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Como siempre, cantar mientras otros trabajaban era la solución a sus problemas. No tanto porque no estuviese trabajando, que en esa ocasión cantar era parte de su fundamental trabajo, sino porque para dar moral a las tropas y, sobre todo, para atajar la idea de que realmente estaba trabajando era una idea increíble. Al principio se decepcionó de no encontrar a nadie a través de su haki de observación, pues eso implicaba que la peor de las brujerías estaba detrás de aquella colada de lava: la ciencia. Sin nadie para controlarla, aquello difícilmente podía ser fruto de una akuma no mi. No obstante, descubrir que uno de los túneles era particularmente más grande, tanto que el retorno retumbaba como un eco atronador. Resistiendo el ímpetu naciente de comenzar a cantar aprovechando que había descubierto un conducto de réver para sus coros, optó por advertir a sus compañeros:
- Chicos, creo que sé dónde está el túnel -explicó, señalando el lugar-. Aunque igual a ti se te ocurre otra cosa, Arthur...
Explicó al enano cada pequeño agujero que había detectado con toda la precisión que pudo. Seguramente algún que otro detalle se le estuviese pasando por alto, pero se aseguró de que los túneles más llamativos además del grande formasen parte de la lista. Incluso repitió partes de la canción un par de veces, asegurándose de que efectivamente había dado con el espacio adecuado. Tras ello, tan solo esperó por un instante.
- ¿Cuántas probabilidades tenemos de que esto haya sido una trampa? -preguntó-. No la lava, sino que semejante pérdida de tiempo haya sido solo una jugarreta para fingir que era una trampa y la verdadera nos espere en el túnel. -Sana paranoia, divino tesoro-. Más importante aún, ¿cómo vamos a asegurarnos de que no nos tiendan una emboscada a yunque y martillo otra vez? -Había pasado por demasiadas emociones ese día, y aunque se alegraba de que Katharina hubiese pasado por manos de un buen cirujano todavía tenía demasiada sangre latiendo con fuerza... donde no debería estar latiendo-. Incluso podrían volarnos el túnel encima, y no creo que ni Galhard ni tú pudieseis salir con vida. ¿Estás seguro de esto?
Escucharía las palabras del pelirrojo, sabiendo que su cordura inquieta lo tranquilizaría en cierto modo, y se aseguró de que Jack estuviese bien. Siempre había destacado por su independencia, pero también estaba seguro de que precisamente por eso tenía que prestarle un poco de atención de vez en cuando.
Mientras Arthur seguía hablando, también se acercó a Galhard, que había estado un poco ausente en los últimos momentos. ¿Tal vez eran demasiadas emociones para él? Quizá le hubiese superado la presión y ahora mismo estuviese en shock. Le dio un par de golpes en el hombro, tratando de despertarlo.
- ¿Qué, cadete? -preguntó-. ¿Listo para la verdadera guerra?
- Chicos, creo que sé dónde está el túnel -explicó, señalando el lugar-. Aunque igual a ti se te ocurre otra cosa, Arthur...
Explicó al enano cada pequeño agujero que había detectado con toda la precisión que pudo. Seguramente algún que otro detalle se le estuviese pasando por alto, pero se aseguró de que los túneles más llamativos además del grande formasen parte de la lista. Incluso repitió partes de la canción un par de veces, asegurándose de que efectivamente había dado con el espacio adecuado. Tras ello, tan solo esperó por un instante.
- ¿Cuántas probabilidades tenemos de que esto haya sido una trampa? -preguntó-. No la lava, sino que semejante pérdida de tiempo haya sido solo una jugarreta para fingir que era una trampa y la verdadera nos espere en el túnel. -Sana paranoia, divino tesoro-. Más importante aún, ¿cómo vamos a asegurarnos de que no nos tiendan una emboscada a yunque y martillo otra vez? -Había pasado por demasiadas emociones ese día, y aunque se alegraba de que Katharina hubiese pasado por manos de un buen cirujano todavía tenía demasiada sangre latiendo con fuerza... donde no debería estar latiendo-. Incluso podrían volarnos el túnel encima, y no creo que ni Galhard ni tú pudieseis salir con vida. ¿Estás seguro de esto?
Escucharía las palabras del pelirrojo, sabiendo que su cordura inquieta lo tranquilizaría en cierto modo, y se aseguró de que Jack estuviese bien. Siempre había destacado por su independencia, pero también estaba seguro de que precisamente por eso tenía que prestarle un poco de atención de vez en cuando.
