Illje Landvik
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Akuma no mi
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De alguna manera, el plan había salido bien. Arik había convocado la avalancha y un alud de nieve se había dejado caer sobre los albinos con la sutileza de un mazazo en la cabeza. Vio a Claude caer entre la marea blanca, no era demasiado difícil detectar las dos cabezas pelirrojas que daban vueltas entre la nieve. Parecieron llegar sanos y salvos al menos, aunque en seguida dio media vuelta y se alejó con Aria en brazos.
Les habría seguido, pero eran mayorcitos para cuidarse solos y acababa de ver algo un tanto preocupante. Frunciendo el ceño, se acercó a su hermana. ¿Acababa el albino negro de meterse en la cueva de vuelta? ¿Cómo demonios había esquivado la avalancha? Sí, deberían aprovechar para marcharse ahora que les habían dejado solos, pero quería entender lo que acababa de suceder. No tenía ningún sentido, debería estar muerto. No podía dejarlo estar.
Por lo visto no era la única que pensaba así. Delante de ella, Serleena, Aria y Arik se le habían adelantado y estaban entrando en la cueva. Se apresuró a poner la función todoterreno de sus patines y seguirlos, curiosa por ver en qué lío estaban a punto de meterse.
Nos adentramos en el lugar con la luz de Elina guiándonos. Disminuí la velocidad al unirme a ellos y me deslicé en silencio a su lado, mirando a todas partes.
Atravesamos un arco de piedra y de repente, las paredes refulgieron a nuestro alrededor. Una segunda mirada reveló que no eran más que pinturas que la luz de Elina hacía brillar. No las entendía, pero apreciaba su belleza. ¿Tendrían que ver con su extraña religión? No estaba segura.
De repente, el lugar se ensanchó y nuevamente la confusión le dejó tocada. Jaulas. La sala estaba llena de jaulas de diferentes tamaños. Rodó suavemente examinándolas, intentando entender su propósito. Algunas estaban como nuevas, pero otras… la más grande estaba abierta y no había que ser muy listo para entender que de ahí había salido el triceratops que les habían soltado encima. Pero...¿y el resto? Había habido más enemigos. Agarró a Kamar y la sostuvo delante de sí, en guardia. No se fiaba ni un pelo. ¿Por qué jaulas? También los albinos estaban en una cuando les llevaron a la cueva.
-Elina, no entiendo nada pero todo esto es muy raro.
Aún así, no pensaba echarse atrás, eso por supuesto. Esperaba que ella estuviera de acuerdo, pero tenía toda la intención de seguir avanzando por donde se había perdido el albino que quedaba. A esas alturas del cuento no sabía si estaba vivo, si era un holograma o una ilusión, quizá solo un recuerdo… pero pensaba averiguarlo.
Les habría seguido, pero eran mayorcitos para cuidarse solos y acababa de ver algo un tanto preocupante. Frunciendo el ceño, se acercó a su hermana. ¿Acababa el albino negro de meterse en la cueva de vuelta? ¿Cómo demonios había esquivado la avalancha? Sí, deberían aprovechar para marcharse ahora que les habían dejado solos, pero quería entender lo que acababa de suceder. No tenía ningún sentido, debería estar muerto. No podía dejarlo estar.
Por lo visto no era la única que pensaba así. Delante de ella, Serleena, Aria y Arik se le habían adelantado y estaban entrando en la cueva. Se apresuró a poner la función todoterreno de sus patines y seguirlos, curiosa por ver en qué lío estaban a punto de meterse.
Nos adentramos en el lugar con la luz de Elina guiándonos. Disminuí la velocidad al unirme a ellos y me deslicé en silencio a su lado, mirando a todas partes.
Atravesamos un arco de piedra y de repente, las paredes refulgieron a nuestro alrededor. Una segunda mirada reveló que no eran más que pinturas que la luz de Elina hacía brillar. No las entendía, pero apreciaba su belleza. ¿Tendrían que ver con su extraña religión? No estaba segura.
De repente, el lugar se ensanchó y nuevamente la confusión le dejó tocada. Jaulas. La sala estaba llena de jaulas de diferentes tamaños. Rodó suavemente examinándolas, intentando entender su propósito. Algunas estaban como nuevas, pero otras… la más grande estaba abierta y no había que ser muy listo para entender que de ahí había salido el triceratops que les habían soltado encima. Pero...¿y el resto? Había habido más enemigos. Agarró a Kamar y la sostuvo delante de sí, en guardia. No se fiaba ni un pelo. ¿Por qué jaulas? También los albinos estaban en una cuando les llevaron a la cueva.
-Elina, no entiendo nada pero todo esto es muy raro.
Aún así, no pensaba echarse atrás, eso por supuesto. Esperaba que ella estuviera de acuerdo, pero tenía toda la intención de seguir avanzando por donde se había perdido el albino que quedaba. A esas alturas del cuento no sabía si estaba vivo, si era un holograma o una ilusión, quizá solo un recuerdo… pero pensaba averiguarlo.
- resumen:
- Reunirme con Serleena, Elina y Arik y avanzar por la cueva, seguir por el segundo arco con una espada en la mano en guardia.
Claude von Appetit
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Akuma no mi
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Hay veces que, cuando caminas largas distancias con un bulto tan pesado en brazos, el tiempo pasa extraordinariamente despacio. El paseo da para pensar, claro, pero una larga jornada de reflexión se ve fuertemente mancillada cuando la mayor parte de ella consiste en "me aburro", "joder, cómo pesa" o "a ver si llego de una puta vez". La cosa es que termino llegando con Aria hasta el barco, claro, sin ninguna incidencia. Lógico, por otro lado, ¿qué es lo peor que podría pasarme en un bosque nevado? Ni siquiera es como si hubiese robado una rosa o algo así. Y aunque no he podido evitar mantener la guardia alta durante todo el trayecto, puedo reconocer que no habría sido necesario. He llegado, y no hay más. El Fancy Rooster me recibe con los jirones de mi bandera y un color rojizo en el casco que, si bien no es feo, tampoco se han esmerado mucho en mirar gamas cromáticas. En este barco quedaba mucho mejor un tono suave, de modo que los detalles resalten con un potente escarlata.
- ¡Sven! -grito, accediendo a la cubierta principal-. ¡Tengo un paquete para ti!
- ¡Te he dicho que no me hables, estoy trabajando! -responde, vociferando más que yo.
- ¡Haz tu puñetero trabajo y obedece a tu capitán, gandul!
Espero un minuto. Y dos. Dejo que pasen casi cinco minutos antes de darme cuenta de que no va a venir. Bueno, problema suyo, se lo quitaré de la nómina. Llevo a la pelirroja hasta su camarote y la dejo tumbada, y salgo de nuevo a cubierta. Me choco con Barbie, que se disculpa educadamente, y le digo que no pasa nada. Aria está a salvo y yo en el barco, por lo que si quisiera vengarme solo tendría que llevarme mi legítima embarcación lejos. Sin embargo, eso me alejaría de Illje y técnicamente estaría secuestrando a su hermana, así que dejo escapar la idea a pesar de todo.
Dejo una nota en la cocina para cuando Rossy se pase sepa que Aria está indispuesta, por si quiere llevarle algo, y me voy otra vez. Podría volver a la cueva con esta gente, pero no tengo ningún interés por saquear una vaca rinoceronte robot muerta, y yo he venido a esta isla con un objetivo claro. Y ese objetivo no se va a cumplir si no llego al castillo, así que... Bueno, me encamino hacia el corazón del pueblo. Imagino que podré encontrar un poco de información y ubicarme algo mejor tras eso.
- ¡Sven! -grito, accediendo a la cubierta principal-. ¡Tengo un paquete para ti!
- ¡Te he dicho que no me hables, estoy trabajando! -responde, vociferando más que yo.
- ¡Haz tu puñetero trabajo y obedece a tu capitán, gandul!
Espero un minuto. Y dos. Dejo que pasen casi cinco minutos antes de darme cuenta de que no va a venir. Bueno, problema suyo, se lo quitaré de la nómina. Llevo a la pelirroja hasta su camarote y la dejo tumbada, y salgo de nuevo a cubierta. Me choco con Barbie, que se disculpa educadamente, y le digo que no pasa nada. Aria está a salvo y yo en el barco, por lo que si quisiera vengarme solo tendría que llevarme mi legítima embarcación lejos. Sin embargo, eso me alejaría de Illje y técnicamente estaría secuestrando a su hermana, así que dejo escapar la idea a pesar de todo.
Dejo una nota en la cocina para cuando Rossy se pase sepa que Aria está indispuesta, por si quiere llevarle algo, y me voy otra vez. Podría volver a la cueva con esta gente, pero no tengo ningún interés por saquear una vaca rinoceronte robot muerta, y yo he venido a esta isla con un objetivo claro. Y ese objetivo no se va a cumplir si no llego al castillo, así que... Bueno, me encamino hacia el corazón del pueblo. Imagino que podré encontrar un poco de información y ubicarme algo mejor tras eso.
- Resumen:
- Fuck it, cuevas. Yo me voy de excursión.
Omega
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Akuma no mi
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- No puedo darte a mis compañeros, pero te traeré al responsable de esto. Acepto el trato - respondió mentalmente.
Y entonces despertó. Abrió los ojos sin entender bien lo que ocurría, mientras escuchaba a su alrededor tiros, golpes y ruidos de batalla. Se incorporó con esfuerzo, notando sus manos tocar... ¿nieve? ¿En la cueva? Vio a Ash junto a una pequeñas barreras blancas y supuso que era parte de su poder, el que le había visto usar en el barco. Tanto ella como John disparaban contra enemigos hechos de arcilla, quienes intentaban atacarles disparándoles con arcos y usando lanzas. Dos lanceros habían logrado llegar hasta la albina y parecían a punto de atacarles.
- ¡Cuidado! - gritó levantándose.
Flexionó las piernas y se impulsó hacia delante con un soru, atravesando la nieve e interponiéndose entre las lanzas y la chica. Entonces tensó los músculos y empleó su tekkai para aumentar su robustez. Las dos armas impactaron contra su torso, y aunque le dolió un poco el impacto, no retrocedió ni un centímetro. Observó entre sus enemigos y vio que tras ellos venían dos caballeros de arcilla por el puente y cuatro arqueros más salían de la torre. Los problemas se acumulaban.
- ¡Demolitioner!
Centrando su fuerza en los brazos, lanzó sendos golpes hacia los lanceros. Su ataque generaría unas vibraciones que quebrarían su estructura. Si no eran humanos sino objetos, lo sentía por el responsable, pero se habían ido a topar con su enemigo natural.
- Esto no se acabará nunca. Esto es el poder de una akuma no mi. Hay que acabar con el usuario.
Flexionó las piernas y comenzó a avanzar por el aire zigzagueando con su kamisori. Recorrería el abismo entre ambos salientes y se dirigiría al torreón, entrando por alguna ventana. Si no había, iría a la puerta. Usaría su sexto sentido para intentar buscar al tipo que estaba creando aquellas cosas. No podían afrontar a una oleada tras otra de enemigos o se acabarían cansando.
Y entonces despertó. Abrió los ojos sin entender bien lo que ocurría, mientras escuchaba a su alrededor tiros, golpes y ruidos de batalla. Se incorporó con esfuerzo, notando sus manos tocar... ¿nieve? ¿En la cueva? Vio a Ash junto a una pequeñas barreras blancas y supuso que era parte de su poder, el que le había visto usar en el barco. Tanto ella como John disparaban contra enemigos hechos de arcilla, quienes intentaban atacarles disparándoles con arcos y usando lanzas. Dos lanceros habían logrado llegar hasta la albina y parecían a punto de atacarles.
- ¡Cuidado! - gritó levantándose.
Flexionó las piernas y se impulsó hacia delante con un soru, atravesando la nieve e interponiéndose entre las lanzas y la chica. Entonces tensó los músculos y empleó su tekkai para aumentar su robustez. Las dos armas impactaron contra su torso, y aunque le dolió un poco el impacto, no retrocedió ni un centímetro. Observó entre sus enemigos y vio que tras ellos venían dos caballeros de arcilla por el puente y cuatro arqueros más salían de la torre. Los problemas se acumulaban.
- ¡Demolitioner!
Centrando su fuerza en los brazos, lanzó sendos golpes hacia los lanceros. Su ataque generaría unas vibraciones que quebrarían su estructura. Si no eran humanos sino objetos, lo sentía por el responsable, pero se habían ido a topar con su enemigo natural.
- Esto no se acabará nunca. Esto es el poder de una akuma no mi. Hay que acabar con el usuario.
Flexionó las piernas y comenzó a avanzar por el aire zigzagueando con su kamisori. Recorrería el abismo entre ambos salientes y se dirigiría al torreón, entrando por alguna ventana. Si no había, iría a la puerta. Usaría su sexto sentido para intentar buscar al tipo que estaba creando aquellas cosas. No podían afrontar a una oleada tras otra de enemigos o se acabarían cansando.
- resumen:
- Acepto el trato, me despierto, protejo a Ash, le sacudo a las estatuas y me marco un "my planet needs me".
Ashlyn Blake
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Si tal y como Omega decía, esto no terminaría hasta acabar con el responsable no había tiempo que perder. Dejaría que el chico hiciera sus jibiris y entonces entraría en su forma híbrida. Comenzaría a avanzar mientras hacía que vientos de ciento cincuenta kilometros hora lo que podría compararse con un tifón avanzasen junto a ella para evitar que cualquier flecha pudiera tocarla y si alguno de esos muñecajos de arcilla se atrevía a acercarse ella seguramente saldrían por los aires por la fuerza de aquellos vientos que la rodeaban. Iban hacía adelante, evitando en todo momento a Omega y a John para evitar que pudieran hacerle cualquier daño.
Seguiría al agente del cp hacía el otro lado del puente donde buscaría entender que estaba ocurriendo. Buscaría con el hombre al responsable de todo aquel alboroto y de paso miraría por los portones para ver que era lo que escondían. Aquella edificación seguramente guardaba algo de interés y no tenía ningún tipo de intención de marcharse de allí sin averiguar que demonios estaba pasando y quien estaba detrás de toda aquella porquería. Cuando lo encontrase, seguramente le daría una paliza por hacerla perder el tiempo de aquella manera. Además de eso, quería cobrar, claro que quería cobrar, para eso trabajaba una caza recompensas y si el tipo valía dinerito se encargaría de que le dieran el precio de su cabeza.
Ash no trabaja gratis que de algo tiene que comer uno. Mantenía sus pistolas en las manos por si necesitaba disparar a algún objetivo que apareciera de la nada, por el momento las cosas se habían puesto un poco serías y esperaba que entre los tres pudieran encontrar al responsable pronto para acabar con esos muñequitos de arcilla cuanto antes. Estaban empezando a ser un verdadero problema y no le gustaban los problemas, al menos no aquellos que resultaban demasiado complejos. Ashlyn es una mujer a la que le gusta solucionar las cosas de la forma más rápida y menos costosa después de todo. Se preguntaba en que líos andaría metido Velkan, si no recordaba mal había dicho no se que de ir de visita a su isla natal.
Seguiría al agente del cp hacía el otro lado del puente donde buscaría entender que estaba ocurriendo. Buscaría con el hombre al responsable de todo aquel alboroto y de paso miraría por los portones para ver que era lo que escondían. Aquella edificación seguramente guardaba algo de interés y no tenía ningún tipo de intención de marcharse de allí sin averiguar que demonios estaba pasando y quien estaba detrás de toda aquella porquería. Cuando lo encontrase, seguramente le daría una paliza por hacerla perder el tiempo de aquella manera. Además de eso, quería cobrar, claro que quería cobrar, para eso trabajaba una caza recompensas y si el tipo valía dinerito se encargaría de que le dieran el precio de su cabeza.
Ash no trabaja gratis que de algo tiene que comer uno. Mantenía sus pistolas en las manos por si necesitaba disparar a algún objetivo que apareciera de la nada, por el momento las cosas se habían puesto un poco serías y esperaba que entre los tres pudieran encontrar al responsable pronto para acabar con esos muñequitos de arcilla cuanto antes. Estaban empezando a ser un verdadero problema y no le gustaban los problemas, al menos no aquellos que resultaban demasiado complejos. Ashlyn es una mujer a la que le gusta solucionar las cosas de la forma más rápida y menos costosa después de todo. Se preguntaba en que líos andaría metido Velkan, si no recordaba mal había dicho no se que de ir de visita a su isla natal.
