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Contratante: Rey de la Isla de las Flores
Descripción de la misión: El monarca de la Isla de las Flores ha cerrado un trato muy importante recientemente. Su hija más joven ha escogido, por fin, marido. El problema es que el joven en cuestión es un paleto de otra isla… Mur. El rey quiere hacer feliz a su hija, pero no tolerará que viva en una aldea perdida en mitad de la nada. Por eso, busca a dos o tres guardaespaldas que escolten a la princesa desde su isla natal hasta Mur para buscar a su prometido… y traerlos a ambos de vuelta. Deben llegar ambos intactos y felices, o no habrá recompensa.
Objetivos secundarios o alternativos: Ayudar al pobre campesino a impresionar al rey.
Recompensa: 4.000.000 de berries por cabeza a los valientes y un arma de calidad infrecuente (con una cualidad infrecuente) de su elección, tallada a mano por los mejores artesanos del lugar.
Recompensas por objetivo secundario o alternativo: La gratitud del futuro rey, con todo lo que eso puede conllevar más adelante…
Descripción de la misión: El monarca de la Isla de las Flores ha cerrado un trato muy importante recientemente. Su hija más joven ha escogido, por fin, marido. El problema es que el joven en cuestión es un paleto de otra isla… Mur. El rey quiere hacer feliz a su hija, pero no tolerará que viva en una aldea perdida en mitad de la nada. Por eso, busca a dos o tres guardaespaldas que escolten a la princesa desde su isla natal hasta Mur para buscar a su prometido… y traerlos a ambos de vuelta. Deben llegar ambos intactos y felices, o no habrá recompensa.
Objetivos secundarios o alternativos: Ayudar al pobre campesino a impresionar al rey.
Recompensa: 4.000.000 de berries por cabeza a los valientes y un arma de calidad infrecuente (con una cualidad infrecuente) de su elección, tallada a mano por los mejores artesanos del lugar.
Recompensas por objetivo secundario o alternativo: La gratitud del futuro rey, con todo lo que eso puede conllevar más adelante…
Ashlyn Blake
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Cada vez les hacían hacer misiones más extrañas. Ash nunca se imaginó que terminaría como guardaespaldas de una princesita, es cierto que había actuado como guardaespaldas en alguna ocasión para mentir a ciertos piratas y capturarlos después, pero nunca había ejercido como tan realmente. Un suspiro largo salió de su boca mientras se encendía un cigarrillo y esperaba a sus compañeros, por qué si, ella había aceptado el trabajo pero no podía hacerlo sola.
Para aquel trabajito no se le ocurrió nadie mejor que el vaquero, que últimamente era su compañero más inseparable y Astartea que era de los tres la que más cerebro tenía. Ash no es que fuera tonta, pero era bastante impulsiva y en ocasiones eso le jugaba malas pasadas. Estaba de pie apoyada en una pared dónde le daba la sombra con el sombrero puesto y fumando tranquilamente mientras esperaba a sus compañeros observándolo todo atraves de sus nuevas gafas de sol, gafas que le dio el vaquero en su último encuentro.
El trabajo parecía interesante sobretodo por la recompensa, al menos para ella y ese tema de tener el favor de un rey. Uno nunca sabe cuándo tiene que tirar de contactos para que le saquen de un apuro o para que le ayuden con algún encargo o misión. Pero por el momento esperaría a que sus chicos no llegarán demasiado tarde, si había algo que Ash odiaba por encima de todo era tener que esperar. Aunque confiaba en esos dos, aún le costaba hacerlo del todo por el propio carácter de la mujer, pero al menos ellos se habían ganado un cierto respeto y un cierto aprecio por su parte.
Para aquel trabajito no se le ocurrió nadie mejor que el vaquero, que últimamente era su compañero más inseparable y Astartea que era de los tres la que más cerebro tenía. Ash no es que fuera tonta, pero era bastante impulsiva y en ocasiones eso le jugaba malas pasadas. Estaba de pie apoyada en una pared dónde le daba la sombra con el sombrero puesto y fumando tranquilamente mientras esperaba a sus compañeros observándolo todo atraves de sus nuevas gafas de sol, gafas que le dio el vaquero en su último encuentro.
El trabajo parecía interesante sobretodo por la recompensa, al menos para ella y ese tema de tener el favor de un rey. Uno nunca sabe cuándo tiene que tirar de contactos para que le saquen de un apuro o para que le ayuden con algún encargo o misión. Pero por el momento esperaría a que sus chicos no llegarán demasiado tarde, si había algo que Ash odiaba por encima de todo era tener que esperar. Aunque confiaba en esos dos, aún le costaba hacerlo del todo por el propio carácter de la mujer, pero al menos ellos se habían ganado un cierto respeto y un cierto aprecio por su parte.
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Nada lo alegraba más que saber que ahora Ash lo consideraba alguien de confianza. Lo había llamado una vez más y, como le había dicho, también a Astartea. Tenía claro que aquello no saldría mal, pues ellas eran las personas en las que más confiaba para un trabajo. Bueno... Las únicas. No es como si el vaquero tuviese muchos amigos. Aquella vez llevaba su indumentaria habitual, con su sombrero, su poncho... Con puro en la boca incluido. Ya había dejado la moto y, de camino, iba repasando mentalmente los detalles del trabajo: Escoltar a una princesa hasta otra isla cercana, recoger a su prometido y volver.
Al vaquero le pareció extraño. ¿No sería más fácil ir sin la princesa hasta Mur y escoltar al prometido de vuelta para que se conociesen allí? ¿Por qué tenía la princesa que tragarse dos viajes? Tampoco le dio mucha importancia, pues... Seguro que el hecho de que fuesen dos viajes y no uno engordaba el precio. Cuando llegó a la calle principal donde lo habían citado allí estaba Ash, apoyada en una pared, con la cara cubierta por su sombrero, aunque el vaquero reconocería esas caderas en cualquier parte. Le dio un golpecito con el dado al ala de su sombrero para levantárselo y que alzase la vista.
—Hola, vaquera —le dijo sonriendo con el puro en la boca, antes de cogerlo con los dedos para dar una calada—. ¿Ya ha llegado Astartea?
En aquel camino, recto, podía verse a lo lejos el palacio donde tendrían que ir a buscar a la susodicha princesa. Esperaba que al menos aquella otra isla estuviese cerca.
Al vaquero le pareció extraño. ¿No sería más fácil ir sin la princesa hasta Mur y escoltar al prometido de vuelta para que se conociesen allí? ¿Por qué tenía la princesa que tragarse dos viajes? Tampoco le dio mucha importancia, pues... Seguro que el hecho de que fuesen dos viajes y no uno engordaba el precio. Cuando llegó a la calle principal donde lo habían citado allí estaba Ash, apoyada en una pared, con la cara cubierta por su sombrero, aunque el vaquero reconocería esas caderas en cualquier parte. Le dio un golpecito con el dado al ala de su sombrero para levantárselo y que alzase la vista.
—Hola, vaquera —le dijo sonriendo con el puro en la boca, antes de cogerlo con los dedos para dar una calada—. ¿Ya ha llegado Astartea?
En aquel camino, recto, podía verse a lo lejos el palacio donde tendrían que ir a buscar a la susodicha princesa. Esperaba que al menos aquella otra isla estuviese cerca.
Astartea Shikei
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Nuestra dama llegó como toda persona que estaba acostumbrada a lidiar con la realeza, con un impoluto vestido, un carruaje caro con la cresta de dos cuervos con oro en todas partes y la sensación de que estaba allí como si fuera su casa. Le hizo un gesto al cochero y se bajó al ver a sus dos compañeros de viaje, mientras una sonrisa divertida pintaba sus labios. Tomó la mano del cochero, levantando su elegante vestido color borgoña- A veces pienso que os vestís como pareja y os ponéis de acuerdo para que yo destaque y sea evidente que follais demasiado entre vosotros, pero que yo no tengo nada que ver.- El cochero casi se atraganta, ella sonríe como una niña traviesa que no ha hecho nada malo, y se alisa el vestido con calma.
-Adorables, sin duda, casi os he echado de menos…- Les guiña un ojo de forma cómplice, mientras les hace un gesto para que entren en su carruaje.- Venga, pasad dentro, creo que al menos reducirá el impacto de palacio cuando os vea.- Era un carruaje noble, de los que tienen el símbolo familiar por todas partes, tapicería cara y un montón de oro. Dos cuervos que se miran coronados por una tiara de diamantes de sangre, un árbol de plata, el escudo de la familia Von Castle parecían hecho para describirla a ella.
-Iré camuflada como médico para ese par, así iré dentro del carro por si pasa cualquier cosa, Ash quizás atrás por si algo se acerca y el vaquero como defensa frontal, no creo que puedan quejarse con nosotros.- Eran un equipo raro, único y diferente pero nada ni nadie podría negar que eran eficaces y eficientes hasta puntos realmente aterradores. Pero bueno, era la gracia de que se buscaran para aquella clase de misiones, después de todo sabían que trabajaban bien juntos.
A medida que charlaban se acercarían a palacio, aún tenían muchas cosas de las que asegurarse y lo peor de todo iba a ser la parte de evitar cualquier malestar a la realeza. Señor, aquello iba a ser un dolor en el trasero.
-Adorables, sin duda, casi os he echado de menos…- Les guiña un ojo de forma cómplice, mientras les hace un gesto para que entren en su carruaje.- Venga, pasad dentro, creo que al menos reducirá el impacto de palacio cuando os vea.- Era un carruaje noble, de los que tienen el símbolo familiar por todas partes, tapicería cara y un montón de oro. Dos cuervos que se miran coronados por una tiara de diamantes de sangre, un árbol de plata, el escudo de la familia Von Castle parecían hecho para describirla a ella.
-Iré camuflada como médico para ese par, así iré dentro del carro por si pasa cualquier cosa, Ash quizás atrás por si algo se acerca y el vaquero como defensa frontal, no creo que puedan quejarse con nosotros.- Eran un equipo raro, único y diferente pero nada ni nadie podría negar que eran eficaces y eficientes hasta puntos realmente aterradores. Pero bueno, era la gracia de que se buscaran para aquella clase de misiones, después de todo sabían que trabajaban bien juntos.
A medida que charlaban se acercarían a palacio, aún tenían muchas cosas de las que asegurarse y lo peor de todo iba a ser la parte de evitar cualquier malestar a la realeza. Señor, aquello iba a ser un dolor en el trasero.
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Sonrió de medio lado cuando escucho la voz del vaquero y este le levanto el ala del sombrero de esa manera. Cuando dejo salir el humo del puro y se lo saca de la boca se acerco para darle un mordisco como castigo por tardar. — Ya pensaba que no ibas a venir vaquero, me resultaba raro que quisieras perderte una fiesta — después se separo un poco de la pared y vio aparecer aquel carruaje ostentoso y lleno de lujos. No estaba segura de querer saber quien iba, pero en el momento en que se abrió la puerta la vio y no puedo evitar reírse. ¿Cómo no? no había nadie mejor que Astartea para ir montada en ese cacharro.
