evadía la mayoría de normas establecidas. Ojo, siempre por el bien de la brigada; demasiado papeleo para hacerlo por las vias adecuadas.
Todos comenzaron a irse, ya preparados de una forma u otra y decidí hacer lo propio, aunque antes de ello me cambié la indumentaria -que estaba un poco para el arrastre- por la típica que tenía, a excepción de que los tonos negros ahora eran del pulcro blanco de la marina; lo que tiene ser el arregla la ropa del grupo, que puedes hacer cosas chachis como esa.
Para cuando hube terminado tanto Jack como yo escuchamos las motocicletas encenderse y ponerse en marcha. Eso dejaba claro una cosa: las cosas iban a ir de mal en peor.
—¿Cómo que la amarilla? ¡La mía es la verde! —solté a prisas mientras salía, desempolvaba mi motocicleta y me montaba en ella.— A ver, a ver... El modo automático era... ¡Este!
Y pulsé un botón. Y fue como si todo se fuese a la mierda de pronto. La moto se puso en marcha de cero a ciento y pico en apenas un par de segundos, tomando el rumbo que habían tomado la de mis superiores, persiguiéndolas sin la necesidad de que yo -y gracias a dios por aquello- la tuviera que conducir.
—¡Un último recurso desesperaadooo...! —grité a modo de grito de guerra mientras me dirigía a la que podía ser mi última misión.
- Spoiler:
- Perseguir al loco de Arthur, posiblemente a mi inevitable muerte.
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La noche avanza con lentitud y Taylor se fija en la gran luna llena. Piensa en toda la gente que estará feliz en sus hogares, disfrutando de una noche más como si mañana no fuese el fin del mundo. A ella también le gustaría estar en Kern, con Alexander, sus hermanos y el profesor Fitzgerald, para disfrutar de una agradable velada. Pero no. No podía permitirse flaquear en esos momentos. No podía permitirse que un cielo despejado le nublara la mente.
El Espíritu de Condoriano era un buen barco pese a su tiempo, los marines que lo cuidaban hacían un gran trabajo; sin embargo, era demasiado antiguo para su gusto. Por no decir que a sus compañeros los trataban como a niños pequeños adorables, aunque algunos lo eran más que otros. Taylor paseó por la cubierta, inspeccionando cualquier detalle que pudiese ser relevante y, poco a poco, el buque se puso en marcha.
El sonido de los cañones estaba cada vez más cerca y Taylor divisó unos buques luchando entre sí. Sus compañeros idearon un plan para ir contra ellos mientras que Simo le propuso ir a la torre vigía. La autómata miró el lugar, desde aquella altura podría tener un campo de visión más grande y advertir a alguno de sus compañeros si ocurría algo, por no decir que era tiradora.
-Iré contigo - Le dijo a Simo, yendo detrás de él. Y mientras subía soltó algún que otro comentario en voz baja -. Este buque necesita más tecnología...
Taylor estaba acostumbrada a lugares con un alto potencial tecnológico, y el buque de los ancianos seguramente la poseyera, pero no de la manera que ella quería. Subió a la torre y apoyó las manos sobre la madera barnizada de la barandilla, observando la situación y viendo como sus compañeros desenvolvían.
-¿Es la primera vez que participas en una guerra? - Inquirió la autómata, mirando al horizonte mientras acercaba el zoom de sus ojos.
El Espíritu de Condoriano era un buen barco pese a su tiempo, los marines que lo cuidaban hacían un gran trabajo; sin embargo, era demasiado antiguo para su gusto. Por no decir que a sus compañeros los trataban como a niños pequeños adorables, aunque algunos lo eran más que otros. Taylor paseó por la cubierta, inspeccionando cualquier detalle que pudiese ser relevante y, poco a poco, el buque se puso en marcha.
El sonido de los cañones estaba cada vez más cerca y Taylor divisó unos buques luchando entre sí. Sus compañeros idearon un plan para ir contra ellos mientras que Simo le propuso ir a la torre vigía. La autómata miró el lugar, desde aquella altura podría tener un campo de visión más grande y advertir a alguno de sus compañeros si ocurría algo, por no decir que era tiradora.
-Iré contigo - Le dijo a Simo, yendo detrás de él. Y mientras subía soltó algún que otro comentario en voz baja -. Este buque necesita más tecnología...
Taylor estaba acostumbrada a lugares con un alto potencial tecnológico, y el buque de los ancianos seguramente la poseyera, pero no de la manera que ella quería. Subió a la torre y apoyó las manos sobre la madera barnizada de la barandilla, observando la situación y viendo como sus compañeros desenvolvían.
-¿Es la primera vez que participas en una guerra? - Inquirió la autómata, mirando al horizonte mientras acercaba el zoom de sus ojos.
Gareth Silverwing
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Lo había conseguido, había sido capaz de reunir a la brigada y ahora todos me seguían a la batalla. Aunque creo que al me decía algo de parar pero... No quería. La velocidad, la brisa marina, el viento en la cara. Todo sentaba tan bien, me sentía tan a gustito acelerando.
- Pero ALmirante. - Le contesté haciendo hincapié en "Al". - El viento se siente tan bieeeeeen. Es más, creo que tengo caaaaaalooooooor.
Dicho esto comencé un juego de equilibrismo ¿Por qué debía limitar esta agradable sensación del viento sólo a mi cabeza y a mis brazos? ¿Por qué no a todo el cuerpo? Rápidamente comencé a quitarme prendas de ropa y a lanzarlas a donde la fuerza de la trama las llevase, quedando casi tan expuestas a los designios del viento como mi propia piel. Tras eso subí mis pies, primero al asiento de la moto, luego a los manillares y, tras tres ademanes de caerme al agua conseguí ponerme de pie sobre los manillares de la moto. Erguido completamente sobre esta y dejando los brazos en forma de T. Había logrado llegar a niveles de exposición prefectos nunca antes alcanzados sólo para poder sentir esa sensación del viento en la piel a gran velocidad.
- ¡Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! - Grité a los cuatro vientos mientras seguía acelerando. - ¡Venid enemigos de la paz, os recibiré con los brazos abiertos! - Reté a cualquier navío criminal que me escuchase, tras lo cual pasé a carcajearme de forma maniática. - ¿Ese es Kodama? ¡Hola Kodamaaaaaaaa! - Saludé enérgicamente al otro almirante mientras pasaba a su lado.
- Pero ALmirante. - Le contesté haciendo hincapié en "Al". - El viento se siente tan bieeeeeen. Es más, creo que tengo caaaaaalooooooor.
Dicho esto comencé un juego de equilibrismo ¿Por qué debía limitar esta agradable sensación del viento sólo a mi cabeza y a mis brazos? ¿Por qué no a todo el cuerpo? Rápidamente comencé a quitarme prendas de ropa y a lanzarlas a donde la fuerza de la trama las llevase, quedando casi tan expuestas a los designios del viento como mi propia piel. Tras eso subí mis pies, primero al asiento de la moto, luego a los manillares y, tras tres ademanes de caerme al agua conseguí ponerme de pie sobre los manillares de la moto. Erguido completamente sobre esta y dejando los brazos en forma de T. Había logrado llegar a niveles de exposición prefectos nunca antes alcanzados sólo para poder sentir esa sensación del viento en la piel a gran velocidad.
- ¡Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! - Grité a los cuatro vientos mientras seguía acelerando. - ¡Venid enemigos de la paz, os recibiré con los brazos abiertos! - Reté a cualquier navío criminal que me escuchase, tras lo cual pasé a carcajearme de forma maniática. - ¿Ese es Kodama? ¡Hola Kodamaaaaaaaa! - Saludé enérgicamente al otro almirante mientras pasaba a su lado.
- Resumen:
- Lo mismo del post anterior + Hacer un T pose nudista encima de la moto
William White
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En un parpadeo se refiere, uno de los integrantes, el que aspecto más joven tenía a su parecer se lanzó a la ofensiva dispuesto atacar a Elliot, si bien el chico iba a una velocidad endiabladamente rápida, tanto que incluso a su ojo le costaba seguirle. Pero eso no se detuvo ahí, más cuando se quiso dar cuenta Zane había detenido al primero. Tras mirar con más detenimiento lo reconoció como miembro de los Arashi, siendo el subcapitán de estos a pesar de no haber oído mucho de este, salvo de ser uno de los hombres de confianza de este.
Justo en el instante en que los compañeros banda andaban enfrascados, otra presencia asoló el lugar, notaba la fuerza de esta más no terminó de resultar hostil. Esta emanaba de la joven que nos había acompañado, el bombón sin duda era una caja de sorpresas, aunque dos personas con esas voluntades era algo increíblemente raro, más viendo que en principio iba a vivir para contarlo. Aún así no pudo evitar ser carcomido por la envidia, como él, que había aprendido a usado el mantra a tan temprana edad no había despertado poder. Sí, sabía la respuesta que le había dado tanto Lucio como Abdull que muy pocos nacían con semejante poder y muchos menos llegaban a detenerlo. Pero aún después de algunos años esa respuesta le continuaba siendo insatisfactoria. Aprovecho el trascurso de esas reflexiones para controlar su respiración cerrar los ojos y tratar de enfrentar a aquella ligera temblará de piernas, haciendo que pareciera un tic nervioso más que otra cosa.
