Roland von Klauswitz
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A Roland no le hacía gracia tanta interrupción. La monja y él estaban teniendo uno de sus momentos íntimos, en los que ella fingía que no le deseaba y se hacía la dura para que él siguiera insistiendo. Su segunda ex-mujer hacía lo mismo, y duraron casados todo un año. Pero claro, sus amigos coñazo no iban apareciendo uno tras otro.
Braud tenía un pase. Era un hombre como debía ser, aunque no le vendría mal dejarse crecer la barba. Sin embargo, el resto solo estorbaban. Sobre todo el bicho peludo. Ese engendro con cara de de gato siempre se mostraba desagradable cuando se le mencionaba que era una puta aberración. No tenía sentido del humor.
-He venido a trabajar, bigotes. Si quieres puedes ponerte por ahí y lamerte los huevos o algo.
Roland se rió. Seguro que Raion no pillaba el chiste.
También estaba la chica. Tenía pelo de vieja y una expresión como de oler a mierda, aunque bajo su ropa se adivinaban unas formas que podrían compensarlo. Aun así, si estaba ahí para competir con la monja, lo llevaba claro. Roland solo tenía un objetivo ese día. Claro que si se le ponían las dos a tiro... Pero no, ¿cuántos años tendría? A Roland le gustaban las mujeres experimentadas. Por otro lado, estaba el lema de los von Klauswitz: “Si pesa más que un pollo...”
El último en llegar, un tipo con la cara partida por una cicatriz, hizo una reverencia y todo. Vaya mariconazo. Roland ni le prestó atención.
Le molestó bastante tener que esperar. Se sentó en la moto y se encendió un puro tan gordo como su dedo para matar el tiempo. Antes de acabárselo, vio como alguien les hacía gestos desde la distancia. Roland lo tomó como un insulto y le sacó el dedo, pero como insistía, decidió ir a ver quién era y si se merecía un tortazo. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que era una atractiva y rubia princesa que quería ir con él a un sitio lejos de su padre.
-Hohoho, encantado -respondió. Entonces vio que el resto estaba por allí también-. ¿Qué coño queréis? ¿No veis que vamos a chingar?
Cuando la monja dijo que se apuntaba, dio una calada tan potente al puro que casi lo consumió. Eructó una humareda a la cara del Cara Partida. No solo se apuntaba, sino que quería mostrarles sus poderes. Roland desconocía que tuviera poderes, y menos aún que su cuerpo fuese un castillo. Fue el primero en meterse, por supuesto. Entrar dentro de la tetas era lo que llevaba esperando toda la mañana, al fin y al cabo. Sin embargo, debía recordar que tenía que comportarse elegantemente, así que se chupó los dedos y los introdujo en la puerta de la monja-castillo antes de entrar.
-Para que no te duela.
Casi se mea de la impresión cuando vio lo amplio que era aquello. Ni siquiera él podía llenar todo aquel espacio, que encima estaba habitado por un grupo de gente bastante atareada. ¡Dentro de Abi había toda una fortaleza! Eso sí que molaba. Y encima había una Abi pequeñita también. Aquello pasaba de ser morboso a raro a secas, pero le ponía por alguna razón.
-Bueeeno... ¿Dónde está el cagadero?
Braud tenía un pase. Era un hombre como debía ser, aunque no le vendría mal dejarse crecer la barba. Sin embargo, el resto solo estorbaban. Sobre todo el bicho peludo. Ese engendro con cara de de gato siempre se mostraba desagradable cuando se le mencionaba que era una puta aberración. No tenía sentido del humor.
-He venido a trabajar, bigotes. Si quieres puedes ponerte por ahí y lamerte los huevos o algo.
Roland se rió. Seguro que Raion no pillaba el chiste.
También estaba la chica. Tenía pelo de vieja y una expresión como de oler a mierda, aunque bajo su ropa se adivinaban unas formas que podrían compensarlo. Aun así, si estaba ahí para competir con la monja, lo llevaba claro. Roland solo tenía un objetivo ese día. Claro que si se le ponían las dos a tiro... Pero no, ¿cuántos años tendría? A Roland le gustaban las mujeres experimentadas. Por otro lado, estaba el lema de los von Klauswitz: “Si pesa más que un pollo...”
El último en llegar, un tipo con la cara partida por una cicatriz, hizo una reverencia y todo. Vaya mariconazo. Roland ni le prestó atención.
Le molestó bastante tener que esperar. Se sentó en la moto y se encendió un puro tan gordo como su dedo para matar el tiempo. Antes de acabárselo, vio como alguien les hacía gestos desde la distancia. Roland lo tomó como un insulto y le sacó el dedo, pero como insistía, decidió ir a ver quién era y si se merecía un tortazo. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que era una atractiva y rubia princesa que quería ir con él a un sitio lejos de su padre.
-Hohoho, encantado -respondió. Entonces vio que el resto estaba por allí también-. ¿Qué coño queréis? ¿No veis que vamos a chingar?
Cuando la monja dijo que se apuntaba, dio una calada tan potente al puro que casi lo consumió. Eructó una humareda a la cara del Cara Partida. No solo se apuntaba, sino que quería mostrarles sus poderes. Roland desconocía que tuviera poderes, y menos aún que su cuerpo fuese un castillo. Fue el primero en meterse, por supuesto. Entrar dentro de la tetas era lo que llevaba esperando toda la mañana, al fin y al cabo. Sin embargo, debía recordar que tenía que comportarse elegantemente, así que se chupó los dedos y los introdujo en la puerta de la monja-castillo antes de entrar.
-Para que no te duela.
Casi se mea de la impresión cuando vio lo amplio que era aquello. Ni siquiera él podía llenar todo aquel espacio, que encima estaba habitado por un grupo de gente bastante atareada. ¡Dentro de Abi había toda una fortaleza! Eso sí que molaba. Y encima había una Abi pequeñita también. Aquello pasaba de ser morboso a raro a secas, pero le ponía por alguna razón.
-Bueeeno... ¿Dónde está el cagadero?
- Resumen:
- Roland es amable y educado con todos antes de entrar dentro de Abi para ir con la princesa.
Raion
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Pese a que los guardias insistieron en que debían esperar a que llegara la hora indicada para entrar al palacio, finalmente ir hasta allí no resultó mala idea, pues un individuo encapuchado apareció y les indicó por señas que se acercaran a él. Sin embargo no se trataba de él, sino de ella. Concretamente de la princesa del reino, una joven de cabello rubio platino y una piel casi tan desprovista de color como la del propio Raion. Les aseguró que no se podía confiar en nadie dentro de palacio, y que de hecho uno de los mayordomos había intentado hacía no mucho acabar con la vida del príncipe heredero. Por ello les ofreció acompañarla sin que nadie se enterase, para solucionar las cosas a su manera.
Una vez terminaron de escuchar sus palabras el grupo de cazarrecompensas se reunió en cónclave para decidir qué iban a hacer. Abby, con mucho sentido común, pensó que ella sería la persona más indicada para interactuar con la princesa y que, por otra parte, Raion y Braud debían formar parte del grupo que entrase en el palacio y celebrase audiencia con el rey. El mink no podía sino estar completamente de acuerdo. El monarca seguramente respetaría la fuerza del león y el gigantón, pero este último necesitaba que alguien con capacidad para pensar razonadamente y para comportarse adecuadamente le acompañase si querían tener éxito. Del mismo modo, la monja era probablemente la persona con quien más posibilidades existían de que la princesa se sintiera lo suficientemente cómoda para abrirse, y además podía camuflar a otras personas menos sigilosas o más llamativas a simple vista dentro de sí. Así que, ante la propuesta de Abby, el león le contestó:
- Estoy de acuerdo, iré con Braud y con quien quiera acompañarnos al interior del castillo y después compararemos información. Estate atenta a tu Den Den Mushi, te llamaré cuando terminemos para poner en común lo que sepamos y decidir en conjunto el próximo paso.
Miró a los demás. Roland, ansioso por entrar en el interior de la monja, ya había tomado una decisión sobre lo que iba a hacer. Aquel barrigón maleducado que solo sabía pensar con los genitales podía llegar a complicarles mucho las cosas si no le mantenían bajo control, y probablemente Abby fuese la más indicada para hacerlo. No solo por el deseo sexual que Roland parecía sentir por ella, sino porque no parecía dejarse llevar tan fácilmente por los instintos asesinos que invadían al felino cada vez que este abría la boca.
- ¿Venís con nosotros o con ellos? - Preguntó entonces, mirando a Kohaku y Hazel. Lo lógico era que uno de los dos fuera en cada grupo para dividirse de forma equitativa, pero el mink no estaba muy convencido de que viajar junto a Roland fuera a agradar mucho a ninguno de los dos.
De una u otra forma, el león esperaría en la puerta del palacio hasta que llegara la hora indicada, momento en el que entraría en el mismo dispuesto a enterarse con más detalle de cuál era su objetivo.
Una vez terminaron de escuchar sus palabras el grupo de cazarrecompensas se reunió en cónclave para decidir qué iban a hacer. Abby, con mucho sentido común, pensó que ella sería la persona más indicada para interactuar con la princesa y que, por otra parte, Raion y Braud debían formar parte del grupo que entrase en el palacio y celebrase audiencia con el rey. El mink no podía sino estar completamente de acuerdo. El monarca seguramente respetaría la fuerza del león y el gigantón, pero este último necesitaba que alguien con capacidad para pensar razonadamente y para comportarse adecuadamente le acompañase si querían tener éxito. Del mismo modo, la monja era probablemente la persona con quien más posibilidades existían de que la princesa se sintiera lo suficientemente cómoda para abrirse, y además podía camuflar a otras personas menos sigilosas o más llamativas a simple vista dentro de sí. Así que, ante la propuesta de Abby, el león le contestó:
- Estoy de acuerdo, iré con Braud y con quien quiera acompañarnos al interior del castillo y después compararemos información. Estate atenta a tu Den Den Mushi, te llamaré cuando terminemos para poner en común lo que sepamos y decidir en conjunto el próximo paso.
Miró a los demás. Roland, ansioso por entrar en el interior de la monja, ya había tomado una decisión sobre lo que iba a hacer. Aquel barrigón maleducado que solo sabía pensar con los genitales podía llegar a complicarles mucho las cosas si no le mantenían bajo control, y probablemente Abby fuese la más indicada para hacerlo. No solo por el deseo sexual que Roland parecía sentir por ella, sino porque no parecía dejarse llevar tan fácilmente por los instintos asesinos que invadían al felino cada vez que este abría la boca.
- ¿Venís con nosotros o con ellos? - Preguntó entonces, mirando a Kohaku y Hazel. Lo lógico era que uno de los dos fuera en cada grupo para dividirse de forma equitativa, pero el mink no estaba muy convencido de que viajar junto a Roland fuera a agradar mucho a ninguno de los dos.
De una u otra forma, el león esperaría en la puerta del palacio hasta que llegara la hora indicada, momento en el que entraría en el mismo dispuesto a enterarse con más detalle de cuál era su objetivo.
- Resumen:
- Mostrarse de acuerdo con Abby y esperar en la puerta del palacio a que llegue la hora para, entonces, entrar.
Bizvan
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Sin haber encontrado a alguien para preguntar en las calles, el marine avanzó esperando encontrar una taberna en la cual poder tener mayor suerte. Tuvo suerte pues en poco tiempo encontró un edificio que daba toda la pinta de ser el que buscaba.
* No puedo beber nada, no tengo intención de llevarme un regaño por parte de algún superior por tener aliento a alcohol. *esto le sacó un ligera sonrisa, realmente no pensaba que alguien le fuera importar lo que él hiciera, aún así prefería tratar de mantener lo mejor posible la imagen de los marines.
Antes de entrar al establecimiento, un joven marine le preguntó si sabía algo respecto de la situación en la isla.
- Bueno. -Biz mostró una sonrisa un tanto nerviosa.- La verdad es que yo… -antes de poder desabotonar un poco su abrigo para mostrar su uniforme, el marine notó algo que que le hizo colocar una expresión de seriedad.
En un callejón a espaldas del joven, una figura encapuchada parecía estar mirando en la dirección de ambos y al percatarse de que su presencia fué notada, se adentró en el callejón con la clara intención de escapar.
* Mierda, pensé que era sólo producto de mi paranoia *no había que ser muy listo para deducir que ese era un sospechoso.
Antes de poder comentar algo al marie, Bizvan notó que el chico miraba a hacia arriba.
* ¡Él también vio algo! *no había mucho tiempo para actuar.- Sujeto sospechoso escapó por el callejón. -expresé con seriedad antes de activar los diales de viento en mis botas VoTo, seguido de utilizar “Tres pasos” en un intento por ganar altura y tratar de encontrar al encapuchado.
Era poco probable encontrar al sujeto que ví, sin embargo había una pequeña posibilidad de ver a quién o qué era lo que el joven vió.
Si veía algo compartiría esa información con el joven de inmediato.
* No puedo beber nada, no tengo intención de llevarme un regaño por parte de algún superior por tener aliento a alcohol. *esto le sacó un ligera sonrisa, realmente no pensaba que alguien le fuera importar lo que él hiciera, aún así prefería tratar de mantener lo mejor posible la imagen de los marines.
Antes de entrar al establecimiento, un joven marine le preguntó si sabía algo respecto de la situación en la isla.
- Bueno. -Biz mostró una sonrisa un tanto nerviosa.- La verdad es que yo… -antes de poder desabotonar un poco su abrigo para mostrar su uniforme, el marine notó algo que que le hizo colocar una expresión de seriedad.
En un callejón a espaldas del joven, una figura encapuchada parecía estar mirando en la dirección de ambos y al percatarse de que su presencia fué notada, se adentró en el callejón con la clara intención de escapar.
* Mierda, pensé que era sólo producto de mi paranoia *no había que ser muy listo para deducir que ese era un sospechoso.
Antes de poder comentar algo al marie, Bizvan notó que el chico miraba a hacia arriba.
* ¡Él también vio algo! *no había mucho tiempo para actuar.- Sujeto sospechoso escapó por el callejón. -expresé con seriedad antes de activar los diales de viento en mis botas VoTo, seguido de utilizar “Tres pasos” en un intento por ganar altura y tratar de encontrar al encapuchado.
Era poco probable encontrar al sujeto que ví, sin embargo había una pequeña posibilidad de ver a quién o qué era lo que el joven vió.
Si veía algo compartiría esa información con el joven de inmediato.
- Resumen:
- Notar a la figura sospechosa.
Comentar al joven marine que el sospechoso escapó por el callejón.
Utilizar los diales en sus botas y la técnica “Tres pasos” para ganar altura y tratar de ver algo.
Nombre de la técnica: Tres pasos.
Naturaleza de la técnica: Física.
Descripción de la técnica: La fuerza en las piernas de Bizvan parece ser la necesaria para “patear el aire” y dar la ilusión de ser capaz de desplazarse por el aire con total libertad, por desgracia solo es capaz de dar 3 pasos antes de comenzar a caer. Esto le ha hecho pensar que quizás no la fuerza física no es lo único utilizado por Tobías para moverse con total libertad.
Freites D. Alpha
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Todos dentro del barco estaban realizando sus respectivas labores. La vela del barco estaba izada y todo parecía ir de acuerdo a lo planeado. Incluso el navío había atravesado una de las rías para terminar de ingresar a la isla. Alpha sonrió al ver que ya estaban adentro de aquellas tierra.
Él estaba totalmente seguro de que pronto se enteraría de lo que estaba ocurriendo. La curiosidad era enorme y sacar probecho de aquella situación lo era mucho mas.
Jace se acercó a su capitán. El joven pirata simplemente le miro con tranquilidad, para luego preguntar. – En realidad no te estaba buscando. Solo pregunte por ti para saber si estabas asegurándote que todo esté en orden. – Alpha se mostraba muy satisfecho con el interés que demostraba su nuevo tripulante día a día. Por otro lado Zira estaba demostrando tener unas increíbles habilidades como navegante. Aunque ambos aún tenían cosas que pulir, era un hecho que ellos tenían un futuro bastante prometedor. – Sigue con el buen trabajo, Seasoning. Espero verte pronto retando a uno de los Desserts para escalar en puestos.
De pronto, los Big Brother Kaizokudan fueron detenidos por algo que parecía ser una cadena. En un abrir y cerrar de ojos, todo el navío ya se encontraba rodeado por los francos derecho e izquierdo. Y un hombre con un megáfono dio un mensaje claro y bastante… explicito.
-Sus órdenes, señor. – Dijo uno de los marineros a bordo.
-Calmados. – Respondio Alpha – Tanto ustedes como yo sabemos que no suelo ser yo el que ataque primero. Veamos si puedo dialogar con estas personas. Aunque si ellos atacan, ustedes ya saben qué hacer.
El pequeño capitán simplemente se asomaría por el costado donde se encontraba el hombre del megáfono. Mirándole con tranquilidad y con una clara señal de confianza. – Creo que yo no estoy viendo a ninguno de mis hombres apuntando a ninguno de los suyos, mi buen señor. – Dijo Alpha, mostrándose totalmente sereno ante este asunto. – Además... no estaría aquí, si no fuera por la llamada de auxilio publica que tu rey ha dado a todo el mundo. Por otro lado. – El rey de la forja lentamente subió la mano y señalo la bandera pirata de su barco. Añadiendo. – Si mi bandera coincide con la de aquellos piratas quien tú dices que se esconden aquí, no deberías por que pensar mucho en si en disparar o no.
Poco a poco y después de aquellas palabras. El joven señor de la guerra indico a sus hombres que bajaran la escalera del barco. La intención de Alpha eran otras y la fama del pirata le precede, el no daña a personar inocentes.