Dejo que ella hablara y la sonrisa en sus labios se ensancharon — bueno, es que así parece que somos dos guardaespaldas cuidando de una señorita distinguida, nos miran menos mal si te acompañamos — después de escuchar sus indicaciones miro al carruaje y suspiro. ¿De verdad se tenía que montar en esa cosa? no le gustaban demasiado esos cacharros pero no le quedaba más remedio, después de todo tenían que presentarse en palacio y siendo sinceros como iban ellos vestidos iban a resaltar demasiado. Miro al vaquero de reojo y se encogió de hombros, no les quedaba mas remedio que seguir la idea mas lógica y casi siempre venían de Astartea.
Se subió al carromato ese y dejo que los llevaran hasta el castillo mientras la marine iba contando su plan — perfecto, entonces tu serás la médico por si les pasa algo a los niños y nosotros seremos la fuerza bruta para que no les pase nada a los niños — era la mejor idea teniendo en cuenta el tipo de trabajo, habilidades y apariencia que tenían los tres. Eran un trío de lo más peculiar pero al menos trabajaban bien juntos y eso era algo bueno a tener en cuenta, eran un grupo raro y bastante dispar pero al menos la vaquera podía confiar en sus dos compañeros y tener claro que con ellos las cosas solían salir mas o menos bien o que al menos tenían la capacida de arreglar situaciones que pudieran torcerse demasiado. Cuando llegaron al palacio bajaron los tres y fueron recibidos rápidamente por los guardias que custodiaban la puerta y les preguntaban quienes eran. Ash prefirió guardar silencio antes de darle un puñetazo al de la derecha, que les miraba bastante mal a los dos vaqueros y dejar que Astartea fuera la que llevara la voz cantante.
Dejo que ella hablara y la sonrisa en sus labios se ensancharon — bueno, es que así parece que somos dos guardaespaldas cuidando de una señorita distinguida, nos miran menos mal si te acompañamos — después de escuchar sus indicaciones miro al carruaje y suspiro. ¿De verdad se tenía que montar en esa cosa? no le gustaban demasiado esos cacharros pero no le quedaba más remedio, después de todo tenían que presentarse en palacio y siendo sinceros como iban ellos vestidos iban a resaltar demasiado. Miro al vaquero de reojo y se encogió de hombros, no les quedaba mas remedio que seguir la idea mas lógica y casi siempre venían de Astartea.
Se subió al carromato ese y dejo que los llevaran hasta el castillo mientras la marine iba contando su plan — perfecto, entonces tu serás la médico por si les pasa algo a los niños y nosotros seremos la fuerza bruta para que no les pase nada a los niños — era la mejor idea teniendo en cuenta el tipo de trabajo, habilidades y apariencia que tenían los tres. Eran un trío de lo más peculiar pero al menos trabajaban bien juntos y eso era algo bueno a tener en cuenta, eran un grupo raro y bastante dispar pero al menos la vaquera podía confiar en sus dos compañeros y tener claro que con ellos las cosas solían salir mas o menos bien o que al menos tenían la capacida de arreglar situaciones que pudieran torcerse demasiado. Cuando llegaron al palacio bajaron los tres y fueron recibidos rápidamente por los guardias que custodiaban la puerta y les preguntaban quienes eran. Ash prefirió guardar silencio antes de darle un puñetazo al de la derecha, que les miraba bastante mal a los dos vaqueros y dejar que Astartea fuera la que llevara la voz cantante.
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No tardó en aparecer un carruaje poco después de que Ash le devolviese el saludo con un pícaro mordisco. Lo miró fijamente cuando este se detuvo frente a ellos y no se sorprendió en lo absoluto cuando vio a Astartea bajar del mismo. La saludó sujetando con los dedos el ala de su sombrero e inclinando levemente la cabeza ante su comentario. No le ofendía, para nada. Más bien estaba extrañamente orgulloso. Subió al carruaje detrás de las chicas y se quedó apoyado ligeramente en la pared del mismo, en una postura demasiado cómoda con los brazos cruzados.
Asintió ante lo que dijo Ash, remarcando que estaba de acuerdo con ese plan de acción, y habló bastante poco el resto del viaje. No era alguien que hablase mucho, nunca lo había sido, aunque no desaprovechó la oportunidad de guiñarle el ojo a Ash cuando miraba en su dirección general.
Llegaron por fin al susodicho palacio. Haciendo su papel de guardaespaldas, se quedó detrás de Astartea junto a Ash. Se identificaron frente a los guardias de la puerta y fueron guiados hasta lo que parecía ser la sala del trono. Gigantesca, de techo alto, con una extensa alfombra roja bajo sus pies. Había dos tronos al extremo de la sala, uno en el centro y el otro, más pequeño, a su derecha. Sobre el trono grande había sentado un hombre de espesa barba rojiza y en el pequeño una niña que no debía tener más de catorce años. De pie, al otro lado del trono del rey, había un hombre vestido con un negro frac que tenía pinta de mayordomo.
—Su majestad —anunció uno de los guardias que los guiaban—. Han llegado los escoltas que llevarán la princesa a Mur.
Asintió ante lo que dijo Ash, remarcando que estaba de acuerdo con ese plan de acción, y habló bastante poco el resto del viaje. No era alguien que hablase mucho, nunca lo había sido, aunque no desaprovechó la oportunidad de guiñarle el ojo a Ash cuando miraba en su dirección general.
Llegaron por fin al susodicho palacio. Haciendo su papel de guardaespaldas, se quedó detrás de Astartea junto a Ash. Se identificaron frente a los guardias de la puerta y fueron guiados hasta lo que parecía ser la sala del trono. Gigantesca, de techo alto, con una extensa alfombra roja bajo sus pies. Había dos tronos al extremo de la sala, uno en el centro y el otro, más pequeño, a su derecha. Sobre el trono grande había sentado un hombre de espesa barba rojiza y en el pequeño una niña que no debía tener más de catorce años. De pie, al otro lado del trono del rey, había un hombre vestido con un negro frac que tenía pinta de mayordomo.
—Su majestad —anunció uno de los guardias que los guiaban—. Han llegado los escoltas que llevarán la princesa a Mur.
Astartea Shikei
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Astartea había estado en tantos castillos a lo largo de su vida que uno más o uno menos no suponía realmente la diferencia. Era sin embargo sorprendente su forma de adaptarse dependiendo del monarca y de la princesa lo que siempre le había ganado un buen puesto en cada corte. Llevaba toda su vida lidiando con los caprichos de una futura reina, una más, una menos no era su problema precisamente.
Se había encargado de hacer que su cochero mantuviera el escudo exterior de la familia tapado a ojos del rey, había planeado que no supieran que era de una casa noble hasta que volvieran. Después de todo aún tenían demasiadas cosas pendientes de hacer.
Nuestra dama albina hizo una reverencia con una de esas sonrisas suaves y amplias que hacen a la gente pensar que un par de alas blancas le saldrán de la espalda.- Majestad, mis acompañantes y yo estaremos encantados de cuidar de su hija y de hacer de esta travesía una delicia para ella.- La dama se lleva la mano al pecho, acortando las distancias con una inclinación de cabeza para ofrecerle la mano a la princesa.- Me llamo Astartea, seré su médico y junto con estas personas me encargaré de que nada malo le suceda.
La muchacha se sonroja levemente ante el acto noble y nuestra dama se aleja tras recibir la aprobación del rey. Finalmente se coloca al lado de sus compañeros.- Hemos preparado una carroza adecuada para la señorita, nos encargaremos de que tenga un agradable viaje y que disfrute de cada milla.- Luego de eso los harían retirarse mientras cargaban el carruaje con las cosas de la princesa para el viaje. También habría que tener todo lo demás en cuenta, pero nuestro médico se acercó a sus compinches en todas aquellas locuras.
-Preparaos para luchas contra rebeldes, reinos vecinos que la quieren conseguir como esposa y un montón de locuras de las que ella no se puede enterar…Estamos jodidos.-Lo admite sin problema, asintiendo calmadamente mientras acaban de cargar el carro y la princesa se acerca a la lejanía.
Bueno, al menos harían todo lo que estaba en su mano y con la capacidad del par, estaba segura de poder conseguir algo interesante.
Se había encargado de hacer que su cochero mantuviera el escudo exterior de la familia tapado a ojos del rey, había planeado que no supieran que era de una casa noble hasta que volvieran. Después de todo aún tenían demasiadas cosas pendientes de hacer.
Nuestra dama albina hizo una reverencia con una de esas sonrisas suaves y amplias que hacen a la gente pensar que un par de alas blancas le saldrán de la espalda.- Majestad, mis acompañantes y yo estaremos encantados de cuidar de su hija y de hacer de esta travesía una delicia para ella.- La dama se lleva la mano al pecho, acortando las distancias con una inclinación de cabeza para ofrecerle la mano a la princesa.- Me llamo Astartea, seré su médico y junto con estas personas me encargaré de que nada malo le suceda.
La muchacha se sonroja levemente ante el acto noble y nuestra dama se aleja tras recibir la aprobación del rey. Finalmente se coloca al lado de sus compañeros.- Hemos preparado una carroza adecuada para la señorita, nos encargaremos de que tenga un agradable viaje y que disfrute de cada milla.- Luego de eso los harían retirarse mientras cargaban el carruaje con las cosas de la princesa para el viaje. También habría que tener todo lo demás en cuenta, pero nuestro médico se acercó a sus compinches en todas aquellas locuras.
-Preparaos para luchas contra rebeldes, reinos vecinos que la quieren conseguir como esposa y un montón de locuras de las que ella no se puede enterar…Estamos jodidos.-Lo admite sin problema, asintiendo calmadamente mientras acaban de cargar el carro y la princesa se acerca a la lejanía.
Bueno, al menos harían todo lo que estaba en su mano y con la capacidad del par, estaba segura de poder conseguir algo interesante.
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Ash ya no se sorprendía de la labia de Astartea, estaba acostumbrada a escucharla hablar de aquella manera desde el día en que la conoció en aquel callejón oscuro de la isla de Sakura. Desde luego quien las diría que acabarían trabajando juntas en tantos trabajos. Pero recordar el momento en que habían bebido y habían comenzado a hablar sobre todo aquello que esconde sus corazones la hizo sentir cierta presión en el pecho. Aquella mujer era muy parecida a ella y tal vez por eso se entendían tan bien. Fuera lo que fuera, tenían trabajo que hacer.
Salió con sus compañeros a preparar el carruaje y entonces escucho las palabras de Astartea y sonrió mientras sacaba la pistola de la funda y se la llevaba a los labios. — No te preocupes, esta cargada y a punto y yo también estoy lista para lo que sea — después de todo, en estos días que habían estado separados, Ash había aprendido algunos trucos nuevos con su Akuma. Ash sabía que Astartea poseía Akuma, pero ni John ni la propia mujer médico conocían la condición de la vaquera. Pero ella estaba totalmente preparada para hacer lo que tuviera que hacer para mantener a esa chiquilla a salvo.
— Preparate para contarle un montón de milongas sobre los ruidos que va a escuchar fuera — se rió suavemente y tras besar su pistola la guardo y miro a John haciendo un gesto con la cabeza. Era momento de ponerse en posiciones y comenzar con aquel viaje en el que estaba segura que encontrarían muchos peligros y misterios. Se subió a la parte de atrás del carruaje en aquel asiento que tenían para los lacayos. Estaba preparada con su pistola y con munición de recambio y tenía la vista agudizada por si algo o alguien aparecía por cualquier flanco que ella pudiera mantener vigilado. Pocas cosas podían escapar a la vista de la mujer, pero por si acaso le gustaba estar siempre alerta.