Pero de regreso a lo que nos concernía, vi como tres de los presentes se desmayaban al instante, tal como había sucedido a mi compañero instantes antes. Luego el trio restante de la banda se dedico a recoger a sus compañeros mientras salían escaldados de la carpa, y aunque en cierta forma no me devolvía lo que me habían quitado en la torre, en cierta forma igualaba las tornas.
Cuando habían abandonado la carpa, Viktor se dividió tal como sabía que era capaz de hacer en Jaya, más verlo en persona dio ciertos matices de como funcionaba su poder, algo que sin duda le resultó tranquilizador. Este respondió a ambos de forma casi simultánea, prometiendo a la mujer prácticamente lo que deseará y contestándome a mi de forma algo más ruda. Yo por mi parte, algo más liberado de la tensión que me había provocado el pelirrojo, tomé una botella de al lado y propiné un trago tratando de aclararme la garganta.
No estaba nada satisfecho con las respuestas que le había dado y tenía muchas dudas al respecto, que nos esperaba dentro, la falta de garantías de donde estaban los planos y una infinidad de cosas más. Realmente el gobierno debía estar desesperado para dejar que los criminales lidiáramos con el problema por la puerta trasera, toda esa fuerza descontrolada iba a ser imposible de dirigir y coordinar por mucho que tuvieran los allí presentes.
-A pesar de carecer de planos, intuyó que algunas sospechas de lo que aguarda tras la entrada trasera tendréis ¿Me equivoco señor Smith?- pregunté al agente intentando tirar de la lengua del plan a seguir -Y agradecería que fueran más concisos con lo que desean de nosotros a diferencia de toda esa marabunta de ahí fuera, para eso nos ha llamado ¿No?- finalizaría rascándome antes la garganta y mirando al viejo Voteone del West blue, pues había hecho hincapié en sus nombres por algún motivo en especial.
Esperaría sus respuestas y las intervenciones de los allí presentes, aunque lo que realmente quería perder de vista era el miedo irrefrenable que tenía a Zane.
Justo en el instante en que los compañeros banda andaban enfrascados, otra presencia asoló el lugar, notaba la fuerza de esta más no terminó de resultar hostil. Esta emanaba de la joven que nos había acompañado, el bombón sin duda era una caja de sorpresas, aunque dos personas con esas voluntades era algo increíblemente raro, más viendo que en principio iba a vivir para contarlo. Aún así no pudo evitar ser carcomido por la envidia, como él, que había aprendido a usado el mantra a tan temprana edad no había despertado poder. Sí, sabía la respuesta que le había dado tanto Lucio como Abdull que muy pocos nacían con semejante poder y muchos menos llegaban a detenerlo. Pero aún después de algunos años esa respuesta le continuaba siendo insatisfactoria. Aprovecho el trascurso de esas reflexiones para controlar su respiración cerrar los ojos y tratar de enfrentar a aquella ligera temblará de piernas, haciendo que pareciera un tic nervioso más que otra cosa.
Pero de regreso a lo que nos concernía, vi como tres de los presentes se desmayaban al instante, tal como había sucedido a mi compañero instantes antes. Luego el trio restante de la banda se dedico a recoger a sus compañeros mientras salían escaldados de la carpa, y aunque en cierta forma no me devolvía lo que me habían quitado en la torre, en cierta forma igualaba las tornas.
Cuando habían abandonado la carpa, Viktor se dividió tal como sabía que era capaz de hacer en Jaya, más verlo en persona dio ciertos matices de como funcionaba su poder, algo que sin duda le resultó tranquilizador. Este respondió a ambos de forma casi simultánea, prometiendo a la mujer prácticamente lo que deseará y contestándome a mi de forma algo más ruda. Yo por mi parte, algo más liberado de la tensión que me había provocado el pelirrojo, tomé una botella de al lado y propiné un trago tratando de aclararme la garganta.
No estaba nada satisfecho con las respuestas que le había dado y tenía muchas dudas al respecto, que nos esperaba dentro, la falta de garantías de donde estaban los planos y una infinidad de cosas más. Realmente el gobierno debía estar desesperado para dejar que los criminales lidiáramos con el problema por la puerta trasera, toda esa fuerza descontrolada iba a ser imposible de dirigir y coordinar por mucho que tuvieran los allí presentes.
-A pesar de carecer de planos, intuyó que algunas sospechas de lo que aguarda tras la entrada trasera tendréis ¿Me equivoco señor Smith?- pregunté al agente intentando tirar de la lengua del plan a seguir -Y agradecería que fueran más concisos con lo que desean de nosotros a diferencia de toda esa marabunta de ahí fuera, para eso nos ha llamado ¿No?- finalizaría rascándome antes la garganta y mirando al viejo Voteone del West blue, pues había hecho hincapié en sus nombres por algún motivo en especial.
Esperaría sus respuestas y las intervenciones de los allí presentes, aunque lo que realmente quería perder de vista era el miedo irrefrenable que tenía a Zane.
- Resumen:
-Narrar cosas omitidas en el post anterior(por temas de simultaneidad y segundas rondas).
-Seguir lidiando con miedos, tratando de disimular en la medida de lo posible.
-Perdir al Cirlo que diga que diablos quieren de mi como de ichi. Diferenciandome del resto de personajes de ahí fuera.
Valar Morghul
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Tras saludar a la joven Valeria un nuevo maleante apareció ante nosotros, pero con una actitud mucho más cordial que la del borracho que se encontraba tumbado en el suelo tras el ataque del enorme mink león, algo completamente esperable dada la diferencia de tamaños.
-Encantado de tener a uno más en el grupo- contesté con mi particular alegría al alto pirata que había hecho saltar la alarma de mi lentilla y que ahora se encontraba frente a nosotros dos-. Yo soy Val...- no pude terminar de decirle mi nombre ya que hubo algo que llamó en extremo mi atención, y es que no siempre se ve a una enorme bestia ser sometida con tanta facilidad por un borracho pervertido.
Mientras veía como ese borracho, ya no tan borracho, se alejaba, no dudé un segundo en acercarme al enorme mink león, poniéndome de cuclillas al lado de su enorme cabeza para que pudiese escuchar perfectamente mis palabras pese al bullicio que había en la gran carpa.
-¿Vas a dejarle escapar así? Te ha humillado delante de la peor calaña de los 7 mares y los rumores de que hay un cobarde mink león, blanco como la nieve, no tardaran en llegar a todos los rincones. Además, con tu fuerza seguro que puedes ponerle en su lugar y así todos sabrán que eres un gran guerrero- mi tono alegre había pasado a ser uno serio, tratando de hacer que entendiese la gravedad de la situación y como eso podía perseguirle hasta su muerte. No siempre se daba la oportunidad de ver un espectáculo de esas características y estaba claro que no iba a desaprovechar la oportunidad de intentar provocar un nuevo enfrentamiento entre ambos y así entretenerme un poco más.
Tras acabar mi breve exposición, durante la cual estuve aguantándome la risa, me puse de pie y volví, no sin dejar de mirar por el rabillo del ojo al enorme mink, junto al heterogéneo grupo que había formado con Max y Valeria, apreciando como cerca nuestra había un grupo de tres minks, de aspecto extremadamente divertidos, que tenían sus propias disputas.
-Pensaba dejarme llevar e improvisar, por lo que no tengo ningún plan- respondí sinceramente a la pregunta de Max nada más acercarme, tirándome distraidamente de las costuras de la boca mientras miraba si la bestia albina se disponía a hacer algo interesante. -Vosotros parecéis mucho más listos que yo, así que confiaré en vuestra elección- concluí, lanzando una gran sonrisa a ambos y entrelazando mis manos detrás de la nuca mientras esperaba sus respuestas.
-Encantado de tener a uno más en el grupo- contesté con mi particular alegría al alto pirata que había hecho saltar la alarma de mi lentilla y que ahora se encontraba frente a nosotros dos-. Yo soy Val...- no pude terminar de decirle mi nombre ya que hubo algo que llamó en extremo mi atención, y es que no siempre se ve a una enorme bestia ser sometida con tanta facilidad por un borracho pervertido.
Mientras veía como ese borracho, ya no tan borracho, se alejaba, no dudé un segundo en acercarme al enorme mink león, poniéndome de cuclillas al lado de su enorme cabeza para que pudiese escuchar perfectamente mis palabras pese al bullicio que había en la gran carpa.