-Quizás hayas escuchado de mí. Soy Freites D. Alpha, el pirata que jode piratas y capitán de los Big Brother Kaizokudan. Te invito a ti y solo a ti a abordar en mi barco. Ha que parlamentemos un poco sobre la situación de tu país. He venido a prestar mi ayuda, como siempre acostumbro. Lo hice en el reino de Greenlyn cargándome a un pirata llamado Mike el carnicero. Por otro lado, si reaccionan de alguna manera hostil contra nosotros, quiero que sepan que no seré yo quien les cuente a sus familias el por qué no han regresado a casa.
Si llegaban a dudar del poder del pequeño. El utilizaría su habilidad para derretir el hielo en un rango de cincuenta metros a la redonda. Claro, solo si ellos no tomaban en cuenta las palabras del capitán piratas o si se disponían a abrir fuego. Tal vez demostrar un poco de su poder lograría que le tomaran más en serio. Quién sabe.
Y tomando haciendo en una caja cerca del mástil, se dispuso a esperar.
Él estaba totalmente seguro de que pronto se enteraría de lo que estaba ocurriendo. La curiosidad era enorme y sacar probecho de aquella situación lo era mucho mas.
Jace se acercó a su capitán. El joven pirata simplemente le miro con tranquilidad, para luego preguntar. – En realidad no te estaba buscando. Solo pregunte por ti para saber si estabas asegurándote que todo esté en orden. – Alpha se mostraba muy satisfecho con el interés que demostraba su nuevo tripulante día a día. Por otro lado Zira estaba demostrando tener unas increíbles habilidades como navegante. Aunque ambos aún tenían cosas que pulir, era un hecho que ellos tenían un futuro bastante prometedor. – Sigue con el buen trabajo, Seasoning. Espero verte pronto retando a uno de los Desserts para escalar en puestos.
De pronto, los Big Brother Kaizokudan fueron detenidos por algo que parecía ser una cadena. En un abrir y cerrar de ojos, todo el navío ya se encontraba rodeado por los francos derecho e izquierdo. Y un hombre con un megáfono dio un mensaje claro y bastante… explicito.
-Sus órdenes, señor. – Dijo uno de los marineros a bordo.
-Calmados. – Respondio Alpha – Tanto ustedes como yo sabemos que no suelo ser yo el que ataque primero. Veamos si puedo dialogar con estas personas. Aunque si ellos atacan, ustedes ya saben qué hacer.
El pequeño capitán simplemente se asomaría por el costado donde se encontraba el hombre del megáfono. Mirándole con tranquilidad y con una clara señal de confianza. – Creo que yo no estoy viendo a ninguno de mis hombres apuntando a ninguno de los suyos, mi buen señor. – Dijo Alpha, mostrándose totalmente sereno ante este asunto. – Además... no estaría aquí, si no fuera por la llamada de auxilio publica que tu rey ha dado a todo el mundo. Por otro lado. – El rey de la forja lentamente subió la mano y señalo la bandera pirata de su barco. Añadiendo. – Si mi bandera coincide con la de aquellos piratas quien tú dices que se esconden aquí, no deberías por que pensar mucho en si en disparar o no.
Poco a poco y después de aquellas palabras. El joven señor de la guerra indico a sus hombres que bajaran la escalera del barco. La intención de Alpha eran otras y la fama del pirata le precede, el no daña a personar inocentes.
-Quizás hayas escuchado de mí. Soy Freites D. Alpha, el pirata que jode piratas y capitán de los Big Brother Kaizokudan. Te invito a ti y solo a ti a abordar en mi barco. Ha que parlamentemos un poco sobre la situación de tu país. He venido a prestar mi ayuda, como siempre acostumbro. Lo hice en el reino de Greenlyn cargándome a un pirata llamado Mike el carnicero. Por otro lado, si reaccionan de alguna manera hostil contra nosotros, quiero que sepan que no seré yo quien les cuente a sus familias el por qué no han regresado a casa.
Si llegaban a dudar del poder del pequeño. El utilizaría su habilidad para derretir el hielo en un rango de cincuenta metros a la redonda. Claro, solo si ellos no tomaban en cuenta las palabras del capitán piratas o si se disponían a abrir fuego. Tal vez demostrar un poco de su poder lograría que le tomaran más en serio. Quién sabe.
Y tomando haciendo en una caja cerca del mástil, se dispuso a esperar.
- Resumen :
- - Decirle a Jace que me mola su empeño.
- Hablar con el señor del megáfono para aclarar mis intenciones y decirle quien soy.
- Ordenar bajar las escaleras para que el señor del megáfono suba. de lo contrario se armaran los pinches chingadasos.
- En caso que se pongas "amistosos" derretir con mi habilidad de akuma nivel 60 el hielo en un alrededor de 50 metros. Solo como una advertencia. Igualmente esperando que el señor suba a parlamentar.
- Sentarme y esperar que en serio no se tengan que prender los chingadasos tan pronto.
Arik Landvik
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¿La Luna...? Bárbaros paganos. Aquella clase de religiones que rendían culto a fenómenos naturales y entidades astronómicas era el colmo de la risibilidad y la clase de estupideces que en su opinión le restaban por asociación seriedad a ellos. Entendía que una tribu primitiva que no comprendiera el origen de las tormentas le rindiese culto al rayo, o a la lluvia que hacía crecer las plantas, o al sol que daba calor. No entendía que hoy en día no hubiesen evolucionado un poco más. ¿No era Sakura un reino más o menos avanzado con cierto contacto con el resto del mundo? Estaba en una ruta principal del Paraíso. Y sin embargo pequeños grupúsculos como ese seguían perdurando. Diosa, ¿qué clase de estupidez llevaba a la gente a eso? No tenía claro si era su deber llevarles a aquella gente las revelaciones de Lantla y mostrarles una deidad real o si simplemente eran carne de sacrificio. Sin embargo ahora mismo la decisión sobre qué hacer con esa gente no recaía sobre él. Se giró hacia Elina:
- Tú dirás, capitana. ¿Qué hacemos?
Elina estaba de acuerdo en seguirles. No tenía claro si pretendía ver qué tenían que decirles y robarles todo en cuanto estuviesen en su templo, o si iban a ir a saco y meterles una paliza en cuanto se descuidasen. Sin embargo, en un segundo pensamiento, ¿un grupo de religiosos hablando de su culto en medio de todo aquel caos? O era una estrategia de marketing muy mala o andaban metido en esa mierda. Definitivamente si les investigaba y trataba de sacar algo más, a lo mejor se enteraban de algo interesante. Antes de volver a girarse hacia la anciana, le guiñó un ojo a Elina discretamente. Al volverse, le sonrió amablemente a la mujer:
- Sus palabras suenas sabias, venerable. Antes tenía mi interés, ahora tiene mi atención. ¿Qué más puede contarme de la Luna?
- Tú dirás, capitana. ¿Qué hacemos?
Elina estaba de acuerdo en seguirles. No tenía claro si pretendía ver qué tenían que decirles y robarles todo en cuanto estuviesen en su templo, o si iban a ir a saco y meterles una paliza en cuanto se descuidasen. Sin embargo, en un segundo pensamiento, ¿un grupo de religiosos hablando de su culto en medio de todo aquel caos? O era una estrategia de marketing muy mala o andaban metido en esa mierda. Definitivamente si les investigaba y trataba de sacar algo más, a lo mejor se enteraban de algo interesante. Antes de volver a girarse hacia la anciana, le guiñó un ojo a Elina discretamente. Al volverse, le sonrió amablemente a la mujer:
- Sus palabras suenas sabias, venerable. Antes tenía mi interés, ahora tiene mi atención. ¿Qué más puede contarme de la Luna?
- resumen:
- Arik tiene pensamientos extremadamente hipócritas y, siguiendo las órdenes de la capi, va con los albinos y se interesa más por su religión.
- bonus meme:
Thyra caminó molesta por la nieve. De nuevo, volvió a estornudar y esta vez se frotó la naricilla roja y se detuvo. Quizás estuviera pillando un buen resfriado, pero esperaba que eso no interfiriera en sus planes de ganar dinero. No ahora. En qué momento pensó que estar en Sakura era buena idea, ya podría haber sido una isla desértica así por lo menos las probabilidades de pasar frío serían nulas y se quejaría igual, porque Brillante es una quejica terrible que no sabe estar callada ni dos minutos si no expresa como se siente.
Los rumores que había estado escuchando a lo largo del reino eran totalmente ciertos y, aun seguía con la idea de delatar a gente entre las sombras. Llegó por casualidad hasta una de las calles más transitadas que llevaban a la plaza principal, allí mismo había numerosos puestos de registro y entre ellos, grandes grupos de personas voluntarias para defender su querido reino invernal.
Brillante se detuvo en el puesto central, observando el resto. Todos parecían interesantes y había cantidad de mercenarios prestando sus servicios. Thyra no se consideraba una mercenaria aunque mató en numerosas ocasiones por dinero a gente inocente, por lo que podía hacerse pasar por una perfectamente.
Había tres grupos, los Merodeadores Nocturnos, los cuales su nombre ya decía mucho de como serían y, sobre todo por sus pintas. Era el grupo que más le interesaba en comparación con el resto a pesar de que estos usaran arcos, ella tan solo contaba con su látigo y una daga, pero si decidían prestarle algún arma seguramente aprendiese a usarla, no por algo fue una promesa en su día en cuanto al aprendizaje.
Los otros dos grupos también eran muy interesantes, pero nada que ver con los merodeadores. Los hombres del Azote del Tiempo olían a sangre y a furia, eran bestias pardas y Thyra allí no pintaba nada, de hecho parecían incluso demasiado violentos y en cambio, la Voluntad... puede que fueran mujeres fuertes y rudas, pero no iban armadas y parecían provenir de los bosques. Thyra no tenía ningún punto en común con ellas y ni siquiera conocía nada de Sakura. Negó con la cabeza y se dirigió hacia los merodeadores.
-Quiero formar parte de vuestro grupo - comentó sin saber a quién dirigirse -. Sé pelear y puedo seros de ayuda en la nieve. Para más información, podéis llamarme Brillante.
Los merodeadores se miraron entre unos y otros y uno de ellos permitió que Thyra fuese junto con ellos. En un principio se planteó ir ella sola, pero podía ser peligroso y tampoco quería jugársela yendo sola. Si podía aprovecharse de otros mercenarios no dudaría en hacerlo.
-Las principales zonas de búsqueda son en los bajos fondos de Sakura, hay un par de calles al oeste que siempre están regentadas por ladrones, bandas y otros deshechos de la sociedad. Es el sitio ideal para que alguien se esconda allí - comentó el mismo que la había aceptado en aquel grupo.
Thyra se llevó la mano a la barbilla pensando, la idea era buena, pero algo fallaba.
-No es mejor dividirse en pequeños grupos rodeando el distrito? - Inquirió -. Que vean llegar a un grupo amplio a esa zona es cuanto menos sospechoso; de hecho, es raro que no haya espías por aquí cerca que avisen de las posiciones sobre las búsquedas. Sería recomendable colarse al entrar la noche o justo cuando hubiera una gran nevarada para pillarlos por sorpresa. Ya sabéis, pequeños grupos diferentes a las entradas o desde los tejados.
Brillante no sabía estar callada, pero estaba claro que si seguían el plan del merodeador líder no iban a capturar a nadie. Thyra había tenido que encontrar a personas mucho antes, por lo que para ella era pan comido. El resto de personas del grupo comenzó a asentir ante la idea de la maleante, por lo que seguirían su plan e iniciarían la búsqueda.
Los rumores que había estado escuchando a lo largo del reino eran totalmente ciertos y, aun seguía con la idea de delatar a gente entre las sombras. Llegó por casualidad hasta una de las calles más transitadas que llevaban a la plaza principal, allí mismo había numerosos puestos de registro y entre ellos, grandes grupos de personas voluntarias para defender su querido reino invernal.
Brillante se detuvo en el puesto central, observando el resto. Todos parecían interesantes y había cantidad de mercenarios prestando sus servicios. Thyra no se consideraba una mercenaria aunque mató en numerosas ocasiones por dinero a gente inocente, por lo que podía hacerse pasar por una perfectamente.
Había tres grupos, los Merodeadores Nocturnos, los cuales su nombre ya decía mucho de como serían y, sobre todo por sus pintas. Era el grupo que más le interesaba en comparación con el resto a pesar de que estos usaran arcos, ella tan solo contaba con su látigo y una daga, pero si decidían prestarle algún arma seguramente aprendiese a usarla, no por algo fue una promesa en su día en cuanto al aprendizaje.
Los otros dos grupos también eran muy interesantes, pero nada que ver con los merodeadores. Los hombres del Azote del Tiempo olían a sangre y a furia, eran bestias pardas y Thyra allí no pintaba nada, de hecho parecían incluso demasiado violentos y en cambio, la Voluntad... puede que fueran mujeres fuertes y rudas, pero no iban armadas y parecían provenir de los bosques. Thyra no tenía ningún punto en común con ellas y ni siquiera conocía nada de Sakura. Negó con la cabeza y se dirigió hacia los merodeadores.
-Quiero formar parte de vuestro grupo - comentó sin saber a quién dirigirse -. Sé pelear y puedo seros de ayuda en la nieve. Para más información, podéis llamarme Brillante.
Los merodeadores se miraron entre unos y otros y uno de ellos permitió que Thyra fuese junto con ellos. En un principio se planteó ir ella sola, pero podía ser peligroso y tampoco quería jugársela yendo sola. Si podía aprovecharse de otros mercenarios no dudaría en hacerlo.
-Las principales zonas de búsqueda son en los bajos fondos de Sakura, hay un par de calles al oeste que siempre están regentadas por ladrones, bandas y otros deshechos de la sociedad. Es el sitio ideal para que alguien se esconda allí - comentó el mismo que la había aceptado en aquel grupo.
Thyra se llevó la mano a la barbilla pensando, la idea era buena, pero algo fallaba.
-No es mejor dividirse en pequeños grupos rodeando el distrito? - Inquirió -. Que vean llegar a un grupo amplio a esa zona es cuanto menos sospechoso; de hecho, es raro que no haya espías por aquí cerca que avisen de las posiciones sobre las búsquedas. Sería recomendable colarse al entrar la noche o justo cuando hubiera una gran nevarada para pillarlos por sorpresa. Ya sabéis, pequeños grupos diferentes a las entradas o desde los tejados.
Brillante no sabía estar callada, pero estaba claro que si seguían el plan del merodeador líder no iban a capturar a nadie. Thyra había tenido que encontrar a personas mucho antes, por lo que para ella era pan comido. El resto de personas del grupo comenzó a asentir ante la idea de la maleante, por lo que seguirían su plan e iniciarían la búsqueda.
- resumen:
- Unirse a los merodeadores nocturnos, escuchar el plan del "jefe" y ofrecer una alternativa. Ir hacia los barrios del oeste para comenzar a investigar.
Elina Landvik
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Lo primero que hizo Elina ante la presentación de Claude fue sonreír de medio lado — deja de vivir en el pasado Claude, los Fancy dejaron de existir hace tiempo, parece que has perdido la memoria, somos los Akagami no Kaizoku — dejosalir una risilla mientras le hacía pat pat en la espalda a modo de "pobrecito que tiene la cabeza perdida" después tras atender a las palabras de la mujer mas anciana miro a sus tripulantes. La verdad es que la cosa parecía interesante, no por la religión si no por lo que podrían esconder sus palabras "mostrarles a todos la realidad" Tal vez ellos pudieran sacar provecho de aquella realidad que quisieran enseñarle al resto del mundo.
— Con que la luna, bien, creo que suena interesante, me da curiosidad ¿vamos? — les indico a los albinos que comenzaran a caminar para que ellos pudieran seguirlos. Puede que las intenciones de la mujer no fueran unirse a su religión, obviamente no lo eran, el hecho de que la anciana se retractara y hablase primero en singular y después en plural también era algo que había hecho que Elina tuviera un pequeño clic en su cabeza, pero aún no podía atar todos los cabos sueltos y quería seguir investigando. Puede que se estuvieran metiendo en la boca del lobo, pero oye, si uno quiere pescar tiene que mojarse el culo.
Decidió que tal vez podría indagar un poco más sobre la situación de la isla aprovechando que ahora sabían al dios que servían — disculpad, pero ¿que le parece a vuestra diosa la situación actual de la isla? creo que no esta pasando por un buen momento — no había nada mejor que preguntarle a un religioso sobre lo que pensaba su dios sobre algo, eso conseguía sacar bastante información no solo del tipo de religión que profesaban, si no sus creencias y además información sobre lo que estaba sucediendo en la isla o al menos eso era lo que Elina esperaba sonsacar con aquella pregunta, que lo consiguiera o no ya era otro asunto diferente.
Miro de reojo al resto de su tripulación para ver si querían añadir algo más, si estaban de acuerdo con la idea de seguirlos o si querían tomar alguna medida antes de continuar con el camino marcado por aquellos individuos. Tal vez consiguieran realmente algo interesante si seguían a aquella panda, información, algo de dinero para sus futuros planes, cualquier cosa era bien recibida en aquellos momentos.
— Con que la luna, bien, creo que suena interesante, me da curiosidad ¿vamos? — les indico a los albinos que comenzaran a caminar para que ellos pudieran seguirlos. Puede que las intenciones de la mujer no fueran unirse a su religión, obviamente no lo eran, el hecho de que la anciana se retractara y hablase primero en singular y después en plural también era algo que había hecho que Elina tuviera un pequeño clic en su cabeza, pero aún no podía atar todos los cabos sueltos y quería seguir investigando. Puede que se estuvieran metiendo en la boca del lobo, pero oye, si uno quiere pescar tiene que mojarse el culo.
