Normas del capítulo:
Moderación
Extraños son los días que vive últimamente el archipiélago de Sabaody. Algo se mueve entre sus calles, una sombra oscura que busca alzarse con el control en este estratégico punto que abre la puerta hacía el nuevo mundo. Tras tantos años con una silenciosa paz entre piratas y marines se ha podido notar cierta incomodad entre los habitantes de los manglares. Como un avispero se han ido alentando unos a otros, murmullos, reuniones clandestinas. Un sinfín de voces y nombres que resuenan en las calles y que parecen moverse como sombras en la noche ocultando su presencia y sus intenciones.
Los últimos acontecimientos vividos han llevado al estadillo de una revuelta en la isla, los piratas buscan sacar de la isla a los marines y estos últimos intentan a toda costa reducir por completo a las guerrillas que se han ido formando por toda la isla y que tras la dar la sorpresa consiguieron apoderarse de los manglares comprendidos entre el número treinta hasta el cincuenta. Se encuentran bien armados y se mantienen extrañamente bien organizados para pertenecer cada uno a una banda distinta. Se nota que todos luchan por una causa, por una meta común y que están dispuestos a dar todo lo que tienen para conseguirla.
Estas revueltas han provocado que los piratas avancen sin encontrar apenas resistencia, lo que significa que la zona norte de la isla, actualmente se encuentra completamente dominada por aquellos piratas rebeldes que buscan hacerse con el control de toda la isla. Los marines mientras tanto gobiernan el sur, su territorio abarca del manglar cincuenta y uno hasta el ochenta. Mantienen los astilleros y las zonas portuarias ocupadas intentando así que los rebeldes no consigan refuerzos en un afán por controlar una situación que poco a poco les está desbordando.
No terminan de comprender lo sucedido, aunque muchas voces se alzan afirmando que era algo que se veía venir. Que esa extraña alianza no escrita no podía dar para mucho más. Que tarde o temprano alguno de los dos bandos terminaría cediendo y demostrando que no estaba dispuesto a compartir un enclave tan importante hacía el nuevo mundo.
La zona central del archipiélago, desde el manglar número uno hasta el manglar veinte se encuentra en tierra de nadie, en estos momentos es una zona caliente donde no es extraño encontrar diversas batallas repartidas de aquí para allá entre las dos partes reinantes en la isla. Se puede oler algo muy turbio en el aire, un ambiente pesado y ninguno de los allí presentes sabe realmente lo que sucede, los ánimos están caldeados. Si les preguntas a los piratas ellos te dirán que empezaron los marines, si les preguntas a los marines afirmaran totalmente lo contrario.
Quién está en posesión de la verdad es algo que actualmente nadie sabe, pero si estás dispuesto a descubrirlo es tu oportunidad de poner un poco de cordura a esta situación. ¿Ayudaras a poner paz en este conflicto, o será todo lo contrario y serás un portador de discordia dispuesto a enturbiar un poco más la situación?
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
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- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
Extraños son los días que vive últimamente el archipiélago de Sabaody. Algo se mueve entre sus calles, una sombra oscura que busca alzarse con el control en este estratégico punto que abre la puerta hacía el nuevo mundo. Tras tantos años con una silenciosa paz entre piratas y marines se ha podido notar cierta incomodad entre los habitantes de los manglares. Como un avispero se han ido alentando unos a otros, murmullos, reuniones clandestinas. Un sinfín de voces y nombres que resuenan en las calles y que parecen moverse como sombras en la noche ocultando su presencia y sus intenciones.
Los últimos acontecimientos vividos han llevado al estadillo de una revuelta en la isla, los piratas buscan sacar de la isla a los marines y estos últimos intentan a toda costa reducir por completo a las guerrillas que se han ido formando por toda la isla y que tras la dar la sorpresa consiguieron apoderarse de los manglares comprendidos entre el número treinta hasta el cincuenta. Se encuentran bien armados y se mantienen extrañamente bien organizados para pertenecer cada uno a una banda distinta. Se nota que todos luchan por una causa, por una meta común y que están dispuestos a dar todo lo que tienen para conseguirla.
Estas revueltas han provocado que los piratas avancen sin encontrar apenas resistencia, lo que significa que la zona norte de la isla, actualmente se encuentra completamente dominada por aquellos piratas rebeldes que buscan hacerse con el control de toda la isla. Los marines mientras tanto gobiernan el sur, su territorio abarca del manglar cincuenta y uno hasta el ochenta. Mantienen los astilleros y las zonas portuarias ocupadas intentando así que los rebeldes no consigan refuerzos en un afán por controlar una situación que poco a poco les está desbordando.
No terminan de comprender lo sucedido, aunque muchas voces se alzan afirmando que era algo que se veía venir. Que esa extraña alianza no escrita no podía dar para mucho más. Que tarde o temprano alguno de los dos bandos terminaría cediendo y demostrando que no estaba dispuesto a compartir un enclave tan importante hacía el nuevo mundo.
La zona central del archipiélago, desde el manglar número uno hasta el manglar veinte se encuentra en tierra de nadie, en estos momentos es una zona caliente donde no es extraño encontrar diversas batallas repartidas de aquí para allá entre las dos partes reinantes en la isla. Se puede oler algo muy turbio en el aire, un ambiente pesado y ninguno de los allí presentes sabe realmente lo que sucede, los ánimos están caldeados. Si les preguntas a los piratas ellos te dirán que empezaron los marines, si les preguntas a los marines afirmaran totalmente lo contrario.
Quién está en posesión de la verdad es algo que actualmente nadie sabe, pero si estás dispuesto a descubrirlo es tu oportunidad de poner un poco de cordura a esta situación. ¿Ayudaras a poner paz en este conflicto, o será todo lo contrario y serás un portador de discordia dispuesto a enturbiar un poco más la situación?
- Moja - 1:
- No recuerdas del todo bien cómo has llegado a Sabaody, pero llevas un par de días asentado, justo antes de que empezaran las revueltas. Esta mañana has despertado medio desnudo y oliendo a alcohol que tira para atrás. Notas que te faltan cosas, algunas de tus pertenencias, armas, dinero. Intentas recordar lo sucedido pero tienes terribles lagunas que te impiden saber lo que hiciste anoche.
Tal vez deberías levantarte de tu improvisada cama y ponerte a buscar tus cosas o al menos intentar descubrir que ha sido de ellas. Puedes escuchar diferentes voces que suenan al otro lado de la puerta, si miras a tu alrededor puedes deducir que estas dentro de un almacén, seguramente el almacén de una taberna.
- Meneror - 2:
- Hace unos días recibiste una carta un tanto peculiar que te invitaba al archipiélago de Sabaody para asistir a una distinguida reunión que se llevará a cabo en uno de sus manglares. Al parecer ciertos inversores y mercaderes sienten curiosidad por el hombre que ha conseguido poner nuevamente en órbita la isla de Toussaint y les gustaría llegar a ciertos acuerdos contigo.
Tienes un mapa y también una dirección que se encuentra dentro del manglar cincuenta, pero una vez llegas te encuentras con las revueltas y el caos que se ha formado en el archipiélago. Aun así, seguramente la reunión se lleve a cabo, pues la gente de negocios no pierde el tiempo aunque haya una revuelta. ¿Crees que podrás llegar a tiempo?
- Dexter, Nassor y Gabi - 3:
- Os encontráis en una zona más o menos tranquila de la isla, en manglar treinta y tres. Rodeados de gente que aún en medio de la extraña contienda que se está viviendo en la isla parece pasarlo bien dentro del parque de atracciones. Las atracciones siguen funcionando, las tiendas de souvenirs y de comida siguen vendiendo sin descanso y todo parece ir bien.
Seguramente al estar en esta zona no tengáis ni idea de la que se está armando en el resto de la isla. Un chiquillo, que tendrá unos cinco años más o menos está corriendo por el parque con una carita algo asustada. Choca contra uno de vosotros y al caer al suelo de culo comienza a llorar mientras pide disculpas. Parece realmente asustado y nervioso por alguna razón y la gente que pasa alrededor se gira extrañada a miraros.
- Justice Riders:
- Tras el magnífico trabajo realizado por Iulio y Eric, Sirio el ardiente fue capturado junto a varios de sus hombres más leales. Por esa misma hazaña han confiado en vosotros para llevar al pirata hasta Sabaody donde le interrogarían y después se encargarían de que otro barco se encargaría de recogerlo y llevarlo hasta las diligencias de Impel Down donde se pasaría seguramente el resto de su existencia.
Sin embargo según os acercáis a la costa un par de barcos se aproximan a vosotros y comienza el asedio. En ambos hay un total de nueve piratas que buscan abordaros, si alguno de vosotros se encuentra cerca de Sirio en ese mismo momento seguramente podáis verlo sonreír y dejara salir de su boca algún comentario jocoso sobre que los perros siempre suelen ir en manada y no suelen abandonar a los suyos.
- Ral y Kia - 4:
- Sois un par de grumetillos nuevos dentro del Cp y os han encargado una tarea de lo más peculiar teniendo en cuenta la situación actual del archipiélago. Los rumores de que se estaba preparando una revuelta y de que las cosas se estaban calentando en la isla, han llevado a vuestros superiores a tomar una serie de decisiones. Entre ellas se encuentra la siguiente.
“Kia y Ral deben viajar hasta el archipiélago e investigar el motivo por el cual las revueltas han dado comienzo” En estos momentos os encontráis en el manglar treinta y ocho y parece que las cosas están calmadas aunque podéis ver la crispación en los ojos de la gente. Como se mueven y las diversas sombras que circulan por las callejuelas. Debéis intentar pasar desapercibidos en territorio hostil, no sabéis como pueden reaccionar los insurgentes una vez descubran que sois cps.
- Eden - 5:
- Sabéis que en el jardín de Edén había diversos habitantes, Adan, Eva, los querubines que guardaban la entrada y que posteriormente guardaron el árbol de lo bueno y lo mano. Bien, en este caso, vosotros tendréis que ser como Adan y Eva cuando fueron expulsados y buscar entrar nuevamente en el jardín prometido. Tras un soplo vuestros superiores han descubierto que se llevará a cabo una reunión de lo más pintoresca en el manglar número treinta.
Los rumores que circulan por la ciudad dicen que los invitados deben presentarse vestidos con túnicas negras con capucha para ocultar su identidad. Estos atuendos se os proporcionaron en el momento en que os dejaron en el manglar, ahora depende de vosotros encontrar el lugar donde se llevará a cabo dicha reunión. Mientras camináis por las calles podéis ver un tipo sospechoso que mira a todos lados y a una joven revisando una hoja de papel que lleva bajo el brazo lo que parece ser una tela negra o tal vez una chaqueta negra aunque no sabéis diferenciarla bien.
- William, kaito, Oppen - 6:
- ¡Bienvenidos a sabaody! Kaito, William, habéis llegado sin muchos problemas. No parece haber nada cociéndose bajo el agua, pero sobre ella la gente está algo agitada. Llegáis al manglar 21, en donde un carguero ha dejado a Roland antes de salir a toda velocidad. Y ha hecho bien, porque en seguida llega a la zona lo que parece una banda pirata. No llegan en barco, sino corriendo. Son cinco o seis y… pasan de vosotros. Se dirigen directamente a un restaurante y empiezan a saquearlo sin perder el tiempo, llevándose los víveres, el dinero y amedrentando a la gente.
Por otro lado, podéis ver cómo un pequeño barco de velas blancas atraca en el manglar y descienden tres personas, llevando lo que parecen contenedores de catering listos para servir.
Comida congelada, eso sí, ninguna maravilla. No huele a nada. Por lo visto incluso entre el caos la gente tiene que comer… y siempre hay alguien dispuesto a sacar tajada.
Roland Oppenheimer
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Akuma no mi
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El aire olía a miedo y desesperación. Incluso un niño recién destetado sería capaz de percibirlo. Roland anduvo por el manglar veintiuno de Sabaody, bajo su identidad secreta de Dnalor Remiehneppo, con Xifos colgando en el lado izquierdo de su cadera. Pompas de jabón brotaban allí por donde había pisado y a su alrededor podía observar varios locales, algunos más destartalados que otros.
Si bien había perdido su puesto como agente del Cipher Pol, aún le seguían acompañando sus conocimientos y habilidades. A sus oídos había llegado cierto rumor: los piratas se estaban organizando para hacerse con la isla. O eso había concluido tras los últimos acontecimientos. Al parecer los hombres del Gobierno no eran solo unos ingratos; también se habían vuelto más inútiles. Habían permitido que los piratas ocuparan varios manglares del archipiélago, cediéndoles terreno y poder, además de tiempo para organizarse.
«Ellos no me quieren, pero me necesitan —se dijo mientras continuaba vagando, buscando algo que le fuera útil, recordando los sucesos de su huida—. Son unos ingratos, pero ya verán. Cuando aparezca como su salvador, se arrodillarán ante mí y me idolatrarán.» Siguió caminando, sin rumbo, a la espera de que ocurriera algo. Había llegado aquella mañana en un carguero que, nada más terminar sus asuntos en la isla, partió instantáneamente, temeroso, huyendo del conflicto como un perro con la cola entre las piernas. El ex-agente lo había tachado de cobarde, así como tachaba de cobarde a todos los que se escondían en sus casas al menor atisbo de violencia.
«Al menos esos le echan huevos —pensó mientras un grupo de hombres, cinco o seis, pasó corriendo delante suyo—. Espera, ¿pueden ser...?» Siguió a los hombres desde la distancia, y observó cómo empezaron a asaltar un bonito restaurante, rompiendo mobiliario, amenazando a los clientes y robando todo lo que encontraran a su paso. Piratas. Antes de que salieran del local el mink se había postrado en la puerta, bloqueando la salida y obsequiándoles con una mirada desafiante.
—Soy Dnalor Remiehneppo, cazarrecompensas. Haya precio o no por vuestras cabezas, quedáis detenidos. Podéis elegir luchar y morir, o podéis soltar lo que habéis robado y poneros contra la pared. Me da igual qué elijáis, pero de una forma u otra vais a responder unas preguntas.
Desenfundó su espada corta a modo de desafío e hizo un gesto con ella, señalando la pared, insistiendo en su anterior orden. Si se colocaban de cara a la pared que había señalado, les preguntaría el cómo los piratas habían logrado apoderarse de tantos manglares, si había alguien que los dirigía desde la sombra y, en caso de que así fuera, quién era esa persona y cómo podía encontrarla. Si por el contrario decidían combatir... Los derrotaría, los torturaría y los ejecutaría tras obtener las respuestas que quería. Un plan sin fisuras.
Si bien había perdido su puesto como agente del Cipher Pol, aún le seguían acompañando sus conocimientos y habilidades. A sus oídos había llegado cierto rumor: los piratas se estaban organizando para hacerse con la isla. O eso había concluido tras los últimos acontecimientos. Al parecer los hombres del Gobierno no eran solo unos ingratos; también se habían vuelto más inútiles. Habían permitido que los piratas ocuparan varios manglares del archipiélago, cediéndoles terreno y poder, además de tiempo para organizarse.
«Ellos no me quieren, pero me necesitan —se dijo mientras continuaba vagando, buscando algo que le fuera útil, recordando los sucesos de su huida—. Son unos ingratos, pero ya verán. Cuando aparezca como su salvador, se arrodillarán ante mí y me idolatrarán.» Siguió caminando, sin rumbo, a la espera de que ocurriera algo. Había llegado aquella mañana en un carguero que, nada más terminar sus asuntos en la isla, partió instantáneamente, temeroso, huyendo del conflicto como un perro con la cola entre las piernas. El ex-agente lo había tachado de cobarde, así como tachaba de cobarde a todos los que se escondían en sus casas al menor atisbo de violencia.
«Al menos esos le echan huevos —pensó mientras un grupo de hombres, cinco o seis, pasó corriendo delante suyo—. Espera, ¿pueden ser...?» Siguió a los hombres desde la distancia, y observó cómo empezaron a asaltar un bonito restaurante, rompiendo mobiliario, amenazando a los clientes y robando todo lo que encontraran a su paso. Piratas. Antes de que salieran del local el mink se había postrado en la puerta, bloqueando la salida y obsequiándoles con una mirada desafiante.
—Soy Dnalor Remiehneppo, cazarrecompensas. Haya precio o no por vuestras cabezas, quedáis detenidos. Podéis elegir luchar y morir, o podéis soltar lo que habéis robado y poneros contra la pared. Me da igual qué elijáis, pero de una forma u otra vais a responder unas preguntas.
Desenfundó su espada corta a modo de desafío e hizo un gesto con ella, señalando la pared, insistiendo en su anterior orden. Si se colocaban de cara a la pared que había señalado, les preguntaría el cómo los piratas habían logrado apoderarse de tantos manglares, si había alguien que los dirigía desde la sombra y, en caso de que así fuera, quién era esa persona y cómo podía encontrarla. Si por el contrario decidían combatir... Los derrotaría, los torturaría y los ejecutaría tras obtener las respuestas que quería. Un plan sin fisuras.