Una vez que John estuvo en posición y que la princesita y la señorita medico se encontraran sentadas en su respectivo lugar Ash daría un suave golpe en el techo del carruaje para avisar al cochero. — ¡En marcha! — su voz sonó fuerte y decidida, estaba claro que ese viaje iba a ser movidito y tenía ganas de ver a que clase de sujetos podrían enfrentarse. ¿Quienes irían a por su princesita? Lo descubrirían en breves, de eso estaba segura y se moría de ganas por darles una paliza a todos y cada uno de ellos. Después de todo, no había nada que le gustara más a aquella zorra que una buena bronca por la mañana.
Salió con sus compañeros a preparar el carruaje y entonces escucho las palabras de Astartea y sonrió mientras sacaba la pistola de la funda y se la llevaba a los labios. — No te preocupes, esta cargada y a punto y yo también estoy lista para lo que sea — después de todo, en estos días que habían estado separados, Ash había aprendido algunos trucos nuevos con su Akuma. Ash sabía que Astartea poseía Akuma, pero ni John ni la propia mujer médico conocían la condición de la vaquera. Pero ella estaba totalmente preparada para hacer lo que tuviera que hacer para mantener a esa chiquilla a salvo.
— Preparate para contarle un montón de milongas sobre los ruidos que va a escuchar fuera — se rió suavemente y tras besar su pistola la guardo y miro a John haciendo un gesto con la cabeza. Era momento de ponerse en posiciones y comenzar con aquel viaje en el que estaba segura que encontrarían muchos peligros y misterios. Se subió a la parte de atrás del carruaje en aquel asiento que tenían para los lacayos. Estaba preparada con su pistola y con munición de recambio y tenía la vista agudizada por si algo o alguien aparecía por cualquier flanco que ella pudiera mantener vigilado. Pocas cosas podían escapar a la vista de la mujer, pero por si acaso le gustaba estar siempre alerta.
Una vez que John estuvo en posición y que la princesita y la señorita medico se encontraran sentadas en su respectivo lugar Ash daría un suave golpe en el techo del carruaje para avisar al cochero. — ¡En marcha! — su voz sonó fuerte y decidida, estaba claro que ese viaje iba a ser movidito y tenía ganas de ver a que clase de sujetos podrían enfrentarse. ¿Quienes irían a por su princesita? Lo descubrirían en breves, de eso estaba segura y se moría de ganas por darles una paliza a todos y cada uno de ellos. Después de todo, no había nada que le gustara más a aquella zorra que una buena bronca por la mañana.
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Se mantuvo en silencio durante la conversación que Astartea mantuvo con el rey. Claramente se la veía que era la entendida en ese tipo de protocolos, por lo que simplemente le dejó hacer. Se llevó la mano al bolsillo y empezó a sacar un puro, pero se fijó entonces que uno de los guardias lo miraba con el ceño fruncido y diciéndole que no con la cabeza, muy lentamente. El vaquero captó el mensaje y volvió a dejar el puro, saludando al guardia con un gesto de ambos dedos. Finalmente el rey dio su beneplácito y pudieron marcharse hacia el carruaje a esperar a la princesa.
El vaquero comprobó que el tambor de su revólver estaba cargado del todo mientras Astartea hablaba de los posibles peligros que podrían acarrearles tan pronto como era el simple camino desde palacio hasta el puerto. Iba a ser una escolta larga, pues tenían que llevarla hasta otra isla y volver. El vaquero volvió a preguntarse por qué demonios no podía quedarse la princesa y simplemente escoltar a su prometido hasta aquí.
—Me sentaré en el asiento del copiloto, para asegurar que no nos embosquen por delante —le dijo a Ash mientras esta se subía detrás —. Si veo algo te lo indicaré con señas.
Dicho aquello se subió y se sentó al lado del cochero, que le dedicó una extraña mirada que el vaquero ignoró. Una vez estuvo cada uno en su sitio el carruaje empezó a moverse. No tardó en colocarse en el camino de vuelta, bastante llano y fácil de recorrer. El camino estaba bordeado por arbustos y árboles, lo cual era perfecto para una emboscada. El vaquero suspiró y activó la visión térmica de sus ojos, los cuales adoptaron un tojo rojizo desde el exterior al hacerlo. Durante un rato no vio nada, aunque no tardó en detectar señales de calor más adelante. Llevó la mano atrás y con el nudillo golpeó el techo del carruaje para llamar la atención de Ash. Entonces le hizo las señas. Levantó tres dedos, indicando que había tres personas, y señaló a la derecha, indicando su posición. Luego levantó dos dedos y señaló a la izquierda.
Había cinco hombres, tres a un lado y dos al otro. Una vez la albina hubiese captado el mensaje, se levantó y se puso de pie sobre el asiento, haciendo una señal al cochero con la mano para que se tranquilice. Su mano se mantuvo sobre la cartuchera de su revólver, expectante para disparar en el momento en que alguien saliese de entre los arbustos.
El vaquero comprobó que el tambor de su revólver estaba cargado del todo mientras Astartea hablaba de los posibles peligros que podrían acarrearles tan pronto como era el simple camino desde palacio hasta el puerto. Iba a ser una escolta larga, pues tenían que llevarla hasta otra isla y volver. El vaquero volvió a preguntarse por qué demonios no podía quedarse la princesa y simplemente escoltar a su prometido hasta aquí.
—Me sentaré en el asiento del copiloto, para asegurar que no nos embosquen por delante —le dijo a Ash mientras esta se subía detrás —. Si veo algo te lo indicaré con señas.
Dicho aquello se subió y se sentó al lado del cochero, que le dedicó una extraña mirada que el vaquero ignoró. Una vez estuvo cada uno en su sitio el carruaje empezó a moverse. No tardó en colocarse en el camino de vuelta, bastante llano y fácil de recorrer. El camino estaba bordeado por arbustos y árboles, lo cual era perfecto para una emboscada. El vaquero suspiró y activó la visión térmica de sus ojos, los cuales adoptaron un tojo rojizo desde el exterior al hacerlo. Durante un rato no vio nada, aunque no tardó en detectar señales de calor más adelante. Llevó la mano atrás y con el nudillo golpeó el techo del carruaje para llamar la atención de Ash. Entonces le hizo las señas. Levantó tres dedos, indicando que había tres personas, y señaló a la derecha, indicando su posición. Luego levantó dos dedos y señaló a la izquierda.
Había cinco hombres, tres a un lado y dos al otro. Una vez la albina hubiese captado el mensaje, se levantó y se puso de pie sobre el asiento, haciendo una señal al cochero con la mano para que se tranquilice. Su mano se mantuvo sobre la cartuchera de su revólver, expectante para disparar en el momento en que alguien saliese de entre los arbustos.
Astartea Shikei
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Nuestra dama era la experta en aquellas cosas, pero aun así odiaba tener que dejarle la acción a los demás, tal vez por eso en cuanto captó el mensaje que aquel par de tortolos se mandaba cerró con calma la ventana del carruaje.
La dama la miró algo curiosa, y nuestra demonio particular pintó una sonrisa, de esas capaces de tranquilizar al mismísimo diablo.- Nos encontramos en una zona de caza, no me gustaría que los disparos la asustaran.- La princesa lo entiende perfectamente, de forma inocente decide confiar en sus palabras y nuestra adorada médico agradece que su carruaje este insonorizado.
Sus dedos pasan por su propia frente mientras ahoga un suspiro, señor, menos mal que ella era muy buena actriz y a nuestra princesa le faltaban un par de neuronas, aquello iba a ser más difícil de lo que pensaba. Le había dicho a aquel par que si había demasiados problemas, que la avisaran, un par de golpes y ella daría una excusa convincente.- Cada cierto tiempo saldré a revisar la salud del cochero, me gusta saber que no se fatiga en un viaje tan largo.- Una sonrisa amable y nuestra princesa se derrite ante la bondad de su acompañante, sin duda no todas las nobles se preocupan tanto por el estado de sus acompañantes.
La realidad era que su chofer era uno de esos hombres que la conoce desde pequeña y es total y plenamente consciente del lio que están armando. Por eso se pone a cubierto en la zona del reposa pies, se prepara para la acción y reza a todo lo que sabe y conoce porque su ama tenga piedad por su alma.
Con un poco de suerte en caso de que algo malo amenazara con pasarle su señora lo curaría con sus capacidades médicas. Pero como no era de los que apostaban con el humor cambiante de su ama, prefería prepararse para evitar algún que otro disparo y seguir manejando el carro.
Mucho mejor idea, si señor.
La dama la miró algo curiosa, y nuestra demonio particular pintó una sonrisa, de esas capaces de tranquilizar al mismísimo diablo.- Nos encontramos en una zona de caza, no me gustaría que los disparos la asustaran.- La princesa lo entiende perfectamente, de forma inocente decide confiar en sus palabras y nuestra adorada médico agradece que su carruaje este insonorizado.
Sus dedos pasan por su propia frente mientras ahoga un suspiro, señor, menos mal que ella era muy buena actriz y a nuestra princesa le faltaban un par de neuronas, aquello iba a ser más difícil de lo que pensaba. Le había dicho a aquel par que si había demasiados problemas, que la avisaran, un par de golpes y ella daría una excusa convincente.- Cada cierto tiempo saldré a revisar la salud del cochero, me gusta saber que no se fatiga en un viaje tan largo.- Una sonrisa amable y nuestra princesa se derrite ante la bondad de su acompañante, sin duda no todas las nobles se preocupan tanto por el estado de sus acompañantes.
La realidad era que su chofer era uno de esos hombres que la conoce desde pequeña y es total y plenamente consciente del lio que están armando. Por eso se pone a cubierto en la zona del reposa pies, se prepara para la acción y reza a todo lo que sabe y conoce porque su ama tenga piedad por su alma.
Con un poco de suerte en caso de que algo malo amenazara con pasarle su señora lo curaría con sus capacidades médicas. Pero como no era de los que apostaban con el humor cambiante de su ama, prefería prepararse para evitar algún que otro disparo y seguir manejando el carro.
Mucho mejor idea, si señor.
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Vio las señales del vaquero y suspiro levemente, parece ser que iba a empezar la fiesta antes incluso de lo que ella misma esperaba. Saco la pistola de donde la tenía y le puso el visor. Estaba más que preparada, no necesitaba mucho más. Cargo, apuntó y de un disparo incapacito a uno de los dos tipos que estaban en el flanco izquierdo. Eso fue suficiente para que se pusieran nerviosos y decidieran salir de sus escondrijos para comenzar la fiesta. Estaba claro que aquellas alimañas querían secuestrar a la princesita y eso no era algo que la cazadora se pudiera permitir.