-¿Vas a dejarle escapar así? Te ha humillado delante de la peor calaña de los 7 mares y los rumores de que hay un cobarde mink león, blanco como la nieve, no tardaran en llegar a todos los rincones. Además, con tu fuerza seguro que puedes ponerle en su lugar y así todos sabrán que eres un gran guerrero- mi tono alegre había pasado a ser uno serio, tratando de hacer que entendiese la gravedad de la situación y como eso podía perseguirle hasta su muerte. No siempre se daba la oportunidad de ver un espectáculo de esas características y estaba claro que no iba a desaprovechar la oportunidad de intentar provocar un nuevo enfrentamiento entre ambos y así entretenerme un poco más.
Tras acabar mi breve exposición, durante la cual estuve aguantándome la risa, me puse de pie y volví, no sin dejar de mirar por el rabillo del ojo al enorme mink, junto al heterogéneo grupo que había formado con Max y Valeria, apreciando como cerca nuestra había un grupo de tres minks, de aspecto extremadamente divertidos, que tenían sus propias disputas.
-Pensaba dejarme llevar e improvisar, por lo que no tengo ningún plan- respondí sinceramente a la pregunta de Max nada más acercarme, tirándome distraidamente de las costuras de la boca mientras miraba si la bestia albina se disponía a hacer algo interesante. -Vosotros parecéis mucho más listos que yo, así que confiaré en vuestra elección- concluí, lanzando una gran sonrisa a ambos y entrelazando mis manos detrás de la nuca mientras esperaba sus respuestas.
- Resumen (Valeria, Max, Raion/Dijon, Zay):
- -Saludar a Max y presentarme
-Ver como Raion es llevado al suelo por el borracho y dirigirme a su posición sin terminar de presentarme.
-Intentar provocar a Raion para que ataque al borracho y así poder seguir viendo un buen espectáculo.
-Regresar al lado de Valeria y Max y contestar a la pregunta de este último mientras les halago y les digo que les seguiré.
Julianna M. Shelley
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No tardó nada en volver a lavarse las manos y ponerse guantes y mascarilla. El cirujano hizo lo propio y pronto estaban junto al hombre. Julianna comenzó a revolotear alrededor de la camilla dando instrucciones con voz clara y calmada. En la parte de atrás de su cabeza, otra voz muy diferente y a la vez familiar le susurraba palabras de ánimo.
- Yo le aplicaré anestesia local, pero no es conveniente que gastemos más de una dosis. Hay demasiados heridos. Tendremos que hacerlo bien a la primera.
Vigilando las reacciones del paciente, le insertó una vía en la mano y colocó la dosis de anestésico poco a poco. Pronto sus párpados se cerraron. En ese momento, la pequeña agarró una tira elástica y la cerró fuertemente alrededor del brazo del hombre, encima de la herida. Eso debería bastar para contener la hemorragia, de momento.
- Necesito que practique una incisión de dos centímetros justo aquí, al lado izquierdo del orificio.Yo lo mantendré abierto y usted podrá sacar la bala.
Agarró un par de tenacillas de metal, pensadas para ese propósito y aguardó a que el hombre procediera. Si todo iba bien, solo tendrían que evaluar los daños que la bala había causado, desinfectar la zona y cerrar la herida. Sin moverse del sitio, miró a su alrededor para asegurarse de que tenía sutura a mano.
- La coseré yo misma y usted podrá ir a ocuparse de alguien más. No tema, ya lo he hecho más veces.
Repasó mentalmente la lista de cuidados a seguir con una herida de ese tipo. Tenía todo lo necesario en su kit y sabía que podía proporcionárselos. Si el cirujano tenía el pulso firme, la vida de ese hombre no correría peligro.
- Yo le aplicaré anestesia local, pero no es conveniente que gastemos más de una dosis. Hay demasiados heridos. Tendremos que hacerlo bien a la primera.
Vigilando las reacciones del paciente, le insertó una vía en la mano y colocó la dosis de anestésico poco a poco. Pronto sus párpados se cerraron. En ese momento, la pequeña agarró una tira elástica y la cerró fuertemente alrededor del brazo del hombre, encima de la herida. Eso debería bastar para contener la hemorragia, de momento.
- Necesito que practique una incisión de dos centímetros justo aquí, al lado izquierdo del orificio.Yo lo mantendré abierto y usted podrá sacar la bala.
Agarró un par de tenacillas de metal, pensadas para ese propósito y aguardó a que el hombre procediera. Si todo iba bien, solo tendrían que evaluar los daños que la bala había causado, desinfectar la zona y cerrar la herida. Sin moverse del sitio, miró a su alrededor para asegurarse de que tenía sutura a mano.
- La coseré yo misma y usted podrá ir a ocuparse de alguien más. No tema, ya lo he hecho más veces.
Repasó mentalmente la lista de cuidados a seguir con una herida de ese tipo. Tenía todo lo necesario en su kit y sabía que podía proporcionárselos. Si el cirujano tenía el pulso firme, la vida de ese hombre no correría peligro.
La moto seguía acelerando, pero escuchaba tras él los dos motores de Leiren y Jack, que se acercaban poco a poco. Solo esperaba que el peliverde hubiese puesto el piloto automático, porque si no podría suceder cualquier desastre. Y ya tenían bastante con el Arthur borracho y... Espera. ¿Qué? ¡¿Qué?! Arthur se estaba desnudando. "Mierda, mierda, mierda". Apretó el botón rojo.
Fue instantáneo. Al retiró las manos del manillar y su vehículo comenzó a moverse con fuerza propia, siguiendo el errático camino que el enano pelirrojo marcaba en medio de su borrachera, por lo que pudo en un ágil impulso tomar su violín. El viento le golpeaba la cara y apenas sí podía oír el soniquete de sus propios pensamientos, pero la música brotó de él en un abrir y cerrar de ojos inundando el cada vez más escaso mar que recorría.
Con su música dos brazos de hielo tomaron control de la Kiritsu #01, y el control volvió mientras zarcillos de hielo se movían a ritmo de staccato recogiendo las prendas que Arthur arrojaba al aire. Iba a matar a Jack. El contraalmirante iba a estar de un humor de perros por la mañana, y encima con resaca a ver quién lo soportaba. Pero de momento no podía permitir que el enano muriese antes de entrar en la aguja.
¡Y encima saludaba a Kodama! Por si no fuese suficiente vergüenza con ir desnudo por ahí cometía una de las más bochornosas insubordinaciones que podía acometer. Si no se tratase del tranquilo árbol, que tomaba muchas de aquellas cosas como chiquilladas, probablemente Arthur acabase limpiando letrinas en un cuartel del South Blue, sin posibilidad de redención. Bueno, o pasaría de no ser un soldado condecorado parte del equipo operativo del almirantazgo, aunque nunca se había planteado usar sus poderes como Almirante -recalcando el "Al"- para rescatar a Arthur de un merecido castigo.
-¡¿Pero quieres parar quieto?!
Los mismos tentáculos que habían recuperado la ropa del pequeñín trataban de vestirlo y, de paso, frenar a Arthur para evitar que siguiera corriendo. Sin embargo, como Leiren había gritado, necesitaba un último recurso desesperado...
Una amplia lengua de hielo se levantó delante de Arthur, cerrándose en una rueda que, si realmente la moto ignoraba tanto el rozamiento como Xemnas y Arthur habían dicho al construirla, probablemente se quedase atrapado corriendo como en una rueda de hamster hasta que el vehículo perdiese toda su energía... O Arthur se cayese por estar en una posición tan delicada.
-Ah. Hola de nuevo, Kodama -se permitió saludar antes de comprobar qué había sido del burócrata.
Fue instantáneo. Al retiró las manos del manillar y su vehículo comenzó a moverse con fuerza propia, siguiendo el errático camino que el enano pelirrojo marcaba en medio de su borrachera, por lo que pudo en un ágil impulso tomar su violín. El viento le golpeaba la cara y apenas sí podía oír el soniquete de sus propios pensamientos, pero la música brotó de él en un abrir y cerrar de ojos inundando el cada vez más escaso mar que recorría.
Con su música dos brazos de hielo tomaron control de la Kiritsu #01, y el control volvió mientras zarcillos de hielo se movían a ritmo de staccato recogiendo las prendas que Arthur arrojaba al aire. Iba a matar a Jack. El contraalmirante iba a estar de un humor de perros por la mañana, y encima con resaca a ver quién lo soportaba. Pero de momento no podía permitir que el enano muriese antes de entrar en la aguja.
¡Y encima saludaba a Kodama! Por si no fuese suficiente vergüenza con ir desnudo por ahí cometía una de las más bochornosas insubordinaciones que podía acometer. Si no se tratase del tranquilo árbol, que tomaba muchas de aquellas cosas como chiquilladas, probablemente Arthur acabase limpiando letrinas en un cuartel del South Blue, sin posibilidad de redención. Bueno, o pasaría de no ser un soldado condecorado parte del equipo operativo del almirantazgo, aunque nunca se había planteado usar sus poderes como Almirante -recalcando el "Al"- para rescatar a Arthur de un merecido castigo.