- Resumen:
- Llegar a Sabaody, armar su maravilloso y para nada utópico plan mental, seguir a unos piratas disfrazado de cazarrecompensas y amenazarlos para sacarles información.
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Si aquella carta estaba en lo cierto, acudiría a una distinguida reunión con otros peces gordos de los siete mares. Parecía que mis esfuerzos por levantar Toussaint de la ruina habían logrado su objetivo: propaganda. Por fortuna o quizás por destino decidí acudir a la cita en el mismo momento en que se me había invitado. No había tiempo que perder, no había tiempo en demorarse más en Toussaint. Así que cogí el primer navío que pudiera dejarme en aquel archipiélago.
Durante el viaje escuché las terribles noticias que provenían de la zona. Pues parecía que piratas, revolucionarios y marines estaban dándose de golpes. No me interesaba, menos me importaba. Solo esperaba que no me fastidiaran la reunión y mis futuros negocios con aquellas distinguidas personas. Mi objetivo era simple, seguir el mapa y la dirección que me habían ofrecido días atrás para llegar cuanto antes a dicha reunión. No esperaba una llegada tranquila, y la verdad es que me daba bastante palo el tener que abrirme paso entre la escoria de el lugar.
Así que ataviado con mi habitual traje de color negro de tres piezas, corbata y abrigo por los hombros me dispuse a desembarcar, una vez el barco me dejó en tierra. Eché un vistazo a mi reloj de bolsillo y pude ver que andaba bastante bien de tiempo. Lo volví a guardar y saqué el mapa del bolsillo de mi pantalón.
"Manglar 50"...cerca no queda desde luego. Pero quizás antes pueda comer algo por el camino...no, ¿Pero que digo? Es hora de ver a esos inversores. Pues con las cosas de comer no se juega ni se las hace esperar".
Así que una vez en el puerto me dispuse a caminar ciudad adentro tratando de buscar las referencias que tenía en el mapa, y comparándola con el lugar donde estaba. Finalmente y para dejar constancia de ello, llevaba mi habitual puro encendido en la boca escuchando algunos cuchicheos y charlas sobre los problemas del archipiélago. Mi conclusión: Si no me afecta, me importa un bledo.
Durante el viaje escuché las terribles noticias que provenían de la zona. Pues parecía que piratas, revolucionarios y marines estaban dándose de golpes. No me interesaba, menos me importaba. Solo esperaba que no me fastidiaran la reunión y mis futuros negocios con aquellas distinguidas personas. Mi objetivo era simple, seguir el mapa y la dirección que me habían ofrecido días atrás para llegar cuanto antes a dicha reunión. No esperaba una llegada tranquila, y la verdad es que me daba bastante palo el tener que abrirme paso entre la escoria de el lugar.
Así que ataviado con mi habitual traje de color negro de tres piezas, corbata y abrigo por los hombros me dispuse a desembarcar, una vez el barco me dejó en tierra. Eché un vistazo a mi reloj de bolsillo y pude ver que andaba bastante bien de tiempo. Lo volví a guardar y saqué el mapa del bolsillo de mi pantalón.
"Manglar 50"...cerca no queda desde luego. Pero quizás antes pueda comer algo por el camino...no, ¿Pero que digo? Es hora de ver a esos inversores. Pues con las cosas de comer no se juega ni se las hace esperar".
Así que una vez en el puerto me dispuse a caminar ciudad adentro tratando de buscar las referencias que tenía en el mapa, y comparándola con el lugar donde estaba. Finalmente y para dejar constancia de ello, llevaba mi habitual puro encendido en la boca escuchando algunos cuchicheos y charlas sobre los problemas del archipiélago. Mi conclusión: Si no me afecta, me importa un bledo.
- Resumen:
-Me agrada la idea de ver inversores.
-Cojo un barco para Sabaondy
-Desembarco, saco el mapa y empiezo a caminar.
RAL
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Guerra urbana, no era mi especialidad, aunque el combate tampoco se alejaba mucho de mis preferencias. De todas formas prefería mantenerme alejada de cualquier conflicto abierto por si acaso, no me gustaba pensar en la posibilidad de que la situación se saliera de control. Vestía con la ropa de siempre, la gabardina con el chaleco y la camiseta por debajo, corbata cinturón y pantalones. Bajo la gabardina descansaba Purgatio, la pistolera con Redemtio y las cartucheras con la munición, así como Tempestas en un bolsillo. Estaba preparada para salir de una situación a la fuerza de ser necesario, pero dadas las instrucciones esa era la última de las opciones, de todas formas con piratas nunca se sabía.
- Recuerda, no debemos atraer atención innecesaria. - Dije por lo bajo mientras sorbía el té por una pajita que encajaba en la boca de la máscara.
Kia y yo nos encontrábamos en una terraza del manglar treinta y ocho, una cafetería situada en una encantadora plaza con vistas a las calles comerciales. No me equivocaría si dijera que, en una situación normal este sitio estaría abarrotado, pero dada la ocupación de la zona por parte de los piratas se respiraba un aire tenso en la calle. Estaba claro que en esta zona los residentes habían huido a lugares más seguros y los que no habían podido procuraban no meterse en problemas. Evitaban cruzar miradas con cualquier persona de aspecto sospechoso... por ejemplo nosotros, y eso significaba que, de cruzarnos con otros piratas no llamaríamos demasiado la atención. ¿Que por qué estaba tomando un té? Primero, tomar algo en este distrito de Shabaody era un lujo que no pensaba dejar pasar. Segundo, porque el hecho de ser maleantes no implica comportarnos como salvajes. El hecho de que aquí se respirara una relativa tranquilidad demostraba que estas bandas estaban organizadas y que no eran un grupo que fueran a saquear y arrasar todo lo que encontrasen.
- Dime, ¿No crees que esta situación es demasiado perfecta? - Pregunté a mi acompañante a la vez que cogía el periódico del día y empezaba a echarle una ojeada.
Demasiado perfecta, demasiado sospechosa. Esta ciudad era un polvorín desde hace años, pero se había mantenido décadas sin estallar gracias a los esfuerzos colectivos y tratados no escritos entre todas las partes. Que este equilibrio se hubiera roto hacía que sospechase de la mano de un tercero, la pregunta era ¿Con qué propósito? Las noticias locales podían contener la respuesta, hacer un sumario de los hechos que habían desencadenado esto por orden cronológico podía darnos una pista. También podíamos interrogar a algunos piratas que encontrásemos y contrastar lo que nos dijeran con los informes oficiales. En este conflicto había un patrón oculto, tendríamos que averiguar cual era y localizar a quien estuviera detrás de todo esto.
- Recuerda, no debemos atraer atención innecesaria. - Dije por lo bajo mientras sorbía el té por una pajita que encajaba en la boca de la máscara.
Kia y yo nos encontrábamos en una terraza del manglar treinta y ocho, una cafetería situada en una encantadora plaza con vistas a las calles comerciales. No me equivocaría si dijera que, en una situación normal este sitio estaría abarrotado, pero dada la ocupación de la zona por parte de los piratas se respiraba un aire tenso en la calle. Estaba claro que en esta zona los residentes habían huido a lugares más seguros y los que no habían podido procuraban no meterse en problemas. Evitaban cruzar miradas con cualquier persona de aspecto sospechoso... por ejemplo nosotros, y eso significaba que, de cruzarnos con otros piratas no llamaríamos demasiado la atención. ¿Que por qué estaba tomando un té? Primero, tomar algo en este distrito de Shabaody era un lujo que no pensaba dejar pasar. Segundo, porque el hecho de ser maleantes no implica comportarnos como salvajes. El hecho de que aquí se respirara una relativa tranquilidad demostraba que estas bandas estaban organizadas y que no eran un grupo que fueran a saquear y arrasar todo lo que encontrasen.
- Dime, ¿No crees que esta situación es demasiado perfecta? - Pregunté a mi acompañante a la vez que cogía el periódico del día y empezaba a echarle una ojeada.
Demasiado perfecta, demasiado sospechosa. Esta ciudad era un polvorín desde hace años, pero se había mantenido décadas sin estallar gracias a los esfuerzos colectivos y tratados no escritos entre todas las partes. Que este equilibrio se hubiera roto hacía que sospechase de la mano de un tercero, la pregunta era ¿Con qué propósito? Las noticias locales podían contener la respuesta, hacer un sumario de los hechos que habían desencadenado esto por orden cronológico podía darnos una pista. También podíamos interrogar a algunos piratas que encontrásemos y contrastar lo que nos dijeran con los informes oficiales. En este conflicto había un patrón oculto, tendríamos que averiguar cual era y localizar a quien estuviera detrás de todo esto.
- Resumen:
- Tomar un agradable té en una terraza junto a Kia mientras pienso en la situación.
No tenía otra opción más que agradecer eternamente al equipo sanitario que nos había acompañado a la captura de Sirio el Ardiente. Haciendo honor a su nombre, el muy condenado se había mostrado como un hueso duro de roer y me había obligado a emplearme a fondo como pocas veces lo había hecho. Lo lamentable de mi estado sólo había sido comparable a lo pésimo de lo suyo, cayendo rendido y teniendo que ser atendido de forma intensiva durante días por los médicos.
Tal vez fuese por eso que, por fin recuperado, me habían encargado junto a otros miembros de la brigada escoltar al prisionero hasta el archipiélago Sabaody. Zuko participaría personalmente en la escolta en aquella ocasión, lo que no dejaba de ser extremadamente tranquilizador. En cuanto a Sirio, se encontraba sobre la cubierta para que estuviese en todo momento a la vista de todos. Varias cadenas rodeaban su cuerpo, encontrándose éstas firmemente sujetas a distintos elementos del barco para que no pudiera moverse.
—¡Barcos a la vista! —exclamó una voz antes de que dirigiese mi vista hacia la lejanía. Efectivamente, eran dos las embarcaciones que sin duda alguna se aproximaban hacia nosotros. Las banderas que ondeaban en sus mástiles les identificaban como piratas, y que llevásemos a Sirio a bordo dejaba claras sus intenciones.
—Sería demasiado fácil, ¿no? —pregunté de forma retórica tras apreciar la sonrisa del corsario y escuchar sus palabras—. No te preocupes, creo que tenemos bozales para todos ellos —le respondí, acercándome a la borda y apartando por completo mi vista de los gruesos troncos de árboles que ya eran perfectamente divisables a lo lejos.
Dejarnos abordar sin más no era la mejor opción, así que me dispuse a intentar impedirlo. Las balas ya silbaban hacia nosotros cuando orienté mis dos manos hacia el casco de uno de los barcos enemigos. La luz se concentró en ellas, condensándose para dar forma a una gruesa esfera que no dudé en disparar. Shining Canon cobró forma, abandonando nuestra embarcación y digiriéndose inevitablemente hacia su objetivo. La batalla había comenzado y no había lugar para dudar.
Tal vez fuese por eso que, por fin recuperado, me habían encargado junto a otros miembros de la brigada escoltar al prisionero hasta el archipiélago Sabaody. Zuko participaría personalmente en la escolta en aquella ocasión, lo que no dejaba de ser extremadamente tranquilizador. En cuanto a Sirio, se encontraba sobre la cubierta para que estuviese en todo momento a la vista de todos. Varias cadenas rodeaban su cuerpo, encontrándose éstas firmemente sujetas a distintos elementos del barco para que no pudiera moverse.
—¡Barcos a la vista! —exclamó una voz antes de que dirigiese mi vista hacia la lejanía. Efectivamente, eran dos las embarcaciones que sin duda alguna se aproximaban hacia nosotros. Las banderas que ondeaban en sus mástiles les identificaban como piratas, y que llevásemos a Sirio a bordo dejaba claras sus intenciones.
—Sería demasiado fácil, ¿no? —pregunté de forma retórica tras apreciar la sonrisa del corsario y escuchar sus palabras—. No te preocupes, creo que tenemos bozales para todos ellos —le respondí, acercándome a la borda y apartando por completo mi vista de los gruesos troncos de árboles que ya eran perfectamente divisables a lo lejos.
Dejarnos abordar sin más no era la mejor opción, así que me dispuse a intentar impedirlo. Las balas ya silbaban hacia nosotros cuando orienté mis dos manos hacia el casco de uno de los barcos enemigos. La luz se concentró en ellas, condensándose para dar forma a una gruesa esfera que no dudé en disparar. Shining Canon cobró forma, abandonando nuestra embarcación y digiriéndose inevitablemente hacia su objetivo. La batalla había comenzado y no había lugar para dudar.
- Resumen:
- Cañonazo de luz a uno de los barcos, a ver si lo hundo (?).
¿Túnicas negras? ¿En serio? No se me ocurría una prenda que fuese peor enemiga del estilismo y el buen gusto, aunque debía reconocer que tenía cierto sentido teniendo en cuenta cuál era su objetivo. El desconocimiento y el anonimato eran los mejores amigos de la discreción, algo crucial en el Bajo Mundo y, en general, en los turbios asuntos en los que nos veíamos envueltos día sí y día también como consecuencia de nuestro trabajo. Todos habíamos tomado tierra ataviados con ese uniforme, moviéndonos por un archipiélago que estaba en pie de guerra. Quienes habitualmente actuaban exclusivamente por beneficio propio se habían decidido a colaborar. Eso, en un entorno en el que buena parte de los manglares eran ocupados por piratas y criminales, había desembocado en que la Marina se encontrase contra las cuerdas. Nuestra labor, como venía siendo habitual, era solucionar lo que esos uniformados estropeaban sin llamar demasiado la atención.
Los miembros de Eden nos habíamos separado poco después de desembarcar para hacer un análisis del terreno y conseguir toda la información posible. El enclave donde se celebraría la reunión era nuestro objetivo más inmediato, de forma que Kusanagi y yo llevábamos varias horas deambulando entre pompas de jabón en busca de cualquier indicio.
Éste se presentó cuando una muchacha atrajo mi atención. Parecía bastante nerviosa, y lo que en apariencia era una tela negra daba una idea del porqué de su estado. Daba por hecho que mi superior lo habría visto, así que no le hice la menor seña y me aproximé a ella sin más. Preguntar sobre el encuentro de forma abierta resultaría cuanto menos sospechoso, así que opté por una pregunta menos agresiva. Esperaba que nuestra túnica hablase por sí sola.
—Disculpe, señorita, mi amigo y yo estábamos buscando algún lugar en el que pasar la noche. Hemos venido a zanjar unos asuntos de negocio y, a decir verdad, no tenemos demasiado claro cuál puede ser la mejor opción. ¿Podrías ayudarnos?
El anzuelo había sido lanzado, así que sólo quedaba ver si la presa picaba y nos brindaba alguna información interesante a la que pudiéramos darle uso.
Los miembros de Eden nos habíamos separado poco después de desembarcar para hacer un análisis del terreno y conseguir toda la información posible. El enclave donde se celebraría la reunión era nuestro objetivo más inmediato, de forma que Kusanagi y yo llevábamos varias horas deambulando entre pompas de jabón en busca de cualquier indicio.
Éste se presentó cuando una muchacha atrajo mi atención. Parecía bastante nerviosa, y lo que en apariencia era una tela negra daba una idea del porqué de su estado. Daba por hecho que mi superior lo habría visto, así que no le hice la menor seña y me aproximé a ella sin más. Preguntar sobre el encuentro de forma abierta resultaría cuanto menos sospechoso, así que opté por una pregunta menos agresiva. Esperaba que nuestra túnica hablase por sí sola.
—Disculpe, señorita, mi amigo y yo estábamos buscando algún lugar en el que pasar la noche. Hemos venido a zanjar unos asuntos de negocio y, a decir verdad, no tenemos demasiado claro cuál puede ser la mejor opción. ¿Podrías ayudarnos?
El anzuelo había sido lanzado, así que sólo quedaba ver si la presa picaba y nos brindaba alguna información interesante a la que pudiéramos darle uso.
- Resumen:
- Preguntarle a la mujer de la tela "dónde podemos pasar la noche" para averiguar el lugar en el que se celebrará la reunión.
Aquello pintaba muy, muy, pero que muy mal. Sabía bien, desde el altercado de la Gran Ruta y el asalto a las fábricas de Armonia, que la situación estaba tensa y que no hacía falta más que una chispa para prender la mecha del conflicto. El momento parecía haber llegado, y la ya de por sí delicada tregua que se mantenía en el archipiélago había terminado de romperse, convirtiendo la zona en una auténtica batalla campal. Una Marina saturada por verse en la necesidad de estar en demasiados sitios a la vez y, cómo no, un grupo de agentes enviados para mantener el control de la situación. Esta vez les tocaba a ellos, aunque el pelirrojo empezaba a estar un poco harto de pisar Sabaody. No era por la última misión, aunque no podía dejar de pensar en el enfrentamiento con Alain y en todo lo que había experimentado junto a los revolucionarios. El problema era, en esencia, aquel condenado lugar. La naturaleza de su convivencia era ya de por sí una afrenta a lo que la justifica significaba, por no hablar de todas las operaciones que se llevaban allí impunemente. ¿Querías un sitio discreto, con poco riesgo de ser intervenido y con la puerta abierta hacia el Nuevo Mundo? Los manglares eran tu sitio.
