El mundo en tus manos... Bueno, pata [Moderado Nivel 5 - Ellie]

El camarero parecía muy servicial. En unos pocos minutos la agente tenía un enorme plato de lomo de buey sobre su mesa. Apenas le llegó el olor empezó a salivar mucho más de lo normal, fruto del hambre que tenía. Y además, a la comida le acompañó tres botellas de agua y una de alcohol, que, a juzgar por el olor, parecía tan puro como necesitaba.

Empezó a comer tras sus preguntas, y aunque la primera fue una evasiva, su intentona por convencer al humano dió sus frutos y éste se acercó, susurrándole lo peor que podía escuchar.

Habían partido para culminar la gran obra, y por fin Ellie entendió qué era aquello que buscaban: Liberar al paraíso de la supuesta opresión gubernamental, y tenían pensado un modo demasiado caótico como para compararse al de la revolución. La mink paró unos segundos de comer, angustiada, y tras ello comenzó a devorar la comida y a beber rápido. Tenía que actuar, o la isla correría serio peligro. Contaba con una gran ventaja, tanto el haber derrotado al segundo al mando de Rufus, como el haber visto algunas de las cosas que aquella gente usaría para dar su golpe. Aquél momento era de vital importancia, y la mink empezó a hiperventilar un poco.

Apenas quedaban dos pequeños trozos de carne cuando cogió la botella de alcohol, una de las servilletas de tela de la mesa, y se trató la herida haciendo uso de sus conocimientos básicos de primeros auxilios. Un fuerte dolor inundó cada una de las heridas tratadas, pero la loba no se podía tomar la libertad de perder más tiempo. Tras pagar y dejar una generosa propina, salió por la puerta con más dudas que certezas.

Hasta el momento tenía dos opciones. Una era perseguir a los buques de alguna manera hasta encontrarlos, y en función de cuántos fueran, actuar de una manera u otra. La segunda era ponerse en contacto con sus superiores y explicar lo sucedido. Pero aquello sería una pequeña derrota, ya que requeriría de ayuda y podría manchar el, hasta ahora, impoluto expediente de la mink.

Entonces empezó a cuadrar cosas en su mente a la par que caminaba hacia el puerto donde había desembarcado. Estaba claro que el primer paso de aquellos hombres sería ni más ni menos que el cuartel de la marina de la isla. Suspiró mientras sacaba el Den Den Mushi de su mochila y marcaba el número del cuartel, pensando muy bien qué decir. Si alguien lo cogía, su mensaje sería claro y conciso.

- Aquí la agente de neutralización Ellie. Necesito que todos marines de la zona protegan el cuartel, va a ser atacado por mar enseguida. Repito, todos los marines de la isla que vayan al cuartel, va a ser atacado en breve. Y esto no es un simulacro. Es posible que los buques lleven insignias del gobierno mundial. En cuanto tenga más información os llamaré de nuevo.

Y tras ello, Ellie empezaría a dar patadas al aire para sobrevolar el mar en dirección a la central de la marina, con suerte encontraría las embarcaciones por el camino.
La agente aún recordaba el Den Den dorado que le habían dado al inicio de la misión. ¿Tendría que usarlo?

La mink no vió ningún barco demasiado sospechoso por la zona mientras sobrevolaba los cielos del archipiélago. Desde su posición podía vislumbrar algunos barcos mercantes sueltos, otros marines atracando en la base, y algún que otro independiente. No se lo podía creer. ¿Tanto tiempo había estado peleando con Arístides? Maldito idiota… ¿Es posible que se hubiera sacrificado por el bien de la obra?

Una vez llegó a la base, la agente tocó el suelo con sus patas y vió el panorama, totalmente normal. Corrió hacia la entrada y buscó a alguien en recepción.

- Agente de neutralización Ellie, acabo de llamar por Den Den Mushi, necesito hablar con la persona con mayor rango de aquí ahora mismo, es una cuestión vital.

Si quienquiera que la recibiera optaba por presentarle a alguien, detallaría en el menor tiempo posible el problema. Alegando que llevaba unos días inmerso en una misión de alto secreto, y se había visto envuelta en una serie de combates, perdiendo la pista de los barcos. Los barcos, por lógica, podrían ir juntos, aunque cabía una pequeña opción de que fuesen separados. Y además, podrían llevar unas lonas gubernamentales. También incidiría en la cantidad de armas que había visto. Por último, diría que ella misma se iría hacia la zona portuaria, y solicitaría que se crease un cordón alrededor del groove en el que se encontraban. Lo primordial, evidentemente, era que ningún civil muriese.