Mientras Arthur seguía hablando, también se acercó a Galhard, que había estado un poco ausente en los últimos momentos. ¿Tal vez eran demasiadas emociones para él? Quizá le hubiese superado la presión y ahora mismo estuviese en shock. Le dio un par de golpes en el hombro, tratando de despertarlo.
- ¿Qué, cadete? -preguntó-. ¿Listo para la verdadera guerra?
- Resumen:
- Avisar a Arthur del túnel y darle un toque a Galhard.
Sasaki
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Akuma no mi
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Vueltas y vueltas, no podía ver nada con tanta vuelta. Detuve el taladro y miré nuevamente hacia el suelo para ver como iba la cosa.
No parecía ir mal la cosa. Al había terminado de cantar su cancioncita, mientras que Arthur se estaba encargando de detener el avance de la lava, lo que hacia el suelo bastante seguro. Pude escuchar en un murmullo la voz del Almirante preguntándole a Arthur algo sobre un túnel y si era el correcto o que debíamos hacer. Al escuchar aquello comencé a bajar lentamente a la tropa, aunque antes me aseguré de que Arthur hubiese detenido la lava.
Una vez todos en el suelo absorbería de nuevo el azúcar y desharía el taladro, lo cual me dejaría en caída libre hasta el suelo. Como era evidente eso no sucedería y antes de llegar hasta el suelo hice una nube de azúcar que freno mi caída y quedó flotando a unos centímetros del suelo. Justo en el momento en el que el Almirante se volvía paranoico, o quizás demasiado precavido.
-Bueno, si el túnel es una trampa se puede averiguar. – dije a la vez que hacía un monigote a mi lado – Este amable caballero nos guiará, puedes hacer todo el ruido que quieras mientras avanzas.
El monigote hizo un gesto afirmativo con los pulgares y nos guiñó un ojo para luego ir hasta la entrada del túnel. Ahora solo quedaba dejar que se adentrase un poco el solo y comenzar a avanzar siguiendo los pasos del monigote dado que no serían una trampa puesta, y en caso de emboscada ya había pasado antes que nosotros por lo que si hacía ruido como le había dicho irían tras él y en realidad estaríamos tras nuestros enemigos y no al revés. “Espera, ¿acabo de idear un plan? Esto es nuevo” Dije mirando hacia un lado tapándome la boca desde un lado como si solo me pudiesen escuchar a los que miraba.
No parecía ir mal la cosa. Al había terminado de cantar su cancioncita, mientras que Arthur se estaba encargando de detener el avance de la lava, lo que hacia el suelo bastante seguro. Pude escuchar en un murmullo la voz del Almirante preguntándole a Arthur algo sobre un túnel y si era el correcto o que debíamos hacer. Al escuchar aquello comencé a bajar lentamente a la tropa, aunque antes me aseguré de que Arthur hubiese detenido la lava.
Una vez todos en el suelo absorbería de nuevo el azúcar y desharía el taladro, lo cual me dejaría en caída libre hasta el suelo. Como era evidente eso no sucedería y antes de llegar hasta el suelo hice una nube de azúcar que freno mi caída y quedó flotando a unos centímetros del suelo. Justo en el momento en el que el Almirante se volvía paranoico, o quizás demasiado precavido.
-Bueno, si el túnel es una trampa se puede averiguar. – dije a la vez que hacía un monigote a mi lado – Este amable caballero nos guiará, puedes hacer todo el ruido que quieras mientras avanzas.
El monigote hizo un gesto afirmativo con los pulgares y nos guiñó un ojo para luego ir hasta la entrada del túnel. Ahora solo quedaba dejar que se adentrase un poco el solo y comenzar a avanzar siguiendo los pasos del monigote dado que no serían una trampa puesta, y en caso de emboscada ya había pasado antes que nosotros por lo que si hacía ruido como le había dicho irían tras él y en realidad estaríamos tras nuestros enemigos y no al revés. “Espera, ¿acabo de idear un plan? Esto es nuevo” Dije mirando hacia un lado tapándome la boca desde un lado como si solo me pudiesen escuchar a los que miraba.
- resumen:
- Bajar del techo junto a la tropa que estaba subiendo, crear un monigote y dejar que vaya delante por el túnel por si hay trampas o algo que nos espere ahí.