Fuera de eso, aquella era la primera operación oficial como Eden. Su formación le había sido consultada a él, extrañamente, por el directivo del Cipher Pol 8, recibiendo cierto asesoramiento y tratándose de un proyecto impulsado por el propio Markov. ¿Para qué mentir? Poder trasladar a Giotto y a Ruffo fue, cuanto menos, una alegría para el parcheado, ya harto de tener que operar con agentes de dudosas capacidades y moral cuestionable. Cuando le presentaron a Ellie, por otro lado, casi sintió que una luz iluminaba la oscuridad en la que se había visto envuelto durante tantos años como agente. ¿Cuándo fue la última vez que sintió que podía confiar en sus propios compañeros? Desde el fracaso de Reiseina Kou, la asunción de la directiva del CP7 por parte de Issei y su retiro, podía contar con los dedos de una mano a las personas que contaban con su confianza. Parecía que, al fin, las tornas cambiaban y el barco viraba en una dirección mucho más prometedora.
Pero volvamos a lo nuestro. La operativa comenzaba en el manglar número treinta, provistos por cortesía de la directiva con unas oscuras túnicas de escasa elegancia. Entendía el propósito, la funcionalidad y la eficiencia de las mismas, pero no podía dejar de pensar que resultaban de lo más evidente y llamativo. Bueno, quizá no en Sabaody, donde tirabas una piedra y aparecían cuatro cárteles y ramificaciones del oscuro imperio de Viktor. Tal vez, si la fortuna le sonreía, podría dar también con Nimbus y acabar con sus fechorías de una vez por todas. El objetivo principal estaba claro: tendría lugar una importante reunión y debían enterarse del lugar y la hora, infiltrarse en la misma e informar de cuanto pudieran. La naturaleza de la misma seguía siendo desconocida, aunque Kusanagi estaba plenamente seguro de que, simplemente, no habían querido hablarles de ella.
Ruffo no tardó en identificar un posible hilo del que tirar, dirigiéndose como un perro de presa hacia su objetivo: una joven con aires nerviosos que parecía casi tan perdida como ellos. No le había pasado desapercibida, pero tampoco aquella figura que iba de un lado a otro, angustiada. Activó sus poderes, buscando con su mantra la presencia de la mink para poder centrarse en ella y generando un sutil susurro en su oído gracias a los poderes que le confería la fruta del diablo.
—Ellie, el tipejo angustiado, a nuestras once —escucharía ella, como una voz procedente de ninguna parte, sin que el agente tuviera que hacer el más mínimo movimiento.
Por su parte, y dejando que el más inexperto llevara la iniciativa, siguió a Ruffo para seguirle el juego. Al contrario que él, llevaba la túnica colgada al hombro, plegada varias veces para tratar de dar el pego como si se tratara de una prenda cualquiera, similar a una chaqueta. Su aspecto, por otro lado, no era el de Kusanagi Yu, sino el de Shawn Vane, su alter–ego criminal. Siempre sería mejor que le descubrieran como aquel ladrón de poca monta que como un hombre de la agencia, ¿no? Así que, cuando llegaron hasta la mujer, le dedicó una sonrisa animada, casi cómplice, y aguardó a su respuesta.
Fuera de eso, aquella era la primera operación oficial como Eden. Su formación le había sido consultada a él, extrañamente, por el directivo del Cipher Pol 8, recibiendo cierto asesoramiento y tratándose de un proyecto impulsado por el propio Markov. ¿Para qué mentir? Poder trasladar a Giotto y a Ruffo fue, cuanto menos, una alegría para el parcheado, ya harto de tener que operar con agentes de dudosas capacidades y moral cuestionable. Cuando le presentaron a Ellie, por otro lado, casi sintió que una luz iluminaba la oscuridad en la que se había visto envuelto durante tantos años como agente. ¿Cuándo fue la última vez que sintió que podía confiar en sus propios compañeros? Desde el fracaso de Reiseina Kou, la asunción de la directiva del CP7 por parte de Issei y su retiro, podía contar con los dedos de una mano a las personas que contaban con su confianza. Parecía que, al fin, las tornas cambiaban y el barco viraba en una dirección mucho más prometedora.
Pero volvamos a lo nuestro. La operativa comenzaba en el manglar número treinta, provistos por cortesía de la directiva con unas oscuras túnicas de escasa elegancia. Entendía el propósito, la funcionalidad y la eficiencia de las mismas, pero no podía dejar de pensar que resultaban de lo más evidente y llamativo. Bueno, quizá no en Sabaody, donde tirabas una piedra y aparecían cuatro cárteles y ramificaciones del oscuro imperio de Viktor. Tal vez, si la fortuna le sonreía, podría dar también con Nimbus y acabar con sus fechorías de una vez por todas. El objetivo principal estaba claro: tendría lugar una importante reunión y debían enterarse del lugar y la hora, infiltrarse en la misma e informar de cuanto pudieran. La naturaleza de la misma seguía siendo desconocida, aunque Kusanagi estaba plenamente seguro de que, simplemente, no habían querido hablarles de ella.
Ruffo no tardó en identificar un posible hilo del que tirar, dirigiéndose como un perro de presa hacia su objetivo: una joven con aires nerviosos que parecía casi tan perdida como ellos. No le había pasado desapercibida, pero tampoco aquella figura que iba de un lado a otro, angustiada. Activó sus poderes, buscando con su mantra la presencia de la mink para poder centrarse en ella y generando un sutil susurro en su oído gracias a los poderes que le confería la fruta del diablo.
—Ellie, el tipejo angustiado, a nuestras once —escucharía ella, como una voz procedente de ninguna parte, sin que el agente tuviera que hacer el más mínimo movimiento.
Por su parte, y dejando que el más inexperto llevara la iniciativa, siguió a Ruffo para seguirle el juego. Al contrario que él, llevaba la túnica colgada al hombro, plegada varias veces para tratar de dar el pego como si se tratara de una prenda cualquiera, similar a una chaqueta. Su aspecto, por otro lado, no era el de Kusanagi Yu, sino el de Shawn Vane, su alter–ego criminal. Siempre sería mejor que le descubrieran como aquel ladrón de poca monta que como un hombre de la agencia, ¿no? Así que, cuando llegaron hasta la mujer, le dedicó una sonrisa animada, casi cómplice, y aguardó a su respuesta.
- Resumen:
- Paja contextual aparte, Kus avisa discretamente con sus poderes a Ellie de la presencia del hombre nervioso, de modo que sea ella quien se encargue de él mientras supervisa y presta apoyo a Ruffo. Va vestido como Shawn Vane, su identidad criminal, y la túnica la lleva plegada al hombro para hacerla pasar por una prenda cualquiera, como una chaqueta o sudadera. Con esto, se pone junto a Ruffo para apoyar su plan, sin intervenir.
Hayden Ashworth
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Shabaody estaba sumida en el caos, y allí estaba el dragón, dispuesto a aprovechar esa oportunidad para fortalecer la mano de la marina en el archipiélago. Sin corruptelas y sin presencia de los señores del crimen. Adiós a las casas que subastan esclavos. A los puntos de reunión de criminales donde trafican y se enriquecen. El archipiélago podría ser un punto de paso al Nuevo Mundo sin restricciones serias. Liberar el archipiélago de Sabaody era el primer paso para convertir el Nuevo Mundo en un mar más accesible, menos plagado de criminalidad, piratas y caos.
El grito del vigía advirtió al dragón de la presencia de enemigos. El vicealmirante observó los barcos, que se habían colocado en posición perfecta para ponerse a disparar contra ellos. Miró a Iulio, el cual pareció reconocerlos como aquellos que servían al hombre que llevaban cautivo. Zuko se llevó la mano al hombro y agarró su abrigo de marine, quitándoselo de un tirón y tirándolo al suelo mientras movía el cuello, crujiendo los huesos en preparación. Vio como Iulio se adelantaba a cualquier orden atacando uno de los barcos, por lo que decidió atacar él mismo al otro.
—Defended el barco de las balas de cañón —ordenó a quien pudiera oírle. Sabía que las personas a bordo eran más que capaces de repeler las balas de cañón.
Saltó de golpe, rebotando en el aire con su geppou, directo al barco que Iulio no había atacado. Buscó aterrizar en el centro mismo de su cubierta con un fuerte golpe que debería agrietar la madera, a la par que dejaba escapar su presencia en una onda de Haki, con la intención paralizar a los enemigos y evitar que se acercasen más. La poderosa onda de su presencia agrietó todavía más la madera, haciendo que saltasen astillas. Mirando al suelo levantó el puño en dirección abajo. Descargó un fuerte puñetazo en la misma cubierta, con la intención de propagar el impacto por toda la estructura y hundirlo.
El grito del vigía advirtió al dragón de la presencia de enemigos. El vicealmirante observó los barcos, que se habían colocado en posición perfecta para ponerse a disparar contra ellos. Miró a Iulio, el cual pareció reconocerlos como aquellos que servían al hombre que llevaban cautivo. Zuko se llevó la mano al hombro y agarró su abrigo de marine, quitándoselo de un tirón y tirándolo al suelo mientras movía el cuello, crujiendo los huesos en preparación. Vio como Iulio se adelantaba a cualquier orden atacando uno de los barcos, por lo que decidió atacar él mismo al otro.
—Defended el barco de las balas de cañón —ordenó a quien pudiera oírle. Sabía que las personas a bordo eran más que capaces de repeler las balas de cañón.
Saltó de golpe, rebotando en el aire con su geppou, directo al barco que Iulio no había atacado. Buscó aterrizar en el centro mismo de su cubierta con un fuerte golpe que debería agrietar la madera, a la par que dejaba escapar su presencia en una onda de Haki, con la intención paralizar a los enemigos y evitar que se acercasen más. La poderosa onda de su presencia agrietó todavía más la madera, haciendo que saltasen astillas. Mirando al suelo levantó el puño en dirección abajo. Descargó un fuerte puñetazo en la misma cubierta, con la intención de propagar el impacto por toda la estructura y hundirlo.
- Resumen y cosas:
- queriendo hundir barcos usando hakis y cosas.
Haki del rey pa desmayar:
Nivel 3: Haki Incrementado: Los animales con dueño no se acercarán a no ser que su dueño lo ordene explícitamente. Liberar su Haki del Rey paralizará de miedo a cualquier persona cuyo Haki no alcance el rango 2 durante dos asaltos, y desmayará a cualquier persona que no posea Haki. También puede mantener el uso del Haki del Rey por hasta tres asaltos. Si lo libera de forma descontrolada, podría quebrar tablas y agrietar rocas sin mucha dificultad.
Fuerza y Potencia pa hostiar el barco:
Rango 13: Sus ataques llegan a proyectarse por defecto a hasta dos metros de él. Posee suficiente fuerza bruta como para, de un solo golpe concentrado, derribar una nave de cualquier catedral románica.
Hamlet
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No sabía mucho del hombre al que me hallaba escoltando, pero tenía constancia de que Iulio y Eric habían participado en una refriega contra él y que, lógicamente, habían logrado derrotarle. Recuerdo que cuando supe de su éxito me alegré, e incluso me permití compartir algunas chanzas con Kenzo. Como era de esperar, me negué a brindar por ellos, puesto que aún nos hallábamos de servicio, pero eso no me privaba de sentirme orgulloso por mis compañeros.
Escoltar al preso a Sabaody debería de haber sido una tarea de lo más mundana y prosaica, un mero trámite a cumplir, mas no era ningún secreto que la isla se hallaba en sus días más oscuros. La improbable y poco razonable tregua entre los piratas del archipiélago y los pocos marines acuartelados en el maltrecho cuartel de las islas se había deshecho, y el caos se había apoderado del lugar. Rugidos de cañones y largas humaredas parecían haberse fundido con el paisaje de manglares tan característico de la zona.
Por si fuera poco, navíos enarbolando con orgullo la bandera pirata habían salido a nuestra recepción. Apreté los dientes y me agaché al escuchar el bramido de los cañones, cuyos proyectiles destrozaron parte del casco de la nave. Examiné la cubierta en busca de víctimas que lamentar, solo para encontrarme con varios asaltantes. Con expresión de fastidio, me levanté y me preparé para la batalla.
El Vicealmirante no tardó en tratar de mantener el orden en cubierta enfrentándose a los enemigos de la Justicia, haciendo gala de sus espectaculares poderes. Iulio no fue menos, y trató de pulverizar uno de los navíos con sus letales capacidades. Careciendo yo de semejantes aptitudes, me aferré a mis únicas virtudes: mi voluntad y mi testarudez, y retrocedí hasta la posición de aquel bucanero llamado Sirio, el Ardiente, que reía como un loco. Fríamente, coloqué mi mano abierta contra su nuca y comencé a apretar, tratando solo de causarle un leve dolor.
-Deja de reírte, degenerado -ordené, en un monótono hilo de voz-. Mientras yo esté aquí no vas a moverte ni un maldito centímetro.
Escoltar al preso a Sabaody debería de haber sido una tarea de lo más mundana y prosaica, un mero trámite a cumplir, mas no era ningún secreto que la isla se hallaba en sus días más oscuros. La improbable y poco razonable tregua entre los piratas del archipiélago y los pocos marines acuartelados en el maltrecho cuartel de las islas se había deshecho, y el caos se había apoderado del lugar. Rugidos de cañones y largas humaredas parecían haberse fundido con el paisaje de manglares tan característico de la zona.
Por si fuera poco, navíos enarbolando con orgullo la bandera pirata habían salido a nuestra recepción. Apreté los dientes y me agaché al escuchar el bramido de los cañones, cuyos proyectiles destrozaron parte del casco de la nave. Examiné la cubierta en busca de víctimas que lamentar, solo para encontrarme con varios asaltantes. Con expresión de fastidio, me levanté y me preparé para la batalla.
El Vicealmirante no tardó en tratar de mantener el orden en cubierta enfrentándose a los enemigos de la Justicia, haciendo gala de sus espectaculares poderes. Iulio no fue menos, y trató de pulverizar uno de los navíos con sus letales capacidades. Careciendo yo de semejantes aptitudes, me aferré a mis únicas virtudes: mi voluntad y mi testarudez, y retrocedí hasta la posición de aquel bucanero llamado Sirio, el Ardiente, que reía como un loco. Fríamente, coloqué mi mano abierta contra su nuca y comencé a apretar, tratando solo de causarle un leve dolor.
-Deja de reírte, degenerado -ordené, en un monótono hilo de voz-. Mientras yo esté aquí no vas a moverte ni un maldito centímetro.
- Resumen:
- "Proteger" a Sirio.
Dexter Black
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A pesar de que Akagami había retenido casi todas las propiedades del viejo título, había una cosa que se había afanado con todo su corazón en conservar. Dexter no era excesivamente apegado al mundo material, pero sí estaba pragmáticamente ligado a todas las herramientas que podían llegar a ayudarlo en su cometido, por lo que el gran barco de guerra de los Blue Rose Pirates, La Joya II -aunque solo él añadía aquel epíteto a su nombre- se había convertido en el buque insignia de la Armada Revolucionaria. Había, tal vez, barcos más grandes e imponentes, pero no tan veloces y mucho menos con un armamento tan avanzado como el gran galeón que él mismo había construido. Puede que, además, le tuviese algún cariño especial después de todo.
Él mismo había encabezado la marcha de quince veleros hasta las costas de Sabaody, que se habían repartido por todo el noroeste de la isla. En la Joya quedaba un pequeño grupo de soldados, apenas una veintena, para custodiarlo, y el resto habían salido en distintas misiones con el fin de recabar información relevante de cara a una potencial toma. Siendo realistas dudaba que pudiese mantener un enclave como Sabaody bajo el mando revolucionario durante demasiado tiempo, pero los esfuerzos que podía tener que hacer el Gobierno Mundial para recuperarlo podían llegar a ser tan colosales si lo defendían adecuadamente que tal vez otros espacios quedasen desprotegidos: Sakura, Russuam o incluso Pucci podían ser lugares que resultarían fáciles de robar al Gobierno y, si bien no eran vitales a nivel estratégico, controlar rutas de navegación implicaba poder, un poder que podían utilizar fácilmente. Además, Sakura era muy sencilla de defender y, si obligaba a utilizar cada vez más efectivos y medios en las reconquistas, podría llegar a dominar el Paraíso de manera relativamente sencilla. Y de ahí, a la guerra final.