Decidió que tal vez podría indagar un poco más sobre la situación de la isla aprovechando que ahora sabían al dios que servían — disculpad, pero ¿que le parece a vuestra diosa la situación actual de la isla? creo que no esta pasando por un buen momento — no había nada mejor que preguntarle a un religioso sobre lo que pensaba su dios sobre algo, eso conseguía sacar bastante información no solo del tipo de religión que profesaban, si no sus creencias y además información sobre lo que estaba sucediendo en la isla o al menos eso era lo que Elina esperaba sonsacar con aquella pregunta, que lo consiguiera o no ya era otro asunto diferente.
Miro de reojo al resto de su tripulación para ver si querían añadir algo más, si estaban de acuerdo con la idea de seguirlos o si querían tomar alguna medida antes de continuar con el camino marcado por aquellos individuos. Tal vez consiguieran realmente algo interesante si seguían a aquella panda, información, algo de dinero para sus futuros planes, cualquier cosa era bien recibida en aquellos momentos.
- Resumen:
- Elina acepta seguir a los albinos y les pregunta sobre la opinión de su diosa sobre la situación de la isla para ver si puede sonsacar un poco de información al respecto
Ashlyn Blake
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Que se hubiesen escondido en las montañas nevadas era únicamente una ventaja para la albina. Si se trataba de nieve y de ventiscas la mujer era la indicada para tratar con esos fenómenos meteorológicos. La idea de perderles en la nieve y dejar que sus amigos les pegasen unos buenos tiros mientras ellos andaban en busca de una salida le hacía cierta gracia. Pero por el momento tampoco iba a confiarse demasiado. Las cosas siempre podían volverse locas en cualquier momento y estaba claro que esos hombres no se dejarían atrapar tan fácilmente si habían optado por esconderse incluso en las montañas.
— Si están escondidos en los túneles mineros tengo formas de sacarlos — cuando iba a decir algo más al respecto fue interrumpida por el timbre de la puerta. ¿Pizza? ¿Qué cojones? miro a sus compañeros y al ver la misma confusión que ella sentía en sus ojos supo que ninguno de los allí presentes había pedido esa mierda. Les hizo una señal para que estuvieran listos por si ocurría cualquier cosa. Se levantó y se acercó a la puerta, justo cuando estaba lo bastante cerca como para no incordiar demasiado a sus compañeros, pero si para reventarle la puerta en la cara y hacerlo volar por los aires, los ojos de Ash cambiaron a un dorado misterioso y enigmático. Miro por la mirilla y supo lo que tenía que hacer.
De su cuerpo emergieron unos potentes vientos de unos noventa kilómetros hora dirigidos hacía la puerta la cual fue arrancada de su lugar, con intención de que esta golpeara el cuerpo del supuesto repartidor y ambos salieran volando por el efecto del viento que había invocado la albina. No se fiaba una mierda de aquello y mucho menos teniendo en cuenta la cantidad de problemas que había en aquella isla del demonio. Tenían una misión y no estaba dispuesta a quedarse a medias por un repartidor chungo que no pintaba nada en aquella situación.
No sabía si su movimiento funcionaría o no, pero sus compañeros también estaban listos por si tenían que intervenir y estaba segura de que entre los allí presentes podrían hacer frente a casi cualquier cosa. Eran unos chicos listos, resolutivos, unos más que otros claro y además tenían fuerza bruta y una buena resistencia. Solo tenían que trabajar en equipo y por ahora el equipo de las albinas con el vaquero había dado buenos resultados, faltaba ver si el nuevo agente se apuntaba a aquel extraño trío que se había formado.
— Si están escondidos en los túneles mineros tengo formas de sacarlos — cuando iba a decir algo más al respecto fue interrumpida por el timbre de la puerta. ¿Pizza? ¿Qué cojones? miro a sus compañeros y al ver la misma confusión que ella sentía en sus ojos supo que ninguno de los allí presentes había pedido esa mierda. Les hizo una señal para que estuvieran listos por si ocurría cualquier cosa. Se levantó y se acercó a la puerta, justo cuando estaba lo bastante cerca como para no incordiar demasiado a sus compañeros, pero si para reventarle la puerta en la cara y hacerlo volar por los aires, los ojos de Ash cambiaron a un dorado misterioso y enigmático. Miro por la mirilla y supo lo que tenía que hacer.
De su cuerpo emergieron unos potentes vientos de unos noventa kilómetros hora dirigidos hacía la puerta la cual fue arrancada de su lugar, con intención de que esta golpeara el cuerpo del supuesto repartidor y ambos salieran volando por el efecto del viento que había invocado la albina. No se fiaba una mierda de aquello y mucho menos teniendo en cuenta la cantidad de problemas que había en aquella isla del demonio. Tenían una misión y no estaba dispuesta a quedarse a medias por un repartidor chungo que no pintaba nada en aquella situación.
No sabía si su movimiento funcionaría o no, pero sus compañeros también estaban listos por si tenían que intervenir y estaba segura de que entre los allí presentes podrían hacer frente a casi cualquier cosa. Eran unos chicos listos, resolutivos, unos más que otros claro y además tenían fuerza bruta y una buena resistencia. Solo tenían que trabajar en equipo y por ahora el equipo de las albinas con el vaquero había dado buenos resultados, faltaba ver si el nuevo agente se apuntaba a aquel extraño trío que se había formado.
- Resumen:
- Tras ser interrumpida por el timbre Ash se levanta y tras mirar por la mirilla levanta un viendo de noventa kilometros hora para arrancar la puerta de su sitio y le pegue al repartidor y lo saque volando junto a la puerta "El Team Rocket despega de nuevo" (?
Omega
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¿Pizza? Eso no tenía sentido alguno. Se empezó a incorporar, echando mano a su Sweet Sugar y miró con suspicacia a la puerta. Miró a los otros tres para preguntarles si algún otro era el responsable de eso.
- ¿Alguno ha pedido pizza? Si teníais más hambre, en la cocina tengo más comida.
No le hacía mucha gracia que hubiesen pedido comida cuando se había pasado la última hora y media trabajando en la cocina. ¿Podía ser que hubiesen sido Therese o Ray? No, les había dejado suficiente sopa y espaguetis como para que comiesen a gusto. No parecía que hubiese sido la albina "novia de John y Astartea", pues parecía tan confusa como él. En ese caso, debía ser o una confusión o una trampa. Y apostaba más por el segundo caso. Terminó de levantarse y sacar la pistola mientras Ash se acercaba. Activo su sexto sentido y trató de localizar y centrarse en el repartidor, mientras se aproximaba a la ventana. Si todos intentaban salir por la puerta acabarían formando un cuello de botella y entorpeciéndose. En cambio para él salir por ahí era una opción viable. Y se volvió especialmente viable cuando, con un vendaval que derribó sillas y cubertería, Ashlyn lanzó la puerta volando hacia el exterior.
- ¡Joder!
No tenía claro si había gritado de la impresión, el susto o porque le acabasen de reventar la puerta del camarote, sus platos y vasos. Sin tiempo para pensar en lo que le costaría reponer la vajilla, abrió la ventana de un empujón y se lanzó al exterior. Con veloces y potentes patadas usando su kamisori, comenzó a desplazarse por el aire tan rápido que se volvió un borrón de colores. Rodeó el castillo de popa en un instante, aún centrado en mantener localizada la posición de su objetivo, y se dirigió hacia él en una violenta carga aérea. No estaba para tonterías: aun en el caso de que la puerta le hubiese dado, le embestiría para derribarlo y si lo lograba, le intentaría hacer una presa contra el suelo y le apoyaría el revólver contra la cabeza. ¿Brutalidad policial? Tonterías. Se había colado en un barco del Gobierno.
- ¡¿Quién eres y quién te envía?! - gritó.
- ¿Alguno ha pedido pizza? Si teníais más hambre, en la cocina tengo más comida.
No le hacía mucha gracia que hubiesen pedido comida cuando se había pasado la última hora y media trabajando en la cocina. ¿Podía ser que hubiesen sido Therese o Ray? No, les había dejado suficiente sopa y espaguetis como para que comiesen a gusto. No parecía que hubiese sido la albina "novia de John y Astartea", pues parecía tan confusa como él. En ese caso, debía ser o una confusión o una trampa. Y apostaba más por el segundo caso. Terminó de levantarse y sacar la pistola mientras Ash se acercaba. Activo su sexto sentido y trató de localizar y centrarse en el repartidor, mientras se aproximaba a la ventana. Si todos intentaban salir por la puerta acabarían formando un cuello de botella y entorpeciéndose. En cambio para él salir por ahí era una opción viable. Y se volvió especialmente viable cuando, con un vendaval que derribó sillas y cubertería, Ashlyn lanzó la puerta volando hacia el exterior.
- ¡Joder!
No tenía claro si había gritado de la impresión, el susto o porque le acabasen de reventar la puerta del camarote, sus platos y vasos. Sin tiempo para pensar en lo que le costaría reponer la vajilla, abrió la ventana de un empujón y se lanzó al exterior. Con veloces y potentes patadas usando su kamisori, comenzó a desplazarse por el aire tan rápido que se volvió un borrón de colores. Rodeó el castillo de popa en un instante, aún centrado en mantener localizada la posición de su objetivo, y se dirigió hacia él en una violenta carga aérea. No estaba para tonterías: aun en el caso de que la puerta le hubiese dado, le embestiría para derribarlo y si lo lograba, le intentaría hacer una presa contra el suelo y le apoyaría el revólver contra la cabeza. ¿Brutalidad policial? Tonterías. Se había colado en un barco del Gobierno.
- ¡¿Quién eres y quién te envía?! - gritó.
- resumen:
- - Whattheactualfuck.jpg
- Uso mi haki de observación sobre el repartidor para tenerlo localizado (Omega le llama "sexto sentido". Al pobre nadie le ha explicado qué es el haki).
- Salgo por la ventana usando el kamisori para ir hacia el repartidor.
- brutalidadpolicial.mp4
Kamisori
Categoría: Mítica
Naturaleza: Física
Descripción: Combinando soru y geppou, Atsu puede moverse a gran velocidad por el aire (70 m/s).
Claude von Appetit
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No sé qué es un afroamericano, pero la cara de su líder me recuerda a uno. Apenas me he percatado de él mientras intercambiábamos palabras, pero ahora que la dulce anciana le pasa mi diccionario, lo percibo como lo que realmente es. Desde luego, no me lo imagino con una larga melena pelirroja -como sí al resto-, aunque no descarto ponerle una peluca de rastas rubia para convertirlo en uno de esos cantantes tan de moda. Tiene cara de tener una voz profunda y fuerte, como el cántico de un esclavo en épocas más oscuras, aunque no me termina de gustar pensar en algo tan negro. Sin embargo, intento no decir nada que pueda meternos en un lío.
- Pero hasta la Luna tiene su lado oscuro, y aquí falta un negro -comento a Illje al oído, aunque estoy casi seguro de haberlo dicho en voz demasiado alta.
Vale, me he ido de la lengua, ¿pero y esta desfachatez de Elina? Vamos a ver, ¿quién se cree que es ella? Me giro hacia su cara y luego miro al barco. Mi Jolly Roger ondea en el palo mayor izada por Sven, y me he presentado ya. ¿Qué clase de subcapitana corrige a su capitán? Porque si la jerarquía en esta tripulación depende de lo alto que grites, yo grito más fuerte.
- En el supuesto de que fuésemos los Akage no kaizoku, aparte de saberme el nombre -suelto, como una flecha envenenada-, no habría la bandera de un precioso gallo con boa ondeando sobre el palo mayor del Fancy Rooster.
Digo lo último estirándome cuan alto soy, haciendo un suntuoso aspaviento con la mano hasta que me la llevo al pecho. Por lo menos yo conozco el nombre de su supuesta banda, una muestra más de que hasta para ella es una idea peregrina, pero para mí mejor. así algún día recuperaré mi capitanía y, de paso, una habitación decente. La mía apesta a cúrcuma, y aunque no me disgustaba al principio me satura la nariz casi constantemente.
De todos modos, reflexiono sobre las ideas de esta gente. ¿Agua y luna? No termino de entender la correlación entre ambos elementos, pero sin embargo respeto su derecho a tener creencias barbáricas. A tener creencias, en realidad, porque el teísmo es una forma tan arcaica de entender el universo que solo personas muy limitadas podrían aceptar. La misma clase de personas que en medio de una masacre se fugan a ver películas, por ejemplo, sin hacer caso a la amenaza del temible Rapanook. Sí, Arik, va por ti. Eres un fraude y sé que rezas a alguna deidad absurda. Probablemente, de hecho, Arik sea musulmán en secreto. Lo que me extraña es que no esté declarándoles la guerra santa y decida escuchar lo que tengan que decirnos.
- Una pregunta, ¿cuál es el método que pensáis usar para que todos piensen como vosotros?
Que no digan inundar la Tierra. Que no digan inundar la Tierra. Que no digan inundar la Tierra.
- Pero hasta la Luna tiene su lado oscuro, y aquí falta un negro -comento a Illje al oído, aunque estoy casi seguro de haberlo dicho en voz demasiado alta.
Vale, me he ido de la lengua, ¿pero y esta desfachatez de Elina? Vamos a ver, ¿quién se cree que es ella? Me giro hacia su cara y luego miro al barco. Mi Jolly Roger ondea en el palo mayor izada por Sven, y me he presentado ya. ¿Qué clase de subcapitana corrige a su capitán? Porque si la jerarquía en esta tripulación depende de lo alto que grites, yo grito más fuerte.
- En el supuesto de que fuésemos los Akage no kaizoku, aparte de saberme el nombre -suelto, como una flecha envenenada-, no habría la bandera de un precioso gallo con boa ondeando sobre el palo mayor del Fancy Rooster.
Digo lo último estirándome cuan alto soy, haciendo un suntuoso aspaviento con la mano hasta que me la llevo al pecho. Por lo menos yo conozco el nombre de su supuesta banda, una muestra más de que hasta para ella es una idea peregrina, pero para mí mejor. así algún día recuperaré mi capitanía y, de paso, una habitación decente. La mía apesta a cúrcuma, y aunque no me disgustaba al principio me satura la nariz casi constantemente.
De todos modos, reflexiono sobre las ideas de esta gente. ¿Agua y luna? No termino de entender la correlación entre ambos elementos, pero sin embargo respeto su derecho a tener creencias barbáricas. A tener creencias, en realidad, porque el teísmo es una forma tan arcaica de entender el universo que solo personas muy limitadas podrían aceptar. La misma clase de personas que en medio de una masacre se fugan a ver películas, por ejemplo, sin hacer caso a la amenaza del temible Rapanook. Sí, Arik, va por ti. Eres un fraude y sé que rezas a alguna deidad absurda. Probablemente, de hecho, Arik sea musulmán en secreto. Lo que me extraña es que no esté declarándoles la guerra santa y decida escuchar lo que tengan que decirnos.
- Una pregunta, ¿cuál es el método que pensáis usar para que todos piensen como vosotros?
Que no digan inundar la Tierra. Que no digan inundar la Tierra. Que no digan inundar la Tierra.
- Resumen:
- Decir gansadas.
Serleena
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Mientras toda aquella palabrería se estaba llevando a cabo yo seguía a lo mío. Notaba un ligero roce raro en la cartuchera izquierda de mi cinturón. Normalmente cuando rozo el metal de la pistola con el cuero de la cartuchera se escucha un "zrzrz" y hoy no hace ese ruido. Si, me parece más interesante el ruido que está haciendo mi cartuchera que lo que aquella vieja nos estaba diciendo. Finalmente opté por por decir algo.
-¿Y porqué salió la vida del agua?, porque se aburría....El agua dará vida, pero si le soy sincera el alcohol da una vidilla que oh...
Me llevé las manos al short y lancé un leve suspiro que provocó que el mechón de mi frente se moviera hacia arriba. ¿Porqué seguíamos aguantando a aquella vieja y sus enigmas raros? Y lo peor, ¿porqué seguíamos allí quietos mirando para todos aquellos fanáticos? y lo peor, lo peor e imperdonable era ¿Porqué narices estoy pensando? Pensar no es bueno y siempre me traía problemas. No estaba robando, no estaba haciendo nada, solo escuchar el discurso de una secta mientras mi nakamas pro-secta hablaban con ella. Claude y Arik parecían ser los que más "sintonía" tenían con ella, así que les dejé hacer antes de acercarme a Elina y susurrarle al oído.
-Oye capi ¿porqué no simplemente pasamos de ellos y nos vamos?-dije dudosa ante aquella situación, que todavía no comprendía demasiado.
Tras eso me sentaría en un barril cercano y me cruzaría de brazos y de piernas esperando a que acabaran el discurso todos. Quería fiesta, quería acción, quería oro...pero sobre todo lo que quería era comer algo. En el barco apenas pude probar bocado ya que no me atrevía a entrar en la cocina de Claude, no porque me cayera mal, sino porque pensaría que he ido a verle a él y no no no...ni de broma le voy a dar más alas a ese pajarraco. Así que ahora mismo, a mi inactividad como ladrona y poca tolerancia para soportar la palabrería, ahora se sumaba que tenía hambre. Y como eso siguiera así acabaría mordiendo a alguien, fuera pelirrojo o albino.
-¿Y porqué salió la vida del agua?, porque se aburría....El agua dará vida, pero si le soy sincera el alcohol da una vidilla que oh...