Gareth Silverwing
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Bien, esto debería bastar. El muro parecía aguantar bien, y con la base más gruesa no debería de caerse hasta dentro de un rato. Mientras tanto Al había encontrado un pasaje prometedor con su oído y Jack se había encargado de la seguridad de los marines. Toqué el suelo con los pies, no parecía haber más conductos con lava fuera del perímetro, así que me acerqué al almirante mientras veía como un Monigote de Jack se adelantaba para detectar trampas.
- No te preocupes, si esto es una trampa y nos echan el túnel encima nos darán por muertos hasta los de nuestro bando. Eso es un ataque sorpresa en un ataque sorpresa. Nadie se lo esperará.
La verdad es que me preocupaba todo lo que estaba quedando oculto bajo la lava en esta mina, tantos recursos y tantos secretos enterrados para siempre en un ataúd de roca. Pero esa no era la misión, y para variar a Jack se le había ocurrido un buen plan... lo que me generaba un amplio abanico de sentimientos. De todas formas no dejé que mis preocupaciones me detuviesen, ayudé a Galhard a moverse y me puse en camino por el túnel. Caminaría a cierta distancia del monigote, si este activaba una trampa estaría a una distancia segura para verla venir, si había algo oculto entre la roca contaba con el sentido térmico para detectarlo mientras no estuviera a más de 30 metros, por lo que era lógico que yo lo siguiera. Además hacía calor, así que protegería a todos aislándolos de este para que no les hiciera daño y, si echaban la estructura abajo, había absorbido el suficiente calor como para fundir la roca hasta llegar a la superficie, seguro que podía trabajar con eso.
- No te preocupes, si esto es una trampa y nos echan el túnel encima nos darán por muertos hasta los de nuestro bando. Eso es un ataque sorpresa en un ataque sorpresa. Nadie se lo esperará.
La verdad es que me preocupaba todo lo que estaba quedando oculto bajo la lava en esta mina, tantos recursos y tantos secretos enterrados para siempre en un ataúd de roca. Pero esa no era la misión, y para variar a Jack se le había ocurrido un buen plan... lo que me generaba un amplio abanico de sentimientos. De todas formas no dejé que mis preocupaciones me detuviesen, ayudé a Galhard a moverse y me puse en camino por el túnel. Caminaría a cierta distancia del monigote, si este activaba una trampa estaría a una distancia segura para verla venir, si había algo oculto entre la roca contaba con el sentido térmico para detectarlo mientras no estuviera a más de 30 metros, por lo que era lógico que yo lo siguiera. Además hacía calor, así que protegería a todos aislándolos de este para que no les hiciera daño y, si echaban la estructura abajo, había absorbido el suficiente calor como para fundir la roca hasta llegar a la superficie, seguro que podía trabajar con eso.
- Resumen:
- Seguir al monigote y estar atento a trampas.
Osuka Sumisu
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Akuma no mi
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Al final, como un hijo que traiciona a su propio padre, la madera que tenía que servirle para protegerlo, se partió y se hendió en su carne como cuchillos naturales. Aun así no le impidieron dedicarle unas últimas palabras antes de soltar una risa mezclada con la sangre borboteada en su garganta.
Pero eso no le quitaba razón. Ni siquiera había atravesado la puerta y ya estaba demasiado cansado. No podía arriesgarse a que hubiese más individuos como el dentro del castillo. Pese a su orgullo, había que hacer una retirada táctica. Después de todo, no es como si los asedios durasen un día.
Los guardias podían intentar dispararle, pero sus flechas solo se encontrarían contra un muro hecho armadura y aquello le preocupaba menos al revolucionario que un pedo atravesado. Echo un último vistazo al cadáver de aquel pobre diablo, su primer rival, acribillado por las flechas y se fue dando zancadas a gran velocidad, como era evidente por la armadura actual. No debió tardar mucho, ya que la mayoría de obstáculos los superaba por el aire, pateando al mismo viento para ascender y descender.