Sin embargo no era tan ingenuo como para creer que todo iba a funcionar tan bien. Cualquier variable podía desarticular sus planes, y por mucha estrategia de la que dispusiera no podía competir contra una fuerza cien veces más numerosa -como mínimo-, mejor armada y dispuesta a cosas bastante más inmorales que las suyas. Además, descartar la existencia de vida inteligente en el Gobierno Mundial sería vanidoso, además de muy imprudente. Y esa mínima precaución era la que le había hecho optar por un perfil más bajo. No mucho, dado que no tenía la más mínima intención de ocultar su identidad, pero sí lo justo para que no apareciesen setenta y siete agentes del Cipher Pol con recortes circulares de periódico delante de los ojos. No podía aspirar a mucho más, teniendo en cuenta que su propia presencia casi era un faro. Estaba seguro de que un navegante con buen dominio del Haki de observación podría utilizarlo, en aquellos momentos, para llegar a Sabaody desde la Reverse Mountain sin atravesar ninguna ruta de navegación.
En cualquier caso, dos cadetes lo habían acompañado: Gabriel von Nosequé y Nassor el hombre ciervo. Estaba seguro de que en realidad uno de los dos no era cadete, pero no tenía claro si la niña o el colibrí fraudulento. Se los había llevado porque... Bueno, porque la muchacha necesitaba sacar un poco de experiencia y con Nassor empezaba a forjarse una cierta confianza desde que... Bueno, había sobrevivido. Probablemente Nassor hubiese cuestionado sus métodos, pero habían sido efectivos y desde luego no lo había escuchado quejarse. A esas alturas, de todos modos, lo más importante era encontrar un espacio donde establecer el Cuartel General, así que probablemente habría ignorado casi cualquier comentario que no fuese encaminado a aquello. De hecho, era probable que hubiese ignorado cualquier comentario. Estaba metido en su mundo, qué se le iba a hacer.
Tal vez por eso ni siquiera se percató de que algo había golpeado su pierna, por lo que había tardado cerca de un minuto en relacionar las miradas de la gente con los lloros que habían roto, repentinamente, la cadena de sus pensamientos. Cuando se dio la vuelta pudo ver a un niño tirado en el suelo. Cómo no, lloraba y gritaba, pero no terminaba de entender por qué, así que desanduvo sus pasos y se agachó frente a él, manteniendo una cierta distancia. Trató de poner su mejor cara y se sacó un pañuelo del bolsillo, ofreciéndoselo.
- Hola, amiguito, ¿estás bien? -preguntó. Si era una trampa, explotaría ante esa pregunta. Sería algo cruel hacer estallar a un niño-. Pareces tan capacitado como Gabi, ¿quieres unirte a la Revolución?
Él mismo había encabezado la marcha de quince veleros hasta las costas de Sabaody, que se habían repartido por todo el noroeste de la isla. En la Joya quedaba un pequeño grupo de soldados, apenas una veintena, para custodiarlo, y el resto habían salido en distintas misiones con el fin de recabar información relevante de cara a una potencial toma. Siendo realistas dudaba que pudiese mantener un enclave como Sabaody bajo el mando revolucionario durante demasiado tiempo, pero los esfuerzos que podía tener que hacer el Gobierno Mundial para recuperarlo podían llegar a ser tan colosales si lo defendían adecuadamente que tal vez otros espacios quedasen desprotegidos: Sakura, Russuam o incluso Pucci podían ser lugares que resultarían fáciles de robar al Gobierno y, si bien no eran vitales a nivel estratégico, controlar rutas de navegación implicaba poder, un poder que podían utilizar fácilmente. Además, Sakura era muy sencilla de defender y, si obligaba a utilizar cada vez más efectivos y medios en las reconquistas, podría llegar a dominar el Paraíso de manera relativamente sencilla. Y de ahí, a la guerra final.
Sin embargo no era tan ingenuo como para creer que todo iba a funcionar tan bien. Cualquier variable podía desarticular sus planes, y por mucha estrategia de la que dispusiera no podía competir contra una fuerza cien veces más numerosa -como mínimo-, mejor armada y dispuesta a cosas bastante más inmorales que las suyas. Además, descartar la existencia de vida inteligente en el Gobierno Mundial sería vanidoso, además de muy imprudente. Y esa mínima precaución era la que le había hecho optar por un perfil más bajo. No mucho, dado que no tenía la más mínima intención de ocultar su identidad, pero sí lo justo para que no apareciesen setenta y siete agentes del Cipher Pol con recortes circulares de periódico delante de los ojos. No podía aspirar a mucho más, teniendo en cuenta que su propia presencia casi era un faro. Estaba seguro de que un navegante con buen dominio del Haki de observación podría utilizarlo, en aquellos momentos, para llegar a Sabaody desde la Reverse Mountain sin atravesar ninguna ruta de navegación.
En cualquier caso, dos cadetes lo habían acompañado: Gabriel von Nosequé y Nassor el hombre ciervo. Estaba seguro de que en realidad uno de los dos no era cadete, pero no tenía claro si la niña o el colibrí fraudulento. Se los había llevado porque... Bueno, porque la muchacha necesitaba sacar un poco de experiencia y con Nassor empezaba a forjarse una cierta confianza desde que... Bueno, había sobrevivido. Probablemente Nassor hubiese cuestionado sus métodos, pero habían sido efectivos y desde luego no lo había escuchado quejarse. A esas alturas, de todos modos, lo más importante era encontrar un espacio donde establecer el Cuartel General, así que probablemente habría ignorado casi cualquier comentario que no fuese encaminado a aquello. De hecho, era probable que hubiese ignorado cualquier comentario. Estaba metido en su mundo, qué se le iba a hacer.
Tal vez por eso ni siquiera se percató de que algo había golpeado su pierna, por lo que había tardado cerca de un minuto en relacionar las miradas de la gente con los lloros que habían roto, repentinamente, la cadena de sus pensamientos. Cuando se dio la vuelta pudo ver a un niño tirado en el suelo. Cómo no, lloraba y gritaba, pero no terminaba de entender por qué, así que desanduvo sus pasos y se agachó frente a él, manteniendo una cierta distancia. Trató de poner su mejor cara y se sacó un pañuelo del bolsillo, ofreciéndoselo.
- Hola, amiguito, ¿estás bien? -preguntó. Si era una trampa, explotaría ante esa pregunta. Sería algo cruel hacer estallar a un niño-. Pareces tan capacitado como Gabi, ¿quieres unirte a la Revolución?
- Resumen:
- Ignorar cosas, invitar a un niño a la Revolución.
Ellie
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La agente estaba visiblemente emocionada con el nuevo grupo al que la habían destinado. Si bien siempre había ido rotando de compañeros, su entusiasmo por pertenecer a una brigada en concreto había sido escuchada por algún mandamás, y afortunadamente se encontraba en un grupo relativamente pequeño con una presencia más que notoria debido a la importancia de cada uno de sus miembros. Por un lado, la cabeza visible y líder sería Kusanagi. La mink no había tenido la suerte de realizar alguna misión con él, sin embargo hasta sus oídos habían llegado muy buenas referencias. Por otro lado, sus amigos y compañeros Giotto y Ruffo también formarían parte de la agencia. El nombre elegido había sido Eden, y la loba estaba ansiosa por realizar innumerables misiones con ellos.
Y allí estaban, en el archipiélago más famoso de los siete mares, esperando a que la guerra entre unos y otros estallase, porque estaba claro que acabaría explotando. Los habían destinado en el manglar número treinta, y para llevar a cabo su misión -o al menos el inicio de ésta- les habían dado unas telas negras. La agente no tardó en ponérsela y camuflar su rostro y casi cualquier facción que delatase que no era una humana. Tampoco quería dejarse ver, al fin y al cabo la misión tenía un primer objetivo; pasar desapercibidos.
Los tres miembros de Eden caminaron cerca los unos de los otros, y llegaron a una zona donde una tipa ojeando una hoja atrajo la atención de los dos varones. Ellie se quedó sola, ojeando el terreno mientras caminaba en una dirección cercana a la de sus dos compañeros. Y entonces su oreja derecha se alzó instintivamente, escuchando una especie de susurro con la voz de Kus. ¿Qué era aquello? Lo mejor sería preguntarle más tarde. Lo más importante en ese momento era hacerle caso, así que la mink caminó hasta el hombre sospechoso, acercándose a él y, una vez estuvo cerca, miró hacia un lado y susurró algo que esperaba que tuviese alguna contestación.
- ¿También eres nuevo? No sé muy bien dónde tenemos que ir. ¿Y tú?
Ellie había optado por adoptar la jugada de mujer perdida y desorientada, quizá no muy lista, que parecía no enterarse de nada. Quién sabe si le saldría bien. Puede que el hombre contestase o saliese corriendo, en cualquier caso… A parte de parecer sospechoso, sus movimientos hacían parecer que era alguien nuevo allí. ¿Tendría razón la joven agente?
Y allí estaban, en el archipiélago más famoso de los siete mares, esperando a que la guerra entre unos y otros estallase, porque estaba claro que acabaría explotando. Los habían destinado en el manglar número treinta, y para llevar a cabo su misión -o al menos el inicio de ésta- les habían dado unas telas negras. La agente no tardó en ponérsela y camuflar su rostro y casi cualquier facción que delatase que no era una humana. Tampoco quería dejarse ver, al fin y al cabo la misión tenía un primer objetivo; pasar desapercibidos.
Los tres miembros de Eden caminaron cerca los unos de los otros, y llegaron a una zona donde una tipa ojeando una hoja atrajo la atención de los dos varones. Ellie se quedó sola, ojeando el terreno mientras caminaba en una dirección cercana a la de sus dos compañeros. Y entonces su oreja derecha se alzó instintivamente, escuchando una especie de susurro con la voz de Kus. ¿Qué era aquello? Lo mejor sería preguntarle más tarde. Lo más importante en ese momento era hacerle caso, así que la mink caminó hasta el hombre sospechoso, acercándose a él y, una vez estuvo cerca, miró hacia un lado y susurró algo que esperaba que tuviese alguna contestación.
- ¿También eres nuevo? No sé muy bien dónde tenemos que ir. ¿Y tú?
Ellie había optado por adoptar la jugada de mujer perdida y desorientada, quizá no muy lista, que parecía no enterarse de nada. Quién sabe si le saldría bien. Puede que el hombre contestase o saliese corriendo, en cualquier caso… A parte de parecer sospechoso, sus movimientos hacían parecer que era alguien nuevo allí. ¿Tendría razón la joven agente?
- Resumen:
Acercarme al hombre desorientado e intentar ganarme su confianza.
Nassor
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Su primer objetivo era Shabaody. Es decir, primero porque estaba seguro de que ese asunto no terminaba allí. Demasiadas noticias de desastres llegaban de todo el mundo como para no pensar en las palabras de Dexter en Banaro. Algo se cernía sobre ellos, y probablemente era demasiado gordo como para solucionarlo con una visita a la isla de los manglares gigantes. La flota con la que llegaron era más grande que ninguna que Nassor hubiese comandado, salvo por su breve momento de gloria al mando de la flota pirata en Gray Rock, aunque en ese caso más que una flota era un conglomerado de barcos sin más organización que sus órdenes, y que dejaron de seguir en cuanto entraron en combate. Pero esa era la diferencia entre un ejército real y comandar piratas. Aprovechó la ocasión para aprender los métodos de comunicación de la flota revolucionaria y sus códigos de banderas, además de para admirar el buque insignia. Aunque mucho más pequeño, era incluso de mayor calidad que el Erebus, y su armamento mucho más avanzado.
Una vez en tierra acabaron en una zona relativamente tranquila, el manglar treinta y tres. El conflicto entre los piratas y la Marina no parecía haber mancillado sus calles, donde la gente hacía vida normal como si no hubiese ocurrido nada. Lejos de calmar al pelirrojo, eso hizo que estuviese alerta. ¿Por qué habían decidido ignorar ese territorio sin un motivo aparente? Se le ocurrían posibles causas. Tal vez la Marina no quisiera perjudicar un barrio que era el centro de la actividad económica (legal) de la isla, descontando el puerto, y había hecho lo posible por mantenerlo apartado del conflicto mientras fuese posible. Pero otro motivo es que un tercer poder, tal vez el mismo que había logrado que los piratas se uniesen por una causa común, estuviese instalado en ese lugar. En realidad tras años como pirata intentando crear la Hermandad de la Costa, sabía que eran demasiado egoístas, desconfiados y pendencieros como para actuar como una fuerza conjunta sin un poder externo manipulándoles, uno de ellos más poderoso que lograse agruparlos o una causa de fuerza mayor. Y por la información que tenía acerca de los acontecimientos de la isla y del mundo, apostaba por el primer caso.
Nassor llevaba su capa verde con la capucha echada. Cualquiera diría que un hombre encapuchado de su altura llamaría la atención, pero por un lado sabía moverse sin llamarla, y por otro cualquier usuario de haki de observación captaría al faro andante que llevaba al lado. Además "un hombre alto encapuchado" era una descripción menos reconocible que "un hombre alto pelirrojo". Les acompañaba Gabi, una revolucionaria joven de pelo rosa. Aunque parecía físicamente poca cosa, tras analizar su Voz con su kenbunshoku determinó que no era una persona corriente. Por otro lado la había escogido Dexter, así que por algún motivo sería. Entonces ocurrió algo inesperado: un niño pequeño llegó corriendo y tropezó con la pierna de Dexter. Algo en su actitud llamó al momento su atención: parecía asustado, ya de antes de fijarse en el hombre con el que había chocado y empezado a llorar. Nassor se alejó un par de pasos, principalmente para que su jefe no le cegase, y cerró los ojos. Expandió su conciencia como una segunda visión, o más bien un tercer ojo captando todas las presencias que le rodeaban. Atendió a cualquier movimiento sospechoso mientras intentaba sondar las emociones de los presentes en busca de alguna que le llamase la atención. Echó un vistazo también a las del niño, por si acaso, mientras Dexter decidía invitarlo a la Revolución por motivos que se le escapaban. Él ya no cuestionaba a aquel hombre que parecía decidido a hacer todo de las maneras más extrañas y locas obteniendo resultados igualmente.
Una vez en tierra acabaron en una zona relativamente tranquila, el manglar treinta y tres. El conflicto entre los piratas y la Marina no parecía haber mancillado sus calles, donde la gente hacía vida normal como si no hubiese ocurrido nada. Lejos de calmar al pelirrojo, eso hizo que estuviese alerta. ¿Por qué habían decidido ignorar ese territorio sin un motivo aparente? Se le ocurrían posibles causas. Tal vez la Marina no quisiera perjudicar un barrio que era el centro de la actividad económica (legal) de la isla, descontando el puerto, y había hecho lo posible por mantenerlo apartado del conflicto mientras fuese posible. Pero otro motivo es que un tercer poder, tal vez el mismo que había logrado que los piratas se uniesen por una causa común, estuviese instalado en ese lugar. En realidad tras años como pirata intentando crear la Hermandad de la Costa, sabía que eran demasiado egoístas, desconfiados y pendencieros como para actuar como una fuerza conjunta sin un poder externo manipulándoles, uno de ellos más poderoso que lograse agruparlos o una causa de fuerza mayor. Y por la información que tenía acerca de los acontecimientos de la isla y del mundo, apostaba por el primer caso.
Nassor llevaba su capa verde con la capucha echada. Cualquiera diría que un hombre encapuchado de su altura llamaría la atención, pero por un lado sabía moverse sin llamarla, y por otro cualquier usuario de haki de observación captaría al faro andante que llevaba al lado. Además "un hombre alto encapuchado" era una descripción menos reconocible que "un hombre alto pelirrojo". Les acompañaba Gabi, una revolucionaria joven de pelo rosa. Aunque parecía físicamente poca cosa, tras analizar su Voz con su kenbunshoku determinó que no era una persona corriente. Por otro lado la había escogido Dexter, así que por algún motivo sería. Entonces ocurrió algo inesperado: un niño pequeño llegó corriendo y tropezó con la pierna de Dexter. Algo en su actitud llamó al momento su atención: parecía asustado, ya de antes de fijarse en el hombre con el que había chocado y empezado a llorar. Nassor se alejó un par de pasos, principalmente para que su jefe no le cegase, y cerró los ojos. Expandió su conciencia como una segunda visión, o más bien un tercer ojo captando todas las presencias que le rodeaban. Atendió a cualquier movimiento sospechoso mientras intentaba sondar las emociones de los presentes en busca de alguna que le llamase la atención. Echó un vistazo también a las del niño, por si acaso, mientras Dexter decidía invitarlo a la Revolución por motivos que se le escapaban. Él ya no cuestionaba a aquel hombre que parecía decidido a hacer todo de las maneras más extrañas y locas obteniendo resultados igualmente.
- resumen:
- Explico un poco los pensamientos de Nassor con respecto a lo que está ocurriendo, y cuando sucede la escena del niño vigilo la zona usando haki de observación y su modalidad de haki:
Dai San Me
Naturaleza de la técnica: Modalidad de haki de observación
Descripción de la técnica: Puede "ver" dentro de su radio de mantra como si tuviese vista de 360º. Esta visión no es precisa ni en color; es más como si fuera un radar. Percibe más nítidamente las cosas con "voz". Mientras mantenga la concentración, puede mantener la técnica, pero si la desactiva tendrá que recargarla. De manera pasiva, siente las presencias más cercanas a él (a un par de metros) aunque no use el haki activamente. No las percibe como si estuviese con el haki activo (no siente sus emociones ni posibles ataques), sólo sabe que están ahí.