Me llevé las manos al short y lancé un leve suspiro que provocó que el mechón de mi frente se moviera hacia arriba. ¿Porqué seguíamos aguantando a aquella vieja y sus enigmas raros? Y lo peor, ¿porqué seguíamos allí quietos mirando para todos aquellos fanáticos? y lo peor, lo peor e imperdonable era ¿Porqué narices estoy pensando? Pensar no es bueno y siempre me traía problemas. No estaba robando, no estaba haciendo nada, solo escuchar el discurso de una secta mientras mi nakamas pro-secta hablaban con ella. Claude y Arik parecían ser los que más "sintonía" tenían con ella, así que les dejé hacer antes de acercarme a Elina y susurrarle al oído.
-Oye capi ¿porqué no simplemente pasamos de ellos y nos vamos?-dije dudosa ante aquella situación, que todavía no comprendía demasiado.
Tras eso me sentaría en un barril cercano y me cruzaría de brazos y de piernas esperando a que acabaran el discurso todos. Quería fiesta, quería acción, quería oro...pero sobre todo lo que quería era comer algo. En el barco apenas pude probar bocado ya que no me atrevía a entrar en la cocina de Claude, no porque me cayera mal, sino porque pensaría que he ido a verle a él y no no no...ni de broma le voy a dar más alas a ese pajarraco. Así que ahora mismo, a mi inactividad como ladrona y poca tolerancia para soportar la palabrería, ahora se sumaba que tenía hambre. Y como eso siguiera así acabaría mordiendo a alguien, fuera pelirrojo o albino.
- Resumen:
-Serleena empieza a ponerse nerviosa por la conversación albino-pelirroja.
-Hace un mal chiste.
-Habla con Elina para decirle de ignorarlos y seguir adelante.
-Se sienta en un barril y tiene hambre.
Liam D. Griffith
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Buscando a alguien con quien aumentar la cantidad de información de la que disponía en mis manos, terminé por encontrar a una persona de aspecto confiable aunque algo intimidante. Tenía un gesto realmente serio y estático, como si hubiera pasado por mucho antes de llegar a Sakura o, en general, a ese punto de la vida, y se le notaba en lo rígido que estaba su rostro. Su pose pecaba de exactamente lo mismo y estaba a punto de entrar a una taberna cualquiera de la isla. «¿Querrá simplemente ahogar sus penas en alcohol…?» me pregunté a mí mismo, sin poder obviamente darle respuesta a la cuestión. Aun así, no retrocedió ni pareció extrañarle la pregunta que le hice, por lo que supuse que era seguro proceder y cruzar los dedos para ver si la suerte me sonreía. Cualquier dato de más que me pudiera aportar haría un gran trecho entre no saber nada y estar preparado, y esa mínima diferencia era crucial en un campo de batalla donde uno no conocía al enemigo. Ni a sus tropas o efectivos, ni cuál era su misión en todo aquello. Al fin y al cabo, nadie metía sus narices en los tejemanejes de un reino y propiciaba una situación tan tensa como era aquella sin que le pudiera reportar nada de provecho.
Él se apresuró a abrir la boca y en el simple gesto que conllevaba hacerlo pude leer que no parecía estar muy cómodo con todo aquello. No confusión, que era un sentimiento muy distinto, sino ese deje que a uno le aparece cuando no sabe muy bien qué hacer. «¿Sabrá más de lo que planea contar o todo lo contrario…?» pensé, juzgándole sin demostrarlo en mi rostro. Pareció estar a punto de mostrar algo mientras llevaba sus manos a la parte posterior de su ropa, pero aquello terminó con un escalofrío de mi parte y una pérdida completa de atención del hombre frente a mí. Mientras que en el trayecto había sentido una especie de picor en la nuca que no indicaba nada bueno, ahora directamente era una especie de violencia que molestaba y que me obligaba a otear la zona como un paranoico. «Bingo.» dije para mis adentros en cuanto me pude fijar en la silueta que asomaba desde el lateral de una cuidada chimenea de ladrillo. Aun así, antes siquiera de que pudiera reaccionar con el gesto de comenzar a correr desapareció tras la estructura y, conociendo bien cuáles eran mis capacidades, supe que no lo podría alcanzar teniendo esa ventaja de distancia y altura.
Por el otro lado, la mirada de aquel señor que había cruzado escasas palabras conmigo pareció dilatarse y unas palabras se escaparon desde la fina ranura de sus labios, dejando claro que había alguien sospechoso en la dirección en la que estaba mirando. Di un paso hacia atrás en cuanto escuché aquel fuerte sonido proveniente de su calzado, casi trastabillando en un intento de no interponerme en el camino de aquella persona que ahora intuía que tenía que ser parte de alguna fuerza armada. Su constitución apuntaba a aquello y de ser de otra forma estaría completamente desaprovechada, ¿no?
— Que sean dos —dije en un tono alto pero modelado para sonar calmado mientras veía cómo aquel hombre se alzaba en el aire a base de fuerza y viento. Se me escapó una sonrisa ya que, aunque el contraalmirante Cornelius había trastocado mi visión de lo normal y lo posible, seguía sorprendiéndome como cada persona tenía sus propios trucos en la manga para remediar sus carencias. Y eso significaba que yo también necesitaría los míos propios.
Él se apresuró a abrir la boca y en el simple gesto que conllevaba hacerlo pude leer que no parecía estar muy cómodo con todo aquello. No confusión, que era un sentimiento muy distinto, sino ese deje que a uno le aparece cuando no sabe muy bien qué hacer. «¿Sabrá más de lo que planea contar o todo lo contrario…?» pensé, juzgándole sin demostrarlo en mi rostro. Pareció estar a punto de mostrar algo mientras llevaba sus manos a la parte posterior de su ropa, pero aquello terminó con un escalofrío de mi parte y una pérdida completa de atención del hombre frente a mí. Mientras que en el trayecto había sentido una especie de picor en la nuca que no indicaba nada bueno, ahora directamente era una especie de violencia que molestaba y que me obligaba a otear la zona como un paranoico. «Bingo.» dije para mis adentros en cuanto me pude fijar en la silueta que asomaba desde el lateral de una cuidada chimenea de ladrillo. Aun así, antes siquiera de que pudiera reaccionar con el gesto de comenzar a correr desapareció tras la estructura y, conociendo bien cuáles eran mis capacidades, supe que no lo podría alcanzar teniendo esa ventaja de distancia y altura.
Por el otro lado, la mirada de aquel señor que había cruzado escasas palabras conmigo pareció dilatarse y unas palabras se escaparon desde la fina ranura de sus labios, dejando claro que había alguien sospechoso en la dirección en la que estaba mirando. Di un paso hacia atrás en cuanto escuché aquel fuerte sonido proveniente de su calzado, casi trastabillando en un intento de no interponerme en el camino de aquella persona que ahora intuía que tenía que ser parte de alguna fuerza armada. Su constitución apuntaba a aquello y de ser de otra forma estaría completamente desaprovechada, ¿no?
— Que sean dos —dije en un tono alto pero modelado para sonar calmado mientras veía cómo aquel hombre se alzaba en el aire a base de fuerza y viento. Se me escapó una sonrisa ya que, aunque el contraalmirante Cornelius había trastocado mi visión de lo normal y lo posible, seguía sorprendiéndome como cada persona tenía sus propios trucos en la manga para remediar sus carencias. Y eso significaba que yo también necesitaría los míos propios.
- Resumen:
- Juzgo, veo cosas y comunico.
John Wayne
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Colocó un puro entre sus dientes y lo encendió mientras a su alrededor la gente hablaba. No solía tener mucho que decir en esas situaciones, pues no solía ser el tipo de persona que participaba en los planes, tan solo seguía aquellos que pensaban otros. Ese era su trabajo, después de todo, preguntar "¿A qué?" cuando ordenan disparar. Y no tardó lo más mínimo en desenfundar su revólver y apuntar a la puerta con el brazo extendido cuando alguien llegó repartiendo una... ¿Pitsa? ¿Qué demonios era eso? Ash fue la primera en reaccionar, levantando uno de sus gélidos y potentes vientos que casi arranca el sombrero de su cabeza. Por suerte el viento no estaba dirigido a él, sino seguramente le habría hecho mucho más que casi quitarle el sombrero.
La puerta fue arrancada de su marco, muy seguramente atacando al supuesto repartidor con ella. Omega fue el segundo en salir, a una velocidad increíble, detrás del repartidor buscando apresarlo para interrogarlo. Viendo que no hacía falta apresurarse, salió él del camarote con cierta tranquilidad, todavía con el revólver en su mano no-metálica mientras que con su otra mano cogía el puro entre dos de sus dedos y daba una calada. Se acercó a donde debería estar Omega si su presa haya salido bien, con la intención de apoyarle con una táctica de intimidación. Disparó al suelo, concretamente a unos diecisiete centímetros a un lado de su cabeza, el contrario al que estuviese Omega.
—Vaya, he fallado. Aunque cada segundo que tardes en responder a mi amigo fallaré menos, claro.
Disparó de nuevo, esta vez a quince centímetros de su cabeza y a dos del disparo anterior. Esperaba que pillase que cada segundo que pasase sin hablar dispararía otros dos centímetros más cerca, así hasta que alcanzase su cabeza.
La puerta fue arrancada de su marco, muy seguramente atacando al supuesto repartidor con ella. Omega fue el segundo en salir, a una velocidad increíble, detrás del repartidor buscando apresarlo para interrogarlo. Viendo que no hacía falta apresurarse, salió él del camarote con cierta tranquilidad, todavía con el revólver en su mano no-metálica mientras que con su otra mano cogía el puro entre dos de sus dedos y daba una calada. Se acercó a donde debería estar Omega si su presa haya salido bien, con la intención de apoyarle con una táctica de intimidación. Disparó al suelo, concretamente a unos diecisiete centímetros a un lado de su cabeza, el contrario al que estuviese Omega.
—Vaya, he fallado. Aunque cada segundo que tardes en responder a mi amigo fallaré menos, claro.
Disparó de nuevo, esta vez a quince centímetros de su cabeza y a dos del disparo anterior. Esperaba que pillase que cada segundo que pasase sin hablar dispararía otros dos centímetros más cerca, así hasta que alcanzase su cabeza.
- Resumen:
- Hacer cosas de Cipher Pol como amenazar al señor para que hable.
Bueno, no había tenido suerte. No, no la había tenido. «Me cago en todos tus muertos, pollito. ¿Con qué mierda de gente te cruzas?» Pensaba en su fuero interno mientras la conversación entre el viejo barrigón y la voluptuosa mujer continuaba. Aunque debía admitir que la rubia tenía carácter y eso le agradaba. Quizás tuviera un pase. Su semblante se suavizó sutilmente cuando esta sacó un arma de fuego y empezó a apuntar a la cabeza del viejales, presentándose al poco.
—Hazel Edevane —contestó con media mueca en el rostro, lo que parecía un amago de sonrisa. Este no duró mucho. Y es que la atención de la rubia había durado escasos segundos y todo se había vuelto caótico de nuevo. Cada vez llegaban más bichos raros. Al menos el gato era educado. Quizás demasiado pomposo para su gusto. El gigantón que era amigo del gordo tampoco había causado muy buena primera impresión a la albina, quien había decidido tras un rato de escuchar como hablaban entre ellos simplemente sentarse a morirse de frío durante su espera. Al menos el gordo no había hecho por hablarle. Un desvergonzado, un puerco y un maleducado. Seguramente se llevarían a hostias. Esperaba de verdad que ese sujeto no fuera parte de la asociación de los cojones al que el chico tanto le había insistido en unirse. Si algo tenía claro era que Ayden iba a tener mucho que aguantarle cuando volvieran a cruzar caminos. Qué coño cruzar caminos. Pensaba buscarle si hacía falta incluso para decirle cuatro cositas. Y ni una borrachera pagada por el que dejase vacía la mejor bodega del Grand Line iba a librarle de ello. Claro que su enfado podía crecer o aminorar según como fuera la cacería.
El último de los integrantes —otro humano, al fin—, llegó, terminando de confirmar sus sospechas. Ella era la única que no conocía a nadie.
—Estúpido pajarraco emplumado, ya verá cuando me vuelva a cruzar con él por dejarme sola con…— Empezó a farfullar por lo bajo, pero decidió callarse para no hacer explotar tan pronto la bomba de relojería andante que parecía el grupo de lo poco que había escuchado. —¡Pero es que encima hace un puto frío de tres pares de narices! —sSoltó de repente, gritando a pleno pulmón al notar como sus dedos empezaban a doler y sus nudillos a ponerse rojos por el frío. Su labio debía estar azul en ese momento —. ¡¿Cuánto más piensan tenernos esperando?! —exclamó, levantándose de donde estaba para ir directa a los guardias con muy malas pulgas— Estoy segura de que su majestad no quiere ver como sus putos invitados. Aquellos que los que ha acudido él para que resolvamos su problema. ¿Es esa forma de tratarnos? ¿Tenernos aquí esperando en el frío?
Estaba segura de que le reprocharía. Y tanto que lo harían. Adelante, ella no tenía problema en entrar en calor peleando contra la guardia real para dejar clara su inutilidad una vez más y por qué no tenía ni pies ni cabeza que les tuvieran ahí. Pero se detuvo en seco al notar que sus compañeros se movían.
—En fin. Tenéis suerte de que mi futura recompensa valga más que poneros en vuestro lugar. ¿Cuánto decís que falta entonces para el toque de queda? —preguntaría antes de volverse por donde había venido y ponerse a la altura de Abigail, topándose sus ojos con los de la princesa fantasma. El tono de piel de la mujer no distaba mucho del suyo, si bien sus cabellos en vez de tener un matiz blanco plateado eran rubios, y mucho más largos que los de la mujer de mirada ambarina. Algo en todo eso sonaba extraño. Pero ¿Qué más daba? Se les plantaba ahí la posibilidad de entrar en el palacio y dejar de esperar como gilipollas, si de verdad era la princesa. Claro que no le terminaba de gustar que la mujer estuviera decidiendo todo por su cuenta. ¿Pero qué iba a hacer? Bufó. No era mala idea, aunque no se les tuviera en absoluto en cuenta.
Al final, el gigantón y el león se quedarían en la plaza. Esperaba que el gordo hiciera lo mismo, pero el muy baboso se había colado… ¿Dentro? de su nueva compañera sin dar mucho margen de respuesta, y solo quedaban por quedar emparejados ella y el de la cicatriz. Siendo lógicos, nadie quería ir con Abby una vez se le había colado semejante troglodita en el grupo. Y lo más seguro era que la albina acabase clavando su estoque en la entrepierna del anciano como soltara dos frases fuera de tono con ella. Pero siendo su única conexión con Ayden, era la mejor opción —eso y poder acercarse a un fuego para entrar en calor y secar su abrigo, ahora húmedo por haberse sentado por donde hubiera pillado—.
—Qué remedio. Mejor que pasar frío a lo tonto es—. Dijo, girándose a Abby. La miró y luego al pomo de la puerta. Otra mueca de asco. Luego me tocara desinfectar los guantes o quemarlos por culpa del babas ese —Se quejó antes de entrar, encontrándose maravillada con la escena—. Vale, admito que esto no me lo esperaba —musitó por lo bajo, cerca de la copia de Abigail y manteniendo una distancia segura de Roland. Oye, eso es ofensivo. Es decir, entiendo que no quieras fiarte del… espécimen este. Pero yo si quisiera robar a alguien me hubiera vuelto pirata, no cazarrecompensas, rubita. Igualmente. ¿Tienes un lugar para que esperemos mientras? —Sus malas caras habían cambiado por unas llenas de curiosidad— No sabía que hubiera gente con estos poderes. ¿Hay chimeneas o algo? —Y ahora dejaba sutilmente salir su parte algo más curiosa, como una niña.
—Hazel Edevane —contestó con media mueca en el rostro, lo que parecía un amago de sonrisa. Este no duró mucho. Y es que la atención de la rubia había durado escasos segundos y todo se había vuelto caótico de nuevo. Cada vez llegaban más bichos raros. Al menos el gato era educado. Quizás demasiado pomposo para su gusto. El gigantón que era amigo del gordo tampoco había causado muy buena primera impresión a la albina, quien había decidido tras un rato de escuchar como hablaban entre ellos simplemente sentarse a morirse de frío durante su espera. Al menos el gordo no había hecho por hablarle. Un desvergonzado, un puerco y un maleducado. Seguramente se llevarían a hostias. Esperaba de verdad que ese sujeto no fuera parte de la asociación de los cojones al que el chico tanto le había insistido en unirse. Si algo tenía claro era que Ayden iba a tener mucho que aguantarle cuando volvieran a cruzar caminos. Qué coño cruzar caminos. Pensaba buscarle si hacía falta incluso para decirle cuatro cositas. Y ni una borrachera pagada por el que dejase vacía la mejor bodega del Grand Line iba a librarle de ello. Claro que su enfado podía crecer o aminorar según como fuera la cacería.
El último de los integrantes —otro humano, al fin—, llegó, terminando de confirmar sus sospechas. Ella era la única que no conocía a nadie.
—Estúpido pajarraco emplumado, ya verá cuando me vuelva a cruzar con él por dejarme sola con…— Empezó a farfullar por lo bajo, pero decidió callarse para no hacer explotar tan pronto la bomba de relojería andante que parecía el grupo de lo poco que había escuchado. —¡Pero es que encima hace un puto frío de tres pares de narices! —sSoltó de repente, gritando a pleno pulmón al notar como sus dedos empezaban a doler y sus nudillos a ponerse rojos por el frío. Su labio debía estar azul en ese momento —. ¡¿Cuánto más piensan tenernos esperando?! —exclamó, levantándose de donde estaba para ir directa a los guardias con muy malas pulgas— Estoy segura de que su majestad no quiere ver como sus putos invitados. Aquellos que los que ha acudido él para que resolvamos su problema. ¿Es esa forma de tratarnos? ¿Tenernos aquí esperando en el frío?