-¡¿Pero quieres parar quieto?!
Los mismos tentáculos que habían recuperado la ropa del pequeñín trataban de vestirlo y, de paso, frenar a Arthur para evitar que siguiera corriendo. Sin embargo, como Leiren había gritado, necesitaba un último recurso desesperado...
Una amplia lengua de hielo se levantó delante de Arthur, cerrándose en una rueda que, si realmente la moto ignoraba tanto el rozamiento como Xemnas y Arthur habían dicho al construirla, probablemente se quedase atrapado corriendo como en una rueda de hamster hasta que el vehículo perdiese toda su energía... O Arthur se cayese por estar en una posición tan delicada.
-Ah. Hola de nuevo, Kodama -se permitió saludar antes de comprobar qué había sido del burócrata.
- Resumen:
- ¿Galhard aún está conmigo? Porque intento atrapar al anormal.
Yarmin Prince
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Me acercaba a los puestos de venta cuando algo tiró de mí con tanta fuerza que no pude resistirlo. Una vez que decidí comprobar la situación me encontraba rodeado por el fornido brazo de Arribor Neus sobre una plataforma de sangre, camino a todas esas cosas con pinta tan peligrosa a las que de forma premeditada jamás me habría acercado. ¿Por qué el tuerto tenía que actuar como si no tuviese cerebro? Se suponía que lo que no debía tener era corazón -si su apodo no mentía, aunque si alguien elegía su mote podría llamarse "pepinillo" y nadie sabría a qué es debido-, pero algo de cerebro sí debería demostrar... Bueno, aunque seguramente fuese un fortachón lobotomizado que de poco valía fuera de una granja. Sí, visto lo visto esa era la opción más probable.
-Ehm... Arribor, ¿tú sabes que eso no es buena idea?
Mis palabras fuero... ¿Cómo se dice? ¿Visionarias? ¿Videntes? ¡Premonitorias! ¡Me cago en la puta de bastos joder! ¡Misiles! ¡Nos están frenando con putos misiles hostia! ¡Se veía venir, Arribor, hijo mío! ¡¿Es que no piensas?! ¡Claro que no! ¡Eres indestructible, un pedazo de roca sin sistema nervioso central que pueda comunicarse con el bulbo raquídeo!
Menos mal que no se me había escapado nada en voz alta, porque de haber cabreado a nuestro amigo, sueño de cualquier fetichista del BDSM y pesadilla de Derian Markov -el monarca tenía tres derrotas conocidas, todas a manos de Arribor salvo la última, que corría leyenda negra-, podría haber muerto en un pestañeo. En lugar de eso me apeé como pude y a través del geppou me alejé lo que pude de la zona de muerte, intentando mantenerme en el aire para comprobar si esos dos zopencos estaban todavía vivos o podría informar de que Yarmin Prince ha acabado con el poderoso Arribor Neus.
-Ehm... Arribor, ¿tú sabes que eso no es buena idea?
Mis palabras fuero... ¿Cómo se dice? ¿Visionarias? ¿Videntes? ¡Premonitorias! ¡Me cago en la puta de bastos joder! ¡Misiles! ¡Nos están frenando con putos misiles hostia! ¡Se veía venir, Arribor, hijo mío! ¡¿Es que no piensas?! ¡Claro que no! ¡Eres indestructible, un pedazo de roca sin sistema nervioso central que pueda comunicarse con el bulbo raquídeo!
Menos mal que no se me había escapado nada en voz alta, porque de haber cabreado a nuestro amigo, sueño de cualquier fetichista del BDSM y pesadilla de Derian Markov -el monarca tenía tres derrotas conocidas, todas a manos de Arribor salvo la última, que corría leyenda negra-, podría haber muerto en un pestañeo. En lugar de eso me apeé como pude y a través del geppou me alejé lo que pude de la zona de muerte, intentando mantenerme en el aire para comprobar si esos dos zopencos estaban todavía vivos o podría informar de que Yarmin Prince ha acabado con el poderoso Arribor Neus.
- Resumen:
- Escabulirme de Arribor y desear que muera desde el aire.
Scarlett F. Jones
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La respuesta de la misteriosa mujer fue bastante extraña pero a la vez me traía recuerdos de algún sitio... ¿Era esto a lo que llamaban deja vu? En cualquier caso, volví a poner mi pistola en su sitio pero todavía no me fiaba del todo. Parecía estar loca pero poca precaución es poca en la batalla. Nunca sabes cuando un aliado puede ser un enemigo. Después de este suceso, un artillero de alto rango y de mal humor nos ordenó que apoyáramos en cubierta ya que el enemigo estaba a punto de abordar nuestro navío. Mi compañero parecía estar entusiasmado por poder entrar en combate cuerpo a cuerpo pero, por mi parte, me encontraba molesta ya que no era lo mío. Se me daba mejor el combate a larga o a media distancia.
-¡Señor, sí, señor!- Dije realizando el saludo militar para posteriormente sacar mis pistolas - Vamos a defender el barco pues, Jiren. Pero te advierto de que la lucha cuerpo a cuerpo no es para mí así que puede que necesite tu ayuda en algún instante - Comenté mientras seguía a mi aliado junto a Sabela que seguía dándome malas vibraciones.
Al llegar a la cubierta, numerosos servidores de la justicia se encontraban disparando a los revolucionarios para intentar disminuir el número de enemigos que subieran a nuestro navío. Rápidamente me uní al grupo de los rifles y puse el mío en posición. Jiren había ido a luchar contra los que habían logrado pasar a través de las balas, lo cual me daba un poco de relajación para poder concentrarme en no fallar mis tiros... aunque era probable ya que aún era una novata. Tomé aire y apunté lo mejor que pude. El primer objetivo era un hombre entrado en los 40 años, usando una cuerda para poder subir a cubierta. Al expirar accioné mi dedo y la bala viajó hasta aquel humano con la intención de poner fin a su vida.
Pero no paré ahí, repetí el mismo proceso con otro hombre de camisa negra al cual, esta vez, había apuntado al corazón. Accioné mi dedo y el trozo de metal salió con fuerza hacia mi objetivo. Esperaba ser útil, no quería volver a repetir el fracaso de los cañones. Estuve también pendiente a mi alrededor por si algún revolucionario lograba atravesar la lluvia de plomo.
-¡Señor, sí, señor!- Dije realizando el saludo militar para posteriormente sacar mis pistolas - Vamos a defender el barco pues, Jiren. Pero te advierto de que la lucha cuerpo a cuerpo no es para mí así que puede que necesite tu ayuda en algún instante - Comenté mientras seguía a mi aliado junto a Sabela que seguía dándome malas vibraciones.
Al llegar a la cubierta, numerosos servidores de la justicia se encontraban disparando a los revolucionarios para intentar disminuir el número de enemigos que subieran a nuestro navío. Rápidamente me uní al grupo de los rifles y puse el mío en posición. Jiren había ido a luchar contra los que habían logrado pasar a través de las balas, lo cual me daba un poco de relajación para poder concentrarme en no fallar mis tiros... aunque era probable ya que aún era una novata. Tomé aire y apunté lo mejor que pude. El primer objetivo era un hombre entrado en los 40 años, usando una cuerda para poder subir a cubierta. Al expirar accioné mi dedo y la bala viajó hasta aquel humano con la intención de poner fin a su vida.
Pero no paré ahí, repetí el mismo proceso con otro hombre de camisa negra al cual, esta vez, había apuntado al corazón. Accioné mi dedo y el trozo de metal salió con fuerza hacia mi objetivo. Esperaba ser útil, no quería volver a repetir el fracaso de los cañones. Estuve también pendiente a mi alrededor por si algún revolucionario lograba atravesar la lluvia de plomo.
Kayn Blackthorn
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El ambiente pareció enturbiarse por un instante, cosa que hizo que el sargento alzase una ceja, confuso. No entendía a qué venía tanto revuelo —obviando el que ya había de base por encontrarse en medio de una guerra y esas cosas—, así que decidió ponerse en pie para intentar averiguarlo. Marines corrían de aquí para allá, gimoteando, lloriqueando y gritando algo de que «iban a morir si no lo paraban». ¿Si no paraban el qué? ¿O a quién? ¿Por qué habían perdido la compostura de un momento a otro? Un tambaleo del casco le dio todas las respuestas que necesitaba y, por un instante, su expresión palideció. «¿Quién le ha dado el timón a Eric?».