Tiempo de canalización: Un segundo.
Tiempo de recarga: Un post.
Gabriel Von Wilhelm
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Miedo era lo que sentía en aquel momento. Aunque no era miedo por la isla en la que se encontraba ni el estado del mismo. No, aquello como mucho le provocaba cierto nerviosismo, pero se creía capaz de superar con esfuerzo lo que delante se le pusiese. Si teniendo experiencia nula había sido capaz de liberarse a si mismo y a varios prisioneros de una futura vida como esclavos, ahora que tenía cierto entrenamiento a sus espaldas como miembro oficial de la revolución, sentía que podría, con esfuerzo, ingenio y dedicación, sortear cualquier obstáculo.
Pero no. Lo que le daba miedo era el hecho de que le hubiesen mandado a solas con dos de sus superiores y uno de ellos era el mismísimo líder de la revolución. El. Líder. De. La. Revolución. El hombre que había puesto el mundo patas arriba en diversas ocasiones, que se alzaba imponente como una torre al lado del pequeño Gabi, que apenas superaba el metro y medio. Y el otro no se quedaba atrás, no. Parecía una pareja que iba con su hija a todas partes. Una hija armada con una espada más grande que él, pero una hija.
Lo peor de todo es que el comportamiento de Dexter parecía... errático. Casi campechano y cercano. Aquello lo asustaba aún más, pues lo hacía impredecible. No podía confiarse, tal vez era todo una trampa para probar su disciplina. Debía mantenerse callado, leal y obediente. Respetuoso. Entonces un niño pequeño chocó contra Dexter. Gabi fue corriendo hacia el niño, a menos que su jefe lo detuviese, claro, y se arrodilló a su lado, inspeccionando que no estuviese herido mientras Dexter le hablaba. Sintió una pequeña punzada al escuchar a su jefe decir que un niño de unos cinco años era tan capacitado como el propio Gabi. No dijo nada al respecto.
—¿Te has perdido? ¿Dónde están tus padres?
Pero no. Lo que le daba miedo era el hecho de que le hubiesen mandado a solas con dos de sus superiores y uno de ellos era el mismísimo líder de la revolución. El. Líder. De. La. Revolución. El hombre que había puesto el mundo patas arriba en diversas ocasiones, que se alzaba imponente como una torre al lado del pequeño Gabi, que apenas superaba el metro y medio. Y el otro no se quedaba atrás, no. Parecía una pareja que iba con su hija a todas partes. Una hija armada con una espada más grande que él, pero una hija.
Lo peor de todo es que el comportamiento de Dexter parecía... errático. Casi campechano y cercano. Aquello lo asustaba aún más, pues lo hacía impredecible. No podía confiarse, tal vez era todo una trampa para probar su disciplina. Debía mantenerse callado, leal y obediente. Respetuoso. Entonces un niño pequeño chocó contra Dexter. Gabi fue corriendo hacia el niño, a menos que su jefe lo detuviese, claro, y se arrodilló a su lado, inspeccionando que no estuviese herido mientras Dexter le hablaba. Sintió una pequeña punzada al escuchar a su jefe decir que un niño de unos cinco años era tan capacitado como el propio Gabi. No dijo nada al respecto.
—¿Te has perdido? ¿Dónde están tus padres?
- Resumen:
- Estar asustado por los mastodontes que tengo por niñeras y ayudar al niño
Kia Sekai
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-La verdad es que es extraño, pero ahora entiendo eso de la calma antes de la tormenta.- Con aquellos ojos como el hielo, tu ropa de combate y aquella túnica negra a la espalda, era un espectáculo todo lo que te rodeaba. Aunque llevas las katanas guardadas y andas más pendiente de la terraza que de todo lo demás, sabes que tu compañero y tú ahora mismo estáis en una posición algo extraña.- ¿Me dices eso llevando esa máscara? -Alzas suavemente una ceja, mientras prefieres no decir demasiado, sólo sonreír de lado y seguir a lo tuyo, el alcohol está especialmente bueno en ese lugar.
Escucharle decir que era perfecta era algo turbio, no sabes exactamente si decir que es algo perfecto, pero sabes que es conveniente. Mientras te acabas la copa dejas a tu compañero ojeando el periódico, esperando encontrar algo. Tus oídos captan movimiento por la zona, no es demasiado complicado deducir que la gente comienza a moverse y la gente común y corriente comienza a ponerse incomoda.- ¿Sabes? Creo que mientras lees el periódico voy a aprovechar para preguntar.- Una sonrisa zorruna pinta tus labios, aprovechando dónde estáis, miras de un lado a otro buscando a alguien en concreto. Esperas localizar a la camarera que os ha atendido, y hacerle un gesto para que venga a la mesa.
Es cierto que en conjunto no tenéis las mejores pintas, pero tú sigues siendo una cara dulce y tranquila con una sonrisa que vale millones y que seguramente causaba recelo y curiosidad al mismo tiempo.. Aunque el tema de la piratearía te da escalofríos si lo piensas demasiado, es lo que estáis usando ahora mismo. Esperando que la mujer o alguien que quiera atenderos se acerque, esperas poder preguntarle de manera inocente y tranquila.- Acabamos de llegar hace poco, pero al parecer las cosas no están demasiado tranquilas…- Levantas suavemente una ceja, esperando que la mujer u hombre entienda a qué te refieres.- ¿Sabe que ha pasado? Estaríamos muy interesados en saberlo - Deslizas el dinero de la cuenta de ambas bebidas en la mesa, un par de billetes extras y un guiño coqueto en tus ojos de hielo deja clara la cosa.
Por las buenas eres excepcionalmente buena, por las malas no demasiado. Sin embargo sabes de primera mano que aquella clase de gente que trabaja cara al público escucha más de lo que debería, y cuenta menos de lo que sabe. Todo depende siempre del incentivo que puedas darle para que hable.
Escucharle decir que era perfecta era algo turbio, no sabes exactamente si decir que es algo perfecto, pero sabes que es conveniente. Mientras te acabas la copa dejas a tu compañero ojeando el periódico, esperando encontrar algo. Tus oídos captan movimiento por la zona, no es demasiado complicado deducir que la gente comienza a moverse y la gente común y corriente comienza a ponerse incomoda.- ¿Sabes? Creo que mientras lees el periódico voy a aprovechar para preguntar.- Una sonrisa zorruna pinta tus labios, aprovechando dónde estáis, miras de un lado a otro buscando a alguien en concreto. Esperas localizar a la camarera que os ha atendido, y hacerle un gesto para que venga a la mesa.
Es cierto que en conjunto no tenéis las mejores pintas, pero tú sigues siendo una cara dulce y tranquila con una sonrisa que vale millones y que seguramente causaba recelo y curiosidad al mismo tiempo.. Aunque el tema de la piratearía te da escalofríos si lo piensas demasiado, es lo que estáis usando ahora mismo. Esperando que la mujer o alguien que quiera atenderos se acerque, esperas poder preguntarle de manera inocente y tranquila.- Acabamos de llegar hace poco, pero al parecer las cosas no están demasiado tranquilas…- Levantas suavemente una ceja, esperando que la mujer u hombre entienda a qué te refieres.- ¿Sabe que ha pasado? Estaríamos muy interesados en saberlo - Deslizas el dinero de la cuenta de ambas bebidas en la mesa, un par de billetes extras y un guiño coqueto en tus ojos de hielo deja clara la cosa.
Por las buenas eres excepcionalmente buena, por las malas no demasiado. Sin embargo sabes de primera mano que aquella clase de gente que trabaja cara al público escucha más de lo que debería, y cuenta menos de lo que sabe. Todo depende siempre del incentivo que puedas darle para que hable.
- Resumen:
- Disfruta de un copazo, si, en horario laboral, mientras Ral hace sus cosas con el periódico llama a un camarero o camarera, le paga la cuenta y le da un par de billetes extras tras preguntarle si sabe que anda pasando en la ciudad.
William White
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Cerré una vez más los ojos, inspiré y espiré una vez más, y entonces me concentré, me concentré tanto que un sudor frio recorrió mi frente, trataba de recuperar esa sensación, pero siempre la perdía en ese último instante.
¿Por qué? Si sentía el flujo, si sentía como este inundaba el filo de forma tibia como si de un baño se tratará- pensé mientras abría los ojos y relajaba la postura que había tomado en medio del camarote, para acto seguido volver a dar otro intento con el mismo resultado -¿Por qué se quebraba? ¿Acaso no estaba en un estado de calma? - mascullé para mis adentros - ¡Por qué, joder! - mascullé blandiendo al aire, cortando a un enemigo invisible que no existía.
Envainé el arma y me tiré sobre el sillón del escritorio del capitán, justo cuando todo parecía ir bien, tras varios golpes exitosos poco sonoros, habiendo extendido nuestra influencia en el mar del este, la noticia de los dos nombramientos del Ouka habían sido un completo baño de agua fría, sin plazas libres, su posibilidad de tapar su cartel bajo uno de esos puestos se desvanecía, quedando a expensas de un posible favor o del vivir el resto de sus días bajo un conglomerado de identidades secretas, una vida con la cual no lograría ese reconocimiento ni ese estatus que había anhelado desde niño. Y es que, una vez más, se veía arrastrado por los acontecimientos de cruda realidad, y es que él todavía no era mucho más que el jefe de una banda de ladrones.
En la oscuridad del camarote me mesé la barbilla pensativa, si deseaba medrar debería abandonar el norte, el oeste y en última instancia incluso el este. Pero aun así porque le costaba tanto despegarse de la ciudad de Goa, en particular de aquel pequeño anticuario en la calle trece del distrito portuario, de aquella vieja casa señorial de tres pisos venida a menos, de aquellos cristales verdeceos opacos siempre recubiertos de la escarcha matutina, de aquellos estantes repletas de baratijas y pequeños tesoros acumulados a lo largo de los años por el anterior dueño. Una sonrisa se le dibujó al pensar en el viejo local e imaginarse a Ann en el mostrador, tal vez sentada en su escritorio y delante de esa máquina de escribir, mientras se mesaba el pelo y tarareaba una dulce melodía.
¿Acaso no lo abandonaba por miedo a dejarla atrás? No, esa no era la respuesta. Ann la seguiría si así se lo pedía, pero entonces, acaso era por Abdull, acaso aún todavía se sentía culpable tras casi dos años de la muerte del anciano. Era como si una parte de él quisiera que, al abrir la puerta del despacho, encontrar al viejo de nariz aguileña con la cabeza baja, ensimismado en su habitual crucigrama del periódico y su característico malhumor matutino, pero por otro lado siempre se la había querido devolver ¿Entonces por qué se sentía sucio? ¿Por qué necesitaba esa imperiosa necesidad de purgar un pecado consumado? Efectivamente, lo mismo se podía aplicar a Lucio, si no, ¿Qué otra explicación había para regresar a aquella cabaña destartalada perdida en medio de la Grey Terminal? ¿Qué era aquel sentimiento de añoranza que volvía al ver aquel pequeño hornillo y la dichosa puerta chirriante de la que tanto había blasfemado?
Y es que por mucho que mirará hacia adelante, siempre sentía que el pasado lo perseguía como un fantasma incansable, como una maldición que debía cargar sobre sus hombros, como una espada de Damocles que siempre pendía sobre su cabeza.
La habitación permaneció en un silencio fúnebre, nada ni nadie perturbaba la sala bajo una estricta orden suya, y el pobre de Chalmers se encontraba apostado en la puerta bajo una orden explicita suya. En los últimos meses había estado tan centrado en el desarrollo de “Nameless” que se había olvidado incluso de su persona, siempre bajo esa fría mascara de hombre impasible que lentamente parecía resquebrajarse.
Un pequeño llanto brotó de los ojos de niño producto de una mezcla de impotencia y de la carga de una responsabilidad impropias de un chico de apenas algo más de diecisiete años, un llanto mudo que se prolongó durante varios minutos, un llanto por sus tres padres adoptivos que había tardado mucho en exteriorizar y que tardaría mucho más tiempo en librarse de ella.
No fue hasta que escuchó el sonido de una campana del puerto cuando volvió en sí, se secó el rostro y tras recomponerse, se levantó y desfiló hasta la puerta dando tres toques a modo de señal para que Chalmers le abriera la puerta. Una vez abierta, continué en un silencio sepulcral por la cubierta.
-Nos vamos- irrumpí dirigiéndome a Black, uno de los poco miembros con los que había logrado contactar tras los eventos de Baristan -El resto cuidar la embarcación, a Black le costado bastante conseguirla, no lo echéis a perder- anotó, tal vez en uno de los primeros gestos de aprobación que había tenido hacia el hijo del mar -Imagino que no hace falta que repita la situación y el propósito, ¿verdad? – resonó con una voz algo quebrada, tal vez algo temeroso ante lo disperso que podía llegar a ser su compañero.
Y es que desde que se tuvo noticias de la revuelta en el archipiélago, había tenido claro que debía dirigirse al lugar, a sabiendas de que posicionarse de una u otra forma en un cuello de botella como aquel era como ser el carcelero de una prisión, el archipiélago venía siendo a lo largo de los siglos un trampolín para cualquiera que quisiera dirigirse al Nuevo Mundo, indiferentemente del si el motivo era coronarse como rey de una vieja leyenda pirata o para traer paz, orden y justicia a este mundo.
Con esa idea en mente, descendí la pasarela hasta aterrizar en el puerto, no sin casi verme casi atropellado por un grupo de cinco o seis hombres que cargaron contra un establecimiento del puerto armando un gran revuelo. Se quedo observando durante unos segundos a ver si escuchaba en nombre de quien estaban saqueando o si veía algo de su interés, ya fuera bandera o heráldica que identificará a aquellos maleantes. Fuera como fuera, una vez que escuchó al cazarrecompensas gritar, fue perdiendo interés, y al pensamiento de que tal vez lo más prudente sería pasar desapercibidos se fijó en otro grupo, uno de tres personas los cuales cargaban lo que parecían ser suministros congelados ¿Sería para algún regimiento para los marines? No, sabía de primera mano por sus informantes que los marines controlaban el puerto y que por ello tenían garantizado los suministros, por lo tanto, solo quedaba la opción de que o bien fuera para un grupo adinerado de mercenarios o criminales.
Fuera como fuera, a pesar de que posiblemente no fuera algo digno de mención, decidió seguirlos haciendo uso de sus dotes detectivescas, indicando de un gesto a su compañero de que los siquiera con el sigilo tan característico que poseía el sireno, procuraría ver lo mismo que había tratado de ver en el grupo anterior, algún indicativo tanto en el barco como en los hombres que le advirtiera del detalle más nimio que pudiera darle una respuesta. Con las orejas bien abiertas y la vista afilada prosiguió a seguir a los hombres con la esperanza de encontrar un hilo del que tirar.
¿Por qué? Si sentía el flujo, si sentía como este inundaba el filo de forma tibia como si de un baño se tratará- pensé mientras abría los ojos y relajaba la postura que había tomado en medio del camarote, para acto seguido volver a dar otro intento con el mismo resultado -¿Por qué se quebraba? ¿Acaso no estaba en un estado de calma? - mascullé para mis adentros - ¡Por qué, joder! - mascullé blandiendo al aire, cortando a un enemigo invisible que no existía.
Envainé el arma y me tiré sobre el sillón del escritorio del capitán, justo cuando todo parecía ir bien, tras varios golpes exitosos poco sonoros, habiendo extendido nuestra influencia en el mar del este, la noticia de los dos nombramientos del Ouka habían sido un completo baño de agua fría, sin plazas libres, su posibilidad de tapar su cartel bajo uno de esos puestos se desvanecía, quedando a expensas de un posible favor o del vivir el resto de sus días bajo un conglomerado de identidades secretas, una vida con la cual no lograría ese reconocimiento ni ese estatus que había anhelado desde niño. Y es que, una vez más, se veía arrastrado por los acontecimientos de cruda realidad, y es que él todavía no era mucho más que el jefe de una banda de ladrones.
En la oscuridad del camarote me mesé la barbilla pensativa, si deseaba medrar debería abandonar el norte, el oeste y en última instancia incluso el este. Pero aun así porque le costaba tanto despegarse de la ciudad de Goa, en particular de aquel pequeño anticuario en la calle trece del distrito portuario, de aquella vieja casa señorial de tres pisos venida a menos, de aquellos cristales verdeceos opacos siempre recubiertos de la escarcha matutina, de aquellos estantes repletas de baratijas y pequeños tesoros acumulados a lo largo de los años por el anterior dueño. Una sonrisa se le dibujó al pensar en el viejo local e imaginarse a Ann en el mostrador, tal vez sentada en su escritorio y delante de esa máquina de escribir, mientras se mesaba el pelo y tarareaba una dulce melodía.