- Resumen:
- Avanzar por el puente usando su viento como escudo y como arma hasta llegar al otro lado donde se pone a buscar al responsable y de paso a investigar los portones y esas cosas
Kohaku Sato
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«No me da buena espina este tipo», se dijo Kohaku para sus adentros sin apartar la mano del mango de su preciada golondrina.
La respuesta que le había dado le hizo ver que la persona que tendría en frente estaba completamente segura de sus actos, quizá tenía demasiada seguridad para el gusto de una persona como Kohaku. Seguía sin saber quien era, y eso no tampoco le gustaba.
Su primer impulso fue el de acabar con él, independientemente de la cantidad de sangre que derramara, después de todo estaba solo, y si se encontraba a algún enemigo pues no importaría que acabase con su vida. Sin embargo, cuando levantó su hábito, pese a que no pudo comprobar si era hombre o mujer, contempló tres pantallas, en las que vio a sus compañeros de cacería en aquella cada vez más complicada empresa.
—¿Y qué si les ocurre algo? —le preguntó con el semblante serio, mostrando luego una liviana sonrisa que apenas duró un instante. Estaba mintiendo, pero si tenía una ventaja en aquel asunto era que esa persona no sabía nada de él, a excepción de lo que pudiera haber recopilado en sus pocas misiones—. A menos gente más dinero para mí —le dijo—. Me harías un favor si te deshicieras del gordo. Pero está bien —dijo, quitando la mano de la empuñadura, pero dejándola lo suficientemente cerca. Jugaremos a tu juego, pero yo pondré mis propias reglas. Estará siempre delante de mí, y a una distancia de unos dos metros, ¿de acuerdo?
Esperaba que aceptara, y una vez lo hiciera le seguiría muy atento a cualquier movimiento o paso en falso.
«Espero no arrepentirme de no haberlo cortado en dos», se diría una vez comenzaran a caminar.
La respuesta que le había dado le hizo ver que la persona que tendría en frente estaba completamente segura de sus actos, quizá tenía demasiada seguridad para el gusto de una persona como Kohaku. Seguía sin saber quien era, y eso no tampoco le gustaba.
Su primer impulso fue el de acabar con él, independientemente de la cantidad de sangre que derramara, después de todo estaba solo, y si se encontraba a algún enemigo pues no importaría que acabase con su vida. Sin embargo, cuando levantó su hábito, pese a que no pudo comprobar si era hombre o mujer, contempló tres pantallas, en las que vio a sus compañeros de cacería en aquella cada vez más complicada empresa.
—¿Y qué si les ocurre algo? —le preguntó con el semblante serio, mostrando luego una liviana sonrisa que apenas duró un instante. Estaba mintiendo, pero si tenía una ventaja en aquel asunto era que esa persona no sabía nada de él, a excepción de lo que pudiera haber recopilado en sus pocas misiones—. A menos gente más dinero para mí —le dijo—. Me harías un favor si te deshicieras del gordo. Pero está bien —dijo, quitando la mano de la empuñadura, pero dejándola lo suficientemente cerca. Jugaremos a tu juego, pero yo pondré mis propias reglas. Estará siempre delante de mí, y a una distancia de unos dos metros, ¿de acuerdo?
Esperaba que aceptara, y una vez lo hiciera le seguiría muy atento a cualquier movimiento o paso en falso.
«Espero no arrepentirme de no haberlo cortado en dos», se diría una vez comenzaran a caminar.
- Resumen:
- Hablar con la mujer/el hombre y tratar de negociar
Aquel lugar, que podría haberle resultado una maravilla de la naturaleza de forma normal, seguía generándole escalofríos. Quizás la pesadilla de antes le había provocado un tipo de trauma, pero, por una u otra cosa no podía evitar que cada fibra de su ser la mantuvieran en alerta, apartándose a un lado cuando pasaban más de esos bichillos setas a su lado y dibujando una mueca al verles campar a sus anchas. Parecían inofensivos, casi como las setas que llevaba en su bolsa improvisada, pero como siempre, las apariencias podían engañar.
Abigail y ella tomaron caminos separados mientras investigaban el lugar, mientras la rubia se entretenía haciendo preguntas a las setas, ella se había adentrado un poco más en la cueva, sin terminar de perderla de vista. No se pudo adentrar demasiado tampoco, pero en su paso había conseguido algo de información: Por un lado, el camino no había podido ser creado de forma natural, ni parecía hecho por las setas que llevaban musgo hasta la orilla de la pequeña charca subterránea, quienes paseaban por cualquier parte del terreno para poder ir de uno a otro lado. Este no se veía perturbado, así que debían tener un origen similar. Pero bueno, eran setas al fin y al cabo. Todo muy normal dentro de lo surrealista del ambiente hasta que uno de los hongos que correteaban de uno a otro lado se cruzó con ella portando un cráneo de lo que en su momento debió haber sido un reno tiempo atrás. La seta arrojó el hueso a lo que parecía una pila de desechos de la que procedía un olor putrefacto. No solo otros huesos sino restos más carnosos de animales se amontonaban entre el micelio que se engrosaba en el lugar. Aquello acabó de perturbarla, recordando el conejo con el que se hubieran cruzado.
Ya no quedaba mucha más cueva que explorar, al lado de la zona de animales muertos la oscuridad se tragaba la cavidad. Pero no podría ir hasta ese lugar sola. De hecho… Llevaba demasiados minutos andando sola, así que antes de hacer nada más se volvió, viendo cómo se llevaban a Abigail a otro lugar en el sentido opuesto. «Si es que me cago en Dios y en todo lo sagrado de esta mujer». Maldijo en su fuero interno. Tendría que aligerar el paso para poder seguirla, ya que ambas estarían más seguras juntas, así que lo primero que hizo fue quitarse la bolsa del hombro y lanzarla hacia la salida. Con suerte, esas escasas setas alumbrarían la zona y ella podría vislumbrar algo antes de volver apresuradamente sobre sus pasos —todo lo apresuradamente que le permitiera su pierna herida—.
Le tomó unos cinco minutos más que a Abigail llegar al lugar donde se encontraba el pórtico de setas gigantes, el cual encontró al ver como las setas se alejaban del lugar. Al llegar, pudo ver a Abigail de espaldas a ella. Había llegado a escuchar solo su última frase, en la que hablaba sobre el Lapahn. Desde ese lugar, escondida, no era capaz de ver con quien hablaba, así que no le quedó otra más que adentrarse, procurando evitar en todo lo posible tocar lo blanco del suelo. Eso sí, le costó mucho reprimir un grito de una mezcla de enfado y miedo. «Joder, ¿ves? Las putas setas no eran buenas, no. Espera, el puto Roland se había fumado una, ¿no? Mierda, ¿se volverá un tarugo zombie de esos?» Esas entre otras preocupaciones se arremolinaron en su cabeza. Casi agradecía haberse quitado ese lastre de encima aún con más ganas y todo.
—Abigail —la llamó desde detrás, manteniendo toda la calma que pudo por fuera—. Siento haber tardado, me embobe observando este bonito lugar —mintió. Aunque no había hecho nada malo o que pudiera perturbar al Micelio, así que supuso que colaría como que solo estaba impactada. Se fijó entonces en la corona—. No sabía que estábamos tratando con alguien de la realeza, perdón—. Y no le podría importar menos, mientras apoyaba su mano en una postura que intentaba parecer relajada, sobre la guarda de su espada. Ya que no le habían atacado aún cabía una pequeña oportunidad de que no pasara nada «malo» ahí dentro. Pero mejor estarse atenta.
Abigail y ella tomaron caminos separados mientras investigaban el lugar, mientras la rubia se entretenía haciendo preguntas a las setas, ella se había adentrado un poco más en la cueva, sin terminar de perderla de vista. No se pudo adentrar demasiado tampoco, pero en su paso había conseguido algo de información: Por un lado, el camino no había podido ser creado de forma natural, ni parecía hecho por las setas que llevaban musgo hasta la orilla de la pequeña charca subterránea, quienes paseaban por cualquier parte del terreno para poder ir de uno a otro lado. Este no se veía perturbado, así que debían tener un origen similar. Pero bueno, eran setas al fin y al cabo. Todo muy normal dentro de lo surrealista del ambiente hasta que uno de los hongos que correteaban de uno a otro lado se cruzó con ella portando un cráneo de lo que en su momento debió haber sido un reno tiempo atrás. La seta arrojó el hueso a lo que parecía una pila de desechos de la que procedía un olor putrefacto. No solo otros huesos sino restos más carnosos de animales se amontonaban entre el micelio que se engrosaba en el lugar. Aquello acabó de perturbarla, recordando el conejo con el que se hubieran cruzado.
Ya no quedaba mucha más cueva que explorar, al lado de la zona de animales muertos la oscuridad se tragaba la cavidad. Pero no podría ir hasta ese lugar sola. De hecho… Llevaba demasiados minutos andando sola, así que antes de hacer nada más se volvió, viendo cómo se llevaban a Abigail a otro lugar en el sentido opuesto. «Si es que me cago en Dios y en todo lo sagrado de esta mujer». Maldijo en su fuero interno. Tendría que aligerar el paso para poder seguirla, ya que ambas estarían más seguras juntas, así que lo primero que hizo fue quitarse la bolsa del hombro y lanzarla hacia la salida. Con suerte, esas escasas setas alumbrarían la zona y ella podría vislumbrar algo antes de volver apresuradamente sobre sus pasos —todo lo apresuradamente que le permitiera su pierna herida—.
Le tomó unos cinco minutos más que a Abigail llegar al lugar donde se encontraba el pórtico de setas gigantes, el cual encontró al ver como las setas se alejaban del lugar. Al llegar, pudo ver a Abigail de espaldas a ella. Había llegado a escuchar solo su última frase, en la que hablaba sobre el Lapahn. Desde ese lugar, escondida, no era capaz de ver con quien hablaba, así que no le quedó otra más que adentrarse, procurando evitar en todo lo posible tocar lo blanco del suelo. Eso sí, le costó mucho reprimir un grito de una mezcla de enfado y miedo. «Joder, ¿ves? Las putas setas no eran buenas, no. Espera, el puto Roland se había fumado una, ¿no? Mierda, ¿se volverá un tarugo zombie de esos?» Esas entre otras preocupaciones se arremolinaron en su cabeza. Casi agradecía haberse quitado ese lastre de encima aún con más ganas y todo.
—Abigail —la llamó desde detrás, manteniendo toda la calma que pudo por fuera—. Siento haber tardado, me embobe observando este bonito lugar —mintió. Aunque no había hecho nada malo o que pudiera perturbar al Micelio, así que supuso que colaría como que solo estaba impactada. Se fijó entonces en la corona—. No sabía que estábamos tratando con alguien de la realeza, perdón—. Y no le podría importar menos, mientras apoyaba su mano en una postura que intentaba parecer relajada, sobre la guarda de su espada. Ya que no le habían atacado aún cabía una pequeña oportunidad de que no pasara nada «malo» ahí dentro. Pero mejor estarse atenta.
- Resumen:
- • Explorar un poco, fijandome en lo dicho en la moderación. Preocuparme al ver lo de los cadáveres, aunque de base ya estaba con la mosca detrás de la oreja.
• Tirar la bolsa improvisada con setas al fondo para quitarse lastre y ver si la luz que emanaba le daba para ver algo al fondo antes de volver sobre sus pasos para reunirse de nuevo con Abby.
• Llegar a donde ella cuando está terminando de preguntar y ponerse a su altura, acongojandose un poco al ver al bicho de zarcillos.
•Intentar mantener la compostura y mostrarse cordial, pero con la mano preparada para desenvainar de ser necesario.
Ryuichi Ichiban
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Su puño se encontró con muy poca resistencia. Entró en la boca del lobo y salió por su nuca. Era una sensación... extraña. No era como golpear carne, era como... como... Como cuando fueron a visitar a la abuela Gertra y un pequeño Braud de cinco años se dedicó a dar puñetazos a los jarrones de cerámica que la abuela había hecho con sus propias manos. No pudo sino confirmar su sensación cuando vio que en el suelo no había sangre, carne ni vísceras. Solo... trozos de jarrón. El gigante se quitó del brazo los restos cerámicos del lobo.
Entonces se dio cuenta de que había sido herido. Tenía clavadas esquirlas de la coraza del animal. Ni siquiera se había dado cuenta por el ansia del combate. La sensación de dolor llegó a él en cuanto se dio cuenta de su presencia. Por si fuera poco, las esquirlas empezaron a reaccionar violentamente a algo y aumentaron su dolor. Haciendo una mueca, las arrancó de su carne y las lanzó lejos. Habían perforado su abrigo de piel de oso y además había manchado el pelo del mismo de sangre. Hizo una mueca de desagrado.
Vio al león guardarse algo del suelo. Le pareció que era algo de un color rojizo... No tuvo muy claro lo que era. Tras apagar su aura potenciadora, se dispuso a continuar el camino junto a su compañero mink.
—¿Qué era eso que te has guardado? —le preguntó durante el camino—. Por cierto, ¿Sabes si alguien del grupo es sanador? Puedo aguantar con esto, pero no estaría mal que me lo miraran.
No le molestaban las cicatrices, pero si algo tenía el trabajo en equipo era ventajas, y una de ellas era la capacidad de que un compañero más experimentado pueda tratarte las heridas y poder combatir un día más.
Entonces se dio cuenta de que había sido herido. Tenía clavadas esquirlas de la coraza del animal. Ni siquiera se había dado cuenta por el ansia del combate. La sensación de dolor llegó a él en cuanto se dio cuenta de su presencia. Por si fuera poco, las esquirlas empezaron a reaccionar violentamente a algo y aumentaron su dolor. Haciendo una mueca, las arrancó de su carne y las lanzó lejos. Habían perforado su abrigo de piel de oso y además había manchado el pelo del mismo de sangre. Hizo una mueca de desagrado.
Vio al león guardarse algo del suelo. Le pareció que era algo de un color rojizo... No tuvo muy claro lo que era. Tras apagar su aura potenciadora, se dispuso a continuar el camino junto a su compañero mink.
—¿Qué era eso que te has guardado? —le preguntó durante el camino—. Por cierto, ¿Sabes si alguien del grupo es sanador? Puedo aguantar con esto, pero no estaría mal que me lo miraran.
No le molestaban las cicatrices, pero si algo tenía el trabajo en equipo era ventajas, y una de ellas era la capacidad de que un compañero más experimentado pueda tratarte las heridas y poder combatir un día más.
- Resumen:
- Quitarme las cosas que hacen pupa y seguir el camino con Raion
Elina Landvik
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Aquella cueva parecía que no tenía fin, pero tampoco tenía pensado dejar escapar tan rápido al superviviente de la avalancha. Por el momento se habían terminado por unir a ella Illje y Serleena además de Arik. Aria seguramente se encontraría tranquila en el barco y de Claude no sabía nada más por el momento. Seguramente hubiese ido a esconderse o vete tu a saber que, tal vez volviese con alguna de sus locas ideas o cachibaches. Pero por el momento seguirían la investigación. Al ver aquellas jaulas arqueo una ceja, seguramente allí es donde tuvieran encerradas a esas cosas tan raras que los habían atacado.
— Raro es poco, esta mierda cada vez tiene menos sentido — la respuesta a Illje fue esa, simple pero clara, no tenía idea de donde se estaban metiendo pero desde luego era momento de averiguarlo. Seguirían el camino con precaución y usando la luz justa y necesaria para alumbrarse pero no llamar la atención. No quería que aquel tipo se diera cuenta de que iban detrás de él, por el momento era mejor que pasaran inadvertidos. Eran un grupo de cuatro personas y bueno, aunque se pudieran defender bien entre ellos era mejor que no cayeran en una emboscada o algo parecido.
Siguieron adentrándose, vigilando a su alrededor para evitar que pudieran pillarlos por sorpresa mientras intentaban averiguar que estaba ocurriendo y que escondían esos sinvergüenzas. Esperaba que al menos tuvieran algo interesante o que valiera la pena, de lo contrario Elina se sentiría decepcionada, tanto poder y tanta fiereza para luego no tener nada, un poco triste. Pero por el momento tenía esperanza de encontrar algo interesante al final del tunel, un tesoro tal vez o algo, con que pudieran dar con algo interesante se daría por satisfecha.