Esperaría la respuesta del hombre, y en cualquier caso, saldría en dirección hacia la zona portuaria.

Afortunadamente para Ellie, no pusieron demasiados problemas en ayudarla. Para su sorpresa, quien la atendió fué Óscar Trudeau, el mismo que le dió las instrucciones de la misión. Parecía bastante pensativo, y tras unos segundos, se dignó a hablar.

Él también pensaba que se trataba de algo gordo, pero no tanto como había resultado. La felicitó y se puso en contacto con el vicealmirante Rogers. Que un vicealmirante se tuviera que encargar de aquello volvía a denotar la importancia del asunto. Finalmente, la invitó a ir a la enfermería con la máxima prioridad, y tras ello, podría ir al puerto.

Ellie asintió a la par que iba a la enfermería, donde la atendieron rápido. No prestó demasiada atención sobre lo que hacían en su cuerpo, ya que estaba maquinando en su mente los pasos a seguir. Unos minutos más tarde, la loba salió por la puerta con varios vendajes y un dolor algo más aliviado que antes.

Salió de la base sin apenas despedirse, aunque dada la situación, probablemente nadie se diese cuenta. Tras salir, corrió en dirección al puerto, y cuando estaba a mitad de camino empezó a escuchar explosiones. Le siguieron gritos, llantos y quejas. Cuando la loba llegó al puerto, se dió cuenta de lo que pasaba. Estaban intentando identificar todo el mundo, y la gente no se lo tomó especialmente bien. Pero lo más preocupante era que algunos marines estaban luchando entre sí. Y, peor aún, los barcos desde la lejanía disparaban sin discreción contra grupos de marines, edificios o zonas intermedias. Aquello era horrendo.

Pocas veces la mink había perdido los estribos o se había sentido al borde de un ataque, pero aquello era diferente. ¿Quién diablos busca el mal hasta ese punto? ¿Por qué liarse a cañonazos contra una isla sin miramientos?

Con un suave movimiento, Ellie empezó a golpear el suelo, desplazándose poco a poco por el aire y yendo sobre el mar. La agente pensó que la marina mandaría a sus refuerzos a cubrir la parte terrestre, evitando así que fueran contra los civiles.

Desde el aire, intentó identificar todo barco enemigo que estuviese en posición de lanzar cañonazos o atacar de alguna manera a sus aliados, y desde allí, lanzó ingentes cantidades de magma a través de sus palmas, intentando apuntar contra los mástiles, cañones y cubiertas, intentando hundir tantos barcos como pudiese.

La mink seguía dolida, y cada movimiento hacía mella en su cuerpo, pero lo cierto era que no podía tomarse ni un segundo de relajación o aquello se convertiría en una masacre. Sus erupciones de magma consiguieron incendiar un par de barcos, mientras que otros tantos fueron sofocados por el personal de cubierta. También se dió cuenta que entre sus ataques, algunas gotas cayeron en barcos amigos, por lo que intentó tener más precisión en el resto de sus ataques.

Aunque claro, en una noche como aquella, con una luz impropia de ella, cabía esperar que la luminosidad propia de su poder la hiciese el blanco perfecto. Muchos de los barcos presentes modificaron sus cañones para apuntarla, y Ellie sonrió. Mientras ella molestaba como un simple mosquito, las balas no irían a parar contra la isla, y por lo tanto, no peligraría la vida de los civiles. Y, con suerte, los barcos marines que cada vez estaban más cerca, podrían enañonar a sus rivales con menos riesgo.

La loba se fijó en el tiempo que los tres barcos tardaron en modificar los cañones, y fue más que suficiente para trazar su plan. Si jugaba con las alturas, les haría perder cada vez más tiempo, y en una situación como aquella, ganar tiempo era el primer paso. Si conseguía un par de minutos, todos los barcos de la marina estarían cerca y, por consiguiente, la ventaja de los malos sería menor. Aunque… Los mosquitos también pican, ¿verdad?