Tubo que acercarse a uno de los mástiles y sujetarse con una mano para no caer al suelo. El shandian sería un gran marina, un aliado valiosísimo... pero todo un peligro al timón, un demonio del mar. ¿Qué planeaba? ¿Embestir los muros de la aguja de frente con el barco? Si seguían a ese ritmo, lo más probable era que acabasen en el fondo del mar mucho antes de estar cerca de la línea defensiva. Resopló, antes de echar mano a un cabo que corría por ahí, sujetándole por el uniforme y evitando que decidiera lanzarse fuera del barco como ya habían hecho algunos de sus compañeros. Chasqueó la lengua y trató de devolverle la sensatez al marine, mirándole fijamente, de aquella forma tan aterradora que solo le salía a él. Quizá no fuera el más fuerte, ni el de más rango, pero intimidar era algo que le salía con cierta facilidad pese a su personalidad calmada.
Kayn suspiró, comenzando a moverse con cuidado por cubierta para intentar calmar los ánimos de la tripulación mientras se esforzaba por no salir volando y caer al mar en algún volantazo. Sin embargo, durante aquella agotadora tarea, algo perturbó con mucha más fuerza el navío. Por un momento se le pasó por la cabeza que se hubieran estrellado contra algo, aunque lo más correcto sería decir que algo se había estampado contra ellos. El moreno entrecerró los ojos en cuanto vio cómo una infinidad de enemigos comenzaban a abordar el barco. La colisión había dañado el buque, pero antes de que pudieran hacer nada debían ocuparse de sus «invitados». Comenzaba la batalla, y eso que ni siquiera habían llegado a la entrada del Jinete. Nada que no se esperase. Después de todo, no podían pensar que sería un viaje tranquilo hasta las puertas del baluarte. Tanto Eric como Bizvan, Kenzo y el mismísimo almirante Mitoko se lanzaron al ataque, lanzando este último una devastadora onda contra la nave enemiga, en pos de hundirla. El mudo fue el siguiente en cargar, con el puño envuelto en unas fantasmagóricas llamas azules, saltando para coger impulso y encajar un puñetazo en el rostro de uno de los asaltantes, derribándolo al momento.
Los minutos siguientes se sucedieron con rapidez. Hombres y mujeres que salían despedidos por los aires gracias a las fuertes ondas de Eric, otros que caían al suelo con terribles tajos y heridas gracias a los tajos de Kenzo y los ataques del grandullón, así como algunos que se retorcían o caían inconscientes en el suelo, con severas quemaduras producidas por las manos de Blackthorn. No pudo llevar la cuenta de cuántos iba neutralizando, no había tiempo siquiera para pensar. ¿Cuánto hacía desde la última vez que entraba en combate de aquella forma?
Sujetó el brazo de uno de los asaltantes, impidiendo que este llegara a realizar el tajo que pensaba hacerle, apretando con fuerza hasta hacerle el suficiente daño como para que soltase la espada. Una vez desarmado, el puño libre de Kayn se estrelló contra la boca del estómago de su adversario, haciéndole toser e incluso produciéndole náuseas. Una patada más y se libró de él. Para cuando quiso darse cuenta, una pompa había rodeado el barco a medio hundir. Por un instante sintió pavor, aunque este sentimiento amainó en cuanto entendió que era obra del almirante. ¿Qué funcionalidad tendría? ¿Proteger la nave? ¿Evitar que se hundiera? O, por el contrario... ¿dejar que lo hiciera?
Tubo que acercarse a uno de los mástiles y sujetarse con una mano para no caer al suelo. El shandian sería un gran marina, un aliado valiosísimo... pero todo un peligro al timón, un demonio del mar. ¿Qué planeaba? ¿Embestir los muros de la aguja de frente con el barco? Si seguían a ese ritmo, lo más probable era que acabasen en el fondo del mar mucho antes de estar cerca de la línea defensiva. Resopló, antes de echar mano a un cabo que corría por ahí, sujetándole por el uniforme y evitando que decidiera lanzarse fuera del barco como ya habían hecho algunos de sus compañeros. Chasqueó la lengua y trató de devolverle la sensatez al marine, mirándole fijamente, de aquella forma tan aterradora que solo le salía a él. Quizá no fuera el más fuerte, ni el de más rango, pero intimidar era algo que le salía con cierta facilidad pese a su personalidad calmada.
Kayn suspiró, comenzando a moverse con cuidado por cubierta para intentar calmar los ánimos de la tripulación mientras se esforzaba por no salir volando y caer al mar en algún volantazo. Sin embargo, durante aquella agotadora tarea, algo perturbó con mucha más fuerza el navío. Por un momento se le pasó por la cabeza que se hubieran estrellado contra algo, aunque lo más correcto sería decir que algo se había estampado contra ellos. El moreno entrecerró los ojos en cuanto vio cómo una infinidad de enemigos comenzaban a abordar el barco. La colisión había dañado el buque, pero antes de que pudieran hacer nada debían ocuparse de sus «invitados». Comenzaba la batalla, y eso que ni siquiera habían llegado a la entrada del Jinete. Nada que no se esperase. Después de todo, no podían pensar que sería un viaje tranquilo hasta las puertas del baluarte. Tanto Eric como Bizvan, Kenzo y el mismísimo almirante Mitoko se lanzaron al ataque, lanzando este último una devastadora onda contra la nave enemiga, en pos de hundirla. El mudo fue el siguiente en cargar, con el puño envuelto en unas fantasmagóricas llamas azules, saltando para coger impulso y encajar un puñetazo en el rostro de uno de los asaltantes, derribándolo al momento.
Los minutos siguientes se sucedieron con rapidez. Hombres y mujeres que salían despedidos por los aires gracias a las fuertes ondas de Eric, otros que caían al suelo con terribles tajos y heridas gracias a los tajos de Kenzo y los ataques del grandullón, así como algunos que se retorcían o caían inconscientes en el suelo, con severas quemaduras producidas por las manos de Blackthorn. No pudo llevar la cuenta de cuántos iba neutralizando, no había tiempo siquiera para pensar. ¿Cuánto hacía desde la última vez que entraba en combate de aquella forma?
Sujetó el brazo de uno de los asaltantes, impidiendo que este llegara a realizar el tajo que pensaba hacerle, apretando con fuerza hasta hacerle el suficiente daño como para que soltase la espada. Una vez desarmado, el puño libre de Kayn se estrelló contra la boca del estómago de su adversario, haciéndole toser e incluso produciéndole náuseas. Una patada más y se libró de él. Para cuando quiso darse cuenta, una pompa había rodeado el barco a medio hundir. Por un instante sintió pavor, aunque este sentimiento amainó en cuanto entendió que era obra del almirante. ¿Qué funcionalidad tendría? ¿Proteger la nave? ¿Evitar que se hundiera? O, por el contrario... ¿dejar que lo hiciera?
- Resumen:
- Kayn se caga un poco en los muertos de Eric y en sus habilidades como timonel. En cuanto los enemigos abordan el barco se lanza a la batalla junto al resto de tripulantes y flipa un poquillo con la pompa de Kodama.
Mist D. Spanner
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El espadachín clavó la mirada en los presentes cuando su capitán lo detuvo. Resopló y envainó su espada en silencio. La presencia de aquella mujer lo rodeó, poderosa. Sin embargo... no le hizo nada. ¿Tanto había crecido? No, aún estaba lejos de cómo de fuerte debería ser. Sin embargo, era un avance. Cuando Luka llamó su atención asintió y cogió a quien pudo, yendo hacia el barco junto a su capitán y el resto.
Fue en el barco cuando Zane cometió la irresponsabilidad de lanzar por los aires a Nailah hacia Marc. Spanner corrió todo lo rápido que pudo y la cazó en el aire, ligeramente enfadado con su capitán. Chasqueó la lengua y la dejó en el suelo con delicadeza. Le dio un par de bofetadas suaves en la mejilla a la morena para que despertara.
—Vamos, levanta...
Se llevó la mano al interior del kimono que llevaba y sacó una pequeña bota de agua, la cual abrió y vertió un poco del líquido en la cara de la muchacha. Si no despertaba con eso... Se levantó y se llevó la mano al mango de la espada mientras escuchaba a su capitán.
—Yo mismo te daré esa hostia, creeme.
Fue entonces cuando vio al capitán hacer el ataque. Se acercó a él cuando hubo terminado.
—Oye... Perdóname por haber actuado de esa forma tan... impulsiva. Ese hombre te estaba amenazando.
Fue en el barco cuando Zane cometió la irresponsabilidad de lanzar por los aires a Nailah hacia Marc. Spanner corrió todo lo rápido que pudo y la cazó en el aire, ligeramente enfadado con su capitán. Chasqueó la lengua y la dejó en el suelo con delicadeza. Le dio un par de bofetadas suaves en la mejilla a la morena para que despertara.
—Vamos, levanta...
Se llevó la mano al interior del kimono que llevaba y sacó una pequeña bota de agua, la cual abrió y vertió un poco del líquido en la cara de la muchacha. Si no despertaba con eso... Se levantó y se llevó la mano al mango de la espada mientras escuchaba a su capitán.
—Yo mismo te daré esa hostia, creeme.