— Raro es poco, esta mierda cada vez tiene menos sentido — la respuesta a Illje fue esa, simple pero clara, no tenía idea de donde se estaban metiendo pero desde luego era momento de averiguarlo. Seguirían el camino con precaución y usando la luz justa y necesaria para alumbrarse pero no llamar la atención. No quería que aquel tipo se diera cuenta de que iban detrás de él, por el momento era mejor que pasaran inadvertidos. Eran un grupo de cuatro personas y bueno, aunque se pudieran defender bien entre ellos era mejor que no cayeran en una emboscada o algo parecido.
Siguieron adentrándose, vigilando a su alrededor para evitar que pudieran pillarlos por sorpresa mientras intentaban averiguar que estaba ocurriendo y que escondían esos sinvergüenzas. Esperaba que al menos tuvieran algo interesante o que valiera la pena, de lo contrario Elina se sentiría decepcionada, tanto poder y tanta fiereza para luego no tener nada, un poco triste. Pero por el momento tenía esperanza de encontrar algo interesante al final del tunel, un tesoro tal vez o algo, con que pudieran dar con algo interesante se daría por satisfecha.
- Resumen:
- Seguir el caminito a jereh a ver si damos con el señor y con lo que sea que ocultan en la cueva
Zira
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Buscaba, buscaba y buscaba, hurgaba cada parte de ese cuerpo, algo bueno debía tener, de primeras le quitó el kunai que le había clavado en la pierna y volvió a guardarlo en la bolsa izquierda de su cintura. –Vamos, dame algo bueno… –Ni bien terminó esa frase encontró otro kunai, su sonrisa aumentó mientras lo guardaba en la misma bolsa que el anterior. –Meh, esto no me va. –Dijo al encontrar los shuriken, no se le daban del todo bien las armas puramente arrojadizas, los kunai al menos servían para apuñalar o torturar. En cuanto encontró la cantimplora la miró con malos ojos, podía tener tanto agua como alguna sustancia dañina, de todos modos la dejó a un lado y siguió buscando. –¿Eh? –Fue lo que salió de su boca al encontrar ese papel, lo desdobló con cuidado y leyó lo que había en el interior, no se le daban mal las coordenadas, así que no tardaría en saber cual era el lugar. Aunque el sonido del den den mushi le impedía concentrarse, estuvo por tirarle algo para que se callara, pero entonces alguien tocó su cabeza.
La chica se volteó confundida encontrándose de cara con el capitán, quien le besó la frente para luego darle unas palabras de felicitación. La pirata frunció el ceño con algo de molestia, no por sus palabras sino por sus actos. –No me trates como una niña. –Le respondió a la par que lo agarraba de sus prendas a la altura del pecho y le besaba los labios con tal brusquedad que casi llegaba a ser un cabezazo. Tras eso lo soltó y desvió la mirada al cadáver. –Al parecer este tipo intentaba llamar a los de aquel barco. –Decía señalando a la pared que se encontraba en la misma dirección del barco gigante.
Fue entonces que llegó aquel marinero con el sake, Zira simplemente le hizo una mirada de reojo, solo quería ver su cara, en cuanto lo hizo volteó otra vez la cabeza sin prestarle mucha atención. Pero entonces llegó Jace y con eso Alpha comenzó un discurso para los dos. La chica lo escuchó con atención, cuando una pregunta fue dirigida a ella, decidió responder al instante. –Sí, no dejó de sonar el hijo de puta, aún así el tipo buscaba uno aquí para llamar a los del barco, no entiendo por qué. –Dijo a la par que tomaba un pedazo de oreja del cadáver y la miraba fijamente a modo de mantener ocupado su cuerpo y no quedarse quieta, lo mismo hizo con un ojo.
Fue entonces que unas palabras del capitán despertaron preocupación en ella. –¿Te envenenaron? ¡Mierda! –Elevó el tono frustrada a la vez que le daba un puñetazo en el estómago al cuerpo inerte del ninja, esto provocó que saliera más sangre de algunas heridas ensuciando aún más, y ni hablar de ella, parecía Carrie en miniatura. Antes de seguir liberando su frustración, una prioridad pasó por su cabeza. –Espera, no atiendas aún, mira… –Le dijo a Jace a la par que le pasaba el papel que había encontrado. –Al parecer tenían un plan para dentro de dos semanas, no sé si es una reunión o qué mierda, usen esto como les plazca, fin de la interrupción, puedes proseguir cuchillitos. –Y tras esas palabras tomó la cantimplora y se la pasó al capitán. –No sé que tiene adentro, pero a mí no me importa. –Le dijo para luego sentir como el barco se topaba con algo.
El timonel no tardó en llegar a darles las buenas nuevas al trío, Zira se dio una palmada en la frente, la situación iba cada vez más a peor, tras escuchar las órdenes del capitán, pondría una mano en su hombro para llamar su atención. –¿Voy tras ese vejestorio? Soy rápida, seguro alcanzo a un cojo. –Le preguntó más a modo de sugerencia que otra cosa, tenía ganas de seguir con la acción.
La chica se volteó confundida encontrándose de cara con el capitán, quien le besó la frente para luego darle unas palabras de felicitación. La pirata frunció el ceño con algo de molestia, no por sus palabras sino por sus actos. –No me trates como una niña. –Le respondió a la par que lo agarraba de sus prendas a la altura del pecho y le besaba los labios con tal brusquedad que casi llegaba a ser un cabezazo. Tras eso lo soltó y desvió la mirada al cadáver. –Al parecer este tipo intentaba llamar a los de aquel barco. –Decía señalando a la pared que se encontraba en la misma dirección del barco gigante.
Fue entonces que llegó aquel marinero con el sake, Zira simplemente le hizo una mirada de reojo, solo quería ver su cara, en cuanto lo hizo volteó otra vez la cabeza sin prestarle mucha atención. Pero entonces llegó Jace y con eso Alpha comenzó un discurso para los dos. La chica lo escuchó con atención, cuando una pregunta fue dirigida a ella, decidió responder al instante. –Sí, no dejó de sonar el hijo de puta, aún así el tipo buscaba uno aquí para llamar a los del barco, no entiendo por qué. –Dijo a la par que tomaba un pedazo de oreja del cadáver y la miraba fijamente a modo de mantener ocupado su cuerpo y no quedarse quieta, lo mismo hizo con un ojo.
Fue entonces que unas palabras del capitán despertaron preocupación en ella. –¿Te envenenaron? ¡Mierda! –Elevó el tono frustrada a la vez que le daba un puñetazo en el estómago al cuerpo inerte del ninja, esto provocó que saliera más sangre de algunas heridas ensuciando aún más, y ni hablar de ella, parecía Carrie en miniatura. Antes de seguir liberando su frustración, una prioridad pasó por su cabeza. –Espera, no atiendas aún, mira… –Le dijo a Jace a la par que le pasaba el papel que había encontrado. –Al parecer tenían un plan para dentro de dos semanas, no sé si es una reunión o qué mierda, usen esto como les plazca, fin de la interrupción, puedes proseguir cuchillitos. –Y tras esas palabras tomó la cantimplora y se la pasó al capitán. –No sé que tiene adentro, pero a mí no me importa. –Le dijo para luego sentir como el barco se topaba con algo.
El timonel no tardó en llegar a darles las buenas nuevas al trío, Zira se dio una palmada en la frente, la situación iba cada vez más a peor, tras escuchar las órdenes del capitán, pondría una mano en su hombro para llamar su atención. –¿Voy tras ese vejestorio? Soy rápida, seguro alcanzo a un cojo. –Le preguntó más a modo de sugerencia que otra cosa, tenía ganas de seguir con la acción.
- Resumen:
- -Recolecta y guarda las armas.
-Lee el papel y descifra las coordenadas.
-Besa al capitán de modo brusco.
-Les cuenta a Jace y Alpha lo que estaba haciendo el infiltrado.
-Se molesta y golpea al cadáver cuando se enteró de que su capitán fue envenenado. Más para limpiar, que bien.
-Le pasa el papel a Jace y les explica a ambos lo que deduce del contenido del mismo.
-Le pasa la cantimplora a Alpha.
-Ante la nueva problemática escucha las órdenes del capitán y sugiere otra alternativa para que ella haga.
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Me desplazaría tranquilamente por el barco sin mayores prisas, aun estaba pensativo por lo que acababa de pasar ahí después de todo aun no me demostraba seguro ante el actuar de Alpha en esta guerra que nos habíamos metido, y con esa proposición de traición me había dejado bastante tocado en cuanto a si aceptarla o no. Aun así, pondría mi mejor cara para no llamar la atención (y en este caso mi mejor cara no es que fuese una sonrisa, sino más bien una cara de seriedad bastante grave la cual siempre pasaba pegada a mi), cosa que una vez adentro me vieran totalmente normal y sin ningún cambio.
-Hola capitán el reo no me dio mucho, pero el libro que él tenía sí finalmente. - Diría con un saludo mundano y un poco vago, pero que serviría por ahora dado que debía ser rápido y conciso, después de todo quitarle el ojo a ese maldito por unos segundos sería un problema y no avisar de las bombas sería aún peor.
Así mi capitán daría un discurso donde me daría básicamente un aliento hacia los tripulantes y en especial mi persona que para variar me agradaría bastante, después de todo me dejaría a mi como el líder de una nueva embarcación -Deja los detalles para después Alpha necesito me escuches unos segundos, hay bombas más adelantes en el rio y tengo una idea bastante simple para debilitar sus fuerzas. – Explicaría cuando Alpha me contaría que contestara el denden mushi que había conseguido Zira a lo cual no me negaría después de todo era bastante ayuda, después de todo así podríamos invadir más de un punto rápidamente si lograba decirles los puntos exactos que invadir.
Sería entonces donde todo se iría a la mierda el camino se bloquearía gracias a un derrumbe por las ventiscas afuera, y mi prisionero se daría a la fuga -Solo unos segundos y no duda en escapar el muy hijo de puta- Comentaría recordando lo débil que estaba -Zira revisa afuera que lo que haya caído sea el yo junto a Freites iremos a ver el barco entero, dudo sea el quien ha escapado nadando debe ser una distracción, estaba muy débil de antes y no creo que si no soporto el ataque de Alpha soporte estar en el agua. – Explicaría dando la alarma existía la posibilidad que estuviese aun en el barco y partiría inmediatamente a ver si podía revisar, debíamos atraparle y organizar nuestro ataque.
-Hola capitán el reo no me dio mucho, pero el libro que él tenía sí finalmente. - Diría con un saludo mundano y un poco vago, pero que serviría por ahora dado que debía ser rápido y conciso, después de todo quitarle el ojo a ese maldito por unos segundos sería un problema y no avisar de las bombas sería aún peor.
Así mi capitán daría un discurso donde me daría básicamente un aliento hacia los tripulantes y en especial mi persona que para variar me agradaría bastante, después de todo me dejaría a mi como el líder de una nueva embarcación -Deja los detalles para después Alpha necesito me escuches unos segundos, hay bombas más adelantes en el rio y tengo una idea bastante simple para debilitar sus fuerzas. – Explicaría cuando Alpha me contaría que contestara el denden mushi que había conseguido Zira a lo cual no me negaría después de todo era bastante ayuda, después de todo así podríamos invadir más de un punto rápidamente si lograba decirles los puntos exactos que invadir.
Sería entonces donde todo se iría a la mierda el camino se bloquearía gracias a un derrumbe por las ventiscas afuera, y mi prisionero se daría a la fuga -Solo unos segundos y no duda en escapar el muy hijo de puta- Comentaría recordando lo débil que estaba -Zira revisa afuera que lo que haya caído sea el yo junto a Freites iremos a ver el barco entero, dudo sea el quien ha escapado nadando debe ser una distracción, estaba muy débil de antes y no creo que si no soporto el ataque de Alpha soporte estar en el agua. – Explicaría dando la alarma existía la posibilidad que estuviese aun en el barco y partiría inmediatamente a ver si podía revisar, debíamos atraparle y organizar nuestro ataque.
Normas del capítulo:
Moderación
La ventisca sopla con fuerza, arreciando la isla con sus helados vientos, los cuales aúllan entre los picos como una manada espectral de bestias. El corazón de la tormenta se abalanza sobre Sakura, mientras el destino de la isla se decide al amparo de estos inmisericordes vientos.
En palacio un paño limpia la sangre de una espada. El consejero Aurelio arrastra el cuerpo sin vida del rey por el pasillo, un corte vertical limpio y preciso va desde su frente hasta el estómago. Llega ante unos portones de madera y llama, sacudiéndose el polvo de su chaqueta y quitándose los guantes manchados de sangre, los cuales guarda en un bolsillo. Al recibir permiso para entrar abre la puerta y accede. Es un despacho amplio, con varios sillones forrados de piel, un escritorio y una mesa rodeada de estanterías repletas de libros. En uno de los sillones el rey Chris se incorpora para recibir al consejero. Viste una bata blanca y cierra el libro que estaba leyendo.
- Tal y como temimos, su majestad, intentaron suplantarlo. - Dijo el consejero de forma solemne, inclinándose ante el monarca. - Me he encargado de los impostores de los que tenía mayores sospechas, hasta ahora no me he equivocado.
Ambos hombres caminan hasta el pasillo. Cuando el consejero se inclina ante el cuerpo del falso rey lleva la mano a su cara cortada, mete el dedo por debajo de la piel y tira. La cara se pela como una máscara hecha de algo parecido a arcilla, revelando que el rey falso era alguien con una complexión parecida y un disfraz extremadamente realista.
- Me temo que usted no es el único. Conserve la calma, la otra persona que lograron suplantar a parte del mayordomo y usted fue…
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
La ventisca sopla con fuerza, arreciando la isla con sus helados vientos, los cuales aúllan entre los picos como una manada espectral de bestias. El corazón de la tormenta se abalanza sobre Sakura, mientras el destino de la isla se decide al amparo de estos inmisericordes vientos.
En palacio un paño limpia la sangre de una espada. El consejero Aurelio arrastra el cuerpo sin vida del rey por el pasillo, un corte vertical limpio y preciso va desde su frente hasta el estómago. Llega ante unos portones de madera y llama, sacudiéndose el polvo de su chaqueta y quitándose los guantes manchados de sangre, los cuales guarda en un bolsillo. Al recibir permiso para entrar abre la puerta y accede. Es un despacho amplio, con varios sillones forrados de piel, un escritorio y una mesa rodeada de estanterías repletas de libros. En uno de los sillones el rey Chris se incorpora para recibir al consejero. Viste una bata blanca y cierra el libro que estaba leyendo.
- Tal y como temimos, su majestad, intentaron suplantarlo. - Dijo el consejero de forma solemne, inclinándose ante el monarca. - Me he encargado de los impostores de los que tenía mayores sospechas, hasta ahora no me he equivocado.
Ambos hombres caminan hasta el pasillo. Cuando el consejero se inclina ante el cuerpo del falso rey lleva la mano a su cara cortada, mete el dedo por debajo de la piel y tira. La cara se pela como una máscara hecha de algo parecido a arcilla, revelando que el rey falso era alguien con una complexión parecida y un disfraz extremadamente realista.