Con unos ágiles movimientos, la mink empezó a desplazarse en el aire a gran velocidad, surcando la zona y evadiendo tantos disparos como le lanzaban. Pero algo en su costado iba mal. Quizá fruto de los movimientos, o del poco reposo guardado desde que la habían atendido, parecía que una de las heridas se había abierto. Su vendaje lucía un color rojizo inequívoco, y su cuerpo se paralizó durante un segundo, suficiente para que alguna de las balas atravesasen su cuerpo, dejando unos grandes agujeros a su alrededor que pronto se fueron rellenando de magma hasta volver a la normalidad.

Ellie hizo un esfuerzo por desplazarse, esta vez a menos velocidad, hasta una altura media, desde donde usaría de nuevo sus Rankyakus eléctricos. La corriente generada por su cuerpo se fué desplazando hasta los piés, y una vez la sintió allí, empezó a liberar una gran cantidad de ondas cortantes cuyo objetivo era partir los barcos o, en su defecto, diezmarlos. Intentó impregnar la electricidad en todas ellas, aunque sabía que aún no dominaba al cien por cien la técnica y era posible que alguna fuese un haz de viento común.

La joven agente contó hasta quince ondas, y tras ello volvió a desplazarse hasta el barco más cercano. Justo en ese momento se percató de la cantidad de embarcaciones a lo lejos que portaban banderas del gobierno mundial. ¿Serían enemigos? Casi con total seguridad.

Si la mink llegaba hasta el barco más cercano, lanzaría un nuevo ataque, esta vez contra el mástil, intentando partirlo en dos. Colocando ambas garras semicerradas e impregnándolas de una película negruzca, intentaría realizar un movimiento horizontal que convirtiese el mástil en dos trozos de madera, e independientemente de conseguirlo o no, permanecería alerta de cualquier posible amenaza en el barco.

Ellie necesitaba dar el máximo, y no podría aguantar demasiado o, de lo contrario, acabaría cayendo fruto del desgaste sufrido.

La loba había conseguido hundir cuatro barcos con sus poderosos rankyakus, pero la acción importante vino después. Cuando descendió hasta uno de los que se aproximaban al puerto e intentó partir el mástil, el silencio que precedía a la tormenta se hizo notar.

Y es que, cuando tenía sus uñas clavadas sobre la madera, pudo ver cómo ascendía un pie a total velocidad, siendo golpeado y despedido hacia atrás. La pequeña Ellie se incorporó como buenamente pudo. Notaba un dolor aún más punzante en las heridas, sobre todo las del costado, pero bien merecía un último esfuerzo lo que estaba presenciando. Tenía justo delante a ni más ni menos que Rufus, aquél que había organizado junto a Arístides todo lo relacionado con la gran obra.

A la mink le sorprendió que se encontraban solos, y también le chocó la tranquilidad que el humano desprendía, caminando con las manos en la espalda. Si el poder de Arístides había sido tan impresionante, ¿qué le tendría guardado Rufus?

La situación se agravó un poco cuando Rufus se dirigió a la agente, captando que había sido ella quien había revuelto todo lo que pasó días atrás, y comentando que Arístides había sido su mentor, algo que parecía significar que los estilos de combate de ambos seguirían algún tipo de patrón.

Y entonces, continuando con su absoluta tranquilidad, el criminal esperó a que Ellie moviese ficha primero, y ésta observó la zona, intentando encontrar algún factor que pudiera ayudarla. Se encontraba a unos cinco metros de su rival, quizá algo más, así que quizá lo más inteligente fuese lanzar un ataque a distancia primero y evaluar el estado de su rival, así como sus puntos fuertes.

- Preferiría morir en cualquier otro lugar -comentó a la par que empezaba a llevar a su cuerpo a los mil grados-, morir en un barco es más sueño de piratas y criminales. Yo espero que no mueras hoy, tendrás una importante condena que cumplir.

Y sin más dilación, la agente desplazó su pierna izquierda hacia el frente y empezó a mover con agilidad los brazos, creando una gran cantidad de pequeñas gotas de magma que se dirigían hacia su rival.

Había una cosa que empezaba a preocuparla, y eran las nubes que cubrían la luna. Aquella noche había luna llena, y por lo tanto, podía entrar en esa complicada fase que a veces no podía controlar. Tendría que intentar controlar bien el timing para entrar cuando fuera consciente. O puede que todo se torciese.