¿Acaso no lo abandonaba por miedo a dejarla atrás? No, esa no era la respuesta. Ann la seguiría si así se lo pedía, pero entonces, acaso era por Abdull, acaso aún todavía se sentía culpable tras casi dos años de la muerte del anciano. Era como si una parte de él quisiera que, al abrir la puerta del despacho, encontrar al viejo de nariz aguileña con la cabeza baja, ensimismado en su habitual crucigrama del periódico y su característico malhumor matutino, pero por otro lado siempre se la había querido devolver ¿Entonces por qué se sentía sucio? ¿Por qué necesitaba esa imperiosa necesidad de purgar un pecado consumado? Efectivamente, lo mismo se podía aplicar a Lucio, si no, ¿Qué otra explicación había para regresar a aquella cabaña destartalada perdida en medio de la Grey Terminal? ¿Qué era aquel sentimiento de añoranza que volvía al ver aquel pequeño hornillo y la dichosa puerta chirriante de la que tanto había blasfemado?
Y es que por mucho que mirará hacia adelante, siempre sentía que el pasado lo perseguía como un fantasma incansable, como una maldición que debía cargar sobre sus hombros, como una espada de Damocles que siempre pendía sobre su cabeza.
La habitación permaneció en un silencio fúnebre, nada ni nadie perturbaba la sala bajo una estricta orden suya, y el pobre de Chalmers se encontraba apostado en la puerta bajo una orden explicita suya. En los últimos meses había estado tan centrado en el desarrollo de “Nameless” que se había olvidado incluso de su persona, siempre bajo esa fría mascara de hombre impasible que lentamente parecía resquebrajarse.
Un pequeño llanto brotó de los ojos de niño producto de una mezcla de impotencia y de la carga de una responsabilidad impropias de un chico de apenas algo más de diecisiete años, un llanto mudo que se prolongó durante varios minutos, un llanto por sus tres padres adoptivos que había tardado mucho en exteriorizar y que tardaría mucho más tiempo en librarse de ella.
No fue hasta que escuchó el sonido de una campana del puerto cuando volvió en sí, se secó el rostro y tras recomponerse, se levantó y desfiló hasta la puerta dando tres toques a modo de señal para que Chalmers le abriera la puerta. Una vez abierta, continué en un silencio sepulcral por la cubierta.
-Nos vamos- irrumpí dirigiéndome a Black, uno de los poco miembros con los que había logrado contactar tras los eventos de Baristan -El resto cuidar la embarcación, a Black le costado bastante conseguirla, no lo echéis a perder- anotó, tal vez en uno de los primeros gestos de aprobación que había tenido hacia el hijo del mar -Imagino que no hace falta que repita la situación y el propósito, ¿verdad? – resonó con una voz algo quebrada, tal vez algo temeroso ante lo disperso que podía llegar a ser su compañero.
Y es que desde que se tuvo noticias de la revuelta en el archipiélago, había tenido claro que debía dirigirse al lugar, a sabiendas de que posicionarse de una u otra forma en un cuello de botella como aquel era como ser el carcelero de una prisión, el archipiélago venía siendo a lo largo de los siglos un trampolín para cualquiera que quisiera dirigirse al Nuevo Mundo, indiferentemente del si el motivo era coronarse como rey de una vieja leyenda pirata o para traer paz, orden y justicia a este mundo.
Con esa idea en mente, descendí la pasarela hasta aterrizar en el puerto, no sin casi verme casi atropellado por un grupo de cinco o seis hombres que cargaron contra un establecimiento del puerto armando un gran revuelo. Se quedo observando durante unos segundos a ver si escuchaba en nombre de quien estaban saqueando o si veía algo de su interés, ya fuera bandera o heráldica que identificará a aquellos maleantes. Fuera como fuera, una vez que escuchó al cazarrecompensas gritar, fue perdiendo interés, y al pensamiento de que tal vez lo más prudente sería pasar desapercibidos se fijó en otro grupo, uno de tres personas los cuales cargaban lo que parecían ser suministros congelados ¿Sería para algún regimiento para los marines? No, sabía de primera mano por sus informantes que los marines controlaban el puerto y que por ello tenían garantizado los suministros, por lo tanto, solo quedaba la opción de que o bien fuera para un grupo adinerado de mercenarios o criminales.
Fuera como fuera, a pesar de que posiblemente no fuera algo digno de mención, decidió seguirlos haciendo uso de sus dotes detectivescas, indicando de un gesto a su compañero de que los siquiera con el sigilo tan característico que poseía el sireno, procuraría ver lo mismo que había tratado de ver en el grupo anterior, algún indicativo tanto en el barco como en los hombres que le advirtiera del detalle más nimio que pudiera darle una respuesta. Con las orejas bien abiertas y la vista afilada prosiguió a seguir a los hombres con la esperanza de encontrar un hilo del que tirar.
- resumen to flapa:
- -Pues resumo a grandes rasgos lo que atormenta al personaje y que posiblemente desarrolle a lo largo del evento(si puedo) y expiarlo en el proceso.
-Hablo con Kaito y tras ver el panorama general, nos dirigimos a seguir a los de los congelados con cierta discreción, mientras tratamos de enterarnos de algún rumor o algo.
PD: Si contáis el resumen efectivamente me paso de extensión, así que ser gentiles(?)
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Meneror – 50 :
- Por suerte para ti no has desembarcado en un manglar demasiado lejano al que tienes que llegar. Tu barco atraco en el número cincuenta y cinco, por lo que tras pasar por el cincuenta y uno que se encuentra conectado con este, logras llegar a tu destino. Sin embargo una vez allí puedes darte cuenta de que el ambiente está muy crispado.
La gente está nerviosa y en cuanto te ven te miran raro. Un grupo de tres hombres se te acerca con cara de malas pulgas para preguntarte quién demonios eres y que haces allí. No se sabe del todo bien si son piratas y criminales pero desde luego marines no son. Dos de ellos mantienen sus manos sobre el mango de sus espadas por si necesitan desenvainar rápido. Depende de ti que lo hagan o no.
- Dexter, Nassor y Gabi – 33 :
- El niño está inquieto, nervioso y asustado. Levanta un poco la carita para mirar a Dexter cuando este se acerca y le ofrece un pañuelo. El pequeño lo tomó y lo uso para secarse la carita dejando su nariz roja después de frotarse. También dejo que sus ojitos verdes mirasen a Gabi que se acercó poco después aunque ahora un poco confundido, él no entendía que era eso de la revolución.
— Unos hombres han cogido a mama, la han pegado y se la quieren llevar lejos, por favor ayuda — Mientras hablaba se levantaba del suelo y se acercaba para coger la mano de Gabi y tirar de él hacía el lugar del cual había salido momentos antes. Quería que os dierais prisa, no es que tuviera mucha fuerza así que no podía tirar demasiado del brazo de vuestra compañera revolucionaría, depende de vosotros seguir al pequeño o ignorar su petición de ayuda. Mientras que tus hombres investigan por diversos manglares en busca de información, por ahora no reportan nada nuevo, pero puede que pronto lo hagan.
- Justice Raiders – 60 :
- Bueno bueno, cuanto poderío suelto. Los rayos de Iulio no tardan en impactar contra el barco enemigo y abrir un enorme boquete que comienza a llenarse de agua. No tienen mucha escapatoria pues el barco se hunde sin poder ponerle remedio. Por otro lado, Zuko consigue que se vayan todos a dormir y destroza el otro barco. Sin embargo, aunque muchas de las balas han sido repelidas por tus hombres, un par de ellas logran impactar contra el barco.
Una de ellas choca contra el mástil y la otra contra el casco del barco. El mástil se resquebraja y realizando un chirrido de lo más desagradable comienza a ceder por su propio peso amenazando con caer sobre el lugar donde se encuentra Hamlet sosteniendo a Sirio que aunque siente el dolor de su agarre no borra la sonrisa de su cara, pues una vez que el mástil cede y parte del casco se parte. Las cadenas que sostienen sus piernas, cuello y uno de sus brazos se aligeran. Aprovechando que puede moverse mejor, Sirio cambia de forma su cuerpo convirtiéndose en un enorme perro negro, provocando que las cadenas que lo sostienen caigan al suelo y que el agarre de Hamlet desaparezca.
Uno de sus coletazos es suficiente como para intentar mandar al marine contra uno de sus compañeros y librarse de él. Su intención ahora mismo es saltar del barco hacía el puerto que se encuentra a una distancia más que razonable y por el momento salir pitando de allí aprovechando que Iulio está distraído con uno de los barcos y Zuko con el otro.
- Ral y Kia – 38 :
- En el periódico Ral puede ver como se anuncian los diversos acontecimientos sucedidos en el día anterior, un par de asaltos a manglares que se encuentran bajo dominio marine. El intento por reconquistar parte de los que han sido dominados por piratas, robos, saqueos. Los piratas se dedicaban a asaltar los almacenes para abastecerse de suministros. Parecía que se estaban preparando para una batalla complicada y larga.
Por otro lado, el muchacho al que Kia le paga “generosamente” mira el dinero y después le indica que se acerque un poco a un lado más apartado de la barra. — Eso depende de a quien le pregunte, los marines aseguran que los piratas empezaron con los asaltos y los piratas aseguran todo lo contrario. Si me pregunta a mi señorita, creo que ninguno de los bandos presentes en Sabaody hasta hace unos días son los responsables — el chico parecía cansado con la situación y mientras negaba con la cabeza dejaba salir un suspiro.
— Hace unos días, estaba todo tan tranquilo, no sabría decirle que ha cambiado desde entonces, por aquí pasan muchos viajeros aunque sí puedo decirle que el primer encontronazo sucedió en el centro comercial, en el manglar treinta — Poco más puede contarte el muchacho, la verdad es que no está seguro de que ha ocurrido para que todo aquello estallase de esa manera y seguramente si le preguntas a alguien más de aquella cafetería tampoco sepan responderte con exactitud.
- Eden – 30 :
- Por un lado, la muchacha os mira de arriba abajo, en su rostro se puede ver cierta incertidumbre. Se fija en vuestra cara y recorre vuestra vestimenta como si analizara cada centímetro de vuestro ser. Luego se fija en la tela negra que tenéis cada uno colocada de forma distinta y arruga un poco el papelito que tiene entre las manos. — ¿Puedo saber quiénes sois vosotros? — guarda el papelito en su bolsillo y después se cruza de brazos esperando una respuesta por vuestra parte.
Por otro lado, el hombre nervioso al que ha seguido Ellie deja de mirar a todos lados como pollo sin cabeza y se centra en la mink cuando esta le habla. Puedes ver en sus ojos un brillo peculiar, al ver sus ojos puedes sentir incluso como los pelos de tu cuerpo se ponen de punta. Aquel sujeto da bastante mal rollo — ¿Nuevo? ¿ha quien llamas nuevo y tu quien eres si se puede saber? Mira, no tengo tiempo que perder contigo mocosa — sus palabras sonaron como si fueran los gruñidos de un animal furioso y tras decir aquello último se gira para marcharse.
Si te fijas bien, podrás darte cuenta de que se le ha caído una bolita de papel, bastante arrugada y hecha polvo.
- Oppen, William y Kaito – 21 :
- En cuanto dices esas palabras, los piratas se giran a mirarte. Sin decir nada, uno le hace una seña a los otros y sigue metiendo dinero y cosas en su saca mientras dos van hacia ti con los sables en la mano y bastante mala baba en la cara. -No nos gustan los cazarrecompensas. Uno de ellos intenta darte un tajo en la cara, mientras el otro apunta a tu muñeca para tratar de desarmarte.
Entretanto, sus compañeros terminan de saquear el local y rompen una ventana para salir por ahí.
William, Kaito, seguís a los repartidores hasta la parte de atrás de un gran edificio. Llaman cuatro veces y luego tres y les abren la puerta. Se meten dentro de lo que parece un almacén y antes de que se cierre la puerta veis que les ha recibido un gyojin pez ballesta vestido con un delantal blanco y un gran cuchillo en la mano.
Los repartidores no tienen gran cosa que les haga destacar, visten discretamente de blanco, uniformes hechos para trabajos manuales más parecidos a chándales que a otra cosa. Eso sí, en el pecho, en el lado del corazón, llevan plasmado un pequeño símbolo negro.
Roland Oppenheimer
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Akuma no mi
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¿Por qué no se podían rendir ante lo que obviamente era una batalla perdida? ¿Por qué luchaban por atrasar lo inevitable? Roland siempre había pensado que los piratas eran ladrones y asesinos tan crueles como avariciosos, pero acaba de descubrir que también eran estúpidos. «Tendré que darles una lección» pensó, activando su haki de observación para predecir los movimientos de los piratuchos.
Lo favorable de la situación es que había descubierto quién era el cabecilla, lo que significaba que había descubierto al que debería poseer más información de aquel hatajo de imbéciles. Lo no tan favorable es que estaba huyendo junto al resto de necios mientras dos de sus compañeros se sacrificaban por él, mientras en la mente del mink se reafirmaba la idea de que eran un par de cenutrios, especialmente sus agresores.
Sin dudar ni un solo instante, movió con rapidez su arma para bloquear el mandoble que amenazaba con partir su cráneo en dos mitades buscando hacer retroceder el arma con su propia fuerza o, incluso, partirla, usando su haki de armadura al mínimo de su capacidad para no desgastarse, aunque tampoco creía necesario usar más. Aparte, había activado su Tekkai Kenpo, llevando su mano libre al encuentro de la segunda arma, buscando detenerla y así golpear al criminal que le había intentado desarmar con una fuerte patada en la cadera.
Si su estrategia surtía efecto y le sobraba tiempo, usaría a Xifos para acabar con las vidas de aquellos hombres lo más rápido posible, cortando sus gargantas o atravesando los corazones, para perseguir al resto de la pandilla. No había prestado la suficiente atención, pero no podían ser más de tres o cuatro personas, y tras atravesar la ventana intentaría rastrearlos usando cuanlquier método preciso, aunque seguramente no se hubieran ido demasiado lejos.
En el caso de que sus rivales le sorprendieran y fueran más competentes de lo que aparentaban, retrocedería dando un par de saltos para analizar la situación, buscando sus puntos débiles y examinando sus opciones, siempre buscando acabar con el trabajo rápidamente. No pensaba dejar escapar al cabecilla y la información que debía poseer.
Lo favorable de la situación es que había descubierto quién era el cabecilla, lo que significaba que había descubierto al que debería poseer más información de aquel hatajo de imbéciles. Lo no tan favorable es que estaba huyendo junto al resto de necios mientras dos de sus compañeros se sacrificaban por él, mientras en la mente del mink se reafirmaba la idea de que eran un par de cenutrios, especialmente sus agresores.
Sin dudar ni un solo instante, movió con rapidez su arma para bloquear el mandoble que amenazaba con partir su cráneo en dos mitades buscando hacer retroceder el arma con su propia fuerza o, incluso, partirla, usando su haki de armadura al mínimo de su capacidad para no desgastarse, aunque tampoco creía necesario usar más. Aparte, había activado su Tekkai Kenpo, llevando su mano libre al encuentro de la segunda arma, buscando detenerla y así golpear al criminal que le había intentado desarmar con una fuerte patada en la cadera.
Si su estrategia surtía efecto y le sobraba tiempo, usaría a Xifos para acabar con las vidas de aquellos hombres lo más rápido posible, cortando sus gargantas o atravesando los corazones, para perseguir al resto de la pandilla. No había prestado la suficiente atención, pero no podían ser más de tres o cuatro personas, y tras atravesar la ventana intentaría rastrearlos usando cuanlquier método preciso, aunque seguramente no se hubieran ido demasiado lejos.
En el caso de que sus rivales le sorprendieran y fueran más competentes de lo que aparentaban, retrocedería dando un par de saltos para analizar la situación, buscando sus puntos débiles y examinando sus opciones, siempre buscando acabar con el trabajo rápidamente. No pensaba dejar escapar al cabecilla y la información que debía poseer.
- Resumen:
- Tras amenazar a los piratas se enfrenta a ellos usando sus majestuosas habilidades para poder perseguir a los que escaparon.
Meneror
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Akuma no mi
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No me gustaba caminar demasiado, pero por fortuna aquel manglar no quedaba lejos. Mientras iba caminando echando de vez en cuando un poco de humo por la boca procedente de mi habano pude ver algo que me resultó incómodo...miradas. Estaba bastante habituado a que la gente me mirara, fuera para bien o fuera para mal. Sin embargo no me gustaba como me estaban mirando aquellas gentes que no conocía de nada, pero quizás ellos me conocían a mi. ¿Quizás las noticias de Sakura había llegado hasta aquel remoto lugar? No tenía ni idea, pero en el mismo momento que iba caminando poco a poco sin quitar la vista de aquellas gentes, pero a su vez estando pendiente de como se clavaban sus miradas en mi pude ver como a lo lejos un grupo de tres hombres se iban acercando a mi poco a poco.