Un disparo en la rodilla era más que suficiente para hacer que no se levantaran y que al menos el herido desistiera en su intento de asaltar el carruaje. Sin embargo, sus amigos no estaban dispuestos dejarlo ser. Lo peor de todo es que no iban andando claro, tardaron bastante poco en montar sobre sus caballos y perseguir el carro intentando ponerse en los laterales del mismo para tenerlo flanqueado y obligar al cochero a tomar el rumbo que ellos quisieran. Ash no solía atacar animales, los caballos no tenían culpa de que sus jinetes fueran unos toca pelotas así que pensó en como podría jugar con aquellos animalitos para que dejaran de perseguirlos.
Gruño en el momento en que tuvo que esquivar una bala que casi le roza la cara, ahora era su turno de disparar, lo suficientemente cerca de la oreja del caballo para que este se asustara y tirara a su jinete tras relinchar y salir pitando en dirección contraría. — ¡Biiingo! ¡faltan tres vaquero! — estaba de lo más emocionada, un poco de fiesta siempre era buena y por el momento estaban teniendo una juerga bastante interesante. Ahora mismo había uno a cada lado y el restante se acercaba peligrosamente por detrás. Ash tuvo que jugársela y subirse al techo del carruaje manteniendo el equilibrio como podía para darle una patada en la cara al que estaba en el lado derecho. Esquivar balas en aquellas circunstancias no era algo fácil, pero por el momento se la podían apañar, esperaba que la doctorcita tuviera una buena excusa para tanta fiesta que se traían los dos fuera.
Un disparo en la rodilla era más que suficiente para hacer que no se levantaran y que al menos el herido desistiera en su intento de asaltar el carruaje. Sin embargo, sus amigos no estaban dispuestos dejarlo ser. Lo peor de todo es que no iban andando claro, tardaron bastante poco en montar sobre sus caballos y perseguir el carro intentando ponerse en los laterales del mismo para tenerlo flanqueado y obligar al cochero a tomar el rumbo que ellos quisieran. Ash no solía atacar animales, los caballos no tenían culpa de que sus jinetes fueran unos toca pelotas así que pensó en como podría jugar con aquellos animalitos para que dejaran de perseguirlos.
Gruño en el momento en que tuvo que esquivar una bala que casi le roza la cara, ahora era su turno de disparar, lo suficientemente cerca de la oreja del caballo para que este se asustara y tirara a su jinete tras relinchar y salir pitando en dirección contraría. — ¡Biiingo! ¡faltan tres vaquero! — estaba de lo más emocionada, un poco de fiesta siempre era buena y por el momento estaban teniendo una juerga bastante interesante. Ahora mismo había uno a cada lado y el restante se acercaba peligrosamente por detrás. Ash tuvo que jugársela y subirse al techo del carruaje manteniendo el equilibrio como podía para darle una patada en la cara al que estaba en el lado derecho. Esquivar balas en aquellas circunstancias no era algo fácil, pero por el momento se la podían apañar, esperaba que la doctorcita tuviera una buena excusa para tanta fiesta que se traían los dos fuera.
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«Vaya, tienen caballos. Maravilloso.»
Ash no tardó en despechar a un par de ellos, afirmando a gritos que quedaban tres. Sonrió un poco para sí, pues le gustaba verla pasándolo bien. Ahora había uno a cada lado del carruaje mientras que el resto los seguía cabalgando por detrás. Se puso de pie en el techo del carruaje y se colocó espalda contra espalda junto a Ash, justo antes de que el de la izquierda buscase dispararla mientras estaba distraída pateando al otro. La bala impactó con la frente del cyborg, rebotando en su acero. El agente le dio una patada en la cara aprovechando su sorpresa al resistir un balazo en la cabeza. El hombre salió disparado del impacto, quedando colgado a un lado del caballo con el pie atascado en las riendas. El animal enloqueció, asustado, y empezó a cabalgar a más velocidad, arrastrándolo y llevándoselo más lejos.
Se giró orientándose hacia los que había detrás. Entonces, bajo su vista, todo se tornó de un color azulado. Todo pareció ir a cámara lenta mientras que una interfaz apuntaba las partes del cuerpo de sus enemigos como posibles objetivos. Los cálculos de su sistema de apuntado le decían que, por culpa del traqueteo y la velocidad a la que se estaban moviendo, solo podría acertar un disparo. No dudó. Señaló la cabeza como el objetivo de su sistema de apuntado y enseguida lo dejó ir.
Como un rayo su mano se movió desenfundando y disparando. La bala le dio entre los ojos, tirándolo del caballo. Entonces, antes de que el otro pudiese reaccionar, saltó del carruaje hacia él. Se agarró a su hombro en el aire utilizándolo de apoyo. Su cuerpo, por la inercia, lo rodeó mientras el tipo buscaba aferrarse a las riendas del caballo para no caer. El vaquero aterrizó sentándose en la grupa del caballo justo tras él, con el brazo no-metálico rodeando su cuello.
—¡Suéltame, maldito hijo de...!
Levantó el brazo metálico y abrió la mano. De su palma salió una afilada cuchilla que no tardó en clavar en su cuello en un ángulo descendiente. El hombre murió al instante. De un tirón lanzó al hombre del caballo al suelo, mientras el animal empezaba a relinchar. John se sentó bien en la silla y agarró las riendas, ordenándole que se detuviese. El caballo rampó pero finalmente terminó calmándose. No tardó en volver a cabalgar hasta alcanzar el carruaje de nuevo, saludando a Ash con un gesto.
Ash no tardó en despechar a un par de ellos, afirmando a gritos que quedaban tres. Sonrió un poco para sí, pues le gustaba verla pasándolo bien. Ahora había uno a cada lado del carruaje mientras que el resto los seguía cabalgando por detrás. Se puso de pie en el techo del carruaje y se colocó espalda contra espalda junto a Ash, justo antes de que el de la izquierda buscase dispararla mientras estaba distraída pateando al otro. La bala impactó con la frente del cyborg, rebotando en su acero. El agente le dio una patada en la cara aprovechando su sorpresa al resistir un balazo en la cabeza. El hombre salió disparado del impacto, quedando colgado a un lado del caballo con el pie atascado en las riendas. El animal enloqueció, asustado, y empezó a cabalgar a más velocidad, arrastrándolo y llevándoselo más lejos.
Se giró orientándose hacia los que había detrás. Entonces, bajo su vista, todo se tornó de un color azulado. Todo pareció ir a cámara lenta mientras que una interfaz apuntaba las partes del cuerpo de sus enemigos como posibles objetivos. Los cálculos de su sistema de apuntado le decían que, por culpa del traqueteo y la velocidad a la que se estaban moviendo, solo podría acertar un disparo. No dudó. Señaló la cabeza como el objetivo de su sistema de apuntado y enseguida lo dejó ir.
Como un rayo su mano se movió desenfundando y disparando. La bala le dio entre los ojos, tirándolo del caballo. Entonces, antes de que el otro pudiese reaccionar, saltó del carruaje hacia él. Se agarró a su hombro en el aire utilizándolo de apoyo. Su cuerpo, por la inercia, lo rodeó mientras el tipo buscaba aferrarse a las riendas del caballo para no caer. El vaquero aterrizó sentándose en la grupa del caballo justo tras él, con el brazo no-metálico rodeando su cuello.
—¡Suéltame, maldito hijo de...!
Levantó el brazo metálico y abrió la mano. De su palma salió una afilada cuchilla que no tardó en clavar en su cuello en un ángulo descendiente. El hombre murió al instante. De un tirón lanzó al hombre del caballo al suelo, mientras el animal empezaba a relinchar. John se sentó bien en la silla y agarró las riendas, ordenándole que se detuviese. El caballo rampó pero finalmente terminó calmándose. No tardó en volver a cabalgar hasta alcanzar el carruaje de nuevo, saludando a Ash con un gesto.
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La situación comenzaba a alborotarse, se dio cuenta enseguida gracias a sus capacidades de que aquel par estaban haciendo de las suyas. No era algo que pudieran evitar, después de todo la realeza era cazada como un zorro de piel brillante y exquisita.- Princesa, lamento si alguno de los ruidos que escuchan la asustan, pero es el lugar más seguro por el que ir.- No era mentira, y la sonrisa de su rostro mientras agarraba sus manos y se encargaba con su akuma de quitarle cualquier miedo o tensión posible solo era el lazo final. El carro no dejaba pasar demasiados ruidos, pero los gritos del par de vaqueros eran inconfundibles.
-Este par de bribones y su afición por las cartas, si me disculpa le diré que bajen el volumen.- Un par de golpes en la ventana del cochero, una mirada asesina de ojos rojos que la princesa no puede ver y unas palabras demasiado amables que no acompañan su rostro.- ¿Podéis no gritar tanto? Sé que el juego es emocionante, pero puedo prometeros que atravesáis las paredes acolchadas.- Su cochero tragó grueso, asintiendo, sabiendo que el par de vaqueros locos no iba a tomarse en serio sus palabras, pero a él no le quedaba otra opción que hacer todo lo que podía.
-Eso me recuerda…¿Todo bien, querido?- Esa pregunta era la clave que habían dado en caso de que alguno necesitara atención médica causada por alguna de las locuras que iban a tener que enfrentar. Por eso tal vez se la hizo al cochero pero miró de reojo por la parte de aquella zona. Antes de que se diera cuenta y viendo por la ventanilla, un caballo se acercó y nuestra dama atinó a ver el sombrero del vaquero.- Por lo que veo si… Menos mal que en breve llegaremos a puerto y podrá disfrutar de una habitación cómoda.- La princesa le dice que no tiene problema, que está disfrutando el viaje y que el carruaje es muy cómodo, pero nuestra señorita de cabellos albinos tiene un problema.
¿Cómo coño le va a esconder todos los problemas dentro del barco? No vamos a negar que va a usar su akuma para evitar que las emociones de la princesa se descontroles, pero a este paso iba a tener que usarla con ella misma para que nada de aquello le provocara una ulcera en el estómago. Esperaba que su corazón lo soportarse al menos.
-Este par de bribones y su afición por las cartas, si me disculpa le diré que bajen el volumen.- Un par de golpes en la ventana del cochero, una mirada asesina de ojos rojos que la princesa no puede ver y unas palabras demasiado amables que no acompañan su rostro.- ¿Podéis no gritar tanto? Sé que el juego es emocionante, pero puedo prometeros que atravesáis las paredes acolchadas.- Su cochero tragó grueso, asintiendo, sabiendo que el par de vaqueros locos no iba a tomarse en serio sus palabras, pero a él no le quedaba otra opción que hacer todo lo que podía.
-Eso me recuerda…¿Todo bien, querido?- Esa pregunta era la clave que habían dado en caso de que alguno necesitara atención médica causada por alguna de las locuras que iban a tener que enfrentar. Por eso tal vez se la hizo al cochero pero miró de reojo por la parte de aquella zona. Antes de que se diera cuenta y viendo por la ventanilla, un caballo se acercó y nuestra dama atinó a ver el sombrero del vaquero.- Por lo que veo si… Menos mal que en breve llegaremos a puerto y podrá disfrutar de una habitación cómoda.- La princesa le dice que no tiene problema, que está disfrutando el viaje y que el carruaje es muy cómodo, pero nuestra señorita de cabellos albinos tiene un problema.
¿Cómo coño le va a esconder todos los problemas dentro del barco? No vamos a negar que va a usar su akuma para evitar que las emociones de la princesa se descontroles, pero a este paso iba a tener que usarla con ella misma para que nada de aquello le provocara una ulcera en el estómago. Esperaba que su corazón lo soportarse al menos.