Estaba segura de que le reprocharía. Y tanto que lo harían. Adelante, ella no tenía problema en entrar en calor peleando contra la guardia real para dejar clara su inutilidad una vez más y por qué no tenía ni pies ni cabeza que les tuvieran ahí. Pero se detuvo en seco al notar que sus compañeros se movían.
—En fin. Tenéis suerte de que mi futura recompensa valga más que poneros en vuestro lugar. ¿Cuánto decís que falta entonces para el toque de queda? —preguntaría antes de volverse por donde había venido y ponerse a la altura de Abigail, topándose sus ojos con los de la princesa fantasma. El tono de piel de la mujer no distaba mucho del suyo, si bien sus cabellos en vez de tener un matiz blanco plateado eran rubios, y mucho más largos que los de la mujer de mirada ambarina. Algo en todo eso sonaba extraño. Pero ¿Qué más daba? Se les plantaba ahí la posibilidad de entrar en el palacio y dejar de esperar como gilipollas, si de verdad era la princesa. Claro que no le terminaba de gustar que la mujer estuviera decidiendo todo por su cuenta. ¿Pero qué iba a hacer? Bufó. No era mala idea, aunque no se les tuviera en absoluto en cuenta.
Al final, el gigantón y el león se quedarían en la plaza. Esperaba que el gordo hiciera lo mismo, pero el muy baboso se había colado… ¿Dentro? de su nueva compañera sin dar mucho margen de respuesta, y solo quedaban por quedar emparejados ella y el de la cicatriz. Siendo lógicos, nadie quería ir con Abby una vez se le había colado semejante troglodita en el grupo. Y lo más seguro era que la albina acabase clavando su estoque en la entrepierna del anciano como soltara dos frases fuera de tono con ella. Pero siendo su única conexión con Ayden, era la mejor opción —eso y poder acercarse a un fuego para entrar en calor y secar su abrigo, ahora húmedo por haberse sentado por donde hubiera pillado—.
—Qué remedio. Mejor que pasar frío a lo tonto es—. Dijo, girándose a Abby. La miró y luego al pomo de la puerta. Otra mueca de asco. Luego me tocara desinfectar los guantes o quemarlos por culpa del babas ese —Se quejó antes de entrar, encontrándose maravillada con la escena—. Vale, admito que esto no me lo esperaba —musitó por lo bajo, cerca de la copia de Abigail y manteniendo una distancia segura de Roland. Oye, eso es ofensivo. Es decir, entiendo que no quieras fiarte del… espécimen este. Pero yo si quisiera robar a alguien me hubiera vuelto pirata, no cazarrecompensas, rubita. Igualmente. ¿Tienes un lugar para que esperemos mientras? —Sus malas caras habían cambiado por unas llenas de curiosidad— No sabía que hubiera gente con estos poderes. ¿Hay chimeneas o algo? —Y ahora dejaba sutilmente salir su parte algo más curiosa, como una niña.
- Resumen:
- Presentarse, al menos a Abby cuando le contesta, quejarse, casi acabar a palos con los guardias, retractándose al final al notar movimiento en su variopinto grupo y decidir, a su pesar, ir con Abby y Roland a acompañar a la princesa. Dentro de Abby preguntar por una sala de estar hasta que llegaran a su destino.
Ryuichi Ichiban
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Por suerte la piel del oso parecía ser suficiente para mantenerlo en un calor estable. Aunque estaba seguro de que si no hubiese estado ya acostumbrado a ese tipo de clima, estaría ahora mismo muriéndose de frío. El gigante estaba feliz de haberse reencontrado con toda esa gente que ya consideraba sus amigos, pero mucho más feliz de que fuesen a haber amigos nuevos. Bueno, sí, la muchacha parecía algo cerrada y decepcionada con quien se había encontrado, pero... ¿Qué más dará? Iban a luchar juntos y ser compañeros de batalla. Todos ellos serían sus hermanos de escudo en los campos de guerra de Crom.
Por algún motivo los guardias no quisieron dejarles pasar todavía. Antes de que nadie pudiese quejarse, alguien encapuchado los llamó desde un lado oculto. Esta persona, que de nuevo Braud no sabía si era un chico o una chica, decía no confiar en nadie de palacio desde que uno de los miembros de su familia estuvo a punto de ser asesinado por un mayordomo.
—Que estupidez, mi primo Krendelbraumuf intentó matarme cada día desde que nací. Greta, mi hermana mayor, lo alejaba a garrotazos en la cabeza hasta que fui lo suficiente mayor para hacerlo yo mismo. A los dos años, más o menos.
Aquella persona, que se hubo presentado como la princesa, les pidió que lo siguieran. Abby, mostrando sus dotes de liderazgo una vez más, propuso dividir al grupo para que algunos vayan con el rey y otros con ella a ver que quería la princesa. A Braud le pareció bien y se preparó para ir con Raion a esperar que los guardias les dejasen pasar. Los demás, excepto Kohaku que todavía debía decidirse, prefirieron meterse en la fortaleza andante que era Abby. Algún día al gigante le gustaría entrar, solo para ver como era por dentro.
—¿Y ahora qué? —le dijo a Raion y a cualquiera que hubiese decidido ir con ellos—. ¿Esperamos a que nos abran? ¿O abrimos nosotros?
Aquello último lo dijo mirando fijamente a uno de los guardias, con una ancha sonrisa que mostraba sus prominentes colmillos de bestia.
Por algún motivo los guardias no quisieron dejarles pasar todavía. Antes de que nadie pudiese quejarse, alguien encapuchado los llamó desde un lado oculto. Esta persona, que de nuevo Braud no sabía si era un chico o una chica, decía no confiar en nadie de palacio desde que uno de los miembros de su familia estuvo a punto de ser asesinado por un mayordomo.
—Que estupidez, mi primo Krendelbraumuf intentó matarme cada día desde que nací. Greta, mi hermana mayor, lo alejaba a garrotazos en la cabeza hasta que fui lo suficiente mayor para hacerlo yo mismo. A los dos años, más o menos.
Aquella persona, que se hubo presentado como la princesa, les pidió que lo siguieran. Abby, mostrando sus dotes de liderazgo una vez más, propuso dividir al grupo para que algunos vayan con el rey y otros con ella a ver que quería la princesa. A Braud le pareció bien y se preparó para ir con Raion a esperar que los guardias les dejasen pasar. Los demás, excepto Kohaku que todavía debía decidirse, prefirieron meterse en la fortaleza andante que era Abby. Algún día al gigante le gustaría entrar, solo para ver como era por dentro.
—¿Y ahora qué? —le dijo a Raion y a cualquiera que hubiese decidido ir con ellos—. ¿Esperamos a que nos abran? ¿O abrimos nosotros?
Aquello último lo dijo mirando fijamente a uno de los guardias, con una ancha sonrisa que mostraba sus prominentes colmillos de bestia.
- resumen:
- Hacer casito e ir a esperar que nos dejen pasar ante el rey
Kohaku Sato
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Y como todo rumor que se difunde como la espuma, la actitud de Roland se quedaba corta. No solo era escandaloso, también sus modales eran toscos y de mal gusto. Sin embargo, el trabajo era el trabajo, así que tendría que usar toda su paciencia para no tener que cortarle en dos con su espada. «Aunque con esa cantidad de grasa subcutánea seguramente sería como cortar mantequilla», se dijo, mientras esperaba cruzado de brazos, observando en silencio todo lo que había a su alrededor.
—¿Conoces al flipado de las plumas? —le preguntó a Hazel—. Esperaba verlo aquí, pero seguramente haya encontrado diversión en otra parte —comentó, aunque su atención estaba en otra parte.
Había una persona encapuchada no muy lejos de allí, de aspecto algo sospechoso, la cual no tardó en hacerles una llamada con un ademán de su mano derecha. Kohaku miró a sus compañeros, para ver si todos los habían visto o había sido solo él, pero fue algo general. Se acercó a paso raudo, mas el que llego antes fue Roland, que había quemado una gran cantidad de combustible con su moto con un buen acelerón. Resultaba que era una joven preciosa, tan bella que una escultura suya podía pasar a la historia como la musa de muchos artistas, la cual resultó ser la princesa del reino.
—¡Un respeto! —saltó Kohaku, clavando la mirada sobre Roland—. Que no es ninguna fulana de embarcadero—prosiguió, cambiando el semblante al mirar de nuevo a la princesa—. Un placer, lady Claus —le saludó, mostrando una liviana sonrisa.
La joven parecía estar en una situación ligeramente comprometida, trató de intentar ver sus sentimientos más profundos para ver si decía la verdad, aunque por la forma que tenía de hablar así era. Los guardias miraban, así que había llegado el momento de disolver el variopinto grupo que parecía que habían formado. Abbigail tuvo una idea que, al contrario que al resto, no le gustó nada.
—Veo bien que Raion y el grandullón se queden por su cuenta. He trabajado con ellos y son gente válida —dijo, respondiendo al mismo tiempo a la pregunta del mink—. «Y no quiero dejar a Roland cerca de la princesa, que es capaz de liarla y hacernos perder el negocio» —pensó al mismo tiempo—. Pero sintiéndolo mucho, no voy a meterme dentro de ti. Solo te conozco de los periódicos, así que comprenderás que no quiera hacerlo.
Una extraña esfera verde comenzó a emerger de la propia cazadora de apellido impronunciable, la cual el propio Kohaku evitó en todo momento, alejándose de su alcance, y en poco tiempo Roland y Hazel habían desaparecido.
—Inusual poder el suyo, señorita—comentó en voz alta, apoyándose sobre la pared de brazos cruzados—. Mi nombre es Kohaku Sato, un placer su alteza.
Y dejó que Abby fuera la que llevara la conversación.
—¿Conoces al flipado de las plumas? —le preguntó a Hazel—. Esperaba verlo aquí, pero seguramente haya encontrado diversión en otra parte —comentó, aunque su atención estaba en otra parte.
Había una persona encapuchada no muy lejos de allí, de aspecto algo sospechoso, la cual no tardó en hacerles una llamada con un ademán de su mano derecha. Kohaku miró a sus compañeros, para ver si todos los habían visto o había sido solo él, pero fue algo general. Se acercó a paso raudo, mas el que llego antes fue Roland, que había quemado una gran cantidad de combustible con su moto con un buen acelerón. Resultaba que era una joven preciosa, tan bella que una escultura suya podía pasar a la historia como la musa de muchos artistas, la cual resultó ser la princesa del reino.
—¡Un respeto! —saltó Kohaku, clavando la mirada sobre Roland—. Que no es ninguna fulana de embarcadero—prosiguió, cambiando el semblante al mirar de nuevo a la princesa—. Un placer, lady Claus —le saludó, mostrando una liviana sonrisa.
La joven parecía estar en una situación ligeramente comprometida, trató de intentar ver sus sentimientos más profundos para ver si decía la verdad, aunque por la forma que tenía de hablar así era. Los guardias miraban, así que había llegado el momento de disolver el variopinto grupo que parecía que habían formado. Abbigail tuvo una idea que, al contrario que al resto, no le gustó nada.
—Veo bien que Raion y el grandullón se queden por su cuenta. He trabajado con ellos y son gente válida —dijo, respondiendo al mismo tiempo a la pregunta del mink—. «Y no quiero dejar a Roland cerca de la princesa, que es capaz de liarla y hacernos perder el negocio» —pensó al mismo tiempo—. Pero sintiéndolo mucho, no voy a meterme dentro de ti. Solo te conozco de los periódicos, así que comprenderás que no quiera hacerlo.
Una extraña esfera verde comenzó a emerger de la propia cazadora de apellido impronunciable, la cual el propio Kohaku evitó en todo momento, alejándose de su alcance, y en poco tiempo Roland y Hazel habían desaparecido.
—Inusual poder el suyo, señorita—comentó en voz alta, apoyándose sobre la pared de brazos cruzados—. Mi nombre es Kohaku Sato, un placer su alteza.
Y dejó que Abby fuera la que llevara la conversación.
- Resumen:
- Pensar que Roland es descortes, hablarle a Hazel, negar entrar dentro de Abby (No la conoce realmente, así que no lo haría), aunque si la acompaña para hablar con la princesa, a la que se presenta.
Illje Landvik
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No le gustó ni un pelo cómo se colocaron alrededor de ellos. En forma de semicírculo, les bloqueaban el camino. A su espalda estaba el puerto y el barco y frente a ellos… los blanquitos. Sin embargo, no tardó en entenderlo. Le rendían culto a la luna, así que tomaban su forma. No lo compartía, pero tenía que admitir que era de las religiones más razonables que había escuchado. Al fin y al cabo, tenían razón. El agua era vida y gran parte del mundo era precisamente agua. ¿Y qué la movía? La luna. En su opinión harían mejor rindiéndole culto al océano y al menos cada pez sería un regalo, pero estas cosas no eran sencillas de cambiar.
Se subió el cuello de su enorme chaquetón rosa hasta la boca para no echarse a reír con lo que le había dicho Claude. Ahora que lo decía sí, veía la semejanza. En Dark Dome se había encontrado con varia gente de ese tono y desde los labios hasta la forma de la cara uno de los blanquitos claramente tenía esa ascendencia. Aunque lo cierto era que el albinismo le favorecía, no iba a mentir. Le dedicó una dulce sonrisa antes de inclinarse sobre Claude para responderle también en un susurro:
-No falta, es que se ha atascado en plenilunio.
Así que iban a ir con ellos. Bien, podía ser interesante. Y ciertamente, que vinieran con toda la calma en esta situación sin duda resultaba bastante curioso. ¿No tenían constancia de lo que sucedía a su alrededor, no les importaba o conocían a los responsables y lo aprobaban? De una manera u otra, lo que estaba claro era que seguramente sabían más que ellos. Les siguió rodando perezosamente después de hacerle un gesto a Serleena para que se les uniera de nuevo. Tenía la teoría de que la pelirroja tenía hambre, había estado ayudando a Claude con las comidas y ella no había comido gran cosa en el viaje.
-Leena, vente, seguro que ellos nos ofrecen de comer.
O a lo mejor intentaban colarles pan de comunión, pero fijo que si venía con vino al lado estaba contenta. Ella lo estaría, al menos. Que no venían a eso, pero tampoco iba a rechazarlo…
-Disculpe, abuelita.- Dijo con una pequeña sonrisa mientras rodaba hasta su lado. Esperaba que no se ofendiera, lo decía con toda la buena intención.- ¿Alguna vez ha contestado la luna a sus plegarias? ¿Cómo lo saben?
No había podido evitarlo. Entendía el propósito de las religiones y sabía que no se desmoronaban con una simple pregunta, pero por otro lado… seguían sin ser coherentes. Ya que iban a ir con ellos, quería entender mejor sus creencias. Tanto para no meter la pata como para reírse luego un rato con todos.
Se subió el cuello de su enorme chaquetón rosa hasta la boca para no echarse a reír con lo que le había dicho Claude. Ahora que lo decía sí, veía la semejanza. En Dark Dome se había encontrado con varia gente de ese tono y desde los labios hasta la forma de la cara uno de los blanquitos claramente tenía esa ascendencia. Aunque lo cierto era que el albinismo le favorecía, no iba a mentir. Le dedicó una dulce sonrisa antes de inclinarse sobre Claude para responderle también en un susurro:
-No falta, es que se ha atascado en plenilunio.
Así que iban a ir con ellos. Bien, podía ser interesante. Y ciertamente, que vinieran con toda la calma en esta situación sin duda resultaba bastante curioso. ¿No tenían constancia de lo que sucedía a su alrededor, no les importaba o conocían a los responsables y lo aprobaban? De una manera u otra, lo que estaba claro era que seguramente sabían más que ellos. Les siguió rodando perezosamente después de hacerle un gesto a Serleena para que se les uniera de nuevo. Tenía la teoría de que la pelirroja tenía hambre, había estado ayudando a Claude con las comidas y ella no había comido gran cosa en el viaje.
-Leena, vente, seguro que ellos nos ofrecen de comer.
O a lo mejor intentaban colarles pan de comunión, pero fijo que si venía con vino al lado estaba contenta. Ella lo estaría, al menos. Que no venían a eso, pero tampoco iba a rechazarlo…
-Disculpe, abuelita.- Dijo con una pequeña sonrisa mientras rodaba hasta su lado. Esperaba que no se ofendiera, lo decía con toda la buena intención.- ¿Alguna vez ha contestado la luna a sus plegarias? ¿Cómo lo saben?
No había podido evitarlo. Entendía el propósito de las religiones y sabía que no se desmoronaban con una simple pregunta, pero por otro lado… seguían sin ser coherentes. Ya que iban a ir con ellos, quería entender mejor sus creencias. Tanto para no meter la pata como para reírse luego un rato con todos.
- Resumen:
- Decir tontadas y preguntar cosas a la abuelita
Zira
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Y de un momento a otro la situación había cambiado completamente, Zira no sabía muy bien lo que pasaba, miró hacia la derecha y la izquierda, el brillo de la nieve no la ayudaba a identificar muy bien laa cosas, además de su problema con la diferenciación de colores. Pero notó movimiento a los lados, miró de reojo las cadenas, por un momento se le cruzó por la cabeza saltar a cortarlas con sus espadas, pero no estaba del todo segura de que tan duras eran, así que optó por esperar las órdenes del capitán. No lo podía negar, la situación la emocionaba un poco, escuchó al hombre del megáfono. –Menudo idiota. –Balbuceó para luego mirar a los compañeros de la tripulación, localizó a Jace entre ellos, no se llevaba bien con él, pero al menos se llevaban, decidió caminar hasta estar a su lado.