"Lo que faltaba..no tengo tiempo para pararme con esto" Pensé mientras apretaba con los dientes el puro. Trataba de mantener la compostura y continuar caminando a pesar de que me iba a topar con ellos si o si. ¿Se debería a los problemas que pudiera tener aquella isla? Ni idea, pues había escuchado algún que otro rumor, pero nunca les presté la atención que se merecían...pues a mi me importaba más bien poco lo que pasara en este trozo de tierra.
Finalmente hubo contacto, y pude ver como sus caras denotaban una clara hostilidad hacia mi. Y que llevaran sus manos a los mangos de sus respectivas espadas no hacía más que confirmar mi sospecha, de que o eran superiores a mi, o unos completos necios. Como no quería problemas, no nada más al llegar, procuré ser diplomático con ellos.
-Caballeros eso no será necesario- dije con un tono calmado y tranquilo mientras calvaba la mirada en los mangos de aquellas armas -Soy un extranjero recién llegado a este lugar, concretamente, un empresario que viene a ganarse el pan de forma honrada. Le diría que no usen esas armas, ya que no deben temer nada. Solo estoy de paso para tratar unos asuntos de negocios.
Tras decir aquello me llevaría la mano al puro para poder cogerlo y exhalar un poco de humo por la boca. No sabía como iban a responder a mis palabras, pero del mismo modo que ellos estaban preparados para atacarme, yo también hacía ya rato que estaba listo por si decidían atacarme, o si alguien que estuviera a mi alrededor se le ocurriera la estúpida idea de dispararme. Al fin y al cabo no sabía si eran piratas, criminales o revolucionarios...pero bueno...para una vez que digo la verdad veamos si cuela.
Aprovechando la "reunión" les dije.
-Parece que toda la isla está algo alterada ¿No? ¿Ha sucedido algo importante que deba saber caballeros?
"Lo que faltaba..no tengo tiempo para pararme con esto" Pensé mientras apretaba con los dientes el puro. Trataba de mantener la compostura y continuar caminando a pesar de que me iba a topar con ellos si o si. ¿Se debería a los problemas que pudiera tener aquella isla? Ni idea, pues había escuchado algún que otro rumor, pero nunca les presté la atención que se merecían...pues a mi me importaba más bien poco lo que pasara en este trozo de tierra.
Finalmente hubo contacto, y pude ver como sus caras denotaban una clara hostilidad hacia mi. Y que llevaran sus manos a los mangos de sus respectivas espadas no hacía más que confirmar mi sospecha, de que o eran superiores a mi, o unos completos necios. Como no quería problemas, no nada más al llegar, procuré ser diplomático con ellos.
-Caballeros eso no será necesario- dije con un tono calmado y tranquilo mientras calvaba la mirada en los mangos de aquellas armas -Soy un extranjero recién llegado a este lugar, concretamente, un empresario que viene a ganarse el pan de forma honrada. Le diría que no usen esas armas, ya que no deben temer nada. Solo estoy de paso para tratar unos asuntos de negocios.
Tras decir aquello me llevaría la mano al puro para poder cogerlo y exhalar un poco de humo por la boca. No sabía como iban a responder a mis palabras, pero del mismo modo que ellos estaban preparados para atacarme, yo también hacía ya rato que estaba listo por si decidían atacarme, o si alguien que estuviera a mi alrededor se le ocurriera la estúpida idea de dispararme. Al fin y al cabo no sabía si eran piratas, criminales o revolucionarios...pero bueno...para una vez que digo la verdad veamos si cuela.
Aprovechando la "reunión" les dije.
-Parece que toda la isla está algo alterada ¿No? ¿Ha sucedido algo importante que deba saber caballeros?
- Resumen:
-Continúa caminando hacia la reunión.
-Cuando es interceptado por los 3 hombres trata de ser diplomático con ellos, pero se prepara por si acaso le atacan.
-Pregunta sobre lo que sucede en la isla.
Kaito Takumi
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Lo cierto es que no me hacía ninguna gracia tener que ir hasta el Archipiélago Shabaody para hacer una base, pero habiendo decepcionado a William en contadas ocasiones debía hacerle el flaco favor de acompañarle. ¡Ah, qué lejos estaba aquella oportunidad de negocio! ¿Y quién se iba a encargar de perro guardian? A saber qué demonios se lo encasquetaba el paliducho de Will.
—Esta vez voy a hacerme con un trozo de mangle. Aunque hagan falta muchos árboles para simular las condiciones atmosféricas del manglar, por algo hay que empezar...—comenté recostado sobre mi fiel lagarto Suchu.
¿Había sido un acierto traer a mi primera mascota, o quizá una imprudencia? Desde luego un cocodrilo marino llamaba bastante la atención, y más la llamaría cuando le aplicara los tratamientos genéticos para acelerar su crecimiento. Arqueé una ceja al ver dónde tenía fija su atención Mr.White. Como buena contraparte suya, debía aportarle las cosas de las que carecía.
—¿El plan es imitarlos? —pregunté con interés—. Porque podemos cojer parte de las provisiones que te he regalado para el viaje y colarnos perfectamente. O usas tus poderes y te transformas en una caja. ¿Puedes? En fin, tú dices que para algo eres el jefe.
Y como tal debía acatar sus órdenes, siempre que las diera.
PD: Como roleador social, he preguntado por dudas de evento y efectivamente es un npc controlable. En fin.
—Esta vez voy a hacerme con un trozo de mangle. Aunque hagan falta muchos árboles para simular las condiciones atmosféricas del manglar, por algo hay que empezar...—comenté recostado sobre mi fiel lagarto Suchu.
¿Había sido un acierto traer a mi primera mascota, o quizá una imprudencia? Desde luego un cocodrilo marino llamaba bastante la atención, y más la llamaría cuando le aplicara los tratamientos genéticos para acelerar su crecimiento. Arqueé una ceja al ver dónde tenía fija su atención Mr.White. Como buena contraparte suya, debía aportarle las cosas de las que carecía.
—¿El plan es imitarlos? —pregunté con interés—. Porque podemos cojer parte de las provisiones que te he regalado para el viaje y colarnos perfectamente. O usas tus poderes y te transformas en una caja. ¿Puedes? En fin, tú dices que para algo eres el jefe.
Y como tal debía acatar sus órdenes, siempre que las diera.
- Nota:
- Cedo temporalmente mis poderes de Rolero Social, para que White hile mejor en su sigiuente post las interacciones con el gyojin. (Vamos, le tendré que poner mis diálogos, es para que no me pase lo de la otra vez ni moverle a él)
- Si Will no Postea, ábreme:
Silencioso y misterioso, todo apuntaba a que el pequeño paliducho quería que me desenvolviese por mi propia cuenta. ¿Quería ponerme a prueba? Pues vale. El plan era sencillo.
—Coge a Suchu por la cola. Suchu, hazte el muerto.
Porque aunque pudieramos improvisar una caja, iba a ser un poco difícil que nos dejasen pasar con la tremebunda bestia que era mi querido lagartito. Así al menos teníamos una oportunidad. Imitando al resto de repartidores, y echándome la parte delantera de Suchito a la espalda, llamé y con cara de esfuerzo -nada falseada, porque un cocodrilo marino no es que pese poco ni repartido entre dos- dialogaría con el carnicero.
—Venga, vamos, vamos, ¡que pesa!
—¿Qué es esto? —contestó impactado por el animal.
—¡¿A tí que te parece?! ¡Por la mar, aparta!
Quizás fuera el hecho de ver a un compatriota marino lo que le hizo baja la guardia, pero no importó mucho. Ya teníamos un pie dentro... ¿Pero qué ibamos a hacer luego? Quizás debí pensar esto mejor.
PD: Como roleador social, he preguntado por dudas de evento y efectivamente es un npc controlable. En fin.
Nassor
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Sorpresa, ligera preocupación, desinterés, curiosidad... diferentes emociones se entremezclaban en la multitud, pero ninguna que resultase llamativa o preocupante. Tampoco percibió con su Dai San no Me a nadie en las inmediaciones que estuviese acechándoles o haciendo algo sospechoso. ¿A qué respondía aquello? ¿No estaba el niño siendo perseguido? ¿Había sido su primera deducción errónea? Las palabras del chico desvelaron la verdad: no estaba siendo seguido o atacado, estaba buscando ayuda para su madre. El pelirrojo sintió al momento compasión y pena por el niño, pero también una intensa rabia. Rabia por las injusticias que los hombres cometían sobre aquellos que no podían defenderse. Hasta hacía no tanto él había sido pirata, y aunque a menudo se había justificado que él no había cometido esas atrocidades, había sido parte del problema y fomentado una forma de vida indigna. Tenía que resarcirse por sus pecados del pasado.
- Señor Black, deme permiso para ayudar a este chico. Puedo cogerles a él y a Gabi y en un momento estaré allí.
Sin embargo Dexter no tenía planes de abandonar al niño a su cuenta tampoco, ni de separarse de ellos. Sus palabras fueron sabias y cautas; era posible que allí se encontrasen con algún peligro con el que ni él ni Gabi estuviesen listos para afrontar. Nassor asintió en silencio y recurrió al poder de su akuma. Su cuerpo se retorció y encorvó mientras sus brazos y piernas se convertían en patas unguladas. La ropa se convirtió en pelaje rojizo, su rostro se cubrió de pelo y se alargó convirtiéndose en un morro, y dos poderosos cuernos brotaron de su cabeza. El ciervo observó al niño y se tumbó mansamente, esperando a que se subiera.
- Móntame y dime por dónde ir. Iremos a salvar a tu mamá - su voz fue suave y casi dulce... a su tosca manera. A continuación miró a Gabi - No sé cómo de rápido eres, pero será mejor que subas. Alguien debería sujetar al chico para que no se caiga.
Si ambos aceptaban, una vez estuvieran en su espalda se levantaría y echaría a galopar, siguiendo las direcciones que le diese el niño. Podía ser muy rápido, pero evitó ir a toda velocidad por cautela. No quería asustar al chiquillo o tirarlo accidentalmente.
- Señor Black, deme permiso para ayudar a este chico. Puedo cogerles a él y a Gabi y en un momento estaré allí.
Sin embargo Dexter no tenía planes de abandonar al niño a su cuenta tampoco, ni de separarse de ellos. Sus palabras fueron sabias y cautas; era posible que allí se encontrasen con algún peligro con el que ni él ni Gabi estuviesen listos para afrontar. Nassor asintió en silencio y recurrió al poder de su akuma. Su cuerpo se retorció y encorvó mientras sus brazos y piernas se convertían en patas unguladas. La ropa se convirtió en pelaje rojizo, su rostro se cubrió de pelo y se alargó convirtiéndose en un morro, y dos poderosos cuernos brotaron de su cabeza. El ciervo observó al niño y se tumbó mansamente, esperando a que se subiera.
- Móntame y dime por dónde ir. Iremos a salvar a tu mamá - su voz fue suave y casi dulce... a su tosca manera. A continuación miró a Gabi - No sé cómo de rápido eres, pero será mejor que subas. Alguien debería sujetar al chico para que no se caiga.
Si ambos aceptaban, una vez estuvieran en su espalda se levantaría y echaría a galopar, siguiendo las direcciones que le diese el niño. Podía ser muy rápido, pero evitó ir a toda velocidad por cautela. No quería asustar al chiquillo o tirarlo accidentalmente.
- resumen:
- Decido convertirme en montura y llevarme al chico y a Gabi (si se dejan) junto a su madre.
El rostro de Kusanagi se mantuvo con la misma expresión tranquila y amable que había decidido adoptar momentos antes, aunque en el interior de su cabeza la maquinaria empezaba a trabajar. Si no había respondido directamente a la pregunta de Ruffo debía ser, en primera estancia, porque había comprendido el verdadero significado que había detrás. Eso, o que había reconocido las oscuras túnicas y quería cerciorarse de que no se equivocaba. En cualquier caso, ni dejaba de ser una suposición, ni podía descartar el hecho de que estuviera intentando confirmar si estaban invitados a la reunión. ¿Qué perdía por intentar conseguir algo más de ella?
Se planteaba un problema principal, y es que quizá hubiera algún listado de los invitados y, de ser así, dar cualquier nombre que pudiera no estar en dicha lista les pondría en aprietos. «Bien pensado, ¿para qué iban a hacerles ponerse estas túnicas si las identidades de los participantes fueran públicas?», se cuestionó a sí mismo, descartando aquella idea. Alguien debía saberlo, claro, pero dudaba que hubieran tenido la suerte —o la desgracia— de haberse topado con la propia organizadora del evento. Demasiada casualidad sería. Sería mejor, de todos modos, conservar el anonimato de las verdaderas identidades de los agentes durante el máximo tiempo posible y, solo por si acaso, seguir el plan de su compañero y no dar una respuesta evidente de cuál era su objetivo real.
—¡Oh! Disculpe los modales de mi amigo, señorita. El viaje hasta Sabaody ha sido largo y la incómoda situación en la que se encuentra el archipiélago no nos ha permitido un mísero respiro —se excusó el pelirrojo, apartándose del rostro aquellos mechones infinitos gracias a las extensiones que utilizaba para su tapadera del bajo mundo, llevándose algunos detrás de la oreja en un gesto tranquilo—. Mi nombre es Shawn Vane. Quizá le suene de algún número de la Pirate Playboy o la Seven–Styles, si es que consume ese tipo de revistas, claro.
Ensanchó dulcemente su sonrisa, manteniendo aquel corte amable y tranquilo que tanto les caracterizaba a él y a su alter–ego, justo antes de tenderle una mano para que se la estrechase a modo de saludo. ¿Que qué mano? Evidentemente, la correspondiente a la del brazo bajo el que sostenía la oscura prenda su nueva amiga. La intención de este sutil gesto era, más que nada, confirmar el tipo de prenda que tenía ahí cuando se viera forzaba a cambiársela de lado para devolver su saludo. Esperaba que, al hacerlo, pudiera identificar con mayor facilidad si se trataba de una túnica como las suyas o si, por el contrario, habían errado completamente en su elección de objetivo. Lo mismo ni siquiera correspondía, pero tampoco le habían dado motivos para no hacerlo, ¿no?
—Verá, ¿señorita...? —esperaría a que le diera un nombre, si se lo daba—. No somos habituales de esta zona de los manglares, así que andamos un tanto perdidos. Si pudiera ayudarnos con nuestro pequeño dilema contaría con nuestra más absoluta gratitud.
Tras esto esperaría, sin prisas, la respuesta de la joven. Tras nueve años en la agencia se había convertido en un auténtico mentiroso, por mucho que le doliera, con lo que aquellas cosas fluían en él con completa naturalidad. Esperaba haber resultado lo suficientemente convincente como para, al menos, relajar la actitud de la buena mujer. Y, si se habían equivocado, ¿qué menos que tener a alguien que pudiera darles indicaciones?
Se planteaba un problema principal, y es que quizá hubiera algún listado de los invitados y, de ser así, dar cualquier nombre que pudiera no estar en dicha lista les pondría en aprietos. «Bien pensado, ¿para qué iban a hacerles ponerse estas túnicas si las identidades de los participantes fueran públicas?», se cuestionó a sí mismo, descartando aquella idea. Alguien debía saberlo, claro, pero dudaba que hubieran tenido la suerte —o la desgracia— de haberse topado con la propia organizadora del evento. Demasiada casualidad sería. Sería mejor, de todos modos, conservar el anonimato de las verdaderas identidades de los agentes durante el máximo tiempo posible y, solo por si acaso, seguir el plan de su compañero y no dar una respuesta evidente de cuál era su objetivo real.
—¡Oh! Disculpe los modales de mi amigo, señorita. El viaje hasta Sabaody ha sido largo y la incómoda situación en la que se encuentra el archipiélago no nos ha permitido un mísero respiro —se excusó el pelirrojo, apartándose del rostro aquellos mechones infinitos gracias a las extensiones que utilizaba para su tapadera del bajo mundo, llevándose algunos detrás de la oreja en un gesto tranquilo—. Mi nombre es Shawn Vane. Quizá le suene de algún número de la Pirate Playboy o la Seven–Styles, si es que consume ese tipo de revistas, claro.
Ensanchó dulcemente su sonrisa, manteniendo aquel corte amable y tranquilo que tanto les caracterizaba a él y a su alter–ego, justo antes de tenderle una mano para que se la estrechase a modo de saludo. ¿Que qué mano? Evidentemente, la correspondiente a la del brazo bajo el que sostenía la oscura prenda su nueva amiga. La intención de este sutil gesto era, más que nada, confirmar el tipo de prenda que tenía ahí cuando se viera forzaba a cambiársela de lado para devolver su saludo. Esperaba que, al hacerlo, pudiera identificar con mayor facilidad si se trataba de una túnica como las suyas o si, por el contrario, habían errado completamente en su elección de objetivo. Lo mismo ni siquiera correspondía, pero tampoco le habían dado motivos para no hacerlo, ¿no?