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Estaba segura de que Astartea tenía que estar cabreada con ellos, pero es que no podía evitarlo, Ash era alguien bastante temperamental y aquel juego que se traía con el vaquero y con los muchachos que ilusamente habían creído que podrían asaltar el carruaje la había puesto de buen humor. Dejo que el vaquero se hiciera cargo de los que quedaba mientras ella se volvía a acomodar en su asiento y luego se rió cuando vio al vaquero acercarse montado en un flamante caballo nuevo. Ella también tendría que haberse hecho con uno de esos y mirándole con juego le hizo acercarse un poco más para morderle el mentón a John.
— Que te parece si vas a por uno de esos preciosos animalitos para mi, no tardarás mucho — esperaría a que se lo trajera y después tras montar en el caballo se pondría al otro lado del carruaje, bastante más cómoda y con mayor movilidad que tener que ir pendiente de no caerse del carruaje. No muy lejos de allí se encontraba el puerto, menos mal, faltaba poco para poder coger el barco, aunque nadie les garantizaba que la tripulación fuera de fiar y eso era lo que mas tenía escamada a la vaquera.
Por el momento llegaron sin mayor contratiempo y les indicaron en que barco debían subir para poder emprender el viaje a la isla en busca del marido de la princesita. Por el momento las cosas parecían tranquilas pero Ash no tardo ni un solo momento en cuadrarse y mirar a todos los tripulantes con una de esas miradas suyas que hielan la sangre. Si alguno se atrevía a intentar cualquier cosa contra ellos, les iba a despellejar vivos y eso era lo que esa mirada estaba transmitiendo a esos muchachillos. Si algo bueno tenía la vaquera es que era alguien muy intimidante y era complicado mantener una guerra de miradas con ella por que joder, por mucho que fuera una mujer sexy, acojonaba bastante y eso era un punto a favor para ella, sobre todo en este momento.
Colocaron todo en el barco y levaron anclas, las cosas se podrían poner peliagudas en cualquier momento, un barco que los quisiera abordar, la propia tripulación volviendose en su contra. Por el momento miro a Astartea — será mejor que la princesa descanse en el camarote, seguro que esta cansada del viaje en carro — por algún motivo tenía una mala sensación en el cuerpo y esperaba que la albina tuviera bien custodiada a la princesa antes de ponerse a investigar o antes de que pudiera ocurrir cualquier tragedia.
— Que te parece si vas a por uno de esos preciosos animalitos para mi, no tardarás mucho — esperaría a que se lo trajera y después tras montar en el caballo se pondría al otro lado del carruaje, bastante más cómoda y con mayor movilidad que tener que ir pendiente de no caerse del carruaje. No muy lejos de allí se encontraba el puerto, menos mal, faltaba poco para poder coger el barco, aunque nadie les garantizaba que la tripulación fuera de fiar y eso era lo que mas tenía escamada a la vaquera.
Por el momento llegaron sin mayor contratiempo y les indicaron en que barco debían subir para poder emprender el viaje a la isla en busca del marido de la princesita. Por el momento las cosas parecían tranquilas pero Ash no tardo ni un solo momento en cuadrarse y mirar a todos los tripulantes con una de esas miradas suyas que hielan la sangre. Si alguno se atrevía a intentar cualquier cosa contra ellos, les iba a despellejar vivos y eso era lo que esa mirada estaba transmitiendo a esos muchachillos. Si algo bueno tenía la vaquera es que era alguien muy intimidante y era complicado mantener una guerra de miradas con ella por que joder, por mucho que fuera una mujer sexy, acojonaba bastante y eso era un punto a favor para ella, sobre todo en este momento.
Colocaron todo en el barco y levaron anclas, las cosas se podrían poner peliagudas en cualquier momento, un barco que los quisiera abordar, la propia tripulación volviendose en su contra. Por el momento miro a Astartea — será mejor que la princesa descanse en el camarote, seguro que esta cansada del viaje en carro — por algún motivo tenía una mala sensación en el cuerpo y esperaba que la albina tuviera bien custodiada a la princesa antes de ponerse a investigar o antes de que pudiera ocurrir cualquier tragedia.
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No pudo evitar sonreír con picardía cuando Ash le pidió aquello. No le costaba ningún esfuerzo hacerlo, así que se adelantó al carro al galope. A varios metros había uno de los caballos que había salido corriendo después de los disparos, ya calmado a un lado del camino comiendo hierba del suelo. El vaquero cogió las riendas del caballo y dio la vuelta de nuevo hacia el carromato. Por suerte, el animal no se resistió, mostrando que ya estaba adiestrado a ese tipo de cosas. Llevó el caballo hasta la albina y le tendió las riendas.
No tardaron en llegar a puerto, lo cual significaba que no iba a poder estar encima del caballo mucho tiempo más. El barco ya estaba en mitad de su preparación, avisados por el rey, supuso el vaquero. Pudo escuchar a un par de trabajadores preguntándose por qué demonios había que llevar a la princesa para luego volver, en vez de simplemente traer al novio. El vaquero quiso gritar "¡¿VERDAD?!" pero no lo hizo. No estaba allí para cuestionar nada.
Se despidió del caballo y subió al barco detrás de sus compañeras y las princesas. Mientras todo el mundo hacía los últimos preparativos, John se llevó la mano al bolsillo y se sacó un puro. Se lo llevó a la boca y lo encendió.
—Lo mejor será que Ash y yo, con nuestra puntería, tengamos acceso a los cañones por si nos atacan —dijo justo antes de mirar a la princesa, que tras oír la palabra "atacan" lo miró con algo de miedo—. Aunque no creo que nos ataquen, la verdad. Parece un mar tranquilo. —Los iban a atacar, seguro. Se acercó a Ash y le ofreció un puro de su bolsillo, sabiendo muy bien que le iba a quitar el que tenía en la boca—. ¿Cómo lo ves? ¿Nos mantenemos vigilando junto a los cañones o nos buscamos un camarote? —remarcó con cierta picardía la palabra "camarote".
No tardaron en llegar a puerto, lo cual significaba que no iba a poder estar encima del caballo mucho tiempo más. El barco ya estaba en mitad de su preparación, avisados por el rey, supuso el vaquero. Pudo escuchar a un par de trabajadores preguntándose por qué demonios había que llevar a la princesa para luego volver, en vez de simplemente traer al novio. El vaquero quiso gritar "¡¿VERDAD?!" pero no lo hizo. No estaba allí para cuestionar nada.
Se despidió del caballo y subió al barco detrás de sus compañeras y las princesas. Mientras todo el mundo hacía los últimos preparativos, John se llevó la mano al bolsillo y se sacó un puro. Se lo llevó a la boca y lo encendió.
—Lo mejor será que Ash y yo, con nuestra puntería, tengamos acceso a los cañones por si nos atacan —dijo justo antes de mirar a la princesa, que tras oír la palabra "atacan" lo miró con algo de miedo—. Aunque no creo que nos ataquen, la verdad. Parece un mar tranquilo. —Los iban a atacar, seguro. Se acercó a Ash y le ofreció un puro de su bolsillo, sabiendo muy bien que le iba a quitar el que tenía en la boca—. ¿Cómo lo ves? ¿Nos mantenemos vigilando junto a los cañones o nos buscamos un camarote? —remarcó con cierta picardía la palabra "camarote".
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-Como me abandonéis con la princesa mientras follais, os la pienso guardar… Y no os va a gustar como eso pase.- Alza una ceja, fulminando con la mirada al par de tortolitos antes de que se asegurara de que su cochero dejara todas las cosas en el mejor espacio para la dama de alta cuna.
Se había asegurado de prepararlo todo de tal manera que no estuviera incomoda, no notara los ruidos o los movimientos del barco y pudiera descansar de todo aquello.- Seguro está cansada, relájese.- Le dio una taza de té, la sentó calmadamente y la dejó descansar mientras ella se encargaba y aseguraba de que todo estaba perfectamente listo. Un suspiro calmado y se acerca al par, mirándoles con calma.
-Vale, tenéis acceso a la parte de cañones y todo eso, al resto dejádmelo a mí, no os preocupéis de los hombres, están bajo mis encantos.- Asiente con una sonrisa algo burlona, no era exactamente eso, pero digamos que el hecho de que muchos de ellos tuvieran un símbolo matemático en el cuerpo decía mucho de todo aquello.- Si mis cálculos no fallan, y algo se de matemáticas, mínimo un barco pirata nos va a venir a visitar…Quizás saquéis dinero extra.- Les guiña un ojo con algo de diversión, mientras ella misma se prepara para su propio espectáculo y evento.
Es cierto que ella no es buena con los cañones, pero no es algo que tenga que preocuparle demasiado. Colocó encima de la barra del barco un cuchillo, clavándolo con calma mientras esperaba a que las aguas empezaran a moverse y todo empezaba a suceder.- Veamos que pececitos vienen a jugar.- Entonces uno de los marineros gritaría que se acercaba un barco, mientras que Astartea subía disimuladamente la música relajante en el camerino de la distraída y tranquila princesa.
-Muchachos, preparaos para el abordaje.
Se había asegurado de prepararlo todo de tal manera que no estuviera incomoda, no notara los ruidos o los movimientos del barco y pudiera descansar de todo aquello.- Seguro está cansada, relájese.- Le dio una taza de té, la sentó calmadamente y la dejó descansar mientras ella se encargaba y aseguraba de que todo estaba perfectamente listo. Un suspiro calmado y se acerca al par, mirándoles con calma.
-Vale, tenéis acceso a la parte de cañones y todo eso, al resto dejádmelo a mí, no os preocupéis de los hombres, están bajo mis encantos.- Asiente con una sonrisa algo burlona, no era exactamente eso, pero digamos que el hecho de que muchos de ellos tuvieran un símbolo matemático en el cuerpo decía mucho de todo aquello.- Si mis cálculos no fallan, y algo se de matemáticas, mínimo un barco pirata nos va a venir a visitar…Quizás saquéis dinero extra.- Les guiña un ojo con algo de diversión, mientras ella misma se prepara para su propio espectáculo y evento.
Es cierto que ella no es buena con los cañones, pero no es algo que tenga que preocuparle demasiado. Colocó encima de la barra del barco un cuchillo, clavándolo con calma mientras esperaba a que las aguas empezaran a moverse y todo empezaba a suceder.- Veamos que pececitos vienen a jugar.- Entonces uno de los marineros gritaría que se acercaba un barco, mientras que Astartea subía disimuladamente la música relajante en el camerino de la distraída y tranquila princesa.
-Muchachos, preparaos para el abordaje.
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Se rió ante las palabras de Astartea, estaba claro que hablaba enserio, si la dejaban sola y se iban a pasarlo bien, seguro que les hacía alguna jugada para joderlos. Pero Ash siendo como es, no iba a dejarla sola por mucho que quisiera tirarse al vaquero durante unas cuantas horas. — Créeme, si fuera por mi, vaquero, no saldríamos de ese camarote durante horas — se ríe juguetona y luego se encoje de hombros mirando a los cañones. No era mala idea quedarse con esos preciosos cañones y darle un poco de fiesta a esos piratas que llegaran para tocarle las narices. Se coloco en uno de los lados y entonces esperaría que la fiesta diera comienzo.