- Me temo que usted no es el único. Conserve la calma, la otra persona que lograron suplantar a parte del mayordomo y usted fue…
- Abi y Hazel:
- Hay un silencio incómodo en la sala, uno que sólo se ve interrumpido por el goteo del agua en la distancia y los pasos de un hombrecillo que pasa entre vosotros. Se puede haber tirado perfectamente más de un minuto en silencio sin decir nada hasta que…
- Oh. Disculpad, es que soy nuevo en esto de las conversaciones. Y no te preocupes no soy de la realeza, eso es para monos, es simplemente que cuando tomo esta forma me gusta imitar las cosas que se ponen los humanos en la cabeza. - Su voz se vuelve algo más normal, el tono y timbre van cambiando un poco con cada palabra hasta que se vuelven uniformes. - Algo extraño… Bueno pueden haber sido esos tipos que han llegado a las minas y se han puesto a ponerlo todo patas arriba. Fuimos capaces de llegar un acuerdo por el cual respetarán este lugar, así que no creo que pasen por aquí, están más por las minas y las ruinas de la vieja ciudadela, creedme tengo “ojos” en todos los rincones de las montañas. Me imagino que entre los simios no son unos individuos de agrado, porque desde que llegaron ha habido mucho jaleo fuera, esperaba que alguien llegase hasta aquí buscándolos, menos mal que no ha sido nadie que se ponga a quemar nuestra casa. De todas formas, aunque hiciéramos un trato no me importaría que se fueran si significa que va a llegar más gente, así que si queréis encargaros de ellos no me importaría contaros lo que se. - Hace un gesto con lo que parece una mano y de entre el suelo emergen dos setas de tallo grueso y sombrero mullido y plano. - Tomad asiento, se que los vertebrados sufren de fatiga al sostenerse durante mucho tiempo sobre sus apéndices. - Él hace lo mismo y se sienta sobre una gran seta que emerge tras su cuerpo. - En cuanto a lo del cadáver del laphan es… bueno, era uno de mis hijos, puedo contaros lo que son si queréis. Pero antes…
Extiende uno de los “dedos” de su mano y una ramificación sale disparada a una velocidad absurda, pasando justo entre vuestras cabezas. A vuestras espaldas se escucha el sonido de algo rompiéndose. Cuando retrae su “dedo” tiene atado en él y machacado lo que parece ser una estalactita, solo que su interior no es de piedra, sino de arcilla, cerca de la punta tiene lo que parece ser una cámara.
- Le dije que no me gustaba que metiera sus juguetes en mis dominios.
- Roland:
- El primer disparo vuela por encima de su hombro hasta reventar parte del techo. Las rocas caen a su espalda y la sala retumba, pero parece que aguantará sin venirse abajo, la estructura está pensada para usar explosivos al fin y al cabo.
Cuando disparas a Lulú a bocajarro la bala choca con su coraza con un sonoro “clonk” y estalla. Cuando el humo se disipa puedes ver que la fuerza ha sido suficiente para apartarlo de ti, permitiendo que te levantes si quieres. Al ver su coraza esta está bastante dañada y varios cachos han caído al suelo. En su pecho tiene un hueco por el que se le deberían ver unas costillas reventadas, pero eso no es carne, es una sustancia rojiza con un olor a tierra húmeda. Se queja, y se tambalea un poco, pero regresa a la normalidad y blande su arma, no contra tí, sino contra una de las riostras de la pared. La madera gruesa se quiebra ante el golpe y cuando cae el techo comienza a agretarse sobre tu cabeza. Él por otro lado se aparta para no acabar enterrado.
- Kohaku:
- El extraño sonríe al escucharte, parece que no le extraña que digas eso, o por lo menos no está fuera de sus planes.
- Bien, si no te importa… - Y entonces en la pantalla de Roland ves como hay una explosión y la de Abi y Hazel se apaga. Cubre de nuevo las pantallas y camina delante tuyo tal y como has dicho.
No notas ningún amago de querer escapar, se mantiene constantemente a la distancia que le has dicho ni tampoco parece querer volverse contra tí. Te lleva por los extensos pasillos, los cuales a medida que avanzáis presentan ventanas que miran al interior de una enorme sala en una cueva, en el fondo de esta parece haber una masa de agua, como una laguna, y en el centro se eleva una estructura parecida a una ciudadela de piedra, la cual emerge del suelo hasta conectar con el techo, haciendo de gigantesco pilar.
- Estas ruinas fueron construidas hace generaciones por los habitantes del reino de Sakura, durante la época de grandes y constantes ventiscas que llamaron “el reinado sin sol” Cuando el clima volvió a la normalidad regresaron a la vida normal que habían tenido hasta entonces, pero como el acceso a la isla en esa época era extremadamente difícil casi no existen registros de esa época. Ahora creen que esos túneles dan a las minas que construyeron más tarde, pero es el escondite perfecto cuando no quieres que nadie te encuentre, y están en buenas condiciones.
Mientras explica a vuestro lado van pasando viejas puertas de madera abiertas que dan a salas oscuras que no se usan desde hace generaciones. El pasillo parece rodear la sala hasta que llegáis a una intersección, a uno de los lados hay unos grandes portones metálicos abiertos y tras estos un gran balcón semicircular que sale al interior de la cueva. Es tan espacioso que podría ser perfectamente una plaza, y se encuentra iluminado con antorchas. Se para delante de la barandilla y permanece en silencio unos segundos.
- Sin duda esta es una hermosa herencia desperdiciada, pero cuando nosotros acabemos ese no será el caso. Este será nuestro castillo, nuestro bastión y nuestro reino. Desde aquí, y desde las otras cuatro islas podremos agitar los pilares de este aburrido mundo. Tú podrías formar parte de ello, tus habilidades nos vendrían bien, y podrías liberarte de las cadenas que te atan y de tus temores… - Saca una daga y se hace un corte en la palma de la mano, la sangre empieza a brotar y a caer sobre las losas de piedra.
- Braud y Raion:
- Seguís vuestro camino tras el combate. El sendero sigue elevándose entre las paredes de roca y aunque el viento aúlla sobre vuestras cabezas cada vez hace más frío. A lo lejos, en la falda de la montaña, entre la nieve, se empieza distinguir uno de los pilares que lleva la góndola teleférica. Son bastante grandes, aunque todavía queda algo de camino.
Salís del camino entre el desfiladero, no deberíais tener problemas en llegar en unos minutos de caminata, pero algo ocurre. Un estruendo se escucha ladera arriba, entre los árboles, tras eso el relativo silencio. Hasta que un sonido comienza a llegar a vuestros oídos, al principio como un murmullo, luego como el estruendo de una ola rompiendo a lo lejos, cuando miráis podéis ver un manto blanco que se está tragando la ladera, avanzando a toda velocidad hacia vuestra posición. Estáis en un terreno rocoso, y sin conocer la zona no sabríais si estáis en un lugar seguro ante la avalancha. Por ahora la apuesta más razonable sería encontrar un lugar elevado o una cobertura sólida.
- Freites, Jace y Zira:
Jace, si vas a mirar lo que ha caído, en efecto, no parece estar ahí, es simplemente su chaqueta. No te hace falta mirar mucho, las aguas heladas son claras y no se ve movimiento tras estas. Mientras tanto el pobre grumete se afana en limpiar para doblar su salario mientras Zira se afana en que no lo consiga añadiendo más sangre que limpiar.
El den den mushi sigue sonando, sin nadie que conteste y no parece que la persona que está al otro lado se canse de esperar, debe de estar bastante interesada en contactar con el dueño. Ahora que tenéis un poco de tiempo para revisar un mapa podréis ver que las trampas no están muy lejos, separadas unos 500 metros unas de otras, con los explosivos enterrados entre la nieve y señalados con un tronco derribado hacia el norte. Gracias al hielo podríais incluso llegar caminando.
Entre tanto uno de los hombres de la tripulación grita “¡Ahí está!”. Señala en el lado contrario del barco a un hombre que chapotea en el agua helada luchando por no ahogarse, si, lleva sus ropas. Zira, los trozos de hielo son lo suficientemente grandes y abundantes como para bajar directamente del barco a estos, tendrías más a mano alcanzarlo.
- Bizvan y Liam:
- Los soldados de arcilla no hacen ningún movimiento por mucho que sean vigilados, están como debería estar el material que los compone, inertes. Sus facciones son una estatua cuidadosamente labrada de facciones andróginas y de complexiones ideales.
Por otro lado los barrotes caen sin problema y el mayordomo sale de la celda. Un poco confuso y frío, pero parece en buen estado. Os mira a los dos y cae en la cuenta de quien pueden ser las personas que han enviado a alguien a su rescate.
- Ahora me siento un poco mal por haber sido tan estricto con las gemelas. - Una amarga sonrisa se dibuja en su rostro. - Hay que alertar a palacio, no soy el único que fue suplantado, trajeron a algunos de mis compañeros aprovechando al confusión del ataque. Puedo hacer una lista con sus nombres para que los detengan y comprueben que son impostores. Entre los invasores hay una persona, no pude ver su rostro, pero puede hacer soldados de arcilla como estos, así como máscaras realistas para ponérselas a sus agentes y que se hagan pasar por las personas secuestradas.
Os indica que, por la otra puerta que hay en la sala, se pueden acceder a las mazmorras de la antigua ciudadela, allí es donde mantienen prisioneros a, al menos otras seis personas a las que han suplantado. Ha llegado a ver el otro lado de reojo cuando se abría, pero no ha podido llegar a ver cómo es la sala. Ahora podíais llevarlo a un lugar seguro o, por en contrario seguir adelante y rescatar al resto. Os comenta que, como ninguno de los suplantados eran soldados o personas conflictivas la seguridad es bastante baja, aunque de vez en cuando llega alguna persona para asegurarse de que todo sigue en orden. Os dice también que los soldados son autónomos, siguen una orden simple y al parecer se “mueren” cuando reciben cierta cantidad de daño.
- Están haciendo drifting en la nieve:
- Omega, las lanzas se quiebran y logras reventar a los lanceros, los cuales caen al suelo hechos papilla. Cuando despegas y recorres algunas de las paredes de la estructructura puedes ver que las ventanas que hay son altas y alargadas, pero a lo mejor si intentas entrar te quedas atascado. De todas formas las puertas ya están lo suficientemente abiertas como para que podáis ver el interior.
Ash, los soldados no son muy listos, siguen disparando flechas a lo más llamativo que encuentran (Que en este caso eres tu), las cuales son desviadas. Los que se acercan acaban siendo empujados por el viento y caen al agua y los caballos parecía que iban a pasar hasta que perdieron el equilibrio. Por sus movimientos sabéis que son artificiales y obra de alguien, pero son más automáticos que controlados por alguien consciente, como si su orden fuera “atacar a lo que se acerque”.
Por dentro, tanto con vuestra vista como con el mantra no veis a nadie más ni refuerzos que estén saliendo. Parece que las tropas eran un contingente para mantener a los entrometidos fuera de la fortaleza. Omega, con el mantra activo notas que cada uno tiene una presencia muy muy efímera.
El interior de la sala es un salón alargado, con columnas que flanquean una nave central ensolada con baldosas de piedra pulida de diferentes tonalidades de gris en un patrón geométrico. Tras unos 50 metros en el interior de esa nave vacía unas escalinatas ascienden a unos portones cerrados, hay otras dos menores a cada lado, las cuales suben a un único nivel superior en forma de pasarela, se distingue una salida a uno de los lados en el nivel superior.
Los soldados no os dan mayores problemas, y menos una vez podéis ver los patrones que siguen, son enemigos fáciles que caen con facilidad. Una vez os encargáis de todos podríais seguir explorando.
- Pelirrojos:
- Caminito de Belén que seguimos. ¿Dónde estará eso? Bueno, que atravesáis la siguiente arcada y discurría por túneles cavados sin un sentido aparente. Cuando os sentís más perdidos encontráis algo que os hace decidiros por un camino en busca del negro albino ―podéis narrar esos indicios como queráis, si es que queréis―.
La cuestión es que finalmente alcanzáis, de nuevo, una zona donde la montaña se abre para crear un vientre capaz de acogeros a vosotros y a una multitud la mar de nutrida. No obstante, es diferente. No por el tema de las jaulas, pues esta vez hay muchísimas más pese a que estén cubiertas por lonas, sino porque un sinfín de hongos de todas las formas y tamaños crecen en cualquier lugar que se os pueda ocurrir. Algunos son preciosos, poseyendo bordes dorados y círculos de un impoluto color blanco. Otros resultan bastante tétricos, colgando de los límites de su “cabeza” ―no recuerdo cómo se llama eso― estructuras finas que recuerdan a telarañas.
Las jaulas se agitan levemente, como si algo dentro esperase a ser liberado. Intuyo que podéis ir imaginándoos de qué se trata. Sea como sea, el tipo de gruesos labios emerge de una pequeña abertura a unos cinco metros de altura. Está solo en esta ocasión y, pese a la reciente pérdida, os mira con semblante imperturbable:
―Esto no tenía que salir así. Estos seres debían permitir tomar la base del G-2 con facilidad para establecer allí un centro de operaciones estratégico ―¿Dónde ha ido todo el asunto del fanatismo religioso?―, ¡pero no podía ser! ―La gruta retumba levemente con el eco de su voz―. Primero la Marina y ahora vosotros. Cualquiera diría que os habéis puesto de acuerdo… Supongo que tendré que acabar con todos.
Lleva una suerte de cordel en su mano, del que tira para descubrir un total de cinco de las once jaulas que hay en la zona ―una es mucho más grande que las demás, por supuesto―. Dos seres voladores de metálicos colmillos y garras alzan el vuelo, mientras que tres nuevos velocirraptores se plantan frente a vosotros. Todos se lanzan a por vosotros al unísono ante la risueña expresión de su amo.
Por cierto, debajo de vuestro enemigo hay un nuevo arco, pero es diferente: más pequeño. Eso y el asunto de los hongos hace pensar en que, quizás, el panorama cambie bastante si acabáis de una vez con esos malditos reptiles, ¿no? ¡Suerte!
- Oh, capitán, mi capitán… Okno:
- Pues para la civilización que nos vamos. Esperemos que Elina no se tome demasiado mal el hecho de que decidas no regresar junto al resto del grupo y todo eso. Ya me contarás si te tira a una olla hirviendo para hacer caldo de pollo o no.
En cuanto a ti, tampoco tienes demasiadas dificultades para alcanzar tu objetivo. Entras por una zona que, a juzgar por la apariencia de las edificaciones que te rodean, debe corresponder a algo así como los suburbios. Varios bidones se distribuyen de forma bastante anárquica por la calle, calentando las manos de quienes te miran con desconfianza o ira, según quién te detengas a observar.
Si echas un ojo por la zona verás que en diferentes posiciones la nieve ha sido salpicada por sangre, dándole el macabro aspecto de una granizada de fresa demasiado concentrada. Asimismo, varios edificios muestran daños en sus estructuras que bien podrían corresponder a explosiones de limitada envergadura. Tal vez puedas pensar que es algo que ha ocurrido sólo en esta zona, pero lo cierto es que sucesos extraños han estado sucediendo en todo el reino. Al principio parecían completamente inconexos, o eso decían muchos, pero el pueblo y las fuerzas del orden ya no están para nada convencidos de esto, sino más bien de todo lo contrario.
Estoy seguro de que con tu congénito don de gentes no tendrás dificultad para obtener esta información de quienes se calientan al fuego. Si te lo propones, claro. Curiosamente, con tanto revuelo los grupos de los bajos fondos se han aventurado un poco más en la zona más burguesa de la ciudad. Esto quiere decir que, cuando al fin divisas la plaza, un pequeño grupo de tres personas aguarda sentado sobre los peldaños que conducen a una fuente bastante simple. Congelada, por supuesto.
Por cierto, uno de ellos tiene una cresta mohicana. Pelirroja. Debe medir al menos un metro de alto. Es más gallo que tú, gallo… ¿O no?
Illje Landvik
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fuerza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
Varios
Seguimos caminando. Cada vez nos adentrábamos más en la tierra, en un extraño laberinto de túneles sin ton ni son que parecían escavados de forma aleatoria. Habíamos perdido al hombre de vista y de repente nos encontramos en una encrucijada. Debatimos un poco y al final nos decidimos por uno de los caminos.
Escogimos bien, porque no tardamos en llegar a otra caverna. Esta… era enorme. Tuvimos que atravesar otro de esos extraños arcos y en cuanto llegamos al lugar supe que esto no lo había hecho nadie. Era el corazón de la montaña. Por todas partes crecían hongos y plantas que no había visto jamás, de colores y formas que no creía posibles en simples champiñones. Me agaché y, tras ponerme guantes, corté un par de cada tipo y los guardé en una bolsita. Yo no sabía mucho del tema, pero estaba segura de que Claude podría experimentar con ellos. Quizá tuvieran alguna propiedad que fuera a sernos de utilidad, al fin y al cabo. Incluso si eran venenosos podían procesar el veneno y se convertirían en un arma interesante. O quizá estuvieran ricos, que siempre gustaba.
De todas formas, los hongos no eran ni de lejos lo más llamativo del lugar. Estaba lleno de jaulas, grandes y pequeñas. Cubiertas por lonas, pero aún así creo que todos sabíamos exactamente lo que contenían y por desgracia no nos equivocamos. Habíamos alcanzado al hombre, pero no logramos frenarle antes de que soltara cinco de esos bichos hacia nosotros. Peor aún, dos eran voladores y sus garras y colmillos brillaban con ese odioso fulgor metálico. Y lo que había dicho… ¿la marina? La conejita frunció el ceño. Lo último que quería era ayudar a nadie de esa organización, pero los velociraptors estaban yendo hacia ellos y tampoco iba a quedarse quieta dejando que se la zamparan por orgullo.