Escuchó con atención las palabras del capitán, lo veía con una serenidad y confianza que eran dignas de admirar, sin embargo no eran del todo admiradas por la chica. Ella seguía a Alpha por como es su figura de hombre no de capitán. Aunque no podía negar que sabía manejar estas situaciones, la chica por su lado mantenía la mirada en los laterales, podía notar los cañones, era un momento complicado. Tocó el hombro de Jace para llamar su atención. –Oye condón, si se ponen agresivos debemos movernos, ¿Ves los cañones? Te los encargo a ti. –Le dijo en voz baja a modo de plan a pesar de que no era la mejor en eso, sabía que en situaciones así ir a lo bruto no era la mejor opción, ella todavía se estaba debatiendo si cortar las cadenas o matar a los hombres, ya que en este último caso tendría que dar un salto muy largo y no sabía si era del todo capaz.
Escuchó con atención las palabras del capitán, lo veía con una serenidad y confianza que eran dignas de admirar, sin embargo no eran del todo admiradas por la chica. Ella seguía a Alpha por como es su figura de hombre no de capitán. Aunque no podía negar que sabía manejar estas situaciones, la chica por su lado mantenía la mirada en los laterales, podía notar los cañones, era un momento complicado. Tocó el hombro de Jace para llamar su atención. –Oye condón, si se ponen agresivos debemos movernos, ¿Ves los cañones? Te los encargo a ti. –Le dijo en voz baja a modo de plan a pesar de que no era la mejor en eso, sabía que en situaciones así ir a lo bruto no era la mejor opción, ella todavía se estaba debatiendo si cortar las cadenas o matar a los hombres, ya que en este último caso tendría que dar un salto muy largo y no sabía si era del todo capaz.
- Resumen:
- Observó a los lados notando gente, pero no pudo ver la cantidad exacta, más tarde notó los cañones y le planteó una pobre estrategia (si así se le puede llamar a eso) a Jace.
Astartea Shikei
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El tema de la pizza, bueno. Nuestra dama de orbes de sangre simplemente suspiró, negando suavemente para alzar la vista hasta el techo.- ¿Pizza? ¿En serio? De todas las cosas del mundo, seguro tenían algo más original.- Acababan de comer, todo casero, se ve que bastante trabajado y laborioso, algo que un cocinero bastante bueno ha preparado. No tiene sentido que nadie del barco pida como extra algo de fuera y mucho menos en la situación que anda la isla ahora mismo. Es por eso que no se inmuta demasiado, deja que todos hagan su trabajo, se limpia calmadamente su abrigo de cualquier rastro de polvo que pueda encontrar y camina fuera… Camina bastante, se han ido vete tú a saber donde.
Aunque claro, todo esto si las cosas habían salido de esa manera, después de todo vete tú a saber si el Pizzero ha sobrevivido a la caída, si el aire ha roto algo más que la puerta o si realmente queda algo a lo que hablarle. Sea como sea, bueno, nuestra doctora favorita va en camino.
Ver el espectáculo que ambos hombres del gobierno estaban dando le dejó claro una cosa, era la única que tenía algo de temple y mecha, sin contar a Ash ya que era algo extraño entre un zorro frío y una perra caliente. Llegó al par de minutos, con una mano en la cadera y la sensación de que se hacía mayor, ya le faltaba el aire.- Vamos, lo vais a asustar, nadie habla cuando tiene demasiado miedo.- Rodó suavemente los ojos, extendiendo la mano al hombre con toda la calma del mundo y una sonrisa angelical en el rostro. Demasiados policías malvados, demasiado griterío y demasiado lío.- Va a contarnos todo lo que sabe de todas formas, es alguien inteligente.- Eso sin contar que en el momento en el que ella se acercara al hombre y si este se dejaba tocar por ella, comenzaría a sentir una calma y tranquilidad bañar su cuerpo.
Casi como si algo mágico, adictivo e increíble comenzara. Si mezclas el miedo con la confianza nace la sumisión y así ella haría que fuera sometido por aquello, esperando que de esa manera dejara de ser un problema. Esperaba que todo saliera bien y nada se saliera del desmadre, no tenía muchas ganas de fiesta con nadie que no fuera el ladrón que tenían que buscar, no le pagaban extras por librarse de la basura.
-No llevo ni una hora en esta isla y ya la odio.- Nuevo récord, sin duda, comenzaba a pensar que todo aquello tenía que ver con que andaba últimamente susceptible, aunque mejor pensar en la parte buena y creer que es todo cosa del momento. El trabajo está en su punto álgido y si no tiene cuidado puede que esta vez salga con algo más de un par de rasguños.
Esperemos que por una vez la fortuna le sonría y las cosas salgan bien.
Aunque claro, todo esto si las cosas habían salido de esa manera, después de todo vete tú a saber si el Pizzero ha sobrevivido a la caída, si el aire ha roto algo más que la puerta o si realmente queda algo a lo que hablarle. Sea como sea, bueno, nuestra doctora favorita va en camino.
Ver el espectáculo que ambos hombres del gobierno estaban dando le dejó claro una cosa, era la única que tenía algo de temple y mecha, sin contar a Ash ya que era algo extraño entre un zorro frío y una perra caliente. Llegó al par de minutos, con una mano en la cadera y la sensación de que se hacía mayor, ya le faltaba el aire.- Vamos, lo vais a asustar, nadie habla cuando tiene demasiado miedo.- Rodó suavemente los ojos, extendiendo la mano al hombre con toda la calma del mundo y una sonrisa angelical en el rostro. Demasiados policías malvados, demasiado griterío y demasiado lío.- Va a contarnos todo lo que sabe de todas formas, es alguien inteligente.- Eso sin contar que en el momento en el que ella se acercara al hombre y si este se dejaba tocar por ella, comenzaría a sentir una calma y tranquilidad bañar su cuerpo.
Casi como si algo mágico, adictivo e increíble comenzara. Si mezclas el miedo con la confianza nace la sumisión y así ella haría que fuera sometido por aquello, esperando que de esa manera dejara de ser un problema. Esperaba que todo saliera bien y nada se saliera del desmadre, no tenía muchas ganas de fiesta con nadie que no fuera el ladrón que tenían que buscar, no le pagaban extras por librarse de la basura.
-No llevo ni una hora en esta isla y ya la odio.- Nuevo récord, sin duda, comenzaba a pensar que todo aquello tenía que ver con que andaba últimamente susceptible, aunque mejor pensar en la parte buena y creer que es todo cosa del momento. El trabajo está en su punto álgido y si no tiene cuidado puede que esta vez salga con algo más de un par de rasguños.
Esperemos que por una vez la fortuna le sonría y las cosas salgan bien.
- Resumen:
- Contempla el espectáculo but sin palomitas, si todo sale a pedir de todos y el Pizzero sale vivo y todo eso, va a interrogarle, si el pobre hombre a muerto, pos va a ver como médico que se puede rescatar(?
- Mejora Akuma:
Sumar = Mezclar emociones
Nivel 40:
El usuario es capaz de manipular el segundo grado de las emociones básicas, siendo capaz de hacer que la persona que toque, experimente un cambio aplicando las operaciones anteriormente mencionadas. Esto afecta a la persona con el sentimiento mencionado, pero cada persona es libre de interpretar como dicho sentimiento afecta a su personaje dependiendo de su mentalidad.
Aria Landvik
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Varios
A lo largo de mi vida como investigadora y como acompañante de un arqueólogo hemos escuchado historias, leyendas y mitos muy cercanos a la luna. Gente que la venera no me parece tan descabellado. La sensación de que quizás estos lo pueden llevar a un extremo nada agradable es lo que no me gusta.- En muchas leyendas, la luna es una dama que ascendió a los cielos desde la tierra, en otras es una diosa.- Le explique animadamente a Claude e Ilje, antes de seguir con el resto.-En otras es simplemente un montón de piedra con gravedad suficiente como para interferir en la tierra.- Me encogí de hombros suavemente, cada uno podía pensar en ello como quisiera, pero para mi era una locura.
Incluso nosotras, que venimos de una tierra que llora y adora a los caídos, somos conscientes de que nuestro destino lo labramos nosotros. Esta gente era extraña y aunque esperaba poder llevarme bien con ellos no podía evitar sentir los pelos de la nuca erizarse con cada pequeña mirada que cruzaba con ellos. Soy navegante, soy consciente de la belleza, la tempestad y la rudeza del mar y de sus mareas, pero quizás por eso sería más fiel a él que al astro que lo ilumina por las noches.- Es una situación algo extraña, pero seguro que no son mala gente.- Miré a Serleena intentando animarla, y cuando fui a decir algo más.- Pero…- Un ruido me hizo dar un pequeño salto y cuando me di cuenta, la bandera estaba ardiendo.
No, no tuve que mirar dos veces para saber quién había sido.
-¡Elina! Eso no era necesario, ya estoy lo suficientemente tensa como para que le dispares a las cosas.- Me estremecí levemente, sabiendo que quizás eran cosas o locuras mías, pero no puedo evitar sentirme… Terriblemente observada, como si un foco de pronto estuviera encima mía y de todos los que me rodean.- Como iba diciendo… Quizás puedan darnos algo de información sobre lo que está pasando. - Suspiré tras acabar de decir aquello, continuando la caminata con los demás mientras me acercaba más al resto.
Quizás era simplemente que mi cabeza estaba haciendo de las suyas, que pronto aquellas sombras saldrían de la oscuridad y serían sus ojos, que los susurros y las voces gritarian mi nombre. Entonces la sangre aparecería y nada ni nadie podría pararlo.
Vale, empezamos a delirar de nuevo, momento de centrarnos en lo que tenemos delante y no dejarle espacio a ella para que juegue al parchís con nuestra cabeza, es terriblemente buena y siempre acaba ganando.
Incluso nosotras, que venimos de una tierra que llora y adora a los caídos, somos conscientes de que nuestro destino lo labramos nosotros. Esta gente era extraña y aunque esperaba poder llevarme bien con ellos no podía evitar sentir los pelos de la nuca erizarse con cada pequeña mirada que cruzaba con ellos. Soy navegante, soy consciente de la belleza, la tempestad y la rudeza del mar y de sus mareas, pero quizás por eso sería más fiel a él que al astro que lo ilumina por las noches.- Es una situación algo extraña, pero seguro que no son mala gente.- Miré a Serleena intentando animarla, y cuando fui a decir algo más.- Pero…- Un ruido me hizo dar un pequeño salto y cuando me di cuenta, la bandera estaba ardiendo.
No, no tuve que mirar dos veces para saber quién había sido.
-¡Elina! Eso no era necesario, ya estoy lo suficientemente tensa como para que le dispares a las cosas.- Me estremecí levemente, sabiendo que quizás eran cosas o locuras mías, pero no puedo evitar sentirme… Terriblemente observada, como si un foco de pronto estuviera encima mía y de todos los que me rodean.- Como iba diciendo… Quizás puedan darnos algo de información sobre lo que está pasando. - Suspiré tras acabar de decir aquello, continuando la caminata con los demás mientras me acercaba más al resto.
Quizás era simplemente que mi cabeza estaba haciendo de las suyas, que pronto aquellas sombras saldrían de la oscuridad y serían sus ojos, que los susurros y las voces gritarian mi nombre. Entonces la sangre aparecería y nada ni nadie podría pararlo.
Vale, empezamos a delirar de nuevo, momento de centrarnos en lo que tenemos delante y no dejarle espacio a ella para que juegue al parchís con nuestra cabeza, es terriblemente buena y siempre acaba ganando.
- Resumen:
- Charla con Ilje, Claude y Seerlena, se asusta cuando se da cuenta de que Elina ha prendido fuego a la bandera de los Fancy pollos y le riñe, luego sigue con sus delirios y sus cosas.
Jace eigner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El viento correría fuerte por sobre mi nuca, un viento frio y gélido, que normalmente me daría malos presentimientos si no fuera por el lugar en los que nos encontrábamos estuviese lleno de nieve y el frio no estuviera para congelar a cualquiera, a pesar de esto me dirigiría normalmente al capitán alpha, el cual me felicitaba por mis labores cosa que para mí no era ni necesario, después de todo era lo que debía hacer para poder recuperar lo que era mío, era parte del trato.
-Descuida Capi… No tendré problemas en subir de…- Seria interrumpido con un extraño acontecimiento (mientras intentaba no llamarle niño), que tomaría por sorpresa a mí y los del barco, este seria que veríamos saliendo de los arbustos que se encontraban a nuestros lados múltiples hombres con armamento variado, que para variar parecían querer echarnos de la isla, cuando ni siquiera habíamos puesto un pie en ella –Pff… Que se han creído - Diría por lo bajo mientras el hombre del megáfono hablaba mientras esperaba órdenes del niño rey que era nuestro capitán (después de todo él era al mando a pesar de su corta edad), pero sin quitarles la vista a los tipejos que ahora nos tenían contra la espada y la pared.
Seria así que Zira se me acercaría una vez terminase su discurso ese pendejo del altavoz, para decirme un insulto (típico de una tabla de planchar de baja capacidad neuronal como ella) y agregar que estuviese listo por si las cosas se ponían feas (cosa que se notaba que ya ignoraba tenia planeado hacer, después de todo ya tenía una daga oculta en mi manga de cada mano, lista para desenvainar y lanzar en cuanto disparasen), así que le respondería –Descuida compañera Zira me asegurare que los cañones no te den por culo… Como cualquier otra persona de aquí- Explicaría con una indirecta de lo más entendible, después de todo no iba a soportar que se las diese con las ganas de insultarme por todos lados sin recibir represalias (Además que como estaba concentrado en los demás tenía poco tiempo para procesar un insulto mejor), siempre hablándolo en voz baja para que por lo menos no nos entendiesen.
Así esperaríamos que Freistes diese su discurso viendo la respuesta de los hombres que los tenían rodeados en el rio, solo quedaba esperar.
-Descuida Capi… No tendré problemas en subir de…- Seria interrumpido con un extraño acontecimiento (mientras intentaba no llamarle niño), que tomaría por sorpresa a mí y los del barco, este seria que veríamos saliendo de los arbustos que se encontraban a nuestros lados múltiples hombres con armamento variado, que para variar parecían querer echarnos de la isla, cuando ni siquiera habíamos puesto un pie en ella –Pff… Que se han creído - Diría por lo bajo mientras el hombre del megáfono hablaba mientras esperaba órdenes del niño rey que era nuestro capitán (después de todo él era al mando a pesar de su corta edad), pero sin quitarles la vista a los tipejos que ahora nos tenían contra la espada y la pared.
Seria así que Zira se me acercaría una vez terminase su discurso ese pendejo del altavoz, para decirme un insulto (típico de una tabla de planchar de baja capacidad neuronal como ella) y agregar que estuviese listo por si las cosas se ponían feas (cosa que se notaba que ya ignoraba tenia planeado hacer, después de todo ya tenía una daga oculta en mi manga de cada mano, lista para desenvainar y lanzar en cuanto disparasen), así que le respondería –Descuida compañera Zira me asegurare que los cañones no te den por culo… Como cualquier otra persona de aquí- Explicaría con una indirecta de lo más entendible, después de todo no iba a soportar que se las diese con las ganas de insultarme por todos lados sin recibir represalias (Además que como estaba concentrado en los demás tenía poco tiempo para procesar un insulto mejor), siempre hablándolo en voz baja para que por lo menos no nos entendiesen.
Así esperaríamos que Freistes diese su discurso viendo la respuesta de los hombres que los tenían rodeados en el rio, solo quedaba esperar.
- Resumen:
- -Le respondo a alpha
-saco una daga oculta (aun no a la vista) por si toca defenderse
-Le respondo a zira
-Espero a ver como reaccionan ellos.
Normas del capítulo:
Moderación
El sol de mediodía comienza su descenso marcando el comienzo de la tarde. La blanca nieve que refleja la luz de la isla pasa a oscurecerse con un gris cuando grandes nubes comienzan a tapar el cielo. Los ciudadanos las miran, puede que para los extranjeros parezca mal tiempo, pero para los lugareños es una señal indiscutible. Cualquiera que estuviera familiarizado con el clima de la zona o que tuviera ciertos conocimientos de climatología sabría que es una señal inequívoca de una ventisca. Los lugareños se apresuran a terminar sus tareas y regresar a sus casas, todavía queda tiempo para que llegue, pero está claro que nadie de la zona desea estar a la intemperie cuando suceda. Los únicos que parecen no tener intención de resguardarse del clima son los soldados del reino, los cuales están preparados para esta clase de inclemencias.
Por otro lado la hora está llegando y los miembros enviados por el gobierno, así como los voluntarios comienzan a encaminarse al palacio real. Falta un rato, pero es mejor ser puntuales.
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Se puede postear varias veces en una ronda, siempre que hayan posteado al menos dos personajes antes.
Moderación
El sol de mediodía comienza su descenso marcando el comienzo de la tarde. La blanca nieve que refleja la luz de la isla pasa a oscurecerse con un gris cuando grandes nubes comienzan a tapar el cielo. Los ciudadanos las miran, puede que para los extranjeros parezca mal tiempo, pero para los lugareños es una señal indiscutible. Cualquiera que estuviera familiarizado con el clima de la zona o que tuviera ciertos conocimientos de climatología sabría que es una señal inequívoca de una ventisca. Los lugareños se apresuran a terminar sus tareas y regresar a sus casas, todavía queda tiempo para que llegue, pero está claro que nadie de la zona desea estar a la intemperie cuando suceda. Los únicos que parecen no tener intención de resguardarse del clima son los soldados del reino, los cuales están preparados para esta clase de inclemencias.