Fue entonces cuando vio al capitán hacer el ataque. Se acercó a él cuando hubo terminado.
—Oye... Perdóname por haber actuado de esa forma tan... impulsiva. Ese hombre te estaba amenazando.
- Resumen:
- Despertar a Nailah y hablar con el capi
Hayden Ashworth
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—Sí, almirante —contestó el dragón a la orden de su superior—. Escucharé esa historia encantado cuando todo esto haya terminado.
Y bajó de la cofa. Utilizando el geppou para ganar velocidad al bajar, se fue acercando por el aire a uno de los criminales que había tenido la maravillosa idea de abordar el barco de un almirante. El criminal estaba tras la espalda de un distraído Kayn, alzando una gigantesca hacha que no llegó a caer pues su cara encajó el fuerte puño del dragón, cayendo al suelo inconsciente. El comodoro aterrizó arrastrando los pies.
—¡Ojos en la espalda, sargento!
Paró con el dorso de la mano recubierto de haki un espadazo que iba hacia él, apartándolo hacia un lado y descargando un puñetazo en el estómago de su atacante, para después cogerlo del hombro y lanzarlo contra un par de criminales que se le acercaban por el otro lado. El comodoro hizo uso de sus conocimientos en las artes marciales para despachar criminales, aunque no llegaba a usar su fuego, pues había visto como el almirante recubría el barco con una de sus pompas y tal vez calentar el aire de su interior no era la mejor idea.
El comodoro se preguntaba cómo era posible que tantos criminales no fuesen capaces de darle la sensación de pelea que un solo espadachín supo darle en Gray Rock. Cogió a uno de los atacantes por el cuello de la camisa y giró sobre si mismo, para finalmente lanzarlo cual pelota de baseball contra la burbuja que recubría el barco, saliendo de esta sin romperla.
—¡Confiad en la burbuja del almirante! —gritó el dragón— ¡Estaremos bien!
Y bajó de la cofa. Utilizando el geppou para ganar velocidad al bajar, se fue acercando por el aire a uno de los criminales que había tenido la maravillosa idea de abordar el barco de un almirante. El criminal estaba tras la espalda de un distraído Kayn, alzando una gigantesca hacha que no llegó a caer pues su cara encajó el fuerte puño del dragón, cayendo al suelo inconsciente. El comodoro aterrizó arrastrando los pies.
—¡Ojos en la espalda, sargento!
Paró con el dorso de la mano recubierto de haki un espadazo que iba hacia él, apartándolo hacia un lado y descargando un puñetazo en el estómago de su atacante, para después cogerlo del hombro y lanzarlo contra un par de criminales que se le acercaban por el otro lado. El comodoro hizo uso de sus conocimientos en las artes marciales para despachar criminales, aunque no llegaba a usar su fuego, pues había visto como el almirante recubría el barco con una de sus pompas y tal vez calentar el aire de su interior no era la mejor idea.
El comodoro se preguntaba cómo era posible que tantos criminales no fuesen capaces de darle la sensación de pelea que un solo espadachín supo darle en Gray Rock. Cogió a uno de los atacantes por el cuello de la camisa y giró sobre si mismo, para finalmente lanzarlo cual pelota de baseball contra la burbuja que recubría el barco, saliendo de esta sin romperla.
—¡Confiad en la burbuja del almirante! —gritó el dragón— ¡Estaremos bien!
- REsumen:
- Luchar
Ummak Zor-El
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Inexplicablemente contento porque Skión, su nuevo aliado, había correspondido a su juramento; Ummak se dio la vuelta, posó sus ojos sobre la colosal estructura y volvió a sonreír. Justo cuando había decidido sacrificar su misión en pos de ayudar a los enclenques soldados de la armada, los espíritus volvían a recompensar su valía redirigiendo sus pasos hasta el lugar donde probablemente se encontraría su hermano. Interpretando las palabras de su nuevo aliado como los designios de un plan divino, lejos de amedrentarse por el cambio de planes, el shandian dio un enérgico salto hacia el bote sin remos. Una vez a bordo, cortó con su cuchillo un jirón de tela de su capa y mientras se vendaba su mano herida, volvió a hablar en una tosca lengua común:
- Esta noche, Ummak y Skión encontrarse cuando ni siquiera ambos estar buscándose. ¿Suerte? Si, suerte. Suerte haber hecho a nuestros destinos unir de forma temporal y, ahora, Ummak y Skión cruzar mar de guerra hasta allí – dijo de forma solemne, aunque trabándose en algunas palabras, mientras miraba con determinación la aguja.
Sin embargo, a pesar de su entusiasmo, buenas intenciones y los designios divinos, seguía a bordo de una pequeña barca sin remos ni velas. Su pueblo no solía navegar en balsas de madera o metal, tradicionalmente se habían desplazado empleando diales de viento y ligeros patines o skates. Pero, por más que miraba, no lograba encontrar nada parecido a una caracola o concha en aquella embarcación. Lo único extraño que encontró fue una extraña caja de plástico negro en la popa que en un principio supuso que sería algún tipo de timón, pero dado que ya disponía de un timón en la parte delantera, la curiosidad del shandian comenzó a crecer. Se percató entonces de que la caja tenía una discreta manilla del mismo color y que hasta entonces había pasado desapercibida. Aquello definitivamente debía de abrir aquella caja, por lo que, agarrándola con su mano izquierda, tiro de ella con todas sus fuerzas. La manilla estaba unida a una cuerda y la caja no se abrió. Sin embargo, un sonido mecánico y ahogado sonó en el interior de la caja que zumbó durante algunos segundos antes de volver a quedarse en silencio.
Aún más extrañado, el shandian comenzó a extender su cabello lentamente por su nuca hasta que una mano, de tamaño similar a la suya y de color rubio ceniza, salió del interior de los pliegues de su capa para sostener su Kamihageshii. Ahora, con ambas manos libres, el guerrillero tiró con todas sus fuerzas de aquella cuerda hasta que, sin comerlo ni beberlo, esta se salió de la caja. Debido al esfuerzo, Ummak se cayó de espaldas, pero aquel zumbido retornó esta vez de forma constantes y fluida. Fuera lo que fuera que hubiera hecho, algo se había puesto en marcha.
- ¿Tu saber navegar con este trasto? – inquirió mientras arrojaba la cuerda de arranque por la borda – Resto de clan seguramente llevarnos gran ventaja…
- Esta noche, Ummak y Skión encontrarse cuando ni siquiera ambos estar buscándose. ¿Suerte? Si, suerte. Suerte haber hecho a nuestros destinos unir de forma temporal y, ahora, Ummak y Skión cruzar mar de guerra hasta allí – dijo de forma solemne, aunque trabándose en algunas palabras, mientras miraba con determinación la aguja.
Sin embargo, a pesar de su entusiasmo, buenas intenciones y los designios divinos, seguía a bordo de una pequeña barca sin remos ni velas. Su pueblo no solía navegar en balsas de madera o metal, tradicionalmente se habían desplazado empleando diales de viento y ligeros patines o skates. Pero, por más que miraba, no lograba encontrar nada parecido a una caracola o concha en aquella embarcación. Lo único extraño que encontró fue una extraña caja de plástico negro en la popa que en un principio supuso que sería algún tipo de timón, pero dado que ya disponía de un timón en la parte delantera, la curiosidad del shandian comenzó a crecer. Se percató entonces de que la caja tenía una discreta manilla del mismo color y que hasta entonces había pasado desapercibida. Aquello definitivamente debía de abrir aquella caja, por lo que, agarrándola con su mano izquierda, tiro de ella con todas sus fuerzas. La manilla estaba unida a una cuerda y la caja no se abrió. Sin embargo, un sonido mecánico y ahogado sonó en el interior de la caja que zumbó durante algunos segundos antes de volver a quedarse en silencio.
Aún más extrañado, el shandian comenzó a extender su cabello lentamente por su nuca hasta que una mano, de tamaño similar a la suya y de color rubio ceniza, salió del interior de los pliegues de su capa para sostener su Kamihageshii. Ahora, con ambas manos libres, el guerrillero tiró con todas sus fuerzas de aquella cuerda hasta que, sin comerlo ni beberlo, esta se salió de la caja. Debido al esfuerzo, Ummak se cayó de espaldas, pero aquel zumbido retornó esta vez de forma constantes y fluida. Fuera lo que fuera que hubiera hecho, algo se había puesto en marcha.
- ¿Tu saber navegar con este trasto? – inquirió mientras arrojaba la cuerda de arranque por la borda – Resto de clan seguramente llevarnos gran ventaja…
Aki D. Arlia
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Lysbeth regresó al reservado con paso firme. El presunto gyojin había caído al suelo, presa de su voluntad. Tras soltar un pequeño suspiro, se inclinó a su lado y le dio un par de bofetadas en las mejillas intentando que despertara.