No lo dudó, echó a rodar hacia delante para plantarles cara a los dinosaurios. Sabía que no estaba sola. Contaba conque Arik y Serleena, que tenían más medios para atacar a distancia, dieran cuenta de los que volaban sobre ellos. Entre su hermana y ella bien podían acabar con los otros tres, estaba segura.
Desenfundó a Budur y con una espada en cada mano esperó el momento propicio para saltar. Quería sentarse sobre uno de los velociraptors. No estaba segura de cuántos escrúpulos tendrían los bichos para atacar a uno de los suyos, pero al menos le daría algo de campo para posicionar sus espadas y atravesarles la cabeza de abajo arriba en cuanto se acercaran. Luego solo tendría que rematar al que tendría entre las piernas y podrían ponerse en marcha.
O ese era el plan, al menos. Sabía que no sería tan sencillo, pero estaba dispuesta a pelear lo que hiciera falta. Había visto al hombre escabullirse por un nuevo arco, bastante más pequeño. Hubiera lo que hubiera allí, estaba segura de que ya no podría escapar mucho más.
Escogimos bien, porque no tardamos en llegar a otra caverna. Esta… era enorme. Tuvimos que atravesar otro de esos extraños arcos y en cuanto llegamos al lugar supe que esto no lo había hecho nadie. Era el corazón de la montaña. Por todas partes crecían hongos y plantas que no había visto jamás, de colores y formas que no creía posibles en simples champiñones. Me agaché y, tras ponerme guantes, corté un par de cada tipo y los guardé en una bolsita. Yo no sabía mucho del tema, pero estaba segura de que Claude podría experimentar con ellos. Quizá tuvieran alguna propiedad que fuera a sernos de utilidad, al fin y al cabo. Incluso si eran venenosos podían procesar el veneno y se convertirían en un arma interesante. O quizá estuvieran ricos, que siempre gustaba.
De todas formas, los hongos no eran ni de lejos lo más llamativo del lugar. Estaba lleno de jaulas, grandes y pequeñas. Cubiertas por lonas, pero aún así creo que todos sabíamos exactamente lo que contenían y por desgracia no nos equivocamos. Habíamos alcanzado al hombre, pero no logramos frenarle antes de que soltara cinco de esos bichos hacia nosotros. Peor aún, dos eran voladores y sus garras y colmillos brillaban con ese odioso fulgor metálico. Y lo que había dicho… ¿la marina? La conejita frunció el ceño. Lo último que quería era ayudar a nadie de esa organización, pero los velociraptors estaban yendo hacia ellos y tampoco iba a quedarse quieta dejando que se la zamparan por orgullo.
No lo dudó, echó a rodar hacia delante para plantarles cara a los dinosaurios. Sabía que no estaba sola. Contaba conque Arik y Serleena, que tenían más medios para atacar a distancia, dieran cuenta de los que volaban sobre ellos. Entre su hermana y ella bien podían acabar con los otros tres, estaba segura.
Desenfundó a Budur y con una espada en cada mano esperó el momento propicio para saltar. Quería sentarse sobre uno de los velociraptors. No estaba segura de cuántos escrúpulos tendrían los bichos para atacar a uno de los suyos, pero al menos le daría algo de campo para posicionar sus espadas y atravesarles la cabeza de abajo arriba en cuanto se acercaran. Luego solo tendría que rematar al que tendría entre las piernas y podrían ponerse en marcha.
O ese era el plan, al menos. Sabía que no sería tan sencillo, pero estaba dispuesta a pelear lo que hiciera falta. Había visto al hombre escabullirse por un nuevo arco, bastante más pequeño. Hubiera lo que hubiera allí, estaba segura de que ya no podría escapar mucho más.
- resumen:
- Intentar montarse en uno de los velociraptores para atravesar las cabezas de los otros dos. Also coger con guantes un champiñón de cada para que Claude los estudie luego.
Abigail Mjöllnir
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Hazel llegó también al mismo sitio, solo que tardó un poco más, fue un pequeño respiro dentro del desierto que había dejado ese silencio tan raro entre los dos. Aquel ente dejaba bastante claro que no era humano, y también dejaba entrever cuál era su visión de estos mismos humanos, a los que llamaba monos y vertebrados. Miró de reojo a Hazel, si hacía algo intentaría detenerla, pero esperaba que tuviera paciencia suficiente para aguantar mientras trataba de averiguar más cosas.
—¿Una ciudadela? No nos han hablado de eso —recordó la intersección, en una de las salidas había unas escaleras que no parecían ser naturalez —. Las escaleras de atrás deben ir ahí —murmuró.
No les habían mencionado eso... tampoco habían mencionado a este ser, algo raro si tenía en cuenta que no había sido difícil de encontrar y que estaba junto a una mina con signos de haber sido trabajada antes. Además era lo suficientemente "fascinante" como para salir en cualquier conversación sobre la mina, fuera como hecho o como mito. Si se hubieran distribuido los caminos de otra manera... no estaba segura con Kohaku, pero habrían tenido problemas con Roland.
Por lo que veía, aquella criatura tenía control total sobre la estructura del lugar, quizá por los micelios que la cubrían. Significaba, pues, que de momento estaban a su merced. No pensaba que fuera necesario medir demasiado sus palabras pero tendría cuidado. De repente, extendió uno de los dedos que tenía y éste se extendió entre las cazadoras para romper algo. Cuando pudieron ver que era, descubrió que se trataba de una cámara.
—Parece una cámara —dijo. Se fijó entonces en el material de los fragmentos de la estalactita, viendo que una parte no coincidía con la piedra del resto de la cueva. A juzgar por el color... ¿arcilla? —. Te han estado espiando. Quizá querían controlar tus movimientos, o quizá saber quién se encontraba contigo, tal vez teman que nos cuentes algo, si pudieras contarnos todo lo que ha ocurrido aquí lo agradecería —continuó. Habían mancillado la confianza de aquel trato que, por lo visto, tenía con los nuevos "dueños" de la mina. Podía aprovechar eso para sacarle algo más de información. Por otra parte dudaba que a aquella criatura le importara mucho el estado del reino de Sakura, así que no intentaría nada en esa línea.
—Me gustaría saber lo que son, sí —dijo y, entonces, se le ocurrió algo. La princesa había omitido ciertos detalles, como lo de la ciudadela o aquella criatura. ¿Qué más cosas les habría escondido? Había dicho que tenía ojos en la montaña, quizá...
—Y, ¿en algún momento, en estas semanas, has "visto" a una mujer de pelo rubio platino y piel nívea dentro de la montaña? —preguntó. Si Theresa había estado en el interior de las cuevas y no lo había dicho tendría que plantearse todo lo que les había contado.
—¿Una ciudadela? No nos han hablado de eso —recordó la intersección, en una de las salidas había unas escaleras que no parecían ser naturalez —. Las escaleras de atrás deben ir ahí —murmuró.
No les habían mencionado eso... tampoco habían mencionado a este ser, algo raro si tenía en cuenta que no había sido difícil de encontrar y que estaba junto a una mina con signos de haber sido trabajada antes. Además era lo suficientemente "fascinante" como para salir en cualquier conversación sobre la mina, fuera como hecho o como mito. Si se hubieran distribuido los caminos de otra manera... no estaba segura con Kohaku, pero habrían tenido problemas con Roland.
Por lo que veía, aquella criatura tenía control total sobre la estructura del lugar, quizá por los micelios que la cubrían. Significaba, pues, que de momento estaban a su merced. No pensaba que fuera necesario medir demasiado sus palabras pero tendría cuidado. De repente, extendió uno de los dedos que tenía y éste se extendió entre las cazadoras para romper algo. Cuando pudieron ver que era, descubrió que se trataba de una cámara.
—Parece una cámara —dijo. Se fijó entonces en el material de los fragmentos de la estalactita, viendo que una parte no coincidía con la piedra del resto de la cueva. A juzgar por el color... ¿arcilla? —. Te han estado espiando. Quizá querían controlar tus movimientos, o quizá saber quién se encontraba contigo, tal vez teman que nos cuentes algo, si pudieras contarnos todo lo que ha ocurrido aquí lo agradecería —continuó. Habían mancillado la confianza de aquel trato que, por lo visto, tenía con los nuevos "dueños" de la mina. Podía aprovechar eso para sacarle algo más de información. Por otra parte dudaba que a aquella criatura le importara mucho el estado del reino de Sakura, así que no intentaría nada en esa línea.
—Me gustaría saber lo que son, sí —dijo y, entonces, se le ocurrió algo. La princesa había omitido ciertos detalles, como lo de la ciudadela o aquella criatura. ¿Qué más cosas les habría escondido? Había dicho que tenía ojos en la montaña, quizá...
—Y, ¿en algún momento, en estas semanas, has "visto" a una mujer de pelo rubio platino y piel nívea dentro de la montaña? —preguntó. Si Theresa había estado en el interior de las cuevas y no lo había dicho tendría que plantearse todo lo que les había contado.
- resumen:
hacer de sherlock con el señor seta
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No hubo indicios de que el mayordomo se encontrara mal, quizás con algo de frío, pero sin indicios de tener heridas que le restaran movilidad.
El hombre mencionó que no era el único a quien el enemigo había secuestrado y suplantado con copias de arcilla.
* ¿Máscaras realistas? Eso suena bastante interesante y preocupante. ¿Me preguntó si esa persona sería capaz de crear cuerpos igual de realistas. *si esto era posible, distinguir a saludos de enemigos solo podría ser posible mediante el uso del mantra. O por lo menos eso es lo que esperaba el marine.
Bizvan giró su cabeza en dirección de la puerta que el hombre mencionó. En aquella dirección se encontrarían más prisioneros que secuestraron del palacio. Por lo que ahora se presentaban dos opciones¿Continuar y rescatar al resto de personas o buscar la forma de regresar al palacios? La primera opción tendría que ser la correcta, pues ayudar a esas personas era el deber de todo marine en esta situación, sin embargo el testimonio del mayordomo contaba con bastante peso no solo para limpiar su nombre, sino también el de sus compañeros capturados.
Antes de tomar una decisión, Bizvan llamó a sus esqueletos faltantes, y consultó la toma de decisión con el pelirrojo. Al final optó por continuar y rescatar al resto de los prisioneros, ya que si él se encontrara en aquella situación, mantendría las esperanzas de recibir la ayuda de alguien.
Las nuevas órdenes a sus esqueletos eran proteger a toda costa al mayordomo y al resto de las personas que podrían llegar a encontrar.
Bizvan esperaba que el mayordomo comprendiera que como marine no podía ignorar el hecho de haber una posibilidad de salvar a más personas del peligro.
El primero en entrar a la nueva habitación sería Biz. Si había un poco de suerte no encontrarían a ningún guardía en aquella nueva zona, pero en caso de haber alguien, el marine sería el primero en enfrentarlo,mientras que Liam y sus esqueletos se encargarían de la protección de los civiles.
Un plan sencillo, pero al menos esperaba fuera funcional.
El hombre mencionó que no era el único a quien el enemigo había secuestrado y suplantado con copias de arcilla.
* ¿Máscaras realistas? Eso suena bastante interesante y preocupante. ¿Me preguntó si esa persona sería capaz de crear cuerpos igual de realistas. *si esto era posible, distinguir a saludos de enemigos solo podría ser posible mediante el uso del mantra. O por lo menos eso es lo que esperaba el marine.
Bizvan giró su cabeza en dirección de la puerta que el hombre mencionó. En aquella dirección se encontrarían más prisioneros que secuestraron del palacio. Por lo que ahora se presentaban dos opciones¿Continuar y rescatar al resto de personas o buscar la forma de regresar al palacios? La primera opción tendría que ser la correcta, pues ayudar a esas personas era el deber de todo marine en esta situación, sin embargo el testimonio del mayordomo contaba con bastante peso no solo para limpiar su nombre, sino también el de sus compañeros capturados.
Antes de tomar una decisión, Bizvan llamó a sus esqueletos faltantes, y consultó la toma de decisión con el pelirrojo. Al final optó por continuar y rescatar al resto de los prisioneros, ya que si él se encontrara en aquella situación, mantendría las esperanzas de recibir la ayuda de alguien.
Las nuevas órdenes a sus esqueletos eran proteger a toda costa al mayordomo y al resto de las personas que podrían llegar a encontrar.
Bizvan esperaba que el mayordomo comprendiera que como marine no podía ignorar el hecho de haber una posibilidad de salvar a más personas del peligro.
El primero en entrar a la nueva habitación sería Biz. Si había un poco de suerte no encontrarían a ningún guardía en aquella nueva zona, pero en caso de haber alguien, el marine sería el primero en enfrentarlo,mientras que Liam y sus esqueletos se encargarían de la protección de los civiles.
Un plan sencillo, pero al menos esperaba fuera funcional.
- Resumen:
- Llamar a sus esqueletos y Liam.
Dar nuevas indicaciones.
Dirigirse a la nueva sala con la intención de ayudar al resto de prisioneros
Roland von Klauswitz
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Una relampagueante sensación de placer casi sexual recorrió su espina dorsal cuando apretó el gatillo. Lulú era su mejor amante, su más fiel concubina. Juntos habían derribado a más gente que una tormenta marítima, repartiendo pólvora, humo y muerte por doquier, dejando como únicas pruebas de su majestuosa combinación un charco de sangre, una alfombra de casquillos y un leve pitido en los oídos.
Al menos así solía ser.
Era difícil sorprender a Roland con algo que no fueran sumas o restas, pero aquel tipo lo había conseguido. ¿Dónde estaban la sangre y las vísceras? ¿Y las tripas desparramadas como borrachos al amanecer? En vez de estar tirado en un charco rojo, retorciéndose en sus propios jugos, el pirata de la armadura estaba aún de pie, con tan solo una especie de tierra o barro rojizo donde debería tener un agujero rezumante. Vaya bicho raro.
-¿Eres una puta persona o qué?
Cada vez que se topaba con una aberración rarísima de esas se arrepentía de haberse alejado de casa. En Ártica había muchas, pero muchas -en serio, muchas- cosas que odiaba, pero al menos era todo lógico y sencillo. La nieve, las carreras, los osos polares con púas de acero... Cosas normales. Nada de travestidos que paraban balas ni hombres con barro en el pecho. Roland no se fiaba de nada que no se muriese al dispararle.
Se puso en pie a trompicones y enfundó a Lulú cuando el pirata usó su taladro para cargarse los soportes que apuntalaban el techo. La roca se agrietó y la montaña amenazó con caérsele encima. Roland metió las manos en el saco y comenzó a extraer un voluminoso regalo. Bajo el papel de colores se escondía un voluminoso bloque de hormigón, sencillo, basto y contundente, del tamaño aproximado de su panza. Antes de sacarlo del todo ya se estaba abalanzando sobre el pirata, descolgando de un tirón el saco de su cinturón y golpeando con el regalo aún a medio extraer. Apuntó al taladro, a ver si se lo quitaba de una puta vez y dejaba de hacer agujeros en todas partes, y luego le machacaría con el cubo de hormigón hasta que el muy cabrón dejara de moverse.
Al menos así solía ser.
Era difícil sorprender a Roland con algo que no fueran sumas o restas, pero aquel tipo lo había conseguido. ¿Dónde estaban la sangre y las vísceras? ¿Y las tripas desparramadas como borrachos al amanecer? En vez de estar tirado en un charco rojo, retorciéndose en sus propios jugos, el pirata de la armadura estaba aún de pie, con tan solo una especie de tierra o barro rojizo donde debería tener un agujero rezumante. Vaya bicho raro.
-¿Eres una puta persona o qué?
Cada vez que se topaba con una aberración rarísima de esas se arrepentía de haberse alejado de casa. En Ártica había muchas, pero muchas -en serio, muchas- cosas que odiaba, pero al menos era todo lógico y sencillo. La nieve, las carreras, los osos polares con púas de acero... Cosas normales. Nada de travestidos que paraban balas ni hombres con barro en el pecho. Roland no se fiaba de nada que no se muriese al dispararle.