Evidentemente el primer golpe de la joven agente quedó en nada. Con un movimiento que aparentemente era una simple manera de desprecieciar a la mink, Rufus repelió las gotas de magma, despidiéndolas hacia el mar y otras partes del barco. La loba perdió el contacto con las que cayeron al mar, sin embargo, las que lo hicieron sobre el barco empezaron un pequeño baile que tendría como colofón más que probable un nuevo incendio. Aunque Ellie supuso que su rival lo tenía previsto, y seguro que tenía un movimiento pensado ante eso.

Es entonces cuando el tipo caminó hasta el centro de la batalla, y entonces ejecuta un movimiento extremadamente rápido y bastante similar al soru, lo cual le sitúa en un simple parpadeo de tiempo en su lateral, realizando un revés con la mano que había despejado la ofensiva anteriormente. Pero ahí llegaba el tiempo de la mink.

Ellie laxó hasta el límite su cuello con la facilidad que el kami-e se lo permitía, adoptando una extraordinariamente flexible forma para intentar evadir el golpe de su rival y, tras ello, llevó el dedo índice diestro chorreante de magma con potencia hasta el costado de su rival, intentando atravesarle con un potente shigan a la par que utilizaba su brazo izquierdo con haki de armadura para golpear en el otro costado.

- ¿Qué diablos pretendéis con esta obra? -diría tras ello, a la par que daba un par de pasos hacia atrás si su rival no se lo impedía- ¿Esta es vuestra manera de ver el mundo?

El golpe de la agente consiguió despedir un par de metros a su rival, algo que agradeció de buena manera para recobrar el aliento y ganar un poco de tiempo para pensar qué hacer después. Rufus no estaba por la labor de hablar, así que tras recomponerse y dar un par de pasos, dió un violento golpe a uno de los tablones de madera del barco, lo cual provocó que Ellie ascendiera por los cielos, siendo un mero juguete para el próximo golpe de su rival.

Rufus realizó dos nuevos reveses, que desprendieron una onda de choque en la dirección a la que se dirigía la mink. Ésta pisó el aire con delicadeza para impulsarse hacia arriba, y aunque el primer golpe lo pudo esquivar con cierta facilidad, el segundo impactó en la parte inferior de su pierna derecha, algo que hizo que perdiera el equilibrio y cayese en picado hacia el barco.

Pero la agente vió una posibilidad en aquél revés del destino. A medida que caía se estabilizó y dió una potente pisada en el aire, impulsándose a gran velocidad hacia su rival a la par que la electricidad parecía juguetear por sus extremidades superiores. Justo antes de llegar hasta su ubicación, lanzaría un torrente de unos cinco litros de magma, pero no lo haría contra su rival, sino que fallaría ligeramente a un metro de su ubicación. Cuando fuese a llegar ante su rival, intentaría impactar en su torso empleando su electro y, si lo conseguía, invitaría amablemente al cuerpo del humano a caer sobre la lava de la cubierta. Si lo conseguía, éste podría salir dañado por la lava, o incluso caer al mar si ésta actuaba con la suficiente rapidez.

Después de su movimiento la mink daría un par de pasos hacia atrás y observaría la situación de sus aliados. La fuerza empezaba a flaquear, y su cuerpo estaba prácticamente al borde de sus capacidades. Pero Ellie era mucha Ellie.

La ofensiva de la mink se había vuelto en su contra. Cuando estaba a punto de impactar sobre él, el humano interpuso ambas manos para frenar el impacto. Sólo se desplazó unos centímetros, algo insuficiente para llevar a cabo el plan de la agente. Y no solo eso, sino que encima empezó a aplicar una presión sobre sus garras que poco a poco fue haciendo mella en Ellie.

Al principio notó un agarre algo más fuerte de lo normal, pero cada instante se incrementaba, era un aumento tan regular que asustaba. Además, al ver la forma de las manos y el rostro de Rufus, parecía no estar ejerciendo demasiada fuerza. Sería… ¿Sería otro cyborg?

Lo que estaba claro era que si la loba no actuaba pronto, perdería cualquier posibilidad de mantener sus bonitas patas tal y como las había traído a la isla. Aprovechando que su rival la tenía agarrada, Ellie se impulsó hacia arriba, colgándose en el aire e intentando realizar una patada de magma con ambos pies sobre el torso de su rival.

La mink cayó al suelo, sin saber muy bien si había tenido algún efecto su patada o si por el contrario su rival la había soltado para evadirla. Antes de levantarse por completo recibió una patada en el rostro que la lanzó varios metros hacia atrás, chocando contra parte de la estructura del barco. La agente permaneció en el suelo un par de segundos, mirando al cielo y pensando cómo diablos iba a salir de aquella. Desde su posición pudo divisar cómo las nubes empezaban a moverse, y la luna ya era visible en una cuarta parte de su totalidad.