Por otro lado la hora está llegando y los miembros enviados por el gobierno, así como los voluntarios comienzan a encaminarse al palacio real. Falta un rato, pero es mejor ser puntuales.
- 1 - Freites, Jace y Zira:
- Una bala de cañón vuela por encima del barco, está claro que era un disparo de advertencia, pero os ha dejado claro que no tienen precisamente paciencia para andar con tonterías.
Creo que no me he explicado bien chico, no era una pregunta, ni una sugerencia, era una orden. No me importa la bandera que lleves ni la fama que tenga tu cara, si te presentas como pirata te hundiremos como pirata, esto no es negociable. - Parece estar a punto de dar la señal de abrir fuego, cuando uno de sus hombres le dice algo al oído, se detiene o ordena que le traigan una barca.
Tardan unos cinco minutos tensos en traerle una barca y otros dos en subirse en llegar al barco. Mira con escepticismo la cubierta nada más subir por la escalera, su mirada dice a gritos que no le agrada un pelo estar en esa cubierta, pero su rostro maduro delata que no es precisamente un grumete, una cara con pequeñas y viejas cicatrices hacen testimonio de su veteranía y sus pasos sobre los tablones, a pesar de cargar cierta cojera, no comunican ninguna duda. Se sienta frente a Freites sin dedicar ninguna formalidad.
Si en diez minutos no doy ninguna señal hundirán este barco esté yo o no en él, esas son las órdenes que les he dado. Más te vale ser breve… Capitán. - Mira de reojo a Zira y luego a Jace, parece como si notase que destacan entre los tripulantes, y no por las apariencias, podéis notar de hecho su mirada incluso si no estáis haciendo contacto visual. Tras eso se vuelve hacia Freites. - No me importa la fama que te preceda chico, ni a quién hayas jodido, estáis rodeados por hombres y mujeres que no tienen nada que perder salvo su vida, que no necesitan más alimento que la promesa de venganza y que están ansiosos de hundir cualquier barco que se acerque con una bandera negra. Tienes suerte de que uno de mis hombres decidiera darte una oportunidad, así que tienes nueve minutos para convencerme de que os dejemos desembarcar en esta costa. - Pone un reloj de bolsillo entre vosotros, ha puesto el cronómetro en marcha.
Por otro lado los soldados que se han quedado no han bajado las armas en ningún momento, siguen alerta con disciplina militar. Por cierto, los que tengan buen ojo y estén vigilando las costas se darán cuenta de que hay algunas figuras más ocultas entre los matojos.
- 2 - El harem de Omega:
- El repartidor sale volando junto con la puerta, estampandose en una pared y cayendo al suelo de morros sobre la nieve. No ofrece resistencia a la hora de recibir la llave ni cuando le amenazan con armas de Fuego.
Omega, notas una presencia en él, pero es como si fuera muy lejana, distorsionada quizás. Es más, el cañón de tu arma se hunde en su carne y su espalda se dobla con un crujido en una posición nada sana. Una masa rojiza sale de la herida, parece que te lo has cargado. Pero bajo la sombra de su gorra sonríe, no por el toque de Astartea (Es más, no notas que tengas sentimientos con los que trabajar en ese cuerpo)
Siento que la pizza no sea de vuestro agrado, su dinero será devuelto, pero por favor disfruten de nuestro producto, cortesía de la casa. - Su sonrisa se ensancha de manera antinatural hasta casi fundirse con sus orejas a la vez que sus miembros se doblan en sentido contrario, estirándose y tratando de apresar a Omega y a Astartea, quienes lo están tocando.
Ahora que podéis ver bien su cuerpo y la herida abierta por Omega parece que identificáis la sustancia que sale de esta, es arcilla. Pero ahí no acaba la cosa, cuando los disparos del vaquero se callan distinguís otra cosa, la caja de pizza sigue cerrada y descansa a escasos metros de vosotros, se escucha un pitido intermitente salir de esta con total claridad y con un ritmo bastante apresurado.
- 3 - Abby, Roland, Hazel y Kohaku:
- Una vez entráis, salgáis o no de Abby, pide a los presentes que se acomoden, hay una mesa delante de la hoguera con los asientos justos.
Sé que este no es el mejor método, pero creo que es lo mejor si queremos evitar que se entere ninguno de los infiltrados. - Comenta quitándose la capucha que cubre su cabeza y tomando asiento. - Como sabrán nuestro reino sufre una crisis sin precedentes, tememos que alguien quiera aprovecharla para debilitarnos y dar un golpe de estado, o incluso adueñarse de este territorio. El ataque no fue una mera casualidad ni unos piratas que quisieran causar estragos, fue planificado desde dentro, llevado a cabo cuando nuestros mejores hombres descansaban de unas maniobras y en un puerto en el que tardarían en llegar. Conocían a nuestros mejores guerreros y lucharon aprovechando sus debilidades para luego ir a las montañas. Sabemos que se escaparon por las minas, cabe la posibilidad que habilitaran los viejos teleféricos, pero hemos encontrado pruebas que indican que un grupo nutrido se ha adentrado en las minas, huellas de personas y animales de gran tamaño por igual, los lugareños dicen haber escuchado sonidos y ver luces en la entrada por las noches. Podemos asumir que las están usando como refugio. - Hace una pausa y mira la mesa con una mirada perdida. - Todavía no se lo he dicho a mi padre, pero creo que están preparando un ataque a gran escala, lo he discutido con el general, hemos pedido ayuda porque no queremos retirar el ejército que nos queda de las ciudades y puertos. - Hace una pausa y os mira con una sonrisa que fuerza a través de la preocupación. - Pero por favor, estoy hablando yo sola. Conozco bien estas tierras, si me decís lo que sabéis hacer puedo trazar una ruta segura para que viajeis.
Aquellos que tengan haki no notarán presencias fuera ni dentro más allá de los presentes. La princesa tiene una presencia algo débil pero eso es todo lo que cabe destacar de la situación.
- 4 - Bizvan y Liam:
- Podéis ver como la figura del callejón cree haberse escondido de vuestra mirada tras unas cajas que no hubiérais visto desde la calle. De todas formas al ver vuestras capacidades se da la vuelta y comienza a correr por las calles.
Por otro lado la de los tejados parece casi igual de sorprendida, salta a uno y a otro para poner algo de distancia y cuando llega a cierto punto salta hacia abajo. Por ahora sólo tenéis al sujeto del callejón a la vista… y se escapa.
- 5 - Braud y Raion:
- - Creo que no será necesario. - Una voz contesta a la tentativa de Braud por entrar por su cuenta. De detrás del muro sale una persona, alta, flaca, un hombre ya entrado en sus cincuenta con una barba cana bien afeitada. Viste un abrigo de porte militar que le cubre hasta las rodillas, por debajo unas botas de piel y en el cuello una bufanda. Al aparecer los guardias se ponen firmes. - No creo que haga mal que estos caballeros entren un poco antes de tiempo, por favor, pasad. - Con un gesto casi teatral os invita a entrar y las puertas se abren ante vosotros.
El jardín real está perfectamente cuidado a pesar del clima invernal, con el verde de las plantas cubierto por la nieve y el camino empedrado limpio, su superficie caliza es áspera para evitar resbalones y es algo que se nota con simplemente pisar. De todas formas hay algo que os llama la atención, desde que habéis puesto un pie en los jardines os sentís observados, es más, en algún momento a ambos os parece ver una pequeña figura que se mueve entre los cuidados setos, aunque cuando parece que váis a hacer contacto visual se escabulle.
Llegáis por unos portones de madera a lo que parece ser un comedor de grandes dimensiones con una cálida y alargada hoguera en el centro, rodeada de mesas preparadas para recibir a, por lo menos, una veintena de personas.
Mi nombre es Aurelio Kord, general del reino de Sakura y consejero del rey. Me temo que su majestad está preparándose todavía, pero si no les importa tomar asiento puedo empezar con las explicaciones. Como sabrán nuestro reino sufre una crisis sin precedentes, tememos que alguien quiera aprovecharla para debilitarnos y dar un golpe de estado, o incluso adueñarse de este territorio. El ataque no fue una mera casualidad ni unos piratas que quisieran causar estragos, fue planificado desde dentro, llevado a cabo cuando nuestros mejores hombres descansaban de unas maniobras y en un puerto en el que tardarían en llegar. Conocían a nuestros mejores guerreros y lucharon aprovechando sus debilidades para luego ir a las montañas. La información de las minas es parte de lo que encontraron, pero hay ciertos detalles que no hemos dado, por ejemplo que han habilitado las viejas góndolas teleféricas que se usaban para llegar antaño al viejo castillo en la cima de una de las montañas. Sospechamos que necesitaban cargar con algo grande y los túneles no servían para eso. - Mientras lo cuenta camina tranquilamente hasta un armario a un lado de la sala y saca de este una botella y tres vasos. Delante de vosotros sirve en estos un brebaje dorado. - Pero por favor, creo que os estoy aburriendo, bebed un poco de hidromiel y contadme cuales son vuestras capacidades, de esa forma podremos coordinarnos mejor.
- 6 - Thyra:
- Acabas de contradecir al líder del grupo, mi querida amiga. No tiene por qué ser algo malo por necesidad, pero quizás no sea la mejor idea teniendo en cuenta que acabas de integrarte en el grupo ―aunque sólo sea temporalmente―. De cualquier modo, los Merodeadores aguardan a que algunos reclutas más engrosen sus filas y se ponen en marcha siguiendo tu estrategia. Es la más viable, ¿qué quieres que te diga?
Se mueven como sombras en la noche sin apenas provocar ruidos al mover sus pies sobre la nieve y los tejados por los que se desplazan algunos de ellos. Gritos ahogados que no tardan en extinguirse revelan que son varias las incursiones que realizan tus compañeros. Tú también haces las tuyas, por supuesto ―puedes narrarlas como quieras, si quieres―, y tras varios tugurios de mala muerte el líder ordena que el grupo se reúna.
―Al parecer toda esta actividad se está organizando desde el bosque. Aquí sólo mandan a los efectivos para que lleven a cabo los sabotajes. En marcha ―ordena de forma tajante.
Esta vez no hay opción a réplica, pues el tipo se pone en marcha sin pararse a comprobar si alguno de sus subordinados tiene algo que decir u objetar. No tardáis en dejar atrás la civilización y adentraros en un mar de hojas verdes cubiertas por la nieve. Lleváis algo más de una hora caminando por un terreno en el que vuestras piernas se hunden hasta las rodillas, incluso el muslo en el caso de los merodeadores más altos y corpulentos, cuando un ruido en el follaje atrae la atención del grupo.
Ha sido completamente perceptible, y es que los causantes huyen de cualquier intento de pasar inadvertidos. Vuestro grupo está formado por catorce personas, y la manada de conejos gigantes de ojos rojos y expresión severa que os mira está conformada por diez ejemplares. Uno de ellos ruge, el que sin duda debe ser el jefe, y todos se lanzan al unísono a por vosotros. Entre zarpazos perdidos que te dañarán severamente si no haces nada por evitarlo, una bestia de dos metros de altura y garras afiladas como cuchillos se planta ante ti, intentando degollarte con un único movimiento horizontal.
- 7 - Pelireds:
- Claude, el negro escucha a la perfección tus palabras y a continuación sucede algo casi casi casi casi casi casi imperceptible ―creo que queda claro por dónde voy―. El sujeto amaga con dar un paso hacia ti, pero apenas ha movido el pie un milímetro cuando a mano de la anciana se interpone con elegancia y disimulo en su camino. En menos de un segundo se ha enfurecido y calmado…
De cualquier modo, la anciana mantiene la misma expresión y os indica que la sigáis cuando aceptáis su ofrecimiento. No os piden que adoptéis formación alguna para moveros, pero ellos van en dos columnas.
―Hay tanto que contar que no sé por dónde empezar, pero estoy segura de que podrás disfrutar de las Sagradas Escrituras en cuanto lleguemos ―dice la mujer en primer lugar. ¿Acaso se ha quedado sin ideas? ¿Simplemente le da pereza seguir hablando? Se ve que no―: Lo que ocurre aquí abajo es algo insignificante contemplado desde la eternidad del tiempo. Somos menos que los primeros átomos de grafito que manchan el papel al hacer un punto minúsculo con un lápiz ―¡Pues sí que controla la señora!―. Y en cuanto a ti, no queremos obligar ni convencer a nadie de nada. Sólo ofrecemos la verdad y aceptamos entre nosotros a cualquiera que quiera oírla.
En medio de tanta cháchara os habéis introducido en los bosques nevados de Sakura. Estos sólo son comparables a sus montañas, y es que resulta que es ahí donde os dirigís. Una gran oquedad suficiente como para que quepa una casa de dos plantas si alguien pudiese arrastrarla se presenta ante vosotros. No hay antorchas en su interior, pero escapa un apagado murmullo que, por qué negarlo, resulta sospechoso.
Los albinos acceden al interior y, les acompañéis o no, tras unos segundos dejaréis de verles. Casi en el mismo momento, el murmullo irá en aumento y lo que antes quizás parecían rezos pasan a convertirse en sonidos más… animales. Un poderoso rugido inunda la caverna y sale con furia hacia el exterior. En caso de que hayáis optado por entrar, por el momento sólo la oscuridad os rodea. Si seguís fuera… Está en vuestra mano decidir qué hacéis. ¿No os pica la curiosidad?
Abigail Mjöllnir
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Akuma no mi
Varios
El Mantra de Abigail no detectó ninguna presencia más en los alrededores ni en el propio almacén, significaba que era seguro salir de la fortaleza.
En el interior de la dimensión, los habitantes iban de aquí para allá, pero había una en concreto que estaba quieta, dedicándose a movilizar al resto. La copia de Abigail se esfumó, necesitaba toda su concentración en atender, descifrar y destripar lo que pudiera decir Theresa. En su lugar sería una muchacha que no sobrepasaría los veinte años, de pelo corto azul oscuro y ojos verdes la que resolvería sus preguntas.
—Podéis esperar en la capilla, y si vas por la segunda puerta de la izquierda y subes las escaleras están las habitaciones, las que estén abiertas están disponibles. No tenemos chimeneas, pero en esta dimensión no se nota el frío de fuera.
Con eso esperaba haber respondido a las dudas de Hazel. Pasaría ahora a las de Roland.
—Higuro, ¿puedes acompañarlo hasta los baños si tantas ganas tiene? —pidió. Después de dar aquella orden, el muchacho acompñaría a Roland hasta la puerta de uno de los baños que usaban.
Apenas un minuto después, la voz de Abi resonó por todas las instancias de la fortaleza, como si fuera una alarma global.
—Ya podéis salir si queréis, no hay nadie cerca. Ábreles la puerta, Amara, conectaré la sala de mando con la espalda. Roland, trata de comportarte, tú mismo has dicho que has venido aquí a trabajar. No podrás hacerlo por mucho tiempo si te pasas, tratamos con la realeza.
—Vale Abi, pero te has olvidado el catalejo y las esposas, ¿puedes abrir el polvorín otra vez?
Oh... ¿lo había olvidado? Obedeció a aquella petición, volvió a abrir aquella puerta, la cabecilla de los habitantes entró en la armería o polvorín y salió con un par de objetos que le tendería a Hazel. Uno de ellos era un catalejo de aspecto antiguo, y el otro eran un par de esposas.
—¿Te importa llevarle esto, por favor? Ten cuidado con las esposas, tienen Kairoseki y se debilitará si tocan el suelo. Por cierto, disculpa a Abi, no ha querido ofenderte, es que ya ha trabajado con él y teme que se beba el combustible de su lanzallamas —pidió a Hazel antes de entregarle ambas cosas —. Por aquí —guió a ambos (a quien quisiera salir) a una sala relativamente grande que contenía una mesa en el centro con un puñado de mapas esparcidos y varios tablones repartidos por las paredes, todos llenos de distintos carteles de Wanted, algunos de ellos con cruces rojas tachándolos. Estaban prácticamente todos los carteles que se habían hecho públicos y que seguían activos. Algunos, los piratas a los que había podido investigar, tenían además algunas notas clavadas en el cartel que contenían los datos más relevantes, así como sus crímenes. Una puerta se abriría en el fondo de esta sala y, a través de ella, podrían salir de la fortaleza para acabar en el almacén otra vez.
Mientras aquellos dos decidían si salían o no, ella y el muchacho que no terminaba de fiarse, Kohaku, podían continuar la conversación. Se sentó frente a ella, escuchó atentamente su testimonio. Se lo grabó en la mente, tratando de memorizar todos los detalles.
Vale... ¿no eran piratas? según decía la princesa, todo había sido fruto de un ataque interno aprovechando el conocimiento sobre la situación de los hombres del reino para elegir el lugar más idóneo para el ataque. No había sido, pues, un ataque casual. Huyeron a las montañas y algunos se han adentrado en las minas, además de la posibilidad de que hayan habilitado los viejos teleféricos. ¿Estarían arriba del todo? Si no le fallaba la memoria, arriba del todo estaban las ruinas del antiguo castillo.
Por un momento pensó en preguntar por los datos que había averiguado, pero nadie sería tan idiota como para instigar un golpe de estado en secreto usando tropas que cualquiera podría reconocer. Esos piratas debían ser mercenarios a sueldo o algo del estilo, contratados para debilitar al reino tal vez. Algo tan reconocible como un lobo con escamas extrañas o alguien de tanta altura, como habían dicho los lugareños, sería demasiado "vistoso" como para que los dirigentes del reino no lo reconocieran si pertenecían a sus propias filas.