Se puso en pie a trompicones y enfundó a Lulú cuando el pirata usó su taladro para cargarse los soportes que apuntalaban el techo. La roca se agrietó y la montaña amenazó con caérsele encima. Roland metió las manos en el saco y comenzó a extraer un voluminoso regalo. Bajo el papel de colores se escondía un voluminoso bloque de hormigón, sencillo, basto y contundente, del tamaño aproximado de su panza. Antes de sacarlo del todo ya se estaba abalanzando sobre el pirata, descolgando de un tirón el saco de su cinturón y golpeando con el regalo aún a medio extraer. Apuntó al taladro, a ver si se lo quitaba de una puta vez y dejaba de hacer agujeros en todas partes, y luego le machacaría con el cubo de hormigón hasta que el muy cabrón dejara de moverse.
- Resumen:
- Roland saca un bloque de hormigón del saco para sacudir al tipo de barro. Esta vez no dispara a nadie.
Raion
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El camino era largo y estrecho, y el terreno duro y escarpado, pero poco a poco ambos cazarrecompensas fueron avanzando hasta que en la distancia pudieron empezar a distinguir uno de los pilares que sujetaban la cabina de la que les había hablado el consejero real. Con los ánimos renovados, el león espoleó a su compañero a continuar la marcha, pues ya se hallaban cerca de su objetivo. Desde allí podrían dirigirse al antiguo castillo, situado en la cima de la montaña de extrañísima forma que presidía la isla de Drum. Allí era donde, con mayor probabilidad, podrían encontrar a los asaltantes que estaban atacando aquel reino.
Sin embargo, un brusco y estruendoso sonido alteró al mink. Sus instintos de cazador, siempre alerta cuando se encontraba en la naturaleza, le impulsaron a tratar de buscar de dónde provenía. Miró hacia arriba, fuente del ruido, tan solo para comprobar que de repente las cosas se habían complicado bastante. No para él, pues sus poderes le permitían permanecer a salvo ante eventos como aquel, pero su amigo no contaba con la misma ventaja:
- ¡Braud, ponte a cubierto! - Gritó el joven león a su compañero al ver cómo la nieve caía hacia ellos a una velocidad vertiginosa.
Era prioritario que el grandullón buscase refugio bajo algún saliente de la roca que le permitiese evitar que la corriente descendente de nieve se lo llevara por delante, pues recibir el impacto de tal mole no podría significar otra cosa que la muerte. Él, por su parte, dejó que su organismo perdiera su corporeidad y se tornase gaseoso al tiempo que ascendía, sobrevolando el alud sin riesgo alguno de ser alcanzado por él.
Desde allí esperaría a que el alud hubiese pasado para regresar hasta la posición de su amigo y, si este se encontraba a salvo, continuar su camino. En caso de que Braud hubiese sufrido alguna clase de complicación el león se dirigiría a ayudarle sin ningún tipo de duda.
Sin embargo, un brusco y estruendoso sonido alteró al mink. Sus instintos de cazador, siempre alerta cuando se encontraba en la naturaleza, le impulsaron a tratar de buscar de dónde provenía. Miró hacia arriba, fuente del ruido, tan solo para comprobar que de repente las cosas se habían complicado bastante. No para él, pues sus poderes le permitían permanecer a salvo ante eventos como aquel, pero su amigo no contaba con la misma ventaja:
- ¡Braud, ponte a cubierto! - Gritó el joven león a su compañero al ver cómo la nieve caía hacia ellos a una velocidad vertiginosa.
Era prioritario que el grandullón buscase refugio bajo algún saliente de la roca que le permitiese evitar que la corriente descendente de nieve se lo llevara por delante, pues recibir el impacto de tal mole no podría significar otra cosa que la muerte. Él, por su parte, dejó que su organismo perdiera su corporeidad y se tornase gaseoso al tiempo que ascendía, sobrevolando el alud sin riesgo alguno de ser alcanzado por él.
Desde allí esperaría a que el alud hubiese pasado para regresar hasta la posición de su amigo y, si este se encontraba a salvo, continuar su camino. En caso de que Braud hubiese sufrido alguna clase de complicación el león se dirigiría a ayudarle sin ningún tipo de duda.
- Resumen:
- - Avisar a Braud de lo que se aproxima. Pasar a forma elemental y sobrevolar la zona mientras dure el alud.
El comentario de los «monos» no pasó desapercibido a la chica, quien frunció levemente el entrecejo. Aunque se calmó al poco. Es decir, se sentían con orgullo por encima de otras criaturas. Lo mismo pasaba con los lobos o los humanos, casi con cualquier raza. Incluso dentro de los propios humanos era común que se mirasen los unos a los otros por encima del hombro. Por eso mismo, sentirse ofendida por una seta solo implicaría que de verdad pudiera considerarse inferior a ella. No era el caso así que de momento lo dejaría estar. De hecho, le agradaba que no se hiciera llamar monarca. En la escala de desagrados de la albina lo primero eran los piratas, pero teniendo unos orígenes tan humildes y siendo consciente de la prepotencia de los nobles y la realeza, estos no se quedaban muy atrás en su ranking de cosas que odiaba.
—Es bueno saberlo. En lo personal, no me agradan las figuras de la realeza —comentó—. Aunque puedo soportarlos a cambio de un precio, añadió cruzándose de hombros. Lo del tener que sentarse sobre un champiñón gigante no le hizo tanta gracia, pero, tras ver que él también se sentaba y lo mismo hacía su compañera, no le quedó más remedio que imitarle. Al menos de su palabrería habían sacado en claro un par de cosas: Una ciudadela de la que no tenían información, una posición neutral por parte del Micelio gigante, capaz de torcerse a su favor si echaban a esas personas de las minas y la confirmación de que el Lapahn si tenía que ver con él. Sus «hijos» al parecer. Estaba claro que ambas cazadoras tenían sus preguntas, ahora más cómodas con la curiosa criatura, pero antes de que pudieran gesticular palabra un ataque por parte del ser atravesó entre ambas, agitando el aire hasta impactar al fondo, destruyendo una estalactita que parecía demasiado frágil. No había que ser un genio para darse cuenta de que no estaba hecha de roca y, por el comentario del Micelio, había sido cosa de los otros «intrusos» de la montaña.
Ahora, Abigail fue la primera en gesticular palabra tras el comentario del Micelio, quien había dejado bastante claro saber de quién era ese juguete. Su obviedad había sido similar a la de Kohaku con lo del conejo zombie, pero esta vez se callaría su lengua viperina. En parte, de todos modos, decir lo obvio podía ayudar para hacer énfasis en algo importante: Sus inquilinos estaban rompiendo el acuerdo sin preocuparse en lo más mínimo Y si el ser se enfadaba seguramente fuese bastante letal. Viendo la forma en la que había atacado. Así que cuando la beata se quedara a gusto preguntando, sería su turno para hablar, añadiendo más preguntas o concretando puntos que esta hubiera podido pasar por alto.
—La verdad es que fue bastante impactante, en especial siendo un grupo de fuera de la zona de Sakura. Estaría bien ser conocedores de lo que son tus hijos y como tratar con ellos sin enfadar a nadie ni ser atacados. Pero hay más cosas con las que tengo curiosidad. A parte de las preguntas de mi compañera. ¿Podemos saber a qué acuerdo llegasteis? No parecen habérselo tomado muy enserio metiendo esa cosa aquí. —Señalando la cámara con su dedo índice—. También nos vendría bien saber el número de personas y una mínima descripción… Y, bueno. Saber si son los primeros humanos en saber de tú existencia o no. Entiendo que tú has visto a gente antes, y a mucha si sabes lo que es una corona, pero no sabemos si es común para los habitantes de Sakura verte. Con esa información, una forma de ubicarles y saber que no interferirás en favor de ellos sería suficiente para trabajar. También estaría bien saber dónde han ido a parar los otros dos que venían con nosotros. Uno fue por unas escaleras talladas y el otro hacía lo que suponemos eran las minas.
—Es bueno saberlo. En lo personal, no me agradan las figuras de la realeza —comentó—. Aunque puedo soportarlos a cambio de un precio, añadió cruzándose de hombros. Lo del tener que sentarse sobre un champiñón gigante no le hizo tanta gracia, pero, tras ver que él también se sentaba y lo mismo hacía su compañera, no le quedó más remedio que imitarle. Al menos de su palabrería habían sacado en claro un par de cosas: Una ciudadela de la que no tenían información, una posición neutral por parte del Micelio gigante, capaz de torcerse a su favor si echaban a esas personas de las minas y la confirmación de que el Lapahn si tenía que ver con él. Sus «hijos» al parecer. Estaba claro que ambas cazadoras tenían sus preguntas, ahora más cómodas con la curiosa criatura, pero antes de que pudieran gesticular palabra un ataque por parte del ser atravesó entre ambas, agitando el aire hasta impactar al fondo, destruyendo una estalactita que parecía demasiado frágil. No había que ser un genio para darse cuenta de que no estaba hecha de roca y, por el comentario del Micelio, había sido cosa de los otros «intrusos» de la montaña.
Ahora, Abigail fue la primera en gesticular palabra tras el comentario del Micelio, quien había dejado bastante claro saber de quién era ese juguete. Su obviedad había sido similar a la de Kohaku con lo del conejo zombie, pero esta vez se callaría su lengua viperina. En parte, de todos modos, decir lo obvio podía ayudar para hacer énfasis en algo importante: Sus inquilinos estaban rompiendo el acuerdo sin preocuparse en lo más mínimo Y si el ser se enfadaba seguramente fuese bastante letal. Viendo la forma en la que había atacado. Así que cuando la beata se quedara a gusto preguntando, sería su turno para hablar, añadiendo más preguntas o concretando puntos que esta hubiera podido pasar por alto.
—La verdad es que fue bastante impactante, en especial siendo un grupo de fuera de la zona de Sakura. Estaría bien ser conocedores de lo que son tus hijos y como tratar con ellos sin enfadar a nadie ni ser atacados. Pero hay más cosas con las que tengo curiosidad. A parte de las preguntas de mi compañera. ¿Podemos saber a qué acuerdo llegasteis? No parecen habérselo tomado muy enserio metiendo esa cosa aquí. —Señalando la cámara con su dedo índice—. También nos vendría bien saber el número de personas y una mínima descripción… Y, bueno. Saber si son los primeros humanos en saber de tú existencia o no. Entiendo que tú has visto a gente antes, y a mucha si sabes lo que es una corona, pero no sabemos si es común para los habitantes de Sakura verte. Con esa información, una forma de ubicarles y saber que no interferirás en favor de ellos sería suficiente para trabajar. También estaría bien saber dónde han ido a parar los otros dos que venían con nosotros. Uno fue por unas escaleras talladas y el otro hacía lo que suponemos eran las minas.
- resumen:
- • Hacer oídos sordos a lo de simios y todo eso tras un momento de que se le hinchase la vena.
• Comentar que le alegraba que no fuera un rey, porque no los terminaba de tragar.
• Escuchar lo que dice, dejar hablar a Abby y completar las preguntas de estás, así como añadir los datos que opina, le serían útiles para cumplir con lo de echar a los intrusos de las minas -y, de paso llevarselos ante el rey y esas cosas para recibir más dinero y esas cosas-.
Zira
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Menuda situación en la que se encontraban, cuando parecía que todo mejoraba, las cosas volvieron a empeorar, el capitán envenenado, el choque contra el hielo, el prisionero se escapó y había que atender esa mierda que no paraba de sonar. Zira chasqueó la lengua molesta, recogió su nueva espada y la guardó en su funda, miró a Alpha y le hizo una sonrisa. –Gracias por esta preciosa. –Le agradeció mostrándole la espada, ya no tenía mucho lugar donde sostenerla en su cuerpo así que optó por llevarla en la mano.
Escuchó las palabras de Jace, no le gustaba que alguien que no sea el capitán le dé órdenes, pero ella quería hacer justo lo que decía su compañero, además no entendía la relación entre el ataque de Alpha y el agua, pero no se lo cuestionaría mucho. –Lo iré a buscar, no tardaré. –Dijo para luego salir corriendo hacia arriba, miraría el lugar por el que un par de marineros estaban buscando, visualizó su chaqueta allí, no fue complicado verla, pero no había rastro del hombre. –¿Dónde mierda estás? –Decía molesta.
–Ojalá supiéramos. –Comentó uno de los chicos que estaba a su lado. Zira solo siguió buscando con la mirada.
–¡HEY! ALLÍ ESTÁ – Uno de los marineros lo visualizó, al instante todos se voltearon hacia él, estaba del otro lado el desgraciado.
Zira corrió hacia la otra punta, logrando visualizarlo a los pocos segundos, estaba nadando, o al menos intentándolo, Jace tenía razón, estaba débil. –¡Yo me encargo! –Elevó el tono hacia sus compañeros, dejó su espada arcoiris allí, para luego saltar sin miedo hacia el hielo, cayendo de pie agrietando un poco la zona del impactos, los demás la miraban sorprendidos, podía ser la más ligera de todos, pero saltar de esa forma al hielo, estaba demente.
–¡NO TE VAS A ESCAPAR! –Gritó al cojo mientras corría hacia él, iba por el borde intentando alcanzarlo sin saltar a las heladas aguas, lo sacaría de los pelos una vez lo alcanzara y si se alejaba no dudaría en saltar a por él.
Escuchó las palabras de Jace, no le gustaba que alguien que no sea el capitán le dé órdenes, pero ella quería hacer justo lo que decía su compañero, además no entendía la relación entre el ataque de Alpha y el agua, pero no se lo cuestionaría mucho. –Lo iré a buscar, no tardaré. –Dijo para luego salir corriendo hacia arriba, miraría el lugar por el que un par de marineros estaban buscando, visualizó su chaqueta allí, no fue complicado verla, pero no había rastro del hombre. –¿Dónde mierda estás? –Decía molesta.
–Ojalá supiéramos. –Comentó uno de los chicos que estaba a su lado. Zira solo siguió buscando con la mirada.
–¡HEY! ALLÍ ESTÁ – Uno de los marineros lo visualizó, al instante todos se voltearon hacia él, estaba del otro lado el desgraciado.
Zira corrió hacia la otra punta, logrando visualizarlo a los pocos segundos, estaba nadando, o al menos intentándolo, Jace tenía razón, estaba débil. –¡Yo me encargo! –Elevó el tono hacia sus compañeros, dejó su espada arcoiris allí, para luego saltar sin miedo hacia el hielo, cayendo de pie agrietando un poco la zona del impactos, los demás la miraban sorprendidos, podía ser la más ligera de todos, pero saltar de esa forma al hielo, estaba demente.
–¡NO TE VAS A ESCAPAR! –Gritó al cojo mientras corría hacia él, iba por el borde intentando alcanzarlo sin saltar a las heladas aguas, lo sacaría de los pelos una vez lo alcanzara y si se alejaba no dudaría en saltar a por él.
- Resumen:
- -Agradeció al capitán por la espada nueva.
-Fue a buscar al cojo.
-Saltó del barco al hielo sin temor.
-Comenzó a correr por los bordes dispuesta a alcanzarlo.
Kohaku Sato
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Y en un abrir y cerrar de ojos era probable que Kohaku se hubiera convertido en el causante indirecto de la muerte de Roland. ¿Lo peor? Que no se sentía para nada culpable de ello. «Uno menos, que le den», se dijo, observando como la pantalla de Abigail y Hazel se apagaba.
Caminaron por largos e interminables pasillos, que dejaban ver mediante ventanales el interior de la cueva en la que se encontraban. «¿Pero esto no era una mina?», se preguntó. Aquello parecía más una edificación subterránea en mitad de las montañas, que dejaba ver una laguna formada, posiblemente, por un acuífero.
—Interesante —se limitó a decir, después de escuchar lo que le estaba diciendo aquella persona.
Finalmente, llegaron a un gran balcón tan grande como la plaza del palacio del reino de Sakura, iluminada por una gran cantidad de antorchas. Realmente era increíble, aunque le faltaba decoración para su gusto, tal vez una gran mesa, unas sillas y una barbacoa; incluso una buena barra libre para tomar cualquier tipo de bebida, ya sea alcohólica o sin alcohol.