La agente se levantó y se llevó la pata a la cabeza, donde había un pequeño hilo de sangre que bajaba a través de su pelaje hasta la mejilla, para después caer sobre la madera del barco.

Eran pocas las opciones que Ellie tenía, pero aún contaba con algún as sobre la manga, y algo la decía que no tardaría mucho en sacarlos. Pero mientras tanto, tendría que probar otra cosa.

Mientras ponía en paralelo ambos brazos, Ellie empezó a gotear algo de magma, que a su vez golpeó la madera del barco, creando agujeros imperfectos de distintos tamaños a su paso. Caminó lentamente hasta estar a cuatro o cinco metros de su rival, y desde allí, esbozó una tímida sonrisa. Su límite estaba cada vez más cerca, y su rival probablemente lo supiera.

- El robot ese que se encargaba de los alcantarillados estuvo bien como primero -comentó a la par que juntaba las manos-. Arístides fue un buen segundo, la verdad. Pero el postre… Se me está resistiendo. No te pienses que es por tí, pero mi estómago tiene un límite. Dame algo de tiempo y acabarás igual que tus amigos.

Pese a que la mentalidad de la mink no era nada provocadora, entendió que aquella vía era la más inteligente para intentar desestabilizar a su rival, pese a que parecía mucho más complicado de lo que hubiera podido ser tanto con Arístides come sobre todo con el cyborg.
Tras su breve discurso, Ellie lanzaría un vasto torrente de magma, y lo haría tanto contra su rival como en las zonas cercanas donde éste se movía. Pero a diferencia de sus ataques previos, éste torrente de magma contenía un diez por ciento de gases tóxicos, algo que su rival probablemente no supiera.

Algo le dijo a la mink que sus sospechas sobre si aquel ser era un cyborg como el primero al que le tocó enfrentarse eran un poco prematuras. Más aún cuando sus piernas tocaron el torso de Rufo, que pese a notarlo sumamente duro, pareció ser el de un humano.

El último movimiento de la joven agente fue suficiente como para quemar la ropa que el humano portaba, y el vello de su pecho sufrió el mismo destino. Depilaciones Ellie lo había vuelto a hacer.

Y entonces la mirada de la mink dió con su rival pausando su ataque a las primeras de cambio. Lo hizo de una manera un tanto brusca, como si en ese preciso momento se hubiera dado cuenta de que algo no iba todo lo bien que debiera. Y tras alabar lo que había hecho su rival, dió un potente salto hasta colocarse en otra parte del barco, inhalando y exhalando visiblemente para, lo que a parecía ser un intento por liberar sus pulmones de los gases tóxicos.

Pero entonces todo dejó de tener sentido. Su rival hizo un movimiento con la boca, y de ahí nació algo… Extraño. El aire empezó a distorsionarse y de repente se formó un área rectangular de unos diez metros cuadrados, cuyo epicentro era la joven agente. Y. de repente, empezó a avanzar a una velocidad preocupante. Cuando tocó el casco de madera del barco, éste fue menguando su tamaño y quebrándose como si no opusiera resistencia alguna. Sorprendida a la par que asustada, Ellie concentró su electro en las piernas y saltó al aire lo más alto que pudo, intentando así evitar la prisión que su rival tenía como objetivo hacer sobre ella. Desde allí, y manteniendo el electro en sus piernas, volvería a repetir el ataque que había conseguido destruir dos embarcaciones. Sus rankyakus eléctricos. Lanzaría un total de diez contra su rival antes de empezar a impulsarse sobre el aire, con el único fin de mantenerse fuera del alcance de la trampa de su rival. ¿Cómo diablos iba a luchar contra aquello?

Rufus era sin lugar a dudas el colofón de su aventura. Su poder no podía compararse con ningún otro adversario a los que se había enfrentado ya no solo en esa incursión, sino hasta la fecha. Su poder era tal, que podía reducir a la nada tanto su magma como los poderosos Rankyakus eléctricos que lanzaba. La cara de la agente empezaba a reflejar un semblante cada vez más serio.