A la última zancada, aterrizo al costado de la taberna donde esperaba que aun estuvieran aquellos guerreros que se lamentaban. No conto en como aquella forma rocosa llego a su límite al aterrizar y se hizo añicos, mandando rodar al oficial como si fuese una rueda un par de metros. Al menos se alegraba de que aquello no le hubiese ocurrido con el repelente de los troncos. Se reincorporo y se quedó en la puerta, para suspirar un segundo. Matar a alguien siempre le daba un reflujo desagradable y pese a que aquel tipo era un cretino, no era una excepción. Ojala le hubiesen hecho caso a sus exigencias. Quizá así aún podría seguir con su vida de cretino.
Se quitó esos pensamientos y entro sin tapujos.
- Ya sé que fui un poco borde, pero podrías haber hecho una pequeña mención al espadachín que controla madera, joder.- se sentó en el primer sitio que pillo; mesa taburete, suelo. Lo que fuese. A su vez que se presionó el costado que le dolía y gruño mientras se recostaba-. Estaba teniendo una conversación “acalorada” con el guarida de la puerta del puto castillo y cuando iba ganando, bam, aparece ese imbécil y le apuñala por la espalda al grito de “soy el chico guay del instituto, tu eres un pringado débil. No hay sitio para pringados débiles”. Que a gusto me he quedado cuando por fin se ha callado, cojones.
Se paró a mirar el percal. Había cosas cambiadas. Incluso en el ambiente. Realmente se había puesto a hablar por desahogarse, porque después de aquel combate pensaba que iba a irse al otro barrio sin poder conversar nunca más. Miro a los lados y solo dejo una pregunta al aire.
- ¿Es cosa mía o ha pasado algo mientras estaba fuera?
Pero eso no le quitaba razón. Ni siquiera había atravesado la puerta y ya estaba demasiado cansado. No podía arriesgarse a que hubiese más individuos como el dentro del castillo. Pese a su orgullo, había que hacer una retirada táctica. Después de todo, no es como si los asedios durasen un día.
Los guardias podían intentar dispararle, pero sus flechas solo se encontrarían contra un muro hecho armadura y aquello le preocupaba menos al revolucionario que un pedo atravesado. Echo un último vistazo al cadáver de aquel pobre diablo, su primer rival, acribillado por las flechas y se fue dando zancadas a gran velocidad, como era evidente por la armadura actual. No debió tardar mucho, ya que la mayoría de obstáculos los superaba por el aire, pateando al mismo viento para ascender y descender.
A la última zancada, aterrizo al costado de la taberna donde esperaba que aun estuvieran aquellos guerreros que se lamentaban. No conto en como aquella forma rocosa llego a su límite al aterrizar y se hizo añicos, mandando rodar al oficial como si fuese una rueda un par de metros. Al menos se alegraba de que aquello no le hubiese ocurrido con el repelente de los troncos. Se reincorporo y se quedó en la puerta, para suspirar un segundo. Matar a alguien siempre le daba un reflujo desagradable y pese a que aquel tipo era un cretino, no era una excepción. Ojala le hubiesen hecho caso a sus exigencias. Quizá así aún podría seguir con su vida de cretino.
Se quitó esos pensamientos y entro sin tapujos.
- Ya sé que fui un poco borde, pero podrías haber hecho una pequeña mención al espadachín que controla madera, joder.- se sentó en el primer sitio que pillo; mesa taburete, suelo. Lo que fuese. A su vez que se presionó el costado que le dolía y gruño mientras se recostaba-. Estaba teniendo una conversación “acalorada” con el guarida de la puerta del puto castillo y cuando iba ganando, bam, aparece ese imbécil y le apuñala por la espalda al grito de “soy el chico guay del instituto, tu eres un pringado débil. No hay sitio para pringados débiles”. Que a gusto me he quedado cuando por fin se ha callado, cojones.
Se paró a mirar el percal. Había cosas cambiadas. Incluso en el ambiente. Realmente se había puesto a hablar por desahogarse, porque después de aquel combate pensaba que iba a irse al otro barrio sin poder conversar nunca más. Miro a los lados y solo dejo una pregunta al aire.
- ¿Es cosa mía o ha pasado algo mientras estaba fuera?
- Resumen:
- Me voy a la tabernita y les recrimino por no avisar de cosas (?)
Poco a poco la oscuridad va dando paso a la luz. Como un nuevo amanecer, los dos soles brillan de nuevo. Pero el ambiente no emana paz sino muerte. Por todas partes puede olerse la sangre fresca y la carne quemada, y los restos del fuego de Kuri apestan por todo Wano. La presencia de Berthil en la isla no parece haber calmado las cosas, y poco a poco las armas van chocando de nuevo en una sinfonía frenética allá donde el oído alcanza. Empieza una larga batalla, una guerra que continuará… Muy pronto.