—¿Qué cuatro islas? —le preguntó con incertidumbre, mientras el hombre sacaba una daga y se rajaba la palma de la mano. «Este tío no está bien de la cabeza», fue lo único que pensó, llevando la mano de nuevo a la empuñadura de su espada—. Y dime, ¿qué ganaría yo uniéndome a vosotros? El mundo tal y como esta hace que gane dinero a espuertas, ¿qué me garantiza que con tú cambio revolucionario mi bolsillo siga lleno? Además, si no hay registro alguno, ¿cómo sabes todo lo que me has contado?
Caminaron por largos e interminables pasillos, que dejaban ver mediante ventanales el interior de la cueva en la que se encontraban. «¿Pero esto no era una mina?», se preguntó. Aquello parecía más una edificación subterránea en mitad de las montañas, que dejaba ver una laguna formada, posiblemente, por un acuífero.
—Interesante —se limitó a decir, después de escuchar lo que le estaba diciendo aquella persona.
Finalmente, llegaron a un gran balcón tan grande como la plaza del palacio del reino de Sakura, iluminada por una gran cantidad de antorchas. Realmente era increíble, aunque le faltaba decoración para su gusto, tal vez una gran mesa, unas sillas y una barbacoa; incluso una buena barra libre para tomar cualquier tipo de bebida, ya sea alcohólica o sin alcohol.
—¿Qué cuatro islas? —le preguntó con incertidumbre, mientras el hombre sacaba una daga y se rajaba la palma de la mano. «Este tío no está bien de la cabeza», fue lo único que pensó, llevando la mano de nuevo a la empuñadura de su espada—. Y dime, ¿qué ganaría yo uniéndome a vosotros? El mundo tal y como esta hace que gane dinero a espuertas, ¿qué me garantiza que con tú cambio revolucionario mi bolsillo siga lleno? Además, si no hay registro alguno, ¿cómo sabes todo lo que me has contado?
- Resumen:
- Andar y hablar con el pavo
Ashlyn Blake
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Parecía que esas cosas eran autómatas sin cerebro. Mejor para ellos la verdad, no tenían por que preocuparse de que pudieran darles mayores problemas de los que estaban dando hasta el momento. Una vez se librasen de ellos llegarían a una nave o algo parecido con unas escaleras, que daban a unos portones y un suelo de ajedrez un poco peculiar. Arquearía una ceja y crearía una bola de nieve en un par de bolas de nieve en sus manos para lanzarlas a diferentes baldosas para comprobar que fuera un suelo seguro y sin peligro. La verdad es que no se fiaba demasiado de que no hubiera alguna trampa preparada o algo por el estilo.
Una vez se asegurase de que no habría más problemas. Atravesaría la nave para ir por la escalinata del fondo, quería ver que había en el portón de delante. La verdad es que Ash prefería ir de frente y no desviar el camino. Intentaría abrir la puerta y si lo lograba se adentraría a descubrir que narices escondía aquel portón. Esperaba que sus compañeros fueran con ella, separarse nunca era una buena opción y si no conseguían encontrar nada allí interesante siempre podían volver atrás e intentarlo por otra de las puertas.
Derecha o izquierda, pero por el momento de frente como los valientes. Ash estaba preparada para hacer frente a lo que fuera, ya lo había hecho con lo que fuera que iba apareciendo en su camino y todo ese rollo de la arcilla sinceramente la tenía cada vez más molesta. Esperaba encontrar al artífice de todo aquello para darle una lección y unos cuantos azotes en el culo. Por el momento sabía que con John y con Omega tenía la espalda cubierta. Aquellos dos eran unos buenos aliados, listos y espabilados y desde luego por el momento podía confiar en ellos aunque en ocasiones le costase un poco confiarle su vida a otras personas. Pero ahora era eso o dejar que los enemigos pudieran con ellos.
Una vez se asegurase de que no habría más problemas. Atravesaría la nave para ir por la escalinata del fondo, quería ver que había en el portón de delante. La verdad es que Ash prefería ir de frente y no desviar el camino. Intentaría abrir la puerta y si lo lograba se adentraría a descubrir que narices escondía aquel portón. Esperaba que sus compañeros fueran con ella, separarse nunca era una buena opción y si no conseguían encontrar nada allí interesante siempre podían volver atrás e intentarlo por otra de las puertas.
Derecha o izquierda, pero por el momento de frente como los valientes. Ash estaba preparada para hacer frente a lo que fuera, ya lo había hecho con lo que fuera que iba apareciendo en su camino y todo ese rollo de la arcilla sinceramente la tenía cada vez más molesta. Esperaba encontrar al artífice de todo aquello para darle una lección y unos cuantos azotes en el culo. Por el momento sabía que con John y con Omega tenía la espalda cubierta. Aquellos dos eran unos buenos aliados, listos y espabilados y desde luego por el momento podía confiar en ellos aunque en ocasiones le costase un poco confiarle su vida a otras personas. Pero ahora era eso o dejar que los enemigos pudieran con ellos.
- Resumen:
- Ash llega a la nave, lanza bolas de nieve al suelo para ver si es seguro y no les han tendido una trampa y tira pa lante para pasar por la escalera de delante y por los portones.
Elina Landvik
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Al parecer ese tipo tenía mas cartas bajo la manga que una baraja de naipes. Empezaba a mosquearle un poco su forma de actuar ― ¡nosotros no queríamos ir contra vosotros, vosotros nos distéis de comer a los dinosaurios como si fuéramos carnaza! ― para ella la marina era basura y le importaba más bien poco. Pero tampoco podía perdonar que quisieran matarlos dándoselos de comer a un montón de lagartos horribles y manipulados con trozos de metal y tonterías semejantes. En el momento en que Illje se lanzó contra ellos Elina no dudo en hacer lo mismo.
Con una espada en mano se dispuso a acabar con alguno de los velociraptores. Después alzaría el vuelo usando sus alas para atacar a alguno de los bichos voladores y ver la fuerza que tenían. Si podía acabar con uno de ellos lo haría. Serleena y Arik parecían distraídos en aquel momento y la verdad es que prefería mantenerlos a salvo por lo que tras revisar la fuerza que tenían esos dos bichos descendería velozmente para agarrar a los dos y alejarlos del peligro ocultándolos tras una roca. Desde luego las cosas se estaban poniendo peliagudas allí dentro.
Una vez esos dos estuvieran a salvo volvería a la carga para intentar acabar con los dos bichos voladores. Confiaba en que su hermana pudiera hacerse cargo de los que correteaban por el suelo. Era mejor que ella que podía volar intentase mantener entretenidos a los bichos con alas para evitar que pudieran hacerles daño mientras se entretenían masacrando a los que iban por el suelo. No sabía por que motivo su primo y la pelirroja loca de las bombas estaban tan dispersos pero no era momento para pensarse demasiado las cosas.
Con una espada en mano se dispuso a acabar con alguno de los velociraptores. Después alzaría el vuelo usando sus alas para atacar a alguno de los bichos voladores y ver la fuerza que tenían. Si podía acabar con uno de ellos lo haría. Serleena y Arik parecían distraídos en aquel momento y la verdad es que prefería mantenerlos a salvo por lo que tras revisar la fuerza que tenían esos dos bichos descendería velozmente para agarrar a los dos y alejarlos del peligro ocultándolos tras una roca. Desde luego las cosas se estaban poniendo peliagudas allí dentro.
Una vez esos dos estuvieran a salvo volvería a la carga para intentar acabar con los dos bichos voladores. Confiaba en que su hermana pudiera hacerse cargo de los que correteaban por el suelo. Era mejor que ella que podía volar intentase mantener entretenidos a los bichos con alas para evitar que pudieran hacerles daño mientras se entretenían masacrando a los que iban por el suelo. No sabía por que motivo su primo y la pelirroja loca de las bombas estaban tan dispersos pero no era momento para pensarse demasiado las cosas.
- Resumen:
- Intentar cargarse un velociraptor, ver la dureza de los voladores, poner a salvo a Arik y Serleena por si no postean y darles mandanga a los bichos voladores
Ryuichi Ichiban
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El camino pareció tranquilo tras la batalla con la bestia y la sangre combatiente del gigante pareció haberse calmado por fin. La nieve bajo sus pies crujía, recordándole nostalgicamente a las heladas tierras de Leirngaf. Casi podía ver a su alrededor las casas del clan, con nieve en los tejados. A su padre, cortando leña. A Greta, llevándoselo de caza para traer algo para la cena. A Lagertha... Vaya... Tenía muchas hermanas, lo tenía claro, pero esa tal Lagertha... ¿De verdad existió? Agitó la cabeza, alejando ese pensamiento de su cabeza. Las casas desaparecieron.
El suelo empezó a temblar. La tranquilidad desapareció cuando, desde lo alto de la montaña, empezó a caer una enorme cantidad de nieve que amenazaba con enterrarlos. El gigante estaba familiarizado con los aludes. Cuando estaba en la montaña con su familia y ocurría uno debían buscar un refugio lo más rápido posible. A Braud siempre le tocaba la prioridad de proteger a Lagertha... Pero... ¿Quién demonios era Lagertha?
El grito del león lo devolvió a la realidad. La nieve estaba apunto de llegar hasta él. Sus piernas se rodearon de una rojiza aura, aumentando su fuerza, y con ese mismo poder multiplicado saltó hacia un lado. Su cuerpo chocó contra la rocosa pared de la escarpada montaña que se alzaba a un lado del camino. Justo bajo sus pies, casi tocándolos, la nieve parecía tener un cruel oleaje, como un blanco mar, chocando contra la misma roca que el estaba pero por el otro lado. El gigante empezó a trepar, sintiendo la roca helada en las manos, hasta llegar a lo más alto de esa pequeña formación de roca. Se puso de pie en la misma y buscó a Raion con la mirada.
El suelo empezó a temblar. La tranquilidad desapareció cuando, desde lo alto de la montaña, empezó a caer una enorme cantidad de nieve que amenazaba con enterrarlos. El gigante estaba familiarizado con los aludes. Cuando estaba en la montaña con su familia y ocurría uno debían buscar un refugio lo más rápido posible. A Braud siempre le tocaba la prioridad de proteger a Lagertha... Pero... ¿Quién demonios era Lagertha?
El grito del león lo devolvió a la realidad. La nieve estaba apunto de llegar hasta él. Sus piernas se rodearon de una rojiza aura, aumentando su fuerza, y con ese mismo poder multiplicado saltó hacia un lado. Su cuerpo chocó contra la rocosa pared de la escarpada montaña que se alzaba a un lado del camino. Justo bajo sus pies, casi tocándolos, la nieve parecía tener un cruel oleaje, como un blanco mar, chocando contra la misma roca que el estaba pero por el otro lado. El gigante empezó a trepar, sintiendo la roca helada en las manos, hasta llegar a lo más alto de esa pequeña formación de roca. Se puso de pie en la misma y buscó a Raion con la mirada.
- Resumen:
- Ponerme a salvo subiendo a una formación de roca
John Wayne
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Autómatas. Eso eran. Seres artificiales creados expresamente para seguir una orden. Un propósito. Para aceptar cualquiera de estas, sin oportunidad siquiera de opinar sobre la misma. ¿Que diferenciaba a John de esas criaturas de arcilla? Que él era más complejo y no estaba creado de ese material, claro, pero... ¿Y ya está? No dejaba de ser un niño arrancado de una vida más o menos feliz, modificado en contra de su voluntad y convertido en una máquina de matar. Un robot creado a partir de partes humanas con el único propósito de seguir órdenes ciegamente. Movió con un pie los restos de arcilla del suelo una vez estuviesen todos derrotados.
Tal vez ese era su destino... Encontrarse con alguien más determinado que él que pudiese evitar que cumpliese su orden. En eso se iba a convertir... En piezas artificiales tiradas por el suelo. Bajó un poco el sombrero. ¿Que estaba sintiendo? ¿Era tristeza? No podía saberlo, no había sentido eso antes. ¿Estaba sintiendo siquiera? Tal vez tan solo era una fabricación de su cerebro modificado. Un deseo por sentir tan fuerte que se convertía en angustia, en falsa tristeza...
Pero su rostro no reflejó nada de eso. Se mantuvo impasible, como si nada hubiera pasado. No podía hacer nada, ese era su sino. Vivir por la máquina, morir por la máquina... Se giró hacia Ash para seguirla y, en cuanto esta entró en su campo de visión, lo sintió. Aquello que solo sentía cuando la miraba... Resignación. No quería aceptar ese destino. ¿Por qué? ¿Por qué no podía ser humano? Como todos. Sentir y no solo... fingir que siente. Le dolía. Ver a la albina le dolía, pues el mísero acto de querer vivir por si mismo era algo doloroso para el vaquero... Pero amaba ese dolor.
Suspiró. Siguió a Ash, sabiendo que eso era lo único que debía hacer si algún día quería alcanzar ese tipo de sentimiento.
Tal vez ese era su destino... Encontrarse con alguien más determinado que él que pudiese evitar que cumpliese su orden. En eso se iba a convertir... En piezas artificiales tiradas por el suelo. Bajó un poco el sombrero. ¿Que estaba sintiendo? ¿Era tristeza? No podía saberlo, no había sentido eso antes. ¿Estaba sintiendo siquiera? Tal vez tan solo era una fabricación de su cerebro modificado. Un deseo por sentir tan fuerte que se convertía en angustia, en falsa tristeza...
Pero su rostro no reflejó nada de eso. Se mantuvo impasible, como si nada hubiera pasado. No podía hacer nada, ese era su sino. Vivir por la máquina, morir por la máquina... Se giró hacia Ash para seguirla y, en cuanto esta entró en su campo de visión, lo sintió. Aquello que solo sentía cuando la miraba... Resignación. No quería aceptar ese destino. ¿Por qué? ¿Por qué no podía ser humano? Como todos. Sentir y no solo... fingir que siente. Le dolía. Ver a la albina le dolía, pues el mísero acto de querer vivir por si mismo era algo doloroso para el vaquero... Pero amaba ese dolor.
Suspiró. Siguió a Ash, sabiendo que eso era lo único que debía hacer si algún día quería alcanzar ese tipo de sentimiento.
- Resumen:
- Filosofar y estar coladito por la albina, como siempre
Jace eigner
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Así que nos tocaba buscar a un prisionero que se nos hacia el difícil, después de todo botaba la nada misma en información, por lo que tenía pensado darle un rol mas de amedrentar a la moral enemiga, después de todo el que se suponía estaba al mando era familiar suyo, y se suponía tenían buena relación si es que no lograba sacarle nada, pero ahí estaba intentado huir, y al parecer su engaño era de los más malos que podía a ver en leguas -Eso que esta abajo no es el busquen en todo el barco y el resto de mar no quiero se nos escape un prisionero como el.- Seria entonces donde tomaría del denden mushi y miraría al capitán.
-No perderé la llamada y parece de importancia será mejor que hagamos saber a nuestros nuevos “Ayudantes” que tienen que hacer – Seria entonces donde avistarían a nuestro prisionero en las aguas de al lado -Así que ahí estaba el bastardo…- Aun sin contestar y viendo como sonaba muy fuerte le gritaría a mi compañera más odiada que al parecer iría a buscarle - ¡Zira sin matarlo ni dañarlo! Yo me encargare de él... No podrá ni mover un dedo por esto. – Luego haría que los tripulantes cercanos a mi guardasen silencio con una señal y contestaria.
-A sus órdenes- Diría al que estaba al otro lado del denden esperando que dijese que buscaba y esperando ver como hablaría, después de todo no habíamos contestado en un rato, y debía ser un superior del ninja, esperando su respuesta observaría al capi haciendo la señal que no hiciesen ni el más mínimo movimiento que nos delatasen ya tenia previsto tanto si sabia que yo no era los ninjas como que no.
-No perderé la llamada y parece de importancia será mejor que hagamos saber a nuestros nuevos “Ayudantes” que tienen que hacer – Seria entonces donde avistarían a nuestro prisionero en las aguas de al lado -Así que ahí estaba el bastardo…- Aun sin contestar y viendo como sonaba muy fuerte le gritaría a mi compañera más odiada que al parecer iría a buscarle - ¡Zira sin matarlo ni dañarlo! Yo me encargare de él... No podrá ni mover un dedo por esto. – Luego haría que los tripulantes cercanos a mi guardasen silencio con una señal y contestaria.