Afortunadamente, de las diez lanzadas, dos de ellas impactaron en los brazos del humano, que liberó un quejido propio del dolor que sufrió. Sin embargo, aquello no fue suficiente para detenerle, e inmediatamente después, liberó una nueva onda hacia su posición, aunque en aquella ocasión, se lanzó tras ella.

La mink confió en que tanto el calor del lugar como los gases tóxicos emanados por su rival hicieran mella en él antes de que llegase a su posición, pero nada más lejos de la realidad. La preparación de la mink para recibir el ataque fue endurecer su cuerpo hasta el límite, aplicando una de las técnicas más defensivas que enseñaban en la agencia; el tekkai. En aquella ocasión, la loba notó cómo su cuerpo se endurecía poco a poco, hasta llegar a un nivel que la hizo sentir segura.

Ellie sonrió mentalmente cuando recibió la onda, que la desplazó ligeramente hacia atrás, volvió a hacerlo cuando los golpes de su rival apenas la movieron un poco, pero su semblante cambió totalmente cuando la mano libre de su rival lanzó unas esferas que, casi con total seguridad, acabarían explotando. Y vaya si lo hicieron. Una vez tocaron su cuerpo, liberaron una enorme cantidad de energía en forma de vendaval que lanzó unos metros a la loba, chocando contra el mástil, que empezó a tambalearse tras el contudente golpe.

Ellie notaba un dolor enorme en el pecho y le costaba respirar. Intentó establecer un patrón en su respiración, devolviéndola a la normalidad, pero no fue capaz. De su boca caía un hilillo de sangre, al igual que de su nariz. Se reincorporó con gran dificultad, apoyándose en el mástil, que estaba a punto de ceder en su totalidad, y miró hacia donde se suponía que debía estar adversario, aunque solo veía una nube de polvo, generada en parte por la explosión y el destrozo del barco.

Tras inhalar una gran cantidad de aire y prepararse mentalmente, la loba fijó a su teórico blanco y lanzó una serie de gotas de magma hacia el cielo con el objetivo de que cayesen sobre su objetivo, tras ello, las lanzaría paralelas al suelo para que llegasen de ambos flancos y dejaran el menor tiempo de reacción posible a Rufus.

Pero, al igual que ocurría con su rival, aquello no era más que una distracción de su siguiente ataque. Correría tan rápido como pudiera, atravesando la nube de polvo y, una vez estuviese lo suficientemente cerca del humano, amagaría un puñetazo con la izquierda y acabaría intentando clavar su dedo índice de la diestra sobre un costado del rival. Un viejo truco que quizá el factor sorpresa pudiera premiar. Aunque la agilidad de la mink ya no era la de antes, y a duras penas conseguiría llegar hasta su rival.




Intenta situarse junto a ti, buscando golpearte con su mano cerrada en el cuello y girando sobre sí mismo para lanzar una patada hacia tu abdomen. Estos dos simples movimientos se acompañan de una extraña colocación de la mano que no ha usado. Forma una garra, y en su interior cobra forma una esfera de aire increíblemente comprimido que te lanza sin ningún miramiento. Pretende impactar en tu torso y, te dé o no, estallará con la potencia de dos granadas de mano al entrar en contacto con algo, liberando en un furioso vendaval el aire que contiene.

La mink pudo causar el factor sorpresa que tanta importancia tenía en un combate. A la más que previsible defensa de Rufus con respecto a su ataque de magma, se sumó la agilidad de la loba, que pudo hundir su dedo sobre el costado del humano. Sintió un enorme placer al hacerlo, aunque fue tan efímero que probablemente no lo disfrutara como mereciese.

El humano susurró un Te tengo que podía augurar lo peor. Llevó sus manos hasta la cabeza de la agente, probablemente con la intención de sujetarla para después golpearla. Ellie, haciendo gala de una elasticidad que rozaba lo absurdo, consiguió doblar su cuello para evitar que el humano la agarrase, e hizo lo mismo cuando su pierna se acercaba peligrosamente hasta su rostro. Sin embargo… El tipo también hizo de aquella patada un señuelo que, desgraciadamente, la agente se comió. Tras esquivar el segundo golpe, un puñetazo con su extraño poder le cayó del cielo. Fue de tal dureza que la mink salió despedida varios metros, chocando contra la cubierta del barco, y quedando allí unos segundos.