No tardaron demasiado en ver un barco, se notaba que venían con ganas de fiesta y Ash no tardo demasiado en comenzar a preparar los cañones para luego dejar que una lluvia de balas cayera sobre aquellos desgraciados piratas. Cuanto antes pudieran librarse de ellos mejor que mejor, por que no querían que la princesita se enterase de nada de lo que estaba pasando en la cubierta de aquel barco. No tardaron en llegar hasta ellos y entonces comenzó el abordaje. Se notaba que estaban preparados y Ash saco rápidamente su pistola y gruño mientras comenzaba a gitar algunas que otras ordenes para que siguieran disparando.
— ¡Vamos! ¡no seáis cobardes, atacad, a por ellos! — Ash no tardó nada en lanzarse contra ellos disparando con precisión como solía hacer y sin perder demasiado tiempo. Mira de reojo de vez en cuando a John y a Astartea para asegurarse de que los dos estaban bien, pero claro, luchaban como demonios igual que ella. Eran un trío bastante peculiar pero al menos funcionaban bien juntos. Un disparo certero golpeo en uno de los piratas que estaba a punto de darle a John y otro que estaba corriendo hacía Astartea con un cuchillo gigante en las manos.
Gruño en el momento en que sintió como una bala atravesaba su cuerpo, su pierna no tardo mucho en empezar a sangrar y estaba de lo más cabreada. Por suerte o por desgracia la niña tenía resistencia y siguió disparando para librarse de esa gentuza cuanto antes, tenía que curarse esa herida y sacarse la bala, por que estaba segura de que no había orificio de salida y que la puta bala seguía dentro de su pierna dando por culo. Iba a joder bastante sacarla de allí, lo sabía, ya le había tocado sacar alguna y estaba asqueada solo de pensarlo. Por el momento se centraría en reventar piernas y huesos y luego ya se encargaría de las curas de su pierna. Además, tenían que ocultárselo a la princesa, iba a ser de lo más interesante ver como demonios lo hacía.
No tardaron demasiado en ver un barco, se notaba que venían con ganas de fiesta y Ash no tardo demasiado en comenzar a preparar los cañones para luego dejar que una lluvia de balas cayera sobre aquellos desgraciados piratas. Cuanto antes pudieran librarse de ellos mejor que mejor, por que no querían que la princesita se enterase de nada de lo que estaba pasando en la cubierta de aquel barco. No tardaron en llegar hasta ellos y entonces comenzó el abordaje. Se notaba que estaban preparados y Ash saco rápidamente su pistola y gruño mientras comenzaba a gitar algunas que otras ordenes para que siguieran disparando.
— ¡Vamos! ¡no seáis cobardes, atacad, a por ellos! — Ash no tardó nada en lanzarse contra ellos disparando con precisión como solía hacer y sin perder demasiado tiempo. Mira de reojo de vez en cuando a John y a Astartea para asegurarse de que los dos estaban bien, pero claro, luchaban como demonios igual que ella. Eran un trío bastante peculiar pero al menos funcionaban bien juntos. Un disparo certero golpeo en uno de los piratas que estaba a punto de darle a John y otro que estaba corriendo hacía Astartea con un cuchillo gigante en las manos.
Gruño en el momento en que sintió como una bala atravesaba su cuerpo, su pierna no tardo mucho en empezar a sangrar y estaba de lo más cabreada. Por suerte o por desgracia la niña tenía resistencia y siguió disparando para librarse de esa gentuza cuanto antes, tenía que curarse esa herida y sacarse la bala, por que estaba segura de que no había orificio de salida y que la puta bala seguía dentro de su pierna dando por culo. Iba a joder bastante sacarla de allí, lo sabía, ya le había tocado sacar alguna y estaba asqueada solo de pensarlo. Por el momento se centraría en reventar piernas y huesos y luego ya se encargaría de las curas de su pierna. Además, tenían que ocultárselo a la princesa, iba a ser de lo más interesante ver como demonios lo hacía.
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Respondió a las palabras de Ash con una suave caricia en la barbilla. No iba a cometer la imprudencia de encerrarse a tener relaciones en vez de completar la misión, claro, pero tampoco iba a perder la oportunidad de flirtear un poco con la vaquera. Se dirigió entonces a uno de los cañones, dispuesto a prepararse para cualquier contrariedad. Dio una calada al puro mientras miraba al exterior cuando el barco se alejaba cada vez más de puerto. Finalmente, como si una profecía lo hubiese predicho, apareció un barco con ciertas intenciones hostiles.
—¿Pero por qué cojones hay tanta gente interesada en detener esta boda? —murmuró el vaquero.
Varias cosas de aquella misión le incordiaban demasiado. Primero la redundancia y estupidez que conllevaba el hacer tantos viajes cuando con uno era suficiente. Luego el hecho de que tanta gente parecía querer ver muerta a esa niña. Suspiró, dejando escapar una bocanada de humo, y tiró el puro al suelo para luego pisarlo y apagarlo. Empezó a gritar y ordenar que cargaran el cañón, y eso hicieron. El vaquero no estaba acostumbrado a utilizar un arma tan grande, pero tendría que valer.
En cuanto estuvieron cerca ya hubo disparado una vez. La bala de cañón tocó el agua a escasos metros del barco enemigo. Chasqueó la lengua mientras los tripulantes lo volvían a cargar.
—No dejéis de disparar al barco —dijo desenfundando su pistola.
Ya estaban demasiado cerca y estaban empezando a saltar al navío. El vaquero disparó un par de veces a algunos de los atacantes que todavía estaban en el aire saltando al barco. Dos de ellos cayeron al agua, muertos, pero el resto pudieron llegar. Escuchó entonces un disparo y miró a su izquierda, donde justo caía uno de los tripulantes y podía ver a Ash a lo lejos con su humeante arma. Maravilloso, lo había salvado. Se aseguraría de agradecérselo luego. Sin embargo, desde ahí vio como un tipo disparaba a la albina, justo en la pierna.
Por primera vez en todo el día y, muy seguramente en mucho tiempo, la expresión de John cambió. Hasta ahora fija y estoica ahora se tornó furiosa. Empezó a correr hacia delante, directo al tipo que había disparado. Este se giró en el último momento al ver que se acercaba y John no tardó en meterle el cañón de su pistola en la boca. Sacó la hoja que llevaba oculta en su brazo cyborg y la clavó con fuerza justo en uno de sus pulmones, para después apretar el gatillo y volarle la tapa de los sesos.
—¡¿Puedes aguantar de pie?! —preguntó a Ash después de tirar el cadáver a un lado.
—¿Pero por qué cojones hay tanta gente interesada en detener esta boda? —murmuró el vaquero.
Varias cosas de aquella misión le incordiaban demasiado. Primero la redundancia y estupidez que conllevaba el hacer tantos viajes cuando con uno era suficiente. Luego el hecho de que tanta gente parecía querer ver muerta a esa niña. Suspiró, dejando escapar una bocanada de humo, y tiró el puro al suelo para luego pisarlo y apagarlo. Empezó a gritar y ordenar que cargaran el cañón, y eso hicieron. El vaquero no estaba acostumbrado a utilizar un arma tan grande, pero tendría que valer.
En cuanto estuvieron cerca ya hubo disparado una vez. La bala de cañón tocó el agua a escasos metros del barco enemigo. Chasqueó la lengua mientras los tripulantes lo volvían a cargar.
—No dejéis de disparar al barco —dijo desenfundando su pistola.
Ya estaban demasiado cerca y estaban empezando a saltar al navío. El vaquero disparó un par de veces a algunos de los atacantes que todavía estaban en el aire saltando al barco. Dos de ellos cayeron al agua, muertos, pero el resto pudieron llegar. Escuchó entonces un disparo y miró a su izquierda, donde justo caía uno de los tripulantes y podía ver a Ash a lo lejos con su humeante arma. Maravilloso, lo había salvado. Se aseguraría de agradecérselo luego. Sin embargo, desde ahí vio como un tipo disparaba a la albina, justo en la pierna.
Por primera vez en todo el día y, muy seguramente en mucho tiempo, la expresión de John cambió. Hasta ahora fija y estoica ahora se tornó furiosa. Empezó a correr hacia delante, directo al tipo que había disparado. Este se giró en el último momento al ver que se acercaba y John no tardó en meterle el cañón de su pistola en la boca. Sacó la hoja que llevaba oculta en su brazo cyborg y la clavó con fuerza justo en uno de sus pulmones, para después apretar el gatillo y volarle la tapa de los sesos.
—¡¿Puedes aguantar de pie?! —preguntó a Ash después de tirar el cadáver a un lado.
Astartea Shikei
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Astartea era una asesina de combate individual, pero era lo bastante ágil y veloz como para asegurarse de que efectivamente las peleas nunca pasaran de ser una contra una. La dama de cabellos de plata saltó sobre uno de los hombres, esquivando el ataque de otro, cuando su mano tocó su zapato este se pegó al suelo. Pateó su espalda y luego continuó con lo suyo, agachando la cabeza justo para que Ash la cubriera.- Muy amable.- Nuestra dama empezó a arreglar sus cosas para librarse del barco enemigo.
Agarró la daga en su mano, la copio ocho veces y guardó la original. Las ocho dagas se encajaron en los huecos de sus dedos mientras se concentraba en que los símbolos aparecieran en las dagas. –Terminemos con esto.- Se había enfadado, había notado el disparo en la pierna de su amiga y enfadarla nunca era algo sano. Lanzó los cuchillos en dirección al barco enemigo y cuando sobrevolaron el mismo chasqueo los dedos.
Cada cuchillo pasó de los cuarenta y nueve centímetros hasta los diecisiete metros y se clavaron en el lateral y la cubierta del barco. Este comenzó a hundirse presa del peso y de las hojas que habían destrozado la madera. Los hombres entraron en pánico al darse cuenta de que el barco se destrozaba y no tenían forma de volver hacia atrás. Un chasquido y los cuchillos desaparecen, mientras el original gira entre los dedos de la muchacha, que presenta una sonrisa siniestramente tranquila.
-¿Quién quiere ser mi sujeto de experimento? - No tardaron demasiado en librarse del resto, y una vez que la mujer se aseguró de que nadie podría interrumpirlos se acercó rápidamente a ver a Ash.- Eres un desastre de mujer.- Le riñe, aunque realmente le riñe porque sabe que seguramente le han disparado por preocuparse por ellos dos. Solo tiene que restarle ligeramente el dolor usando su akuma, quitarle la bala y sumar la piel para impedir puntos o un desangramiento. Cuando su carne se cure de forma natural, quitara el símbolo y listo.
Suspiró, controlando tranquilamente su pulso, antes de que la sangre bajara suavemente por su nariz y lo detuviera con un pañuelo. Pues sí, sí que se había pasado.
Agarró la daga en su mano, la copio ocho veces y guardó la original. Las ocho dagas se encajaron en los huecos de sus dedos mientras se concentraba en que los símbolos aparecieran en las dagas. –Terminemos con esto.- Se había enfadado, había notado el disparo en la pierna de su amiga y enfadarla nunca era algo sano. Lanzó los cuchillos en dirección al barco enemigo y cuando sobrevolaron el mismo chasqueo los dedos.