-A sus órdenes- Diría al que estaba al otro lado del denden esperando que dijese que buscaba y esperando ver como hablaría, después de todo no habíamos contestado en un rato, y debía ser un superior del ninja, esperando su respuesta observaría al capi haciendo la señal que no hiciesen ni el más mínimo movimiento que nos delatasen ya tenia previsto tanto si sabia que yo no era los ninjas como que no.
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Abi y Hazel:
- El tipo ese es un paranóico, le he dicho mil veces que no quiero ninguno de sus muñecos en mi territorio, pero no soporta la idea de no poder vigilar una parte de las cuevas. Pero todo a su tiempo, tenéis demasiadas preguntas, así que os contaré la historia de este sitio y quizás así recibiréis las respuestas que buscáis.
Se inclina en su asiento y lleva la imitación de mano a lo que viene siendo su mentón, como si hiciera un silencioso gesto de recordar.
- Todo empezó hará unos mil trescientos años, yo todavía era una pequeña espora y… No, creo que eso es muy atrás. Veamos ¿Dónde estaba la parte interesante? la toma del lago, el día que un reno se comió a [nombre impronunciable], las guerras limo… ¡Ah, ya sé! - Parece que ya ha recordado la parte interesante. - Durante generaciones de humanos hemos sido un pueblo que vivió oculto de los ojos del hombre, dentro de las grutas y cuevas de estas montañas. De todas formas todo cambió cuando llegaron unos años extremadamente duros para los humanos, una oleada de ventiscas sin precedentes que les impedía vivir en paz fuera de la montaña. Fue entonces cuando decidieron traer el reino a las grandes grutas que se ocultan bajo la roca. A cambio de su ayuda nosotros les ayudaríamos a construir una ciudad subterránea capaz de alojar a los habitantes del reino hasta que aquella calamidad pasase. Veréis estas cuevas son nuestro hogar y nuestra prisión, fuera hace demasiado frío como para que podamos salir sin congelarnos, pero dentro de la montaña hay una serie de manantiales de aceite negro, para los humanos es tóxico, por lo que solían evitarlo cuando cavaban minas, pero nosotros podemos absorberlo y transformarlo en anticongelante, a pesar de que mientras lo mantuviéramos en en el cuerpo éramos incapaces de soltar esporas, el poder salir y cazar para alimentarnos era beneficio más que suficiente. Cuando las ventiscas cesaron y la isla regresó a la normalidad los humanos reclamaron el reino perdido. Con el paso de las generaciones caímos en el olvido y ya no teníamos a nadie que excavase la roca para darnos ese aceite. Pasamos años subsistiendo del musgo y animales que se adentraban a refugiarse hasta que hace poco llegaron esos esos extraños. No eran muchos y parecían que habían estado luchando, nos ofrecieron un nuevo trato, si les ayudábamos a mantener las cuevas seguras ellos extraerían ese aceite para nosotros y, por un tiempo fue bien. Pero hicieron algo, de alguna forma adulteraron ese aceite y los hijos que lo tomaron perdieron el control pasados unos días. Se separaron del micelio y se volvieron independientes, salvajes, primitivos y violentos. Empezaron a tomar cuerpos de animales muertos y a usarlos para matar y alimentarse más. Por fortuna no pueden reproducirse en ese estado, pero lo que quedaba de ellos ya no podían ser llamados hijos míos. Desde entonces he intentado distanciarme de esos extraños, son extremadamente cautelosos, por lo que nunca dejan a nadie importante a mi alcance. Si queréis libraros de ellos os ayudaré, se han vuelto una molestia más que una ayuda. En cuanto a su descripción… me temo que soy muy malo con eso, me cuesta distinguiros a vosotros dos. Lo que sé es que llegaron unos pocos humanos, luego trajeron unos cuantos para trabajar en la mina que hay un poco más arriba y más tarde trajeron otros a la fuerza, una vez llegaron la mayoría de los que vinieron al principio del todo se fueron, quedando sólo el tipo paranoico. Sé que está en la ciudadela, se entra por las escaleras, pero mi influencia no llega hasta el interior de sus muros. Creedme a los humanos de esta isla les pareció haber sido atacados por un ejército, pero son todo las maquinaciones de una sola persona y sus secuaces.
- Roland:
- Parte del techo colapsa a tu espalda, más cerca de lo que te gustaría de Rudolf, aunque no creo que le pase nada. El extraño acorazado parece que se preparaba para otro disparo, poniendo entre vosotros parte de su cuerpo con armadura, pero no se esperaba el golpe con el bloque de hormigón, el cual golpea justo en el hombro con el que sostiene el martillo neumático. El peso del gran bloque hiende su armadura y disloca completamente su brazo, si es una armadura de placas es posible que haya cortado carne por dentro, pero a saber con este bicho raro.
Su brazo queda colgando y sin fuerza para agarrar su arma la suelta dejando que caiga al suelo. No puedes ver su expresión ni vocaliza nada, pero por sus movimiento parece que está bastante molesto. Da un paso atrás y parece que por un momento valora sus posibilidades. Por un segundo parece que chasquea la lengua bajo el casco.
- No me gusta dejar a estos idiotas solos, pero no me queda otra.
Sus palabras darían a entender que estaba a punto de retirarse, pero lejos de eso se acerca completamente expuesto con los brazos (o lo que queda de ellos) abiertos. Del hueco de su armadura sale un torrente de arcilla, el cual se extiende en todas direcciones, como la boca de un gusano, buscando engullir lo que se quede delante. De la arcilla salen varias púas de cerámica. Tras eso la armadura queda vacía y cae al suelo en piezas.
- Kohaku:
- Tienes demasiadas preguntas. Pero no te preocupes, saciaré tu curiosidad.
Mientras habla una figura emerge de entre la piedra a sus espaldas, parece estar formada de barro o arcilla, el cual empieza a tomar forma como escupida por una mano invisible.
Loguetown, Hallstat, Sakura, Shabody y Wano. Cinco islas que formaron parte de la historia de este mundo, y cinco pilares que caerán bajo el control de los antiguos piratas Keppler, ellos vivieron la historia de hace siglos, y ellos saben como cambiar el mundo. Cuando logren su objetivo ni siquiera la Marina podrá enfrentarse a ellos. Dejando la riquezas a parte seguro que te gustaría estar en el bando ganador. Pero mi señora seguramente no admita a nadie digno. Tómate esto como una pequeña prueba.
La figura toma una apariencia que te es familiar, es una réplica exacta de tí, con un arma y coraza de cerámica. Cuando está formada el extraño se acerca y mancha su cara de sangre, así como su arma. Al entrar en contacto con la sangre la estatua comienza a moverse y a tomar una pose de batalla idéntica a la tuya. Sin siquiera esperarte lanza una onda cortante en tu dirección.
- Braud y Raion:
- Braud, logras encontrar un lugar seguro para no ser engullido por la avalancha. Raion, también te salvas, desde las alturas no ves más que blanco hasta que la nieve se asienta. De todas formas, y una vez os reunís os agrada ver que el teleférico está intacto, debe de haber sido construido en una zona segura ante este tipo de fenómenos.
Si seguís llegaréis hasta él. Hay una góndola a la que podéis subir. Es bastante espaciosa y está cubierta por lunas de vidrio, podría caber un carro entero en ella y seguramente haya sido diseñada para ello. Los cables parecen estar en buen estado y tensos, además de no tener mucha nieve sobre estos, lo que implica que han sido usados hace poco. Ahora sólo hay un problema al que os enfrentáis para poder subir. La góndola tiene un panel de control y no parece necesitar una llave o algo parecido, este panel presenta una palanca en posición neutra, puede ir arriba y abajo, un gran botón rojo al lado, uno naranja con un símbolo parecido a tres S paralelas. Un botón verde con un círculo blanco y uno azúl con una X.
- Freites, Jace y Zira:
- Zira, no te cuesta nada llegar, de hecho no ofrece resistencia alguna, es más dirías que colabora para que lo saques del agua helada. Y es normal, no es el Coronel Kord, sino uno de vuestros hombres, vestido con sus ropas.
Mientras tanto. Jace, contestas al den den mushi y una voz te recibe.
- ¿No es un poco presuntuoso decir que estás a mis órdenes joven? - La voz es masculina, podrías decir que pertenece a alguien de unos cuarenta o cincuenta años. - En fin, sí que os habéis tomado vuestro tiempo en contestar ¿Es que acaso teníais miedo de una llamada inofensiva? Y antes de que digas nada, sé que mis hombres están muertos, acabo de ver sus cuerpos pasar por la ría. - Te deja unos segundos de cortesía, casi como si quisiera que asimilases lo que te ha dicho. - Pero descuida, no voy a pedir venganza, eran unos asesinos de segunda que pusimos a vigilar y saltaron de su escondite sin una orden previa. No necesito a nadie como ellos bajo mi mando. Vosotros en cambio… habéis diezmado las defensas, eso nos facilita el trabajo, cierto que pudo haber sido un poco más limpio, pero no está mal. He visto que no váis a ser bien recibidos en Sakura, así que ¿Por qué no unir fuerzas? Estoy seguro que está en el mayor de los intereses de tu capitán. ¿Qué tal está el sake que esté bebiendo?
La oferta es tentadora, pero sus preguntas inquietantes ¿Qué harás? Parece que ahora eres verdaderamente responsable del destino de la banda.
Unos minutos antes.
Jace cerró la puerta, dejando al viejo prisionero a solas. Una vez escuchó sus pasos alejarse sonrió. Llevó las manos atadas al cinturón, hacía años que llevaba la misma hebilla por una razón y era que le había sacado filo a uno de los bordes, nunca sabes cuando puedes necesitar una cuchilla. Tras unos segundos forcejeando con las ataduras logró rasgarlas, a partir de ahí desatar los pies era pan comido. Se estiró y se quitó la chaqueta, cogiendo un pequeño arcón, abriendo la ventana, y lanzándolo junto a la prenda de ropa.
El viejo zorro esperó a que esto causara conmoción, esperando a un lado de la puerta. Cuando esta se abrió de golpe tuvo que morderse la lengua y contener un grito al darle esta en las narices. Oculto tras la hoja de la puerta evitó que el pirata lo viera y esperó a que este marchara a dar la voz de que se había escapado. Hecho esto se escabulló hasta las letrinas y pacientemente esperó a que alguien entrara a usar una de estas. Para su suerte no pasó mucho tiempo, un golpe seco en la nuca y para cuando la puerta de la letrina volvió a abrirse ambos hombres salieron. Llevó al pirata inconsciente al hombro, ambos se habían cambiado la ropa, y procuraba camuflarse con uno de los que estaba ayudando a los heridos. Evitando algunas miradas ascendió a cubierta donde, mientras todos miraban la chaqueta, él lanzó al pirata al agua. El frío lo despertó, haciendo que comenzase chapotear por su vida. Y entonces fue cuando gritó "¡Ahí está!". El resto de la historia ya la sabéis.
Tras un bloque de hielo al lado de la costa las aguas traen gracilmente la chaqueta de Frederich Kord. El coronel la recoge, sacude el agua y sonríe mirando al barco desde la distancia.
- Pero qué verde estás chico, a este viejo zorro le quedan ases bajo la manga. - Murmura mientras se adentra en el bosque, para luego estornudar.
- Bizvan y Liam:
- La puerta se abre. La sala al otro lado es notablemente más grande que la anterior. Cuadrada con cuatro pilares centrales. En tres de las cuatro paredes hay diez celdas en total. En efecto, hay más guardias, en concreto cinco, pero con las habilidades de Bizvan no dan muchos más problemas, no tienen un nivel mucho mayor que el de un soldado medianamente competente. Encontréis las llaves o partáis los barrotes podréis rescatar a todos los prisioneros, los cuales se encuentran en esa sala. Todos parecen estar en buen estado, simplemente algunos problemas por el frío y las malas condiciones, pero nada grave. Los problemas empiezan en el momento en el que los reunís.
Si, no importa las veces que los contéis, hay ocho personas. Dos de ellas, o tienen gemelos y los han secuestrado también, o son falsos. Si les preguntas obviamente te dirán que el otro es un impostor. Vaya problema.
- No se si las orugas aguantarán mucho sobre el hielo:
- Una vez os encargáis de los soldados que quedan pasais al interior. Por las bolas de nieve no parece haber trampas ocultas en las baldosas, no por lo menos de presión. De todas formas ahora que estáis dentro sí que hay una cosa que os puede llamar la atención. Dos presencias nítidas al otro lado de los portones centrales.
Una vez Ashlyn se acera estos se empiezan a abrir sin siquiera llegar a tocarlos. La sala siguiente es más pequeña que aquella en la que habéis estado, pero igual o más imponente que la anterior. Una sala del trono para ser más exactos. Una vez las puertas se abren una serie de antorchas se encienden iluminando la sala con una ominosa luz azulada. El espacio central es amplio, siendo flanqueado por dos hileras de pilares de más de un metro de grosor, cuidadosamente tallados y conservados a lo largo de los años. Al final de la sala tres escalones llegan a un trono de piedra tallado en la piedra madre sobre la que se asienta la ciudadela. Sobre este trono hay una enorme armadura, si alguien la llevase mediría cerca de seis metros, a su lado un escudo y una enorme maza. Pero quizás los detalles más sorprendentes están a ambos lados. A su derecha, colgando a unos nueve metros sobre un pozo de lo que parece ser alquitrán hay una jaula, dentro de esta, una mujer joven de cabellos rubios claros y piel blanca como la nieve, está cubierta con una manta y se sorprende al veros… es la primera princesa del reino. Al otro lado se encuentra una figura encapuchada que sonríe al veros, la luz sólo deja ver una sonrisa perfecta y un mentón andrógino.
- ¡Por fin los héroes llegan al castillo! - Comenta haciendo una reverencia teatral. - Me preguntaba cuánto tardaríais en llegar hasta aquí, veo que no me habéis hecho esperar mucho y habéis seguido el mapa como buenos chicos. Pero en fin, no perdamos el tiempo, los actores están sobre el escenario y la obra está a punto de empezar. - Os da la espalda y camina hasta un piano a pocos metros de él.
Cuando sus dedos se posan sobre las teclas una rápida melodía inunda la sala. Un brillo rojizo sale de debajo del yelmo de la armadura, la cual lleva las manos a sus armas y se levanta. Camina hasta el primero de vosotros que decida encararla y descarga un poderoso mazazo.
- Algo que recuerde a pelirrojo:
- Ahora que me fijo… ¿No son más pequeños esos bichos que los de antes? Vale que de los voladores no tenéis referencias, pero de los otros sí. Los primeros eran verdaderas bestias, mientras que estos apenas alcanzan el tamaño de un avestruz. Una muy peligrosa, de acuerdo ―aunque esos bichos ya son bastante chungos de por sí―, pero un avestruz al fin y al cabo. Más aún, sus movimientos son más torpes que los de sus predecesores, así que me imagino que podéis intuir que se trata de crías… Adolescentes, con algo de suerte.
Sea como sea, Ilje no encuentra problemas para montar sobre uno de los dinosaurios y guiarlo como su montura. Corta el cuello de los otros dos sin problema, lo que no parece incomodar al que monta, y aún tiene tiempo para ver cómo Elina pone a salvo a Serleena y Arik y cómo se encarga sin dificultad una de las bestias. Queda sólo una, que, para vuestra sorpresa, se lanza en picado hacia algo que no habíais visto hasta ahora. Es… ¿una persona? Ni idea, pero cuando queréis daros cuenta el pajarraco está muerto en el suelo y uno de los… ¡hongos se está comiendo lo poco que le queda de carne!
Vale, respiro, ¡pero ¿qué demonios está pasando aquí?! Vuelvo a respirar, de acuerdo. El caso, que un ser de aspecto humanoide y lo que parece ser un sombrero de copa ―pero en realidad es una seta verde y amarilla― está aprovechando lo que puede del ave. Tras unos segundos se levante, separando del suelo la rodilla que había hincado, y detiene en vosotras un rostro bastante fuera de lo común. Su piel es extremadamente blanca y los rasgos de un humano parecen haber sido imitados con una mano bastante diestra en el cuerpo de un hongo.
―Algo me dice que no habéis acabado aquí por error ―comenta con un acento un tanto repelente, como británico, antes de mirar de reojo el lugar donde Elina ha colocado a Arik y Serleena―, así que debéis de ser sus enemigos, ¿no? No sabéis lo feliz que me haría que fuese así. ―Y sonríe, pero de verdad, no la típica sonrisa retorcida o de maniaco.
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