Dejando que se ubicase, se adelantó y fue a hablar con Elrik. Consiguió mantener la sonrisa y la aparente calma, aunque por dentro estaba bastante sorprendida. ¿Acababa de clonarse a sí mismo? ¿Como si nada? Desde luego era un hombre interesante y de recursos, aunque en cierto modo parecía que solo quisiera alardear. De cualquier manera, era un dato a tener en cuenta. Lo que ya no le gustó tanto fue la forma en la que le habló. Devolviéndole una cálida sonrisa, le comentó con tranquilidad.
- Señor Elrik, le informo de que no me interesa su dinero y desde luego no podría importarme menos que usted conservase o no su puesto. Si no tiene nada más que pueda ayudarme en el interior de esa aguja, dejaré que se divierta con el resto de sus invitados.
Se dio la vuelta y, antes de marcharse, añadió:
- Aunque yo si fuera usted, procuraría no olvidar mi nombre. Nunca se sabe lo que ocurrirá después, ¿no cree?
Buscó a Elliot con la mirada y una vez encontrado se le acercó. Le puso la mano en el hombro y le dedicó una pequeña sonrisa.
- Creo que voy a ir saliendo. Te espero a ti y a tus compinches en la entrada, si todavía te apetece disfrutar de mi compañía. Al fin y al cabo, hay aguja para todos y más.
Si nadie se lo impedía, se alejaría con calma y se quedaría en la entrada de la carpa, viendo cómo poco a poco se acercaba la aguja.
Dejando que se ubicase, se adelantó y fue a hablar con Elrik. Consiguió mantener la sonrisa y la aparente calma, aunque por dentro estaba bastante sorprendida. ¿Acababa de clonarse a sí mismo? ¿Como si nada? Desde luego era un hombre interesante y de recursos, aunque en cierto modo parecía que solo quisiera alardear. De cualquier manera, era un dato a tener en cuenta. Lo que ya no le gustó tanto fue la forma en la que le habló. Devolviéndole una cálida sonrisa, le comentó con tranquilidad.
- Señor Elrik, le informo de que no me interesa su dinero y desde luego no podría importarme menos que usted conservase o no su puesto. Si no tiene nada más que pueda ayudarme en el interior de esa aguja, dejaré que se divierta con el resto de sus invitados.
Se dio la vuelta y, antes de marcharse, añadió:
- Aunque yo si fuera usted, procuraría no olvidar mi nombre. Nunca se sabe lo que ocurrirá después, ¿no cree?
Buscó a Elliot con la mirada y una vez encontrado se le acercó. Le puso la mano en el hombro y le dedicó una pequeña sonrisa.
- Creo que voy a ir saliendo. Te espero a ti y a tus compinches en la entrada, si todavía te apetece disfrutar de mi compañía. Al fin y al cabo, hay aguja para todos y más.
Si nadie se lo impedía, se alejaría con calma y se quedaría en la entrada de la carpa, viendo cómo poco a poco se acercaba la aguja.
Nailah
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A pesar de que sus deseos no parecían convencer a Zane, una fuerza cayó sobre ella, paralizándola en el suelo y dejándola inconsciente. No supo cuanto tiempo permaneció en aquel estado, pero al cabo de un rato era capaz de escuchar palabras sueltas. Quería despertar, pero no era capaz, algo se lo impedía. Las voces de sus compañeros sonaban muy cerca, incluso podía sentir un leve tambaleo, como si la estuviesen llevando.
Lo primero que sintió en su rostro fue un poco de agua fría acompañada de unas leves palmadas en las mejillas. Al abrir sus ojos lo primero que vio fue a Spanner, tratando de despertarla. Nailah se llevó la mano a la frente y se irguió. Miró hacia los lados, confusa.
-¿Pero... qué? - Fue lo único que preguntó, desorientada.
Ya no se encontraban en la carpa, de hecho Marc estaba al timón, junto con sus compañeros. ¿Cómo había pasado todo tan rápido? La pirata no paraba de hacerse preguntas, hasta que finalmente decidió levantarse y colocarse bien el cinturón de sus espadas.
La luna llena reinaba en los cielos, pero la paz desaparecía con el sonido de la lucha encarnizada que pronto comenzaría gracias a Zane. Nailah recobró las fuerzas enseguida y en cuestión de segundos volvió a ser la misma, la misma mujer temeraria que estaba gustosa de ver el caos en aquel lugar. Sobre todo, por lo que le había hecho aquella mujer de cabellos negro, la que iba acompañada del hombre elegante. Ella no se iría tan fácilmente de la memoria de la morena.
Lo primero que sintió en su rostro fue un poco de agua fría acompañada de unas leves palmadas en las mejillas. Al abrir sus ojos lo primero que vio fue a Spanner, tratando de despertarla. Nailah se llevó la mano a la frente y se irguió. Miró hacia los lados, confusa.
-¿Pero... qué? - Fue lo único que preguntó, desorientada.
Ya no se encontraban en la carpa, de hecho Marc estaba al timón, junto con sus compañeros. ¿Cómo había pasado todo tan rápido? La pirata no paraba de hacerse preguntas, hasta que finalmente decidió levantarse y colocarse bien el cinturón de sus espadas.
La luna llena reinaba en los cielos, pero la paz desaparecía con el sonido de la lucha encarnizada que pronto comenzaría gracias a Zane. Nailah recobró las fuerzas enseguida y en cuestión de segundos volvió a ser la misma, la misma mujer temeraria que estaba gustosa de ver el caos en aquel lugar. Sobre todo, por lo que le había hecho aquella mujer de cabellos negro, la que iba acompañada del hombre elegante. Ella no se iría tan fácilmente de la memoria de la morena.
Noximilien
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Aquella sensación le incomodaba, no podía mover su cuerpo y se sentía como a una marioneta a la que le han cortado los hilos. No era la primer, ni la última seguramente, que se había desmayado, pero sí que no le había pasado nunca desde que estaba en la banda del pelirrojo.
Aquella impotencia, que ni se aliviaba con un sueño o te ponía en alerta con una pesadilla, pues no tenían cabida en aquellas personas que son forzadas a él dormir. ¿Acaso era esto lo que sentía los muertos cuando les llegaba la hora? ¿Impotencia e oscuridad?
Llegaba a la cúspide de los pensamientos sobre la teoría sobre la vida y la muerte, pero una sensación de frio le recorria el rotro. Por un momento se asusta, pues pensó que era un perro que había pasado por ahí y estaba respondiendo a la llamada de la naturaleza. Aunque se le quito de la cabeza, pues como cualquiera que sabría que “eso” no sale precisamente frio.
Logro finalmente abrir los ojos, para ver cómo estaban de nuevo en el barco de los Arashis y como Luka le estaba tratando de despertar con un chorro de agua.
- Que demonio ha… Espera, no, no, no… -Nox recibió un bofetón del gyojin, que termino de espabilarle del todo-. Gracias… supongo.
Pese a levantarse, lo primer que busco fue un lugar donde sentarse. Al encontrarlo, uso la espada como un bastón mientras intentaba recapitular lo sucedid. A su vez llego Therax, de entregar el comunicador al líder revolucionario y de paso, visitar a la novia.
- Viktor, eso ha pasado. Una mujer que estaba con él nos tumbó a la mitad de un solo golpe. Aun me pregunto cómo nos han podido sacar de una pieza.
Miro a su capitán, que empezó a manda de forma diligente. Se notaba su enfado y su forma de expresarlo fue ciertamente destructiva. El señor del bajo mundo quizá se sintiera seguro con su ejército de criminales, pero no será excusa para no temer el hecho de que Kenshin va a la guerra.
Aquella impotencia, que ni se aliviaba con un sueño o te ponía en alerta con una pesadilla, pues no tenían cabida en aquellas personas que son forzadas a él dormir. ¿Acaso era esto lo que sentía los muertos cuando les llegaba la hora? ¿Impotencia e oscuridad?
Llegaba a la cúspide de los pensamientos sobre la teoría sobre la vida y la muerte, pero una sensación de frio le recorria el rotro. Por un momento se asusta, pues pensó que era un perro que había pasado por ahí y estaba respondiendo a la llamada de la naturaleza. Aunque se le quito de la cabeza, pues como cualquiera que sabría que “eso” no sale precisamente frio.
Logro finalmente abrir los ojos, para ver cómo estaban de nuevo en el barco de los Arashis y como Luka le estaba tratando de despertar con un chorro de agua.
- Que demonio ha… Espera, no, no, no… -Nox recibió un bofetón del gyojin, que termino de espabilarle del todo-. Gracias… supongo.
Pese a levantarse, lo primer que busco fue un lugar donde sentarse. Al encontrarlo, uso la espada como un bastón mientras intentaba recapitular lo sucedid. A su vez llego Therax, de entregar el comunicador al líder revolucionario y de paso, visitar a la novia.
- Viktor, eso ha pasado. Una mujer que estaba con él nos tumbó a la mitad de un solo golpe. Aun me pregunto cómo nos han podido sacar de una pieza.