Cada cuchillo pasó de los cuarenta y nueve centímetros hasta los diecisiete metros y se clavaron en el lateral y la cubierta del barco. Este comenzó a hundirse presa del peso y de las hojas que habían destrozado la madera. Los hombres entraron en pánico al darse cuenta de que el barco se destrozaba y no tenían forma de volver hacia atrás. Un chasquido y los cuchillos desaparecen, mientras el original gira entre los dedos de la muchacha, que presenta una sonrisa siniestramente tranquila.
-¿Quién quiere ser mi sujeto de experimento? - No tardaron demasiado en librarse del resto, y una vez que la mujer se aseguró de que nadie podría interrumpirlos se acercó rápidamente a ver a Ash.- Eres un desastre de mujer.- Le riñe, aunque realmente le riñe porque sabe que seguramente le han disparado por preocuparse por ellos dos. Solo tiene que restarle ligeramente el dolor usando su akuma, quitarle la bala y sumar la piel para impedir puntos o un desangramiento. Cuando su carne se cure de forma natural, quitara el símbolo y listo.
Suspiró, controlando tranquilamente su pulso, antes de que la sangre bajara suavemente por su nariz y lo detuviera con un pañuelo. Pues sí, sí que se había pasado.
Ashlyn Blake
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Estaba maldiciendo todos los infiernos internamente y a todos los allí presentes por que estaba furiosa y el dolor en su pierna no era algo que estuviera ayudando demasiado a que se calmara y se sintiera mejor. Bufo mientras no dejaba de disparar y sentía su sangre caliente bajar por su pierna, por que si, esa maldita herida estaba abierta y no dejaba de sangrar. Escucho la pregunta del vaquero y volvió a disparar antes de responder — ¿me ves preocupada? — gruño y entonces continuó disparando dejando que sus compañeros siguieran haciendo su trabajo.
Al final Astartea consiguió librarse del barco de esos desgraciados y terminaron acabando con todos de una vez por todas. Bufo mientras se apoyaba en uno de los mástiles del barco y dejaba que Astartea hiciera sus cosas raras de akuma para curar su herida, aunque en realidad no era para tanto. — Vamos vamos, no es para tanto, no exageréis — al menos ya no tenía la bala dentro y eso era un punto bueno a tener en cuenta, pero estaba molesta por que ahora le habían jodido los pantalones y esos pantalones le encantaban.
— Quiero llegar de una puta vez y acabar con este trabajo — se preocupo un poco al ver así a su compañera pero no pregunto nada. La conocía, era como ella y era mejor no inmiscuirse demasiado en esos asuntos si no quería comentarlos y por como seco la sangre de su nariz estaba claro que no quería que se dieran cuenta. Se sentó un rato mientras miraba a cualquier lado pensando en que podía hacer para arreglarse un poco el mal humor que tenía encima. Miro al vaquero y sonrió — tráeme un vaso de whisky por lo que más quieras — después de decir eso se estiro y se cómodo mejor donde estaba.
Al final por suerte llegaron al puerto indicado y volvieron a tomar un transporte para llegar al palacio, tenían que recoger al principito y llevárselo con ellos para terminar con aquel trabajo. Ash intentaba andar con normalidad para que la princesa no se diera cuenta de nada, le dolía, pero ese dolor no era nada comparado con lo que había sufrido tras la paliza que casi la mata, así que bueno, técnicamente aquel dolor era más soportable. Realmente esperaba que todo este lío valiera la pena, por que se estaba empezando a cabrear un poco con tanta tontería entre nobles, esas cosas de palacio no eran para ella.
Al final Astartea consiguió librarse del barco de esos desgraciados y terminaron acabando con todos de una vez por todas. Bufo mientras se apoyaba en uno de los mástiles del barco y dejaba que Astartea hiciera sus cosas raras de akuma para curar su herida, aunque en realidad no era para tanto. — Vamos vamos, no es para tanto, no exageréis — al menos ya no tenía la bala dentro y eso era un punto bueno a tener en cuenta, pero estaba molesta por que ahora le habían jodido los pantalones y esos pantalones le encantaban.
— Quiero llegar de una puta vez y acabar con este trabajo — se preocupo un poco al ver así a su compañera pero no pregunto nada. La conocía, era como ella y era mejor no inmiscuirse demasiado en esos asuntos si no quería comentarlos y por como seco la sangre de su nariz estaba claro que no quería que se dieran cuenta. Se sentó un rato mientras miraba a cualquier lado pensando en que podía hacer para arreglarse un poco el mal humor que tenía encima. Miro al vaquero y sonrió — tráeme un vaso de whisky por lo que más quieras — después de decir eso se estiro y se cómodo mejor donde estaba.
Al final por suerte llegaron al puerto indicado y volvieron a tomar un transporte para llegar al palacio, tenían que recoger al principito y llevárselo con ellos para terminar con aquel trabajo. Ash intentaba andar con normalidad para que la princesa no se diera cuenta de nada, le dolía, pero ese dolor no era nada comparado con lo que había sufrido tras la paliza que casi la mata, así que bueno, técnicamente aquel dolor era más soportable. Realmente esperaba que todo este lío valiera la pena, por que se estaba empezando a cabrear un poco con tanta tontería entre nobles, esas cosas de palacio no eran para ella.
John Wayne
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Se tranquilizó cuando la albina, a su manera, le hubo confirmado que podía mantenerse en pie. El resto de marineros seguían combatiendo contra los que habían abordado. Un hombre fue directo hacia él, llevando en la mano lo que parecía ser un garrote. Este golpeó a John con fuerza en la cabeza, aunque gracias al recubrimiento metálico interno que llevaba pudo resistir. Sin embargo, fue fuerte. Lo suficiente como para que el impacto llegase hasta sus terminaciones nerviosas y le doliese. Lo suficiente como para aturdirle unos segundos.
Intentó dar un puñetazo con la mano metálica, pero por su aturdimiento falló. El tipo levantó su garrote de nuevo y atacó desde arriba, pero John lo bloqueó con su brazo enteramente metálico. El garrote se partió y el vaquero, al no tener nada más que metal en ese brazo, no sintió absolutamente nada. Le dio un rollidazo, justo en la entrepierna, al tipo del garrote. En cuanto se agachó colocó la mano metálica en su nuca y lo obligó a besar el suelo mientras que, con la otra mano, pegaba el cañón de su pistola a su coronilla.
Se posicionó encima de él, colocando la rodilla justo en su nuca, evitando que se levántase del suelo mientras se quejaba. Levantó un poco la vista para ver como Astartea hacía de las suyas y practicamente acababa con el barco enemigo para después ir directa a curar a Ash. Sin embargo, ella no parecía muy entera mentalmente tras lo mismo. Frunció un poco el ceño, algo... preocupado por ella. ¿Preocupado? ¿Él? Sacudió la cabeza, pues aquello era imposible. John no se preocupaba de nadie, excepto de Ash... ¿Verdad?
—Suel... tame... —decía el tipo bajo su rodilla.
Podría interrogarlo. Podría preguntarle por qué tanta gente gastaba tantos recursos con tal de evitar que esa niña se case. Pero no lo hizo. Estaba demasiado cabreado, pues habían herido a Ash y Astartea parecía haber llegado a alguna clase de límite con sus poderes de aquellas endiabladas frutas. Apretó el gatillo, acabando con la vida de aquel tipo, y se levantó. Recogió su sombrero del suelo, que se había caído con todo el caos. Se acercó entonces a las chicas, asegurándose de que en su rostro no se veía atisbo alguno de su preocupación, enfado o cualquier cambio emocional que se haya podido producir.
Se quedó mirando a Ash cuando le pidió el whisky. Se dirigió a ella y se sentó a su lado, sacando de uno de sus bolsillos interiores una petaca llena de whisky, y se lo dio a la albina. Hasta que llegaron a puerto no dijo gran cosa, pues si hablaba... tal vez se notaba si había algún atisbo de emoción. Y si se notaba no le quedaría más remedio que aceptarlo.
Intentó dar un puñetazo con la mano metálica, pero por su aturdimiento falló. El tipo levantó su garrote de nuevo y atacó desde arriba, pero John lo bloqueó con su brazo enteramente metálico. El garrote se partió y el vaquero, al no tener nada más que metal en ese brazo, no sintió absolutamente nada. Le dio un rollidazo, justo en la entrepierna, al tipo del garrote. En cuanto se agachó colocó la mano metálica en su nuca y lo obligó a besar el suelo mientras que, con la otra mano, pegaba el cañón de su pistola a su coronilla.
Se posicionó encima de él, colocando la rodilla justo en su nuca, evitando que se levántase del suelo mientras se quejaba. Levantó un poco la vista para ver como Astartea hacía de las suyas y practicamente acababa con el barco enemigo para después ir directa a curar a Ash. Sin embargo, ella no parecía muy entera mentalmente tras lo mismo. Frunció un poco el ceño, algo... preocupado por ella. ¿Preocupado? ¿Él? Sacudió la cabeza, pues aquello era imposible. John no se preocupaba de nadie, excepto de Ash... ¿Verdad?
—Suel... tame... —decía el tipo bajo su rodilla.
Podría interrogarlo. Podría preguntarle por qué tanta gente gastaba tantos recursos con tal de evitar que esa niña se case. Pero no lo hizo. Estaba demasiado cabreado, pues habían herido a Ash y Astartea parecía haber llegado a alguna clase de límite con sus poderes de aquellas endiabladas frutas. Apretó el gatillo, acabando con la vida de aquel tipo, y se levantó. Recogió su sombrero del suelo, que se había caído con todo el caos. Se acercó entonces a las chicas, asegurándose de que en su rostro no se veía atisbo alguno de su preocupación, enfado o cualquier cambio emocional que se haya podido producir.
Se quedó mirando a Ash cuando le pidió el whisky. Se dirigió a ella y se sentó a su lado, sacando de uno de sus bolsillos interiores una petaca llena de whisky, y se lo dio a la albina. Hasta que llegaron a puerto no dijo gran cosa, pues si hablaba... tal vez se notaba si había algún atisbo de emoción. Y si se notaba no le quedaría más remedio que aceptarlo.
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Astartea no era tonta, se daba cuenta de las cosas y sabía de sobra lo que la mirada de aquel par intentaba decirle, incluso cuando ambos intentaban no mostrar que pasara algo. Al final nuestra dama suspira ligeramente.- Estoy bien, llevo todo el viaje usando mi akuma para que la princesa este relajada y bueno, la he usado de forma algo más brusca y me he mareado.- Esa explicación era lo bastante simple y directa como para que funcionara, también como para que no tuvieran que decirle la razón de que fuera tan brusca. Si tenía que admitir que se había preocupado por la seguridad del par de tortolitos iba a salirle una ulcera en el estómago.
Abrió la puerta del camerino de la princesa para apreciar que tal y como había supuesto, su akuma se había encargado de que durmiera y nada ni nadie la hubiera despertado. Limpió cualquier rastro de problema en cubierta y se aseguró que todo quedara perfectamente escondido a ojos de la princesa. Tomó aire, mientras relajaba cada musculo de su cuerpo al darse cuenta de que todo aquello estaba perfecto, finalmente llegaron a tierra y la ayudó a subirse al nuevo carruaje que las estaba esperando.