- Maki:
- - ¡Pog supuesto, majestad! Cosina con fetishe, ¡sin pgoblemo!
El hombre vuelca el caldero y puedes ver que efectivamente se trata… Trataba de una persona. O algo así. Sin piel, sin pelo, apenas algún que otro parche a causa de las prisas, el animal parece ligeramente humano, pero huele demasiado bien. Tampoco es, en cualquier caso, como si te pagasen por no comerte algo que ya está muerto, ¿no? En cualquier caso, ese boca a boca parece demasiado intenso. No tiene pinta de querer salvarle la vida y, oh, dios… Así no se hace la mayonesa.
- Paguese que está pegfecto -dice al terminar, volviendo a meterlo en el perolo con agua, cortando verduritas de nuevo. Tiene una notable erección-. Ahoga solo toca espegag un poco y podgá comeglo entego.
Pero las malas noticias no parecen venir solas, y a medida que los segundos pasan escuchas más y más pasos acercándose a la cocina. Sin embargo, cuando están lo bastante cerca, puedes darte cuenta de que reconoces esas voces: Son los centellas. Antes de que te pares a pensarlo, Cecilia la floja ha entrado en la cocina y agarrando una sartén le ha metido tal golpe al cocinero que lo ha dejado inconsciente.
- Bueno, parece que hemos logrado infiltrarnos adecuadamente -dice Ed el gordo-. Qué harías sin nosotros, jefe…
- Aki y Osuka:
- En el momento en que empiezan a contarte cómo visten -básicamente armaduras kabuto y prendas de cuero tachonado para moverse ágilmente- entra por la puerta un hombre, cargado con un cadáver. Puede que reconozcas al oficial Sumisu que, del mismo modo, puede reconocerte a ti al verte.
La taberna está muy distinta a cómo la encontraste en inicio, Osu: Los guerreros se dividen en grupos, falta alguna gente y hay una mujer en la que no habías reparado. Aparte de Lys, claro. Masahisa te mira con cierto desdén, pero al final se levanta de su asiento y lo pone frente a ti ágilmente.
- Ningún guerrero herido es rechazado en esta posada -dice, sin darle más importancia, y se gira hacia Lysbeth-. El enemigo lleva ropa similar a la nuestra, normalmente de negro, pero los rangos más altos personalizan su armadura. Los civiles visten como todo el mundo… Como civiles. -No parece ser capaz de describirlo de otro modo-. Pero aunque puedas colarte, una vez dentro te tendrán a su merced. Es un plan demasiado arriesgado… Pero se me ocurre una cosa. Tú, tú y tú… Venid conmigo. Los demás sabéis qué hacer.
Todos se cuadran ante Masahisa, y aunque cuando marcha puedes ver que te mira con cierta molestia -seguramente te haya escuchado- marcha. Muy bien, es hora de dar comienzo al plan…
- The Singers:
- Los jóvenes Sinners se alejan del conflicto tras el corte, todos heridos, mientras Katharina se prepara para cargar contra Brutus y Ivan observa desde la lejanía, expectante por si debe intervenir en algún momento, y entonces… Un estruendo suena en la posición de la bruja y al momento está frente a Brutus, que se mantiene tranquilo hasta que de golpe, levanta su toga al viento y no está. Cuando observáis la zona podéis ver que está en la línea de costa, vestido y junto a uno de sus hombres, pero sin hacerle ninguna clase de caso.
- Novus… [Interesante, dice Google]. Sed satis [pero insuficiente].
Chasquea los dedos y hace surgir un casco de centurión en su mano. Lo enseña a todo el mundo por su oquedad, para demostrar que está vacío, y tras eso pasa la mano por encima. Una vez hecho esto, lo pone mirando hacia Katharina y un gigantesco conejo de Drum, un Laphann, sale disparado como una bala de cañón hacia Katharina, golpeándola y tirándola contra la cubierta.
- Ofacies vultis? -dice, tendiéndosela a Katharina. Parece que este rival va a ser complicado.