Miro a su capitán, que empezó a manda de forma diligente. Se notaba su enfado y su forma de expresarlo fue ciertamente destructiva. El señor del bajo mundo quizá se sintiera seguro con su ejército de criminales, pero no será excusa para no temer el hecho de que Kenshin va a la guerra.
Rei Arslan
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Cuando el den den mushi que poseía Therax comenzó a sonar, Annie se entristeció. Sabía lo que significaba esa llamada, incluso el rubio había decidido explicárselo. De nuevo, ella lo comprendía y no opuso resistencia a que se fuera. La despedida de ambos terminó con un dulce beso y fundidos en un abrazo, que por más que ambos quisieran alargarlo, el deber no les dejaba. A él le necesitaba su banda, a ella los miembros de la revolución. Estaban destinados a vivir separados en tiempos de guerra.
-Nos veremos dentro de la aguja - Dijo sin soltar aún su mano. - Ten cuidado, a saber que clase de peligros os enfrentáis por culpa de Zane. Y pase lo que pase, cuando todo esto termine, te estaré esperando con una sorpresa - Sonrió, tratando de enmascarar la tristeza de aquel momento.
Annie le vio marchar y con la cabeza gacha se giró hacia sus compañeros. Al escuchar el sonido de la compuerta del submarino cerrarse, el miedo la inundó más todavía. Los submarinos iban a sumergirse en cuestión de segundos y ya no había vuelta atrás. Aunque ella quisiese en el último momento irse con él y ayudarlos en la banda, ya no podía. Estaba atrapada en aquella nave submarina hasta que todo terminase.
Pensó en pedirles que abrieran las compuertas, que la dejaran salir. Ella era lo suficientemente rápida volando como para alcanzarlo, ¡incluso tenía su vivre card! El único problema era abandonar a sus nuevos amigos y a Alistar. El deber la llamaba de nuevo y no podía ignorarlo. Apretó su puño con fuerza, con ganas de golpear algo, pero se contuvo y se cruzó de brazos, para después mirar a Osuka.
-Es hora de ponerse en marcha, ¿estáis preparados? - Inquirió la arquera mirándole y a sus compañeros -. Osuka, me da igual lo que pase con ese tal Krauser, espero que le des su merecido cuando lo encontremos. Tenemos llegar cuanto antes a esa puta aguja porque hoy vamos a salvar el mundo - Las palabras de Annie eran firmes y decididas, llenas de rabia e ira, pero sabía de las capacidades que poseían los cuatro miembros de los Beast of Liberty y nadie les iba a impedir lograr su cometido.
-Nos veremos dentro de la aguja - Dijo sin soltar aún su mano. - Ten cuidado, a saber que clase de peligros os enfrentáis por culpa de Zane. Y pase lo que pase, cuando todo esto termine, te estaré esperando con una sorpresa - Sonrió, tratando de enmascarar la tristeza de aquel momento.
Annie le vio marchar y con la cabeza gacha se giró hacia sus compañeros. Al escuchar el sonido de la compuerta del submarino cerrarse, el miedo la inundó más todavía. Los submarinos iban a sumergirse en cuestión de segundos y ya no había vuelta atrás. Aunque ella quisiese en el último momento irse con él y ayudarlos en la banda, ya no podía. Estaba atrapada en aquella nave submarina hasta que todo terminase.
Pensó en pedirles que abrieran las compuertas, que la dejaran salir. Ella era lo suficientemente rápida volando como para alcanzarlo, ¡incluso tenía su vivre card! El único problema era abandonar a sus nuevos amigos y a Alistar. El deber la llamaba de nuevo y no podía ignorarlo. Apretó su puño con fuerza, con ganas de golpear algo, pero se contuvo y se cruzó de brazos, para después mirar a Osuka.
-Es hora de ponerse en marcha, ¿estáis preparados? - Inquirió la arquera mirándole y a sus compañeros -. Osuka, me da igual lo que pase con ese tal Krauser, espero que le des su merecido cuando lo encontremos. Tenemos llegar cuanto antes a esa puta aguja porque hoy vamos a salvar el mundo - Las palabras de Annie eran firmes y decididas, llenas de rabia e ira, pero sabía de las capacidades que poseían los cuatro miembros de los Beast of Liberty y nadie les iba a impedir lograr su cometido.
Tobías Thorn
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Akuma no mi
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Mi conversación con el Almirante fue de lo más escueta y peculiar, justo como esperaba de él, ya que antes de que pudiese preguntarle si estaba dispuesto a enseñarme las petunias de las que hablaba se lanzó al ataque de forma frenética, al cual no tardó en unirse el nuevo capitán de Wyrm lanzando unos cuantos proyectiles ígneos mientras nuestra embarcación avanzaba a trompicones. Desde donde me encontraba pude comprobar como nuestro barco colisionaba con todo lo que se cruzaba en nuestro paso, por lo que no pude evitar pensar que el timonel se había vuelto loco o estaba borracho. Si tuviese conocimientos de navegación cogería yo mismo el timón antes de que nos arrepintiesemos de ello... Mierda, ya era tarde.
Tuve que agarrarme a la baranda de la cofa y hacer un alarde de equilibrio y agilidad para no caerme de bruces a la borda, hecho que no sería preocupante si no fuese porque la borda comenzó a llenarse de agua y maleantes. Esto último no era tan preocupante como lo primero, en estos momentos no me parecía tan útil haber consumido una Akuma no mi, pero aun así había que hacer algo al respecto, por lo que antes de que Kodama volviese y me dijese que limpiase la borda de enemigos ya estaba preparándome, ya que había observado como la mayoría de los marines que nos acompañaban empezaban su ofensiva y me preparé para ayudarles.
-Sweet Shot - dije entre dientes mientras alzaba las manos en dirección a cualquier enemigo que se encontrase libre de adversario.
Gotas de color parduzco salieron despedidas de mis dedos según iba apuntado a las extremidades de los asaltantes. Incapacitando a la mayoría de ellos tras verse atravesados por las balas de sirope. Eran tan débiles que no merecía ni la pena acabar con sus vidas, por lo que una vez que el trabajo en conjunto de todos los que estábamos iba dando sus frutos y los enemigos iban cayendo uno tras otro, dejé mi posición elevada mientras generaba seis tentáculos de sirope endurecido, con los que me sujeté en alto en distintos puntos de la embarcación y con los que fui cogiendo a los caídos para enroscarlos y lanzarlos fuera de la burbuja como había visto hacer a Zuko o al tipo que vociferaba mientras lanzaba ondas de choque.
La idea de la burbuja no me confería mucha seguridad que digamos. Veía como demasiadas cosas podían salir mal, pero dada la situación debía confiar en el Almirante, por lo que proseguí sacando a los enemigos antes de que se les ocurriese una forma de reventar la burbuja.
Tuve que agarrarme a la baranda de la cofa y hacer un alarde de equilibrio y agilidad para no caerme de bruces a la borda, hecho que no sería preocupante si no fuese porque la borda comenzó a llenarse de agua y maleantes. Esto último no era tan preocupante como lo primero, en estos momentos no me parecía tan útil haber consumido una Akuma no mi, pero aun así había que hacer algo al respecto, por lo que antes de que Kodama volviese y me dijese que limpiase la borda de enemigos ya estaba preparándome, ya que había observado como la mayoría de los marines que nos acompañaban empezaban su ofensiva y me preparé para ayudarles.
-Sweet Shot - dije entre dientes mientras alzaba las manos en dirección a cualquier enemigo que se encontrase libre de adversario.
Gotas de color parduzco salieron despedidas de mis dedos según iba apuntado a las extremidades de los asaltantes. Incapacitando a la mayoría de ellos tras verse atravesados por las balas de sirope. Eran tan débiles que no merecía ni la pena acabar con sus vidas, por lo que una vez que el trabajo en conjunto de todos los que estábamos iba dando sus frutos y los enemigos iban cayendo uno tras otro, dejé mi posición elevada mientras generaba seis tentáculos de sirope endurecido, con los que me sujeté en alto en distintos puntos de la embarcación y con los que fui cogiendo a los caídos para enroscarlos y lanzarlos fuera de la burbuja como había visto hacer a Zuko o al tipo que vociferaba mientras lanzaba ondas de choque.
La idea de la burbuja no me confería mucha seguridad que digamos. Veía como demasiadas cosas podían salir mal, pero dada la situación debía confiar en el Almirante, por lo que proseguí sacando a los enemigos antes de que se les ocurriese una forma de reventar la burbuja.
- Resumen:
- Atacar a los enemigos con disparos de sirope tras recibir las órdenes de Kodama.
Una vez que la mayoría de enemigos han caído usar unos tentáculos de sirope para arrojar a la mayoría de enemigos fuera.Rezar para que la puta burbuja no se rompa y nos ahoguemos todos.
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