Entonces llegó el momento de recoger al novio, un chaval bastante normalito, se notaba que no era noble, pero ambos se miraban de manera lo suficientemente intensa como para que nuestra demonio quisiera vomitar azúcar.- Estupendo…-Genial, todos con una vida amorosa de cuento de hadas y ella con una telenovela en curso, la vida era una mierda.
Fue entonces mientras que volvían al barco, que comprendió que básicamente el chiquillo no estaba listo para entrar a la corte real y que iban a querer matarlo por ello, que si no hacía algo su padre no aceptaría aquel matrimonio.
-Dadme un par de horas, y tu padre se pensará que es de la realeza.- Ambos pestañean extrañados, Astartea sonríe con maldad mientras sabe cómo va a distraerlos todo el viaje de ida y acabar con aquella mierda.
¿Quién le iba a decir que toda una vida como duquesa iba a servir cuando fuera marine?
Abrió la puerta del camerino de la princesa para apreciar que tal y como había supuesto, su akuma se había encargado de que durmiera y nada ni nadie la hubiera despertado. Limpió cualquier rastro de problema en cubierta y se aseguró que todo quedara perfectamente escondido a ojos de la princesa. Tomó aire, mientras relajaba cada musculo de su cuerpo al darse cuenta de que todo aquello estaba perfecto, finalmente llegaron a tierra y la ayudó a subirse al nuevo carruaje que las estaba esperando.
Entonces llegó el momento de recoger al novio, un chaval bastante normalito, se notaba que no era noble, pero ambos se miraban de manera lo suficientemente intensa como para que nuestra demonio quisiera vomitar azúcar.- Estupendo…-Genial, todos con una vida amorosa de cuento de hadas y ella con una telenovela en curso, la vida era una mierda.
Fue entonces mientras que volvían al barco, que comprendió que básicamente el chiquillo no estaba listo para entrar a la corte real y que iban a querer matarlo por ello, que si no hacía algo su padre no aceptaría aquel matrimonio.
-Dadme un par de horas, y tu padre se pensará que es de la realeza.- Ambos pestañean extrañados, Astartea sonríe con maldad mientras sabe cómo va a distraerlos todo el viaje de ida y acabar con aquella mierda.
¿Quién le iba a decir que toda una vida como duquesa iba a servir cuando fuera marine?
Ashlyn Blake
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Al final habían conseguido llegar y recoger al principito de las narices. Se enteraron entonces de que el padre quería ponerle una prueba al principito para ver si era o no era digno de casarse con su hija. Eso gracias a que la princesa había viajado con ellos y se lo dijo a su amorcito nada más verlo y lanzarse a sus brazos. Allí estaba el motivo por el cual la princesa quería viajar con ellos a recoger al pretendiente. Bueno, tras preparar todo volvieron a subir al barco y entonces emprendieron el camino de regreso. Se quedaron entonces los dos tortolitos con Astartea en el camarote para que el muchacho fuera aprendiendo dotes principescas.
Mientras tanto Ash se quedo sentada en cubierta con el sombrero evitando que el sol le diera de lleno en la cara. Suspiró un poco molesta, aún le dolía un poco la pierna aunque le molestaba aún más el hecho de que la hubieran herido en aquel momento. Saco entonces su petaca de Whisky que la había olvidado completamente la ultima vez para echar un trago largo y luego guardarla. Vio al vaquero en cubierta y le hizo una seña para que se acercara. No era tonta y sabía que estaba preocupado por ellas dos, al menos Astartea les había dado una explicación y se quedaba un poco mas tranquila.
— Deja de preocuparte vaquero, aun podría follarte sobre la cubierta si quisiera — se rió mientras se acomodaba mejor donde estaba sentada. No es que no le molestara la pierna, es que estaba hecha al dolor. No quitaba los ojos del horizonte por si se les ocurría volver a aparecer a esos malditos piratas. Cuanto antes terminaran aquella dichosa misión mejor para todos, por que ahora la vaquera tenía un humor infernal y todos los demonios saben que no es bueno cabrear al perro del averno. Por el momento intentaba mantenerse tranquila, pero si volvían a tocarle las narices no se hacía responsable de lo que pudiera ocurrir en aquel momento.
Mientras tanto Ash se quedo sentada en cubierta con el sombrero evitando que el sol le diera de lleno en la cara. Suspiró un poco molesta, aún le dolía un poco la pierna aunque le molestaba aún más el hecho de que la hubieran herido en aquel momento. Saco entonces su petaca de Whisky que la había olvidado completamente la ultima vez para echar un trago largo y luego guardarla. Vio al vaquero en cubierta y le hizo una seña para que se acercara. No era tonta y sabía que estaba preocupado por ellas dos, al menos Astartea les había dado una explicación y se quedaba un poco mas tranquila.
— Deja de preocuparte vaquero, aun podría follarte sobre la cubierta si quisiera — se rió mientras se acomodaba mejor donde estaba sentada. No es que no le molestara la pierna, es que estaba hecha al dolor. No quitaba los ojos del horizonte por si se les ocurría volver a aparecer a esos malditos piratas. Cuanto antes terminaran aquella dichosa misión mejor para todos, por que ahora la vaquera tenía un humor infernal y todos los demonios saben que no es bueno cabrear al perro del averno. Por el momento intentaba mantenerse tranquila, pero si volvían a tocarle las narices no se hacía responsable de lo que pudiera ocurrir en aquel momento.
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El niño parecía un escuálido. John miró el reencuentro de aquel amor adolescente con el rostro impasible, llevándose la mano al interior de la chaqueta para sacarse la tabaquera y volver a encenderse un puro. Todavía le dolía un poco la cabeza del golpe. Sin embargo, no le dio importancia y simplemente aguantó. Cuando volvieron a subir al barco, de camino, el chavalín pasó por su lado, mirándolo con desaprobación y chasqueando la lengua mientras decía que no moviendo la cabeza, a la par que colocaba los brazos en su cintura como una madre decepcionada.
—Fumar es malo, señor. Podría afectar a otros con su humo.
—Mira, niño, te voy a... —empezó a decir John levantando el brazo metálico, mientras el prometido se iba, como si fuese a darle una bofetada, pero Ash lo paró a tiempo y con una mirada le dijo que aguantase.
De nuevo en cubierta se quedó en la misma mientras el barco zarpaba de nuevo. Suspiró, estresado. Vio por el rabillo del ojo como Ash le indicaba que se acercase y eso hizo, sentándose a su lado. Se colocó bien el sombrero y no pudo evitar sonreír cuando oyó sus palabras. Eran bastante vulgares, pero... Así era Ash. Y así era su forma de intentar tranquilizarlo. Aquello le valía. Dio una calada al puro para después ofrecérselo a la albina.
—Yo aviso que como se me vuelva a acercar el niño con un mensaje antitabaco lo mato yo mismo.
—Fumar es malo, señor. Podría afectar a otros con su humo.
—Mira, niño, te voy a... —empezó a decir John levantando el brazo metálico, mientras el prometido se iba, como si fuese a darle una bofetada, pero Ash lo paró a tiempo y con una mirada le dijo que aguantase.
De nuevo en cubierta se quedó en la misma mientras el barco zarpaba de nuevo. Suspiró, estresado. Vio por el rabillo del ojo como Ash le indicaba que se acercase y eso hizo, sentándose a su lado. Se colocó bien el sombrero y no pudo evitar sonreír cuando oyó sus palabras. Eran bastante vulgares, pero... Así era Ash. Y así era su forma de intentar tranquilizarlo. Aquello le valía. Dio una calada al puro para después ofrecérselo a la albina.
—Yo aviso que como se me vuelva a acercar el niño con un mensaje antitabaco lo mato yo mismo.
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-Toca al niño y te dejo sin pulmones o boca con los que fumar, complacer a mujeres o quejarte.- Alza una ceja, había salido justo para escuchar su queja, mirarle tomar el sol y suspirar ligeramente cansada. El chiquillo no avanzaba mal, no era mala persona y quería de verdad cambiar las cosas malas del reino, la única idea que se le ocurría para que aquello funcionara era usar el poder de los Von Castle y el ducado para respaldar su matrimonio y que así continuara.
La dama se sienta con ellos dos, agarrando una silla para poder calmarse un poco, mirando de reojo la pierna de su amiga.- Lo nombré caballero en una ceremonia tras llegar al puerto, donde todos los vean, así que padre tendrá que aceptarlo o entrar en guerra con English Garden.- Como duquesa podía nombrarle caballero bajo la autoridad y el poder que su título le había otorgado, que el futuro rey de una isla le debiera lealtad absoluta era algo que tampoco podía desperdiciar. Pero la sola idea de tener que hacer uso de todo aquello le causaba migrañas y dolor de cabeza.- He llamado con el den den mushi, prepararan todo en el puerto para cuando lleguemos… Estaos atentos, intentaran evitar que lo haga.-Era la ocasión perfecta, una ceremonia sencilla de nombramiento de caballero, posiciones estáticas y gente mirando por todos lados.
Total que hasta un idiota con algo de puntería podría explotarle los sesos a un blanco tan sencillo y fácil. Ella sin embargo contaba con una de las mejores pistoleras de los mares para evitar que se aprovecharan de aquellos ángulos.- Confió en vosotros, sé que lo haréis bien.- Luego de eso le dio una pequeña caja de pastillas a Ash para el dolor, aunque la mujer fuera cabezota y supiera aguantarlo, no quería decir que la médico fuera a quedarse sin hacer nada en aquella clase de situación.
Tenía pocos amigos, tendría que cuidar los que le quedaba antes de que también le quitaran eso.
La dama se sienta con ellos dos, agarrando una silla para poder calmarse un poco, mirando de reojo la pierna de su amiga.- Lo nombré caballero en una ceremonia tras llegar al puerto, donde todos los vean, así que padre tendrá que aceptarlo o entrar en guerra con English Garden.- Como duquesa podía nombrarle caballero bajo la autoridad y el poder que su título le había otorgado, que el futuro rey de una isla le debiera lealtad absoluta era algo que tampoco podía desperdiciar. Pero la sola idea de tener que hacer uso de todo aquello le causaba migrañas y dolor de cabeza.- He llamado con el den den mushi, prepararan todo en el puerto para cuando lleguemos… Estaos atentos, intentaran evitar que lo haga.-Era la ocasión perfecta, una ceremonia sencilla de nombramiento de caballero, posiciones estáticas y gente mirando por todos lados.
Total que hasta un idiota con algo de puntería podría explotarle los sesos a un blanco tan sencillo y fácil. Ella sin embargo contaba con una de las mejores pistoleras de los mares para evitar que se aprovecharan de aquellos ángulos.- Confió en vosotros, sé que lo haréis bien.- Luego de eso le dio una pequeña caja de pastillas a Ash para el dolor, aunque la mujer fuera cabezota y supiera aguantarlo, no quería decir que la médico fuera a quedarse sin hacer nada en aquella clase de situación.
Tenía pocos amigos, tendría que cuidar los que le quedaba antes de que también le quitaran eso.
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