—Verá, ¿señorita...? —esperaría a que le diera un nombre, si se lo daba—. No somos habituales de esta zona de los manglares, así que andamos un tanto perdidos. Si pudiera ayudarnos con nuestro pequeño dilema contaría con nuestra más absoluta gratitud.
Tras esto esperaría, sin prisas, la respuesta de la joven. Tras nueve años en la agencia se había convertido en un auténtico mentiroso, por mucho que le doliera, con lo que aquellas cosas fluían en él con completa naturalidad. Esperaba haber resultado lo suficientemente convincente como para, al menos, relajar la actitud de la buena mujer. Y, si se habían equivocado, ¿qué menos que tener a alguien que pudiera darles indicaciones?
- Resumen:
- » Disculparse ante la señorita del papel y presentarse como Shawn Vane, modelo.
» Intentar estrecharle la mano del brazo con el que sujeta la prenda oscura, intentando que, al tener que quitársela de ahí debajo, puedan ver con claridad si es una túnica como las suyas o no.
» Tras presentarse y explicar su situación, vuelve a pedirle amablemente ayuda, con la esperanza de que les de alguna pista de su objetivo (de ser ella una de las invitadas).
Hayden Ashworth
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La madera cedió bajo su puño, temblando ante la fuerza de su impacto. Antes de caer al agua, saltó hacia arriba golpeando el aire con su geppou, volviendo la mirada al barco marine de nuevo. Frunció el ceño cuando vio que todo iba mal. El mástil había caído y el pirata cautivo, que ahora era un enorme perro, estaba huyendo. De la planta de sus pies empezó a salir fuego a propulsión, moviéndolo hacia delante a gran velocidad dejando un rastro de fuego y humo a su paso. Fue directo hacia el perro, esperando llegar a él antes de que saltase.
Antes de llegar a él, su cuerpo se vio envuelto en llamas y se transformó en su forma híbrida. Normalmente no le haría falta hacer eso, pues desde su último entrenamiento con Dexter, era capaz de utilizar la fuerza física de su transformación sin necesidad de cambiar, sin embargo en aquel instante no necesitaba el cambio de fuerza, sino el cambio de tamaño. La bestia era grande y para lo que necesitaba hacer necesitaba medir los tres metros que alcanzaba estando transformado.
Abrió los brazos y buscó embestir a la bestia justo en el cuello, cerrando los brazos alrededor del mismo buscando atraparlo en una presa. De conseguirlo forcejearía contra su resistencia para evitar que escapase mientras batía las alas para mantenerse en el aire, con la intención de llevarlo hacia el puerto. Mientras lo hiciese estiraría el alcance de su conexión mental, buscando contactar con Iulio, la persona más rápida que conocía.
"¡Esposas de kairoseki! ¡Tráelas!"
Esperaba haber mostrado en su voz mental la suficiente urgencia. No tenía ni idea de por qué Sirio no estaba atado con esposas de kairoseki para empezar. Aquella fuga no debería haber pasado, pero aquel instante no era el idóneo para ponerse a investigar eso, ya lo haría después si conseguían reducirlo.
Antes de llegar a él, su cuerpo se vio envuelto en llamas y se transformó en su forma híbrida. Normalmente no le haría falta hacer eso, pues desde su último entrenamiento con Dexter, era capaz de utilizar la fuerza física de su transformación sin necesidad de cambiar, sin embargo en aquel instante no necesitaba el cambio de fuerza, sino el cambio de tamaño. La bestia era grande y para lo que necesitaba hacer necesitaba medir los tres metros que alcanzaba estando transformado.
Abrió los brazos y buscó embestir a la bestia justo en el cuello, cerrando los brazos alrededor del mismo buscando atraparlo en una presa. De conseguirlo forcejearía contra su resistencia para evitar que escapase mientras batía las alas para mantenerse en el aire, con la intención de llevarlo hacia el puerto. Mientras lo hiciese estiraría el alcance de su conexión mental, buscando contactar con Iulio, la persona más rápida que conocía.
"¡Esposas de kairoseki! ¡Tráelas!"
Esperaba haber mostrado en su voz mental la suficiente urgencia. No tenía ni idea de por qué Sirio no estaba atado con esposas de kairoseki para empezar. Aquella fuga no debería haber pasado, pero aquel instante no era el idóneo para ponerse a investigar eso, ya lo haría después si conseguían reducirlo.
- Resumen:
- Intentar reducir al señor y llamar a Iulio para que traiga esposas de kairoseki
Dexter Black
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- Entonces... ¿No quieres ser revolucionario?
Bajó la mirada, decepcionado. Era cierto que se lo decía para animarlo, pero ser rechazado e ignorado de tal manera llegaba a dolerle. De todos modos, bien era cierto que ese niño había resultado ser el casual nexo entre ellos y una realidad que parecía escapar a aquel manglar: Piratas. Y no solo piratas, de hecho, sino piratas que fuera de la zona sin ley habían tomado a una mujer. Piratas que en el manglar treinta y tres, una zona tranquila, estaban empezando a armar jaleo en la zona. Eso significaba que no habían llegado a una zona libre de conflicto, solo a un lugar donde o bien todo estaba controlado por la inmundicia del crimen o, por otro lado, sus actividades habían sido lo suficientemente discretas como para pasar desapercibidas por el momento.
Nassor también pareció percibir que aquello era importante. Podrían haber llegado, puesto su bandera y marchado mientras hordas de soldados trataban de arrancar a una resistencia inexistente un pedazo de tierra sin más valor que el que la hegemonía absoluta confería. Pero allí, frente a un jovencito desamparado, era momento para que la gente entendiese por qué era la Armada una opción a considerar más allá de la Marina, más eficiente y cercana, pero también más justa. No solía ayudar que tradicionalmente la Revolución solo apareciese a robar las sobras del Gobierno Mundial, como una organización oportunista que de vez en cuando levantaba una pancarta o ponía un explosivo en los muros de un cuartel. Era una federación más, como Fiordia, pero mucho más grande, un conglomerado de países que debía, poco a poco, ir robándole poder al Gobierno Mundial hasta que, finalmente, este no fuese más que un mal recuerdo.
- Vamos los tres, podría ser peligroso -sentenció, examinando sus opciones.
Observó al ciervo ofrecer montura a Gabi y al niño. Habría soltado un respingo por ver a un ciervo parlotear si no fuese porque lo había visto ser humano segundos antes, pero el hecho es que si el pequeño aceptaba ambos seguirían el camino que este guiase, asegurándose de aproximar con la mayor precisión posible la localización pirata y cercar el área en la que se hubiesen atrincherado. Él se habría montado también en Nassor, pero aunque asumía que podría con él no quería dar lugar a malentendidos o historias adulteradas acerca del por qué habían optado por hacer eso. Además, seguramente Dexter fuese corriendo más veloz que Nassor trotando, por lo que la opción ideal era que, si estaban en peligro... No, menuda chorrada, lo óptimo era que en principio Nassor corriese y él lo escoltara. Pero esperaba no tener que separar el grupo, lo óptimo era permanecer juntos todo lo que pudiesen.
Bajó la mirada, decepcionado. Era cierto que se lo decía para animarlo, pero ser rechazado e ignorado de tal manera llegaba a dolerle. De todos modos, bien era cierto que ese niño había resultado ser el casual nexo entre ellos y una realidad que parecía escapar a aquel manglar: Piratas. Y no solo piratas, de hecho, sino piratas que fuera de la zona sin ley habían tomado a una mujer. Piratas que en el manglar treinta y tres, una zona tranquila, estaban empezando a armar jaleo en la zona. Eso significaba que no habían llegado a una zona libre de conflicto, solo a un lugar donde o bien todo estaba controlado por la inmundicia del crimen o, por otro lado, sus actividades habían sido lo suficientemente discretas como para pasar desapercibidas por el momento.
Nassor también pareció percibir que aquello era importante. Podrían haber llegado, puesto su bandera y marchado mientras hordas de soldados trataban de arrancar a una resistencia inexistente un pedazo de tierra sin más valor que el que la hegemonía absoluta confería. Pero allí, frente a un jovencito desamparado, era momento para que la gente entendiese por qué era la Armada una opción a considerar más allá de la Marina, más eficiente y cercana, pero también más justa. No solía ayudar que tradicionalmente la Revolución solo apareciese a robar las sobras del Gobierno Mundial, como una organización oportunista que de vez en cuando levantaba una pancarta o ponía un explosivo en los muros de un cuartel. Era una federación más, como Fiordia, pero mucho más grande, un conglomerado de países que debía, poco a poco, ir robándole poder al Gobierno Mundial hasta que, finalmente, este no fuese más que un mal recuerdo.
- Vamos los tres, podría ser peligroso -sentenció, examinando sus opciones.
Observó al ciervo ofrecer montura a Gabi y al niño. Habría soltado un respingo por ver a un ciervo parlotear si no fuese porque lo había visto ser humano segundos antes, pero el hecho es que si el pequeño aceptaba ambos seguirían el camino que este guiase, asegurándose de aproximar con la mayor precisión posible la localización pirata y cercar el área en la que se hubiesen atrincherado. Él se habría montado también en Nassor, pero aunque asumía que podría con él no quería dar lugar a malentendidos o historias adulteradas acerca del por qué habían optado por hacer eso. Además, seguramente Dexter fuese corriendo más veloz que Nassor trotando, por lo que la opción ideal era que, si estaban en peligro... No, menuda chorrada, lo óptimo era que en principio Nassor corriese y él lo escoltara. Pero esperaba no tener que separar el grupo, lo óptimo era permanecer juntos todo lo que pudiesen.
- Resumen:
- Seguir a Nassor
Gabriel Von Wilhelm
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Frunció un poco el ceño. Aquel pequeño buscaba ayuda para su madre. Durante un instante pensó en la posibilidad de que pudiese ser una trampa, claro. En Dusseldorf, cuando Gabi era pequeño, lo habían utilizado muchas veces como cebo para llevar a civiles preocupados por el bienestar de alguien pequeño y adorable a un lugar recóndito donde les pudiesen robar. El pelirrosa nunca había hecho eso por propia voluntad, claro, pero sabía que era posible. Aún así esa posibilidad no le pareció suficiente para ayudar la ayuda a un niño. Si era cierto ayudarían a su madre y si era mentira ayudarían al niño a librarse de quien le obligaba a hacer aquello. No tenía pensado abandonarlo a su suerte por la pequeña posibilidad de que fuese una trampa.
Miró boquiabierto como Nassor se transformaba en un animal precioso. Una especie de caballo con un rostro algo más delgado y bonitos cuernos que parecían ramas de árbol. Jamás había visto un animal así. ¿Era esa una de las tan afamadas zoan mitológicas? ¿Era Nassor una especie de espíritu del bosque o algo así? Eso explicaría las ramas en la cabeza. Pero si eran ramas... ¿Por qué no tenía hojas ni flores? Lo más probable es que fuese invierno y todavía no hubiesen salido, por supuesto. Asintió cuando le dijo de subir y eso hizo, mirando de ayudar al pequeño a subir también a su lomo.
De dejarse, durante el viaje seguirían las indicaciones del pequeño y Gabi lo sujetaría fuerte pero gentilmente, buscando transmitirle una sensación de seguridad para que estuviese tranquilo y, además, no se cayese del majestuoso animal.
Miró boquiabierto como Nassor se transformaba en un animal precioso. Una especie de caballo con un rostro algo más delgado y bonitos cuernos que parecían ramas de árbol. Jamás había visto un animal así. ¿Era esa una de las tan afamadas zoan mitológicas? ¿Era Nassor una especie de espíritu del bosque o algo así? Eso explicaría las ramas en la cabeza. Pero si eran ramas... ¿Por qué no tenía hojas ni flores? Lo más probable es que fuese invierno y todavía no hubiesen salido, por supuesto. Asintió cuando le dijo de subir y eso hizo, mirando de ayudar al pequeño a subir también a su lomo.
De dejarse, durante el viaje seguirían las indicaciones del pequeño y Gabi lo sujetaría fuerte pero gentilmente, buscando transmitirle una sensación de seguridad para que estuviese tranquilo y, además, no se cayese del majestuoso animal.
- Resumen:
- Confundir a Nassor con un bicho mitológico porque nunca ha visto a un ciervo y no sabe como son, ayudar al niño a subir y seguir sus indicaciones mientras Dexter... no sé, hace sus cosas.
RAL
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Características
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Akuma no mi
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Saqué libreta y pluma, mientras Kia reunía información me dediqué a anotar los conflictos en esta, la hora y el lugar, así como sacar un mapa turístico y marcar los que habían sucedido en este. Tras eso escuché atentamente lo que decía aquel camarero. Un centro comercial en el manglar treinta, una zona de alto tránsito, muchos testigos querían ser vistos, que la voz se corriese y todo estallase como un polvorín.
- Kia, es hora de ir de compras. - Dije mientras me levantaba y dejaba el pago por la consumición.
Caminé rumbo, no a la calle principal ni ninguna avenida, sino a una ruta que nos permitiera callejear por zonas menos habitadas. La oscuridad de las zonas urbanas era un territorio con el que era familiar, mucho más fácil de moverse sin ser molestado y de ser observado. Esperé a que la chica se uniera a mí y continué con la marcha en dirección al manglar 30. Esta zona estaba en relativa tranquilidad, pero no teníamos ni idea de como podía estar el panorama en otros manglares, algunos eran zonas de guerra, otros simplemente zonas sin ley o tierra de nadie. El panorama cambiaba según los conflictos se extendían por el archipiélago y lo último que quería era que las pistas fueran borradas por el fuego de la guerra.
- Estate atenta, en los callejones es más fácil saber cuando te siguen, además... Ese camarero parecía saber información bastante conveniente. No me extrañaría que ya tuviéramos a alguien sobre nosotros. - Comenté a Kia en voz baja.
Parecía que alguien había orquestado esto, en un centro comercial, lleno de gente y testigos, un conflicto que sea indiscutiblemente una violación del tratado de paz, pero que sea difícil saber quién lo ha empezado. Algo que ha sido orquestado por un tercero para que las noticias vuelen y los rumores apoyen su objetivo. Pero seguro que ha quedado algo en ese lugar, una pista que nos indique lo que ha sucedido, la estrategia que han empleado y, puede que algo que nos diga quién está detrás de esto. De todas formas me preocupaba otra cosa distinta, que fuera una trampa, si fuera yo el que hubiera organizado esto distribuiría agentes que hicieran correr rumores y noticias falsas para tener a los curiosos donde quisiera, para poder librarme de ellos en el momento en el que asomaran las narices, limpiando así la ciudad de cualquiera que quisiera investigar. Rezaba para que no fuera el caso, de serlo estaríamos caminando directamente hacia una trampa.
- Kia, es hora de ir de compras. - Dije mientras me levantaba y dejaba el pago por la consumición.
Caminé rumbo, no a la calle principal ni ninguna avenida, sino a una ruta que nos permitiera callejear por zonas menos habitadas. La oscuridad de las zonas urbanas era un territorio con el que era familiar, mucho más fácil de moverse sin ser molestado y de ser observado. Esperé a que la chica se uniera a mí y continué con la marcha en dirección al manglar 30. Esta zona estaba en relativa tranquilidad, pero no teníamos ni idea de como podía estar el panorama en otros manglares, algunos eran zonas de guerra, otros simplemente zonas sin ley o tierra de nadie. El panorama cambiaba según los conflictos se extendían por el archipiélago y lo último que quería era que las pistas fueran borradas por el fuego de la guerra.
- Estate atenta, en los callejones es más fácil saber cuando te siguen, además... Ese camarero parecía saber información bastante conveniente. No me extrañaría que ya tuviéramos a alguien sobre nosotros. - Comenté a Kia en voz baja.
Parecía que alguien había orquestado esto, en un centro comercial, lleno de gente y testigos, un conflicto que sea indiscutiblemente una violación del tratado de paz, pero que sea difícil saber quién lo ha empezado. Algo que ha sido orquestado por un tercero para que las noticias vuelen y los rumores apoyen su objetivo. Pero seguro que ha quedado algo en ese lugar, una pista que nos indique lo que ha sucedido, la estrategia que han empleado y, puede que algo que nos diga quién está detrás de esto. De todas formas me preocupaba otra cosa distinta, que fuera una trampa, si fuera yo el que hubiera organizado esto distribuiría agentes que hicieran correr rumores y noticias falsas para tener a los curiosos donde quisiera, para poder librarme de ellos en el momento en el que asomaran las narices, limpiando así la ciudad de cualquiera que quisiera investigar. Rezaba para que no fuera el caso, de serlo estaríamos caminando directamente hacia una trampa.
- Resumen:
- Anotar los sucesos en la libreta y en un mapa, poner rumbo al manglar 30 por los callejones.
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