- Shinobu y Prometeo:
- La massacre comienza, y lo que antes parecía ser una negociación se transforma en una batalla campal. Una vez concienciados de que las amenazas no salvarán sus vidas, en su mayoría se lanzan a por vosotros con aviesas intenciones, si bien cuatro personas más son degolladas en medio de la brutal pelea. Entre ellos, un niño y una niña que afortunadamente son curados por Prometeo, aunque les quedará una fea cicatriz. Sin embargo, el enfrentamiento se decanta cada vez más hacia vuestro lado y termináis reduciendo a vuestros enemigos, acabando con ellos y salvando a una buena parte del pueblo.
La gente está asustada de Shinobu, el oni ensangrentado, si bien se acercan a Prometeo con cándida expectación, deseosos de mostrarle agradecimiento. Lo abrazan, lo acarician y tratan de acercarse a él, hasta que Isamaru y Konda finalmente se acercan a vosotros.
- Dicen los lugareños que esto no sucede solo aquí -explica Konda-. Está pasando en todas partes. Si apuramos podríamos salvar un pueblo o dos, con suerte, pero no sé si nos merece la pena. Casi podría resultarnos más interesante otra cosa…
Y os la cuentan. No os gusta demasiado, pero es un plan.
- Vile y Nox:
- Parece que el hombre pez presenta batalla, y rápidamente recoge su hacha con facilidad. Las fuerzas están muy igualadas, pero poco a poco puedes darte cuenta de que eres levemente superior, y con el paso de los minutos comete un error y eres capaz de darle un corte en el brazo. Él te provoca una poderosa contusión en el hombro, pero sigues adelante y el combate se recrudece hasta que finalmente logras atravesar su pulmón. Intenta golpearte una vez más, pero al cabo de un par de minutos yace en el suelo, inmóvil. Parece que lo has matado.
Y de ese modo, con vuestro primer rival muerto, os internáis en las tierras de Kibi… Quién sabe qué os depara en ellas.
- Zane:
- El enorme ser sonríe con seguridad mientras te transformas, e incluso dirías que con cierta condescendencia. Te da tiempo para que te transformes, pero en el momento en que te lanzas a por él hace gala de unos reflejos providenciales. Logras herirlo, y ves por primera vez sangre salir de su cuerpo, pero te ha agarrado por el cuello y mantiene una sonrisa socarrona, muy propia de quien tiene la seguridad absoluta en su superioridad.
- No sabes cuánta razón tienes… -te dice, apretando cada vez más y más, robándote el aire con cada bocanada de su respiración-. No sabes cuánta.
Y tras eso, te da un cabezazo. Sientes dolor, mucho dolor, y entonces todo se vuelve negro.
Tardas en recuperar la consciencia, y va a ratos. Lo único que sí sientes es cómo te arrastran, pero no eres capaz de resistirte. Ni siquiera eres capaz de abrir los ojos: Estás atrapado.
- Ryuu:
- Te acercas sigilosamente a tus presas cual depredador hambriento en medio de la sabana. Tal vez no lo sepan, pero el fin de sus días está mucho más cerca de lo que jamás podrían haber imaginado. Tu clon sirve como una perfecta distracción, una que te permite acabar sin mayores problemas con los objetivos que te habías propuesto. En cuanto a los demás, tus compañeros se abalanzan sobre ellos en el instante en que se dan cuenta de que les dan la espalda. Nunca sabremos cómo se habrían desenvuelto en un combate frente a frente, pues las cabezas de los hombres pez ruedan por el suelo antes de que ese contexto pueda darse. Quizás sea momento de sentarse a descansar. Necesitáis un descanso y el reto que tienes por delante se antoja complicado.
- Kiritsu:
- Unos minutos de calma otorgados por Arthur es todo lo que necesitáis para poner en orden la situación y elegir cuál será vuestro siguiente paso. Os reunís frente a la entrada del túnel y el monigote de azúcar de Jack comienza adentrarse en las profundidades de la tierra. Lo cierto es que dentro hace un calor sofocante, lo que probablemente responda a los finos hilos de lava que, filtrándose por diminutas muescas en las paredes, se arrastran por ellas como si de babas se tratasen.
Probablemente ése sea el motivo por el que el monigote gotea de vez en cuando, aunque con las capacidades de Jack no dudo de que podrá mantenerlo en pie un tiempo más que razonable. Como os decía, pese a los hilos de magma todo parece indicar que el túnel no va a ceder… al menos por el momento. ¿Qué podréis encontrar en su interior?
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