A Ellie le faltaba el aire, y apenas podía moverse. Se llevó la pata al pecho, e intentó ganar unos segundos para volver a recobrar tanto el aliento como un ritmo de respiración normal. Desde el suelo, la preciosa luna golpeaba su rostro, era casi totalmente visible, aunque aún no lucía todo su esplendor. También pudo observar cómo aquella estúpida guerra no tenía un bando claramente ganador. Marines y criminales caían a partes iguales, y aquello no hacía sino ahondar en el interior de la joven. ¿Por qué no había podido parar toda aquella sangría a tiempo? Tantas vidas perdidas…

La agente se reincorporó lentamente, ayudándose de la barandilla para erguirse. Y ahí se dió cuenta lo lamentable que lucía su cuerpo. La boca le sabía a sangre, tenía heridas en cada parte de su cuerpo, y la del costado probablemente le hubiese abierto por varios sitios ya. No tenía fuerzas, ni energía, ni capacidad para acabar con su rival, pero tampoco podía rendirse. Empleando su voluntad en las garras, la mink miró al frente a la par que notaba como no podía seguir manteniendo el calor de su fruta en su interior presa de la débil energía que tenía, dejando un par de segundos más antes de realizar su nuevo movimiento.

Desplazando los piés lo más rápido que pudo, Ellie empezó a moverse a una velocidad vertiginosa, aunque muy inferior a lo que pudiera hacer en un estado de salud pleno, y tras pasar cerca de su rival en varias ocasiones, acabó situándose en un lateral de éste, realizando un combo de seis puñetazos, alternando ascendentes con descendentes, intentando dañar con sus garras la piel del humano. Tras su combo, la mink adoptaría una pose defensiva. Era consciente que sus golpes no serían gran cosa en Rufus, y su escasa energía le dejaba una única posibilidad de ganar. Realizar una jugada maestra que debía tener su origen en una defensa. Si pillaba a su rival desprevenido, podría tener alguna posibilidad, de lo contrario, aquella obra sería exitosa, a pesar de una digna Ellie.

La mink, tras adoptar una posición defensiva pudo observar cómo los dos puñetazos que habían conseguido dar en su objetivo habían provocado una serie de cortes en el torso y en el brazo izquierdo, haciendo que la sangre salpicase los tablones de la desgastada madera de la embarcación, que, por otro lado, ya se estaba empezando a hundir.

Aunque la mink notó que el barco se desplazaba hacia su derecha, hubo un detalle que la dejó boquiabierta. La luna por fin estaba completamente visible, y por alguna razón no podía dejar de mirarla. Las pupilas de la loba empezaron a dilatarse, hasta tal punto que parecían óvalos amarillentos, mientras que la cuenca ocular adoptaba un color rojizo. Su cuerpo empezó a mutar, aumentando el ya de por sí intenso dolor que la joven agente sentía, lo cual hizo que en determinados momentos gritase de dolor. Sus uñas aumentaron en tamaño y su forma parecía más afilada aún, el pelaje de todo su cuerpo se liberó y se tornó blanco puro, dejando una cola enorme y peluda y una melena que recorría todo su cuerpo. Incluso los dientes parecían más afilados. Y entonces una gran cantidad de electricidad empezó a recorrer a la mink, que parecía un cyborg a punto de explotar. Ellie no pudo reprimir un aullido una vez su cuerpo terminó de mutar, y observó a su rival, que parecía tener clara la ofensiva. Por alguna razón empezó a perder la conexión entre sus actos y su cerebro, algo que probablemente fuese un duro handicap.

El primer movimiento del criminal fue una patada frontal que la agente esquivó desplazándose hacia su derecha, gracias en parte al movimiento del barco y a su agilidad incrementada. Pero el movimiento le hizo perder de vista durante un breve instante a su rival, que de alguna manera, había conseguido crear unas esferas en sus manos, y liberó la primera en forma de un contundente puñetazo en su dirección, algo que provocó que Ellie se ayudase de su estado y utilizase su electro para dar un potente salto que, en condiciones normales, hubiera sido entre un tercio y la mitad de potente. Aunque una vez en el cielo, Rufus liberó de nuevo una corriente presurizada hacia su posición, y la loba ya se encontraba desplazándose hacia él. Con una agilidad digna de elogio, y una velocidad vertiginosa, Ellie apretó su garra y realizó un par de movimientos para crear sendas ondas cortantes gracias a sus afiladas uñas que siguieron la estela contraria al ataque de su rival y, presumiblemente, chocarían. ¿Se anularían? ¿Ganaría alguna de las dos? Seguramente ni mink ni humano esperasen a verlo.