—Está bien, princesa Claus. Soy una navegante experimentada. Sé que fuera nos espera una ventisca —empezaría con una muestra de sus dotes sobre el clima, ya había visto las nubes de fuera antes de entrar y, aunque no conocía la potencia de la ventisca, sí podía distinguir perfectamente los tipos de nubes —. Conozco las islas de casi todas las rutas del Grand Line, esta incluida, como si fueran mi isla de nacimiento —si les trazaba una ruta, la beata podía asegurarse de que la seguían sin desviarse e incluso, si se desviaban, podrían regresar a la ruta sin problemas —. Puedo seguir prácticamente cualquier ruta que nos ponga, alteza. También tengo conocimientos de artillería, pero no sé si eso será de utilidad —explicó. Podría seguir cualquier ruta menos una ruta submarina, aún estaba trabajando en eso.
De paso sería una buena oportunidad para saber qué podían hacer sus compañeros. Por supuesto, se callaría sus habilidades ofensivas porque eso no venía a cuento.
En el interior de la dimensión, los habitantes iban de aquí para allá, pero había una en concreto que estaba quieta, dedicándose a movilizar al resto. La copia de Abigail se esfumó, necesitaba toda su concentración en atender, descifrar y destripar lo que pudiera decir Theresa. En su lugar sería una muchacha que no sobrepasaría los veinte años, de pelo corto azul oscuro y ojos verdes la que resolvería sus preguntas.
—Podéis esperar en la capilla, y si vas por la segunda puerta de la izquierda y subes las escaleras están las habitaciones, las que estén abiertas están disponibles. No tenemos chimeneas, pero en esta dimensión no se nota el frío de fuera.
Con eso esperaba haber respondido a las dudas de Hazel. Pasaría ahora a las de Roland.
—Higuro, ¿puedes acompañarlo hasta los baños si tantas ganas tiene? —pidió. Después de dar aquella orden, el muchacho acompñaría a Roland hasta la puerta de uno de los baños que usaban.
Apenas un minuto después, la voz de Abi resonó por todas las instancias de la fortaleza, como si fuera una alarma global.
—Ya podéis salir si queréis, no hay nadie cerca. Ábreles la puerta, Amara, conectaré la sala de mando con la espalda. Roland, trata de comportarte, tú mismo has dicho que has venido aquí a trabajar. No podrás hacerlo por mucho tiempo si te pasas, tratamos con la realeza.
—Vale Abi, pero te has olvidado el catalejo y las esposas, ¿puedes abrir el polvorín otra vez?
Oh... ¿lo había olvidado? Obedeció a aquella petición, volvió a abrir aquella puerta, la cabecilla de los habitantes entró en la armería o polvorín y salió con un par de objetos que le tendería a Hazel. Uno de ellos era un catalejo de aspecto antiguo, y el otro eran un par de esposas.
—¿Te importa llevarle esto, por favor? Ten cuidado con las esposas, tienen Kairoseki y se debilitará si tocan el suelo. Por cierto, disculpa a Abi, no ha querido ofenderte, es que ya ha trabajado con él y teme que se beba el combustible de su lanzallamas —pidió a Hazel antes de entregarle ambas cosas —. Por aquí —guió a ambos (a quien quisiera salir) a una sala relativamente grande que contenía una mesa en el centro con un puñado de mapas esparcidos y varios tablones repartidos por las paredes, todos llenos de distintos carteles de Wanted, algunos de ellos con cruces rojas tachándolos. Estaban prácticamente todos los carteles que se habían hecho públicos y que seguían activos. Algunos, los piratas a los que había podido investigar, tenían además algunas notas clavadas en el cartel que contenían los datos más relevantes, así como sus crímenes. Una puerta se abriría en el fondo de esta sala y, a través de ella, podrían salir de la fortaleza para acabar en el almacén otra vez.
Mientras aquellos dos decidían si salían o no, ella y el muchacho que no terminaba de fiarse, Kohaku, podían continuar la conversación. Se sentó frente a ella, escuchó atentamente su testimonio. Se lo grabó en la mente, tratando de memorizar todos los detalles.
Vale... ¿no eran piratas? según decía la princesa, todo había sido fruto de un ataque interno aprovechando el conocimiento sobre la situación de los hombres del reino para elegir el lugar más idóneo para el ataque. No había sido, pues, un ataque casual. Huyeron a las montañas y algunos se han adentrado en las minas, además de la posibilidad de que hayan habilitado los viejos teleféricos. ¿Estarían arriba del todo? Si no le fallaba la memoria, arriba del todo estaban las ruinas del antiguo castillo.
Por un momento pensó en preguntar por los datos que había averiguado, pero nadie sería tan idiota como para instigar un golpe de estado en secreto usando tropas que cualquiera podría reconocer. Esos piratas debían ser mercenarios a sueldo o algo del estilo, contratados para debilitar al reino tal vez. Algo tan reconocible como un lobo con escamas extrañas o alguien de tanta altura, como habían dicho los lugareños, sería demasiado "vistoso" como para que los dirigentes del reino no lo reconocieran si pertenecían a sus propias filas.
—Está bien, princesa Claus. Soy una navegante experimentada. Sé que fuera nos espera una ventisca —empezaría con una muestra de sus dotes sobre el clima, ya había visto las nubes de fuera antes de entrar y, aunque no conocía la potencia de la ventisca, sí podía distinguir perfectamente los tipos de nubes —. Conozco las islas de casi todas las rutas del Grand Line, esta incluida, como si fueran mi isla de nacimiento —si les trazaba una ruta, la beata podía asegurarse de que la seguían sin desviarse e incluso, si se desviaban, podrían regresar a la ruta sin problemas —. Puedo seguir prácticamente cualquier ruta que nos ponga, alteza. También tengo conocimientos de artillería, pero no sé si eso será de utilidad —explicó. Podría seguir cualquier ruta menos una ruta submarina, aún estaba trabajando en eso.
De paso sería una buena oportunidad para saber qué podían hacer sus compañeros. Por supuesto, se callaría sus habilidades ofensivas porque eso no venía a cuento.
- resumen:
» Una de los de la fortaleza responde a las preguntas de Hazel y Roland, a este último otro de los de la fortaleza lo guía hasta el baño, ya que pregunta.
» Usa Mantra para detectar que no hay nadie más en los alrededores y comunica a los dos que ya pueden salir. Le recuerda a Roland que están ahí para trabajar y no para sacarse un wanted.
» Le dan a Hazel el catalejo y las esposas para que se las entregue a Abi.
» Responde a Theresa hablándole de sus habilidades como navegante, para asegurarle que conoce la isla de Drum (Cartografía, Ruta del Rey) y su clima (Climatología). Así, trata de convencerla de que podrá seguir cualquier ruta que les trace.
Liam D. Griffith
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Algo dentro de mi cabeza chirrió como lo hizo en mi última ida a English Garden, pero no llegó a nada más mientras veía como el hombre con el que había conversado se elevaba en el aire con tal velocidad y decisión. Si se trataba de un guarda del reino de Drum, sí que los tenían bien entrenados… Aun así, no parecía tener la suficiente velocidad como para cazar a aquella sombra que vi ni a la que a él le había arrebatado la atención, ya que tras un par de pasos pareció acabársele el fuelle. Aun así, mientras trataba de seguirle con la mirada para ver qué lograba hacer al final de todo aquello, fui cegado por el cielo; un cielo realmente nublado pero brillante a mis ojos. Me tapé pues con la mano para no tener que verlo y pude notar en el rostro del hombre y en cómo había decelerado que aquellos dos habían escapado sin dejar rastro.
Ahora bien, ¿quiénes podrían estar interesados en espiarnos…? Por él no podía hablar, pero teniendo en cuenta que había notado esa sensación tan ominosa desde mi llegada a puerto, había alguien que realmente me tendría el ojo echado. Era un marine y, más que eso, un simple cadete que no tenía el poder para cambiar nada dentro de lo que era el planeamiento de hoy, por lo que tampoco entendía por qué me podían tener fichado a mí y no a, bueno, cualquiera de los otros en el barco. Rodé los ojos, pensativo. «¿Y si es alguien de la guardia real secreta de Drum y simplemente están asegurándose de que todo está bien…?» medité, quizás siendo demasiado optimista respecto a la situación de que dos siluetas nos espiasen a la lejanía y huyesen claramente de nosotros y de la interacción.
De todas formas, era difícil haberse criado en English Garden y no poder reconocer el temporal que se avecinaba; de lluvia no bajaba. Con la temperatura quizás podría empeorar, pero la idea era no estar presente en el exterior cuando todo comenzase, ya que al mirar el reloj buscando la oportunidad de marcharme de allí la encontré. Era hora de ir a palacio y formar filas con el resto de marines que habían ido allí para escuchar el grueso del plan que llevaríamos a cabo. Y siendo una isla de invierno, con toda seguridad tendrían que tener calefacción allí dentro y un par de consejos para los que no estuvieran tan acostumbrados a servir bajo aquellas condiciones. Miré al hombre, sonriente, como tratando de quitarle algo de hierro a la desagradable situación, y separé los labios para hablar:
— No le des muchas vueltas a esto, puede ser cualquier cosa, ¿no crees? —Cada uno podía tratar de pensar qué había sido para sus adentros, claro, pero con la información con la que contaba en aquellos precisos instantes no serviría más que para hacerse un lío y perder la mira de lo que había que hacer—. ¡Muchas gracias igualmente! —dije, adelantándome un par de pasos veloces mientras me despedía con la mano—. ¡Yo tengo cita en palacio! ¡En otro momento nos veremos, si el destino quiere! —Era una forma de hablar, pero suponiendo que era un guardia, ya que no veía nada que me indicase lo contrario, supuse que no tendría que presentarse en la casa del rey para discutir el plan. De todas formas, seguramente todos tuviéramos que hacer rondas por el pueblo así que sería extraño no encontrármelo nuevamente de camino, especialmente con la percha que tenía. Así, viendo la gigantesca estructura a lo lejos, empecé a caminar con velocidad hacia donde nos habían dicho que nos reuniríamos para subir, frotando un poco mis brazos más por vicio que por frío.
Ahora bien, ¿quiénes podrían estar interesados en espiarnos…? Por él no podía hablar, pero teniendo en cuenta que había notado esa sensación tan ominosa desde mi llegada a puerto, había alguien que realmente me tendría el ojo echado. Era un marine y, más que eso, un simple cadete que no tenía el poder para cambiar nada dentro de lo que era el planeamiento de hoy, por lo que tampoco entendía por qué me podían tener fichado a mí y no a, bueno, cualquiera de los otros en el barco. Rodé los ojos, pensativo. «¿Y si es alguien de la guardia real secreta de Drum y simplemente están asegurándose de que todo está bien…?» medité, quizás siendo demasiado optimista respecto a la situación de que dos siluetas nos espiasen a la lejanía y huyesen claramente de nosotros y de la interacción.
De todas formas, era difícil haberse criado en English Garden y no poder reconocer el temporal que se avecinaba; de lluvia no bajaba. Con la temperatura quizás podría empeorar, pero la idea era no estar presente en el exterior cuando todo comenzase, ya que al mirar el reloj buscando la oportunidad de marcharme de allí la encontré. Era hora de ir a palacio y formar filas con el resto de marines que habían ido allí para escuchar el grueso del plan que llevaríamos a cabo. Y siendo una isla de invierno, con toda seguridad tendrían que tener calefacción allí dentro y un par de consejos para los que no estuvieran tan acostumbrados a servir bajo aquellas condiciones. Miré al hombre, sonriente, como tratando de quitarle algo de hierro a la desagradable situación, y separé los labios para hablar:
— No le des muchas vueltas a esto, puede ser cualquier cosa, ¿no crees? —Cada uno podía tratar de pensar qué había sido para sus adentros, claro, pero con la información con la que contaba en aquellos precisos instantes no serviría más que para hacerse un lío y perder la mira de lo que había que hacer—. ¡Muchas gracias igualmente! —dije, adelantándome un par de pasos veloces mientras me despedía con la mano—. ¡Yo tengo cita en palacio! ¡En otro momento nos veremos, si el destino quiere! —Era una forma de hablar, pero suponiendo que era un guardia, ya que no veía nada que me indicase lo contrario, supuse que no tendría que presentarse en la casa del rey para discutir el plan. De todas formas, seguramente todos tuviéramos que hacer rondas por el pueblo así que sería extraño no encontrármelo nuevamente de camino, especialmente con la percha que tenía. Así, viendo la gigantesca estructura a lo lejos, empecé a caminar con velocidad hacia donde nos habían dicho que nos reuniríamos para subir, frotando un poco mis brazos más por vicio que por frío.
- Resumen:
- ¿Voy adonde los teleféricos? Supongo.
Kohaku Sato
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La princesa los llevo frente a una hoguera en un lugar solitario, en el cual no se podía percibir nada del exterior, ni una sola presencia más allá de las de sus nuevos compañeros de trabajo y el de la princesa, que parecía estar muy por debajo de las suyas propias.
La hoguera daba calor, demasiada para su gusto en ese momento. Tanto tiempo en aquella isla había hecho que se aclimatara, y tener ese fogón frente a él le hizo emanar de la frente unas gotas de sudor que apartó con la mancha de su brazo derecho.
La princesa hablaba, contando su versión, la cual, desde el punto de vista del moreno, no tenía sentido alguno. «¿En serio pretende que me crea esa milonga?», se preguntó Kohaku para sí mismo. Frunció el entrecejo y espero a que alguno de sus compañeros hablara primero, pues si seguían la jerarquía estipulada en el mundo de los cazadores, sería muy descortés que lo hiciera él. Abigail abrió el camino, aclarando alguna de sus habilidades: navegante y tiradora.
—Antes de nada, su alteza —alzó la voz Kohaku, con un tono de voz serio y sereno, mirándola fijamente a los ojos. Buscaba encontrar algún atisbo de mentira en su discurso, intimidarla levemente para que dijera la verdad si estuviera mintiendo—. Por lo que tengo entendido, el reino de Drum es un país afiliado al gobierno mundial, ¿me equivoco? —esperó a que le diera una respuesta afirmativa que ya sabía—. ¿No sería lo más conveniente, aprovecharse de los contactos de su padre, el sumo monarca de este reino, y hablar con el gobierno mundial para que envía agentes y se infiltren en la oposición que intentaba derrocaros? Es decir, al ser un conflicto interno entiendo que no podáis confiar en vuestros más allegados, pues puede haber cualquier agente doble. Incluso usted misma podría estar ejecutando un papel victimista y ser una de las personas que está orquestando entre bambalinas este complot en contra de su propio padre, como dijo antes… no sois la legítima heredera al trono —hizo una pequeña pausa—. No digo que la esté juzgando ni mucho menos. Soy un cazador y solo me rijo por dos normas: el dinero y la lealtad. Mientras me pague le serviré en lo que sea, sin decir nada y sin objetar nada. Solo quería aclarar que me parece extraño —apartó en ese momento la vista de los ojos de la princesa—. Si quiere saber mis habilidades, tan solo ha de leer mis informes. Soy un diestro espadachín, que casualmente tiene un don para con los animales —dijo, mostrando la mejor de sus sonrisas—. Así que dinos cuantos nos va a pagar y, de poder ser, nos gustaría un cincuenta por ciento por adelantado.
Dicho aquello, volvió a mantenerse callado mientras el resto de sus compañeros hablaban.
La hoguera daba calor, demasiada para su gusto en ese momento. Tanto tiempo en aquella isla había hecho que se aclimatara, y tener ese fogón frente a él le hizo emanar de la frente unas gotas de sudor que apartó con la mancha de su brazo derecho.
La princesa hablaba, contando su versión, la cual, desde el punto de vista del moreno, no tenía sentido alguno. «¿En serio pretende que me crea esa milonga?», se preguntó Kohaku para sí mismo. Frunció el entrecejo y espero a que alguno de sus compañeros hablara primero, pues si seguían la jerarquía estipulada en el mundo de los cazadores, sería muy descortés que lo hiciera él. Abigail abrió el camino, aclarando alguna de sus habilidades: navegante y tiradora.
—Antes de nada, su alteza —alzó la voz Kohaku, con un tono de voz serio y sereno, mirándola fijamente a los ojos. Buscaba encontrar algún atisbo de mentira en su discurso, intimidarla levemente para que dijera la verdad si estuviera mintiendo—. Por lo que tengo entendido, el reino de Drum es un país afiliado al gobierno mundial, ¿me equivoco? —esperó a que le diera una respuesta afirmativa que ya sabía—. ¿No sería lo más conveniente, aprovecharse de los contactos de su padre, el sumo monarca de este reino, y hablar con el gobierno mundial para que envía agentes y se infiltren en la oposición que intentaba derrocaros? Es decir, al ser un conflicto interno entiendo que no podáis confiar en vuestros más allegados, pues puede haber cualquier agente doble. Incluso usted misma podría estar ejecutando un papel victimista y ser una de las personas que está orquestando entre bambalinas este complot en contra de su propio padre, como dijo antes… no sois la legítima heredera al trono —hizo una pequeña pausa—. No digo que la esté juzgando ni mucho menos. Soy un cazador y solo me rijo por dos normas: el dinero y la lealtad. Mientras me pague le serviré en lo que sea, sin decir nada y sin objetar nada. Solo quería aclarar que me parece extraño —apartó en ese momento la vista de los ojos de la princesa—. Si quiere saber mis habilidades, tan solo ha de leer mis informes. Soy un diestro espadachín, que casualmente tiene un don para con los animales —dijo, mostrando la mejor de sus sonrisas—. Así que dinos cuantos nos va a pagar y, de poder ser, nos gustaría un cincuenta por ciento por adelantado.
Dicho aquello, volvió a mantenerse callado mientras el resto de sus compañeros hablaban.
- Resumen:
- Desconfiar de la princesa, tratar de saber si miente y esperar a que el resto hable.
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