Tras realizar su ataque, la agente se desplazaría hasta la cubierta, desde la cual, una vez la pisara, haría estallar todo su electro alrededor de la madera, algo que si su rival no veía o no era capaz de neutralizar, acabaría llegando hasta él. Y casi sin dar tiempo de reacción, Ellie se desplazaría de nuevo a gran velocidad hasta su rival, al cual intentaría clavar sus garras en dos sitios vitales. En el primer movimiento intentaría clavar su diestra a la altura del corazón de su rival, mientras que la siniestra iría a su cuello. Si su rival intentaba de nuevo una ofensiva dada su cercanía, intentaría realizar un barrido con su cola para desestabilizarlo.

El torax de la mink crujió de una manera tan salvaje que de haber estado en sus cabales probablemente la decisión de seguir con el combate hubiera sido distinta. Pero aquella capacidad sobrenatural otorgada por la luna llena hizo sobreponerse a la loba, que terminó consiguiendo una ventaja al ver cómo su rival saltaba ante una de sus ofensivas.

En el aire no tenía escapatoria, y su primer ataque consiguió atravesar unos centímetros la piel de su pecho. La mink notó cómo rasgaba algún músculo e incluso probablemente algún que otro hueso, aunque desgraciadamente para ella, la herida no sería fatal debido a un brusco movimiento del humano que repelió su pata. Sin embargo, su segundo zarpado fue frenado con el dorso del antebrazo, y tras ello propinó una ágil patada a la mink con el simple hecho de apartarla de allí, algo que consiguió.

Se encontraban relativamente cerca el uno de la otra, y la agente pudo recrearse viendo cómo adoptaba una mueca de dolor mientras su torso no dejaba de sangrar. Pero claro, vencer en una situación como aquella hubiera sido demasiado sencillo. Y a nadie le gustan las cosas sencillas.

La mink volvió a observar a la imperiosa luna, elegante como nunca, mientras su rival tomaba la iniciativa de nuevo. Las esferas de sus manos seguían ahí -o puede que fuesen otras, quién sabe-, y con un sencillo movimiento, éstas se posicionaron frente a su pecho, instante en el cual Ellie dejó de ser Ellie y pasó a ser una simple bestia.

La bestia aulló, a sabiendas de que aquello sería una cacería, y alguno de los dos acabaría presa del otro. Los rojizos ojos de la anteriormente conocida como Ellie observaron cómo las esferas formaban una especie de honda gigantesca que no tardó en dirigirse a una velocidad totalmente vertiginosa hacia ella.

El cansancio de la bestia era ligeramente inferior al que la agente tenía momentos antes de su transformación, sin embargo era más que evidente. De sus afilados dientes goteaba una sustancia rojiza, que al caer sobre la madera dejaba unos agujeros cada vez más grandes, y la electricidad almacenada en todo su cuerpo no dejaba de hacer presencia ni un segundo a través de peligrosas chispas. Y llegó su momento. El momento en el que la bestia lucha contra el mundo.

La transformada mink puso sus cuatro patas sobre la madera del barco, hundiéndolas unos centímetros dada la presión que ejercía sobre ellas, y cuando la presion realizada por el humano estaba cercana a ella, realizó un ligero ladeo hacia la derecha para instantáneamente, ayudarse de su electro y salir despedida a gran velocidad en diagonal hacia el cielo. El ataque del humano pasó tan cerca de ella que cortó parte de su pelaje y, muy probablemente, realizase alguna quemadura fruto de la velocidad que llevaba. Pero aquello no frenaría a la bestia, quede desde su posición, tomaría una nueva ofensiva.

En el aire se movería a una velocidad de la que no había hecho gala jamás, y se posicionaría frente al humano, con el rostro enfurecido, enseñando los dientes y despediendo una enorme cantidad de electricidad por cada uno de sus poros. Una vez allí, se ayudaría de su cola para intentar agarrar de la cintura a su rival, y lo consiguiera o no, lanzaría una ofensiva rápida, consistente en un arañazo con la pata diestra repleta de magma cerca de la herida causada en su anterior ataque, un segundo intento de arañazo eléctrico con la siniestra en el abdomen, y acabaría la ofensiva intentando morder el hombro de su rival con sus afilados dientes. La bestia quería sangre, y no le bastaba con la producida hasta el momento.